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En torno

aDuarte

Emilio Rodríguez Demorizi


EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

EN TORNO A DUARTE
Vol. V

Colección Bicentenario del Natalicio de Juan Pablo Duarte


Santo Domingo, República Dominicana
2013
Comisión Nacional para Conmemorar el Bicentenario
del Natalicio de Juan Pablo Duarte

NICOLÁS DE JESÚS CARDENAL LÓPEZ RODRÍGUEZ


Presidente de Honor
JOSÉ RAMÓN PERALTA
Ministro Administrativo de la Presidencia
CARLOS AMARANTE BARET
Ministro de Educación
JOSÉ ANTONIO RODRÍGUEZ
Ministro de Cultura
CONTRAALMIRANTE SIGFRIDO PARED PÉREZ
Ministro de las Fuerzas Armadas
JUAN DANIEL BALCÁCER
Presidente de la Comisión Permanente
de Efemérides Patrias
JOSÉ JOAQUÍN PÉREZ SAVIÑÓN
Presidente del Instituto Duartiano
BERNARDO VEGA
Presidente de la Academia Dominicana de la Historia
ROBERTO CASSÁ
Director del Archivo General de la Nación
MILCÍADES MEJÍA
Presidente de la Academia de Ciencias
de la República Dominicana
MATEO AQUINO FEBRILLET
Rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo
RADHAMÉS MEJÍA
Representante de la Asociación
de Universidades Privadas
ADRIANO MIGUEL TEJADA
Historiador
JOSÉ CHEZ CHECO
Historiador
Título de la publicación:
En torno a Duarte

Autor:
Emilio Rodríguez Demorizi

Primera edición:
Academia Dominicana de la Historia, 1976

Segunda edición:
Colección Bicentenario del Natalicio de Juan Pablo Duarte
Comisión Permanente de Efemérides Patrias, 2013
Volumen V

Cuidado de la edición:
Luis Fernández

Composición y diagramación:
Eric Simó

Diseño de cubierta:
Roberto Tejada

ISBN: 978-9945-462-64-7

Impresión:
Editora Búho

Impreso en República Dominicana/ Printed in Dominican Republic


CONTENIDO

Presentación ............................................................... 9
Liminar ..................................................................... 11
Cronología de Duarte................................................ 13
En torno a Duarte ..................................................... 61
Discurso de recepción y de bienvenida, leído
por el maestro Dr. Federico Henríquez y Carvajal,
presidente de la Academia ........................................ 85
Duarte constitucionalista. Proyecto de Ley
Fundamental ............................................................ 99
Dios, Patria y Libertad .............................................. 99
La Trinitaria ............................................................ 109
Apuntes y documentos para su estudio .................... 109
La Filantrópica ....................................................... 145
Duarte y el teatro de los trinitarios .......................... 149
Duarte romántico .................................................... 153
Efectuada en el local del Ateneo Dominicano ......... 153
Investigación de Duarte .......................................... 179
Duarte en Santiago (episodio histórico)................... 191
Duarte y la Restauración......................................... 205
Duarte, el restaurador ............................................. 213
Duarte, el maestro (una noticia de La Trinitaria) ..... 227

7
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Duarte y los libros .................................................. 233


Un romance de Duarte............................................ 237
Duarte en la poesía ................................................. 239
Las hermanas Duarte en la poesía ........................... 245
Para la investigación duartiana ................................ 249
Los fueros de Cataluña............................................ 249
Duarte y Mazzini .................................................... 263
Duarte y Emiliano Tejera ........................................ 265
Duarte, Gómez, Martí ............................................ 267
Duarte, presidente de la república ........................... 273
Duarte, padre de la patria ........................................ 277
Duarte, el magnificador .......................................... 279
Duarte, hombre de acción ....................................... 281
Documentos y objetos duartianos (lista provisional) . 283
Muerte de D. Juan José Duarte ............................... 293
En la capilla de Inmortales ...................................... 299
Ante los restos de los próceres ................................ 299
APÉNDICE ...................................................... 303
El caso Gaspar Hernández ...................................... 305
Doc. 1.– ·Exposición del general Carrié .................. 364
Anexo a.– Orden del día, 26 marzo 1843. ............... 391
Doc. 3.– Memoria de López Villanueva ................. 396
Anexo b.– Del Cap. Gral. de la isla de Cuba ........... 405
Doc. 8.– Artículo de B. Báez constituyente de 1843 ... 429
Índice onomástico................................................... 455
Publicaciones de la Comisión Permanente
de Efemérides Patrias 2004-2013 ............................ 465

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PRESENTACIÓN

El pasado año, el Poder Ejecutivo, mediante Decreto


número 285-12, creó la «Comisión Nacional para Con-
memorar el Bicentenario del Natalicio de Juan Pablo
Duarte» con la encomienda de que para «conmemorar tan
importante efeméride nacional con el mayor esplendor
posible, dicha Comisión preparará, organizará y coordi-
nará los actos y festejos apropiados así como las publica-
ciones sobre la vida y obra política del Fundador de la
República».
En tal sentido, la Comisión ha planificado la publica-
ción de una serie de obras, algunas de ellas agotadas hace
ya bastante tiempo, a través de las cuales el pueblo domi-
nicano, especialmente la juventud, pueda conocer la vida,
el pensamiento y la labor patriótica de Juan Pablo Duarte
a fin de imitar su ejemplo.
El presente volumen de la Colección del Bicentenario
se titula En torno a Duarte y fue publicado por primera vez
en 1976 por la Academia Dominicana de la Historia con
motivo del Centenario de la muerte de Juan Pablo Duar-
te. Su autor, Emilio Rodríguez Demorizi, el más prolífico
de los historiadores dominicanos, expresa en el Liminar
que la obra contiene «escritos diversos cuyo único mérito
será el de contener noticias más o menos desconocidas

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COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

del Padre de la Patria». Entre ellas sobresalen las conteni-


das en su discurso de ingreso al Instituto Duartiano, pro-
nunciado el 16 de julio de 1969, titulado «Duarte román-
tico» donde se expone la influencia que en él tuvieron los
románticos del siglo XIX en la conformación de su pen-
samiento y escritos políticos.
La Comisión aguarda la esperanza de que la presente
obra contribuya al conocimiento cabal de la vida y obra de
Juan Pablo Duarte, que constituye la figura cimera del pro-
ceso de la Independencia dominicana y el más alto expo-
nente de la doctrina liberal e independentista por lo que
ostenta, justicieramente, el merecido título de Fundador
de la República. Sirva, también, esta obra para que el pue-
blo dominicano rinda a Juan Pablo Duarte permanente tri-
buto de veneración y gratitud por su labor patriótica.

Santo Domingo, R. D.
16 de agosto de 2013.

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LIMINAR

Sin tiempo para más digno homenaje recogemos estas


volanderas páginas duartianas con motivo de la conmemoración
del Primer Centenario de la muerte del Fundador de la
República.
Se trata de escritos diversos cuyo único mérito será el de
contener noticias más o menos desconocidas del Padre de la
Patria.
Y es parte, en fin, del homenaje de la Academia de la Historia
al Prócer Ilustre en esta magna efemérides.
Modesta ofrenda que entraña una admonición para los
dominicanos de hoy, más que nunca menesterosos de la virtud
iluminante del Patricio.

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CRONOLOGÍA DE DUARTE

ANTECEDENTES

1749, enero 15. Nace en la Villa de Osorno, Palencia,


España, Antonio Díez, hijo de Agustín Díez y de
Angela Bayllo. Abuelos paternos José Díez y Juana
Rojo, y maternos Tomás Bayllo y Magdalena
Fernández.
1749, enero 23. Partida de bautismo de Antonio Díez, en
Osorno, Palencia, España. Padre de doña Manuela
Díez, madre de Juan Pablo Duarte.
1768, sept. 15. Nace en Veger de la Frontera, Provincia
de Cádiz, España, patria de los Duarte, Juan José
Duarte, hijo de Manuel Duarte Jiménez y de Ana
María Rodríguez Tapia. Padre de J. P. D.
1786, julio 16. En El Seibo es bautizada Manuela Díez,
hija legítima de Antonio Díez y de Rufina Jiménez
(a los veinte días de nacida). Padrinos sargento ma-
yor Juan de León Benítez y Valeriana Ruiz. Doña
Rufina Jiménez, madre de D. Manuela Díez, natu-
ral de El Seibo, era hija legítima de D. Manuel Jimé-
nez Bodillo (o Vadillo) y de D. Lorenza Benítez. Abue-
los paternos Manuel Jiménez Bodillo y D a .
Petronila de Reyna, y abuelos maternos Juan Bení-
tez, sargento mayor de la Plaza de El Seibo, y D.
Francisca Bexarano. Hermanos de Manuela Díez:
Antonio, nacido el 31 de marzo de 1788; Mariano,

13
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

nacido el 2 de julio de 1790; José Acupertino, naci-


do el 21 de septiembre de 1791; y Mariano, nacido
el 24 de septiembre de 1794. Durante la domina-
ción haitiana José Acupertino fue Miembro del
Consejo de Notables.
1799, oct. 8. Juan José Duarte aparece como padrino, en
Santo Domingo, del niño José Ramón Alvague, Pa-
rroquia de Santa Bárbara.
1801. Por entonces, días de la irrupción de Louverture en
Santo Domingo, Juan José Duarte y familia se tras-
ladan a Puerto Rico, a Mayagüez. (Regresó a Santo
Domingo después de 1804).
1803, abril 18. Acta de notoriedad expedida en El Seibo
para establecer la filiación de Rufina Jiménez, espo-
sa de Antonio Díez, padres de Manuela Díez, ma-
dre de J. P. D.

CRONOLOGÍA DE JUAN PABLO DUARTE

1813, enero 26. Nace en Santo Domingo, barrio de Santa


Bárbara, hijo de Juan José Duarte y de Manuela
Díez. Bautizado en la Parroquia de Santa Bárbara
el día 4 de febrero de 1813. Padrinos Luis Méndez,
Regidor del Ayuntamiento, y su esposa Vicenta de
la Cueva. Presbítero, D. José Ruiz. Testigos Pablo
Apolinario y Joaquín Osuna.
1818, julio 5. Nace Filomena Duarte Díez, hermana de
Juan Pablo.
1819. Por entonces inicia sus estudios en la Escuela del
Profesor Manuel Aybar, esposo de doña Manuela

14
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Sainz, después de aprender las primeras letras con


su madre y la señora Montilla.
1820, junio 28. Nace Rosa Protomártir Duarte Díez, de-
vota hermana del Padre de la Patria. Padrinos: Ma-
nuel Ferrer y su esposa Vicenta de la Cueva. Los
hijos del matrimonio Duarte Díez fueron Vicente
Celestino, Juan Pablo, Rosa, Filomena, Sandalia,
Manuel y Francisca.
1821, dic. 1. El Dr. José Núñez de Cáceres proclama el
Estado Independiente de Haití Español, bajo la
bandera protectora de la Gran Colombia.
1822, feb. 9. El Presidente de Haití, Juan Pedro Boyer, se
apodera, al frente de poderoso ejército, de la parte
española de la Isla.
1822. Vicente Celestino Duarte contrae matrimonio con
María de la Trinidad Villeta y Ponce de León, hija
del italiano Agustín Villeta y de su esposa María Pon-
ce de León. Hijos: Enrique, Vicente María, María Ig-
nacia, Romualdo Ricardo y Wenceslao. (María Ig-
nacia murió soltera en Caracas el 24 de agosto de
1873; Vicente María falleció soltero, también en Ca-
racas, el 28 de agosto de 1875).
1822. Juan José Duarte se niega a suscribir un documen-
to claudicante dirigido al invasor Boyer.
1824. Hacia este año inicia largo viaje de estudios. Pasa
por New York, Londres, El Havre, París, Bayo-
na, Barcelona, donde se radica. Va al cuidado de
don Pablo Pujol Chanclet, amigo de su padre.
1832. Por entonces regresa a Santo Domingo, vía Saint
Thomas y Puerto Rico. Al regresar, preguntado qué
era lo que más le había gustado en sus viajes, respon-
dió: «los fueros y libertades de Barcelona, fueros y liberta-
des que espero demos nosotros un día a nuestra Patria».

15
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

1833, enero 18. Consta que ya en esta fecha había re-


gresado de Europa. Empieza a vincularse entrañable-
mente a la familia dominicana, con el visible em-
peño de ganar adeptos para su causa. Es una gran
familia la de los próceres; una hermandad en la que
es claramente visible el propósito de Duarte de
intensificarla y de aumentarla cada día: Juan Isidro
Pérez y Tomás de la Concha son compadres; Duar-
te, José María Serra y Wenceslao de la Concha pre-
sencian como testigos las bodas de José María Caro,
el 15 de noviembre de 1833; en esa misma calidad
asisten Duarte y Wenceslao de la Concha, el 21 de
agosto de 1835, al matrimonio de Fernando J.
Gómez y de María Guadalupe Alfau, la bella herma-
na del trinitario Felipe Alfau; el 22 de junio de 1836
Duarte y Pérez hacen de testigos en las bodas de
Abad Alfau y de Rosario Guillén; Pérez y Mella tam-
bién tienen viejos vínculos: en las bodas de éste con
Josefa Brea, el 30 de agosto de 1836, Juan Isidro
firma como testigo; el 25 de enero de 1837, Duarte
suscribe como testigo el acta de las nupcias del pró-
cer Manuel María Guerrero; Duarte y el patriota
Dr. Manuel María Valverde también sirven de tes-
tigos, el 30 de enero de 1838, en el matrimonio de
Juan Nepomuceno Tejera y de Ana María Penson,
padres del ilustre Emiliano Tejera; Duarte y Félix
María Ruiz son compadres: el Apóstol es el padri-
no de Petronila Ruiz, nacida el 29 de junio de
1841; Duarte es dos veces compadre de Pedro Ale-
jandrino Pina: ha bautizado a dos hijos de éste: Au-
relia y Juan Pablo; Tomás de la Concha y Duarte
se quieren como hermanos, son cuñados: Tomás
es el novio de Rosa Duarte, la devota hermana del

16
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Maestro. Entonces, el compadrazgo era una alianza


poco menos que sagrada y que pesaba tanto como
la sangre: ser compadres era mucho más que ser
hermanos.
1834. En este año empieza a estudiar latinidad con el Pbro.
Juan Vicente Moscoso. Con Antonio Mendoza
aprendía música. Se inicia en la carrera militar,
obligatoria, como Cabo o Furriel de la Guardia
Nacional.
1838, julio 16. Funda la Sociedad patriótica La Trinitaria,
matriz de la República. Fueron sus primeros nueve
miembros Juan Pablo Duarte, Pedro Alejandrino
Pina, Juan Isidro Pérez, Felipe Alfau, José María Se-
rra, Jacinto de la Concha, Juan Nepomuceno Rave-
lo, Félix María Ruiz y Benito González. El Juramento
de los trinitarios concebido por Duarte, dice:
En el nombre de la Santísima, augustísima e indi-
visible Trinidad de Dios Omnipotente: juro y prometo,
por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro pre-
sidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida
y bienes a la separación definitiva del gobierno hai-
tiano y a implantar una república libre, soberana e in-
dependiente de toda dominación extranjera, que se deno-
minará República Dominicana; la cual tendrá su
pabellón tricolor en cuartos, encarnados y azules, atravesa-
do con una cruz blanca. Mientras tanto seremos reconoci-
dos los Trinitarios con las palabras sacramentales: Dios,
Patria y Libertad. Así lo prometo ante Dios y el mundo.
Si tal hago, Dios me proteja: y de no, me lo tome en cuen-
ta, y mis consocios me castiguen el perjurio y la traición
si los vendo.
Por entonces es nombrado, por sus compañe-
ros trinitarios, General en Jefe de los Ejércitos de

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COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

la República y Director General de la Revolu-


ción. Posteriormente funda otras dos sociedades sus-
titutivas de La Trinitaria: la Sociedad Filantrópica y
la Sociedad Dramática.
1839. Hacia este año llega a Santo Domingo el P. Gaspar
Hernández, Maestro de Duarte y de sus compañeros.
1840. Por este año funda la Sociedad Dramática, el Teatro
de los Trinitarios, que tanto contribuyó a despertar
el patriotismo de los dominicanos. En el Teatro,
Duarte actúa como Apuntador.
1841. Viaja a Venezuela, a asuntos del comercio de
ferretería de su padre. Allí también organiza lo
concerniente a la causa dominicana, junto con sus
tíos Mariano y José Prudencio y otros dominica-
nos residentes en Caracas.
1842. Empieza a recibir clase de Filosofía, en unión de sus
copartidarios, con el Pbro. Gaspar Hernández, pe-
ruano realista, pero anti-haitiano, radicado en Santo
Domingo desde algunos años antes, por el 1839.
1842. Nombrado Capitán de su Compañía, en la Guardia
Nacional, que designaba sus propios Jefes.
1843. Se promueve en Haití una revolución contra el Pre-
sidente Boyer. Convencido Duarte de que convenía
dividir al pueblo haitiano para un más fácil éxito de
la obra de la Separación iniciada por él, decide ofre-
cer su concurso a los revolucionarios haitianos. Fra-
casado en su misión el primer emisario dominica-
no, el trinitario Ravelo, Duarte envía a Matías
Ramón Mella, quien logra su cometido, entendién-
dose los dominicanos con los revolucionarios de
Praslin. Es una de las grandes faenas patrióticas de
Mella y una de las más acertadas y decisivas actua-
ciones políticas de Duarte.

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En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

1843, enero 27. Se inicia en Praslin, occidente de la Isla,


el derrocamiento de Boyer. Duarte acomete la revuel-
ta llamada de La Reforma. Dominicanos y haitia-
nos se unen contra los Boyeristas y logran el triunfo
suspirado por Duarte. Las autoridades haitianas
capitularon, embarcándose. El haitiano General
Desgrotte, reformista, asumió el mando de la Plaza.
Los reformistas formaron una Junta Popular. Duar-
te era Miembro y P. A. Pina, Secretario.
1843, marzo 13. El Presidente J. P. Boyer depone el mando.
1843, marzo 24. Los reformistas, dirigidos por Duarte,
Mella, Sánchez, Pina, Pérez y otros próceres reali-
zan el hecho de armas culminante, en Santo Domin-
go, del derrocamiento de Boyer. Se organizan las
Juntas Populares encargadas de organizar la revo-
lución en los pueblos dominicanos.
1843, marzo 25. Se dirige a San Cristóbal, donde, con la
cooperación del Coronel José Esteban Roca, pronun-
cia la Villa contra Boyer.
1843, abril 5. Orden de ruta, de la Junta Popular de Santo
Domingo –de la que es miembro–, para la instala-
ción de Juntas Populares en las diferentes comunes
de su tránsito.
1843, abril 7. La Junta Popular le designa Comisionado
para los pueblos del Este. Su misión era instalar las Jun-
tas Populares «que deben regir en las diferentes comunes de
vuestro tránsito…»
1843, abril 8. Sale a cumplir su misión.
1843, abril 25. Instala la Junta Popular de Bayaguana. De
ahí pasa a El Seibo, donde conoce a Ramón Santana,
ausente su hermano Pedro.
1843, mayo 3. Cuando llegó a El Seibo no encontró allí a
Pedro Santana sino a su hermano Ramón, quien le

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COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

dijo: «el día del peligro me hallará Ud. a su lado, y desde


hoy trabajaré con empeño en atraer partidarios a la cau-
sa de la Independencia». Duarte le nombró Coronel
de las tropas de El Seibo, nombramiento que supli-
có se lo diera a su hermano, que él se conformaba
con servir bajo sus órdenes.
1843, mayo. Al regresar a Santo Domingo es designado
Coronel del Batallón de Nacionales. Para ponerse
en comunicación con los pueblos del Sur, se inscri-
bió como Agrimensor y salió con don Ricardo Miu-
ra, que también era de esa profesión.
1843, junio 15. En empeñada lucha eleccionaria realiza-
da en la Plaza Anacaona –hoy Parque Duarte– de-
rrota a los candidatos del Gobierno haitiano.
1843, julio 6. Don Juan José Duarte le hace a su hijo Juan
Pablo donación de una casa, «en señal del mucho amor
y cariño con que ha mirado siempre a su legítimo hijo
ciudadano Juan Pablo Duarte…, para darle una prueba
nada equívoca del aprecio con que siempre lo ha distin-
guido y a que está obligado por los vínculos de la natura-
leza con que se halla íntimamente unido con él de su
libre y espontánea voluntad».
1843, julio 10. Llega a la ciudad la alarmante noticia de
que el Presidente haitiano Charles Herard se acerca
al frente de su ejército de cerca de diez mil hombres.
1843, julio 11. En vista de la inminente persecución hai-
tiana contra Duarte y sus partidarios, se guarece en
casa de los hermanos Francisco y José Joaquín Gi-
nebra, en la Atarazana. Él y sus compañeros cam-
bian de continuo de escondite: en casa de Pina, de
María Baltasara Acosta, de Luciano de Peña, de Do-
lores Cuello, de Ml. Hernández, de Eusebio Puello,
de José Botello, de Pedro Cote.

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En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

1843, julio 12. El General Herard hace su entrada a la Villa,


a las 11 de la mañana. Duarte cambia de escondite: se
oculta en casa de la madre de Juan Alejandro Acosta.
Francisco del Rosario Sánchez regresa de Los Llanos,
adonde Duarte le había enviado en comisión cerca de
su hermano Vicente Celestino, que era quien se en-
tendía directamente en lo concerniente al Este. Sán-
chez va en el acto a casa de don Juan José Duarte, a
quien le dice «…desde que supe que llegaba Rivier (He-
rard) monté a caballo, y pensando en los peligros que co-
rría Juan Pablo, no me he detenido ni para comer». Lue-
go se reúne en la Plaza del Carmen con Sánchez, Pina
y Pérez. Se oculta en casa de Luciano de Peña.
1843, julio 13. En la noche se reúne con Sánchez. Luego
Duarte y Pina pasan a la casa de Dolores Cuello.
1843, julio 14. Herard inicia la persecución de los pa-
triotas dominicanos. Duarte y Pina mudan de asilo,
casa de Manuel Hernández.
1843, julio 16. Duarte y Pérez van a la Plaza de San Lá-
zaro, llegan a la casa de Jaime Yépez; pasan a la de
Eusebio Puello.
1843, julio 24. Las autoridades haitianas allanan su casa,
en su persecución.
1843, julio 29. Duarte y Pina se alojan en casa de José
Botello.
1843, julio 30. En casa de Juan Alejandro Acosta, junto
con Pina. Se dispone a ausentarse del país a fin de
escapar a la persecución haitiana. Finalmente se
refugia, con Pina y Pérez, en casa del español Pas-
cual C. López, en Pajarito, hoy Villa Duarte.
1843, agosto 2. A las 8 de la noche embarca, con Pina y
Pérez, hacia Venezuela. Sánchez, perseguido, que-
da enfermo en Santo Domingo.

21
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

1843, agosto 10. Llegan a Vieques, Puerto Rico.


1843, agosto 11. Desembarcan en Saint Thomas.
1843, agosto 18. Salen para La Guaira, Venezuela, en la
goleta venezolana La Nueva Felicidad, del Capi-
tán Nicolás E. Damers.
1843, agosto 23. Desembarcan en La Guaira.
1843, agosto 24. Salen para Caracas, y se hospedan allí
en casa de José Prudencio Díez, tío de Duarte.
1843, agosto 30. Don Juan José Duarte dicta testamento.
1843, sept. 6. Inicia sus gestiones en pro de ayuda para
la causa dominicana. Se entrevista con el Gene-
ral Carlos Soublette. Declina el consejo del Dr.
Ml. López Umeres y del Dr. Montolío de pre-
sentarse ante la Universidad de Caracas para op-
tar por el título de Doctor en Derecho. «No me fue
posible aceptar –dice– pues que mi pensamiento, mi
alma, yo todo, no me pertenecía; mi carísima Patria
absorbía mi mente, llenaba mi corazón y sólo vivía
para ella…».
1843, sept. 10. Se reúne con varios dominicanos en casa
de su tío José Prudencio Díez. Se decide que Pérez
y Pina pasen a Curazao a fin de ponerse en comuni-
cación con los patriotas de Santo Domingo. Salie-
ron para La Guaira el 13.
1843, sept. 13. Pina y Pérez salen para La Guaira. «Más
allá del Calvario nos despedimos –dice Duarte– y volví
para Caracas acompañado de mi tío Prudencio y de don
José Patín. Su estada en Caracas era ver si podía allegar
recursos con qué proporcionarse pertrechos y armamen-
tos para poder libertar su Patria…» Con tal objeto se
entrevista con el General Soublette, gracias a la me-
diación de la dominicana doña María Ruiz, hija del
P. Ruiz.

22
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

1843, sept. 25. Recibe carta de Tomás y de Jacinto de la


Concha en que le dicen que Sánchez le había escrito
dándole cuenta del estado en que se hallaba Santo
Domingo y de los trabajos de Independencia…
1843, oct. 1. Envía a Juan José Blonda y a su sobrino En-
rique con comunicaciones para sus amigos de Curazao
y Santo Domingo.
1843, nov. 15. Cartas de Tomás y de Jacinto de la Con-
cha acerca de la situación en Santo Domingo.
1843, nov. 25. Muere don José Duarte, padre de J. P. D.
1843, nov. 27. Carta de Pina, desde Curazao.
1843, nov. 30. Recibe carta del 27 de noviembre, de Cu-
razao, de sus compañeros Pina y Pérez. Le informan
de la labor de los patriotas de Santo Domingo. Le
dicen: «El partido reinante le espera como General en Jefe
para dar principio a ese grande y glorioso movimiento re-
volucionario que ha de dar la felicidad al pueblo domini-
cano». Agregan: «Su familia está desesperada con las ame-
nazas que sufre y con la enfermedad de don Juan».
1843, dic. 8. Recibe la memorable carta de su hermano
Vicente Celestino y de Francisco del R. Sánchez
en que le informan del estado de los trabajos separa-
tistas y en que le piden auxilios militares «así sea a
costa de una estrella del cielo». Le señalan los planes
para su desembarco por las playas de Guayacanes,
no lejos del Ozama.
1843, dic. 15. Sale de Caracas «sin esperanza, con la muerte
en el corazón», rumbo a Curazao.
1843, dic. 20. Llega a Curazao. Abraza allí a Pina y a
Pérez. Recibe cartas de su familia con la dolorosa noti-
cia de la muerte de su padre. Le ataca allí una «fie-
bre cerebral que no le permite hacer nada hasta el cuatro
de febrero».

23
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

1844, enero 16. Es firmada la memorable Manifestación


–considerada nuestra Acta de Separación– redacta-
da por don Tomás Bobadilla.
1844, feb. 4. Le escribe a su madre y hermanos. Carta
vaciada en bronce en el pedestal de su estatua, en San-
to Domingo, Plaza Duarte. Es la renuncia de sus
bienes y de los de su familia en beneficio de la
causa de la Separación. Dice: «El único medio que
encuentro para reunirme con Uds. es independizar la
patria; para conseguirlo se necesitan recursos, recursos
supremos, y cuyos recursos son, que Uds. de manco-
mún conmigo y nuestro hermano Vicente ofrendemos
en aras de la patria lo que a costa del amor y trabajo de
nuestro padre hemos heredado. Independizada la patria
puedo hacerme cargo del almacén, y a más, heredero del
ilimitado crédito de nuestro padre, y de sus conocimien-
tos en el ramo de Marina, nuestros negocios mejorarán
y no tendremos por qué arrepentirnos de habernos mos-
trado dignos hijos de la patria».
1844, feb. 27. A las once de la noche, el trabucazo de
Mella, en la Puerta de la Misericordia, anuncia el
nacimiento de la República Dominicana. En la Puer-
ta de El Conde se reúnen los patriotas. Tomás Boba-
dilla dice las sacramentales palabras de Dios, Pa-
tria y Libertad. Sánchez arenga a los conjurados. Se
constituye el primer Gobierno de la Nación, la Junta
Gubernativa, presidida por Tomás Bobadilla. Es in-
vocado el nombre de Duarte como Padre de la Pa-
tria. Asisten al acto de la Puerta de El Conde su her-
mano Vicente Celestino Duarte y su joven hijo
Enrique Duarte Villeta.
1844, feb. 28. Capitula la guarnición haitiana. J. P. D. re-
cibe en Curazao una carta de su madre y hermanos

24
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

diciéndole que podía disponer de todo «y que iban a


fletar un buque para mandarlo a buscar. Sánchez y mi
hermano Vicente les escribían diciéndole: sólo a Uds. espe-
ramos para que nuestra dicha y felicidad sea completa».
1844, marzo 2. La Junta Central Gubernativa envía emi-
sarios a Curazao en busca de Duarte, Pérez y Pina.
Encabeza la misión el trinitario Juan Nepomuce-
no Ravelo. Van Juan Alejandro Acosta y el joven En-
rique Duarte Villeta, sobrino de J. P. D. firman la
carta Bobadilla, Mella, Echavarría, Mercenario,
Moreno, Valverde, Pujol y Sánchez.
1844, marzo 6. En Curazao. «‘Divisan el buque Eleonora y
en unión de sus compañeros de infortunios los señores
Pina y Pérez toman un bote y se dirigen al buque; al
abrazar al Sr. Juan Nepomuceno Ravelo les entrega va-
rias cartas y saben con gozo inefable que su tan querida
patria se había independizado el veinte y siete de Febre-
ro, ¡27 de Febrero! ¡día memorable, día de inmarcesible
gloria! cuánto había sufrido en los doce años que
transcurrieron para llegar a ese día brillante en los
anales de la patria. Allí supe que por todas partes
se aclamaba al Caudillo de la patria, al héroe del
día, que pedían se mandara un buque a buscarle
a Curazao para que fuera a dirigir su obra de más
cerca. El comisionado le entregó la carta que les
remitía la Junta; el que les informó verbalmente
de cómo se había despertado en algunos la ambición.
La carta que les dirigió la Junta Central Gubernati-
va es como sigue: «Dios, Patria y Libertad, República
Dominicana, La Junta Central Gubernativa de la Repú-
blica, A nuestros compatriotas Juan Pablo Duarte, Pe-
dro Pina y Juan Isidro Pérez, Santo Domingo, Marzo 2
de 1844 y 1ro. de la Patria.– Compañeros: El día 27

25
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

de Febrero último llevamos al cabo nuestros proyectos.


Triunfó la causa de nuestra Separación, con la capitu-
lación Desgrotte, con todo su Distrito. Azua y Santiago
deben a esta hora haberse pronunciado. El amigo Ra-
velo, portador de la presente, les dará amplios detalles
de lo sucedido, y les informará de lo necesario que es el
armamento y los pertrechos, embarcándolo y que sea
tan pronto como sea posible, para tener el honor y el
imponderable gusto de abrazarnos; y no dejen de traer
los pertrechos y el armamento, pues lo necesitamos por
temor de una invasión. Deseando vengan con felicidad,
El Presidente de la Junta, Ramón Mella, Bobadilla,
Echavarría, Valverde, Félix Mercenario, El Secretario
de la Junta, Pujol’».
1844, marzo. En Curazao aún, Duarte recibe carta de su
familia «refiriéndole lo acontecido», «y que estaba solicitan-
do un buque para mandar a buscarlos». A Duarte, Pé-
rez y Pina.
1844, marzo 8. Salen de Curazao. Llegan a Santo Do-
mingo el 14.
1844, marzo 9. El periódico Curaosche Courant (Gaceta
de Curazao), publica la siguiente noticia: «La parte
española o Santo Domingo se ha separado el 27 de Febre-
ro p.p. de la República Haitiana y una Junta Guber-
nativa Provisional de la República Dominicana fue for-
mada para encargarse de la directiva, hasta cuando el
gobierno sea instalado. El Señor Bobadilla, que estuvo
aquí en 1839, es presidente de esta Junta, y se cree, que el
Señor Juan Pablo Duarte, que se encuentra aquí ac-
tualmente, sería elegido presidente de la nueva Repúbli-
ca Dominicana».
1844, marzo 14. Llegan a Santo Domingo, causando in-
usitado júbilo.

26
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

1844, marzo 15. A las siete de la mañana una Comisión


bajó al muelle a recibirles. El Arzobispo Dr. To-
más de Portes e Infante saluda a Duarte, consagrada-
mente: «Salve al Padre de la Patria!» Al llegar a la
Plaza de Armas el Pueblo y el Ejército le procla-
man General en Jefe de los Ejércitos de la Repúbli-
ca. Le ofrece sus servicios a la Junta Central Guber-
nativa, la que le designa General de Brigada. Del
Palacio de Gobierno se dirige a su casa. El Pueblo y el
Ejército le acompañan con la Banda Marcial. Nom-
brado Miembro de la Junta Gubernativa y Coman-
dante del Departamento de Santo Domingo. Es el
más bello día de la República.
1844. Redacta su Proyecto de Constitución. (Conocido
sólo parcialmente).
1844, marzo 17. Firma, con Bobadilla y demás compo-
nentes de la Junta Central Gubernativa, la comuni-
cación en que le ratificaran al Presidente de Hai-
tí la «firme resolución de los pueblos de la antigua parte
española de separarse de la República Haitiana, erigiéndo-
se en un Estado soberano».
1844, marzo 19. Santana vence a los haitianos, comanda-
dos por el Presidente Herard, en la Batalla de Azua.
1844, marzo 21. La J. C. G. dispone que el Gral. J. P.
Duarte preste sus servicios en el Ejército del Sur.
Dice: «Compañero y amigo: Siendo de necesidad en
la armada expedicionaria del sud, que además del
Jefe expedicionario General Santana, haya otro oficial su-
perior que pueda reemplazarlo en caso de falta y que le
ayude y coopere con él a la defensa de la Patria en la
agresión que nos han hecho los haitianos, usted se dis-
pondrá a marchar inmediatamente para el Cuartel Ge-
neral con la División que sale hoy bajo sus órdenes, y se

27
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

pondrá de acuerdo con dicho General Santana para todas


las medidas de seguridad y defensa, procurando que sean
en armonía con nuestra resolución de ser libres o morir y
según los principios que hemos proclamado».
1844, marzo 21. El Cónsul de Inglaterra en Puerto Re-
publicano (Puerto Príncipe), Sr. Ussher, le dice al
Ministro Lord Aberdeen: «Acabo de saber que un se-
ñor de nombre Juan Duarte… llegó a Santo Domingo
procedente de Curaçao con varios centenares de equi-
pos de armas y ha asumido el título de Presidente de la
nueva República».
1844, marzo 22. Sale para Baní. Le acompañan hasta la
Puerta del Conde sus amigos y el Arzobispo Por-
tes. Su Jefe de Estado Mayor, el Coronel P. A. Pina.
Dice Rosa Duarte: Llegado al pueblo de Baní en-
contraron al Gral. Santana con su tropa y al Gral.
Riviere atrincherándose en Azua. El Gral. Duarte
puso su cantón en Sabanabuey. Al otro día de lle-
gado a Baní se presentó el Gral. Duarte al Gral.
Santana, y en virtud de las órdenes que llevaba de la
Junta trató de ver si concertaban un plan de campaña
para atacar a Riviere; el Gral. Santana no estaba por
la ofensiva, pasaba el tiempo.
1844, abril 1. Desesperado por el estado de inacción mi-
litar, se dirige al campamento de Santana a proponerle
que dando él un rodeo atacaría a Riviere por la
retaguardia. Nada obtiene. Entonces dirige la siguien-
te carta a la Junta Central Gubernativa: «Cuartel Ge-
neral de Baní, 1ro. de abril de 1844. A los Miembros de
la Junta Central Gubernativa. Es por la tercera vez que
pido se me autorice para obrar solo con la división que,
honrándome con vuestra confianza el 21 del pasado pu-
sisteis bajo mi mando para que, en todo de acuerdo con el

28
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Gral. Santana, tomara medidas de seguridad y defensa


de la Patria. Hace ocho días que llegamos a Baní y en vano
he solicitado del Gral. Santana que formemos un plan de
campaña para atacar al enemigo, que sigue en su depra-
vación, oprimiendo a un pueblo hermano que se halla a
dos pasos de nosotros. La división que está bajo mi man-
do sólo espera mis órdenes, como yo espero las vuestras,
para marchar sobre el enemigo seguro de obtener un
triunfo completo, pues se halla diezmado por el hambre y
la deserción».
1844, abril 4. Sus empeños de entrar en lucha contra el
haitiano se frustran ante esta orden de la Junta Cen-
tral Gubernativa: Recibe una nota en que le dice la
Junta Gubernativa: «Compañero y amigo: Al recibo de
ésta se pondrá Ud. en marcha con sólo los oficiales de su
Estado Mayor para esta ciudad, donde su presencia es
necesaria, avisándoselo al Gral. Santana. Saludamos a
Ud. afectuosamente. El Presidente de la Junta, Bobadilla.
Echavarría, Delorve, Fco. Sánchez, Jimenes, Félix Mer-
cenario. El Secretario de la Junta, S. Pujol».
1844, abril 12. Llegado a Santo Domingo presenta a la
Junta los gastos de su expedición militar y devuel-
ve el dinero sobrante.
1844, abril 19. La Junta Central Gubernativa declara la
guerra a muerte a la República de Haití. Primer de-
creto de la Junta en que aparece la firma de J. P. D.
Firma también el Decreto acerca de derechos de
Aduana.
1844, abril 20. Firma el Decreto de la J.C.G. de secuestro
de los bienes de los haitianos que residan en la nue-
va República.
1844, mayo 5. Firma la proclama de la J.C.G. acerca de la
revuelta contra Herard (Estalló en Puerto Príncipe

29
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

el 3 de mayo, lo que obligó a Herard a abandonar a


Azua el 7 de mayo, incendiándola).
1844, mayo 10. Carta a la J.C.G. expresándole su deseo
de ir al Cibao con el fin de prestar sus servicios en
la expedición que debía salir de allí rumbo a San
Juan de la Maguana, por el camino de Constanza, para
atacar a los haitianos por la retaguardia.
1844, mayo 11. Firma el decreto de la J.C.G. que elige
Arzobispado de Santo Domingo al Dr. Tomás de
Portes e Infante. En su calidad de Comandante del
Departamento de Santo Domingo convoca a los
Miembros de la Comisión Militar: Ml. Jimenes, Fco.
Sánchez, J. Puello, T. Mañón.
1844, mayo 15. La J.C.G. le escribe acerca de su ofreci-
miento de ir a Santiago a prestar servicios a la Pa-
tria, en la expedición planeada para atacar por la reta-
guardia a Charles Herard, vía Constanza y San
Juan. Le piden permanecer en sus funciones.
1844, mayo 17. Muy probablemente por gestión de Duar-
te, el Ministro de Relaciones Exteriores de Vene-
zuela, Juan Ml. Manrique, se dirige al Encargado de
Negocios de los E.U.A. en Caracas, pidiéndole in-
tervenir en favor de los dominicanos.
1844, mayo 26. Bobadilla pronuncia su discutido discurso
en pro de la protección de Francia, ardientemente
combatida por Duarte y sus amigos.
1844, mayo 31. La Oficialidad de Santo Domimgo pide
diversos ascensos militares: Duarte General de Di-
visión, Comandante en Jefe del Ejército, cuyo «nom-
bre fue invocado inmediatamente después de los nom-
bres de Dios, Patria y Libertad, siempre considerado como
el caudillo de la revolución»; Sánchez, Mella y Villanue-
va a Generales de División; y Joaquín Puello a

30
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

General de Brigada. La Junta se reserva otorgar «ma-


yor recompensa cuando el Gobierno definitivo esté legíti-
mamente instalado».
1844, junio 4. Estimulados por Duarte, prominentes do-
minicanos residentes en Caracas, José Patín, Ma-
ría Ruiz (hija del Dr. José Ruiz). A. Mauri, José Pru-
dencio y Mariano Díez (tiós de J.P.D.), Hipólito
Pichón, Ml. López Umeres, Pedro Núñez de Cáce-
res, Antonio D. Madrigal hijo y J. Antonio Tron-
coso, remiten a la J.C.G. 1,800 francos «como do-
nativo voluntario para auxilio de las necesidades
públicas».
1844, junio 5. Firma el decreto de la J.C.G. que abre al
comercio extranjero el Puerto de Tortuguero de
Azua y asimismo el decreto que abre al comercio
extranjero los puertos de Monte Cristi y Samaná.
1844, junio 7. La J.C.G. se limita a conceder sólo el as-
censo de J. J. Puello, de Coronel a General de Brigada,
en contestación a la exposición del 31 de mayo de
la Oficialidad del Ejército.
1844, junio 9. El 9 de junio, el 18 Brumario dominicano,
como lo llama Saint-Denys, en recuerdo de los días
napoleónicos, Duarte, Pérez, José Joaquín Puello
y sus compañeros más resueltos se reúnen en La Fuer-
za, donde están las tropas acuarteladas; ordenan
la prisión de los principales afrancesados; Bobadi-
lla y Caminero corren a ocultarse; Buenaventura
Báez, Manuel Joaquín del Monte, Francisco Xavier
Abreu y Francisco Ruiz se asilan en el Consulado
francés. Duarte y Puello, a la cabeza de sus más
ardientes partidarios, se dirigen en actitud hostil al
Palacio de la Junta Gubernativa, y en nombre de
las tropas y del pueblo imponen su autoridad en ella;

31
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

expulsan de su seno a Bobadilla y al Dr. Caminero,


y en el acto les sustituyen Pedro Alejandrino Pina
y Juan Isidro Pérez. Sánchez asume la Presiden-
cia y Pérez ocupa la Secretaría de la Corporación.
1844, junio 18. Redacta y firma la comunicación de la
J.C.G. al anglo-dominicano T.S. Heneken, recha-
zando la protesta de éste, a nombre del Gobierno
inglés, contra la ocupación de Samaná. Dice: «…ha-
llándose el pueblo entero opuesto a toda intervención ex-
tranjera en nuestra política nos parece que deben disi-
parse por consecuencia los motivos de la protesta».
1844, junio 18. La J.C.G. le designa su Delegado en el
Cibao para que intervenga «en las discordias intesti-
nas y restablezca la paz y el orden necesarios para la pros-
peridad pública».
1844, junio 20. El Cónsul de los E.U.A. en Curazao, W.
H. Freeman, le escribe. Dice que José Díez, su
tío, le dio informes muy importantes acerca de la
nueva República Dominicana «y por sus recomen-
daciones me veo inducido a dirigirle a Ud. ésta, supli-
cándole se sirva comunicarme de tiempo en tiempo los
progresos que Ud. haga en el establecimiento de la nue-
va República, junto con su forma de Constitución…
cuáles las bases de algunos tratados que Ud. tenga en
mira…».
1844, junio 20. Sale para el Cibao. Llega a La Isabela.
1844, junio 21. Llega a Las Luisas, donde se detiene
hasta el 23.
1844, junio 26. Llega a La Vega. Se hospeda en casa de las
hermanas Villa del Orbe. El 29 sale para Santiago.
1844, junio 30. Llega a Santiago. «Se le recibió en triunfo
como en Santo Domingo».

32
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

1844, julio 1. Mena y Rocha responden a la nota de Duar-


te, del 30 de junio (extraviada) en que les notificó el
cese de sus funciones de Delegados, a los que sustituía.
1844, julio 2. Insubordinación de Santana y del Ejército
contra la Junta Gubernativa.
1844, julio 4. El pueblo y el Ejército le aclaman Presidente
de la República; y recibe una comisión con el acta
del pronunciamiento del pueblo para la Presidencia.
1844, julio 11. En Puerto Plata se le aclama Presidente de
la República, y recibe una Comisión con un acta
del pronunciamiento y una comunicación del Gral.
Antonio López Villanueva.
1844, julio 11. Desde la cátedra sagrada de la Iglesia de
Puerto Plata el Pbro. Dr. Ml. González Regalado le lla-
ma «el más sano de corazón y devoto pensamiento de los
libertadores de América».
1844, julio 12. Santana hace su entrada a la consternada
villa de Santo Domingo.
1844, julio 13. Santana es proclamado Jefe Supremo de la
República. En su proclama al Pueblo y al Ejército,
del 14, anuncia que procederá a la reorganización
de la J.C.G. Entre los vociferantes del día se oye
este grito contra los duartistas: «¡Abajo los filorios!» Y
les contestan como jamás se ha respondido a una in-
famia. Desde entonces las jóvenes partidarias de
Duarte llevaron en sus cabelleras una flor blanca:
la filoria.
1844, julio 14. «Empiezan a reducir a prisión a todos los que
consideraban pudieran sostener la elección de Presidente
hecha en la persona del Gral. Duarte». Hacia este día,
en carta sin fecha, desde Santiago, Mella le escribe
a Sánchez diciéndole: «estos pueblos no tuvieron más

33
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

trastorno que la venida de la Delegación; se acabó ésta


con la llegada de Juan Pablo, gracias a Dios! En fin con-
cluyo diciéndote que llegó mi deseado y que se lo devolve-
ré Presidente de la República Dominicana».
1844, julio 16. Reorganizada la J.C.G., la preside el Gral.
Pedro Santana, Toribio Mañón, Bobadilla y Loren-
zo Santamaría. El trinitario P. A. Pina se niega a
actuar contra Duarte y declara: «Prefiero la muerte
antes que negar al hombre a quien venero como Padre de
la Patria y Fundador de la República».
1844, julio 17. Hasta este día Sánchez permanece en la
J.C.G. Firma uno de sus decretos acerca de la aboli-
ción de la esclavitud.
1844, julio 19. En carta a la J.C.G. Mella le dice: «…que
los pueblos y el ejército del Norte, ansiando por un gobier-
no definitivo, han proclamado Presidente de la Repú-
blica Dominicana al general Duarte. Sánchez, Pina y
Pérez y otros más».
1844, julio 20. Les dirige a sus amigos de Puerto Plata
una de sus más bellas cartas: «Sensible a la honra que
acabáis de hacerme, dispensándome vuestros sufragios
para la primera Magistratura del Estado, nada me será
más lisonjero que saber corresponder a ella llenando el
hueco de vuestras esperanzas, no por la gloria que de
ello me resultaría, sino por la satisfacción de veros, cual
lo deseo, libres, felices, independientes y tranquilos, y en
perfecta unión y armonía llenar vuestros destinos, cum-
pliendo religiosamente los deberes que habéis contraído
para con Dios, para con la Patria, para con la Libertad
y para con vosotros mismos. Me habéis dado una prue-
ba inequívoca de vuestro amor, y mi corazón agradeci-
do debe dárosla de gratitud. Ella es ardiente como los
votos que formo por vuestra felicidad. Sed felices, hijos

34
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

de Puerto Plata, y mi corazón estará satisfecho aun exo-


nerado del mando que queréis que obtenga; pero sed jus-
tos lo primero, si queréis ser felices. Ese es el primer de-
ber del hombre; y sed unidos, y así apagaréis la tea de
la discordia y venceréis a vuestros enemigos, y la pa-
tria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa,
la única a que aspiro, al veros libres, felices, indepen-
dientes y tranquilos».
1844, julio 24. Manifiesto de la J.C.G. contra Duarte. Lle-
ga de Santiago una Comisión compuesta por
Franco Bidó y otros con una comunicación de Me-
lla, para la Junta, del 19 de julio. «Tan luego como se
recibió la Comisión de Santiago, se reunieron las tropas
en la Plaza de Armas y se leyó el Manifiesto en que se
declaraban traidores a los generales Duarte, Sánchez,
Pina y Pérez y otros más».
1844, julio 28. En su Proclama de este día el Gral.
Santana le llama «el anarquista Duarte», y le ataca
violentamente.
1844, agosto 22. La J.C.G. declara a Duarte, Mella, Sán-
chez, Pina, Gregorio del Valle, Juan E. Jiménez, J.
Illas y Juan I. Pérez, traidores a la Patria, y ordena
su destierro. Firman la Resolución Santana, Jime-
nes, Bobadilla, Félix Mercenario, Toribio Mañón,
J. T. Medrano, N. Linares, Toribio López Villanue-
va y F. A. Marcano. El Cónsul británico en Puerto Re-
publicano informa a su Gobierno. Dice: «En marzo de
1844 regresó (Duarte) y fue designado para ser Presi-
dente de la Nueva República…».
1844, agosto 26. A bordo del bergantín Capricorn son des-
terrados, hacia Liverpool, Sánchez, Mella, Pina,
Illas. También son expulsados hacia diversos puer-
tos otros amigos de Duarte.

35
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

1844, agosto 26. Le embarcan en Puerto Plata, en la go-


leta Separación Dominicana, al mando de J. B. Cam-
biaso, en compañía de J. I. Pérez, J. E. Jiménez y
G. Delvalle.
1844, sept. 2. Llega a Santo Domingo, en la madrugada,
preso. Desembarca enfermo. Le internan en El
Homenaje, cuarto de Los Profetas, junto con sus
compañeros.
1844, sept. 10. Apuntes de Rosa Duarte: «A las seis de la
tarde rodeado de numerosa tropa bajamos al muelle. Yo
iba enfermo con las calenturas que había traído de Puer-
to de Plata. Me apoyaba para poder andar en los brazos
de mi hermano Vicente y su hijo Enrique. Al llegar al
bote que debía conducirnos a bordo del buque nos hi-
cieron separar, pues los opresores de la patria para ha-
cernos más dolorosa la separación nos confinaron a dis-
tintos puntos. Mi hermano Vicente y su hijo Enrique
fueron confinados al Norte de América». Hacia Ham-
burgo le acompañan Juan Isidro Pérez y los her-
manos Richiez.
1844, sept. 13. El Tribunal Civil de Santo Domingo dic-
ta sentencia en favor del joven Félix Lluberes, Ma-
yor de Guías de Duarte en su viaje al Cibao el 16
de junio. Por su adhesión a Duarte había sido lleva-
do al Tribunal.
1844, sept. 26. En la Constituyente de San Cristóbal don
Tomás Bobadilla ataca a Duarte. Le llama «joven
inexperto, y que lejos de haber servido a su país, jamás
ha hecho otra cosa que comprometer su seguridad y
las libertades públicas».
1844, oct. 26. Llegan a Hamburgo. Se hospedan en Ham-
burgo en la casa de marineros de Georg Friedriech
Schulz, calle Erste Vosetzen (casa No. 12, hoy

36
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

inexistente). Cuatro días después embarcan hacia


Saint Thomas, Pérez y los hermanos Richiez. Duar-
te permanece solo en Hamburgo.
1844, nov. 5. Apuntes de Rosa Duarte: Soy presentado
(por petición mía) a la Logia Oriente, y fui invitado
a un banquete, en donde encontré hermanos y ami-
gos que me acompañaban a visitar los monumen-
tos que llaman la atención del viajero. Para ha-
cerme comprender se me hizo indispensable
aprender el idioma del país y me puse a aprender el
alemán con Mr. Chatt facilitándome su aprendizaje
la lengua latina que yo poseía. El corto tiempo que
pasé en Hamburgo, lo empleé bien, pues a más de
haber aprendido un idioma que se está haciendo una
lengua viva, concluí mi estudio de Geografía Uni-
versal (con bastante pena le vendí a mi amigo el
Dr. Elías Acosta esa obra y sus Atlas).
1844, nov. 9. Esta fecha figura en el pasaporte de Duarte,
puesta por las autoridades de Hamburgo.
1844, nov. 29. La familia Duarte, doña Manuela e hijos,
venden una casa que poseían en el barrio de Santa
Bárbara.
1844, nov. 30. Sale de Hamburgo hacia Venezuela, vía
Saint Thomas.
1844, dic. 24. En Saint Thomas.
1845, feb. 27. Dice: «Primer aniversario de la Independencia
de la Patria! Día único en los fastos de nuestra historia!
1845, marzo 3. Orden de expulsión de la familia Duarte,
doña Manuela e hijos. Firma el Ministro Ml. Ca-
bral Bernal.
1845, marzo 18. La familia Duarte vende al Coronel de
Marina J. B. Cambiaso, una casa que poseía en el
barrio de Santa Bárbara.

37
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

1845, marzo 19. «Sale mi desolada madre de su suelo natal


para siempre!, expulsada con toda su familia».
1845, marzo 25. Llegan a La Guaira doña Manuela Díez
de Duarte con tres hijos y una nieta, su hijo Manuel
y tres nietos, y Juan José Blonda. Los nietos eran
Vicente, Romualdo Ricardo y Wenceslao, hijos de
Vicente Celestino Duarte.
1845, abril 6. Abraza a su madre y hermanos a su llegada
a La Guaira.
1845, sept. 25. Su más vehemente amigo, Juan Isidro Pé-
rez, le escribe desde Cumaná, entonces lugar de su
destierro.
1845, nov. 15. Le escribe a su amigo Juan Isidro Pérez
(Carta perdida).
1845, dic. 25. Juan Isidro Pérez le escribe desde Cumaná.
Le dice, entre otras cosas: «Sí Juan Pablo, la historia
dirá: que fuiste el Mentor de la juventud contemporánea
de la patria; que conspiraste, a la par de sus padres, por
la perfección moral de toda ella; la historia dirá: que fuis-
te el Apóstol de la Libertad e Independencia de tu Patria;
ella dirá que no le trazaste a tus compatriotas el ejemplo
de abyección e ignominia que le dieron los que te expul-
saron cual a otro Arístides, y, en fin, Juan Pablo, ella
dirá: que fuiste el único vocal de la Junta Central Guber-
nativa que, con una honradez a toda prueba, se opuso a
la enajenación de la península de Samaná, cuando tus
enemigos, por cobardía, abyección e infamia, querían
sacrificar el bien de la patria por su interés particular.
La oposición a la enajenación de la península de Sama-
ná, es el servicio más importante que se ha prestado al
país y a la revolución. Vive, Juan Pablo, y gloríate en tu
ostracismo, y que se gloríen tu santa madre y toda tu
honorable familia».

38
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

1846, feb. 23. Le escribe a su amigo J. I. Pérez (/carta


perdida).
1846, feb. 26. Juan Isidro Pérez le escribe desde Cumaná.
Le dice: «…la historia de nuestro país contempla las
acciones tuyas en tu ostracismo».
1846, julio 26. J. I. Pérez le escribe desde Cumaná, aco-
gido allí por el hospitalario Juan José Quintero. Le
dice: «El honor y tu honra no te la arrebatan los
B(obadilla) y D(el Monte, Ml. Joaquín), estos dones
te son inmarcesibles».
1848, sept. 23. El Congreso Nacional dicta un Decreto
en beneficio de los ilustres desterrados de 1844: «Se
declara solemnemente la amnistía en favor de los señores
Francisco Sánchez, Ramón Mella, Juan Pablo y Vicen-
te Duarte, padre e hijo, Pedro A. Pina, Juan Jiménez y
Juan Isidro Pérez». Sólo Juan Pablo se negó a regre-
sar a su Patria en vista del auge de la política parti-
dista de la época.
1850.Por entonces se dedica a viajar por Venezuela. 12 años
estuvo en el interior de Venezuela recorriendo la parte
oriental y occidental. «Al fin me avecindé en El Apure,
en donde contraje amistad con el párroco San Geni, con el
que aprendí el portugués y empecé a estudiar Historia
Sagrada. Las relaciones de mis viajes, las costumbres de
los pueblos que visité corrieron la misma suerte que mis
trabajos sobre la Historia de mi patria».
1855, abril 11. Es fusilado en El Seibo su grande amigo
Tomás de la Concha, novio de su hermana Rosa.
1858, dic. 31. Recibe sepultura, en Caracas, doña Manue-
la Díez de Duarte, madre del Padre de la Patria.
1860, abril 29. En las instrucciones de la Cancillería do-
minicana al Sr. M. de J. García, Comisionado del
Gobierno encargado de recibir inmigrantes para el

39
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

país, dice: «No permitirá que se admitan pasajeros de


ninguna clase excepto el Sr. D. Pedro Núñez de Cáceres,
la familia Duarte y aquellos dominicanos que puedan
ser útiles al país, y que no hayan tomado parte en los
últimos acontecimientos políticos ocurridos desde 1844».
1862, abril 10. Por cartas de su familia, tras largo silencio,
se entera de la Anexión de su Patria a España, lo
que le decide a salir de su retiro del Apure.
1862, agosto 2. «Llego a Caracas, encuentro aquí a mi her-
mano Vicente que me informa de todo…» La Anexión.
1863. De fines de 1863 a principios de 1864, en Caracas,
se hacen amigos Duarte y Emiliano Tejera.
1863, enero 20. Su tío Mariano Díez llega a Caracas, pro-
cedente de Santo Domingo. Le informa del estado
del país «y la viva alegría con que los dominicanos reci-
ben la nueva de que él se halla dispuesto a salvar por
segunda vez de la férula extranjera el nativo suelo».
1863, agosto 18. Recibe carta de Pina, desde Coro.
1863, oct. 7. Llega a Caracas el joven poeta e historiador
Manuel Rodríguez Objío, quien se une a Duarte y
realiza con él la odisea de la Restauración, acom-
pañándole en su viaje a Santiago en armas.
1863, oct. 20. En su calidad de «Fundador y General en Jefe
de los Ejércitos de la República», designa al joven poe-
ta Manuel Rodríguez Objío, Teniente.
1863, nov. 23. Asciende a Rodríguez Objío a Capitán y le
asigna a su Estado Mayor.
1863, dic. 10. «Llegan de Curazao los compatriotas Juan Es-
teban Aybar Valencia y Francisco Saviñón; éste se hace
presentar por el Sr. Rodríguez al General Duarte, y ofre-
ce también recursos. Además habla con el General Bru-
zual, con Don Blas Bruzual, y también con el Sr. Ge-
neral Guzmán Blanco y el asunto marcha».

40
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

1863, dic. 14. Duarte le expide el despacho de Coronel al


Sr. Francisco Saviñón y le nombra Agente de Ne-
gocios en Curazao y demás Antillas. Designa Co-
ronel secretario al Capitán Rodríguez Objío y le ad-
hiere a su Estado Mayor. Nombra segundos
Comandantes a los jóvenes J. E. Aybar Valencia y
Mariano Cestero.
1863, dic. 14. Asciende a Coronel a su Ayudante Manuel
Rodríguez Objío. Le da el mismo grado al patriota
Francisco Saviñón. A los jóvenes Mariano Cestero
y Juan Esteban Aybar Valencia los nombra Segun-
dos Comandantes.
1863, dic. 20. Llega de Santo Domingo su tío el Gral.
Mariano Díez «y me informa del estado en que se
encuentra el país y el júbilo con que los dominicanos reci-
ben la noticia de que me hallaba en Caracas, dispuesto a
salvar por segunda vez la Patria de la dominación ex-
tranjera, y recibo una carta de mi amigo y compañero
Juan Isidro Pérez, que me dice: ‘Mi nunca bien amado
Juan Pablo: Vi la carta de tu tío Mariano en que le ha-
blas de mí. Santo Domingo había deseado saber de ti y
yo muy, muy mucho me alegro de haber visto esta carta
tuya para darle a todos una razón individual de ti.
‘Formados en la escuela de la desgracia por Dios,
fuente exacta de Bondad, y con conciencia ilustra-
da de la… esperábamos el día de tu restitución al
seno de la familia.
‘El que daba oído a los sordos, habla a los mudos,
restituía la vista a los ciegos… preces le invoco me
mande hoy darle las gracias por sus beneficios y po-
nerme a tus órdenes con los sentimientos del más alto res-
peto y consideración; tu muy amigo que desea más verte
que escribirte’.

41
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Al pie de la desconocida carta hay esta nota de


Rosa Duarte:
«Las últimas lágrimas del Gral. Duarte fueron para un
amigo tan patriota como querido y desgraciado». (Mu-
rió el 7 de febrero de 1868).
1863, dic. 25. Desde Caracas le escribe a Pina, en Cu-
marebo. En la misma fecha le ordena a Ml. Rodríguez
Objío una visita de cortesía al Gran Ciudadano
Mariscal de los Ejércitos y Presidente de Venezue-
la, J. C. Falcón.
1863, dic. 26. Rodríguez Objío sale para Coro en misión
de Duarte cerca de Pina, citándole para Curazao.
1864. Escribe su himno a la Restauración.
1864, enero 7. Duarte se dispone a pasar a Curazao.
1864, enero 16. Recibe carta de B. Bruzual: «Mi estimado
amigo: Esperé a V. aquí, y como no vino le hago ésta
para anunciarle que el Presidente lo espera ver hoy a las
once de la mañana. Le he dicho que V. debe recibir mil
pesos, ochocientos para V., doscientos para su Secretario,
y me contestó que sería V. bien despachado».
En consecuencia pasó el General Duarte a verse
con el General Presidente, Juan Crisóstomo Falcón,
quien lo presentó al Vice Presidente General A.
Guzmán Blanco, al cual ordenó mandar entregar la
consabida suma. El Ciudadano Vice Presidente citó
al General Duarte para el día siguiente.
1864, enero 17.Visita la Secretaría de E. de Relaciones
Exteriores, en Caracas. Es recibido por el Vice Pre-
sidente de Venezuela, Antonio Guzmán Blanco.
1864, enero 19. Escribe al vice Presidente Guzmán Blanco
autorizando a Rodríguez Objío a recibir la suma
consabida.
1864, enero 20. «Entran en caja los consabidos mil pesos…»

42
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

1864, enero 21. Le escribe a Blas Bruzual, en contestación a


su carta del 16 de enero.
1864, enero 23. Recibe carta del Coronel Saviñón par-
ticipándole que muchos dominicanos están dispues-
tos a irse a la revolución y que no se han ido por
falta de recursos.
1864, enero 23. Llegan varios dominicanos –a Caracas–
a ponerse a sus órdenes.
1864, enero 29. Sale de La Guaira rumbo a Puerto Cabe-
llo a bordo del vapor Colón. (Parece que no realizó
este viaje).
1864, enero 29. Nombra Agente Secreto al Capitán Da-
vid León. (Los nombramientos expedidos por
Duarte fueron ratificados por el Gobierno de la
Restauración).
1864, feb. 8. Nombra a Alejandro Gazán Canciller de la
Agencia de Curazao.
1864, feb. 16. Sale para Curazao en solicitud de un bu-
que que le conduzca a tierra dominicana. Le
acompañan su tío el Gral. Mariano Díez, su herma-
no Vicente Celestino Duarte, el Coronel poeta e histo-
riador Manuel Rodríguez Objío, y el venezolano Can-
delario Oquendo.
1864, feb. 23. En Curazao fleta un buque al Sr. José S.
Faneyte, sobrecargo de la goleta holandesa Gold
Munster, para viaje de Curazao a La Guaira y de ahí
a las Islas Turcas.
1864, marzo 1. De Caracas a La Guaira.
1864, marzo 2. Duarte y sus compañeros salen de La Guai-
ra. Dice Rosa Duarte: «En la Guaira se nos reunió el
Comandante Candelario Oquendo y salimos de este puer-
to a las 9 de la noche; a la mañana siguiente supo el Cón-
sul español por sus esbirros que nos vigilaban que yo me

43
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

había embarcado para Santo Domingo. Inmediatamen-


te ordenó al vapor Africa surto en La Guaira que me
siguiera (esto lo supieron mis hermanos, tan luego como
se dio la orden, por el compatriota y amigo Sr. Emilia-
no Tejera que amenizaba con su estimable presencia y
amena conversación algunos ratos la triste y solitaria
existencia de mis queridos hermanos).
«El vapor Africa fue dándonos caza hasta llegar a las
aguas inglesas y desembarcamos en las Islas Turcas el
10 de marzo».
1864, marzo 8. El Gral. , Gobernador de Santo Domingo,
le participa al Gobierno de Madrid las actividades
de Duarte, «Jefe del Partido Nacional en 1844 y primer
Presidente de la República proclamado en el Cibao en aque-
lla época…», que a fines de febrero se hallaba en Cu-
razao, arreglando los medios de favorecer con armas
y dinero a los rebeldes, a los cuales se incorporaría;
que había residido oscuramente en Venezuela; que
estaba en concierto con el Gobierno venezolano…
1864, marzo 8. Costean por el Norte de la Isla, perseguidos
por el vapor español Africa.
1864, marzo 10. Llega a Cayo Sol.
1864, marzo 11. Llegada al Gran Cayo.
1864, marzo 18. Fletan un barco para el Guarico, Cabo
Haitiano.
1864, marzo 19. Llegan a Cabo Haitiano.
1864, marzo 20. Recibe carta del 27 de febrero, desde
Coro, de su entrañable amigo P. A. Pina. Le da
noticias halagüeñas de la guerra restauradora. Le
dice: «Nos veremos en Curazao. Espero su aviso». Le
envía el conocido «Llamamiento a los dominicanos y
a nuestros hermanos de Sud América».
1864, marzo 23. Salen en bote hacia Monte Cristi.

44
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

1864, marzo 24. La calma los retiene en Bayajá.


1864, marzo 25. Llegada a Monte Cristi. Les recibe y aga-
saja el Jefe de Operaciones, Gral. Benito Monción.
1864, marzo 26. Camino de Guayubín. Monción les
acompaña.
1864, marzo 27. Visita en Guayubín al Gral. Mella, gra-
vemente enfermo. (Duarte y Mella no se veían des-
de 1844).
1864, marzo 28. Desde Guayubín Duarte le escribe al
Gobierno de Santiago.
1864, marzo 29. El Ministro de lo Interior da la siguiente
orden al Tesorero de Hacienda: «Debiendo llegar de
un momento a otro el Gral. Juan Pablo Duarte y varios
dominicanos más, Ud. se servirá mandar hacer inme-
diatamente cuatro o seis catres, preparándolos con sus co-
rrespondientes sábanas y almohadas».
1864, abril 1. El Gobierno responde a la carta de Duarte
del 28 de marzo.
1864, abril 2. Salen de Guayubín para Santiago. Llevan
enfermo a Duarte, y asimismo al Gral. Mella, Vi-
cepresidente del Gobierno, en estado de gravedad.
1864, abril 4. Llega a Santiago, asiento del Gobierno
restaurador.
1864, abril 5. Duarte y sus compañeros se presentan ante
el Gobierno de Santiago, en ofrecimiento de sus
servicios, «como soldados de la Patria».
1864, abril 7. El Gobierno de Santiago pone a su disposi-
ción la suma de $500.00 (¿abril 24?).
1864, abril 14. El Gobierno le avisa que ha resuelto uti-
lizar sus servicios encomendándole una misión di-
plomática en Venezuela.
1864, abril 15. Declina, razonablemente, el anterior en-
cargo. Le dice al Gobierno: «Crea V. que a no ser por

45
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

la escasez de salud no habría permanecido en la inacción


los días que hace que estoy aquí, pues con la venia de su
Gobierno hubiera pasado, cual pensaba, inmediatamente
cerca del ilustre Gral. Presidente José A. Salcedo a tener
el agrado de saludarle y conocer personalmente al que
tan dignamente preside a la Restauración dominicana».
1864, abril 21. Le dirige al Vicepresidente Espaillat esta
importante carta: El deseo de participar de los ries-
gos y peligros que arrostran en los campos de bata-
lla los que con las armas en la mano sostienen con
tanta gloria los derechos sacrosantos de nuestra
querida patria y la falta de salud que experimenta-
ba al recibir la nota fecha 14 del que cursa por la
cual se me ordenaba alistarme para emprender via-
je a Ultramar me compelieron con harto sentimien-
to a renunciar el alto honor que se me dispensaba
en la importante misión que se trató de encomen-
darme; pero al ver el modo de expresarse con res-
pecto a mi vuelta al país el Diario de la Marina se han
modificado completamente mis ideas y estoy dis-
puesto a recibir vuestras órdenes si aún me juzga-
réis aparente para la consabida comisión, pues si he
vuelto a mi patria después de tantos años de ausen-
cia ha sido a servirla con alma, vida y corazón, sien-
do cual siempre fui motivo de amor entre todos los
verdaderos dominicanos, y jamás piedra de es-
cándalo, ni manzana de la discordia. No tomo esta
resolución porque tema que el falaz articulista lo-
gre el objeto de desunirnos, pues hartas pruebas
de estimación y aprecio me han dado y están dan-
do el Gobierno y cuantos jefes y oficiales he teni-
do la dicha de conocer, sino porque nos es necesa-
rio parar con tiempo los golpes que pueda dirigirnos

46
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

el enemigo y neutralizar sus efectos. (Duarte se re-


fiere al insidioso artículo del Diario de la Marina, de
La Habana, del 28 de marzo, relativo a su presencia en
la República).
1864, abril 22. Contestación:
Señor General Juan Pablo Duarte.
El Gobierno ha recibido su nota fecha 21 de los
corrientes por la que se ve que se decide usted a
admitir la misión que se le confiara.
Este Superior Gobierno no cree de ningún valor
las razones que motivan su última resolución, pues-
to que tanto él como los demás generales y cori-
feos de la Revolución, lejos de prestar ninguna
atención al calumnioso artículo del Diario de la
Marina, ven con mucho gusto el regreso a su país
de todos los buenos dominicanos, los que ocupa-
rán en él el puesto a que le haga acreedor los ser-
vicios que presten a su país. Así, General, no crea
usted ni por un momento que su presencia pueda
excitar envidia ni rivalidades, puesto que todos lo
verían con mucho gusto prestando aquí sus bue-
nos servicios a la Patria. Sin embargo, siendo muy
urgente, como usted sabe, la misión a las repúbli-
cas sudamericanas, y habiendo este Gobierno con-
tado con usted para ella como lugar donde usted
mayores servicios podría prestar a su patria, apro-
vecha su decisión (si bien desaprobando las razo-
nes que la motivaron) y se ocupa en mandar re-
dactar los poderes necesarios para que mañana
quede usted enteramente despachado y pueda, si
gusta, salir el mismo día.
El Vicepresidente interino,
Ulises F. Espaillat.

47
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

1864, abril 22. El periódico madrileño La España, dice:


«Hay noticias dignas de crédito de que el Gral. Duarte
había ido a cooperar activamente con los rebeldes. Este
Duarte, de nombre don Juan Pablo, es sujeto que hizo
gran papel en 1844, cuando se formó la República Do-
minicana, habiendo sido proclamado entonces como
su primer Presidente en el Cibao…».
1864, abril 26. En carta al Presidente Salcedo alude a las
protervas intrigas del Diario de la Marina. Dice:
«Cuando ya había pedido caballos al Provisorio para po-
nerme en marcha hacia ese Cuartel General, vino a mis
manos un artículo a desunirnos para hacer inútiles los
esfuerzos de los dominicanos en la Restauración de la
República…» y que por ello había aceptado la mi-
sión que se le confiaba en el exterior.
1864, mayo. Orden de ruta para Haití, vía San José de
las Matas y Sabaneta. (El 31 de mayo estaba en
Las Matas, si no hay error en esta fecha, como es
de presumirse en vista del documento del 7 de
junio).
1864, junio 2. Muere uno de los más apasionados amigos
de Duarte y uno de los primeros próceres de la Re-
pública, el Vicepresidente Matías Ramón Mella.
Duarte le acompaña en sus momentos postreros.
1864, junio 7. El Gobierno de Santiago provee del po-
der de lugar a Duarte y a Melitón Valverde, para su
misión diplomática en Sur América. A este Poder
acompañan las Instrucciones y otros oficios diplo-
máticos de la misma fecha.
1864, junio 28. Llega a Saint Thomas, procedente de Haití.
Allí se le reúne el patriota Melitón Valverde, quien le
acompañaría en su misión diplomática en calidad de
Ministro Plenipotenciario de la República en armas.

48
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

1864, julio. Principios de mes. Avisa de su llegada a Saint


Thomas y de sus gestiones, en carta al Gobierno de
Santiago.
1864, julio 7. Carta a Duarte de su compadre Francisco
Saviñón.
1864, ag. 7. Desde Curazao le escribe a su amigo el Ge-
neral Desiderio Trías, Presidente interino de Ve-
nezuela recomendándole a su compañero Melitón
Valverde. También le escribe en el mismo sentido
al General Manuel E. Bruzual.
1864, ag. 8. En Curazao asciende a Teniente Coronel al
Capitán Federico Pérez García.
1864, ag. Llega a Caracas y de inmediato entra en las peren-
torias actividades de su misión diplomática. Junto con
amigos dominicanos y venezolanos hace una suscrip-
ción de fondos para la revolución dominicana.
1864, ag. 9. Carta desde Puerto Rico de su amigo Francisco
Martínez de León, trinitario.
1864, oct. 11. Carta de Francisco Saviñón a su «querido
compadre» acerca de la guerra.
1864, oct. 13. El Gobierno de Santiago le ordena a per-
manecer «en Caracas como representante suyo a fin de
que, cuando el Sr. Valverde se ausente para pasar a Nue-
va Granada, quede siempre representada la República Do-
minicana de una manera digna en Venezuela. Confía el
Gobierno a su patriotismo la prosecución de los pasos
acerca de aquel Estado y espera que ellos darán un resul-
tado feliz».
1864, oct. 17. El Gobierno de Santiago le informa acerca
de los cambios políticos ocurridos en el Gobierno
restaurador.
1864, oct. 18. El Gobierno de Santiago les urge a Duarte y
a Valverde el envío de armamentos.

49
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

1864, nov. 4. El Gobierno de Santiago le ordena investigar el


destino de prisioneros dominicanos de color que los
españoles internan en Puerto Rico y Cuba. (Con-
testación de Duarte del 7 de marzo de 1865).
1864, nov. 23. El Gobierno de Santiago le comunica el
decreto relativo a los dominicanos que aún perma-
necen en el exterior sin adherirse a la revolución.
1864, nov. 25. Pasa a Coro para entrevistarse con el Gran
Mariscal J. C. Falcón. Allí encuentra al General
Candelario Oquendo.
1864, dic. 10. El Gobierno de Santiago le informa del
curso de la guerra. (Contestación del 7 de marzo de
1865).
1864, dic. 11. Carta de su amigo Francisco Saviñón.
1864, dic. 14. Carta de Pina, desde La Vela.
1864, dic. 27. Oficio del Gobierno de Santiago acerca de
la política de España en América. Trata del Con-
greso de Lima de 1864. (Contestación del 7 de mar-
zo de 1865).
1865, enero 3. De Coro pasa a Caracas.
1865, enero 5. Avisa recibo a las autoridades de Santiago
de la comunicación en que le participan cambios
en el Gobierno, la elección presidencial del Gral.
Gaspar Polanco.
1865, enero 5. Carta al gobierno de Santiago, desde Cu-
razao. (Regreso de Coro a Caracas vía Curazao).
1865, feb. 2. El nuevo Gobierno de Santiago le pide con-
tinuar «sirviendo los intereses de la República con el mis-
mo celo y actividad hasta ahora desplegados».
1865, feb. 2. El Gobierno de Santiago le informa de los
cambios políticos ocurridos. (Una nota dice: «Ha
sido recibida por el Gral. Duarte en Caracas el 20 de
marzo, 1865»).

50
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

1865, feb. 16. Oficio del Gobierno de Santiago acerca de


Candelario Oquendo, implicado en la muerte del
Gral. Pepillo Salcedo. (Nota que dice: «Recibida por
el Gral. Duarte en Caracas el 20 de marzo»).
1865, marzo 7. Desde Caracas le escribe al Gobierno res-
taurador. Dice que «Mientras no se escarmiente a los
traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominica-
nos serán siempre víctimas de sus maquinaciones; el Go-
bierno debe mostrarse justo y enérgico en las presentes cir-
cunstancias o no tendremos Patria y por consiguiente
libertad ni independencia Nacional». Entre otras co-
sas dice: «…No he dejado ni dejaré de trabajar en favor
de nuestra Santa Causa haciendo por ella como siempre
más de lo que puedo, y si no he hecho hasta ahora todo lo
que debo y he querido, quiero y querré hacer siempre en
su obsequio, es porque nunca falta quien desbarate con
los pies lo que yo hago con las manos». En la misma
fecha otro oficio en que recomienda a su tío Ma-
riano y a su hermano Vicente Celestino.
1865, marzo 18. Desde Caracas le escribe a su amigo Fé-
lix María del Monte, entonces en Puerto Rico. Le
dice: «Tú escribe y trabaja bastante, y trabajemos, qui-
se decir, por y para la Patria, que es trabajar para nues-
tros hijos y para nosotros mismos. Sí, caro amigo, traba-
jemos sin descansar; no hay que perder la fe en Dios, en la
justicia de nuestra causa, y en nuestros propios bríos,
pues nos condenaríamos, por cobardes, a vivir sin Pa-
tria, que es lo mismo que vivir sin honor! Aprovechemos
el tiempo, y cuenta siempre con la invariable amistad de
tu socio, el General Juan Pab lo Duarte». (Otras cartas
de Duarte a Del Monte, perdidas).
1865, marzo 25. Desde Caracas le escribe a Álvaro Fer-
nández, patriota en Saint Thomas.

51
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

1865, marzo 26. Desde Caracas carta al General Cande-


lario Oquendo acerca de las acusaciones de que éste
ha sido objeto en relación con la muerte del Gral.
Salcedo.
1865, abril 11. El poeta Félix María del Monte responde a
su carta del 18 de marzo. Le dice: «Nuestro digno
amigo y compañero Sánchez que tan cordial y entusiás-
ticamente te amaba, murió con la esperanza de reunirse
a ti en la eternidad, y yo tengo la dicha de volver a hallar-
te en el tiempo: aquel terminó ya su gloriosa misión; la
nuestra está incompleta. ¿Por qué no estás en el Ci-
bao? Lo comprendo con dolor, aunque nada me dices. Nin-
guna gloria verdadera se excluye; porque sólo pueden exis-
tir rivalidades entre medianías ambiciosas. ¿Es que no
hay espacio para el Padre de la Patria y para su Protomár-
tir al mismo tiempo? No quiera el cielo que un espíritu
egoísta venga a perpetuar entre nosotros el germen de las
pasadas discordias. Sólo la nulidad es envidiosa; sólo re-
niega del mérito!»
1865, mayo 2. Carta a Félix María del Monte en con-
testación a la de éste del 11 de abril del mismo año.
(Una de sus más bellas y extensas cartas).
1865, mayo 5. F. A. de Meriño llega a Caracas. Visita a
Duarte. Copia algunos de sus versos.
1865, dic. Por el mes de diciembre muere en Caracas Fi-
lomena Duarte Díez, hermana de Juan Pablo.
1866, sept. 23. En los comicios en que fue elegido Pre-
sidente de la República el General J. M. Cabral ob-
tienen votos para la Presidencia (3 cada uno) Juan
Pablo Duarte y Ulises F. Espaillat.
1867, feb. 27. Por primera vez aparecen oficialmente jun-
tos los nombres de Duarte, Sánchez y Mella en un

52
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

arco de triunfo alzado en la calle de El Conde con


motivo de la celebración del día Patrio.
1867, mayo 20. Compra a Aniceto Sayas, en Caracas, una
casa, sita en la calle del Sol, lugar llamado Cam-
posanto del Este.
1869, oct. 10. El joven historiador José Gabriel García le
escribe y envía sus dos primeros libros. (Parece que
esta carta, perdida, y estos libros, indujeron a Duarte
a redactar los Apuntes reelaborados luego por su
hermana Rosa).
1869, oct. 29. Desde Caracas le escribe al joven historiador y
patriota José Gabriel García agradeciéndole el
envío de sus dos primeros libros. Le dice: «Tan lue-
go como las circunstancias me lo permitan me ocuparé
seriamente en recoger apuntes y traer a la memoria los
hechos pasados y tendré mucho gusto en poner a usted al
corriente de todos los que nos conciernan y merezcan la
atención del historiador».
1871, junio 4. Es fusilado en San Juan de la Maguana
el Coronel Juan Esteban Díez, hijo de José Díez,
primo de Juan Pablo. Acusado de luchar a mano
armada contra la Anexión de Santo Domingo a
los E.U.A.
1873, ag. 24. Muere en Caracas María Ignacia Duarte
Villeta, hija de V. C. Duarte. Hace la declaración
de la muerte su tío Juan Pablo Duarte.
1875, feb. 19. El Presidente Ignacio M. González le es-
cribe pidiéndole que regrese a la Patria «a prestarle
el contingente de sus importantes conocimientos, y el se-
llo honroso de su presencia». Pone a su disposición los
fondos para el regreso suyo y de su familia. No quiso
el prócer volver a la Patria que había fundado.

53
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

1875, ag. 28. Muere en Caracas Vicente María Duarte


Villeta, soltero, hijo de V. C. Duarte. Firman la
invitación al sepelio Juan Pablo, Manuel y Enrique
Duarte, José Ayala, Federico, Francisco y Felipe
Tejera.
1875, dic. 11. En sesión de la memorable Sociedad Liga
de la Paz, de Puerto Rico, el General Gregorio Lupe-
rón, su Presidente, aboga por la repatriación de
Duarte. Dice la reseña del acto. (El Porvenir, p. p.,
19 dic., 1875):
«También fue acordado en la misma sesión, solici-
tar por medio de circulares, a todas las sociedades y per-
sonas notables del país –después de obtenido el apoyo del
superior Gobierno–, para que ayudándonos en lo que
puedan contribuyan a hacernos menos difícil la muy
importante y meritoria empresa de poder volver al seno
de su querida Patria, al General JUAN PABLO DUAR-
TE, benemeritísimo patriota, Padre de la Patria y Már-
tir de todas nuestras contiendas; hombre en fin, que
después de haber dado vida a nuestra nacionalidad, reci-
bió por premio a sus nobles afanes la expulsión del suelo
nativo; haciendo hoy larguísimos años que gime en el
ostracismo y en la miseria sin que hasta la fecha se
hayan acordado los Dominicanos hacer justicia a tanto
heroísmo, abnegación y martirio!» «es el GENERAL
JUAN PABLO DUARTE, de cuyo cerebro brotó la idea
de independencia para Santo Domingo… (aquí dio el
orador breves pero interesantísimas noticias biográ-
ficas sobre aquel eminente prócer). Vive (prosiguió)
miserablemente en Caracas: dos hermanas suyas –que han
protestado vivir en la pureza virginal por no ver a su an-
ciano hermano salir a mendigar un pan– son las que lo
mantienen con el trabajo de sus costuras; y durante el

54
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

tiempo que llevan allí de residencia jamás ha pedido una


limosna!… Ni siquiera nuestro Gobierno le ha manda-
do a decir ‘Duarte! Ven a tu Patria! ven a morir al lado
de los tuyos!’ Lo ha mirado con indiferencia! ¡Ni aun de
esa Capotillo (goleta) ha podido disponer para traer-
lo!… y sí ha tenido de qué disponer para enviar Co-
misiones a Europa!… ‘Participemos, señores, nuestra re-
solución a las demás sociedades amigas! Abramos una
suscripción para que nuestro padre Duarte vuelva a su
patria! Solicitamos recursos del Gobierno; y si él no pue-
de –si se encuentra pobre–, contribuyamos nosotros con
lo que podamos para realizar este propósito!!!
«Ahora, quiero saber si la Sociedad está de acuerdo
con mis opiniones; si lo está, me lo hará saber poniéndose
de pies… (Todos los miembros, enternecidos, ebrios
de entusiasmo y con frenéticos y acalorados aplau-
sos, así lo hicieron)».
En diversos escritos Luperón menciona a Duarte
(Escritos de Luperón…, 1939). En sus Notas autobio-
gráficas llama al Patricio «…el ilustre iniciador de la crea-
ción de la República…, el ínclito fundador de la se-
gunda República, General don Juan Pablo Duarte».
1876, julio 15. En el Diario de Avisos, de Caracas, del sába-
do 15 de julio de 1876, aparece el suelto siguiente.
«Ha fallecido el General JUAN Pablo DUARTE, Caudi-
llo de la Independencia Dominicana; y sus deudos y
amigos que suscriben esperan de usted los acompañe a la
inhumación del cadáver mañana a las 9 a.m. en la I.P. de
Santa Rosalía.
«Caracas, julio 15 de 1876.
«Manuel Duarte, Enrique Duarte, José Ayala,
Prebendado Francisco Tejera, Dr. Federico Tejera, A.
S. de Vizcarrondo, Francisco Tejera, Marcos Guzmán,

55
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Felipe Tejera, Miguel Tejera, Andrés Tejera. Entre el Za-


muro y el Pájaro».
1876, julio 16. Apunta Rosa Duarte: «El General falleció a
las 3 de la mañana del 15 de julio de 1876. Se había
pronunciado independiente a las 11 de la mañana del 16
de julio de 1838, bajó a la tumba a las 11 de la mañana
el 16 de julio al cumplirse 38 años que se consagrara a
sólo vivir por su Patria».
1876, julio 17. El patriota puertorriqueño Andrés S. de
Vizcarrondo, grande amigo de Duarte, escribe en
emocionada Necrología, publicada el 24 de julio
en el Diario de Avisos, de Caracas. (Otras Necrolo-
gías de otros amigos de Duarte, de Félix Ma. del
Monte, Ml. de Jesús Galván y de Apolinar Tejera,
publicadas en la prensa de Santo Domingo).
1876, ag. 24. El Presidente Ulises F. Espaillat le escribe
a Rosa y Francisca Duarte expresándoles su con-
dolencia con motivo de la muerte del Fundador.
«Unos de mis primeros pensamientos al llegar a la Presi-
dencia –dice– fue el de llamar la atención nacional so-
bre la suerte del mártir del patriotismo que acaba de su-
cumbir en ese país», y les ofrece recursos para cubrir
sus deudas.
1879, ag. 19 y 30. El regidor del Ayuntamiento de Santo
Domingo, Domingo Rodríguez Montaño, inicia el
proyecto de depositar las cenizas de Duarte en una
de las Capillas de la Iglesia Catedral, pensamiento
realizado en 1884.
1883, febrero. En vista de sus penurias, la familia Duarte
acude por primera vez a su Patria en solicitud de auxi-
lio económico. José Prudencio Díez, tío de los Duar-
te, es el encargado de la piadosa misión. Trae con-
sigo para el Ayuntamiento de Santo Domingo un

56
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

retrato de Duarte. El 14 de mayo le dirigió al Con-


greso Nacional una exposición en solicitud de ayu-
da para los Duarte. El Congreso acogió la justa
petición y resolvió el 26 de julio, «autorizar al Poder
Ejecutivo para que haga trasladar al seno de la Patria y
por cuenta del Estado, la familia del Prócer Juan Pablo
Duarte, compuesta por dos hermanas y un hermano in-
válido; y para que le asigne una pensión que les permita
alcanzar el sustento mientras el Congreso Nacional re-
suelva lo que haya lugar acerca de la referida familia».
Rosa y Francisca Duarte hubieron de desistir de su
retorno a la Patria en vista de que su hermano Ma-
nuel, demente, se negó a ello. Tuvo lucidez bastan-
te para oponerse a volver a la tierra de donde había
sido arrojado.
1884, enero 24. Rosa y Francisca Duarte acceden a la
solicitud del Ayuntamiento de Santo Domingo para
el traslado de los restos de Duarte, de Caracas a su
villa natal. (La Comisión edilicia la componían don
Alvaro Logroño y don José Francisco Pellerano).
1884, feb. 27. Apoteosis de Duarte. Discurso de Meriño.
Inhumados sus restos en la Capilla de la Altagra-
cia, Catedral de Santo Domingo. Discurso de F. M.
del Monte. Dice: «Conocí demasiado a ese adalid de la li-
bertad dominicana. Fue uno de mis más íntimos ami-
gos, mi condiscípulo, mi compañero en la Trinitaria, en la
Sociedad Filantrópica, en el hecho de armas de la plaza de
la Catedral el 24 de marzo de 1843».
1884, ag. 18. Las hermanas Rosa y Francisca Duarte es-
criben al Ayuntamiento de Santo Domingo agrade-
ciendo su gestión por la que el Congreso Nacional
«se ha dignado votar la suma de dos mil pesos fuertes como
valor a nuestro favor para adquirir en propiedad una casa

57
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

en esa ciudad, que nuestra generosa Patria nos destina,


como también una pensión vitalicia de cuarenta y cinco
pesos mensuales, a contar desde julio del presente año».
1886. El Dr. Manuel Antonio Díez, primo hermano de
Duarte, ocupa provisionalmente la Presidencia de
Venezuela. (En 1896 era allí Ministro de Fomen-
to). Hijo de Mariano Díez. El Dr. Díez residió en
Santo Domingo en 1877.
1888, oct. 25.Muere en Caracas Rosa Duarte Díez, in-
mortal autora de los llamados Apuntes de Rosa Duarte,
acerca de la vida y obra del Padre de la Patria. Sepulta-
da el 26.
1889, nov. 17. Muere en Caracas Francisca Duarte y
Díez, hermana de Juan Pablo.
1890, agosto 8.– Muere en Caracas Manuel Duarte Díez,
último de los Duarte Díez. Sepultado al día siguiente.
1894, feb. 27. Emiliano Tejera escribe la más bella apo-
logía de Duarte, la exposición al Congreso Na-
cional acerca de la erección de la estatua de Duarte.
1898, sept. 15. El prócer febrerista Cayetano Abad Ro-
dríguez hace diversas revelaciones históricas: que
«el nombre de Juan Pablo Duarte era el que figuraba
como el del Jefe Principal del Movimiento… Hay que
advertir que tanto los Puello, como Mella y Sánchez reco-
nocían a su vez como Jefe de todos a Juan P. Duarte».
1912, junio 18. El Ayuntamiento de Santo Domingo re-
suelve colocar una lápida conmemorativa en la casa
en que fue fundada La Trinitaria, acto realizado el
16 de agosto del mismo año.
1928, sept. 17. En carta histórica, don Crispín Ayala
Duarte (Ver Apuntes de Rosa Duarte, 1970) ofrece
largas noticias de la familia Duarte. D. Crispín era
hijo de José Ayala y de Matilde Duarte, esta hija

58
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

de Romualdo Duarte y nieta de Vicente Celestino


Duarte. (En 1928 Matilde Duarte era la única su-
perviviente de los Duarte. Hoy subsiste la descen-
dencia de Crispín Ayala Duarte).
1930, julio 16. Es develizada la estatua de Duarte, en la
Plaza de su nombre, escenario de su victoria políti-
ca de 1843. Pronuncian sendos discursos el Presi-
dente provisional de la República, Lic. Rafael Estrella
Ureña, el Maestro Federico Henríquez y Carvajal y
el joven R. Paíno Pichardo. (Obra del escultor italia-
no Arturo Tomagnini, ganado en el Concurso abierto
en Santo Domingo, el 19 de marzo de 1928).
1943, nov. 11. En artículo que figura en esta obra, En la
Capilla de Inmortales, consta lo siguiente:
En cumplimiento de encargo oficial, en la tar-
de del día once de noviembre de 1943 tuve el dolo-
roso privilegio de asistir, en compañía de distingui-
dos ciudadanos, a uno de los actos más dramáticos
que puedan presenciarse: la apertura del nicho en
que reposan los restos de Duarte desde 1884, así
como de la urna de metal que los guardaba, con el
objeto de ser colocados en la urna de plomo en que
yacen, desde el 27 de febrero de 1944, en la Puerta
de El Conde.
Todas las miradas de los allí presentes, en la
Capilla de Inmortales, se concentraron en el crá-
neo en que fue concebida la idea separatista: algo
ennegrecido por la humedad, desprendida la man-
díbula inferior, amplia la frente, sobre los parieta-
les se adherían aún algunos mechones de cabello,
lacio, encanecido, mustio. La misma oscura pátina
envolvía los demás huesos, ya desarticulados por
el tiempo.

59
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

1944, feb. 27. Los restos de Duarte, de Sánchez y Mella


son sepultados en la Puerta de El Conde, Altar de
la Patria.
1967, dic. 7. Mediante Decreto del P. E. es creado el Ins-
tituto Duartiano. Instalado el 26 de enero de 1968,
con la presencia del Presidente de la República, Dr.
Joaquín Balaguer. Preside el Instituto el Lic. Pedro
Troncoso Sánchez.
1976, julio 15. Conmemórase en la República el Primer Cen-
tenario de la muerte del Padre de la Patria.

60
EN TORNO A DUARTE

Discurso de ingreso como Miembro de Número en la Academia


Dominicana de la Historia. (Sala Baralt de la Biblioteca Municipal
de Santo Domingo, 12 de octubre de 1935). Contestación del Dr. Federi-
co Henríquez y Carvajal.*

Damas y Caballeros;
Señores Académicos:
Mis primeras emocionadas palabras sean testimonio
de perdurable gratitud para los doctos académicos que
me hicieran la gracia de llamarme al seno de esta docta
Academia sin que me adornasen otras credenciales que
los propósitos de mi juventud entregada fervorosamente
al amor de los libros, de la historia y de las letras nacionales.
Cuando llegó hasta mí la inesperada nueva de que
había sido objeto de honor tan señalado, inútilmente quise
que fuese otro el elegido. Mi negativa debió desvanecerse
ante el reclamo imperativo y generoso que ahora me sirve

*
Para su publicación en Clío, No. V, de 1935, se le agregaron diversas notas,
ahora omitidas. En la misma edición de Clío, aparecieron el Discurso de
contestación, del Dr. Henríquez y Carvajal y el Proyecto de Constitución,
de Duarte.

61
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

de escudo para que mi elección no os parezca ilegítima:


«que junto a los maestros bien cabía la faena del discípulo».
Con esta calidad estoy entre vosotros, y con ella participaré
siempre de vuestras deliberaciones.
Es, empero, más ponderosa la carga del honrador destino
confiado a mis escasas fuerzas, puesto que vengo a llenar
el vacío dejado en hora triste por aquel varón austero que
de artesano humildísimo fue serenamente por la escala
del esfuerzo, de la inteligencia y la virtud hasta lograr
sitiales eminentes en el magisterio y en la magistratura, y
a quien las musas le ofrecieron la gloria de arrancar de su
lira, como suprema gestación poética, el Himno de la
Patria.
Para la devoción de los dominicanos don Emilio
Prud’homme no era únicamente el ilustre rapsoda; lo que
Tirteo para Grecia o lo que Rouget de Lisle para Francia.
Él era también silencioso apóstol de la enseñanza que
educaba con la palabra y el ejemplo, magistrado integé-
rrimo, orador mayestático en las tribunas del civismo,
prototipo de humildad que llegó hasta la altura sin
envanecerse de sus alas, corazón incontaminado en las
lobregueces de la vida pública, alma sencilla y diáfana en
la que estaba perennemente encendida esa luz pura que
vierte claridad benéfica sobre las otras almas. De su
semblante y del severo aliño de su persona emanaba cierta
invencible sugestión que sujetaba los corazones a la
veneración y al respeto, como si en él hubiese algo de
sagrado; como si las viriles estrofas de su himno hubiesen
reflejado en él parte de su augusta solemnidad.
El más valioso elogio que puede hacerse de
Prud’homme es proclamar que si los épicos versos del
Himno Nacional le conquistaron sitio de honor entre los

62
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

dominicanos inmortales, en cambio él se hizo merecedor


de tan excelsa gloria al consagrarse plenamente al ejercicio
de sus altos ministerios de sembrador de virtudes y ense-
ñanzas, en el hogar, en la escuela y en la Patria.
Su noble espíritu, que al desatarse de la carne perecedera
causóle a esta Academia sus primeros duelos, sírvame de
amparo en mi disertación sobre el egregio Fundador de la
República, como una mano invisible paternalmente
extendida a mi torpeza.
Un hombre esclarecido, el de mejores prendas inte-
lectuales en la empobrecida colonia española de Santo
Domingo, recogiendo en su espíritu batallador el eco de
las contiendas en que se debatían los pueblos de la América
del Sur, quiso poner su grano de arena reluciente en la
empresa emancipadora encabezada por Simón Bolívar, y
así lo hizo para gloria e infortunio de su Patria. La bandera
que señoreara por tres siglos en la isla, que fue altar
mayor del descubrimiento y la conquista del Nuevo Mundo,
sustituyóla por la bandera de Colombia. Era nuestra
primera y breve independencia, que por fatalidad incon-
trastable había de trocarse en noche de esclavitud y de
ignominia.
Puede afirmarse que esa libertad efímera tuvo su
génesis en la Real y Pontificia Universidad de Santo
Tomás de Aquino, en cuyo claustro se había cimentado
el prestigio que le fue menester al Dr. Núñez de Cáceres
para realizar su pensamiento. Por ello, al destruir la
naciente nacionalidad, Boyer comprende que es urgente
apagar esa antorcha, capaz de renovar la luz que produjera
la transformación política de que se aprovecha por los
fáciles medios de la fuerza y de la astucia, con el quimérico
empeño de sujetar definitivamente, al mismo yugo, dos
pueblos de radicales diferencias.

63
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

El dominador haitiano concibe entonces el plan de


embrutecer, diezmar y envilecer el país conquistado;
manifiesta ardientes ansias de visitar la célebre Universidad,
reúnense en claustro pleno los maestros y los cursantes
de las diversas facultades. El Jefe haitiano se muestra en
la asamblea con aparente afabilidad, pero con rabia repri-
mida pronuncia su cortés alocución: parabienes para el
profesorado; seguridades «de que tiene sumo interés en
conservar ese núcleo del saber humano»; y promesas de que
«bien presto enviará a estudiar un número de jóvenes haitianos,
para que con la unidad de doctrina adquieran un lazo de perpetua
unión». Pero no bien ha dado la espalda a la ciudad absorta,
cuando el General Borgella manda cumplir las inflexibles
órdenes del Presidente: la conscripción general de la
floreciente juventud dominicana, comprendiendo en
primer término a los estudiantes universitarios. Era una
luz apagada violentamente entre las nieblas de un naufragio.
De nuevo el éxodo ponía su indecible tristeza en el corazón
de los dominicanos. Letrados y estudiantes fueron entonces
a reflejar sobre otras playas los últimos destellos de nuestras
viejas glorias intelectuales y a florecer en ambientes más
propicios.
No se le escapaba al astuto Boyer que su dominación
sería más fácil y duradera sobre un pueblo sumido en la
ignorancia y falto de medios para obtener la más rudimentaria
ilustración, que sobre una sociedad en cuyo seno se
formaba, instruyéndose día por día, una brillante juventud
que le habría sido imposible sujetar a su absoluto señorío.
Y así, durante largos y angustiosos años, la vida de los
dominicanos era como una elegía inacabable o como un
viacrucis en que no se columbraba la final angustia del
Calvario ni esperanzas de remota resurrección.

64
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

En lo más espeso de la dominación, cuando en los


connubios forjados por violencia o desmedrado amor
comenzaban a mezclarse los descendientes de los
conquistadores españoles y los antiguos siervos de Francia,
llegó el predestinado, el que debía deshacer la obra de
Boyer.
Así como en las revoluciones que sacudieron a Francia
e Inglaterra y en las que tuvieron por consecuencia la
emancipación de las Américas fue preponderante y decisiva
la intervención de los intelectuales, el destino le reservaba
a un hombre de letras la redentora empresa de operar la
mutación política de la antigua Española. JUAN PABLO
DUARTE venía de «caldear el alma varonil al sol de sus ante-
pasados», según la bella expresión de Monseñor Meriño, y
de contemplar con los ojos del alma puestos en la esclava
tierra natal, las luchas por los fueros y libertades de
Barcelona que tan honda impresión hicieran en su espíritu,
allá mismo impregnado para siempre del misticismo de
Raimundo Lulio, que flotaba entonces con toda su divina
fuerza en el ambiente de la invicta y soñadora Cataluña.
Hablo de Raimundo Lulio porque hay algo en Duarte que
lleva el pensamiento hacia el místico poeta de cuya alma
brotara, como agua mansa y cristalina, el «Cantico del amigo
y del amado», y que en los años de su ardiente mocedad
entró a caballo en la Iglesia de Santa Eulalia, tras la
esquiva enamorada, con espanto de sacerdotes y feligreses.
Ese misticismo, «propio y exclusivo de algunas almas
selectas –como dice Menéndez y Pelayo– desasidas de las
cosas terrenas, y muy adelantadas en los caminos de la espiri-
tualidad», florecerá luego en la vida de Duarte, como la
más hermosa y sugestiva exteriorización de su grandeza
de alma y de su exquisita sensibilidad.

65
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Así como Boyer estimó necesario para hacer sólidas


las cadenas de su dominación hundir al pueblo dominicano
en los antros de la ignorancia, Duarte consideró que para
redimirlo era indispensable ilustrar a sus conciudadanos.
Esa fue su labor inicial y su primer apostolado. Sin distingos
de riqueza, de color ni abolengo, congregó la juventud en
torno suyo para ofrecerle la luz de sus conocimientos, que
eran, entre sus contemporáneos, los más avanzados de la
época. La palabra del maestro se iría convirtiendo gra-
dualmente en la vehemente palabra del patriota, hasta
lograr que en cada discípulo hubiese un camarada decidi-
damente presto a secundar su pensamiento de forjar la
nacionalidad dominicana. Este fue el más grande y luminoso
ideal de Duarte: que la patria naciera de la escuela. Ideal
en parte realizado, porque ella nació del alma del maestro
y del corazón de sus discípulos.
Tras la entusiasta faena del educador comienza la
arriesgada empresa del revolucionario y del político. «Todo
lo tengo meditado», decía entonces el futuro patricio, y
observa Serra que «tenía Duarte organizada la idea con tanta
prodigalidad y con tanta previsión, que bien se conocía que el
proyecto bullía en su cabeza desde mucho tiempo». Un día de
fiesta de la Iglesia, el 16 de julio de 1838, funda la socie-
dad patriótica La Trinitaria, como si necesitara que ella
surgiese ungida con el óleo y el fervor místicos de la so-
lemnidad cristiana. Con reminiscencias de la orden reli-
giosa y militar de los templarios, creada en tiempos de las
expediciones a Tierra Santa, La Trinitaria se constituyó
para emprender la cruzada de la liberación dominicana.
Partió de ella esa invisible red entretejida sabiamente por
el mismo Duarte, que sujetó las voluntades todas y las
dispersas ansias de libertad de sus contemporáneos en

66
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

una sola aspiración, pues ya era perentorio renovar la


luz fugazmente encendida por el Dr. Núñez de Cáce-
res. Esa fue la principal faena de la benemérita socie-
dad. La fe en la unidad política realizada en su seno, bajo
la dirección de Duarte, engendraría después la determi-
nación heroica de Sánchez y Mella.
La fundación de La Trinitaria no podía ser más oportuna
en ese momento histórico, cuya trascendencia no debió
evadírsele a la intuición política de Duarte. Hay un
hecho de real importancia que puede considerarse como
impulsivo en su determinación de constituir en esos días
la sociedad que fue génesis de nuestra independencia. El
12 de febrero de 1838 fue firmado en Puerto Príncipe el
nuevo tratado mediante el cual Francia reconocía
definitivamente la soberanía del Estado haitiano. Por una
convención de la misma fecha, Haití se comprometía a
pagarle a su antigua metrópoli una indemnización de 60
millones de francos, crecida suma que debía satisfacerse
no sólo a costa del pueblo haitiano, que era el único deudor
de Francia, sino también a expensas de los dominicanos,
que apenas podían subsistir bajo las exacciones de los
dominadores. Este hecho, considerado por los historiadores
haitianos como una de las causas de la Separación, que
hacía más duro y ponderoso el vasallaje que gravitaba
sobre el alma dominicana, ¿no arrancaría del pensamiento
de Juan Pablo Duarte la salvadora resolución de apresurarse
a fundar La Trinitaria? Tan apremiantes hechos irremisi-
blemente habían de tener sus inmediatas consecuencias.
Muy a buena hora, pues, fue constituida la célebre
sociedad, porque en ella se formó esa falange de patriotas
que pronto contrarrestaría el creciente prestigio de los
afrancesados, que proyectaban convertir la patria en un

67
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

protectorado de la nación vencida por Sánchez Ramírez


en la rota de Palo Hincado; no por desamor de su país,
sino porque, como hombres menos idealistas y radicales
que Duarte, le buscaban una senda más fácil y segura a la
realización de sus patrióticos empeños. Apenas había
servido durante un año el cargo de Cónsul General de
Francia en Haití que el Rey le había confiado en 1838,
cuando Levasseur adquirió la certeza de que los dominicanos
más eminentes e ilustrados aspiraban a hacerse indepen-
dientes, según consta en una interesante carta dirigida en
diciembre de 1843 al Ministro de Negocios Extranjeros
de Francia, en la que expuso largamente la situación
política de aquella época. Buenaventura Báez, el más
temible y avezado de nuestros viejos políticos, era el
portaestandarte de los afrancesados. Y todos los aires de
la patria no fueron para su ajena bandera, porque los
trinitarios tremolaron con mayor entusiasmo y decisión
la enseña que flotaría en el Baluarte del Conde ingrávida
de extraños colores.
Las ansias de libertad latentes en el pueblo dominicano
salían ya de lo subjetivo y de lo inerte para tornarse
acción y realidad. Como toda fuerza requiere la necesaria
expansión para crecer y renovarse, las atrevidas repre-
sentaciones teatrales que tenían lugar en Santo Domingo,
en las que se concitaban los patriotas contra el absolutismo
de Boyer, fueron el cauce por donde irían esas ansias
ensanchándose y trasmitiendo el vigoroso aliento que
contribuyó a trasmutar la obra intelectual de Duarte en la
obra militar del General Santana y de sus invictos capitanes.
Ya se alistaban los pueblos a entregarse a la empresa
preparada por Duarte, cuando éste los contuvo para
menguar anticipadamente las fuerzas del temible adversario,

68
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

sembrando entre sus propias huestes la disensión de que


debía sacar efectivas ventajas para la más fácil cristalización
de sus propósitos. Era que, de la lejana comarca de Los
Cayos, donde el paso de Simón Bolívar dejara gérmenes
de libertad que ahora renacían, venían persistentes rumores
de que se conspiraba contra el régimen absolutista de
Boyer. Duarte comprendio certeramente que era provechoso
coadyuvar en el derrocamiento del tirano. Romper la
poderosa unidad del gobierno dominador era un anticipo
de la victoria definitiva, pues, como dice el escritor
haitiano Alexandre Bonneau, la primera consecuencia de
la revolución de 1843 fue la separación dominicana. Como
subsecuente resultado de su cooperación en la afortunada
revuelta de Praslin, los dominicanos acaudillados por
Duarte entraron por vez primera en la política militante,
con derechos suficientes para inmiscuirse en los negocios
públicos, bajo el nuevo gobierno. Tal fue la primera
victoria política de Duarte, «triunfo del derecho contra el
hecho, precursor del alcanzado después en la noche del 27 de
Febrero». Duarte y sus entusiastas compañeros compren
dieron que ya tenían ganada la opinión pública, y que ya
estaba efectuada la polarización de ideales políticos,
labor primigenia que fue la base de nuestra libertad. Pudo
afirmarse entonces que la separación de Haití había
quedado virtualmente realizada y que sólo faltaba pro-
clamarla. «Ya estaba en sazón aquel elemento étnico superior
que –según Lapouge– es menester para dirigir los cambia-
mientos sociales y arrastrar las multitudes». Hasta ese punto
llegaba la tarea de aquel hombre superior a quien le dieron
el mote de Quijote dominicano que aspiraba a independizar
su ínsula para entregársela a los Sancho Panzas que le
rodeaban, cuando adversos hados vinieron a empujarle

69
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

hacia el destierro. Sólo hubiera llegado hasta ahí la


trascendental labor de Duarte, y ello bastara para que se
le diese el título de Padre de la Patria.
Pero antes de penetrar el corazón del pueblo, la idea
separatista sufrió las inevitables desviaciones inherentes
a toda innovación política. Como no fue posible extinguir
a tiempo las fuerzas y las condiciones sociales que le eran
adversas, ni preparársele una base sólida en la conciencia
colectiva, comenzaron a manifestarse decididamente las
tendencias partidaristas que Duarte pretendía contener,
manifestando que «todo pensamiento de mejora en que el
sentimiento nacional se postergara a la conveniencia de partidos,
debía siempre reprobarse, porque puesto en ejecución constituía
delito de lesa patria».
En el momento mismo en que Duarte reclama la
acción conjunta de todos los patriotas, el Presidente de
Haití acude al frente de poderoso ejército a conjurar la
tempestad que se avecina. No logra deshacerla sino aplazarla
para mejores días, porque los dominicanos persisten
secretamente en sus propósitos. Duarte, ahora en obligado
exilio, no pierde la dirección de los separatistas que
accidentalmente toman a Sánchez por caudillo, cuyas
valiosas actividades de aquellos días quedaran patética-
mente consignadas en los dramáticos Apuntes de Rosa
Duarte, breviario de grandezas y miserias que contiene,
como un Nuevo Testamento, la Semana Santa de nuestra
historia. Ya la nave expedicionaria que espera a Duarte
dejará las playas de la hospitalaria isla de Curazao para
dirigirse al puerto dominicano de Juan Dolio, donde le
aguardarían los primeros soldados de nuestra libertad,
cuando le llega la gran nueva: sus partidarios habían dado
el grito de independencia anticipándose a su arribo. Por

70
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

un instante, el más trascendental de nuestra historia, todos


los dominicanos se abrazaron a la bandera duartista; todas
las fuerzas concentradas en una sola voluntad pusiéronse
al servicio del ideal de Duarte y lo convirtieron en firme
realidad. Pero su ausencia de la Puerta del Conde en la
noche de Febrero, «a pena de la vida», no rompe la unifor-
midad de su obra, Duarte era la causa impulsora de la
acción, que no podía desvanecerse a falta de su presencia
corporal, ya que aquella constituía la serie de las causas y
condiciones, el conjunto de los antecedentes sin el cual
no se habría producido el efecto. «La creencia en la causa –
dice Locke– consiste en la convicción de que más allá del
fenómeno, es decir, de lo que comienza a existir, hay otra cosa
que lo atrae a la existencia. Nada de lo que comienza, comienza
por sí mismo ni nace espontáneamente de la nada; pero no puede
venir a la existencia sino por la virtud de un ser bastante poderoso
para dar el ser. La causa es la acción». Así, pensar como
Duarte, y por medio del propio y tesonero esfuerzo lograr
que otros realizaran lo que él pensó, es una verdadera
acción, la más difícil de todas las acciones. Tal sería el
caso de Martí, aquí, en tierra nuestra, en el Cibao, junto a
Máximo Gómez, cuando se dio el grito de libertad de
Cuba.
Apenas proclamada la República la Junta Central
Gubernativa suscribió el día 8 de marzo de 1844 el
llamado Plan Levasseur, según el cual la nueva nación
quedaba para siempre bajo el protectorado de Francia a
cambio de la perpetua cesión de la Península de Samaná,
nuestra «Viña de Naboth», «bien supremo o grave mal», como
la llamara Rodríguez Objío en uno de sus cantos.
Tan pronto llegó a las riberas del Ozama, el 14 de
marzo, Duarte comprendió que era urgente destruir los

71
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

proyectos de los afrancesados, y a ello dedicó su noble


inteligencia. En las deliberaciones de la Junta, que le
constituyó en uno de sus miembros, protestó enérgica-
mente de tan lesivo plan y llevó su ardiente reconvención
al seno del pueblo y del ejército haciéndoles partícipes de
sus principios nacionalistas. A este acontecimiento se
refirió más tarde el esclarecido prócer, en estas palabras
de su hermosa carta al Gobierno de la Restauración: «me
pronuncié contra el protectorado francés deseado por esos facciosos
y cesión a esta potencia de la Península de Samaná, mereciendo
por ello todos los males que sobre mí han llovido». Y Juan
Isidro Pérez, el ilustre loco», que perdió la razón quizás
porque la tuvo más brillante que la mayoría de sus
contemporáneos, juzgó con clara lucidez esa labor de su
mentor y compañero a cuyo triste retiro enviara estos
conceptos de alabanza y de consuelo: «La historia dirá que
fuiste el único vocal de la Junta Central Gubernativa que con
honradez a toda prueba se opuso a la enajenación de la península
de Samaná. La oposición a la enajenación de la península de
Samaná es el servicio más importante que se ha prestado al
país y a la revolución».
En efecto, el retorno de Duarte significa la conservación
de la soberanía en su absoluta integridad, el triunfo del
ideal separatista sin restricciones, del legítimo nacionalismo
contra las tendencias de afrancesados y españolizados,
de esas facciones políticas que fueron origen de la anexión
a España y de la frustrada incorporación a los Estados Un idos
de Norte América, que tantos infortunios le acarrearon a la
Patria. Asimismo, las corrientes reaccionarias contra esas
liviandades políticas, tienen su origen intelectual en los
principios fundamentales de Juan Pablo Duarte, sea
Sánchez, su discípulo en el culto patrio, quien los sustente,

72
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

o sea Luperón, que es después de Duarte el más nacio-


nalista de los próceres dominicanos. «El hombre de la idea
redentora –dice don Félix María Del Monte– era muy capaz
de haber dado dirección a la cosa pública. Él llevaba en su mente
aquella creación política, encarnación feliz de sus largos ensueños,
y solo él por aquel entonces hubiera podido imprimir a la
revolución de Febrero el sello de su magnífica concepción, e impe-
dido sus primeros desvíos y sus posteriores claudicaciones».
Sorprende la semejanza del momento histórico de la
formación de nuestra nacionalidad con el de la Indepen-
dencia de la Madre Patria, tan certeramente interpretado
por Alfonso Reyes. «La guerra de la Independencia –dice–
corría sobre España como corría el fuego sobre aquel incendio
de Corinto, para hacer un solo metal de todos los metales fundidos.
A veces, se habla del sentido oscuro de los pueblos, del instinto
difuso, recóndito, de la patria. A veces esas abstracciones parecen
bajar a la tierra, desde el cielo platónico adonde flotan. Pero
todo vive diferenciándose, y en aquella bullidora masa nacional
pronto se notan las corrientes contrarias. Bajo los estrépitos de
la guerra, en las conciencias, cundía ya hasta para dar eficacia
al hecho militar bruto e incorporarlo constitucionalmente a la
vida española, cundía la discordia de la razón: el equivalente
moral de la guerra, que había de hacer de ella un estado crónico
para un siglo. En la guerra de Independencia se debe buscar
algo más que la guerra. La guerra de Independencia no sólo es
un acto contra el invasor, sino una ebullición interna. No se logra
fundir en uno todos los metales del incendio, que al cabo se
reparten en dos, en tres y hasta en cuatro masas principales.
Porque no se trata, como los simplistas pretenden, de un choque
entre buenos y malos, entre blancos y negros, entre patriotas
por una parte y afrancesados por la otra… Vemos –continúa
Reyes citando ahora conceptos de López Aydillo–, tres

73
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

grandes núcleos de la opinión española: uno, el constituido por


los que sin obstáculo aceptaron la soberanía de José Napoleón,
y que antes habían aceptado las ideas de la revolución francesa
y a quienes el pueblo apostrofó con el bochornoso nombre de
afrancesados, que valía tanto como renegados, antipatriotas,
vendidos; otro grupo, nueva casta de afrancesados, fieles a la
soberanía nominal de Fernando VII, y adictos a las de la
revolución; y un tercer grupo de hombres, con los cuales estaba
potencialmente la masa del pueblo, que abominaba de los hombres
y de las ideas de Francia, leales a su Rey absoluto y devotos de
los principios tradicionales. Pudiéramos añadir aún una
muchedumbre escéptica, propicia a obedecer al vencedor, dentro
de la cual no faltaban aquéllos que no tenían reparos en especular
arteramente merced a las circunstancias. ¿Por qué, como una
alucinación, la historia resucita y se reincorpora cada vez que
se la recuerda? Cambian los nombres: las masas de opinión
permanecen. La raza es dura en sus direcciones fundamentales,
cualidad o error, y sólo anda a golpes de disidencia, a empellones
de los menos contra los más… Cada uno de aquellos grupos de
opinión concebía su España a su modo. Pero a ese segundo grupo,
a esos afrancesados que no dejaban de ser patriotas y acaso eran
más que todos, tocaba predicar el nuevo evangelio social».
Si esa era en horas tan críticas la situación política de
España, nación secularmente instituida, ¿cuál no habría
de ser la de nuestra patria, que no había roto aún los velos
de la infancia? La propia Francia sufrió tan larga serie de
crisis históricas que le hicieron decir al sociólogo Le Bon,
que, «para crear en un pueblo como el francés la comunidad de
pensamientos y sentimientos que forman su alma, se han
necesitado más de diez siglos». Tales ejemplos nos enseñan
que debemos darle a nuestra historia un sentido más lógico
y humano, aceptando la imperfecta obra de nuestros

74
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

próceres, como el precioso mineral que ofrece, confundido


en sí mismo, el metal y la escoria.
En aquel piélago de miras políticas opuestas Duarte
encarnaba la concepción más pura del ideal de indepen-
dencia: la creación de la nacionalidad sin limitación
alguna. Báez y los que con él simpatizaban con el protec-
torado francés negociado con el Cónsul Levasseur, aspi-
raban a un cambio político menos radical y previsor
porque a la postre habría sido la liberación del amo negro
para entregarse al amo blanco. Las prédicas de Gaspar
Hernández y de Fray Pedro Pamiés tenían por factores
razones étnicas y religiosas, y por objeto, no la institución
de la República, sino el retorno a la vida colonial bajo el
inerme pabellón de España, liberal protectora del clero,
que era uno de sus viejos elementos de dominación. El
amor que esos ilustres sacerdotes españoles le profesaban a
la religión que Boyer había desmedrado y que los
revolucionarios que le derrocaron amenazaban destruir
favoreciendo abiertamente a los misioneros metodistas e
ingleses con menosprecio del culto tradicional de los
dominicanos, es el airado aliento que sopla en los discursos
pronunciados por ellos en la improvisada iglesia de la
Misericordia, en 1843, en presencia de las autoridades
haitianas. Tanto es así que los historiadores haitianos
consideran que ese vilipendio de la Iglesia dominicana
fue una de las poderosas causas de la separación. En los
principios monárquicos del Padre Gaspar Hernández, y
en su firme adhesión a la iglesia de que era ardiente
defensor, hay que buscar la causa de sus cálidas prédicas
contra los dominadores, a quienes condenaba como
indignos fieles de Jesucristo. Así, cuando en tierra extraña
el Padre Gaspar recibe la noticia de los acontecimientos

75
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

de Febrero, en sus palabras no hay hosannas ni consejos


constructivos para la obra realizada: hay sólo una invec-
tiva para el dominar haitiano, excrecencia de odio racial
y clerical, y una extemporánea invitación para los
dominicanos, a quienes anhelaba ver de nuevo bajo el
lábaro de España. El Padre Gaspar Hernández era un
retrasado Sánchez Ramírez, no de la acción sino del
pensamiento. Todos, sin embargo, afrancesados y espa-
ñolizados contribuyeron eficazmente al triunfo de la causa
separatista, por esa misteriosa trasmutación de los actos
egoístas de los hombres en bienes colectivos. Los justos
motivos que tuvo Duarte, desde el sagrario de su inalterable
radicalismo nacionalista y agitado por santa ira, para darle
el título de facciosos a los afrancesados, ya no deben de
existir para la crítica histórica. La sombra infamante que
pesaba sobre ellos se fue desvaneciendo, como el lento
caer de un velo que cubriese una estatua.
Había un intocado aspecto de la obra del egregio
patricio, que tengo ahora la satisfacción de presentar a la
consideración de los amantes de la historia y de los estudios
constitucionales. Duarte constitucionalista. Como coro-
namiento de su magna faena de creador Duarte formuló
un interesante Proyecto de Constitución del Estado, obra
de su pensamiento y de sus propias manos, que si tuvo el
ad verso destino de quedar sin aplicación alguna, en cambio
es, desde hoy, después de casi un siglo de redactado, nueva
y luminosa fuente para el conocimiento de sus ideas
políticas, ceñidas indefectiblemente a rigurosas normas
de moralidad y de bien público.
En esa Constitución florecen maravillosamente el idea-
lismo y el fervor patriótico del grande hombre que
luchaba con las enteras energías de su alma por la

76
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

consolidación de la nacionalidad que había creado, en


cuya aurora brillaba incierta luz amenazada por violentas
ráfagas. Más que una carta política ella es un hermoso
catecismo de ética para el Estado y para el pueblo, digno
de figurar junto a las adustas páginas de la Moral Social
que nos dejó el Señor Hostos. Por encima de la no escasa
ciencia constitucional, en el precioso documento res-
plandece el acendrado patriotismo de Juan Pablo Duarte,
culto en que su espíritu se abisma, como si bajo el cielo que
fue merecida aureola de su frente no hubiese ningún
encanto suficientemente sugestivo para arrastrarle hacia
menos graves y angustiosos pensamientos.
A lo largo de su proyecto de Ley Fundamental, Duarte
reitera el sagrado precepto de la soberanía sin restricciones
e inmanente, como él la designaba, estimando, seguramente,
que no bastaba su simple enunciación, puesto que tal
persistencia serviría para afirmar los principios naciona-
listas que él trataba de inculcar en la conciencia de sus
conciudadanos. Después de la invocación a la divinidad,
el Supremo Autor, Arbitro y Regulador de las Naciones,
acostumbrada en los documentos del constitucionalismo
de la época, Duarte coloca la majestad de la ley, que él
define como una «regla a la cual deben acomodar sus actos,
así los gobernados como los gobernantes», y señala el proceso
que debe regir su formación jurídica. El artículo sexto es
particularmente interesante, como se advierte por su simple
lectura: «Siendo la Independencia nacional la fuente y garantía
de las libertades patrias, la Ley Suprema del Pueblo Dominicano,
es y será siempre su existencia política como Nación libre e
independiente de toda dominación, protectorado, intervención e
influencia extranjera; cual la concibieron los Fundadores de
nuestra asociación política al decir (el 16 de julio de 1838),

77
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

DIOS, PATRIA y LIBERTAD, REPÚBLICA DOMINICANA,


y fue proclamado el 27 de Febrero de 1844, siendo desde luego
así entendido por todos los pueblos cuyos pronunciamientos
confirmamos hoy; declarando además, que todo gobernante o
gobernado que la contraríe, de cualquier modo que sea, se coloca
ipso facto y por sí mismo fuera de la Ley». Es oportuno señalar
que de ese artículo se desprende una nueva prueba favo-
rable a la fecha clásica de la fundación de la Sociedad La
Trinitaria, el 16 de julio del memorable año de 1838, y no
de 1840 como insinúan algunos.
Según Duarte, las relaciones que debían existir entre
la Iglesia y el Estado eran menos estrechas que las
consagradas por los Constituyentes de San Cristóbal, para
quienes la religión Católica, Apostólica y Romana, que
era la del Estado, debía tener «todo el carácter de una insti-
tución política». Duarte concebía más avanzadamente el
precepto constitucional, al enunciar que la religión
predominante en el Estado era la que nosotros profesamos,
y al consagrar la «libertad de conciencia y la tolerancia de cultos
y de sociedades no contrarias a la moralidad pública y a la caridad
evangélica», que han sido, históricamente, los primeros
derechos individuales reivindicados.
La declaración del régimen de gobierno propuesto está
contenida en el siguiente canon en que Duarte reitera una
vez más el cardinal principio de la soberanía: Puesto que el
Gobierno se establece para bien general de la asociación y de los
asociados, el de la Nación Dominicana es y deberá ser siempre
y antes de todo, propio, y jamás ni nunca de imposición extraña,
bien sea esta directa, indirecta, próxima o remotamente; es y
deberá ser siempre popular, en cuanto al modo de organizarle,
representativo en cuanto al sistema, republicano en cuanto
a su esencia, y responsable en cuanto a sus actos».

78
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Fundado sobre tales bases, peculiares de un gobierno


esencialmente nacionalista y democrático, el Estado
debía fortalecerse con la más amplia distribución de las
funciones de poder; el Poder Municipal, el Poder Legis-
lativo, el Poder Judicial y el Poder Ejecutivo. A las tres
clásicas funciones de poder, Ejecutivo, Legislativo y
Judicial, Duarte agrega el Municipal, que Benjamín Constant
había adicionado a las concepciones del poder de
Montesquieu y de Cleremont Tonnerre, animado del
propósito de darle al gobierno de Francia una base de
libertad más sólida. El Poder Municipal fue reconocido
por primera vez en la vida constitucional dominicana en
la Ley Sustantiva de 1865, a raíz de la Restauración, que
contó a Duarte entre sus próceres, y mantenida luego en
la Constitución del siguiente año. No huelga advertir que
entre los Constituyentes que redactaron la Constitución
de 1865 aparecen dos de los más adictos discípulos y
fraternales compañeros de Duarte, Pedro Alejandrino Pina
y Jacinto de la Concha. Sería difícil conocer los resultados
de ese sistema, que tuvo tan efímera consagración, porque
toda ley necesita cierta perduración para producir sus frutos.
La norma no adquiere valor, como observa Pérez Serrano,
sino cuando los años han ido revistiéndola de aquel poder
misterioso y sugestionador que determina el asentimiento
prestado inconscientemente a lo remoto y consagrado. El
eminente Profesor Duguit considera la concepción del
Poder Municipal como un producto histórico que los
legisladores franceses de 1789 mantuvieron porque
cuadraba perfectamente con la doctrina metafísica de los
poderes separados y de la soberanía indivisible, y porque
correspondía a las tendencias descentralizadoras de la
época. Tales eran las ideas políticas de Duarte en aquellas

79
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

horas de convulsión, en las que pretendía obtener el


ordenamiento de la sociedad y garantizar, principalmente,
la amenazada libertad de sus conciudadanos.
Infortunadamente, el esbozo de Constitución trazado
por Duarte ha llegado incompleto hasta nosotros. La parte
casi desconocida ahora comentada ligeramente, hallada
cuando se estimaba perdida en el naufragio de los archivos
nacionales, no muestra la fecha de su redacción, pero puede
afirmarse que fue escrita hacia los meses de marzo y julio
de 1844, en aquellos días críticos en que todas las fuerzas
de la mente y del espíritu de Duarte se agitaban frente a
los empeños anexionistas de los que, faltos de fe en los
recursos heroicos y en el denuedo de los dominicanos, no
concebían que la Patria lograra subsistir sin entregarla a
la interesada protección de Francia o de otra nación
cualquiera que fuese como invencible luz opuesta a las
siniestras sombras que surgían de Occidente.
En la vida de los grandes hombres ocurre lo mismo
que en los árboles; a los golpes del hacha inanimada
responden con esencias y retoños, con nueva y exuberante
vida. Así, mientras algunos luchan tendenciosamente por
menospreciar las glorias del Padre de la Patria, de él mismo
surge inesperada y victoriosa luz; porque quien fue sufrido
mártir de la ambición de sus contemporáneos, es aún
víctima propiciatoria de la incomprensión y de interesados
juicios cuya propia inanidad los convierte en calumnias
de la historia. En su reciente libro sobre los Hombres
Geniales dice Kretschmer que «el origen de la gloria del
genio o fama está intensamente acondicionada por la coyuntura
sociológica. En la duración relativa de la fama está el principal
motivo diferencial entre el auténtico genio y el falso o circuns-
tancial. A este último lo olvida pronto la historia, mientras que

80
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

los verdaderos valores personales resisten la prueba del fuego de


la sucesiva antítesis a que toda gloria está sometida en las
síntesis culturales de las siguientes generaciones. Entonces las
magnitudes típicas de la moda se esfuman en las ulteriores
críticas de la ciencia y el arte, o sólo se las menciona después
como curiosidades del estilo de una época, mientras aquellos
valores, fundados en las leyes de la psicología humana, adquieren
un relieve cada día mayor. Sólo algunas personalidades mal
conocidas pueden escapar a esta ley». Duarte ha resistido
victoriosamente todas las pruebas del fuego de las antítesis,
de que habla el sociólogo alemán, tanto ayer como ahora,
que hasta se pretende desconocerle la virtud de la deter-
minación heroica, olvidando las distintas ocasiones en
que él se viera sobre las sirtes de mortal peligro, princi-
palmente cuando apareció inesperada y misteriosamente
en el mismo teatro de la guerra restauradora, odisea que
no tuvo la resonancia de la epopeya de Febrero, pero sí
tan arriesgada para Duarte y el puñado de valientes que
le seguían llenos de fe como a un apóstol que los reclamos
de la patria en peligro convirtieran en soldado.
En verdad que Duarte no es un héroe, a la manera de
Duvergé, ni de Cabral, que deja atrás a sus soldados, en
medio del combate, para encender su espada en la sangre
de Antón Pierre. Él fue un «héroe de sacrificio, la única clase
de héroes legítimos que ha producido nuestra patria». Por eso
no podía pedírsele que produjera lo que estaba en contra-
posición con su carácter, ni reprochársele que no hiciera
la obra secundaria cuando hizo la obra primordial, que
no es patrimonio sino de pocos mortales el pensamiento
y su realización perfecta. Nada importa, sin embargo, que
Duarte fracasara como político, en el sentido vulgar de la
palabra, cuando el mismo Bolívar sufrió idéntico fracaso,

81
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

a pesar de su genio y su destreza en el manejo de la pluma


y de las armas.
Por todo ello, con el mismo aliento cívico que arde en
las unánimes protestas cuando inconsultamente se pretende
atentar contra la perdurabilidad de nuestros venerandos
monumentos históricos, así debemos impedir que desmedren
nuestra historia, secándole sus claras y sagradas fuentes
o enturbiándolas con intención inocultable. Duarte es de
la clase de próceres que necesita nuestra patria; es el
patricio cuya veneración urge fomentar en el espíritu de
las generaciones dominicanas; no el culto de héroes a
veces sin principios, cuyo valor, que es planta vulgar en
nuestra tierra, los encumbró a las primeras magistraturas
del Estado, donde fue una fatalidad que se pusiese a prueba
el patriotismo demostrado en las batallas. El héroe es un
Sol cuya luz no necesita señalarse, pero que toma sus
resplandores del fiat-lux que rige el universo. La voz del
génesis, como pensamiento del patriota, perdida y quizás
olvidada en la inmensidad de lo creado, es la estrella
inapagable que, para sorprenderla y admirarla en su
radiante plenitud, es menester mirar hacia la altura. En
ella hay que buscar a Duarte, por encima de los hombres
de su tiempo y de la informe obra de los héroes y de los
políticos mezquinos que lo convirtieron en el Arístides
dominicano al hundirlo en las tristezas y desazones del
destierro.
El patriotismo sin par de Juan Pablo Duarte, su radical
nacionalismo, sus saludables ideas políticas, su religiosidad,
su misticismo, su grandeza en la adversidad, su culto de
la amistad, su abnegación, su estoicismo y sus eternos
infortunios, son atrayentes fases de su vida, merecedoras
de estudios especiales que vayan constituyendo los

82
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

elementos necesarios para su biografía definitiva, porque


ya está cercano el centenario de la República concebida
por él, sin que se le haya erigido en la literatura histórica
dominicana, junto al que dejó la mágica pluma de Tejera,
el monumento digno de sus glorias, más perdurable y
aleccionador que el bronce inerte que se levanta en la plaza
de su nombre inmortal.
Dice Ortega y Gasset, que «el sistema de ilusiones de
cada persona es lo que constituye su vida». Tras ese prisma
debemos contemplar a Duarte; que en el conjunto de sus
virtudes, de sus obras y de sus eternas ilusiones de patriota
sorprenderemos en su magna grandiosidad la personalidad
que no es aún popular en nuestra América por falta de
clarines que pregonen su gloria, la más pura, la más alta,
la primera en la historia y en el corazón de los dominicanos.

83
DISCURSO DE RECEPCIÓN Y DE BIENVENIDA,

LEÍDO POR EL MAESTRO DR. FEDERICO HENRÍQUEZ Y


CARVAJAL, PRESIDENTE DE LA ACADEMIA

Señores Académicos;
Damas y Caballeros:
Acabáis de oír una afirmación y ahora oiréis una
confirmación.
Duradera como pocas, y quizás como ninguna de las
más antiguas, ha sido en el decurso de los siglos y llega
hasta la centuria que cerrará el segundo milenio de la era
cristiana, la tradición que fija en la edad proyecta la aptitud
y la experiencia necesarias para el ingreso en determinadas
corporaciones de índole científica o de carácter político.
La senectud ha sido, en un lapso de evos, una credencial
para quien aspira a ocupar la curul patricia en el Senado o
el sillón alfabético en la Academia. ¡Fortunate senex! cantó
el cisne de Mantua…
Desde el alba de la vida histórica, cuando las tribus
nómadas se hicieron sedentarias y hubo el gobierno de
facto, pues el de jure advino como consecuencia del régimen
jurídico del Estado, en las tres secciones continentales del
mundo antiguo establecióse el Consejo de los Ancianos.

85
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Era un grupo selecto. Componíase de sacerdotes de luengas


barbas encanecidas, fluminenses, al servicio del culto
religioso sobre el ara de la tumba, y de jueces, no menos
seniles y venerables, no para detener el sol como Josué,
sino para impartir justicia aunque fuese como el famoso
Alcalde de Zalamea.
Africa y Asia dan testimonio de ello. Así lo hubo en
Egipto, en China, en Caldea, en Arabia, en la Judea y en
la India. Europa pisó sobre sus huellas. Grecia y Roma,
cada una a su turno, instituyó tales consejos con venerables
patricios o con ciudadanos conspicuos, a quienes casi
nunca se les jubilaba. Húbolos también en el Nuevo Mundo.
Húbolos en la indeterminada época precolombina. Los
monarcas del Anáhuac y de México, los incas del Perú y
del Cuzco, los caciques del Caribe y de las Antillas,
respectivamente, contaron con el voto consultivo de su
experiencia. El Consejo de los Ancianos parece haber
dado origen a esa tradición milenaria. Es una hipótesis
admisible.
Pero la tradición, aun la de mayor arraigo y aun cuando
llegue a convertirse en una costumbre, como cualesquiera
otras manifestaciones de la vida social o de la vida política,
no está fuera de la ley sociológica de la evolución indefinida.
Así se vio en el siglo décimonono, que no en vano se ciñe
el lauro épico de la independencia bajo el régimen de la
democracia representativa. Así se ha visto en los siete
lustros ya transcurridos del presente, el vigésimo, cuyo
es el triple legado que lo caracteriza: el socialismo
económico, el principio de las minorías y la interdepen-
dencia de las naciones que forman la Magna Civitas.
Ni el cabildo, n i el senado, ni la academia, ni el tribunal
supremo, cuerpos colegiados, se integran ya totalmente

86
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

con nevadas testas vetustísimas. A la mitad –y en ocasiones


a menos– se ha reducido la edad sexagenaria otrora
requerida para recibir la investidura como individuo de
esas corporaciones. En nuestro país no faltan ejemplos.
No aludo a los casos violadores de la ley –que los ha
habido y no pocas veces– sino a casos normales al abrigo
de las leyes. Tal baste con dos citas. La una: Meriño sólo
tenía veintisiete años cuando asumió, en 1859, la jefatura
de la arquidiócesis, sede vacante, en la histórica Ciudad
Primada de las Indias; y entonces pudo ser –si se hubiese
reorganizado el cabildo– el joven deán de la Catedral
Metropolitana. La otra: uno de sus discípulos cumplía los
treinta, la edad prescrita por la ley sustantiva, cuando el
voto unánime de los samanenses, a fines de 1878, le
impuso la toga viril de senador por la provincia cuya es la
península que, como una espada, solía vibrar en resguardo
de la bahía –golfo de las flechas.
La tradición persistió en algunos países donde imperó
el absolutismo «de orden del rei»¸ y las academias han sido
las más reacias al respecto. La evolución, sin embargo y
aunque a paso lento, va ganando terreno. Sé de una que,
bajo la dirección sucesiva de un prócer octogenario y de
otro nonagenario en el tercio final de la pasada centuria,
no era accesible sino a escritores de edad madura; pero
que, ya en el primer tercio de este siglo, presidida por un
estadista y orador preclaro, primero, y luego por un maestro
y escritor doctísimo, ambos en el otoño de su noble vida,
ese mismo centro de cultura les ha dado fácil acceso a
críticos, ensayistas, dramaturgos y noveladores que
gozan aún de los dones de juvenilia.
He traído a colación o a cuento, segun os plazca, las
frases relativas a la tradición o costumbre en que me ocupo

87
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

–a guisa de exordio de mi discurso– como para compensar


e ilustrar con ellas las que el recipiendario dedica, en actitud
modesta y con sencillas palabras, a excusar su presencia
a deshora, en la del alba, en el seno de la Academia de la
Historia. Y amplíolas de buen grado y en honra suya.
La juventud ofrece dos distintos aspectos. En unos,
regalo de los dioses, es un placer efímero, como exclusivo
del organismo físico; en otros, primavera de la vida, es un
goce que va de la superficie al fondo, como exclusivo del
organismo moral en las tres potencias del alma: la voluntad,
la razón y la conciencia. El joven académico no figura en
el montón casi anónimo de los unos, sino se perfila en el
grupo minorista de los otros. Porque para él nunca hubo
el placer de la holganza ni el de los deportes exclusivos;
sino el sereno goce mental y estético de los estudios con
disciplina. Como estudiante fue un modelo, dentro y fuera
de las aulas, y lo es como estudioso. Las aulas escolares,
para él, fueron una promesa; y en las cátedras universitarias
de la Facultad de Derecho, luego, coronó con el éxito y la
investidura la noble carrera civil del foro y los estrados.
Su vocación ha sido evidente, en el ágora de la historia,
y hala demostrado en la búsqueda de documentos y en las
investigaciones históricas, con algunas páginas insertas en
diarios y revistas y con ensayos monográficos que fueron
premiados en concursos cívico-literarios. Con ese
promisor bagaje –que irá formando un rico acervo– bien
pudo ser seleccionado, y lo fue en buen hora, entre un
distinguido núcleo de jóvenes no menos dignos y de no
menor cultura histórica.
Advierto, además, o se me ocurre, que, como los doce
individuos de número se integran de nuevo con los dos
académicos recién elegidos, el joven recipiendario será,

88
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

desde hoy y por algún tiempo, el bienvenido y bien hallado


Benjamín de la Academia Dominicana de la Historia.
¡Así sea!
Emilio Rodríguez Demorizi no ha venido sólo a ocupar
el sitio destinádole bajo el sol indohispano de este centro
de cultura y de civismo. La imaginación alada –que no
siempre ha sido una ardilla ni la loca de la casa– vuela a
todo lo largo y en torno del pretérito y logra dominarlo y
alcanza a ver al adolescente que, en un día cualquiera, alé-
jase de la villa costera –parcela de vida al margen de la
gran bahía samanesa– en donde se meció su cuna, para ser
internado en un colegio de La Vega Real y el alto milagro
de la Virgen; recorrer más tarde la costa atlántica de la Isla
Española, para detenerse en la región feraz y de fáciles cul-
tivos que le dio a su familia el precioso regalo del fundo y
el hogar campestre; y para fijar al fin su residencia urbana,
otro día inolvidable, en la altiva ciudad porteña que luce,
como su mirador o su atalaya, la enhiesta montaña heráldi-
ca de la legendaria Isabel de Torres.
La imaginación, persistiendo en su vuelo de fantasía,
lo ha visto ahora venir, desde la ciudad isabelina, apoyado
filialmente en el brazo cordial de quien, en espíritu y como
maestro y guía, ha venido acompañándolo para cederle
el sillón de la letra D. El momento es emotivo. Lo es en
grado sumo porque –presa como fue de una mortal dolencia
que lo llevó a la tumba– aquel hombre bueno y ejemplar
ciudadano, nuestro colega fenecido, no llegó a ocupar ese
sillón vacío en su honorable condición de miembro fundador
e individuo de número de la Academia Dominicana de la
Historia.
El Licenciado Emilio Prud’homme –a quien sucede
el recipiendario como individuo de número en este centro

89
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

de investigaciones históricas– es el amable guía que lo ha


acompañado en espíritu, y en honor de quien, con algunos
párrafos de amor y justicia, acaba de hacer el joven
académico un encendido elogio póstumo. Para Emilio
Rodríguez Demorizi era fácil y era grato encarecer, como
lo ha hecho, las manifestaciones de esa vida sencilla, la
del poeta y maestro amado, llena a veces de claridades de
luna y a veces de esplendores de estrella. Con cálida frase
–pues gratitud como nobleza obliga– le ha rendido parias
al servidor honesto del Estado en las tres funciones de
gobierno, al abogado y al maestro, y al autor de la letra
del himno coral que ha llegado a ser, merecidamente, el
himno nacional dominicano.
No es, sin embargo, al versificador de los decasílabos
adaptados por el compositor a la música marcial de su
himno, a quien, en primer término, nos cumple hacerle
encendido elogio en este acto público de reconocimiento
de las prendas y los dones de su noble espíritu. No menos
valiosas son las otras credenciales que luce; y una hay
que le ciñe el mejor de los lauros atribuidos a su labor de
cultura y de civismo. Tales son: las del abogado austero y
pulcro, y las del juez de recta conciencia moral y jurídica;
las del legislador fiel a su mandato y a su investidura, y
las del secretario en el consejo ejecutivo del gobierno
civil nacionalista; las del poeta de las silvas a la escuela y
a la patria y los madrigales y baladas henchidos de
ingenuidad y ternura; y, en un plano superior y cimero,
las más nobles credenciales de su noble y modesta vida;
las del educacionista y maestro, honra del moralismo, con
cuarenta años de vocación fervorosa y de servicio teso-
nero en el augusto y civilizador ministerio cívico de las aulas
escolares.

90
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Ahí lo teneis en su integridad espiritual. Así lo ha visto.


com los ojos del alma, su sucesor reconocido. Tal fue el
ilutre académico fenecido.

Señores:
Entro ya en el tema de evidencias históricas sobre el
cual ha discurrido en su disertación, lúcidamente, el
recipiendario. Para mí, como para él, ningun otro de mayor
interés biográfico, ni más acepto por la magnitud de su
valor cívico y de su valor histórico. Ese tema es mi predilecto.
Acaso tambíen lo sea para la Academia de la Historia.
¡Duarte!
Su sonoro apelativo, andaluz o hispalense, es como
una clarinada sobre el baluarte épico y bajo la égida de la
bandera trinitaria. Es como una síntesis de ingentes virtudes
de magnas ideas y de óptimos ideales.
¡Duarte!
Su vida de prócer eximio es una fecunda almáciga y, a
la vez, una mina de oro inagotable. Vida hercúlea, como
pocas, como ninguna en torno suyo, por la rara energía de
su perseverante esfuerzo moral y volitivo; vida cristiana,
por excelencia, por intensidad y la extensión de su sacri-
ficio heroico.
De la superhombría de Juan Pablo Duarte, como creador
de la nacionalidad dominicana, dan testimonio fidedigno
sus tres jornadas sin paralelo conocido: Cinco años de
asiduo estudio del medio, con el concurso de sus relaciones
y merced al prestigio social por él adquirido en ese lustro;
seis años de ímproba labor revolucionaria, organizada y
dirigida por él como único jefe, la cual culminó con la
proclamación hecha en el Baluarte la noche épica de
Febrero; y treintidos años de reclusión en las selvas de

91
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Río Negro y de aislamiento bajo la pesadumbre de su propio


monólogo interno, como Hamlet, sintiendo en la noble
entraña cordial el infamante estigma de la diabólica
proscripción vitalicia. Él la convirtió en voluntario exilio,
en un gesto cívico insuperable, antes que acogerse a la
amnistía insincera otorgada por quienes, en ejercicio pleno
de la tiranía a ultranza, jamás tuvieron fe en el porvenir
de la patria.
En torno a Duarte… El epígrafe del tema elucidado
sugiere, apenas oído, un alto símil con o sin hipérbole.
Este: en torno de un faro, monumental, que alumbra el
escenario de nuestra historia. Pensad por un momento en
el magnífico faro colombino en proyecto.
Holgadamente se ha movido el joven académico en
torno de la vida y la obra de Juan Pablo Duarte. En su
obra y en su vida, nos hace ver al prócer egregio con sus
características espirituales. Séame la ocasión propicia para
seguirle en ese viaje circular alrededor del héroe.
El misticismo ofrece dos aspectos; y hay que distinguirlos.
Es, en uno, exclusivamente subjetivo y contemplativo.
Dijérase que su luz es sólo interna y no se proyecta al
exterior sino como algo imperceptible. Ese misticismo,
introspectivo y estático, lo profesan algunos espíritus
religiosos que viven –y a veces mueren– en olor de santidad,
y se exhala en votos y plegarias. En algunos poetas, como
Amado Nervo, hace de la lira un ara santa. En el otro –
aunque también radica en el sujeto–, es siempre activo y
actúa, como una fuerza centrífuga, en actividades de
diversa índole, Santa Teresa de Jesús, la doctora mística,
superadora de su sexo como antes lo fuera Isabel la Católica,
es un alto ejemplo histórico de misticismo activo. El
misticismo de Duarte fue como el de la excelsa escritora

92
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

avileña. El mentor, el apóstol y el maestro formaron en su


espíritu un triángulo equilátero; y sus ángulos actuaron
sucesivamente y luego en acción conjunta. El mentor
orienta; el maestro educa, el apóstol edifica. Eso hizo
Duarte. Así es como el magisterio culmina en apostolado.
Con esa investidura trinitaria, como un símbolo, como
los colores de la bandera y el lema de su escudo, fue al
mismo tiempo el patriota, el inductor y el jefe único de
los legionarios de la causa libertadora. Así fue como lo
vieron, lo amaron y lo siguieron sus amigos, sus discípulos
y sus partidarios no personalistas. Así lo vio, lo amó y lo
siguió el selecto grupo de los trinitarios –los iniciados por
él y por el juramento– que el 16 de julio de 1838 constituyeron
el núcleo de la red extendida en todo el país bajo su dirección
suprema. Así pudo verlo, en espíritu solar, la legión
febrerista y trinitaria la noche de la gesta victoriosa del
épico baluarte: ¡el Arco de Triunfo de la Independencia!
Y así se le vio regresar del ostracismo y se le recibió con
vítores y palmas y se le aclamó como el Padre de la
Patria.
Así lo ha visto también, en su vida y en su obra, y nos
lo ha hecho ver en su claro y sereno discurso el nuevo
académico. Y con igual criterio cívico e igual sentido ético,
acrisolados en un ponderado juicio crítico también ha visto
al patriota tal como se destaca en su obra y en su vida.
El patriotismo es una síntesis. Duarte, por sus virtudes,
fue un modelo de hombre y de ciudadano. El más virtuoso
de los atenienses le sugirió su nombre de guerra; y Duarte
fue el Arístides entre los trinitarios del primer cuadrado
del número simbólico que le sirvió de raíz a la Trinitaria.
Su patriotismo es diáfano e inmaculado. Nada lo nubla.
Nada lo empaña. Nada lo eclipsa.

93
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Como un deber imperativo, austero y absoluto, fue su


acendrado patriotismo. Fue cual un sol sin ocaso, en su
alma y en el cielo de las sombras que lo envolvieron, en
la reclusión y el aislamiento, cuando sonó la hora trágica
de su triste destino.
Dos hechos de ejemplar civismo elevaron su patriotis-
mo a inmensurable altura histórica. Uno: su carta –orden
para la entrega del acervo de la familia, huérfana de padre,
obligándose él a reintegrarlo, con destino al fondo revolu-
cionario. Otro: su actitud viril en contra de toda injerencia
extraña con daño de la soberanía. Su consigna, en el pri-
mer caso, fue ésta: «Todo por la Patria». Su protesta, en el
segundo, fue un acto oficial; y el vaticinio de Juan Isidro
Pérez –el trinitario pensador que perdió el juicio a modo
de ofrenda de amor a la patria y a su creador preclaro– cúm-
plese ya como un fallo de justicia histórica. Repitamos con
el «ilustre loco»: «Duarte fue el único vocal de la Junta Guberna-
tiva que se opuso a la enajenación de la península samanesa»…
Duarte se perfila también, en el discurso que comento
y contesto, como mártir y como héroe. El martirio suele
ser la pira en que el heroísmo se acrisola. El martirio de
Duarte acaso no tenga ejemplo. No fue físico, sino psíquico.
Once años de consagración a su magna obra nacionalista
–¡oh antítesis y paradojas de la política del egoísmo!– fueron
contrastados con treintidos de martirio moral sin
intermitencia. Su monólogo interior –al ver mistificada
para siempre su obra de amor y de color ungida con la
sangre de su espíritu– lo absorbió perennemente. Su
martirio evoca el suplicio de Tántalo. En religioso silencio
lo padecía. Pero lo que callaba la lengua enmudecida
–que jamás se quejó ni maldijo– iba denunciándolo su
macerado y demacrado organismo físico. Cito solamente
un dato cierto que da testimonio de ello.

94
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Cuando Duarte llegó al Cibao, en armas contra la


anexión inconsulta e impuesta al pueblo tiranizado, a
principios del año 1864, y se detuvo en Santiago de los
Caballeros –precisamente en donde, veinte años antes,
habíales dado a sus conciudadanos una elocuente lección
de civismo, al declinar su proclamación como primer
Presidente de la República– sólo tenía cincuentiuno
cumplidos. Allí puso su espada al servicio de la causa
restauradora, cual un soldado cualquiera; y el gobierno
desairó su patriótico ofrecimiento. Túvosele por un
anciano. Fue un prejuicio. Su hermano, una década mayor
que él, estaba entonces en la línea de fuego por la región
oriental, y Luperón rendíale parias a su patriotismo
heroico. Nadie se dio cuenta del error sufrido; y el alto
prócer, extranjero en su patria, hubo de abandonar el país,
a no volver sino en urna cineraria, con una embajada
ad-honorem. Años después, en relación con ese hecho,
un joven oficial restaurador me decía: «Duarte había enve-
jecido, bajo el peso de su prolongado martirio, y se le tuvo por un
anciano valetudinario».
Doce años transcurridos, en 1876, moría en Caracas,
casi como el soldado desconocido, con la apariencia de
un octogenario, cuando no de un centenario.
Con él se había iniciado, en 1844, inicuamente, el
martirologio de los próceres dominicanos.
El héroe integra la nómina de sus características –que
son como facetas de un diamante– y ocupa el centro en el
círculo de su vida luminosa. La vida de Duarte fue toda y
es un modelo de heroísmo a lo Carlyle…
Rodríguez Demorizi lo ha visto aun bajo otro aspecto
casi desconocido. Un documento autógrafo lo revela como
pensador y constitucionalista, o, cuando menos, como
liberal e ilustrado constituyente. Se trata de un proyecto

95
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

de ley sustantiva, inconcluso, manuscrito de puño y letra


del patricio. Ese proyecto de Constitución debió ser
articulado –como lo induce el recipiendario– en aquellos
días de interrogaciones y exclamaciones para el patriotismo
en vela, cuando el prócer esclarecido era «el único vocal
que formuló la cívica protesta nacionalista en el seno de la Junta
Gubernativa».
Ocupa las diez últimas páginas del discurso –y son
treinta las de su contenido– el examen crítico que ha hecho
de sus tópicos de mayor relieve, los que se sirven de base
ética al régimen social y los que le sirven de base jurídica
al régimen político. Holgaría, pues, el comentario a los
conceptos y al juicio formulados y emitidos por el diser-
tante en esa postrera parte de su disertación, porque ellos
se fundan en los mismos datos que suministran el precioso
documento en referencia y la propia obra nacionalista rea-
lizada por el apóstol y maestro de las falanges trinitarias y
febreristas. Pero acaso no huelgue el ponderar, a la luz de
su edificante patriotismo, el fecundo espíritu cristiano y fi-
losófico con que Duarte armoniza la moral con el derecho
y resumen en la soberanía –inmanente como la justicia–
los atributos inherentes a la nación que se constituye.
Es evidente –y salta a la vista– que la orientación
constitucionalista de Juan Pablo Duarte era más avanzada
y superó a cuantas, para satisfacer las egoístas exigencias
del centralismo presidencialista, influyeron en la mayoría
de las constituciones, sin orientación o desorientadas, que
han regido en el país las funciones del gobierno y el
ejercicio de los derechos individuales y absolutos.
Ese es un nuevo lauro en la corona cívica de su proceridad
primogénita.
¡Mirad, señores!

96
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Es el alba de nuestra historia patria. Pasa Duarte y se


le ve de alma entera en el espejo luminoso de su propia
vida. Tal se le vio en el sexenio generador de su obra
nacionalista, en un claro ambiente de adhesión sin reservas
y de amor abnegado, seguido por la juventud que lo tuvo
por su mentor y guía y lo aclamó como el jefe único de la
revolución libertadora del dominio intruso. Tal se le vio,
evocado por mí, el año 1894, ante la Junta Erectora de la
Estatua de Héroe, en el momento psicológico en que, «con
la diestra mano a la altura del corazón magnánimo y la mirada
escrutadora en las lejanías del futuro», pronunciaba el juramento
promisor de la epopeya victoriosa. Y ahora lo vemos
como lo vio José María Serra, ilustre prócer trinitario de
la primera hora, que tan a fondo lo conocía, cuando iba a
pronunciar el fiat creador de la patria nueva. Así nos lo
presenta, en esta imagen fidelísima, como un predestinado
y tocado en su espíritu por la divina gracia.
… «¡Y lo vi transfigurado! Sus ojos azules, de mirar sereno,
le centelleaban; su tez suave, teñida de ordinario por las rosas,
en aquel momento parecía deberle su color a la amapola; sus
labios finos, donde de continuo una dulce y cariñosa sonrisa
revelaba la bondad e ingenuidad de aquella alma noble e
inmaculada, veíalos convulsos agitando el negro y espeso bigote
que, a la vez que formaba contraste agradable con su dorada y
poco poblada cabellera, al dilatar la longitud de la frente, dábale
majestad a su fisonomía». Con el pecho erguido, adelantando
el paso, acompañando la acción con la mano derecha,
como si terminara una arenga concitadora ante el pueblo,
repitió: «Fuera toda dominación… ¡Viva la Libertad! ¡Viva la
República Dominicana!»
Y el maestro ultraoctogenario, a su turno, con el verbo
aún en llamas estelares, tiende las alas de su espíritu,

97
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

dominadoras del tiempo y del espacio, cual la paloma


bíblica del mensaje de paz y de vida, y, con el alma
henchida de amor y sedienta de justicia, elévase a la altura
de la más eminente cumbre del patriotismo dominicano
–JUAN PABLO DUARTE– y, ya en la cima, plégalas
con temblor sagrado y actitud reverente, tal como suele
plegarse la bandera nacional, símbolo del civismo, de
heroísmo y de gloria, en ocasión de los actos festivales
del civismo, para rendirle los honores máximos al héroe
por excelencia, como ilustre Padre de la Patria y perilustre
Fundador de la República!

98
DUARTE CONSTITUCIONALISTA

PROYECTO DE LEY FUNDAMENTAL*


DIOS, PATRIA Y LIBERTAD

Nos los infrascritos, nombrados por los Pueblos,


Representantes legítimos de la nación Dominicana,

*
Este precioso documento, de puño y letra del Fundador, se conserva en el
Archivo de Duarte, que custodiaba el Maestro don Federico Henríquez y Car-
vajal, quien lo había publicado en su revista Letras y Ciencias, No. 164, de 1889.
Poco después fue reproducido en La Opinión Nacional, No. 31, del 5 de
abril del mismo año. De ahí fue tomado para su reproducción como Apéndice
de los dos discursos precedentes. Aparecido, luego, el manuscrito original,
fue publicado por el Dr. Carlos Larrazábal blanco con la siguiente nota:
«Este Proyecto de Ley fundamental apareció publicado en el No. 164 de
Letras y Ciencias de 1889. En Clío en 1935, con motivo del trabajo de ingreso
en la Academia de la Historia del Licenciado Emilio Rodríguez Demorizi,
que toca en dicho trabajo el Proyecto aludido. Materialmente consiste este
documento en un cuadernillo formado con hojas de papel azul marca «Bath»
doblados por la mitad, en la dirección de su ancho, cosidas con hilo negro,
que hacen un total de diez fojas pequeñas. Casi todas las fojas están cruzadas
por rayas diagonales, unas que comprende la foja entera, otras sólo parte de
ella. No aparecen estos testados en las fojas 4a y 5a, pero vuelven a aparecer
en la 10 y última».
(Apuntes de Rosa Duarte. Archivo y versos de Juan Pablo Duarte. Edición y notas
de Emilio Rodríguez Demorizi, C. Larrazábal Blanco y V. Alfau Durán, S.D.,
1970. Instituto Duartiano, Vol. I, p. 212).

99
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

reunidos en augusta Asamblea Legislativa, en el nombre


de Dios, Supremo Amor, Arbitro y Regulador de las
Naciones, y en uso de las facultades que para ello se nos
han conferido, visto el Proyecto de Ley fundamental
sometido a nuestra consideración por… hemos adoptado
y decretamos la siguiente Constitución del Estado.

CAPÍTULO 1O. DE LA LEY

Art. 1o.– Ley es la regla a la cual deben acomodar sus


actos, así los gobernados como los gobernantes.
Art. 2o. – Para que esta regla merezca el nombre de
Ley Dominicana y deba, por tanto, ser acatada y obedecida
como tal, es necesario que, en la forma que esta Constitución
prescribe, sea: 1o. propuesta por autoridad a quien ella
acuerde este derecho; 2o. discutida, adoptada y decretada
por el Congreso Nacional (de que se hablará más adelante)
como se explicará en su lugar; y 3o. sancionada y
promulgada por el Poder Ejecutivo, según y como se
establece en esta misma ley fundamental.
Art. 3 o.– Los tratados internacionales, para que
deban ser tenidos por Ley internacional, deben, además,
y antes de su sanción y promulgación por el Poder Ejecutivo,
ser ratificados por el gran Consejo Nacional de que se
hablará después.
Art. 4o.– Las ordenanzas municipales, para que tengan
fuerza de ley, en sus respectivos grandes Municipios,
deben ser aprobados por el Congreso Nacional, cual se
dirá en la 2a. parte de esta Constitución cuando se trate
del Fuero Municipal.
Art. 5 o.– Los acuerdos, Reglamentos, etc., de las
Autoridades, tanto nacionales como municipales o locales,

100
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

tendrán fuerza de ley siempre que el dictarlas esté en el


círculo de sus atribuciones y no extralimiten sus facultades.
Art. 6o.– Siendo la Independencia Nacional la fuente
y garantía de las libertades patrias, la Ley Suprema del
Pueblo Dominicano, y es y será siempre su existencia
política como Nación libre e independiente de toda
Dominación, Protectorado, intervención e influencia
extranjera, cual la concibieron los Fundadores de nuestra
asociación política al decir (el 16 de julio de 1838), DIOS,
PATRIA Y LIBERTAD, REPÚBLICA DOMINICANA
y fue proclamado el 27 de Febrero de 1844, siendo desde
luego así entendido por todos los Pueblos, cuyos pronun-
ciamientos confirmamos y ratificamos hoy; declarando,
además, que todo gobernante o gobernado que la contraríe
de cualquier modo que sea, se coloca ipso facto y por sí
mismo fuera de la ley.
Art. 7o.– Toda ley no declarada irrevocable es derogable,
y también reformable en el todo o en parte de ella.
Art. 8o.– Para la derogación de una ley se guardarán
los mismos trámites y formalidades que para su formación
se hubieran observado.
Art. 9o.– Toda ley no derogada clara y terminantemente
se considerará vigente; sin que valga el decir, que «ha
caducado o caído en desuso», ley que no haya sido derogada.
Art. 10 o.– La ley no puede tener, ni podrá jamás
tener, efecto retroactivo.
Art. 11o.– Ninguno podrá ser juzgado sino con arreglo
a la ley vigente y anterior a su delito; ni podrá aplicársele
en ningún caso otra pena que la establecida por las leyes
y en la forma que ellas prescriban. (12 bis).
Art. 12o.– Lo que la ley no prohíbe, ninguna persona,
sea o no sea Autoridad, tiene derecho a prohibirle. (Véase
Art. 12 bis).

101
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Art. 13o.– A la voz de «favor a la ley» todo dominicano,


sea o no sea Autoridad Pública, está obligado a acudir al
socorro del que invocó el «favor de la ley», so pena de ser
castigado por su omisión según y como dispongan las
mismas leyes.
Art. 14o.– Y con mayor razón si el que invocare el
favor fuere Agente público todo transeúnte está obligado
a prestarle mano fuerte so pena de ser castigado como ya
se ha dicho.
Art. 15o.– La ley es la que da al gobernante el derecho
de mandar e impone al gobernado la obligación de
obedecer, por consiguiente, toda Autoridad no constituida
con arreglo a la ley es ilegítima y por tanto no tiene derecho
alguno a gobernar ni se está en la obligación de obedecerla.

DE LA NACIÓN DOMINICANA
Y DE LOS DOMINICANOS

Art. 16o.– La Nación Dominicana es la reunión de


todos los Dominicanos.
Art. 17o.– Debiendo ser la Nación Dominicana como
se ha dicho en el art. 6o., siempre libre e independiente,
no es ni podrá ser jamás parte integrante de ninguna otra
nación, ni patrimonio de familia ni de persona alguna propia
y mucho menos extraña.
Art. 16o.– (sic) La ley así como le niega a la Autoridad
ilegítima la soberanía inmanente –que es la que regula
los negocios domésticos– le niega también la transeúnte,
que es la que representa a la Nación en su correspondencia
con los otros Estados; y por consiguiente todo tratado o
pacto celebrado por esta Autoridad ilegítima es nulo y en
ninguna manera obligatorio para la Nación, aun cuando

102
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

lo en él estipulado no hubiere salido de la esfera de las


facultades cometidas por las leyes a la Autoridad legítima.

DE LA NACIÓN DOMINICANA

Art. 17o.– (sic) La Nación Dominicana es la reunión


de todos los Dominicanos.
Art. 18o.– La Nación Dominicana es libre (art. 6) e
independiente y no es ni puede ser jamás parte integrante
de ninguna otra potencia, ni el patrimonio de familia ni
persona alguna propia ni mucho menos extraña.
Art. 19o.– La soberanía dicha inmanente (art. 16) y la
transeúnte, reside esencialmente en La NACIÓN; es
inadmisible y también inajenable aun para la misma
Nación, que usando de ella no acuerde a sus Delegados
(que son el Gobierno legítimo), sino el derecho de su
ejercicio para gobernar en bien con arreglo a las leyes y
en bien general de los asociados y de la Nación misma.
Art. 20o.– La Nación está obligada a conservar y
proteger por medio de sus Delegados, y a favor de leyes
sabias y justas, la libertad personal, civil e individual, así
como la propiedad y demás derechos legítimos de todos
los individuos que la componen sin olvidarse para con
los extraños (a quienes también se les debe justicia) de
los deberes que impone la Filantropía.

DE LOS DOMINICANOS

Art. 21o.– Son dominicanos los que obtienen esta


cualidad o por nacimiento o por haber obtenido del
Gobierno cédula de nacionalidad con arreglo a la ley.

103
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Los dominicanos por nacimiento son:


1o. Aquéllos que descendiendo por ambas líneas de
Padres Dominicanos hayan nacido en territorio nacional
–o a bordo de buques nacionales en alta mar o surtos en
puerto nacional o en extranjero amigo, enemigo o neutral–,
o en territorio extranjero siempre que su ascendiente sea
Agente del Gobierno o se halle fuera del país con licencia
de él; y los hijos de éstos.
2o. Los nacidos de Padre o Madre Dominicanos en el
territorio, buques, etc.
3o. Los hijos de los extranjeros, etc.
Art. 22º- Todos los extrangeros naturalizados.

DEL TERRITORIO NACIONAL

Art. 23o.– El Territorio Dominicano, cualesquiera que


sean sus límites, se dividirá par su Administración en cuanto
a lo civil, en Grandes Municipios y éstos en cantones, y
éstos en partidos.
En cuanto a lo Judicial; en Juzgados municipales
(dichos de circuito) y éstos en Juzgados cantonales y
éstos en Juzgados de partidos.
En cuanto a lo Eclesiástico: la Arquidiócesis se dividirá
en tantas vicarías cuantos sean los Grandes Municipios y
éstas en tantas feligresías o parroquias cuantas se tenga
por conveniente.
En cuanto a lo militar, en Distritos o en Comandan-
cias Generales y éstas en Comandancias de Plazas y és-
tas en Secciones.
En cuanto a la Marina, se dividirá en Departamentos
o Comandancias Generales de Marina, éstas en Coman-
dancias Particulares y éstas en Capitanías de Puerto.

104
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

En cuanto a lo económico o Hacienda en Administra-


ciones principales; éstas en Delegaciones de Hacienda y
éstas en subdelegaciones.
En cuanto a sus poblados, en Ciudades, Villas y
Aldeas, o Pueblos o Lugares.
Art. 24o.– Leyes especiales fijarán los límites de estas
divisiones y sub-divisiones, y determinarán lo concerniente
a su organización y gobierno.

DE LA RELIGIÓN

La Religión predominante en el Estado es y deberá


ser siempre la Católica, Apostólica, sin perjuicio de la
Libertad de conciencia y tolerancia de cultos y de socie-
dades no contrarias a la moral pública y caridad evangélica.

DEL GOBIERNO

Art. (sic) Puesto que el Gobierno se establece para el


bien general de la asociación y de los asociados, el de la
Nación Dominicana es y deberá ser siempre y antes de
todo, propio y jamás ni nunca de imposición extraña, bien
sea ésta directa, indirecta, próxima o remotamente; es y
deberá ser siempre popular en cuanto a su origen, electivo
en cuanto al modo de organizarle, representativo en cuanto
al sistema, republicano en cuanto a su esencia y respon-
sable en cuanto a sus actos. Una ley especial determinará
su forma (véase la segunda parte).
Art. (sic) Para la mejor y más pronta expedición de los
negocios públicos se distribuye el Gobierno en Poder Muni-
cipal, Poder Legislativo, Poder Judicial y Poder Ejecutivo.

105
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Art. 2o.– (sic) Estos Poderes llámanse constitucionales


porque son y habrán siempre de ser constituidos, so pena
de ilegitimidad, con arreglo a la Constitución y no de otra
manera.
Art. 12 bis.– La ley, salvo las restricciones del derecho
debe ser conservadora y protectora de la vida, libertad,
honor y propiedades del individuo.
Art. 13o.– Cuando por efecto de una ley de reconocida
utilidad pública le redundare a un tercero daño o perjuicio,
la equidad natural ordena, que se le acuerde y se le acordará
una indemnización que compense el daño redundado.
Art. 13 bis.– Ninguno podrá ser juzgado en causas
civiles ni criminales por ninguna comisión sino por el
Tribunal competente determinado con anterioridad por
la ley.
1o. Ningún poder de la tierra es ilimitado, etc., ni el de
la ley tampoco.
2o. Todo poder dominicano está y deberá estar limitado
por la ley, y ésta por la justicia, la cual consiste en dar a
cada uno lo que en derecho le pertenezca.
3o. Toda ley supone una autoridad de donde emana, y
la causa eficiente y radical de ésta es, por derecho inhe-
rente, esencial al pueblo e imprescriptible de su soberanía,
en virtud de cuyos poderes sus delegados reunidos en
Congresos, o Asamblea legislativa establecen la regla que
viene a llamarse ley.

DISPOSICIONES GENERALES

Art. Una vez promulgada la ley en los lugares respec-


tivos, se supone sabida de todos y es, por tanto, obligatoria
para todos.

106
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Art. Se prohíbe recompensar al delator y al traidor por


más que agrade la traición y aun cuando haya justos motivos
para agradecer la delación.

107
LA TRINITARIA

Apuntes y documentos para su estudio*

Tras la primera luz de libertad fugazmente encendida


por el Doctor José Núñez de Cáceres, cayó sobre Santo
Domingo la negra noche de la dominación haitiana.
Desde el aciago 9 de febrero de 1822 señoreó sobre
toda la Isla la bandera haitiana de Juan Pedro Boyer,
receloso gobernante que concibió el funesto plan de
embrutecer y de aniquilar la brillante juventud dominicana
que se educaba en las aulas universitarias, que ya no
tendría en donde apagar su sed de luces.
La gloriosa Universidad de Santo Tomás de Aquino
cerró sus puertas. La emigración se llevó hacia otras playas
«la flor de las familias»; el idioma francés, torpemente
hablado, sustituyó a la vieja lengua de Castilla; la iglesia,
el hogar, los monumentos coloniales que eran prenda del

*
Al final de estas páginas, simplemente esquemáticas, se ofrecen al lector
algunas adiciones acerca de La Trinitaria, que pueden servir como contribu-
ción al estudio, ya bien esperado, del nacimiento y la vida de la ilustre
Sociedad. Publicamos este trabajo en el Boletín del Archivo General de la
Nación, No. 32, de 1944. Fue reproducido en Clío, No. 86, de 1950, por el Dr.
V. Alfau Durán, con algunas notas adicionales suyas que se conservan aquí.

109
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

antiguo esplendor de la Española, todo fue profanado por


el oscuro dominador.
No había escuelas que merecieran ese nombre, ni
centros de cultura, sino espesas sombras, el odio de los
opresores a los desdichados oprimidos, abyección y
pobreza por todas partes. Sólo después de largos años de
lamentable oscuridad, en las postrimerías de la era
haitiana, los dominadores fundaron la pequeña escuela
dirigida por Monsieur Arquiere.
Era menester luchar, antes de todo, en la propagación
del ideal separatista, extraña flor en el aletargo espíritu
de las oprimidas generaciones. Era necesario luchar en
secreto, en el misterio de los hogares en vela, para escapar
a las persecuciones de los recelosos gobernantes.
Para vencer esos graves escollos concibió Duarte el
grandioso proyecto de fundar una asociación secreta que
llevase al cabo la empresa separatista. Así, un día de fiesta
de la iglesia, el día del Carmen, el memorable lunes 16 de
julio de 1838, en casa de la fervorosa Chepita Pérez, en la
antigua Calle del Arquillo, reuniéronse Juan Pablo Duarte,
Pedro Alejandrino Pina, Jacinto de la Concha, José
María Serra, Juan Nepomuceno Ravelo, Felipe Alfau y
Bustamante, Félix María Ruiz, Benito González y Juan
Isidro Pérez de la Paz, el Ilustre Loco.
Fúndase allí mismo, la Sociedad patriótica LA
TRINITARIA, y los presentes prestan el solemne jura-
mento que cada uno firma con su sangre:
EN NOMBRE DE LA SANTÍSIMA, AUGUSTÍSI-
MA E INDIVISIBLE TRINIDAD DE DIOS OMNIPO-
TENTE: JURO Y PROMETO POR MI HONOR Y MI
CONCIENCIA, EN MANOS DE NUESTRO PRESI-
DENTE JUAN PABLO DUARTE, COOPERAR CON

110
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

MI PERSONA, VIDA Y BIENES A LA SEPARACIÓN


DEFINITIVA DEL GOBIERNO HAITIANO, Y A IM-
PLANTAR UNA REPÚBLICA LIBRE E INDEPEN-
DIENTE DE TODA DOMINACIÓN EXTRANJERA
QUE SE DENOMINARÁ REPÚBLICA DOMINICA-
NA, LA CUAL TENDRÁ SU PABELLÓN TRICOLOR
EN CUARTOS ENCARNADOS Y AZULES, ATRA-
VESADOS CON UNA CRUZ BLANCA1. MIENTRAS
TANTO SEREMOS RECONOCIDOS LOS TRINITA-
RIOS CON LAS PALABRAS SACRAMENTALES:
DIOS, PATRIA Y LIBERTAD. ASÍ LO PROMETO
ANTE DIOS Y EL MUNDO, SI TAL HAGO, DIOS ME
PROTEJA: Y DE NO, ME LO TOME EN CUENTA, Y
MIS CONSOCIOS ME CASTIGUEN EL PERJURIO
Y LA TRAICIÓN, SI LOS VENDO2.
Los trinitarios –así se llaman los miembros de la glo-
riosa Sociedad– emprenden sin tardanza sus patrióticas
faenas. Sus adeptos van aumentando, día por día, y el
anhelo de libertad, simiente regada por todo el país, es
como un vasto y silencioso incendio que inflama el co-
razón de los dominicanos y que los prepara a la heroica
jornada.
Entre los trinitarios hay hombres del temple de Sánchez
y de Mella. Los que rodean a Duarte tienen su color o
divisa y su seudónimo. La divisa de Duarte es azul; roja
la de Pina; verde la de Sánchez; amarilla la de Juan Isidro
Pérez. Arístides es el seudónimo de Duarte; Leonidas, el
de Benito González; Simón el de Felipe Alfau; Temístocles,
el de Juan Isidro Pérez.

1
V. infra. Adiciones, III.– La bandera dominicana.
2
V. Infra. Adiciones, IV.– El juramento trinitario.

111
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

El propósito de independizar la Patria esclava, nacido


en la mente y en el corazón de Duarte, fue pronto ideal de
la universalidad de los moradores de la parte española de
Santo Domingo, descendientes de aquellos varones que
dilataron, a través de los mares, aquel vasto imperio en
que el Sol no se ponía.
Esa gloria le bastaba a LA TRINITARIA. De ella,
madre fecunda, nació la Sociedad FILANTRÓPICA, con
los mismos fines patrióticos, pero, aparentemente, con
propósitos recreativos. La FILANTRÓPICA prosiguió
los trabajos de LA TRINITARIA, con creciente eficacia.
Fundó un teatro que sirvió para despertar aun más el amor
patrio en el espíritu de los dominicanos. Los actores eran
de los más resueltos próceres: Juan Isidro Pérez, Pedro
Alejandrino Pina, Félix María Del Monte, Jacinto de la
Concha, José María Serra, Pedro Antonio Bobea y otros
no menos vehementes.
Las piezas dramáticas representadas preferentemente
eran escogidas entre aquéllas que contenían expresiones
alusivas al estado de opresión en que yacían, a la libertad
y al derecho conculcados. Juan Isidro Pérez parodiaba a
los tribunos de la antigua Roma o desempeñaba el papel
de Bruto, y arrancaba delirantes aplausos a los especta-
dores. Así, el público se fue dividiendo en dos grupos
antagónicos: de un lado, los haitianos; del otro, los domi-
nicanos3.
En enero de 1843 estalló en Praslin la revolución que
derrocó al Presidente Boyer, a cuya caída contribuyeron
los trinitarios encabezados por Duarte. En este año, en
vista de que ya no era un misterio la conjuración fraguada

3
V. nuestra obra Juan Isidro Pérez, el Ilustre loco. S.D., 1944.

112
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

en Santo Domingo, las alarmadas autoridades de Puerto


Príncipe enviaron al General Charles Herard, al frente de
poderoso ejército, a la parte española de la Isla, con el
objeto de impedir la denunciada sublevación.
Charles Herard hizo su sorpresiva aparición por el
Cibao. A su paso por aquellos pueblos encarceló a los
principales próceres, y al llegar a Santo Domingo, el 12
de julio, ordenó la persecución de Duarte y de sus más
adictos compañeros. Sánchez logró permanecer oculto,
mientras Duarte, Pina y Pérez se embarcaron clandesti-
namente rumbo a Curazao.
Pedro y Ramón Santana, iniciados por los trinitarios
en la idea separatista, tuvieron la audacia de escapar de
las propias manos de Charles Herard, en las inmediaciones
de Baní. Pedro Santana concibió entonces el propósito de
vengarse de sus perseguidores, y tuvo la fortuna de realizar
sus votos.
La expedición de Charles Herard no pudo ser más
infructuosa. La obra de los trinitarios ya estaba consumada,
y ningún poder era capaz de apagar en los dominicanos la
sed de libertad que a todos devoraba.
En la fausta noche del 27 de febrero de 1844, como
si llegaran por vez primera a un templo desconocido,
los trinitarios Sánchez, Mella, Vicente Celestino Duar-
te y otros ardientes próceres se reunieron en la antigua
Puerta de la Misericordia. No era hora de vacilaciones,
sino de ir hacia adelante, a la victoria o a la muerte.
Empero, necesitábase una voz, una chispa que encen-
diera, en la noche memorable, la luz de la libertad. Sonó
entonces, fragorosamente, el pedreñal de Mella. Cuan-
do se apagaron en la ciudad atónita el resplandor y el eco
del célebre disparo, ya en la Puerta del Conde flotaba la
bandera ideada por Duarte y enarbolada por Francisco

113
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

del Rosario Sánchez, cuya cruz, símbolo de redención, tam-


bién sería para ellos símbolo de gloria y de martirio4.
El solemne juramento del 16 de julio de 1838 estaba
cumplido. De LA TRINITARIA, como Minerva del
cerebro de Júpiter, había nacido la República Dominicana.

ADICIONES
I.– FECHA DE FUNDACIÓN DE LA TRINITARIA

La fecha en que Juan Pablo Duarte creó la ilustre So-


ciedad genésica de la República no había sido discutida
hasta los últimos años en que, tendenciosamente, con pue-
ril objeto, se ha querido señalar una fecha distinta a la
indicada por la más alta autoridad en el caso: Juan Pablo
Duarte. Con el propósito, pues, de contribuir al esclareci-
miento de la cuestión, recogemos aquí los más importan-
tes testimonios en favor y en contra de la fecha clásica de
la fundación de La Trinitaria: el 16 de julio de 1838, no el
mismo día del año 18405.
a) Uno de los documentos más antiguos en que se
habla de la obra revolucionaria de Duarte es la Petición de
la oficialidad de Santo Domingo a la Junta Central Gubernativa,
del 31 de mayo de 1844. En este documento, firmado,

4
V. el extenso estudio del Lic. Ramón Lugo Lovatón, “Biografía de Francis-
co del Rosario Sánchez”. Capítulo de la fundación de la Trinitaria, en la
revista Bahoruco, S.D., Nos. 233-247, feb.-mayo, 1935. Es el más extenso
trabajo, de carácter polémico, acerca de La Trinitaria; de su fundación; de sus
fundadores; del juramento trinitario; de la bandera dominicana; de las acti-
vidades de los trinitarios, de la casa de la Trinitaria, etc.
5
También se ha discutido el día de la semana (lunes) en que fue creada La
Trinitaria. Véase al respecto, Dr. Fed. Henríquez y Carvajal, La Trinitaria, en
Clío, S.D., sep.-oct., 1934; y Fr. C. de Utrera, Fundación de la Trinitaria, en Listín
Diario, S.D., 9 dic., 1940.

114
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

entre otros, por Juan Alejandro Acosta, Pedro Valverde,


el trinitario Jacinto de la Concha, Eusebio Puello, Caye-
tano Rodríguez y Juan B. Alfonseca, se dice que es Juan
Pablo Duarte «el hombre que desde muchos años está
constantemente consagrado al bien de la patria y por medio de
sociedades, adquiriendo prosélitos y públicamente regando las
semillas de Separación, él ha sido quien más ha contribuido a
formar ese espíritu de libertad e independencia en nuestro suelo,
en fin él ha sufrido por la patria, y su nombre fue invocado
inmediatamente después de los nombres Dios, Patria y Libertad,
siempre considerado como el Caudillo de la Revolución». (Clío,
S.D., nov.-dic., 1935, pág. 165). La expresión hace muchos
años, aplicada a los trabajos separatistas de Duarte, dicha
en 1844, más bien debe referirse a 1838 que al 1840. Y
en ello, como se ha indicado antes, entra el testimonio de
un trinitario: Jacinto de la Concha.
b) En diversos documentos (cinco), de distintas épocas,
Duarte habla del memorable 16 de julio de 1838:
– en su Proyecto de Constitución, escrito, con toda proba-
bilidad, a principios de 1844, dice Duarte: «Siendo la
independencia nacional la fuente y garantía de las liberta-
des patrias, la Ley Suprema del pueblo dominicano, es y
será siempre su existencia política como nación libre e in-
dependiente de toda dominación, protectorado, interven-
ción e influencia extranjera, cual la concibieron los Fun-
dadores de nuestra asociación política al decir (el 16 de julio
de 1838), Dios, Patria y Libertad, República Dominica-
na…» (Clío, S.D., sept.-oct. 1935, pág. 138)6;

6
En su artículo Duarte y el 16 de Julio de 1838 (Listín Diario, S. D., No. 1523, 16 de
julio, 1936), y en Duarte y otros temas, S.D., 1971, el Dr. Alcides García hace
mención de los cinco documentos conocidos en que Duarte se refiere a la fecha
de creación de La Trinitaria, a los cuales también nos referimos en estas notas.

115
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

– el nombramiento de Teniente Coronel del Ejército


Dominicano expedido por Duarte, en Curazao, el 8
de agosto de 1864, en favor de Federico Pérez, os-
tenta el siguiente membrete, impreso: Dios, Patria
y Libertad, República Dominicana. Juan Pablo Duar-
te, Director General de la Revolución Dominicana, ini-
ciada el 16 de julio de 1838, bajo el lema y nombre arriba
expresados; decano de los fundadores de la República y pri-
mer General en Jefe de sus Ejércitos en graduación. (Este
documento lo conservaba la Sra. Adriana Ravelo
Vda. Pérez. Puede verse en facsímil en la revista La
Opinión, S.D., No. 160, febrero de 1926). Duarte se
encontraba entonces en Curazao, en compañía de
otros próceres, en actividades en favor de la Repúbli-
ca, en guerra con España;
– en carta fechada en Caracas, el día 7 de marzo de
1865, dirigida por Duarte al Ministro de Relacio-
nes Exteriores del Gobierno de la Restauración, le
decía: «Ahora bien, si me pronuncié dominicano inde-
pendiente desde el 16 de julio de 1838, cuando los nom-
bres de Patria, Libertad, Honor nacional, se hallaban pros-
critos, como palabras infames…» (En la revista
Minerva, S.D., No. 1, feb., 1921);
– en carta fechada en Caracas, el día 2 de mayo de 1865,
dirigida por Duarte a don Félix Ma. del Monte, en-
tonces en Puerto Rico, le dice lo siguiente: «… Un 16
de julio (el de 1838) fue descubierta ahí donde estás, la
conspiración qe. haciendo estallado el 35 (como debía
estallar) habría salvado al joven Sterling de la injusta y
violenta muerte a que le condenara el feroz López Baños;
¿y quién le hubiera dicho a nuestro compatriota que en
el mismo día (16 de julio) del mismo año, quizá en la
misma hora, se inauguraba en su Patria la Revolución que

116
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

bajo el Lema Sacrosanto de Dios, Patria y Libertad,


República Dominicana, había de dar al traste con la Ad-
ministración de Boyer, derrocar a Riviere y más tarde ven-
garle a él mismo de sus inicuos verdugos?» (Reproduci-
da en nuestro artículo Duarte y Félix María Del
Monte, en diario La Nación, C.T., 7 de abril, 1940)7.
– en carta fechada en Caracas, el 29 de octubre de
1869, dirigida por Duarte a don José Gabriel Gar-
cía, entonces en Curazao, le dice: «Seguid, repito, y
vuestra gloria no será menor por cierto que la de aquéllos
que desde el 16 de julio de 1838 vienen trabajando en tan
santa empresa bajo el lema venerando de Dios, Patria y
Libertad, que son los principios fundamentales de la Re-
pública Dominicana…» (Clío, S.D., facsímil III,
1934) 8;

7
Las infortunadas conspiraciones a que se refiere Duarte ocurrieron, cierta-
mente, en octubre de 1835 y en julio de 1838. Eran brotes del liberalismo
contra el absolutista régimen colonial en Puerto Rico, que tenían sus natu-
rales repercusiones en el agitado espíritu de los patriotas dominicanos. (Véase:
Historia de la Insurrección de Lares, por José Pérez Moris. Barcelona, 1872. págs.
22-40; y P. G. Miller, Historia de Puerto Rico, New York, 1922. Págs. 264-266).
Para determinar una vez más la fecha de la fundación de La Trinitaria,
advertimos que en esas referencias del Padre de la Patria hay una perfecta
asociación de ideas; conexión entre dos hechos coetáneos cuya evocación
era simultánea en su pensamiento. «Los procesos mentales –dice A. M. Aguayo
(Tratado de Psicología Pedagógica, Habana, 1925, pág. 308)–, que forman parte de
una experiencia tienden a mantener sus conexiones y a evocarse mutuamente cuando
uno de ellos vuelve a la conciencia». En esa contigüidad en el tiempo, de dos
hechos de carácter semejante, la conspiración de 1838 y la fundación de La
Trinitaria, hay una prueba inequívoca de que la sociedad genésica de la
República fue creada en 1838, prueba concordante con otras no menos
irrecusables, procedentes de diversos y autorizados testimonios.
8
Esta carta se publicó por primera vez en la REVISTA CIENTÍFICA
LITERARIA I DE CONOCIMIENTOS ÚTILES, año I, núm. 20, S.D., 2 de
noviembre de 1883, p. 224.– (V.A.D.)

117
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

c) A los testimonios de Juan Pablo Duarte pueden


agregarse los de su hermana Rosa, en cuyos Apuntes se
lee lo siguiente: «… la revolución seguía su curso y el año de
1838, el 16 de julio, a las once de la mañana acompañado de un
gran número de patriotas inauguró (Duarte) la revolución bajo
el lema sacrosanto de Dios, Patria y Libertad, jurando libertar
la Patria o morir en la demanda». (Clío, núm. 62, enero-
junio de 1944, pág. 17-18).
Rosa y Francisca Duarte, además, en su carta del 14
de diciembre de 1887, desde Caracas, dirigida a don
Alejandro Bonilla, dicen: «La Sociedad Trinitaria fue instalada
el 16 de julio de 1838, en una casa de Doña Chepita de la Paz a
las once de la mañana».
d) El soldado separatista Ramón Alonso Ravelo, prócer
del 27 de febrero de 1844, en sus Apuntes para la historia,
dice: «Propóngome concretarme en el presente artículo a tratar
solamente de los hechos relativos a la propaganda separatista,
desde el año 38 en adelante». (En el periódico El Teléfono,
S.D., No. 259, 27 feb., 1894).
e) El historiador nacional García, en diversos trabajos,
también señala el 16 de julio de 1838 como fecha de la
creación de La Trinitaria. (Véase su Historia de Santo
Domingo, vol. II, p. 170).
f) Carlos Nouel, se refiere también al 16 de julio de
1838, en diversos escritos:
– en sus Apuntes históricos de Santo Domingo, inéditos
(Archivo del Dr. Guido Despradel Batista), dice:
«Ya en 1835 se reunían los dominicanos y trataban de la
revolución. En 1838 se organizó en 16 de julio la Socie-
dad de trinitarios que tenía por objeto despertar la opi-
nión pública y preparar los medios de arrojar al extranje-
ro. Componíase la Sociedad de jóvenes en quienes ardía
el amor patrio y presidíala Juan Pablo Duarte. Eran

118
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

miembros de ella Francisco del Rosario Sánchez, Juan


Isidro Pérez, Ramón Mella y otros»;
– en sus Apuntes para la historia eclesiástica de la Arqui-
diócesis de Santo Domingo, dice: «e instalan el 16 de
julio de 1838 la Sociedad La Trinitaria». (En el Boletín
Eclesiástico…, S.D., No. 774, feb. 15 de 1902);
– el mismo concepto aparece luego en la obra de Nouel,
Historia Eclesiástica…, S.D., 1915, vol. III, p. 5.
g) Otros testimonios. En el interesante y muy bien
documentado Bosquejo de la Vida Política de Báez, opúsculo
anónimo impreso en Santo Domingo en 1871, escrito por
un profundo conocedor de nuestra historia, se indica el
año 1838 como el de la fundación de La Trinitaria;
– en el folleto Controversia histórica…, S.D., 1890, con-
tentivo de la polémica histórica sostenida por los
periódicos, de Santo Domingo, El Teléfono y El Eco
de la Opinión, consta la misma fecha9. Los principa-
les contendores eran García y Galván; éste aseso-
rado por don Félix Ma. Del Monte;

9
En la pág. 23 del mencionado folleto, aludiendo a los proyectos antinacionales
en que algunos tuvieron mayor fe, dice que ellos «fueron madurados precisamente
en abierta hostilidad al pensamiento de Duarte, conocido ya por muchos dominicanos
desde 1838, en que se fundó para propagarlo la célebre Sociedad Trinitaria».
En la pág. 50 se repite en forma ratificatoria, «que los planes anexionistas de los
afrancesados en 1843 fueron madurados precisamente en abierta hostilidad al pensa-
miento de Duarte, conocido ya por muchos dominicanos desde 1838, en que se fundó
para propagarlo la célebre Sociedad Trinitaria».
En las págs. 51-52 se consigna: «bueno es que dejemos aclarado que el fácil triunfo de
Sánchez se debió al buen éxito obtenido por la propaganda de la idea separatista que
inició Duarte en 1838, la cual fue acojida con tanto entusiasmo, del uno al otro extremo
del país, por la juventud de todas las clases de la sociedad dominicana, que no fueron
bastante para impedir que obtuviera un triunfo espléndido, ni los esfuerzos inauditos de
las autoridades haitianas con toda su severidad, ni los planes anexionistas madurados
en abierta oposición a ella por los afrancesados, quienes desairados completamente por

119
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

– en la Exposición presentada al Hon. Congreso Nacional,


por la Junta Central Directiva solicitando el permiso para
la erección de la estatua del ilustre patricio don Juan Pa-
blo Duarte, escrita por el vocal de la Junta, don Emi-
liano Tejera, suscrita el 27 de febrero de 1894 por
su redactor y por don Félix Ma. Del Monte, Fer-
nando A. de Meriño, Ml. Pina y Benítez, José Ma.
Pichardo, Apolinar Tejera, Federico y Francisco
Henríquez y Carvajal, Eugenio de Marchena, Heri-
berto de Castro, José G. García y Félix E. Mejía, se
habla de los primeros trinitarios que se juramenta-
ron en la casa, situada frente a la iglesia del Car-
men, de doña Chepita Pérez de la Paz, a las 11 de la
mañana del día 16 de julio de 1838 (Boletín del Ar-
chivo General de la Nación, No. 18, 1941, p. 325).

la opinión pública, se quedaron reducidos a pequeños grupos de disidentes diseminados


por algunos centros principales del país, no obstante la actividad que desplegaron y el
apoyo extraño con que pudieron contar para haber podido deslumbrar a los incautos».
En la pág. 80, se aclara de manera categórica que Duarte no fue al Seybo en 1843
«en su calidad de caballero particular, sino como director del movimiento separatista, acatado
y reconocido como tal desde 1838 por todos los iniciados en los secretos de la revolución».
En la pág. 83 se lee esta interesante declaración: «Nadie que haya seguido el hilo
de nuestra controversia con EL ECO DE LA OPINIÓN puede tener dudas de que
cuando la mayoría del pueblo dominicano acogió con entusiasmo la revolución separatista
que inició Duarte en 1838 y de cuyo triunfo surgió en 1844 la independencia nacional
de que disfrutamos, hubo una minoría compuesta de elementos poderosos por muchas
circunstancias, que no teniendo fe en los destinos del país, ni confianza en el buen éxito de
la empresa acometida por los hombres de febrero, recurrió al expediente de buscar
indistintamente en el protectorado o en la anexión de una potencia cualquiera, la
manera de sacudir la dominación haitiana; circunstancia que ha encontrado la historia
confirmada, no sólo por la tradición, sino también por los escritos de Báez, único político
de los de ese tiempo que fue franco y no le tuvo miedo al esclarecimiento de la verdad».
Réstanos consignar que en esta larga y pormenorizada polémica, en la que
tomaron parte directa e indirectamente García, Galván, Delmonte, Meriño,
Billini, José Ma. Beras, Manuel D. Galván, Francisco Saviñón, Félix Mariano
Lluberes, Braulio Alvarez y otros, no se contradijo ni se puso en tela de
duda la fundación de la Sociedad Trinitaria en el año 1838.– (V.A.D.)

120
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

h) Entre los escritores del pasado sólo José María


Serra y el Arzobispo Meriño señalaron el 1840 en vez del
1838, como año de La Trinitaria. Ambos sufrieron error,
puede afirmarse, si se examinan detenidamente sus
afirmaciones:
Dice Serra: «La muerte natural del Capitán D. Javier
Miura, que era de la gendarmería, dio ocasión para que el
General Carrié… cometiera una arbitrariedad en perjuicio de
Wenceslao de la Concha; y esto me llenó de indignación. Tenía
el capitán anexo el cargo de habilitado del cuerpo, y Carrié,
para favorecer a su propio hijo, llamado Samí, lo trasladó del
regimiento 31, en que servía en el cargo de furriel, al cuerpo de
gendarmes, y elevándolo en grado, lo nombró y postergó a
Wenceslao». A continuación, como si se tratara de hechos
coetáneos, Serra dice que se fundó La Trinitaria. Y es de
observarse que Miura falleció en 183410, y Samí Carrié
era Capitán en 183811.
¿No constituye esto un elemento de prueba contra el
mismo Serra, contra el año 1840? No parece que sean
menester, para aceptarlo así, mayores razonamientos. Si

10
Así consta en la siguiente partida de defunción: «En la Ciudad de Santo
Domingo a los diez y siete días del mes de Diciembre del año de Mil ochocientos treinta
y quatro. Yo, el infrasquito Cura de esta Parroquia Mayor certifico: que en este día di
seppultura Ecca, en el cementerio extra muros de esta ciudad al cadáver del Capitán
Garliemetre del quinto Escuadrón de Sandalmes de esta Plaza, Francisco Xavier
Miura de edad de Cincuenta y quatro años, legítimo esposo de la ciudadana Francisca
Logroño; recibió los santos Sacramentos de Penitencia, Eucaristía y Extremaunción, y
para que conste lo firmo y de ellos doi fe.
Gabl Guddo Costa» (Fol. 53, v. Libro de bitos, Cathedral).
11
Carrié era Teniente en 1830, según puede verse en artículo de P. E. de
Lespinasse, Une fanasie du Lientenant Carrié en l’an de grace 1830, en su obra
Gens d’autrefois… Vieux Souvenirs. París, 1926, vol. I, pp. 274-280. Y era Capitán
en 1838. Con ese grado figura en su carta al Dr. José María Caminero, del 30
de enero de 1838, reproducida por Welles en Naboth’s Vineyard. New York,
1928, vol. I, p. 155.

121
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

la muerte de Miura y el ascenso de Carrié son sucesos


que preceden a la fundación de La Trinitaria, según Serra,
es necesario admitir, como más aceptable, el año más
cercano a tales sucesos, el 1838, y no el 1840.
i) Desde La Vega, donde residía, el Pbro. Carlos Nouel
le enviaba a Monseñor de Meriño, para su revisión y
publicación en el Boletín Eclesiástico de la Arquidiócesis de
Santo Domingo, sus valiosos Apuntes para la historia
eclesiástica… Cuando Monseñor Meriño veía algún pasaje
del estudio de su entrañable amigo, erróneo o discutible,
le hacía sus observaciones. Así, el 6 de noviembre de
1901, le escribió a Nouel:

Santo Domingo, Nbre. 6/901

Mon cher compére: recibí tu carta del 30 ppº con la enmien-


da para los Apuntes y de una vez la pegué en su lugar. Ahora está
bien. Decías tú que la Trinitaria se instaló el 16 Agto. 1838, y
Serra y otros que el 1840, y así lo he corregido porque es lo
cierto. ¿Por qué dices que el 1838? Te mando el folleto de Serra.
Si no es como él dice y yo lo he sabido de Duarte, Pina y Jacinto
de la Concha, tú verás: hay tiempo de corregir.
Respecto de si es oportuna esa parte de los Apuntes, la creo con-
veniente, y por eso me interesa que la verdad histórica sea su
base sólida.
En el Monumento a Duarte (folleto que te acompaño al otro)
se dice también que el año 1838 en la pág. 8, y verás en él mi
firma; pero cuando lo leí para firmarlo, no me fijé en eso12.

12
El historiador Nouel contestó así:
La Vega. Nov. 14 de 1901.– Mi querido Monseñor: Con su carta del 6 he
recibido los folletos que V. se sirve mandarme y que agradezco en el alma,

122
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Creo y creo que fue la instalación en el 1840.


Tu videbis…
Te abraza tu afmo.
Compadre13.

sobre todo el titulado «Monumento a Duarte» que yo no conocía. Ojalá haber-


lo tenido antes que de él habría tomado algunos datos pa. los Apuntes. Veré
si en lo adelante puedo hacer uso de ese documento.
Me dice V. que yo digo que la Trinitaria se instaló el 16 de Agosto de 1838.
Supongo error de parte de V. la indicación del mes de Agosto. Si así estuviese
escrito, es equivocación del que copió esa parte de los Apuntes. En mis
borradores leo: 16 de julio de 1838, que en mi concepto es la verdadera fecha
y no la de 1840, que es o un lapsus de Serra, o de lo que es más probable un
error de imprenta. Si V. conserva el original de Serra, consúltelo.
Me fijo en que fue el año 1838 y no el 1840, porque así siempre se ha dicho
y escrito. García en su Compendio. Tomo 2o., pág. 52, edic. 1879, dice que
fue en 1838. Varias veces hablando con Pina cuando él y yo éramos miembros
de la Corte, me dijo que esa Sociedad se instaló en 1838. Bobea me lo decía
también y José Gabriel ha tenido ese dato por Pina probablemente y por
otros conductos fidedignos.
Ahora bien, aun cuando todo eso no bastara para aceptar como verdad
incontestable que la Trinitaria se fundó en 1838, la lectura de la carta de
Duarte al Ministro de R. E. del Gobierno Provisional, fechada el 7 de marzo
de 1865 e inserta casi in extenso en el folleto «Monumento a Duarte» nos dice,
pág. 28: «Ahora bien, si me pronuncié dominicano independiente desde el 16 de Julio de
1838, cuando los nombres de Patria, Libertad, Honor nacional, etc.» Y esta declara-
ción del mismo Duarte es suficiente para determinar el año 1838 como el de
la instalación de la Trinitaria. Serra dice 1840. Duarte y otros muchos dicen
1838. Pues debemos inclinarnos a estos últimos y aceptar ese último año.
¿A qué vendría la cita del 16 de julio de 1838 a que se refiere Duarte, si no
fuera esa la fecha de la instalación de la Sociedad en la que él y sus 8
compañeros juraron morir o ser independientes?
Concluyo pues, así: La instalación de la Trinitaria fue el 16 de julio de 1838.
Serra o la imprenta se equivocaron al decir que fue en 1840. No sigo a Serra.
Celebro que V. opine que esa parte de los Apuntes es conveniente. Su
opinión para mí es por demás valiosa. Siempre suyo afmo.– Carlos Nouel.
Esta carta fue publicada por primera vez en nuestro artículo Sobre la fundación
de La Trinitaria, que vio la luz en el diario La Nación, S.D., el 16 de julio de
1945. El original se conserva en el Archivo Eclesiástico de Santo Domingo,
Estante B, Cajón 49, Legajo 25.– (V.A.D.)
13
Epistolario de Meriño. Manuscritos, Biblioteca de E.R.D.

123
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Parece que, en vista de la carta anterior, Nouel le


escribió a Meriño recomendándole buscar la partida de
defunción del Capitán Miura, a que hemos aludido antes,
para determinar el año de fundación de La Trinitaria.
Pensaba Nouel, según parece, que éste era elemento de
prueba decisivo. Ello se desprende de la carta del 9 de
diciembre de 1901, que le escribió Meriño, en la que éste
se limitaba a decirle: «No ha aparecido la partida de defunción
del capitán Miura y quedamos con la fecha de 1838. Mejor es
no innovar, aunque Serra señala 1840 y yo creo recordar que J.
Concha, P. Pina y el mismo Duarte me dijeron lo mismo»14.
Creo recordar, decía Meriño, y parece que su memoria
no le era del todo fiel. En efecto, ¿cómo podía Duarte
decir en 1865 (año en que le visitó Meriño), que La Trinitaria
había sido fundada en 1840, si con anterioridad a 1864,
en el mismo 1864, y con posterioridad a este año, hablaba
del 1838? Ya hemos visto, anteriormente, los cinco docu-
mentos en que Duarte se refiere al 1838: de 1844; del 8
de agosto de 1864; del 7 de marzo de 1865; del 2 de mayo
de 1865 y del 29 de octubre de 1869.
En consecuencia, pues, en vista de las razones antes
expuestas y de los documentos aportados, no creemos que
pueda dársele crédito, sin propósito interesado, a las afir-
maciones de Serra y de Meriño, honradas por venir de hom-
bres tan probos, pero erradas, por falibilidad de la memo-
ria de ambos. Lo cierto es que Meriño, seguramente en vista
de las explicaciones de Nouel, le dice a éste que «lo mejor es
no innovar». Y Nouel, por ello y por su propio criterio, ajus-
tado a lo que él consideró lo cierto, siguió diciendo que La
Trinitaria fue fundada el 16 de julio de 1838.

14
Epistolario de Meriño. Manuscritos, Biblioteca de E.R.D.

124
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

II.– FUNDADORES DE LA TRINITARIA15

Como de La Trinitaria no se conserva ningún acta de


sus trabajos, cuanto se refiere a la ilustre sociedad es
objeto de controversia. Así, uno de los puntos más discutidos
y de mayor importancia es lo concerniente a sus fundadores.
Basta indicar aquí las diversas listas de trinitarios conocidas
hasta hoy, dignas de mayor crédito.
La lista aceptada por la mayoría ha sido la dada por
José María Serra en sus Apuntes para la historia de los tri-
nitarios fundadores de la República Dominicana. (Santo Do-
mingo, 1877):
1.– Juan Pablo Duarte; 2.– Juan Isidro Pérez; 3.– Juan
Nepomuceno Ravelo; 4.– Félix María Ruiz; 5.– Benito
González; 6.– Jacinto de la Concha; 7.– Pedro Alejandrino
Pina; 8.– Felipe Alfau; 9.– José María Serra.
Otro trinitario, Juan Nepomuceno Ravelo, formó la
siguiente lista, que se conserva manuscrita en el Archivo
del historiador nacional José Gabriel García:

FUNDADORES DE LA SOCIEDAD LA TRINITARIA

1.– Juan Pablo Duarte, iniciador y fundador (Arístides);


2.– Vicente Celestino Duarte; 3.– Juan Nepomuceno
Ravelo (Temístocles); 4.– José María Serra; 5.– Benito
González (Leonidas); 6.– Felipe Alfau y Bustamante
(Simón); 7.– Juan Isidro Pérez.

15
Ver Dr. Alfau Durán, Los fundadores de la Trinitaria, en B. del I.D., No. 6, 1970
y No. 7, 1971.

125
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

En la misma nota dice Ravelo: «Después fueron llamados


y se unieron Pedro Alejandrino Pina, Pedro Pablo Bonilla,
Ramón Mella, Epifanio Billini, Jacinto de la Concha, Pedro
Antonio Bobea, Francisco del Rosario Sánchez, Félix Delmonte,
Remigio del Castillo».
Acerca de ambas nóminas, reproducidas por el histo-
riador García, dice él mismo: «Pero no está del todo conforme
la opinión de los contemporáneos con los nombres que hemos
aceptado, como más verosímiles, de los fundadores de la patriótica
asociación, dados por José María Serra en los Apuntes para la
historia de los trinitarios que se publicaron en 1887, a pesar de
ser con poca diferencia, casi los mismos indicados por Juan
Nepomuceno Ravelo… Confusión que no ha faltado quien por
egoísmo o interés personal, o guiado por otros móviles, haya
querido hacer mayor todavía, sin calcular que eso es perder en
una obra frívola mucho calor natural, porque si bien es verdad
que honra sobremanera haber sido de los fundadores de la
Trinitaria, cuna de la patria, no es menos cierto que de ese
número unos se quedaron rezagados, otros medraron muy poco,
y no faltó hasta quien se arrepintiera a la mitad del camino, y
que en punto a mérito como autores de la nacionalidad domini-
cana, pocos llegaron a alcanzar los quilates de Sánchez y Mella,
sobre quienes todos están contestes en que no fueron del grupo
de los nueve fundadores.
«Así es que sean los que fueren los tales fundadores, que no
dejarán de ser para la historia los indicados por Serra, o los
confirmados por Ravelo, mientras no aparezca algún documen-
to auténtico que pruebe lo contrario, lo que importa es saber que
la sociedad se instaló solemnemente, que sus miembros juraron
y prometieron en manos de Juan Pablo Duarte, por su honor
y su conciencia, como lo asegura Félix María Ruiz, cooperar
con sus personas, vidas y bienes a la separación definitiva del

126
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

gobierno haitiano, y a implantar una República libre, sobera-


na e independiente de toda dominación extranjera»16.
La lista dada por Serra no dejó de ser discutida. La
objeción más importante, redactada en términos quizás
excesivos, es la siguiente carta de las hermanas de Duarte,
Rosa y Francisca, dirigidas a D. Alejandrino Bonilla:

Caracas, Diciembre 14 de 1887.

Sr. Alejandro de Bonilla,


Santo Domingo.
Mui estimado amigo: En mi anterior le manifesté que
«no tenía una lista de los nombres i del número de los Trinitarios»,
i por si mi carta se hubiese extraviado anoto a Ud. en esta,
que llegará con seguridad a sus manos, lo que en mi anterior
le decía respecto a la sociedad «La Trinitaria».
La sociedad Trinitaria fue instalada el 16 de julio de
1838, en una casa de Doña Chepita Pérez de la Paz, a las
once de la mañana.
Principiemos por los documentos que tengo a la vista.
El primero (por la fecha) es una carta de Juan Isidro
Pérez a Juan Pablo (fechada en Cumaná el 26 de julio del
46): al concluir la carta le dice: «A Simón inmortal, el ilustre
Vicente, que tenga ésta por suya»: los Trinitarios tenían un
seudónimo, i la divisa de mi hermano Vicente era azul17.
El 2o. documento es un folleto publicado el año de
1871: en la segunda nota dice: «en el elemento liberal figuraban
en primera línea Juan Pablo Duarte, Francisco del R. Sánchez,
Ramón de Mella, Pedro Alejandro Pina, Juan Isidro Pérez, el

16
José Gabriel García, Historia de Santo Domingo, S.D., 1894, vol. II, p. 171.
17
V. la citada carta en nuestra obra Juan Isidro Pérez, el Ilustre Loco. S.D., 1944.

127
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Presbº. Dr. Dn. José Antonio de Bonilla i otros patriotas no


menos ilustres».
Sigamos con los documentos:
El 3o. es una carta que Juan Pablo le escribió al Sr. D.
Félix Ma. Delmonte a Puerto Rico. En la carta le decía:
«El Presbítero Carrasco, cura de la heroica villa de Los Llanos
cooperó con nosotros a la fundación de la República»18.
4o. documento. En unos malos versos dedicados por
pedimento mío a Tomás de la Concha, Juan Pablo le decía:
los que de libres blasonar podemos. Los que a la patria libertar
juramos. Los juramentados fueron fundadores de «La Trini-
taria»: dice el folleto de Serra que fueron nueve los Trinita-
rios, i lo afirman dos españolizados: pues bien, se debe creer
lo que dice Serra, porque es un escritor público i honrado:
luego la iglesia cristiana ha padecido una equivocación al
decirnos que tres eran las personas que constituyen nues-
tra Santísima Trinidad: de hoi en adelante se enseñará en
las escuelas de mi pobre patria que las personas que com-
ponen la Trinidad santa que celebra nuestra Católica Igle-
sia son nueve, i que por ser nueve los socios de José Ma.
Serra, denominaron Trinitaria a su sociedad.
Si José Ma. Serra vive i tiene una familia para quien
allegar honor i gloria merece ser creído en lo que dice,
apoyado tan sólo por sus amigos vivos, yo que no tengo
para quien aspirar, porque deudos y amigos todos yacen
en la tumba; yo que al hojear los documentos que desvirtúan
lo que Serra dice sólo veo en torno de mí, un silencio de
muerte que me abruma i rodea ¿debo guardar silencio?
no, por lo mismo que yo veo al ángel de la muerte casi
tener ya mi pobre cabeza con sus alas arrastrada a la tumba,

18
V. nuestro artículo Duarte y Félix María Del Monte. Dos cartas memorables. En La
Nación, S.D., 7 ABRIL, 1940, y en Apuntes de Rosa Duarte, S.D., 1970, p. 137.

128
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

debo protestar, debo defender la gloria que le cabe a los


que me aguardan en la Eternidad.
Dice una pluma falaz: los Trinitarios fueron nueve:
Duarte (Juan Pablo); J. Isidro Pérez; Pedro Pina; Felipe
Alfau; Juan Nepomuceno Ravelo; Jacinto de la Concha;
Benito González; Félix Ruiz; José Ma. Serra.– (Nueve).
Los Trinitarios son:
Juan Pablo Duarte; Juan Isidro Pérez; Pedro A. Pina;
Presbº. Dr. J. Ant. de Bonilla; Ramón de Mella; Francis-
co R. Sánchez; Tomás de la Concha; el Presb. Carrasco;
Vicente Celestino Duarte19; Félix Ma. Delmonte Díez,
según mis documentos. Y como hermana del Decano de
los fundadores de la República, de acuerdo con mi con-
ciencia declaro que me consta que fueron del número de
los Trinitarios, que se juramentaron el 16 de julio del año
de 1838, los Srs. Felipe Alfau; Juan Ravelo; D. Pedro P.
de Bonilla; Félix Ruiz; José Ma. Serra; D. Nepomuceno
Tejera; D. Benito González.
Hai uno que me parece que fue Trinitario: no lo nombro,
porque no estoi segura: creo que fue Trinitario porque Juan
Pablo me preguntó un día si era de los perjuros: dudo que
Ud. i Epifanio Billini i Jacinto de la Concha no sean Trinita-
rios, pero como no estoi segura siento no poder afirmarlo.
Dispense lo larga de esta, i salude mui afectuosamente
a toda su apreciable familia, mientras les deseamos salud
i felicidad.
Sus reconocidas compatriotas i amigas
Rosa i Francisca Duarte20.

19
Acerca de Vicente Celestino Duarte, véase Lic. Leonidas García, Ofrenda
Histórica; en Listín Diario, S.D., 27 feb., 1932, y en Crítica Histórica, S.D., 1964.
20
De esta carta hizo copia D. Emiliano Tejera, quien agregó al final: «El original
de esta carta lo tiene D. Manuel de Jesús Galván, a quien se lo dio D. Alejandro
Bonilla». (Debemos la copia utilizada a D. Emilio Tejera Bonetti).

129
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

También Duarte se refirió a los fundadores de la insigne


Sociedad. A principios de 1864 le visitó en Caracas el
ilustre dominicano Emiliano Tejera. Hablando de cosas
de la Patria, tan entrañablemente amada por ambos, dijo
Tejera:
—«¿Cómo se explica, general, que Sánchez y Mella no fueran
de los primeros iniciados en los trabajos pro independencia, y
no concurrieran a la fundación de la Trinitaria?
—«¿Y quién dijo que no lo fueron? Tanto Sánchez
como Mella fueron fundadores de La Trinitaria y de los
primeros en acompañarme».
«Duarte refirió, entonces, cómo había habido más de una
reunión de los trinitarios el mismo día, y cómo Sánchez, Mella
y varios otros, cuyos nombres suministró, entre ellos Tomás de
la Concha, asistieron a la primera reunión»21.

21
Carta del Lic. Juan Tomás Mejía, 15 de mayo de 1933, al Lic. R. Lugo
Lovatón, en artículo de éste, La fundación de La Trinitaria, en Bahoruco, S.D.,
No. 236, 2 marzo 1935, pág. 23. Acerca de la conversación sostenida por
Duarte y D. Emiliano Tejera, a solicitud nuestra nos ha dado los siguientes
informes, en carta del 2 de febrero de 1944, D. Emilio Tejera, digno hijo del
ilustre amigo de Duarte:

Sr. E. Rodríguez Demorizi.


Estimado amigo:
Como le dije hoy por teléfono, la nota no se la di yo. Me parece que debe
haber sido tomada de unos datos que dio mi padre hace años a Don Fillo
Nolasco y que éste publicó en el Listín Diario. No recuerdo la fecha.
Los nombres de los trinitarios fundadores que figuran en la nota son los
mismos indicados en la que puso mi padre a la Exposición, cuando se reprodujo
en Minerva, en febrero de 1921. En esa nota se habla de dos juramentaciones,
una a las 11 de la mañana y otra en la tarde. Recuerdo haber oído decir a mi
padre que mi abuelo (Juan Nepomuceno Tejera) no se juramentó en la
sesión de la mañana porque tenía que cantar en la procesión del Carmen.
Según eso, la procesión salió a las 11 y no en la tarde, como dice Serra.
Parece que hay alguna confusión. Tal vez no fue en la procesión sino en la
Misa Mayor donde cantó mi abuelo. Hay que tener en cuenta que eso fue
relatado muchos años después de ocurrido. No recuerdo si el dato lo dio a
mi padre, Duarte, o el propio Don Juan.

130
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

La lista dada por el trinitario Félix María Ruiz


también difiere de las anteriores. En su carta del 24 de
abril de 1890, dirigida a Federico Henríquez y Carvajal,
dice Ruiz que los trinitarios fueron:
Juan Pablo Duarte, Francisco del R. Sánchez, Pedro
Antonio Bobea, Ramón Mella, Félix María Ruiz, Pedro
Alejandrino Pina, José María Serra, Juan Isidro Pérez,
Jacinto de la Concha.
Don Emiliano Tejera dice, además, que los primeros
miembros de La Trinitaria fueron los nueve citados por

Parece indudable que éste fue de los afiliados, pues así lo manifestó Duarte
a mi padre, lo dice Rosa Duarte, en sus cartas a éste y a Don Alejandro
Bonilla, y lo afirmó el mismo Don Juan Nepomuceno en la memorable
Sesión del Congreso Nacional de 10 de junio de 1847, cuando dijo: «Patriarca
de la revolución que hoy me proscribirá, desde 1837 he trabajado sin más miras que
sacudir el yugo que pesaba sobre nosotros…» Y esto lo decía cuando apenas había
pasado tres años del 27 de Febrero y vivían casi todos los que habían tomado
parte en esos sucesos.
Pero aunque Don Juan trabajó mucho en la organización de la República,
parece que sus gestiones revolucionarias fueron nulas o poco menos, pues
ni figuró entre los de la Puerta del Conde, ni formó parte de la J. C. Guber-
nativa ni siquiera firmó la Manifestación del 16 de enero de 1844.
También me decía mi padre que según le manifestó Duarte, los primeros
iniciados por éste fueron su hermano Vicente Celestino y Tomás de la
Concha, novio de su hermana Rosa. Que después inició a Pina y a Juan I.
Pérez, que eran sus discípulos; luego a los presbíteros José A. Bonilla y
Pedro Carrasco, y más tarde a Sánchez y a Mella.
Duarte formaba grupos de tres (él y dos más) que no tenían relación entre sí,
salvo la del mismo Duarte.
Este sistema debió durar poco, pues al instalarse la Trinitaria se conocieron
varios grupos, y más tarde, y cuando aumentó el número de los conmilitones,
como los llama Rosa, y se intensificaron los trabajos revolucionarios, no me
parece que fuera posible conservar ese sistema secreto.
No creo que mi padre anotara todo esto cuando habló con Duarte y lo que
se deja a la memoria suele sufrir alteraciones con el tiempo, cuando menos
de detalles. Viene a ser casi tradición.
Siempre su afmo. Emilio Tejera.
2 Feb. 44.

131
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Serra, y agrega que la Sociedad juramentó dos grupos el 16


de julio. En la mañana: J. P. Duarte, Pina, Pérez, Vicente
Celestino Duarte, Tomás de la concha, Pbro. J. A. Bonilla,
Pedro Carrasco, Ramón Mella y F. del R. Sánchez.
En la tarde:
Jacinto de la Concha, Félix María Ruiz, José María
Serra, Benito González, Felipe Alfau, Juan Nepomuceno
Tejera, Félix María Del Monte y P. P. Bonilla22.

III.– LA BANDERA DOMINICANA23

La bandera nacional tiene su origen en el Juramento


Trinitario ideado por Duarte en 1838, en el que se indica
que la República Dominicana «tendrá su pabellón tricolor
en cuartos, encarnados y azules, atravesado con una cruz blan-
ca». Hay, sin embargo, distintas versiones acerca del ori-
gen de nuestra sagrada enseña, entre las cuales se cuen-
tan las siguientes:

22
Emiliano Tejera, Exposición al Congreso Nacional…, B.A.G.B., 1941, No. 18, p.
325.
23
Acerca de la bandera, véase: Lic. Leonidas García, La bandera nacional, en
Listín Diario, S.D., 28 feb. y 11 marzo, 1926, Nos. 11124 y 11135; y su opúsculo
Influencia de la iglesia católica en la formación de la nacionalidad y en la creación de
la República Dominicana, Santo Domingo, 1933, pág. 5; Dr. Federico Henrí-
quez y Carvajal, La bandera nacional, en El Mensajero, S.D., 27 de febrero, 1885.
(Reproducido en Claridad, S.D., No. 3, 28 de febrero, 1923; en Listín Diario,
S.D., 1 de marzo, 1932; en Boletín del Partido Dominicano, S.D., 16 de julio, 1938;
y en Revista de Policía, S.D., No. 12, junio de 1941), Rafael Eduardo Ricart,
Origen divino de la asociación La Trinitaria, en Listín Diario, S.D., 28 de febrero,
1926; Ramón Lugo Lovatón, El juramento recordado por Félix María Ruiz y las
dos banderas dominicanas, en Bahoruco, S.D., Nos. 246-247, mayo 1935, Dr. A.
Lugo, La Bandera Nacional, en La Opinión, S.D., No. 1576, 26 de febrero, 1932,
y disposiciones legales:

132
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

a) En uno de sus Cuadernos de Apuntes, manuscritos,


dice el historiador nacional García: «Al arborar una enseña
en la Puerta del Conde (el 27 de febrero de 1844), se añadió una
cruz blanca que simbolizaba nuestra fe religiosa y política, al

a) Resolución 5196 del Poder Ejecutivo que reglamenta las dimensiones de


las banderas que deben usar las Legaciones y Consulados (Gaceta Oficial,
No. 2361, 1913);
b) Ley 494 que sanciona los actos irreverentes a la bandera (G.O., No. 4567,
1933); Ley 125 que agrega un párrafo a la anterior (G.O., No. 5825, 1942);
c) Ley 564 sobre importación y uso de la bandera (G.O., No. 4609, 1933);
d) Ley 664 que prescribe como insignia para los barcos artillados, una bandera
(G.O., No. 4670, 1934);
e) Bandera de la raza, Decreto No. 869 que declara el 3 de agosto de cada año
Día de la Bandera de la Raza (G.O., No. 4641, 1934);
f) Ley 1282 que adopta la Bandera del Ejército (G.O., No. 5015, 1937);
modificada por la ley 1305 (G.O., No. 5026, 1937); derogada por la Ley 360,
de 1944);
g) Ley 15, que declara Día de la Bandera el 24 de octubre (G.O., No. 5231,
1938); modificado su art. 2 por la Ley 347 (G.O., No. 5512, 1940);
h) Reglamento para la celebración del Día de la Bandera (Decreto 781, G.O.,
No. 5513, 1940);
i) Ley 597 que dispone la adopción de una bandera para la Policía Nacional
(G.O., No. 5664, 1941); derogada por la Ley 360, de 1943;
j) Ley 360 que regula el uso de la bandera y deroga las leyes 494, 15 y 347
(G.O., No. 5960; reproducida en la G.O., No. 5986, 1943); esta Ley deroga y
sustituye la Resolución No. 5196 del P. E., de 1913; y las leyes No. 494, de
1933; No. 15, de 1938; No. 347, de 1940; No. 1305, de 1937; No. 597, de 1941
y No. 125, de 1942);
k) Ley 385 que modifica la Ley 360 (G.O., No. 5971, 1943, reprod. en la G.O.
No. 5986, 1943);
l) Decreto No. 1521 sobre importación de banderas (G.O., No. 5997, 1944);
m) Decreto 1676, sobre importación de banderas (G.O., No. 6024, 1944); y
n) Véase el artículo 194 de la Constitución de 1844. El Art. 98 de la Consti-
tución de 1942, dice así:
«Art. 98.– La bandera nacional se compone de los colores azul ultramar y
rojo bermellón, en cuarteles alternados, colocados de tal modo que el azul
queda hacia la parte superior del asta, separados por una cruz blanca del
ancho de la mitad de la altura de un cuartel y que lleve en el centro el escudo
de armas de la República.
«Párrafo.– La bandera mercante e s la misma que la nacional, sin escudo».

133
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

pabellón nacional que antes había flotado, pabellón que la Cons-


tituyente consagró para siempre mandando que solo el rojo y el
azul se usasen alternados, en vez de la ancha faja horizontal que
formaban dichos colores». Este Apunte lo tomó García del
artículo Colores, publicado sin firma en el Boletín Oficial, S.D.,
No. 86, 16 oct., 1869, escrito por Félix María Del Monte.
Así lo hemos comprobado: esas páginas figuran en la co-
lección de escritos del poeta, prócer del 1844, conserva-
dos por su hija Mercedes Del Monte Echavarría. Sin em-
bargo, la Constitución de 1844 no indica con toda claridad el
cambio introducido en la bandera. Quizás se consideró
suficiente la palabra esquinados, según aparece en el artícu-
lo 194: «El pabellón mercante nacional se compone de los colores

Acerca del escudo nacional véase artículo de M. Flores Cabrera, Heráldica


Dominicana, en La Cuna de América, S.D., No. 16, 1912, y escrito de Eliseo
Grullón en la misma revista, No. 18, del 16 de nov., 1913; y disposiciones
legales:
a) Resolución 3416 sobre el uso del Escudo de Armas (Colección de Leyes,
1894, pág. 284);
b) Resolución 4601 que prohíbe el uso particular del Escudo Nacional y de
Armas a los que no sean altos funcionarios (G.O., No. 1608, 1915);
c) Decreto 5200 relativo a la forma del Escudo de Armas de la República
(G.O., No. 2376, 1913);
d) Véase el artículo 195 de la Constitución de 1844. El art. 99 de la Constitu-
ción de 1942, dice así:
«Art. 99.– El escudo de armas de la república lleva los colores de la bandera
nacional, en el centro el Libro de los Evangelios, abierto, con una cruz
encima, surgiendo ambos de entre un trofeo de lanzas y banderas nacionales
sin escudo, con ramos de laurel y de palma exteriormente y coronado con
una cinta en la cual se lee este lema: Dios, Patria y Libertad; y en la base otra
cinta con estas palabras: República Dominicana. Deberá tener forma de
cuadrilongo con dos pequeños ángulos inferiores, terminando en punta por
la base y dispuesto de modo que si se traza una línea horizontal que una las
dos verticales del cuadrilongo, desde donde comienzan los ángulos inferiores,
resulte un cuadro perfecto.
«Párrafo.– La ley reglamentará el uso y dimensiones de la bandera y del
escudo nacionales».

134
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

azul y rosado, colocados en cuarteles esquinados; y divididos en el


centro por una cruz blanca de la mitad del ancho de uno de los
otros colores, que toque en los cuatro extremos. El pabellón de
guerra llevará además las armas de la República en el centro».
b) El mismo historiador refiere el origen de la bandera
dominicana, en su artículo La idea separatista, publicado
en 1883: «Empero, como había quedado incompleta la obra
comenzada, si a la vez que se procuraba unificar la opinión
dentro del país, no se le daba crédito a la revolución fuera de él,
inspirando a las naciones civilizadas confianza en sus nobles
propósitos, preciso fue que el predestinado iniciador de la
propaganda separatista, que todo lo preveía, y en todo se ocupaba,
prestaba cuidadosa atención a la formación de la bandera que
debía cobijar bajo su nombre la proyectada nacionalidad.
«La insignia nacional adoptada por el pueblo haitiano
al constituirse en estado libre e independiente, había sido
formada por Dessalines, en un momento de exaltación
patriótica, arrancando de la bandera francesa el color blan-
co, al cual atribuía todas las desgracias de Haití; de ma-
nera que el mundo veía en ella el símbolo del exclusivis-
mo que por desgracia ha servido siempre de base a la
legislación de la República vecina, y de punto de mira a
su política local.
«Para conseguir, pues, el fin deseado por los separatistas,
necesario era dar a la enseña que debía servir de lábaro a
la nacionalidad dominicana, una significación diame-
tralmente opuesta, ora escogiendo para formarla colores
diferentes a los de la bandera haitiana, ora combinando
éstos con el color blanco que, considerado por aquéllos
como principio de discordia, debía ser para los domini-
canos símbolo de paz y de armonía.
«Inspirado en esta creencia y enardecida su fe patriótica por
la que tenía en las doctrinas de la religión cristiana, fue que el

135
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

caudillo nacional, buscando en el signo de la Redención el


medio de resolver el difícil problema, concibió la grande idea de
separar los colores de la bandera haitiana con una cruz blanca,
para significar de este modo al mundo, que el pueblo dominicano,
al ingresar en la vida de la libertad, proclamaba la unión de
todas las razas por los vínculos de la civilización y del cristia-
nismo». (Estos párrafos los repite García en su Historia de
Santo Domingo. S.D., 1894, vol. II, p. 233).
c) En una nota manuscrita de puño y letra del historiador
José Gabriel García, que perteneció a César Nicolás Penson
y que conservamos en nuestra biblioteca, hay los siguientes
interesantes detalles acerca de la bandera dominicana: «La
bandera nacional la varió la Constituyente de San Cristóbal…
en la Constitución de 1844. Duarte, Pina y Pérez, no discutían
a la mesa de Prudencio Díez los colores de la bandera. Hablaban
constantemente de eso y de todo lo demás relativo a la revolución
que tenían entre manos. De aquí que Prudencio Díez, que fue
quien me lo esplicó a mí en Caracas en 1856, se impusiera del
significado de la bandera, que fundado en este antecedente di a
conocer en mi escrito La idea separatista».
d) En unos Apuntes manuscritos de César Nicolás Penson,
que conservamos en nuestra biblioteca, refiriéndose al
célebre buque dominicano Leonor, dice:
«… Hai que estar al cabo de una circunstancia mui notable,
cual es, que estando Duarte y los demás citados en casa del Sr.
D. Prudencio Díez, en Caracas, tío de aquél, hablaban
diariamente en el almuerzo de la forma del pabellón dominicano
que ya tenían arreglada; y era así: Desechando los colores españoles
por escrúpulos de que se imaginaran los morenos que volvía a
implantarse la esclavitud, escogieron el azul y el rojo, los mismos
del haitiano, en atención a que éste significaba la libertad de los
neo-ciudadanos de Occidente. Pero como había que diferenciar
e incluir además el blanco, excluido por Dessalines de los colores

136
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

haitianos, cuando desgarró la bandera francesa, se pensó adoptar


aquel en forma de una cruz que se pondría sobre la bandera
haitiana, singular maridaje que sólo justifica el temor de herir
susceptibilidades de raza; y en consecuencia la cruz blanca vino
a representar eso, y los tres colores la unión de las razas pobladoras
de la República Dominicana por el cristianismo y la civilización.
Más tarde, la Constituyente de San Cristóbal modificó la ban-
dera como está hoi en la Constitución del 44, resultando una de
las más originales y bonitas de la América. El Leonor, natural-
mente, fue señalado con la bandera desconocida en Curazao,
porque alboraba el nuevo pabellón, el cual se había enviado aquí
antes del 27, y había sido así contenido. Al momento, los
patriotas, que estaban siempre en la marina, o allí vivían,
corrieron a vestirse, seguros de que se les venía a buscar. La
comisión que iba a bordo enviada por la Junta Central Guber-
nativa, componíala el Sr. D. Juan Nepomuceno Ravelo, varios
jóvenes entusiastas, entre ellos un sobrino de Duarte, Enrique,
y un hermano de Pina, y salió de aquí el 1o. de marzo del 44.
Este buque fue pues el primero que arboró el pabellón nacional
y lo enseñó al mundo, aunque en su prístina forma»24.

24
En su artículo Duarte, Ravelo y la bandera dominicana (La Nación, S.D., 27 de
feb., 1951, reproducido en su obra Duarte y otros temas, S.D., 1971) el Dr.
Alcides García confirma las noticias de Penson acerca de la bandera. Dice:
«La página fundamental, relativa al origen y significación de nuestra bandera,
es de José Gabriel García, y se intitula: La Idea Separatista que ha sido publi-
cada varias veces en nuestra Patria y corre ya por ahí inserta en libros de
lectura escogida hispanoamericanos. García la publicó por primera vez en
1883. A raíz de esta publicación, César Nicolás Penson, con muy buen
acuerdo, le preguntó a García en qué fuente se había abrevado para hacer
tan trascendentales afirmaciones. Y el autor de Rasgos Biográficos de Domini-
canos Célebres le contestó al celebrado tradicionista de Cosas Añejas, tanto por
escrito como oralmente, y le suministró los informes pedidos. Rodríguez
Demorizi publicó en su notable trabajo Origen de la Bandera Dominicana, que
salió a la luz en el número de La Nación correspondiente al martes 16 de

137
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

e) En unas Notas de la vida de Juan Nepomuceno Ravelo y


Reyes (El Ideal Masónico, Santiago de Cuba, No. 11, 20
oct., 1912), se afirma que «Juan Nepomuceno Ravelo en el
seno de esta Sociedad (La Trinitaria), fue quien ideó la bandera
actual dominicana, que sus compañeros aceptaron todos a una,
la que juraron enarbolar en la nueva República que trataban
de fundar».
f) También se le atribuye la idea de la bandera a don
José A. Billini. En su Reseña histórica de Baní (Valencia,
1930, pág. 69), dice don Joaquín S. Incháustegui: «Próximos
a estallar los acontecimientos, Billini se encontró en una ocasión
en la capital en misión revolucionaria, y fue invitado por el
prócer Serra en tal sentido, para que desistiera de su rápido
regreso a Baní, pues esa noche se reuniría La Trinitaria, con el
propósito de combinar los colores de la nueva bandera que nacería

mayo de 1944, la nota que sigue, la cual halló escrita, de la mano y pluma de
García, en el Archivo de Penson. Leámosla: ‘La bandera nacional la varió la
Constituyente de San Cristóbal… en la Constitución de 1844. Duarte, Pina
y Pérez, no discutían a la mesa de Prudencio Díez los colores de la bandera.
Hablaban constantemente de eso y de todo lo demás relativo a la revolu-
ción que tenían entre manos. De aquí que Prudencio Díez (en cuya casa de
Caracas estuvieron hospedados Duarte, Pina y Pérez, en su exilio de 1843),
que fue quien me lo explicó a mí en Caracas en 1856 (Díez era entonces
comerciante, y García, su tenedor de libros), se impusiera del significado de
la bandera, que fundado en este antecedente di a conocer en mi escrito La
Idea Separatista’. En el citado interesante artículo de Rodríguez Demorizi
hay otra nota de Penson, hallada también en el Archivo de éste, y escrita de
su puño y letra, sobre el mismo tema, más pormenorizada todavía, que no
tiene desperdicio tampoco. Batamos palmas en honor de César Nicolás
Penson por haber hecho que José Gabriel García declarara en qué autorizados
informes históricos se basó para escribir su formidable página La Idea Separatis-
ta. Felicitemos igualmente a Emilio Rodríguez Demorizi, por haber hurgado
una vez más en el Archivo de Penson y haber salido de entre sus legajos
polvorientos con las manos llenas por esas dos preciosísimas citas de García
y de Penson. ¡Esto es lo que se llama hacer labor primaria, y de muy buena ley,
en punto de Historia Patria!»

138
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

a los reclamos de la libertad; pero Billini no pudo aplazar el


viaje, y sí dijo a Serra, para que lo llevara al seno de la sociedad,
que a su parecer debía servir de emblema el mismo haitiano con
una cruz blanca que le dividiera en señal de paz».
g) El historiador haitiano Tomás Madiou, a quien se
debe el conocimiento de interesantes pormenores de nuestra
historia, dice lo siguiente al referirse a la acción del 27 de
febrero de 1844: «El 26, todavía los insurgentes no se habían
puesto de acuerdo acerca de la bandera que debía enarbolarse y
se reunieron para tomar una decisión. Algunos opinaron que la
bandera de los colores de Haití fuese cambiada, pero José
Joaquín Puello insistió en que se utilizase el mismo, diciendo
que podían producirse incidentes comprometedores si se enar-
bolaba otra bandera, porque, agregaba él, ‘Ustedes saben ya lo
que se dice de una pretendida propaganda colombiana y se cree-
rá en ella si cambiamos la bandera, dejémosle tal como es y
cuando la Constituyente se reúna, entonces el pueblo sabrá a
qué atenerse y podremos cambiarla’. Uno de los miembros dijo: Le
pondremos una cruz blanca. Y la proposición fue aceptada».
(Thomas Madiou, Histoire d’Haiti. Années 1843-1846. Port-
au-Prince, 1904, p. III, V. otros detalles, en la misma obra,
págs. 115 y 118).
h) Es indudable que los próceres separatistas estaban
de acuerdo, el 27 de febrero, en lo que respecta a la nueva
bandera, pues tan pronto se tuvo noticia en Baní de que
había sido proclamada la República, se lanzaron a la acción,
dieron el grito de libertad y lo mismo que en la Puerta de
El Conde, le pusieron «la cruz a la bandera». Así lo dice
uno de los presentes en Baní en el memorable 28 de
febrero de 1844, don Jacinto de Castro. Dice Castro en
sus valiosas y veraces Notas escritas hacia 1848: «Estando
en estas cuestiones, llega Joaquín Objío a quien habíamos mandado
a saber, acompañado de Bois Duvergé (General Antonio Duvergé),

139
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

llevando la Capitulación, inmediatamente sin aguardar nada,


corrimos a la plaza de armas, se proclamó la independencia y se
le puso la cruz a la bandera». (B.A.G.N. 1943, No. 26-27, p.
100). Refiriéndose al pronunciamiento de La Vega, en
favor de la República, promovido por Pedro Ramón de
Mena el 4 de marzo de 1844, dice el historiador García:
«Pero al llegar el día 4 a la primera de estas poblaciones, donde
lo encontró todo preparado, y hasta la bandera hecha por las
señoritas Villa…» García, obra cit., vol. II, pág. 237).
i) Quizás el primer documento en que se habla de la
bandera que acababa de ser enarbolada en la Puerta de
El Conde, es la carta del 6 de marzo de 1844 dirigida
por el Cónsul de Francia en Santo Domingo al Ministro
francés Guizot. Dice Saint Denys: «Olvidaba hablarle a
Vuestra Excelencia del pabellón adoptado por los dominica-
nos. Se compone de dos bandas horizontales, azul y roja corta-
das a lo largo por una cruz blanca». (J’oublais de parler a
Votre Excellence du pavillon adopté par les dominicains.
Il se compose de deux bandes horizontales, bleu et rou-
ge, et il est coupé dans sa largeur par une croix blanche).
(E.R.D., Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo
Domingo, vol. I, S.D., 1944).
j) En su Informe al Secretario de E. de Guerra y Marina
y de Relaciones Exteriores de Haití, acerca de su misión
en Santo Domingo, presentado en Puerto Príncipe el 7 de
junio de 1844, dice Celigny Ardouin:
«El 29 (mayo 1844), en la bahía de Ocoa encontramos dos
corsarios que llevaban la bandera dominicana (la bandera
haitiana atravesada por una cruz blanca)…» (V. Listant
Pradine, Recueil generale des lois et actes du gouvernement
d’Haiti…, año 1844, p. 339).
k) ¿Quién hizo la primera bandera dominicana? La
tradición más digna de crédito le atribuye esa gloria a

140
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Concepción Bona. En su artículo Nacimiento de don Ramón


Mella (La Opinión, S.D., 25 de febrero, 1933), dice el Dr.
Alcides García:
«La única tradición que existía entre los hombres que
proclamaron la República, relativa al origen de la primera
bandera dominicana que se enarboló en la Puerta del Conde,
dice que esa enseña fue labrada en fina tela con patriótico
entusiasmo y nerviosidad femenil, por una de las vecinas más
gallardas del Baluarte: la señorita Concepción Bona25, quien ade-
más pertenecía a la familia acomodada y ardientemente adscri-
ta al servicio de causa revolucionaria. Acompañó a la mencio-
nada dama, en tan envidiable tarea, su prima la señorita María
de Jesús Pina26.
«A mayor abundamiento recordemos, que los conjurados
de la Puerta del Conde y sus colaboradores las señoritas
del vecindario lo que hicieron fue poner por obra, en lo
material, la concepción magnífica de Duarte acogida
fervorosamente por la Trinitaria, de formar la enseña del
nuevo Estado ‘separando’ –como dice el historiador José

25
Nació en esta ciudad el día 6 de diciembre del año 1824, hija de don Ignacio
Bona (1799-1844), uno de los firmantes de la Manifestación del 16 de enero
de 1844, que es nuestra acta de Independencia, y de su esposa, doña Juana
Hernández (fallecida el 30 de setiembre de 1870); de origen canario. Casó el
2 de junio de 1851 con el banilejo D. Marcos Gómez Carvajal (1818-1890),
tío carnal del Libertador de Cuba, y falleció en esta ciudad, en la casa
marcada con el núm. 24 de la actual calle «José Reyes», el día 2 de julio del
año 1901. (V. su biografía en nuestro libro Mujeres de la Independencia, S.D.,
1945, págs. 55-58; y su genealogía en la obra del Rev. Fr. Cipriano de Utrera:
La Familia de Máximo Gómez, S.D., 1929, págs. 94-95).– (V.A.D.)
26
Hija de D. Juan Pina (1790-1878), firmante de la Manifestación del 16 de
Enero y soldado de la columna del 27 de Febrero de 1844, y de su esposa,
doña Juana Benítez, oriunda de la villa del Seybo, nació en esta ciudad el 11
de febrero de 1828 y murió en su ciudad natal el 10 de enero de 1858. Era
hermana del trinitario Alejandrino Pina. (V. nuestra citada obra Mujeres de la
Independencia, S.D., 1945, págs. 59-61).– (V.A.D.)

141
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Gabriel García–, los colores de la bandera haitiana con


una cruz blanca, para significar de este modo a las
naciones imparciales, que el pueblo dominicano, al
ingresar en la idea de la libertad, proclamaba la unión de
todas las razas por los vínculos de la civilización y el
cristianismo’.
«Doña Concepción Bona, para el 27 de Febrero,
moraba en una casa baja que había en el sitio donde hoy
se levanta el edificio del Hotel Continental: muy cerca,
por tanto, de la Puerta del Conde.
«Doña Concepción Bona era hija de don Ignacio Bona,
de los signatarios del Manifiesto del 16 de Enero de 1844;
sobrina carnal del prócer febrerista don Juan A. de Pina y
prima hermana de uno de los nueve fundadores de la
Trinitaria: de don Pedro Alejandrino Pina. Don Juan Pina
residía, como es sabido, para esa fecha clásica de nuestra
libertad, al lado de doña Concepción, en la casa que forma
la esquina S.E. del cruce de las actuales calles Palo Hincado
y 27 de Febrero (calle de El Conde).
«Doña Concepción Bona y Hernández casó luego con el
caballero banilejo don Marcos Gómez y Carvajal, quien tuvo en
ella los siguientes hijos: don José María, doña Eloísa, don Marcos
Antonio, don Manuel de Jesús y don Rafael María, troncos los
cinco últimos de estimables familias de nuestra sociedad».
En la revista Blanco y Negro (S.D., No. 36, 1909), hay
una fotografía y al pie una leyenda que dice: «Bohío donde
fue construida la primera bandera dominicana».
El primer barco dominicano que llevó a los E.U. de
A. la bandera nacional fue el bergantín Libertad, capitaneado
por el moreno dominicano Alejandro Camilo. Estuvo en
Baltimore, en octubre de 1854 (V. El Porvenir, S.D., 15
oct., 1854).

142
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

l) Finalmente, el sabio maestro de la historia dominicana,


don Emiliano Tejera –tal como lo había hecho el historiador
nacional García–, interpretó fielmente el simbolismo de
la bandera nacional y la aceptó como obra de Duarte. Así
lo expresa en su admirable Exposición acerca del Monu-
mento a Duarte, escrita en 1894: «El principio nacional de
la fusión de las razas, que será la salvación de la América tropical,
dotándola con una población apropiada a sus necesidades,
encontró en Duarte un intérprete fiel, cuando ideó el pabellón
dominicano. Dessalines no quería que el elemento blanco
entrase en la composición de la nacionalidad haitiana. Duarte
lo hizo figurar en la constitución de la dominicana, como
elemento civilizador, y lazo de unión respecto de los pueblos
hispano-americanos y de los demás civilizados del globo. La bandera
dominicana puede cobijar a todas las razas: no excluye ni le da
predominio a ninguna. Bajo su sombra todas pueden crecer,
fundirse, prosperar».

IV.– EL JURAMENTO TRINITARIO

El «terrible juramento de fidelidad» –como le llama Serra


en carta a Meriño–, prestado por primera vez el 16 de
julio de 1838, en el acto de creación de La Trinitaria, al
cual se alude en diversos documentos de autoridad indis-
cutible, fue dado a conocer por el prócer Félix María Ruiz.
(V. Letras y Ciencias, S.D., No. 47, 1894). Si con los años,
al debilitarse la memoria de Ruiz, sufrió el juramento
alguna alteración, es cosa fuera de discusión y sin impor-
tancia: lo cierto es que existió el juramento y es lo que
interesa. ¿Qué por ser algo extenso pudo ser deformado?
Tampoco importa: no es menos extenso el juramento de

143
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

los próceres venezolanos. (Véase Gil Fortoul, Historia


Constitucional de Venezuela, Caracas, 1930, vol. 1, pp. 214-
215), ni esa circunstancia ha sido suficiente para que se
trate de discutir su existencia. Antes al contrario, Gil
Fortoul la confirma, diciendo. «El texto, que resulta hoy demasiado
largo, pero que había de serlo en aquella ocasión, amenazados
como estaban los patriotas por dos reacciones, la del partido
español y la del clero…»
Duarte no olvidó nunca el juramento trinitario. Perjuros
llamó amargamente, una y otra vez, a los que lo quebrantaron.
Refiriéndose al juramento, dice el Dr. Federico Hen-
ríquez y Carvajal: «Ese texto, leído por mí a varios febreristas hace
ya cuarentidos años, fue reconocido por la mayoría de ellos. Ese
reconocimiento fue categórico de parte de Félix María Del Monte,
trinitario juramentado y febrerista, discípulo de Duarte e íntimo
amigo de Sánchez y de Mella». (En su artículo La bandera
dominicana, en Listín Diario, S.D., No. 13648, 1 marzo,
1932).

144
LA FILANTRÓPICA

De las tres Sociedades genésicas de la República, La


Trinitaria, La Filantrópica y la Sociedad Dramática,
fundadas por Duarte, hay escasas noticias, pero mucho
menos de La Filantrópica.
¿Qué era, qué hizo, cómo funcionaba? Apenas lo dice
Rosa Duarte en sus ya clásicos Apuntes. Aludiendo a La
Trinitaria, dice: «Después formaron una Sociedad Filantrópica:
sus sesiones eran públicas, los discursos». García, a su vez,
agrega: «La prudencia aconsejó disolver la Sociedad (La Trini-
taria), que se refundió más tarde en la Filantrópica…» Félix
María Del Monte también aludió a La Filantrópica, pero
fugazmente, sin aportar nada.
En carta a Meriño –publicada por Alcides García en
Duarte y otros temas– dice el trinitario Serra: «La Trinitaria
y la Filantrópica fueron dos sociedades distintas: la primera
era exclusivamente revolucionaria; la otra no». En su carta a
Del Monte, del 18 de marzo de 1865, Duarte no le habla
de La Trinitaria, sino de la Filantrópica. Le dice: «conténtate
con saber que aún vive el tesorero de la Sociedad Filantrópica, y
vive para su Patria, para sus amigos y conocidos. Un día, en
medio del infortunio más negro, recordando las palabras de Paz,
Unión y Amistad con que se cerraba nuestra Sociedad dije:

145
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Pasaron los días


de paz y amistad,
de amor y esperanza,
de fina lealtad…»

Y en otra carta a Del Monte, del 2 de mayo de 1865,


dice el Padre de la Patria: «a nosotros, repito, los individuos
de la Sociedad Filantrópica». Además, los amigos de Duarte
se llamaban, entre sí, «Filántropos». Así consta, por lo
menos, en carta de Juan Isidro Pérez a José Patín y a
Prudencio Díez.
Del significado de la palabra filantropía, de su uso entre
los próceres duartistas, hay atinados comentarios en Vida
de Juan Pablo Duarte, la admirable obra del fervoroso
duartiano Lic. Pedro Troncoso Sánchez.
Sin embargo, algo más podrá afirmarse: que La Filan-
trópica tenía antecedentes bien lejanos: que, seguramente,
la existencia de este género de agrupaciones fue conocida
por Duarte en su fecunda estaba en Barcelona. ¿No habría
allí, como en Madrid, alguna Sociedad Filantrópica?
En efecto. En la célebre revista de Buenos Aires, Los
Amigos de la Patria y de la Juventud, del 15 de diciembre de
1815, hay esta alusión al fabulista Tomás de Iriarte, muer-
to en 1791: «He aquí como habla Iriarte con respecto a la socie-
dad filantrópica de Madrid que tiene el título de Amigos del
País.

La sociedad matritense,
económica de amigos
del país…»

En la misma revista, comentándose la necesidad de


mejoramiento social contra el auge de las armas, se
hacían estas reflexiones:
146
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

«¿Es o no útil establecer una sociedad filantrópicoliteraria?


Basta echar una ojeada al objeto que debe constituirla para
satisfacer a esta pregunta. Un conjunto o reunión de personas
hábiles cuya ocupación principal ha de consistir en promover
la industria, hacer florecer la agricultura y cultivar las artes; no
puede menos de traer consigo un buen resultado, y sus socios el
de merecer con razón el justo título de amantes de este suelo, de
este suelo que los nutre, los guarece, al cual vuelven su afecto y
por cuya felicidad velan: en una palabra, cada miembro de la
sociedad, cumpliendo con su deber, debe ser precisamente un
verdadero amigo o amante de la patria».
En su edición del 15 de enero de 1816 informaba la
famosa revista: «El 21 del mes próximo pasado tuvo lugar la
apertura de la Sociedad Filantrópica, en una sala del fuerte, y
hubo efectivamente una asombrosa concurrencia».
De esas ideas, pues, arrancan las ideas de Duarte al
fundar la memorable Sociedad Filantrópica, que era,
propiamente, La Trinitaria, matriz de la República.
Conforta el espíritu ver cómo Juan Pablo Duarte se
inspiró siempre en las mejores ideas de su tiempo, parti-
cularmente en su estada en Barcelona, para fundar su
Patria al igual que los grandes forjadores de las nuevas
patrias de América y de Europa.

(B. del I.D., No. 12, 1975).

147
DUARTE Y EL TEATRO DE LOS TRINITARIOS27

En nuestro libro Juan Isidro Pérez, el ilustre loco, le dedica-


mos un capítulo al célebre teatro de los trinitarios, fundado-
res de la República, basado en las referencias de José María
Serra, de García, de Penson y de Félix María Del Monte.
Allí aludíamos a las piezas de teatro representadas por
los jóvenes duartistas, seguramente traídas por Duarte de
Barcelona, donde las vería representar: Bruto o roma libre,
de Alfieri; La Viuda de Padilla, de Martínez de la Rosa; y
Un día del año 23 en Cádiz, de Eugenio de Ochoa. Refirién-
donos a ésta decíamos:

27
Como se sabe, el Teatro de los Trinitarios tenía por asiento el vetusto edificio
conocido por la Cárcel Vieja –junto a la Casa de Borgella, frente a la Plaza de
Armas, hoy Parque de Colón–, luego local de la Sociedad Amigos del País,
tribuna de José Martí en 1892, más tarde Comisaría Municipal, asiento de la
Cámara de Diputados y hoy oficina pública. Fue Cuartel en tiempos de
Boyer. «Las representaciones teatrales eran de la Sociedad Filantrópica: bajo ese nombre
ocultaban sus fines patrióticos», según referencia de don Félix M. Del Monte
que nos trasmitió su amigo don Federico Henríquez y Carvajal, en una de
nuestras frecuentes conversaciones. (Apunte del 12 de agosto de 1936).
En la Filantrópica «se daban comedias en francés, a veces. En una comedia Pedro
Antonio Bobea repitió varias veces la frase Liberé, liberté, Sans liberté n’est pas vif !
El Comisario haitiano hizo interrumpir la representación. Se le mostró el libreto y
efectivamente había allí la frase. El Comisario permitió continuar diciendo que tomaría
sus medidas para que eso no se repitiera. Causó alarma y sensación». (Referencia de
F. M. Del Monte a don Federico).

149
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

«En la última escena de Un día del año 23 en Cádiz, el


Edecán del Capitán General se presenta de orden superior al
Director de la Sociedad y le intima la presentación de la pieza
dramática, a fin de cerciorarse de si constaba en ella un ten-
dencioso concepto estrepitosamente aplaudido por el público
dominicano:
¡Me quiere llevar el diablo cuando me piden pan y me
lo piden en francés!
«Atacar lo francés, lo que no es español, es un modo
de atacar lo haitiano. En pugna las dos lenguas, la francesa,
que es la del dominador, es símbolo del oscuro y odiado
predominio; la española, la de los trinitarios, signo y
distintivo de libertad. Así despierta amor patrio en el
aletargado espíritu de los dominicanos».
Al escribir esa página no conocíamos la pieza de
Ochoa, en la que realmente existe la frase conservada por
la tradición, aunque modificada por la dilatada transmisión
oral, de 1843 a fines del siglo, en que escribieron Serra y
Del Monte, miembros de la Benemérita Sociedad La
Filantrópica, continuación de La Trinitaria.
La frase de Ochoa, según el texto que tenemos a la
vista, de 1835, es la siguiente:
«A nadie le puede gustar ver su pueblo lleno de gen-
tes que arman un guirigai y la echan de amos y… yo
mismo, sin ir más lejos, cuando veo tantas bocas que
piden pan y no lo piden en español, me da un gusto como
si me escaldaran».
La obra de Ochoa, no obstante su pobreza literaria,
contribuyó a estimular el patriotismo dominicano en los
gloriosos días de las actividades trinitarias que culminaron
en la proclamación de la República. Ello basta para justificar
su reproducción. Con patriótica satisfacción la realizamos,

150
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

no sin el pesar de que este apunte preliminar sea tan breve


y rápido. Pero ya trataremos el tema con mayor amplitud
en nuestro libro El teatro en Santo Domingo, pronto quizás
camino de la imprenta.
Entre los principales actores de la Filantrópica se
contaron Luis Betances, Pedro Antonio Bobea y Félix
María Del Monte. En unas notas manuscritas de C. N.
Penson, que conservamos, hay estas curiosas noticias del
Teatro de los Trinitarios:
«Las representaciones teatrales se verificaban en el
edificio conocido con el nombre de la Cárcel Vieja, en
la plaza principal, a fin de levantar el espíritu público
y reunir recursos para comprar municiones y pagar
emisarios, etc. Los papeles se repartían autoritariamen-
te y se decía a cada uno cómo era el traje de cada repre-
sentación para que lo costease. Si sobraban boletines, se
repartían a los asociados, quienes tenían que pagarlos
para que llevasen a sus familias: cuando no sobraban
tenían que conformarse con no llevar a nadie. Duarte,
por el defecto de la inclinación de su nariz, no podía
representar; pero decía que debía hacer algo, y se ponía
de apuntador, a fin de ahorrar los ocho pesos que costa-
ba el apunte. Una vez debía representarse una pieza en
que aparecía una fuente, y después de mucho mirarlo y
remirarlo, no tuvieron más remedio que disponer una
pipa adentro y recoger el agua que caía, rellenando con
ella la pipa. Dos de ellos… se encargaron de la pesada
tarea (el patriotismo no vacilaba ni en esto), y durante
toda la representación estuvieron trasegando agua. Mien-
tras tanto, Duarte, que apuntaba, salió de su concha di-
ciendo que estaba mojado de sudor y del agua que se
echaba en la pipa».

151
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

A continuación se reproduce, pues, el drama de Eugenio


de Ochoa, representado por los trinitarios hacia 1843,
siendo Juan Pablo Duarte, seguramente, como lo era
habitualmente, el apuntador28.

28
Se omite la pieza de Ochoa. Véase en Boletín del Instituto Duartiano, S.D., No.
2, págs. 64-107.

152
DUARTE ROMÁNTICO

Recepción Pública del 16 de julio de 1969


–Aniversario de La Trinitaria–
Efectuada en el local del Ateneo Dominicano29

Compañeros del Instituto Duartiano,


Damas y Caballeros:

Porque pertenecer a este benemérito Instituto Duartiano


implica la doble responsabilidad de una labor y una conduc-
ta en que es numen el Padre de la Patria, y porque vengo a
ocupar el sitial vacío por la muerte del insigne ciudadano
que fue don Haim López Penha, insigne por su noble sa-
ber, por su desbordada espiritualidad y por su don de poe-
sía y de bondad, mi honda gratitud para vosotros, a quie-
nes debo tal honor, no la expreso ni encarezco sino que la
dejo suspensa en la utópica esperanza de ser integralmente
lo que deberíamos ser todos los dominicanos: duartianos,
duartianos en toda la riqueza y extensión de la Palabra.
De aquel diamante humano que fue José Martí, apenas
hay una faceta descuidada por los artífices martianos.

29
Publicado en opúsculo, S.D., 1969.

153
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Como es la época, en las letras cubanas, de la investigación


de Martí, cada día se alza una voz devota para mostrar un
nuevo aspecto del Apóstol…
Así exclamaba lustros atrás y algo así quisiera decir
en este instante, dejando de lado el nombre de Martí por
el de Duarte, pero es ahora, tardíamente, cuando empieza
entre nosotros la investigación del Padre de la Patria,
acometida al fin por este meritísimo Instituto de cuya
proficua labor no ha de tener duda quien conozca la clara
inteligencia, el alto espíritu y el patriotismo del ciudadano
ilustre que lo preside.
Emiliano Tejera y su admirable hijo Emilio, Monseñor
de Meriño, Federico Henríquez, José Gabriel García y
sus dignos hijos Leonidas y Alcides, y tantos otros,
estudiaron la mesiánica vida del Patricio, pero es menester
un análisis más vasto, análisis de laboratorio en que no
quede desconocida una sola sustancia del ser maravilloso;
grata y fecunda labor, porque la vida y la obra del Trinitario
es «cristal que para cada luz tiene una irisación».
Como quien cumple, pues, un acto de conciencia, vengo
a sumarme en la faena colectiva del Instituto, animado por
el férvido empeño de señalaros uno de los aspectos de ma-
yor trascendencia en la vida de Duarte, el más iluminante y
sin embargo apenas conocido: DUARTE ROMÁNTICO.
Decir que Duarte fue un romántico, que su obra política
y sus escritos fueron de esencia romántica, tiene capital
significación histórica, porque fueron los románticos los
revolucionarios del siglo XIX, desde Hugo y Byron, en
Europa, hasta Bolívar, en nuestro Continente: de ahí que
la palabra libertad fuese el lema del movimiento romántico.
Afirmar que Duarte fue un romántico, en el grado que
lo fue, equivale a incorporarlo a la historia del romanticismo
en la América hispana; y es darle más conspicuo lugar en

154
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

nuestra historia literaria, y asimismo en la política, como


glorioso introductor del romanticismo en nuestra Patria,
honor que hasta ahora se discernía exclusivamente al poeta
y patriota Manuel María Valencia. Duarte, romántico, es
ya un prócer de más alta categoría que la que se le reconoce
devotamente desde antes de la fundación de la República.
Por el año de 1826 el adolescente Juan Pablo Duarte y
Díez parte hacia Europa, vía Norte América, donde ha de
pasar algunos años de fecundo aprendizaje, y ha de caldear
el alma varonil al Sol de sus antepasados, según la frase de
Meriño. Viaja por Inglaterra, Francia y España, y en Bar-
celona, tierra amada de los dominicanos, fija su residencia
de estudiante y de prócer en cierne, vivos aún los ecos de
la caída de Lord Byron, la máxima figura del romanticis-
mo inglés, poeta y héroe romántico por excelencia.
Era la época en que Europa bullía en el vértigo del
romanticismo, en los años de plenitud de su primera época,
«como instrumento potencial» de las grandes causas, de las
luchas por los ideales nobles, por la libertad. Los románticos,
los poetas, llenaban los aires con las declamaciones y los
gritos de sus anhelos y de sus esperanzas. La vida toda,
impregnada de aspiraciones vehementes, era «un caudal
de ímpetus», de ansias incontenibles, de sed insaciable de
todo lo que significara la realización de esos ideales.
Duarte se halló así en la vorágine, en el centro hispano
de mayor ebullición romántica. Basta decir que fue la revista
barcelonesa. El Europeo la introductora del romanticismo
en toda la Península Ibérica; de la embriaguez de la natura-
leza moral, como lo llama Madama Stael.
¿Cómo, pues, había de permanecer ajeno a lo que se
suscitaba en torno suyo en el vasto escenario de Europa?
¿Cuáles fueron las influencias recibidas por su juvenil
espíritu, ávido y sensible?

155
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Cuando el joven romántico Théophile Gautier escribió


su Viaje a España, por el 1840, en que expresara con tan
vivos colores su ardiente admiración por la «romántica
España», ya Duarte, apenas salido de la adolescencia, se
había ausentado de la tierra española. Esa cálida admiración
de Gautier, que procedía de las bulliciosas márgenes del
Sena, hace pensar cómo sería la admiración, la sensación
y el asombro de Duarte al llegar a Barcelona, procedente
de una tierra cautiva y desolada, ajena a la vida del espíritu.
Hallábase, pues, en la animada villa catalana en los
momentos memorables en que reunida su juventud en juntas
y academias particulares fomentaba los buenos estudios
y el desarrollo cultural y político de que tal vez no pudo
gloriarse «ninguna otra capital de España». Desde su llegada
a la Metrópoli hasta su retorno a la Isla, hacia 1832, época
del delirio romántico español, en toda la Península resonaban
los nombres de sus grandes poetas románticos de entonces,
unos en plena madurez, como Martínez de la Rosa, y otros
en los comienzos de su carrera fulgurante, como el Duque
de Rivas y Espronceda.
Duarte asistió al singular espectáculo que fue la vida
de Espronceda, en España «el primer romántico en acción»;
vio nacer su poesía y recorrió su ruta del exilio, París y
Londres, en los mismos tiempos que él. Podría decirse
que en la fundación de La Trinitaria, Duarte se inspiró en
la Sociedad Secreta revolucionaria Los Numantinos, creada
por Espronceda en 1823. Templarios llamó Duarte a sus
compañeros de La Trinitaria, y en sus versos repitió tantas
veces la palabra templario –puesta en boga por Espronceda
que es, como dice Allison Peers, «el peregrino y el ermitaño
utilizados por el movimiento romántico para ilustrar su concepto
del cristianismo».

156
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

En su Historia del romanticismo español dice García


Mercadal que hay un grupo de composiciones de Espron-
ceda en que se descubren esas íntimas rebeldías con que
los espíritus nobles reaccionan frente a las iniquidades
e injusticias de que la sociedad egoísta de los hombres
está formada; que el poeta se compenetra con el inmen-
so acervo de las angustias humanas y armoniza, en un
fondo de lamentaciones, su propio dolor con el dolor de
todos. Tal es el caso de Duarte poeta. Su poesía, poesía
de la angustia, fue la expresión de su dolor y del dolor
de todos.
Es evidente que Duarte –en la Madre Patria en los
mejores tiempos del romanticismo– se saturó de su fuerte
acento, inapagable acento que perduraría por siempre en
su vida y su obra. Así, al entrar en el reino de la poesía, se
revelaría en él, inevitablemente, la influencia de los poetas
románticos de España, en cuyo ámbito se había formado.
En las estrofas en que Duarte evoca la amistad de
Jacinto de la Concha, dice:

Soy Templario, me decías un día,


Jacinto un tiempo de la Patria amada,
y en sacro fuego el corazón se ardía,
y Ozama el alma se sentía abrasada.
Tomás entonces con placer te oyó,
y el alto honor de ser primera ofrenda,
como un templario merecer juró
en la sagrada nacional contienda…
....Soy Templario, repetir, sí, debes
allá en el cielo tu mirar clavando…
....Soy Templario, repetir debemos
los que en el pecho el honor sintamos…

157
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Espronceda, en la leyenda que tiene precisamente el


título de El Templario, dice:

Mi nombre, aunque ilustre, me es fuerza ocultar;


saber es bastante que soy un cruzado
que vuelve de tierras de allende la mar…

El templario de Espronceda es también el templario


de Duarte; el cruzado del poeta español es el cruzado del
poeta dominicano.
Pero todavía son más patentes las reminiscencias del
Duque de Rivas, del «Víctor Hugo español», en la poesía de
Duarte. En El Criollo, versos imprecatorios contra la
Anexión a España, exclama airado:

Y ¡oh! cual tronara


allá el Benavente,
si al mundo tornara
y viera a su gente:
¿Ya no hay castellanos
diría, en mi nación?
¡Afuera, gitanos!
¡Afuera el Borbón!

Mas ni hay Benavente,


ni hay ya más España:
su cetro potente
tornóse de caña
tan extraña y vana
cual son los Borbones:
su timbre un Santana,
blasón sus traiciones.

158
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

En los versos de Duarte hay la clara evocación de Un


Castellano Leal, romance del Duque de Rivas en que
aparecen las figuras opuestas de Benavente y de Borbón.
Para Duarte, Benavente es el patriota, y Borbón, Santana.
Son dos situaciones semejantes, ostensiblemente reveladoras
de cómo Duarte abrevaba en las más nobles fuentes del
romanticismo hispano. Para su evidencia bastan estas
estrofas del Duque de Rivas, paralelas a las de Duarte:

No profane mi palacio
un fementido traidor
que contra su Rey combate
y que a su Patria vendió.

Pues si él es de Reyes primo


primo de Reyes soy yo;
y Conde de Benavente,
si él es Duque de Borbón.

Al verso del Duque de Rivas,

un fementido traidor.

corresponde este verso de Duarte:

sino un traidor fementido…

Para la definición de Duarte romántico tiene notorio


interés otra de sus impregnaciones románticas de Barcelona.
Está allí en tiempos de auge, en la villa catalana, del poeta
inglés Eduardo Young, según Díaz Plaja una de las perso-
nalidades que pesaron «más decididamente en la elaboración

159
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

del sentimiento romántico europeo», del que parte toda la


escenografía nocturna y sepulcral, una modalidad específica
de la época. Y es el caso que Duarte, en cuyos escritos no
hay otras menciones de escritores, repite, en su carta del
18 de marzo de 1865, dirigida a su amigo Félix María
Del Monte, una frase de Young por demás romántica:
«…pues si bien dice Young que cual las flores se
cierran a la caída de la tarde así el corazón del hombre en
la tarde de la vida, el mío aún ha permanecido abierto al
amor de mi Patria».
Honda influencia tendría el romántico Young en Duarte,
renovada en sus largos años de soledad y de dolor, cuando
a la altura del 1865 aún le recordaba, si no es que por
entonces sublimaba su angustia en los sombríos versos
del poeta.
Duarte está allá, junto al azul Mediterráneo, cuando
se producen las más estruendosas explosiones del libera-
lismo catalán, de 1820 a 1833, es decir, en un período
que sobrepasa su estada en Barcelona, y estas manifesta-
ciones del romanticismo activo de tal modo influyen en
él que de regreso en sus lares, al preguntarle el Dr.
Valverde qué había sido lo que más le había llamado la
atención en sus viajes, respondió vivamente: «los fueros y
libertades de Barcelona, fueros y libertades que espero demos
nosotros un día a nuestra Patria».
Pero todavía hay otras resonancias de Barcelona en la
vida y obra del Patricio. Allá, en su tiempo, se repetían
las delirantes representaciones de Bruto o Roma Libre, de
Alfieri, y de La Viuda de Padilla, de Martínez de la Rosa,
dramas que él haría representar aquí en las patrióticas
funciones de La Filantrópica. Con Duarte llega a su
Patria pues, toda la actividad romántica de Europa. Su
impregnación romántica había sido total. Su inmersión

160
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

en las prístinas fuentes del nuevo credo, en Londres, en


París y particularmente en Barcelona, hizo de él un
romántico auténtico, más que un poeta de las letras un
poeta de la libertad.
El futuro patricio también se hallaba en Barcelona en
el período e exacerbación romántica en que predominaba
allí la adoración por Walter Scott, quien –como apunta
Díaz Plaja– había ofrecido a los primeros románticos «un
mundo exaltado y misterioso, propicio a la más alocada de las
imaginaciones». En 1833, en un artículo acerca de la
influencia de las obras de Scott en la generación actual –la
generación de Duarte– el periódico catalán El Vapor
decía: «¿Rehusaremos a Walter Scott el privilegio hermoso de
habernos hecho amable la pureza de costumbres, de haber
contribuido al acrecentamiento del trabajo, no menos que a la
honra de la virtud?… El importante dogma de la fraternidad
humana, este dogma desconocido de todos y tan útil en época
cual la nuestra, resuelta, pendenciera y fratricida, no halló
intérprete más hábil ni abogado más ardiente». No vacilemos
en afirmar que Duarte recibió en Barcelona la romántica
influencia ejercida allí por Scott. El dogma scottiano de
la fraternidad humana fue dogma de Duarte y nadie como
él le dio vida entre nosotros. En ningún momento de nuestra
historia hubo en tan excelso grado, como en los aurorales
días de La Trinitaria, «intérprete más hábil ni abogado más
ardiente del dogma de la fraternidad humana». De este dogma
romántico nació nuestra República.
El hijo de Manuela Díez tuvo el extraordinario privilegio
de ser espectador –directo o indirecto– del máximo
escándalo romántico de todos los tiempos: el estreno de
Hernani. Quizás estaba en aquel momento singular en
París; quizás, con mayores probabilidades, en Barcelona,

161
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

pero siempre en un punto presa de la febril agitación


romántica, al que llegaban de inmediato los estruendosos
ecos del escándalo.
La hora triunfal del romanticismo francés –dice Allison
Peers– fue la del estreno de Hernani, el 25 de febrero de
1830, verdadera batalla victoriosa librada contra los
clasicistas –a la que asistió complacido Chateaubriand,
adelantado romántico de Francia– y que devino célebre
hasta por detalles pintorescos, como el del chaleco rojo
que Gautier ostentaba en la ocasión a manera de enseña
desafiante contra los adversarios de Hugo.
Y he aquí un sugestivo testimonio de la repercusión
que tuvo en Duarte la representación del drama de Hugo.
En su interesante obra Ayer o el Santo Domingo de hace 50
años, Luis E. Gómez Alfau ofreció esta noticia sin parar
mientes en su importancia: «Los chalecos eran generalmente
de color blanco o negro. Se comenzaron a usar de otros colores en
el año 1832 cuando Duarte regresó de Europa y le trajo a sus
amigos como obsequio unos muy finos que estaban de moda en
París. A Felipe Alfau le regaló uno rojo muy elegante». Era,
¡nada menos! que el chaleco rojo de los románticos, el
que lució Gautier, convertido desde entonces en símbolo
romántico.
En Duarte no hay un solo elemento volitivo que pueda
separarse de su ideal romántico, de su ideal de Patria. En
ninguna de sus nobles actividades, ni en sus escritos, verso
y prosa, ni en los libros que poseía, en ninguna de las
excelsas manifestaciones de su vida, está ausente la
Patria, encarnación romántica. Hasta cuando el amor le
encadena fugazmente, una y otra vez, la Patria está
presente y se interpone victoriosa.
Todo en él se mueve dentro del ámbito más definida-
mente romántico: su vida en el Viejo Mundo en un

162
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

momento romántico culminante; su retorno a la Patria


con el caudal de su experiencia romántica, en los oscuros
días del cautiverio haitiano, para convertir toda esa expe-
riencia en acción liberadora; su actividad revolucionaria
netamente romántica, animada por las nuevas armas del
romanticismo: la poesía, los libros, el teatro, las sociedades
conspirativas. En su constructiva rebeldía, en su magis-
terio, en sus angustiosos versos del exilio, en su vida
errabunda y en su soledad, en su romántica odisea de la
Restauración, en sus nostalgias, en su desolación, en su
muerte, la muerte de un romántico; en todos los aspectos
de su vida atormentada y miseranda, se manifiesta su
acendrado romanticismo.
Sus conceptos de Patria y de Política, magnificados
por el humanismo que le impulsa a abogar por la unidad
de las razas, se funden en sus versos patrióticos, en los
que predomina el acento, el estilo romántico, con sus claras
reminiscencias de Espronceda y del Duarte de Rivas.
Duarte, fue, así, por excelencia, el romántico de la libertad.
Este es, después del de Padre de la Patria, su grande y
mejor título, el más propio y más pleno de significación y
de sustancia.
Quien gritó a los jóvenes trinitarios, entre la hirviente
multitud, el mote de filorios, lo que quiso decirles fue
románticos. Decirle Quijote a Duarte, como le dijeron sus
detractores, era llamarle romántico. Y le llamaron joven
inexperto y anarquista, que también equivalía a romántico,
porque todavía no parecía infamante la palabra comunista.
Duarte fue entre nosotros el primero en el romanticismo
social. Para ello hubo de ser, como lo fue, uno de los
primeros en el romanticismo literario. A su paso por Francia
vio que el alma y el espíritu francés –como dice Picard–
estaban nutridos de entusiasmo, de fe, de ternura y de

163
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

amor; que se había apoderado de la Patria de Hugo un


sueño de justicia y libertad; que se nadaba en el ideal y en
la ideología; que se afirmaba el derecho a la felicidad para
todos y cada uno; que la escuela romántica había querido
dar a las obras del espíritu un alcance filosófico, una fuerza
capaz de obrar sobre la conciencia de los hombres y sobre
los destinos sociales; que los hombres de pensamiento
estaban preocupados por los problemas sociales de la
época, por los padecimientos de la clase obrera, por los
anhelos de independencia de los pueblos. Son ideas y
sentimientos que hallamos, como transplantados en tierra
por demás fértil, a todo lo largo de la vida de Duarte. Es
la parte que le toca a Francia en la acción romántica del
egregio patricio.
Las ideas democráticas de Duarte, saturadas de profundo
romanticismo, de su enraizado romanticismo social, se
enlazan a cada paso con las efervescentes ideas democráticas
de hoy: que el Gobierno se establece para bien general de
la asociación; que es y deberá ser siempre popular en cuando
a su origen, son expresiones de Duarte que parecerían, más
que de Américo Lugo, de los jóvenes adalides de la gene-
ración presente.
En su Proyecto de Constitución, en el revelador artículo
veinte, dice:
La Nación está obligada a conservar y proteger por
medio de sus delegados, y a favor de leyes sabias y justas,
la libertad personal, civil e individual, así como la
propiedad y demás derechos legítimos de todos los indi-
viduos que la componen sin olvidarse para con los extraños,
a quienes también se les debe justicia, de los deberes que
impone la Filantropía.
Lo que revela que Duarte fue el primero entre nosotros
en unir el concepto de libertad y el de propiedad a los

164
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

conceptos derivados de las leyes sabias y justas y de los


deberes que impone la Filantropía, que son en esencia los
principios de las luchas sociales de nuestro tiempo, desde
Hostos –se dijera– hasta Juan XXIII. El ideario político
de Duarte, pues, su magno apostolado, es cosa vigente,
de fuerza imperativa, quizás mucho más para mañana que
para nuestros días.
No es caudal escaso el que trae consigo, en la mente y
en el corazón, quien llega a su patria con ansias de liber-
tarla, despues de fecundo viaje bajo el delirio romántico
de la época. Como José Mazzini, creador de los ideales
románticos de los jóvenes italianos y de la joven Europa,
en 1832, lo primero que ha de hacer al llegar al Ozama es
despertar el sentimiento romántico qntre sus compatriotas,
y así crea, en acto por demás romántico, La Trinitaria,
sociedad definidamente romática. Hasta el número de sus
fundadores es cifra romántica, nueve, como los nueve de
Godofredo de Bouillón que permanecieron con él en Je-
rusalem después de la partida de los cruzados.
Como el romanticismo alemán, que libra su primera
gran batalla contra Napoleón, el romanticismo dominicano,
animado por Duarte, se forja y enriquece en su lucha contra
el haitiano. El medio es también medio romántico, propicio
al surgimiento de poetas y de libertadores: el recinto,
conventual y militar al mismo tiempo; el ancho Ozama,
con su lentitud lacustre; las ruinas de edificios ilustres,
tan cantadas por los románticos; y por encima de todo la
inenarrable tristeza de los dominicanos, hundidos en la
lobreguez de la dominación haitiana, del «cautiverio babi-
lónico», sin la más remota esperanza de redención. Tal es
el ámbito de la villa que ya merece el título de Ciudad
Romántica, en que Duarte inicia su empresa libertadora
y en la que ha de contar con románticos de definidas

165
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

características como Juan Isidro Pérez, el Ilustre Loco, o


quizás mejor, el romántico loco.
El caso de Duarte, pues, es decir, del hispanoamerica-
no que viaja al Mundo Antiguo y que retorna a su Patria
con el singular presente del romanticismo, se repite sor-
prendentemente en nuestra América, en primer término en
Venezuela, porque fue Bolívar la mayor figura romántica,
americana, de su tiempo. Pero es un romántico argentino
el de mayores semejanzas con el romántico dominicano.
Después de haber vivido en París durante los agitados años
de la batalla romántica, de haber asistido a la resonante
representación de Hernani, el argentino Echeverría regresa
a Buenos Aires y junto con otros jóvenes forma una socie-
dad literaria en que se congrega la primera generación ro-
mántica bonaerense opuesta al tirano Rosas. Como Eche-
verría, que fue el numen de los antirrosistas que dieron a la
Argentina su organización liberal, así Duarte, en la activi-
dad romántica que culminó en la creación de La Trinitaria,
fue el numen del separatismo, pórtico de la República.
La prédica de Echeverría –señala Anderson Imbert,
quizás el más brillante discípulo de Pedro Henríquez Ureña–
fue sobre todo oral. Hemos perdido –dice– lo mejor de su
inteligencia y el secreto de su magisterio sobre los jóvenes
que le rodeaban y seguían; pero por pálidos que sus escritos
resulten en comparación con el efecto de su palabra viva,
hay en sus obras enseñanzas permanentemente sólidas.
Huelga señalar la identidad entre la labor de Echeverría
y la de Duarte. La prédica del eximio dominicano fue
también sobre todo oral: también se perdió lo mejor de su
inteligencia y el secreto de su magisterio sobre los jóvenes
trinitarios que le rodearon y siguieron, y ni aun sus escasos
escritos recogen la resonancia de su palabra, la palabra
mesiánica que encendió la llama del patriotismo dominicano

166
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

para luego apagarse en el olvido, pero cuya desaparición


fue como la de la simiente cuando nace el árbol.
Todas las características del tipo romántico aparecen
cabalmente en Duarte: el espíritu revolucionario, el vehe-
mente nacionalismo, la propensión a lo sentimental y ge-
neroso, la imaginación mística, el cálido y vivo sentimien-
to de la amistad, de la que es paradigma la que le une a
Juan Isidro Pérez, el más ardiente y más sensible de todos
sus amigos; el amor a la soledad, refugio del romántico
desdichado, que llega en Duarte a la máxima culminación
en sus largos años de olvido en su propio hogar caraqueño,
perdido en las oscuras lejanías de Venezuela.
Poseído de sus sueños, de su invencible ideal de Patria,
ideal romántico, no se aviene a la realidad y prefiere vagar
triste y solitario por las selvas inescrutables. Hay en él el
conflicto entre el ideal y la realidad –propio de algunas
magnas figuras del romanticismo, como Novalis, Schiller,
Schlegel y aun de Goethe– el conflicto representado en
Manfredo, el poema de Byron.
Otra de las características del romántico, su devoción
por los grandes autores del Siglo de Oro, se descubre en
Duarte, en su evidente reminiscencia de la Égloga segunda
de Garcilaso:

Vosotros los del Tajo en su ribera


cantaréis la mi muerte cada día…

Y Duarte:
Cantad sublimes cantoras,
las de la patria ribera…
Cantad alegres sirenas,
las del Ozama en la orilla.

167
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

La poesía de Duarte contiene los ingredientes típicos


de la poesía romántica: en primer término la preferencia
por el romance, característica de los poetas románticos,
el metro nacional, como lo llamada el Duque de Rivas; el
amor a la naturaleza, la historia heroica, las confesiones
dolorosas, las quejas contra el destino, la melancolía, las
aspiraciones sociales y patrióticas, todo ello en «una
versificación profusa y varia». Guardadas las distancias, en
Duarte hay algo de los grandes poetas del romanticismo;
algo de Espronceda, particularmente del político; algo del
Duque de Rivas, de sus romances, de su poesía patriótica;
algo de Leopardi, «estoico que clama el dolor de la vida» y
expresa el sufrimiento de un pueblo sojuzgado.
El himno de la Restauración escrito por Duarte en
1864, corresponde a lo que podría llamarse su última
aventura romántica, en la que le acompaña el joven poeta
Rodríguez Objío, arquetipo romántico de su generación.
No es un Byron, que corre a libertar la Patria ajena, sino
el expatriado que a la manera de los poetas del destierro,
de que ha sido tan pródiga la América hispana, torna a su
Patria a ofrendarle su último servicio, aun a costa de la
vida, como lo dice en el Coro:

Por la Cruz, por la Patria y su gloria


denodados al campo marchemos:
si nos niega el laurel la victoria,
del martirio la palma alcancemos.

Toda la poesía de Duarte, en fin, como toda su prosa,


es de la más pura esencia romántica. Fue un romántico
del pensamiento y de la acción.
Si a Manuel María Valencia se le atribuyen las primeras
notas poéticas románticas, no más allá del marco literario,

168
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

a Duarte es menester reconocerle como precursor de nuestra


poesía civil; como el verdadero introductor del romanti-
cismo en su tierra nativa: darle a la juventud de su tiempo
un ideal de cultura y libertad, fundar La Trinitaria y crear
la República, fue una auténtica actividad romántica.
Que en cada uno de nosotros, los duartianos, haya,
pues, el ardiente afán de descubrir en Duarte alguna virtud
nueva; que cada uno de nosotros aspire a la gloria inefable
del hallazgo de algún aspecto desconocido del Patricio;
que en cada uno de nosotros haya algo del romanticismo
del Padre de la Patria.
Que sobre nuestras conciencias no se proyecte la sombra
de ningún acto antidemocrático, es decir, de ningún acto
antiduartiano.

CONTESTACIÓN
DEL LIC. PEDRO TRONCOSO SÁNCHEZ

Señoras y señores:

Haber ganado la cooperación de Emilio Rodríguez


Demorizi representa para el Instituto Duartiano uno de
los hechos que más le aseguran el cumplimiento de su
fundamental misión de investigación y estudio de la
personalidad y la obra de Duarte, condición indispensable
al cometido de divulgación de la verdad histórica y del
ejemplo duartiano edificante, comprendido entre los fines
del Instituto.
Por eso me honra y me complace sobremanera ofrecer
el saludo de bienvenida al seno de la institución al consa-
grado historiador que durante años y años, con perseve-
rancia indesmayable, y sin que nada ni nadie haya logrado

169
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

separarlo del destino que se ha impuesto –él dice que no


le vende su tiempo a nadie– ha ido descubriendo y desen-
trañando papeles, en archivos nuestros, en archivos de
otros países americanos, en archivos de Europa, y sacando
a la luz, en una cantidad de obras que ya se acerca a la
centena, un caudal de noticias y de datos verdaderamente
impresionante, suficiente para aportar abundante material
paleográfico a críticos y estudiosos.
No es sólo del género paleográfico –es decir, de com-
pilación, ordenamiento, clasificación y anotación de
documentos antiguos– la ingente labor a que se ha de-
dicado el recipiendario, si bien es la más extensa. La
vasta obra de Rodríguez Demorizi –que quizás es tan
vasta porque siempre ha contado con el aliento y la
abnegada cooperación de su esposa Silveria Rodríguez
de Rodríguez– se proyecta en varias otras direcciones,
además de la tan fundamental de ofrecer fuentes y ma-
terial de investigación y estudio a los historiadores que
le suceden.
Tiene publicados y en preparación, repertorios biblio-
gráficos dominicanos de una formación lenta y paciente,
imposibles de realizar por quien no sea, como él lo es, un
benedictino de la historia.
En el campo del folklore ha reunido un refranero
dominicano, una colección de poesías populares domini-
canas y una enciclopedia del caballo.
De carácter biográfico ha escrito la vida de Juan Isidro
Pérez, el Ilustre Loco; un diccionario biográfico de los
próceres de la Restauración y, últimamente, Santana y los
poetas de su tiempo.
De interés filológico ha escrito Vicisitudes de la lengua
española en Santo Domingo, artículos Dominicanismos y
Haitianismos, etc.

170
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Para la historia de las Bellas Artes tiene publicada


España y los comienzos de la Pintura y la Escultura en América.
Para la historia de la literatura dominicana ha redes-
cubierto a Pedro Francisco Bonó como escritor publicando,
precedida de un estudio erudito, su novela El Montero.
En materia genealógica, ha publicado un tomo acerca
de las Familias Hispanoamericanas.
Para la historia de la educación, tiene su estudio sobre
Salomé Ureña y el Instituto de Señoritas.
Para contribuir a la explotación y aprovechamiento
de nuestras riquezas potenciales, ha reunido valiosas
descripciones antiguas de la riqueza minera y agrícola de
Santo Domingo.
Del género antológico nos ha ofrecido las fábulas do-
minicanas y el romancero dominicano. También Martí y
Máximo Gómez en la poesía dominicana y el Cancionero de
Lilís, etc.
Ha aportado valiosos documentos para poner de
manifiesto las vinculaciones histórico-literarias de Santo
Domingo con otros países o con ilustres personajes de
otros países en: Hostos en Santo Domingo, Martí en Santo
Domingo, Maceo en Santo Domingo, El Cantor del Niágara en
Santo Domingo, Rubén Darío y sus amigos dominicanos,
Papeles de Rubén Darío (que todavía está en prensa) y Poetas
contra Bolívar.
Rodríguez Demorizi es además autor de muchos
discursos y artículos y fue el fundador de la Revista Domi-
nicana de Cultura, que desgraciadamente tuvo breve vida.
Es tan extensa y valiosa su obra de investigador, que
quizás algunos no han percibido una dimensión de Rodrí-
guez Demorizi, que quisiera señalar en este respecto. Es
su mérito como escritor de estilo pulcro y elegante, lastra-
do de erudición y embellecido por oportunas imágenes.

171
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

La total dedicación de Rodríguez Demorizi a la inves-


tigación histórica, desde su primera juventud, es el título
que acredita la autoridad de su palabra y que justifica su
posición de Presidente de la Academia Dominicana de la
Historia. Puede decirse de él que nada que pertenezca o
se refiera a la historia dominicana le es ajeno. Con la alta
autoridad con que lo inviste su propio saber, ampliamente
y reiteradamente demostrado y generalmente reconocido,
Rodríguez Demorizi ha presentado hoy a Duarte, por
primera vez, en el discurso de ingreso que acaba de
pronunciar, dentro de la gigantesca onda del romanticismo
europeo del siglo XIX, que tantas irradiaciones proyectó
sobre América. Al hacerlo así, Rodríguez Demorizi ha
situado a Duarte dentro de su tiempo, y en función de su
tiempo, no ya en Santo Domingo, como se ha hecho hasta
ahora, sino en la vastedad del mundo occidental; lo ha
mostrado como ciudadano de la época en que vivió, o
como expresión ilustre del espíritu que flotaba entonces
sobre tierras y aguas, imprimiendo su sello peculiar en
las mentes y los corazones.
De este modo tenemos otra faceta duartiana, la faceta
romántica, que se armoniza con su faceta mística y con
su faceta dinámica.
«Cada día se alza una voz devota para mostrar un nuevo
aspecto del Apóstol», acaba de decir Rodríguez Demorizi a
propósito de Martí. «Y algo así quisiéramos decir en este
instante» –ha agregado– en relación con Duarte. «Es
menester –dijo también– un análisis más vasto, análisis de
laboratorio, en que no quede desconocida una sola sustancia del ser
maravilloso». El recipiendario ha terminado su discurso
pidiendo «que en cada uno de nosotros, los duartianos, haya el
ardiente afán de descubrir en Duarte alguna virtud nueva, que

172
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

cada uno de nosotros aspire a la gloria inefable del hallazgo de


algún aspecto desconocido de la vida del Patricio».
Sí, en efecto, a Duarte hay que redescubrirlo cada día.
Es urgente dedicarse a la labor de reconstruir al prócer en
todas sus dimensiones y representado con los contornos
y atributos más precisos y más preciosos, para que podamos
sentirlo vivo y operante, con el ardor de su espíritu
excepcional y el aliento de su acción heroica. Para ello,
para que la dosis de verdad predomine sobre la dosis de
imaginación y sobre la porción de historia que tiene que
completar el discurrir lógico y crítico, el gran auxiliar son
los frutos de la paciencia de los investigadores, cuya
ingrata labor no siempre se juzga con justicia.
Sólo así he podido percibir y anotar, con signos de
verdad o de verosimilitud una serie de virtudes y cualidades
duartianas que pretende someter algún día al público,
debidamente ejemplificadas, en un esfuerzo por repre-
sentármelo vivo y definido en su función de apóstol, caudillo
y mártir, y por ofrecer así a mis compatriotas el mejor
estímulo moral que es dable a la conducta cívica.
Será el catálogo de unas treinta virtudes duartianas,
deducidas de las noticias biográficas que vienen fijándose
en torno al Fundador de la República desde los tiempos
de los apuntes de José María Serra,Rosa Duarte y Félix
María Ruiz hasta nuestros días, pasando por las aporta-
ciones de José Gabriel García, Emiliano Tejera, Fernando
Arturo de Meriño, los hermanos García Lluberes, Emilio
Rodríguez Demorizi, Máximo Coiscou y Vetilio Alfau
Durán.
Quedarán presentadas las virtudes del amor, la fe, el
estudio, la diligencia, la valentía, del don de dirigir, del
sentido práctico, la disciplina, la modestia, el nacionalismo

173
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

puro, el desprendimiento, la honestidad, la capacidad de


renuncia, la humildad, el sufrimiento, la religiosidad, el
misticismo, el sacrificio, la voluntad acerada, la perseve-
rancia, la habilidad política, el estro poético, el pensa-
miento jurídico-político, la oratoria, el espíritu democrático,
el civismo, la civilidad, la devoción a la paz, la pureza, la
pobreza cristiana.
Y no sólo facetas de Duarte hay que descubrir y
destacar. También momentos, frutos, ejemplos. Hay
momentos duartianos cuyo análisis explicaría procesos
anteriores y posteriores, o alumbraría actitudes y acciones.
Verbi-gratia, el momento de la estancia de Duarte en Saint-
Thomas de regreso de Hamburgo, y de su traslado a La
Guaira, momento en que Duarte, quizás alimentando
renovadas ilusiones en la pureza de su patriotismo, vuelve
a percibir de cerca el ambiente de intrigas políticas que
ha substituido al espíritu de generosidad patriótica,
después de la independencia y siente su alma extraordi-
nariamente sensible el impacto de un hecho trágico, de
una tenebrosidad superior a todo lo soñado en la más
negra pesadilla.
Analizando este momento, que él mismo recoge en
pasaje autobiográfico consignado en los Apuntes de Rosa
Duarte, se llegaría a la conclusión de que es entonces cuando
el patriota resuelve retirarse del mundo, todo lo más que
pudiera –como Heráclito de Éfeso–, cortar toda comuni-
cación con los hombres y hacer vida de anacoreta entre
los indios incivilizados –los buenos salvajes– en las selvas
de Río Negro en Venezuela.
«Llegué a Saint-Thomas y me encontré rodeado de consejeros»
–dice con amarga ironía–. «Unos querían pasarse a Haití;
que me facilitarían recursos para vengarme de Bobadilla… otros
que escribiera a España pidiendo auxilio para enarbolar el

174
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

pabellón español. Todos pensaban en favorecer sus intereses,


ninguno los de la Patria. Mi negativa me atrajo malas voluntades
de las que más tarde sufrí las consecuencias».
Duarte ha pasado tres meses y medio lejos de su país,
sin noticias de la Patria; ha estado en parte de este tiempo
en el refinado ambiente europeo lejos del torbellino de
pasiones que lo lanzó a la cárcel y al exilio. En todo ese
tiempo su espíritu ha debido ir derivando, como por ley
de psicológica gravedad, hacia su congénito estado de
serenidad, de perdón, de amor y de esperanza; hasta el
momento de arribar a la isla de Saint-Thomas.
Allí se entera también de cómo lo ha descrito Bobadilla
ante la Asamblea Constituyente y sabe de las persecuciones
y vejámenes sufridos por algunas familias. Le llega
asimismo la noticia de que su tío José Díez, ‘por temor a
Santana, ha reducido a cenizas sus papeles. Pero lo peor
es cuando sabe que sus enemigos en el gobierno han
elegido la fecha del 27 de febrero de 1845, primer aniver-
sario de la Independencia, para fusilar a María Trinidad
Sánchez y compañeros.
«Mientras yo rendía, en mi inicuo destierro, gracias a
la Divina Providencia porque me había permitido ver
transcurrir el año sin menoscabo de esa independencia
tan anhelada; en mi ciudad natal santificaban tan memo-
rable día los galos cubriendo de sangre y luto mis amantes
lares y arrastrando cuatro nobles víctimas a infando suplicio».
La decisión de desaparecer la veo entre dos párrafos
de sus notas, correspondientes al 6 de abril de 1845, que
recogen otros tantos pasajes de su biografía. Es decir,
después de la desgarradora noticia y de saludar a su familia,
expulsa en Venezuela, pero a buena distancia de las
garras de Santana. Él sabe, por lo demás, que el pueblo
dominicano sabrá resistir las acometidas del antiguo

175
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

poder opresor, y que Francia no ha aceptado el protectorado


propuesto por quienes no creían en la viabilidad de la
independencia, y antes de perderse tierra adentro dice:
«Abracé a mi querida madre y hermanas en La Guaira y legué
a ese Dios de justicia el castigo a tanta iniquidad, a tanta
maldad». Después de esta frase da cuenta en brevísimo
pasaje, como reduciéndolo a un instante de la duración
espiritual, de su prolongado retiro en la selva, consecuencia
seguramente de su estupor, de ver salvos ya a los seres
queridos y de su legación a Dios. Dice apenas. «Doce años
estuve errante en el interior de Venezuela». De aquella anacoresis
sólo fue capaz de sacarlo la Patria, cuando de nuevo
necesitó del sacrificio de sus hijos para devolverle la
independencia.
Así como hay momentos duartianos, como el
ejemplificado, que pueden redescubrirse y de los cuales
es posible extraer su sentido e importancia, hay también
frutos, como el ideario extraído por Vetilio Alfau Durán,
y también ejemplos, como el que dejó a la juventud dorada
de todos los tiempos cuando siendo un joven acomodado
e instruido, con posibilidad de dar la espalda a su país en
desgracia para quedarse viviendo afuera, al igual de tantos
otros, prefirió volver a los suyos para compartir sus
tristezas, y más aun, para sacrificarse él por el bien de sus
compatriotas.
Pero en este momento no hay ya tiempo para nuevos
desarrollos, que en venideras oportunidades se podrán
someter a la conciencia pública.
Sea bienvenido en el Instituto Duartiano el compañero
Rodríguez Demorizi y tenga la seguridad de que compar-
timos la inquietud contenida en la invitación que ha
hecho a los duartianos, aportando al mismo tiempo una

176
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

muestra objetiva de lo que podemos hacer, al presentar la


feceta romántica de Duarte.
Con su consagración y sabiduría contaremos en lo
adelante para que podamos alcanzar la gloria inefable del
hallazgo de aspectos desconocidos del Padre de la Patria.

177
INVESTIGACIÓN DE DUARTE

No cabían, es claro, en nuestro estudio Duarte romántico,


adiciones impropias de un discurso. Por ello, para utilidad
de quienes quieran estudiar el riquísimo tema, recogemos
aquí las presentes notas, en las que sólo se aspira a señalar
un mayor contenido espiritual en la obra de Duarte y de
sus seguidores, tanto en la gloriosa labor política que
realizaron como en la faena intelectual –faena romántica–
que hizo posibles sus esperanzas y sus sueños.
La investigación de Duarte es afán bien largo. Entre otros
puntos dignos de estudio anotamos los siguientes:
–Examinar el origen y significación, en Duarte, de la
expresión final de varias de sus cartas: «Al pie de la Montaña,
en el Valle de la Perseverancia».
–Duarte y Mazzini, afinidades.
–Duarte visto por los extranjeros (El Cónsul Freeman,
el Cónsul Saint Denys, 1844; Vizcarrondo, 1876; etc.).
–Noticias de su viaje a Barcelona, vía Norte América,
Inglaterra y Francia. Sus estudios.
–Duarte y el teatro romántico.
–Religiosidad de Duarte; su humanismo.
–Duarte y el amor; su soltería.
–Duarte en Baní.
–Duarte en La Vega.

179
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

–Duarte en Santiago.
–Duarte en Puerto Plata.
–Duarte en Hamburgo.
–Duarte en Venezuela.
Recoger la palabra de Duarte a través de sus amigos,
de los que le conocieron, en cuyos escritos hay alguna
expresión suya: José María Serra, Alejandro Bonilla, José
Gabriel García, Juan Isidro Pérez, Pedro A. Pina, el
Padre Regalado, Félix María Del Monte, Monseñor
Meriño, Emiliano Tejera, y en primer término Rosa Duarte;
ya en sus Apuntes hay diversas frases de Duarte.
–El estudio de Duarte romántico ha de empezarse
ubicándole en Barcelona. Obras básicas: Guillermo Díaz
Plaja, Introducción al estudio del romanticismo español. Ma-
drid, 1942, y E. Allison Peers, Historia del movimiento ro-
mántico español, Madrid, 1954.
–Duarte fue uno de los primeros jóvenes hispanoame-
ricanos que fueron a España a estudiar. ¿En qué consis-
tieron sus estudios?
–Examinar lo relativo a la actividad romántica de
Venezuela durante las diversas estadas de Duarte en
Caracas, en 1841-1842, en 1845-1864, y finalmente en
1864-1876.
–La prosa y la poesía de Duarte están salpicadas de
expresiones románticas y particularmente de simbolismos,
dignos de explicación.
–Sus alusiones bíblicas. «Bienaventurados los que han
hambre y sed de justicia», dice en su carta del 2 de mayo de
1865, a Félix María Del Monte.
Importa, pues, señalar que Barcelona fue la ciudad
española, después de Cádiz, en que se profesara con
mayor vehemencia el credo romántico. El romanticismo
fue introducido en España por la revista barcelonesa El

180
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Europeo, órgano del grupo intelectual que se daba a sí mismo


el título de Escuela romántico-espiritualista, en 1823-
1824, en tiempos de la llegada de Duarte a Barcelona.
(Lo dice Menéndez y Pelayo en su Historia de las ideas
estéticas).
En la actividad romántica de Duarte, conocida, se contó
la de traer libros del exterior, para él y para sus amigos.
Porque él había oído la voz de Hugo: «Hay que transformar
a la multitud en pueblo, por medio del libro». Lo mismo hicieron
los románticos de la Argentina. El libro era instrumento
del movimiento romántico.
La de Espronceda fue la vida española de mayores
resonancias en Duarte. Fue el tipo representativo del
romanticismo español. «Es, indudablemente –dice García
Mercadal– la más grande figura del romanticismo español».
En 1823 fundó Espronceda la Sociedad secreta revo-
lucionaria Los Numantinos. Preso en 1825. Desterrado.
En 1827 en Inglaterra y en Francia en 1829-1833. Al
promulgarse el Estatuto, Espronceda se hizo periodista.
–Es por demás evidente la reminiscencia del Duque
de Rivas en la poesía de Duarte. Al Don Alvaro Rivas, lo
llamaron «el Hernani español» y, al poeta «el Víctor Hugo
español».
–El acento de la poesía civil de Duarte es el mismo de
la poesía del Duque. La siguiente estrofa es del mismo
aliento de los versos de Duarte contra Santana:

Tiranos, invasores
y pueblos degradados
no existan: sepultados
se miren en la mar,
y en ella se confunda
el mísero terreno

181
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

de iniquidades lleno
de reptiles vivar

Toda la poesía de Duarte, conocida, es del mismo


carácter, poesía civil en que preside la angustia romántica.
Apenas hay en ella una estrofa erótica. La Patria es el leit
motiv de su poesía.
El tema de la cruz, que tanto abunda en los escritos de
Duarte, tiene antecedentes en la poesía de Rivas. En La
azucena milagrosa, dice:

Los pendones, triunfantes


de la cruz soberana…

Los temas románticos, las situaciones románticas,


coinciden, se repiten, se calcan. El cruzado, de la poesía
de Duarte, está en el drama romántico de José Mármol,
El Cruzado.
Ya Croce se refirió al romanticismo manifestado en
«memorias o epistolarios en los que un alma enferma vierte los
llantos de su íntimo dolor y en revolucionarias lucubraciones
en pugna franca con las doctrinas tradicionales». En los Apuntes
de Rosa Duarte –en parte del Patricio– y en su conmovedor
epistolario, está patente su romanticismo.
El romanticismo de Manuel María Valencia, apenas
circunscrito al sentimentalismo, podría decirse rudi-
mentario e intuitivo, está bien lejos del romanticismo de
Duarte, europeizado, como el de Echeverría en la Argentina,
extravertido en el nacionalismo y en la acción política.
En Duarte hay el ardiente nacionalismo «característico
del romanticismo alemán de los tiempos de Uhland».
Melián Lafinur (Romanticismo literario, B. A., 1954),
señala las influencias de Edward Young –famoso por sus

182
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Nights thoughts– aún fuera de su país, en el romanticismo


español, según lo evidencia la imitación que hizo de su
obra el poeta hispano José Cadalso, en sus célebres Noches
lúgubres. Como está dicho, Young es el único poeta
romántico citado por Duarte. ¿A qué escrito de Young
corresponde la cita de Duarte? Véase.
El ejemplo, el magisterio romántico de Duarte, fue el
más vivo, el de mayor influencia en su Patria.
–Su soltería es una actitud romántica, una renunciación
vital por una máxima aspiración del espíritu: como lo es
la creación de una Patria.
–El viaje juvenil de Duarte –y un viaje era aún una
verdadera aventura romántica– está pleno de nebulosas y
de incógnitas indescifrables. De su paso por Francia, donde
el romanticismo tuvo más grande resonancia, no hay otras
noticias que las que sugiere su obsequio a Felipe Alfau
del chaleco rojo de los románticos franceses.
–De Francia, el liberalismo, romanticismo político,
de España, marcadamente, el romanticismo literario.
Entre nosotros podrían señalarse dos generaciones
románticas: la de Duarte, la separatista, la de los trinitarios;
y la de los discípulos de Duarte, los jóvenes poetas de
1856, los liberales adversos a Santana, introductores del
color local en nuestra poesía. El romanticismo de Duarte
también podría dividirse en dos etapas: la del romántico
de la acción y la del solitario de la poesía romántica.
La autenticidad del romanticismo de Duarte, que
arranca de los días de su angustiosa infancia, ensombre-
cida por el invasor haitiano, está en la autenticidad de ese
drama íntimo, desbordado en drama colectivo. Desde
antes de contemplar en Europa el espectáculo romántico,
ya él lo era, porque ya llevaba desde aquí, en su alma
juvenil, el dolor de su pueblo esclavo; el dolor viril, que

183
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

es sentimiento romántico. Así el romanticismo constitu-


yó en Duarte la chispa que encendió en él el fuego nece-
sario para su empresa.
Los que llevamos a España en nuestra sangre, después
de poner el pie en su suelo tenemos dentro un nuevo
ímpetu para amar con más fuerza la tierra en que nacimos.
Así Duarte a su regreso a la tierra natal.
La primera noticia del chaleco rojo traído por Duarte
a su amigo el trinitario Felipe Alfau, consta en la obra de
Luis E. Gómez Alfau, El Santo Domingo de hace 50 años,
S.D., 1944, p. 37.
En la Gaceta de Santo Domingo, del 1858, se le daba a la
villa el nombre de Ciudad romántica.
Como José Mármol en la Argentina, Duarte fue el
poeta romántico de su generación. Ni Valencia, ni ningún
otro de los poetas dominicanos anteriores a 1844,
trascendió de lo puramente literario, salvo en las sátiras
políticas de 1843. En Valencia no hay poesía civil,
contrariamente a Duarte, cuya poesía permanece enmarcada
en el ámbito civil.
En los venideros textos de historia de la literatura
dominicana habrá de consignarse el hecho, por demás
glorioso para Juan Pablo Duarte, de haber sido el introductor
del romanticismo en Santo Domingo, hasta ahora atribuido
sólo a Manuel María Valencia, poeta romántico, aunque
sus versos sean anteriores a los de Duarte. Compruébese.
El conocimiento del Duarte romántico ilumina lo más
oscuro de su vida, lo menos documentado, no obstante
ser en su vida lo más decisivo e iluminante.
Verdad indenegable es que Duarte romántico adquiere
una mayor categoría política; es un prócer de mayor
jerarquía.

184
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Juan Pablo Duarte, el Padre de la Patria, la más alta


figura civil de la República, su primer patricio, es ahora
su primer romántico.
«¿Quién que es no es romántico?», decía Darío.
El proceso de nuestra emancipación había de operarse
de acuerdo con las leyes universales y eternas. Aquí
ocurrió, gracias a Duarte, lo mismo que en todos los pueblos
civilizados. Los grandes movimientos populares han
tenido siempre por motores la intervención directa de los
intelectuales. «Como en Grecia y en Rusia, en la revolución
inglesa del siglo XVI y en la francesa del siglo XVIII, en la
caída de la monarquía de Isabel II y el nacimiento de la España
liberal y democrática y en el nacimiento de la unidad italiana,
y en la historia de la independencia de ambas Américas; en
todas esas transformaciones político sociales, han desempeñado
siempre los intelectuales papel preponderante».
Leopardi, al decir de Walzel, «es un estoico que clama el
dolor de la vida y expresa el sufrimiento de un pueblo sojuzgado».
Duarte es –en la medida de su ámbito– nuestro Leo-
pardi. O mejor dicho, algo hay en él de Leopardi.
En los versos de Duarte hay el lamento personal y
apasionado característico del romanticismo, de las Noches
lúgubres, del poeta Cadalso, en boga en sus fecundos días
de Barcelona. Tienen sus versos el acento casi siempre
melancólico y quejumbroso de la poesía romántica.
–Aunque el mayor impacto romántico lo recibió Duarte
a su paso por Francia, su romanticismo no fue de extracción
francesa, sino española, como lo evidencia la presencia del
Duque de Rivas y de Espronceda en su poesía.
La estada de Duarte en Europa ocurre en la época de
la plenitud romántica, en los años cantados por Bainville
en su Alba romántica:

185
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Dinos, mil ochocientos treinta,


época fulgurante,
tus sueños, tus ardores
y tus esplendores

Mil ochocientos treinta, aurora


que me deslumbra todavía,
promesa de destino,
risueña mañana

En el caso del romanticismo, por el 1848, ya Duarte


había realizado su destino. Siguió siendo un romántico
hasta el fin.
El destierro aumentó en Duarte el acento romántico
de su salud, de su palabra, de su vida toda. He aquí un
bello tema para un libro romántico: Poesía dominicana de
la amistad y del destierro. En ese libro Duarte ocupará muy
sugestivas páginas. (Véase la obra de Vossler, La soledad
en la poesía española).
El tema de Duarte y sus discípulos y amigos, esbozado
por el Dr. Alcides García Ll. (en La Opinión, S.D., 20 de
feb., 1931), es digno de ser ampliado (véase Pedro Laín
Entralgo, La amistad en el mundo griego, Conferencia,
Madrid, 1868).
¡Qué bellas páginas inspirarían las apasionantes
manifestaciones de fraternal afecto entre Duarte y sus amigos,
entre los que sobresaldría Juan Isidro Pérez, de todos el
más vehemente y más sensible!
En Duarte hay «la tristeza que con tanta frecuencia –como
dice Vossler– se encuentra en los espíritus que sienten la belleza».
Su poesía es poesía de la soledad, del patriotismo, de la
amistad, no sensual sino varonil. La soledad obliga a una

186
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

vida interior intensa, cuyo escape es la poesía. También


dice Vossler que el amor a la soledad a veces nace «de un
disgusto y desazón espirituales».
Desde su refugio en Venezuela, tras el breve exilio de
Hamburgo, Duarte es un ser errante, ensimismado, que
ha dejado de existir para la sociedad, para su propia familia,
quizás para sí mismo. Así iría por todas partes, por los
más oscuros y remotos parajes de las selvas venezolanas,
como en su propio inacabable entierro. Así el encanto de
su poesía está en el dolor real que destila, como persis-
tente gota de hiel.
En Duarte la poesía es testimonio de patriotismo y de
dolor.
Prenda de los conocimientos retóricos de Duarte es
su uso de diversos metros en su poesía. No se limitó a
una sola medida, como un novicio cualquiera, sino que
empleó diversas medidas en su poesía; versos de 6, 8 y
11 sílabas, predominando el octosílabo, más del gusto
romántico. (Véase Dr. Alcides García Lluberes, Duarte y
las bellas letras, S.D., 1954, separata de Clío, No. 101, 1954).
Fue Juan Isidro Pérez, justamente llamado el Ilustre
Loco, el más apasionado de los discípulos y amigos de
Duarte. Es el prototipo, dominicano, del romántico que
no escribió versos, aunque se complacía tanto en recitarlos,
aun en los tiempos de su demencia. Él encarna, más que
todos sus contemporáneos, la sensitividad de su época. Es,
sin llegar al suicidio, el Werther del patriotismo domini-
cano. Como Werther es incapaz de resistencia y así
sucumbe «al peso de su pasión», de su pasión de Patria, sin
fuerzas para ahogarla ni posibilidades para satisfacerla.
Su vida culmina, pues, en algo más dramático que el
suicidio de Werther: la demencia. Porque la enajenación

187
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

de Juan Isidro Pérez no provino de ninguna lesión fisiológica,


sino del derrumbamiento en el hondo abismo a que su
espíritu fue precipitado. ¡Qué figura romántica de primer
orden, tan adicta a Duarte! Todo el drama de Duarte se
reflejó en él, su más vivo espejo. Dios le negó el don de la
poesía para darle a su vida todo el acento poético de un
drama de Esquilo. Fue un romántico exaltado que sufrió
el delirium tremens del patriotismo.
Para el conocimiento del origen de la Sociedad secreta
La Trinitaria, matriz de la República, véanse las diversas
obras consagradas a las numerosas sociedades del mismo
género creadas en las antiguas colonias españolas –como
la de los Soles y Rayos de Bolívar– y en cuanto a España
véanse entre otras, las siguientes:
Vicente de la Fuente, Historia de las sociedades secretas
antiguas y modernas en España, y especialmente la Franc-
Masonería. Lugo, 1870-1871, 3 vols.; Santiago Valenti
Camp y Enrique Messeguer, Las sectas y las sociedades
secretas a través de la historia…, Barcelona, 193…, 2 vols.;
y Pedro Zaccone, Historia de las sociedades secretas antiguas
y modernas. Traducida al español, ampliada y anotada por
D. Esteban Fernández y Fernández. Madrid, 1879-1880,
2 vols. (Incluye Los Templarios, Los Carbonarios, etc.).
–Para el estudio de la formación romántica de Duarte
–de su compenetración con el movimiento ideológico que
tendía a ensanchar las fronteras del cosmo humano– véase
José Pemartin, Formación clásica y formación romántica.
Ideas sobre la enseñanza. Madrid, 1924, 236 p.
–Para el conocimiento del ámbito cultural de Barcelona
–ámbito de Duarte– véase Guillermo Díaz Plaja, Rubén
Darío y Cataluña, en La Torre, revista de la Universidad de
Puerto Rico, San Juan, P.R., No. 55-56, enero 1967, p.

188
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

181-193. Dice: «Es verdad meridiana que, a lo largo de la


historia de la cultura española, Cataluña asume, en plurales
circunstancias, una misión captadora de las inquietudes europeas».
Duarte, en sus escritos, apenas menciona a Barcelona, sólo
una vez –una sola vez que vale por muchas– pero a lo
largo de sus escritos y de su vida se advierten los hilos
que le atan a la villa catalana.
–La investigación de Duarte, hoy en renovada marcha
gracias al benemérito Instituto Duartiano, conduce a
robustecer la tesis de la «imposible equiparación» de los
demás próceres dominicanos con el creador de La Trinitaria,
Fundador de la República!

189
DUARTE EN SANTIAGO30
(Episodio histórico)

«Uno de mis primeros pensamientos al llegar a la presidencia


fue el de llamar la atención nacional sobre la suerte del Mártir
del Patriotismo».
(ULISES F. ESPAILLAT, 1876 –carta a Rosa Duarte–).

Marte, cuyos templos permanecían gloriosamente


abiertos desde el 27 de febrero de 1844, había escogido
para escenario de la batalla que asegurase la estabilidad
de la República, los campos de Santiago.
En las inmediaciones de la invicta ciudad de los Trein-
ta Caballeros, para los dominicanos lo que Platea para
los griegos, todavía rodaba el carro de la victoria; aún
quedaba allí, como una luz suspensa, el fulgor del ma-
chete de Imbert, de López, de Valerio y de sus denoda-
dos legionarios. Los laureles del 30 de marzo estaban
recién cortados; mirábanse frescas las huellas de los hai-
tianos en derrota, y ya surgían la desavenencia y el rece-
lo, la discordia de la razón, el desbordamiento de las
pasiones.

30
Este trabajo juvenil, podría decirse, recibió un primer premio en el Certamen
histórico literario del Centenario de la Trinitaria, en 1938. Se publicó entonces,
y se reproduce ahora respetando formas y conceptos de aquel tiempo.

191
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Los generales Mella, Imbert y Villanueva hacían


sobrehumanos esfuerzos por mantener compacta la opinión
pública desorientada por alarmantes propagandas: decíase
que la odiada esclavitud iba a ser restablecida; que el país
sería vendido a Francia. Así, después de la victoria,
había surgido el caos. En realidad, esas trastornadoras
especies tenían por plausible objeto desacreditar los planes
de Bobadilla y de Santana, que faltos de fe en el triunfo de
la causa separatista, trabajaban sorda y tesoneramente,
de consuno, por lograr la lesiva protección de Francia
negociada el 8 de marzo con el Cónsul Eustache de
Juchereau de Saint Denys.
Y es natural que esos propósitos hallen acogida
entusiasta en el corazón francés del héroe del 30 de marzo.
Por eso le envuelven la frialdad y hasta el encono de sus
opositores; y lo que él juzga ingratitud en el heroico pueblo
de Santiago, es algo más que eso. Es la reconvención del
naciente nacionalismo en pugna con las pretendidas
limitaciones de la soberanía.
En esas horas conflictivas, el 13 de junio, desde su
Cuartel General de Santiago, José María Imbert le hace
trascendentales confidencias al Cónsul Saint Denys:
«Señor Cónsul: Desde hace tiempo tenía la intención
de escribirle, pero como la mayoría de las cosas que
hubiera querido decirle, por su naturaleza debía ser
comunicada de viva voz, y como yo creía siempre estar a
punto de hacer un viaje a Santo Domingo, la diferí hasta
hoy. Pudiendo todavía, las actuales circunstancias, exigir
mi presencia durante cierto tiempo, creo conveniente
entrar confidencialmente en algunas comunicaciones con Ud.
«Los pocos franceses que hay en esta parte, todos han
abrazado con ardor la causa dominicana y han contribuido
en toda forma y tanto como han podido, en hacerla triunfar.

192
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Quizás no habrá orgullo en decir que, sin ellos, sin su buen


comportamiento, que ha sostenido el valor, sin las buenas
disposiciones que, de concierto con ellos me apresuré en
tomar tan pronto como me fue confiado el mando, es
decir, tres días antes del 30 de marzo, la ciudad de Santiago
y con ella todo el territorio dominicano hasta el pie de las
murallas de Santo Domingo, caía sin defensa en poder
del enemigo. Entonces nosotros éramos elogiados, elevados
hasta las nubles: se me llamaba el Salvador de Santiago,
hoy, las pasiones odiosas y la ambición que el peligro no
había sino adormecido, sin extinguirlas, fermentan cada
día más; se preguntan por qué el mando ha sido confiado
a un francés; por qué se le han dado grados a tres o cuatro
franceses; como si olvidaran los motivos que ellos mismos
tuvieron para hacerlos otorgar. Los malévolos, que son
bastante numerosos, animan esas malas disposiciones, no
sólo contra los franceses que hay aquí, sino contra todo
lo que lleva nombre francés. Publican sordamente, por
todas partes, que la Junta Central Gubernativa ha vendido
el país a Francia; que la intención de Francia es apode-
rarse de todo el país y de restablecer la esclavitud.
Desgraciadamente, las gentes sencillas y crédulas de los
campos entre las cuales se han hecho circular esas propa-
gandas y muchas otras, fácilmente le dan crédito, y esto
ocasiona deserciones y tal disgusto en la defensa de su
patria que no es sino a duras penas que puede llegar a
reunir un número de hombres suficiente para ocupar los
principales puestos. Las cosas han ido hasta el punto de
hacer nacer el condenable pensamiento de una separación
entre esta parte y la de Santo Domingo. Por todos esos
motivos me he visto en la necesidad de tomar medidas
enérgicas y coercitivas y creo haber llegado a frustrar los
pérfidos propósitos de los perturbadores. He sabido, por

193
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

el Coronel Sigaud, que sus odiosos sentimientos contra


los franceses no eran participados por los habitantes de
Santo Domingo y que el gobierno dominicano, sobre todo,
los desaprobaba altamente y mantenía relaciones de franca
amistad con el gobierno francés, en cuya protección
fundaba toda su confianza.
«Me he creído en el deber, Señor Cónsul, de hacerle partícipe
de todas estas circunstancias. Espero pronto contener y tranquilizar
los espíritus, tanto más cuanto que la clase sencilla, que se puede
extraviar en un momento, no estando guiada por ningún interés,
no participa del odio que algunos ambiciosos quisieran inspi-
rarles contra nosotros, y no disimula en ningún modo la con-
fianza que ellos tienen en nosotros y su reconocimiento por la
conducta que hemos seguido. Yo desearía, sin embargo, que Ud.
me hiciese conocer, si esto le es posible, sobre qué pie está Francia
con el gobierno dominicano y si él puede contar, y nosotros
particularmente, con la protección de Francia. Esta seguridad
nos bastaría para desafiar y soportar todas las dificultades».
A la Junta Central Gubernativa también le llegan
noticias de las graves disidencias que mantienen en
creciente zozobra a Santiago y a todo el Cibao. Mientras
Imbert le escribe a Saint Denys, el mismo 13 de junio, los
Jefes y Oficiales del Ejército del Norte, encabezados por
el Comandante Manuel Mejía, le dirigen a la Junta una
larga exposición de agravios contra el General Imbert.
¡Qué apasionado y virulento escrito! El que ayer fue saludado
y bendecido como héroe, ahora es violentamente deni-
grado. Dijérase que Imbert ha sido descubierto; que se
conoce su indiscreta pregunta a Saint Denys: si él, Pelletier,
Michel y los demás franceses que le acompañan, pueden
contar particularmente con la protección de Francia,
seguridad que les bastaría para desafiar y soportar todas las
dificultades. Los Jefes y Oficiales, sin respeto a los méritos

194
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

y a la jerarquía militar de Imbert, le acusan de haber


llevado a la cárcel, el 12 de junio, entre bayonetas, a los
Tenientes Coroneles Juan Evangelista Jiménez y Gregorio
Delvalle, «vilipendiando su honor y delicadeza de una manera
vergonzosa». «La autoridad arbitraria del proscripto Riviere –
dicen–, está sustituida en el General Imbert, en un hombre
impotente para el mando; es un extranjero indigno de pisar nues-
tro territorio y que es indudablemente la escoria de la sociedad…
Somos españoles dominicanos y obedientes a las órdenes del go-
bierno supremo, y pedimos en nombre del pueblo y del ejército la
pronta separación de este sujeto y su expulsión de Santiago, de
otro modo, Señores, no responderemos de la tranquilidad del país,
que no ve en él sino un monstruo, que tiene presos a todas horas
honrados ciudadanos por solo su capricho».
El General Mella no queda inactivo frente a tanta
confusión, pero su voluntad no basta para vencerla. Dirígele
alarmantes notas a la Junta Gubernativa en vista de las
cuales, el 18 de junio, la Corporación le retira sus poderes
a la Delegación que se hallaba en el Cibao, compuesta
por Pedro Ramón de Mena, Domingo de la Rocha y José
Ramón Delorve, cuyas gestiones habían sido ineficaces
para apagar los disturbios de Santiago.
Urgía conjurar el desacuerdo; de conciliar los exaltados
ánimos, aún enardecidos por la dantesca visión de la
batalla providencialmente ganada sin pérdida de sangre
dominicana.
No hay vacilaciones en la Junta Gubernativa, ahora
presidida por Francisco del Rosario Sánchez. Juan Pablo
Duarte, el prócer máximo, es el escogido para que en nombre
y representación del Gobierno intervenga en las discordias
y restablezca la paz en el Cibao, y se le da ese difícil
encargo y el de proceder, siempre que fuese posible, a la
elección y establecimiento de los cuerpos municipales.

195
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Duarte se apresura a salir para Santiago, y el 20 de


junio está en camino. Le acompañan los oficiales del
Estado Mayor que le rodea en su calidad de general y de
Jefe del Departamento de Santo Domingo. Son, casi
todos, jóvenes resueltos y adictos a su persona. El Mayor
de guías, Félix Lluberes, es un adolescente: luego será
llevado a la justicia por haber tomado en requisición, para
el largo viaje, el famoso caballo del Coronel Machado,
furibundo esbirro de Santana y encarnizado enemigo de
los duartistas, pero la justicia se alzará por encima de la
omnipotencia de Santana y le descargará de toda respon-
sabilidad.
Los pueblos del camino reciben jubilosamente al
Maestro del patriotismo. El día 24 llega a la villa de
Cotuí; se detiene algunas horas; al día siguiente está en
La Vega, donde le da la bienvenida, entre transportes de
vieja devoción y de entusiasmo, su amigo y compañero
en los trabajos separatistas, el Pbro. José Eugenio Espi-
nosa, acompañado por el Comandante de la Plaza,
Manuel Mejía. Para complacer a los amigos y al pueblo
que le ha recibido con tantas demostraciones de simpatía,
Duarte permanece en la ciudad del Camú hasta el día 29.
El 30 llega al término de su peregrinación. Santiago le
abre su noble corazón y le acoge en él con el mismo regocijo
que desbordara en su pueblo natal, el 14 de marzo, al
regresar del ostracismo. Cuando retorne a su vida de
proscripto, Duarte hablará de esas dos efemérides como
los dos grandes días de su vida: así quedaba en su pensa-
miento y en su alma el nombre de Santiago.
Sin pérdida de tiempo, Duarte le da principio a su difícil
misión; y cesa en sus funciones la ineficaz Delegación de
Mena, Rocha y Delorve. Mena, que es partidario de
Bobadilla y de Santana, no abandona a Santiago. Se queda

196
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

allí, al margen de los sucesos, presto a comunicarse con


el sagaz Bobadilla, poderoso enemigo de Duarte y causa
de su desgracia.
Mientras Duarte, ayudado por Mella, trabaja en el
restablecimiento del orden en Santiago, en el Sur tienen
lugar trascendentales acontecimientos. Crecen las desave-
nencias entre la Junta Gubernativa y el héroe del 19 de
marzo, amargado por la inesperada muerte de su hermano
Ramón. Continúa la intensa lucha entre afrancesados y
duartistas. El 3 de julio se efectúa, en Azua, el primer
acto de insubordinación del ejército dominicano, al man-
tener en su jefatura al General Santana, por encima de las
disposiciones del Gobierno. Desde ese instante, el ejército,
representado por Santana, es el funesto e irreflexivo árbitro
de los destinos de la triste República.
El incontenible oleaje de las pasiones y las intrigas
llega hasta Santiago. El heroico Mella, hombre de audaces
resoluciones, ve la inminente perdición de la causa sepa-
ratista; el peligroso auge de los planes de Bobadilla, cuyo
ascendiente sobre Santana y Saint Denys constituyen una
fuerza incontrastable. ¿Cuál es el salvador camino a que
hay que lanzarse, sin demora, en tan grave situación?
¿Cómo lograr que en el atormentado seno de la República
reinen la pureza, la abnegación y el civismo que fue divisa
en la excelsa escuela de la Trinitaria? Ahí está, precisa-
mente, su glorioso Fundador, ajeno al propósito de Mella,
cálidamente acogido por los principales elementos de
Santiago. Ahí está el maestro, el fatal Mesías. Y está en
Santiago, noblemente propicio a su exaltación.
Con la misma ardorosa resolución con que disparara
su trabuco en la memorable noche del 27 de febrero, Mella
hace otro acto digno de su nombre, aunque menos
afortunado: el día 4 de julio es el escogido por Mella

197
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

para presentarle al ejército al nuevo Delegado, General


Juan Pablo Duarte. Reúnense las tropas, y en presencia
del pueblo de Santiago que se ha congregado para participar
de la grandiosa escena, el decidido Mella le habla con
patriótico regocijo del insigne creador de la Trinitaria, y
lo recomienda para que «en su día» lo tengan presente para
la primera magistratura del Estado. A las cálidas palabras
de Mella siguen estruendosos vivas a Duarte. Ignacio
Contreras, prócer santiagués, ayudante de Mella, va más
lejos que todos. Resueltamente grita: ¡Viva el Presidente
de la República! Con este grito –prendido en el alma de
aquel pueblo enardecido–, que debió resonar sobre las
ondas del Yaque y sobre la majestad de Diego de Ocampo
como una desesperada voz arrancada del propio corazón
de la Patria, se inició la ruidosa aclamación de Duarte
para la Presidencia de la República, flor de su espíritu de
la que sólo debía recoger la corona de espinas que ensan-
grentó su frente.
En el mismo día, una selecta Comisión pone en manos
del sorprendido Duarte el acta del pronunciamiento de
Santiago, y él la recibe con emoción tan honda, que ante
ella se desvanece, para que su nacionalismo se arraigue
aun más en su espíritu, el sedimento de vanidad que hay
en todo hombre. Él no tendrá el condenable orgullo de
conservar la desdichada presidencia a costa de sangre
hermana; él hace ahora lo que más tarde hará un hijo de
Santiago, un adolescente, digno del abrazo que recibirá
de él, y que también más tarde sufrirá como Duarte las
amargas desazones del patriotismo.
El 8 de julio sale Duarte hacia Puerto Plata. Allí le
reciben con inusitadas fiestas y alegrías. El día 11 también
lo proclaman Presidente de la República. El General
Villanueva, Comandante del Departamento, le hace

198
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

entrega del acta del pronunciamiento de la ciudad de Isabel


de Torres, donde luego habrá de oír las primeras noticias
de su próxima desgracia. Algunos días después, de retorno
a Santiago, dirige a los puertoplateños una hermosa carta,
escrita con el corazón, más que con el pensamiento:

«Conciudadanos: Sensible a la honra que acabáis de hacerme,


dispensándome vuestros sufragios para la primera Magis-
tratura del Estado, nada me será más lisonjero que saber
corresponder a ella llenando el hueco de vuestras esperanzas, no por
la gloria que de ello me resultaría, sino por la satisfacción de
veros, cual lo deseo, libres, felices, independientes y tranquilos, y
en perfecta unión y armonía llenar vuestros destinos, cumpliendo
religiosamente los deberes que habéis contraído para con Dios,
para con la Patria, para con la libertad y para con vosotros
mismos.
«Me habéis dado una prueba inequívoca de vuestro amor, y
mi corazón agradecido debe dárosla de gratitud. Ella es ardiente
como los votos que formo por vuestra felicidad. Sed felices, hijos
de Puerto Plata, y mi corazón estará satisfecho aun exonerado
del mando que queréis que obtenga; pero sed justos lo primero, si
queréis ser felices. Ese es el primer deber del hombre; y sed unidos,
y así apagaréis la tea de la discordia y venceréis a vuestros enemigos,
y la patria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa,
la única a que aspiro, al veros libres, felices, independientes y
tranquilos».

El día 19 de julio, Mella designa una Comisión com-


puesta por el Coronel Domingo Mallol y el Comandante
Juan Luis Franco Bidó, la que se dirige a Santo Domingo
con el encargo de exponerle a la Junta Gubernativa, en
representación de los pueblos del Cibao, las necesidades
de la región, y de participarle que Duarte ha sido pro-

199
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

clamado Presidente de la República, con la condición de


que «salve el país de la dominación extranjera y que convoque
la Constituyente y remedie la crisis de la hacienda pública».
Mella no vislumbra la tragedia que se avecina. Con
candoroso entusiasmo le escribe a Sánchez, quien preside
la Junta:

«Estos pueblos no tuvieron más trastornos que la venida de


la Delegación; se acabó ésta con la llegada de Juan Pablo,
gracias a Dios! En fin, concluyo diciéndote, que llegó mi deseado
y que lo devolveré Presidente de la República Dominicana».

Mientras tanto, los actos de insubordinación militar


iniciados en Azua el 3 de julio, se repiten. El 12 de julio,
al frente de las tropas que los reaccionarios convirtieran
en irrefrenables hornadas, Santana traspone los viejos
muros de la consternada ciudad de Santo Domingo; el
ejército le proclama Jefe Supremo de la República; disuelve
dictatorialmente la Junta Gubernativa; la reorganiza a sus
antojos y asume él su Presidencia; y como ya conoce los
sucesos de Santiago por los rápidos informes que los
resentidos ex-delegados Mena y Delorve se habían
apresurado a transmitirle con un expreso enviado a
Bobadilla, encarcela a los principales duartistas, entre
otros a Sánchez, Pina, Pérez, Díez, Valverde y Vicente
Celestino Duarte.
Los comisionados Mallol y Franco Bidó llegaron a su
destino el 24 de julio. La Junta, integrada por Santana, Bo-
badilla, Jimenes, Medrano, Mercenario y Delorve, se re-
úne para recibirlos y para darle pública lectura a la comu-
nicación de Mella de que son portadores, y en vista de la
cual la Junta manifiesta, intempestivamente, que «mira
como una calamidad que algunos pueblos del Departamento

200
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

de Santiago, de un modo tumultuario, sin forma legal ya se


hayan adelantado a nombrar Presidente de la República al
General Duarte»; y declara que «no reconoce ni reconocerá el
nombramiento del Presidente en el General Duarte… que el
General Mella cesa en sus funciones de Comandante en Jefe del
Departamento de Santiago; y que el General Duarte ha cesado
y debe cesar en sus funciones de Delegado del Gobierno».
Como si no bastaran esas radicales declaraciones, el 28
de julio Santana publica una proclama dirigida al pueblo y
al ejército, en la que le dedica a Duarte los más torpes y
violentos insultos, pretendiendo desacreditar los méritos
del insigne patricio a fuerza de injurias, de inexactitudes
y de calumnias. ¡Cómo empequeñecen a Santana los
redactores de esos libelos infamantes! La siniestra mano
de Bobadilla, cargada de odios contra Duarte, lanza
sobre el fértil surco del ejército la simiente de la insidia.
He aquí un hombre que, en cierto modo, lucha por la
patria, a la vez que combate a los próceres más puros.
Bobadilla es opositor de Duarte. También es antagonista
de Santiago: así lo demostrará en 1858, en 1865 y en otras
lamentables ocasiones.
Cuando tan graves nuevas llegan al Cibao, cunde la
alarma por todas partes. Los patriotas se lanzan a conjurar
la crisis. De Puerto Plata pasan a Santiago el Pbro. Dr.
Manuel González Regalado y Muñoz y el General Villa-
nueva, quienes inducen a Mella a celebrar una junta de
notabilidades políticas y sociales, y se resuelve en ella
enviar a Santo Domingo una comisión «encargada de
promover un acuerdo que tuviera por base la renuncia momen-
tánea de los dos prohombres que se hallaban enfrentados, a
condición de ser propuestos indistintamente como candidatos
para la presidencia y la vice-presidencia de la República,
debiendo considerarse el fallo de la nación como irrevocable».

201
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Duarte, presente en la reunión, acepta el oportuno


acuerdo y sale para Puerto Plata a esperar allí el desenlace
del drama.
Pero ya no hay empeño eficaz, a mano de los angus-
tiados próceres de Santiago, que remedie la situación en
que se hallan.
Días después del desairado recibimiento de Mallol y
de Franco Bidó, las tropas de Santana se reúnen en la Plaza
de Armas de Santo Domingo, y allí se le da lectura a la
execrable Resolución de la Junta Central Gubernativa,
del 22 de agosto, que declara traidores e infieles a la
Patria a Duarte, Mella, Sánchez, Pina, Pérez, Gregorio
Delvalle, Juan Evangelista Jiménez y Juan José Illas. A
la lectura del terrible documento siguen las vociferaciones
de la soldadesca. Se oyen estruendosos vivas a Santana;
se pide la cabeza de Duarte y la sangre de sus adictos.
Tan pronto se recibe en Santiago, el día 28, la Resolución
de la Junta del 22 de agosto, el General Mella se pone en
camino de Santo Domingo en compañía de Imbert, Miguel
Rojas, Vidal Pichardo, Vallón Simón, Juan José Illas y
otros militares. Pero no bien ha dado la espalda, el General
Salcedo, de antemano comprometido con Pedro Ramón
de Mena a apoyar a Santana en sus propósitos reaccionarios,
promueve en Moca y en Santiago, en las filas del ejército,
una asonada en la que se desconoce lo que se había
resuelto en la reunión promovida por el Pbro. Regalado,
y le presta obediencia al gobierno presidido por Santana.
A su llegada a Santo Domingo, Mella es aprehendido
en la misma Puerta del Conde, pedestal de su gloria, y
seriamente ultrajado por el Coronel José Familias, pariente
y esbirro de Santana.
En Puerto Plata, una salva de veintiún cañonazos
disparada en la vieja fortaleza de San Felipe, es el primer

202
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

aviso que tiene Duarte de la evolución efectuada, ante la


que no le queda otro recurso que ceder a las nobles instancias
de algunos amigos que le estimulan a retirarse, como
discreta medida de precaución, a una casa de campo
situada en las faldas de Isabel de Torres. Allí le reducen a
prisión y con él a los oficiales de su Estado Mayor, por
orden de Santana rigurosamente cumplida por Mena, quien
lo embarca bajo segura escolta en la goleta de guerra
Separación Dominicana. La histórica nave arriba al Ozama
el 2 de septiembre. Junto con los leales Juan Isidro Pérez,
Juan Evangelista Jiménez y Gregorio Delvalle, por entre
dos filas de soldados conducen a Duarte a oscura prisión.
En la Torre del Homenaje lo cargan de viles hierros, y el
día 10 de septiembre lo arrojan de la tierra natal que
había redimido, hacia el distante y frío Hamburgo.
¡Ah! Duele al espíritu, acongoja el alma, pensar que
de no alzarse contra Duarte el irresistible poderío de
Santana, cruelmente azuzado por los odios de Tomás
Bobadilla, la proclamación de Santiago quedara en nuestra
historia por encima de la proclamación de la Puerta del
Conde: éste era un inaplazable triunfo de un pueblo opri-
mido contra otro de distinta raza; aquélla habría sido la
más alta de todas las victorias: la victoria del civismo
contra la fuerza despótica, la del nacionalismo contra los
empeños proditorios, males de todo un siglo, funestos
males, cuyos siniestros frutos serían carga y baldón de la
República.
Años después, en abril de 1864, en los solemnes días
de la Restauración, Duarte vuelve a Santiago. El ilustre
Ulises Francisco Espaillat lo recibe a nombre del gobierno
y le abre los brazos filialmente. En el estrecho abrazo se
hace más hondo y puro el civismo del joven restaurador,
gloria de Santiago, honra de la República.

203
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

¡Cómo recordaría Duarte aquellos lejanos días en que


Santiago le abrió su corazón, tocado por la mano de
Mella! Allí encontraría al héroe de la Puerta de la Miseri-
cordia casi moribundo. Del otro lado de las montañas que
cruzara un día, lleno de optimismo y entre ruidosas
ovaciones, los ojos de su apesarado espíritu verían alzarse
las siniestras sombras de Bobadilla y de Santana. ¡Siempre
igual! ¡El mismo drama! En vano habían transcurrido veinte
largos años. Ahora también, como antes, había recelo y
discordia entre los próceres. Y así, llenándosele el alma
de amargos desalientos, volvió sus tristes pasos hacia el
destierro definitivo. Pero algo de su esencia inmortal
quedaba en la ciudad invicta. Algo de sus virtudes cívicas
quedaría en el heroico pueblo del 7 de julio de 1857 y de
Ulises Francisco Espaillat. Algo de sus padecimientos y
de su abnegación. Algo de su invencible amor a la Patria
y de su indesmayable vocación de libertad. En el ambiente
del glorioso pueblo quedaría para siempre, como una luz
inapagable, la irradiación de Duarte: ¡Aquel destello de
patriótico goce que debió desprenderse de su espíritu,
cuando Santiago hizo de él su primera bandera de civismo!

(Publicado en Certamen de La Trinitaria, Santiago,


1938, y en B. del I. D., S.A., No. 11, 1975):

204
DUARTE Y LA RESTAURACIÓN

En sus soledades de Venezuela, Duarte recibe la


tremenda noticia de que la Patria forjada en el crisol de su
espíritu ha sido reencadenada a España, y desde ese
instante iluminan su corazón los sacros fuegos de su
invencible patriotismo.
Está en vigilia, como en los días de La Trinitaria.
Abandona su largo y silencioso retiro del Apure. Llega a
Caracas, y luego tras los graves riesgos de la navegación,
entre barcos enemigos, pone los pies en la tierra natal ya
encendida por la guerra. Con él llegan otros decididos
próceres: su tío el General Mariano Díez, su hermano
Vicente Celestino Duarte, el venezolano Comandante
Candelario Oquendo y el Garcilaso de la jornada, el poeta
y Coronel Manuel Rodríguez Objío.
De Monte Cristi pasa a Guayubín y allí, el 28 de marzo
de 1864, le ofrece al gobierno restaurador «el resto de vida
que le queda».
Espaillat, a nombre del Gobierno, le saluda jubilosa-
mente y acepta sus servicios.
El 14 de abril se le encarga de una misión a Venezue-
la, de la que se excusa por quebrantos de salud, pero que
acepta pocos días después, por medio de la siguiente car-
ta del 21 de abril dirigida a Espaillat, Secretario de Rela-
ciones Exteriores:

205
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

«El deseo de participar de los riesgos y peligros que arrostran en


los campos de batalla los que con las armas en la mano sostienen
con tanta gloria los derechos sacrosantos de nuestra querida
Patria, y la falta de salud que experimentaba al recibir la nota fha.
14 del que cursa, por la cual se me ordenaba alistarme para
emprender viaje a ultramar, me compelieron con harto sentimiento
de mi corazón a renunciar el alto honor que se me dispensaba en la
importante misión que se trató de encomendarme; pero al ver el
modo de espresarse con respecto a mi vuelta al país, del Diario de
la Marina, se han modificado completamente mis ideas y estoy
dispuesto a recibir vuestras órdenes, si aún me juzgareis aparente
para la consabida comisión, pues si he vuelto a mi Patria después
de tantos años de ausencia, ha sido a servirla con alma, vida y
corazón, siendo cual siempre fui motivo de amor entre todos los
verdaderos dominicanos y jamás piedra de escándalo, ni manzana
de discordia. No tomo esta resolución porque tema que el falaz
articulista logre el objeto de desunirnos, pues hartas pruebas de
estimación y aprecio me han dado y están dando el Gobierno y
cuantos jenerales, jefes y oficiales he tenido la dicha de conocer, sino
porque nos es necesario parar con tiempo los golpes que pueda dirijirnos
el enemigo y neutralizar sus efectos. Dios guarde a Ud. muchos
años, Juan Pablo Duarte».
En comunicación del 26 de abril dirigida al General
Salcedo, en campaña en el Sur, también se refiere a las
protervas intrigas del periódico habanero: «Cuando ya
había pedido caballos al Provisorio para ponerme en marcha hacia
ese Cuartel jeneral, vino a manos un artículo tendente a desunirnos
para hacer inútiles los esfuerzos de los dominicanos en la Restauración
de la República: inmediatamente me dirijí (en nota fecha 21 de
los corrientes) al Secretario de Relaciones Exteriores…»
¿Fueron suficientes, tales intrigas, para desviar a Duarte
de su propósito de verter su sangre por la Patria y para

206
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

decidirle a abandonarla definitivamente? Para un alma


como la suya, negada a toda discordia y a todo recelo
entre hermanos, eso bastaba.
¡Qué hondo desaliento llevarían a su espíritu las
insidiosas palabras del Diario de la Marina! Negra retama
destila ese puñal envenenado, siniestramente hundido en
su corazón de enfermo.
No sin dolor se reproduce ahora, por ser desconocido,
el avieso escrito del infame periódico aparecido en su
edición del 28 de marzo de 1864, obra de un «Corresponsal
de Santo Domingo» que escondía su desdichado nombre tras
la letra G, quizás el periodista español J. M. Gafas, entonces
en Santo Domingo:
«Hay noticias dignas de crédito de que el General Duar-
te ha venido a cooperar activamente con los rebeldes. Este
Duarte, de nombre Don Juan Pablo, es sujeto que hizo
gran papel en 1844, cuando se formó la República Domini-
cana, habiendo sido proclamado entonces como su pri-
mer Presidente en el Cibao. Pero careciendo de tacto
para saber manejar sus negocios, o sobradamente presun-
tuoso para contar con el apoyo de otras influencias que
las de sus vaporosos satélites, se malquistó desde el pri-
mer instante con el General Santana, quien estrenó
combatiéndole las fuerzas y el prestigio que alcanzara en
sus primeras victorias sobre los haitianos. Duarte sucum-
bió fácilmente, y salió proscrito para Venezuela, donde hasta
el día se había obstinado en permanecer oscuramente, sin
embargo de que varias veces ha tenido (y bajo el gobier-
no de S.M. con mayor razón) abiertas las puertas de su
país. Es don de las nulidades políticas salir de la inactivi-
dad para consumar su descrédito, y el paso que da hoy
D. Pablo Duarte, uniéndose a la pésima causa de la rebe-
lión, merece desde luego la calificación de disparate, y

207
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

tal, que para ser capaz de cometerle se necesita un cere-


bro desorganizado. Precisamente habrán querido Benig-
no Rojas y los dos o tres jefes menos ignorantes de la re-
belión sacar gran partido para con los suyos de este
incidente personal, y se pretenderá dar a Duarte la significa-
ción de un grande hombre capaz de hacer milagros.
«Resultado indefectible: que el Presidente Pepillo
Salcedo, Polanco, el generalísimo y los no menos genera-
lísimos Luperón y Monción, no querrán ceder la preemi-
nencia que hoy tienen entre los suyos, y verán de reojos
al recién venido, a quien considerarán como un zángano
perezoso que viene a libar la miel elaborada por ellos.
Verdad es que la miel y la colmena no valen gran cosa;
pero esos señores no las han visto más gordas, y las
tienen en tanto aprecio que entre-riñen por ellas como
César y Pompeyo por el imperio del mundo. Dígalo si no
el ejemplo de Florentino asesinado por Juan Rondón, a
causa de rencillas anteriores sobre lo mío y lo tuyo en los
saqueos de Azua, San Juan, etc.
«La llegada de Duarte entre esa clase de gente, puede asegurarse,
por consiguiente, como una nueva causa de complicación y
disolución que surge entre los rebeldes, ya profundamente
desmoralizados por sus propios desórdenes. G’».
La prensa española también se hizo eco de la noticia.
El periódico madrileño La España, del 22 de abril de 1864,
decía:
«Hay noticias dignas de crédito de que el general Duar-
te había ido a cooperar activamente con los rebeldes. Este
DUARTE, de nombre don JUAN PABLO, es sujeto que
hizo gran papel en 1844, cuando se formó la República
Dominicana, habiendo sido proclamado entonces como
su primer Presidente en el Cibao. Pero careciendo de tac-
to para saber manejar sus negocios, o sobradamente

208
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

presuntuoso para contar con el apoyo de otras influen-


cias que las de sus satélites, se malquistó desde el primer
instante con el general SANTANA, quien lo combatió des-
de luego. DUARTE sucumbió fácilmente y salió pros-
crito para Venezuela, donde hasta el día se había obsti-
nado en permanecer oscuramente, sin embargo de que
varias veces ha tenido (y bajo el gobierno de S. M. con
mayor razón) abiertas las puertas de su país».
Así, empujado por la insidia y lleno el corazón de
amargas desazones, pero dejando el altísimo ejemplo de
su civismo, tomó Duarte el camino del destierro definitivo,
hacia el Calvario, sin la piedad de un Cirineo que le
ayudase a llevar la Cruz de sus hondos suplicios, «no
descritos por el Dante –como dice Emiliano Tejera–, porque
el poeta vengador no inventó castigos para los inocentes, sino
para los criminales».

(Publicado en el diario La Nación, S.D., 16 de julio,


de 1941).

209
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

ADICIÓN

Por contener una alusión a Duarte en sus actividades


restauradoras, se incluye aquí la siguiente carta de David
León, compañero del Patricio, copiada del original, en
nuestro poder:

Guaira, 29 Enero 1864


7 ½ de la noche.
Señor Carlos Nouel.
Caracas.

Mon cher:

Fastidiado como no puedes hacerte una idea, y deseoso


de determinar mi partida y saber a qué atenerme, te dirijí
un parte telegráfico, después de haber estado antes en la
casa del Sr. Escobar (otro misterioso como Leyba), y me
contestó que no sabía cuándo se iría la goleta, pues el Sr.
Leyba nada aún le había escrito, pero que si a media
noche recibía un parte se haría a la vela. Ya debes suponer
que eso es querer decir que quede yo en tierra, y para
salir de incertidumbre ocurrí al telégrafo. Tu contestación
la recibí a las 7 ¼ y no comprendo cómo es que aún ignore
el Sr. Leyba si viene o no. Lo más acertado para no perder
la única ocasión es irme a bordo de la goleta y aguardar
allí; me embarcaré antes de tiempo. Ahora si es posible y
ya ese buen Señor se ha determinado a venir, ponme un
telégrafo por Dios, y avísame; aunqe. esté él en camino,
pues me deshago.

210
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

El General Duarte se embarcó para Pto. Cabello en el


Vapor «Colón»31; yo me hubiera ido con él, pero ese buque
va a perder dos días o tres allí y llegaría muy tarde a Curaçao.
Si juzgan que haya tiempo mándenme los documentos
o periódicos.
Un abrazo a Manuel y a Emiliano y mis recuerdos a la
Sra. Estebes y familia.
Tuyo
DAVID

Al recibir tu contestación por telégrafo, no pude ver al


Sr. Escobar.

31
A este viaje de Duarte se refiere la siguiente esquela del docto duartiano
Lic. Leonidas García: «Est. amigo Rodríguez Demorizi:
«Si se confronta esa carta con las fechas que trae Rosa Duarte en su libro, no
parece posible que se efectuara el viaje de Duarte a que se refiere el Sr. David
León. Y es porque evidentemente Doña Rosa incurre en garrafales errores
de copia; pues en otros apuntes suyos, en los que Duarte habla en primera
persona, se lee lo siguiente: ‘el 20 (de enero) llegan de Curazao varios
Dominicanos a ponerse a mis órdenes, el Sr. David León me presenta una
carta, etc., etc.’
«Nombré agente secreto en el lugar de su residencia al capitán David León;
me embarqué para Curazao en donde el 23 de febrero fleté un buque para
pasar a las Islas Turcas. A mi vuelta a Caracas vendí una casita en mil cien
pesos y me embarqué para Santo Domingo en compañía, etc., etc.»-
Le devuelvo dicha carta así como las que tuvo la amabilidad de enviarme
anteriormente, y las cuales conocía ya, por habérselas prestado a mi hermano
Alcides el señor Alfau y Durán en cierta ocasión en que le interesaban
algunos datos de nuestro archivo.
No recuerdo ningún escrito de Papá sobre tradiciones dominicanas.
Acerca de la conmemoración del Centenario del 27 de febrero de 1844 no
me ha nacido hasta ahora ningún alto propósito.
Suyo afmo.
Leonidas García».
Rosa Duarte habla de las fajas que tiene escritas con letra del Gl. el Dr. Ponce León,
¿Se habrán perdido estos valiosos apuntes?

211
DUARTE, EL RESTAURADOR

Cada uno de los aspectos de la vida pública del Padre


de la Patria, canteras aún inexplotadas, y lo que es peor
aún, a veces tendenciosamente preteridas, ofrece al
investigador material suficiente para darle base documental,
indestructible, a la serie de hechos que le dieron justa-
mente el título de Fundador de la República.
¿Qué hizo Duarte? Es pregunta socorrida entre los que
ignoran nuestra historia o entre aquéllos que pretenden,
torpe e injustamente restarle méritos para otorgárselos a
otros que no lo necesitan. ¡Flaco servicio! Porque esa
intencionada y agria maniobra tiene su conocido antece-
dente en el servilismo político de los tiempos de Ulises
Heureaux. Contrariamente a los próceres que dejaron
descendientes poderosos, Duarte no dejó ninguno, y
nadie pudo ni podrá alabarle a cambio de ninguna gracia.
Por eso el amor a Duarte es la pasión más pura que pueda
albergar un corazón dominicano. Sánchez, Mella, Juan
Isidro Pérez, ¡qué casta de hombres! fueron los primeros
y más devotos duartistas. Son ellos los que marcan el rumbo
inequívoco de la primacía de Duarte entre los grandes
próceres dominicanos. Amigos y enemigos le reconocieron
esta singular preeminencia. «Jefe del Partido Nacional
dominicano en 1844 y primer Presidente de la República

213
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

proclamada en el Cibao», le llamaba en 1864 el Gobernador


español de Santo Domingo, en documento que figura en
estos rápidos apuntes.
Tan grande como el Duarte, fundador de la Trinitaria,
es el Duarte restaurador; el apóstol que deja su triste pero
seguro refugio de Caracas para decir ¡presente! sobre las
gloriosas cenizas de Santiago. El tema, de dolorosa
sugestión, ya tratado en escrito del Dr. Alcides García y
en nuestro artículo Duarte y la Restauración (en La Nación,
16 de julio de 1941), tiene ahora comprobaciones y noticias
nuevas en los siguientes documentos originales, hasta hoy
inéditos, que también se refieren a las actividades patrió-
ticas de don Amable Damirón y de don Mariano Díez,
este último tío materno de Duarte:

1.– Del Subsecretario del Ministerio de Ultramar al Ministro


de Estado de España, Madrid, 6 de abril de 1864.
Ministerio de Ultramar. Excmo. Señor: El Gobernador
Superior Civil de Santo Domingo dijo a este Ministerio
en 8 de marzo último, lo que sigue: «Por conducto digno de
crédito llegó a mi conocimiento a principios de este mes que D.
Juan Pablo Duarte, Jefe del Partido Nacional dominicano en
1844, y primer presidente de la República proclamada en el
Cibao en aquella época, se hallaba a fines de febrero próximo
pasado en la isla de Curazao, arreglando los medios de favorecer
con armas y dinero a la facción de esta Provincia, y aun de ir a
incorporarse a ella. Este Duarte fue proscrito por el partido opuesto
al suyo en el mismo año de su advenimiento al poder y desde
entonces ha residido oscuramente en Venezuela; pero se me ha
asegurado que a su reciente resolución de tomar parte activa en
los actuales acontecimientos de esta Isla ha precedido un
concierto, reservado por supuesto, con el Gobierno venezolano,
del que ha recibido ofrecimiento formal de armas, pertrechos y

214
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

dinero para los insurgentes dominicanos, lo que se proveerá por


el intermedio de una o dos casas de Curazao, que habría prin-
cipiado a esta fecha las remesas. Aunque es posible que haya
alguna exageración o falsedad en estas noticias, no he creído
conveniente despreciarlas, y por consiguiente las he trasmitido
a nuestro representante Encargado de Negocios en Caracas y a
nuestro Cónsul en Curazao, para que uno y otro indaguen lo
que haya de verdad en estos informes, y despleguen sus recursos
y facultades en oponerse a los manejos de los enemigos de nuestra
Reina (q. D. g.) en esta Isla». De Real orden, comunicada
por el Señor Ministro de Ultramar, lo traslado a V. E. para
su conocimiento y efectos correspondientes. Dios guarde
a V. E. muchos años. Madrid, 6 de abril de 1864. El
Subsecretario Gabriel Enríquez. Sor. Ministro de Estado.
(Al margen del oficio anterior hay la siguiente apostilla):
Excmo. Señor: Por grandes que sean las simpatías del
Gobierno de Venezuela por los insurrectos de Santo
Domingo, y sin extrañar al Subdirector que suscribe que
las tenga aquel desorganizado país, no puede creer que se
haya comprometido a entregar a los revolucionarios
dominicanos las armas, dinero y pertrechos que tan escasos
son en aquella arruinada República. Por precaución, sin
embargo, y a pesar de tener conocimiento de este supuesto
convenio al Encargado de Negocios de España en Caracas,
podría encargársele que averiguara lo que puede haber de
cierto en esa noticia, y que, a ser cierta, reclame con energía
contra ella, haciendo comprender a aquel Gobierno que
el de S.M. obrará con toda la firmeza necesaria para vengar
tal ultraje. V. E. resolverá. José Ma. Mogollón. Conforme,
el Director M. Díaz del Moral.

2.– Del Ministerio de Estado al Encargado de Negocios de


España en Venezuela. (Minuta). Madrid, 18 de abril de 1864.

215
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Al Encargado de Negocios de España en Caracas.


Madrid, 18 de abril de 1864. Por el traslado que el Sr.
Ministro de Ultramar ha dirigido a esta Secretaría de
Estado, de una comunicación del Gobor. Supr. Civil de
Sto. Domingo, parece que un Dn. Juan Pablo Duarte, previo
ofrecimiento formal del Gob. Venezolano, se hallaba en
Curazao, procurando suministrar recursos de todo género
a los insurrectos de Sto. Domingo. Tendrá V.S. ya conoci-
miento de este asunto, según que de la referida comunica-
ción se desprende, y es de esperar que habrá V.S. tratado
de averiguar lo que hubiere de cierto y que, caso de serlo,
reclamará con la mayor energía y haciendo comprender a
ese Gobierno la firmeza con que el de S.M. procederá
para vengar tamaño ultraje. Dios… (Minuta).

3.– Del Encargado de Negocios de España en Venezuela al


Primer Secretario de Estado. Caracas, 5 de junio de 1864.
Legación de España en Venezuela. No. 61. Director Po-
lítica. Excmo. Señor: Muy Señor mío: En respuesta al
Despacho de S.E. No. 33, fecha 18 de abril último en el
cual a consecuencia de comunicación dirigida a ese Mi-
nisterio por el de Ultramar me previene V. E. de orden
de S.M. reclame cerca de este Gobierno contra la pro-
tección que parece presta a un D. Juan Pablo Duarte que
en Curazao suministra auxilio de toda clase a los rebel-
des de Sto. Domingo, paso a manos de S.E. bajo el No. 1
copia de un despacho que en 6 de marzo anterior he diri-
gido al Sr. Capitán General de dicha Isla concerniente
al mismo individuo de que es objeto la Real orden a que
tengo la honra de contestar, y señalados con los Nos. 2
y 3 copias de un oficio de la Capitanía General y de mi
respuesta.

216
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Este Gobierno rechaza rotundamente toda sospecha


de participación en la insurrección de Sto. Domingo, y
aunque la experiencia nos enseña a dar muy poca fe a las
palabras más formales de estos ministros, en la presente
ocasión el estado aflictivo del Erario y las obligaciones y
deudas de toda clase que sobre el país pesan dan carácter
de verdad a la declaración del Ministro de Relaciones
Exteriores. Respecto al Sr. Duarte tengo motivos para
creer que el 2 de marzo se embarcó en La Guaira para las
Islas Turcas, sin poder asegurar que tal fuera en realidad
el destino de la goletilla en que se embarcó. He oficiado
al Cónsul de S.M. en La Guaira y al Vicecónsul en Puerto
Cabello, pidiendo informes que satisfagan al Gobierno
de S.M.: aún no he recibido respuesta de uno ni de otro
funcionario. Dios guie. a. S.E. ms. As. Caracas 5 de junio
de 1864. Excmo. Señor B. L. M. de S.E. su más atento
servidor, Anto. López de Ceballos. Excmo. Señor Primer
Secretario de Estado.

4.– Del Encargado de Negocios de España en Venezuela al


Capitán General de Santo Domingo. Caracas, 6 de marzo de
1864.
Copia No. 1. Legación de España en Venezuela. (Corres-
ponde al despacho No. 61). Al Excmo. Señor Capitán
General de Sto. Domingo. Caracas, 6 de marzo de 1864.
Por las adjuntas copias de una Nota que he dirigido a este
Sr. Ministro de Relaciones Exteriores y de su respuesta
se enterará V. E. de los pasos que he dado a fin de que los
Agentes del titulado Vicepresidente de la República
Dominicana, Benigno Filomeno Rojas, no comprometiesen
a este Gobierno induciéndole a tomar parte directa o
indirectamente en cuestiones que no le atañen. A pesar

217
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

de que algunas personas me han informado que habían


llegado a este país Patentes de Corso en blanco expedidas
por Benigno Rojas, nadie ha podido asegurarme que haya
visto ningún ejemplar de ellas. Tengo motivo para creer
que un joven llamado Damirón vino a esta capital con
algún encargo de los Jefes de esa insurrección. Se ha hecho
vigilar y he podido averiguar que el día 1ro. del actual se
fue a La Guaira juntamente con un General Duarte,
dominicano que ha servido en este ejército, y otra persona
desconocida que pudiera muy bien ser un Sr. Rodríguez
procedente de esa Isla y que ha sido visto aquí muy a
menudo en compañía de los otros dos. Damirón se
embarcó el día 2 para Puerto Cabello, en donde he tomado
mis medidas para que se le sigan los pasos. Duarte y el
otro compañero se embarcaron el mismo día para las
Islas Turcas; es probable que lleven intención de incor-
porarse a los que en ese territorio combaten la legítima
autoridad de la Reina Nuestra Señora. Creo que esos
sublevados no hallarán ninguna ayuda en este país; no
porque deje de haber simpatías hacia tan mala causa, sino
porque faltan los recursos necesarios para manifestar con
hechos el odio al nombre español. Dios…

5.– Contestación al oficio anterior. Santo Domingo, 19


de mayo de 1864.
Copia No. 2. Capitanía General y Ejército de Santo
Domingo. E.M.G. El Capitán Fiscal de la Comisión Militar
ejecutiva y permanente de esta Plaza, encargado de
instruir sumaria contra Don Amable Damirón, acusado
de hallarse en inteligencia con los enemigos del Gobierno
de S.M., solicita de mi autoridad reclame de V.S. se sirva
ampliar cuanto le sea dable el parte que me dirigió
manifestándome que Don Amable Damirón había sido

218
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

enviado por los insurrectos de esta Provincia para ponerse


en comunicación con un tal Duarte; que exprese igual-
mente cuanto haya podido averiguar después del indicado
parte, referente a la causa que lo motivó u otras análogas
por ser necesarias estas noticias al mayor esclarecimiento
de la referida causa. Lo digo a V.S. por si se sirve disponer
lo conveniente al cumplimiento de lo solicitado, por
convenir así al mejor servicio de S.M. y buena adminis-
tración de justicia. Dios…, Sto. Domingo, 19 de mayo de
1864. El General 2do. En Gefe (J. José del Villar) Sor.
Cónsul General Encargado de Negocios de S.M. C. en la
R. de Venezuela.

6.– Respuesta al oficio anterior. Caracas, 5 de junio de


1864.
Copia No. 3. Excmo. Señor: en respuesta al oficio de
V. E. de 19 de mayo último en que me manifiesta la
conveniencia de que por esta Legación se amplíen, en lo
tocante a Don Amable Damirón, los informes en la
comunicación de 6 de marzo sobre varias personas naturales
o procedentes de esa Isla, que en las actuales circunstancias
podían ser sospechosas de afección a los rebeldes, debo
manifestar que en este país ni el mismo Gobierno tiene
policía, y que todo el que llega a los puertos entra, sale y
circula con absoluta libertad, de donde resulta que las
noticias que esta Legación haya comunicado o pueda en
lo futuro comunicar, carecen de la seguridad de la evidencia
que necesitarían para constituir pruebas contra aquellos
individuos: por lo tanto, su objeto no es, ni puede ser otro
que alertar a las autoridades de S.M. habiendo noticias de
que algunos sujetos procedentes de esos dominios habían
llegado a este país, encargué a un súbdito español que
averiguase sus nombres y vigilase sus pasos. De este

219
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

modo supe que el expresado Damirón había sido visto en


compañía de un Señor Duarte y de otro individuo que
después de averiguado resultó ser Don Mariano Díez, que
aquél entró varias veces a la casa de Gobierno y tuvo
entrevistas con los Ministros o con empleados de los
ministerios, y después de algunos días de permanencia
aquí se fue a La Guaira y de allí a Pto. Cabello, y que los
dos últimos se embarcaron para las Islas Turcas, sin
que yo pueda asegurar que éste fuese realmente su destino.
Si bien es de presumirse, por todos estos indicios, que
la venida de Damirón a este país estuviese relacionada
con esa insurrección, no hay nada que lo pruebe, y los
pasos y visitas de dicho Señor durante su permanencia en
esta Capital admiten una interpretación inocente. Este
Gobierno, interpelado por mí sobre el particular, ha
contestado de una manera terminante que «ni se han
presentado comisiones de los rebeldes de Sto. Domingo pidiendo
auxilios, ni estos auxilios les serían concedidos si se presentase
alguna persona a solicitarlos». En despacho de 18 de abril
último se digna preguntarme de Rl. Orden el Excmo.
Señor Ministro de Estado si don Juan Pablo Duarte (a
quien creía en las Islas Turcas) es la persona encargada
en Curazao de enviar recursos a los sublevados de esa
Isla, y si el Gobierno de Venezuela tiene alguna participación
en el envío de estos recursos. Sobre lo primero he pedido
noticias al Cónsul de S.M. en La Guaira y al Vicecónsul
en Puerto Cabello: sobre la segunda parte, dejando a un
lado la rotunda denegación de este Ministerio de
Relaciones Exteriores, creo que el Gobierno venezolano
se halla tan desprovisto de recursos para sus más imperiosas
necesidades, que mal puede prestar auxilio a una causa
extranjera, por más que todos los malos elementos de esta
sociedad (y son los que dominan) simpaticen con esos

220
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

sublevados. Dios…, Caracas, 5 de junió de 1864. Excmo.


Señor Capitán Gral. de Santo Domingo. Están conformes:
Anto. López de Ceballos32.

COMISIÓN MILITAR
DE LA PLAZA DE SANTO DOMINGO
(FISCALÍA)

ECSORTO33

Que debe dirigirse al Tribunal o Juez de Caracas, en la


República de Venezuela, suplicándoles se dignen interrogar
a las personas General Duarte y Don Manuel Rodríguez.

Al General Duarte

1a.-Las de la Ley.
2a.-Si conoce a Don Amable Damirón y en caso afir-
mativo qué relaciones le unen a él, desde cuándo y con
qué motivos.
3a.-Qué encargos ha dado y recibido de Damirón a la
llegada y salida de Caracas.
4a.-Si entregó algún dinero a Damirón en qué monedas
y con qué objeto; como también si le dio algunas cartas o
pliegos y para qué personas.

32
Hasta aquí publicado en Clío, S.D., N o. 86, enero de 1950. El exhorto
siguiente lo debemos al académico Lic. César A. Herrera. Copia del Archivo
de Indias. Sevilla, legajo Cuba, 1013A.
33
V. Documentos relativos a este exhorto publicados por el Dr. Larrazábal
Blanco en B. del I. D., No. 3, 1970, p. 26.

221
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

A Don Manuel Rodríguez

1a.-Las de la Ley.
2a.-Si ha recibido o ha entregado algún dinero a Don
Amable Damirón y en caso afirmativo en qué monedas,
qué día, en qué parajes y para quién.
3a.-Si ha entregado a dicho Damirón algunas cartas y
para qué personas y si en ellas hacía relación de algún
dinero en qué monedas.
Se suplica al respetable Tribunal o Juez a quien competa
la evacuación de este ecshorto, haga cuantas preguntas sean
dables, para su mayor aclaración y recta justicia.
Santo Domingo, 22 de mayo de 1864

El Capitán Fiscal
Carmelo Martínez de Moya

ESTADOS UNIDOS DE VENEZUELA


Ministerio de lo Interior y Justicia

Sección 2a. - Núm. 491


Caracas Nombre. 14 de 1864
1º de la ley y 6º de la Federación.

Ciudadano Juez de Primera Instancia.

El Ministro de Relaciones Exteriores con fecha 12 del


presente y bajo el núm. 893 dice a éste lo que sigue:
«Ciudadano Ministro.– El Ciudadano Encargado del
Ejecutivo Nacional a solicitud de la Legación de S.M. ha
dispuesto que se dé cumplimiento al incluso exhorto

222
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

venido de Santo Domingo, para el examen del General


Duarte y Don Manuel Rodríguez.
«Ruego pues a V. se sirva pasarlo al Juez de 1a. Instancia
de esta Ciudad encareciéndole su pronta observación y
devolución con las resultas».
Inserción que hago a V., acompañándole el expediente
para los fines consiguientes.
Dios i Federación
Jacinto Gutiérrez Coll

JUZGADO DE PRIMERA INSTANCIA

Caracas, Noviembre diez y seis de 1864.

Recibido el Oficio que precede en esta fecha désele


cumplimiento al exhorto y devuélvase, y con tal fin
emplázase al General Duarte y a Don Manuel Rodríguez,
para que comparezcan a recibir su declaración a las nueve
de la mañana de la primera audiencia.
Blanco

D. R. Sanderson
Secto,

MRS.–

En la misma fecha se mandó citar al General Duarte,


y a Don Manuel Rodríguez para las nueve de la primera
audiencia.
D.R.S. Secretº.

En diez y siete del mismo mes de noviembre de mil


ochocientos sesenta y cuatro, comparecido previa citación

223
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

el General Juan Pablo Duarte, vecino hoy de esta Ciu-


dad, de cincuenta y un años, de edad, militar de profe-
sión, no comprendido en las generales de la ley, con Don
Amable Damirón.
Juro decir verdad; e interrogado por los particulares
que le son relativos del exhorto anterior.– Contesto.
Al primero.– que lo deja dicho.
Al segundo.– he conocido en este año aquí en esta Ciu-
dad a Don Amable Damirón, no me une con él ningunas
relaciones, y lo conocí casualmente un día que fue acom-
pañando a su cuñado Rodríguez a despedirse de las her-
manas mías.
Al tercero.– que nada de lo que se le pregunta es cier-
to. Preguntado por el Tribunal acerca del domicilio de
Don Manuel Rodríguez, dijo: que ha oído decir que no
se halla en esta Ciudad. Terminó, leyóse, y conforme
firma34.
Blanco

Duarte
D.R. Sanderson
Secretario

En veinte y cuatro de noviembre de 1864.


El Tribunal hizo venir a su presencia al portero Salo-
mé Flores e interrogado acerca de la citación de Don Ma-
nuel Rodríguez, expuso después de haber jurado en forma:
que hasta ahora han sido infructuosos los pasos que ha
dado para citar a Don Manuel Rodríguez, pues las pocas

34
Esta parca declaración de Duarte revela su capacidad política en trances
como éste, frente a autoridades extranjeras.

224
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

personas que dicen lo conocen le han manifestado que se


halla ausente de esta Ciudad.
Termino, leyóse y conforme firma.
Blanco
Salomé Flores
D.R. Sanderson
Secretario

JUZGADO DE PRIMERA INSTANCIA

Caracas. Noviembre veinte y cuatro de 1864.


Habiendo rendido su declaración el General Juan
Pablo Duarte, y manifestando tanto éste como el portero
del Tribunal que Don Manuel Rodríguez se halla ausente
de esta Ciudad, devuélvase el presente exhorto al Ciuda-
dano Ministro de lo Interior y Justicia.
Blanco
D.R. Sanderson
Secretario

En la misma fecha se remite al Ciudadano Ministro


de lo Interior y Justicia.
D.R.S. Secrtº.

PRESIDENCIA DE LA COMISIÓN MILITAR

El Señor Capitán Don Ambrosio Echavarría en calidad


de fiscal recojerá la causa a que se refiere este interrogatorio

225
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

del Sor. Asesor de esta Comisión y después de unir a ellas


estas diligencias las devolverá al mismo para los fines
anteriormente prevenidos.
Santo Domingo 19 de Mayo de 1865.

El Coronel Presidente
Zarzuelo

Don Ambrosio Echavarría y Salomé, Capitán de


Infantería, y fiscal de la Comisión Militar, egecutiva y
permanente en esta Plaza siendo secretario de la misma
Comisión el Teniente Don Ramón Echavarría y Santamaría.

DILIGENCIA DE UNIR EL ADJUNTO EXPEDIENTE A LA CAUSA.

En la Ciudad de Santo Domingo a los treinta días del mes


de mayo de dicho año, y en virtud de esta Comisión, dis-
puso el Señor Fiscal se hiciese este expediente a la causa
a proceso de Don Amable Damirón y de haberlo así veri-
ficado se pone por diligencia, que lo firmó dicho Señor
conmigo el Secretario que certifico.
Echavarría Ramón Echavarría

DILIGENCIA DE ENTREGA.

En la citada Plaza de Santo Domingo, en el mismo


día, mes y año, el Señor fiscal dispuso pasar a hacer en-
trega de esta causa, al Señor Asesor de la Comisión y de
haberlo así verificado, se pone por diligencia que lo firmó
conmigo el secretario que certifico.
Echavarría Ramón Echavarría

226
DUARTE, EL MAESTRO

(Una noticia de La Trinitaria)

Del Padre de la Patria se sabe que para serlo fue, ante


todo, Maestro.
Enseñó con la palabra y el ejemplo, guió, educó, y así
ganó para su causa los discípulos que le siguieron devota-
mente en la creación de La Trinitaria y en las actividades
que culminaron en la proclamación de la República.
Sin instrucción –decía Emiliano Tejera– «no hay
ciudadanos verdaderamente libres. Duarte trató de que sus
compañeros se elevasen a la altura del destino que estaban
llamados a cumplir y en esta tarea fue ayudado eficazmente por
el Presbítero Gaspar Hernández, peruano instruido que continuó
la obra de los Cruzados, Moscosos, Valverdes y Cigaranes.
También los hizo ejercitarse en las artes de la guerra, para que
luchasen sin desventajas con el enemigo que tenían que combatir».
Los libros que fueron del Patricio, de los que aún se
conservan algunos, y asimismo aquéllos de los que sólo
queda el recuerdo, son testimonio por demás elocuentes
de su aprendizaje y de su magisterio.
La nación dominicana fue, pues, la obra de su ejemplar
magisterio. «Mentor y Maestro de sus ilustres compañeros», le
llamó el historiador nacional García.

227
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Pero, ¿qué enseñaba Juan Pablo Duarte. ¿A qué


disciplinas consagraba su mesiánico verbo, su iluminante
espíritu?
La filosofía, en primer término; y luego las matemáticas,
signo de la seriedad de su enseñanza y asimismo de la
solidez de su cultura, oreada al fecundante Sol de sus viajes
y en los azules aires del Mediterráneo, mar de la sabiduría,
en cuya orilla hizo su más largo aprendizaje.
A lo que se conoce del sin par magisterio del Fundador
agreguemos ahora una nueva noticia, tan sugestiva por sí
misma como autorizada por su procedencia: de un trini-
tario, de un entrañable amigo y discípulo de Duarte, el
poeta Félix María del Monte, de cuya amistad hay
constancia en las memorables cartas que ellos se inter-
cambiaron por el año de 1865. En su carta a Del Monte
como en todo su apasionado epistolario, Duarte revelaba
que era varón de consejo, como todo buen Maestro.
«Patricio que como Maestro y como Apóstol concibió y propagó
la Idea de Separación», decía Del Monte, en 1884, ante sus
sacros restos.
Y qué grato comprobar que el magisterio de Duarte
no se limitó a la alta cultura, a la filosofía y a las matemáticas,
sino que, en máximo gesto mesiánico, bajaba a la más
humilde enseñanza, a las primeras letras. Basta recordar
que enseñó a leer y a escribir a Juan Alejandro Acosta,
convirtiéndose en uno de sus más adictos compañeros de
proceridad.
Entre viejos papeles del pasado siglo que fueron del
tradicionista César Nicolás Penson, hallamos el apunte
de un breve y sustancioso diálogo sostenido entre él y su
amigo Del Monte, tan breve que hasta nos desconsuela,
porque era mucho lo que el poeta habría podido decir de
la escuela de Duarte. Pero, al menos, la palabra tiene la

228
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

virtud de multiplicar sus resonancias cuando la desborda


el contenido. La escueta página de Del Monte –que es la
palabra viva de un trinitario y también la palabra de Duarte–
vale así por muchas páginas:
Hablan Duarte y Del Monte, y Penson hace de apun-
tador:
«D. Félix Ma. del Monte: Duarte le inició en la famosa
Trinitaria y le decía:
—Mira, hijo, este círculo (dibujándolo): éste es el centro
y éstos los radios. Cada extremo de un radio representa
un miembro de la Asociación que debe iniciar dos, sin
que sepan del centro ni de los demás grupos o radios. Si
hay traición, perece uno; pero la Asociación sigue incólume.
Otras veces le decía:
—Aprende matemáticas.
—¿Para qué?: yo aborrezco los números.
—Es necesario que aprendas eso, y empezarás por el
álgebra (recuérdese que el insigne prócer fundador de la
República enseñó matemáticas a sus compañeros para
prepararlos a la guerra debidamente, porque todo lo previó).
—¡Unjú! Te he dicho que será inútil.
Duarte no hacía caso, y le espetó unas lecciones a su
amigo.
Este le replicaba:
—¿Ves esa lección? Dentro de quince días ya no
sabré jota.
Y así era».
Tan escasas son las noticias de La Trinitaria, llegadas
a nosotros, que este breve apunte de Penson es de valor
incalculable.
En Barcelona –escribió García en 1884– Duarte
«estudió latinidad con perfección, dio un curso completo de
filosofía, aprendió las matemáticas, y en humanidades se puso

229
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

a grande altura… De regreso en la patria buscó en la trasmisión


de los conocimientos que poseía la manera de atraerse la juventud;
y no sólo se asoció al Presbítero Antonio Gutiérrez en las clases
de latinidad y filosofía que daba en Regina, sino que también
se dedicó a enseñar a unos las matemáticas y a dar a otros lecciones
de literatura».
En la magnífica Reseña histórico-crítica de la poesía en
Santo Domingo, publicada en 1892, suscrita por Salomé
Ureña, Francisco Gregorio Billini, Federico Henríquez
y Carvajal, J. Pantaleón Castillo y César N. Penson –
escrita por éste–, hay esta sugestiva noticia de la obra
educativa de Duarte:
«Los pocos libros que andaban en manos de los
estudiosos, hacíalos venir de Barcelona anualmente, para
todos sus amigos… Era el más severo, el más discreto, el
de más prestancia, el más instruido y el más favorecido
por la fortuna, el que sentía más los aleteos del patriotismo
herido, y el único que estaba soñando con restauración
de antiguas glorias y Patria Nueva… Duarte, que era
según se ha dicho, el más instruido de todos, y el que más
elevadas ideas modernizadas tenía, comenzó por enseñar
matemáticas a sus compañeros, y otras ciencias, y aun
esgrima y tiro con el fin de hacer de ellos más tarde los
capitanes de su futuro ejército patriota».
Al resultado de ese fecundo magisterio también se
refiere el bien informado Penson: «La revelación del pensa-
miento de Duarte, al cual se consagró entera esa generación, el
nuevo y extraordinario calor que comunicaba al alma tan grande
propósito, visto al través de la ilusión juvenil, y aquel como culto
caballeresco, religioso y un sí no es fanático a la patria futura,
todo eso dio a esa generación un carácter austero y espartano, y
la preparó a la lucha por el ideal y al vencimiento del derecho».

230
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Sabía Duarte que la enseñanza de las matemáticas,


como disciplina mental y como elemento básico en las
ciencias y las artes de la guerra, la guerra que ardía ya en
su espíritu, era perentoriamente indispensable.
La afirmación de Del Monte de que Duarte, en su magna
empresa, lo había previsto todo, tiene su confirmación en
su persistencia en la enseñanza de las matemáticas, de donde
tomó, con sus misterios y sus multiplicaciones infinitas, la
mágica difra de trinitario.
En el frontispicio de la humilde casa de Juan Isidro
Pérez de la Paz, donde fundó La Trinitaria –su magna
escuela– Duarte habría podido escribir, como en la
escuela del filósofo antiguo: Nadie entre aquí que no sepa
matemáticas.
Loado sea el prócer que, en la creación de la República,
puso las matemáticas por encima de las armas.

231
DUARTE Y LOS LIBROS

Con esa tierna y candorosa pasión que es aroma de


sus dramáticos Apuntes, mezcla de amor fraterno y de amor
patrio, habla Rosa Duarte de la vehemente afición a los
libros que anidó desde temprano en el espíritu de Juan
Pablo Duarte.
Como el infante don Fernando Colón, que viene a la
Española en el real cortejo de María de Toledo y que pron-
to Diego Colón lo vuelve a España por ser muy dado a
tener muchos libros, cosa que da honra y vanagloria, a
Duarte también lo envían hacia la Madre Patria, a acen-
drarse en el crisol de los viajes, a contemplarse en el an-
cho espejo de la civilización occidental, a estudiar, a edu-
carse; y al igual que Bolívar, que Hostos y que Martí, «a
caldear el alma varonil al sol de sus antepasados», según la
bella frase de Meriño.
El grave adolescente, en cuyo pensamiento está en
gestación la idea separatista, viaja largamente: por la
América del Norte, Francia, Inglaterra, España. En
Barcelona aprende la lengua del Lacio, Filosofía y
Matemáticas; y llega a lo más hondo de su espíritu el
estruendo de los sucesos políticos de la España de entonces,
agitada por las doctrinas liberales que, durante la menor
edad de Isabel II, fueron principio de las nuevas formas
de gobierno del Estatuto Real de 1834.

233
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Al regresar a la tierra nativa, hundida en la noche de


la dominación haitiana, el Dr. Manuel María Valverde se
adelanta a preguntarle qué había sido lo que más llamara
su atención en sus viajes, y él responde con sorprendente
énfasis:
«Los fueros y libertades de Barcelona; fueros y libertades que
espero demos nosotros un día a nuestra Patria».
Desde entonces, el recién llegado inicia su silenciosa
empresa: aprende y enseña. Trae libros de España, y, como
dice Rosa Duarte, «no tan sólo trasmitía sus conocimientos,
sino que ponía a disposición de sus amigos o del que los necesitara,
sus libros, sus libros que él tanto estimaba».
Entre esos libros se hallaría, seguramente, esta preciosa
joya que de manos de entrañables amigos de Duarte, Juan
Nepomuceno y Emiliano Tejera, pasó a las de don Emilio
Tejera, su actual poseedor:
Selecta M. TULLII CICERONIS Opera Philosophi-
ca, numeris et capitibus ad usum scholarum distincta, no-
tisque illustrat, In quibus continentur De Oficiis Libri tres.
De Senectute et de Amicitia Dialogi Paradoxa ad M. Bru-
tum Somnium Scipionis Tusculanarum Quaestionum Li-
ber I et V. Juxta accuratissiman D. Lallemand Emeriti Rhe-
toricae Professoris editionem PARISIIS, Apud Aug. Delalain,
D.D. Barbou et Lallemand successorem, via athurineusium,
No. 5. 1810.
Este valioso libro, que atesora en dos de sus páginas
la clara y segura firma de Duarte, es bella muestra de sus
aficiones literarias y de la seriedad de sus lecturas.
En el mismo año en que fue creada la República, está
Duarte en el exilio. En Hamburgo comienza el estudio
del alemán, «facilitándome el aprendizaje –dice– el latín que
yo poseía». Y agrega: «empleé el tiempo bien pues adquirí una
lengua viva y concluí el estudio de Geografía Universal (con

234
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

bastante pena le vendí a mi amigo Dr. Elías Acosta esa obra y


sus Atlas)».
¡Cómo serían las hondas aflicciones del ilustre peregrino,
fundador de una nación y ahora triste y pobre desterrado,
que para sus escasos menesteres había de deshacerse de
sus libros!
Ya era oscuro y largo su destierro, cuando Juan Pablo
Duarte, perdido en las lejanas soledades del Apure,
tardíamente recibe la tremenda noticia de la Anexión a
España y luego la emocionante nueva de que sus compa-
triotas, como en los tiempos de la Trinitaria, sembraban
otra vez, al filo de la espada, simientes de libertad. Pronto
estará en camino de la Patria, pero antes –cabe imaginarlo
así–, sale hacia la más cercana librería, quizás con el único
dinero que posee en ese instante. Llega. Sus claros ojos
recorren los nutridos anaqueles; de pronto se detienen,
fulgurantes, en dos libros, como el guerrero ante la panoplia
en que fulgen incitantes los aceros. No son los Comentarios
de César; ni el Poema del Cid; ni La Farsalia, de Lucano.
Son dos obras recientes: precisamente las que él necesita.
Puesto que marcha a la guerra, claro es que debe conocer
el arte de la guerra. El absorto librero, como si fuese un
Santo que en vez de la Meditación de Kempis le pidiese
algún libro satánico, pone en sus nerviosas manos esta
obra, del Brigadier de Caballería Martín Rosales:
Manual de la táctica de las tres Armas, por Martín de
Rosales, París, 185935.

35
En su noticioso artículo Sobre Duarte en Venezuela (B. del I. D., No. 6, 1970, p.
367) el Dr. Alfonso Lockward revela la existencia de otro libro de la biblioteca
de Duarte: J. Iriarte, Gramática latina. 5ta. edición. Madrid, 1708. En su
última página aparece la firma de J.P.D. Lo conservaba en Caracas don
Miguel Ayala Duarte.

235
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Y otra es:
Instruction theorique et pratique d’Artillerie a l’usage des
éléves de l’Ecole Militaire de Saint-Cyr; par M. Thiroux,
Lieutenant-Colonel d’Artillerie. Paris, 186036.
¡Con qué avidez se entregaría Duarte a la lectura de
estos libros! Y no se limitó a leerlos, quizás arrebatado
por la visión de los combates, sino también a traducir la
célebre obra de Thiroux, seguramente con el objeto de
ponerla al alcance de los restauradores, en cuyas filas
había de estar en breve.
Desdichadamente, por escasos días estuvo Duarte en
Santiago, entonces encendido cuartel de los patriotas y
asiento del Gobierno de la revolución. Contra sus deseos
volvió a cruzar el mar, y finalmente a hundirse de nuevo
en las oscuras desazones del destierro. Como quien se
desciñe la espada sin haberla desenvainado al sol de la
batalla, debió Duarte contemplar estos dos libros, en
pavorosa inutilidad, bajo la afrentosa pátina del abandono
y el desencanto!
¡Infortunado prócer! En su vida no hay una sola cosa
que sea extraña a su obsesionante idea de Patria. En él
todo tiene acentuado dramatismo. ¡Hasta los libros acre-
centaron su tragedia infinita!
(La Nación, S.D., 16 de julio, 1942).

36
La obra de Thiroux, así como la traducción de su primer Capítulo, manuscrito
de Duarte, se conservan amorosamente en el Archivo del Historiador
nacional García; y el libro de Rosales, citado, es de nuestra propiedad.
Contiene la firma autógrafa de Duarte, y la de su sobrina Matilde Ayala
Duarte.

236
UN ROMANCE DE DUARTE

De Duarte, Fundador de la República, se ha dicho


siempre que no presumía de poeta. Sin embargo, ¿quién,
en su tiempo, puso en sus escritos igual intensidad dra-
mática, igual concentrada amargura en sus versos? Fi-
gura central en el período de gestación de la Repúbli-
ca, de 1838 a 1844, no bien acaba de crearla es lanzado
al destierro. Vida terriblemente aciaga desde entonces.
Del Ozama al frío Hamburgo. De Saint Thomas a Ca-
racas. De las oscuras selvas de Venezuela a los campos
de Santiago, adonde viene a luchar contra España. De
allí a Caracas y a la muerte. El más tremendo de sus
dolores, quizás, el ostracismo a que lo arrojó Santana en
1844, apenas recién nacida su amada Patria, lo recogió
en la más triste flor de nuestro Romancero. Duarte es-
cribió diversas poesías: himnos de guerra, anatemas con-
tra Santana, ansias y nostalgias de la tierra natal, tan do-
lorosamente lejos para sus ojos como presente para su
espíritu.
Como en otros pueblos de la América, también aquí
hacer patria fue faena de poetas:

237
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

ROMANCE

Era la noche sombría


y de silencio y de calma;
era una noche de oprobio
para la gente de Ozama;
noche de mengua y quebranto
para la Patria adorada,
el recordarla tan sólo
el corazón apesara.

Ocho los míseros eran


que mano aviesa lanzaba
en pos de sus compañeros,
hacia la extranjera playa.

Ellos que al nombre de Dios,


Patria y Libertad se alzaran;
ellos que al Pueblo le dieron
la Independencia anhelada,
lanzados fueron del suelo
por cuya dicha lucharan;
proscritos, sí, por traidores
los que de lealtad sobraban;
se les miró descender
a la ribera callada,
se les oyó despedirse,
y de su voz apagada
yo recogí los acentos
que por el aire vagaban.

Por su acento es un romance digno de Alfred de Vigny,


el gran lírico que cantaba la dignidad de la tristeza.

238
DUARTE EN LA POESÍA

Entre las primeras composiciones poéticas consagradas


al Padre de la Patria se cuentan las estrofas de autor
desconocido –oculto tras la inicial M– publicadas en el
periódico El Teléfono, de Santo Domingo, el 27 de febrero
de 1884.
No se trata de una mera poesía laudatoria, de mayor o
menor valor estético, sino de una composición literaria
de rico contenido histórico, una síntesis de la vida y de la
obra de Duarte, reveladora de que el autor conocía a
cabalidad la gloriosa trayectoria del Fundador, apenas
pasados unos siete años de su muerte, cuando todavía no
se conocían aquí los salmódicos Apuntes de Rosa Duarte,
ni se habían publicado los de Serra y de Bonilla.
¿Fue el autor alguno de los trinitarios? ¿Sería Félix
María Del Monte?
Al pie de la composición, correspondiendo al segundo
verso en que se menciona el Montserrat, el poeta puso
esta nota. «Duarte se educó en Cataluña». Con lo que acentuó
el carácter histórico de su poesía. Ello revela, además, el
olvido a que había llegado por entonces la vida de Duarte,
cuando el poeta creyó necesaria tan antiestética nota.
En los versos alejandrinos, de correcta medida, se
advierte también la corrección en los repetidos encabal-

239
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

gamientos, indicio de que el autor conocía los secretos de


la versificación, que no era un novicio en arte poética.
El poeta resume así la vida de Duarte: que templó su
energía indómita a la sombra del Montserrat –que es como
si dijera Barcelona–; que en edad temprana el Mediterráneo
le dio, con los secretos del pasado, la inspiración; que en
sus oídos sonaron los cánticos sagrados de España,
despertando del sueño secular, después que Lacy, Riego
y Porlier «murieron por dar vida al pueblo y libertad»; que,
Apóstol del derecho, trajo a sus hermanos «ideas y
esperanzas, verbo de redención»; que en todos infundió
«desprecio a los tiranos, valor y fe en la causa de la Separación»;
que «el joven voluptuoso, el rústico labriego» oyeron de su acento
«la exhortación viril», y en torno a él «juraron, ardiendo en
sacro fuego, por Libertad y Patria sin tregua combatir» –que
es clara alusión al Juramento Trinitario–; que, triunfante,
cual su «mente la concibiera un día, surgió libre la tierra
querida de Colón, y, símbolo de gloria, ondeó con gallardía de
azul y grana el nuevo cruzado pabellón»; que luego, cuando el
monstruo de la discordia asomó entre los próceres, jamás
quiso blandir el fratricida acero ni a míseras pasiones su
ilustre nombre dar, que murió en suelo extraño mas vive
en su alto ejemplo «de abnegación sublime, de cívica virtud».
Y concluye el poeta como había de concluir, con la
afirmación de la máxima proceridad de Duarte:
Y de las glorias patrias en el grandioso templo, ninguno ha
de sentarse tan alto como tú.
Dicen así los olvidados versos:

A JUAN PABLO DUARTE

No pudo conformarse tu indómita energía


templada entre las cimas del rudo Montserrat

240
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

con ver tu patria inerte bajo la planta impía


que hollara sus derechos, su honor y dignidad.

El mar Mediterráneo, desde tu edad temprana


te dijo de sus ondas con la potente voz
secretos de otros tiempos, e inspiración lozana
en tu alma adolescente y virgen imprimió.

Sonaron en tu oído los cánticos sagrados


de España despertando del sueño secular,
después que Lacy, Riego y Pórlier esforzados
murieron por dar vida al pueblo y libertad.

Y apóstol del derecho, trajiste a tus hermanos


ideas y esperanzas, verbo de redención,
y en todos infundiste desprecio a los tiranos
valor y fe en la causa de la Separación.

El joven voluptuoso, el rústico labriego,


oyeron de tu acento la exhortación viril,
y en torno a ti juraron, ardiendo en sacro fuego,
por libertad y Patria sin tregua combatir.

Triunfante cual tu mente la concibiera un día


surgió libre la tierra querida de Colón,
y símbolo de gloria, ondeó con gallardía
de azul y grana el nuevo cruzado pabellón.

Y luego, cuando el monstruo de la discordia fiero


asoma entre los próceres su repugnante faz,
blandir jamás quisiera el fratricida acero
ni a míseras pasiones tu ilustre nombre dar.

241
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Moriste en suelo extraño, mas vive tu alto ejemplo


de abnegación sublime, de cívica virtud,
y de las glorias patrias en el grandioso templo
ninguno ha de sentarse tan alto como tú.

M.

Son estrofas que valen ahora como nuevo y bello


documento duartiano.
Pero es el caso que desde antes de cerrar los ojos ya
Duarte había entrado en el reino de nuestra poesía. En
Los héroes de Febrero, de 1855, el joven poeta Manuel
Rodríguez Objío recordaba al Patricio:

Los Padres de la Patria, Sánchez, Duarte,


sufren eterno y pérfido ostracismo…

Años después, en Caracas, Rodríguez Objío se apresta,


junto a Duarte, a volver a la Patria en armas contra España,
a ponerse al servicio del Gobierno restaurador sobre las
cenizas de Santiago. Y antes de la partia Duarte y él,
conmovidos por el más hondo ardimiento patriótico, se
entregan de consuno al amor de las musas. De entonces
son los más airados versos de Duarte. De entonces, tam-
bién, los versos de más vivo acento patriótico de Rodríguez
Objío. De entonces es su composición A un amigo deste-
rrado como yo y por igual causa, escrita en enero de 1864.
¿No fue Duarte ese amigo? Indudablemente que sí. Los
versos finales de Rodríguez Objío.

mas aguarda hasta entonces, amigo,


con la fe del patricio constante.

242
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Corresponden a los versos últimos del Himno restau-


rador, de Duarte, de los mismos días:

Adelante, patricio constante,


por la Patria a vencer o morir…

La imagen de Duarte asoma en los versos de su joven


amigo y compañero, ya en las angustias del viaje a la Patria:

Y del mártir la aureola sagrada


ciñe ya con un brillo esplendente
tu elevada, magnífica frente,
do la fuerza del genio se ve…

De un solo dominicano, de Juan Pablo Duarte, podía


hacerse, a la sazón, semejante alabanza.
Otro poeta contemporáneo de Duarte, Manuel de
Jesús Rodríguez, recordó al Patricio en su poesía. En sus
estrofas 27 de febrero, de 1869, el poeta le dedicó estos versos
al prócer errante:

A la memoria del ilustre Duarte


mas bien mi llanto derramar podría…
que a impulsos de una cruenta tiranía
errante vaga del destino en pos:
y en esas playas que desiertas mira
a cada huella que su planta deja,
pronuncia con pesar amarga queja
y acusa al pueblo con doliente voz37.

37
Fragmento. Poesía publicada en El Centinela, S.D., No. 5, 26 de febrero, 1874.
Artículo publicado antes en revista Ahora, S.D., No. 324, 26 de enero, 1970.

243
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Bello testimonio de que Duarte fue siempre recordado


en la tierra que hizo libre; de que la poesía le fue propicia.

244
LAS HERMANAS DUARTE EN LA POESÍA

No fueron pocos los dominicanos que desde 1845 hasta


fines del siglo pasaron por la «Mansión de dolores» de la
familia Duarte, en Caracas, presente el patricio o en su
ausencia y luego tras su muerte.
Entre esos dominicanos devotos del Padre de la Patria
que se acercaban a la venerable casa caraqueña a rendirle
su tributo de veneración y de amistad, a él y a sus nobles
hermanas, se contaron Monseñor Fernando A. de Meriño,
José Gabriel García, Manuel Rodríguez Objío, los
her manos Emiliano y Apolinar Tejera, José Travieso,
Alvaro Logroño, José F. Pellerano, Juan Tomás Mejía,
Eugenio Polanco y Velásquez y tantos otros, algunos de los
cuales aparecen mencionados en escritos de Duarte y en los
ya famosos Apuntes de Rosa Duarte.
Pero ahora nos limitamos a un solo visitante: al joven
dominicano Eugenio Polanco y Velásquez, en 1885,
entonces sacerdote, que luego renunció a sus cristianos
hábitos. Allá, en Caracas, el 23 de enero, escribió las
siguientes octavas publicadas en El Lápiz, de Santo
Domingo, el 5 de enero de 1892, en que el acento patriótico
está por encima de lo poético:

245
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

PRELUDIOS

A las Señoritas Duarte, hermanas del Ilustre Fundador


de la República Dominicana, General Juan Pablo Duarte.

¡Cuán triste es para el alma,


En playas extranjeras,
Las quejas lastimeras
Del expatriado oír!

¡Cuán triste ver que pasan


Las horas una a una
Soñando en la fortuna
De incierto porvenir!

¡Ah! lejos de la Patria


Fastidia la existencia,
Y en torpe indiferencia
Se agobia el corazón;

Porque constante el alma


Se encuentra conmovida,
Que amor, placer y vida
Sin Patria nada son.

II

Dejad, tristes doncellas,


La lúgubre tristeza,
Y, erguida la cabeza,
Volved a vuestro hogar!

246
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

¡Volved! que ya impaciente


El cristalino Ozama
A vuestra Patria os llama
En triste murmurar!

¡Volved! que de Quisqueya


El fértil, rico suelo
Ostenta hermoso cielo
De libertad y Paz,

De Paz a cuya sombra,


Cual de una madre al beso,
Levántase el progreso
Con dulce, alegre faz.

III

¡Dejad, dejad del Guaire


Las márgenes risueñas,
Las brisas halagüeñas
Del Avila dejad;

Que allá la Patria os brinda


Mil márgenes y montes,
Llanuras y horizontes
Y brisas sin igual!

Allá vuestros hermanos


Os abrirán sus brazos,
Los sempiternos lazos
De afecto fraternal,

247
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Tranquila y suavemente
Compartiréis con ellos
Los últimos destellos
De dicha terrenal.

No se cumplieron los votos del poeta y las hermanas


Duarte fueron cayendo en el exilio en el olvido y en la
muerte. La obstinada resistencia de su hermano Manuel,
negado a regresar a la tierra de donde habían sido echados
como réprobos y adonde fueron llamados en diversas
ocasiones, mantuvo a la familia Duarte en perpetuo
destierro. ¡Y ya había perdido la razón el desdichado
Manuel Duarte!
Todos los angustiosos pensamientos de las hermanas
Duarte van en eterna romería de dolor hacia su Patria, y a
veces algo de sus ya sarmentosas manos: de día en día
una carta, y hasta una bandera dominicana bordada por
ellas, digna de haber flotado en La Misericordia o en El
Conde el 27 de febrero. Según el periódico El Mensajero,
del 1ro. de enero de 1885, en un inventario de los bienes
del Ayuntamiento de Santo Domingo, de entonces,
figuraban las siguientes obras de arte: tres retratos de óleo
de Duarte, Sánchez y Mella; un cuadro alegórico de la
industria azucarera en el país; dos pequeñas estatuas de
Colón, en yeso; una bandera nacional, de seda, enviada
de Caracas por las señoritas hermanas de Duarte.
Estas son, naturalmente, dolorosamente, de las tantas
joyas de nuestra historia perdidas en las hondas simas de
la ancestral incuria dominicana.

248
PARA LA INVESTIGACIÓN DUARTIANA

I
LOS FUEROS DE CATALUÑA

En el examen de las ideas políticas de Duarte es de


suma importancia lo relativo a los fueros y libertades de
Cataluña. En los conocidos Apuntes de Rosa Duarte hay
este párrafo alusivo al regreso de Duarte, de España: el
Dr. Valverde «lo abrazó y le preguntó qué era lo que más le
había llamado la atención y agradado en sus viajes: los fueros y
libertades de Barcelona, le contestó, fueros y libertades que espero
demos nosotros un día a nuestra Patria».
¿Qué eran los fueros y libertades de Barcelona, de
Cataluña?
El tema, digno de estudio, debe empezarse por la
bibliografía:
José Coroleu y Pella y José Forges, Los fueros de
Cataluña. Descripción comentada de la Constitución
Histórica del principado: sus Instituciones Políticas y
Administrativas y sus libertades tradicionales, con la
relación de muchas Revoluciones, Escenas y Anécdotas
curiosas. Palabras y hechos notables de catalanes ilustres
y el estudio comparativo de esta Constitución parangonada
con las Forales de Navarra y las Provincias Vascongadas.

249
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Escrita con la ayuda de las colecciones legales, crónicas,


documentos inéditos de varios archivos y los mejores
tratados de los jurisconsultos y publicistas de Cataluña.
Barcelona, 1878, 770 p.
Las Cortes de España o sea colección que contiene el
Estatuto Real, la exposición de los Señores Ministros y
nota pasada a las potencias extranjeras sobre el mismo, la
real convocatoria, la ley de elecciones, el estado del
número de pueblos y habitantes correspondientes a cada
uno de los partidos judiciales, y los procuradores que les
corresponden. Barcelona, año 1834, 208 p.
«Es bien sabido que con la voz genérica Fuero se designa
en España las compilaciones o Códigos generales de leyes, los
usos y costumbres que, conservados por una observancia ge-
neral y constante, llegaron a adquirir con el transcurso del
tiempo la fuerza de ley no escrita; las cartas de privilegios o
instrumentos de exenciones de gabelas, concesiones de gracias,
mercedes, franquezas y libertades; las cartas-pueblas; las ex-
pedidas por los reyes conteniendo constituciones, ordenanzas
y leyes civiles y criminales para el régimen municipal de las
comunes, etc.» (Escriche, Diccionario razonado de legislación
y jurisprudencia).
Constitución de Cataluña de 1702.
«En nombre de Nuestro Señor Jesucristo…
Art. 1.– La Nación Catalana es la reunión de los
pueblos que hablan el idioma catalán…
Art. 3.– El Principado de Cataluña es libre e indepen-
diente y por ningún concepto puede romperse su unidad
ni alienarse.
Art. 4.– El derecho de establecer las leyes fundamentales
del Estado compete al Príncipe juntamente con las Cortes
Generales, en las cuales reside la representación de todos
los estamentos de Cataluña.

250
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Art. 5.– Toda autoridad se constituye y ejerce en


Cataluña mediante el pacto jurado entre el Gobernante y
los gobernados, de cumplir y hacer cumplir al pie de la
letra las Constituciones y Usajes, y a cuyo amparo están
la propiedad, las libertades y demás derechos de los
catalanes».
La palabra Fuero, clavada en la mente de Duarte desde
sus días de Cataluña, era lógico que aflorase en su pensa-
miento político activo: en su Proyecto de Constitución,
de 1844, habló «del Fuero Municipal».

II
LOS TEMPLARIOS

Es evidente que el dictado de templarios, dado a sus


compañeros trinitarios, no era, para Duarte, una mera
designación: tenía sus raíces, sus orígenes; era fruto de
sus lecturas, de sus experiencias en sus años de Europa.
Para comprobarlo bastarán algunas referencias bibliográficas
que podrían multiplicarse:
Santiago López, Historia y Tragedia de los Templarios.
Madrid, viuda e hijos de Aznar, 1813. 4º 2h. VIII-112 p.
3 láms. Sigue: Los Templarios. Tragedia en cinco actos,
escrita en francés por M. Raunovard, traducida al caste-
llano, y arreglada a nuestro Teatro. La escena es en París
en el Palacio de los Templarios. Madrid, Viuda e hijos de
Aznar, 1813, 72 p.
(Usaban capas blancas y una cruz roja sencilla).
Mr. Raunoward, Los templarios. Tragedia en cinco
actos, escrita en francés por… Traducida al castellano, y
arreglada a nuestro Teatro. La escena en París, en el Palacio
de los Templarios, Madrid, 1813. Dice:

251
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

–Y una mi suerte y vuestra suerte sea…


Yo soy templario…

–Es notorio que todos los Templarios


su honor y vida por la fe consagran:
yo que contaba entre ellos mil amigos
me sujeto al destino de sus armas,
y un juramento santo, irrevocable…

–¡Oh Dios! ¡qué luz celeste me ilumina!


Vuestra boca pronuncia mi sentencia.
Yo reclamo el honor de morir juntos
pues unos mismos votos nos estrechan.
Vengue Felipe en mí vuestras virtudes
Y una mi suerte y nuestra suerte sea.
Yo soy Templario…

–Ya yo lo sabía…

¿No concuerdan, esos versos, con los de Duarte, en


que alude repetidamente a los Templarios? La concordancia
no puede ser más sugestiva ni mejor revelación de las fuentes
espirituales de Duarte, siempre de espaldas a Maquiavelo.
Huelga señalar que empezamos a tratar del tema en
Duarte romántico, una de las múltiples facetas de la vida del
Padre de la Patria. Su examen definitivo será labor de otros.

III
DUARTE Y PUERTO RICO

En su memorable carta del 2 de mayo de 1865, dirigida


a su entrañable amigo Félix María del Monte, decía Duarte:

252
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

«…un 16 de julio (el de 1838) fue descubierta, ahí donde estás,


la conspiración que habiendo estallado el 25 (como debía estallar),
habría salvado al joven Sterling de la injusta y violenta muerte
a que le condenó el feroz López Baños…»
Es curioso que, al referirse a este suceso, Miller, en su
Historia de Puerto Rico, no mencione a Sterling, y sí a un
devoto amigo de Duarte, al Capitán de milicia Angel
Salvador Vizcarrondo, quien logró fugarse hacia Venezuela38.
A lo que parece, después de su frustrada acción de
1838 Vizcarrondo continuó en sus actividades políticas,
según consta en el siguiente apunte:
«1842-1843. El revolucionario Vizcarrondo es expulsado de
la Isla danesa de San Thomas a petición del Gobernador, al que
se le faculta para adoptar medidas especiales de vigilancia. Los
revolucionarios Correa d’Acosta, Level de Goda y otros también
se retiran de las Islas de Tórtola y Curaçao. Se estudia la com-
pra de un vapor de guerra para la vigilancia costera de Puerto
Rico (13 docs.)»39.
Es de presumirse que por entonces se inició la entra-
ñable amistad entre Duarte y Vizcarrondo, para honra de
ambos y de sus respectivas patrias.
En el Archivo Histórico Nacional, de Madrid, hallamos
este otro dato:
«En 1858 Andrés Salvador Vizcarrondo solicitó, en Puerto
Rico, al Gobierno, fondos para patentar en Cuba y Puerto Rico
un invento suyo para elaborar azúcar. Le fue negado»40.

38
Apuntes de Rosa Duarte…, S.D., 1970, p. 269.
39
Archivo Histórico Nacional, Madrid, legajo 5063, Exp. 38. Documentos de
Puerto Rico.
40
El compañero Alfau Durán, que tanto se ha interesado en la vida procera de
Vizcarrondo, cree firmemente que éste no volvió a Puerto Rico después de
su exilio. Quede este punto, pues, por aclararse.

253
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

En trascendentales ocasiones hallamos a Vizcarrondo


ligado a Duarte: firmó, el 15 de julio de 1876, la esquela
mortuoria del Padre de la Patria; en esos mismos días es-
cribió una de las necrologías consagradas entonces al ilus-
tre patricio, y en 1884 intervino en los actos de traslación
de sus restos, de Caracas a Santo Domingo. ¡Qué grande
y consecuente amigo! ¡Qué digno de la gratitud de los do-
minicanos!
Valga recordar que Duarte estuvo en Puerto Rico el
1832, a su retorno de España.
A través de la larga y honda amistad del dominicano y
del puertorriqueño y a través de la carta del prócer a Del
Monte, llegamos a esta grata e importante conclusión: a
las evidentes simpatías de Duarte por la causa de la libertad
de Puerto Rico.
(Madrid, 1974).

IV
DUARTE POLÍGLOTO

Ya se sabe que Duarte fue hombre de estudio; que


vivió siempre la vida del espíritu; que en la mocedad realizó
el viaje de aprendizaje de que disfrutaba en su tiempo todo
adolescente de familia acomodada, como el viaje de
Bolívar al Viejo Mundo.
En sus conocidos Apuntes dice Rosa Duarte, aludiendo
a los estudios de su ilustre hermano: «Con Monsieur
Bruat estudió el francés, y más después el inglés con Mr. Groot.
Su padre por complacerlo lo mandó a viajar con un amigo que
iba para el Norte de América y pensaba de ese punto dirigirse a
Europa. En New York siguió aprendiendo el inglés, y empezó a

254
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

estudiar Geografía Universal con Mr. W. Davis que le daba cla-


se a domicilio; del Norte pasó a Inglaterra, a Francia, desembar-
có en Havre, y siguió directamente a París, en donde se perfec-
cionó en el francés, de Francia pasó a España por Bayona.
Barcelona fue la última ciudad de España que visitó y su punto
de partida para América».
En apunte de 1834 pero debió ser antes dice Rosa
Duarte: «Empezó a estudiar latinidad con el Pbro. Dr. D. Juan
Vicente Moscoso, y también historia y continuó los estudios de
Geografía Universal. Empezó más después a estudiar las
matemáticas y el dibujo con Mr. Calié. Se ocupaba también de
aprender la música; con D. Antonio Mendoza aprendió la flauta;
su instrumento favorito era la guitarra…» También estudió
latinidad con el padre Gaspar Hernández.
Pero Duarte no sólo se perfeccionaba en la posesión
de idiomas extraños, sino que también los enseñaba –
como parte de su labor revolucionaria– a sus devotos
amigos y compañeros. Lo dice su hermana, en apunte de
1842: «…nunca dejó sus libros antes de la una o las dos de la
mañana; él llevaba los libros en el almacén de su padre, y daba
en el mismo almacén clases gratis, de escritura y de idiomas a
los que demostraban deseos de aprender; los enseñaba con gusto
sin hacer distinción de clases ni colores…»
En el apunte del 5 de noviembre de 1844, ya en el
destierro, en Hamburgo, es el propio Duarte el que habla:
«Soy presentado (por petición mía) a la Logia Oriente, y fui
invitado a un banquete, en donde encontré hermanos y amigos
que me acompañaban a visitar los monumentos que llaman la
atención del viajero. Para hacerme comprender se me hizo
indispensable aprender el idioma del país y me puse a aprender
el alemán con Mr. Chatt facilitándome su aprendizaje la lengua
latina que yo poseía. El corto tiempo que pasé en Hamburgo, lo

255
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

empleé bien, pues a más de haber aprendido un idioma que se


está haciendo una lengua viva, concluí mi estudio de Geografía
Universal (con bastante pena le vendí a mi amigo el Dr. Elías
Acosta esa obra y sus Atlas)».
Entre los libros de Duarte, en diversos idiomas, se ha-
llaba esta joya bibliográfica, prenda de las aficiones latinis-
tas de Duarte, que pasó a manos de su entrañable amigo
Emiliano Tejera y de las de éste a las de su digno hijo Emi-
lio: Selecta M. Tullii Ciceronis. Opera Philosophica, nume-
ris et capitibus ad usum scholarum distincta, notisque ilustrat,
In quibus continentur, De Oficiis Libri tres. De Senectute et de
Amicitia Dialogi Paradoxa ad M. Brutum Somnium Scipionis
Tusculanarum Quaestionum Libert I et V. Fuxta accuratissi-
man D. Hallemand Emeriti Rhetoricae Professoris editionem.
PARISIIS, Apud. Aug. Delalain, DD. Bar bou et Gallemand
successorem. via Mathurinensium, No. 1810.
Y no se limitó Duarte al uso oral y a la enseñanza de
los idiomas que poseía, sino que también realizó algunas
traducciones al español, como la que se conserva, de su
puño y letra, en el Archivo de García, de la obra Instruction
Theorique et Pratique d’Artillerie a l’usage des Eleves de l’Ecole
Militaire de Saint-Cyr; por M. Thiroux, Leuntenant-Colonel
d’Artillerie, libro que tradujo Duarte, como señala Alcides
García, cuando se aprestaba a decir presente ante el
Gobierno restaurador de Santiago.
En la apasionada necrología de Duarte que escribió
su devoto amigo el rebelde borincano Andrés Salvador
Vizcarrondo, dice que el Prócer «poseía los idiomas español,
inglés, francés, alemán y portugués, conocimientos que adqui-
rió, primero en su país, perfeccionándolos en sus viajes por los
Estados Unidos del Norte, Londres, París, Hamburgo, Espa-
ña, y últimamente Venezuela, en donde recorrió toda la parte
Oriental y Occidental».

256
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Como se advierte, pues, el joven Juan Pablo Duarte


era todo un polígloto. Poseía el español, el francés, el
inglés, el latín, el alemán, el portugués y otra lengua que
no se menciona pero que es evidente que conocía, ya que
había vivido en Barcelona en sus años de mayor avidez
de conocimientos: la lengua catalana41.
Esta es, pues, no más que una de las tantas facetas,
apenas al descubierto, de aquel diamante humano que fue
Duarte.
(Boletín del Instituto Duartiano, S.D., No. 10, 1974).

V
SALIDA DE DUARTE PARA EUROPA

No ha podido determinarse hasta ahora la fecha exacta


de la salida de Duarte, adolescente, para Europa.
En el Volumen III, de Protocolos Notariales, en el
Archivo General de la Nación, documento núm. 23, de
1824, hay un documento del 20 de enero de 1824 en que
consta que María Santana, esposa de José María Díez,
«salía para Ultramar». Y a su nombre firma el documento
don Juan José Duarte.
Toda una serie de circunstancias nos induce a pensar
que en este viaje salió también Juan Pablo Duarte, no sólo
porque su padre, don Juan José Duarte, firmara el docu-
mento, sino también porque María Santana era la esposa

41
A Duarte se le considera inventor de una palabra, del neologismo Orcopolita
(ciudadano del Infierno), que no figura en el Diccionario de la Academia.
También solía Duarte hacer juego de palabras, como con el apellido de su
antagonista Santana, a quien llamada San tanán, Satanán, Satanás.

257
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

de don José María Díez, hermano de doña Manuela Díez,


madre de Duarte, y porque, además, se ha señalado esa
época, por el 1824, como fecha de la salida del futuro
Padre de la Patria.
Para una mujer, una madre, en este caso doña Ma-
nuela Díez de Duarte, era más fácil confiarle su hijo a
su hermana política, María Santana, que a toda otra per-
sona. Esto, es claro, que no excluye la posibilidad de
que Juan Pablo fuese también al cuidado de don Pablo
Pujol.

VI
DUARTE Y LA FILOSOFÍA

Consta en los Apuntes de Rosa Duarte que su egregio


hermano estudió filosofía, por el 1842, con el Padre Gaspar
Hernández. Pero es claro que desde antes conocía tan alta
disciplina, en sus graves estudios de Barcelona.
Su concepto de la filosofía lo expresó Duarte en la que
Pedro Henríquez Ureña llama frase de sabor griego:
La Política no es una especulación: es la ciencia más pura
y la más digna, después de la filosofía, de ocupar las inteligen-
cias nobles.
Y es evidente que en todos los escritos del patricio
asoma el pensamiento filosófico.
Es curioso hallar en dos de las composiciones poéticas
de Duarte lo que podría tomarse como una reminiscencia
de sus estudios filosóficos. En La Cartera del Proscrito, dice:

Cuan triste, largo y cansado,


cuan angustioso camino,

258
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

señala el Ente divino


al infeliz desterrado…

En otro poema repite la misma rara palabra, Ente, tan


analizada en los textos de filosofía de su tiempo:

Rosa, Cruz, por fin y Estrella


ante Dios omnipotente,
con que ha iluminado el Ente
de los Entes de Quisqueya…

Y es el caso que Ente es voz particularmente usual en


los textos de la ciencia de Aristóteles. Por ejemplo, en la
rarísima Metaphisica o sea pequeño bosquejo de la Filosofía…
«mandado a la prensa por un sacerdote anciano profesor de
Jurisprudencia en la antigua Universidad Real y Pontificia de
Santo Domingo que hoy es República de Hayti», publicada en
Barcelona en 1842, hay diversas lecciones acerca del Ente:
del origen del Ente; Del Ente en cuanto a substancia; De la
existencia de todos los Entes.
Y ahora surge una suposición: la de que Duarte conoció
tan curiosa obra, enviada a la imprenta nada menos que
por su amigo y maestro Dr. José Antonio Bonilla, quien,
en los tiempos de la edición de la obra, 1842, residía en
Santo Domingo y mantenía entrañable relación con la
familia Duarte.
Esta es, pues, una mínima noticia que viene a sumarse,
modestamente, al conocimiento de Duarte, estudiante, o
mejor dicho, de Duarte, estudioso.

(B. del I.D., S.D., No. 11, 1975).

259
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

VII
DUARTE Y LA GEOGRAFÍA

El Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, tuvo indudable


preferencia por los estudios geográficos, cónsonos con sus
ideas de libertad de un pueblo transido de Geografía, fuente
de privilegios y de desventuras. Basta la mención escueta
de los textos en que se base esta afirmación.
En sus patéticos Apuntes, dice Rosa Duarte refiriéndose
al inicio de los viajes de Duarte, hacia 1826:
«En New York siguió aprendiendo el inglés, y empezó
a estudiar Geografía Universal con Mr. W. Davis que le
daba clase a domicilio…»
Como ocurre en los célebres Apuntes, a veces es Rosa
Duarte la que habla y a veces Juan Pablo:
«Año 1834. Empezó a estudiar latinidad con el Pbro. D.
Juan Vicente Moscoso, y también Historia y continuó los estudios
de Geografía Universal. Empezó más después a estudiar las
matemáticas y el dibujo con Mr. Calié».
«1843, abril 8… Duarte, para poder ponerse en
comunicación verbal con los pueblos de occidente, se inscribió
como Agrimensor. Salió con don Ricardo Miura, que era
también agrimensor, a practicar la mensura».
«Noviembre 5 (1844). El corto tiempo que pasé en
Hamburgo, lo empleé bien… Concluí mi estudio de
Geografía Universal (con bastante pena le vendí a mi
amigo el Dr. Elías Acosta esa obra y sus Atlas)».
En los borradores de los Apuntes dice: «El tiempo que
pasé allí lo empleé en estudiar la Geografía Universal e Historia
de todos los pueblos…»
No fueron sin frutos los estudios geográficos de Duarte.
Pero, lástima grande, sus escritos se perdieron, tal como

260
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

él lo recordaba en 1845: «Las relaciones de mis viajes, las


costumbres de los pueblos que visité corrieron la misma suerte
que mis trabajos sobre la Historia de mi Patria, con la diferencia
que éstos fueron destruidos por las llamas; aquéllos por el fuego
de la ambición, que oculta con el manto de la libertad destruye
cuanto encuentra a su paso».
Al menos los Apuntes de Rosa Duarte constituyen un
itinerario geográfico, digno de estudio: el camino o más
bien el viacrucis del Fundador de una Nación.

(B. del I.D., No. 8, 1972).

261
DUARTE Y MAZZINI

Juan Pablo Duarte, Fundador de la República Domi-


nicana, es el prócer dominicano que tiene más viva
semejanza con José Mazzini, símbolo de las ideas repu-
blicanas en Italia.
En Francia, en Inglaterra, Mazzini fortaleció su espíritu
revolucionario, siempre al servicio de su patria. Por allí
también pasó Duarte, en la flor de la edad, recogiendo
con abierta mano las simientes de libertad que había de
plantar en su adorada tierra esclava.
En 1832 fundó Mazzini la sociedad secreta La Joven
Italia. Pocos años después, en 1838, Duarte fundó la
sociedad secreta La Trinitaria. El Lema de Mazzini era
Dios y Pueblo. El Lema de Duarte, Dios, Patria y Libertad.
Ambos lucharon fervorosamente por crear la Repú-
blica: uno en la tierra de Colón y el otro en la Isla Amada
del marino ligur. Ambos sufrieron persecuciones, prisio-
nes y destierros. Ambos consagraron la vida entera, con
exclusión de todo otro empeño, a las ideas de libertad que
constituyeron la finalidad y la única y vehemente aspira-
ción de sus almas gemelas.
Comparar a Duarte con Mazzini es hacer el más alto
elogio del excelso prócer dominicano, pero es también
un homenaje nuestro al rebelde insigne que mejor simboliza
a la Italia del presente.

263
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Por eso, en este 27 de febrero, día del advenimiento de


la República Dominicana, al enhestar nuestra bandera
bajo este cielo azul de Italia, evocamos reverentemente,
como en una ofrenda de amor patrio, los nombres egregios
de Duarte y de Mazzini.
Roma, 1950.

(En Boletín del Instituto Duartiano, S.D., No. 11, 1975).

264
DUARTE Y EMILIANO TEJERA

Del matrimonio de Juan Nepomuceno Tejera y de Ana


María Penson, en que Duarte sirviera de testigo, nació
hace un siglo Emiliano Tejera.
Los misteriosos hálitos de la presencia del Patricio en
esas bodas, acompañarían al infante, antes de llegar a la
luz y luego hasta el sepulcro.
En los heroicos tiempos de nuestra guerra contra
España, el adolescente, adulto de fervor nacionalista, y el
anciano, no por la edad sino por la oscura intensidad de
sus angustias patrióticas, convinieron en el triste ostracismo
de Caracas:
Nadie, como el joven prócer de las letras y del civismo,
recogió con tan acerba pesadumbre la patética visión de
aquella desventurada mansión de dolores, que el amor de
la Patria había colmado de cruces y martirios.
Después, muerto el Repúblico, su apología surgió
resplandeciente de amarga verdad y de belleza del corazón
de Emiliano Tejera.
Llegar a la vida; recibir desde temprano la irradiación
de un alma como el alma de Duarte y hacerse digno de
ella; soñar, luchar, y ser austero y fuerte en la soledad y
en el olvido, fue la invariable norma de vida de Emiliano
Tejera.

265
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Así se unieron en la historia los altos nombres que ya


esplendían juntos en la pasión de Patria y en el ejemplo.
Bajo la misma sagrada bóveda de la ilustre Catedral,
Primada de América, en que Juan Pablo Duarte disfruta
de su única paz, también goza de su único reposo Emiliano
Tejera.
¡En el día de su centenario crecen las ansias de su
resurrección!
(La Nación, S.D., 21 de septiembre, 1941).

266
DUARTE, GÓMEZ, MARTÍ

En el exilio, en el campo de batalla, en la organización


de la República cubana recién creada gracias a su esfuerzo,
Máximo Gómez no es, sin embargo, ciudadano desasido
de las cosas de su patria. Ama su tierra natal, se duele de
sus frecuentes infortunios, piensa que es beneficioso crearle
hermanos a su pueblo, sueña «con una ley que con muy
insignificantes restricciones declarase lo mismo con Puerto Rico
cuando fuese libre, que el dominicano fuese cubano en Cuba y
viceversa», y reverencia profundamente a sus próceres.
Rehúsa ser Presidente de la República de Cuba, porque
es dominicano; pero tampoco quiere serlo de la nuestra,
a pesar de la insistente aspiración de sus conciudadanos.
¡He ahí su admirable dominicanismo!
En vísperas de la guerra adonde irá con riesgo de la vida,
está en Nueva York, junto a Martí. A la sazón, mes de abril
de 1894, en Santo Domingo se recolectan fondos para erigir
la estatua del Fundador de la República, Juan Pablo Duarte.
El General hace un paréntesis en los trabajos revoluciona-
rios para escribirle al Director de Patria, a José Martí:
«Señor Director de PATRIA: Confiando en la bondad
de usted, me permito rogarle se sirva insertar en su periódico
las siguientes líneas, y acepte el testimonio anticipado de
mi agradecimiento.

267
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

«Todos los pueblos de la América libre tienen simbo-


lizado en un nombre los esfuerzos, la abnegación y los
sacrificios que les costó su emancipación de la metrópoli
europea a que estuvieron mucho tiempo sometidos.
Washington, simboliza la independencia de la república
del Norte, el cura Hidalgo simboliza la independencia de
Méjico; Bolívar y San Martín la de las repúblicas hispa-
noamericanas del Sur.
«En todos esos países se han alzado monumentos a
eternizar el recuerdo de sus libertades, como tributo de
justicia que se les debe. Por eso hoy la República Domi-
nicana se propone pagar la deuda de gratitud que tiene
contraída con el benemérito patricio que fundó su nacio-
nalidad, y ha resuelto erigir una estatua que perpetúe el
nombre de Juan Pablo Duarte.
«Yo que soy hijo de Santo Domingo, y que además experi-
mento como religiosa veneración por todos los que en América
han combatido por romper los hierros del coloniaje español, no
puedo resistir al impulso que me mueve a invocar los nobles
sentimientos de los patriotas cubanos, fuera y dentro de la isla,
con la esperanza de que contribuyan con su óbolo a la suscrip-
ción que encabezo, destinada a aumentar los fondos que en Santo
Domingo se colectan para llevar a cabo el pensamiento nacional
de erigir a Juan Pablo Duarte una estatua digna de su memo-
ria. Mi gratitud será eterna para todos los que me ayuden en
esta obra meritoria. En usted saluda a todos los hijos de Cuba
su amigo MÁXIMO GÓMEZ».
Martí corresponde hermosa y prontamente a la invitación
del General. Jamás dirá que son escasas las contribuciones
destinadas a la guerra, ni que con malos ojos verán algunos
que se gaste en bronce o mármol el oro que no basta para
pólvora y fusiles. A cubanos y puertorriqueños les pide

268
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

«el tributo de los americanos a un mártir de la libertad que


redime y edifica: el tributo de la gratitud de los cubanos a la
patria de los héroes que cargaron su cruz en el hombro ensan-
grentado, y con el casco de sus caballos fueron marcando en
Cuba el camino del honor». La contestación de Martí es un
admirable juicio de patriota esclarecido:
«Y PATRIA, general, que en el valor de los hombres
y en la lealtad de las mujeres ve erguida para siempre en
la conciencia dominicana, por sobre tránsitos y apariencias,
la vigilancia indómita con que alzó a su pueblo caído el
fundador Duarte:
«PATRIA, que lo contempla aún, creador sagaz ilu-
minar con la palabra ardiente, acusaba de ilusa y dema-
gógica, a la juventud que en las humildades de LA TRI-
NITARIA aprendió de él a desoír el vil consejo de la
soberbia acomodada o el miedo corruptor, que la salud
de la libertad, inquieta siempre en la niñez, prefieren las
barraganías de la deshonra;
«PATRIA, que lo ve urdir, con el poder de su consejo,
y sin más brazos que la idea, madre de brazos, la rebelión
que, de una pechada de héroes, echó atrás al haitiano, tan
grande cuando defendía su libertad como culpable cuan-
do oprimía la ajena;
«PATRIA, que ve aún con júbilodel alma hermana,
encenderse en el aire el fogonazo del trabuco de Mella, y
caer, en pie, a un pueblo invencible, de lo pliegues que
desriza, abriéndose a la muerte, la bandera de Sánchez,
allá en la Puerta del conde famosa, en aquel día de las
entrañas, el 27 de Febrero:
«PATRIA, que lo vio luego víctima de sus propios
hijos, echado del poder, que era en sus manos como el
arca de la república, y morir en la expatriación triste y

269
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

pobre, como servicio último a la patria, ante cuyos apetitos


y desmayos se debe erguir la libertad, a fin de preservarse
mejor, con la poesía del sacrificio;
«PATRIA, con sus dos manos extendidas, pide a los
cubanos y puertorriqueños su tributo para el monumento
de Duarte: el tributo de los americanos a un mártir de la
libertad que redime y edifica: el tributo de la gratitud de
los cubanos a la patria de los héroes que cargaron su cruz
en el hombro ensangrentado, y con el casco de sus caballos
fueron marcando en Cuba el camino del honor;
«PATRIA, en su próximo número, abre la lista del
tributo de Cuba al Monumento de Duarte».
El Maestro no se limita a escribir tan bella página.
Empeñado en complacer al General, que está camino de
Monte Cristi, le escribe a Gonzalo de Quesada, su
colaborador en la redacción de PATRIA: «Un favor le he de
pedir. El General debe ver antes de irse una buena lista a Duarte.
Una columna al menos. Póngase desde esta tarde en campaña;
pero de veras: no se me vaya a acostar, como después de ese
tentador Brunet: y a ver cuántos nombres me lleva a la imprenta
mañana. Ya caen ofrendas de afuera».
No era la primera vez que Martí hablaba de Juan
Pablo Duarte, par en virtud y patriotismo, que ya lo había
hecho antes al exultar a «los hombres que en el aniversario de
la Puerta del Conde recuerdan cariñosos a los pueblos de Amé-
rica que aún lloran por su libertad».
Más tarde, Martí le escribe a Serafín Sánchez, compadre
de Máximo Gómez: «Me dirige esas dos cartas? Son del
General, sobre Duarte. Temía mandarlas, porque dicen de
suspensión del proyecto. Pero vayan».
El General había tomado como cosa de él la erección
de la estatua del ilustre prócer. Su dominicanismo y su

270
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

admiración por el fundador de nuestra Patria se sintetizaron


en las sencillas palabras que su corazón dejó caer en la
sensible alma de Martí: «Mi gratitud será eterna para todos
los que me ayuden en esta obra meritoria».

(La Nación, S.D., 8 de junio, 1940).

271
DUARTE, PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA

Padre de la Patria consideraban a Duarte no sólo en el


país sino también en el extranjero, donde, por esa circuns-
tancia, esperaban como cosa cierta que él fuese el Presidente
de la República.
En una carta que le escribió el Cónsul de los E.U. en
Curazao, el 20 de junio de 1844, le decía: «Señor Juan P. Duar-
te, Ciudad de Santo Domingo, Señor: hace algunas semanas, nuestro
amigo el señor José Díez, del cual fui compañero de viaje de aquí
hasta La Guaira, me dio informes muy importantes acerca de la
nueva República Dominicana; y por sus recomendaciones, me veo
inducido a dirigirle a Ud. ésta, suplicándole se sirva comunicarme
de tiempo en tiempo los progresos que Ud. haga en el estableci-
miento de la nueva República, junto con su forma de constitución;
tarifa de importación y exportación; derechos de tonelaje y anclaje
de los bajeles; qué diferencia se hace entre los bajeles extranjeros y
los de su país; cuáles las bases de algunos tratados que Ud. tenga
en mira¸ en fin, informes generales de todo aquello que pueda ser
útil a mi gobierno. En cambio, de cualquier modo que pueda
servir a Ud., estoy a sus órdenes. El señor José Díez le explicará a
Ud. más detalladamente mis deseos generales. Quedo de Ud. su
más obediente servidor, W. H. Freeman, U.S. Cónsul»42.

42
F. Henríquez y C., Duarte, S.D., 1944, p. 210.

273
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Asimismo, el periódico Curacaosche Courant (Gaceta


de Curazao), del 9 de marzo de 1844, publicó la siguiente
noticia, cuyo conocimiento le debemos al Sr. W. M.
Hoyer: «La parte española o Santo Domingo se ha separado el
27 de febrero de la República Haitiana y una Junta Gubernativa
Provisional de la República Dominicana fue formada para
encargarse de la directiva, hasta cuando el gobierno sea instalado.
El Señor Bobadilla, que estuvo aquí en 1839, es presidente de
esta Junta, i se cree, que el Señor Juan Pablo Duarte, que se
encuentra aquí actualmente, sería presidente de la nueva
República Dominicana».
El 21 de marzo de 1844 el cónsul de Inglaterra en
Haití, señor Ussher, le decía a su Gobierno:
«Acabo de saber que un señor de nombre Juan (Pablo) Duarte,
español de nacimiento, llegó a Santo Domingo procedente de
Curazao con varios centenares de equipos de armas y ha
asumido el título de Presidente de la nueva República».
El 22 de agosto del mismo año el Vice-Cónsul de
Inglaterra en Puerto Príncipe –entonces Puerto Republi-
cano– el señor Thompson, informaba, algo confusamente,
al Gobierno de Londres:
«Por el último informe llegado de Santiago, supimos
que Juan Duarte, nativo de Santo Domingo, ha sido elegido
Presidente.
«Antes de la revolución, Duarte se dedicaba al comercio, pero
nunca pasó a ser un comerciante detallista. Cuando el ex Presidente
Herard le hizo su primera visita a la ciudad de Santo Domingo
en el año 1843 como General del Gobierno Provisional, Duarte
fue obligado a abandonar la Isla, habiéndosele señalado como
jefe de una conspiración para separar la parte española de la
República Haitiana. En marzo de 1844 regresó y fue designado
para ser futuro Presidente de la nueva República; pero habiendo
el General Santana marchado sobre Santo Domingo con un

274
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

gran cuerpo de ejército, se hizo nombrar Comandante en jefe del


Ejército, y Duarte, al no ver la posibilidad de oponerse a tan
poderosa llegada, se retiró a la ciudad de Santiago. El Presidente
tiene como 30 años de edad y se dice que posee gran valor y
energía de carácter, y, para este país conocimientos considerables,
lo cual debo explicar que sólo alcanza a los rudimentos de la
educación»43.
Duarte, pues, según general consenso, de dominicanos
y de extraños, era el llamado a ocupar la Presidencia de la
República, y no otra persona, porque su primacía política,
indiscutible, partía del más importante acto de nuestra vida
republicana: la fundación de la Trinitaria. Desde el punto
de vista moral e intelectual, Juan Pablo Duarte fue el Primer
Presidente de la República. Y fue más que eso: fue su
Primer Prócer.

43
E.R.D., Documentos para la Historia de la República Dominicana, S.D., 1959, vol.
III, p. 31 y 62.

275
DUARTE, PADRE DE LA PATRIA

Remover los espíritus en la extremada pobreza y el


desmayado desaliento del cautiverio haitiano; imponerles
un objetivo y darles entusiasmo y coraje suficiente para
alcanzarlo, no era gesta reservada a comunes paladines,
sino empresa predestinada a los apóstoles y a los mesías,
tan raros en nuestra historia que por ello mismo pocos
aciertan a conocerlos o a comprenderlos.
La concepción de una empresa es siempre la obra
individual de algun iluminado y su realizacion fue faena
colectiva. Obra individual de Duarte fue la creación de la
Sociedad Trinitaria, y obra colectiva de Sánchez, Mella,
Puello, Jimenes, Bobadilla, Santana, Vicente Celestino
Duarte, la proclamación de la República.
Ahí radica la grandeza y la gloria y el genio político
de Duarte. Con él nace la República Dominicana. Lo
demás es el rol de las armas, de los capitanes y de los
héroes.
Nunca está la espada por sobre el pensamiento.
Ninguna de nuestras batallas está por encima de la heroica
fundación de la excelsa Trinitaria, entre los aleves puñales
de los dominadores. Así como del Fiat-Lux, en el alba
del universo, nació el nombre de El Creador, así de la voz
de mando y del pensamiento rector en la mesiánica asamblea

277
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

de 1838, nació bajo el cielo dominicano el título de Padre


de la Patria.
Duarte fue nuestro único Mesías. Toda su vida está
marcada por una infinita onda mística. Fue un Jesús del
patriotismo: hasta en su semblante podrían descubrirse
los dulces rasgos de aquel rostro impreso con sudor y sangre
en el piadoso lienzo de la Verónica. Como Jesús tuvo
discípulos; le dio a su vida el solo rumbo de su obra, con
abnegada renuncia de toda aspiración terrena; sufrió
persecuciones, tuvo su Poncio Pilatos, su Judas y su
Calvario, y se consumió en el propio fuego mesiánico que
llevaba en sí, dejándonos, junto a la palabra Dios, las
palabras Patria y Libertad.

278
DUARTE, EL MAGNIFICADOR

Duarte irradia su fuerte luz –luz propia que no se deriva


de ninguna lumbre extraña– sobre las insignes vidas de
Juan Isidro Pérez, de Ramón Mella, de Francisco del
Rosario Sánchez, de Pedro Alejandrino Pina, de los Díez,
de tantos otros, pero principalmente sobre la dramática
existencia del Ilustre Loco.
La vida toda de Juan Isidro está inmersa en la de Duarte.
Nada hay en él que no caiga dentro de la ancha órbita
duartiana.
Duarte, pues, es el Magnificador dominicano por
excelencia.
Quitar, aventar su nombre de las biografías del más
brillante puñado de próceres dominicanos, es mediatizarlos
y opacarlos.
En nuestro sistema planetario, en nuestro Universo
histórico, Juan Pablo Duarte es el Sol.

(B. del I.D., No. 9, 1973).

279
DUARTE, HOMBRE DE ACCIÓN

Ser hombre de acción no significa, exclusivamente,


ser hombre de armas. Porque, entre los hombres, entre
los próceres, hay dos clases de hombres: el de acción
militar, como lo fue Santana, y el de acción civil, como lo
fue Duarte. ¿Pero es que la obra del pensamiento, que tantas
veces sacudió el Universo, no es ya una acción? ¿No fue
una acción paralela a la mayor de nuestras batallas, la creación
de La Trinitaria?
Como, comúnmente, sólo se le llama hombre de
acción al que blande una espada, a Duarte no se le ha
catalogado entre los hombres de acción de la República.
Quizás, también, porque en Duarte, hasta en su actuación
militar, sea en 1844 o en 1864, lo civil prevaleció sobre
lo militar, absorbiéndolo o anulándolo.
Como para el común de las gentes el héroe civil no
existe, pocos en su tiempo conocieron a cabalidad su
acción civil. Sólo, por ello, pudo Tomás Bobadilla, en
célebre discurso de 1844, negar los merecimientos del
Padre de la Patria, que ya era llamado así por los que
conocían su labor patricia.
Duarte, pues, es nuestro máximo hombre de acción.
De acción civil.
(1975).

281
DOCUMENTOS Y OBJETOS DUARTIANOS

(Lista provisional)

En el Primer Seminario del Instituto Duartiano, cele-


brado el 18 de junio del año presente, surgió la altruista
idea de localizar todo lo relativo a Duarte, documentos y
efectos que fueron de su pertenencia, a fin de constituir,
en su Casa Natal, un verdadero Museo Duartiano.
Para contribuir a la realización de este bello propósito
se formula la siguiente Lista provisional, como incentivo
para que todo quien tenga conocimiento de la existencia de
algunos de los efectos aludidos, lo comunique al Presidente
del Instituto, Lic. Pedro Troncoso Sánchez.

a)Archivo del historiador nacional García:

La fuente documental de mayor importancia, relativa


a Duarte, es la del Archivo del historiador nacional García.
Allí se conservan, entre otras valiosas piezas, las siguientes:
1) Apuntes de Rosa Duarte.
2) Borradores de los Apuntes de Rosa Duarte.
3 ) Carta autógrafa de Juan Pablo Duarte a José
Gabriel García y otros documentos relativos a Duarte.
4) Retrato auténtico de Duarte, traído de Caracas en
1883.

283
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

5) Una pistola.
6) La obra Instruction theorique et pratique d’aratillerie
a l’usage des eléves de l’Ecole Militaire de Saint Cyr, par M.
Thiroux, Lieutenant-colonel d’artillerie. (Se conserva junto
con la traduction parcial, de Duarte).

b)Archivo de don Federico Henríquez y Carvajal:

El llamado Archivo de Duarte pasó de las proceras


manos de Rosa y de Francisca Duarte, a las del Dr.
Santiago Ponce de León, por el 1883, en Caracas, a título
de préstamo. Las Duarte encargaron de la reclamación
de los documentos a don Federico Henríquez y Carvajal,
en 1888, en cuyo poder se conservaron desde entonces, y
de los cuales se hicieron diversas ediciones: por el citado
don Federico Henríquez y Carvajal en la revista Letras y
Ciencias, a fines del pasado siglo; por don Emilio Tejera,
en Clío, en 1935-36; y por el Lic. Carlos Larrazábal Blanco,
en Clío, en 1944. Hay otras ediciones parciales del Archivo
de Duarte en diversas publicaciones nacionales. Del
Archivo de Duarte hicimos fotocopias (facilitado por don
Fernando A. Henríquez García), de las cuales hay diversos
ejemplares: en el Archivo General de la Nación; en la
Academia Dominicana de la Historia y en nuestra Biblio-
teca particular.

c) Archivo General de la Nación:

1.– Poder: 1845, marzo 19.– El señor Vicente María


Duarte, menor emancipado por la ley, asistido de su curador
Juan Nepomuceno Ravelo, comandante edecán del
General Jimenes, constituye por su apoderado especial y
general al señor Tomás Concha, capitán ayudante de plaza

284
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

de esta capital, para que en su nombre y representación


cobre y perciba de los señores que le son deudores, para
cuyo efecto le entrega una lista nominativa de las tales
personas, por acto ante el Escribano Benito Alejandro
Pérez, siendo testigos los señores Manuel Galván y
Antonio Soler (A.G.N. Protocolo del Notario Benito A.
Pérez. Año 1845).
2.– Donación: 1843, julio 6.– Don Juan José Duar-
te, por acto instrumentado por el Notario José María
Pérez hijo, asistido de los testigos Francisco Contín y
Ramón Echavarría, hace donación a su hijo Juan Pablo
Duarte, de una casa baja fabricada de paredes y cubierta
de vigas y ladrillos, fundada en suelo propio, situada en
la calle del Truco que es la que corre de la capilla de
Dávila a la de Nuestra Señora de Altagracia, isleta nú-
mero veinte, comprendida en el primer cuartel, con su
frente al Sur, lindado en el Este con casa de la viuda de
Juan Bautista Sabala y por el Oeste con casa que perte-
nece a las Religiosas de Regina Angelorum, la cual la
hubo y compró a los señores don Andrés Burgos, Anto-
nio Moscoso, Isabel Zamora, Juan Bello, Rita Tejeda,
Gertrudis Burgos, María Pérez de Mena, Vicenta y Te-
resa de Tapia y Dolores Campo, vecinos que fueron de
esta ciudad, cuya escritura fue pasada ante el difunto
Escribano Martín de Mueses, en 25 de febrero de 1814.
La donación fue hecha «en señal del mucho amor y cariño
con que ha mirado siempre a su legítimo hijo ciudadano Juan
Pablo Duarte, habitante en esta ciudad y de su domicilio, para
darle una prueba, nada equívoca del aprecio con que siempre lo
ha distinguido, y a que está obligado por los vínculos de la na-
turaleza con que se haya íntimamente unido con él, de su libre
y espontánea voluntad». (A.G.N. Protocolos del Notario J.
M. Pérez. Año 1843).

285
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

3.– Venta: 1843, julio 29.– Don Juan José Duarte vende
una casa a la señora Martina de Castro, por la suma de
doscientos pesos, por medio de acto instrumentado por el
Notario José María Pérez hijo, siendo testigos Eusebio
Puello y Juan Rojas. La mencionada casa, fabricada de ta-
blas de pino y cubierta de tablitas, fundada en suelo que
perteneció entonces al Estado y antes al Duque de Vera-
gua, situada en la isleta número nueve, comprendida en el
quinto cuartel, calle que se nombra de la Cuesta de San
Diego, haciendo esquina con el callejón que va al Solar del
Almirante, con su frente al Sur, lindando hacia el Poniente
con casa del Estado y por el Norte con un buhío del ciuda-
dano Tomás de Aquino, fue adquirida por compra que hizo
el vendedor al señor don Vicente Monfarcon en la ciudad
de Mayagüez, Puerto Rico, el 31 de julio de 1804, por acto
pasado ante el Comandante militar y político que fue de
aquella ciudad señor Miguel Portalatino. (A.G.N. Proto-
colos del Notario José Ma. Pérez. Año 1843).
4.– Testamento: 1843, agosto 30.– Don Juan José
Duarte otorga testamento público por ante el Notario José
María Pérez hijo, quien se trasladó a su casa, sita en la
calle que viene de la Iglesia de Santa Bárbara a la plaza
del Mercado, isleta número 18, quinto cuartel, siendo
testigos instrumentales los señores Manuel Guerrero hijo,
Ramón Echavarría, Julián Alfau y Eusebio Puello.
(A.G.N. Protocolos del Notario José Ma. Pérez. Año 1843).
5.– Poder: 1844, septiembre 10.– Don Vicente Celestino
Duarte, en vista de que ha sido condenado a ser expulsado
del país, constituye a su amigo el general Felipe Alfau
como su apoderado general y especial para que se entienda
en todos sus negocios, por medio de acto instrumentado
por el Notario José María Pérez hijo, siendo testigos Juan

286
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Nepomuceno Ravelo y Telésforo Volta. (A.G.N. Protocolos


del Notario José Ma. Pérez. Año 1844).
6.– Venta: 1844, noviembre 19.– Venta de una casa
baja fabricada de paredes y cubierta de vigas y ladrillos,
sita en la calle que corre de la plaza de la Verdura a la
Iglesia parroquial de Santa Bárbara, con su frente al Este,
lindando por el Norte con casa que fue del señor Silvestre
Vásquez, y por el Sur con casa de la ciudadana Teresa
Castellón, y por el fondo con la del ciudadano Lorenzo
Martí, otorgada por doña Manuela Díez viuda Duarte,
Rosa, Filomena y Francisca Duarte, por su propia repre-
sentación, y el general Felipe Alfau, apoderado del señor
Vicente Celestino Duarte, y la dicha Rosa Duarte apo-
derada de su hermano Juan Pablo Duarte, y Manuel Duar-
te, menor emancipado asistido de su curador Juan Nepo-
muceno Ravelo, en favor del señor Juan Jimenes, por la
suma de ochocientos pesos. La mencionada casa había
sido adquirida por el finado don Juan Duarte por compra
hecha a don Juan Santín el 26 de agosto de 1829 por ante
los Notarios Troncoso y Solano. (A.G.N. Protocolos del
Notario José Ma. Pérez. Año 1844).
7.– Venta: 1845, marzo 18.– Acto por el cual, ante el
Notario Benito Alejandro Pérez, doña Manuela Díez viuda
Duarte en su propia representación, el señor Felipe Alfau,
General de plaza de esta capital, apoderado del señor
Vicente Celestino Duarte, Rosa, Filomena y Francisca
Duarte, la primera en representación de su hermano el
señor Juan Pablo Duarte, y Manuel Duarte, menor
emancipado, asistido de su curador el señor Juan Nepo-
muceno Ravelo, comandante Edecán del General Jimenes,
todos propietarios y domiciliados en esta ciudad, otorgan
venta al señor José Bautista Cambiaso, coronel de Marina

287
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Jefe de Escuadrilla y de los movimientos marítimos, de


una casa baja fabricada de paredes y cubierta una parte de
tejas del país y por otra de tejitas, fundada en suelo propio,
y con medianía en la cuchilla que cae al Norte, que goza
el buhío que se halla en este lado, fundado en suelo de la
sucesión de Juan Santín, situado en la Isleta número trece,
comprendida en el quinto cuartel, calle que corre de la
ermita de San Antón Abad a la muralla del río, dando frente
a ella, haciendo esquina con la calle que va de la puerta
de la Atarazana al Angulo, por cuyo lado lindan con buhío
del ciudadano Lorenzo de Tapia, fundado en el citado
suelo hacia el Norte, como antes se ha dicho, y por la otra
calle con buhío que queda al Oeste, que fue de Andrés
Guzmán y hoy de Bárbara Betances, y se compone de tres
salones que sirven de almacenes, con cuatro puertas a la
calle, tres a una, y la otra a la calle que viene de San Antón,
con sus demás luces en su interior, «con sus entradas, salidas,
usos y costumbres, derechos y pertenencias, con su pozo y lugar
común; y todo lo que se encuentra en la dicha casa, tanto efectos
de pulpería como de quinqueillería, sin reservarse ni exceptuar-
se en sí los vendedores cosa alguna», por la suma de novecientos
pesos moneda fuerte. Dicha casa perteneció a don Juan José
Duarte por compra que hizo al señor Francisco Pou el
primero de febrero de 1837 según acta del escribano José
Troncoso. (A.G.N. Protocolo del Notario Benito A. Pérez.
Año 1845).
8.– Amnistía: Oficio No. 68 del Ministerio de Rela-
ciones Exteriores acerca de amnistía de Duarte. (A.G.N.
Copiador No. 1, Oficios de Relaciones Exteriores,
oficio 68).
9.– Documentos: 1864.– Documentos relativos a
la Misión Diplomática encomendada por el Gobierno
Provisional Restaurador a Duarte y a Valverde ante los

288
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

de Venezuela y la Nueva Granada. (A.G.N. Relaciones


Exteriores, Legajo 16, Exp. 2).
10.– Defunción de don Juan José Duarte: Acta 25
noviembre, 1843. (A.G.N. Libro núm. 14, acta 1229).
11.– Acta Matrimonio de Vicente Celestino Duarte:
9 junio, 1822.– (Libro 1 de Matrimonio. Acta 74. Pub. en
el núm. 14 de Clío por Emiliano Tejera. Relación preparada
por el Director del Archivo General de la Nación, Dr. V.
Alfau Durán.

d)Museo Nacional.
Relicario de Duarte, con la imagen de la Altagracia.
Obsequio de Da. Manuela Díez a su hijo; de Meriño a su
discípulo D. Pedro Spignolio y de éste al Museo Nacional.
Ver al respecto carta de Spignolio a E.R.D., en Clío, 1944,
No. 62, p. 18.
Anillo obsequiado por Duarte a su novia María Antonia
Bobadilla. Duarte le obsequió otro anillo a otra novia,
Prudencia Lluberes, del que no hay noticia. (Ver apuntes
Las novias de Duarte, por V. Alfau Durán, en Clío, No. 81,
S.D., 1948, p. 65).

e) Manuscrito del P. Regalado.


Sería de mucho interés la obtención del Manuscrito
del Padre Regalado, en poder del Sr. Felipe González
López, de Puerto Plata, en el cual hay interesantes porme-
nores acerca de la estada de Duarte en esa Villa, en 1844.

f) Biblioteca de don Emiliano Tejera.


Don Emiliano Tejera, amigo personal de Duarte,
conservaba en su Biblioteca, hoy en poder de su ilustre
hijo don Emilio Tejera Bonetti, algunas reliquias de Duarte,
entre ellas la siguiente obra: Selecta M. Tullii Ciceronis Opera

289
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Philosophica, numeris et capitibus ad usum scholarum dic-


tincta, notisque ilustrat, In quibus continentur. De Oficiis
Libritres. De Senectute et de Amicitia Dralogi Paradoxa ad
M. Brutum Somnirum Scipionis Tusculanarum quaestionum
Liber 1 et V. Fuxta accuratissiman D. Hallemand Emereti Rhe-
toricae Professoris editionem Parisiis, apud aug. Delalain, D
D. Barbow et Gallemand successorem. Via Mathurinensium,
No. 1810.

g) Biblioteca de Emilio Rodríguez Demorizi.


1.– Apuntes de Rosa Duarte. Pendiente de examen de
si se trata de los originales o de otros borradores. Contie-
ne párrafos y documentos que no constan en los Apuntes
ni en los Borradores que publicamos en Clío en 1944. (Ob-
sequiados por E.R.D. al Instituto Duartiano).
2.– Libro Manual de la táctica de las tres Armas, París,
1859, por Martín de Rosales, con dos autógrafos de Duarte.
(Libro que acompañó a Duarte en su odisea restauradora).
(De esta obra tratamos en nuestro artículo Duarte y los
libros, en La Nación, S.D., 16 de julio de 1942. (Reproducido
en esta obra).
3.– Anillo de oro macizo, con la efigie de Duarte
(retrato de Bonilla) que perteneció al prócer restaurador
Pedro Francisco Bonó. (A esta joya se refiere uno de los
últimos artículos del Dr. Alcides García Lluberes).
4.– Documentos originales relativos a la participación
de Duarte en la guerra de la Restauración.
5.– Diversos impresos, de 1844, concernientes a Duarte
y a la Junta Central Gubernativa.
6.– Cuadro alegórico, del siglo pasado, en que aparecen
Duarte, Sánchez y Mella.

290
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Retratos de Duarte
A fin de formar la iconografía de Duarte, se enumeran
sus retratos más conocidos: el llamado auténtico (Archivo
del historiador García), el de Bonilla (paradero descono-
cido); el de Abelardo (Casa de Duarte); litografía del grupo
Duarte, Sánchez y Mella (Biblioteca de E.R.D.); sellos
de correos del siglo pasado (Ver artículo de V. Alfau Durán,
Iconografía procera dominicana, en los números 157-158 de
la revista ¡Ahora!, S.D., 14 y 21 de noviembre, 1966.
En 1898 el escultor catalán Carbonell, autor del
Mausoleo de Colón, de nuestra Catedral, hizo un busto
de Duarte, que obsequió a la Sociedad Juan Pablo Duarte.
Ignoramos su paradero44.
Cabría enumerar, para conocimiento del ámbito de
Duarte, las casas en que estuvo: en Santo Domingo (casa
de su nacimiento, el Palacio sede de la Junta Central
Gubernativa, la Fortaleza Ozama, etc.), en El Seibo (casa
de Santana); en Santiago (casa del Gobierno de la
Restauración, casa donde murió Mella); en Puerto Plata;
en Hamburgo (casa de Marineros, en que se hospedó); en
Caracas (casa donde vivió y murió, el Cementerio en que
reposó hasta 1884), y otra vez en Santo Domingo (Capilla
de Inmortales y Puerta del Conde).

(Boletín Instituto Duartiano, No. 1, 1969).

44
En el Listín Diario, 6 y 7 de julio de 1899, se habla de la llegada al país del
escultor Pedro Carbonell, quien trajo entonces, entre otras obras suyas, una
maqueta de yeso de un proyecto de monumento a Duarte, cuyo paradero
también ignoramos. (Cita del Dr. V. Alfau Durán, en su artículo La estatua
ecuestre de Lilís…, en la revista ¡Ahora!, No. 253, S.D., p. 47, sept., 1968).

291
MUERTE DE D. JUAN JOSÉ DUARTE

El día 8 de diciembre recibió Duarte, en Caracas, la


memorable carta del 15 de noviembre en que Francisco
del Rosario Sánchez y Vicente Celestino Duarte le
comunicaban el estado de los trabajos separatistas que
realizaban en Santo Domingo, y en que le pedían, aun a
costa de una estrella, recursos militares para la proclamación
de la República45.
Duarte, que luchaba por conseguir auxilios para la
revolución dominicana, se decidió a salir de Caracas, a
acercarse más a Santo Domingo. Rosa Duarte, la ilustre
hermana del Fundador, recuerda en sus Apuntes las
circunstancias de ese viaje:
«Diciembre 15 (1843).– Sale de Caracas sin esperanza, con
la muerte en el corazón y sostenido sólo por su inquebrantable fe
en la Providencia. En La Guaira no se presenta ocasión para
Curaçao hasta el veinte. Llegado a Curaçao tuvo el placer de
abrazar a sus amigos Pina y Pérez.
«Diciembre 20 (1843).– A su llegada a Curaçao recibe
cartas de su familia que le participan el fallecimiento de
su querido padre acaecida el 25 de noviembre ppdo.;

45
V. Semblanza de J. J. Duarte, por el Dr. V. Alfau Durán, en B. del I. D., No. 3,
1970.

293
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

desesperado por no hallar medios para fletar un buque y


dirijirse a Guayacanes, lugar en donde sabía le esperaban
sus amigos y hermano con los pertrechos y armamento
que pudiera conseguir, resuelven pasar a St. Thomas, viaje
que no verificó porque le atacó una fiebre cerebral que no
le permitía hacer nada, hasta el cuatro de febrero».
Cerca de un mes había transcurrido sin que Duarte
tuviese conocimiento de la muerte de su padre amado.
En presencia de la muerte que ya venía en su busca,
don Juan José Duarte dictó su testamento, el 30 de agosto
de 1843, ante el Notario José María Pérez hijo y los testigos
Julián Alfau, Manuel Guerrero hijo, Ramón Echavarría y
Eusebio Puello. Dice así el testamento:
«En la ciudad de Santo Domingo hoy día treinta de
agosto de mil ochocientos cuarenta y tres, año cuarenta
de la Yndependencia y primero de la Regeneración, siendo
las nueve de la mañana. Nos José María Pérez hijo, notario
público nombrado y juramentado para la Común y resorte
de Santo Domingo, requerido al efecto, y asistido del
competente número de testigos, nos transportamos a una
casa, sita en la calle que viene de la Yglesia de Santa
Bárbara a la plaza del mercado, isleta número 18, quinto
cuartel, en la cual encontramos un hombre enfermo, pero
en uso de su sano juicio, memoria y entendimiento natural,
de que yo el Notario doy fe y aseguran los testigos; el
cual queriendo arreglar sus negocios con tiempo por
palabras claras y terminantes de su última y final voluntad,
dictó sus disposiciones del modo siguiente.
«Primeramente. Mi nombre es Juan José Duarte,
natural de Vergera en el arzobispado de Sevilla Reynos
de España, y avecindado en esta ciudad, hijo legítimo de
Manuel Duarte y Ana María Rodríguez, ya difuntos, de

294
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Religión Cristiana Apostólica Romana, en cuya fe y creencia


he vivido y protesto vivir y morir.
«2o. Ytem. Declaro que soy legítimamente casado con
la Ciudadana Manuela Díez, de cuyo consorcio hemos
procreado seis hijos; a saber: Vicente Celestino, Juan
Pablo, Filomena, Rosa, María Francisca, y Manuel Duarte,
estando éste emancipado por tener la edad competente
para ello.
«3o. Ytem. Dejo la disposición de mi entierro, funerales
y demás oficios que hayan de hacerse en bien de mi alma,
a disposición de mis albaceas que más adelante nombraré.
«4 o. Ytem. Tengo y reconozco por bienes de mi
propiedad, los siguientes: la casa que está inmediata a la
marina, con todo lo que ella contiene dentro de quinca-
llería; la casa que actualmente moro, con todo el mobiliar».
«5o. Ytem. Declaro: que todo lo que debo consta de
los libros que al efecto tengo, como igualmente las personas
que me son deudoras, todo lo cual está al corriente y
conocimiento de mi hijo Manuel y mi nieto Vicente
María Duarte, como que son los que se han entendido de
poco tiempo a esta parte en la tienda que tengo.
«6o. Ytem. Declaro: que de la cuarta parte de mis bienes
que puedo disponer libremente, mando a mis albaceas que
de ella se saquen los gastos que puedan hacerse en mi
entierro y demás que son necesarios, dejando el resto de
ella a favor de mis legítimos hijos en calidad de mejora.
«7o. Ytem. Nombro por mis albaceas y ejecutores
testamentarios en primera a mi legítima consorte Manuela
Díez, en primeras, y en segundas al Ciudadano Francisco
Ginebra, a los cuales doy todo poder en derecho necesario
para que entren en mis bienes y cumplan con estas mis
disposiciones.

295
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

«8o. Ytem. Declaro: que aunque las patentes de la tienda


que tengo en la arriba mencionada casa, aparecen en
cabeza de mi hijo Manuel y nieto Vicente María Duarte,
no es porque les pertenece el fondo y demás muebles que
en ella se encuentran, pues sólo es de mi propiedad legítima,
como ellos saben y no hay ninguna duda; cuya aclaración
la hago para que no se oscurezca la verdad y se presenten
obstáculos después de mi fallecimiento, alegando por
medio de que encontrándose la patenta en cabeza de ellos,
les corresponde igualmente la tienda, lo que estoy muy
libre de creer puedan ellos valerse de ese resorte, pues su
hombría de bien y comportamientos son muy notables y
arreglados.
«Y cumplidas y pagadas que sean mis disposiciones
en todas sus partes, del remanente de dichos mis bienes,
derechos y acciones que de presente tengo o en algún modo
puedan tocarme, instituyo y nombro por mis únicos y
universales herederos a mis legítimos hijos, Vicente
Celestino, Filomena, Rosa, María Francisca, y Manuel
Duarte, para que todo lo que se reconozca por de mi
propiedad lo hayan, gocen y hereden por iguales partes
en absoluta propiedad, en la bendición de Dios y la mía.
«Así fue dictado tal como se contiene por el testador a
presencia de los Ciudadanos Manuel Guerrero hijo, Ramón
Echavarría, Julián Alfau y Eusebio Puello, testigos instrumentales
requeridos al efecto, mayores de edad, de este domicilio, no
parientes ni allegados del testador ni de los herederos instituidos,
y en el goce de los derechos civiles y políticos, ante quienes se dio
y repitió lectura al testador del presente y encontrándole conforme
dijo: que así quería se cumpliese y ejecutase después de su muerte,
dando por nulas de ningún valor ni efecto cuantas disposiciones
de testar anteriores a ésta haya hecho por escrito, de palabra o
en otra forma, pues sólo quiere valga el presente en la mejor

296
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

forma que en derecho haya lugar, en prueba de lo cual lo firmó


junto con los mencionados testigos y conmigo el Notario de cuyo
puño y letra es escrito el presente testamento: de todo lo que doy fe,
Juan José Duarte – Manuel Guerrero hijo – Julián Alfau – R.
Echavarría – Eusebio Puello – José Ma. Pérez hijo, Nota. pco.»
Es de notarse que en su testamento don Juan José Duarte
no menciona a su hijo Juan Pablo, entonces ausente. Ello
se debe a las circunstancias políticas de esos días y a que,
anteriormente, por acto del 6 de julio de 1843, le había
hecho donación de una casa, en la ciudad de Santo
Domingo. Esta prueba de amor al ilustre hijo la expresó
Juan José Duarte en esta forma: «Que en señal del mucho
amor y cariño con que ha mirado siempre a su legítimo hijo
Ciudadano Juan Pablo Duarte, habitante en esta Ciudad y de
su domicilio, para darle una prueba nada equívoca del aprecio
con que siempre le ha distinguido, ya que está obligado por los
vínculos de la naturaleza con que se haya íntimamente unido
con él, de su libre y espontánea voluntad, sin apremio, dolo ni
fuerza alguna… y seguro del derecho que le compete, le hace
gracia y donación, buena, pura, perfecta, e irrevocable que el
derecho llama intervivos y partes presentes, al citado Ciudadano
Juan Pablo Duarte, para él, sus herederos y sucesores o quien
su derecho hubiera y causa representare».
El precioso documento de donación contiene estas
bellas palabras finales. «Y estando presente el precitado
ciudadano Juan Pablo Duarte, impuesto del contenido de este
acto, dijo que lo aceptaba y lo aceptó tal modo se contiene en
todas sus partes, y se da por entregado de la casa donada,
recibiendo los títulos de ella a su satisfacción y contento; tributando
y dándole a su padre las más expresivas gracias por el favor
recibido de su benevolencia».

297
EN LA CAPILLA DE INMORTALES

Ante los restos de los próceres

En cumplimiento de encargo oficial, en la tarde del día


once de noviembre de 1943 tuve el doloroso privilegio de
asistir, en compañía de distinguidos ciudadanos, a uno de
los actos más dramáticos que puedan presenciarse: la aper-
tura del nicho en que reposaban los restos de Duarte desde
1884, así como de la urna de metal que los guardaba, con el
objeto de ser colocados en la urna de plomo en que yacen,
desde el 27 de febrero de 1944, en la Puerta del Conde.
Todas las miradas de los allí presentes, en la Capilla
de Inmortales, se concentraron en el cráneo en que fue
concebida la idea separatista; algo ennegrecido por la
humedad, desprendida la mandíbula inferior, amplia la
frente, sobre los parietales se adherían aún algunos
mechones de cabello, lacio, encanecido, mustio. La misma
oscura pátina envolvía los demás huesos, ya desarticulados
por el tiempo.
En el mismo acto fue abierta la urna en que yacían los
restos de Mella, fallecido en Santiago en 1864, antes que
Duarte, muerto en Caracas en 1876. Sin embargo, los
restos de Mella se conservaron mejor; limpios, como
recién despojados de la carne. El cráneo mucho más grande
que el de Duarte, casi intacto. Firmes las mandíbulas, la

299
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

dentadura completa y sana, hasta los últimos molares,


daban la impresión del hombre vigoroso que fue el héroe
de la Puerta de la Misericordia.
Allí estaban también, abierto el nicho, los restos de
Sánchez, cuya urna, por ser de plomo, permaneció cerrada.
De los patricios apenas quedaban esos tristes despojos,
más grandes y gloriosos y más dignos de reverencia al
acercarse al siglo de creada la Nación dominicana.
Meses después, el 9 de agosto de 1944, otra vez en la
Capilla de Inmortales con el encargo oficial de organizar
el sagrado recinto, para darle sitio a dos nuevos próceres:
Santiago Rodríguez y Benito Monción, y para sustituir
las viejas urnas de madera por urnas de plomo.
Así surgieron a la conmovida contemplación de los
presentes, los restos de Núñez de Cáceres, de José María
Cabral, de los hermanos José Joaquín y Gabino Puello,
de Ruiz, de Ravelo, de María Trinidad Sánchez.
¡Cuánta ceniza egregia! ¡De cuántos lejanos y diversos
sitios, de hombres que debieron de morir en santa paz, en
su propia patria! Rindieron la jornada postrera en México,
en Cuba, en Puerto Rico, en Venezuela; o cayeron en
tierra dominicana en injusto cadalso.
De los trinitarios faltaban las cenizas del vehemente
Juan Isidro Pérez, perdidas, como su razón, por voluntad
de su aciago destino.
De pronto, el haz de miradas de los presentes cayó
como un emocionado resplandor sobre la urna en que
yacían los hermanos Puello; una sola urna para las víctimas
de una sola y grande alevosía.
Entre los huesos, que antes de ser desarticulados y
rotos por el tiempo ya habían sufrido el mortal golpe de
las balas, sólo quedaba intacto un cráneo. El de Gabino.

300
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Algunos mechones de cabello lacio y negro, ensortijado


en suaves ondas –como de mestizo en que predominaron
sobre la raza negra el blanco español y el indio quisqueyano–,
aparecían en la informe masa de los ilustres despojos.
¡Cuántas reflexiones podían hacerse allí, en tan solemne
instante, en la augusta y trágica presencia de los antepa-
sados de vida más insigne y más dramática! Toda una
época estaba allí; toda una epopeya; como si la historia
se hiciera cosa viva, alta y clara, como una colectiva
resurrección en que se alzaran, del polvo mísero, las
gallardas figuras de los héroes.
Una anécdota, breve y heroica, interrumpió el vuelo
de las evocaciones. Era el mejor responso que podía
decirse, bajo las naves de la Basílica, por el prócer espíritu
de Gabino Puello y frente a sus propios huesos:
Es el día del fusilamiento de los Puello, diciembre de
1847.
Faltan pocas horas, para que suban al patíbulo. Como
de costumbre, a los que van a morir se les ofrecen los
manjares mejores.
Jacinto de la Concha llega a la celda en que su amigo
Gabino espera sereno la hora de la muerte, y le dice:
«Te traigo esta botella para que te tomes el último vaso
de vino…»
Y Gabino le responde, sencillamente, sin alardes de
valor ni de estoicismo:
«No, gracias, Jacinto, tú sabes que siempre me ha hecho
daño el vino…»
Para enfrentársele a la muerte no necesitaba de tónico
alguno el bravo Gabino Puello. Prefería morir en toda la
excelsa plenitud de su conciencia.

301
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Después, en el augusto silencio de la Basílica, las


ilustres cenizas quedaron tras de los mármoles, como
sobre cada vida, pequeña o grande, queda eterna la historia.

(La Nación, S.D., 23 de sept., 1945).

302
APÉNDICE
EL CASO GASPAR HERNÁNDEZ46

El historiador García y la verdad47


Si la belleza, al decir de Montalvo, es la primera virtud
de la mujer, la verdad es la primera virtud del hombre. De

46
Para mejor conocimiento del caso véase Lic. C. Armando Rodríguez, El
Pbro. Gaspar Hernández, Informe, en Clío, S.D., enero-febrero 1933;Henríquez
y Carvajal, Federico: Historia Patria, en Clío, S.D., marzo-abril 1933; García,
Dr. Alcides: El pensamiento de Duarte, Listín Diario, S.D., núm. 14730, 27 feb.
1935; García, Lic. Leonidas: Influencia de la Iglesia Católica en la formación de la
nacionalidad y en la creación de la República Dominicana. Santo Domingo, 1933,
pp. 28-37; Serra, José María: Apuntes para la historia de los trinitarios de la
República Dominicana. Santo Domingo, 1887, pp. 16-18; Duarte, Rosa: Apuntes
para la Historia de la Isla de Santo Domingo y para la biografía del general dominicano
Juan Pablo Duarte. En La Cuna de América, S.D., 1924, núms. 11-14, 20-23, 28-
31, y 33 y 57; Coiscou Henríquez, Máximo: El Caso Gaspar Hernández, en La
Opinión, S.D., 23 y 24 dic. 1938; Sánchez, Lic. Rafael Augusto: Gaspar Hernán-
dez. La Nación, enero 4 de 1939; Pérez Sánchez, Félix María: Algo más acerca
del supuesto mentor P. Gaspar Hernández, en Listín Diario, 4 de enero de 1939;
Llaverías, Federico: El Padre Gaspar Hernández, Listín Diario 17, 26 y 28 dic.
1938; Alfau Durán, Vetilio J.: Más sobre la proceridad del Padre Gaspar Hernán-
dez. En La Opinión, S.D., 30 dic. 1938; Alfau Durán, Vetilio J.: Indiscutiblemente,
el Padre Gaspar Hernández es un prócer civil de la Separación dominicana. En La
Opinión, S.D., 28 dic. 1938; Castellanos, Pbro. Rafael C.: El Padre Gaspar
Hernández. En La Opinión, S.D., 13 junio 1940; Rodríguez Demorizi, Emilio:
Gaspar Hernández, en La Nación, S.D., 5 de mayo de 1940, y en Revista Militar,
núm. 52, mayo 1940. Los artículos del Lic. Leonidas García han sido recogidos
en su obra Crítica Histórica, y los del Dr. Alcides García en Duarte y otros temas.
47
Estos párrafos aparecieron con el título de El P. Gaspar Hernández y el historiador
García, en el diario La Nación, S.D., 26 de julio de 1942.

305
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

ser hombre veraz pudo enorgullecerse José Gabriel García.


De que su Historia de Santo Domingo es obra en que
resplandece la verdad, debemos enorgullecernos los
dominicanos. No hay en ella las escenas mitológicas ni
las supercherías que abundan en algunas historias, que
hacen aparecer a otros pueblos bajo el desusado velo de
la fantasía.
Si la investigación de la verdad vale más que la verdad
misma, como pensaba Lessing, acaso valga aun más amarla
y defenderla.
El caso del Padre Gaspar Hernández, entre nosotros,
es un caso típico de oscurecimiento y desviación de la
verdad. De estéril y reprobable refracción de la luz, para
proyectarla sobre objeto interesado, que no la ha menester
para su propia e invencible refulgencia.
En una carta del 10 de septiembre de 1897, dirigida a
Federico Henríquez y Carvajal, el historiador García
expresaba lo siguiente: «No contentas las pasiones políticas,
en su afán de regatear glorias a unos para atribuírselas a otros,
con combatir a Duarte con Sánchez, a Sánchez con Mella, y a
los tres con Santana, apelaron, como usted sabe, a la invención
de que la idea separatista no fue obra de Duarte, sino del Padre
Gaspar Hernández.
«Por supuesto que nunca pudieron presentar en su apoyo
un documento porque no lo tenían, ni aducir otra clase de
prueba porque no la había; pero lograron que la propa-
ganda fuera abriéndose paso, a punto de que muchos
hubieron de darle crédito de buena fe… La casualidad
me ha deparado el medio de aclarar de una vez el punto…,
la prueba de que si el Padre Gaspar Hernández pensó en
algo, no fue ciertamente en realizar el trabajo a que
cooperaron entusiastas algunos de sus discípulos de

306
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

filosofía, puesto que sus aspiraciones eran diametralmente


opuestas».
Para robustecer su categórica y honrada afirmación,
apelaba García al testimonio de Domingo Morcelo,
persona digna de crédito, quien poseía una carta dirigida
a su padre, don Baltasar Morcelo, en que el Presbítero
Hernández, pocos días después del 27 de febrero de 1844,
le decía desde Curazao estas significativas palabras: «Te
felicito a ti y a todos los dominicanos por haber sacudido el
yugo de la dominación de los mañeses-cocolos, abrigando la
esperanza de que, como ustedes no han sido nunca ingratos con
su madre patria, pronto aclamarán a ella».
Ni la veracidad del historiador nacional, «Padre de la
Historia Dominicana, el más venerable de los dominicanos
vivientes y una de las glorias más puras y ciertas de la República»,
como decía Américo Lugo en 1907; ni el serio testimonio
de Morcelo; ni lo visible y triste del empeño de desvirtuar
los hechos, fueron suficientes para que se arredrasen el
error o la falacia: infortunadamente se proyectaron hasta
el presente, como si sacudieran un árbol seco, para echar
al vuelo la inútil bandada de sus hojas marchitas.
Por fortuna, al cabo de medio siglo los testimonios de
García y de Morcelo resplandecen al sol de la verdad, y
es el mismo Padre Gaspar Hernández el que viene,
resurrecto en sus escritos, a confirmarlos y a decir la última
palabra.
En 1843, año de intensa actividad política en la parte
española de la Isla bajo la sombría autoridad haitiana,
Charles Herard viene al frente de sus huestes; persigue
implacablemente a los patriotas dominicanos y a los
sindicados como agitadores. A unos los arrastra hacia las
oscuras prisiones de Puerto Príncipe; a otros los expulsa,

307
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

como a los sacerdotes Pedro Pamiés y Gaspar Hernández;


y otros, como Duarte, salvan la vida en el destierro.
Mientras Duarte y sus discípulos y amigos luchan por
apresurar la proclamación de la República, primero desde
Caracas y luego desde Curazao, de concierto con Sánchez,
Vicente Celestino Duarte y demás compañeros de Santo
Domingo, ¿qué hace Gaspar Hernández en su exilio de
Curazao? ¿Qué piensa el ilustre sacerdote limeño? ¿Ya
olvida sus viejas ideas políticas y sus rudas diatribas contra
los grandes próceres de la libertad sudamericana y de su
propia patria?48
El Padre Gaspar Hernández, el maestro de filosofía
de los trinitarios, aún piensa y actúa como español y como
realista! Tiene ahora, como lo tuvo siempre, la obsesión
de España, y de la Monarquía. No está, como Duarte, en
constante comunicación con sus amigos y discípulos. Está
en cambio, en activa correspondencia con el Capitán
General de Puerto Rico, don Santiago Méndez Vigo, a
quien le envía un largo informe acerca de los sucesos
políticos de Santo Domingo, ocurridos en 1843.
Del largo escrito, firmado en Curazao el 22 de agosto
de 1843, hasta hoy desconocido, bastará transcribir los
siguientes párrafos: «La Reforma en la parte española no se
adoptó por secundar ideas francesas, sino como un medio para
unir a los habitantes del Este a otro fin más elevado. El Gober-
nador del Arzobispado y yo influimos mucho en ella, siempre
mirando hacia delante y preparando ánimos para otra cosa.
Creímos que habiendo dado principio entre los negros la anarquía,

48
E. Rodríguez Demorizi, Una oración del P. Gaspar Hernández (pronunciada en
San Juan, P.R., el 9 de mayo de 1833, en las honras fúnebres del Obispo
Gutiérrez de Cos). Véase Clío, XXVII, mayo-junio, 1937.

308
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

consolidada en la parte Este la opinión por España, mientras


ellos se aniquilaban por allá, aprovechando la ocasión se da-
ría en la parte española el grito de separación enarbolando
nuestra antigua bandera y mandando comisionado en el mo-
mento hacia V. E. y hacia la Isla de Cuba para que auxilia-
sen y viniesen a tomar el mando entre nosotros… si (el país)
está oprimido bajo el yugo de los negros, es la causa don José
Núñez que inicuamente quitara la bandera Española y enar-
bolara la Colombiana… Ya se percibían (en 1843) los ecos de
Colombia, ya los de separación, disparates todos que no pue-
den tener lugar en Santo Domingo y que eran efectos propios
de una cábala y de un maquiavelismo el más grosero y el más
indecente… El remedio de estos males lo ha puesto la divina
providencia en manos de V. E. Aplíqueselo V. E. en caridad a
esa pobre moribunda y pasará de la muerte a la vida. La parte
Española no puede por sí sola pronunciarse; carece de medios
externos, menos de espíritu y de esperanza; una expedición de
dos mil hombres que V. E. remitiera son bastantes para que
toda ella se pronuncie… La bandera Española quedaría allí
para siempre… El Señor Arzobispo de Caracas me ha escrito
ofreciéndome un Curato; pienso aceptarlo para mantenerme
ínterin V. E. determina lo que convenga sobre Santo Domin-
go, en la firme inteligencia que en cualquiera parte soy Espa-
ñol, y que si V. E. determina auxiliar y fijar allí la bandera
Española, a su aviso por el Sr. P., todo lo dejo y me pongo a su
disposición, pues aunque americano, siempre conservo mis
ideas españolas»49.

49
Este valioso documento ha sido recientemente hallado en el Archivo
Nacional, de La Habana, por don Luis Rodríguez Guerra, quien trabaja allí
en calidad de comisionado del Archivo General de la Nación. Véase más
adelante, en La Revolución de 1843.

309
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

¿Quién duda, ahora, de la existencia de la carta de


Morcelo y de su contenido, pálido e inexpresivo ante las
expresiones anteriores? El historiador nacional ha ganado
al fin esta batalla de la verdad.
Esto explica que, proclamada la República, presidiesen
transitoriamente los principios de la Trinitaria –aunque
combatidos, como toda idea, conservadora o radical–, con
olvido absoluto, puede afirmarse, del Padre Gaspar Hernández
y de sus ideas políticas, si es que llegó a revelar sus
tendencias monárquicas en aquel núcleo de jóvenes
republicanos que encabezaba Duarte. Ello explica, también,
la actitud de la Junta Central Gubernativa: no se había
apagado el eco del disparo de Mella, cuando la Junta
disponía que saliese una comisión hacia Curazao, en busca
de Duarte, en quien todos veían al Padre de la Patria. Allí
mismo estaba el Padre Gaspar Hernández, en la solitaria
isla, y allí quedó. ¿Qué significa esto? No por cierto
ingratitud, porque jamás hubo más amplia generosidad y
desinterés, que en ese hermoso y breve instante de la
República. Allí quedó el Padre Gaspar Hernández, quizás
hundido en el piélago de mil cavilaciones. ¿Qué hacer?
Cuando se convenció contra sus previsiones y propósitos,
de que la República Dominicana subsistía por sí misma,
sin necesidad de que la bandera española ondease sobre
las aguas del Ozama, volvió a Santo Domingo, a servir de
Vicario Foráneo en la Parroquia de La Vega50. ¡Y caso
extraordinario! A pesar de que el triunfo de la causa
dominicana era un hecho consumado; y a pesar de que
acababa de ejercer las altas funciones de Presidente de la

50
Allí firmó el 21 de mayo de 1849 el pronunciamiento de La Vega, en favor de
Santana, cuando éste derrocó a Jimenes.

310
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Cámara del Tribunado, de 1851 a 1853, el padre Gaspar


Hernández persistía en sus ideas monárquicas, ¡en
tiempos de Soulouque! En Curazao, en 1853, adonde
había sido arrojado por Santana, publicó la curiosa obra
Derecho y prerrogativa del Papa y de la Iglesia, o sea una breve
impugnación de los cuatro artículos de la Asamblea del clero
galicano de 1682, en la que hace la siguiente afirmación,
confirmadora de sus ideas realistas: «De estas plagas (las
reacciones políticas), están libres los gobiernos monárquicos
absolutos o moderados, los que aseguran garantías; y no los
democráticos de la América Española que prometen mucho, y
nada cumplen; al contrario, destruyen libertades y derechos
sociales. Estos defectos son notorios»51.
Tales eran, pues, a la luz de irrecusables documentos
que emanan de él mismo, las ideas políticas del Padre
Hernández. Si ellas implican una grave limitación en la
empresa que se le atribuye, no por eso podrá negársele
toda su relativa eficacia, acerca de lo cual repito palabras
dichas en ocasión para mí memorable: «Las prédicas de Gas-
par Hernández y de Fray Pedro Pamiés tenían por factores razo-
nes étnicas y religiosas, y por objeto, no la institución de la Repú-
blica, sino el retorno a la vida colonial bajo el inerme pabellón de
España, liberal protectora del clero que era uno de sus viejos ele-
mentos de dominación. El amor que esos ilustres sacerdotes le
profesaban a la religión que Boyer había desmedrado y que los

51
El título completo de este raro opúsculo del cual hay un ejemplar en la rica
biblioteca del Lic. Julio Ortega Frier, es el siguiente: Derecho y prerrogativas del
Papa y de la Iglesia, o sea una breve impugnación de los cuatro artículos de la Asamblea
del clero galicano de 1682. Por el Presbítero Dn. Gaspar Hernández; Canónigo
de la Santa Iglesia Metropolitana de Santo Domingo, examinador sinodal
del Arzobispado, y Catedrático de Teología en su Colegio Seminario.
Curaçao, año de 1853, 118 páginas. Véase pág. 116.

311
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

revolucionarios que le derrocaron amenazaban destruir favore-


ciendo abiertamente a los misioneros metodistas e ingleses con
menosprecio del culto tradicional de los dominicanos, es el airado
aliento que sopla en los discursos pronunciados por ellos en la
improvisada iglesia de la Misericordia, en 184352, en presencia
de las autoridades haitianas. Tanto es así, que los historiadores
de la nación vecina consideran que ese vilipendio de la iglesia
dominicana fue una de las poderosas causas de la Separación.
En los principios monárquicos del Padre Gaspar Hernández y
en su firme adhesión a la fe religiosa de que era ardiente defen-
sor, hay que buscar la causa de sus prédicas contra los domina-
dores, a quienes condenaba como indignos fieles de Jesucristo.
Así, cuando en tierra extraña el Padre Gaspar recibe la noticia
de los acontecimientos de febrero, en sus palabras no hay ho-
sannas ni consejos constructivos para la obra realizada: hay
sólo una invectiva para el dominador haitiano, excrecencia de
odio racial y clerical, y una extemporánea invitación para los
dominicanos, a quienes anhelaba ver de nuevo bajo el lábaro de
España. El Padre Gaspar Hernández era un retrasado de Sán-
chez Ramírez, no de la acción, sino del pensamiento. Todos, sin
embargo, afrancesados y españolizados, contribuyeron efi-
cazmente al triunfo de la causa separatista, por esa misteriosa
transmutación de los actos egoístas de los hombres en bienes
colectivos»53.
El distinguido sacerdote limeño murió en Curazao el
21 de julio de 1858. Sus restos, como los del conspicuo

52
E. Rodríguez Demorizi: Discursos históricos. Gaspar Hernández. En Clío, S.D.,
marzo-abril 1938, núm. XXVIII, pp. 108-119. (Discursos de los Padres
PAMIÉS y Gaspar Hernández en la Iglesia de la Misericordia, en 1843).
53
E. Rodríguez Demorizi: Diccionario de ingreso en la Academia Dominicana de la
Historia, en Clío, oct., 1935 y en la presente obra, supra.

312
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Don Tomás Bobadilla, reposan en lugar incierto: quizás


convertidos en polvo inasequible, para que su glorificación,
como su obra, también sea tristemente imperfecta.

Del Monte contra Gaspar Hernández


A los aciagos días del espantoso terremoto del 7 de
mayo sucedían los de intensa actividad política precursora
de la Separación, ya en 1843, cuando surgió violenta
enemistad entre Manuel Joaquín del Monte y el Presbítero
Gaspar Hernández.
Del Monte pertenecía, como Bobadilla, al partido
conservador, y era alto funcionario del gobierno haitiano.
Además, sus ideas políticas eran harto conocidas, gracias,
principalmente, a su Canción a HAITÍ, que tuvo tanta
boga en Santo Domingo en 1838, año de la creación de la
Trinitaria. No participaba de las ideas patrióticas de los
duartistas ni de aquellos que, por sus actividades antihai-
tianas, podría decirse que estaban virtualmente afiliados
a esta agrupación, como Gaspar Hernández, aunque
fuesen mayores en edad y en saber que los jóvenes trinitarios
que recibían de éste enseñanza y estímulo, pero que ya
estaban iniciados en el pensamiento, concebido por Duarte,
de liberar a su país del ominoso yugo haitiano.
A la citada Canción (que puede leerse íntegra en mi
libro Poesía Popular Dominicana, C. T., 1938 (pág. 186),
pertenecen significativas estrofas:

Salve, oh Haití!, patria adorada


que el cielo en formar se esmeró,
viste de flores tus campiñas
que ya el día feliz amaneció.
………………………………….
………………………………….

313
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Por fin el mundo reconoce


que es un accidente el color,
que los mortales son iguales
hijos de un mismo creador.
Y que esa injusta indiferencia,
fuente de sangre y de dolor,
aborto fue de la ignorancia,
del egoísmo y del error.
No son ya más enemigos implacables
el haitiano y el francés,
pues Juan Pedro y Luis Felipe
han proclamado eterna unión.
………………………………….
………………………………….
Loor a nuestro Presidente,
a su civismo y lealtad,
pues con su espada y su talento
nos ha ado libertad!

Del Monte, como se ve en estos versos, llevaba bien


lejos su adhesión a la autoridad haitiana y consideraba,
siendo él blanco y subalterno de negros, que es un accidente
el color. Esa es su actitud. Esa es la ideología que priva
en la enemistad con el Padre Gaspar Hernández, acérrimo
antihaitiano, por español, por católico, por monárquico y
por su odio al negro, lo que en cierto modo explica la opuesta
actitud de éste.
En el citado año de 1843, Del Monte y el Padre Gaspar
se empeñaron en una «encarnizada guerra en versos»,
iniciada con la siguiente décima, contra Del Monte,
escrita por Ramón Hernández Chávez, pero cuya pater-
nidad le fue atribuida al ilustre limeño:

314
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Del monte en la oscuridad


se oculta tigre feroz,
y su condición atroz
sacia con impunidad.
Allí su horrible maldad
ejerce ya sin temor,
saboreando con dulzor
la víctima que divide,
pero es preciso no olvide
que no falta un cazador.

Para responder al Padre Hernández, al enemigo y


supuesto ofensor, Del Monte hizo, de esa décima, la
siguiente glosa hasta hoy inédita, hallada entre viejos
papeles por don Emilio Tejera:

Oh, Primada de Colón!


Un tiempo tus enemigos
distinguías de tus amigos,
mas hoy todo es confusión
con capa de… qué traición!
Se holla la santa amistad,
se sacia la enemistad,
y del averno el agente
se oculta cobardemente
Del monte en la oscuridad.

Dominicanos unidos,
vivisteis siempre en concordia
y de la infernal discordia
desdeñasteis los bramidos
¿Por qué, por qué dais oídos

315
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

ya de la intriga a la voz?
Incautos! Mirad, por Dios,
que entre la miel va el veneno,
y que en vuestro propio seno
se oculta tigre feroz.

¿Do vais, oh cielos, do vais,


No veis un abismo abierto?
Ese rumbo no va al puerto;
si los seguís, naufragáis.
Mientras sólo obedezcáis
de extraño Mentor la voz
cual relámpago veloz
ha de ser vuestra ventura,
temed su falsa dulzura
y su condición atroz.

Esos, pues, que la luz vieron


allá en muy lejanas costas
y que cual flacas langostas
en las nuestras parecieron,
los que de su patria huyeron
dejándola en orfandad
os tendrán pura amistad?
Ved que hay más de un fariseo
que a la sombra, su deseo
sacia con impunidad.

Y no se piense por eso


que a tanto mi enojo alcanza,
que en una misma balanza
a todo extranjero peso…
Hombres de virtud y seso,

316
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

por gozar de libertad


sus lares dejan en paz
Mas mil huyen en pandilla
por merecer la banquilla
allí, su horrible maldad.

El fin de aquestos consejos


es vuestro bien, vuestra gloria:
Traed hoy a la memoria
la cuestión de los conejos.
Guardémonos, aunque lejos
haya unión, no más rencor,
ábranse a la gozo los pechos
que la patria sus derechos
ejerce ya sin temor.

Hoy, amigos, comparemos


nuestra libertad gloriosa
con la esclavitud odiosa
que muy presente tenemos.
La pública nave vemos
hacia el puerto salvador,
dirijamos con fervor,
y a Dios volvamos la faz
las primicias de la paz
saboreando con dulzor.

Cielos! Qué numen fatal


influye en nuestro destino!
Si fue sufrir nuestro sino
Todo linaje de mal,
Dad en la anarquía el puñal
Que en la anarquía preside,

317
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Se detenga i se intimide;
Mientras perece el malvado
Que contempla alborozado
La víctima que divide.

Un año tras otro año,


Hasta veinte en pupilage,
Es bastante aprendizaje:
¿Para qué más desengaño?
Dejemos de ser rebaño
Que el más astuto preside
Y aquél que la entraña pide
En la pública contienda,
Es necesario que aprenda,
Pero es preciso no olvide.
En fin, paisanos, ya llega
A terminar mi oración
Y en gracia de la intención
Que me disculpéis os ruego
Al ver el numen que ciego
Me acometiera traidor
Con patriótico fervor
Dije: no es dominicano
El que asegura villano
Que no falta un cazador.

Tu voz fiera, en vano llama


Un Ravellac, un Chatel…
De esos monstruos no hai plantel
Orillas del limpio Ozama:
Aquí todo el mundo ama
De las virtudes el yugo:

318
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Va un aviso, pues te plugo


Darme tras gratos renombre:
Para los que cazan hombres,
tiene la ley al verdugo.

Esta composición es un valioso documento. Hace


favor al Padre Gaspar la violenta inquina de su adversario.
Porque, ¿cuál era la «infernal discordia» que divide a los
dominicanos, atribuida por Del Monte al Padre Hernández?
Sin duda que era la fraguada por los duartistas; la que el
activo sacerdote estimulaba con sus ocultas miras: la
separación del elemento dominicano del haitiano.
¿Y quiénes eran los que seguían «de extraño Mentor la
voz?» Seguramente que no eran los conservadores del tipo
de Bobadilla y de Del Monte, sino aquéllos que abrevaban
en la fuente de pureza que era el corazón de Duarte.

El Pbro. Hernández, legislador

Elegido Tribuno por la Provincia de Santiago, el Pbro.


Hernández prestó juramento como tal en la sesión del
Tribunado celebrada el 22 de febrero de 1851. En sesión
del 28 de marzo fue designado Vice-.Presidente de la Cor-
poración, y Presidente el 30 de abril. Dejó de serlo luego
para ser elegido Vice-Presidente en sesión del 16 de febre-
ro de 1852 y Presidente en la del 16 de abril del mismo
año. El 26 de febrero de 1853 fue elegido otra vez Vice-
Presidente del Tribunado, pero es la última sesión a que
asiste. El 23 de marzo, por decreto de esa fecha, el Presi-
dente Santana lo expulsó del país. El decreto compren-
día, además, al Dr. Elías Rodríguez y al Pbro. José Díaz
de Peña, por ser los tres, según Santana, «instigadores,

319
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

verdadero origen y cooperadores en el plan de abusos con que se


ha estado aspirando hace algún tiempo a investir el clero de
derechos y atribuciones que son del resorte de los poderes del
Estado»54.
El Padre Gaspar ocupó en varias ocasiones la Presi-
dencia del Congreso Nacional, por impedimento del titular
y por su condición de Presidente del Tribunado.
En sesión del Congreso, el 24 de abril de 1851, pidió
que se tomasen medidas en favor del clero nacional:
«Congrua sustentación para doce jóvenes que aspiren al sacerdocio».
En sesión del 5 de mayo presentó la moción, al respecto,
limitandola a una dotación del Estado para todo ocho
congruas sustentaciones. También consideraba posible el
Padre Gaspar, en esta ocasión, revivir prácticas de la
vida colonial española, según se infiere de las siguien-
tes objeciones que le hizo el Presidente del Congreso,
don Ricardo Miura: «no sería el temor de que se estableciere
por el Prelado la contribución de diezmos lo que me haría con-
tribuir y opinar por la dotación de congruas y canonjías, que
reclama el Sr. Hernández, porque demasiado sabido es que en
una República establecida bajo las bases de la nuestra, esta
institución es prohibida, porque sus habitantes que han regado
el suelo patrio con su sangre para recuperar su libertad, nunca
podrían convenir en hacerse tributarios por una institución
abolida en esta parte desde el año 1820 por real orden del Go-
bierno español; sino el deseo que tengo de ver establecida en mi
país la Iglesia catedral en el mismo auge y esplendor en que
estaba en el tiempo de mis antepasados»55.

54
Colección de Leyes…, 1853, doc. Núm. 298.
55
La Gaceta, S.D., núm. 9, 10 agosto, 1851. Véase el decreto, al respecto, del 17
de abril, en Colección de Leyes…, 1852, doc. Núm. 262.

320
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

En sesión del Tribunado del 26 de febrero de 1852,


Félix María del Monte, anunció a la Cámara, presidi-
da por él, que se ocupaba en elaborar un proyecto de
ley sobre instrucción pública y que invitaba a sus com-
pañeros a que le ayudasen. El diputado Pbro. Gaspar
Hernández «se extendió largamente sobre la necesidad de
establecer de una manera positiva los establecimientos de ins-
trucción pública, añadiendo que en tiempo oportuno haría
la moción de que se hiciesen venir de España doce eclesiásti-
cos que necesitaba la República, reservándose para entonces
sobre la necesidad y conveniencia de ella». Así reza el acta
de dicha sesión. No hay constancia de que el Pbro.
Hernández presentara la moción ofrecida. Sí consta que
presentó dos más: una sobre Conscripción y otra acer-
ca de prohibición del duelo, ambas en la sesión del 27
de marzo de 185256.

56
El P. Gaspar también se dedicó entonces al magisterio. Por decreto del 28 de
octubre de 1852 fue designado Preceptor del Colegio Nacional, catedrático
de filosofía, para la enseñanza de matemáticas puras, trigonometría, agri-
mensura y cosmografía. (V. Colección de Leyes…, 1852, doc. 285). Había sido
profesor de filosofía del Seminario Conciliar en Puerto Rico, de 1832 a 1834.
(V. Coll y Toste, Historia de la instrucción pública en Puerto Rico, San Juan, P.R.,
1910, p. 62). En una fiesta celebrada el 1ro. de octubre de 1852 en la residen-
cia de don Noel Henríquez, con motivo de la primera misa del Pbro. Miguel
Quezada, entre las distinguidas personas que hicieron uso de la palabra
estaba el Pbro. Hernández, quien se expresó así: «Hoy el cielo ha visto con
entusiasmo al Presbítero Miguel Quezada, joven de conducta ejemplar y de prendas
muy recomendables, adornarle incorporándose en la milicia de Jesu-cristo; hoy la
sociedad cuenta con un Ministro puro e ilustrado que predique a los fieles y los constituya
en la fe; hoy la República Dominicana tiene un auxiliar más en la lucha heroica de su
independencia, que desde la cátedra del Espíritu Santo la aliente y consuele y la dirija
por las sendas de la abnegación y de la verdadera felicidad.
«Por tanto brindo por su bien estar y el de su señora Madre a la que pueden decirse
aquellas palabras de la madre de Simón el mago: Beatus Venterqui te portavit». (La
Española libre, S.D., octubre 1852, pág. 12).

321
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Regreso del destierro, 1857

Desterrado del país en 1853, el Pbro. Hernández se


estableció en Santiago de Cuba57. Allí estaba cuando los
sucesos políticos de 1856, que produjeron la caída del
Presidente Santana y la ascensión de Báez al Poder,
permitieron el regreso a la República, por el decreto de
amnistía del 11 de agosto del citado año, a todos los
expulsos y confinados, entre los cuales estaba comprendido
el Padre Hernández, adicto partidario de Báez58.
Acerca de su regreso a Santo Domingo decía lo
siguiente la Gaceta Oficial, número 124, del 27 de enero
de 1857:
«El paquete del día 24 trajo a su bordo al Canónigo
Gaspar Hernández quien después de una ausencia de más
de tres años vuelve a esta su patria adoptiva a disfrutar
del acendrado cariño que le profesan los dominicanos.
«El aprecio con que le han distinguido los hijos de
Cuba, lugar en que había fijado su residencia, abonan al
hombre de mérito que lleva siempre en sí mismo sus
credenciales y que justifican sin otra razón la importancia
del individuo.
«Pero Santo Domingo debe al Canónigo Hernández
algo más importante todavía; si la Cátedra del espíritu
santo recobra con su vuelta al orador inspirado que revivía
con delicado acento los corazones de sus oyentes, si el
Clero vuelve a ver en su seno al humilde discípulo del
Evangelio y la miseria tiene otra vez en su amparo al hombre

57
Acerca de la estada del P. Gaspar en Santiago de Cuba, véase Boletín Eclesiástico,
S.D., núm. 12, agosto de 1936, p. 10.
58
V. Colección de Leyes…, 1856, doc. Núm. 437.

322
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

caritativo siempre dispuesto a socorrerla, la juventud ve


también a su antiguo preceptor, la que se dividía la
existencia con evangélica solicitud entre los cuidados de
sacerdote y las fatigas de maestro.
«Vuelto al seno de sus amigos, el Presbítero Hernández
puede hoy exclamar con D. Alberto Lista: tengo discípulos
en el Gobierno, los tengo en las Cámaras, los tengo en el
clero, los tengo, en fin, en todas partes.
«No nos detengamos, por tanto, en hablar de un personaje
cuyo nombre solo es una recomendación: oigamos lo que
al efecto de su despedida de Cuba dice el Redactor,
periódico de aquella ciudad:
«Ayer salió en el vapor HABANERO el Sr. Don Gaspar
Hernández, Canónigo de la Santa Iglesia Metropolitana
de Santo Domingo, con dirección a La Habana, de donde
partirá para su Catedral.
«El Sr. Hernández vino a Cuba emigrado por los
acontecimientos de aquella infortunada isla, y aquí se dio
a conocer y estimar muy pronto. El Excmo. e Ilmo. Sr.
Arzobispo de esta Diócesis le hospedó en su palacio donde
ha permanecido hasta su salida, recibiendo de S.E.I. y de
los demás Señores que viven en ese palacio y en el Colegio
de San Basilio, el trato más fino y cordial que podía
desearse; acogida muy parecida a un eclesiástico de su
rango, de su edad, de su ilustración, de su virtud, de sus
servicios, y de la noble causa que con dignidad supo
sostener y le costó comer el pan de la emigración; pero
emigración muy honrosa, y que para él ha sido además
muy dulce, no sólo por la acogida del prelado, del M. I.
Cabildo Eclesiástico, y del Clero todo, sino también del
pueblo, en el que deja muchas y buenas relaciones y
vivas simpatías.

323
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

«Así era justo y natural que fuese; pues el Sr. Hernández


no ha descansado un instante. En el Seminario ha
desempeñado con muy buen éxito una clase; éxito bien
comprobado en los actos literarios dados por sus alumnos
y de que hicimos justa mención en su oportunidad: en el
púlpito le hemos oído con admirable frecuencia e indecible
gusto: en las columnas y planillas de los periódicos de
Cuba, Puerto Príncipe, Cienfuegos y La Habana hemos
leído sus excelentes producciones, que ha enviado a esos
periódicos sin recompensa de ninguna clase; todo lo que
unido a su trato fino, cortés y ameno; a su excelente
conducta, y a su caridad, de que nosotros tenemos muy
buenas pruebas, le han grangeado el aprecio de todos y
nos hacen lamentar su ausencia, porque realmente se nos
aleja un hombre útil a la Iglesia de Cuba, y aun a su juventud;
especialmente a la que cursa en el Seminario de San Basilio,
a la cual deja expresión de recuerdo en varias obras exce-
lentes, que les ha regalado para la Biblioteca que en él
está formando el Excmo. Sr. Arzobispo; pero aun mayor
que éste será para los Seminaristas el que les deja en sus
lecciones, y en el ejemplo de su amor al estudio, de su
constancia en él, de su laboriosidad y de su piedad.
«Después de esta breve mención fácil es inferir la
sinceridad con que nos despedimos de tan estimado
eclesiástico, deseándole una cumplida felicidad, y espe-
rando que nunca olvide a los amigos que ha sabido
formarse en Cuba, donde tan buenas memorias deja.
«También ha llegado a bordo de dicho paquete el
Presbítero Manuel Palet, virtuoso y eminente sacerdote
que había dejado el país a consecuencia de los aconteci-
mientos de Marzo.

324
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

«El Sr. Palet era cura de almas de la parroquia del


Seybo, población en que tuvo lugar el drama sangriento
del once de Abril y allí disputó con infatigable celo las
vidas de seis víctimas que una voluntad despótica destinó
al sacrificio!
«Sus esfuerzos fueron vanos, y él huyó aterrorizado por el
sangriento espectáculo lejos del suelo donde el patíbulo era el
funesto privilegio de la inocencia y la virtud!.
A esto agregaba el periódico españolizante El Eco del
Pueblo, número 26, del 1ro. de febrero del mismo año:
«Hemos visto con placer lo que con motivo de la lle-
gada del Canónigo D. Gaspar Hernández, dice la Gace-
ta Oficial: nada tenemos que añadir al tributo de grati-
tud que se rinde al digno sacerdote cuya presencia entre
nosotros señaló el principio de una era luminosa, y que
tiene conquistada una bella página en la historia de la
República.
«Gocen él y el Pbro. Palet las delicias de la paz que reina hoy
en el país ya que tuvieron dignidad suficiente para aceptar el
ostracismo antes que transigir con su conciencia».
El autor de este suelto no conoció, es claro, la actividad
política del Padre Gaspar en Curazao, en 1843, en favor
de España. Este es un suelto tendencioso encaminado a
disminuir las glorias de Santana, del Libertador, a quien
muchos consideraban Padre de la Patria, pero que entonces
era objeto de las más violentas diatribas de El Eco del Pueblo.
El Presbítero Hernández era el más a propósito para ello
por ser encarnizado enemigo de Santana. Además, este
periódico era el «Heraldo de la matrícula española», como
lo llama el Pbro. Carlos Nouel en su Historia Eclesiástica,
vol. III, p. 108.

325
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Muerte del Pbro. Hernández

Triunfante la revolución iniciada en Santiago el 7 de


julio de 1857 contra el Gobierno del Presidente Báez, y
antes que exponerse a las violencias de Santana, el Pbro.
Hernández se ausentó para Curazao en junio de 1858.
Ostentaba entonces la alta investidura de Provisor y
Vicario de la Arquidiócesis de Santo Domingo, como lo
había dejado dispuesto el Arzobispo Dr. Portes en su Carta
Post Mortem del 2 de diciembre de 185459.
Erradamente se ha escrito que el Padre Hernández
murió en 1860, en Curazao. También se dice, equivoca-
damente, en el Libro de Actas del Cabildo Catedral (Archivo
de la Catedral de Santo Domingo), que su fallecimiento
ocurrió en Puerto Rico.
Las primeras noticias de los últimos días del discutido
sacerdote, hasta ahora desconocidas, las debemos al
Señor Manuel W. Álvarez, ex-Cónsul de la República en
Curazao. El Sr. Álvarez se dio allí a la tarea de localizar
los restos del Padre Hernández, infructuosamente, pero
en cambio halló interesantes documentos de los cuales
envió los siguientes extractos, el 30 de abril de 1937, a la
Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores.
«Extracto de la Correspondencia de Su Señoría Ilus-
trísima Monseñor M. J. Niewindt, Vicario Apostólico de
Curazao.
«23 de junio 1858, a su Excelencia Mgr. M. Vecchiotti,
Internuncio Apostólico en La Haya, Holanda.

59
Esa carta se publicó en un folleto, de 8 páginas. Hay un ejemplar en la
Biblioteca de E.R.D. El decreto aprobatorio de la disposición del Dr. Portes
es de fecha 9 de abril de 1858. V. Colección de Leyes…, 1858, doc. 542.

326
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

«… Le 7 du mois passé je fis connaitre a V. Exc. le


decés du dernier Archeveque (de S. Domingo) Mgr. Tomas
Portes, en meme temps que je pris la liberté de lui envoyer
une lettre du Vicaire Capitulaire a Sa Sainteté, pour
comuniquer la mort du dit Prélat. Lorsque celui vint a
mourir le 9 Avril pasé, il regnait dans cette partie de l’isle
une guerre civile, dont le rersultat fut le siege de la capitale…
Plusieures centaines d’habitantes se sont enfuis ou ont cru
devoir s’eloigner, parmi eux se trouve le susdit Vicaire
Capitulaire, Mr. l’abbé Gaspar Hernández, natif de Lima
en Perou, a qui l’Archeveque a laisse tous ses pouvoirs
jusqu’à l’époque ou le Saint Père y aura pourvu. Ce pretre
nous est arrie bien malade ; il est logé chez moi, se trouve
entre les mains du medicin, et nous ne sommes pas sans
crainte, que sa maladie ne s’empire et l’emporte, surtout
puisqu’il est dejá sexagenaire et que sa maladie a déjà duré
au moins deux mois…»
21 de julio 1858, al señor José Desiderio Valverde,
Presidente de la República Dominicana:
«Tengo el honor de participarle el triste fallecimien-
to del Sr. Pbro. Gaspar Hernández, Canónigo de esa San-
ta Iglesia Catedral, Provisor y Vicario General del Ar-
zobispado de Sto. Domingo, quien murió esta mañana a
las 5 ½ en mi casa. Llegó a este puerto el día 12 de junio
gravemente enfermo, y casi moribundo; después de al-
gunos días se restableció un poco, pero pronto tuvo una
recaída a la cual no podía resistir a pesar de todos los
remedios y esfuerzos que los dos mejores médicos de
este país le han aplicado…»
21 de julio de 1858, la misma carta al Señor Pedro
Santana, General Libertador, etc.
22 de julio de 1858, a Son Eminence le Cardinal Préfet
de la Congregation de Propaganda Fide, a Rome:

327
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

«…Votre Eminence n’ignorera pas que le dernier Archeveque,


Mgr. Tomas Portes y Infante y est mort le 9 Avril passe, lorque
la ville capitale etait assiegée par le General Santana; avant de
mourir il écrit una lettre cachetée par la quelle il laissa tous ses
facultés comme Ordinair selon les puvoirs qu’il avait, du Saint
Siége, a l’unique Canoine qu’il y avait, et qui etait son Vicaire
General Mr. L’Abbé Gaspar Hernández, natif de Lima en
Perou, un pretre de soixante ans, tres instruit et de moeurs
irreprochables. Malheureusement peu des jours apres la mort
de l’Acheveque Mr. l’Abbé Hernández tomb a malade, ataque
de la meme maladie, qui avait enlevé Mgr. l’Archeveque, et
beacoup d’autres personnes, n’ ayant pas meme un bon medecin
pour le soigner ni les aliments convenables, puisque el siége
continuait toujours. Lorsque enfin la capitulation se fit le 17
juin pasé, Mr. Hernández ne pouvant rien faire a cause de sa
maladie, il jugea a propos de se faire porter a bord d’un batiment
destiné pour Curacao, a fin d’y retablir sa santé, ne voulant pas
attendre l’entrée des troupes du General Santana ni s’exposer a
des traitements que sa grande faiablesse ne pouvait soutenir,
d’autant plus qu’il savait que le dit General etait son ennemi
personel, comme il l’eprouvé en l’an 1853, lorsqu’il fut banni de
la Republique, Mr. Hernández vint donc ici le 12 juin passe,
tres malade et presque a l’extreme; par les remedes de nos mei-
lleurs medicins at par les soins que nous lui avons menagés, il
comenca a se retablir, peu a peu, et il eut l’espir de retourner
bientot a S. Domingo, et y continuer son saint ministere, en ce
sens la il ecrit au General Santana. Mais bientot l’espoir de
guerison s’evannouit, et eut une si fort rechute, que malgre tous
les soins des medecins et ceux que nous lui apportames, il
sucumba hier 5 ½ heures du matin, apres avoir reçu avec
edification les derniers Saints Sacrements…» (Por la copia: J.
P. Varriet, O.P. Vicario Apostólico de Curazao, Curaçao,
27 abril 1937).

328
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Al Sr. Álvarez se le debe también el hallazgo de la


siguiente acta de defunción:

Estado Civil
La Ysla de Curazao
Extracto del Registro de Fallecimientos No. 98

El veinte y uno de julio de mil ochocientos cuarenta y


ocho falleció en la Ysla de Curazao:

GASPAR HERNÁNDEZ

a la edad por conjetura de sesenta años. Nacido en


Lima en Perú en fecha desconocida últimamente domiciliado
en Curazao.
(Por extracto conforme P.A.L. Curazao, 25 de marzo
de 1937. El Secretario de Gobierno, por éste (firmado) J.
Beuajon, h.a.).

Los restos del Padre Hernández

En 1882, durante el Gobierno de Meriño, hubo el


propósito de traer al país los restos del Pbro. Hernández.
Así consta en la siguiente carta del Administrador de la
Misión de Curazao, dirigida al Sr. D. León, Cónsul de la
República en esa isla:
«Vicaría Apostólica.– Curazao, abril 30 de 1882.– Exmo.
señor Cónsul.– Con el mejor placer, a fin de satisfacer a su
Comisión del 25 del corriente, sin vacilar escribí al Reverendo
Señor Cura de la Iglesia de Santa Ana, para tomar las infor-
maciones necesarias sobre la sepultura del difunto Presbítero
Doctor GASPAR HERNÁNDEZ».

329
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

«La contestación me declara: los restos del nombrado


Presbítero DON GASPAR, son sepultados en el mausoleo
(la sepultura donde son enterrados también los restos de
nuestro difunto Obispo Monseñor M. J. Nierrold, y de
todos los sacerdotes y religiosas de la Misión de Curaçao);
pero que piensa (i tal es mi opinión) que será imposible
de reconocer el ataúd, después de veinte y cuatro años de
sepultura. Además, los tres compartimientos que tiene
dicho mausoleo están ocupados nuevamente en diciembre
(a.p.) y en enero (p.p.), que según nuestras leyes vigentes
no puede abrirse sino respectivamente se ha pasado un
año».
«Los gastos no serían mayores, que el sueldo de un
mayordomo del Campo Santo (pauta f. 8), i de los peones
necesarios».
«Siento que estos datos vayan a poner obstáculos a Su
Señoría para efectuar el encargo de la exhumación, y de-
seo que se presente una ocasión en qué poder prestar a Su
Señoría más activos servicios».
«V. Ra. dígnese aceptar las sinceras expresiones de alta
consideración y de gran respeto, de su señor hijo,

TRCHICCHEMS,
Administrador de la Misión de Curazao.

Al Exmo. Señor Don D. León, Cónsul de Santo Domingo».


(Del opúsculo Juan Pablo Duarte. Documentos relativos a la
traslación de sus restos. Santo Domingo, 1884, pp. G-6).
Gestiones posteriores, de particulares, en igual sentido,
también han sido inútiles.

(Clío, S.D., No. 54, 1942).

330
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

ADICIÓN
UNA CARTA DEL P. GASPAR HERNÁNDEZ

En el artículo El caso Gaspar Hernández (Clío, No. 54,


1942), nos referimos a una obra del ilustre sacerdote lime-
ño, hasta entonces desconocida, de la que sólo hemos vis-
to el ejemplar existente en la rica biblioteca dominicana
del Lic. Julio Ortega Frier: Derecho y prerrogativas del Papa y
de la Iglesia, o sea una breve impugnación de los cuatro artículos
de la Asamblea del Clero galicano de 1682. Curazao, 1853.
A las breves noticias de la obra, que dimos entonces,
nos place agregar hoy otras nuevas, del mismo Padre
Gaspar Hernández, que figuran en la carta siguiente, hasta
ahora inédita, cuyo original reposa en el precioso Archivo
de la Propaganda Fide, de Roma (Sritti Rif. nei Congres.,
América-Antille, dal 1847-1853):

Curazao, diciembre 13 de 1853.

Eminentísimo, Ilmo. y Revmo. Prefecto de la Sagrada


Congregación de Propaganda Fide,

Mi venerado Prelado y Señor:

Después de nuestra expulsión de Santo Domingo


salió a luz un papel que tiene el carácter de oficial apro-
bando la pésima conducta del Presidente Pedro Santana
contra mi respetable y virtuoso Prelado el Señor Arzobispo
de aquella Metrópoli, y apoyándola no sólo en las cuatro
proposiciones del Clero Galicano de 1682, sino también
en la marcha torcida que llevó el Rei de Francia Luis 14
en el asunto de las regalías; y asegurando como aprobados
por Inocencio 12 semejantes atentados.

331
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Este Ilmo. y Revmo. Sr. Arzobispo de Cytrum, Vicario


Apostólico de esta Isla, me habló para que en defensa de
los derechos y prerrogativas de la Silla Apostólica y de la
Iglesia, como asimismo para hacer un bien a las Américas
Españolas impugnase tales doctrinas, pues creía de
necesidad hubiese una refutación en idioma español. A
su solicitud que era para mí un mandato, me determiné a
escribir con tanto mayor placer cuanto que era de una
materia sumamente útil, y que convenía fuese explanada
en estos tiempos, y en esta parte del mundo tan agitada
por las ideas y obras de los falsos filósofos.
A más de estas poderosas razones, también me ha asistido
el deseo de vincular en parte la literatura y religiosidad
de Lima, mi patria, desacreditadas por el Presbítero
Francesco de Paula Vigil en su perversa obra que ha sido
solemnemente condenada por N.S.S. Padre que actualmente
rige la cátedra de San Pedro. He concluido con mi encargo
y en prueba de ello mando a Vuestra Eminencia un ejemplar,
lisonjandome, desde ahora la idea de que Vuestra Emi-
nencia se dignasrá aceptarlo y usará de indulgencia por
los defectos que en él observara. Mis conocimientos son
muy escasos, pero mis convicciones son tanto más seguras,
cuanto que se hallan basadas en las doctrinas santas de
nuestra Madre Iglesia Católica.
El Excmo. e Ilmo. Sr. Arzobispo de Santiago de Cuba
me escribió invitándome, lo mismo que a mis compañeros
de destierro, a que me fuese a su Casa, si acaso salíamos
de esta Isla. El Dr. Elías Rodríguez y el Presbítero José
Santiago Peña se han ido a Puerto Rico. Yo pienso salir de
aquí para Cuba el día 17 de los corrientes, moviéndome a
dar este paso el buscar medios para reparar mi salud que
ya se está deteriorando.

332
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

No puedo menos que manifestar a V. E. que desde el


día 29 de marzo en que llegamos a ésta nos recibió este
Ilmo. y Revmo. Sr. Obispo en su casa en donde hemos
estado hasta el día de nuestra separación, recibiendo
continuamente atenciones y consideraciones y prodigándonos
una hospitalidad grande y generosa, en todo conforme a
su carácter admirable de un Caballero y de un Prelado
Apostólico.
Yo por mi parte y a nombre de mis compañeros, doy a
V. E. las gracias por la recomendación que se dignó hacer
con respecto a nosotros con fecha 13 de junio a este Ilmo.
Sr. Obispo y confío en que V. E. no desdeñará este mismo
favor haciéndolo para en adelante, pues cubiertos con su
sombra somos felices.
Con la más alta consideración es de V. E. su más atento
servidor, humilde y súbdito y agradecido Capellán
q.b.s.m.

Gaspar Hernández

Si otros escritos del discutido sacerdote han servido


para señalar su evidente españolismo, la presente carta
revelará que no dejó de interesarse por su tierra nativa:
«Lima, mi patria», la llama el P. Gaspar, quizás con
profunda nostalgia, porque la ausencia de sus lares fue
definitiva. Su largo exilio de más de treinta años por
Venezuela y las Antillas, terminó en la muerte, ocurrida
en Curazao en 1858, cuando de nuevo se disponía a
retornar a su segunda patria.

Roma, 1950.
(Clío, S.D., p. 32-33, 1950).

333
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

LA REVOLUCIÓN DE 1843
Apuntes y documentos para su estudio60

Antecedentes
No sólo por larga y ominosa, ni por las circunstancias
en que vino a producirse –cuando del vegetativo coloniaje
se pasaba a la vida independiente soñada por Núñez de
Cáceres– la dominación haitiana en la parte oriental de
Santo Domingo fue el naufragio de la más gloriosa de las
colonias españolas, abandonada a su triste destino y al
despótico imperio de otra raza, que antes fue la de sus
siervos. La voz de alerta había sido dada a las autoridades
españolas, reiteradamente, en larga serie de patéticos
memoriales que desde el siglo XVI señalaban las
necesidades de la Isla y la amenaza que constituía, para
la Española, el establecimiento de los franceses en la Tortuga
y el rápido progreso de la próspera colonia de Saint-
Domingue61.
Si en la precaria paz impuesta por la fuerza siempre
está latente la revuelta, esta ineluctable ley social se
cumplió desde un principio en la parte española de la Isla:
la Conspiración de Los Alcarrizos, en 182462, la creación
de La Trinitaria, en 1838; la participación dominicana en
la revolución de 1843; el grito de Separación, en 1844;
no son sino los ecos de las proféticas palabras de Núñez

60
Al cumplirse el primer Centenario de la Revolución de 1843, que tanta
importancia tiene en nuestra historia, publicamos estos apuntes y documentos
como una contribución a su estudio. Se omiten, deliberadamente, pasajes
de la Era de Haití que pueden verse en las obras citadas más adelante.
61
V. Relaciones históricas de Santo Domingo. Colección y notas de Emilio Rodríguez
Demorizi. Editorial Montalvo, Ciudad Trujillo, 1942.
62
V. Dr. Max Henríquez Ureña, La conspiración de Los Alcarrizos, Lisboa, 1941; y
nuestro artículo La revolución de los Alcarrizos, en B.A.G., No. 10, 1940.

334
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

de Cáceres, pronunciadas en presencia de Boyer: «La


palabra es el instrumento de comunicación entre los hombres,
y si no se entienden por el órgano de la voz, no hay
comunicación; y ya veis aquí un muro de separación tan
natural como insuperable, como puede serlo la interposición
de los Alpes y de los Pirineos».
Los dominicanos, pues, siguieron el largo camino de
su calvario, cada día más penoso por las antiliberales
disposiciones del presidente Boyer, cuya visible preferencia
por la parte occidental de la Isla contribuyó desde
temprano a fomentar el descontento en la parte española,
no considerada como porción del Estado haitiano, sino
como indigna colonia que era necesario despojar de toda
esperanza de progreso. Ni la Universidad logró salvarse
entonces de las medidas restrictivas de Boyer, y sus alumnos
pasaron de las aulas a los cuarteles63. Además, para
desnacionalizarnos, introdujo un nuevo elemento de
perturbación étnica en el país conquistado: la inmigración
negra de los Estados Unidos, establecida en la Península

63
Durante su estada en Santo Domingo, en 1822, el Presidente Boyer visitó la
Universidad, y con ocultas miras confió su organización a una Comisión
compuesta por el Vicario Dr. José Gabriel Aybar, el Lic. José Joaquín Del
Monte y don Tomás Bobadilla. Era su Rector el Dr. Francisco González
Carrasco. A esa mentida organización se refiere, con interesantes pormenores,
don Andrés López de Medrano, en el Diccionario que en la apertura de las aulas
y restitución de la Universidad, pronunció en junio de 1822, opúsculo editado
en Santo Domingo en la Imprenta del Gobierno, en el mismo año. En una
exposición (11 de ag. 1822) de la Comisión de Instrucción Pública, de Puerto
Príncipe, compuesta por B. Inginac, Colombel, J. C. Salgado, P. Rouanez,
Fremont, Granville y Desrivieres Chanlatte, se decía que sería enviado un
profesor de francés a la Universidad de Santo Domingo, y maestros que
enseñaran francés en los pueblos del Este. Esta exposición fue publicada en
el periódico Le propagateur Haïtien, No. 7, págs. 9-12, Port-au-Prince, sept.
1822. En el mismo periódico, No. 3, de junio 1822, se habla también del
proyecto, nunca realizado, de ayuda a la Universidad.

335
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

de Samaná, de vida inerte e infecunda y que constituye


aún el único punto nebuloso en el mapa lingüístico de la
República.
Reflejo de la actitud de Boyer era la de las Cámaras
Legislativas de Puerto Príncipe, en lo que atañe a las dis-
posiciones administrativas que debían tomarse en benefi-
cio de la parte española: en todo había preferencia por la
parte occidental. Nada podrían lograr los dominicanos en
el seno de la suspicaz corporación. No obstante, Rafael
Servando Rodríguez, en 1833, Pedro Nolasco de Brea y
José Valverde, en 1837, y otros legisladores dominicanos,
en diversas ocasiones, abogan, piden «ventajas» para el
Este, sin alcanzarlas nunca64. Así es cada día más oscura la
servidumbre, que la fracasada misión de Fernández de
Castro, en 1830, había hecho más pesada y denigrante65.
Ese estado de cosas hace propicio el ambiente a la
empresa iniciada por Duarte, cuya definitiva trayectoria
queda trazada el 16 de julio de 1838, en la modesta casa
de Juan Isidro Pérez, donde nace La Trinitaria, matriz de
la República66.

64
Puede verse, al respecto, Rafael Servando Rodríguez, Discurso (acerca de
proposiciones para el Este, rechazadas), pronunciado en la sesión del 17 de
julio de la Cámara de los Comunes, en Bulletin des Lois, No. 3, Port-au-Prince,
julio 1833; y Adición al anterior discurso, en Bolletin, No. 4, 1837. En el mismo
Bulletin, No. 5, pág. 6 de 1837, hay proposiciones en favor del Este, hechas por
Nolasco Brea en la sesión del 16 de julio de 1837.
65
V. las Observaciones, publicadas en 1830 por Don Tomás Bobadilla, acerca de
la citada misión, reproducidas por D. Jean Joseph en su libro La question
dominicaine. Nos limites frontières. Port-au-Prince, 1893. Con motivo de anexión
a España, en 1861, la prensa de la capital haitiana reprodujo, en español y en
francés, dichas Observaciones, V. el periódico L’Opinion Nationale, No. 15, Port-
au-Prince. 13 abril 1861.
66
Véase J. M. Serra, Apuntes para la historia de los trinitarios fundadores de la
República Dominicana. Santo Domingo, 1887; y Alejandro Bonilla, Contesta-
ción al opúsculo del Señor don José María Serra. Santo Domingo, 1889.

336
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Los trabajos preparatorios de la separación inicia-


dos y dirigidos por Duarte, encaminados a crear la Nación
–independiente y soberana– y estimulados por el Presbíte-
ro Gaspar Hernández con el oculto propósito de restituir-
le a España su antigua Colonia67, coincidieron con la sor-
da revuelta que desde hacía tiempo se fraguaba en la parte
occidental contra el letárgico gobierno de Boyer. El sucesor
de Petión, como dice el historiador haitiano Pauléus
Sannon, lo había hecho todo para hacer que esa revuelta fuese
a la vez legítima e inevitable68. Si ella era inevitable y legítima
para los haitianos, ¡cómo lo sería para los dominicanos!
De las lejanas comarcas de Los Cayos llegaban a Santo
Domingo persistentes rumores de que se conspiraba contra
Boyer. Duarte tuvo, entonces, la sagaz previsión de
coadyuvar al derrocamiento del tirano. Romper la pode-
rosa unidad del dominador era un anticipo de la victoria
definitiva, pues, como señala el escritor haitiano Alexandre
Bonneau, la primera consecuencia de la revolución de
1843 fue la separación dominicana69.
A Juan Nepomuceno Ravelo, y después a Ramón
Mella –elegido por Duarte– se les confió la misión de ir

67
V. nota 87, infra.
68
Pauléus Sannon, Essai histórique sur la révolution en 1843. Cayes, 1905, p. 90, V.,
además, F. E. Dubois, Précis histórique de la révolution haïtienne de 1843. Paris,
1866, Thomas Madiou, Histoire d’Hait. Années 1843-1846, Port-au-Prince,
1904; Lepelletier de Saint Remy, Saint-Domingue. Etude et solution nouvelle de la
question haïtienne. París, 1846. Son de particular interés las obras de Joseph
Balthazar Inginac. Mémoires de… ex-Secrétaire General pres S.R. l’Président
d’Haïti. Depuis 1797 jusqu’a 1843. Kingston, Jamaica, 1843; y Adresse du
General de Division B. Inginac aux haïtiens ses compatriotes. Kingston, Jamaica,
1844. Ambas obras contienen, además, interesantes noticias acerca de la
Independencia de 1821. La última contiene, también, breves pero importantes
alusiones a la Separación de 1844.
69
Alexandre Bonneau, Haïti, ses progrès, son avenir. París, 1862.

337
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

a Los Cayos, centro de la conspiración, para «combi-


nar el movimiento que debía efectuarse en la parte es-
pañola luego que la haitiana enarbolase el estandarte de
la insurrección70. Mella, por más resuelto o más afortu-
nado que Ravelo, alcanzó el propósito apetecido, y la
parte española se adhirió sin tardanza al movimiento re-
voluciónario contra Boyer iniciado en Praslin el 27 de
enero de 184371.

Duarte en la Reforma

En la tarde del 24 de marzo se dio en Santo Domingo


el grito de Reforma. Duarte y sus adeptos depusieron al
General Carrié72 y a las demás autoridades haitianas, no
sin que se derramada en la Plaza de Armas la sangre del

70
José Gabriel García, Compendio de la Historia de Santo Domingo, Santo Domingo,
1894, vol. II, p. 188.
71
Ardouin, en sus Etudes sur l’historie d’Haïti, París, 1860, vol. 11, p. 252, dice lo
siguiente al referirse a las actividades de los reformistas: «El 26 de enero
(1843) llegó (a Los Cayos) de Santo Domingo un joven llamado Ramón
Mella, enviado por los oponentes de esa ciudad; él regresó inmediatamente».
Dice Ardouin, pág. 295, que Charles Herard cambió la denominación de la
República de Haití por la de República Haitiana, y agrega: «Le chef de
l’opposition créa malgré lui une République Dominicaine sur le territoire de l’ile.
Il ignorait les idées et les vrais sentiments qui existaient depuis quelque
temps dans les départements de l’Est». El nombre de República Dominicana
existía ya en el juramento de los trinitarios, en 1838; y en documentos de
1822, concernientes a la Independencia Efímera.
72
Bernardo Felipe Alejo Carrié gobernaba el Departamento de Santo Domingo
desde fines de 1831, año en que sucedió al general Borgellá. Su hijo el
Capitán B. Carrié fils era su edecán. Acerca de los desórdenes de éste en
Santo Domingo véase Une fantaisie du lieutenant Carrié, en la obra de P. E. de
Lespinasse, Gens d’autrefois… Vieux souvenirs. París, 1926, pp. 274-280. Carrié
fue designado en 1857, por el Emperador Faustino, Duque de La Vega Real.
Acerca de los sucesos de 1843 véase los escritos del general Carrié y de su
hijo, Docs. 1 y 2.

338
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Comandante Charles Cousin y de otros contendientes73.


Se constituyó entonces una Junta Popular que debía ejercer
el Gobierno, compuesta por Alcius Pontieux, Jean Baptiste
Morin, Manuel Jimenes, Juan Pablo Duarte y Pedro
Alejandrino Pina: los dos primeros representantes del
elemento haitiano, y los tres últimos del elemento domi-
nicano, entre los cuales había ya la profunda escisión
producida por los trabajos preparatorios de la separación,
emprendidos por los trinitarios y por aquellos que, sin
serlo, como el P. Gaspar Hernández, estimulaban esa
división. A Duarte le fue confiada la importante misión
de instalar y organizar las Juntas Populares en las regiones
del Este, tarea que realizó con admirable actividad y
eficacia, logrando asegurar la cooperación de los hermanos
Pedro y Ramón Santana74 en la obra iniciada el 16 de julio
de 183875.
La transitoria alianza entre dominicanos y haitianos
fue desvaneciéndose rápidamente, y ya el 8 de junio de
1843 los primeros dirigían a la Junta Popular la discutida
Representación en que expresaban aspiraciones de progreso
y libertad76. «La separación es un hecho», dijo entonces el
delegado haitiano Brouat; y no le faltaba razón, dice el

73
Charles Cousin, de Los Cayos, Haití. En 1828 era jefe de batallón del
Regimiento 32, en Santo Domingo. Tenía entonces 42 años y pertenecía a la
Logia. En 1827 contrajo matrimonio, en esta misma ciudad, con Francisca
Álvarez. Su hija Merced Cousin residía aquí en 1850.
74
Pedro Santana se hallaba en la ciudad de Santo Domingo, probablemente,
el día 24 de marzo de 1843. Por lo menos lo estaba el día 20, fecha en que
firmó aquí un acto notarial que publicamos con el título de Papeles de Santana,
en B.A.G.N., No. 12, 1940, p. 292.
75
Véase el artículo del Dr. Alcides García Lluberes, Duarte en la Reforma, en
Listín Diario, núm. 13248, Santo Domingo, 26 enero 1931.
76
V. la citada Representación, Doc. 4.

339
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

historiador García, «porque la patriótica manifestación


dio nacimiento al período histórico en que se desarro-
llaron con vertiginosa celeridad los acontecimientos me-
morables que dieron resultado, con la escisión de las dos
partes de la isla, la aparición de una nueva nación: la
República Dominicana»77. La afirmación de Mr. Brouat
era consecuencia lógica de un proceso sociológico en
marcha: se trataba de un fenómeno político cuyo desen-
lace era evidente. Refiriéndose a un caso semejante, dice
Murray Butler que «hubo observadores europeos que se-
ñalaron, mucho antes de que apuntara la revolución, que
la independencia americana era inevitable». Y agrega el
docto profesor americano: «No sería fácil definir, o aún
describir lo que se entiende por nacionalidad; pero no
cabe duda de que una nacionalidad es un hecho inflexi-
ble cuya significación los hombres frecuentemente sien-
ten mucho antes de que puedan comprenderlo o expli-
carlo»78. Así, la antigua colonia, el efímero Estado de
1821, contaba con los informes elementos de una nación,
étnica, histórica y geográficamente definida, y sólo falta-
ba que se encendiese la antorcha forjada por Duarte y sus
discípulos 79.

77
J. G. García, ob. cit., pp. 200-201. V., además, Ml. María Valencia, La verdad y
nada más, interesante documento publicado por don Emilio Tejera en Clío,
mayo-junio 1935. El escrito de Valencia fue refutado por B. Carrié fils, el 29
de agosto de 1843. Véase Doc. 2.
78
Nicholas Murray Butler, Los constructores de los Estados Unidos. Habana,
1933, p. 33.
79
V. Félix María del Monte, Reflexiones históricas. En la revista Analectas, S.D.,
No. 12, 1o. sept. 1933. Véase, además, el Doc. 10, en el cual se pinta con vivos
colores el período de la dominación de Haití: y la Manifestación… del 16 de
enero de 1844, en Colección de leyes… Doc. 1.

340
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Misión López de Villanueva

En aquellos agitados días también se renovó el viejo


propósito, alentado por algunos, de acudir a la antigua
Metrópoli en busca de protección para emanciparse del
dominio de Haití. Con esas miras se realizó la misión
secreta de don Antonio López de Villanueva, soldado de
la Reconquista, quien se trasladó a Cuba en los primeros
meses de 1843, provisto de una Memoria80, con el encargo
de participar a las autoridades de aquella isla la favorable
disposición en que se hallaban los dominicanos par sacudir
el yugo haitiano y para someterse a la protección y amparo
de España, e informarse de la acogida que se le daría a su
proyecto.
El Gobernador General de Cuba, don Jerónimo Valdez,
conocedor de la misión de López de Villanueva por oficio
que le dirigió don Juan Tello, Gobernador del Departa-
mento Oriental, en fecha 10 de abril de 1843, se limitó a
recomendar a éste que no hiciera concebir esperanza
alguna al proponente, ni le diera tampoco una refutación
que hiciera perder el hilo del negocio81.

80
V. Doc. 3, Memoria de López Villanueva. Antonio López Villanueva nació en
Santiago de los Caballeros, hijo legítimo de Andrés López Villanueva y de
Jacinta Medrano. En 1846, según consta en testamento que otorgó entonces
en Puerto Plata, tenía once hijos: Francisco López Villanueva, hijo de Juliana
Arazena; Toribio y José Eugenio López Villanueva, hijos de Francisca
Colón; y Nicolasa, Antonia, Teresa, Alejandro, José Antonio, Jacinta,
Francisco y María del Carmen López Villanueva, hijos de Isabel Peconet.
81
V. ambas comunicaciones a continuación del Doc. 3. Al igual que López
Villanueva, Don Pablo Paz del Castillo hizo idénticas e inútiles gestiones
cerca de las autoridades españolas de Cuba y Puerto Rico. Paz del Castillo,
natural de Canarias, salió de Venezuela a consecuencia de los sucesos
políticos que ocurrieron allí en 1835, y abandonó su empleo de Teniente
Coronel. Entonces vino a la Isla y se radicó en Moca. Luego fue perseguido

341
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Había, además, otros políticos dominicanos que


trataban de obtener la protección de Inglaterra, gestiones
de las cuales hay escasas noticias. En una nota dirigida
por el Cónsul de la Gran Bretaña en Puerto Príncipe, Thomas
Ussher82, el 15 de julio de 1843, al Secretario de Estado
de Relaciones Exteriores de su país, el Conde Aberdeen,
dice lo siguiente: «Hace tiempo fui visitado por una
persona de nombre Pimentel, nativo de Santo Domingo,

por las autoridades haitianas. En 1843 el General Carrié lo expulsó hacia


Curazao, de donde regresó después del 24 de marzo. Hay pormenores de
esas persecuciones en un acto notarial del 17 de abril de 1843, que publicó en
aquellos días en una hoja impresa en Santo Domingo con el siguiente título:
Exposé succinct des injustices et de l’arbitraire exercés contre Pablo Paz del Castillo,
Lieutenant-colonel de la République de Venezuela, par les comandants des arrondisse-
ments de Saint Yague et Santo Domingo à la République d’Haïti, 1843. (Hay copia
de este impreso en nuestra biblioteca). Al referirse a la visita de Charles
Herard a la parte española, en vista de las denuncias de la revolución que se
fraguaba entonces, el historiador García dice que Rafael Servando Rodríguez
fue acusado, en Santiago, de haber mandado a buscar a Cap. Haïtien una
caja de charreteras y sombreros de pico para decorar a los jefes del decantado
partido colombiano que dizque organizaba en el Cibao Pablo Paz del Castillo,
militar español que ilusionado como López Villanueva y con el mismo
motivo, había soñado también con la posibilidad de una segunda reconquista,
huyendo para la capital, desde donde se embarcó para el extranjero, el día
antes de la entrada del ejército popular». (Compendio de la Historia de Santo
Domingo, S.D., 1894, vol. II, pp. 210, 240, 262 y 320). Paz del Castillo se dedicó
entonces a hacer gestiones en favor de España: el 24 de octubre llegó a la
Guaira, procedente de Curazao, en la goleta española Elvira y volvió a esa
isla, en la misma goleta, el 24 de noviembre. De allí salió otra vez, para la
Guaira, en compañía de su familia, y llegó el 2 de diciembre. Todavía
después de proclamada la República, Paz del Castillo continuó sus gestiones
en favor de España. Puede verse, al respecto, en el Archivo de la Nación,
Colección de Documentos procedentes del Archivo Nacional, de Cuba. El sueño
político de Paz del Castillo se realizó al fin: aquí vivía en 1863, en los tiempos
de la Anexión a España. Véase infra, Doc. 6, nota 7.
82
Ussher, Vice-Cónsul de Inglaterra en Port-au-Prince, fue ascendido a Cónsul
en diciembre de 1842. Intervino durante varios años en las contiendas
domínico-haitianas.

342
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

quien me informó que él había sido comisionado por un


poderoso partido de allí para entenderse conmigo y pedir
mi intercesión ante el Gobierno de su Magestad para
tomar posesión de la parte española de Haití. Que ellos
estaban decididos a sacudir el yugo haitiano y se sentían
convencidos de que bajo la protección británica podían
tener un gobierno bueno y fuerte, con la subsecuente
prosperidad. Yo le contesté brevemente que me era
imposible hacerme cargo de una proposición de esa natu-
raleza, y que me veía compelido a declinar ser el medio
de transmisión de los deseos de su Partido al Gobierno
de Su Magestad»83. De Pimentel apenas hay conocimiento.
Se sabe que fue hecho prisionero en Las Matas por las
fuerzas haitianas en 1844. Pero se ignora qué partido
representaba, ni quienes lo componían, ni cómo, en fin,
estaba concebido el desconocido plan anglófilo84.

83
V. Dr. Max Henríquez Ureña, Apostilla histórica. Un proyecto anglófilo en 1843
frente al Plan Levasseur. Con nota adicional de E.R.D. En el diario La Nación,
C. T., 23 oct. 1941.
84
Francisco Pimentel era Diputado por Las Matas de Farfán en 1832. Nombra-
do por Boyer Juez de Paz del mismo lugar renunció el 6 de abril de 1835. Otra
vez elegido representante por Las Matas en febrero de 1842. Parece que en
1843, siendo Diputado, fue acusado de faltas en su conducta, a juzgar por los
documentos que en defensa suya, firmados por 119 personas de Las Matas,
publicó en el periódico de Port-au-Prince Le Manifeste, del 14 de junio de 1843.
No era de Las Matas: en este último año hacía 20 años que residía allí. Debe
de ser el mismo Francisco Pimentel, citado por García, (Historia, vol. II, p. 300),
que figura como teniente coronel del Ejército dominicano en la campaña de
1845. En su obra Saint Domingue, Etude et solution nouvelle de la question haïtienne,
(París, 1846, vol. I, pp. 362-363), el historiador francés Lepelletier de Saint
Remy dice lo siguiente, refiriéndose a la guerra domínico-haitiana, en los días
anteriores a la batalla de Azua: «Mientras el Presidente (Herard) estaba en
Las Cahobas, se hacían en Neyba los primeros disparos de fusil. Pimentel
(francés naturalizado en la parte española), diputado en varias legislaturas, y
uno de los jefes más activos de la insurrección, se empeñó en este lugar en un
vivo tiroteo con las tropas de la segunda columna expedicionaria».

343
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

En oposición a esas tendencias proteccionistas, la


conspiración animada por Duarte y Sánchez tomaba nuevos
impulsos y se multiplicaban los afiliados de La Trinitaria,
cuya visible red se extendía por todo el país. Y ello no era
un misterio para el gobierno haitiano presidido por el
revolucionario de Praslin, Charles Herard, quien se
presentó entonces, al frente de poderoso ejército, en la
parte española de la Isla. A su paso por el Cibao y Santo
Domingo ordenó violenta persecución contra los sepa-
ratistas: unos fueron a dar en las ergástulas de Puerto
Príncipe, como Ramón Mella, Rafael Servando Rodríguez85,
el Pbro. Juan Puigvert86; otros, como los hermanos Santana,

85
Acerca de las actividades políticas de R. S. Rodríguez véase nuestro trabajo
Contribución de Santiago a la obra de la Independencia. Santiago, 1938, volumen
IV, pp. 15-20, publicación de la Soc. Amantes de la Luz, Certamen de la
Trinitaria. Véase, además, nota 5 supra. En el periódico haitiano Feuille du
Commerce, No. 4, Port-au-Prince, 28 enero 1844, aparecieron dos escritos de
Rodríguez, uno en francés y otro en español. En el mismo periódico, edición
del 14 de enero de 1844, figura la carta de Charles Herard a Rodríguez, del
13 de enero, que se reproduce ahora, Doc. 11.
86
En una curiosa Relación, inédita, escrita hacia 1863, de la que conservamos
copia, el Padre Puigvert refiere en la siguiente forma las persecuciones que
sufrió en 1843: «Fui arrebatado de mi casa por un piquete de caballería que
vino de La Vega, conducido y encarcelado en el Macorís donde se hallaba el
geje de la expedición haytiana que recorrió esta parte. No se formuló causa
alguna sobre mí; mas por algunas preguntas que me hicieron conocí que se
me consideraba como conspirador contra Haytí. Desde Macorís me condu-
jeron a Puerto Plata en cuyo castillo me tuvieron algunos días; luego fui
embarcado para Puerto Príncipe en cuyas cárceles pasé algunos meses, hasta
que se me dio por cárcel la Ciudad bajo la vigilancia de la Alta Policía,
siempre sin formular causa ni manifestarme los motivos que había para así
molestarme. Comprendí que mi supuesta conspiración se reducía solo a
cuestión pecuniaria, y deseando salir de aquel estado penoso hice proposi-
ciones a un sujeto que sabía yo tenía mucho valimento con el Gefe de la
malhadada Reforma; y a influjo de algunas onzas parece dejó de conside-
rárseme como conspirador, y se me dejó vivir sin sujeción alguna a la vigilancia
de la Alta Policía: Pretestando sin embargo que no me convenía volver a
este pueblo donde me quedarían enemigos que podrían molestarme, se me

344
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

lograron escapar de sus esbirros, y otros, Duarte, los


presbíteros Gaspar Hernández87 y Pedro Pamiés, Juan
Isidro Pérez y Pedro Alejandrino Pina, se vieron obligados
a salvarse de la saña de Herard a cambio de las angustias
del destierro88.
Las persecuciones de Herard, incapaz para obtener la
unidad del elemento haitiano, y menos la de éste y el domi-
nicano, reavivaron aún más el ardor patriótico encendido
por Duarte, el ausente que parecía haber encarnado enton-
ces en su propio hermano Vicente Celestino, en Francisco
de Rosario Sánchez y en Ramón Mella.

propuso un Curato de la Parte que se llama francesa: acéptele (sin intención


de ir a tal Curato) con la condición de venir antes a mi casa y arreglar mis
asuntos: concedióseme con amplias facultades de ejercer mi ministerio
durante mi permanencia (que fue ilimitada) en esta Parroquia: pensaba
demorar en ella más tiempo, más como se me avisó que se preparaban
nuevas complicaciones políticas, apresuré mi partida y salí para Santo
Domingo. Manifesté al Señor Portes mi intención de abandonar el país no
obstante mi nuevo nombramiento, insinuándole al mismo tiempo que
deseaba demorar en esta Parte una temporada bajo algún pretex
to que no lo comprometiera, y convenimos que me mandaría a Samaná por
algunos días, que era el punto que yo interesaba. Precipitóse entre tanto el
pronunciamiento de Separación, y libre ya esta Parte de la dominación
Haytiana, no pensé más en salir de este país, ni en ir a Samaná, sino en
volverme a este Pueblo, como lo efectué con el beneplácito del Señor Portes».
El Pbro. Puigvert llegó a Santo Domingo en 1836. Desde entonces hasta
1882 fue Cura de Cotuy, donde murió el 3 de febrero de 1886.
87
El P. G. Hernández se dedicó en Curazao a conspirar contra el Gobierno
haitiano, en pro de España, según consta en su trascendental Informe, inédito
hasta ahora. Véase Doc. 6. Acerca de sus actividades véase nuestro artículo
El caso Gaspar Hernández, en Clío, No. 54, julio-agosto 1942.
88
En el periódico El Venezolano, No. 201, Caracas, 18 sept. 1843, se publicó un
interesante suelto acerca de la llegada de Charles Herard a Santo Domingo,
y de sus desmanes. En el suelto se dice que la información se debía a una
persona que había salido de S.D. el 10 de agosto. (Duarte, Pina y Pérez,
habían salido de aquí en esos días). V., además, los valiosos Apuntes de D.
Jacinto de Castro, Doc. 9.

345
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

La visita de Charles Herard a Santo Domingo, sus


violencias y desaciertos, fueron el mejor acicate para la
revolución. La llama estaba encendida y nada lograría
extinguirla: prisiones, amenazas de muerte y ostracismos
solo servirían para avivarla, como hoguera que crece con
el viento.

La Constituyente de 1843
Reclamaciones dominicanas

Desde su llegada a Puerto Príncipe, falsamente con-


vencido de que las drásticas medidas tomadas en su
memorable recorrido por la parte Oriental de la Isla
habían ahogado todo intento de sedición, Charles Herard
se ocupó en la organización de la Asamblea Constituyente
que había sido convocada por decreto del 15 de abril de
ese año, con el objeto de redactar la nueva Constitución
de Haití89.
Los diputados de la parte española fueron los siguien-
tes: Mr. Picart y Buenaventura Báez, representantes por
Azua; Pablo López Villanueva, Federico Peralta y C.
M. Westen, por Puerto Plata; Antonio Justo Chanlatte,
por San Juan de la Maguana; el Pbro. José Santiago Díaz
de Peña, por Neiba; Manuel Ramón Castellanos, Valdez
y Miguel Antonio Rojas, por Santiago; Manuel María Va-
lencia, Juan Nepomuceno Tejera, Francisco Javier Abreu,

89
V. Charles Herard, Rapport… Port-Républicain, 1843, 14 p., reproducido en
Emmanuel Edouard, Recueil général des lois actes du Gouvernement d’Haïti, París,
1888, vol. VII. Parcialmente reproducido por Emiliano Tejera en Memoria que
la Legación extraordinaria de la República Dominicana en Roma presenta a la Santidad
de León XIII, dignísimo pontífice reinante y juez árbitro en el desarrollo existente entre la
República Dominicana y la de Haití. (Roma, 1896).

346
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Alcius Pontieux y Domingo Benoit, por Santo Domingo;


y Remigio del Castillo, por Higüey90.
El historiador García, al referirse a la diversidad de
ideas políticas de los diputados dominicanos, señala que
éstos fueron escogidos, unos «entre los separatistas, y otros
entre ese gremio pacífico que en los países agitados por
las discordias civiles se acoge a la sombra de la neutralidad
y busca en ella garantías contra los peligros de las luchas
políticas, razón por la cual no solo fueron impotentes para
influir de una manera decisiva en las resoluciones de la
Cámara, sino que no pudieron hacer gran cosa en defensa
de los intereses de la parte española»91.
La Constituyente inició sus trabajos el 15 de septiembre,
en momentos poco propicios92. Había ocurrido en esos

90
El citado periódico haitiano Feuille du Commerce, publicó diversos escritos
políticos de constituyentes dominicanos: en la edición No. 4 del 28 de enero
de 1844, escrito en francés, de M. R. Castellanos; No. 5, 4 feb., artículo en
francés, de Miguel Antonio Rojas; y No. 6, del 11 feb., carta de P. Bergés.
91
J. G. García, ob. cit., vol. II, p. 215.
92
V. Bulletin de l’Assemblée Constituant. Por-Republicain, 1843, 21 p., sesiones 16-
20 sept.; y 40 p., sesiones 21-30 sept., 1843. En la sesión del 30 de sept. los
diputados F. X. Abreu y Remigio del Castillo prestaron juramento de fidelidad
a la nación. (Los diputados López Villanueva, Peralta, del Castillo y Abreu
habían llegado a Port-au-Prince después del 24 de septiembre). Ml. M.
Valencia fue designado Secretario de la Asamblea, en la sesión del 19 de
septiembre. En la del 20, el Diputado Saint-Preux, nombrado por los pueblos
de Santiago y de Santo Domingo, optó por el último. En las sesiones del 3 y
4 de octubre, Díaz de Peña y Valencia fueron nombrados miembros del
Comité del Programa de las bases de la Constitución. Desde la sesión del 15
de octubre, en que se renuevan las directivas, no figura ningún secretario
dominicano. Véanse los periódicos de Port-au-Prince, Le Manifeste, del 17 y
24 sept., 8, 15 y 29 de oct.; y Le Sentinelle, del 13 sep., 5 de oct., 23 de nov. y 7
de dic. 1843. Le Manifeste, del 29 de octubre, publicó la siguiente Declaración:
«El ciudadano Remigio del Castillo, Notario público de Santo Domingo y
Constituyente por la Común de Higüey, declara que destina a la municipa-
lidad de esa Común los emolumentos que la Asamblea Constituyente ha
decretado en favor de sus miembros».

347
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

días la conspiración de Dalzón, contra Charles Herard,


cuyo gobierno ya tomaba el carácter absolutista y antide-
mocrático del régimen de Boyer. Rápidamente crecía el
malestar político, más acentuado aún en la parte del Este,
frente a las frustradas esperanzas de mejoramiento social
que habían concebido, dominicanos y haitianos, al
emprender la revuelta de Praslin93.
Era preciso, pues –dice el autor de unas Reflexiones
políticas publicadas en 1845– «reformar las ideas, las
costumbres, la educación, la industria nacional; curar al
pueblo de sus añejas preocupaciones y llamarle al
banquete de la civilización, destruyendo los artículos 38
y 39 de la Constitución. Era necesario reformar las
escuelas públicas, y adoptar un plan más adecuado al
carácter del pueblo, tal como enviar a diversos puntos de
Europa, por cuenta del Estado, algunos jóvenes, idea que
tanto se había preconizado, y que sin duda habría producido
felices resultados. Era indispensable reformar el Ejército
que absorbía la mitad de los ingresos públicos, y organizar
bajo un buen plan la Guardia Nacional. Era urgente
reformar el Código Penal; el sistema de agricultura; crear
haciendas-modelos; organizar progresivamente el trabajo.

93
Hasta la misma prensa de Puerto Príncipe se hacía eco de las reclamaciones
dominicanas. El periódico Sentinelle de la Liberté, del 23 de noviembre de 1843,
decía: «Nos concitoyens de l’Est se plaignent de la différence que le gouvér-
nement semble établir entre eux et les autres haïtiens; ainsi par éxemple
quand le gouvérnement a fait quatre inspecteurs de douane, ils se deman-
dent pourquoi pas un n’a été pris parmi eux? Ils se demandent encore pour-
quoi le gouvérnement s’entête-t-il toujours à leur envoyer des autorités
supérieures de cette partie-ci et ne prend-il jamais des autorités de chez eux
pour envoyer de notre côte. Tontes ces réclamations sont sages; il faudrait
en quelque sorte promener d’un bout de l’ile à l’unité du sentiment national;
espérons enfin que le gouvérnement s’occupera sérieusement de la partie de
l’Est et qu’il réparera des injustices du gouvérnement déchu».

348
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Debía haberse reformado la legislación comercial; disminuir


los derechos, abolir las prohibiciones; debía haberse
refundido el sistema de hacienda, amortizar el papel-moneda,
y crear una moneda que no fuese ficticia. La necesidad de
estas reformas fue la palanca de que se valieron los
corifeos de la revolución de 1843 para remover las masas,
y hacerlas apoyar su misma ruina. Boyer había chocado
con la representación nacional, había ofendido gravemente
a la Nación; y perdido el tino, en los momentos de su
agonia empleó la fuerza armada contra el pueblo, y le
sucedió lo que a todos los que hacen tan horrendo atentado:
exasperó a sus adversarios, que enarbolaron en el Sub el
estandarte revolucionario.
«Empezaron éstos por un pomposo manifiesto en que
solemnemente prometieron las deseadas reformas; pero
guiados en el fondo por el interés personal, confiaron la
ejecución a un caudillo incapaz, destituido de todos los
elementos de gobernar, y en cuya ineptitud veían cifrada
la esperanza de satisfacer su criminal ambición. El éxito
correspondió a los cálculos, y en nombre del Pueblo Soberano,
erigió Riviére Herard una dictadura más despótica, más
absurda que las de Dessalines y Boyer. Bajo la sombra de
un gobierno provisional, débil y vacilante, recorrió toda
la República al frente de un numeroso ejército y sin
conciencia política, sin las más leves nociones de la ciencia
del gobierno, cediendo a las instigaciones de sus ambiciosos
consejeros, dejó un rastro de lágrimas en todo el curso de
su paseo militar.
«La asamblea constituyente convocada por el Gobierno
provisional, se reunió en septiembre de 1843, con el
objeto, se decía, de reformar las instituciones; pero
compuesta la mayor parte de satélites de Riviére, o de
voyeristas disfrazados; y que más tarde no se han

349
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

avergonzado de quitarse la máscara, abrumaron por el


número a los pocos hombres que con sinceridad deseaban y
esperaban mejoras. La lucha era desigual, y los liberales
vieron con dolor, aunque demasiado tarde, que la revolución
no había hecho otra cosa que cambiar el nombre de las
cosas, subsistiendo éstas en el mismo estado si ya no se
empeoraban; porque es menester decirlo, no todos los
déspotas tienen el talento de Boyer.
«De aquí resultó que los artículos 38 y 39 figuraron en
la nueva Constitución y con eso está dicho todo, pues
encierran el germen de la destrucción de Haití. Los hombres
de luces abandonaron desde ese momento el campo de
batalla, y dueños de él los rivieristas, fácil les fue elevar a
su estúpido ídolo a la presidencia.
«Entonces fue cuando la parte del Este vio perdida toda
esperanza de mejora, conoció que se había erigido un
sistema dominador, que los primeros empleos se habían
confiado a hombres, la mayor parte incapaces e inmorales,
y en fin que sólo había cambiado de dueño»94.
En las agitadas deliberaciones de la Asamblea, los
dominicanos abogaron desde un principio en pro de las
ideas liberales y de un mejor tratamiento de parte de las
autoridades haitianas que veían con recelo y menosprecio
las necesidades y aspiraciones de la región oriental de la
Isla. Testimonio de ello fue la oposición haitiana, en la
Constituyente, a cuanto se refiriera a la Partie de l’Est como
llamaban los dominadores al territorio de la antigua
Colonia de España.

94
V. el artículo Reflexiones políticas sobre la cuestión Haití, en el periódico El Domi-
nicano, S.D., No. 4, 1 nov. 1845, pág. 14.

350
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

En la sesión del 20 de septiembre, el diputado Simonisse


presentó un proyecto de decreto por el cual debía aumentarse
el número de representantes en favor de algunas comunes
del Este. Valencia y otros diputados sostuvieron la
proposición, rechazada en la sesión del día siguiente.
En las primeras sesiones de noviembre fueron sometidas,
sin resultado favorable alguno, diversas reclamaciones
dominicanas relativas a la libertad de cultos, a la insuficiencia
del servicio de Correos, al restablecimiento de la Universidad95,
a los privilegios y diferencias que el gobierno «parecía
establecer entre los pueblos del Este y los pueblos haitianos».
Esas reclamaciones fueron inútilmente robustecidas por
buenaventura Báez, en un largo artículo publicado en la
prensa haitiana, en el cual pedía que se escucharan las
peticiones de los pueblos del Este.
La más ruidosa y trascendental moción dominicana
fue la de Buenaventura Báez. Báez –dice el historiador
haitiano Thomas Madiou– «subió a la tribuna y pidió que
el hombre blanco, no importa su nacionalidad, pudiese
venir a ser ciudadano haitiano, después de algunos años
de residencia en el país, si quería naturalizarse. Para los
diputados de la parte del Este –agrega Madiou– en que
los negros no formaban, como hasta hoy, sino una vigésima
parte de la población, no experimentaban el alejamiento
sistemático de los haitianos respecto de los blancos, la
introducción de éstos en calidad de ciudadanos, debía ser
según la convicción de ellos, un elemento de civilización»96.

95
V. nuestro artículo Proyecto de reinstalación de la Universidad de Santo Domingo en
1843. En Anales de la Universidad, C. T., abril-junio 1940.
96
T. Madiou, ob. cit., p. 41.

351
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

En un largo y ardoroso discurso, apoyado por los


diputados Charles Picart, Remigio del Castillo, Francisco
Javier Abreu, M. A. Rojas y M. R. Castellanos, Buena-
ventura Báez hizo la sensacional proposición, concebida
en esta forma:
Todo extranjero que haya contraído matrimonio con
una haitiana y haya residido durante diez años en la
República, podrá, por una ley que se dictará al efecto, ser
autorizado a adquirir inmuebles en Haití.
Esta autorización será individual y no podrá ni dar la calidad
de haitiana ni conferir ningún derecho político97.
La moción Báez fue rechazada después de ruidosas
discusiones, y los artículos 38 y 39 de la Constitución de
1816, que prohibían a los blancos ser «empleados ni
gozar del derecho de ciudadano, ni adquirir propiedades
en la República» fueron condensados del siguiente modo
en el art. 8 de la nueva Constitución:
Art. 8.– Ningún blanco podrá adquirir la calidad de
haitiano, ni el derecho de poseer ningún inmueble en Haití.
Los dominicanos habían pedido, también frustrada-
mente, que la religión católica, apostólica y romana que
Boyer había desmedrado y combatido en la parte del Este,
fuese la del Estado. Su educación española, su origen
español, y el apego a sus viejas tradiciones, los llevaba,
como observa Madiou, a considerar «todos los cultos
libremente ejercidos, reconocidos y protegidos, como un
instrumento de decadencia y degeneración en un país».
Además, la influencia del clero romano era muy poderosa

97
Véase el citado Discurso, anexo, doc. 7, así como el escrito de Báez acerca
del tratamiento dado por Boyer a la parte del Este, publicado el 7 de dic. de
1843, Doc. 8.

352
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

en la antigua colonia española. No obstante el persistente


empeño de los representantes dominicanos, en la Consti-
tución se estableció la libertad de cultos, contra lo que se
esperaba en Santo Domingo, aumentándose con ello la
hostilidad del clero dominicano ya iniciado en las ideas
separatistas propagadas por los trinitarios. La Iglesia cons-
tituía una fuerza inapreciable, que desde entonces estaría
con mayor ardimiento al servicio de la causa y que
prestaría grande y valioso concurso en la formación de la
nacionalidad dominicana98.
Nada lograron, pues, los desalentados representantes
dominicanos, en la memorable Asamblea. Nada lograrían
tampoco del General Charles Herard, contra el cual
comenzaba a formarse en todo el territorio haitiano la
oposición engendrada por su olvido de los principios de
reforma de la revolución que él mismo acaudillara.
«A ello se refiere dramáticamente –quizás Félix María
del Monte– en el anónimo Haití, publicado en el periódico
El Dominicano, de Santo Domingo, el 8 de octubre de 1845:
«Este fue Herard el que más abiertamente atropelló todas
las consideraciones; el que desgarró las entrañas del estúpido
pueblo que acababa de elevarle desde el polvo en que yacía
a la primera dignidad del Estado, y el que fue para los
dominicanos como la gota que rebosa el líquido mal
contenido en la copa. A las falaces protestas de mejor
sistema y verdadera libertad estampadas en su Manifiesto
de 28 de Enero de 1843 unidas al ansia de sacudir tan

98
Según el periódico Le Courrier des Etats Unis, de New York, la Constitución de
1843 recibió la influencia americana, en lo político, y la francesa, en lo
administrativo. El Dr. Chaneu era agente del citado periódico, en Santo
Domingo, en 1843 y 1844.

353
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

vergonzoso yugo, debió la cooperación de esta parte en


favor de los principios que proclamara; cooperación sin
la cual su revolución no hubiera pasado de un proyecto
loco, y su nombre hubiera figurado mucho antes en el
negro padrón de los traidores. ¿Y cuál fue, pues, el
premio, o mejor dicho, la justicia que alcanzaron los
dominicanos, por sus heroicos sacrificios? ¿Cuáles las
consideraciones, el respeto, las mejoras, las garantías, en
fin, de imprescriptible derecho? ¡Oscuros calabozos de
Puerto Príncipe proclamadlos! ¡Templos augustos del
Cibao, despojados por tan nefario caudillo, vuestra
desnudez testifica sus piadosas excursiones! ¡Sacerdotes
venerandos que semejantes al Salvador recorristeis el
territorio atados, descalzos, hambrientos y agolpeados, en
medio de un tropel de bayonetas, mostrad las indelebles
señales de vuestro horrendo martirio!… y vosotros, campos
de Compostela, que ocultásteis poco después su derrota,
su oprobio y su terror, vosotros le visteis semejante al
impío hijo de Nabuco, bebiendo en los vasos sagrados
para destruir en sus tropas la idea de la protección divina
hacia nuestra santa causa…».
Frente a ese estado de cosas, los diputados dominicanos
se dieron a la tarea de buscar una fórmula que resolviera
la grave situación política de la parte del Este, sin que en
esa fórmula, como señala el historiador García, se cayese
en los peligros de que veían rodeada la radical aspiración
de una patria absolutamente soberana, tal como la concebía
Duarte. Buenaventura Báez era el principal promotor de
esas gestiones, tan arriesgadas como trascendentales;
principio de largas y enconadas controversias, pero
también decisivo impulso en la empresa de la revolución
dominicana.

354
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Plan Levasseur, 1843


Los frustrados empeños liberales de los diputados
dominicanos en la Asamblea Constituyente los condujeron,
pues, a buscar por otros medios más decisivos no ya la
simple satisfacción de las necesidades de la parte española
de la isla, sino la emancipación misma, con las restric-
ciones que impusieron las circunstancias. Ellos conside-
raban utópica, inalcanzable, la aspiración de Duarte, la
creación de una Patria sin mengua de su territorio y de su
soberanía, y no vacilaban en formarla con limitaciones
que estimaban cien veces preferibles al vasallaje haitiano99.

99
T. S. Heneken, en el opúsculo Alerta dominicanos, (Santiago, 1852, pp. 1-2),
explica del siguiente modo la política exterior dominicana en aquellos tiem-
pos: «Hay una opinión algo corriente en el extrangero, una opinión peligrosa
para tranquilidad vuestra, de que los Dominicanos se encuentran hoy dividi-
dos en una porción de partidos; unos a favor de la Inglaterra, otros a favor de
la Francia, algunos mostrando simpatías por los Estados Unidos, y pocos
sosteniendo el Partido Nacional o del 27 de Febrero cuya divisa es «a todo
trance la independencia». Semejantes opiniones se debe creer resultan de
malos informes, que han llegado a aquellos que juzgan superficialmente. Lo
que hay es que existen opiniones en la República como debe de haber en toda
sociedad humana; pero se cree que no hay partidos peligrosos a su bienestar.
Cada hombre es dueño de formar una opinión o modo de pensar suyo, y no
hay potencia mundana capaz de restringirle este derecho. Estas opiniones
dominan a menudo de las circunstancias que rodean al hombre; así es que los
empeños críticos en que se ha visto el Dominicano, han influido a veces en hacerle creer en
la necesidad de una protección o un apoyo extrangero. Esto ha dimanado de una falta
de confianza en sus propias fuerzas. El resultado de la lucha con Haití ha
probado que un pueblo unido y fiel a su propio interés y honor puede hacerlo
todo y esto debe haber disipado semejante ilusión. La Constitución de la
República ha creado esta unanimidad y unión de fuerzas, y es la única salva-
guardia de la libertad Dominicana. Esto no quiere decir que nos convendría
enteramente despreciar los buenos oficios de aquellas naciones dispuestas a
promover nuestra felicidad; al contrario es nuestro interés entrar en relacio-
nes con todas aquellas cuyo prestigio presta algún apoyo a nuestra indepen-
dencia, y contribuye a la extensión de nuestras relaciones de comercio. La
conducta de aquellas naciones para con nosotros será la mejor evidencia y
garantía de su buena fe, y de la confianza a que podremos entregarnos».

355
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Un suceso fortuito vino a favorecer con eficacia


insospechada los propósitos de los dominicanos: la
presencia en Puerto Príncipe de Mr. Eustaquio de Juchereau
de Saint Denis, quien acababa de ser nombrado cónsul
de Francia en Cabo Haitiano, ciudad entonces recién
destruida por el espantoso terremoto del 7 de mayo de
1842, y quien aguardaba hubiese allí una casa habitable
para fijar su residencia, adonde no iría, sino a Santo
Domingo100. También había llegado a Puerto Príncipe, el
28 de noviembre, Mr. Barrot, Plenipotenciario de Francia,
para solucionar el diferendo franco-haitiano suscitado por
las dificultades en el pago de la indemnización impuesta
a Haití en beneficio de sus antiguos colonos; y se hallaba
en aguas haitianas la escuadra francesa comandada por el
Almirante Demoges101.
Los dominicanos habían concebido el pensamiento de
lograr, con la ayuda de Francia, la realización de sus
designios, y la llegada de estos nuevos agentes les hacía
alentar más firmes esperanzas102.

100
Los E.U. de A. tenían agentes comerciales en la parte española desde antes
de 1844. Francis Harrison lo era en Puerto Plata en 1838, y Daniel William
Carney en Santo Domingo en 1837.
101
El Almirante Demoges llegó a Puerto Príncipe el 16 de junio de 1843, en la
fragata Nereida, procedente de Martinica. El 10 de diciembre se hallaba allí
una escuadra francesa, de 12 a 15 barcos de guerra. Mr. Adolphe Barrot,
hermano del célebre diputado francés Odilón Barrot, se embarcó en Brest,
el 25 ó 26 de sept. de 1843, según el periódico Le Courrier des Etats Unis, de
New York. Llegó a Puerto Príncipe el 28 de noviembre a bordo de la fragata
L’Aube. A fines del año celebró allí una reunión de franceses. Salió el 19 de
enero de 1844. Saint-Denis llegó a Port-au-Prince junto con Barrot.
10 2
V. nuestra Bibliografía Diplomática Dominicana. En Memoria de la Secretaría
de E. de Relaciones Exteriores, año 1839, pp. 327-416; y M. Coiscou, Contribu-
ción al Estudio del Plan Levasseur. Bibliografía. En Clío, S.D., fascículos 3, 4
y 5, de 1933.

356
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Primero pusiéronse en comunicación con Saint Denis,


por conducto de su Secretario Paul Terny, quien se alojaba
en el mismo hotel que ellos. Luego se entrevistaron con
el Cónsul Levasseur, y después de varias entrevistas
pusieron en manos de éste las proposiciones firmadas el
15 de diciembre por Buenaventura Báez, Francisco
Javier Abreu, Remigio del Castillo, Juan Nepomuceno
Tejera, Manuel María Valencia, José Santiago Díaz de
Peña y M. A. Rojas. En el preámbulo de este documento,
al cual se le ha dado el nombre de Plan Levasseur, se invocaba
la alta protección de Francia. Servía de introducción al
articulado concebido en esta forma:

1. La parte oriental de la Isla de Santo Domingo, co-


nocida por Española, tomará el nombre de Repú-
blica Dominicana, libre e independiente, adminis-
trándose por sí misma.
2. Francia se obliga a favorecer su emancipación y a su-
ministrar todo lo necesario para establecer y consoli-
dar su gobierno; como también a dar los subsidios in-
dispensables a las necesidades de la administración.
3. Armas y municiones serán dadas por la Francia en
cantidad suficiente para armar la parte activa de la po-
blación que sea llamada bajo las banderas de la Inde-
pendencia.
4. El Gobierno francés nombrará un Gobernador Ge-
neral para desempeñar las funciones del Poder Ejecu-
tivo que durarán diez años; no obstante, el Gobierno
francés se compromete a no retirarlo si el Senado pide
su permanencia.
5. Las puertas de la República se abrirán a la inmigra-
ción de todos los pueblos.

357
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

6. En reconocimiento de la alta protección de la Fran-


cia la península de Samaná se renuncia y abandona
en favor de la Francia103.

De ese modo fue redactado el famoso Plan Levasseur,


principalmente obra de Buenaventura Báez, la figura
política más conspicua de la representación dominicana
en Puerto Príncipe, dotado de cierta cultura, de la expe-
riencia adquirida en sus viajes por Europa y del prestigio
de su holgada situación económica104.

103
V. Dr. Alcides García Lluberes, El 27 de febrero ignorado, en Listín Diario, S.D.,
No. 14375, 27 feb. 1934. El documento parcialmente publicado por el Dr.
García puede verse en la valiosísima Correspondencia diplomática de Levasseur, 2
vols., que radica en el Archivo General de la Nación. Estos documentos,
indispensables para el estudio del período a que se concretan estas notas,
proceden del Ministerio de Negocios Extranjeros, de Francia, y fueron
copiados por M. René de Champorin, como parte de los trabajos de inves-
tigación histórica confiados al Lic. M. Coiscou, quien inició su publicación
en la revista Clío, C.T., Nos. XIX-XXIV, enero-dic. 1936; Nos. XXV-XXVII,
enero-junio 1937.
104
En un interesante opúsculo, Contra la calumnia, (Curazao, 1878, pp. 27-29),
don Damián Báez explicaba en la siguiente forma las gestiones políticas de
B. Báez, en 1843: «Báez, antes de la Independencia, creyó con infinitos tan
patriotas e influyentes como él, v.g. Manuel Delmonte, Francisco Javier
Abreu, J. N. Tejera, Manuel Valencia, Miguel Rojas de Santiago, etc., que en
el estado en que se hallaba el Este, por efecto de una dominación caprichosa,
antiprogresista y usurpadora hasta de la propiedad particular mejor adquirida,
creyó, repito, que podían fracasar los dominicanos en su santa empresa si la
confiaban a su solo esfuerzo y recursos, y en interés de evitar nuevas desventuras a
nuestro heroico pueblo, intentó conseguir con el apoyo de la Francia o de la
España, naciones simpáticas, de nuestra raza, y poco afectas a Haití por
antecedentes bien tristes, en la empresa meditada. No vemos en este hecho
el tremendo cargo que ha querido formular el Señor anónimo», no argüía
falta de patriotismo ni indicaba en Báez y aquellos otros patriotas connotados,
un temperamento resistible a la realización de la independencia del país.
Aun podríamos ir más lejos en el fondo de nuestra apreciación, pudo prefe-
rirse la dominación francesa en último caso a la haitiana, y en ello se demos-
traba dignidad y amor al país. Podría decirse lo mismo si en 1843, bajo las
mismas impresiones se hubiera enarbolado el pabellón español, en reemplazo

358
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Entre las circunstancias que inducirían a Buenaventura


Báez a formular el llamado Plan Levasseur, puede señalarse
la siguiente: desde antes de su llegada a Puerto Príncipe
se trataba allí de un posible protectorado. La Revue des

del pabellón de Haití, que es el particular más culminante del Conde de


Mirasol, Capitán General de Pto. Rico en 1845, en referencia de la conversación
que tuvo con Báez, cuando éste sin carácter oficial pasó por esa Antilla, y
confidencialmente le expuso la situación del país en esa fecha y las inclina-
ciones que él había observado en 1843, que no implicaban intención decidida
en llevar a cabo esas ideas que creía notar en el pueblo dominicano, árbitro
de sus destinos. Ese tejido de apreciaciones falsas y de hechos supuestos
por el «anónimo» a nuestra manera de ver no conducen a desacreditar a
Báez, a mejorar la condición de sus contrarios, ni a destruir ni opinión o
criterio en la cuestión de estrangerismo, que es común al partido, en un
sentido contrario al que V. presume. Por mal que traduzca el Señor «anónimo»,
los pasos que se dieron en 1843, con España y Francia, no dejará de conocer,
si quiere ser imparcial, en una sola ocasión, que en nada se atentaba a la
independencia ni a los intereses del país. Nuestra nacionalidad no existía,
estaba en la mente de una juventud llena de patriotismo, pero inexperta, y
los resultados no cabía esperarlos tan seguros, en vista de la postración de la
parte española o del Este, y en esta seguridad nada menos torpe y censurable,
que el propósito de obtener una protección que dispensara al país de los
grandes azares y peligros que asaltaron a la nacionalidad que surgió del acto
de arrojo del 27 de Febrero. Mucho dista ese propósito del pensamiento que
supone a Báez el Sr. «anónimo», cuando dice que andaba a caza de una
bandera para la parte española, con preferencia a la creación de un Estado
independiente.
«Al copiar el párrafo de un folleto publicado en San Thomas, por el Sr. Báez,
en agosto de 1853, ha creído el Señor de los «Dos criterios, dejar satisfechos
a sus lectores en la duda que pudiera presentarles su modo de discutir y
probar hechos, que no son de la historia en su mayor parte, sino del espíritu
calumniador de sus detractores; pero se equivoca, porque con todo su afán
y toda su peregrina argumentación no convence a nadie de los planes a que
alude el párrafo citado fueran otros que la protección de la bandera francesa
para constituir un Estado independiente de Haití. La creencia que era
común a muchos en aquella época no era una falta, y se justificaba antes del
grito de Febrero, por la carencia de recursos, por el acomodamiento de
algunas poblaciones con la dominación haitiana, que hacía temer resistencia,
y por el poderío relativo a nuestros dominadores, y si es que guardamos
algún respeto a la historia, convendrá el articulista en que esos pasos de

359
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Tribunaux, de Puerto Príncipe, No. 46, del 10 de julio


1843, reproducía la siguiente noticia del periódico Courrier
de l’Europe, del 27 de mayo, acerca de probable protectorado
de Francia en Haití: ·»Il depend de la France de coloniser
de nouveau St. Domingue. Une politique intelligente peut
renouveler l’oeuvre glorieuse des aventuriers normands
et préparer le sol à nos enfans comme ils le préparènt a
nos pères… Nous creyons qu’on ne saurait y travailler
dans des circonstances plus favorables que celles qui naissent
des dernieres evenemens… »
El 10 de agosto de 1843, el bien informado periódico
Le Courrier des Etats Unis, de New York, decía que en la
capital haitiana se hablaba «de un protectorado de Francia
como cosa conveniente a Haití»105. En esos mismos días,

Francia, censurados violentamente por él y los suyos, sirvieron en momentos


de peligro a la causa de Febrero; tómese la pena de informarse de la conduc-
ta del Cónsul de aquella potencia en la capital, y del gefe haitiano que
mandaba la plaza, y deduzca. ¿Cuál fue la causa de haberse retirado Riviére
de Azua? Los servicios que prestó la escuadra francesa en aquella época,
con su presencia en Tortuguero, solamente pueden olvidarlo aquellos para
quienes la gratitud sea un fardo muy pesado, o que conozcan la historia
patria por los cuentos mal zurcidos de dos o tres gaznápiros». (Damián Báez
se refiere a escritos contra su hermano B. Báez aparecidos en el periódico El
Sufragio, de Santo Domingo, ediciones núms. 7, 8 y 9, de Nov. 1878).
105
En efecto, algunos políticos haitianos, nada menos que veteranos de la
guerra de la independencia de Haití, se dirigían al Ministro Guizot expre-
sando el propósito de que Haití volviese a ser colonia de Francia. De no
accederse a ello, decían «entregaremos la isla a los ingleses». Así consta en el
siguiente documento:

«Port-au-Prince le 2 Juillet 1843.

Monsieur Guizot ministre de la Marine et des Colonies à París.


Monsieur le Ministre : Plutôt de nous voir sons la domination des petis mulâ-
tres qui veulent envahir tous les vieux vétérans de la révolution et s’affubler
d’épaulettes qui n’ont point gagné sur champ d’honneur ni par un long service,
nous préférons de remettre le pays aux français ses maitres légitimes.

360
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

junio de 1843, circuló el interesante opúsculo de Etienne


Mouttet, Saint-Domingue devant l’Europe. Nécessité, légitimité,
facilité de son ocupation par la France, dans les circunstances
présentes. (París Juin, 1843). Frente al riesgo de que se
realizara el protectorado sobre toda la Isla, como conse-
cuencia de la reciente revolución, era lógico que se
pensara en un protectorado aislado, en beneficio de la parte
española, con inevitables e imprescindibles limitaciones
de la soberanía dominicana. Un político como Buenaventura
Báez no podía dejar de apreciar los hechos apuntados y
de actuar en consecuencia.
El Plan Levasseur era notoriamente lesivo a la soberanía
de la Nación que se pretendía constituir: el Poder Ejecutivo
estaría durante diez años en manos de una persona designada
por el Gobierno francés, con vocación a continuar en ese
ejercicio, y, a cambio de la protección extranjera, se le
abandonaba en su favor la Península de Samaná. Esta
cesión de la codiciada Península seguramente fue insinuada

Oui, nous préférons être sous la domination des français, en conservant nos
grades et nos propriétés, qui saurant par une sage administration faire pros-
pérer le pays. Ils ne peuvent rien faire pour le bonheur du pays ei ils veulent
s’emparer de toutes les places, après avoir chanssé l’homme qui a su rétablir
l’ordre et réunir tout le pays en un seul faisce au. Ils dilapident de précieux
trésor pour eux seuls et tout faire passer à l’étranger. Dejá les Négres des
Cayes se sont convoqués à de deux mille en réclamant contre cet envahisse-
ment des petits mulâtres qui se sont appropriés toutes (les) places. Si vous ne
venez pas nous livrerons I’ile aux anglais.
Nous vous saluons affectueusement
Les signataires qui écrivent.
(sigue:) Lazare.– J. F. Gardel.– Le général de division
Guerrier».

(Correspondencia diplomática de Levasseur, vol. 1, Archivo General de la Nación,


C. T., véase supra, nota 44).

361
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

por Levasseur, quien desde el año 1841 urgía a su Gobierno


apoderarse de la Bahía de Samaná en compensación del
perjuicio que había acarreado a Francia la falta de cum-
plimiento, de parte de Haití, de los instrumentos interna-
cionales que unían a ambos Estados.
De los documentos de la época, relativos a tales
negociaciones, se desprende que la insurrección fraguada
por Báez y sus compañeros debía de estallar en Azua,
residencia de éste, pensamiento que fue variado luego en
fuerza de circunstancias más favorables a su iniciación
en la misma capital de la futura República.
De las conferencias celebradas entre los diputados
dominicanos y Levasseur, Barrot y Demoges, no resultó
ningún acuerdo formal, puesto que éstos no podían
actuar sin someter el plan propuesto al Gobierno de Francia.
Por otra parte la opinión de Barrot era adversa al protec-
torado, que consideraba contrario a su misión, cuyo
primordial objetivo era obtener el pago de la indemnización
impuesta a Haití. Así, pues, el Cónsul Levasseur debió
limitarse a trasladar al Ministro de Negocios Extranjeros
de Francia, Guizot, el plan del 15 de diciembre, con
recomendaciones favorables que acrecentaron en los
dominicanos las esperanzas de obtener la protección que
juzgaban necesaria para romper las pesadas cadenas de
su oscuro vasallaje.
Mientras Buenaventura Báez y sus compañeros actuaban
cerca de Levasseur y se aprestaban a realizar su plan, los
separatistas de Santo Domingo, que tenían por maestro y
guía a Duarte, apresuraban los preparativos de la revolución
que desde hacía tiempo venían madurando; primero en el
secreto y sigilo de La Trinitaria, y luego casi públicamente,
por lo que ya en los últimos meses de 1843 no era misterio
para nadie la revuelta que se avecinaba.

362
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

El 15 de noviembre, los trinitarios Francisco del


Rosario Sánchez y Vicente Celestino Duarte le escribían
a Duarte, entonces en Caracas, pidiéndole algunos
pertrechos «aún a costa de una estrella del cielo», y concluían
urgiéndole ese envío por pequeño que fuese, «pues era
necesario temer la audacia de un tercer partido, o de un
enemigo nuestro, estando el pueblo tan inflamado».
La ausencia de Duarte y el regreso a Santo Domingo
de los negociadores del Plan Levasseur, pusieron en
actividad a los conservadores, que tenían por cabeza más
visible a Bobadilla, formándose así el tercer partido cuya
audacia temían los duartistas.
Afortunadamente, gracias a los previsores esfuerzos
de Bobadilla, se aunaron el elemento conservador o afrancesado
y el trinitario o duartista, y transitoriamente unidos dieron
el memorable grito del 27 de febrero de 1844. Con el
fragoroso disparo del pedreñal de Mella en la Puerta de la
Misericordia, y la toma de la Puerta del Conde, sobre
cuyas piedras ondeó virgen la bandera dominicana, surgía
la República, encarnación del noble espíritu de Duarte.

363
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

DOC. 1.– EXPOSICIÓN DEL GENERAL CARRIÉ106

Au citoyen Jh. Courtois, Rédacteur de la Feuille de


Commerce.
Mon cher concitoyen,
Je vous prie d’insérer dans le plus prochain numéro
de votre Feuille, l’écrit que vous trouverez ci-inclus, que
j’adresse au public en général, á mes concitoyens, frères
et amis particulièrement.
Port-au-Prince, le 22 Juin 1843, an 40e. et le premier
de la régénération.
Je vous salue en la Patrie.
Carrié.

L’homme en place, le citoyen d’un pays qui y exerce


une fonction quelconque, doit au public impartial, au
peuple dont il est le serviteur, un compte éxact et de sa
conduite et de ses actions comme fonctionnaire public107.
C’est à honorables concitoyens, frères et amis dont j’ai
toujours respecté les droits, n’ayant jamais eu autre chose
en vue que de mériter leur estime, en faisant tous mes
efforts pour me concilier leur bienveillance, pour fortifier
dans mon cœur cet amour fraternel qui doit exister entre
des hommes d’une même famille, que les mêmes intérêts
unissent à la vie à la mort; que le même attachement au

106
Del periódico Feuille du Commerce No. 19, Port-au-Prince, 25 junio 1843. Se ha
respetado la ortografía original.
107
Acerca de la conducta de Carrié en Santo Domingo, véase H. S. Laforet,
Exposición a la Asamblea Constituyente, S.D., 10 nov. 1843, publicada por Emilio
Tejera en Clío, julio-ag. 1935, p. 98.

364
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

pays, l’amour sacré de la Patrie ont toujours fait vibrer


dans l’âme, les plus sublimes sentiments de fraternité et
d’humanité; c’est aux haïtiens, mes frères, que j’adresse
ce peu de lignes, non pour me justifier à leurs yeux
d’aucune inculpation, ni pour me faire gloire d’anciens
services rendus à mon pays. Non, je me suis toujours
estimé heureax de les avoir accomplis. Je suis haïtien, je
n’ai fait que mon devoir envers mes frères, envers ma
patrie, à qui je dois tout mon sang, jusqu’à la dernière goutte.
C’est vers l’année 1840, que je me suis aperçu que
cette précieuse fraternité qui existait entre les habitants
de Sto. Domingo, n’était plus, comme par le passé, le lien,
le ciment qui tenait étroitement unis les citoyens les uns
aux autres; qu’il y régnait, au contraire, une divergence
d’opinions, qui les faisait s’entrechoquer les unes et les
autres par des pasquinades, des lettres anonymes que l’on
trouvait, chaque malin, tantôt affichées sur les murs, tantôt
glissées sous la porte des maisons; lesquelles lettres anonymes
n’épargnaient ni l’âge, ni le sexe, ni le rang des personnes;
la religion elle-même n’y était point respectée!…108 De-
puis le mois de février 1842, surtout, prenant plus
d’extension, devenant plus fréquentes, ces pasquinades
sent devenues plus incendiaires, mêlant les calomnies les
plus atroces aux idées de bouleversement, elles
n’aspiraient qu’à faire naître le trouble, la dissension par-
mi les citoyens. C’est ainsi que l’on a vu dans les commu-
nes de Banni et de St. Christophe où l’on disait, dans ces
pasquinades, qu’il «fallait échanger le pavillon haïtien pour
celui tricolore de la Colombie»… dans d’autres qu’il fallait pro-
fiter des dissensions qui existaient entre les haïtiens, pour

108
A esos escritos anónimos se refiere J. M. Serra, ob. cit., pp. 9-10.

365
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

en expulser le gouvernement africain, celui des negres;


–dans d’autres encore, l’on parlait d’améliorations à fai-
re subir à nos institutions; enfin l’on parlait de défendre
la Constitution existante, au péril de la vie!… He! C’est au
commencement de ces tracas incessants, que j’eus le mal-
heur de perdre ma seconde épouse, le 11 avril 1841, à la
suite d’une maladie de langueur devenue chronique! Ces
lettres anonymes incendiaires, colportées dans la com-
mune de Banni m’ont été envoyées par le commandant
de l’endroit; elles sont restées dans mes bureaux. Elles
avaient eu pour but de jeter la méfiance parmi les cito-
yens, en les portant à s’armer, à se tenir en garde les uns
contre les autres: les nouveaux-libres, commine ils
s’intitulent, avaient été faussement accusés, comme il était
question, dans ces lettres, de drapeau colombien, et qu’on les
voyait s’armer, étant de la garde nationale, on leur pré-
tait, mal à propos, la pensée de croire qu’on viendrait les
replonger dans l’esclavage. Plusieurs d’enir eux avaient
été arrêtés, à tort, et traduits devant le tribunal de paix de
Banni; n’existant aucune preuve contr eux ils furent man-
dés avec les pièces à Santo Domingo, ou ayant reconnu
leur innocence, tous étant habitants, pères de famille, je
les ai renvoyés à leurs travaux champêtres109.
Pour éviter le retour d’un tel état de choses, je pris les
mesures le plus sages, dictées par la prudence, envers les
uns et les autres, et je réussis à éteindre cette fermentation
et à rapprocher les esprits, en les réconciliant; ma
correspondance avec les habitant et avec les commandants
des communes sous mes ordres, prouve combien j’ai agi

109
V. infra, Doc. 9. Acerca de los referidos sucesos de Baní, véase Joaquín S.
Incháustegui, Reseña histórica de Baní. Valencia 1930, Cap. VIII.

366
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

dans l’interêt de l’ordre, en me faisant parvenir toutes les


informations sur cette agitation des esprits, qui avait
nécessité toute ma sollicitude, lorsque la nouvelle d’une
tentative récente du même genre menaça d’éclater à
l’approche des fêtes de Noel et du premier de l’an de la
présente année, 1843; il n’était rien moins question que
d’incendier le même bourg. Les différentes classes de
citoyens paraissaient encore plus divisées, cette fois, qu
auparavant. J’ai fait nommer une commission d’enquête
composée des plus honnêtes gens de Santo-Domingo et
des fonctionnaires, présidée par le sénateur Delmonte110,
pour chercher les moyens de découvrir la source de cette
nouvelle désunion afin d’y remédier en m’aidant à rétablir
la concorde et la confiance dans tous les esprits.
La commission d’enquête, après s’être réunie plusieurs
fois, n’ayant pas réussi à trouver l’auteur ou les auteurs
des pasquinades; elle dit dans son rapport qu’ayant fait
venir devant elle les citoyens les plus notables, ils ont tous
assure qu’aucun citoyen de l’endroit n’était capable d’être
l’auteur de ces lettres anonymes, qui menaçaient de
troubler la tranquillité publique, que la Commission avait
bien sujet de croire qu’elles venaient d’ailleurs et y avaient
été colportées par des gens perturbateurs de bon ordre.
J’ai cru qu’il était de mon devoir de faire publier dans
toute l’étendue de mon arrondissement un ordre du jour
dans lequel je rappelais mes concitoyens à l’union, à la
fraternité, en leur faisant comprendre que les haïtiens
étaient tous frères, la République ne faisait aucune
distinction entre ses enfants que par leur vertu, leur mérite
et leur patriotisme, au surplus aucune qualification,

110
Manuel Joaquín Del Monte.

367
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

aucune différence de couleur, de caste, ni de nation, ne


devait servir à différencier les haïtiens, ni servir de
prétexte à semer la division parmi eux.
Ce fut en ce moment que j’appris par une lettre de
l’ex-président, les événements arrivés dans le sud. Dans
la position où j’étais d’après ce qui était arrivé à Saint
Christophe et a Banni et un je ne sais quoi agitait fortement
les esprits à Santo-Domingo; les uns parlaient
d’améliorations, les autres de soutenir la constitution;
pour surcroît d’incertitude et d’inquiétude, d’autres ne
rêvaient à rien moins que d’échanger le pavillon haïtien
pour lui substituer un tout autre!… Quelle a été donc ma
conduite dans ce conflit de toutes sortes d’opinions? Tout
en cherchant à les contenir, j’ai pensé qu’il fallait avant
tout émpecher l’anarchie, assurer l’inviolabilité de la
propieté, par foutes sortes de garanties et de sûreté, par la
etabilité de l’ordre, palladium des libertés publiques.
Aussi l’on était parvenu à jouir dans toute l’étendue
de mon arrondissement, par cette prévoyance active et
mes soins assidus, du plus grand calme; lorsque je reçus
deux brevets, l’un de general de brigade pour l’estimable
colonel Aly111, et l’autre, pour moi, de Général de divi-
sion sous la date du 6 fevrier.– Privé des nouvelles de la
partie occidentale de l’Ile, que je ne recevais que de loin
en loin et indirectement j’étais dans une grande anxiété,
lorsque je reçus une dépéche de l’ex-président où se
trouvait un brevet de chef d’escadron pour mon fils,
m’ordonnant d’envoyer les troupes en disponibilité à la
capitale; pour se joindre à d’autres forces qui s’y
trouvaient déjà afin de les mettre en compagne et arrêter

111
Refiérese al anciano Coronel Pablo Aly.

368
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

la marche progressive de l’armée populaire. Mais après y


avoir réfléchi attentivement, j’ai reconnu que cette révolu-
tion «dite d’une poignée, d’une trentaine d’hommes» était
vraiment la volonté de tout un peuple qui se manifestait, et
non celie d’une faction, qu’il fallait combette, aller anéan-
tir, comme l’on ferait d’un petit nombre de factieux dans
l’Etats… Faire marcher dans ce cas des troupes, c’était allu-
mer la guerre civile, armer les citoyens les uns contre les
autres et tomber dans l’horrible spectacle de voir couler le
sang de mes citoyens; ce qu’il fallait éviter avec soin; aus-
si, tout en répondant respectueusement à la missive de l’ex-
président, j’ai representé que ma position était très critique
et qu’il m’était impossible de faire aucun mouvement, de
faire aucun envoi de troupes. Par là, je pensais que mon
désir de voir la Révolution se terminer bientôt, se réalise-
rait sans l’effusion de sang de mes concitoyens, et que,
dans mon arrondissement, tout se passerait sans que l’on
eût à verser aucunes larmes; à plus forte raison, le sang
haïtien ne devait pas y être versé par des haïtiens.
Les esprits continuant à s’agiter de toutes parts, en sens
différents et craignant qu’il n’en résultât du mal à la
campagne surtout, où les cultivateurs et les habitants se
méfiaient les uns des autres ainsi que je l’ai dit plus haut
relativement à Banni, j’ai cru prudent, pour prévenir des
malheurs que l’ignorance de tout ce qui arrivait pourrait
faire naître, de faire faire une tournés dans les campagnes
par le Général Aly qui commandait la place et la commune,
d’inspecter les compagnies de la garde nationale des
cantons sur les divers points, afin de leur parler convena-
blement pour le maintien de la tranquilité sur l’amour de
la patrie, et qu’il devait continuer à se livrer avec confiance
à leur travaux agricoles, en attendant avec calme le nouvel
ordre de choses.

369
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Averti par le citoyen Nepomuceno Texeda112, que les


paroles du Général Aly avaient été mal interprétées dans
la section de Hayna, j’ai fait appeler le capitaine Balthazar
Alvarez113 qui la commande, ainsi que los habitants les
plus notables; et en présence du citoyen Nepomuceno
Texeda le Général Aly leur a expliqué de nouveau ce qui
leur avait été dit, et qui se trouvait d’accord avec mon
ordre du jour dont je leur ai remis plusieurs exemplaires,
en les portant à tranquilliser leurs concitoyens.
Pour maintenir l’ordre dans la ville et assurer le
respect dû aux propriétés, j’ai fait faire des patrouilles
pendant la nuit, afin d’empêcher le vol qui pourrait se
commetire par le désordre. J’ai ordonné que les troupes
fussent casernées et couchassent aux quartiers; à la sa-
tisfaction de tout le monde, le plus grand ordre a toujours
prévalu, jusqu’au 24 mars, dans l’après-midi, au moment
où je venais de faire publier un avis dans lequel j’exhortais,
j’appelais tous les cœurs à l’union et à la fraternité, sollici-
tant le concours des gens les plus éclairés, les engageant a
m’entourer, à m’aider de leurs lumières afin d’éviter les
malheurs qui résultent ordinairement lorsque les opinions
sont divergentes; lorsqu’on est venu m’apprendre que beau-
coup de gens fermaient leurs portes, couraient ça et là dans
les rues et cherchaient à donner une alerte. Ce mouvement
fit rendre aux quartiers tous les militaires qui se trouvaient
à la ville, et je leur ai intimé l’ordre de n’en pas sortir.
Le Général Aly se trouvant près de moi, je lui ai donné
l’ordre de monter à cheval, de faire une tournée dans la

112
Juan Nepomuceno Tejera.
113
Encabezó las tropas de Jaina que vinieron a Santo Domingo en ayuda de
los próceres del 27 de febrero de 1844.

370
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

villa afin de voir ce qui se pasait, d’y mettre ordre. Je suis


resté chez moi, a la tête de mon état-major, attendant le
résultat de cette tournée, et ce que pouvait signifier cette
émeute. Lorsqu’une foule d’hommes armés se présenta
sur la place de la Cathédrale ou elle fit rencontre avec un
détachement du 32e. régiment qui s’y trouvait placé
depuis plusieurs jours, tant pour les patrouilles de nuit
que pour le maintien de l’ordre. Selon le rapport qui m’a
été fait, le colonel Cousin114, qui s’était mis à la tête de ce
détachement de son corps, animé du désir d’éviter toute
rixe, toute effusion de sang, confiant dans les bonnes
dispositions de nos concitoyens, fit quelques pas au-devant
de la foule; lui ordonna de s’arrêter. La troupe, exasperée
par la perte de son chef, riposta, malheureusement, à cette
agression intempestive.
Dans cette malheureuse échauffourée, il y eut à regretter
la vie de cinq lu six personnes de part et d’autre. Ma
présence devenant nécessaire aux quartiers pour le maintien
de l’ordre, le Général Aly, de retour auprès de moi, nous
nous y rendîmes accompagnés de nos aides-de-camp. Les
militaires étaient dans la plus grande exaltation, ils
voulaient sortir por venger la mort de leur chef et de leurs
camarades tués dans l’émeute. J’élevais la voix, pour leur
faire entendre que ce ne pourrait être que l’effet de l’erreur
ma voix fut heureusement écouté, je réussis à les apaiser,
et par là j’eus à m’applaudir d’avoir évité tous les mal-
heurs dont nous étions menacés, puis que la destruction
de beaucoup de familles, le meurtre, le pillage en auraient
été les suites inévitables, dans une telle confusion! Dans
le conflit de tant de passions déchainées, il aurait été peut-être

114
V. supra, p. 339, nota 73.

371
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

fort difficile à aucune autorité de rétablir l’ordre; elle se


serait vue forcée de venir à des actes de rigueur qui répug-
nent tant à l’humanité! Ce n’est donc pas moi qui ai fait
versé le sang de mes frères.
La soirée de ce malheureux jour, par les mesures que
nous avions prises pour la tranquillité, se passa sans aucun
nouveau malheur, chacun se tenant sur ses gardes, le cœur
brisé par la douleur de ce qui avait en lieu dans l’après-midi.
Le lendemain, 25 mars, fut employé à donner la sépulture
aux malheureuses victimes, et à porter tous les soins
possibles aux personnes blessées. J’ai fait publier un
ordre du jour, dans lequel je témoignais à mes concitoyens
tout le chagrin que j’avais éprouvé de ce qui s’était passé
la veille, malgré toutes les précautions que j’avais prises,
pour éviter un tel malheur et épargner aux pères et mères
de famille le moindre sujet de deuil. Mais les esprits
étaient tellement travaillés en sens opposés que le même
jour que reçus una lettre signée des fonctionnaires publics
et des commerçants de la ville, laquelle me fut apportée
par une commission, composée des plus respectables
citoyens, le Sénateur Delmonte, le commissaire du
Gouvernement Caminero, le juge de paix Domingo de la
Rocha, son suppléanl Pedro de Castro; tous me deman-
deret ce que je pensais des evenements et des circonstan-
ces du jour, je leur ai répondu à l’instant même que je
n’avais point une intention outre que celle du peuple, et,
quoique je fusse privé de toute nouvelle de la partie occi-
dentale, que je fusse sans communication avec le reste
de la République, je jurais d’avance fidelité et obéissance
au nouveau gouvernement qui allait s’établir dans mon
pays, dès qu’il émanait de la volonté du peuple haïtien.
Le lendemain, 26 mars, je me rendis de grand matin aux
quartiers où se tenait la troupe, et après l’avoir haranguées,

372
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

lui avoir demontré que l’union seule serait la force des


haïtiens, que sur cette précieuse union reposait notre liberté
et notre indépendance nationale, je la fis prêter avec moi,
le même serment que j’avais fait et écrit la veille, d’être
fidèle aux nouvelles institutions que le peuple souverain
allait se donner. J’ai fait saluer cette noble acclamation
par 17 coups de canon, et je fis publier avec toute la
pompe voulue une proclamation signée d’Acquin par le
chef d’exécution Ch. Hérard ainé, et je fis également
publier diverses autres circulaires des comités populaires
tant de Jeremie que du Port-au-Prince, qui venaient de
m’être communiquées, m’ayant été remises en ce moment
par différentes personnes qui les avaient en leur possession
et dont je venais d’avoir connaissance, pour la première
fois; ensemble je fis publier l’ordre du jour imprimé à
Santo-Domingo, (côté A)115 que l’on trouvera à la fin du
présent.– Comment pouvais-je donc être opposé à la
volonté du peuple haïtien, après m’être associé de cœur
et d’esprit à tout ce qui venait d’avoir lieu pour le bon-
heur et l’avancement du peuple, dès que j’en eus connais-
sance! N’ai-je donc pas une famille, de nombreux enfants,
grâces à Dieu!…
Eloigné de plus de 120 lieues de la capitale, resté sans
communication, privé de toutes nouvelles de la partie
occidentale de la République, au milieu des passions si
exaltées, opposées les unes autres par tant d’opinions
différentes; de la responsabilité et des soins de la sûreté
de tant de familles respectables qui font partie intégrante
du peuple haïtien, de la République, une et indivisible; chargé
de faire respecter les propriétés des haïtiens, et les interéts

115
V., a continuación, Anexo A.

373
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

des commerçants étrangers, qui venant s’établir dans


notre pays sont sous la protection de nos lois, qui leur
promettent et leur assurent toute espèces de garanties;
toutes ces hautes considérations ne disent-elles pas assez
que dans la position où je me trouvais, mon unique soin
était d’employer tout mon pouvoir, par tous les efforts ima-
ginables, à maintenir l’ordre, à faire régner la tranquilité
publique pour la sûreté et la securité des familles, en les
préservant du désordre, du meurtre et du pillage qui
auraient été immanquablement l’affreux résultat de la
moindre négligence dans mon devoir envers la société
entière! –Ce devoir ne me prescrit– il pas d’attendre avec
calme et paisiblement les ordres supérieurs du nouveau
gouvernement, que je venais d’apprendre, indirectement,
qui allait s’établir dans notre patrie! Ne fallait-il pas qu’il
trouvât l’arrondissement qui m’avait été confié intact et
dans l’ordre le plus parfait malgré tant d’éléments
d’excitation, mis en mouvements par les partis opposés
pour que cela ne fût point!… Cependant ma conscience
est nette et pure…, car j’ai toujours en pour principes
depuis que je commande en chef cet important et vaste
arrondissement, plus encore dans ces derniers événe-
ments, de ne rien décider dans les moments difficiles et
dans les circonstances où il s’agissait du bien public, de
l’intérêt général, sans convoquer les fonctionnaires, les
autorités du lieu et mettre sous leurs yeux, en demandant
leur assentiment, ce dont il était question; et je ne prenais
aucune décision, aucune mesure qu’après m’être entouré
de leurs lumières, en délibérant de concert avec eux, et
lorsqu’il y avait accord, j’agissais, je prenais une décision.
J’ai toujours pensé que mes plus grands soins devaient
être donnés au maintien de l’ordre; que je devais porter
toute ma surveillance à conserver la tranquilité, dans ces

374
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

derniers temps surtout, en attendant les ordres supérieurs


sur le nouvel état de choses qui allait avoir lieu! Je le
répete: ce sont les Conseils pris dans la réunion des auto-
rités et des fonctionnaires publics que j’ai toujours suivis,
parce que je ne me suis je mais cru plus sage tout seul,
quoique je fusse revêtu du commandement en chef, qu’une
assemblée composée de plusieurs, et surtout composée
d’hommes éclairés: non je n’ai jamais eu ce malheur, cette
aberration d’esprit. Eh bien! serait-ce pour avoir toujours
tenu une semblable conduite, de n’avoir jamais voulu
décider rien de moi-même, sans m’entourer des éclaircis-
sements de mes concitoyens, que j’ai toujours considerés
comme mes frères? Serait-ce pour avoir toujours cherché
à maintenir l’ordre et la tranquilité, par tout le pouvoir
qui m’avait été confié; serait-ce une telle conduite qui
n’aurait valu, de la part de mes frères, l’éxil? Quoi,
l’ostracisme le plus affreux pour un citoyen qui a toujours
voué son bras, qui est toujours prêt à répandre son sang
jusqu’à la dernière goutte au service de sa patrie,
l’ostracisme en est la récompense! et ce serait cette
conduite aurait attiré à ma famille et à moi la confiscation
de nos biens mis sous séquestres!…
Que l’on interroge ceux avec qui j’avais de fréquentes
relations, tel que le sénateur Delmonte, avec qui je passais
la plupart de mes soirées: que l’on un coup d’oeil et sur
les actes publics de mon administration, que j’ai fait
publier, et sur la correspondance avec les différentes
autorités, les fonctionnaires publics, avec les habitants,
l’on sera à même de juger si j’ai jamais abusé de mon
autorité come voudrait le faire accroire la malveillance;
alors après un court examen, l’on sera à même de juger si
tous mes soins, tous mes efforts n’ont pas constamment
tendu au bien de la chose publique, et s’ils n’ont pas toujours

375
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

été pour épargner, avec le plus grand soin, le sang de mes


concitoyens, mes administrés me frères! L’autorité
m’ayant été otée, sans les ordres du Chef d’exécution de
la volonté du peuple et de ses résolutions, sans la partici-
pation d’aucun pouvoir constitué légalement; un permis
m’a été envoyé, et par qui… d’avoir à me retirer à
l’étranger avec ma famille, sans que l’on m’en ait déduit
aucun motif plausible, sans que je sache pourquoi; sans
que l’on en ait dit un mot, touchant une mesure si arbitraire
contre moi, à celui qui m’a remplacé…
C’est après 48 ans d’un service actif, après avoir
traversé toute la glorieuse révolution qui nous avait fait
arriver au point où nous nous trouvons, en arrosant tant
de fois de mon sang le sol de la patrie pour le triomphe de
nos droits sacrés, pour y fonder la liberté, l’égalité et cette
précieuse indépendance, sans avoir abandonné un seul
instant mon poste, que j’ai vu mes jours et ceux de mes
enfants courir les plus grands dangers à Sto. Domingo.
Nous avons été contraints de fuir cette même terre que
j’ai dans tant d’occasions différentes, défendue si glorieu-
sement… Haïtiens, frères et amis, il y a plus que de
l’injustice envers moi, et envers mes enfants! Oui, je le
dis à louanges des étrangers établis à Santo-Domingo, que
leur modestie m’empêche de nommer, ils se sont présenté
à moi; ils m’ont tendu una main secourable; ils m’ont
invité de disposer, avec confiance, de leurs personnes et
de leurs bourses, dans ce moment de malheur et de péril
pour ma famille et pour moi! C’est ce qui m’a porté à croire
que ma famille et moi nous étions dans un danger imminent,
que nous n’étions point en sûreté, que nous devions nous
mettre à l’abri des fureurs de quelques méchants… Lorsque,
surtout j’ai su qu’il était question de retirer de chez moi,
au gouvernement, quelques hommes fidèles, de service,

376
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

qui pouvaient inspirer de la confiance, pour les remplacer


par des hommes qui ne m’en auraient inspiré aucune, et
qui auraient été plutôt de geoliers pour moi!… Alors con-
traint, j’ai renvoyé la garde que j’avais et j’ai refusé celle
que l’on avait improvisé, et que l’on voulait m’imposer!
Je l’ai renvoyée, cette garde, à celui par qui l’on m’avait
remplacé, en lui fessant dire que n’exerçant plus aucune
autorité, je n’en avais plus besoin, que je le remerciais de
celle que l’on était disposé à me donner.
Cette nuit, du 27 mars, s’est passée pour moi en vexations
de toute espèce que des gens de la basse classe, poussés sans
doute par des méchants, commettaient en frappant fréque-
mment les portes, les fenêtres du rez-de-chaussée de ma
maison; en jetant des pierres sur mon balcon, en tenant
mille propos plus injurieux les uns que les autres contre
moi, contre les membres de ma famille… Mais c’était des
gens envoyés exprés. Je me suis décidé, enfin, à accepter
les offres généreuses d’un monsieur, anglais d’origine, que
je n’avais jamais connu avant. Je puis dire, avec toute la
gratitude que je luis dois, que des, le moment où fils et
moi nous mîmes les pieds à bord de la Persévérance, quoique
absolument étranger sur ce batiment, j’ai reconnu que
j’étais sur les domaines de la nation la plus magnanime.
Tous les égards, toutes les considérations, les soins les
plus minutieux nous ont été prodigués; il ne nous a manqué
de rien: un général anglais n’eût pas été mieux traité. Aussi,
ma reconnaissance au vertueux, au digne capitaine R. B.
Carkhill, ne finira qu’avec ma vie.
Enfin, mes amis témoins des outrages et des menaces
que l’on fessait à ma famille composée de femmes et de
jeunes enfants restés à terre et craignant pour de mauvais
traitements et peut-être… ces amis se hâtèrent de les faire
embarquer pour leur sureté, afin de les mettre à l’abri des

377
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

insultes, ils précipitèrent leur embarquement sur le brick


Eléonore appartenant à Mr. Coën, négociant a Santo
Domingo… Même on leur fit la défense de se faire voir sur
le pont du batiment; que l’on fit remorquer pour sortir du
Port, à cause du vent contraire et des courants. Cette
précipitation avec laquelle fut embarquée ma famille jeta
tellement l’épouvante dans le cœur de ceux qui nous
étaient attachés, que 47 personnes se rendirent á bord.
Pour porter n os effets à bord, comme l’on y employait les
premiers venus, on en pilla la plus grande partie, tels que
bijoux, argenterie, presque tout mon linge de corps, ainsi
que celui de mes enfants!… Les gardiens de mon habita-
tion, ceux de celle de mon fils aimé, situées tout prés de la
ville, sont venus me dire que les gens du voisinage avaient
rompu les entourages et avaient pris tout ce que s’y
trouvait!…
Ici, que l’on permette de rendre hommage et justice
aux capitaines de batiments étrangers dans le port de Santo-
Domingo, anglais, français et colombiens, que je regrette
beaucoup de ne pas pouvoir citer, parce que leurs noms
me sont inconnus. Compatissant au sort de ma famille,
d’après les propos et les menaces qu’ils avaient entendus
contre elle, ils se sont empressés de fournir des hommes
de leurs équipages pour aider à hâler le brick, sur lequel
elle était, dans la grande rade, afin de la mètre hors du
danger. Ce batiment n’étant point du tout lesté…, la
malveillance avait fait courir le bruit en ville, dès le
lendemain, qu’il avait péri! On se trouva dans la necessité
de lever l0 ancre après mon arrivée à bord avec mes fils,
pour nous éloigner d’une ville où il n’y avait plus aucune
securité pour nos jours… Je n’étais parti de Santo-Domingo
qu’avec l’intention de me rendre au Port-au-Prince; mais
privé depuis longtemps des nouvelles du reste de la

378
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

République, et ayant appris indirectement que les deux


partis avaient armé, chacun de son côté, des corsaires ou
barges, j’ai pensé, que ce serait, peut-être, exposer encore
ma famille qui pourrait tomber au pouvoir de quelque
barge, sans expédition régulière, et courir de grands
risques… Ensuite, réfléchissant sur l’espèce de permis qui
m’avait été envoyé, par je ne sais quelle autorité qui s’était
servi du nom du Peuple pour me forcer à aller à l’étranger
et le batiment étant légalement expedié pour Curaçao, je
me suis donc confié au destin… Et, comme par une ironie
amère, étant à bord au moment de partir, j’ai reçu un sauf-
conduit pour rester et mettre ordre à mes affaires. Mais,
tout étant disposé pour le départ, le batiment mettant à la
voile… Je me confiai à la volonté du maître de l’Univers
et j’ai continué ma route… Cependant, rentrant en moi-
même, interrogeant ma conscience, descendant dans les
moindres replis de mon coeur, trouvant ma conscience
pure et sans reproche, j’ai adressé le lendemain de mon
départ, 30 mars, aux Comités de Salut public de Santo-
Domingo, de St. Christophe et de Banni, qui m’avaient
expedié ce permis, une protestation contra la violation
insigne faite à mes droits d’haïtien, que l’on trouvera
également a la fin de cet écrit, (Coté B) que116 j’ai remise
au citoyen Ildefonso Orta, que l’on avait envoyé avec la
barge de l’Etat Hersilie, avec ordre de nous empêcher
d’approcher de la côte de cet arrondissement,… Juste ciel,
quel raffinement de méchanceté, l’on n’ignorait point que
le brick était dépourvu de lest et d’eau!…
Depuis le moment de notre départ, nous avions été
accueillis par une forte brise, et le batiment sans lest,

116
Omitido.

379
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

quoique solide par sa construction, supportait la voile


autant qu’il le pouvait, mais non pas sans danger. Cependant
le 2 avril, nous nous trouvâmes devant la pointe ouest de
Curaçao.
Le vent ayant fraîchi, devenant de plus en plus impé-
tueux avec des courants excessivement rapides, dans une
mer horriblement houleuse, nous fûmes obligés, pour éviter
la mort dont nous étions 100 fois menacés, de laisser arriver
sur la terre d’Haïti. Haïti notre chère patrie, qu’un ordre
plus qu’injuste nous forçait de quitter! A la veille de manquer
d’eau, sans lest, dans ce péril extrême… je laisse à penser
à mes frères, pères de famille, quelle était ma position avec
une nombreuse famille composée de femme et de petits
enfants en grande partie, qui s’étaient mis à la mer, ainsi
que moi, pour la première fois!!! Ce même jour nous
eûmes la douleur de voir jeter à l’eau un des nôtres, le
lieutenant Puvorgé Désir, de l’artillerie, mort d’un coup
de sang…
Protégés par les courants, la première terre que nous
eûmes à la vue, le 5, fut l’île de la Mona; ma joie était à
son comble pensant que dans cette île déserte, nous
pourrions prendre du l’est et nous approvisionner d’eau,
sans inquiétudes, ne cherchant à causer aucun trouble.
Mais notre espoir fut vain, les brisants, tout autour de l’île
empêcherent notre canot d’aborder la terre, au risque de
se briser en éclats!… Nous fûmes encore forcés de lever
l’ancre et de nous diriger vers Bayahiba, côte de Higuey
où nous arrivâmes, le 6, à 8 hors du matin. Au même
instant, nous vîmes paraître, dans le large, une petite voile
qui se dirigeait sur nous, et que nous reconnûmes bientôt
pour être Hersilie, la barge de l’Etat, qui est venue prendre
mouillage près de nous. Le citoyen Ildefonso Orta, qui la
commandait et contre qui je n’ai aucun reproche à faire,

380
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

pour la manière honnête avec laquelle il a agi à notre égard,


nous a seulement fait connaître que les instructions qu’il
avait reçues du Comité, nous concernant, portaient que
dans le cas où il rencontrerait notre batiment sous voile,
de ne pas le laisser mouiller, et s’il l’était déjà de ne
permettre à aucun de nous de descendre à terre!…
Un pareil ordre a fait sur moi une si profonde impres-
sion que j’étais sur le point de lui en demander la commu-
nication, tant je soupçonnais peu une pareille conduite de
la part d’un Comité chargé de veiller au Salut public, dont
la plupart des membres, peu de jours auparavant, me
faisaient les plus grandes démonstrations d’amitié de la
nature pour faire périr toute une famille, dont le père
n’avait jamais laissé échapper la moindre occasion de leur
rendre service, de leur être agréable. Ha! J’ai pensé qu’il
y avait la bien peu de patriotisme à agir ainsi. Quoi!
empêcher un vieux vétéran de la cause de la liberté, que
le vent de la révolution avait blanchi, l’empêcher de des-
cendre sur une terre qu’il n’avait jamais abandonnée, où il
a servi avec tant de fidélité pour le triomphe de la liberté
et de son indépendance… Cette défense plus
qu’inhumaine, ne peut être considerée autrement que comme
une marque de haine et de vengeance particulière, mais
bien gratuite de la part de ceux qui l’ont ordennée. Enfin,
voulant obéir à cet ordre, plus que sévère, j’ai prié le
capitaine Paul Charles qui commandait notre batiment
de presser son équipage; après avoir pris un peu de lest, et
avoir rempli deux de nos pièces à eau, nous levâmes
l’ancre le même jour.
Notre batiment devenu un véritable hôpital flottant,
rentra à Curaçao le 11 avril, à 8 hrs du matin, qui était le
mardi de la Semaine Sainte, et 15 jours après notre
départ… Mon premier soin en entrant dans ce port, a été

381
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

d’adresser une lettre à S. Ex. Mr. le Gouverneur de cette


île, dans laquelle je lui apprenais que des circonstances
fâcheuses m’avait contraint ainsi que les miens, de nous
éloigner, momentanément, de ma patrie et de venir solliciter
de lui l’hospitalité, comme le représentant de S.M. le roi
de Hollande qui a eu toujours des relations intimes avec
le gouvernement de la République d’Haïti, tant pour moi,
pour mes enfants que pour tous ceux qui nous attachés, et
qui nous ont suivi volontairement.
L’officier que j’ai envoyé porter cette dépêche a été
reçu par son Exc. Mr. C. Z. van Lytrecht, Gouverneur
par intérim, avec toute l’affabilité qui caractérise ce chef,
et avec tous les égards dus au malheur. En me répondant,
par sa dépêche du même jour, il me dit, entre autres choses
qui font honneur aux haïtiens que, quoiqu’il regrette la
cause de ma visite, il se félicitait de ce que le gouverne-
ment de cette colonie ait trouvé, para le motif qu’il
déplorait, une occasion de me manifester, comme haïtien,
sa satisfaction de me donner l’hospitalité, de m’être utile
en quoique ce puisse être, me priant de vouloir être bien
persuadé qu’il sera charmé de m’accéder, ainsi qu’à ma
famille, toute la protection possible pendant mon séjour
dans cette île.– La grande indisposition que ce premier
voyage sur mer m’avait fait éprouver ne m’avait permis
de lui faire ma visite que le dimanche après, qui était le
jour de Pâques. Il m’est impossible de décrire la manière
affable avec laquelle il m’a reçu en me présentant à Mr. le
Président du Conseil, à sa famille et à tous les fonction-
naires qui se trouvaient réunis ce jour dans son gouverne-
ment. Immédiatement après notre arrivée, nous avons reçu
une infinité de visites des personnes les plus distinguées
de l’île; quoique je ne les aie jamais connues, tous
s’empressèrent de nous faire des offres de service. Mr.

382
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Pinedo un des négociants de l’endroit à qui Mr. A. Coen


nous avait recommandés, s’est donné toutes les peines
pour nous procurer une maison convenable et propre à
recevoir une ainsi nombreuse famille; par ses soins
obligeants, nos effets furent débarqués et apportés dans
notre demeure.
Hélas! pour la première fois de ma vie, mettant les
pieds sur une terre hospitalière, mais étrangère… je fus
ému jusqu’au fond de l’âme. Je ressentis une vive et
douloureuse impression!… La sensation fut forte, et il
fallut me contenir à la vue de mes enfants, de leurs épouses
et de mes petits enfants pour rassurer mon cœur brisé par
le souvenir et le sentiment de la Patrie que je venais de
quitter par violence et pour la première fois! Mais j’étais
en présence des miens, entouré d’étrangers chez qui je
venais demander l’hospitalité pour quelques jours!… Je
renfermai tout dans mon cœur, me confiant à la volante
du Tres Haut!… Le batiment ayant eu l’ordre de ne rester
que 24 heures dans le port de Curaçao, le temps de nous y
d’ebarquer; ne pouvant garder avec moi dans un pays, où
je suis arrive sans aucune ressource, une famille ainsi
considérable, je renvoyai tous c eux qui se trouvaient
encore en état de supporter les fatigues de la mer; j’ai
renvoyé depuis une autre partie; et à l’heure où j’écris se
petit mémoire, ma famille se trouvai composé de 25
personnes, qui sont avec moi sur la terre étrangère! 15
jours après mon arrivée à Curaçao, un vieillard, un peu
plus âgé que moi, que je n’avais jamais connu, le très
respectable Mr. H. Mattey, voyant la gêne ou se trouvait
ma famille, m’offrit très gracieusement de mes louer une
maison plus commode attenant à sa demeure. C’est dans
sa société que je passe une partie du temps, jouissant de
son aimable entretien pendant les soirées, faisant de son

383
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

mieux, par son extrême affabilité et une bonté exquise,


pour me faire sinon oublier, mais apaiser et suspendre una
partie de m es peines! Oui, partout où il existe des hommes
sensibles et compatissants l’on peut vivre, mais l’on ne
saurait jamais oublier la patrie, le sol qui nous a vu naître,
ce noble et sublime sentiment, le mot cher à tous les cœurs
bien nés, qui renferme á lui seul toute l’existence sociale,
la Patrie!
C’est ici, à Curaçao, que j’ai appris que le Comité, ou le
Gouvernement provisoire du P-a-P m’avait envoyé com-
me il avait fait à tous le commandants d’arrondissement,
l’ordre de me rendre à la capitale; ordre que je n’ai jamais
reçu: sans doute il mavait été expedié et, par l’éloignement,
j’ai tardé à la recevoir; ou bien des méchants me l’on sous-
trait et ont agi, comme ils l’ont fait à mon égard.
Je comptais, j’avais lieu de compter sur les revenus de
quelques propriétés que j’ai à Santo Domingo, pour pouvoir
exister ici, pendant le temps que j’y serais resté. Mais quel
a été étennement de recevoir une lettre de celui que j’avais
chargé de mes affaires, qui me prévient que le Comité de
Santo Domingo, lui avait fait savoir que tous mes biens et
ceux de men fils se trouvaient sous séquestre provisoire,
en attendant que le gouvernement provisoire de P-a-P
réponde et décide sur ce qu’il en faudra faire! En obéissant
au permis, ou plutôt à l’ordre intimé impérativement, qui
m’a été donné au nom du peuple peur me retirer à l’étranger
avec ma famille, ainsi que je l’ai rapporté plus haut, j’étais
bien loin de penser que mes concitoyens, frères et amis
avaient eu l’intention de m’éloigner de ma patrie, dans
l’unique but de m’oter des propriétés que j’ai légalement
acquises par mon travail, par une stricte et exacte économie
durant une longue et pénible existence toute laborieuse;
propriété qui devaient être un jour, ainsi que j’avais droit

384
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

de l’espérer, comme tous les autres pers de famille


l’héritage de mes enfants… Mon indisposition, causée par
une forte irritation, étant augmentée, toute ma maison ainsi
que je l’ai dit plus haut ne formant qu’un hôpital, de plus
le défaut d’occasions pour Haïti, c’est ne que le 26 avril
que j’ai pu adresser, par triplicata une pétition au gouver-
nement provisoire de mon pays sur les causes et motifs
de m on éloignement forcé, en lui demandant main levée
sur mes biens et sur ceux de m on fils, et le prévenant de
mon prompt retour dans notre patrie que nous n’avions
laissée que par la violence.
Tout le monde sait que je n’ai jamais été malheureux
dans mon pays; quelques maisons que ‘ai achetées à Santo
Domingo ne l’ont été qu’avec des moyens que j’y avais
apportés avec moi de la partie occidentale. Qu’y a-t-il donc
d’extraordinaire que j’ai acheté quelques maison a Sto.
Domingo? Je n’ai pas quitté Santo Domingo par opinion
contraire a celle de mes concitoyens, frères et amis, puisque
j’ai juré fidélité, j’ai prêté le serment d’être fidèle et d’être
obéissant au nouveau gouvernement que le peuple allait
se donner, que j’ai fait prêter à tous coux de mon com-
mandement; quel peut-être done le motif, le prétexte de
me priver de la jouissance des propriétés que j’ai légalement
acquises et qui me son garanties par toutes les lois
existantes dans mon pays? Quand je vois tant d’autres
familles, telles que celles de Nuñez de Caceres, de Perez,
de Martinez de Leon, de Pichardo, de Garaye, de Neco,
et d’une infinité d’autres qui ont quitté la République sans
intention de retour, dont une partie a pris même du service
à l’étranger… et jetant mes yeux plus en arrière, je vois
d’autres haïtiens qui, a la réunion de la partie de l’Est a la
République, avaient été chercher d’es cadre française, pour
venir s’emparer de Samana, je vois que leurs biens ont

385
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

été respectés et sont restés en leur possession. Quand les


habitants de l’Est ont pris les armes contre les français
ont-ils séquestré les biens du Père Corea-Cedron117, de
Jose Lavastida, de Juan Santi, et d’autres qui sont restés
avec eux jusqu’à leur évacuation? Non…
Comment, moi, vieux serviteur depuis 48 ans, qui ai
versé avec gloire mon sang, et suis prêt à le verser pour
le triomphe de la liberté et de l’indépendance de mon
pays; moi qui ai constamment renouvelé, tous les ans,
le serment sacré de m’ensevelir plutôt sous ses ruines,
que d’y laisser porter la moindre atteinte… moi qui ai
cherché par tous les efforts, à faire maintenir l’ordre, la
paix et la tranquilité publique jusqu’au dernier moment,
jusqu’à ce qu’une cabale, si l’on veut, me contraint de
partir par un permis émané, dit-on, au nom du Peuple pour
lequel je suis prêt à me sacrifier, l’on m’oblige de partir
pour prendre ce que je possede! Non, je ne puis y rien
comprendre, et je suis d’avance, plus que persuadé si le
peuple est mon juge, que la justice n’est pas bannie sur
tous les points de la République, et qu’il n’existe pas mo-
ins d’humanité dans la nouvelle génération que dans le
gouvernement déchu.
Je suis encore à me demander si mon crime serait
d’avoir été la première autorité à Santo Domingo, de me
trouver dans la nécessité, tant par devoir que par obligation,
de faire exécuter les ordres que je recevais, et les sentences
ou jugements rendus par les tribunaux? Et quel motif a pu
porter à mettre les scellées et les séquestres sur les biens
de mon fils, qui n’est qu’un officier subalterne, qui devait
sans réplique obéir, comme mon aide-de-camp: qui devait

117
Dr. Tomás Correa y Cidrón.

386
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

exécuter les ordres que je lui donnais. Je ne puis non plus


comprendre les motifs d’un semblable traitement envers lui.
En quittant ma maison, partant de Santo Domingo, j’y
ai laissé tant dans mon armoire que dans les bureaux de
ma chambre et de mes appartements plusieurs liasses de
papier qui n’ont aucun rapport au service et qui ne
concernent que mes affaires particulières, que j’avais chargé
mon fondé de pouvoirs de réclamer pour moi el de le
retenir, retenir par devers lui. Quel a été encore mon éten-
nement d’apprendre que ces papiers lui ont été refusés,
lorsqu’aucune raison au monde ne peut m’en priver.
Le Général Sir Hudson Low qui gouvernait Saint
Helène, dont la postérité a longtemps fait justice en
vouant a tout jamais sa mémoire a l’exécration du genre
humain pour les traitements affreux qu’il avait fait
éprouver a Napoleón; Sir Hudson Low n’a pas osé prendre
même connaissance, à plus forte raison n’a pas osé sous-
traire au Comte Las Casas, le moindre morceau de papier
mis sous sa garde, sans être en sa présence, et par son
consentement… Puisque l’on avait l’intention des visiter
les miens, l’on aurait dû, il me semble, en me garantissant
ma sécurité, ne point me faire partir, afin que je fusse
présent a cette illicite vérification, afin que je répondisse
a toutes les questions que l’on aurait pu ma faire. Enfin,
ayant été instruit par des pièces, qui m’ont été communi-
quées, qu’un gouvernement provisoire, composé
d’hommes dont la justice, qui les caractérise, est si
connue; qui, dans les différentes branches du service, ont,
comme moi blanchi sous les harnais, attachés depuis tant
d’années a la «charrue patriotique»; de plus qu’ils étaient
entourés d’un conseil choisi, composé de citoyens
respectables; alors la voix de la patrie me dit, m’avertit
qu’il est temps de quitter cette terre hospitalière! Aussi,

387
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

je vieus de faire connaître ma résolution à mon vieux ami


Mattey, qui me dit que, applaudissant à ma détermination,
quoi qu’il venait de refuser un fret pour expédier un de
ses batiments dans le port de Santo Domingo, si l’affréteur
consentait à prolonger le passage, pour m’apporter avec
ma famille au Port-au-Prince, il était prêt à accepter l’offre
qu’on lui avait faite. Ce qui fut consenti, sous une certaine
condition et qui m’a porté a faire le sacrifice du peu que je
possédais.– Je lui ai fait observer qué la plus grande partie
de la ville du Port-au-Prince venait d’être incendiée, qu’il
me serait difficile, à mon arrivée dans ma chére Patrie de
loger une si nombreuse famille, que mes intentions
seraient d’en envoyer, avant mon départ une partie a Santo
Domingo. Il me répondit, mon hôte et mon vénérable ami,
que rien ne doit m’inquiéter, qu’il sérvira de père à ceux
que je voudrais laisser avec lui, à Curaçao, et qu’il me
promet de les expédier, à la première bonne occasion à
leur destination ultérieure. Ayant accepté son offre, je me
suis decidé à emmener avec moi fous ceux qui sont hommes,
leurs épouses et leurs enfants, au nombre de quinze; lui
laissant dix autres, toutes femmes et enfants, et un seul
homme, qui est mon cousin et mon gendre, pour les
accompagner. Et après avoir reçu les adieux de tout ce
qu’il y a de plus distingué dans ce pays, je me suis embarqué,
le 27 mai: l’ancre fut levée a midi précis, et 10 jours après
nous sommes entrés dans ce port a 5 heures de l’après-midi.
Je passe sous silence, mes chers concitoyens, frères et
amis, la manière avec laquelle j’ai été reçu par quelques
uns de mes concitoyens… qui ont pris, pour prétexte
spécieux de leur conduite a mon égard, le chapeau et
l’habit militaire dont j’étais revêtu! Ainsi je pense que les
insignes les plus honorables que je porterai à l’avenir
seront les glorieuses cicatrices, dont mon corps est

388
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

couvert, reçues pour la défense de la Liberté et de


L’Indépendance de mon pays.
Quelques jours après, des amis m’ont communiqué un
décret «où je suis qualifié ennemi du Peuple: que je suis le plus
ardent suppôt de la tyrannie; que j’ai employé des mesures atroces
pour faire couler le sang de mes concitoyens!… Non… n’ai
jamais été l’ennemi du peuple, j’ai toujours été plutôt père
que le chef de tous ceux que j’ai été chargé de commander.
Je n’ai jamais été le suppôt de la tyrannie de personne; je
n’ai jamais fait arrêter ni poursuivre qui que ce soit pour
cause d’opinion politique, et bien moins ai-je obligé un
citoyen de s’expatrier!…
J’ai toujours eu pour principe de servir la patrie, de
défendre les institutions que le peuple s’est données et
que j’ai juré de faire observer, et non de servir ou de
défendre aucun individu en particulier lorsqu’il agissait
de service. Personne n’est plus avare du sang que moi.
S’il en coulé à Santo Domingo, et si quelques familles s’y
trouvent en deuil, je n’ai pris aucune part a ce malheur, la
malédiction tombera sur la tête de ceux qui en ont été les
auteurs, et qui voudraient aujourd’hui en déverser la faute
sur moi. Mon seul donc est d’avoir été la première autorité
de l’endroit, il fallait mon déplacement pour pouvoir y
faire avancer d’autres.
On me reproche ma fidélité au gouvernement déchu.
Je demanderai a mon tour quel est celui à qui le même
reproche ne pourrait être adressé? Qu’on cherche donc
dans les Feuilles publiques qui été imprimées dans cette
ville dans l’année 1839, Le Télégraphe principalement, l’on
sera à même de voir les félicitations adressées, avec
empressement par tous les corps constitués dans la
Répub. à l’ex-président Boyer, à l’occasion du renvoi de
quelques députés de la Chambre des Communes. Le

389
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

devoir et la religion ne prescrivent-ils point à tout bon


citoyen, principalement à ceux qui sont en place, la fidélité
au gouvernement établi, le dévouement à la Patrie, la
soumission aux lois, et le serment de défendre et de main-
tenir les institutions que la nation s’est données.
Tous ceux qui se hasarderaient de m’adresser un pareil
reproche, n’ont donc jamais servi, n’ont jamais eu de fonc-
tions dans la République?
L’on ne saurait me rapprocher d’avoir été contre la
volonté du peuple, puisque je n’avais jamais eu connais-
sance de rien qui eût trait, en aucune manière à cette
glorieuse révolution!… Ainsi qu’on l’a vu plus haut.
Aucune communication ne m’avait jamais été faite ;
aucun écrit ne m’avait été présenté: ignorant tout ce qui
se passait, mon devoir me prescrivait de maintenir l’ordre,
la paix et la tranquilité dans l’arrondissement qui m’avait
confié par le pouvoir constitué: c’est ce que j’ai fait, la
postérité jugera; et avant elle, mes concitoyens, frères et
amis, qui examineront avec impartialité ma conduite et
mes actions, comme fonctionnaire public, jugeront si j’ai
bien ou mal agi.

CARRIÉ.

390
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

ANEXO A.– ORDEN DEL DÍA, 26 MARZO 1843

LIBERTE (République Haïtienne) OU LA MORT

Ordre du jour.

A Santo Domingo le 26 mars 1843, an 40 de


l’Indépendance et le 1er de la régénération.
B. Philippe Alexis Carrié, Général de Division,
Commandant de l’arrondissement de Santo Domingo.
Aux habitans de cet arrondissement, Citoyens:
Considérant que toute association politique a pour but
de garantir aux citoyens, la liberté, l’égalité, la sécurité et
la propriété, sur les principes que la nature et la justice
établissent d’une manière imprescriptible;
Considérant que tous les citoyens sont obligés de
concourir à assurer les droits de chacun et le maintien de
l’ordre social;
Considérant que la République est une, et indivisible,
et que si la grande majorité du peuple haïtien s’est pro-
noncée pour l’amélioration des institution, toutes mesures
employées contrairement, tendraient a détruire l’intégrité
de la République et les principes ci-dessus énoncés.
Ayant appris d’une manière positive que l’ex-président
Boyer s’est embarqué, et qu’il a quitté la République,
réunissons-nous tous haïtiens pour saluer le nouveau
gouvernement, et par notre serment de fidélité et
d’obéissance, unissons nos voeux à tout ce qui peut tendre
au bien et a la prospérité de la patrie; faisons abnégation
de tous ressentiments particuliers, oublions le passé, et
mus du sentiment fraternel, ne pensons qu’au public, au
maintien de l’ordre et de la tranquilité.

391
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

La présente disposition sera imprimée, publiée et cir-


culée dans toute l’étendue de cet arrondissement, afin que
les autorités et les citoyens s’y conforment.

CARRIÉ.

DOC. 2.– CARTA DE B. CARRIÉ FILS118

Port-Républicain, le 29 aout 1843, an 40e. et 1er. de la


Régénération.
Au citoyen Jh. Courtois, Rédacteur de la Feuille du
Commerce.
Mon cher concitoyen,
Veuillez, je vous prie, insérer dans le plus prochain
numéro de votre feuille, l’article suivant:
«J’ai lu un article intitulé: La Vérité et rien que la
Vérité, signé par Mr. Manuel Maria Valencia, inséré dans
la Nº. 13 de la Feuille Le Patriote, du 10 du courant119.
Il semblerait que cet article serait dirigé contre mon
père; que c’est de lui que Monsieur M. M. Valencia
entend parler, lors même que par une espèce de retenue
et de pudeur, il n’ait pas cité son nom. Je n’entreprendrai
pas de répondre, en ce moment, à cette attaque indirecte
de la part de Mr. M. M. Valencia avec d’autant plus de
raison qui lui, il n’a jamais eu le moindre sujet de se plaindre,
et que ce serait perdre mon temps attendu que, de sa part
ou de celle de tout autre, l’on ne saurait réussir a faire

118
Del periódico Feuille du Commerce Nº. 29, Port-au-Prince, 3 sept. 1843.
119
Manuel María Valencia, La verdad y nada más, 16 junio 1843. Publicado por
D. Emilio Tejera en Clío, mayo-junio 1935, p. 79.

392
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

naître aucun doute, ni a jeter aucun mauvais vernis sur le


caractère distingué et honorable du Général Carrié, vétéran
de la cause de la liberté et de l’indépendance de sa
patrie120. Mais la calomnie ressemble a la rouille, qui atta-
que aussi bien le mauvais fer que le meilleur acier. Je ne
dirai qu’un mot, en passant, sur ce que Mr. M. M. Valen-
cia parait vouloir faire accroire aux gens qui sont éloig-
nés de l’arrondissement que commandait mon père, qu’il
n’existait point, qu’il n’a pas existé dans cet arrondisse-
ment de Santo Domingo une tendance de la part de quel-
ques hommes, à faire une «levée de boucliers dans le but
de créer un Système de fédération», lequel système
devait faire substituer au pavillon haïtien un tout autre
pavillon et celui colombien ou d’une des républiques de
la Côte Ferme était le point de mire d’un grand nombre.
Pour se convaincre du contraire de ce qu’a osé avancer
Mr. M. M. Valencia, je l’engage, fortement, à lire les articles
insérés dans les numéros de la même feuille, Le Patriote,
des 27 juillet, 3 août, et principalement à donner toute
son attention à «l’anonyme incendiaire», inséré dans le
Patriote du 22 juin de cette année qui est un appel foit aux
habitans de toute la partie de l’Est de notre île, pour se
lever en masse et s’opposer au Général de Division Ch.
Herard aîné, ainsi qu’a son armée, de les empêcher de
pénétrer dans cette partie; anonyme qui a porté le Comité
de Santo Domingo a prendre des mesures séveres contre

120
No era la primera vez que Carrié fils salía en defensa de su padre. Ya lo había
hecho antes en el enojoso caso entre éste y el Dr. José María Caminero.
Véase la carta de Caminero, del 30 de enero de 1838, a B. Carrié fils, publicada
en Le Telegraphe, Port-au-Prince, 4 marzo de 1838. (Hay ejemplar en el A. G.
de la N., copia microfilm). La reproduce S. Welles en su obra Naboth’s Vine-
yard…, New York, 1928, vol. 2, p. 55.

393
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

«tout individu qui sera convaincu d’avoir tenu des propos


soit contre la Révolution, soit contre les principes qui en
émanent. Contre tous ceux qui, dans des Assemblées
sécretes, émettraient des propositions ayan pour but la
division du territoire national, ou qui par des bruits insi-
dieux, semés dans le sein du peuple, aurait calomnié le
Gouvernement provisoire a l’égard de la partie de l’Est.
Contre tous ceux, enfin, dans l’interét de vues particu-
lières, qui tenteraient de faire naître la discorde entre les
parties orientales et occidentales de la République, seront
considérés ennemis de la République, et comme tels arrêtés
pour être ensuite livrés au Jury national, etc. etc.
«Le général a son arrivée s’est trouvé dans la pénible
nécessité de faire dans cette ville plusieurs arrestations.
Hélas! Si Mr. M. M. Valencia, qui a beaucoup de
mémoire, avait été mémoratif dans le moment où écrivait
son article, 8 jours après «l’anonyme incendiaire», il se
serait rappelé qu’un membre de sa famille avait été un de
ceux, dans le temps, qui avait subi une «legére punition»
pour avoir donné publicité dans le bourg de Banni même,
où il a composé son article, à un pareil écrit anonyme!…
Et, pour peu qu’il voulut ouvrir les yeux, il verrait encore,
en ce moment, que les dernières arrestations, faites dans
la partie de l’Est, témoignent contre son dire et prouvent
jusqu’à l’évidence, qu’il n’a pas été heureux dans le choix
de l’épigraphe de son écrit du 16 juin, qui ne saurait avoir
le caractère de la Vérité et rien que la Vérité; et tout homme
impartial conviendra, sans peine, avec moi qu’il faut que
Mr. Valencia ait tout perdu lui-même en fait de convenances
et de délicatesse, comme il saï l’écrire, excepté donc l’art
de la flatterie et de la calomnie, pour avoir osé parler, comme
il l’a fait, d’un vieillard qui a toujours été et qui sera toujours
un homme d’honneur.

394
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

La reconnaissance dit un sourd-muet, est la mémoire


du cœur; la millième partie donc d’un grain de reconnais-
sance, qui est une des belles vertus que l’honnette l’homme
de bien trouvent toujours au fond de leur cœur, si cette
partie minime en elle-même, se trouvait dans le cœur de
Mr. M. M. Valencia, la plume dont il s’est servi, lui serait
tombée des mains, en se rappelant que lorsque son feu
père, dont la mémoire est si respectable, avait été renvoyé
de la douane de Santo Domingo, ce fut ce vieillard, père
de famille aussi, ce fut ce vétéran, qu’il a l’air, aujour’hui,
de vouloir aussi calomnier qui fut l’avocat de son père
auprès du Gouvernement pour lui obtenir d’abord la place
d’officier de l’Etat civil, et, ensuite, celle de Juge au tribunal
civil; office qui lui a procuré, grâce à Dieu, jusqu’à sa
mort, son existence et celle de sa famille, c’était quelque
chose alors121. Ah! que d’ingratitude l’on rencontre, par-
fois, seigneur.

B. CARRIÉ Fisl.

121
Refiérese a don Esteban Valencia.

395
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

DOC. 3.– MEMORIA DE LÓPEZ VILLANUEVA122

Memoria que comprende la Isla de Santo Domingo en


la parte correspondiente a la Nación Española.

seis ciudades que son: Santo Domingo, La Vega, San-


tiago, Puerto Plata, Monte-Cristy, Samaná.
Pueblos: Macorís, Moca, Farfán de las Matas123, Daja-
bón, Monte Plata, Boyá, Cotuí, Ceibo, Higüey, Baní, San
José de las Matas, San Juan, Neiba, Bánica, Azua.
Todas estas ciudades y pueblos tenían en el año de
1812, 72,000 almas, y como quiera que no ha habido desde
aquella época guerra, peste ni epidemias, sino una
pequeña emigración, se puede calcular que ascienden hoy
a cerca de 100,000 almas. La mayor parte de esta cantidad
son pardos en la proporción siguiente:
5/8 pardos124, 2/8 morenos, 1/8 blancos.
Entre esta clase de habitantes, sin perjuicio de los viejos,
niños y mujeres, pueden tomar las armas de 12 a 15,000
hombres. Casi todos estos son guardia nacional, o mejor
dicho, milicias urbanas. Esta es una calidad de tropa muy
valiente y propia para un asalto o emboscada en donde
puedan manejar con franqueza el arma blanca, tal como
cuchillo, lanza y machete; pero son muy inconstantes para
guardar un punto por tiempo dilatado, porque en acor-
dándose de sus hijos, mujeres e intereses, uno a uno se

122
Esta Memoria corre inserta en la colección de Documentos relativos a la cuestión
de Santo Domingo, remitidos al Congreso de los Diputados por el Ministro de Estado.
Madrid, 1865, pp. 5-6. Se ha utilizado, además, copia de la que se conserva
en el Archivo Nacional, de Cuba, Legajo 848, Nº. 28572.
123
Las Matas de Farfán.
124
En el impreso dice 3/8.

396
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

van desertando: así es que necesitan de tropa de línea para


que sirvan de reserva, y para hacerlos mantener firmes en
sus puestos y constantes en su empresa. Lo que causa este
defecto, es que como no tienen disciplina, no saben
obedecer; ven todo con indiferencia, sin saber apreciar
las ventajas de la gloria que debe resultar de un éxito feliz.
En Santo Domingo (es decir en la ciudad) hay organi-
zados dos Regimientos de infantería, números 34 y 32;
pueden tener entre ambos de 500 a 600 hombres. También
hay en aquella Ciudad un Batallón de Artillería de 100 a
150 hombres, y una compañía de gendarmes de 50.
El Regimiento Nº. 33, cantonado en todos los pueblos
de la parte Española ya mencionados, menos la Ciudad
de Santo Domingo, puede tener como 400 hombres casi
todos españoles: hay sin embargo en estos tres Regimientos
como una quinta parte de morenos, franceses de la parte
Occidental. Casi todos los Oficiales de los Regimientos
31, 32 y 33 son morenos franceses. Hay además en todos
los pueblos mencionados una Compañía de Artillería de
50 hombres, pero nunca completo125.
Estas tropas de líneas no tienen mayor disciplina ni
subordinación, pero están más instruidos que los guardias
nacionales o milicias urbanas, que casi no saben el
manejo de armas. Estas tropas de líneas sirven con
disgusto, pues solamente reciben 4 riales de Haití de
ración por semana, y 4 pesos de Haití de sueldo cada 2 ó
3 meses, cuando lo manda expresamente el Presidente.
El servicio que hacen estas tropas es montar la guardia y
hacer coruees o faginas, cargando piedras, tierra, madera y

125
La Guardia Nacional de Santiago se componía, en 1843, de 67 compañías:
2,819 soldados.

397
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

todo lo que necesita el Gobierno. También está esta tropa


muy mal vestida, solamente le dan una casaca cada año,
fusil, morrión y cartuchera; en cuanto a pantalones y
zapatos, tiene el soldado que comprarlos; así es que la
mayor parte va a las paradas descalzos y sucios.

Religión

En todas las ciudades y pueblos hay curas que admi-


nistran los sacramentos, casi todos estos curas son espa-
ñoles; es decir, criollos, de la América Española o Europeos.
En toda la parte Española es exclusiva la Religión Católica,
exceptuando Santo Domingo, Samaná y Puerto Plata, en
donde hay en cada una Iglesia metodista, a la que asisten
los emigrados de los Estados Unidos, los que pueden
ascender a 300 personas en las 3 ciudades.

Empleados civiles y militares

En la parte Española hay cinco distritos.


El de Santo Domingo lo manda un General.
El de Azua ídem un Coronel.
El de Santiago ídem un General.
El de La Vega ídem un General
El de Puerto Plata ídem un ídem.
Varias Comunes forman un distrito.
En cada común hay un comandante de armas, un Juez
de Paz y un Consejo de Notables.
Un oficial civil.
Uno o dos Notarios o Escribanos.
En Santo Domingo hay un Tribunal civil.
En Santiago hay otro.

398
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Producciones

El distrito de Santo Domingo produce caoba de muy


superior calidad preferida en todas partes a cualquiera
otra de la América. Tiene terrenos propios para el culti-
vo de la caña de azúcar y toda especie de granos, a ex-
cepción del café. En su jurisdicción hay crianzas de ga-
nado, aunque sus pastos no son muy buenos; también
produce cacao. Por la parte de Baní hay mucho guayacán
muy superior.
En el distrito de la Vega hay poca agricultura; produce
buen tabaco y se exporta una gran cantidad, pero no tanto
como Santiago. Abunda en crianzas de cerdos, caballo y
ganado.
El de Santiago es el más interesante de la parte Espa-
ñola; sus habitantes son los más industriosos de toda la
isla, y su comercio se aumenta anualmente. Desgraciada-
mente, el terremoto del 7 de mayo de 1842 derribó sus
mejores casas de mampostería, como también sus tres
iglesias, el Convento y el Cuartel que había sido construido
hace más de un siglo. El río Yaque, uno de los más
caudalosos de la isla, corre a inmediaciones de la ciudad,
y puede hacerse navegable. Las maderas de caoba de toda
la jurisdicción de Santiago salen por este río; sus terrenos
son tan fértiles que producen toda especie de fruto. Al oeste
tiene crianzas de ganado, caballos y burros.
El distrito de Puerto Plata es abundante en corte de
madera de caoba, aunque no es tan buena como la de la
jurisdicción de Santo Domingo. Igualmente se encuentra
con abundancia maderas de construcción palo amarillo.
Sus terrenos son propios para la caña, café y cacao. El
tabaco se da muy fino, pero de menos peso que el de

399
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Santiago. Toda su jurisdicción es buena para la crianza de


ganado de cerda, aunque no para ganado, caballos o
burros.
Los vecinos de la común de Monte Cristy se ocupan
en la crianza de ganado, caballos, chivos, ovejas y burros.
Tiene muy buenos pastos, y sus animales son gruesos y
hermosos; se multiplican con mucha ventaja. En las riberas
del río Yaque que desagua en la bahía de Manzanillo, se
ha sembrado y se da muy buen tabaco, el que tiene la
ventaja de ser de mucho peso.
Se puede calcular que una sexta parte de las posesiones
españolas es tierra montuosa, abundantísima de árboles de
pino propios para mástiles de buques y para hacer piezas
y tablazón; y la naturaleza ha criado en diferentes distancias
ríos por donde se pueden exportar al mar, y abastecer toda
la América, siempre que haya capitales e industria.
Se ha reconocido por algunos mineros que hay minas
de oro y plata, y de cobre y de hierro, y esto se comprueba
con una de cobre que se ha abierto últimamente en la juris-
dicción de Santo Domingo por una compañía inglesa; se
dice que es de superior calidad, aunque se ha paralizado
por algunas trabas que ha puesto el Gobierno. Con respec-
to a las de oro vemos con frecuencia que las mujeres de la
Sierra del Sur lavan oro en polvo, el mismo que recogen en
los ríos, y lo venden a los extranjeros, quienes lo exportan
para Londres y Alemania en botellas. También en Neiba
hay una loma que produce sal tan fuerte o más que la que
produce el mar. Se dice igualmente que para la parte del
Sur sobre la costa hay una mina de carbón de piedra.
En la parte Española hay tres hermosas bahías, una al
Sur nombrada Ocoa, otra al Este en Samaná, y otra al
Norte en Manzanillo. En cualquiera de ellas puede fondear
una Escuadra, aunque sea de cien navíos.

400
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Fuerza y población de la Parte Francesa

La población puede ascender a 400,000 almas, y es


más abundante de mujeres y niños que de hombres, porque
hay muchos estropeados y mutilados con la continua guerra
que tuvieron desde el año de 1803 hasta 1820.
Las fuerzas militares consisten en 30 Regimientos de
infantería que pueden tener de 7 a 8,000 hombres: según
su dotación deben tener 600 hombres; pero solamente
tienen 250, poco más o menos. En todos los pueblos hay
artillería y Gente de arma, y puede haber de esta arma como
2,000 hombres. Según las leyes de la República, todo
ciudadano desde la edad de 15 años hasta la de 60 que no
pertenezca a la tropa de línea o que no esté empleado en
servicio judicial o administrativo, debe servir en la Guardia
Nacional: así es que se puede calcular como 10 ó 12,000
guardias nacionales.
La agricultura está muy decaída en aquella parte, pues
todos los años produce menos. Lo que más se exporta es
café, algodón, Campeche y madera de caoba, la misma
que proviene de la parte Española, porque se embarca
por Gonaive y San Marcos.
La isla de Santo Domingo parece que la naturaleza la
ha criado en medio de estos mares muy pingüe, fértil y
rica en todas sus producciones, pero fatal en todas sus
adversidades. Es digna de que cualquier Príncipe supiera
apreciarla, protegiéndola con brazo poderoso, y bajo unas
leyes sabias y equitativas que hiciesen felices a sus
habitantes y poderoso a su protector.

Es copia Tello (rúbrica). Es copia Valdés. (rúbrica).

401
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

ANEXO A.– DEL GOB. DE SANTIAGO DE CUBA.


AL CAP. GRAL. DE LA ISLA DE CUBA126

Gobierno Pco y Militar


de la Provincia de Cuba

Exmo. Señor: D. Carlos Duquesnay Vicecónsul de


España en Jamaica me ha dirigido una carta con calidad
de muy reservada, cuyo contenido es el siguiente.
«Exmo. Señor = Me tomo la libertad de recomendar
el dador de esta, el Señor Don Antonio López de Villa-
nueva, quien con solo el objeto de comunicar con V. E.
asuntos interesantes, pasa a esa, llevando consigo su hijo,
al que, por ser persona de color, he rehusado dar el
correspondte pasaporte, conformándome en esto con las
órdenes que tengo recibidas = El interés que estos sugetos
me han manifestado, y las ideas que me han descubierto,
me parecen no de poca consideración para que vervalmte
sean espuestas a V. E., y si las juzga de algún valor ponerlas
en conocimto del Exmo. Sor. Capitán General de esa Isla;
por cuyo motivo no he dudado un momento en darles esta
recomendación, y espero qe mirando mis intenciones, mi
conducta en este «particular merecerá la aprobación de V.
E. = Soy con el mayor respecto de V. E. su más atento y
seguro servidor = Carlos Duquesnay».
Llegó efectivamente a esta plaza en el Vapor Inglés y
se me presentó con su hijo el enunciado Villanueva, el

126
Archivo General de la Nación. Documentos procedentes del Archivo
Nacional, Habana. (Legajo 848, Nº. 28572). Copias de Luis Rodríguez Guerra,
comisionado del A. G. de la N. en los archivos de Cuba.

402
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

cual me entregó en el acto la carta a que me he contraído.


Este individuo, hombre anciano y de venerable aspecto,
me manifestó los Despachos de Capitán cuyo empleo
obtuvo por nuestro Gobierno, y varios documentos que
patentizan los recomendables servicios que prestó como
español, en la época en que los naturales de Santo Domingo
reconquistaron la parte Española, privando de ella a los
franceses que la poseían. Me hizo ver que su viage no
tenía otro objeto que el orientar al Gobierno del buen
sentido en qe se hallan los habitantes de aquella parte pa
sacudir el yugo de los haitianos y someterse bajo la
protección y amparo del beneficio y paternal gobierno de
España, cuyas leyes les proporcionaron días muy felices:
que estos sentimientos se han aumentado con la ocurrencia
del apresamiento de nuestros buques y el crucero que tan
a tiempo se mandó sobre sus costas, habiéndose exaltado
más el ánimo de aquellos naturales con motivo de la
revolución que acaban de sufrir y emigración del Presi-
dente Boyer a consecuencia de ella; porque un hecho tan
notable ha disminuido sobre manera la fuerza moral y la
material de los negros = que desearía saber si en el evento
de dar ellos la iniciativa podrían contar con algún apoyo
por nuestra parte, para en el caso obrar en consecuencia
con los sentimientos que se hallan poseídos; entregándome
por último la memoria adjunta, que en copia tengo el
honor de elevar a manos de V. E. relativa al estado que en
todos ramos presenta hoy aquella Isla, clasificándose con
separación la parte Española de la Francesa.
Como el círculo de mis atribuciones no se estiende a
dictar resolución alguna acerca de un punto tan delicado,
me he limitado a contestarle que daré conocimto de todo a
esa superioridad; para que tomándolo en consideración
puedan acordar lo que juzgue más conveniente: debiendo

403
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

añadir a V. E. que el referido Villanueva y su hijo regresarán


a Jamaica en el Vapor Inglés que cruzará por este puerto
el 21 del mes que cursa, para desde allí pasar a Santo
Domingo; habiendo quedado conmigo sobre el modo y
forma de remitirle yo las comunicaciones que V. E. tenga
a bien dirigir sobre este asunto.

Dios guíe a V. E. muchos años. Cuba 10’ de Abril de


1843.
Exmo. Señor

Juan Tello (rúbrica)

Exmo. Señor Capn General de la Isla.

Reservado [al margen]

404
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

ANEXO B.– DEL CAP. GRAL. DE LA ISLA DE CUBA


AL GOB. DE SANTIAGO DE CUBA127

Habana 18 de Abril de 1843.


Al Gobernador de Cuba.
Reservado:
Exmo. Sr. = He visto con detenimiento el oficio de V.
E. fha 10 del corriente en qe me transcribe el del Vice
Cónsul de S. M. en Jamaica referente a la presentación de
Dn Anto López de Villanueva y noticias qe le comunicó
sobre la parte Española de Santo Domingo así como de
haber hablado con V. E. dicho individuo sobre el mismo
asunto. Tenía aviso de estas ocurrencias y he contestado
al referido Vice Cónsul manifestándole qe no me es dado
contestar en cuestión tan espinosa como la de qe no puede
prestar interés a nuestra metrópoli semejante proposición
y qe arriesgaría mucho en admitirla con respecto a la
seguridad de estas Antillas, le he prevenido qe sin dar la
más remota esperanza procure con política estar en buenas
relaciones con la persona influyente qe me dice le ha
hablado sobre el particular pa adquirir noticias y esperar
a la resolución de nuestro Gobierno. No debo de ocultar
a V. E. tengo mis temores de qe esta proposición sea algún
ardid de mano oculta y poderosa pa alargar nuestras espe-
ranzas y hacernos tomar parte activa en la cuestión a fin
de encontrar un pretesto qe disculpe la hostilidad qe acon-
sejen a los revolucionarios de Sto. Domingo contra esta
Isla. V. E. conoce nuestra posición y creo escusado indicarle

127
A. G. de la N. Documentos procedentes del Archivo Nacional, Habana,
Cuba. (Legajo 848, No. 28572).

405
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

otras cosas qe son consigtes de este primer paso, si con poca


madurez y sin órdenes terminantes del alto gobierno se
admitiese la oferta. En este concepto recomiendo a V. E.
qe no haga consevir esperanza alguna sobre el particular,
ni de tampoco una refutación qe haga perder el hilo de
este negocio: concrétese V. E. a saber lo qe pasa y a que ni
aun esta marcha de pura curiosidad pueda interpretarse
como comunicaciones de convinaciones proyectadas, qe
no siendo ese el ánimo no hay pa qe aparentar lo que puede
traer malas consecuencias sin reportar ningún veneficio.
Son muy loables si fuera cierto, los sentimientos de
los habitantes de la mencionada Isla, pro la Madre patria
tiene necesidad en el día de consolidarse antes qe emprender
operaciones dudosas del éxito y muy arriesgados a perder
lo cierto q e ahora poseemos con tranquilidad y buen
derecho.
Dios ecta.

V. (rúbrica)

406
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

DOC. 4.– REPRESENTACIÓN DE LA JUNTA POPULAR,


8 JUNIO 1843128

Libertad, o Muerte
REPÚBLICA HAITIANA

REPRESENTACIÓN129
A LA JUNTA POPULAR DE SANTO DOMINGO

Los Haytianos infrascritos, Ciudadanos, Hermanos y


Amigos,
La dignidad de hombres libres: los principios general-
mente reconocidos en todas las naciones que gozan de la
independencia y los dogmas ciertos que se profesan en
las democracias de los pueblos, autorizan a todos los
individuos para esponer a sus gobernantes lo que conviene
a su situación con respecto al tiempo, lugar y costumbres
que califican su ecsistencia.
Nosotros, nos profesamos sujetos al gobierno lejítima-
mente constituido para sostener la unión de la República,
única e indivisible de todos los indígenas y habitantes de
esta isla; en cuyo concepto, sostenido del axioma común
que dice: «lo que a todos toca, por todos debe ser hecho y
aprobado»; nos damos prisa a exponer los íntimos senti-
mientos, que impulsaron el pronunciamiento del día 24

128
En la transcripción de este documento se ha utilizado el impreso existente
en la Biblioteca del Petit Seminaire, de Port-au-Prince, gracias a complacencia
del P. Le Bihan, así como la copia manuscrita existente en el Archivo del
historiador nacional García. Acerca de tan interesante documento véase
García, Historia…, vol. II, p. 199.
129
Nota: mandada a imprimir por los que suscriben. [Del impreso].

407
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

de marzo último, en que la providencia divina nos hizo


triunfantes contra la fuerza casi irresistible del despotismo
que nos tenía oprimidos hace veinte y un años.– Corres-
pondimos a los designios con que manifestaron su enerjía
los ciudadanos que instalaron su comisión en la ciudad
de Los Cayos, y antes de haber visto su manifiesto, sus
acuerdos, y sus resoluciones, (por solo el eco de aquel
grito que percibieron nuestros oídos), se reanimó nuestro
valor para sacudir el yugo pesado, que injustamente se
había cargado a una porción de hombres libres, que no
por la fuerza de las armas ni por el título de conquista se
habían asociado espontáneamente a hacer parte de la
República Haytiana: y en seguida por una pública, general
y legítima asamblea constituimos la comisión depositaria
de la soberanía del Pueblo para que ejerciese los poderes
gubernativos hasta el día en que se sancionase la constitución
política que fuese la base sólida de nuestra Democracia.–
Esperábamos que la comisión suprema organizase su
gobierno, y por medio de un reglamento acomodado a las
actuales circunstancias, nos hubiese asegurado el goze de
la libertad, sin permitir que las habitudes del despotismo
tomasen parte en la dirección y gobierno, mientras que
pendiese la suspensión del pacto o constitución que quedó
desvirtuada, mas hasta hoi nada hemos sabido acerca del
principal objeto de aquellas esperanzas.– De aquí ha
provenido el desconcierto de las voces y rumores que
indicó el bando publicado el 25 del mes de mayo,
siguiéndose naturalmente el desazón público de los
pacíficos habitantes, que no aciertan a comprender cómo
el estado de la paz, se le asombra con patrullas y acuarte-
lamientos extraordinarios: por lo mismo exponemos a
nuestros consistentes de la junta superior popular de este
suelo, la necesidad que concebimos, de que se reorganice

408
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

y reglamente para proceder con claridad a la ejecución de


las elecciones correspondientes de los individuos que han
de ser diputados para asistir a la Asamblea Constituyente,
seguros y certificados de que su voto tendrá lugar cuando
se constituya por la mayoría el pacto de la Democracia.–
Sabemos que el pueblo de Puerto Príncipe constituyó un
Gobierno provisional, con un Consejo de quienes han sa-
lido las disposiciones preventivas del número y forma con
que han de ser elejidos los individuos que deben concurrir
a la Asamblea Constituyente; y sin embargo de que el
pueblo del Príncipe no constituye, ni subroga la libertad
de los demás pueblos, nosotros no oponemos dificultad
en cuanto al tiempo, forma y número de las elecciones y
diputados; pero sí creemos que la Comisión Popular que
aquí hemos nombrado, tiene los mismos poderes y facultades
sobre este punto que lo que se atribuyeron los ciudadanos
de la capital de esta República, y que a la manera que
ellos señalaron los sueldos de cinco individuos del
Gobierno, y nueve consejeros tomados de solo su seno,
pueda aquí la comisión superior fijar un sueldo corres-
pondiente en la Asamblea Constituyente; pues no alcan-
zamos la razón ni la equidad que autorice, para obligar a
los ciudadanos que dejan sus negocios, sus casas y familias
por algunos meses, viajar y mantenerse a sus expensas en
la ciudad capital por todo el tiempo necesario para llegar
al logro de la Constitución, y constituirse después en Juro
Nacional para juzgar las causas de los muchos individuos
puestos en estado de acusación, señaladamente si se
reflexiona que entre los cinco elegidos para el Gobierno
provisional, y los nueve consejeros que se les añadieron
se absuelve una mayor cantidad que los cuarenta mil
pesos que hacían la dotación del ex-presidente; sin embargo
de que todos residen en sus casas y no tienen que apartarse

409
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

por un día del seno de sus familias.– Estas consideraciones


nos impulsan a pedir a la Junta Popular, que reorgani-
zándose como corresponde, disponga y ordene sus actas y
sesiones escritas, decretando en ellas el contenido y forma
con que se han de expedir los poderes; que acrediten la
identidad de nuestros diputados en el concepto que
nosotros estamos firmemente persuadidos, que no siendo
como no somos pueblo conquistado por el Gobierno de
Haití, sino una porción voluntariamente agregada a la
República, nuestros actos deben ser escritos en nuestro
propio idioma vulgar, y nuestros diputados para la Asam-
blea Constituyente recibir el cargo de reclamar la obser-
vancia de nuestra Religión Católica, Apostólica Romana,
y que se conserven el idioma, usos y costumbres nativos y
locales, a la vez que en esto, ni se opone, ni contradice, ni
debilita la unión simple e indivisible de la República
democrática; como tampoco no causa variedad, contra-
dicción ni discordia, la diferencia de los colores de la piel,
ni el origen o nacimiento de los que ahora nos llamamos
haytianos; antes por el contrario, la experiencia de todos
los tiempos y de todas las naciones tiene acreditada la nece-
sidad aun en los pueblos conquistados por la fuerza de las
armas; y nosotros encontramos muy cerca el ejemplo de las
provincias unidas del Norte-américa, las cuales se gobiernan
por unas leyes generales constitutivas de la democracia
que hace la unión e indivisibilidad de la República,
dictando cada provincia sus leyes económicas, locales y
administrativas.– Los ciudadanos infrascritos están per-
suadidos que es el sentimiento común de todos los pueblos
de la parte antigua Española, y el voto que inspira la
razón, la igualdad y la justicia.– Abrazamos con paz y
fraternidad a todos los indígenas y habitantes de Haytí,
considerándolos a todos y a cada uno hombres libres e

410
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

iguales en derecho y dignidad: en cuyo concepto, confiamos


que nuestra Junta Popular se agradará de la sencillez y
franqueza de esta exposición.– Es copia conforme.– Siguen
numerosas firmas.– Santo Domingo a 8 de junio de 1843, año
40 de la independencia y 1º. de la Regeneración.– Manuel M.
Valverde.– Manuel Leguizamón.– Juan N. Ravelo.– Francisco
Santelizes.– Luis Betances.– Pedro P. Bonilla.– Francisco
Contín.– Gregorio Contín.– R. Echavarría.– Julián Alfau.–
Fernando Herrera.– J. Santín.– M. T. Franco.– M. de Regla
Altagracia.– Antonio Villega.– F. M. Ruiz.– Pujol.

Santo Domingo, Imprenta Nacional.

411
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

DOC. 5.– DEL AGENTE DE ESPAÑA EN CURAZAO


AL GOBERNADOR DE PUERTO RICO, AG. 1843130

Exmo. Sr. = Hago a la hora de esta en manos de V. E.


mi última comunicación de 3 de agosto por la Goleta
paquete de Guayama que dirijí bajo de cubierta al
Comandante Militar de Ponce, y ella habrá impuesto a V.
E. de las noticias de Santo Domingo hasta 21 de julio =
Posteriormente a aquella fecha ha entrado de aquella Isla
la Goleta Holandesa El Águila y a su bordo los padres G.
H. y P. P.131, expatriados por C. Gerard132 por perjudicia-
les a su causa. Estos Sres. vienen el primero Cura de la
Catedral encargado por el Gobernador del Arzobispado133
en comisión cerca de V. E. que pasará a ponerla en oídos
de V. E. tan pronto se presente buque para algún puerto
de la Isla. El Franciscano, natural de Estella en Navarra,
de una virtud sin ejemplo134, ha sido encargado por el G.
del Arzobispado de predicador del Seibo y demás pueblos
de aquel partido, y me ha asegurado que tanto la parte
mulata como la negra están decididos en favor del Go-
bierno Español; asegurándome que si hay un envío de
auxilio se pondrá a la cabeza, seguro de triunfar y de ase-
gurarle para siempre aquella parte de sus dominios = Se-
gún me dice el encargado de Santo Domingo con fecha 9 de
agosto «Poco puedo adelantar con respecto a noticias a la
mía de 21 de julio, más que lo de haber salido C. Gerard

130
A. G. de la N. Documentos procedentes del Archivo Nacional, Habana,
Cuba. (Legajo 848, No. 28572).
131
Gaspar Hernández y Pedro Pamiés.
132
Charles Herard.
133
Dr. Tomás de Portes e Infante.
134
Acerca del P. Pamiés, véase E.R.D., Discursos históricos, Fray Pedro Pamiés, Clío,
XXVIII, 1938, p. 108.

412
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

para el Príncipe llevándose consigo las tropas españolas


que custodiaban esta plaza, y muchos otros que a la fuer-
za hizo marchar, que según voces que corren se le han
desertado la mayor parte, dejándonos en su lugar a los
que le han seguido en su caravana; estos no son ni la déci-
ma parte de los que nos han vociferado sus paniaguados.
Los 33 batallones que tanto han decantado que dicen le
acompañaban, no ha tenido otro objeto esta voz que el de
alucinar y el de amedrentarnos con tropas, pues cada ba-
tallón ha venido a reducirse a 30 plazas efectivas; con
esta fuerza tan insignificante para tantas empresas que se
ha echado sobre sí, ha querido ahogar las opiniones que
han declarado en su contra. Como sé a punto fijo que los
padres que van en este buque le harán a V. una pintura
exacta del estado de la Isla que se reducirá a manifestar
las ningunas fuerzas que tiene C. Gerard y el gran partido
que hay en favor de los Españoles, omito extenderme
sobre este mismo particular, pues a la voz lo harán con
más claridad que lo haría yo por escrito». La parte francesa
marcha a su último fin sino se apresuran a proclamar un
gobierno que los sostenga. Si C. Gerard no trae consigo
una fuerza imponente, no podrá sofocar los partidos que se
chocan entre el mulato y el negro; el último quiere la res-
tauración del imperio de Salinas135; mal enemigo se le ha
declarado en su contra, pues no debe contar con ellos por
más ofertas que les haga. El Gobierno provisorio aguarda
con ansias su llegada para salir de la incertidumbre en
que vive, pues desconfía ya de la suerte de la república.
Los Y.136 que tantos sacrificios han hecho por la causa de

135
Dessalines.
136
Los ingleses.

413
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

C. Gerard son los primeros que le maldicen en el día al


ver que sus planes le han salido fallidos y en sus intrigas
han perdido el tiempo y el dinero. Varios Y. que han per-
manecido al lado del Gobierno provisorio han desapare-
cido, y según informes que he tomado, se han embarcado
en un buque de guerra de su nación. Seguramente habrán
ido a dar cuenta de su Comisión a Jamaica, punto de don-
de salen sus tramoyas. Tan pronto llegue C. Gerard y
vea en qué quedan los partidos marcharé para esa, pues en
esa parte me considero más seguro. Ya dije a V. por la mía
de 21 de julio que el temor que había por parte de los Y.
ha desaparecido» = Incluyo a V. E. la que me ha entrega-
do el P. H. para V. E.137, él pasará a esa Isla tan luego se
presente una ocasión = Dios guarde a V. E. ms aa.
Curazao y agosto 25 de 1843 = Exmo. Sr. = Jn Ma 138 =
Exmo. Sr. Capitán General de la Isla de Puerto Rico.
Es copia [rúbrica]
Hay un sello en tinta con las armas de España que
dice así «capitán General y Gobno Supr Político.– Puerto
Rico.

137
Doc. 6.
138
Juan María Pando, agente de España en Curazao.

414
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

DOC. 6.– DEL PADRE GASPAR HERNÁNDEZ


AL GOBERNADOR DE PUERTO RICO,
Curazao, 22 agosto 1843139

Exmo. Sr. D. Santiago Méndez Vigo Presidte de la Rl.


Audiencia Gobernr y Capn Grl. de la Isla de Pto. Rico =
Curazao y agosto 22 de 1843 = Mi respetado y venerado
Sor: Con fha 16 de junio del presente Dn F. R.140, natural
de Sto. Domingo, y residente en esa, escribió a unas Sras.,
llamadas las A. C.141, de su amistad, y de la mía, inquirien-
do de ellas noticias exactas de los acaecimientos de la refor-
ma, del motivo porqué el Sr. Delegado Dr. P.142 y otras
personas de categoría habían tomado parte en ella, instando
a que se acercaran hacia V. E. y hacia el General de la
Habana comisionados pidiendo auxsilio para sacudir el yugo
Etíope y otras más esplicaciones que indican suficiente-
mte, el buen deseo de ese Señor y su invariable adhe-
sión a la Nación Española = Dichas Sras. me manifesta-
ron la carta y como D. F.143 les encarga se valgan de
personas de respeto para que hagan el informe, ellas se va-
lieron de mi, y alegre por mi parte con el encargo pedí
inmediatamte, pasaporte para el estrangero, pretestan-
do enfermedad, que me imposibilitaba servir por más

139
A. G. de la N. Documentos procedentes del Archivo Nacional, Habana,
Cuba. (Legajo 848, No. 28572).
140
Don Francisco Ricart?
141
El Lic. Leonidas García supone que se refiere a las Arredondo y Castro,
hijas de don Juan de Arredondo y Rojas, hermanas de don Francisco de
Arredondo y Castro y tías de don Gaspar de Arredondo y Pichardo.
142
Dr. Tomás de Portes e Infante.
143
Don Francisco Ricart?

415
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

tiempo mi destino. Se me negó y por consiguiente parali-


cé mi Comisión, por no exponerme a escribir como lo hago
ahora desde el centro mismo de los usurpadores. Felizmte
llegó C. Herald a Sto. Domingo el día 18 de julio, y al reti-
rarse nos libró pasaporte a mí y a un religioso egemplar
natural de Navarra como a enemigos de la República y pre-
dicadores de ideas subversivas144. Con este paso logré po-
ner en práctica mi encargo, y tanto por el bien de aquellos
desgraciados españoles, tan religiosos, tan morales cuando
fieles a la benigna Monarquía Española, como por cumplir
con el encargo de esas Señoras, de otras varias familias de
la Ciudad y del Sr. P. Gobernr del Obispado, paso a hacer a
V. E. un informe exacto de la reforma, estado de la parte
Española, espíritu que le anima, conducta de Herard en
ella, fuerza que llevó consigo y situación de la Colonia
Francesa, hasta el día 1º de agosto que me embarqué para
esta. La reforma en la parte Española no se adoptó por se-
cundar las ideas francesas, sino como un medio para unir a
los habitantes del Este a otro fin más elevado. El Gobernr
del Arzobispado y yo influimos mucho en ella, siempre
mirando hacia adelante, y preparando los ánimos para otra
cosa. Creímos que habiendo dado principio entre los ne-
gros la anarquía, consolidada en la parte del Este la opi-
nión por España, mientras ellos se aniquilaban por allá,
aprovechando la ocasión se daría en la parte española el
grito de separación enarbolando nuestra antigua bandera y
mandando comisionados en el momento hacia la Isla de
Cuba para que auxiliasen y viniesen a tomar el mando en-
tre nosotros = Dn. P. de la P. C.145 natural de Canarias había

144
El Padre Pedro Pamiés.
145
Pablo Paz del Castillo, véase supra, p. 33, nota 22.

416
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

confirmado este mismo espíritu en los puntos del Norte, a


saber: en Puerto Plata, Santiago, La Vega, Moca, el Ma-
corís y el Cotuy: más fue delatado no como amigo de la
causa de España sino como propagador de ideas colom-
bianas. Esos negros son muy suspicaces; no les convenía
presentar la opinión de C. bajo de su verdadero punto de
vista, ni sus trabajos como conformes al deseo general, y
se valieron para desbaratarle sus planes, de unas voces que
causaron horror en el territorio, el que siempre recuerda,
que si es desgraciado, que si está oprimido bajo el yugo de
los negros, es la causa D. J. N.146 que inicuamte. quitara la
bandera Española y enarbolara la Colombiana. Aun cuan-
do C.147 fue mandado con una escolta a la Ciudad como
revolucionario por Colombia; aunque ha sufrido indecen-
tes prisiones y estado bajo la vigilancia de la alta policía
como tal; el pueblo brevemte se desengañó y conoció las
arterias del Gobo para sofocar el espíritu alimentado y con-
firmado por C. y por V.148 en la parte del N. = Con motivo
de la prisión de C. los haitianos encontraron el campo abier-
to para calumniar a los españoles, y esparcieron entre los
negros criollos, libres, y libertos, la voz que se iba por los
enemigos de la República a enarbolar la bandera Colom-
biana para esclavizarlos. Mucho perjuicio hizo esta pérfi-
da conducta y tanto más digna de admirar cuanto que la
observaban algunos dominicanos como son los D. C. A. B.
A. P.149 y otros. Trabajamos el Sr. G. y yo y el P. P.150 en
sosegar los campos y en efecto lo conseguimos, pues los

146
José Núñez de Cáceres.
147
P. Paz del Castillo.
148
Paz del Castillo y A. López Villanueva.
149
Del Monte, Cabral o Caminero, Aybar, Bobadilla, Alfau, Puello?
150
El Gobernador del Arzobispado, Dr. Portes, y el P. Pamiés.

417
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

negros criollos nos han reputado y tenido como oráculos.


Ya se percibían los ecos de Colombia, ya los de separación,
disparates todos que no pueden tener lugar en Sto. Domin-
go y que eran efectos propios de una cávala y de un ma-
quiavelismo, el más grosero y el más indecente = En
este estado se presenta Carlos Herard en la parte del Este,
más bien obligado por los intrigantes de ella que volunta-
riamte (pues se había detenido en Bayajá algunos días, te-
miendo pisar el territorio español) con el aparato ideal
pero no real de mucho egército, y trayendo la investidura de
Gefe egecutor de las voluntades del pueblo. En Puerto Pla-
ta dio principio a su misión y por consiguiente empezó a
manifestar lo que era = Pasó a Santiago, y como su Párro-
co es enteramte diverso al de Puerto Plata151, sufrió algo
con él, sin recibir de ese Gefe las atenciones y respetos que
se merece. Aquí se verificaron por 1a vez las prisiones de
muchos padres de familia, siguiendo la misma conducta en
los pueblos de Macorís y del Cotuy. De ambos pueblos
prendió muchos individuos, despojándolos de sus bienes,
y dejando a sus familias en la inopia. Sus curas también
fueron arrestados y remitidos a Puerto Plata para que fuesen
juzgados en el Príncipe en medio de una escolta consi-
derable de negros inmorales que los trataron con el más
grande desprecio. Al remitirlos les quitaron sus haberes,
les saquearon las casas, entraron en las Iglesias y como
un Egército Vándalo, las despojaron de cuanto tenían,
inclusos los vasos sagrados y ornamentos. Todo esto
decían ellos en Sto. Domingo, lo habían hecho porque
tenían bandera de Colombia lo que Sr. Exmo. es una

151
Alude a los Pbros. Domingo Antonio Solano, de Santiago, y Ml. González
Regalado Muñoz, de Puerto Plata.

418
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

falsedad. Eran medidas para atemorizar a los españoles, a


quien tienen realmte mucho miedo = Llegó a Sto. Domingo
el día 13 de julio. Parecía la Ciudad en ese día, lo mismo
que se dejaba ver en los tiempos del terremoto152. Sabedores
sus habitantes de los estragos que venía causando en los
pueblos, de las tropelías, prisión, vejaciones, y robos hechos
en Santiago, Macorís y el Cotuy temían y justamte, otro
tanto de un hombre idiota, irreligioso e inmoral como
Carlos Herard. Desde Sabana Grande hasta allí vino
rodeado de los hombres más corrompidos de la Ciudad
que salieron a recibirlo y que jamás lo dejaban perfumando
su silla con el incienso pestífero de una baja y vil adulación.
Díez y seis regimientos le acompañaban, y todos juntos
se componían de ochocientos cincuenta y tres hombres
de fusil y ochocientos sesenta y siete entre gefes, oficiales,
músicos y tambores. Consumidos del hambre pedían
limosna de puerta en puerta aun los oficiales y tan in-
decentes en lo andrajoso de su vestido que otro Gobierno
a no ser el haitiano no los hubiera dejado presentar al
público porque ofendían al pudor y a la moral. La Repúbli-
ca no tiene más que treinta y tres regimientos; si diez y seis
componen ochocientos cincuenta y tres, los restantes as-
cenderán a novecientos y he aquí toda la fuerza imponente
= Al primero que buscaba sin duda para pasarlo por las
armas era a D. P. C.153 mas este se había embarcado pocos
días antes para ésta en donde existe. El día 14 de julio fue
día para la Ciudad de los más aciagos. Desde las dos de la
tarde se emplearon dos oficiales en llevar presos a una gran
parte de padres de familia, sin delito, y que han deseado y

152
El terremoto del 7 de mayo de 1842.
153
Paz del Castillo.

419
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

desean ver enarbolar y flamear en el homenaje del río


Ozama, la bandera española. Es cosa digna de observar-
se en la conducta de ese hombre. La víspera de las prisio-
nes fue a la cárcel y puso en libertad a todos los presos,
indistintamte, incluso cuatro asesinos, de suerte que lim-
pió la cárcel de lo delincuente, para ocuparla de los ino-
centes; conducta propia de los haitianos, que no quieren
hombres de bien, sino malvados porque son los únicos que
pueden fomentar su república. Siguieron después las prisio-
nes, los aparatos de juicio, las denuncias, y la cárcel se vio
ocupada de lo más florido de la ciudad y de los campos.
Puestos en libertad unos pocos que estaban ligados a él por
unos vínculos hasta perniciosos a la sociedad, los res-
tantes han sido remitidos a bordo de una goleta para
Puerto Príncipe inhumanamente aherrojados. No han
valido las súplicas de las madres y esposas de esas vícti-
mas inocentes para ablandar el corazón de ese monstruo,
negro y francés, les prometió ponerlos en libertad y faltó
descaradamente a su palabra = Considere V. E. como se
hallará la religiosa y moral población de Sto. Domingo.
Considérela V. E. derramando lágrimas, sumergida en la
miseria, subyugada por un simulacro de Gobo sin reli-
gión, y sin moral y protector de todos los crímenes; consi-
dérela V. E. oprimida por los que solo han nacido para la
azada y el trapiche, y con esta consideración juzgará cuáles
serán sus penas. El remedio de estos males lo ha puesto la
divina providencia en manos de V. E. aplíqueselo V. E.
en caridad a esa pobre moribunda, y pasará de la muerte
a la vida = La parte Española no puede por sí sola pro-
nunciarse; carece de medios esternos, menos de espíritu
y de esperanzas; una espedición de dos mil hombres que
V. E. remitiera son bastante para que toda ella se pronuncie.
El desembarco es muy fácil; la embocadura del Soco en la

420
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

costa del Seibo presta las mayores ventajas al efecto, y


tanto más cuanto que el partido de ese pueblo es el más
fuerte y no tiene otra opinión que por España. Los ne-
gros de las inmediaciones de la Capital manumitidos por
Boyer serían los únicos que se alborotarían, pero estos
son en número muy corto, y dando por el Gefe de la es-
pedición una proclama en que se les asegurara su liber-
tad quedaban quietos154. La bandera española quedaría
allí pa siempre = También si V. E. movido de la caridad,
redime a esos pobres españoles es de necesidad, que uni-
dos a mí y al P. P. que gozamos en la ciudad y en los
campos de un prestigio considerable, mandase catorce
o diez y seis Eclesiásticos de luces y de virtud, porque
la predicación del Evangelio, y el buen ejemplo, produ-
ce allí efectos admirables = A mi salida de Sto. Domin-
go, supe que en la parte francesa había revolución; y lo
creo muy bien porque C. Herard se llevó consigo a los
Regimtos 31 y 32 de la ciudad compuestos casi en su to-
talidad de españoles = Iría yo mismo en persona para
verme con V. E. pero soy muy conocido en esa ciudad y
pueden escribir inmediatamte a esos enemigos del géne-
ro humano. El Sr. Arzobispo de Caracas me ha escrito
ofreciéndome un Curato; pienso aceptarlo para mante-
nerme ínterin .V. E. determina lo que convenga sobre
Sto. Domingo, en la firme inteligencia que en cualquie-
ra parte soy español, y que si V. E. determina auxiliar y
fijar allí la bandera española, a su aviso pr el Sr. P.155,
todo lo dejo y me pongo a su disposición, pues aunque

154
Así lo hizo la Junta Central Gubernativa, en su proclama del 1º de marzo de
1844.
155
Dr. Portes.

421
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

americano, siempre conservo mis ideas españolas =


Quedo de V. E. su más ato S. y C. Q. B. S. M. = G. H.156
Es copia [rúbrica]

Hay un sello en tinta con las armas de España que


dice así: «Capitanía General y Gobrno Supr Político – Puerto
Rico».

156
Gaspar Hernández.

422
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

DOC. 7.– DISCURSO DE B. BÁEZ


EN LA CONSTITUYENTE DE 1843157

Honorables Constituants,
Animé de l’amour de la patrie, désirant le bonheur
général et la prospérité de notre beau pays, je viens vous
présenter la motion suivant:
A la séance du 4 octobre dernier, quelques députés de
la partie de l’est ont gardé le silence sur la résolution que
la majorité de l’assemblée a prise ; c’est qu’ils ont cru qu’il
était inutile de combattre alors les opinions de quelques
orateurs à cette tribune, et qu’ils ont jugé la résolution
nécessaire dans le sens qu’elle a été rendue. Quoique je
n’aie pas été présent à cette séance, j’ai dû, comme les
autres, admettre le principe consacré par votre décision:
j’ai dû, comme vrai patriote, adopter même votre résolution:
mais, j’ai pensé que chacun était libre d’examiner les
moyens les plus propres, les plus convenables pour
accomplir les vues des fondateurs de la République qui
ont constamment désiré que le mariage purifiât nos
mœurs, et que les époux vertueux et industrieux fussent
distingués et protégés: que l’industrie, l’agriculture et le
commerce fussent encouragés comme devant contribuer
à assurer notre liberté et notre bonheur.
D’après ces considérations, je viens vous proposer de
modifier votre résolution; en ce sens que, sans être Haïtien
ni pouvoir exercer aucun droit politique, tout étranger qui
aurait épousé une Haïtienne et aurait depuis résidé

157
La Sentinelle de la Liberté, Port-Républicain; 23 nov. 1843.

423
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

pendant dix ans la République aurait le droit d’acquérir


des immeubles en Haiti.
Il ne serait pas inutile, constituants, d’appuyer cette
motion de quelques considérations générales et parti-
culières.

CONSIDERATIONS GENERALES

1o.– Je vous dirai que notre République retirerait de


grands avantages de l’adoption de cette proposition, en
ce que la morale publique ne serait plus outragée par le
vice le plus honteux, le cancer le plus rongeur qui puisse
affliger un pays civilisé: le concubinage des étrangers avec
les Haitiennes, suite nécessaire de leur séjour momentané
chez nous; et qui, remplacé par le mariage, finirait par
disparaître entièrement de notre sol; concubinage qui fait
d’autant plus de tort au pays qu’il permet aux étrangers
de commettre de grandes infractions à nos lois; parce que,
cachés sous le rideau d’une Haïtienne, ils jouissent de tous
les avantages accordés aux nationaux. Vous ne détruirez,
Messieurs, ces abus énormes auxquels se prête le peuple
lui-même, qu’en admettant cet effet civil et naturel du
mariage afin de protéger une institution éminemment
civilisatrice et religieuse, qui s’allie avec l’idée de stabilité,
et á laquelle vous ne pouvez refuser toute la protection et
tout l’encouragement possibles.
2o.– Je vous dirai ensuite que notre civilisation, si
incomplète sous tous les rapports dans nos communes de
l’intérieur, gagnerait considérablement par l’adoption de
ma proposition; parce qu’il est constant que le contact
d’un peuple quelconque avec les pays civilisés est plus

424
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

efficace pour l’acquisition des lumières que l’étude elle-


même; car, on est d’autant plus porté à se livrer à la culture
des sciences et des arts, lorsqu’on est témoin des avantages
que les autres en ont retirés; vous ferez donc, Messieurs,
progresser notre peuple; vous le mettrez à même de se
moraliser, de s’éclairer; en permettant aux hommes
intelligents des pays étrangers de venir chez nous les
conditions qui vous ont été proposées, et en leur accordant
un droit de propriété, sans qu’ils puissent toutefois participer
a aucun droit politique. Telles sont pour Haïti les consi-
dérations générales qui militent en faveur de notre demande.
Nous allons passer maintenant aux considérations parti-
culières qui se rapportent essentiellement à la partie de
l’Est de la République dont le gouvernement précédent
n’a jamais encouragé l’industrie, et qu’il se plaisait à
détruire, en lui enlevant une à une toutes ses garanties et
toutes ses institutions; portion de l’Ile que vous deviez
essentiellement protéger, et qu’il vous appartient de retirer
de la nullité agricole dans laquelle elle se trouve placée.
Fort de ma conviction à cet égard, je vous dirai:
1o.– Que la partie de l’Est restera toujours dans cet état,
tant que dureront les entraves mises à l’émigration; parce
qu’il est sorti de son territoire depuis son union à la Répu-
blique au moins trois mille âmes, dont la moitié était des
étrangers qui se sont retirés par l’impossibilité de devenir
propriétaires.
2o.– Que ces émigrations enlèvent naturellement de
grands capitaux au pays, puisque ce sont les riches qui
s’éloignent, étant plus à même que les autres d’aller
s’établir ailleurs: elles nous privent aussi de beaucoup
d’hommes capables; car, ces derniers ayant une fois
abandonné un pays, craignent encore plus de se déplacer
surtout quand ils ne trouvent pas de grands et solides

425
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

avantages. En détruisant donc les obstacles qui s’opposent


à l’émigration, nous pourrions avoir de grands capitalistes
qui viendraient aisément semer chez nous l’abondance et
le bonheur. Nous aurons des hommes instruits dans les
arts et les sciences, dans toutes sortes de métiers utiles à
la prospérité du pays.
3o.– Je vous dirai encore que l’industrie de la partie de
l’Est consistant presque entièrement dans l’exploitation
des bois d’acajou, à laquelle l’a bornée le système
d’exclusion, ne peut grandement prospérer; vous en
conviendrez, Messieurs, car beaucoup d’entre vous savent
pertinemment que ce genre de travail exige de grands
capitaux, pour l’établissement des coupes, soit pout le
hallage et les autres opérations de cette entreprise, qui,
toujours indépendants de la volonté des propriétaires et
de l’activité des ouvriers, sont sujets aux vicissitudes des
saisons, à la crue des rivières, etc. etc. Vous connaîtrez
donc qu’il n’y a que des capitalistes qui puissent sans
crainte se livrer à cette branche d’industrie et que se
meilleur moyen de les attirer et de les encourager, est de
leur permettre l’emploi de leurs capitaux, dans l’achat de
terres qu’ils mettront en rapport et dont le pays recueillera
les fruits.
4o.– Je vous dirai que l’exploitation des bois d’acajou
pouvant se faire plus promptement, plus facilement et à
moins de frais au moyen de chars et de machines à
vapeur, il est inutile pour le moment de penser même à
cela sans l’intervention des étrangers: et comment l’avoir,
cette intervention, si vous ne cherchez pas le moyen de
les faire venir dans le pays, d’encourager leurs établisse-
ments, et de procurer par là aux Haïtiens la faculté
d’apprendre avec eux la mécanique, si utile pour l’industrie
national?

426
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

5 o.– Si de l’exploitation des bois d’acajou, nous


passons à la culture de terres, je vous dirai que celles de
la partie de l’Est est de nulle valeur; faute de population,
que de vastes savanes, que de grands terrains se trouvent
aujourd’hui abandonnés par le manque de capitaux! En
acceptant ma proposition, vous donnerez de la valeur à
ces terres; vous changerez tout à fait le sort des propriétaires;
car, vous rendrez actifs des capitaux qui ne produisent rien,
en même temps que vous réparerez ses injustices criantes
exécutées en vertu de la loi du 6 juillet 1824, qui a été
expressément faite pour porter atteinte au droit de propriété.
Telle sont, pour la partie de l’est, les considérations qui
militent en faveur de ma demande.
Si nous jetons les yeux sur les autres parties de la
République, nous trouverions mille motifs pour appuyer
notre motion. Mais je me bornerai pour le moment à ces
considérations particulières et générales.
Ainsi, soit sous le rapport industriel, commercial et
agricole, soit sous le rapport moral et scientifique, ma
proposition se justifie, et je me résume en la formulant
ainsi:
TOUT ETRANGER QUI AURA EPOUSE UNE
HAÏTIENNE ET AURA RESIDE PENDANT DIX AN-
NEES DANS LA REPUBLIQUE, POURRA, PAR UN
ACTE DE LA LEGISLATURE A VENIR, ETRE AU-
TORISE A ACQUERIR DES IMMEUBLES EN HAÏTI.
CETTE AUTORISATION SERA INDIVIDUELLE ET
NE POURRA NI DONNER SA QUALITE D’HAÏTIEN
NI CONFERER AUCUN DROIT POLITIQUE158.

158
V. supra, p. 352.

427
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Je vous prie de porter toute votre attention sur cette


motion; je pense que vous en comprendrez l’utilité, et que
vous n’oublierez pas, honorables collègues, que je respecte
le grand principe des fondateurs de la République; mais
je ne demande qu’une consécration spéciale en faveur de
la morale publique, de l’industrie, de l’agriculture et du
commerce159.
(signé) Buenaventura Báez

Nous adhérons à la motion ci-dessus et l’appuyons:

(signés) Charles Picart, Remigio del Castillo,


Franco Javier Abreu, M. A. Rojas, M. R.
Castellanos.

Port-Républicain, Novembre 1843, an 43e de


l’indépendance, et le 1er de la Régénération.

159
A esta valiente actitud se refiere el mismo Báez en su Manifiesto del 1º de
agosto de 1853, escrito en Saint Thomas: «Antes que otro alguno tuve yo el
pensamiento de sacudir el yugo haitiano, aun prefiriendo en último caso ser
colono de una potencia cualquiera. No es esto un simple acto privado; los
periódicos de aquella época publicaron mis opiniones, y mis enemigos de
hoy son testigos de los riesgos que corrí entonces: en la Revista de Ambos
Mundos que se publica en París se hallarán las pruebas de esta manifestación.
En el Congreso, como Representante, alcé la voz defendiendo los derechos
de mis conciudadanos, y ataqué los artículos 38 y 39 de la Constitución
haitiana, que prohibían a los blancos el goce de los derechos civiles y políticos.
Los señores Nepomuceno Tejera, Javier Abreu, Rojas y Castillo confirmarán
este aserto, pues que con sus firmas apoyaron mi moción, y corrimos idénticos
peligros. La República toda conoce los planes que desde aquella época
formábamos algunos para realizar la separación de la parte española: impresos
corren entre otros en el periódico citado».

428
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

DOC. 8.– ARTÍCULO DE B. BÁEZ CONSTITUYENTE


DE 1843160

La chambre, s’occupe du droit public des haïtiens; c’est


donc le moment de présenter quelques observations sur
l’étendue de ce droit. L’expérience du passé ne saurait
trop prudent pour l’avenir. Quand la même constitution
nous abritera, qu’il nous soit permis à chacun d’y puiser
les mêmes avantages et qu’une amère déception n’attriste
aucune population de la République.
On le sait, le premier devoir d’une démocratie est de
tirer un niveau parfait d’égalité entre les citoyens, ils
doivent donc être tous également admissibles aux charges,
aux emplois et s’il y a quelque chose de pernicieux dans
l’application de ce large principe, il n’appartient qu’à
l’élection de la corriger.
Il est vrai que l’ancienne constitution n’excluait
personne du droit politique, mais cette réalité que l’on
maintenait soigneusement pour les autres parties de l’Etat,
disparut pour le peuple de l’Est. Une ordonnance astucieuse
le frappa d’exclusion quant aux charges, aux emplois.
L’hérédité des pouvoirs se trouva donc décrétée au profit
des autres populations; on se moqua publiquement de la
constitution; on viola son article 8 et, brutalement frappée,
l’égalité tomba. La volonté d’un seul de fit donc une arme

160
Del periódico Sentinelle de la Liberté, Port-au-Prince, 7 dic. 1843. Para el cono-
cimiento de las ideas políticas de B. Báez, admirablemente esbozadas en el
presente artículo y en el Discurso anterior. –Doc. 7.– véanse, además, nuestros
artículos Buenaventura Báez y el artículo 210 de la Constitución de San Cristóbal (La
Nación, C. T., 7 enero 1941); Báez y la inviolabilidad de los Constituyentes de San
Cristóbal (La Nación, 26 enero 1941); y La Constituyente de San Cristóbal y el
primer proyecto de empréstito dominicano (La Nación, 8 octubre 1940).

429
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

formidable de l’article 157, anti-national. Nul n’éleva la


voix en faveur de droit de l’Est odieusement méconnu,
nul ne réclama la stricte application de la loi commune:
impunément confisquée, la Sainte égalité s’évanouit pour
les habitants de l’Est.
Comme la Constitution haïtienne remontait à une
époque antérieure à leur réunion à la République, par une
condition éxprèse, s’était-on réservé la faculté de restreindre
eux le droit politique?
Dans les négociations qui précédèrent et accompag-
nèrent la réunion de l’Est à la République d’Haïti, il fut,
sur sa demande, stipulé qu’on lui laisserait ses moeurs,
ses usages, ses coutumes. La réunion eut lieu; la partie de
l’Est entra donc sous l’empire de la constitution de 1816:
reconnue haïtienne, elle participait aux bénéfices que cette
constitution confère ni plus, ni moins à toutes les autres
populations.
Quelle doute pourrait s’élever sur la justice de cette
prétention? Qui nierait qu’en faisant disparaître la ligne
de démarcation qui la séparait de la République haïtienne,
la partie de l’Est ne forma plus avec elle qu’un seul et
même peuple, qu’un seul et même territoire?; pourtant
toutes choses devinrent égales: communauté de devoirs
et communauté de droits.
Mais quoi! Les habitants de l’Est sont citoyens
haïtiens: en celle qualité ils doivent leur service à la
patrie et au maintien de la liberté, de l’égalité, toutes les
fois que la loi les appelle à les défendre, et il n’y a point
d’égalité pour eux!
La disposition exceptionnelle du Pouvoir exécutif
porta la plus grave atteinte à la foi jurée; elle altéra
profondément le pacte de réunion en décrétant qu’aucun
citoyen ne serait admis aux charges, aux emplois s’il ne

430
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

savait la langue française. En effet, par cette duplicité


politique, honteuse, inouie, d’une part on consacra
l’idiome accoutumé de l’Est, et de l’autre on adopta le
moyen perfide de le faire disparaître.
Ainsi commença l’ilotisme de l’Est. Le droit politique
passa devant lui comme une chimère. On le dépouilla par
une concession. Cependant, chacun le voit, chacun le sent;
l’Union de l’Est renforce la République en augmentant
son territoire et sa population. En retour de ce double
avantage, on escamote sa liberté, on lui décerne une
dérisoire égalité. Pour lui, presque point d’emplois: en
violation flagrante de l’art. 16, on prouva que la souveraineté
ne devait pas résider essentiellement dans l’universalité
des citoyens, laquelle fut proscrite de l’Est, pour être
attribuée exclusivement aux autres populations d’Haïti.
Quelle raison, quel prétexte apportera-t-on pour justifier
un pareil attentat? Il est malheureux sans doute que les
citoyens d’un même état ne parlent point la même langue,
mais, lorsque le constitution les adopte tous, que la
démocratie les envisage tous du même point de vue et à la
même hauteur, était-il sincèrement démocrate celui qui,
abusant de son pouvoir, établit une telle distinction entre
les citoyens de l’Est et les autres citoyens?
Certes, quoique Boyer se présentât à la tète de 14,000
hommes, jamais la population de l’Est ne se serait réunie
à la République, si ce chef n’avait proclamé que, devenant
haïtienne, elle jouirait de la plénitude de l’exercice du droit
politique, conserverait ses moeurs, ses usages, ses coutumes,
et qu’il ne serait pris contre elle aucune mesure dérogatoire.
Aujourd’hui que ce gouvernement est renversé, l’Est
entrevoit un rayon d’espérance; vingt-et-un ans
d’oppression ne purent éteindre son amour de la patrie, ni
étouffer son courage. Mais il serait d’une excellent politique

431
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

de faire disparaître en toute hâte ces motifs de mécon-


tentements, et prévenir des complications rendues inévitables
par l’injuste répartition du droit public.
Ce serait s’aveugler étrangement que de prétendre
qu’une population rangée sous des lois républicaines ne
doit opposer qu’un silence irréfragable aux attaques
injustement commises contre ses droits; dès le mal est
signalé dans une partie du corps social, il faut, sans aucun
délai, y apporter un remède prompt et efficace. La moindre
négligence à cet égard peut entraîner des malheurs tels
que la cessation de l’harmonie, la méfiance; et en pareil
cas il ne faudrait pas s’étonner d’un avenir gros
d’événements.
A Dieu ne plaise que quelque esprit rétrograde
n’accuse ma pensée. Idolâtre de l’honneur et de la pros-
périté de mon pays, je remplis le devoir d’un bon citoyen
en signalant une des mille erreurs du pouvoir déchu, afin
que celui que la confiance des citoyens élève à la première
magistrature fasse une exacte application de nos lois.

B. BAEZ.

432
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

DOC. 9.– NOTAS DE LA VIDA POLÍTICA


DE JACINTO DE CASTRO161

El amor a la independencia, el deseo de separación


del dominio de Haití, existía en todas las poblaciones de
esta parte de la Isla, pero la política del Gobo. de Boyer
fue un paliativo a esos deseos, sin embargo éstos nunca
murieron porque no podían olvidarse jamás las atrocidades
cometidas en el año 1º. y 5º. de este siglo, por el Pueblo
Haitiano.
La idea de la reforma fue adoptada por todos los que
abrigaban este deseo de ser libres, pues como el lema de
libertad o muerte se acogió como un principio pa. levantar
el espíritu público, así fue; caído Boyer, la desorganización
cundió, lo que no hubiera podido suceder bajo el Gobo.
de ese Gran Político, Boyer.
Cuando se trabajaba por ella teníamos en Bany a D.
Marcos Cabral162, hombre muy influyente, que unido a la
política del Genl. Carrié Gobernador de esta parte, traba-
jaba con los negros de la población, para mantenerlos en-
carados siempre con los de ideas liberales valiéndose de
qe. querían esclavisarlos; así fuimos denunciados por
Marques163, que iba a Baní de ajente, a trabajar con don
Marcos en esos fines. Los Billini, y otros fueron presos
excepto yo que aunque denunciado fuy solamente llamado,

161
Del manuscrito, inédito –letra del autor–, que conservamos en nuestra
biblioteca. Obsequio del Lic. C. Armando Rodríguez.
162
Marcos Cabral nació en 1792 y murió en 1853. V. nuestro libro Poesía popular
dominicana. C. T., 1938, vol. I, p. 193.
163
V- ob. cit., en la nota anterior, p. 59.

433
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

por respetar el carácter qe. tenía como director del consejo


de notables. Comparecimos ante una junta especial
compuesta del Dr. Caminero, D. Tomás Bobadilla y otro,
yo fui despachado inmediatamente que se me interrogó y
el Genl. Carrié después de muchos consejos e invitarme
a almorzar, invitación que no acepté, volví a Baní.
Quedaron presos José Billini164, Carlos de Soto y otros,
por algunos días.
Hízose la reforma; en esta parte la iniciaron los liberales
de esta ciudad, espusieron sus vidas, lo hicieron con más
fuerzas ni elementos que los de su voluntad, contra la del
Gobo. que las tenía bastantes, pero el fuego cundió y Bany
lo siguió y se proclamó la reforma. Entonces vimos que
los oponentes habían cambiado de color con la caída de
Boyer e hicieron por unirse a la nueva situación, siempre
para influir en contrarrestar la idea de Independencia.
Entonces D. Marcos Cabral que lo fue de Boyer,
escribía y versificaba incensariando la reforma para
hacerse lugar con la nueva situación como lo consiguió,
al efecto hacía versos ensalsándole y perjudicando cuanto
más podía las ideas liberales.
Recuerdo aún el principio de unas décimas suyas:

A RIVIER

El cielo hizo señal


de la gran revolución
con la hermosa aparición
de un cometa cual fanal.

164
José A. Billini y Mota, prócer de la Separación. V. Joaquín S. Incháustegui,
Reseña histórica de Baní. Valencia, 1930, p. 69. En cuanto al incidente aludido,
véase p. 58.

434
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Aqueste signo especial


claro nos dio a comprender
que del Supremo el Poder
parte al pueblo trasmitía
quien en paz le repetía
¡Viva el General Rivier!165

Esto por el luminoso cometa de entonces. Así consiguió


hacerse lugar haciéndonos grandes perjuicios; la guerra
quedó siempre abierta entre nosotros. El pueblo debía
elegir una junta gubernativa de aquella común y la nombró
entre los liberales, de la cual fui su Presidente.
Establecido el Gobo. de Riviere, las juntas cesaron
de funcionar y se convocó al pueblo para elegir un co-
rregidor y la municipalidad; el partido contrario, el del
Gobo. lo presidía D. Marcos y trabajaron, lo más que le
fue posible para que triunfara su candidatura, él como
corregidor, a nuestro partido no convenía la elección de
D. Marcos como corregidor. Nos propusimos entonces,
D. José Heredia166, yo, Hipólito y José Billini167, Luis
Alvarez168, Basilio Echavarría 169, Rosendo Herrera170,

165
Hemos completado la décima en vista de una libreta de apuntes del señor
César Herrera, de Baní. En el texto original sólo aparecen los cinco primeros
versos.
166
José Heredia, de la ilustre familia del Cantor del Niágara, abuelo del crítico
y novelista domínico-cubano Nicolás Heredia, natural de Baní.
167
Hipólito Billini y Hernández, hermano del filántropo F. X. Billini, nació en
Baní en 1822 y murió en 1879. V. Incháustegui, ob. cit., pp. 30, 58, 59, 70, 78,
etc.
168
Luis Alvarez, prócer de la Separación. V. Incháustegui, ob. cit., pp. 33, 55, 59,
71, 72 y 94.
169
Echavarría murió en Baní, en edad octogenaria, en junio de 1894. Fue
prócer de la Separación y de la Restauración.
170
Prócer de la Separación. V. Incháustegui, ob. cit., pp. 70, 72, 87 y 94.

435
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Joaquín Objío171 y otros triunfar de las elecciones y lo con-


seguimos muy victoriosamente, nuestro candidato José
Heredia para corregidor y los de la municipalidad; tam-
bién triunfamos en las elecciones de los oficiales de la ca-
ballería y guardias nacionales, saliendo en estas José Billi-
ni, Máximo Gómez172 y otros de los nuestros y en la
caballería, capitán de la 1a. Luis Alvarez, de la 2a. Manuel
Ma. Guerrero173 y yo capitán ayudante mayor de ese cuer-
po; este triunfo los hechaba por tierra y entonces no les
quedaba más recurso que denunciarnos diciendo que lo que
queríamos era poner la bandera colombiana, que esta la
llevábamos oculta p. ponerla no sé que día en lugar de la
reforma, denuncias imaginarias todas como las que de mi
hicieron, que viéndome un día con Hipólito Billini le hice
señal con la varita que si izábamos la bandera colombiana,
que almorzando en casa del Genl. Mendoza174, dije que
era preciso acabar con los negros y otras de esa especie.
Exasperado Don Marcos, hizo cuanto pudo por hacernos
mal. Publicó unos versos denunciándonos y esperando
vernos presos a la llegada de Riviere. Recuerdo el principio
de unos:

Cual murciélagos ocultos


muy pronto os he de mirar

171
Joaquín Objío, «gran factor de la Independencia», en cuya fragua se hicieron
muchas lanzas para guerrear contra los haitianos, según Incháustegui, ob.
cit., p. 71.
172
Refiérese al Libertador de Cuba. Si no hay error en ello, es de suponerse que
Máximo Gómez no nació en 1836, como se ha afirmado siempre, sino antes.
No ha aparecido su partida de bautismo.
173
Coronel Ml. María Guerrero, prócer de la Separación.
174
Mariano Mendoza. En 1828, Coronel del Estado Mayor del General
Borgella. Tenía entonces 40 años de edad. Nació en La Habana, Cuba.

436
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

y el más intenso pesar


acibarar vuestros gustos,
aquestos opimos frutos
premios de ingratitud…

Larguísimos eran, todo esto porque Riviere debía llegar


a la Capital donde había ya muchos patriotas presos, casi
todo el pueblo temíamos que a la llegada de Riviere por
esas denuncias, nos llevaran presos a Haití, como llevaban
a Santana y a otros175. Manuel Valencia176 que estaba en
Bany huyendo a las denunciaciones y prisiones de la
capital, dijo, vamos a hacerle un arco a la entrada de
Riviere pa. conseguir desarmarlo del mal concepto en que
le habían pintado a los banilejos; acogido el pensamiento,
lo hicimos lo mejor que allí se pudo, y quizás esas demos-
traciones de aplauso nos libró de toda persecución, pero
quedamos siempre con temores. Afortunadamente pusieron
de Comandante de Armas al Coronel Valeri177 qe. aunque
haitiano, era de lo mejor y este supo llevarse bien con
todos, manifestó distinguirme, me visitaba y hasta se
ponía de tarde a enseñarme el ejercicio de la caballería;
así siguieron las cosas, trabajando siempre por la inde-
pendencia y sin embargo de que nos indicaban siempre
como revolucionarios, él no molestó a nadie, así se retiró
llevando el aprecio de todos, sin recibir de nadie el menor
ultrage, cambiada la situación.

175
Pedro y Ramón Santana lograron escaparse al llegar a Sabana Buey. En
Matanzas, cerca de Baní, fueron escondidos por los esposos Luis Tejeda y
Rosita Pimentel, quienes los ocultaron luego en Los Médanos, proximidades
de las Salinas de Puerto Hermoso.
176
Manuel María Valencia. V. supra, Docs. 1 y 2.
177
Valery Renaud.

437
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

El 28 de febrero, como a la una de la tarde llegó


Rosendo Herrera178 a escape, que iba de esta ciudad y sin
desmontarse fue donde mí, que sabía era el que estaba en
los pormenores del alzamiento, por mis entrevistas con
Sánchez, Mella, Serra y Bobea179, a participarme el pro-
nunciamiento del Conde.
Inmediatamente fui donde M. de Regla Mota180, que
era el Coronel de las Guardias Nacionales, hombre
patriota, liberal, que aunque no trabajaba en propaganda
sabía nuestras ideas y las toleraba. Le dije lo que pasaba
y que era preciso nombrar las guardias Nacionales pero
que no le diera aviso al Comandante de Armas hasta no
haber remitido las órdenes; yo mismo hice los oficios para
los jefes de los cuerpos y me encargué de hacerlos llegar a
sus manos. Se reunieron todos como por encanto, por dili-
jencias nuestras, de Luis Alvarez, José y Hipólito Billini,
Basilio Echavarría, R. Herrera, yo y otros, teniendo ya
esa noche más de doscientos hombres. El Coronel Valeri
puso sobre las armas la Gendarmería y Policía, en el
local de la comandancia y nosotros agrupados frente a la
casa del Coronel Regla Mota, pues no quisimos qe. fuese
en la comandancia. Queríamos marchar para la capital y
se nos hacía oposición. Basilio Echavarría en una reunión
de oficiales en la mañana siguiente se portó valerosamente,
habló con la energía que requería aquel acto. Íbamos, a

178
Rosendo Herrera se encontraba en Santo Domingo con encargo de perma-
necer aquí hasta el pronunciamiento señalado para el 27 de febrero. V. In-
cháustegui, ob. cit., p. 70.
179
Francisco del R. Sánchez, Ramón Mella, José María Serra, Pedro Antonio
Bobea.
180
Manuel de Regla Mota nació en Baní el 21 de nov. de 1795. Prócer de la
Separación. Presidente de la República en 1856.

438
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

pesar de algunos, a marchar pa. San Cristóbal donde el


Coronel Estevan Roca, que era nuestro, ver qué auxilio
podíamos dar a la revolución. Estando en esas cuestiones,
llega Joaquín Objío a quien habíamos mandado a saber,
acompañado de Bois Duverge181, llevando la capitulación;
inmediatamente sin aguardar nada, corrimos a la plaza
de armas, se proclamó la independencia y se le puso la
cruz a la bandera182. Al otro día llegó Jimenes183 con unos
30 hombres de Monte Plata y algunos jóvenes de esta
ciudad y dispuso que marcháramos inmediatamente sobre
Azua, pues Ventura Báez184 que era el corregidor de Azua,
no había querido pronunciarse, así fue q. salimos el 2 de
marzo con ese fin. Encontramos el pueblo desierto, Ventura
había salido con algunos, evitando encontrarse con nosotros,
que estábamos en Estevanía.
Después de enarbolada la bandera Dominicana,
dispusieron que la caballería, compuesta de unos 70
hombres, muy mal armados, marcháramos a pronunciar
San Juan y las Matas, nos pusimos en camino; yendo como
Jefe de ejecución Lorenzo Santamaría185; felizmente se
hizo el pronunciamiento de San Juan, pero no pudimos
continuar a las Matas; tres días sostuvimos la bandera en

181
General Antonio Duvergé.
182
V. nuestro artículo Proclamación de la República en San Cristóbal y en Baní. En La
Nación, C. T., No. 26, 16 marzo 1940; y en Revista Militar, C. T., No. 50-51,
marzo-abril, 1940. Entre los próceres de Baní firmantes del Manifiesto del
16 de enero de 1844, se cuentan: Jacinto de Castro, Rosendo Herrera, José
Heredia, Manuel Guerrero, Mariano Echavarría, Hipólito, Epifanio y José
Billini y Damián Ortiz.
183
Manuel Jimenes.
184
Buenaventura Báez.
185
Nació en 1811 y murió en 1857. Maestro de escuela; prócer de la Separación.
V. Incháustegui, ob. cit., p. 74.

439
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

esa población, pero la tarde de ese último nos llegó un


expreso de Azua, ordenándonos retirásemos si no habíamos
podido reunir fuerzas bastantes porque Broir186 venía del
lado de Neyba con fuerte expedición haitiana. Los
sanjuaneros que aguardaban tropas dominicanas, como
se lo habíamos ofrecido, supieron por el correo que no
vendría ninguna, que en Azua había solo 200 hombres de
Bany muy mal armados; cundió la noticia y el alzamiento
contra nosotros fue tan rápido, que sin un aviso que tuve a
tiempo y mi actividad, hubiéramos perecido todos, el aviso
fue dado a Lucas Gibbes187 que fue con nosotros como
Teniente de la Caballería de Azua y él le mandó donde
mí, que estaba alojado en la casa de Damián Ortiz, como
en ausencia del Comandante tenía yo el mando de la tropa.
Mandé inmediatamente, y sin que se persiviera a regojer
toda las monturas, hacerlas enjaezar y formar con ellas
una línea de batalla, pretestando que marchábamos sobre
las Matas porque eso era efectivamente lo qe. iba a hacerse
sino se hubiera recibido el oficio de Azua. Dirigí las opera-
ciones como ayudante mayor, pues Rudecindo Pimentel188
que era el comandante, no sabíamos de él, Santamaría y
Luis Alvarez que estaban en casa del Comandante de
Armas, en triste situación logré hacerle saber lo que había,
pero la retirada no era fácil, pues los grupos armados eran
numerosos. A las 7 de la noche tenía yo cercada la casa;
mi serenidad de ánimo nos salvó de salir y montar en mi
caballo que tenía listo y en alta voz dije al Dragón que me

186
El coronel haitiano Augusto Brouat, muerto en 1845.
187
Lucas Gibbes. V. García, Historia…, vol. III, pp. 264 y 380, vol. IV, pp. 126, 232.
188
Prócer de la Separación. Vivía en Baní en 1854. Asesinado por Pedro Florentino,
según afirmación de su hija Eloísa Pimentel, que consta en documento del
A. G. de la N. Anexión, 1865.

440
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

acompañaba: marchemos para las Matas, y me uní al


cuerpo; nos mantuvimos firmas y amenacé a los insu-
rrectos que al 1er amago qe. Hicieran destruiríamos con
el fuego la población; esto por intimidarlos. Mandé un
piquete a buscar a Luis Alvarez y a Santamaría, que solo
con trabajo pudieron unírsenos, aunque estábamos re-
sueltos a no ausentarnos dejándolos en peligro. Así que
llegaron ellos, Rudecindo Pimentel y otros resagados,
como yo estaba a la cabeza de los formados, les pedí
órdenes y resolvieron nuestra retirada, dos o trescientos
pasos después de nuestra salida, victorearon a Rivier.
Nuestra retirada fue en orden.
A los banilejos se les debe mucho del éxito de la re-
volución, se les debe mucho por el desinterés con que
vieron destruir sus propiedades en las dos veces que fue
su pueblo cuartel general de operaciones. Luis Alvarez
y yo con el derrote del pueblo, nos establecimos en San-
to Domingo, a vivir de nuestro trabajo, ninguna recom-
pensa pedimos por tantas pérdidas como habíamos ex-
perimentado, ningún empleo, retirados de la política. El
año 45 fui nombrado miembro del Ayuntamiento, des-
pués, de la diputación provincial, elector y mi primer
empleo el año 48 fue suplente del Tribunal de apelacio-
nes, cargos todos honoríficos y que desempeñé con acti-
vidad y satisfacción de todos189.

189
Jacinto de Castro, autor de estos Apuntes, nació en S.D., el 15 de ag. de 1811
y murió en la misma ciudad el 14 de dic. de 1896. Presidente de la República
en 1878. Sirvió otros cargos de importancia. Vivió en Baní durante muchos
años. V. Dr. M. Henríquez Ureña, Memoria de Relaciones Exteriores correspon-
diente a 1932. S.D., 1933, p. 60, e Incháustegui, ob. cit., pp. 34, 50, 58, 59, 68, 72,
92, 93, 141.

441
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

NOTAS. Hablando con don Pedro Delgado190 sobre


los hechos del 27 de Febrero y de los méritos de Santana
me dijo: «he sido testigo presencial de cómo se le dio a San-
tana el mando sobre la primera tropa que salió de esta
ciudad para encontrarse con las tropas haitianas, que sa-
bíamos venían sobre nosotros, sería el 15 ó 16 de marzo.
Reunida la gente que vino del Seybo y algunos más en la
plaza de armas dijo Manuel Jimenes: Preséntese un vo-
luntario que se disponga a la cabeza de esta tropa y mar-
char pa. Azua; pasó unos instantes en silencio, nadie con-
testó. Entonces Don Tomás Bobadilla dijo: Señores se
necesita uno que tome el mando de esta tropa, urge mar-
char inmediatamente; el mismo silencio. En vista de esto,
el Dr. Caminero con voz fuerte dijo: Srs. dónde están los
hombres patriotas, los hombres de esta independencia, el
país está comprometido por ello, el haitiano avanza y es
preciso oponerse a su marcha. El mismo silencio. En-
tonces, Santana, que estaba arrimado a un lado, casi in-
visible, con su casaquita de paño verde, dijo: yo Seño-
res, si esta gente me obedece, yo me hago cargo. A esta
oferta, todos dijeron: sí le obedecemos. Se le dio el man-
do, diciéndoles que aguardasen para darles ración, per-
trechos y las órdenes necesarias, a lo que dijo él «en el
almendro los aguardo, marchemos», y salió con la pe-
queña tropa que por primera vez se ponía a su mando,

190
Dr. Pedro A. Delgado, médico del General Pedro Santana. A pesar del
crédito que nos merecen D. Jacinto de Castro y el Dr. Delgado, hay algo de
irreal en estas notas. Es dudoso que hubiese tantas vacilaciones en lo que se
refiere a la jefatura del ejército, cuando los planes revolucionarios habían
sido madurados con suficiente anticipación; cuando de antemano se conta-
ba con el concurso militar de Santana, y cuando él había llegado a Santo
Domingo a la cabeza de sus tropas del Seybo.

442
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

allí se le proveyó y a marcha forzada llegó a tiempo para


dar la primera página de gloria de nuestra independencia,
por el triunfo alcanzado en la memorable acción del 19
de Marzo.

443
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

DOC. 10.– LA DOMINACIÓN HAITIANA


EL 27 DE FEBRERO191

He aquí el día de la Nación, el día que marca el


aniversario del feliz nacimiento de la República. Ningún
otro tiene más título a un culto particular y fervoroso de
los dominicanos, que el de la celebración del fausto acon-
tecimiento de 1844; –ningún otro tiene más recuerdos de
gloria para nosotros, y ningún otro ornará más que éste
las páginas de nuestra historia nacional.– La era de libertad
e independencia de la Patria data de este día; libertad e
independencia, misterios profundos en que parece no
podían estar iniciados los que hacía veinte y dos años que
soportaban la férrea dominación de un pueblo que estaba
casi en la barbarie, y que agravaba la dura mano de la
tiranía y del despotismo sobre las cabezas de los tristes a
quienes el solo brutal derecho de la fuerza había sometido
a servidumbre.
Grande para los dominicanos el día 27 de Febrero por
haber sido el de su emancipación, o el de su nacimiento
político, debe ser grande también a los ojos del mundo
entero; porque en la consideración de un hecho tan
estupendo como fue nuestra proclamación de indepen-
dencia, no puede haber almas indiferentes; los que profesan
los sentimientos democráticos y liberales del siglo, deben
verle con entusiasta admiración; los tiranos y enemigos de
la libertad deben verle con asombro y con terror.
Nosotros ofrecemos pues, con patriótico orgullo, a la
consideración del mundo, nuestro aniversario nacional,
porque el grito de Patria, arrojado a los aires en 27 de

191
Editorial de la Gaceta de Gobierno, No. 108, S.D., 27 de feb. 1856.

444
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Febrero de 1844, es de aquellos hechos políticos que nada


tienen que temer del juicio más rígido, ni de la historia
imparcial de los pueblos.– Obra hermosísima del patrio-
tismo más denodado, de los sentimientos más generosos
que enaltecen el corazón de los héroes, nuestra separación
está pura e inmaculada de todo borrón, de todo tilde que
pudiera mancillarla. Revolución noble y magnánima en
sus tendencias, principios y fines, fue mucho más noble y
magnánima en sus medios, lo que probaremos por una
rápida ojeada a las causas, que la provocaron, y a los
hechos que caracterizaron sus efectos.
Boyer, que a la cabeza de un formidable ejército, sin
más derecho que el de sus bayonetas, se enseñoreó del
territorio que hoy forma nuestra República, proclamando
la indivisibilidad de la Isla de Haití, empleó la política más
insidiosa para eternizar en nuestro país su ominosa domi-
nación. Desde el nefasto día en que el pabellón haitiano
onduló sobre nuestras torres y fortalezas, el talento, la
riqueza, el buen nombre, la virtud, todos los méritos fueron
puestos, por decirlo así, fuera de la ley. Nuestra Religión
escitaba la saña de los usurpadores, y las riquezas del culto
eran codiciadas por su sórdida avidez. Los bajáes de
Boyer declararon por consiguiente la guerra más encarni-
zada a la Iglesia y al clero dominicano, les espoliaron con
la mayor impudencia, y por último, celosos de la popula-
ridad de que disfrutaba el dignísimo e Illmo. Señor Don
Pedro Valera, Arzobispo entonces de esta metrópoli, y
prelado dotado de las más grandes virtudes, le suscitaron
una persecución indigna, llegaron a atentar a su vida, y el
siervo de Dios, el padre de los pobres, el honor de la Iglesia
dominicana, hubo de emigrar a una tierra extranjera, donde
el crudo recuerdo de los males de su país, le condujo pronto
al sepulcro.

445
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

El sistema que Boyer puso en práctica para asegurar


su ilegítima conquista, fue el que todos los tiranos han
empleado siempre para mantener encadenada la humanidad.
Llamó en su ayuda el oscurantismo, y trató de sumir a los
dominicanos en las espesas tinieblas de la más crasa
ignorancia.
A este efecto una guerra cruel se declaró a las luces.
Las universidades y colegios fueron suprimidos, los
profesores y maestros se vieron obligados a dejar el país;
todos los hombres eminentes emigraron también, o
espelidos violentamente por los tiranos, o en fuerza de
los insultos y malos tratamientos a que servían de blanco.
Se fueron a buscar la tranquilidad en otras playas que les
sirviesen de patria adoptiva, llevando en el corazón la
pesadumbre de las calamidades que azotaban a su suelo
natal, y a los extranjeros los sazonados frutos de su sobre-
saliente saber y erudición.
No seguros de conservar estas bellas comarcas en su
obediencia, con la estinción total de las luces, y la espulsión
de los hombres de influjo, los intrusos dominadores
emprezaron a debilitar materialmente el país, y a hacer
sentir el exorbitante peso de su yugo.– Guarniciones
haitianas de considerables tropas se mantenían en las
ciudades y poblaciones, y se entregaban a escesos tales,
que parecía que las habían tomado por asalto, y no que
sus inocentes habitantes habían tendido humildemente las
manos a los hierros de sus opresores.– Menguaron la fuerza
militar, despojando los arsenales, y llevándose a la capital
de Haití los mejores cañones y de más grueso calibre que
se encontraron en ellos, a guisa de trofeos de la conquista
de Boyer. En fin, el próceder de los haitianos no era otro
que el que se hubiera empleado con un pueblo avasallado
por la fuerza de las armas, y no que había abierto brazos

446
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

fraternales, al acercarse Boyer con su ejército, para dar y


recibir un abrazo de paz…192
¿Quíen puede describir con exactitud el siniestro cuadro
de la opresión que el despotismo haitiano ejerció por 22
años sobre este desgraciado suelo, antes emporio brillante
de la ilustración sub-americana? Menester es, para no
arriesgarnos a que se dude de la veracidad de nuestras
palabras, recordar el primitivo origen de los haitianos, los
días luctuosos de su proclamación de independencia, la
que hicieron anegados en un lago inmenso de la sangre de
sus Señores, embriagados con ella, y al fúnebre reflejo del
jigantesco incendio de las ricas haciendas de los colonos
franceses, cuyas cabezas eran en el espacio de muchas
leguas, el principal adorno de sus orgías de caníbales.
Menester nos es recordar las escenas de devastación y
exterminio de los Biassou, los Dessalines, los Toussaints,
los Cristóbal y demás comparsa de monstruos; recordar
que en el ejército de Boyer había muchísimos soldados y
oficiales del año de uno! Entonces se podrá concebir una
idea de los largos y terribles sufrimientos de nuestra
Patria, del cúmulo de males que como un azote asolador
descargó la cólera celeste sobre nuestro pobre país!
El tiempo que duró la usurpación y ocupación de la
parte antes española de la isla por los haitianos, fue un
prolongado y cruel martirio inferido sobre lo que de más
sagrado y más precioso poseíamos. La depravación de
sus costumbres los hacía incapaces de respetar el pudor y
la virtud de nuestras mujeres y vírgenes. Si un padre, un
esposo o un hermano se mostraba celoso de su honor, y

192
Adviértase la ironía de la frase. Sólo avasallado por la fuerza de las armas
pudo avenirse el pueblo dominicano a recibir el mentido abrazo de paz del
astuto Pedro Boyer.

447
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

dispuesto a defenderle de las tentativas de los brutales


esbirros de la tiranía, bajo cualquier pretexto era arrojado
a las cárceles, de donde no salía sino tal vez cuando su
deshonra estaba consumada. La Religión fue hostilizada
por mil medios diversos; y además de las violentas e
injustas espoliaciones que los particulares sufrían de sus
haberes y legítimas riquezas, el hacha de la demolición
entró en la mayor parte de nuestros templos y edificios
públicos; los conventos, de donde desde los primeros días
de la usurpación habían arrojado a las religiosas, prove-
yeron a los sacrílegos de materiales de construcción, con
los que se erigieron suntuosas moradas, o mejoraron las
que habitaban. Los brazos de muchos jóvenes de familia
distinguida a quienes se reclutaba para el ejército haitiano
fueron empleados en las obras más serviles, en los trabajos
más toscos y rudos; y las ordenanzas militares se trans-
formaron para ellos en disciplina de esclavos…! Los
regimientos reclutados entre nosotros, compuestos de
jóvenes adolescentes, endebles, delicados o apenas salidos
de la infancia, eran obligados a arrostrar las fatigas de un
viaje a pie, en el que muchos morían rendidos de cansancio,
hasta la capital de Haití, en busca de sus banderas; o mejor
para satisfacer con este homenaje doloroso la vanidad del
despótico dominador. El comercio y la industria nos fueron
casi prohibidos, tal era la exorbitancia de los impuestos
para el dominicano que quería ejercer uno u otra. Hasta
el hacer entender una demanda judicial, costaba sacrifi-
cios pecuniarios, pues solo en idioma francés debían
hacerse todos los actos públicos; y no podía ser de
otro modo, cuando todos los empleados públicos eran
haitianos.
Así fue que muy pronto se resintió todo en nosotros
de la influencia de tan bárbara opresión. El rito decayó,
nuestro idioma natal fue casi del todo descuidado, pues

448
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

no había quien no se afanara por aprender un idioma que


aunque extraño, era como un requisito esencial para el
goce de los poquísimos derechos de ciudadanía que por
mera forma nos habían acordado los tiranos.
La corrupción de las costumbres de nuestros domi-
nadores, contagió en gran parte las nuestras restándoles
mucho de su anterior moralidad y pureza; y el vergonzoso
señorío de Haití esparció semillas de prostitución en
todas nuestras poblaciones, que en breve germinaron,
transformando en ridícula irrisión los respetos del orden
social.
Este era el cuadro que ofrecía nuestra Patria, cuando
cayó Boyer193. Carlos Herard se hizo una especie de fac-
tum republicano, proclamando la soberanía del pueblo hai-
tiano y como su predecesor, oprimiendo al pueblo en nom-
bre del pueblo.– Los dominicanos concibieron por unos
días la esperanza de que su triste y deplorable estado mejo-
raría con el cambio político que se operaba; pero cuán cruel-
mente frustradas vieron sus risueñas ilusiones! Herard Ri-
viére, embriagado por la rápida transición que de una
existencia oscura al poder absoluto había hecho, engreído
con su fortuna, guardó menos miramientos aun que Boyer
al pueblo dominicano.– Recorrió nuestro territorio como
conquistador, robando y espoliando aquí, aprisionando a
los pacíficos y honrados ciudadanos allí, y sembrando por
todas partes el terror. Por la menor sospecha echaba mano
de un dominicano y lo remitía bajo una escolta de soldados
desalmados, y con los más indignos tratamientos, a Puerto

193
Boyer murió en París el 9 de julio de 1850, a los 74 años de edad. Sus
funerales fueron celebrados en la Iglesia de la Madelaine. Fue enterrado en
el Pere Lachaise.

449
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Príncipe. Así lo hizo con un gran número de nuestros


prohombres y sacerdotes. Así lo hizo con el que hoy es
nuestro LIBERTADOR y Presidente, y su difunto hermano
Ramón194; así lo hizo con el PRESBÍTERO PICHARDO
y otros, y así lo hizo con muchos compatriotas que conoce-
mos y que pueden deponer en caso necesario la impar-
cial fidelidad de lo que referimos.
Entonces la desesperación se apoderó de los ánimos de
los tristes dominicanos. Vieron en todo su horror y vergon-
zosa verdad la negra tiranía que pesaba sobre ellos. Ten-
dieron la vista al horizonte de su porvenir, y no vieron sino
sangre y lágrimas en él!… Tentaron sus corazones y sintie-
ron los latidos del patriotismo que respondía a sus que-
brantos y su oprobio.– Miraron al cielo, recordaron que él
está siempre abierto para recibir a los mártires de la liber-
tad, fiaron en Dios, y dieron el santo grito de SEPARA-
CIÓN.
El 27 de Febrero de 1844 fue el día glorioso en que los
dominicanos, impulsados por el patriotismo y por el noble
deseo de salvar su patria de la degradación y de la miseria
en que yacía, se separaron para siempre de la despótica
bastarda dominación de un pueblo inculto y corrompido.
El recuerdo de este grandioso acontecimiento que
despertó el entusiasmo y admiración hasta en naciones
extrañas, debe llenar de orgullo y de patriótico fervor a
todos aquellos en cuyas venas circule sangre dominicana.

194
Los dos hermanos, a fuerza de astucia e intrepidez, lograron escaparse,
burlando la vigilancia de la escolta que los conducía, de la suerte que les
preparaba Riviére, el cual, con el instinto de los malvados, parece que adivinaba
que uno de sus ilustres prisioneros había de ser el invencible paladín de la
libertad dominicana, que fue la causa principal de su pronta caída. (Nota de
la G. de G.).

450
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

El heroico valor que desplegaron los hijos de la Patria, y


la generosidad con que trataron a sus opresores humillados
y vencidos, prueban evidentemente que ni el peso y
vergonzoso yugo de 22 años, ni la corrupción de los
pervertidos dominadores fueron bastante poderosos para
extinguir su amor a la libertad, ni para desterrar de sus
corazones los sentimientos magnánimos y nobles.
A tantos años de envilecimiento y servidumbre, sucedió
una serie no interrumpida de triunfos y de gloria. Todos
los campos de nuestras fronteras han sido testigos de nuestras
victorias y de las precipitadas derrotas de nuestros bárbaros
enemigos. Los nombres de Azua, Pinal, Cachiment,
Estrelleta, Las Carreras, Cambronal, Santomé, Jácuba y
Talanquera; inmortalizados por la firmeza y el valor de
los hijos de Colón y regados con la sangre de nuestros
adversarios, ocuparán las páginas más brillantes en los
fastos de nuestra revolución.
Tal es la obra de febrero de cuarenta y cuatro! Obra
santa y digna de las simpatías del mundo civilizado, porque
su causa fue la más ilegítima y excecrable opresión que
un pueblo intruso y bárbaro ejercía sobre otro de índole
suave y generosa; su objeto fue la libertad o independencia
de este pueblo, y la reivindicación de sus más sagrados
derechos, el recobramiento de su honor y dignidad: sus
efectos han sido muchos triunfos, muchos laureles, mucha
gloria, y demostrar a los ojos de las Gentes, que somos
bajo todos conceptos un pueblo digno de tomar asiento
en el gran templo de la libertad y de la civilización, en el
Congreso de las naciones cultas, en que el carácter del
hombre tiene toda la dignidad y elevación que corresponden
a la hechura privilegiada del Criador.
A él demos gracias, con el corazón rebosante de júbilo
y patriótica satisfacción, del día más grande y hermoso
de la República Dominicana.
451
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

DOC. 11.– CARTA DE C. HERARD A R. S. RODRÍGUEZ,


13 ENERO 1844195

Liberté, Egalité, République Haïtienne Ou la Mort.

Port Républicain le 13 janvier 1844, an 41e de


l’Indépendance et le 1er de la Régénération.
Au nom du Peuple Souverain.

Carlos HERARD, primogénito


Presidente de la República Haytiana.

Al Ciudadano R. Servando Rodríguez.

Ciudadano, hermano y amigo,


Vuestra última carta fechada del 8, acabo de recibirla:
cuando me dirigisteis la primera pensaba yo, que como
los demás ciudadanos del Este, estavais en libertad y de
regreso en vuestros hogares, son mis grandes ocupaciones
que me han impedido de responderos. Siento muy since-
ramente el que se hubiesen encontrado envueltos en la
arrestación acontecida en Santiago, algunos padres de
familia. Aun cuando hubieseis incurrido en error y que
os hubieseis armado, estoy persuadido que vuestras
armas se dirigirían más bien así como se dirigían las nuestra
contra el govierno decaído, que no contra la Revolución,
lo cual tuvo por objeto el rehabilitaros en vuestros derechos,
y en vuestros intereses. Mi intención no ha sido otra, sino

195
Feuille du Commerce, Port-au-Prince, 14 enero 1844.

452
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

la de reparar el honor de los pueblos del Este por tanto


tiempo tratados como conquistados: he querido también
vengar la afrenta que un tirano y un déspota intentó gravar
en vuestras frentes. Yo no puedo creer que un ciudadano
del Este, el cual debe todo esperar de mí, su libertador,
llegue a concebir la infame idea de oponerse al bien que
deseo hacerle. Cuanto a vos en particular, no he cesado
de dispensaros toda la confiansa necesaria, y hasta me
persuado, que deveis ser en Santiago, una sentinela
avansada de las más seguras de la Revolución, si, como
no puedo dudarlo, sois hombre de bien, y hombre de honor.
Cuento con vos, y estoy profundamente creído, que
haréis uso de vuestras luces, de vuestra inteligencia, de
vuestra nacionalidad, y de vuestra influencia sobre todo
para ayudarme a hacer felis al pueblo del Este, así, como
para estrecharlo más y más al govierno que en este día
presido. El pueblo de esa parte y vos, no tenéis otro
protector que yo, pereceré o seréis dichosos196.
Volved pues, ciudadano, hermano y amigo, volved a
la comarca que os vio nacer, una familia afligida os aguarda
sin duda, y os consolara de la desgracia que os forzo a
dejarla por tan largo tiempo. Espero que reintegrándoos
en todos vuestros derechos, tendré un día dulze satisfacción
de volver a encontrar en vos, un amigo y un hermano que
reunirá al rededor del gobierno, todos los ciudadanos del
Este. Si encontrareis en Santiago un empleo que os
convenga, pedídmelo que os será concedido.
Salud y fraternidad. (firmado) C. HERARD

196
No podían ser más falaces las palabras de Charles Herard, quien había
negado a los dominicanos toda esperanza de libertad y de progreso.

453
ÍNDICE ONOMÁSTICO

A Ayala Duarte, Crispín 58


Abelardo 291 Ayala Duarte, Matilde 236
Aberdeen 28 Ayala Duarte, Miguel 235
Abreu, Francisco Javier 31, 346, 347, Aybar, José Gabriel 54, 55, 58, 335,
352, 357, 358, 428 417
Abreu, Javier 428 Aybar, Manuel 14
Acosta, Elías 37, 235, 256, 260 Aybar Valencia, Juan Esteban 40, 41
Acosta, Juan Alejandro 21, 25, 115,
228 B
Acosta, María Baltasara 20 Báez, Buenaventura 31, 68, 75, 120,
Aguayo, A. M. 117 322, 326, 346, 351, 352, 354, 357,
Alfau, Abad 16 358, 359, 361, 362, 423, 428, 429,
Alfau Durán, Vetilio 99, 109, 125, 173, 432, 439
176, 211, 253, 289, 291, 293, 305, Báez, Damián 358, 360
417 Bainville 185
Alfau, Julián 286, 294, 296, 297, 411 Balaguer, Joaquín 60
Alfau, María Guadalupe 16 Barrot, Adolphe 356, 362
Alfau y Bustamante, Felipe 16, 17, Barrot, Odilón 356
110, 111, 125, 129, 132, 162, 183, Bayllo, Angela 13
184, 287 Bayllo, Tomás 13
Alfieri 160 Bello, Juan 285
Alfonseca, Juan B. 115 Benavente 158, 159
Alvague, José Ramón 14 Benítez, Juan 13
Alvarez, Balthazar 370 Benítez, Juana 141
Alvarez, Braulio 120 Benítez, Lorenza 13
Alvarez, Francisca 339 Benoi, Domingo 347
Alvarez, Luis 435, 436, 438, 441 Beras, José Ma. 120
Alvarez, Manuel W. 326, 329 Betances, Bárbara 288
Aly, Pablo 368, 370 Betances, Luis 151, 411
Aosta, Juan Alejandro 21 Beuajon, J. 329
Apolinario, Pablo 14 Bexarano, Francisca 13
Arazena, Juliana 341 Bidó, Franco 35, 202
Ardouin, Celigny 140, 338 Billini, Epifanio 126, 129, 439
Arístides 38, 82, 93, 125 Billini, F. X. 435
Aristóteles 259 Billini, Francisco Gregorio 230
Arquiere 110 Billini, Hipólito 120, 435, 436, 438, 439

455
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Billini y Mota, José A. 138, 434-436, Campo, Dolores 285


438, 439 Carbonell, Pedro 291
Blonda, Juan José 23, 38 Carkhill, R. B. 377
Bobadilla, María Antonia 289 Carlyle 95
Bobadilla, Tomás 24-27, 29, 31, 32, Carney, Daniel William 356
34-36, 39, 157, 174, 192, 196, 200, Caro, José María 16
201, 203, 204, 274, 277, 281, 313, Carrasco, Pedro 128, 129, 131, 132
319, 335, 336, 363, 417, 434, 442 Carrié, B. Philippe Alexis 121, 338,
Bobea, Pedro Antonio 112, 123, 126, 340, 342, 364, 390-393, 395, 433
131, 149, 151, 438 Carrié, Bernardo Felipe Alejo 338
Bolívar, Simón 63, 69, 81, 154, 166, Carrié, Samí 121
188, 233, 254, 268 Castellanos, Manuel Ramón 346, 347,
Bona, Concepción 141, 142 352, 428
Bona, Ignacio 141, 142 Castellanos, Rafael C. 305
Bonilla, Alejandrino 127 Castellón, Teresa 287
Bonilla, Alejandro 118, 129, 131, 180, Castillo 428
239, 291, 336 Castro, Pedro de 372
Bonilla, José Antonio 128, 129, 131, César 208
132, 259 Cestero, Mariano 41
Bonilla, Pedro Pablo 126, 129, 132, Chanclet, Pablo Pujol 15
411 Chaneu 353
Bonneau, Alexandre 69, 337 Chanlatte, Antonio Justo 346
Bonó, Pedro Francisco 171, 290 Chanlatte, Desrivieres 335
Borbón 158, 159 Charles, Paul 381
Borgellá 338, 436 Chateaubriand 162
Botello, José 20, 21 Chatt 37, 255
Bouillón, Godofredo de 165 Coen 383
Boyer, Juan Pedro 15, 18, 19, 63-66, Coën 378
68, 69, 75, 109, 112, 117, 149, 311, Coiscou Henríquez, Máximo 173, 305,
335, 337, 338, 343, 348-350, 352, 358
389, 391, 403, 431, 433, 434, 445, Coll y Toste 321
446, 447, 449 Colombel 335
Brea, Josefa 16 Colón 240, 241, 248, 263, 315, 451
Brea, Nolasco 336 Colón, Diego 233
Brea, Pedro Antonio 438 Colón, Fernando 233
Broir 440 Colón, Francisca 341
Brouat, Augusto 254, 339, 440 Constant, Benjamín 79
Bruzual, Blas 40, 42, 43 Contín, Francisco 285, 411
Bruzual, Manuel E. 49 Contín, Gregorio 411
Burgos, Andrés 285 Contreras, Ignacio 198
Burgos, Gertrudis 285 Coroleu y Pella, José 249
Byron 154, 155, 167, 168 Correa d’Acosta 253
Correa y Cidrón, Tomás 386
C Cote, Pedro 20
Cabral Bernal, Ml. 37 Courtois, Jh. 392
Cabral, José María 52, 81, 300, 417 Cousin, Charles 339, 371
Cabral, Marcos 433, 434, 435, 436 Cousin, Merced 339
Cadalso, José 183, 185 Cuello, Dolores 20, 21
Calié 255, 260
Cambiaso, J. B. 36, 37 D
Cambiaso, José Bautista 287 Dalzón 348
Camilo, Alejandro 142 Damers, Nicolás E. 22
Caminero, José María 31, 32, 121, Damiron, Amable 218, 220, 221, 224,
372, 393, 417, 434, 442 226

456
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Damirón, Amable 214, 218, 219 Delgado, Pedro A. 442


Dante 209 Delmonte, Manuel 358
Darío 185 Delorve, José Ramón 29, 195, 196,
Davis, W. 255, 260 200
De Aquino, Tomás 286 Delvalle, Gregorio 36, 195, 202, 203
De Arredondo y Castro, Francisco 415 Demoges 356, 362
De Arredondo y Pichardo, Gaspar 415 Desgrotte 19, 26
De Arredondo y Rojas, Juan 415 Désir, Puvorgé 380
De Castro, Heriberto 120 Despradel Batista, Guido 118
De Castro, Jacinto 139, 345, 433, 439, Dessalines 135, 136, 143, 349, 413
441, 442 Díaz de Peña, José Santiago 319, 346,
De Castro, Martina 286 347, 357
De Champorin, M. René 358 Díaz del Moral, M. 215
De la Concha, Jacinto 17, 23, 79, 110, Díaz Plaja, Guillermo 159, 161, 180,
112, 115, 122, 125, 126, 129, 131, 188
132, 157, 301 Diez 200
De la Concha, Tomás 16, 23, 39, 124, Diez, José 53
128-132, 284 Diez, Agustín 13
De la Concha, Wenceslao 16, 121 Díez, Antonio 13, 14
De la Cueva, Vicenta 14, 15 Diez de Duarte, Manuela 13, 14, 37-39,
De la Fuente, Vicente 188 161, 258, 287, 289, 295, 296
De la Rocha, Domingo 195, 372 Diez, José 13, 32, 175, 273
De León Benítez, Juan 13 Díez, José Acupertino 14
De Marchena, Eugenio 120 Diez, José María 257
De Mena, Pedro Ramón 140, 195, 202 Díez, José Prudencio 22, 31, 56
De Mueses, Martín 285 Díez, Juan Esteban 53
De Ocampo, Diego 198 Diez, Manuel Antonio 58
De Paula Vigil, Francesco 332 Diez, Mariano 13, 31, 40, 41, 43, 51,
De Peña, Luciano 20, 21 58, 205, 214, 220
De Quesada, Gonzalo 270 Diez, Prudencio 136, 138, 146
De Regla Altagracia, M. 411 Duarte Díez, Filomena 14, 15, 52,
De Regla Mota, M. 438 287, 295, 296
De Reyna, Petronila 13 Duarte Díez, Francisca 15, 56-58, 118,
De Rosales, Martín 290 127, 129, 284, 287
De Soto, Carlos 434 Duarte Díez, Juan Pablo 9, 10, 13-22,
De Tapia, Lorenzo 288 24-31, 33-38, 40, 42-45, 47-61, 65,
De Tapia, Teresa 285 66-71, 75-83, 91-96, 98, 99, 110,
De Tapia, Vicenta 285 112-114, 116-120, 122-132, 136-138,
De Toledo, María 233 141, 143, 144, 145, 147, 149, 151,
De Torres, Isabel 89 152, 154, 156, 158-163, 165-169, 172,
De Vigny, Alfred 238 174, 175, 177, 179-182, 184-186,
Del Castillo, Remigio 126, 347, 352, 188, 191, 195, 196, 198, 200-207,
357, 428 209-211, 213, 214, 216-221, 223,
Del Monte Echavarría, Mercedes 134 224, 225, 227-231, 233-237, 239,
Del Monte, Félix María 51, 52, 56, 57, 240, 242-246, 248, 249, 251, 252,
73, 112, 116, 119, 120, 126, 128, 254-260, 263-266, 268, 269, 270,
129, 132, 134, 144, 145, 149-151, 273, 274, 277, 279, 281, 283, 285,
160, 180, 228, 229, 231, 239, 252, 287-290, 293-295, 297, 299, 306,
314, 315, 319, 321, 340, 353, 417 308, 310, 313, 319, 330, 336-340,
Del Monte, José Joaquín 335 344, 345, 354, 355, 362, 363
Del Monte, Manuel Joaquín 31, 39, Duarte Díez, Manuel 15, 38, 54, 55,
313, 367 57, 58, 248, 287, 294-296
Del Valle, Gregorio 35 Duarte Díez, Rosa 15, 16, 28, 39, 42,
Del Villar, J. José 219 43, 53, 56, 57, 58, 118, 127, 129,

457
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

131, 145, 173, 180, 182, 191, 211, F


233, 234, 239, 245, 249, 254, 258, Falcón, Juan Crisóstomo 42, 50
260, 261, 283, 284, 287, 290, 293, Familias, José 202
295, 296, 305 Faneyte, José S. 43
Duarte Díez, Sandalia 15 Faustino 338
Duarte Díez, Vicente Celestino 15, 21, Fernández, Álvaro 51
23-25, 36, 38-40, 43, 51, 53, 54, 59, Fernández de Castro 336
113, 125, 127, 129, 131, 132, 200, Fernández, Magdalena 13
205, 277, 286, 287, 289, 293, 295, Fernández y Fernández, Esteban 188
296, 308, 345, 363 Fernando VII 74
Duarte Jiménez, Manuel 13 Ferrer, Manuel 15
Duarte, José Prudencio 18, 23 Florentino, Pedro 208, 440
Duarte, Juan José 13-15, 20-22, 131, Flores Cabrera, M. 134
257, 285, 286, 288, 289, 293, 294, Flores, Salomé 224, 225
297 Forges, José 249
Duarte, María Francisca 295, 296 Fortoul, Gil 144
Duarte, Mariano 18 Francisco 54
Duarte, Matilde 58 Franco Bidó, Juan Luis 35, 199, 200
Duarte, Vicente María 284, 295, 296 Franco, M. T. 411
Duarte Villeta, Enrique 15, 23-25, 36, Freeman, W. H. 32, 179, 273
54, 55, 137 Fremont 335
Duarte Villeta, María Ignacia 15, 53
Duarte Villeta, Romualdo Ricardo 15, G
38, 59 Gafas, J. M. 207
Duarte Villeta, Vicente María 15, 38, Galván, Manuel de Jesús 56, 119, 120,
54 129, 285
Duarte Villeta, Wenceslao 15, 38 García, José Gabriel 53, 117-120, 123,
Dubois, F. E. 337 125, 127, 134, 136-138, 140, 141,
Duguit 79 143, 145, 149, 154, 173, 180, 227,
Duque de Rivas 156, 158, 159, 168, 229, 236, 245, 256, 283, 291, 305,
181, 185 306, 307, 338, 340, 342, 347, 354,
Duquesnay, Carlos 402 358, 407, 440
Duvergé, Antonio 81, 139, 439 García Lluberes, Alcides 115, 137,
Duverge, Bois 439 141, 145, 154, 173, 186, 187, 211,
214, 256, 290, 305, 339, 340, 343,
E 358
Echavarría, Ambrosio 225 García Lluberes, Leonidas 129, 132,
Echavarría, Basilio 435, 438 154, 211, 305, 415
Echavarría, Mariano 439 García, M. de J. 39
Echavarría, Ramón 226 García Mercadal 157, 181
Echavarría y Salomé, Ambrosio 226 Garcilaso 167
Echavarría y Santamaría, Ramón 25, Gardel, J. F. 361
26, 29, 166, 182, 226, 285, 286, Gautier, Théophile 156, 162
294, 296, 297, 411 Gazán Canciller, Alejandro 43
Edouard, Emmanuel 346 Gerard, C. 413
Enríquez, Gabriel 215 Gibbes, Lucas 440
Escobar 210, 211 Ginebra, Francisco 20, 295
Escriche 250 Ginebra, José Joaquín 20
Espaillat, Ulises Francisco 46, 47, 52, Goethe 167
56, 191, 203, 205 Gómez Alfau, Luis E. 162, 184
Espinosa, José Eugenio 196 Gómez Bona, Eloísa 142
Espronceda 156, 158, 163, 181, 185 Gómez Bona, José María 142
Estebes 211 Gómez Bona, Manuel de Jesús 142
Estrella Ureña, Rafael 59 Gómez Bona, Marcos Antonio 142

458
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

Gómez Bona, Rafael María 142 Hernández, Juana 141


Gómez, Fernando J. 16 Hernández, Manuel 20, 21
Gómez, Luis E. 162 Herrera, César A. 221, 235, 435
Gómez, Máximo 71, 141, 267, 268, Herrera, Fernando 411
270, 436 Herrera, Rosendo 435, 438, 439
Gómez y Carvajal, Marcos 141, 142 Heureaux, Ulises 213
González, Benito 17, 110, 111, 125, Hidalgo 268
129, 132 Hostos 77, 165, 233
González Carrasco, Francisco 335 Hudson Low 387
González, Ignacio M. 53 Hugo, Víctor 154, 158, 162, 164, 181
González López, Felipe 289
González Regalado y Muñoz, Manuel I
33, 201, 418 Illas, Juan José 35, 202
Granville 335 Imbert, Anderson 166
Groot 254 Imbert, José María 192, 194, 195, 202
Grullón, Eliseo 134 Incháustegui, V. Joaquín S. 138, 366,
Guddo Costa, Gabl 121 434-436, 438, 439, 441
Guerrero, Manuel María 16, 211, 286, Inginac, Joseph Balthazar 335, 337
294, 296, 297, 436, 439 Inocencio XII 331
Guerrier 361 Iriarte, J. 235
Guillén, Rosario 16 Iriarte, Tomás de 146
Guizot 140, 360, 362 Isabel II 185, 233
Gutiérrez, Antonio 230 Isabel la Católica 92
Gutiérrez Coll, Jacinto 223
Gutiérrez de Co. 308 J
Guzmán, Andrés 288 Jesucristo/Jesús 75, 250, 278
Guzmán Blanco, A. 40, 42 Jimenes, Manuel 29, 30, 35, 200, 277,
Guzmán, Marcos 55 284, 287, 310, 339, 439, 442
Jiménez Bodillo, Manuel 13
H Jiménez, Juan Evangelista 35, 36, 39,
Hamlet 92 195, 202, 203, 287
Harrison, Francis 356 Jiménez, Rufina 13, 14
Heneken, T. S. 32, 355 Joseph, Jean 336
Henríquez, Federico 154 Josué 86
Henríquez García, Fernando A. 284 Juan Pedro 314
Henríquez, Noel 321 Juan XXIII 165
Henríquez Ureña, Max 334, 343, 441 Judas 278
Henríquez Ureña, Pedro 166, 258 Júpiter 114
Henríquez y Carvajal, Federico 54, 59,
61, 85, 99, 114, 120, 131, 132, 144, K
149, 230, 273, 284, 305, 306 Kempis 235
Henríquez y Carvajal, Francisco 120 Kretschmer 80
Heráclito 174
Herard, Charles/Carlos (Véase L
Riviere) 20, 21,27, 29, 30, 113, Lacy 240, 241
274, 307, 338, 342-346, 348, 349, Lafinur, Melián 182
353, 373, 393, 412, 416, 418, 419, Laín Entralgo, Pedro 186
421, 449, 452, 453 Lapouge 69
Heredia, José 435, 436, 439 Larrazábal Blanco, Carlos 99, 221, 284
Heredia, Nicolás 435 Las Casas 387
Hernández Chávez, Ramón 314 Lazare 361
Hernández, Gaspar 18, 75, 76, 227, 255, Le Bon 74
258, 305-308, 310-314, 319-327, 329, Leguizamón, Manuel 411
331, 333, 337, 339, 345, 412, 415, 422 León, David 43, 210, 211, 329, 330

459
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

León XIII 346 Mármol, José 182, 184


Leopardi 168, 185 Martí, José 71, 149, 153, 172, 233,
Lessing 306 267, 268, 270, 271
Levasseur 68, 75, 357, 362 Martí, Lorenzo 287
Level de Goda 253 Martínez de la Rosa 149, 156, 160
Leyba 210 Martínez de León, Francisco 49
Linares, N. 35 Martínez de Moya, Carmelo 222
Lista, Alberto 323 Mattey, H. 383, 388
Llaverías, Federico 305 Mauri, A. 31
Lluberes, Félix Mariano 36, 120, 196 Mazzini, José 165, 179, 263, 264
Lluberes, Prudencia 289 Medrano, Jacinta 35, 200, 341
Locke 71 Mejía, Félix E. 120
Lockward, Alfonso 235 Mejía, Juan Tomás 130, 245
Logroño, Alvaro 57, 245 Mejía, Manuel 194, 196
Logroño, Francisca 121 Mella, Ramón Matías 16, 18, 19, 24,
López 192 25, 26, 30, 33, 35, 39, 45, 48, 53,
López Aydillo 73 58, 60, 67, 111, 113, 119, 126, 127,
López Baños 116 129-132, 141, 144, 192, 195, 197,
López de Ceballos, Anto. 217, 221 199, 200, 201, 204, 213, 248, 277,
López de Medrano, Andrés 335 279, 290, 299, 306, 310, 337, 338,
López, Pascual C. 21 344, 345, 363, 438
López Penha, Haim 153 Mena 33, 196, 200
López, Santiago 251 Méndez, Luis 14
López Umeres, Ml. 31 Méndez Vigo, Santiago 308, 415
López Villanueva, Andrés 341, 342, Mendoza, Antonio 17, 255
347, 396 Mendoza, Mariano 436
López Villanueva, Antonio 33, 341, Menéndez y Pelayo 65, 181
402, 405, 417 Mercenario, Félix 25, 26, 29, 35, 200
López Villanueva, Francisco 341 Meriño, Fernando Arturo de 52, 57,
López Villanueva, José Eugenio 341 87, 120-122, 124, 143, 145, 154,
López Villanueva, María del Carmen 155, 173, 180, 233, 245, 289, 329
341 Messeguer, Enrique 188
López Villanueva, Pablo 346 Michel 194
López Villanueva, Toribio 35, 341 Miller, P. G. 117, 253
Louverture 14 Minerva 114
Lucano 235 Miura, D. Javier 121
Lugo, Américo 132, 307 Miura, Francisco Xavier 121
Lugo Lovatón, Ramón 114, 130, 132 Miura, Ricardo 20, 121, 124, 260,
Luis XIV 331 320
Luis Felipe 314 Mogollón, José Ma. 215
Lulio, Raimundo 65 Monción, Benito 45, 208, 300
Luperón, Gregorio 54, 55, 73, 95, Monfarcon, Vicente 286
208 Montalvo 305
Lytrecht, C. Z. van 382 Montesquieu 79
Montilla 15
M Montolío 22
Machado 196 Morcelo, Baltasar 307
Madiou, Tomás 139, 351, 352 Morcelo, Domingo 307, 310
Madrigal, Antonio D. 31 Moreno 25
Mallol, Domingo 199, 200, 202 Morin, Jean Baptiste 339
Mañón, Toribio 30, 34, 35 Moscoso, Antonio 285
Manrique, Juan Ml. 30 Moscoso, Juan Vicente 17, 255, 260
Maquiavelo 252 Mouttet, Etienne 361
Marcano, F. A. 35 Murray Butler, Nicholas 340

460
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

N 202, 203, 213, 231, 279, 293, 300,


Nabuco 354 336, 345
Napoleón 165, 387 Pérez de Mena, María 285
Napoleón, José 74 Pérez, Federico 116
Nervo, Amado 92 Pérez García, Federico 49
Nierrold, M. J. 330 Pérez, José María 285-287, 294, 297
Niewindt, M. J. 326 Pérez Moris, José 117
Nolasco de Brea, Pedro 336 Pérez Sánchez, Félix María 305
Nolasco, Fillo 130 Pérez Serrano 79
Nouel, Carlos 118, 119, 122, 124, 210, Pérez Tomás, Juan Isidro 16
325 Petión 337
Novalis 167 Picard 163
Núñez de Cáceres, José 15, 109, 417 Picart, Charles 346, 352, 428
Núñez de Cáceres, Pedro 31, 40, 63, Pichardo, José Ma. 120, 450
67, 300, 334 Pichardo, R., Paíno 59
Núñez, Jose 309 Pichón, Hipólito 31
Pierre, Antón 81
O Pilatos, Poncio 278
Objío, Joaquín 139, 436, 439 Pimentel, Eloísa 440
Ochoa, Eugenio de 149, 150, 152 Pimentel, Francisco 342, 343, 441
Oquendo, Candelario 43, 50, 52, 205 Pimentel, Rosita 437
Orta, Ildefonso 380 Pimentel, Rudecindo 440
Ortega Frier, Julio 311, 331
Ortega y Gasset 83 Pina, Aurelia 16
Ortiz, Damián 439, 440 Pina, Juan A. 141, 142
Osuna, Joaquín 14 Pina, Juan Pablo 16
Pina, María de Jesús 141
P Pina, Pedro Alejandrino 16, 17, 19-23,
Palet, Manuel 324 25, 26, 28, 32, 34, 35, 39, 40, 42,
Pamiés, Pedro 75, 308, 311, 345, 412, 44, 50, 79, 110-113, 122-127, 129,
416, 417 131, 132, 136-138, 141, 142, 180,
Pando, Juan María 414 200, 202, 279, 293, 339, 345
Pantaleón Castillo, J. 230 Pina y Benítez, Ml. 120
Patín, José 22, 31, 146 Pinedo 383
Paz del Castillo, Pablo 341, 342, 416, Polanco 208
417, 419 Polanco, Gaspar 50
Peconet, Isabel 341 Polanco y Velásquez, Eugenio 245
Peers, E. Allison 156, 162, 180 Pompeyo 208
Pellerano, José Francisco 57, 245 Ponce de León, María 15, 211
Pelletier 194 Ponce de León, Santiago 284
Pemartin, José 188 Pontieux, Alcius 339, 347
Peña, José Santiago 332 Pórlier 240, 241
Penson, Ana María 16, 265 Portalatino, Miguel 286
Penson, César Nicolás 136-138, 149, Portes e Infante, Tomás de 27, 30, 326,
151, 228-230 345, 412, 415, 417, 421
Peralta, Federico 346 Pou, Francisco 288
Pérez, Benito Alejandro 28, 285, 288 Prud’homme, Emilio 62, 89
Pérez de la Paz, Chepita 110, 118, 120, Puello, Eusebio 20, 21, 115, 277, 286,
127 294, 296, 297, 327, 417
Pérez de la Paz, Juan Isidro 16, 17, 19, Puello, Gabino 300, 301
21-23, 25, 26, 31, 32, 34-36, 38, 39, Puello, Joaquín 30
41, 72, 94, 110-113, 119, 125, 127, Puello, José Joaquín 30, 31, 139, 300
129, 131, 132, 136, 138, 146, 149, Puigvert, Juan 344, 345
166, 167, 170, 180, 186-188, 200, Pujol, Pablo 25, 26, 29, 258, 411

461
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

Q Rosales, Martín 235, 236


Quezada, Miguel 321 Rosas 166
Quintero, Juan José 39 Rouanez, P. 335
Rouget de Lisle 62
R Ruiz, Félix María 16, 17, 110, 125,
Ramón 197 126, 129, 131, 132, 143, 173, 300,
Raunovard, M. 251 411
Ravelo, Ramón Alonso 118 Ruiz, Francisco 31
Ravelo Vda. Pérez, Adriana 116 Ruiz, José 14, 31
Ravelo y Reyes, Juan Nepomuceno Ruiz, María 22, 31
17, 18, 25, 110, 125, 126, 129, 131, Ruiz, Petronila 16, 22
137, 138, 234, 284, 286, 287, 300, Ruiz, Valeriana 13
337, 338, 411
Regalado 180, 202, 289 S
Regla Mota 438 Sabala, Juan Bautista 285
Renaud, Valery 437 Saint Denys, Eustache de Juchereau de
Reyes, Alfonso 73 140, 179, 192, 194, 197, 356, 357
Ricart, Francisco 415 Sainz, Manuela 14
Ricart, Rafael Eduardo 132 Salcedo, José A. (Pepillo) 46, 48, 51,
Richiez, hermanos 36 52, 202, 208
Riego 240, 241 Salgado, J. C. 335
Rivas, Alvaro 163, 181, 182 San Geni 39
Riviere (Véase también Herard, Charles) San Martín 268
21, 28, 117, 195, 360, 435-437, 441, Sánchez, Francisco del Rosario 19, 21,
450 23-25, 29, 30, 32, 33, 35, 39, 52,
Roca, Estevan 439 58, 60, 67, 70, 72, 111, 113, 119,
Roca, José Esteban 19 126, 127, 129, 130-132, 144, 195,
Rocha 33, 196 200, 202, 213, 242, 248, 269, 277,
Rodríguez 218 279, 290, 293, 300, 306, 308, 344,
Rodríguez, Ana María 294 345, 363, 438
Rodríguez, C. Armando 305, 433 Sánchez, María Trinidad 175, 300
Rodríguez, Cayetano 115 Sánchez, Rafael Augusto 305
Rodríguez, Cayetano Abad 58 Sánchez Ramírez 68, 76, 312
Rodríguez de Rodríguez, Silveria 170 Sánchez, Serafín 270
Rodríguez Demorizi, Emilio 9, 89, 90, Sanderson, R. 223, 224, 225
95, 99, 124, 130, 137, 138, 140, Sannon, Pauléus 337
169-173, 176, 211, 290, 305, 308, Santamaría, Lorenzo 34, 439, 441
312, 334 Santana, María 257
Rodríguez, Elías 319, 332 Santana, Pedro 19, 27-29, 33-35, 68,
Rodríguez Guerra, Luis 309, 402 113, 159, 175, 181, 183, 192, 196,
Rodríguez, Manuel de Jesús 243 197, 200-202, 204, 207, 209, 237,
Rodríguez Montaño, Domingo 56 274, 277, 281, 291, 306, 310, 311,
Rodríguez Objío, Manuel 40-43, 71, 319, 322, 325-327, 331, 339, 344,
168, 205, 221-225, 242, 245 437, 442
Rodríguez, Rafael Servando 336, 342, Santana, Ramón 19, 113, 339, 437, 450
344, 452 Santelizes, Francisco 411
Rodríguez, Santiago 300 Santín, Juan 287, 288, 411
Rodríguez Tapia, Ana María 13 Saviñón, Francisco 40, 41, 43, 49, 50,
Rojas, Benigno Filomeno 208, 217, 120
218 Sayas, Aniceto 53
Rojas, Juan 286 Schiller 167
Rojas, Miguel Antonio 202, 346, 347, Schlegel 167
352, 357, 358, 428 Schulz, Georg Friedriech 36
Rojo, Juana 13 Scott, Walter 161
Rondón, Juan 208 Serra, José María 16, 17, 66, 97, 110,

462
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

112, 121-126, 128, 129, 131, 132, V


138, 143, 145, 149, 150, 173, 180, Valdés 401
239, 305, 336, 365, 438 Valdez, Jerónimo 341
Sigaud 194 Valdez Rojas 346
Simón el mago 321 Valencia, Esteban 395, 434
Solano 287 Valencia, Manuel María 155, 168, 182,
Solano, Domingo Antonio 418 184, 340, 346, 347, 357, 358, 392,
Soler, Antonio 285 394, 395, 437
Soublette, Carlos 22 Valenti Camp, Santiago 188
Spignolio, Pedro 289 Valera, Pedro 445
Stael, Madama 155 Valeri 438
Sterling 253 Valerio 192
Vallón Simón 202
T Valverde, José Desiderio 327, 336
Tántalo 94 Valverde, Manuel María 16, 25, 26, 49,
Tejeda, Luis 437 160, 200, 234, 249, 288, 411
Tejeda, Rita 285 Valverde, Melitón 48, 49
Tejera 83 Valverde, Pedro 115
Tejera, Andrés 56 Varriet, J. P. 328
Tejera, Apolinar 56, 120, 245 Vásquez, Silvestre 287
Tejera Bonetti, Emilio 129, 131, 154,
Vecchiotti, M. 326
234, 256, 284, 289, 315, 340, 364,
Vidal Pichardo 202
392
Villanueva 30, 192, 198, 201, 404
Tejera, Emiliano 16, 40, 44, 58, 120,
Villanueva, Alejandro 341
130-132, 143, 154, 173, 180, 209,
Villanueva, Antonia 341
211, 227, 234, 245, 256, 265, 289,
346 Villanueva, Francisco 341
Tejera, Federico 54, 55 Villanueva, Jacinta 341
Tejera, Felipe 54, 56 Villanueva, José Antonio 341
Tejera, Francisco 54, 55 Villanueva, Nicolasa 341
Tejera, Juan Nepomuceno 16, 129, 130, Villanueva, Teresa 341
132, 265, 346, 357, 358, 370, 428 Villega, Antonio 411
Tejera, Miguel 56 Villeta, Agustín 15
Tejera, Prebendado Francisco 55 Villeta y Ponce de León, María de la
Tello, Juan 341, 401, 404 Trinidad 15
Teresa de Jesús 92 Vizcarrondo, Andrés Salvador 55, 56,
Terny, Paul 357 179, 253, 256
Thiroux, M. 236, 256, 284 Vizcarrondo, Ángel Salvador 253
Thompson 274 Vossler 186
Tirteo 62
Tomagnini, Arturo 59 W
Tonnerre, Cleremont 79 Walzel 185
Travieso, José 245 Washington 268
Trías, Desiderio 49 Welles, Sumner 121, 393
Troncoso, J. Antonio 31 Werther 187
Troncoso, José 287, 288 Westen, C. M. 346
Troncoso Sánchez, Pedro 60, 146,
169, 283 Y
Yépez, Jaime 21
U Young, Eduardo 159, 160, 182
Uhland 182
Umeres, Ml. López 22 Z
Ureña, Salomé 171, 230 Zaccone, Pedro 188
Ussher, Thomas 28, 274, 342 Zamora, Isabel 285
Utrera, Cipriano de 114, 141 Zarzuelo 226

463
PUBLICACIONES DE LA COMISIÓN PERMANENTE
DE EFEMÉRIDES PATRIAS 2004-2013

1. Constitución política de la República Dominicana de 2002, 2005


2. Guerra de abril. Inevitabilidad de la historia, 2002, 2007.
3. Apuntes para la historia de los trinitarios. JOSÉ MARÍA SERRA,
2005
4. Proclamas de la Restauración, 2005
5. Apoteosis del General Luperón. RICARDO LIMARDO, 2005
6. Constitución política de la República Dominicana de 1844 y
2002, 2006
7. Minerva Mirabal. Historia de una heroína. WILLIAM GALVÁN,
2005
8. Ideario de Duarte y su Proyecto de Constitución, 2006, 2007
9. Diario de Rosa Duarte, 2006
10. Ensayos sobre el 27 de Febrero. ALCIDES GARCÍA LLUBERES /
LEONIDAS GARCÍA LLUBERES / VETILIO ALFAU DURÁN, 2006
11. Los movimientos sociales en el municipio de Cotuí. RICARDO
HERNÁNDEZ, 2006
12. Ideas de bien patrio. ULISES FRANCISCO ESPAILLAT / EMILIO
RODRÍGUEZ DEMORIZI, 2006
13. Buscando tiempo para leer y Lecturas recomendadas. JOSÉ
RAFAEL LANTIGUA / JUAN TOMÁS TAVARES, 2006

465
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

14. Informe Torrente. ÁNGEL LOCKWARD, 2006


15. El Presidente Caamaño. Discursos y documentos. EDGAR
VALENZUELA, 2006
16. Diario de la Independencia. ADRIANO MIGUEL TEJADA, 2007
17. Los Panf leteros de Santiago y su desafío a Trujillo. E DGAR
VALENZUELA, 2007
18. Constanza, Maimón y Estero Hondo: La Victoria de los caídos.
DELIO GÓMEZ OCHOA, 2007
19. Caamaño frente a la OEA, 2007
20. Sobre el bien y el mal de la República. JUAN TOMAS TAVARES
KELNER, 2007
21. Rasgos biográficos de Juan Pablo Duarte y Cronología de Duarte.
JOSÉ GABRIEL GARCÍA / EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI, 2007
22. Los orígenes del Movimiento 14 de Junio. ROBERTO CASSÁ, 2007
23. Ensayos sobre la Guerra Restauradora. JUAN DANIEL BALCÁCER,
2007
24. Juan Bosch imagen y trayectoria. GUILLERMO PIÑA-CONTRERAS,
2007
25. Un viaje hacia la muerte. AGLAE ECHAVARRÍA, 2007
26. Arqueología de un mundo imaginario. G UILLERMO P IÑA -
CONTRERAS, 2007
27. Ulises Espaillat: el presidente mártir. JUAN DANIEL BALCÁCER,
2008
28. Huellas de la Guerra Patria de 1965 (Cuentos y relatos). MIGUEL
COLLADO / ERIC SIMÓ, 2008
29. Golpe y revolución. El derrocamiento de Juan Bosch y la interven-
ción norteamericana. VÍCTOR GRIMALDI, 2008
30. Ideario del Coronel Fernández Domínguez 1934-1965. HÉCTOR
LACHAPELLE DÍAZ, 2008

466
En torno a Duarte EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI

31. Jarabacoa: origen y desarrollo histórico. RAFAEL VINICIO HERRERA,


2008
32. Ponencias de los miembros de la Comisión de Reforma Constitu-
cional el 6 noviembre de 2006, 2008
33. La Constitución de la Nación Dominicana de 1963. Anotada e
indizada por AURA CELESTE FERNÁNDEZ R., 2009
34. Juan Pablo Duarte ¿Qué me impresiona de ti? Cuentos galardo-
nados V Concurso Literario Estudiantil 2008 Colegio Santa
Teresita, 2010
35. El derrumbe. FEDERICO GARCÍA GODOY, 2010
36. Abril del 65. Visión poética. MATEO MORRISON, 2011
37. El juicio a los asesinos de las hermanas Mirabal. FRANKLIN J.
FRANCO, 2011
38. Personajes dominicanos, Tomo I. ROBERTO CASSÁ, 2013
39. Personajes dominicanos, Tomo II. ROBERTO CASSÁ, 2013

COLECCIÓN 50 ANIVERSARIO
DEL AJUSTICIAMIENTO DE TRUJILLO

I 4 Poemas heroicos. Un ensayo-un discurso, 2011


II En las garras del terror. TOMÁS BÁEZ DÍAZ, 2011
III Relatos de la resistencia, 2012
IV Escondido. Mi 30 de mayo. JOSEFINA GAUTIER DE ÁLVAREZ,
2012
V Salvador Estrella S. Del complot a la gloria. LUIS SALVADOR
ESTRELLA M., 2012
VI Ayer, el 30 de mayo y después, vivencias y recuerdos. FERNANDO
AMIAMA TIÓ, 2012
VII Esa última semana. ANNE REID CABRAL, 2012

467
COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO DE JUAN PABLO DUARTE

VIII Trujillo y el 30 de mayo. En honor a la verdad. Testimonio.


MIGUEL ÁNGEL BISSIÉ, 2012
IX 30 de mayo. Trujillo ajusticiado. EDUARDO GARCÍA MICHEL,
2012
X Análisis de la Era de Trujillo (Informe sobre la República
Dominicana, 1959). José R. Cordero Michel, 2012
XI Las heroínas no callan. WENDY SANTANA, 2012
XII Si la mar fuera de tinta. Vivencias de una niña tras la caída de
la dictadura trujillista. MAYRA BÁEZ DE JIMÉNEZ, 2012

COLECCIÓN BICENTENARIO DEL NATALICIO


DE JUAN PABLO DUARTE

I Apuntes de Rosa Duarte. Archivo y Versos de Juan Pablo


Duarte, 2013
II Duarte y su época. ALCIDES GARCÍA LLUBERES, 2013
III Crítica histórica. LEONIDAS GARCÍA LLUBERES, 2013
IV El pensamiento y la acción en la vida de Juan Pablo Duarte.
CARLOS FEDERICO PÉREZ Y PÉREZ, 2013
V En torno a Duarte, EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI, 2013

468
Esta edición del libro
EN TORNO A DUARTE,
de Emilio Rodríguez Demorizi
Volumen V
de la Colección Bicentenario del Natalicio de Juan Pablo Duarte
terminó de imprimirse en los talleres de Editora Búho,
Santo Domingo, República Dominicana,
en el mes de agosto de 2013.

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