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En busca de un método para el personalismo:
los límites de la analogía 

Juan Manuel Burgos

 Publicado como capítulo 5 del libro Reconstruir la persona. Ensayos personalistas, Palabra, Madrid 2009.
 Presidente de la Asociación Española de Personalismo. Ver más en nuestro link de Autores.

1. Introducción: el problema adecuada para captar lo específico humano o, por el


contrario, por proceder de lo universal a lo particular,
Es usual en el tomismo el recurso a la analogía puede acabar -contrariamente a lo que se pretende-
para emplear en un contexto antropológico conceptos oscureciendo o incluso deformando las características
definidos inicialmente en un marco exquisitamente me- propias del hombre rindiendo de este modo un mal
tafísico. El método empleado es el siguiente. En primer servicio a la antropología.
lugar se determina en un marco de tipo trascendental,
es decir, aplicable a toda la realidad, el sentido y signifi- Un par de ejemplos aclararán más el sentido de
cado de algunas nociones: ente, sustancia y accidentes, nuestras palabras. El bien es un concepto universal, pero
naturaleza, causalidad y tipos, acción, etc. Y, una vez es- el bien moral sólo se da en el hombre. La cuestión que
tablecido el significado de esos conceptos se aplica ana- estamos planteando es la siguiente: ¿cuál es el mejor
lógicamente a los pluriformes ámbitos de la realidad. método para estudiar la moralidad: partir del bien en ge-
Uno de esos ámbitos es, justamente, la antropología. El neral y aplicarlo al hombre (tomismo) o acudir directa-
hombre es un ente y, por lo tanto, tiene una naturaleza, mente a la experiencia de la moralidad (personalismo)?
sustancia y accidentes, pasa de la potencia al acto, está Lo mismo podemos decir de la acción. Todos los seres,
sometido al ámbito de la causalidad, etc., pero es o parti- en un sentido amplio del término, actúan, pero: ¿cómo
cipa de todas estas realidades de modo análogo, es decir, entenderemos mejor la acción humana?, ¿partiendo
en parte diferente y en parte igual al resto de los entes. de una concepción general de la acción y aplicándola
El hombre es sustancia, pero no de igual modo que una al hombre o intentando entender in recto qué significa
piedra o un animal; actúa, pero de forma específica; tien- que un hombre -y no una planta o un animal- actúe?
de hacia sus fines, pero de forma diferente (libre), etc. De la respuesta a esta pregunta depende la utilidad que
se conceda a la analogía. El tomismo le atribuye mucha
Este esquema de pensamiento presenta muchas importancia porque la utiliza sistemáticamente como vía
bondades y cuenta a su favor con una solidísima tradi- de acceso a numerosos sectores de la realidad (incluido
ción que lo ha empleado a lo largo de varias centurias. el hombre); el personalismo mucha menos porque pro-
Sin embargo, mis reflexiones desde mi posicionamien- pugna, por el contrario, un acceso directo a cada sector
to personalista me han llevado a cuestionar su validez y de realidad. Este es el punto que queremos explorar en
eficacia para la antropología. El problema fundamental este capítulo.
que me he planteado es si esta metodología resulta
Antes de comenzar es importante hacer algunas
precisiones. Ante todo que en ningún caso se va a poner
en discusión la existencia de la analogía. Resulta paten-
 Los textos fundamentales en los que Tomás de Aquino
expone su posición sobre la analogía son los siguientes: In I Sent.,
d. 19, q. 5, a. 2, ad 1; De Pot., q. 7, a. 7; De Ver., q. 2, a. 3, ad 4; a.
11; q. 21, a. 4; S. Th., I, q. 13, a. 5; I c Gentes, c. 34; In IV Met., lect.  Tampoco vamos a tener en cuenta las diversas interpreta-
1, n. 535; lib. XI, lect. 3, n. 2197. La obra general de referencia para ciones sobre la analogía del ente que se dan en el interior del tomismo.
este tema es el monumental trabajo de Ramírez, J. M.: De analogia, Como es sabido, ha existido un debate entre Cayetano y Suárez al res-
CSIC, Madrid, 4 vols. Cfr. también Gambra, J. M.: La analogía en pecto. Para el primero, el ente tendría una analogía de proporcionalidad
general. Síntesis tomista de S. Ramírez, Eunsa, Pamplona, 2002. propia, para el segundo de atribución intrínseca. González Álvarez,
 Véase, por ejemplo, González Álvarez, A.: que ha estudiado el debate, tiene una posición propia intermedia: da
Tratado de Metafísica. I. Ontología, Gredos, Madrid, razón a Suárez por lo que se refiere a la esencia (ens ut nomen) y a
1967, donde primero se definen las características gene- Cayetano por lo que se refiere a la existencia (ente como participio): “A
rales del ente y luego se “contraen a sus inferiores”. las esencias les corresponde ser en sí mismas más o menos perfectas

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PERSONA . Revista Iberoamericana de Personalismo Comunitario
Nº15, año V, Diciembre 2010 / ISSN: 1851 - 4693

te que el ente es análogo y se dice de muchas maneras. 2. El uso de la analogía en la an-


La cuestión que estamos planteando es de tipo meto- tropología tomista
dológico y podría formularse del modo siguiente: ¿hasta
qué punto la analogía resulta hoy útil para avanzar en la
construcción de una antropología? La segunda observa- Para presentar la posición tomista voy a seguir
ción es que me voy a limitar a la aplicación de la analo- con cierto detalle la exposición de S. Brock en su obra
gía a la antropología aunque caben otras posibilidades. Acción y conducta. Tomás de Aquino y la teoría de la
Su utilización en la teología natural, por ejemplo, ha acción porque reúne un conjunto de cualidades que
suscitado importantes debates pues, por así decir, lleva lo convierten en una vía de acceso cómoda y profunda
al límite los problemas al tener que hacer las cuentas al problema que estamos investigando. Ante todo, es
con un ente tan especial como Dios. Como es sabido, un profundo conocedor de S. Tomás, lo que posibilita
Barth rechazó esa utilización lanzando algún que otro -dentro de unos márgenes razonables- evitar los pro-
anatema contra la analogía entis. Pero, si bien se puede blemas de interpretación. Pero, además, y sobre todo,
entender en parte sus posiciones, en concreto su exalta- se detiene larga y explícitamente en el problema que
ción de la otredad de Dios frente al mundo, también hay estamos abordando: la utilidad de la analogía para la
que ser conscientes de que la radicalidad de sus afir- antropología, cuestión a la que dedica todo el primer
maciones viene dada por una incorrecta identificación y largo capítulo. Por último, y no es menos importante,
de la analogia entis clásica con la teología racionalista es consciente del problema que estamos planteando y
del siglo XIX y por un correcto rechazo, aunque quizá responde directamente a él. Por todo ello constituye una
excesivamente pendular, de la teología racionalista que herramienta ideal para nuestro objetivo.
le condujo a la teología dialéctica. No es ésta, de todos
modos, una cuestión en la que queramos extendernos Brock afronta el problema a través del análisis
puesto que, como hemos dicho, lo que nos importa es del término ‘acción’, que es el tema que le interesa, y lo
determinar la validez del procedimiento analógico en la primero que señala es que Tomás de Aquino “emplea
antropología. La mencionamos únicamente para remar- el término ‘acción’ de modo algo equívoco. ‘Acción’ co-
car que en ningún caso –ni siquiera en el de la teología rresponde al latín actio, y en el uso tomista, al infinitivo
natural, que es el más problemático- se cuestiona aquí la agere, tomado como un sustantivo. A menudo aplica
existencia de la analogía. abiertamente esos términos, y las formas finitas de
agere, a lo hecho por sujetos no humanos ni personales.
Uno de sus ejemplos favoritos de acción es la del fuego
y situarse verticalmente en determinado grado y jerarquía. La misma calentando algo. Sin embargo, en otras ocasiones hace
participación graduada de la existencia tiene en ello su raíz. Pero la una llamada explícita para restringir el término a lo
analogía de atribución intrínseca entraña esa verticalidad y graduación humano o voluntario. Por ejemplo, cuando comenta el
en la realización de la forma análoga. Luego el ente como nombre debe
Libro II de la Física de Aristóteles, subraya que la acción
ser análogo con analogía de atribución intrínseca. El ente como parti-
cipio designa una existencia a la que compete ser bajo modalidad deter- pertenece propiamente a lo que es dueño de sus actos:
minada. La existencia expresada por él directamente es, de suyo, ingra- eius autem proprie est agere, quod habet dominium sui
duable. Se existe o no se existe, pero no se existe más o menos. No hay actus. La expresión ‘dueño de los propios actos’ es una
aquí orden de prioridad y posterioridad; no hay rango ni jerarquía. La
de las formas de describir a agentes que tienen libre
verticalidad anterior cede el puesto a la horizontalidad más estricta.
Es precisamente lo que exige la analogía de proporcionalidad propia” elección, i. e. agentes capaces de actos voluntarios o
(González Álvarez, A.: Tratado de Metafísica, p. 186). Esta discusión humanos. Esta misma doctrina es repetida varias veces
apunta en parte a la cuestión que nosotros abordamos -cómo se aplica, en la Summa thelogiae. Con todo, sorprendentemente,
en concreto, la analogía al estudio de los entes- pero no la tendremos
tanto el comentario de la Física, como la Summa theolo-
en cuenta porque, como veremos más adelante, desde el punto de vista
del personalismo no resulta concebible intentar definir una fórmula giae también contienen amplios tratamientos de la ‘ac-
que permita aplicar con precisión la analogía a toda la realidad. ción’ de sujetos físicos, no voluntarios. Algunos de ellos
 Cfr. Touron del Pie, E.: “Función de la analogía en se hallan muy cerca de los pasajes en los que se apropia
la teología natural de Santo Tomás de Aquino y en la escolásti- del término para los actos humanos”.
ca posterior”, Revista Estudios, Madrid, 1975, pp. 187-216.
 S. Tomás, por otro lado, fue perfectamente consciente de
La dificultad es patente. La investigación del térmi-
la dificultad que suponía hablar de Dios por su extrema diversidad del
resto de lo creado. Y justamente por eso recurre como solución a la no ‘acción’ en S. Tomás encuentra ante todo un problema
antropología. “Dicendum est igitur quod huismodi nomina dicun-
tur de Deo et creaturis secundum analogiam, idest proportionem.
Quod quidem dupliciter contigit in nominibus: vel quia multa habent
in animali. Et hoc modo aliqua dicuntur de Deo et creaturis analo-
proportionem ad unum, sicut sanum dicitur de medicina et urina,
gice, et non aequivoce pure, neque univoce” (S. Th., I, q. 13, a. 5).
inquantum utrumque habet ordinem et proportionem ad sanitatem
animalis, cuius hoc quidem signum est, illud vero causa; vel ex eo  Cfr. Brock, S. L.: Acción y conducta. Tomás de
quod unum habet proportionem ad alterum, sicut sanum dicitur de Aquino y la teoría de la acción, Herder, Barcelona, 2002.
medicina et animali, inquantum medicina est causa sanitatis quae est  Ibidem. p. 20.

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terminológico y/o conceptual porque se refiere a reali- sas que ahora, con un saber más profundo, parece nece-
dades tan diversas como las humanas y las no humanas. sario diferenciar. Por eso, cabe que la definición primaria
Y lo mismo sucede para un término semánticamente o nominal (imperfecta) se pueda predicar de objetos
cercano como el de ‘actus’. El Aquinate no lo usa sólo distintos mientras que eso no resulte posible para la de-
refiriéndose a actos personales, sino de un modo muy finición real o científica (perfecta) por su mayor exacti-
amplio que, conscientemente, va más allá de su uso en tud. Esto es lo que le sucede a S. Tomás, por ejemplo, con
el lenguaje común y abarca no sólo la actividad en ge- el término ‘cuerpo’10. Inicialmente (definición primaria),
neral (el sentido más evidente), sino también la forma, la indica sólo la tridimensionalidad de algunas sustancias
existencia y, en general, cualquier tipo de característica por lo que se puede predicar unívocamente de todas
positiva, perfección o plenitud. Todo ello puede ser de- ellas. Pero un análisis posterior muestra que hay cuerpos
signado por actus. que tienen materia, los cuerpos terrestres, y cuerpos que
no lo tienen, los celestiales. Y, ante esta diferencia tan
¿Cómo proceder entonces? ¿Cómo desentrañar su significativa, lo más lógico sería concluir que no es posi-
significado? Brock acuña aquí el término de “equívoco ble hacer de ellos una ciencia común. Una debería ser la
analógico” que se corresponde aproximadamente con ciencia de los cuerpos celestes y otra la de los cuerpos
el concepto clásico de analogía. Es posible estudiar un terrestres. Tenemos, en definitiva, una univocidad nomi-
concepto analógico porque dentro de esa amalgama de nal que parece encubrir, en el fondo, una equivocidad
contenidos existe un núcleo primario que aglutina los desde el punto de vista científico: si bien los cuerpos
demás significados y les da unidad. Tal núcleo no puede terrestres y celestes son cuerpos, son tan diversos que
estar perfectamente definido, pues entonces ‘expulsaría’ no deberían ser estudiados juntos.
al resto de significados, pero sí que alcanza un nivel de
definición suficiente para evitar el riesgo de equivoci- Algo similar ocurre con el término ‘acción’. “S.
dad. Al referirnos a ‘actus’, por ejemplo, sabemos en tér- Tomás investiga algo llamado ‘acción’ en dos de las que
minos generales de qué hablamos, si bien, ese sentido considera ciencias genéricamente diversas: la física y la
genérico debe ser precisado en cada caso. Este hecho ética. La física, la ciencia de las cosas naturales, es una
puede ser expresado diciendo que “la ‘noción común’ de ciencia especulativa que estudia operaciones y accio-
actus sería ‘_______ operación’. Quita el espacio en blan- nes cuyos principios están en las cosas mismas, no en
co y tienes el sentido primario, actus simpliciter. Cada el conocedor (qua conocedor). La ética, la ciencia de las
sentido secundario exigirá llenar el hueco y hacerlo de cosas voluntarias, es una ciencia práctica que concier-
modo que se califique la referencia del término a la ope- ne a acciones cuyos principios están en el conocedor
ración”. En definitiva, actus remite de modo genérico mismo. Este es pues otro signo de que para Santo Tomás,
al concepto de operación, pero los modos concretos de el término ‘acción’ es científicamente equívoco”. Pues
referirse a esa operación pueden ser variadísimos, desde bien, concluye Brock, “lo que intentaré mostrar ahora es
la idea de movimiento hasta la de culminación de ese que su equivocidad es la de la analogía. Ello justificará el
movimiento como forma o perfección. proyecto más general de este estudio, que es contribuir
a la comprensión de la acción humana a través de la
¿Por qué se produce esta ambigüedad o indefini- consideración de las características comunes a ser una
ción semántica?, se plantea Brock. Hay muchas razones. acción humana y a ser una acción física”11.
Aparte de la polisemia natural del lenguaje que no hay
por qué intentar eliminar, hay que tener en cuenta el Este texto me parece particularmente iluminador
carácter progresivo de nuestro conocimiento. Nuestras de toda la problemática que estamos planteando por
primeras descripciones o definiciones de algunas cosas dos motivos: 1) porque es plenamente consciente de las
pueden ser correctas pero imperfectas y aplicarse jus- dificultades que conlleva tratar de elaborar una ciencia
tamente por ese motivo a realidades que inicialmente común de objetos diversos; 2) porque, a pesar de ello,
parecen semejantes; pero, una vez que se profundiza opta con decisión por la metodología característica del
y se descubre con más precisión sus características, se tomismo. Brock, en efecto, es plenamente consciente de
advierte que esa primera descripción se ha aplicado de que la analogía puede generar un problema científico
manera injustificada a realidades excesivamente diver- puesto que -como acabamos de apuntar- la comunidad
de significado que se agrupa en la definición nominal
puede llevar a analizar con el mismo esquema concep-
 “Et iste modus communitatis medius est inter pu- tual realidades científicamente diferentes. Es justamente
ram aequivocationem et simplicem univocationem. Neque
enim in his quae analogice dicuntur, est una ratio, sicut est in lo que le sucedía a S. Tomás con el término ‘cuerpo’. Al
univocis; nec totaliter diversa, sicut in aequivocis; sed nomen
quod sic multipliciter dicitur, significat diversas proportiones
ad aliquid unum” (Tomás de Aquino : S. Th., I, q. 13, a. 5). 10 Cfr. Tomás de Aquino: In I Sent., d. 19, q. 5, a. 2, ad 1.
 Brock, S. L.: Acción y conducta, cit., p. 23. 11 Brock, S. L.: Acción y conducta, cit., p. 29 (cursiva nuestra).

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intentar desarrollar una ciencia de la corporalidad se ble que esto sucede debido a alguna causa. De aquí que
encuentra con que hay dos tipos de cuerpos casi radi- la acción, en su acepción primitiva, significase origen
calmente diferentes: los celestes (no materiales) y los del movimiento; y por esto, así como el movimiento, en
terrestres (materiales). Y lo mismo sucede con la acción. cuanto recibido en el móvil por virtud del agente, se
S. Tomás menciona dos tipos de acciones que se dife- llama pasión, así también el origen del movimiento, en
rencian al menos tanto como los cuerpos terrestres y cuanto empieza en el agente y termina en lo movido, se
celestes: las acciones físicas (estudiadas por la física) y llama acción”14.
las acciones morales (estudiadas por la ética): ¿cabe un
estudio común de ambas?
3. La perspectiva personalista
La respuesta de Brock -que explicita lúcidamente
la metodología tomista- es afirmativa; es más, indica que La perspectiva personalista es ciertamente dife-
ese es precisamente su proyecto: estudiar las caracte- rente pues no busca lo común, sino lo específico huma-
rísticas comunes a una acción humana y a una acción no, lo propio y exclusivo del hombre puesto que, en el
física porque “una de mis principales preocupaciones fondo y aunque con algún matiz, responde justamente a
es precisamente resistir a una cierta tendencia a tratar el esa tendencia que Brock describía como el afán de “tra-
ámbito humano como un mundo separado, conceptual- tar el ámbito humano como un mundo separado, con-
mente cerrado en sí mismo e inconmensurable con los ceptualmente cerrado en sí mismo e inconmensurable
demás”12. Brock, por supuesto, es perfectamente cons- con los demás”. Es claro que el personalismo no pretende
ciente de la originalidad de lo humano así como de la di- separar completamente al hombre del mundo pues tal
versidad que recorre la acción humana y la acción física; cosa no tendría sentido (este es el matiz de discrepan-
es consciente incluso de que para Tomás de Aquino el cia), pero sí posee una conciencia mucho más fuerte que
modelo de referencia de la acción es la acción humana, el tomismo de la irreductible originalidad de la persona
pero quiere estudiar precisamente lo común, el sustra- en relación al resto de la realidad15.
to que hace posible la acción en cualquiera de ambos
casos porque “si bien lo que ‘actúa’ en sentido pleno y La clásica escala de los seres nos muestra una gra-
primario es lo que actúa libremente, como dueño de su dación de perfección que va desde la humilde materia
acto, no toda la sustancia de la acción se agota en lo que hasta el hombre. Aquí encuentra el tomismo la base
es propio de la acción libre. Incluso cuando es libre, es metafísica para su empleo de la analogía. El personalis-
algo más que su ser libre, y es más precisamente en la mo no rechaza esa escala pero la radicaliza, poniendo en
medida en que es acción. En concreto, aunque la liber- cuestión la gradualidad. No hay tal gradualidad, o mejor
tad implique acción, en el concepto general de acción dicho, esa gradualidad está cercenada por saltos en los
entran otras notas además de la de libertad; de hecho, que se produce una discontinuidad esencial de tal modo
una rigurosa comprensión de la libertad ni siquiera que la nueva hornada de seres que pueblan el estrato
parece un elemento esencial del concepto general de superior se distingue profundamente de los anteriores.
acción”13. Brock, en definitiva, busca lo común por en- En el caso del hombre, esta diferenciación cualitativa
cima de lo específico, hasta el punto de que renuncia adquiere su máxima intensidad imponiendo una sepa-
explícitamente a la consideración de la libertad. Como ración esencial con “todo el resto de los seres” a la que
no todas las acciones son libres, es más, la mayoría de debe corresponder, desde el punto de vista científico,
ellas no lo son, para estudiar de modo general la acción una diferenciación metodológica: la exigencia de unas
resulta inevitable prescindir de la libertad, pues en caso categorías específicas que capten, tematicen y reflejen
contrario se falsearía todo el estudio al privilegiar un adecuadamente esa diversidad16. La analogía, por su
caso muy relevante pero específico. Lo mejor es empe- carácter unificador, tiende a difuminar esa diversidad en
zar por lo sencillo y, una vez desentrañada su estructura aras de lo común, de aquello que vale “para todos”, pero
y sentadas las bases comunes, proceder hacia lo comple- justamente por eso, la actitud del personalismo ante el
jo. De ahí que el modelo de acción en el que va a basar empleo metodológico de la analogía es negativa. No
sus análisis sea una acción genérica cercana o idéntica al niega que haya puntos de unión entre todos los seres.
movimiento físico de tipo aristotélico descrito en estos Ciertamente, los hay. Lo que niega es que insistir en esos
términos por S. Tomás: “lo primero en virtud de lo cual puntos de unión sea hoy el camino adecuado para el
se puede conjeturar que una cosa procede de otra es
por el movimiento, pues desde el instante en que por un
movimiento cambia la disposición de un ser, es induda- 14 Tomás de Aquino: S. Th., I, q. 41, a. 1, ad 2.
15 Wojtyla ha desarrollado este tema con especial profundi-
dad en “La subjetividad y lo irreductible en el hombre”, en Wojtyla,
12 Ibidem, p. 57. K.: El hombre y su destino, Palabra, Madrid, 2005, pp. 25-39.
13 Ibidem, pp. 58-59 (cursiva nuestra). 16 Cfr. Burgos, J. M.: El personalismo, pp. 180-182.

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desarrollo de las diversas ramas de la filosofía y, más en simbolizar en el diverso uso de las matemáticas: mucho
concreto, de la antropología. El personalismo sostiene, mayor en la física que en la química que estudia el
por el contrario, que lo que se debe realzar es la diversi- mundo orgánico y no meramente material propio de
dad. Intentaremos desarrollar y justificar estas ideas. la física. Pero no se trata más que de un ejemplo. Si de
la química pasamos a la biología, la distancia se hace
a) Analogía vs. progreso del conocimiento infinitamente mayor, y lo mismo sucede en las ciencias
humanas. ¿Qué enorme diferencia existe hoy, por ejem-
La analogía apuesta por la diversidad de los seres plo, entre los planteamientos de la sociología y de la
dentro de una cierta igualdad. La igualdad la proporciona historia, del derecho o de la filosofía? La consecuencia
el sustrato metafísico y la diversidad se toma simplemen- para nuestro tema es obvia. ¿Es posible en el siglo XXI
te de la realidad. Existen entes (sustrato metafísico de un tratar todos estos múltiples campos de existencia bajo
concepto trascendental); de hecho, todo lo que existe es parámetros comunes sin caer en la simplicidad? O, dicho
un ente por el mismo hecho de existir; de otro modo, si bien es posible se-
pero los entes son diversos entre sí. Lo guir hablando de la analogía, ya que
que el método analógico propone es La analogía, por su carácter no ha desaparecido con la amplia-
estudiar la diversidad desde la igual- unificador, tiende a difumi- ción del saber, ¿qué podemos espe-
dad, lo diferente a partir de lo común, nar esa diversidad en aras de rar de ella desde un punto de vista
de lo general. Pues bien, la primera lo común, de aquello que científico en un mundo altamente
idea que queremos apuntar es que, a vale “para todos”, pero justa- especializado? ¿Va a ser capaz de
nuestro juicio, este planteamiento de- mente por eso, la actitud del aportar fecundidad intelectual o, por
pende excesivamente de una concep- personalismo ante el empleo el contrario, su contribución se va a
ción de la organización del saber poco metodológico de la analogía limitar a algunas indicaciones sólo
diferenciada de origen medieval. es negativa. (…) Lo que escasamente superiores a las que
niega es que insistir en esos aportaría el puro sentido común?
En efecto, si bien la Edad Media puntos de unión sea hoy el La perspectiva personalista apunta
-en contra de lo que suele ser el camino adecuado para el de- justamente en esta dirección. En el
tópico común- puso los cimientos sarrollo de las diversas ramas mundo contemporáneo, altamente
del posterior desarrollo de la ciencia de la filosofía y, más en con- especializado, incluido el filosófico, la
moderna, el hecho es que las ciencias creto, de la antropología. El analogía -válida en lo que significa:
naturales apenas estaban en su inicio personalismo sostiene, por el la diversa igualdad o la igual diversi-
lo cual suponía que los saberes de la contrario, que lo que se debe dad de los seres- no puede ser utili-
época estaban mucho más ‘próximos’ realzar es la diversidad. zada como principio hermenéutico
entre sí. La diferenciación no desarro- más que de modo muy limitado, so
llada implicaba una igualdad mayor. pena de simplicidad.
La física no era particularmente
diferente de la química -ya que, en realidad, ambas ni b) El oscurecimiento de lo específico humano
siquiera existían- y, a su vez, ambas no se diferenciaban
especialmente de la alquimia ni de los barruntos de Pasando ya al caso concreto de la antropología,
una medicina todavía en plena prehistoria. En ese con- entendemos que el uso metodológico de la analogía
texto, el uso de la analogía resultaba más justificado genera dos tipos de problemas. El primero podemos
pues si las cosas -y las ciencias que las estudiaban- no definirlo como “el oscurecimiento de lo específicamente
se diferenciaban excesivamente podía parecer razona- humano”, expresión que pretende significar que partir de
ble elaborar conceptos comunes y aplicarlos a ámbitos la generalidad, de lo que “todas las cosas son”, conlleva
relativamente cercanos. el grave peligro de no llegar nunca a saber de verdad y
con profundidad “lo que sólo el hombre es”. Es claro que
La evolución posterior de la ciencia, sin embargo, todos tenemos una experiencia primaria del hombre
modificó profundamente este escenario. Las ciencias -no que nos permite darnos cuenta de su dignidad y de su
sólo las experimentales sino también las humanas- se diferencia con el resto de la realidad; es más, no sólo
desarrollaron de una manera espectacular, aumentando poseemos este conocimiento sino que vivimos coheren-
su autonomía, precisando su identidad y, correspondien- temente con esa experiencia. Pero lo que ya no está tan
temente, distanciándose de ciencias otrora cercanas. claro es que sea posible formalizar filosóficamente esa
Así, en el siglo XX, la física y la química, aun siendo las experiencia de manera adecuada si da excesiva impor-
dos ciencias experimentales más cercanas, están muy tancia a ‘lo general’. ¿Por qué? Porque desde lo general
distanciadas tanto por su objeto de estudio como por hasta el hombre hay un camino demasiado largo en el
los métodos científicos que emplean, y que se pueden que cabe perderse o, sobre todo, no llegar nunca al final,

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quedándose en aquello que es común y no accediendo De todos modos, incluso en el caso de que lograra
nunca a lo específico humano que es, en el fondo, y con- hacerlo, todavía cabría plantear un segundo problema:
viene no olvidarlo, lo realmente importante: aquello por ¿estudiaría ese concepto con los instrumentos intelec-
lo que el hombre es hombre17. tuales adecuados? La cuestión no es baladí. Demos por
supuesto que la filosofía que usa la analogía se propone
Trataremos esta cuestión más adelante en un estudiar la subjetividad humana. ¿Cómo lo hará? ¿Cuál
supuesto concreto: la acción. Ahora nos limitaremos a será su utillaje conceptual? ¿Los conceptos que ha ela-
ilustrar la idea con algunos ejemplos comenzando por la borado para analizar la subjetividad del ente en general
subjetividad. La persona humana se caracteriza por vi- o del ente material? Esto, evidentemente, es imposible.
virse a sí misma a través de una conciencia en la que no En todo caso, cabría suponer que usaría los empleados
sólo se auto-conoce, sino en la que habita generando el para analizar la ‘subjetividad’ animal (que, en este caso,
espacio para la existencia del yo. Ahora bien, ¿se da esta ya no serían generales sino específicos). Pero, aún ad-
realidad en algún otro de los seres que pueblan nuestro mitiendo que esto fuera posible, ¿cabría asumirlo? ¿Es
planeta? La respuesta parece fácil: no. Podemos encon- que la subjetividad del hombre y del animal son compa-
trar estructuras en parte similares quizá en los animales rables? Puede que lo sean desde algún punto de vista,
superiores aunque nuestra aproximación a ellas nunca pero radicalmente hablando no lo son, pues una hace
va a pasar del nivel conjetural ya que es altamente im- referencia a un yo espiritual y la otra no, lo que las sitúa
probable que lleguemos a saber realmente la vivencia en dos ámbitos inconmensurables.
que tienen de sí. Lo que sí es claro -en cualquier caso- es
que en el hombre existe esa estructura, es más, que Los ejemplos podrían multiplicarse. Pensemos en
resulta definitoria de su esencia hasta el punto que no la afectividad. El ente tampoco parece que tenga sen-
podemos concebirle fuera de ella. timientos, como los hombres. Por lo tanto, podríamos
hacer un discurso análogo al de la subjetividad que, al
Pero, ¿podemos acceder a esta realidad desde la final, nos conduciría a una comparación con los animales
analogía? Muy difícilmente. De hecho, la tradición clásica deducida de la consideración del hombre como animal
nunca lo ha logrado y la razón es muy sencilla: el ente no racional. Pero este planteamiento no sólo sería reductivo
tiene subjetividad porque no todos los entes la tienen sino falso porque el hombre no es un animal. Como indi-
-sólo el hombre- y, si queremos incluir en el concepto de ca von Hildebrand en su brillante estudio sobre la afec-
ente lo que es común a todos, sólo podremos hacerlo tividad, “sería completamente erróneo pensar que las
prescindiendo de lo que es específicamente humano, sensaciones corpóreas de los hombres son las mismas
pues, justamente por el hecho de serlo, sólo se da en el que las de los animales ya que el dolor corporal, el placer
hombre. El tomismo prescinde, pues, de la subjetividad y los instintos que experimenta una persona poseen un
para estudiar al ente en general, aunque con el sano pro- carácter radicalmente diferente del de un animal. Los
pósito de recuperarla posteriormente18. Ahora bien, el sentimientos corporales y los impulsos en el hombre no
problema es que eso nunca ha sucedido19. La tradición son ciertamente experiencias espirituales, pero son sin
tomista nunca ha tematizado la subjetividad. Siempre ha lugar a dudas experiencias personales”21. El único pro-
quedado más o menos lastrada por el objetivismo del cedimiento completamente adecuado sería estudiar la
ente trascendental carente de vida interior20. afectividad en los hombres, es decir, emplear el método
fenomenológico22.

17 El problema ha sido apuntado entre otros por Polo, quien


advierte que desde la metafísica clásica se accede a una “antropología al presupuesto general de la reductibilidad del hombre. La subje-
correcta, pero que se queda corta: no falla, no se equivoca, pero su tividad, en cambio, es una especie de término evocativo del hecho
desarrollo temático es escaso” (Polo, L.: Antropología trascendental. de que el hombre en su propia esencia no se deja reducir ni explicar
I. La persona humana, Eunsa, Pamplona, 1999, p. 31). Su propues- del todo a través del género más próximo y la diferencia de especie.
ta para superar esta dificultad consiste en un replanteamiento de Subjetividad es en un cierto sentido sinónimo de todo lo irreducti-
las relaciones entre metafísica y antropología y en una ampliación ble en el hombre” (Wojtyla, K.: El hombre y su destino, p. 29.).
de los trascendentales mediante el abandono del límite mental.
21 Von Hildebrand, D.: El cora-
18 Vimos que Brock seguía exactamente esta política al zón (4ª ed.), Palabra, Madrid, 2002, p. 62.
estudiar la acción puesto que prescindía totalmente de la libertad.
22 Para solucionar el problema a fondo resulta necesario una
19 Cabría hacer probablemente una excepción con Ma- utilización transfenoménica del método fenomenológico. No se trata
ritain si se atiende a escritos como Court traité de l’existance et sólo de explorar la superficie externa del mundo mediante la fenome-
de l’existant (Oeuvres Complètes, vol. IX, pp. 9-140) pero, en nología y después categorizar tal exploración con conceptos trascen-
confirmación de todo lo dicho, esas reflexiones no supusieron una dentales-metafísicos. Se trata de realizar una ontología-antropológica a
integración sistemática del tema dentro de su antropología. partir del método fenomenológico y sin salirse de él. Este es el método
20 “En la tradición filosófica y científica, que nace de la que ha empleado Wojtyla en Persona y acción y que ha sido estudiado
definición ‘homo-animal rationale’, el hombre era sobre todo un con detalle por Guerra, R.: Volver a la persona. El método filosófico
objeto, uno de los objetos del mundo, al cual de modo visible y de Karol Wojtyla, Caparrós, Madrid, 2002. Cft. también Burgos, J.
físico pertenece. Una objetividad así entendida estaba vinculada M.: The method of Karol Wojtyla: a way between phenomenology,

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PERSONA y Reflexión Antropológica

c) La posible deformación de lo específico humano ceptual para la antropología, sino que se requieren sub-
sistemas particularizados en las múltiples áreas en las
El segundo problema que se puede generar a par- que ésta puede expandirse: filosofía del derecho, filoso-
tir de una aplicación metodológica de la analogía es la fía social, bioética, filosofía de la educación, etc. Sólo el
posible deformación de lo específico humano. Hemos se- esfuerzo decidido por generar esos sistemas y subsiste-
ñalado que, para Polo, con este planteamiento se llega a mas permitirá un desarrollo real de la antropología acor-
una antropología correcta, pero corta, con un desarrollo de al nivel de especialización del resto de las ciencias.
temático escaso. El juicio, sin embargo, podría ser excesi-
vamente benévolo al menos en un sentido. La antropo-
logía filosófica tiene vocación de integralidad; ahí está su
valor frente a otras investigaciones sobre el hombre. No 4. El caso concreto de la acción
acceder a esa integralidad, por tanto, podría no ser sólo
una falta leve sino mucho más grave. Cuando una so- Concluiremos nuestras reflexiones aplicando las
ciedad no ha descubierto críticamente un determinado ideas anteriormente expuestas a la acción con el objeto
aspecto de la realidad -como sucedía, por ejemplo, con de intentar consolidarlas e iluminarlas a la luz de un caso
la subjetividad en la Edad Media- la antropología podía específico. Para ello, volvemos de nuevo a Brock pues
tener una buena coartada y una buena dispensa para no como sabemos se ha propuesto determinar justamente
tratarla. Al fin y al cabo, como decía Hegel, la filosofía es en qué consiste la acción partiendo desde lo común.
como la lechuza, que echa volar al oscurecer, cuando ya Sus resultados -muy sucintamente expuestos- son los
todo está concluido. Pero el asunto es mucho más grave siguientes. Los rasgos comunes que caracterizan a la
si la sociedad ya ha reconocido conscientemente la im- acción son: “la eficacia”,“un cierto tipo de casualidad”, la
portancia de ese factor. Entonces la filosofía no puede “finalidad” y la “relación agente-paciente”. A ellos hay que
dejar de tratarlo so pena de ofrecer una visión sesgada y añadir que la voluntad aparece como una tendencia que
parcial del hombre y, en definitiva, errónea (aunque par- “mueve y es movida”24. ¿Qué cabe decir de estas conclu-
cialmente si se quiere). Ahora bien, esto es lo que puede siones? A nuestro juicio, que confirman lo dicho hasta el
suceder mediante una aplicación sistemática de la ana- momento. Este conjunto de conceptos tiene, sin duda,
logía. Si del ente en general no se extrae ni la afectividad, relevancia especulativa y apunta elementos decisivos de
ni la subjetividad, ni las relaciones interpersonales ni la ‘la’ acción, pero al mismo tiempo resulta ineludible se-
narratividad de la persona y a ello se suma una visión ñalar que están lastrados por un defecto de fábrica fun-
pobre y poco profunda de la libertad o del amor no pa- damental: no son conceptos estrictamente antropológicos
rece arriesgado afirmar que el hombre que se ‘construya’ y, por eso, necesitan ser reformulados con profundidad
mediante ese procedimiento va a ser carente y deforme para que resulte posible saber exactamente qué signifi-
si bien no completamente falso. Tal modelo antropoló- cado tienen en el dinamismo voluntario del hombre.
gico -insistimos- podría ser viable en una sociedad que
no se hubiera dado cuenta de manera refleja de la im- Tomemos, por ejemplo, la finalidad. Las acciones
portancia de esos elementos, pero cuando ya no se dan del hombre, efectivamente, están finalizadas. Pero, ¿están
esas circunstancias el modelo no sólo resulta insuficien- finalizadas del mismo modo que las de los demás seres?
te sino perdedor desde el punto de vista cultural. Todo A esto no responde Brock y, sin embargo, es la cuestión
intento de transmisión social chocará con la percepción clave para la antropología porque lo que le interesa es
-implícita o explícita- de la carencia de factores decisivos determinar lo que le pasa al hombre, no a los animales.
para una comprensión plena del ser humano. Ahora bien, ¿tender a un fin significa lo mismo para el
hombre y para una planta o se trata de dos cosas diver-
La solución desde mi punto de vista pasa por el sas? Algo tienen que ver, por supuesto, y el uso analógico
abandono de la analogía no como verdad de hecho, que del lenguaje parece reforzarlo. Pero, si no los distinguimos
lo es, sino como instrumento científico utilizable en la suficientemente, ¿no estaremos acaso oscureciendo y, al
elaboración de la antropología (y, más en general, de las fin, deformando lo específicamente humano? En concre-
ciencias) contemporánea. La explosión de la diversidad to: ¿debemos afirmar que el hombre ‘tiende a fines’ o más
del saber impone un análisis cuidadoso y detallado de bien que se autodetermina libremente hacia unos fines-
cada uno de los objetos de investigación que genere motivos-valores que en parte dependen de su naturaleza
la correspondiente sistematización conceptual23. De y en parte determina él con su libertad? El lenguaje es
hecho, no sólo es necesario ese específico sistema con- distinto, pero no se trata sólo del lenguaje sino de la con-
cepción filosófica que lo sustenta.

personalism and metaphysics, “Analecta Husserliana” (en prensa).


23 Esto, por supuesto, en su esencia es una tesis tomista, pero
no totalmente compatible con el recurso no controlado a la analogía. 24 Cfr. Brock, S. L.: Acción y conducta, cit., pp. 60 y ss.

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PERSONA . Revista Iberoamericana de Personalismo Comunitario
Nº15, año V, Diciembre 2010 / ISSN: 1851 - 4693

La concepción tomista desarrolla un esquema te- La acción humana no afecta sólo al objeto sino que revierte
leológico válido para todos los seres y después lo aplica sobre el sujeto modificándolo. Es lo que Wojtyla ha llamado
al hombre introduciendo ‘desde fuera’ la idea de libertad. la estructura de la autodeterminación que muestra, entre
De ese modo se salva lo esencial, que el ser humano es otras cosas, cómo la libertad no es algo que pueda provenir
libre, pero el esquema, a nuestro juicio, queda cojo por- al hombre desde fuera y que ni siquiera se describe adecua-
que la libertad ha hecho su aparición sólo al final. Ahora damente como facultad.“En la autodeterminación, la volun-
bien, ¿es correcto incluir la libertad en el hombre ‘desde tad se presenta ante todo como propiedad de la persona, y
fuera’ sobre una estructura ya definida?, ¿no forma acaso sólo en segundo lugar como facultad”26.
la libertad parte de su esencia y, por tanto, le afecta
estructuralmente? Así es, de hecho y, por eso, el persona- No me alargo más pues el objetivo de estas con-
lismo propone una vía diversa para entender lo que la sideraciones no es repensar la teleología ni desarrollar
libertad significa para la persona. una teoría de la libertad sino mostrar cómo las dos
perspectivas: la analógica, propia del tomismo, y la expe-
Estudiando justamente este tema, Wojtyla ha seña- rimental, propia del personalismo, acaban conduciendo
lado que existen dos modos de acceder al acto humano. a concepciones antropológicas diversas. Desde el punto
El primero de ellos, característico de la tradición tomista, de vista de quien escribe resulta claro que hoy en día
se realiza desde la estructura metafísica general del acto la vía metodológica más correcta y fecunda la posee el
y la potencia. Desde esta perspectiva, el acto se ve como personalismo, pues, a través del método fenomenológi-
un caso específico de devenir en el que la potencia es co, es capaz de tener un acceso directo al misterio de la
actualizada libremente. Hay, sin embargo, otro plantea- persona en toda su plenitud. La posición metodológica
miento posible: llegar a la acción no desde el concepto tomista, por el contrario, está lastrada por la estructura
de acto-potencia sino desde el agere, es decir, desde la de unos conceptos no diseñados específicamente para
experiencia humana del ‘obrar’. Desde esta perspectiva, el hombre27. Esa falta de adecuación tiene como grave
el acto deja de ser “cualquier cosa relacionada con la consecuencia que, cuando se aplican a la persona, impi-
operación” (en términos de Brock) y se convierte exclusi- den ver aspectos relevantes y pueden acabar deforman-
vamente en la acción que el hombre realiza25. Este plan- do la antropología a través de una vía reductiva, es decir,
teamiento tiene, para Wojtyla, enormes ventajas siendo a través de lo que no se dice sobre el hombre.
una de las más importantes que ahora es posible sacar
a la luz de una manera más clara lo que en la primera
perspectiva estaba sólo presupuesto: el sujeto personal
responsable y generador de la acción. La acción humana,
en efecto, no es sólo una actualización de un principio
metafísico sino el modo a través del cual la persona des-
pliega sus virtualidades.
26 Wojtyla, K.: Persona e atto, p. 134 (cursiva nuestra). La
autodeterminación afecta también a la concepción de la teleología
De este modo, la concepción de la voluntad también que, para Wojtyla, debe transformarse o completarse con la auto-
se modifica. Para el primer planteamiento es la tendencia que teleología: “Es necesario observar que el término ‘autodetermina-
mueve (libremente) a alcanzar el fin, si bien a su vez ella es ción’ indica, al mismo tiempo, tanto el hecho de que sólo el sujeto
movida. El segundo advierte, sin embargo, que la experiencia o el ‘yo’ personal se determina (y actúa), como el hecho de que tal
‘yo’ personal en cuanto sujeto se determina a sí mismo. Por con-
del obrar sugiere que la acción humana no es en sentido siguiente, en esa relación dinámica, el ‘yo’ se coloca como objeto
estricto una tendencia, sino una respuesta libre generada delante de sí mismo, objeto de la voluntad entendida como facultad
por el sujeto frente a los valores. El hombre ‘tiende’, por su- determinante del sujeto. En esa relación, precisamente, está conte-
puesto, pero lo específicamente humano no es tender, sino nido de algún modo el ‘núcleo’ de la autoteleología del hombre”
(Cfr. Wojtyla, K.: “Trascendencia de la persona en el obrar y auto-
responder; activar una respuesta libre. Además, el análisis de teleología del hombre”, en El hombre y su destino, pp. 142-143).
la experiencia del obrar muestra que el sujeto que se vive 27 Numerosos autores (Zubiri, Wojtyla, Julián Marías) han
como un yo frente al mundo va generando -si bien en una señalado que este límite se debe en parte a una excesiva dependencia
medida limitada- su subjetividad a través de esas respuestas. del tomismo de una raíz griega pre-cristiana que: 1) desarrolló muchos
de sus conceptos a partir de la naturaleza física, de las cosas; 2) no
insistió en la originalidad irreductible del hombre y no fue capaz
de llegar al concepto de persona. Cfr., por ejemplo, Marías, J.: La
25 “Llamamos acto exclusivamente a la acción consciente perspectiva cristiana, Alianza Editorial, Madrid, 1999, p. 98: “Las
del hombre. Ninguna otra acción merece ese nombre. En la tradición cosas consisten, este es el genial hallazgo, previo a la determinación
filosófica de Occidente al término ‘acto’ corresponde el de ‘actus de en qué consisten. Y, tras un largo camino, se llegará al maravilloso
humanus’. Si bien en nuestra terminología se encuentra a veces concepto aristotélico de ousía, sustancia, que sería quimérico y suicida
la expresión ‘acto humano’ no hace falta añadir humano porque abandonar. Lo que no es satisfactorio, sino una rémora del pensamien-
sólo la acción humana es acto” (Wojtyla, K.: Persona e atto, p. 45). to, es el ‘sustancialismo’, la convicción de que la realidad es sustancia
Como se puede apreciar hay aquí una opción metodológica muy o accidente, admirables conceptos para entender las cosas, pero que
concreta de tipo personalista opuesta a la adoptada por Brock. no bastan para entender otras formas de realidad, irreductibles”.

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