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psicología aplicada al deporte

El desarrollo de las capacidades físicas es el gran


objetivo de la formación del deportista profesional.
Parece evidente que el deporte es, ante todo, una
actividad física, un juego en el que ganan quienes
mejor saben manejar su cuerpo ante retos diferentes
y cambiantes. Sin embargo, desde las últimas
décadas del siglo XX, deportistas individuales y
organizaciones deportivas se han dado cuenta de que
la fuerza, el talento o el trabajo duro no siempre son
suficientes para triunfar. Ante esta situación, se ha
hecho necesario atender a otros aspectos de la
formación del deportista que, por secundarios, no se habían potenciado.

Hay entrenadores o directores deportivos que, gracias a su mesura y sentido común, saben gestionar
de forma autónoma los aspectos mentales de los deportistas y su equipo de trabajo. Sin embargo,
esta situación no es la más frecuente. Por ello, siempre que el presupuesto lo permita, merece la
pena invertir en la figura del psicólogo deportivo profesional. Las numerosas experiencias recientes
de integración de un psicólogo en el organigrama de un club o en el equipo técnico de un deportista
han tenido resultados muy positivos.

¿Cómo se aplica la psicología al deporte? Ejemplos reales


Es probable que a muchos gestores les cueste integrar
la figura de un psicólogo en una organización deportiva.
Piensan, erróneamente, que la labor de estos
profesionales consiste en citar a los deportistas en su
consulta y tenderlos en el diván para que se
desahoguen, por lo que pueden concluir que no es
necesario tenerlos en plantilla. La verdadera labor del
psicólogo deportivo va mucho más allá. Su trabajo es de
campo, nunca mejor dicho si se asocia a la terminología
deportiva: el especialista acompaña a los deportistas
como si fuese un entrenador. Está con ellos en
entrenamientos, concentraciones, actos públicos, competiciones… No puede entenderse como un
personal secundario del staff técnico, que trabaja desde una oficina, sino que su presencia es
habitual sobre el terreno de juego.

a) Motivación del deportista:

Es la labor más fácil de comprender.Los deportistas profesionales están sometidos a un nivel de


exigencia muy alto, pero es imposible evitar altibajos en el rendimiento. La actuación del psicólogo
ante este problema busca minimizar la duración de las malas rachas y ayudar al sujeto afectado a
derribar obstáculos mentales que puedan afectarle. Quienes trabajan en las parcelas físicas y
técnicas con el deportista siempre le piden mejores resultados. Por ejemplo, Patricia Ramírez ayudó
a Paquillo Fernández a plasmar su superioridad física en buenos resultados, algo difícil de conseguir
en una disciplina tan mental como el atletismo de fondo.

El trabajo con quienes han sufrido lesiones graves también es muy importante. Es frecuente que los
recuperadores (fisioterapeuta, médico,preparador físico…) asuman las labores del psicólogo, pero
lo ideal es que sea un profesional especializado quien acompañe a los deportistas, sobre todo en los
primeros momentos de la lesión, cuando no se ve la luz al final del túnel.

b) Gestión de las crisis:

La situación económica lleva a muchos equipos a un descalabro institucional que repercute muy
negativamente en el equipo. El psicólogo debe transmitir a los miembros de la plantilla y al cuerpo
técnico la importancia de abstraerse de los problemas extradeportivos. La actitud constructiva es
fundamental para el futuro profesional de los afectados. Sus buenos resultados pueden favorecer la
recuperación de la entidad o asegurarles un buen destino en el caso de que la situación no mejore.
Si hay problemas con los salarios y por motivos contractuales no se puede abandonar el club, no
sirve de nada la rebelión interna. Es preferible siempre la estabilidad emocional, tanto en el deporte
como en la vida.

c) Preparación de partidos y competiciones:

Como ha comentado en alguna ocasión la propia Patricia Ramírez, puede que los pensamientos
positivos no ganen los partidos por sí solos, pero los negativos sí pueden perderlos. La psicología
deportiva defiende la tesis de que es posible afrontar una gran cita sin nervios, estar en un estadio
lleno con miles de espectadores y sentir un silencio interior que facilite la toma de decisiones. Todo
ello se consigue mediante técnicas de relajación, pensamientos positivos y muchas dosis de razón.
Se parte de que la derrota no es una tragedia. La victoria es un reto alcanzable y deseado,pero no
es la única opción.

d) Conexión con los aficionados:

Todo equipo deportivo profesional tiene dos activos


fundamentales, los jugadores y la masa social que
les alienta. Lo mismo sucede con el deportista
individual, que siempre tiene detrás muchos fans que
acuden a sus competiciones para apoyarle y
compran los productos que patrocina. ¿Por qué no
canalizar un contacto entre estos dos grupos desde
la psicología? En el Real Betis, Patricia Ramírez se
ha encargado de hacer llegar a los jugadores
mensajes de apoyo de aficionados particulares.

e) Psicología aplicada al deporte no profesional:

Hasta ahora sólo se ha hecho referencia al deporte profesional, pero la labor del psicólogo deportivo
puede aplicarse perfectamente a quienes practican deporte como forma de ocio o autorrealización
personal. Los gimnasios y complejos deportivos modernos se están convirtiendo en verdaderos
centros de desarrollo humano en los que la figura del psicólogo encaja perfectamente. Quienes
realizan actividades físicas por placer de ningún modo pueden sufrir frustraciones. La psicología
debe ayudar a estas personas a superarse y obtener de la práctica deportiva sensaciones que
repercutan positivamente en sus vidas.

Técnicas para aumentar la motivación


1. Asegurarse de que todos los deportistas tienen oportunidad de experimentar éxito en
ocasiones. Para ello los educadores y entrenadores deben diseñar actividades específicas
para sus alumnos. No sirve de nada que siempre ganen los mismos, si hay jugadores de
nivel inferior se ha de diseñar alguna tarea en la que sí destaquen o a la hora de hacer los
grupos que sea equilibrados para que el éxito se reparta.
2. Incrementar la percepción de control de los deportistas haciéndoles partícipes del
proceso de decisión y dándoles responsabilidades. Por ejemplo, eligiendo ellos un
determinado sistema de juego o las jugadas de estrategia.

3. Utilizar los refuerzos positivos y aprobaciones siempre que sea posible. Para
profundizar en este aspecto podéis ver el artículo sobre feedback.

4. Establecer objetivos alcanzables pero que representen un reto. De menos a más, pero
teniendo en cuenta que los jugadores de nivel superior han de tener retos de mayor
exigencia.

5. Variedad en el programa de entrenamiento. La monotonía cansa.

6. Facilitar la comunicación. Los jugadores y alumnos son personas y han de tener un


medio de comunicación claro y conocido para poder expresar sus necesidades. Quizás ese
día lo haya dejado la novia y no le apetezca entrenar.

7. Fomentar el sentido de orgullo en pertenecer al grupo. Si un niño se identifica con el


grupo o aula le será más fácil emprender la actividad. El simple hecho de tener todos la
misma camiseta para entrenar ya ayuda.

8. Establecer normas comunes de conducta. Todos los jugadores han de ser iguales
ante las normas del grupo.

9. Valorar las contribuciones individuales. Si un jugadores está motivando a otros


tenemos que reconocerlo, para que los demás copien su conducta.

10. Educar en el beneficio que genera la realización de la actividad física o educativa


y sus valores y actitudes positivas.

11. Tener en cuenta los objetivos extradeportivos, como la puntualidad, disciplina, etc..

12. Utilizar técnicas de auto-registro para ver los progresos o bien evaluaciones.
Evitar que sean discriminatorias para que los alumnos menos aventajados no se sientan
desplazados del grupo pero sí con posibilidades de crecimiento.

13. Maximizar la influencia social, que los participantes interaccionen entre ellos
organizando actividades lúdico-sociales. Incluso con familiares y amigos.

14. Proporcionar información de forma clara. Siempre. El educador es la fuente de


información y ha de estar preparador y formado para poder contestar las dudas de sus
alumnos, en caso de no saber la respuesta ofrecerse a ayudar a encontrarla.

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