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Madrid:
Ediciones Cátedra.
Iuri Lotman es conocido como el fundador de la culturología. Aunque esta reseña no tiene
el propósito de definir este complejo término, no es difícil hallar la relación de la
semiosfera con él (partiendo de su etimología), en cuanto que esta no es más que una
representación de la cultura, con sus fronteras, sus intercambios, sus traducciones, sus
límites. Los nómadas en los grandes imperios, tomando un ejemplo de Lotman, creaban sus
fronteras, espacios de bilingüismo, en las que se presentaban empalmes semióticos entre las
diferentes culturas. Los distintos grupos nómadas eran, entonces, variadas semiosferas en
constante relación cultural. Pero ya llegaremos a comprenderlo un poco más en el
transcurso del presente texto. Por el momento, esta reseña tiene como fin descriptivo y
analítico el primer capítulo del libro “La semiosfera I”, de Iuri Lotman. Este lleva por
nombre Acerca de la semiosfera y funciona, en parte, como texto introductorio al estudio de
este continuumsemiótico.
El autor hace un breve recorrido histórico de las teorías de los signos, propuestas, por un
lado, por Morris y Peirce, y por el otro, por Saussure. Tal recuento lo hace con el fin de
comentar el proceso de revisión que, para ese entonces, se estaba llevando a cabo en
algunos conceptos de la disciplina. El cambio considerable que ha habido se enfoca en la
manera como los semiólogos estudiaban particularmente algún objeto semiótico, sin tener
en cuenta que este, tomado por separado, no posee la “capacidad de trabajar”. ¿Pero
separado de qué? Del gran continuumsemiótico denominado por el semiólogo ruso Iuri
Lotman: Semiosfera. Esta designación nace a partir de los conceptos de biosfera y noosfera
propuestos por Vernadski para explicar, respectivamente, la superficie natural que
transforma la energía solar en energía física y química y la capacidad del hombre de
razonar mientras ocurre tal proceso. En la semiosfera, en lugar de transformaciones de
energía, las habrá simbólicas.
Es necesario aclarar que, en esas relaciones internas, hay tanto diferencias como
semejanzas que producen el carácter discreto del sistema semiótico, comprendido como la
interrupción en la transmisión de información. A la par de este rasgo, surge el diálogoentre
los dos espacios de la semiosfera (y como producto de ella). Para explicar las causas de la
interrupción de la información, Lotman hace uso de dos conceptos: simetría y asimetría,
que podrían equivaler a la homogeneidad y heterogeneidad de los espacios semióticos de
una semiosfera particular. A partir de este momento, Lotman se centra en el
enantiomorfismo, que en otras palabras, es una simetría especular “en la cual ambas partes
son especularmente iguales, pero son desiguales cuando se pone una sobre otra, o sea, se
relacionan entre sí como derecho e izquierdo” (p.36). En la desigualdad de la que habla el
autor en este fragmento, cabe la asimetría propia de toda cultura en relación con otras.
Aunque hagan parte de una misma semiosfera, los espacios semióticos serán disímiles y
parecidos. Para ejemplificar la simetría especular, Lotman pone como ejemplo los
palíndromos rusos y los chinos. Estos últimos, leídos de derecha a izquierda, significan
otras cosas a las expresadas o escritas en el orden normal. Con este ejemplo el autor expone
la simetría (el hecho de que sean las mismas sílabas-palabras) y la asimetría (el cambio de
la naturaleza textual, cuando se leen en sentido contrario). Las lecturas a la inversa de esta
clase de palíndromos son consideradas esotéricas o infernales, según lo expuesto por
Lotman. Habría que esperar, si en el transcurso del libro, el autor especifica la relación de
tales lecturas con los espacios semióticos de la semiosfera.
Este primer capítulo aporta datos y definiciones importantes para la comprensión de las
acciones semióticas de las diferentes culturas dentro o fuera de la semiosfera. Esta
propuesta de Iuri Lotman es muy interesante para los estudios etnográficos,
fenomenológicos, semióticos, que puedan darse a partir de una cultura específica. Uno de
los fundamentos más interesante de este capítulo es la creación del lenguaje con base en las
interacciones que se dan en las periferias de las semiosferas: “Sin semiosfera el lenguaje
solo no funciona, sino tampoco existe” (P. 35). Es decir, de este continuuum semiótico
parten todos, absolutamente todos, los sistemas de signos que generan sentido.
El mundo de la imagen
Si bien muchas personas de los países no industrializados todavía sienten aprensión cuando
las fotografían porque intuyen una suerte de intrusión, un acto de irreverencia, un saqueo
sublimado de su personalidad o cultura, la gente de los países industrializados procuran
hacerse fotografiar porque sienten que son imágenes, que las fotografías les confieren
realidad.
Como unos binoculares cuyos extremos pueden confundirse, la cámara vuelve íntimas y
cercanas las cosas exóticas, y pequeñas, abstractas, extrañas y lejanas las cosas familiares.
¡Exacto!
El momento decisivo