Vous êtes sur la page 1sur 4

¿ES NECESARIO HABLAR DE MENTE EN PSICOLOGÍA?

MARÍA CAMILA PULIDO ORJUELA

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS

PSICOLOGÍA

BOGOTÁ

2015
¿Es necesario hablar de mente en Psicología?

El punto esencial en esta particular rama del conocimiento que es la Psicología, gira entorno a la
implacable discusión de su objeto de estudio, donde la fundamentación de la mente es el dogma que
ha funcionado como el substrato para la creación de diversas vertientes psicológicas, regidas por
distintos métodos de conocimiento. ¿Es necesario hablar de mente? Y si esa así, ¿A qué nos referimos
cuando hablamos de mente? ¿Es una entidad incorpórea y oculta que rige las acciones humanas? O
¿Es solo el resultado de un error categorial del lenguaje? El arduo disentimiento entre conductistas y
cognitivistas se fundamenta en la explicación de los fenómenos individuales desde una perspectiva
de la mente como un evento, resultado de la interacción con el contexto y como una entidad que
funciona como maquinaria inherente al cuerpo y oculta que suscita la conducta.

Desde una visión conductista el concepto de mente y de lo mental es parte del lenguaje ordinario, del
lenguaje común, no es parte de un lenguaje técnico. El uso de los términos mentales los adquiere un
individuo por ser un hablante competente dentro de un medio social, la mente es entonces el resultado
de construcciones colectivas que permiten establecer relaciones de comprensión de las diferentes
actitudes individuales frente a la realidad social.

Los términos del lenguaje ordinario son polisémicos, una palabra adquiere diversas acepciones según
el contexto; dichos términos no son algo físico, no se identifican con acciones particulares, no son
algo de una naturaleza distinta al cuerpo; hablar de lo mental es producto de una confusión conceptual,
la lógica de los términos mentales es diferente a la lógica de los objetos mentales, esta visión errada
de la mente supone una interpretación de la misma como un objeto interno.

Es un error suponer que la naturaleza humana es dualista, regida por un dominio físico y uno mental,
donde la esencia de este último es inmaterial. La mente no es algo de una naturaleza diferente a la
corporal como lo suponía la visión sustancialista de Descartes, esta concepción llevaría a considerar
que la neurociencia reemplazaría de alguna forma a la Psicología, pues sería esa maquinaria oculta
de la mente que opera en razón de la acción humana, conmensurable con la función del cerebro, por
lo tanto seria simplemente el estudio de estos mecanismos biológicos la explicación de toda conducta.
No obstante, es un error pensar que aquello que se puede predicar de un todo se puede predicar de
una parte, el sujeto de las oraciones psicológicas es la persona, no el cerebro.
La confusión radica en entender los fenómenos mentales dentro de una gramática equiparable a la
gramática con la que nos referimos al mundo de los objetos. Las expresiones de primera persona no
tienen un rol descriptivo, pues simplemente se emplean para manifestar; las oraciones de tercera
persona si bien se hacen a partir de apreciaciones basadas en la conducta, no se hacen para inferir un
proceso interno. Así pues, no son estos criterios conductuales el resultado de algún proceso oculto,
son constituyentes de aquel fenómeno mental al que nos referimos. Los términos mentales en general
se refieren a la variabilidad de la conducta según el contexto.

Lo mental de esta forma no es causa de la conducta, los términos mentales que utilizamos a diario
permiten expresar las razones y motivos que conllevaron a actuar de determinada forma, no reflejan
una explicación causal de la conducta. Los términos de la mente y lo mental son resultado del lenguaje
ordinario. Los términos mentales no tienen un compromiso ontológico, no pertenecen a una sola
categoría semántica, no hacen referencias a entidades teóricas.

La corriente cognitivista se ha visto inmersa en variedad de dificultades de tipo ontológico que han
reducido la mente a un mecanismo que computa representaciones y es ajena al contexto y a los
procesos corporales. Las transiciones teóricas han permitido una evolución en la fundamentación de
dicho término, pues la mente ya no es percibida como un mecanismo oculto ni como aquella entidad
independiente y de naturaleza distinta al cuerpo. Los problemas de los sustantivos es pensar que debe
haber algo que le corresponde, la mente aún se relaciona con la sustancia material de Descartes.

De esta forma se concibe hace referencia a lo mental en lugar de la mente se manifiesta como un
adjetivo en lugar de como un sustantivo, ya no es una entidad, es una propiedad del sujeto. Todos los
procesos mentales tienen que ver con el cuerpo entero, no solo con estados metales internos y
tampoco solamente con estados cerebrales. Se concibe la mente como corporizada, situada y
extendida. Aquella mente corporizada ya no se concibe como autónoma y separado del cuerpo, no
es un homúnculo invisible y oculto. La mente se extiende más allá del interior del cuerpo, los objetos
del ambiente funcionan como una parte de la mente, en un contexto específico determinado por
condiciones ambientales sociales y culturales particulares.

La mente se refiere entonces a la cognición corporizada, en oposición a un modelo computacional


(procesos internos), cognición extendida en oposición a un modelo internalista de la mente que no
se relaciona con el cuerpo y cognición situada en oposición a un modelo puramente individualista,
nuestra mente surge de manera intersubjetiva, las emociones emergen en razón de la relación con
otros individuo y con el ambiente. De este modo, hay que hablar de mente en un sentido no
sustancialista, no descorporizado, no internalista y no individualista.

El cognitivismo plantea tres versiones de mente, la primera de ellas capta la cognición, basada en la
teoría de la acción como algo racional intencional y consiente, se manifiesta como la causa eficiente
o aquella voluntad interna que determina la acción del ser humano, quien tiene criterios morales que
le ayudan a decidir cómo actuar y de esa manera podría diferenciarse lo que funciona en la naturaleza
de la acción humana; la mente constituye entonces aquellos conocimientos explícitos consientes e
intencionales que orientan la acción.

La segunda versión esboza una idea de cognición no como una conciencia explicita, ni
intencionalidad, sino modelo explicativo que permita inferir una regularidad inherente que induce el
comportamiento, que permitan anticipar y captar el funcionamiento general de un fenómeno en
diferentes condiciones según el contexto. La mente no es una variable, ni una categoría, es un intento
de las formas más claras de poder anticipar y poder captar el funcionamiento general de un fenómeno.

El comportamiento del sujeto es visible, la razón de por qué lo hace y cuál es la historia que lo llevo
a comportarse de determinada forma es el objeto del análisis; No obstante, las interpretaciones no
pueden llegar a generalizarse, pues no puede excluirse el uso de una conciencia explicita lo que
determina la acción. La posibilidad de contemplar una estructura general que permita anticipar un
comportamiento, es la razón del estudio cognitivista.

La importancia del análisis conceptual de la psicología permitirá orientar el conocimiento a la


búsqueda de nuevas herramientas analíticas que posibiliten el discernimiento de aquel mecanismo
ininteligible que rige la conducta humana. La discusión continua, pero el avance de la misma
proporcionara las bases para concebir formar distintas de entender la complejidad humana y discernir
entre aquello que es de importancia y lo que no.

Vous aimerez peut-être aussi