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Muchas veces nosotros los profesores o encargados de enseñar a los chicos de hoy en día,
nos resulta dificultoso el tener en la mano el resultado o la fórmula correcta para hacer que
el alumno entienda las clases.
Esto se acabó. Todo depende del profesor o encargado, pues date cuenta que si tú no
incentivas al chico a que sus entrañas extrañen y estén dedicados a resolver problemas
matemáticos o preguntas de letras, estás acabado. Sé tú mismo el que incentive de muchas
formas al chico; aquí algunos consejos para que tu clase no sea aburrida y sea, por el
contrario, amena, divertida, recordada y sobre todo entendida.
Dictar una clase amena no siempre es sencillo. Todo influye en el desarrollo de una buena
clase, desde la materia y el horario de la clase, hasta la situación política del país. Sin
embargo, recae en el profesor utilizar toda su energía e imaginación para convertir una
clase normal y aburrida en un espacio de aprendizaje donde el estudiante esté siempre
dispuesto a volver y a aprender con la misma intensidad cada vez.
Pasos
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Evita responder todas las preguntas. Deja que algunas respuestas queden en el
aire y deja que ellos mismos descubran las respuestas y ofrécete a responder a las
preguntas si es que nadie llega a una respuesta después de un tiempo. Considera que
si promueves unos estudiantes que aprendan por sí mismos, estos se sentirán mejor
consigo mismos y se alegrarán cada vez que vayan a tu clase al saber que son
capaces de hacer cosas por sí mismos.
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Trabaja con el factor de atención de tu clase. Este factor puede variar en base a
muchas variables, uno de ellas es la disposición del profesor para realizar una clase
donde los estudiantes se vean envueltos en la materia. Ten en cuenta que los
alumnos tienden a perder el hilo de la clase a partir de los 45 minutos dependiendo
del grupo y del tema. Entonces, procura crear lecciones que duren 45 minutos más o
menos (30 si el tema es bastante árido). Si tienes asignada una clase de más de 45
minutos, es conveniente que utilices unos 10 minutos de tu tiempo para hacer una
actividad no directamente relacionada con el tema. Así la mente de tus estudiantes
se relajará y estarán listos para volver a empezar. Si no puedes hacer esto, un simple
descanso de 10 minutos puede ayudarles a recuperar fuerzas.
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Haz tu clase dinámica. Lo que sirvió un día en tu clase, puede que no funcione al
día siguiente. Los estudiantes se aburren cuando hacen lo mismo cada día. Trata de
cambiar el método y hacer las mismas cosas pero de diferente forma. Cambia la
pizarra por diapositivas. Si vas a hablar de Cálculo estructural, lleva fotos de las
estructuras en las que se aplica lo que van a aprender ese día en clases. Si vas a
hablar de arte rupestre, lleva un poco de pinturas naturales y papel; luego invita a
tus alumnos a tratar de reproducir los grabados que tiene en los libros y luego a
crear otros de su propio imaginación.
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Aplica el refuerzo positivo. Es cierto que sabes más que tus estudiantes van a
cometer errores y aprender de ellos. Invítalos a seguir tratando a través de refuerzos
positivos. Si ves que tu clase se está esforzando, dales un premio extra fuera del
paquete de reglas previamente acordado. Si ves que un estudiante destaca, dale más
información y oportunidades para seguir creciendo. Si ves que un estudiante no está
rindiendo como debería y no se esfuerza por hacerlo, habla con este estudiante y
comunícale que lo valioso o valiosa que es para tu clase. Pide también a sus
compañeros que hablen con este estudiante para que sienta que no es él contra el
mundo y se sienta valorado por solamente estar en clase.
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¡Sonríe!
Sonríe. Sin importar lo que te haya pasado en casa o si tuviste algún problema con
algún colega, sonríe. Esto llevará a que tus estudiantes entiendan que tú disfrutas tu
materia y será mucho más sencillo para ellos tener una actitud más relajada con
respecto al tema del día.
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Reconoce la clase de grupo que tienes. Todas las personas que han enseñado
alguna vez saben que existen diferentes clases de estudiantes. Trata de aprender cuál
es la clase de actividad que es mejor recibida y cuál es la forma en la que ellos
aprenden más rápido. Es muy posible que una actividad de discusión abierta
funcione muy bien en un grupo de estudiantes que guste de hablar mucho.
Consejos
Prepara un plan B y, si es posible, un plan C. Es necesario que conozcas a tu clase
para poder formular un plan en relación a sus necesidades. En caso que la clase se
esté poniendo un poco tediosa, siempre es bueno tener un plan B o hasta un plan C
debajo de la manga, de modo que los alumnos se vean contagiados por tus ganas de
tener una clase divertida.
No te rías de tus propios chistes. Todos los cómicos saben que lo peor que les puede
pasar es reírse y que el público no se ría con ellos. Cuando uno hace una broma en
clase y nadie la entendió, es mejor que pase desapercibida.
Recuerda tu tiempo de estudiante en la universidad o la escuela. La identificación
con el estudiante y sus necesidades puede hacer que ellos se sientan identificados
contigo. Este factor es importante pues ayuda a que los estudiantes respondan a lo
que dices y valoren tu juicio.
Invita a los estudiantes a voluntariamente repasar algún tema pasado y exponerlo en
clases. Como los estudiantes ya conocen la lección, se sentirán mucho más seguros
de sí mismos a la hora de mostrar el contenido. Esto también ayudará a que otros
estudiantes entiendan el concepto de la boca de otro estudiante y reforzará la
lección. Esta técnica es especialmente útil cuando se ve falencias en el aprendizaje
de una determinada lección. Ej: Si los chicos no entendieron muy bien cómo es el
proceso de fijación del coral en el lecho marino, pide a un grupo de alumnos que
muestren un video o presente el tema en una forma diferente.
Evita dar metamensajes negativos. Expresiones como "Yo sé que no les gusta esta
materia, pero les va a servir", "Denme 5 minutos más de su tiempo y luego
acabamos, esta parte no es tan difícil" no son para nada aconsejables. Esta clase de
frases lleva un mensaje oculto: "La materia es difícil y aburrida, por eso mi clase es
aburrida". Esta clase de mensajes predispone al estudiante a no atender en clase, no
desear asistir a la materia, hacer la tarea por obligación, etc.
Trata, dentro de lo posible, que algún colega te visite. Una vez que hayas aplicado
nuevas técnicas, puedes reunirte con esta persona para hacer una evaluación de la
clase y hablar de cómo mejorar las técnicas aplicadas en la misma.
Crea grupos de trabajo con otros profesores para discutir diferentes formas de hacer
que las clases sean mejores. Compartir experiencias desde un punto de vista de
colaboración puede hacer que la relación en el puesto de trabajo mejore y eso
redundará en una mejor enseñanza para los estudiantes y una mejora del nivel
académico de la institución.
Advertencias
Equilibra tu necesidad de una clase amena con la necesidad de cubrir tu plan
académico. Es probable que veas que tus estudiantes la están pasando bien en
clases, eso es bueno, pero trata que el tema no se desvíe del elemento de estudio.
Es posible que a pesar de utilizar todas estas técnicas, la clase no sea tan amena
como tú deseas. Los grupos de estudiantes son bastante variables a nivel emocional
e intelectual. Además, existen muchos otros factores además del profesor que
deciden si una clase es amena o no. Lo esencial es quitar al profesor de esta
fórmula. Esto se puede lograr esforzándose en diseñar una clase y lograr divertirse a
medida que uno enseña y los estudiantes aprenden.
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Un buen líder es un buen maestro: 16
formas para lograrlo
George Bernard Shaw no pudo estar más equivocado cuando acuñó la famosa máxima: “Aquel que puede,
hace. Aquel que no puede, enseña”. En una economía de rápido movimiento que se maneja por las ideas, una
parte esencial de ser un líder es ser un buen maestro.
¿De qué otra manera puede alguien persuadir a todos los miembros de una organización – ya sean 50 o 50 mil
empleados- para que se muevan en la misma dirección? ¿De qué forma se puede focalizar al equipo de trabajo
y persuadirlos de una estrategia de reducción de tamaño de la empresa cuando la economía se estremece? ¿De
que forma se puede asegurar que las personas de todos los niveles entienden las prioridades de cada
momento? ¿Cómo se pueden desarrollar los lideres del mañana?
Simplemente: se les enseña. Eso no quiere decir que hay que darles un discurso en una reunión general de la
compañía o impartir órdenes a los subordinados. Eso no es enseñar: eso es mandar. Decirle a la gente lo que
deben hacer no garantiza que ellos van a aprender lo suficiente para pensar por ellos mismos en el futuro. En
cambio, puede significar que ellos van a depender de usted o de sus supervisores cada vez más y dejarán de
tomar riesgos, detendrán la innovación y pararán de aprender.
¿Qué hacen los grandes maestros que usted debería aprender para cumplir con su papel de líder? A
continuación encontrará lo que nos dijeron aquellos que lo saben mejor que nadie: los profesores mismos.
Maestros de toda clase. Algunos de ellos enseñan formalmente en salones de clase. Otros enseñan
informalmente – en sus oficinas, durante la cena, en el camino – mientras dirigen compañías. Nuestros
expertos han enseñado a veteranos ejecutivos, desarrolladores de software, representantes de ventas y
estudiantes de MBA, así como a universitarios, músicos, cirujanos y a otros maestros también.
La buena enseñanza, como se verá, es universal. Así el tópico de hoy sea el lanzamiento de un nuevo
producto o las ciencias sociales o cómo hacer un “bypass” triple, los mismos principios – y muchas de las
mismas técnicas – se pueden aplicar.
¿Está usted listo para aprender? Siéntese en su pupitre y saque su cuaderno, que la clase va a empezar…
3. Los estudiantes asumen riesgos cuando los maestros crean un ambiente seguro
Aprender exige ser vulnerable, dice Michele Forman, quien enseña sociales en el Middlebury Union High
School en Vermont. Los estudiantes tienen que reconocer que ellos no saben, tomar riesgos y repensar lo que
creían que sabían. Eso puede ser incómodo – incluso aterrador – para algunos. Algunos detalles cálidos no
sobran, dice Forman, quien fue elegida la Maestra del Año 2001. Como tener un sillón y cojines en el suelo en
una esquina del salón de clase. O decorar las paredes con los trabajos de los alumnos porque “es el espacio de
ellos”. El resultado es un ambiente de aprendizaje que se presenta seguro emocional, intelectual y
psicológicamente.
“Si ellos no se sienten bien, les preparo una taza de té de menta. Si tienen hambre, les doy de comer,” dice
Forman. “Puede parecer algo muy simple pero les envía un mensaje muy importante”. Los estudiantes tienen
que saber que pueden confiar en su instructor. De allí resulta otra de las reglas de Forman: Eliminar el
sarcasmo en el aula de clase. “No hay que crear el temor de que usted los va a hacer quedar mal ante los
demás”, dice ella.
5. Los estudiantes aprenden cuando sus maestros les muestran cuánto necesitan aprender
Enseñar a adultos le ha dado a Tom McCarty, director de los servicios de consultoría de la Universidad de
Motorola, una confirmación del viejo adagio que dice: “Cuando un estudiante está listo, el profesor se le
aparece”. Algunas de las personas que se presentan para los talleres de mejoramiento continuo no están listas,
porque ellos no piensan que necesitan mejorar. No ven la brecha que existe entre lo que ellos son y lo que
necesitan ser. Hacerles ver esa brecha es una de las primeras tareas de McCarty.
“¿Su equipo se encuentra alineado alrededor de las expectativas del cliente?”, les pregunta. “Claro que sí,”
contesta alguno de los líderes de algún equipo. McCarty le pide entonces a cada uno de los miembros del
equipo que escriba las cuatro prioridades más importantes del cliente y las coloca en un tablero de manera que
todos las puedan ver. “Si hay quince miembros en el equipo, se obtienen sesenta prioridades diferentes,” dice.
“Una vez que ellos lo ven por sí mismos, van a acudir a mí diciendo, ¿Puedes ayudarnos en esto?”