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“EL PODER DEL LENGUAJE EN LA DIPLOMACIA”

ENSAYO ACADÉMICO

AUTOR: KAIN GIOVANI LÓPEZ REBOLLAR


ASIGNATURA: ARGUMENTACIÓN Y EXPRESIÓN ORAL

PROFESORA: VIRIDIANA CARRERA AGUIRRE


FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES

UNAM, 2019.
INTRODUCCIÓN

A punto nos encontramos de entrar a la segunda década del siglo XXI y observamos
panoramas inéditos en la forma de conducir relaciones internacionales tanto
políticas, sociales, como comerciales. Por lo que, a través de este ensayo
académico, trazaremos una idea entorno a la siguiente interrogante: ¿cuáles
alcances tiene el poder del lenguaje en la diplomacia del siglo XXI a través del
empleo de la argumentación, como principal herramienta en las relaciones
internacionales contemporáneas? Considerando al lenguaje, la capacidad de
argumentación y a la adecuada expresión oral, como las armas secretas del
individuo quien practica la diplomacia.

Como bien lo mencionó Wilfried Bolewski (2007:3), “la diplomacia se está


transformando y expandiendo de ser un método pacífico de relaciones interestatales
a ser un instrumento general de comunicación entre sociedades globalizadas”. Esta
aseveración nos deja ver que más allá de ser un acto glamouroso de alto nivel entre
funcionarios, la diplomacia ha pasado a ser un estilo práctico de comunicación en
distintos niveles de relaciones, por lo que se puede expresar que “el monopolio de
la diplomacia llevado a cabo por diplomáticos profesionales se está desvaneciendo”.

En el transcurso de estas relaciones, los individuos que hacen uso de la diplomacia


persiguen objetivos específicos o buscan hacer valer los intereses de los que
representan, para lograrlo recurren a métodos de persuasión, influencia y
negociación basados en las normas morales y ética diplomática apropiadas dentro
del protocolo de dicha relación (Cordero, I. 2013).

Para colocar en contexto las habilidades de lenguaje y argumentación en la práctica


diplomática, basta asumir que no existe un diplomático de carrera, quien ejerza de
forma profesional la disciplina de la diplomacia sin saber expresarse, sin poseer un
lenguaje amplio, y sin saber influir sobre el pensamiento del receptor de su mensaje;
es por ello por lo que, a continuación, se buscarán respuestas a la interrogante
planteada en los párrafos anteriores.

EL PODER DEL LENGUAJE EN LA DIPLOMACIA

Partiendo del concepto histórico que coloca a la diplomacia como recurso de


inteligencia y tacto para la conducta de las relaciones oficiales entre gobiernos de
estados independientes, se puede presumir que la diplomacia no tendría razón de
ser si no existiera alguna situación que involucre una probable intervención bélica.

1
Sin embargo, con las ampliaciones conceptuales que ha sufrido el término en las
últimas décadas, a causa de la globalización, la demanda de negociaciones
internacionales en diferentes ámbitos de la vida social y política ha permitido que la
diplomacia sea utilizada no solo para mantener la paz, sino también para fomentar
el desarrollo social, los negocios, las comunicaciones y la participación de grupos
sociales en temas globales.
En ese sentido, la diplomacia se puede ligar estrechamente con la inteligencia, ya
que es también fuente de información oficial para la toma de decisiones y la creación
de estrategias dentro de cualquiera de las esferas antes mencionadas. Por lo que,
a través de sus competencias lingüísticas, el diplomático interpreta la información
disponible en diversas fuentes como la prensa, escritos académicos, opinión
pública, etcétera. Siendo éste, excepcionalmente habilidoso en reunir y abstraer
esta clase de información para después ser aprovechada y compartida
estratégicamente.

Por lo anterior, se puede establecer que un diplomático es un especialista en


comunicación precisa y certera, más que un simple mensajero o heraldo, es un
soldado “equipado no solo para entregar un mensaje, sino para juzgar el lenguaje
en el cual debería ser presentado”, tal como lo cita Carlos Murillo (2015:53). El poder
del lenguaje en el desarrollo de las relaciones internacionales hace notar los
alcances de la retórica argumental de la diplomacia moderna.

Por otra parte, de acuerdo con la Convención de Viena, el intercambio diplomático


se deberá llevar a cabo siguiendo el protocolo establecido a través de instrumentos
de comunicación oral o escrita. Es ahí donde el lenguaje toma el poder de la relación
sacando a relucir su capacidad argumentativa ya sea para debatir, resolver
controversia, fundamentar, o cualquier otro estilo de argumentación adecuado a las
necesidades del diplomático. Por lo anterior, un buen ejemplo de comunicación
diplomática escrita es la “nota verbal” o “nota diplomática” utilizada para solicitar o
iniciar cierta acción. El poder lingüístico argumental de una nota diplomática recae
en las líneas de cortesía al principio y al final de la nota, el juego de palabras
utilizado debe ser cortés, respetuoso y con patrones de sometimiento o auto-
subestimación formal dejando oportunidad para una respuesta sin que la
responsabilidad del contenido recaiga en el mensajero.
En lo que respecta a la argumentación diplomática, tiene su enfoque principal en la
persuasión de otros actores para tomar acción con respecto a intereses particulares
de la parte representada. Dicha persuasión se lleva a cabo de tal forma que el
diplomático expresa intereses de beneficio mutuo u ofreciendo algo a cambio, ya
sea una remuneración económica, protección, asistencia, etcétera. Este
intercambio de beneficios facilita la argumentación cuando se trata de convencer a
un actor que se encuentra en una posición más vulnerable, es por ello por lo que
2
las grandes potencias tienden a ser reconocidas como grandes productores de
diplomáticos exitosos, es tal vez el acceso a más herramientas circunstanciales que
empoderan su capacidad de argumentar sólidamente.

Adicional a lo anterior, el lenguaje diplomático ha cambiado radicalmente con la


revolución tecnológica de las últimas décadas. Para poder sacar provecho de las
tecnologías de información en la práctica de la Diplomacia Digital 1 , se han
desarrollado discusiones y negociaciones de asuntos de la vida pública y la
soberanía de estados a través de dichas plataformas, provocando que el lenguaje
requerido para dichas interacciones sea abreviado, conciso y sin dar lugar a mal
interpretaciones. Esta tendencia tecnológica tanto ha facilitado las comunicaciones
como ha dificultado la interpretación de estas, siendo así un arma de doble filo que
aun requiere ser amaestrada.

El discurso diplomático, en cualquiera de sus formas, debe recurrir a la


argumentación para aportar razones que justifiquen la postura o el planteamiento
del diplomático, como lo cita el Dr. Wilfried Bolewski (2007:15), la diplomacia
involucra “el arte de convencer y el arte de coercibir” 2 , para ello, uno de los
accesorios para complementar el argumento es el uso de la ambigüedad, la cual
deja abiertas posibilidades a diferentes interpretaciones de lo que se pretende
conseguir, permitiendo retener flexibilidad para negar declaraciones si así
conviniere. En síntesis, los poderes que residen en el lenguaje usado para la
diplomacia residen en dos aspectos contrastantes que se agregan a la
argumentación planteada: la ambigüedad y la precisión. La precisión permite al
diplomático expresar información relevante de forma objetiva y concreta al receptor
del mensaje, utilizando dicha información para ejercer mayor influencia coercitiva;
con la ambigüedad se busca que el propio interlocutor se convenza con el
argumento con sus propias respuestas y aportaciones.

Una última aportación al alcance del lenguaje en la diplomacia moderna es que el


perfil del diplomático se ha transformado junto con las tendencias mundiales y con
él sus habilidades lingüísticas y de comunicación. Quien se dedica profesionalmente
a la diplomacia ha ampliado su perfil y repertorio de habilidades de ser un simple
representante mensajero de los intereses de un Estado, quien procura la protección
de los ciudadanos de su país, a ser un gerente de proyecto, analista, figura pública,
político, moderador intercultural y negociador. Con tal enriquecimiento del campo
de acción y las capacidades lingüístico-argumentativas de un individuo que practica

1
Término utilizado para referirse a la práctica de relaciones diplomáticas a través de las plataformas
tecnológicas de información.
2
Traducción al español de lo expresado por Raymond Aaron “Paix et guerre entre les nations” (1962:68)

3
la diplomacia goza de mayor poder en su forma de comunicarse logrando influenciar
de una manera más efectiva al receptor de su mensaje.

CONCLUSIONES

A lo largo del ensayo se pudo observar como el lenguaje y las habilidades


discursivas son la principal herramienta para llevar a cabo relaciones diplomáticas.
Las cuales, en el presente siglo XXI, han pasado de ser una actividad
primordialmente estatal, con la que se busca implementar la política exterior en otras
geografías, hasta aplicarse en un nuevo abanico de escenarios políticos, culturales,
económicos y de negocios a raíz de la globalización de las interacciones sociales.
La diplomacia ha evolucionado también en conjunto con la interconexión global, se
ha adaptado a nuevas formas de comunicación basadas en las tecnologías de la
información, por lo que su lenguaje ha tendió también que adaptarse a la brevedad,
objetividad y diversidad de audiencias a la que está expuesto.
En resumen, el poder que el lenguaje ejerce sobre las relaciones diplomáticas es
comparado con el del arma de un militar en servicio, su carrera depende del uso
correcto o incorrecto de ella, ya que con ella puede cumplir con su misión de
preservar los intereses de quien representa, negociando con absoluta paz y
armonía, o bien puede causar daños irreparables en las relaciones internacionales
con quienes es usada.
La diplomacia no es una ciencia, sino un arte que convierte a quien la practica en
un pintor de relaciones entre actores de diferentes naciones, relaciones que se
basan en el poder del lenguaje, la argumentación y las formalidades verbales para
convencer a su contraparte de adoptar una posición o tomar una acción deseada
en base a intereses específicos.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

• Bolewski, W. (2007). Diplomacy and International Law in Globalized


Relations. Springer. Berlín, Alemania. Recuperado el 06 de enero del 2019
de:
https://books.google.com.mx/books?id=S9naeyAVwdUC&pg=PA12&lpg=PA
12&dq=Wilfried+Bolewski+pdf&source=bl&ots=sR7PKHEmr7&sig=CTPGN_

4
9RPjHT9NtcDMenJi3dP5Q&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwit3ujWx9jfAhUELK
0KHfjbCc44ChDoATAAegQIABAB#v=onepage&q&f=true
• Cordero, I. (2013). Ética Diplomática. Palibrio. Estados Unidos. Recuperado
el 5 de enero del 2019 de:
https://books.google.com.mx/books?id=WuUTAgAAQBAJ&pg=PA78&lpg=P
A78&dq=argumentacion+diplomatica&source=bl&ots=wgbN57G3Ky&sig=E
VAFu9xLr4xDo6LMsB4qXvvhZhg&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwjhmYS_uNjf
AhVQC6wKHV8nCrwQ6AEwBnoECAQQAQ#v=onepage&q=argumentacion
%20diplomatica&f=false
• Zamora, C. (2016). Diplomacia, inteligencia exterior y secreto diplomático
frente a los desafíos de la era global. Revista Policía Y Seguridad Pública,
5(2), 29-74. Recuperad el 7 de enero del 2019 de:
https://doi.org/10.5377/rpsp.v5i2.2325

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