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- + : ve ed. 0-8 Ojancia Huide beo Jonge, i anitto de Hye, 6d. Andes Delle, Sambinge ae cuile, 2008 V. GES POSIBLE HABLAR TODAVIA DE VICIOS? a injusticia més insoportable es la que posee armas, ‘y el bombre estd naturalmente provisto de armas al servicio de la sensatez y de la virtud, (pero puede utilizarlas para las cosas mas opuestas Por eso, sin virtud, es el ser mds impio y feroz “yel peor en su lascivia y voracidad. ARISTOTELES “+ 42, Los estilos de conducta pueden ser tales que no conduzcan al desarrollo y la unidad del sujeto. Es decir, que lo impulsen a conseguir bienes que son s6lo aparentes, que lo destruyen 0 de- terioran y que con frecuencia llevan también a dafiar a los otros. Son los vicios. Al igual que las virtudes, se adquieren por repeti- ci6n de actos. No se puede decir a priori cuales son el ntimero y la frecuencia necesarios para que den origen a un habito vi- cioso, Dependen de muchos factores, como las disposiciones de! sujeto y la fuerza de atraccion de determinados objetos En la Etica a Nicémaco, junto con las virtudes se analizan los vicios. Por cada virtud hay al menos dos vicios, uno por defecto y otro por exceso. Asi, a la valentia se le oponen la cobardia y la temeridad. A la generosidad la tacafieria y la pro- digalidad, Naturalmente no todos los vicios son igualmente per- niciosos y depende de cada persona a qué vicios esta mas inclinada. Hay algunos que nos resultan muy poco atractivos, mientras que otras personas estin como aprisionadas por ellos. En todo caso, a los vicios mas denigrantes no se llega de un dia para otro, sino por una sucesi6n de actos malos. En Los hermanos Karamazov, Dimitri destaca la suerte de Aliocha, que no ha subido el primer escalén del vicio. En efecto, si ya se subi6 el primero, llegar al tltimo es s6lo cosa de tiempo. Al lado de cada virtud siempre hay algunos vicios que quie- ren desempefar su papel. Los cobardes, por ejemplo, piensan que los valientes no son tales, sino alocados, temerarios. 2Y por © Politica, 1 2, 1253433-38 5 HL anillo de Giges qué les pasa esto? Porque ellos ven los peligros mas grandes de lo que son.” No todos juzgan las cosas por igual. En la en- sefianza aristotélica resulta claro que el virtuoso es el que juz~ ga bien, el que tiene la recta medida de las cosas. Por eso, él mismo se transforma en canon o medida de la moralidad. La ética aristotélica no se centra en la elaboraci6n de un catélogo de normas sino en la determinacion 0 bosquejo de lo que sig- nifica ser virtuoso. Viendo al virtuoso sabremos nosotros mis- mos qué es lo que tenemos que hacer. En este sentido, Tomas de Aquino dice que “el que se comporta rectamente en todas las cosas, tiene un juicio recto acerca de lo singular. En cam- bio, quien sufre falta de rectitud juzga también en forma de! ciente: el que esté en vela juzga rectamente de su propia vigilia y de que otros duermen, pero el que duerme no tiene un jui- cio recto ni de si ni del que vigila, de donde las cosas no son como le parecen a él, sino como las ve el que est en vela. Y lo mismo se aplica al sano y al enfermo respecto al juicio de los sabores; y al débil y al fuerte para juzgar de las cargas, y al virtuoso y al vicioso para determinar lo que conviene ha- cer. Por eso dice el Filésofo en el libro V de la Btica que el virtuoso es regla y medida de todo lo relativo a los hombres, porque las cosas humanas son tales en lo singular como el virtuoso las juzga”.* CONOCIMIENTO DEL MAL 43. Los vicios son estilos de conducta que nos empujan a ele- gir el mal. Naturalmente, para que se formen deben ser reitera- dos, es decir, ir dejando una huella en el sujeto. Con todo, la maldad de un acto no se da s6lo por la circunstancia de que contribuya a originar un vicio. Seria tal aunque el sujeto supie- se que iba a morir unos segundos después de haberlo cometi- © Of Biica a Nicémaco tt 8, 110820 ss. © Dn Bp. Fad Cor, eM, leet. 3, 1, 118, 76 cB posible hablar todauta de vicios? do, Relacionada con el tema de la originalidad o individualidad del acto malo, esti la cuestién de cémo se conoce el mal. De alguna manera cabria pensar que aquél que nunca lo ha practi- cado no puede conocer el mal. Por tanto, su conocimiento se hallaria limitado. Sin embargo, una tesis tradicional de la filoso- fia moral clisica es que el conocimiento del mal, y por tanto de los vicios, esté reservado al que no lo practica. Es decir, sabe mejor lo que es el mal quien no lo ha probado. En efecto, como el mal es negatividad, s6lo quien no lo ha experimentado tiene plena conciencia del bien al que el mal se opone y, por tanto, de todo Io deficiente que envuelve una accién mala, A primera vista esto puede resultar dificil de entender, porque estamos acos- tumbrados a pensar en el mal como si fuese una cosa, En reali- dad no es una cosa, sino la carencia de una cosa. Asi, hablamos de la ceguera, la sordera o la cojera, como si estas existieran, En realidad, sin embargo, la ceguera no existe, lo que existe es una lesion en el nervio 6ptico, consecuencia de la cual una persona esti privada de vision. Con todo, por razones practicas es mu- cho més rapido y comodo hablar de ciegos en vez de “privados de la vision". Dentro del mismo ejemplo, parece relativamente claro que el que ve puede entender mejor lo que es la ceguera que el ciego de nacimiento. Y el que ha quedado ciego percibe con gran dramatismo esa negatividad precisamente porque tiene un punto positive de comparacion, En el campo moral, en cambio, es més dificil de entender la idea de que el mal lo conoce quien no fo ha probado. Los vicios parecen tener mucho mis entidad que ciertas privacio- nes notorias como la parilisis de un miembro o la sordera. Sin embargo, los vicios y las malas acciones también constituyen una carencia. Es la falta del orden debido en las acciones. Una conducta que, en principio, deberia contribuir a la plenitud del sujeto, constituye en realidad un deterioro para el que acta y para otros hombres. Quien esté involucrado en esa conducta dificilmente percibira su gravedad, porque para esto deberia sa- ber cuanto bien esta perdiendo, cosa que sélo puede conocer quien est involucrado en la prictica y participacién del bien. En El sobrino del mago, C. S. Lewis nos habla de un personaje 7

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