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“AÑO DE LA CONSOLIDACÓN DEL MAR DE GRAU”

FACULTAD DE DERECHO

ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE


DERECHO

“TITULO”

DERECHO A LA SALUD –EDUCACION Y TRABAJO

Profesor(a):
Abg. CARRASCO SILVA, CESAR EMILIO

Experiencia Curricular:
CONSTITUCION Y DERECHOS HUMANOS

Alumno(a):
LLERENA GARCIA, NEYLITH
FLORES DIAZ, LUIS ENRRIQUE

Cacatachi - Perú
2016
INTRODUCCION

El presente trabajo trata de enfocar todo lo concerniente al ámbito de


los derechos humanos y su relación con el campo de la salud, educación y trabajo,
entendiendo que son derechos constitucionales. El trabajo se enfoque a aspectos
concernientes a los derechos civiles y políticos, como también a los derechos sociales y
económicos que abarca el capítulo uno y el capítulo dos de LA CONSTITUCION POLITICA
DEL PERU. Desarrollaremos un análisis conceptual porque son derechos muy
importantes porque la persona se realiza dentro de la sociedad y es el valor supremo de
la Sociedad y el Estado, tanto en lo que se refiere a su defensa, como menciona el
respeto a su dignidad.

Los Derechos de la Persona son muy importantes, porque la persona es fin supremo del
Estado y por ende toda persona tiene el Derecho a buena salud, educación adecuada y
necesaria y a un trabajo digno para desarrollarse como persona humana en la sociedad.

Tiene por objetivo precisar el campo concreto de la salud, educación y trabajo, siendo
un derecho fundamental que tiene toda persona, una concepción y organización del
Estado y su defensa de la persona humana y respeto de su dignidad.

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Derecho a la salud
1. LA SALUD ES UN DERECHO HUMANO

1.1 Los derechos humanos.- Son derechos inherentes a todas las personas, sin
distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico,
color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Además de los principios de
universalidad y no discriminación, los derechos humanos están interrelacionados,
son interdependientes e indivisibles; es decir, no se pueden respetar unos sí y otros
no, aleatoriamente, porque unos influyen en el disfrute de otros. Es importante
subrayar que la Declaración Universal de los Derechos Humanos no es plenamente
vinculante para los Estados, dado que se trata de una mera resolución de la
Asamblea General de las Naciones Unidas y su aplicación puede verse limitada por
dos factores. Primero, porque dicha resolución no establece medidas concretas para
su puesta en práctica. Segundo, porque, ante la presión de diferentes Estados, se
incluyó una disposición según la cual todos los derechos y actividades contemplados
en la declaración debían ejercitarse en el marco del derecho interno de cada país, lo
que suponía una seria limitación para el disfrute de los derechos. Este escollo se
superó mediante dos pactos internacionales que desarrollaron los instrumentos de
protección y garantía de los derechos: uno recoge y regula los derechos civiles y
políticos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) y otro incluye
los derechos económicos sociales y culturales, el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC). Ambos pactos obligan a los Estados parte
a respetar, proteger y garantizar tanto los derechos civiles y políticos, como los
derechos económicos, sociales y culturales porque todos los derechos humanos
están interrelacionados y son indivisibles. La diferencia esencial entre uno y otro
pacto radica en las obligaciones que asumen los Estados al ratificarlos, como
consecuencia de la diferente naturaleza de los derechos económicos, sociales y
culturales, por otro. Las obligaciones que resultan del PIDCP son obligaciones de
carácter inmediato, es decir, desde el momento en que un Estado ratifica dicho
tratado internacional tiene la obligación de respetar y promover todos los derechos
reconocidos en él. En cambio, las obligaciones que emanan del PIDESC son de
carácter gradual y progresivo, es decir, los Estados tienen que poner todos los
medios a su disposición para, progresivamente, permitir el disfrute de los derechos
económicos, sociales y culturales. Otros tratados, como por ejemplo el Tratado
sobre la Eliminación de Todas las formas de Discriminación Racial, la Convención de
los Derechos del Niño o al Tratado para la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer, han complementado la protección de algunos
derechos.

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1.2. La salud como derecho humano.- La salud es mucho más que ausencia de
enfermedad o tener acceso a la atención médica; es un derecho fundamental que toca
todos los aspectos de la vida y por eso es tan importante entender la salud del modo
más amplio posible. La Organización Mundial de la Salud estableció como definición de
salud el “estado de completo bienestar físico, mental y social”. A esta definición de salud
se han ido incorporando otras dimensiones, como la capacidad de funcionar o la salud
como un fenómeno continuo y dinámico a lo largo del tiempo, hasta llegar a instaurarse
la idea de que la salud es un fenómeno multidimensional. Así pues, se constata que la
nación de salud ha ido evolucionando a lo largo de la historia desde un enfoque médico-
biológico hasta un concepto global e integral que incorpora el paradigma socio-
ecológico .El artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos consagra
el derecho a la salud en los siguientes términos: “Toda persona tiene derecho a un nivel
de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en
especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios
sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo,
enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de
subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.” Como vemos en el
artículo 25, son muchos los componentes necesarios para lograr el bienestar. En el
derecho a la salud, como en otros derechos humanos, se observa la interdependencia
entre los derechos, por lo tanto, en una sociedad en la que no se respeten los derechos
fundamentales no puede haber bienestar físico, mental y social, o lo que es lo mismo,
vida saludable para las personas que son las titulares del derecho.
El derecho a la salud está desarrollado en el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, cuyo artículo 12 establece que los Estados partes en
el pacto reconocen el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de
salud física y mental y en el segundo párrafo describe algunas de las medidas que se
deberán adoptar para garantizarlo. El problema es que la obligación de adoptar medidas
es laxa, es decir, se deberán “adoptar medidas” creando condiciones para facilitar la
promoción de esos derechos de “forma progresiva” y “en la medida de los recursos
disponibles”. El derecho a la salud debe entenderse como un derecho al disfrute de toda
una gama de facilidades, bienes, servicios y condiciones necesarios para alcanzar el más
alto nivel posible de salud.

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2. SALUD PÚBLICA QUIERE DECIR LA “SALUD DE TODAS LAS PERSONAS”
Todos debemos tener derecho a la salud, a alcanzar el máximo nivel de salud posible.
La salud es importante, y la gente lo sabe. Por ejemplo, según la segunda encuesta
europea sobre calidad de vida, cuatro de cada cinco personas señalan que la salud es un
factor clave para tener buena calidad de vida. Y es que si no tenemos salud, ¿cómo
vamos a poder estudiar o trabajar en buenas condiciones? Y si uno no puede formarse
o ganarse la vida, ¿qué tipo de vida va a poder tener para sí mismo o para sus hijos? Así
pues, la salud es una vía de promoción de la libertad y la equidad de las personas y de
los grupos sociales que viven en una sociedad determinada .Desafortunadamente, como
hemos visto, la mayoría de personas sigue sin poseer una situación vital, laboral y
ambiental adecuada con la que poder disfrutar y compartir una vida saludable,
autónoma, solidaria y gozosa. La salud o la enfermedad no es, sin embargo, un asunto
exclusivo de los individuos. En realidad, debemos también considerar a ciertos grupos
de poblaciones o territorios como “sanos” o como “enfermos” (pensemos por ejemplo
en el grupo de personas que en un país determinado conforman las mujeres, que a la
vez son inmigrantes y de clase trabajadora), ya que estos acumulan los factores que
aumentarán la probabilidad de tener buena o mala salud, aumentando o reduciendo el
riesgo de enfermar o de morir. Cuando tenemos en cuenta la salud del conjunto de una
colectividad, ya sean estos grupos de personas o territorios, hablamos de “salud
pública”, de salud colectiva, de la salud de todos. La salud pública puede, por tanto,
definirse como aquella disciplina académica y tradición profesional que tiene por
objetivo conseguir la máxima salud posible para el máximo número de personas
mediante la aplicación del conocimiento científico en cada contexto social, político e
histórico. Así pues, es importante no confundir la “salud pública” con la propiedad
pública de los servicios de salud o “sanidad pública”, que habitualmente
contraponemos a la sanidad privada. Para entender mejor las múltiples facetas que
conforman la salud de la población, los epidemiólogos suelen utilizar la metáfora del
“iceberg de la enfermedad”. En él se observa cómo la salud de una población no solo
representa la parte visible, externa, del iceberg, es decir, todo lo que tiene que ver con
las enfermedades y problemas de salud visibles que aquejan a los individuos, sino
también su parte sumergida, invisible, donde hay que tener en cuenta la enfermedad
no registrada, la enfermedad “silenciosa” que aún no se ha expresado en forma de
síntomas, y también la población que se halla en una situación vulnerable o expuesta a
factores de riesgo que pueden dañar su salud.

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3. ¿QUÉ ES EL DERECHO A LA SALUD?
3.1 Aspectos fundamentales del derecho a la salud
• El derecho a la salud es un derecho inclusivo. Frecuentemente asociamos el derecho
a la salud con el acceso a la atención sanitaria y la construcción de hospitales. Es cierto,
pero el derecho a la salud es algo más. Comprende un amplio conjunto de factores que
pueden contribuir a una vida sana. El Comité de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, que es el órgano encargado de llevar a cabo un seguimiento del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, los denomina "factores
determinantes básicos de la salud". Son los siguientes: ¾ Agua potable y condiciones
sanitarias adecuadas; ¾ Alimentos aptos para el consumo; ¾ Nutrición y vivienda
adecuadas; ¾ Condiciones de trabajo y un medio ambiente salubres; ¾ Educación e
información sobre cuestiones relacionadas con la salud; ¾ Igualdad de género.
El derecho a la salud comprende algunas libertades. Tales libertades incluyen el
derecho a no ser sometido a tratamiento médico sin el propio consentimiento, por
ejemplo experimentos e investigaciones médicas o esterilización forzada, y a no ser
sometido a tortura u otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes.

• El derecho a la salud comprende algunos derechos. Esos derechos incluyen los


siguientes: ¾ El derecho a un sistema de protección de la salud que brinde a todos
iguales oportunidades para disfrutar del más alto nivel posible de salud; ¾ El derecho a
la prevención y el tratamiento de las enfermedades, y la lucha contra ellas; ¾ El acceso
a medicamentos esenciales; ¾ La salud materna, infantil y reproductiva; ¾ El acceso
igual y oportuno a los servicios de salud básicos; ¾ El acceso a la educación y la
información sobre cuestiones relacionadas con la salud; ¾ La participación de la
población en el proceso de adopción de decisiones en cuestiones relacionadas con la
salud a nivel comunitario y nacional.

• Deben facilitarse servicios, bienes e instalaciones de salud a todos sin


discriminación. La no discriminación es un principio fundamental de los derechos
humanos y es decisiva para el disfrute del derecho al más alto nivel posible de salud.

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4. Jurisprudencia relativa a los derechos en salud en el Perú
Tradicionalmente el derecho a la salud no ha merecido protección jurídica e institucional
acorde con su naturaleza de derecho fundamental. Los textos normativos han sido
desarrollados sin disponer de mecanismos claros y efectivos que garanticen derechos
en este campo en caso de ser amenazados o vulnerados. El derecho a la salud, afectado
por situaciones de mala práctica médica, no ha tenido mayor desarrollo en cuanto a su
protección y resarcimiento por parte de las instancias judiciales. Los fallos de las
instancias inferiores de la administración de justicia han descansado sobre la dificultad
de probar la conectividad que debe existir entre el acto médico y el perjuicio sufrido por
el o la paciente. Además, las cantidades fijadas por concepto de reparación civil son
bastante exiguas.

5. La salud es un derecho, no un privilegio


El Derecho a la Salud se refiere a que la persona tiene como condición innata, el
derecho a gozar de un medio ambiente adecuado para la preservación de su salud, el
acceso a una atención integral de salud, el respeto a su concepto del proceso salud -
enfermedad y a su cosmovisión. Este derecho es inalienable, y es aplicable a todas las
personas sin importar su condición social, económica, cultural o racial. Para que las
personas puedan ejercer este derecho, se debe considerar los principios de
accesibilidad y equidad.

De acuerdo a la Declaración Universal de Derechos Humanos y el Pacto


Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, se reconoce la
salud como derecho inalienable e inherente a todo ser humano. Esto implica la
obligación del Estado de respetar, proteger y garantizar el derecho a la salud de
todos sus ciudadanos, no sólo asegurando el acceso a la atención de salud, sino
también la atención adecuada. Es por ello que la propuesta plantea un modelo
de atención basado en el sistema público de salud.
El Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones
Unidas ha señalado que el derecho a la salud
abarca los siguientes elementos esenciales e interrelacionados:

a. Disponibilidad:
Se refiere a contar con un número suficiente de establecimientos de salud, recursos
humanos (considerando médicos, profesionales, técnicos y personal de salud capacitados)
y programas, que incluyan los factores determinantes básicos de la salud, como agua
limpia potable y condiciones sanitarias adecuadas.

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b. Accesibilidad:
Significa que los establecimientos, bienes y servicios de salud se encuentren accesibles a
todos, haciendo hincapié en los sectores más vulnerables y marginados de la población. Lo
anterior implica:
- Accesibilidad física:
Los establecimientos,bienes y servicios de salud deberán estar al
alcance geográfico de todos los sectores de la población, así mismo los factores
determinantes básicos de la salud, como el agua limpia potable deben ser de acceso
intradomiciliario o encontrarse a una distancia geográfica razonable, incluso en lo que se
refiere a las zonas rurales.
- Accesibilidad económica (asequibilidad):
Los pagos por servicios de atención de la salud
y servicios relacionados con los factores determinantes básicos de la salud deberán
basarse en el principio de la equidad y ser proporcionales a los ingresos financieros de los
hogares.
- Acceso a la información:
Comprende el derecho del paciente a recibir y solicitar toda la información necesaria
sobre su situación y el tratamiento que recibirá. Involucra también el derecho a recibir y
difundir información e ideas acerca de las cuestiones relacionadas con la salud. Sin
embargo el acceso a la información no debe menoscabar el derecho a la confidencialidad
de los datos personales.
c. Aceptabilidad:
Todos los establecimientos y servicios de salud deberán respetar la ética médica y los
criterios culturalmente aceptados. Además deberán ser sensibles a los requisitos del
género y del ciclo de vida. Así mismo el paciente tiene todo el derecho de aceptar o no el
diagnóstico y tratamiento que propone el personal sanitario.
d. Calidad:
Los establecimientos, servicios, equipamiento e insumos de salud deberán ser también
apropiados desde el punto de vista científico y médico, y ser de buena calidad; el
personal debe estar capacitado; y debe contar con agua potable y condiciones sanitarias
adecuadas. Es parte de la calidad de los servicios de salud, el trato respetuoso, adecuado y
oportuno a las personas que demandan atención. La obligación estatal implica la
provisión de una atención integral, continua y equitativa. Recoge las dimensiones
de promoción, prevención, curación y rehabilitación.

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EL DERECHO A LA EDUCACIÓN
1. Reseña histórica:

La concepción del hombre como portador de derechos es una invención del siglo XVIII. Para
ese entonces, la constitución de la teoría política liberal llevó pensar las sociedades con
términos nuevos como soberanía popular, contrato social, delegación, división de poderes y,
sobre todo, ciudadanía. Según estos nuevos postulados, todos los hombres nacen libres e
iguales, lo que equivale a decir que llegan al mundo con las mismas atribuciones y garantías.
Así, el “súbdito” del Antiguo Régimen, que establecía un vínculo de vasallaje con su señor al
que no podía rebelarse, dio paso al ciudadano, individuo portador de derechos y deberes. Los
derechos referidos a los sujetos remiten explícitamente a la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano de 1789 establecida durante la Revolución Francesa. En ella se
proclaman como derechos “naturales” e “imprescriptibles” de todos los hombres a la libertad,
la propiedad, la seguridad, y la resistencia a la opresión. Estos derechos son considerados
“naturales” porque pertenecen al hombre por nacimiento, por lo que la sociedad y el Estado
debe reconocerlos sin ninguna restricción. Se refieren especialmente a proteger a los
individuos frente a los poderes absolutos –como las monarquías y los imperios-, porlo que
eran más “permisos” que atribuciones. Por eso, muchas veces aparecen enunciados como
“libertades”. En nuestro país, esto se cristalizó en la redacción de artículos Constitucionales –
como el art. 14 de la Constitución Nacional de 1853- y otras leyes que le dan amparo legal y
judicial contra potenciales abusos. En el caso educativo, esto se manifiesta en el derecho –en
tanto “autorización”- de todas a aprender, independientemente de que éste se efectivice o no.
Ya avanzado el siglo XIX, y con mayor fuerza en el siglo XX, estos primeros derechos
“individuales” o “civiles” dieron paso a una nueva generación de derechos llamados los
derechos “sociales” (derecho a la libertad de asociación, a las condiciones de trabajo, al salario
digno, al sistema de salud, a la vivienda. etc.) que, en el caso de nuestro país, están plasmados
mayoritariamente en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional y en la las leyes que de él se
derivan. En esta nueva posición, la sociedad y el Estado deben abandonar su función de
simples “protectores” que limita su accionar a permitir que los sujetos hagan uso de los
derechos, para volverse los garantes efectivos de su ejercicio. O sea, no sólo deben
reconocerlos, sino también protegerlos, ampararlos y velar por su cumplimiento. Como
explicábamos más arriba, para el caso educativo esto implicó ciertas medidas como el
establecimiento de la obligatoriedad y la gratuidad escolar, la comprensión del Estado docente
como su último garante, y la asignación de recursos públicos humanos y materiales para
satisfacer tal fin. Finalmente, en las últimas décadas del silgo XX, se ha comenzado a hablar de
los derechos “de tercera generación”, o “difusos”, porque sus sujetos beneficiarios no son
claramente identificables: puede ser la humanidad toda o un colectivo determinados. Los
pueblos originarios o las mujeres- Estos derechos se refieren a los bienes comunes como el

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agua, el aire, la tierra, o a la defensa de derechos colectivos -como a la 6 cultura propia-, a
temáticas más “abstractas” como la autodeterminación de los pueblos, la paz, etc. En
educación, esto se vincula, por ejemplo, al derecho a la educación multicultural, a la enseñanza
en lengua nativa, y a la educación ambiental. Algunos artículos reformados o agregados en la
Reforma Constitucional de 1994 le otorgan en nuestro país la garantía legal máxima, lo que se
vio fortalecido por la actual ley de Educación Nacional n. 26.206 sancionada a fines del 2006.
En función de esto, distintas declaraciones internacionales –desde la pionera Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948, la de Derechos del Niño, dela Mujer, de los
Pueblos Aborígenes, etc.- incluyen a la educación entre sus enunciados.

2.El “Movimiento de los Pueblos para la Educación de los Derechos Humanos” sintetiza sus
enunciados de la siguiente forma:

- El derecho humano a la educación confiere a cada mujer, hombre, joven y niño el derecho a
una educación básica libre y obligatoria así como todas las formas disponibles de educación
secundaria y superior.

- El derecho de protección para la no-discriminación de todas las áreas y niveles de educación


como a un acceso igual de educación continua y capacitación vocacional.

- El derecho a la información sobre salud, nutrición, reproducción y planificación familiar.

- El derecho a la educación está ligado a otros derechos humanos fundamentales- derechos


que son universales, indivisibles, interconectados, y interdependientes, éstos incluyen:

- El derecho a la igualdad entre hombre y mujer y a la participación igualitaria en la familia y


sociedad.

- El derecho a trabajar y recibir salarios que contribuyan a un estándar de vida adecuado.

-El derecho a libertad de pensamiento, conciencia y religión.

- El derecho a un estándar de vida adecuado.

- El derecho a participar en la toma de decisiones y políticas que afectan a cada una de sus
comunidades a un nivel local, nacional e internacional.

- El derecho de cada miembro de las minorías étnicas para el goce y desarrollo de su propia
cultura e idioma.

- El derecho de cada miembro de las minorías étnicas para establecer y mantener sus propias
escuelas y otros procesos de capacitación y establecimiento de instituciones educativas para
enseñar y recibir capacitación en sus propios idiomas maternos. Como se ve, a lo largo del
tiempo la concepción de la educación como un derecho pasó de un simple “permiso”

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individual a una compleja red de garantías y facultades sociales y colectivas que asociadas a la
creación de mundos más justos.

3. ¿POR QUÉ LA IMPORTANCIA DEL DERECHO A LA EDUCACIÒN?

La educación es un derecho que todo tenemos sin distinción alguna, es primordial para las
personas, no solo para acrecentar los conocimientos si no para desarrollarnos como individuos
libres y consientes al tomar nuestras propias decisiones.
La educación es un servicio público que está al alcance de todos, y que nos ayuda a satisfacer
nuestras necesidades y las de la sociedad en general, esta tiene como misión preparar a los
individuos para que pueden vivir y desarrollarse plenamente, relacionándose con sus
semejantes y la naturaleza; también tiene otras metas.
Como lo dice el Artículo 3º Constitucional todo individuo tiene derecho a recibir
Educación, está a su vez deberá ser laica y gratuita, o sea no que tendrá absolutamente nada
que ver con alguna doctrina religiosa y será totalmente gratuita.

Además la educación es un medio para fortalecer nuestra identidad, desarrollar nuestras


capacidades y luchar contra la ignorancia que existe en el país.
De igual manera es de vital importancia poner en práctica los valores dentro de la vida diaria,
ya que también forman parte de una buena educación. La educación no solo es la enseñanza y
el aprendizaje, es formarnos como seres capaces para servir a la sociedad en la que vivimos,
involucrando principalmente, como ya había mencionado, nuestros valores, tales como el
respeto, la tolerancia, la honestidad, la responsabilidad, entre muchos otros que nos ayudan a
formarnos correctamente y a tener una educación de calidad.

4. Qué es el derecho a la educación?

Toda persona tiene derecho a la educación. Los objetivos de la educación incluyen el


pleno desarrollo y la dignidad de cada persona, la capacidad de participar de manera
efectiva en la sociedad y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos. La
educación es importante en sí misma y a menudo es también un derecho humano
“multiplicador”, del mismo modo en que el grado de acceso a la educación influye en el
nivel de disfrute de otros derechos humanos.
El derecho a la educación implica requisitos específicos en los diferentes niveles de
educación. La enseñanza primaria debe ser obligatoria y gratuita para todos, lo que
implicará consideraciones de costos directos e indirectos relacionados con la educación.
La naturaleza obligatoria de la enseñanza primaria protege contra violaciones de este
derecho por parte de los padres o de los gobiernos, elimina la discriminación basada en
los ingresos y acaba con los incentivos para la falta de asistencia. Los Estados deben
elaborar un marco nacional que amplíe y mejore progresivamente el sistema educativo
y que sucesivamente introduzca la educación gratuita en los demás niveles, como el
secundario, superior y educación fundamental.
Todo Estado debe respetar el derecho a la libertad de enseñanza. Esto incluye el respeto
a las convicciones religiosas y morales de los niños y los padres, el derecho de los padres
o tutores legales de escoger escuelas privadas para sus hijos, y la libertad para establecer

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instituciones educativas privadas, siempre y cuando se ajusten a las normas nacionales
de planes de estudio y admisiones.
En su Observación General 13, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
de la ONU (CDESC) proporcionó directrices detalladas a los Estados con respecto a sus
obligaciones de respetar, proteger y garantizar el derecho a la educación. El Comité
también señaló que el derecho incluye las siguientes características esenciales e
interrelacionadas:

 Disponibilidad. Los Estados deben garantizar la provisión de suficientes


infraestructuras educativas (instituciones y programas) para todas las personas.
Estas deben estar equipadas con todos los materiales y las instalaciones
necesarias para funcionar adecuadamente en el contexto específico, tales como
edificios, equipos didácticos y materiales, personal capacitado y adecuadamente
remunerado, protección ante elementos naturales, instalaciones sanitarias para
ambos sexos y agua potable.
 Accesibilidad. El acceso a la educación consiste en tres elementos clave: la no
discriminación, la accesibilidad material y la accesibilidad económica. Las
instituciones educativas deben ser accesibles a todas las personas,
especialmente a los más vulnerables, y nadie puede ser objeto de discriminación
sobre la base de, entre otros motivos, el sexo, el origen étnico, la ubicación
geográfica, la situación económica, la discapacidad, la ciudadanía o el permiso
de residencia, la pertenencia a un grupo minoritario, la religión, la detención o la
orientación sexual. Las escuelas deben estar a una distancia segura y razonable
de las comunidades o, para las zonas remotas, accesibles a través de tecnología
moderna. La educación debe ser asequible para todas las personas, y los Estados
deben incorporar progresivamente la enseñanza gratuita en todos los niveles.
 Aceptabilidad. Sujetos a los objetivos generales de la educación y a las normas
educativas mínimas establecidas por el Estado, los programas de estudio y de
enseñanza deben ser aceptables para los estudiantes y, en los casos apropiados,
para los padres. Esto significa que la educación debe ser relevante para el
contexto, las necesidades y las capacidades evolutivas del niño, y debe ser de
buena calidad y culturalmente apropiada.
 Adaptabilidad. La educación debe ser lo suficientemente flexible para adaptarse
y responder a las sociedades cambiantes y las necesidades de los estudiantes
dentro de entornos sociales y culturales diversos.

Las leyes internacionales no se manifiestan al respecto de la educación pre-primaria, y


por lo general los documentos legales omiten este ítem.3 A pesar de que los chicos son
considerados los principales beneficiarios del derecho a la educación, la Declaración
Universal de los Derechos Humanos declara que todos tienen derecho a recibir
educación.
El derecho a la educación se divide en tres áreas:

 Educación primaria: Debe ser obligatoria y gratuita para cualquier niño sin
importar su nacionalidad, género, lugar de nacimiento o cualquier otro tipo de
discriminación.

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 Educación secundaria: Debe estar disponible y ser accesible.
 Educación superior: (nivel terciario, universitario). Debe proveerse de acuerdo a
las capacidades, es decir, cualquiera que alcance los niveles académicos necesarios
debe poder acceder a una educación superior.
Tanto la educación secundaria como la superior, deben hacerse accesibles "por todos
los medios posibles, particularmente mediante la inclusión progresiva de la educación
libre".
5. Rol del Estado
La función pública de la educación es considerada un tema de la más alta relevancia.
Desde 1966 a partir del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales el Estado es considerado el responsable de proveer la estructura y los
recursos presupuestarios y regulatorios para garantizar la educación.

 La educación del niño deberá estar encaminada a:

- Desarrollar la personalidad, las aptitudes y la capacidad mental y física del niño


hasta el máximo de sus posibilidades.

- Inculcar al niño el respeto de los derechos humanos y las libertades


fundamentales y de los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas.

- Inculcar al niño el respeto de sus padres, de su propia identidad cultural, de su


idioma y sus valores, de los valores nacionales del país en que vive, del país de que
sea originario y de las civilizaciones distintas de la suya; preparar al niño para
asumir una vida responsable en una sociedad libre, con espíritu de comprensión,
paz, tolerancia, igualdad de los sexos y amistad entre todos los pueblos, grupos
étnicos, nacionales y religiosos y personas de origen indígena.

- Inculcar al niño el respeto del medio ambiente natural.


Por último se afirma que nada de lo dispuesto en estos artículos se interpretará como
una restricción de la libertad de los particulares y de las entidades para establecer y
dirigir instituciones de enseñanza, a condición de que se respeten los principios
enunciados precedentemente y de que la educación impartida en tales instituciones se
ajuste a las normas mínimas que prescriba el Estado.

. Libertad a una buena educación:

El derecho a la educación incluye dos dimensiones: una de prestación y otra de


libertad. Esta segunda dimensión se conoce como libertad de enseñanza.
. Los Estados Partes en el presente Pacto se comprometen a respetar la libertad de los
padres de escoger para sus hijos escuelas distintas de las creadas por las autoridades
públicas, siempre que aquéllas satisfagan las normas mínimas que el Estado prescriba

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o apruebe en materia de enseñanza, y de hacer que sus hijos reciban la educación
religiosa o moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos se refiere también a la libertad de
los padres en el contexto del derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión: Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión; este derecho incluye la libertad de manifestar su religión o sus creencias,
individual o colectivamente, tanto en público como en privado, mediante el culto, la
celebración de los ritos, las prácticas y la enseñanza. Los Estados Partes en el presente
Pacto se comprometen a respetar la libertad de los padres para garantizar que los hijos
reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias
convicciones.
El Protocolo nº 1 a la Convención Europea de Derechos Humanos dice: "El Estado, en
el ejercicio de las funciones que asuma en el campo de la educación y de la enseñanza,
respetará el derecho de los padres a asegurar esta educación y esta enseñanza
conforme a sus convicciones religiosas y filosóficas"

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DERECHO AL TRABAJO
1. Contexto:

El derecho al trabajo es esencial para la realización de otros derechos humanos y


constituye una parte inseparable e inherente de la dignidad humana. Toda persona
tiene el derecho a trabajar para poder vivir con dignidad. El derecho al trabajo sirve, al
mismo tiempo, a la supervivencia del individuo y de su familia y contribuye también,
en tanto que el trabajo es libremente escogido o aceptado, a su plena realización y a
su reconocimiento en el seno de la comunidad.”

a. “El derecho al trabajo es un derecho individual que pertenece a cada persona, y


es a la vez un derecho colectivo. Engloba todo tipo de trabajos, ya sean
autónomos o trabajos dependientes sujetos a un salario.”
b. El derecho al trabajo conlleva el derecho de todo ser humano a decidir
libremente aceptar o elegir trabajo, a no ser obligado de ninguna forma a
realizar un trabajo, el derecho a la seguridad social, a no ser privado
injustamente de empleo y el respecto a la integridad física y mental del
trabajador en el ejercicio de su empleo. Elementos esenciales del derecho al
trabajo:

 Disponibilidad: Los Estados deben contar con servicios especializados que orienten a
las personas en la identificación de empleos disponibles y las ayuden a acceder a éstos.

 Accesibilidad: El mercado de trabajo debe ser accesible a todas las personas. La


accesibilidad abarca tres dimensiones: o Prohíbe toda forma de discriminación en el
acceso al trabajo y en la conservación del mismo, sea por motivos de raza, color, sexo,
idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición
económica, nacimiento, discapacidad física o mental, estado de salud, orientación
sexual, estado civil, político, social o de otra naturaleza. o La accesibilidad física
referida al derecho de las personas con discapacidad a contar con los medios
necesarios y adecuados para poder desenvolverse en los ambientes laborales o La
accesibilidad a la información sobre el mercado del trabajo en los planos local,
regional, nacional e internacional.

 Aceptabilidad y calidad. “La protección del derecho al trabajo presenta varias


dimensiones, especialmente el derecho del trabajador a condiciones justas y
favorables de trabajo, en particular a condiciones laborales seguras, el derecho a
constituir sindicatos y el derecho a elegir y aceptar libremente empleo.”

“Para conocer el nivel de vida en que se encuentra la población, desde la perspectiva


holística del Vivir Bien, no es suficiente considerar las variables macroeconómicas tales
como el PIB global, el PIB per cápita, el nivel de inversión, la tasa de inflación, etcétera.

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El significado del Vivir Bien tiene directa relación con el estado de bienestar general de
las personas, es decir, con elementos adicionales que son cotidianos y parte de su vida
diaria, así como de los grupos sociales con los que se interrelacionan. En ese contexto,
lo que cuenta es disponer de trabajo digno y permanente, de ingresos suficientes,
vivienda decente, alimentación adecuada, educación, transporte, energía eléctrica,
agua, servicios sanitarios y otros satisfactores de orden material y espiritual.” “En la
perspectiva del Vivir Bien se alcanzará: Generar mayores ingresos en el marco de una
distribución más equitativa, empleo digno y permanente, donde el trabajo es una
actividad que contribuye a la realización plena de la persona.

2. ¿Qué es el derecho al trabajo?


Toda persona tiene derecho al trabajo. El derecho al trabajo es la base para la realización
de otros derechos humanos y para una vida en dignidad. Incluye la oportunidad de
ganarse la vida mediante un trabajo libremente escogido o aceptado. En la realización
progresiva de este derecho, los Estados están obligados a garantizar la disponibilidad de
orientación técnica y profesional, y a tomar las medidas apropiadas para crear un
entorno propicio para existan oportunidades de empleo productivo. Los Estados deben
garantizar la no discriminación en relación con todos los aspectos del trabajo. El trabajo
forzoso está prohibido por el derecho internacional.
Los Estados están obligados a garantizar salarios justos, igual salario por igual trabajo e
igualdad de remuneración por trabajo de igual valor. Los trabajadores deben
garantizarse un salario mínimo que permita una vida digna para ellos mismos y sus
familias. Las condiciones de trabajo deben ser seguras, saludables y no degradantes para
la dignidad humana. Se debe ofrecer a los empleados horas de trabajo razonable, un
descanso adecuado y tiempo de ocio, así como vacaciones periódicas pagadas.
Los trabajadores tienen derecho a asociare entre sí y a negociar de manera colectiva
para mejorar las condiciones de trabajo y los niveles de vida. Tienen el derecho a formar
y afiliarse a un sindicato de su elección, y los sindicatos tienen derecho a formar
agrupaciones nacionales o internacionales. Los trabajadores tienen el derecho de
huelga, siempre y cuando se realice de conformidad con las leyes nacionales. Los
derechos laborales colectivos no pueden ser objeto de restricciones por parte de los
Estados distintas de las prescritas por la ley y que son necesarias en una sociedad
democrática, de acuerdo con los intereses de seguridad nacional, orden público, o para
la protección de los derechos y libertades dde los demás.
El Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (CDESC) proporciona una guía
detallada a los Estados con respecto a sus obligaciones de respetar, proteger y garantizar
el derecho al trabajo. El Comité también indica que el derecho incluye las siguientes
características esenciales e interrelacionadas:

 Disponibilidad. Los Estados Partes deben contar con servicios especializados que
tengan por función ayudar y apoyar a los individuos para permitirles identificar
el empleo disponible y acceder a él.

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 Accesibilidad. El acceso al trabajo reviste tres dimensiones: no discriminación,
accesibilidad física y acceso a la información. La discriminación en el acceso al
trabajo y la continuidad del trabajo está prohibida. Los Estados deben asegurar
una razonable adaptación para que los espacios de trabajo sean accesibles, en
particular para las personas con discapacidades físicas. Todas las personas tienen
el dererecho a buscar, obtener e impartir información sobre oportunidades de
empleo.
 Aceptabilidad y calidad. El derecho al trabajo presenta varios componentes
interrelacionados, incluyendo el derecho a aceptar libremente empleo,
condiciones laborables justas y seguras, en especial condiciones laborales
seguras y el derecho a constituir sindicatos.

Es importante tener en cuenta que el derecho al trabajo y los derechos relacionados


están habilitados e informados por las numerosas normas internacionales de
la Organización Internacional del Trabajo (OIT), un organismo especializado de la ONU.

3) El trabajo es necesario

El trabajo es un derecho fundamental y un bien para el hombre: un bien útil, digno de


él, porque es idóneo para expresar y acrecentar la dignidad humana. La Iglesia enseña
el valor del trabajo no sólo porque es siempre personal, sino también por el carácter
de necesidad. El trabajo es necesario para formar y mantener una familia, adquirir el
derecho a la propiedad y contribuir al bien común de la familia humana. La
consideración de las implicaciones morales que la cuestión del trabajo comporta en la
vida social, lleva a la Iglesia a indicar la desocupación como una “verdadera calamidad
social”, sobre todo en relación con las jóvenes generaciones.

El trabajo es un bien de todos, que debe estar disponible para todos aquellos capaces
de él. La “plena ocupación” es, por tanto, un objetivo obligado para todo
ordenamiento económico orientado a la justicia y al bien común. Una sociedad donde
el derecho al trabajo sea anulado o sistemáticamente negado y donde las medidas de
política económica no permitan a los trabajadores alcanzar niveles satisfactorios de
ocupación, “no puede conseguir su legitimación ética ni la justa paz social”. Una
función importante y, por ello, una responsabilidad específica y grave, tienen en este
ámbito los “empresarios indirectos”, es decir aquellos sujetos —personas o
instituciones de diverso tipo— que son capaces de orientar, a nivel nacional o
internacional, la política del trabajo y de la economía.

La capacidad propulsora de una sociedad orientada hacia el bien común y proyectada


hacia el futuro se mide también, y sobre todo, a partir de las perspectivas de trabajo
que puede ofrecer. El alto índice de desempleo, la presencia de sistemas de instrucción
obsoletos y la persistencia de dificultades para acceder a la formación y al mercado de
trabajo constituyen para muchos, sobre todo jóvenes, un grave obstáculo en el camino
de la realización humana y profesional. Quien está desempleado o subempleado
padece, en efecto, las consecuencias profundamente negativas que esta condición
produce en la personalidad y corre el riesgo de quedar al margen de la sociedad y de

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convertirse en víctima de la exclusión social. Además de a los jóvenes, este drama
afecta, por lo general, a las mujeres, a los trabajadores menos especializados, a los
minusválidos, a los inmigrantes, a los ex-reclusos, a los analfabetos, personas todas
que encuentran mayores dificultades en la búsqueda de una colocación en el mundo
del trabajo.

La conservación del empleo depende cada vez más de las capacidades


profesionales. El sistema de instrucción y de educación no debe descuidar la formación
humana y técnica, necesaria para desarrollar con provecho las tareas requeridas. La
necesidad cada vez más difundida de cambiar varias veces de empleo a lo largo de la
vida, impone al sistema educativo favorecer la disponibilidad de las personas a una
actualización permanente y una reiterada cualifica. Los jóvenes deben aprender a
actuar autónomamente, a hacerse capaces de asumir responsablemente la tarea de
afrontar con la competencia adecuada los riesgos vinculados a un contexto económico
cambiante y frecuentemente imprevisible en sus escenarios de evolución. Es
igualmente indispensable ofrecer ocasiones formativas oportunas a los adultos que
buscan una nueva cualificación, así como a los desempleados. En general, la vida
laboral de las personas debe encontrar nuevas y concretas formas de apoyo,
comenzando precisamente por el sistema formativo, de manera que sea menos difícil
atravesar etapas de cambio, de incertidumbre y de precariedad.

4) La función del Estado y de la sociedad civil en la promoción del derecho al trabajo

Los problemas de la ocupación reclaman las responsabilidades del Estado, al cual


compete el deber de promover políticas que activen el empleo, es decir, que
favorezcan la creación de oportunidades de trabajo en el territorio nacional,
incentivando para ello el mundo productivo. El deber del Estado no consiste tanto en
asegurar directamente el derecho al trabajo de todos los ciudadanos, constriñendo
toda la vida económica y sofocando la libre iniciativa de las personas, cuanto sobre
todo en “secundar la actividad de las empresas, creando condiciones que aseguren
oportunidades de trabajo, estimulándola donde sea insuficiente o sosteniéndola en
momentos de crisis”.

Teniendo en cuenta las dimensiones planetarias que han asumido vertiginosamente


las relaciones económico-financieras y el mercado de trabajo, se debe promover una
colaboración internacional eficaz entre los Estados, mediante tratados, acuerdos y
planes de acción comunes que salvaguarden el derecho al trabajo, incluso en las fases
más críticas del ciclo económico, a nivel nacional e internacional. Hay que ser
conscientes de que el trabajo humano es un derecho del que depende directamente la
promoción de la justicia social y de la paz civil. Tareas importantes en esta dirección
corresponden a las Organizaciones Internacionales, así como a las sindicales:
uniéndose en las formas más oportunas, deben esforzarse, ante todo, en el
establecimiento de “una trama cada vez más compacta de disposiciones jurídicas que
protejan el trabajo de los hombres, de las mujeres, de los jóvenes, y les aseguren una
conveniente retribución”.

Para la promoción del derecho al trabajo es importante, hoy como en tiempos de la


“Rerum novarum”, que exista realmente un “libre proceso de auto-organización en las

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numerosas iniciativas, privadas y sociales, caracterizadas por formas de participación,
de cooperación y de autogestión, que revelan la fusión de energías solidarias, estas
iniciativas se ofrecen al mercado como un variado sector de actividades laborales que
se distinguen por una atención particular al aspecto relacional de los bienes
producidos y de los servicios prestados en diversos ámbitos: educación, cuidado de la
salud, servicios sociales básicos, cultura. Las iniciativas del así llamado “tercer sector”
constituyen una oportunidad cada vez más relevante de desarrollo del trabajo y de la
economía.

5) La familia y el derecho al trabajo

El trabajo es “el fundamento sobre el que se forma la vida familiar, la cual es un


derecho natural y una vocación del hombre”. El trabajo asegura los medios de
subsistencia y garantiza el proceso educativo de los hijos. Familia y trabajo, tan
estrechamente interdependientes en la experiencia de la gran mayoría de las
personas, requieren una consideración más conforme a la realidad, una atención que
las abarque conjuntamente, sin las limitaciones de una concepción privatista de la
familia y economicista del trabajo. Es necesario para ello que las empresas, las
organizaciones profesionales, los sindicatos y el Estado se hagan promotores de
políticas laborales que no perjudiquen, sino favorezcan el núcleo familiar desde el
punto de vista ocupacional. La vida familiar y el trabajo, en efecto, se condicional
recíprocamente de diversas maneras. Los largos desplazamientos diarios al y del
puesto de trabajo, el doble trabajo, la fatiga física y psicológica limitan el tiempo
dedicado a la vida familiar; las situaciones de desocupación tienen repercusiones
materiales y espirituales sobre las familias, así como las tensiones y las crisis familiares
influyen negativamente en las actitudes y el rendimiento en el campo laboral.

6) Las mujeres y el derecho al trabajo

El género femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social: por ello se
ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboral. El primer e
indispensable paso en esta dirección es la posibilidad concreta de acceso a la
formación profesional. El reconocimiento y la tutela de los derechos de las mujeres en
este ámbito dependen, en general, de la organización del trabajo, que debe tener en
cuenta la dignidad y la vocación de la mujer, cuya “verdadera promoción… exige que el
trabajo se estructure de manera que no deba pagar su promoción con el abandono del
carácter específico propio y en perjuicio de la familia, en la que como madre tiene un
papel insustituible”. Es una cuestión con la que se miden la cualidad de la sociedad y la
efectiva tutela del derecho al trabajo de las mujeres.

La persistencia de muchas formas de discriminación que ofenden la dignidad y


vocación de la mujer en la esfera del trabajo, se debe a una larga serie de
condicionamientos perniciosos para la mujer, que ha sido y es todavía “olvidada en sus
prerrogativas, marginada frecuentemente e incluso reducida a esclavitud”. Estas
dificultades, desafortunadamente, no han sido superadas, como lo demuestran en
todo el mundo las diversas situaciones que humillan a la mujer, sometiéndola a formas
de verdadera y propia explotación. La urgencia de un efectivo reconocimiento de los

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derechos de la mujer en el trabajo se advierte especialmente en los aspectos de la
retribución, la seguridad y la previsión social.

7) El trabajo infantil

El trabajo infantil y de menores, en sus formas intolerables, constituye un tipo de


violencia menos visible, mas no por ello menos terrible. Una violencia que, más allá de
todas las implicaciones políticas, económicas y jurídicas, sigue siendo esencialmente
un problema moral. León XIII ya advertía: “En cuanto a los niños, se ha de evitar
cuidadosamente y sobre todo que entren en talleres antes de que la edad haya dado el
suficiente desarrollo a su cuerpo, a su inteligencia y a su alma. Puesto que la actividad
precoz agosta, como a las hierbas tiernas, las fuerzas que brotan de la infancia, con lo
que la constitución de la niñez vendría a destruirse por completo”. La plaga del trabajo
infantil, a más de cien años de distancia, todavía no ha sido eliminada.

Es verdad que, al menos por el momento, en ciertos países, la contribución de los


niños con su trabajo al presupuesto familiar y a las economías nacionales es
irrenunciable y que, en algún modo, ciertas formas de trabajo a tiempo parcial pueden
ser provechosas para los mismos niños; con todo ello, la doctrina social denuncia el
aumento de la “explotación laboral de los menores en condiciones de auténtica
esclavitud”. Esta explotación constituye una grave violación de la dignidad humana de
la que todo individuo es portador, “prescindiendo de que sea pequeño o
aparentemente insignificante en términos utilitarios”.

8) La emigración y el trabajo

La inmigración puede ser un recurso más que un obstáculo para el desarrollo. En el


mundo actual, en el que el desequilibrio entre países ricos y países pobres se agrava y
el desarrollo de las comunicaciones reduce rápidamente las distancias, crece la
emigración de personas en busca de mejores condiciones de vida, procedentes de las
zonas menos favorecidas de la tierra; su llegada a los países desarrollados, a menudo
es percibida como una amenaza para los elevados niveles de bienestar, alcanzados
gracias a decenios de crecimiento económico. Los inmigrantes, sin embargo, en la
mayoría de los casos, responden a un requerimiento en la esfera del trabajo que de
otra forma quedaría insatisfecho, en sectores y territorios en los que la mano de obra
local es insuficiente o no está dispuesta a aportar su contribución laboral.

Las instituciones de los países que reciben inmigrantes deben vigilar cuidadosamente
para que no se difunda la tentación de explotar a los trabajadores extranjeros,
privándoles de los derechos garantizados a los trabajadores nacionales, que deben ser
asegurados a todos sin discriminaciones. La regulación de los flujos migratorios según
criterios de equidad y de equilibrio es una de las condiciones indispensables para
conseguir que la inserción se realice con las garantías que exige la dignidad de la
persona humana. Los inmigrantes deben ser recibidos en cuanto personas y ayudados,
junto con sus familias, a integrarse en la vida social. En este sentido, se ha de respetar
y promover el derecho a la reunión de sus familias. Al mismo tiempo, en la medida de
lo posible, han de favorecerse todas aquellas condiciones que permiten mayores
posibilidades de trabajo en sus lugares de origen.

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9) El mundo agrícola y el derecho al trabajo

El trabajo agrícola merece una especial atención, debido a la función social, cultural y
económica que desempeña en los sistemas económicos de muchos países, a los
numerosos problemas que debe afrontar en el contexto de una economía cada vez
más globalizada, y a su importancia creciente en la salvaguardia del ambiente natural:
“Por consiguiente, en muchas situaciones son necesarios cambios radicales y urgentes
para volver a dar a la agricultura —y a los hombres del campo— el justo valor como
base de una sana economía, en el conjunto del desarrollo de la comunidad social”.

Los cambios profundos y radicales que se presentan actualmente en el ámbito social y


cultural, y que afectan también a la agricultura y, más en general , a todo el mundo
rural, precisan con urgencia una profunda reflexión sobre el significado del trabajo
agrícola y sus múltiples dimensiones. Se trata de un desafío de gran importancia, que
debe afrontarse con políticas agrícolas y ambientales capaces de superar una cierta
concepción residual y asistencial, y de elaborar nuevos procedimientos para lograr una
agricultura moderna, que esté en condiciones de desempeñar un papel significativo en
la vida social y económica.

En algunos países es indispensable una redistribución de la tierra, en el marco de


políticas eficaces de reforma agraria, con el fin de eliminar el impedimento que supone
el latifundio improductivo, condenado por la doctrina social de la Iglesia, para alcanzar
un auténtico desarrollo económico: “Los países en vías de desarrollo pueden
contrarrestar eficazmente el proceso actual de concentración de la propiedad de la
tierra si hacen frente a algunas situaciones que se presentan como auténticos nudos
estructurales. Estas son: las carencias y los retrasos a nivel legislativo sobre el tema del
reconocimiento del título de propiedad de la tierra y sobre el mercado del crédito; la
falta de interés por la investigación y por la capacitación agrícola; la negligencia por los
servicios sociales y por la creación de infraestructura en las áreas rurales”. La reforma
agrícola es, por tanto, además de una necesidad política, una obligación moral, ya que
el no llevarla a cabo constituye, en estos países, un obstáculo para los efectos
benéficos que derivan de la apertura de los mercados y, en general, de las ventajosas
ocasiones de crecimiento que la globalización actual puede ofrecer.

10) DERECHOS DE LOS TRABAJADORES

a) Dignidad de los trabajadores y respeto de sus derechos

301 Los derechos de los trabajadores, como todos los demás derechos, se basan en la
naturaleza de la persona humana y en su dignidad trascendente. El Magisterio social
de la Iglesia ha considerado oportuno enunciar algunos de ellos, indicando la
conveniencia de su reconocimiento en los ordenamientos jurídicos: el derecho a una
justa remuneración; el derecho al descanso; el derecho “a ambientes de trabajo y a
procesos productivos que no comporten perjuicio a la salud física de los trabajadores y
no dañen su integridad moral”; el derecho a que sea salvaguardada la propia
personalidad en el lugar de trabajo, sin que sean “conculcados de ningún mudo en la
propia conciencia o en la propia dignidad” el derecho a subsidios adecuados e
indispensables para la subsistencia de los trabajadores desocupados y de sus

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familias; el derecho a la pensión, así como a la seguridad social para la vejez, la
enfermedad y en caso de accidentes relacionados con la prestación laboral; el derecho
a previsiones sociales vinculadas a la maternidad; el derecho a reunirse y a
asociarse. Estos derechos son frecuentemente desatendidos, como confirman los
tristes fenómenos del trabajo infraremunerado, sin garantías ni representación
adecuadas. Con frecuencia sucede que las condiciones de trabajo para hombres,
mujeres y niños, especialmente en los países en vías de desarrollo, son tan inhumanas
que ofenden su dignidad y dañan su salud.

b) El derecho a la justa remuneración y distribución de la renta

302 La remuneración es el instrumento más importante para practicar la justicia en las


relaciones laborales. El “salario justo es el fruto legítimo del trabajo” comete una grave
injusticia quien lo niega o no lo da a su debido tiempo y en la justa proporción al
trabajo realizado. El salario es el instrumento que permite al trabajador acceder a los
bienes de la tierra: “La remuneración del trabajo debe ser tal que permita al hombre y
a su familia una vida digna en el plano material, social, cultural y espiritual, teniendo
presentes el puesto de trabajo y la productividad de cada uno, así como las
condiciones de la empresa y el bien común”. El simple acuerdo entre el trabajador y el
patrono acerca de la remuneración, no basta para calificar de “justa” la remuneración
acordada, porque ésta “no debe ser en manera alguna insuficiente” para el sustento
del trabajador: la justicia natural es anterior y superior a la libertad del contrato.

El bienestar económico de un país no se mide exclusivamente por la cantidad de


bienes y producidos, sino también teniendo en cuenta el modo en que son producidos
y el grado de equidad en la distribución de la renta, que debería permitir a todos
disponer de lo necesario para el desarrollo y el perfeccionamiento de la propia
persona. Una justa distribución del rédito debe establecerse no sólo en base a los
criterios de justicia conmutativa, sino también de justicia social, es decir,
considerando, además del valor objetivo de las prestaciones laborales, la dignidad
humana de los sujetos que las realizan. Un bienestar económico auténtico se alcanza
también por medio de adecuadas políticas sociales de redistribución de la renta que,
teniendo en cuenta las condiciones generales, consideren oportunamente los méritos
y las necesidades de todos los ciudadanos.

c) El derecho de huelga

La doctrina social reconoce la legitimidad de la huelga “cuando constituye un recurso


inevitable, si no necesario para obtener un beneficio proporcionado”, después de
haber constatado la ineficacia de todas las demás modalidades para superar los
conflictos. La huelga, una de las conquistas más costosas del movimiento sindical, se
puede definir como el rechazo colectivo y concertado, por parte de los trabajadores, a
seguir desarrollando sus actividades, con el fin de obtener, por medio de la presión así
realizada sobre los patrones, sobre el Estado y sobre la opinión pública, mejoras en sus
condiciones de trabajo y en su situación social. También la huelga, aun cuando
aparezca “como una especie de ultimátum”, debe ser siempre un método pacífico de
reivindicación y de lucha por los propios derechos; resulta “moralmente inaceptable
cuando va acompañada de violencias o también cuando se lleva a cabo en función de

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objetivos no directamente vinculados con las condiciones del trabajo o contrarios al
bien común”.

11) SOLIDARIDAD ENTRE LOS TRABAJADORES

a) La importancia de los sindicatos

El Magisterio reconoce la función fundamental desarrollada por los sindicatos de


trabajadores, cuya razón de ser consiste en el derecho de los trabajadores a formar
asociaciones o uniones para defender los intereses vitales de los hombres empleados
en las diversas profesiones. Los sindicatos “se han desarrollado sobre la base de la
lucha de los trabajadores, del mundo del trabajo y, ante todo, de los trabajadores
industriales para la tutela de sus justos derechos frente a los empresarios y a los
propietarios de los medios de producción”. Las organizaciones sindicales, buscando su
fin específico al servicio del bien común, son un factor constructivo de orden social y
de solidaridad y, por ello, un elemento indispensable de la vida social. El
reconocimiento de los derechos del trabajo ha sido desde siempre un problema de
difícil solución, porque se realiza en el marco de procesos históricos e institucionales
complejos, y todavía hoy no se puede decir cumplido. Lo que hace más actual y
necesario el ejercicio de una auténtica solidaridad entre los trabajadores.

La doctrina social enseña que las relaciones en el mundo del trabajo se han de
caracterizar por la colaboración: el odio y la lucha por eliminar al otro, constituyen
métodos absolutamente inaceptables, porque en todo sistema social son
indispensables al proceso de producción tanto el trabajo como el capital. A la luz de
esta concepción, la doctrina social “no considera de ninguna manera que los sindicatos
constituyan únicamente el reflejo de la estructura ‘de clase’, de la sociedad ni que sean
el exponente de la lucha de clases que gobierna inevitablemente la vida social”. Los
sindicatos son propiamente los promotores de la lucha por la justicia social, por los
derechos de los hombres del trabajo, en sus profesiones específicas: “Esta ‘lucha’ debe
ser vista como una acción de defensa normal ‘en favor’ del justo bien; no es una lucha
‘contra’ los demás”. El sindicato, siendo ante todo un medio para la solidaridad y la
justicia, no puede abusar de los instrumentos de lucha; en razón de su vocación, debe
vencer las tentaciones del corporativismo, saberse autorregular y ponderar las
consecuencias de sus opciones en relación al bien común.

Al sindicato, además de la función de defensa y de reivindicación, le competen las de


representación, dirigida a “la recta ordenación de la vida económica”, y de educación
de la conciencia social de los trabajadores, de manera que se sientan parte activa,
según las capacidades y aptitudes de cada uno, en toda la obra del desarrollo
económico y social, y en la construcción del bien común universal. El sindicato y las
demás formas de asociación de los trabajadores deben asumir una función de
colaboración con el resto de los sujetos sociales e interesarse en la gestión de la cosa
pública. Las organizaciones sindicales tienen el deber de influir en el poder público, en
orden a sensibilizarlo debidamente sobre los problemas laborales y a comprometerlos
a favorecer la realización de los derechos de los trabajadores. Los sindicatos, sin
embargo, no tienen carácter de “partidos políticos” que luchan por el poder, y
tampoco deben estar sometidos a las decisiones de los partidos políticos o tener

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vínculos demasiado estrechos con ellos: “En tal situación fácilmente se apartan de lo
que es su cometido específico, que es el de asegurar los justos derechos de los
hombres del trabajo en el marco del bien común de la sociedad entera, y se
convierten, en cambio, en un instrumento de presión para realizar otras finalidades”.

b) Nuevas formas de solidaridad

El contexto socioeconómico actual, caracterizado por procesos de globalización


económico-financiera cada vez más rápidos, requiere la renovación de los sindicatos.
En la actualidad, los sindicatos están llamados a actuar en formas nuevas, ampliando
su radio de acción de solidaridad de modo que sean tutelados, además de las
categorías laborales tradicionales, los trabajadores con contratos atípicos o a tiempo
determinado; los trabajadores con un puesto de trabajo en peligro a causa de las
fusiones de empresas, cada vez más frecuentes, incluso a nivel internacional; los
desempleados, los inmigrantes, los trabajadores temporales; aquellos que por falta de
actualización profesional han sido expulsados del mercado laboral y no pueden
regresar a él por falta de cursos adecuados para cualificarse de nuevo.

Ante los cambios introducidos en el mundo del trabajo, la solidaridad se podrá


recuperar, e incluso fundarse mejor que en el pasado, si se actúa para volver a
descubrir el valor subjetivo del trabajo: “Hay que seguir preguntándose sobre el sujeto
del trabajo y las condiciones en las que vive”. Por ello, “son siempre necesarios nuevos
movimientos de solidaridad de los hombres del trabajo y de solidaridad con los
hombres del trabajo”.

En la búsqueda de “nuevas formas de solidaridad”, las asociaciones de trabajadores


deben orientarse hacia la asunción de mayores responsabilidades, no solamente
respecto a los tradicionales mecanismos de la redistribución, sino también en relación
a la producción de la riqueza y a la creación de condiciones sociales, políticas y
culturales que permiten a todos aquellos que pueden y desean trabajar, ejercer su
derecho al trabajo, en el respeto pleno de su dignidad de trabajadores. La superación
gradual del modelo organizativo basado sobre el trabajo asalariado en la gran
empresa, hace además oportuna —salvando los derechos fundamentales del trabajo—
una actualización de las normas y de los sistemas de seguridad social mediante los
cuales los trabajadores han sido hasta hoy tutelados.

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BIBLIOGRAFIA:

Ronaldo. F. (1998). Derecho a la salud. Lima: Colonial N.

Sabrina. G. (2015). Derecho a la salud. Lima: Atenas.

Terrones. B.. (2003). Derecho a la educación. Lima: Dexas

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