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Hay entrenadores o directores deportivos que, gracias a su mesura y sentido común, saben gestionar
de forma autónoma los aspectos mentales de los deportistas y su equipo de trabajo. Sin embargo,
esta situación no es la más frecuente. Por ello, siempre que el presupuesto lo permita, merece la
pena invertir en la figura del psicólogo deportivo profesional. Las numerosas experiencias recientes
de integración de un psicólogo en el organigrama de un club o en el equipo técnico de un deportista
han tenido resultados muy positivos.
El trabajo con quienes han sufrido lesiones graves también es muy importante. Es frecuente que los
recuperadores (fisioterapeuta, médico,preparador físico…) asuman las labores del psicólogo, pero
lo ideal es que sea un profesional especializado quien acompañe a los deportistas, sobre todo en los
primeros momentos de la lesión, cuando no se ve la luz al final del túnel.
La situación económica lleva a muchos equipos a un descalabro institucional que repercute muy
negativamente en el equipo. El psicólogo debe transmitir a los miembros de la plantilla y al cuerpo
técnico la importancia de abstraerse de los problemas extradeportivos. La actitud constructiva es
fundamental para el futuro profesional de los afectados. Sus buenos resultados pueden favorecer la
recuperación de la entidad o asegurarles un buen destino en el caso de que la situación no mejore.
Si hay problemas con los salarios y por motivos contractuales no se puede abandonar el club, no
sirve de nada la rebelión interna. Es preferible siempre la estabilidad emocional, tanto en el deporte
como en la vida.
Como ha comentado en alguna ocasión la propia Patricia Ramírez, puede que los pensamientos
positivos no ganen los partidos por sí solos, pero los negativos sí pueden perderlos. La psicología
deportiva defiende la tesis de que es posible afrontar una gran cita sin nervios, estar en un estadio
lleno con miles de espectadores y sentir un silencio interior que facilite la toma de decisiones. Todo
ello se consigue mediante técnicas de relajación, pensamientos positivos y muchas dosis de razón.
Se parte de que la derrota no es una tragedia. La victoria es un reto alcanzable y deseado,pero no
es la única opción.
Hasta ahora sólo se ha hecho referencia al deporte profesional, pero la labor del psicólogo deportivo
puede aplicarse perfectamente a quienes practican deporte como forma de ocio o autorrealización
personal. Los gimnasios y complejos deportivos modernos se están convirtiendo en verdaderos
centros de desarrollo humano en los que la figura del psicólogo encaja perfectamente. Quienes
realizan actividades físicas por placer de ningún modo pueden sufrir frustraciones. La psicología
debe ayudar a estas personas a superarse y obtener de la práctica deportiva sensaciones que
repercutan positivamente en sus vidas.
3. Utilizar los refuerzos positivos y aprobaciones siempre que sea posible. Para
profundizar en este aspecto podéis ver el artículo sobre feedback.
4. Establecer objetivos alcanzables pero que representen un reto. De menos a más, pero
teniendo en cuenta que los jugadores de nivel superior han de tener retos de mayor
exigencia.
8. Establecer normas comunes de conducta. Todos los jugadores han de ser iguales
ante las normas del grupo.
11. Tener en cuenta los objetivos extradeportivos, como la puntualidad, disciplina, etc..
12. Utilizar técnicas de auto-registro para ver los progresos o bien evaluaciones.
Evitar que sean discriminatorias para que los alumnos menos aventajados no se sientan
desplazados del grupo pero sí con posibilidades de crecimiento.
13. Maximizar la influencia social, que los participantes interaccionen entre ellos
organizando actividades lúdico-sociales. Incluso con familiares y amigos.