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Tres veces Copi en el Teatro

Cervantes
El director de la Comédie de Caen anticipa cómo serán
sus puestas de “Eva Perón” y otras dos obras del autor
argentino.

¿Quién es Copi para quienes nos perdimos los setenta, para los que
no asistimos a ese estreno conciliatorio con la voluptuosidad de su obra
en el San Martín en 1992 a través de Una visita inesperada o para
quienes lo leyeron en esas borroneadas traducciones del francés con
acento gallego, antes de su reivindicación rioplatense?
A 30 años de la muerte de Copi (o Raúl Damonte Botana), por
primera vez resonará su voz en el Teatro Cervantes, nuestro único teatro
nacional. Y quien lo hará será otro argentino que se fue –como lo hizo el
propio Copi en 1962– a París. Marcial Di Fonzo Bo llegó cuatro días
antes de que Copi muriera y fue su madre, dolorida antes de irse al
entierro, quien le acercó su primera novela, El uruguayo, que resultó ser
su libro iniciático al idioma francés. Ese cuyo sentido la escritora María
Negroni supo condensar en “la extranjería de lo propio”.
Es junio y Di Fonzo Bo ensaya en Francia, donde dirige la
Comédie de Caen, dos obras de Copi que llegarán al país: la
polémica Eva Perón y El homosexual o la dificultad de expresarse.
Dentro del mismo programa también se verá El día de una soñadora (y
otros momentos), con Marilú Marini y dirección de Pierre Maillet –el
mismo que acompañó a Di Fonzo Bo en esa primerísima puesta con
todos sus textos que hicieron juntos llamada Copi, un retrato, antesala de
todas las que vinieron después. Todo está enmarcado en unos años muy
precisos: entre Mayo del 68, la revolución estudiantil, y el 71, la
implicación militante de Copi en el Frente Homosexual de Acción
Revolucionaria.
Esta será la segunda vez que Eva Perón, esa obra punzante y
desaforada, se vea en el país bajo su trazo. La primera había sido en
2004, parte del ciclo Tintas Frescas y en simultáneo con la puesta de
Gabo Correa. Si bien bajo su dirección antes había estado en Chile con
otros actores, en Argentina –como en París lo fue su tío Facundo Bo–, él
mismo fue Eva Perón. Ahora Eva será Benjamín Vicuña, junto a un
grupo de actores tan ricos como heterogéneos: Juan Gil Navarro, Rosario
Varela, Rodolfo de Souza y Carlos Defeo. Todos, salvo Vicuña,
compartirán escenario en El homosexual…, junto a Hernán Franco.
Antes de su llegada a Buenos Aires, del otro lado del teléfono y a 12 mil
kilómetros, se percibe la euforia con la que responde Di Fonzo Bo.
–¿Qué le produjo esa primera lectura de El uruguayo, sin
saber quién era todavía Copi?
–Fue un descubrimiento muy fuerte porque, poco a poco, en los
años que siguieron se fue produciendo una suerte de amistad íntima entre
Copi y yo. Tal vez por el hecho de que acababa de morir, no sé. Fue un
vínculo muy fuerte que me acompañó muy temprano en mi aprendizaje
del francés. El escribió cosas muy lindas sobre el exilio, el exilio
voluntario, los dibujos, el humor. En cantidad de lugares me reconozco y
poco a poco fui coleccionando libros, traducciones, fascículos de los
dibujos. Cuando empecé mi vida artística como actor y me propusieron
luego hacer algo en Barcelona, en lo primero que pensé fue hacer Copi.
–En esta puesta de Eva Perón sigue sosteniendo que Eva debe
ser interpretada por un hombre.
–Creo que está implícito en el texto. He visto otras puestas en
Europa con una mujer en el rol, pero no es solo mi lectura del texto, creo
que tiene mucho que ver con la propuesta de Copi en general. Además,
para el rol de Eva Perón quería que fuera un actor muy conocido,
justamente para subrayar el hecho de que es un hombre, que es un actor,
y que uno esté viendo el trabajo del actor y no otra cosa. El actor muy
popular no puede mentir; no puede decir “No soy yo, soy otro”. Y Eva
Perón se trata de un juego. No es un biopic, no se trata de tomarse por
Eva Perón.
–No sería Copi.
–No, por supuesto. Es imposible. Entonces, el hecho de que Eva
sea interpretada por un actor es la puerta de entrada a este terreno de
teatralidad evidente. Si la interpreta una actriz, te metés en una trampa,
porque el público empieza a evaluar si se parece o no, si tiene o no la
edad, etcétera. En cambio, si es un hombre, estamos abiertos a la
teatralidad. Es tratar de experimentar ser Eva Perón, ver qué pasa. Y
además, habrá otra obra, El homosexual o la dificultad de expresarse.
Me parecía importante no proponerle al público solamente Eva Perón,
porque la lectura de la obra se hará a partir de la historia de la Argentina
con esta figura y el peronismo en los últimos años. La gente se va a
conectar con eso, porque uno lee las obras a partir del contexto en el que
se dicen.
–¿Qué resonancias tiene el peronismo, después de vivir afuera
casi el doble de lo que vivió en el país?
–No viví los grandes movimientos del peronismo, Menem, los
Kirchner; y en algún sentido, creo que es mejor porque me da más
libertad a la hora de darle la lectura de Copi y no una que el texto no
tiene. Cuando Copi escribe Eva Perón, lo hace en París, donde estaba
desde hacía muchos años. Y si bien la familia de Copi había tenido
relación con la política y había una historia íntima de la generación
anterior, yo encuentro que la obra es un gran homenaje. Copi hace de
Eva Perón una figura poderosísima y absolutamente teatral,
shakespereana. Las obras estarán presentadas una tras otra, pero en el
medio Copi va a salir a hablar. Es un texto que yo compuse a partir de
textos suyos: entrevistas, obras, la novela El baile de las locas... Pero yo
solo hice el montaje, no escribí una sola palabra. Es un evento fuerte en
muchas formas. Entonces en la lectura de la nueva Eva habrá también
parte de toda esta situación mucho más compleja, íntima, pública, que es
el hecho de representarla hoy en la Argentina.
–El homosexual habla de la relación de Copi con el país. ¿Es
por eso que la incluyó en esta tríada?
–Copi escribió primero El día de una soñadora en el 68. Luego
vino el Mayo del 68, y un año después escribió Eva Perón. Se armó un
revuelo porque grupos de ultraderecha trataron de impedir la
representación de la obra e hicieron un atentado en la puesta de Arias
con Facundo. El público creyó que todo era un happening, que era parte
de la obra, y se fueron. A los días se retomó y la obra fue un gran éxito
en Francia. Pero, a partir de ahí, Copi estaba fichado en la Argentina. De
algún modo se autoexilió, no podía viajar, no podía publicar, y esto duró
hasta la llegada de Alfonsín en el 83. Cuando sucedió esto, escribió El
homosexual o la dificultad de expresarse en el 71, diciendo que él no
tenía ningún problema con la Argentina sino que el país tenía problemas
con él. Y escribió esta obra sobre gente deportada en Siberia con nombre
de teatro ruso –Irina, el personaje central, tiene que ver con la gran
admiración de Copi hacia Chejov–, con estos personajes que tratan de
encontrar el modo de expresarse, pasando de un género a otro,
cambiando la identidad, queriendo cruzar la frontera, con el universo
Copi de disparate. Pero en el fondo la pieza habla de la relación de un
régimen totalitario con alguien que trata de expresarse. Me pareció
importante darle al público la posibilidad de atravesar un momento muy
preciso: el comienzo de Copi como escritor de teatro de estas obras,
escritas en ese orden.
–Esa obra fue escrita en el momento quizá más político de
Copi, cuando militaba en el Frente Homosexual de Acción
Revolucionaria (FHAR)...
–La cuestión de la homosexualidad está en toda la obra, pero yo
nunca quise hacerla sola porque sentía que la encerraba en esta cuestión.
Ahora me parece el momento ideal porque la obra no habla más que de
la relación con un estado totalitario, lo que en la Argentina encuentra una
cámara de eco fortísima. Y por otro lado, cuando uno ve cómo la
sociedad retrocede con la cuestión gay: lo que está pasando en Estados
Unidos con Trump, en Irán, homosexuales que son ahorcados en la plaza
pública, es importante hacer algo. Entonces me levanto las mangas y
hago, como un acto militante. Yo encuentro que una de las misiones del
teatro es sacudir un poco los prejuicios, las viejas morales, tratar de tener
un gesto político fuerte, una militancia del artista para la sociedad en la
que vive. Si no es en el teatro donde se agitan las ideas, ¿qué nos queda?

Marcial Di Fonzo Bo
Buenos Aires, 1968
Actor y director teatral
La suya es una familia de artistas. Su tío, Facundo Bo, fue quien
protagonizó Eva Perón, de Copi, cuando la estrenó en París dirigida por
Alfredo Arias en 1970. A los 14 años ya sabía que quería ser actor y no
le fue nada mal (hizo de Picasso, por ejemplo, en Medianoche en París,
de Woody Allen). Desde 2015 dirige la Comédie de Caen, en
Normandía, uno de los 39 centros dramáticos nacionales que hay en
Francia.

Link: https://www.clarin.com/revista-enie/escenarios/veces-copi-teatro-
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