Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
911
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
912
SCRIPTA THEOLOGICA 16<1984/3) RECENSIONES
913
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/ 3)
914
SCRIPTA THEOLOGICA 16<1984/3) RECENSIONF.S
915
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
gico, El punto de . arranque del libro, que por otro lado coincide con el
punto de partida del estructuralismo, es la declaración de la insuficien-
cia de los métodos tradicionales de lectura de un texto. El método tra-
dicional, de sentido único o de profundidad, quiere llegar a averiguar
«qué quiere decir el autor», y supone por tanto una relación signo-reali-
dad única y «vertical». Es el método de la exégesis clásica, que, según
los cánones, 'Sigue distinguiendo entre un fondo (el contenido) y una
forma (expresión). Fossion no desautoriza ese método: simplemente lo
deja de lado en base a una consideración cultural: «dans le régime cultu-
ral ou nous entrons, la maniere d'aborder le réel est tout autre; tout se
joue ici non plus sur l'axe de la profondeur, mais sur l'axe de la latéra-
lité . Chaque terme se trouve défini ici par 'Ses multiples corrélations avec
d'autres termes» (p. 21). Fossion no justifica seriamente esta opción car-
gada de consecuencias: la deja sentada como evidente en sí. Y esto cons-
tituye ya una pequeña falta de seriedad científica. Pero lo más grave no
es la asunción del método estructural de lectura, sino la aceptación de
la gnoseología subyaciente. En efecto, una lectura «moderna», de tipo
colateral o relacional según la terminología de R. Barthes, es decir, una
lectura que quiere descubrir analogías, paralelos, interinfluencias, la co-
locación de un texto o de un pasaje en una «estructura», una lectura que
deja de lado la reconstrucción de la historia de la redacción del texto,
en una palabra: una lectura «sincrónica», todo ésto es perfectamente
aceptable y puede resultar muy útil. Lo que no es aceptable es olvidar
que la lectura relacional, la reconstrucción del entramado de un texto,
es posible en tanto en cuanto existe una «verdad» de un texto, es decir
un sentido único al cual se hace referencia. Otra cosa es que este sentido
verdadero se pueda conocer con claridad o sólo parcialmente. Pero, en
cualquier caso, no se pueden relacionar textos de sentido fluctuante, sino
sólo textos de sentido cierto. Luego la lectura relacional o colateral, si
se entiende de modo correcto, exige la lectura vertical, para no transfor-
marse en un asociacionismo arbitrario. Lo que nos acerca a otro gran
tema. La lectura es, según la filosofía realista, la lectura de «algo» en sí,
de un aliquid: puesto que un signo significa una res. Si no, como parece
que Fossion entiende y acepta en parte, el signo no significa la cosa,
sino que la pone en existencia y se identifica con ella. Con lo cual la lec-
tura relacional no es «lectura», sino verdadera obra creadora de ' signifi-
cado. Así se puede llegar a decir (pp. 31-32) que todo texto está siempre
abierto para recibir nuevos significados y que la lectura queda siempre
inacabada. En cierto aspecto sí, porque siempre es posible una nueva
interpretación, pero en otro aspecto no: porque toda interpretación· debe
ser sometida al tamiz de lo verdadero o falso según lo que el texto es.
No olvidemos que lo verdadero no es adecuación del entendimiento con-
sigo mismo, sino adecuación del entendimiento con el ser. Pues bien,
Fossion se ve obligado a aceptar, en cierta medida, la función «creado-
ra» del lector: así como toda escritura es una «lectura» (mejor sería decir
una «expresión lingüística») en cuanto supone una codificación de un
mensaje entresacado de la intertextualidad del acontecer (según dice
J. P. Laurent, citado en pág. 32), así también toda lectura es una «escri-
916
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
917
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
918
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
919
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
920
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES.
921
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
922
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
923
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3}
924
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
al texto del Eclesiástico (cap. VI), se recogen algunos datos recientes, de-
bidos también a los descubfimientos de Qumrán (p. 790) .
El volumen termina, a modo de conclusión, con una parte dedicada a
La formación del Antiguo Testamento (pp. 805-860), elaborado también
esta vez por P. Grelot . Con excepción de un nuevo § IV, dentro del
<cap. 1, y bajo el título Las tradiciones antiguas y la teología (p. 815s.),
donde se subraya el carácter verdaderamente teológico de la literatura de
Israel desde sus orígenes, el autor ha conservado, con algunos ligeros re-
toques, su contribución en la edición anterior. Escrito en un lenguaje
fluido y asequible, esta conclusión tiene sin duda el mérito de ofrecer al
lector una visión de conjunto acerca del desarrollo literario -y, por tanto,
indirectamente también teológico-- «del libro inspirado» (p. 807) que es
el AT. Incluso me atrevo a afirmar que una lectura previa de esta con-
dusión podría facilitar la comprensión de las partes precedentes, donde
se estudia más detalladamente ese proceso de formación del AT.
En resumen, y con palabras del propio Cazelles: «El presente volumen
es un instrumento de trabajo, no una suma de conocimientosdefiniti-
vos» (p. 25). Estas palabras, así como algunas de las observaciones he-
<chas en esta reseña, ponen de manifiesto que se exige al lector del libro
sentido crítico y madurez de juicio, para discernir entre lo que s.on datos
y teorías ya más o menos probados, y aquello que se encuentra aún en
dterreno de las meras hipótesis. Por otra parte, y como indica el mismo
título del libro, los autores han pretendido ceñirse a los criterios de la
,crítica racional. Esperemos que esta visión forzosamente parcial quede
pronto completada con las aportaciones de la hermenéutica y teología
bíblicas -que se expondrán en los libros I y IV-, las cuales constitu-
yen como el fundamento y la coronación de una «Introducción a la Bi-
blia» .
KLAUS LIMBURG
925
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(198413)
o fragmentados, así como las ediciones que 'Se han tenido en cuenta en la
elaboración del texto de Daniel: ..
1. PROLOGI S. HIERONYMI
926
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
927
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
-928
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
bra de Dios en su más noble y fiel veste latina, una prueba fehactente de
la proclamación incansable que la Iglesia ha realizado de la divina Reve-
lación en su vertiente escrituraria.
ANTONIO GARCÍA-MoRENO
929
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 160984 / 3)
930
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
931
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
gart 1898 und 1979 (debe referirse a la 26.a edición revisada por K.
Aland, M. Black, C. M. Martini, B. M. Metzger y A. Wikgren); la de A.
Merk, Novum Testamentum graece et latine, Roma 1964 (9.a edición), y
la de K. Aland, M. Black, C. M. Martini, B. M. Metzger y A. Wikgren,
The Greek New Testament, London 1978 o.a edición). El texto de la
Vulgata clementina está tomado de A. Gramatica, Bibliorum Sacrorum
iuxta Vulgata Clementina nova editio, Citra del Vaticano 1959. El texto
de la Neovulgata es de la Nova Vulgata Bibliorum Sacrorum Editio, Ty-
pis Polyglottis Vaticanis, Roma 1979.
Es de destacar la pulcritud y claridad de la página griega, impresa
en tipos griegos más grandes de los que son ordinarios en las ediciones
críticas. Esto hace que la lectura sea fácil y agradable. En algún momen-
to, sin embargo, se desliza alguna errata, siendo notable la de Mt 5,7 en
donde se introduce un vtot claramente ajeno al texto. La página latina
tiene letra más pequeña, aun cuando también es legible. A pie de página
se indican los lugares paralelos del texto y las citas bíblicas del mismo.
Se puede afirmar, en suma, que el A. ha conseguido el objetivo pro-
puesto, logrando un instrumento de trabajo útil y accesible para quienes
deseen conocer el texto inspirado del Nuevo Testamento en su original
griego y en las versiones latinas que la Iglesia ha hecho suyas, a través
del Decreto Insuper del Concilio de Trento, y de la Constitución apostó-
lica Scripturarum thesaurus de Juan Pablo 11.
ANTONIO GARCÍA-MoRENO
Este libro completa la obra exegética del A. en torno a San Juan cuyos
tres primeros volúmenes, dedicados al cuarto evangelio, ya recensionamos
ampliamente (Cfr. «Theologica», 1983, Braga) . Se trata de una reelabora-
ción de la obra publicada en 1953, a la que se ha procurado enriquecer
y, sobre todo, actualizar. No obstante, las líneas maestras se han man-
tenido intactas (cfr. p. 9). Como es habitual en el A., precede a la obra
como tal una abundante bibliografía que abarca los más variados concep-
tos, desde las fuentes y tradiciones, hasta las publicaciones especializadas
o monográficas sobre el tema. No obstante cabe señalar que con respecto
a las ediciones críticas del texto griego cita la 24 .a edición de Nestle-Aland
y no la 26. a , notablemente mejorada. En cuanto al texto crítico de Merk
cita la 8.a edición, que tampoco es la última, aparte de que tiene equivo-
cada la fecha de esa edición, que no es el año 1958 sino el 1957 (cfr.
p. 11). Son detalles nimios e inevitables a veces que apenas afectan a
la calidad de la edición. Por tanto, es digno de encomio el conjunto bi-
bliográfico que presenta.
El libro está dividido en dos grandes apartados. Uno dedicado a la
932
SCRIPTA THEOLOGICA 160984/3) RECENSIONES
primera carta de San Juan y otro que contiene el estudio de las cartas
segunda y tercera. Tanto en uno como en otro apartado tenemos una in-
troducción, en la que se trata de las cuestiones acostumbradas: carácter
del escrito, estructura y unidad, circunstancias de la composición, auten-
ticidad, destinatarios, etc. El comentario de la primera carta se divide
en tres partes, de acuerdo con la distribución previa que hace el A. del
texto sagrado. Así del 1,5 al 2,17 de 1 Ioh trata de la unión con Dios
como un caminar en la luz; del 2,18 al 3,24 tenemos el contenido de la
segunda parte de la primera epístola que trata de la situación en que se
encontraba entonces la comunidad de cristianos a quienes se dirige di-
rectamente el hagiógrafo; la tercera parte, del 4,1 al 5,2, la titula el A.
«los que son de Dios y los que son del mundo». En 5,13-21 tenemos, se-
gún Schnackenburg, la conclusión. En cuanto a las otras dos cartas, se
le dedican pocas páginas, dada la brevedad de estos escritos inspirados.
A lo largo de todo el comentario hay diversos «excursus» en los que se
tratan con más detención algunos temas de mayor interés. Entre ellos
cabe destacar los dedicados al sentido y alcance de los testigos de 1 Ioh
1,1 ss., unión con Dios, gnosis herética y conocimiento cristiano de Dios,
el amor fraterno, la filiación divina, el amor como esencia de Dios, etc.
Termina con un índice analítico y otro de palabras griegas. Como en los
comentarios anteriores, las notas, en lugar de ponerse a pie de página, se
insertan al final y en letra muy pequeña, factores ambos que hacen eno-
josa su lectura y que desmerecen del conjunto de la impresión tipográfica.
También hay que señalar que son frecuentes las erratas.
Da como cierta la homogeneidad estilística que hay entre el cuarto
evangelio y las tres cartas joanneas. Para demostrarlo presenta una serie
de casos en los que se usa el paralelismo, la antítesis, la repetición, la
«variatio» y la asociación (cfr. p. 46 ss.). Es cierto que también hay dife-
rencias entre dichos escritos, suficientes según algunos para poner en te-
la de juicio, e incluso negar, la paternidad común del cuarto evangelio y
las cartas en cuestión. Sin embargo, «frente a las diferencias señaladas
por los críticos, las coincidencias de vocabulario, fraseología y estilo son
tan decisivas entre ambos escritos (se refiere concreta{Ilente al evangelio
y a la primera carta), que la aceptación de un autor común no debería
sufrir merma alguna desde este punto de vista» (p. 78). Eso no quiere
decir que admita sin más que el autor de las cartas sea San Juan. A este
respecto, aunque reconoce el peso de la tradición a favor del hijo de Ze-
bedeo, suspende en cierto modo su juicio y lo hace depender de la cues-
tión de la autenticidad joannea del cuarto evangelio, en cuya introduc-
ción y comentario lo estudia a fondo. De todas formas, aunque no se pen-
sara en Juan como autor del cuarto evangelio, no habría dificultad en ad-
mitir como redactor de la 1 Ioh a uno de sus discípulos o a alguien que
estuviera muy cercano a él (cfr. p. 84). Admite que se trata, sin duda,
de un testigo experimental y directo de la realidad divina que proclama
(cfr. p. 92). Más adelante, parece contradecirse al afirmar que, si bien el
autor quiera presentarse como uno de los testigos cualificados que han
experimentado la realidad histórica de Cristo, parece improbable que en
una época tan avanzada viviese todavía no sólo uno de ese círculo pri-
933
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
934
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSION~S
brea más allá de sus propias fronteras, en esa diáspora tan importante
en el mundo griego de entonces. Por todo ello resulta problemático, por
no decir imposible, «decidir cuál es el estrato que reclama la prioridad
en el contenido ideológico» (p. 67).
Dentro de este mismo tema de posibles influencias ambientales, opi-
na Schnackenburg, que el hagiógrafo tomó del sincretismo ciertas con-
~epciones provenientes de las religiones 'llistéricas. Tamhién el gnosticis-
mo, susceptible de interferencias helénicas. Por otro lado, apunta el A.
y muestra una postura menos clara y decidida que la que, en este mismo
punto, adopta en los comentarios al cuarto evangelio. Por una parte afir-
ma que el hagiógrafo no está en oposición total con el gnosticismo. Pero
a continuación afirma que el peculiar dualismo de San Juan es abismal-
mente diverso del dualismo gnóstico (cfr. p. 73). En otro lugar dice que
la primera carta no expone de forma ordenada un sistema ideológico, sino
que se limita a «un enfrentamiento continuo con la herejía gnóstica com-
batida en la carta» (p. 113).
Considera, además, que el dualismo gnóstico es superado por elautor
inspirado (cfr. p. 117). Lo más que se puede admitir, dice también, es
una proximidad terminológica, ya que en ocasiones «la proximidad for-
mal al lenguaje gnóstico es innegable» (p. 123). Hay zonas del pensa-
miento en que se tratan las mismas cuestiones en los gnósticos y en San
Juan pero con perspectivas radicalmente opuestas. Así, por ejemplo, en
el concepto de la unión con Dios, que para los gnósticos se fundamenta
en el parentesco natural que tienen los cpÚa'E~ 1tVEV\.1a:t~xot, en San Juan se
basa en la regeneración divina que el hombre recibe por medio de los Sa-
cramentos (cfr. p. 258). Es en el tema de la unión con Dios donde ve
el A. la peculiaridad joannea, no sólo respecto de las concepciones gnós-
ticas y sincretistas, sino también respecto del judaismo (cfr. pp. 106,
108, 110).
El tema del conocimiento · de Dios es otro de los campos en donde se
destaca con fuerza la originalidad joánica. Ni el mundo judío ni la men-
talidad griega pueden considerarse como cuna o fuente de su doctrina.
Hay, sin duda, una cercanía con Qunram en cuanto al uso de expresiones
como «conocer», «saber», «comprender» y otras, pero de ahí no pasa
(cfr. p. 133). Con respecto a la gnosis, el hagiógrafo acepta en cierto mo-
do el conocimiento de Dios según la gnosis. «Y, sin embargo, ve el ca-
mino de esa gnosis y su índole íntima de un modo esencialmente distinto
al de los gnósticos heréticos» (p. 134).
Dentro del estudio comparativo entre el gnosticismo y el mensaje
cristiano de la 1 Ioh, aborda el A. el concepto de pecado, tan distinto en
la gnosis en relación con el cristianismo. Sobre todo, en orden a su per-
dón y a su expiación. Para el gnóstico hay una búsqueda de Dios que se ·
caracteriza por su orgullo y su soberbia, afán de quien se considera por
encima de 10 terreno y 10 material, pretendiendo elevarse hasta la cima de
Dios. En contraposición, la actitud cristiana se distingue por su humilde
deseo de entrar en comunión con Dios. Para ello es preciso, según la 1 Ioh,
admitir no sólo la condición de pecador en general, sino también reconocer
y confesar los pecados particulares. «La confesión de los pecados personales
935
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
936
SCRIPTA THEOLOGICA 160984/3) RECENSIONES
937
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984 / 3)
'938
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
sipuo ammetere che egli l'abbia pronunciata nelli stessi identici termml
riferiti dal vangelo» (p. 316). Es cierto que no hay por qué pensar que
los discípulos reprodujeron íntegramente lo que dijo el Señor, al modo
de una grabación magnetofónica. Sin embargo no hay razón alguna para
negar que el texto sagrado recoge el sentido de lo que Jesús dijo, e in-
duso que algunas de las frases puedan ser literalmente las mismas. Aña-
<le también que «L'elevatezza della dottrina e il modo particulare di es-
porre consigliano a ritenerla piu un'espressione della communita cristiana
postpasquale che il resoconto scrupuloso di quanto Gesu ha realmente det-
to nel Cenacolo prima d'intrapendere la via del Calvario». Tampoco aquí
estamos de acuerdo con el A. La elevación de doctrina es en sus labios más
lógica que en boca de la comunidad postpascual. En cuanto al modo del
relato refleja una oración individual y no una plegaria colectiva. No
-obstante, es admisible lo que dice a continuación sobre la peculiaridad
de este pasaje, en cuanto que trasciende el tiempo y el espacio: « ... puo
essere considerata come una preghiera senza 'spazio' e senza 'tempo' che
convolge i cristiani di ogni epoca e li mette dinanzi non a un Gesu che
sta per andarsene a morire, ma al Cristo risorte e sedente, in tutto 10
splendore della sua gloria, alla destra di Dio» (p. 317). Esto tiene su ra-
zón de ser si tenemos en cuenta que San Juan contempla a Jesús pacien-
te desde la perspectiva de su triunfo, dando así un tono glorioso a los
mismos sucesos reales narrados también por los Sinópticos. Sin salirnos
<lel comentario a Jn 17, digamos que nos ha llamado la atención que
prescinda del carácter sacerdotal de esta oración de Jesucristo.
Con respecto a los capítulos siguientes, Jn 18-19, se presentan de
acuerdo con la exposición común a los más conocidos autores, pero sin
llegar a una exégesis en profundidad, preocupado quizá en desmembrar
las diversas secciones, que resutan excesivamente desmenuzadas. Por otra
parte, hay que señalar que cuando comenta Jn 19,28 traduce «tutto era
compiuto» del original «éde panta tetélestai». Con dicha traducción ha des-
<:uidado el adverbio éde «ya», que sin duda tiene su importancia, como
J
939
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984(3)
940
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
941
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16U984/3}
942
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
Enzo BELLINI, 1 Padri nella Tradizione Cristiana, Jaca Book, Milano 1982,
139 pp., 11 X 28.
943
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
«Más de un lector del título de esta obra recordará, como por inercia
asociativa, Los nombres de Cristo de Fr. Luis de León», comienza di-
<Hendo el autor. Sin embargo manifiesta con sencillez que no entra en
sus pretensiones el que este estudio sea una obra verdaderamente «clá-
sica», como ha llegado a ser la de Fray Luis. No obstante, una vez leí-
da la obra del Prof. Guerra, pensamos que no es un libro de teología
más: su estudio teológico acierta a compaginar algunos modernos avan-
-ces de la filología con el buen dominio de la Sagrada Escritura y Tradi-
dón, y todo ello en perfecta sintonía de forma y de fondo con el Magis-
terio de la Iglesia. Aparte de la indudable validez de sus conclusiones teo-
lógicas, el profesor de la Facultad de Teología del Norte de España (se-
de de Burgos) ha acertado con una línea metodológica que -si se sabe
seguir bien- puede dar mucho fruto .
Dedica el primer capítulo a explicar las «Cuestiones metodológicas»
que ha tenido presente de continuo en la realización del trabajo. En
los capítulos siguientes va estudiando el uso en los escritos no cristianos
y en los documentos cristianos, así como la significación teológica, de
los siguientes nombres: «Obispo», «Obispo de Roma», «Obispo de la
Iglesia», «Koryphaios-Corifeo» y «Princeps-Príncipe». Hace con gran de-
tenimiento el análisis filológico de S. Ireneo, Adversus haereses 3,3,2b,
y dedica todo otro capítulo al estudio de la «principalidad» y el «prin-
dpatus» de la sede episcopal de Roma. Sigue el estudio filológico-teoló-
gico de más títulos del Papa: «Hermano de los obispos», «Topoteretés»,
«Vicarius», «Vicario de Cristo y de San Pedro». Un epílogo acerca de la
doctrina sobre el primado del Papa en los primeros siglos de la Iglesia
y en nuestro tiempo, deja paso a la exposición de las conclusiones prin-
cipales. El libro termina con unos índices de las palabras griegas y lati-
nas que han sido analizadas; estos índices pueden ser de utilidad para
ilustrar desde un punto de vista filológico futuros estudios de teología
bíblica y de teología en los escritos cristianos más primitivos.
De entre las aportaciones teológicas que el estudio filológico de los
textos saca a la luz, merecen resaltarse las siguientes: «Parece como si
los escritores cristianos, hagiógrafos o no, se hubieran puesto de acuerdo
'944
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
945
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
946
SCRIPTA THEOLOGICA 160984/3) RECENSIONES
947
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
949
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
950
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
951
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
952
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES·
Jesús. Ley y culto son, pues, sombra de una verdad representada por
realidades futuras y celestes, que operan en el tiempo de la Iglesia, aun-
que se cumplan definitivamente en la escatología. Ahora bien, la Ley An-
tigua no se dirige tan sólo al Evangelio terreno, sino directamente a la
ley celeste y al Evangelio eterno. Esto significa que la Iglesia de este
mundo no puede ponerse a sí misma en el centro de las cosas, no puede
leer el Antiguo Testamento sólo en función de sí, en una especie de auto-
contemplación y de autocomplacencia. Tanto la Sinagoga antigua como la
actual Iglesia permanecen sobre el plano de 10 visible y de 10 terreno,
mientras que las realidades últimas, que están en el fundamento de las
cosas, son celestes . Pese a esto, no se refieren a las realidades celestes de
la misma manera. Mientras el cristiano puede aspirar al cielo, lugar donde
Cristo ha ascendido, el hombre del Antiguo Testamento permanece en la
espera de la venida de Cristo. No se puede tratar el problema Iglesia-
Sinagoga prescindiendo de la cristología. La figura de Juan el Bautista,
colocada en el confín de los dos Testamentos, no hace más que confir-
marlo.
La venida de Cristo ha roto los equilibrios precedentes, produciendo
una inversión de posiciones, porque ahora son los gentiles los que vienen
a la fe, llamados por Dios después del rechazo de Israel. La Iglesia, para
nuestro Alejandrino, es una Iglesia ex Gentibus, aunque haya tenido su
inicio y continúa teniendo miembros provenientes ex Iudaeis. La Iglesia
se constituye a partir de una respuesta de fe a una llamada de Dios, que
no es fruto de méritos, sino de misericordia, de una gracia completamente
gratuita. Es una Iglesia que proviene de la prostitución de la idolatría,
pero que recobra la virginidad con la fe: una Iglesia que vivía en la
esterilidad y que ahora produce fruto.
La relación de continuidad, de oposición y de interdependencia entre
la Iglesia y la Sinagoga (antigua o contemporánea) resalta también a partir
del modo con que Orígenes se sirve de los términos «pueblo» y «pueblos»:
«pueblo» (laós, éthnos) y «pueblos» (éthne). La teología del pueblo de
Dios es fundamentalmente la de los dos pueblos, el antiguo y el nuevo,
en su parentesco (uno es hermano -o hijo- del otro), pero también
en su contraposición, de la que depende el paso de la realidad del Antiguo'
a la del Nuevo Testamento. La Iglesia proviene de varias «naciones», pero
este dato, teológicamente importante, no viene desarrollado por el Alejan-
drino hasta el punto de construir una teología sobre el lugar que ocupan
en la Iglesia las diversas gentes, ya que la única distinción entre los cre-
yentes que tiene verdaderamente relieve es el porvenir de los judíos o
de los gentiles.
Por lo que se refiere a la estructuración de la Iglesia en relación a la
de la Sinagoga antigua, se puede observar que las funciones presentes en
esta última se corresponden en general con las estructuras de la jerar-
quía de la Iglesia, aunque no del mismo modo : en la tipología sacerdotal,
por ejemplo, Orígenes da relieve a la figura del mártir, además del sacer-
docio interior ; sin embargo, no desarrolla acerca del sacerdocio una teo-
logía de los ministerios.
En cuanto a la legislación y el culto en la Iglesia, Sgherri advierte
que el Alejandrino se inspira poco en el Antiguo Testamento como mo-
953
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
ALBERTO VICIANO
954
SCRIPTA THEOLOGICA 160984/3) RECENSIONES
A estas dos partes precede una referencia cronológica, que tiene su ini-
cio en los comienzos del siglo V, concretamente en el 405, año de la
publicación de De Catech;zandis rudibus, de San Agustín, y acaba en el
año 1078, cuando San Anselmo es nombrado abad del Bec. Las últimas
páginas del volumen nos recuerdan la bibliografía más importante sobre
la historia de la educación y de la pedagogía de la edad media. Un índice
onomástico cierra la investigación de Riché.
La edición francesa del presente trabajo del profesor de historia me-
dieval en la capital francesa tuvo como título original De l'éducation anti-
que a l'éducation chevaleresque, publicado, bajo los auspicios de la edi-
torial Flammarion, en 1968. La editorial Herder, en cambio, ha ele-
gido otro título, para la publicación castellana. Ignoramos por qué
Roser Grau, encargada de la traducción, se ha inclinado por este
último título. Desde nuestro punto de vista pensamos que esta no
es una cuestión baladí. En efecto, el título elegido por el autor del ori-
ginal francés, va más en consonancia con el contenido material del libro.
En cambio, el título preferido por la traductora manifiesta más clara-
mente las intenciones u objetivos del autor galo . Para darse cuenta de 10
primero, es decir, del contenido material y la época estudiada, bastará a
nuestros lectores recordar el sumario de la primera parte, tal como 10
hemos señalado más arriba . En cambio, es necesaria una lectura atenta
de toda esa primera parte del volumen, para percibir las inconfundibles
voces de la educación antigua que resuenan a 10 largo de toda la alta
edad media. También nosotros pensamos, y es un mérito indiscutible
de la presente obra, que con el cambio de título de la traductora
no se traicionan las ideas del autor.
El estudioso de la Teología y de la Pedagogía encontrará en las pá-
ginas de este trabajo unas síntesis excelentes de la educación romana, de
los sistemas y programas pedagógicos de la Iglesia católica en los prime-
ros siglos de su andadura humana, de las formas de la educación que
practicaban los pueblos bárbaros, etc. Es de resaltar la experiencia inves-
tigadora y de docencia del prof. Riché; de otra forma no ·se explica fácil-
mente cómo en tan pocas páginas puedan exponerse tantas ideas. Igual-
mente puede apreciarse en la presente obra los agentes y diversos ele-
mentos que sirvieron durante los siglos IV al XI para preparar la edu-
cación caballeresca, que tendría su esplendor en plena Edad Media. En-
tre esos distintos agentes y elementos se estudian: las escuelas eclesiás-
ticas (episcopales, monásticas y parroquiales), la instrucción religiosa de
los laicos, el famoso recurso pedagógico de los «espejos» (de príncipes
y de laicos), las distintas legislaciones y programas escolares; los catálo-
gos de las bibliotecas más importantes de la época, y los distintos méto-
dos pedagógicos, con sus escuelas y maestros, desarrollados en Inglate-
rra, Germania, la Galia, etc.
Quien haya tenido en sus manos la obra anterior de Riché, Education
et culture dans l'Occident barbare, París 1962, notará innumerables coin-
cidencias. A nuestro parecer, la obra . que aquí reseñamos no es más, y
tampoco menos, que una muy buena síntesis de aquel otro trabajo pu-
blicado hace más de veinte años. Sin embargo, notará el lector de
955
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(984/3)
ambas, que la que ahora se nos ofrece en castellano, con objetivos al-
go diferentes respecto a la de 1962, posee una mejor trabazón argumental
y visión de conjunto acerca de los no pequepos ni escasos problemas
que acuciaron a la historia humana de Occidente durante los siglos VI-XI.
Entre esos múltiples problemas, los que al investigador galo preo-
cupan son los de la relación entre cultura clásica y cristianismo, la cul-
tura de los laicos y la cuestión de si las instituciones monásticas acogieroll.
o no la cultura intelectual de la antigüedad. Para estos tres problemas, el
Director del Centro de Investigaciones sobre la Antigüedad tardía y alta
Edad Media de la Universidad de París X-Nauterre tiene sus solucio-
nes. Respecto a la primera y última cuestiones la respuesta es unif<\tme
y nítida: «Notemos, dice Riché, que la oposición entre el claustro y la
escuela es muy a menudo literaria» (p. 168). Por lo que se refiere a la
cultura de los laicos, el autor sostiene que «si a veces la palabra laicus
es sinónimo de illitteratus, no significa esto que los laicos sean analfabe-
tos, sino que ignoran la littera, es decir, la lengua latina» (p. 167).
Para acabar esta breve reseña, diremos que se trata de una obrita
imprescindible para quienes deseen poseer una buena síntesis de la his-
toria de la Teología y de la Pedagogía en la alta Edad Media. Elabo-
rada por un perfecto conocedor de la época que se estudia; con auténtico
rigor científico, apoyado siempre con los oportunos testimonios, y un es-
tilo que desde la primera página capta la atención del lector. Respecto a
la traducción realizada por R. Grau, tenemos que decir que, excepción
hecha de los pocos galicismos que se han escapado (vgr. en las pp. 28 Y
32), es buena. Y en honor a la traductora, también es de justicia resal-
tar el no pequeño detalle de haber enriquecido la bibliografía final.
MARCELO MERINO
956
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
957
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
958
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
tegrado» y trata con cierta dureza «la incomprensión» del papado por esta
doctrina.
Igualmente opinamos que no es muy correcto el sostener que en el
siglo V hubo tres concilios cristológicos (p. 223); esta frase puede inducir
a colocar en el mismo plano los concilios ecuménicos de Efeso (431) Y
de Calcedonia (451) con el Latrocinio de Efeso (449), que desde siempre
fue condenado por la Iglesia por su orientación monofisita.
De todas formas debemos agradecer al prof. Perrone este valioso es-
tudio que logra que cualquier lector quede perfectamente informado de
las controversias cristológicas en la iglesia de Palestina en este período.
959
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16<1984/3)
-960
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
961
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
ALBERTO VICIANO
962
SCRIPTA THEOLOGICA 160984/3) RECENSIONES
963
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
964
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
965
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16<1984/3)
CARLOS CARDONA
966
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
,967
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
Miguel Angel MEDINA O.P., Una comunidad al servicio del Indio. La obra
de Fray Pedro de Córdoba O.P. (1482-1521), Madrid, Instituto Ponti-
ficio de Teología, 1983, 303 pp., 16 X 24.
968
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
969
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
'970
SCRIPTA THEOLOGICA 160984/3) RECENSIONES
· 971
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(984/3)
972
~ I~
SCRIPTA THEOLOGICA 160984/3) RECENSIONES
973
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3,
974
SCRIPTA THEOLOGICA 160984/3) RECENSIONES
975
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
976
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
977
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
Juan BELDA PLANS, Los lugares teológicos de Melchor Cano en los Co-
mentarios a la Suma, Pamplona, EUNSA (<<Colección Teológica», 33),
1982, 397 pp., 16 X 24.
978
SCRIPTA THEOLOGICA 16<1984/3) RECENSIONES
979
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
980
SCRIPTA THEOLOGICA 160984/3) RECENSIONES
981
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
982
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
Nada menos que nueve apéndices lleva esta obra, varios de ellos de
gran interés, que completan o amplían lo tratado en el texto: nuevos ha-
llazgos o precisaciones en torno a los autores del catecismo, edición del
dictamen de Sirleto y M. Vittori sobre el manuscrito de la Comisión re-
dactora del Catecismo, hoy perdido, lo mismo que el manuscrito defini-
tivo del Catecismo; cotejos textuales entre Carranza y Nausea; impor-
tantes precisiones sobre las ediciones manucianas así como sobre la llama-
da cláusula ambrosiana. El elenco de ediciones consultadas con indicación
de las múltiples bibliotecas europeas en que se encuentran, la completa
lista de fuentes documentales y teológicas y de bibliografía específica
y complementaria, adornan esta investigación de gran estilo y riqueza
de datos.
Para finalizar, presento algunos leves reparos: no aparece fundado el
temor de los Obispos españoles a catecismos en lengua vernácula, apo-
yado en los casos de los Catecismos de Constantino y Carranza (p. 56),
únicos mencionados, cuando existían otros más. Creo que existe un Ho-
miliario de Fray Luis de Granada (p. 63) y conviene recordar que la re-
dacción de un Homiliario -y Catecismo- fue ordenada en el Sínodo de
Londres (1555). El Nicolao anglo ¿pudiera ser Nicolás Senders? No parece
razón documentada para afirmar que la decisión de la Diputación del
Indice del Concilio de Trento dejó sin efecto su aprobación escrita del
Catecismo de . Carranza (p. 112). ¿Dónde está el «contrario decreto»? De
la dependencia literal de Carranza respecto a Gropper existen muchas
decenas de lugares paralelos (p. 159). En los lugares paralelos de Soto
(1557) y CR, ambos textos citan el texto conciliar precedente, por lo que
la semejanza resulta obvia (p. 165). La edición de D. Soto utilizada por
los autores para el cotejo es la de 1579, posterior al Concilio; sería desea-
ble el cotejo con la primera de 1557 y 1560, anterior al mismo. De las
columnas sobre nombres de la Eucaristía, sin más, no parece despren-
derse mayor dependencia de Soto que de Santo Tomás o Carranza (p.
181). En las columnas sobre la justificación, sería deseable el complemen-
to del texto de Carranza (C JI, 255) y sobre todo el del Decreto del pro-
pio Concilio de Trento, De iustilicatione, c. 6. Son pequeñas sugerencias
que no desentonan ante un trabajo de tan acrisolada minuciosidad y que
en nada afean su gran valor científico.
J. IGNACIO TELLEC H EA InÍGoRAs
983
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
984
SCRIPTA THEOLOGICA 160984/ 3) RECENSIONES
Perry BUTLER (ed.), Pusey Rediscovered, London, SPCK, 1983, 402 pp.,
14 X 22.
985
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16<1984/3)
986
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
JosÉ MORALES
987
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3}
Desmond BOWEN, Paul Cardinal Cullen and the Shaping 01 Modern Irisb
Catholicism, DublinjWaterloo (Ontario, Canadá), Gill and MacMillan -
Wilfrid Laurier University Press, 1983, 311 pp., 14,5 X 22,5.
988
SCRIPTA THEOLOGICA 16<1984/3) RECENSIONES
JOSÉ MORALES
989
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
990
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
991
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
-992
SCRIPTA THEOLOGICA 16<1984/3) RECENSIONES
Segundo, . Hugo Assman, Leonardo BoH, Jdn Sobrino, etc. López Tru.
jillo destaca que esta Cristología se entiende si se tiene en cuenta su
fuerte dependencia del contexto social en que nace. Así se explica su orien·
tación decididamente práctica, pero poco teológica. Se ha intentado una
operación hermenéutica que consiste en extraer la figura de Cristo de su
contexto histórico real y reinterpretarla en los marcos sociales actuales
para canalizar su cambio. En esa utilización instrumental, la teología co-
rre el riesgo de perder su identidad en la medida en que su específica
función sapiencial y salvífica es sustituida por una finalidad política que
le es extraña.
No hay duda de que la realidad social latinoamericana actúa casi co·
mo idea obsesiva en sus teólogos. Es algo que se puede advertir incluso
en alguno de los trabajos de este libro. Así, en la conclusión del complejo
artículo de David Kapkin «La Cristología de Puebla» se puede leer que
la problemática peculiar de la Cristología latinoamericana se debe en par·
te «a la convicción reinante entre nosotros de que la figura lozana e im·
pactan te de Jesús, de su mensaje avasallador sobre el Reino de Dios, y
del bien del hombre, de su conflicto con las autoridades de su tiempo,
llega a tener una repercusión muy eficaz en nuestro pueblo creyente, que
vive en medio de opresiones ante todo sociales innegables, que claman
por liberación y cambio. De esa manera alcanza a ser más diciente para
el creyente latinoamericano «el Jesús histórico» que «el Cristo de la fe»
(pp. 28·29). Frase donde se encierra una aspiración legítima, pero nece·
sitada de matices especulativos, y que nos da la clase de esta teología.
Mons. Néstor Giraldo Ramírez aporta un interesante estudio sobre las
bases que han permitido la construcción de esa particular hermenéutica
de la figura de Cristo. Se remonta a los orígenes de la distinción entre
el «Cristo histórico» y el «Cristo de la fe» en la exégesis protestante li·
beral alemana, y sigue su evolución, a través de la figura decisiva de
Bultmann, hasta llegar a los autores latinoamericanos, y señaladamente
a L. BoH y J . Sobrino.
J. Evangelista Martín dedica un largo estudio a clasificar minuciosa·
mente las corrientes filosóficas que subyacen en esa peculiar evolución
hermenéutica, y en su concret,il aplicación por la Cristología latinoame·
ricana: el idealismo kantiano , el existencialismo de Heidegger, y la fi·
losofía analítica de Wittgenstein, a través del mismo Bultmann, Rahner,
Bonhoefer, Van Buren, y otros teólogos de la muerte de Dios.
Alfredo Morín dedica su artículo a exponer la falta de fundamento
de la exégesis que quiere ver en Cristo un guerrillero de su época. Exé·
gesis llevada a cabo por R . Eisler y S. G. E. Brandon, y trasplantada a
América Latina por la Teología de la Liberación. Morín orienta adecua·
damente su crítica sabiendo sacar la figura de Cristo de un contexto po·
lítico reduccionista; sin embargo, no está exento de una cierta falta de
rigor histórico cuando, en la primera mitad del artículo -que lleva el
expresivo título «las alienaciones político-sociales en tiempos de Jesús»-,
aplica a esa lejana época categorías políticas demasiado recientes, aunque
tengan también ya sus años.
En un ámbito más general, José Luis Illanes emprende una interesan·
993
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
994
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
995
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984(3)
996
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
998
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
999
RECENSIONES . SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
1000
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
'1002
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
1003
RECENSIONES SCRIPT A THEOLOGICA 16(1984/3)
1004
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONE,S
«El resplandor de la luz eterna» (Sab 7,26). Este texto que, entre
otros muchos, la Iglesia aplica a la Virgen María para describir sus exce-
lencias y su especial cercanía a Dios, sirve de título a la publicación más
reciente del IMAK (Círculo Internacional de Estudios Mariológicos de
Kevelaer). Nacido a la sombra de uno de los santuarios marianos más
famosos y más frecuentados de Alemania, el IMAK ha ido creciendo en
pocos años bajo el manto protector de Nuestra Señora de Kevelaer. Fruto
palpable de su savia vigorosa son sus publicaciones que aparecen año
tras año, dedicadas cada una de ellas a un tema mariológico concreto. En
continuidad con el volumen anterior acerca de la devoción mariana (Die
Mutter der sehonen Liebe. Die Marienverehrung im Leben der Kirehe
1005
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
und der Christen, Würzburg 1982), el IMAK se propone con esta publi-
cación -como señala en el prólogo el director German Rovira- ana-
lizar los fundamentos teológicos y la incidencia en la vida de la Iglesia,
de las apariciones marianas y del culto a sus imágenes sagradas.
El libro consta -aparte de una introducción a la temática, escrita
por el propio director- de una docena de contribuciones de otros tantos
autores -en gran parte especialistas en su materia-, referentes a los
diversos aspectos del tema. Está dividido en tres bloques: de carácter
doctrinal, histórico y espiritual, respectivamente.
Josef Scharbert, en una exposición al mismo tiempo científicamente
rigurosa y amena para un lector no especializado, ofrece una panorámica
de una serie de fenómenos que acompañan el profetismo en Israel, como
son las visiones, audiciones, apariciones y sueños, señalando sus caracte-
rísticas y su respectiva importancia en las diversas etapas de la revelación
veterotestamentaria.
El estudio escriturístico de las apariciones y mensajes salvíficos en el
NT corre a cargo de German Rovira. Después de una vigorosa defensa
del carácter histórico de la resurrección de Cristo, estudia por separado:
a) las apariciones del Resucitado, b) otras apariciones en el NT, c) los
mensajes proféticos que las acompañan, y d) las visiones y los mensajes.
del Apocalipsis. El análisis de aquellas apariciones del NT que llevan
consigo algún mensaje, le permiten al autor esta111ecer unos criterios de
autenticidad con respecto a las apariciones marianas.
J osef Schumacher, en su artículo acerca de las revelaciones privadas.
y la devoción mariana, se centra, desde el punto de vista de la Teología
Fundamental, en las famosas apariciones de la Virgen en La Salette (1846),
Lourdes (1858) y Fátima (1917). Después de una serie de precisiones ter-
minológicas, en las que define la naturaleza de las apariciones, la distin-
ción entre la Revelación pública y las revelaciones privadas, subdividiendo
estas últimas en visiones místicas -con una finalidad meramente perso-
nal- y visiones proféticas --con un mensaje para la vida de la Iglesia-,
pasa a señalar la importancia para el Cuerpo Místico de Cristo, de las re-
velaciones privadas, como expresión del don de profecía, así como la con-
siguiente necesidad de discernir los espíritus. Este discernimiento .exige
tanto una valoración psicológica de los fenómenos, para poder delimitar
con la ayuda de las ciencias la frontera entre el ámbito natural y sobre-
natural, así como una valoración teológica, que debe examinar la armonía
de tales revelaciones con el depósito de la fe. Al exponer las condiciones
y el alcance de una aprobación eclesiástica de estas apariciones, el autor
subraya la actitud extremadamente prudente de la Iglesia. Su conclusión
se puede resumir de la siguiente manera: la devoción mariana debe orien-
tarse fundamentalmente según la Escritura, los Padres y Doctores de la
Iglesia, y la Liturgia, Si bien existen manifestaciones extraordinarias de
la voluntad de Dios, su importancia sin embargo es secundaria frente
a la Revelación pública y su interpretación auténtica por el Magisterio
de la Iglesia.
La alarmante proliferación de supuestas revelaciones marianas en los
últimos 150 años, por un lado, y el ' innegable influjo positivo que ejer-
cen en la vida religiosa aquellas famosas apariciones marianas que han
1006
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
1007
RECENSIONES SCRIPTA ' THEOLOGICA 16(1984/3)
100~
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
KLAUS LIMBURG
Francisco CANALS VIDAL, San José, Patriarca del Pueblo de Dios, Barce-
lona, Publicaciones Schola (Centro Español de Investigaciones Josefinas,
Valladolid), 1982, 566 pp., 12,5 X 20.
1009
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
1010
SCRIPTA THEOLOGICA 160984/3) RECENSIONES
autor prefiere a todos los títulos que se han venido dando a José: pu-
tativo, legal, nutricio, virginal, espiritual, ya que con él se afirma en la
forma más adecuada a lo que nos dice la palabra de Dios, la característica
singular, no reducible a conceptos universales, de su oficio paterno hacia
Jesús, fundamento de su solicitud sobre el Pueblo de Dios de la nueva
Alianza (p. 270).
En la 2.8 parte el autor presenta una breve antología de textos josefi-
nos fundamentales, en orden regresivo, desde Juan Pablo II a Pío IX,
desde Carol Wojtyla y Mons. Escrivá de Balaguer, hasta San Ag~stín y
San Juan Crisóstomo, sin olvidar, naturalmente, a Santa Teresa de Jesús
y Francisco Suárez.
El estudio del profesor Canals Vidal, es claro y profundo, metodoló-
gicamente impecable, y es, creemos, una muy buena aportación para ir
profundizando en esa línea que hoy sigue la teología de San José, que,
sin restar nada a su dignidad de digno Esposo de la Madre de Dios, coloca
el fundamento de su grandeza en el hecho de esa paternidad, misteriosa y
real, que le hace ser Patriarca del Pueblo de Dios, culmen de todos los
del Antiguo Testamento, el hombre predestinado para hacer entrar a
Jesús en el pueblo de las promesas y hacerle Cabeza del Israel de Dios;
de quien es José, como lo fue de su familia, «padre y señor».
LAURENTINO M.a HERRÁN
1011
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
1012
SCRIPTA THEOLQGICA 16(1984/3) RECENSIONES
1013
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
1014
SCRIPTA THEOLOGICA 16<1984/3) RECENSIONES
1015
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
1016
SCRIPTA THEOLOGICA 160984/3) RECENSIONES
1017
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
1018
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
prácticas sino las teóricas (p. 6). Asimismo -aclara-, la moralidad al-
canza no sólo a lo que intentamos sino a menudo también a otros aconte-
cimientos, que son sus consecuencias. En sí, la «vida humana es una com-
pleja combinación de lo intentado y lo no intentado, y no es posible se-
pararlos, como si las acciones intentadas fueran completamente ajenas a
lo ocurrido» (p. 7). De ahí la necesidad de distinguir entre la acción, y
sus consecuencias; y, dentro de éstas, aquéllas de que somos responsa-
bles y de las que no. En esto radica la base para responder a algunos de
los problemas planteados por el consecuencialismo.
El segundo capítulo trata del bien humano, en su razón de fin y en su
relación al último fin de la vida humana, es decir aquel Bien en que el
hombre encuentra su perfección y plenitud. Describe primero el pensa-
miento de Aristóteles, para señalar seguidamente cuánto Santo Tomás le
debe en este punto, sin olvidar a la vez, «que añade una especial fragan-
cia y claridad a la presentación de 10 que toma del filósofo pagano. Y tie-
ne todas las mejoras que eran de esperar de un cristiano, en su reflexión
sobre la cuestión más importante de la vida humana» (p: 25). En defini-
tiva, la reflexión cristiana aclara el sentido de la conducta moral, en
todo su vigor, porque la pone en relación con el último fin verdadero de
la vida humana. Y «el primer principio o punto de arranque de la con-
ducta humana, el último fin», está presente «en toda acción humana ( ... ).
Esto sugiere que la filosofía moral es una vía para lograr claridad acerca
de en qué verdaderamente consiste la noción formal de último fin y ar-
ticular entonces los medios por los cuales puede ser alcanzado» (p. 35).
Tal es el tema del capítulo tercero, donde el autor aborda la ley na-
tural, en su relación al último fin. Comenta que Santo Tomás, al tratar
de la ley natural, hace una transición desde «el bien es lo que todos
desean» a «el bien debe ser realizado e intentado y el mal evitado» (p. 38).
Aquí, la palabra bien «no designa sÍmplemente un objeto a perseguir;
designa la formalidad con que es debido o intentado: como completivo,
como perfectivo» (p. 43). Así, el primer principio de la ley natural se
corresponde con la formalidad según la cual debe ser intentado el último
fin. «Todos los demás preceptos de la ley natural -prosigue, citando a
Santo Tomás- están basados en éste; de modo que todo cuanto debe
hacerse o evitarse pertenece a los preceptos de la ley natural, por los
cuales la razón práctica aprehende cuáles sean los bienes del hombre».
Tales bienes responden a las principales inclinaciones del ser humano
(unas, comunes a otros seres, como la conservación de la propia vida,
o la procreación; y otras propias sólo del hombre como criatura racional,
es decir la inclinación a conocer a Dios y a vivir en sociedad). El autor
nota dos puntos importantes: los bienes a que inclinan estas tendencias,
son parte del bien humano, pero no para ser buscados instintivamente
«sino como exigencias del fin de nuestra acción consciente. En tanto que
humana, la búsqueda de estos concretos bienes debe de ser racional, de-
liberada, responsable. La ley natural no es simplemente el conocimiento
de los imperativos físicos, ni un juicio sobre cómo debemos actuar, que
prescinda de la teología existente en lo físico. La ley natural relaciona
las restantes inclinaciones, que no son de la razón y tienen sus propios
1019
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984(3)
1020
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
1021
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
1022
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
AA. VV., L' éthique chrétienne face au défi de la moral séculiere. Collo-
a
'que organisé l' occasion de l' éméritat de Mgr. Ph. Delhaye, Louvain-Ia-
Neuve, Publications de la Faculté de Théologie (<<Cahiers de la Revue
Theologique de Louvain», 8), 1983, 119 pp., 17 X 25.
1023
'RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1!184/3)
lO24
SCRIPTA THEOLOGICA 16<1984/3) RECENSIONES
1025
REC"ENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
Giuseppe LAZZATI (dir.), LavofO e Chiesa, oggi. Per una lettura della
~<Laborem exercens», Milán, Pubblicazioni della Universita Cattolica,
Í983,IX + 153 pp., 15 X 21.
Se han señalado muchas veces los límites de las obras colectivas: falta
de cohesión, dispersión temática, etc., pero también deben reconocerse
sus virtudes: riqueza de puntos de vista y de contenidos, etc. De unos
y otras goza este libro editado con el «proposito di fornire elementi utili
per una lettura proficua della Enciclica di Giovanni Paolo 11» (p. VIII).
Del economista Siro Lombardini es el primer artículo -Il lavaro al
centro della questio11,e sociale-, en el que pone de manifiesto las insufi-
ciencias de las doctrinas económicas capitalista y marxista; se lamenta de
la ausencia de pensadores católicos en la confección del pensamiento
económico, y, citando palabras de Juan Pablo I1, aspira a que se cree un
pensamiento capaz de superar la vieja dicotomía trabajo-propiedad.
" Enzo Pontarollo, especialista en organización del trabajo, da noticia
de los "intentos que se han hecho en varios países para determinar las
condiciones que hacen un trabajo desagradable, con objeto de evitarlas
mediante una adecuada organización del trabajo. El lector puede echar
de menos una referencia al versículo 3,19 del Génesis (<<comerás el pan
con el sudor de tu frente») que parece poner algunos límites a este em-
peño, por lo demás loable y necesario.
Carlo dell'Aringa, también economista, hace una breve historia del
problema del paro y propone algunas medidas de orden político para
resolverlo.
Lavoro alienato, ideologie alienan ti e scienza economica es el título
del cuarto estudio, uno de los más interesantes del volumen. Hay que
advertir que Francesca Duchini, historiadora del pensamiento económico,
utiliza el término alienación en sentido amplio; entendiendo como alie-
nante toda práctica económica que suponga desconocer el valor humano
,del trabajo: por ejemplo, en la toma de decisiones, retribución, etc. De-
trás de muchas de esas manifestaciones práctcias, siguiendo el pensarnien-
1026
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
1027
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
1028
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
1029
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
1030
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
1031
RECENSIONES SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3)
1032
SCRIPTA THEOLOGICA 16(1984/3) RECENSIONES
¡VAN C. IBÁN
1033