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1 ARRIETA L. (1999), Acoger la vida acompañando la vida. El acompañamiento en la vida cotidiana, Vitoria,
Frontera Hegian, pp. 49-63.
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objeto, según las emociones que suscite dicho estímulo (se activa la dinámica del deseo y del
amor).
Si en la clave anterior decíamos que la persona se dice en su discurso, hay que reiterar
aquí que los movimientos que se suscitan en la persona son el lenguaje más puro y genuino
con el que el acompañado se dice a sí, ante otros y ante Dios.
En cada ser humano conviven aspectos sanos y aspectos enfermos. Los movimientos
afectivos se pueden suscitar desde lo que hay en nosotros de sano e integrado, desarrollado y
ordenado, o desde lo más enfermo, consciente o inconsciente para nosotros mismos. Lo sano
provoca sentimientos de dignidad y valoración, genera armonía y contento. Lo enfermo hace
experimentar la indignidad y la degradación, el recelo, el miedo y la desconfianza.
Los movimientos afectivos hacen posible la operativización de las diferentes decisiones
y la puesta en juego de las propias capacidades realistas y actitudes coherentes con el proyecto
de vida; pero igualmente nos empujan hacia conductas y compartimentos verdaderamente
desintegrados y enfermizos. Cuando arrecian éstos últimos padecemos un auténtico
purgatorio, se genera sensación de alejamiento de Dios, aparece el dolor y el mal con toda su
fuerza, existe el riesgo de la desesperación.
Los movimientos afectivos se rigen por leyes dinámicas de la afectividad. Estas
muestran el grado de estructuración y configuración con que la afectividad es vivida por cada
persona.
El fluir de la energía afectiva y la sana capacidad de concentrarse en valores que
asumimos en la vida no siempre está garantizado. Es fruto de un largo trabajo educativo y
purificador. La afectividad puede generar movimientos sanos y de avance en una serie de
aspectos de la vida, y puede estar bloqueada en algún área o situación determinada en la que
hubo problemas o quedó atrofiada en el desarrollo.
En ocasiones, la afectividad toda puede estar bloqueada o interceptada, así como
desparramada, por lo cual no obedecerá al centro rector de la vida, el yo consistente, sino
que actuará por libre buscando el placer, el alimento necesario para las propias necesidades o
el apaciguamiento del propio instinto.
La fuerza de la afectividad es tal que nunca deja indiferentes; siempre se vive en tensión
dialéctica y es por ello fundamental una sana estructuración de la misma.
Los movimientos de la afectividad se expresan en las reacciones y relaciones, en las
decisiones conscientes e inconscientes que se toman en la vida diaria y en la misma situación
de entrevista en el acompañamiento. Estas decisiones son de avance y retroceso, provocan idas
y vueltas, altos y bajos, hasta que poco a poco se va haciendo posible que el centro rector de la
propia vida, el yo maduro, asuma el timón.
Los movimientos de la afectividad provocan estados de ánimo, emociones y
sentimientos; todos ellos hay que ir detectándolos y educándolos pacientemente en el
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gracia y no querer vivir sino de esta actitud de obediencia y amor que, lejos de hacernos
espiritualistas, nos devuelve al mundo transformados para jugarnos la vida como Él y con Él.
SITUACIÓN VITAL: Todas las dimensiones están en juego. ¿Qué hago yo con lo que
la vida hace conmigo?.
Contenido o Tema
Cierre,
Apertura Situación relectura
vital y envío
2. CONSECUENCIAS PEDAGÓGICAS
En el quehacer cotidiano, hay que tratar de avanzar y ayudarnos uno a otros
sirviéndonos de una serie de criterios pedagógicos que nos pueden ser de gran utilidad en la
tarea.
2.1 Individuación
La propia psicología modula su modo de expresarse, pero nucnca puede ser catalogada
ni estandarizada su vivencia. Se puede analizar lo que vive para comprenderlo, pero es
necesario escuchar hasta el final para captar los matices inéditos que expresa y vive.
En el acompañamiento la iniciativa siempre tiene que ser de la persona. No es posible
suplantarla. Hay que habituarse a su ritmo y manera. Es ella la que se moviliza y dispone a
concentrar todas sus energías en el seguimiento de Jesús.
2.2 Contextualización
Ayuda a la comprensión adecuada del acompañante. Lo que cada persona es y expresa
necesita ser contextualizado en sus condiciones de vida, edad, situación vital; sólo así se
descubre el color y sabor de su mensaje, lo que verdaderamente supone cada situación en ella.
La contextualización es un criterio profundamente significativo dentro de perspectiva
integral, porque nos ayuda a tomar decisiones operativas en el acompañamiento. A veces
ocurre que una persona se atasque en el acompañamiento, no porque le falte motivación o
buena voluntad. Quizás haya que proponer cambio en algún aspecto de sus condiciones de
vida, de lo contrario será difícil que se desencadene ningún otro cambio en orden al proyecto
que quiere vivir.
2.3 Interrelación
Ayuda para devolver al acompañado lo que se escucha. Hacer continua relación entre lo
que la persona expresa en su lenguaje verbal y no verbal. Entre su discurso y la calidad de
vida, entre los diversos niveles que están actuando en una situación dada. La interrelación
ayuda a establecer nexos, a ampliar perspectivas, a descubrir nuevas claves de lectura.
2.4 Gradualidad
Ayuda a no bloquear el avance en el acompañamiento. Porque aunque trabajemos con
visión de conjunto, y tratemos de hacer un trabajo de simultaneidad interrelacionando todos
los niveles que acontecen en una situación dada siempre hace falta diferenciar.
El momento, el ritmo, las fases por las que la persona atraviesa, exige evidenciar la
relevancia de unos signos y no de otros. La gradualidad lleva igualmente a evidenciar las
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2.5 Flexibilidad
Es otro criterio que se deduce de la gradualidad. Porque el ritmo, momento y fase del
proceso hace que las mediaciones que son válidas en una etapa no lo sean en otra. Porque es lo
que permite respeto y manejo adecuado a la integralidad del proceso.
2.6 Simultaneidad
Porque en el acompañamiento en la vida cotidiana lo espiritual se trabaja y emerge en la
maduración de lo humano, porque el Espíritu se manifiesta en los acontecimientos diarios,
aunque no con ello queremos reducir a ello su manifestación.
2.7 Jerarquización
Ofrecer lecturas adecuadas y clarificadoras al momento del proceso y orientarlo siempre
al Espíritu. Ayudar a objetivar y diferenciar impulsos personales, de los impulsos del Espíritu.
Saber decidir la clave de lectura que conviene utilizar como prioridad según el momento del
proceso que la persona vive.
2.8 Discernimiento
Para confrontar en el momento oportuno con lucidez y sabiduría; para proponer saltos,
cambiar de nivel, abandonarse en Dios. Señalar los avances que se van percibiendo por pura
Gracia de Dios. Reconocer al Dios que está aquí y proclamarlo.
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1. Comprensión 4. Experiencia
de sí y consciencia de Dios que se
con la que vive Situación vital suscita en ésta
2. Movimientos de su
afectividad (fuerzas en
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