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Lección 1

El conflicto cósmico
Sábado 31 de marzo

El mundo caído es el campo de batalla del mayor conflicto que el


universo celestial y los poderes de la tierra hayan presenciado jamás Fue
señalado como el escenario en el cual se libraría la mayor lucha entre el
bien y el mal, entre el cielo y el infierno. Podo ser humano desempeña
una parte en este conflicto. Nadie puede permanecer en terreno neutral.
Los hombres pueden aceptar o rechazar al Redentor del mundo. Todos
son testigos, en favor o en contra de Cristo. Cristo llama a los que se
alistan bajo su estandarte para que entren con él en el conflicto como
fieles soldados, para que puedan heredar la corona de la vida. Han sido
adoptados como hijos e hijas de Dios. Cristo les ha dejado su promesa
segura de que habrá un gran galardón en el reino de los cielos para que
participen en su humillación y sufrimientos por causa de la verdad.
La cruz del Calvario desafía, y vencerá finalmente a todos los po-
deres terrenales e infernales. Toda influencia se concentra en la cruz, y
de ella irradia en todas direcciones. Es el gran centro de atracción,
porque en ella Cristo dio su vida por la raza humana. El sacrificio fue
ofrecido con el propósito de restaurar al hombre a su perfección origi-
nal; aún más, fue ofrecido para transformar completamente su carácter,
y hacerlo más que vencedor. Los que venzan al gran enemigo de Dios y
el hombre con la fortaleza de Cristo, ocuparán un puesto en las cortes
celestiales superior al de los ángeles que nunca cayeron (Hijos e hijas
de Dios, p. 244).
Nadie que reciba la palabra de Dios quedará libre de dificultades y
pruebas; pero cuando se presenta la aflicción, el verdadero cristiano no
se inquieta, no pierde la confianza ni se desalienta. Aunque no poda-
mos ver los resultados finales, ni podamos discernir el propósito de las
providencias de Dios, no hemos de desechar nuestra confianza. Re-
cordando las tiernas misericordias del Señor, debemos descargar en él
nuestra inquietud y esperar con paciencia su salvación.
La vida espiritual se fortalece con el conflicto. Las pruebas, cuando
se las sobrelleva bien, desarrollan la firmeza de carácter v las preciosas
gracias espirituales. El fruto perfecto de la fe, la mansedumbre y el
amor, a menudo maduran mejor entre las nubes tormentosas v la os-
curidad (Palabras de vida del gran Maestro. pp. 40. 41)
Hay muchos que no comprenden el conflicto que se lleva a cabo
entre Cristo y Satanás por las almas de los hombres. No advierten que
si quieren permanecer bajo la bandera ensangrentada del Príncipe

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Emanuel, deben estar dispuestos a ser partícipes de sus conflictos y
sostener una guerra resuelta contra los poderes de las tinieblas...
La obtención de la vida eterna siempre será una lucha, un conflicto.
Debemos pelear continuamente la buena batalla de la fe. Somos solda-
dos de Cristo y los que se alistan en su ejército deben esperar hacer una
obra difícil que exigirá sus energías hasta lo sumo. Debemos compren-
der que la vida de un soldado es de lucha agresiva, de perseverancia y
paciencia. Por causa de Cristo hemos de soportar pruebas (En los lu-
gares celestiales, p. 261).

Domingo 1º de abril: La caída de un ser perfecto

El primer pecador fue uno a quien Dios había ensalzado grande-


mente... Poco a poco Satanás fue complaciendo el deseo de ensalza-
miento propio. Las Escrituras dicen: “Se enalteció tu corazón a causa de
tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor”. “Tú que
decías en tu corazón: ...En lo alto, junto a las estrellas de Dios levantaré
mi trono... seré semejante al Altísimo”. Aunque toda su gloria provenía
de Dios, este poderoso ángel llegó a considerarla como algo propio. No
contento con su posición, aunque era honrado por encima de la hueste
celestial, se atrevió a codiciar un homenaje que solo corresponde al
Creador. En vez de procurar que Dios fuera supremo en el afecto y en la
lealtad de todos los seres creados, procuró conseguir para sí mismo ese
servicio y esa lealtad. Y al codiciar la gloria que el Padre infinito ha
conferido a su Hijo, este príncipe de los ángeles aspiraba a un poder que
solo correspondía a Cristo (Comentarios de Elena G. de White en Co-
mentario bíblico adventista del séptimo día, tomo 4, p. 1183).
Satanás es un engañador. Cuando él pecó en el cielo, aun los ángeles
leales no discernieron plenamente su carácter. Esta es la razón por la
cual Dios no destruyó en el acto a Satanás. Si lo hubiese hecho, los
santos ángeles no hubieran percibido la justicia y el amor de Dios. Una
duda acerca de la bondad de Dios habría sido una mala semilla produc-
tora de amargos frutos de pecado y dolor. Por lo tanto, el autor del mal
fue dejado con vida hasta que desarrollase plenamente su carácter. A
través de las largas edades, Dios ha soportado la angustia de contemplar
la obra del mal, y otorgó el infinito Don del Calvario antes de permitir
que alguien fuese engañado por las falsas interpretaciones del maligno;
pues la cizaña no podía ser extirpada sin peligro de desarraigar también
el grano precioso. ¿Y no seremos nosotros tan tolerantes para con nues-
tros semejantes como el Señor del cielo y de la tierra lo es con Satanás?
(Palabras de vida del gran Maestro, p. 51).
Dios nos ha dado la facultad de elección; a nosotros nos toca ejer-
citarla. No podemos cambiar nuestros corazones ni dirigir nuestros
pensamientos, impulsos y afectos. No podemos hacernos puros, pro-
pios para el servicio de Dios. Pero sí podemos escoger el servir a Dios:
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podemos entregarle nuestra voluntad, y entonces él obrará en nosotros
el querer y el hacer según su buena voluntad. Así toda nuestra natura-
leza se someterá a la dirección de Cristo.
Mediante el debido uso de la voluntad, cambiará enteramente la
conducta. Al someter nuestra voluntad a Cristo, nos aliamos con el
poder divino. Recibimos fuerza de lo alto para mantenernos firmes. Una
vida pura y noble, de victoria sobre nuestros apetitos y pasiones, es
posible para todo el que une su débil y vacilante voluntad a la omni-
potente e invariable voluntad de Dios (Ministerio de curación, p. 131).

Lunes 2 de abril: Más que conocimiento intelectual

Cuando Satanás se dio plena cuenta de que no había posibilidad de


que regresase al favor de Dios, su malicia y su odio comenzaron a
manifestarse. Consultó a sus ángeles, y trazó un plan para seguir obran-
do contra el gobierno de Dios. Cuando Adán y Eva fueron puestos en el
hermoso huerto, Satanás estaba haciendo planes para destruirlos. De
ningún modo podía verse privada de su felicidad esa pareja dichosa si
obedecía a Dios. Satanás no podía ejercer su poder contra ella a menos
que primero desobedeciesen a Dios y perdiesen su derecho al favor
divino. Había que idear algún plan para inducirlos a desobedecer a fin
de que incurriesen en la desaprobación de Dios y fuesen puestos bajo la
influencia más directa de Satanás y sus ángeles. Se decidió que Satanás
asumiría otra forma y manifestaría interés en el hombre. Tenía que
hacerle insinuaciones contra la veracidad de Dios y crear dudas acerca
de si Dios quería decir precisamente lo que decía: luego, excitar la
curiosidad de la pareja e inducirla a tratar de inmiscuirse en los planes
insondables de Dios —es decir, cometer el mismo pecado del cual
Satanás se había hecho culpable (Primeros escritos, p. 146).
Mientras Dios buscaba el bien del hombre. Satanás buscaba su
ruina. Cuando Eva, al desobedecer la advertencia del Señor en cuanto
al árbol prohibido, se atrevió a acercarse a él, se puso en contacto con
el enemigo. Una vez que se despertaron su interés y su curiosidad.
Satanás procedió a negar la palabra de Dios, y a insinuar desconfianza
en su sabiduría y bondad...
Aunque Satanás decía haber recibido mucho bien por haber comido
del fruto prohibido, ocultó el hecho de que a causa de la transgresión
había sido arrojado del cielo. Esa mentira estaba de tal modo escondida
bajo una apariencia de verdad, que Eva, infatuada, halagada y hechiza
da, no descubrió el engaño. Codició lo que Dios había prohibido: des-
confió de su sabiduría. Echó a un lado la fe, la llave del conocimiento.
Cuando Eva vio que “el árbol era bueno para comer, y que era aura
dable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría tomo de
su fruto, y comió”. Era de sabor agradable, y a medida que comía, le
parecía sentir un poder vivificador y se imaginó que penetraba en un

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estado superior de existencia. Una vez que hubo pecado, se transformó
en tentadora de su esposo “el cual comió así como ella” Génesis 3:6
(La educación, pp. 24, 25).
Tanto Adán como Eva comieron del fruto prohibido, y obtuvieron
un conocimiento —la experiencia de desobedecer y traicionar a Dios,
el conocimiento de que estaban desnudos— que, si hubieran obedecido
a Dios, nunca hubieran tenido. Desapareció el ropaje de la inocencia, el
manto divino que los rodeaba. Ellos suplantaron este ropaje celestial
cosiendo hojas de higuera para hacerse delantales...
Si Adán y Eva nunca hubiesen tocado el árbol prohibido, el Señor
les hubiera impartido conocimiento: un conocimiento sin la maldición
del pecado, un conocimiento que les hubiera traído gozo imperecedero
(Conflicto y valor, p. 17).

Martes 3 de abril: Guerra en el ciclo y en la tierra

El usurpador continuó justificándose a sí mismo hasta el mismo fin


del conflicto en el cielo. Cuando se anunció que junto con todos sus
simpatizantes debía ser expulsado de las moradas de gloria, entonces el
caudillo rebelde atrevidamente expresó su desprecio por la ley del
Creador. Condenó los estatutos divinos como una restricción de la
libertad de sus seguidores y declaró que tenía el propósito de conseguir
que la ley fuera abolida. Unánimemente, Satanás y su hueste echaron
toda la culpa de su rebelión a Cristo, declarando que si no hubiesen
sido reprobados, nunca se hubieran rebelado.
La rebelión de Satanás habría de ser una lección para el universo a
través de todos los siglos venideros, un testimonio perpetuo de la natu-
raleza y de los terribles resultados del pecado. La actuación del gobierno
de Satanás, sus efectos tanto sobre los hombres como sobre los ángeles,
demostrarían cuál es el inevitable fruto de desechar la autoridad divina.
Testificarían que el bienestar de todas las criaturas que Dios ha hecho
depende de la existencia del gobierno divino de su ley. De modo que la
historia de este terrible ensayo de rebelión habría de ser una salvaguardia
perpetua para todos los seres santos inteligentes, para impedir que fueran
engañados en cuanto a la naturaleza de la transgresión, para librarlos de
cometer pecados y sufrir su castigo (Comentarios de Elena G. de White
en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4. pp. 1183, 1184).
Si permitimos que el exceso de trabajo nos aleje de nuestro propó-
sito de buscar diariamente al Señor, cometeremos los mayores errores:
incurriremos en pérdidas, porque el Señor no está con nosotros; así
hemos cerrado la puerta para que él no tenga acceso a nuestras almas.
Pero si oramos aun cuando tenemos las manos ocupadas, los oídos del
Salvador están abiertos para escuchar nuestras peticiones. Si estamos
decididos a no separarnos de la fuente de nuestra fortaleza, Jesús se
pondrá decididamente a nuestra mano derecha para ayudarnos, a fin de

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que nuestros enemigos no nos avergüencen, La gracia de Cristo puede
cumplir por nosotros todo lo que nuestros esfuerzos fallarán en hacer.
Los que aman y temen a Dios pueden estar rodeados por una multitud
de cuidados, y sin embargo no fallar ni hacer sendas torcidas para sus
pies. Dios se ocupa de vosotros en el lugar donde desempeñáis vuestro
deber. Pero aseguraos de ir con frecuencia al lugar donde se acos-
tumbra a orar... [Los salvos] vencieron por medio de la sangre del
Cordero y la palabra de su testimonio. En medio de la contaminación
moral que prevalecía en todas partes, se mantuvieron firmes en su
integridad, ¿y por qué? Porque participaban de la naturaleza divina y
así escaparon de la corrupción que se encuentra en el mundo a causa de
la concupiscencia... Solamente una vida que depende constantemente
del Salvador es una vida de santidad (Consejos sobre la salud. p. 421).
Miércoles 4 de abril: Con vosotros todos los días, hasta el fin
La historia de la verdad ha sido siempre el relato de una lucha entre
el bien y el mal. La proclamación del evangelio se ha realizado siempre
en este mundo haciendo frente a la oposición, los peligros, las pérdidas
y el sufrimiento.
¿Cuál fue la fortaleza de los que en tiempos pasados padecieron
persecución por causa de Cristo? Consistió en su unión con Dios, con
el Espíritu Santo y con Cristo. El vituperio y la persecución han se-
parado a muchos de sus amigos terrenales, pero nunca del amor de
Cristo. Nunca es tan amada de su Salvador el alma combatida por las
tormentas de la prueba como cuando padece afrenta por la verdad. “Yo
le amaré, y me manifestaré a él”, dijo Cristo. Juan 14:21. Cuando el
creyente se sienta en el banquillo de los acusados ante los tribunales
terrenales por causa de la ver dad, está Cristo a su lado. Cuando se ve
recluido entre las paredes de una cárcel. Cristo se le manifiesta y le
consuela con su amor Cuando padece la muerte por causa de Cristo, el
Salvador le dice: Podrán matar el cuerpo, pero no podrán dañar el
alma. “Confiad, yo he vencido al mundo” Juan 16:33. “No temas, que
yo soy contigo: no desmayes, que yo soy tu Dios que te esfuerzo;
siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”.
Isaías 41:10 (Los hechos de los apóstoles. pp. 69, 70).
Aquellos que procuran ser fieles a Dios deben negarse muchos de
los placeres mundanos; su camino puede ser cortado, y su obra puede
ser estorbada por los enemigos de la verdad; pero no hay ningún poder
capaz de cerrar la puerta de comunicación entre Dios y sus almas...
Todos los días tenemos el precioso privilegio de conectarnos con
Cristo, quien ha abierto una puerta delante de nosotros. Todo el cielo
está a nuestras órdenes. Si somos hijos obedientes de Dios, obtendre-
mos diariamente una medida de gracia. No importa qué tentaciones,
dificultades o persecuciones nos sobrevengan, no debemos desani-
marnos. Ni el hombre ni Satanás pueden cerrar la puerta que Cristo ha
abierto para nosotros (Nuestra elevada vocación, p. 130).
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Dios no conduce nunca a sus hijos de otra manera que la que ellos
elegirían si pudiesen ver el fin desde el principio, y discernir la gloria
del propósito que están cumpliendo como colaboradores suyos. Ni
Enoc, que fue trasladado al cielo, ni Elias, que ascendió en un carro de
fuego, fueron mayores o más honrados que Juan el Bautista, que pe-
reció solo en la mazmorra, “A vosotros es concedido por Cristo, no
solo que creáis en él, sino también que padezcáis por él” Filipenses
1:29. Y de todos los dones que el Cielo puede conceder a los hombres,
la comunión con Cristo en sus sufrimientos es el más grave cometido y
el más alto honor (El Deseado de todas las gentes, p. 197).

Jueves 5 de abril: La Ley y el evangelio

A fin de ser candidatos para el cielo, debemos hacer frente a los


requerimientos de la ley: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu cora-
zón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y
a tu prójimo como a ti mismo”. Lucas 10:27. Solo podemos hacer esto
al aferramos por fe de la justicia de Cristo. Contemplando a Jesús
recibimos en el corazón un principio viviente y que se expande; el
Espíritu Santo lleva a cabo la obra y el creyente progresa de gracia en
gracia, de fortaleza en fortaleza, de carácter en carácter. Se amolda a la
imagen de Cristo hasta que en crecimiento espiritual alcanza la medida
de la estatura plena de Cristo Jesús. Así Cristo pone fin a la maldición
del pecado y libera al alma creyente de su acción y efecto.
Solo Cristo puede hacer esto, pues “debía ser en todo semejante a sus
hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo
que a Dios se refiere, para expiar los pecados del mundo. Pues en cuanto
él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que
son tentados” Hebreos 2:17, 18 (Mensajes selectos, tomo 1, p. 463).
Cristo llevó verdaderamente el castigo de los pecados del mundo,
para que su justicia pudiese ser imputada a los pecadores, para que por
medio del arrepentimiento y la fe pudieran llegar a ser semejantes a él
en santidad del carácter. Él dice: “Yo llevo la culpa de los pecados del
hombre. Permíteme llevar el castigo, y que el pecador arrepentido esté
inocente delante de ti”. En el momento en que el pecador crea en
Cristo, es considerado a la vista de Dios como sin condenación; porque
la justicia de Cristo es suya: le es imputada la obediencia perfecta de
Cristo. Pero debe colaborar con el poder divino, y ejercer su esfuerzo
humano en subyugar el pecado, y levantarse completo en Cristo.
El rescate pagado por Cristo es suficiente para la salvación de todos
los hombres; pero se aplicará solo a aquellos que lleguen a ser nuevas
criaturas en Cristo Jesús, sujetos leales al reino eterno de Dios. Su
sufrimiento no escudará del castigo al pecador desleal, no arrepentido
(Fundamentals of Christian Education, pp. 429, 430).
El apóstol Pablo, refiriéndose a los últimos días, dijo: “Porque
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vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina". 2 Timoteo 4:3. Ya
hemos entrado de lleno en ese tiempo. Las multitudes se niegan a
recibir las verdades bíblicas porque estas contrarían los deseos de los
corazones pecaminosos y mundanos: y Satanás les proporciona los
engaños en que se complacen.
Pero Dios tendrá en la tierra un pueblo que sostendrá la Biblia y la
Biblia sola, como piedra de toque de todas las doctrinas y base de todas
las reformas. Ni las opiniones de los sabios, ni las deducciones de la
ciencia, ni los credos o decisiones de concilios tan numerosos y dis-
cordantes como lo son las iglesias que representan, ni la voz de las
mayorías, nada de esto, ni en conjunto ni en parte, debe ser considerado
como evidencia en favor o en contra de cualquier punto de fe religiosa.
Antes de aceptar cualquier doctrina o precepto debemos cerciorarnos
de si los autoriza un categórico “Así dice Jehová".
Satanás trata continuamente de atraer la atención hacia los hombres
en lugar de atraerla hacia Dios. Hace que el pueblo considere como sus
guías a los obispos, pastores y profesores de teología, en vez de estu-
diar las Escrituras para saber por sí mismo cuáles son sus deberes.
Dirigiendo luego la inteligencia de esos mismos guías, puede entonces
también encaminar las multitudes a su voluntad (El conflicto de los
siglos, pp. 580, 581).

Viernes 6 de abril: Para estudiar y meditar

En los lugares celestiales, p. 120.

Nuestra elevada vocación, p. 127

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Lección 2

Daniel y el
tiempo del fin
Sábado 7 de abril

Maravillosa es la obra que Dios quiere realizar por medio de sus


siervos, a fin de que su nombre sea glorificado. Dios hizo de José una
fuente de vida para la nación egipcia. Por medio de José conservó la vida
a todo el pueblo. Por medio de Daniel, Dios salvó la vida de todos los
sabios de Babilonia. Y estas liberaciones fueron lecciones objetivas;
ilustraron ante el pueblo las bendiciones espirituales que le eran ofrecidas
por la relación con el Dios a quien adoraban José y Daniel. Así también
desea impartir hoy por medio de su pueblo, bendiciones al mundo.
Cada obrero en cuyo corazón habita Cristo, todo aquel que quiere
revelar su amor al mundo, es colaborador con Dios para beneficiar a la
humanidad. Mientras recibe del Salvador gracia para impartirla a otros,
fluye de su ser entero la oleada de vida espiritual {Testimonios para la
iglesia, tomo 6, p. 230).
No fue el propósito de Dios que su pueblo construyera una muralla
de separación entre ellos y sus semejantes. El corazón del Amor infi-
nito abarcaba a todos los habitantes de la tierra. Aunque le habían
rechazado, constantemente procuraba revelárseles, y hacerlos partíci-
pes de su amor y su gracia. Su bendición fue concedida al pueblo
escogido, para que éste pudiera bendecir a otros.
Dios llamó a Abraham, le prosperó y le honró; y la fidelidad del pa-
triarca fue una luz para la gente de todos los países donde habitó.
Abraham no se aisló de quienes le rodeaban. Mantuvo relaciones
amistosas con los reyes de las naciones circundantes, y fue tratado por
algunos de ellos con gran respeto; su integridad y desinterés, su valor y
benevolencia, representaron el carácter de Dios. A Mesopotamia, a
Canaán, a Egipto, hasta a los habitantes de Sodoma, el Dios del cielo se
les reveló por medio de su representante (Patriarcas y profetas, p. 384).
Los hijos de Dios deben ser conductos para la manifestación de la
más elevada influencia del universo...
El plan que Dios se propone llevar a cabo hoy mediante su pueblo,
es el mismo que deseaba llevar a cabo mediante Israel cuando lo sacó
de Egipto. Contemplando la bondad, la misericordia, la justicia y el
amor de Dios revelados en la iglesia, el mundo ha de obtener una
representación de su carácter y cuando la ley de Dios quede así mani-
festada en su vida, el mundo reconocerá la superioridad de los que

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aman, temen y sirven a Dios por encima de lodos los demás habitantes
de la tierra.
Los ojos del Señor observan a cada uno de sus hijos: él tiene planes
para cada uno de ellos. Él se propone que quienes practiquen sus santos
preceptos constituyan un pueblo distinguido. Al pueblo de Dios de este
tiempo, tanto como al antiguo Israel, se le aplican las palabras que
Moisés escribió por inspiración del Espíritu: "Porque tú eres pueblo
santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un
pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra"
(Testimonios para la iglesia, tomo 6, pp. 20, 2 I).

Domingo 8 de abril: Fieles en lo muy poco

Dios había elegido a Israel. Lo había llamado para conservar entre


los hombres el conocimiento de su ley, así como los símbolos v las
profecías que señalaban al Salvador. Deseaba que fuese como fuente
de salvación para el mundo. Como Abraham en la tierra donde pere-
grinó. José en Egipto y Daniel en la corte de Babilonia, había de ser el
pueblo hebreo entre las naciones. Debía revelar a Dios ante los hom-
bres (El Deseado de todas las gentes, p. 19).
Únicamente merced a la fidelidad en las cosas pequeñas puede el
alma prepararse para actuar con fidelidad en las responsabilidades
mayores. Dios puso a Daniel y a sus compañeros en relación con los
grandes hombres de Babilonia, a fin de que estos paganos pudieran
llegar a familiarizarse con los principios de la verdadera religión. En
medio de una nación de idólatras. Daniel había de representar el ca-
rácter de Dios. ¿Cómo llegó él a estar preparado para un puesto de
tanta confianza y honor? Fue su fidelidad en las cosas pequeñas lo que
le dio carácter a su vida entera. El honraba a Dios en los deberes más
pequeños, y el Señor cooperaba con él. Dios dio a Daniel y a sus
compañeros “conocimiento e inteligencia en todas letras y ciencia, mas
Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños” Daniel 1:17.
Así como Dios llamó a Daniel para que le fuera testigo en Babilo-
nia, él nos llama a nosotros para que le seamos testigos en el mundo
hoy día. Tanto en los pequeños como en los más grandes asuntos de la
vida él desea revelar a los hombres los principios de su reino (Palabras
de vida del gran Maestro, p. 291).
Los que hoy ocupan puestos de confianza deben procurar aprenda la
lección enseñada por la oración de Salomón. Cuanto más elevado sea
el cargo que ocupe un hombre y mayor sea la responsabilidad que ha de
llevar, más amplia será la influencia que ejerza v tanto más necesario
será que confíe en Dios. Debe recordar siempre que juntamente con el
llamamiento a trabajar le llega la invitación a andar con circunspección
delante de sus semejantes. Debe conservar delante de Dios la actitud
del que aprende. Los cargos no dan santidad de carácter. Honrando a
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Dios y obedeciendo sus mandamientos es como un hombre llega a ser
realmente grande.
El Dios a quien servimos no hace acepción de personas. El que dio a
Salomón el espíritu de sabio discernimiento está dispuesto a impartir la
misma bendición a sus hijos hoy. Su palabra declara: “Si alguno de
vosotros tiene falta de sabiduría, demándela a Dios, el cual da a todos
abundantemente, y no zahiere; y le será dada”. Santiago 1:5 (Profetas y
reyes, p. 21).

Lunes 9 de abril: La humildad de Daniel

Nehemías se humilló ante Dios y le dio la gloria debida a su nom-


bre. Así también lo hizo Daniel en Babilonia. Estudiemos las oraciones
de estos hombres. Nos enseñan que debemos humillarnos, pero que
nunca hemos de borrar la línea de demarcación entre el pueblo ob-
servador de los mandamientos de Dios y los que no respetan su ley.
Todos necesitamos acercamos a Dios. Él se acercará a los que se
aproximen a él con humildad, llenos de un santo temor por su sagrada
majestad, y que están ante él separados del mundo (Comentarios de
Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día,
tomo 3, p. 1154).
Busca la justicia y ocúltate bajo el amplio escudo de la omnipo-
tencia. Es tu única seguridad. Dios te invita a buscarlo con humildad de
corazón. Lee la oración de Daniel y verifica si tu experiencia será
capaz de resistir la prueba de fuego. Dios bendecirá ricamente a los que
se humillan delante de él...
No debemos permitir que nos transmitan su frío mortal los que no
saben qué significa andar con Dios... No debemos permitimos entrar en
controversias. Debemos pronunciar palabras pacíficas y llenas de
gracia y de verdad. Debemos escudriñar diligentemente nuestros co-
razones para humillarnos delante de Dios (Cada día con Dios, p. 256).
Ningún apóstol o profeta pretendió haber vivido sin pecado. Hom-
bres que han vivido lo más cerca de Dios, hombres que sacrificaron sus
vidas antes de cometer a sabiendas un acto pecaminoso, hombres a
quienes Dios honró con luz divina y poder, confesaron su naturaleza
pecaminosa. No pusieron su confianza en la carne, no pretendieron
poseer una justicia propia, sino que confiaron completamente en la
justicia de Cristo.
Así debe ser con todos los que contemplan a Jesús. Cuanto más nos
acerquemos a él y cuanto más claramente discernamos la pureza de su
carácter, tanto más claramente veremos la extraordinaria gravedad del
pecado y tanto menos nos sentiremos tentados a exaltarnos a nosotros
mismos. Habrá un continuo esfuerzo del alma para acercarse a Dios;
una constante, ferviente y dolorosa confesión del pecado y una humi-
llación del corazón ante él. En cada paso de avance que demos en la
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experiencia cristiana, nuestro arrepentimiento será más profundo.
Conoceremos que la suficiencia solamente se encuentra en Cristo, y
haremos la confesión del apóstol: “Y yo sé que en mí (es, a saber, en mi
carne) no mora el bien”. “Más lejos esté de mí gloriarme, sino en la
cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo me es crucifi-
cado a mí, y yo al mundo”. Romanos 7:18: Gálatas 6:14...
Si permanecemos en Cristo, si el amor de Dios habita en el corazón,
nuestros sentimientos, pensamientos y acciones estarán de acuerdo con
la voluntad de Dios. El corazón santificado está en armonía con los
preceptos de su ley (Los hechos de los apóstoles, p. 448).

Martes 10 de abril: La estatua de oro

Se repetirá la historia. Será ensalzada la falsa religión El primer día


de la semana... será erigido como la imagen de Babilonia. Se ordenará
a todas las naciones y lenguas y pueblos que rindan culto al falso día de
reposo. El plan de Satanás es que no se tome en cuenta el día instituido
por Dios y que fue dado al mundo como un recordativo de la creación.
El decreto que ordena el culto de este día [el domingo] deberá ser
promulgado en todo el mundo. Ya ha sido promulgado en forma li-
mitada...
Pruebas y persecuciones sobrevendrán a todos los que obedezcan la
Palabra de Dios y se nieguen a rendir culto a este falso día de reposo. I
a fuerza es el último recurso de toda religión falsa. Al principio emplea
la atracción, así como el rey de Babilonia probó el poder de la música y
la ostentación extrema. Si esos atractivos, inventados por hombres
inspirados por Satanás, no hacían que los hombres adoraran la imagen,
las devoradoras llamas del homo estaban listas para consumirlos. Así
será ahora [pronto]. El papado ha ejercido su poder para obligar a los
hombres a que le obedezcan, y continuará haciéndolo. Necesitamos el
mismo espíritu que fue manifestado por los siervos de Dios en el con-
flicto con el paganismo (Comentarios de Elena G. de White en Co-
mentario bíblico adventista del séptimo día, tomo 7. p. 987).
El que anduvo con los notables hebreos en el homo dé fuego acom-
pañará a sus seguidores dondequiera que estén. Su presencia constante
los consolará y sostendrá. En medio del tiempo de angustia cual nunca
hubo desde que fue nación, sus escogidos permanecerán inconmovibles.
Satanás, con toda la hueste del mal, no puede destruir al más débil de los
santos de Dios. Los protegerán ángeles excelsos en fortaleza, y Jehová
se revelará en su favor como “Dios de dioses", que puede salvar hasta lo
sumo a los que ponen su confianza en él (Conflicto y valor, p. 252).
El alma probada por la tempestad nunca es más afectuosamente
amada por su Salvador que cuando está sufriendo el reproche por causa
de la verdad. Cuando por causa de la verdad tiene que presentarse ante
los tribunales [de los] injustos, Cristo está a su lado. Todos los repro-
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ches que caen sobre el creyente humano caen también sobre Cristo en
la persona de sus santos. “Yo le amaré, y me manifestaré a él". Juan
14:21. Cristo es condenado de nuevo en la persona de sus discípulos
que creen en él...
La persecución no puede hacer más que causar la muerte, pero la
vida es preservada para la gloria y la vida eterna. El poder perseguidor
puede asumir la autoridad, y ordenar al discípulo de Cristo que niegue
la fe para que preste oído a espíritus seductores y doctrinas de demo-
nios, invalidando la ley de Dios. Pero los discípulos [de Jesús] pueden
preguntar: “¿Por qué tengo que hacer esto? Yo amo a Jesús, y nunca
negaré su nombre”. Cuando el poder [del hombre] dice: “Yo te cali-
ficaré como un perturbador de la paz”, ellos pueden responder: “Así
calificaron a Jesús, quien era la verdad, y era gracia y paz” (Mensajes
selectos, tomo 3, pp. 480, 481).

Miércoles 11 de abril: La conversión de los gentiles

Durante siete años, Nabucodonosor fue el asombro de todos sus


súbditos; durante siete años fue humillado delante de todo el mundo.
Al cabo de ese tiempo, la razón le fue devuelta, y mirando con hu-
mildad hacia el Dios del cielo, reconoció en su castigo la intervención
de la mano divina. En una proclamación pública, confesó su culpa, y la
gran misericordia de Dios al devolverle la razón...
Estaba ahora cumplido el propósito de Dios, de que el mayor reino
del mundo manifestase sus alabanzas. La proclamación pública, en la
cual Nabucodonosor reconoció la misericordia, la bondad y la autori-
dad de Dios, fue el último acto de su vida que registra la historia sa-
grada (Conflicto y valor, p. 253).
¿Quién de nosotros está siguiendo fielmente al Modelo? ¿Quién de
nosotros ha emprendido y continuado la lucha contra el orgullo del
corazón? ¿Quién de nosotros, con toda seriedad, se ha puesto a luchar
contra el egoísmo hasta que éste abandone su morada en el corazón y
deje de manifestarse en la vida? Al contemplar la cruz de Cristo y ver
cumplirse las señales que nos acercan más al juicio, quiera Dios que las
lecciones que se nos han dado puedan quedar grabadas de tal manera
en nuestros corazones que nos hagan más humildes, más abnegados,
más bondadosos el uno para con el otro, menos preocupados por no-
sotros mismos, menos criticadores, y más dispuestos a llevar las cargas
los unos de los otros, que lo que estamos ahora.
Se me ha mostrado que, como pueblo, nos estamos apartando de la
sencillez de la fe y de la pureza del evangelio. Muchos corren grave pe-
ligro. A menos que cambien su comportamiento, serán separados de la
Vid verdadera, como ramas inservibles. Hermanos y hermanas, se me ha
mostrado que estamos al borde del mundo eterno. Es preciso que ahora
ganemos victorias a cada paso (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 17).

16 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA


Mediante un agente tan invisible como el viento. Cristo obra cons-
tantemente en el corazón. Poco a poco, tal vez inconscientemente para
quien las recibe, se hacen impresiones que tienden a atraer el alma a
Cristo...
Aunque el viento mismo es invisible, produce efectos que se ven y
sienten. Así también la obra del Espíritu en el alma se revelará en toda
acción de quien haya sentido su poder salvador. Cuando el Espíritu de
Dios se posesiona del corazón, transforma la vida. Los pensamientos
pecaminosos son puestos a un lado, las malas acciones son abandona-
das; el amor, la humildad y la paz reemplazan a la ira, la envidia y las
contenciones. La alegría reemplaza a la tristeza, y el rostro refleja la
luz del cielo. Nadie ve la mano que alza la carga, ni contempla la luz
que desciende de los atrios celestiales. La bendición viene cuando por
la fe el alma se entrega a Dios. Entonces ese poder que ningún ojo
humano puede ver, crea un nuevo ser a la imagen de Dios.
Es imposible para las mentes finitas comprender la obra de la re-
dención. Su misterio supera al conocimiento humano: sin embargo, el
que pasa de muerte a vida comprende que es una realidad divina
(Maranata, p. 72).

Jueves 12 de abril: La fidelidad de Daniel

¿Qué habría sucedido si Daniel y sus compañeros se hubieran so-


metido a las exigencias de los oficiales paganos y, bajo la presión del
momento, hubieran comido y bebido como los babilonios? Esa sola
transigencia con el mal habría debilitado su capacidad de percibir el
bien y de aborrecer el mal. La satisfacción del apetito habría signifi-
cado el debilitamiento del vigor físico y la pérdida de claridad inte-
lectual y poder espiritual. Un paso equivocado los podría haber con-
ducido a otros, hasta que se cortara la conexión con el cielo los arras-
trara la corriente de la tentación (Consejos sobre la salud. p. 65).
Siendo Daniel primer ministro del mayor de los reinos terrenales,
fue al mismo tiempo profeta de Dios y recibió la luz de la inspiración
celestial. Aunque era hombre de iguales pasiones que las nuestras, la
pluma inspirada le describe como sin defecto. Cuando las transaccio-
nes de sus negocios fueron sometidas al escrutinio más severo de sus
enemigos, se comprobó que eran intachables. Fue un ejemplo de lo que
todo hombre de negocios puede llegar a ser cuando su corazón haya
sido convertido y consagrado, y cuando sus motivos sean correctos a la
vista de Dios...
Inquebrantable en su fidelidad a Dios, inconmovible en su dominio
del yo, Daniel fue tenido, por su noble dignidad y su integridad in-
quebrantable, mientras era todavía joven, “en gracia y en buena vo-
luntad del oficial pagano encargado de su caso...
Se elevó aceleradamente al puesto de primer ministro del reino de
Babilonia. Durante el reinado de varios monarcas sucesivos, mientras
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caía la nación y se establecía otro imperio mundial, su sabiduría y sus
dotes de estadista fueron tales, y tan perfecto su tacto, su cortesía y la
genuina bondad de su corazón, así como su fidelidad a los buenos
principios, que aún sus enemigos se vieron obligados a confesar que
“no podían hallar alguna ocasión o falta, porque él era fiel” (Conflicto y
valor, p. 254).
En todos los tiempos los testigos señalados por Dios se han expuesto
al vituperio y la persecución por amor a la verdad. José fue calumniado y
perseguido porque mantuvo su virtud e integridad. David, el mensajero
escogido de Dios, fue perseguido por sus enemigos como una llera.
Daniel fue echado al foso de los leones porque se mantuvo fiel al cielo.
Job fue privado de sus posesiones terrenales y estuvo tan enfermo que le
aborrecieron sus parientes y amigos; pero aun así mantuvo su integridad.
Jeremías no pudo ser disuadido de decir las palabras que Dios le había
ordenado hablar; y su testimonio enfureció tanto al rey y a los príncipes
que le echaron en una inmunda mazmorra. Esteban fue apedreado por-
que predicó a Cristo y su crucifixión. Pablo fue encarcelado, azotado
con varas, apedreado y finalmente muerto porque fue un fiel mensajero
de Dios a los gentiles. Y Juan fue desterrado a la isla de Patmos “por la
palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo”.
Estos ejemplos de constancia humana atestiguan la fidelidad de las
promesas de Dios, su constante presencia y su gracia sostenedora.
Testificaron del poder de la fe para resistir a las potestades del mundo.
Es obra de la fe confiar en Dios en la hora más obscura, y sentir, a pesar
de ser duramente probados y azotados por la tempestad, que nuestro
Padre empuña el timón. Solo el ojo de la fe puede ver más allá de las
cosas presentes para estimar correctamente el valor de las riquezas
eternas (Los hechos de los apóstoles, pp. 459, 460).

Viernes 13 de abril: Para estudiar y meditar

Palabras de vida del gran Maestro, pp. 123, 124.

Cada día con Dios, p. 350.

18 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA


Lección 3

Jesús y el libro
de Apocalipsis
Sábado 14 de abril

La Palabra de Dios es nuestra consejera; porque nos trasporta de


una edad a otra, dando testimonio de la invariabilidad de la verdad No
se ha gastado ninguna de las antiguas defensas de la Palabra de Dios,
apropiada para épocas especiales. Ninguna parte de la Biblia ha en-
vejecido ni ha muerto. Debemos estudiar hoy la historia antigua del
pueblo de Dios, para que podamos beneficiarnos con las enseñanzas e
incidentes por ella registrados (Mi vida hoy, p. 25).
Nadie piense que al no poder explicar el significado de cada símbolo
del Apocalipsis, es inútil seguir escudriñando el libro en un esfuerzo de
conocer el significado de la verdad que contiene. El que reveló esos
misterios a Juan dará al investigador diligente de la verdad un goce
anticipado de las cosas celestiales. Los que tengan sus corazones abier-
tos para la recepción de la verdad, serán capacitados para entender sus
enseñanzas, y se les otorgará la bendición prometida a los que “oyen las
palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas”
En el Apocalipsis todos los libros de la Biblia se encuentran y ter-
minan. En él está el complemento del libro de Daniel. I no es una
profecía, el otro una revelación (Hechos de tos apóstoles, p. 467).
Los peligros de los últimos días están sobre nosotros, y en nuestro
trabajo hemos de amonestar a la gente acerca del peligro en que está.
No se dejen sin tratar las solemnes escenas que la profecía ha revelado.
Si nuestros hermanos estuvieran despiertos, aunque fuera a medias, si
se dieran cuenta de la cercanía de los sucesos descriptos en el Apoca-
lipsis, se realizaría una reforma en nuestras iglesias, y muchos más
creerían el mensaje... Dejad que hablen Daniel v el Apocalipsis, y
digan cuál es la verdad. Pero sea cual fuere el aspecto del tema que se
presente, ensalzad a Jesús como el centro de toda esperanza, "la raíz y
el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana” (Testi-
monios para los ministros, p. 118).
Cristo está en medio de los siete candeleros de oro, caminando de
iglesia en iglesia, de congregación en congregación, de corazón en
corazón. El que guarda a Israel no duerme ni descansa. Si el candelero
fuera dejado al cuidado de agentes humanos, cuán a menudo la luz
titilaría y se extinguiría. Pero Dios no ha puesto a la iglesia en manos

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de hombres. Cristo, el que dio su vida por el mundo para que todo
aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna, es el genuino
Guardián de la casa. Es el Vigilante fiel y verdadero de los atrios del
templo del Señor. Tenemos motivos para agradecer a Dios porque no
dependemos de la presencia de sacerdotes o ministros terrenales. So-
mos guardados por el poder de Dios. La presencia y la gracia de Cristo
es el secreto de toda vida y luz (Alza tus ojos, p. 205).

Domingo 15 de abril: La estructura de Apocalipsis

Dediquemos más tiempo al estudio de la Biblia. No entendemos la


Palabra como deberíamos. El libro del Apocalipsis se inicia con una
orden a entender la instrucción que contiene. “Bienaventurado el que
lee, y los que oyen las palabras de esta profecía —declara Dios—, y
guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”.
Cuando como pueblo comprendamos lo que significa este libro para
nosotros, se verá entre nosotros un gran reavivamiento. No entende-
mos plenamente las lecciones que enseña, a pesar del mandato que nos
fue dado de escudriñarlo y estudiarlo.
En lo pasado algunos maestros declararon que Daniel y Apocalipsis
son libros sellados, y el pueblo se ha apartado de ellos. La propia mano
de Dios ha descorrido el velo de estas porciones de su Palabra, cuyo
aparente misterio ha impedido que muchos lo levantaran. El mismo
nombre Apocalipsis contradice la declaración de que es un libro sella-
do. “Revelación” significa que algo de importancia es revelado. Las
verdades de este libro se dirigen a los que viven en estos últimos días.
Nos encontramos en el lugar santo de las cosas sagradas, con el velo
quitado. No hemos de estar afuera. Hemos de entrar, no en forma des-
cuidada, con pensamientos irreverentes, no con pasos impetuosos, sino
con reverencia y piadoso temor. Nos acercamos al tiempo en que las
profecías del libro del Apocalipsis han de cumplirse (Testimonios para
los ministros, p. 113).
Usted debiera orar a Dios por sí mismo, creyendo que él escucha
cada palabra que usted pronuncia. Abra su corazón para su inspección,
confiese sus pecados, pídale que lo perdone, rogando por los méritos
de la expiación y entonces, por fe, contemple el gran plan de redención,
y el Consolador traerá todas las cosas a su recuerdo.
Cuanto más estudie el carácter de Cristo, tanto más atractivo apa-
recerá ante usted. Llegará a estar cerca de usted, en estrecho compa-
ñerismo; sus afectos irán hacia él. Si la mente es moldeada por los
objetos con los cuales más se relaciona, entonces pensar en Jesús,
hablar de él lo capacitará para ser como él en espíritu y carácter. Re-
flejará su imagen en lo que es grande y puro y espiritual. Tendrá la
mente de Cristo y él lo enviará al mundo como su representante espi-
ritual (Reflejemos a Jesús, p. 57).

20 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA


El asunto más importante consiste en servir al Señor con corazón
indiviso, y tratar de ser, con el corazón y la mente, propiedad del Señor.
Todos los que acudan al Salvador en procura de consejo recibirán la
ayuda que necesitan, si vienen humildemente, y se aterran con firme/a
de esta promesa: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis: llamad, v se
os abrirá”. Mateo 7:7 (Cada día con Dios. p. 126).

Lunes 16 de abril: Imágenes de Jesús

El alma que se ha entregado a Cristo es más preciosa a sus ojos que


el mundo entero. El Salvador habría pasado por la agonía del Calvario
para que uno solo pudiera salvarse en su reino. Nunca abandona a un
alma por la cual murió. A menos que sus seguidores escojan abando-
narle, él los sostendrá siempre.
En todas nuestras pruebas, tenemos un Ayudador que nunca nos
falta. Él no nos deja solos para que luchemos con la tentación, bata-
llemos contra el mal, y seamos finalmente aplastados por las cargas v
tristezas. Aunque ahora esté oculto para los ojos mortales, el oído de la
fe puede oír su voz que dice: No lemas; yo estoy contigo. Yo soy "el
que vivo, y he sido muerto; y he aquí que vivo por siglos de siglos".
Apocalipsis 1:18. He soportado vuestras tristezas, experimentado
vuestras luchas, y hecho frente a vuestras tentaciones. Conozco vues-
tras lágrimas; yo también he llorado. Conozco los pesares demasiado
hondos para ser susurrados a ningún oído humano. No penséis que
estáis solitarios y desamparados. Aunque en la tierra vuestro dolor no
toque cuerda sensible alguna en ningún corazón, miradme a mí, y
vivid. “Porque los montes se moverán, y los collados temblarán: mas
no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz vacilará, dijo
Jehová, el que tiene misericordia de ti. Isaías 54:10 (EI Deseado de
todas las gentes, p. 446).
Pronto aparece en el este una pequeña nube negra, de un tamaño
como la mitad de la palma de la mano. Es la nube que envuelve al Sal-
vador y que a la distancia parece rodeada de oscuridad. El pueblo de
Dios sabe que es la señal del Hijo del hombre. En silencio solemne la
contemplan mientras va acercándose a la tierra, volviéndose más lu-
minosa y más gloriosa hasta convertirse en una gran nube blanca, cuya
base es como fuego consumidor, y sobre ella el arco iris del pacto. Jesús
marcha al frente como un gran conquistador. Ya no es “varón de dolo-
res”, que haya de beber el amargo cáliz de la ignominia y de la maldi-
ción; victorioso en el cielo y en la tierra, viene a juzgar a vivos y
muertos. “Fiel y veraz”, “en justicia juzga y hace guerra”. “Y los ejérci-
tos que están en el cielo le seguían”. Apocalipsis 16:11. 14. Con cantos
celestiales los santos ángeles, en inmensa e Innumerable muchedumbre,
le acompañan en el descenso. El firmamento parece lleno de formas
radiantes, “millones de millones, y millares de millares" Ninguna pluma
humana puede describir la escena, ni mente mortal alguna es capaz de
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concebir su esplendor... Ninguna corona de espinas hiere ya sus sagra-
das sienes, ceñidas ahora por gloriosa diadema. Su rostro brilla más que
la luz deslumbradora del sol de mediodía. “Y en su vestidura y en su
muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.
Apocalipsis 19:16 (El conflicto de los siglos, p. 624).

Martes 17 de abril: El tema del Santuario en Apocalipsis

Los sacrificios y las ofrendas del ritual mosaico señalaban siempre


hacia adelante, hacia un servicio mejor, el celestial. El Santuario te-
rrenal “era figura de aquel tiempo presente, en el cual se ofrecían
presentes y sacrificios”; y sus dos lugares santos eran “figuras de las
cosas celestiales”; pues Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, es hoy
“Ministro del Santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que el Señor
asentó, y no hombre”. Hebreos 9:9, 23; 8:2 (Exaltad a Jesús, p. 20).
A través de esta puerta abierta que da al templo de Dios, vemos la
ley real, depositada en el arca del testamento. A través de esta puerta
abierta la luz brilla desde esa ley, santa, justa y buena, presentando al
hombre la verdadera norma de justicia, para que no cometa error en la
formación de un carácter que cumplirá los requerimientos de Dios. Esa
ley condena el pecado, y debemos desecharlo. El orgullo y el egoísmo
no pueden encontrar lugar en el carácter sin expulsar a Aquel que fue
manso y humilde de corazón.
La ley de Dios es la norma mediante la cual se probará el carácter; si
establecemos una norma que nos convenga e intentamos seguir un
criterio de nuestra propia construcción, finalmente fracasaremos por
completo en nuestro esfuerzo por alcanzar el cielo...
Fue el amor de Dios al hombre lo que lo indujo a expresar su vo-
luntad en los diez preceptos del Decálogo... Dios le ha dado al hombre
en su ley una regla completa para la vida. Si obedece, vivirá por ello,
mediante los méritos de Cristo. Si la transgrede, tiene poder para
condenar. La ley envía a los hombres a Cristo, y Cristo les señala la ley
(Nuestra elevada vocación, p. 140).
Al acercarse a la cruz del Calvario, se ve allí un amor sin paralelo.
Cuando por fe os aferráis al significado del sacrificio, os veis como
pecadores condenados por la ley quebrantada. Esto es arrepentimiento.
Cuando venís con corazón humilde, encontráis perdón, pues Cristo
Jesús está representado como estando continuamente ante el altar,
donde ofrece momento tras momento el sacrificio por los pecados del
mundo. Es ministro del verdadero tabernáculo que el Señor levantó y
no hombre. Las sombras simbólicas del tabernáculo judío no poseen
más virtud alguna. No debe realizarse más una expiación simbólica,
diaria y anual. Pero el sacrificio expiatorio efectuado por un mediador
es esencial debido a que se cometen pecados continuamente. Jesús está
oficiando en la presencia de Dios, ofreciendo mi sangre derramada

22 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA


como si hubiera sido la de un cordero sacrificado. Jesús presenta la
oblación ofrecida por cada ofensa y cada falta del pecador (Mensajes
selectos, tomo 1, p. 403).

Miércoles 18 de abril: Cristo en Apocalipsis: Primera parte

Al descender [Cristo] de su trono, peldaño tras peldaño, su divini-


dad fue velada por la humanidad. Pero en sus milagros, sus doctrinas,
sus sufrimientos, su traición, en la burla que soportó, en su juicio, su
muerte por crucifixión, su tumba entre los ricos, su resurrección, sus
cuarenta días sobre la tierra, su ascensión, su triunfo, su sacerdocio,
están contenidos los inagotables tesoros de la sabiduría, registrados
para nosotros por la inspiración en la Palabra de Dios. Las aguas de
vida todavía fluyen en corrientes abundantes de salvación. Los miste-
rios de la redención, la mezcla de lo divino con lo humano en Cristo, su
encamación, sacrificio y mediación, serán suficientes para proveer
para siempre a las mentes, los corazones, las lenguas y las plumas con
temas para el pensamiento y la expresión. El tiempo no será suficiente
para agotar las maravillas de la salvación, porque Cristo será la ciencia
y el canto de los redimidos durante las edades eternas. Para siempre
continuarán produciéndose nuevas evidencias de la perfección y la glo-
ria de Dios en la faz de Jesucristo. Y ahora corresponde manifestar una
confianza perfecta en su mérito y su gracia; hay que desconfiar de uno
mismo y tener una fe viviente en él (Exaltad a Jesús, p. 34).
El Señor nos vio en una condición desesperada y envió a nuestro
mundo al único mensajero a quien le podía confiar su gran tesoro de
perdón y gracia. Cristo, el Hijo unigénito de Dios, fue el mensajero
delegado. Se le encomendó la realización de una obra que ni siquiera
los ángeles del cielo habrían podido cumplir. Únicamente a él se le
podía encomendar la tarea requerida para la redención de un mundo
completamente endurecido y desfigurado por la maldición. Y en esta
dádiva el Padre le entregó todo el cielo al mundo (Exaltad a Jesús, p.
202).
Cristo está listo para recibir a todos los que llegan a él con since-
ridad... Él es nuestra única esperanza. Él es nuestro alfa y omega. Es
nuestro sol y nuestro escudo, nuestra sabiduría, nuestra santificación,
nuestra justicia. Solamente por su poder nuestros corazones pueden ser
mantenidos todos los días en el amor de Dios (Desde el corazón. p.
120).
Cuando Cristo vuelva a la tierra, los hombres no le verán como
preso rodeado por una turba. Le verán como Rey del cielo. C fisto
volverá en su gloria, en la gloria de su Padre y en la gloria de los santos
ángeles. Miríadas y miríadas, y miles de miles de ángeles, hermosos y
triunfantes hijos de Dios que poseen una belleza y gloria superiores a

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todo lo que conocemos, le escoltarán en su regreso. Entonces se sentará
sobre el trono de su gloria y delante de él se congregarán todas las
naciones. Entonces todo ojo le verá y también los que le traspasaron.
En lugar de una corona de espinas, llevará una corona de gloria, una
corona dentro de otra corona. En lugar de aquel viejo manto de grana,
llevará un vestido del blanco más puro, “tanto que ningún lavador en la
tierra los puede hacer tan blancos”. Marcos 9:3. Y en su vestidura y en
su muslo estará escrito un nombre: “Rey de reyes y Señor de señores”.
Apocalipsis 19:16 (El Deseado de todas las gentes, p. 688).

Jueves 19 de abril: Cristo en Apocalipsis: Segunda parte

Juan, exilado en la isla de Patmos... oye que una voz dice: “Yo soy
el Alfa y la Omega”. Vers. 11. Cae como muerto de asombro al es-
cucharla. Es incapaz de soportar la visión de la gloria divina. Pero una
mano levanta a Juan y oye una voz que le recuerda la de su Maestro. Se
fortalece y puede hablar con el Señor Jesús.
Así será con el pueblo remanente de Dios que está esparcido: algu-
nos en la espesura de la montaña, otros exilados, otros perseguidos.
Cuando se oiga la voz de Dios y se manifieste el resplandor de su
gloria, cuando termine la prueba y desaparezca la escoria, se percatarán
de que están ante la presencia del que los redimió con su propia sangre.
Lo que Cristo fue para Juan en el exilio lo será para su pueblo que
sentirá la mano de la opresión a causa de su fe y testimonio por Cristo...
no hay lugar donde [sus ojos] no puedan penetrar, no hay aflicciones o
sufrimientos de su pueblo que escapen a la simpatía de Cristo (A fin de
conocerle, p. 362).
[N]o debemos nunca olvidar que el amor —el amor de Cristo— es
el único poder que puede enternecer el corazón e inducirlo a la obe-
diencia.
Todas las grandes verdades de las Escrituras se centralizan en Cristo;
debidamente comprendidas todas conducen a él. Preséntese a Cristo
como el alfa y la omega, el principio y el fin del gran plan de redención.
Presentad a la gente temas tales que fortalezcan su confianza en Dios y
en su Palabra y la induzcan a investigar sus enseñanzas por sí misma. Y
a medida que los hombres avancen paso a paso en el estudio de la Biblia,
estarán mejor preparados para apreciar la hermosura y la armonía de
estas preciosas verdades (El evangelismo, p. 354).
El Señor Jesús dice: “Porque separados de mí nada podéis hacer”.
Nuestro crecimiento en la gracia, nuestro gozo, nuestra utilidad, todo
depende de nuestra unión con Cristo. Solo estando en comunión con él
diariamente y permaneciendo en él cada hora es como hemos de crecer
en la gracia. Él no es solamente el autor de nuestra fe sino también su
consumador. Ocupa el primer lugar, el último y todo otro lugar. Estará
con nosotros, no solo al principio y al fin de nuestra carrera, sino en
24 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA
cada paso del camino...
Conságrate a Dios todas las mañanas: haz de esto tu primer trabajo.
Sea tu oración: “Tómame ¡oh Señor! como enteramente tuvo. Pongo
todos mis planes a tus pies. Úsame hoy en tu servicio. Mora conmigo, y
sea toda mi obra hecha en ti”. Este es un asunto diario. Cada mañana,
conságrate a Dios por ese día. Somete todos tus plañes a él, para po-
nerlos en práctica o abandonarlos, según te lo indicare su providencia
Podrás así poner cada día tu vida en las manos de Dios, y ella será cada
vez más semejante a la de Cristo.
La vida en Cristo es una vida de reposo. Tal vez no haya éxtasis de
los sentimientos, pero debe haber una confianza continua y apacible.
Tu esperanza no se cifra en ti mismo, sino en Cristo. Tu debilidad está
unida a su fuerza, tu ignorancia a su sabiduría, tu fragilidad a su eterno
poder. Así que no has de mirar a ti mismo ni depender de ti, sino mirar
a Cristo. Piensa en su amor, en la belleza y perfección de su carácter
(El camino a Cristo, pp. 69, 70).

Viernes 20 de abril: Para estudiar y meditar

A fin de conocerle, p. 169.

El camino a Cristo, pp. 70-72.

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Lección 4

La salvación y
el tiempo del fin
Sábado 21 de abril

Satanás está determinado a que los hombres no vean el amor de


Dios que lo indujo a dar a su Unigénito para salvar a la raza perdida,
pues es la bondad de Dios la que guía a los hombres al arrepentimiento.
¿Cómo tendremos éxito en presentar delante del mundo el profundo y
precioso amor de Dios? En ninguna otra forma podremos abarcarlo, a
menos que exclamemos: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que
seamos llamados hijos de Dios”. 1 Juan 3:1. Digamos a los pecadores:
“He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan
1:29. Presentando a Jesús como el representante del Padre, podremos
despejar la sombra que Satanás ha proyectado sobre nuestro sendero a
fin de que no veamos la misericordia y el inexpresable amor de Dios
como se manifiestan en Jesucristo. Mirad a la luz del Calvario. Es una
promesa permanente del ilimitado amor, de la infinita misericordia del
Padre celestial (Mensajes selectos, tomo 1, p. 183).
No pienses que quizá Dios perdonará tus transgresiones y permitirá
que vayas a su presencia. Dios ha dado el primer paso. Aunque te
habías rebelado contra él, salió a buscarte. Con el tierno corazón del
pastor, dejó las noventa y nueve y salió al desierto a buscar la que se
había perdido. Torna en sus brazos de amor al alma lastimada, herida y
a punto de morir, y gozosamente la lleva al aprisco de la seguridad.
Los judíos enseñaban que antes de que se extendiera el amor de Dios
al pecador, éste debía arrepentirse. A su modo de ver, el arrepentimiento
es una obra por la cual los hombres ganan el favor del cielo. Y éste fue el
pensamiento que indujo a los fariseos a exclamar con asombro e ira:
“Este a los pecadores recibe”. De acuerdo con sus ideas, no debía per-
mitir que se le acercaran sino los que se habían arrepentido. Pero en la
parábola de la oveja perdida, Cristo enseña que la salvación no se debe a
nuestra búsqueda de Dios, sino a su búsqueda de nosotros. “No hay
quien entienda, no hay quien busque a Dios; todos se apartaron”. Ro-
manos 3:11, 12. No nos arrepentimos para que Dios nos ame, sino que él
nos revela su amor para que nos arrepintamos (Palabras de vida del
gran Maestro, p. 147).
El amor es el principio fundamental del gobierno de Dios en los
26 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA
cielos y en la tierra, y debe ser el fundamento del carácter del cristia-
no... Y el amor se revelará en el sacrificio...
El don de Dios en favor del hombre excede a todo cálculo. Nada se
escatimó. Dios no podía permitir que se dijera que podía haber hecho
algo más, que podía revelar a la humanidad un amor mayor. En el don
de Cristo, dio todo el cielo (La maravillosa gracia Je Dios. p. 176).

Domingo 22 de abril: El amor del Padre

En su humanidad, [Cristo] era la personificación del carácter di-


vino. Dios hizo carne sus atributos en su Hijo: su poder, su sabiduría,
su bondad, su pureza, su fidelidad, su espiritualidad, su benevolencia.
En él, aunque humano, moraba toda la perfección del carácter, toda la
excelencia divina. Y al pedido de su discípulo, “muéstranos al Padre, y
nos basta’', pudo contestar: “¿Tanto tiempo hace que estoy con voso-
tros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al
Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos al Padre?” “Yo y el Padre
uno somos”. Juan 14:8, 9; 10:30 (A fin Je conocerle, p. 111) .
¡Qué amor, qué amor incomparable, que nosotros, pecadores y ex-
tranjeros, podamos ser llevados de nuevo a Dios v adoptados en su
familia! Podemos dirigimos a él con el nombre cariñoso de “Padre
nuestro”, que es una señal de nuestro afecto por él, y una prenda de su
tierna consideración y relación con nosotros...
Todo el amor paterno que se haya transmitido de generación a ge-
neración por medio de los corazones humanos, todos los manantiales
de ternura que se hayan abierto en las almas de los hombres, son tan
solo como una gota del ilimitado océano, cuando se comparan con el
amor infinito e inagotable de Dios. La lengua no lo puede expresar, la
pluma no lo puede describir. Podéis meditar en él cada día de vuestra
vida; podéis escudriñar las Escrituras diligentemente a fin de com-
prenderlo; podéis dedicar toda facultad y capacidad que Dios os ha
dado al esfuerzo de comprender el amor y la compasión del Padre
celestial: y aún queda su infinidad. Podéis estudiar este amor durante
siglos, sin comprender nunca plenamente la longitud y la anchura, la
profundidad y la altura del amor de Dios al dar a su Hijo para que
muriese por el mundo. La eternidad misma no lo revelara nunca ple-
namente (Testimonios para la iglesia, tomo 5, p. 691).
Satanás presentaba a Dios como un ser egoísta y opresor, que lo pe-
día todo y no daba nada, que exigía el servicio de sus criaturas para su
propia gloria, sin hacer ningún sacrificio para su bien. Pero el don de
Cristo revela el corazón del Padre. Testifica que los pensamientos de
Dios hacia nosotros son “pensamientos de paz, y no de mal” (Jeremías
29:11). Declara que aunque el odio que Dios siente por el pecado es tan
fuerte como la muerte, su amor hacia el pecador es más fuerte que la
www.escuela.sabatica.com 27
muerte. Habiendo emprendido nuestra redención, no escatimará nada,
por mucho que le cueste, de lo que sea necesario para la terminación de
su obra. No se retiene ninguna verdad esencial para nuestra salvación no
se omite ningún milagro de misericordia, no se deja sin empleo ningún
agente divino. Se acumula un favor sobre otro, una dádiva sobre otra.
Todo el tesoro del cielo está abierto a aquellos a quienes él trata de
salvar. Habiendo reunido las riquezas del universo, y abierto los recur-
sos de la potencia infinita, lo entrega todo en las manos de Cristo y dice:
Todas estas cosas son para el hombre. Úsalas para convencerlo de que
no hay mayor amor que el mío en la tierra o en el cielo. Amándome
hallará su mayor felicidad (El Deseado de todas las gentes, p. 39).

Lunes 23 de abril: El amor de Cristo

Aunque la Palabra de Dios habla de la humanidad de Cristo cuando


estuvo en esta tierra, también habla definidamente acerca de su pre-
existencia. El Verbo existía como un ser divino, como el Hijo eterno de
Dios en unión y en unidad con el Padre. Desde la eternidad era el Me-
diador del pacto, aquel en quien serían bendecidas todas las naciones de
la tierra, tanto judíos como gentiles, si lo aceptaban. “El Verbo, era con
Dios, y el Verbo era Dios”. Juan 1:1. Antes de que los ángeles fuesen
creados, el Verbo estaba con Dios, era Dios (El evangelismo, p. 446).
¡Pensad en lo que la obediencia de Cristo significa para nosotros!
Significa que con la fortaleza de él nosotros también podemos obe-
decer. Cristo fue un ser humano. Sirvió a su Padre celestial con toda la
fortaleza de su naturaleza humana. Tiene una naturaleza doble: es, al
mismo tiempo, humana y divina. Es tanto Dios como hombre.
Cristo vino a este mundo para mostramos lo que Dios puede hacer y
lo que nosotros podemos hacer en cooperación con Dios. Fue al de-
sierto en la carne humana para ser tentado por el enemigo. Sabe lo que
es tener hambre y sed. Conoce las debilidades y flaquezas de la carne.
Fue tentado en todo como nosotros somos tentados.
Nuestro rescate ha sido pagado por nuestro Salvador. Nadie necesita
estar esclavizado por Satanás. Cristo está ante nosotros como nuestro
ejemplo divino, nuestro ayudador todopoderoso. Hemos sido compra-
dos por un precio que es imposible de calcular. ¿Quién puede medir la
bondad y misericordia del amor redentor? (Comentarios de Elena G. de
White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 6, p. 1074).
Al contemplar a Cristo, nos detenemos en la orilla de un amor in-
conmensurable. Nos esforzamos por hablar de este amor, pero nos faltan
las palabras. Consideramos su vida en la tierra, su sacrificio por noso-
tros, su obra en el cielo como abogado nuestro, y las mansiones que está
preparando para aquellos que le aman; y solo podemos exclamar: ¡Oh!
¡Qué altura y profundidad las del amor de Cristo! “En esto consiste el
amor: no que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a
28 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA
nosotros, y na enviado a su Hijo en propiciación por nuestros pecados”.
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de
Dios” 1 Juan 4:10; 3:1 (Los hechos de los apóstoles, p. 263)
El amor de Cristo por sus hijos es tan vigoroso como tierno. Es un
amor más fuerte que la muerte, pues él murió por nosotros. Es un amor
más verdadero que el de una madre por su hijo. El amor de la madre
puede cambiar, pero el amor de Cristo es inmutable...
En cada prueba tenemos consolación eficaz. ¿No se conmueve
nuestro Salvador al comprender nuestras debilidades? ¿No ha sido
tentado en todo como nosotros? ¿Y no nos ha invitado a llevarle cada
prueba y perplejidad? Entonces no nos aflijamos por las cargas del
mañana. Valerosamente y alegremente llevemos las cargas de hoy.
Hemos de tener la confianza y la fe para hoy. Pero no se nos pide que
vivamos más que un día a la vez. El que da fuerza para hoy dará fuerzas
para mañana (In Heavenly Places, p. 269; parcialmente en En los
lugares celestiales, p. 271).

Martes 24 de abril: El amor del Espíritu

El Consolador que Cristo prometió enviar después de ascender al


cielo, es el Espíritu en toda la plenitud de la Divinidad, poniendo de
manifiesto el poder de la gracia divina a todos los que reciben a Cristo
y creen en él como un Salvador personal. Hay tres personas vivientes
en el trío celestial; en el nombre de estos tres grandes poderes —el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo— son bautizados los que reciben a
Cristo mediante la fe, y esos poderes colaborarán con los súbditos
obedientes del cielo en sus esfuerzos por vivir la nueva vida en Cristo
(El evangelismo, p. 446).
Nunca se deben estudiar las Sagradas Escrituras sin oración. Antes
de abrir sus páginas debemos pedir la iluminación del Espíritu Santo, y
ésta nos será dada...
El Espíritu Santo exalta y glorifica al Salvador. Está encargado de
presentar a Cristo, la pureza de su justicia y la gran salvación que
obtenemos por él. El Señor Jesús dijo: El Espíritu "tomara de lo mío, y
os lo anunciará”. Juan 16:14. El Espíritu de verdad es el único maestro
eficaz de la verdad divina. ¡Cuánto no estimará Dios a la raza humana,
siendo que dio a su Hijo para que muriese por ella, y manda su Espíritu
para que sea de continuo el maestro y guía del hombre! (El camino a
Cristo, p. 91).
[El Espíritu Santo] viene al mundo como el representante de Cristo.
No es solamente un Testigo fiel y verdadero de la Palabra de Dios, sino
que es el escudriñador de los pensamientos y los propósitos del cora-
zón. Es la fuente a la cual debemos acudir para la eficaz restauración de
la imagen moral de Dios en el hombre. En las escuelas de los profetas,
www.escuela.sabatica.com 29
buscaban con ansias el Espíritu Santo; su influencia transformadora
armonizaba los pensamientos con la voluntad de Dios, y establecía una
conexión viva entre la tierra y el cielo (Fundamentals of Christian
Education, p. 526).
Sobre los discípulos que esperaban y oraban vino el Espíritu con
una plenitud que alcanzó a todo corazón. El Ser Infinito se reveló con
poder a su iglesia. Era como si durante siglos esta influencia hubiera
estado restringida, y ahora el Cielo se regocijara en poder derramar
sobre la iglesia las riquezas de la gracia del Espíritu. Y bajo la in-
fluencia del Espíritu, las palabras de arrepentimiento y confesión se
mezclaban con cantos de alabanza por el perdón de los pecados. Se
oían palabras de agradecimiento y de profecía. Todo el Cielo se inclinó
para contemplar y adorar la sabiduría del incomparable e incompren-
sible amor. Extasiados de asombro, los apóstoles exclamaron: “En esto
consiste el amor”. Se asieron del don impartido. ¿Y qué siguió? La
espada del Espíritu, recién afilada con el poder y bañada en los rayos
del cielo, se abrió paso a través de la incredulidad. Miles se convir-
tieron en un día.
“Es necesario que yo vaya —había dicho Cristo a sus discípulos—;
porque si yo no fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si yo
fuere, os le enviaré”. “Pero cuando viniere aquel Espíritu de verdad, él
os guiará a toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que habla-
rá todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que han de venir". Juan
16:7, 13 (Los hechos de los apóstoles, p. 31).

Miércoles 25 de abril: La seguridad de la salvación

Quienquiera que tome la posición de que no significa nada si guar-


damos o no los mandamientos de Dios, no conoce a Cristo. Jesús dice:
“He guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su
amor” (Juan 15:10), y los que siguen a Jesús, harán como él ha hecho...
Satanás tratará de atraeros para que entréis en las sendas del pecado,
prometiendo que algún bien maravilloso resultará de la transgresión de
la ley de Dios; pero es un engañador. Tan solo busca vuestra ruina...
Cristo vino para quebrantar el dominio del maligno... y para dar liber-
tad a los cautivos. El hombre se ha debilitado tanto con la transgresión,
que no posee suficiente poder moral para apartarse del servicio de
Satanás (A fin de conocerle, p. 126).
Con fe, la mujer de Fenicia se lanzó contra las barreras que habían sido
acumuladas entre judíos y gentiles. A pesar del desaliento, sin prestar
atención a las apariencias que podrían haberla inducido a dudar, confió en
el amor del Salvador. Así es como Cristo desea que confiemos en él. Las
bendiciones de la salvación son para cada alma. Nada, a no ser su propia
elección, puede impedir a algún hombre que llegue a tener parte en la
promesa hecha en Cristo por el evangelio (Conflicto y valor, p. 297).
30 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA
En los atrios celestiales. Cristo intercede por su iglesia, intercede por
aquellos para quienes pagó el precio de la redención con su sangre. Los
siglos de los siglos no podrán menoscabar la eficiencia de su sacrificio
expiatorio. Ni la vida ni la muerte, ni lo alto ni lo bajo, pueden separamos
del amor de Dios que es en Cristo Jesús; no porque nosotros nos asimos
de él tan firmemente, sino porque él nos sostiene con seguridad. Si nuestra
salvación dependiera de nuestros propios esfuerzos, no podríamos ser
salvos; pero ella depende de Uno que garantiza todas las promesas.
Jesús, precioso Jesús, “misericordioso y piadoso; lardo para la ira, y
grande en misericordia y verdad: que guarda misericordia a millares,
que perdona la iniquidad, la rebelión v el pecado, y que de ningún
modo tendrá por inocente al malvado” Éxodo 34:6. 7. ¡Oh, cuán pri-
vilegiados somos porque podemos venir a Jesús tal como somos y
podemos descansar en su amor! No tenemos esperanza fuera de Jesús.
Solo él puede tomamos con su mano y sacarnos de las profundidades
del desánimo v la impotencia para colocar nuestros pies sobre la Roca.
Aunque el alma humana puede aferrarse a Jesús comprendiendo de-
sesperadamente su gran necesidad, Jesús se aferrará de las almas
compradas con su propia sangre con mayor firmeza aunque la del
pecador que se aterra de él (A fin de conocerle, pp. 80, 81).
Jueves 26 de abril: El evangelio eterno
La invitación del evangelio ha de ser dada a todo el mundo, “a toda
nación y tribu y lengua y pueblo”. Apocalipsis 14:6. El último mensaje
de amonestación y misericordia ha de iluminar el mundo entero con su
gloria. Ha de llegar a toda clase de personas, ricas y pobres, encum-
bradas y humildes. “Ve por los caminos y por los vallados dice Cristo,
y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa”.
El mundo está pereciendo por falta del evangelio. Hay hambre de la
Palabra de Dios. Hay pocos que predican esa Palabra sin mezclarla con
la tradición humana. Aunque los hombres tienen la Biblia en mis
manos, no reciben las bendiciones que Dios ha colocado en ella para
los que la estudian. El Señor invita a sus siervos a llevar su mensaje a la
gente. La Palabra de vida eterna debe ser dada a aquellos que están
pereciendo en sus pecados...
En gran medida esto debe realizarse mediante un trabajo personal.
Este fue el método de Cristo. Su obra se realizaba mayormente por
medio de entrevistas personales. Dispensaba una fiel consideración al
auditorio de una sola alma. Por medio de esa sola alma a menudo el
mensaje se extendía a millares.
No hemos de esperar que las almas vengan a nosotros; debemos
buscarlas donde estén. Cuando la palabra ha sido predicada en el pul-
pito, la obra solo ha comenzado. Hay multitudes que nunca recibirán el
evangelio a menos que éste les sea llevado (Palabras de vida del gran
Maestro, pp. 180, 181).
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Dios quiere que todos los hombres se salven, porque se ha hecho
una amplia provisión para pagar el rescate del hombre, mediante su
Hijo unigénito. Aquellos que perezcan, perecerán porque rehusarán ser
adoptados como hijos de Dios a través de Jesucristo. El orgullo del
hombre le impide que acepte la provisión para la salvación. Pero el
mérito humano no bastará para admitir un hombre a la presencia de
Dios. Lo que hace aceptable a un hombre delante de Dios, es la gracia
impartida de Cristo, a través de la fe en su nombre. No se puede colocar
ninguna confianza en las obras, ni en los felices vuelos de los senti-
mientos, como evidencia de que los hombres han sido elegidos por
Dios, porque los elegidos lo son a través de Cristo.
Jesús dice: “Y al que a mí viene, no le echo fuera”. Juan 6:37.
Cuando el pecador arrepentido acude a Cristo, consciente de su culpa y
de su indignidad, comprendiendo que merece el castigo, pero confiando
en la misericordia y el amor de Cristo, él no lo echará afuera. Se le con-
cede el amor perdonador de Dios, y de su corazón surge gozosa gratitud
por la infinita comprensión y el amor de su Salvador. Esa provisión fue
hecha para él en los concilios celestiales, antes de la fundación del
mundo, y la comprensión de ello, y de que Cristo tuvo que cargar con la
penalidad que merecía la transgresión del hombre, e imputarle a él su
justicia, lo abruma de asombro (Nuestra elevada vocación, p. 80).

Viernes 27 de abril: Para estudiar y meditar

Reflejemos a Jesús, p. 332.

32 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA


Lección 5

Cristo en el
Santuario celestial
Sábado 28 de abril

La gloria de la humanidad de Cristo no se dejó ver cuando estuvo en


la tierra. Fue considerado un varón de dolores y experimentado en
quebrantos. Por así decirlo, escondimos de él el rostro. Pero él seguía
el sendero del plan que Dios había trazado. La misma humanidad
aparece ahora mientras desciende del cielo revestido de gloria, triun-
fante y sublime. Su pueblo creyente ha asegurado su llamado y su
elección. Se levantan en la primera resurrección, y el canto es entonado
por incontables voces: “He aquí el tabernáculo de Dios con los hom-
bres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo
estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos
de ellos, y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor:
porque primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:3, 4) (In Heavenly
Places, p. 358; parcialmente en los lugares celestiales, p. 360).
No obtenemos fuerza espiritual si solo pensamos en nuestras debi-
lidades y apostasías y lamentamos el poder de Satanás. Esta gran
verdad debe ser establecida como principio vivo en nuestra mente v
corazón: la eficacia de la ofrenda hecha en favor nuestro: que Dios
puede salvar hasta lo sumo a cuantos acuden a él cumpliendo las con-
diciones especificadas su Palabra. Nuestra obra consiste en poner
nuestra voluntad de parte de la voluntad de Dios. Luego, por la sangre
de la expiación, llegamos a ser partícipes de la naturaleza divina; por
Cristo somos hijos de Dios, y tenemos la seguridad de que Dios nos
ama así como amó a su Hijo. Somos uno con Jesús. Vamos adonde
Cristo nos conduce; él tiene poder para disipar las densas sombras que
Satanás arroja sobre nuestra senda: y en lugar de tinieblas y el des-
aliento, brilla el sol de su gloria en nuestro corazón.
Nuestra esperanza ha de quedar constantemente fortalecida por el
conocimiento de que Cristo es nuestra justicia. Descanse nuestra fe
sobre este fundamento, porque permanecerá para siempre. En vez de
espaciarnos en las tinieblas de Satanás, v temer su poder, deben abrir
nuestro corazón para recibir luz de Cristo, v dejarla resplandecer para
el mundo, declarando que Cristo está por encima del poder de Satanás;
que su brazo sostenedor apoyará a todos los que confían en él (Testi-
monios para la iglesia, tomo 5. pp. 692. 693).
No ganamos el cielo por nuestros méritos, sino por los méritos de

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Cristo... No se centralice vuestra esperanza en vosotros mismos, sino
en Aquel que ha entrado dentro del velo...
En Cristo se centraliza nuestra esperanza de vida eterna... Nuestra
esperanza es un ancla para el alma, segura y firme, cuando entra dentro
del velo, pues el alma zamarreada por la tempestad se convierte en
participante de la naturaleza divina (A fin de conocerle, p. 80).

Domingo 29 de abril: Sacrifìcio supremo

La revelación del amor de Dios al hombre tiene su centro en la cruz.


No hay lengua capaz de expresar todo su significado, ni pluma que
pueda describirla, ni inteligencia humana apta para comprenderla. Al
contemplar la cruz del Calvario, solo podemos decir: “Porque de tal
manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que
todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Juan
3:16...
Es por medio del don de Cristo como recibimos toda bendición.
Mediante este don se derrama sobre nosotros día tras día, sin inte-
rrupción, el raudal de la bondad de Jehová. Todas las llores, con sus
delicados tintes y fragancia, nos son dadas para nuestro deleite por
medio de este único don. El sol y la luna fueron hechos por él. No hay
una sola estrella que embellezca el cielo que él no hiciera. Cada gota de
lluvia que cae, cada rayo de luz derramado sobre nuestro ingrato
mundo atestiguan el amor de Dios en Cristo. Todo lo recibimos por
medio del único don inefable, el unigénito Hijo de Dios. Fue clavado
en la cruz para que todas estas larguezas fluyeran sobre toda la crea-
ción de Dios (El ministerio de curación, p. 331).
Cuando Adán y Eva fueron creados recibieron el conocimiento de
la ley de Dios; conocieron los derechos que la ley tenía sobre ellos; sus
preceptos estaban escritos en sus corazones. Cuando el hombre cayó a
causa de su transgresión, la ley no fue cambiada, sino que se estableció
un sistema de redención para hacerle volver a la obediencia. Se le dio
la promesa de un Salvador, y se establecieron sacrificios que dirigían
sus pensamientos hacia el futuro, hacia la muerte de Cristo como su-
premo sacrificio. Si nunca se hubiera violado la ley de Dios, no habría
habido muerte ni se habría necesitado un Salvador, ni tampoco sacri-
ficios (Patriarcas y profetas, p. 378).
Somos testigos de Cristo y no debemos permitir que los intereses
mundanos absorban nuestro tiempo y atención a tal punto que no tome-
mos en cuenta las cosas que Dios ha dicho que deben ocupar el primer
lugar. Hay en juego intereses superiores. “Mas buscad primeramente el
reino de Dios y su justicia”. Mateo 6:33. Cristo se dio por entero a la
obra que había venido a realizar, y él nos ha dicho: “Si alguno quiere
venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”.
Mateo 16:24. “Y seáis así mis discípulos”. Juan 15:8.
34 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA
Cristo se entregó voluntaria y gozosamente a la realización de la vo-
luntad de Dios. Fue obediente hasta la muerte, y hasta la muerte en la
cruz. ¿Deberíamos encontrar difícil negarnos a nosotros mismos? ¿De-
beríamos apartamos para no participar ríe sus sufrimientos? Su muerte
debería conmover cada fibra de nuestro ser y disponernos a consagrar a su
obra todo lo que poseemos y lo que somos. Al pensar en lo que él ha
hecho por nosotros nuestros corazones deberían llenarse de amor.
Cuando los que conocen la verdad practiquen la abnegación orde-
nada en la Palabra de Dios, el mensaje se proclamará con poder. El
Señor oirá nuestras oraciones en favor de la conversión de las almas. El
pueblo de Dios dejará brillar su luz y los incrédulos al ver sus buenas
obras, glorificarán a nuestro Padre celestial. Relacionémonos con Dios
en términos de una obediencia manifestada con abnegación (Consejos
sobre mayordomía cristiana, p. 316).

Lunes 30 de abril: El cordero de Dios

Al rodearle [a Jesús] la gloria de Dios y oírse la \oz del cielo, Juan


reconoció la señal que Dios le había prometido. Sabía que era al Re-
dentor del mundo a quien había bautizado. El Espíritu Santo descendió
sobre él, y extendiendo la mano, señaló a Jesús y exclamó: "I le aquí el
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.
Nadie de entre los oyentes, ni aun el que las pronunció, discernió el
verdadero significado de estas palabras, “el Cordero de Dios”. Sobre el
monte Moría, Abraham había oído la pregunta de su hijo: “Padre mío.
¿Dónde está el cordero para el holocausto?” El padre contestó “Dios se
proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío” (Génesis 22:7, 8). Y
en el carnero divinamente provisto en lugar de Isaac, Abraham vio un
símbolo de Aquel que había de morir por los pecados de los hombres. El
Espíritu Santo, mediante Isaías, repitiendo la ilustración, profetizó del
Salvador: “Como cordero fue llevado al matadero”. “Jehová cargó en él
el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6. 7): pero los hijos de Israel no
habían comprendido la lección. Muchos de ellos consideraban los sa-
crificios de una manera muy semejante a la forma en que miraban sus
sacrificios los paganos, como dones por cuyo medio podían propiciar a
la Divinidad. Dios deseaba enseñarles que el don que los reconcilia con
él proviene de su amor (El Deseado de todas las gentes, p. 87).
El ceremonial de los sacrificios que había señalado a Cristo pasó
pero los ojos de los hombres fueron dirigidos al verdadero sacrificio
por los pecados del mundo...
“Por lo cual puede también salvar eternamente a los que por él se
allegan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos
7:25) Aunque el ministerio había de ser trasladado del templo terrenal
al celestial, aunque el Santuario y nuestro gran Sumo Sacerdote fuesen
invisibles para los ojos humanos, los discípulos no habían de sufrir per-

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dida por ello. No sufrirían interrupción en su comunión, ni disminu-
ción de poder por causa de la ausencia del Salvador. Mientras Jesús
ministra en el Santuario celestial, es siempre por su Espíritu el ministro
de la iglesia en la tierra. Está oculto a la vista, pero se cumple la pro-
mesa que hiciera al partir: “He aquí, yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20) Aunque delega su poder a
ministros inferiores, su presencia vivificadora está todavía con su
iglesia (El Deseado de todas las gentes, p. 138).
Nuestro precioso Redentor está delante del Padre como nuestro
intercesor... Los que quieran alcanzar la norma divina, escudriñen por
si mismos las Escrituras para que tengan un conocimiento de la vida de
Cristo y la comprensión de su misión y obra. Contémplenlo como a su
Abogado, que está dentro del velo, teniendo en su mano el incensario
Je oro, del cual asciende a Dios el santo incienso de los méritos de su
justicia en favor de los que oran a él. Si ellos pudieran contemplarlo,
experimentarían la seguridad de que tienen un Abogado poderoso e
influyente en las cortes celestiales, y que su caso está ganado ante el
trono de Dios (A fin de conocerle, p. 77).

Martes 1 de mayo: Nuestro Sumo Sacerdote

Nadie sino el Hijo de Dios podía efectuar nuestra redención; porque


solo él, que estaba en el seno del Padre, podía darle a conocer. Solo él,
que conocía la altura y la profundidad del amor de Dios, podía mani-
festarlo. Nada que fuese inferior al infinito sacrificio hecho por Cristo
en favor del hombre podía expresar el amor del Padre hacia la perdida
humanidad.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo uni-
génito”. Lo dio, no solo para que viviese entre los hombres, llevase los
pecados de ellos y muriese para expiarlos, sino que lo dio a la raza
caída. Cristo debía identificarse con los intereses y las necesidades de
la humanidad. El que era uno con Dios se vinculó con los hijos de los
hombres mediante lazos que jamás serán quebrantados. Jesús ‘no se
avergüenza de llamarlos hermanos” (Hebreos 2:1 1). Es nuestro Sa-
crificio, nuestro Abogado, nuestro Hermano, que lleva nuestra forma
humana delante del trono del Padre, y por las edades eternas será uno
con la raza a la cual redimió: es el Hijo del hombre. Y todo esto para
que el hombre fuese levantado de la ruina y degradación del pecado,
para que reflejase el amor de Dios y compartiese el gozo de la santidad
(El camino a Cristo, p. 14).
“Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir
a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere,
para expiar los pecados del pueblo”. Hebreos 2:17. El pecador arre-
pentido debe creer que Cristo es su Salvador personal. Es su única
esperanza. Puede recurrir a la sangre de Cristo para presentar a Dios,
36 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA
como propios, los méritos del Salvador crucificado y resucitado. De
ese modo, mediante la ofrenda de sí mismo hecha por Cristo, el
inocente en lugar del culpable, se remueven todos los obstáculos v el
amor perdonador de Dios puede fluir en ricos raudales de misericordia
en favor del hombre caído.
Acuda a Jesús ahora mismo, entretanto que se dice hoy (Cada día
con Dios, p. 36).
Los que caemos por haber transgredido la Lev de Dios tenemos un
Abogado ante el Padre, a Jesucristo el justo. El camino está abierto
para que todos se preparen para la segunda venida de Jesucristo, de tal
manera que en su aparición puedan ser vindicados por haber abandona-
do todo pecado y vencido por medio de la sangre purificadora de
Cristo. Mediante la intercesión de Jesús la imagen de Dios se renueva
en la mente, el corazón y el carácter. Mediante la sangre del unigénito
Hijo de Dios podemos obtener redención...
El poder de la gracia de Cristo es maravilloso. Cuando el enemigo
viene como río el Espíritu del Señor levanta bandera contra el en favor
del creyente que confía... Debemos posesionarnos del tema del amor
redentor y esforzarnos por conocer al Señor de tal manera que con
sencillez podamos revelar su carácter (Alza tus ojos. p. 62).

Miércoles 2 de mayo: Nuestro Intercesor

La intercesión de Cristo por el hombre en el Santuario celestial es


tan esencial para el plan de la salvación como lo fue su muerte en la
cruz. Con su muerte dio principio a aquella obra para cuya conclusión
ascendió al cielo después de su resurrección. Por la fe debemos entrar
velo adentro, “donde entró por nosotros como precursor Jesús”. He-
breos 6:20. Allí se refleja la luz de la cruz del Calvario: y allí podemos
obtener una comprensión más clara de los misterios de la redención. La
salvación del hombre se cumple a un precio infinito para el cielo; el
sacrificio hecho corresponde a las más amplias exigencias de la ley de
Dios quebrantada. Jesús abrió el camino que lleva al trono del Padre, y
por su mediación pueden ser presentados ante Dios los deseos sinceros
de todos los que a él se allegan con fe (El conflicto de los siglos, p.
479).
Recordemos que nuestro gran Sumo Sacerdote está intercediendo
ante el propiciatorio en favor de su pueblo rescatado. Vive siempre
para interceder por nosotros. “Si alguno hubiere pecado, abogado
tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”...
El no olvidará a su iglesia en el mundo de tentaciones. Contempla a
su pueblo probado y doliente, y ora por él... Si, contempla a su pueblo
en este mundo, que es un mundo perseguidor y todo marchito v echado
a perder con la maldición, y sabe que los suyos necesitan tic todos los
recursos divinos de su simpatía y su amor. Nuestro Precursor ha en-
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trado por nosotros dentro del velo y, sin embargo, mediante la áurea
cadena del amor y la verdad está unido con su pueblo en la simpatía
más estrecha.
Está intercediendo por los más humildes, los más oprimidos y su-
frientes, por los más probados y tentados. Con manos levantadas su-
plica: “En las palmas de las manos te tengo esculpida”. Dios se com-
place en escuchar las súplicas de su Hijo y responde a ellos [Hebreos
4:14-16], (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico
adventista del séptimo día, tomo 7, p. 960).
Las escenas del Calvario despiertan la más profunda emoción.
Tendrás disculpa si manifiestas entusiasmo por este tema. Que Cristo,
tan excelso e inocente, hubiese de sufrir una muerte tan dolorosa y
soportar el peso de los pecados del mundo, es algo que nuestros pen-
samientos e imaginaciones no podrán nunca comprender plenamente.
No podemos medir la longitud, anchura, altura y profundidad de un
amor tan asombroso. La contemplación de las profundidades incon-
mensurables del amor del Salvador debieran llenar la mente, conmover
y enternecer el alma, refinar y elevar los afectos, y transformar com-
pletamente todo el carácter. El lenguaje del apóstol es: “No me propuse
saber algo entre vosotros, sino a Jesucristo, y a éste crucificado”. 1
Corintios 2:2. Nosotros también podemos mirar al Calvario y excla-
mar: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor
Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”.
Gálatas 6:14 (Testimonios para la iglesia, tomo 2, p. 192).

Jueves 3 de mayo: El día de la expiación

[El] ministerio siguió efectuándose durante dieciocho siglos en el


primer departamento del Santuario. La sangre de Cristo, ofrecida en
beneficio de los creyentes arrepentidos, les aseguraba perdón y acep-
tación cerca del Padre, pero no obstante sus pecados permanecían
inscritos en los libros de registro. Como en el servicio típico había una
obra de expiación al fin del año, así también, antes de que la obra de
Cristo para la redención de los hombres se complete, queda por hacer
una obra de expiación para quitar el pecado del Santuario (El conflicto
de los siglos, p. 415).
La purificación en ambos servicios, el simbólico y el real, debe
efectuarse con sangre: en aquél con sangre de animales: en éste, con la
sangre de Cristo...
Así como en la antigüedad los pecados del pueblo eran puestos por
fe sobre el holocausto, y por la sangre de éste transferidos figurativa-
mente al santuario terrenal, así también, en el nuevo pacto, los pecados
de los que se arrepienten son puestos por fe sobre Cristo, y transferi-
dos, de hecho, al santuario celestial. Y así como la purificación sim-
bólica de lo terrenal se efectuaba quitando los pecados con los cuales
38 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA
había sido contaminado, así también la purificación real de lo celestial
debe efectuarse quitando o borrando los pecados registrados en el
cielo. Pero, antes de que esto pueda cumplirse deben examinarse los
registros para determinar quiénes son los que, por medio del arrepen-
timiento del pecado y de la fe en Cristo, tienen derecho a los beneficios
de su expiación (La fe por la cual vivo, p. 208).
Hay que escudriñar honda y sinceramente el corazón... Empeñada
lucha espera a todos aquellos que quieran subyugar las malas inclina-
ciones que tratan de dominarlos. La obra de preparación es obra indi-
vidual. No somos salvados en grupos. La pureza y la devoción de uno
no suplirán la falta de estas cualidades en otro... Cada cual tiene que ser
probado y encontrado sin mancha, ni arruga, ni cosa semejante.
A todos los que se hayan arrepentido verdaderamente de su pecado, y
que hayan aceptado con fe la sangre de Cristo como su sacrificio ex-
piatorio, se les ha inscrito el perdón frente a sus nombres en los libros del
cielo; como llegaron a ser partícipes de la justicia de Cristo y su carácter
está en armonía con la ley de Dios, sus pecados serán borrados, y ellos
mismos serán juzgados dignos de la vida eterna. El Señor declara... “Yo,
yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me
acordaré de tus pecados”. Isaías 43:25 (Maranata, pp. 95, 96).

Viernes 4 de mayo: Para estudiar y meditar

Alza tus ojos, p. 178.

En los lugares celestiales, p. 44.

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Lección 6

El “cambio” de la ley
Sábado 5 de mayo

En la obra final que Dios realiza en la tierra, el estandarte de su ley


volverá a enarbolarse. Puede prevalecer la religión falsa, abundar la
iniquidad, enfriarse el amor de muchos, perderse de vista la cruz del
Calvario, y pueden las tinieblas esparcirse por la tierra como mortaja;
puede volverse contra la verdad toda la fuerza de las corrientes popula-
res; pueden tramarse una maquinación tras otra para destruir al pueblo
de Dios; pero en la hora del mayor peligro, el Dios de Elias suscitará
instrumentos humanos para proclamar un mensaje que no será acalla-
do... Con osadía los hombres designados por Dios denunciarán la
unión de la iglesia con el mundo. Con fervor invitarán a hombres y
mujeres a apartarse de la observancia de una institución humana para
guardar el verdadero día de reposo. Proclamarán a toda nación: “Te-
med a Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio es venida; y
adorad a aquel que ha hecho el cielo y la tierra y el mar y las fuentes de
las aguas... Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y toma la señal en
su frente, o en su mano, éste también beberá del vino de la ira de Dios,
el cual está echado puro en el cáliz de su ira”. Apocalipsis 14:7-10
(Profetas y reyes, p. 139).
Hoy necesitamos hombres de fidelidad cabal, hombres que sigan
plenamente al Señor, hombres que no estén dispuestos a guardar si-
lencio cuando deben hablar, que sean firmes como el acero a los prin-
cipios, que no traten de hacer alarde ostentoso, que anden humilde-
mente con Dios, que sean pacientes, amables, bondadosos y corteses,
que comprendan que la ciencia de la oración consiste en ejercitar fe y
realizar obras que glorifiquen a Dios y hagan bien a su pueblo... El
seguir a Jesús requiere una conversión de todo corazón al principio, y
una repetición de esta conversión diariamente.
Fue la fe de Caleb en Dios lo que le dio ánimo, lo que lo libró del
temor de los hombres, y lo capacitó para mantenerse firme y sin titu-
beos en defensa del bien. Es de esa misma exaltada fuente, el gran
General de las huestes, que cada verdadero soldado de la cruz de Cristo
ha de derivar fuerza y valor para vencer los obstáculos que a menudo
parecen ser invencibles (Sons and Daughters of God, p. 207; parcial-
mente en Hijos e hijas de Dios, p. 209).
Dios ha dado a los hombres el sábado como una señal entre él y
ellos, como una prueba de su lealtad. Aquellos que, después de recibir
la luz concerniente a la ley de Dios continúen desobedeciendo y exal-

40 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA


tando las leyes humanas por encima de la ley de Dios, en la gran crisis
que está delante de nosotros, recibirán la marca de la bestia...
Me fue mostrado que Satanás se nos está adelantando. La ley de
Dios ha de ser invalidada por los instrumentos de Satanás. En nuestro
país que se jacta de la libertad, se acabará la libertad religiosa. Se
definirá el conflicto sobre la cuestión del sábado, y esto conmoverá a
todo el mundo.
El tiempo en que podemos trabajar es limitado y Dios pide que los
ministros y el pueblo cumplan su deber sin tardanza. Maestros sabios
como serpientes e inofensivos como palomas deben acudir para ayudar
al Señor, para ayudar al Señor contra los poderosos. Hay muchas
personas que no comprenden las profecías relacionadas con estos días,
y por lo tanto deben ser iluminadas (El evangelismo, pp. 175, 176).

Domingo 6 de mayo: La promesa

El gran peligro del hombre consiste en engañarse a sí mismo, en


creerse suficiente de por sí y en apartarse de Dios, la fuente de su fuerza.
Nuestras tendencias naturales, si no las enmienda el Espíritu Santo de
Dios, encierran la semilla de la muerte moral. A no ser que nos unamos
vitalmente con Dios, no podremos resistir los impíos efectos de la
concupiscencia, del amor egoísta y de la tentación a pecar.
Para recibir ayuda de Cristo, debemos comprender nuestra necesi-
dad. Debemos tener verdadero conocimiento de nosotros mismos. Sólo
quien se reconoce pecador puede ser salvado por Cristo. Solo cuando
vemos nuestro desamparo absoluto y no confiamos ya en nosotros
mismos, podemos asirnos del poder divino...
Todas nuestras buenas obras dependen de un poder externo a no-
sotros; por tanto, se necesita una continua aspiración del corazón a
Dios, una constante y fervorosa confesión del pecado v una humilla-
ción del alma ante Dios. Nos rodean peligros, y no nos hallamos se-
guros sino cuando sentimos nuestra flaqueza y nos aferramos con fe a
nuestro poderoso Libertador (El ministerio de curación, p. 361).
Pablo se daba cuenta de su debilidad y bien podía desconfiar de sus
propias fuerzas. Refiriéndose a la ley, exclamó: “El mismo manda-
miento que era para vida, a mí me resultó para muerte” Romanos 7:10.
Había confiado en las obras de la ley... Pero cuando se miró en el espejo
de la ley que fue colocado delante de él, y se vio a sí mismo como Dios
lo veía, lleno de faltas, manchado con el pecado, exclamó: “¡Miserable
de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” Romanos 7:24.
Pablo contempló al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Escuchó la voz de Cristo diciendo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la
vida; nadie viene al Padre, sino por mí” Juan I4:6. Entonces decidió
valerse de los beneficios de la gracia salvadora, para morir a las trans-
gresiones y el pecado, para ver que su culpa fuera lavada en la sangre de

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Cristo, para ser vestido con la justicia de Cristo, para ser una rama de la
Vid viviente. Caminó con Cristo, y Jesús llegó a ser para él no solo una
parte de la salvación, mientras que sus propias buenas obras constituían
la otra, sino el todo en todo, lo primero y lo último y lo mejor en todas
las cosas. El poseía la fe que extrae vida de Cristo, que lo capacitó para
conformar su vida con la del ejemplo divino. Esta fe no reclama nada
para su poseedor apoyándose en su justicia, sino que lo reclama todo en
virtud de la justicia de Cristo (Exaltad a Jesús, p. 34).

Lunes 7 de mayo: La ley y el pecado

En sus enseñanzas, Cristo mostró cuán abarcantes son los principios


de la ley pronunciados desde el Sinaí. Hizo una aplicación viviente de
aquella ley cuyos principios permanecen para siempre como la gran
norma de justicia: la norma por la cual serán juzgados todos en aquel
gran día, cuando el juez se siente y se abran los libros. El vino para
cumplir toda justicia y, como cabeza de la humanidad, para mostrarle al
hombre que puede hacer la misma obra, haciendo frente a cada especi-
ficación de los requerimientos de Dios. Mediante la medida de su gracia
proporcionada al instrumento humano, nadie debe perder el cielo. Todo
el que se esfuerza, puede alcanzar la perfección del carácter. Esto se
convierte en el fundamento mismo del nuevo pacto del evangelio. La ley
de Jehová es el árbol. El evangelio está constituido por las fragantes
flores y los frutos que lleva (Mensajes selectos, tomo 1, p. 248).
Es imposible que escapemos por nosotros mismos del hoyo de pe-
cado en el que estamos sumidos. Nuestro corazón es malo, y no lo
podemos cambiar. “¿Quién podrá sacar cosa limpia de inmunda?
Ninguno”. Job 14:4. “El ánimo carnal es enemistad contra Dios; pues
no está sujeto a la ley de Dios, ni a la verdad lo puede estar”. Romanos
8:7. La educación, la cultura, el ejercicio de la voluntad, el esfuerzo
humano, todos tienen su propia esfera, pero no tienen poder para sal-
vamos. Pueden producir una corrección externa de la conducta, pero no
pueden cambiar el corazón; no pueden purificar las fuentes de la vida.
Debe haber un poder que obre desde el interior, una vida nueva de lo
alto, antes que el hombre pueda convertirse del pecado a la santidad.
Ese poder es Cristo. Únicamente su gracia puede vivificar las facul-
tades muertas del alma y atraer ésta a Dios, a la santidad.
El Salvador dijo: “A menos que el hombre naciere de nuevo”, a
menos que reciba un corazón nuevo, nuevos deseos, designios y móviles
que lo guíen a una nueva vida, “no puede ver el reino de Dios”. Juan 3:3.
La idea de que lo único necesario es que se desarrolle lo bueno que
existe en el hombre por naturaleza, es un engaño fatal (El camino a
Cristo, pp. 18, 19).
En la transgresión de la ley, no hay seguridad ni reposo ni justi-
ficación. El hombre no puede esperar permanecer inocente delante de
Dios y en paz con él mediante los méritos de Cristo, mientras continúe
42 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA
en pecado. Debe cesar de transgredir y llegar a ser leal y fiel. Cuando el
pecador examina el gran espejo moral, ve sus defectos de carácter. Se ve
a sí mismo tal como es, manchado, contaminado y condenado. Pero sabe
que la ley no puede, en ninguna forma, quitar la culpa ni perdonar al
transgresor. Debe ir más allá. La ley no es sino el ayo para llevarlo a
Cristo. Debe contemplar a su Salvador que lleva los pecados. Y cuando
Cristo se le revela en la cruz del Calvario, muriendo bajo el peso de los
pecados de todo el mundo, el Espíritu Santo le muestra la actitud de Dios
hacia todos los que se arrepienten de sus transgresiones (Mensajes se-
lectos, tomo 1, p. 250).

Martes 8 de mayo: ¿Del sábado al domingo?

Cuando Jesús se encontró con sus discípulos [después de su resurrec-


ción] les recordó lo que les había dicho antes de su muerte, a saber, que
debían cumplirse todas las cosas que estaban escritas acerca de él en la ley
de Moisés, en los profetas y los salmos. “Entonces les abrió el sentido,
para que entendiesen las Escrituras; y díjoles: Así está escrito, y así fue
necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;
y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y la remisión de pe-
cados en todas las naciones comenzando de Jerusalén. Y vosotros sois
testigos de estas cosas” (El Deseado de todas las gentes, p. 744).
En Filipos, Pablo se detuvo para observar la Pascua. Solo Lucas
quedó con él; los otros miembros del grupo siguieron hasta Troas para
esperarlo allí. Los filipenses eran los más amantes y sinceros de entre
los conversos del apóstol, y durante los ocho días de la fiesta, él dis-
frutó de una pacífica y gozosa comunión con ellos.
Saliendo de Filipos, Pablo y Lucas alcanzaron a sus compañeros en
Troas cinco días después, y permanecieron durante siete días con los
creyentes de allí.
En la última tarde de su estadía, los hermanos se juntaron “a partir el
pan”. El hecho de que su amado maestro estaba por partir había hecho
congregar a un grupo más numeroso que de costumbre. Se reunieron
en un “aposento alto” en el tercer piso. Allí, movido por el fervor de su
amor y solicitud por ellos, el apóstol predicó hasta la medianoche (Los
hechos de los apóstoles, p. 313).
Cuando fueron puestos los fundamentos de la tierra, cuando los
astros de la mañana alababan a una, y se regocijaban lodos los hijos de
Dios, entonces fue puesto el fundamento del sábado. Job 38:6, 7; Gé-
nesis 2:1-3. Bien puede esta institución exigir nuestra reverencia: no
fue ordenada por ninguna autoridad humana, m descansa sobre nin-
guna tradición humana; fue establecida por el Anciano de días \ or-
denada por su Palabra eterna (El conflicto de los siglos, p. 448).
Dios es misericordioso. Sus requerimientos son razonables y con-

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cuerdan con la bondad y la benevolencia de su carácter. El sábado fue
creado para que toda la humanidad recibiese beneficio. No fue hecho el
hombre para adaptarse al sábado; sino que el sábado fue hecho después
de la creación del hombre, para satisfacer sus necesidades. Después
que Dios hubo hecho el mundo en seis días, reposó y luego santificó y
bendijo el día en que había reposado de todas sus obras que había
creado y hecho. Puso aparte ese día especial para que el hombre des-
cansase en él de su trabajo, a fin de que mientras mirase la tierra y los
cielos, pudiese reflexionar que Dios había hecho todo esto en seis días
y reposado en el séptimo, y que al contemplar las pruebas tangibles de
la sabiduría infinita de Dios, su corazón se llenase de amor y reverencia
hacia su Creador (Testimonios para la iglesia, tomo 2, p. 516).

Miércoles 9 de mayo: El séptimo día en el Nuevo Testamento

Durante su niñez y juventud, Jesús había adorado entre sus her-


manos en la sinagoga de Nazaret. Desde que iniciara su ministerio,
había estado ausente, pero ellos no ignoraban lo que le había aconte-
cido. Cuando volvió a aparecer entre ellos, su interés y expectativa se
avivaron en sumo grado. Allí estaban las caras familiares de aquellos a
quienes conociera desde la infancia. Allí estaban su madre, sus her-
manos y hermanas, y todos los ojos se dirigieron a él cuando entró en la
sinagoga el sábado y ocupó su lugar entre los adoradores (El Deseado
de todas las gentes, p. 203).
Durante su ministerio terrenal, Cristo recalcó la vigencia de le orde-
nado acerca del sábado; en toda su enseñanza manifestó reverencia hacia
la institución que él mismo había dado. En su tiempo el sábado había
quedado tan pervertido que su observancia reflejaba el carácter de hom-
bres egoístas y arbitrarios más bien que el carácter de Dios. Cristo puso a
un lado las falsas enseñanzas con que habían calumniado a Dios los que
aseveraban conocerle. Aunque los rabinos le seguían con implacable
hostilidad, no aparentaba siquiera conformarse con sus exigencias, sino
que iba adelante observando el sábado según la ley de Dios.
En lenguaje inequívoco atestiguó su consideración por la ley de
Jehová. “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no
he venido para abrogar, sino a cumplir. Porque de cierto os digo, que
hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la
ley, hasta que todas las cosas sean hechas. De manera que cualquiera
que infringiere uno de estos mandamientos muy pequeños, y así ense-
ñare a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos;
mas cualquiera que hiciere y enseñare, éste será llamado grande en el
reino de los cielos”. Mateo 5:17-19 (Profetas y reyes, pp. 135, 136).
Por fin Jesús descansaba. El largo día de oprobio y tortura había
terminado. Al llegar el sábado con los últimos rayos del sol poniente, el
Hijo de Dios yacía en quietud en la tumba de José. Terminada su obra,
44 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA
con las manos cruzadas en paz, descansó durante las horas sagradas del
sábado.
Al principio, el Padre y el Hijo habían descansado el sábado des
pues de su obra de creación... Ahora Jesús descansaba de la obra de la
redención; y aunque había pesar entre aquellos que le amaban en la
tierra, había gozo en el cielo. La promesa de lo futuro era gloriosa a los
ojos de los seres celestiales. Una creación restaurada, una raza redi-
mida, que por haber vencido el pecado, nunca más podría caer, era lo
que Dios y los ángeles veían como resultado de la obra concluida por
Cristo. Con esta escena está para siempre vinculado el día en que
Cristo descansó... el sábado de la creación, el día en que Cristo des-
cansó en la tumba de José, será [para siempre] un día de reposo y
regocijo. El cielo y la tierra se unirán en alabanza mientras que “de
sábado en sábado” (Isaías 66:23) las naciones de los salvos adorarán
con gozo a Dios y al Cordero (El Deseado de todas las gentes, p. 714).

Jueves 10 de mayo: El intento de cambiar el día de reposo

El rasgo más característico de la bestia, y por consiguiente de su


imagen, es la violación de los mandamientos de Dios... Solo adulterando
la ley de Dios podía el papado elevarse sobre Dios: y quienquiera que
guardase a sabiendas la ley así adulterada daría honor supremo al poder
que introdujo el cambio. Tal acto de obediencia a las leyes papales sería
señal de sumisión al papa en lugar de sumisión a Dios.
El papado intentó alterar la ley de Dios. El segundo mandamiento,
que prohíbe el culto de las imágenes, ha sido borrado de la le, y el
cuarto mandamiento ha sido adulterado de manera que autorice la
observancia del primer día en lugar del séptimo como día de reposo. El
cambio introducido en el cuarto mandamiento cumple exactamente la
profecía. La única autoridad que se invoca para dicho cambio es la de
la iglesia. Aquí el poder papal se ensalza abiertamente sobre Dios (El
conflicto de los siglos, p. 440).
Satanás está trabajando desde las profundidades para estimular a los
poderes diabólicos de su confederación de maldad en contra de los
justos. Imbuye a los agentes humanos de sus propios atributos. Los
ángeles malos unidos a los hombres impíos, realizarán el máximo
esfuerzo para atormentar, perseguir y destruir. Pero el Señor Dios de
Israel no abandonará a los que confíen en él...
Los mandamientos del Señor serán pisoteados como lo fueron por
Satanás en el cielo. A menos que Dios derrame sobre el alma su poder
y su gracia que convierten, no habrá intento alguno de oposición al
enemigo, sino que los hombres estarán bajo su control: serán cautivos
voluntarios. La enemistad contra Satanás la pone Dios mismo en el
hombre...
Los escogidos y fieles se colocarán bajo el estandarte ensangren-
tado del Príncipe Emanuel, y todos los demás bajo el de Satanás. Los
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que estén de su lado se unirán a él para honrar el falso día de reposo,
rindiendo así homenaje al hombre de pecado, quien se ha exaltado a sí
mismo por encima de todo lo que se denomina Dios y [alguien que] ha
pensado en cambiar los tiempos y la ley. Hollaron la ley de Jehová y
forjaron otras para obligar a todos a adorar el sábado espurio, el ídolo
que ensalzaron. Pero el día de la liberación de los hijos de Dios no está
muy lejos (Alza tus ojos, p. 260).
En el capítulo 14 del Apocalipsis se exhorta a los hombres a que
adoren al Creador, y la profecía expone a la vista una clase de personas
que, como resultado del triple mensaje, guardan los mandamientos de
Dios. Uno de estos mandamientos señala directamente a Dios como
Creador... Respecto al sábado, el Señor dice además, que será una
señal... para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios”. Ezequiel
20:20...
Mientras el ser él nuestro Creador siga siendo motivo para que le
adoremos, el sábado seguirá siendo señal conmemorativa de ello. Si el
sábado se hubiese observado universalmente, los pensamientos e in-
clinaciones de los hombres se habrían dirigido hacia el Creador como
objeto de reverencia y adoración, y nunca habría habido un idólatra, un
ateo, o un incrédulo. La observancia del sábado es señal de lealtad al
verdadero Dios, “que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes de
agua”. Resulta pues que el mensaje que manda a los hombres adorar a
Dios y guardar sus mandamientos, los ha de invitar especialmente a
observar el cuarto mandamiento (Exaltad a Jesús, p. 45).

Viernes 11 de mayo: Para estudiar y meditar

Primeros escritos, pp. 180-189.

46 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA


Lección 7

Mateo 24 y 25
Sábado 12 de mayo

Las palabras de Cristo habían sido pronunciadas a oídos de gran


número de personas; pero cuando Jesús estuvo solo, Pedro, Juan, San-
tiago y Andrés vinieron a él mientras estaba sentado en el monte de las
Olivas. “Dinos —le dijeron—, ¿cuándo serán estas cosas y qué señal
habrá de tu venida, y del fin del mundo?” En su contestación a los dis-
cípulos. Jesús no consideró por separado la destrucción de Jerusalén y el
gran día de su venida. Mezcló la descripción de estos dos aconteci-
mientos Si hubiese revelado a sus discípulos los acontecimientos futuros
como los contemplaba él, no habrían podido soportar la visión. Por
misericordia hacia ellos, fusionó la descripción de las dos grandes crisis,
dejando a los discípulos estudiar por sí mismos el significado... Este
discurso entero no fue dado solamente para los discípulos, sino también
para aquellos que iban a vivir en medio de las últimas escenas de la
historia de esta tierra (El Deseado de todas las gentes, p. 581).
Las perspectivas de nuestro mundo son ciertamente alarmantes Dios
está retirando su Espíritu de las ciudades impías, que han llegado a ser
semejantes a las del mundo antediluviano y a Sodoma y Gomorra. Los
habitantes de esas ciudades han sido sometidos a prueba. Hemos llegado
al momento cuando Dios está por castigar a los presuntuosos malhe-
chores que rehúsan guardar sus mandamientos y desprecian sus men-
sajes de advertencia. El que es paciente con los que obran mal, le da a
todos la oportunidad de buscarlo y de humillar sus corazones delante de
él (Cada día con Dios, p. 150).
Si alguna vez hubo un tiempo en que tuvimos necesidad de fe e
iluminación espiritual, es ahora. Los que están velando con oración y
escudriñando diariamente las Escrituras con el ferviente deseo de
conocer y hacer la voluntad de Dios, no serán extraviados por ninguno
de los engaños de Satanás...
Tenemos necesidad de la verdad en todo punto. La necesitamos no
adulterada con el error, ni contaminada por las máximas, costumbres y
opiniones del mundo. Necesitamos la verdad con todas sus inconve-
niencias. La aceptación de la verdad incluye siempre una cruz. Pero
Jesús dio su vida en sacrificio por nosotros, ¿y no le rendiremos nues-
tros mejores afectos, nuestras más santas aspiraciones, nuestro servicio
más pleno? (En los lugares celestiales, p. 352).
Satanás dota con su poder a los que le ayudan en sus engaños: por
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consiguiente, los que aseveran tener el gran poder de Dios solo pueden ser
discernidos por el gran detector: la ley de Jehová. El Señor nos advierte
que si les fuera posible engañarían a los mismos escogidos. El ropaje de
oveja parece tan real, tan genuino, que el lobo puede distinguirse única-
mente cuando acudimos a la gran norma moral de Dios y allí descubrimos
que son transgresores de la ley de Jehová (Fe y obras, p. 45).

Domingo 13 de mayo: Una confirmación poderosa de la profecía

[En] lenguaje inequívoco, nuestro Señor habla de su segunda venida


y anuncia los peligros que iban a preceder a su advenimiento al mundo.
“Si alguno os dijere: He aquí está el Cristo, o allí, no creáis. Porque se
levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y darán señales grandes y
prodigios; de tal manera que engañarán, si es posible, aun a los esco-
gidos. He aquí os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: He aquí en el
desierto está; no salgáis: He aquí en las cámaras; no creáis. Porque como
el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será
también la venida del Hijo del hombre”. Una de las señales de la des-
trucción de Jerusalén que Cristo había anunciado era: “Muchos falsos
profetas se levantarán y engañarán a muchos”. Se levantaron falsos
profetas que engañaron a la gente y llevaron a muchos al desierto. Ma-
gos y hechiceros que pretendían tener un poder milagroso arrastraron a
la gente en pos de sí a las soledades montañosas. Pero esa profecía fue
dada también para los últimos días. Se trataba de una señal del segundo
advenimiento (El Deseado de todas las gentes, p. 584).
Por la luz que Dios me ha otorgado, sé que el mayor peligro de los
hombres se encuentra en el autoengaño. Satanás está aguardando su
oportunidad. Vendrá a los hombres en forma humana, y les hablará las
palabras más fascinantes. Los acosará con las mismas tentaciones con
que acosó a Cristo. A menos que sus mentes y corazones estén llenos
del amor puro, desinteresado, y santificado que Cristo reveló, caerán
presa del poder de Satanás, y realizarán, dirán y escribirán cosas ex-
trañas para engañar, si fuese posible, a los mismos escogidos (Alza tus
ojos, p. 293).
El pueblo de Dios tendrá que enfrentar tremendas pruebas. El espí-
ritu de la guerra está conmoviendo las naciones de un extremo al otro
de la tierra. Pero en el medio del tiempo de angustia que está por venir,
un tiempo de angustia que no tendrá paralelo desde que existe nación,
el pueblo de Dios permanecerá inconmovible. Satanás y sus ángeles no
lo podrán destruir, porque ángeles sumamente fuertes los protegerán
(Cada día con Dios, p. 67).
La época actual es de sumo interés para todos los vivientes. Los
gobernantes y estadistas, los hombres que ocupan puestos de confianza
48 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA
y autoridad, los hombres y mujeres que piensan, de toda clase social
tienen la atención fija en los sucesos que ocurren alrededor de noso-
tros. Observan las relaciones tirantes que mantienen las naciones.
Observan la tensión que se está apoderando de todo elemento terrenal,
y reconocen que está por ocurrir algo grande y decisivo, que el mundo
está al borde de una crisis estupenda.
En este mismo momento los ángeles están sosteniendo los vientos
de contienda para que no soplen hasta que el mundo reciba la adverten-
cia de su próxima condenación; pero se está preparando una tormenta;
ya está lista para estallar sobre la tierra; y cuando Dios ordene a sus
ángeles que suelten los vientos, habrá una escena tal de lucha, que
ninguna pluma podría describirla (La educación, p. 179).

Lunes 14 de mayo: Resistir hasta el fin

Debemos “aferramos'’ y vivir a la altura de toda la luz que hemos


recibido del cielo. ¿Por qué? Porque Dios desea que nos aferremos
fuertemente de la verdad eterna, y actuemos como su mano ayudadora,
para comunicar la luz a aquellos que no se han dado cuenta del amor que
siente hacia ellos. Cuando os entregáis a Cristo, hacéis una promesa ante
la presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, las tres grandes
Personalidades, dignatarios del cielo. “Aferraos” a esa promesa.
El enemigo nunca puede arrebatar de la mano de Cristo aquel que
confía sencillamente en sus promesas. Si el alma confía y obra en
obediencia, la mente estará sensible a las impresiones divinas, v la luz
de Dios la alumbrará, iluminando su entendimiento. ¡Cuántos privile-
gios tenemos en Cristo Jesús! (Sons and Daughters of God. p. 351;
parcialmente en Hijos e hijas de Dios. p. 353).
La correcta comprensión de lo que dicen las Escrituras... es esencial
para este tiempo... Debemos apoyar nuestra autoridad en la segura
palabra profética. A menos que estemos versados en las Escrituras
correremos el riesgo de ser engañados por el tremendo poder de Sa-
tanás capaz de obrar milagros, cuando éste se manifieste en nuestro
mundo, y de atribuir sus obras a Dios; porque la Palabra de Dios de-
clara que, si fuere posible, los mismos escogidos serán engañados. A
menos que estemos arraigados y fundamentados en la verdad, seremos
barridos por las trampas engañosas de Satanás. Debemos aterrarnos a
nuestras Biblias. Si Satanás puede haceros creer que en la Palabra de
Dios hay cosas que no son inspiradas, entonces estará preparado para
entrampar vuestras almas. Entonces no tendremos seguridad ni certi-
dumbre precisamente en el tiempo cuando necesitaremos saber cuál es
la verdad (El evangelismo, p. 184).
Los hombres fieles que rehusaron doblegarse ante la estatua de oro
fueron echados en un homo de fuego, pero Cristo estaba con ellos allí,
y el fuego no los consumió...
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Algunos de nosotros seremos puestos ahora en pruebas igualmente
severas. ¿Obedeceremos los mandamientos de los hombres o los man-
damientos de Dios? Esta es una pregunta que se les hará a muchos. Lo
mejor que podemos hacer es estar en estrecha comunión con Dios, y si
él quiere permitir que seamos mártires por causa de la verdad, esto
puede ser el medio de traer a muchos otros a la verdad...
Cuando el creyente es encarcelado por causa de la verdad entre los
muros de la prisión, Cristo mismo se manifiesta a él y encanta su co-
razón con su amor. Cuando sufre la muerte por causa de Cristo, Cristo
le dice: “Pueden matar el cuerpo, pero no pueden dañar el alma. Ellos
me crucificaron, y si te quitan la vida, me crucifican a mí de nuevo en
la persona de mis santos” (Mensajes selectos, tomo 3, pp. 480, 481).

Martes 15 de mayo: La “abominación desoladora”

Cristo había llamado la atención de sus discípulos a las palabras del


profeta Daniel relativas a los acontecimientos que debían desarrollarse
en tiempo de ellos, y les había dicho: “El que lee, entienda”. Y la ase-
veración de que el Apocalipsis es un misterio que no se puede com-
prender es rebatida por el título mismo del libro: “Revelación de Jesu-
cristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben
suceder pronto... Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras
de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas: porque el tiempo
está cerca”. Apocalipsis 1:1-3 (El conflicto de los siglos, p. 340).
Ni un solo cristiano pereció en la destrucción de Jerusalén. Cristo
había prevenido a sus discípulos, y todos los que creyeron sus palabras
esperaron atentamente las señales prometidas. “Cuando viereis a Je-
rusalén cercada de ejércitos —había dicho Jesús—, sabed entonces que
su destrucción ha llegado. Entonces los que estuvieren en Judea, huyan
a los montes; y los que en medio de ella, váyanse”. Lucas 21:20, 21...
Empero la previsora misericordia de Dios había dispuesto los aconte-
cimientos para bien de los suyos. Ya estaba dada la señal a los cris-
tianos que aguardaban el cumplimiento de las palabras de Jesús, y en
aquel momento se les ofrecía una oportunidad que debían aprovechar
para huir, conforme a las indicaciones dadas por el Maestro... En la
época del sitio, los judíos habían acudido numerosos a Jerusalén para
celebrar la fiesta de los tabernáculos y así fue como los cristianos
esparcidos por todo el país pudieron escapar sin dificultad. Inmedia-
tamente se encaminaron hacia un lugar seguro, la ciudad de Pella, en
tierra de Perca, allende el Jordán (El conflicto de los siglos, p. 29).
El día de la venganza de Dios está por sobrecogernos. El sello de
Dios será puesto únicamente sobre las frentes de aquellos que suspiran
y lloran por las abominaciones que son cometidas en la tierra. Los que
simpatizan con el mundo, comen y beben con los borrachos, serán
destruidos con los que hacen iniquidad...
50 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA
Nuestra propia conducta determina si recibiremos el sello del Dios
viviente, o si seremos abatidos por las armas destructoras. Ya han caído
sobre la tierra algunas gotas de la ira divina: pero cuando se derramen las
siete últimas plagas sin mixtura en la copa de su indignación entonces
será para siempre demasiado tarde para arrepentirse y hallar refugio No
habrá entonces sangre expiatoria que lave las manchas del pecado…
No se adquieren en un momento el valor, la fortaleza, la fe y la
confianza implícita en el poder de Dios para salvarnos. Estas gracias
celestiales se adquieren por la experiencia de años. Por una vida de
santo esfuerzo y de firme adhesión a lo recto, los hijos de Dios estaban
sellando su destino. Asediados de innumerables tentaciones, sabían
que debían resistir firmemente o quedar vencidos... Su ejemplo será un
consuelo y estímulo para el pueblo de Dios que sufrirá un tiempo de
angustia como nunca lo hubo (Testimonios para la iglesia, tomo 5, pp.
197, 198).

Miércoles 16 de mayo: Las diez vírgenes

[Las vírgenes prudentes] habían recibido la gracia de Dios, el poder


regenerador e iluminador del Espíritu Santo, que convertía su Palabra
en una antorcha para los pies y una luz en la senda. A fin de conocer la
verdad, habían estudiado las Escrituras en el temor de Dios y habían
procurado con ardor que hubiese pureza en su corazón y su vida. Te-
nían experiencia personal, fe en Dios y en su Palabra, y esto no podían
borrarlo el desengaño y la dilación. En cuanto a las otras vírgenes,
“cuando tomaron sus lámparas, no tomaron aceite consigo”. Habían
obrado por impulso. Sus temores habían sido despertados por el so-
lemne mensaje, pero se habían apoyado en la fe de sus hermanas sa-
tisfechas con la luz vacilante de las buenas emociones, sin comprender
a fondo la verdad y sin que la gracia hubiese obrado verdaderamente en
sus corazones. Habían salido a recibir al Señor, llenas de esperanza, en
la perspectiva de una recompensa inmediata; pero no estaban pre-
paradas para la tardanza ni para el contratiempo. Cuando vinieron las
pruebas, su fe vaciló, y sus luces se debilitaron (El conflicto de los
siglos, pp. 391, 392).
[A] menos que los miembros de la iglesia de Dios hoy tengan una
relación viva con la fuente de todo crecimiento espiritual, no estarán
listos para el tiempo de la siega. A menos que mantengan sus lámparas
aparejadas y ardiendo, no recibirán la gracia adicional en tiempo de
necesidad especial.
Únicamente los que estén recibiendo constantemente nueva provi-
sión de gracia, tendrán una fuerza proporcional a su necesidad diaria y a
su capacidad de emplearla. En vez de esperar algún tiempo futuro en
que, mediante el otorgamiento de un poder espiritual especial sean
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milagrosamente hechos idóneos para ganar almas, se entregan diaria-
mente a Dios, para que los haga vasos dignos de ser empleados por él.
Diariamente están aprovechando las oportunidades de servir que están a
su alcance. Diariamente están testificando por el Maestro dondequiera
que estén, ora sea en alguna humilde esfera de trabajo o en el hogar, o en
un ramo público de utilidad (Los hechos de los apóstoles, p. 45).
Crezcamos en el conocimiento de la verdad, dándole toda la honra y
la gloria al que es uno con el Padre. Procuremos con todo fervor la
unción celestial, el Espíritu Santo. Practiquemos un cristianismo puro
y creciente, para que en los atrios celestiales seamos al fin declarados
completos en Cristo.
“¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!” Mateo 25:6. No perdáis
tiempo ahora en levantaros y arreglar vuestras lámparas. No perdáis
tiempo procurando la unidad perfecta unos con otros. Debemos esperar
que haya dificultades. Vendrán las pruebas. Cristo, el Capitán de
nuestra salvación, fue hecho perfecto mediante el sufrimiento. Sus
seguidores tendrán que encararse frecuentemente con el enemigo y
serán probados severamente, pero no deberán desesperar. Cristo les
dice: “Confiad, yo he venido al mundo”. Juan 16:33 (Testimonios para
la iglesia, tomo 8, p. 224).

Jueves 17 de mayo: De qué modo usar tus talentos

A cada persona se le han confiado dones individuales, llamados ta-


lentos. Algunos consideran que estos talentos están limitados a ciertas
personas que poseen dotes mentales superiores y genio. Pero Dios no ha
restringido la dádiva de sus talentos a unos pocos favorecidos. A cada
uno se le ha confiado algún don especial por el cual debe dar cuenta al
Señor. El tiempo, la razón, los recursos, el vigor, las facultades menta-
les, la ternura de corazón; todos estos son dones de Dios, confiados para
que sean usados en la gran obra de bendecir a la humanidad.
No hay duda de que algunos tienen pocos talentos, pero si negocian
diligentemente con los bienes de su Señor, estos dones se aumentarán
mucho...
El Señor vigila a cada uno para ver si usará sus talentos sabia y
desinteresadamente, o si buscará su propio provecho. Cada hombre
recibe talentos conforme a sus diversas capacidades, para que pueda
aumentarlos haciendo una sabia inversión. Cada uno debe rendir
cuentas al Maestro por sus acciones (Comentarios de Elena G. de
White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 5, p. 1075).
Nuestro tiempo pertenece a Dios. Cada momento es suyo, y nos
hallamos bajo la más solemne obligación de aprovecharlo para su glo-
ria. De ningún otro talento que él nos haya dado requerirá más estricta
cuenta que de nuestro tiempo.
El valor del tiempo sobrepuja todo cómputo. Cristo consideraba
precioso todo momento, y así es como hemos de considerarlo nosotros.
52 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA
La vida es demasiado corta para que se la disipe. No tenemos sino unos
pocos días de gracia en los cuales prepararnos para la eternidad. No
tenemos tiempo para perder, ni tiempo para dedicar a los placeres
egoístas, ni tiempo para entregarnos al pecado. Es ahora cuando hemos
de formar caracteres para la vida futura e inmortal. Es ahora cuando
hemos de preparamos para el juicio investigador (Palabras de vida del
gran Maestro, p. 277).
Dios ha señalado a cada uno su obra. Tanto los más humildes como
los más poderosos han sido dotados de una influencia que debe ejer-
cerse del lado del Señor, y debieran dedicarle a él sus talentos, cada
uno trabajando en el puesto de deber que se le ha asignado. El Señor
espera que cada uno haga lo mejor de que es capaz. Cuando brilla la luz
en el corazón, él espera que nuestra obra corresponda a nuestra luz, de
acuerdo con la medida de la plenitud de Cristo que hemos recibido.
Cuanto más usemos nuestro conocimiento y ejercitemos nuestras
facultades, tanto mayor conocimiento tendremos, tanto más capacita-
dos seremos para hacer una obra mayor v mejor.
Nuestros talentos no son nuestros; son del Señor, su propiedad con
la que debemos negociar. Somos responsables por el uso o el abuso de
los bienes del Señor. Dios pide que los hombres inviertan los talentos
que les fueron confiados, para que cuando el Señor venga reciba con
intereses lo que le pertenece. Con su propia sangre Cristo nos ha com-
prado como sus siervos. ¿Le serviremos? ¿Procuraremos con diligen-
cia presentamos a Dios aprobados? ¿Manifestaremos por nuestras
acciones que somos mayordomos de su gracia? Todo esfuerzo hecho
por el Maestro, impulsado por un corazón puro y sincero, será una
ofrenda fragante para él (Testimonios para los ministros, p. 166).

Viernes 18 de mayo: Para estudiar y meditar

Alza tus ojos, p. 341.

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