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Drone
Coreografía e interpretación: Karolina Rychlik y Laila Tafur
Teatro Conde Duque (Madrid)
12 de diciembre de 2014

El término drone en música hace referencia a la repetición o suspensión del sonido en el tiempo sin apenas
variaciones. Este sentido de continuidad es el punto de partida de la propuesta coreográfica que las jóvenes
creadoras Karolina Rychlik y Laila Tafur presentaron en el Teatro Conde Duque dentro de la 28º edición del
Certamen Coreográfico de Madrid. El objetivo de este dueto es trasladar la idea musical al cuerpo y el
movimiento. Este hecho ha llevado a las coreógrafas a una experimentación centrada en el uso de pocos
elementos y en la repetición persistente de las pautas de movimiento en la que la improvisación se convierte
en una herramienta de la creación. El deseo es insistir hasta la saciedad y los elementos extra coreográficos
inciden en este empeño: desde la tenue luz que dibuja la figura de las dos intérpretes durante toda la pieza
hasta la calculada composición espacial. También la música de Hans Laguna insiste en la repetición,
generando un paisaje sonoro envolvente que crea una atmósfera hipnótica y narcótica sumida en la calma y
la soledad. Los dos cuerpos se mueven por escena como guiados por la música de las esferas, con un ritmo
imperturbable que pareciera prolongarse hasta el infinito. Estos cuerpos, desprovistos de comunicación entre
ellos y de emoción, ofrecen destellos de cierta belleza melancólica que solo son visibles al ojo del espectador
que ha conseguido conectar con el universo que se propone.
La racionalidad desde la que se concibe la pieza hace que el diálogo que se establece entre la coreografía y el
público no resulte fácil, aunque sí es capaz de crear un marco creativo para el espectador en el que este puede
imaginar, reflexionar, descubrir... En palabras de las creadoras: "la coreografía no se propone desde el
escenario pero se construye en el ojo del espectador". Por contraste, la propuesta coreográfica Drone nos
recuerda que vivimos en una sociedad dominada por las prisas y el estrés y propone un espacio y tiempo en
el que pararnos a observar.
Aunque la reacción del público no fue calurosa, el jurado premió la pieza con una residencia en el Centro
Coreográfico de La Gomera y Laila Tafur recibió el Premio Fundación AISGE a la bailarina sobresaliente.
JAVIER ARA

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