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social, y el problema es que el menemismo no se plantó frente a la transformación con la comprensión y la

adaptación a los cambios, sino con la fe del converso. Entonces, de un Estado de bienestar muy fuerte, que en
definitiva se construyó en la etapa peronista, se pasó a las antípodas, a que el mercado todo lo soluciona.
Nosotros creemos que esto no es así, pero no desde la ideología, sino desde la experiencia concreta de gestión
de gobierno en la provincia de Santa Cruz. A mi criterio, debería haberse construido un Estado diferente y no
hacerlo desaparecer como sucedió.
- ¿Hay peronismo para rato?
- Eso es algo que si no definen a tiempo los dirigentes, lo va a definir la gente. Las cosas que no
supieron definir los dirigentes terminaron con un 26 de octubre. Ya nos pasó en el 83, cuando fuimos a
elecciones sin haber saldado una discusión pendiente, con una dirigencia que no había sido renovada y que
tenía grandes responsabilidades en lo que había sucedido en la década anterior. La gente pasa por encima de las
estructuras y de los acuerdos. Va a depender, entonces, de que los dirigentes puedan generar las condiciones
para que se genere el debate y la discusión.
- ¿Quién es el candidato natural del justicialismo para el 99?
- Candidato natural es el príncipe Felipe de Asturias. En política no existen los candidatos naturales.
Cristina recibiría el premio a la mejor senadora de 1997 en una ceremonia realizada a principios del
año siguiente en el Salón de Pasos Perdidos, constituyendo la primera vez que uno de esos galardones
otorgados por la revista Parlamentario era recibido por una mujer. Los dos años anteriores el ganador en el
Senado había sido el veterano Antonio Cafiero, quien en esa oportunidad quedó en segundo lugar, y al recibir
su galardón dio un discurso con permanentes alusiones a la zaga reeleccionista que a nivel nacional se percibía
en el ambiente. En tono de humor y con su clásica oratoria, Cafiero recordó que había recibido el máximo
premio en 1995 y entonces se había propuesto ir por la reelección, para lo cual había contratado
“los servicios de un maestro que me instruyó teórica y prácticamente, me dio clases, ejemplos y gracias a
él pude conseguir mi primera reelección en 1996. Me aprestaba yo, por consejo de mi maestro a una segunda
reelección -continuó-, cuando las autoridades me dijeron que no, que si bien no había una Constitución escrita,
no era muy satisfactorio que un mismo legislador sea reelegido dos veces. Yo protesté, e inclusive dije que iba
a presentar un recurso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos”, continuó, ante la hilaridad
general, advirtiendo que no aceptaba ser proscripto y que pretendía luchar por su segunda reelección.
“Estaba en eso cuando me dijeron: si usted no es reelecto por segunda vez, lo va a
sustituir una dama, que además de su belleza física, es una eminente legisladora y gran peleadora. Bueno,
cuando me dijeron de quién se trataba, renuncié a la segunda reelección, esperando que después de un
período pueda volver a recibir el galardón máximo”, concluyó en medio de aplausos.
Cafiero no había hecho más que detallar con humor e ironía la desenfrenada búsqueda de Carlos
Menem por torcer la letra escrita. Instantes después, Cristina recibiría el máximo premio y se despedía del
Senado con un discurso en el que advertía que “va a ser muy difícil cambiar las cosas en la
Argentina con una economía cada vez más concentrada y con mucha injusticia en la distribución de los
ingresos, si entre todos no apostamos a recuperar el prestigio de la política como una estrategia de poder de la
sociedad argentina. Reconociendo a la política como verdadero instrumento de cambio”.
Al concluir su discurso, Cristina no pudo obviar referirse a los dichos que la habían antecedido,
mandando “un mensaje con un sentido de respuesta hacia ese buen sentido del humor que
tiene mi compañero Antonio Cafiero, a todos los compañeros que integran el Partido Justicialista y el
peronismo, para que al maestro de Antonio no le pase lo mismo y que lo sustituya una dama...”
La santacruceña no hablaba de sí misma, sino que el guiño era para quien por entonces aparecía como una
fulgurante estrella electoral y acababa de derrotar al poderoso peronismo bonaerense: Graciela Fernández
Meijide.

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