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OPINIÓN Y BLOGS
Y así ha sido hasta que el TC aprobó la STC 31/2010, sobre la reforma del Estatuto de
Autonomía de Catalunya aprobada y en vigor desde 2006. Hasta ese momento el
porcentaje de ciudadanos en Catalunya que aceptaban la Constitución y el Estatuto de
Autonomía, el llamado “bloque de la constitucionalidad”, como fórmula de integración
de Catalunya en el Estado español ha estado siempre en torno al 80 %. El
independentismo ha sido una opción casi anecdótica hasta 2010.
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A partir de ese momento, se produce una transferencia del apoyo ciudadano del
“bloque de la constitucionalidad” a la convocatoria de un referéndum para que los
ciudadanos de Catalunya se pronuncien sobre su integración en el Estado. El mismo
80% que ha estado apoyando ininterrumpidamente desde la entrada en vigor de la
Constitución y el Estatuto dicho “bloque”, ha pasado a apoyar la convocatoria del
referéndum. Todos los estudios de opinión lo confirman. Entre el 70 y el 80% se cifra el
apoyo en Catalunya a la celebración del referéndum. Esto es lo que ha ocurrido entre
2010 y 2017.
Cuando esto ocurre, cuando el porcentaje a favor del referéndum alcanza en una
sociedad el 80%, no es posible que se pueda abrir un debate político normalizado en
ausencia del mismo. Sin referéndum falta el oxígeno imprescindible para que pueda
existir un debate político. El único discurso posible es el de la reclamación de que el
referéndum se celebre. O dicho de otra manera: el único discurso posible es el que en
este momento representa el nacionalismo independentista.
Mientras la posición del Gobierno de la nación siga siendo la que es respecto del
referéndum, no hay debate político posible en Catalunya ni entre Catalunya y España.
Los partidos de gobierno de España, PP y PSOE, cuya presencia relevante en el
subsistema político catalán es indispensable para que dicho subsistema pueda
considerarse parte del sistema político español, están condenados a la marginalidad. Y
cada vez más. El Estado no puede estar ausente de Catalunya. No puede estar presente
exclusivamente como “enemigo”, como lo calificó en su día Artur Mas.
11/09/2017 - 21:32h