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Brunelleschi
(Florencia, 1377-id., 1445) Arquitecto y escultor italiano.
Fue el arquitecto italiano más famoso del siglo XV y, con
Alberti, Donatello y Masaccio, uno de los creadores del
estilo renacentista. Se formó como escultor y orfebre e
inició su carrera en el ámbito de la escultura. No es de
extrañar, por tanto, que participara en el concurso para la
realización de las puertas del baptisterio de Florencia en
1401, certamen en el que quedó segundo, después de
Ghiberti. Se dice que su decepción por este relativo
fracaso fue tal que en lo sucesivo decidió dedicarse casi
exclusivamente a la arquitectura.
Sus profundos conocimientos matemáticos y su entusiasmo
por esta ciencia le facilitaron el camino, además de llevarle
al descubrimiento de la perspectiva, la clave del arte del
Renacimiento. A Brunelleschi se debe, de hecho, la
formulación de las leyes de la perspectiva central, tal como
afirma Alberti en su famoso tratado Della pintura.
Pero en su época, su fama estuvo
asociada, sobre todo, a la cúpula de la
catedral de su ciudad natal, Florencia,
ya que sus conocimientos de ingeniería
le permitieron solventar los problemas,
en apariencia insolubles, de la
construcción de dicha cúpula, por lo que
sus conciudadanos lo reverenciaron. De
hecho, en la actualidad la cúpula
continúa siendo su obra más admirada.
A partir de los monumentos clásicos y
de las realizaciones del románico
toscano, creó un estilo arquitectónico
muy personal, en el que desempeñan
un papel fundamental las matemáticas,
las proporciones y los juegos de
perspectiva. En todos los edificios que
llevan su firma, las partes se relacionan
entre sí y con el todo mediante fórmulas
matemáticas, de manera que, por
ejemplo, una sección es la mitad o la
cuarta parte del todo, etc.
También entran en juego las combinaciones de diferentes
figuras geométricas, ya que para Brunelleschi, como buen
renacentista, la estética no era un juego de azar sino el
resultado de la correcta aplicación de una serie de leyes
preestablecidas. Precisamente por ello, sus edificios no son
aptos para suscitar emociones sino para intentar
comprender fría y racionalmente las leyes que el artista
quiso plasmar a través de sus realizaciones. Su arquitectura
elegante y moderadamente ornamental queda compendiada
a la perfección en dos espléndidas creaciones: la capilla
Pazzi y la Sacristía Vieja de San Lorenzo. Son dos obras de
planta central, basadas en la armonía visual y en la
alternancia, característica del artista, entre arenisca gris y
estuco blanco.
Filippo
Brunelleschi
: "Basílica
de San
Lorenzo"
(1421-1428).
Florencia.
Villa Rotonda
Los edificios de Palladio a menudo incorporaban
soluciones ingeniosas, en ocasiones para facilitar la
entrada de luz, o para hacer más cómodos los tránsitos
entre distintas estancias. En la basílica de Vicenza, por
ejemplo, proyectó una elegante fachada formada por
dos pisos de arquerías donde empleó la ventana o
motivo serliano, conocido también como palladiano (un
vano tripartito compuesto por una parte central arqueda
y más ancha que las dos laterales, separadas por
delgadas columnas), gracias al cual pudo estrechar los
pilares estructurales y con ello captar mucha más luz
para el espacio interior. Otra de sus aportaciones a la
historia de la arquitectura fueron los tratados, entre los
cuales destaca I quattro libri dell Architettura (1570,
segunda edición en 1580), que se convirtió en un canon
para la arquitectura occidental de los siglos venideros.
Esta influencia se extendió sobre todo por Inglaterra,
donde apareció una corriente llamada palladianismo,
que seguía fielmente sus preceptos y reglas
compositivas.
Bernini
la fachada de la
iglesia de Santa
Bibiana de Roma
También es de la década de 1660 la Scala Regia
(Escalera Real, 1663-1666), un auténtico juego de
ilusiones ópticas, cuyos muros convergentes consiguen
magnificar las exiguas dimensiones de esta escalinata,
que conecta las habitaciones papales con la basílica de
San Pedro. Sus obras vaticanas se completan con la
magnífica plaza de San Pedro (diseñada en 1667), que
enmarca la entrada a la basílica dentro de un espacio
oval dinámico formado por dos galerías de columnatas
semicirculares. En efecto, la problemática fachada de
Carlo Maderno, aunque de enormes dimensiones, no
conseguía la monumentalidad que requería la entrada
al templo más importante de la cristiandad. El
espectacular atrio que forma la columnata no sólo la Scala Regia
establece una transición reverente, sino que además,
gracias a sus juegos perspectivos, estiliza la fachada y
consigue un efecto grandioso con la cúpula de Miguel
Ángel. Por desgracia nunca se concluyó el proyecto
original, que incluía un tercer brazo que cerraba la
plaza, para intensificar el efecto de sorpresa al
atravesar la cortina de columnas dóricas.