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De igual manera, se describirán los escenarios que fueron elegidos para estudiar las
prácticas, creencias, tradiciones y valores. Y se describirán en base a que se eligieron
ciertas categorías para realizar la investigación.
De igual modo, se busca que los alumnos se adjudiquen de los saberes teóricos y
procedurales que requiere la profesión y que haya un acercamiento a los ambientes de
en donde deberán desarrollarse profesionalmente, es decir, las escuelas en sus
distintos niveles y modalidades.
Por otra parte, concuerdo con el autor en que a través de las experiencias los alumnos
se van adueñando de conocimientos, normas, habilidades, destrezas, creencias,
valores y actitudes propias del magisterio. Sin embargo, ante ello surge una cuestión,
¿Cuáles son estos y cómo es que el alumno se va apropiando de ellos?
Para responder a esto, se plantea que se debe reconocer al alumno como un sujeto
con historia personal y una trayectoria escolar que le permite interpretar y valorar lo que
vive diariamente, como estudiante, comparto lo que sostiene Thompson: los alumnos
no solamente observan o son espectadores de lo que sucede, sino que interpretan los
valores y el conjunto de significados que van formando parte de su identidad como ser
humano y de sus historias.
Ante esto, el estudiante que se está formando para ser maestro es una combinación
compleja de su pasado y de su presente individual y colectivo, como individuo ocupa un
lugar en el mundo en el cual va asignando un significado a lo que vive, lo que siente y
lo que proyecta, en efecto, no sólo recibe, también da, crea e interpreta.
Reconociendo que el alumno es un ser con historia, otro rasgo perteneciente a este es
que su incorporación a la sociedad no está excluida de conflictos y no se da de manera
consciente y voluntaria, asimismo, las estructuras, instituciones, los discursos, las
prácticas sociales y culturales en la que se ve involucrado están presentes antes de su
nacimiento y estarán tal vez después de su muerte. Como dice A. Heller, uno nace y se
integra a una familia con ciertas condiciones sociales, culturales y económicas, que le
prefigura un género y un nombre aún antes de respirar por sí solo.
Hay que mencionar, además, que Heller advierte que estar en el mundo no siempre es
fácil, es preciso dar pruebas de capacidad para estar en él. Así, es capaz quien da
pruebas de conservación y puede sobreponerse a cada una de las situaciones que el
mundo le impone. Supongo que esto mismo pasa con la docencia, he escuchado varios
comentarios acerca de que ser maestro es “fácil” y que incluso cualquiera puede
hacerlo, pero considero que se deben dar pruebas de que eres apto para ella, que a
pesar de todo lo que se presente, puedes seguir en esta porque tienes la capacidad de
afrontar todo lo que viene con ella y ante las pruebas más difíciles puedes recuperarte
y seguir.
En la escuela, la interacción e intercambio posibilitan que el alumno desarrolle ciertos
comportamientos, actitudes y disposiciones de acuerdo a su rol como estudiante, Wood
dice que mientras interactúan siempre interpretan lo que indican los demás, para así
formar su comportamiento, puede que no lo hagan en una sola vez y no lleve algún
procedimiento, sin embargo se presentan algunas líneas generales, pero no modifican
el hecho de que una persona defina y otorgue significados, cree y recree sus acciones
pensando en sus propósitos, las compare con las demás, las mejore si lo necesita y
planee estrategias. La interacción y la interpretación, por lo tanto, no se determinan por
las reglas de un grupo.
Igualmente, como estudiante, tiene una trayectoria e historia personal, una posición
frente a lo que vive necesita, y que ha ido construyendo su identidad mediante
interacciones e intercambios simbólicos, así como con la interiorización de normas e
identificación conciertos valores y formas de ser. Se postula que durante su proceso de
formación en la escuela normal se provee de la cultura del magisterio y profundiza en
las formas de ver y verse en relación con el mundo y con la práctica social del maestro,
por lo tanto, es esa institución en la que se interioriza en la cultura magisterial.
De acuerdo con Maic y Picard se entiende a la institución como un organismo que tiene
una estructura estable, obedece a ciertas reglas de funcionamiento y persigue ciertas
funciones sociales, en otras palabras, es una forma fundamental de organización
social, definida como un conjunto de valores, de normas, de formas de conducta y
relación. Estudiantes y maestros son parte de esta y son ella misma, promueven sus
tradiciones, sus normas y hacen uso e interpretación de ellas.
De otro modo, para que la formación no recaiga en la idea de significa modelar a otro,
se retoma lo que dice Ferry, se trata de un “trabajo social sobre sí mismo, libremente
imaginado, deseado y perseguido, realizado a través de los medios que se ofrecen o
uno mismo procura”. Entonces, se puede decir que la formación se trata de como la
persona trabaja en sí misma teniendo ideales y objetivos, no en como las demás
personas trabajan sobre ella, asimismo utiliza los medios que se le brindan o que ella
de manera autónoma busca. También es importante mencionar que se requiere
compartir experiencias con otros para enriquecer el trabajo personal.
La formación tiene una imbricación ineludible con la cultura, con la historia y con la
realización de los valores.
Díaz Cruz señala que los rituales presentan las siguientes características: consisten
propiamente en una repetición, ya sea en un tiempo y espacio establecido o en uno
vagamente preestablecido, recurren a la acción como una cualidad básica no
espontánea de modo que el comportamiento se vuelve especial o estilizado; instauran
un orden tanto para las personas como para los elementos culturales y que no sólo
sirven para regular, sino para orientar qué hacer, cómo y cuándo hacerlo; tienen un
significado social, pues su mera representación contiene implícitamente un mensaje
social.