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Cómo dictar una clase amena

Muchas veces nosotros los profesores o encargados de enseñar a los chicos de hoy en día,
nos resulta dificultoso el tener en la mano el resultado o la fórmula correcta para hacer que
el alumno entienda las clases.

Esto se acabó. Todo depende del profesor o encargado, pues date cuenta que si tú no
incentivas al chico a que sus entrañas extrañen y estén dedicados a resolver problemas
matemáticos o preguntas de letras, estás acabado. Sé tú mismo el que incentive de muchas
formas al chico; aquí algunos consejos para que tu clase no sea aburrida y sea, por el
contrario, amena, divertida, recordada y sobre todo entendida.

Dictar una clase amena no siempre es sencillo. Todo influye en el desarrollo de una buena
clase, desde la materia y el horario de la clase, hasta la situación política del país. Sin
embargo, recae en el profesor utilizar toda su energía e imaginación para convertir una
clase normal y aburrida en un espacio de aprendizaje donde el estudiante esté siempre
dispuesto a volver y a aprender con la misma intensidad cada vez.

Pasos
1. 1

Deja atrás el viejo método. La idea de un profesor, sentado en su silla o parado


hablando toda la clase es bastante antigua y es exactamente el tipo de clase que
tienes que evitar.
2. 2

Evita responder todas las preguntas. Deja que algunas respuestas queden en el
aire y deja que ellos mismos descubran las respuestas y ofrécete a responder a las
preguntas si es que nadie llega a una respuesta después de un tiempo. Considera que
si promueves unos estudiantes que aprendan por sí mismos, estos se sentirán mejor
consigo mismos y se alegrarán cada vez que vayan a tu clase al saber que son
capaces de hacer cosas por sí mismos.

3. 3

Organiza el plan académico. Es completamente necesario que sepas los


contenidos de la materia que vas a dictar en el curso y el orden en el que vas a
dictarlas. Esto te permitirá tener una idea de los contenidos que se van a abordar en
el curso y evitará que te vayas por las ramas o empieces a contar anécdotas para
matar el tiempo.

4. 4

Trabaja con el factor de atención de tu clase. Este factor puede variar en base a
muchas variables, uno de ellas es la disposición del profesor para realizar una clase
donde los estudiantes se vean envueltos en la materia. Ten en cuenta que los
alumnos tienden a perder el hilo de la clase a partir de los 45 minutos dependiendo
del grupo y del tema. Entonces, procura crear lecciones que duren 45 minutos más o
menos (30 si el tema es bastante árido). Si tienes asignada una clase de más de 45
minutos, es conveniente que utilices unos 10 minutos de tu tiempo para hacer una
actividad no directamente relacionada con el tema. Así la mente de tus estudiantes
se relajará y estarán listos para volver a empezar. Si no puedes hacer esto, un simple
descanso de 10 minutos puede ayudarles a recuperar fuerzas.

5. 5

Controla la clase a través de diferentes métodos. Esto no significa que te pases


pidiendo a tus alumnos que se callen o cosas similares. Existen varios métodos para
controlar tu clase sin que el alumnado se dé cuenta:

o Organiza grupos de trabajo y pide que un estudiante tome el mando del


grupo. Este estudiante te ayudará a organizar el grupo de trabajo y a llevar la
clase.
o Mantén a tus estudiantes ocupados. Procura crear una ambiente en el cual
los estudiantes no se distraigan con cosas del exterior. Esto evitará que
tengas que pedir a alguien que atienda en clases, pues la clase será más
interesante que cualquier elemento exterior.
o Explica claramente el objetivo de la clase y consulta al final de la misma si
este objetivo fue alcanzado. Puedes colocar este objetivo en una parte visible
de la clase e invitar a los estudiantes a opinar al respecto unos minutos antes
que termine la clase. Esto mantendrá a los estudiantes conscientes de lo que
tienen que aprender y les hará saber que la clase fue útil para ellos. En el
proceso, ellos tenderán a autocontrolarse y tratar de llegar al objetivo
planteado. Esta forma es particularmente útil en materias técnicas.
o Establece las reglas con tus alumnos. Guerra avisada no mata soldado. Al
principio del curso puedes proponer que los estudiantes diseñen un conjunto
de reglas relacionadas a su comportamiento y a la entrega de deberes o
tareas. Negocia aquellos "extras" que quizás los estudiantes puedan pedir
para ganar tarea extra o trabajos que te gustarían que los estudiantes
hiciesen, pero que no harían en condiciones normales. Usa tu astucia como
profesor para lograr un trato que beneficie a ambas partes.
6. 6

Haz tu clase dinámica. Lo que sirvió un día en tu clase, puede que no funcione al
día siguiente. Los estudiantes se aburren cuando hacen lo mismo cada día. Trata de
cambiar el método y hacer las mismas cosas pero de diferente forma. Cambia la
pizarra por diapositivas. Si vas a hablar de Cálculo estructural, lleva fotos de las
estructuras en las que se aplica lo que van a aprender ese día en clases. Si vas a
hablar de arte rupestre, lleva un poco de pinturas naturales y papel; luego invita a
tus alumnos a tratar de reproducir los grabados que tiene en los libros y luego a
crear otros de su propio imaginación.

7. 7

Aplica el refuerzo positivo. Es cierto que sabes más que tus estudiantes van a
cometer errores y aprender de ellos. Invítalos a seguir tratando a través de refuerzos
positivos. Si ves que tu clase se está esforzando, dales un premio extra fuera del
paquete de reglas previamente acordado. Si ves que un estudiante destaca, dale más
información y oportunidades para seguir creciendo. Si ves que un estudiante no está
rindiendo como debería y no se esfuerza por hacerlo, habla con este estudiante y
comunícale que lo valioso o valiosa que es para tu clase. Pide también a sus
compañeros que hablen con este estudiante para que sienta que no es él contra el
mundo y se sienta valorado por solamente estar en clase.

8. 8
¡Sonríe!

Sonríe. Sin importar lo que te haya pasado en casa o si tuviste algún problema con
algún colega, sonríe. Esto llevará a que tus estudiantes entiendan que tú disfrutas tu
materia y será mucho más sencillo para ellos tener una actitud más relajada con
respecto al tema del día.

9. 9

Reconoce la clase de grupo que tienes. Todas las personas que han enseñado
alguna vez saben que existen diferentes clases de estudiantes. Trata de aprender cuál
es la clase de actividad que es mejor recibida y cuál es la forma en la que ellos
aprenden más rápido. Es muy posible que una actividad de discusión abierta
funcione muy bien en un grupo de estudiantes que guste de hablar mucho.

Consejos
 Prepara un plan B y, si es posible, un plan C. Es necesario que conozcas a tu clase
para poder formular un plan en relación a sus necesidades. En caso que la clase se
esté poniendo un poco tediosa, siempre es bueno tener un plan B o hasta un plan C
debajo de la manga, de modo que los alumnos se vean contagiados por tus ganas de
tener una clase divertida.
 No te rías de tus propios chistes. Todos los cómicos saben que lo peor que les puede
pasar es reírse y que el público no se ría con ellos. Cuando uno hace una broma en
clase y nadie la entendió, es mejor que pase desapercibida.
 Recuerda tu tiempo de estudiante en la universidad o la escuela. La identificación
con el estudiante y sus necesidades puede hacer que ellos se sientan identificados
contigo. Este factor es importante pues ayuda a que los estudiantes respondan a lo
que dices y valoren tu juicio.
 Invita a los estudiantes a voluntariamente repasar algún tema pasado y exponerlo en
clases. Como los estudiantes ya conocen la lección, se sentirán mucho más seguros
de sí mismos a la hora de mostrar el contenido. Esto también ayudará a que otros
estudiantes entiendan el concepto de la boca de otro estudiante y reforzará la
lección. Esta técnica es especialmente útil cuando se ve falencias en el aprendizaje
de una determinada lección. Ej: Si los chicos no entendieron muy bien cómo es el
proceso de fijación del coral en el lecho marino, pide a un grupo de alumnos que
muestren un video o presente el tema en una forma diferente.
 Evita dar metamensajes negativos. Expresiones como "Yo sé que no les gusta esta
materia, pero les va a servir", "Denme 5 minutos más de su tiempo y luego
acabamos, esta parte no es tan difícil" no son para nada aconsejables. Esta clase de
frases lleva un mensaje oculto: "La materia es difícil y aburrida, por eso mi clase es
aburrida". Esta clase de mensajes predispone al estudiante a no atender en clase, no
desear asistir a la materia, hacer la tarea por obligación, etc.
 Trata, dentro de lo posible, que algún colega te visite. Una vez que hayas aplicado
nuevas técnicas, puedes reunirte con esta persona para hacer una evaluación de la
clase y hablar de cómo mejorar las técnicas aplicadas en la misma.
 Crea grupos de trabajo con otros profesores para discutir diferentes formas de hacer
que las clases sean mejores. Compartir experiencias desde un punto de vista de
colaboración puede hacer que la relación en el puesto de trabajo mejore y eso
redundará en una mejor enseñanza para los estudiantes y una mejora del nivel
académico de la institución.

Advertencias
 Equilibra tu necesidad de una clase amena con la necesidad de cubrir tu plan
académico. Es probable que veas que tus estudiantes la están pasando bien en
clases, eso es bueno, pero trata que el tema no se desvíe del elemento de estudio.
 Es posible que a pesar de utilizar todas estas técnicas, la clase no sea tan amena
como tú deseas. Los grupos de estudiantes son bastante variables a nivel emocional
e intelectual. Además, existen muchos otros factores además del profesor que
deciden si una clase es amena o no. Lo esencial es quitar al profesor de esta
fórmula. Esto se puede lograr esforzándose en diseñar una clase y lograr divertirse a
medida que uno enseña y los estudiantes aprenden.

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Un buen líder es un buen maestro: 16
formas para lograrlo

George Bernard Shaw no pudo estar más equivocado cuando acuñó la famosa máxima: “Aquel que puede,
hace. Aquel que no puede, enseña”. En una economía de rápido movimiento que se maneja por las ideas, una
parte esencial de ser un líder es ser un buen maestro.

¿De qué otra manera puede alguien persuadir a todos los miembros de una organización – ya sean 50 o 50 mil
empleados- para que se muevan en la misma dirección? ¿De qué forma se puede focalizar al equipo de trabajo
y persuadirlos de una estrategia de reducción de tamaño de la empresa cuando la economía se estremece? ¿De
que forma se puede asegurar que las personas de todos los niveles entienden las prioridades de cada
momento? ¿Cómo se pueden desarrollar los lideres del mañana?

Simplemente: se les enseña. Eso no quiere decir que hay que darles un discurso en una reunión general de la
compañía o impartir órdenes a los subordinados. Eso no es enseñar: eso es mandar. Decirle a la gente lo que
deben hacer no garantiza que ellos van a aprender lo suficiente para pensar por ellos mismos en el futuro. En
cambio, puede significar que ellos van a depender de usted o de sus supervisores cada vez más y dejarán de
tomar riesgos, detendrán la innovación y pararán de aprender.

¿Qué hacen los grandes maestros que usted debería aprender para cumplir con su papel de líder? A
continuación encontrará lo que nos dijeron aquellos que lo saben mejor que nadie: los profesores mismos.
Maestros de toda clase. Algunos de ellos enseñan formalmente en salones de clase. Otros enseñan
informalmente – en sus oficinas, durante la cena, en el camino – mientras dirigen compañías. Nuestros
expertos han enseñado a veteranos ejecutivos, desarrolladores de software, representantes de ventas y
estudiantes de MBA, así como a universitarios, músicos, cirujanos y a otros maestros también.

La buena enseñanza, como se verá, es universal. Así el tópico de hoy sea el lanzamiento de un nuevo
producto o las ciencias sociales o cómo hacer un “bypass” triple, los mismos principios – y muchas de las
mismas técnicas – se pueden aplicar.

¿Está usted listo para aprender? Siéntese en su pupitre y saque su cuaderno, que la clase va a empezar…

1. No se trata de usted, sino de ellos


Algunos maestros se ven a sí mismos como el experto señalado cuyo papel es impartir su conocimiento a los
estudiantes que son como recipientes vacíos. Esa es la peor metáfora, dice William Rando, quien ha entrenado
a profesores universitarios durante quince años. Los mejores instructores se ven a sí mismos como guías.
Ellos comparten lo que saben, pero entienden que ellos no son el punto focal. Sus estudiantes sí lo son.
“Es difícil para algunos profesores entender que enseñar no es acerca de ellos mismos,” dice Rando, quien
maneja la Oficina de Desarrollo y Preparación de Profesores de la Universidad de Yale. “Es algo que no se
puede aceptar intuitivamente. Sin embargo, no quiere decir que el profesor no importe. Simplemente significa
que en vez de preguntarse “¿Qué voy a hacer hoy?” el profesor debe pensar: “¿Qué van a hacer mis
estudiantes hoy?”

2. Estudie a sus estudiantes


No basta con conocer su material. Usted necesita conocer a las personas a las que va a enseñar – sus talentos,
su experiencia previa y sus necesidades. De otra manera, ¿cómo puede usted estar seguro de lo que ellos ya
conocen y de lo que necesitan saber? “Yo le digo a mis profesores que piensen que alguien les llama y les
dice, “Estoy tratando de ir a Yale”, dice Rando. “La primera pregunta que usted debe hacer es “¿En dónde
está usted?” Usted debe saber el punto de partida de una persona antes de poder ayudarla a encontrar su
destino. Puede sonar obvio, pero como profesores, a veces empezamos el viaje y nos olvidamos de preguntar
a los estudiantes, “¿En dónde están ustedes? ¿Cuál es su punto de partida?”
Yoheved Kaplinsky, miembro del departamento de piano en la Escuela Juilliard, pone mucho énfasis en
conocer la forma cómo los estudiantes se consideran a sí mismos. “Quiero ver cómo mis estudiantes evalúan
su propia forma de tocar,” dice ella. “Eso me da una idea de qué tan realistas o qué tanto se ilusionan a sí
mismos. De esta manera puedo escuchar entre líneas y tener un esbozo de su personalidad”.

3. Los estudiantes asumen riesgos cuando los maestros crean un ambiente seguro
Aprender exige ser vulnerable, dice Michele Forman, quien enseña sociales en el Middlebury Union High
School en Vermont. Los estudiantes tienen que reconocer que ellos no saben, tomar riesgos y repensar lo que
creían que sabían. Eso puede ser incómodo – incluso aterrador – para algunos. Algunos detalles cálidos no
sobran, dice Forman, quien fue elegida la Maestra del Año 2001. Como tener un sillón y cojines en el suelo en
una esquina del salón de clase. O decorar las paredes con los trabajos de los alumnos porque “es el espacio de
ellos”. El resultado es un ambiente de aprendizaje que se presenta seguro emocional, intelectual y
psicológicamente.
“Si ellos no se sienten bien, les preparo una taza de té de menta. Si tienen hambre, les doy de comer,” dice
Forman. “Puede parecer algo muy simple pero les envía un mensaje muy importante”. Los estudiantes tienen
que saber que pueden confiar en su instructor. De allí resulta otra de las reglas de Forman: Eliminar el
sarcasmo en el aula de clase. “No hay que crear el temor de que usted los va a hacer quedar mal ante los
demás”, dice ella.

4. Los grandes maestros emanan pasión y determinación


La diferencia entre un buen profesor y un gran profesor no es su experiencia o su conocimiento. Tiene que ver
con su pasión. Pasión por el tema, pasión por enseñar. El deseo es contagioso, dice H. Muir, director de
capacitación en mercadeo global de SC Jonson en Racine, Wisconsin. Si el profesor lo tiene, lo más seguro es
que los alumnos también lo atrapen.
“Mis dos padres eran ambos maestros,” dice Muir. “Mi madre enseñaba a estudiantes con deficiencias de
comportamiento y mi padre enseñaba historia y civismo. Lo más importante que aprendí de ellos es que hay
que tener pasión por lo que se hace y esta debe ser genuina. Es algo que no se puede simular. Los estudiantes
descubren inmediatamente cuando usted pone un interés sincero y cuando no”.

5. Los estudiantes aprenden cuando sus maestros les muestran cuánto necesitan aprender
Enseñar a adultos le ha dado a Tom McCarty, director de los servicios de consultoría de la Universidad de
Motorola, una confirmación del viejo adagio que dice: “Cuando un estudiante está listo, el profesor se le
aparece”. Algunas de las personas que se presentan para los talleres de mejoramiento continuo no están listas,
porque ellos no piensan que necesitan mejorar. No ven la brecha que existe entre lo que ellos son y lo que
necesitan ser. Hacerles ver esa brecha es una de las primeras tareas de McCarty.
“¿Su equipo se encuentra alineado alrededor de las expectativas del cliente?”, les pregunta. “Claro que sí,”
contesta alguno de los líderes de algún equipo. McCarty le pide entonces a cada uno de los miembros del
equipo que escriba las cuatro prioridades más importantes del cliente y las coloca en un tablero de manera que
todos las puedan ver. “Si hay quince miembros en el equipo, se obtienen sesenta prioridades diferentes,” dice.
“Una vez que ellos lo ven por sí mismos, van a acudir a mí diciendo, ¿Puedes ayudarnos en esto?”

6. Hay que volverlo claro así no se pueda volver simple


Uno de los principales atributos de un gran maestro es su habilidad para desmenuzar ideas complejas y
hacerlas entendibles. Lo mismo se puede decir de los líderes empresariales hoy en día, dice Gary Grates,
director ejecutivo de comunicaciones internas de General Motors. De hecho, él afirma que la esencia de
enseñar – y de aprender – está en la comunicación. “El principal reto que los líderes deben enfrentar es lograr
que la gente les entienda,” dice Grates. “Así esté usted hablando de Wall Street, de los socios, de los clientes
o de los empleados, sus interlocutores deben comprender la historia de la organización – hacia donde se
dirige, por qué se están haciendo estos cambios, cómo trabaja usted y cómo piensa usted. De lo contrario,
usted perderá valor, ventas, nuevas oportunidades o a sus empleados. Por eso es que enseñar es tan
importante”.
7. No tema ser vulnerable, pero no sacrifique su credibilidad
Para algunos, ser un profesor – o un líder – significa presentarse como la persona que tiene todas las
respuestas. Cualquier signo de vulnerabilidad o de ignorancia puede significar debilidad. Ese tipo de personas
son pésimos profesores, dice Parker Palmer, veterano instructor y autor de “El coraje de enseñar: explorando
el mundo interior del maestro”
A veces la mejor respuesta que un profesor puede dar es, “No lo sé”. En vez de perder credibilidad, se gana la
confianza de los alumnos y esa confianza es la base de una relación productiva. “Todos sabemos que la
perfección es una máscara”, dice Palmer. “Por eso desconfiamos de las personas que se ocultan detrás de la
máscara del sabelotodo. No son honestos con nosotros. Las personas con las que desarrollamos las más
profundas conexiones son aquellas que reconocen sus limitaciones frente a nosotros”.
Reconocer lo que usted no sabe muestra que todavía está aprendiendo, que el profesor es, en realidad, todavía
un estudiante. Para el líder de una organización, este es un acto de equilibrio muy delicado, dice Mike Leven,
expresidente de Holiday Inn Worldwide y ahora director general de U.S. Franchise Systems Inc. “Mientras
que es razonable que alguien no sepa muchas cosas, también la gente espera que la persona de quien
dependen sepa al menos algunas respuestas. Usted no puede permitir que la gente se pregunte, “¿Por qué está
éste dirigiendo la compañía?”.

8. Enseñe desde el corazón


La mejor enseñanza no sale de formulas; es personal. Diferentes personas enseñan Shakespeare de múltiples
maneras porque lo hacen de acuerdo a cómo ellos son y cómo ven el mundo. O, como sice Palmer,
“Enseñamos lo que somos”. El acto de enseñar requiere el coraje de explorar su propio sentido de identidad.
Si usted no sabe quién es usted, dice Palmer, usted no puede conocer completamente a sus estudiantes y no
podrá conectarse con ellos. La gente recurre a técnicas para lograrlo hasta que descubren su propia forma de
ser profesor. Tal vez, dice Palmer, el músico de Jazz Charlie Parker fue el que mejor lo expresó: “Si no lo
vives, no va a salir de tu trompeta”.

9. Repita los puntos importantes


Si usted quiere que sus empleados recuerden la nueva declaración de misión o una estrategia de mercadeo, es
necesario que se los diga más de una vez. “La primera vez que algo se dice, es oído,” dice William H.
Rastetter, quien enseñó en el MIT y en Harvard antes de ser director general de Idec Pharmaceuticals Corp.
“La segunda vez, se reconoce. Y la tercera vez, se aprende”.
El reto está entonces en ser consistente sin volverse predecible o aburrido. Los mejores maestros mantienen su
mensaje fresco utilizando nuevas formas de expresar los mismos puntos. Para Craig E. Weatherup, director
general de Pepsi Bottling Group, el mensaje que vive constantemente repitiendo es que el agua embotellada –
no la cola – representa el mayor potencial de crecimiento para la compañía. El consejo de dirección de 25
miembros de la compañía lo ha escuchado exponer esta estrategia repetidamente – pero sin que suene
repetitivo. “Hay que ser ingenioso y disfrazar un poco los temas de manera que la gente piense, “esto no lo
había escuchado antes”, dice. “Siempre trato de encontrar un nuevo ángulo en el tema del agua, pero el
mensaje no cambia: es importante para el éxito de la compañía”.

9. Repita los puntos importantes

10. Los buenos maestros hacen buenas preguntas


Un profesor efectivo entiende que aprender es explorar lo desconocido y que tal exploración empieza con
formularse las preguntas adecuadas. No se trata de preguntas disfrazadas de conferencias. No se trata de
preguntas de falso o verdadero que no encienden discusiones acaloradas. Se trata de preguntas que abren las
puertas a más profundos cuestionamientos. “¿Cómo funciona esto?”, “¿Qué significa esto?” y la pregunta
favorita, según Grates, de GM: “¿Por qué?” “Si usted quiere llegar a lo más profundo de un tema, pregunte
por qué cinco veces”, dice.
David Garvin, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, entrevistó a un gran número de ejecutivos que
enseñan para su libro “Enseñanza en acción: Una guía para poner a trabajar a la organización”. El encontró
que una de las formas de enseñar a la gente a tomar decisiones es asumir el papel de abogado del diablo. Los
profesores preguntan a sus colegas: “¿Qué pasaría si hiciéramos lo contrario de lo que usted está sugiriendo?”
La idea no es debilitar una decisión sino reforzarla a través de un examen cuidadoso de las opciones – aún de
las más absurdas. “Aunque usted obtendrá su promoción debido a que conoce las respuestas correctas”, dice,
“es más importante hacer las preguntas adecuadas a medida que usted asciende en la escalera corporativa”.

11. No se trata simplemente de transferir información


Se trata de enseñar a la gente a pensar. Lo último que usted desearía hacer es pararse enfrente de la gente a
decirles lo que tienen que hacer. O darles las respuestas que usted quiere oír. Los mejores instructores están
menos interesados en las respuestas que en las reflexiones que llevan a ellas. Lo que los líderes deben ofrecer
es un “punto de vista enseñable”, dice Noel Tichy, profesor de la Universidad de Administración de Negocios
de Michigan y autor de “El motor del liderazgo: Cómo las mejores compañías crean líderes a todo nivel”. Lo
importante es cómo ellos miran al mundo, cómo interpretan la información y cómo resuelven los problemas.
Los mejores líderes y maestros ayudan a la gente a aprender como pensar por su propia cuenta en vez de
indicarles lo que tienen que pensar.
“Usted desea obtener un grupo de gente que sepa lo que usted quiere que sepa, pero al mismo tiempo que se
sienta libre de hacer por sí mismos los juicios y decisiones que el día a día les exige”, dice Gene Roberts, por
muchos años editor del Philadelphia Inquirer y del New York Times, quien enseña periodismo en la
Universidad de Maryland en College Park. (Durante sus 18 años en el Inquirer, este periódico ganó 17
premios Pulitzer) “Usted tiene que saber cuando aflojar las riendas para que la gente no se vuelva dependiente
de usted. En el negocio de la prensa, la velocidad lo es todo, y si usted se rodea de personas que tienen que
aguardar a escuchar lo que usted tiene que decir antes de que reaccionen, usted está perdido”.

12. Deje de hablar – y empiece a escuchar


Cuando se trata de enseñar, lo que usted hace es casi tan importante como lo que usted dice. Después de todo,
sus estudiantes están todo el tiempo mirándolo. La mejor forma de mostrar que usted se interesa y se preocupa
por ellos es escuchándolos. El aprendizaje efectivo es una calle de doble vía: es un diálogo, no un monólogo.
Después de lanzar una pregunta, los malos profesores llenan el silencio con su propia voz en vez de esperar
una respuesta. En vez de eso, dice Muir, el director de capacitación de SC Johnson, ensaye esto: Espere diez
segundos. “Si quiere ser un buen profesor, usted tiene que aprender a no sentirse incómodo con el silencio,”
dice. Es en esos momentos de quietud, casi eternos, en los que tienen lugar las mejores reflexiones. No los
interrumpa.

13. Aprenda qué debe escuchar


Levi Watkins enseña cirugía del corazón en el Hospital John Hopkins de Baltimore, en donde los residentes
aprenden trabajando al lado de los cirujanos. Antes de la cirugía, Watkins pide al residente que lo conduzca
por todo el proceso del diagnóstico y de la cirugía, como si él estuviera al otro lado de la mesa asistiendo al
estudiante. “Escucho cómo el residente construye a partir de toda la información disponible y qué tan bien
organiza sus pensamientos”, dice Watkins. “Optar por operar el corazón de un paciente es una decisión muy
compleja. Puede haber diferencias de opinión entre los doctores, pero aquí no hay vuelta atrás. Tenemos que
decidir qué conductos son adecuados o no para una operación de “bypass”.
Cuando Weatherup, el director de Pepsi, visita a los gerentes generales de alguna de las 300 locaciones de la
compañía, pone un interés particular en el lenguaje que escucha. En el análisis del mercado local, por
ejemplo, Weatherup espera escuchar referencias a la misión de la compañía o a alguna estrategia nueva que él
ha estado promoviendo. El desea detectar que el gerente ha reflexionado acerca de su porción del negocio
dentro del marco de referencia adecuado. “Si yo escucho el lenguaje de la compañía en sus voces, sé que
estoy logrando llegar a la gente”, dice Weatherup.
Sobre todo en Japón, tuvo que aprender a escuchar en su primera asignación con Pepsi. Puesto que el inglés
era la segunda lengua de sus colegas, él aprendió a volverse sensible a las emociones que venían detrás de las
palabras de la gente. Todavía hoy intenta percibirlas. “Siempre estoy preocupado por los sentimientos de la
gente, más que por los volúmenes de venta o los precios. Quiero saber cuáles son sus frustraciones y qué los
hace sentir bien”.

14. Deje que sus estudiantes se enseñen mutuamente


Sus estudiantes no solamente aprenden de su profesor. También aprenden de sí mismos y de sus colegas. “Así
es como funciona el triángulo del aprendizaje”, dice Marilyn Whirry, quien enseña inglés en el grado 12 en la
Escuela Mira Costa en Manhattan Beach, California. Ella cree firmemente en los grupos pequeños y les
prepara preguntas basadas en el libro que los alumnos están leyendo en ese momento. Ellos tienen que
responder al comentario previo de su compañero antes de aportar una nueva idea. “Tienen que escucharse
unos a otros”, dice Whirry, quien fue nombrada como la Maestra del Año en el 2000. “Es posible que su
compañero tenga una idea que ellos no habían pensado. Tal vez es algo sobre lo que pueden ampliar la
discusión. Es muy excitante verlos interactuar”
Rando, de Yale, ha llevado la idea un paso más adelante. Él designa a grupos pequeños para que se conviertan
en expertos en diferentes tópicos y luego mezcla a los alumnos en diferentes grupos de manera que deben
enseñar a otros lo que acaban de aprender. “Este método reproduce la forma como los problemas se presentan
en la vida diaria,” dice. “Cada uno tiene una pieza de información relevante, lo que lo convierte en profesor y
aprendiz al mismo tiempo”.

15. Evite usar la misma técnica para todos


Los buenos maestros creen que todos los alumnos pueden aprender, pero entienden que cada uno lo hace en
forma diferente. Algunos son visuales, otros captan rápidamente lo abstracto, algunos prefieren leer. Así que
el instructor tiene que adoptar una técnica multidimensional durante su clase. Algo como esto: lectura durante
20 minutos, luego colocar una pregunta de opción múltiple a toda la clase, la cual se presenta en un tablero o a
través de una diapositiva. Luego se pide a todos que escriban la respuesta y se hace que algunos, por turnos,
expliquen su posición a todos los demás en la clase. Después de varios minutos, hacer una encuesta entre
todos para saber cuántos escogieron cada opción de respuesta. Esto es lo que Rando denomina una
“conferencia activa”.

16. Nunca pare de enseñar


La enseñanza efectiva se deriva de la calidad de la relación entre el maestro y el alumno. No termina cuando
suena la campana o cuando se acaba el día de clase. “Trato de evitar caer en una actitud de 9 a 5, para no dar
la impresión de que mientras estemos en horario de trabajo, me importa la gente, pero no me fastidien
después,” dice Kaplinsky, el profesor de Juilliard. “Uno de los principales ingredientes de la enseñanza es el
amor por ella. Yo vengo de Israel, en donde tenemos un dicho: “El deseo del ternero por la leche de su madre
es pequeñísimo comparado con el deseo de la madre de dar su leche al ternero”

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