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2 Panto Lorez Auvanez / Jacoso Musoz, dos de apelacién y nominacién, el armazén politico de nuestros mo- ddos de ser; nos ha hecho medi cuidadosamente cl terreno de nuestra politica, el escenario sin sujetos ni garantias en el que toda entidad ‘Yuelve a ser pensada. No es poco para un conjunto de ficciones... Toda filosofia politica parece obligada 2 contar con Foucault: imposible ya acercarse a la Ilustracién ignorando los minuciosos ¢s- tudios de la normalizacién, el gris sobre gris del horror mudo de Oc- cidente. Con seguridad, el camino politico habré de exigir herra- ‘mientas suplementarias, no estrictamente foncautianas. Peo ello no rece ser algo que pudiera ya inquietar al fildsofo sin rostro, cuya la~ or principal ha quedado realizada en la desnuda contundencia de su interpelacién. Entre las miltiples identidades de Foucault, habrs inevitablemente algunas que nos indignen, nos escandalicen, nos horroricen; pero ninguna de ellas nos permitiré clausurat los interro- gantes. Incluso aqui asoma una extrafia coherencia. Pues, finalmen- fe, quizé en la necesidad de ir més allé de sus textos, en la imposibi- Tidad misma de identficae con , resida la postrera victoria de Michel Foucault. Papio Lopez ALVAREZ Jacoso Musoz Maquinas y componendas La filosoffa politica de Deleuze y Foucault! José Luts Parpo Si a usted se le rompe algo, nada de lamentaciones Comadte, no coja bulla, que lo que se rompe, se compone.» iso Rivera 1. MAQUINAS Y REDES Es habitual referise a la crisis de 1968 en términos de «revolu- iény; ello no obstante, y quizé con la exclusién de uno de sus even 10s distintivos (la «primavera de Praga»), el uso del vocablo «evolu- cién» para los otros dos (las revucltas estudiantes de los Estados aprimeraversién dels angumentos aqui prsentacos surgi de una cont- bucign al Primer oratorio de nomadsloglsorganiadoenla Universal Cen tral de Barcelona en Oca de 1997 conibucton eyo lo orginal ic Me tos lobos. Ensayo sobre la fs de aemativa, at como de una conferncia pronanciads en Novicmbre dl mismo af, en la Universidad de Sevilla sobre fema sls avers del Estados. Vay pcs, desde ag i agradimiento a Laura Lrador, Jordi Bonecy Rosario Garca del Pozo por st hosptaliady as como Jar cabo Mca ivan sparc en xe volumen me oigb rns Por [23] ” Jose Luis Parvo Unidos y las de estudiantes y obreros en Francia) es, cuando menos, atipico y problemitico. No se ve con faclidad qué puede significar al término «revolucin» aplicado a una protesta surgida sin medios Violentos en dos democracias avanzadas del occidente industrializa- Yo y opulento, Al tratarse en ambos casos de un levantamiento «de- Sarma», no ditigido por las organizaciones politica de la clase tra~ Bajndom jy muy decitvamente apoyado por algunos intelectual, sucle a veces caracterizarse a esta revolucién como cultural en wn sentido, por cierto, bastante distinto de Jo que el maofsmo llamaba asi en China). En esta acepcidn, decir de una revolucién que tiene Caricrer «cultural» es utilizar el vocablo «cultura» en su dimensién et- nnoldgica de conjunto de pautas sociales y costumbres colectiva: es dina fevolucién de las costumbres y de las mentalidades, no sona revo- lcién politica en el sentido tradicional, liderada por el «movimiento cestudiantilyy los intelectuales; en consecuencia, a un levantamiento de-esta naturaleza cabe augurarle efectos inmediatos en el interior de los Departamentos universcarios y en los usos sociales o en Ja con~ Gencia civil de as clases medias con instruccién superior, y una in- fluencia més tardia e indirecta sobre las clases trabajadoras y sobre cl conjunto de la ciudadania y de las instituciones politicas. Esto, sin Cmbargo, es algo que jamés aceptarian la mayor parte de los prota- gonistas y herederos de aquel movimiento (especialmente quienes Eonceden mis valot a su hetencia), cuyo empesio era justamente des- Cribir el insdlito fendmeno ocurrido como un hecho de caricter ge- ‘nuinamente politico. Esta controversia —acerca de la naturaleza politica 0 no, polit ‘camente relevance 0 no, del movimiento del 68— expresa la esencial ambigiiedad que, sobre todo en Francia, afecta a esta crisis, ¢ inclu- 3 deline lo queen ela estaba en juego y el Factor que podria decidir a favor o en contra de su caricter «revolucionario». Quiero decit que Sélo puede hablarse de «movimiento revolucionario» en sentido po- Iiticg cuando las pretensiones de exe movimiento consisten precisa- mente en cambiar las reglas del juego politico, desplazando sus esce- patios, modificando o ampliando sus agentes, etc Tea la época de referencia, laizquierda extraparlamentaia france- sa de filiacign marxista (aunque no s6lo ella) manejaba habitual: mente un concepto acufiado en las filas de los grupisculos trotskis- tus afiiados a la llamada «Cuarta Internacional, el concepto de “consigna de transicidn», que funcionaba, en exe contexto de wextre~ ma i2quieeda», como un zest para distinguir los movimientos «revo~ Iuciomarios» delos simplemente reformista: se lamaba «consigna de

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