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Dr. JUAN BRüGGEN M ~


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FUNDAMENTOS

DE LA GEOLOGIA '

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ED ITAD O POR E L

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PERSONALIDAD DEL AUTOR

La destacada y relevante personalidad


del autor de esta obra es sobradamente co-
nocida en todos los círculos científicos del
país y del extranje ro, porque la vastedad de
su labor geológica ha sido ampliamente di-
vulgada y constituye el aporte más valioso
a los conocimientos de esta ciencia en lo que
se relaciona con nuestra tierra, gigantesco
museo de fenómenos geológicos.
Se puede asegurar, sin temor a equivo-
carse, que el Dr. Brüggen es el primer hom-
bre de ciencias que abordó un estudio inte-
gral y minucioso de las características geo-
lógicas de nuestro territorio, · recorriéndolo
en su casi totalidad, estudiando en ,ada zo-
na con febril interés y abnegada concentra-
ción cada uno de los complejos a spectos de
su suelo, obteniendo un vasto y magnífico
acopio de datos y antecedentes que ha di-
vulgado por doquiera en textos, folletos, pu-
blicaciones y conferencias.
-ª o· eccion del Instituto G eográfico Milita r, movida por la sobresalie nte perso-
na lidad del Dr. Brüggen y como un home na je de gratitud a sus· esfuerzos, ha deci-
d ido edita r este libro, que contiene un resume n de la obra de su vida, apreciada en
más de 70 publicaciones aparecidas en Chile y en el extranjero.
El Dr. Brügge n ha sido un incansable propagandista de las riquezas mineras
y de las bellezas panorámicas de nuestra Patria; noble cruzada que ha reolizado a
tTavés de sus obras y en sus tres viajes al Viejo Contine nte, en cuyos principales cen-
tra s científicos y docentes ha dictado innumerables conferencias dando a conocer
en forma ame na y brillante estos a spectos.
Entre la multitud de labores de carácte r geológico desarrolladas por el Dr.
Brüggen, cabe destacar que fué el primero que en el país ha dado normas claras
y precisa s en esta Ciencia, uniformando especialmente su terminología, definiendo
con precisión, cada vocablo que concierne a la materia.

2677
- IV -

La Biografía sucinta que del autor publicamos a continuación, nos dará una
idea aproximada de la prolifera obra desarrollada por él, acervo de su aporte al
conocimiento de su patria de adopción.
Nació el Dr. Juan Brüggen Messtorff en Lübeck, Alemania, el 25 de abril de
1887, ciudad en cuyo Gimnasio cursó humanidades hasta el año 1905. Después es-
tudió Geología en las Universidades de Jena, Zürich, Viena y Bonn. En esta última se
graduó de Doctor en Filosofía, el 22 de noviembre de 1910, con una memoria sobre
LOS FOSILES DEL CRETACEO EN EL PERU.
Hasta julio de 1911 , sirvé como profesor auxiliar en el Instituto Geológico de la
Escuela Politécnica de Delft en Holanda. Allí estaba cuando lo contrató el Gobierno
de Chile para el Ministerio de Obras Públicas, en donde prestó sus servicios hasta
abril de 1917, fecha en que es nombrado Profesor de Geolog ía de la Escuela' de
Ingeniería, recibiendo el año 1919, además, el nombramiento de Profesor de Mine-
rología de la misma.
El año 1923 es nombrado profesor de Geología del Instituto Pedagógico. Fu~
profesor de esta misma cátedra en la Academia de Topografía y Geodesia del Ins-
tituto Geográfico Militar desde el año 1929 hasta 1934.
Recientemente, el 5 de octubre de este año, ha sido honrado con el nombra-
miento de miembro Académico de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de
la Universidad de Chile.
Desde 1911, año en que llegó al eaís, ha efectuado tres viajes al extranjero;
en el primero, realizado en 1921 y 1922, se especializó en algunos ramos de mine-
ralogía en la Universidad de Berlín y en el Servicio Geológico de Prusia.
El segundo viaje, que efectuó en los años 1932 a 1933, lo aprovechó para, dic-
tar quince conferencias en diferentes Universidades y Ce ntros científicos sobre geo-
logía, volcanismo, morfología y paisajes de Chile.
El último viaje lo realizó en los años 1937 y 1938 a invitación de cinco Univer~
sidades y Escuelas Polité cnicas alemanas, en las cuales dictó alrededor de diesiciete
conferencias. A su vuelta, al pasar por Argentina, dictó, además, algunas otras en
las Sociedades científicas y mineras de Buenos Aires.

La Dirección del In tituto Geográfico MJlitar.


I NTRODUCCION

El presente ·bro contiene una compilación de investigaciones que ejecuté en


< osi 40 a ños de es-,_dios.
E:r, ~ :r·-e·:::s seis años se trató de exploraciones sistemáticas de la zona carbo-
~ c 11e -- •= e e efectuar como geólogo del Ministerio de Industrias y Obras Públi-
c:m.. & = :i:::rs siguientes ded iqué la mayor parte de mi tiempo a la enseñanza de
~ -w::, y Geología, de manera que pude aprovechar solamente los meses de
-::-- =-es poro las investigaciones en el terreno. Ade más, éstas ya no obedecían a
- - ~ ::i, coordinado, sino se trataba de informes sobre tópicos prácticos, pedidos unos
=,:;:· e l Supremo Gobierno, otros por particulares . . Por esto no fué posible ceñirme

sis+emáticamente a algún plan científico. Sin embargo, en los viajes a las minas, a
los s· ios de tranques proyectados, etc., siempre pude hacer observaciones sobre la
C"':orfología del terreno atravesado, sobre la geología glacial, terrazas, etc. En el
p esen1e libro tra to de unir todas estas observaciones en un conjunto sistemático.
Algunos advertirán la ausencia de una investigación más detallada de los pro-
ble-.os por determinaciones paleontológicas, microscópicas, etc. Por desgracia, el
··empo d isponible no permitió tales estudios de laboratorio, porque tuve que atender
o 20 y más hora s de clases semanales.
El libro actual tiene un antecesor en mi obra: " Grundzüge der Geologie und
LagerrlaHenkt1nd e Chiles" (Fundamentos de la Geología y de los depósitos minera-
les de Chile) que fué editada e n 1934 por la Sección de Cie ncias Matemáticos y
Natura les de la Academia de Heidelberg. Le estoy muy agradecido a la Dirección
del Departa mento de Minas y Petróleo que, en el mismo año, hizo traducir el libro.
Pe,-o le · presión de lo traducción de bió postergarse de un año a otro, porque en
:Je"'::S , :o·es de estud·o hice continuamente observaciones nuevas que debían agre-

=-= = ·ex::: de o ero que hoy, lo extensión del libro se ha duplicado.


s ·ero que no me fuero posible publicar también la segunda parte de los fun-
do entos de la geolog ía de los depósitos de minerales. Pero la revisión demorará
todavía a lgún tiempo.
Expreso mis más sinceros agradecimientos al Instituto Geográfico Militar por
ober acogido con g ran benevolencia la impresión y edición de la obra, dando to-
cios los fa cilidades para hacerlo aparecer en la mejor forma posible, publicando los
_- erosos p lanos y perfiles y, especialmente, el mapa geológico en colores.
Agradezco también a la Caja de Crédito Minero el interés y ayuda que prestó
a lo obro.
Muy reconocido estoy de los señores Jorge Muñoz Cristi y Héctor Flores Wi/liams
y a la Corporación de Fomento por haberme facilitado el "Bosquejo Geológico" com-
p ilado por los dos ingenieros citados y que aparecerá en la Geografía Económica
q ue publicará dicha Corporación. He coloreado el plano, ampliándolo en algunas
portes.
Dr. Juan Brüggen.
INDICE

Pág.

:..-:J~cripción orográfica 1

- -La Geología.

A-Las rocas fundamentales preterciarias.

Las pizarras cristalinas y el paleozoico 7


? El Triásico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..... 12
3. La Formación Porfirítica 15
,!. Paleogeografía y movimientos tectónicos del mesozoico y el ple-
gam iento prin cipal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
5. Intrusión de las granodioritas y edad de la Cordillera de la Cos,ta 19

J3.-El desarrollo de los Andes después del plegamiento cretácico.

l. Las capas de la Quiriquina . . . 38


2. Los sedimentos terciarios . . . . . . . ..... 40
3. Las dislocaciones del Terciario inferior . . . . . . . . .. . . . . . 52
4. La penillanura terciaria, el Plioceno y las dislocaciones del Ter-
ciario superior . . . . . . . . . . . . . . .... · . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..... 60
5. El Valle longitudinal de Chile Central.
a) La cuenca de Santiago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 69
b) El Valle Longitudinal al sur de la cuenca de Santiago 79

C.-Los Andes del norte de Chile.

l. Las areniscas Puca de Corocoro en Bolivia . . . . . . . . . . . . . .... . 84


2. L.as areniscas rojas de la Puna de San Pedro de Atacama ..... . 96
a) Las areniscas mesozoicas. (La formación roja de Caleta Co-
loso. Las formaciones rojas en la Puna de Atacama. E l perfil
de Purilactis en San Pedro. La formación petrolífera de Siglia) 96
o La formación de San Pedro (Terciario) . . . . . . . ... .. 106

3. Esrratigrafía compa rada de las formaciones rojas de San Pedro


de :\tacama con las ele Bolivia y Argentina 109
4. Las dislocaciones del Cretáceo y Terciario superior en el norte
de Chile .. . .. . . .. .................... . 116
5. La formación riolítica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... . . .... . 117
a) El distrito de Pica en Tarapacá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . 118
- nll-

L2 - ::aI ·e 7uapacá .. . . . ............ . 123'.


e) I...a - ce C~.:u. ..... . . .. . .. ... . .. . .. . .. .... . . 13 1
- - cio:1es ~- desa:-:-ollo mo rfológico de la región del
' - de _!.._· :ic:a.:na . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134
'=" ,.- -::: ·e Calama-Toconce . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . 136·
3 :E..a5 o:iza.s de L oa y la "co ba" en Calama . . . . . . . .. . . . 138
""' :..a fo:.nación riolít ica y las calizas del Loa en la Puna de
5a:i P edro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 142·
6. Rest:men sobre las grandes fo sas lo ngitudinales . . . . . . . . . . .. 146·
, . EJ ciesa.:-ollo de los Andes del norte de Chile después de su sole-
..m,amiento tercia rio.
a) La edad del sol evantamiento y la for mación de los ,·aJles andinos 148.
b) E l g ran lago Soledad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151
c) L os sedimentos recien tes y el agua subterránea en la Pampa
del T amarugal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 3
d) La edad del reli eve de los cerros del n o rte de Chil e y la denu-
dación en el clima desértico .. .. .. . . .. .. .. .. .. 160·

D.-Las formas de la costa.

l. La costa del norte de Chile, desde Arica a Chañaral. La morfolo-


gía del fondo del mar. La península de Mej illones . . . . . . . . .. . . 171'
2. La costa en tre Chañaral y Coquimbo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187
3. Las costas del centro de Chile . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . 195
4. L a costa de Valdivia y Llanquihue . . .. ... . . .. .... . ..... . .... . 202·
5. Chiloé y sus mares interior es . . . . . . . . . . . . . .... . 204
6. Patagonia y Magallanes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .. . 206-

JE.-La glaciación actual y cuaternaria de los Andes.

l. El norte de Chile hasta el Acon cagua .. . .. . 212·


,-2. L a región de Santi ago . . . . . . . . . . . . . .. . . . 215 l< .
3 L a región entre el río Laja y Temu co ..... . 226·
4. La región de los lagos del sur . . . . . . . .... . 229
5. Chiloé y la Patagonia noroccidental . . . . . . . . . .. . 232·
6. La r egión de Ofqui . .... .......... . .. . .. .. . ............. .. 237
7. L a Patagonia suroccidental . . . . . . . . . . . . . . . . . . , . . . . . . . . . . . . . . 242·
8. L a Patagonia suroccidental y Magallanes durante las épocas gla-
ciales .... . .... .. . ... .•. . . . . . . . . . ....... . . . .. . . . . . . . ..... . 245·
9. Resu men de la geología glacial de Chile . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 248
10. Cronología de las épocas glaciales de Chile . . . . . . . . . . . . . ..... 25Z.
11. La expansión de los bosques en el sur durante la época postglacial 257
12. Cambios del clima chileno en los tiempos históricos . . . . . . . . . . . . 2601

F.-El volcanismo.

l. L as efusiones riolíticas del terciario medio 26S:


2. El volcanismo moderno 27Z
l .- DESCRIPCION OROGRAFICA

En su m~yor extensión, Chile es un país netamente andino; además,


.comprende ciertas islas oceánicas y parte de las mesetas patagónicas. La Tie-
rra de O 'Higgins, en la Antártica, que se describirá al fin.al, debe considerar-
se como la continuación de la Cordillera de los Andes por su estructura geo-
1ógica.
El rásgo priñcipal de la morfología de Chile es la subdivisión en Cordi-
llera de los Andes, Valle Longitudinal o Central y Cordillera de la Costa. Es-
ta cliv-isión aparece en forma muy pronunciad'a en el norte, en la provincia
• de Tarapacá y, en la zona central entre Santiago y 'T emuco; pero tam-
bién puede observarse en otras partes del p¡:i,ís. Hasta el Terciario medio,
ambas cordilleras formaban una sola serranía de plegamiento expuesta a una
fuerte denudación. Sólo en el Terciario superior se originó la división tri-
partita por el hundimiento del Valle Central.
Chile tiene una longitud de 4.000 kilómetros, o sea, la distancia entre
Copenhague y Tombuktú. Se comprende que dada su gran longitud, las di-
ferencias climáticas entre las diversas regiones sean considerables, lo que se
traduce ·en una gran variedad de formas superficiales, a p esar de que su es•
a geológica es bastante uniforme desde Arica hasta Cabo de Hornos.
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~ e s y Patagoniá,- En la reg10n meridional, si pres(lindimos de
.. • , .... :ecr ac:ión del terreno en numerosas islas, los Andes forman una ca-
d ena de montañas del tipo alpino, cu:}!.as laderas están cubiertas por densas
e-h-a y la alturas por nieves et ernas. Entre 1.000 y 1.500 m. se halla una
pronunciada superficie de denudación que constituye . el nivel meclio de l os
cerro , de los cuales pocos sobrepasan los tres mil metros; solamente el mon-
e ....an ,alentín, situado al inter.ior del istmo de Ofqui, alcanza a cuatro mil
metro-.
El límite de las nieves eternas sube desde 900 metros en Magallanes, a
1.500 metros en el interior de Llanquihue. En los cerros y valles predominan
las formas glaciales y abundan los lagos de diversos tamaños. Casi tod'a la
Cordillera Patagónica está cortada por fiordos, cuyas profundidades a veces
sobrepasan los 1.200 metros. En el extremo sur, hasta el canal de Ultima Es-
peranza, estos fiordos atraviesan toda la cordillera y alcanzan hasta la me-
seta patagónica.
2 DR. JUAN BRÜGGEN.

En el Golfo Corcovado, que separa la Isla éte Chiloé del continente, apa-
rece por primera vez una depresión longitudinal parecida al Valle Central.
Hacia el Nl., esta depresión sigue corpo Valle longitudinal de Puerto Montt-
Osorno que termina en nna cadena de elevaciones que corren de Este a
- -~te, al sur del río Valdivia. Tanto en las islas del Golfo Corcovado como
• también en el Valle Longitud'inal de Osorno el suelo está formado casi ex-
clusivamente por sedimentos glaciales y fluvioglaciales, pero probablemen-
te bajo ellos habrá mayor extensi_ó n de capas del Terciario Inferior.

Chile Meridional hasta el Bío Bío.- En esta región la Cordillera de los·


Andes conserva en general las mismas formas y alturas que en la Patagonia.
En ella se distingue claramente una · antigua superficie de denud"ación si-
tuada a la altura de 2.200 metros y caracterizada por una cubierta d'e rocas
volcánicas del Terciario Superior . Encima de esta superficie se elevan los
aislados conos volcánicos de los cuales el Llaima pasa de 3.000 metros. Los
volcanes, cuyo i:epr esentante más austral es el Monte Burney, están alinea-
dos en el bord'e occidental de los Andes. Aparecen en mayor número al norte
del Istmo de Ofqui, pero sólo en el sur y centro de Chile dominan el paisaje
de los Andes debido a su altura.
Entre el río Valdivia y 'femuco no existe un verdadero valle centr&l.
Allí se encuentran solamente valles fluviales bastante añchos, orientados
aproximad"amente en dirección N-S y separados. por altas cadenas montaño-
as. En TeÍnuco comienza el gran "Valle Central de Chile" que se puede se-
guir sin interrupción hasta San Fernando. En la parte sur, es decir, hasta
el Bío Bío, el subsuelo de la ancha depresión está compuesto por las marre-
.nas de la penúltima glaciación; en ellas los afluentes de este río han exca-
vado hondos valles que alcanzar1 hasta 100 metros de profundidad'. Algunos
·eerros que sobresalen en forma de islas del suelo del valle, especialmente
en la pa:r;te comprendida entre los ríos· Laja y Bío Bío, no son suficientes pa-
r a borrar la impresión de ancha depresión que deja el valle longitud'inal.
Cerca de Traiguén, la depresión avanza hacia el oeste constituyendo exten-
sas planicies intercaladas entre las cadenas de ,la Cordillera de la Costa.
Los fiordos y bahías d'e los And"es patagónicos son r eemplazados por los
hermosos lagos del sur de Chile, cuyas aguas han sido estancadas por las mo- ,.
rrenas del avance postglacial. La parte oriental de los lagos, que queda ya
dentro de los Ándes, presenta a veces el carácter de fiord'os. Donde empieza:
el ancho Valle Longitudinal, cerca de Temuco, desaparecen los lagos, pero
esta coincidencia es problablemente casual. .
La Cordillera de la Costa se diferencia de la de los And:es porque fal-
tan en ellas las formas glaciales. Sus cadenas montañosas hasta ahora poco
estudiadas, ap~r ecen vistas a la distancia, como largas lomas que al sur de
Temuco apenas pasarán de 900 metros de altura. En la época glacial, los
· FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 3

archipiélagos de los Chonos y las Guaitecas, que forman la continuación me-


ridional de la Cordillera de la Costa, fueron atravesados por innumerables
glaciares que dieron orij?en a la infinid'a d de islas pequeñas separadas por
fiordos. En cambio. en la Isla de Chiloé, la Cordillera de la Costa opuso una
barrera infranqueable al hielo, el que la atravesó solamente en la profunda
d epr s'n d::: :ago Cucao. Sin embargo, los glaciares alcanzaron el mar con
nn a:& _ :n-~-" al norte y ai sur de la Isla; en la parte norte, en la región
d e Car~' pi. olamente cfurante la penúltima glaciación.
u C :-dillera no interrumpida de la Costa del continente .comienza
· :;e la desembocadura del Maullín.
-----=_-~!:;re el río Bueno y Valdivia alcanza la Corclillera de la Costa, en la
......~.~·a Córclillera PeÍada, una altura de9 00 metros. Según F . Philippi, es-
parte está constituída por una altiplanicie desprovista de monte alto y
- br e el subsuelo de pizarras · micaceas hay solamente una delgada capa de
tierra, que a veces pasa a arena pura; -en varias partes aparecen rocas des-
udas o grandes trozos de cuarzo cubren el suelo. De una manera análoga
se presenta la peniplanicie de la Cordíllera de Nahuelbuta, que llega a 1.500
metros de altura en la provincia de Arauco. Entre ambas altiplanicies se
produce una interrupción o una depresión considerable de sus alturas en la
r egión del río Toltén.

Chile Central hasta el río Aconcagua.- En esta parte los Ancles se ele-
van rápidamente hasta sus mayores alturas, como puede verse de las siguien-
tes cifras que dan las altmas medias ue las cumbres situadas en la línea di-
visoria de las aguas:
/

33-34° . . . ... 5.650 m


34-35° . . . .. . 4.420 "
I
.35-369 3.780"
36-379 . . . ... 2.800"

La cordillera sigue presentando formas glaciales, tanto en las alturas-


como en los valles; en su parte occidental existe una extensa peni-llanura
antigua, la que en parte ha estado bajo el límite de las nieves de la época
glacial especialmente al sur de Santiago: La cubierta de bosques desapaJece
gradualmen_!e y empieza el des!!_rrollo ue grandes masas de escombros de fal-
das que son tan características en la Cor_dillera del norte de Chile. Los la- .
gos, que se limita2!_ al interior de la cordillera, son más raros y más peque-
ños; deben su origen a morrenas de los últimos avances postglaciales o a
cor ientes de lava.
4 DR. JUAN BRÜGGEN.

Las .formaciones volcánicas alcanzan su mayor desarrollo en la región


de Talca dond'e los volcanes activos se retiran del borde occidental de los
Andes hacia la línea divisoria de las aguas; hacia el norte, los volcanes se-
hac-en más raros y desaparecen en la r egión de Santiago.
En la vecin~ad de los grandes ríos andinos, el Valle Longitudinal está
cubierto por grandes conos de rodacfos fluvioglaciales de la última glacia-
ción que pasan a cordones de morrenas sitnados a la salida de los valles an-
dinos. Los restos morrénicos de la penúltima glaciación forman a · menudo
superficies onduladas de cierta extensión que llegan hasta la Cordillera de
• la Costa.
El Valle Longitudinal entre Temuco y Curicó consiste en una sola de- ·
presión de 30 a 40 kilómetros de ancho, interrumpida sólo excepcionalmen-
t\l por algunos cerros en forma de isias, formados por rocas fundamenta le;¡.
Entre San Fernando y Rengo se juntan ambas cordilleras por una cadena
transversal, lo mismo ocurre un poco más al norte, entre .Santiago y Ran-
cagua. Las p_equeñas cuencas longitudinales de esta r egión están unidas
solamente por pequeños valles fluviales, lo mismo que con el resto del Va-
lle Longit~dinal .
En cambio, las cuencas ~ prolonga!!.._hacia el oeste en forma de anchos
valles de origen t ectónico, que son recorridos por los ríos Cachapoal y Tin-
guiririca. '
Al norte de Santiago, la cuenca r ellenada por l os sedimentos d'e los ríos
Maip.o y Mapocho t ermina bruscaJitimte en fallas transversales.
La continuación del valle longitudinal hacia el norte está constituída
p~r la zona de lomas y cerros irregulares de la r egión de Tiltil . Se pueden
distinguir bien las :fallas situadas al pie de las dos cordilleras.
Desde .el Bío Bío hasta Rancagua, la Cordillera de l a Costa tiene la for-
ma de una penillanura, con una altura poco superior a 300 metros; en ella
las rocas están fuertemente descompuestas hasta gran pr ofundidad . Frente
a Ranc¡i,gua aparecen en la parte occidental amplias terrazas marinas, que
suben hasta 300 metros de altura con anchuras hasta de 30 kilómetros. Ha-
cia el Este, las t errazas pasan paulatinamente a serranías de mayores a~tu-
ras que culminan al lado del Valle Longitudinal en altas mesetas y cordo-
nes dP. 1.900 a 2.200 metros. Estas descienden con un precipicio gigantesco,
de falla al Valle Central. La sup.e rficie de las mesetas altas corresponde a
la penillanura que puede observarse también en el borde occidental de la
Cordillera de los Andes, d:e la cual qu edó separada por el hundimiento del
Valle Longitudinal.

El Norte Chico.- En el r10 Aconcagua empieza la región denominada


comúnmente "Norte Chico", que se extiende hasta Copiapó y forma la tran-
sición al desierto de Atacama. Los Andes tienen aquí sus mayores alturas,
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 5

como el Aconcagua y 1Iercedario, pero ellas se encuentran al oriente d e la


linea din oria de las aguas, l a que lleva solamente alturas de poca importan-
cia. Entre Coquimbo y el río Aconcagua la altura media de los cerros en
el di, ortinm-aqna..-um e- olamente alrededor de 4.350 metros; pero se eleva
rápi~en:~ hacia el norte para alcanzar, al interior de ·copiapó a 6.853 me-
tr s a =- . ·E- a.do Ojo del Salado que es el cerro más alto de Chile.
, glaciales están p.oco desarrolladas y se limitan a las parte$
.,...,,,._,,-,;r,,..~- d• : , ,alles. lo que tienen la forma de cajón glacial y a los circos
complet amente los volcanes activos, existen algunos de
antigua, pero son muy raros y reaparecen sólo en la re-
piapó.
i',ta zona no tenemos un verdadero valle central ; en partes apare--
T.llla depresiones pequeñas separadas por fallas de ambas coraille-
- •orno -uced e al sur de Va.llenar. Esta depresión continúa hacia el no.rte
tra denominada •:Travesía", la que conduce hacia el río Copiapó.
L a nwn er o as cadenas de cerros que unen la Cordillera ae la Costa con
la dP Jo And e están separadas entre sí por los valles profm1dos de l os ríos
andino.:: . P or esta razón, el Ferrocarril Longitudinal entre Valparaíso y Co-
qu.im . a· antes 350 kilómetros en línea r ecta, debe atravesar seis porte-
,. - :e lo cuales cinco están a alturas entre 850 y 1.400 metros sobre_el
ci.ei del mar.
L a Cordillera de la Costa lleva alturas consiél'erables hasta la vecindad
el mar. como ocurre con el cerro La Higuera, cerca de Zapallar, que se ele-
.a d - e e1 mar dir ectamente hasta 700 metros. En mayor extensión la cos-
t. - . · ~i ia a pr e en tar las formas características para. el Norte de Chile,
· a do de aspecto dt: muralla que está se:l)arado del mar p.or
" ' ~ -5 : oo metros de altura .
.
,:ae.ral estrecha y sólo excepcionalmente, como en
trim ~ Huasco alcanza una anchura de 30 kilómetros.
de Co-;a forma un terreno ondulado que empieza a los 400 a
., 'e altura ubiendo hacia el E ste, luego hasta los 900 á 1.000 y
1.- metro' . .á.ún allá, donde falta la depresión del Valle Longitudinal, e]
principio de la Cordillera de los Andes p.uede reconocerse generalmente por
la -"alla 1.:on la cual Pmpiezan los cerros más altos, como se observa bien en el
Vall.,. de E1qui . Los cordones transversales; que se extiend'en desde el mar
-'~ª la alta cordillera, son más bien fajas de la antigua peniplanicie recor-
tada por la erosión dP. los vall es transversales.
A l nort e del río Aconcagua y cerca ele Catapilco, comienzan a aparecer
ex:ten as planicies de aluviones intercaladas entre los cerros de la costa; al
norte de Vallenar eHas son mny numerosas y tienen gran extensión, consti-
tuyend·o la transición a las grandes cuencas rellenas ñe .escombros que se
presentan en la zona desértica del norte y que se conocen bajo el nombre
d e "Bolsones".

,'
6 DR. JUAN BRÜGGEN.

El Norte Grande.- Esta reg10n se caracteriza en primer lugar, por la


altiplanicie de la Puna d;Atacama, q11e__tiene una altura alr~dedor de 4.000
metros y que continúa COD!_O altiplanicie boliviana; hacia el mar la Puna
desciende en varios escalones. Su subsuelo consiste especialmente en corrien-
tes y _!9ba~ riolíticas -ªel Ter ciario con un espeso:.. ele varios cientos de me-
tr_Qs. Sobre ellas se elevan los innumerables volcanes . La Puna empieza a
presentarse en esta forma ya al interior de Copiapó . Debido a su cubierta
volcánica terciaria y a las efusiones más nuevas, los afloramientos de rocas
fundamentales son bastante escasos y de una extensión restringida.
S!lparada de la Pnna por el Valle Longitudinal del Salar de Atacama, ,
está la ~_pomeyk_o, fot!}1ada or rocas fund'amentales; se extiende
d'esae el interior de Chañaral ~Calama. En gran extensión no constituye
una verdadera cordillera, sino solamente 1::l borde de extensas mesetas que
caen al Valle de Atac_ama con el gigantesco precipicio de la falla del "Bor-
do". Hacia el oeste, la meseta d'esciende suavemente. con la inclinación nor-
mal que tienen los suelos de r elleno desértico.
El verdadero Valle Longitudinal, corres:pondi~nte al de la parte cen-
tral de Chile, se encuentra más al oeste, al pie de la cadena mencionada. Em-
pieza con una gran cuenca aislada al interior de Chañaral, que está inte-
rrumpid'a en la latitud de Taltal por una zona de cerros irregulares. Sólo
al N . E. de Antofagasta se desarrolla el gran Valle Longitudinal denomi-
.nado Pampa del Tamarugal, que se puede seguir hasta Arica donde llega a
la costa.
La Cordillera d'e la Costa cambia relativamente poco su carácter . El
acantilado de forma de muralla, con que cae al mar, es más p.ronunciado que
en el Norte Chico, Se debe esto, por una parte, al poco desarrollo de las te-
rrazas marinas y p_or otra, al menor número de valles que lo atraviesan .
Desde la desembocadura del Loa hasta Pisagua, o sea, en una longitud
d'e doscientos kilómetros, la co~dillera no está atravesada por ningún valle
y la mayoría de los que bajan de la Cordillera de la Costa terminan como
valles susp endroos a cuatrocientos metros de altura.
A consecuencia de la falta de lluvias los productos de descomposición
de las rocas no son transportados al mar sino que se d'epositan en las cuen-
cas, de modo que solamente las cumbres más altas sobresalen de los Bolso-
nes rellenos con escombros. Estos Bolsones influyen esp.ecialmente en la for-
ma de los paisajes del Norte, aún en la Alta Cordillera. Las altas cadenas
parecen constituir solamente los bordes de estas cuencas o se presentan en
el interior de dichas cuencas como elevaciones aisladas que parecen ahogar-
se d'ebajo de las enormes cantidades de escombros.
11.- LA GEOLOGIA

A.- LAS ROCAS FUNDAMENTALES PRETERCIARIAS

1). Las pizarras cristalinas y el paleozoico

Las rocas más antiguas que se encuentran en el país, son gneises, piza-.
rras mieaceas, filitas poco metamorfoseadas y cuarcitas, fas que tienen su
mayor propagación en la Cordillera de la Costa del centro y sur de Chile.
C-0m ·myen una zona continua de 25 a 50 kilómetros de ancho desde la Pe-
:,.,illl_a de Taitao (47°) hasfa Cañete (38°), continuando después con un an-
~· o de solamente 10 kilómetros hasta el Bío Bío.
De pués "de cortas interrupciones por intrusiones granodíoríticas, r eapa-
recen como faja de cuatro a veinte kilómetros de ancho, desde el río Itata
hasta Pichilemu, siempre en la vecindad inmediata de la costa.
).Iás al sur del Golfo de Penas, el gran batolito patagónico compone la
mayor parte de la costa del Pacífico quedando solamente las islas más occi-
dentales como p. ej. : las Evangelistas, pertenecientes a la zona de pizarras
!:! e tam orlas.
La pizarras parecen constituir también las islas occidentales entre el _
Golfo de P enas y el Estrecho de Magallanes. En dos puntos encierran mantos
calcáreos. Coppinger encontró en el Canal Trinidad (509 ) pizarras arcillosas
y calizas sin fósiles.
Más importantes son los depósitos de mármoles de la Isla Diego de Al-
magro (Cambrigde) situada a 511!2º LS. Existe sobre este yacimiento un de-
tallado estud90 geológico hecho por el Dr. Biese, del cual hemos extractado
la descripción siguiente.
La parte oriental de la isla consiste en la granodiorita del gran batolite
patagónico, que ha hecho contacto con la formación de pizarras que cons-
tituye la parte occidental de la .isla alargada en dirección NLS. Las pizarras
que alternan con bancos de areniscas tienen una potencia de miles de metros,
que se deberá probablemente a repetición en forma de escamas tectónicas.
Su rumbo general es N. 55-60° W. y el. manteo de 60-65° W .
Entre estas pizarras de edad indeteoninada y l¡:¡. granodiorita se halla
una serie de calizas y pizarras con el perfil siguiente:
8 DR. JUAN BRÜGGEN.

1.600 m Pizarra superior, formada por alteración de pizarras y areniscas


60 - 80 " Caliza superior, de color gris, sin estratifi cación.
150-170 " Pizarra media, igual a la superi or.
400 " Caliza inferior, igual a la caliza superio·r.
50 " Capas basales fo r madas por mármol gris obscuro y cuarcitas b ien
estrat ificadas.

Toda l a formación presenta un metamorfismo· regional fuera del meta-


morfismos de contacto, al cual está ligado el depósito de mármol, que se ha-
lla en el interior del Seno Abraham. La longitud del d:epósito es de uno y -
medio kilómetro, mientras que los mantos calcáreos, formados por una cali-
za gris y muy compacta, aflor an en una longitud de 15 kilómetros.
La formación sedimentaria está atr avesada por filones ele granofiros,
queratofiros cuarcíferos y diabasas, que son anterior es al metamorfismo.
La edad: ele la formación es considerada por Biese como mesozoica. Tal
edad es muy probable también, porque conocemos capas _calizas de mayor
espesor y pureza solamente en el mesozoico de la cordillera, pero no en for -
maciones más ant iguas . En tal caso, debemos consider ar también una gr an
parte de la formación de pizarras como mesozoicas, especiaimente por que las
pizarras indeterminadas en parte son la continuación d'e las pizarras supe-·
r iores. En vista de la gran distancia, no puede sorprender, si presentan una
facie distinta de la qu e tiene el mesozoico en la falda oriental de la cordille-
r a p~tagónica.
Desde la Península de Taitao hacia el norte, tod'as las islas situadas
al oeste del Canal Moraleda y su continuación al I stmo Ofqui consisten en
pizarras cristalinas. Más allá del Golfo de Corcovado las mismas pjzarras
componen la Cordillera de la Costa en la I sla de Chiloé y en general la base
<le esta isla. Una delgada faja aparece también en la costa occidental del con-
tinente, entre el río Palena y el Ester o Coman.
Al norte del Canal Chacao, las pizar ras metamorfas componen todo el
ancho de la Cordillera de la Costa y desde la r iber a norte del lago Ran co
también la falda occideiital dé la Cordillera d:e los Andes. Su límite con el
gran batolito granodiorítico pasa desde la orilll'!- noreste d'e ei¡te lago hasta
la r ibera sur del Lago Panguip-µlli continuando con dir ección SN. hasta el
Lago Villarrica.
En la región de Los Sauces-Contulmo, la zona de pizarras sufre su
primer estrechamiento por un gr an macizo granodiorít ico que ocupa la ma-
yor par te d:e la Cordillera N ahuelbut a. E st e macizo se extiende desde el bor -
del del Valle Longitu dinal hast a más allá de la línea divisoria de las aguas,
limitándose las pizarr as a la falda occidental de la Cor dillera de la Costa.
En toda la extensión desde la Península de Taitao hasta Los Sauces, la;;
r ocas plutónicas t ienen poca importancia en la zona de las pizarras. El roa-
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 9

pa ::: ,= l ' =>o indica solamente un macizo de siete por 20 kilómetros en el


Tai....o. o:ro más pequeño en la Isla Guaitecas alrededor dé Melinca.
~ ~ eo_.acto de las pizarras con la gran odiorita de la Cor dillera Na-
e_ :.. provincia de .A:raltco, hay intensos fenómenos de contacto,
~--"-"'"-"';:,= p!Zarras de quiastolita y de ·e staurolita. La quiastolita tiene a
: ;:, centímetros de largo y hasta dos centímetros de grueso, pre-
~a bonita cruz de Malta en su interior. Estas hermosas cruces
origen a nombres comcr Estero Las Cruces y los antiguos cronis-
.deraron como una distinción especial de Dios para con el país.
~ rráficamente sólo una parte éte estas rocas pertenecen a los gnei-
- ,:-::zarras micáceas con alto grado de metamorfismo. El r esto · consiste
a ar cillosas fuertemente comprimidas, fÍlitas, pizarras y areniscas
- ,-ica . Todas estas rocas muestran numerosos lentes de cuarzo parale-
la p.izarrosidad, especialmente en aquellas partes donde están muy dis-
i>Uda . Estos lentes toman a menudo la forma de capitas delgadas que ter-
zcinan en forma de cuña.
En la r egión de Contulmci, al pie occidental de la Cordillei·a de la Costa,
e oca ión de estudiar algo en detalle estas rocas, con motivo de un in-
forme para la construcci'ón de ·un túnel . Las pizarras micáce·as apare,cen
_ · fu ertemente comprimidas con un rumbo predominante N. 60° W . e in-
clinac ión de 45° a veces al N. E . y ·otr'a s al S. W. El paso de la inclinación
en un sentido a la inversa se produce por un enderezamiento cada vez ma-
yor, hasta tomar la inclinación contraria. El t(mel seguía una línea de dislo-
caciones, de modo que los esquistos presentaban numerosos espejos de fall~s.
En otros lugares se podía ver en los cortes del ferro carril que ~os es-
quistos formaban paquetes de 2 a 10 metros de espesor, corridos unos con
respecto a otros y separados por planos de deslizamiento . También los len-
tes de cuarzo habían sido afectados por la presión, formándose numerosos
plarl.os de separación t r ansversales al eje mayor de los lentes.
Los filones eruptivos son muy raros en la región ocupada por estos es-
quistos; es que n os hallamos al oeste del geosinclinal andino, al cual se
limita la abundancia de eruptivos mesozoicos. Entre los provincias de Cau-
tín y Chiloé existen pequeños macizos de rocas básicas transformados en
serpentina.
Hasta ahora es imposib-le determinar la edad exacta de los esquistos
c e amórficos. E.,stas rocas, que se pueden seguir sin interrupción, desde 1
,aldina hasta el río Maule, lo mismo que las vecinas a Chañaral, se aseme-
jan mucho a las rocas bolivianas determinadas por Steinm.ann (9) y Hoek
como p.aleozoicas y especialmente silúricas. ·
También es incierta la ed'ad del pleg'iimiento intenso de estos esquistos.
Su rumbo N. W . · éontrasta con el r umbo dominante N. S. de los plegamien-·
tos supracr etáceos e infraterciarios. El rumbo de los esquistos concuerda
10 DR. JUAN BRÜGGEN.

con el del plegamiento caledónico de las sierras pampeanas en la Argentina


septentrional, en las cuales se encuentran también sedimentos paleozoicos
fuertemente metamorfoseados.
El rumbo N. W . de las pizarras lo he observado, además, al sur de la
desembocadura del Toltén y en la costa de Parga (41 1129 ) . El ha afectado
también a las estructuras posteriores como a las capas r éticas de Calquin-
hue-Gomero, cerca de Concepción, las que muestran un fuerte plegamiento;
y aún a las fallas terciarias del occidente de Ál:auco y d'e la costa de Parga.
El grado de metamorfismo es bastante variable según la región. Según
J. Muñoz C., en la r egión de Pichilemu y al sur del río Imperial, no aparece
ningún sector exento del metamorfismo regional, mientras que en la costa,
entre Cobquecura y Quirihue, las pizarras muestran un alto grado d'e crista-
linidad solamente en las cercanías del mar lo que p.odría explicarse por la
cercanía de las dioritas andinas; pero a medida que se asciende hacia el in-
terior, las pizarras pasan a filitas y después a simples pizarras arcillosas con
intercalaciones de are~iscas, sin que se pueda observar una d'iscordancia
entre ambas clases de pizarras. Fósiles no se han encontrado con excepción
~e escasos r estos vegetales.
Hacia el norte, las pizarras antiguas quedan interrumpidas por el gran
macizo granodiorítico de Valparaíso. La roca plutónica presenta muchas
variedades y especialmente gneises de inyección, migmatitas, etc.
Entre el río La Ligua y la Caleta Sierra ( 319), situada en la costa de
Combarbalá, aparece una angosta faja de rocas paleozoicas y mesozoicas fuer-
temente dislocadas, que han sido objeto de un estudio muy detallado de J;
Muñoz C., publicado en los Anales ñcl I Congreso Panamericano de Ingeniería
de Minas y Geol<5gía. En las líneas siguientes daremos un extracto de este
importante estudio.
Encima de pizarras micáceas con intercalaciones d'e esquistos anfibó-
licos, siguen rocas antiguas de edad indeterminada. Se pueden distinguiP las
siguientes formaciones:
a) Estratos de Los Vilos.- Se componen de filitas de color gris obscu-
ro que pasan a areniscas gris negruzcas. Además h ay rocas fuertemente
gneisificadas formadas por una alternación de queratofiros y filitas. Su ed'ad
parece ser algonquiana o infrapaleozoica.
b) Estratos de Arrayán.- Consisten 'en areniscas y pizarras en bancos
alternados. A pesar de . su fuerte plegamiento no presentán metamorfismo.
Las areniscas encierran r estos vegetales carbonizados.
e) Estratos, de Totoral.-:- Se componen de una alternación de conglome-
rados gruesos con arcosas y pizarras negras. Los rodados consisten en cuar-
zo, quer atofiros y .·pizarras cristalinas. Su edad es probablemente triásica.
El plegamiento es fuerte, pero menos que el de las formaciones anteriores.
PDXDAMENTOS DE GEOLOGIA. 11

d) Estratos de Puerto Manso, formados por areniscas y pizarras alter-


,: , de carácter marino. La presencia de un Bellerophon p arece indicar .
~ del earboniano inferior.
e) Estratos de Hu¡entelauquén, que P,or sus fósiles corresponden al per-
~ boniano. Se componen de alteraciones de pizarras negras,. algo calcá-
' · y areniscas y conglomerados eon rodados de queratofiros y granitos.
: : '-iles más importantes son según H. Fuenzalida

3ellerophon cf. máximum J. W eir.


Enphemus carbonarius Cox.
Paralelodón aff. Sulcatus (W eller) Branson.
Xuculana (Leda) bellistriata Stev.
Productos longispinus Sow.
Spiriferina zewanensis Dien.
Productos boliviensis d 'Orb.
Crinoideos.
Briozoarios.

En la base existe una brecha de 30 metros formada por una acumula-


ción desordenada d:e piedras angulares con tamaños variables entre 1 y 20
centímetros, faltando absolutamente la estratificación. En algunos aflora- •
m.ieutos se observan conglomerados finos intercalados. La mayor parte de
los fragmentos consiste en areniscas y filitas de los estratos de Arrayán.
Probablemente se trata de una tilita, o sea, de 1!._Ila brecha de origen glacial.
Más al norte, en el puerto de Chañaral, hay una potente formación de
pizarras obscuras, a las cual es ha penetrad:o un pequeño macizo granodiorí-
tico, provocando los fenómenos conocidos de contacto.
Desde Taltal al norte la formación porfirítica del mesozoico aflora a lo
largo de la costa hasta el puerto de Arica.
Rocas paleozoicas afloran al oriente de Tocopilla, donde fueron estudia-
das por Wetzel (2) . Se trata de gran.vacas, pizarras de grauvacas; piza!·ras
cuarcíticas y pizarras gris verd:osas, que aparecen en mayor extensión en
la región del Toco,. al oeste del río Loa., Los restos de plantas mal conserva-
dos determinados por Gothan corresponden al paleozoico superior y Wetzel
los atribuye al permo-carboniano. Estos restos consisten en madera de la es-
pecie Dadoxylon y en una rama que tal vez pertenezca a una conífera. El
rumbo de las capas _es irregular E-W, N-S y también N-E y N-W.
Edad _paleozoica tendrán probablemente también las pizarras obscuras
c'fe alumbre, al norte del río Salvador a unos 25 kilómetros al oeste de Cala-
ma y las pizarras muy parecidas que atraviesan la quebrada Chipana en
Tarapacá, frente al Cerro
, Gordo.
12 DR. JUAN BRÜGGEN.

En el norte de Chile hay también una zona oriental, donde aparece la


base ~ntigua de los sedimentos mesozoicos. En el valle andino del río Huas-
co, a unos 5-10 kilómetros al Este del Alto del Carmen la base de los estra-
tos réticos está formada por pizarras micáceas y gneises sericíticos y aún
más al Este por un gran macizo granítico. Este último, parece ser más nue-
vo, porque en el' Este hace contacto en rocas d'e la formación porfirítica.
En la Puna de .Atacama, entre Toconao y Socaire hay algunas serra-
nías bajas compuestas de rocas d'e edad probablement e paleozoica _: se trata
de pórfidos cuarcíferos, de pizarras corneas y rocas corneas. ·

2) El T r iásico

La obscuridad que cubre las relaciones paleo-geográficas del Paleozoico


chileno empieza a aclararse en el Triásico superior, cuyos sedimentos fosilí-
feros _tienen gran propagación, siendo en parte continentales y en parte ma-
r inos.
La formación. mejor conocida es la d'e La Ternera, al Sur de la Quebra-
da de Paipote, que desemboca en el río Copiapó al sur de la ciudad de este
n ombre. Las capas réticas tienen un espesor de más de 350 metros; los 150
metros inferiores llevan principalmente pizarras arcillosas con intercalacio-
nes de banco_s de areniscas y conglomera.dos. Ellas contienen numerosas
plantas réticas y mantos de carbón antracitoso inexplotables. Los 200 me-
tros superiores consisten d'e areniscas y congl omerados . Según las investiga-
ciones de Steinmann (8) los conglomerados llevan principalmente rodados
de pórfido cuarcífero y tobas del mismo material, faltando completamente
las porfiritas características del J ura. Estas últimas, aparecen inmediata-
mente sobre las capas réticas,' sin que se pueda obs~rvar una discordancia .
P ocos cientos de metros más arriba en el perfil aparecen calizas con la fauna
típica d:el Liásico.
-
El punto más septentrional donde se han encontrado capas réticas es eJ.
descrito por Felsch (4) al N. E. de Tacna, en el valle de Ornuni. Hay allí are-
niscas verdes de grano gru eso con pizarras arcillosas, que llevan mantos de
ca~bón y restos de plantas indeterminables. Sob1:epuestas a esta formación
están las calizas liásicas fosilíferas.
En 1913 descubrí el afloramiento triásico del valle superior del río
H uasco, a_l oriente d:el .Alto del Car men. Sobre las p,iz_arr3:s_ micáceas anti-
guas aparece una serie de muchos centenares de metr os, compuesta por pór-
fidos cuarcíferos, conglomerados y areniscas (Brüggen N.9 23) . En corta ex-
cursión posterior con mis alumn?,s pude observar el sig.uiente perfil :
FCXD.u!ENTOS DE GEOLOGIA. 13

Ce.¡¡.;- o::::e;-ados porfiríticos jurásicos.

;-:;:.~~o.s gruesos, rodados hasta 10 centímetros.


_ •-=....::::c e :i bancós de conglomerados intercalados.
:;;:=-.-..s a renosas.
-~ -' "' c:o;:i conglomerados intercalados; en su parte inferior lle-
;-;a, ob·curas con resto.s de pla ntas.
= b·curas con Halobia cf. Neum~yri Bittn, amonites ·y gas.
-~ ;><>dos.
P...z.a=s a renosas con fósiles marinos mal conservados y restos de
plantas.
-:·a.:~:e: 400 m. pórfidos cuarcíferos y tobas·; en s u parte superior un poco
pizarrosos,. llevando bancos aislados de conglomerados de
cuarzo.

quP tiene un espesor ele más o rnenos 1.500 metros, cor:r:e N-S
inación es ele 50-70° W.; está cortada por nume:t:osa·s fallas con poca
: •n hacia el Este. Desgracj.adamente n.o me fué posible en _esta segun-
;::¡_- :...:. ac ión, visitar el ·límite iuferior, sin: embargo, la existencia de con-
"' -er-.. , , que llevan rodados d'e pizarra micácea y cuar2os de vetas junta-
- ::--~ e n lo de pórfidos cuarcíferos, demuestra que hay una discordancia
En~- l Triá ico Superior y -su yac1mte, ' ·
E! - riásico ·de Huasco ,Alto forma l_os primeros sedimentos del ge.osin-
dino que transgredieron $Obre los contrafuertes más occidentales d'e
-&nidas · · de Keidel y que se pleg~ron err el Permiano.
- _ -.:.r. en la co ta de la provincia de Coquimbo, especialmente en la
- ... :. , --:-:... , . J. Muñoz O., estudió las capl:!,s triásicas en mayor_exten-
-· Crncita (31°) hay llll afloramiento _de unas decenas de metros
-:: _iz.arra- con fó iles :¡nal conservados, Enci.ma de ellas se apoyan concor-
.. -é:!Dente gruesos conglomerad.os comp11,estos· de rodados de 2-10 cent-í-
"'::l' : fo rmados por queratofirqs y granitos. Su espesq-r visiple es -de 1.000
.r:_~~º -· pero puede deberse a ··repetición tectónic.a. En la cqmbre del cerro
- : ~ siguen con concordancia pizarras fosilíiera,s_: del triásieo: m.edio.

Scl?ún Tav~ra lqs fósiles ·son:

.ácr ochordiceras aff. l:[yatti M~ek.


.Beyrichites .a ff. HaIµJ.ibalis '!'dula.
.Dinarites aff. d,(:lsertorum. Sm.i th. .
,faleon.eilo ·(Nu0ul~) aU.- '.l'Fia,ngularis B.ui;.okh.
'Turbo cf. Solitarius Ben. , - - : ! r .-, ..

,Gervillia aff. exilis Stopp.


14 DR. JUAt'\T BRÜGGEN.

A pocos kilómetros al sur del puerto de Los Vilos desemboca la que-


brada de Quereo. Al J!Orte de ella hay conglomerad'os y encima de ellos pi-
zarras ricas en fósiles con rumbo '.N. 80° E./ 20° S. Se trata de~

Ceratites (Hollandites) c.f. montisbovis Smith.


Arcestes aff. Ciceronis Mojs.
Orthoceras aff. Ciceronis Mojs.
Halobia aff. Zitteli Lindstr.
Pecten sp.
Pleurotomaría sp.

Encima de estas capas ere edad mesotriásica ~continúan qtre-ratofiros, arenis-


cas y conglomerados en disposició11 alternada.
En la Bahía ].\folles (32 1J2°), los queratofiros pasan insensiblemente-
hacia arriba a un potente complejo de pizarras marinas con intercafaciones.
de areniscas. La parte más alta p,arece ·corresponder ya al Liásico inferior .
Un poco más al sur, en el cerr o Pulmahue, las capas marinas más an~
tiguas pertenecen al Liásico, que descansa en transgresión sobre queratofi-
ros atravesados por granitos fuertemente tectonizados. Encima de las piza-
rras liásicas se coloca una serie r elativamente gruesa de queratofiros, algo,
más básicos que miden unos 400 metros de espesor. Contienen intercalacio-
nes ere calizas fosilíferas del Liásico Superior y en su p:arte más alta una
intercalación de pizarras con fósiles del Dogger Inferior. Más arriba siguen
nuevamente queratofiros y en seguida porfiritas. Según estas observaciones,
de J. Muñoz Cristi la Formación Porfirítica principiaría con el Dogger In-
ferior en' la región situada al norte del río La Ligua.
Después de una gran interrüpción vuelven a aparecer las capas triásicas.
en el valle desfiladero del Bío Bío por la Cordillera de la Costa. En los cor-
t es del ferrocarril, entre San Rosendo y Gomero, hay pizarras obscuras, are-
niscas ere grauvacas y conglomerados gruesos. En una excursión con mis;
alumnos encontré varios fósiles marinos que según Jaworski corresponden ~
Arcestes ex grupo colom aff. cheilostomo, v. Mojs; además, Palalooneilo eUip-
tica Goldf. y Myophoria. sp. -
A mayor distancia del ferrocarril, en ef cerro Cal quinhue, cerca de la.
estación Quilacoya, aparecen mantos de carbón antracitoso en pizarras y-
areniscas con r estos de plantas. Según ~teinmann, la flora es idéntica a la.
de La Terner a; además hay Estheria Mangaliensis J on, conocida en el Réti--
co de la Argentina y numerosos ejemplares del género Unio.
La misma formación se encuentra cerca d'e Lautaro-Temuco en los ce-
rros de N~elol-Huimpil. Su facie es igual a la del Bfo Bícr, aunque hasta aho....
:ra no se conocen fósiles marinos en la r egión.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 15

3.- La Formación Porfirítica

Con el nombré de "Formación Porfirítica" designó Steinmann las


grande masas de eruptivos mesozoicos que sali_eron durante el Jurásico y
Cretáceo Inferiór, transformando así el término "Formación de Pórfidos"
que Je había dado Darwin (1).
Esta formación consiste en una serie, con varios miles de metros de
e;_,.....:; r, d'e lavas, tobas, macizos y mantos intrusivos, junto con conglomera-
¿ - y- areniscas en las que prevalece el material volcánico. Los eruptivos

¡:~enecen en parte a porfiritas augíticas obscuras a verdosas de naturaleza
~ ....3ica como porfiritas labradoríticas, melafiros y diabasas; es frecuente en
~ la estructura de almendras. De menor importancia son los pórfidos
cnarcíferos y ortofiros; estos últimos los he encontrado hasta ahora cerca
<le Pacliica, en la Quebrada de Tarapacá, en el cerro Longacho, al norte de
Pica y en la Quebrada Ladrillos, cerca de Tierra Amarilla (Copiapó).
La edad de la formación porfirítica se puede determinar por las inter-
.calaciones de calizas y tobas, que por lo general no tienen espesores supe-
riores a 100 metros . No entraremos a detallar los perfiles de la formación
porfirítica, sino que trataremos someramente de sus límites superiores e in-
feriores.
Como lo hemos visto en el capítulo precedente, en Chile faltan en el
Rético las porfiritas y las primeras que aparecen correspon~en al Liásico.
fün embargo, Wetzel (2 ) considera como tri~sicas a las porfiritas que obser-
·vó en el 'T oco. Además las porfiritas augíticas y almend'rillos de la costa
misma los llama "Rocas efusivas antiguas de la Costa" diferenciándolos de
-este modo de las porfiritas del interior. Sigue Wetzel en e~to a la antigua
idea de que la Cordillera de la Costa se compone de rocas pertenecientes al
Paleozoico o aún más antiguas, que habrían formado una masa continental
antepuesta a los Andes . En realidad, las porfiritas de la costa septentrional
son también mesozoicas que por el contacto con Ia granodiorita de Tocopilla,
nan sido fuertemente transformadas.
No debe extrañar la presencia de r ocas mesozoicas en la costa, pues en
vecindad de ella existen calizas fosilíferas jurásicas conocidas desde hace
mucho tiempo . Darapsky (p. 72) menciona que en la Posada de Los Hidal-
gos, al sur de Taltal y solamente a 15 kilómetros de la costa, el suelo está cu-
bierto de fragmentos de amonites. También hay calizas fosilíferas del Dog-

(1) En su "Geo1ogie :von Perú", Steinmawn·reemplaza su término "Formación Por·


:firí tica ' ' por el nombre '' Formación andina de dia basas y melafiros ''. P ero, al coru¡ide·
rar que la mayoría de estas r ocas son porfiritas de la bradorita, caracterizadas por sus
_grandes cristales de labradorita, y que pasan a menudo a melafir-os y que una p arte de las
diabasas están desarrolladas como diabasas porfiríti'cas, podemos conservar el nombre de
·'' F ormación porfiríti ca ' ', especialmente también en obsequio a la brevedad.
16 DR. JUAN BRÜGGEN.

ger en la región de !quique cerca de las minas de plata Huantajaya y Santa


Rosa, solam·e nte a nueve kilómetros del mar, y las porfiritas que las acompa-·
ñan forman el acantilado de la ·costa.
La idea d:e Steinmann de que las efusiones de porfiritas se pr·o dujer on
· entre el Liásico y · Cretáceo, la refuta Wetzel p.ara el Toco, diciendo que Ja
observae;ián. de Steinmann se refiere a regiones muy distantes del .Loa. En
realidad' Stei.nmann (3 p. '72) se refiere a regiones muy cercanas como las ele·
• A.ntofagasta e Jquiqüe. En cambio cita Wetzel eri su apoyo la opinión de
Groeber (2) para sostener la edad·triásica de las porfiritas del valle d'el Loa;
a pesar dé que este último se refiere a un: distrito situado en la vertiente·
oriental de Jos Andes y a )l4º df! latitúd más al sur . En un trabajo posterior-
Groeber (3 p. 10) dice que faltan ·1as porfiritas triásicas de Santiago al
norte.
Las formaciones de p"oi-firitas· investigad'as por Wetzel en el Toco apare-·
cen en los pequeños cerros que en forma de islas se levantan del relleno desér-
tico. No hay ninguna razón de atribuirles edad triásica. Con estos destruye-
también l a suposición de que el valle longitudinal del Toco ser ía un va lle-
preformado en el Triásico.
Mientras que en l a región de Copiap.ó, las erupciones porfiríticas pr in-
cipian desde el Liásico, J. ~Muñoz C. encontró en la costa al norte d:i>1 río.
La Ligua que ]as erupciones de qúer atofiros han continuado hasta el Liásico
superior, comenzando las tobas por fir íticas r ecién eu el Do.gger medio.
Después del Cretáceo inferior desaparecen las intercalaciones marinas de-
la ·F ormación Porfirítica én Fil territorio chiléno, con excepción de la Pa--
tagonia Meridional. En esta época el mar retrocede de la éorclillera chilena,
l o mismo que del centro y ·norte de la argentina. ·solamente en -el borde-
orieñta! de los Andes Patagónicos, lo mismo que en el Perú, persiste la cu-
bierta mar ina hasta el Cretáceo Superíor . ·
Entre los puntos mencionados se extiende una ancha zona de sediment os,
terrestres (Gerth 1 p. 93).

4).- Paleogeografía y movimientos tectónicos del mesozoico y el plegamiento


principal.

E l plegamiento per mo-carboniano que dió origen a las serranías llama-


das por Keidel las Gondvánidas no se presenta en Chile con gran claridad.
Pero, el hecho que el Rético chilen o lleve abun.d:antes conglomerados en t o-
das par tes, indica la denudación · de antiguas serr anías. La eonexión entre-
capas marinas y terrestres en el Rético, señala la vecindad del mar que dehe-
considerarse como precursor del Océano Pacífico . Las intercalaciones ma¡·i'.
neas, tanto por su pequeño espesor como por su carácter petrográfico se de-
ben a invasiones de un mar bajo,
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 17

Groeber encontró en el Neuquén, sedimentos marinos d'.el Trásico me-


di .ue a considera depositados por un mar que atravesó la actual Cordi-
tle.._'"'2i ~,. la Costa desdP. P.l Océano Pacífico .
La.5 opiniones están muy divididas sobre las relaciones paleogeográficas.
¿~ : ormación porfirítica mesozoica . .Algunos la consideran como sed'imen-
- C.ic' un angosto geosinclinal andino encerrado entre la P ata.gonia Argen-
Y el continente Pacífico, otros como sedimentos del borde del Océano
& i5co caracterizados por 1ma fuerte proporción d"e componentes volcáni-

Como verP.mos más adelantP., la mayor parte dP. los gneises de la Corai-
:_era de la Costa n ¿ son sedimentos precambrianos, sino que consisten en ro-
ca paleozojcas y mesozoicas fuertementP. .metamorfosP.adas. 'Con P.sto se
destruye uno de los principales argumentos para la aceptación de uñ conti-
nente Pacífico. L a transgresión, citada muy a menudo, de los sedimentos me-
sozoicos sobre supuestos granitos antiguos, parece no ser efectiva, pues en to-
dos los casos que he pod'ido estudiar, SP. trata dP. un contacto intrusivo en-
tre el granito y el mesozoico. Por lo tanto, es muy probable que las capas.
marinas porfiríti~as del mesozoico se ext endieron hacia el oeste hasta más.
allá de la costa actual. Esto no quiere decir que a mayor distancia de la cos-
ta chilen a no pudiera haber existido un Continente P acífico, al cual podrían
pertenecer las pizarras antiguas de ·Arauco y Valdivia, que llevan rumbo·
N. W. Pero tal vez ellas sirvieron de base a los sedimentos mesozoicos qu•)·
se extend'ieron ·más hacia el oeste.
Durant~ el Jurásico y Cretáceo inferior la costa _del Océario Pacífico,
estuvo sobre una línea q_uP. en el norte coincidía aproximadamente con el
límite chileno-boliviano, después siguió al límite chileno-argentino, hasta la:
latitud- de La Serena · donde atr aviesa la frontera y desde el grad'o 35 corre-
la costa mesozoica por la vertiente oriental de la cordillera, como puede ver-
sé en el mapa dP. Groeber (3).
Inmediata a esta antigua línea se encu entra una zona en la que se·
han formado sedimentos marinos normales, que solamente en ciertos h ori-
zontes llevan capas porfiríticas .
En el sur, esta zona se encuentra únicamente en territorio argentino; al
norte de Santiago pasa a la vertiente oeste de la Cordillera aumentand o.
al mismo tiempo los componentes porfiríticos . En la latitud de Copiap.ó la:;;
calizas puras alcanzan a varios cientos de metros de espesor, especialmente-
del Lías-Dogger y Neocomiano. También hay allí potentes inter calaciones de- •
porfiritas en la inmediata vecind'ad de las calizas. Al norte de Copiapó las
calizas pie"rden importancia y -llegan a constituir solaménte intercalaciones en.
las porfiritas, lo mismo que en la parte occidental de Chile medio.

F . G. 2.
18 DR. JUAN BRÜGGEN.

En Chile central, al oeste de la zona marina de la vertiente oriental, de


los Andes, aparecén casi exclusivamente porfiritas y las calizas son subordi-
nadas, estas últimas tienen pocos metros de espesor, y su corrida alcanza,
a menudo, sólo pocos cientos de metros, desapareciendo después entre to-
-_bas porfiríticas y lavas. Parece, por lo tanto, como si la zona volcánica hubiera
tenido otro rumbo que la marina y que en fa latitud de Copiapó se juntaran
;ambas. •
En la formación porfirítica hay a menudo varios cientos de metros
-de espesor de conglomerados porfiríticos, los que Burckhardt (1) consideró
.como conglomerados costaneros de un continente pacífico.
Sin duda la intercalación de toba.s fosilíferas y calizas indica un origen
costanero de los conglomerados; pero se tratará de sedimentos depositados
-en islas volcánicas antepuestas a la costa del continente Argentino-Patagó-
nico, las que formaban una especie de guirnalda, tal como se observa hoy
-día frente al continente asiático.
La formación de los sedimentos del geosinclinal and'ino no estuvo li-
1bre de perturbaciones. En el Caloviano el mar retrocedió y sobre capas dé-
bilmente plegadas se depositó el yeso del Oxfordiano o Rauraciano según
·Groeber.
Nio estoy de acuerdo con él en estimar que el fuerte plegamient.o de las
-capas triásicas d'e Gomero, en el valle de Bío Bío, corresponda a este plega-
miento s:upra-jurásico. La deducción de Groeber se basa solamente en el he-
-cho qlifi las capas senonianas de Ja Quiriquina, en la costa de Concepción
no están plegadas. Por esto, el plegamie;nto de las capas triási<:as se puede
.atribuir también al plegamiento principal de los Andes que ocurrió en el
Cretáceo Medio. El rumbo anormal N. W . d'e las capas del cerro Calquinhue
·se podría explicar por la estructura de las pizarras micáceas subyacentes,
-sin tener que recurrir a una edad más antigua.
Groeber considera el geosincl_inal andino como un golfo que se extendió
-entre los continentes argentino y pacífico y que los movimientos del Jurásico
Superior interrumpieron su comunicación con el océano abierto formán-
-dose así un mar interior, en el cual se depositó el yeso. Pero tamb\ién se
.J>Uede suponer que la comunicación se cerró por una mayor acumulación
-de material volcánico en las islas antepuestas. -
En tod'o caso, la transgresión discordante · del yeso en Lorrquimay de-
.muestra que el distrito continental formado por el plegamiento alcanzó has-
• ta los altos Andes actuales, por lo tanto, de ninguna manera quedó limitado a
'la Cordillera de la Costa del Snr de Chile.
Según Burckhardt (2, p. 31), en Lonquimay, al oeste de _la zona de yeso,
-descansa sobre el Caloviano inferior el Rauraciano con brecha de cidaris,
..que lleva trozos de calizas negras y se debe considerar como conglomerado
· <de transgresión. Esta brecha pasa hacia arriba lentamente a los potentes
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 19

- ~- d - porfiríticos del Jurásico superior, que deben comenzar pues .


.. iano. Puesto que estos conglomer ados son más o menos contem-
yeso, ellos pueden muy bien haber formado la separación occi-
=olfo. En todo caso, la presencia de capas marinas rauracianas.
¿ Lonquimay demuestra que, aún en el tiempo de la formación del
:::-egión era mar abierto. La gran variabilidad en el espesol" de la5,
- ye o y su desaparición que se procluce a veces a lo largo de- su cu-
._ puntos muy cercanos, indica que probablemente se depositó en nu-
- - cuencas aisladas.
E. plegamiento principal de los Andes, por lo que se puede ver en,
-~~-=~orio chileno, comenzó en el' Cr etáceo medio. Los sedimentos plcgadO'l
_;- modernos corresponden al Neocomiano, pues el Senoniano no Jia parti-
eipado de este plegamiento sino que muestra solamente la tectónica de fallas '.
de-arrollada durante el Terciario.
También en territorio argentino se ha comprobado por los trabajos de
Keidel, Groeber, Windhausen· que se produjeron grandes dislocaciones en la·
ntisma época. .Así, por ejemplo, Groeber (3) describe sobre-escurrimientos en ·
el Neuquén. Sin embargo, él atribuye la fase principal del plegamiento ar
Terciario inferior, p ero no menciona ninguna dislocación de esta época que·
se pueda comparar eli magnitud con las del Cretáceo med'io.
Según nuestros conocimientos actuales, el plegamiento principal pro-
dujo en el t erritorio chileno anticlinales y sinclinales anchos y · achatados,
debido probablemente a la poca plasticidad de las rocas de la For mación ·
Porfirítica y por los numer osos macizos instrusivos que atraviesan las capas.
También el gr an número de intrusiones granodioríticas, producidas duran:_
te el plegamiento, demuestra que la r egión afectada por él no estuvo some-
tida a la presión usual en otros distritos. Plegamientos complicados se obser-
van solamente donde existen pizarras plásticas; en esos casos se ha llegado
a producir sobre-escurrimientos. Las investigaciones de Keidel y Hemmer·
han demostrado la existencia de grandes sobre-escurrimientos en Magalla-
nes, que se observan en la vertiente oriental de -los Andes. En esta región el pri:-
mer plegamiento ha sido contemporáneo con el del centro y norte de Chile,
porque las ·c apas del senoniano transgreden encima de la granodiorita. Pi.
su vez han sido afectadas por un fuerte plegamiento que se produjo en e1'
terciario medio.
.,,
5) .- Intrusi6n de las Granodioritas y Edad de la Cordillera de la Costa

En el Qretáceo medio, junto con los primeros plegamientos de los An- \


des, subió el magma granodiorítico dando origen a numerosos macizos y !a-
colitas, que constituyen uno de los elementos principales de la Cordillera,_
La extensión superficial de ellos varía desde pocos hasta cientos de kiló-
20 DR. JUAN BRÜGGEN.

metros cuadrados, según la profundidad alcanzada por la d enudación . Su


edad relativamente moderna se deduce del metamorfismo producido en las
rocas atravesadas, que corresponden a la formac~ón porfirítica; se trata ge-
neralmente de una mayor -0 menor epidotización. Además, se observan con
frecuencia apófisis de la granodiorita d entro de las ro cas vecina¡;¡. Como con-
secuencia de estas intrusiones se han originado yacimientos de minerales en
las vecindad·es ele los macizos granodioríticos. Los contactos casi siempre son
-verticales, pero a veces se presentan con poca inclinación.
Según esto, fas rocas plutónicas son más nuevas que la formación por-
firítica del Cretáceo inferior. Su edad límite superior no se puede dar con
-exactitud, pues faltan en la Cordillera los sedimentos t erciarios fosilíferos.
Las riolitas del norte de Chile del t erciario medio y los intrusivos de ro-
. cas análogas que se encuentran en Chile central, son má_s modernas que
1
las granodioritas. Solamente para el gran batolito granodiorítico de la cos-
ta se puede determinar su edad presenoniana, como veremos más adelante .
Las rocas designadas hasta ahora con el nombre de ' ' Granitos anti~uos''
. de la Cordillera de la Costa, como el enorme batolito que se extiende desde
· Cabo de Hornos hasta la latitud' de Puerto Montt, han sido objeto en los
· últimos añps de una discusión especial. Parece que el gran batolito que en
realidad llega mucho más al norte, hasta la alta cordillera de V aldivia, no
está en contacto con ninguna roca de ec1ac1' conocida. Quensel y Nordensk-
jold (3) lo atribuyen a los granitos andinos nuevos, principalmente por su
apariencia fresca y su semejanza con estas rocas del norte de Chile. En rea-
lidad son tan semejantes que es imposible establecer i,ma diferencia entre las
muestras de una y otra roca.
Stéinmann (3, p. 22) se ha opuesto a esta interpretación, basándose en
que el granito de la costa se.. encaja especialmente en pizarras sin fósiles
con ij.Specto cristalino a;ntiguo y nunca aparecería en contacto con rocas más
nuevas; cree que estas rocas cristalinas no pueden considerarse como sedi-
mentos mesozoicos metamorros. Sin embargo, encontré a 55 kilómetros al
Este del puerto Aysén, en el punto llamado el "Far ellón ", el contacto del
batolito con representantes típicos de la formación porfirítica con todos los
ip.dicios de un intenso metamorfismo. Poco importa, si estas porfiritas tienen
. edad jurásica o triásica, como. se supone para ciertos lugares de Pátagonia.
Como veremos más adelante, en todas partes de Uhile central y septen-
trional donde existe Granito de la Costa en contacto con las porfiritas o con
' -calizas intercaladas en. la formación porfirítica, estas rocas mesozoicas ·han
sufrido un fuerte metamorfismo de contacto.
Además es muy probable que las calizas. metamorfas de ~a Patagonia
-Occidental, que aparecen en el Canal de Tr inidad y en la I sla Diego de Al-
_magro (Cambridge) (50-51° ), tengan una ed'ad mesozoica. Ellas tienen su
, correspondencia al oriente del batolitó patagónico en las pjzarras fosilíferas
FUNDAMENTOS DE GEOLOGI A. 21

muy plegadas, que pasan a pizarras micáceas altamente metamór-


- -415 ( Quensel p. 16).
En los pocos puntos, donde el señor Jorge Muñoz ·C., encontró hasta
_!"a una superposición discordaute de porfiritas encima de granitos, se
de granitos d e edad más antigua, pero que tienen una extensión mu-
_cnor que los grandes macizos granoclioríticos ele Patagonia, de la costa
2 - :L.paraíso o de regiones m ás septentrionales.
L::. segunda objeción de Steinmann se basa en qu e la zona exterior cris-
de la Patago~ia Austral, es decir, el gran batolito, es la continuación
-: 'iata ele la Cordillera de la Costa del Sur de Chile. En caso que el ba-
:i:o correspondiera a las granodioritas nuevas de los Andes, sería preciso
~poner una gr an falla transversal situada en el Golfo de P en a,s, pues al sur
;;e él la granodiorita aparece más al oeste.
En el mapa geológico de Quensel se v e claramente que el batolito pata-
g ónico continúa en los A ltos Andes al E ste_de Llanquihue y n o en la Cordi-
.C:cra de la C')sta del Continente.. Los v;:illes de los ríos Cisnes y Palena, que
Quensel no r eéorrió, contienen, según ~teffen (1), extensas zonas con in-
~nsion es g raníticas. La Cordillera d'e .la Costa de la provincia de Llanqui-
.hne se compone principalmente de pizarras micáceas que continúan hacia el
sur hasta la P enínsula T aitao. Su límite . oriental, formado por el contacto
eon el batolito, pasa. por la r egión . del Canal Moraleda siguiendo por el
eno Elefantes , cl'oncle tiene rumbo SSvV,. de modo que se dirige hacia la par-
e occidental del Archipiélago Guayaneco. P or esto no se necesita la gran
falla transversal supu esta por Steinmann, sino se t rata de una p equeña d'es-
nación del contacto hacia el oeste, que al sur del Golfo de P enas vuelve al
=umbo N-S.
La t ercera objeción se r efiere a la apariencia moderna de los granitos
~el batolito patagónico, especialmente a la falta de fenómenos de presión,
que explica Steinmann suponiendo que el batolito no participó en el plega-
miento andino por hallarse en , la antigua masa continental que fué afecta-
da solamente por movimientos epirogénicos.
S~e.i nmann considera a toda la Cor dillera de la Costa, desde Chañaral
hacia el sur, como un elemento extra-andino constituído por esquistos cris-
talinos y gTanitos antiguos, faltando en ella los sedimentos d el .Jurásico y
Cretáceo inferior, lo mismo que los granitos modernos. En el Mesozoico es-
ta cordillera habría formado parte del Continente P acífico, que limitaba
por el oeste al Geosinclinal Andino .
P ara demostr ar l a inexactitud d'.e esta suposición,_ estudiaremos a conti~
nuación los contactos d e l os grandes macizos graníticos y granodioríticos de
la Cordillera de la Costa.
El macizo más septentrional se halla en la r egión de P isagua que hizo
intrusión en rocas de la formación porfirítica. Otro d e r edu cida extensión
22 DR. JUAN BRÜGGEN.

se halla a pocos kilómetros al norte de !quique en med'io de las porfiritas,


donde se explotaron las piedras para la construcción del puerto. Un macizo
muy grande de más de 80 kilómetros de longitud se extiende al sur de
Iquique desde Chucumata hasta la Púnta Blanca al sur d'e Guanillos. Pero
aparece solamente el borde oriental de este macizo constituyendo las puntas.
salientes de la costa; la mayor parte del granito se halla debajo del mar. En
muchas partes, como en la Punta Patillos etc., se observan bonitas inyeccio-
nes del magma en las rocas metamorfas de la formación porfirítica. Es éste
el único macizo granodiorítico del norte que por sus dimensiones pued'e com-
pararse con los granitos costaneros de Chile central.
Otro macizo se halla a ambos lados del río Loa, a unos tres kilómetros
de su desembocadura. Más al sur se halla la granodiorita de Tocopilla que
manda un ancho filón claro a las porfiritas antiguas. Esta faja clara cons-
tituye un dibujo característico en la costa que permi.te reconocer desde lejos
la situación del puerto de Tocopilla. Con eeta intrusión se relacionan las
minas de cobre que se e>...'J)lotan en los cerros detrás del puerto. En forma:.
parecida hay una mayor intrusión granodirítica entre las minas de Gatico y
Michilla. También en la Península de Mejillones hay mayor extensión de
granito y de p;izarras micáceas; el aspecto es distinto del d'e las granod.iorita¡,;:
normales y pue·de ser que se trate de granitos antiguos.
Al sur de Antofagasta, el gran Cerro Coloso es una intrusión granodiorí-
tica que ha penetrado a las areniscas coloradas y calizas de la quebrada del
Way. En la continuación de estas calizas del cretáceo inferior encontré un
fragmento sedimentario fuertemente metamorfoseado dentro del granito.
A medio camino entre Antofagasta y Taltal se halla un macizo graní-
tico, con el cual se relacionan las minas de Paposo.
A veinte kilómetros al Este y a 40 kilómetros al sureste de Taltal hay
dos macizos de 20 kilómetros de diámetro, que han penetrado a las porfiritas,
mesozoicas.
Un poco más al sur, al NE. de la Caleta Pan de Azúcar, principian los·
extensos macizos granodioríticos que son tan característicos para la Cor-
dillera de la Costa. Una ramificación de este gran b~itolito es probablemen-
, te la pequeña intrusión en las pizarras antiguas, que se halla al sur de Cha-
ñaral, en el puerto de Barquitos.
En la latitud de Copiapó, según Bailey Willis, Kuntz (3) y otros geó-
logos, el límite entre los granitos antiguos y gneises de la zona costanera,
con el Mesozoico andino, pasa al este de dicha ciudad y atraviesa el valle
de Coµia:pó más arriba de la desembocadura de la Quebrad'a de Paipote.
Cerca de Punta del Cobre, a veinte kilómetros de Copiapó, según Kuntz,
las calizas cretáceas, con algunos cientos de metros de espesor, descansall'
sobre un pórfido paleozoico al cual considera como facie marginal de los an-
tiguos granitos d'e la costa.
-, FCXDAMENTOS DE GEOLOGIA. 23

~ ::--=2.liiad.. Se trafa de un manto intrusivo de porfirita intercalado en


"""""""""_,,,. . ..... " ;i:i:r!teros dos a tres metros superiores de la porfirita con-
- • :nclusiones de las calizas del p endiente, que han caído
· - ~- o. En el pendiente, hasta una distancia de ocho metros
_.... - .,.....,.,. :r ...!'ecen piedras córneas metamorfas amarillas y verdes, so-
=
c.:; • E:5 en 50 metros de calizas, esquistos, areniscas y conglome-
~ - s en capas alternadas y después varios cientos de metros de
• . E t.as calizas pertenecen al Cretáceo inferior. Más al sur,.
el valle de Copiapó y continúan hacia el famoso distrito mi-
- arcillo. Tanto las inclusiones que lleva la porfirita, como e1
;211!!!.1::::::::ti~o de contacto del pendiente comprueban la edad más mod'erna
La ausencia de vetas de cobre dentro de las calizas indujo a

-- - --- ºº____ _
Buitr~ ---
C'!0'ancos

a b

Fig. 1.- Perfil por el valle de1 rlo CopiapÓ en Tierra AmariMa.
(Longitud aproximada 15 Km.) .

a = granod1orlta. p = porfirita de Pta. del Cobre.


b = gneis de contacto. k = calizas cretáceas.
c = contacto ext erior.
Xuntz, a atribuír-les t ambién edad paleozoica. a las vetas. En r ealidad, se
-explica su ausencia porque no se extiend'en hasta la región donde se han
conservado las calizas.
El verdadero límite entre el mesozoico y las granodioritas se encuentra
..algunos kilómetros más al oeste, como puede verse en el p erfil de la Fig. l .
La porfirita de Punta del Cobre 'forma un manto intrusivo con 50 a
100 metros de potencia, que en el valle de Copiapó presenta un anticlinal
suave y que se hunde en la lad'era poniente. Sobre la porfirita sigue un ban-
co de roca de granate de 50 metros ·d e espesor, , que a primera vista tiene la
apariencia de una porfirita, pero al golpearlo se pueden reconocer en los
.:fragmentos algunos cristales perf~ctos de granate. Después vienen 200 300 ,ª
24 DR. JUAN BRÜGGEN.

metros de pizarras córneas metamorfas epidotizadas, dispuestas en bancos


delgados, que en las superficies d'escompuestas permiten reconocer toda-
vía su estructura original de areniscas y calizas. En ellas aparecen dos pe-
queñas intrusiones eruptivas, que a juzgar por los rodados al pie del cerro
concuerdan con las granodioritas del Cerro Buitre. Estas intrusiones no
aparecen en el p erfil de la Fig. l.
El gran batolito aparece más abajo en el valle, primeramente en forma
de dos pequeñas cúpulas, bajo las rocas metamorfas. En la vecindad' inme-
diata al contacto, la roca eruptiva se presenta en form·a de aplitas clara,;
con estructura en parte porfírica y -en parte gneísica.
Aún a gran distancia del contacto se pueden observar caracteres ex-
traños en la granodiorita; ella presenta capas alternadas de 112 a 1 m. de es-
pesor, que se diferencian por el tamaño del grano: las de grano fino son
también más claras y ácidas y están atravesadas por numerosos diques aplí-
ticos horizontales y verticales. A los tres o cuatro kilómetros del contacto
se ve la granodiorita normal de estructura granular sin orientación.
La misma distribución en 'capas se puede observar más lejos hacia el
oeste, en los cerros Buitre y Ojancos .. Los bancos más duros llevan granodio-
rita normal de grano fino mientras que los más blandos son más básicos.
y tienen granos de mayor tamaño . .Abundantes son los fenómenos de resorb-
ción magmática y se observan muy variadas especies de migmatitas.
En la mina Lázaro de Ojancos Viejo, se presental! en la granodiorita ca-
lizas fuertemente metamorfoseadas, que se pueden seguir por varios kiló-
metros. Estas calizas se presentan mineralizadas y silicificadas, dando ori-
gen a la formación de mayores cantidades de epid'ota y granate.
En medio de estas rocas consideradas hasta ahora como gránitos y gnei-
ses antiguos, aparecen a menudo macizos d'e mayores o menores dimensiones,
formados por una granodiorita clara semejante a la tonalita. Ellas en parte·
pueden correspond'er a intrusiónes magmáticas posteriures, pero en su ma--
yoría pertenecen al magma normal que no ha sido contaminado por los se-
dimentos.
Como• se ve en •
el perfil de la Fig. 1, 1el límite entre el supuesto granito-
antiguo y el _gneis es un contacto típico de intrusión y no se puede pensar·
t:n una transgresión posterior del mesozoico. Para aceptarlo así, hay tam-
bién otras razones geológicas, especialmente la falta de las capas inferio-
res del mesozoico, que en lugares cercanos tienen un gran desarrollo. Así por-
ejemplo, en el valle del Huasco, el Triásico Superior tiene un espesor de-
1.500 metros; en .Amolanas, a una distancia de solamente 60 kilómetros las
capas porfiríticas del -Lías y Dogger tienen un espesor de más de dos mil
metros.
A consecuencia de hallarse sobre el gran batolito, estas capas inferiores-
han experimentado una fuerte asimilación y en parte, habrán vuelto al es-
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 25

solidificándose después con estructura holocristalina. Los


, eá- claros, con grano fino, pueden corresponder al magma inyecta-
... - planos d'e estratificación mientras que lors obscuros, representan
~ antiguas metamorfoseadas. A consecuencia de la preponderancia
_!ale porfiríticos, después de la r efusión han resultado otra vez ro-
mposición diorítica.

Fig. 2.-El Jurásico de Amolanas y Manflas .


.A.--(:; ·- geológico.
-= -. --= por el contacto occidental de la granodiorita de Jorquera.
: -?e~ desde el cerro IgleSlia hacia el 9este.
: s 500 m. areniscas rojas de la mina Amolanas.
00 m. calizas fosiliferas del Liásico.
u:ios 800 m. conglomerados gruesos de po.r firita.
l unos 100 m. sedimentos finamente estratificados.
! onos 800 m. melafiros, al!mendrtllos y conglomerados porfiríticos atravesados por filones.
l granodiorita del Cerro Iglesia.
:a granodiorita de Juntas y J orquera.
26 DR. JUAN BRÜGGEN.

A veces se encuentran restos de las rocas primitivas en un estado de,


conservación más o menos perfecto, que permiten juzgar sobre sus caracte--
rísticas originales. Así, a medio camino entre Copiapó y Ojancos, entre el'.
camino y los yacimientos ae Lazulita, aparecen porfiritas labradorítie.as elT
medio de las pizarras fuertemeute metamorfoseadas. Los poros de gas que·
s~ conservan, demuestran que se trata de una lava superficial y no de un man-
to intrusivp que posteriormente habría atravesado a las rocas metamorfas ..
Las rocas situadas al oeste de Copiapó, consideradas hasta ahora como·
gneises y granitos antiguos, son en realidad, rocas mesozoicas mezcladas ron.
magma granodiorítico y se pueden designar .como migmatitas granodioríti-
cas o gneises de contacto. En todo caso, la e~lad de la granodiorita es más:
moderna que el Cretáceo ,Inferior.
También es moderno el granito de J orquera, en la confluencia de los:
ríqs Pulido y Jorquera, que Bailey Willis lo ha descrito como granito anti-
guo. Se trata de un apófisis de granod'i.orita encajado en los conglomerados-
porfiríticos del Jura. El metamorfismo de contacto, que ha exp~rimentado,
el conglomerado, es relativamente insignificante lo que se explica por la·
escasa extensión del eruptivo. Como se trata de una comarca algo apartada,.
citada con frecueñcia en la literatura, puede ser de interés el bosquejo geo-
lógico y perfil de la l!"ig. 2 que observé durante un corto viaje a ese lugar.
Algo más al sur, al N. E. d:e Vallenar, está el pequeño macizo aiorítico-
del cerro ~ehueque, cuya edad m~derna se puede ~educir del -~uerte ~e; a·
morfismo de°"c~acto g,µe ha provocado en las calizas mesozoicas vecmas.
En una pequeña faIIacl.e translación horizontal de sólo pocos metros, el be-
túmen de la caliza se ha segregad:o en forma de una pequeña veta de grafito.
La zona de contacto, es de especial interés, pues a pesar de tratarse de up.a
granodiorita indudablemente moderna, presenta fenómenos de fuerte refu-
sión que comúnmente aparecen solamente en los antiguos granitos pre-
cam brianos. La Fig. 3 representa e.l perfil esquemático de este paraje.

w Cltehueque "º
... ...

. .. .
+
.. +

+

+
+ ... t- ... +-
+ + .. + ..
t ... ,+ + + + +
+ +-t+++1- +
+ + + .... + ... •-+ +
++++f'+t-+-
• + + + .,. + t'
+- + t- + .. t' T
+ + t .. "f' .. .. t' t'
... + +· + + ... t ..
+ + .. ~ .. • • •
+ + + + + .. + ~ ... ~
+ ..... .,...,...++•+
6rt:1nodiorito
Fig. 3.- Perfil por el pie occidental del Cerro Chehuequé.
g = caliza grafitica. p = conglomerados porfiriticos.
a = filones aplí ticos.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 27

En la ladera poniente del cerro forman las calizas y areniscas meso-


;;: -~ un anticlinal estrecho y se inclinan por último hacia la granoctiorita.
a~crcarnos al contacto, observamos, primero, piedras córneas y cuarcitas,
- · = "da aparecen filones aplíticas hasta con 30 centímetros de espesor, las
_= ,__ - -en en número y potencia de modo que la roca metamórfica dismi-
- = a: importancia al lado de las aplitas. La roca de contacto constituye
- :;t11COS con 2-8 metros de espesor, atravesados por numerosos filones

----""'·"'S, que en parte se componen de verdadera granodiorita.


E!l la roca magmática yacen a menudo grand'es trozos de las capas
- ... oicas que presentan todos los estados de la r esorbción magmática. Los
..:..;:omerados porfiríticos y las porfiritas han resistido mejor al metamor-
• =.o y aparecen en forma de bancos duros dentro del intrusivo, a bastante
.-:.ancia del contacto (p. de la Fig. 3). El mineral de contacto más impor 0

::....:: e es la epíd:ota, como en todas las zonas de _contacto de la Formación


Porl:irítica, que aparece en manchas irregulares de color verde amarillento
o en guías finas. En la vecindad inmediata a la granodiorita se observan to-
das las transiciones del metamorfismo, desde la r ed irregular de guías aplí-
.cas. finísimas, hasta la r esorbción .completa de los bloques hundidos en la
diorita.
En el valle principal que baja del cerro Chehueque, cuatro kilómetros
al sur de la mina Brillantina de grafito, a cuya región pertenece el perfil
anteriormente descrito, las relacfones son algo diferentes. Aquí la zona de
contacto comienza también con rocas córneas y rocas de granate. Después
sigue una zona de pizarras sericíticas verdes que mantean al este, con in-
ter calaciones paralelas de fjlones aplíticos y de cuarzo. _En seguida vienen
gneises obscuros con un ancho de más o menos 500 metros que en su contor-
no exterior muestran la típica estructura migmática, pero hacia el este to-
man estructura granítica. Estos gneises llevan también algunos bancos de
pizarras sericíticas. Las -aplitas se presentan a menudo en forma de masas
lenticulares en posición horizontal. Al avanzar más hacia el este, se encuen-
tra finalmente la diorita clara normal. Desgraciadamente el tiempo no me
f)ermitió estudiar sus relaciones con el gneis. ·
Lo que se observa en el cerro Chehueque demuestra que aún un macizo
pequeño de granodiÓrita puede producir un extenso contacto interior con
formación d'e gneises y migmatitas, que con un aspecto idéntico aparecen en
los granitos de la Cordillera de la Costa, donde se han considerado hasta
ahora como rocas paleozoicas o aún más- antiguas.
Como vimos más arriba, un poco al norte de Chañaral principia un gran
macizo granodiorítico, cuyo contacto oriental h emos estudiado en la región
de Punta de Cobre. Con un ancho de 20 a 60 kilómetros continúa este maci-
zo hacia el sur, atravesand'o los valles de los ríos Copiapó, Huasco, Elqui y
28 DR. JUAN BRÜGGEN.

Limarí, terminati8.o superficialmente ál sur d'e Illapel, en Salamanca y Cai-


manes. Su longitud es de 6° latitud.
Una parte de este batolito está for mada por el macizo granítico de Al-
garrobo, llamado así, según el gran depósito de fierro de este nombre. Bailey·
Willis en su estudio sobre el terremoto de Vallenar, le atribuye edad paleo·
zoica.
Como puede verse en el cróquis geológico y perfil de las figuras 4 y
5, la granodiorita ha p.enetrado a la Formación Porfirítica y por lo tanto, es.
más moderna que ella. Las calizas intercaladas en los conglomerados porfi-
r íticos desgraciadamente no tenían fósiles en los puntos que investigué, tan-
to en la Quebrada Verraco como en el contacto a1 norte de la estación Do-
meyko.
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Fig. 4.-Perfil por ell macizo granodiorítlco de Algarrobo.

a = form' "ón porfirítica.


b = la nysma, metamorfoseada en el contacto.
c = granodiorita.
d = gneises de contacto. ·
e = aplita.
f = apliita de fierro y kersantita, en forma esquemática.
ep = vetas de epidota y mineral de fierro.
Fe = cuerpos de fierro de Mgarrobo en forma esquemática.
El perfil corresponde a la línea A - B de la Fig. 5.

Las calizas del contacto oriental continúan en las antiguas minas ére·
plata de Vizcachitas y en las minas de plomo de Las Cañas, donde llevan
fósiles cretáceos.
En el oeste pude observar el contacto de la granodiorita solamente eri·
el valle d'e la Arboleda. Allí: la porfirita está -llena de manchas de epidota de
color verde amarillento. La epidotización se extiende hasta gran distancia .
.A.sí, por ejemplo, en el mineral de El Morado aparecen varias vetas de-
epidota.
Un poco mejor pude estudiar el contacto oriental al norte de Domeyko,.
en la Quebrada de Estan cilla. Se observa aquí, lo mismo que en el oeste, un_
/

FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 29

::nen e enderezamiento de las capas . En el contacto fuerlemente inclinado-


-rán las porfiritas intensamente epidotizadas y transformadas en r ocas muy
dura , que sobresalen como far ellones . A unos 20 metros de distancia d'el
nta cto aparece la epidota en parte como agreg ados irregulares y en parte
en , etas hasta con dos metros de espesor, las que forman un verdadero en-
,;ambre. También en las calizas impuras, a la distancia de algunos cientos
• e metros del contacto, se ob¡¡erva una fuerte epidotización.
L a r elación ele la epidota con grietas se ve claramente en una pequeña .
, da de rumbo este-oeste, que lleva carbonatos de cobre, y desde l a cual la
·a adyacente se ha transformado en epidota hasta varios metros de dis-
cia ; en otros puntos la roca se transformó en hematita.
En las porfiritas aparece la h ematita como mineral compacto. y en las .
ilizas se presenta también en forma de hermosas rosetas de cristales. L as-
: ja- duras de epidota y minerales ele fi erro se presentan en parte paralelas
a la estratificación; en partes tienen posición· vertical y atraviesan oblicu a.-
:::iente a las capas. Las calizas impuras, que en la sup erficie descompuesta
· enen el aspecto de areniscas, presentan en la vecindad del contacto estru c--
tura de mármol.
De esp ecial interés es P.l bloque de sedimentos que se hundió en la gra-
_ocliorita y con el cual se relaciona el yacimiento de Algarrobo. Las bre- .
~has porfirílticas -d'e esta zcna sedimentaria no dejan ninguna duda sobre la
roca 1o mismo que la presencia de· conglomerados porfiríticos en la que--
rada Algarrobo, al oeste del edificio de la administración. Ellos llevan un
eemento sílico-ferruginoso, d e color r ojo intenso, análogo al que presentan ·
- conglomerados mesozoicos en la parte superior de la Quebrada El Ve- -
~ co.
También existen en la inclusión sedimentaria de Algarr obo las calizas -
; , la quebrad'a El Verraco, cuya superficie descompuesta lleva fajas car ac-
- -::... ~:-icas debidas. a las capas de piedra córnea; en el Algarrobo estas faja¡;;
~ _ nsibles a pesar de la intensa silicificación. El carbonato de calcio su~
:-:anta do d e . esta manera ha emigr ado a las porfiritas vecinas donde se ·
;,:-esenta en forma de guías y nidos irregulares. ·
Debid'o a su situación en el techó del batolito las capas han sufrido f u er- ·
• - - disloe:aciones . La estr atificación muy poco perfecta de las porfiritas y ·
.. r .os conglomerados permiten solamente en pocos puntos una determina- ·
~ ·:: del rumbo e inclinación; sin embargo, parece predomin ar el rumbo ·
_- 35 grados E . e inclinación fuerte al oeste . Se puede distinguir una zona
orien al de con glomer ados y brechas porfiríticas que se extienden desde el ·
erro Retamilla h acia las faldas norte y este del cerr o Algarrobo. Hacia el
e -i!rne una zona de porfirita con grandes plag-ioclasas (porfirita de la- -
radorita ) r d'espué~ calizas fuertemente h·ansformadas, las que .aparecen·.
DR. JUAN BRÜGGEN.

,no sólo al este de los vetarrones de fierro, sino también entre ellos y al oeste,
-en la Quebrad'a Algarrobo.
Como fenómeno de contacto en la inclusióu sedimentaria se ve, fuera
-de la silicificación de las calizas, uua fuerte e_pidotización de las porfiritas
.:y sus conglomerados. Además se formó cuarzo en manchas irregulares y se
. silicificaron algunas partes completamente, las que sobresalen en forma de
farellones. Numerosas son también las pequeñas vetas de fierro oligisto.
,Cerca de la base de las porfiritas y brechas existe una red irregular de ve•
tillas d'e feldespatos rojos, y aún más lejos, haci,a el yacimiento, aparecen
·gneises, especialmente a ambos lados de la Quebrada de Puquios, en la ve-
,cindad de la desembocadura de la Quebrada de Algarrobo.
Los límites oriental y occidental _de la granodiorita pued'en determinar-
·se fácilmente p.o r el desarrollo normal del contacto en la Formación Porfi-
·rítica. No ocurre lo mismo en el límite sur, mientras se sigue considerando
.:a los gneises, que constituyen también la base del bloque sediment ario de
Algarrobo, como rocas paleozoicas y aún más antiguas.
Donde desemboca la Quebrada de Puquios en la de Chañaral a.parecen
1;ales gneises en una gran extens¡ión, los que muestran tod'.as las fases de la
asimilación magmática, como arterita, gneis _foliado, formado por capas al-
•i ernadas de algunos centímetros de espesor, compuestas de aplitas y pizarras
.-sericíticas verdes además hay brechas .eruptivas con fragmentos de rocas an-
·-tiguas encerrados en 'la roca eruptiva, habiéndose producido la asimÜación
-de los fragmentos en mayor o menor grad'o.
Estas rocas siguen hacia arriba por la Quebrada de Puquios; más o me-
mos a medio camino a Alg:arrobo aparecen mayor número de intrusiones gra-
nodioríticas en los gneises.
A veces se cree haber llegado al macizo granodiorítico, pero en la p.ró-
..xima curva de la quebrada vuelve a aparecer el gneis. Así encontramos nue-
·vamente el gneis en la base del bloque sedimentario d'el Algarrobo y espe-
•.cialmente en sus prolongaciones norte y sur. De un modo análogo se pre-
.senta el gneis desde Ojos de Agua hasta la vecindad del río Huasco, y por
,el este hasta la Estación Romero.
La transición paulatina de los gneises a las porfiritas atravesadas por
Ja red de guías feldespáticas d'el bloque de Algarrobo, demuestra que los
gneises • son productos del metamorfismo de contacto de las porfiritas que
forman las capas cobertizas del macizo granodiorítico. El alto grado de me-
•tamorfismo se explica por la situación encima del gran batolito que se abrid
su cami.1,o hacia arriba por "overhead'.-stoping ", desprendiéndose bloques
~el pendiente, los que se r efundieron en el magma. En este proceso, las enor-
·-mes cantidades de gas~s provenientes de la desgasificación penetraron a
tia base de los sedimentos donde causaron el metamorfismo intenso.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 31 '

.:j~::::::::~c::::::::::::::~t~.;::;;::::~::J¡:\-::::::::....::.. . . , K
*l
1..'/-__-r;_-_-_-.:¡...--;;,..t-_-_-_-_-_-_-.,..-_-----i--¡_f-_- _-_-_-_:::_:::,_~_==:_
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1t LosCañasl
9 (;
* Viscochitas 4,_!f
. 9-
; runas«()

Leyenda:
• Au
.,, Ag
~ C'u
• Fe
9 Pb
t----------------------J · K Linea de Contacto
Km
LA 6RAN0DIORITA DE AL6ARROB0 o 2 3 ,¡ 5

Fig. 5.

l:achurado horizontal = granodiorita.


Hachurado diagonal = formación porfirltica.
E l poco desarr.ollo que presenta el contacto en los límites este y oeste,.
se explica por la fuerte inclinación del límite de la granodiorita; en este-
caso no se produjo ninguna asimilación de rocas antiguas. Además, los ga-
ses provenientes del magma escaparon por las grietas verticales que ex1s-
32 DR. JUAN BRÜGGEN.

ten siempre en la vecindad del contacto, penetrando muy poco later almen-
te a las rocas sedimentarias.
Si comparamos el extenso batolito de Algarrobo con el pequeño macizo
d e Chehueque, llama la atención que el c·ontaeto exterior, a lo menos en el
límite oeste d'el últiµ10, se ha desarrollado con mayor intensidad que alrede-
dor del de Algarrobo; se explica esto porque el magma de Chehueque ha
sido inyecta~o desde abajo a las capas inclinadas hacia el gr anito. En cam-
bio, el batolito grande ha subido rompiendo la cubierta sedimentaria en el
eonta cto exterior.
Si se considera la extensa propagación d'el ~atolito y las dimensiones
de los bloques de sedimentos que se refundieron, se comprende que el mag-
ma haya experimentado fuertes diferenciaciones y que el macizo intrusivo
-esté formado de rocas muy diferentes. Como tipo normal se puede tomar la
,granodiorita d'e colores claros en la que predominan las plagioclasas y horn-
blenda ; la hornblen,da está a menudo substituída en· mayor o menor grado
por biotita. Junto con fas plagioclasas, que con frecuencia muestran una h er-
mosa estructura zonar, aparece cierta cantidad variable de ortoclasa lo
que demuestra que existen transiciones al verdadero granito, que se puede '
observar en Algarrobo, al E. de la Quebr ada de Puquios. El cuarzo apare-
ce casi siempr e en cantidades variables.
Muy intensas son las diferenciaciones magmáticas en la vecindad de los
diferentes contactos, donde a veces han dado lugar a anchas facies· margina·
..les . Al oeste, en el nacimiento á.e la Quebrada d'e Arboleda, se encuentra
una zona de un kilómetro de ancho ocupada por una r oca semejante a un
gabro obscuro que pasa gr aduahnent~ a 11:]. cliorita clara normal.
· Tam?ién deben su origen a las difcre!l,ciaciones. magmáticas • algunos
.cuerpos g.e cuar zo lenticulares, que por su resistencia a la ctescomposicio11
aparecen sobresaliendo en las faldas y que provocan angosturas en las que-
_bradas en ]as que ]_as aguas subterráneas se estancan hasta la superficie.
. No son r aros lo;; filones apdíticos ; prevalecen rocas de color r@jizo,
jaspeadas con granos claros de cuarzo. El cuarzo es primario y más antiguo
que 1~ turma_lina que se encuentra reemplazando a los feldespatos, y quti
contiene los mismos granos !edondos de cuarzo que los feldespatos.
En vista de las pocas excursiones que hice por la r egión, no me ha sido
posible r epresentar en el cróqQs de la Fig. 5 la relación entre la granodiorita
pura y las rocas migmatíticas.
Todo el área que aparece como granodiorita, seguramente lleva propor-
.ciones iguales de ambas r ocas. Verdad'era granodiorita existe al oeste de
Algarrobo y hasta el límite ; sin embargo, ~e observan en la p enillanura del
. cerro Perdices, que está a 1.400 metros de altura (Fig. 4), intercalaciones·
..de migmatitas, 19 que demuestra que el límite inferior de la cubierta .sedi-
~entaria no estaba mucho más arriQa de esta superficie. Granod.i oritas nor-
FONDAMENTOS DE GEOLOGIA. 33

ca: - ex.i ten en la Quebrada de la .Arena., 6 a 8 kilómetros al norte de la


.L,-:a ión A.gua Amarga . A este punto se refiere la fotografía d'el supuesto
~ o paleozoico de Bailey" Willis. Más al norte, frente al kilómetro 675 dei
f a-'Til y cuatro kilómetros al sur de la Estación RomerQ, exist en en la
par.e !Ilferior del valle gneises en los cuales se puede reconocer la estructura
-_=-:tl de los conglomerados porfiríticos.
Hacia el sur, los gneises de contacto de la Quebrada de Chañaral, si-
- a la Quebrada de Carrizalillo pasando al oeste d'e Cristales. En seguida
_,i a encontrarlos en los yacimientos de fierro del Tofo, situados unos 60
- ,!metros al sur de la Quebrada de Chañaral. Estos depósitos encajan en
- ::firitas metamorfoseadas que apenas permiten reconocer su estructura
-:iginal. Entre El Tofo y la costa que dista siete kilómetros, aparecen grano-
-dioritas .migmatíticas, que en la Ca:leta Cruz Grande, toman la estructura gra-
nulad'a sin orientación de las granodioritas normales. En las minas de cobre
rle La Higuera, situadas a ocho kilómetros al este de El Tofo, existen los
gneises al pie de los cerros, mientras que su parte principal está formada
or granodi?ritas, que continúan por La Serena y Coquimbo, hasta Ovalle e
Illapel. De Vallenar al sur la granodiorita ocupa una extensión ininterrum-
ida dP. 3 a 4 grados dP. latitud.
La propagación de estas rocas en dirección este-oeste es en parte ·reduci-
d a . .Así, al oriente de las terrazas costaneras de Coquimbo se levantan los
cerros de .Andacollo, formados por porfiritas mesozoicas, las que cerca de
Peñón muestran un fuerte metamorfismo de contacto. No he visto el con-
tacto mismo que aparece algo más al sur, cerca de la mina de Tambillos; . sin
embargo por el hecho de no existir otros macizos eruptivos y por la disminu-
ción d'e la intensidad del metamorfismo hacia el este, se debe atribuir la zo-
na de contacto al gran macizo granodiorítico de Coquimbo, lo que demues-
tra también su edad mesozoica moderna .
.Al sur del río Limarí, la granodiorita luego vuelve a l a costa, de la cual
quedó separada por una faja de diez kilómetros d'e ancho formada por piza-
rras crista:linas que se extiend'en desde la Punta Lengua de Vaca (30° 10')
hasta los .Altos de Talinai (~1°). El batolito compone la costa prácticamen-
te hasta Los Vilos (32°), si hacemos abstracción d'e algunos pequeños blo-
ques formados por rocas antiguas.
Desde Puerto Obscuro (31 112º), el batolito se ensancha fuertement~·
hacia el SE.., pasando por Illapel, de donde sigue como faja estrecha a lo
largo del antiguo trazado del Ferrocarril Longitudinal hasta te_rminar de-
finitivamente en Petorca.
Desde la confh~encia de los ríos Illapel y Choapa, sale otro ramo del ba-
tolito hacia el SW, que se acerca luego a la costa en Los Vilos y de allá con-

F. G. 3.
34 DR. JUAN BRÜGGEN.

tinúa hacia el sur hasta el río La Ligua, quedando separado de la costa por
una faja de a lo más diez kolómetros de ancho formada por las rocas pa-·
leozoicas que hemos estudiado más arriba.
Un poco más al sur, entre Papudo y Zapallar (32 1!2º), prevalecen ro-
. cas migmatíticas, cuyo contacto oriental se halla en la Cuesta del Melón, a,
unos 20 kilómetros de la costa. Pero hacia el sur, e~te contacto avanza luego·
hacia el oeste, d e modo que en Quintero su distancia es de solamente 7-8·
kilómetros. Es ésta Ja misma r egión, donde en las caleras de la hacienda
Melón, se observan fuertes fallas de desplazamiento horizontal con el mis-·
mo sentido de botamiento.
Al sur de Valparaíso, cerca de Casablanca, la zona granítica tiene una
anchura de 50 kilómetros sin que se p.uedan distinguir límites entre diversas-.
intrusiones. Ocupan gran extensión. las granodioritas de colores claros, pero,
vuelven a encontrarse lugares con rocas migmatíticas y gneis de granito .
El contacto oriental corre al pie occidental de Jas mesetas de dos mil metros-
de altura, como el cerro Vizcachas1 que forman el borde oriental d:e la Cor-·
dillera de la Costa . El perfil mejor se puede observar en el valle superior deL
río Puangue, cerca de Carén en una quebracTa afluen te de él (Fig. 6) .

Cerros lle t'oreÍt (tuuo ,,,J ,fjgÍlll!lfltJ

Flg. 6.- Perfil por el contacto oriental del batolito de la costa de vai;paraiso.

a = granodionita. c = contacto exterior.


b .= gneis de contacto. d = formación porfiritica.
La granodiorita n_ormal termina aproximadamente en la conflueneia rle·
ambos esteros y sigue después una zona, de más o menos ocho kilómetros.
de ancho, de gneis de contacto y migmatitas, semejantes .a las rocas del con-
tacto de Chehueque. Después siguen las capas de la formación porfirítica.
que presentan un fuerte metamorfismo en forma de epidotización en una an-
chura de cuatro kilómetros. Esta formación consiste en porfiritas, tobas,.
areniscas, brechas, congl omerados, etc. .A.l otro lado del estero de Lampa,,
que pertenece a la cuenca de Santiago, siguen las p.o rfiritas en el cerro ChC'··
pe y en seguida las calizas fosilíferas de Batuco.
'
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 35

ú'rono
Casalitanro
o

\ o , or,fa

:$ Lo Abarca '

Son Antonio

~ io~ p l>
10 20 30 40 50 km.

:!,: <-: -: i CronodiorJ/o delos tnfrus,énes pa¡ue.i:Js .•• / ·· úrmfe onenfol delbotoltfo a& klcosta

.,..-- Follo

· ~ · TcretÓrio . I< Co!,'zos mesozoicos


; ~ rormo:;or, RJr.hiftá:J a;y>.ZO,,Och conla::fo • Au

'[ \<J Morrenas chpi:dro pomcz Cu

Flg. 7.- Croquis geológico del batolito de Valparaiso.

Ch = Laguna Chicauma. A-B = Uinea del perfil de la Fig. 6.


O.E. Cuesta Lo Prado.
C.D. = Cuesta de 4a Dormida.
Este contacto se puede seguir por la Corñillera de la Costa en dirección
-casi · exactamente N-S, desde el valle del Maipo hasta el cerro Vizcachas,
,después dobla al 1'.TW, como puede verse en el cróquis de la Fig. 7 . Las cali-
36 DR. JUAN BRÜGGEN.

zas de la falda NW de este cerro están transformadas en mármol y a veces.


hay bancos enteros de wollastonita blanca que ·c onser':an todavía la estrati-
ficación original d'e las calizas. En la parte superior del cerro la superficie
descompuesta de los mármoles de La Dormida, permite reconocer algunos.
corales . Más al norte entran las calizas al contacto del macizo granodioríti-
co de los cerros de La Campana y El Roble, que se halla antepuesto al gra-
nito de la costa. Allí, en la mina Pronosticada, (Cu, Zn) ]as calizas también
están transformadas en mármol. Algunos kilómetros más ar norte, en el ce-
rro Campanitas, ellas llevan restos de amonites, lo mismo que en su conti-
nuación septentrional, cerca de Calera. El metamorfismo de estas calizas,
no se d'ebe directamente al granito de la costa . Pero más al sur, en la Cues-
ta de lo Prado, las calizas intercaladas en la formación porfirítica entran a la:
zona de contacto del batolito mismo de la costa.
El pequeño macizo granodiorítico de la laguna Obicauma y la gran in-
trusión de los cerros La Campana y El Roble, se deben considerar como-
ramificaciones profundas del granito de la costa, que han entrad'o a la For-
mación Porfirítica. Las rocas principales del macizo de El Roble son las.
granodioritas claras que ya hemos mencionado varias veces. En el cerro La.
Campana aparecen gabros, en parte de estructura de grano grueso.
Al sur del río Maipo, el ancho del afloramiento de la granodiorita se-
restringe fuertemente, debid'o a que las porfiritas de la cubierta oriental se·
extienden bastante hacia . el oeste, hasta una línea que se puede trazar de-
Melipilla directamente al sur. Pero, dentro de estas porfiritas aparecen ma-
yores macizos graníticos, como el d'el cerro Horcón de Piedra, . con que está
relacionado un pequeño yacimiento de lapislázuli, y_ -el de las minas de oro
d'e Alhué. También el intenso metamorfismo en forma de epidotización de las.
rocas porfiríticas cerca de Nialtagua y sus minas de cobre, indican Ja ve-
cindad del granito en el subsue}o.
Desde el oeste se estrecha la faja granodiorítica principal, por la cu-
bierta de las ""capas de 'Navidad" del terciario medio. Pero, en la costa mis-
ma, como p. ej. en Matanzas y Topoca roa aparecen los granitos en aflor_a- ,
mientos d'e mayor o menor extensión .
.A.l sur del río Rapel deben -agregarse las eY'h...._.......,.-.s uperficies cubiertas.
p(?r los sedimentos de la primera época glacial. Pero, debajo de éstas, en los.
cortes d'e los valles profundos, aparecen las rocas fundamentales.
En las vecindades de la .hacienda La Cueva hay pizarras metomorfas.
con rumbo N. 70° ,v. 40-45 9 SW. Además, hay rocas porfiríticas obscuras
atravesadas por vetillas de cuarzo y de aplitas. Parece que se tra:ta de por-
firitas que r esistieron mejor las acciones metamórficas que los sedimentos.
intercalados. Este punto se halla en medio del granito d'e la costa.
Desde Pichilemu hacia el sur, el batolito continúa en medio de la Cordi
Jlera de la Costa, separado del mar por la faja- de pizarras cristalinas, que
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 37

i?den eguirse sin interrupción basta Chiloé y la P enínsula de Taitao. Ha-


el este, la granodíorita queda separada del valle longitudinal por las
:-"rñritas.
En la costa hay algunos macizos graníticos de menor extensión en
Chanco y al poniente · de Cauquilnes. Al sur de la desembocadura del río
I · :a. el batolito mismo avanza a la costa. Al norte del Bío Bfo, la gr anodio-
compone prácticamente tod:o el ancho de la Cordillera de la Costa, des-
·~ el mar hasta el valle longitudinal. Al sur del mismo río, la zona de las pi-
ra...~ s cristalinas aumenta en ancho, y el batolito ocupa la mitad oriental
~ la Cordillera Nahuelbuta. Al sur del f errocarril Contulmo-Los Sauces, el
·-=acto occidental de la granodiorita retro cede bruscamente hacia el este,
·:ntinuando la roca plutónica hasta los cerros d'e Traiguén y de la vecindad ,?
· Ercilla y Victoria.
Es en este punto, donde el gran batolitd sufre su única interrupción des-
1e el 26° L . S., al norte de Chañaral, en una longitud de 12 grados latitud, o
Ra, de 1.330 kilómetros. P ero aún esta interrupción es sólo aparente, p or-
ue se debe al fuerte relleno d:el valle longitudinal con sedimentos cuater-
narios. El granito mismo reaparece inmediatamente al otro lado en la Cor-
~ era de los Andes, en el camino de Curacautín a Río Blanco. Pero la gran
.-r.ensión de las lavas terciarias y modernas cubre la mayor parte del gra-
~to .
Continúa la granodiorita desde los lagos Villarrica y Calafquén como
ancha zona, que en el oeste queda limitada por las pizarras cristalinas. El
~ntacto corre desde la ribera occidental def lago Panguipulli hacia. la orí-
oriental del lago · Rauco. En el Llanquihue, el batolito se extiende hasta
borde de la Cordillera de los Andes, que constituye su limite hasta el Istmo
!~ Ofqui, desd:e donde avanza oblicuamente hacia el SSW., continuando
: nés hasta el Cabo de Hornos, quedando solamente la estrecha faja de
: ..z.:.rr metamorfas en el ext,;emo más occidental de las islas patagónicas.
"' modo que el gran batolito patagónico se extiende no sólo desde el cabo
~ de Sudamérica hasta la latitud de Temuco por 17 grados ·l atitud o por !/
S90 kilómetros, sino hasta la región de Chañaral por una extensión total
~ ~ grados latitud, o sea, por 3.220 kilómetros.
El metamorfismo causado ~ el batolito en Já Formación Porfirítica
1
Yesozoico no deja ninguna ducht-ac.~ edad moderna d'el granito
:...?.::cl'O.
~~o vale también para el batolito patagónico. Como mencioné más
a.:_: 2. encontré su contacto con la Formación Porfirítica a 55 kilómetros
a.:. -- e del puerto de Aysén. Además, en la isla Diego de Almagro, las cali-
- probablemente mesozoicas se han transformado en mármol en el con-
ta" o con la granod'iorita.
38 DR. JUAN BRÜGGEN.

Al seguir el uso corriente de la palaora CordilJ,era de la Costa con que


se designan las alturas situadas al oeste del Valle Central .o' donde falta és-
te, las alturas cercanas al mar, podemos decir, que la Cordillera de la Cos-
ta coincide geológicamente con la de los Andes y que ella no r epresenta un
elemento extra-andino ni tampoco el resto de un Continente P acífico que
hubiere limitado por el poniei;i.te el geosinclinal andino.
No podemos decidir si tal continente existió más al oeste. En la parte
occidental del Sur de Chile subsiste un elemento extra-andino formado por
las pizarras metamórficas, posiblemente paleozoicas, que tienen rumbo 'Ní. W.,
pero en Vald'ivia ellas entran también en la formación de la Alta Cordillera.
Esto no significa que aquí haya existido un continente pacífico en el meso-
zoico cerrando el geosinclinal andino, I!ues es posible ql].e las pizarras meta-
mórficas formaron el fundamento de los conglomerados y tobas pdrfiríticas
provenientes de centros eruptivos situados más al Este y que habríian
desaparecido en aquella parte por la erosión.
El límite superior de la edad del granito _de la costa puede determinar -
se en la pequeña caleta de Algarrobo, al sur de Valparaíso (Fig. 7 y 9). Allá
se encuentran las capas senonianas de la Quiriquina con tm conglomerado
basal encima de la granodior ita.
En favor de una edad 'tañ moderna de la granod'iorita y también de las
migmatitas d'e la costa, habla también la ausencia de indicios de fuertes
presiones tectónicas, ·que caracterizan generalmente las rocas pretriásicas
de la Cordillera de la Costa.
Po.r lo demás no quiere negar la existencia de granitos antiguos en la
zona de la costa, como los que observó J. Muñoz Cristi en l a región de Los
Vilos, donde encontró rodados de tales granitos -en el conglomerado basal
del Triásico.

B.- EL DESARROLLO DE LOS AN_D ES D ESPUES DEL PLEGAMIENTO


CRETACICO

1.- Las Capas do la Quiriquin~

Con la intr usión de las gr anodioritas y el plegamiento principal cam-


bian fundamentalmente ·las r elaciones paleogeográficas de la región andina.
El . antiguo geosinclinal pasó a ser tierra firme, sometida a una fuerte denu-
I dación y ya...a fines del Cretáceo la costa del Océano Pacífico estaba más o
menos en el mismo lugar donde la tenemos hoy día .. Los sedimentos deposi-
tados en esta costa son l as· capas senonianas de la Quiriquina, así llamadas
por aparecer principalmente en la isla de este nombre, situada en la bahía
de Concepción.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 39

E... la , ecindad del faro, ubicado en la punta norte de -la isla, se obser-
:é.... :'erfil de la Fig. '8. .--
l.

Fig. 8.-Perfil por la punta norte de la Quiriquina.


T = terciario, unos 100 ro. C = ,conglomerado basal del cretáceo.
.A = areniscas terciarias, \mos 80 ro. P = pizarras micáceas .
~obre las pÍzarras micáceas, que tienen una fuerte inclinación, desean-
-: .:onglomerado basal de fas Capas de la Quiriquina, que pasa hacia arri-
arenas arcillosas de grano fino con numerosos fósiles. .Al oeste, estas
l&.:":~cas están cubiertas por otras de grano más grueso, que carecen de fó -
-5 y que deben atribuirse al 'l'erciario, lo que queda iudicado también por

meter petrográfico enteramente diferente. En la base de estas arenis-


· erciarias se presentan cavidades irregulares, las que demuestran una
""~ rdancia de erosión.
Con desarrollo , semejante, auuque a veces con el conglomerado ba;la,l
!C=Y reducido, aparecen las areniscas cretáceas ·cerca de Lirquén, ar este de
-:a I, Ja Quiriquina, lo mismo qué más al sur, en varios puntos de Arauco.
__ :.xtremo sur se encuentra aproximadamente en la latitud de Cañete, en
!'! occidental de la Cordillera d'e la Costa.
Hacia el" norte aparecen las capas de Quiriquina en diversos lugares,
siempre muy vecinas a la cost~ has~Jl, .Algarrobo, al sur de Valparaíso.
E1 croquis geológico de la Fig. 9 presenta la estructura de este bloque
=-· - ceo-ter c'1.·io · que ha escapado a la erosión 'El Cretáceo comienza en
~ ,_rrrso superior ·a e la pequeña quebrada occiden 1 con un conglomerado
-= -..arios metros de espesor, que lleva intercalaciones
m:::. a siguen areniscas arcillosas fosilíferas idénticas a las de a Quiriquina,
y - ea de la desembocadura puede observarse la superposición de los se-
:.:::.:o del Terciario inferior. Hay aquí una discordancia de erosión en-
=- Cretáceo y el Terciario; a unos 20 centímetros enc'ima cl'e la discor-
hay una caP,a con 'r odados de cuarzo, granito y areniscas descom-
! - , : estas últimas provendrán del Cretáceo. El Cretáceo lleva un fó-
:rr:uy característico, el Cardium acuticostatum d 'Orb, hasta la vecindad
ediata de la discordancia. La parte más baja del Terciario, que se carac:
ter.za por su grano más grueso y estratificación irregular, carece de fósiles;
p<'J'O algunos metros más arriba éstos aparecen en gran cantidad.

1

DR. JUAN BRÜGGEN.
40

Desde Algarrobo hasta Cañete, en una extensión de cinco grados de la-


titud coincide la costa actual con la d'el genoniano, pues podemos hacer
abstracción de la altiplanicie de Arauco antepuesta a la Cordillera de la
Costa, puesto que ~n casi t oda la extensióri del país la costa está formada
por el pie occidental de dich a cordillera.

A"l¡arrobii

' . +
+ . ..
. .....G+ .. + .;
+ + . +
.. ..
¡.
+- • t +-
+ • + . .. .
. + + +
~

.. .. +
500
+
1000 m
+

Fig. 9.- Croquis geológico de la costa de A1garrobo.

T = Terciario. G = granodlorita.
C = Cretáceo. V= fallas .

Faltan los sedimentos marinos del Daniano que se conocen en el pie


oriental de los Andes Patagónicos, lo mismo que los del Paleoc'Emo. En aquel
tiempo · el continente se hab~á extendido más al oeste que hoy día. Muchas
veces fal&n las capas de la Quiriquina en la base del Terciario, lo que indi~
ca la existencia de movimien os t ectónicos entre ambas formaciones.

2. -Los Se entos Terom.rios

Durante el Eoceno y Oligoceno vuelve el mar y en parte penetra en el


continente h asta muy adentro; en el Sur de Chile atraviesa probablemente
por algunas regiones d'e los Andes cuya altura había sido notablemente
r educida por la denudación.
Las formaciones costaneras de esta época están r epr esentadas por las
capas carboníferas de Concepción y Arauco, que han dado origen a una im-
portante industria minera. E stos sedimentos tienen su mayor propagación
en el departamento de Arauco, étonde constituyen el subsuelo de una meseta
de 30 kilómetros de ancho, antepuesta a la Cordillera de la Costa . En esta
FUl\DA.MENTOS DE GEOLOGIA.' 41

«J-B1Zaremos la descripción de los sedi~entos del Terciario infe-

e las capas de Quiriquina y se aradas d:e ellas or la discordancia


··~ que acabamos de mencionar, yacen las capas del Terciario Car-
~e designaremos con -el nombre de Piso de ·Concepción. Donde fal-
pa de Quiriquina ap arece en la base del Terciario. un potente con-
basal.
::-ocas predominantes son gruesos bancos d'e areniscas ar cillosas
••1!5.. _e bastante firmeza; son par ecidas a la "molasa" de Suiza. Es muy
. .~:3:-:· .,, en ellas la estratificación cruzada. Muchas veces apareeen con-
calcár eas hast a de un metro de diámetro . Los conglomer ados son
"'andantes y los rodados tienen sólo pocos centímetros de diámetro.
c .illa , que en estado frasco son muy duras, aparecen principalmente
- .,.eindad de los mantos d:e carbón.
.....:::.-,an a menudo restos vegetales muy bien conservados que según
~ dt pertenecen al Eoceno basta Mioceno y coinciden casi por com-
on r epresentantes de 1a actual flora tropical de Brasil y Valparaíso .
:En un reciente trabajo, R. Florín estudia con m étodos modernos el
.er d:e la flora de las coníferas petrificadas de Arauco y Concepción y
al r esultado que creció en un clima más caliente que el actual, de gran V
lad Y. de temperatura uniforme sin heladas.
Según el perfil del piqµe Amalia en Lebu, el espesor del piso de Con-
ión es más o menos 400 metros . E:q los 150 metros centrales del p~rfil
ocho mantos de carbón, de los cuales solamente -de uno a tres, según la
· 'n. tienen unll; potencia suficiente para ser explotados. Su espesor va-
~ tre 0.80 y 1.50 m.
La pr rte inf e~ior del p erf" , que _apenas se distingue pe,tr_ográficamen-
: =:.a parte media, es de 1gen marmo y lleva una fauna fos1l apundante,
- ' ;;mo que en ~lgarrob ; igual cosa puede verse en los sondajes de San-
..!na, un poco al nort de Concepción y especialménte en Lebu donde, en
: acantilados de la· c sta, al norte del campo A.malia, se observan estas
• - marinas por deb jo del manto de carbón inferior. Se trata, como en
·:?"&!Tobo, de arenisca arcillosas obscuras con abundantes concresiones cal-
~ . En estas se en entran muchas colonias de Sérpula, camarones y
- .s de madera fósil. El espesor de estas capas marinas, es superior a 30
: sobre ellas, hasta el manto de carbón inferior, siguen 70 metros ére
'·cas continentales.
También la parte carbonífera, que en general tiene· un carácter límnico,
C.e,a algunas capas marinas fosilíferas intercaladas. Así en el campo Arna-
tia hay un banco de arcilla lleno con Anomia Ovaillei Phil, directamente en
el yacente de un ·manto de carbón. Estas intercalaciónes marinas se obser-
nm también a 40 kilómetros al N. E. en Colico, al pie de la Cordillera de la
42 DR. JUAN BRÜGGEN.

Costa, donde apar ece una capa marina a 20 metros encima del manto de
car bón in fer ior.
A( noroeste d"e la altiplanicie ele Arauco, donde se levantan los cerros
entre Punta Lavapié y el puerto de Ya,ne, los bancos gruesos de las areniscas
continentales de la formación carbonífera se pr esentan con el mismo ca-
rácter petrográfico, pero contienen frecuentes fósiles marinos. Además, en-
cierran importantes intercalaciones de areniscas marinas caracterizadas por
estratificación en capitas delgadas y por su grano fino .
Estas r elaciones se pueden explicar suponiendo que en el noroeste se
produjo la transición de la facie continental a la marina. Hasta ahora se
conocen aquí solamente el manto superior de carbón, que se ha explotado
temporalmente en la mina Raimenco, al norte de Rumena, y en Huenapidén-
Quidico, cerca de Yane.
El límite superior d'e las areniscas continentales del Piso de Concepción
aparece en el pique Amalia de Le]?u a 140 metros sobre el manto de .::arbón
superior. Allí a 40 metros sobre e·ste manto, hay unos 38 metros formados
por ii,lternaciones de areniscas marinas fosilíferas de grano fino con otras
areniscas que en sus planos de estratificación llevan restos vegetales tritu-
rados. Sobre ellas siguen 70 metros de areniscas continentales hasta llegar
a las areniscas arcillosas marinas muy fosilíferas del piso de Navidad. E l
perfil del pique Amalia n o permite investigar los d'etalles del límite entre
ambas formaciones.
A base de varios sondajes profundos ejecutados en Arauco, J . Muñoz C. h a
establecido la siguiente subdivisión del Piso de Concepción:
'Subpiso de Curanilahue.- Consiste en una alternación de sedimentos
continentales y marinos con un espesor total de 450 metros en la región de
Lota. Encierra aor'grupos de mantos de carbón separados por una interca-
lación de arenliscas arcillosas marinas. Las f rmaciones 0ontinentales ,se.
acuñan hacia el oeste. Hacia arriba sigu
Subpiso de Boca Lebu.- Contie solamente areniscas marinas, gene-
ralmente de grano fino y arcillosas. u espesor es de 680 metros en la costa
d e Lebu.
Subpiso de Trihueco.- Llev sedimentos continentales con mantos de
carbón y algunas intercalaciones e areniscas marinas. Su mayor desarrollo
está en la parte occidental donde alcanza un espesor de 180 metros.
Subpiso de Millongue.- Está formado exclusivamente por areniscas ar-
cillosas marinas. E l espesor máximo conocid'o es de 500 metros en la costa
a l nor-te de Lebu ..
En la bahía de Talcahuano se halla solamente el piso de Cur anilahue.
La discordancia entre los pisos de Concepción y Navida d .- Donde he
podido observar el límite entre los pisos de Concepción y. de Navid'ad, éste
se pr esenta siempre con una discordancia de erosión. Así, por ejemplo en el
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 43

• Cupaño, al norte de Los .Alamos, aparece este límite a dos metros encima
anto superior de carbón que tiene 0.25 centímetros, de espesor. La su-
- ~ -t:ie del piso Concepción se presenta ligeramente ondülada y en seguida
·- en las capas del Piso Navidad con el mismo rumbo e inclinación. Del
o modo aparece el límite en la pequeña mina Raimenco, donde se halla
ia ~ metros sobre el manto superior.

A.ún en aquellas partes donde no observé la discordancia en los primeros


- - de mis investigaciones, ella es muy probable por la irregularidad e.Te
· tancia entre el límite superior del piso de ConcEWción y el manto su-
- _:or de carbón. Así en Cnranilahue, esta distancia es sólo. de 10 metros.
La importancia de la discordancia de erosión qued'a de manifiesto por
~: hecho de encontrarse rodados de carbón dentro de las capas marinas .d e
. ·andad en el :fund'o P ~ta de Vaca, al norte de Los Alamos. Esto demuestra
-.ne antes de la depositación de los sedimentos marinos se produjeron mo-
nmientos tectónicos que dislocaron los mantos de carbón, dejándolos en
t'ondiciones de ser atacad'os por la erosión. La estratificación concordante
de las capas de Nlavidad sobre las del piso de Concepción, al pie de la Cor-
dillera de la Costa, hace suponer que l a zona de dislocaciones, donde los man-
os de carbón quedaron accesiñles a la erosión, hay que buscarla· a mayor
distancia, sea al este o al oeste. Se podría pensar en un primer levantamiento
de la Cordillera d,e la Costa, pero en tal caso debería encontrarse . una ma-
yor cantidad de rodados de pizarras micáceas en los conglomerados .
.Al comienzo de mis investigaciones, hace ya 39 años, seguí la opinión de
Philippi (1) y Steinmann (7), de considerar los sedimentos del Terciario
Medio a Inferior como mia sola :formación, que Steinmann· designó con ·el
nombre de Piso d e 'Navidad. Mis trabajos llevaban en vista p~imeramente un
fin práctico, d'e modo que no atribuía mayor importancia a la discordancia
de erosión ,que había descubierto. Esto ~lfí6, cuando muchos años · más
tarde tuve oportunidad de conocer el T tciario en Navidad y compararlo, no
sólo con el de Concepción y Arafico sino también con él de otros puntos de
la costa.
Las capas del Piso de Navi ad son aremscas arcillosas d'e grano fino
y color gris claro, poco cementad s y se distinguen por su gran abundancia
de ' :fósiles. Ellas :forman la parte \ central de Arauco, donde yacen en posi-
ción casi horizontal. Sin embargo, en la región oriental, al pie de la Cordi-
llera de la Costa, muestran las mismas dislocaciones que el Piso de Concep-
ci-ón. El espesor de las capas de Navidad en Arauco debe ser mayor de 400
metros.
Fuera de Arauco aparecen las capas de Navidad en mayor extensión
en la Isla de Chiloé y a ambos lados de la desembocadura del río Maullín.
Su mayor propagación la tienen en Navidad, donde se extienden entre
Pichilemu y el río Maipo en una extensión de 90 kilómetros eon un ancho


44 DR. JUAN BRÜGGEN.

manmo de 30 kilómetros. Hacia el norte continúan con interrupciones has-


t a el balneario de Algarrobo. Casi siempre tienen posición horizontal, como
se ve en el perfil de la :figura 58 . El piso de Concepción tiene poco desarro-
llo; siempr e presenta inclinación normal al poniente y sigue inmediatamen-
te encima de las capas de la Quiriquina. Los mantos de carbón de mala cali-
dad de esa zona parecen corresponder al piso de 'Navidad o al Plioceno.

También paleontológicamente se puede establ ecer la separaeión de am-


bas formaciones, como lo demuestra la t abla de fósiles del piso de Concep-
ción que va a continuación; en ella la columna de Navidad comprende sus
puntos fosilíferos más importantes: Navidad, Punta del Fraile y Ranquil.

o cu
..e
o -~ cu
= ou 'tl
cu

f ~ ·-;z:cu
1-<
.!! o
o-~
1-<
::, cu·- 'tl
1-<
1 ·s .e
cu
:>
< O' C) .....:1 p:: O'
Anomia Ovallei Phi! .. . . . . . . . . . . +
Mytilus ramosus Phi! . . .. . . . . . . . . +
Nucula Medinae Phi! .. . . . . . . . . . . .
+ +
Nucula lauta Phi! . . ..
. . . . .. . . . .
+ +
Nucula oxyrhycha Phi! . . . ... . ..
+ +
+ + +
Venericardia planicosta Lam. . . . . . . . . .
Lutraria undata Phi!. . . . . .. . . . . . .
+
Soleo elyt ron P hi!. . . . . . . . . . . . . .. . .
+ +
Turritella Landbecki Phi!. .. . . . . . .
+ +
Fusus liratus Phi! . . . . . . . . .. .. .
+ + + +
Fusus Foncki Phi!. . .. . . . . .. . . . . . . '
+
Pleurotoma acutinoda Phi!. . .. . . . . . .
+ +
Actaeon chilensis Phi! . .. .. . . . .. . . .
Actaeon Landbecki Phi! . . . . . . . . . . ..
+
Gastridium retusum Phi!. . . . ... +
+ - - - -·- + +
- --
Vemos en la lista que sólo tres .fósiles son comunes a ambas formaciones,
pero ellos aparecen en Navidad por l as informaciones de Philippi, que pueden
ser erróneas, .p ues los ej,emplares que tuvo a fa vista eran en su ma'Jor p·arte
obsequiados. En ambio faltan los numerosos fósiles característicos del Piso
de Navidad.

En vista de la incertidumbre de la procedencia de los fósiles mencionados


por Philippi que coloca a menudo juntos fósiles del Terciario antiguo y mo-
derno, pueda tener inter és la lista siguiente de lQs r epresentantes mas carac-
terísticos del piso de N'a vidad. ...
. .
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 45

'"O Punta .-.


<U
'"O ~ -<U ,e
::s
-~ del \
O'

?leu rotoma subaequalis Ph. . . . . . . . . . ..


z
+ +
Fraile
~
~ ~"'"--
º....:i

F ~sus Mac Sporrani . . . . . . . . ·. . . . ~. . . . . . . . . .


+
.?::.sus polypleurus Ph. . . . . . . . . . . .. +
7 7:itonium Thersites Ph . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . +
:-~ronium Bizegoi v. Iher . . ..... .. . . . . . . . . . . +
Cancellaria Medinae Ph . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. · .. + +
Cassis monilifera Ph. . . . . . . . . . . .. , . . . . . . . . . . . + +
-oluta triplicata Sow . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... + +
:-erebra costellata Sow . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . + +
Oliva dimidiata Sow. . . . . . . . . . . . . . . . . ." . . . . .. .
_-atica chilensis Ph. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .
+ + +
7 ro chus laevis Sow. + +
::::>ental ium su1cosum Sow . . . . . . . . . . . . . . . . .. + +
Dentalium Gayi Ph . . . . . . . . . . . . . . . + +
Yenus Volkmanni Ph . . . . . . . . . . ... .. . . . . ... . + +
L utraria araucana Ph. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . +
? ~non:i.ea vetula Ph. . . . . . . . . . +
C:1cullaea alta Sow . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . +
Pinna tumida Ph . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. +
~alletia Volkmanni Ph. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . +
Navidad está en la· costa de Chile Central a los 34° de latitud Sur; los
otros tres puntos pertenecen a la provincia de Arauco, su posición puede
, erse en la Fig. 11; Rosal está cerca del puerto . de Lebu, en .dirección ;ÍO
:arriba.
Moericke, en su trr bajo SO?re los fósiles terciarios chile os, ha hecho
notar el carácter atlántico d:e esta fauna y la atribuye al Oli óceno y Mio-
~eno. La determinación de la edad era muy difícil por la falt de ejempla-
!'es que existieran también en comarcas vecinas cuya edad tuviera bien
determinada. Bajo este punto de vista nuestros conociroinetos se han am-
?liado considerablemente y junto con la nueva d:ivisión que hemos men-
cionado, podemos fijar la edad de un .modo más · preciso. ·
En el norte del Perú distingue Bos.worth el piso mioceno d orritos
del eoceno de Lobitos y Negritos, siend:o más antiguo este último. Por una
eorta revisión de mis colecciones de fósiles terciarios chilenos h e podido
formar el siguiente cuadro comparativo.
Eoceno Peruano · Piso de Concepción, Chile
Mytilus euglyphus W oods. Mytilus ramosus Phil.
.)Iy tilos englyphus (¿ ). Mytilus lotensis Phil.
V enericardía planicQSta Lam. Venericard:ía planicosta Lam.
Turritella negritosensis W oods. Turritella Landbecki Phil.
.Surcula occidentalis Woods. Pleurotoma acutinoda Phil.

46 DR. JUAN BRÜGGEN.

Según Moericke, se encuentran tanto en el piso de Zorritos como en er


Navidad los siguientes fósiles: Arca Valdiviana Phil ; Psammobia Da.rwindí.
Phil. ; Venus M~steri Phil ; Lutraria vetula Phil.
En vista de que· la fauna de Lobitos y Negritos coincide con la de los.
sedimentos eocenos d'e California y de la Costa . de Golfo, se puede atribuir
también ed'ad eocena al piso de Concepción. Un poco más incierta es la edad.
miocena de la formación de Zorritos, que tiene relaciones con las capas de·
Navidad. Mejor podemos válernos de ·sus relaciones faunísticas con la "Mo-·
lasa Patagónica" de edad oligocena . Según Ortmann hay 34 fósiles coml~- -
nes para ambas formaciones, lo que indica que había una comunicac10n.
abierta entre . ambos distritos. El piso de Concepción, d'e facie preferente-
mente continental tendría su equivalente en la regresión eocena del mar en·
Patagonia, durante la cual se depositaron las tobas con Notostylops, Py--
r otherium y ·Colpodon, las que están separadas también por una débil dis-
cordancia de erosión de su penériente.
La comunicación entre el Terciario Inferior chileno y el Patagónico de-
be haber existido a través de ]os .Andes del sur de Chile porque el mar de la
"Molasa Patagónica" llegó en el lado oriental de los Andes hasta el lago-
Nahuelhuapi . .Allá, en Corral Foyel (41 1!2°), en la parte oriental d'e los,.:
Andes, hay sedimentos fosilíferos con mantos de carbón y esquistos betu-
minosos . Estos últimos reaparecen cerca de Lonquimay ya en medio de los-
.Andes . En el sur de Chile, en la misma latitud, se puede seguir el Piso car-·
bonífero de Concepción hasta el pie occidental de la .Alta Cord'illera, cerca·
de Puconu en el río Valdivia. Importante es la observación de Groeber (3, .
p. 70) que también en el lado oriental de los Andes se encuentra el carbów
en las capas inferiores de la Molasa patagónica o -en su yacente, es decir,.
corresponde al P iso de Concepción.
41 -' En · Magallanes el Terciario Inferior se conoce solamente en el lad'o ,
oriental de la. cordillera. Sus car acterísticas las encontramos en los trabajos -
de Felsch y en las investigaciones recientes de Keidel ·y Hemmer. Las capas..
mesozoicas que terminan con las margas gris obscuras de Canelos, pertene--
cientes al Senoniano, están fuertemente pleg,3-as presentando en parte gran-
des sobreescurrimientos.
En discordancia se coloca sobre ellas al Terciario plegado suavemente,-
con las margas grises del Boquerón. Estas tienen un espesor de 450 m_e tros..
.Sus fósiles más importantes son:
* Pinna tumida Phil.
Martesia patagónica Phil.
Struthiolarella .Ameghinoi v. Ihr .
*Cominella obesa Phil.
Caryophyllia Sebastiana Steinm. Wilck .
*FlabeHum striatum Phil .
.Aturia cf. Ziczac Me . Coy .
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 47

Sobre ellas siguen las capas de Loreto de Keidel-Hemmer con 300-500


IDctros de espesor, en la·s que predominan las areniscas . Felsch distingue en
,ellas tres subdivisiones: la inferior d'e areniscas glauconíticas, en las que
·a bundan los fósiles de Navidad. Prevalecen los bivalvos en comparación con
los gaster óp9d_os, que son más abundantes en las capas de Boquerón. Felsch
.(1) menciona las siguie"ntes . formas :
Panopaea Bagualesia v. Ibr. *Venus Navidadis Phil.
Panopaea p anis v. Ihr. Dosinia meridionales v. Ihr.
Panopaea nucleus v. Ihr. Cardium multisulcatum Phil.
. Panopaea Ibari Phil. Cardita inaequalis v. Ihr.
Pectunculus magellanicus Phil. *Pinna tuminda Phil.
Pectunculus Ibari. Martesia patagónica Phil.
*Pectunculus araucanus Phil.
En algunas capas se encuentran r estos de plantas.
Las areniscas medias son arcillosas de grano fino y llevan intercalados
-varios bancos de conch as. Así hay uno formado principalmente por Turri-
·tella, junto con Natica, Fusus, etc. En esta sección las ostras son raras y pe-
queñas. H ay otro banco con diversas variedades de Venus. ·
En las areniscas intermedias son característicos l os restos de hojas de
.Fagus y Nothofagus, que según las investigaciones de Dusen en parte coin- f
.ciden con las especies que viven actualmente en el sur de Chil e Central.
_ .Ellos indican un clima mucho más frío que el clima terciario tropical que
reinaba, cuando se formáron los mantos de carbón de Concepción. Los fó-
,siles principales son además de lac, PanopaP.as ya mencionadas:
Cardita elegantoides Ortm. *Lucina promaucana Phil.
Venus difíciles Ortm. *~igapatella americana Ortm.
Venus pseudocrassa Ortm. Calliostoma Philippü Qttm.
*Venus Navid'adis Phil.. *~atica chiloenses Pltil.
Dosinia meridionalis v. Ihr. ·i.Natica obtecta Phil.
~'Mactra nitida Phil . Tmritella exigua Or
.A.un en las areniscas me.días subsisten numerosos represen antes de la
\fauna de Navidad. Pel o esto cambia en las areniscas superiores ue son de
,gr ano grueso y pasan a menudo a congloiper ados . Estas ar el'.!iscas tienen
varios mantos de carbón y tres mantos de conchas. Las arcillas qu e acom-
pañan a los mantos de carbón conservan numerosos restos de Araucaria N'a-
thorsti Dusen, pariente cercano de l a A. imbricata que vive actualmente en
Chile Central. Esto no significa de ninguna manera que en aquel tiempo
r einara en esta r egión un clima más caliente como lo han creído Koppen-
Wegener (p. 136), pues fa Araucaria chilena vive en los bosques más altos

* Aparecen también en nas c apas de Navidad de Chile central.


48 DR. JUAN BRÜGGEN.

de la r egión de Temuco, donde la nieve, persiste durante varios meses en el


año.
La fauna marina de las areniscas superior es se car acteriza por grandes
ostras que compon en potentes bancos de conchas . De los fósi-les de las are-
niscas iirleriores y medias persisten sólo Turritella exigua Ortm. y Natica.
chtl.oensis Phil. Con las areniscas superiores termina el Terciario Inferior
de Magallanes. ,
Comparando estos' sedime?tos con los de Chile Central resalta en pri-
mer lugar que allí las capas carboníferas están bajo las capas marinas del
piso de Navidad, en cambio, en Magallanes pertenecen a los horizontes su-
perior es de este piso. Por lo tanto, los carbones de Magallanes son más nue
vos que los de Chile Central, lo que qu eda indicado también por su mayor-
contenid'o en agua. Ellos se asemejan a los del Valle 1,on gitudinal, donde
desgraciadame~te no existen capas marinas que permitirían la determinación
de su edad.
La edad más moderna está indi_c ada también por el dima más frío del
Ter ciar io de Magallanes en compa r ación con el clima tropical del piso ele
Concepción. La poca influen cia que se puede atribuir a la ,distancia geográ-
fica para producir estos cambios de clima queda de manifiesto por las obser- '
vaciones de Feruglio, según las cuales e~isten al sur del lago Nahuelhuapi
capas carboníferas encima de la l\.Iolasa patagónica que _contienen también
la flora de N othofagus. La distancia d'e 49 de latitud que separa ·esta región
de aquella de Arauco donde ten emos una flor a tropical, es tan insignificante
que no basta para explicar las diferencias de clima . Se trata en realidad de
. un enfriamiento considerable producido entr e el Eoceno y Oligoceno.
Después de haber tratado la estratigrafía general del Terciario Infe-
rior, estudiaremos las r elaciones paleogeográficas, considerand'o ·imera-
mente el desarrollo de 1~ costa 'del Océano Pacífico. Hemos visto m ' s arriba
que la costa del. mar senoniano, (piso de la Quiriquina), entre Alg rrobo y
el sur · de Arauco, coincidía con la aciual. La misma extensión d~ haber
t enido la costa del mar eoceno, porquef capas fosilíferas del piso d Concep-
ción se conocen solamente desd'e Curauma al sur de Valparaíso has el sur
de Arauco .
Al norte de Valparaíso faltan sedimentos mai·inos del Eoceno en tod'a la
extensión de la costa hasta llega; al Perú, donde lats capas eocenas con fó-
siles, idénticos a los de Chile o de gran parentesco apar ecen en •los pjsos
de Lobitos y Negritos de la zona petrolífera del norte. En la zona interme-
dia del norte de Chile, la costa debe haberse hallado mucho más al oeste que-
hoy día. Por consiguiente, no existieron todavía las profundas fosas subma--
rinas antepuestas a la costa, como la fosa de Atacama,
También en el sur faltan los sedimentos del Eoceno, porque las capas ter-
ciarias fosilíferas de Chiloé y de las islas Huafo e Ypun pertenecen al oli-
goceno. Por esto, el mar de Navidad se extendió mucho ·más al sur, hasta las.
islas nombradas, como se puede ver en la figura 9a.
74 72 70 68 66 64 62 60

Fig. 9 a.-Las costas deU Cretáceo superior y Terdario.


(Dibujado a base de un plano de A. Windhausen).
La linea entera indica en el lado chileno la extensión del mar de la formación de la:
Qnirüquina y también del Eoceno, piso de Concepción; en el lado argentino indica lla transgre-
sión del mar del Daniano.
La linea cortada, en el lado chileno, indica la costa del mar de Navidad y en el lado
argentino la costa de la Formación patagónica.
50 DR. JUAN BRÜGGEÑ.

El mar del Eoceno termin6 en la latitud de Arauco porque existía allá


-todavía una masa continental, la Tierra de Juan Fernández que tratare-
, ,mos más abajo. 1

Podemos suponer que entre el Cretáceo Medio y el rerciario Inferior


los Andes experimentaron una fuerte erosi6n y aún en -las partes centrales
de la Cordillera actual existían solamente cerros bajos cuya destrucci6n pro-
V _,porcion6 el material de las arenas finas que constituy~n los sedimentos del
piso de Concepci6n y s6lo excepcionalmente se formaron guijarros un poco
_más gruesos.
En la alta cordillera del norte de Chile este lomaje del t erciario infe-
rior se cubrió por potentes mantos de riolitas; pero en partes, donde la ero-
-si6n posterior destruy6 las riolitas, este relieve antiguo puede reconocerse
debajo de las acumulacion es volcánicas. ·T ambién en la altá cordillera de
-Santiago, entre 3.000 y 4.000 metros de altura, se encuentran r estos de es-
tas superficies d'el Terciario inferior los que fueron aún más denudadas -en
,el Terciario med'io.
Los sedimentos del piso de Concepción se depositaron sobre una ancha
_planicie costanera que se hundía lentamente; esta planicie pasaba por enci-
ma de la actual Cordillera de -la Costa, y llegaba hasta el pie de los Andes
.-actuales y en parte también al otro lado de ellos. Los mantos de carbón de
.Arauco se formaron en extensos pantanos costaneros separados del D?-ªr por
;largas playas d~ arenas.
A este origen de los mantos de carb6n, Berry (4) objét6 que la flora pe-
·t.riCicll,da que acompaña los mantos, no es litoral ni de pantano, sino solamen-
.te de t erreno bajo. En cuanto se refiere al carácter 1 toral de la flora, puede
.contestarse que las intercalaciones d'e capas con co chas marinas situadas a ,
pocos centímetros o metros encima o debajo de los antos de carbón no per-
_mite otra explicaci6n que la snposici6n de la cercam del mar y de una altu-
;ra muy reducida a que se deposit6 el material ve etal que dió origen al
manto de carbón. qomo expuse en 1916 ~ rüggen 2 los carbones chilenos
,son aut6ctonos formados por las plantas que crecieron n grandes turberas
.- situadas en el mismo terreno donde hoy se halla el carb6n; forzosamente la
vegetaci6n habrá sido de pantano.
Además debe tomarse en cuenta que las bojas petrificadas descritas por
.Berry y otros, provienen en su mayor parte de arcillas situadas a varios me-
tros encima o debajo de los mantos de carb6n. Las arcillas se depositaron en
•l agunas de mayor o menor extensi6u y las hojas encerradas provienen de ár-
'boles y plantas que vivían a cierta distancia de la laguna en t erreno firme;
fueron transportadas hf!,cia la laguna por los ríos y arroyos de gurso lento.
En varios puntos los sedimentos del piso de Concepción pueden seguir-
.=se hasta el pie de los Andes. Así, cerca de Chillán,. aparecen areniscas y arci-
llas terciarias que coinciden petrográficamente con las capas de la costa y
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 51

que encierran pequeños mantos de carbón, pero no me :fué posible descubrir-


f ósiles marinos. Lo mismo ocurre cerca de Puconu en el río Valdivia, don--
de los cortes l)J:'Ofundos · del río presentan un perfil del. Terciario de varios.
cientos de metros en que prevalecen areniscas de grano fino y arcillas qu<>-
par ecen pertenecer al piso de Concepeión. La cercanía de la Cordillera de los
.Andes queda indicada por un mayor número de conglomerados con rodados.
de 2-4 centímetros.
Los fósiles marinos encontrados hasta ahora en el interior, son poco ca-
racterísticos y no permiten determinar con certeza a cual de los pisos del'
Ter ciario pertenecen. Tales puntos son: Traiguén situado al pie orientar
de la Cordillera de la Costa, Mulp{m al este de V aldivia en .el Valle J;;ongi-
tudinal y finalmente, Catamutún, al sur de Valdivia en medio de la Cordi-
llera de la Costa. Forma una excepr.ión Llancahue en las vecindades de Val--
dina de dond'e Philippi ha descrito numerosos fósiles de 'Navidad.
Los mantos de carbón que se encuentran en estas capas son de una ca--
lidad mediana. Se han conservado lo mismo que las capas terciarias acompa-
ñantes, debido al hecho de haberse hundid'o en depresiones profundas, lo-
qu e los ha preservado de la ei;osión.
Probablemente deberán distinguirse dos grupos de carbones. Unos· más·
antiguos correspondientes al piso de ConcepcÍón y otros más modernos del
piso de Navidad. Los primeros se hallan en una se].'ie de areniscas de gran
esocsor y parecidas a las de Arauco. Se presentan fuertemente dislocados co~·
nunbo• N-S y manteo característico hacia el , este. A este grupo atribuiría'.
carbones de la región d'e Traiguén y de conu y Malihue en el río San,
Pedro (Valdivia). El espesor de los manto de carbón es relativamente re--
d&cido, rara vez superior a un metro.
Al segundo grupo pertenecen -los depó itos d'e Máfil, Mulpún o Pupu--
n.ahue, Catamutún y otros. Se caracterizan or hallarse a pQcos metros en-·
mna de. la pizarra micácea y delitro de un ~erfil poco potente d:e arcillaa.
- han formado dentro de pequeñas depresion~ entre los eerros_ de pizarra
·cácea; las ondulaciones irregulares del manto de carbón serán en su ma-
yor parte primarias . En las arcillas no se encuentran fósiles marinos, con ex-
ttpción de Catamutún, sino solamente conchas de agua d'ulce pertenecien--
us al género Anodonta. La Panopaea panis, citada de Máfil, es probablemen-
te también una Anodonta; Los mantos de carbón pueden alcanzar mayores.
~sores, de 2 a 4 metros, incluyendo numerosas capitas de pizarra carboní-
fua. Estos carbones relativamente nuevos del Valle Longitudinal se han
!!po itado sobre una superficie de fuerte r elieve y representarán la facie-
·ca del piso de Navidad.
Cerca de Parga, al norte de la desembocadura del Maullin, aparecen ve-
- ambos tipos de carbones : en la costa los carbones fuertemente disloca-
rle! piso de Concepción (Fig. 13) y, además los carbones nuevos, con..
52 DR. JUAN BRÜGGEN.

,.gran potencia, depositados en la antigua depresión aún r econocible del Va-


lle de Ortigas.

3.- Las Dislocaciones del Terciario Inferior

• En el perfil de la Fig. 10 y en el bosquejo tectónico del departamento


.de Arauco, se pueden observar las fuertes dislocaciones de . los sed'i mentos
Terciario inferior. Vemos que al pie de la Cordillera de la Costa, formada
_por pizarras micáceas las capas tienen una inclinación de 10 a 20° hacia el
w.
,,,lid '1111i4 h.mr 1111
A,,.,.,,M i,u•p,~ ,.. /.IJ<o d,11"1711/r r11IIÍ/
1 u ,'Q/1(0 ~

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~ - - - · • • · - · · - - · - · - - • • - •• - /6.tM •---· ·- ··-- ---------,!.

E.

~a ~6 ~C' §a arnnt"
_,.,,._¡ __________ ,.,,.
Fig. 10.- Perfil esquemático por el terciario de Arauco .
..a = plioceno.
.'d = terciario marino (piso de Navidad en parte) .
· c = terciario continental del piso de Concepción, con manto de car ón.
b = capas senonianas de la Quiriquina .
.-a = pizarras micáceas.
oeste y están dislocadas por una serie de fallas disc
inclinadas se encuentra en posición horizontal el lioceno, que en el norte
. de Arauco, ·cerca de Tubul, alcanza /n espesor de más de cien metros y co-
rresponde, p,or su fauna a los sedimentos del piso e Coquimbo. El resulta-
.do de estas dislocaciones fué la formación de una se ie de corµones de ce-
_rros con dirección norte-sur, los que se extendían hasta el pie de los Andes.
. La repetición de la inclinación al poniente que presenta el rerciario en el
VaUe Central ~el sur de Chile, como por ejemplo, cerca de Lumaco y Traiguén
. al oriente de la Cordillera de la Costa, lo mismo que en Puconu, al pie de los
Andes de Valdivia, dejan suponer que en esta segunda fase de movimientos
. orogénicos aún no se había ·producido la separación de la Cordillera d'e la
· Costa, Valle Central y Cordillera de los Andes.
En la Alta Cordillera Windhausen sólo excepcio..nalmente encontró ple-
. gamientos correspondientes a esta segunda fase. En la cordillera oriental ob-
servó Groeber (3, p. 73) un plegamiento en bloques, que él d'esignó como
,bloques de charnela. Más al sur, en la vertiente oriental de los Andes, cerca
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Fig. 11.- Croqu:is tectónico de la provincia de Arauco.


- I Limite entre el Terciario y la pizarra micácea.
II - II Limite occldenta·l de los afloramientos del piso' de Concepción en la zona oriental
I!J - III Limite oooidental de la zona en que prevalece rumbo N-S. en las capas terciarias.
Hachurado horizontal =
meseta pliocénica.
Punteado = dunas y cuaternario.
54 DR. JUAN BRÜGGEN.

de Bariloche aparecen las capas de la Molasa Patagónica fuertemente ple-


gadas. También en lVIagallanes las capas correspondientes están plegadas,
pero con una intensidad mucho menor que la del plegamiento de la primera
fase, que allí corresponde al final del Cretáceo.
En el distrito del Aconcagua hace mucho tiempo reconoció Schiller so-
breescurrimientos de la Formación Andesítica del Terciario inferior, la que
forma también la cumbre del Aconcagua, y que fué empujada en cima de los
conglomerados poc<1 cementados del cerro Santa ±viaría, correspondientes al
Terciario antiguo. En su último trabajo Groeber (3) atri buye las andesitas
al Mioceno· y los conglomerados al Plioceno, ·una interpr etación poco proba-
ble en vista del poco tiempo que ha· transcurrido desde el Plioceno. En efec-
to, la sedimentación de los conglomerados, que tienen un espesor de 1.400
metros y que forman hoy día -la cumbre d'e cerros de 5.000 metros de altura,
r equieren una topografía enteramente d'iferente de la actual, cuyos cordo-
nes no habrían podido desaparecer completamente en el corto tiempo post-
pliocénico. ,
Con los movimientos de la segunda fase se cierra la comunicación de los:
mares al través ele la cordiller a. Como lo ha demostrado Moericke, la fauna
marina del Plioceno tiene un carácter típicamente pacífico y varias de sus
form as coinciden con las que viven en la costa actual. ·
En la Fig. 11 pued'e verse que el rumbo dominante N-S de las dislocacio-
nes t erciarias se mantiene solamente en la parte oriental y centr al de Arauco.
Al oeste se presenta una t ectónica complicada con rumbos anormales y va-
riables entre E-W, N. E. y N. W. Donde se mantien~n l os rumbos sobre ma-
yores extensiones, el perfil es muy análogo a la mitad oriental de la Fig. 10 .
Las numerosas fallas discord ntes escalonadas producen una r ep etición de
las capas, como por ej emplo, 1 norte del !río Lebu hasta Millongue.
~ En cambio, al sur de este r'o, tienen los bloques una posición completa-
1i1ente irregular. Al oeste, en el c mp.o del pique Ama-lia, se encuentran blo-
ques r elativamente grandes entre s diferentes ffallas, pero los rumbos e
inclinaciones son muy variables. HaCia 1 este, este secltor está limitado
por la ancha zona de fallas de Santa F e, y sigue después el campo extraordi-
nariamente dislocado de Camarón, eu el que predomina~el rumbo N . W . Al
norte del río predomina el .J:umbo este hasta cerca d e Millongue.
En Lebu la cubierta cuaternaria impide la d'eterminación del límite 0_2-
cidental de los rumbos normales N-S. Como muestra el bosquejo de la Fig.
11, la línea III-III alcanza la costa al este de Llico y en la plataforma de
abrasión se pueden observar las numerosas dislocaciones del perfil . de la
Fig. 10. En dichos perfiles las capas que aparecen horizontales tienen en
r ealidad una inclinación al N. o al S.
Los rumbos anormales no están circunscritos sol amente a la región d.'e
Arauco, ellos aparecen también al N. de Concepción, en la ·pequeña bahía
FUNDAMENTOS DE GEOLUG IA. 55

~ Dichato, donde la corrida predominante es ~ . 35° E. y la inclina ción


- -l a-: S. E.
X otable por las dislocaciones con que se present an las cap as ter ciarias
¿ ¿1 piso de Concepción, es la r egión de Parga, al N. d e la desembocadura

• /1 ilto11g{je
~
~
Aluv1orz
--r::::: fallas
A(' Rvmbo e t"ndinacion de las capas

o jQQ 1000 l OOOm

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.. ·: ·.:.- -:··..
. ... .

..•..•.•.•.,•.X\i}Mnas ~ wenir

.. :' ·.'.·:.·-.:: _:

FJg. 12.- 0roquis t ectónico del campo carbonlfero de Lebu.


56 DR. JUAN BRÜGGEN.

del río Maullín. El croquis y perfil de la Fig. 13 explican la estructura, en


cuanto lo permiten reconocer los cleusos bosques que cubren esta zona. Ade-
más mis investigaciones, que t enían por fin un objetivo práctico, debieron
realizarse principalmente en el campo carbonífero del Valle de Ortigas, a.
tres kilómetros al N. E., donde faltan casi por completo las dislocaciones y
]os mantos de carbón más nuevo se presentan con gran potencia.

La sucesión de capas en el perfil C-D es la siguiente:

a) Arenisca s con rodados; se han enderezado fuert emente en la falla.


b) Arcillas con bancos ferruginosos, mantos de carbón hasta d~ 0.70 m. de
espesor y pizarras carbonosas.
, c) 20 m. de conglomerados gruesos con rodados de pizarras micá ceas de 5 a.
10 centímetros de diámetro.
d) 10 m. de areniscas compactas.
e) 10 m. de conglomerados muy gruesos, con rodados hasta de 30 cm.
f, g, h, i) Arcillas con capas de pizarras carbonosas inter caladas y mantitos de
carbón. Ellas ' corresponden a las del, p erfil A- B. En caso que no existan
fallas, est as arcillas al S. E: d el p erfil se colocarían bajo la capa a).
k) 80 .m. de areniscas bien estratificadas, algo conglomeráticas .
1) Conglomerado grueso con rodados de pizarras cristalinas hasta de 60 cm.
m) Roca de almendra.
n) 10 m. de conglomerados.
o) 30 m. de arcillas con bancos de areniscas duras intercaladas y capas de
pizarras carbonosas y carbón. Ellas pueden corresponder a las capa:;
g-h o a algún horizonte más profundo.
p) Conglomerados gruesos.

El perfil nos demuestra la compos1c10n de s capas inferiores del piso


de Concepción, lo que puede deducirse de la pr ,sencia de numerosas capas
de conglomerados. Poco clara es la edad de la r ca de almendra, es decir, si
se trata ·de una efusión preterciaria o de una int usión p[ sterior, semejante
a aquellas que se conocen más al sur, cerca de An d.
Más al norte, aparece en el acantilado de la cos el Piso de Navidad,
muy fosilífero, con más de cien metros de espesor; _por una falla de gran
salto queda separado de la pizarra micácea que sigue más al oeste . La co-
rrida de estas capas poco dislocadas es N. W . y la inclinación 15° al S. W.
Las fuertes dislocaciones que aparecen en la Fig. 13 se explican porque
este distrito está situad'o en el límite entre los rumbos andinos .N-S y los
anormales de la zon~ occidental, lo mismo que la región situada al este de
Llico, en Arauco.
Esta zona de dislocaciones tan extrañas a la estructura de la Cordillera
de los Andes, coincide con la región donéte una ancha loma submarina se des-
prende del continente, como se ve en la figura 13a. Encima de la loma se le
vantan las islas Juan Fernández y más al norte las de San Ambrosio y San
Félix .
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FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA . 57

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Si tomamos ]a curva dP. 2.000 mP.tros como límitP., la loma submarina se


desprende en el sur de Patagonia, a la salida del Estrecho de Magallanes al
Pacífico. Aún, en P.sta parte austral, por ejemplo, en la isla Diego de Alma-
gro, existe el mismo rumbo NW, que oh.s ervamos en el . Terciario de Parga
y de otros puntos.
58 DR. JUAN BRÜGGEN.

• Do-,ººº
· fooo
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mm, Zo_oo

~ 3°-"º
Wlill

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3000
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• E3

· ---lquiqu, • t:
4000

• • .. ::C.. rico ~:

Anlo/QjaS!a liiiil '"!'º


~ 7000
¡jiiiiii¡1 so!,.
~ 7000
metros

, de profundidades del Pacifico frente a la cos t a de Chile.


Fig. 13 a.- Mapa
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 59

?arcee que se trata de una an tigua cordillera que se separó del actual
- ,:-11 e entre l\fagallanes y Arauco y que se hundió posteriormente. A

ordillera o simpl emente zona continental, que llamaremos "Tierra de


F ernández " , se d'eberá e) término de las capas de Ja Quiriquina en el
P Arauco y tam.bién el hecho que sedimentos marinos de Eoceno no se

-zcan más al sur.


Pero en el Oligoceno, cuando la costa d'el piso d e Navidad ne extendi ó ·
, •a la región de Ypún (45° L. S.), se había hundido una gran parte \Te la
-:::?rra dP. Juan Fernández, conservándose probablemente cierta extensión
e la vecindad de las islas volcánicas, cuyas rocas se formaron sólo más t~rde
o:.... erupciones posteriores. A juzgar por el grado de denud'ación y .en vista de

- activida des volcánicas recientes en Más a Tierra y San F'élix., la parte


--;-olcánica de estas islas se habrá formado en el Terciario superior, p.robable-
::1ente en el Plioceno, cuando existía todavía un resto de la antigua Tierr a
de Juan Fernández, de la cual ~igró la flora del Eoceno. Cuando más tar-
de se hundió también este resto, sobresalían solamente las partes volcánicas,
constituyendo las islas actuales de Juan Fernández, que servían de refugio
para la flora.
De esta manera, la flota de Juan Fernández sería una flora tropical re-
hcta lo mismo qÍle la de Chile según Reich~. D escend.ería de la misma flora
tropical del Eoceno y se explican las relaciones que tiene con la flora act1.1al
.de ChilP. central, como constató F. Johow.
Si recordamos que la f lora P.ocena de ChilP. tuvo estrechas rclaci0n\ls con
la flora actual de Venezuela, Brasil, etc., no puede sorprender la prescn.::ia de
la palmera chonta, Juania australis Drude, en Ju11:n Fernández que tieuP. sns
parientes más cercanos en fas zonas tropica)ies del Pe~ú, Bolivia y Brasil.
"También P.n Chile tenemos una palmera Jubaea spectabilis como relicto más
llamativo de Ja .flora tropical dP.l. Eoceno. Pero, la. actual flora de Chile cen-
tral contiene, adem ás, una mezcla con una .flora de clima más fresco, que des-
l)úés de la separ ación de la Tierra de Juan Fernández inmigró y que se carac-
ter iza por los géneros Nothofagus, Araucaria, P.tc. '
Skottsberg en contró en la parte alta de la isla Más Afuera del grupo
Juan Fernández varias plantas pertenecientes o parientes de la flora sub -
:antártica de Chile. Puede ser que sus parientes en MagalJanes sean también
relictos tropicales. I
La flora dP. clima más .fresco inmigró en la subdivisión siguiente del
"Terciario, en el Oligoceno, cuando se depositaron las capas de Navidad. Con
.el hundimiento de una gran parte de l a "Tierra de Juan Fernández", eJ
mar d'P.l polo sur entró en comunicación con el mar que bañaba las costas d e
.Chile CP.~tral y el primer antecesor de la corriente' de Humboldt llevó las
;aguas má.s .frescas hacia el norte, dando principio a l a gran zona desért ica
60 DR. JUAN BRÜGGEN.

de Antofagasta y Tarapacá. Esta zona, con sus sedimentos impregnados de-


cloruro de sodio y Y.eso, se extendió hasta la región del Chaco.
La existencia de fuertes dislocaciones antes del Oligoceno, se confir-
man también por otras observaciones geológicas . Ya conocemos la prese:n-
cia de rodados de carbón en las capas de Navidad' en la región de Los Ala-
mos. En Algarrobo, como muestra la Fig. 9, las capas de Quiriquina con eI
p.iso de Concepción superpuesto, tienen rumbo N. NE. e inclinación de 10 a.
15° al oeste. Algunos kilómetros más al sur, cerca de Lo Abarca, al NE. del
puerto de San Antonio (Fig. 7) se presenta e~ piso de Navidad' en posición-
casi horizontal, lo mismo que en :Navidad (Fig. 58).
· También en Parga tenemos a solamente dos kilómetros de las capas de·
Concepción, fuertemente falladas; las capas fosilíferas de Navidad con una
inclinación de más o menos 15° hacia el oeste y sobre una extensión d'e dos,
kilómetros existe sólo la falla que separa el Terciario de la pizarra micácea.
En Arauco se encuentran en la altiplanicie central, que se extiende de·
N. a S., las capas fosilíferas de Navidad casi completamente horizQ!).tales.
En los lugares más occidentales donde encontramos dichas capas con su des-·
arrollo típico, ellas tienen también posición horizontal, como por ejemplo,.
en el fundo Rosal en la 'vecind:ad de Lebu. En Ranquil, tienen rumbo N-S
y manteo de 130 al poniente no obstante la vecindad de la zona muy disloca-
da de Lebu-Millongue. Probablemente las capas de Navidad entran también-
en las partes más falladas del campo Amalia, lo que indícaría la presencia:
de movimientos póstumos.
Al pie occidental de la C.o rdillera de la Costa, como en las minas de Co•

-
lico y Curanilahue, parece haber una posición concord~nte de ambos pisos,.
aunque existe una discordancia de erosión. En esta zona d:omina la tectó-
nica andina con su rumbo N-S. P ero las dislocaciones principales parecen,
ser coniem-poráneas con las del N\W. de la provincia.
Es posible que un studio más detenido establezca que las capas marinas.
del pendiente del 1so d'e Concepción encierren algunos fósiles comunes con
el piso de Navi aci, pero que deben set separadas estratigráficamente del piso·
superior.

4.-La Penil anura terciaria, el Plioceno y las dislocaciones del Terciario Superior

Indudab mente las :fallas que separan las capas de Navidad de las ro-
cas fundamentales, como las que aparecen en la Fig. 58, son más modernas.
que el Oligoceno. Ellas tienen el mismo sentido que las fallas de la Fig. 10•
que atraviesan el Eoceno; ambas fallas no se pueden re~onocer morfológi-·
camente porque :fueron niveladas por una penillanura.
La inclinación de las capas t er ciariaf1 sobrepuestas a las 1·ocas funda-
mentales fué debida a movimientos del Terciario inferior por los que se so-
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 61

!.e.antó por primera vez la Cordillera de la Costa . La ruptura de los f lanccs-


de la cordillera díó origen a las fallas discordantes . En la zona de la Cordi-·
llera de la Costa que subió a mayor altura, el Terciario desapareció p or com-
pleto por la d:enudación, con excepción de aquellas partes, donde se había-
hundido entre fallas como en Catamutún, al sur de Valdivia.
Los numerosos afloramientos de capas del Ter ciario carbonífero, que·
existen en el Valle Central demuestran que simultáneamente con el primer·
solevantamiento de la cordülera comenzó a formarse este valle, en cuya de-·
presión, el Terciario q.uedó protegido contra la destrucción poster ior. Ew
lugares como Capitán P astene, aflora el Terciario carbonífero a lo largo d'el
pie oriental de la Cordillera de la Costa, formada por piz!l,rras micáceas; el
Terciario tiene manteo hacia el oeste y está separado por una falla de la pi--
zarra micácea, que aflora más arriba en la falda. Esta falla no se nota en la•
morfología como ninguna de las dislocaciones de esa época.
De estas fallas antiguas, que causaron una inclinación pronunciada de·
las capas del piso d'e Concepción, debemos distinguir otras fallas, posterio-
res al piso de Navidad. Estas fallas más modernas pueden tener también ll11'
salto importante, p.ero las capas de Navidad atravesadas por ellas en general,
no han perdido su posición horizontal. Tampoco estas fallas ·se presentan en
la morfología, sino están cortadas por la denudación posterior. E st.a denu-.
dación transformó el país en una superficie ligeramente 01;1-dulada, la que·
junto con la t erraza de abrasión del mar pliocénico, d'esignar emos con el
ne,mbre de .peniplanicie terciaria. -
Mucho más modernas son las fallas que limitan hoy día la Cordillera:
de la Costa con el Valle Longitudinal. El d:esarrollo insignific~mte de las:
quebradas en la falda oriental de la Cordillera de la Costa, indica una edad
bastante moderna para esta falda. Lo mismo vale para la ladera poniente d'e-
la Cordillera de los Andes a cuyo pie, en Chillán y Valdivia el Terciari o pre-
senta una tectó · a análoga a la que tiene en la costa.

El Plioceno

El P ioceno tiene su mayor desarrollo en la costa norte de Aranco don-


de forma: el subsuelo de la meseta de 110 metros d'e altura . Se compone.
casi exclu ivamente de arcillas ar enosas grises y areniscas de grano fino po-
co cementadas que contienen numerosos fósiles. La superposici&n del Plio-·
ceno sobre las capas de Navidad se puede observar entre la desembocadura
del río Tubul y la Punta Pichicuí, donde apar ece una débil d'iscordancia de
erosión entre ambas formaciones que tienen una inclinación de pocos grados
hacia el este . La capa inferior del Plioceno lleva rodados de las capas de
Navidad mezcladas con fósiles pliocénicos, junto con algunos rodados cris-
talinos que provienen de la Cordillera de la Costa.
'
62 DR. JUAN BRÜGGEN.

Hacia el sur se levanta paulatinamente la planicie pliocénica hasta la


..altura de 200 metros a que llega en Los .Alamos, y baja, nuevamente en la
misma dirección hasta terminar con un escalón insignificante hacia las dunas
,cuaternarias de Cañete . El espesor de las capas pliocénicas disminuye por
ambos lados hasta el punto más alto.
Los fósiles más importantes dd Plioceno en diversos puntos de la cos-
ta son:

- - - - - - - - -- -- ----------------------c--c--------,-.,..------'-- '---
------c--c-----
-Tur.ritella cingulatiformis Mor . . . . .. . .
Natica obtectiformis Mor ...... ..... .
+
+ +
·Buccinúm aff. Gayi Kien . . . . . . . . . . . . . ..
+ + +
Monoceros crassilabris Brug . . . . . . . . . . ..
+ +
·Monoceros crassilabris var. costatus Sow. . .
+
Monoceros doliaris Ph . . . . . . . . . . . . . . . . ..
+
..M.onoceros giganteus Less . . . . . . . . . . . . . . . . . ..
·Concholepas Kieneri Hupé _ . . . . . . . . .
+
. . . . . ( +)
+
(+)
+ + +
·Fusus Steinmanni Mor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..
•Oliva peruviana Lam.... . . . .. . .. .. .. . . .. . . .
+ C+)
-Oliva petuvia na var. coniformis Ph. . . . . . . ...
,, +
O st rea Alvarezi d'Orb . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
+
•Ostrea ~ax1ma Ph. . . . . . , ... . .... . .... . .. .
+
·Ostrea Rémondi Ph . . . . . . .. . . .. .. . .. ... ..
+
Anomia alternans Sow . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. +
·recten calderensis Mor . . . .. . . . . .. . . . . . . .. +
P ect en coquimbensis Mor . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. +
'Pecten Rémondi Ph. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . +
·Pecten Vidali Ph. . . . . ·..~ . . . . .. · .. .. . . . . .. .. . +
~ecten Hupéanus Ph. . .. .. . .. . . . . . . . .. .. .. +
"Pecten cf. Hupéanus Ph. .. . .. . ... ... .. . ... .. +
'Pecten tenuicostatus Hup . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
"Perna Gaudichau~i §Oí . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
+
+ +
"Mytilus chorus ~ - .. , · · · · · · ·· · · · · · · ·· · 1 +
Arl:a chilensis Ph. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .
Pectunculus aff. Intermedius Brod. . . . . . . . . . ( +)
+ +
... ·, , ··· I
+
·Cardium Domeykoanum Ph . . . . ...
+
+) +
Cardiu m obesum Ph.. . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . ... 1
Cardium aff. senticosum Sow . . . . . . . . . . . . . . . . . . (
V enus aff. Dombeyi Sow . . . . . . . . .. . .. . .. . .. . ( +) , +
Venus aff . exalbida Chemn . . . . . . . . . . . . . . . . ( +) +
+
Venus araucana Ph. . . .. . . .. .. . . . . . . . . . . . .. .
+ +
.Solen Dombeyi Lam. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . + (+ )

En esta lista, que está tomada en su mayor parte de Moericke, se han


-colocad'o en paréntesis las f ormas recientes si se trata solamente de parien-
tes cer canos de las especies del Plioceno.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 63

~ fauna de Tubul tiene un carácter anormal, lo que se puede explicar


- c.iferencias de facies; así en La Cueva, como en Coquimbo y Caldera,.
- os sedimentos formados en la vecindad de la costa, mientras que las.
-eas arcillosas de Tubul se d'.epositaron a gran distancia de ella.
Fuera de la altiplanicie plio~énica de Arauco faltan los fósiles marino:,-:
- ernos, de modo que podemos investigar sólo morfológicamente los acon-
~ entos tectónicos recientes. El bosquejo morfológico de la Fig. 14r
e tra los elementos principales de la superficie actual.

Fig. 14.-Croquis morfológico de Arauco.


p.P . = formas prepliocénicas. P = meseta pliocénica.
C = Cuaternario. a = ter,reno aluvial.
64 DR. JUAN BRÜGGEN.

Sobre la planicie pliocénica se Íevantan tres elementos orográficos: pri-


meramente al N. W . los cerros de Yane-Lavapié, que formaron una isla en
el mar plioceno; después las altiplanicies de la Cordillera d'e la Costa; lla-
mada en esta parte, Cordiilera de Nahuelbuta y finalmente una pequeña fa.
ja hachurada horizontalmente que corresponde a una terraza de abrasión
,que acompaña el pie de la Cordillera de la Costa.
A norte de Cañete' esta terraza cae con una pendiente abrupta hacia la
meseta pliocénica en una longitud de varios kilómetros, interrumpida sola-
:mente por pocas quebradas estrechas. Desde Cañete hacia el norte, suhe con
1ma inclinación visible sin instrumentos para alcanzar su punto más alto
frente a Los Alamos lo mismo que la meseta pliocénica. Hacia el norte baja
nuevamente y forma las lad'eras de los cerros que están detrás de Lota y Co-
ronel y continúa por la península de Tumbes y los cerros entre Concepción
y Penco .
El ancho de esta terraza es de 1 a 5 kilómetros y está entre 50 y 100
.metros más alta que la meseta pliocénica antepuesta . En su superficie lleva
arenas arcillosas rojas descompuestas con una cap_a de rodados de 0.50 a 1
metro de espesor, consistentes en esquistos cristalinos de la Cordlilera de la
'Costa. Estos rodados tienen· 'diámetro de 2 a 10 centímetros, pero ·en la ve-
cindad de los cerros más altos se encuentran también bloques más grandes.
'En el fundo Pilpilco, cerca de Los Alamos, es decir donde pasa el eje de la
mayor altura, aparecen estas capas superficiales también sobre la meseta
pliocénica, la que 'en parte parece pasar gradualmente a la terraza más alta.
De las relaciones entre ambas ·terrazas podemos deducir que la más alta
.es la terraza de abrasión correspondiente a la meseta pliocénica; esta última
es una terraza de acumulación que no fué so:levantada en el mismo grado por
las fallas cuaternarias . La falla que separa ambas terrazas es la falla prin-
·cipal de la costa, por la cual la Cordilu..t=J.--a<; a Costa subió en tiempos muy
mod'ernos.
La terraza m_á s alta se levan a lentamente hacia el este hasta las altipla-
nices de .más de mll metros q e constituyen la Cordillera de la Costa, de
modo que tenemos aquí la transición entre la terraza de abrasión del plio-
.ceno y la penillari.ura correspondiente. Además de la falla costanera princi-
pal se han producido durante el cuaternario una serie de dislocaciones im-
portantes en la corteza, terrestre de la región de .A.rauco, que se manifiestan
,como solevantamientos y hundimientos qué analizaremos más adelante, al
tratar de las formas de las costas chilenas.
Las fallas postpliocénicas dieron origen a 1m interesante fenómeno de
/ 'homología geográfica", (Fig. 15), como se .llama la repetición de formas
características de las costas o de otros fenómenos geográficos.
La semejanza entre las bahías d'e 'T alcahuano y Dichato es muy grande,
pues hasta la isla Quiriquina. antepuesta a la península de Tumbes, tiéne su
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 65

.analogía en una punta unida por un tombolo al continente, al norte de Di- /


chato. La península de Tumbes corresponde a las alturas de Yane, Huenapi-
dén y Santa María, habiendo sido separada esta última por una invasión pos 0

terior del mar., Estas homologías se deben a fallas N-,S entre las cuales su-
bieron algunos bloques, que forman hoy día las penínsulas. Las fallas que ori-
ginaron estas formas tan características deben ser más modernas que el Plio-
ceno, pues de otro modo los potentes sedimentos de éste habrían rellenado
tas fosas t ectónicas. También en otras bahías d'e las costas chilenas encontra-
mos formas semejantes, como en Tongoy, Coquimbo y Mejillones.

' f ¿ """·

~S'•Mo""
Punto
Lovopie

O 5 10 ~Km .
Punlo
'rime

Fig. 15.-Las babias de Arauco, Talcalmano y Dicha to.

Volvamos a nuestro objetivo fundamental, que es establecer la cronolo-


,gía documentada de los acont ecimientos terci3;rios. En La Cueva que está
a 30 kilómetros de la costa, en la latitud 34° 15' y cuyos fósiles aparecen en
la lista anterior de fósiles pliocénicos, la Cordillera de la Costa forma· una

F. G. 5.

'
66 DR. JUAN BRÜGGEN.

meseta de 60 kilómetros de ancho y 300 a 350 metros de altura, que ha sido


cortad·a por algunas quebradas profundas y muchas otras más extendidas .
Las roeas subyacentes son en parte granitos descompuestos hasta gran hon-
dura y porfiritas mesozoicas, y en otras aparecen superficialmente capas:
de arenas y rodados de 20 a 30 metros de espesor que r ellenaron las hondu-
ras de la antigua superficie terrestre, r espectivamente del fondo del mar. La
arcilla de color rojo intenso es aquí un producto de descomposición muy
llamativo.
Si comparamos primeramente los fósiles de La Cueva con las otras series
de la lista, podemos ver que de las siete especies conocidas hasta ahora hay·
cuatro que todavía viven en la costa y solamente tres tienen sus represen-
tantes en el PI:.oceno de Coqlúmbo y Caldera, y de éstas hay aún una que es
pariente cercana.. de una forma actu al.
• También las grandes especies de Venus mencionadas por. Philippi como
V. Colhaguensis, Domeykoana, Crassa, Fuensalidae, que en parte deben ser
sinónimas, se parecen :p1~cho a las grandes especie~ de Venus dP. fa. costa
actual. Varias de las especies de La Cueva la~ he vuelto a encont:rar en las:
capas horizontales qu e cubren el p lioceno de Coquimbo, como la Oliva Pe-
ruvi!ana y Salen Dombey.i.· Esta última especie se halla en las terrazas de la
[sla Quiriquina y r.n Maitencillo, CP.r ca dfl Quintero.
En vista de estas relaciones, se deben atribuir las capas mar· as de La.
Cueva al Plioceno más moderno y equivalente a la "terraza
rina del norte de Chile, que se mencionará más adelante a cou erión de
estas capas con sedimentos glaciales representada en la ig. 16 podría in-
ducir a atribuirles una edad aun menor, tal vez d'el cu ternario antiguo.

------ -.
·:~.·-:,:-:-if:1fi=:~'?·~;:ir:-..

Fig. 1'6.-Perfil por el Cuaternario antiguo de La Cueva en la Cordimera de la Costa.

f = unos 4 m. conglomerado glacial. c = unos 10 m. areniscas oscuras .


e = unos 15 m. areniscas oscuras. b = cubierto por escombros de falda.
d = unos 6 m. conglomerado con piedra a = areniscas m1;1rinas del plioceno.
pomez.

,
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 67

- , dinrsas areniscas del perfil son de color obscuro que proviene


~emente .ele una fuerte mezcla r.on material volcánico; están poco ce-
- 1a . aunque lo suficiente para mantener cavernas de 4 a 5 metros de
por 15 metros de diámetro. El conglomerad'o morrénico de piedra
lleva en una masa arcillosa no estratificada numerosos fragmentos
-;JPño de piedra pómez :-1semejándose mucho a los materiales de la peuúl-
- a g-laciación del Valle Lon¡:dtudinal de Santiago. La capa superior es _u n
n!?lomerado grueso con fn1gmentos esquinados. prevalenciendo entre ellos
" materia les volcánicos; lleva t ambién incluídos grandes bloques erráti-
ff'~ de granitos.

El conglomerado glacial forma una amplia meset a que se levanta 50 a


60 m~tros sobre los alrededores y que hacia el oeste est á Hmitada por una
falda ele falla que corre más o menos en línea r ecta. La falda ori ental es
más sinuosa por numerosas qu ebrad'as . Por delante de su borde occidental
se encuentra una ancha depresión con piso casi plano, después se levanta
-el terreno nuevamente. Tanto en la depresión como en las alturas aparecen
enormes bloques erráticos, pero no he encontrado aquí el conglomerado
glacial.
Las capas marinas deben seguir por d'ebajo ele las glaciales, pues de otro
modo encontraríamos al pie ele la meseta un material mucho más grueso en
las capas fosilíferas. La barranca oeste de la terraza ha sicl'o producida s.e -
guramente por una falla y la depresión será una ueña fosa tectónica . En
las altiplanicies que siguen más hacia el oest , el mater ial glacial ha desapa-
-recido por la erosión, con excepción de los grandes bloques erráticos .. Como
veremos más adelante las capas c?rrespon en a la· primera glaciación.
Las capas marinas modernas de La neva se hallan a 300 metros de
altura, cubriendo la antiplanicie ue la Cordillera de la Costa; esta altipla-
nicie continúa hasta la barranca de 100 metros de altura en la costa y hacia
.el este hasta la falla que la separa del Valle Longitudinal.
En la Cordillera de la Costa, al oeste de Santiago, la penillanura tercia-
;ria sube- a dos mil metro·s de altura, es decir, a 1.500 metros sobre el borde
<0ccid:ental del Valle L ongitudinal y la volvemos a encontrar a casi igual
.altura en la parte occidental de Los Andes.
· Por estos hechos debemos deducir que en el cuaternario antiguo, en
parte hasta después de la primera glaciación, se produjeron ·l as grandes fa-
llas que dividieron el país en sus tres elementos característicos: Los And'es,
Valle Longitudinal y Cordillera de la Costa. En el capítulo siguiente vere-
mos que también- las formas de los valles y los escarpes muestran r asgos muy
modernos como por ejemplo, valles suspendidos cuyo profundizamiento pos-
t erior no· es mucho más importante que el de los valles suspendiétos de ori-
gen glacial .

-
68 DR. JUAN BRÜGGBN.

Los mismo que la fosa del Valle Longitudinal, también las fosas sub-
marinas antepuestas a la costa tienen una edad moderna. Hemos visto que-
en el Terciario inferior, la costa del Océano Pacífico coincidía con la actual
desde Ipún hasta Valparaíso. Más al norte no se conocen sedimentos marinos.
del Terciario inferior o medio ni en la costa ni en el interior del país. Sólo,
en el norte del Perú, en su límite con Ecuador, aparecen capas equivalentes.
en la región petrolífera de Paita, en la~ que se hallan también fósiles del:
Terciario de Chile. En toda la extensión entre Valparaíso y Paita debe ha--
berse encontrado la costa más al oeste, es decir, en la región de las grandes.
fosas submarinas. Se deduce. de esto que dichas fosas tienen una edad mo-
derna y pertenecen a los movimientos andinos de la segunda y tercera fases,.
es decir, que se han formado en el Terciario medio y especialmente en el
cuaternario .

El principio ·de su formación en el Terc:iario medio queda indicado por-


el hecho que el Plioceno marino se extiende mucho más al norte que el piso-
de Navidad, es decir, hasta Caldera, y probablemente hasta Mejillones, .don·
de las altas terrazás d:e 500 metros de altura son probablemente de esta edad.
Más al norte, en Tarapacá, falta el Plioceno marino a consecuencia de los im-
portari"tes hundimientos cuaternarios. La abundancia de temblores en la cos-
ta del norte de · Chile demuestra que aún p ersisten los movimientos de la,.
corteza terrestre .

Una deducción imp tante desde el punto de vista geológico general es.
que el fond:o de esta fosas submarinas corresponde al Sial y no al Sima.

El rumbo de las dislocaciones cuaternarias no es paralelo al de las es-


tructuras formadas por el plegamiento principal sino que ambos formau
un ángulo agudo. A consecuencia de ello se presentan las diversas forma-
ciones geológicas en distintas unidades morfológicas: La costa desde Arica·
hasta cerca éte Chañaral está compuesta de rocas mesozoicas, porfiritas con
calizas fosilíferas . Desde Chañanl hasta Concepción se compone del gran
batolito de granodiorita, que desó.~ Pichilemu queda parcialmente separaéto·
del mar por una estrecha faja de pizarras cristalinas . Esta aumenta en an-
cho hacia el sur, ocupando toda la Cord'illera de la Costa y entrando aún en
los contrafuertes de la Cordillera de los Andes, como vimos más arriba. De-
este modo, en la· latitud de Valdivia, el batolito oeupa la parte chilena de
111, Cordillera de los Andes, mientras que las rocas mesozoicas afloran. en
el lado argentino. ,

'
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 69

5).- El Valle Longitudinal de Chile Central (


a) La cuenca de Santiago (1)

(Plano de la figura 19)

omenzaremos la descripción de la ·gran fosa t ectónica del Valle Lon-


.;;inal Pn su parte mejor conocida que es la de Santiago, donde está limi-
- por d'os líneas de fallas N-S que la separan de l a Cordillera de la Cos-
-;- de la Alta Cordillera.
El so-levanta~iento d'e los Andes está señalado no ·sola!Ilente por la pe- '
nra ondulada, que tiene su equivalente en la Cordillera de la Costa,
que también por l a alta situación que tienen los fondos de los valles
,,.::.aciales dentro d'e l os cuales han sido excavados los profundos cajones
:a.les .. En el interior de la cordillera, como por ejemplo en el valle del
T ...._ . e pueden r econocer claramente los antiguos fondos de l os valles. Ha-
:.} borde de los ·Andes, los fondos antiguos se disuelven en una serie de
: nes altos. que avanzan hacia el valle .. En el río Jl.íaipo es posible dis-
- · estas formas hasta La Obra . Ellas desaparecen al desembocar los va-
"n la depresión dei Valle Longitudinal.
La falla principal oriental muestra su mejor desarrollo al pie del cerro
:~uH-1........t.i-,1" de altura. La falla principal a la cual se ha-
antepuestos a: gunos escalone , forma un solo precipicio de . 400 a 600

Por el profundizamiento posterior de ias quebra~as que nacer. en el ce-


-e San Ramón, este precipicio se ha descompuesto en grandes facetas
:rolares. Los antj.guos fondos de los valles desembocan arriba en el aire
arroyos han debido excavar nuevos desfiladero~ profundos en los preci-
- Al llegar al Valle Longitudinal han depoiÍ1ado una gran zona de
_. _ nt en cima d:e su continuación original. Sobre la línea de falla exis-
·:::ia docena de vertientes termales, siendo las más conocidas las de Apo-
-º (13).
En el plano se puede ver que la falla constituye el pie rectilíneo de la
.!illera ele los Ancles que se puede seguir por 40 kilómetros, al término de
n ales, tanto al norte como al sur, se presentan escalones antepuestos,
el Cerro los Ratoirns (9). Este termina al oeste en una nueva falla,
atraviesa el cordón transversal de los cerros de Angostura, que limitan
enea de Santiago por el sur; la continuación de l~falla constituye el
- í? oriental de la cuenca de Rancagua.

- Las cifras en paréntesis, que se hallan en el texto se refieren al mapa de la Fdg. 19.
.,,

'
70 DR. JUAN BRÜGGEN.

Hacia el norte, la falla del cerro San Ramón su fre un característico des-
plazamiento hacia el este que se compara. con la forma como la bayoneta c.ou-
tÍl.lúa la dirección del fusil . Este desplazamiento, que se verifica en la región
de Apoquinclo (13 ) , es causado por una p eq ueña fall a transversal.
Desde el río i\fapocho sigue la falla hacia el norte dividiendo la peui-
llanura de los Andes en dos partes . La oriental tiene alturas medias entre
2.600 y 2.900 metros; se elevá hacia el norte en la misma forma que el es-
calón oceidental de los cerros ele la Deh esa (14) que culminan cu el cer ro
Arqueado de Barrera a 2.223 m etros . ·
El escalón occidental principia en una falla transversa·l ql'Íe corre por el
pie aush·al del cel'l'o l\fanquehue, situado al norte de las cifras 3 y 13. L a
parte austr al del pie occident al de este escalón, que cae hacia el Valle Lon-
gituclinal, tiene un trazado irregular, pero ya al snr cl'el valle d e Colin a r e-
aparece una falda abrupta y rectilínea de falla que sigue hasta el valle dal
Aconcagua, atravesando el cordón transversal ele -la cuesta de Chaca bnco. E l
valle de Putaendo es probablemente el último r esto del Valle Longitudin al
que se pued'e ver al norte del Aconcagua.
D e un modo semejante se presenta la falla. en la falda oriental de la
Cordillera de la Costa. Con precipi cios que alcanzan liasta 1.500 metros ele
altur a, la peniplanicje ter ciaria, s· ada en 2.000 y 2.200 metros, cles-
ci.ende al fondo del Valle Longitu dinal sin int erca ción de escalón alguno.
Desgraciadamente falta todavía el levantamiento p·ográfico de las caí-
d<1s a la hoya de Rancagua, donde en la parte norte se han formado preci-
picios extraordinarios.
Al nor te d'e Talagaute· comi enza la falda de falla casi recta que sigu<l
por 50 kilómetros hasta L ampa, interrumpida por tres "rinconadas" conN
se llaman las depresiones de forma semicircular o también un poco alargada,
que interrumpen la falda rectilínea. En el map.a de la figura rn se ha dibu-
_jado la falla .en forma esquemática ele trazado rectilíneo no inter rumpido .
Los detalles interesantes se estudiarán más abajo en el pár rafo sobre la sis-
mología donde se dará también un mapa detallado de la falda de la Cordille-
rn de la Costa C:F'ig. 88).
Al sur de L o Aguirre, la falla prin cipal sufre un desplazamiento eu for-
tna de bayoneta, debido a una falla transversal que corre al pie ele un pe-
queño cordón que avanza hacia el este. Además, hay varios blo·ques, ante-
pu estos a la falla prüicipal como los cerros Lo Aguir re (10) . -
Al n or te de Lampa y al oeste del cer ro Chepe se halla la gran rinconad:.1
de Chicauma for mada por un circo gigant esco con paredes de 1.500 metros
d e altma. Es el punto donde la falla el.el p.ie de la Cor dillera cl'e la Costa do-
bla hacia e-1 este, pasan do a la fall a transversal en qu e t erminan los rodados
del Valle Longitudinal de Santiago; cinco kilómetros más adelante co-
mienza una nueva falcfa de falla, con más de mil metros de altura 9.ue for -

'
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 71

ma la continuación de la falla oecidental del Valle Longitudinal y signe


hasta la fosa de 'T iltil-Polpaico. Esta ramificación septentrional del Va}le
Longitudinal termina en la falla transversal de la cuesta de La Dormida, lo
mismo que los cerros d e Las Vizcarhas, situados al oeste de la fosa d'.e Til-
til.
Entre estos dos sistemas principales de fallas se encuentra la cuenca
de Santiago, rellena con rodados, la que termina por el norte en la falla
transversal de Colina. Pero las. fallas principales de dirección S-N, conti-
n úan más allá quedando entre ambas fallas algunas serranías bajas que no
sobrepasan los 1.200 metros y que se pueden considerar como la continuación
d e la depr esión del ,\ falle Central.
De las planchetas topográficas se deduce que la r egión de Tiltil está for-
mada por :una serie de escalones o fosas separadas p.01: fallas de rumbo N~S.
Uno de estos escalones le constituyen los cerros de unos. 1.000 metros de al-
tura que se hallan al oriente de la fosa de Tiltil. Este. escalón .comienza ep
ei estero Chacabuco y desciende h acia el este a la gran d epresión de Run-
gue de rulllbo_N-.S, Debido a la falla transversal que viéne de la cuesta de
La Dormida, el .fondo d'e la fosa de Rungue se ha hundido en 150 m. en direc-
c'.Íón hacia el sur, siguiend·o al otro lado hasta el 0stero de Chaca'buco. Pro-
bablemente el límite oriental de la depresión de Rungue es también una fa-
lla, como· parece deducirse del plano topográfico.
Finalmente t enemos la fosa e"' abuco, situada al pie de la Cordi-
llera de los .Andes; . ella termina por el norte 1 el cordón del mismo nombre
1
y por ·el sur en la falla transversa\ de Colina qu la sepa~·a ele la cuenda d ~ ·
Santiago. La parte norte de esta fosa es r ecorrida por el arroyo de Chaca -
buco, el que después d e juntarse con el de Q\1-ilapilún toma rumbo al oeste.
Pero el ancho Yalle relleno con rodad'.os se prolonga aún más al sur sin que se
v~a, allí ningún es~ero que lo atraviese . .El} forma de un valle s~con -µn
kilornetro . de ancho desemboci:i, cerc;a de la falla transversal de <::olma, qu,i
tierte un salto de 30 metros. .Al pie. de esta falla corre el estero ele Colin¡t
en el nivel del Valle Longitudinal.
Se deb!:) considerar esta. parte aµstra l d'e_la fosa de Chacab.u co como un
antiguo. valle del estero Colina que fu_é cortado por la falla trar¡.sversal y es-
te estero, en lugar: de, seguir su curso antiguo por el v~lle Chacabuco y Pol-
paico, ca,yó a la depresión del Valle Longitudinal de Santiago que estaba fo •.
- mándose .. I,.¡a falla t ransversa l que ha d esviado el estero ele Colina d'ebe ser
muy nueva probablamente pertenece a la última época inter-glacial.
. Una indi~a~ión respecto a .la eqad muy moderna. de las fallas la .-iminis-
tran los vl'J,lles que . terminan como v alles suspendidos arriba en las faldas de
la meseta Chicauma-Vizcacha;; y que se han profundizado en un grado muy
reducido en la falda escarpada originada por la falla, como puede observar-
se en varias quebradas que descienden al sur de Tiltil. Forma una excep-

'
72 DR. JUAN BRÜGGEN.

ción el gran valle de Luj án que está rellenado por una corriente de bloques
p.robablemente de origen glacial. También las faldas occidentales de la me-
seta Chicauma-Vizcachas hacen la impresión cle ser originadas por falla3,
que han sido muy poco modeladas por la erosión posterior.
Los so-levantamientos modernos han tenido una influencia importante so-
bre las formas de los valles de diferentes· esteros. El estero de 'l'iltil corre
cerca de Rungue . en la ancha fosa de Rungue, pero en lugar de continuar
e11 elli:l,, t:utri:l, a li:l, Uurd1llt"ni ele li:l, Uu:sLu 1.:uu uua curva lH"UIJUlll.:lacla hacia el
oeste, cruzando el bloque ele 'l'iltil en un valle epigenético muy estrecho pa-
ra llegar nuevamente a las fosas l ongitudinales cerca de Tilt.il. Los esteros
que desembocan en él, como él de Caleu y otro. situaclo aguas abajo, for-
man angosturas estrechas en su curso inferior, lo que se deb-e a la reanuda-
ción de la erosión como consecuent'ia del solevantamiento importante del blo-
que de la Cordillera de la Costa. Los cur sos superiores se encuentran en un
t erreno ondulado, en el cual los est eros han producido una seclimentación
fuerte en tiempos anteriores.
Llama la atención el curso inferior clel estero Chacabuco, que corre cer-
ca de Polpaico en ~ valle ancho y plano, para entrar después al v~lle hon-
do que rodea el cerro Ch epe, en lugar de seguir directamente al sur por el
paso bajo que se ha aprovechado para la construceión _d el ferrocarril. Pro-
bablemente se trata también en este caso de un valle epigenético que se pro-
fundizó en el bloque en la Cordillera de la Costa durante su solevan fa miento;
pero la situación no queda perfectamente clara debid'o a la presencia de la
falla transversal que proviene de la rinconada de Chicauma.
Se podría peitsar también que el valle desfiladero del l\faipo, en la Cor-
dillera de la Costa, fuera epigenético; pero al parecer en este caso las fallas
transversales juegan un papel importante como se deduce d"el h echo que las
cadenas de la Cordillera de la Costa bajan en forma escalonada desde una
distancia considerable del río. Es imposible que una depresión tan ancha se
haya formad·o por los efectos de la erosión el río a1 si se toma en cuen-
t a además la edad moderna de las fallas principales.
Las rocas fundamentales, que consisten en parte ·de granod~ ta, en par•
te de porfiritas, no se encuentran solament e en las serranías que forman el
marco del Valle Longitudinal, sino también en los numerosos macizos mon-
tañosos, algunas veces bastante extensos, que sobresalen del fondo d'el Va-
lle Longitudinal en forma de islas . Los cerros corresponden a bloques de ro-
cas solevantados en medio de la gran depresión longitudinal. Su origen se
estudiará más abajo en el capítulo sobr e la sismología. En algunos cerros, co-
mo en los de Chena y Llonquén, la penip.lanicie terciaria se halla a alturas
de 800 a 850 metros, mientras en el Valle Longitudinal la misma peniplani-
cie se encontrará a bastante hondura debajo del fondo actual del llano for-
mado por rodados de gran espesor.

I
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 73

Al¡?unos de estos cerros aislados, como el cerro Chena, permi~en reco-


nocer la conexión con la cordillera vecina, mientras en otros cerros que hoy
día están unidos todavía con la cordillera, se puede prever ya la separación
eompleta, q1;1e se efectuará en iü futuro.
El filo sureste del cerro Chena (1) desciende bruscamente al nivel del
,alle Longitudinal; pero distante apenas a 30 metros del pie del cerro, se
lr,anta otra pequeña loma que después de una extensión de algunos centena-
r-e- de metros desapar ece otra vez bajo fos r odados y después r eaparece nueva-
ente a corta distancia. En la misma forma el cerro Ratones (9), que está uni-
o todavía con la Cordillera d'e los Andes, tiene sn continuación hacia el norte
m dos pequeños cerros islas antepuestos. D ebido al r elleno de grandes ma-
- de rodad'os las partes bajas de las serranías han quedado completamente
biertas y solamente los cerr os más elevados sobr esalen como cerros islas.
A.ntes que fuera rellenada con rodados, la cuenca de Santiago debe ha-
,er presentado_el mismo aspecto que hoy día ofrece la r egión de Tiltil, si-
da más al norte. El r elleno r educid'o de la zona de Tiltil se debe en parte
a la ausencia de .ríos imp_o rtante; provenientes de glaciares de la Alta Cor-
. era_y por otra a su situación más P.levada.
A.l relleno de la cuenca de Santiago han contribuído dos clases de secli-
ntos: Las morrenas -que contienen piedra pómez de la penúltima =segunda
ca glacial y los enormes conos de rodados de origen fluvioglacial co:i:n::;-
nJ.ientes a la última= tercera época glacial.
Las morrenas con piedra pómez ocupan cuatro grandes campos que s~
lr-,antan en forma de lomas bajas, suavemente onduladas, .sobre la planicie
f l'lllada por el cono de rodados ; en parte aparecen como r estos de terrazas
· "'puestas al cerro Chena. Las morrenas de la última época glacial han al-
ca::..zado hasta la orilla del Valle Longitudinal ~ Puente Alto; pasan
~ tinamente al gran cono de rodados, cuya;Íorma s ~ e r econoc.ir en
curvas d P. nive-1 · d P. la Figura 19. Este como ha "&~o fr~rmado
r las aguas de deshielo que han salido de todas partes del freb..,te del gla-
~ y no del río Maipo propiamente dicho. Desde el momento en que el hie-
se retiró a la Cordillera de los .And:es, este río probablemente ha tenido
pre su curso al sur del cerro Chena. En todo caso, la terraza que corres-
i<> a las morrenas postglac'iales de la Laguna Negra, t iene su borde sep-
·onal al sur de San Bernardo, algo más al norte de Nos, donde forma un
- · n pronunciado en,... el Valle Longitud:inaí.
Pero mientras que la diferencia de nivel en este lugar es solamente 4-6
- s. en Puente Alto ella aumenta a 20 metros a l o menos, y además, el río
:-ofundizado su lecho otros 20 metros, en la terraza postglacial, forinan-
edes casi verticales. Aquí en la punta del cono de rodados, . el río to-
- tá profundizando fuertemente su lecho ; más al oeste, tanto el fondo
7 alle Longitudinal de la última época gl acial ~ orno también- la terraza
-
74 DR. JUAN BRÜGGEN,

postglacial están descendiendo bajo el nivel actual del río. Ahí, al pie de la
Cordillera de la Costa, el Maipo está depositando gran parte d'e sus rodados,
lo que se d'P.cluce también ele su ramificación en la región de la , "Isla de
Maipo" (12) .
La fuerte sedimentación se debe a un cambio brusco en el declive de]
curso del río cerca de su entrada a los cerros de la costa. El declive en la
parte desfiladera de su valle es solamente 1 metro por 270 metros, mientras
que en el Valle Longitudinal llega a 1 metro por 177 metros. La disminución
de la pendiente se explica en parte por el hecho que las aguas del deshielo
tenían que unirse en el valle desfiladero, formando así un lecho de río pro-
piamente d'icho, aumentando de esta manera, la fuerza de transporte y ter-
minando la sedimentación. También puede ser que un hundimiento lento
del Valle Longitudinal, al pie de la Cordillera de la Costa, continúe aún en
la actualidad, lo que causaría un estancamiento de los sedimentos en la "Isla
de Maipo".
En el sentido geológico el cono de rodados es muy nuevo, pues fuera de]
valle del Maipo ninguna- quebrada ha ~ido profundizada en él.
En comparación con el cono de rodados d'el Maipo, el del Mapocho es
insignificante, como corresponde también a las relaciones entre ., ambos siste-
mas de ríos. Los rodados del Mapocho forman una angosta planicie fuerte-
mente inclinada que acompaña la pequeña cadena del cerro San Cristóbal;
cerca de Apoquindo los roñados se unen con las morrenas terminales de la
última época glacial.
El Mapocho ha sido desviado por el cono del 1\faip.o hacia el norte, donde
ha rellenado la parte del Valle Longitudinal situada al norte de Santiago.
Pero este relleno no ha sid'o perfecto como lo indica la existencia de la lagu-
na de Batuco (6) que es muy baja y contiene agua solamente durante la
época de las lluvias. .
Toda la. parte del Valle Longitudinal situada al norte del Mapocho es
un llano completamente horizontal con un desagüe imperfecto, de manera q·ie
durante el invierno se forman pantanos de extensiones considerables, c
biertos con esflorecencias salinas durante el verano.
El lVIapocho se distingue también del río principal por la relación que
existe entre él y sus depósitos de la época glacíal. Al p.ie del San Cristóbai' el
lecho del Mapoeho se encuentra solamente algunos metros debajo de la su-
perficie del terreno vecino, de manera que en caso de creces el río se desbor-
da fácilmente. Esto pasó a menud'o en Santiago, donde el río ha sido des-
viado artificialmente de su lecho natural, que era la Alameda de las Delicias.
La situación elevada del lecho del río indica que todavía hoy el Mapo-
cho está depositando rodados, un hecho que empezó ya en la época glacial
y que ha tenido como consecuencia el estancamiento del estero de Lampa,
que es pobre en sedimentos, formánd'ose el pequeño lago de Pudahuel (5) .


FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 75

La forma alargada de ,este último indica que el estero se estancó en su pro-


pio lecho. La · sed'imentación que se produce hasta hoy día en el Mapocho,
se debe considerar como la consecuencia del estancamiento debido al enor-
me cono de rodados del Maipo.
:Los esteros chicos que bajan ele la Cordillera ele los Andes han deposi-
tado en parte una ancha planicie ele ·piedmont, como por ejemplo, al pie del
cerro San Ramón. , Los que descienden de la Cordillera de la Costa, a los cua-
les se antepone el gran cono d'el Maipo, han alcanzado justamente a l evantar
sus ·i echos por sedimentación en sus cursos inferiores en un grado suficiente
pará evitar la formación de lagunas .
;La laguna de Aculeo ( 4) debe· su formación no tanto al efecto del es-
tancamiento directo por el cono del Maipo, sino más bien a la sedimentación
fue1(te d'e un estero qtie dese111b0ca algo más a bajo del desagüe de fa laguna.
D ebído al delta formado por este estero, el desagüe de la laguna ha sido
desviado completamente hacia el norte y se encuentra cerca del pie del cerro
formado por roca firme. •
:El curso de los ríos grandes ha experimentado variaciones considerableS'
debido al cono de rodados del Mai.po; por ejemplo, el Mapocho, que cruza
primero el Valle Longitudinal en dirección al...oeste, corr e después hacia el
sur, pasando al pie de los corclon qur. avanzan desde la Cordillera de la
Cos~a . La fuerte sedimentación ue caracteriza aún hoy día a los dos río.,;
principales, es la causa de que el os se junten sólo después de haber penetra-
do por diez l,cilómetros en esa cor illera. Fuertes desviaciones' se observan en
el extremo sur del cono de rodad' s tanto en el río Paine como en el l\faipo
mismo, que bañan las laderas rocos s de la Cordillera de la Costa.
En la cuenca de Rancagua, que sigue al sur, el río Cachapoal ha pro-
ducido una sedimentación tan fuerte , q e los esteros más septentrionales han
dejado de desembocar en el río principal. Uno de los más importantes, el
estero de Codegua, depositó un gran cono de rodados que desa¡,:úa a la cu en-
ca de .Santiago por el estero Angostura.
En la parte superior de este cono de rodaétos existe una bifurcación
de río que en pequeña escala, podrá servir de explicación de la' del Casiquia-
re y Orinoco. E ste fenómeno puede verse en la Fig. 17. Una p arte d'e l agua
corre con el nombre de estero Angostura hacia el Maipo, otra hacia el sur-
oeste para reunirse con el estero L eonora, mientras que un ter;cer Jecho ge-
neralmente seco que solamente en caso d e lluvias extraordinari,a s conduce
agua, desemboca en el canal Benito. Los dos últimos corren por el est ero de
Machalí hacia el Cachapoal .
La fuerte sedimentación de rodados en el Valle Longitudinal ha éontri-
buído también al fenómeno dr. los · 'cerros islas" que son tan característicos
para el llano dr. Santiago. La altura relativa de éstos cerros rocosos varfa
entre pocos metros y más de 600 metros·. En general su extensión es dema-
f
76 DR. JUAN BRÜGGEN.

''

2 3 4 .5 Km/

Fig. 17.-La bifurcación del estero de Cooegua. ·

siado reducida para que hubieran podido depositarse en su p'e mayores


cantidades de escombros; por esto, los rodados dP-1 Val.le Longitudinal t>n-
tran al contacto con .ellos como un elemento extraño, explic.ándose as; la
falta de una transición paulatina entre el piso del Valle Longitudinal y di-
chos cerros. Por este motivo ellos dan una impresión de islas más acentuada
que algunos de los cerros africanos de este tipo, los que se levantan por _enci-
ma de extensas planicies rocosas.
Los procesos que se desarrollan al separarse estos cerros islas, puecTen
describirse mejor en el ejemplo de una separación casi producida que es
presentada en el salto de Conchalí (3), al noreste de Santiago.
Al acercarse a este salto, desde el oeste, desde el llano Longitudinal, hay
que subir unos 150 metros p.or la falda escarpada del San Cristóbal para al-
~anzar la cumbre del pequeño cordón de cerros. Al otro lado, por el eontra-
rio, el río Mapocho corre casi a la altura de la cumbre, lo que ha permitido
lleva:,; por la falda un canal de regadío cuya agua sobrante forma el salto de
Conchalí. El ancho fondo del valle del Mapocho en esta parte tiene u¡a in-
clinación relativamente fuerte hacia suroeste; acompaña al pie surest!i d:eJ
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 77

A B

Ro e a s T unda rr¡e rrlo / ~::;


o 100 i?OO .3CXJ ~ ..sxJrn

~Poco:,
~ Fundamenfo/~

~~Sf~~~é
Lato svp,rl,c1r
Bord,dt!'/
""'"'"'"'"'"'" Le,;hode/rio

Á 11,rrlitrnf,s

L-Socavor>
~ proyedodo
Cº Lo Bravo ~ So !fo de Conc-halt ·
.....
o f trrn. 2 \ íresfo del Cordon
' "'

Fig. 18.-Pe rfil y mapa del Sa1to de Concháli.

· :San Cristóbal en cuyo término sur dobla hacia el norte y tireste pasando al
,suelo del Valle Longitudinal. La caída total en este recorrid'o es de 150 me-
·,tros que corresponden a la altura del Salto.

Q; .
78 DR. JUAN BRÜGGEN.

El perfil anterior permite apreciar el gran espesor dP. rodados gue han
r ellenado el valle del Mapocho . Si continuara la sedimentación, el río deberá,
caer algún día por la falda del Salto. En el pie occidental del cerro, donde
hoy día el desagüe del llano es insuficiente, se formaría un extenso lago d ~·
poca profundidad qu e desembocar~a en alguna parte al curso inferior del.
Mapocho. Por su gran fuerza erosiva el salto ·excavaría una profunda gar--
ganta en el cordón, la qu e avanzaría valle arripa en su actual lech o. Por el.
otro lado, las grandes masas de rodados del río se depositarían en el lago
primeramente como delta y despu és P.n forma de un cono de rodados, cuya.,
superficie subiría gradualmente. Cre'c iendo hacia atrás, el cono de rodado~-
r ellenaría la garganta poco antes excavada . Creciendo siempre en anch o y
altura, se unfría al fin sin interrupción al actual cono del Map.ocho situa,do·
al este del San ·Cristóbal, y este cerro qued'a ría separado de la Cordil kra.
de los Andes constituyendo otro cP.rro isla .
En la· forma descrita se han separado del San Cristóbal .el cerro Bl neo,
y el Santa Lucía y también el cerro Chena ' de su prolongación S. E.,
está unida a los Andes. Es probab-le que el valle preglacial del l\1aipo es· -
··.
viera situado al norte d el cerro Chtma, esto lo indica la gran ext ensión _qu
abarcan las morrenas de la penúltima glacürción; las que ocupan la parte nor- -
te d e la depresión del VaÍle Longitudinal, mientras que en el sur ellas ·pare-
cen falt ar. Sólo en la última época glacial y despué~ d e la dep.ositación d el'.
gran cono dP. rodados habrá cambiado f.l cur,so del río.
Después d e la formación del cono d e rodados tm,o lugar la sedi:menta--
ción de una capa superfi cial de tierra obscJ.a de grano fino, conocida ·co--
múnmente con el nombre de "polvillo" cuyo_espesor sube de dos metros.
Esta tierra que carece de piedr as en la parte superior, debe ~onsiderarse co- -
mo un sP.dimento eólico pa11ecido a1 loes.
En contva de un origen fluvial h_a bla la falta de rodados y la fuerte-
inclinación d'el suelo sobre el cual ha sido d epositada. Tampoco puede ser ·
un sedimento de un lago, pues los r odados sobre los cuales descansa, en- -
tran al valle ' desfiladero de la Cordillera de la Costa a una altura cl.e 300
metros y no se puede aceptar que en tiempos posteriores se haya pro-
ducido un estancamiento hasta la altura de 700 m etros. ·
L a formación del loes es p.ostglacial y se ha producido después d el re- ·
troceso de los glaciares. Ella debe continuar basta h oy día si se consideran ,
las grandes cantidades de polvo que arr astra el viento durante el verano .
Como lo·s vientos predominantes tienen dirección S. W ., él debe venir de-
los lechos de creces de los r íos.
Se podría también buscar su origen en las alturas de la Cordillera de la·· I
Uosta que tienen escasa, vegetación; pero la disminución de ellas se habrá:.
p roducido sólo en tiempos históricos.
\

\ FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 79

Por la repartición desigual del polvillo podemos deducir que su sedi-


mentación se produce aún en la actualidad, así su espesor en los lugares
situados al oriente de Santiago es muy diferente según su posición. En la
-vecindad d'el río Mapocho que está depositando sus rodados desde la ép.oca
glacial, hay solamente 10 a 40 centímetros, mientras que seis kilómetros más
al sur, en Ñ'uñoa, alcanza a 2 y '1,Ún 20 metros de espesor. En el Instituto
Pedagógico en Macul hay aún una segunda capa de polvillo a los 12 metros
-de profundidad encima de la cual hay una pequeña corriente de agua sub-
terránea.

b) El Valle Longitudinal al sur de la cuenca de Santiago (1)

En la cuenca de Rancagua, cuya forma exterior es análoga a la de Sa -


tiago, comienzan grandes irregularidades en la formación del Valle Longr
tudinal . La ladera de los Andes corre J;ll.ás o menos en línea recta de rumbo
N-S con el aspecto de una fald'a de falla . Pero, la falla que acompaña la
falda oriental d.e la Cordillera de la Costa se desvía fuertemente hacia el
:S. W . formando la ladera norte del valle transvers1:1-l del Cachapoal constitu-
yendo al mismo tiempo el límite sur de los altos cerros d'e la Costa que se
.elevan hasta 2. 000 metros. Al sur de esta falla no se vuelve a encontrar ,
'h asta Arauco ningún cerro que pase los 1.000 metros y tal vez los 800· metros.
· Parece que otro par de fallas de rumbo S. W. haya causado la dirección
.del río Tinguiririca, ent r e San Fernando . y Cunaco; ella dobla después al
N. W . donde el río corre por una ancha fosa hasta poco antes d:e desembo-
ear en el Qachapoal . Una fosa análoga existe entre Pelequén y Las Cabras,
la que tiene rumbo "W. N W. Estas fosas dividen la Cordillera de la Costa
,en una serie de macizos aislados, bordeados por anchas plani~ies de aluvio-
nes . Al oeste de Las Cabras, el río Rapel, formado por la· unión ael Cacha-
poal y d'el Tinguiririca, atraviesa en un valle desfiladero angosto a la al-
tiplanicie marina pliocénica de la Cordillera de la Costa.
En ·l a misma región, cerca de Rengo, se unen las Cordilleras de los An-
des y d'e la Costa por una cadena tr~sversal, en cuya fald~ul'J'comienza de
nuevo el" Valle Longitudinal, primero con poca anchura para seguir sin
interrupción y con gran ancho hasta Temuco.
Este despedazamiento irregular no se produce solamente en la Cordillera
,de la Costa sino que también en los Andes, como se puede observar desde el
ferrocarril que conduce al Mineral de El Teniente . Aquí termina la peni-
1)lanicie de 3.000 metros con una falda de falla rectilínea que corre desde
la fundición de Caletones en dirección aproximadamente S. S. E . y tam-

(1) Véase el maoa de la figura 92 . ' .


80 DR. JU.AJ.~ BRÜGGEN.

bién atraviesa el cmso andino del Cachapoal. Ella separa, al sur de este río,.
Nha · serie de pequeños cerros antepuestos.
_En el valle de Coya, y al norte de este río, existe una extensa altipla-
nicie de 1.000 a 1.400 metros de altura que está separada d'el cercan Valle·
Longitudinal por· montañas bajas que sobresal en solamente _poco cima de-
la altiplanicie.
El suelo de esta planicie está constituído por potentes cong omerados y;
brechas g-lacial es, los que se asemejan a las morrenas de la pri era glacia-
ción p.or sus brechas con fuerte proporción de material volcá
que esta planicie correspondiera a una gran depresión tectónic
riormente h!,lbier.a sido rellenad'a por el material glacial.
Las irregularidades de la depresión del Valle Longitudinal se presen--
tan en la región, do·nde termina la fosa submarina de .A.tacama, que se ex-
tiende desde .A.rica en una longitud' de 14° de· latitud; en la misma región
el rumbo NS. de la costa, que se observa desde La Serena, cambia a rum-
bo S. S. W.
Desde Rancagua el Valle Longitudinal tiene también esta dirección, la,
que se mantiene hasta Concepción, para tomar otra vez rumbo sur y siempre-
paralelo a la costa. D esde Curicó hasta Temuco, el Valle Longitudinal se
presenta como una sola depresión de 30 a 40 kilómetros d'e ancho, en la cual
son muy escasos los cerros islas formados por los afloramientos de las rocas,
fuÚdamentales . Solamente al interior de Concepción donde s~ produce la
variación mencionada en el ruml;>o, ellos son. más · frecuentes. En Traiguén~
penetran anchas depresiones semejantes al Valle Longitudinal a los cerros.
de la Oordill era de la Costa.
· El pie. oriental de la Cordillera de la Costa, cuyas alturas, varían gene- .
ralmente entre 300 y 400 metros, está constituído por una falda de falla rec-·-
tilínea. Tam·bién al pie de los Andes prevalece esta misma forma; p ero hay
además, zonas en que la planicie de denudación/ne la cordillera "loesciende··
lentamente en forma de :flexura hundiéndose por debajo del Valle Longitu-
dinal. · En alguri·as regiones existen cordones t erciar~os antepuestos com~ ..
ce1·ca de.. Chillán.
En Curicó el suelo .del Valle Longitudinal muestra un paisaje · caracte-·
rístico de drumlins pertenecientes a la penúltima época glacial. Más al sur r
apar~cen conglomerados y areniscas horizontales, poco .cementadas, que aflo-·.
ran en las quebradas profundas entre Pelarco y Talca, los que deben co- .
rr~ponder a sedimentos fluvioglaciales/. Las mismas capas existen en· la ..
fosa del valle del Tinguiririca, más abajo de Santa Cruz y ad'emás, en La .
Cuéva al oeste de San Fernando, .en la altiplanicie de 300 metros de altura:.
que contienen los fósiles marinos mencionados eorrespondientes al Plioceno-
superior ; sobre ellas aparecen los sedimentos, gla:ciales de la primera- épooa ,
1:

l
I

L
'

Flg. 20.-El sistema fluvial del rlo Maule en el V81lle Longitudina:I.


(Las lineas Interrumpidas dndican los limites del Valle Longitudinail).

F. G. 6-
82 DR. JUAN BRÜGGEN.

_glacial. No debe sorprender si más tard:e con investigaciones más detalladas


.se encontraran estos fósiles marinos también al pie de los Andes.
Condiciones muy particulares presenta la red hidrográfica del río Maule
y sus afluentes en el Valle Longitudinal, que aparece en la · g. 20 . Sola-
mente el río principal atraviesa el Valle Longitudinal y la
·Costa casi en línea rectl'.!, de este a oeste, mientras que los a uentes d'espués
de abandonar los Andes se dirigen primeramente hacia la ordillera de la
'Costa por el camino más .corto y en seguida corren por el pi de ella hasta
·d esembocar en el Mauie los que vienen del sur, y en el río Claro los del
.norte. El relleno del · Valle Longitud'inal provino en primer ugar de los
And'es de modo que al pie de los cerros de la costa se formó una rga depre-
.sfón longitu<flnal. Los nacimientos del río Putagán, que se hallan en el Valle
Longitudinal, demuestran con su dirección la existencia de un gran cono
.de rodados depositado por el río Maule.
Notable es la confluencia del Maule con su afluente septentrional, ·el río
.Claro, en medio de la Cordillera de la Costa, lo que indica ·un origen epige-
nético .. Pero la parte epigenética principia sólo desde la estación de Corin-
.to a la costa, donde el Maule pasa por un valle muy estrecho . E l curso del
-río Claro entre Talca y Corinto aprovecha una ancha d epresión tectónica,
,en la cual el fond'o del Valle Longitudinal continúa como terraza ge roda-
-dos dr. unos 30 mr.tros de altura.
Más al sur, desde la latitud de Concepción, el relleno del Valle Longi-
-tudinal consiste también principalmente en sedimentos glaciales de la penúl-
-tima segunda época glacial, de lo que hablaremos más ad:elante. ·
Al sur de Temuco, e1i Loncoche, se unen ambas cordilleras en un porte-
·zuelo formado por pizarras micáceas, lo mismo- que ocurre al sur del río
'Valdivia . Pero más allá, en Antilhue puede observarse una ancha altipla-
-nicie que se levanta unos 100 a 150 metros encima del río. Esta-1rl.tiplanicie
·se extiénde hasta el pie ·de la- Cordillera de' los And:es y en el oeste se ven
las largas lomas de la Co.rd.1.era d ~ la Costa que se elevan ·a mayor altura
,que la altiplanicie.
Desde La Unión hasta Puerto Montt existe otra vez una ancha depre-
:Sión rellenada por capas del terciario, y especialmente p.or sedimentos gla-
ciales. En esta parte, la Cordillera d:e la Costa presenta interrupciones muy
.anchas, por las cuales los sedimentos modernos pasan hacia el mar,, como
_por ejemplo, en el valle del río Maullín.
Al sur de Pnert}) M:ontt, el Valle Longitudinal alcanza un ancho extra-
ordinario en -los Golfos de Ancud y Corcovado, Y· en las lomas morrénicas
'bajas del este de Chiloé.
En casi todo el trayecto desd'e Temuco hasta Chiloé, el borde oeciden.-
/ tal del Valle Longitudinal tiene un trazado muy irregular; al otro lado, el
Jl)ie rectilíneo de la Cordillera de los Andes -indica la continuación de la falla
..
:F'UNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 83

que la separa del valle. Esta falla pued"e seguirse perfectament por la cost:?
oriental de los Golfos de .Ancud y Corcovado y por la parte o iental del Ca-
nal Moraled a. En la misma forma rectilínea y como un mu o siguen los.
acantilados por la orilla este del Canal Costa y después del C· al Elefan~es.
En el primer momr.nto, uno podría pensar que se trate de 1 faldas más·
o menos r ectilíneas de ios grandes cajones glaciales excava os por lns
ríos de hielo del cuaternario. Pero la misma falda abrupta v rectilí-·
nea se observa también en la ribera oriental de la laguna San Rafael y aún
más al sur, al este del glaciar San Tadeo y en la costa del i:rolfo abierto de·
Penas . En todos estos ptmtos no puede hablarse de la falda de un cajón gla--
cial, ya quP falta la otra falda, Pn cuyo !ug-ar Sf' rncuentra una extensa
depresión . La falla del pie de los Andes puede se¡rnirse también por toda la
costa oriental del Golfo de P enas dol1Cle tiene un trazado especialment.e r ec-·
tilíneo desde la isla .Javier hacia el sur. P ero, la f alla no continúa por l os.
canales más australes, · como el de l\fessier , sino desviándose h acia el S. W _
parece terminar en la -costa sur del Golfo de P enas el que sería el término
definitivo del Valle Longitudinal. E ste tiene tm d:esarrollo muy grande en
los mares interiores de Chiloé, en el Golfo de Corcovado y aún en ia parte·
septentrional del Canal Moraleda, donde comprende también las innumera-
bles islas bajas r edondead·as por la acción del hielo. Hacia el sur se estrecha.
la .depr esión longitudinal y al fin los cerros altos de Cordillera de la Costar
como la isla Traiguén, se acercan hasta pocos kilómetros a la falla del pi e
de los .Andes. Sólo en la r egión de la laguna San Rafael se presenta por úl--
tima vez una depr esión longitudinal, que termina rn el Golfo d'e P enas.
Los canales patagó11i:!os situados al sur de este Golfo no p~en consi--
derarse como continuación del Valle Longitudinal, por.que tienen en parte
anchos _muy reducidos y en parte~ osición muy oblicua al rumbo de la cor<li-·
llera, ·como p . ej. el Estrecho de Magallianes.
EJ gran _Valle Longi tudinal del Norte de Chile 'se estudiará más adelante-
en. el capítulo sobre los movimientos tect ónicos en el Norte de Chile.

C.-LOS ANDES DEL NORTE DE CHILE.

Has ta ahora nos habíamos limitado a describir la historia <lel Terciario-


de los .Andes d el Centro y .Sur de .Chile, pues en ellos los sedime:qtos miarinos.
del Tercia rio permiten establecer con mayor exactitud-- la edad geológica de·
las ,d iversas dislocaciones. En el Norte, <lande faltan las capas marinas, estas.
disJocaciones nos pueden servir para deter miniar la edad de las ·capas sin fósi-
les perturbadas por .ellas.
·E s necesario adoptar este procedimiento porque más al interior de Chile·
y especialmente en el interior de Bolivia desaparecen también las calizas me--
soz~icas, pues como lo hemos visto más arriba, el límite oriential <le los .sedi-
·•.
84 DR. JU:AN BRÜGGEN.

·mentos mesozoicos marinos sigue más o menos Ja frontera chileno-boliviana.


He eneontrado calizas marinas con amonites mal conservados en Pachica, en
-el curso inferior del valle de Tarapac.á lo mismo que al norte de Pica; ambos
puntos están situados al oriente de la Pampa .del Tamarugal. Aparecen tam-
.bién en las vecindades de Calama, lo mismo ,que al ,s. W. en los yacimientos de
.ónix, y en Limón Verde, donde Wetzel (2) comprobó la existencia del Jurásico
Inferior. Más aJ sur los afloramientos más orientales son las calizas de Caraco-
J es, donde Steinmann (10) observó el Jurásico Medio y Superior, este úitimo
-con el Yeso del OX'fordiano.
También la Formación Porfirítica en la que se hallan las calizas, des-
.:aparece un poco más hacia el este. En su l ugar se ~esentan las ca:pas paleo-
_zoicas de Bolivia sobre lias ,cuales descansa una potente serie de areniscas rojas
.Y arcillas que ocupan también una gran extensión en Ja faJda oriental de los
Andes de Bolivia y del norte de Argentina. Esta es la llamada Formación
.Petrolífera de Brackeb1isch o Areniscas Puca de Steinmann.
Antes de entrar a dihicidar la edad de estas rocas. queremos primero des-
·Cribir su composición y tectónica en aquellos puntos en que las he investigado
.,eon más ateneión.

1.-Las areniscas Puca de Corocoro, en Bolivia.

El distrito minero de Corocoro, muy conocido en la literatura geológica,


..está situado en la altiplanicie ,bolivi•ana, en las cercanías del ferrocarril de Ari-
.ca a La Paz. :Sobre su geología tenemos trabajos detallados de Sundt (2) .
.Steinmann ( 4), Singewald y Berry y últimamente de Geier. En el año 19·25
tuve oportunidad de llevar a cabo una investigación de dos semanas por en-
.cargo de la Corocoro i(Jnited Copper Mines, en la cual reco.gí muchas observa-
.ciones nuevas -y.. cuyos r esultados expondré a continuación.
Las vecindades de Corocoro están formadas por dos potentes formaciones
-de areniscas y arcillas que tienen los nombres de V etas y Rarnos. La formación
de vetas consiste principalmente en areniscas grises y conglomerados ,que J,le-
van intercaladas arcillas rojas de 10-20 m. de potencia. Hacia el pendiente las
-capas adquieren grano más fino y aparecen también areniscas eoloreadas de
rojo. .Sin embargo faltan las indusiones de yeso, tan earacterísticas para la
formación de Ramos. Según Singewald y B erry, la potencia total de la for-
ma-ción de V etas alcanza más de 1.500 m.
La poteneia de los estratos de Ramos, cuyo perfil de detalle ha sido re-
:gistrado por ambos investigadores americanos, es más o menos 3·.700 m. Las
· capas de Ramos consisten en 81 % de ar cillas y pizarras, en 18.7% de arenis-
cas, predominando las de color rojo y sólo 0,3% de conglomerados. En la for-
mación . de Vetas, las arcillas y areniscas se mantienen en igual proporción y
:los conglomerados eomponen más o menos el 5 %. Muy características son las
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 85

importantes intercalaciones de yeso que faltan en los estratos de Vetas, en


donde este mineral fué observado por Geier sólo como componente accesorio
de las rocas.
La investiga,ción microscópica de numerosas muestras de rocas hecha por
Geier, ha dado resultados muy interesantes : las areniscas de Vetas y Ramos
se deberían considerar como " tufitas" y los conglomerados como toba~ Sin
duda los bancos de grano grueso de los mantos Yanabarra y Umcoya son to-
bas típicas; pero apar ecen también conglomerados verdaderos con rodados re-
dondeados, tanto en la formación de Vetas como en la de Ramos. También se
han observado areniscas con estratificación diagonal.
En las "tufitas", la investigación microscópica dió como component~s
principales trozos de cuarzo esquinados, plagioclasa rica en calcio (andesin1a ,
Ja.bradorita, oligoclasa) y en especial una masa vítrea, t ransformada en clorita.

!La cantidad de . cuarzo llega en las tobas a la misma proporción que las
plagioclasas. D ebe tratarse según esto de erupciones dacíticas muy ácidas en
caso que las plagioclasas relativamente básicas no indiquen rocas más ande-
.síticas. La estrati.fica,ción diagonal de muchas areniscas de grano fino que
,además contienen frecuentemente pequeños rodados de arcLlla demuestran un
transporte eólico, mientras los rodados de los conglomerados indican un trans-
yorte por agua. En ambas clases .de transporte tiene que haberse producido un
.enriquecimiento en cuarzo o puede haberse agregado cuarzo de otra proce-
.den cia.
Será muy difícil encontrar el punto de origen de las tufitas, mientras no
:se haya llevado a cabo una investigación geológica-estratigráfica de todo el
distrito que abarcan las areniscas Puca. No pueden provenir de los cerros ve-
.cirros por qu e estos constituyen intrusiones posteriores como el Comanche y
probablemente también el Chucapaca. En todo caso la facie de las areniscas
.coloradas no cambia con la vecindad de estos cerros.
A pesar de que las opiniones sobre Ja edad geológica de ambas formacio-
:nes difieren mucho, los conocedores d e ·Corocoro están de acuerdo en que la
:formación de Ramos ·es más moderna que la de Vetas, sin que hasta ahora, en
:la cercanía del lugar, se haya podido obser var una sobreposición normal de
.ambas formaciones. No QUde confirmar el perfil indí,cado por Steinmann, se-
_gún el cual la_formaición d e Ramos se sobrepone a la formación de Vetas a
poca distancia al oeste de Corocoro.
.Sólo mucho más al Oeste, más allá del río Portezu elo observé lomas de la
-formación de Ramos que pareMn sobreponerse a la parte superior de la for-
:m:ación de Vetas; pero ambos . grupos tienen rumbos tan diferentes que no se
_puede suponer una sobreposición n ormal.
86 DR. JUAN BRÜGGEN.

Al este de Corocoro observé el perfil A-B de la formación de Ramos como


lo muestra la Fig. 21.

Fig. 21.- Perfü por los "Ramos'! del cerro Guaca Laura.
(Perfil A -B de la figura 25).

16) Muchos cientos de metros de areniscas rojas del pendiente.


15) 10-20 m. conglomerado principal.
14) 30 m. areniscas alternantes con arcillas.
13) 20- 30 m . . Yeso superior, arcilla alternando con de'.gadas capas de yeso .
12) 10 rn. areniscas duras, de grano grueso, en . parte conglameráticas.
11) 20 m. areniscas finas y arcillas pizarrosas.
10) 1 m. capa arcillosa dura.
9) _10 m. A 1,ternaciones de arcillas y areniscas.
8) 2 rn. Banco conglomerado duro.
7) 15 rn. Alternación de areniscas duras rayadas y arcillas pizarrosas de 2-3 cm . de-
espesor.
6) 2 m. marga arcillosa dura de color gris.
5) 35 m. arcilla pizarrosa con intercalaciones aisladas de a,:eniscas.
4) 4 m. banco de arenisca dura.
3) 10 m. pizarra arcillosa.
2) 5-10 m. Yeso inferior.
1) 70 m. arcillas rojas con innumerables intercalaciones de bancos de yeso de 1 20 cms ..
de espesor.
Yacente: Unos 150 m. de arcffas rojas.

J. L. Cortez, que trabajó durante varios años como ingeniero en Coro-


coro, observó más al norte, entre el cerro Chucapaca y el río Pizaqueri una.
sobreposición concor dante de la .formaición de Ramos sobre la de Vetas como,
lo muestra el perfil de la Fig. 22 dibujado por él.

w ro
lft"rlltirJ
E
"'
('omaArJe

s
Fig. 22.-Perf.ill a 15 Km. al norte del Corocor o, observado por J. L . Cortez.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 87

1) Arci:llas r oj as de Ramos.
2) Diorita p orfirítica.
3) Arcmas multicolores con yeso y sal y a reniscas ,r ojas de grano fino: Ramos.
4) Vetas : Areniscas arcillosas de grano fino y arcillas rojas.
.5) Ramos: A reniscas roj as de grano fino y arcillas con y eso y sal: f orman la continua-
ción de 0a formación de Ra~ os de Corocoro .
• •6) Diorita p or~irítica, Diorita.
7) Ra mos .
.8) Diorita.

La falla V del perfil, es la continuación de la gran falla de Corocoro. Sólo


,en su inmediata vecindad la formación de V etas muestra un desarrollo con-
_,glomerático de grano grueso como en Corocoro; ya a 200 m. .de distancia los
,conglomerados ceden su lugar a areniscas de grano fino. La explicación de
-esto debe ser que en la r egión del perfil de la figura 22 las ,capas gruesas pro-
fundas de Corocoro no afloran en la superficie.
La falla principal de Corocoro, conocida por las investigaciones de
St einmann, corresponde exactamente al perfil anterior, esto quiere decir que la
-formación de Vetas ha sido sobreempujad·a encima de los Ramos por una falla
-nmy parada. Pero, al acercarse a la ciudad, la dislocadón cambia mucho su
,carácter, como lo dE!jan ver los p erfiles de la Fig. 23. Al norte¡ de la mina San
Agustín la falla tiene posición vertical y las eapas de la Formación de Vetas
·se enderezan en ella hasta tomar posición vertical, mientras que las de Ramos
:Se desvían menos. 1 Km. más al sur, en la misma mina San Agustín, la falla
tiene el aspecto indicado por Steinmann: las areniscas de las V etas han sido
,empujadas oblicuamente sobre los estratos de Ramos por una falla inclinada
.al oeste. A consecuencia de ésto, las .capas de Ramos mineralizacJ.;as ·no apare-
-een de ·ahí en adelante en la superficie. En el pueblo de Corocoro, en la mina
Vizcachani, los estratos de Vetas principian a deslizarse con posición parada
·sobre las capas de Ramos co_mo lo muestra el perfil III del señor Berton que
f.ué administrador de la mina durante largos años. Esta tectónica notable se
,observa afui · en el borde norte de la napa de sobreescurrimiento formada por
las capas de Ramos del cerro Corocoro, que ha sufrido el movimiento contrario.
1Según la interpretación antigua, la falla sufrió en el pie norte del cerro
Corocoro una desviación fuerte hacia el oeste. En r ealidad ella corre d erecho
.hacia el sur, como ha quedado demostrado con la explotación minera que si-
,g ue a la f alla. P ero en lugar del p equeño sobreescurrimiento de la formación
d e Vetas sobre la de Ramos, que acabamos de describir, los Ramos constitu-
yen una importante napa de sobrees,currimiento que avanza muchos cientos de
metros hacía el oeste cubriendo la continuación de los mantos de cobre que
.están ligados a la cercanía de la falla.
El mapa geológico (Fig. 25 ) muestra claramente cómo los Ramos avan-
1!:an en la forma de charnela lo mismo que el adelgazamiento y estiramiento de
los dos ,bancos de conglomerados inferiores del cerro Guaca-Laura (A-B ) al
/ km !í Pozo S'an Agushn

!?0,720.5

P oz o Son Agus.-'1n

.J900 m

Pozo V/scochon/

F ig. 23.-Tres perfiles por la falla de Corocoro.


(Las Vetas se han dibujado con •lineas enteras, los Ramos con líneas cortadas).
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 89

llegar al valle desfiladero del estero de Corocoro. Como lubl'ific-ante para el


resbalamiento sirvió el yeso; sus bancos d elgados, alternados con arcillas for-
mán una potente brecha de fric.ción en la cual el yeso y la ;arcilla están ama-
sados; esta brecha de fricción acompaña todo el frente de la napa de sobre-
escurrimiento. iL as dos capas de yeso superiores se unen e.n la vecindad de las
charnelas en una sola gran masa; también más al sur, donde aparecen da nue-
-vo en el cerro Corocoro, se pueden observar siempre fuertes irregularidades
en el rumbo y manteo de fas rocas vecinas, o biFm el yP.so yar.e con discordan-
cia encima de las rocas que se encuentran bajo él.

o
e .,. - -- - E
o

..
- - Bree-ha dli' fr/cc/on
e Cbn9/ornerodo
Vel'-os
.Y Veso

Fig. 24.- Perfil C-D por el cerro Corocoro.


x --- x = falla inversa.
Como lo muestra el perfil C-D de lia Fig. 24, toa; la mitad occidental del
-cerro Corocoro ha _sido empuja:da sobre la formación de Vetas. El hecho que
\os bancos de ,conglomerados de la cumbre del cerro no aparecen en el socavón
-Guallatir.e, se explica porque su continuación ha desaparecido por estiramien-
to en los pl:anos de sobreescurrimiento de las napas secundarias. En su for-
11Dación las · capas de yeso intercaladas habrán desempeñado un papel de im-
'Pe,rtaucia.
La· brecha de fricción -aparece en la mina como un manto de varios metros
-de potencia. Ocupa en el este posición vertical, debido probablemente a la in-
fluencia de la falla sencilla que existía ya anteriormente. Antes de seguir con
,esta importante cuestión, debemos investigar la acción de la dislocación en la
'formación de Vetas. En el perfil de la Fig. 24 vemos que el sobreescurrimiento
·ha doblado las cabezas de las -capas de la Formación de Vetas .fuertemente ha-
•cia el oeste. Este -arrastre se puede seguir bastante más allá de la actual exten-
sión de la napa de sobreescurrimiento. En el cerro O del perfil se observa la
misma dislocación que abajo en la mina, por debajo de la formación de Ramos:
De consiguiente, el sobreescurrimiento debe haber alcanzado hasta este cerro.
90 DR. JUAN BRÜGGEN.

En el hecho existen algunos restos de la formación de Ramos que escaparon a.


la erosión en el pie oriental de este cerro.
No menos interesante es la ,continuación del límite de la formación de·
Vetas y de la brecha de fricción en el plano geológi,co de lá Fig. 25. Este li-
mite toma desde la línea del perfil C-D un rumbo E-W, normal al rumbo de·
las capas de la Formación de Vetas. Los afloramientos más australes de estas.
capas han sufrido una desviación como en una falla de desplazamiento hori-
zontal. En el terreno cubierto con poco pasto, se Te claro ,que ca.da banco <k
arenisca, al aproximarse a la falla con manteo de 50º W. y rumbo N.S., se pone·
más y más parado y cae en seguida con manteo inver.so hacia el este. Al mis-
mo tiempo el rumbo cambia a N. E. - S. W. y queda por último paralelo al'
límite tectónico.
Po_co claro es el comportamiento de la formación ele Ramos más allá de·
la napa del cerro Corocoro. Ella aparece en el borde sur del mapa geoló.gico
con rumbo e inclinaci 5n normales y continúa en esta forma basta el río De-
saguadero. Pero al acer carse a la ancha ·zona de brecha de fri cción adquiere·
rumbo N . . W. e inclin4ción il ·N . E :; paree.e -desviarse en la línea de . sobre-
escurrimie)lto e.ti la .misma forma que lq~ estratos de Vetas. Desgraciadamente·
no tu)e , opQrtunidad de· investigar· más .·detenidamente la parte sur . Eu todo·
caso el efecto principal de la disloc·ációh es que la presión lateral originó una.
napa de sobreescurrimiento de extensión longitudinal limitada que avanza bas-
tante hacia el oeste. Tenemos, pues, dos clases de disloc~ciones: una falla más
o menos vertical, en cuya vecindad se ha producido la mineralización cuprífera.
de las areniscas y un importante sobreescurrimiento de la Formación de Ra-
mos sobre .los estratos de Vetas que son más antiguos.
Sorprende que en la parte norte, la Formación de Vetas haya escurrido·
por me'dio de la falla sobre la de Ramos, que es más moderna, lo que· indica
un movimiento en sentido contrario al que se ha producido en la parte sur..
Esto puede explicarse en forma más sencilla suponiendo que entre la for-
mación de la falla y el sobreescurrimiento haya transcurrido un gran fapso de·
tiempo.
ILa primera dislocación habrá consistido en la formación del anticlinal de·
Corocoro, cuyo eje fué atravesado por la falla principal ; probablemente e11- esta·
falla ya se produjo un débil sobreescurrimiento de la formaci5n de Vetas sobre·
la de Ramos. A esta grieta y al vértice del anticlinal estaba ligada la nünera-
, lización posterior. Después de la impregnación con cobre siguió una épo.ca de·
erosión intensa, . durante la cual las capas de la formaci,ó,n de V et.as, .especia~-
mente al sur de Corocoro, fueron destruidas fuertemente. En aquella época
posiblemente se formó un gran valle transversal que se extendió desde el cerro·
Corocoro hacia el oeste. ,
.. En segtúda comenzó una segunda fase de dislocaciones caracterizada tam-
bién por una fuerte presión lateral. En el norte se encontraron los estr atos de
Raníos frente a los de Vetas, poco destruídos que d:ueron empujados por sobre·

FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 91

N.,4
1

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,,_.,,. Borde d11/ .sobrr scvrrún,énfo
e ,co,,m
=========

mig. 25.-Croquis geológico de Corocoro.

los anteriores por efecto de w ia falla inversa de posición parada sin que se hu-
biera formado una brecha de fricción importante. Pero en el sur, donde había
,d esaparecido la resistencia del bloque de las V etas ·debido a su denudación
anterior, y donde las arcillas yesíferas plásticas se hallaban a un nivel favo-
i'able, los estratos de Ramos pudieron ser empujados en una gr an extensión
92 DR. JUAN BRÜGGEN.

hacia el oeste y se produjo el arrastre de las .capas de· la Formación de Vetas.


Estas consideraciones encuentran su apoyo en numerosas observaciones:.
Así por ejemplo, en la cercanía de la falla, los minerales de cobre y sus acom-
pañantes aparecen siempre fuertemente comprimidos y atravesados por espe-
jos que indfoan la existencia de fu ertes presiones posteriores a la mineraliza-
ción. Esto no impide que posteriormente se hayan depositado minerales secun-
darios en dichos espejos de fallas. La presencia de minerales oxidados en los
niveles superiores de la Mina Guallatire indica que la mineralización es más.
antigua que el sobreescurimiento. Estos minerales se encuentran ·e ntre 200 y
250 m. bajo la superficie y separados de ella por la potente zona de brecha de
fri cción, compuesta de arcilla yesífera, que impide la entrada de toda agua.
superficial, de manera que la oxidación debe haberse producido anteriormen-
te al sobre-escurrimiento.
B er1·y y Singewald encontraron en los .conglomerados algunos rodados de·
granodiorita que según ellos provendría del cerro Comanche situado algo más
al norte, el que en tal caso, sería más antiguo que las areniscas rojas. Por eJ!
contrario, DoitgJas ha demostrado que los sedimentos rojos no solamente han
sido enderezados por la granodiorita de este cerro, sino que esta roca ha pene-
trado también a las capas rojas en forma de numerosos filones. La metamor--
fosis ocasionada por ella no es muy intensa y se reduce a un endurecimiento·
y descoloración de las capas en el contacto. También Steirnann ha considerado
la granodiorita como más nueva y en mi viaje de regreso de ·Corocoro, en lo-
que me permitía el tiempo, pude acercarme a unos doscientos metros al contac-
to y tuve la impresión de que se trataba de una intrusión más moderna. De
otro modo sorprendería que las arcillas rojas sin alterarse petrográficamentc,
alcanzan hasta la vecindad inmediata del granito.
La única roca eruptiva que he visto en Corocoro es un filón riolítico de·
más o menos 50 cm. de potencia, que aflora a unos ~00 m. al norte de la igle·
sia del lugar. El filón ,consiste tot_almente en fragmentos de riolita, que han
sido inyectados en forma semiendurecida, lo mismo que se ha observado en las,
minas de cobre de El Teniente en Chile. Es posible que exista a profundidad
una intrusión de riolita que haya causado la napa de sobreescurrimiento de
tan reducida extensión. Puede haber producido la napa durante su intrusión
o solamente por existir como masa rígida situada en el subsuelo. En este últi-
mo caso se podría relacionar la mineralización eon la intrusión de 11! riolita y
Corocoro sería un yacimiento semejante a los yacimientos eupríferos chilenos.
del tipo El Teniente, Las Condes, Potrerillos, pero sin acompañamiento de·
turmalina.
Entraremos ahora al punto muy discutido referente a la edad de las are--
niscas rojas, limitándQnos en primer lugar a las capas de -Corocoro. Steimann·
coloca, tanto los estratos de Vetas eomo los de Ramos, en sus "Ar eniscas Puca",.
que por los fósiles encontrados en el oriente de Bolivia, los considera como per-
tenecientes al .Cretáceo Inferior. La investigación de los restos de plantas que-
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 93

aparecen en Corocoro en la Formación de Vetas llevó a Berry y Singerwald a:


a conclusión muy dif~rente. Ellos consideran las capas de V etas como plio-
' nicas y las' de Ramos como pliocénicas o plistocénicas. Estos investigadores
no han entendido las relaciones geológicas, porque no reconocieron que los es--
tratos de Ramos del cerro Guaca Laura (perfil A-B) continúan hacia el sur·
f ormando allí el cerro de Corocoro. Consideran las capas de este último cerro·
eomo una formación más moderna llamada por ellos "Serie Desaguadero" que·
se cliferenciaría de la de Ramos por la falta del yeso y que se encontraría en.
posición discordante tanto sobre la formación de Ramos como sobre la de Vetas..
Creo que el plano geológico de la Fig. 25 no deja dudas sobre la identidad de·
tas capas de Ramos y Desaguadero.
La edad geológica tan moderna obtenida por la determinación de las plan-·
tas ,fósiles sorprende en vista de las fuertes dislocaciones que han sufrido las-.
capas; más extraño sería aún, si la separación del grupo Desaguadero hubiera.
sido correcta, pues entonces_desde el Plioceno se habrían formado dos series.
de capas cada una de varios miles de metros de potencia, las que más tarde ·
habrían sufrido dislocaciones intensas. Después se habría producido el empa-
rejamiento p or denudación y sobre la superficie denudada se habrían deposi- -
tado las capas de Desaguadero con muchos cientos de metros de espesor, las-.
que a su vez habrían sido dislocadas nuevamente y destruídas en gran parte-·
por la erosión, y todos estos a,contecimientos se habrían producido en el corto ·
espacio del Plioceno y -Cuaternario.
La flora de las capas de Vetas tiene mucha semejanza con la de las tobas.
del cerro Potosí y muchas especies les son comunes. Basá~dose en el hecho que-
la flora de Potosí coincide con la actual flora tropical de la región vecina,.
B et-ry atribuye edad pliocénica a las capas con plantas de ambos puntos. Con.
razón Steinmann (2) ha criticado esta determinación, pues las experiencias he-
chas sobre la edad de floras ·de zonas templadas no deben extenderse sin mo- -
dificación a f loras tropicales. En consecuencia, Steinrnann cree que la flora de
Potosí puede tener también edad olígocénica o miocénica. La fuerte denuda- -
ción que han sufrido no sólo las tobas portadoras de plantas, sino también el
macizo riolítico intrusivo del cerro Potosí, sugiere una edad más antigua que-
el plioceno.
B er1·y basa su determinación de la edad en la comparación con la flora
tropical actual de la región vecina. E·n gelhardt, en su trabajo sobre la flora de·
las capas del Terciario carbonífero chileno (piso de Concepción ), llamó tam-
bién la atenión al hecho que las numerosas plantas fósiles concuerdan exac-
tamente con los ejemplares que viven actualmente en la zona tropical de Sud-
américa, a tal punto que a menudo estuvo tenta:do de dar a las bojas fósiles los;
mismos nombres que a los representa~tes actuales. No cabe la menor duda so--
bre la edad terciaria inferior de los carbones chilenos, por,que los f.ó.siles ma-
rinos intercalados la fijan exactamente.
94 DR. JUAN BRÜGGEN.

Si en aquel tiempo existió en Bolivia la misma flora tropical que en Ar au-


.co, no podemos considerar la flora boliviana como pliocénica o p list océnica
sólo debido a su cercana r elación con la f lora que vi.e actualmente en la mis-
ma r egión. E l método de d eterminar la edad de sedimen tos marinos modernos
por medio del porcentaje d e especies comunes entre los fósiles y las conch as
m arinas que viven todavía en la misma r egión, puede aplicarse solamente, en
caso de h aber un ,cambio importante del clima, ·como lo hubo en Europa entre
.el Ter,ciario medio y la actualidad. P ero no r esu lta este método, si el clima no
h a yariado desde el Terciario :i.n.ferior.
Me parece más correcto considerar la flora de Potosí, lo mismo que la de
·Corocoro, como ,c ontemporánea con el piso ele Concep ción, es decir, co~o p er-
teneciente ai Eoceno. E l p rimer p legamiento de las capas ele Corocoro podría
,cor r esponder a la fa.se olig·océnica y el sobreescurrimiento a la fase miocénica
de la formación de los Andes qu e, según Groebel', ha produ cido los llamados
!bloques de charnela qu e son dislocaciones de forma semejante.
L as impregnaciones ele -cobre y la intrusión de la granodiorita del cerro
,Coman che serían más modernas qu e las intrusiones principales de los Andes,
y con temporáneas con las in t rusiones dacíticas del 'Ter cia rio I nferior, qu e son
también imp or tan tes portadores ele minerales. La dacita del cer ro Potosí, que
'h a metamorfoseado las tobfl s eoc,éni-cas con p lantas, pertenece según A hlfeild al
'Terciario inferior . •Lo mismo que la s otras dacitas estañíieras es más antigua
·que las extensas capas ele riolita del n orte de Chile y las de la vecindad oc-
cidental de Corocoro, qu e yacen en forma discordante sobre las cap as de Co-
iroooro.
Queda por discutir un ú ltimo pun to de apoyo relativo a la edad muy mo-
<lerna de las capas de Corocoro : se t r ata del hallazgo ele una Macra1ichen1'.a bo,
<li viana, descr ita p or Iln xley, en contrada en la formación ele Ramos, en la
mina Santa sa. Basándose en este fósil, B erry y Singeu:ald t r ataron de pa-
r alelizar la ormación ele Ramos con los yacimientos de mamífer os ele Ulloma
<en e rio esagu aclero, apar entement e sin ,con ocer est e punto.
ompeckj describe los sedimen tos, llamados por él '' Capas de la Puna ' ',
,c omo '' capas totalmente horizontales compuestas d e ar enas rojizas a ama rillo
iroj izas alternadas con arcillas, a menudo muy ar en osas semejantes al loes " .
] v a;· S ef'/J e- (p. 215 ) dice qu e la base d e las capas de ·1a Pun a, las areniscas
Puca , han sido plegadas .despu és d e su for mación y en seguida denu dadas, for-
mándo.se a consecu encia de ésto una su perficie de abrasión horizon tal que for .
ma ahor a el plano sobre el cu al descansan las cap as de la P una.
E sto lo pude constatar en 1915 en mi corta visita a Ulloma, donde en con-
tré las capas horizontales ele la Puna en discor dancia sobr e las capas de Co-
r ocor o.
Las capas de la Puna forman nna extensa altiplanicie cortada por nume-
r osas quebradas en la cercanía d el r ío Desagu adero, ia qu e est á inter calada·
e n una altiplanicie más antigu a, en parte dislocada, que apar ece más al oest e.
FUNDAMENTOS , DE GEOLOGIA.

E ta última es la altiplanicie cubierta por las riolitas del T erciario Medio. En


el .alle del Mauri aparecen igualmente las capas de la ,formación riolítica en
discordancia sobre las areniscas rojas. Existe, según esto un largo lápso de tiem-
po entr e }as capas plegadas de Ramos y las horizontales de la Puna. Doiiglas
1 pgs. 24-25 ) encontró en las areniscas <lorrespondientes a la formación riolí-

tica un resto de Nesodon, que según investigaciones de C. W. Andrews, es· idén-


tico con una especie miocénica de Santa Cruz, en Patagonia.
El esqueleto de Macrauchenia impregnado con minerales de cobre ha sido·
un gran problema para los geólogos conocedores de Corocoro. Forbes, que con-
.sideraba esas areniscas como pérmicas, suponía que el f.ósil hubiera caído en
una grieta. Pero .don L orenzo Siindt (2) que dirigía durante muchos años las
minas de Coroco.ro, dice que a él le aseguraba el descubridor del fósil que éste·
se encontraba entre 25 a 30 m. debajo de la superficie y que no existía ·ninguna
demostración de una grieta en la que hubiera podido caer el fósil.
Sobre este hallazgo escribe I v®· S efve en la pág. 225: " Los huesos no sun
numerosos y están relativamente incompletos". Igualmente Hiixley, el inves-
tigador del hallazgo, dice lo siguiente: '' The characters of the cervical yerte-
bra and the astragalus, wich are fortunately the best preserverd of all the-
fossils, at once demostrated the remains to belong to the ger¡,us Macraiwhenia".
Muy importante es la indicación de Sefve, que probablemente no se trata de
una Macrauchenia sino que de una Proterotherida. Esta familia tiene sus re-
presentantes principales en P-atagonia, especialmente en el piso con Pyrotheriiim-
atribuída al Eoceno, 'Pero algunas especies siguen hasta el Plioceno.
· En todo caso, los restos fósiles descritos por Hiixley, están tan mal conser-
vados ,que en ningún caso pueden servir para determinar edades, sobre todo
cuando ajo el punto de vista geológ·ico se obtiene una edad imposible.
· o mismo se puede decir respecto a la huella de un animal descrita por
f erry y Singewald, que primeramente fué determinada como perteneciente a
\un ejemplar semejaIJ.te al Chiroteriwrn triásico; más tarde se consideró come>
Ü(;l un edentado u otro animal semejante del plioceno superior, probablemente
de edad plistocénica.
El problema de las areniscas rojas se vuelve aún más complicado, si con-
sideramos los_ sedimentos semejantes de la .Cordillera, ,Real y del pie oriental
de los And.es. Hasta hoy todos los investigadores que conocen ambas formacio-
nes, consjderan las c1;1,pas de ·Corocoro como idénticas con las de la formación
petrolífera de Bt•ackebiisch. En favor de es~a hipótesis habla también el he~ho-
de que ijl. oeste de Corocoro, en el valle del río Mauri, hay indicios de petróleo
en las ,capas de Corocoro lo mismo que en el lago Titicaca, en territorio pe-
ruano, y también en Chile en las vecindades de San Pedro de Atacama, donde-
también aparece cobre nativC'. Además, el Dr. Ihlsch ha encontrado en las ve-
.(liµda,q.~ ,p.e Cochabamba restos de 'Plantas en unas pizarras arenosas, inte.rca-
Ladas -e::1 la parte inferior de la serie inferior de areniscas, qu~ tiene 500 m. de es-
pesor. Sobre ésta siguen 10-30 m., en otros puntos hasta 150 m., de capas calizasr
96 DR. JUAN BRÜGGEN.

...
·dolomitas y arcillas, en las cuales Steimann encontró fósiles cerca de Potosí
y otros lugares cuya edad según Fritzche (1) corresponde al Cretáceo infe-
irior o superior. Sobre éstos estratos siguen las areniscas superiores de grano fi-
no, con capas de yeso en los bancos de margas rojas. Toda la serie yace con
concordancia aparente encima del Paleozoico. Fritzsche · considera que· la pre-
sencia de un pariente cercano de Pseudodiadema rotulare Désor indica una edad
,cr etácea inferior, p ero cree también debido a la frecuencia de otros géneros,
que las capas pueden tener edad senoniana. La mayor parte de la pequeña fau-
·na que r eúne .formas marinas, de agua salobre y dulce, es poco característica.
.Muchas variedades como Pleurotoma C.omonensis, 0(3rithium miraflorensis, C.
(Bittium) pucaense, etc., tienen sus parientes más cercanos en las capas ter-
1ciarias de Europa. Por esta razón Steimann aceptó más tarde la edad tereiaria
de .la f lora determinada .p or Berry para Corocoro y Potosí; pero, con razón abo-
~gó en favor de una edad del Terciario Inferior.
Al fin del párrafo siguiente daremos cuadros estratigráficos de las arenis-
·cas rojas de Bolivia y Argentina según los últimos estudios ejecutados en las
;investigaciones petrolíferas de ambos países.

2) Las areniscas rojas de la Puna de San Pedro de Atacama.

a) Las areniscas mesozoicas.

También en territorio chileno son frecu entes potentes capas de areniscas


•rojas en medio de la formación por.firítica. Se trata de areniscas muy pareci-
•das a las de Corocoro con grietas de secamiento, impresiones de gotas de llu-
via y estratificación cruzada. En el cajón del Volcán, al sureste de Santiago,
·hay varios cientos de metros de tales rocas encima de las calizas fosilíferas del
C r e t á c e ~ ~ .Copiapó, aparecen rocas parecidas en varios niveles del
..Jurásic/

./ La forrnación · roja de Caleta Coloso.

Caleta Coloso es un antiguo puerto abandonado que se halla a unos 20


'"Km. al sur de Antofagasta. La formación roja abarca toda la extens[ón de la
·quebrada del W ay que desemboca a poca distancia al norte oe Caleta Coloso.
·Se trata de una formación de más de mil metros de espesor en la cual pre-
valecen en primera línea brechas de color rojo oscuro y. de ma\.erial muy grue-
.so ; hay bloques que tienen hasta 40 cm. de diámetro. Intercaladas entre ellas
aparecen las areniscas y ar cillas coloradas con espesores que varían entre 20
-y 100 m. de espesor. Varias de estas capas están cementada"' por sal o por
yeso. Las capas están fuertemente plegadas y su manteo varía entre 30 y 45°.
El límite inferior se encuentra un poco al sur del edificio del autoclub
<le Antofagasta, cerca de la Estación de Radio. Los cerros detras de la estación
,consisten en porfiritas rojizas con intercalaciones de pizarras. Hacia el sur si-
FUNDAMEJNTOS DE GEOLOGIA. 97

gue una falda de unos 200 m. ele largo cubierta por rodados superficiales y
después vienen afloramientos de gruesos conglomerados y b.a:echas. Tienen
rumbo N-:S y fuerte manteo hacia el oeste. Las mismas brechas pueden seguirse
por la costa, donde las olas han cortado una ancha plataforma de abrasióp.
en ellas, y se extienden hasta Caleta Coloso, donde la granodiorita del Coloso
ha hecho instrusión en los conglomer ad. El cont acto puede seguirse por una
de las pequeñas quebradas que desembocan en el antiguo puer to. Hasta el con-
tacto mismo, las brechas buzan con unos 30º hacia la roca iñtrusiva.

..... : ~ o

Perfi l A - 8 por Id Quvhrada Mili PdSO

Flg. 26.- Croquls y perfil de la formación roja de Caleta Coloso.


pz =pizarras caicáreas. P ' y P" = por firitas.
py =pizarras yeslferas. r = rodados del bolsón.
ca= calizas. d, k, 1= capas del perfil estratigráfico.
98 DR. JUAN BRÜGGEN.

El perfil estratigráfico de las capas es:

ARRIBA :
1) 80 - 100 m. capas calcareas de buena calidad, con corales y bancos de ostras; en,
parte en gruesos bancos compactos, en parte en capitas delgadas onduladas (We8len-
kalk) .
k) 100 - 150 m. calizas arenosas, muy i¡,n estratdficadas por intercalaciones de capitas.
pizarrosas. Muy ricas en fósiles.
Unos 10 m. encima del limite inferior hay una capa de 15 cm. de rodados porfirl-
Ucos oscuros, poco redondeados.
j) 10 m. calizas muy arenosas.
i) 10 m. banco de arenisca gris rojiza con mucho CaC0 3 • En la base una capa de roda-
dos de 1 - 3 cm.
h) 80 m. areniscas pizarrosas de color gris rojizo pardo con algunas lntercallaciones de-
½ - 1 m. de areniscas duras calcáreas.
g) 10 m. pizarras arcilllosas de color rojo aladrillado, pohres "'n carbonato.
f) 100 m. como la capa h. Aparece un poco de yeso en gulas delgadas; ade·más; delgadas:
eflorescencias de sal.
e) 30 m. conggomerados gruesos de color ,r ojo parduzco. Rodados tienen 15 - 20 cm., pero
en término medio sólo 1 - 3 cm. Hay un banco de 1,20 m. formaoo casi exdlusivamente-
de fragmentos poco redondeados de 10 - 20 cm., algunos de hasta 6"0 C!Jl.
d) 10 m. como la capa h.
e-) 10 m. areniscas calcáreas grlses en capas de 10 - 60 cm., separadas por -fajitas de
color rojo - amarillento. .
b) 30 m. capa pz de la Flg. 26. Pizarras calcáreas con capdtas delgadas de sl!Jlce, cons-
tituyenqo bancos de 10 - 30 cm., separados- por arcillas y areniscas de color rojo os~
curo.
a) 30 m. rodados y brechas de porfirJtas poco cementadas, alternando con areniscas rojas.
P' = gran ma.sa de porfJrltas muy duras de color oscuro.

La formación roja se compone de gruesos conglome,rados y areniscas, en


gran parte calcáreas. ietas de secamiento, impregnación con yeso y sal indi-
can origen terrestre en un clima desértico. Terminan arriba con una potente-
serie de capas ca zas que constituyen el largo .cordón alto de las ,Caleras del
Way y otro a~oramiento más reducido en l~s Caleras de la Viuda. Por falta
de un plano Jopogiáfico detallado, no pude descifrar la t ectónica en sus
detalles, pero se trata más bien de bloques dislocados por fallas que de un
verdadero plegamiento,· ya que aún el aparente anticlinal al sur de las Ca-
leras de la Viuda. que aparece. en el perfil de la figura 26, e~tará atravesado,
por una falla.
Lo que sorpr ende más, es el rumbo trasversal del cordón de las Caleras:
del W ay, con las cuales los afloramientos de las ar ep,iscas rojas forman ~m
ángulo agudo, como .queda indicado por la línea pz del ·e,Toquis. En la -parte-
austral del perfil se ve que la falla, que debe separar a ambas region es, pam
a cier ta distancia del ipie de los cerros calcareos, de modo que ·n o cab-3 duda•
acerca de la sobr eposición de las calizas fosiliferas encima de las areniscas.
rojas.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 99

El fósil más frecuente es, fuera de numerosos· corales, la E xogyra Conloni


·que constituye vertdaderos bancos de ostras. Resulta pues, una edad de creta-
ceo inferior para las calizas y la misma edad o ·aún un poco anterior para las
areniscas rojas.
El límite ·inferior, entre la capa a y las porfiritas oscuras parece ser una
falla.
De mayor interés son las pizarras calcáreas de la capa b, cuyas capitas
delgadas de sílice hacen recordar las -concresiones de sílice que describiremos
más abajo de la región de Siglia - Lari y también de las pizarras betuminosas
del Pular. P ero, se trata de capitas de forma de placas regulares de 1 - 2 cm.
de grueso y no de forma redonda como en el Polar. Los planos de estratifica-
ción presentan bonitos dibujos de dendritas.
, Al este de la quebrada lVIal Paso, aparece debajo de las pizarras calcáreas
11na potente formación de pizarras rojizas ricas en yeso (p. y. del perfil de la
Fig. 26), que miden más de 100 m. Encierran también mantos puros de yeso
o de yeso mezclado con caliza y pizarra. A ellos ha penetrado una intrus.ión
•oscura P" del perfil superior de la Fig. 26, por la cual las capas de yeso han
-sido solevantadas.
En este mismo perfil, las capas inmediatamente yacentes a las Caleras del
Way son idénticas a las del perfil inferior y se puede observar una perfecta
concordancia en la base de las calizas. Debido al rumbo oblicuo de las pizarras
calcáreas pz, estas ya no existen en el perfil superior, sino las areniscas y pi-
zarras ri<las en yeso siguen inmediatamente al lado de las capas yacentes de
1as calizas.
También hacia el noroeste, las pizarras calcáreas desaparecen antes de
alcanzar la quebrada por la cual conduce el camino a Taltal. Su continuación
queda indi<lada por una zonal de rocas rosadas.
En vista de lo parecido de la formación que acabamos de describir con
1as formaciones de 1S iglia en ia Puna de San Pedro, donde hay las mismas
-calizas con concresiones silíceas, parece seguro que ambas formaciones sean
·contempor:ineas.

Las formaciones rojas en la Puna de Atacama.

El mejor desarrollo lo presentan las areniscas rojas en Chile en la región


-ae San P edro de Atacama donde, lo mismo que en Corocoro, se observan man-
tos de areniscas impregnadas ·p or cobre nativo que se explotaron antes de las
·minas de San Bartolo.
El elemento morfológico más importante de la región es el gran valle
'longitudinal de 1San Pedro de Atacama, cuyo límite occidental está formado
·por una gran falla que corre al pie de la llamada Cordillera Domeyko ; esta
'Principia en los ·c erros de Purilactis en el norte y se extiende hacia el sur has-
ta el interior de Taltal.
100 DR. JUAN BRÜGGEN.

La formación . porfirítica constituye las rocas más antiguas que se obser-


van en primera línea en la cordillera Domeyko y además, en la Sierra de Al-
meida, en su continuación noreste, los cerros de Pingo Pingo y en algunas se-
rranías bajas que, como pequeñas islas se levantan encima del plano inclinado
de fa Puna, como p. ej. al sureste de Toconao, al este de Peine, etc.
La formación porfirítica tiene la composición acostumbrada de rocas por-
firíticas con intercalaciones de calizas ricas en fósiles, como p. ej. en las mi-
nas de ·Car;:tcoles. Las capas sufrieron un fuerte plegamiento en el Cretáceo
medio y al mismo tiempo penetraron las granodioritas a las capas plegadas.
Las granodioritas componen el cerro de Quimal, el de Imilac y una extensa
faja situada al pie oriental de la sierra de Almeida, lo mismo que los cerros
de_Pingo Pingo. Las intrusiones se extienden hasta muy al este, porque se han
observado también en Siglia cerca de }a frontera con Argentina.

El perfil de Purilactis a San Pedro.

El perfil U de la figura 28 de la formaci5n porfirítica se ob-


serva en el camino de ,Calama a San Pedro, en los cerros de Purilactis. Estos
cerros terminan en el oeste con un borde }argo rectilíneo y abrupto ,qqe co-
rresponde a una falla. En los cortes con que vence el camino la subida· por
esta falda, se observan areniscas brechosas y brechas porfi.ríticas duras con
un espesor de algunos 100 metros. Despu és sigue el camino a .San Pedro por
una alti,planicie en que afloran algunos centenares de metros de areniscas de
grano más fino, enteramente concordantes con las brechas anteriores. Llama-
mos estas ·c apas la formación porfirítica de Puri1ac.t.is, que seg·ún el Dr. F elsck
p ertenece al Cretáceo inferior.
Encima de ella vienen los "conglomerados de Purilactis ", que tienen más
de mil metros de espesor. Consisten en conglomerados no muy firmes con
rodados que alcanzan hasta 20 cm. de diámetro. Los rodados se componen pre-
ferentemente de material · porfirítico, además hay escasos r odados de granito
de aspecto distinto de las granodioritas modernas. Los conglomerados alter-
n an con areniscas coloradas. En general se trata de una potente serie de rocas
elásticas que se distinguen de la formación porfirítica de Purilactis por una
firmeza menor de su concresión, si hacemos abstracción de algunos bancos.
Pero siempre son más duras que las ·c apas de la "formación de San P edro"
que sigue encima de los conglomerados de Purilactis.
Con rumbo NNE, las capas descritas continúan hasta la región del cerro
Chuschul de 4.000 m. de altura. Como se ve en el perfil I de la figura 28, al
oeste del caserío Licán aparecen debajo de las areniscas porfiríticas de grano
fino, una serie de arcillas rojas ricas en yeso fuertemente plegadas, que desde
lejos llaman la atención por sus colores vivos, que en parte son violáceos y en
general abigarrados. ,Contienen filones y manchas irregulares de una roca erup-
tiva verde, que easi siempre se presenta enteramente destrozada, por ser me-
Cróquis morfológico
de la
PUNA YDEL SALAR DE ATACAMA

23ºLS

()

LEYEN DA
-
Falla o Fl~YtJra
Pie del Plano inclinado de la Ama
y d e la Pampa del Lari
Rucas fundam enta /es
Acarreo moderno
Anticlinal en los Cºs de la Sal
--,
' -- Camino de la Exped,dón
t Conglomerados d e Tambor~

10 k:. " "10


ése a l a
20 30 40 so 60km . . ...______________________
t. l. t.
L
Form. Salin4 de Puri'4ctif,
L. _
1 1 1 1 1 1 1
' ' Fig. !:7.
Cº Chu.s,k11/ Rlo
G,:•ndc ,,
11 .

' r1.p. r1rtnise1s porfir/ticas


F. .s."' P. a.m. arc,1/,u multicolores
v. eruptivo verde
¡ ~ i j l J, K,,. a.r. t1rc11!. roj•
$. .rci/J. con s~I
11: lip•ril• (riolilti)
P~rlil I t.l. tob.a li¡,,•rítlc• (riol/fict1)
,.$.P. formt1c,ón s.alirw '%j
d• P11ril•ctiJ
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e'cj
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c 0• Puri!ddi.s ..
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Llano de eos d~ lt1 r>
/i la Paciencia St1!
~ :·;,:t", . .'· . ,~
... ...
... ... ... -
_____ ....... -~~~-'
-:.?¿.;;,-;: ...... ... ,
... a.P .renisc• .s Puríl,uti's
c.P. conglomer,1dos Purilacfi.s
k. c.. T. con9/omer11dos Tambores

Paf,/ Jl
·o 2 $ 4 s rorm.
S.Pedro
f ¿¡.,:
a .V
li
areniscas rojas
arcilla, yes/fflras
liporita (riolita)
Is
102 DR. JUAN BRÜGGEN.

nos plástica que las arcillas abigarradas. La sobreposición de las areniscas por-
firíticas es aparentemente regular y concordartte; p ero en realidad existe siem-
pre una gruesa brecha de fricción entre las dos clases de capas.'
También en dirección hacia el suroeste encontramos en la Salina Purilac-
tis al E. del Cº Quimal (Fig. 27 ) , ar cillas abigarradas fuertemente dislocadas.
S e componen de unos 5-600 m. de pizarras abigarradas, en parte ,calcáreas y
con dos mantos de sal. Esta formación continúa por unos 10 'Km. hacia el sur-
oeste y desaparece al fin dentro de una gran espesor de areniscas r ojas de la
Formación Porfirítica que sólo en algunas pizarras inter caladas presentan ,eflo-
rescencias salinas. Se trata de una inte,rcalación lenticmlar ·dentro de las por-
firitas mesozoicas. ·La·s areniscas r ojas normales continúan bastante hacia el
sur y, en la quebrada Pajonales, encierran las pizarras betuminosas _del Pular.

- ---- .....
E

Fig. 29.-Perf:II de las pizarras betuminosas en la quebrada Traspaso.

El perfil de la figura es el siguiente:


1) 100 m. areniscas rojas del pendiente.
2) 100 m. tol1a blanca a rojiza clara con fragmentos esquinados.
3) 60 - 80 m. areniscas gris-rojizas .
4) 30 m. pizarras oscuras, pobres en betúmen. Contiene un banco lleno de Estberla.
5) 60 - 70 m. areniscas cllaras con rodados de carbÓn.
~) 4 m. toba blanca que encierra fragmentos de arcilla jaspeada.
7) 8 m. pizarras betuminosas relativamente ricas.
8) 60 m. toba clara de estructura brechosa; contiene fragmentos de pizarra betuminosa ,
que alcanzan hasta 2 m.
9) 60 m. horizonte principal de pizarras betuminosas: Encierra 5 a 7' capitas calcáreas,
en parte de~ - 3 cm. La más alta, de 30 cm. contdene un gran número de concresiones
si11ceas oscuras, en parte de estructura concéntrica.
10) 101 m. areniscas grises, brec~osas de material porfirltlco; el tamaño del grano au-
menta hacia abajo.
11) 40 m. conglomerados g,ruesos, oscuros, rodados hasta 60 cm., en parte poco redon-
deados.
12) 50 m. cuarcitas duras de grano fino.
sólo en forma suelta encontré calizas de "chinchullnes". En el fondo de la quebrada hay
pizarra compacta chocolate, que es frecuente en Slglia.
13) 5 - 600 m. brechas y conglomerados muy duros de Oa Formación Porfirltica.
14) 200 m. areniscas y conglomerados iguales a las capas 10 y 11 de la base de la serie
betuminosa.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 103

15) Pizarra compacta de color chocolate.


16) 5 - 600 m. rocas compactas de la Formación Porfirítica como la capa 13.
17) Pórfidos brechosos de c<rlor verdoso claro.

Como se ve en la figura 29, se trata de varias escamas tectónicas, cuy o


núcleo está formado por rocas porfiríticas duras; solamente la escama oc-
cidental contiene todo el perfil de la serie betuminosa. Una fuerte tecto-
nización puede observarse también en los numerosos lentes chicos de porfi-
rita que flotan dentro d'e las rocas clar as de la serie betuminosa.
La serie betuminosa se halla dentro de sus capas yacentes y pendien-
tes como una inclusión extraña, no habiendo una verdadera transición.
Se distingue de las capas yacentes por la concresión mucho menos fuerte
de sus rocas. También la presencia de un grueso conglomerado basal indi-
ca m1a interrupción de la sedimentación. Hacia arriba, el cambio es aím
más brusco, aunque velado por la intercalación de la gruesa capa de toba
volcánica de la capa 2 .,
En el rumbo la serie betuminosa no tiene gran extensión; hacia el N.
termina en el macizo granítico del Alto del Inca. Hacia el sur t ermina en
forma de cuña, sobreponiéndose las areniscas rojas del pendiente directa-
mente encima de las porfiritas yacentes.
La serie betuminosa parece haberse depositado 8J1 tma depresión pasa-
j era entre los cerros porfiríticos. Después del relleno de l a depresión, se
sedimentaron los potentes mantos de areniscis rojas que pueden seguirse
por decenas de kilómetros hacia el J y S. (

La formación petrolífera de Siglia ·


Siglia es tma pequeña aguada en la frontera de Argentina, cuya si.tua-
ción puede verse en la figura 27. Se halla a casi 150 kilómetros de las pi-
zarras betuminosas del Pular y de la Salina Purilactis. Dentro de ana ven-
tana en las· extensas lavas r iolíticas ap.arecen los sedimentos fuertemente
dislocados de la " ·formación de Siglia". Un ejemplo de la estratigrafía y
tectónica se tiene en la figura 30.

Flg. 30.- Perfil por fas capas de Siglla.

1) 5 ·m. pizarras color chocollate, parecidas a la capa 15 de la fig. 29.


2) 5 m. pizarras gris verdosas con capitas de areniscas calcáreas.
104 DR. JUAN BRÜGGEN.

3) 1.5 m. arcilla verdosa con yeso.


4) 40 m. alternación de las capas 2 y 3.
6) brecha de fricdón debajo de la escama suoerior.
6) 10-15 m. pizarra chocolate como No~ l.
7) repetición de !la cana No. 5 con mucho yeso.
8) brecha de fricción; parece provenir de la unión .de varias escamas.
x--x debajo de la brecha No. 8 hay varias escamas muy . dislocadas.
9) pizarra verdosa con mi<:roplegamiento.
10) 3 m. pizarra verdosa que termina en cuña.
11) 2-5 m. pizarra chocolate.
12) 30 m. pizarras verdosas del "Morro", con dos intercalaciones de pizarras moradas.
13) .150-200 m. brechas verdosas margosas con intercalaciones de pizarras chocolate y
morado.
14) arcilla escarlata ; principia el) el E. con dos capas delgadas y aumenta hacia ·e1 W. en
espesor.
15 40-50 m. arcillas multicolores.
16) 0-15 m. pizarra chocolate estirada tectónicamente.
17J 50-tiO m. brecnas vei closas r o1;mando clos sinclinales.

Bastante distinto es el perfil debajo de la c,apa escarlata que se observa


a me·dia falda del cerro en la línea del perfil A-B, cuyo perfil detallado es:

21) brecha verdosa .


22) 10 m. alternacion de brechas verdosas con arcillas de color anaranjado a amarillento.
23) 10-15 m. brechas verdosas.
24) 1 ·.m. arcilla escarlata .
25) 10 m. brecha verdosa .
26) 0.3 m. arcl4la !escarlata_; probableme'.nte repetida por el anticlinal estrecho entre
C. y D .. que habrá tomado Inclinación, en la linea del · perfil.
27) 4-15 m. brech'b. verdosa.
28) 2 m. la misma con capas anaranjadas.
29) 30 m. brecha verdosa.
30) 10 m. pizarra oolor chocolate.

Un poco más hacia el oeste, en D, el perfil presenta otro cambio impor-


tante, observándose debajo d'e la arcilla escarlata las capas siguientes
(desde arriba):
3 m ..brecha verdosa.
20 m. pizarras de color chocolate alternando con brechas y pizarras
verdosas.
10 m. y más: pizarra' de color chocolate (=c_apa 30 del perfil anterior).
Aún más al oeste, la cap.a escarlata sube por. el anticlinal ancho y debajo
de ella se hallan 60 a 80 metros de brechas verdosas.
Variaciones tan fuertes de un perfil de estratos y que se verifican en
una distancia tan reducida, tienen generalmente origen tectónico, tal como
lo vimos 'ya en la descripción de lá capa 16.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 105

En todo el distrito de Siglia, las brechas verdosas margosas son el


sedimento más importante. Los fragmentos de la brecha consisten casi ex-
clusivamente de areniscas calcáreas de color gris claro; son de grano muy
fino . Los fragmentos, que alcanzan hasta 10 , centímetros, tienen en· término
medio sólo 1-4 centímetros de diámetro. La masa fundam ental es una marga
de color gris, o ligeramente verdoso o rosado ·segfm ·el punto. A veces se
intercalan bancos arcillosos de color rojizo. Además- hay algunos bancos
de yeso cristalizad'o. Las capas moradas intercaladas tíenen también estruc-
tura brechosa ; sus fragmentos consisten en la pizarra· chocolate a morado
fuertemente ·triturada.
La composición uniforme de las brechas anteriores indica que no se
pueae tratar de una brecha aedimentaria común, sino de una brecha tec-
tónica. En favor de esto habla también · la observación que la brecha mora--
da aparece ,a menudo estirada tectónicamente en los términos .tTe sus pa-
quetes lenticulares . La brecha verdosa ,habrá consistido originalmente en
una alternación de capas delgadas de areniscas de grano fino con margas
o arcillas.
La arcilla escarlata . llama ·-la atención desde lejos, porque dá la impre-
sión como si se hubieran pintado los cerros r.on un gran láp.iz de color rojo.
Otra capa típica es una arenisca calcárea . de color roj·o. que se pre-
senta estratificada por fajas de coloi· chocolate obscuro de 2 a 6 centím e-
tros de largo y tl.e 2-4 mm. ·c1e grueso . Esta roc:a dura es muy parecida a
otra que observé en las ar·é niscas pendient"es de las 'pizarras betuminosas
del Pular y a otra arenisca
,
que .se halla en el terreno ele "Ramos" de Co- .
rocero.
También existen calizas con capitas delgadas de sílice obscura que ha-
cen r ecordar las concreciones silíceas de la capa No. 9 del perfil del Pular
(Figura 29): Además, últimamente un árriero o cateador descubrió también
pizarras bétu.mii:tosas en Siglia .
Los indicios ele petróleo consisten en filtraciones y escapes de gases.
Las mismas capas de Siglia aparecen también a unos 7 kilómetros a1.
norte de' Siglia, en el Agua de Lari", por · el cual ·pasa la huella · de 'l'oéonao
a Guaitiqu·na en Argentina . Al parecer se trata de anticlinales más regula-
res que e Siglia, pero no se conocen indicios de petróleo.
Tod las formaciones que acabamos de describir, desde El fular a Si-
glia y Lari constituyen una uniña·d estratigráfica que se relaciona con las
arenisc s rojas de la formacion porfirítica. de Púrilactis. Su representante
más bcc1'd."ental, lo tienen en la figura 26, al S. ele Antofagasta en la que-
brada del W ay, donde afloran extensos mantos calizos fosilíferos del cretá-
ceo inferior, debajo de los cuales hay una potente serie de areniscas y con-
glomerad'os rojos. En estas areniscas hay también manto~ de sal y yeso y
106 DR. JUAN BRÜGGEN.

un horizonte de pizarras cal.c áreas que encierran numerosas capitas de !>Í·


lice obscura parecida a la de Siglia y ctel Pular.
Resulta que la edad de las capas betuminosas del Pular, Siglia y Pu-
rilactis debe considerarse como infracretácea.

6) La. formación de San Pedro (Terciario)

En los Cerros de la Sal, una pequeña cadena situada al oeste de San


Pedro, aparece una potente serie de areniscas y arcillas rojas con sal y ye-
so, que ha sufrido un plegamiento bastante intenso, pero mucho menos
fuerte que las formaciones ante.nores. Podemos estudiar esta formación
también en la falda oriental de los cerros de Purilactis, donde tienen la com-
posición indicada en el perfil II de la figura 28.
Los conglomerados mesozoicos de Purilactis, que hemos descrito al prin-
cipio, desaparecen hacia el Este debajo de unos 500 metros de conglome-
rados r elativamente blandos con base arcillosa. Esta f; rmación la llamé
"Conglomerados de Tambores" según la quebrada en la cual observé el
pei:fil II cºi tado. Se distinguen de las rocas más antiguas por un endureci-
miento mucho menor. Los rodados no son muy bien redondeados. Tienen en
término medio 1 a 15 cm . de diámetro, pero los hay también de 50 cm. La
masa fundamental es arenosa y arcillosa y de color gris rosad'o. En gran
extensión presentan un manteo suave hacia el Este que hacia valle abajo
cambia a manteo opuesto que aumenta en la misma dirección.
Los conglomerados se extienden por unos 40 kilómetros en dirección
N-S en la falda inferior de los cerros Purilactis constituyendo un grandioso
"paisaje malo" ..
Debido al manteo hacia ,!l oeste, que tiene la formación en el ala orien-
tal, aparecen siempre capas más inferiores én el curso de la quebrada Tam-
bores. En ·l a par.te inferior disminuye no sólo el número de los rodados, sino
se inter calan tambi-én varias capas de areniscas y arcillas rojas parecidas a
las de los Cerros de la Sal. En realidad, hay una transición lenta hacia las ar-
cillas rojas características de 1a Formación San Pedro, de modo que los con-
glomerados de Tambores constituyen en cierto modo la facie marginal de las
,.____ arcillas rojas de San Pedro.
~ quebrada de los 'l'.ambores, estas últimas se dividen en dos gru-
pos: uno superior que carece de yeso y otro inferior rico en yeso.
El grupo superior principia con unos 300 metros de areniscas rojas
calcáreas con aislados rod'ados de 112 a 1 cm. ; alternan con capas delgadas
de arcilla roja. Hacia abajo siguen 100 metros de arcillas rojas con geodas
calcáreas de 4 a 10 cm. de diámetro. Hay intercalaciones de delgadas capas
de areniscas.
CROQUIS· GEOLOGICO
DE LA
REGION DE ·sAN PEDRO
Cº Chuschul
6

erl ienles
Purilarna .·,
. '

Ba lolo

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ESCAL.A
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.... .

~1,"/\1t,/
.,

\1, \.,,,/, ,,
Formación salina de uri laclis

Cúpulas de sal

Arcillas roj as yesífe as


§w
~
z
~

zl
o
ü
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l:
I
~

.A-.A•.
B.- e•
e - e•
5alina Tornic

Traudos de los
o et , perfiles del plano II
10 lvlL
...
. . .....
.. .. Conilomerados
o
u. D - o• .....
1

------
----- Arcillas r icas en sal y eso E - E1
~
Precipicio formado po
la liparita o por capas del Loa
formación liparH.ica
y Rumbo y manleo de la o r ioli tica
liparilas o capas del f or.mación . San Pedro
ºª
}' , Rumbo 'y manteo de la
for'JJ!C'9." s~ .-~ ro f?·."[::\:.t)f '· Terreno de atarreo

---- fje del anticlinal

'----------~---....;---------------------t----------------------_.,,
F lg. 31.
Cuatro perfiles
por la
FORMACION SAN PEDRO

w l:
Ll.tno de la
R,cirtncia

Perfil A-A 1

L/11nodfl. la
P11ciencia

Perfil B - B'

G M
}
..'. 1

1hr
/
I
....,.
~

,,
1
Perfil C-C
~Jli1
----- - - -
1
Perfil E-E

,
LEYENDA

r=:=:=1 capas n ea s // = l ipa r itas ( riollfas) ~


~ ~n sal y yeso
/

lo = capas del Loa / falla


~ arC11las rojtJs
/ inversa
~ areniscas c.p. = capas pem://entes
~ consal ·

CJ co119 /omérado.s
Esu1fa aproximad.
r tll!fZno reciente
y c uatrzrnario 2, km
o f

Flg. 32.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 107

Con límite pronunciado, pero con pos1c1on concordante, siguen las arci 0

llas rojas yesíferas de unos 150 a 200 metros de grueso. El yeso constituye
capitas delgadas y guías irregulares; además hay algunos bancos de yeso de
112 a 2 metros de espesor.
Hacia el Este, estas capas toman posición siempre más parada hasta
formar un anticlinal vertical, cuya forma puede reconocerse sólo desde
cierta distancia. Visto desde el foudo de la quebrada .parece tratarse de un
anticlinal oblicuo atravesado por una falla.
Como ya se ha dicho, los conglomerados de Tambores se extienden has-
ta .gr.a n distancia en -el ·norte, donrle cerca de Licán yacen con. discordancia
muy pronunciada encima de las areniscas porfiríticas. Encierran allá grue-
sas capas de yeso .

La formación San Pedro en los cerros de la sal

(Figuras 31_y 32)

Un pe~fil muy extenso de la Formación San P edro puede observarse


al oeste del pueblo del mismo nombre en una quebrada por la cual pasa un
camino carretero inconcluso. Este perfil se halla r epresen taclo en · la F°ig. 32.
P erfil C-C'. .
Vemos en este perfil el ancho anticlinal de. la Formación Riolítica de-
bajo de la cual aparecen en la ventana geológica las arcillas rojas. La cu-
bierta consiste en parte en riolitas, en parte en areniscas calcáreas y calizas
de la "Formación del Loa" (·l o) .
En el punto O, principia el perfil de la Formación San Pedro con una
discordancia pronunciada entre arcillas rojas sin ·yeso (x) y otras arcillas
rojas r¡cas en yeso (g). En el poco tiempo disponible no pude descifrar es-
ta situación. El hecho que las capas g presenten un agrietamiento paralelo
al límite con grietas llenas de yeso, hablaría en favor de un límite tectónico.
Pero _el límite mismo se presenta completamente cicatrizado sin grieta abier-
ta o plano de fricción .
Desd'e la capa g hacia el este se extiende un perfil estratigráfico conti-
nuo de la composición siguiente :
g) 150 m. _arcillas ricas en y~o.
f) 120 m. zona de cong!lonlerados; hay cuatro mantos de conglomerados y arendscas de
2 a 20 metros Intercalados entre arcillas rojas yesiferas .
e) 150 m. arcillas rojas yesiferas.
d) 120 m. arenisca :r:Ica en yeso y sal; la sa! constituye el cemento.
e) 200 m. arcillas rolas yesiferas; e1 yeso es menos abundante que en las capas b) y e).
b) 60 m : arcilla rola con 5-6 mantos de yeso de 3 a 10 metros de grueso.
a) 20 m. o más: mantos de sal: la 'Sal aparece como cemento en areniscas.
108 DR. JUAN BRÜGGEN.


Los mismos mantos se repiten hacia el f;lSte en el ala or-iental del an-
cho anticlinal. El espesor total de las capas es ·de 800 metros. Como se ve
en el croquis geológico de la Fig. 31, los conglomerados característicos de la
capa f continúan hacia el NE hasta el perfil del túnel (perfil B-B de la figu-
ra 32), donde se le ltgregan las capas siguientes:
I
h) 360 m. areniscas con sllll con el perfil detanado:

, 1) 30-40 m. areniscas grises ce!mentadas por sal con lntercalacdones de arcillas ro•
rojas yeslferas.
2) 60 m. arcillas rojas yeslferas.
3) 20 m. areniscas grises con cemento de sal.
4) 260 m. bancos de !a capa anterior alternando con arcillas chocdlate.
d) 150 m. arc!Ua roja con pocas intercalaciones de areniscas . Poco yeso y poca sa1.
J)i 4 m. arenisca .en parte de grano grueso.
k) 200 m. arcdllas rojas yes!feras que !llegan hasta la boca del túnei.

En el perfil B-B de la figura !32, se ve, como estas capas se repiten de-
bic?o . a su estructura imbricada y, en el croquis geológico de la figura 31
puede verse que las capas siguen hacia el norte hasta más allá de las minas
de cobre de San Bartolo.
Hacia el sur aumenta el contenido en sal y en el perfil E-E' hay tres
cúpulas de sal, la que aparece como fuerte impregnación en las areniscas y
arcillas ..

La parte central y austral de los Cerros de la Sal

Las partes central y austral de la larga cadena de los Cerros de la


Sal se distingue notablemente d:e su continu~ción septentrional que acaba-
mos de estudiar. Las capas con sal y yeso constituyen pµegues muy suaves
parecidos a los de las riolitas de la figura 32. En la figura 33 vem9s cómo
unos 100 a 150 metros de areniscas y arcillas con s~l y yeso salen debaje
del relleno moderno d:el Salar de Atacama. La sal se ha concentrado super-
ficialm ente en las paredes de rocas donde forma costras de 112 a 1 metro
de grueso que se componen d~ sal en cristales de 112 a 1 cm. de color blanco
y otros cristales de bonito color azul. En el vértice del anticlinal erod'ado
aparec~n otra vez arcillas rosadas con menor cantidad de sal; su
espesor es
superior a 100 metros.
Resulta de la dislocación parecida a la ae la formación riolítica de má!'.f
.al norte, que estas capas australes, que llamé ." Formación del Campamento",
deben ser contemporáneas o un poco anteriores a la formación .riolítica y
mucho más nuevas que la formación· San Ped'ro.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 109

y
U. P. ~~Pedro
~ :__/ :__ }1//~ ..,.-~,,.·
rormactÓn 5. Pedro
Ill' OJO bra\40
· \ S.A.
~~
][

:n: e•
C1ledral AC
SA

I
LI.P.
,.:J.¡ill>
- 1

~ Arc,ll as roja~ r,. •f l\cllcno moderno


ammm t-l anlo de 5 :il un: Liparila

Flg. 33.-Clnco perfiles por la parte sur y central de los Cerros de la Sal.

Perfll I es el más austral, perfil V el más septentrional.


Los perfdll!S tienen lás siguientes ' distancias a San Pedro: I - 70 Km., II - · 65 Km.,
UI - 60 Km., IV - 40 Km.; V O Km. =
La transición entre las dos estructuras de los Cerros de la Sal se produ-
ce ya en la región de las tres cúpulas de sal del perfil E-E' y probablemen-
te la formación San Pedro se encontrará debajo de las cúpulas de sal de
este perfil.

:S) . Estr~tigrafía comparada de las formaciones rojas de San Pedro de Atacama


con las de Bolivia y Argentina.

Al final del párrafo anterior sobre Corocoro, ya :,hemos mencionado


1as dificulta.des para determinar la edad geológica de las forma ciones rojas
de Bolivia' y Argentina. Vimos que fueron estudiados primero por Bracke-
busch en 1883, quien les dió el nombre de Formación Petrolífera. Más tarde,
110 DR. JUAN BRÜGGEN.

G. Stein.mann estud'ió Ia misma formación en Bolivia, donde en contró varios.


f ósiles marinos en ella. Le dió el nombre d e " arenisca puca" usando la p a..._
labra quichua que significa "rojo". Suponía que era una unidad geológic&
d e edad del cretáceo inferior a superior.
A base de los r econocimientos petrolíferos h echos por la Standard Oil
en el Sureste d'e Bolivia, ejecutados por Mather, sé alcanzó a distinguir un •
gran número d e su bdivisiones distinguhmdo también aproximadamente las--
•ed ades geológicas. Cambiando algunas denominaciones locales, usadas por -
Mather por nombres más sencillos que habían introdu cido Bonarelli · y otros~
autores, resultar ía el perfil siguien te para el sureste de Bolivia.

Cuadr.o estratigráfico de la Formación Puca en Bolivia

Terciar io subandino

T erciarih 1.000 m . · Pizarras arc~llosas de ct>lores rosáceos y gris aznlé'-'-


! jos ; a veces muy ar enosas.

T ercia r ió 1.000 m . Areniscas rojas y gris blanquizcas, a menudo con rs--


infer ior a 'tratificación diagonal ; con inter ca laciones de piza'rras ar---
Cr etáceo cillósas abigarradas y margas; a veces con sal y yeso . .
super10r. ·'
1
Horizonte calcáreo-dolomítico.-

2-100 m . Margas _abigarradas con bancos de calizas o do lomi-


Cr ~ti>.ce<,. :tas arenosas. \o• silíceas que alcanzan hasta 30 cm. Je es-
pesor y que contienen fósiles mal conservad os•. cl'e agua. .
salobre.

Areniscas inferiores.- 3.000-4.000 m.

e) Formación Machareti. 240-480 m . Areniscas r ojµs y b'lan» -


Triási~v quizcas en bancos gru esos con intercalaciones d e a rcillas .
pizarr osas de color r 9jo; a veces con fósiles del gén~r o- ,
L íngula.
a
b) Conglomerado gla0i:al.- Conglomerado en areniscas y pi-
zarras ar enosas en parte. glacial~s.
PermianJ a) Pizarras Los Monos y formación Oquita: 600 m. Areniscas ,
y pizar ras abigarr adas.
FUNDAMENTO$ DE GEOLOGIA. 111

Serie de Totora.

·o evoniano Probab-lemente 3.000 m. de pizarras arcillosas y betuminosas


de color negro y areniscas pardas en bancos delga.ios.

Serie de Arani

Tievonian0 5.000 m . ( Y) Cuarcitas pardas, amarillentas y ob~curas y are·


:a Siluriano niscas con braquiópodos.

Muy l)arecida es la subdivisión de las formaciones correspondi entes


-en el n orte de Ar gentina, cuyo perfil es el siguiente, según Hagernrn.nn y
:Schlagintweit:

Cuadro Estratigrá.fico de la Formación Puca en Norte Argentina

Terciario subandino.

'Terciario 4-5.000 m. Alternación de areniscas arcillosas r,on margas.


.superior a Prevalece color marrón-rojizo.
medio

Areniscas superiores.

:i Terciario En parte muy calcáreas; amarillas y blanqnizcas, taml)ién


inferior Y rojizas. En parte en bancos gruesos de color alad'rillado.

Margas Multicolores.

.Cretáceo Que se subdividen en: 1) margas coloradas inferiores; 2)


--superior margas verdes y 3) margas coloradas con la "Faja Ver-
de''.
En parte son muy arenosas y encierran a menudo arenis:!as
calcáreas, Frecuentes estructuras de brechas 1m,iógcnas
causadas por removimientos del sedimento semientlu-:e-
cid'o.
Hay intercalaciones de calizas que según su forma se llaman
bancos de "chinchulines" o de "cacharros".
Frecuentes son restos de insectos, escamas de peces y ,)stra-
codos. La F aja Verde encierra lentes de pizarr,ts id tumi-
nosas.
Frecuente es un fósil problemático, el Pucalitus Stein. Yeso
abunda en ciertos puntos.
112 DR. JUAN BRÜGGEN.

Horizonte calcáreo-dolomítico.

Cretáceo 0-30 y aún 200 m. Principia abajo con areniscas calcáreas que,
superior hacia arriba, pasan a calizas má_s puras; hay además cali-
zas, calizas colíticas, margasarcillosas y hasta conglo-
merados.
Fósiles son Pucalitus y gastrópodos cTe agua dulce.
Encierra pizarras betuminosas.

Areniscas inferiores.

¿ Cretáceo 0-1.200 m. Se apoyan directam ente sobre la base paleozoica


inf~1-ior ? con conglomerado basal torrencial, con componentes gran-
des mal redondeados. Hacia arriba alternan areniscas
y conglo_m erados. Se intercalan mantos de melafiros ve-
siculares.

Gondwana.

l'L't'miano. Gran espesor de ar:cillas,' areniscas y conglomerados rojos,


amarillentos y violáceos.

Sedimentos glaciales.

Perrr. iauo. Tilitas con ar (!illas y aremscas de colores grisientos.

Pizarras negruzcas petrolíferas.

Permocar- Arcillas pizarrosas con delgados bancos d e areniscas cua rcí:-


boniano. ticas y ar cillosas. Se · conocen solamente en sondajes.
· Contienen· peh·óleo, pero no en . cantidades explotables.

A la lista de las formaciones nortear gentinas agregué las edades geo-


lógicas más probables, tomando como punto de salida al Horizonte calcár eo-
dolomítico, 4 que tiene edad supracretácea, según Schlagintweit. Habiendo
transiciones paulatinas hacia aniba y abajo, las A..1'eni~cas Inferiores y las
Margas lVIulticolores no pueden ten~r edades muy distiJ:itas.
A las Areniscas Superior es les atribuí edad del Terciario inferior, por -
que en Corocoro, .n Bolivia, se comprobó tal edad.
Según !:3chlagintweit no ,puede mantenerse la edad triásica o permiana
d e las Areniscas Inferiores. También en Bolivia se distinguen hoy dfa las Are-
niscas Inferiores ele las areniscas ele Gondwana, que en parte son muy pa-
recidas. El mismo autor tiene dudas justificadas acerca de la edad elevo-

/
FUNDAJ\1E. TOS DE GEOLOGIA. 113

niana de la pizarras petrolífer as de Bolivia, porque en ninguna parte se-


han encontrado fósiles. Les atribuye edad p ermocarboniana.
P a ra paralelizar las form acione r oj as del nore t e ele Chile con la For-
mación Puca en B olivia y Ar gentin a. pod emos valerno. n o sólo de la s,•.
mejanza ele las capas, sino también el e lo f ósil es.
En la ca pa. ele la. ali na Pnrilacti: encontr(· un fó sil problemátic:o pa-
recido al Puca·! itus de Steinmann. Como se ve en la fotografía, el fósil
se cara ct eriza por una estructura concéntrica, ·iendo su fo rma c.x terior
pr obablemente esf érica como la del Pucal itus.
'l'amb1én en las areniscas gri s n rdosas de la Formación Porf irítica,
que igucn enci ma-de las capa · 4-5 citada ·, encontré n ódulo. r edondo. ele -!
a 6 cm. de diámetro y de estructura parecida.
En el n orte de Argentina, el Pucalitus se limita al liorizonte calcár eu-
dolomíti co r a las ~largas Multicolor es.
Otro f ósiles comunes, aunque no e han det erminado t odavía cou exa c-
titud, on la E sth erias, que en Chil e apa r ecen en la. pizarra :betu minosas-.
del Pular y en .Argentina en las l\Iargas l\Iulticolores.

Fig. 34.- Fósil problemático encontrado en Oas Salinas Purilactis.

Fuera de estos fósiles, también las rocas son parecida . E specialmente·


tenemo en iglia y en la Salina Pnrilactis la bree: ha endógena , qu e chla-
gintweit atribuye a deslizamiento subacuáti co · de lo. edimento recién depo--
sitad'o . En iglia t engo más bien la impresión que . e trate de br echas t ec-
tónicas.
F. G. 7.
114 DR. JUAN BRÜGGEN.

Además se conocen en Argentina las concreciones lenticulares y del-


.gadas capas de sílice, que se hallan en las calizas del Pular y en Siglia y que
:Se hallan también muy al oeste, al sur del puerto de Antofagasta, en piza·
.rras calcáreas intercaladas entre areniscas rojas de la quebrada d'el Way.
Comunes son para ambas formaciones las intercalaciones lenticulares de
pizarras betuminosas.
Mayores cantidades de yeso se ~encionan para las Margas Multicolo-
·res superiores en Argentina.
Podemos deducir d'e la exposición anterior que la Formación Salina de
.Purilactis, las capas d:e Siglia y las pizarras betuminosas del Pular son el equi-
valente del Horizonte calcáreo-dolomítico y de las Margas Multfoolores de
·ta Argentina.
En vista de que las capas de Purilactis se hallan dentro ·de la Forma-
.ción Porfirítica, que prol)ablemente tiene edad del cretáceo inferior en ese
punto, quedaría comprobad'a una edad infracretácea para el Horizonte cal-
.cáreo-dolomítico. Esto vale especialmente, si las areniscas rojas de la que-
brada del Way, al S. de .Antofagasta, resultaran el equivalente del Pular
.Y q.e Siglia, porque se hallan debajo de- una gruesa serie de calizas ricas
.en fósiles del Cretáceo inferior.
La Formación San Pedro es mucho más nueva que la d'e Purilactis, co-
·mo puede deducirse de ·la :posición discordante con que yacen los conglo-
-merados de Tambores encima de las areniscas porfiríticas. Entre ambas
formaciones se produjo el plegamiento principal de la cordillera y la intru-
·sión d'e las granodioritas, cuyos rodados se hallan en los conglomerados
mencionados. Por analogía con las areniscas rojas de Corocoro en Bolivia,
·atribuyo edad del Terciario inferior a la Formación San Pedro.
Como equivalente argentino ttmdríamos las .Areniscas Superiores que,
·según Schlagintweit, están separ~das de su yacente por una intermpción
-de la sedimentación.
Ei Terciario ·subandino de la fald'a oriental de la cordillera no tiene re-
_presentantes parecidos, en el lado chileno. Por su edad le corr¡ispondería la
:Formación Riolítica y las Capas del Loa en las cuales hay también areniscas
.Y arcillas de color rojo. Especialmente fuera de la Puna, en la vecindad del
.río Loa, en Chiuchiu y Calama, la arcilla roja d'e la "Coba" cubre extensas
..regiones. Lo mismo vale de las calizas del Loa que no sólo cubren las ex-
tensas depresiones del río Loa, sino se extienden hacia el sur hasta el Sa-
_lar de Punta Negra, al sur del ferrocarril a Salta.
Las Areniscas Inferiores de la falda oriental no tienen representantes
,característicos en Chile en forma de areniscas rojas, a no ser que conside-
remos como tales las areniscas yacentes de la Formación Salina de Purilac-
·tis en el perfil d'el Bordo. La intercalación de melafiros vesiculares, que se
,observa en Norteargentina hace pensar en los almendrillos y melafiros tan
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 115

frecuentes en la Formación P orfirítica de las cordilleras chilenas. Tamtierr.


la transición paulatina del Hor izonte calcáreo-dolomítico a las Areniscas
Inferiores, hace probable que las .Areniscas Inferiores cor respondan a las
porfiritas del Cretáceo inferior y Jurásico de Chile.
Acerca de fas condfoiones de sedimentación de las Areniscas Inferiores,
escribe Schlagintweit : ' ' Se d'educe la existencia de un antiguo relieve con
cuencas que fueron r ellenadas y con par tes altas, donde poco o nada fu é ·
depositado". Parecidas eran las c01idiciones también durante la sedimen-
tación del Horizonte calcár eo-d'olomítico.
T ambién para la r egión de Purilactis cTebemos su)1oner condiciones pa- .
r ecidas. La concentración ele la sal en la Salina Purilactis y su ausencia en
el perfil del Bordo se explica porque la sal fu~ lixiviada hacia la parte-
más profunda de la depresión. La forma lenticular en que aparece la For--
mación Salina de Purilactis y también l a formación betuminosa del Pular,
se explica por las dimensiones limitadas de la cuenca en que se han depositado·
estos sedimentos. Pero, en parte, la' forma lenticular puede deberse tam--
bién a disturbios tectónicos.
En vista de que la masa de las erupciones porfiríticas se produjeron eu
Chile, el grano de las areniscas de la :B'ormación Salina de Purilactis es re- -
lativamente grueso, lo mismo que en la serie betuminosa del Pular. Por es-
to, en los puntos nombrados puede r econ ocerse fáci lmente el origen porfirí-
tico de los seqimentos elásticos.
Pero más al este, en Siglia, tenemos solamente s·e dimentos ue grano
m ás fino, p.orque hasta allá llegó sólo el material más f ino de las erupciones .
volcánicas, sea transportado directamente por el viento, sea llevado. por
las aguas de los ríos.
En el Cretáceo medio, después de la sedimentación d'el Neocomiano de ·
Caracoles en Antofagasta, se produjo el plegamiento principal de la Cordi-
llera de · Chile, que .par ece haberse ex~endido muy poco más allá de la fron- .
_ter a, ya que en la Argentina n o se conocen discordancias angulares en la .
base de las Areniscas Superiores.
. Siguió una época de fuerte denudación en t erri torio chileno, cuyos pro-
ductos se depositar on al este de los cordones como el de Purilactis y Chus- .
chul, dando origen a la Formación San P edro con su base conglomerática de
'l'ambor es . Donde había otras serranías más al este, como entre Toconao y
'l'ilopozo, se formaron como equivalente d'e los conglomerados de Tambores, .
los conglomerados de Hecar.
A mayor distancia de las serr anías, en la parte central de las cuenca~.-
se -d epositaron ·l as arenas finas y arcillas junto con el yeso y la sal .
Hasta ~hora es imposibie decir algo sobre la forma que ha tenido la depre-
sión en que s_e depositaron las capas de San Pedro. Probablemente se trató
d e varias cu encas separadas por serranías de r ocas fundamentales como las .
116 DR. JUAN BRÜGGEN.

<le Tilopozo a Tocona o. Pero, la formación debe haber llegado sm mayores


interrupciones hasta altiplanicie de Bolivia.
Después de la sedimentación de la formación San Pedro, probablemen-
·te en el Oligoceno, se produjo el fuerte plegamiento de esta formación con
-rumbo N. E., resultando varios anticlinales como el de San Pedro, los de la
r egión de San Bartolo y la estructura imbricada del perfil del túnel del
,camino a San Pedro. Probablemente se produjo al mismo tiempo .también
-el fuerte plegamiento de la F ormación Salina de Pnrilactis y el d'e las capa);
de Siglia. En Corocoro, en Bolivia, se conocen intrusiones granodioríticas en
las arcillas del T er ciario, lo mismo que una importante impregnación con
-cobre nativo que se repite en forma idéntica en San Bartolo.

4) Las dislocaciones del Cretáceo y Terciario superior en el norte de Chile.

El plegamiento cretáceo mencionado en el párrafo anterior se observa


,en toda la extensión del norte de Chile. Con este plegamiento se formó una
· ·sola ancha serranía qu e se extendió desde la Cord'illera de los Andes hasta
mucho más allá de la ·costa actual. El rumbo que r ecibieron las capas, parece
naber sido bastante irregular. Porque, fuera del rumbo andino, que es N-S.,
se observan en muchos puntos direcciones muy excepcionales . .Así, en la an-
.g ostura de Tiliviche, hay rumbo N. 40° E . y manteo 45° NW. En las calizas
·de Zapiga, en el borde de la Cordillera d'e la Costa, observé rumbo E-W. y
.manteo 30º "t\'l. ; este rumbo tan anormal puede seguirse por mayor extensión
en esa r egión. Lo encontramos aún al sur de Iqu ique, en la costa, d"o nde en
:Los Verdes, al sur de la Pta. Gruesa ,se observa rumbo N.0 70° E. y manteo
•de 30º hacia el norte en rocas porfiríticas. También al sur d'e Antofagasta,
•en el curso superior de la quebrada del W ay, que desemboca un poco al nor-
te de ·l a Caleta Coloso, en el gran cordón de las Caleras del Way, las rocas
.calizas del Cretáceo tienen rumbo E-Vt. y manteo de 30 a 35° hacia el S.
Junto con el plegamiento se produjeron las intrusiones de los macizos
_granod'ioríticos. Las conocemos desde la frontera de Bolivia como en Siglia
.al este de San Pedro de Atacama, hasta la costa. En el término sur del gran
Salar de Atacama estas rocas componen las sierras de Almeyda y Pingo-
Pingo. L. Sundt las observó en el cerro Quima!. Las minas de Chuquicamata
están relacionadas con un gran macizo granodiorítico; lo mismo que más al
n orte las de Copaquire y várias otras situadas en la vecindad del cerro Y ar-
bicolla.
Las Cordillera de la Costa del Nort e se distingue de su continuación
.austral por el número r elativamente r educido de intrusiones granodioríticas,
pero donde hay minas, nunca falta esta roca como p. ej. en Gatico o· en
'Tocopilla,
FUNDAMENTOS DE ·GEOLOGIA. 117

1\Iás arriba se ha dado una cor·ta descripción de los macizos plutónicos


.dé la zona de la costa. ·
Después d'e l plegamiento y de la intrusión de las granodioritas, en el
Cretáceo superior y en el Terciario inferior, la cordillera, que se extendió
.desde Bolivia hasta mas allá de la costa actual, sufría una fuerte denuda-
ción que la redujo a un ·lomaje bajo. En el Terciario inferior se produjeron
fuertes dislocaciones en fallas de rumbo N-S, que dieron origen a largas ca-
.denas d'e cerros de la misma dirección. Por estas dislocaciones r esultaron
bloques inclinados que presentaron un fuerte declive hacia el est e, desccn-
·<liendo con poco declive hacia el oeste, tal como puede observarse todavía
hoy día al este del l\1orro de Tarapacá. Las dislocaciones eran probablemente
:contemporáneas· con las fallas que, mas al sur, en los mantos cTe carbón de
.Arauco, produjeron la misma clase de disturbios.
Con estas dislocaciones debe haber cambiado ·el clima d é la r egión nor-
· tma, que hasta · el Ter.ciario inferior h!lbía sido de lluvias regulares y que
.se puso muy seco para todo el" resto del Terciario. Esto tuvo como conse-
cuencia que los estflros y ríos intermitentes ya no eran capaces de ll evar sns
:sedimentos hasta el mar; sino los ilcumularon en· las d'epresiones que había
-entremedio de los cordones y que se rellenaron hasta alturas considerables
dando origen a los extensos bolsones, que son tan característicos para el ac-
-tual paisaje de la costa del norte.
Pero, antes de · seguir con la descripción del desarrollo t ectónico y mor-
fológico del norte de Chile, debemos estudiar primero . una de las mamfesta-
.ciones mas grandiosas del volcanismo que se nos presenta hoy como la gran
Formaéión Riolítica ' del Norte.

2.-La Formación Riolítica.

En toda la Puna de Atacama, en la altiplanicie de Bolivia y en la caída


.de la misma al Valle Longitudinal del norte, de Arica a Copiapó, en una
extensión de 10° de latitud', aparecen con una propagación enorme los man-
tos de lavas .riolíticas, acompañadas de tobas, areniscas y conglomerados.
Los puntos mas favorables para estudiar la composición de estas capas
.son las quebradas de Tarapacá y Aroma que desembocan entre los 19½ y
20º de latitud sur, a la Pampa del Tamarugal o sea al gran Valle Longitu-
'linal_norte. Se trata de una potente formación de más de 1.000 m. de espe-
.sor, que ha cubierto casi completamente una antigua serranía de un estado
avanzai.o de denudación formad'a por el primer plegamiento de los Andes,
.como se puede ver en la fotografía K. 0 3. Hacia arriba la formación riolítica
·termina en un potente banco de rodados gruesos y oscuros que forma la su-
yerficie de un extenso plano inclinado. Este desaparece bajo los rodados
.mod'ernos de la Pampa del Tamarugal y se puede seguir hácia el este bas-
118 DR. JUAN BRÜGGEN.

tante adentro en la Cordillera (Fot. N. 9 1). D e este plano inclinado sobresa-


len las elevaciones más altas de la serrauía del Terciario Inferior, constitu-
yendo cerros islas de mayor o menor extensión.
Las capas de la Formación Riolítica tienen, prescindien do de las irre-
gularidades que mencionar emos más adelante, una inc-linación uniforme de
unos 10° W. E sta inclinación se debe al solevantamiento de los Andes en la.
ter cera fase orogenética en el Plioceno. ~ lo puede tratarse de una inclina-
ción original, ya que es muy fuerte aún para la sedimentación de los con-
glomerados gruesos. Después del solevantamiento las pequeñas quebradas.
cortaron cañones hasta de 1.500 m. de profundidad en la Formación Riolítica.
La edad de las riolitas está determinada, por un lado, por sus r elaciones~
' con las capas rojas de la Formación de San Pedro del t er ciario inferior, so-·
bre las cuales las riolitas yacen con una discordancia tectónJca muy pro-
nunciad'a. Por otra parte, las riolitas son más antiguas que las dislocaciones·
del terciario superior que dieron origen a las fosas de los grandes valles:
longitudinales del norte. Por esto tendrán edad miocénica.
En, mis publicaciones anteriores usé el nombre de "Formación Liparíti--
ca'': p er o con la extensión de nuestros conocimientos r esultó que en ciertas.
partes, como en la Puua de San Ped·ro, pr evalecen dacitas. P or esto la ex· ·
presión '' Formación Riolítica'' es preferible.

a) El distrito de Pica en Tarapacá. (1) .

Pica está situado a los 20½ 0 de latitud sur y a 1.300 m. sobre el niveL
del mar, al pie de los Andes. Mirando desde la Cordillera de la Costa aparece·
la silueta de los Andes en una longitud de unos 40 kms. en forma de una
línea horizontal, que corresponde a la altiplanicie de los Altos de Pica. Su .
altura es de 4.200 m. y su ancho de 'sólo 10 km. Esta altiplanicie baja hacia!
el oeste· hasta 1.200 m., formando un gran plano inclinado de 30 km .• de an-
cho. El· subsuelo de esta superficie está ·constituído por la Formación Rio-
lítica. Morfológica y geológicament e, l os Altos de Pica constituyen el borde ..
extremo d'e la altiplanicie boliviana, la que t ambién está cubierta en gran·
extensión por capas riolíticas, especialmente en su parte occidental.
El p erfil superior de la Fig. 35 indica que se-trata de un ancho y antiguo.
valle del Ter ciario Medio, totalm ent e r ellenado por las rocas de la Forma-
ción Riolítica; a juzgar por su gran desarrollo, debe corresponder a u no de..
los valles principaln · d'el tiempo del Terciario Medio el que desaguaba la al--
tiplanicie boliviana antes de su so-levantamiento. La falta de afloramientos de ..
las rocas fundamentales al oeste de los Altos de Pica (Fig. 36) indica la di--
r ección del valle.

(1) Véase descripción detaEada en BrÜggen. N.O 27. .


FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 119

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Flg. 35.-Dos perfiles por los Altos de ·Pica, y por su descenso hacia el Valle Longitudinal.

Es muy posible que más al oeste, este valle antiguo atraviese también
Ja zona d'e la Cordillera de la Costa. En el sur, detrás del Salar de Bellavis-
ta, hay extensos bolsones, como el de la. Pampa del Soronal, dond·e aparece uua
.arcilla roja, conocida bajo el nombre de ' ' coba'' qne, en la r egión de Calama
_y del Toco constituye un equivalente de las riolitas, siendo una clase de
toba riolítica. También más al norte, al este de Pozo Almonte, hay un ancho
valle formado por la Pampa Pissis que se dirige hacia el NW, hacia la Pam-
pa P erdíz ( véase li,ig . 44) .
Sobre los Altos d e Pica, se levanta en la parte norte el cerro Yarbicolla,
llamado también Columtucsa, que con sus 5.200 m. sobre el nivel del mar se
,eleva unos 1.000 m. sobre la altiplanicie riolítica, de 4.200 m. de altura. En el
.ancho valle tercia);'io de los Altos· de Pica deben existir los may ores espesores
de la Formación Riolítica, del orden de los 1.200 m. como se puede observar
.más al norte en las quebradas de Tarapacá. Según .esto, el antiguo lecho del
valle debería quedar a unos 3.000 m. de altura. Si se toma en cuenta la an-
,chura del valle antiguo se deduce que en el Terciario Medio su piso no debe
:haberse encontrado a gran altura sobre el nivel del mar; probablemente ape-
nas unos 500 I'n. de modo que las alturas absolutas de los Andes del Terciario
.Medio deben haber estado entre 2.000 y 2.700 m.
Como lo han demostrado las perforaciones llevadas a cabo en Pica en
·busca de agua , abterránea, y como se puede r econocer más al norte en las
quebradas de Tarapacá y Aroma, con sus faldas de más de 1.000 m. de altu-
~a, la Formación Riolítica consiste en una serie de bancos de riolita alterna-
.dos con tobas, areniscas y conglomerados. La p.oca clasificación del material
.ñ.ndica una sedimentación en un clima seco. En los Altos de Pica las lavas
DR. JUAP BRÜGGEN.
120

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Flg. 36.-Croquis geo!Óg;ico de aos Andes de Pica.

f = arenas y ripio r ecierte. c = formación riofitfca con cubierta. ,


e = tobas riofiticas recientes. de arenisca.
d = volcanes traquiticos. b = formación rlolitica sin cubierta.
a = rocas fundamentales mesozÓ:cas-
v = vertientes termales. '
FIDiDAMENTOS DE GEOLOGIA. 121

rioliticas alcanzan un espe or visible de más de 300 m. sin mostrar una sola
capa de sedimentos intercalad-Os; hacia el oeste desapar ecen paulatinamente,
r epartiéndose en numerosos bancos má delgados el<-: lava que al fin t erminan
en forma de cuña, lo que indica que provienen del oriente.
En la región de Pica no he encontrado los centros eruptivos de donde
:han provenido las lavas r1olíticas; ellos deben estar en la cer canía de la
-frontera chileno-boliviana. Se trata de efusiones salidas de grietas y las la-
vas se han extendido tanto hacia el t•ste como hacia el oeste. l\fás al sur en
las vecindades de Calama, conoceremos alg unos de estos centros eruptivos
q ue tienen una posición más occidental.
Más o menos, a media altura, del plano inclinado que baja al , alle Lon-
,gitudinal, se ponen sobt·e ·las rioliticas unos 200 m. de areniscas grises, que se
l evantan en . forma de gr ada sobre la superficie riolítica que desciende de
los Altos. En un comienzo las consideré como una formación de piedmont,
.es decir una sedimentación d'e los productos de destrucción provenientes de
las riolitas situadas más arriba. Pero la intercalación ele tobas rioliticas
~n estas areniscas y la circunstancia de qu e tambi r n éstas han tomado parte en
l.as dislocacion_es de las r iolitas, induce a considerarlas como pertenecientes
a la Formación Riolítica.
H acia el est e los Altos de Pica caen al Salar de Huasco con una falla
de 200 m. de altura. (F ig. 35, abajo a la derecha). Hacia el norte la falla se
:transforma en una flexura, que en el pie oriental del cerro Y arbicolla, está
sustituída por un pequeño y perfecto anticlinal, en las riolitas. Más al
-este se cubren las riolitas con formaciones volcánicas modernas y solamen-
te al sur del Salar se levantan suavemente en fo continuación del pequeño va-
lle longitudinal de Collacagua. En el norte, las en contré en g ran extensión
en el nacimiento de la quebrada de Coscalla, en la Pampa de Lirima, donde
forman igualmente la base de los volcan~s traquíticos y andesíticos mo-
d ernos.
Hacia el oeste bajan los Altos por el plano inclinado de unos 30 kms.
d e ancho que se debe a la dislocación de las riolitas, como se ¡)uede ver
en la J;i'ig. 35. Se trata, pues de un solevantamiento vertical de la altiplani-
cie, originada por una dislocación semejante a una flexura, de gran• ex-
tensión horizontal. La forma ele flexura resulta al considerar la situación
horizontal que tiene la Formación Riolítica, tanto en l os Altos de Pica como
en el subsuelo de la Pampa d'el Tamarugal.
También en las fosas submarinas antepuestas a la costa norte de Chile,
que son análogas al Valle Longitudinal, se puede esperar una tectónica
semejante.
En esta dislocación principal se han intercalado dos pequeñas fl exuras
que han tomado casi el carácter de anticlinales, p.ues en · ellos el ala orieD-
tal está inclinada hacia el este en una pequeiia e:xtensión. Esto ocurre en
122 DR. JUAN BRÜGGEN.

las vecindades del Salto de Chintaguay y de Mati·lla, ambos situados en las-,


cercanías de Pica, al pie del plano inclinado. Ambas flexuras aparecen en
la superficie en forma de escalones. Además hay pequeñas fallas que acom-·
pañan estas dislocaciones.
Siguiendo la flexura de l\Iatilla hacia el norte, se levanta la riolita,..
más y más y por fin en el núcleo del ancho anticlinal aparece el cordón deI
cerro Longacho, formado por rocas fundamentales porfiríticas. El cerro al--
canza una altura relativa de unos 200 m. y en sus :faldas oriental y occiden-·
tal sube la riolita hasta cierto nivel. Se trata de un encorvamiento de la rio-
lita, causado por el solevantamiento de una larga silla tectónica (Fig. 89) ..
Este arrastre vertical de la riolita es muy característico en los aflora-
mientos de la roca fundamental de la Quebrada Sagasca que constituyen.
la continuación meridional del Cerro Juan de l\1orales (Fig. 89). En el
oeste, cerca de la Pampa del Tamarugal, la capa de riolita, que tiene 10 m
de espesor, desaparece debido a su inclinación, bajo el piso del valle de Tam.-
billos; en el este se -levanta con una flexura hasta unos 200 m. sobre _el piso·
del valle de Sagasca y bajo ella aparecen las capas del yacente, que por su1
riqueza . en conglo~erados se diferencian de las capas del distrito d'e Pica;:
esta diferencia se explica por la cercanía de numerosos afloramientos de la
roca fundamental. Más abajo aparecen las rocas :fundamenta-les que han:
sido puestas al descubierto p.or la erosión. Al este, delante d'el cordón de-
rocas, las lavas riolíticas se estancaron aumentando su espesor hasta 50 m.
En forma semejante se estanca también el agua su~terránea que corre·
entre los conglomerados y que aflora en la :falda del valle como pequeña
fuente termal de 23° C. En la :falda oriental de la roca fund'amental la Forma-
ción Riolítica baja con una flexura muy bien :formad'a y adquiere después-
de corta distancia el manteo normal al oeste. '
Las mismas relaciones existen en. todos los afloramientos de rocas fun-
damentales. Es dudost> si la flexura en el Salto de Chintaguay ha sido
originada también por una siHa tectónica de rocas fundamentales sepulta-
das en el subsuelo.
Las tres pequeñas lomas riolíticas que al oeste del Cerro Longacho SEt
' levant-~n apenas sobre los aluv.iones del Valle Longitudinal, parecen ser an-
ticlinales formados por presiones secundarias.
Pica es famoso por las :frutas semi-tropicales que prosperan en este oá-
sis en medio del desierto, gracias a las numerosas fuentes termales, cuya~
aguas con una temperatura de 30-33° C, vierten en diferentes h1_gares. El
gasto de estas vertientes es de más o menos 120 lts iseg; además los españo-
les abrieron unos 13 ·km.s. de galerías d'e captación que producen 36 ltslseg.
d e agua; y una perforación artesiana ejecutada hace pocos años elevó la pro-
ducción en más de 50 lts. El agua. subterránea proviene de los rodados que,
juntamente con las riolitas, rellenan el valle del Terciario l\Ieclio. E-1 hecho
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 12'3

de que las vertientes se encuentran casi e~clusivamente en las vacindatles


de l'ica, se puede explicar porque bajo este lugar se encuentra la parte más
profunda del valle terciario.
La formación terciaria sigue también al sur d'e Pica, pero debido a que
.el cordón del cerro Empexa que principia al sur de los "Altos de Pica",
ofreció un obstáculo invencible a la propagación de las lavas riolíticas des-
de sus centros de. erupción situad'os más al este, las capas terci1lrias de más
al sur carecen ele intei·calaciones ele rocas volcánicas. Su r.omposición puede
-estudiarse bien en la profunda quebrada Chipa11a que desemboca frente a
Cerro Gordo y que está r epresentada en la figura 37.

I<'lg. 37.- Perfll a lo largo de la quebrada Cbipana, Tarapacá.

En la figura vemos la enorme acumulación de sedimentos terciarios que


abajo se componen de algtmos centenares ele metros de rodados esquinados
de desierto. Encima de ellos viene una serie de igual espesor de areniscas
de grano fino, en parte con estratificación diagonal muy. pronunciada y
arriba terminan los sedimentos terciarios con· los rodados oscuros lo mismo
.que la formación riolítica en el norte de Tarapacá, en Taña y otros puntos.
Hacia el oeste, Jas capas t er ciarias terminan con una pequeña grada de falla
.encima del suelo moderno de la Pampa del Tamarugal.

·b ) La región septentrional de Tarapacá (1).

Al norte de Pica, en las profundas quebradas andinas como las de Ta-


rapacá, Aroma y otras, la Formación Riolítica tiene un espesor de 1.000 a
1.500 m. Como veremos más adelante, ella cubre enteramente a una antigua
serranía de paisaje maduro, en que sólo las cumbres más altas sobresalen
de la superfi",ie de la Formación Riolítica.
Esta formación consiste en una alternación de conglomerados, arenis-
cas, arcillas e intercalaciones de lavas y tobas riolíticas. Las capas más altas

(1) Véase descripción detallada en BrÜggen N.O 31 y figura 44.


124 DR. JUAN BRÜGGEN.

del pendiente son tmos mantos d"e 30-100 m. de espesor formados por roda-·
dos oscuros; muchas de estas piedras consisten en lavas oscuras de natu-
raleza basáltica, ricas en poros de gas. Los rodados oscuros forman la base·
de un extenso plano inclinado que desciende d·esde los 4.000 m. de altura
hasta P.l. bordP. del Valle Longitudinal, pero que, en contraposición con los.
Andes de Pica, presenta mayor número de afloramientos de la roca funda-
m.en.tal qu.e <¡;e le'vantan. en.cima d~l l}lan.o. Al l)Íe de los And~s d esal}s;rece
este plano bajo los aluvionPs modernos de la Pampa del Tamar~1gal, que
siguen depositándose como sedimentos de las quebradas andinas.
Las lavas oscuras que forman una gran parte de los rodados, provienen.
de volcanes basálticos antiguos ya fuertemente destruídos que se han sobre-
puesto a la Formación Riolítica, como por ejemplo el Mamuta, Guachane,
Tolompa, situados en la Alta Cordillera entre 19° y 19°15' de latitud sur.
De P.llos han salido enormes corrientes de lavas, a menudo en forma de ex-
tensas capas pero sin alcanzar las dimensiones de las antiguas lavas riolíti-
cas. Entre estas lavas basálticas quedan enrerradas numerosas y ampli as-
depresiones de la Alta Cordillera, como por ejemplo la· de Caritaya, en uno-
de los nacimientos del río Camarones. Algunos de los cerros situados al sur
de esta · depresión, como el Cerro Colorado ( 4.410 m.) y también la cumbre
que asciende a 4.280 m. parecen ser cerros de lava pura, pues en sus faldas
y hasta bastante altura aparecen sólo lavas firmes.
En la cuenca de Caritayat, las lavas provenientes de estos volcanes ro-
dean a un cordón bajo a:largado' formado por riolita compacta · hasta su
cumbre. Parece tratarse de tma grieta de erupción, -de importancia secunda-
ria; y no de un resto de erosión de la gran capa riolítica porque el clivaje-
de la lava tiene posición vertical con rumbo N-S. En forma distinta, las la-
vas riolíticas que aparecen con gran extensión en el portezuelo entre Mamu-
ta y Cerro Colorado, caen con peque~a inclinación hacia· la depresión de Ca-
ritaya.
Corrientes de lavas especialmente grandes han bajado desde ei volcán
de Sierra Tolompa hacia el oeste. La denominación de "sierra" indica la
fuerte disección que ha sufrido este volcán gigantesco. Las capas de lavas,
cuya superficie irregular forma un terreno montañoso ondulado, se extien-
den hacia el oeste en un largo de 35 kms. y pasan más allá cTel pie de los
Andes en una longitud de 10 kms. En los profundos cañones de Camiña
(Tana) y Suca se las ve, sobre los rodados oscuros del pendiente de la For-
mación Riolítica. Ellas se extienden más allá de la flexura marginal de los
Andes y terminan como cerros mesetas, distribuídos en forma de largas len-
guas, en el Vall e Longitudi1t.11. La~ l1:iv1:ts so11 &.JJ.tt riütt s a la flexul.'a que apa-
rece bien marcada en las capas de la Formación Riolfüca y también en los
-rodados oscuros del pendiente.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 125

Hacia el .norte el piso de la Pampa está formado por los rodados oscu-
r os d el pendiente de la Formación Riolítica. En Arica, donde la Cor dillera
de la Costa ha d esaparecido, se presenta la Pampa del Tamarugal en forma
de una altiplanicie que d'esciende e11 grandes e calon es hacia el mar, cortada
por quebr adas profundas. Las capas de la altiplanicie, correspondientes a la.
Formación Riolítica, consisten principalmente en arcillas arenosas de grano
fino. Al sur de Arica el bord e de la altiplanicie está clestrtúdo fuertemente·
por la erosión y la serranía de denudación madura apar ece debajo de las,
capa'" t er ciarias, semej ante a las que se observan en las "ventanas de ero-
sió.i' ' de la Alta Cordiller a de Tarapacá.
Como lo demuestra el perfil supi>rior de la figura 38, las lavas riolíticas
t erminan en forma de cuña ha cia E>l OE>ste quedando substituídas primero·
por capas de conglomerados y areniscas d'e grano grueso que a su vez se
substituyen por ar cillas; estas son un sedimento de grandes lagos estanca-
dos por la Cordill era de la Costa, y que son contemporán eos a las erupciones
riolíticas.
En el gran valle longitudinal de la Pampa del Tamarugal debemos dis-
tin guir dos grandes zonas. D esde el río Loa en el sur hasta Zapiga en el
norte, la superficie está formada por los· sedimentos recientes d epositados.
por las quebradas que desci enden de la alta cor dill er a, como las ele Huata-
condo, Chintaguay, Tarapacá h asta las de Camiña y Soga. Todas estas que-
bradas desembocan en el valle longitudinal y esparcen sus sedimentos en eI
llano cuya superficie aumenta continuamente en altura (Fig. 44).
P ero, desde la quebrada de R etamilla o Tiliviche y la de Tana hacia el
norte, los esteros andinos h an excavado profundos valles en el suelo d e la
P ampa d el Tamarugal, de modo que sus sedimentos actuales no alcanzan a.
d epositar se en el vall e longitudin al, sino son llevados h asta el mar, donde
1lesemboca este segundo grupo de quebradas. E sto ei:a posible, porque ya
antes del solevantamiento en el plioceno, l os ríos llegaron hasta el mar, co-
mo queda comprobado por las an chas terrazas que acompañan en el alto a
las quebradas hasta su desembocadura. Especialmente en la quebrada Tanar
al norte de P isagua p uede observar se tal terraza. anch a que constituye la
continuación d'e la superficie del valle longitudinal.
D ebido a la falta de sedimentos modernos, la r egión situada al norte d e·
Zapiga nos presenta el fondo original del valle longitudinal con sus ondula-
ciones suaves. Se caracteriza por tma cubierta d e millones de cone:recioues
de anhid'ritina de forma discoidal , que habrá motiva~() al nombre de " pan-
qu,e que" oµe les ilieron los salitreros. En la pampa d e Tan.: tienen diáme-
tros de 10 a 40 cm,; en los bolsones de la Cordillera de la Costa ? en las
pampas salitreras, su iliámetro rara yez sube ele 10 cm., excepción h echa de
algunas regiones como la de Gallinazos, San Antonio. Y, lo mismo que en
los bolsones d'e la cordillera de la Costa, el suelo del valle longitudinal al
126 DR. JUAN BRÜGGEN.

..N. d e Zapiga en toda su extensión tiene capas de salitre, aunque de baja


ley; solamente en la parte occidental d e la Pampa d e Tana, cerca de los ce-
. rros d e la costa, se observan leyes muy altas.
'l' odo esto nos indica que la P ampa del Tamarugal, al norte de Zapiga,
·es contemporánea a las pampas salitr eras d'e más al sur y que el salitre es
:anterior al profundizamiento de la quebrada de Tana, y con esto anterior a
las dislocacionr ,., d el plioceno o cuatern ario inferior.
La superficie liger amente onfütlada ele la pampa de Tana sube en forma
·insensibl e h acia el est e. En el camino de Tana a Caritaya, más o m enos en
·el medio del valle longitudinal, exist e una larga falda rectílinea de rumbo
-N-S. con la cual el terreno desciende unos 30 a 40 m. hacia el est e ; se trata-
1rá de una pequeña falla o flexura. Al pie d e la Cordillera d e los Andes, la
-planicie ele la Pampa del Tamarugal principia a subir bruscamente con una
inclinación d e unos 10°. En el camino d e Caritaya, donde el camino sube
-por la primera cu esta, hay una flexura pronunciada, en la cual las capas
·de la formación riolítica toman una inclinación d e unos 30°. 1\'.Iás hacia e)
:este, las mismas _c apas siguen con un manteo d e 10° hasta llegar a tmos
4 .000 m. de aitura, (véase Fig. 38 y foto 1) .
Las capas expuestas en los profundos cortes de las quebradas de Tili-
·viche y- Tana constituyen la continuación de los estratos d e la formación rio-
ºlítica. En Tilivich e, frente a las casas d el fundo, observé el perfil sigtú ente:

/ARRIBA:
a) 5 - 10 m. rodados gruesos de color _oscuro.
b) 40 m. areniscas pardas, poco cementadas con ailgunas capas oo rodados.
- - - discordancia - - -
c) 40 m. areniscas grises y conglomerados con estratificación diagonal y capitas de arcilla.
- - - discordancia de erosión - - -
d) 6 - 8 klselgur alternando con arcillas de color claro.
e) 40 m. arcillas cllaras, en parte con lntercalaCliones de capitas de arenisca b'iallda oscura
de forma lenticular. ·

Debido a la cubier ta con arenas superficiales los espesor es indicados no


'. Son muy exactos.
L a discordancia de erosión entre e y d corresponde probablemente a1
!límite entre rodados oscuros y la Formación Riolítica que, en el oeste estaría
,representada por las arcillas claras con capas d e kiselgur. Estas capas son
·sedimentos depositados en un gran lago que se encontraba estancado por la
·Cordillera de la Costa después de su solevantamiento en el t er ciario infe-
-rior. Encima de la Jiscordancia de erosión yacen las areniscas oscuras con
·rodados ( capa e) que indican que el relleno cl'el lago había llegado a tal al-
tura que los ríos andinos con sus sedimentos de arenas y rodados podías lle-
;gar hasta el mar.
TRES PERFILES . POR TARAPACA

P:.:: 3. FlL POR LA QU EURADA DE TANA

sna TOLOJIP.A
COR DIL LERA DE LA COST.& P AMP A DEI. T~A.JtUOAL COllDILLE:&A DE LOS .UlfDZS
""ººº"'·
•ooo"
TA N ..
1000~ 3000-

ªººº""'
'ººº"'-
OM•

PERFIL DE IQUIQUE AL V• PO~QUESJ

CO&Dll.LaU. DS 1.01 ilDU V N , ll'O JIOU•••


••To suso ...
,,. co .,. ,..., ... , cOYA o COLU MTUC•A
8200"'.
C0T A C A 0 1,,1A
4000•
COllDIUElU. DE t. & OO!T.A PAMPA. DEL T.UU.&170.U. CO, .J\IAN D. MOIIIALU MAM IÑ A
2370"'· .a,.so~. &00 0 1'1'1
4 000 ,.
3000 '1'11
20001!1 2 Q0Q M
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~~~~~~ ~. ~..~~~~~~. = ª¡ª PERl'IL POR LOS ALTOS DE PICA
c o . •1NCOHADA
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TUU&IJO,t.L
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B I.AYA TIIAOII IANOSS ÍTICA lltOCAS . . . .010,cAa FUNOAMaNTALU

F!f. 3~,
128 CR. JUAN BRÜGGEN.

Los mantos a y b, situados encima .de la discordancia superior, corres-


.,ponden a un cono de rodados sobrepuesto a la antigua si;.p.erfic1e de la Pam-
pa, como puede observarse bien desd·e alguna distancia.
En el fondo de la quebrada de Tana, las capas de kiselgur quedan ex-
puestas en un corte del camino; alternan con ca pitas de 20 a 30 cm. de ópalo
pardo proveniente de una r ecristalización d'e la sílice de las cliatomaceas.
E l enorme r elleuo de los valies iufraterciarios que se produjo en la alta
·Cordillera se ex plica en parte por la gran cantidad de material v0Jcá11ie.o
producido en las erupciones riolítieas, en parte por un estancamiento de la
parte inferior de estos valles. Y este estancamiento se produjo d'ebiclo al pri-
mer solevantamiento de la Cordillera ele la Costa por las dislocaciones del
Terciario inferior. D e este modo se formó una larga y ancha depresión que
·era un primer precursor del Valle Longitudinal. Los ríos de la alta Cordi-
llera, se estancaron en forma d'e grand es lagos en esta depresión y la r elle-
'11aron paulatinamente con sus sedimentos, hasta que r ebalsaron por los por-
tezuelos más bajos. Por estos portezuelos siguieron después también las pla-
·nicies ele sedimentación, tal como podt>mos observarlo en el alto, a ambos lados
de la quebrada de Tana. En r ealidad el suelo del Valle Longitudinal puede
..seguirse hasta la Costa, donde al norte de Pisagua le éorr esponde una alta
terraza situada al poniente del cerro del Topo y caracterizada por un poten-
·t e manto de yeso. Siendo el yeso un sedimento químico de un lago, todavía
,en el terciario medio, la costa debe haberse encontrado mucho más al oeste
de la actual.
La mayor edad d'e la falla que acompaña el pie oriental de la Cordillera
de la Costa queda comprobada no sólo porque la falda de falla está fuerte-
mente destruída por la erosión, sino también por el hecho que la superficie
·terciaria del Valle Longitudinal ele Zapiga hacia el Norte entra sin disloea-
·ción a la Cord'illera de la Costa atravesándola hasta el mar, (perfil 1 de fig. 38) .
Las quebradas andiQas que desemhocan al sur de · Zapiga no alcanzaron
·a atravesa·r la Cordillera de la Costa, sino formaron extensos lagos, que esta-
ban en comunicación con el lago de la región de Tana. Habiendo así tm
desagüe, no podía formarse agua salada y en realidad las capas terciarias
del valle longitudinal equivalentes a la ~ormación Riolítica carecen de ca-
J)as de sal.
Al mismo tiempo de la sedimentación de los rodados y riolitas terciarias
-seguía en la Corétillera de la Costa el relleno lento de los grandes bolsones
con rodados de desierto cuya estructura puede estudiarse en el camino que
conduce de !quique al Alto del Hospicio, situado en el alto del bolsón que
se cortó en el medio por la falla de la costa. En los cortes d:el camino alter-
nan piedras esquinadas con arenas de grano grueso. Encierran algunos man-
tos de 10 a 150 cm. de espesor de una toba blanca que se explota bajo el
no~bre de "BriUanti'na " . Visto bajo C'l mi cr oscopio se revela como una toba

'
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 129

·de vidrio volcánico despedazad'o en las erupciones. Es probablemente con-


temporánea con las erupciones del terciario medio.
Entre los bolsones se hallan varios que están abiertos hacia la Pampa
-del Tamarugal, sea que descienden hacia la Pampa perdiéndose lentamente
-debajo del suelo d'e acarreo moderno como en Pozo Almonte, sea que termi-
nen con falla como la Pampa " Tente en el Viento" y Pampa Hermosa que
son la continuación de la Pampa del Soronal. En el subsuelo de esta última,
se observa, debajo de una cubierta de rodados d'e pocos metros, una arcilla
-rojiza conocida en la región salitrera con el nombré de ''coba''. Ella es la
base principal d'el salitre en el Toco. En Calama pude comprobar que la
coba es el sedimento cólico correspondiente a Ías riolitas de la a·l ta cordillera.
El sondaje ejecutado en Chiu-chiu, encontró esta coba con un espesor supe-
rior a 300 m. debajo de las riolitas. Capas muy parecidas parecen existir
,en la superficie de la Pampa del 'T amarugal, donde se cortaron en el sond'a-
je de Pintados hasta 59 m. de hondura. Probablemente se trata solamente
·de un sedimento parecido dejado por las actuales avenid'a s de las quebradas
:andinas.
Al fin de la erupción de las riolitas la morfología de Tarapacá era la si-
·guiente: desde el mar, que se hallaba mucho más al occidente d:e la costa ac-
tual, subía lentamente un lomaje suave con algunos cord'ones un poco más
altos que se levantaron de las ext ensas planicies de los bolsones, de modo
·que, en medio de la Cordillera de la Costa, el aspecto del paisaje no habrá
-sido muy distinto del actual.
Hacia el este, el terreno subía lentamente terminando los cerros en la
·región d'e la actual zona salitrera de Zapiga a Pozo Almonte. Esta falda
·oriental de la cordillera de la costa era parecida· a la actual; algunas lomas
más altas terminaron en la antigua falla que puede reconocerse por su trazado
.rectilíneo. Pero por enti:emedio de estas lomas seguían las planicies de los
bolsones perdiéndose éomo hoy la Pampa Pisis debajo de la llanura d'el Va-
lle Longitudinal. A esta le faltaba solamente la actual capa superior de se-
,dimentos modernos; y su aspecto era igual al de la Pampa de Tana, situada
al norte de Zapiga. La llanura del Valle Longituclina:l subía insensiblemente
,hacia al este pasando por entremedio de aisladas serranías que conocemos
:hoy con los nombres de cerros de Tarapacá, Yarbicoya, Juan de Morales.
Encima de la planicie se levantaron los antiguos volcanes de Tolompa, Ma-
·muta etc., rodeados por enormes corrientes d:e lavas. Debido a su inclina-
·Ción muy reducida, la planicie tuvo escasa altura y lo mismo los cerros co-
-mo p. ej. el : arbicoya que apenas habrá tenido 2.500 m. contra los 5.200 que
.tiene hoy día.

F. G. 9.
130 DR. JUAN BRÜGGEN.

Sólo en el plioceno, en el t er ciario ·superior, subió la Cordillera de los.


Andes a sus alturas actuales, lo mismo que todo el continente compr endien-
do tanto la Cordillera de la Costa como el Valle Longitudinal. Al mismo tiem-
po una gran parte d e la costa se hnndió debajo del nivel del mar que por-
primera vez alcanzó la actual zona de la costa.
En forma muy clara se produjo la ¡separación entre la Cordillera de lo!!.
Andes y el Valle Longitudinal, subiendo la cordillera con una flexura que
di6origen al actual plano inclinado de la formación riolitica. Este plano in-
<:llinado que podemos observar d esde la quebrad·a de Tana hR:sta Huata-
condo, se debe a una dislocación tectónica, porque su inclinación es d ema-
siado fuerte para que con tal declive pudieran haberse sedimentado las are-
nas y arcillas intercaladas.
En general, la Pampa del Tamarugal se solevantó, junto con la Cordi-
llera de la Costa, como un solo bloque tal como puede observarse al norte
de Zapiga, donde el suelo del Valle Longitudinal sigue sin interrupción has-
ta la costa. También el desaparecimiento lento de la Pampa d e Pissis debajo,
d e los sedimentos nuevos de Pozo Almonte parece indi car que no había dis-
locaciones nuevas en el borde oriental de la Cordillera de la Costa. Pero más
al sur, en el Salar Bella.vista y de Pintados, el valle longitudinal t ermina ·en
una falda rectilínea abrupta. La falta d e erosión de esta fald'a indica que-
su edad P.S mucho más nueva que la falla antigua que se observa en la re-
gión de Zapiga.
Las fallas modernas no SP. limitan al borde de la pampa, sino existen en
mayor número también en el interior de los cerros de la costa y merecen una.
breve descripción, ( véase figura 43 y 44 ).
En el Salar de Bellavista se observa que la Pampa H ermosa, un anti-
guo bolsón d'e la Cordillera de la Costa, desciende con declive pronunciado
que debe considerarse como flexur.a, hacia el salar. Al sur del salar t enemos
la continuación de la Pampa Hermosa en los cerros d e Cachango. Este cor-
dón sube d esde la r egión d el Cerro Gordo hacia el oeste y su mayor eleva-
ción es el cerro Cachango, que termina, h acia el oeste . en una falla N-S. A
su pie continúa la planicie con el mismo nivel de la Pampa Hermosa, exten~
diéndose hasta Lagunas; constituye un pequeño llano longitudinal situado
entre el cerro Cachango y otras serranías más altas situadas al oeste. La
misma planicie sigue hacia el sur como ancha loma que separa la depre·
sión del salar de Lagunas de. la Pampa del Tamarugal en la región d e la
estación Ramaditas. Hacia el norte, el llano de J;;agunas t ermina con el nom-
bre de Pampa "Tente en el Aire" en una falla transversal nueva, al norte-
d e la cual se extiende ' la Pampa Hermosa a una altura más grande.
La falla nueva que constituye el borde del Salar de Pintad·os, tiene rum-
bo N-W. y se interna bastante a los cerros de .Ja costa desde Gallinazos has-
FUNDAMENTOS DEJ GEOLOGIA. 131

ita San Antonio, formando la fa lla occidental de un largo valle que contie-
ne :varias salitreras.
Entre San Antonio y la Estación Central existen dos otras fallas trans-
versales muy pronunciadas en que siempre la parte septentrional se ha lnm-
did'o. Los planos de las fallas se presentan no sólo como faldas rectilíneas
tle fuerte declive, sino también p erfe ctam ente conservadas sin estar surcados
l)Or la más mínima quebrada. Hacia los términos desaparece la· falla, dismi-
nuyenao la altura del salto que alcanza hasta 200 m. en la parte centra!,
<!orno p. e.i. al sur de la Estación Central. (C-D d e la Fig. 47 ).
En la región . de !quique, las fallas transversal es recientes sol). menos
-pronunciadas; aparecen como ramjficaciones de la gran falla de la costa,
que también es muy reciente. La ramificación puede observarse mejor en
l a falda norte del l\Iorro d'e Tarapacá (Fig. 48).
El Salar del Obispo situado al oeste de Dolores, pertenece a una depre-
sión general de la Cordillera de Ja Costa que se extiende en dirección E-W.
El portezuelo hacia ·l a costa se halla en medio de un an.cho bolsón cuyo fon-
-do _cae bruscamente hacia el oeste con una larga falda de falla de un salto
de unos 200 a 300 m. Al pie de la falla se encuentra el gran bolsón del Altn
de Junín, que a su vez cae con un sólo precipicio de 750 m. al mar.
En la región de Zapiga-Pisagua existen importantes fallas transversa.-
les del. mismo aspecto que entre las estaciones Central y San Antonio. Una
de estas fallas constituye la fald'a sur de la quebrada J'azpampa; otra se ve
al sur del camino de Zapiga a Pisagua, poco antes de que la huella entra a
la quebrada que descit!nde a la costa. Otra falla transversal co{1stit~1ye el lí-
mite sur del bolsón del Alto de Pisagua o de Hospicio, co~tinuaudo qespués
como límite norte d'e la saliente sorprendente de la costa que termina en la
Punta Pichalo.
Los últimos movii:nientos de la costa y especialmente las interesante;;
falla s de la península de 1\'Iejillones se estudiarán más abajo, al hablar de la
morfología de la costa.

c) La región de Calarna.

(Compárese plano y perfiles de Fig. 39 a 40).

M:orfológicamente el distrito de Antofagasta-Calama-San Pedro de Ata-


eama, es la continuación directa del de Tarapacá. Existe siempre el gran Va-
lle Longitudinal de la Pampa del Tamarugal, que separa la Cordillera de la
Costa de la Alta Cordillera, pero termina en la parte sur de esta región ..
Como nuevo elemento morfológico aparece otro largo valle Longitudinal,
situado más al este, que comprende ?.l curso superior d'el río Loa hasta Cala-
ma. Este llano está separado de la Pampa del Tamaruga1, llamada aquí "El
132 DR. JUAN BRÜGGEN.

Craguis de la reg ión de Ca/ama '.¡


. '

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{ oy,,noc,Ór, riol /l i ca J bol s one .s

forrn . .S. Pr d To ( terc 1or 1a}

TOCOS fundomerdo I e.5


,, zo Jo 1(,...

~ r:~rro.s J corrirntes d.w lava _____ <"Om,,,o d• awfo

Fig. 39.

Toco '', por la Cordillera del Medio, que alcanza 4.600 m. Esta es la conti--
nuación del cordón Yarbicolla-Altos de Pica y cerros de Copaquire, que en
Tarapacá forman el bord'e de los Andes. Análogamente se puede considerar·
el ancho valle del curso superior del Loa como la continuación del valle
longitudinal tectónico del Salar del Huasco, que alcanza en Calama su puntb·
más bajo con 2.300 m., pero que al mismo tiempo se ensancha mucho hacia.,
el este, donde sube lentamente hasta 3.000 m.
FUNDAMENTOS DE, GEOLOGJA. 133

Al oriente de este valle longitudinal sigue otro cordón de cerros for-


mados por rocas fundamentales, interrumpido por anchas depresiones relle-
nas con riolitas; a él corresponden los cerros de Aiquina, Tuina y Purilactis,
lo mismo que la Cordillera de Domeyko,, que es su continuación meridional.
El elemento morfológico más importante de la región es el gran valle
longitudinal de San Pedro de Atacama (Fig. 27), que hacia el Sur se bifurca
por la intercalación de los cerros de Pingo Pingo y la Sierra de Almeyda
a cuyo pie occidental se halla el Salar de Imilac a 3.260 m.
La parte septentrional del gran llano tiene una altura media de 2.400 m.
y un ancho de más de 60 km. En la parte occidental de la depr~sión, bor-
deando el gran Salar de Atacama, se halla la larga cadena de los Cerros de
la Sal; al oeste de esta serranía baja sigue otra depresión larga, llamada el
"Llano dP. la Paciencia".
En el sur, el ramo occidental del valle longitudinal se estrecha a 15 km.
en la región de Imilac, ensanchándose después en el gran bolsón del Salar
de la Punta NP.gra. El ramo oriental pasa al este d'e Imilac y termina luego
en el km. 150 del ferrocarril a Salta, porque las rocas de la serra~ía de Al•
meydá avanzan hacia el este, y al mismo tiempo la línea de volcanes avanza
hacia el oeste.
El límite occidental del gr an llano longitudinal está constituído por la
Cordillera Domeyko que principia al sur d'e los cerros de Purilactis y que se
extiend'e hasta el interior de Taltal. En toda la extensión del Salar de Ata-
cama, la Cordillera Domeyko desciende hacia el llano con una falda abrupta
y rectilínea, con el llamado "Bordo" que debe considerarse como una gran
falla dP. más de 100 km. de longitud.
Más al norte, en el camino de Calama a San Pedro, los restos de lavas
rioHticas que se hallan con discordancia enO:ima de los ' ' Conglomerados
de Tambores" (véase p erf. II de la figura 28), permiten reconocer que el
descenso se produce en forma de flexura con formación de un pequeño
. plegamiento secundario al lado del Llano ele la Paciencia.
También en el sur, en la región de Imilac, el d'escenso de la Cordillera
Domeyko es más suave. Se observan ·como los anchos valles fuertemente
rellenados por rodados descienden con declive pronunciado h acia el este, des-
apareciendo debajo del relleno del valle longitud'inal. También en esta parte
debe tratarse de una flexura por la cual se ha doblado la superficie de la
cordillera Domeyko hacia la gran depresión. ·
Al este del llano qe San P edro se levanta la Puna de Atacama subien-
do como un enorme plano inclinado desde los 2.400 a los 4.000 m. de altura.
El subsuelo inmediato J el plano inclinado y de la Puna está constituído por
exteJ].sas capas de lavas riolíticas. A juzgar por la descripción dada por R. A.
Ph~lipi, parece que la Puna de Atacama y sus lavas entran directament~ al
contacto con los cerros de Pingo Pingo en el sur.

,/
134 DR. JUAN BRÜGGEN.

E n la región estudiada, los vol canes modernos se limitan exclusivamen-


. t e a la Puna alta.

1) Las dislocaciones y desarr ollo · morfológico de la región del Salar de Atacama.

Después de la sedimentación de las capas de San Pedro, se produjo en


el Cretáceo inferior el primer gran plegamiento de la cordillera. Las serra-
nías así formadas estaban expu estas a la denudación durante el Cretáceo
superior y Terciario inferior. El secamiento del clima y las dislocaciones del
Terciario inferior causaron un fuerte relleno de . las depresiones, especial-
mente porqu e las dislocaciones interrumpieron los sistemas fluviales.
En esta segund a época de dislocaciones se originaron la mayor parte d'e
Las actuales serranías, así la Cordille_ra Domeyko, los cerros de 'ruina, Limón
Verde, Aiquina y muchos otros, quedando ·entre ellas las extensas pampas,
en las cuales seguía el relleno.
En esa época, en el Oligoceno y Mioceno no existía todavía la gran de-
presión del Salar de Atacama ni la altiplanicie de la Puna, sil10 que la re-
gión entera presentó un aspecto parecido al que tiene hoy .día la r egión sur
comprendida entre la falda occidental de la Cordillera Domeyko y la falda
or ient al de la Sier ra de Almeyda. Quiere decir , había numerosas serranías
n o muy altas separadas por an chas pampas y este · paisaje ocupó probable-
mente toda la región del Salar del Atacama y de la P una. Hoy día, podemos
observar solamimte las cumbres más altas de estas serranías que se n os pre-
sen tan en los cer ros de Tolonch a, Peine, al sur de Toconao y la ::,1erra d.:i
Almeyda.
No existía la gran fall a del "Bordo" ni la f lexura con que su be el gran
p lano inclinado "hacia la alta Puna. P ero ya debe haber existido una depre-
s ión anch a, en que se depositaron las '' Capas del Campamento'' con sus d e-
pósitos de sal, qu e en gran part e provenía de la lixiviación de las capas de
S an Pedr o que ya habían sido dislocadas fuertemente y estaban expuestas
a u n a fuerte denud~ción. Pero, tod·avía no se h abía producido el plegamien-
t o suave del anti clinal de los Cerros de la Sal.
En el Mioceno se produjeron en la región de la actual Puna d e Atacama
enormes erupciones de lavas riolíticas, cuyas corrientes cubren centenares de
.. kilómetros cuadrados de superficie y que miden centenares de metros de es-
pesor, en la parte central de la Puna. Como un enorme mar incandescent e
in.undaron todas las partes bajas del t erreno, de-1 cual sobresalían solamente
fas cumbres más altas de las serranías de Tolonche, Peine, etc.
Donde faltaron las serranías, como al ~ TI. E. de Calama, las co"rrientes de
iava avanzaron hasta muy al oeste, alcanzand"o el río L oa. En su parte aus-
tral, la Cordillera Dom·eyko parece haber constituído una valla infran-
queable; pero en Purilactis, las ·l avas llegaron hasta la cumbre del cordón,
d.onde se observan en algunas depresiones que llegan h asta el borde occiden·-
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 135

tal de la actual serranía que entonces no existió todavía. En la región de la


actual Puna, que careció todavía de los cerros volcánicos, se formó 1ma sola
capa de lava, de modo que después de las erupciones, la región de la Puna
constituía una perfecta planicie con escasa inclinación hacia el oeste y for•
mada superficialmente por lava endurecida.
Cuando se habían depositado las capas de la formación riolítica, se pro-
dujeron nueva~ dislocasiones, cuya edad debe ser pliocénica y que causaron
la actual superficie del t erreno. Con estas dislocaciones subió el bloque de la
Puna a su actual altura de 4.000 metros formándose en su falda el gran plano
inclinado que desciende hacia la depresión del Salar de Atacama .. Al otro
ladq del salar se produjo la gran falla del ''Bordo'' en que subió la Cordi-
llera Domey ko .
L. Sundt da la siguiente descripción muy ilustr ativa de la Cordillera
Domeyko, en esa región.

"El viajero oue viene de Caracoles, subiendo lentamente . el gran llano o olano Inclinado
con eseasa vista al este, se encuentra de improviso en la parte más alta del Bordo, tenien-
do a su vista un oanorama izrandioso y admirable; a sus pies, por lo menos 700 metros más
abajo, el inmenso salar de Atacama, al lado este limitado por las altas y pintorescas cumbres
volcánicas de Ja Cordillera de los An!les".

Lo que más sorprendió al señor Sundt, era la presencia de una ºforma•


ción de cascajo en la parte más alta d'el precipicio del Bordo. En realidad, es-
tos rodados son de origen fluvial y constituyen el subsuelo de una :de iaS:
extensas pampas que se formaron en el Ter ciario inferior, cuando el seca•
miento del clima causó el fuerte relleno de todas las partes bajas situadas
entre las serranías. Con lo~ movimientos del plioceno, estos sedimentos ter-
ciarios fueron solevantados a su altura actual y fueron cortados por la gran
falla del Bordo.
Entre la Cordiller¡¡. Domeyko y el bloque de la Puna se hundió el gran
Valle Longitudinal del Salar de Atacama. Por las presiones lateral es que
se originaron por el hundimiento, se plegaron los anticlinales de los Cerros
de la Sal. La edad moderna de los anticlinales llanos r esulta de la semejan-
za que tienen con el anticlinal ancho constituído por la formación riolítica
(véase Fig. 33). Debajo de las riolitas, las dislocaciones antiguas de las ca-
pas d·e San Pedro son enter'.'1-mente distintas y mucho más fuertes. Por esta
razón es probable que también el anticlinal ancho de la parte central y aus-
tral de los Cerros de la Sal tenga la misma edad moderna.
La misma ed~d moderna la tiene el descenso en forma de flexura que
presentan los cerros de Purilactis hacia el Llano de la Paciencia, como lo
comprueba la dislocación de las riolitas que cubren esta falda. Moderna es
también la falla que limita los mismos cerros en el oeste, cuya falda apenas
ha sido atacada por la erosión (Perfil II, figura 28) .
136 DR. JUAN BRÜGGEN.

Con el plioceno terminaron las disloeaciones . En el bloque solevantado
de la Puna principió una fuerte actividad volcánica que dura hasta hoy día.
· P ero ya no se formaron extensas cai:>as de lavas, sino que se construyeron los
numerosos conos volcánicos que dan hoy la nota característica d el paisaje de
la Puna. D espu és de esta breve exp osición d'el desarrollo morfológico pasa-
mos a estudia r la Pormación Riolítica en detalle.

2) El distrito de Ca!ama-T oconce.

En la r eg1on de Chiuchiu-Turi-Toconce, situado más al norte y que


aparece en ' el perfil A-13 de la Fig. 40, las lavas riolíticas tienen espesores
mucho mayores. Aquí se pueden observar también los centros de erupción
de algunas efusiones riolíticas, notables por su gran riqueza en mica., Es-
tos son los cerros Hojalar y Tatio que están unidos por una estr echa zona
de riolitas no interrumpida que corr esponde a una parte más estrecha ele la
gran griet a d'e erupción de r u mbo .L.S . En la falda occidental de ambos ce-
rros, d e donde han salido las grandes masas de lavas, las riolitas muestran
una tosca separ ación en bancos verticales con rumbo N-S . No existe ningím
eono de cenizas ni cráter, lo que no puede extrañar por la clase especial de
la erupción.
E stas riolita,s muestran una estructura brechosa hasta conglomerática,
ocasionada por la distribución de fragmentos ricos en mica en una masa
fundamental clara y porosa. Los fragmentos corresponden a concreciones
b ásicas solidificadas antes de la erupción y a rrastr adas posteriormente por
la lava en su erupción.
Desde el ·centro eruptivo las lavas se extienden hacia el oeste en unos
1 5 kilómetros ; aparecen indicadas con R3 en el perfil. E llas terminan en ce-
rros alargados en forma de lenguas, a los cuales se anteponen algunos ce-
rros t estigos . El borde occidental c1·e estos cerros corr esponde en general a]
límite de la efusión; pero la erosión posterior habrá producido alg·unas mo-
dificaciones.
En el profundo corte del r ío Toconce siguen bajo R3 otras capas de rio-
lita (R2) que aumentan en dureza hacia abajo. El conjunto de ambas capas
d ebe sobrepasar los 300 metros. E'i yacente de R2 se pued e obser var más al
s ur en las vecindades del pueblo Caspan a, donde observé el perfil siguiente.
6. 40 m.
r iolita R2 que forma extensas mesetas.
5. 40 m.
.conglomerados poco cementados de color gris.
4. 40 m.
capas rojizas (¡.rio1itas?).
3. 70 m.
banco grueso de toba riolítica no es tratificada; sobre e<:la est á construido el
puel}Jo de Caspana.
2. e 1 m. suelo de ralees con talllos de plantas Incrustadas y canales Irregulares de ra lees.
2 . b 1,4 m. kieselgur pizarrosa, muy pura .
.2a. 3 m. arena gris de grano fimo . en el pendiente alt erna con capa!! delgadas d6 klselgur.
1. más de 20 m. riolita Rl.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 137

Desgraciadamente no tuve tiempo disponible para estudiar las tres ca-


pas superiores desde cer ca. La riolita superior R2 termina en una línea más
o menos r ecta, que se puede reconocer desde lejos y que da toda la impre-
sión de una falla. Pero ~orno se puede ver en el perfil, continúan bajo ella
las capas yacentes sin interrupción hacia el oeste . Se trata en r ealidad de
una barranca de erosión ocasionada por un río que corrió en medio de un
sinclinal ancho y llano con rumbo probablemente de N. a S. Los r odados •
de este río tienen 10-30 cms . de diámetro y cubren la superficie al pie de
la barranca de er osión. La capa ~e kiselgur se encuentr a también más al
noroeste en la cumbr e de un pe9ueño cerro, por el eual va el camino de Cas-
pana a Turi ; debe su conservación a la cubierta de bancQs c~lizas duros que
son idénticos a los del valle inferior del Loa. No se deja ver claramente que
las calizas sean más antiguas que la riolita R.2, pero es muy probable que
así sea .. La kiselgur es seguramente anterior a la riolita R2.
La capa inferior de ri olita Rl, aparece cer ca del extremo N. E. d'el
cerro Aiquina, en la base del valle de T oconce, donde alcanza una potencia
de 60 -metros . Especialmente características son las capas del yacente, qu~
consisten en brechas riolíticas con 15-20 metros de espesor. En la masa fun-
damental arenosa de color claro se encuentr an fragmentos esquinados <le
riolita roja que alcanzan h asta 10 cms. d'e diámetro. Unos 20 kilómetro~
aguas abajo se observan en el profundo cañón del río Salado, unos :80-100
metr os de areniscas estratificadas :formando el yacente de l as brechas riolí-
tica s rojas.
El punto más occidental y a l mismo tiempo · el más bajo donde encontré
la riolit a, queda unos cuatr o kilómetros al norte de Chiu-Ghiu, en el profun
do cañón d'el río Loa . Con una p equeña flexura, que morfológicamente está
bien . desarrollada en :forma de escalón, desciende la riolita hacia el sur bajo
los sedimentos nuevos de la depresión de Chiu-Chiu . El perfil es aquí el ·si-
guiente :

10) Arenas nuevas de la caenca de Chiucbiu, con capas de arcillas y kiesellgur que late-
rallmente se l!,DOYan en la Formacñón Riolltlca que desciende en la 'flexura.
9) 10-15 m. Areniscas calcáreas del pendiente de fa Formación riolitJca; contienen ro-
dados esquinados .
8) 15 m. rlolita rt..
7) 1 m. kleselgur blanca .
6) 2 m. brecha rlolítóca rola con muchos r odados de oorflrlta.
5) 2 m. arcillas, areniscas y brechas en capas de 10-30 cms.; en Jas arcillas ila}
varias capitas de kieseJgur .
4) 2 m. brecha riolitóca roja.
3) 0,6 m. coniaomerado g,rueso con rodados de 20 cms. de rlollta gris .
2) 10 m. alternaciones semejantes a !a capa 5.
1) 10 m. alternación de arcillas rojas (hasta 1,2 m.), areniscas. kieselgur (hasta
0,8 m.), bancos cr.11zos concrecionarüos .


138 DR. JUAN BRÜGGEN.

En este perfil aparecen bancos de kiselgur bajo la capa inferior de


riolita Rl, la que se reconoce fácilmente por la característica brecha roja
que ya hemos encontrado más al est e, en 'Toconce. El contenido más grande
en rodados de porfirita no puedt' sorprender, puesto que al este se encuentran
los cerros de Aiquina, compuestos de rocas fundamentales que han contri-
,, buído a la formación ele los sedimentos, fuera de otros cordones, como proba-
blemente el de Carcanal .
Otro punto con capas riolíticas, que proba~lemente corresponden tam-
bién al manto inferior Rl, se encuentra en Conchi a 3.000 metros de altura.
Bajo el banco de lava, de más o menos 20 metros de esp esor, siguen unos 40
metros de brechas gruesas que pertenecen también a la Formación riolítica;
cubren un lomaje de denudación madura constituído por rocas de la .Forma-
ción Porfirítica. Wetzel (2) ha considerado este banco de riolita como una
toba basándose probablemente en las numerosas inclusiones angulosas de
fragmentos de riolita. Más adelante, en el capítulo sobre el volcanismo, con-
sideraremos este punto con más d'etención. Para los problemas de geología
general que nos inter~san por el momento, 'el problema de si se trata de lava
o toba, es de importancia secundaria.

3) Las calizas del Loa y la "coba" en Calama.

En el Toco, lo mismo que más valle arriba, en Calama y Conchi, apa-


r ecen en gran extensión calizas de agua dulce formando la superficie del
extenso valle del Loa . Las calizas que alcanzan hasta más de 20 metros de es-
pesor como· cerca de Calama, encierran en parte gran abundancia de peque-
ños moluscos de agua dulce y salobre. ·.:vetzel (2) menciona la pequeña con-
cha Pisi:dium chilensis d 'Orb y los gastrópod'os Helisoma (Taphius) andecolus
montanus d 'Orb, que indicarían escasa ley de sales, mientras que en capas
más salobres se hallan Lit'toridina ·cumingi d 'Orb, y L. Parchappi.
Por su posición horizontal que se observa en la parte central del valle
del L~a y por la frecuente ausencia de arenas cobertizas, las calizas dan a
primera vista la impresión de una edad muy nueva. Por este motivo Wetze)
(2) atribuyó edad cuaternaria a la caliza del Loa . En .tal caso deberían ha-
berse producido solevantamientos muy grandes en una época muy moderna
pues en Conchi, donde él vió estas calizas, quedan a 3.000 metros de altura
sobre el nivel del mar y en Quillagua a sólo 800 metros .. Si se acepta la opi-
nión de Wetzel, que considera las calizas como sedimentos· depositados en uu
lago cuaternario q:ue rellenó la gran U del río Loa, en tal caso la alta cordi-
llera habría sufrido un solevantamiento de a lo mepos 2.200 metros. Entonces
la cordillera no habría bastado para producir los glaciares durante la épo-
ca glacial . Hoy día quedan los pisos de los grandes circos glaciales, que ob-
servé en el cerro 'roconce, a unos 5.000 metros de altura; de esta altura ha-


---·----·--- -- -- -
Perfil A-B e•
Ta l i o
sooo , . , , .. ,.Q rooo
,,
+000

2000

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, Perfil C-D
e· Lle·no .s.,. ,.,h.
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o 0 "' cn i3 ca.t y con1L om• rf /u.ndamenlales

Dos perfiles por la region de Calama

Flg. 'º·
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 139

bría que restar los 2.200 metros r esultando una altura de las nieves eternas
dE. 2.800 metros lo que sería imposible en esta zona d e desierto.
En favor de una ed'ad más grande de las calizas hablan las fuertes dislo-
caciones y la intensa erosión posterior que afectó tanto a las calizas como
a .l as capas yac,mtes de la coba roja.
En los yacimientos de ónix del S. O. de Calama tienen una inclinación
de 45° y en El Toco se observan en ellas fallas y pleg·amientos débiles.
Las calizas de ónix de Calama no se han originado por vertientes de fal-
da, como lo supone Wetzel para los depósitos d'el pie occidental ele la cordi-
llera del Medio, sino se han precipitado por aguas asce~1dentes, probable-
mente t ermales. Se pueden ver todavía las grietas, hasta de 10 cms.· d e· ancho,
por las cuales ha subido el agua, y que hoy se encuentran r ellenas por ónix.
Las v etas atravifisan los rodados t ercíarios yacentes. También los yacimien-
tos mencionad'os por Wetzel, que h e visto sólo de pasada, tendrán un origen
s~mejante. Al interior de Antofagasta, unos 1.000 metros al sur de los cerros
de Hualga y al norte de la oficina Chacabuco, se halla una veta d e ónix de un
metro de espesor que aflora en medio de los rodados terciarios del bolsón.
El ónix de la veta se presenta en fajas paralelas a la caja.
Comenzaremos con la descripción de las calizas del Lo a en su parte
oriental donde podemos observar sus r elaciones con las riolitas. En Conehi.
en el borde superior del profundo Cañón del Loa, al lado d el antiguo puen-
te cl,ü ferrocarril, tene~os el siguiente perfil :

2. 50 m. Calizas de la superficie.
9 .40 m. banco superior de kieselgur.
1 .- m. banco calizo duro .
0. 80 m. calliza arenosa con una caoa de rodados en el medio.
O.40 m. banco inferior de kieselgur .
20 .- m. banco de riolita.
40 . - m. brechas e:ruesas y conglomerados .
Yacente: r ocas fundamentales por Elriticas.

No se obsP.rva ninguna discordancia entre· los sedimentos del pendiente


y la r iolita, ambas parecen. corresponder al mismo complejo a·e cap as. Esta
consideración está apoyada también por la exist en cia de bancos de kisel gur
bajo la riolita, como se observa al norte de Chiuchiu, donde existen también
bancos calizos semejantes bajo la riolita, lo que ha bla en favor d e una co-
rrelación de las calizas con la Formación Riolítica .
Por otra parte, faltan en Chiuchiu las calizas puras situadas encima de
la lava; están reemplazadas por una arenisca calcárea, que es un sedimen-
to de los ríos que provienen de los cerros Aiquina y Carcanal. Además en-
tra mucho material d e las efusiones riolíticas posteriores, que no alcanzan
tan al oeste como la capa inferior .


140 DR. JUAN BRÜGGEN.

A la misma facie arenosa corresponden las areniscas calcáreas que for-


man más al este la planicie entre Chiuchiu, Turi y Aiquina, que sube poco
a poco de 2.400 a 3.300 metros. U nos 10 kilómetros al oeste de Turi, estas
capas, -que yacen en posición concordante encima de la riolita, se encuen-
tran atravesad:as por una falla de rumbo 'r\1LS y de un sa·l to de 10 a 20 me-
tros. La falla se puede seguir como acantilado abrupto en una gran ex-
ten sión.
Verdaderas calizas del Loa aparecen a poca distancia al oeste de Cas-
pana, en uh punto ya descrito más arriba, pero no se sabe si tienen posición
concordante con la riolita yacente. En tod:o . caso, el banco de kiselgur que
sigue como yacente, continúa entr e las riolitas Rl y R2.
La mayor extensión la tienen las calizas del Loa entre Chiuchiu y Ca-
lama y más aguas abajo, hasta Quillagua. Al oeste de Calama, en las fuentes
de Ojos de Opachi, las calizas relativamente puras alcanzan una potencia de
unos 20 metros. El siguiente perfil, que prllsenta su r elación con las capas
" yacentes, lo observé un poco más al sur, en el gran salto de agua del Loa,
en Chintoraste.

6. 3 m. calizas blancas y areniscas calcáreas.


5. 1 m. arenisca calcárea en el medio con una brecha de 0,50 m.
4. 3 :m.areniscas .estratificadas.
3 . 0,4 m.
brecha muy semejante a las brechas r lo1iticas rojas de Turd, predominando los
rodados de porfirita de 5-7 cms.
2. 3 m. toba rlolltlca roja .
l. 80 m. coba: arcillas rojas, algo arenosas con estratificación poco pronunciada.

La coba contiene mucho material riolítico y a veces pequeños rodados


de riolita; en las vecindad:es del perfil se presenta algo ondulada, lo mismo
que las calizas que le están sobrepuestas con concordancia . Condiciones se-
mejantes existen también a unos 5 kilómetros río abajo, donde el río ha
horadado una profunda quebrada en un afloramiento de la roca fundamen-
tal porfirítica.
En est e punto, las arcilla·s rojas quedan con un límite bien d'efinido so-
bre la superficie ondulada de la roca fundamental. Unas fajas delgadas
coloreadas de negro por substancia carbonosa, indicai1 que los cerros estaban
cubiertos por vegetación cuando se depositó la coba. Restos de plantas car-
bonizados se hallan también en medio de• la coba, a unos 50 metros sobre
su base .. Además se presentan guías irregula~es de yeso:
Las calizas del Loa comienzan en este punto con un conglomerado basal
. de 10 a 40 cms. depositado en posición concordante sobre la coba; siguen én
seguida, 10-15 metros de arcillas y arenas, que alternan con capas de kisel-
gur blanca y amarilla; las capas superiores son las calizas del Loa con 10-
15 metros de potencia que forman la superficie d:e la extensa planicie.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGI A. 141

Entre las calizas y la coba existen las mismas r elaciones que entre las
-calizas de Conchi y ChiuchiU: y la riolita. Podemos sacar por consecuencia
-que la riolita y la coba tienen la misma ·e dad. Ambas formaciones no se
·acercan una a otra sino unos 10 kilómetros en la vecindad de Chiuchiu. Sin
-embargo, parece que , un poco más arriba del lugar al que corresponde el
-perfil del cañón del Lo a· descrito más arriba, exista una transición entre las
-dos formaciones; pues ahí' se encuentran debajo del manto de riolita algu-
nas capa·s de arcillas r Ój as hasta con un metro de potencia que pueden con-
.siderarse como· continuación de la coba. 10 kilómetros al sur, en el salar de
,Chiuchiu donde el Loa vuelve· a profundizarse en el terreno, la superficiti
·está compuesta por calizas con intercalaciones de kiselgur, bajo las cuales
·siguen· areniscas y arcillas r ojas; pero todo el perfil abarca sólo 15 metros
de potencia y es · inseguro, aunque probable, que esta arcilla corresponda a
1
la coba . ,
También en El Toco aparece la coba bajo las calizas d'el L oa . Según
·wetzel contienen las mismas diatomaceas que .Jos bancos de kiselgur interca-
lados entre las calizas lo que demostraría una misma edad.
Wetzel considera las· calizas del Loa y también la coba, como cuaterna-
1naria. En contra de una edad' tan moderna están no solamente los movimien-
tos tectónicos a los que hemos hecho mención, sino también su r elación con lá
.riolita, cuya edad' terciaria media hemos deducido más arriba. Esta edad
.antigua encuentra su apoyo en los resultados a que ha llegado Hustedt ..
•(Wetzel 2, p. 557) al determinar las diatomaceas de las capas de kiselgur
intercaladas en las calizas . Según él faltan totalmente las especies que son
:muy frecuentes en la cost a sudamericana; además este autor dice que la
,flora diatomacea d'e los lagos diluviales del sur del Perú !y sur de Bolivia
·tienen un carácter enteramente distinto.
Esta düerencia se explica. fácilmente por la edad mucho mayor de las
,capas de kiselgur encerradas en las calizas del Loa.
Podemos suponer que la coba se ha originado en la siguiente forma:
"En las cercanías de la Alta Cordillera han tenido lugar durante el mioceno
'Las potentes efusiones de riolita que alcanzan hacia el oeste sólo hasta las
vecindades de Chiuchiu; mayor propagación tuvieron ias cenizas más finas
que se extendieron hasta el interior de la Cordillera de la Costa, donde se
mezclaron con las arcillas rojas provenienUiS de la d'estrucción de las are-
niscas y arcillas de la Formación San P edro . La arcilla roja moderna, la
.coba, es principalmente un sedimento eólico, ~ ue se depositó tanto en los
cerros como en los anchos valles. El polvo fino depositado en los cerros fué
Lavado por las lluvias y acarreado a los bajos; así se explican las numerosas
capas de ar enas intercaladas . En las antiguas y an chas depresiones d'e los
valles de la Cordillera de la Costa las arcillas rojas avanzaron, como ocurre
,en El Toco.
142 DR. JUAN BRÜGGEN.

En los lugares, donde desembocaban quebradas importantes de la .Al-


ta Cord'iHera, por las que bajaron más a menudo grandes avenidas, no obs-
tante el clima de d·esierto que r eiuaba ya en ese tiempo, no se formaron
arcillas rojas puras sino que éstas aparecen sólo como iqtercalaciones en
capas de rodados más o menos potentes, como se observa por ejemplo en.
el profundo Cañón del Loa, algunos kilómetros valle 'arriba de Calama.
Las arcillas rojas modernas ·no están limitadas solamente a las vecin-
d ad'es de Calama y Toco, sino . que aparecen también más al norte, en Ta-
rapacá, donde las encontré, en la Pampa del Soronal, al sureste de !quique,
en medio de la Cordillera de la Costa. A estos sedimentos debería agregarse-
la arcilla café, encontrada en la perforación de Pozo Almonte · entre noven-
ta y siete y ciento treinta y seis m etros. Probab-lemente la coba tiene una ex-
tensión muy" grande en el subsuelo de la Pampa del Tamarugal, tanto en.
Tarapacá como en Antofagasta. ~
En la región situada al norte de Zapiga la coba roja pa!ece faltar com-
pletamente; pues en los varios cientos de metros que mid'en los profundos.:
cortes de las quebradas de Tana, Camarones, etc., se observan sólo arcillas
gris claras. Esto parece demostrar que el · color rojo proviene en su mayor·
parte de la destrucción de las arcillas rojas de Formación San P edro, ·quo-
tienen gran extensión en las vecindaétes de Cal ama.

4) La Formación Riolítica y las calizas del Loa en la Puna de San Pedro.

En la región de San Pedro d e Atacama, las lavas riolíticas constituyeu .


el subsuelo del gran plano inclinado que desciende de 4.000 metros hasta
los 2.450 metros del Salar de Atacama, como se ve en el perfil C.-D de la fi-
gura 40. En las profundas quebra.d·as de Toconao, Aguas Blancas, etc., se·
observa un espesor de varios cientos de metros formado exclusivamente por·
lavas riolíticas y sin éubierta de otras l'ocas.
La falda de la Puna de San P edro es muy' parecida a la de los Altos.
d e Pica en su éÍ~scenso a Pica. En ambas regiones el plano inclinado ter-
mina arriba en una a ltipli,inie:ie no muy ancha, los Altos de Pica en Tarapacá
y los Altos de Socaire en San Pedro de Atacama. Los dos "altos" caen con.
una iarga fald'a de falla h acia una fosa tectónica, que en Tarapacá está ocu-
pada por el Salar del Huasco ( véase 1!.,ig. 35) . Los Altos de Socaire tienen
un ancho reducido, de un poco más de un kilómet~ y también la fosa, en .
cuyo extremo norte se h alla la laguna Miñiques, e,<: m ás estrecha. La dife- ·
r encia se debe a que los volcanes nuevos han estreC'hado la fosa con sus co- -
n os y, en gran extensión, han cubierto la falda de :falla.
Al este del boréte superior de la Puna, las riolitas desaparecen luego de-
bajo de las acumulaciones volcánicas más modernas, especialmente debajo
de los gran~es cerros volcánicos . Pero, r éaparecen a menudo en trechos de-
mayor o menor extensión. "
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 143

Cerca de la frontera argentina, las riolitas afloran otra vez en gran


·extensión, constituyendo el sub~uelo de una gran altiplanicie de 4.200 me-
tros, llamada la Pampa de Lari. A menudo presentan formas de corrosión
muy pintorescas que, en el Salar de Tuyajto hacen la impresión de una gran
,ciudad en ruinas. De esto provendrá el nombre del vecino volcán Incahua-
·si, palabra que significa "casa del Inca".
Según Lorenzo Sundt, la formación riolítica, 11amada traquítica por él,
continúa hacia el sur hasta Tilopozo. Seguramente seguirá por toda la par-
te alta de la Puna, constituyendo la base de los volcanes Pular, Socompa, etc.
Pero su, extensión hacia el oeste es reducida,. porque la serranía de Al-
meyda y su continuaci6; austral hasta el pie del volcán Llullaillaco han im-
,pedido la propagación de las lavas riolíticas.
Mayor extensión alcanzan las riolitas al sur del Salar de Punta Negra,
,en la región de Riofrío, d'onde presentan pequeñas dislocaciones como fallas
y flexuras, causadas por el solevantamiento de la Cordillera Domeyko, res-
pectivamente, por el hundimiento de la fosa del Salar de Atacama y de su
.-e·o n tinuación.
En favor de una edad de las riolitas anterior a estas d'islocaciones habla
'. La presencia de estas lavas en la falda occidental de la Cordillera Domeyko,
-que llamó tanto la atención de Lorenzo Sundt,
También en el perfil II de la fi~ura 28 se observa ,cómo las riolitas su-
lben d'esde el este hasta la parte más alta de la meseta de !Purilactis. En rea-
iidad, estas lavas habían provenido descendiendo desde la región de la Puna
·en dirección hacia el oeste. Si hoy las encontramos con inclinación opuesta,
se debe esto al solevantamiento poste:ior de los cerros d'e Purilactis.
En la vecindad de San Pedro, el perfil de la Formación Riolítica es bas-
·, tante variable según si las lavas rellenaron una depresión o se apoyaron di-
-rectamente encima de las rocas más anti_g uas. El perfil más grande se ob-
:serva en la angostura del punto B de la figura 31:

30 m. rlolita superior, el manto orincloal de la región.


·60-80 m. arcillas Y areniscas rojas éon Intercalaciones de bancos de 0,5 a 1,5 m. de con-
glomerados gruesos con rodados de hasta 20 cms. A 3 metros debajo de la rlollta
superlo~ una capa de kiselgur.
20 m. rlolita infer,ior; un manto lenticun.a r que desaparece luego en d1irección del rumbo.
1-4 m. conglomerado basal con rodados de porflritas.
yacente: arcilla roja de .la Formación San Pedro. •

En los perfiles d'e la figura 32, puede verse como las riolitas pasan en
'forma de una cúpula ancha encima de las capas fuertemente plegadas de
la Formación San Pedro. Pero, en gran extensión los mantos de riolita apa-
-r.ecen substituídos por una suc~sión de areniscas calcáreas y cafü:as idénti-
. ·cas a las calizas del Loa. La relación entre estas capas del Loa y la riolita
144 DR. JUAN BRÜGGEN.

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Fig. 41.-Relaclón entre aas capas del Loa (lo) y la ,riolita en el punto O. de la Fig: 32,
perfil C. ·

'
puede verse en la figura 41, que observé en el pmlto O de la figura .32 per-·
· fil e.. ·
Según este perfil, las capas del Loa Mn un poco más nuevas que la rio- ·
· lita, a la cual substituyen. En otros puntos se observa ·una sobreposición re- ·
· gular encima de la riolita. Las capas del Loa consisten en areniscas calcá-
reas que en la superficie toman la forma de placas de 10-20 cms. de grueso ·
· y de 112 a 1 metro de extensión horizontal. Son muy parecidas a las placas,
superficiales de la región de Chiuchiu-·Turi . Frecuentes son concresiones si-
líceas de color gris amarillento y de forma d'e placas redondas, circulares O ·
elípticas.,
· En el cerro K del perfil C-C de la figura 32 hay el perfil siguiente:

3) 30 m. capas de1 Loa. Capas estratificadas de areniscas calcáreas y arcillas ca¡.:..


cáreas (margas) de colores gris, rojizo o amarillento. Algunas· capas son con- -
glomerados de piedrecíllas blancas de pÓmez de 1J2 a 1 cm.
2) 80-100 m. arcllas rojas sin ye,so, parecidas a la coba de la región de Ca 1ama.
. . . . . . discordanci~. r egular .. . .. .
1) yacE!nte : arcillas rojas de la Formación San Pedro.

En la cumbre H del perfil A-A' de fa figura 32 hay verdaderas calizas,


puras idénticas a las de la región del río Loa.
Las capJLS del ;Loa, caracterizadas por la abundancia del cemento cal-
cáreo y por encerrar capas concrecionarías de carbonato de cal cómo ónix,
· aparecen en gran extensión en el pie occi~ tal de la Puna de Atacama. AJ
lado del campamento del kilómetro 150 d'd ferrocarril a Salta (Fig. 27) se-
· explota un pequeño depósito de ónix intercalaéto en la parte superi!r .d~ ;un·
gran cono de rodados . En varios otros puntos de la Sierra Almeyda hay ta- .
les formaciones, que mucho más al sur, en Barrancas Blancas, ·a l SE cleJ'
Salar de Punta Negra contienen otra vez mantos de ónix.
La mayor parte de los afloramientos ' de las capas del Loa se caracteri- -
zan por su situáción paralela a la superficie de los grandes taludes y p.or sn
_situación al pie de las serranías. Debemos sup9ner que durante la forma-
,ci6n de los sedimentos calcáreos ya ex~stían la mayor parte de las serranías.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 145

actuales y de los bolsones, con excepción de los Cerros de la Sal, que se for•
maron más tarde por plegamiento. Común es a todas las formaciones calcá--
. reas su origen por aguas ascendentes, que parecen haber preferido las fallas .
que acompañan el pie de las serranías. En la vecindad de las fallas, se h an·.
formado mantos relativamente puros de ónix; pero más falda abajo en los.
taludes, el carbonato aparece sólo como cemento d e las arenas y rodados. En .
el medio de las grandes hoyas, como en el valle d el l¡oa, done.te había un ex-
tenso lago, el resto del carbonato en solución se precipitó como manto ca--
lizo puro . ,
La tectónica de la Formación Riolítica es relativamente sencilla . Ya~
vimos que constit.uye la gran flexura con q,~e 11!, Puna de Ataca;Il'!a descieude ·
hacia el oeste, desde los 4.000 a los 2.500 metros del Salar d:e Atacama. Como ·
se ve en la figura 27, el pie d e la flexura, que viene -con rumbo S-N desde ·
la región del volcán Socompa, avanza bruscamente hacia el oeste en la la-
titud de San Pedro. Continúa baci1.i. el noroeste, de modo que en Río Grande,·
el verdadero pie de la Puna estaría formado por la gran flexura con que la .
Formación Riolítica desciende desde el Río Grande a Licán en el perfil 1;
.de la figura 28. Hacia el sur, este gran arco de bóveda continúa -como ala !
occidental del ancho anticlinal de las riolitas en los Cerros de la Sal. En el .
ala oriental, la riolita o las capas del Loa d esciend'en con posición casi verti ...
cal, como se ve en los perfiles C-C y D1D de la figura 32 . Por presión se- -
cunda.ria se ha formado un p equeño anticlinal oblicuo al oeste del punto R .
(perfil C-C) dirigido haeia el oeste. No indica necesariamente una direccióIJ ,
de ia presión hacia el oeste, sino es una pequeña irregularidad.
Hacia el oeste, las riolitas del anticlinal se hund'e n d ebajo del Llano ,
de la Paciencia y r eaparecen al otro lado subiendo por la falda oriental de
lo~ cerros de Purilactis (figura 28, p.erf. II). Ya vimos más arriba que esta .
subida se debe al plegamiento, correspondiendo el Llano de la Paciencia a .
un ancho sinclinal.
De la misma manera, los Cerros de la Sal son un largo an.ticlinal ple--
gad'o después de la1 er,upción de la·s riolitas . En la figura · 33 vimos:: que la
0

tectónic~ la¡¡ riolitas continúa en la parte media y sur de esta -cadena, de.
modo que las capas del Campamento deben considerarse probablemente co-
mo equivalentes de las capas del Loa. •
La poca extensión ql).e .tiene el manto duro de riolita en la fald'a d e ·
Purilactis, donde al lado de la quebrada Tambores constituye cerros t esti- .
gos d e solamente 50 a 100 metros de ancho, alargados en dirección este-
oe:üe, se explica p orque la lava se •extendió solamente en cierta zona baja ·
de la meseta de Purilactis, que en su mayor parte quedó libre de la cnbierta
riolítica. D e otro modo deberíamos suponer una enorme erosión que habría,~
\

F. G. 10 . .

;,
146 DR. JUAN BRÜGGEN.

terminado con toda la cubierta dt! la lava dura, mientras que en la falda
-occidental del anticlinal riolítico de los Cerros de la Sal, q-µe desciend:e ha-
cia el Llano d'e la Pacienci'a, no se nota ninguna erosión. Por la misma ra-
zón, debemos suponer que las ventanas geológicas al oeste y norte de San
-Pedro. nunca· llevaron una cubierta de lava dura, sino formaron una eleva-
ción del terreno encima del nivel alcanzado por las. lavas. L a Formación
San Pedro, que corqp.onía esta elevación, consiste en capas muy blandas que
· se destruyen rápidamente como lo compru eban los miles y miles de quebra-
-<la.s del "paisaje malo" que caracteriza a los ai'l.or amientos de las capas ro-
jas del terciario. Por su menor resistencia, más tarde gran parte de las e]e 0

-vaciones fué d'estruída y se presenta hoy como depresión . El estrecho puen-


te geológico de riolita. que se extiende desde el punto A pasando encima del
túnel hacia el suroeste, ha sido originalmente una quebrada rellenada por la
-lava que hoy, por la· gran dureza de la riolita se presenta como elevación .

6) Resumen sobre las grandes fosas longitudinales.

A base de las dislocaciones de la Formación Riolítica pudimos consta-


-tar la edad pliocénica del 'solevantamiento de la Cordillera de los Andes.
·Pero, vimos que la falla entre la Cordillera de la Costa y el Valle Longitu-
·dinal es más antigua, d'e modo que en el plioceno ambas unidades morfoló-
:]?ic~s subieron juntas a sus alturas actuá"les. Al mismo tiempo del solevanta,
-miento o más tarde_, en el cuaternario, se produjo la falla de la costa, en la
-cual se hundió una extensa zona terrestre desapareciendo en las profundas
·fosas submarinas.
La falla de la costa no corre paralela a la falla del pie oriental de la
·Cordillera c1e la Costa, sino ambas fallas !-e cortan un poco al sur de Arica,
-de modo que ahí el Valle Longitudinal alcanza el mar en forma de una an-
"Cha meseta. ·
A poca distancia al sur del Toco (iesaparece la Pampa del Tamarugal,
,debido a que la continuación meridional~ la Cord'illera del Medio se acer-
. ca más y más a la Cordillera de la Costa. El fuerte r elleno con se dimen tos
·-desérticos, ba,j·o los que desaparecen casi totalmente los cordones de cerros,
-dificulta mucho el estudio correcto de la morfología. ProbableIJ'.lllnte termina el
Valle Longitudinal, lo mismo que al N. de Santiago, deshaciéndose en varias
fosas pequeñas. Unos 100 kilómetros al sur de su término austral que es
-·el Llano de la Paciencia del Toco, reaparece un pequeño trecho de llano lon-
gitudinal formado por la hoyada c!e Aguas Blancas. El último resto en el
-uorte es la gran depresión de Pueblo Hundido al interior de Chañaral.
Más o menos a la latitud del Toco 1 termina también el Valle Lon-
~itudinal recorrido por El Lua superior. Como lo indica la posición de las
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 147

riolitas en este valle, que desde el centro suben suavemente tanto hacia.
el este como hasta el oeste, este valle tiene la · forma de una ancha artesa.
A la misma latitud, principia más al este el gran Valle Longitudinal.
d e San Pedro de Ata cama, que se extiencl'e hacia el sur por tres grados lati-
tud . Al interior de Taltal su continuación est á interrumpida por acumula-
ciones y cerros volcánicos modernos . Más al sur r eaparece en los Salares.
de Pedernales y Maricunga.
El valle d'e San Pedro de Atacama t iene muchas <le las cal'acterísticas .
de la P ampi del Tamarugal. ·Por ej emplo:· la flexura, con que -desciende
la altiplanicie boliviana d esd_e los Altos de Pica, se presenta en la misma.
forma al. este de San Pedro, soiam1tnte trasladado en unos 150 kilómetros
hacia · el este. P ero · la falla del Bordo, al oeste d'e San P edro, es mucho-
más· moderna que la del pie oriental de la Cordillera de la Costa'.
En la región, donde se produce este traslado de las grandes d'epresio-·
nes longitudinales, pasan importantes dislocaeiones transversales. Así, e11
una falla transv('rsa1, el bor de da la Puna que desde Soca-ire--y -Toconao se·
extiende direct ament e hacia el norte, avanza r epentinamente varios kiló-
metros hacia el oeste. Otro fenómeno sorprendente es el gran valle diagonal"
en que se hallan las salitreras del cantón Ari.tofagasta. R ép:resenta p rob a--
blemente otro sinclinal ancho tal como el valle superior de El L oa. Es la·.
misma región, en que la pénínsula de Mejillones presenta una de las irre-
gularidades más grandes de toda la costa de Chile . · Las numerosas fallas, .
a lo largo ele las cuales los hloqnes de la península se han removido, de-
muestran un fuerte destrozamiento de la costra terrestre.
Recapitulando la historia de las formaciones de los· valles longitudinales,.
vemos que el primer esbozo ha tenido lugar, tanto en el centro como en ·el
.norte de Chile, por los movimi entos d el Terciario inferior. Pero las fallas.
principa les a ambos ·lados de la depresión son en el centr o de Chile d'e edad
pl iocénica a cuaternaria inferior ; mientras que en el norte de Chile, en la>.
falda oriental de la Cor dillera de la Costa, no parecen habérse · producido
nuevos movimientos ·a e im·portancia .
Hasta ahora hemos hablado siempre d'el hundimiento del Valle L qngi-·
tudinal; pero sería importante saber si en r ealidad se ha producido tal mo--
vimiento · o ·si se trata solamente de una zona que .no :f'Plé solevantada en el"
mismo grado que las cordiller as v·e cinas. En el centro de Chil e. el i:>iso de1
Valle L ongitudinal se halla a ·unos 100 metros él.'e altura sobre el mar ; está·
rellenado p.of un gran· espesor de sédimentos cuaternarios . Por esto él piso
rocoso, que corresponderá a la su perficie d·e denud'a ción t erciaria, se hallaní
debajo d el actual nivei del mar, és dec·i r, t end'ríamos allí un huntli'miento.-
absoluto de la zona de la gran fosa. Para Santiago es dudoso si los serli-
mentos descienden 'hasta el nivel d el niar. En el norte, la étepres1ón- de ·la~
Pampa del Tamarugal subió a fines d el plioi;euo junto con el bloque de la~
148 DR. JUAN BRÜGGEN.

,costa en unos 600 metros, como se puede deducir de la altura de las terra-
.zas marinas de Mejillones . Allá hubo un hundimiento r elativo sólo en el
lado oriental, hacia la Cordillera d e los Andes .
En el centro de Chile muchos de los ríos provenientes de los Andes
Jian utilizado fosas transversales para atravesar la Cordillera de la Costa,
-como· el l\faipo y parcialmente el Cachapoal y otros. Sólo pocos, como el
.l\faule y el Itata, han excavado sus cursos epigenéticamente en el bloque
,de esa cordillera.
En el norte desérti~o los ríos han perdido en gran p arte su curso infe.
·rior, como los situados entre El Loa y la región d e Zapiga.
Mientras en el centro y sur de Chile existe un único Valle Longitudinal,
·en el norte ilay _var ios ; uno al lado del otro, como por ejemplo, en el distrito
·de El Loa, donde fuera de las depresiones continentales aparece también
1a profunda fosa submarina de Atacama.

7) El desarrollo de los Andes del norte de Chile después


de su solevantamiento terciario.

a ) La. edad del solevant a.miento y la formación de los valles andinos

Como hei:nos visto en el párrafo anterior, los Andes han subido a su


,altura actual después de la erupción d e las riolitas, o sea, en el plioceno.
El problema de la edad del solevantamiento de la altiplanicie boliviana
iha sido muy discutido . Los defensores de una edad aún más moderna del
-solevantamiento se apoyan en dos hechos: en la existencia d e grandes ani-
-males mamíferos en el plioceno y cuaternario y en ia antigua cultura de
"Tiahuanaco .. Ambos h echos hablarían en fav or de un clima mucho m ejor
que el actual, pt1.esto que· el clima actual de la altiplanicie' sería demasiado
-rudo para hacer posible la existencia de los grandes mamíferos, y dé la an-
·tigua civilización.
En lo que se r efier e al segundo punto, J. Imbelloni ha demostrado que
· 1as orillas ·del lago Titicaca tiel)en aún hoy día la mayor d en sidad de pobla-
ción de tod'a la altiplanicie boliviana, por lo tanto, bien P.Odrían haber for-
mado el centro de una alta civilización antigua . Contr! la fantástica supo-
. sición de que Tiahuanaco hubiera florecido, cuando tuvo pocos metros o
·p ocos cientos de metros de a'1tura sobre el · nivel del mar, están las estrías
gla ciales, que he observado en uno de los grandes bloques de los antiguos
-mon umentos y la extensión de la glaciación c11aternaria de la Cordillera
'Real al este de La Paz. Si esta cadena de cerros hubier a t enido en el cua-
ternario una altura mucho lmenor, sus cumbres no habrían alcan zado la
un.ea de las nieves eternas de aquella época, y su glaciación en el cuaterna-
:rio habría sido menor que la actual .
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 149

La suposic1on de que los grandes mamíferos extinguidos hubieran ne-


-cesitado una vegetación tropical rica para su existencia ha sido ya rechaza-
-da por Darwin, quien demostró que tales animales prefieren hoy día las es-
·tepas cubiertas por pasto y vegetación baja. Diñcilmente habrá existido
-tal vegetación tropical en los _puntos de la Patagonia donde se encuentran los
.restos de mamíferos. Una vegetación baja no falta en la actual altiplanicie
,de Bolivia, como tampoco en la Pampa del Tamarugal, donde se han encon-
·trado también mamíferos cuaternarios. En el Valle Longitudinal norte dt,
·Chile existen no solamente extensas zonas con bosques de tamarugos y al-
garrobos, sino que hay grandes extensiones de espesa vegetación de mato-
rrales en el fondo de las quebradas de Tana, etc. Antes de la entrada de
·1os hombres, especialmente antes de la llegada de los españoles, estos bos-
.ques y zonas, cubiertas de matorrales deben haber tenido una extensión mu-
-cho mayor, como se deduce de los frecuentes hallazgos de madera subfósil
,qu e todavía hoy se desentierra para utilizarla como combustible. 'La vege-
·tación no indica una mayor riqueza · en lh1vias, pues aún ñoy ' día e'lla exis-
-te en una zona absolutamente exenta de ellas, debiendo su existencia a la
--poca profundidad del agua subterránea.
Durante las épocas glaciales, la alta cordillera debe haber recibido pre-
·cipita¿iones atmosféricas mucho más abundantes; como puede deducirse · de
·1as terrazas que se observan en las depresiones sin desagüe. Así en el Salar
-del Ruasco, donde existen hoy Únas lagunitas insignificantes de agua sala-
·d'a en medio de la extensa p.lanicie cubierta por la costra de sal, cMontré
una terraza de abrasión situada a 30 metros sobre el piso del valle, con sólo
·2-3 metroi:: de ancho, cortada en las riolitas de la falda oriental de los .Altos
de Pica. En esta terraza y hacia atrás de ella la falda está cubierta por
·-costras de toba calcárea, que representa el sedimento químico d:el antigut·
1ago.
También la altura más baja de la línea de nieves en el cuaternario in-
-dica la existencia de mayores precipitaciones en la época glacial: ella y
1a. extensión de la glaciación cuaté'rnaria en T arapacá corresponden ·apro-
:ximadamente a las condiciones actuales de los Andes de Coquimbo. Según
,esto, durante la época glacial, en la Alta Cordillera de Tarapacá, deben
haber caído precipitaciones semejantes a las que caen actu! lmente en la
,misma zona de Coquimbo.
Después del solevantamiento de la altiplanicie de Bolivia, la morfolo-
·gía del norte de Chile ha experimentado sólo p.equeñas variaciones, si pres-
,cindimos del volcanismo, que en el plioceno y cuaternario construyó los
volcanes de la Puna. A la acumulación de estos cerros se deben no sólo
las numerosas depresiones sin desagüe situadas en medio de la zona volcá-
lllica, sino que también la falta de desagüe de una gran parte de la altiplani-

,I
150 DR. JUAN BRÜGGEN.

cie boliviana, que probablemente tenía antes una o más salidas al Océano-
Pacífico, o a la Pampa del 'l'amarugal.
, Especialmente lµ. serie de salares que se encuentran a lo largo del
F errocarril de Antofagasta a Bolivia, como los de Ascotán, Ollagüe y Chi-
guana, tienen por su forma alargada todo el aspecto de un antiguo valle·
d'e río. El salar de Chiguana, que aún está en comunicación con la altiplani-
cie boliviana, tiene también una situaciórl. bastante baja, como se podría
esperar al tratarse de un, antiguo valle de desagüe. Su altura es sólo de
3.658 metros contra 3.680 metros para la gran estepa d·e sal de Uyuni. Pero,
aún algunas altur~s más grandes del antiguo valle, como ·1a altura de Asco-
tán con. 3.730 metros no contradicen esta suposición, puesto que en la inme~
diata vecindad' de los volcanes ha habido una fuerte acumulación en el piso
del valle.
Queda dudoso si debemos buscar la continuación de este valle bajo el
volcán San Pedro, hacia El Loa superior, o si el valle ha conservado primero
la dirección N-S, como en el Salar de Ascotán, continuando bajo los vol-
canes Lailai y Paniri hasta el curso superior d'el río Salado. Las cantidades:
no despreciables de rodados gruesos que he observado al oeste de Caspana,
sobre la Formación Riolítica, pueden corresponder a la continuación indi-
cada, al oriente del cerro de Aiquina. Entonces la unión con El Loa habría.·
tenido lugar en las vecind'ades de Calama.
Fuera de la zona volcáni ca de los Andes, la morfología sufrió sólo pe-
queños variaciones después del plioceno. Los ríos cortaron sus profundos,
valles en el gran plano inclinado de la Formación Riolítica, formándose los
hondos y escarpados cañones de las quebradas que descienden a la Pampa
del Tamarugal.
Con esta r ~ vación de la erosión se han desarrollado nuevos sistema~.
hidrográficos en el gran plano inclinado hacia el oeste. Al observar el map: •.
de · Tarapacá llaman la atención las numerosas quebradas paralelas de direl~ -
ción este-oeste que corren hacia el Valle Longitud'inal. Al norte de Pica, .
donde el pie de la Cordillera cambia de dirección S-N a N. N. W., varía ·
también algo la dirección de las quebradas. J

La formación de los valles nuevos que principiaron su trabajo erosivo..


arriba en el plano inclinado de la Formación Riolítica, que ta,aba comple- .
tamente las serranías del Terciario inferior, d'ió origen a quebradas profun-
das de dimensiones gigantescas. D entro de la Formación Riolítica, donde la
alternación de capas duras y blandas facilitaba la erosión, se formaron va- .
lles normales con uña profundidad de hasta 1.500 metros. Pero rlonde en
su profundizamiento, el río encontró un antiguo cordón de rocas fundamen -
tales, el · agua sólo podía cortar en ellas un angosto cañón.
FUNDAMENTOS BE GEOLOGIA. 151

Fig. 42.-Croquls de las angosturas de Mocha, Tarapaca.


El hachurado ancho indica la Inclinación de la formación rioll tica hacia el oeste. Ha.;
:=hurado cruzado = rocas fundamentales porfirlticas en que se hallan las angosturas.

A poca distancia aguas arriba de Mocha, la quebrada de Tarapacá cru-


.za tal cordón de rocas fundamentales, en el que excavó un profundo cañón
,de varios cientos de metros de hondura y cuyo fondo alcanza apenas cinco
metr os de ancho, como se ve en la fotografía ?\·.0 4. Valle abajo, la quebra-
,d'a vuelve a la Formación. Riolítica y se ensancha bastante en la región de
-Mocha (fotografía 1\1\o. 3). Pero, ya en el borde izquierdo de la misma fo-
tografía se ve que el río vuelve a entrar a una quebrada angosta cortada
-en la · roca fundamental. Más a la. derecha (ID .la ~otografía p.uede observar se
·como el cerro obscuro, compuesto de porfiritas, desaparece bajo las capas
"horizontales claras de la F'ormación Riolítica. Muy atrás, en e1 borde iz-
.quierdo, se ve la superficie inclinada de las r iolitas. El desfiladero situado
,abajo de Mocha es intransitable; por esto el pequeño sen~ ero que une Mo-
,cha con la parte inferior de fa quebrad'a sube en varios zig-zags :parados
,hasta el lomo formado por la roca fundamental,.

b) El gran lago salado de Soledad

El solevantamiento que sufrió el continent e en el plioceno no ha sido


·igual en toda la extensión de la P ampa del Tamarugal; era mucho ma-
_yor en el norte que en el sur, como puede- deducirse de las alturas actuale9
pt0 Palocne

llª Cllomache

_j_e.x_enda .·
!;:;;~~:;::::· Salar
e r,.. Ca.sira deSulfalo
de Calcio

1620

o - ·s
CºTelas
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'
. _, _ .In -r.,1 --- 1--- 0 ....1 ,., .::ii ... ~
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 153

del bolsón. , lVIás tarde, eu las rocas fundamentales duras la erosión se ha


retardado mucho más .

e) Los sedimentos recientes y el agua subterránea en la Pampa del


, Tamarugal (1)

Más arriba hemos visto que d~ben distinguirse dos zonas distintas en
la Pampa del Tamarugal. De Zapiga hacia el N. la superficie del Uano está
for mada por capas terciarias contemporáneas con la formación riolítica. Pe-
ro hacia el sur de Zapiga, esta antigua superficie desaparece lentamente
debajo de los sedimentos nuevos d'epositados por las quebradas andinas g!1~
no aléanzan el mar, sino terminan en el Valle Longítudinal. •
Como puede verse en el cróquis morfológico de la Fig. 44, la superficid
terciaria correspondiente a la formación riolítica, queda separada de la Col'-
dillera de la Costa por una zona de sedimentos modernos que principia en
Zapiga como una faj l.l estrecha de pocos kilómetros de ancho. En esta faja
casi la mitad del ancll"o está ocupada por una delgada costra de sal sucia
que penetra en una larga depresión a los cerros de la costa, constituyendo ,el
llamado Salar del Obispo . En Dolores y Catalina, el suelo de sedimentos
recientes ya alcanza unos 5 a 7 kiló!Iletros de ancho, pero todavía no alcanza
La mitad del ancho del Valle Longitudinal. La superficie terciaria se levanta
como lma baja meseta, ligeramente ondulada y de unos 10 a 20 metros de al-
tura encima de los sediment os modernos. Sólo desde los conos de dey?.cción
de las quebradas de Soga y Aroma, hacia el sur aumenta el ancho del re-
lleno moderno, d'ebajo del cual se levanta paül atinam·ente ~l p lano Ülclinado
de la Cor diller a de los An des.
No eE siempre fácil determim,r el límite entre las dos superficies, ya qu"
la superficie terciaria se extiende también al oeste de la flexura que consti-
t uye el pie de la alta cordillera y que tampoco está siempre bien desarrolla-
da. Probablemente el característico más llamati,'.o d'e la superficie tercia-
ria son las innumerables placas de sulfato de calcio, los llamados '' panque-
ques" que cubren la pampa al NE de Zapiga. lVIás al sur, en el camino de
Pozo A l.monte a Mamiña, quedan substituídos por sulfatos más terrosos y
en parte enteramente pulverulentos. La flexura esTá bien desarrollada so-
lamente en el sur, en la región entre Puquio Núñez, Matilla y la quebrada
de Tambillos . Entre las quebradas d"e Tarapacá y Aroma no existe y el
plano inclinado de la formación riolítica desciende desde los 4.000 metros de
altura basta perderse lentamente debajo de 1os sedimentos modernos. Más
al norte, en la quebrada de Camiña-Tana y Suca r eaparece una flexura muy
pr ommciada, como se ve en el perfil de la figura No. 38 .

(1) Mayores detáJes véase Brüggen N.o 32.


CROQUIS MO.RFOLOG/CO
DE TARAPACA

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d e loi A~ ,
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 155

Las qu ebrad'a s más, septentrionales de los Andes, que no alcanzan el


·mar, son las de Itapillán y Soga, cuyos sedimentos se extiend'en frente a
.Zapiga en la superficie de la pampa. Durante la mayor parte del año, las
quebradas no conducen agua o, a lo menos se secan mucho antes de alqan-
zar el borde de la cordillera. P ero, en lo~ meses d e Yerano, cuando se pro-
·ducen fuertes lluvias en sus nacimientos situados en · las partes más
.altas de la cordillera, entonces descienden enormes avenidas por estos va-
·n es secos.
Para los que viajan en la parte inferior de los valles, estas avenidas
-constituyen un gran peligro, porque el agua a-v-,mza con una velocidad in-
·qreíble por el lecho seco de los ríos, preseutandose como un muro de agua
-d'e hasta dos metros de altura, que arrastra todo lo que encuentra en su ca-

200

~
.,
\ ..

\
'
' \"
,

e 4 " o ,o ,2 '" 1t1


horas
Fig. 45.- Curva de una ~venida del rlo Tarapacá en ~ ocba.
(Observado por el Departamento de Riego).

mino. La figura 45 nos da una idea · de estas avenidas, en que se alcanza


-en p~cos minuto's el máximo del caudal, que se mantiene solamente pocos mi-
nutos . Luego disminuye la cantidad de agua, pero durante muchos días y
·Remanas se conserva todavía una corriente fuerte.
Los sedimentos arrastrados en las avenidas se r eparten del modo si-
guiente: al salir de los estrechos valles de la Cordillera de l os Andes, fas
156 DR. JUAN BRÜGGEN.

avenidas depositan sus rodados y arenas gruesas en la parte oriental del:


Valle Longitudinal coristituye1.1do extensos conos de rod'a dos. L as arenas,
de grano medio y fino alcanzan hasta más o menos 1a mitad entre las dos.
cordilleras y en parte, hasta cerca dd pie de la Cordillera de la Costa.
Pero en gen eral, esta cordillera es alcanzada .solamente por el fango ·
más 'fino suspendido en el agua de las avenidas, que se sed'i menta en los,
extensos lagos que existen durante algunos días o semanas al pie de los ce-
rros de la costa. El fango se nos presenta hoy día como arcilla de color-
claro muy parecido a las arcillas terciarias d'e Tiliviche; esta arcilla cons-
tituye la superficie en casi toda la extensión de la pampa entre Pozo Al -
monte y Zapiga. Hacia el este los estratos de ar ena se ponen encima de la·
arcill a o desaparecen debajo de ella, indicando la transición en forma de·
engranaje que h ay entre las dos clases de sedimentos.
El límite entr e las superficies ar cillosas y ar enosas es muy irregular,.
porque en el medio de los conos de rodados las arenas avanzan más hacia
el oeste, mientras que al norte de los conos se estanca el agua d e las que-
bradas más septentrionales en forma de grandes · ¼gos que se extienden, lo·
mismo que su fango, bastante hacia el este.
En la zo~a arcillosa se observan largas fajas d:e forma de esteros secos;.
en parte . tie~ l.llll;! hondura de 20 a 30 eros. en parte ·hasta 1 a 2 metr os.
E st as fajas corr esponden a l~s corrient es de agua al principio d e las avení--
das por las cuales llegó el agua h asta el pie de la Cordillera de la Costa. De-
bido a la fuerte corriente, el agua era capaz de arrastrar arenas y aun pe-
queños rodados h asta qu e al fin el agu a rebalsó de est os lechos inundando
toda la región vecina, constituyendo un extenso lago de poca hondura. Coll'.
la formación del la go terminó la corr iente en los ant eriores cursos de agua y
con esto la fuerza d'e transporte del agua. Encima de las arenas y rodados
d eposit ados al principio se sedimenta al fin el fango fino del lago. En otras.
aven idas, que se siguen en inter valos de' 15 a 20 años, p.uede cambiar el sis-
t em a de las faja~ de arenas . Resulta al fin un complicado sistema de fajas.
permeables para e~ agua encerradas en medio d'e un gran espesor de arci-
flas, que se habrán. formado en los miles de años d esde el plioceno. H oy·
estas fajas constituyen largos canales de corte lénticular por los cuales se·
mueve el agua subterránea . Así se explica que, en general la pl"oducción
d e cada pozo de agua es relativamente r educida, porque en cacfa pozo se·
descubrir án solament e pocas fajas permeables.
Hacia el este, los canales subterráneos aumentarán en espesor y anchor
disminuyendo lentamente la arcilla hasta que esta ú ltima constituye sola-
mente intercalaciones entre los sedimentos arenosos. Estas condiciones se
h an dibuj ado en forma esqu emática en el P erfil número 46 que represen--
ta un corte transversal por los .sedimentos modernos de la Pampa del Ta-
marugal . El perfil explica también la presencia ele aguas artesianas, por que,
FU1'11DAMENT08 DE GEOLOGIA. 157

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Dos Perfiles por la Pampa del Tamarugal


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si el agua se ill.f ütra a suficiente altura en el este y luego queda cubierta.


por una capa impermeable, entonces en la capa de arena, y también en el
canal entierrado entre las arcillas reina presión artesiana, como s~ ha com-
probado en los sondajes de Pintados y g.e la Guaica.
D ebido probablemente al declive general de. la Pampa d"~ Tamarugal,
todas las quebradas se 'desvían hacia el sur al entrar al Valle Longitudinal_
Así, las inundaciones de la quebrada de Aroma, que desemboca frente a
Negreiros, alcanzan la Cordillera d'e la Costa en Ruara y siguen d espués
cerca del pie oriental de esta cordillera hasta la región d~ Pozo .Almonte.
Las aguas de la quebrada de Tarapacá, que desemboca frente a Ruara, si·-
guen casi por el medio del Valle .Longitudinal y p.asan a unos 10 kilómetros,
al este de Pozo Almonte, tal como se irid'ica en el cróquis de la Figura 44.
158 DR. JUAN BRÜGGEN.

El declive general ele la Pampa llel Tamarugal, en cuanto se r efiere a


la parte de sedim entación actual, es ele N. a S., como se desprende ele la
~lista siguiente:

Zapiga ..
Dolores . .
.. 11]8 m.
1116 m .
Hnarl\ .... . .
Pozo Almonte.
1086 m .
1027 m.
Catalina . . . . 1112 m. Gallinazos . . . . 985 m .
N egreiros 1142 m . Pintados . . 975 m.
Salar de Bellavista 950 a 967 metros.

En el extremo norte hay un dedive d'esde ·Negreiros a Zapiga, p ero · en


-general prevalece declive ele N. a S. desde Niegreiros a Huara, P ozo Almon-
te hasta el $alar de Pintados . Tanto en este salar como en el de Bellavista
-apenas hay declive .
La línea divisoria entre las dos direcciones del d'eclive se halla probable-
mente al sur de Negreiros donde, cerca de la oficina Progreso, hay una sa-
liente prónunciada de los cerros de la costa, que reapar ccen también un po-
co más al este del camino en forma de un cerro ere isla que se levanta del sne-
l.o de r ell.eno moderno/
El cambio del declive se deberá menos a la saliente de la Cordillera . de
·,1a Costa que a la forma del relleno que proviene de los valles andinos. La
,mayor elevación d'el terreno entre N egreiros y Progreso corresponderá n la
.mayor altura del cono de rodados acumulado por la quebrada de Aroma.
""La zona de mayor alt~ra del' cono tiene un ancho conside-r able porque se ex-
·tiende hacia.' el sur hasta la Puntilla de Huara.
Las pequeñas irregularidades d'e las cotas de Catalina y Dolores se ·ex-
·plic11;rán por un r elleno un poco desigual.
Correspondiendo a la mayor elevación del cono, las aguas que se infil-
tran en el cono se dividir\ n en corrientes que se dirigen hacia el N hacia
!Zapiga y otras que siguen el declive principal de la pampa hacia el sur, a
. Pozo Almonte y los salares de Pintados y Bellavista.
La importancia que tiene la región d'e la oficina P!ogreso para la hi-
· drología subterránea puede r econocerse en el hecho que ella _constituye el
·límite entre las aguas poco profundas de la zona de 'N,egreiros-.ie.piga y las
;aguas más profundas de Huara-Pozo Almonte . En la zona nort<'l , desde las
· oficinas Josefina y Progr eso, la hondura a que se halla el nivel dd agua,
·pasa rara vez de 25 metros y generalmente es inferior a los 20 metros . Ha-
. cia el sur, hasta la oficina Donato, la hondura media del agua es de 50 m e-
. tros, habiendo profundidades de hasta 80 metros. A un más al sur, en la r in-
. conacla de Pozo Almonte, el nivel del agua sube un poco, pero queda siem-
,pre alrededor de 30 metros, con excepción de los pozos más vecinos a la Cor-
.dillera de la Costa.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 159

La poca hondura en los cantones del norte se expliea porque el agua se-
estanca en los sedimento¡;, nuevos delarite de la& arcillas terciarias, que des-
d e Zapiga se levantan lentamente debajo de las acumulaciones modernas.
El pnnto de rebalse, aunque subterráneo, está constituído por el nacimien- ·
to de la quebrada de Jazpampa en Zapiga. •Tenieudo la vecindad d'e Do-
lores y Catalina alturas inferiores a las de Zapiga, se comprende el alto.
nivel d'e l agua en la r egión de estos dos pueblos .
Además, el agua de la zona norte se distingue por su calidad q ne es mu--
cho mejor que más al sur . Al norte de Negteiros, desde el comienzo del sa-
lar que se extiende hasta Zapiga, la mayor parte de los pozos de agua en-
contraron agua dulce o de regular calid'a d.
• Parece q,ue en la zona norte, una gran parte del agua subterránea pro- -
viene de la quebrada de Soga que tiene agua relativamente buena. lVIás al'
sur prevalece el agua salobre de la quebrada de .Aroma, cuyo estero frme·
2,5 a 2,8 grs. de sal por litro. Aun más al sur, en la región de Pozo Almoufe, .
prevalece el agua lll1 poco menos salobre de la quebrada de -Tarapacá, qut> ·
tiene 1,5 a 1,9 grs. d'e sal,.... por litro. . .
Las condiciones hidrológicas cambian mucho .al llegar a la ·región de·
los salares de Pintados y Bella-yista, en los cuales el agua, en gran extensión,
está mny cerca de la superficie. Los salares ocupan una gran dep:ues1ón· si-
tuada entre la saliente del cordón Cachango-Cerro Gordo por el sur y el!
cono de deyección depositado por la quebrada Tarapacá en el norte.
La depresión debe su origen a la falta de valles de primer orden entrP·
la quebrada de Tarapacá y la quebrada de Huatacondo, de modo que el re-
lleno de la Pampa ha sido muy escaso. Todas las quebradas intermedias,.
como Juan lVIora:les, Tambillos, Ohintaguay, etc., nacen en el primer cordón,_
alto de la cordillera, pero no tienen hoyas hidrográficas ·que se extienden
hasta la frontera con Boiivia1• .
La poca hondura del agua subterránea .ª la ~ual se deben los extensos:
bosques de algarrobos se explica en parte por la poca altura del suelo de
la depresión, pero en primera línea a que la corriente de agua subterránea
1;e estanca delante d'el cordón Cachango-Cerr'o Gordo que avanza desde la_
Cordillera de la Costa hacia el este . En la misma región, se halla antepues--
to a la alta cordillera· el cerro Challacollo, de modo que e esulta una angos-
tura bastante ·pronunciada en el valle longitudinal.
El salar de Pintados es la única r egión en la Pampa del Tamarugal, don- -
de hay verd'aderas poblaciones agrícolas en que se aprovecha la poca hon..
dura del. agua subterránea . Un interés especial merece la explotación agrí--
cola en forma de '' canchones' ', que son fosas de unos ~O metros de largo
y de tres a cuatro metros de ancho, en las cuales se ha sacado la costra su-
perficial de sal que se amontona a los lados. Debajo de la costra hay tierra.
vegetal dulce y húmed'a , en la cual SE: plantan melones, alfalfa, etc., que ere--
160 DR. JUAJ'i BRÜGGEN.

cen gracias a la humedad capilar que sube desde el nivel del agua subte-
rránea. Esta agua es dulce o ligeramente salobre; pero después de algunos
..años se seca el canchón o se cubre de nuevas eflorefcencias salinas de modo
que debe abandonarse . Se excavan enton ces nuevos cinchones en la vecin-
-dad. En forma parecida a estas eflorescencias nuevas, se habrá formado
también la costra d el salar por evaporación del agua subterránea que subió
=a la superficie por capilaridad.
El agua dulce debajo de los salares ele Pintados y Bellavista no puedtl
.provenir de los esteros d e la alta cordillera porque éstos tienen aguas mu
•cho mái; salobres, sino se tratará de aguas provenientes de la misma co-
rriente que alimenta t ambién las vertientes de Pica . Se trata de corrientes
profundas que se mueven en las cap.as terciarias cuya r elación con el agua
.superior puede verse en el perfil B de la figura 46. E st_e perfil muy esqu emá-
tico se ha trazado de la r egión de Pozo Almonte hasta el pueblo d e Tarapa-
·cá situado en· el fondo d e la quebrada del miiuo nombre. Vemos que las
,capas t erciarias de la Formación Riolítica han sido disl-ocad'as por la fle. •
.xura del pie de la cordiller a. Hacia el oeste, el material permeable formad o
·por ripio y arena 'Se substituye por arcilla. P ero, en vista de que en el 'l'er
-ciario medio, un ancho valle pasó por la r egión de los Altos de Pica, podemos
·suponer que en el fondo a·e este valle existían arenas filtrantes que se ex-
·t endieron hasta su desembocadura en el mar. No sabemos por donde este
-valle atravesó a la zona actual de la Cordillera de la Costa. Puede ser por
la serie d e Pampas situadas a l noroeste de Bellavista o también por la gran
·d'epresión larga ocupada. por las Pampas ·Pissis y Perdíz que se extiende 'dés·
·d e Pozo Almonte hacia el noroeste (véase figura 14). Hoy clfa, la Pampa
Perdíz termina en el oeste en una falla. Pn que se solevantó un cordón situa·
.do muy cer ca de la costa.
El agua dulce contenida en las capas t er ciarias qued'a estancada y en
-parte busca una salida hacia arriba, hacia las capas permeables recientes,
perdiéndose al fin en el Salar d'e Pintados donde se evapora.

2) .- La edad del relieve de los cerros del Norte de Chile y la denudación


en el clima desértico.

D el desarrollo morfológico del norte de Chile que acabamos de h acer ,
,se puede deducir una serie de interesantes conclusiones sobre la denudación
~n el clima desértico. Hemos visto que la F ormación Riolítica del Terciario
.medio ha cubierto ' extensas superficies de antiguas serranías f u ertemente de-
nud'adas . Investigando los 'puntos, en los cuales la Formación Riolítica o su
equivalente, la coba, se ponen sobre las faldas inferiores d e cerros que sobr e-
salen como isJas encima d e las riolitas y dor..de la superficie de contacto ha
:Sido suficientemente expuesta por la erosión, notamos que el r elieve cubierto,
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 161

,por la riolita continúa exactamente en los cerros que sobresalen por sobre la
Formación Riolítica. No se puede observar ningún ángulo notable de la super-
fi cie de his rocas fundamentales ni nn aplanamiento de su fald'a situada so- .
·ore la rio1ita. Esto indica que después d e la s~imentacióu de la rio-
lita, es decir, después del Terciario Medio, no ha existido.., una denu-
,dación importante. 'l'ambién la p-equeña cantidad de escombros que
cubre la Formación Riolítica al pie de las penetraciones de roca fundamen-
tal indica que no h a ocurrido ninguna d enudación de importancia; igual
·cosa puede deducirse de la oonservación casi perfecta de la Formación Rio-
Lítica, sea en Conchi , Chiuchiu o en El Toco. Ha habido erosión sólo donde
-el r ío Loa, formado en un clima más rico en lluv ias, cortó su profundo lecho,
pero ya no hubo . erosión en el borde superior de su escarpado cañ.ón. Aím
·donde existen lech os secos qu e v ienen de los lejanos cerros de la Cordiiler a
·de la Costa y que traen agua sólo ocasionalmente, la erosión se r edue,e a l os
-0.os o tres kilómetros inferiores contados rlesde su desembocad'ura en el Loa.
Si no existiera este río, los afluentes no habrían profundizado su lecho,
·s ino se hubieran dedicado a la sedimentación .
No estoy de acuerdo con Mortensen (Página 68 y F'.oto 10) cuando ha-
bla de grandes aplanamientos por denudación en ef Llano de la Pacien cia
:y otras partes de l Toco y si consider a a l9s cerro~ islas del llano como
,cerros que han escapado a la denudación . El llano es una de las llanuras dt!
acumula~ión tan características de los desi~rtos del norte que se ha formado
-en el Terciario meuio y que desde entonces ha crecido muy poco- por sedimen-
tación. La enor~e cubierta de escombros de los.. cerros del norte· &f' Chile,
cuya edad antigua se reconoce por las t obas riol_íticas intercaladas, puede
reconocerse dond·e los esteros ··provenientes de la Alta Co.rdille_ra han cor ta-
do valles profundos, c?mo por ejem~lo, en las quebradas de Tarapacá o en
,el Río Salado al interior d'e Chañaral entre Pueblo Hundido y Potrerillos.
En estos puntos se obser van espesores de escombros y rodados de más de
-500 metrqs. También el corte del río Loa en Chacance muestra solamente se-
·dimentos terciarios, calizas del Loa y rodados.
La falta de denud ación la t enemos solamente en la zona entr e la costa
;y los 3.000 metros de altura . .A mayores alturas caen anualmente precipi-
taciones r egulares qu e bajo condiciones favorables, como suba.1elo poco con-
-sistente, especialmente en las arcillas salinas rojas de San Pedro de .Atacama,
,producen efectos de denudación intensos, como por ejemplo, el espléndido
-paisaje de Badland (paisaje malo) cerca de San P edro . En rocas duras,
-sea en la roca fundamental o en las riolitas, se observa una fuerte erosión
sólo en las quebradas, por las cuales corren enormes cantidades de agua des-
¡més de una fuerte lluvia .

F . G. 11.

<
162 DR. JUAN IÍRÜGGEN.

ºM:uy ciertas son las observaciones de Mortensen sobre la escasa impor-


tancia del viento en el cl'esierto norte de Chile, c~ya influencia no va más a'llá
de odginar formas de detall e, como la corrosión en las paredes de rocás, o
como picaduras de viruela en las piedras sueltas.
Los · sedimentos eólicos, especialmente las dunas, son de escasa im1;>ortan-
cia. Dunas mayores $e observan en la costa, donde sus arenas provienen de·
las arenas marinas de la terraza principal. En el interior de la Cordillera
de la Costa las dunas faltan casi por completo. Allí casi toda la superficie
está protegida contra el vi~nto por costras de sal o costras formadas por Un
-empedrado de piedras chicas y grandes, debajo del cual se halla a menudo·
·un polvillo fino o arena .
Esta particularidad ha sido aprovechada por los aborígenes para sus ,
grandes dibujos, como en los Cerros Pintados. En estos cerros han retirado
' la cubierta superficial de piedras obscuras, hacientl'o dibujos geométricos o
de animales como llamas. El polvillo claro que sal a la superficie al retirar
ias piedras, se cubre de una delgada costra al humedecerse " resiste durante-·
siglos al ataque de los vientos . Otro método emplearon los aborígenes en
la quebrada Tiliviche doncle hicieron los dibujos juntando las piedras.
En el suelo ele sedimentación de la Pampa del Tamarugal aumenta un.
poco el número de dunas; su ar~na provi ene. de los sedimentos que depositan.
las quebr ad'.1s andinas en sus avenidas. Frecuentes son pequeñas dunas ele,
fornia redonda que se han acumulado alrededor de pequeños arbustos secos-
~n forma de monton·citos de un metro de altura. Se ven en el camino de
Ruara a Tarapacá y en el de Pozo Almonte a Mamiña. Bonitos b~rjanes o.
aunas de arco se. observan al noreste de las quebradas de Tarapacá y Tam-
billos, donde éstas recién han salid o del pla11¡0 inclinado de la Cordillera,
de los Andes.
Una importante zona de dunas se halla al norte de Pica: tiene dirección
WSW-ENE, paralela a la dirección del viento pre'd'orninante; su ancho,
es de dos kilómetros, su longitud de 10 kilómetros . Sube por varios cientos
de metros de altura desde el borde de ~a Pampa del Tamarugal a la falda de ·
los Altos dP. Pica, cruzando varias . quebradas pequeñas. Las arenas provie-
nen dP. los SP.dimentos de la qu rbracla de Chintaguay .
Exceptuando esta zona, la arena no está en reposo en el plano "1clinado ·
de la cordillera, cuyo pie está cubierto por una ii;ruesa capa de arena . P ero,
• ·1a arena que cae a una de las quebradas profundas, se acumula en su fonéto·
' ihasta varios metros de altura . · En l as avenidas, que se producen cada 20 a
30 años, es lavada hacia el valle longitudinal.
Mucho mayor extensión tienen las dunas como lo indica Mortensen, en·
el borde
J
del d'e sierto de Copiapó, p.ero la suposición que se trate de arena
proveniente de las zonas del desierto situadas más al n or te, no me. par ece-
~orrecta. L os vientos predominantes soplan diariamente de S. W. a ]\11, E .;::


. •'
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA . 163

.por Jo tanto P.S imp,osiblP. gue l as dunas provengan del norte. Lo mismo que
-en la Pampa dP.l Tamarugal, se trata de arenas fluviales que en parte provie-
nen d'P.l río Copiapó, P.n parte de otras qu ebradas secas, donde fueron deposi-
tadas por inun1daciones ocasionales y en seguida -arrastradas por el viento.
Por P.Sta razón las µrincipales formaciones de duna:;¡ se encuentran al norte-
-del río Copiapó. En parte, la arena ha sido transportada directamente desde
,su vall P. hacia el N. E. y acarreacla hacia arriba hasta los portez1:relos que con-
ducen al norte .. En parte, ella proYendrá de la costa, como la faja de unos
-dos kilómetros de ancho por 10 kilómetros de largo qne cubre el ancho fou-
do dP.l curso supP.rior de la quP.brada Corralill o. Los aislados arbustos ver-
0

·des y las manchas dP. plantas que crecen ~n mec'l.io de las dunas, ind'icau nn.
·movimiento muy lP.nto de la arena .
En la costa dP.l nortP.. las dunas son más frecuentes ~ue en el interior·
-del desierto ; pr.ro siP.mpre son poco importantes si s" les compara con la~
-dunas costaneras dr. Chilr. central. Esto indica qne las arena:5 d'e las dunas
-eost'aneras provienP.n en primera lín ea de las arenas acarreadas por los ríos
.Y sólo r.n proporción muy reducida dr.l trabajo erosivo del mar, a no ser que-
,se tratr. dP. costas compur.stas por sedimentos glaciales que se destruyen fá
-eilmente .
La arr.na de las dunas del precipicio de la costa entre !quique y el río
Loa provi1mr. en su mayor parte dt~ las arenas superficiales de la t erraza
·principal. Se trata principalmente de dunas depositadas al abrigo del vien-
to, ·como por ejemplo., delante del precipicio de la costa, como la dµna gran-
de al lad'o dP.l camino d e ! quique al ind rior (Fig. 48). Estas "dunas avan-
.zadas" están ligadas a la existencia del obstáculo y po; consig·uiente, care
,cen casi siempre de movimiento. En la Chimba, al norte de Antofagasta,
.aparecen las dunas como p equeñas acumulaciones d(\ arena arriba en la te-
,rraza d'e 40 metros al lado del barranco escarpado de la costa. También és-
tas son inmóviles, pues están situadas en el ángulo muerto de la corriente
.de aire ascendente que sube en el acantilado.
Comparando los desiertos del norte de Chile con los de otros confinen-
·tes, como por ejemplo, el Sahara, llama la atención la escasa importancia
.del desierto de arena . Este hecho se explica no sóln p.or la escasez extraordi-
.naria de lluvias en el norte de Chile, sino también por' el matePial rocoso
-del subsuelo. En el Sahara, gran parte de la superficie está. compuesta por
areniscas, que por insolación fácilmente vuelven al estado de arenas; mien-
\
:tPas que en los desiertos del norte de Chile predominan las J'O!'firitas com•
-pactas; ni son frecuentes allí las rocas granodioríticas que se transfo-rman
-fácilmente en maicillo. También las areniscas porfiríticas son tan compacta~
.que por los cambios de temperatura puede.n separarse astillas, pero no sEt
.descomp.onen en arena . Además .las sales, que abundan en todo el desierto-
164 · DR. JUAN BRÜGGEN.

del norte constituyen con frecuencia un cemento superficial que impide la.
formación de arena, suelta.
El desierto del ,norte de Chile tiene pocas de l as .formas pintor escas que·
han sido reproducidas en numerosas fotografías en 1~ c~ra de Walther sobre
l¡ '' Formación de' los Desiertos''. Rocas de hongos, wadis, cerros testigos..
etc., faltan absoluta.mente en el centro del desierto; ellas son más frecuen·
tes en las zonas semidesérticas y aparecen especialmente en las estepas de·
la Alta Cordillera. Estas formas no solamente están r elacionadas con otras-
c~ndiciones de clima sino que también con determinadas clases de rocas;
para su formación se necesitan rocas esjpttificadas de diferentes durezas co-
mo existen en las cap'as de fa Formación Riolítica. Especialmente para la for-
mación de los wad'is, " ,cerros lenguas" y "cerros t estigos" se necesita una
accion erosiva m&y fuerte del agua y no la acción del viento como supone·
W:alther, como explicaremos en l as líneas siguientes. ·
Los wadis 'tienen un representante típico en las quebradas de Qu.isma
y Chintaguay al sur de Pica. J\'l·uy hermo,, .... es la forma de semicírculo del
cierre del valle, en el llamado Salto de Chintaguay, en el cual la pared ,ro·
cosa tiene una altura de mios 80 metros; arriba sigue el vallt> con pendieÍftlls.
más suaves; pero después se trarn,forma en una angosta garganta que ti~ne
en el fondo apenas cinco metros de ancho. Poco despv~s de la: tmión de l os
dos na cimientos principales se encuentran otros cierres de valle con desarro-
llo semejantP. ·y sobre ellas siguen de nuevo fa ldas suaves. También el valle-
del 'Wadi Ben Hur descrito por Walther, sigue encima del cierr~ semicü;cu•
lar presentando faldas ·más suav't!s, como puede verse en la fotografía daúa.
por el autor citado . Lo mismo val e de las quebradas lateraies del wadi Hof·
del plano d'e Schweinfurth r eproducido por Waltrher . En los supuestos t ér-
m~nos de anfiteatr o de las quebl'adas se trata simplemente de las paredes.
en forma d'e semicírculo de un salto de agua en una quebrada seca. Si su-
ponemos que en el salto del Niágara desaparezca el agua, tendremos.
también una quebrada de paredes verticales, que valle arriba ter-
minaría en una pared vertica} en forma de semicírculo, más allá de la cual la
quebrada continuaría con faÍdeos más suaves . Por lo demás, estas formas no·
indican un clima anterior más lluvioso sino que se explican perfectamente·
con las a-Venidas que bajan de tiempo en tiempo por las quebradas secas.
Tampoco sen obra del viento l os "cerros testigos" ni los de forma de
"lengua" que se observan especialmente en la Formación Riolítica, entre·
Calama y Chiuchiu, sino estas formas Re deben a la erosión de esteros que disec-
t an el borde de una altiplanicie . Las observamos también en climas lluviosos.
como en el bord'e norte de la " Schwabische Alb" en Alemania, sólo que ahí
la v~getación dificulta el traba.jo erosivo del a.gua corriente; pues los es•
combros que se deslizan por .Jas faldas, borran en parte las pendientes fuer-

'
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 165

tes, cu ya caída en forma d'e peldaños es una cararterística especial de lo~


cerros testigos.
La mayor frecuencia de los cerros testigos en los climas semiáridos se
explica por la ~ntermitencia de los esteros y ríos que, en contrap.o sición a los
que tienen una corriente constante, tienden a trasla:lar lateralmente su le-
cho, pues en las primeras horas de sus avenidas se asemejan más a una co-
rriente de barro que a un estero. Las avenidas de la quebrada de Quisma
m e :fueron d'escritas por el cura Frjiedrl:ch de Pica en la forma siguiente:
Cuando la quebradJl de Quisma baja después de un intervalo de 1-2 decenios,
durante los primeros días desciende una corrJ t.e de barro formada por
agua y arena. En el angosto lecho de la quebrada de Chintaguay, como se
llama el curso inferior, este barro arenoso cubre las plantaciones con mu-
chos metros de arena; en los días siguientes, la misma arena recién deposi-
tada es arrastrada por el agua limpia hacia la Pampa del Tamarugal, que.
dando el fondo rocoso en descubillrto y los habitantes tie~en que acarrear
la tierra en carretas para arregl:¡.r sus plantacionei. Tegadas con las vertien.
tes calientes.
El relleno con cantidádes tan grand:es de sedimentos facilita natural
m ente los cambios del lecho d el río o una fuerte erosión lateral . Así en e]
salto d Chintaguay hay un curso antiguo del valle al lado del actual. Tam-
bién Walther da la fotografía de un pequeño cerro testigo, formado por cam·
bio lateral de un estero .
Los cerros testigos son restos de una m eseta que casualmente no han
sido alcanzados por los ríos en sus cambios laterales, como los de Sang-Uti
en el Turquestán chino (1) .
. Formas de verdad'era erosión eólica tienen el aspecto presentado por las
fotografías de Erich Kayser, de la Namib (2). Fotografías de formas muy
características, las publicó Bosworth ; las observó en los desiertos de la
costa d~l norte del P erú. En rocas arcillosas poco consistentes las he encon-
trado también e.n las costas del centro de Chile, en Matanzas. Además, abun·
dan en ciertos suelos de arcH}a de la región salitrera .
También las grandes depresiones de los oásis del norte de Africa serían
según Walther el resultado d e ,la acción del viento; sin embargo, el mismo
indica la. existencia de grietas d'e fallas. La fotografía prese~tada por él de
la caída de la Ramada de Libia al gran oásis, da toda la impresión de una falla.
Creo más bien que la existencia de depresiones sin. desagüe, y especialmenttl
Jas de grand·es dimensiones se deben a procesos tectónicos; por el otro lado,
la conservación de estas depresiones se explica por la escasa importan cia de
la denudación en el desierto .

(1) E. Kayser. Lehrbuch des Geologie. Tomo l. p. 317.7 u 8. Edición.


(2) ibidem p. 319.
166 DR. JUAN BRÜGGEN.

Para comprobar la aseveración anterior, podemos citar numerosos


ejemplos de la Cordillera de la Costa del norte, que es zona ct·e desierto en
que prácticamente las lluvias faltan por completo. En la figura 47, tene- ·
mos varios grandes bolsones· o sea, depresiones sin desagü e y también fallas.
de diferentes edades.
Una falla n~rnva se lialla cerca del borde sur d'el mapa; corre de C poi'
A a D. Se puede reconocer por el fuerte declive y por su trazado casi rectlí-
n eo_. Típico para ella es también que tiene su mayor salto en su 'parte media
en A, mientras que en los dos extremos, en C y D, el salto desciende basta
cero. En contra de la opinión, que se trate del caso de la erosión retrógrada
de una plani{lie de piedmont, qu() discutiremos más abajo, habla el he cho
que la pequeña corrida de lomas, que se extiende al oeste de la linea B-A,
contmúa hacia el sur en el Cerro Central, !)ero solevantado en unos 200 me-
tros por la falla. Se ve en el plano y aún mejor en la natur aleza que el pla-
no de la"' f~lla no ha sido atacado por la. erosión no habiendo nin guna que-
brada que surque la falla.
También la línea A-B, 'la falda oriental del _pequeño cord'ón de lomas,
es una falla, pero de edad mucho mayor, porque está destruida por varias
·quebradas qm~ escienden del _cordón y que se pueden reconocer por las par-
tes entrantes éte las curvas ele nivel. Debe ser una falla de edad del Tercia-
rio inferior, contemporánea a la falla que constituye el borde oriental de
la Cordillera de la Costa del norte. Delante de esta falla se halla la larga
d epr esión de la Pampa Central, debajo de cuyo suelo de .acarreo se leván-
ta lentamente el terreno rocoso _'1acia el NE formando otro cordón ele direc-
ción N -S, que termina en otra f ; lla que corre a lo largo d el borde oriental
del mapa y que presenta el mismo estado ele erosión. También h acia el oeste
se observa una estructrira parecida. Al oeste de la loma A-B se ha~lan: las
fosas de las depresiones sin desagüe 901 y 949, después sigue otro cord'ó n
de lomas, rodeado por la curva de 1.000 me,tros y limitado a ambos lados por
fallas antiguas. Viene después _la depresión aprovechada por el f errocarríl y
al fin ·una larg&, falla, en gran parte r eciente a cuyo pie pasa la línea d'el fe-
rrocarril al N. ele la estación Huemul.
'rodas estas fosas van descendiendo desde el norte y terminan hoy al
pie de la falla transversal C-D, a la cual las depresiones deben su falta de
desagüe ., E s esta una explicación muy sencilla, de moclo que no hay lugar
para la idea de Wialther que solamente por la erosión eólica pueden expli-
carse tales depresiones sin desagüe, porque sólo el viento es capaz· de trans-
portar los productos d e destrucción de las rocas por através de los bord'es
altos de la depresión . Al contrario, la . conservación de las depresiones se
· . debe a que en el desierto sin lluvia, no hay erosión y por esto tampoco hay
sedimentación que habría hecho desaparecer las depresiones.
FUNDAMENTOS DID GEOLOGIA. 167

Origen parecido lo tienen la.s pampas de Huemul, Perdiz y Las Carpas.


En ellas se trata del solevantamiento de cerros de forma irregular, que per-
tenecen a las dislocaciones del tipo Sagami que estudiaremos en el párrafo
sobre sismología.
En los párrafos anteriores hemos visto que también las grandes depre-
siones sin d'esagüe, como el Salar de Ata.cama y otros más d eben su falta de
desagüe al solevantamiento de la Cordillera Domeyko . En la Puna de Ata-
cama han contribuído los volcanes a que muchas depresiones anchas hayan
perdido su desagüe por la acumulación de un volcán o por el simplé escurri-
miento de una gran corriente de lava .
Pequeñas depresiones pued'en formarse también a consecuencia de las
r.ondiciones particulares de sedimentación en el desierto, como parece ha-
ber sido el caso en la Pampa del Soronal, al sureste de !quique. Las avenidas
cargadas de arena y barr'o que provien en· de los cerros ~ecinos depositan
grandes cantidades de sedimentos en la llanura en la cual cambian a menudo
de curso. ~ este modo ~e forman fácilmente rincones m:uertos que no vuel-
ven a ser alcanzados por avenidas posteriores y quedan por lo tanto sin
relleno. En otros puntos de la Pampa del Soronal, como ·en la estación del
mismo nombre, donde aparece la· coba en la depresión, parece tratarse de
quebradas antiguas que han excavado un cauce ancho y \!hato en la arcilla
y cuyo curso inferior ha ' :do tapado por los rodados provenientes de lo~
cerros alejados; el curso superior que no ha sido cubierto por sedimentos.
perdió su desagüe. Valles largos, formados bajo otras condicion es r.limatéri-
r.as, pueden ser obstn1ídas por corrientes de barro provenientes d e quebra·
das cortas vecinas, perdiendo en ésta forma su desagi.i.e.
Típic~s depresiones de origen eólico se observan en el camino de Zapiga
al norte en la superficie terciaria de la Pampa del Tamarugal. Son depre-
siones de l j2 a 1 metro de hondura y de forma irregularmente elíptica, con
diám etro de 5 a 20 metros. Existen en gran número irregularmente r eparti-
das en la superficie ondulada. Al principio me hicieron la impresión de p.e
queñas excavaciones hechas para obtener material para el camino. Se pue-
den reconocer desde lejos por la arena gruesa negra que se ha concentrado
en el fondo de las depresiones y que contrasta con el color claro de las placas
de anhidritina que cubren la superficie no destruída. Parece tratarse d.
partes en que faltaba la cubierta de 'placas de arihidritina lo que facilitó el
trabajo del viento.
En las arcillas y arenas sueltas r ecientes, que forman la superficie do
la Pampa del Tamarugal, donde d'iariamente se producen innumerables pe·
qneñas trombas, no se ven indicios de depresiones, salvo las huellas bas-
tante profundas de los caminos muy transitados.;
Al humedecerse la superficie de la arcilla por la n eblina y al perders&
l)Osteriormente la humedad' por evaporación, la tierra suelta arcillosa ~e cu
168 DR. JUAN BRÜGGEN.

bre con la " costra de polvo" descrita por Mortensen . Esta costra petrific;
todas las huellas de carretas, de modo que se conservan durante mucho~
años .
La excavación de grandes depr~siones por el viento es poco probablo
debido a la manera como actúa este elemento atacando siempre mayores su
perficies. En contraposición con el agua, el viento no concentra su fu erza
en algunos puntos o líneas en las cuales pudiera producir una erosión ip.á,
fuerte. En el caso del descenso de la meseta del desierto de Libia al 'gran
oásis, el.viento actuará con más intensid'ad en la-meseta misma .que abajo en
la depresión, especialmente más que en el pie cl'e la faÍda, donde según
Walther debería esperarse la mayor acción. En el caso de una acción fuerto
de la denudación eólica debería destruirse más la falda superior que el pio
y el piso "de la depresión, de maner a que una depresión t ectónica no podría
permanecer mucho tiempo con sus paredes escarpadas . La permanencia db
estas paredes hasta hoy día se debe precisamente al escaso efecto de la
denudación en el d'e sierto.
La gran claridad con qne se presentan en los desiertos del norte do
Chile las diversas formas morfológica,s, p ermite explicar también oti·o fe.
nómeno, los llamados "escalones de piedmont" que según varios ' geógrafoi,
se. deberían a la erosión retrógrada d"e una "superficie rocos,a de piedmont '·
en una serranía. Esta planicie avanzaría contra el pie de la serranía en for.
ma parecida a la plataforma de abrasión mar ina. Es un proceso inexplica-
ble porque significaría que en la superficie plana, que avanza hacia la se-
rranía, la denudación debería ser mil veces más fuerte que -en las quebra.
das que vienen de los cerros, con fuerte pendiente, en las cuales toda la fuP.r·
za de erosión del ag1,1a se concentra en u11a línea angosta. En los escal_ones
de piedmont por el contrario se reparte la fuerza de erosión en· varias. an-
chas planicies. También la conservación de pequ eños restos de terrazas que
se observa11 a menudo en l as faldas de los cerros, muestra que la erosión se
limita casi exclusivamente a las quebradas y faldeos, pero no se extiende
a las partes _planas .
Los llamados "escalones de flaneos o pieJ.mout" en el norte de Chil.l}
no son sino la antigua superficie que en las fl exuras o fallas ha bajado o
subido en forma de escalones.. Esta clase de dislocaciones se puede recono-
cer fácilmente donde las riolitas forman la superficie de como ocurre en Pica
o en el interior de Calama, en el camino a Turi. (Compárese perfil figura
40) . L o mismo se pÜede decir con respecto a los e~ormes precipicios en el
interior a·e Arica en cuya pared escarpada termina el banco de riolita su-
perficial , que continúa a menudo a muchos cientos de metros más abajo don-
de forma de nuevo la superfieie del escalón infer-ior.
También otra particuJaridad tiene ltna .e xplicación sencilla : En el nor te
de Chile el escalón inferior está en todas partes muy bien conservado, por lo
FUNDAMENTOS DE GEOLOGJA. 169

que Mortensen aunque con r eserva, lo considera de edad más moderna . En


los escalones superiores, por el contrario, se observa una mayor destrucción
por la erosión. Esta diferencia no tiene nada que ver con la edad, sino que
en los escalon es superiores a 2. 500 metros, caen anualm_ente lluvias reg11-
lares de modo que en ellos se forman nume.r osas quebr adas y quebraditas:
los escalones inferiores quedan en zona sin lluvias y por este motivo son
atravesados solamente por pocas quebradas provenientes de la unión de
numerosas quebradas existentes en la altura. En la parte baja no se for-
man nuevas quebrad~.s a consecu encia dt> la falta de lluvias .
El origen t ectónico por fallas -escalonadas queda comprobado también
por el camhio de ·nivel que. sufr.en las superficies de los esg~lon~s en dirección
del rumbo, esto es, en dirección N-S.
En los escalones de flancos mencionados hasta· aquí, se trata de una
superficie que se ha formado por d epositació_n de lavas riolítica:, o calizas o
areniseas que cubren las riolitas.
En contraposición con Mortensen, no creo que sea muy fre;cuente la
existencia d e "planicies rocosas de piedmont" o "pedhnent" en. el sentido
de Bryan, que cortan con discordanci a a las rocas del subsuelo. Muchas de
las superficies considera.das ·por él como tales, por ej emplo, la d el desierto
de · la Paciencia en Antofagasta, son superficies de aqumulación cuyos ce-
rros islas son las cumbres más altas que sobresalen ele los !:Odados .
Como verdadera planicie ro1.;osa conozco en primer lugar, la terraza de
rocas de los campos salitreros situada. en el pie oriental de la Cordiller a de
la Costa; pero ésta está cubierta en gr an extensión por arénas y rodados,
y en muchas partes pasa,, insen!-iblernente a los grandes bolsones situados
más al oeste. Donde se compone de rocas con poca cubierta, hace la impre-
sión de que se trate de la p eniplanicie terciaria que se ha hundido.
Mejor desarrolladas aparecen las planicies d e rocas en la zona semi-
.desértica de las estepas del sur de Vallenar, donde existen anchas d epre-.
siones semejantes al Valle L ongitudinal entre la Cordillei:a de los .Andes y
los cerros de la costa. Ellas corresponden más o menos a la d escripción de
Waibel (p. 81 ) . El curso r ecto de· 1as faldas con que las cordilleras descien-
d en a la: planicie y el hecho de estar situada ésta entre ambas cordilleras in-
dican su origen como fosa t ectónica.
!Ja planicie d e rocas situada al sur de Vallen ar.' está atravesada por nu-
merosas qu ebradas provenientes d'e la .Alta Cordillera, lás que alcanzan hasta
40 metros y más de profundidad y que dejan entre sí r estos de la llanura
de muchos cientos de metros de anchura; la planicie lleva una capa super-
ficial muy delgada de escombros .
.Al observar la zona desde una altura, se tiene 'inme.iiatamente la im-
presión -de que la superficie rocosa corresponde a la peniplanicie de la cor-
dillera que se ha hundido ea la fosa t ect ónica del Valle Longitudinal y que
170 DR. JUAN.. BRÜGGEN.

su continuación se encuentra en los cerros de la Corfüllera de la Costa a


unos l. 000 a l. 400 metros de altura. De ella sobresalen las altas cumbres
como lomas anchas o como altos cerros en forma de islas.
Según esto, la superficje rocosa del Valle Longitudinal no puede haber
sido cortada posteriormente en los flancos de los cerros vecinos. Es muy
difícil imaginarse que avance una superficie rocosa hacia una serranía, ha-
ciendo retroceder Ía falda abrupta por muchos cientos de ~etros. Aún más
sorprendente sería que la falda en retroceso tenga casi siempre un largo
trazado r ectilíneo .
Habría que esperar que la destrucción se produzca más intensamente
en las rocas blandas que en las duras, de modo que luego se .formaría una
falda de trazado bastanh: irregular. La tr ansformación que sufre una falda
rectilínea de falla puede observarse muy bien en- la falda occidental de los
cer ros Puril~ctis; en el camino de Calama a San Pedro, se ve que la falda
está atravesada por numerosas quebradas nuevas ; s9lamente entremedio de
estas quebradas se ha conservado t.odavía la falda r ectilínea.
•rambién en Arizona existen varias depresiones que, según W aib.e l tienen
caricter de fosas te~tónicas encerradas entre siHas te.c tónicas ele faldeos
rectilíneos. Parece que la explicación que en.con tramos para Chile, vale
t.<tW:bién para much os puntos del Oeste de Estauos Unidos.
En las planicies de Arizona_ sólo la mitad Je la superficie consiste en
verdaderas planicies rocosas, mientras que la otra mitad está cubierta por
escombros; según Waibel correspondería a las primeras sólo un cuarto a 1rn
quinto de la superficie. Planicies totalmente exentas de escombros no exis-
ten, sino que por r egla general están cubiertas por una capa de ellos con 30-
150 cms. de espesor. Si ;etiramos esta capa d~ es;ombros, que probablemen-
te alcanz~r á también espesor es mayor es, qued·aría muy poco de l?, superficie
p lana que se presentaría más bien como un lomaje suavemente ondulado co-
mo es de esperar en una peniplanicie. La superficie piana de piedmont se
ha. formado sólo despuéso por la ~cumulación de masas de escombros que han ,
provenido de la silla tectónica y que han rellenado las pequeñas depresiones
del terreno .
En su obra "El análisis morfológico", W. Penck supone que ·eu los de-
siertos existe un movimiento libre de grandes masas de rodados y :arenas
eausado solamente por la gravitación, sin intervención del agua.
Afi trata de los escombros y rodados que con una inclinación de 5° y me-
n os ocupan el fondo de los valles grandes y pequeños y que se extienden en
los bolsones formando abanicos aluviales cuya inclinación baja á 2 y 3°.
Estas masas de escombros y rodados cubren todo el fondo de los valles
y qu ebradas a las cua\es, por lo general, falta un verdadero lecho de ester o .
Salen del borde de los cerr os en forma de corrientes de escombros y se únen
constituyendo extensos abanicos aluviales. En la superficie de estos últimos
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 171

se observa en la vecindad de Calama una r ed extensamente r aínüicada de


finísimos canales secos de agua que tien en apenas un centímetro de hondu-
ra y por _los cuales se r epartieron la arena y los rodados en el abanico alu-
vial. En otros lugares los escasos aguaceros produeen verdaderas corrientes
de barro y escombros que bajan por las quebradas y que se extienden tam-
bién en el V orland .
Pero está excluída la posibilidad de que los escombros secos estén toda-
vía en movimiento. Si se produjeran deslizamientos en los escombros secos
ya con inclinaéiones de 5 y aún 2-39 , entonces en las faldas de 20-30° debe-
rían ser mucho mayores. ·Esto quiere decir qne los escombros secos el e los de-
siertos no podrían formar faldas d'e 30° ó más, como en el valle del Loa, más
arriba de Calama, las que existen sin duda desd·e muchos siglos. En' Iquique, el
Bolsón de la altiplanicie de Hospicio (fig. 48 ) relleno con escombros, est á cor-
tado por una falda de 40 9 de inclinación proveniente de la falla de la costa.
La edad' de la falla es probablemente cuaternaria antigua y a pesar de •los
c.ientos de miles de años de edad, la inclinación de la parte superior de la
falda compuesta po·r escombros sueltos no· ha bajado a 5°. a p esar de ,que,
según W. Penck, las corrientes de es~ombros. "de gran· movilidad" est~rían
en movimiento con inclinaciones aún más reducidas.

D.-LAS FORMAS DE LA COSTA.

En un país como Chile, cuyas costas son tan dilatadas, la forma de és-
tas r eviste especial interés, ya que los diversos niveles· del mar dejan ·super-
ficies en las que se pueden reconocer fácilmente los movimientos de la costra
terrestr e. Además, los efectos d"e estos movimientos se extienden más allá
qe la costa actual, llegando, en parte, hasta la alta . cordillera. Desgraciada-
mente, no me ha sido posible todavía llevar a cabo uná investigación siste-
mática sobre el particular; sin embargo, aún las observacione~ aisladas p er-
miten llegar a importantes conclusiones generales debido a la claridad con
que todos los fenómenos morfológicos se h allan d"esarrollados. El resultado
pr incipal de estas observaciones es que la costa chilena no es una pura costa
de solevantamiento, como podría aparecer según la descripción de Darwin,
sino que hubo también hundimi entos importantes.

1.-La costa del norte de Chile, desde Arica a Chañaral.

Prescindiendo de la larga playa arenosa que se extiende de Arica al nor-


te, la costa de Tarapacá ofrece un aspecto bastante monótono con su gran-
dioso precipicio de 500 a 800 metros de altura. La pendiente es tan grande
que en Junín y Caleta Buena no puede ser vencida por el ferrocarril, sino
se han construídos _grandes ascensores para pasajeros y carga. La ausen cia
de cualquier estructura sea horizontal en forma de escalonamiento o vertical
172 DR. JUAN BRÜGGEN.

en forma de quebradas, realza la impresión de un muro con que se levanta


el continente. Es·to vale especialmente para la zona entre Arica e !quique
donde hay muchos kilómetros en que no es posible pasar a pie por la orilla
del mar porque fa lta por completo uua baja terraza o plataforma costanera
la que exist~- sólo al sur de !quique, donde tiene dos y más kilómetros de
ancho (véase fi~ura 48). En otras· partes, como en Pisagua o .Junín hay sola-
mente restos de t~l terraza de apenas 200 metros de ancho .
La costa no es enteramente rectilínea, sino en el detalle se observan
pequeñas bahías y caletas, que· se deben a avances bruscos del precipicio de
la costa causa4os por fallas transversales en que la falla de la costa se ha
trasladado horizontalmente, como lo conocemos ya en las fallas que limitan
el Valle Longitudinal d'e Santiago y como lo estudiaremos en breve en la
región de !quique. Tal caleta pequeña es, por ejemplo, la de CapUla situa-
da a unos cinco kilómetros al sur de Arica y una bahía grande bien abrigada
es la de Pisagua, donde una falla tran~versal dió origen al largo cordón que
termina en la Punta Pich,alo.
En Pisagua y otros puntos hay antiguos bolsones con mantos de yeso
o sal cortad·os por el precipicio de la costa que n0s indican que una ancha
zona del continente debe haber desaparecido debajo del mar, porque estas
sales se han depositado en antiguos bolsones sin desagüe, en parte en ver-
daderos lagos de agua salada.
Encima del acantilado aparentemente liso aparece la superficie del blo-
que de la costa modelada por la erosión como puede verse en la parte nor-
te de la figura número 48. Se ven varias quebradas grandes y chicas que
tlesembocan en el extremo superior de la pendiente como valles suspendidos.
Llama especialmente la atención el término brusco de la ancha planicie dil
Hospicio-Molle, que representa el resto de un antiguo bolsón intercalado
entre los cerros de la costa. En los cortes del camino, el subsuelo de la pla-
nicie se presen.ta formado por· más de 100 metros de conglomerados de desieJ··
to; en la parte superior del precipicio d'e la costa aparece en los conglomera-
dos un banco de tobas volcánicas blaJJ.cas como las (J.tJe se presentan a menu- •
do en la Formación Riolítica de la Alta Cordillera. · · ·
A lo largo · de casi toda la Cordillera de la Costa desde !quique hacia
el sur existe una terraza de 2 a 4 Kms. de ancho que comienza en el mar
a una altura de hasta 20 metros, y que sube lentamente unos 100 metros has-
ta el pie de la escarpada pendiente . En parte, tiene el aspecto de una super-
ficie de abrasión, como en Chnc.umata, al sur de !quique; en muchos puntos,
especialmente en los dep.ósitos de guano, se levantan sobre ella pequeños
montículos rocosos . •En otras partes está cubierta por arenas marinas recien-
tes que a menudo encierran capas de conchuela triturada como en !quique,
Gatico, etc.
CORD. DE LA COSTA
DE
·,"1.J /QUIQUE
C)
.... /<educido según, la laspecc1o'n Gcr,er.:;/de 6;•r,qr..,//,,"
ll.J
~ ,\ Otr ecc,on de Oh,-as Públ/Ms 1919 •
..:~',
.ES CAL A

1000 500 O ~OM>

1•'11:, 47.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA.

A pesar d'e todo, no se debe considerar la planicie como una verdadera


_plataforma o terraza de abrasión ni la pendiente di:! l a Cordillera de la Cos-
t3: como un cliff formado por la abrasión . La pendiente abrupta de la costa
-0orresponde en realidfl.d al plano de la falla en la cual subió el bloque cos-
-tanero, bajando en cambio el fondo del mar. Tal origen lo indica no sola-
mente el agudo codo entrante que presenta el precipicio al norte de la Esta-
-0ión Molle sino, también, la sorprendente ramificación de la pendiente
abrupta situada más al sur, donde en la falda norte del Morro de Tarapacá
,se separa una segund'a pendiente escarpada 1:le 1 . 000 metros de altura que
·se dirige hacia el este y que d'obla en seguida hacia el sur; además tiene
una ramificación directa haeia el este destacándose como una cuesta recti-
1ínea situada al sur del ~errocarril (figura 48 ) . Tales ramificaciones so.n im-
·p·osibles en un cliff de abrasión, que nunca podría haberse formado en la par-
·te oriental del Morro de Tarapacá, que habría estado protegida contra las
-0las del mar abierto. Además, ,e n esta ·región no se conocen sedimentos ma-
ri~os,. c"Qmo tampoco, en la planicie del Hospicio. En ella -enco,nt-t·é sólo con-
·chas delgadas de caracoles de tierra que habían sido arrastrad~s- por el vién-
·to y-a las cuales las nieblas .constantes les proporcionan condiciones de vi.:l'll..
Tampoco puede considerarse como terraza de abrasión !l , la ,llanura
,situada al pie del precipicio del bloque de la costa. Una verdadera terraza
,de abrasión tendría más o menos el mismo ancho a lo largo d'e toda la costa
.abierta. En la figura 48 vemos que la terraza no existe al sur de la caleta
.Molle, donde el precipicio desciende directamente al mar. En la misma for-
.ma desaparece al norte del puerto de !quique. Además, la inclinación de la
·superficie- es demasiado fuerte ·para una terraza de abrasión, indicando a lo
:menos que hubo una dislocación posterior. En realidad, la t erraza represen-
ta un escalón tectónico intercalado entr e el fondo p.el_mar que se hundió y
,el bloque de la costa solevantado. La cubierta de arenas marinas, que . en
Antof'.1-gasta y Mejillones alcanza un gran espesor, indica qu~_~a grada ha
estado cubierta ..temporálmente por el -,mar, · antes ' de su último solevanta-
·m,iento .
Al comparar el precipicio de la costa con la falda de la Cordillera de
la Costa hacia la Pampa del Tamarugal, se nota que el primero se conserva
-enteramente intacto, no está cortado por ninguna quebrada grande o pe-
.queña (figura 48) . La falda oriental presenta el aspecto de la falda A-B de
la figura 47; sólo excepcionalmente existe una falda de falla recient,, de
.mayor longitud como, por_ ejemplo, en el Salar de Pintados, al sur de U<i-
llinazos . Esta diferencia no puede ser una consecuencia de factores clima-
1;éricos, pues ambos lados del bloque costanero carecen de lluvias. Tampor.o
-puede haberse producido una modelación posterior por la abrasión como
lo hemos observado en la terraza principal de la costa, pues la escarpada
]>endiente enteramente intacta rodea totalmente el Morro -de Tarapacá hasta
/
174 DR. JUAN BRÜGGEN.

su falda oriental.' s ·egún esto, queda coino única explicación que la falla del
lado oriental de la Cordillera de -la Costa es más antigua que la falla de la..
pendiente costanera .
H~mos visto más arriba, que las dos fallas que limitan la· Cordillera de-
la Costa no son paralelas, de modo que ya al sur de Arica, las mesetas de la.
Pampa del Tamarugal alcanzan hasta el mar, al cual caen con el precipicio.
del acantilado. Detrás de Arica, las mesetas altas de la Cordillera de los An-
d es descienden en grand·es escalones, y frente a ellos se encu entra una ancha.
zona de sedimentación recienté. Se debe esta zona con su baja playa de an-
na a las numerosas quebradas que provienen de la alta cordillera y que har,
d epositado stts ,sedimentos en su desembocadura. ·
En el plano de la figura 48 aparecen numerosas quebraJas de forma
<le valles suspendidos, que d'e sembocan· arriba en el borde del acantilado. Estas.
quebradas se ·h an formado en ·e l t erciario inferior, en un clima más lluvioso
· que el actual. · Pero, después del solevantamiento del bloque de la costa, r ei-
nó un clima desérÜco sin lluvias. Por esto las quebradas no fueron profun--
dizadas en el aclmtilado.
Hasta el río Loa ñay solamente dos quebradas que interrumpen el acan--
tilado d e · 1a costa h asta cerca d'e sn pie. La de Rioseco, que desemboca en
Punta de Lo1os, tiene en sus últirhos kilómetros un declive muy fuerte y ele·
est_e modo alcanza a dese~bocai· en la ancha terraza costanera al nivel <le
ésta. La otra es la de Guanillos, pero en su desembocadura presenta un sal-·
t'o de unos 100 metros, de mod'o ·que el camino de' auto t iene que abandonar-
el fondo de la quebrada y descender por un corte en el acantilado. Son es-
tas dos, las únicas quebradas que desde Pisagn a h asta el río Loa, en una •
longitud de 200 kilómetros h an intersectado la falla de la costa.
Al sm; de iquique, desde el borde sur del mapa de la figura 48, se ex-
tiende una an cha terraza entre la costa del mar y el pie del acant:¡ilado; la
llamaremos la i 'terraza principal' '. El ancho es en gran extensión, entre·
?1,inta 'Gruesa y P a·tacb e, de dos a cinco kilómetros. En parte pr esenta un.
declive pronunciado, de unos 5°, en parte tiene posición horizontal . Encima
d e esta terraza se levantan innumer ables pequeños montículos rocosos, que
a veces se arreglan en grupos de ·u no a tres kilómetros cuad rados d e super-
ficie, en que se h alla una lomita al lado de la otra . La altura de los mon-
t ículos oscila entre uno y veinte a treinta metros; la circunferencia de los.
montículos es c-ircular hasta elíptica. El declive de la falda es bastante fuer -
t e; el pie está cubierto por arena y escombros de fald'a, en la par te más
alta aflora generalmente una punta de roca. En estos montículos se hallan-
los depósitos de guano , sea en grietas qtle atraviesan los montículos, sea ro-
d eando al pie de éstos.
Entremedio de tales zonas d e montículos se hallan a menudo grandes;
extensiones d e una terraza marina, casi enteramente horizontal y perfecta-
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 175

F ·ig. 48.- Mapa de la cesta de IquiGue. Reducido según planche t as oficiales.


(Las curvas cortadas corr esponden a dun:is).

mente lisa, cubierta por arenas y conchuela. Parece que se trata de terra-
zas más nuevas que se deben a avances del mar en forma de anchas bahías.
L os montículos hacen la impresión de que fueron originalmt}nte escollos
·,en el mar, como se conocen aún hoy día en la costa . E stos últimos son gene-
176 DR. JUAN BRÜGGEN.

ralmente los montículos más avanzados que quedaron separados del .couti-
nente por los llamados '' ca letoncs'' que son grietas ensauchadas por la ero--
sión de las olas.
Por el otro lado, en ciertas líneas, como por ejemplo, eu la larga línea.
que termina en la Punta Patache, los montículos aumentan en altura hacia
el este y, al pie del precipicio de falla, forman los llamados "morros", cuyo ·
representante más importante es el de Pabellón de P ica. Se trata de cerros .
de 100 a 300 metros de altura., antepuestos al acantilado ele la. Cordillera de-
la Costa, del cual quedan separados por un pequeño portezuelo, también de--
80 a 250 metros d'e altura. Los faldeos de los morros presentan tan fuerte-
'
inclina.e ión, cqmo, los montí~ulos . • Donde h~bo e,xplotación de gQ.ano, que· se ·
halla alrededor de la falda del morro, se observa que debajo de los escom.,
bros de falda, la roca se presenta con precipicios verticales, en los cuales las-
aves de guano parecen haber con struído sus nietos, por hallarse allá bastan-
te protegidos contra persecuciones . R esulta que los morros son formas es-
peciales de fallas. En Punta Pichalo, en Patache, en Punta de Lobos, y ,en
muchas otras pmitas entre !quique y Taltal, se desprenden generalmente-
largos cordones de tales cerros siempre más bajos hasta los últimos mon- ·
tículos de la costa; es d e suponer que se trate de sillas tectónicas transver-
saleR, situa\la-3 entre J'os fallas paralelas. Una forma parecida se conoce·
tamb\Ún en el Valle Longitudinal de Santiago; es el cordón larg~ situado at
sur del cerro de Lo .Aguirre (10 de la figura 19 ), que se despre.n de de la fa-
lla de la Cordillera de la Costa, avanzando 10 kilómetros hacia el este. Está;·
constituído por varios cerros cuya base tiene ~orma más o m enos· circular-
º elíptica ; están separados por portezuelos profundos y disminuyen en al.:-
tura hacia el este .
Un desarrollo mu~ grande toman los montículos de la costa entre 'fo--
copilla y la _peníns.ttla de Mej~llones y en esta última entre la isla Santa l\;[a-
ría o Constih.eión y el cerro .Bandurrias . lSus representantes más australes::
son atrave~~o.s ,po:i;. d nuevo· trazad~ d'el Ferrocarril Longitudinal d ei norte-
al sur dP. L os Vilos.
La parte plana de la terraza principal, donde no h ay estos montículos,.
está cubierta de arenas y conchuela. Nio está excluído que estas art:nas cu-
bren los escollos antiguos, lo que explicaría su ausencia.
Las arenas han sido arrastradas parcialmente hacia el interior, do~d~·
se han acumulado en dunas grandes, que se hallan al pie_ del acantilr,r~o .
por el cual suben por algunos cientos de metros.
De vez en cuando, la t erl'aza principal se interrumpe, retrocediendo !,1
costa hasta el pie del acantilado o de un morro antepuesto, como en Pabellón -
d e Pica y Guanillos. Tales r etrocesos no s.e deben tanto a la abrasión ma-
rina de la terraza, sino más bien al hundimiento tectónico de su continuación,.
como se ve claramente en la figura 48, d'onde la orilla de la terraza al sur ·
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. · 177

de !quique es la continuac·ión directa de la falla del precipicio de falla del


Mor;o de '1:'arapa~á .
.Al sur de Guanillos, la costa avanza fuertemente hacia el oeste, forman- ·
do -la ancha llanura ele Chipana, situada al N. de la desembocadura del río·
Loa. La ribera septentrional ele esta llanura es la continuación de un peque- ,
ño avance brusco del precipicio del acantilado, y corresponderá a nna falla
transversal. En la llanura de Chipana, que tiene un ancho de más d'e cinco ,
kilómetros,' h ay varios depósitos de guano, uno intercalado entre las a·renas .
y rodados de la terraza.
El río Ji0a pr:esent~ en su desembocadura misma el fenómeno sorpren-·
den'te' de un· r~pido ·'OOn que cae a'J.· mar, lo que ind:ica un solevantamient-0,
muy r eciente., Su quebrada en la Co1·dillera de la Costa es sumamente estro--
cha e intransitable. No se observa ninguna terraza lo que se explica !por su-
formación muy reciente debi<la al r ebalse del gran lago Soledad.
.A la salida del río Loa del bloque de la Cordillera de la Costa, pned,~
verse directamente la falla del grau acantilado de la costa . Se observa. un
botamiento de unos 100 metros de lma intercalación de un pórfido rojo den-
tro de las rocas meta morfas de contacto. El salto corresponde a un eslabón·
antepuesto al precipicio. En un ancho de un kiló~etro, medido cri direccióni
este-oeste, toda la roca está fuertemente destrozada .
.Al sur del río Loa, la terraza principai continúa con el mismo aspecto,.
pero generalmente de un ancho más reducido hasta la península Mejillones.
Ya antes, desde Ga'tico baci~ el sur, la terraza principal toma un- ancho de·
varios kilómetros. En la bahía Hornos está cubierta superficiaimente d11 ·
escombros esquiJ?,ados y conchuela, siguiendo abajo más de 20 metros de are-
nas amarillentas que ukanzan su mayor desarro1!11 en la ancha meseta ma-·
rina de Mejillones.
Detrás de la terraza principal, d acantilado de la costa sil:{ue cou la
misma forma de m11ro, ¡lero ya sou uu poco más frecuentes las quebradas.
que lo ~traviesau y que desembocan en 13: par~e _.sup_e.r ior .a·e la terraza prin-
cipal. La quebrada ruás importante es la de 'l'ocopilla. <'!onde el origen ten-
tónic1J del. acantilado puede deducirse de la morfología élel terreno. Delante
del precipicio d'e la ·costa exist e también la terraza princi"pal con varios cien-
tos de metros de anchura, como lo indica la figura 49. Esta crnntinúa ·en el
valle principal como anr.ho fondo del valle que termina un poc:o al este de
la orilla del plano. donde la quebrada seca de Tocopilla sube rápidamente·
hasta unos 450 metros a la superficie del bloque de la Cordillera. de la Costa.
L a subida es tan escarpada que el ferrocarril salitrero tiene aue Jesar:-ollár-
se en la forma indicada en el cr6quis para alcanzar el curso superior sl)le-
vantado del valle seco.

F. G. 12_
178 · DR. JUAN BRÜGGEN.

Fúg. 49.-Croquis de. la costa de Tocopi!la.

Prov.inienclo desde el sureste, desemboca el va.He del Salto en el bon~ ..


~superior del ~ca~tilado costan.e ro; más arriba se presenta como un valle nor-
·mal de más o menos 10 kilómetros de longitud y con un le<~ho de 10-20 me-
tros de ancho, que atraviesa el lomaj e ele la superficie ,d el bloque costanero.
La caíd'a de más o menos 120 a 150 metros bajo el valle suspendido es tan
pronunciada · que vista desd'e abajo no se nota ninguna interrupción en la
·empinada barranca.
Si la pendiente escarpada de la costa hubiera sido originada por la
abrasión, entonces. la continuación oriental de la terra7.a principal t endría
-origen en la erosión del Valle de 'l'ocopilla. En este caso también la que-
brada d:el Salto debería haber cortado un desfiladero en la p endiente costa- ,
nera de a lo menos algunos kilómetros de iarg·o . Ya que este 1¡0 es el ca-
s·o, el acantilado de la costa debe ser de origen tectónico ·y la falla de la
.costa formó un ángulo entrante en Toc:opilla. I,a continuación de las grietas
de la falla hacia el este contribuyó a la formación del curso inferior de la
-Quebrada d'e Tocop-illa que por esto en parte debe considerarse como de
-origen tectónico .
La terr.aza principal situada al pie del acantilado y dentro del ángulo
-entrante, es un ·peldaño que fué aplanado algo p.or la abrasión y que, poste-
:iriormente, sufrió un pequeño solevantamiento.

. ~
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 179

La morof?logía del fondo del mar en el norte.

Si queremos entender bien la naturaleza qe la plataforma costanera, de-


bemos relacionarla también con el fondo del mar vecino, como se ve en lo&.
perfiles de la figura 49a.
El p erfil Il que pasa por la ciudad de !quique, presenta exactamente
los detalles de la costa, especialmente los de la plataforma. Por falta de pla--
n<is deta1lados, en los demás p erfiles, el acantilado se ha dibujado descen--
diendo con la misma inclinación que tiene en el p erfil II .
El primer característico que se observa en los cuatro perfiles es que el.
fuerte declive del acantilado termin'a en el nivel del mar ; a veces a :unos..
pocos hasta 100 metros enc:ima c1·e este nivel. Es probable que en ciertos.
puntos desciende el acantilado también hasta la hondura de algunas dece·-
nas de metros, _aunque no se conocen todavía sondajes que hayan encontrado-
honduras de más de 10 metros en la vecindad inmediata de la costa. En 1a
saliente del acantilado ~.l sur de la quebrada de Vitor, la hondura de 10 me-
tros se halla a una distancia de 80 metros de la costa y el ·fondo del mar con--
tinúa descendiendo con el mismo dec:live suave hasta lo!s 54 metros, puntó-
que se halla a 950 metros de la costa..
En el p erfil II de la Fig. 49a. la platafor1na costanera en que se halla la .
eiudad de !quique, continúa con la misma inclinación debajo del mar hasta.
la hondura de ·100 metros situalla a cuatro kilómetros de la costa y a siete-
Kms. de-1 pie del acantilado. Desde este punto de 100 metros de hondura el'
fondo toma mayor declive que aumenta aún más desd'e los 260 metros, pun-
to situad9 a 10 kilómetros del pie del acantilado. A . 23 kiló;metros existen ya .
honduras de mil metros. En el perfil II, la zona hasta los 100 metros debe-
considerarse como zócalo continentál.
· Él solevantamiento que llevó una parte d_el zócalo encima del nivel det
mar, dond~ se nos presenta hoy como plataforma costanera, debe haber sid<i--
desigual a lo largo de la costa. Al norte d'e !quique, el :solevantamiento n·o .
ha sido suficiente _para ha cer salir la plataforma con exce~ción de algunas fa-
jas muy estrechas. Pero, al comparar los perfiles I y II, se nota claramente-
que l a plataforma de !quique continúa ~orno ancho zócalo inundado hacia el.
norte. En el perfil I, que pasa JJ.or la Ptmta Madrid al norte de Pisagua, el
zócalo termina ya a los 66 metros de hondura, dond'e principia un descenso-
muy fuerte de modo que la profundidad de 1.000 metros se encontrará a los.
18 kilómetros de la costa.
En el perfil III, que pasa a 10 kilómetros al norte de ·T ocopilla, el zóca-·
lo contirÍenfal es muy estrecho, de solamente cuatro kilómetros y, en gene--
ral, muy poco definid'o, lo mismo que en el perfil IV. En· este filtimo perfil
no se puede decir, si el zó_ca.lo termina a los 118 o · a. los 389 metros. El de-
clive de la parte más occidental de este perfil continúa hasta la profundidad:
180 DR. JUAN BRÜGGEN.

de 1.581 metros situada a 45 kilómetros de la costa; y, d'esde allá, aumenta a


·7o ha!¡ta la hondura de 4.813 metros, situada a 71 "kilómetros de la costa.
Por desgracia los sondajes en el mar son muy escasos, de manera que
·no sab~mos nada acerca de la configuración detallada del fondo del mar
,en la vecindad de la costa . Es de suponer que tenga una superficie parecida
a la de la plataforma costanera de la cual es la continuación. Probable-
·mente .habrá pequeñas irregularidades que correspond'erían a los montículos
-~m la plataforma. Pero, al tomar en considera~ión que extensas zonas del
.continente se hayan hundido debajo del mar, como vimos mas arriba, entou-
·Ces en el fondo del mar podría esperarse el mismo relieve maduro que · se
·Observa arriba en el bloque de la costa:
A juzgar por los cuatro perfiles, la tectónica reciente del fondo del mar
·parece muy distinta de la que observamos en el continente. 'En ninguno d~
los perfiles se repite una falla brusca parecida a la del acantilado de la cos-
-ta o a las falias grandes que se conocen en el jnterior q.e la Cordillera de
·1a Costa. i:c • , .. • •

.... En el perfil I, tal falla podría existir entre los sondajes 66 y 970 metros,
·habiend'o un gran escalón en vez del ~ declive ~uerte pero uniforme que se
,dibujó en el perfil. Pero, en los demás perfiles, las inclinaciones son bastan-
-te uniforme y no parece que el fondo del mar descienda en escalones.
Para la explicación de la ausencia de declives fuertes en el fondo del
-mar no puede aducirse la sed'imentación, porque és_ta es mínima en las costas
del norte, donde no hay ríos que pudieran atraer mayores cantidades de se-
-dimentos hacia la costa. Por el otro lado, la abrasión marina en la .costa
:rocosa es muy insignificante .
. . Parece que la parte sumergida del continente, al haberse desprendido
-del bloque continental, sufrió solamente ligeras dobladuras cuyas inclina-
ciones no pasan de 7°. En vista de las grandes distancias a q11c se extien-
·<len estos declives, su efecto de dislocación vertical es mucho maynr que el
-de las fallas. ,
La ausencia. de descensos 'bruscos en el fondo' del mar i~dica que no h·ubo
:rupturas en .la costra terrestre situada debajo del mar. Con esto se explica
porque hay tan pocos temblores en el norte de Chile que tengan su foco en
·1a profunda fosa de Atacama, como Jo comprobó el R. P. F. Gun-Bayer a bá- -
·se d'e los sismogramas registrados en La Paz, La Plata, etc. La mayor parte
·de los temblores del norte tienen sus epicentros en la!! fall11s del <'ont.inente.
La forma del descenso del fondo <lel mar, como se presenta en los per-
files de la figura 49a., tendrá también una notable influencia en varios fenó-
-inenQS oceanográficos, por ejemplo, en la repartición de las temperaturas,
~n la riqueza en plancton y peces.
Las temperaturas bajas del Pacífico en el norte de Chile se deben me-
:nos a la corriente de Humbolbque al agua surgen'te que sube desd'e las gran-
FUNDAMENTOS DE GE0J..,OGIA. 181

C u o t, o re,fdes por fo co~fo n o,t~ d• Ch,l,

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lJIC- lQ Ji .., ,s ·-

Fig. 49 a.

<les profundidades del mar. Esta agua profunda vfone a restituir al agua
superficial que es arrastrada hacia el 1\TW. por el viento paralelo a Ja costa.
Según la teoría de Ekman, est e viento causa en la superficie del mar un mo-
·vimiento de remolino por el cual el agua superficial, calentada en ·el contac-
to con el aire y por los rayos del sol se desvía hacia el mar abierto. El agua
,que la substituye y que proviene de mayor hondura, es muy helada, ya que
aún en medio de los trópicos, la t emperatura del agua entre, Jos -50 y 100 me-
tros de profundidad, es · de solamente 14° C. · ·
En realidad, si la t emperatura baja d'.el agua del mar que baña las costas
-d el norte, se debiera solamente a la corriente Humbolt, tratándose de aguas
polares transportadas por dicha corriente hacia el norte, no se entendería
-que la temperatura superficial del mar no aumente entre Antofagasta y
Callao en más de 19 C., y que, en prim avera y verano, el agua de Antofagas-
ta es en 1,5 9 C. más caliente que en el puerto peruano.
En las zonas de la costa, a las cuales está antepuesta una ancha plata-
forma sumergida, como en los perfiles I y II, debemos suponer que el agua
-surgente fría alcance la superficie ya a cierta distancia, a unos 6-10 kilóme-
tros de la costa. Algo parecido Jo indica..R .· C. Murphy al escribir:
182 DR. JUAN BRÜGGEN.

"Mientras más acentuada sea la pendiente de la costa, tanto mayor es


el descenso de la temperatura superficial''.
Por esta zona de agua surgente que se halla a cierta distancia de la c:ns-
ta, se explicaría el fenóme:rio que puede observarse en todo nuestro litoral:
de Valparaíso al norte y qwe consiste que a cierta distancia de la costa, a,
unos 10 p más kilómetros, se hallen continuamente bancos a·e neblina o
de nubes bajas . E s la condensa ción d el vapor de agua en la zona de agua
surgente, al enfriarse el aire que proviene desde regiones occidentales más.
calientes. Probablemente se producirá también mucha condensaci6n en la.
superficie del mar, d e modo que el aire pierde una. gran parte de su hume-
dad antes de acercarse a la costa. De esta manera se exp1icá la sequedad.
extrema del norte donde, no obstante d"el ascenso del aire en más de mir
metros, sn humedarl alcanza solamente para la formación de la camanchacar
pero no de lluvias.
La situación de la zona de agua surgente tiene también gran importau-
cia para la pesca. Las grandes profundidades oceánicas, de más de 300 a 50_(}
metros, son muy pobres en vi~a orgánica, de manera que el agua surgente
desde mayores honduras contiene todavía toda su riqueza en sales y subs-
tancias alimenticias. Al llegar a la superficie .donde, a
la luz cl"el sol, exis--
ten las condiciones favorables para la ,ida orgánica, se desarrolla una abun-
dante flora y fauna ·microscópica conocida bajo el nombre de "plancton" .
Este plancton acabaría en pocos días con las sales alimentieias d el mar, si
éstas no fueran r estituídas continuamente por las nuevas masas de agna,.
surgente . El plancton a su vez es la base de la enorme !'iqueza d'e peces. A
ella: se deben los grandes depósitos de guano qhe SP. formaron en el plioceno-
Y cuaternario y que, en el P erú, continúan formándose . Es de s,uponer qua-
la mayor riqueza de plancton y de peces se halle también a cierta distancia.
de la costa, en la zona donde surge el agua profunda.

La península de Mejillones.

La penínsul&. de · Mejillones constituye una gran irregulariuad en el/


trazado r ectilíneo ere la costa de Chile septentriortal.
Tiene forma d e una meseta· marina en cuyo borde occidental se hallan
s9brepuestas mesetas y cerros más altos. La parte oriental de la meseta, si-
tuada al pie d'e l acantilado de la Cordillera de la Costa, sube lentamente
0

desde la costa de la bahía Me jillones hacia el sur, subiendo desde unos 10 a .


30 metros hasta unos 120 metros sobre el mar, y en parte hasta 200 m etros .
Por su posición corresponde a la ter'raza principal de la costa hacia la cual
pasa insensiblemente en el norte, mientras que bacia el sur queda separada
parcialmente de la terraza de .Antofagast11 por una falla . Lo mismo que má~·
al norte, la terraza principal está cubierta p.or un gran espesor d"e conchuela.
que no deja lugar a dudas acerca de su origen marino.
FUNDAMENTOS DE GEOL OGIA. 183
..
Pto. An9omos
- .
Terraza ·,
· principal

Meseías

1·· · . · · · · · .·¡ Cerros -d e __.


:. ·. ·. ·. ·. · Formas- redondas,

/ f a l l a;
. ·r

ZO Km.

.. . . i

Fig. 50.- Croquis tectónico de la península de Mejillon!)S,

Encima de la terr¡iza principal' que presenta varias dislocaciones al sur


,del Cerro 'Gordo, se levantan varios cerros situados especialmente en la par-
te occidental., Entremedio de ellos pasa la llanura de la terraza principal
-en forma d'e anchas aberturas que descienden lentamente hasta la costa _occi-
dental donde terminan a unos 10 a 40 metros de altura. Hay dos :de tales
::aberturas; una entre las mesetas ~ustrales del cerro de MejilÍOnes y del ce-
rro Bandurrias y otra entre éste y el Morro Moreno. E ste último cerro de
1.270 metros presenta las formas r edondas características d'e los cer r os de
fa Cordillera de la Costa . Muy distintas son las formas de los cerros situa-
dos más al norte principiando por el cerro Bandurrias, que es una meseta
·de unos 400 metros de altura; tiene 20 kilómetros de longitud, pero un an-
,cho éte solamente 500 metros; a ambos lados est á limitado por faldas recti-
líneas y de fuerte declive que corresponden a fallas en que se ha solevan..
tado el cerro. Arriba en la meseta del cerro encontramos la misma conchue-
lJla de la terraza principal, de modo que no cabe duda que la meseta del cerro
184 DR. JUAN BRÜGGEN.

Bandurrias es la misma superficje que la terraza principal encima de la cual


fu é solevantado posteriormente en forma de una "silla tectónica". Encima.
de la meseta se levant&. la cumbre a 495 metros en forma de un pequeño mo-
rro de formas redondas y roueatlv pot . otras lomas l'O~osas más bajas que·
todas eran islas en el mar del plioceno. Hacia el norte; las fallas se desvían.
hacia el noroeste, siguiendo con los mismos caracteres basta la bahía Herra-·
dura, donde la falla N!E . misma puede obserYarse perfectamente bien cons-
tituyendo el límite entre las capas inclinadas hacia el SW. de la terraza.
principal y las rocas graníticas de la meseta. El per:ilil de la figura 51 nos
indica una complicación bastante importante. Vemos a la izquierda que la.

N s.
Mesefa
Bondurrio:J·

f Km.
F!g. 51...L.Perfil por la costa de la babia Herradura.

;_ uperficie de las rocas graníticas que constituyen la base del Morro de Me--
jillones, se inclina hacia el sur y encima de ella sigue una serie d'e a lo me-
nos 200 metros de capas terciarias incJinadas que se componen en su ·mayor·
parte de areniscas amarillentas a las cuales se intercalan bancos blancos,.
probablemente d~ kiselgur, que no era accesible en el precipicio de la costa.
A. la misma serie pertene,ceráu también ]Jis calizas de Santa .María que se-
. encuentran .a tmos ,10 . kilómetro,.s al ·,S.E: Pe.ro toda esta serie está cortada_
arr1ba por la superficie casi horizontal de la terraza principal y, en el snr
por la falla de la meseta Bandurrias. La historia r evelada por el perfil clti·
la figura 51 sería la siguiente: al prü;cipio se depositaron encima de una
superficie p1ana de rocas fundamentales las capas marinas t erciarias que·
cubrían también la _m eseta del cerro Bandurrias a la . der echa del perfil. /Des-
pués las cap.as se dislocaron tomando inclinación .Y fueron denudad'a!, for--
mándose la planicie de la terraza principal que continuaba probablemente ·
encima de la. actual meseta de Bandurrias . Más tarde esta meseta sufrió u11 ·
nuevo solevantamiento por un movimiento póstumo en la misma falla ..
Este movimiento es tan nuevo que una quebrada que atraviesa la falla, no -
presenta indicios de un profundizamiento' posterior, sino queda como va--
lle suspend'ido a unos 50 metros encima del nivel de la terraza principal.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 185

También en otras partes pueden observarse dislocaciones parecidas; así,


en las yeser as de Cerro Gordo, las capas terciarias inclinadas quedan cor-
tadas igualmente por la superficie de la terraza principal. Una dislocacióu
.muy característica. representada en la figura 52 se observa al este del Morro
Moreno. Las capas terciarias constituyen varios pequeños bloques disloca-
dos con superficies inclinaqas. La parte del anticlinal co1:responcle más o
.menos a la continuación austral de la meseta de Bandurrias.

.o E

r
2-.:JKrn .

F =folle '
Fi~. 52.- Perfil al Este del Morro Moreno.

También el Morro de Mejillones de 803 metros de altura se levanta en-


,cima de extensas mesetas solevantadas cuyos límites exterior es se hallan
indicados en el croquis de la figura número 50. l\fuy imponente se presen.
ta la larga falla .que limita las mesetas de la terraza principal d'e Mejillones.
En ella se han producido movimientos muy : recientes abriéndose una nueva_
-falla vecina que atraviesa al talud model'no ai• p.ie de la meseta .
. Arriba en la meseta del Morro pueden distinguirse varias terrazas que
.se hallan indicadas en la figura 52a. Según Krull, el autor del mapa, estas
:terrazas corresponderían a diferentes solevantamientos. Pero, en realidad,
uno de los escalones más •i mportantes, situado entre las líneas 6 y 7 que se-
.Para la meseta del Morro de la meseta más baja de 280 metros en que se le-
vantan las Tetas, es un precipicio de falla, como puede deducirse por su
·unión con el, gr~n precipicio de falla que constituye el largo borde orienta]
,de la meseta. Resulta pues que tanto el Morro como las Tetas fueron islas
•en el mismo mar y al mismo tiempo.
Las terrazas 7 y 8 constituyen un solo plano suavemente inclinado qtle
·termina arriba en la terraza 9 de 585 metros que rodea al Morro como una
·terraza estrecha . En forma parecida, las t errazas 5 y 6 constituyen ' otro pla-
·no que a·esde el oeste y desde el este sube lentamente basta el pie de las Tetas,
.que son los dos morritos situados al N. de la cifra 285 metros del plano.
:Una terraza de unos· 100. metros de ancho es la número 4, de 126 ·metros de
186 DR. JUAN BRÜGGEN.

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·•

Fig. 52 a.

altura en que se halla el faro de la Punta de Angamos. Las terrazas 2 y 3


son de menor importancia.
Los yacimientos de guano se hallan alrededor de las antiguas islas,
tanto en el Morro como en las · Tetas. Entre los huesos de aves encontrados
en la vecindad de las guaneras había muchos de un predecesor del pingüino
actual, lo que comprueba que el guano se formó antes del solevantamiento,
ya que este pájaro no habría podido subir los 580 metros hasta la altura
actual.
Probablemente a la misma causa étesconocida que originó· fo pc:nú,tinh•·
de Mejillones, se deberá la gran irregularidad de la falla que constitu., e ~!
borde occidental de la Cordillera de la Costa; ésta, entre Mejillones y l..11;,ti·
fagasta,. se ha disuelto en · una serie de tramos, entre los cuales penetra. i.,.
terraza principal hacia el este (figura 50). Parece tratarse de díslocae..o.;·
nes relacionadas con los grandes disturbios transversal es y diagonales 'i"".
pusieron 'término a la Pampa del Tamarugal, trasladándose la continuaci.:,,
<le los grandes valles longitudinales hacia el Sal&,r de Atacama.
Al sur de la península ñe Mejillones reaparece el acantilado d e la co:s",.
de forma rectilínea siguiendo hasta Caleta Coloso. Está atravesado pv,,.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 187

algunas quebradas que desembocan en la ter;raza principal. Esta p.rinc1pi.


en Da Portada con un a cantilado de .4 0 metros ,compuesto d e conchuela en-
durecida y areniscas calcáreas que étescansan encima de las rocas funda-
mentales. Hacia el este, la terraza sube hasta más ele 100 metros, siendo
su ancho de dos a tres kilómetros.
La terraza principal termina en Caleta Coloso, una pequeña caleta bien
protegida contra el viento sur, donde. el ·gran Cerro Coloso des::iende
con fuerte precipicio al mar en la misma forma que más al norte el Morro
de Tarapacá .
Entre Antofagasta y Taltal y Chañaral no existen valles suspendidos
que desemboquen a gran ~ltura en el acantilado, porque las precipitaciones
atmosféricas ya principian a ejercer su efecto erosivo . P ero, todas las que-
bradas tienen un d·eclive muy fuerte en su curso inferior. Y a pueden
-ser aprovechad.as por • los caminos desde su desempocadura en la terraza
principal1 como por los caminos que comunican a la ciudad de Antofagasta
.con el interior. Sólo la quebrada de Paposo tiene una salida tan estrecha
y de declive tan fuerte, que el camino de Antofagasta a Taltal tiene qu"
abandonarla y buscar una bajada en zigzag por la parte inferior del acan-
tilado de la costa.
En esta zona, donde las neblinas parecen ser más frecuentes que en otras
partes, permitiendo una vegetación bastante tupida de cactus, y arbustos,
casi todas las quebradas presentan pequeñas vertientes, a veces ya antes del
principio del descenso fuf r te, sea en la parte estrecha de fuerte declive o al
salir a la terraza principal.
Además aparecen algunas vertientes ascendentes qu e han depositado y
siguen depositando pequeños depósitos de costras calcáreas, como en las qÚe-
bradas El Hueso y El Chango al norte de Ta.Jtal.
La terraza principal tiene el aspecto corriente, a veces es ancha y cu-
bie1-ta de ar enas, a veces se estrecha y el acantilado desciende h asta la ori-
lla del mar. A v eces se v en corétones transversales de cerros y montículos que
d escienden a alguna punta, como lo vimos arriba en la Punta Patache.

2.-La costa entre Chañaral y Coquimbo.

En esta región, que tiene más abu,ndancia de lluvias, el acantilado de la


· <'osta se disuelve poco a poco, por los numerosos valles y quebradas que lo
atraviesan. Sólo excepcionalmente se observa, como por ejemplo, al sur de la
Quebrada Honda, en el camino de La Serena -al Tofo, una barranca no inte-
rrumpida con diez kilómetros de largo y, 200 metros de altura. Casualmente
no atraviesa ninguna quebrada a este precipicio largo, debido a que un es-
tero, qtrn corre detrás del primer cordón paralelo a la costa, ha captado las
,.quebradas que v ienen del intenor.
188 DR. JUAN BRÜGGEN.

Antepuesta al acantilado aparece la terraza principal que consiste en.


una superficie d'e abrasión de 1-2 kilómetros de ancho que cae con un cltiff
escarpado hacia el mar.
· Mientras que en la costa desde Arica hasta Chañaral, el rompimiento-
entre el bloque continental y el profundo fondo del mar ha sido- _muy radi-
cal, existiendo una sola falla principal que corresponde al acantilado de la.
costa, desd'e Caldera hacia el sur hubo un destrozamiento muy fuerte origi-
n ándose las irregularidades como las de las bahías d'e Coquimbo y Ton-
goy (figura 57) que se observan en casi todas las desembocaduras, de los ríos.
y quebradas importantes . Grandes bloques de la costra terrestre que d'u-·
r ante la dislocación quedaron separados como islas, volvieron a unirse más-
tarde por la fuerte sedimentación del plioceno que hoy se presenta como,
extensas mesetas solevantadas.
La pequeña resisteqcia de las arenas modernas y bancos de conchas, de-
que se componen, ha permitido a las olas formar terrazas de abr~sión típ·i-
cas que corresponden a los solevantamientos sucesivos d~ la costa. En al-
gu nas partes tienen v~rios cientos . de _m etros de ancho; han sido excavadas:
en la terraza principal, que tiene alrededor d'e 100 metros de altura.
Las terrazas tienen,su mayor desarrollo en los ah·ededores poco conoci-
d os del pueblo de Carrizatillo,- qne ...está situado a unos 60 kilómetros a.l sur·
de la desembocadura del río Huasco . Esta región t iene mucha importancia.
p or que se puede observar muy bien la relacióµ entre las nuevas terrazas de:
la costa y el loinaje de la penipl anicie terciaria. •
Los llanos ondulados del terciario, con 1. 500 metros de altura se p.re-·
sentan de un modo muy característico en -los alrededores de los yacimien-
t os de fierro de Algarrobo cer ca de Vallenar, d·onde rodean el cerro Buitre·
(Fot ., No. 5) . Al este caen hacia el valle de Maitencillo-Puquios, con una
fuerte pendiente de falla. Más allá de este valle, tienen su continuación en
u n trozo situado en unos 500 metros más bajo, que má:s al este desciende a
1a faja del Valle Longitudinal situado al sur d'e Vallenar. La amplia terraza:
d e más o menos 700 metros de altura que existe en el curso inferior de la.
qu ebraa.a de Puquios, debe ser de edad cuaternaria antigua.
Al fondo d'e la fotografía 5 se puede ver _la gran extensión horizontal de
los L lanos de Cristales, situados a una altura de 1. 500 metros que pertenecen
a la ·_planicie del, Terciario medio. E l cerro de Pajonales, situado al este, y el
cerro Ratones, al oeste, representan, lo mismo que el Cerro del Buitre, eleva-
ciones encima de la antigua peniplanicie que no han sido emparejadas .
En la cercanía de la costa, la antigua peniplanicie aparece cortada mu-
cho más fuertemente por las qu ebradas, debido a que, en poca distancia, l as
m asas de aire, ascienden a unos 1.000 _m etros produciendo mayor cantidad
d e lluvias que más · al interior. Por este .motivo no se encuentran hacia la
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. ' 189

costa sino los restos de la peniplanicie, los que terminan a una altnra entro:: ·
900 y 1. 000 metros .
.A estas planicies se anteponen unas terrazas rocosas d'e 10 a 15 kilólme- ·
tros de ancho y de alturas entre 400 y 500 metros . Están fuertemente disec-·
tadas pm· quebradas y, en las cercanías de la , costa se hallan disueltas en
cordones aislados entre los cuales se intercalan las anchas terrazas marinas-
de acumulación . La terraza rocosa de 500 m etros de altura corresponde pro-
bablemente a un peldaño q~1e perteneció a la peniplanicie y que no subió a .
1
la misma altura que los llanos de Los Cristales.

. -
Fig. 53.- Perfil por los cerros de 8a costa de Carrizalillo.
(Longitud del perfil es de unos 50 Km.). F = falla.

Los numerosos pequeños macizos de cerros antepuestos a la Cordillera,


de la Costa y que están separados de ella por terrazas más modernas como.,
también la isla de Chañaral indican un fuerte destrozamiento tectónico.·. T.o-
·-Oos estos cerros de aspecto de sillas tectónicas están cubiertos por planicies
suavemente ond'uladas que corresponderían bien a la continuación de la.
p eniplanicie de 1.000 metros d el perfil. También las diferentes alturas a que
se hallan estas planicies en los cerros indican movimientos t ectónicos.
En P.l curso medio de la quebrada de Carrizalillo, entré la falla oriental
y la letra B del perfil de "la 'fig~ra 53, avanzan hacia la quebrada numerosas.
puntillas de cerros que dejan ver claramente en su superficie r estos · cTe un .
antiguo. fond.o del valle. Ellas permiten la' reconstrucción del antiguo fon-
do del valle que termin·a más o menos a la altura de la t erraza de 500 me-
tros. En el perfil, este antiguo fondo del valle está indicado /por medio de ·
una línea punteada que representa la continuación del curso superior C-D.
Por las fallas, el curso inferior se hundió hasta m ás abajo del nivel del mar; --
en cambio, el curso m edio experimentó un notable solevantamiento que causó-~
una gran profundización por la erosión renovada. El curso medio, profund'i-,
zado de esta manera, se conecta con el curso superior t erciario (C-D) por un
trozo (B-C), de gran pendiente fo1:mado por un angosto desfiladero. En el"
clima pobre en lluvias esta zona es d·e cierta importancia• práctica, pues eu
ella el agua subterránea aparece en el suelo rocoso en numerosas hondana- ·
das y formando a veces pequeños trechos d e arroyos .
Valle abajo, la angosta quebrada C-D desemboca hoy en un valle que
al~anza rápidamente más de un kilómetro de ancho y que está fuertement~,
r~lleno con rodados. Esto indica un importante hundimiento de la costa des--
pués del solevantamiento del Plioceno. Poco después del solevantamiento,-
190 DR. JUAN BRÜGGEN.

el estero había erodado en su curso inferior, el talweg A-B que correspondió


..al nuevo nivel d'el mar; a causa del hundimiento posterior éste talweg se
hundió en parte debajo del actual nivel del mar. El rP-lleno con rodados,.
que se produjo después en el valle propiamente tal y la sedimentación de-
.arenas marinas en la ancha bahía antepuesta a la terraza de 500 metros al-
canzaron una altura correspondi ente a la t erraza superior, que corresponde
-a la terraza principal rle la costa del norte. En un pique de agua de la mina
· Carrizalillo, se constató. un r elle;10 con rodados superior a 120 metros. El re-
lleno es enteramente uniforme y; consiste en rodados y arenas con num erosos
· bloques, de 50 a 80 cms. de diámetro. Solamente a los 120 metros apareció
··el agua en cantidad de unos pocos litros por segtmdo.
Un nu evo solevantamiento, que tuvo lugar a principios del Cuaterna-
rio, hizo subir los sedimentos del Plioceno á 250 metros sob're el actual nivel
-del mar. A esta altura se conectan con los rodados fluviales de la terraza
principal cTel curso medio de la Quebrada de Carrizalillo. Este punto de tran-

-sición se llama Corral de las Lozas, debido a sus brechas blancas de conchas
-que son muy semejantes a las de la terraza principal de Coquimbo.
Los sedimentos marinos parec~u no extenderse más valle arrisa de es-
·te punto. Esta terraza más alta tiene un ancho de sólo dos a tres k'ilómetros
_y Gae hacia el oest e sobre la segunda cTe 220 metros formando un escalón
:m ar cado . La continuación ininterrumpida de las capas inferiores en la te-
rraza más baja demuestra que la grada no es una falla sino que correspon-
··de a _un antiguo cliff. El ancho de la segunda terraza es de a lo menos 5-17:
.,kilómetros. Su superficie descienq.e le_nt.ament e hasta 160 m etros; en el pue,
blo d'e Carrizalillo cae en forma de una gTada de cer ca de 50 metros hao'ia
·la de más abajo. Esta es del mismo ancho que la precedente y baja lenta-
mente. hasta una altura de 15-20 metros a cuyo nivel forma, los largos clifs
-escarpados de la bahía de Carrizalillo. En las cercanías de 1a desembocadura
-d e la Quebrada d'e Chañaral existe una terraza más baja, de 4-5 metros . A
la misma altura aparecen al norte de la bahía, e~tensas terrazas rocosas d~
.,abrasión. ·
Excepción _h echa de la más alta, la estructura interna es la misma en
las diversas terrazas, como lo indica la figura 54. Como yacente aparecen
,.capas amarillas de arenas y brechas de conchas ( b) de grano fino que con-
· tienen varias especies de "Pecten" y t er ebrátulas ; ellas tienen una inclina-
··ción de algunos grados al oeste. En estas capas de grano fino aparecen in-
tercalados algunos bancos de rodados. En la t erraza superior, estas capas
-están cubiertas por las brechas de conchas del Corral de las Lozas, que son
.. semejantes, aunque más duras. En las t errazas restantes, por el contrario,
.aparece sobre las capas arenosas de grano fino, nna capa de conglomerado
;grueso de generalmente 2-3 metros de espesor (a) que contiene numerosas
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 191

conchas muy gruesas de bivalvos cuaternarios y caracoles, como por ejemplo,.


,ejemplares gigantescos de " Concholepas Peruvianum " .
Por los fósiles encerrados y las relaciones análogas encontradas en Cal--
dera y Coquimbo por Steinmann (7), se puede suponer que las capas yacen--
tes pertenecen al Plioceno. Su inclinación de 5-8° debe ser primaria, como,
ocurre en las capas de un delta, que se han depositado debajo del nivel dell
agua.

54.- Perfil por las terrazas de CarrizaUllo.


(Escala vertical fuertemente exagerada) . (Longitud del perfil es de unos 12 Km.) .
a = conglomerado grueso marino.
b = brechas finas de conchuela y arenas arcillosas.

Al oeste de la terraza de 500 ,metros en la r egión de las actuales anchas,


terrazas marinas, comenzó la sedimentación ya durante el primer solevanta-- ,
miento del continente que estaba acompañado por un hundimiento del fond:o -
del mar. Estos movimientos originaron cerca de l a nueva costa, una serie de-
bloques irregularmente dislocados . Algunos fueron solevantados en medio·
de la zona de. hundimiento como por ej émplo, la Isla de Chañaral. Este pri- -
. mer . hundimiento de la zona costanera debe haberse producido repentina- ·
· mente porque las capas inferiores de arena fina (b) descansan sin conglo-
merado basal sobre las lomas formadas por rocas fuRdamentales, como se-
puede observar al norte d'e la desembocadura del valle de Chañaral.
Después tuvo lugar el hundimiento continental, con el cual el curso me- -
dio de la quebrada de Carrizalillo quedó bajo el nivel del mar; y ,los sedi--
mentos d'el plioceno se extendieron más hacia el este, hasta el Corral de las .
Lbzas.
En el Cuaternario se produjo un solevantamiento general del continen- .
te, lo que se reconoce daramente ~n las terrazas de solevantamiento de la·.
costa cuya primera descripción la debemos a D arwin.
El solevantamiento ha tenido lugar en tres etapas, en cuyos intervalos.
la abrasión marina ha trabajado fuertemente sobre los sedimentos pliocéni-
cos solevantadqs. Los sedimentos de grano fino fueron depositados mar ·
adentro, en aguas profundas, mientras que el material grueso, arrastrado .
por las quebradas, se depositó en la plataforma de abrasión .
Las .particularidades de los movimientos pliocénicos de 1a costra te--
rrestre se pueden examinar muy bien en los grandes valles fluviales y em
192 DR. JUAN BRÜGGEN.

..especial en el valle del Huasco, que es conocido por sus terrazas de solevan-
tamiento; pero su perfil transversal permite distinguir también un hundi-
:miento aún más importante.
En la ciudad de Freirina, que dista alrededor de 20 kiló_metros d'el mar,
_se ob"servan en la falda sur las terrazas· indicadas en la Fig. 55 que en el
Ja~o norte se han dibujado solamente en forma esquemática.

Fig. 55.-Perfil por valle del Huasco en Freirina.

El.número es mucho mayor que en la costa, debido a que varias perte-


...necen a. las llamadas '' Terrazas protegidas''. La terraza superior forma, a
..ambos lados del valle, llanos de muchos kilómetros de ancho, los cuales pa-
esan, como la terraza de Carrizalillo de 250 metros sobre el mar, ·a los anchos
.!Suelos de rodados ele los valles afluentes rellenados hásta gran ·a ltura; co-
rresponde, pues a la terraza principal . En vista de qye.i. sq,lvo qi.ras e~cep- 1
-ciones, l a r oca "'fundamental no afÍora en ninguna parte en la falda del v¡lle,
hay que dibujar ei perfil en la forma indicada, lo que permite reconocer los
1
·-sigui en tes procesos :
Después d~l solevantamiento de 400-500 metros observado en Carrizali-
llo, el río Huasco excavó un valle que comprendía la línea A, Bl, C, que co-
-rrespondía al nivel del mar n l. En seguida tuvo lugar un hundimiento d"el con-·
:tinente, que hizo subir el nivel del mar hasta n2. El río compensó el hundí-
.miento por medio de una fuerte sedimentación d'e rodados, de .manera que el
·mar no podía llegar nunca hasta la región de Freirina. Al final del hundi-
miento del Plioceno, el río corrió en medio de un ancho llano y recibió afluen-
tes de los cerros apartados, que a su vez, corrían en anchos valles. En sus
,cursos superiores los anchos llanos terminaron bruscamente pasando a que-
bradas angostas y pendientes.
En la r egión de Vallen.ar, donde el río Huasco cruza una depresión de
..forma de valle longitudinal, la terraza principal se ensancl:\a hacia el norte
y sur const~tuyendo extensos llanos que· en el norte pasan imperceptible-
miente a las hoyas de otras quebradas que descienden 'hasta el mar.
Posteriormente comenzaron los diferentes solevantamientos, hasta que
-el mar terminó por ocupar su .actual nivel n3. Como se puede ver en el per-
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 193

fil, los solevantamientos posteriores 'no alcanzaron la altura del hundimiento


anterior .
La alternación de hund imientos y solevantamientos ha dado lugar a la
forma ción de notables· angosturas en los valles, si al ser alcanzado por la
erosión renovada, el río 110 corría eñ el centro de_l valle siu'o eJJ. una de las
-0rillás, como lo indjca la figura 56. En tal cas-0, el ·río ,CJ>R ,s.i:t..erosión encon-
tró pronto a la roca fundamentaJ., en la~ cual podía éxcavar sólo un canal
estrecho, mientras que aguas al'-r-rba y: •abajo corre por una ancha vega ero-
dada en los antiguos r odados. En easi ·todos los ríos que hay entre el Ac-0n-
eagua y el Huasco exi:s.ten muchas de tal es angosturas. En varias de ellas
.s e han construído tranques de · regadío (Recoleta) o están en proyecto . En
los afluentes pequeños, tales angosturas a menudo dan lugar a mayores ver-
tientes de agua subterránea ..

Fig. 56.-Perfil p:ir Ji angostara d~l río Limari, en Ovaiae .


L as letras tienen el mismo s ignificado que en la fLgura 55.

También en la región de La Serena se observa la influencia del hundi-


miento pliocénico, que hizo entrar el mar a los cursos inferiores de los va-
lles en forma de largas bahías. Estas bahías están rellenadas por arenas fi-
nas, arcillas y conchuela . Esta última constituye a menudo la superficie de
la meseta . Solamente el río Elqui, por provenir de la Alta Qord'illera, era
.capaz de compensar el hundimiento por medio de una fue:rte sedimentaciór,
impidiendo la entrada del ma:r: a su valle inferior.', ·
Al sur de Coquimbo sigue lá bahía de Tongoy, que repite las formas
de la d'e Coquimbo, presentando _sillas tectónicas, como la del cerro Guana-
queros y los Altos de Talinay, que constituyeron islas en el mar del plioceno,
tal como el cerro en que está construído el puerto de Coq~bo. E.stas si-
llas tectónicas, quE: indican un fuerte -destrozamiento de la costa, se unieron
más tarde al continente gracias a la fuerte sedimentación y al solevantamien-
to posterior. Las mesetas que rodean la bahía de Tongoy son aún más exten-
sas que las de l&'región d:e Serena , Se extienden .detrás. de los Altos de Ta-
1inay hasta más a1lá del río Limarí, q;e ant~s d.~serrrl>ocaba en la bahía de
Tongoy·.. '
F. G. 13.
194 DR. JUAN BRÜGGEN.

:-----
'
- ====::::_-_-

Fñg. 57.- Croquis de la ·costa entre Serena y Ova'llé.


En blanco: nas .mesetas matinas y su continuación de origen fluvial en los valles.
Hachurado: cerros formados por rocas fundamentales.

Otras mesetas marinas son los Llanos d'e Tunea en la desembÓcadura de11
río Choapa. En escala más pequeña se r epiten tales mesetas en la desem-
bocadura del río La Li.gua y en la región de Quintero, cuyo cerro constituía:
también una isla en el mar del plioceno.
'

FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 195

Entre Los Vilos y el río La Ligua hay una ancha terraza. rocosa de unos
100 metros de altura. Al norte del Aconca·gua tiene 140 a 150 metros y al sm·
,del mismo río, unos 200 metros de altura.

3.-Las costas del centro de Chile.

Las planchetas del Estado Mayor Gen~ral p ermiten reconocer al sur


de Valparaíso, en Curauma-y Placilla, terrazas muy extensas. con 440-470
. metros de altura, que sé pueden seguir hasta una distancia de. más de 30 ki-
lómetros de la costa. Debido probablemente · a 11na falla o flexura, estas te-
.rrazas bajan hacia el suroeste a una altura de 140-200 metros. En p~rte se
trata de terrazas de abrasión, cuyo subsuelo presenta una fuerte descom-
posición de la grano diorita producid'a hasta gran profundidad. Hacia el

-e~te pasan a un lomaje que sube poco a poco hasta pasar a los restQs de una
antigua peniplanicie situados a 1. 000 metros. Esta última pa~·ece corres-
ponder a las altiplanicies de 2. 000 metros que S8 encuentran más al· este for-
mando el borde oriental de la Cordillera de la Costa, entre Lampa .Y Tilti1.
Con .una falla abrupta.; este borde d'esciende al Valle Longitudinal cuyo piso
está a 1. 500 m etros más abajo. Las altiplanicies de 2. 000 metros se encuen-
tran también al otro lado del Valle Longitudinal, en 'la . Cordillera de los
.Andes, y corresponden a la peniplanicie terciaria que hemos descrito más
.arriba, entre_ Algarrobo y ,Cristales, al sur de V a.llenar . • .
Las extensas terrazas situadas entre 200 y _.400 metros de altura;. perte-
.necerán al Plioceno y deben su altura a las dislocaciones postpliocénicas con-
temporáneas a las fallas del Valle· Longitudinal.
Se extienden hacia el su:r detrás de los balnearios Algarrobo, Tabo, Car-
:tagena y Llolleo, donde alcanzan anchos de 12 'kilómetros medidos d'e sde la
,costa. La superficie plana de las terrazas se presenta con mayor perfección
,en los Llanos de El Machete 'atravesado por el camino de Santiago a San
.Antonio y Cartagena. Existen algU11os escalones c9n que des('ienden hacia
.la costa, especialmente observé tal escalón en el fundo Peral de Cartagena
-que cond'uce de 1~ terraza de 200-250 m etros a la de· 80 metros . La situación
d e algun.as ' vertientes de aguas ascendentes en ·esta falda indica el origen
-tectónico del escalqn. ·
-· Hacia el est e, se levantan de la terraza los cerros graníticos de la Cor-
,dillera de la Costa, pero sin presentar un cliff visible en . el pie de su .faldi. .
.Antepuesta a estas lomas se observ.an anti~u.os is-lotes o .. escollos que se le-
-vantan como grandes peñas encima ele la terraza. Tales islotes antiguos soh
-especialmente numerosos ·e ntre Algarrobo y El Tabo . _
.A ambos lados del .río Rapel, las- arcillas_y ar.eniscas a-rc-i lfosas de gran<.
.fin.o del piso de. Navidad ocupan un~ gran ;xtensión, como puede verse e1,
fa figura 58. En la costa el Terciario se presenta con posición horizontal -y
196· DR. JUAN BRÜGGEN.

separado poi: una falla del granito que forma tm pequeño cabo al sur del
pueblo d~ Matanzas. Au49.ue la falla no se p_uede ver directamente, la ausen
cia de rodados de granito y arenas graníticas en el Terciario, que se pue"dt,.
seguir hasta a 10 metros de distancia del granito, hace muy improbable unü,
sedimentación sobre esta roca.

Fig. 58._:-Perfil por la costa de Matanzas.


C. Cuartenario. Te. Terciario.
P. Pilioceno. R. f. Rocas fundamentales.

En el Terciario, rico en fósiles, hay excavada u:p.a terraza, que tiene má.:..
o menos 15 kilómetros de .¡.incho ; ella empieza en la costa a una altura de-
80-lOQ metro.s y sube paulatinamente -al interior hasta alcanzar lo~ 160 me-
tros. Al norte del río Rapel, la t erraza. se presenta como una superficie coTl'.1.-
pletamente plana, cortada solamente por ·1as quebradas grandes que tienP'A> ,
su. origen má'S JÜ interior. En el" Cbl"te del camino clel fundo Bucalemu se-
puede ver el euaterriatio marino, que empieza con 50 cms . de conglomerado~
basal, formado por rodados d e 10-20 cms. de diámetro; sigue después un IDP-
tro de areniscas p,oco consistentes, con conchas mal conservadas, y más arri-
ba otros dos metros de rodados.
Sobre esta primera terraza se levanta, en un sólo escalón, otra terrazar
que comiénza a 260 metros de altura y que se extiende hasta el Valle Longi-
tudinal. En La Cueva, localidad descrita más arriba, contiene una fauna del
Plioceno superior. El borje de esta terraza está bastante disectado por la
erosión a causa de la poca dureza del subsuelo.
Al comparar las formas de la costa situada al sur del Aconcagua con
las del Norte Chico, llama la at ención que en el sur no se observa el fuerte-
hundimiento de la costa producido durante· el Plioceno, que originó el fuer-
te relleno correspondiente a la terraza principal que en los ríos Huasco, El-
qui, etc., puede seguirse bastante ríe arriba. El valle fluvial más austral que
tiene tal terraza bien desarrollada es ~l del Aconcagua, e~ que los restos de-
la terraza se conservan hasta Quillota. Continúan más arr_iba, pero ·quedan
cubier.tas por los rqdados recientes del río, como se observó en la capta-
ción del agua potable de Valparaíso en Las Vegas.
En lugar d'e las terrazas principales d ~ los valles, se presentan las ex-
tensas altiplanicies de la Corrlillera de la Costa . Estas se han formado tal
vez durante un hundimiento paulatino de ~a costa en el .Plioceno, en 'parte-
por la abrasión marina en las blandas capas del piso de Navidad. En parte-
:son restos de la peniplanicie terciaria.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 197

El cambio de las formas coincide con el comienzo del Valle Longitudi- ·


nal en cuya depresión han sido retenidas enormes cantidad'es de seq.imentos
provenientes de la destrucción de la Cqrdillera de los Andes .
En Chile central continúa el fuerte destrozamiento de ciertas partes de
la costa, como lo observamos en las bahías de Colip.mo, Talcahuano y Arau-
co . Pero también pequeñas bahías, como la de Topocalma, presentan .fuer-
tes dislQcaciones como se ve en el croquis de la figura 59. Muy típico para
una ialla es la bifurcación del acantilado de la costa, el que proviene desde
el norte. La parte inferior conti~úa como acantilado curvado al sur de}
"Puertecillo" mientras que la parte superior continúa derecho hacia el sn:r
terminando en otra falla transversal. La .falla que se dirige desde la región
del tranque hacia el NW. puede reconocerse por poner el piso de Navidad
(en el lado 1'."E) al lado del granito.

1-\\lt cono de d1.". yccdón


del est ero de Topocalma ,
CROQUIS cerros formados
DE [[IlilJ par rocas fundamentdlt>Sj
TOPO CALMA arenas a'i! dunas
c:::::J
"'º ,000 ZOOOtn pantdnos
<"'o
<> arf'nas y ripio
\·.:·.:::;:
~~:
<'¡;.
........_ di! los (!'SfPrOS
falla

En el centro de Chile se observa una nueva fase de movimientos de 1~


costa que consiste en un importante hundimiento reciente , Este puede evi-
denciarse por el ancho desporcionado que tiene el fondo de las pequeñas
quebradas en sus desembocaduras. A menudo se encuentran _todavía P!'l-
198 DR. JUAN BRÜGGEN.

queñas lagunas separad'as del mar por una baja playa de arena o por algu-
n~s dunas como los lagos de Vichuquén (Fig . 62), Matanzas, etc. Debid'o a
que las partes que se han sumergido bajo el nivel del mar, corresponden a va-
lles excavados en las terrazas cuaternarjas inferiores, el hundimiento debe
haber sido más moderno que el solevantamiento y representa seg{m esto.
el movimiento más reciente de la costa chilena.
Este último hundimiento es también perceptible en la costa dd Nbrto
Chico. Pero faltan ahí las lagunas costaneras, debido al fuerte y alto pre-
cipicio de la costa en ei cual los esteros habían excavado ·solamente quebra-
das estrechas, que se rellenaron rápidamente después del hundimiento.· A es'.
te reljeno rápido contribuyó también la abundancia de sedimentos que lle-
van los esteros que nacen en los cerros de la' costa pobres
.
en vegetación·. En
el centro de Chile estos cerros estaban cubiertos ,Por densos · bosques que
desaparecieron solamente eu los últimos sig-los.
En la costa del centro de Chile alternan los acantilados con bahías más
o menos anchas, en cuyo interior desembocan esteros de diferente importan-
cia. Las bahías no pueden explic.ars<:: solamente por el hundimiento de la
costa, sino en parte se deben al trazado irregular de la falla costanera, como,
puede comprobars11 r.u los dos easos siguientes:
En la figura 60, el último hundimiento de la costa queda evidenciado
por el trazad'o de las curvas isobáticas del puerto de San Antonio. Según
estas curvas,, el pequeño valle, en q.ue está situada la ciudad, se extiende de-
bajo del mar hasta 60 y aún hasta ·100 metros de v1·ufunclidacl, ya que las lí-
neas iso báticas indican su continuación hasta el borde superior de la figt1 ··
ra. Pero, este hundimiento nq puede haber afectado· en igual forma al conti-
nente y al fondo ,del mar, porque con un huudimiimto uniforme, el mar de-
bería haber penetrado como canal al continente al ocupar la parte inferior
del valle. En el mapa vemos que a la terraza de 80 metros de altura· corres-
ponde al sur del valle una parte plana y poco profunda del mar situada en-
t r e O y 20 metros de' hondura. De consiguiente, . la costa misma. corresponde
a la falla, en la cual ha bajado el fondo del mar, subiendo al mismo tiempo I
la terraza en el contin1mte.
La existencia de las fallas, la pude comprobar en el estudio del p.royec-
to de construcción de una grll,n planta industrial en Valparaíso (figura 61 ).
Me llamó la atención que no solamente la alta fald:a derecha del ·estero si-
gue en línea r ecta por la parte ,plana del terreno de a.carreo, sino que coin-
cide también con el límite rectilíneo sur de la parte ro'dosa (y) ·del 'fóndb del
mar . Además varias perforaciones ejecutadas con el objeto de estudiar el
subsuelo, habían encontrado la r oca firme a profundidades insospechada-
mente grandes, de manera que era muy probable la existencia de una falla
qu e seguía el curso del estero. · Si, en efecto, existía esta ifalla, debía haber
otr a falla que provendr ía desde el antiguo fuerte de Los Andes situado en
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 199

Fig. 60._.:_Mapa de profundidades del puerto de San Antonio.

.J ;

..,
Flg. 61.-Inves tlgaclón •radioactiva en la babia de4 Barón, Valparaiso.
(Las cifras dndican descenso del electroscopio expresado en valts por 10 minutos) .
200 DR. JUAN BRÜGGEN.

(X) en forma ere yurva, y que se juntaría con la primera .. Debido a que a
ambos lados de la falla se ·en cuentran los mismos gpeises graníticos de la
costa, el problema que era de mucha importancia para la est abilidad de un
gran edificio industrial, en un país muy propenso a t emblores, no se pudo
r esolver por medio d e perforaciones.
Por esto propu~e una .investigación geofísica (radioactiva) que r ealizó
un grupo de ingenieros dé la casa Piepmeyer, que se en contraba en Santiago.
La investigación dió como r esultado 1~ existencia de las dos fallas que es-
peraba, además de muchas otras que apar_ecen en la -figura 61. Según esto,
la p endiente escarpada y 1;ectilínea de la falda derecha d'el valle del estero
coincide con la falla. La pendiente úqueada al sur y este de la parte baja
d el terreno h a retrocedidc/un poco debi~o a la abrasión marina, como se ve
€ n el perfil A-B.
Este resultadó es de gran importancia, pues nos indica que la forma
d e la costa no debe ser explicada exclusivamente desde el punto d e vista
morfológico; ya qué la forma que se nos presenta como un cliff típico, es
en r ealid'a d un acantilado de· falla . Este r econocimiento tiene' t ambién una
unportancia consider able para l a ubicación d e ciudades y aldeas en territo-
rios propensos a temblores.
Además resulta de las observaciones anteriores que la continuación
submarina de valles o quebradas no implica siempre un hundimiento del con-
tinente vecino, puesto que junto con el hundimiento d el fond'o del mar pue-
d e h a berse producido un solevantamiento del continente. En r ealidad te-
n emos detrás de la costa de San Antonio y Llolleo extensas ter razas de ori-
gen marino y en parte cubiertas por mayor espesor de conchuela, que se h an
e:xplotad'o en pequeña escaia en el curso, inferior del est ero d el Sauce. Por
el otro lado, las grandes lagunas situadas en el curso inferior d.e los esteros
-pequeños, como, por ejemplo, la laguna de Vichuqu én (Figura 62), se puede
explicar ~ola,mente por un hundimiento efectivo de la tierra firme. '
No describiremos las costas de Constitución, Chan co, etc., que geológi-
~amente son poco conocidas y donde la Cordillera de la Costa m uestra en
todas partes extensas t errazas marinas. y altiplanicies . El desarrollo an -·
tiguo de la r egión d e Concepción y Ara?co está d escrito más arriba, a ba-
se de las figuras 14 y 15 habiéndose establecido la edad mod'erna cuat ernaria
d e las fallas de la costa. L a altipl anicie de Arauco se en cuentra antepuesta
a la Cordi.Uera de la Costa; constituye un complej o único que tiene sólo su
correspondiente en el norte del Perú, en Paita. A esta ~rreguJaridad' se debe
que los movimientos modernos de la costa son algo más complicados.
El cuaternario marino se ha depositado én el curso inferior y medio ' del
río Carampangue, en una larga bahía, lo que indica un hundimiento de la
,c osta antes d'e su fo~m ación. Del mismo modo, la presen cia de los lagos .La-
'nalhue, Lieulleu, etc., comprueba el hundimiento reciente ·d e la costa, co-
. FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 201

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Fig. 62.-Mapa de las profundiidades de la laguna Vichuquén.

mo también la forma característica que tienen los pequeños valles costaneros


en su desembocadura.
Una perforación ejecutada en el curso inferior del valle del Caramp.an-
gue encontró más de 80 metros de arenas marinas modernas .. Si calcula-
mos el total del hundimiento según el perfil transversal de las pequeñas que-
br ad'as costaneras mencionadas, llegaríamos a -cifras mucho mayores. Si
consideramos un hundimiento de sólo 100 metros, la costa debe haber te-
nido antes del· hundimiento la posición que ocupa hoy la curva isobática
de 100 (véase figura 14) . Esto indica que las ,islas antepuestas a la costa
como Quiriquina, Santa María y Mocha estaban unidas al continente .

,
DR. JUAN BRÜGGEN.

4.-La costa de Valdivia y Llanquihue.

presenta, en general, el mismo curso rectilíneo y consiste, co-

X mo en el ·centro de Chile, en rocas escarpadas alternadas con. playas areno-


sas lo que indica que la línea d e la costa se ha originado también por fallas.
En la costa poco conoci~a de la provincia de Cautín, aLs?-r del río Cau-
tín, se encuentra el gran lago del Budi . Corre&ponde a los cursos inferio-
res de varias quebradas pequeña~ y se formó por un hundimiento d e la
costa, quedando ·seperad'o del mar por m:1 largo lido. Fuér'a- de éste, los la·
gos costaneros son muy raros; el mapa de M¡msura: de 'fierras no indica otro.
- - Solamente la desembocadura ·de1 r ~o Valdiv1a:, co~ sus canales ramifi-
- cados, parece indicar un hundimiento del continente, Sin embargo, por lo
menos la parte de la bahía p.e Corral que corre de N. a S. debe ser d e -o rigen
tectónico. También el canal casi r E:ctiJín eo que se -extiende de Punta Niebla
\
hacia el este puede ser del m_ismo origen . . Se tiei;i.e la impresión que des·de
Valdivia el ·río principal siguió al principio la dirección-- N-S d el río Cruces
pasando al sur, alrededor de \a Isla c:Iel Rey, ha sta~_que más tarde se huna.id
el canal que conduce direct am ente hacil!, Niebla. Si )as ramificaciones de la
desembocadura d el río Valdiviá tuvieron su origen· exclusivamente en hun-
dimientos costaner~s sería· difícil comp~ender ~"Orque no se encu entran fe-
nó:µi.enos parecidos en los. esteros y ríos. situados más al sur.

r FJg. 63.- L a desembocadura del rio Valdivia .

En favor de un origen tect ónico est~ también ~ l hecho d e que la bahía


de . Corral constituye una h omología geográfica para con la de Talcahuano.
Especialmente característica es la curvatura suave que se dirige desde la
Punta Galera h acia el NE . y que corresponde a la costa curvada al oeste
de la bahía de Dich ato (Figura 15). I
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 203

Ade:qiás, existe en la desembocadura del río Valdivia una terraza com-


puesta por una arenisca arcillosa llamada '' cancag ua'' . En las cercanías
del mar, en Nliebla, contiene petrificaciones de conchas marinas.
Como se ve en la figura 63a ., y especialmente e~ el perfil de esta fi-
gura, se levanta un pequeño castillo español encima de un promontorio for-
mado por esta terraza de cancagua. Se halla encima de una pequeña loma
caracterizada por la estratificación diagonal de sus arenas de grano fino.
Se trata de un antiguo "'' lido ", una larga playa de arena que antiguamente,
cuando el nivel del mar se halló a una altura en 20 metros mayor, estaba
antepues~a a una zona baja pantanosa que en: la figura •e§_tá indicada con
,6 t• ••.., ... , - · -

las palabras ''terraza de cancagua'' . La playa o hdo · fue formado por las
-olas, al pasar encima de la playa depositando a las arenas arrastrad:as en el

....
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Fig. 63 a. -C~oquis y perfil de ,Ja región de Niebla.


f. foso princdpal del castillo.
C. monumento de Caupo1icán.
204 DR. JU.A..~ BRÜGGEN.

lado interior. De esto resulta la estratificación tan uniforme y perfe'cta que-


se observa en los fosos del castillo de Niebla.
La fuerte sedimentación se debió a fa gran cantidad de sedim·e ntos
atraídos por el río Valéti'via durante una de las últimas épocas glaciales.
l\fás tarde, cuándo terminó la época gla·cial, se ·produjo un solevantamien-
to del ·c·ontinente en 20 nietros . · Terminó la "fuerte sediméntación, porque
los sedimentos provenientes de la Corfüllera d'e los .Andes fueron retenidos
por los grandes lagos . El mar atacó las arenas poco antes depositadas, la-
vándolas con la resaca hacia las parte·s más pr·o fundas. Las partes formadas
por la cán cagua poco firme, · se destruyeron rápidamente, mientras que el
fundamento de la cancagua cómpuésto pot las pizarras micáceas más duraJ,
resistió mejor . De éste modo, los antiguos promóntoriós ·co·n serváró'ri sus for-
mas y posición y la costa tomó sus contornos actuales.
lVIuy poco conocida es la costa al sur de Corral, donde en general alter-
nan los acantilados formados por pizarras micáceas con playas de arenas en
as-desembocaduras de los arroyos y ríos.
Complicadas son también las relaciones en la desembocadura del Mau-
llín, que forma un ancho estuario, el cual antes debe haber enviado un bra-
zo hacia el sur, hasta Carelmapu en el Canal de_ Chacao, que actualmente
se puede r econocer como una hondonada pantanosa. Las perforaciones he-
chas en este lugar en busca d.e petróleo encontraron arenas marinas moder-
nas hasta 90 metros de profundidad que indican el r elleno de un ancho bra-
zo de mar.
Es difícil determinar, si se trata d·e un valle que se encuentra bajo el
nivel del mar por un hmrdimiento general del continente o solamente de una
fosa tectónica limitada. :

5.-Chiloé y sus_mares infe.riores.

En la región de Chiloé cámbia el carácter de la costa chilena que desde


Arica hasta este punto casi no tiene interrup~iones, empezando la regió:a
de los fiordos patagónicos. Ál comienzo, _este rp evo elemento queda oc\tlto
por la costa occidental de Chiloé, igualmente ininterrumpida, que forma la
continuación de la costa continental situada al norte.
Como lo veremos en el capítulo ete geología glacial, lo~ canales int~·io-
res, situados al este de la _ isla de Chiloé r epresentan depresiones excavadas
por los glaciares de la última épocá glacial . · E1,1 la; orillas de los golfos de
Reloncaví y Aucud existen terrazas de 15 a 20 metros de aitura, exéavad:as
en las morrenas . Estas terrazas compuestas por arenas finas se pueden con-
siderar sólo como terrazas de abrasión y de acumulación originadas por
las olas de estos mares interiores. P ero las arenas no· ~ontiéneil ilinglin res-
to de conchas marinas, .Jo que, en vista de la riqueza actuai cie esta r egión


FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. ·205

en toda ,:ilase d'e conchas marinas, indica que las terrazas deben su origen a
grandes lagos de agua dulce, parecidos al Llanquihue, que se formaron des-
¡pués del retroceso de los glaciares . El desagüe, por lo menos, de lós la-
g·os más septentrionales, tuvo lugar por el canal de bhacao. No puede sor-
prender que las profundidades de este canal rio correspondan exactamen.te
a las formas de un valle :l'luvial, pues el fondo debe haber experimentado
·grandes cambios a causa de las fuertes corrientes de las mareas que alcan-
·zañ· 14 y aún 16 ~ilómetros por' ho1·a . '.
Solamente en el sur, · en el Golfo de Corcóvado, que· rodea por el sur a
·Cliiloé, parece que el mar ha estado presente siempre d'espués del retroceso
-del hielo, como se desprende de las observaciones' de Da.rwin, ·q ue en la !isla
L émuy encontró- una gran éántidád a'.e conchas destrozadas ·a una áltura
-de 6 a 15 metros. ·~tefferl inºé ncioua también que en las· islas situ'aclas en' la
parte norte de Cliildé oriental faltan ·en las alturas los restos de conchas y
.aparecen sólo desde la mencionada isla de Lemuy hacia el sur'. ·
Mientras la costa occide~tal qe C4iloé no_ presenta interrup.ciones por
bahías, ra costa oriental muestra numerqsas- bahías que en parte correspon-
-den a los diferentes lóbulos del borde del glaciar, como se deduce de las mo-
rrenas situadas . al interior de- las bahías. Son idénticas a las '' Folrrden''
que presenta el mar Báltico en su costa oceidental.
Una perforación ejecutada en Mauao, en el NE. de Ohiloé ha encontra-
<lo- el cuaternario marino entre los -204 y 220 metros de profundidad, que
descansa sobre una arcilla morrénica; además,, los primeros 155 mts. se compo-
nen t ambién de capas glaeiales. Según esto; las capas marinas interglaciales in-
diaan la .. existencia de un ancho golfo situado entre la' isla d'e Childé- y la
Cordillera de los Andes . En la época intergla'c ial e's te golfo puede haber a'!·-
eanzado hacia el norte mucho más allá de Puerto Montt.
· La costa accidental rectilínea de la isla de Chiloé es, según vimos más
arriba, la continuación d'e la falla que constituye más al norte el ·pie de la
Cord:illera de · la-Costa. •·
En Ohiloé, la Cordillera de la Costa está formada por una larga lomá
llamada 0ordillera de Piuchué que culmina en el cerro Capitán Maldonado
con 620 metr~ sobl'e el mar. Vista desde el este, parece tratarse de una
larga ">deseta qu:e termina en- el sur ..en -la· ancha depresión ocup.ada por el la-
go de Cucao que atraviesa todo el eje de la isla. Más al sur siguen mesetas
más cortas que al fin doblan hacia: el este, de modo que la Cordillera de 1a
Costa encuentra su término en· la alta isla San Pedro; situada en . el S. E.
de la isla grande Chiloé. Esta isla está encajada en la parte S. E. de la
isla principal y alcanza 975 metros de altura . Se compone de pizarras mis
-cáceas, lo mismo que toda la Cordillera 'de la Costa situada al sur del Bío-Bío.
La forma d'el c;lescenso en faldeos largos inclinados suavemente hacia el sur
:y de declive abrupto hacia el N., indica el origen tectónico del ancho golfo
206 DR. JUAN BRÜGGEN.

de Huafo, nombre que tiene la salida del Golfo Corcovado hacia el océano.
Los largos faldeos parecen corresponder a la antigua peniplanic!e que cles- -
ciende hacia el mar.
La isla San Pedro ofreee ya todos los caracteres de la erosión glacial _
que se observa en los archipiélagos más australes, en las Guaitecas; y el.
pequeño canal que la separa de la isla principal ya no se distingue de l.os-
canales patagónicos. ..1,..
Debido a la dobladura de la Cordillera de la Costa hacia el este, apa--
rece una ancha planicie o meseta· ·-antepuesta a ella en el oeste, que por su
situación tiene algo de p¡µ-ecido con la provin'<ia de Arauco, que también.
es una meseta antepuesta. a lós cerros de la costa .
La do.J;¡).a.'dllra.· de la Cor.dilla.ra <le la Costa hace ' r ecordar la curvatura1
más pronunciada que presenta la misma cordillera en el Cabo Raper y en
forma aún más grandiosa en el t érmino austral del continente en el sur de ·
la Tierra del Fuego .

6.-Patagonia y Magallanes.
(Fig. 69)

Mirando el mapa,· parece que la falla de la costa, que se extiende desde,


el norte de Chile hasta Chiloé, termina con el golfo Huafo. Pero .saliendo,
de uno de los canales de los Chonos, se nota que los acantilados de la costa-
siguen en la misma forma que más al norte y que ellos se ar~eglan también ·
en un a recta bastante perfecta. Solamente, los a cantilados se interrunipern
a menudo por los canales patagónicos que son valles ensanchados por la ero-
sión glacial. A la salida del canal Ninualac observé, que antepuestas al acan.:..
tilado se hallan numerosas islas bajas -quE} corresponden a un escalón más:
bajo.
Al este del acantilado· -s _e extiende la antigua peniplanicie bastante bien·
conservadaJ.,. ~olamt nte cOTtada- p-or lo~. profundos canales, por l os cuales la
Cordillera 'de la Costa, aparece disuelta en un sinnúmero de islas de todos.
los tamaños .
Al viajar de la costa oriental de Chiloé a las Guaitecas, la isla de · este--
mismo nombre y la Ascensión parecen formar una sola isla con falda abrup-'-·
ta encima de la cual hay una planicie ondulada situada entre 50 y 100 me- -
tros. El borde noroeste tiene un trazado muy r ectilíneo, aunque un pocO"·
curvado y parece corresponder a una falla .
En general, las islas occidentales de las Guaitecas y Chonos tienen altu-'-
ras más importantes, como en las de Cliaffers y Concoto que suben hastai
600 metros. Más al este hay solamente islas· bajas, a menudo de formas de~
mesetas de unos ' 200 metros de altura . Además, hay un sinnúmero de islotes
bajos, desde pocos metros cuadrados hasta algunas hectáreas de superficie·
que tienen las formas características de las rocas abprregadas y que- corres-
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 207

,pondén a los "schaeren" d'e Suecia y Finlandia. Aparecen a menudo en


·grupos y constituyen un paisaje muy bonito con los canalitos que parecen
perderse entremedio de ellas.
Los cerros más altos del oeste constituyen la continuación de la Cor-
·dillera1de la Costa y la parte -oriental más baja, corresponde al valle longi-
tudinal, al cual pertenece tamb,i én el ancho canal Moraled'a . P ero, el lími-
·te -entre ambas zonas no se presenta bien claro; y especialmente hac-i.a el sur,
•donde el canal Motaleda se estrecha y se ramifica, los cerros de la Costa al-
· canzan con altur·a s bastante grandes hasta ei pie de fa Cordillera de los An-
des, como por ejemplo, en la isla Traiguén y otras islas que le siguen en d'i-
.rección hacia el sur. Sólo en la región del Istmo de Ofqui r eapar ece un an-
,ého ·vaUe longitudinal.
· En forma mucho más "clara se presenta el•límite oriental del valle longi-
tudinal constituído por la falla ' que forma el pie occidental de la Cordillera
-de los Andes: Esta falla constituye ·en el norte la costa rectilínea al este de 1
Golfo Corcovado la cual sigue hasta la desembocadura del estero Aysén, don-
.ere las aguas termales del Puerto P érez tienen una situación parecida a las
numerosas vertientes termales que caracteri'zan el borde de la cordillera ai-
·ta en Chile central.
· ' En :la misma forma rectilínea y como un muro siguen los acantilados
-pot la ··~osta oriental de! canal Costa y después del canal Elefantes. En el
J>rimer momento, uno podría pensar que se trate de las faldas más o menos ·
Te'c'tilínea~ de los grandes cajones gl~ciales excavados por los ríos d'e hielo
-del · cuaternario. Pero podemos observar la continuación de la misma falda
,abrupta y rectilínea en la rib era oriental de la laguna San Rafael y aún más
.al -~µr, al__.este del glaciar San Tadeo y en ia costa del golfo abierto el e Penas.
,(Y.éa.se Fig. 72). En todos estos puntos no puede hablarse de la falda de un
-cajó,n--glacial, -y a que falta la otra falda, en cuyo lugar se encuentra una ex:-
·tensa depresión. · '
, En _e sta r egión, desde el golfo Elefantes hasta -la desembocadura del río
· San Tideo, tenemos otra vez un gran valle longitudinal cuyo ancho es su-
perior a 25 kilómetros y cuyo límite oriental está formado por la gran lá.Ua
-del pie de la Cordillera de los Andes . El límite occidental del valle lo.Q.gitu•
dinal es poco definid'o e irregular, como se observa también más ·al norte, y
~en la r egión de Chile central.
~uy aislados son los informes antiguos sobre terrazas de solevanta-
miento . Steffen menciona bancos de conchas en muchos pl1IJ.tos de l as isla_s
· Guaitecas y Chonos. Darwin observó en el cabo Tres Montes, en las riberas
,-de Christmas Cove, rodados costaneros can conchas marinas modernas, so•
levantados a seis metros de altura. Una terraza importante de varios cente-
:nares de metros de ancho, se observa a la salida del canal ~1\inualac.
/ '
n
208 DR. JUAN BRÜGGEN.

En favor de un solevantamiento de unos 10 metros hablan las estrechas


terrazas de arcillas rayadas que existen en varios rincones abrigados de los
canales de Elefantes y Costa . Estas arcillas rayadas que se depositaron co-
mo lodo glacial en frente de los glaciares, constituyen todavía un problema.
Parece que no contienen fósiles marinos lo que indicaría una sedimentación
en aguas dulces . .A.demás la repartición uniforme a ambos lad<1s de los cana-
les parece indicar que éstos estaban enteramente rellenados por las arcillas.
O, se tratará ¡le sedimentos de una época anterior, _que fueron destruídos más
tarde por un nuevo avance de "los glaciares quedando solap:1ente pequeños
, restos en. partes abrigadas d-e 1os canales.
La escasez d·e datos sobre terrazas d:e solevantamiento se explica fácil-
mente, por~üe i;s terrazas -más importantes ·se "habrán' formado sbla:me~te
en la costa del mar abierto, donde las frecuentes tormentas impiden el acer-
camiento de los buques . En los canales angostos, que son navegables sm
peligro, la fuerte erosión glacial ha destruído las terrazas antiguas.

El hundimiento reciente de la costa.


(véase Fig. 72).

Un hecho notable, que se conoce desde mucho tiempo, son los extensos
bosques de árboles muertos, que aún durante la marea alta salen del agua
salada de la costa.
"
L a primera de.scripción de este fenómeno la da An'tonio de Vea al des-
cribir su entrada al río Témpanos . En· la página 567 del tomo XI del Anua-
rio Hidrográfico leemos:

"Quiso Dios que hubiesen entrado todos en el estero hasta donde anduve tres :eguas, y
en él por mar muerta a vela y remo fui subiendo 'la vuelta de NO. y O., SO y SE.,. por sus. mu-
chos tornos. dos leguas. Es toda Uerra baja e igual el agua con era, muy pantanosa, los ár-
Nlel secos 7 descabezados y algunos arrancados de los vientos.

También el Dr. Steffen (3. tomo 2 p. 300) da una descripción muy ilus-
trativa de este fenómeno.

"l'oda la ribera sur del ,golfo (Bahía San Rafael), está guarnecida por una ancha faja
de árbo\·es muertos, de manera que según la expres,ión del padTe García, se gana desde lejos
la Impresión de ver los mástiles de los buques de un gran puerto. En tiempo de marea boja,
todos los bájos antepuestos a esta ol1illa aparecen cubiertos de restos de selvas antiguas, un
verdadero caos de troncos, oalos y ralees muertos., _en medio del cual es bastante ciiflol. 'en-
contrar -la saJlida del rio Témpanos".

Steffen deduce de la descripción de- Antonio de Vea, que acabamos de


citar, que en su época recién había principiado el hundimiento y que to-
davía no existía la bahía San Rafael, por la cual pasa hoy día el canal su-
mergido al cual deben seguir los buques.. En la época del padre García, pa-
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 209'

rece que ya se había sumergido completamente la ºribera hasta llegar al puer~


to Mecas, pero que a media legua al sur de este puerto princip.ió ya la tierra.
baja cubierta por árboles verdes, lo que hoy día puede observarse solament~
a una legua de distancia. El Capitán García Huidobro calcula el hundimiento.
desde los días de Antonio de Vea en cinco metros. Tal hundimiento es bien
posible, aunque es poco seguro tomar como base las honduras de canales eu-.
tre las islas dP. arP.na, porque las fuP.1tes corrientes de las mareas pueden cau-
sar importantes profnndizamirntos por la erosión.
Los mismos fenómenos de hnndimiento se observan también al lado sur-
del Istmo dP. Ofqui. SP. trata en parte de bancos de arena de los ríos '!\legro
,v San T.adP.o cubiertos poi; bosques de árbples muert,os, en parte t~mbién de
0

se
superfi~i~s'- dP. ~ucbos' kil6metroi; cuadra.d os que inunda~ duÍ·ante ]~ ~area
alta y que están cubiertas de extensos bosques muertos. Tal superfi cie gran-
de se observa en la desembocadura del río San Tadeo y en la orilla sur de su_
brazo occidental, el Paso Expedición. Gran parte de los árboles secos salen
del agua salada aún durante la marea más baja, de modo que no cabe duda.
acerca cte un verdadero hundimiento del terreno.
Pero, queda el problema, de si St! trata de un hundimiento general ele··
la costa, incluyendo también las regiones compuestas de rocas duras o si se .
limita el hundimiento al t11rreno de acarreo moderno.
En el último caso se trataría de una compresión de los sed'i mentos. mo-
dernos por el peso de las capas depositadas encima de ellas y el movimtento .
se limitaría al terreno moderno, como parece a primera vista.
En caso de tratarse de un hundimiento tectónico, el fenól)leno de'bería
observarse en mayor extensión y no debería limitarse a las regiones bajas..
ere sedimentación r eciente, aunque éstas son las más apropiadas para obsel.'- .
var los efectos del hundimiento.
El punto más septentrional de un hundimiento se halla en la desembo-
cadura del río Chamiza, a unos 10 kilómetros al este de Puerto Montt, don- .
de el Dr. Steffen (4. p. 89) observó ·· muchos troticus de un' bosqu~· muerto,.
pert.eneciente a un tepual inundado por el mar .
E l Almirante Francisco Vidal Gormaz cita varios puntos en que obser-.
vó hundimientos recientes. Así, al explorar el seno de Reloncaví en 1871,
los vecinos de la laguna de (~uetru le contaron que los terrenos ocupados por ·
el mar, habían sido cultivables en años no muy remotos .. La causa del hun--
dimiento habría sido el terremoto de 1837. Otro dato en la misma región se
r efiere a las islas Chauques, donde aparecen sobre el agua del mar inmenso!) .
troncos de alerce cortados por medio del hacha de fierro, lo que indica mi
hundimiento en época reciente. En la parte extrema del estuario de Castro,_
cerca del pueblo se ven los restos de un bosque de quilantares en los- momen- ..

F. G. 14.
210 DR. JUAN BRÜGGEN.

tos de marea baja escorada. Y al fin, en la punta sur de San Agustín, costa
norte del estero de Rulo, se nota en la playa una hilera de tiques inclinados
·hacia el mar y cuyas raíces, lavadas por las altas mareas, se encuentran en
-descubierto.
Todos estos puntos pueden ser terrenos de sedimentación reciente. Pero
-de mayor importancia son las observaciones que hizo el Almirante en las is-
las rocosas de los Ch~nos; dice la memoria citada: ·

"Viajando en 1857 por el inmenso laberinto denominado a~cbipiélago de Cllonos, pudimos oh-
. servar con harta frecuencia que peq.ueños is!:otes roqueños y de corta exten&Ón y altura se
,hal'laban sosteniendo aún· en oie los restos de una vegetación robusta. Corpulentos árboles se-
cos o muy extenuados escondian sus desnudas ralees entre las grJetas de las rocas que bañaban
tJas a1tas mar eas . .. "

Otro dato me lo comunicó el pr. Ludwig en Puerto M:ontt: en la desem-


bocadura del río Yelcho, hay un ·antiguo aserradero cuyo caldero sale avc-
,nas del agua durante la marea baja.
Vemos pues, que se conocen indicios de un hundimiento indiscutible en
•muchos puntos repa11tidos en una gran ·extensión. P'ero, . por el otro lado, no
-conocemos indic.ios de hundimientos en puntos donde podrían esperarse ma-
_yores campos inundados, como por· ejemplo, en los deltets bajos de los gran-
des ríos. Steffen menciona bosques mu ertos solamente de la s desembocadu-
ras de los ríos Huemules y E xploradores. P ero no de l os ríos Palena, Cis-
·nes, etc. ; en la desembocadura del Aysén no pude observar este fenómeno.
En contra de una compresión lenta de los sedimentos habla la unifor-
·midad del hundimiento que abarca superficies enormes entre ]a Punta Leo-
pardo y el golfo de San Quintín. Especia]mente ·la observación del Almil:an-
-te Vidal Gormaz del año 1857 de que tambiP-n -islas ro~osas presentan el fe-
·nómeno no deja ningún lugar a dudas acerca del origen tectónico del hun- ·
-dimiento·.
El hecho que el hundimiento no puede observarse en toda la región. se ex-
·plica porque en tales movimientos pueden distinguirse gene11almente bloques
-de distinto comportamiento. _Algunos se hunden; otros· .quedan estables o
-sufren solevantamientos. Dentro de la zona d'el, valle longitudinal preval ece-
rán movimientos de hundimiento, mientras que los _b]o.ques de las cordilleras
-de la Costa y de los Andes tendrán una tendencia de sol evantarse.
En algunas partes del sur,. l os movimientos pueden haberse r elacionade>
·.con él terremoto del año de 1837, como lo supone el ·Almirante Vidal Gormaz.
Pero esto no vale para la r egión de Ofqui, porque vimos que el hundimiento
,principió ya 150 años antes del terremoto . Además, el hundimiento debe ba-
·ber continuado hasta hoy, porque los árboles muertos no conservarán la po-
~sición vertical de sus troncos por más d'e unos 20 a 30 años . tgualmente re-
..c.iente -es también el hundimiento en. el río Yelcho descrito más ar riba.
FUNDAMENTOS DE .G EOLOGIA. 211

Ultimamen.te, Keller objetó mi teoría del origen tectónico del hundimien- -


to escribiendo que en tal caso el fenómeno debería manifestarse también en .
terrenos rocosos.

"Pero en esta región no hay un solo caso conocido en que ello hubiera ocurrido, pues el ·
hundim'ento se limita a terrenos formados por las arcillas lis tadas, o sea, los depósitos de; .
fango de los ventisqueros en aguas tranquilas".

En esta última aseveración queda desvirtuada por la dest.:ripción del .Al--


mirante Vidal Gormaz que acabamos de citar.
.Además hay que tomar en cuenta -que en las faldfü:r de ·derta inclinación..
deJas islas.rocosas -o .d·e.•fu.erte -:peBdienfe .err las -riberas·de lo's c'anales, el ·olea-
j e destruirá en pocos meses la delgada cubierta de tierra vegetal, de mauera.
que los árboles muertos muy luego desaparecerán al ser lavados a las aguas.
profundas. Pero, en los terrenos planos de sedimentación reciente, los ár-·
bofos quedaré.n mucho tiempo en pie. .
· Por esto, el fenómeno d·e los bosques hundidos no necesita la explicación.
dada por Keller que es del todo inverosímil. Oree Keller que por la presión~
del hielo, cuando, por ejemplo, e-1 glaciar San Rafael ocup,ó toda la laguna .
y el él.e San Tadeo llegó hasta cerca del río San Tadeo, ·las arcillas rayadas
situadas fuera de-! ale.anee del hielo ced'ían a la presión elevándose P.n los..
contornos de los glaciares, y que hoy día con el retroceso del hielo las arci- ·
Has libres de la presión tangencia-1 ·vuelven a hundirse. Se conoce tal plega-
miénto de las arcillas, pero éste se limita siempre a la vecindad misma der
hiele, y es un fenómeno local conservándose los pequeños pliegues hasta hoy·
día .
.Al sur de Ofqui siguen los canales patagónicos con los mism11s caracte- ·
res, pasando al fin l1asta el otro lado de la Cordülera de los .Andes como el
estero de Ultima Esperanza y el Estrecho de l\íagallanes. El origen de las
fqrmas se ·a:éscríbir·~ ~n el c-apítulo siguiente . Los datos · acerca 'de terrazas-
marinas son muy esca.sos. Según Nordenskjold no hay sedimentos marinos..
recientes a más de 20-30 metros de altura. ·

E.- La glaciación actual y .cuaternaria de los Andes

La glaciación cuaternaria ha tenido especial importancia en la . morfo-


logía del sur y centro de los .Andes .· Se puede decir, que d'esde el río ..\.con-
cagua hacia el sur las formas glaciales predominan en la morfología ile los.
valles de la alta cordiHera, mientras que las formas superficiales d'el Valle-
Longitudinal se deben a la sedimentación d'e los glaciares o a los ro<lados-s
fluvioglaciales.
212 DR. JUAN BRÜGGEN.

Se r epiten aquí solamente los rasgos principales · de la geología ghwiaJ


de Chile, que hace algunos años fué publicada por el autor en forma deta
llada (Brüggen 16).
En comparación con mis publicaciones anteriores usaré una nqeva av
.noÍogía del cuaternario, cuyas bases se· explicarán _después de la descripcié,L
de los diferentes sedimentos glaciales, La lista siguiente explica las rela-
. ciones entre la cronología antigua y la nueva :

Cronología nueva Cronología antigua

la. Epoca glácial. -o -


, la . Epoca Inter glacial. -o -
2a; Epoca glaciaL Penúltima época glacial .
2a . Epooa Interglacial. Epoca Interglacial.
3a. Epoca gl acial. Ultima época glacial.
Estado de . r etr oceso post- A vanee postglacial.
glacial.

1.- El.Norte de Chile hasta el Aconcagua

. E.n, la- zona -árida del desierto .del norte, la línea de las -n ieves rtarnas
.- alcan,za sus mayores alturas. Según· una amable comunicacüón del '>eñor
·,Cari9S Pauh;e~,.-habría nieve etern a en los volcanes. g,emelos. de Paillas>hata
·(18° 08 '), al jnteriQr de Arica . El septentrional de ambos, el Poianape
(6.240 metros) tiene segúñ este caballe!o, un glaciar grande hacia el laco
. oeste y otro_menor haci~ el -sur, ambos. en territorio chileno. Tambié-n el voJ·.
. cán ~uallatiri, (6.060 metros) situado un poco más al sur tiene nieves eter-
nas ., La línea de las nieves. se hallaría -enton ces un . poco debajo de los se~~
, mil metros.
Pero más hacia el 'sur , donde las es.casas precipitaciones. atm.osféricas dis-
· minuyen aún más, parecen faltar las nieves et ernas aún en los cerr os m{is
::-altos como en el L lullaillaco con 6,700 metros . Esto se explica, no sólo por
· 1a insignificancia de las precipitaciones a tmosféricas, de 5-10 cms., a una
7altura de alrededor de 4 . 000 metros sino . que especialmente por la extraor-
dinaria sequedad del aire. Según Knoche, Chuquicamata situado a 2.660 me-
· tros de altura, tiene un exceso de evaporación d.e 393 cms. y Coll ahuasi a
-4.800 metros uno de 150 éms..
También en la época glacial, el norte de ·Chile tuvo un clima r elativamen-
. te seco, de manera que sólo se ,p odían desarrollar gladiares insignificantes
·que han alcanzado apenas 5-10' kilómetros de largo . 'El límite de ·1as niev~s
~ternas estaba situado en la última época glacial a los 5.000 metros, Io· -que
FUNDAMENTOS DE GJ¡}OL,OGIA. 213

se puede deducir de los circos glaciales situados én el Tacora, al interior de


..A.rica; y en el volcán Toc0nce, al este de 8a-lamá . ·
Grandes extensionés de morrenas, que por su desarrollo y por su situa-
·ción baja a solamente 3.900 metros sobre el mar; deben pertenecer a la pri-
mera época glacial, exi.sten en la parte sur del áncho llano entre la Sierra
<le .Almeid'a -Y el pre d el volcán Socomp.a . Las ví en el kilómetro 150' del fe-
rrocarril de .Antofagas'ta a Salta:. En el llano · forman una zona de 1-2 kiló-
metros ét-e ancho compuesta de lomás de alturas de 10 a 20 metros .
.Superficialmente- ·están cubiertas por grandes · bloques de lava de modo
que hacen la imp.résión de una gran corriente de· lava de bloques. Pe1·0, en
los cortes· del ferrocarril se observa: debajo de la cubierta rle bloques, una
-estructura, complicada de c·apas de arena y piedras con base d e arcilla y frag-
mentos estirados de toba de piedra póin ez, · éomo · se ve en la figura 63· b. La
forma irreg~ar de la piedra pómez es muy parecida a dislocaciones locales
q'Q.e se observan debajo de ·sedimentos glaciales y que se deben a· la presión
del hielo . . .. . .. .
El hecho que la morrena de bloq.ues {b) se componga ·exclúsivamentc
de material de lava no puede sorprender, porque en la región sítuadar al es-
te de donde debe haber provenido! el material, no existe otra clase de rocas
que lavas. Es bien posible que mu'c has formaciones de la Puna que se consi-
deran como lavas de bloques, sean en r eahdad formaciones morrénicas, si la
forma e:x;terior no indica .claramente el origen volcánico. ·1
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. ·t .. ... . . .. . ·~ t · . · . o -> • ·• .·

Fig. 63 b.- Capas glaciales en el Km: 150 del Fer.r ocarril a Salta.
:3:. arena arcillosa con piedras pequeñas hasta 10 cm.
b. acumu!!acñón de grandes bloques de 1ava.
<l.tobas· blancas de piedra pómez. ·

En las épocas glaciales·, el norte seco de Chile, especialm ente la Cor-


d illera de los .Andes, d'ebe haber recibido una cantidad mucho mayor de
p.recipitaciories atmo~féricas, co1110 puede deducirse de Ías· ·terrazas que ro-
dean numer osos lagos secos· o depresion es sin d esagüe . En el Salar del Huas-
.co, situado al este d e Pica a 3.700 metros d e altura h ay una estrecha te-
.1-raza de abrasión en la falda: de los .Altos de Pica que. se halla h unos 30
m etros encima· del exteBso Salar . La terr aiá que ·apenas tiene dos m etros
de ancho ha sido excavadra , por las olas en la fal da de falla; está cubierta~
1o mismo que la fald'a que sigue :qiás abajo, por tobas cakáreas que son un
214 DR. JUAN BRÜGGEN.

sedimento químico del antiguo lago. También el gran Salar de Atacama es-
taba cubierto por un enorme lago, cuya terraza se h alla a unos 20 a 30 me-
tros encima del fondo actual del llano. En el norte, d'onde desemboca el
río Grande, se trata de una terraza de acumulación de rodados gruesos.
que se· halla al lado oeste del río, frente al pue blo de San Pedro. En la falda
oriental de los Cerros de la Sal hay una larga terraza de abrasión, que en ·
parte está cubierta por rodados obscuros más pequeños .
En la cordillera de Copiapó principian con mayor frecuen cia cerros lla- -
mados "Nevad'os". Según Brackebusch, el cerro Potro (28° 23') con 5.830-
metros, es el cerro más .septentrional de la Cordillera Qhilena-Argentin~ qu~
tiene glaciares, ·cuyo ;término pa.'rece hallarse a 5.200 metros· de· altura.
En el Bo·lsón de Maricunga se observa un anfiteatro morrénico bien des-
arrolládo, de la 3a. época glacial, más o menos a cin co kilómetros d'el pie-·
del Cerro Tres Cruces, de 6.300 metros de altura.
Las morrenas _terminales más septentrionales se hallan en el río il e-
la La~una, como se llama el curso superior del río Turbio, el afluente prin-
cipal del Elqui. Se encuentran a una altura entre 3 .100 y 3 . 200 metros y ·
a unos 50 kilómetros del comienzo del "Valle.
Más valle abajo apar ee.en ar eillas lle bloques más antiguas que constitu--
yen una pequeña terraza encima del río ae la Laguna a 2.440· metros sobre-
el mar . Pertenecerán probablemente a· la penúltima época glacial.
En una situación extraord inariamente baja observé arcillas de bloques eu,
los valles Huasco y Elqui.
R11 .el río Hu asco aparecen en la angostura dr·l Portillo, situada a unos..
1.200 metros entre los pueblos El Tránsito y La Pampa. El material consti-
tuye el subsuelo de un an cho fondo antiguo del valle. En parte presenta una.
estructura típicamente glacial, en otras partes llama la atención que consist e··
exclusivamente en material granítico .
Un sed,imento muy parecido 1·ell~na el fondo' del valle del r ío Claro que-
junto con el río Turbio da origen al río Elqui. En más de 30 kilómetros, des-
de Alcohuaz a 1.720 metros hasta más abajo de Rivadavia a 800 metros, eL
valle del Claro está rellenado por una arcilla de bloques J e más de 100 me 4

tros de espesor que constituye el subsuelo de una ancha terraza., En la super-


ficie abundan los bloques erráticos. Tanto ellos como las piedras 1más pequ e--
ñas, casi todas esquinadas, se componen en su mayor parte de granito gris.
claro, el que constituye las faldas rocosas del valle. La masa fundamental
es arenosa y pobre en arcilla; lo mismo que en el río Huasco, el. sedimento,.
"c arece ·de estr atificación . . '
En el valle -del río Turbio, este sedimento tiene· poca extensión . En par--
te estar á destruído por la erosión y substituído · o cubierto por los sedimen--
tos fluvioglaciales que depositó este río en las épocas glaciales posteriores ..
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 215

Sólo en la angostura d·e Varillal, cerca de Riv:adavia, parece tener cierta ex-
tensión.
Los sedimentos glaciales q,ue acabamos de mencionar, no pueden pert~-
,n ecer a las últimas épocas glaciales, sino a una glaciación mucho más gran-
. de, que hizo descender a los glaciares hasta alturas tan .bajas. Deben corre~-
-ponder a la p.rimera época glacial que estudiaremos más abajo.
·. En la costa de Los Vilos, en los cortes del ferrocarril inmediatamente
cal norte del puerto, se observan acumulaciones de grandes bloques graníticos
que deben haber sido -depositados en avenidas extraordinarias de la quebra-
,da por la cual sube el ferrocarril. Es difícil suponer un origen glacial, espe-
cialmente porque constituyen solamente una capa de pocos metros interca-
-lada entr e aren~s y- r odados marinos.
· Al sur. del río Elqui, la línea divisoria de aguas interoceánicas experi-
·men,ta. un fuerte descenso, de modo que, hasta el río Aconcagua la ,altura me:-
,dia de las cumbi:es es d'e solamente 4.350 metros.~ A pesar de. esto, la cor-
dillera tiene e:i;i esta r egión sus. mayores alturas, com"o el Mercedario con 6.800.
-metros y el Aconcagua con unos 7.000 metros pel;'o estos cerros quedan. al es-
·te de la linea divisoria de las aguas, en territorio argentino. Por este motivo
-sólo pocas. alturas .alcanzan en Chile. el límite de las nieves . Sin embargo,
la g·laciaGión cuaternaria ha sido bastante intensa, esto sí, sin que los gla-
ciares hayan salido de la parte central d'e la Cord'illera de los Andes . Esita
_región es de esp.ecial interés-porque en ella 1a zona más. rica en lluvias, 41ue
desde ,los trópicos hacia el sur se halla en la falda ·orie¡ital de la cordillera,
:pasa al lado occidental. ~

2.- La. región de Santiago

La cumbre y falda norte d'el Aconcagua est.án libres de nieves eternas


.7 glaciares, los que sólo aparecen muy aba~o en el fondo de los valles, don-
de la nieve se acumula protegida de los temporales de viento que soplan
iontinuamente en las . alturas. Al sur del Ferrocarril Transandino; conti-
-núan los cerros gigantes de la Cordillera; hasta el Volcán San ,José hll;Y
· seis cerros d'e más de 6.000 metros de altura. A estas alturas corresponde _
·también la fuerte glaciación del cordón divisorio de las aguas al cual han
vuelto las elevaciones más altas de la cordillera. Nuestros ~onocimientós de
-ia r egión, los debe.m os a .Reichert, Helbling y otros. El. glacial que desciende
, -desde el Cerro Río Blanco, a la Argentina tiene un largo d'e 17 kilómetros y
termina a 3.165 metros de altura. En la ·falda norte del Cerro Altar, en te-
·-rritorio chileno, observé el t érmino de Ün ventisquero a unos 4.000 metros de
altura. En la falda sur del volcán San José, el Glaciar de las Nieves Negras
-que está cubierto por una gruesa capa de cenizas volcánicas, termina a 2.680
,metros de altura. Pero parece tratarse de hielo muerto, sin movimiento,
216 DR. JUAN BRÜGGEN.

que se ha conservado solamente debido a la" capa de cenizas, que lo ha pro-


tegido de los rayos solares.
En todos los glaciares de esta zona llama la atención su r ápido retro-·
ceso . Los ventisqueros del distrito de Juncal en la Argentina yacen como·
delgadas fajas en medio de la ancha planta del valle. En parte parecen se-
pararse en el medio, como lo ha observado Hauthal en el ventisquero La--
nin norte, al norte de Valclivia. Según Guessfeld el glaciar de los Cipresesr
en la cordillera de Cacbapoal, termina a solamente 1.920 metros de .altura,.
y en 31 años ha retrocedido l. 730 metros. Todas estas obsérvaciones hacen.
la impresión, como si estuviéramos presenciando el retroceso rápido de una.
etapa postglacial. ·
En el valle del río Aconcagua y de su afluente principal, el río Blanco,.
se observan las formas glaciales muy bien conseryadas hasta bajo 1.300 me-
tros. A esta altura, se encuentra 1a conocida angostura del Salto del• Solda--
do, que atraviesa un umbral glacial en forma de una estrechura de 70 me-
tros de profundidad y en parte de sólo d'os metros de ancho. La muy bue-
na conservación del cajón glacial situado valle arriba del umbral especial-
mente en el valle del Río Blanco, indica que el glaeial, que bajó basta 1.30(}
metros pertenece a la última ·época glacial. Sus morrenas terminales son.
hasta ahora desconocidas y deben estar un poco alejad'as del camino en la
hoya de Los Andes .
El valle Aconcagua continúa como ancho cajón glacial con poco relle-
no morrénico hacia el este hasta la confluencia del Juncal con el Junralillo.
Este último que es un afluente muy secundario del Juncal, proviene en lí-
nea recta desd'e el oriente, desde la frontera y es recorrido por el ferrocarriF
transandino. A ambos lados de la línea existe un paisaje morrénico tan gran-
dioso como es poco frecuente en la alta cordill era. La figura 64 da un per-
fil esquemático por estas morrenas y permite reconocer la forma escalonada:.
con que desciende el valle desde los 2.980 hasta los 2.250 metros.
~ Se pueden distinguir trés p~incí¡ialés cordones de morrenas que corres-
ponden a igual número de estados de retroceso del glaciar en la época post-
glacial. La morrena IIIa. es sólo una ramificación insignificante de la mo-
rrena III. Todas est.as morrenas están cubiertas por un mar de bloques errá-
ticos gigantescos.
En vista de que la roca fundamental aparece en parte en medio de lar·
morrenas hace probable que también el fondo rocoso del valle descienda en
forma de escalones, una forma que es muy frecuente en los nacimientos de-
cajones glaciales.
La parte plana de los escalones corresponde a antiguas lagunas r elle-
nadas con fango (f) . Una laguna que no se ha r ellenado todavía es la Lagu-
na d el Inca, que se halla en un valle lateral al .nivel indicado para el Ho-
tel Portillo.
.....

t \,J
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CaLaverQ.
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de lo~ nivel Hotél Üo.no del
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Uo. no 3000
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u oo 1; >-3
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- - - -=- Va. lle g
Aconco.j u" i2600 ~
- J HOO ot_,,j
o
l2.00 lbo
....
2.000 '" 2000 1 ?>

Flg. 64.--..PeTfil por ras morrenas postglaclales de Portillo.


I a · I°V los dqferentes cordones morrénicos. f. fango de ·lagunas r eillenadas.
m morrena de bloques. a. s . !!,gua subterránea.
r . f. rocas fundamentales.

N)
......
~
218 DR. JUAN BRÜGGEN.

El número de tres cordones morrénicos se repite también en otras par-


tes con morrenas postglaciales, como en el valle andino del.río Laja y en la..
orilla occid'e ntal d el lago Llanquihue. .
En la hoya de Santiago, existen morrenas antiguas en el valle andino·
del río Colina, un afluente septentrional del río Mapocho, en el lugar d eno-
minado Huinganes. Ellas forman una altiplanicie ondulada, de 1.500 me--
tros de altura, situada a 100 metros encima del río . D espués del retroceso·
de los hielos, el río no :volvió a su antiguo lecho que había sido rfülenado·
totalmente y cortó en la roca dura un valle estrecho de 100 metros de pro-
fundidad _. En vista del importante trabajo llevado a cabo por la erosión,.
después del retroceso del hieio, . debe tratarse de la morrena de la penúltima
o segunda época glacial . Debido a que esta glaciación fué más importante-
que la última, se comprende la posición bastante baja del t érmino del glaciarr
que sorprende en vista de la escasa altura que tienen los cerros de la hova
bid'rográfica de los que pocos se elevan sobre 3.500 metros .. El lími~e. de ias:
nieves de la última época glacial debe haberse encontrado bajo 3.000 me-·
trbs. Aunque no conozco morrenas· terminales de la última época glacial, sus-
glaciares seguramente han descendido hasta 2.000 metros como se puerle
deducir de las ;ocas aborregadas...frescas.
Las morrenas terminales d"el glaciar del Mapoch·o, .correspondientes a.
la última o tercera época glacial, se hallan en su salida al valle longitudinaL
En la parte central quedan cubiertas por el gran cono de rodados, pero se
han conservado en bastante extensión en la gran uepresión tectónica de La
Dehesa, donde constituyen varios cordones cubiertos por numerosos bloques
erráticos.
'i'ambién al sur del río, en la región de .Apoquindo se han conservado
las morrenas. En la quebrada, a poca distancia del hotel de los Baños se
observan numerosos ~loques erráticos que sobresalen de la arcilla glacial
de la loma que se extiende d esde los baños -hacia el norte.
Estas morrenas o el glaciar mismo del Mapocho estancaron en el cua-
ternario al estero proveniente desde . el sureste, desde· el cerro de Ramón; se
formó un pequeño lago y el estero se abrió un camino hacia los baños de-
Apoquindo excavando una angosta que,br¡tda en la roca . .Al este del desfila-
dero se reconoce todavía el antiguo y ancho valle situado detrás d'e las mo-
rrenas y que corre directamente hacia el norte, hasta el Mapocho . En el
corte de la pequeña caída de agua de. un canal,' aparecen arenas finas y ar-
cillas que son los sedimentos del p equeño 'lago estancado que desapareció
eon el retroceso d:el hielo .
El valle andino d el Mapocho presenta arcillas glaciales en varios pun-
tos de su curso inferior. Debido a la fuerte pendiente, él río ha profundizado,
considerablemente su lecho después del ret:r;oceso del hielo, de modo que las
formas glaciales no aparecen muy claras a la vista. Contribuye , también a
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 219

esto el_ gran desarrollo de los escombros de falda que descienden desde los
altos cerr os vecinos hasta el fondo del valle.
Muy imponente debe haber sido la vista df! glaciar del Maipo en la
última o tercera épqca glacial cuando depositaba el anfiteatro morrénico de
-Puente Alto. Las morrenas se presentan como un lomaje irregular, pero en
·parte están cubiertas por los grandes conos de roda<los provenientes del cor-
·dón del Ramón . La descomposición superficial p enetra en gener al sólo a
·2-3 metros ele hondura en la arcilla glacial . Los grandes bloqiws ,erráticos
que se encuentran en el éamino de Puent e Alto a La Obra están completa-
m ente ·frescos..
La extensión de la superficie de las morrenas • terminales no es muy
·grand'e, debido a que una parte ha sido destruícla por las t errazas fluvia-
1es posteriores. P eró, la mayor parte se encuentra cubierta por la gran ma-
·sa de rodados fluviogla.ciales que rellenan el Valle Longitudin al de San•
tiago, en forma de conq_ de rodados, cuyo espesor será de varios cientos
·de metros. El en granaje en forma de cuña entre la ar cilla glacial y los ro-
·daaos se puede observar muy bien en el corte del río y del camino que con-
-duce a Puente Alto al puente <lel Maipo como se ve en l a figura 64a.

Rio Moipo
s N

Fig. 64 a.-P erfil por ea río Maipo a:l sur de Puente Alto.

Arriba, el fondo del valle longitudinal está formado por las arcillas de
hloqü.es m. 8 que tiene varios metro8 de espesor. Debajo de ella aparece con
límite muy pronunciado una _gruesa capa de rodados y arenas bien lavadas
P.n que yacen numerosos' bloques grandes. Esta capa r."s es una intercalación
<fo sedimentos fluvioglacÍales que se apoya en otra capa morrénica m.1 que
aflora abajo en la pa!ed vertical del corte del río . Debajo de ella aparece ·
otra capa fluvioglacial r. 1• E stas capas pertenecen al engranaje que consti-
tuye la transición de las morrenas de fa última época glacial al .cono de roda-
dos que rellena el valle de S_antiagc, .
La ancha terraza está formada por los rodados postglaciales p. g. que co-
rre;ponden: a las morrenas de la r egión de la Laguna Negra. Su con1posición
220 DR. JUAN BRÜGGEN.

es parecida a los rodados fluvioglaciales. Muchos de los grandes ploq~es que-


contiene, habrán sido lavados de la morrena que fué destruída por la ero¡;ión.
Esta terraza puede seguirse desde la región, de San José en el valle cordille-
ra,.no hasta más allá, de Nos: ·
El gran cono de rodados depositado delante de la morrena terminal por·
el agua de derretimiento, está muy bien conservad'o; pues hasta hoy no ha
sido cortado por ninguna quebrada de importancia . .Solamente el río Mai-·
po ha excavado. en su parte superior, en Puente Alto, un valle estrecho,' de·
unos 50 metros de profundidad; pero antes de entrar al valle d'e sfiladero de·
la Cordillera de la Costa, el río alcanza la superficie del cono y deposita so-
bre él una parte de sus rodados actuales. Tanto la buena conservación del
cono ue rodados, como la descomposición poco profunda de la arcilla gla-
cial, indican _una edad moderna de las morrenas terminales de Puente Al-
to, que por lo tanto, deben considerarse como pertenecientes a. la tercera:
época glacial.
Mucho más importante ha sido la· extensión del glaciar del Maipo en
le segun.da época gla{!ial, como se deduce de . la repartición de sus sedimen-
tos. Estos forman en el Valle Longitudinal ·un e,:"ttenso lomaje ál oeste de·
Santiago, que se exti,ende entre Pudahuel y los -suburbio1;; occidentales de la-
capital . Su altura es de .unos 450_metro~ sobre-e~ mar. Las lomas se I?resen-
tan bastante denudadas, pero permiten reconocer todavía su típico paisaje-
d:e lomas irregulares con depresiones sin desagüe, tal como lo presenta la'.
figura 65. Contrasta!). fuertemente con la planicie perfecta del cono de ro-
dados, encima del cual se levantan unos 10 a 20 metros.
Sedimentos de la misma edad se observan también en otros puntos del'
Valle Longitudinal, como se ve en la figura 19. Gran extep.sión tienen en la.
rinconada de la Cordillera de la Costa detrás de los cerios de Lo Aguirre.
En el pie oriental del cerro de Chena forman una p equeña t erraza que se·
levanta unos 15-20 metros encima del suelo de llano longitudinal. Pequeños-
restos se hallan al pie del cerro de Ramón en un corte del camino más alto de·
la población La Reina. Parece que las morrenas de piedra pómez rellenaron
originalmente una gran extensión del llano de Santiago, pero posteriormente·
fueron en parte destruídos p.or la erosión y en parte cubiertas por los sedi-·
mentos fluvioglaciales de la últiina época glacial.
Muy interesante es la continuación de las morrenas de piedra pómez en.
la cordillera de los Andes . Con gran espesor aparecen al norte de las morre-
nas de Puente Alto en la región del "Opendoor" constituyendo altas lomas.
antepuestas al pie de la cordiller~ . En La Obra, las mismas capas _sé encuen·-
tran a ambos lados del río, pero mejor desarrolladas· al sur d'el río Maip.o ;.
afloran en el borde de una terraza que forma el piso de un ancho cajón gla-·
cial y que está a mayor altura que el piso correspondiente a la última épo-·
ca glacial. En una situación semejante se presentan las cap.as glaciales d:e·
El Toyo, frente a San José; a poca distancia de la desembocadura del río
FUNDAMEÑTOS DE GEOLOGIA. 221

Yeso, en San Gabriel aparecen a unos 300 m etros sobre el río en un antiguo -
fondo del valle del Y eso.
En Melipilla, en la Cordillera de la Costa, las morrenas de piedra pó- ·
mez tienen su may or desarrollo aguas abajo d'e la ciudad : Rellenan casi
completamente el ancho fondo del valle inferior del río Puangue (véaRe ·
figura 7) . La continuación en el valle del ~'faipo es todavía d esconocida,
pero parecen existir en mayor extensión al sur del río, donde el gigantesco ·
glaciar de la segunda época glacial d"ebe haber encontrado su término a po-
cos metros encima del nivel del mar.
La composición petrográfica de las morrenas de la segunda época .gla- ·
cial es muy particular . En muchos puntos consisten en. una toba blanca de ·
piedra pómez. La masa fundamental arenosa carece, en general, de estrati-
ficación y lleva incluídos trozos d~ piedra pómez blanca de naturaleza lipa-
rítica o dacítica. El diámetro d e estas piedras varía entre pocos milímetros ·
y 15 cms. Fuera de esto aparecen piedrecitas esquinadas y bloques más
grandes de rocas antiguas, generalmente de porfiritas m esozoicas . Esta.
composición se observa principalmente en el valle andino del Maipo y en;
gran extensión en los lomaj es que quedan al oeste de Santiago.
En este último punto, asociada con la toba blanca de piedra p_ómez, .
aparece también · una arcilla · glacial típica, con grandes fragme.ntos,. esqui-
nados de porfirita y bloques ·hasta de un m etro de diámt tro. La estructura .
y composición no deja ninguna duda sobre el origen glacial . En esta for- ·
ma, que se observa también al N. de Melipilla, las capas glacütles contienen·
sólo aislados trozos pequeños de piedra póm ez.
En la hoya de Rancagua, las tobas de piedra pómez tienen_ gran ext en- ·
s"ión. Constituyen mesetas bajas en el extremo norte d e la hoya entre San
~.,rancisco y la estación Angostur~. Pero también mucho más al sur, al oeste-·
de Rancagua, aparecen en una rinconada situada al pie d e. los .cerr os altos -
d e la Cordillera de la Costa. En todos estos puntos no se trata de un_sedi•
mento glacial, sino d e piedra pómez fina sin mezcla de piedras, que se ha- ·
brá depositado como sedimento de un lago.
Morrenas compuestas d e material volcánico, p ero sin piedr.a pómez blan-·
ca se conocen también más al sur, ~u el Valle Longitudinal, en el cual ocu-
pan grandes extensiones. Entre los rodados y bloques prevalecen lavas ba-·
sálticas negras . Su mayor extensión la tien en entre el río Laja y Temuco,
como también en la r egión d e Curicó, donde componen los "Cerrillos def
Teno' ', que constituyen un paisaje típico de drumlins .
Muy interesantes son los efectos de las diferentes épocas glaciales e·
-f~t erglaciales en el valle len gitudinal donde causaron alternaciones de épo-
cas á"e' relleno y de erosió~. Con ocasión de m;i. estudio de un tranque pro-
yecta!'f o en Pudahuel se han ejecutado numerosos sondajes que permiten··
establecer el siguiente desarrollo de la r egión, explicado por los p erfiles de-
222 DR. JUAN BRÜGGEN.

la figura 66. A.l fin <;le la penúltima época glacial, las mo11renas de piedra
pómez constituyeron un extenso lomaj e que llegó hasta la falda de la ·Cor-
.d'illera de la Costa .. El río Mapocho corría al sur de su curso actual, proba-
blemente por el ancho llano que separa las lomas de Pudahuel ( de la Loma
:Blanca.
En la época interglacial, el estero de Lampa excavó un ancho valle co-
•tno se ve en el segundo perfil. , En la última époda glacjal -~'l río 1\faip~ de-
positó SU gran COnO de rodados estancando SUS afluentes Septentrionales CU·
,mo el Mapocho y también al río Lampa. Esté último formó un largo lago,
precursor de la laguna de PucTahuel y dentro . de este lago se depositó un
gran espesor d,e arcillas. En esa época, el Mapocho corría probablemente
--todavía por su curso más a1~stral . Pero al fin de la última época glacial, cuan-
-do había r ellenado su lecho en grado tal que podía pasar entre el Santa Lu-
·Cía y San Cristóbal, el Mapocho se .dirigió hacia la región d e Pudahuel. ·Al
-caer encima de la Morrena ffe piedra pómez, excavó un nuevo valle en las
,arcillas depositadas poco antes por el estero de Lampa. P ero, más tarde,
-cuando el IVJ:aipo principió a sedimentar en la Isla rle Maip.o, también el l\fa-
pocho se estancó y rellenó parcialmente el valle, tal como lo presenta el
:perfil inferior ·.
Es posible también que el cambio del curso 'del 1\fapocho se haya pro-
,ducido sólo últimamente, cuando en la época colonial se cambió desde la
.Alameda a ·s u curso actual . En r ealidad, un poco río arriba de Pudahuel,
-el Mapocho está todavía erodando activamente la morren'a poco resistente
. de piedra pómez, lo que indica una edad muy nueva de esa parte de su · curso:
Las morrenas de piedra pómez o de material volcánico obscuro, que
,pertenecen también, a la segunda época glacial, son más antiguas que los
,·grandes anfiteatros morrénicos de la última o ter~era épeca glacial situa~
,dos en las desel)'.lbocaduras d e los Yalles andinos. P _ero son más nuevas que
.la d'epresión del Valle Longitudinal, y como se ve en el valle del Puang·ue,
,cerca de Melipilla, se relacionan bien con la topografía actual, especialmen-
te se hallan ligados a los ·v alles actuales, aun cuando se hallan a veces, comp
-en San Gabriel a gran altura encima del ÍO!!do actual clel valle.
En este sentido se distinguen fundamentalmente las morrenas de la pri-
-mera época _glacial, que ya no presentan ninguna relación con la repartición
de los valles y la topografía actual; son más antiguas aún que la depresión
..o.el valle longituuinal.
Uno de los puntos donde las morrenas más antiguas tienen cierta exten~
·sión es la región de La Cueva situada en la meseta de la Cordillei·a de la Cos-
-ta al oeste de San Fernando. Este punto, importante · por sus fósiles mari-
·nos del plioceno se ha descrito ya más arriba.
La Coruillera de la Costa consiste en esta región en una meseta de 300
:a 350 metros de altura~ en la cual han sido excavados unos pocos valles es-
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 223

· .,.:4.:-:·.~<:)?t{+.t;;\?:t\tt.;~(\{;.;?.· ~e~f!!rno ipocag§ció)·


Ho,.r,enos <ii, pi~i:lroPº"!._ti~
-- l--- - - - · - - -- --- -

Acfua/1dod

' ¡

FJg. 66._:._E I desarronv del valle dell Mapocho en Pudahuel.

..
224 DR. JUAN BRÜGGEN.

trechos y profundos COII).O el del estero de Pailimo; la mayor parte de los


-valles permanec~ todavía en el estado anterior de erosión presentando poca
lhondura y faldas suaves . El granito de la costa está fuertemente descom-
_puesto y en parte cubierto por arenas marinas del plioceno, encima de las
,cuales siguen las capas glaciales como se puede ver en el perfil de la figura
i6 . La estr.uctura de las dos capas glaciales ~s tan cara~terístic3: que no ca-
be la menor duda a_c.e rca de su orig~n que, ademas, qúeda comprobado por
los grandes bloques erráti-cos que se hallan encima de este banco.
Lo que sorprende más es la topografía: el conglomerado glacial supe-
rior, que está fuertemente cementado constituyendo una roca bastante dura,
·f orma la superficie de una extensa meseta que se levanta unos 50 a 60 metros
,encima d'e la Cordillera -de la Costa. El borde occidental de esta meseta
,es rec;tilíneo Y. II).UY largo con las mismas formas que presentan las faldas de
falla en el norte de Chile. Al oeste de la falla se haUa una ancha depresión
,de forma de fosa y a l oeste de ésta, el terreno sube otra vez constituyendo
la extensa altiplanicie de la Cordmera de la Costa. Tanto en la meseta for-
-mada por el conglomerado glacial, como en la superficie de la fosa y en la
-altiplanicje de la Costa, se observan enormes bloques erráticos, que alcanzan
'hasta más de 20 metros cúbicos de volumen.
Vemos pues, que estas capas. glaciales no guardan ninguna relación con
]a repartición de los valles actuales, y que están dislocadas por importantes
:fallas. En la parte vecina del Valle Longitudinal, en el trayecto entre San
·Fernando y Aleones no se observa nada que indique la continu ación de los
-sedimentos glaciales, que deben · haberse· depositádo anfes del h~d'i~iento
u.el Valle Longitudinal y han quedad·o cubiertos por los sedimentos más mo-
·dernos de este llano .
También en la alta cordillera encontré la misma clase de sedimentos en
.un viaje al · Teniente. En el valle de Coya, entre su desembocadura en el
río Cachapoal y la fundición d'e Caldones hay potentes conglomerados gla-
·ciales que rellenan una gran fosa tectónica; hoy constituyen el subsuelo de
.una meseta de unos 1.000 metros de altura, en la cual el río Coya excavó un
valle de algunos centenar es de metros de hondura. Vemos aquí la misma
-independencia de la topografía actual.
El señor Humberto Fuenzalida encontrq los mismos conglomerádos ,gla-
-ciales en gran extensión en los primeros contrafuertes de la ,cordillera de
.Molina, donde tienen·· una posición parecida a la región· de Coya.
En relación con el éonglomerado glacial de La Cueva están probable-
·mente las capas de rodados obscuros, que en Bucalemu, al norte del río Ha-
~pel, cubren las extensas terrazas marinas del 'Cuaternario. En estos rodados
llama la atención que muchas d'e las piedras grandes tienen forma e.squina-
··da y un tamaño bastante grande ..¡1 Se. trata probablemente de rodados flu,io-
-:glaciales.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 225

En todos estos sedimentos glaciales el predominio de material volcá1ü~o


• nede ser ocasionado por un aumento importante de la actividad volcánica
1
urante la primera y segunda época glacial. Pero puede explicarse tam-
bién por la_gran cantidad de tobas volcánicas y lavas que cubrieron la su-
p edicie de toda la Cordillera en la época preglacial y que d'ebían ser reruo-
,idas primero por el hielo de la primera glaciación.
l\Iorrenas termina-les muy importantes, que son más moclern.as que las de
Puente Alto, se encuentran en varios afluentes del ·valle del Máipo. Las más
-conocidas son las del valle clel Yeso, que a consecuencia de su gran masa,
han rellenad:o el fondo del valle e~ nna faja de doce kilómetros de largo,
que baja desde los 2.700 metros hasta los 1.670 metros. Ellas forman una lar-
ga lengua de lomas cubiertas por bloques err áticos . Separados por el terre-
no glacial, el Yeso y su afluente, el Manzaruto, corren uno al lado dei otro
en el mismo valle y por una distancia de 10 kilómetros.
El espesor de las morrenas es muy granel~, especialmente en la parte
superior, donde la arcilla glacial sub e por más de 200 metros ct;esde la Lagn-
·na de Piuquenes hasta el nivel de la Laguna Negra. Tomando en cuenta
el ancho del piso del valle, las morrenas podrían tener también ig11al nú-
•mero de metros bajo el nivel del valle principal.
La Laguna Negra se halla en el curso inferior de dos afluentes d'el Yeso,
que han sido estancados, t anto por las morrenas del va lle principal como
por s11s p1·opias morrenas. Origen semejante tienen la Laguna ~.ncaña<la.
·En cambio, la de Piuquenes, represeuta el último resto de un gran ln.go de
·morrenas terminales situado en el cajón del Yeso .
Valle arriba de las morrenas, el río Yeso corre al nivel del ai;i.:eho fon-
do del valle, mientras que valle abajo ha cortado un cauce de 30 metros d<:J
hondura en una ancha terraza. Esta principia en las morrenas terminales y
puede seguirse valle abajo hasta la angostura del río 1\1:aipo entre San Ga-
'briel y Melocotón.
En esta ~ngostura excavada por el río en las rocas porfiríticas existe tm
·ancho fondo de :valle a unos 100 metros encima del río, que en -forma pareci-
da se observa también detrás de la planta de Los Queltehues. Más abajo
reaparece una ancha terraza compuesta ~u parte por rodados en parte por
·material glaéial, especialmente d'esde la desembocadura del río Colorado.
En el valle del Colorado, afluente principal del Maipo, que tiene sus
•orígenes en el pie del Tupungato y °Juncal, existen grandes morrenas ter-
minales entre Maiten es (1.200 metros) y Alfalfal (1.400 metros). En su
-aspecto son menos frescas que las morrenas de la Laguna Negra, lo que se
deberá a su menor altura sobre el mar, lo que permitió una cubierta con
,densa vegetación. La menor altura se explica porque los nacimientos del ·rfo

F. G. 15.
226 DR. JUAN BRÜGGEN.

Colorado se hallan en medio de los cerros más altos de la cordillera. Las,


morrenas de Maitenes · r ellenan un considerable ensanchamiento del valle.
Hacia valle arriba, el río corre en el fondo del valle ; aguas abajo exist~
una ancha terraza al lado del r:ío que puede seguirse hasta el río Maipo, don-
d"e se junta con la terraza que nace en la angostura arriba de Melocotón y
que r~paree:e también en la hoya de San Gabriel . Hacia abajo, la terraza,
puede seguirse hasta el Valle Longítudinal, hasta la región de Nos. .Al'
sur de Puente Alto atraviesa a las m~rrenas de la última época glacial.
En el cajón del Volcán se observan lomas morrénicas desde !';U desem-
bocadura hasta unos cinco kilómetros valle arriba. Quedan fuertemente cu-
biertas por los numerosos conos d:e rodados depositados por las q11ebradas-
aflutntes. Morrenas más modernas y de gran desarrollo se hallan en la re-
gión del Campamento Valdés. Este campamento se encuentra en una pe-
queña llanura, que es el piso de un antiguo lago estancado por morrenas ter-
minales que descienden desde el Morado por un afluente norte d'el río VoJ ..
cán. Las morrenas correspondientes del valle principal se hallan un poco•
arriba del campamento Valdés, constituyendo una enorm e acumulalción con
grandes bloques erráticos ..
En el río Maipo mismo se hallan grandes morre!ias contemporáneas corr
las d'e la L aguna Negra, en la región de la bocatoma del canal de fuerza dd'
la planta de Queltehues. Su altura es de unos 1.600 metros. En la ribera oc-
cidental constituyen un antiguo fondo de valle que se halla a mios 100 m•.3-
tros encima del río. Parece que la base de esta terraza esté formada por roca:.

3.- La región entre el río Laja y Temuco

\. En la zona entre Santiago y el río Laja las r elaciones geológ icas-glacia:-


i les son poco conocidas en cuanto se refiere al Valle Longitutlinal. Eu la alta
cordillera, la línea de las nieves eternas baja bastante y aparecen ya los
primeros lagos estancados por morrenas terminales.
1En el valle andino del río L aj'a, en la región de la planta hidroeléctrí-
ca del Abanico, existe un importaute paisaje de morrenas del avance post-
glacial ) que aparece en la figura 67. Se pueden distinguir cuatro grandes
cordones largos y estrechos indicados con las cifras I a IV . Lo& cordones TII
y IV so~ probablemente las dos morrenas laterales del cordón más nuevo
y corresponden al mismo estado de retroceso. D'e este modo resulta el mismo
número dé tres estados de retroceso que observamos en el valle del río Acon-
cagua, en Portillo (figura 64).
1 Las morrenas de la última época glacial forman un gran anfiteatro mo-
rrénico entre Trupán y Tucapel a unos 300 metros encima del nivel del mar.
Constituyen altas lomas que se elevan hasta 100 a 150 metros encima del ni-
vel del río Laja que los atraviesa en una angostura bastante pronunciada.
Su ancho es de unos 15 kilómetros. Se componen preferentemente de bre-
FUNDAMENTOS DE GEOLOGl A. 227

.o
."'" .1
1,
,C:::::::: cordón morr¡nico \

,-.......... bordH .18' .. ........ escor,G.a 1. art nQ.I


........_ onti,CAo cajóo 7IM~I -. -:; ;,•, d.( volcán Antuco
, ,

~ lo.vos <lel
4/ ·
anti,uo volcán Lojt1
corti•nt• ~e
lo.va Ttcie11t1

Fig . 67 . Croquis geo!Ógico del va!l!e del Laja, al oeste del lago.

chas volcánicas obscuras. Temporalmente d ebe haber existido un gran lago


detrás d e las morrenas, cuyo fondo puede reconocerse todavía 1desde el fe-
rrocarril de Antuco como una terraza bien conservada. Al oeste de las mo-
rrenas se extiende un gran cono de roñados, que pasa pronto a una · anc·ha
llanura de arenas volcánicas obscuras (3 de la figura 68) 11u e son tan ca-
racterís~icas para esta parte del Valle Longitudinal.
En la penúltima época glacial los , glaciares alcanzaron el borde de la
Cordillera de la Costa y sus sedimentos cubren una gran extensión en el
Valle Longitudinal. Debiclo a la erosión interglacial, los diferentes sedi-
mentos glaciales y fluvioglaciales han adquirido la repartició11 indicada en
la figura 68 .
E n el croquis observamos que los sedimentos fluviogfa ciales de la última
época glacial se extienden principalmente desde el Bío Bío al norte, mientras
que los sedimentos de la p enúltima época glacial constitu yen una capa inin-
terrumpida al sm· de este río, donde forman una meseta atravesada por va-
lles de más de 100 metros de hondura. Esta repartició_n se debe en gran
parte a la fuerte erosión interglacial de los grandes ríos provenientes de los
Andes, el Bfo Bío y el Laja . Además de esto, las arenas fluvioglaciales cu-
bren una grªn extensjón de los sedimentos cuaternarios. ailtiguos que aflora11
solamente en los cortes fluvial es profunuos como en el Salto del Laja.
El terr eno glacial antiguo consiste · én· arenas y arcillas, y especialmen-
te en una arcilla glacial endurecida que encierr a principalmente rocas y blo-
228 DR. JUAN BRÜGGEN.

Fig. 68. Esquema de la repartición de los sedimentos glaciales en el valle longlitudiual entre
los rlos Laja y Bio Bio.
1) rocas fundamental es.
2) arcilla de bloques de la penúltillla época glacial .
3) sedimentos fluvioglaciales de la Última época glacial y sedimentos fluviales más modernos.
4) anfiteatro morrénico de ,la ú:Jtima época glacial. · ·

ques volcánicos. Ella compon e un banco duro sobr e el cual se prei;ipita el


Salto del Laja. Este banco tiene gran extensión en los alrededores del cerro·
Guanaco, y más al sur forma las mesetas ya mencionadas. E L espesor es
muy variable, en el Salto del Laja tien e sólo dos metros, en el cerro del
Guanaco, seis m·etros y en el sur, 30 y más metros .
Inter esante es la r econstru cción del Valle Longitudinal durante la pe-
núltima o segunda época glacial. En ese tiempo lo cubrió una enorm e masa
de hielo estancando· todos los esteros provenientes de la Cordillera de la
Costa, que se infiltraron en las grietas del hielo. En la depresión de Los Sau-
ces, que se extiende bastante al interior de los cerros de la costa, existió un
gran lago en el que se depositaron las arcillas, que tienen en esta zona gran
extensión. El valle desfiladero de·l Bío Bío, a través de la Cordillera de la
Costa, no existía todavía ; en todo caso no· encontré en ninguna parte sedi-
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 229

mentos del cuaternario antiguo, sino solamente las arenas de terraza, que
corresponden a los sedimentos fluvioglaciales de la última época glacial. ~
Por ~ste motivo debemos suponer que en la penúltima época glacial el hielo
se movió hacia el sur, donde su agua de derretimiento encontró probable-
mente una salida al mar en la región del río Toltén.
En forma semejante a la del río Maule, situado más al norte, el curso
superior del Bío Bío penetra en el t erritorio seco del lado Argentino. Esto se
puede observar muy bien en Lonquimay donde solamente la ladera oq_ciden-
tal del río lleva bosques densos, mientras que en la oriental h,a y solament'e
manchas aísladas de bosques prP-valeciendo una vegetación de pampa .
Al oeste de Lonquimay, los volcanes altos tienen glaciares de importan-
cia que bajan desde la falda norte del Llaima (3.100) hasta 1.800 metros y
en la fald'a sur del Lonquimay (2.8HO metros ) hasta 2.200 inetros. Estas ci-
fras no son muy exactas debido a que una espesa cubierta de arenas volcá-
. nilias permite reconoce-; la slrperficie del hielo sólo en alg~nos puntos.. La
~ d e. las nieves eternas debe quedar' a 2.400 metros de altura.
· Cifras iguales encontró Kühn para el '.Lanin (3.700 metros) que está si-
tuado en la frontera al SE. del volcán Villarrica . Toda la. cumbre del cerro
·está cubierta por un casquete ele hielo que termina en una pared vertical
de 30 metros. Gra'ndes glaciares se extienden sólo en dos direcciones: uno
hacia ·el N .W. que termina a los 1.800 metros y otro hacia el sur que termi-
na a los 1.500 metros. Todavía en el año 1897 existió un tercer glaciar gran-
de que bajaba hacia el N., p.ero tenía un r etroceso tan grande, que cuando
Hauthal lo volvió a ver en 1909, estaba interrumpido en la mitad y en 1918
había quedad'o sólo una pequeña masa de hielo aislado. La línea de las nie-
ves eternas se ha1la entre 1.800 y 2.000 _!lletros .. ~

4.- La región de los Lagos del Sur


Las condiciones morfológicas ara los sedimentos glaciales y fluviogJa-
ciales cambian en la región de Temuco. El ong1 u ma esaparece y
m continuación .se compone de una serie de cerros bajos, entre los ~uales Cú·
eren los ríos andinos en anchos valles. Por esto los sedimentos fluvioglacia-
les no ap·arecen en forma de conos de rodad·os sino como extensas terrazas
en los valles. No se conocen hasta ahora morrenas de la penúltima época gla-
cial. Sin embargo, se pueue esperar un gran desarrollo de ellas e11 el valle del
Toitén, aguas abajo del lago Villarrica, lo mismo que en la ·zona rntre Osor-
no y Maullín:
Un caracterís.t ico del sur de Chile son los graudes ·lagos qne contribuyeu
en alto grado a .la belleza de esa región. Estos lagos deben su origen en par-
t e a la erosión . de los glaciares en parte al estancamiento causado por los cor-
dones morrénicos que se hallan en sus riberas occicl'enta-les . Al salir de los
estrechos valles de la cordillera, el hielo se extendió lateralmente tomando la
forma de "glaciares de piedmont" que excavaroh las anchas depresiones de
los lagos .

/
230 DR. JUAN BRÜGGEN.

La altura de los grandes lagos del sur es muy irregular: los lagos Villa-
rrica, Calafquén y Puyehue se hallan entre 210 y 240 metros; Panguipulli y
Rupanco, a 140 y 172. Los dos lagos más grandes tieu"en las alturas menores:
el Rauco 70 metros y el Llanquibue 51 metros. Las diferencias se deben a las
condiciones topogr,áficas locales, a la situ ación más alta o más baja del te-
rreno. Prácticamente, los glaciares postglaciales que dieron origen a estos
lagos, habrán bajad'o todos hasta el nivel del mar, nivel que es alcanzado
probablemente por el fondo de todos estos lagos.
En la mayor parte de los l agos, ·el actual desagüe se verifica por e)
mismo valle por el cual se _vaciaroµ las aguas de deshielo de los glaciares.
Una excepción, , la- constituyen los lagos Calafquén y Panguipulli í(Ue des-
aguan lateralmen~ hacia el sur, hacia el lago Riñihue y al río Valdivia apro-
vechando una depresión que, probablemente ya antes d'e la glaciación
existió al pie de lo·s Andes .
Mientras que esta depresión estaba cerrada por el hielo, el lago Pan-
guipulli tuvo un nivel en 100 metros más alto y sus olas excavaron una
terraza no muy ancha que se observa en él camino del puerto de Pangm-
pulli hacia Lanco .
:M uchos de los grandés lagos del sur se componen de una parte occi.'
dental a:ncha situada ·entre el lomaj e de las morrenas terminales y de otra
parte oriental de riberas rocosas d'e fuerte declive que se asemeja a los fior-
dos o canales de Patagonia y que se interna bastante entre los cerros de lús
Andes.
En el lago Llanquihue falta hoy esta prolongación, pero debe haber
existido en las primeras épocas iúterglaciales, porque el volcán Osorno se
levanta en medio d.el -cajón glacial del Todos los Santos que se dirigei hacia
el Llanquihue. Al principio, ambos lagos habrán formado un solo lago que
desaguó hacia el oeste.
Antes del avance postglacial hizo erupción' el volcán Osorno I, cuyo cen-
tro de erupción se halló un poco al oeste del actual cráter del Osorno JI. E)
hielo del avance postglacial dió la vuelta por el pie este y sur del Osorno ']
ocupando toda la depresión del actual lago Llanquihue "Y depositando ·sus
morrenas en su ribera ." Las aguas que descendieron de la cordillera Santo
Domingo, fueron estancadas por 1el glaciar y buscaron una salida hacia el Es·
tero de Reloncaví excavando una angosta quebrada en las lomas que unen
la región del Calbuco con la cordillera citada.
Mientras el frente del hielo, en su retroceso desde la ribera occidental
del Llanquihue, no había ,aJcanzad:o la región de Ensenada, las grandes masas
de agua provenientes del deshielo del glaciar grande, desaguaron por el va·
lle del río Maullín atravesando las morrenas r ecién depositadas en una e!'l-
trecha quebrada. P ero, cuando el hielo se había retirad:o lo suficiente, las
r
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 231

aguas del Llanquihue volvieron. hacia el s·nreste y se escurrieron junto con


el río Petrohué hacia el Estero de R eloncaví.
Más tarde, en una época muy recien te, esta prolongación sureste del
Llanquihne se rellenó con el material volcánico proveniente desde los volca-
nes Osorno II y Cal buco; se cerró el .desagüe Y., subiendo sus aguas pocos
metros, el Llanquihue volvió a desaguar por el 111aullín.
La orilla occidental del lago Llanquihue presenta numerosas bahías y
ensenadas que alternan con altos promontorios compuestos por los cordo-
nes morrénicos . Las partes salientes y entrantes copian la forma irregular
del borde del glaciar que 1avanzó con algunos lóbulos.
Como se puede observar al norte ael desagüe del río Maullín, el lago
está rodeado en el oeste por tres cordones morrénicos, cada 1.mo de 2 a 3
kilómetros de ancho y de una altura relativa de 30 a 50 metros. Están se-
parados por planicies bajas pantanosas de 3 a 7 kilómetros de ancho, :pero
que
,,,.--
localmente pueden estrecharse de tal manera que los cordones veci-
nos se tocan.
Los tres cordones son muy uniformes en su forma exterior y también
el'.t su estado de descomposición y denudación que inuican una edad ;muy
nueva . Por esto no pueden corresponder a diferentes épocas glaciales, sino
t·epresentan solamente diferentes estados de retroceso de la época postgla-
cial. Más arriba hemos conocido igual número ue cordones postglaciales en
el nacimiento del río Aconcagua y en el valle andino del río Laja.
Los tres cordones de morrenas quedan cubiertos por una capa d"e lo es de
1 a 1.5 metros de espesor. Este loes, que se presenta como una greda sin p.ie-
dras, contiene piedras sólo en su base, directamente emüma de la arcilla glacial ,
donde se observa una mayor acumulación de grandes bloques. La cubierta grue-
sa de loes explica porque los grand·es bloques erráticos son tan escasos en la
superficie de las morrenas.
Delante de la morrena de Coligual, que es la más occidental, se· extiende
una planicie baja de 15-20 metros de ancho. Al otro lado de ella, ya cer ca de
la estación Fresia hay otra región de lomas que corresponden probablemen-
te a la última época glacial.
Morrenas d'e esa edad existen cerca de Osorno, donde el valle longitu-
dinal está rellenado yor un gran espesor y en todo su ancho por morrenas
y sedimentos fluvioglaciales. Al noroeste de la ciudad, entre los ríos Rahue y
Pilmaiquénhay un lindo pa1sa:te orrénico de, lomas, fr.regulares cubiertos
por ,potreros astosos y campos de trigo q,¡e alternan con pintor·esr.os bos-
s. En el camino de Osorno a , a fü- de-Pilmai'quén p reva e'ceünterreno -
plano, en el cual se l evantan sólo aisladas lomas de aspecto morrénico. Pa-
rece que los sedimentos fluvioglaciales de los estados de retroceso postgla-
ciales han cubierto gran parte de las morrenas situadas al sur del río Pil-
maiquén. P ero, este relleno no llegó ·hasta l as morrenas situadas al noroeste
\

232 DR . JUAN BRÜGGEN.

de Osorno, donde las aguas de d'e shielo y&. se habían encauzado en l os pro-
fundos y a11chos valles de lo~ r ío& ltahue y Pilmaiquén que llevaron todo~
los sedimentos hasta el mar .
/ Indicios de una mayor ext en sión de los g laciares d e la penúltima época
X,_,$lacial, los he observado hasta ahora en un solo p unto, en T r umao, en la or i-
/ ¿_J!si-sur cTel río Bueno; pero no cabe eluda que se pueden hallar también en
numerosos otros p u ntos. L a primer a región, donde · encontré arcill11 glacial
a la orilla d el mar, es la Punta Godoy, al norte de la desembocadura del río
Maullín. Se trata de unos och0 metros de are:ill a glacial que está fuerte-
mente descompuesta hasta se is metros de profundidad; más abajo signe u n
manto de tres metros ele ar enas y rodado¡; )' después vuelve la arc'tilla cfo
bloques.
En vista de la gran extensión que tuvieron los glac'iares todavía duran-
te el avance postglacial. cubriendo los .!?rand'es lagos del sur de Chi le, •n 0
puede sorprender que durante las épocas glaciales, toda la Cordillera de los
Andes estuv'c)éubierta por una gr a n masa de hi elo con tinental como lo com·
probó E. Ljungner al estudiar las formas glaciales de fa parte alta de la cor - .
diller a . Escribe que durante el máximum de la glaciación probablemente no
existió ningún n una:tak, o sea, cer ro que se levantara encima de la sábana
dehielo, en la part e ocidental' de la cor.dillcra a partir de los 409 L. S. ha-
cia el sur.

5.- Chiloé y Patagonia Noroccidental

Como Patagonia N oroccidental entendemos las serranías andinas y las


islas antepuestas situadas eiitre Buerto 1Hontt y el Istmo de Ofqui . En esta
región, la glaciación toma un desarrollo tan grancl'e que luego deja muy
a trás a los glaciar es d e los Alpes. Ya en la nrovin cia de L lanqnibne, ,b ajo
condiciones favorables se observan alturas lllUY. anor males del término de
l os glaciares; así, cerca de Casapaugue, deJciende un glaciar del Tronador
(:::.410 metros) ha~ta 370 metr os sobre el mar; pero, en el lado argentino del
eerro, termina el glaciar , d'el que nace el río Frío, a u nos '825 metros. L a di-
ferencia se debe ·probablemente só1o a que en el lado ar gentino el fonrlo de
los valles tiene mayor altura; así el Lago Nahuelhuapi, que para toda esta re:
gión constituyP la base de erosión, ·tien e una altura de 759 metros. Donde
las condiciones no son tan .favora bles, los glaciares terminan a alturas más
g r andes, como los· del Puntiagud o (2.220 metros) a 1.200 metrds .
L&. línea de las nieves par ece subir hacia la part e central d'e la co~di-
Uera; en el Cal buco (2.015 metr os) Reichert la determinó a 1.400 metros; pe-
ro más al or iente, el cerr o T echado (1.880 metros) se levan ta apenas encima
d e esta línea. Según Kühn la misma línea se encuentr a f' n el Tronador a
1.500 metros. La situación más baja se debe a la enorme elevación de este
eerro que causa un aumento considerable de las precipitaciones.
. '
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 233

' 1 Golfo de RcloncaoÍ


ZEstero
) ' 3r~1.. Puh,qu i L4:..:.1º_,..._ _ _......:r-=-.:,;.¡.cv:..,.,....,,.&\'=cct,tl\f~~,,__-'"11
4 • Queullir1 '
5 Golfo de Anci..d
6 Cono! de Como u.
7 • Reñ1hue
8 (sic L~mu~

,4l•

43°

.....
...

....

470
a
........... ~. b

........ - ......... e

º.___..'º- --·-ºº""'
"19º

Flg. 69. Croquis de Patagonia noroeste. (en parte según Steffen).


a linea dlvlsorla de las aguas.
b limite oriental de los cerros altos de la Cordillera.
e - limite entre la Cordillera y las mesetas patagónicas.
234 DR. JUAN BRÜGGEN .

Al sur del estero de R eloncaví, en el cerro Yate (2.110 metros ), los gla- ·
ciares descienden hasta 1.600 y 1. 500 metros y en la fald'a austral hasta 1.200
metros. Desde la cumbre del Yate observó Reichert un enorme, glaciar des-
conocido h asta ahora, que desciende del Cordón del Pico Alto hacia N. W .
hacia el canal de Rornopiren; tiene una longitud d'e 30 a 40 kilómetros al-
canzando ,así las dimensiones del glaciar- más grande de Europa. El glaciar
divisado por Reichert termina a unos 800 metros ele altura lo que coincide
con otras observaciones h echas por Steffen en las cordilleras del rio Puelo
étonde, además, pudo comprobar que las faldas orientales tienen una glacia-
ción más fuerte que las occidentales.
Al este del Canal de Comau, la línea de ¡as nieves fué observada por el
Dr. Carlos Martín a 1.300 metros en los cerros de Huanai o Amunátegui ; pe-
ro hacia el este sube considerablemente ; en el portezuelo de .Xavarro ( 42°
43' L. S. ) Krüger la observó a 1.400 metros y en la falda argentina más se-
ca, en el valle del 16 de Octubre se halla a más de 1.700 metros . Al interior
del Canal de Poyehuapi terminan gr andes glaciares a menos de 100 metros
encima del mar ..
La glaciac.i ón de Patagonia Noroc~i.dental ha sido enorme en el Cuater-
nari~, aunque hasta ahora se conozcan en el lado chileno sólo los sedimen-
tos de la última época o más bien del avance p.ostglacial.
CompÁrando el Lago Llanquihue con el seno de Reloncaví, llama la aten-
ción que i:¡.o sólo la forma exterior tlS casi idéntica, sino también la estruc-
tura geológica. También en Puerto l\'Iontt tenemos morrenas terminales que
rodean la ribera noroeste d'el seno. Subiendo por el estero de Reloncaví, el
más septentrional de los canales patagónicos, notamos luego tm sinnúmero
d e rasgos glaciales; a la misma salida del r.anal hay grande~ rocas aborrega-
das en la ribera norte, fenómeno que se r epite en las islas l\1arimeli situadas
frente al cerro Yate . ·
Todo esto indica . que el glaciar que ha depositado las morrenas termi-
nales en la región de Puerto Montt, ha descendido por el valle del Estero de
Reloncaví. Al salir. de la cordiilero/ se extendió en forma de un apeho glaciar
de piedmont, excavando la depresión del Seno de Reloncaví . Interesante
es la repartición de las profundidades en estas bahías (Figura 70) .
Las profundidades del golfo no son considerables, en t érmino medio
de solament e 300 metros excepción h echa de una faja más profU11da que co-
r re a lo largo de la orilla oriental; mientras que las profundidades más
grandes se hallan en el V¡llle relativamente estr echo del canal de Rel oncaví.
El mismo fenómeno de que las honduras -máximas se hallan en los valles cor
dilleranos, se encuentra aún mejor desarrollado en el estero de Comau, si-
tuado un poco más al sur, y en escala gr andiosa en el río Baker . En este ca-
nal existe una serie de depresiones que en parte alcanzan hasta 1.400 me-
tros, interrumpidas por zonas de una profundidad mqcho menor, mientras
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 235

I.cycnctA

/
Fig. 70 . Mapa de profundidades de los mares de Chiloé.

que en la costa abierta del Golfo de Penas las profundidades son inferiores
a cuatrocientos metros.
Esta r epartición irregular de las honduras es característica para la ero-
sión glacial cuyos rastros pueden verse en tod'as partes en las paredes ver-
ticales de los canales patagónicos. La gran diferencia de las profundidades
en la, parte cordillerana y la región del antiguo glaciar del piedmont se ex-
plica porque en el valle r elativamente estrecho de la cordillera, el hielo ha
tenid:o no sólo un espesor, sino también una velocidad mucho más grande
236 DR. JUAN BRÜGGEN.

que en la zona de piedmont, donde el hielo se ha extendido lateralmente.


Ambas propiedades hacen aumentar consider ablemente la fu erza er·o siva
del glaciar dentro ele la cordillera.
También el lago Llanquihue d'ebe haber tenido antiguamente una con·
tinuación cordillerana parecida al Estero de R eloncaví, que fué constitriídc1
por el lago Todos los Santos . El gran Mjón glacial ocupado por est e lago
L·ontinúa én dirección hacia el .oeste, pero esta comunicación fué interrumpi-
da posterio1:me11te por la formación del volcán Osorno.
Al ·sur del Seno de Reloncavi existen otras anchas depresiones de con-
diciones morfológicas parecidas . Entre e·s tos t enemos primero el Golfo de
Ancud, o más bien su parte septentrional. El glaciar que excavó esta de·
presión, descendía por el este~o · d e Comau y alc.a nzó la costa oriental de

.
Chiloé donde observé morr~nas típicas ,en la región de Manao. El glaciar
de Comau como podemos llamado, . .
quedó separado del d e Reloncaví por las
islas de Puluqui y Queullín, entre la$ cuales hay un canal profundo. H acia
el sur, el glaciar de Comau parece h a betse unido al glaciar d e R eñihue .
En la d escripción de la forma de las costas vimos que estos golfos in-
teriores existen sólo desde el último h,~mdimiento de la costa y que sus d e-
presiones estaban antes ocupadas por · grandes ·lagos de agua dulce comuni-
,cados entre sí, como lo indican las terrazas que aparecen en el mismo nivel.
Inter esante es l'.1 dif~rencia ~ntre la costa occidental y oriental ele la
isla de Chiloé. L a priinern corre, en general, en línea recta y !;epr esenta ]a
~ontinuación no alterada de la costa d el co.ulinente,· situada más al norte .
El lado oriental por el contrario, muestra. numerÓsás ·bahías que en el int e-
rior están limitadas por rnorr~nas t erminales, corno en lVfanao y también en
otros lugares. En parte corresponden a lób}1.los del borde del glaciár. Pero
los cana·les ele Chiloé de ancho r edüciclo se cleberán probablemente a la ero-
sión cl'e ríos subglaciales. En general, est as bahías y canales de ·la costa
oriental de Chiloé son idéntico;,; a las "foehrden " de Slesvig H0lstein.
l\'Iás al sur, donde inmediataniente después d el retroceso del hielo exis.
tió una cubierta · marina, las condiciones de la épo~a glacial eran tambirn
completamente diferentes. Los glaciares gigantescos que provenían d'e las
quebradas d e Yelchu, Palena, et c., se unían en_ una sola masa de hielo que
ocupaba todo el ancho del Golfo d e Corcovado y que terminaba a una dis-
tancia hasta ahora desconocida.
Siguiendo hacia el sur, llegamos a -l a región del Canal lVIoraled'a y d e
las islas Chonos. Por todos los canales de esa r egión han descendido en el
cuaternar io gigantescos glaciar es, uniéndose todos en un solo glaciar enor-
me que bajó por el canal Moraleda ; pero la cantidad de hielo ha sid'o h an
enorme que éste rebalsó por innumerables portezuelos hacia el occidente ;
por la erosión se profundizaron estos portezuelos y dieron origen al sinnú-
mero de canales que atraviesan las islas Chonos y Guaitecas (Fig . 69).
FUNDAMENTOS DE GEOL OGIA. 237

Una importante parte del hielo sigmo a las depresiones longitudinalas


6omo el canal Moraleda o el canal E lefantes, entregando enormes canticl'a des
·de témpanos a l océano abierto. L os cerros bajos, cubiertos por un gran es-
pesor de hielo, se transformaron en rocas abor regadas que aparecen h oy P.O-
mo pequeñas islitas parecidas a la s "sker en" de Suecia y Finlandia.
Debemos imaginarnos la región antepuesta al pie de la cordillera de los
Andes como cubierta por una enorme masa ele hielo sobre la cual se eleva-
ban solamente las partes más al tas cl'e las actuales islas. Donde se rn ovíau
las corrientes más fuertes del hielo, en los canales como l0s de Aisén, Qui-
tralco, Moraleda, Elefantes, etc., el hielo ensanchó los valles fh1'"iales y los
;p rofundizó considerablemente.

6.~ La región de _Ofqui

Después de la última época glacial, y aún desp'nés del estado de retro-


·ceso de la Laguna N egra, se produjo un nuevo ava;1ce de los glaciares que
·no alcanzó hasta mayor distancia del. t érmino actual de los hielos . Así, rl
.glaciar de San Rafael cubrió solamente toda la superficie de la laguna dfl
mismo nombre, depositando en su frente a las lomas morrénicas que rodean
'hoy día la laguna. Tanto estas morrenas como el mat erial fluvioglacial de-
·positaJ.o por el agua d'e deshielo r ellenaron las grandes honduras del canal
E lefantes, cerr ando la comunicación abierta que. antes tuvo con el Golfo
·de Pen as.
Debido a qu P. P.xisten varias abras importantes por las que descendit'·
.ron l os hielos hacia .e l canal E lefantes, la parte sur de este canal se subdi-
vidió en una serie de golfos separacl'os por las morrenas terminales. Así, el
'luelo que descendió por el valle de Huala (Huata) depositó un au-t'iteatro
morrénico, cuya parte norte forma la angostura de la Punta Elefantes . Á l
ponien t e de la estrech a angostura h ay varias islas chicas que consisten en
·núcleos de arcilla glacial unidos por bajas playas de arena, depositadas pos-
teriormente por las olas del mar . E n una de las islitas, donde acampamos, se
-observa como base una arcilla rayada (varvas) de color g ris verdoso: en
parte carece de estratificación y en parte encierra piedrecitas y bloques
:Se trata de un depósito del mismo fango fino que da el color t u rbio a lfü:
.a guas de deshielo de los glaciares, tal como puede obser varse h oy día en el
-río San Tadeó que sigue depositando la misma clase de arcilla rayada. Las
inclusiones ir regulares de piedrecitas y bl oques provendrán d e témp.anos
que se derretían en la laguna y cuyo material morrénico cayó al fondo donde
se mezcló con el sedimento fino del lago.
En la parte su perior ele la arcilla, se encuentran inter calaciones l enticu-
lares ele 2 a 5 centímetros de arenas que constituyen la transición hacia la
:arcilla de bloques depositada directamen te por el glaciar de Huala . Al lado
238 DR. JUAN BRÜGGEN.

de la angostura se observan enormes bloques que han salido d e la morrena,


Lavados por las olas d el mar.
El otro extremo del anfiteatro morrénico constituye la Punta Leopar d o,.
La que separ a la bahía San Rafael del golfo Elefantes.
Según pude observar desde el bote, parece inter calarse otro anfiteatro,
morrénico entre esta punta y la laguna San Rafael ; parece t erminar cerca
del Puerto Mecas y seguir h acia la ribera alta al lado d'el "Puerto d e la
Chata '' . Ha sido depositado por un glaciar que debe haber desembocad<>'
entre los glaciares d'e San Rafael y Huala.
En forma muy característica se presenta el anfiteatro morrénico d'e :la.
laguna San Rafael, d ejado por el glaciar del mismo nombre, en su avance
postg:lacial. En tod·a su extensión., la laguna está rodeada por las lomas.
morrénicas que, en parte, alcanzan alturas d e 40 a 50 m etros.
En cualquier parte de la orilla puede Yerse la estructura glacial, sea.
en las riberas, a · la salida del río Témpanos, sea al lado oeste del istmo mis-
mo .
E l perfil al lado del Istmo, es parecido al de la Punta Elefantes. Aba--
jo, al pie de la falda tenemos unos cuatro m etros d e arcillas rayadas, cuyas.
rayas provienen de una. alternación de arcillas con capitas de arenas de gra-
11() m1:1y fino. En parte presenta una estratificación un poco ondulada que
proviene de ripple marks superficiales. A veces están m ezcladas irregular-
mente con arcillas arenosas y arenas, y encierran bloques glaciales. Se ex-
plica esto, como en la Punta Elefantes, por sed'i mentación desde témpanos.
La r egla es que la arcilla ,rayada constituye la capa yacente, que en
;;u parte superior presenta inter calaciones d é dos a diez centím etros de are-
na más gruesa, con estratificación diagonal. Más arriba viene la arcill¡¡. d~
bloques d e la morrena, que sube hasta la parte más alta de las lomas y pre-
senta especialmente en la superficie una acumulación d e grandes bloques.
erráticos. Con la destrucción de la costa por las olas, muchos de estos blo-
ques han caído y se h allan en la orilla de la laguna .
A la salida del río 'rémpanos puede observarse bien la relación que·
existe entre las lomas morrénicas y el terreno bajo compuesto por las arci-
llas rayadas. E l perfil siguiente lo observé en la ribera d er echa del río
citado .


• • Q

Arcill• 'f'•y••a. ·

Flg . 71. Perfil observado a la salida del rlo T émpanos, Laguna San Rafael.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 239

Según este perfil, debemos considerar las morrenas en parte cómo con- •
!temporáneas .ª las arcillas rayadas d el terreno bajo. Pero, en parte son tam-
"bién más nuevas que las arcillas rayadas porque, en la orilla de la laguna,
éstas se hallan debajo de la arcilla glacial. ·
En todas partes, el anfiteatro morrénico presenta sus alturas más gran-
.aes ,cerca de ~a orilla 9-e la laguna y de allí desciende la superficie lentamen-
te hacia afuera, hacia el terreno bajo, constituído por las arcillas rayadas.
En forma muy clara pued~ observarse esto a la salid a del río Témpanos. Es-
te comportamiento que vale pa:ra todos los anfiteatros morrén~cos, tiene
·como consecuencia la existencia de una faja de terreno bajo que rodea el
pie ·exterior de las morrenas . · ·
1

. Los a_nfiteatros morrénicos siguen aún más al sur. Frente al g~aciar de


.San Tadeo, a una distancia de unos dos kilómetros e.: tiste tal cordón, segú~
pu'.ede verse desd',e lejos. Por su poca dista.n ci,a .del tér¡nino actual del glaciar,
,esta morr_ena debe ser posterior a la q~¡¡ r.o dea la laguna San Rafael.
A ella correspoJ?,de, más bien el cor9,pn morrénico que princ~pia en el
Jado occidental
;
del• río Negro,

poco antes
• •I
de la :-.
desembocadura
• •
del río Lu-
cae. Esta loma, que desciende con fuerte .d eclive al río, tiene su continuación
en las lomas. q{ie acompafian ~ ciert~ di~tancia a ia .ribera occidental del
río San Tadeo y que a lcanzan el Paso Expedición en ,-~a1;ios peqneñ,os pro-
mo~torios (véase figura 72). Siguen hasta la desembocadura de,-este brazo
oc,qidental del río San Tadeo y parecen t ener una continuación, en · la loma
·- submarina q_ue termina en la isla Arbpled.1+, aunque este islote mismo con·-·
·siste en roca. En el avance postglacial,. el gran glaciar de San Tadeo se ha-
brá dirigÍdo con la mayor parte de su masa hacia el Golfo de Penas, en cu-
yas ag.u as profundas habrá. perdido ,la mayor parte de su hielo en forma
,<le témpanos. ·

Los movimientos recientes del glaciar de San Rafael

Después del avance postglacial, se retiraron los gláciares hacia la alta


,cordillera y durante la época colonial tuvieron una extensión más r educida
ique hoy día. Este hecho lo señaló ya el almirante Vidal Gormáe:, a quien
,debemos la publicación de los antiguos dor umentos. .
En 1675 pasaron los oficiales españoles Antonio de Vea y Bartolomé
·Gallardo. En el diario de viaje del primero se lee :

"Domingo 15, después de babei;- oído misa, salí de este paraje [!amado la Anega6a; andu-
-vlmos dos leguas y media hasta la boca de la laguna, . donde observé el sol en 47 1!2 escascs
-y al oromedio de allá descubrí una abra L 40 de1 NE que todo cuanto se extendia la vñsta, se
vela un ventisquero de nieve que corre desde la !)laya la tierra adentro. De ei,ta abra y des- .
itiladero de la ruevé, se forma esta laguna cuyos contornos son de .tierra baja".
240 DR. JUAN BRÜGGEN.

Ni Antonio de Vea ni Gallardo mencionan los t éinpanos que hoy lla-


man tanto ·l a atención en la laguna. Podemos deducir de esto que en 1G75,,
el glaciar de San Rafael, apenas alcanzaba la orilla de la laguna y no avan-
zó más allá del borde de la Cordillera de los .Andes.
El Dr. Fonck opone a esta conclusión que Antonio de Vea sostiene en.
otra parte d'e su diario, que ha . visto el glaciar de Sau Rafael desde gran
distancia, antes de llegar al lago San Rafael. '' Cree el doctor Fonck que t>S·
ta aseveración sería imposible si el ventisquero no hubiera avanzado ya en .
aquel tiempo como hóy, hacia afuera del abra de la cordillera" . El doctor ·
Steff~n, de .q uien citamos la frase anterior, trata de explicar la dificultad
suponiendo que Antonio de Vea no haya visto al Glaciar de San Rafa el 1;ino·
el de San Tadeo, que sería el único que aún hoy día podría divisarse desde·
gran distancia. Sin embargo, mis fotografías compl'ucl.Jan qu e en r ealidad el
glaciar de .San Rafael ya se divisa desde la Punta Leopardo y aún desd~·
más lejos . Además est e glaciar puede retroceder algunos kilómetros más sin
que desaparezca para un observador situado en la :punta citada. 'fambiém
en el mapa puede verse que las visuales de la Punta Leopardo o del puerto
Mecas, y aún de la orilla occidental del seno Elefantes, penetran bastante·
al abra de la cordillera, en la cual la superficie del hielo sube considerable-·
mente encima del nivel del mar.
En 1742 pasó John Byron con otros náufragos de la fragata inglesa,
"Wager" por el istmo. En su relato, que escribió' unos años más tarde,
Byron describe brevemente el paso de la laguna, p ero sin mencionar los·
témpanos que seguramente habrían llamado su atención y que probabl~men.. '
te no habría olvidad'o .
En 1766 a 1768, el padre j esuíta José García pasó por el istmo. En su .
J.iario de viaje, publicado en el tomo XIV del Anuario Hidrográfico, se lee·
la descripción ' sigl).iente, en la página 13:

"Dió lugar el tiempo para dejar e1 puerto de Mecas, después de medlodla, enderezando la
proa al oonlente oara desechar unas ciénagas llenas de árbo1es secos; pasadas seis cuadras
fuimos enderezando al· sur, dejando al poniente un rlo cenagoso; a media legua empezó a verse•
la arboleda frondosa y e1 canal parecla un rlo con sus costas bajas y anegadizas. A las cuatro
de ra tarde pasó por nuestro lado un pedazo de nieve sobre et agua hasta de ocho varas de .
largo y dos oor lo más alto de la flor del ji.gua; POCO más tarde pasó otro tan grande ... "
" ... a media legua de navegación llegamos a la boca de !a laguna de San Rafael de Ofqul; ·
t endrá de ancho la boca, media C'Jadra escasa; por el poni.ente tiene unos bajo,s que pueden ser-
vir de imoedimen'to en bajamar. Al entrar a la laguna vl varios isletonciillos que iban errantes;
por la laguna y uno vi de cerca que tendría cuadra de largo y poco menos de ancho v por par-
te ocho a nueve varas de alto: hermosa era la vista con la variedad que formaban a,! paso que
se deshaclan" .
".M lado <iel este hay una ancha quebrada entre dos cerros ai·,tos, cubiertos de muchas varas ;
de nieve que besa !la orilla deil agua; de es ta nieve se desmoronan los grandes pedazos que van .
errantes por la laguna; algunos salen por la boca,. y ar desmoronarse dlm un estamid!o como,
de ti'ro de artiJ.le.r[a o como trueno de tempestad; y de éstos vwos muchos".
'tU
,,., 1U :,

ROQU/S GEOLOGICO . DEL ISTMO DE OFQUI


r

Eseo.la 1: 2'00000
\ \.\ 11 1
\ \ \ \ \ /sedimentos lv.v,'09lacio.les .f _ _ _ relleno moclern

o s. '-.

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SS 2.5 20 . Fi:S72___ _ _
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_ _ _ . : ~ - - - - ~- - - --:: ,

FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 2±1

"La laguna tendrá de norte a sur, dos '.eguas y poco menos de este a oeste; el ag-Ja es ..
bastante dulce y clara".
Según esta descripción bastante detallada del Padre García, podemos su-
poner que en los 24 años, que pasarou desp.urs del viaj e de Byron, el glaciar
h·a bía avanzado lo suficiente para eutregar hielo a ia formación de t émpanos, .
aunque todavía no había avanzado mucho en el lago.
El primer levantamiento exacto de la laguna ~an Rafael fué ejecu tado ,
en 1871 por el Comandante Enrique . Silnpson quier, constató una lengua de.
glaciar que avanzó más de ocho kilói'n.etros hasta más a llá de la: mítnLl de la
laguna q uedando ésta r od~aÍ1do el fr.ente ancho del glaciar, que tln·o la
forma característica de . un glaciár d e· piedmonL En 1905, el ·' Co1aandante.
Guillermo García Huidobro, en el buque "Pilcomayo" hizo un levantamiento
exacto t ambién del borde del glaciar y además, soud.eó la parte libre de la
laguna .
Entr e medio de estas dos expediciones, el Dr. Steffen, en uno de sus
grandes viajes de exploración, pasó también por el istmo de Ofqui y consta-
tó más o menos ia misma extensión del glaciar que el Comandante Simpson,.
a unque le parecía que el frente d el hielo había retrocedido un poco. Dice
que: el retr oceso ele un Kmtro. que indica el mapa del Comandante García Hui--
dobro en comparación con el mapa de Simpson podría explicarse porque es-
te último no hizo un levantamiento exacto d el frente d el g laciar. En r eali-
dad', el d esarrollo posterior tomado por el glaciar hace más probnble q11e el
hielo ya había principiado su movimiento d e retroceso qun en los últimos ·
años es bastante rápido.
En 1920, en verano, una expedición científica ba.io la dirección d e los-:
doctores Reichert y Hicken de Buenos Aires, hizo nn r econocimi ento del hit>-
lo contin ental del cual se despr ende el glaciar d'e San Rafa el. Según el pe-
queño mapa publicado por ellos (1), el hielo había r etrocedido ya varios ki..
lómetros, perdiend9 .más o -menos la mi!ad de su e~t ensión dentro de la la-
guna. En el mapo de la figura 72, ind'iq ué en forma aproximada el tét- mino
del hielo observado por Reichert.
Desde entonces hasta hoy día, el retroceso lia seguido con bastante ra-
pidez, como resulta del levantamiento del frente del glaciar que fué ejecnta-
do por los ingenieros señores Joaquín Monge y Fim Bühring, cuyo r esultado -
se halla inJ.icaclo también en el mapa. Hoy día, un viajero que pasa sola-
mente a lo largo de la orilla occidental de la laguna, podría dar una descrip-
ción parecida a la d el Padre García del año d e 1766, ya que el glaciar f!vanz:i ,
apenas un kilómetro dentro de la laguna.

(1) Una copia de este mana se halla en J . Brüggen. Texto de Geologla p. 335 .

F . G. 16 . .
242 DJt. JUAN BRÜGGEN.

.Al retroceso importante del glaciar, corresponde también Luhi. disminu-


•ción considerable de la altura del hielo en el borde de la cordillera. Al lado
-del glaciar hay una faja de terreno rocoso cubierto solamente por vegetación
·'baja que ha sid'o abandonada por el hielo hace poco tiempo.
Sup0niendo un retroceso uniforme desde el levantamiento de la "Pilcó-
·mayo" hasta hoy. día, tendríamos un retroceso anual de 230 metros que nos
-darían los siete kilómetros en 30 años.

7.- Patagonia Sur-Occidental

La reg10n de Ofqui, cuya geología glacial ac¡bamos Llc utJscl'iuir, cons-,


·tituye el límite entre Patagonia Noroccidental y Surocchlental. En ella
_principian los grandes campos de hielo continental, de los cuales se despren-
den los nume~osos glaciares que descienden· hacia el mar y de lus cuales ya,
.conocemos los de San Rafael y San Tadeo . • 1

Nuestros cQnocimientos de estos campos de hielo, los debemos casi ex-


·clusivamente a las exploraciones de los señores Rei?hert y Hicken de Bue-
.nos Aires .
El campo 'septentrional situado al este de Ofqui constituye ui:i _m anto
,continuo d'e hielo ~e unos 40 kiló~etros ~e ancho hal~ándo~e la supe1:'_ficit,
.del hielo a unos 1.000 a 1.200 metros de altura . Desde los mil metros el cam-
po está cubierto de nie~e' de nevado, cifra q~e nos 1~~ic~ ' 11_1 actu~l ;posición
-de la línea de las nieves. · El ·hielo rellena un gran valle longitudinal gue ~e-
para los cerros relativamente bajos de la costa de un · cordón d'e cerT~s mnv .
.:altos, todos de más .de 3.000 metros, siendo el más ¡:i.lto el c~~ro S~~ Val~ntí~ ·
,con . 4.060 metros. Estos cerros no constitvyen un cordón continuo, sino q~e
•cada una de sus cumbres se halla separad~ de la vecina por_abras, anchas
por las cuales avanza el hielo hacia. el este . Como _región de aliment11ció_n
.d'el camp~ de hiel<_> 4ebe con~iderarse especialµi.ente el cordón orieutal, ha-,
-cía donde .el gla!,!iar sube paulatinamente. La glaciación de este eordó1 . es
tau fuerte ·que en la dep¡·esión longituóinaL no aicanza a _d erretirse e~tera-
_mente el hielo, de modo que la depresión se rellenó hasta una altura tan
grande que el hielo sale hoy día de la línea de las nieves. Por esto, todo el
-enorme campo de nieve pertenece a la región de alimentación lo que ex-
·plica también la ausencia de morrenas superficiales. Al _entrar a los cerros
de la costa, el campo de hielo se disuelve en una serie de _glaciares aislados
-que descienden hacia los canales patagónico~, d'on9-e terminan en el nivel del
-mar .. Los más septentrionales de ellos son el glaciar de San Rafael y el Ta-
-deo que hemos descrito en el párrafo anterior . El gran campo de hielo de
Ofqui repite en escala reducida las condiciones que, en las épocas glaciales,
-existían en. el canal de Moraleda, d'onde también la masa. principal de hielo
,ocupó un gran valle longitudinal, mandando numerosos glaciares por los
··v alles que conducen hacia el oeste.
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244 DR. JUAN BRÜGGEN.

Los glaciares marginales 'd el lado oriental t erminan a alturas mucho


·más grancTes al interior de ,los valles que desembocan ·en el Lago Bueno¡;
Aires, o en su desagü e, el .río Baker. El glaciar más oriental que desciencl'e
..al nivel del mar, termina en el canal Ste'ffen, ramo sept entrional d el canal
de Baker. Las diferencias de altura entre el lado chileno y argentino se
deben a que este último es mucho más seco que el primero.
El campo austral de hielo ha sido explorado por Reichert y Kühn _en la
.región situada al oeste d'el Jágo Viedma . También en ese punto el hielo -relle-
.na depresiones longitudinales . P ero, éstas son d e anchos much o más r edu-
.cidos debido a que el cordón fronterizo :Mariano Moreno se levanta en el me-
.dio del campo d e hielo. Donde. el cordón termina hacia el norte, se halla el
" Paso de los Cuatr o Glaciares" que es una ancha r egión plana de hielo r o-
deada. de serranías más altas; desde este punto se dirige el hielo en _cuatro
diierentes direcciones, sfo que sea posible distinguir una Jínea divisoria.
Dos brazos van hacia el Pacífico donde d esembocan en forma de glaciares
·marginales en los canales ele Falcón y de Eyre. El tercer brazo va hacia
,el ::--.'JE. hacia el lago San :M~rtín y el cuarto form a el gran glaciar de Vied-
ma, que t ermina en el borde del lago del mismo nombre a una altura de 250
metros sobre el mar. Esto significa que a esta latitud' de 49 1¡2° ta ml1ién los
glaciares del lado ar gentino descenderían al nivel del mar, si la topografía
·10 permitiera. A juzg ar de la d escripción dada por Reiche.rt, la línea d'e las
nieves parece hallarse en el gr an glaciar ele Viedma a una altura ele mws
1 . 200 metros; debido a la situación bastante. oriental ele esa región, esta
·cifra es superior a la altura indicada más arriba para Ofqui.
D ebemos discurrir ahora ·brevemente si estos "enormes campos ele hi elo
merecen el nombré de hi~lo continental, como lo supone Reichert, o si se t r a-
ta de un tipo especial d e glaciación para el cual Kühn ha propuesto el nom-
bre de tipo patagónico . O. Nordenskjoeld compar a los campos de Patagonia
.con ciertos glaciares de Espit zbergen. Si tomamos como car acterística prm-
,cipal d el hielo continental la aus~ncia ele una lú~ea divisoria bien pronun-
ciada en la región del nevado, n o cabe duda d e que en Patagonia, especial-
mente en la r egión d e Ofqui, existe verdadero hielo continental . Kuehn s·P.
basa esp ecialmente en la cir cunstancia de que el campo d e nieve se alim enta
·en cordones más altos que lo rodean. Esto no puede n egarse, pero las obser-
vaciones d e Reichert comprueban clar amente que t ambién todo el campo el e
hielo riertenece a la r egión d e alimeutación, de modo que la ablación se li-
..mita a los numerosos glaciares marginales que en parte entregan el ex ceso
de hielo a los canales en forma de témpanos. La consecuencia de esto es la
·ausencia d e morrenas superficiales en la r egión de Ofqui, fenómeno muy
car acterístico para el hielo contu1 ental. En el glaciar de Vieclma se obsenan
numerosas morrenas superficiales, esp ecialmente en la parte inferior; en
'r ealidad, en esa r egión la glaciación es niucho menos extensa y se puede du-
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 245

<lar si merece el nombre d'e hielo coutinental, aunque en el punto del Paso
<le los Cuatro Glaciares no hay ninguna línea divis_o ria ·pronunci~da.
Por las razones expuestas, debe considerarse, a lo menos, el gra.ti cam-
-po de hielo situado al este d e Ofqui como verdadero hielo continental.
Naturalmente hay, :fuera ele los gigantescos campos de hielo que aca-
bamos de describir, también numero. os glaciares grandes del tipo alpino.
Más al sur, la glaciación principia a dism1nuir considerablemente, por:
que al acercarnos a l\'Iagallan es, toda la región de la cordillera principia a
disolver se en una serie de islas atravesadas por profundos y largos canaleE;
además, la elevación d e la cordillera disminuye ft:.crtemente, habiendo al snr.
del Lago Argentino sólo aisladas cumbres que se levantan más allá de l0s
·2 .500 metros. Es difícil decir, si la cantidad d e las lluvias disminuye tam-
bién ya que ella d'epende tanto di:' las condiciones oro·g r áficas d el punto de
observación; además, el número de estaciones meteorológ·icas es muy esca-
·so en esos parajes. En 1918, la estación de Bahía Félix ( 53° L . s.') .tenía
·518 cms. de lluvia contra 573 cms. del Pillán de .,Reñihue; frente a Chiloé, lo
que no constituye ninguna disminución considerable.
Hacia el sur, la línea de las nieves sigue descendiendo, hallándóse, segñu
·Steffen, en la parte occidental del Estrecho ele Magallanes, a solamente 900
-metros de altura; pero las condiciones topográficas que acabamos de mcncio-
.nar impiden la forma ción de extensos campos de hielo con tinental.

8.-La . Patagonia suroccidental y Magallanes durante las épocas glaciales.

En la costa del Pacífico, carecemos de observaeiones acerca de la ex-


tensión de los glaciares cuaternarios; solamente puede decirse que los gla-
"1.!iares descendieron por todos los eauales llegando al mar abierto donde die-
ron origen a un sinnúmero de icebergs. Como d epósitos de estos icebergs
consideré los bloques erráticos que se encuentran en Cerro V l:'rde, al 1nort~
-de P enco; se componen especialmente de granitos y otras rocas cristalinas
que yacen encima de las areniscas del terciario carbonífero . P ero en una vi-
sita posterior observé que aflora el granito al lado del terciario separado por
una :falla . L os bloques graneles han siclo movidos por las olas.
En el lado argentino, los grar,,des lagos indi can la extensión alcanzada
por los glaciares en la última época glacial. E l lago más sept entr ional que
· alcanza el borde de la cordillera es el Nahuelhuapi. Más al sur, siguen una se-
·r ie de lagos de tamaño relativamente r educido, lo que se nr.l1 e a que la línea
divisoria d'e las aguas se halla en la parte oriental, a veces al pie de la cordi-
llera (véase figura 69 ); en vista de que debe haber tenido esta posición ya
~ntes del diluvio, la mayor part e de los grandes glaciares cuaternarios siguió
f el declive natural de los valles en dirección al Pacífico. Los glaciares, que
,excavaron l os pequeños l agos ele La P lata, de Fontana, etc., nacieron en las
246 DR. JUAN BRÜGGEN.

faldas orientales de la cordillera, que son relativamente secas, por lo cuaD


no han alcanzado mayores dimensiones.
Pero en la región de Ofqui, la glaciación cuaternaria alcanzó dimensio-
nes tan grandes, que los valles transversales que atravesaban toda la cordi:·
llera como el del río Baker, el del río Pascua, etc., ya no eran suficientes pa-
ra conducir la enorme produccíón de hielo hacia el Pacífico . Por esto, los
extensos campos de hielo de la región de la cordillera mandaron gigantes-
cos glaciares también . lÍacia las pampas argentinas, donde excavaron los
grandes lagos Buenos Aires, San Martín, Viedma, Argentino, etc., deposi- ·
..,· . tan do al mismo tiempo sus morrenas terminales al este de ellos. Estas cons-
tituyen en el lago Buenos Aires la actual línea divisoria de las aguas entro-
el Atlántico y el Pacífico.
Los L agos se componen de dos partes muy distintas, una occidental, si-
tuada entre las altas serranías y que corresponde a los fjordos de la costa
del Pacífico, y otra parte ancha excavada por el glaciar de piedmont que s&
extendía entre las mesetas patagónicas . Vimos más arriba que estas dos par
t es pued'en distinguirse también en varios de los lagos del sur de Chile.
Las morrenas terminales forman magníficos anfiteatros concéntricos qui;"
se componen a menudo de diferentes cordones de lomas.
En Magallanes desaparecen los grandes lagos y son substituídos por ba-
hías marinas como las de Skyring y Otway que tienen formas muy pare-
cidas a los lagos; se componen de una parte occidental semejante a fiordo,
y d'e una ancha depresión oriental que corresponde al glaciar de piedmont.,.
con sus morrenas terminales en el lado oriental. El mar ha penetrado en es,.
tas depresiones o, porque el hielo ha profundizado más las quebradas trans
ve1!sales, o solamente a consecuencia de una posición general más baja del
terreno .
En el Estrecho de Magallanes desaparecen también las anchas depresio-
nes de los glacia'res de piedmont, cerradas por el este . Allí las depresiones-
se abren también hacia el A~lántico. Pero, más al sur, la Bahía Inútil queda
cerrada hacia el este por un gran anfiteatro m01~r énico presentando una for-·
ma muy parecida a la Bahía de Otway.
En los últimos tiempos, O. Oaldenius hizo una investigación mny com-
pleta sobre la geología glacial de la Patagonia oriental y l\fagallanes. Dis-
tingue cuatro sistemas de morrenas t erminales, que se pueden seguir por toda-
la extensión de -la Patagonia.
El primer sistema de morrenas, que es el más antiguo, se halla encima
de las mesetas. sin tener r elación con la topografía actual de los valles y en
esto coincide con la primera glaciación de Chile central. Oaldenius ll ama es-
tas morrenas inicñ.oglaciales.
Los demás sistemas de morrenas se hallan a alturas menores dentro de-
los grandes valles transversales, lo que indica que hubo una época intergla-
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W Morrenas del 4°Ji.sfema

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Fig. 74 .-Mapa las glaciaciones de la Patagonia. Según Caldenius.


FUNDAMENTO~ DE GEOLOGIA. 247

,cial muy larga, en que se formaron los valles . En los lagos Buenos Aires y
San Martín las morrenas de los tres sistemas más nuevos constituyen gran-
,des anfiteatros alred'edor de la oriila inferior de los lagos, siendo las del se-
;g undo sistema las más orientales y las d'el cuarto las más occidentales que
forman la orilla de los lagos: Eu los lagos. Viedma y Argentino la orilla oc-
cidental está constituída por las morrenas d'el tercer sistema y las del cuarto
-se pierden bajo el agua cer ca de la mitad d'e los lagos.
Hacia el sur, los últimos sistemas se. separan más y más alcanzando el
:máximum de distancia en Magallanes, donde. las morr enas inicioglaciales
se observan cerca del río Gallegos. Las morrenas del segundo sistema c9ns-
,tituyen la saliente del cabo Vírgenes; la misma edad' la tienen ~as morrenas
-de .las salientes parecidas que .·limitan, la bahía San Sebastián en la costa
·oriental de Tierra del Fuego. Estas últimas perten ecen .a una , ramificación.
·del hielo que pasó por la Bahía Inútil atravesando todo el norte de l.n isia..
Las morrenas del tercer y cuarto sistema constituyen la primera · y se-
·gunda Angostura del Estrec~o . Detrás d'e ellas se estancaron grandes la-
gos glaciales hasta niveles muy altos encima del actual nivel del mar. Sus
,gedimentQs glacial~lacustres pueden observarse en las barrancas e. islas del
E strecho; las angosturas han sido primitivamente desagü es de estos lagos.

Al oeste de la ciudad de Magallanes pude completar las observa~ion.es1
,de Caldenius.. Allá, las morrenas del cuarto sistema constituyen varios .cor-;
.dones de lomas paralelas a la costa, separados por terrenos bajos de · turbe-
ras pantanosas. Una depresión larga y ancha existe entr~ el cordón más 9e~·
:eide:ntal y el pie de la meseta terciaria ; esta depresión causó la desviación·
fuerte del río Tres Puentes a su salida de la meseta.
También la meseta t er ciaria está cubierta por ~edimentos glacial~'s .· En
,el río de las Minas, a unos tres kilómetros valle arriba de la mina Loret~,
aparece una terraza de más de 500 metros de ancho compu esta por mate-
;rial glacial que ha sido d:epositado por una lengua de hielo que, como último
r esto de la glaciación, descendió de la meseta al valle.
En forma parecida observé al otro lado del Estrecho, en Porvenir, va-
Tíos cordones de morrenas del cuarto sistema que están sep ar adas .de las
·d'el t ercer sistema por una faja de lagunas que se extienden hasta la Bahía
'Gente Grande. Esta faja de lagunas puede seguirse también al otro lado
del Estrecho, donde principian con la Laguna de Cabeza étel Mar y se ex7
tienden hasta la orilla noreste del seno Otway . Las l agunas corr~sponden a
;antiguas bahías situadas en el inter ior d'e los arcos morrénicos, que m;is,
tarde fueron cerrados por los cordones más nuevos de. morrena~. La ~al\ía
Gente Grande es tal bahía que no alcanzó a cerrarse por completo. El tiempo
,corto de mi permanencia en lVIagallanes no me p ermitió determinar si lo~
248 DR. JU.lli BRÜGGEN.

cordones nuevos cprresponden a un quinto sistema de morren as, como pa-


rece p robable, o si se trata solamente de una subdivisión d'cl cuar to sistema
como las dibuja Caldenius. Además supone Caldenius que las morrenas situa-
das al noroeste de Cabeza del Mar p ertenezcan a su t ercer sistema, mientran-
las de la orilla del seno Otway serían contemporáneas con las d e la Segun-
da Angostura.
Interesante es el problema d'e si t odas estas depresiones se deben soln-
m~nte a la erosión glacial o si hubo también hundimientos t ectónicos. Si la!i,
d epresiones fueran de origen t ectónico, sería sorprendente · que aumenten
en ancho hacia el sur . En favor d e origen glacial habla la repetición cons-
t an te de' la' forma exterior. El ancho grande se explj ca en parte también por·
la escasa dureza de las capas t ~rciarias; solamente en ellas las d epr esiones .
presentan el ancho considerable pero no en las rocas duras del cr etáceo, d'en-·
tro d e !a cordiller a.

9) .- Resumen de la Geología Glacial de Chile

Los numerosos datos contenidos en las páginas anterior1\s, se encuen-


tran reunidos en la figura 76. He tomado en cuenta con prefere11cia alturas-
normales del término de los glaciar es, suprimiendo puntos excepc ronalmen-
te bajos, porque solamente así se pueden obtener curvas é1'e cier ta regulari-
dad. No tomé en cuenta la falda argentina con excepción del cordón Ji.
mítrofe.
Las irregu-laridades que ofrece la curva de la línea de las nieves en la.
actualiaad (L. N. a), se deben en parte a l escaso núm ero de observaciones .
La línea indica claramente que el descenso entr e el Aconcag11a ? el Pl an-
chón es más rápido que en otras partes d el perfil. Igual fenómeno puede·
observarse tambi én en la curva del término de los glaciar es actuales (G. a) ;.
aunque en ella se prod'ucen más irregul aridades debidas a la orografía; In
gran infÍuen cia de ésta se ve en el 'Tronador, donde fuera del término me-
dio de los glaciares, se ha indicado también el término del glaciar de Ca-
,;;apaugue.
En el diagrama d e ·1a figura 76, no ha sicl'o p.osible disli11g-uir las líneas
de las nieves correspondientes a las diferentes épocas glacia les, sino éstas se,
han reunido en una sola curva. Sé ve ·que esta curva tiene e n el n orte una
distancia mayor d e la actual línea de las nieves- son l.2f,I) metros en E l-
qui- que en l a parte central del país, donde la distancia vert ieal es d'e sola-
mente 700 metros . Esto indica que los cambios climatológicos han sido más
grandes en las r egiones semiáridas que en la zona más lluviosa del centr o·
del país.
El fenómeno contrario lo demuestran las dos curvas de los términos de-
los glaciares en la actualidad y en la última o t er cera épocR glacial (G. a y·
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250 DR. JUAN BRÜGGEN.

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G. u.), que en Chil e central tien en mayor distancia entre sí que en el norte.
La explicación se enétrnntr a en las condiciones orográficas. En el norte deT
país, los cerros altos que en el cuaternario han sa'lido de la línea de las nie-
ves y que por lo siguiente, han t enido una glaciación, se limitan easí· e'xclUl-
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 251

-sivamente a la línea d'ivisoria de las aguas . Un glaciar que bajando de uno


de estos cerros, se alejó del cordón fronterizo, recibió sólo excepcional men-
te otros afluentes, de modo que no podía alcanzar mucha longitud. Ade-
·más, en las partes centrales de las cordill eras septentrionales, los valles tie-
nen escasa inclinación. La consecuencia de ambas causas es que los glacia-
res cuaternarios no descendían a alturas mucho menores que las d'e sns ac-
tuales sucesores. Aún el glaciar del valle superior de Elqui que tenía 50 ki-
lómetros d'e longitud, bajó solamente hasta 3.rno metros.
En Chile central, también los cerros más distantes del cordón divisoriq
,se elevar¡;m en la época glacial encima de la línea de las nieves y mancla t·on
numerosos afluentes al glaciar que d'e scendía por el valle pri11cipal de modo
que este glaciar podía a·lcanzar una longitud considerable, porque aumentó
·continuamente en masa o porque los aflu entes,, a lo m enos, eran capaces de
·substituir el hielo que se perdía por la ablación. Además, los glaciares encon
traron en el valle longitudinal d~ Chile central una depresión rnuy baja _si-
tuad.a cer ca de su nacimiento, que permitía al hielo vencer en curso rápido
·una diferencia considerable de alturas; en realidad en Santiago, el borde de]
·valle longitudinal se halla Pn línea recta a solamente 60 kilómetl'os del cor-
·dón divisorio.
Las observaciones anteriores permiten obtener también a:-lgunas d educ-
,ciones de carácter general sobre las épocas glaciales y sus causas clima-
;téricas. ·
En su investigación sobre la glaciación de los Alpes, Penck y Brueckner ,4

,Llegan a la conclusión de que l os diferentes avances de los glaciares alpinos


.son causados en primera ·línea por un de,scenso d:e la -temperatura ele vera-
.no, debido a lo cual la ablación de los glaciares ha sido mucho m enor. Que
.las precipitaciones atmosféricas no han sidó muclío más abundantes, lo de-
ducen de la observación de que la cantidad de nieve existente eh los neva-
.a.os no ha sido mayor que actualmente .
Para el sur y centro de Chile pueden valer estas ideas porque allá las
;iordilleras tienen abundantes precipitaciones atmosféricas .· Pero en la zo-
,na seca del norte debemos supotler un fuerte aumento d:e las lluvias, no obs-
tante las dimensiones r educidas de los glaciares cuaternarios. Las terrazas
,de antiguos lagos cu depl'esioues hoy cubiertas por salares, especialmente
los grandes lagos cuaternarios de la altiplanicie de Bolivia y de San Pedro
,d'.e Atacama indican tal aumento considerable de -las precipitac:iones atmos-
,f éricas, porque serían imposibles con un exceso de evaporación d e 1.5 metr os,
tal como se observan hoy en Collahuasi, punto que con su altura ele 4.800 me-
·tros se halla cerca de la· línea de las nieves del cuaternario.
Muy n'otable es la enorme g-laciación actual de los .Andes del sur de
·Chile. En Ofqui, situado a ·la misma latitud que Ginebra y Bozen, existe a
1..000 metros de altura una extensa capa d e hielo continental que envía nn-
252 DR. JUAN BRÜGGEN.

merosos glaciares hasta el nivel del mar. Según O. Nordenskjo1d estas con-
diciones anormales son oc~sionadas por tres facto:r:es: Primero, por l as tem-
peraturas muy bajas de verano, que son iguales a las del Cabo Norte de Euro-·
pa; segundo, por la ca.ntidacl extraordinaria de precipitaciones, que sobre-
pasan en promedio los cinco metros al nivel d'el mar; y tercero, por la exis- ·
ten(}ia de una alta serranía en la cual hay extensas superficies que se levan-
t.a n encima de la línea ele nieves eternas.
Estos mismos tres factores produjeron también la fuerte glaciación de·
la cordillera de Chile central durante la época glacial. En Santiago; cuya
latitud geográfica corresponde a la de Gibraltar, los glaciares de la tercera
época glacial . termfoaban a 509 metros sobre el nivel del mar y en la segun-
da ép~ca glacial casi al nivel del mar.
L a altura muy reducida hasta la cual descendieron los glaciares se ex--
plica por la ext~aorclinaria extensión que tuvo la zona del nevado en la épo -
ca glacial. En término med'io la línea de las nieves eternas del Cuaternario,
debe haberse hallad'o en esta zona a 3.0Q9 me tros de .altura. Según Broek-
man las alturas mayores de 3.000 metros ocupan en el valle andino del Mai-
po una su.perficie "de más o menos 2.700 kilómetros cuadrados . Esto· significa•
que la región de alim entación del glaciar cuaternario del Maipo, era más o·
menos tres veces m~yor que· el campo de hielo d·e -Juste:dal, en Noruega . Sí
además se"toma en consideración que todo el exceso de nieve, que se acumu-·
laba en esta enorm,e zona, tenía como úni ca salida el valle del l\faipo, se com-
prende la situación tan baja que ocupó el término del glaciar en el Cuater-
nario. A esto debe agregarse la cantidad considerable de precipitaciones.
que caen aun hoy día en la cordillera de Santiago y que en la mina del Te-
niente, a solamente 2.100 metros de altura, alcanza ya a un metro.

10).-La Cronología de las Epocas Glaciales de Chile.

Uno de los problemas más interesantes es la paralelización de las dife-·


rentes épocas glaciales que se conocen en los ~os hemisferios de la tierra.
Para poder hacer esta compar ación debemos conocer primero la cronología
cuaternar_~a de Europa, que ha sido tratada con_ todos d etalles, por J. Bayer,
Director de la Sección Prehistórica d'el lVIus~o de Historia Natural de Viena,
en su importante obFa sobre el "Hombre Cuaternario ". Mientras que al
principio, la geología había servido para determinar la edad de las culturas
prehistóricas, Bayer sigue el camino opuesto; emplea -las culturas paleolíti--
cas para obtener la cronología del cuaternario,.
. . El r esultado más importante de sus estudi~s es la reducción de las cua-
tros épocas glaciales de Penck y Brückner a tres, suprimiéndose la primera,
que es 1·a de Günz, manteniéndose solamente las épocas de Mindel, Riss y-
Wfum. Pero, según Bayer, estas tres glaciaciones no son de la misma im:..
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 253

portancia, como p.uede verse en la figura 77, en que la curva gruesa repre-
senta la situación de la línea de las nieves eternas durante el cuaternario .
La línea delgada horizontal corresponde a la situación actual de la m isma.
línea . Vemos que en el plioceno y también en la época interglacial, el dima
era más caliente que el actual, porque la línea d'e las nieves se hallaba a va-
rios cientos de metros encima d e la línea actual. Pero, en las épocas glaciales.
de Mindel (M ), Riss (R ) y Würm (W), la lín_ea de las nieves descendió
fuertemente, en más ele mil metros, de modo que muchos cerros, que hoy·
carecen de 11ieve en verano, quedaron cubiertos por n evados y glaciares.

Ant1quu:, ·rounu
mridior,.-F. Trogonlher1i"-F. Etru.cu•·'- 1'1<rclrii-F. l'rimi9~nius -Fauno

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'Época q/acial nuev,.

Fig. 77. Diagrama de las épocas glaciale.s, según Bayer.

Bayer d'istingue tres glaciaciones: una antigua, que es la primera, y una'.


glaciación nueva, que _se divid e en dos máximas por inter calación de u n pe-
ríodo relativamente corto de un clima más benig110. Este período es el úl--
timo interglacial, corresI?ondiente a la época paleolítica del Aurignacien .
Sin embargo, conviene se~uir hablando de tres ép9cas g-laciales, separadas.
por dos épocas interglaciales, d'e las cuales la primera tuvo una duración
muchq más grande que la segtmda.
En Europa, el hielo alcanzó su mayor ex.tensión en la p.r imera· época-·
glacial : P ero también en la segunda época, el hielo alcanz§ casi la misma
extensión y, en algunas partes, pasó aún encima de:l borde alcanzado eri
la primera época. También en la ,tercera época, el hielo quedó muy poco,
atrás de las morrenas d e la segunda ·época. L os sedimentos cl_e la tercer a
época recibieron el nombre d'e morrenas daniglaciales.
Después de haber alcanzado su máximo de extensión en la tercera épo··
ca, el liielo no se r etir ó en forma continua, sino debido a diferentes p erío-·
dos en que el clima volvió a empeorar , el tér mino del hielo quedó esta·ciona-
rio durante muchos siglos, dep.ositando en su frente grandes corcfones ele mo--
rrenas t erminales. Son éstos los llamados '' estados de retroceso''.
254 DR. JUAN BRÜGGEN.

El primero se efectuó a poca distancia de las morrenas claniglaciales.


,depositando la gran morrena báltica o gotiglacial. Esta morrena báltica
.acompaña la orilla sur del lVIar Báltico clesde el sur de Dinamarca hasta el
Golfo de Riga. Según la, cronología de De Geer en Suecia, este estado de
retroceso terminó hace unos 18. 000 años .
I{ace unos · diez mil años se produjo una nueva interrupcjón del retro-
,ceso del borne riel hielo, formándose las morrenas finiglaciales, que atravie-
san como un gran cordón de lomas· a toda la península de Escandinavia des-
-de Noruega hasta· Finlancl.ia.
Nuestros estudios anteriores de la glaciación de Chile, nos han enseña-
do una repartición muy parecid'a de los sedimentos glaciales., Las morrenas
.más antiguas, ·de la primera época glacial se encuentran tanto en La Cueva,
,en fr. me&eta · de la Cordillera de la Costa, como en el valle de Coyn, en una
_situación enteramente independiente de la topografí~ actual.
Después de su sedimentación hubo una larga época interglacial, en que
&e produjo el hundimiento del valle l011gitudinal y un&, fuerte denudación
y erosión de profundos valles, que se adaptaron a las nuevas bases de erosión.
Después de la primera época interglacial muy larga vino el avance del
.. hielo de la. segunda época glacial que depositó las morrenas de piedra pómez
.Y de material volcánico dentro de los valles d e e1·osión y dentro del valle
longitudinal. Después de una época intergla1:ial más corta, pero siempre de
.alguna importancia, se pr~dujo la tercera glaciación (morrenas daniglacia-
.les ) a la cual pertenecen los grandes anfiteatros morrénicos situados en las
.desembocaduras de los grandes valles andinos. Son las morrenas de Ptten te
Alto .:r la~ sitna·da~ a la salia.a del ·río Laja de su valle andino.
Después se retiró el hielo presentando dos etapas o estados de retroce-
:·so, depositando importantes morrenas dentro d,1 la cordillera eu Chile cen-
tral y ,en el borde de la c·ordillera en el sur.
A la primera etapa,· o sea, a lhs mori-enas gotiglacialcs o bálticas de
:Europa pertenecen las de Portillo en el nacimiento del río Aconcagua, las
de la Laguna :~egra en el valle del Yeso, las del Abanico en el río L aja y
..al fin· las morrenas qut rodean los grandes lagos del sur de Chile.
A la segunda etapa, o sea, a las morrenas f~niglaciales podemos atribuir
las morrenas del Campamento Valdés en el Cajón del Volcán y muchas otra~
: situadas en la vecindad de los glaciares actuales.
No es posible indicar en todos los valles andinos las morrenas que co-
,rresponden a los diferentes estados de retrocesos. A las morrenas gotiglacia.

0
1es parecen pertenecer las morrenas de Los Cbacayes en el río Cachapoal,
~ituadas a 1. 000 metros ·de altura y las de l\Iaitenes en el valle -del Teno.
A las finiglaciales las morrenas que estancaron l~ lag1~na del Teuo y otras
,que estancaron la laguna de :Bral en er río· Melado.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 255

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En Patagonia, O. Oaldenius trató de paralelizar sus cuatro sistemas mo-


rrénicos con las glaciaciones del hemisferio norte, valiéncl'ose del procedi- .
miento· descubierto en Suecia, que consiste en determinar la edad de un se-
dimento glacial por medio do la comparación de los "varves", o sea, de las
ca.pitas delgadas de arcillas r ayadas de origen la.custro-glacial. Según este-
procedimiento, Oaldenius paralelizó las morrenas d"e su cuarto sistema, ar
cnal pertenecen las de la segunda Angostura clel E strecho, con las morre-
256 DR. JUAN B RÜGGEN.

nas finiglaciales y las d'el tercer sistema con las morrenas gotigl r,,.::iales o
bál ticas . Si..:;,niendo el •orden d e las morrenas patagónicas, el seg undo sis-
·tema de Caldenius· debería pertenecer a las daniglaciales y el p r imer sis-
tema a la segunda o a la primera época glacial, o sea, faltaría en Patago-
·ni::. el representanü. dt rn:.a import&ntt .Spoca @facial del h emisferio norte,
·mien t ras que los estad.os de retr oceso se habrían d"tisarrollado con todos los
·detalles .
En contra ele la cronología de Caldenius habla su d escripción de las
·morrenas del segup.clo sistema que están "formadas p.or un material muy
,descompuesto" in dicando que "se han formado P.n una época remota del
tiempo. glacial ''. Esta descr ipción coincide ml!Y poco con el aspecto que ti e-
·nen las morrenas daniglaciales en E uropa.
Por esto me pare ce más r ecomendable considerar las morrenas inicio-
_glaciales de Óaldenius 9omo pertenecientes a la primera época glacial ele
Europa. L o mismo que en Chile central, las morrenas más antigu as d e Pa-
tagonia no tienen relación con la topografía actual. Después de. su sedimen-
tación hubo el largo intervalo de la pr imera época interglacial con su fuerte
,denudación.
E l · avance del hiei o en la segunda época glacial encontró ya los valles
principales formados dentro ele l os cuales se depoi.;itaron las morrenas del
·segundo sistema d e morrenas de Oaldenius, que se hallan a la entrada del ,
.Est r echo de :M:agallanes .
Despu és de un corto inter valo ele la seg unda Época interglacial, _se pru-
clujo un nuevo avance del hiel o y se d epositaron_ en la t ercera época glacial
las mouenas del tercer sistema, que forman en el E strecho la primera An- 1
g ostur¡¡.. Las morrenas de la .Segunda .Angostura p erten ecerían ya al pri-
mer estado d e r etroceso de la t erc era época ght(,ial, correspúndiendo a la
gran morrena bált ica o gotiglacial. Al fin, las' morrenas finigla<·iales, las
deberíamos esperar d entro de los grandes valle" andino·s.- Caldenius mismo
·menciona un quinto sistema _d e rnorrenas.
Cop está ' nueya ,cr0nología coincide más la r elación especial entre las
,morrenas de los estados d e. retroceso de Europa. donde las mo_rrenas desde
la primera hasta ·la terrera época glacial, incluyen<lo aún las morrenas bál-
·ticas, tien en poca distancia entre sL ·Así, los sistemas segundo a c·uarto de
illl.Orrenas de Caldeniu~ se hallan ai' este del lago Buenos Aires casi en -con -
tacto un sistema con el otro, y t ambién las morrenas inicioglaciales se ale-
jan muy poco de l os grauél:es anfiteatros sig uientes. En Europa las morre-
·nas finiglaciales corresponden ya a un· retroceso considerable del hielo hasta
· cerca de su t érmino actual . También en l os Alpes_. donde las morrenas dtl
Gschnitz corresponden más o menos a las finiglaciales, se hallan ya muy
;;ar riba en los cajones glaciales.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 257

En el cuadro sinóptico al lado, encontramos una síntesis de la cronolo•


gía de las épocas glaciales de Chile central y Patagonia comparada con ' la
,cronología establecida en Europa.
''l
En una obra muy interesante Koeppen y Wegener han expljcado las re-
,laciones glaciales del ··cuaternario, en cuanto se observan en el hemisf~io
.norte, por. una migraci6n del poio norte desde la zona del Estrecho de '.Behr-
ing, a través de la isla de Baffin hacia el ce.n tro de Groenlandia, y desde ~h,í
thasta su posición actuar. Han tratado en seguida de explicar la correspon•
,diente migración del polo sur dando algunos datos breves sobre ,la historia
_geológica última de Chile. Según esto, el polo sur habría tenido a principios
del cuaternario su mayor distancia del centro de Chile cuando Concepción
,habría alcanzado una latitud geográfica de 159 • Basándose eri las P,Ublica·-
,ciones d'e Innscher y Berry, consideran de edad cuaternaria a la flora tr:opi•
,cal contenida en las capas carboníferas de Arauco y Concepción. Pero, una
;breve mirada al perfil tectónico del ter ciario de Arauco (figura 10) bas,
tará para convencerse de la imposibilidad de atribuir una edad tan nueva fi
,estas capas. En caso de comprobarse Ja migración del polo norte en l a .for-
ma supuesta, habría que suponer que la costra terrestre d'el hemisferio sur,
respectivamente, sus bloques continentales hayan ejecutado movimientos
independientes, lo que se amoldaría bien a la teoría de las trasladaciones con-
1tinentales establecidas por Wegener.

11).- La expansión de los bosques en el sur durante la época postglacial

Los grandes cambios climatológicos de la époc:a glacial que constituyen


fa tran.sición al clima actual, han influenciado fuertemente en la vegetación.
Para el estudio de estos procesos se prestan los mantos de turba que se han
formado en depresiones situadas en la región r ecién abandonada por el hie-
lo. En muchas turberas la sedimentación de la substancia vegetal principié!
inmediatamente después del retroceso del hielo y -continuó sin interrupción
hasta nuestros d'ías. En los pantanos donde se formaron l~s acumulaciones
de turba, han caído y se han conservado también restos de plantas que cre-
ci.eron en los terrenos vecinos.
De especial importancia son los polen: su forma característica permite
determinarlos fácilmente; además, la eno~me cantidad de polen que se des-
prende t odos los años de las flores, permite establecer una estadística exacta
de la composición de la -flora. Al estudiar cada centímetro de una masa
de turba de varios metros de espesor, podemos constatar todos los detalles
de los cambios que ha sufrido la vegetación de una · comarca durante miles
de años .
F. G. 17.
258 DR. füAN' BRÜGGEN.


Por tales métodos, Vaino Auer, jefe de la expedición ·finland'esa a Tie-
rra del Fuego y Fatagonia, estudió en los años 1937-38 las grandes turberas·
de esa zona y llegó a r esultados muy importantes.
La confección de la cronología postglacial fué facilitada grandementt
por la existencia de cuatro- capas de tobas volcánicas, d'e pocos centímetro1:t--
hasta dos nietros de grueso. Se pudo comprobar que las erupcion..es de las:.
cuatro capas de tobas se !habían prod:ucido simultáneamente en toda la ex-
tensión entre el lago Nahuelhuapi y Tierra del Fuego. Como las cenizas han·
p~ovenido de diferentes centros volcánicos, Vaino Auer compara a los volea-·
nes de la. cordillera patagónica como una batería de cañones ,q ue disparó va-·
rias salvas.
Según los estudios de la expedición finlandesa, d'espués d el retiro del'
hielo, toda la superficie de Tierra del Fuego careció de •bosques, siendo una .
zona de estepas de pasto .. Pero, luego el bosque avanzó desde sus réd'uctos-
que probablemente existían en· los faldeos de la costa del Pacífico no alcan-
za.d os por el hielo: tal como observamos hoy que al lado d e los glaciares de-
Patagonia, las faldas e·s tán cubiertas. por densos bosques. D e esta manera
se explica que el bosque ayanzó desde ·Ia cord'illera de Tierra de~ Fuego en urr.
ancho frente, siendo su movimiento dirigido ·hacia el NE, como se ve en lai.
figura 79.

Fig. 79.-Las situaciones del borde del bosque en Magallanes darante las diferentes erupciones
de tobas vct.cánicas (I-III). Según Auer (lineas isobilocrónicas de Nothofagus pumilio). e.m.
extensión máxima d:e1 bosque.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 259

Vemos que el bosque alcanzó su mayor extensión poco después Je la


.erupción III; desd'e ento·n ces r etrocedió considerablemente hasta su posición
a ~tual, continuando todavía e-1 r etroceso. Como causa del retroceso_ actual,
.Auer indica el aumento de la, temperatura que trae como consecuencia una
rmayor f uetza d~ las corrientes de aire, especialmente de los vientos secan-
1tes del tipo de fóehn. .
También para el sur de Chile, debemos supon~r una vegetactm d'e es-
tepas de pasto encima de las regiones recién abandonadas por el hielo . Al-
·rededor de la veg~ta~ión baja de pasto se depositó una gruesa capa de loes
que cubre también las morrenas terminales que r od'ean los grand es lagos de]
sur de Chile. El loes se presenta como una capa de greda sin piedras de co-
'lor relativamente claro, sin la mezcla de substancias humosas que deberían
•esperarse en el caso d e que el loes se hubiera formado ,bajo la cubie!ta de
·un espeso bosque. La tierra vegetal de color obscuro se limita a los 30J,50
•centímetros superficiales. ·
También las capas de tobas volcánicas tienen su representante en el la-
·d 'o chileno. Aparecen generalmente como capitas a¡narillentas de 10 a 20
,centímetros intercaladas en el loes. Cerca de la cordillera y de los centros
·volcánicos aumentan considerablemente en espesor .
Al este del lago Calafquén se halla el pequeño lago Pellaifa .en el cual
·.desemboca el río lVIalihue. Tanto los lagos como el valle del río estuvieron
ocupados 'por el gran glaciar del estado de retroceso postglacia-1, de modo
.que la superficie pulida de las rocas graníticas que forman el fondo del va-
lle de Malihue, es también de edad postglacial. Como se ve en los cortes d'e]
.camino, encima de estas rocas puJidas yace una capa de loes de 1J2 a 1 me-
.tro; 'encima de ella hay un manto de 1 112 a 2 metros de piedra- pómez con
·diámetro de 114-1 centímetro; el perfil termina arriba con otra capa de loes.
De modo que la piedra pómez constituye una intercalación en una capa uni-
iorme de loes. Solamente en la superficie misma se observa una transforma
.ción d el loes en tierra vegetal (1) .
El límite superior de la piedra pómez es un poco borrado porque algo
,del loes ha sido lavado hacia abajo, pero no hay ningún indicio de descom-
·,posición de la piedra pómez por las raíces de los bosques, con excepción ele
.algunas raíces grandes que han seguido a alguna grieta. Alredeuor de estas
raíces pertenecientes a árboles d'el bosque actual, se nota cierta coloreación
,obscura d e la piedra pómez. Si la capa superficial de loes se huhiera formg.
,do debajo de un bosque, toda la parte superior ide la piedra pómez debería
'haberse descompuesto uniformemente por el ataque químico de las raíces.
Además, si una masa de dos metros de pie_dra pómez hubiera ·caído encima de

(p Fotografia.s y otros detalles en BrÜggen (18).


260 DR. JUAN BRÜGGEN.

un bosque de árboles grandes, la capa volcánica debería contener. grandes


cantidades de r amas y troncos sepultados.
Resulta que también en el sur d~ Chile, el terreno abandn nudo por ' e}
hielo quedó primero cubierto por ·vegetación ele estepas alrededor de la cua?
se depositó el loes. El bosque que se había retirado hasta los cerros de la .cos-
ta, volvió solamente mucho más tarde.

12) .-Cambios del clima chileno en los tiempos históricos

Este tema que se discute siempre cuando sobrevienen algunos años ex


cepcionaltnente secos, lo hemos tocado ya brevemente para el norte desértico
Eri Chile central, la mayor parte de los habitantes consideran este seca-
miento como un hecho indiscutible y aducen como c.ausa la devastación de
·los bosques desde la conquista. La influencia del bosque en la cantidad de
las lluvias es muy reducida y aún dudosa según estudios muy d'etenidos que
se han ejecutados en numerosos países. Para Chile central, esta influencia
queda descartada por , una reflexión muy sencilla :
La evaporación del agua de las hojas de los árboles es mayor en lo~
meses de verano y d'isminuye considerable!).leute en los meses de invierno
con su aire húmedo y sus temperaturas bajas . Además, en, invierno cesa prác
ticamente el r iego de los campos agrícolas en el valle longitudinal . Estos
mismos campos entregan grandes cantidades de vapor de agua al aire, du-
r ante el verano, en parte por evaporación directa, en parte por intermedio
d'e la vegetación. La alfalfa, por ejemplo, evapora tres a siete vece& más agua
que un bosque de árboles ,grandes.
Sin embargo, las lluvias caen en los meses de mayo a agosto que son
de escasa evaporación . Nlo podemos suponer que las grandes cantidades de
agua evaporadas en verano, quedeu muchos meses retenidas encima de la
est recha faja d'el territorio chileno. Por consiguiente, las ,lluvias de invier-
no no pueden depender de la evaporación en l os terrenos vecinos, sino se
trata de procesos de la ,circulación general de la atmósfera.
Ya en el año 1877, cuando estuvo terminando un período de años secos,
B. Vicuña Maskenna t r ató el problema del supuesto secamiento del clima
de Chile en su obra: "Ensayo sobre el clima de Chile" . Es sorprendente con
qué criterio cientüico moderno, .este gran escritor dilucidó el problema des-
de todos los lados, citando y comparando las diferentes observaciones.
Ultimamente, Ernesto Greve, el eminente geógrafo, trató el mismo temai
en el primer tomo de su obra "Historia de la Ingeniería en Chile" . De l as
dos obras provienen las citas siguientes de los cronistas de la época colo-
nial que nos ilustran acer ca de las condicioi;ies climáticas durante los últi-
mos siglos.
Acerca de la región de La Serena, Antonio de Herrera, escribió :
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 261

"No llueve en ella sino tres a cuatro veces al año, y en las. tierras ,antes
della nunca llueve".
El cronista de Indias, Juan López de Velasco, escribe que en Santiago:
"Llueve algÓ más en su comarca que en la de La Ser,ena, aunque de ocho
años a esta parte ha d'ejado de llover casi del todo, que no hace mucha falta
el a gua más de para los pastos alguna cosa y para cogerse el oro que ( :,e
saca más cuando llueve".
Vemos que las condiciones climáticas, en cuanto se trata de las lluvias,
eran las mismas que hoy. Lo mismo que hoy, los años muy secos trajeron
mucha mortandad de los animales, como comlmica la Historia Geographica e
Hydrográpb!i:ca, escrita en 1760, por orden del Presidente Manuel Aniat y
Junient.
En las actas del Cabildo ue Santiago, se mencionan al principio sola-
mente las grandes inundaciones del río lVIapocho que amenazaron cada 10 a
20 años a la cápital. Las sequías eran menos temidas, ya que la población redu-
cida siempre podía contar con cosechas suficientes provenientes de las pe-
queñas chacras regadas.
Pero, en el transcurso del tiempo;· se sintió también el peligro d'e las se-
quías demasiado grandes. Vicuña Mackenna, nos relata de grandes procesio-
nes en que se rogó por la lluvia tan necesitada. En el año de 1705 no había
caído ninglma lluvia hasta el 7 de julio y en el año 1771, la sequía se habJa
extendido desde el verano pasado hasta el 3 de agosto , El gran período seco
del año '1771 duró hasta 1793, interrumpido, solamente por los años más llu-
viosos de 1783, con· la gran avenida del Mapocho y de 1791.
A este clima preferentemente seco correspondió también el aspecto del
país en la época colonial, antes de la existencia de los grandes canales que
casi todos fueron construídos en la primera mitad del siglo 19.
En el :valle del Aconcagua se cultivaron solamente estrechas fajas e:q
la vecindad del río. Los anchos valles de Catemu, Ocoa, Llay-Llay estaban
cubiertos por matorrales de espihos. Tenían el aspecto que ofrecen hoy cier-
ta~ partes de la región de Tiltil. Lo mismo vale para el llano de Santiago que
hoy sobresale por su gran fertilidad . Hace algunos siglos, un procurador da
Ciudad dijo que las estepas alrededor de Santiago se prestaban ·más para
asaltos que la región del 'l'eno, porque en ellas los bandid'os podían escon-
derse mejor, ,
Tal era el aspecto de los bosques impenetrables de la época colonial.
Er~n impenetrables por los matorrales de espinos, pero éstos alcanzaron so-
lamente pocos metros d'e ' altura. Ya Vicuña Mackenna . escribe que de los
campos actuales regados durante todo el verano, evaporan cantidades mucho
más grand'es que de las estepas de espinos.
Las sequías se extendieron también hacia las regiones australes. E. Gre-
ve cita el "Proceso de Francisco de Villagra" en el cual diversos t_e stigos
262 DR. JUAN BRÜGGEN.

se refie.ren, en sus declaraciones, a una gran sequía que afectó en 1554 a la


región dP. la antigua Imperial, hoy Carahue:
"Fué año muy estéril de agua, que se quedaban las sementeras de lo~
indios en el campo enteras y secas sin llegar a granar ni coger frutos de
.ellas . .. "
"supo este testigo de los vecinos de esta ciudad que había seis meses quti
no lJ ovía ... "
Hemos llegado al sur de Chile, donde según algunas personas, el 0li-
ma anteriormente habría sido más benigno, lo que significa ahora más ca-
liente y menos lluvioso.
·Para· esto se podría citar a Pedro de Usauro Ida.rtínez que escribió en
1782 sobre la ciudad de Valdivia:
"Las uvas llegan a madurar en algunas parras, el año de buen verano,
y en todos los parrones que duran de la antigüedad y son ya árboles creci-
dos, se coge agraz pintón ... ''
El cronista habla también de otras frutas, como brevas e higos y habla
de la "abundancia de duraznos de varias calidades" . En realidad, estas fru-
tas se pueden obtenei: también hoy día en rincones abrigados de los huer-
tos. Además, la inclemencia del clima ha sido descrita por el Gobernado1·
García de Loyola .en una' carta dirigida al rey. En esta carta d'el 12 de ene-
ro de 1598, se dice con !eferencia a las ciudades de Osorno, Yillarica e ºIm-
perial :
'''Todas estas ciudades, están en tierra húmeda, lluviosa, montuosa i
mui fría, i, por esta ocasión, trabajosa para las cosechas, de manera que al-'
gunos años, antes d'e segarse, r enace el trigo en la espiga ... '' '' Toda esta
tierra por esperiencia pasada se entiende que es mui rica, i lo que es moJ:l-
taña espesa i cerrada llega hasta la ribera, del río de Cautín, que pasa poi la
Imperial. .. "
La abundancia de lluyias de la Isla de Chiloé resulta de las palabras
del cronista Alonso' de Ovalle, escritas en 1646; que dicen que las islas c1·eJ
archipiélago de Chiloé "corren plaga de estériles. . . no lo es su suelo, sino
que las demasiadas lluvias ahogan la semilla y no la dejan madurar: a esta
causa no .se coje en ellas trigo, ni vino, ni aceite, ni otras cosas que han me-
nester la fuerza de1 sol para madurar, i es tal .Ja calidad de este archipiélago
que llueve casi todo el año" .
Frente a este carácter general del clima de Chiloé, la descripción si-
guiente de Carlos de Beranger, nombrado en 1768, Gobernador de Chiloé,
menciona solamente cultivos excepcionales, como él mismo lo d'ice:
"En Castro hay · ciruelos y guindas en diferentes partes de sus islas
y también membrillos . . . '' '' Cal buco ha producido melocotones. En las islas
de Achao se ha visto parra con su agraz. En Castro un limón con azahar, bien
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 263

que estas producciones fueron debidas al esmero de los curiosos que con su
cuid'ado logran el fruto''.
Las frutas mencionadas se podrán obtener aún hoy día en veranos no
demasiado fríos, si se aprovechan algunos rincones abrigados de los huertos.
R esulta de los documento·s citados que no puede observarse un empeora-
miento o cambio importante d'esde la conquista.
A un resultado un poco distinto se llega al estudiar el gráfico de las
lluvias anuales de Santiago de la figura 79a . A primera vista r esalta la
gran irregularidad de la repa1:tición de los años lluviosos . Para poder dis-
tinguir épocas más lluviosas y otras más secas, se ha agregado con línea inte-
¿•rumpid'a la curva de las sumas compensadas según la fórmula:

c
16
En ella e significa la altura de las lluvias del año que se quiere compen-
sar. b y d las del año anterior y siguiente y a y e las de los do&' años antes y
después.
Como cifra redonda: para. la altura. media anuai de Santi¡1go hemos to-
mado 350 milímetros.
En el gráfico pueden distinguirse varios períodos lluviosos en que la cur-
va compensada se eleva encima de los 350 milímetros. Los períodos de 1854-
61 y de 1897-1906 y aún del períqdo 1876-91, se caracterizan por una altura
relativaniente alta de la cur'.'a comp.ensada.
En nuestro siglo no se sabe, si la sequía que principió en 1906 se ex-
tiende hasta 1916 o hasta 1925. Si )os años de 1926-44 se consideran como
períod'o lluvioso, en el cual la curva compensada se eleva muy poco encima
de los 350 milímetros, esto indica una disminución considerable de las llu-
vias en los últimos años. Esta disminución r esalta t ambién al considerar so-
Jamente los años muy lluviosos que hasta 1926 se repetían cada 6-7 años,
aún durante los períodos secos, y que pasaron siempre de los 580-600 milí-
m etros, mientras que en los -últimos 23 años, un solo año, el de 1944 pasó un
poco los 500 milímetros .
Resulta que, en realidad', desde 1906, pasamos por un período largo de
precipitaciones disminuídas que bien pueden explicar muchos fenómenos de
secamiento de aguadas en la r egión d e La Serena y otros fenómenos.
De mayor importancia para conocer los cambios de clima habidos en los
últimos años, son los movimientos de los términos de los glaciares que en to-
da la cordillera presentan un retroceso rápido. Vimos más arriba, al descri-
bir la glaciación de la r egión de Santiago, que los glaciares del distrito de
Juncal en la Argentina yacen como delgadas fajas en medio de la ancha plan-
ta del valle de origen glacial.
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FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 265

En parte, parecen cortarse en el medio, como lo observó Hauthal en el


glaciar que d'esciende .por la falda norte del volcim Lanin, al NE. de Valdi-
via . El glaciar de los Cipreses, en la cordillera de Rancagua, retrocedió
1.730 metros en 31 años según Guessfeld, lo que corresponde a 54 metros
anuales. Este retroceso se produjo autes del año 1888, o sea, antes de los úl-
timos decenios considerados como especialmente secos.· No sabemos en qué
forma ha continuado el retroceso posteriormente.
Un fuerte r etroceso de los hielos queda comprobado también para la r e-
gión del volcán de Chillán. Domeyko visitó la r egión a mediados d e febrero
e 1848 y describe las vertientes de .Aguas Calientes situadas al SE del vol-
cán Viejo:
"Por la falda de esta cuesta desciende un enorme banco d'e J,i elo casi
al mismo valle y, en la extr emidad de dicho banco, casi debajo del l,i,.,lo sale
de una gruta cavad'a en el costado del propio cerro, un raudal de agua ca-
liente ... "

También Philippi, que visitó la r egión a fines de febrero de 1862, ,•scrille


que, directamente al lado de la nieve eterna na cen las aguas calientes.
Hoy día existe todavía la misma gruta, de la cual salen grandes ch<YtTos
de agua d'e 52 y 80° C, pero no hay rastro de nieve eterna o de hielo. H ::i.bía
solamente un pequeño planchón de nieve, y esto a principios de verano, t! 29
de diciembre de 1947 .
En el mapa que publicó Philippi, uu gran campo de hiéío se halla dibu-
ja_,do al pie del cerro Purgatorio que parece descender del volcán Viejo . F.l!
el nacimiento d'el valle del Renegado, y a ambos lados del portezuelo que
conduce hacia la falda sur del volcán Viejo, (véase figura 82), no observé
nada de este campo de hielo, sino solamente numerosos planchones pequeños
de nieve que desaparecerán antes del fin del verano.
De mayor importancia para comprender el significado de estos retroce-
sos d'e los hielos, son las observaciones de los avances y retrocesos del glaciar
de San Rafael en Ofqui. Entre 190~ y 1935, el t érmino de este glaciar retro-
cedió siete kilómetros ( véase figura 72), lo que corr esponde a 230 metros
anuales. Pero sabemos, que no se trata de un retroceso definitivo que estu-
viera pr oduciéndose desde siglos, sino vimos que hace 200 años, el término
d el glaciar estuvo más retirado que hoy día y que más tard'e tuvo un avanc,~
de más de los siete kilómetros que r etrocedió en los últimos 30 años.
El ejemplo del glaciar de San Rafael nos enseña que los cambios del cE-
ma son periódicos. Si desde unos 50 o más años, los glaciares están retiráa-
dose en la cord'illera de Chile, esto significa que se trata de un retroceso tem-
poral que tarde o temprano qu_edará substituído por un nuevo avance . De
la misma manera, al actual período de sequía, seguirá un nuevo período de
lluvias más abundantes.
~
O)
O)

EUROPA CHILE CENTRAL PATAGONIA-MAGALLANES

- 1
Epocas glacrlales e Cul¡turas
Situación de las Morrenas Situación de las Morrenas
interglacialles paleolí Ucas
Morrenas finiglaciales Campawento Valdés, rio Volcán. Mor renas del interior de los valles an-
Q) o
'9 gJ dinos.
~ g Morrenas bálticas o Laguna Negra, río Yeso. 2a. Angostura del Estrecho.
'0 ....
"'+'
~ ~
gotiglacia1es Magdalénien Morrenas del Abanico en rio Laja. Morrenas de la onilla or iental de los
íil Morrenas de los grandes Vagos del sur. , lagos Buenos Aires y San Martln. ~
~
- -111. Epoca gll.aclal Puente Ailto. Salida del rio Laja. la. Angostura del Estrecho.
Morrenas danig,laciales Solutréen Cono de rodados del llano de Santiago. Morrenas de fa orilla orientan de los
Morrenas al noroeste de Osorno. lagos Viedma y Argentino. b:J
::el
Denudación. q:
e;)
11. Epoca lnterglaclal Aurignacien ProfundizamieO:to del vaJOe deJ Maipo C/)
en 200 a 300 m. en la región de S. Ga-
briel.
~
Morrenas de piedra pómez de Pudahuel Cabo Virgenes a la entrada dei Estre-
11. Epoca glaclaJ Moustérien y Melipilla. cho. Babia San Sebastián en Tierra del
Morrenas de material volcánico d~ Valle Fuego. Los anfiteatros exteriores de
Longitudinal: Cerrillos del Teno, ete. los lagos patagónicos.
Acheuléen
l . Epoca lnterglaclaJ Chelléen Fuerte denudación y fallas del Valle F'uerte denudación.
Prechelléen Longit udin~.
.
1.- Epoca glacial La Cueva, al Oeste de San Fernando. Morrenas "inicioginciales" encima de fas
VaFle del rio Coya (Teniertte) . mesetas patagónicas.
F.- EL VOLCANISMO

Chile es uno de los países del mundo más ricos en volcanes, no solamente
por la gran extensión de su zona volcánica, que está ocupad·a . probablemente
por más de mil volcanes apagados, sino también por el número de volcanes
que han estado en actividad en los últi_!!los 2.000 años, que d'eben pasar proba-
blemente de cien. .Además, durante todo el mesozoico y el terciario medio, ha-
bía una actividad volcánica extraordinariamente intensa .
Si hacemos excepción de las capas paleozoicas que tienen poca extensión,
más de un 90 por ciento del Territorio Chileno consiste en rocas eruptivas,
que corresponden en su mayor parte a la Formación Porfirítica del mesozoico
y otra parte a los macizos de granod'iorita.
Las rocas eruptivas comienzan a aparecer en el triásico con más de 400
metros de pórfidos cuarcíferos y keratofiros, que forman la base del pürfil
del rético en el valle andino del río Huasco y cuyos productos de destruc-
ción constituyen una gran parte de los conglomerados y areniscas d'el rético.
Las erupciones de keratofiros continúan aún en el Liásico, según observacio-
nes hechas por el señor Muñoz Cristi en la costa de Los Vilos.
Las erupciones de porfiritns empiezan en el Dogger y duran hasta el
plegamiento principal de los .Andes, en el Cretáceo medio. Consisten pr';.nci-
palmente en rocas relativamente básicas, como porfiritas de labradorita, lllP,·
lafiros y diabasas. La estru ctura de almcnd'ras es muy frecuente en las por-
firitas de labradorita, notables por sus grandes cristales tabulares de pl::i.gio,
clasa. Estas rocas constituyen tanto lavas como intrusiones en forma de ma,
cizos, filones y mantos intrusivos, como también tobas, brechas, conglomera-
dos y areniscas .
.A esta época efusiva sigue en el Cretáceo medio, al mismo tiempo quo
el plegamiento de los .Andes, la intrusión d'e las granodioritas, que corres-
ponden probablemente al mismo magma que los efusivos anteriores, a los cua-
les penetran, y a veces los refunden intensamente . El carácter más ácido de
las rocas plutónicas, que tienen, a menudo, en grandes extensiones una com"
posición granítica pura o tonalítica, indica que en el mesozoico se han sepa-
rado principalmente los componentes básicos. Tampoco faltan ent.re la:- gra-
nodioritas representantes más básicos, como gabros y noritas.
Según las investigaciones de Groeber, las efusione·s terciarias de los .An,
des ..Argentinos, se han desarrollado en la siguiente forma: al sur de Mendo-
2:a se formaron en el Oligoceno andesitas de augita, que en parte llevan olivi-
na y que alcanzan hasta mil metros de espesor. En el Mioceno, después de la

\
268 DR. JUAN BRÜGGEN.

dislocación oligocénica, se produjeron erup.cioues m ás ácidas, como andesi.


tas de anfíbola y mica, traqui-andesitas y traquitas. Hubo también erupcio-
nes de basalto. Son estos los eruptivos que Groeber incluye bajo el 1wmbre
de "Basalto I". D espués de las dislocaciones d el Plioceno medio al P lioce-
no superior aparecieron por fin rocas completamente ácidas, como liparitas
y traquitas, y obsidiana postglacial. Las erupciones de basaltos continúan
todavía .

1.- Las efusiones riolíticas del terciario medio

.Al estudiar la estructura de -la Formación Riolítica· del norte de Chile, le


hemos atribuído provisoriamente una edad miocénica, d ebido a la falta de
fósiles. Esta formación tan importante en los Andes del norte se extiende
sin interrupción desde el interior d e Arica hasta la r egión de Copiapó, en un
trecho d'e 10° latitud. Su anchura en la zona d e .Arica alcanza según Douglas
a más de \150 kilómetros; en el interior de !quiqu e, me fué posible reconocer
más de cien kilómetros; además, las riolitas deben continuar en igual forma
en la altiplanicie boliviana, d e modo que resultarían también 150 kilómetros
para esta latitud. El mismo ancho habrá en la latitud de Calama y p osible-
mente en las comarcas po co conocidas situadas más al sur. Considerando ·pa-
ra la Formación Riolítica un ancho medio de cien kilómetros resultaría que
la superficie del territorio chileno-boliviano cubierta por ella ser ía 110 mi]
kilómetros cu adrados. A esto debe agr egar se todavía la continuación d'escono-
éida en territorio peruano .
Douglas indica en el p erfil de Arica a La Paz un espesor de m ás o me·
. :nos mil m etros para la zona central de la Formación Riolítica. En la quebra-
da de Tarapacá calculé el espesor de 'la formación, compuesto por areniscas
y conglomerados, en cerca de 1.500 metros. En los ·Altos de Pica ella consis-
te en más de 300 metros d e lavas riolíticas puras. Espesor es semejantes se
encuentran también al noreste de Calama. Hacia el oeste el espesor de las
1av-as y tobas disminuyen rápidamente; p ero ellas son reemplazadas por are-
niscas y conglomerados del mismo material, que por los mismos procesos
eruptivos del Terciario Medio llegó a la superficie (Fig. 38) . Por lo tanto,
debemos consider ar t ambién estas capas, si quer emos calcular el volumen
de lavas producidas en el ":rer ciario Medio. Debido a que una parte de la su-
perficie calculada más · arriba consiste en afloramientos de rocas fundamen-
tales y que en muchos lugares éstas se en cuentran a poca profundidad no es
posible considerar sino_ una potencia media d e 500 m etros. En consecu encia,
-en la época eruptiva del Terciario Medio de la Puna de Atacama se habrían
producido 50 mil kilómetros cúbicos d'e material d e lavas.
Según esta cifra la zona riolítica d el norte de Chile se puede poner en
parangón con los campos d e lava más grandes conocidos hasta ahora, como
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 269

,el gran plateau de Colombia del oeste de Norteamérica, con 3-400,000 kiló-
·metros cuadrados o con Islandia y otros más .. .Antes de entrar a considerar el
tipo de erupción, debemos investigar si en las riolltas se trata de capas de
"lavas líquidas o de una toba depositada por el aire.
La respuesta a esta pregunta, que parece tan elemental, no es tan senci-
lla. Ya Douglas (pág. 19) escribe que a menudo es ·imposible saber si las
Tiolitas han corrido como lavas propiamente tales o si constituyen sedimen-
tos piroclásticos. Contra la opinión de Forbes, que las considera como efu-
·siones de grietas, Douglas compara esta roca con el Trass de Brohltal en Ale-
·mania y supone que seaP: tobas sedimentadas en un gran lago de agua dul-
·ce. También Wetzel (2) considera que el banco de riolita, del . valle superior
-del Loa esté formado por tobas.
La obj eción principal de Douglas en contra de la opinión que se trate
,de lavas verdaderas, es puramente teórica; él dice que como lava ácida debe-
.ría haber sido sumamente espesa y no podría haber formado capas exten-
·sas. A estó se qp·one el h echo de que las riolttas del distritQ de Pica sop. lavas
típicas ricas en vidrio, con estructura fluidal p'erfectas en parte son piedras
¡pisceas con estructura esferolítica, a los cuales nadie p1.1ede negar el carác-
ter de lava. Sin embargo, deben haber recorrido un camino ele a l o mimos
:30 kilómetros en forma de una ancha capa que en su t érmino tu,o una poten-
·llÍa de solamente 10-20 metros. Lo mismo vale para las lavas de las quebra·
das de Tarapacá y Aroma y ta.m bién para las seis muestras de riolitas descri-
·tas por Douglas, que con una sola excepción, muestran bajo el microscopio
.estructura fluidal, como él mismo lo indica . .
Las lavas por9sas riolíticas gris blanquizcas de la zona de Calama las •
.consideré también en un comienzo como tobas, debido especialmente ,a que
rtienen numerosas inclusiones de fragmentos esquinados de rio-litas; en esta
•forma siguen hasta el punto de erupción de las lavas ~uperiores, en el cerro
Hojalar. En las. riolitas , blancas de este punto encontré numerosas inclusio-
•nes de trozos redondos de.·riolitas, que se•difereñciabari' d'e la ro'ca veciia sólo
.. por tener may or abundancia de mica y que probablemente se formaron antes
.. de la erupción como concresiones más básicas. Además, no puede extrañar
-que las lavas riolíticas se hayan mezclado en su largo recorl'.ido con piedras
-sueltas de la superficie. ·
En contra de la opinión de que las riolitas de estructura brechosa sean
·todas volcánicas habl an consideraciones generales: en los cerros de rocas
fundamentales el banco de ríolita termina siempre a un nivel determinado.
' No se encuentran nunca residuos aislados d e la supuesta toba en las colinas
·v ecinas, que presentan a menudo lugares muy parejos, en los cuales la toba
,se hubiera podido conservar muy bien.
Esta limitación a un nivel determinado podría explicarse por una sedi~
mi.entacié.n en agua; pero falta la estratificación y ad~más es imposible su-
270 DR. JUAN BRÜGGEN.

poner una depresión con agna, de tan extrao"rdinarias dimensiones que sólo,
hubiera existido durante el corto tiempo cuarido se depositaban las riolitás,.
y que hubiP.ra dP.saparP.cido · al forma1;se la capa del yacente o del pendiente.
Con P.stos argumentos no quiero negar absolutamente la existencia de
tobas riolíticas, sino que trato de demostrar la verdadera naturaleza de las:
lavas dP. la mayoría dr.· los h'aucos de riolita ., Para la mayor par te de los pro--
blemas, que aquí nos 'jnteresan, P.S indiferente si, por ejemplo, el banco de-
Conchi, en P.l río Loa, esté formado por una lava o una toba.
Al ~ir ar la Puna de Atacama desde P.l túnel del camino Calama-San·
Ped:ro de Atacama, llama la atención que no sólo e~ ancho valle longitudinar
del Salar de. Ata:cama carece de aüoramientos de rocas fundamenta.les, sino-
que, haciendo abstracción de ,algunas serranías bajas en Socaire y Peine, .
estos afloramientos faltan igualmente más al este donde la formación rioli-
tica sube en forma dP. flexura a la alta Puna de 4.000 'metros (Fig . 27). Se-
tiene la impresión de estar al borde a·e una profunda depresión que más tar-
,le hubiera sido rellenada por las areniscas rojas de Puca y por las capai;; de-
la formación riolítica.
Sobre la Puna de Atacama sobresalen un sinnúmero de gr andes volca--
nes que se levantan hasta más de 5. 000 metros. Y otro punto que lla~a la ·
• atención del ·observador de l a región, es que estos volcanes qu edan limita--
dos casi exclusivamente a la a!ta Puna; hasta donde alcanza la vista hacia el
norte o sur, no se ve ningún volcán que se haya formado fuera del zócalo-
grandioso de la Puna . Se tiene la impresión de que toda la alta Puna hubie-
ra formado una superficie sple_vantada por el magma, y que los volcanes so-
• br.e puestos sean los plmtos de escape de los gases que salieron y siguen sa--
liendo d'P.l magma igneo que se encuentra todavía en el subsuelo.
Estas relaciones subsisten también más al norte, en Tarapacá, donde los .
cerros volcánicos aparecen sólo al este de los Altos de Pica, lo mismo que en
Arica. ?,ero no en toda la altip\anicie encontram,os volcanes modernos, pués ,
en el altiplano boliviano ellos llegan, por el oriente, sólo hasta cierta línea.
La terminación en forma de cuña de las lavas riolíticas y . tobas, tanto-
hacia el oeste, en dirección al Valle Longitudinal, como hacia el este, hacia
la altiplanicie boliviana, indica que los puntos de erupción de las riolitas de-·
ben buscarse en una zona central de la cordillera occidental. Las riolitas de-
ben haber salido de largas grietas extendiéndose hacia el oriente y occidente.
En una erupción a.real (1), en que se podría pensar también en vista 1de su·
gran extensión, no se podría esper ar una posición tan regular d'e los bancos·:
de lava hasta dentro de la Alta Cordillera. En la región central deberían
encontrarse, según esto, numerosos centros eruptivos secundarios, repartidos

(1) Erupción "airea!" es una erupción, en que el magma ígneo aTcanza la: superficie en una...
extensión· de milles de kilómetros cuadrados.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 271

·irregularmente, correspondiend'o a los hornitos de las corrientes de .lava; de-


oerían presentar un aspecto como los cerros Hojalar y Tatio, en el interior
-de Calama. Estos dos están, sin embargo, situados claramente en una grieta
N-S., aparecen algo avanzados hacia el oeste y corresponden a los puntos
,de erupéión dP- las riolitas más modernas.

En todo caso las riolitas, lo mismo que las erupciones posteriores de los
-grandes conos volcánicos provienen del mismo foco gigantesco d'e lava de
·más de mil cien kilómetros de largo.
Las efusiones riolíticas del Tercia'rio Medio no están limitadas única-
mente a la Puna de Atacama. En los cerros que quedan al sureste de Copia-
pó, en la quebrada de Carrizalillo, aparecen numerosos filones riolíticos de 2
:a 10 metros de espesor . Por su color claro, estos filones que alcanzan muchos
kilómetros de longitud, pueden reconocerse desde lejos. A menudo contie,
,nen pequeñas leyes de oro y cobre y están siempre en estrecha relación con
<vetas de estos dos ll!etales, como por ejemplo, en Lomas Bayas, donde se han
,conservado mayores res·tos d'e las capas horizontales de lavas riolíticas.

También en Tarapacá se conocen mineralizaciones . posteriores a las rio-


·litas ; así, en Sagasca; al norte de Pica, hay una importante mineralización
eon cobre en los conglomerados terciarios situados debajo del manto de río-
lita. Podemos citar también la mina de Potrerillos como relacionado con in-
ítrusiones riolíticas.

Mucho más al sur, el cerro Aconcagua parece constituir la gigantesca


:ruina de un centro de erupciones parecidas. Según Groeber (3, p.ág. 92) se
compone d'e traquiandesitas y traquitas, aparte de algunas andesitas de anfí- ·
:bola de edad miocénica. Estas rocas tienen gran extensión hacia el ·norte.
:Pero también las encontré muy al oeste, en territorio chileno. Al NE de 1011
1baños de J ahuel, el borde de la Cordillera d.e los Andes sube en gll&ldes es-
calones a una meseta de 2.500 a 3.000 metros de altura que d'esde lejos se
parece a la penillanura de la región de Santiago. _Pero, en gran extensión,
·Cl)Jno por ejemplo, en la Laguna del Copín, se compone de lavas dacíticas y
traquiandesíticas que suben_lentamente hacia el este, hacia el cerro Aconca-
,gua. Las pude seguir basta el río Colorado, afluente del Aconcagua.

Un poco más al sur, en el nacimiento del río Mapocho, en L¡i.s Condes


1hay una intrusión d'e una dacita del terciario medio. También las minas de)
""['. eniente ~stán relacionadas con rocas parecidas.
En la Patagonia argentina las traquitas miocénicas y otras lavas ácidas
iienen g1:an extensión . En Bariloche descansan encima de la Molasa Pata-
gónica.
272 DR. JUAN BRÜGGEN.

2.--· El volcanismo moderno

Después del solevantamiento de la cor-dillera en el Terciario Superior;.


sobrevino una nneYa época de gran actividad volc~nica, en la cual se forma-
ron los numerosos conos volcánicos, que en término medio tienen una altura·
relativa d'e 1.000-2.000 metros. En la Puna de Atacama se arreglan e. menu,
do, en var'ias líneas paralelas mientras que en centro y sur de Chile los vol-
canes tienen mayor distancia entre sí.
Las obras publicadas hasta ahora sobr e la repartición de los volcanes-,
en la tierra dan una idea completamente errónea sobre la importancia del
volcanismo chileno, debido en parte a que se trata de zonas todavía poco co
nocidas, pero en· gran parte pO'l'que estas publicaciones se limitan casi siem
pre a la exposición d:e la. lista de volcanes activos, es decir, a aquellos qua·
han tenido erupciones en épocas históricas.
El hecho de considerar como activo sólo a los volcanes con erupciones-
documentadas histórfoamente, es cientifícamenl'c muy discutible, pues, no .
existe ninrruna seguridad que volcaues qne han per;nanecjdo en reposo du-
rante 2.008 a 3.000 años no puedan volver a entrar en actividad. El geólogo.
no pued'e dejar de tomar en cuenta los volcanes apagados, sobre todo, porqut1·
para él el corto espaé io del período histórico representa un sólo cuadro de la ,
gran película en que se desarrolla la historia de la tierra.
Además la zona volcárnca de los Andes chilenos está lejos de los ceutros -
poblados, co1,.t,rario a Ecuador y Colombia dond·e muchas ciudades principa-
les se hallan al pie de los volcanes de modo que las erupciones amenazan a ,
menudo los bienes y la vida de la población. En Chile, los vientos constan-
tes del oeste llevan la ceniza de los volcanes situados en la Cordillera d'e los ,
Andes casi siempre hacia el lado argentino, que está poco poblado. Aun en ·
el interior de Santiago pueden ocurrir poderosas erupciones, como las del
Tupungatito, situado en· el cordón limítrofe, difícilmente accesible, sin que·
en Chile se tenga conocimiento de ello; a no ser que de Mendoza lleguen no-
ticias de haber caído cenizas provenientes de algún volcán desconocido. Ve- -
remos más abajo que a fines del año 1880 salieron del p'ie norte del Lonqui- ·
may muchos kilómetros cúbicos c"te lava, sin que los habitantes del Valle Lon
gitudinal hubiesen tomado nota de la erupción . _Y, la Puna de Atacama, si-
tuada a tanta distancia de los centros de población y que es habitada sólo ·
por unos pocos pastores, puede experimentar catástrofes volcánicas, sin que
llegue hasta la costa la menor noticia.
Es enteramente falsa la impresión que se obtiene d el volcanismó chileno,
si se mencionan sólo -las erupciones históricamente documentadas, sin decir·
una palabra del° sinnúmero de volcanes apagados . Esto se puede demostra1
con el' siguiente ejemplo: En su "Manual d el Volcanismo", Sapper (Pág.
352) indica para la zona de la Puna chileno-argentina, sólo tres volcanes ac- -


FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 273

tivos, mientras que la lista de Hauthal, que de ningún modo es completa, ci


ta 78 volcanes d'e una altura relativa media entre 1.500 y 2.000 metros. El:
catálogo de volcanes que estoy confeccionando, contiene ya 110 cerros vol-·
cánicos en e.:,;a misma zona. Estos datos se refiei·en a una región en la qui,
los cerros volcánicos que suben basta 6.600 metros, dominan totalmente el;
paisaje constitu yendo a menudo varias líneas de yolcanes en las que un cono·
dista apenas 15 kilómetros del otro.
Aún un catálogo de volcanes activos y apagados basado sólo en los da-
tos proporcionados por la literatura queda muy incompleto. Esto queda de·
manifiesto con las. si.guíen tes cifras: Un viaje de sólo pocas horas en el Fe-
rrocarril de Antofagasta a Bolivia me permitió r ~conocer 28 volcanes qnt1·
aparecían indicados en el plano como simples cerros, en una zona qne, segúp,
la literatura, contenía sólo siete volcanes. Conservando una r elación seme-
. jante tendríamos para todo el norte de Chile, h asta Copiapó, 800 volcanes.-
en lugar de los 200 mencionados hasta ahora en la literatura. Si tomamos,.
además en consideración que el trecho r ecorrido por el ferrocarril corres~
pond:e a una de• las r egiones mejor conocidas desde 60 años, se debe estimar
en más ele mil el número de volcanes del norte d e Chile.
Los volcanes aislados del norte ele Chile deben pertenecer principalmen·
te al tipo de los conos mixtos. Presentan todos los estados de la denudación;.
'desde el cerro volcánico fresco con los bordes del cráter bien conservados,.
hasta el volcán completame11te destruído. Al este de los Altos de Pica en,
Tarapacá, se levanta, al otro lado d e la depresióil del Salar del Huasco, ' el'
cordón de Sillillica, que consiste en una serie de volcanes fuertemente des-
truídos que ya no permiten reconocer la ubicación d:e los cráteres. Las la~
vas que se encuentran al pie de estos volcanes se componen de traquitas o•
traqui-andesitas de colores claros o · gris obscuros y rojizos.
Más al norte, en la r egión del nacimiento de la quebrada de Camaroues,.
en Caritaya, los cerros Colorado y Gµachane, l\famuta y Tolomp.a correspon-
den a la misma época; de ellos han salido enormes corrientes de lava; espe,
cialmente las de la Sierra Tolompa, que. se ha transformado por la erosión.
en una serie de grandes cerros, se acercan casi a las extensiones d e las capa~-
riolíticas . Las lavas de estos cerros se comppnen de basaltos de hiperstena,
y otros de pi~oxena con feldespatos d:e labradorita, sin olivina.
Algunas de estas corrientes han pasado más allá de la flexura que cons-
tituye el pie de los Andes y parecen haber sido dislocadas por la flexura, lo,
mismo que las capas del pendiente de la Formación Riolítica formadas por
rodados obscuros provenientes de los volcanes citados .
Entre los volcanes recientes, que se mantienen en muy buen estado de-
conservación, existe un tipo especial formado por anchos conos truncados1•

F . G. 18,.
274 DR. JUAN BRÜGGEN.

de gran diámetro, que han sido originados por una o a veces dos efusione~
.-de lavas. A estos corresponde el cerro de 4.960 y 4.860 metr os situados al
··norte de Turi, al NE. de Calama. Parece tratarse de una masa de lava ho-
mogénea que se levanta en a lo menos 900 metros encima d'el terreno vecino.
·En lo que pude observar de lejos, la superficie está cubierta por cientos de
' --pequeños hornitos. La pendiente exterior escarpada indica que la ·1ava, al sa-
1.ir, ha sido muy espesa. Una masa semejante, pero más baja, existe a unos
15 kilómetros al sureste, cerca del pie ori,mtal del volcán Toconce. (Véase
,figura 39) .
Donde la erupción se produjo en un terreno de mayor inclinación, su
· han originado grandes c,prrientes de lava, cuyo punto de erupción es indica
..do por la parte más alta de la lava, que se extiende hacia abajo ensanchán·
,dose rápidamente. Un ejemplo típico es la corriente del Cerro Nlegro, al N.
,,de las pizarras betuminosas del Pular que aparecen en el borde s'ur del ma-
pa ,de la figura 21. En el punt~ d'e erupc'ión, ,en el Cerro Negro, no se obser-
·--va desde lejos ningún indicio de un cono volcánico o cráter. · Una parte de
Ja lava se dirigió hacia el sur y forma hoy la falda norte de la quebrada Pa-
. jonales, mientras que otra descendió hacia el norte t erminando cerca del ac
·tual camíno carretero de· Imilac al Alto del Inca. La lava es un basalto cfo
·labradorita con augita y escasas agujas de hiperstena y cierta cantidad de
-magnetita . A la misma clase de erupciones pertenece también la gran co-
· rriente que dió el nombre al Salar de Punta Negra, situado un poco al sur
-del Cerro Ne gro .
Tales erupciones de enormes masas de lava, acompañadas de muy esca-
-so material p'iroclástico, que a menudo parece faltar por completo, son muy
·frecuentes también en el centro del. país, donde los estudiaremos más abajo.
En Tarapacá, los volcanes se encueiitran principalmente en el borde de
:fa altiplanicie boliviana y quedan separados del valle longitudinal de la Pam-
. pa del Tamarugal por la parte occidental de la Cordillera, formada por ce-
· rros mesozo'icos. Más al sur, esta parte occid¡mtal está separada de la alti-
,planicie por el curso superior del valle del Loa, de modo que de.s de aquí los
volcanes se acercan al borde de los -grandes valles longitudinales, como el
,del Loa Superior y el de San Pedro. Fuera de algunos cordones transversa·
·1es, los volcanes constituyen varias filas de cumbr es enormes, ,que corren de
N. a S. A los 249 de latitud toman rumbo SW. y se acercan con esto, en el
inter ior de Taltal y Chañaral, a:i. borde de la gran depresión del valle longitu-
-d'i nal de Pueblo Hundido.
No podemos dar en esta obra una. descripción detallada de los nume-
·-rosos volcanes del país, sino nos limitaremos a una descripción general, dan-
--do detalles solamente de algunas zonas de mayor importancia.
Poco conocida es la zona de Tarapacá que principia en el norte con los
--volcanes Chupiquiña (5.770 metros) y Tacora (5.859 metros),, ambos con sol-
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 275

fa taras y grandes depósitos de azufre . Al sur del grado 18 latitud sur prin--
cipia en una posición más oriental el cordón fronterizo formado por varios .
volcanes grandes, entre ellos los Nevados Paillachata d'e 6.330 metros . Co-
mo volcán moderno más avanzado se lialla al este de ellos, ya en t erritorio -
boliv~ano, el gigantesco cono del Sajama (6.520 metros).
En el cordón fronterizo se levanta el volcán activo Hullati'ri ( 6.060 me- ·
tros) . A 50 kilómetros . al suroeste, perteneciente p, la zona occidental de vol-
canes, se encuentra el activo volcán de Tulapalca (4.786 metros). El tercer ·
"Volcá1i activo es el Isluga (5.530 metros).
Los grandes conos volcánicos, muchos. con importantes depósitos d'e azu--
fre continúan hacia el sur; h asta que en la provincia <le .Antofagasta, a am-
bos lados del ferrocarril de Antofagasta a Bolivia, principia la gran concen- .
tración de volcanes que c_o ntinúan hacia el sur por todo el borde de la Puna,
de Atacama. En un viaje de cuatro horas por el ferrocarril nombrado, se-·
puecTeu contar 34 graneles conos volciínicos, entre ellos, tres activos: el Olla-
güe (5.872 metros) con una gran solfatara en el borde suroeste de su cmn-
bre, el Olcn (5.340 metros) con solfataras y el San P edro (5.970 metros). An-
tepuesto al pie occidental cTe este último volcán se halla· el p equeño cráter ad-
ventivo de la Poruña; de su costa.do occidental salió 11na enorme corrient f."·
de ·l ava de unos 9 kilómetros de longitud y de un ancho de uno 'a dos kiló--
metros.
Más al sur entramos al terreno representado en la figura 27, donde la .
frontera con Bolivia está formada por un alto cordón de grandes volcanes,-
que viene desde más al norte. En el plano principia co; el volcán activo
Putana, llamado también Machuca o Jorjencal (5.700 metro~). El gran cor--
aón fronterizo está formado por los volcanes Putana, Corenquenca, Esca-
lante, Azufrera Escondida y Sairecabur, todos de alturas entr e 5.700 y 6.000
metros . Se hallan tan juntos que los pies de los conos se tocan, resultando
una verdadera s'ierra volcánica. Estos volcanes se han edificado encima de
la grieta de erupción de la cual sa1ieron enormes masas de lavas de bloques·.
formadas por basaltos de biotita, .en parte con olivina . Son r ocas ele color-
gris claro, de estructura porfírica con fenocristales 'de labradorita, anfíbola, .
biotita, hiperstena, augita y olivina. Constituyen una alta meseta sobr epue~
ta a la formación riolítica .
Después de una breve interrupción siguen los volcanes Licancahnr--
(5.939 metros) y Juriques (5.710 metros) . Ambos constituyen un grupo ais-
lado rodeado por la alta meseta riolífica de 4.000 metros d'e altura. Con su-·
arreglo en una línea NN"W.-SSE, indican una desviación de la cadena volcá-
nica hacia el .SE. Esta desviación coincide con un retroceso igual del pie de
la flexura de la Puna. Con esta d'esviac'ión de los volcanes hacia el sureste--
se cumple la regla que ningun.o de los grandes volcanes de la Puna descien- ·
276 DR. JUAN BRÜGGEN.

de de su imponente zócalo de 4.000 metros de altura, constituído por la mese-


rta riolítica .
A una distancia de 10 kilómetros del pie del Juriques pr'incipia un nue~
·vo cordón de volcanes, aunque más distantes entre sí. Son los volcanes Toco
(5.680), . Purico (5.650), Putas (5.480), Yálquis (5.510), Potor (5~330),
·Colachi (5.630) y al fin el elegante cono del volcán Pili (6.050). A este cor-
dón que se levanta encima de una grieta de rumbo casi N-S, se halla ante-
·puesto el grupo de los volcanes más pequeños de Macón de 4.860 a 5.140 me-
·tros) y de Honar (4,990). P arecen ·corresponder a una grieta más corta, pa-
·ralela a la anterior, desviada un poco hacia el noroeste.
En la latitud del volcán Pili existe una agrupación irregular de gran-
des volcanes. Al norte 1de la' quebrada de Aguas B1ancas se hallan los vol-
, canes Hecar (5.000) y de la Laguna Verde (5.440) situados en una r ecta que
sale del Pili en dirección hacia el W NW. Al sur del camino se halla el vol-
· cán Aguas Calientes (5.890), el voléán activo Lá~car (5.690 ) con dos cráte- ,
,res, de los cuales el oriental es el activo. un· poco más al sur se halla el ;Ce-
rro del Abra (5.280) que parece consistir en dos conos entre los cuales la cum-
·bre está formad'a por un morro de lava. El volcán más occidental, situado
-donde principia el descenso de la meseta. de la Puna -hacia el Salar de Ataca-
--ma, es' el gran cono del Tumiza (5.670).
Fuera de estos centros principales hay numerosos conos más pequeños, ·
. especialmente al este de los volcanes Pili y Aguas Calientes.
Es d'ifícil determinar grandes grietas de erupción en que se arreglarían
,estos volcanes. Parece que tal grieta sale d'el Pili hacia el suroeste, en la
.cual se hallarían los volcanes Aguas Calientes, Lascar, Abra y Tumiza .
Después de una interrupción corta, sale otra línea diagonal en dirección
ihacia el sureste, príncipiando con el volcán Lejía (5.790) y pasando por el
volcán Chiliques (5.790) al largo Cordón de Puntas Negras, que está forma-
. do por a lo menos diez centros principales de erupciones. Desde este corc;lón
· se han extendido enormes masas de lavas ·de bloques. Consisten en basaltos de
' hiperstena y son una formación análoga a la meseta de basaltos situada al
•oeste del cotdón de Corenquenca .
Hacia el NE del cordón de Punta Negras se extiende la extensa meseta
·riolítica de la Pampa de Lari; carece de volcanes que aparecen solamente a
~gran distancia en el noreste en la frontera internacional. Pero hacia el sul'
del cordón mencionado, los volcanes se extienden bastante hacia el este, has-
. ta la región de Siglia.
Distinta de la aglomeración irregular de los volcanes más orientales, es
. el arreglo de los grandes conos que coronan el borde superior del oeste de la
-Puna. Se trata de los volcanes d'e la lista siguiente, que da también sus dis-
. ttancias:
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 277

Tumiza (5.670) -- Lejía . . . . . . . .. 10 km.


Lejía (5.790 ) - Miscanti . .. .. . . . . 17
,,
Miscanti (5.410) - Miñiques . . ... . 16
,,
Miñiques (5.910) - Cápur . .... . . . . 22 "
Cápur (5.19'0) - Pular . . . . . . . . . 32 "
Pular (6.210) - Socompa . .. . .. .. . 30 "
Socompa (5.050) - Llullaillaco . . . . . . . . . . . . . . . 48
,,
Llullaillaco (6.750) - Aguas Calientes . . . . .. . . . . 25
,,
Aguas Calientes (5.010) - Lastarria . . . . . . . . . . . . 30 "

Mientras más al oriente existen en parte numérosos grandes volcanes,


faltan en genera-1 erupciones mayores entremedio de los volcanes de la lis-
.ta anterior .. D esde el Tmniza hasta el Cápur, los voléanes están arreglados en
una línea exactamente N-S, pero desde el Cápur hasta el Llullaillaco se ha-
llan en una recta dirigida ha~ia el suroeste. Los últimos tres tienen una re-
partición menos r egular, apareciendo una nueva grieta hacia el suroeste, en°
<iim.a de la cual se hallan los volcanes: Lastarria (5.700). Cerro Quebrado
(fl.180), Cerro del Azufre (5.480) y Cerro del Chaco (5.030) que distan 21
kilómetros los primeros d'os y 20 kilómetros los últimos. Es la región donde
tos volcanes atraviesan la zona de valles longitudinales que continúan al sur
ilel Salar de Atacama, y se sobreponen a la Cordillera Domeyko. Lns volca-
nes terminan al fin con el D·oña Inés (5.070), Ojo de Maricunga (4.880) y el
·volcán Copiapó (5-.080).
La línea más oriental, formada por volcanes poco conocidos, alcanzo'.\
mucho más al sur; termina al fin con las azufreras del Toro situadas al inte·
rior de La .Serena y otras en el nacimiento del Río Grande donde hay un
Portezuelo de Azufre en 31º, 19' L. S .
Más arriba hemos visto que el cerro Aconcagua es un antiguo volcán
terciario, del cual han salido enormes corrientes de lavas riolíticas que pue·
.den seguirse hasta las mesetas de la cordillera al norte de Los -Andes:Jalrnel.
.Por esto no lo podemos incluir en la lista de los volcanes modernos. Lo mis-
mo vale probablemente para el cerro Mercedario (6.670) situado en 31° 59'
.Lat . Lo m'ismo que el Aconcagua se encuentra en territorio argentino, pero
una de sus crestas desciende hasta el cordón limítrofe. En los mapas anti-
guos aparece el Mercedario con el nombre de "Volcán de Chuapa".
Al sur de S-antiago comienza uua nueva zona de volcanes modernos, al
principio en forma de conos aislados y separados por grandes distancias. EJ
;primero es el Tupungato (6.550), un cono bien .conservad'o en el cordón di-
visorio de las aguas . A poca distancia al sur se halla en el mismo cordón el
Tupungatito (5.640), un cono bajo sobrepuesto a la llanura alta de la cordi-
Hera . Posee dos cráteres, siendo el septentrional el activo. Del Tupungati-
278 DR. JUAN BRÜGGEN.

to han provenido pr obablemente las lluvias de cenizas que se han observado


varias veces en Mendoza en el siglo pasado.
A 45 kilómetros al sur se halla el volcán San José (5.880) que ha tenido
varias erupciones en los últimos 130 años. Se compone de un grupo de cráte-
res, en parte muy destruíclos .. Lo mismo que el anterior, el San José se ha
constr uído encima de 1m zócalo no volcánico muy alto. Al sur del volcán se
observan Pn el cordón limítrofe Javas claras terciarias .
A 41 kilómetros al sur se h alla el volcán l\faipo (5.290). Es un imponen-
te cono apagado que se levanta unos 2.000 metros encima de su vecindad. Uu
ca.no parecido es el volcán Overo, situado a 47 kilómetros al sur, en territo-
rio argentino.
A otros 40 kilómetros en dirección hacia el suroeste, se halla el grupo de
los volcanes de Tinguiririea ( 4.300) . ,Son volcanes relativamente bajos que se
levantan encima del zócal o alto de la cordiller a. Hay depósitos de azufre,
solfataras y hubo una erupción de humo Pil 1917.
Parece que las rocas volcánicas, especialmente extensas mesetas de ha--
salto, tienen su mayor extensión en t erritor'io arg1mtino, alrede<Jor cJe los CE:·
rros Sosneado y Risco Plateado . Más al sur, entre los ríos Te110, Lcmtué y
Maule, esta zona clr. mesetas basálticas terciarias entra también a territorio
~hileno. donde se observa al mismo tiempo una gran concentración de im-
portantes volcanes, como r.l Planchón· (,3.970), Peter oa (4.090). Después
arreglados en una línea E -W, los volcanes avan·z an hacia el oeste con los vol-
can es Descabezado Chico (3.250), Descabezado Grande (3.830 ), Cerro Azul
(3.810), y,numerosos otros centros de erupciones de lavas muy r ecie ntes. En·
tre eUos se halla el volcán Quizapu famoso por su gran erupción del año 1932.
La r egión está dominada por dos gr andes conos volcánicos, el Cerro
Azul, un ~olcán muy destruído de ed'a d glacial o interglacial y el Desea"
bezado Grande, un gi·an cono bien conservad'o cuyo cráter está ocupado por
una gruesa capa de hi el o.
• En. la misma grieta que une estos dos volcanes se produjeron posterior -
mente nuevas erupciones. Una ·por el "cráter viejo" situado bastante arri-
ba en la falda del cerro Azul. Más abaj o, en el portezuelo que separa los dos
volcanes gr and'es, se produjo la gran erupción de lava del año 1846 que de-
be cons'id erarse como precursor del volcán Quizapu. La erupción dió origen
a una gran corriente de lava que alcanzó 20 kilómetros en dirección hacia el
oeste y ocho kilómetros t>Jl dirección al este . La lava produéida puede calcu-
larse en varios kilómetros cúbicos. Más tarde, la actividad volcánica cesó
por completo de modo que Domeyko, en una visita en 1873 no pudo observar
el m enor indicio de despr endimiento ele vapores. Esta inactividad debe ha-
ber continuado hasta el año de 1894, cuando P. Stange visitó la región 'del
Peteroa . Da una descripción bastante detallada del Cerro Azul y del DescaJ
bezado, pero sin mencionar actividad volcánica en esa zona.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 279

/ 1
611
-n• ~· 40' 1

i t 1f 20
1
30 k•
1
J
Croqlllis de Ca región del volcán Quizapu (a base de un dibujo de M. Vogel).

Según E. Donoso el volcán Quizapu habría ap1u·ecido como cráter nurvo.


en 1910 . Gerth ·habla dP- una fuerte actividad del Quizapu en los años d~
1910-11 . Desde entonces parece que no se ha apagado, sino siguió creciendo
lentamente con una actividad estromboliana . La actividad aumentó consi-
derablemente ah·edP-uor de los ineses de noviemhre de 1927 a mayo de 1928.
Durante el tP-rremoto de Talca del lo. de diciembre d P. 1928, el volcán
faterrumpió su erupción durante 24 horas y después volvió a aumentar su
a."ctividad hasta adquirir la misma violencia que antes. Desde fines ue 1929,
el volcán volvió a su antigua actividad estromboliana, que terminó en 1932
con la gran catástrofe del 10 de abril. Ya antes, el 3-IV, el volcán mostró
, . / / /•.../ /

~·_.,...,.....
..··· Lo 01911//a , , , ; '
Valporaiso -····~······· º .t.,::----'
__

-------- ---
,'o ' , ---- ----
,._.

Posiáón drl bmde de la e,n,":ca


rl10áea6rdalas !8ñoras l
• 11 6 r
fl lJ[
• 12 Ir
13 1T
Pu&or /o f4 Tll
• IS w:

500 1000 km_


i...-==-o-,=-..1::= = =='4

Volporo, ro ··•·

Espesor dt> la ceniza


D menos áe 1mm
~ de fa 10
- defOa SO
- de50a100
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Fig. 81.- La expansión y r epartición de las cenizas del volcán Quizapu. SegÚn Larsson.
ce.
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f sr o la ª/>'º " '"" o d o. -:-<;.!A ,,~ ,tos da l o o n fi91.jo.
;- ' (3 /¿c: ,a
1 1
( • , c f<'~~C'ñ~s c r óre r cs

Croquis de los Nevados de Chillón

Fig. 82.
282 DR. JUAN BRÜGGEN.

una actividad extraordinaria emitiendo grandes nubes d:e color gris verdosor
como lo observaron los carabineros estacionados en la lagm~a Invernada.
Los mismos carabineros se encontraron el 10 de abril en la Laguna Maule·
y constataron una actividad muy fuerte desde la mañana. Ya a las '. 4 de
la tard'e obscureció y a las 7.30 ele la tarde la erup_ción tomó carácter de una.
gran catástrofe. La erupción presentó una serie de fenómenos interesantes.
Así, se notaron hasta 300 kilómetro¡;¡ de distancia, hasta Santiago y Valpa-· .
raíso, fuertes detonaciones que al principio, desde las 14 h oras se sucedían:
a intervalos de medio a un minuto, pero que desde las 17 horas se produ-
cían en forma tan seguida que las ventanas y puertas temblaban sin ó.nte-·
rrupción. Se trataba de ondas propagadas exclusivamente por el aire que,.
además presentar~n la particularidad que no fueron oídas en la vecindad in--
mediata del volcán, sino solamente desde más de cien metros de distancia del
volcán. La explicación se debe buscar en el hecho que las explosiones se han
producido a gran altura, a unos 3.000 metros, desde donde las ondas acústi-
cas no podían penetrar fácilmente a las capas inferiores de la atmósfera .
Además, las detonaciones oídas en Santiago parecen provenir de ondas re--
fle ctadas en una capa alta de la atmósfera, tal como en 11a guerra mundial
las explosiones d'e las granadas pesadas se sintieron con gran intensidad a 200·
y 300 kilómetros de distancia, mientras q:ue a menor distancia había una:
ancha zona de silencio.
Las explosiones extraordinariamente vehementes dieron origen a una.
nube de erupción que alcanzó 12 kilómetros de altura y las cenizas finísimas.
de piedra pómez fueron llevadas hasta distancias enormes. Siguiendo a la
dirección principal de los vientos, las cenizas llegaron hasta Río de Janeiro·
a 3.000 kilómetros de distancia .. En el pie oriental de la cord'illera, en Malar-
gue, a cien kilómetros del Quizapu cayeron 40-45 cm.s; en San Rafael, a
250 kilómetros, seis cms. y aún en Buenos Aires y Montevideo, a 1.100 y
1.300 kilómetros, se observaron cinco mms. de ceniza finísima. Las líneas·.
isocrónicas de la Figura. 81-B muestran el avance 'de la lluvia de cenizas en
los días ~iguientes a la erupdón.
Los cálculos de la cantidad' de cenizas caídas varían entre 2 y 21 kil6-·-
metros cúbicos. La cantidad verdadera se hallará probablemente más cer- -
ca de la segunda cifra, con lo cual la erupción del Quizapu pertenecería a .
las más grandes registradas en épocas históricas.
· No obstante la enorme fuerza de la catástrofe, la intensidad' de la erup-
ción disminuyó rápidamente en los días siguientes. Ya el 21 de abril pude-
subir al volcán que presentó un cráter de 800 a 1.000 metros de diámetro con-
precipicios verticales que en varios escalones conducían hasta el fondo, que-
se ha-llaban unos 100 a 150 mts. debajo del borde superior. Se podían observar-
claraJl!.ente las grietas escalonadas y paralelas al borde, en que se habíau
hundido diferentes fajas del borde. Los hundimientos se habrán producido,.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 283

porque la erupc10n ensanchó considerablemente el cráter, resultando decli-


ves excesivos que dieron origen a los derrumbes posteriores. En tonas par-
tes había columnas d.e vapores blancos y amarillentos que salieron de las
·grietas. La mayor cantidad de vapores salía del rincón J\í'\V. del cráter con
1
·un ruido muy característico que puede compararse con el que procluC'e la
grasa al freírse en una sartén. Solamente la intensidad era mucho mayor,
porque pudimos sentir el ruido ya a dos kilómteros de distancia del cráter.
Se trata probablemente d'e las explosiones de innumerables burbujas, en las
-que sale el vapor de la lava ígnea situada en el fondo del cráter. Al final de
la catástrofe parece haber rebalsad'o un poco de esta lava.. En las fotogra-
fías aér eas puede r econoC'erse una pequeña corriente de unos 200 metros de
·1argo, que bajó por la falda NW.
Mientras el Quizapu seguía apagándose, aparec~ó el 25 o 26 de abril una
fu erte erupción de gases y cenizas en el borde superior del volcán Desca-
bezado, en la falda occidental. También esta erupción disminuyó rápidamen-
te en intensidad, de modo que desde el 17 de mayo de 1932 quedaron sola-
·mente dos columnas de vapor que se observaron hasta fines del año. A prin·
cipios. de agosto del mismo año, se formó un nuevo cráter •e n el pie norte
-del Descabezado que mantuvo una fuerte actividad durante muchos meses.
A·l sur del grupo del Descabezado siguen los volcanes a distancias alre·
dedor de 40 kilómetros, casi tod'os formando grandes conos que se levantan
-encima de la línea de las cumbres de los Andes. En parte se trata de conos
aislados como en los volcan_es Yeguas-Pellada, Longaví, Chillán, Antuco y
,caHaquén. En ellos la actividad volcánica parece haberse concentrado en los
volcanes principales, habiend'o sólo centros secundarios en la vecindad in-
·mediata.
El 'único volcán que pude el>tudiar con más detalles és el · grupo de los
Nevados ·de Chillán (1). En el croquis de la figura 82 vemos qt1e en una rec-
ta de dirección NW-SE. se hallan varios centros volcánicos, entre ellos dos
·volcanes p;inci !Jlles..: en...eLN\\T. eJ Cerro Blanco de !,!_80 metros y en el SE.
-el Volcán Viejo. Entremedio de ellos se encuentra el Volcán Nuevo que nació
"en 190( en la ; o~ del terremoto de Valparaíso. Arlemás existen varios
i~ueño·s cráteres indicados con los signos Cl-3 que en parte se hallan en
·medio del campo de hielo. Al fin hay varios morros de lava de los cuale&
.;; han desprendido grandes corrientes de lava de bloques . A ellos pertene-
cerá probablemente también la gran corriente que hizo erupción en_l 861.
Todos estos volc~nes recientes se levantan encima de un ancho zócalo
·-de lavas antiguaSJque aparece en el cróquis con hachurado distanciado quu
indj~ ~escenso lento hacia los profundos_ valles glaciales del Renegado
(/J""". ~

(1) Mayores detalles en BrÜggen (17).


284 DR. JUAN BRÜGGEN.

y otros ríos. ,! esta erupción antigua pertenecen tarobién_v:ru:ia.s_w.esetas in-


clinadas que terminan con fuerte declive hacia la zona volcánica y que des-
cienden suavemente hacia afuera Son los cerros Negro y Colorado. Parec(t
tratarse de los restos de una enorme caldera volcánica p,erteneciente a la
pr imera erupción gr nde conque pr incipiól a actividad en eí ter ciario supe-
rior o cuaternario inferior. - - - -
Desde este gran centro de erupc1on salieron las enormes corrien.tes de
lava qy.e se exten__dieron hasta el valle longitllilinal donde desaparecen debajo
del relleno cuaternario. Constituyen altas· mesetas de falda abrupta situad'as
~ l oeste del valle del Renegado.
Después de una larga interriwción, las erupciones modernas J?rinci:12.ia·
ron en el cuaternario su eri · aJ.onnac.i.óruleLCe:cro.J3lanco y del Vol·
~án Viejo. El primero es un gran cono volcánico algo atacado por la erosi6~
de los glaciares que descienden por sus faldas . El cráter es grande, de u~
diámetro de un kilómetro. gacia el SE se hall~- anj;filillesto, p_ero casi unido

- - -
otro cráter, el Cerro Bfanco Chico. El Volcán Viejo se levanta sobre un zó.
-
calo ás alt de Jnodo q):!e su altura relati~ es de sólo unos 300 metr-o!L.._]fil
-
diámetro de su cráter es un poco inferior al del Cerro Blanco . En el sur, el
cono P.Stá dP.struía o por Ün gran circo glacial. - - ~
A uno de e; tos volcanes deberá atribuirse la fuerte erupción del año
1751 men cionada por varios cronistas.
El 2 de agosto de 1861, se formó una nueva boca al pie noroeste del Ce-
rro Blanco que procluJo una gran corriente de lava que descendió basta e} \
valle Santa Gertrudis, estancando temporalmente sus aguas que más tarde
descendieron con una fuerte avenida p or el río :&uble. Despu és de 12 a 14
meses se apagó la activida<l; pero a principios de 1864, se produjo . una nue-
va erupción mu¿ho más fuerte, cuyas explosiones fu eron sentidas en Cam-
cepción a 160 kilómetros de distancia. Poco después d'e 1865 parece haberse
apagado toda acti"llidad.
En fos años siguientes hay noticias de diarios que comunican ernpc10·
nes pequeñas, p&ro sin indicar los puntos de la actividad . Pued'e haberse
tratado de ·l a formación de algunos de los pequeños cráteres Cl-3 o ere erup-
ciones en el Volcán Viejo, del cual habría salido una columna de humo en
1891 y 1898. En la n.och.a..de :16---al .1.7 1de ag~to de 1906 iunto con el tene-
moto de Valp~ se formó el Volcán Nuevo, situado en todo el alto d~
zocalo de lavas terciarias . Quedó en actividad estromboliana hasta el año de
1940 a 42. Hoy día, se observa solamente una u · otra nubecita blanca que se
lev~nta encima del "borde del cráter.
Como últimas señales de la actividad debemos considerar las aguas ter-
males que safon en gran número en la vecindad de los volean.es e,s.l)ecial·
mente en el uroeste y sur, donde se hallan las famosas termas de: Cbj])án~
Son vertientes sulfurosas con fuerte olor a hidrógeno sulfurado ·,- ~ ~.taa.__
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 285

~ a s los gases son de origen volcánico que, al subir or las grietas se-
encuentran con agua subterránea a la cual arrastran a la superficie comuni-
cándoles su temperatu.r.a,.Jilla_da,-62 a 96º C. Á i?¿ u -O.. 8~2 ª -
Al sur sigue después el vol cán Antuco que ha sido uno de l os más ac·
tivos en los ú.Jtimos siglos (1). Fuertes erupciones son relatadas desde 1752"
por el P. J . Havestadt, por el naturalista alemán P o~ppig en 1820-28, por I. Do-·
_meyko en 1845. Desde 1884 sn actividad disminuyó mucho y desde 1911 pa .
rece apagado. E l volcán se levanta en medio del gran valle del Laja y ha
estan cado el lago de~ mismo nombre. Pero, hasta 1853 el lago se había redu--
cido a una laguna estrecha de 200 a 300 metros de ancho, como dice Domey-
ko. En este año, una gran corr iente de lava que salió desde el alto de la falda
norte del Antuco, hizo subir considerablemente las aguas de-1 lago Laja que-
h oy se presenta con anchos de dos y medio a tres kilómetros y que, en 1:,u
parte más estrecha, tiene siempre 600 metros.,
El Antuco es un cono relativamente moclerno que se levanta encima de·
un antiguo volcán preglacial que podríamos llamar volcán Laja (véase fi-
gura 67) del cual existen todavía r estos que rodean al Antuco en grau ex-
tt'nsión, presentando una formación como el :M onte Somma alrecteclor del Ve-
subio . Tanto las lavas del volcán antiguo, como las del Antuco son basaltos,.
de olivina .
Según las exploraciones del señor Max Junge que me comunicó verbal-·
mente, la ~ierra Velluda ( 3.580 metros) sería un antiguo volcán . P ertenece-
ría al grupo de vol canes del plioceno o c,uaternario ínferior, como el Trona-
dor , Puntiagudo, Cordillera Blanca, .que se levantan en mil y más metros .
encima de la antigua superficie de denudación de la Cordillera de los Andes ..
Poco conocido es e-1 vol~án Callaquén sit~ado al sur de la desemboca-
dura ctel río Queuco en el. Bío Bío. Es un gran cono imp.onente que se divisa.
desde lejos.
Mucho más al este, en l a frontera con .Argentina se levanta el volcán-
Copahue que ha sido estudiado por Carlos G. Klohn. Lo mismo que los volca-
n es de Chillán, se ·l evanta encima de lavas basáltiéas del t er ciario . La par-
t e más alta, de 2.977 metros, pertenece a un volcán antiguo. Tiene un lago:
en su cráter enteramente apagado . En la época postglacial se abrió un nuevo·
cráter situado a 2 112 li:ilómetros del antiguo . No alcanza la misma altura
que el vol cán antiguo en cuyo cono se levanta. Está actualmente en estado.
d e solfatara y contiene también un lago en el cráter, cuya temper atura nor -
mal es de 20 a 25° C. Pero, en los años 1941 a 1944, cuando aumentó la acti-
vidad .de las fumarolas, tanto de las situadas en el cráter como de l as termas.
situadas en los faldeos del cono, subió la temperatura del lago hasta llegar·

(1) Mayores det ales en Briiggen (10) .


286 DR. JUAN BRÜGGEN.

al punto de ebullición. El agua del lago, llamado Laguna 'de Agrio, tiene una
. alta concentración de ácidos sulfúrico y clorhídrico.
En la zona entre los vo-lcanes Tolhuaca-Lonquimay en el norte y el Llai-
:ma en el sur, los fenómenos volcánicos vuelven a aumentar en forma pare-
cida a la región de Talca. Como precursores del volcanismo actual se forma-
. ron extensas mesetas de iavas en el terciario superior. v;rios antiguos cen~
· tros destruídos se hallan entre el volcán y las Termas de Tolhuaca. El pri~-
-cipal centro de erupción de estas lavas parece haber sido la Sierra Nevada,
hoy día_"Cordillera Bla1foa ", en cuyo antiguo cráter profundamente des-
-truído por la erosión se hallan las Termas de Río Blanco. Al este del pie del
Lonquimay han salido en el siglo pasado enormes masas d'e lavas que se des-
. cribirán más abajo. El Llaima es un volcán activo con erupciones muy
fuertes hasta los últimos afios .
A 80 kilómetros al sur del Llaima se halla el gran v9lcán activo Villarri-
·ca, direetamente en el borde de la Cordillera ele los Andes., En el este enci-
'
ma ele la meseta de la cordillera se encuentra el pequeño cono del Quetru-
pillán y en el cord'ó n divisorio el imponente cono del Lanin.
.- D espués de 60 kilómetros de interrupción se levanta al sureste det lago
Panguipulli el grupo del Mocho-Shoshuenco. El primero un volcán bien con-
( -servado y el segundo frrertem'e nte destruído .
.A 75 kilómetros al sur sigue el volcán Puyebue, conocido en la región
·más por el nombre de Cauye; es un cono no muy alto con extenso cráter llc-
·no de hielo. Es un volcán activo generalmente con escap.e de vapor de agua
.Y con fuertes fumarolas en su pie noroeste.
Entremedio. del Puyehue y el l\Iocho hubo en 1907 una erupción de una
·corriente de lava en Riñinahue, al sureste del lago Ranco. Otra cor11iente
.grande de lava salió más 'ce;ca ael Puyehue en las Azufreras en 1921.
A unos 20 kilómetros al sur ~el volcán Pnyehue se halla el grupo de
]os volcanes de Antillanca. Este volcán, llamado an tes Casablanca, se le-
·vanta hasta unos 1.550 metros y tiene forma de 1m elegante cono volo-ánico
,con su cráter bien conservado. Está rodeado por una media docena de conos
,d e cenizas bien conservados. Este grupo, situado en medio de una extensa
zona no volcánica, termina hacia el sur con el pequeño mar 'de la Laguna
Quieta.
Separado por gran extensión de terreno no voleáuico se halla en la fron-
tera con Argentina el cerro Tronador de 3.47::J metros de altura. Este im-
ponente cerro, que se ·levanta en unos 1.500 metros encima de la antigua
·superficie de denudación de la cordillera, es seg{m las exploraciones de E.
Ljungner un volcán apagado de edad interglacial. En dos p1mtos situados cer-
ca de las cumbres más altas se han descrito exhalaciones sulfurosas . que in-
dicarían que las manifestacion:es postvolcánicas "todavía no han terminado,
..como escribe el citado geólogo sueco. Según W. Larsson las lavas- y el mafo-
FUNDAMENTOS DE GEOLOGI A. 287·

rial ·piroclástico del Tronadt>r varían entre andesitas d'e piroxena y dacitas.·
d e anfíbolas.
La misma edad parecen tener los volcanes fuertemente d'estruidos.
Puntiagudo y Cerr o de la Picada, este último situad-0 muy cerca del vokán..
activo Osorno, d'e modo que sus pies se tocan . Estos volcanes constituyen.
otra zona volcánica, separada de las anteriores por anchas zonas no volcáni-
cas. P ero aún dentro de ellas, no faltan aislados centros de erupción, en.
parte muy recientes . Así, en la orilla oriental de la Ensenada Caibutué, se
halla la Pichilaguna, un pequeño maar, separada de Todos los Santos por·
una circunvalación de cráter de apenas cinco metros de altura . La edad de·
la erupción debe ser muy nueva, posterior al r etroceso del glaciar postglacial.
El Osorno y el Calbuco son dos volcanes .activos . El primero es un con0
muy perfecto que se levanta encima de otro volcán anterior (Osorno I) de-
situación un poco más occidental. Se halla en medio del gran cajón glacial.
que originalmente se extendió desde el lago Tod·os los Santos hacia el Llan-
quihue como se describió más arriba.
El Calbuco se presenta ,más destruído, p.ero ha tenido las erupcione~·
más modernas. Parece que está formándose un p.uevo cono encima del vol-
cán antiguo.
En la descripción llegamos ya a la r egión de l os canales patagónicos.
donde continúan los vofoanes siempre en la misma posición, en la meseta de,
la cordillera, cerca de su borde occidental. Hasta el Mount Burney (52° 20 '}- '
hay unos ocho volcanes impo'r tantes que se hallan más abajo en la lista de-
las distancias entré los volcanes del centro y sur de Chile. El Monte Burney
(1.750 metros) es un gran cono sobrepuesto a la penillanura de los And'e s.
Ha tenido una erupción en 1910. El volcán más austral del país será el. Mon~
t e Oreille en la isla Grevy cerca del Cabo Hornos.
En· Patagonia liabría que mencionar también las mesetas de basaltos y
algunos centros de erupción de estas lavas que se hallan en territorio chilt-
no, en el camino de MagaUanes a Puerto Natales. Son fenómenos que se ha~
Han mucho más desarrollados más al norte en terreno argentino.
Interesantes son las distancias que tienen los grandes centros eruptivos:
en la cordillera d'el centro y sur del país, como se ve en la lista siguiente:

Distancias al volcán
Volcanes
siguiente en Kms.

Tupungato y Tupungatito . . . . . . 45-50


San José 41
Maipo . . . . . . 47
Overo . . . . . . 40
Tinguiririca. . . . . . . . . . . . 45

I
288 DR. JUAN BRÜGGEN.

Distancias al volcán
Volcanes.
siguiente en Kms.

Planchón-Peteroa . . . . . . . . . . 40
Descabezado . . . . . . . . . . . . 40
Y eguas-Pella do . . 40
Longaví .. . . 75
Chillán .. 58
Antuco .. . . 58
Callaquén . . . . 45-50
Tolhuaca-Lonq uimay 41)
·Llaima . . . . . . . . 80
Villarrica . . . . . . 60
Mocho-Shoshuenco . . 75
Puyehue . . . . . . . . . . . ·" 70
Osorno .. . . . . 30
Calbuco . . . . . . 50-60
Yate-Hornopirén . . .. .. .. 55
Huequ én . . . . . . . . . . . . . . 55
Michinmávida 50
Corcovado . . . . . . . . . . 35
Yanteles . . . . . . 70
Melimoyu . . . . . . 70
Mentolat 53
Macá . .

Más al sur hay una interrupción muy grande hasta el Monte Burney,
,donde hasta ahora n o se conocen volcanes, per o, al estu'diar fas fotografías
:a ér eas, el Dr. Keller describió otro volcán rodeado por el hielo continental
,que d'esciende al lago Viedma.
· En la lista anterior Hama la atención la distancia bastante uniforme de
40-45 kilóm etros que tienen lo_s grandes volcanes al norte del Longaví, mien-
·tras que más al sur aum entan las distancias a 50-55 kilómetros para subir a
·70 kilómtros en Patagonia.
H ay algunas excepciones, como los 80 kilómetros eutre el Llaima y Vi-
·llarrica y l os 75 y 70 kilómetros a ambos lados del Puyehue. Volcanes gran-
- -des faltan, pero al N . del Puyehue había la erupción de lava de Riñinahue
,en 1906 y al sur del mismo volcán tenemos una extensa zona volcánica ,a lre-
·d edor d~l pequ eño cono 1de cenizas del Cas.a blanca.
Parece que las distancias r egulares de los volca,!leS de la lista anterior
'IlOií revelan alguna particularidad de .Ja estructura profunda de la costra
,terrestre .
FUNDAMEÑTOS DE GEOLOGIA. 289

•t'I
En los Andes del centro de Chile se observan a menudo enormes corrien-
:tes de lava, que han salido de un lugar cualquiera de la cordillera, l ejos de
conc.<; volcánicos y que se han extendido muchos kilómetros hacia valle aba-
jo. A menudo, pero no siempre, se f~rma al final de la erupción un pequei10
•cono de cenizas, de más o menos 100 metros de alto, sobre el lugar de erup-
ción. En los otros casos, el punto más -alto de la lava correspo~de al punto
·de erupción. En la Laguna del Maule observé oc-ho de tales corrientes de la-
va, poco de sólo pocos kilómetros de longitrrct-. ·Mucho más importante es la 1
-corriente de lava muy fresca que ha estancado la Laguna de Mondaca, en el
·interior de Iviolina.
También el volcán Quisapu se presentó en su primera erupción del año
·1846, como una poderosa corriente de lava de dos a tres kms3. de volumen.
Tal vez dos veces mayor es el Yolumen de una corriente de la-
va que salió de varios puntos situados entre dos y cuatro kilómetros al norte
·del volcán Lonquimay. No obstante fas abund'antes lluvias de esta zona, que
~aen durante . todo el año; la superficie de la lava carece todavía totalmen- ,
te de vegetación , la que comienza sólo en la parte inferior con árboles de 10-
20 años de edad. La lava debe haber corrido en los años 1853 y 1887 hasta
"1889, en los cua:les se han relatado fuertes erupciones d'el volcán Lonquimay.
También la erupción que tuvo lugar en el año 1922, a fines de enero, eu
.Las Azufreras, al norte del volcán Puyehue es una de estas erupciones de
.lava . No ha sido reconocida como tal por la mayor parte de los visitadores,
,debido a que la lava que avanzaba lentamente, estaba cubierta por u~a cos-
.tra quebrada en enormes bloques sueltos. En forma semejante la . cor_riente
·de lava d'el Quizapu, en el año 1847, no fué reconocida como tal pllr Doineyko
:.sino que la tomó por una larga solfatara.
Además de las corrientes de lava, la Cordillera fS también .rica en cerros
volcánicos de formación nueva, cuya primera erupción está documentada
.en parte por relatos de· testigos oculares, como la formación de. los nuevos
·volcanes de Chillán en los años 1861 y 1906 o la del Riñinahue, el 9 de junio
..d'e 1906. Fuera de ellos deben haberse formado en los últimos siglos cientos
.de pequeños conos, perfectamente conserv~dos, de sólo 50-100 metros de a·l·
tura, que a menudo están bastante alejados de los grandes cerros volcánico.s
,en la Cordillera. Parece que no haya punto en la Alta Cordillera en el cual
,un día no pueda formarse un nuevo volcán y se tiene la ~mpresión que baj~
la cordillera existe una enorme masa magmática, que sube lentamente y qutl
.con sus partes más elevadas alcanza la superficie aquí o. allá.
Las erupciones de material suelto de los pequ_eños v-9lcaneJ! nuevos, lo
mismo que las de los grandes volcanes·, ptincipales no son inferiores a las
erupciones de lava mencionadas. más arr.ibá, ·como lo muestra la r eciente erup·
,ción de cenizas del Quizap.u del 10 de abril de 1932, que se puede estimar
F. G. 19.
290 DR. JUAN BRÜGGEN.

en 3 kms.3 . Que tales lluvias de cenizas que se extienden hasta Buenos Airesr
no son raras, resulta de las siguientes frases de Th. Falkner sobre la Patago-
nia publicadas en el año 1775 . La traducción dice:
"Los vcl".canes o, cerros volcánicos, de los cuales hay muchos a este lado de la cordfllera,.
paeden competir por sus grandes y vlO'lentas erupciones con el Vesubio 1 Monte Glbello y otros
cerros semejantes conocidos en Europa. Encontrándome una vez en el Cerro Volcán en los
promontorios de San Antonio (al norte de Buenos Aires), fui testigo de cómo er viento eleva-
ba una enorme nube de cenizas que obscureció todo €.1 cielo. Se extendió por una gran parte·
del territorio de Buenos Aires, slgu.ió a lo largo del rlo de La Plata' y depositó toda ·su masa·
de cenizas a ambas orillas del río, de modo que el pas to quedó cuh'.erto con cenizas. Esto fué
motivado oor la erupción de un vdlcán en las cer canlas de Mendoza, cuyas -cenizas livianas roe-
r on transoortadas por el viento a la increlble distancia de trescientas millas y más".

Las crónicas chilenas no mencionan na~a d'e esta poderosa erupción que·
según R. Lehm,a.n n-Nitsche tuvo lugar en los años 1749 o 1750 o a más tardar
a principios- de 1751 . Esto demuestra lo pe-ligroso que es establecer con nues-
tros def ectuosos conocimientos, una comparación estadística sobre la distri-
bución de los voTcanes activos situa4os fu er a de Europa, si uno se ajust a so-
lamente a las erupciones históricam ente comprobadas, pues la erupción des·
crita por Falkner debe haber pr oducido. también varios kilómetros cúbicos:
ile cenizas.
Bs notable la relación del volcanismo con el Valle Longitudinal . S0la-
tn1.•nte allá donde existe un valle longitudinal bien desarrollado, aparece at
este de él , en la Alta CordillP.ra, una extensa zona volcánica . Con la última
depresión longitudinal en Pueblo Hundido y la · depresión de :.M:arictm ga des<'
aparec'en los volcanes nuevos en el in,erior de Copiapó, los que r eaparecen
con el comienzo del valle longitudinal en Santiago. En -la Patagonia, donde-
el Vall e Longitudinal pierde en importancia, disminuyen también los volea-·
nes .. P ero los· volcanes no se encuentran en las grietas de la fosa t ectónica
misma, como sucede por ejemplo en las ·grandes fosas africanas, sino que co-
rrientemente se hallan bastante alejados. Solamente· en el sur de Chile, des-
de Temuco adelante, existen algunos volcanes situados cerca del borde orien-
tal del valle, como el Llaima, el 0 sorno y Calbuco, etc., que están situados.
casi directamente encima del pie de los Andes.
De naturaleza volcánica pura son también las islas oceánicas como Juan•
Fernández, San F i lix, Isla de Pascua, etc. A·pesar d'e que 'los volcanes de es-
ta última isla tienen sus formas mny bien conservadas, no existe en la tra,
dición de los nativos ningún r ecuerdo de una erupción . La is,la pr oduce Ia,
impresión de tratarse del resto de un segmento de un enorme volean central,.
en cuya superficie inclinada se han formad'o los cráteres actualmente v~iblP.S·
como conos adventivos posteriores'.
Las islas de Juan F ernández p~esentan formas extraordinariamente des·
truídas, de manera que no es posible reconocer morfológicamente la situación·
de los centros de erupción de aquel tiempo. Sin embargo, fa isla de Más a.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 291

Tierra tuvo u na erupción submarina, el 20 de febrero de 1835, en tiempo


•del gr an terremoto de Concepción. Repetidas veces· se ha11 observado otras
erupciones, en' el océano frente a la costa chilena que se describirán al final
·d el capítulo sobre los temblores.
Las islas Desventu rados, situ adas al norte de 'Juan Fel'Iiá ndez, son frag·
, mentos d e antiguos volcanes. La isla de San F élix, con forma d e med'ia luna,
.permite todavía reconocer daramente la. antigua superficie suavemente in-
,clinada del cono an tigu o. Bailey Willis (pág. 122) observó en mayo del aíio
1923 la salida de gases volcánicos de una grieta del a cantilado sur de la isla.
:Después d'el terremoto de Va1lenar, del 10 d e noviembre d e 1922, los marinos
·que visitaron la isla en febrero de 1923 no pudieron subir a la cumbre más
,alta debido a las fuertes axhalaciones gaseosas . Encontraron el agua del mar
tibia y la superficie cubierta de langostas muertas. Fuer a de esto, Bailey
'Wi:llis no pudo en contrar ninguna otra seña-1 de actividad volcánica:
l Lista de las erupciones históricas y volcanes activos de Ohil~
Nombre Latitud Altura Años de erupciones y observacion~s
.l ) Tacora .. . 17° 43' 5.950 estado de solfatara.
2 ) Huallatiri . . . 18° 25 ' 6.060 1908.
.3) Tulapalca . . ·-· . 189 42' 4. 780 1802*, 1862.
4) Isluga . . . . . . • 199 9' 5.530 1863, 1868*, 1869*, 1877*, 1878"', 1885.
.5 ) Olea .. .. . . 20°56' 5.340 1865-67, solfatara .
6) OUagü e . . . .. .. 21 9 18' 5.872 gr an solfatara; 1927.
7 ) San Pedr o . . . . 21º 53' 5.970 siempre con fuñ1arola; 1877, 1901 *.
8) Putana, ( =Ma- 229 34' 5.890 siempre fumarola.
chuca, Jorj eneal )
9) Láscar . . . . 23° 22' 5.690 1848*, 1853-54, 1933.
.10) LlulJ aillaco . . . . 249 44' 6.750 1854, 1868*, 1877.
11 ) Lastarria . . . 259 10' 5.700 solfatar a.
/ .12) Tupungatito .. . 33° 23' 5.640 ¿ 1881'l, 1897, 1901, 1907.
13) San José . . 33° 48' 5.830 1822"', hasta 1838, 1881, 1895-97, 1931,
1941.
14) Tinguiririca . . . 34° 49' 4.280 1917.
15) P eteroa .. . . . . 359 16' 4.090 1762*, 1835, 1837, 1842, 1872, 1889-96.
16) D e s e a b e z d oa
grande .'. . . . . .'3~9 36' 3.830 1932*.
17) Quizapu .. .. . 359 38' 1846*, 1910 a 1932* hasta h oy.
18) Nevados d e Cbi-
llán . . . . . . . . 369 51 ' 3.180 1750-5P·.
1'9) 1Chillán, lava. de
1861 . . . . . . . 1861 *-65.
'20) ChiUán Nuevo . . 1906~ basta hoy.
292 DR. JUAN BRÜGGEN.

21) ChiUán Viejo 1891, 1898.


22) Antuco . . . . 379 25' 2.990 1752'\ 1806-20-28-39-45-53*; d ébil ac
tividad continuó hasta 1884.
23) Copahue .. .. . 379 51' 2.977 solfatara (i ='l'rapatrapa 1876* ), 193T
24) Callaquén . . . .. 379 55' 3.090 fumarola 1929 y en ·otros años.
25 ) Lonquimay . . . . 38º 23' 2.890 1853~\ 1887, 1889. Se tratará ele las.
graneles erupcion es de lavas que sa-
lieron al este del pie del volcán.
26) Llaima . . . . . . 389 42 ' 3.C~ O 1640:l(·, 1751°-52, 1852-53, 1862.¡ 1864*,,
1866, ·1872, 1874, 1876*, 1887, 1889*,
1903.*, 1917*, 1922, 1927, 1930, 1941.
27) Villarrica .. .'.. 39°25' 2.840 1640, 1806,. 1860, 1869, 1874*, 1875,.
1877, 1883, 1893-94, 1908, 1920, 1948* ~
28) Mocho .. .. - .. . 399 56' 2.430 1863-64. •
29) Riñinahue .. . . . 40° 20' 1907* .
30) Las .Azufreras . 409 32' 192F· (gran erupción de lava) .
31) Puyehue . . . . . 40° 35' 2.240 189?*, 1919 .
(=Cauye) ,
32) Osorno .. .. 419 6' 2.680 1719, 1790, 1834, 1835*, 1850.
33 ) Calbuco . . .. 41° 19' 2.015 1837-38, 1893*-94, 1917, 1919. 1929..
34) Huequén . . . . . 42Q 22' 1.050 1893, 1906 .
35 ) l\1ichinmavida .. 42° 18' 2.470 1834-35.
36 ) Corcovado . . .. 439 12' 2.290 1834-35 .
37) Yanteles . . . . . 43° 29' 2.050 1834-35 ( ?) .
38) Viedma .. .. . . . 49° 30' emanaciones ·de vapores.
39) Mte. Burney .. 529 20' 1.750 1910.
40 ) I sla lV[ás a Tie-
rra d e Ju an F er-
nández . . . . .. 1835.
T 41 ) I sla Sah F élix 1922.
Las lista anterior contiene solamente ·l as erup ciones acreditadas histó-
ricamente con i1i.di-0ación del punto d e erupción. Ad emás, existen varias de-
cenas de noticias sobre fuertes erupciones en la cordillera, pero cuya situa-
ción no se puede precisar y que por est e motivo no fi guran en la Esta.
Muchos de los volcanes d e la lista se conocen solamen te en estado d'e fu--
marola; siendo el único dato que se h alla a veces en los itinerarios de expedi-
ciones, que se observó el volcán d espidiendo un p enachito de humo. Las sol-·
fatar as activai, que se haHan en el cráter se han considerado también como·
indicio de la a ctividad del volcán , pero no las solfataras situadas a · mayor
distancia, como por ejemplo, las d e los baños-de Cbillán, Río Blanco, etc .. ·

( *) Significa erupción gr ande.
G. LO;'l TEMBLORES

Los fenómenos sísmicos són tan íntirtíamente ligados a la estructura


geológica de un país, especialmente a las fallas que, debemos recapitular
brevemente los rasgos generales de la tectónica moderna, aun cuando se
repita algo de la exposición dada en los párrafos anteriores . Una exposi-
ción detallada se halla en mi '' Contribución a la geología stísmica de Chile''
publicada en la Revista Chilena de Historia y Geografía, 1943, tomo 102
páginas 260-317 y tomo 103_. páginas 108-174.

1) Las fallas principales recientes, relacionadas con °las cordilleras y el valle


longitudinal

En el terciario superior y en el cuaternario inferior se produjeron gran-


des trastornos en la costra terrestre que, en toda ! a extensión de Chile, prin-
cipió a romperse en largas fajas de rumbo N-S, resultando los vallés longi-
tudinales y, fuera de las dos éor dilleras principales, de la Cos ta y de los
Andes, se forro.aron también numerosas serranías de menor importancia,
1
como la Cordillera Domeyko, etc.
En la parte sur y ce~tral del país, las fallas a ambos lados del vallP. l on-
gitudinal son muy recientes, como puede r econocerse por la escasa erosión
que ha sufrido su plano fuera de los puntos donde l o atraviesan quebradas
o valles preexistentes .' En la región de Santiago, la escasa erosión puede
observarse tanto al pie del cerro de Ramón, especialmente en la región de
La Florida, como en el gran precipicio de los cerros de Chicauma, al norc,e,
te de Lampa ( véase fig . 19) . En otros puntos, el borde del valle longit1.1
dinal está formado por una flexura, descendiendo las superficies de las cor-
dilleras en forma más suave . Esta clase de dislocación, en que no se llegó
al rompimiento completo, es más frecuente en el lado d'e la Cordillera de
los Andes que en el de la Costa; alcanza su desarrollo más grandioso en
la Puna de Atacama y en, Tarapacá.
En la región del Aconcagua t ermina el gran valle longitudinal del cen-
tro de Chile, ramificándose en una serie de fosas estrechas, como las cTe-l
valle ele Melón, de Catemu, de Putaendo (véase fig . 92 ) . Con esto termina
la separación entre la Cordillera de la Costa y el valle longitudinal que, al
norte del Aconcagua constituyen un solo bloque solevantado en el plioce-
no. Este bloque principia en la costa con alturas d'e 300 a 1.000 metr os, co-
mo por ejemplo, en Andacollo, y de allá sube lentamente hasta el pie de la
294 DR. JUAN BRÜGGEN.

Cordillera de los Andes que siempre está bien marcado por un gran preci-
p1c10 tte raua. Un desarrollo muy granciloso tiene este p.recip1c10 en v 11.:u-
ua, ai mtenor de Serena, donde está formado por grandes facetas triangu-
lares Cl:¼usadas por la erosión de quebradas que atraviesan el precipic10 .
.l!in esta zona intermedia de "valles trasversales " no faltan 10s valles
longnudrna1es de origen tectómco, · pero sus dimensiones son muy r educidas.
Poctemos citar el vaHe de Las Palmas y los que descienden a Caimanes y '1'1-
-lama Y otros que fueron aprovechados por el ferrocarril longitud.mal. Se-
gún puede observarse desde el ferrocarril, los valles relativamente cortos
~ienen un ancho bastante grande, ~n los cuales la erosión ha excavado una
estrecha quebrada. La terraza es de origen tectónico y la pared de falia
que se presenta más típica en· la falda occiden.tal está disuelta en unas po-
cas rae etas triangulares grandes. En favor dd origen tectónico de la falda
habla el hecho que la fald31 de falla atraviesa el cordón divisorio de un va-
lle al otro. En forma esquemá t.ica se han indicado algunos de estos valles
·tectónicos en el norte del mapa el.e la.fi¡tura 92.
De origen t ectónico es también la falda occidental del valle ct·e Aucó,
afluente septentrional del río Iliapcl. Un poco valle abajo de la confl~en-
cia de sus nacimientos, fr~nte a la ·estación Aucó, se observa como la falla
ha cortado en el medio a un cordón que separa un afluente chico. Además,
1~ quebrada afluente .desemboca con un pequeño salto el e 3 a 5 metros como
valle susyendido. También el enorme anfiteatro, por cuyas faldas sube el
ferrocarril a la Cuesta del Espino, proveniente desde el sur, es de origen
tectónico.
Más al norte hay otro valle tectónico que principia en la cuesta de Las
Cardas y que se extiende por La Serena hasta el Romeral. Especialmente
su falcl'a oriental, entre el PP.ñón y Serena presenta claramente los ca,:acte-
r es de fa},;,a.
Más al interior, en la situación de los grandes valles longitudinales del
norte y sur, se halla un extenso llano al este de -las estaciones Cachiyuyo,
Dome~ko y Vizcachas . Continúa de Vallenar- haeia el norte, formando la

-
llamada travesía.
Sin embarg·o mirando la región de los valles transversales desde al-
gún punto alto, como' por ejemplo, desde los cerros altos al NE de Putaen-
do, prevalece la impresión que la Cordillera de la Cos.ta, junto con su con-
tinuación oriental se ha solevantado como un solo bloque. Solamente la
falla que acompaña el p,ie occidental de la Cordillera de los Andes, está bien
desarrollada en toda la extensión de la cordillera.
En el norte, en Tarapacá y en el Toco, el valle longitudinal de la Pam-
:pa del Tamarugal está separado de la Cordillera de los Andes por -la gran-
éti.osa flexura que hemos descrito más arriba (véase fig. ,35). Por ella sube
la región de Pica de 1.300 a 4.00G metros. En el gran plano inclinado de es-
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 295

t a flexura, formado por la formación riolítica, aparecen pequeñas flexuras


y fall!!,s secundarias.
También vimos en uno de los párrafos anteriores que el límite entr e la
Pampa del Tamarugal y la Cordillera de lá Costa está formado . por una
faHa más antigua, de moño que ambas unidades mórfológicas fueron sole-
vantados en unos 1.000 metros por los movimientos !1el plioceno y cuater-
nario (véase fig. 38). P ero hay excepciones importantes constituídas por
fallas recientes que salen del interior del bloque de la costa y que p.or al-
guna distancia constituye~ el borde oriental de .Ja Cordillera de la Costa
como en el Salar d'e Pintados.
Enteramente distinto de la falda oriental de este bloque de la costa.
es el aspecto del descenso abrupto hacia el mar, como se nos presenta en
la figura 48. Vimos que este gran acantilado de la costa no es obra de ]a
abrasión del mar, sino el plano de la gran falla, en la cual subió el bloque
d'e la costa y se hundió el fondo deJ mar. Roturas en la falla de la costa die-
ron origen a ramificaciones del acantilado resultando fallas transversales.
que entran al continente, pero que desaparecen luego. .
A base de la figura 47 describimos las fallas que se observan en el inte-
rior de la Cordillera de la Costa de Tarapacá, donde pudimos distinguir dos
sistemas de fallas de 'diferente edad, siendo el más moderno contemporá-
neo con el acantilado de la costa.
En fa alta cordillera, tanto .en el norte como en el centro del país, los
solevantamientos han sido aún más importantes. Vimos que la . Cordillera ñe
los Andes de Pica subió en casi 3.000 metros. Estos solevantamientos han
continuado hasta el cuaternario superior, como lo comprueban las morrenas
d e piedra pómez de la segunda época glacial que en San Gabriel se hall~n
a unos 300 metros encima del' actual fondo del valle. Aún a la salid'a del
Maipo entre La Obra y Puente Alto y en -la población La Reina, las mismas
cap.as apar ecen a alturas mucho más altas que en medio del valle longitudi-
nal; parecen haberse solevantado junto con la cordillera en ·sus últimos
movimientos ascendentes.
En la figura 83 tenemos un perfil esquemático que atraviesa el país
SO()O

V~llc '., rd/11,.,., de los 4ndtta


lungif, , .,/.

mig. 83. Perfil esquemático por Chile desde VaCparalso al cerro Plomo.
(Las cifras indican alturas en metros sobre el mar).

en la latitud de Valparaíso-Santiago. Vemos que las fallas más importantes


se hallan al pie de las dos cord'illeras. En territorio chileno se hallan en la
296 DR. JUAN BRÜGGEN.

costa misma (fl) y a los dos lados del valle longitudinal (f2 y f3). Una
cuarta falla se encuentra al pie oriental de los Andes . Fuer a de ellas exis-
ten muchas fallas secundarias que se han indicado en forma esquemática
por las lím'as f s. F.aUas transversales son también frecuentes, pero nunca son
-tan largas y continuas como las longitudinales. Un ej emplo de tal falla trans-
versal se tiene en C-D_ de la figura 47.
Para la mayor parte de los terremotos grandes de Chile es caracterís-
.tico que las tres fallas longitudinal es, o sea, la de la costa y las dos situa-
das .a ambos lados del valle longitudinal entran en acción, sea simultánea-
mente o una después de la otra .
Cuando en un terremoto un bloque limitado por fallas es sacudido, sea
por movimiento ascendente o de hundimierito, entonces todas las fallas obran
como líneas epicentrales, en las cuales se obser va la mayor intensidad d"el
movimiento, r esultanclo una r epartición de las intensidades como se in-

Fig. 84 . Re~artición de la intensidad de un temblor en una fosa o silla tectónica. Segím Sieberg.

dica en la figura 84. Vemos que la intensidad es muy grande también en


las fa ll as transversales, especialment e en los cruzamientos de ellas con las
longitudinales, sin que por esto poclemos designar estos puntos de cruza-
miento como "foco del terremoto".

2) Dislocaciones, del tipo Sagami

Las dislocaciones que acabamos de estudiar, dan origen a cerr os o me-


setas largas o a depresiones alargadas como valles ,longitudinales. P ero, fue-
ra de estas formas existen en Ch.ile cerros y depresiones de formas muy
irregulares que no pueden explicarse solamente por el trabajo de la erosión
efectuada en bloques solevantados o como debidas a un reÜeno fu erte de
valles excavados por la erosión fluvial.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 297

a) Depresiones irregulares del tipo CaJ:1ablanca

Un buen ej emplo de esta clase de depresiones lo constituye la hoya de


Casablanca e~ el camino de Santiago a Valp.araíso, que se halla represen-
tada en la figura 85, en la cua1 el límite dibujado corresponde al límite en-
tre las rocas de los cerros y la parte p lana de relleno sedimentario.

!J

CºMáuco
Co Perales 1481 m
M.;q_uehue
74-tl'"
~
---~ 3 00,n
' ¡ __·._-;""·._¿
· _
- :_ _ _ _\.._·\,.,,
·.""::""' · ---"'
·?:"'" ·- - - - -·- - -.-4,:.,~--B
. f

Fig. 85- Cróquis y perfil d e la hoya de Casablanca.

Hay una depr esión principal en que se halla la . ciudad de Casa blanca
y que tiene dirección NiW-SE . De ella se desprenden tres depresiones en di-
r ección hacia el :t\TE. Los bloques de los cerros Manco y l\1Iaquehue parecen
h aber sido dislocados por las fallas f del perfil A-B , tomando posición in-
ctinacla suavemente hacia el n oroeste, mientras que la falda del lado de ]as
fallas presen ta una inclinación m ás fuer te . Después de ]a dislocación, la
sedimentación :fuer te rellenó no sóio el ancho llano de los P erales de Tapi-
hu e, sino entró también a los cursos inferiores de las quebradas aflu entes,
ensanch ánd:olas como se ve en G y F . P ero hay otras quebradas, como en
C, D y E, que no pueden explicar se por simple erosión y relleno posterior

I
.. 298 DR. JUAN BRÜGGEN.

del éurso inferior. La quebrada C nace en el oriente en forma tan insigni-


ficante que la parte inferior presenta tm ensanchamiento desproporciona-
do. Lo mismo vale de las quebradas D, E y varias otras más.
Tampoco -las depresiones de la r;egión presentan las fal~as r ectilíneas
que caracterizan en gener al a las fallas, sino se tiene la impresión de que
se hayan prod'ucido también simples dobladuras y hundimientos en forma
de artesa.
La d epr esión irregular d e la hoya de Casablanca se parece musiho a ·
una zona d e hundimiento que se ha . observado en -la bahía d e Sagami, d'es-
pnés del gran t err emoto d e Tokio, del 9 de septiembre de 1923, y que apa-
rece en A de la figura 86.
Las curvas del mapa no son curvas de nivel, sino son líne&s d'e igual
solevantamiento o hundimiento del fondo del mar . Si, antes del terremoto,
el fondo de la bahía hubiera sido enteramente plano, entonces se habrían
formado depresiones y elevaciones en que las curvas d'e igual hundimiento
o solevantamiento serían t ambién curvas d e nivel .
En la zona de hundimiento A se repite exactamente la .forma de la hoya
de Casablanca, h abien do una d'epresión principa l de dirección NW-SE de, la
cual se d esprenden 3 a 4 'depresiones paralelas y de posición normal al eje de
la principal. Hacia el sur y suroeste se observan pequ eñas ramificaciones que
se estrechan hacia la zona no hundida y que son parecidas a las de Casa-
blanca en los puntos C, D y E. Especialmente la depresión L y otras tie-
nen la misma forma típica que podría compararse con un pie humano y qne
existe en forma muy p erfecta ·en C de fa figura 85.
Otro característico del hundimiento A de Sagami es el hecho -que los
hundimientos más fuertes se han producido en los extremos de la depre-
sión grande, como el hundimiento de 200 metros en el este y otro igual, si-
tuado más al sur, al lado de la profundidad 2.105 . En la hoya de Casablan-
ca no puede observarse est a particularidad, porque la sedimentación poste-
. rior h a em,parejado la superficie de la d epresión.
En vista de lo parecido entre la hoya de Casablanca y la zona A de Sa-
gami, no puede h aber duda acerca d el origen µarecid'o que habrán tenido
ambas zonas y no puede sorprender que el t erremoto de Valparaíso de 1906,
se haya sentido con intensidad extraordinaria tanto en Casablanéa _como en
los Perales d'e Tapihu e.
L as quebradas C, D y E d e la figura 85 son rupturas en los bloques
ascendentes de forma de grietas que d esaparecen a cierta distancia d'e la
~ona 1hundida. Sus faldas no se d eben a ·l a erosión, sino son las pared'es de
una grieta que se h a abierto y que se cerrar á hacia abajo .
:Depresion es parecidas a la de Casablanca no son raras en ·Chile; pero
generalmente se relacionan en un lado con u~a de las gr andes fallas longi-
tudinales. Tal depresión es, por ej emplo, la llanura marina que se extien-
.-··{_ .

::~}
l.lYENl>A
ron., de hu11di111iedo

'
. ii:~ . CV!YdS de Í!7Vtil hrl11(Úit,iento

a · ~·.tT · .;;,.: de SOenS0111

·,. -~ -) -~ ~ :
zona de. so/evanl,,imiento
curvas de igfBI solev,ht.miento
de SOen .,0111

1,S .
~ cos/J solev,mtJ1di1

···: ··
-~ ~
costa nvntlióa

~ costa sin movimiento

profu!1<Íiáatfes antes del frtremotc.

hvll<Íimiento
solevantamiento 1enmetros
s.1/ida tle él_g'ua e.aliente
ever:don de gases
' ... rotura del calile Sllblfltl"!Íl!o

_,,, J

Cambios de profundi""1:l•s en /4
BAH/A SAGAMI
tl~spu•.s d•I terrttmoto dd 1. IK, 1926
(4cgún '1/ Oto Hidrogra'f i ~o - ~ M.1ri11,7 Japonesa)

o 10 .

Fig. 86.
F'UNDA."dENTOS DE GEOLOGIA. 299

de d'esde Serena hacia el sur (Fig. 57). El límite orienta·l está formado por
una larga falda rectilínea de falla, en la cual terminan los cerros de .Anda-
collo. P ero esta falda .r ectilínea está interrumpida -por dos depresiones tec-
tónicas que avanzan hacia el este en El Peñón y en Tambillos. Hacia el oes-
te, la gran depresión de la meseta marina penetra en fórma irregular a los
cerros ele la costa.
Otras d'epresiones parecidas son la hoya ele Llay-Llay, ele San F elipe-
Los Andes y la ele Ghacabu·c o-Polpaico. 'También las anchas depresiones
del curso inferior del río Puangue de la figura 88 con su prolongación ha·
cia el noroeste en la ha:cienda Iba cache y las ramificaciones hacia el este, co-
mo la el e J\IaHarauco y la del pie de la cuesta Barriga, son del mismo tipo.

b) Los cerros islas de} Valle Central

En el mapa de la bahía Sagami se observan también zonas de solevan-


tamiento de formas muy irregulares, como en B, C, M y otros puntos de la:
figura 86. Estos solevantamientos se parecen mucho a ciertas cumbres chi-
lenas, esp·ecia1mente a los cerros que se levantan corno islas del valle longi-
tudinal de Santiago, como los cerros de R enca, Lonquén y especialmente
el cerro Chena al oeste de San Bernardo.
Los cerros nombrados cuyos pies quedan cubiertos por un gran espe-
sor de rodad·os r ecientes, sorprenden por la fuerte inclinación de sus faldas
que en muchos puntos hacen la impr esión rle · fallas·. Pero, el trazado de
las faldas es demasiado curvado para el tipo corriente de fallas, como las
conocemos al pie del cerro de Ramón y ·en otras partes. Por esto sería lo
más natural considerar estas faldas curv~das, lo mismo que las "rincona-
-das" de la falda oriental de la Cordillera de la Costa, como
'
debidas a la ero-
sión fluvial en el nacimiento de valles. P t ro, tanto en el cerr o Chena como
en muchas rinconadas, se observa que las pequeñas qüebradas de erosión,
que descienden en curso rápido, t!stán destruyendo la curvatura de las lí-
neas hipsométricas . Por esto , el trazado curvado de la falda no puede ser
causado por la misma fuerza que está destruyéndolo.
En las zonas de solevantamiento de la bahía Sagami se repiten las mis-
~as formas de las rinconadas, como se ve en el punto P de la J:igura 87,
que presenta el mismo esti:echamiento en la parte exterior que se observa
en el cerro Chena en el punto Pl.
Rara es también la forma Lle la cresta del cerro Chena qu e constituye
un cordón principal de forma de zig-zag del cual se desprenden varios CO!'·
dones laterales que descienden hacia el llano. Pero, antes del último des-
censo, vuelven a subir a. una pequeña cumbre sobrepuesta como en los pun-
tos 676, 585 y también 785 en el norte, y en 637 y 7.57 en el sur. De estas
cumbres secundarias y muy excéntricas desciende el cordón con fuerte de-
300 DR. JUAN BRÜGGEN.

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clive hasta el fondo del v_al:le. Lo mismo se observa también en el solevan.
tamiento de Sagami donde los puntos 200, 180, 250 y 160 son tales cumb1·es
excéntricas. También la cresta de la misma- zona 'presenta un zig-zag pa-
recido, pero casi parece más bien como si se hubieran uniao dos cerros con
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 301

dislocación oblícua de sus ejes, un fenómeno que se observa en los cerros


-de Renca que están unidos por un portezuelo muy bajo.
Otra particularidad en ambas formas son las ·l argas salientes que sa-
·1en de la cresta principal quedando entre ellas lar gas depresiones de as-.
pecto d'e valles como en Q y Q' de la figura '87. Muy llamativos son tam-
'bién los dec·l ives abruptos que en .Sagami son .de 1 : 6 y 1 :4, mientras que
·en el cerro Chena alcanzan en gran extensión la r ela.ción 1 : 2.
Otro cerro importante de la hoya_de Santiago es el de Lonquén . En su
-cumbre se ha conservado un resto de la antigua planicie de denudación.
La falda oriental del cerro d'e Lonquén parece formada por una larga
·falla ligeramente curvada a la cual se halla antepuesto el pequeño cordón
U que termina en forma característi ca con dos puntas salientes que consti-
·myen un pequeño zig-zag.
La falda occidental del Cerro de Lonquén principia en el norte con trua
larga falla típica que, al este de La Cé, pasa con una curva pronunciada
:a la dirección E-\V. Su carácter d'e falla reciente queda comprobado p.or
1.m pequeño valle suspendido en el punto x de la figura 87.
Más al sur, entra el ancho valle de Lonquén al cerro hasta cortar casl
·por completo el cordón principal de dirección N-S. La falda sur de este
-valle· es muy r ectil_ínea y hace la impresión de una falla. Como se ve en l a
figura 87, el ancho de este valle n@ guarda · relación con sus nacimientos
-modestos arriba en la penillanura. Por esto, no _puede explicarse el valle
-como formado por la erosión y un fuerte r elleno posterior de su curso in-
·ferior . Es un valle d'e origen t ectónico, tal como las quebradas parecidas
C, D y E en la hoy_a de Casablanca (Fig. 85).
Al mismo gr upo de cer'ros islas del tip.o Sagami pertenece también
•el cerro San Miguel al oeste del camino de Concepción a Talcahuano .' Lla-
na la atención por la forma muy irregular de su cresta interrumpida por
·varios portezuelos y cumbr es sobrepuestas y, especia·lmente por las nume.
·r osas rinconadas .. Estas últimas se observan también en las Tetas del Bío-
Bío. Las rinconadas no pueden deberse a la erosión de l as olas, porque en
-el cerro San Miguel presentan su forma más típica en el lado noreste, pro.
· tegido contra las olas · del mar abierfjl.

c) El alto cordón de la Cordillera. de la Costa de 'Santiago y las


' ' Rinconadas''

Otra forma, tm poco distinta de solevantamiento está representada p.or


·,la zona C del mapa de Sagami (Fig. 86) . Se trata de un cordón largo cuya

'
'302 DR. JUAN BRÜGGEN.

cresta constituye un zig-zag característico que en el punto C mismo está in-·


terrumpido por una depresión profunda que separ a ei cordón en dos par-
tes casi independientes. Además, presenta depr esiones de forma ele rinco-
nadas, bifurcándose ,el cord'6n delante .de la depresión oriental y terminan-
du los dos ramos en forma brusca.
Caracteres parecidos pueden observarse en el cordón alto de la Cor- -
dillera dP. la Costa dP. Santiago entre la Cuesta Lo Prado y el cerro Roble ·
que aparece en la figura 88 . Interrupciones bruscas del cordón, no motiYa- ·
das por la erosión son constituídas por las cuestas de Lo Prado y d e La.
Dormida, ambas situadas en cambios de rumbo ele la cresta.
Las partes altas· d el Cordón de la Cord'illera de la Costa, que están si-:
tuadas encima de los 1.800 metros, pertenecen a la antigua superficie de de-
nudación t erciaria . P ero sólo en pocos puntos, como en los Altos de L ipan-
gue y de Chicauma, esta planicie presenta mayores anchos. En la may or ex-
tensión, aún en el largo cordón del cerro Vizcachas, se trata d'e una cresta
en parte muy estrecha que, en zig-zag irregulares se extiende por m ás de
50 kilómetros d esde la Cuesta de Lo Prado hasta el cerro R oble .
En la figura 88 vemos que el pie or iental ·c1e este largo cordón es muy
r ectilíneo desde la r egión de Polpaico hasta la r inconada de Vial; corres-
ponde a la falla grand e que separa e-1 valle longitudinal de la Cordillera.
de la Costa. En el terreno se presenta con fuertes d eclives que pueden ob-
servarse especialmente a ambos lad-0s d'el camino de Pudahuel a la Cuesta
de Lo Prado, donde la falla atraviesa al oeste d el· cerro de Lo Aguirre .
Esta falda r ectilínea está interrumpida en v~rios puntos por zonas eu--
traJ.1tes, las llamadas " rinconadas" que son desde el norte las de Chicauma,.
Lipang ue, Lo .Aguirre, Vial y Esperanza . Continúan también al valle desfi-
·l adero ele los ríos Mapocho y Maipo con la rinconada entre ' Malloco y Ta-
lagante, las d e Rosario, de P aico, etc. Existen también al sur del río l\1aipo-
como la de Naltagua, de Rosario de Naltagua y otras más.
Las primeras rinconadas de Chicauma y Lipangue son enormes anfi-
teatros con pared es de . 1.500 a 1.000 metros d e altura cuya forma semicir-
cular típica puede verse en el mapa por el trazado de las curvas de 1.000 ·
a 1.600 metros de altura.
Todas estas r in conadas se asemejan a las depresiones P, S y R, de Sa- ·
gami (Fig. 87) . Esta semejanza ya hace probable su origen tectónico; pero
éste puede deducirse también de las condiciones locales. La rinconada más .
septentrional en la figura 88, es la ele Tiltil situada entre. la qu ebrada P oza
y el estero que desciende de la Cuesta d'e la Dormida. Su forma está incli .
cada por las curvas de 1.000 a 1.400 met ros . Por el borde d e su anfiteatro··
d esciende la quebrada Poza. Esta, en los primer os 2-3 ,kilómetros desde su
nacimiento, constituye un pequeño v alle de declive n ormal con faldas de
unos 50 metros de altura. P ero, al alcanzar el precipicio del anfiteatro, .
FUNDAMENTOS· DE GEOLOGIA. 303

desciende el fondo de la quebrada con un e11Grme salto de varios cientos de


metros hacia la fosa de Tiltil co:r:istituyendo así un valle ~uspendid'o. Ape-
na:; se ve un pequeño profundizamiento de -la erosión en este precipicio. Por
-desgracia, el trazado de las curvas ele nivel en esta parte ctel mapa es muy
deficiente, de modo que estas relaciones no pueden reconocerse en la fie;u-
-ra 88.
Podemos deducir de esto que la fosa de. Tiltil es de origen tectónico,
·hundida entl"e fallas, porque si fuera excavada por la erosión, .Ja quebrada
afluente Poza se 'habría profund'iz.ado en el mismo grado que el valle princi-
·pal. La • po_c a erosión en el precipicio indica . además que la falla debe te-
·ner una edad muy nueva ..
Si el fuerte declive del anfiteatro de la rinconada de Tiltil pertenece
-a una falla, entonces la continuación del mismo declive por el interior de las
demás rinconadas, como las de Chicauma, Lipangue, etc., 1debe tener el
mismo origen.
Hasta ahora, tales anfiteatros se consideraban como debidos a la ero-
csión de numerosas quebradas chicas en- el nacimiento de un gran valle. Pe-
.ro, en el caso presente se puede objetar que, si las muchas quebradas chi-
cas de la rinconada Chicauma fueron capaces de hacer retroceder en 5 kiló-
metros la pared de la falla, desde su supuesto traza'do original, situado más ,
,o menos en el curso del río Lampa, hasta el borde superior, o sea, hasta
'1a curva de 1.600 a 2.000 metros, no se comprende que en el mismo tiempo,
la quebrada Poza, con su sistema de valle bien formado en la antigua pla-
111icie de denudación, no haya sido capaz de excavar a lo menos una gargan-
:ta estrecha de 1 a 2 kilómetros de longitud en el mismo precipicio de falla.
En realidad, vale para las numerosas quebradas chicas que descienden por
fos anfiteatros de Chicauma, Lipangue, etc., lo que expuse ya más arriba al
·hablar de formas parecidas en el cerro Chena: que estas quebradas están
-destruyendo -la ,curvatura r egular de los anfiteatros y, por consiguiente, no
·pueden haber causado esta misma forma.
Las rinconadas de origen tectónico no se limitan a la falda oriental del
·alto cordón de la Cordillera de la Costa, sino se presentan en la misma
·!orma de grandiosos anfiteatros en su falda occidental . Al oeste del cerro
Vizcachas (V. de la figura 88), constituyen el nacimiento del río Puangue,
'hacia el cual cae la meseta de Chicauma con el mismo precipicio que hacia e]
estero de Lampa. Otras rincona1das se hallan al oeste de los Altos de Li-
pangue y del cerro Bustamante, lo mismo que al poniente de las cuestas
·de Lo Prado y Barriga y en el nacimiento de la gran depresión de Malla-
·rauco (Fig. 88) . ·
Siendo de origen · t ectónico las rinconadas que se hallan en el vaUe de.J
..Maipo en su paso por la Cordillera de la Costa, debemos considerar este
304 DR. JUAN BRÜGGEN.

vaHe también eoino de origen tectónico, como ya hemos expuesto más arri-
ba en el párrafo sobre el valle longitudinal.
La forma semicircular de muchas rinconadas hace recordar la forma .
idéntica que presenta la grieta marginal de los deslizamientos y derrumbes -
de cerros, la que separa la parte deslizada y hundida del resto del cerro.
inmóvil.
En la mayor parte de las rineonadas del mapa de la figura 88, la masa
que se ha desprendido, ya no existe, sino se ha hundido debajo del fondo·
del valle lo.ngitudinal. Pero, en la grandfosa rinconada de Chicauma, e-1
bloque que~salió del anfiteatro, se ha couservado todavía; es el c~rró Chape,
situado al norte de Lampa. En la figura 88 se ve que este cerro no sólo ·
cabe perfe~tall/-ente en la rinconada, sino con su situación actual su pa1·te ·
occidental s·e halla· en el trazado reC'tilíneo de la falla grande que constitu- -
ye el pie d·e la Cordillera de la Costa.
También la ancha serranía situada al este de la fosa de Tiltil es un!
bloque que parece haber salido de la rinconada situada más al oeste.
Al sur de Lampa, en la rinconada de Lipangue, el bloque salido del'
anfiteatro se ha hundido completamente, a no ser que el pequeño cerrito ·
de forma de isla, que se levanta al S. de Lampa, corresponda a 1a rumbre ·
más alta de este bloque.
En la rinconada de Lo Aguirre existe todavía el cerro del mismo nom- -
bre, que habrá salido de esta rinconada. No se trata d'e tm deslizamiento·
senciJlo hacia el este, -sino hubo también una traslación hacia el sur.
Tales hipótesis podrían aparecer un poco temerarias, pero la geode- .
sia moderna h_a comprobado tales movimientos inc1ividuales de algunos ·
bloques de la costra terrestre comQ en el cerro Dobratsch en ·Carintia el'
que es empuj¡i.do hacia el norte.
Rinconadas parecidas · existen ; eil muchas. otras partes del país, espe- .
eialmente en. la falda norte de 1~ hoya de Llay-Uay y San Felipe. (Fi- .
gura 91-a).
También muchas bahías de la costa tienen formas parecidas, como la•
de Herradura en Coquimb.o (l<'ig. 57), la de Valparaíso y muchas otras más . .
Para la pequeña bahía, en que se halla la maestranza · del Barón e~ Valpa- ·
raíso, hemos comprobado más arriba el origen tectónico a base de la figura: .
61, que -presenta el r esultado d'e un estudio geofísico..

d) Los cerros islas del norte desértico

Frecuentes son las formas de solevantamiento del tipo Sa:gami entre-


los cerros islas de los desiertos del norte del país. !Buenos ejemplos se en-
cuentran .en las planchet a!'J de la Insp ección General de Geografía de la,_
r egión de !quique, de las cuales hemos r eproducido más arriba la fig. 4.T.-
EL ALTO CDRDON DE LA CORDILLERA DE LA COSTA DE SANTIAGO
o J
' " 12 15 Jo Km.

Fig . 88 . El alto cordón de ta Cordillera de la Costa de ~antiiago


CD = Cuesta de La Dormida M = Cer ro Mauco
V = Cerro Vlzcachas B =Cerro Bus tamante
A. Ch = Aftos 'de Chicauma CP =Cuesta de Lo Prado
R . Ch = Rinconada de Chicauma CB =Cuesta de Barriga
AL = Alltos de Lipangue.
Para mayor facilidad se ha vuelto a poner !as abreviaciones en el borde derecho a la misma
altura que tienen en el mapa .
La linea de puntos Indica el pie de !os cerros, o sea, ei limite entre las rocas y el terreno
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 305

El tp.apa nof.> presenta varios cerros que como islas se levantan encima
de la r egión vecina como los cerros Minas Viejas, Campamento, Montevideó
y especialmente el cerro Huemul . Este último tiene una cresta de forma.
de semiluna que culmina en el sur con 1.401 metros. Se levanta encima de ·
la Pampa L as Cardas en unos 500 metros, 0 sea, muy pocó más que los ce--
rros islas d'el llano de Santiago . Mientras que la falda occidental es recti--
línea y de fuerte declive como se presentan las faldas de falla, en el e~te, eT
cerro presenta una enorme rin conad a de forma d e anfiteatro que se abre--
hacia la Pampa Huemul. La parte sur del cerro desciende d esde ,la cum- -
bre más alta bruscam@t e hacia el este, p.ero luego continúa como el largó -
cordón l:,'-G, cuya falda norte se · desvía en G con un angul o r;eet0 ha.,eia eT
norte, constituyendo el limite nriPntal de la Pampa Huemu l, pasa~do por
H e l. En todo su límite sur y este, la Pampa Huemul está acompañada
por una clara falla y su continu ación por la rin conada grande del cerro-
Huemul· debe tener también el mismo origen. En su forma l a P ampa Hue-
mul se asemeja a 1a d epr esión de 532 metros situada al oeste d'e la isla Oshi--
ma en la figura 86, correspondiendo el ángulo situado al N. de la cifra 532 '
al ángulo formado por la curva de 1.000 metros en el punto G .
. Según la explicación antigua, la rinconada del cerro Huemul sería una
forma de er osión fluvial en un clima anterior más lluvioso. A tal PXplica- -
ción d ebe objetarse que la erosión seguramente h abr á principiado después .
d el solevantamien to del cerro Huemul y, con esto, d espu és de la formación
de las fallas que rodean a est e cerro en el oeste y demás lados. En tal caso, .
no se comprende que la !)rosión haya sido tan enorme en el lado orienta r
cTel cerro, siendo nula en su falda ocidental. Además, las curvas de ni- .
vel en 1a parte inferior de la rinconada no indican qu e haya salido mucho -
sedimento d e la rinconada, porque de otro modo, deberíamos tene.r uu gr an
cono de rodados en la Pampa Huemul. También ca bría la pregunta, ¿ dón-
de habrá qu edado la enorme cantidad de material que debería haber salido-
de .la rinconada
En realidad vemos que la falla que proviene desde el norte, donde cons-
tituye la falda oriental del cerro l\finas Viejas con tinúa h acia el sur, fo1·-
mando primero l a p equefia rinconada E , dando después la vuelta curva--
, d a alrededor de la gran rinconad·a d el cerro Huemui.
P1·ocesos par ecidos se han desarrollado también en -los d emás cerros,
que en parte presentan quebradas de cierta longitud, como el cerro l\1inas
Viejas. Estas serán en su mayor parte grietas abiertas e_n el solevantamien-
to, ya que 1tales quebradas largas t ampoeo faltan en las d'islocacioues d el
tipo Sagamj.
De mayor interés son los cerros islas que se . e-levan encim a de la F or- .
mación Riolític!a del mioceno de Tarapacá, porque en ellos podemos reco- -
F . G. 20 .


306 DR. JUAN BRÜGGEN.

nocer en detalle las dislocaciones sufridas en estos fenómenos sorprendeñ.


tes. Al norte de Pica, se eleva el cerro de J ua:n, de Morales; hacia el sur,
.este cerro desciende debajo de la cubierta de riolitas. Pero en el profundo
cvrte de la qu¡brada de Sagasca reaparecen las rocas fundamentales del
..cerro mencionado con ei perfil de la figura 89. Vemos en ·este perfil que
las riolitas y las capas yacentes y pendientes han sido dislocadas de una
-manera que ind'ica un solevantamiento posterior del cordón de rocas funda-
-:mentales, produciéndose al este una flexura y al oeste un simple solevanta-
miento unilateral, tomando la base de la formación riolítica inclinación ha-
.(na el oeste ..

w
l

•Flg. 89. Perf.iles por la quebrada 'de Sagasca, cerca de-1 establecimiento y por el cerro Lon-
gacho, al norte de Pica.

1) Porfiritas mesozoicas.
2) Conglomerados yacentes del terciario.
3) Lavas . niolitlcas .
4) Conglomerados y areniscas pendientes del tereiario.

También en el cerro Longacho, en la parte inferior de la figura 89, ias


1J.avas se inclinan desde el. cordón del cerro hacia afuera, lo que indica un
.abovedamiento d'el cerro sin producción de fallas.
En el camino de Pachica- a Poroma, al sur de la quebrada de Cosca11a,
~afluente de la de Tarapacá, hay un pequeño grupo de cerros de· rocas fun-
.-damentales que se levantan encima del plano c1'e la formación riolítica.
·También en este pequeño grupo de contorno irregular, se observa el en-
derezamiento de las lavas hacia los cerritos.
En todos estos cerros, la inclinación original de las lavas debe haber
-sido hacia los cerros para permitir el escurrimJento de la la va líquida. Si
noy observamos una inclinación opuesta, ésta nos comprueba el solevanta-
:miento posterior a:e los cerros islas de la región de Pica y podemos acep-


FU.!\l)AMENTOS DE GEOLOGIA. 307

tar el mismo origen también para los cerros parecidos de l~ región de San-
tiago y de otras partes del país.
Tales abovedamientos y solevantamientos, que· no se deben a presiones .
laterales como los anticlinales, han sido llama<los "tumores" por E. Haar-
mann y fueron estudiados en interesantes experimentos por H. Cloos. Se
gún este último sabio, se hallarían encima de los llamaclos subvolcanes de--
biéndose a una intrusión del magma que quedó a hondur a.
A veces, partes del magma pueden haber subido hasta la superficie y
se nos presentan hoy como pequeñas intrusiones ele andesitas como en el
cerro de R enca y, en mayor escala eu el San Cristóbal. En favor de -la in-
tervención del magma habla tambi én la salida de agua calieÍ1te y la eyec-
ción de gases en el terremoto de Tokio indicada en el mapa de la fignr~
86 . También en el t erremoto dE' Concepción del afio 1835, se produjo una
erupción submarina en -la bahía ele San Vicente, al oeste de Talcahuano,.
aunque esta r egión se halla muy distante de la verdadera zona volcánica.
El origen tectónico del tipo de Sagami, que atribuímos a los cerros islas-
del llano de Santiago y a otros pareci<los del norte desértico, podrá exten--
derse probablemente también a los " cerros islas " d'e Alrica, Australia, de
las r egiones secas de Norteamérica, etc., que constituyen hasta hoy un pro-
blema muy discutido. Se trata de cerros de forma cónica o redonda que ·
con una altura de pocas decenas de metros abunclan en todas partes de esos
países y que difícilmente pueden explicarse por la denudación. Otros ce-
rros islas de las regiones citadas tien en formas de lomas alargadas o cerros
altos con crestas bien formadas . , Los c~rros se hallan en números de unos
pocos o en mayor cantidad r epartidos en las extensas llanuras, de las cua-
les se levanta n como islas de lomas bajas o de cerros altos, a veces en for- -
ma de verdaderas serranías . Característico es el ángulo marcado que cons--
tituye 1a falda con la llanura vecina que es una típica peniplanicie en la
cual la roca· desnucl'a aflora en gran extensión. Sólo ocasionalmente, los
cerros islas se componen de_rocas más firmes que la planicie vecina, de ·mo-
do qu e la mayol'Ía no presenta <liferencia petrográfica con respecto a la·
llanura.
En vista de la gran variedad de formas cr eadas por las dislocaciones·
recientes que resulta de la descripción anterior, no pued'e sorprender que·
los epicentros de los temblores y t erremotos no coincidan siempre con las
grandes fallas longih1dinales que acompañan los pies de las grandes cor--
diHeras, sino· que puede haber también epicentros o focos situados en medio.
de las cord'illeras o del valle longitudinal, donde existe o está preparándose
alguna dislocación_ del tipo Sagami. Además, no puede sorprender que en
terremotos grandes, las zonas de depresiones como la de Casahlanca o las
par tes vecinas de cerros islas hayan siclo sacudirlas con especial intensidad,_
como se observó en Renca, en el terremoto de Valparaíso·.
308 DR. JUAN BRÜGGEN.

3) La repartición geográfica de los temblores chilenos

Refiriéndose a la distribu ción geográfica de los t emblores, Goll Uegó al


.resultado que con el transcurso del tiempo, el máximum de frecuencia cam-
bia de una comarca a otra . Así, eu ciertos años, la r egión de Copiapó ten-
,dría mayor sismi'cidad, en otra época Chile central, etc .
Pero no puede aceptarse la suposición de Goll que d e esta manera se
explicaría la gran tranquilidad del sur de Chile hasta Magallanes . Las va-
riaciones de ·la sismicidacl que se observan desde Arica hasta la r egión de
.Santiago, nunca llegan hasta una tranquilidad tan extrema como la cono-
cemos en Patagonia y 1\iagallanes, aunque allá tampoco falt au los sismos
,por completo .
Los cambios d'e la sismicidad a lo largo del país pued en d educir se de
las cifras siguientes tomadas de Goll y Montessus de Ballore:
En Punta Aren as, h oy día Magallanes, se ha notado un solo sacudimien-
'to en los 12 años de 1861 a 1872; ad'emás hubo un temblor muy fuerte el
·2 de f ebrero ele 1879 .
Ultimamente hubo dos fuertes t emblor es con carácter de semiterremoto
en Punta Arenas . .Se produjeron el día 17-XII-1949, a las 2 horas 53 m . y
10 horas 07 m. La intensidad era del grado 9 (Sieberg). E l epicentro se halló
.a1 sur de la ciudad en 54 e Lat. y 71 ° Long.; corresp onde al pie noreste deja
Cordillera ele ,los Ancles. Como r ép licas ele este fuerte sacudimiento se han
·notado numerosos temblores en el año siguiente.·
Desde la llegada de los españoles, la r egión de Chiloé y Valclivia h~
-sido asolada siete veces por terremotos violentos: en 1575, 1633, 1737, 1742,
1786, 1837 y 1907 . Según las anotaciones de Anwandter en Va·ldivia, entre
1851 y 1878, tuvieron lugar 68 t emblores, o sea, 2 a 3 por año. Entre 1910
·y 1915, se observaron 5 a 12 t emblores anuales y casi el mismo númer o en-
tre 1942 y 47 .
. Concepción ha sufrido con más frecuencia los efectos d e grand'es t erre-
motos. Son 11 los que se produjeron en los años de 1562, 1570, 1657, 1709,
1730, 1751, 1835, 1874, 1877, 1898 y 1939.
El número d e t erremotos habidos en Santiago no es much o mayor. Son
·trece que se produjeron en los años 1570, 1575, 1647, 1657, 1690, 1724, 1730,
'1822, 1829, 1850, 1851, 1873 y 1906. En los años de 1861 a 1881 hubo anual-
mente 21 t emblores. La lista ele los t emblores publicada por Montessus de Ba-
·nores da cigras muchos más altas para los años 1910 a 1915, entre 97 y 265.
P ero contien e un gran número de temblores obser vados solamente por instru-
·mentos, fu era de contener las observaciones h echas en un gran níunero d ~ pue-
blos r epartidos entre 33° y 34 ° L. S. P ara la mi sma zona indica Federico Gre-
-ve en los boletines d el Instituto Sismológico solamente en t r e 9 y 28 temblores
,por año para el p e;ríodo de 1942-46.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 309

Hacia el norte, hasta Arica, la sismicidad sigue más o m enos igual, en


.cuanto se r efiere a gra~cTes t erremotos, como podemos deducir del diagra-
ma de la figura 90.

"'~lo;
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-.:: 1::
1::
Fo/do occidenfo/ ~ .!:! \':) ~
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22 30
-- 4
/8
/
31
32
30 33 Heno'ora
S4 34
!O 3$
16 36
37
3,!
39
40
12 41
12 42
12 43
o ·#
o 4,5
Cuóo 2 46

Fig. 90. Diagrama de la repartición de los terremotos grandes en Chile. Según Montessus
de Ballore.

Escala de la columna de milímetros: 2, 4 y 6 mm. corre/Spondientes a cada semñterre-


moto,- terremoto o gran catástrofe histónicamente documentada. La escala dd. dibujo es
aproximadamente la mitad .

El diagrama contiene en el norte del país varios vacíos sorprendentes


que se explican porque algunos pueblos ex isten sólo desde hace pocos dece-
nios de años, pues algunas ciudades como Antofagasta, Taltal, et c., se han
fundado sólo en los años d'e 1870 y 1859 y aún !quique ha sido una p.obre
caleta de las minas de Huantajaya hasta 1836, cuan9-o .principió la explota-
ción del salitre ., La historia de Arica data desde 1556; para igualar la his-
toria sísmica de !quique deberíamos _triplicar su columna d'e 16 mm. llegan-
do a 48 mm., o sea, una sismicidad superior a la de Arica.
310 DR. JUAN BRÜGGEN.

Lo mismo vale de Copiapó, cuyas crónicas clatan sólo desde 1749. Su


sismicidacl de 32 mm. sería superior a la de Arica con 36 mm., si tuvier a
también una historia documentada de 400 años en vez de sólo 200. Los va-
cíos completos de Antofagasta hasta Chañaral se explican por el procedi-
miento de Montessus de Ballore, de suponer cierto foco de poca extensión
· en dirección N-.S, como centro de los sacudimientos . En el terremoto <le
Tti.rapacá de 1877, :;upone, por ej emplo, que el epicentro se haya hallado
en la Pampa clel Tamarugal y que la r egión de .Antofagasta haya sido sa-
cudida en forma pasiva por las ondas sísmicas que salieron del epicentro_
P or esto no le asigna a Antofagasta ningún terremoto ni semi terremoto .
En r ealidad, en ese t erremoto de 1877 las fallas principales, entre ella en
primera linea la d'e la costa estuvieron en fortísima actividad desde Tac-
n a hasta Taltal y en el diagrama debería haberse asignado a cada latitu d:
su intensida:d correspondiente, la que en Antofagasta era del grado X.
La disminución dé la sismicid'a d -que señala el diagrama para Huasco
se debe a la corta edad de Va-llenar, que se fundó en 1789, en La Serena y
Ovalle al subsuelo muy firme en que se hallan est as ciudades. Además, Ova-
He se fundó en 1831 .
La columna de Valparaíso y Santiago · correspond'e probablemente al
núm ero total de los terremotos acaecidos desde la conquista . Si compara-
m~s su columna en el diagrama con la de Arequipa, vemos que n o ha habi-
do ninguna disminución de la sismicidad. .
Rancagua y 'falca se fund'a ron más_ o menos en el mismo año que C.:o-
piapó. Además, en terremotos grandes, las cró11 icas concentran todo su
interés en los destrozos causados en la capital, trayend'o p ocos datos ele
las ciudades vecinas que pueden haber sufrido más que la capital misma .
Errónea me parece la observación de Montessus de Ballore _de que Ranca-
gua haya sido afectado t;Olamente por temblores provenientes del norte.
E n el terr emoto de Valparaíso de 1906, la intensidad en Rancagua era de
solamente 7, pero Machalí y Estrella, s,ituadas en la misma latitud, tuvie~
r on intensidad lO, o sea, mayor que Santiago.
Pero, en Concepción, cuya historia documentada es tan lar ga y com:
pleta como la de Santiago, la colul1llla del diagrama debe corresponder a la
verdadera sismicidad, indicando una verdad'er a disminución de la activi-
ilad sísmica, que sigue disminuyendo hacia e·l sur.
Si queremos r epr esentar en el diagrama d'e la figura 90 la repartición
verdadera ele l a sismicidacl, deber íamos trazar tma línea recta que une la
columna de Arica con la de Valparaíso y que de allá se dirige a la punta
de las columnas d'e Concepción y Va·l divia. Con esta línea r esalta bien la
relación que existe entre la sismicidad y la profunda fosa de Atacama que
termina en la latitud de Valparaíso.
"
FUNDAMENTOS DE GEOLO(HA. ~ 311

Para el problema de la repartición de los temblores chilenos sirven


tan poco las esta dísticas detalladas que traen los Boletines del Servicio Sis-
mológico, porque ia red de estaciones y observadores es demasiado irregu
lar. En la "Tabla de los temblores observados por el Servicio Sismológico éte
Chile (Pág. 313), se nota luego el efecto de est a deficiencia. En ambas tablas,
encontramos la mayor sismicidad entre los grados 32 y 33 que sólo excepcio-
nalmente es alcanzada en las latitudes. de Coqnimbo y Antofagasta en la pri-
mera tabla. Sorprende que en general, el número de sismos apuntados en la
región salitrera es mucho más red'ucido.
La escasez relativamente grande de t~mblores que ind'i can ambas listas
, para el norte del país, se explicará en primera línea por la suposición ya ci-
tada de Goll, según la cual, en el transcurso del tiempo, el máximum de la
frecuencia cambia de una comar ca a la otra. En la zona de Arica a !quique
se produjeron las grandes catástrofes sísmicas en los años 1862, 1868, 1869,
1 870, 1871, 1877 y 1878. El 5 de Agosto de 1871 principió un p eríodo de gran in-
tranquilidad en !quique; hasta' el 22 del mismo mes se contaron más de 300
t emblores que no pueden considerarse como réplicas de un terremoto ante-
rior; el fuerte sacudimiento del 21 de agosto tuvo su epicentro en el Perú
.Y solamente el 4 de octubre éte 1871 se pro dujo un _fuerte semiterremoto en
·rquique y Tarapacá.
Sería muy sorprendente1 si la actual escasez de temblores en el n_o rte no
-fuera sino un fenómeno pasajero, porque en el terreno_observamos un abun-
dante n~ero de fallas recientes. Se t:vata en parte de las fallas del rucantila-
do de la costa:, a las cuales perteneceu también las grandes fallas de la p~nín-
sula ·ae Mejillones (Fig. 50 a 52) .. Además existen numerosas fallas muy re-
..cientes de un sa-lto de pocos metros que atraviesan los taludes de los cerros.
La figura 90a. presenta un ejemplo típico de tal falla que observé a unos
-i0-15 kilómetros al este del puerto de .A.ntofagasta. Es la misma falla que

Fig. 90a. Falla -reciente en la estación La Negra, en el camino de Antofagasta a Yungay.


:Hacia el N. f = falla.
312
,
DR. JUAN BRÜGGEN. '
aparece en. la fotografía aérea No. 232 publicada por J. L. Rich. En la foto- ·
grafía aérea, tomada de la continuación ele -la· fig. 90a, aparecen 'varias grie-
tas c1'e posición escalonada, de tal manera que a1 t erminar una grieta, otra ya.
ha principiado a unos 20 a 100 m. al lado continuando después va.r'ios kilóme-
tros con la misma dirección.
En el terreno, pude seguir la fa11a por muchos kilómetros al N. y S .. A
unos 20 kilómetros más al norte, cerc;:i, del .Salar del Carmen. reaparece la
falla al norte del camino cTe .a.ntofagasta a Ca.lama contmuando por mue-no:'!
kilómetros ~
Una falla p.are.cida existe al pie del ]\forro de lVIejillones, poco antes de·
que el camino desde el puerto a las guaneras entre a la quebrada estrecha. ,
N'o sabemos nada acerc'a d e la edad d'e estas fallas que por su aspecto·
parecen muy r ecíentes.
La escasez r elativamente grande de t emblores en las listas del Observa-
torio se explican en parte también porque -la red de observadores en el centro
era mu cho más densa que en el norte. Además, en la primera lista están incluí-
d'os los t emblores d e observaciones instrumentales. En Los Andes hubo un sis-
moscopio que por su situación casi en cima de la falla del pie de 1a cordillera, in-
dicó un t emblor para casi todos ]os días. En 1913, hubo 25 estaciones u
observa dor es entre los ·32 y 33°, mientras que en el norte existieron sólo
los observadores de la list a siguiente:

Grados Número de
latitud observadores

19-20 5
20-21 3
21-22 o
22-23 2
23-24 6
.
Total en 5° lat itud 16

También el actual Servicio Sismológico, cuyas -listas trasn solamente


los t emblores sentidos sin instrumentos, dispon<:¡n ele muy pocos o~ser vado-
r es en el n orte: son 8 para los 9 grados latitud entre Arica y Chañaral .
Lo único que se desprende de las listas de temblores es cierta va-
riabilidad de l a actividad sísmica en 1111 mismo pui:-to . P ero la
diferencia
en tr e los dos .períodos no indica una disminución de los temblores entre 1915
y 1942-47, sino -se debe en gran parte a que en los últimos años se han ind'i-
\

TABLA DE LA REPARTICION DÉ LOS TEMBLORES OBSERVADOS POR EL


SERVICIO SISMOLOGICO DE CHILE
PARA LOS AÑOS 1910-15 Y 1942-48.
Grados
latitud 1910 - _J _ 1911 1 1912 1 1913 ~ 1 1914 1 1911í 11
11
=-"====-"======e==
1942 1 194S 1 19H 1 1945 1 19<16
-
Arica . . . : . ... . . 18-19 16 7 2 3 4 7 18 52 16 20 17
Pisagua . . . 19-20 22 85 29 3~ 64 '38 10 - - 7 37
!quique . . .' . . . . . . 20-21 16 29 15 13 52 51 28 lO 2 .. 32 43
) 21-22 61 53 35 14 10 13 1 - - 1 1
Tocopilla .. 22-23 170 271 225 117 24 44 22 34 10 15 fr "'.l
Antofagasta 23-24 193 148 117 108 44 21 6 6 6 6 - e
zt)
24-25 33 58 40 43 17 11 - - - 2 10
Taltal . . . . 25-26 33 67 40 56 11 43 1 5 1 5 - >
Chañaral . . 26-27 176 207 263 120 139 12 1 - 3 2 9 ~
z
Caldera-Cooiaoó . . 27-28 126 183 266 127 151 51 83 87 68 70 152 ..:¡
Huasco-VaÚen-ar . . 28-29 70 117 134 26 52 oCl.l
.1 1 1 1 1 1 30 37 , 54 31 35 46
39 17 23 25 28 22 13 ~
97 55 30 49 16 31 17 ot,:j
62 38 27 95 14 19 16
y o
t'"
. 235 152 64 103 61 86 60
o
4 .1
141
82
100
97
37 11
20
12
6
28
19
3
17
8
11
15
17
10
15
9
1~
' 8
204 114 31 25 33 18 15
20 14 5 12 12 . 9 5
13 22 5 6 ' 12 11 9
12 10 13 16 12 13 6
. 9 9 7 2 2 3
3 1 4 2 3 2 6
. . 2 2 1 t 3 1 4
e,:)
~
¡c,:i
2 1 1 1

1
314 DR. JUAN BRÜGGEN.

cado sólo los temblores sensibles sin instrumentos, mientras que en la prime-
ra tahla aparecen también las indicaciones de observaciones instrumenta- '
les . Además, el número de observadores era mucho más grande en el pri-
mer período . Para los , 5 grados latitud de 19 a 24°, se trata de 16 obser-
vador.es contra 6. '
Basándose en la irregularidad de su diagrama (Fig . 90), Montessus de
Eallore distingue varios focos sísmicos los que r elaciona en su mayor par-
te con los gran"aes valles transversales, como el del Aconcagua, Elqui, Huas-
co, etc. Aunque existen numerosas fallas transversales, muchas de eHas r e-
lacionadas con grandes valles, como el del .A.concagua, ;Elqui. P.tc., me pa-
r ece equivocada esta distinción de focos transversales, estrechamente limi--
• tados r.n dirección N-S.
E l error se debe en primera línea a la f uerte destrucción que se pro--
duc(l siempre en las ciudades y pueblos situados en estos valles cbn su sue-
lo dé' acarreo, lleno de agua, que es muy desfavorable para las construcciones..
En realidad'. los mapas sísmicos d t:: los grandes terremotos indican siemprt'
una ext ensión '.N~S mucho más grande q11e en dirección E-W . E sto no ex..
e-luye que en los cruzamientos de las fallas longitudinales con las tr ansver -
sales se observen sacudimient0s especialmente fuertes, como es indicado en•
el diagrama de la figura 84. Pero, por esto, en una fosa larga que se hun,.-
de, no se pueden designar sus esquinas o las fallas transversales como ver--
dader os focos del sacüdimiento.
La influencia del subsuelo aparece en forma muy clara en el mapa d0I
t erremoto de Vallenar del 10 de n oviembre de 1922, publicado por A. Sie-
berg que se r eprod·uce en la figura 91. Las curvas isosísticas indican doS'.
centros de mayor intensidad, uno con el grado XI en el valle del Huasco y·
otro de-1 grado X en el valle de Copiapó . .Ambas zonas de mayor sacudí--
miento coin ciden con el subsuelo desfavorable que existe en los fo ndos de!
los dos valles. Si tuviéramos mayor número de observaciones entre los va-
lles Huasco y Elqui, seguramente habría que dibujar otra curva cerrada de·
intensidad IX para el valle de Elqui entre Rivad'ávia y La Serena, pero,
exceptuando a esta última ciudad con su subsuelo favorable. '
Interesante es que la mayor parte de los observatorios mundiales coin-
ciden en la ubi cación del epicentro al NE de Vallenar. La estrella a def
mapa corresponde al centro de la elipse b. E l verdadero epicentro se nalló ·
probablemente más al este, en la gran falla que constituye en forma muy ·
típica el pie occidental de la Cordillera de los .Andes y que pasa inmedia-
tamente al este de Vallen.ar . Esta falla continúa hacia el sur y atraviesa er
valle de E lqui a pocos cientos de metros al este de la ciudad d'e Vicuña, qne ·
sufrió daños considerables.
TERREMOTO cleATACAMA
del fO de Nov. t922
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F ig. 91.- Terremoto ele Vallenar del 10 de nov,iembr e de 1933. Según ,l. Sleber g.
a Epicentro más probable, deter minacb por diferentes observa tor ios del mundo.
b Limite de la superficie dentro de la cual caen t odas las det er~ninaciones de dis tancia
hechas en ·los observat or ios ant eriores .
c Curvas isos lsmicas .
d Punto de origen de las ooas del maremoto .
e Intensódades del maremoto.
f = Fallas (fa!] tan las fallas desde el río Aconcagua hacia el nor t e) .
g Volcanes (los cer ros Aconcagua y Me1,cedarlo no son volcanes r ecientes) .
h Terreno de acarreo.
Rocas cr,ist alinas antigua s de la costa (en r ealidad, se tra ta de grano~:ori tos del cre-
táceo y de rocas mesozoicas ).
k Rocas mesozodcas de la parte occidental de los Andes.
FUNDAMENTOS DE GEOL OGIA. 315

4) Las líneas sísmicas de Chile y su actuación en algunos terremotos

De g-ran interés es el ensayo ele Goll, ele establecer la r epartición ele los
·temblores chilenos no sólo en dirección LS, sino también en clirección E-W .
Llegó al resultado que algunos temblores provienen de los Ancles, otroS' del
lado del Pacífico y que los demás tienen su origen entre la costa y la Cor-
,dillera de los .Andes.· P ero no pudo establecer una proporción determinada
para la frecuencia· de los temblores de estas diferentes procedencias, lo
que se explica por la e'scasez del waterial de observación.
En general prevalece entre los habitantes del país la opinión que los
· temblor es so_n más frecu entes en_ la costa que en el interior. Esta cr eencia,
,qüe parece coincidir con la realidad, se d ebe ..en gran parte a circunstancias
·secundaria~ . .Así, en Chile centra·l , la mayor parte de las ciudad es se halla
-en el interior, pero· a cierta distancia de las fallas principales, mientras
. que las ciudades y los numerosos balnearios est án situados encima de la
falla misma _d e la costa. Por esto, no · sólo en los terremotos gr an d"es, las ·
· d estrucciones son ·más fuertes 6n la costa, sino también los temblores leves
· son notados por los habitantes, oscilaciones · que a pocos· kilómetros de dis-
·tancia no se notarían . Al fin, la mayor parte de la gente que tiene ocasión
de h acer tales observaciones compara.tivas, son los veraneantes en la cos-
·ta qu e en la tranquilidad del veraneo perciben muchos temblores que no
· se sentirían en la capi!al con su intenso tráfi co.


a) El terremoto de Tarapacá de 1877

En esta terrible catástrofe que se prod"t1jo, el 9 d e mayo, a las 9.30 ,P. 1\L,
· estuvieron en mayor actividad las diferentes líneas süa'm icas ~ituadas al
.
pie de las dos cordi-lleras.. Especialmente la falla que corre al pie occidental
de la Cordillera de los .Andes, tnvo efectos d·estructor es en los pueblos ve-
.cinos, el?- ~alama, C~iuc~iu y f 2 112 grados la~itu d má~ al norte e~ Pi_c a
. Y Tarapaca. En Ohmchm se vieron saltar las piedras d1::1 sueJo por ·w s sa-
·cudimientos. El subsu elo es bástante desfavorable en estos puntos por ser
.d e acarreo sueito, en parte con agua subter ránea como en Calama.
Pero también en la zona alitrera, con su subsu elo muy :firme, se ob-
: servaron destrozos muy fuertes especialm en te en la vecindad d el pueblo La
Noria, al este de Iquique. L a gran intensidad se explica por la vecindad de
· varias fallas transversales recientes, la más sep.tentrional. de ellas aparece
,en C-D de la figura 47 . En la ofícina San Pedro, el temblor c0menzó con
~dos golpes verticales, a los que siguió un. movimiento ondulatorio que
-aumen tó paulatinamente hasta derrumbar a las ·casas ..
Otra línea epicentral debe haber se hallado en la costá donde se obser-
-<varon fuertes sacudimientos d e dirección vertical, especialmente en Iq_ui-
316 DR. JUAN BRÜGGEN.

que y Pabellón de Pica . En !quique el movimiento era al principio ondula-


torio con dirección este-oeste, el que püede corresponder a los primeros gol-
pes verticales d'e la oficina San Pedro.
Muy fuerte era el movimiento en Tocopilla, Mejillones y Antofagastar
donde era difícil mantenerse en pie cayendo :iµ.ucha gente al suelo, sintien-
do los vahrdos precursores del mareo. Las destrucciones en las casas no-
er an tan fuertes, porque éstas consisfían casi exclusivamente de madera:
siendo muy resistentes al terremoto. Por esto, en las ciudades de la costa
podemos suponer intensidades de X y aím XI, sin que hayan sido destruídas:
muchas casas. La gran intensidad queda indicada también p.or l a abertu-·
ra de grietas en la costa, como por ejemplo, en Chanavaya, que tuvieron·
h asta 15 metros de profundidad . ·
La extensión de la zona epicentral en dirección N-S era muy grande:·
de !quique a Antofagasta era ele cuatro grados latitud. La zona pleistosís-·
tica se extendió desde Tacna. hasta más allá de Copiapó y la zona macrosís-·
mica tuvo en dirección N-S una extensión de 3,200 kilómetros. .
A juzgar por las destrucciones fuertes que se produjeron tanto en el'
interior como en la costa, parece que las tres fallas principales situadas a·
ambos lados del valle ·longitÜdinal y la de la costa, junto con las faHas se-·
cundarias, en .p arte transversales, hayan servido de . Jfueas ep-icentrales.
Además, la extensión muy grande en dirección N-S de fas zonas macrosís-·
mica y pleistosística indica el caráctP.r longitudinal del terremoto.

b) Chile central y el. terremoto- de Val paraíso de 1906


,
Las mismas tres fallás obran también como líneas epicentrales en los tem-
blores y terremoto~ de Chile central. En terremotos grandes entran simul-
táneamente en acción, pero pueden efectuar también movimientos por se-
parado.
Así pasó en el terremoto del 6-XII-1851, cuando solamente la I falla del
pie occid'ental de la Cordi-llera de los Andes estuvo en fuerte actividad. En
Santiago hubo graves daños. En la cordillera se despeñaron enormes masas.
de rocas, mientras que en Val paraíso se sintió solamente un leve temblor.
E l terremoto mejor estudiado de Chile es el del 16 de agosto de 1906,.
conocido bajo el nombre de " ·Terremoto de Valparaíso". Varias comisiones
estudiaron los efectos poco después de la catástrofe y basado en sus estudios·
confeccionó Montessus de Ballore una monografía del fenómeno.
En el p lano de la figura 92 dibujé fuera de al gtmos d'a tos morfológicos
también las intensidades observadas. Los pocos puntos en· que cambié eI.
grado atribuído por Montessus, llevan la cifra en .p aré~tesis. No fué posi-
ble dibujar las líneas isosísticas porque la distribución de fa intensidad' er&
demasiado irregular y el número de observacion·es demasiado ' reducido.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 317

En contra de un. temblor transversal habla en p.r imera línea. la forma de·
la. zona. de mayor sacudimiento. La extensión este-oeste de la región ence-
rrada. por lá curva de-1 grado VIII, es de sólo 130 kilómetros en el continente..
Al admitir igual extensión hacia el mar, se obtendrían 260 kilómetros como·
diám etro transversal. Pero en dirección longitudinal, o sea., N-S, se han ob-
servado intensidades del grado IX desde Q~lima.rí hasta Parral, lo que co--
rresponde a una extensión de 440 kilómetros.
Sacu'dimientos verticales qu e son caract erísticos para la. región epicen-
tra.l, se percibieron d'e sde Coquimbo lrnsta. .Angol, indicando una. longitud'
N-S de 880 kilómetros para. las líneas epi centrales . La zona ma.crosísmica.
se extendió desde Tacna. hasta. Ancucl, en una longitud de 2.800 kilómetros .
En la. Argentina, el t emblor fué observado con cierta. intensidad en·
Mendoza. y aún Tucumán y Sant iago del Estero. Las tres ciud·ades están si--
tua.da.s cer ca de las fallas que limitan la. Cordillera de los Andes en el este,.
que habrán entrado tambi én en actividad acompañando el movimiento del pie·
occidental de la cordillera . En Buenos Aires y Corrientes, se observa.ron osci--
laciones de las lámparas colgantes, pero sin trep idación sensible de la casa.
Estas lámparas han servido como sismógrafos, ele modo que ambos puntos se ·
ha.Ha.ron fuera de la zona macrosísmica.
En vista ele la gran extensión ele la r egión pleistosística no puede sor-
prender la existencia ele varias lineas ep icentrales que entraron en activiétad
una después de la otra. · Por esto, en algunos puntos los golpes verticales se ·
observaron en la primera y en otros en la segunda mitad del terremoto. La .
existencia de dos centros separados podrá. cleclucirse también de la existen-
cia de dos sacudimientos. eparados por una pausa ele 20 a 45 segundos, sien- ·
do la d'uración total de ~ 1;1tro minutos.
En la primera mitad del terremoto se observaron movimientos vertica--
les en: Illapel, valle del Aco_n cagua, en el borde occidental de la cuenca de
Santiago y también en Machalí, Rancagua, Rengo y Llico. El movimiento,
principió con sacudidadas horizontales y siguió con golpes verticales en la
segunda mitad en Valparaíso, Casa.blanca, Curacaví; pero también en San
F elipe en ~l valle del Aconcagua, siendo contradictorias las noticias de Qui- -
Ilota y -lo mismo las de Santiago. En estos puntos hubo probablemente golpes
verticales en ambas fases del terremoto .
La repartición de la intensidad ha sido muy irregular, como se despren- -
d e d'el plano de la figura 92. Esto se explica porque las iD:tensidades se han:
determinado solamente por el grado de destrucción de las casas, y éste de-
pende en primera línea de la clase de subsuelo. Muy típico _es el caso de ·
Valparaíso, d'onde en los cerros la intensidad ha sido del grado VII a VIII, .
mientras que en el subsuelo de acarreo y r elleno artificial de la parte plana
hubo una destrucción casi completa, lo que corresponde al grado 'Je a XI.
Pero, a esta gran intensidad contribuyó también la falla de la costa que pasa:
318 DR. JUAN BRÜGGEN.

:por debajo de -la parte plana a poca distancia del pie cl'e los cerros y que es-
tá acompañadá de num~rosas grietas secundarias (véase figura 61).
Muy fuertes han sido las cle,<;; trucciones en todo el valle del Aconcagua,
·desd·e la costa hasta Los Andes. A esta destrucción con tribuyó no sólo el
subsue-lo malo, formado por ripio lleno de agua, sino en primera línea las nn-
·merosas fallas que atraviesan el valle, como se ve en la figura 92.
Al salir del estrecho cajón · glacial situado en la Cordiller a de los Andes,
,el río Aconcagua entra a la hoya rectangular de Los Andes-San F elipe . Su
límite oriental está for1hado por la gran falla del pie de la alta cordillera .
.E sta falla. proviene desde la ,hoya de Santiago, pasando por Colina. En el
·cordón transversal de la Cuesta de Chacabuco, la falla se r emovió unos 7-8
.kilómetros hacia el este en la falla transver sal qne limita la hoya de Los
Andes por el sur. Hacia el norte la falla continúa más allá de la hova de
' . .
:Los Andes, constituyendo los gigantescos esealones con q~te descienden ~as
.mesetas de la Laguna del Copín, al NE. de los Baños ele Jahuel. También la
falla occid~ntal de la fosa de Los Andes está muy bien desarrollada; corre
de San F elipe hacia el sur, avanzando en forma escalonada hacia el este.
En San F elipe se comunica la ~osa de Los Andes con la larga fosa lon-
·gitudinal de Putaendo que , desde San F elipe, se desvía hacia el oeste, exten-
·diéndose hasta Ocoa, formando una fosa diagonal, acompañada a ambos la-
·dos por grandes_"rinconadas".
En Las V egas, la fosa diagonal, recorrida por el río Aconcagua, está
-cruzada por la fosa fongitudinal Catemu-Llay-Llay. Una idea de las dislo-
.caeiones existentes en este cruce de dos fo sas se puede obtener d'e la figura •
91a. Desq.e el norte vien e la gran fosa de Ca t emu, ac ompaña da a ambos lados
por largas faldas r ectilíneas y de fuerte declive, (]J.le sólo de v ez en cuando
-están .i nterrumpid.a s por algunas rinconadas en la falda oeste d-el va-lle. La
falla occicl~ntal continúa por may or distancia al sur del i:ío A concagua, li-
IDitando el ·valle' Las Palmas . La falla oriental de Ca temu, t ermina luego al
.sur del río Acqncagua donde se abre la gran l~oya irregu-lar de Llay-Llay,
rodeada en todas partes por grandes precipicios de fallas . Es una grandiosa
d epresión del tipo Sa,g ami, rodeada en todos los lados por cerros y mesetas
,que se levantan 600 y 700 metros encima del fondo de la hoya.
El río Aconcagua que corre por una fosa limitada a ambos lados en for-
ma irregular por rinconadas entre las cuales avanzan grandes espolones ha-
,cia el río, atraviesa luego una parte estrecha, pero siempre de un ancho d~
.2 kilómetros, formada por un alto cordón de cerros, y después en Ocoa· entra
.a otra fosa longitudinal que pertenece al sistema de -las fosas de Melón.
El valle Melón principia en el norte, al este de la Cuesta Melón, donde las
.fallas transversales pueden r econocerse no sólo por la morfología del terre-
•n o, sino su existencia puede comprobarse también por las dislocaciones de
.los ruan tos calcáreos del cerro ).'llavío. Se trata de varias fallas escalonadas
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 31~

~ ~O<QO fundQm••fQI<,

D Terreno de QC<nrto

1:.·.:·_-·.-.1 Ltcho dd Aconca1•a

............... FQlla.s
O 4 Z J ~ (m, 1-- - - - -~ ~ .,.,.

Fig. 91a.- Croquis del valle Aconcagua en Llay-Llay.

en las cuales la continuación septentrional de -las calizas se ha removido cada·


v~z en más de cien metros hacia el este. Desde el cerro Navío hacia el sur-
prevalece una fosa longitudina l que en la región de Calera se bifurca en dos,
fosas, separadas por el cordón de las Campanitas en cuya punta norte ·están
situadas ·~as grandes caleras que dieron el nombre al pueblo Calera. Ambas:
'320 DR. JUAN BRÜGGFN.

.fosas están recorridas por el río Aconcngua; la oriental continúa como valle
de Ocoa que nace eu la gl'andiosa rii1conacla entre los cerr os Campana y
:Roble.
La fosa occidental es tá form ada por el ancho valle d el Aconca gna entre
,Caler a y Quillota. L a falla occid ental es bastante rectilínea, mientras que la
falla oriental tiene fo rma cnrvada constituyendo una rinconada lar ga . La
falla oriental continúa al sur de Lirnache por el valle de Lliulliu, separando
los cerros altos de Chapa de 1.980 metros d e los cerros más bajos en e1 oeste
.que no alcanzan más de 900 metros . · ·
Los cerros relativamente altos de Chilicauquén , situados enfre PuC'lrnn-
,caví y Quillota ocupan una situación. con respecto a la rinconada .de Quillo-
t a que es parecida a la del cerro Chape con r especto a la rinconada de Chi-
ca.urna (véase figura 88). Da~ la inÍpr esión d'e que se hayan des·l izado hacia
·el NW. Entonces, las fosas del sist ema 1\/[elón constituirían grandes grietas
·d e d esprendi~iento causadas por un deslizamiento ele esta parte de la cos-
:tra t errestr e hacia el mar y ha cia el término de la profunda fosa de Atacania.
Aún más al ponieute se halla la fa-11~ que acompaña el pie occidental de los
-cerros 'd e Chilicauquén ; en la figura 92 se halla al este de Puchuncaví. Esta
falla separa los cerros nombrados de la t erraza marina entre MaitenciHo y
,Quintero en el norte y el río Aconcagua en el sur . .Al fin queda la falla de la ·
,costa misma, atravesada en Concón por una fa lla tran.sversal que causa la
.saliente de la costa .
En vista de tan numerosas fallas r ecientes que se manifiestan clara-
ment" en la morfología del t erreno, no puede sorprender que la zona del
-valie del Aconcagua baya sufrido una destrucción extr aordinaria, especial-
·ment~ en el terreno de acarreo lleno de agua subterránea . P ero, esto no in-
·dica necesariamente que el t erremoto haya tenido su origen en el valle del
.Aconcagua , porque t enemos observaciones de mayor intensidad y de solevan-
talll.'iento de la costa más al norte y también mucho más a:l sur. Además,
vimos ya que la repartición de las intensidades comprueba que se trata ile
·un terremoto longitudinal :
Más fuerte debe haber sido el sacudimiento más al norte . del Aconca-
:gua, dond·e en Za.pallar se destruyeron casi t od as las casas no obstante el
subsuelo favo rable . Lo mismo vale también para los pueblos de Pichidangni
-y Quilimarí. Montessus de Ballore se . inclina a atribuir el grado X a estos
puntos . Podemos deducir d e esto que hubo una zona epicentral septentrio-
nal que se halla en la costa escarpada del continente. A ella pertenecen t am-
-bién las, fuertes destrucciones en tod'os los valles vecinos, en Petorca, L a Li-
•gua y Aconcagua. En este último valle }os destrozos eran especialmente
·fuertes, en parte por las fallas transversales, en parte por la mala calidad
,d el subsuelo.
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Fig. 92.-Mapa del t erremoto de Chile central de 1906.
322 DR. JUAN BRÜGGEN.

Avanza?do hacia el sur por la costa, la intensidad disminuy6 en los ·


balnearios Al garrobo y Cartagena y después volvió a aumentar entre losa
ríos Rapel Y Maule, donde se observó un fuerte solevantamiento ne la costa•
que estudiaremos más abajo en el párrafo sobre los movimientos· de la costa··
chilena en los terremotos .
En el gran valle ·longitudinal, el grueso relleno de cascajo fir me par ece ·
haber amortiguado los sacudimientos . Pero en la cercanía de las fallas gran- .
des y donde el subsuelo es desfavorable por haber un nivel alto del agua
subterránea, hubo fuertes destrucciones . Estas son especia1mente grandes .
en las llamadas ''rinconadas'' cuyo origen tectónico se ha discutido en la
página 303.
Los movimientos muy fuertes que se han observado en medio de la Cor-
dillera de la Costa, sea en ·C asa blanca y Curacaví o más .al sur en Vichu- ·
quén, Licantén, etc., se deben en parte al subsuelo desfavorable en las depr e--
siones, en gran parte a fallas l ocales entre los diferentes bloques o a movi--
mientos en las dislocacion es del tipo Sagami.

e) El terremoto de Chillán-Concepción, 1939

Este terremoto que se produjo, el 24 de enero de 1939, es interesante, .


porque la revisión de una nivelación de precisión hecha cuatro años antes ñel ·
terremoto, comprobó importantes movimientos de la costra terrestre que no •
eran visibles a la simple vista (véase figura 93). Ambas nivelaciones han .
sido ejecutadas por el Instituto Geográfico Militar ,
Por desgracia, no conocemos el movimiento vertical que puede haber ·
ejecutado el punto de salida que es e~ dique No. 2 de Talcahuano, porque no '
hay observaciones de mareógrafo anteriores y posteriores al terremoto. Co-
mo se ve en el perfil, fa llanura entre Talcahuano y Concepción se habría.
hundido en unos 60 centímetros con r especto al dique No. 2. Pero, tal hun- ·
dimiento se habría notado seguramente en la costa sumamente baja entre ·
Talcahuano y Penco por un avance del mar en varios cientos de metros. Por ·
esto, es más probable que la llanura haya conservado su nivel y que el di-
que haya subido en 60 centímetros, porque pertenece al bloque de Tumbes ·
que es zona a·e solevantamiento, como se indicó en la figura 94 .
Lit llanura de Talcahuano-Concepción es una fosa tectpnica limitada en ·
·el oP-ste p.or la falla que pasa por el pie oriental ele la península de Tumbes -
y la falla del pie occidental d~ la Cordillera de la Costa. Entre la plaza de ·
Concepción y un punto situado a cuatro kilómetros al este, ya en el interior-
d'e la Cordillera de la Costa, se produjo un solevantamiento de 97,9 .cms. en
comparación con la situación anterior al terremoto . Agregando el hU?di-
miento aparente de 60 cms. de l a llanura de Concepción, tenemos una dislo-
cación de 1,60 eros. que se produjo tn la falla del pie de la Cordillera de la-

FUNDAMENT OS DE GEOL OGIA. 323

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<Josta. Según l a Comisión Gubernativa, que estucl'ió los efectos del terremo-
t o, no pudieron obser varse grietas de importancia en este tramo . En reali-
.dad, el desplazamiento vertical es poco importante; además, puede distri--
buír se en varias fallas paralelas de un salto aún menor y con la cubier ta
,de -an mayor espesor de terreno de acarr eo, las grietas quedan cerradas en.
la super ficie.
324 DR. JUAN BRÜGGEN.

Otra faHa importante pasa por el pie oriental 1de la Cordillera éte la.
Costa, en ·l a región de Quillón, entre Florida y I3ulnes. En ella se produjo
también un desplazamiento importante, ele más de un metro. Sorprende-
V que en vez d'e un hundimiento que debería esperar'se para la fosa del valle
longitudinal, se produjo un solevantamiento. Este mismo movimiento se
observó también más al norte, donde la línea del perfil tuerce otra vez ha-
cia el oeste y donde 1a falla se halla a poca distancia al este de Cauquenes.
Importan te es que el solevantamiento entre La Florida y Bu.].nes y pro-
bablemente también el otro, se produjo exactamente en la zona de la falla
que separa la Cordillera de la Costa del Valle Lo:ngitudinal .
El movimiento inverso con respecto a la morfología no puede sorprender-
mucho, p orque se ha observado también en otros terremotos. En el terre-
moto de San Francisco, en _1906, se hundió el lado del continente en un metro
con r esp ecto al Pacífico . En California el movimiento p~incipal era de direc-
ción horizontal, moviéndose el lado oriental de la falla en 2 a 4 112 m. hacia
el SE., En tal trasl ación horizontal pueden originarse presiones sec-u ndarias
que hacen subir ciertas zonas del bloque removido. .

5) Solevantamientos de la costa de Chile en los terremotos (1)

En muchos terremotos chilenos se han observado importantes cambios


del nivel del mar. Se trata principalmente de solevantamientos de la costa,
porque éstos son más llamativos que los hundimientos. Así se explicará por
qué hasta ahora no tenemos datos seguros de hundimientos relacionados con
t err emotos. Los hundimientos r ecientes en la r egión de Ofqui y Chiloé fue-
ron atribuídos por Vida,l Gorma.z al terr emoto de 1837, pero fueron obser-
vados sólo 20 años después e¡¡ 1857. Además, los bosques sumergidos bajo e-l -
nivel del mar, s~ conocforon ~a en 1675.
L as·· observaciones más exactas sobre solevantamientos éte la costa fue-
ron hechas después del terremoto de 1835 y. formaron la base de una des-
cripción detallaéta por parte de Darwin. En Talcahuano, Fitzroy, el capitán
étel "B'eagle" midió un solevantamiento de 4 a 5 pies que después de dos meses
disminuyó a 2 pies. En l a Isla Santa María, en el Golfo de .A.rauco, el sole-
vantamiento varió entre 2,4 m. en el sur y 3 m. en el norte . En Tubul, en
la costa norte de .A.rauco era de 1,8 m. l
Darwin llegó más' tarde a Talcahuano, pero parece que participó en la
segunda visita a la I sla Santa l\faría, de la cual dió l a siguiente descripción :

(1) Una extensa discusión de las observaciones y de las opiniones contrarias se bal!a
en mi "Contrib11eión a la .geologia sismtica de Chile". Revista Chilena de Historia y Geografía.
Tomo 103, 1943.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 325

" Grandes masas de locos y choros pegados todavia a las r ocas, se hal'laban e;n,cima dell ni-
vel superior de la alta marea y algllDOS acr es de una superficie rocosa (la P'ataforma de
abrasión) que antes siempre estaba cubietta Por el mar, quedaron en seco y despidieron un
olor desagradable proveniente de los .numerosos animales en descomposición".

Importante es la oQservación d:e Fitzroy que· -la altura del solevantamien-


to disminuyó lentamente, siendo Jl!ás importante en el mome:i;ito inmediata-
.mente después de la castástrofe. "'
El mismo fenómeno se observó también en' el terremoto de 1906, en la La-
guna de Cahuil, situada al sur de Pichilemu, en el curso inferior del estero
de Nilahue.. Es una laguna d'e 10 kilómetros de _1 argo por 220 a 880 metros
de ancho . Es de poca hondura en la parte superior donde desemboca el río
y prpfunda en su parte occidental; donde entran las mareas.
D espués del terremoto se observaron no sólo solevantamientos en la
parte abierta del mar, d'onde se pudo vadear hasta .r ocas muy distantes, sino
t ambién transformaciones importantes en la laguna. El primer día después
del t errempto, la veg a del valle donde desembocó el Nilahue, estaba cubier-
ta por agua como en ¡as más grandes avenidas. Aunque los riberanos lo a tri-·
huyen a las abundantes lluvias que cayeron en los dias anteriores, es más pro-
bable que el sol evantamiento de la costa hizo retroced'er las aguas de la la-
guna.
Esta se vació en los días ~iguientes por completo, reduciéndose a un an-
gosto canal o barranca cubierta de agua, que pasó por el medio del antiguo
fondo fangoso d e la laguna. Poco a poco, insensiblemente el agua volvió a
ocupar sus antiguos dominios y después del f~erte t emblor del 20 de septiem-
bre, que era una r éplica del t erremoto, la distribución de ·l as aguas quedó
como antes del terremoto . .~
• 1
Ten emo.s aquí otra vez el fenómeno que con el terremoto se haya pro-
du cido un solev antamiento excesivo de ciétá parte d e la cost~'a terrestre, en
nuestro caso de la costa. P ero lentamente, acompañado de las réplicas, se r es-
tituye un nuevo equilibrio, no muy distinto del anterior al terremoto.
Como ya vimos más arriba, al discutir las dos nivelaciones de precisión
ejecutadas antes y - después del t err emoto de Chillán (figura 93), los sole-
vantamientos d e la costa no son uniformes ~n mayor extensión y aún a poca
distancia p.ueden observarse movimientos contrarios. Esto lo explica la fi-
gura 94 que nos muestra la repartición de . zonas de diferentes t endencias de
m,ovimiento. Por un lado tenemos las regiones altas, casi t odas de forma a e
mesetas, como la Cordillera de la Costa, la p énínsula de Tumbes y los cerros
islas que se ievantan de la planicie entre Concepción y Ta-lcahuano . Son las
zonas de tendenc~as de solevantamiento, continuando los movimientos que
hicieron subir las m esetas. Su límite con las regiones· bajas, de tendencia d e
' hundimiento, está constituído por fallas . La~ partes bajas son formadas _póF
326 DR. JUAN BRÜGGEN.

~
- O
e t
1
e 1 1
2 '3 4 km
Zonas d" so/ev.intamiento
c:::::J Zonas de hundimiento

Fig. 94. Cróquis de la región de Concepción .

la planicie baja entre Talcahuano y Concepción y por el fondo de la bahía


d e Concepción, que es la continuación de la planicie. Esta última se eleva
encima del nivel del ruar sólo gracias a los sedimentos dejados por el Bío-
Bío y probablemente también a un pequeño solevantamiento general. En los
últimos terremotos, como lo vimos más arriba en el de · Chillán, estas zonas
de tendencia de htmdnniento parecen haber conservado en general su nivel.

6) Los maremotos chilenos

Los ~aremotos •constituyén una catástrofe muy temida p.or los habitan-
tes de la costa. Acompañan .a muchos terremotos chilenos, pero faltan a ve-
ces a grandes catástrofes, como por ejemplo, al t erremoto de Va1paraíso de
1906, que presentó grandes intensidades en toda la costa de Chile central .
En varios casos se puede comprobar que los movimientos de la costa
preceden a los primeros sacudimientos. Esto lo observó Sutcliffe durante eJ
terremoto de Concepción en el año 1835, que estuvo acompañado por una
erupción submarina en la Bahía de Cumberland en Más a Tierra.
E1 día 20 de mayo, a las 11.30 de la mañana, casi a la misma hora del
terrem'oto, ,S utcliffe observó que el mar casi cubrió el muelle y, por ser hora
de baja r .area, se alarmó, bajó a la costa y dió orden de poner los bote&
. ef
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 327

en un lugar seguro. Mientras tanto, el mar principió a retroceder con mu-


cha velocidad hasta dejar en seco la mayor parte de la bahía . Entonces or-
denó tocar alarma y cuando llegó la gente, hizo sacar los botes . .Sólo en ese
momento la tierra principió a estremecerse con violencia y el mar re,trocedió
con olas enormes, oyéndose una explosión tremenda . Todos se fugaron a los
cerros y el mar invadió toda la población. Poco después de la explosión
Sutcliffe observó Úna gran columna de erupción en el mar.
Por consiguiente, la primera subida del ma·r y también su primer re-
troceso se produjeron varios minutos antes· del temblor y de la erupción sub-
marina y debemos suponer que ambos fenómenos fueron causados por un
hundimiento y solevantamiento lento de la isla que eran precurs,ores de la
eru_pción.
Se podría ,pensar también que la ola haya provenido del maremoto de
Concepción, donde se produjo la catástrofe a la mi~ma hora d'e 11.30. La
diferencia de tiempo entre Juan Feruández y Concepción es de media hora,
de modo que la ola habría recorrido en media hora la distancia de unos 550
a 600 kilómetros. P ero, una ola sísmica proveniente de tanta distancia no
habría alcanzado tanta altura en medio del océano y habría principiado con
un retroceso d el mar seguido por una gran rompiente, pero no en forma
. /
de una subida lenta del mar.

En el mismo terremoto de Concepción de 1835, en Concepción mismo,


se observó un importante hinchamiento del mar antes de los primeros sacu-
dimientos de la catástrofe. Fiitz Roy dice:

"Mujeres que lavaban en el rlo (Blo Blo), cerca de Concepción, se atemorizaron al ver
las aguas subir hasta alcanzar sus rodillas, principiando la conmoción del suelo al mismo instante".

La subida del mar que se extendió hasta Concepción, situado a unos siete
kilómetros de la costa, debe haberse efectuado ya algunos minutos antes del
terremoto que se notó por las lavanderas en el mismo momento de la llega,
da de la crece del agua causada por un hundimiento tranquilo de fa costa.
Esta crece fué observada por las lav~nderas gracias a las condiciones es-
peciales en que se hallaban a orilla de las aguas tranquilas del río. Se com-
prende que ta-les movimientos pequeños fácilmente pueden pasar desaperci-
bidos en una costa rocosa de fuerte oleaje . Sin embargo, tenemos algunas ob~
servaciones en otros terremotos en que parecen ha~erse efectuado importan-
tes movimientos de la costra t errestr e durante el terremoto.
En el gran .terremoto de !quique de 1877, el maremoto se produjo en par-
te pocos minutos después del principio del terremoto, en parte hasta media
hora d espués. En Tocopilla observó O. Harnecker lo siguiente:


328 DR. JUAN BRÜGGEN.

"A nuestró parecer, la duración del! prlmer terublor- fué de dos a tres minutos, y desde
-este momento basta aquel en que el mar hizo su primera salida, pasaron unos ~os minut<>B
·más; total po:r lo tanto, cuatro a cincio minutos.
Ellas (las manifestaciones detl océano) principiaron a ser apercibidas por algunos vecinos
;tardiofi en esca.J)ar. Estos vieron la mar hincharse, crecer y ultrapasar de su limite natural
1de una manera tranquila, pero continua" .

lVIuy parecido se desarrolló- E!l tsunami en Cobija. Montessu.s de Ballore


·cita la siguiente descripcíón:

"A los cinco minutos del! gran remezón, se vió hincharse el mar tranquilamente, sin una
sola ola que lo rdzase: pasó los malecones e invadió las casas en medio de un ruido espantoso,
'producido por las paredes ... que cedlan al propio peso dell agua . ..
Es digno notarse que Ja primera salida del mar no· fué una oleada bulliciosa, sino una
·hinchazón, como ya se ha dicho, y tan pausadamente subió, que hay personas que entraron a
'sus casas oara sacar frazadas y o·tros obje tos, mojándose los pies, y han vuelto a salir bus-
·cando otros objetos sin que el agua los apresurara demasiado".

rr:ambién en el puerto de lVIej"illones el primer desborde 'del mar se pro-


dujo en fórma lenta . Pero ya había un intervalo de media hora entre el te-
rremoto y la salida del mar. En Antofagasta, el tsunami principió con un
.r etroceso del mar que se pr.odujo 10 minutos después del terremoto.
En el norte, en Tarapacá se observó también primero un r etroceso del
mar; en Iquique y Pisagua a unos 30 minutos, en Pabellón de Pica a unos 20-
25 minutos y en Huanillos a 15 minutos después del terremoto.
Según estos · datos parece que el centro del tsunami se haya encontrado
entre Tocopilla y, Cobija y que, con la mayor distancia aumentó el intervalo
entre el terremoto y el tsunam1.
El retroceso del. mar que precede a menudo a los grandes tsu.namis, se
'éxplica generalmente p.or la depresión que se forma delante de la gran ola y
que causa un fuerte reflujo del agua desde -la costa hacia la depresión. De
esta manerá pod'emos explicar que en el terremoto de Tarapacá de 1877, 'll
-tsunami principió con un retroceso al norte y sur de la zona central; en es-
-ta última principió con una subida del mar.
Pero, tal como explicamos el hinchamiento del mar por un hundimien-
i;o de la costa, el r et:oceso puede deberse también a un solevantamiento de
1a costa que empuja . el agua hacia atrás, respectivamente, hace escurrirse el
agua .de la parte solevantada. Después de algún tiempo el mar vuelve con
·úna gran rompiente que avanza afm más allá de sn orilla original, especial-
mente si -la costa que, al pri.nci.pio, se había solevantado demasiado, vuelve
· a descender un poco. Estos movimientos son acompañados de los fuertes
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 329

sacudimientos que siguen casi sin interrupción al primer choque principal.


Tales asentimientos p 1.1edcn caus.a r las segundas y terceras olas sísmicas .
Con tales movimientos se explican también ciertas particularidades a:~
los tsunamis. Así, a ml'nudo, l'l mar se. retira más en sentido vertical que la
subida posterior de la ola, debiendo esperar se qu e la r ompiente que avanza
en aguas costaneras se eleye más que el d escenso tran quilo que le precedió .
En el maremoto del 24 d P. agosto <le 1869, en Pisagua, bajó el mar 16 pies, pe-
ro subió solamente 10 pies encima d e su _nivel normal. En el terremoto de-
Concepción de 1835, el mar bajó primero durante media hora en 42 pies y,
después, como un a enorme r ompiente, se precipitó sobr e la costa subiendo 30
pies encima de su nivel normal. L e siguió luego una segunda y tercer_a ola a
intervalos de solamente pocos minutos.

a) Varias erupcfones submarinas en la costa de Chile

Erupcion es submari~as que se consideran como causas frecuentes de


grandes tsunamis, se h an ohservado varias veces en la costa de Chile, a ve-
ces sin estar acompañadas por fuertes temb_lores.
En e-1 terremoto de Concepción d e 1835, se produjo no sólo la erupción
submarina en Juan F ernindez descrita más artiba, sino se observó otra cer ca;
de Talcahuano, en la bahía d:e San Vicente. Du Petit-Thouars la describe en
la forma siguiente:

"En el mar se observaron dos erupciones de humo espeso ; en un lugll:r se formó un'
''maels trom" (remolino) en forma de cono invertido, haciendo la impresión como si el mar1
estuviera precipitándose en una cueva de la tierra. Desde Concepción (?) y Talcahuano se
vió hervir el mar; probablemente entraron grandes masas de gases al agua que ria t eñian de
negro, esparciendo olor a azufre. Después se vieron flotar en el agua muchos peces muertos".

Sobre el mismo fenómeno informa Fitz Roy :

"Se v_ieron en la bahía (de San Vicente) dos erupciones: una como una coilumna de humo,
la otra como un chorro de agua lanzado por una ballena gigantesca. En otros lugares parecia
hervir el agua que se volvió negra y esparcía vapores sulfurosos muy desagradables".

El chorro de agua, que sa-ltó en la b~hía 'de ·san Vicente, es un fenómen o


que se h a observado varias veces en diferentes mares donde había erupcio-
nes submarinas . · '
También el fe~ómeno d escrito como si estuviera hirviendo el agua del'
mar, ha sido observado a menud"o, lo mismo que el escape d e hidrógeno sul-
fur ado. Este gas podría provenir también d e ·l os r estos orgánicos en descom-
posición ..
330 DR. JUAN BRÜGGEN.

El fenómeno de hervir es probablemente es el mismo que, en el terremo-


to de 1865, consistió en el lanzamiento de innumerables chorritos de agua de
30 a 40 cms. que se observó en el puerto de Callao. El mismo fenómeno, lo
observé en los canales al norte de Ofqui en el momento cuando cambiaron las
fuertes corrientes de las mar eas . En los maremotos se desarrollan también
fuertes corrientes en la vecindad de la costa que a menudo cambian de posi-
ción y producirán el fenómeno descrito.
Ilay también otras noticias de erupciones submarinas cerca de Talcahua-
no. Goll escribe que, el 14 de septiembre d'e 1868, en la noche, se produjo lma
sa1ida del mar en Talcabuano y que el agua estaba caliente. Entre los pesca-
dores de ese puerto existe la idea que hay un volcán submarino en la bahía
de Talcahuano. La idea se funda probablemente en la salida de gases sulfu-
rados que se explican generalmente por el escape d'el fango orgánico, pero
que a menudo tendrán origen volcánico.
También en otros puntos de la costa chilena se han observado erupcio-
n es submarinas, en parte a poca distancia de la costa. Según Gol!, el 15 de ju-
nio de 1877, o sea, un mes después del terremoto de !quique, salió en Pisagua,
cer ca d'e la costa, una enorme columna de vapor y el agua adquirió un vio-
lento movimiento de r emolino . Más o menos al mismo tiempo, pero en un
punto muy distante, en las mirias de TocopiHa, l os miner os se negaron entrar
a ~as minas porque hacía un calor insoportable.
La erupción submarina en Pisagua es la r epetición de un fenómeno vol-
cánico parecido al que acompañó el terremoto de' !quique de 1877.
P ar a un año más tarde, el 12 de marzo de de 1878, cita Goll un temblor
en !quique y una erupción submarina, sin agregar mayores detalles.
l.Jn"á nueva isla, al parecer d'e origen volcánico, aunque no se · mencione
la salida de vapor o humo, fué observada frente a la desembocadura del río
Cboapa, a una distancia de 100 millas. Como es frecuente en tales islas, ,fos.
apai,.eeió -muy luego y no fué encontrada por los buques que se mandaron
para su r econocimiento . José M. Pomar publicó la descripción siguiente en
"El Mercurio" d'e Santiago, de 11 de mayo de 1924:

"En 1880, el capitán Guillermo Fischer del bergantin nacional "Tuba1cain!' anclado en
Arica,· el lo. de agosto, procedente de Tomé, expuso al Cónsul de Chile que en, la travesla de
once días fué sorprendido al! amanecer del tercer dia, 23 de junio (¿juilo?) con la vista de
tierra a <Ustancia de 15 a 20 millas hacia e"l E . en una mañana serena y clara, tanto que 110
hubiera visto la costa de Ch.Ue a 60 millas, pero aue el buoue distaba como S5; que más a1
amanecer, é: y toda la t ripulación vieron claramente que era una Isla consistente en una
masa blanca como de 15 millas de largo de N. a S., situación de su centro: 31º 40' S. 730 25' W,
o .sea, frente a la costa entre Coauimbo y Valparaiso; que alrededor de l:a isla el agua era
de collor turbio amarlllo y que a las 3 de la tarde ~mhió com~etamentc de cdlor. La isla
tenla toda la apariencia de haberse formado recientemente de origen volcánico. No les cupo
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 331

duda de su existencia, pues el buque fué detenido todo tm. di.¡l cerea de dila por las calmas y
quedó a su vüsta hasta las 5 de la tarde. ID! capitán Fisch~ no mandil bote a la isla ni quiso,
acercarse a eHa temeroso de que su buque fuese a encallar en a!Igún banco, y al hacer con
más exactitud la observación en ese día, vió• que se hal".aba en 31() 28·' S y 730 39' W. Dias
después se supo por el capitán Lasen del bergantln goleta naciona.1 "Paquete de Copiapó"
haber sentido cerca de esas coordenadas un fuerte temblor".

Aunque la búsqueda de la corbeta "Esmeralda" que salió, el 18 de agos-


to, no encontró rastro de la isla, un afio después, en junio:

"EJJ capitán Benedetto Capurro de la barca nacional "Rosa" en un wa¡e de Coquimbo a


Vaiparaíso, av-l stó una isla desconocida como a cuatro millas de distancia y persuadido de que
no estaba señalada en las cartas, se acercó a ella una milla por el S. y observó su latitud a
las 12 del dia y permaneció a Ua vista de e!Ila por cuatro horas a d.',stancia de 2 a 4 millas.
Habiendo fondeado en Valoaraiso en la tarde del 6 de junio hizo esta relación aO Gobernador
Mai;itdmo, quien a continuación hizo, a bordo de la barca "Rosa", la indagación correspondiente
a ~a trioulación y a su oiloto, quienes declararon ser cierto y verdad la existencia de tma Isla
desconocida. Según las observaciones del capitán de la "Rosa" Oa nueva isla estaba 2() a.4 N.
de la encontrada oor e,I capitán del "Tubalcain" y en la misma longitud con diferencia de mi-
n11tos".

De nuevo se mandó la corbeta "Esmeralda" que, el 10 de junio, llegó al


sitio cruzando durante tres días y por haber equivocación en la latitud, la "Es-
meralda". empren'dió un nuevo crucero, el 21 de junio, para · buscar la is-
fa. sin que esta c~rbeta ni otros buques expedicionarios hubieran encontrado
la isla enigmática.
A las erupcionf's vecinas a la costa pertenecen también las observaciones
póco concisas que colectó Steffen después del terremotq de 1906 :

"El señor G11illermo Azócar, de Putú, refiere que ''después del terremoto se vieron
grandes luces por el lado del mar, como cuando está en erupción un volcán'.'.

Fenómenos parecidos fu eron observad'os por pasajeros de un vapor al


pasar algunos días · después del terremoto frente a Cartagena y San Antonio .
Vieron en el horizonte occidental un :

"Resplandor amarillo, muy marcado y constante, atribuyéndolo , a la actividad de un vol·


cán submarino, ya que no podia ser el resplandor de un astro ni de un buqueJ encendido".

También los vecinos de Llico dicen haber observado al go parecido.


Naturalmente, estas noticias son bastante vagas, pero llama la atención
que provienen solamente de la región entre Constitución y San Antonio, mien-
tras que más al norte no se ha observado nada sE!mejante.
332 DR. JUAN BRÜGGEN.

Según una n arración de un pasajero, en el terremoto de. Talca, de 1928,


un buque que navegó frente a Constitución observó un fuerte sacud'imiento
frente al puerto de Constitución. En vista de que el terremoto citado no
pertenece a l o.:, m ás fuertes, hay que suponer que, en el mar frente a Cons-
titución, hubo un epicentro secundario o una erupción submai:ina que no al-
canzó a atrave~ar la columna de agua.
Otras erup.ciones submarinas se h an producido en la loma submarina que
une las islas J ttan F ernández con San Ambrosio y San F élix . Y a h emos des-
crito la erupción en la bahía de Cumberland en Más a Tierra que se p r odu-
jo en el momento d el terremoto de Concepción de 1835 .
Según Goll se prod~o, el 12 de febrero de 1839, una erupción submari-
nan y maremoto a unos 120 kilómetros al est e de la Isla de Más a Tierra . En
33° 34' S.! 76° 49, W y en 339 40' S y 76° 51 ', W se habrían formado dos islas
'nuevas.
El mismo autor cita la observación siguiente h echa en un punto un poco
más austral:

"En octubre de 1867, se sintdó un t em!Mr submarino en 340 55' S y 770 38' W (unas 100
mlllas a'1 SE de Juan F ernández); después el buque 'tlavegó durante cios horas por agua de
color blanco lechoso, habiendo mucho pescado muerto en la superficie" .

Se trata probablemente del mismo fenómeno que describe José .M. Pomar
en la forma siguiente, aunque, dice que el punto se h alla a 100 millas al SW
en vez de SE de Juari Fernández:

"En 1867, el capitán Simpton, de la barca británica "Corone'lla." navegaba en el Pacifico


con mucha calma y vientos contrarios, con excepción de un fuerte viento acompañado de siete
temblores Que se produjeron como a 100 mfUas al SO de aa I sla de Juan. Fernández; durante
dos horas navegó por agua tan blanca como ieche; sondeó, pero no tocó fondo en 100 pies
de profundidad, vdó muchos pescados mue;tos Y una gran cantidad de pájaros por todas par-
tes . Agregaba el capitán Simpton que s i hubiera: estado 10 milla.a más adelante, el choque
hubiera sido peor y hubiera causado averias al buque".

Al fin hay que mencionar la erupción en la Isla San F élix o en el mar


vecino que a compañó el t err emoto de Vallenar de 1922, y que se describirá
en el párrafo siguiente :
A l a t eoría del origen de los tsunamis por erupciones submarinas podría
objetarse que serían erupciones muy excepcionales, ya que consistirían en
una sola o muy pocas explosiones que causan las pocas olas sísmicas, apagán-
'dose luego la actividad'. En realidad se tratará solamen te de las primeras
. '
explosiones que abren la chimenea para la salida de la ·l ava o de los gases y
que tien en la fuerza suficiente para causar el tsunami.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 333

También en otro sentido, las erupciones submarinas se distinguen de las


<le los volcanes de los Andes, que sólo excepcionalmente entran en actividad
durante los terremotos.

Los volcanes submarinos parecen estar en relación más estrecha con


los focos sísmicos de los grandes t erremotos chilenos.

También de los volcanes andinos se citan erupciones simultáneas con


los terremotos, pero en las noticias genéralmente no se indica claramente, si
-el volcán estuvo en actividad desde algún tiempo anterior al terremoto o si'
·entró en actividad solamente desde el momento del terremoto . Así, durante
·el t erremoto de Iquique de 1877, habrían estado en actividad los volcanes
Isluga, San Pedro, Cascanal y Colipí (Goll, p. 57) . También durante el te-
Tremoto de Concepción de 1835, había varios vo-lcanes en actividad. Goll (p.
12) cita los volcanes Michinmávida y ·Osorno.

Darwin dice que el volcán Osorno estuvo en actividad ya desde 48 horas


:antes del terremoto y que en el momento del sacudimiento lanzó una gruesa
-columna de humo azulejo obscuro que precedió a la formación de un gran
cráter en la falda SSE. del cerro, en el cual hervía la lava. El Corcovado
no dió señales de actividad durante el sacudimiento principal, pero más tar-
·.de se observó que la nieve se había derretido alrededor de su cráter noroeste.
Los volcanes de Villa.rrica y Antuco no dieron señales de actividad'. Más al
norte, desde Talca se vieron dos erupciones. Cer ca de la vertiente, en la ri-
ñera d'erecba del río Maule se abrió un cráter nuevo. Los volcanes de Peteroa
y otros vecinos y el San José estuvieron en gran actividad: que duró varios
-meses.

Tomando en cuent3: que, entremedio de los v~lcanes citados como estan-


,do en actividad, existen muchos otros como los de Chillán, Antuco, Copabue,'
Callaquén, Lonquimay, Llaima, Villarrica, Puyehue, etc., que no entraron en
.;actividad, se tiene la impresión que la influencia del gran terremoto d'e Con-
·Cepción ha sido muy r educido en el volcanismo andino . Los volcanes, que es-
1.aban en erupción, siguieron con su actividad, que sólo en el Osorno reaccio-
illÓ fuertemente ,

En el terremoto de Valparaíso de 1906, se formó en ·l a misma tarde del


terremoto el Volcán Nuevo de Chillán que desde entonces quedó en actividad.
En general, se tiene la impresión que los terremotos grandes tienen cier-
-ta influencia en los volcanes andinos, pero que las erupciones submarinas
-sea en las is-las Juan Fernández y San Félix, seai d'e volcanes vecinos al con-
-tinente, tengan una con exión más íntima con los fenómenos sísmicos.
334 DR. JUAN BRÜGGEN.

b) El maremoto de Atacama (Vallenar) del año 1922

En la figura 91 se ha reproducido un mapa sísmico del terremoto de Va-


llenar de 1922, que contiene también la repartición d e la intensidad del . ma-
remoto en la época d'e .Ja provincia de Atacama . Sorprende que en medio de-
la larga 'zona de intensidad VI, que corresponde a "destrucciones muy fuer-
tes en gran extensión", el señor Sieberg atribuya al puerto de Huasco sola-
mente la intensidad IV que c.orresponde a destrucciones d e construcciones
poco reststentes, mientras que en las construcciones sólidas se observan sola-
ment ; ·d'a ños pequeños. Ya en una publicación anterior (Geología sísmica,
p. ·124) i:ttribu í los daños de poca consideración _originados en Huasco al he-
cho que en el p.uerto no hay ninguna construcción que sea alcanzada por-
olas de 4 a 6 metros de altura. En un viaje posterior, que hice en 1945, tuve
ocasión de averiguar detalles sobre el maremoto en el puerto de Huasco . Se- .
gún los datos que me dieron las autorid"ades del puerto, en la desembocadura .
del ancho valle del río Huasco, e-1 mar entró 2 1J2 kilómetros tierra adentro
hasta las casas éle la h acienda Bellavista. Los daños no eran muy grandes·.
porque en la v ega pantanosa no existían casas .
En el puerto de Huasco, cuyas casas están construídas en una ~erraza :
rocosa de 10 a 20 metros d'e altura y que desciende bruscamente como co8t a .
rocosa al mar, el mar subió tranquilamente, p ero con rapidez hasta 2,5 m . .
encima del piso de la oficina de la Ad-µana, lo que corresponde a ocho metros .
encima de aguas medias d el mar . La subida tranquila se deberá en gr an par-
te a que la costa rocosa d"e l puerto tiene dirección "\V-E, de modo que la ola
sísmica se movió más o menos paralelamente a la costa, pero no se lanzó .
contra ésta.
Por esto la intensidad del maremoto ha sido la misma que en -los puertos ·
vecinos d e Co_quimbo, Caldera y Chañaral. De esta manera desaparece la ne--
cesidad de suponer flos diferentes puntos -de origen del maremoto, como lo
supone Sieberg. El deslizamiento de fango en el mar que supone este sabio,
y que habría sido causado por el sacudimiento del sismo, parece muy poco
probable . La inclinación de-1 fond'o del mar hacia las grandes p.rofundidacles-
de la fosa de Atacama, es muy r educida; además, el fango de las grandes.
h onduras, lleno de agua, se diferenciará poco de la densidad del agua, en l1t
cual también l a gran presión se opondrá a movimientos tan bruscos que ésto, ·
podrían causar fuertes maremotos.
Un origen tectónico quedaría excluído, según Sieberg, porque los sismo-
gramas de todas .Jas estaciones d el mundo ind'ican como epicentro un punto·
situado en el continente cerca de Vallenar . Pero, sería posible también un,
hundimiento o solevantamiento brusco sin ruptura, como se produjeron en la
bahía Sagami durante el t erremoto de Tokio . Tales movimientos de la costra::
FUNDAMENTOS DE GEOLOGI.A. 335

terrestre sin tuptura no producén fuertes sacudimientos en la costra terres-


;tre.
Como causa del tsunami de Atacama , quedaría también una erupción
. submarina cerca de la isla San F élix, comunicada por Bailey Willis. El capi-
.tán Campbell le contó que en su visita de cuatro día;~, hecha en febrero de
1923, o sea, tres meses después del terremoto de Vallenar, había numerosos
y fuertes temblores y que el fuerte -escape de gases volcánicos impidió subir
: al cerro Amarillo. Toda vía en mayo de 1923, cuando Bai1ey Willis visitó la
isla, salían gases d e una grieta situada en el borde· austral. Habla de p eque.-
:'ñas bofanadas (puffs) de vapor azulejo y de fuerte olor sulfuroso.
El buzo que había acompañado a Campbell en sus _visitas, contó que el
·fondo del mar estaba lleno de caparazones de langostas y que el a.gua del
: mar era todavía tibia en f ebrero. Se presentó más caliente inmed·iatamente
después de cada uno de los r epetidos temblores y era más caliente en el fon-
. do que en la superficie.
Las noticias son demasiado escasas para poder saber si una erupción
•fuerte en San Félix o en el fondo del mar cercano a la isla haya sido la cau-
.-sa del tsunami que acompañó el terremoto de Vallenar en 1922.

7) Los brontidis

Los brontidis o ruídos subterráneos suelen acompañar a los temblore!f


. chilenos y, en las grandes catástrofes sísmicas llegan a adquirir proporcio-
1-nes aterradoras. También se dejan sentir en temblores leves cuya intensidad
a menudo no guarda relación con la fuerza del fenómeno acústico.
El 21 de septiembre de 1919, a las 10.16 ·horas de la mañana sentí de re-
0 pente un fuerte ruído como trueno que provenía d esde los cerros situados al
este de -ChañarciHo. Salté inmediatamente del caballo, pues esperé un fuer-
.te terremoto : Pero hubo sol~mente a'os cortos sacudimientos que apenas po-
. d:ían sentirse. Los sacudimientos se produjeron cuando la intensidad del
. ruído ya estaba disminuyendo .
También en Za.pallar, un balneario situado al norte de Valparaíso, los
,temblores son generalmente precedidos por ruidos subterráneos. Estos pa-
~recen provenir desde el mar y acercarse a la costa; en el momento cuando pa-
recen haber llegado al punto del observador, se produce el temblor que ge-
_,neralmente consiste en un solo sacudimiento leve .
Los brontidis, a m.enudo s'in estar acompañados por temblores, caracte-
rizan especialmente la línea sísmica que acompaña el pie occidental de la
, Cordillera de los Andes. En la región de Pica, en Tarapacá, provienen casi
siempre d esd'e el cerro Longacho, situado a algunos kilómetros al norte de
~Pica (véase figuras 36 y 89). El cerro Longacho es una silla tectónica del
~tipo Saga.mi. En el pequeño oásis de Calera, ~ un par de kilómetros al oeste
336 DR. JUAN BRÜGGEN.

del cerro citado, escuché, el 14 de uoviembre de 1915, a las 11.30 A. M., uno-
de estos ruidos fuertes que fué acompañado durante casi toda su duración de·
un fuerte temblor que me hizo saJir ele la p.equeña choza. Me sorprendió que
los habitantes negaron que se había producido un temblor, lo que comprueba
que las declaraciones de la gente sencilla, no son siempre muy fidedignas.
Me contaron que en este oásis, los ruidos se repiten diariamente dos a tres .
veces.
Un poco más al norte, en el valle de Tarapacá, arriba ele la ciudad del'
mismo nombre se halla el pueblo de Pachica, donde estaba construyénclo-se un :
tranque . El ingeniero que residió allá desde muchos meses, me informó que·
se observaron en. esa localida'd, muy a menudo fuertes ruidos subterráneos.
El punto se halla casi encima de la falla principal misma.
Mucho más al sur, en una situaeión tectbnica parecida, en el ferrocarril·
de Chañaral a Potrerillos, el personal de una estación estuvo muy atemoriza-
do por los fuertes ruidos subterráneos que duraban días enteros.
También en Chile central, en la región del valle longitudinal cerca de·
Victoria y Colljpulli se han sentido hace años ruicl'os subterráneos.
No puede sorprender la frecuencia de ·los ruidos subterrá;neos en un país
de tanta sismicidad como es Chile. Pero, sí a estas manifestaciones se rela-
1
cionan los "mistp~effer s" observados en Holanda, entonces, sin duda, se han
confundido dos fenómenos completamente diferentes; pues, es poco proba--
ble que en un ·país prácticamente libre de temblores aparezca una manifesta-·
ción ,sísmica con tanta frecuencia, que baya recihido del pueblo tma desig-
nación especia.].
La palabra "mistpoeffers" significa¡ "explosiones de la neblina" un fe-
nómeno muy distinto ele los brontidis que siempre se parecen a un ruido pa-
r ecido a un trueno- largo de intensidad bastante uniforme. Los mistpoefiers,.
son explosiones parecidas a las que se observaron en la primera g·uerra mun-
dial, en que las exp-19siones de la artillería muy pesada se escucharon directa- ·
mente sólo hasta distancias reducidas; pero después de una zona de silencio
de más de 100 kilómetros ele ancho, l os ruidos de la explosión reaparecieron·.
con gran intimsidad', de tal modo que en la zona del Rhin temblaron las ven-·
tanas de Jas casas. SP. trata de explosiones reflectadas p.or una capa muy al-
ta de la atmósfera. ·
De manera semejante, las fuertes explosiones de la erupción ,d el volcán·
Quizapu en 1932, no se sintieron en la vecina ciudad d'e Talca, sino solamen-
te a mayor distancia como por ejemplo, en San\iago situado a 220 kilómetros
de dicho volcán, donde produjeron un fuerte estremecimiento de puertas y
ventanas. El ruido hizo la impresión de tiros lejanos d'e artillería. De la mis- ·
ma· manera. Jos "mistpoeffers" de Hol anda pueden deberse a ejercicios;
de tiro practicados por la flota inglesa u otras en regiones muy apartadas ..
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 337

8) Los fenómenos luminosos durante los terremotos

En muchos terremotos grandes de Chile se han observado fuertes fenó--


menos luminosos, generalmente en :forma de llamas como relámpagos (en Co--
p.iapó durante el terremoto de Vall!:lnar ) o como fuertes r elámpagos que alum-
braron todo el cielo de Santiago durante la catástrofe ·ue 1906 . Montessus de1
Ballore trató de negar la relación que podía existir entre estos fenómenos-
sísmicos y hu;ninosos, explicando estos últimos por cortocircuitos en las líneas -
eléctricas .
Debido a la autoridad del gran sismólogo, casi no se encu entran datos -
sobre tales fenómenos luminosos observados en Chile en los Boletines del'
Servicio Sismológico. Sin embargo, fn el transcurso del tiempo, se han ob-
servado tantos casos perfectamt-nte comprobados que no sr pueden explicar ·
por causas triviales, como se expresa Sieberg en su manual de sismología ..
Ultimamente el R. P. Francisco Gnn-Bayer publicó una interesante compila-
ción de observaciones y estudios, ele la cual reproducimos un breve extracto•
sobre las diferentes clases de estos fenóm~nos todavía muy enigmáticos. Y a·
en 1910, I . Galli había hecho un estudio mny detallado y hal;>ía distinguido·
los siguientes tipos de fenómenos luminosos :
I. Iluminación instantánea indefinida, que se subdivicl'e en relámpagos, .
rayos y "lluvias luminosas".
II. Masas luminosas móviles · y bien definidas. Se trata de globos y co- .
lumnas ele fnego y embudos o tr.ornpos luminosos.
III. Llamas brillantes y emanaciones luminosas . Son fenómenos que apa-
recen en el suefo, durando algún tiempo más o menos largo . Se subdividen en,
llamas, llamas chicas, chispas y vapores luminosos.
IV . Fosforescencia d'el cielo y ele las nubes .
En el terremoto de Idu (Japón) ele 1930, se han observado muchos de
estos fenómenos de manera que 110 queda duela acer·c a de su realidad y su re-
lación con el sismo. Importante es que en parte se han prod'ucido ya algunos-.
minutos y aún horas antes del terremoto .

F . G. 2lL
LA ANTARTIO~ CHILENA

La .Antártica Chilena comprende el territorio del continente austral si-


tuado entre los 539 y 90 9 L. W. De esta manera resulta un sector que tiene
su punto austral en el p-010 sur y qu_e, hacia la periferia abare}¡, como terreno,.
más importante ll.1'la larga península, la Tierra de O 'Higgins, atravesada por
l os .A.nd'es antárticos.
La parte más austral pertenecerá a la alta meseta de hielo continental
que · en la región del polo sur alcanza una altura de 3.000 metros sobre el'
mar. D'esde el ·polo, la superficie del hielo desciende lentamente hacia ei
borde del continente entrando come una mesa uniforme de hielo al mar,.
donde el exceso del hielo se despreude en forma de grandes icebergs de for-
ma de mesetas .
En general, la superficie del hielo continental tiene una superficie re-
lativamente plana que presenta fuertes declives y agrietamientos, solamente·
allá, donde se levanta altas serranías, a su vez cubiertas por gigantescas.
masas de hielo.
La península de la Tierra de O 'lliggins (1) constituye la única parte·
conocida del 'ferritorio .. Está formada por serranías altas que alcanzan hasta
2.000-3.000 metros de altura. Pero tambifo estos cerros están cubiertos por ,
blancas sábanas de hielo que sólo en los precipicios fuertes permiten ver los.
afloramientos obscuros de las rocas .
La cordillera que compone la Tierra de O 'Higgins, en su aspecto y en
su constitución geológica, es muy parecida a la CordiHera de los Andes de·
Patagonia, presentando una posición simétrica para con ella .
Lo mismo que en Patagonia, a éstos Andes .Antárticos, como los bauti.zó-
al gran explorador sueco, O. Nordenskjold, está antepuesto un archipiélago
de islas que está separado del continente por canales longitudinales, parecí-·
dos a los cana·l es lVIoraleda, Smith, etc., en P atagonia . En la misma forma,.
también las serranías de la península misma están atravesadas por numero-
sos canales transversales, pero todos ellos, lo mismo que todos los vaUes y ·
quebradas que descienden de los cerros, se baHan r ellenados por gruesas·
·masas de hielo que como glaciares gigantescos descienden hacia el mar, don-
de desembocan con paredes verticales que 8;lcanzan hasta 60 metros de altur a ..

(1) Como no he tenido ocasión de conocer personalmente a la Antártica, segwre en pri-


mera linea a la excelente descripción dada po; O. Nordensk)old : AntaTktis en el Handbuch der-
regionalen Geologie.
340 DR. JUAN BRÜGGEN.

Según Nor'denskjold, la parte occidental de la Tierra de O 'Higgins con-


. siste en una alta serranía de plegamieJ,1.to, los Andes Antárticos, que com-
prend'en tal!lbién las islas antepuestas en el oeste. Se compone de un gran
-batolito granodiorítico. Pizarras metamorfas parecen tener menor importan-
-cia en las partes conocidas hasta ahora. En el extremo noreste de la p enínsula,
. en la Bahía Esperanza, afloran capas jurásicas débilmente pl~gadas.
Al este de los Andes ·A ntárticos, se extiende una m eseta compuesta por
~capas cretáceas y terciarias. Pero, éstas en su may or parte que dan cubiertas
-por grandes masas de tobas basálticas con intercalaciones de capas d'e lavas
y filones que se agrupan alrededor d el Cerro Haddington de unos 1.600 me.,
·tros de altura. El cerro mencionado constituye probablemente un gran vol.
·cán estratificado. El equivalente patagónico d:e esta parte oriental son las
-mesetas patagónicas con sus mesetas basálticas.

E s.tratigrafía

Las pizarras metamorfas componen una parte de la serranía occidental


.Y tienen en las partes mejor conocidas una extensión relativamente pequeña.
· Se trata de pizarras gneísicas, cuarcitas, filitas, porfiroides y conglomerados
gruesos. Su _e dad es d econocida, pero seguramente son anteriores al jurási-
. co. En la isla J oinville, se ·e ncontró una p.izarra de radiolarios de edad des-
conocida y en la isla Rey Jorge (Shetland del Sur) se mencionan pizarral
;azules.

"Fig. 96. Perf.Dl oor las caoas jurásicas de la Bahía Esoeranza. (Según J. G. Andersson).
a) Congjlomerado de grauvaca.
, b) Pizarras negras con plantas .
· e) Tobas porfíricas de color claro.
-.d.) Roca obscura.
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 34J

Siluriano se conoce solamente fuer a del Te1·ritcr~o en las Orcaél.as del Sur.
Jurásico.- En la bahía Esper anza, situada . en la costa sur del Estrecho
Antártico, afloran rocas plutónicas y conglomerados gruesos, Llébi-lmente me-
tamorfoseados, y pizarras n egras d'uras (b). Encima de esta capas se hallan
g ru esos bancos de r ocas eruptivas de color claro (c ), acompañadas de tobas.
La pizarra negra éontiene una rica flora ·en que Halle ha distinguido 60
-especies de plantas, entre otras los siguientes géneros : Cladophebis, Spenop-
teris, Otozamites, Equisetites, Tp.innfeldia y las formas ya conocidas de Sa-
-genopteris paucifolia Phil, Araucarites cutchensis Feistm, Pachipteras d:al-
matica F. v. Kern, etc. Contrario a las floras mesozoicas del polo norte, fal-
tan todas formas parecidas al género Gingko.
Al lado de Jas plantas se encontraron también algunos restos de bivalvos
mal conservados, probablemente especies de agu a dulce. .
La flora que se habrá d epositado en un lago de agua dulce, tien e -ed~1d
del jurásico medio y su carácter corresponde al oolítico inferior de Ingla.te-.
n a, con el cual tiene 10 formas cómunes, mientras· que 8 especies se hallan
también en las capas superiores de Gondvana de ludia Oriental.
Cretáceo.- En el noroeste de la isla James Ross, al pie de peñascos for-
mados por tobas, se hallan areniscas y conglomerados de edad desconocida.
Las capas de edad seguramente cretácea, se encuentran todas en la ve-
e ind'a d del Estrecho del Almirantazgo, especialmente en la isla Snow Hill y
en la parte sur de la isla Seymour. Se trata de capas de J?Osición horizontal ,
formadas por areniscas glauconíticas y arcillosas, en parte por pizarras; su
.espesor P.S dP. unos 300 metros. Los fósiles se hallan irregularmente reparti-
dos, en parte en concr esiones duras que, en ciertos niveles, se concentran en .
gran número.
El número de fósiles determinados es un poco superior a 100 especies:
40 amonites, 29 lamelibranquios, 19 gastrópodos y algunos decápod:os, cora-
les, e quinodermos, etc: Hay r estos mal conservados de madera y una impre-
sión de una forma parecida a Sequoia fastigiata (Sternb ) .
La edad de las capas es en gran parte del senoniano, p ero Kilian y Reboul
quienes han estudiad.o l os amonites, creen que las capas representan todo
il cretáceo supe_rior desde el cenomán, hasta el senón . Los amonites tienen
sus parientes m ás cercanos en cap.as senonianas d e la India Oriental, lo mis-
m o también l os dem~s moluscos. P ero, según Wilckens, estos últimos tienen
un carácter pronunciadamente magaUánico. Esto yale especialmente para el
g énero L ahillia que .p arece ser caracteristico para toda la región de Chile,
Patagonia y Antártica.
Terciario.- El terciario t iene su mejor desarrollo en la parte norte de
l a isla Seymour, donde apar ece en eapas horizontales d:e un espesor de 150-200
metros. Petrográficamente se trata de areniscas eón intercalaciones de con-
glomerados; en la parte inferior hay capas tobáceas. Lo mismo que en Chi-

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Fig. 96.- Bosquejo geológico de la vecindad del Es trecho del A'mirantazgo. Según O. Nordenskjo:d.
S Senopi;mo. T Te·r ciario medio. P Plis toceno. B Toba basáltñca. F. B.. Filones basálticos,
H Rielo,
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 343

le y lVIagallanes, el límite hacia el cretáceo es poco pronunciado, pero debe


-existir un "hiato", una larga · interrupción de la sedimentación.
O. Wilckens describió 25 especies de bivalvos y gastrópodos, de los cua-
les 15 se conocen también en el terciario de Patagonia y Magallanes, en par-
te en formas muy parecidas. Pertenecen a la "molasa patagónica" del oij-
·goceno a mioceno, con lo que queda determinada también la edad del ter-
-ciario antártico.
Las impresiones d:e hojas de plantas, que se hallan en las capas tobá-
·Ceas, han sido estudiadas por Dusén quien distingue 70 düerentes especies,
,de las cuaies sólo 25 pudieron determinarse con seguridad. Algunos son for-
mas de la zona templada, parientes d'e la actual flora del sur de Chile, como
Laurelia insularis, Drimys antárctica, Fagus Dicksoni y obscura y Nothofa-
gus magellanica. L as últimas tres se conocen también en el terciario 'de Ma-
,gallanes. Otras como Araucaria im¡>onens, Dryopteris seymourensis y antarc-
tica, Polypodium aemulans y Noathorsti, tienen parentesco con formas sub-
tropicales.
Capas terciarias se hallan también en la isla Cockburn en forma de una
<lapa poco extensa de arena glauconítica que se encuentra en medio d el te-
Treno cretáceo, donde se habrá hundido probablemente entre f allas. Parece
tratarse d'e capas contemporánéas de la isla Seymour, de la cual distan sólo
-cinco kilómetros.
Plistoceno.- En la isla Cockburn, las capas qretáceas y terciarias que-
-dan cubiertas por un grueso banco de toba basáltica que forma un gran pre-
,c ipicio. Al pie de este precipicio se encuentran grandes bloques de un con-
glomerado fosilífero cuyo afloramiento se haHa probablemente arriba en la
plataforma de la toba. Los fósiles son Myochlamys Anderssoni y los bra-
quiópodos Magellania fontanei; a demás, foraminíferos y 12 especies de brio-
zoarios, todas especies vivientes hoy . ·
Se trata d'e un sedimento muy nuevo, del plioceno o cuaternario. La ·
fauna indica un clima más temp.Jad9 que el actual. Probablem«:inte pertenece
al principio de la época glacial.
Cuaternario superior.- Se trata de un banco. de conchas solevantado
,que se halla en Naesudden en el ~anal Sidney Herbert. Contiene conchas de
A:rÍatina elliptica y Thracia meridionalis. Ambas viven hoy día en las islas
Kerguelén y Crozet; la primera existe también en Antártica.

Las rocas eruptivas

G. Nordenskjold divide las rocas eruptivas de la región en tres grupos:


1 ) rocas eruptivas de l a región de plegamiento; tienen edad del m esozoico
superior . 2) tobas y basaltos de la formación de -la isla Ross de edad de~ ter-
~iario superior y aún cuaternario inferior . 3) las rocas volcánicas recientes.
344 DR. JUAN BRÜGGEN.

Las rccas eruptivas de la zona de plegamiento.- Se han estudiado so-'


lamente en la vecindad del Canal Gerlache, en · las islas Bélgica. La zona p.ue-·
d e considerarse como -la cadena central de los Andes Antárticos la que con-
tinúa hacia el NE y hacia el SW. hasta la Tierra de Loubet y· aúh mucho más.
allá. Las r ocas predominantes ele esta cadena central pertenecen a la gran,
familia del "granito andino" o granodiorita. Varían entre un granito con
72% de Si02 y un gahro con 36 % de Si02. Más frecuentes son rocas de aci-
d ez media, formadas por granodioritas con biotita y anfíbo·l a, o sea, la roca.
que h emos seguid'o desde Chañaral hasta Cabo de Hornos como tipo más fre-
cuente del gran ba~oüto. Verdader()s granitos no son muy frecuentes.
L a ro ca plutónica est~ acompañada por un séquito de filones designados
porl los éliferentes exploradores por cliferentes nombres: porfiritas augíticas:
y melafiros, andesitas de mica y augita, traqnianrTesitas d e anfíbolas y mica,
m alquita. odinita, diabasa; además, micropegmatitas, aplitas y pegmatitas ..
La ma yor parte tiene aspecto •moderno, pero veúl::i,deras ror.as v0Jcánir.a.s sC'·
conocen solamente en forma de bloques rneltos.
O. Nordenskjold escribe:

"Toda. esta serie ele rocas tiene una semejanza química y petrográfica muy sorprendente,
con ,las r ocas plutónicas ae las cordilleras americanas... Esta ooncorclancia es tan. grande·
que ella sola bastaría para comprobar un origen análogo de Jas dos oordi/-!eras, aun si su,
edad contemporánea no podría , deducirse también de otras razones".

De la cadr:na oriental, se conocen solamente dos puntos con algunos de--


t alles . En la Bahía Esperanza las capas jurásicas están cubiertas con apa-
r ente concordancia por pórfidos ácidos y t obas de la misma clase (Fig. 95).
A 3 grados latitud más al sur, se encontró una brecha de pórfido cuarcífero ..
Las mismas rocas son más frecuentes entre l os bloques su eltos de l o que de-
duce Nordens,kjold que estas rocas que son más antiguas que el granito l!;ndi-
·no, desempeñan el mismo papel que en la cordillera oriental de Patagon"ia .
además, se encuentran entre los bloques numerosas pizarras cristalinas;
cuarcitas, gneises y pizarras fuertemente comprimidas con ~er¡.as de cuarzo.·
Aún inenos conocidas son las islas de la cadena exterior . En la isla Nel·
son (Shetlancl d el Sur) se encuentra una porfirita propilitizacl'a. Además:
hay rocas volcánicas r ecientes .
La..s rocas volcánicas terciarias y cuaternarias.- Al este de la ;ona ple-
gada prevalecen extensas capas volcánicas te~·ciarias. Parece que la isla
Ross constitu yó antiguamente u n gran volc~n estratificado qu e culmina hoy
en el cerro I-Iaddington de 1.500 metros de altura. L a roca principal es una·
toba de palagonita de grano grueso y color obscuro; encierra numerosós blo-
ques de basalto, en part~ -verdaderas bombas volcánicas. Mantos de basalte>
son menos frecuentes, pero abundan los filones eruptivos . Se conocen sola-
ment e basa"ltos d e olivina .
FUNDAMENTOS DE GEOL dGI A. 345.

Croquis geológ.ico de la
Titrra de O'lti99in s J. Po Jo
{1e9un O. Nordtnskjold l. Shock . ron

Mor

e cde,,ci, de rn ont4ños
fa.Itas (proh l,l es)
.
c:=J [ZJ ~.
zona de pl• '}a.m iento crela.ce< y b .. , .. u •• .,
1 rocas pl~tónica.s terci o.rio ~1o1.s toóat
G 7ra.nodior ita.$
.B la.va.5 7 tol,oa l,a.~ciltica.s

A poca distancia hacia el .noreste, se halla la isla P aulet que es un ver-


·dadero cr áter fuertemente destruído. Con excepción de las islas Seymour ,
Snow. Hill y Cockburu , las demás islas situadas al este ele la Tierr a O 'Higgins
.C;Onsistcn en r ocas volcánicas, pero sin mostrar puntos claros d'e erupción.
La e dad de las erupcion es debe ser del terciario superior o aún del cna.
t:::r~ario inferior. Según esto, coincidiría su edad con las erupciones tercia-
,rias de la cordillera chilena, espe~ialmente con las lavas antiguas ele las re-
;gio~es d'é · Chillán; Lonquimay (Sierra :~evada) y Lla!lquihue (Tronador,
346 . DR. JUAN BRÜGGEN.

Puntiagudo, etc) . Más modernas parecen ser el volcán_ de l a isla Paulet y


probablemente también el del Nunatak de Focas.
Otra zona de vo-lcanismo r eciente se encuentr a al lado norte del Estrecho,
de Bransfield. La isla Bridgman consiste en capas de tobas atravesadas por
aislados filones de diabasa de olivina .. En la Bahía del Almirantazgo, en la,
costa sur de l a isla Rey Jorge, hay también rocas volcánicas, una andesita de·
hiperstena y una toba obscura muy d'escompuesta. ·
Perfectamente conservado se presenta el cráter de la isla Decepción, al
cual el mar entró en forma de una gran bahía. Numer osas fumarollj.s y ver-
tientes calientes son indicios de una actividad volcánica muy reciente, que·
cualquier día puede reanudarse. Hurnberto Barrera escribe que encontró nu -
merosas lagunas calientes de 429 C en la superficie. También la temperatura
del agua d'e la bahía es muy superior a -las temperatur as en el mar que ro-
d ea la isla. Debido a las exhalaciones calientes, ta_mbién grandes terrenos de·
la isla se prese1:1tan sin cubierta de hielo.
La cubierta de la nieve con arenas obscuras, que se observa también en
-la parte exterior del cono volcánico, se deberá a la arena arrastrada de los.
terrenos descubiertos por l os fue·rtes temporales.
Este' volcán r eciente correspond'ería a los volcanes de Patagonia occiden-
tal, como el Ca'itu co, Huequén, Monte Bürney y otros. · ·
· Contempor áneos con la actividad volcánica son probablemente fos hun-
dimientos de las fosas tectónicas, lo mismo que los canal es patagónicos que·
constituyen la continuación del valle longitudinal del sur de Chil e, como er
canal Moraleda, etc. L a fosa más importante es el Estrecho de Bransfield ·"

El desarrollo del clima

La flora del jm;ásico tiene relaciones es trechas con las floras contempo-
r áneas de India Oriental y de Inglaterra, lo que prueba que todavía no ha-
bía diferencias climatológicas de mayor importancia. Lo mismo vale también
para el cretáceo superior cuya fauna tiene un carácter in dopacífico.
Al final del cretáceo se produjo una regresión del mar y el mar volvió-
sólo en el t er ciario inferior, en el oligoceno. La fauna ind'ica nn. clima tem-
plado hasta templado caliente .
.Sobrevino fa época de las erupciones t erciarias y las formaciones de ex-
tensas cap.as de tobas y lavas en la zona oriental. Cuando al tin del tercia-
rio, debido ~ un hundimiento, se depos~tó el conglomerado marino de la isla
Cockburn, ya se había producido un consider able enfriamiento del clima, de·
manera que este conglomerado con formas que viven hoy en l as is-las Kergur.-
Ién , indica probablemente el acercamiento de la primera época glacial.
La época glacial que perdura hasta hoy dí&, cau só una extensión del hie,-
lo tan gran de como no se conoce en el hemisferio norte .
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 347

Según O. Nordenskjold, la línea de las nieves "teórica" se halla en el


nivel del mar, ya a varios grados latitu d al norte del círculo polar. Si obser-
vamos tierras libres d'e hielo, se debe esto a los fuertes vientos que barren en
ciertos puntos toda la nieve caída, a los fuertes precipicios y a emanaciones
de gases volcánicas.
Durante ·l as épocas glaciales, la extensión de los hielos era mucho ma-
yor . Esto queda comprobado por la existencia de grande~ bloques erráticos
en los nunatacs hoy día libres de hielo y también por la situación de morr·e-
nas y r ocas pulidas en las faldas de l os cerros. Según Arctowski y J . G. An-
dersson, el canal Gerlache, de 625 metros de hondura, estuvo ocupado antes
por un glaciar enorme q.ue cubrió también ·l as islas de 200 metros de altura.
O. Nordenskjold cree que no existen indicios seguros acerca de cambios
Ím})ortantes de la extensión del hielo en la actualidad', aunque puedan produ -
·cirse ' pequeñas variaciones de avances y retrocesos.
No existen observaciones acerca de 1a existencia d'e épocas inter glaciales
de un clima más caliente.

La conexión entr e los Andes Patagónicos y Antárticos

Desde mucho tiempo_se supone que la conexión entre ambos ramos de


la Cordillera debe buscarse en la gran curva formada por la Isla de los
Estados, el Banco Burdwooét, las islas Georgia del Sur, Sandwich del Su1·,
,donde dobla hacia atrás, hacia el este, pasando por las Oreadas del Sur has-
ta entrar al fin a las islas Shetland del Sur y la Tierra de O 'Higgins . Por su
.semejanza con el arco que constituye la Cord'illera de los Andes en Centro-
.américa, pasando por el sur de Cuba, Haití, Puerto Rico, etc., y, después por
las AntiUas Menores, se le dió el nombre de "Antillas del Sur".
En 1920, F. Kühn trató de desechar la idea que la Cordillera dé los An-
,des misma pasara por estas islas.
So.lamente la Isla -d e los Estados podría considerarse' como continuación
de la Cordillera .. En el Banco de Burdwood se han encontrado solamente pie-
dras volc.ánicas, p,or lo cu al será probablemente un equivalente d'e las mes\!
tas patagónicas formadas por la misma clase de rocas.
Pero la isla de Georgia del Sur, formada por rocas metamorfas, fi.litas y
porfiroides y rocas mesozoicas fuertemente plegadas, donde tampoco faltan
rocas dioríticas y graníticas, bien puede considerarse como. fragmento del
·cor dón de la Cordillera de los Andes . También la tectónica, una serranía
con pliegues oblícuos que indican una presión hacia el norte, coincide con
-la tectónica andina.
Las islas Sandwich del Sur tienen una semejanza sorprendente con l as
Antillas Menores. Son volcánicas y, en ambas re~iones, pare~en cicatrizar
1Ja ·curvatura extrema del arco. Da isla. más septentrional, la i-sla Zawadowski.
348 DR. JUAN BRÜGGEN.

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contien e un vol cán a cti,o en estado de solfatar a. L as r ocas de ·l as islas p er -


t en ecen a los ba saltos cal-alcá licos, y según Nordenskjlold no se distinguen:
d e los b asaltos de Antártica oceidental n i de los d e Patagonia austral.
También las Oreadas d'e-1 Sur constituyen un fragmento de una serranía,
d e plegamiento. Prevalecen gr auvacas y cuarcitas con inter calaciones de pi
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 349

zarras filíticas n egras . Cerca de la punta este de la isla oriental, se encon- .


trar on pizarras grap.tolíticas del silurümo. E l hecho que los pliegues atra-
viesen oblícuamente con rumbo NW. a la isla, no puede considerarse como ,
contrario a la t eoría del gran arco de las Antillas del Sur, sino pued'e deberse ·
a un¡i. comp-licación local.
La semejanza con el arco de las Antillas de Centro-América vale tam-
bién para las profundidades
. del mar. En ambas
. r egiones las islas del arco··
están acompañadªs por prof und'as fosas submarinas en sus dos lados. La del
lado interior se extiende desde el sur de ·l a Isla de los Estados pasando por el
sur de Georgia del Sur, por el interior del arco ele las islas Sandwich del Sur ·
y por el norte de las Oreadas del Sur y las islas Shetland del Sur.
En el borde exterior se encuentra la profunda fosa semicircular de las
islas volcánicas Sandwich d'el Snr, qne alcanza 8.264 metros de hondura, que-
dando so-lamente muy poco encima de la prof!_!ndidad máxima del Atlántico,
de 8.526 metros que se sondeó en la fosa de Puerto Rico.
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INDICE DE MATERIAS
A D
acantilado de la costa .. . . 172- 181 depresioues sin desagüe . . 149, 166- 168
agua subterránea . . . . 122, 153-160, 189 desierto, denudación . . . . . . . . 160- 171
:'lltura.s ¡nedias de los Andes .. 3, 5 disl.ocacioues terciarias 52-60, 64-72,
angostur-as . . . . . . . . 151, . 93 .. . . .. .. . . . . . . . . . . . .. 116- 128
anhidritina, concresiones 125, 153 Dogger . . . . . . . . . . . . 14, 16, 18, 24
arenisca Puca (roja) 84, 95-96, 109- 116 drumlins . . .... . ... su, 221
Arrayán, piso . . . . .. .. .. .. 10 dunas . . . . . . . . 162-163, 175- 176

B E
badland .... . . . . . . . . 106, 161 eólica, denudación . . . . . . . . 160- 168
batoJito patagónico 7, 20-21, 37 épocas glaciales . . . . . . . . 211-256, 266
batolito patagónico . . . . 340 clima . . . . . . . . 251
bif urcación .de ríos . . 75 primera éipoca . . 246
Bocalebu, piso 42 cronología 222-224, 252-
bol.sones . . . . . . . . 5, 6, 128, 129, 166 256, . . 266
Boquerón, piso . . . . 46 escalones de piedmont . • . . .,. 168- 170
bosques en el norte . . . . 149 "skeren (schaeren) . . . . . . 207, 237
bosques, ~x-pansión postglacial 258- 260
brontidis . . . . . . . . . . 335, 336 F

o fallas 60, 67-72, 83, 117, 131, 146-


147, 166, 173-178, 183-186, 293- 296
caledónico, plegamiento 10 flexuras . . . . . . 80, 121, 122, 145, 147
caletones 176 fiordos . . . . . . . . . . . . 1, 2
caloviano . . 18 flora de Chile . . . . . . . . 5-9
cancagua .. 203 flora jurásica (Antártiea) .. 341
Canelos, piso 46 fJoi-a terciaria . . . . . . 41, 50, 59, 93
canchones . . . . . . . . . . . . . . 159 flora ter.ciaría (Antártica) . . . . . . 343
carbones . . . . · .. 14, 41- 44, 47, 50 - 57 focos sísmicos . . . . ..... . . . . 296, 314
caTboniaii.O • . . . • . . . . . . . . . . . 11 foehrden .... . . . . . . 205, 236
cenos islas . . 72-78, 299- 30·7 f osas submarinas .. . . . . 48, 68, 121
cerros testigos 164- 165 · ·fosas - longitudinales 146-148, 293, 346
cliff . . . . . . 172- 181
clima actual . . . . 148, 260- 265 G
clima antártico, su desarrollo . . 346
eli.ma terciario .. . . . . 41, 47-48, 94, 117 glaeiación . . ..
211- 257
coba . . . . . . . . . . 114, 119, 129, 138- 142 norte de Chile hasta .A.con-
• conos de rodados . . . . . . . . 73- 82 cagua .. ..
212- 215
continente pacífico . . . . . . . . . . 18, 21 región de Santiago .. 215- 225
Coquimbo, piso . . . . . . . . . . 52, 62 entre río Laja y Temu-
costa de -Chile . . . . 17, 48-50, 171- 211 eo . . . . 226- 229
costra de polvo . . . . . . . . . . . . 168 región de los lagos del
cretáceo 18-19, 23, 28, 99-100, 106, sm· .. 229- 232
. ..• . . . . . . .. . .. ...... . . 115- 116 Ohiloé y Patagonia nor-
erctáceo Antártica . . . . . . . . 341 oeste .. . . .. 232- 23.7
Curanilahue, piso . . . . . . . . . . . . . . 42 región de Ofqui . . .. 237- 242
362 DR. JUAN BRÜGGEN.

P atagonia sur.oeste y Ma- mol,asa patagónica . . . . . . . . 46-49, 64


gallanes . . . . . . . . 242, 257 montículos de la costa . . . . . . 174· 176
resumen 248, 252, 252, 256, 266 morros del acantilado .. 176
cronología . . . . 252, 256, 266
de la Ant:.írtica . . . . 239, 3-!7 N
Gondvánidas ~, . . . . . . . . 13, 16
granito antiguo de J,a costa 20, 21, 38 Na.idad, piso .. 42- 56
granodiorita, intrusión. y edad . . 19· 38 neocorr,ia.no .. 19
guano 174, . 186 nieblas do la costa . .. . . . . , . . , . . l,82
nieves ,etern as 212-251, 347
H
o
hielo continental . . 232, 244, 339
h omología geográfica . . . . . . . . 64- 65 oásis, ilcpresiones de .. 165
Huentel auquén, estr atos de . . . . . . . . 11 ónü: . . . . .. . . . . . . . . . . . 139, 145
H umboldt, corri ente ,de . . . . . . 59, 180 orograf~a .. .. l • 6
hundimiento de la costa 192-193, 198- ouadis . . . . 164
201, 204, 208-211, .. . . .. 324 ox.fordiano . . . . l 8, 84

I
p
foebergs . . 339
islas, cerros . . 72 - 78 Pacífico, continente 17, 18, 38
islas nuevas . . .. . . 330- 331 paisaje ms.lo .. - 106, 161

L
paleozoico . .
PªIlllne'}ne ..
...
. . . . 10.
-
11

r,elimen. . . . .
lagos, cambios de 1frrel H9. 151, 213- !'('ni:;-lani•e 1e ia e~ e . :
liásico . . . . . . 12, 14, 15, 16. 25 ..\.ndes . . . . . . . . l. 3. · 61. , ,
línea ele las nie,es . . . . 212· 251 peuiplan.icie de la Cord:iler,l de la
lineas sísmicas . . . . . . 315- 32.J. Costa 3, 4. 60, 61, 6 i , i O, 72, 1 ~ 19 5
liparitas (véase iriolitas) p er mocarboni a.no . . . . . . . . . . . . 11, 16
L obitos, piso (Perú) .. .. . . 45, 48 petrogliifos . . . . . . . . . . . . . . . . 16:?
loes . . 78, 231, 259 p etrolífera,, formación _ arenisca
. L oreto, piso . . . . 47 ,Puca . . . . . . . . . . 84, 95 96, 109- 116
piedmont, fo1·mación . . . . . . . . . . 75
., LL piedmont, esea]ones de . . 168- liO
piedra pómez, tobas . . . . 257· 260
lluvias . . 14!'1, 263, 264 piedra. pómez, monenas de . . . . 73
pizarras betuminosas . . . . . . . . 46, 102
M cristalinas . . 7 -9, 12, 38, 340
plegamiento de la cordillera . . 16- 19
mamífero~ e;,,.1:inguidos 149 plioceneo . . . . . . . . . . . . . . 60- 68
maremotos . . 326-329, 334 p olvillo (loes) . . . . . . . . . . . . . . 78
margas multicolores . . . . . . . . 110- 115 Polo sur . . . . . . . . 339
mármQl . . . . . . . . . . . . .. 7 porfirítica, fonnación 15, 16, 96-101, 267
mesozoico . . . . 12-19, 96- 106 precambriano . . . . . . . . . . . . . . 10
migmatitas . . . . . . . . . . . . . . 26- 32 profnndidades del mar . . . . 58, 179- 181
Millongue, piso . . 42, 54 Puca, arenisca . . . . 84, 95, 96, 109- 116
mistpoeffers . . . . . . . . 335, 336 Puerto Mans o, estrato de .. 11

. •¡ •
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 363

Q Solevantamientos . . . 322, 326


y volcanes . . . . . . . . . . 333
qu eratofiros . . . . . . . . . . 8, 13-16, 267 ruídos y brontidis . . 335, 336
quiastolita, pizanas de 9 fenómenos luminosos . 331, 337
Quiriquina, capas de . . . . 38- 40 testigoo, cerros . . . . . . . . 164, 165
tilita . . . . . . . . . . 11
R T otoral, estratos de 10
triásico . . 12-14, 161 24
Ramos, formación de . . 8!- 91 Trilrneco, piso . . . . . . . . . . . . . . 42
rauraciano . . 18, 19 tsunamis . . . . 326- 329, 334- 335
r elieve del norte, su edad 160 t umores . . . . . . . . . . 307
r éplieas de los terremotos . . 325
r ético . . . . . . . . 12-14, 16
rinconadas 70, 301-305, 322 V
r iolitas, . . . . 6, 20, 50, 117-146, 268- 271
valles epigenéticos . . . . . . . . 82, 151
valles longitudinales 1-6, 61, 67, 69-83,
.. . . . . .. . . . . . . . . . . . ..... 146- 148
Sagami, tipo die dislocaciones. 291:i", 307 valles sus,pendidos . . . : 71, 172, 178, 184
s enoniano . . . . . . . . 38-40, 48, 49, 341 varvas . . . . . . . . . . . . . . . . 237, 255
siluriano . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 vertientes ascendentes y termales 69,
sismfoidad, r epartición . . . . . 313, 314 122, 187, . . . . . . . . 207
sismología . . . . . . . . . . . . 293- 337 Vetas, formación de (Corocoro) 84- 93
·Bobreescurrimientos . . . . . . . . ,. . . . 19 nento en el c1esierto . . . . . . 160- 168
solevantamiento de la corclillera 148, 293 Vilos, esti-atos ele Los . . . . . . . . . . . . 10
solevantamiento de la costa en terre- volcanismo . . . . . . . . 267-292, 345 346
motos . . . . . . . . 322- 326 erupciones submarinas 284- 289
volcanes activos . 291-292, 346
T volcanes de ·l ava . . . . 273, 274

t ercia1·io . . 40-68, 106-116, 341- 343 w


terrazas marinas 173- 204
t erremotos y temblores : wadis . . .. . ... 164
Concepción-Chillán 322- 324
Concepción, de 1835, 324- 326
~ --;_-
z --- - -
Tarapacá . . . . . . 315, 316
Vallenar . . . . 334 zócnlo continental .. .. . . . . 179 - 181
Valparaíso . . . . . . 316- 322 Zorritos, piso de (P erú ) 45

• • •
INDICE GEOGRAFICO
A Arqueado de Barrera . . . . • . 70
Ascensión . . . . . . . .•. ... . . 206
Abare11, Lo . . . . r-o Ascotán . . . . . . . . 150
Abra Co. del . . . . . . 276 Atwcama, desierto . . . . . . . . 6
.A!braham, seno . . . . . . 7 F osa de . . . . 48, 310
Aconcagua, Co. . . 4, 54, 215, 271, 277 Puna de 6, 99-116, 142-146,
río 3, 4, 196, 216, 293, 314, 268-272, . . . . . . . . 275- 277
318, . . . . . . .. . . . . . . . . . . 319 Salar de 6, 133, 135, 167,
Aculeo . . . . .. . . . . . . . . 75 214, . . . . .. . . . . . . . . 270
Aguirre, Lo . . . . 70, 176, 220, 302, 304 A,uc6 . . 294
Aguas Calientes . . . . . . . . . . 276, 277 Aisén . . . . . . . . . . . . . . : 20, 37, 210
Agua Amarga . . . . . . . . . . . . . . 33 Azufre, Co. del . . . . . . . . . . . . 277
Aiquina . . . . . . . . . . . . . . 133, 140, 150 Portezuelo del .. 277
Aisén . . • . . . . . . . . . . . . . . . .. 237 Azufrera Escondida . . . . . . . . . . 275
Afoolmaz . . . . . . . . . . . . . . 214 Azufreras, Las . . . . . . . . . . . . 289, 292
Alamos, Los . . . . . . . . . . 43, 60, 64 Azul, Co . . . . . . . . . . . • . . , , , , 278
Algarrobo, balneario ll8, 39, 44, 60,
195, .. . . . . . . . . . . . . . . 322
(Fe) . . . . . . . . . . 28-32, 188 B
Alhul\ •. 36
Abneid-a, Sierra 100, 116, 133, 142, 213 B ahía Inútil . . . . . . 106, 161, 246, 247
Altar, Co. . . . . . . . . . . . . . . . . 215 Baker, canal . . . . . . . . 234, 244, 246
Altos de Pica 118-123, 142, 268, 270, 273 Bandurrias, Co. . . . . . . . . . . . . . . 183
0
'Altos el.e RocaiTe ~. . . . . 142 B ar6n, estación . . . . • . • . . . 199, 304
Amolanas . . . . .• 25 Barquitos . . . . . . . . . . . • . . . . 22
Amunátegui .. 234 Barrancas Blancas , . , • . . . . . . 144
Ancud . . . . . . . . . . 56, 82, 204 Barriga, cuesta . . . . . . . . . . 299, 303
Andacollo . . . . . . . . . . 33, 293 Batuco .. . . . . . . . . . . . . .. 34, 74
0
Andes, Los (ciudad) . . . . . . . . . . 216 ' Bellavista, salar . . . . 130, 152, 158, 160
Andes ant.'irticos . . . . . . . . 339- 349 Bío Bío . . 2, 10, 14, 37, 227, 229
Andes, Cordillera . . . . . . . . . . . . 1- 6 Blauco, Co. . . . . . . . . . . . . . . . . 78
Angol . , . . .. . • . . . . . . . . . . . . 317 Bolivia . . . . . . . . . . 84-96, 110, 111
Angostura de Paine . . . . . . 69, 75, 221 Bordo . . . . 6, 114, 115, 133, 135, 147
Antillianca . . • . . . . . • . . . . . . . 286 Bransfield . . . . . • 346
Antillas ·dP.l Sur· . . . . . . . . . . 347, 349 Bridgman .. . . . . 346
Antofagasta 22, 96, 147, 163, 309-313, Brilla ntina, mina .. 27
316, . . • . . . . . · · · · · · · · · · 328 Bucalemu .. . . . . .. 196, 224
Antuco . . . . . . . . 227, 285, 288, 292 Budi .. . . .. . . . . 202
Apoquindo . . . . . . . . . . . . 69, 70, 218 Buenos Aires, lago . . . . 244, 246, 247, 256
Arauco 3, 9, 10, 17, 39-45, 52-55, 61- Buitre, Co. . . . . , . . . . .24, 188
65, 197, 200- . . . . . . . . . . . . . . 201 Burdwood, Banco 347
Arboleda, isla . . . . . . . . . . . . . . . . 239 Burney, Monte .. . . 2, 287, 292
quebrada . . . . . .. 28, 32
Arena, Quebrada de la : . . . . . . . 33 e
Argentino, lago . . . . . . . . . . . . 245- 247
Arica 6, 10, 125, 168, 171, 172, 174, Cabeza del MaT . . . . . . 247, 248
268, 309, . . . . . . . . . . . . . . . . 311 Cabo de Horno 37
A.toma, quebr. 117, 119, 123, 153, 157, Cabra,s, Las 79
159, .. .. . . . . •. .. . • . , • . . . 269 0achango . . . . 130, 159
366 DR. JUAN BRÜGGEN.

Cacliapoal . . . . 75, 79, 80, 148, 254 Cerro Azul .. .. .. . .. . .


. . . .. 27S:
Ca,chiyuyo . . . . .... .. . .·. . . . :, 294 ·c erro Gordo . . . . .. 11, 123, 130, 159·
Cahnil, laguna . . 325 Ce rro Gordo (Mejill) .. . . 183
Ga.imanes . . . . . . . . . . . . • . . 28,.. f94 .
Cerro Quebrado . . •. .. 277
<Záll'afquén . . . . . . 3-7",
'
230 Cerro Verde .. .. .. . . 245·
Calama,. .6, 11, 114, 119, 129, 131- Cipreses, glaciar . . 216, 265-
:· 133, 136-142, 268, . . . . • . . . . . . .269. Cisnes .. .. 21, 2-rn.,
Ga.Jate . .. . . . . . . . . . . .., .. .-. . . 152 Claro, río . . . . . . 82, · " 214
Calbuco , . . • . . . 231, 232, 287, i290, 292 Cobija . . . . . . ·328,
Caldera· · . • . . . . . . . . 62, 63, 68, 188 Cobquecura . . . . . . _.'. 10'
Calera : . . . . . . . . . . . . . 36, 319, - 320 Cockburn . . . . . . . . - 343'
Caleta Buen.a. . • . . . . . . . . · . . . . 171 C.ódegna . . . . . 75, 76"
Caleta Col os.o . .. . . .... .. . 96-99, 116, 187 Cola.chi . . . .. . . . . 270, 27(};
Caleton~ (Teniente) . . . . . : . . . . 79 Colico . . . . . . . . . . . . 41, 60!
Calen . . . . . . . . . . . .. . . . . . . 77!. ColJgual . . .. 231
Ualla.quén , . . . . . . . . . .... 285, 288, 292 Colina . . . . . . . . 70, 76, 21S:
Calquí.nhue .... . . . . . . .. 10, 14, ,]8 Colipí . . . . . . . . . . . _ . . . . . . 333'
Camarones . . . . .. . . . . 124, 142', C.oliumo . .. . . . . . . . . . .. . . . . 19T
Cámbrigde, isla (.véase Diego Almagro) Colorado, Co. (Tarap.) . . . . 124, 273'
Camiña . . . . . . 124, 125, 153 río (Maipo) . . .. . . . . . 22S.
Campan:., Co. • . 36 Co·l,oso, Caleta . . . . . . . . 96-99, 116, 18T
Cam,panitas . . . . . . ·· . . . . . . 36 Co. . . 22, 9T
Cañas, L as . . . . . . . . . . . . 28 C-0lumtucsa . . . . . . . . . . . . . . . . 119·
Cañete .... . . . . . . . . . . . . . . 7, · 6-i Collacagua . . . . . . . . ... .. . . . . . 12!
Capitán Pasteues . . . . . . . . . . . . 61 Oollahuasi . . . • . . . . . . . . . . 212, 251
Capur . . . . . . . . . . . . . . . . , . ·. 277 Collipulli . . . . . . . . . . . . . . . . . . 336"
Caracoles . . . . . , . . . . . . . . 100 Coman .. . . . . . . . . . . . .. .. 8, 234, -236'
Carahue . . . . . . . . . . . . . . 262 Concepción 41, 64, 65, 30 , 322, 325,
Carampangue . . . . . . . . . . . . 200, 201 327, . . . . . . . . . . . . . . . . . . 329'
Carcanal . . . . . . . . . . . . . . . • 138, 139 C'-0nchalí . . . . . . . . . . 76i
Cardas, Cuesta Las . . . . . . 294 Conchi . . . . 138, 141, 161
Cardas, Pampa de las . . 305 Con,cón . . . . . . . . . . 320'
Carel mapu . . . . . . . . . .. . . 3, 204 Concoto .. . . . . .. . . 20~
Carén . . . . . . . . . . . . . . . . ,.34 Con<l.es, Las . . . . . . . . 271
Caritaya . . . . . . . . . . 124, 126 Constitudón, puerto . . . . 332'
Carmen, Alto del . . . . . . 12, 13 Contulmo . . . . . . .. . . . . . . . 8, 9, ·37
Carrizalillo . . . . . . . . 5, 188- 191 Copahue . . . . . . .. . . . . . . . 285, 292
Cartagena , . . . . . 195, 322, 331 Copa.quire . . . . . . . . . . . . . . . . 13~:
Casa blanca . . . . 34, 297, 317, 322 C-0piap6 5, 12, 17, 22,· 96, 162, 271,
volcán •. . . . . . . 286 310, 314, 316, . . . . . . . . 3117
Cas-apangue . . . . . . . . . . . 232, 2<t8 - volein •. . . . . . . . . . . . . 277
Caseanal . . . . . . . . . . .. . . . . 333 Coquimbo . . . . . . 5, 33, 65, 193, 317
..-.&LSpana . . . . . . . . . . . . . . 136, 150 .. Corcovado . . . . 2, . 81 82, 83, 205, 201,
Castro . . . . . . .. . . . . . . . .. . 209, 262 volcán . • 288, 292, 333'
Catalina . . . . . . . . . . 153, 158, 159 Cordillera P elada 3·
Catamuitún . . . . . . . . . . . . . . 51, 61 Corenquenca . . . . . . . . . . 275,
Catapilco . . . . .. . . . . . . . . . . . . Corinto . . . . . . . . . . . . 82:
C.atemu . . • . . . . . . . • . . . . . 293, 318 Corocoro . . . . . . . . . . . . 84-96, no
Cauquenes . . . . . . . . . . 37 Coronel . . . . . . . . . . .. 84- 96"
Cauye :::::: Puyehue. Corral . . . . 20:?"
Cerrillos del Teno . . . . 221 Corral Foyel 46
·Cerro del Azufre . . . . . . 277 Corralil]o .. 16!:
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 367

-Coscalla . • . . . . • . . . . . . . 121, :l06 Chipana, Pta . . . . . . . . . . . . . . 177


-<~osta, canal . . . . . . . . . . . . . . 83, 207 quebrada . . . . . . . . 11, 123
Coya, . . . . . . . . . . . . . . . . 80, 224, 254 Chiuchiu . . 114, 129, 136-141, 161, 315
-Cristales . . . . . . . . . . . . . . 33, 188 Choapa •. . . . . . . . . . . . . . . . 33, · 194
Cruce.s, Las ( est.ero) . . i ; 9 vo~cán de = Mercedario
. •Cruces, río . . . . . . . . . . . . . . . •. 202 , ,Ghonos. . . . .. . . . . . . 3, 206, 210, 2Jl6
Cruz .Grande . . . . . . . . . . . . 33 Christmas Cove . . . . . . . . . . .. .. . 207
" Cuca o . . . . . . . . . . . . .. .. . . 3, · 205 Chucumata . . . . . . . . . . . . . . 22, 172
· 'Cueva,, La 36, 62, 63, .65, 67, ~O, 196, Chupiquiña . . . . . . . . . . .. . . . . • · 274
222, 224, . . • . . . 254 · -Chuquicamata . . . . . . . . . . . . . 116, · 2'12
-Cunaco . . . . . . . . . . . . . . 79 ., Chuschul .. .. .. l OO
-Cupa.ño, río . . . . . . . .. . . . . 43
· :Curar.a.ut~ . . . . . .. . . . .. , . , . . . . 37 .D .
Qura<;avi . . . . . . . . . . . . . 317, . 322
: ·Curanilahue . . . . . . . : . . 43, .. ·60 ~ ;L>ecepció:u, isla .. .. .. .. 346
-eurauma. . . . . . . . . . . . 4k; 195 . l.Jehesa, La . . .. ., ... .. 70
. <Jurk6 , • . . . . . . '4, 80, 2Sl . :Des<:abezado Oliico . . . . , . , . . . . · 278
Grande . . . : . . 278, 283, ._. ·288
Ch Desventuradas, islas . . . . Wl
Diehato . . . . . . · . . . . 55, 64
·Chacabuco . . . . 70, 72, 299, 318 Diego Almagro . . . . 7, 20, 37, 57
oficina 139 illolores . . . . . . . . • . . . ... 1.58, ]5!l
Chaca nce .. . . . . 161 .Domeyko, Cordillera 6, 99, 133, 135,
·Chacao . . . . . . . . . . . . s, 204, 205 14:S, 167, .. 277
Chaco, Co. del 277 Don.at o . . 158
-01:taffers . . . . .. . • , .... . . 206 D oña Inés 277
Challacollo . . 159 , D ormida . . .. 36, 71, 302
-chamiza . . · .. 209
Ohanavaya . . . . . . 316 E
Chanco . . . . . . . . . . . . 37, _ 200
Chango, E l . . . . . . . . 187 · Elefantes, seno 21, 83, 207, 23 7, 239, · 240
'Chañaral, puerto . . . . 6, 9, 11, 22, 33 ·])1qui . . 5, 27, 193, 214, 215, 248, · 251
isla . . . . . . . . . . 189, 191 · ·J!.impexa . . . . . . . . . . . . . . ·•· 12 3
de la.s á ceitunas 19l · Er.cil!a · . . . . . . . . . . . .. .. . . . . : 37
·Chañarcillo . . . . . . 23 · E scalaute . . . . . . . . . . . . . . ... 275
Chape = Chepe. Esperanza bahía . . . . . . . . · . . 340,, .· 341
Ohauques . . . . . . . . 209 Espino, cuesta . . . . . . . . . . . . . ·. · 294
Chehueque . . . . . . . . . . . . . . 26, 32 Estación Central (!quique¡ . . 131; 166
Chena . . . . 72, 73, 78, 220, 299, 301 Estados, Isla ele los 347
Ohepe . . . . . . . . . . 34, 70, 72 304 &ta.nema. . . . . · 28
-Ohieauma • . . . . . 36, 70, 72, 302, 304
Explora.dores . . . . :no
~ liguana ..... . .... . ... . 150 .,.
Evangelistas . . . .
Chilieauquén . . . . . . · . . . . . . . . . . 320
Eyre . . . . . . . . 244
'Chiliques . . . . . . . . . . . . . . . . 276
. 'Chiloé 3, 8, 43, 48, 82, 204, 206, 232,
236, 262, . . . . . . . . . . . . . . . . 308 F
Chillá n . . . . . . . . . . 50, 61, 80, 265
Falcón, canal 244
terremoto . . . . .. . 322, 324
F élix, Bahía .. ... ' .. 245
:vole'án 265, 281-284, 288,
291, .. .. .. .. ..
.. 333 l<'ontana 245
Chlntaguay 122, 125, 159, 162- 165 F,,eirina . . . . . . · . . . . . . 192
()hintoras te . . ..
.. .. .. .. .. 140 Fresia . . . . . . 231
368 DR. JUAN BRÜGGE~.

G , I
Galliinazos . . 125, 130, 158 Ibacache.
Gatieo . . •. 22, 116, 173, 177 ILJap cl .. .. 28, 3<S, .. 317
Gente Grande 247 Imilac .. 100, 133, 275, 291
Georgia del Sur 347 Imperial, río 10
Gomero . . . . . . . . . . . . . . 10, 14, 18 lnca, Alto del .. ..
.. .. .. 10.s
Gordo, Co. tvéase Cerro Gordo ). Laguna del, .. 216
Grevy . . . . . . . . .. .. . . . . . . 287 Iucahuasi . . .... . . .. . . . . 143
Gu'aehane . . . . . . . . . . . . . . 124, 273 Inútil, Bahía .. . . .. .. ..
. . . . 106, 161 '
G:u~ica, La . . . • . . . . . . . . . . . . 157 Lquique 16, 22, 28, 131, 163, 171-181,
Gooitecas . . . . 3, 9, 206, 236 309, 311, 315, .. .. .. .. .. 116
Guan.aqúeroe . . 193 Isla. d el Maipo .. .. ..
. . 74, .. 222
Guanillos 22, 174, 176, 328 Isluga .. . . . . .. . .
275, 291, 333
salina 152 Itapillá n 155
Guano .. . . . . . . .. 174, 186 !tat a, . . . . .. .. . . . . .. 7, 37, 148
Guayaneco . . . . 21

H J
Haddington . . . . 340 J a:huel .. .. . . . . 271
Hecar . . . . . . . . . . . . 115 Javier, isla .. .. . . 83
H erradura (Meji,llones) .. 184 Jazpampa .. ..
.. .. .. 131, 159
(Coquimbo) 304 Joinville .. .. .. .. .. .. . . .. 3-!e
Higuera, Co. . • . . . . . . 5 J orjeneal - Putana.
min.a . . . . . . .. .. . . 33 J orquera .. . . .. .. . . . . . . .. . . :;6
Hojalar . . . . . . . . 136, 269, 271 J uan de ~º~ .. .. 1:!:!. ~~ 15.,
Hona r . . . . . . . . . . 276 J uan F ernández 50, 56, 59. &.. 3""
Horcón de Piedra 36 327, 332, ..
.. . . .. 333
Hornopirén . . . . . . . . . . . . 234, 288 Juncal .. .. ..
.. .. .. 216
Hornos, bahia . . . . . . . . .. .. 177 Juncalillo .. . . 216
Hospicio, Alto del 128, 171, 172 Junín, Alt o de ..
.. .. 131, 171, 172
Huafo . . . . . . . . . . . . . . . . 48, 206 Juriques .. . . . . .. .. .. 275
Ruala . . . . . . . . . . . . 237
Hualga . . . . . . . . . . . . .. .... . . 139 L
Huallatiri . . • . . . 212, 275, 291
Huanai .. . . . . 234 Ladrillos .. ... . ... . .. .. 15
Huantajaya . . . . . . 16 Laguna, Río de la .. .. .. 214
Ruara . . "'L.#· . . . . . . . . . . . 157, 1158 Laguna Negra 73, 219, 254
Huasco, puerto . . . . . . . . : . . . . . 334 Laguna s ..
. . .. 130
río 12, 24, 27, 30, 192, 214, L aguna Verde, volcán 2 76
310, . . . . . . .. . . . . . . 314 Lailai .. .. .. . ... .. .. 150
salar . . . . 121, 142, 149, 2m Laja .. .. .. .. .. .... 226, 228, 254
Huatacondo . . .. .. .. .. 125 Lampa .. .
. 34, 70, 74, 222, 303, 304
Hu~ul . . . . . . . . . . . . . . .. 166, 305 Lanalhue . . . . .. .. .. .... .. . . 200
Hue mules . . . . . . . . . . . . . . . . . . 210 Lanin . . .. .. . . . . 216
Huena pidén . . • . . . . . . . . . . . 42, 65 Lari .. . . 105, 143, 276
liuequén . . . . . . . . . . . . . . 288, 202 L ascar .. .. .. . . . . 2 76, 291
Hueso, E l . . . . . . . . . . . . 187 L astarria.. .. .. .. .. .. ..
.. 277, 291
Huimpil . . . . . . . . . . 14 L autar o .. .. . . .. . . . . . . 14
Huinganes . . • • • • .. . . 218 L ebu .. .. .. .. .. 41, 42, 45, 54, 60
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 369

Lejía . . . . . . .. .. . . 277 Mac!1Uca = Putana.


Lemuy . . . . . . . . . . . . 20,j Máfil . . . . 5L
Lengua de Vaca . . . . . . . . . . 33 Magallaues 1, 46-49, 54, 211, 245-
Leonera . . . . . . . . . . . . 75 249 .. . . . . . . . . 308:
Lkán . . . . . . . . . . . . 100, 107, 14h Estrecho . . . . 7, 83, 255, 256
Li,caneabur . . . . . . • . • . . . . . . . . 275 .\faipo, rio 33, 36, 43, 69-78, 148,
Licantbn . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3!!2 21!1-223, . . . . .. . . .. .. 252·
Ligua, La . . . . . . 10, 16, 34, HJ4, ll!:!U rnlcán . . . . . . . . . . 278, 287
Limaclie . . . . . . .. . . . . . . . . . . 320 Mait('11cil!o . . . . 66"
Limarí .. • . . . . . . . . . . . . 28, 33, ] !,¡¡ .\foitcnes. (río Co'oraclo) . . . . 225
Liiflón V erde . . . . . . . . . . . . . . 84, 134 · (Tío T en.o) 254
Lipangu" • . . . . . • • . . . . . • 302, ' 304 Malihue . . . . 51
Lirñna .. . . . . . . . . . . • . . . . . 121 río 259'
Lirqn~n . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39 Malla rauco . . . . . . . . . . 299, 30a
Loa 6, 11, 16, 22, 132, 134-148, 150, Mamiña . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153
152, 161, . . •. . . •. •. 177 Ma,muta . . . . . . . . . . . . . . 124, 129, 273'
Lomas Baya.s . . . . . . . • . . • .. 266 Manao . . . . . . . . . . . . . . . . 2-05, 236'
Loneoche . . • . • . . . . . • • •.. . 82 Man1i!as . . . . . . . . . . .. . . 25
Longacho . . . . . . . . . . . . 15, 122, 306 Manquehue . . . . . . . . . . . . . . . . 70
L ongaví . . . . . . . . • . . . . . . . 283, 288 Mapoel10 . . . . . . . . . . 74-79, 218, 220'
Lonquén . . . . . . . . . . . . . . . : 2!HJ, :101 Maquehue . . . . . . . . . . . . . • .. 297'
Lonq uimay 18, 46, 229, 2 7~, 286, 288, 292 Mariano Moreno . . . . . . . . . . • • . . 244
Lota . . . . . . 6{ Mar icunga . . . . . . . . . . . . . . 147, 214
Lonbet, Tierra de • . • . 344 Marimeli . . .. . . . . . . . . . . . . . . 234·
L uján . . . . . . . . 72 Mús Afuera (véase Juan Femández).
Lumaco .. .•• • 52 Mfts a Tiorra ( " " ")
Mata nzas (laguna) . . . . . . . . . . 198'
LL Ma tanzas . . 36, 165, ]96
.\íatilla .. . . .. . . . . 122, 153
Llaim:. . . 2, 277, 291 Maneo .. 297"
L la.y-Llay • • 2!J!I, 3U4, 318 Maule. río . . . . . . , . 81,82, 148
Llamara . . . . . .. ... . . 1-'i2 laguna . . . . . . . . 289, 3:l:J
L Janeahiue • . . . . . • , • . . . . . . . 51 Maul lín a, 43, 51, 56, 82, 204, 230, 231
Llan.quihue . . . .. 21, -37, 204, 230, :!31 Meeas . . . . . . . . . . . . .. . . . . 238, 240'
Lleulleu . . . . . 200 Mejillones 22, 65; 14 7, 176, 177, 182-
Llico (Arauco) • • . • • • • • . . . . 54, 56 186, 311, 312, :Sl6, . . . . 328'
(Cune ó) • . . . . . . . 317, :l31 Melado . . . . . . . . . . . . . 254
Ll,iullin . . . . . ••• . . 320 Melimoyu . . . . . . . . . .•. 288
Matilla .. . . . . . . 122, 153 Me)ineii .. . . . . . . .. •. 9'
Manco . . 297 Melipilla . . . . . . . . 36. 221, · 293'
Maule, r!o . . . . 81, 82, 148 Melón . . . . . . . . . . . . . . . . 34, 318, 320'
laguna . . . . . . . . 289, 333 Mentolat . . . . . . . . . . 288
L l olleo . . . . . . . . . . .. · · ·· 195 Mercedario !!15"
Llou,quén . . . . 72 Messin . . . . . . .• 83"
L lull-a.illaco .. 212, 277, 291 Michilla . . . . . . . . 22
Michinmávida . . . . 333'
M Minas, Río d e las 247
Minas Viejas, Uo. . . 305"
Macá . . . . . . . . . . . . 288 Miñiquee . . . . . . . . 142'
Macón . . . . . . . . 276 Miscanti . . . . . . • . . . . . 277
Machalí . . . . . . . . . . . . 75, 310, 317 Mocha (isla) . . . . . . .. .. 201.

F . G. 24_
370 DR . JUAN BRÜGGEN.

(Tarapa.eá.) • • • . . . . . . . 152 Ortigas . . • . . . . . . • 52, 54, 56


Mocho . . . . . . . . . . . . . . 2861 288,. 292 Osorno . . . . . . . . . . . . . . ll, 231, 232
Molina . . . . . . . . . . 224 volcán 230, 231, 287-290,
MollCJ (!quique) : . . . . . . . -1 73 292, • . . . . . . • . . . . . \ 333
Molles, bahía . . . . . . . . . . . . 14 Otway . . • . , • . . . . . . . . . . . . 246, 248
~onda.ca,· laguna . . . . . . . . 289 Ovalle . . 33, 193, , ·. 3Í-O
Monte Burney . • . . . . . . 2, 287, .292 Overo 278,"'· 287
Monte Oreille . . . . . . . . . . . . 287
• :: ',V¡~ !
·· Montevideo, Co. . . . . . . . . . . 305 p
. t i1
Morado, El .. . . . . . . . . . . ... . 28
Morado, Co . .. . . . . ·, . . . . . . . 226 Pabellón de Pica . . . . , . . . 176, .., 316
MoraJeda . . . . 8, 21¡ 83, 207, 236, 242 Paciencia, Lla.n.o de ]¡a • • • • :j.33, • 145
Moreno, Morro . . . . . . . . 183, 185 (Toco) • • . . . . . . 146, ' ' 161
·Mulpún . . . . .. .. 51 'Pachica . . . . . . . . . . . . . . . . 15, 84, · 325
P ailimo . . . . . . . . . . . . . . . . . . , ,2z4
N P aillachata . . . . . . . . . .. . . 212, 271>
P ainc .. .. .. ... .. ·. 75
'Nahuelbuta . . . . . . . . . . 3, 8, 9, 87, 64 P aipote, quebrada . . . . . .·· 12, ' ' • 22
Nahuelhuapi .... . . . . . . . . 46, 48, ·245 Pajonales, Co. . . . . . . 188
· Naltagua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . , 36 quebrada -. . . . . . : .-:' " ·10::l
· Navidad .. .. .. .. .. 43- 45 Palena. . . . . . . 8, 21, 21ü, 236
· Negreiros , . . . . . 158 Palmas, L as . . . . . . . . . . . . . . · .. ·!l!J4
Negro, Co. . . .. . ·274 Pampa, La . . . . . ·. . . . . . . . . . . 2i4
· Ne gro, Río . . . . . . 239 P ampa del Tarnnragal (véase Tama-
·..N elson, isla . . . . . . 344 rugal).
Niebla ·. . . . . . . . . . 203 Pampa. H ermosa . . . . . . 129, "l.SU
Nielol . . . . . . . . . . . . . . , .. .. 14 P an de Azúcar . . . . . . . . . . . . . . 22
Nieves Negras . . . . . . .... .. . .. ,.. . 215 P anguipalli . . . . . . 8, a7, 23ü
Nilahue ... . . .. . . . . . . . . . . . . 23G Paniri . . .. .. .. 150
Ninualac .. .. . . . . . . 206, 207 P aposo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32, l 87
Noria, La .... . . . . . . . . . . . , . .- 315 Papuclo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . '34
N orte Chico . . . . . . . . . . . . . . 4, 198 P a rga . . . . . . . . 10, 51, 56, 57, 60
· Norte Grande . . . . 6, 83 l?arral . . . . . . . . . . · • . . . . :' " ' 3Í7
·Nos .. .. 73, 220, 226 Pascua, isla . . . . · . . . . 290
· río .. . . . . .. .. .. ·,.. ·•.·245
o Paso Expedición . . . . . • . . . . 209,' 'i)39
P atagonia 1, 21, 46-49, 2-06-211,
Obispo, salar . . . . . . . . . . 131, 153 232-245, . . . . . . . . · . . . . 256
Ubra, La . . . . . . . . . . . . . 219¡ ·· 220 P ata de V a.ca . . . . . . . . . ·. . . 43
Ocoa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 318 Paulet, isla . . . . . . . . . •! 1 345
Ofqui . . 1,' 8, 37, 207-211, 237, 246, 251 Pedernales . . . . . . . . 147
O 'Higgins, Tierra de . . . . . . . . 339- 349 P eine . . . . . . . . . . . . 270
Ojancos . . . . . . . . . . . . . . · -24 ·P elareo . . . . . . .. · · 80
Ojo de Ma ricunga . . ... . . . . 277 Pelequén .. . . . . .. . . ' 79
Ojos de A.gila (Fe) . . . . . . . . :30 P ellado . . . . . . . . . . . . . . • ·· 288, 288
Oj-0s del Salado, (',o, . . . . . . 5 P ellaifa . '. . . . . . . . . . . . . . i • · 259
'O jos de Opachi • . . . . . . . . . 140 P enco .. .. . , , . . . , · · · · · · · · · 64
.Olea . . . . . • . . . . . . . .· . . . . 275, 291 Penas, Golfo . . . ~ 7, 21, 83, ·207, 239
Ollagiie . • . . . . . . . . , , . , . , · ,, ;150 P eñ.ón , . . . . . . , . . . . . . 33, 294 299
Oreadas del Sur . . . . . . . . . . . 347,. 349 P erdices, Co. . . . . . . . . . . . . . . 32
OreilJ,e, Monte - . . 287 Perdíz, P-ampa . . . . . . . . . . 119,· · 160
-Ornuni ... .. 12 Pérez, Puerto . . . . . . . . . . . . . . 207
FUNDAMENTOS DE GEOLOGIA. 371

P eteroa . . . . . . . . . . 278, 288, 291, 333 Puna de Atacama 6, 99-116, 142-146,


P etorca . . . . . . . . . . . . . . . . 33, 320 268-272, 275, . • . . • . . • . . ' 277
Petrohué .. . . . . . . . . . . .. . . . . 231 Punt a Augamos . . . • • . • • • . 181t·
Pica 118-123, 162, 164, 269, 306, 315, 335 P unta. Arenas . . • . • . . . . 308 .
Picada . .. .. . . . . . . . . . . . . 287 Pta. Blanca .. . . . . . . . . 22·
Pico Alto . . . . . . . . . . . . 234 Crucit:. . . . . . . 13
Piehieui . . . . . . . . . . . . . . 61 Ch1pana . . .. .. 177
P ichidangui . . . . . . . . . . . . 320 Punta del Cobre • . . . . . 22, 23·
Pichilaguna. . . • . . . . . . . 287 l'tn. del Fraile . . . . . . • . . • 44, 45 ·
Pichilemu . . . . • . . . . . 7, 10, 36, 43 de Loboa . . . . . . . .174, 176'
Pili . .. .. . 27'6 de Lobos, salinas . . . . . . 151
Pili:na.iquén . . . . . . . . . . _. . . . . 231 : Godoy . . . . . . . . . . . . 232·
•P ilpilco . . . . . . . . .. . . . . . . . . . 6,l .Gruesa .. . . .. . . . . 116, 174
P.ingo-Pingo . . . . . . , • ._. 100, 116, 13::l L avapié . • . • . • . . • 42, · 64
Pint adoo •I . • .. 130, 152,. ,158,. 160, 173 Lengua de Vaca . . . . . . 33:
Pintados, cerros . . . . . . . . . , . . . . 162 L eopatdo . . .. • _ . • . 210, - 238
Pisagua 6, , 21, 128, 131, ., 172, 328, 330 Madrid . . . . . • . . . • . . ·179
Piasis, Pampa . . . . · 119; , 129) 1 130, .. 160 Punta 'Negra, salar . . . . . 114, 133, 143
Piuchue . . . . . . . . 205 P ta. P at aehe . . . . ... . • • . . . 174, 176.
Piuquenes, Laguna . . • .. 225 P atilloa 22 ·
Pla,c-il,Ja . . . . .. . . . . 19,í P í,c·h icui . . . . . . • . • . , . : 61
!'lanchón . . . . 288 P iehnlo . •. , ·• ¡ , 134 172; · 176
Plata, L:,, . . , . 345 Puntas Negras . . . . . . 276 '
P olpaico· . . . . . . . . . . . . : . 71, 299 Puntiagudo . . . . . . • . , ..,' -2!W
P omerape . . ·. . . .. . . .. . . . . . . . . ,. 212 Pupunah ue .. · .. · .·. . • .,. ,. 51
Poroma . . • . . . •. ... . . . . . . .. 1!06 Puquio N úñez . . . . ..• 51, . }53
Port illo (Aiconcagua ). , . . . 216, 217, 254 Puquios, quebrada . • . . . • . . . . . • 30·
,: - (Huasco) . . . .. 214 Purico · ." . . . . . . • . . • . . • . • . • , , -27:6
P oruña, La . . . . . . . . . . 275 Purilactis 99, 101, 103, 106, 113-116,
Porvenir . . .. . .. ... . . . . , .. 247 133, 1.3ti, . . . . . . . • . • • , • • • • • . •. ·170·
P osada. de los Hid'algos .• . .. . 15 P utaendo . . . . . . . . . • 70, 293,· 318 ·
P otor . . . . . . . . . . . . . . 276 Putagán . . . . . . • . . • . • • • • . • . 82·
Potrerillos . . . . . . . . . . . . . . 271, 336 Puta na . . . . . . . . . . . . . . . . . , 275, .. 291
P otro . . .. . . .. . . . . . . , . . . . . 214 Putas . . . ... . . , • . . . . . . 276'
Poza . . . . . . . . . . . . . . . . .. 302, 303 Putú . • . . . . .. ,. . , 331
P.ozo Al monte 119, 129, 130, 142; 153- 160 Puyehue, lago 230 ·
'P.ra do, GuMta Lo . . . . . . . . : . 302, 303 Puyehue 286, 288,· 29_2 ·
··P rogreso . . . . . . . . . . .·. . , ·. . . . 158
Puangue . . . . . . . . 34', 221, 2f 9, 303 Q
Puconu . . . . . . . . . . . . . . 46, 51, 52
Pudahuel . ... . . . . . .. .. . . 74, 220- 223 Quebrada H onda • . 187'
Pueblo Hundido . . . . . . . . . . . . . . 146 Quebrado, Co. . . . • ' 277'
Puelo, rio . . . . , . . . . . . • . . . . .. . 234 Queltehues, . Los 225
Puente Alto ... .. .. : . 73, 219, 220 , 254 Quereo . . . . . . • . . • .... 14-
P uerto. Montt . . . . . . . . 2, 82, 205, 234 Quetru . . . . . . . ... , · ..... 209
Puerto Obscuro . . . . . . . . 33 Quetrupillá.n . . .• .. .. .. 2_8 6'
Puert o P érez . . . . . . . . 207 Quidfoo . . . . - . . . . . . . . . 42'
Pular . . .. . . 102 Quiet a, Lngun:,. . . . • . • . • • • ., 286-
- volcán . . 277 Qui13:coy:.. . . . . . . . • 14
Pulmahue . . . 14 Quilapilún . . . . . • 71
Puluqui . . . . . . 236 Quilimarí . . . . . . . . . . . . . . • . 317, 320•
372 DR. JUAN BRÜGGEN .•

QuiUagua . . . . . . . . . . 138, 152 s


Quillóu . . . . . . . . . . . . . . . . . . 324
-Quillota . . . . . . • . . . . . 196, 317, 320 Sagasea . . • . 122, 271, 306
Quimal . . . . . . . . . . . . . . . . 100, 116 Saj a.ma .. . . . . 275
-Quintero . . . . . . . . . . 34, 66, 194, 320 Sa.irecabur . • . • . . . . 275
Quirihue . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 Sal, Cerros de la 107, 109, 133, 135,
-Quiriquinn 18, 38, 42, 48, 49, 59, 64, 201 145, . . . . . . . . . . • . . . 214
. Quisma . . . . . . . . . . . . . . . . 164, 165 Salado, río (Chañaral) 161
Qnitra1eo . . . . . . . . . . 237 Sa,Jamanca . . . . . . . . . . . . 28
-Quizapu . . . . . . 278 -283, 289, 291, 336 Salar Grn.nde . . . . . . • . . . 152
¡salvador, río . . . . . . . . . . . . 11
R San Agustín . • . . . . . . . . 210
Ambrosio . . . . . . . . . . 56
"I<ahue . • . . . . . . 231 Antonio (puerto) . . . . 198, 200
·R aimenco . . . . . . . . . . . . 42, 43 ( T a r apac.á) 125, 130, 131
Ramaditas- . . . . . . . . . . 130 B artolo . . . . . . . . 108, 116
~amón, Co. . . . . . . . . 69, 75, 220, 293 Bernardo . . . . . . . . 73
Rancagua, . . 4, 69, · 70, 7a, 221, 310, 317 Cristóbal . . . 74, 76, 78, 307
Rauco .. • . . . . . . • . . . ... . . 8, 37, 230 Sandwich del Sur, islas . . . . . . . . ~4-'l
"J.?anquil . . . . . . . • . . . . . . . 44, 45, 60 . San ·F elipe . . . . . . . . 29~, 304, 317, 318
Rape) . . . . . . . • . . . . . . 36, 79, 195 F élb: 56, 59, 290, 292, 332,
Raper, . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 206 333, . . .. . . . . . . . . . . 335
·Ratones, C.o. (Santiago) . . .. .. 69, 73 Femando . .' . . . . . . 2, 4, , 79
(Vallenar) . . . . . . . . . 188 Francisr.o del Mostazal . 221
·Recoleta 193 Gabriel . . . . . . 221, 225, ::!26
Jleloncaví . . 204,_ 209, 231, 234 José (volcán ) 21G, 278,
Renca . . . . . . . . .. . . . . . . 29!1, 307 287, 291, . . . . . . . . . . 333
·n engo . . . . . . . . . . . . . . . . 79, 317 José de Maipo . . . . . . . 220
Reñihue . . . . . . . . . . . . . . 236, :l-l!J M artín . . . . . . 244, 246, 247
·Riñi.Jrne . . . . . . . . . . . . . . . . . . 230 Miguel . . .. . . . . . . . . :!01
R iñinahue .. . . 289, i!l2 Pedro (O~icin11.) 3lfi
"Río Blac~o (Aconcagua) 216 (volcán) . . 150, 275. 291, 333
C-0. 215 Pedro ·d e At-acama 99-108,
t ermas .. 37, 286 131-136, 161, 214 . . . . . . 251
Rfo Bueno .. .. .. . . . . . . 232 Quintín . . . . . . . . . . . . 210
' Río Claro (Talca) . . . . . . 82 Rafael 83, 207-211, 237-
"J.?íofrío . . . . . . . . . . . . . . . 143 242, . . . • . . . . ... . 265
Río Grande (Atacnma) . . . . . . 145, 214 Ramón . . . . 69, 75, 220, 293
R ío Negro (Ofqni) . . . . . . . . 239 Rosen,do .•.. .. . . 14
R ioseco . . . . 174 . Sebastián, bahía 247
"Rivadavia . . . . . . 214 Santa Cruz . . .. . . . . . . . . so
·Roble, Co . . . . . . . 36 Santa Luefa . . . • . • . . . . . . 78
·Romeral . . . . 294 María (Antof.aga.,ta) 184
R-0mero; esta,ción . . . . :io, !l3 Co, . . . • . . .. 54
Rosal . (Lebn) . . . . . . 45, r,o - isla 65, 201, 324, -325
Rosario . . . . . . . . . . 302 Santa Rosa . . . . .. . . . . . . 16
"'.Ross, isla . . . . . . . . 342 Santiago, 17, 50, 69-79, 14 7, 215-223,
Rulo . . . . 210 251, 252, 261, 263, 308, 310, 316, 318
"Rumena . . . . . . . . 42 valle longitudina l . . . . 69- 79
Rungue .. . . . . . . . . 71, 72 Ranto Domingo •• 230
"1.?upanco . . . .· . . • . 230 San Valentin . . . . . . . . . . . . . . 248
FUNDAMENTOS DE GEÓLOGIA. 373

Vicente . . .. . . 329 Tente en eL Viento (Aire) .. 129, 130


Sauces, Los .. .. .. .. . . . . .... 8. 37 Ternera, La .. .. .. . . .. 12
l:ler ena, L a 17, 33, 193, 260, 263, 294, Tetas del Bío Bío . . .. 301
299, .. . .. .. .. ..
. .. .
. . .. . . 311' de Mejillonea . . 185
Seymour .. .. .. .. . . .. 342, 343 Tiahuanaco .... . . .. .. 148
Shetland del Sur .. . .. . ..
. . 340, il4~ Tierra Amarilla .. .. .. .. 23
.Shoahuenco .. . .. .. ..
. .. . . 286, 2!j!I Tierra del Fuego . . .. .. .. .. 247, 258
Sierra Nevada . ..
. . . .. . . .. 2¡j6 Tierra O 'Higgins . . . . . . . . . . 339. 349
Siglia .. .. 103-106, 113, 115, 116 Tilama .. .. .. .. .. .. .. . . . .. . 294
Sillillica . . . . 2n Tiliviche .. .. .. 1L6, 126, 156, 162
·Rkyring . . . . . .. ..
. .. . . .. 24f; Tilopozo . . .. .. ..
.. . . 115, 116, 143
Snow Hill .. .. .. .. .... . . .. 342 Tiltil . . . . . . .. . . 71, 72, 73, 302, 304
.. ..
S oca ir e .. .. ..
. . .. 142, 147, 27f.l Tinguiririca, río .. . . 116, 126, 156, 162
·socompa .. .. . . . ..
. 143, 145, 213, 277 volcán.. .. .. 278, 287, 291
S ogi. .. .. .. .. .. .. .. 125, 153, 155 Titicaca .. .. ..
.. . . . . .. .. .. 148
Soldado, Salto del .. ..
. . .. .. .. 216 T oco, 11, 15, 16, 119, 123, 138-142,
Soledad . . .. .. .. .. .. ..
.. 151, 15~ 146, .. .. . ..
. .. . . .. .. .. 161
-Soronal .. .. .. .. .. .. .. 119, 142, 167 .. ..
voléán .. . . .. .. 276
Soaneado .. .. .. .. . .. .. . . ..
. 27!1 •roeonao .. . .. ..
. 12, 115, 116, 147
Steffen, canal . . . . . . . . . . .. .. 244 Toconce . . .. .. . . . . .. . . . . 136, 138
·suca .. .. .. .. .. . . 124, 152, 153 .. .
volcán . . . . . . . .. . . 213
T ocopilla ll, 15, 22, 116, 177, 179,
'1' 316, 327, . . .. .. .. ..
.. .. . . 328
Todos los Santos . . .. .. .. . . 230, 236
Tabo .. .. .. .. .. .. .. 195 Tofo . . .. . .. . . .. .. .. .. .. 33
T acn.a. . . .. .. .. 12 . . .
Tolhuaca . . .. . . . . . .. . . 286, 288
"T.acora .. 213, 274, 291 Tolo-mpa . . . . . . .. . . 124, 129, 273
"Taitao .. .. . . 7, 9, 21 Toloncha . . .. .. .. .. .. ..
.. . . 134
'l'alagante '. ..
. . .. 70 Toltén . . . . . . .. . . . . ..
. . . . 3, 10
Talca .. .. .. .. .. .. .. .. 4, 80, no Tongoi .. .. .. .. . .. ..
.. . . . 65, 193
"Tatcahuan~ 64, 197, 301, 322, 324, Topo . . . . . . . . . .. .. ..
. .. . 128
326, 329, . . . . .. .. . . . . . . .. 330 Topocalma .. .. .. .. . ..
.. . 36, 197
·T alinai . . .. .. . . . . . . .. . . 33, 193 Toro .. .. . . .... .. . . . . 277
"Taltal .. .. .. .. .. 6, 11, 15, 22, 309 Toyo, El . . .. . . .. .. . .. ..
.. . 220
Tamarugal, Pampa del 6, 117, 127, Tra iguén . . .. . . . . 2, 37, 51, 52, 207
128, 146, 148, 153-165, . . .. . . 167 isla .. .
. 83
·Tambillos (Cu) .. .. .. .. .. .. 33, 299 Tránaito .. 214
- (Tarapacá) 122, 153, 159, 162 Traspaso .. 102
"Tambores .. .. .. .. .. .. 106, 115, 145 Travesía . . 5
T ana .. .. 123-129, 133, 142, 148, 153 Tres Cruces 214
Tapihue .. .. .. .. .. .. .. . . .. 297 Tres Montes . . .. .. . .. . %07
"Tara pa cá , morro .. 116, 130, 173, 177 Tres Puentes . . .. .. . .. . .. 247
(provin cia) 123 -131, 150- Trinida d . . . . .. .. .. .. . . . . 7, 20
177, 295, 315, 316, 327, .. 329 Tr.onador .. .. .. ..
.. 232, 248, 286
. quebrada 15, 84, 117, 123,
125, 155, 157, 159, 162, .. 269
Truma o . . . . . .
Tubul
. . .. .. .. .. .
.. .. .. . .. . . . 52, 61, 62,
. 232
324
"Tatio .. .. .. .. . .. ..
. .. .. 136, 271 Tucapel . . .. .. .. .. .. .. .. .. 226
T echado .. . .. . . ..
... .. . .. 232 Tui,n.a .. .. .. .. .
.. ..
. .. .. 133, 134
'T émpanos, río .. .. .. 208, 209, 238, 240 Tuliapalc.a .. .. .. .. .. .. 275, 291
'TeDllUCP .. .. .. . .. .. .. . .
. 2, 14 Tumbes . . .. .. .. . .. . . . 275, 392
Teniente .. . .. .. .. ..
. 79, 224, 271 Tumiza . . .. .. .. . .. ..
.. . 276, 277
Teno .. .. .. .. .. .. .
. . . . . 221, 254 T upungati to .. .
. . . 272, 277, 287, 291
e

1.- La fallda occident!ll de los Andes al sur del vaile de Tana.

La gnm planicie, i.nelil1ada haeia el oeste, está constit1úda por la formación riolitica cuyas capas
descienden, en A con una filexura bien visible. Eu esta flexura ,pai'ti<lipan también los rodados obscmos del
pcndionte que principia encima de B. C e.s un gran volcán apagado sobrepuesto a la formación riolítica,
,,. Los otros cerros se componen de rocas fundamentales rodeados por la formación rio·lHica,
2.-EI pie ortlenta! de la Cordillera de la Costa desde Zapiga hacia el sur.

A la derecha tenemos la falda de la Co;·diller a de la Cost a, cuya superficie de denudación termi -


na en una falla r ectilínea . Más hacia la izquierda se halla el t erreno de sedimentación reciente de la Pam-
pa del! Tamarugall, en la cual se levantan dos pequeñas lomas rocosas (x) que contienen depósitos de
salitre, lo mismo que la falda r ocosa a la derecha adelante .
Los árboles en A indican un pozo de agua, lo mismo que los árboles en el pueblo de Zapiga.
3.- El valle de Tarapacá en Mocha. (Hacia el S.).
Adelante, a !a derecha el ancho valle del estero de Tarapacá en la Fo;rmación Riolitica
que se puede r econocer por sus colores claros y p:>sición casi horizontal. Originahnente, las
riolitas habían cubierto ent eramente al cerro obscuro en el medio de la foto.
La flecha dndica el punto donde el estero de Tarapacá entra a una garganta intransita-
ble en las rocas impermeables de ía formación porfiri tica. Encima de esta garganta se ve
la superficie inclinada de la Formación Riolitica.
E l punto de la fotografía se halla representado en el croquis de la fügura 42.

4 .- La angostura del estero de Tara-


paca un poco arrilba de Mocha. (Foto
tomada por Alejandro Calvo).

L as paredes verticalles cortadas en


las porfirJtas alcanzan más de 100 me-
tros de altura. La línea blanca, al pie de
la pared izquierda indica la altura del
jinete que se encuentra ahi.
C.P C.R C.B
ll. Crisf.tles

5..:_ Panorama de la Cor diller a de la Cosf a en A.!lgarrobo (Vallenar). Mirando hacia el sw·.
Adelante las planicies de denudación de unos 1.500 metros lle al tura Que r odean el Cerro -B uitre (C. B.) . Con dos faldas ele ra:la
descienden hacia la izQulierda, hacia el E ste, donde se halla el ancl:o vatle de Puquios, cuyas t errazas t ienen una al t ura de 700 met r os.
Atrás las mesetas de los Llanos de Oristales, t ambién de 1.50 1) metros de alt ura. Encima de ellos se levantan el Cerro Pajonales (C.
P.) y el Cerr o Ratones (C. R.).

6 . - El abrupto descenso de falla Que consti tuye el bor de orient:il 1le la Cordillera de la Costa de Santiago ent r e Lampa y Polpai,;,J .
A la !izquierda, en A , Ja penillanur a de dos Altos de L ipanguu ele 2.000 metros ; en E , el borde de fas meset as de Chicauma que t ie-
nen la misma altura . L as quebradas insigni ficantes que llesciemlen por la f alda de unos mil metros de altura, indican una edad 11iuy
r eciente de la falda de falla.
La fotogr afía presenta el punto, donde la fa!~ d~ rumbo S-N \>asa a, rl\m~o W-~ (véa!¡e ~i~ur;is 19 r 88). ~s la gran " rincoq~-
qa el~ Chicauma,

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