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FACULTAD DE DERECHO
“TITULO”
Profesor(a):
Abg. CARRASCO SILVA, CESAR EMILIO
Experiencia Curricular:
CONSTITUCION Y DERECHOS HUMANOS
Alumno(a):
LLERENA GARCIA, NEYLITH
FLORES DIAZ, LUIS ENRRIQUE
Cacatachi - Perú
2016
INTRODUCCION
Los Derechos de la Persona son muy importantes, porque la persona es fin supremo del
Estado y por ende toda persona tiene el Derecho a buena salud, educación adecuada y
necesaria y a un trabajo digno para desarrollarse como persona humana en la sociedad.
Tiene por objetivo precisar el campo concreto de la salud, educación y trabajo, siendo
un derecho fundamental que tiene toda persona, una concepción y organización del
Estado y su defensa de la persona humana y respeto de su dignidad.
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Derecho a la salud
1. LA SALUD ES UN DERECHO HUMANO
1.1 Los derechos humanos.- Son derechos inherentes a todas las personas, sin
distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico,
color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Además de los principios de
universalidad y no discriminación, los derechos humanos están interrelacionados,
son interdependientes e indivisibles; es decir, no se pueden respetar unos sí y otros
no, aleatoriamente, porque unos influyen en el disfrute de otros. Es importante
subrayar que la Declaración Universal de los Derechos Humanos no es plenamente
vinculante para los Estados, dado que se trata de una mera resolución de la
Asamblea General de las Naciones Unidas y su aplicación puede verse limitada por
dos factores. Primero, porque dicha resolución no establece medidas concretas para
su puesta en práctica. Segundo, porque, ante la presión de diferentes Estados, se
incluyó una disposición según la cual todos los derechos y actividades contemplados
en la declaración debían ejercitarse en el marco del derecho interno de cada país, lo
que suponía una seria limitación para el disfrute de los derechos. Este escollo se
superó mediante dos pactos internacionales que desarrollaron los instrumentos de
protección y garantía de los derechos: uno recoge y regula los derechos civiles y
políticos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) y otro incluye
los derechos económicos sociales y culturales, el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC). Ambos pactos obligan a los Estados parte
a respetar, proteger y garantizar tanto los derechos civiles y políticos, como los
derechos económicos, sociales y culturales porque todos los derechos humanos
están interrelacionados y son indivisibles. La diferencia esencial entre uno y otro
pacto radica en las obligaciones que asumen los Estados al ratificarlos, como
consecuencia de la diferente naturaleza de los derechos económicos, sociales y
culturales, por otro. Las obligaciones que resultan del PIDCP son obligaciones de
carácter inmediato, es decir, desde el momento en que un Estado ratifica dicho
tratado internacional tiene la obligación de respetar y promover todos los derechos
reconocidos en él. En cambio, las obligaciones que emanan del PIDESC son de
carácter gradual y progresivo, es decir, los Estados tienen que poner todos los
medios a su disposición para, progresivamente, permitir el disfrute de los derechos
económicos, sociales y culturales. Otros tratados, como por ejemplo el Tratado
sobre la Eliminación de Todas las formas de Discriminación Racial, la Convención de
los Derechos del Niño o al Tratado para la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer, han complementado la protección de algunos
derechos.
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1.2. La salud como derecho humano.- La salud es mucho más que ausencia de
enfermedad o tener acceso a la atención médica; es un derecho fundamental que toca
todos los aspectos de la vida y por eso es tan importante entender la salud del modo
más amplio posible. La Organización Mundial de la Salud estableció como definición de
salud el “estado de completo bienestar físico, mental y social”. A esta definición de salud
se han ido incorporando otras dimensiones, como la capacidad de funcionar o la salud
como un fenómeno continuo y dinámico a lo largo del tiempo, hasta llegar a instaurarse
la idea de que la salud es un fenómeno multidimensional. Así pues, se constata que la
nación de salud ha ido evolucionando a lo largo de la historia desde un enfoque médico-
biológico hasta un concepto global e integral que incorpora el paradigma socio-
ecológico .El artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos consagra
el derecho a la salud en los siguientes términos: “Toda persona tiene derecho a un nivel
de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en
especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios
sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo,
enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de
subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.” Como vemos en el
artículo 25, son muchos los componentes necesarios para lograr el bienestar. En el
derecho a la salud, como en otros derechos humanos, se observa la interdependencia
entre los derechos, por lo tanto, en una sociedad en la que no se respeten los derechos
fundamentales no puede haber bienestar físico, mental y social, o lo que es lo mismo,
vida saludable para las personas que son las titulares del derecho.
El derecho a la salud está desarrollado en el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, cuyo artículo 12 establece que los Estados partes en
el pacto reconocen el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de
salud física y mental y en el segundo párrafo describe algunas de las medidas que se
deberán adoptar para garantizarlo. El problema es que la obligación de adoptar medidas
es laxa, es decir, se deberán “adoptar medidas” creando condiciones para facilitar la
promoción de esos derechos de “forma progresiva” y “en la medida de los recursos
disponibles”. El derecho a la salud debe entenderse como un derecho al disfrute de toda
una gama de facilidades, bienes, servicios y condiciones necesarios para alcanzar el más
alto nivel posible de salud.
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2. SALUD PÚBLICA QUIERE DECIR LA “SALUD DE TODAS LAS PERSONAS”
Todos debemos tener derecho a la salud, a alcanzar el máximo nivel de salud posible.
La salud es importante, y la gente lo sabe. Por ejemplo, según la segunda encuesta
europea sobre calidad de vida, cuatro de cada cinco personas señalan que la salud es un
factor clave para tener buena calidad de vida. Y es que si no tenemos salud, ¿cómo
vamos a poder estudiar o trabajar en buenas condiciones? Y si uno no puede formarse
o ganarse la vida, ¿qué tipo de vida va a poder tener para sí mismo o para sus hijos? Así
pues, la salud es una vía de promoción de la libertad y la equidad de las personas y de
los grupos sociales que viven en una sociedad determinada .Desafortunadamente, como
hemos visto, la mayoría de personas sigue sin poseer una situación vital, laboral y
ambiental adecuada con la que poder disfrutar y compartir una vida saludable,
autónoma, solidaria y gozosa. La salud o la enfermedad no es, sin embargo, un asunto
exclusivo de los individuos. En realidad, debemos también considerar a ciertos grupos
de poblaciones o territorios como “sanos” o como “enfermos” (pensemos por ejemplo
en el grupo de personas que en un país determinado conforman las mujeres, que a la
vez son inmigrantes y de clase trabajadora), ya que estos acumulan los factores que
aumentarán la probabilidad de tener buena o mala salud, aumentando o reduciendo el
riesgo de enfermar o de morir. Cuando tenemos en cuenta la salud del conjunto de una
colectividad, ya sean estos grupos de personas o territorios, hablamos de “salud
pública”, de salud colectiva, de la salud de todos. La salud pública puede, por tanto,
definirse como aquella disciplina académica y tradición profesional que tiene por
objetivo conseguir la máxima salud posible para el máximo número de personas
mediante la aplicación del conocimiento científico en cada contexto social, político e
histórico. Así pues, es importante no confundir la “salud pública” con la propiedad
pública de los servicios de salud o “sanidad pública”, que habitualmente
contraponemos a la sanidad privada. Para entender mejor las múltiples facetas que
conforman la salud de la población, los epidemiólogos suelen utilizar la metáfora del
“iceberg de la enfermedad”. En él se observa cómo la salud de una población no solo
representa la parte visible, externa, del iceberg, es decir, todo lo que tiene que ver con
las enfermedades y problemas de salud visibles que aquejan a los individuos, sino
también su parte sumergida, invisible, donde hay que tener en cuenta la enfermedad
no registrada, la enfermedad “silenciosa” que aún no se ha expresado en forma de
síntomas, y también la población que se halla en una situación vulnerable o expuesta a
factores de riesgo que pueden dañar su salud.
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3. ¿QUÉ ES EL DERECHO A LA SALUD?
3.1 Aspectos fundamentales del derecho a la salud
• El derecho a la salud es un derecho inclusivo. Frecuentemente asociamos el derecho
a la salud con el acceso a la atención sanitaria y la construcción de hospitales. Es cierto,
pero el derecho a la salud es algo más. Comprende un amplio conjunto de factores que
pueden contribuir a una vida sana. El Comité de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, que es el órgano encargado de llevar a cabo un seguimiento del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, los denomina "factores
determinantes básicos de la salud". Son los siguientes: ¾ Agua potable y condiciones
sanitarias adecuadas; ¾ Alimentos aptos para el consumo; ¾ Nutrición y vivienda
adecuadas; ¾ Condiciones de trabajo y un medio ambiente salubres; ¾ Educación e
información sobre cuestiones relacionadas con la salud; ¾ Igualdad de género.
El derecho a la salud comprende algunas libertades. Tales libertades incluyen el
derecho a no ser sometido a tratamiento médico sin el propio consentimiento, por
ejemplo experimentos e investigaciones médicas o esterilización forzada, y a no ser
sometido a tortura u otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes.
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4. Jurisprudencia relativa a los derechos en salud en el Perú
Tradicionalmente el derecho a la salud no ha merecido protección jurídica e institucional
acorde con su naturaleza de derecho fundamental. Los textos normativos han sido
desarrollados sin disponer de mecanismos claros y efectivos que garanticen derechos
en este campo en caso de ser amenazados o vulnerados. El derecho a la salud, afectado
por situaciones de mala práctica médica, no ha tenido mayor desarrollo en cuanto a su
protección y resarcimiento por parte de las instancias judiciales. Los fallos de las
instancias inferiores de la administración de justicia han descansado sobre la dificultad
de probar la conectividad que debe existir entre el acto médico y el perjuicio sufrido por
el o la paciente. Además, las cantidades fijadas por concepto de reparación civil son
bastante exiguas.
a. Disponibilidad:
Se refiere a contar con un número suficiente de establecimientos de salud, recursos
humanos (considerando médicos, profesionales, técnicos y personal de salud capacitados)
y programas, que incluyan los factores determinantes básicos de la salud, como agua
limpia potable y condiciones sanitarias adecuadas.
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b. Accesibilidad:
Significa que los establecimientos, bienes y servicios de salud se encuentren accesibles a
todos, haciendo hincapié en los sectores más vulnerables y marginados de la población. Lo
anterior implica:
- Accesibilidad física:
Los establecimientos,bienes y servicios de salud deberán estar al
alcance geográfico de todos los sectores de la población, así mismo los factores
determinantes básicos de la salud, como el agua limpia potable deben ser de acceso
intradomiciliario o encontrarse a una distancia geográfica razonable, incluso en lo que se
refiere a las zonas rurales.
- Accesibilidad económica (asequibilidad):
Los pagos por servicios de atención de la salud
y servicios relacionados con los factores determinantes básicos de la salud deberán
basarse en el principio de la equidad y ser proporcionales a los ingresos financieros de los
hogares.
- Acceso a la información:
Comprende el derecho del paciente a recibir y solicitar toda la información necesaria
sobre su situación y el tratamiento que recibirá. Involucra también el derecho a recibir y
difundir información e ideas acerca de las cuestiones relacionadas con la salud. Sin
embargo el acceso a la información no debe menoscabar el derecho a la confidencialidad
de los datos personales.
c. Aceptabilidad:
Todos los establecimientos y servicios de salud deberán respetar la ética médica y los
criterios culturalmente aceptados. Además deberán ser sensibles a los requisitos del
género y del ciclo de vida. Así mismo el paciente tiene todo el derecho de aceptar o no el
diagnóstico y tratamiento que propone el personal sanitario.
d. Calidad:
Los establecimientos, servicios, equipamiento e insumos de salud deberán ser también
apropiados desde el punto de vista científico y médico, y ser de buena calidad; el
personal debe estar capacitado; y debe contar con agua potable y condiciones sanitarias
adecuadas. Es parte de la calidad de los servicios de salud, el trato respetuoso, adecuado y
oportuno a las personas que demandan atención. La obligación estatal implica la
provisión de una atención integral, continua y equitativa. Recoge las dimensiones
de promoción, prevención, curación y rehabilitación.
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EL DERECHO A LA EDUCACIÓN
1. Reseña histórica:
La concepción del hombre como portador de derechos es una invención del siglo XVIII. Para
ese entonces, la constitución de la teoría política liberal llevó pensar las sociedades con
términos nuevos como soberanía popular, contrato social, delegación, división de poderes y,
sobre todo, ciudadanía. Según estos nuevos postulados, todos los hombres nacen libres e
iguales, lo que equivale a decir que llegan al mundo con las mismas atribuciones y garantías.
Así, el “súbdito” del Antiguo Régimen, que establecía un vínculo de vasallaje con su señor al
que no podía rebelarse, dio paso al ciudadano, individuo portador de derechos y deberes. Los
derechos referidos a los sujetos remiten explícitamente a la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano de 1789 establecida durante la Revolución Francesa. En ella se
proclaman como derechos “naturales” e “imprescriptibles” de todos los hombres a la libertad,
la propiedad, la seguridad, y la resistencia a la opresión. Estos derechos son considerados
“naturales” porque pertenecen al hombre por nacimiento, por lo que la sociedad y el Estado
debe reconocerlos sin ninguna restricción. Se refieren especialmente a proteger a los
individuos frente a los poderes absolutos –como las monarquías y los imperios-, porlo que
eran más “permisos” que atribuciones. Por eso, muchas veces aparecen enunciados como
“libertades”. En nuestro país, esto se cristalizó en la redacción de artículos Constitucionales –
como el art. 14 de la Constitución Nacional de 1853- y otras leyes que le dan amparo legal y
judicial contra potenciales abusos. En el caso educativo, esto se manifiesta en el derecho –en
tanto “autorización”- de todas a aprender, independientemente de que éste se efectivice o no.
Ya avanzado el siglo XIX, y con mayor fuerza en el siglo XX, estos primeros derechos
“individuales” o “civiles” dieron paso a una nueva generación de derechos llamados los
derechos “sociales” (derecho a la libertad de asociación, a las condiciones de trabajo, al salario
digno, al sistema de salud, a la vivienda. etc.) que, en el caso de nuestro país, están plasmados
mayoritariamente en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional y en la las leyes que de él se
derivan. En esta nueva posición, la sociedad y el Estado deben abandonar su función de
simples “protectores” que limita su accionar a permitir que los sujetos hagan uso de los
derechos, para volverse los garantes efectivos de su ejercicio. O sea, no sólo deben
reconocerlos, sino también protegerlos, ampararlos y velar por su cumplimiento. Como
explicábamos más arriba, para el caso educativo esto implicó ciertas medidas como el
establecimiento de la obligatoriedad y la gratuidad escolar, la comprensión del Estado docente
como su último garante, y la asignación de recursos públicos humanos y materiales para
satisfacer tal fin. Finalmente, en las últimas décadas del silgo XX, se ha comenzado a hablar de
los derechos “de tercera generación”, o “difusos”, porque sus sujetos beneficiarios no son
claramente identificables: puede ser la humanidad toda o un colectivo determinados. Los
pueblos originarios o las mujeres- Estos derechos se refieren a los bienes comunes como el
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agua, el aire, la tierra, o a la defensa de derechos colectivos -como a la 6 cultura propia-, a
temáticas más “abstractas” como la autodeterminación de los pueblos, la paz, etc. En
educación, esto se vincula, por ejemplo, al derecho a la educación multicultural, a la enseñanza
en lengua nativa, y a la educación ambiental. Algunos artículos reformados o agregados en la
Reforma Constitucional de 1994 le otorgan en nuestro país la garantía legal máxima, lo que se
vio fortalecido por la actual ley de Educación Nacional n. 26.206 sancionada a fines del 2006.
En función de esto, distintas declaraciones internacionales –desde la pionera Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948, la de Derechos del Niño, dela Mujer, de los
Pueblos Aborígenes, etc.- incluyen a la educación entre sus enunciados.
2.El “Movimiento de los Pueblos para la Educación de los Derechos Humanos” sintetiza sus
enunciados de la siguiente forma:
- El derecho humano a la educación confiere a cada mujer, hombre, joven y niño el derecho a
una educación básica libre y obligatoria así como todas las formas disponibles de educación
secundaria y superior.
- El derecho a participar en la toma de decisiones y políticas que afectan a cada una de sus
comunidades a un nivel local, nacional e internacional.
- El derecho de cada miembro de las minorías étnicas para el goce y desarrollo de su propia
cultura e idioma.
- El derecho de cada miembro de las minorías étnicas para establecer y mantener sus propias
escuelas y otros procesos de capacitación y establecimiento de instituciones educativas para
enseñar y recibir capacitación en sus propios idiomas maternos. Como se ve, a lo largo del
tiempo la concepción de la educación como un derecho pasó de un simple “permiso”
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individual a una compleja red de garantías y facultades sociales y colectivas que asociadas a la
creación de mundos más justos.
La educación es un derecho que todo tenemos sin distinción alguna, es primordial para las
personas, no solo para acrecentar los conocimientos si no para desarrollarnos como individuos
libres y consientes al tomar nuestras propias decisiones.
La educación es un servicio público que está al alcance de todos, y que nos ayuda a satisfacer
nuestras necesidades y las de la sociedad en general, esta tiene como misión preparar a los
individuos para que pueden vivir y desarrollarse plenamente, relacionándose con sus
semejantes y la naturaleza; también tiene otras metas.
Como lo dice el Artículo 3º Constitucional todo individuo tiene derecho a recibir
Educación, está a su vez deberá ser laica y gratuita, o sea no que tendrá absolutamente nada
que ver con alguna doctrina religiosa y será totalmente gratuita.
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instituciones educativas privadas, siempre y cuando se ajusten a las normas nacionales
de planes de estudio y admisiones.
En su Observación General 13, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
de la ONU (CDESC) proporcionó directrices detalladas a los Estados con respecto a sus
obligaciones de respetar, proteger y garantizar el derecho a la educación. El Comité
también señaló que el derecho incluye las siguientes características esenciales e
interrelacionadas:
Educación primaria: Debe ser obligatoria y gratuita para cualquier niño sin
importar su nacionalidad, género, lugar de nacimiento o cualquier otro tipo de
discriminación.
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Educación secundaria: Debe estar disponible y ser accesible.
Educación superior: (nivel terciario, universitario). Debe proveerse de acuerdo a
las capacidades, es decir, cualquiera que alcance los niveles académicos necesarios
debe poder acceder a una educación superior.
Tanto la educación secundaria como la superior, deben hacerse accesibles "por todos
los medios posibles, particularmente mediante la inclusión progresiva de la educación
libre".
5. Rol del Estado
La función pública de la educación es considerada un tema de la más alta relevancia.
Desde 1966 a partir del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales el Estado es considerado el responsable de proveer la estructura y los
recursos presupuestarios y regulatorios para garantizar la educación.
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o apruebe en materia de enseñanza, y de hacer que sus hijos reciban la educación
religiosa o moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos se refiere también a la libertad de
los padres en el contexto del derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión: Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión; este derecho incluye la libertad de manifestar su religión o sus creencias,
individual o colectivamente, tanto en público como en privado, mediante el culto, la
celebración de los ritos, las prácticas y la enseñanza. Los Estados Partes en el presente
Pacto se comprometen a respetar la libertad de los padres para garantizar que los hijos
reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias
convicciones.
El Protocolo nº 1 a la Convención Europea de Derechos Humanos dice: "El Estado, en
el ejercicio de las funciones que asuma en el campo de la educación y de la enseñanza,
respetará el derecho de los padres a asegurar esta educación y esta enseñanza
conforme a sus convicciones religiosas y filosóficas"
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DERECHO AL TRABAJO
1. Contexto:
Disponibilidad: Los Estados deben contar con servicios especializados que orienten a
las personas en la identificación de empleos disponibles y las ayuden a acceder a éstos.
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El significado del Vivir Bien tiene directa relación con el estado de bienestar general de
las personas, es decir, con elementos adicionales que son cotidianos y parte de su vida
diaria, así como de los grupos sociales con los que se interrelacionan. En ese contexto,
lo que cuenta es disponer de trabajo digno y permanente, de ingresos suficientes,
vivienda decente, alimentación adecuada, educación, transporte, energía eléctrica,
agua, servicios sanitarios y otros satisfactores de orden material y espiritual.” “En la
perspectiva del Vivir Bien se alcanzará: Generar mayores ingresos en el marco de una
distribución más equitativa, empleo digno y permanente, donde el trabajo es una
actividad que contribuye a la realización plena de la persona.
Disponibilidad. Los Estados Partes deben contar con servicios especializados que
tengan por función ayudar y apoyar a los individuos para permitirles identificar
el empleo disponible y acceder a él.
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Accesibilidad. El acceso al trabajo reviste tres dimensiones: no discriminación,
accesibilidad física y acceso a la información. La discriminación en el acceso al
trabajo y la continuidad del trabajo está prohibida. Los Estados deben asegurar
una razonable adaptación para que los espacios de trabajo sean accesibles, en
particular para las personas con discapacidades físicas. Todas las personas tienen
el dererecho a buscar, obtener e impartir información sobre oportunidades de
empleo.
Aceptabilidad y calidad. El derecho al trabajo presenta varios componentes
interrelacionados, incluyendo el derecho a aceptar libremente empleo,
condiciones laborables justas y seguras, en especial condiciones laborales
seguras y el derecho a constituir sindicatos.
3) El trabajo es necesario
El trabajo es un bien de todos, que debe estar disponible para todos aquellos capaces
de él. La “plena ocupación” es, por tanto, un objetivo obligado para todo
ordenamiento económico orientado a la justicia y al bien común. Una sociedad donde
el derecho al trabajo sea anulado o sistemáticamente negado y donde las medidas de
política económica no permitan a los trabajadores alcanzar niveles satisfactorios de
ocupación, “no puede conseguir su legitimación ética ni la justa paz social”. Una
función importante y, por ello, una responsabilidad específica y grave, tienen en este
ámbito los “empresarios indirectos”, es decir aquellos sujetos —personas o
instituciones de diverso tipo— que son capaces de orientar, a nivel nacional o
internacional, la política del trabajo y de la economía.
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convertirse en víctima de la exclusión social. Además de a los jóvenes, este drama
afecta, por lo general, a las mujeres, a los trabajadores menos especializados, a los
minusválidos, a los inmigrantes, a los ex-reclusos, a los analfabetos, personas todas
que encuentran mayores dificultades en la búsqueda de una colocación en el mundo
del trabajo.
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numerosas iniciativas, privadas y sociales, caracterizadas por formas de participación,
de cooperación y de autogestión, que revelan la fusión de energías solidarias, estas
iniciativas se ofrecen al mercado como un variado sector de actividades laborales que
se distinguen por una atención particular al aspecto relacional de los bienes
producidos y de los servicios prestados en diversos ámbitos: educación, cuidado de la
salud, servicios sociales básicos, cultura. Las iniciativas del así llamado “tercer sector”
constituyen una oportunidad cada vez más relevante de desarrollo del trabajo y de la
economía.
El género femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social: por ello se
ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboral. El primer e
indispensable paso en esta dirección es la posibilidad concreta de acceso a la
formación profesional. El reconocimiento y la tutela de los derechos de las mujeres en
este ámbito dependen, en general, de la organización del trabajo, que debe tener en
cuenta la dignidad y la vocación de la mujer, cuya “verdadera promoción… exige que el
trabajo se estructure de manera que no deba pagar su promoción con el abandono del
carácter específico propio y en perjuicio de la familia, en la que como madre tiene un
papel insustituible”. Es una cuestión con la que se miden la cualidad de la sociedad y la
efectiva tutela del derecho al trabajo de las mujeres.
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derechos de la mujer en el trabajo se advierte especialmente en los aspectos de la
retribución, la seguridad y la previsión social.
7) El trabajo infantil
8) La emigración y el trabajo
Las instituciones de los países que reciben inmigrantes deben vigilar cuidadosamente
para que no se difunda la tentación de explotar a los trabajadores extranjeros,
privándoles de los derechos garantizados a los trabajadores nacionales, que deben ser
asegurados a todos sin discriminaciones. La regulación de los flujos migratorios según
criterios de equidad y de equilibrio es una de las condiciones indispensables para
conseguir que la inserción se realice con las garantías que exige la dignidad de la
persona humana. Los inmigrantes deben ser recibidos en cuanto personas y ayudados,
junto con sus familias, a integrarse en la vida social. En este sentido, se ha de respetar
y promover el derecho a la reunión de sus familias. Al mismo tiempo, en la medida de
lo posible, han de favorecerse todas aquellas condiciones que permiten mayores
posibilidades de trabajo en sus lugares de origen.
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9) El mundo agrícola y el derecho al trabajo
El trabajo agrícola merece una especial atención, debido a la función social, cultural y
económica que desempeña en los sistemas económicos de muchos países, a los
numerosos problemas que debe afrontar en el contexto de una economía cada vez
más globalizada, y a su importancia creciente en la salvaguardia del ambiente natural:
“Por consiguiente, en muchas situaciones son necesarios cambios radicales y urgentes
para volver a dar a la agricultura —y a los hombres del campo— el justo valor como
base de una sana economía, en el conjunto del desarrollo de la comunidad social”.
301 Los derechos de los trabajadores, como todos los demás derechos, se basan en la
naturaleza de la persona humana y en su dignidad trascendente. El Magisterio social
de la Iglesia ha considerado oportuno enunciar algunos de ellos, indicando la
conveniencia de su reconocimiento en los ordenamientos jurídicos: el derecho a una
justa remuneración; el derecho al descanso; el derecho “a ambientes de trabajo y a
procesos productivos que no comporten perjuicio a la salud física de los trabajadores y
no dañen su integridad moral”; el derecho a que sea salvaguardada la propia
personalidad en el lugar de trabajo, sin que sean “conculcados de ningún mudo en la
propia conciencia o en la propia dignidad” el derecho a subsidios adecuados e
indispensables para la subsistencia de los trabajadores desocupados y de sus
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familias; el derecho a la pensión, así como a la seguridad social para la vejez, la
enfermedad y en caso de accidentes relacionados con la prestación laboral; el derecho
a previsiones sociales vinculadas a la maternidad; el derecho a reunirse y a
asociarse. Estos derechos son frecuentemente desatendidos, como confirman los
tristes fenómenos del trabajo infraremunerado, sin garantías ni representación
adecuadas. Con frecuencia sucede que las condiciones de trabajo para hombres,
mujeres y niños, especialmente en los países en vías de desarrollo, son tan inhumanas
que ofenden su dignidad y dañan su salud.
c) El derecho de huelga
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objetivos no directamente vinculados con las condiciones del trabajo o contrarios al
bien común”.
La doctrina social enseña que las relaciones en el mundo del trabajo se han de
caracterizar por la colaboración: el odio y la lucha por eliminar al otro, constituyen
métodos absolutamente inaceptables, porque en todo sistema social son
indispensables al proceso de producción tanto el trabajo como el capital. A la luz de
esta concepción, la doctrina social “no considera de ninguna manera que los sindicatos
constituyan únicamente el reflejo de la estructura ‘de clase’, de la sociedad ni que sean
el exponente de la lucha de clases que gobierna inevitablemente la vida social”. Los
sindicatos son propiamente los promotores de la lucha por la justicia social, por los
derechos de los hombres del trabajo, en sus profesiones específicas: “Esta ‘lucha’ debe
ser vista como una acción de defensa normal ‘en favor’ del justo bien; no es una lucha
‘contra’ los demás”. El sindicato, siendo ante todo un medio para la solidaridad y la
justicia, no puede abusar de los instrumentos de lucha; en razón de su vocación, debe
vencer las tentaciones del corporativismo, saberse autorregular y ponderar las
consecuencias de sus opciones en relación al bien común.
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vínculos demasiado estrechos con ellos: “En tal situación fácilmente se apartan de lo
que es su cometido específico, que es el de asegurar los justos derechos de los
hombres del trabajo en el marco del bien común de la sociedad entera, y se
convierten, en cambio, en un instrumento de presión para realizar otras finalidades”.
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BIBLIOGRAFIA:
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