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En todas las sociedades se manifiesta una tensión inevitable entre las y los
dirigentes y los demás sectores de la población. Aun en sociedades que
proclaman el origen popular del poder y de la autoridad, no es un ente abstracto
quien ejerce estas prerrogativas sino una elite oficial que goza de una cierta
autonomía y libertad de acción, de hecho y de derecho. ¿Qué se puede hacer en
casos de abuso de poder y violaciones a los derechos humanos?
Teóricamente se puede decir que algunas órdenes emanadas del poder carecen
de valor y que las y los ciudadan@s no tienen que someterse a ellas, pero...
¿quién decide sobre esto? ¿Tienen derecho pueblos, individuos, grupos
organizados, a juzgar por su propia cuenta los actos de las autoridades y resistirse
a ellas? Casi ningún gobierno del mundo permitirá la desobediencia o, peor aún, la
resistencia activa, y normalmente tratará a las y los involucrad@s como a
delincuentes. En algunos casos, después de la caída de una dictadura por
ejemplo, estas mismas personas son consideradas como ciudadan@s
respetuos@s de la ley o héroes nacionales. 2
1
Reproducción de una parte de Limpens, Frans, Reglitas 7. Los límites del poder. La necesidad
de una Corte Penal Internacional. Material de apoyo para la educación en derechos humanos.
Querétaro, Acción pro Educación en Derechos Humanos, 2000, 41 pp
2
Tomaschat, Christian en: Eide, A. , Ghozali, N.E. (e.a.) Sobre la resistencia a las violaciones de
los derechos humanos. UNESCO, Paris, 1984, p.15 - 16.
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oposición. Una oposición ilimitada conduce a la anarquía del mismo modo como la
persecución ciega llevado a cabo por algunos gobiernos lleva a la barbarie. Se
trata de hacer una separación entre autoridad y poder: desde el momento en que
el poder se ejerce de manera incompatible con el respeto de los derechos
humanos pierde la legítima autoridad, generando de este modo una resistencia
justificada. La resistencia a su vez ejerce un poder y debe respetar los límites y
exigencias del sistema de los derechos humanos. 3
A partir del siglo XIII algunos pensadores europeos comenzaron a sostener que
los fundamentos de la soberanía y, por tanto, de la autoridad, residían en la
voluntad del pueblo, traduciéndose finalmente en el siglo XVII en el concepto de
contrato social de Rousseau, Hobbes y Locke, postulando que la sociedad política
(el estado) se establece sobre la base de un contrato negociado entre las y los
ciudadanos.
El debate sobre el derecho a la resistencia produjo una división entre una corriente
democrática y la otra dictatorial. John Locke sostenía que el poder ejecutivo podría
ignorar a la asamblea legislativa y aprobar medidas contrarias a las decisiones de
ésta y que en estos casos el pueblo tenía perfecto derecho a rebelarse. Para él, la
oposición a los malos gobiernos era casi un deber y ciertamente un derecho. La
corriente democrática encontrará un fuerte aliado, por lo menos en teoría, en la
declaración de independencia de los Estados Unidos:
Consideramos como evidentes por sí mismas las siguientes verdades: todos los hombres (sic) han
sido creados iguales; el Creador les ha conferido ciertos derechos inalienables, entre los cuales se
encuentra la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Los gobiernos han sido establecidos
entre los hombres a fin de garantizar estos derechos y su justo poder emana del consenso de los
gobernados. Cada vez que una forma de gobierno se desvía de este objetivo, el pueblo tiene
derecho a cambiarla o abolirla y de establecer un nuevo gobierno fundado en los principios y
formas de organización adecuados a sus aspiraciones de seguridad y felicidad. Toda vez que una
larga serie de abusos y usurpaciones tienda invariablemente a someter a los hombres al
despotismo absoluto, estos tienen el derecho y el deber de rechazar tal gobierno y de proveer, a
través de nuevos medios, a su futura seguridad. (Declaración de Virginia, 1776, par. 2, el
subrayado es nuestro).
La Declaración de los derechos del hombre (sic) y del ciudadano (Paris, 1789) se
inclinaba más por la corriente democrática y parecía un compromiso entre
pensamientos de Locke y Rousseau. Empezaba diciendo que ‘los representantes
del pueblo francés, constituidos en Asamblea Nacional, comprendiendo que la
ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos del hombre son la sola causa
de la infelicidad pública y de la corrupción del gobierno, han resuelto exponer en
3
Asbjorn Eide en: Eide, A. , Ghozali, N.E. (e.a.), o.c., p. 39-40.
4
Ib. , p. 43-44.
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Para Kant el derecho era el ‘intento de poner razón en la violencia con que la
historia nos abruma’ 7 y ‘ un cambio de la constitución estatal (defectuosa), que
muy bien puede ser necesario, sólo puede ser emprendido por el soberano
mediante reformas, no por los súbditos, y, por tanto, no mediante una revolución...
pues eso sería convertir al pueblo (...) en soberano de su soberano.’ 8 El ‘contrato
social’ se entendía como ‘un contrato de sumisión’ :
‘En sentido práctico el origen del poder supremo es inescrutable para el pueblo que está sujeto a
él: es decir, el súbdito no puede ponerse a especular con intención política sobre él como sobre un
derecho que pudiera ponerse en tela de juicio en cuanto a la obediencia que le debe. Pues el
pueblo, para poder actuar con fuerza de ley sobre el summum imperium, ha de poder ser
considerado ya como unido bajo una voluntad legisladora general y, por tanto, no puede juzgar
sino como el actual summus imperans quiere, es decir: si en el origen se dio un verdadero contrato
de sumisión como un factum, o lo que antecedió fue la violencia, y la ley sólo vino después, o las
cosas sucedieron precisamente en ese orden: estas cosas son para el pueblo, que ya está bajo
leyes civiles, asuntos cuya averiguación no tien objeto alguno; pues si el súbdito que hubiese
averiguado el origen último, quisiera oponerse a la autoridad ahora suprema, habría de ser
castigado y eliminado conforme a las leyes de ella, es decir, con todo derecho, como un ‘sin ley’ ...
Una ley que es tan santa, que, en sentido práctica, el sólo ponerla en duda, es decir el suspender
un instante su efecto, es ya un delito, nos la estamos representano como si no procediese de los
hombres, sino de un legislador supremo que quedase por encima de toda duda, (...) una idea como
principio práctico de la razón: el de obedecer al poder legislativo ahora existente, sea su origen el
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que fuere.’
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Educación en derechos humanos
Después del catástrofe de civilización de los años treinta del siglo XX y los
excesos del nazismo se creó un amplio consenso de la necesidad de la resistencia
a las graves violaciones a la dignidad humana. Sin embargo no se vale utilizar
cualquier expresión de oposición. La Carta de las Naciones Unidas –en un intento
de crear una nueva civilización basada en la paz y el pleno respeto a los derechos
humanos- prohíbe el ‘uso de la fuerza’ (lee violencia) (art 2, par. 4) en cualquier
circunstancia, salvo en casos de legítima defensa. Esta prohibición ha de ser
considerada como la piedra angular del orden mundial propuesta por la Carta.
Todo sistema jurídica manifiesta una clara preferencia por vías pacíficas y
noviolentas para remediar situaciones ilícitas o injustas. El problema es saber
cuando todos los medios para un cambio noviolento han sido agotados. 11
Difícilmente encontraremos hoy personas que afirmen –como lo hacía Leibniz- que
vivimos en ‘el mejor mundo posible’. Salta a la vista mucho sufrimiento humano
que podría evitarse y muchas personas de la sociedad civil y desde las
instituciones oficiales se comprometen intensamente con la lucha por el respeto a
los derechos humanos, utilizando un sinfín de estrategias de denuncia y de
10
La Sagrada Familia o Crítica de la Crítica crítica, cit. in : Habermas, J. , o.c., p. 40.
11
Tomuschat en Eide, A. , Ghozali, N.E. (e.a.), o.c., p. 22-25.
12
Eide A. , Ghozali, N.E. (e.a.), o.c. , p. 63-66.
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A muy temprana edad las niñas y los niños descubren que los objetos siguen
existiendo a pesar de que no los ven. Es un poco similar la discusión sobre la
supuesta neutralidad de la educación. Aunque no se ve inmediatamente, cualquier
tipo de educación -por más técnica que fuera- refleja una serie de valores y
antivalores que se pueden descubrir a través del programa, de los objetivos y de
los contenidos ofrecidos (el curriculum manifiesto), pero tal vez mucho más a
través de lo que no se dice: las omisiones, las obviedades, las reglas no escritas,
los castigos y premios .... (el curriculum oculto).
13
Connell, J.W. en Giroux, H. , Teoría y resistencia en educación. Una pedagogía para la
oposición. Siglo XXI , Madrid-México, 1992, p. 151.
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Por curioso que suene, una lucha realista, prolongada y exitosa por una cultura de
derechos humanos invariablemente nace de la utopía y del sueño. ‘No hay utopía
verdadera fuera de la tensión entre la denuncia de un presente que se hace cada
vez más intolerable y el anuncio de un futuro por crear, por construir política,
estética y éticamente entre todos, mujeres y hombres’. 18 Personas sin visión
difícilmente podrán guiar a los ciegos. ‘Como proyecto, como diseño del ‘mundo’
diferente, menos feo, el sueño es tan necesario para los sujetos políticos,
14
Freire, P. Pedagogía de la esperanza. Un reencuentro con la Pedagogía del Oprimido. Siglo
XXI, Madrid-México, 1993, p. 75.
15
Ib., p. 76.
16
Ib., p. 75.
17
Ib., p. 8.
18
Ib., p. 87.
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Nuestra labor educativa –por muy importante que fuera- no debe servir de alibi
para un compromiso social que la urgencia de un problema fuerte me impone.
Nuestra lucha social –por muy loable que sea- no debe imponer un ritmo y
exigencias ajenos a la labor paciente y apasionante de la educación. La educación
en derechos humanos nunca será activismo disfrazado y no puede suplantar la
lucha continua en todos los ámbitos de la sociedad para una cultura de respeto a
los derechos humanos.
19
Ib., p. 88.
20
Ib., p. 8.
21
Kohl, H. en : Giroux, H. , o.c. , p. 190.
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‘Befehl ist Befehl’ (una orden es una orden) argumentaban los acusados en los
tribunales de Nuremberg y Tokio, no se sentían responsables de las atrocidades
cometidas en nombre del fascismo y del nazismo porque obedecieron órdenes ‘de
arriba’. Muchas personas, como el ‘carnicero de Lyon’, lograron divorciar sus
tareas de torturador y genocida de los roles de padre de familia y amante. Sin
embargo, la comunidad internacional dejó claro que la obediencia ciega no
dispensa de la responsabilidad personal de cada persona involucrada.
La educación en derechos humanos no tiene nada que ver con anarquía y chaos
en el salón de clases. Acciones antisociales y violentas no se tolerarán porque se
pretende crear un ambiente que permita una buena relación entre tod@s
(docente-alumn@s, alumn@s-alumn@s) y facilite el aprendizaje. Esto comienza
con la participación de tod@s en el establecimiento de reglas, en la evaluación
periódica de la validez y factibilidad de dichas reglas y en la vigilancia continua de
su implementación.
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En la busqueda del consenso se clarificarán las razones de ser de las reglas del
grupo y se preparará al grupo a asumir una autodisciplina. El consenso (con la
participación activa del o de la docente) minimizará el riesgo de reglas absurdas o
sin comprender.
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