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«¡Ay, mi madre, muchacho! ¿Ya subiste a la guagua y te olvidaste las papitas pa tu hermano
comel en el viaje?». Una frase así podría ser lo que un peninsular que haya estado alguna vez en
Canarias, o que se haya rodeado de canarios, imaginase como «el summum de lo canario». Eses
aspiradas; vocabulario procedente de América Latina (compay, guagua, guarapo, guataca, guanajo,
fotingo, machango, chirizar [como sinónimo de ‘lloviznar’], etc.); el uso de ustedes conjugado con
la tercera persona del plural («ustedes vienen») en vez del vosotros con la segunda del plural; la
preferencia por el pasado simple frente al compuesto («hoy comí» en vez de «hoy he comido»); una
entonación que a algunos, en función de la isla y en función de lo que cada uno haya visto, oído o
Pues sí, de sobra es sabido que las modalidades lingüísticas canarias del español suenan, en
general, más caribeñas que europeas (aunque conviene saber que cada isla tiene variedades bien
sorprendido al ser preguntado por un canario: «—¿Y tú de qué isla eres? —¿De qué isla? ¡Yo soy de
crisol del Nuevo Mundo colonial. La conquista de las islas se inició pocas décadas antes que la de
América (Tenerife no fue completamente conquistada hasta el 1496), y en ella se entrenaron los
conquistadores, los navegantes, los arquitectos (arquitectura colonial) y, claro está, los colonos-
1 https://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/febrero_18/28022018_01.htm
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3 © Dídac Cerezo Moya
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hablantes, que en general serían emigrantes e inmigrantes a la vez, pues el flujo, trajín y vaivén de
canarios, desde sus tempranos comienzos como súbditos de la Corona de Castilla, emigraron en
gran número al Caribe, trasplantando sus hablas, su arquitectura, sus usos y costumbres, etc.; y a su
vez, los venezolanos y cubanos de origen canario, o los mismos indianos, tras años o vidas enteras
aventuras, vidas o estancias en las colonias, los inmigrantes o regresados se trajeron a las islas los
cultivos del maíz o millo, y con él las arepas y las cachapas, el café, el tabaco (los puros de La
Palma fueron famosos durante siglos y muy solicitados por el mercado inglés), los aguacates, las
omnipresentes tuneras o chumberas, papas y batatas (boniatos), el arroz a la cubana (con plátano,
por supuesto), la afición por el ron y el guarapo de caña de azúcar, etc. Pero no solo trajeron nuevos
ritmos y géneros musicales (como el punto cubano en La Palma), y hasta en propio honor (¡o
mofa!) de los indianos, que ostentaban su suerte americana con nuevos modos, hicieron fiestas
como la de Los Indianos de Santa Cruz de La Palma. Por supuesto, también trajeron multitud de
palabras y de usos particulares (fonéticos, semánticos, sintácticos). Sin embargo, aún a día de hoy la
influencia de Cuba y, sobre todo, Venezuela se renueva con la inmigración, con las habituales
relaciones familiares transatlánticas, y con los medios de comunicación, que hacen de los ritmos,
Sin embargo, más allá del conocido factor latinoamericano en el castellano de Canarias, hay
otra característica lingüística más honda aún que moldeó estas hablas en su época de formación,
recién acabada la conquista y empezando a definirse la colonización de las islas (no trataremos aquí
sobre la influencia de los distintos idiomas aborígenes o guanches [término que, si bien se usa para
referirse a los indígenas canarios, en realidad se limita en su origen a los pobladores tinerfeños]). Es
Canarias y el Caribe habían contribuido a conformar algunas facetas del dialecto canario.
hablas y cultura canarias, había un factor lingüístico todavía más decisivo en la formación de estas
variedades: el portugués.
En efecto, a los lusófonos o gallegos que leyeran el artículo anterior les saltaría a la vista la
palabra millo (millito); es, de hecho, una de las palabras canarias más conocidas; y como bien
mismo ocurre con la palabra liña, con la que los canarios se refieren a los ‘hilos’ o ‘líneas’ de los
tendederos (del portugués linha). También para margullar, del portugués mergulhar (‘bucear’,
‘zambullirse’). Y fechillo, ‘pestillo’ (portugués fecho, ‘cierre’). Incluso el famoso mojo (picón, rojo
o verde), ya que la palabra viene de molho, ‘salsa’. Y como estas, miles más.
coloquiales, o con gente del campo o del mar, trascenderemos el vocabulario y empezaremos a
percibir, asombrados, diminutivos en -iño/-iña en el habla del norte de La Palma: «la hierba está
verdiña», «es mi barquiño»… Veremos topónimos como Puerto Naos (hasta hace poco era Porto
Naos), Tendiña o Los Tiles en La Palma («un til, dos tiles», como en portugués [tilo-tilos en
Canaria… Hablaremos con marineros que llaman a los peces por nombres portugueses (alfonsiños,
tamboril [rape], etc.). Conoceremos a miles de personas con los apellidos más típica y tópicamente
portugueses: Lima, Barreto, Barroso, Afonso, Acuña, Brito, Fariña, Abreu, Portela, Perera, Almeida,
Correa, Acosta, Pestana, Pimentel, Coello, Silva, Sosa, Pinto, Melo, etc. Oiremos oraciones
subordinadas que usan el subjuntivo en vez del indicativo («no sé si vaya o no» en lugar de «no sé
si voy o no») al uso portugués. Algún resto del infinitivo personal portugués. Y miles de palabras,
realmente miles, del ámbito de la geografía, las plantas, las actividades tradicionales (el mar, el
campo), así como del lenguaje cotidiano de origen luso: arripiarse (‘estremecerse’, ‘tener
escalofríos’), del portugués arrepiar-se; magua (‘pena’, ‘infelicidad’), de mágoa (‘herida’); balde
(‘cubo’); reventar (‘brotar’); gaveta (‘cajón’); tupir (‘embozarse’), del portugués entupir; y muchas
plantas endémicas de Canarias, Madeira y Azores, como la malfurada, el loro (portugués louro,
Más allá de la lengua, los que conozcan Portugal no dejarán de notar otras concordancias
demasiado específicas como para ser coincidencia. Los postres más típicos siguen el estilo luso,
especialmente los palmeros. También la arquitectura popular, con esas casas bellamente pintadas
donde se dejan algunas piedras esquineras expuestas, sin pintar. Antiguos viajeros ilustres dieron
testimonio de ello, como los portugueses Abreu Galindo, Gaspar Frutuoso o el cremonés Leonardo
Torriani en el siglo xvi. Por otro lado, también el mundo académico lleva años estudiando la
Y es que, claro estaba a estas alturas de la película, resulta que uno de los principales
contingentes colonizadores tras la conquista de las islas fueron los portugueses. De ello dan cuenta
cronistas, notarios, viajeros, etc.; muchos de ellos portugueses, otros «canarios lusófonos». En
muchos municipios fueron la mayoría, así como en algunos oficios. Abundan documentos
notariales, registros sacramentales y otro tipo de documentos de archivo redactados entre los siglos
xvi y xviii en portugués, en el norte de La Palma (Garafía, Juan Adalid, que aparece como João
Dalid) y de Tenerife (Buenavista del Norte). Hubo hasta un intento de conquistar La Gomera por
parte de Portugal a mediados del siglo xv, antes de la colonización castellana. E incluso hoy,
todavía, los palmeros del lado occidental de la isla (sotavento) se refieren a los del lado oriental
general pensemos en el país situado al oeste de la península ibérica, comprende también el cercano
archipiélago de Madeira y el más alejado de Azores. Asimismo, en la época en que Portugal era
potencia colonial, incluía también Cabo Verde, y las rutas marítimas (pesqueras, comerciales y
Así pues, hecho este «viajecito», constatamos una vez más cómo al abordar el estudio de las
características y la evolución de un idioma o habla se impone recurrir a algo más que a los libros y
manuales. Para comprender una lengua, por qué es como es, hay que entender cómo es y cómo ha
sido la sociedad que la ha moldeado a lo largo del tiempo, pues los idiomas acaban siendo prismas