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Universidad Popular Mexicana

Al hablar de la importancia de la educación en México durante la época de la


revolución es indispensable hacer una pausa en el papel que la Universidad Popular
Mexicana tuvo en la misma. Porque, aunque fue una institución privada en la que el
gobierno no tuvo ninguna participación, o, más bien, a pesar de ello, constituyó una
de las instituciones educativas más importantes de la época por su participación y
sus esfuerzos por formar y civilizar al pueblo mexicano. Una institución que perduró
aun rodeada por todas las adversidades y conflictos que una revolución implica.
Esto, en buena parte, gracias a las voluntades de sus miembros.
La Universidad Mexicana, fundada en 1912 a partir del Ateneo de México nació de
la necesidad de crear un espacio en el que se pudieran divulgar toda clase de temas
sin el rigor que una universidad tradicional impone. Más bien un espacio dirigido al
pueblo mexicano, sobre todo a la clase obrera, que se adaptase a sus necesidades
y que a la vez contribuyera a la culturización y a cumplir con la tarea educativa en
los sectores de la sociedad más necesitados, en donde las universidades
tradicionales no alcanzan a llegar. “Su modelo educativo se presentó en su
momento como un plan alternativo respecto a los modelos pedagógicos
tradicionales de su tiempo, ya que no competía con el tipo de enseñanzas
impartidas en otros centros de educación superior” (Torres Aguilar, Morelos, 2009,
p.215.
Esta nueva Universidad pretendía construirse como “una escuela nueva, dinámica,
capaz de rebasar las limitantes tradicionales de los colegios, y de atender a las
necesidades de nuevos auditorios” (Torres Aguilar, Morelos, 2006, p. 90).
Estaba constituida por los miembros del Ateneo de México así como por un grupo
importante de intelectuales que decidieron unirse a este significativo proyecto.
Dando conferencias principalmente en distintos puntos de la ciudad de México
aunque también tuvo cierto alcance hasta algunos estados de la república
mexicana. Las conferencias abordaban temas de distinta índole. Iban desde
contenidos meramente prácticos hasta otros de enfoque más humanístico.
Los temas genéricos que trataban los conferencistas versaban sobre antropología; arte;
arquitectura; arqueología; ciencias físicas; conocimientos prácticos; economía política;
educación; geografía; higiene; historia natural; historia general; historia patria; lengua
castellana; literatura; moral y civismo; música; prehistoria; viajes; y, vida de hombres ilustres,
entre otros. Los temas religiosos y políticos, serían asuntos que no se tratarían en las
exposiciones de los profesores de la Universidad (Mendoza Bolaños, Daniel, 2009, p.98).

Uno de los puntos que me parecen más impactantes de la Universidad Popular


Mexicana es la disposición, voluntad y constancia que tuvieron los intelectuales
mexicanos tanto para la creación de la Universidad como la permanencia de la
misma, incluso subsistiendo a los infortunios por los que atravesaba el país en esos
momentos. Configurando a la Universidad como una institución altruista y de
calidad.
Otra cuestión que resalta el gran compromiso que los intelectuales tuvieron con la
Universidad Popular Mexica es el hecho de que éstos provenían de distintas
corrientes científicas probablemente tenían intereses diferentes, así como variedad
de pensamientos, ideas y concepciones sobre el mundo y la vida. “La institución
logró reclutar como profesores a 160 intelectuales provenientes de cuatro
generaciones: la de los antiguos profesores formados en el positivismo, la del
Ateneo de México, la de 1915 y la de Contemporáneos” (Torres Aguilar, Morelos,
2006, p. 116).
A pesar de las diferencias que podían existir entre los distintos docentes existía un
propósito y una misión que los llamaba a unirse. Era la necesidad de la educación
y de la divulgación de los conocimientos la razón de esta unidad, se trataba de una
educación que no tenía como fin el adiestramiento de los obreros sino que iba más
allá cumplía “la labor de transformar a la sociedad desde adentro, mediante el
fomento de valores, conocimientos e ideas que habrían de favorecer la formación
de ciudadanos con mejores condiciones de salud, más conscientes y capaces de
contribuir individual y socialmente a la construcción de un nuevo modelo de país”
(Torres Aguilar, Morelos, 2006, p. 444).
Se quería conseguir el triunfo de una revolución que no consistía en la utilización de
armas o en la violencia. Apostaba por el uso de los conocimientos y valores para
una mejor nación, “los intelectuales apostaban por la lucha de las ideas; ajenos a la
violencia, encontraban en el debate, la discusión y la cátedra su propio sentido vital”
(Torres Aguilar, Morelos, 2006, p. 445). Era más bien una revolución intelectual que
intentaba por sobre todas las cosas de salvar los valores humanos.
Es interesante cómo es que la Universidad Popular Mexicana centró sus esfuerzos
sobre todo en la clase obrera. Aunque con el tiempo se fue cambiando la población
a la que iban dirigidas las conferencias ya sea por falta de asistencia de los obreros
o por el mayor interés que surgió en otros sectores de la sociedad.
Sin embargo, esta intención principal de impartir las conferencias a los sectores más
necesitados del país causó que el trabajo fuera incluso más complicado ya que los
profesores tenían que adaptar la información al tipo de personas a las que se
dirigían, siendo este un cambio drástico comparándolo con la población que se
encontraban en las Universidades en las que estos profesores daban clases
normalmente.
Incluso enfrentándose a diversos retos como lo fue la falta de recursos. Además del
mismo hecho de que los alumnos no se veían obligados a asistir o a permanecer
dentro de las conferencias llevaba a los profesores a implementar métodos
diferentes a los acostumbrados para captar la atención del público.
Se empleaba una “pedagogía de la imaginación” que consistía en “fomentar la
imaginación de los alumnos, mediante descripciones que, a fuerza de minuciosas,
permitieran a éstos ver los objetos, los movimientos, las situaciones o los personajes
a que se hicieran referencia” (Torres Aguilar, Morelos, 2006, p. 152) así como en
trasmitir no sólo imágenes, sino emociones. Estas técnicas eran interesantes
porque radicaban en la necesidad de tomar en cuenta al otro y ser los más claros,
simples y precisos en la presentación del tema para que el otro lograra comprender
el mismo.
Otro aspecto que resulta interesante de la UPM es que no recibía ningún tipo de
apoyo de parte del Gobierno Federal, era totalmente financiado, tanto por los
propios miembros del Ateneo de México como por otras organizaciones o personas
exteriores a ésta. Por esto mismo tuvo una difícil existencia, sin embargo, en todo
momento tuvo algún tipo de apoyo. Aunque en ocasiones fue insuficiente, siempre
contó con cierto financiamiento. Lo cual demuestra el interés de la población por la
educación porque más allá de la complicada situación económica hubo un constante
apoyo a la Universidad.
Por desgracia, la UPM, tuvo que dejar de funcionar por problemas financieros pero
sobre todo porque surgieron nuevas propuestas que se encargaban de sustituir las
acciones que esta Universidad realizaba, las cuales contaban con más apoyo.
Además de la progresiva salida de los miembros de la misma por lo cual la UPM
dejó de funcionar en 1920.
En general se puede concluir que la Universidad era una “suma de los intereses, las
formaciones y las expectativas de sus miembros” (Torres Aguilar, Morelos, 2006, p.
156), e incluiría que también se sumaban los intereses, las formaciones y las
expectativas de las personas y las asociaciones que ayudaron al financiamiento
para su subsistencia durante todos los 8 años que estuvo en funcionamiento,
Teniendo como único objetivo el deseo de ayudar al pueblo mexicano lo que
contribuyó a la perdurabilidad de la Universidad. Asimismo, el éxito de esta casa de
estudios se debe, en buena parte, al apoyo de las personas que asistían a las
conferencias, quienes invertían su tiempo en adquirir todo tipo de conocimientos en
lugar de asistir a otro tipo de eventos que pueden parecer más atractivos para pasar
el tiempo libre.
Aun conformándose por personajes tan diversos se logró encontrar en la UPM un
punto de confluencia que se fundamentaba en la convicción y fe en los propósitos
de ésta. En esta Universidad se construyeron formas de convivencia y de
compromiso que trascendieron las barreras y las diferencias de formación, clase e
ideológicas para lograr un bien común.
Bibliografía
Mendoza Bolaños, Daniel. (2009). Universidad Popular Mexicana: Un modelo de
educación popular en el México revolucionario. (Tesis de licenciatura). Universidad
Nacional Autónoma de México, México, D.F.
Torres Aguilar, Morelos. (2006). La Universidad Popular Mexicana:Cultura y
revolución en la ciudad de México(1912 — 1920). (Tesis doctoral). Universidad
Nacional Autónoma de México, México, D.F.
Torres Aguilar, Morelos. (2006). Extensión universitaria y universidades populares:
el modelo de educaciónLibre en la universidad popular mexicana (1912-1920).
Revista historia de la educación latinoamericana,12.

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