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A golpes nunca

Por: Sarko Medina Hinojosa

A Mathías, mi hijo de siete años, es imposible ocultarle la televisión cuando miramos noticias,
porque para dos padres periodistas es necesario tener información nacional y local por las
mañanas. En las últimas semanas noticias recurrentes sobre la violencia en el país han abierto su
sentido crítico y es necesario que estemos allí para responder sus preguntas.

Una de ellas es porqué las personas se hacen daño. Es difícil responder algo a la ligera, pero
ensayamos las mejores respuestas desde la perspectiva de que no todos los seres humanos hacen
las cosas bien y que, en varios momentos, las personas toman decisiones equivocadas y tienen
que asumir las consecuencias. Las decisiones erradas señaladas fueron: creer que el robo es
bueno, creer que pegándole a otra persona se soluciona algo, creer que tomar bebidas
alcohólicas y manejar es posible, entre otras. Las consecuencias de estas malas decisiones son
tristes pero nunca injustas: ser detenidos, terminar en la cárcel, resultar heridos o morir.

Otra de las preguntas fue el porqué las personas se dejan golpear. Le recalcamos que las
personas que sufren violencia no tienen la culpa de lo que sucedió con ellas, nunca la tienen en
realidad, pero sería imprudente no advertir esas señales de peligro y también normas de
convivencia para justo evitar que el daño se produzca: Las personas se deben respeto unas a
otras. El amor nunca se demostrará tratando de obligar a la otra persona a hacer cosas que no
desea. La dignidad de la otra persona debe ser siempre respetada, independiente de raza, credo,
sexo o posición económica. Todos merecemos respeto ante todo y la principal de todas: tratar a
los demás como quisiéramos que nos traten.

Tratamos de explicarle que las personas también en ese aspecto toman malas decisiones, no por
querer a otras personas, sino por soportar algunas cosas que deben alertarlas de que están en
peligro. Discutir entre dos personas no está mal, siempre que sea de manera alturada y evitando
la violencia verbal o física. Si ocurriese eso la discusión debe detenerse y reflexionar sobre lo
que ha pasado, pero, a veces, las personas no hacen caso de esas señales y puede que estén a
merced de alguien que les va a hacer daño.

Mathías entiende que todos nos merecemos respeto y tenemos una dignidad que se debe valorar,
no aprovechándose del otro por cuestiones de sexo, dinero, edad, ni nada por el estilo.

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