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La vida cristiana es precisamente eso —vida, no un conjunto de

reglas. Por desgracia, muchas iglesias predican un cristianismo de


“haz esto” y “no hagas aquello”. Entonces la fe se ve como una
ecuación matemática: La gracia salvadora de Jesús + hacer cosas
buenas – hacer cosas malas = vida recta. La mayoría de las
personas tiene suficientes problemas como para además
preocuparse por seguir reglamentos que no se encuentran en la
Biblia.

Esa ecuación en cuanto a la justificación que Dios da está en


contra de la enseñanza bíblica. Jesús no solo condenó la religión
autoritaria de los fariseos, sino que Él mismo ofreció dar libertad
por medio de la gracia (Mt 23. 1-4; Jn 8.36). Ni guardar la ley de
Dios por el esfuerzo propio, ni atenerse a reglas extras hace libre
a la persona. Los creyentes legalistas viven esclavizados y se
debilitan cada vez más.

Sé lo que se siente cuando nos extenuamos tratando de


ser buenos por nuestras propias fuerzas. Mi deseo es que
usted rinda su vida al Señor. Ponga su fe en Él para
experimentar el cambio que Dios hará. Jesús nunca se
cansará de transformar su vida.

Cuando una persona acepta la gracia salvadora de Jesucristo,


recibe una vida nueva. (Vea Ro 6.4). Aunque sigue con su mismo
cuerpo, su corazón y mente son transformados. Cristo vive a
través de esa persona. El Espíritu Santo fluye en su espíritu, al
igual que la savia fluye por las ramas de un árbol. ¡Es como recibir
una transfusión de sangre espiritual! Donde antes había debilidad
ahora hay fuerza.
La vida cristiana
¿Qué es la vida Cristiana? La vida cristiana trata de llevar a
Cristo con nosotros en nuestro día a día. Nuestro ser cristiano, no
se relega a unas horas del día en que vamos a misa o rezamos un
rosario, tampoco a ciertas prácticas religiosas, como llevar
encima medallitas o estampas, sino que es el fundamento de
todo mi quehacer, una forma de ver la vida: desde los ojos
de Cristo. Convertirse del todo a Dios es saber invitar al Señor a
mis actividades diarias para que Él las santifique. Un almuerzo en
familia, una reunión de amigos, un trámite del trabajo, ya no son
solamente actividades de mi día, porque al invitar al Señor, me
permito ser en ellas, instrumento de Dios, viviéndolas al máximo
de mis posibilidades y capacidades.

El mundo no ve las cosas de ese modo, y por eso tiene medidas


distintas para cada circunstancia cotidiana. Tal vez puede
venderte la indiferencia, la pereza y la desidia, como “la
forma” en que debes vivir tus relaciones; tal vez puede decirte
que con que reces de vez en cuando y hagas ciertas actividades
religiosas “ya estás haciendo suficiente”, inclusive puede llegar a
decirte que si no cumples con ciertos requisitos, “no vales nada”.

Al invitar a Cristo a cada día de tu vida, permites que sea Él


quien te enseñe la verdad sobre tus relaciones, tu relación
con Él y la visión de ti mismo; a ver las cosas a través del amor
y ser feliz viviendo y descansando en quién, que para que el
mundo cambiara, dió su vida.
Introducción
Hablarles a los demás acerca de su nueva vida en Cristo,
con sus palabras y con su vida, puede ser una de las
experiencias más satisfactorias y emocionantes que jamás
haya vivido. El apóstol Pedro nos anima a estar siempre
“preparados para presentar defensa con mansedumbre y
reverencia ante todo aquel que os demande razón de la
esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15).

Mostrar el amor cristiano a los demás es probablemente


la forma más importante de presenciarlo.
Los contratiempos, los problemas de salud y
cualquier experiencia de sufrimiento adquieren una
perspectiva nueva cuando usted tiene a Cristo en su vida.

Hablarles a los demás acerca de su nueva vida en


Cristo, con sus palabras y con su vida, puede ser una
de las experiencias más satisfactorias y emocionantes
que jamás haya vivido. El apóstol Pedro nos anima a
estar siempre “preparados para presentar defensa con
mansedumbre y reverencia ante todo aquel que os
demande razón de la esperanza que hay en vosotros”
(1 Pedro 3:15).
Conclusión
Ahora que usted es cristiano y está en comunión con Dios,
querrá aprender más sobre cómo estar cada vez más
cerca de él. La Biblia dice que esto es “crecer en la gracia y
el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”
(2 Pedro 3:18).

Hable con Dios a menudo. Coméntele sus problemas.


Permita que él lleve el peso de sus aflicciones. (Ver Mateo
11:28; 1 Pedro 5:7.)

Alabe y agradezca a Dios por quien él es y por lo que ha


hecho por usted. Admita sus debilidades. Confiese todo
pecado específico del que tenga conciencia. Ore para que
otras personas también reciban a Jesucristo como
su Señor y Salvador.

Dios es, en realidad, tres personas en una: Dios el Padre,


Dios el Hijo (Jesucristo) y el Espíritu Santo. La Biblia
enseña que el Espíritu Santo vive realmente dentro de
cada persona que cree en Cristo. (Ver Juan 14:16-17.) La
Biblia dice que el Espíritu Santo, al vivir en su interior, es
su consejero, y le ayuda a comprender la verdad revelada
en la Palabra de Dios: “El Consolador, el Espíritu Santo, a
quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará
todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”
(Juan 14:26).
Índice
Presentación……………………….

Introducción…………………………

Desarrolló……………………………

tema…………………………………….

sud tema …………………………….

Anexó………………………………….

Conclusión…………………………..

Bibliografía…………………………

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