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4.

La libertad y su crecimiento: la aspiración al bien

๏ Todo hombre es persona en cuanto tiene una esencial libertad que le hace
responsable de sí mismo.

๏ Algunos caracteres de la libertad. Elementos más pertinentes para el


perfeccionamiento de la persona:

I. Cualquier persona es libre para hacerse responsable de su propia vida.

๏ Existen algunas acciones que están en manos del hombre y de la


mujer. El número y la calidad de esas acciones puede incrementarse
mediante el desarrollo de hábitos operativos buenos o virtudes.

๏ Sólo cuando perdemos de vista las condiciones, cuando pretendemos


una libertad infinita creemos que el hombre no es libre.

II. La libertad se basa en la relación entre el ser humano y el bien en cuanto


bien, advertido y querido como tal.

๏ El cimiento de nuestra libertad no es una especie de indiferencia hacia


lo bueno y lo malo, una suerte de apatía abúlica; sino, en el extremo
opuesto, la vigorosa tensión de nuestra voluntad, de toda nuestra
persona, a lo bueno en sí y, en definitiva, al sumo Bien que es Dios.

๏ Porque está llamado a querer un bien superior –infinito–, puede el


hombre siempre dejar de querer cada uno de los bienes particulares y
limitados que se le ofrecen en la experiencia cotidiana.

๏ Surgen de aquí dos consecuencias:

1. Nuestra superioridad respecto a los animales. Las tendencias


instintivas del hombre no determinan su conducta.

๏ La voluntad, capaz de captar y determinarse


activamente hacia bienes superiores al de los instintos
animales, ofrece al hombre la posibilidad de dominar
sus pulmones y realizar libremente una multitud de
bienes para sí, para sus semejantes y para Dios.

๏ El hombre puede amar, querer el bien del otro en


cuanto otro.

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2. Puesto que la libertad del hombre se configura esencialmente
como tendencia al bien formalmente aprehendido y querido
como bien, esa libertad crece, se perfecciona, a medida que de
forma más intensa se va asentando en el bien, y en la
proporción exacta en que se trate de un bien más alto.

๏ De lo que resulta que el sujeto humano conquista su


máxima libertad cuando, de forma progresiva y cada
vez más vigorosa, va fijando el querer voluntario en el
Bien sumo que es Dios; y que precisamente el
incremento intensivo de la inclinación hacia esa
Bondad infinita lo torna más libre –en un sentido real,
nada metafórico– respecto a todos los bienes finitos.

๏ Por el contrario –y es la otra posibilidad–, cuando el


hombre se centra en los bienes puntiformes de sus
tendencias inferiores, de sus “instintos”, y es absorbido
por ellos, disminuye su vigor interior, se equipara en
cierto modo a los animales, se resta libertad.

๏ El egoísmo hace a los hombres esclavos, mientras el


amor altruista los libera.

III. A las dos propiedades anteriores hay que añadir algo de capital interés: y es
que la libertad, en el hombre, es una ganancia. Y que lo es, en fin de cuentas,
porque gracias a ella el hombre puede autoconstruirse, completarse y
terminarse obteniendo por sí mismo un fin sublime.

๏ David Lloyd George: “la libertad no es simplemente un privilegio que


se otorga; es un hábito que ha de adquirirse”.

๏ El mal uso de la libertad conduce a suprimir la libertad.

๏ Crecimiento de la libertad a través de la virtud

๏ Toda la educación puede entenderse en cierto modo como ese proceso de


incremento de la libertad, que nos va permitiendo querer bien, cada vez
mejor, el bien.

๏ Educarnos es crecer como personas, es aprender a amar más y mejor.

๏ Y aquí es donde hay que encuadrar toda la doctrina, importantísima para la


formación y el crecimiento personal, de los hábitos buenos, de las virtudes.

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๏ Escribía López Igor: “El ser humano es extraordinariamente complejo y lo
que resulta más patente, más real, es su incapacidad de vivir su vida
montada simplemente en el plano biológico, como satisfacción de sus
necesidades.

๏ Y parece precisamente que el hombre contemporáneo trate de reducir su vida


a este esquema. Lo único que ha hecho es aumentar el área de lo que
considera necesario a la posesión de algunos artefactos técnicos.

๏ La necesidad de trascender es tan inherente y constitutiva de la personalidad


humana como el instinto sexual o el instinto de conservación.

๏ Lo realmente entusiasmante es que con las virtudes somos más hombre o


más mujer, crecemos, nos elevamos, tenemos más vigor, más capacidad, más
libertad: podemos dirigirnos hacia un fin más alto.

๏ Cosa que se ve empinada hasta límites que dan vértigo cuando entran en
juego los hábitos buenos sobrenaturales: la fe, la esperanza, la caridad y todo
el resto de las virtudes infusas.

Concilio Vaticano II

✤ “El hombre logra esta dignidad cuando, liberado totalmente de la cautividad de las
pasiones, tiende a su fin con la libre elección del bien y se procura medios adecuados
para ello con eficacia y esfuerzo crecientes. La libertad humana, herida por el
pecado, para dar la máxima eficacia a esta ordenación a Dios, ha de apoyarse
necesariamente en la gracia de Dios” (Gaudium et spes, 17).

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5. La apertura a la verdad

A. Verdad y libertad

✤ Apertura de la voluntad –y a través de ella, toda la persona– al bien en cuanto bien,


a todo el bien y al Bien supremo.

✤ Hemos insinuado que éste es el fundamento de la libertad, entendida en sus


dos sentidos básicos:

✤ Como capacidad de autoconducirse hacia la propia plenitud,


relacionada con el Bien sumo, y

✤ Como soltura o falta de necesidad respecto a los bienes participados


concretos, por cuanto ninguno de ellos determina a la voluntad.

✤ Junto a este privilegio de la persona, y en parte como su requisito, se encuentra otro


simétrico o paralelo, y también de enorme calado: la capacidad humana de conocer
la realidad tal como es, de gozarse en semejante conocimiento y de orientar de
acuerdo con él la propia vida.

✤ Los beneficios del conocimiento de lo verdadero, la perfección que aporta al espíritu


humano,

✤ En primer lugar, hace posible la autoconstrucción de la propia vida mediante


la acción práctica libre;

✤ En segundo lugar, en cuanto el mismo saber es ya un modo supremo de


vivir; sólo equiparable –en lo que a grandeza y gozo se refiere, y en intrínseca
conexión con él– al amor.

✤ Tener una filosofía de la vida, “radica en la necesidad que experimentan todos los
hombres de dar un sentido a la propia andadura. Preguntarse cuál es su origen y
cuál su destino.

✤ Según explicara Kant, “¿Quién soy yo? ¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo creer y
esperar? En la filosofía todo se reduce a esto”.

✤ Pero a nada de “esto” parece muy capaz de responder el hombre


contemporáneo. Y, sin embargo, la exigencia vital de contestar a tales
interrogantes es obvia.

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✤ ¿Por qué en la actualidad se experimenta una mayor dificultad para dar respuesta a
todas estas cuestiones? ¿Qué tiene que ver todo ello con el conocimiento de la
verdad?

✤ La capacidad de pensar individualmente nuestra propia vida se alza hoy como


requisito ineludible para conducirla con eficacia hasta su destino terminal de
plenitud.

✤ El pensamiento individual y apropiado, personal, es condición del crecimiento


práctico del hombre de hoy.

✤ En tal sentido, dejó escrito Marco Aurelio, referido a todo hombre: “¿Cuál es tu
oficio? Ser bueno. Y esto, ¿cómo lograrlo sin estudiar la realidad y la propia
constitución del hombre?

✤ En similar dirección, que señala la pertenencia mutua de la verdad y la libertad,


sostiene Juan Pablo II: “La verdadera libertad es signo eminente de la imagen divina
en el hombre. Pues quiso Dios dejar al hombre en manos de su propia decisión (cf. Si 15,
14), de modo que busque sin coacciones a su Creador y, adhiriéndose a Él, llegue
libremente a la plena y feliz perfección” (GS 17).

✤ Y con esto queda insinuado el papel de la verdad como rectora de la vida, y


podemos pasar al segundo punto.

B. La contemplación

✤ Afirmo decididamente que con el conocimiento teorético o contemplativo y con el amor


alcanza el hombre su auténtica estatura de persona.

✤ La búsqueda de la verdad no es una especie de lujo, patrimonio de algunos seres


extraños, sino imperativo vocacional de todo hombre por su condición de Da-sein y
por las exigencias de la verdad, bondad y belleza que esa apertura al ente implica.

✤ “Todos los seres humanos están obligados a buscar la verdad –se nos dice en un
texto sobre la dignidad del hombre–, y están obligados a adherirse a la verdad en la
medida en que la van conociendo y a rendirle homenaje”.

✤ Lo más digno de conocer sería Dios, Ser supremo y subsistente; a continuación, el


hombre en sus dimensiones estrictas de persona; en tercer lugar, las realidades
meramente materiales y cuanto en el hombre hay de corpóreo y caduco.

✤ La jerarquía en el ser señala la gradación de interés e intensidad en nuestros


conocimientos.

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✤ Pieper se pregunta: “¿Qué sucede en el fondo cuando el hombre conoce algo real,
cuando ve las cosas tal como son?”. Y contesta: “Contra lo que era de esperar, en la
tradición filosófica de Occidente se responde a esto de manera unánime. Sucede, se
dice, una apropiación de realidad con una intensidad que no se puede comparar con
nada, una “conquista del ser”, asignación de mundo, toma de posesión,
incorporación, literalmente alimentación y hartura de ser”: un cabal y radical
perfeccionamiento, como venimos sugiriendo, sólo superable –y se trata de
realidades que nunca pueden separarse– mediante un profundo y genuino amor.

Concilio Vaticano II

✤ “La naturaleza intelectual de la persona humana se perfecciona y debe


perfeccionarse por medio de la sabiduría, la cual atrae con suavidad la mente del
hombre o la búsqueda y al amor de la verdad y del bien. Imbuido por ella, el hombre
se alza por medio de lo visible hacia lo invisible. Nuestra época, más que ninguna
otra, tiene necesidad de esta sabiduría para humanizar todos los nuevos
descubrimientos de la humanidad” (GS 15).

Aristóteles, Ética nicomáquea

✤ “Si la felicidad es una actividad de acuerdo con la virtud, es razonable que sea una
actividad de acuerdo con la virtud más excelsa, y ésta será una actividad de la parte
mejor del hombre. Ya sea, pues, el intelecto ya otra cosa lo que, por naturaleza,
parece mandar y dirigir y poseer el conocimiento de los objetos nobles y divinos,
siendo esto mismo divino o la parte más divina que hay en nosotros, su actividad de
acuerdo con la virtud propia será la felicidad perfecta. Y esta actividad es
contemplativa, como ya hemos dicho (X, 7; 1177 a 13-18).

✤ “Esto parece estar de acuerdo con lo que hemos dicho y con la verdad. En efecto,
esta actividad es la más excelente (pues el intelecto es lo mejor de lo que hay en
nosotros y está en relación con lo mejor de los objetos cognoscibles); también es la
más continua, pues somos más capaces de contemplar continuamente que de
realizar cualquier otra actividad. Y pensamos que el placer está mezclado con la
felicidad, y todo el mundo está de acuerdo en que la más agradable de nuestras
actividades virtuosas es la actividad en concordia con la sabiduría (1177 a 19-24).

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