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El derecho a la vida: la dignidad y la libertad.

La vida es un derecho que tiene todo ser humano, el cual es inherente. La misma naturaleza de ese ser
único, libre e inteligente, persona que se desarrolla, crea, ama, siente y trasciende, es lo que le
proporciona esa inigualable dignidad a todo individuo. Es por esta dignidad que se han establecido leyes
protegiendo la vida, reconociéndose como un derecho universal: el primero. Es este derecho universal de
la cual emanan el resto de derechos que protegen la vida: su dignidad y su libertad, mostrando así, el valor
y la importancia de la existencia y vida humana.

Una de los derechos que nace con la vida es el de la libertad. Un derecho sagrado e imprescriptible que
todos los seres humanos poseen. Es esta libertad la que le da la facultad de obrar según su voluntad. Acá
es donde radica el problema: el derecho a la libertad del hombre ha venido a ocupar el lugar del derecho
supremo de la vida. Un derecho axiológicamente menor, ya que se origina del primero. Se ha colocado la
libertad del individuo como fundamento de su dignidad, es decir, prevalece por encima de ella. La
libertad entendida como autonomía e independencia, le da potestad con el albedrío de emancipar y
gobernar la vida, constituyéndose en el soberano de ella. Es esta inversión del orden de los conceptos la
crucial para el descarte de la vida.

Actualmente es muy difícil hablar de la vida y mucho más el defenderla. Prevalece una cultura de la
muerte, donde practicar el aborto, la eutanasia, el suicidio asistido, se está convirtiendo en parte de
nuestras vidas. Ante nuestros ojos, está surgiendo y constituyendo esta cultura de lo más normal y lo
justificamos con esa la libertad humana de poder elegir.

A diario vemos como surgen nuevos adelantos científicos mejorando estas técnicas de la muerte,
acompañadas de leyes que avalan su cumplimiento en la sociedad y publicidad que fomenta su ejecución,
haciéndonos creer que todos merecemos y tenemos derecho a esa “muerte digna”.

Este trabajo ha pretendido establecer, en pocas palabra, que en la defensa de la vida, la libertad tiene un
límite y ese limite es: la dignidad humana.

El hombre debe comprender que la libertad es solamente una manifestación de la dignidad, que es ella la
que le proporciona esa autonomía y libertad de desarrollo. Cualquier alteración en este orden contraviene
los valores que nutren la vida y no pueden ser aceptados por que causan su degradación.

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