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MEMORIAL DE CRACOVIA

Analecta Cracoviensia, 1969

INTRODUCCIÓN DE JOSÉ GRANADOS

El texto que se conoce como “Memorial de Cracovia”, preparado entre 1966 y 1968 por un grupo
de estudiosos polacos bajo la dirección del entonces arzobispo de Cracovia Karol Wojtila, tiene
gran importancia por tratarse de la relación entre persona y naturaleza, en el contexto abierto
por Gaudium et spes.
Preparación a la encíclica Humanae vitae.
La relación entre persona y naturaleza se comprende considerando el cuerpo sexuado como
apertura al amor.
1. El contexto de la cuestión en el Vaticano II.
Incorporación de los principios personalistas que iluminan con el amor la relación entre los
cónyuges. Ante la visión anterior, que ponía excesivo énfasis en la procreación, se llega al punto
de equilibrio que se encuentra en Gaudium et spes. El Vaticano II ha dejado entre sombras los
siguientes puntos:
a. La tensión creada por el Club de Roma por su alarmismo demográfico y la
“necesidad” de controlar la población.
b. La dificultad de integrar la dimensión biológica de la sexualidad (procreación)
y el amor personal de los esposos.
c. La insistencia en el amor de la pareja deja sin resolver la integración de la
familia al servicio del bien común de la sociedad.
Todos los elementos necesarios para una visión del matrimonio a la luz del amor que integre los
aspectos personales y naturales se encuentran en el texto del concilio. Lo que falta es una visión
orgánica de esas relaciones.
2. El “Memorial de Cracovia”.
Tiene el mérito de recoger todos esos elementos y comenzar a elaborar un tratamiento orgánico
del tema que nos ocupa.
Entre una visión “excesivamente” centrada en el amor, que justificaría –en un contexto general
de apertura a la vida– la contracepción a favor de la vida de pareja, y una visión excesivamente
centrada en la procreación como exigencia de la ley natural, el memorial de Cracovia toma la
acción humana desde su interior (el amor) para integrar en ella la referencia a la naturaleza.
Puntos centrales de esta referencia:
a. Se parte de la definición del hombre como imago Dei que implica que el
hombre puede entrar en posesión de sí mismo, donde la naturaleza, por ser
un don de Dios, posee un significado por sí misma que debe ser integrado en
el horizonte de la existencia personal.
b. La comprensión de la integración de la naturaleza en la persona se entiende
mediante el significado del cuerpo como algo propio y elemento integrante
de su identidad.
c. La sexualidad es el ámbito privilegiado para entender el lenguaje relacional
del cuerpo.
d. La sexualidad no significa sólo la apertura de uno al otro cónyuge, sino
también apertura a los hijos, inscrita del mismo modo en el lenguaje del
cuerpo.
e. La integración entre naturaleza y persona se trata de un modo dinámico: es
un camino de crecimiento.
Otros elementos serían la paternidad responsable y la misión de la Iglesia respecto a la familia.
El principio del que se parte es que el cuerpo es expresión de una donación total cuyo prototipo
es el celibato En este contexto, la continencia periódica puede interpretarse no sólo como
renuncia sino como expresión más plena del amor.

LOS FUNDAMENTOS DE LA DOCTRINA DE LA IGLESIA SOBRE LOS PRINCIPIOS DE LA VIDA


CONYUGAL
1. la ley natural como fundamento del rechazo de la contracepción en el magisterio de la
Iglesia.
A. Las opiniones presentes
1.1 Las tres cuestiones previas
El magisterio se opone a la contracepción en virtud de la ley natural. Esto
hace que nos hagamos las siguientes preguntas:
¿La Iglesia tiene derecho a pronunciarse con autoridad en lo concerniente a
la moral y a la ley natural?
¿Sus enseñanzas son infalibles en esta materia?
¿Puede evolucionar este magisterio?
1.2 Moralistas que sostienen la contracepción
La Iglesia sólo es competente en lo referente a la ley revelada. En el segundo
punto sostenían que la iglesia sólo enseñaba el matrimonio como
procreación y remedio a la concupiscencia y, en tercer lugar, está claro que
las enseñanzas han evolucionado.
1.3 Moralistas que sostienen las posiciones tradicionales
La Iglesia ha sido unánime en las enseñanzas sobre la materia, apoyándose
en argumentos sobre la ley natural. Aunque aportan abundante material, no
argumentan sobre el derecho de la Iglesia respecto de la ley natural (sólo
aducen declaraciones magisteriales sobre este derecho). Del mismo modo
defienden también la infalibilidad y la inmutabilidad del magisterio.
1.4 Algunas conclusiones
Los moralistas tradicionalistas afirman que la argumentación sobre la ley
natural sólo sirve para alimentar debates académicos y fomentar la
controversia. Ponen la infalibilidad de la Iglesia por encima del derecho a
interpretarla. Sin embargo, debemos aclarar la primera cuestión antes de
argumentar sobre la segunda. Poniendo las cosas en su sitio la ley natural
aparece tanto como categoría filosófica como teológica, de donde le viene
su autoridad al magisterio.
B. Principios que sostienen la elaboración de la tesis teológica sobre el problema de la
contracepción
1. La Iglesia tiene el derecho y el deber de pronunciarse en torno a la moral y a
la ley natural, de definir normas al respecto, de interpretarlas y de aplicarlas
a las condiciones de vida de los hombres.
2. La Iglesia ve en la ley natural el orden moral objetivo inscrito en la naturaleza
del hombre.
3. La doctrina de la Iglesia al respecto no ha sido definida solemnemente, sino
que se encuentra en el magisterio ordinario, al que se le debe también
obediencia y respeto.
4. Ese magisterio es infalible, aunque trate de la ley natural si se da el caso de
que hay una probada tradición acerca de un punto específico de la doctrina.
5. El magisterio ordinario en el campo de la moral y la ley natural puede
evolucionar a una mejor comprensión, pero no en cuanto a los aspectos
fundamentales de la naturaleza.
6. Observaciones conclusivas:
Traer a consideración algunas declaraciones oficiales de la Iglesia: la encíclica
Casti connubii de Pio XI; el Discurso a las comadronas de Pio XII; la encíclica
Mater et Magistra de Juan XXIII y otras declaraciones en discursos y de
diversos obispos. De todo ello se pueden evidenciar las siguientes
conclusiones:
1– La Iglesia, en sus enseñanzas oficiales, rechaza la contracepción porque es
moralmente mala e inadmisible.
2– La enseñanza al respecto es unánime desde Pio XI a Pablo VI, y nunca se
ha revocado ni puesto en discusión.
3– El rechazo de la contracepción desde el punto de vista moral ha sido
considerado como una norma de la Ley Natural: se trata de una norma
objetiva que deriva de la naturaleza, inmutable y vinculante para todos, no
sólo para los católicos.

2. Justificación del rechazo de la contracepción por parte de la Iglesia


2.1 La persona humana, su dignidad y su desarrollo
a. Partir de un concepto ontológico de persona comprendida como sujeto
sustancial de actos conscientes y libres (imagen de Dios). Hay que tener en
cuenta la relación con Dios y con el mundo. Con su inteligencia y con plena
responsabilidad, el hombre debe colaborar en el diseño creador y salvífico
de Dios.
b. El poder de transmitir la vida es un don de Dios y forma parte de la totalidad
de la vida humana. Las leyes biológicas que le dan significado forman parte
de la misma constitución del hombre como ser personal. La contracepción es
una violación de la persona en cuanto que es un ser dotado de sexualidad y
de leyes biológicas específicas.
c. En todas las relaciones de unos con otros rige el respeto de los derechos y de
la dignidad de la persona, que excluye cualquier tratamiento de la persona
como objeto de los propios intereses.
d. La persona está llamada a desarrollarse y a perfeccionarse, lo que comporta
llegar a ser cada vez más libre y conforme a la razón. En el ámbito de las
pasiones esto consiste en su integración el en conjunto de su vida moral. El
cristiano, sostenido por la gracia, reestablece y consolida la armonía de su
ser interior, perturbado por el pecado.
2.2 El amor conyugal y el bien de la familia
El amor rige todas las relaciones entre las personas. El amor de la persona humana es un amor
encarnado. Cada forma de amor conlleva formas físicas de expresión. El acto sexual, como forma
de expresión del amor conyugal, debe, por tanto, estar ordenado según la verdadera dignidad
de la persona humana., según los criterios objetivos definidos por su propia naturaleza y en
relación con la actividad de ésta última. Tales criterios salvaguardan el sentido pleno del don
recíproco de sí de los esposos y de la transmisión de la vida, cumplida de un modo digno del
hombre. Esto requiere la virtud de la castidad, que se ejerce en los actos abiertos a la vida,
aunque no sean fecundos como en la continencia periodica.
2.3 La igualdad del hombre y de la mujer en el matrimonio
a. Propuestas comúnmente aceptadas:
El hombre y la mujer son iguales en su naturaleza, en su dignidad y en su
vocación última. Esa igualdad está caracterizada por la diferencia de sexos.
b. Ambos tienen el mismo derecho al pleno desarrollo de su peculiar vocación
(individual y única), para lo cual es necesario tener en cuenta su diversidad
sexual. La persona es sexuada, pero la sexualidad no constituye a la persona.
c. El sexo diferencia al hombre y la mujer, pero tal diferenciación no está sólo
al servicio de bien personal y exclusivo del individuo. Solamente respecto al
fin común es como se pueden definir y determinar las justas relaciones
recíprocas en el obrar de los cónyuges. La verdadera comunidad de dos existe
solo mediante la relación “ad Tertium” (relación común, interior y
trascendente).
d. La diferencia sexual es una propiedad inherente al cuerpo humano que
pertenece a la misma persona humana, por tanto, la participación en el acto
sexual y en la carga de la generación no es la misma. Esas cargas pesan más
sobre la mujer que sobre el hombre, lo cual impone al hombre que asuma
una responsabilidad más grande.
e. La contracepción no ayuda a los derechos personales de la mujer, privando
al hombre de la responsabilidad de las consecuencias de su actividad sexual
2.4 las consecuencias del pecado original
3. La paternidad responsable
1. La pareja cumple con su deber de transmitir la vida y de educar a los hijos en las
condiciones concretas en las que se encuentra; con prudencia y conscientes de su
responsabilidad deben sopesar esas circunstancias y tener en cuenta las exigencias que se
derivan. No pueden dejar el número de hijos al azar. Esto está ampliamente reconocido por
parte del Concilio y por Pablo VI en la encíclica Populorum progressio. Exige:
– Fe y confianza en Dios
– serena magnanimidad y disposición a la renuncia y el sacrificio
– configurada en un diálogo de amor entre los dos cónyuges
– por motivaciones justificadas
– siendo respetuosos con la ley divina expresada en el Magisterio de la Iglesia.
2. Los documentos del Concilio y de Pablo VI ofrecen una enseñanza sobre las
motivaciones de la paternidad responsable más profunda y amplia respecto a Pio XII:
“concedemos que Dios quiere sobre todo y siempre la recta intención; pero esto no basta. Él
quiere también la obra buena”. El acto mismo debe responder al diseño divino. De hecho, este
es el objeto de la ley divina en este campo:
a. Debe haber paridad y conmensurabilidad entre la contribución del hombre y
la mujer en el hecho de regulación de la natalidad (que no se da con los
anovulatorios, diafragmas, etc.).
b. El papel que juega la sexualidad en la estructura de la persona y en su
comportamiento, constituye el fundamento de otros postulados:
– la función biológica de la procreación;
– la función transindividual: interpersonal y social (la ligazón que crea el sexo
es el fundamento de las relaciones interpersonales y sociales: el matrimonio
y la familia);
– la función de signo de comunicación entre los hombres en la constitución de
vínculos sociales, condición sine que non de la existencia de la sociedad (la
aceptación, la cooperación, el amor…).
Cada relación sexual de los cónyuges debe ser un don recíproco y expresión
corpórea del mutuo amor. Ya que tal acto posee otras funciones además de
la meramente biológica, se deriva que el hombre puede hacer actos que no
conduzcan a la fecundidad, a condición de que su estructura biológica
permanezca intacta en cuanto a destino y significado.
Este análisis del puesto que ocupa la vida sexual en la estructura de la
persona y de su obrar, conlleva formular los postulados de la moral a los que
debe atenerse la regulación responsable de la fecundidad.
– la vida sexual debe significar siempre y expresar, con plena verdad el don de
sí, recíproco de los esposos, además de su amor atento al bien de la persona;
– cada acto sexual debe expresar el carácter “generativo” del amor conyugal y
de la vida del matrimonio;
– es necesario preservar la integridad sexual de las relaciones conyugales.
A la luz de esos principios es necesario excluir de cualquier actividad sexual
todo proceder contraceptivo porque traduce un comportamiento
“antigenerativo”.
c. Otra serie de postulados morales que se deben tener en cuenta en la
regulación de la natalidad nacen del reclamo que cualquier persona siente
sobre el propio desarrollo y perfeccionamiento –libertad y racionalidad–
(para lo cual juega un papel importante la gracia).
La actividad sexual viene a ser un desorden moral cada vez que los valores
interpersonales y sociales se subordinan al aspecto sensorial del comercio
carnal.
Tender a la perfección en la vida conyugal pide por un lado conocer el amor
absteniéndose del acto conyugal y de otro lado subordinar en la actividad
sexual el propio gozo a los valores interpersonales y sociales del acto mismo.
Dos últimos postulados se derivan de esto:
– debe ser la expresión de un crecimiento en la perfección cristiana y orientada
al pleno desarrollo de la persona;
– el lado sensorial de la vida sexual debe estar siempre subordinado a los
valores interpersonales de tal vida: cada uno debe poder expresar el propio
amor también mediante la abstención del acto sexual.
4. Paternidad responsable. Esbozo de solución
El rechazo de la contracepción no deja privados de solución a los que pretenden regular la
natalidad de una forma honesta. La continencia absoluta y la abstención de los actos conyugales
fecundos.
4.1 Algunas nociones médicas
Conclusión: actualmente disponemos de un método de regulación de los nacimientos
“absolutamente inofensivo y fácilmente aplicable”.
4.2 Algunas observaciones vinculadas al análisis moral del problema
a. Hay quienes sostienen que no es más que otro método de aplicar la
contracepción. 1 Sin embargo, la contracepción es la obstaculización positiva
de la fecundidad, mientras que la continencia es la abstención de relaciones
durante la fase fecunda, y 2 la relación sexual en los días no fecundos, que
son normales y queridos como tales, sigue manifestando el respeto debido a
la jerarquía de valores y al pleno sentido de la vida sexual.
b. Todos están conformes en reconocer que, en algunos casos, no transmitir la
vida puede ser querido (volitum), sin comportar necesariamente la
abstención del acto sexual, que en el hombre no se limita únicamente a la
función procreativa. Pero no es correcto afirmar que privar activamente
(voluntarium) la relación sexual de su función procreadora sea algo
moralmente fundado.
c. Es necesario que concurran suficientes motivaciones razonables.
d. Tener en cuenta factores adicionales que sean relevantes para la continencia
es normal y ordinario.
e. La continencia intencional del acto sexual es, naturalmente, una obra común
de los dos cónyuges.
f. ¿No se podría debilitar el amor? También la continencia puede ser un signo
de amor, como sucede en el noviazgo, cuando se hace con la intención de
promover valores más altos.
g. El uso de métodos contraceptivos está frecuentemente vinculado al hecho
de que el hombre no está en grado de gestionar el propio instinto. Esto
significa que cualquier relación sexual en la cual interviene un elemento
contraceptivo, comporta alguna frustración que pesa sobre la psique de los
cónyuges.
h. De todo lo afirmado se evidencia que la regulación de la natalidad mediante
la continencia periódica responde plenamente a la vocación cristiana de
tender a la perfección.
i. Presupone, como sucede con el celibato, 1. que la continencia no sólo es
posible, sino que es condición de madurez psicosexual, y 2. que la
continencia del acto sexual puede ser un signo de un amor verdaderamente
maduro.
5. Problemas pastorales
5.1 La educación
Las nuevas obligaciones que debe afrontar la vida familiar moderna exigen una adecuada
preparación de los fieles a la vida conyugal. Por esta razón se debe fomentar la educación sobre
el respeto del otro, sobre el respeto del cuerpo y sobre la realidad del sexo.
5.2 La pastoral
Un aspecto esencial de la materia en objeto es que, en todo el mundo, todos aquellos que se
ocupan de las almas, sean unánimes en la exposición de los principios de la moral, como
enseñanzas de la Iglesia, y en el aplicar del mismo modo las directrices del Magisterio
5.3 El laicado
Nadie puede ayudar a las parejas en sus problemas mejor que otras parejas cristianas
preparadas y respetuosas de las directrices de la Iglesia.

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