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ciudadanías
Introducción
Es a partir de estas situaciones que nos comprometemos con una visión preventiva, la cual
sostiene la importancia en trabajar desde su componente formativo de manera que repercuta
en el fortalecimiento de las habilidades de los ciudadanos del común como líderes y
partícipes activos de su desarrollo.
Bajo este panorama, nuestra intervención, aunque formativa, no podía seguir los mismos
patrones. Es en este marco donde nace el piloto de intervención social titulado Taller para
Estructurar Iniciativas Sociales. Una propuesta colaborativa e interdisciplinaria que tuvo el
objetivo de potenciar las competencias cognitivas de aquellos ciudadanos y ciudadanas con
vocación o trayectoria en el desarrollo de iniciativas que pretenden mejorar las condiciones
de vida de sus conciudadanos, con el fin de perfilarlas como proyectos con elementos claros
para sus procesos de participación ciudadana.
1 Trabajadora Social por la Universidad de Cartagena, Colombia. Maestría en Trabajo Social con Orientación en Proyectos
Sociales por la Universidad Autónoma de Nuevo León, México. dajkatrin@gmail.com
2 Pasante de psicología por la Universidad Nacional Autónoma de México, facilitadora de Comunidades de Aprendizaje
roman.esm@hotmail.com
elementales para su entendimiento: la concepción de sujeto (representado por las y los
participantes del Taller), el rol del profesional (del Trabajo Social y la Psicología Social, en
tanto facilitadores) y la metodología (participativa) que enmarca sus interacciones.
Del mismo modo y atendiendo al eje temático educación y ciudadanías en el marco del I
Encuentro regional de estudiantes y egresados de Trabajo Social: “Ponte de cabeza”, este
ejercicio reflexivo también pretende exponer de qué manera nuestro piloto de intervención,
aporta a la participación ciudadana de los sujetos de derechos para y con quienes trabaja y
acompaña el profesional, el cual subyace del propósito de dicho Taller.
Finalmente, cabe recalcar que como ejercicio piloto reconocemos tanto sus resultados como
áreas de oportunidad, en aras de forjar una intervención más consolidada, con un nuevo
corpus que siga los principios de la pluralidad, la horizontalidad y la corresponsabilidad, de
modo tal que nos permita abordar con pertinencia las limitaciones en el ejercicio de
participación ciudadana .
Dicho esto, he aquí el análisis que podemos otorgar de nuestra experiencia esperando que
mueva y conmueva a la reflexión de nuestra prácticas comunes y profesionales, así como a
una nueva acción que realmente plantee una transformación desde los comunes para nuestra
sociedad.
Componentes estructurales.
Entre esos elementos, Cifuentes (2004) expone los componentes estructurales o esenciales
de la intervención profesional, los cuales son: los sujetos, los objetos, las intencionalidades,
la fundamentación y las metodologías y sus métodos.
Para nuestro caso, presentamos una reflexión sobre tres: el rol del profesional por un lado,
que direcciona y guarda relación consecuente con la idea del sujeto como segundo, para
finalmente hablar de la metodología asumida en el ejercicio piloto de intervención con
nombre Taller para Estructurar Iniciativas Sociales.
De prima facie, podemos decir que el rol del profesional se ampara en la perspectiva o
dimensión ética, social y política que funda y sustenta la intervención social, pues, es en la
definición misma de esta última donde se manifiesta el compromiso y objetivo por el
desarrollo y bienestar de la sociedad, al explicitar que se trata de hacer frente a los problemas
sociales y por ende buscar su transformación o resolución (Corvalán, 1996).
Por consiguiente, la intencionalidad de una intervención se convierte en un “llamado”,
“desafío” o “reto” de connotación colectiva, común o universal, permitiendo reconocer que
sus tres dimensiones están intrínsecamente ligadas para comprender el punto de partida de la
acción del profesional en lo social. Así, el profesional adopta una posición crítica para
comprender el qué, para qué y cómo se necesita transformar (Guerra, 2008).
El cambio en el rol profesional implica re-conocer los privilegios, re-conocer los saberes que
están más allá de nuestro horizonte cognitivo, re-conocer las condiciones en las que se crean
estos contextos y a quiénes favorecen, comprender los impactos que tienen sobre las personas
y reconocerse desde una posición horizontal ante las y los otros. Cede su lugar mesiánico a
un espacio abierto y comunal de participación. El centro del mundo cambia de nuevo y se
colectiviza.
En ese sentido, podemos decir que es ahí donde inicia el carácter responsable del profesional
en cuya metodología y trato con los sujetos se ve plasmado, ya que no podemos hablar del
rol prescindiendo del cómo y para qué se llevó a cabo la intervención.
Ante esto, Geilfus (2002) manifiesta que si de métodos participativos se trata, un componente
principal es el papel del profesional fiel a esa intención, de modo que presenta el término
facilitador como un nuevo enfoque del técnico o promotor frente a la comunidad, aquel que
apoya <<a la gente a sacar lo mejor de sus potencialidades, asesorarlos conforme a lo que ellos
mismos consideran como sus necesidades, y apoyarlos en determinar y negociar las
soluciones más apropiadas>>. Esto implica de facto un revés en la conceptualización de los
sujetos de investigación y/o de intervención, la cual abordaremos en el siguiente apartado.
El sujeto
Al referirnos al (a la) otro (otra) desde una posición ética que comprenda la transformación
social y sistémica en su centro, se nombra una serie de supuestos que permiten emprender
una revolución conceptual (de sujeto a persona), que sea congruente con los principios de
participación y praxis que dan sustento y fondo a la intervención social.
Desde la Psicología Social-Comunitaria se comprende la consideración del Otro <<no como
un objeto creado por quien controla ciertos recursos en la relación, ni como un producto de
la imaginación de esa persona, lo cual significa reconocer la existencia independiente de la
comunidad como forma de grupo y de sus miembros en su singularidad, en su carácter de
dueños de una historia construida por ellos, anteriores a la intervención comunitaria y
posteriores a ella>> (Montero, 2004).
Por tanto, se escogió el término persona definido como un ser humano, un individuo y
también como ser colectivo, que tiene los mismos derechos, las mismas obligaciones y, en
cierta medida, aspiraciones semejantes. Lo anterior junto con el reconocimiento como
ciudadanos y ciudadanas del Taller en cuestión, resalta la noción de sujetos de derechos,
<<aquel que participa activamente en la vida de la ciudad, el que, más allá de formar parte,
modela, modifica, crea, dinamiza la vida social, expone y transmite sus ideas, se organiza
con otros para darlas a conocer, lleva adelante proyectos para sí, para otros, con otros>> (De
Robertis, 2003)
Del mismo modo, estas personas, estos ciudadanos, se convirtieron en participantes del
Taller, en la medida que se les reconoció su convicción por trabajar para y con los otros, y
por consiguiente su cualidad de conocedores o expertos de su comunidad para su
transformación. Es decir, se planteó un espacio dialógico, donde se reconociera la
inteligencia cultural (Flecha, 1997) de cada una de las personas participantes, siendo ellas las
creadoras del conocimiento, así como de la dinámica grupal y el espacio formativo (Freire,
1968).
En este sentido, fueron esos saberes y conocimientos los que hicieron posible el intercambio
de perspectivas, la aclaración de dudas y la construcción de diálogo respecto a sus mismas
iniciativas, con la intención de aportar hacia su configuración como proyectos cada vez más
adecuados.
En conclusión, el sujeto no es más un sujeto pasivo, sino una persona activa y reflexiva,
creadora de nuevas realidades. Es un ser participativo y autogestivo que tiene el poder en sus
propias manos y palabras. Se genera entonces una relación horizontal entre el o la
“profesional” y la persona “beneficiaria”, donde ambas son parte de la dialógica del
aprendizaje y la enseñanza.
Metodología de Intervención
Dicho lo anterior, refrendamos la importancia de generar dentro del mismo espacio formativo
aquello que se pretende construir, es decir, la metodología de intervención en su base ético-
epistemológica se guiará por los mismos principios que desea cosechar, por los mismos
cambios que desea gestar, por las mismas transformaciones que propone construir. Así, la
metodología de intervención es proceso y meta en simultáneo que, en la creación congruente
se autoreflexiona y autopráctica, fortaleciendo el espacio plural y participativo.
Método.
En un primer momento, el Taller contemplaba tres sesiones de trabajo, con una duración de
tres horas cada una. Para su implementación, fue necesario disponer de un lugar que
cumpliera con tres características básicas: 1) Que nos permitiera llevar a cabo las acciones a
un costo accesible, 2) que estuviera localizado cerca de rutas de transporte público (autobús
o metro), y 3) que permitiera una cómoda estancia y un ambiente óptimo de aprendizaje a un
grupo de al menos 10 personas.
Asimismo, detallamos las fases del Taller con la finalidad de dar claridad al camino que
seguimos en su realización:
Fase de formulación
Se trató de un piloto de tres etapas para valorar la relevancia del tema, los métodos, definir
un instrumento de evaluación exante y expost.
Fase de implementación
Consideramos que cada sesión del Taller debería estar dividida en momentos específicos de
aprendizaje, cada uno con un tema asignado, así como uno de distensión que permitiera a los
asistentes socializar sus conocimientos, reflexiones y dudas entre sí, en un contexto no
escolarizado y de diálogo entre iguales, además de llevar a cabo técnicas grupales que nos
permitieran retomar la atención y la dinámica del grupo. Durante los momentos de
aprendizaje, la libre participación de los participantes fue asegurada por los facilitadores
brindando espacios de diálogo, así como de debate y confrontación efectiva de ideas que
estuvieran fincadas en el respeto mutuo y el legítimo interés desde y hacia las iniciativas que
se plantearon.
Fase de evaluación
Ante lo anterior, este piloto de intervención posibilitó la construcción cada vez mejorada de
su propio instrumento tanto de recolección de datos como de investigación, de manera que
permitiera obtener la comparabilidad de los datos del inicio y del final del Taller, esto es,
optamos por un modelo de evaluación concerniente con los criterios exante y expost que nos
permite vislumbrar los cambios después del Taller enfocado en el proceso de enseñanza-
aprendizaje sobre el tema de formulación de proyectos sociales.
De entrada, escogimos un cuestionario con preguntas abiertas y cerradas. Sobre las primeras
la intención fue indagar con las propias palabras de los participantes sus razones para tomar
el Taller, sus cambios o avances y sus aprendizajes particulares, dando la posibilidad de
constatar o ir más allá de nuestras hipótesis.
Las segundas preguntas fueron de elección múltiple tipo ordinal y nominal. Las ordinales se
establecieron mediante una escala Likert para saber su satisfacción sobre la logística del
Taller, el rol del facilitador y las técnicas usadas; con la nominal podían elegir más de una
respuesta alrededor de los componentes de su iniciativa que consideraba avanzados que se
relacionaba con el temario del Taller.
Después de la primera etapa del piloto, las preguntas abiertas se categorizaron mediante un
análisis de datos cualitativo para luego configurarlas en opciones de respuesta de preguntas
cerrada. Esto con la finalidad de definir un instrumento fácil de preguntar, rápido de
contestar, más comprehensivo y enriquecedor para la tercera etapa del piloto. En la siguiente
tabla indicamos las unidades de análisis e indicadores.
Resultados.
Para efectos del presente artículo, solo nos detendremos en los resultados respecto al objetivo
propuesto del Taller y los de tipo sumativo que expresa cantidades que aportan al análisis del
rol del facilitador, la concepción del sujeto y la metodología empleada.
Contamos con la totalidad de 17 participantes, de los cuales mayormente fueron mujeres (ver
figura 1). Todos reportaron nivel educativo superior, tanto universitario como posgrado, ya
sea en curso o terminado.
Figura 1 Gracias la convocatoria abierta, acogimos
Distribución porcentual del sexo de los participantes. participantes con variedad de profesiones u
ocupaciones cuyas áreas de desempeño
podemos identificar: el social, el arte escénico
y gráfico, de las tecnologías de información,
29% Femenino educativo formal y comunitario, académica,
del derecho y de alimentos; además
Masculino
encontramos a personas empleadas con cargo
71%
administrativo y directivo, trabajadoras
independientes, desempleadas y estudiantes.
Como corolario, fue posible el intercambio de
percepciones y saberes entre ellos, que en
Nota: Elaboración propia últimas aportaba al avance de sus propias
iniciativas, bajo un ambiente de respeto y tolerancia que ellos mismos fijaban, puesto que
como veremos más adelante en la figura 2, notamos que la predisposición de los participantes
estribaba en el encuentro con los otros en torno a intereses en común.
De esta manera reafirmamos la concepción de sujetos activos, con conocimientos,
aspiraciones y capacidades, al mismo tiempo que con demandas de más medios para producir
cambios trascendentales en su entorno colectivo.
De hecho, tratándose de un Taller Figura 2
piloto, en el que inicialmente se trazó Razones de los participantes para tomar el Taller.
un propósito de tinte cognitivo,
podemos observar de la figura 2 que las Desconocimiento parcial o total
sobre la formulación de proyectos
razones principales de los participantes 3% Fortalecer mi iniciativa
para tomar el Taller fueron por su 3%
Desconocimiento parcial o total del
5%
desconocimiento y que 32%
tema de mi iniciativa
16% Crear vínculos con otras iniciativas
consecuentemente los motivaba
fortalecer su iniciativa. Aclarar temas ya conocidos
19%
22% Aportar competencias formativas a
En otras palabras, estos primeros la organización que pertenezco
resultados son significativos en tanto Todas las anteriores
Por lo tanto, el taller se convirtió en una estrategia de intervención para ampliar los
conocimientos de los participantes con la finalidad de que éstos logren incidir en el escalón
más alto de la escalera de participación ciudadana, donde cuentan con la autonomía y
decisión de llevar a cabo iniciativas, proyectos o programas y encargarse de ellos para la
solución de problemas en su comunidad.
En vista de lo anterior, destacamos la forma cómo los participantes a través de sus discursos
nos revelan el cumplimiento de los objetivos de aprendizaje expuestos en la tabla 1 (seis
objetivos de acuerdo a los subtemas a tratar), y a su vez, otros aprendizajes que se convierten
en los alcances del taller.
Tabla 2 Por ejemplo, de la figura 3
Relación subtemas con los objetivos de aprendizajes previstos. notamos que los porcentajes
SUBTEMAS OBJETIVOS DE APRENDIZAJE altos corresponden a aquellos
Generar la identificación de la población objetivo de las iniciativas de los y las
participantes que coincidieron
Población Objetivo
participantes en expresar aprendizajes
Permitir la comprensión de aquellas causas a corto, mediano y largo plazo referentes a portales virtuales
donde pueda incidir la iniciativa de los y las participantes. de información pública, al
Problema a Atender
Posibilitar la comprensión de las causas y consecuencias del problema a problema a atender y a los
atender por las iniciativas de los y las participantes
objetivos de sus iniciativas.
Favorecer la comprensión de la diferencia entre actividad y objetivo.
Objetivos
De otra parte, entre los
Reforzar la distinción entre el medio y el propósito mediante la elaboración dediscursos de los participantes
los objetivos de sus iniciativas
resaltamos sus aprendizajes
Portales Virtuales de Facilitar la fundamentación de las iniciativas sociales mediante la navegación
Información Pública por los portales virtuales de información pública
más allá de los previstos para el
taller, como es el caso de una
Nota: Elaboración propia.
persona quien manifestó la
utilidad de los conocimientos para otros aspectos de su labor profesional o que para otra
persona su aprendizaje significativo fue clarificar el cómo de su iniciativa, sabiendo que no
se trató el subtema de estrategias metodológicas para proyectos.
Figura 3
Relación de los objetivos de aprendizajes con la valoración de los participantes.
Conclusión.
Si bien revelamos como resultado inmediato del Taller la atención de necesidades cognitivas
de los participantes, misma que lo convierte en una estrategia que permite contrarrestar las
limitaciones del ejercicio pleno y activo de su participación ciudadana, encontramos como
área de oportunidad estudiar a profundidad en cómo aporta una intervención de este tipo en
la consolidación y apropiación de ciudadanía desde la perspectiva misma de los sujetos,
además de lo ya revisado en esta ocasión.
No por ello deja de ser enriquecedora la presente reflexión, pues nos convencemos que
pudimos reflejar nuestra intencionalidad en asumir la ciudadanía desde otro punto de
encuentro, desde otra inflexión, en la que la persona se vuelve consciente de su actuar e
interactuar y entra en un círculo dialéctico y dialógico de co-participación, siendo el quehacer
profesional el catalizador de dichos procesos, mas no el centro operante.
Además, reafirmamos que el rol o papel del profesional direcciona y guarda relación
consecuente con la idea del sujeto y de la metodología asumida, por eso aseveramos la
importancia de ese cargo de congruencia en toda intervención en lo social, ya sea desde un
piloto como el nuestro, con implicaciones y duración a corto plazo hasta un programa o plan,
con ambiciones de impacto y desarrollo a largo plazo.
Bibliografía.
De Robertis, C. (2003). Fundamentos del Trabajo Social, ética y metodología. Edición Nau
Llibres. Universidad de Valencia.