Vous êtes sur la page 1sur 1

Importante Leer

Luego de que la Ley 66-07 declarara al país como un Estado Archipielágico, es decir, que
está constituido por varias islas, islotes y otras masas de tierra que están, incluso, debajo
del mar, la manera más idónea para graficar la integralidad del territorio dominicano es un
mapa topobatimétrico que muestre no solo la superficie del país, sino sus fondos marinos.
Con la referida Ley, el territorio dominicano quedó conformado por la parte este de la isla
que comparte con Haití, además de 150 islas menores, sus arrecifes, los bancos de
Montecristi, del Pañuelo, de la Plata, el Innominado, el de la Navidad y el del Caballo.
También, por los estrechos de la Plata, de la Navidad, de Beata, de Alto Velo, así como por
la gran cordillera submarina de Beata contigua a la península de Barahona y otros
elementos naturales y las aguas que los conectan.
Esta declaratoria incrementó el territorio dominicano de 48,442 km2 a 98,029 km2, siendo
el área terrestre de 48,320 km2, y el área de agua archipielágica de 49,709 km2, conforme
se precisa en un documento de la Autoridad Nacional de Asuntos Marítimos (Anamar), que
quedó creada con la promulgación de la Ley 66-07, con la responsabilidad de velar por la
investigación, la conservación y el aprovechamiento de los recursos marinos y del subsuelo
del fondo del mar.
Anamar editó a finales de 2015 el segundo mapa topobatimétrico de la República
Dominicana, que muestra tanto las áreas que están sobre la superficie del agua como las
que están cubiertas por ésta y que forman parte integral del territorio dominicano. El mapa,
además de su importancia científica, “contribuye a que los dominicanos ampliemos la
visión que tenemos de nuestro territorio, haciéndonos conscientes de que la República
Dominicana tiene más territorio sumergido que emergido”, indica Anamar.
Esfuerzo colaborativo
El primer mapa topobatimétrico fue realizado en el marco del proyecto Caribe-Norte, en
2009, que implementaron conjuntamente la Universidad Complutense de Madrid, el
Instituto Español de Oceanografía, la Dirección General de Minería y el Instituto
Sismológico de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, con la ayuda del Servicio
Geológico de Estados Unidos.
El proyecto procuró profundizar los estudios sobre la placa tectónica del Caribe
relacionados con la evaluación del riesgo de terremotos y tsunamis, ya que se trata de una
zona con alta peligrosidad.
La coordinación dominicana fue responsabilidad del geólogo Santiago Muñoz Tapia, hoy
director del Servicio Geológico Nacional: “Este proyecto llevaba una parte en tierra.
Hicimos geofísica para ver el comportamiento del subsuelo. Se hicieron tres detonaciones,
es decir tres explosiones con perforación, una en Hato Mayor, una en San Juan y otra entre
Cotuí y Bonao, para crear las ondas”, las que se recibieron en el Buque de Investigación
Oceanográfica Hespérides y en los geófonos que distribuyeron en toda la geografía
nacional.
Informó que además hicieron unas secciones transversales desde Isla Beata hasta Puerto
Plata, colocando un geófono cada cinco kilómetros para medir las ondas en el subsuelo
producto de las detonaciones, así como barridos para ver el relieve marino en la zona de La
Trinchera de Los Muertos, considerada el segundo sistema de falla de alta peligrosidad
sísmica para el país. Se encuentra ubicada en la franja norte de la placa del Caribe.

Vous aimerez peut-être aussi