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Objetivo:
Analizar una columna de opinión extrayendo el punto de vista y argumentos para organizarlos
en un esquema.
A los quiltros no se les puede clasificar en ninguna raza, son siempre parecidos a alguna,
pero nunca calzan con una determinada. Son mezclas de mezclas, los que los hace tener de
todas las razas una característica. Los perros que son de raza tienen como un aire de
superioridad, como que conocieran su pertenencia a una raza; son clasistas con los humanos.
Muestran cierto orgullo, como si intuyeran que tienen antepasados conocidos y que lo más
probable es que su dueño pagó por tenerlos. Sin embargo, los quiltros tienen antepasados
desconocidos y cualquiera gratuitamente se puede hacer su dueño, pues no hacen
distinciones con los humanos. Tal vez por eso poseen la humildad para aceptar su origen y la
simpatía que les hace conseguir su alimento.
Pero una de las cosas que más impresiona de los queridos quiltros, es la humildad que
tienen para dejarse querer. Siempre están agradecidos de toda muestra de interés que uno
les dé, aunque sea un gesto para que se vayan. Así logran que uno los termine queriendo y
aceptando como son. Hay algo de ellos que debemos aprender: No el aceptar que nos traten
mal, pero sí esa sencillez que les facilita el sentirse queridos. Muchas veces nos falta la
simpleza de dejarnos querer, de aceptar la gratuidad del cariño. A veces nos cuesta sentirnos
queridos, porque nos cuesta aceptar los gestos de los demás como demostración de cariño.
Solemos desconfiar de la gratuidad del cariño de los demás. Cualquier gesto ambiguo lo
leemos como una agresión , como una falta de cariño. Creemos que el cariño que se nos
muestra es siempre por algo, nunca es cariño puro; es siempre respuesta a una actitud o
cualidad nuestra. Así como nos cuesta aceptar que nos quieran gratuitamente, nos cuesta
también querer gratuitamente a los demás; más si ellos nos parecen de otras razas.
Vivir así es tremendo: se vive a la defensiva, con miedo a que descubran nuestros errores
o defectos. Nos sentimos solos aún en medio de todos. Para ser feliz, hay que ser sencillos, y
aceptar libremente el cariño de los otros. De nosotros dependerá tomar en positivo muchos
gestos y palabras que consciente o inconscientemente nos hacen o dicen. Esas mismas
palabras o gestos, que también podemos tomar en contra nuestro, no solo nos harán daño,
sino también podremos ser injustos con la intensión de origen.
El dejarse querer es un arte. Arte que depende mucho de nuestra libertad de no hacer
distinción entre personas. De nosotros mismos, sin creernos de una “raza especial”. De que
podamos imitar la sencillez de los quiltros, y tengamos la humildad de ellos para dejarnos
querer por todos.
Razones para
convencernos
Conclusión