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La economía en el mundo antiguo.

La Edad Antigua, comprende desde el año 3000 a. C. hasta el siglo VI, en Oriente
Medio, el Mediterráneo (cuna de la Antigüedad clásica), China y la India.

Los primeros estados aparecieron en el IV milenio a. C. en Mesopotamia y en


Egipto. En el III milenio a. C. en el valle del Indo, en la India y en Caral (costa
central de Perú).

En China, la aparición de los primeros estados es posterior, a finales del tercer


milenio y principios del segundo. A partir del 2500 a. C. se crearon las primeras
sociedades protourbanas, la primera dinastía testificada por la arqueología es la
de los Xia. En el segundo milenio emergieron civilizaciones en Creta, Grecia
Oriental y Turquía. Y las civilizaciones maya, moche y nazca aparecieron en
América Central y en Perú a finales del I milenio a. C.
Las civilizaciones se desarrollaron en los bordes de los grandes ríos. Una de las
primeras en aparecer, entre el 4.000 y el 3.000 a. C., fue la de Sumeria, en
Mesopotamia. Otras civilizaciones también se desarrollaron en las orillas de los
ríos, como la de Egipto en el Nilo, la del valle del Indo, la de Caral-Supe en los ríos
cortos del desierto peruano y la de la Antigua China a las orillas del río Amarillo.

De manera progresiva la mayoría de los seres humanos de Europa, de Asia y de


África del Norte pasaron a depender de estados organizados, proceso que
también sucedió en Centroamérica y en la parte occidental de América del Sur.
Poco a poco, todas las regiones y poblaciones del globo cayeron bajo el poder de
uno u otro estado hasta que el tratado de Berlín distribuyó los últimos territorios
desocupados, a excepción de la Antártida.

La economía del mundo antiguo clásico europeo no era una economía capitalista.
La civilización romana se basó en un sistema mixto, compuesto por el modelo de
imperio tributario típico del último período de la fase anterior y un modelo
esclavista con mano de obra forzada.

La organización social asociada a su economía se caracterizó por:

1. Un sistema jerárquico de clases sociales inmutables con poca o nula movilidad


social, basado en unidades tradicionales como clanes familiares, castas u órdenes
sociales.

2. Unos sistemas agrarios de crecimiento económico cero donde no existía


inversión o ahorro, en sentido modernos, y por tanto, la riqueza sólo podía
obtenerse apropiándose del trabajo de otros.

3. Un predominio de explotaciones agrarias familiares autosuficientes, organizadas


en comunidades estables y casi autárquicos respecto a otras comunidades

4. División del trabajo según las diferentes clases sociales.


5. Dimensión del mercado reducida, y limitada a la comercialización de
excedentes y de productos de primera necesidad, fundamentalmente.

6. En su última fase, la economía del mundo antiguo estaba ya monetarizada y el


trueque fue desapareciendo paulatinamente.

En China y en India, con algunas diferencias, parece que existió un sistema similar
aunque con desarrollos regionales peculiares. Es importante señalar que ya
durante este período existieron rutas comerciales que unían occidente y oriente
tanto a través de la ruta de la seda como por vía marítima a través del Mar rojo.
Sin embargo, los productos comerciados a largas distancias se limitaban
principalmente a productos suntuarios y obviamente no perecederos.

En épocas tan recónditas como el cuarto milenio a.C, con civilizaciones tan
influyentes aún para la sociedad contemporánea como lo fueron la china,
babilónica, la egipcia, Mesopotamia y Asiria, que se caracterizaron por su
economía autoconsumista y cuya única finalidad era la de subsistir, ubicándolos
de este modo en la cumbre del desarrollo para su época, tuvieron su origen el
salario, la propiedad y el contrato comercial.

El concepto de economía no fue utilizado hasta la época grecorromana.

Época Salvaje

Pero, entonces, incluso hablar de «la


economía» de una sociedad
primitiva es un ejercicio de
irrealidad. Estructuralmente, «la
economía» no existe. Más que una
organización delimitada y
especializada, la «economía» es algo
que generaliza la función de los
grupos sociales y de las relaciones, especialmente los grupos y las relaciones de
parentesco. La economía es más bien una función de la sociedad que una
estructura, porque el armazón del proceso económico, la proporcionan los
grupos concebidos clásicamente como «no económicos». En particular, la
producción está instituida por grupos domésticos que, por lo general, se ordenan
como familias de uno u otro tipo. La 'unidad doméstica' es para la economía
tribal lo que el feudo fue para la economía medieval o lo que es la
corporación para el moderno capitalismo:

Cada una de ellas [unidad doméstica] es en su momento la institución productiva


dominante. Cada una representa, además, un determinado modo de
producción *, con una tecnología y una división del trabajo apropiadas, un
objetivo económico o finalidad característicos, formas específicas de
propiedad, relaciones sociales y de intercambio definidas entre las unidades
productivas y contradicciones que le son del todo propias. En resumen, para
explicar la disposición observada que tienen las primitivas economías para la
subproducción, yo reconstruiría la «economía doméstica independiente» de Karl
Bücher y de los escritores anteriores a él, pero ahora un tanto reacomodada a
Marx, y redecorada con una etnografía más a la moda.

Puesto que los grupos domésticos de la sociedad primitiva no han sufrido todavía
una degradación a un mero estatus de consumo, su capacidad laboral desligada
del círculo familiar y empleada en un dominio exterior, los hizo someterse a una
organización y propósitos ajenos. La unidad doméstica, como tal, recibe el peso
de la producción junto con la organización y la aplicación de la capacidad laboral y
junto con la determinación del objetivo económico. Sus propias relaciones
internas, tal como ocurre entre esposo y esposa, entre padres e hijos, son las
relaciones principales de la producción dentro de la sociedad. El rótulo
incorporado de los estatus de parentesco, el dominio y la subordinación de la vida
doméstica, la reciprocidad y cooperación, hacen aquí de lo «económico» una
modalidad de lo íntimo.

La organización del trabajo y los términos y productos de su actividad, son


principalmente decisiones domésticas. Y son decisiones que se toman
teniendo en cuenta primordialmente la satisfacción doméstica. La producción se
encauza según las exigencias habituales de la familia. La producción es para
beneficio de los productores.

* «Modo de producción» se emplea aquí de modo diferente a como lo hizo Terray


(siguiendo a Althusser y Balibar) en su importante trabajo Le Marxisme devant les
sociétés primitives (1969). Aparte de la diferencia obvia en lo que se refiere a las
«instancias» superestructurales, el principal contraste tiene que ver con la
importancia teórica que se ha dado a diversas formas de cooperación, es decir, en
cuanto constituyen estructuras colectivas en el control de las fuerzas productivas
que se superponen y se enfrentan a las unidades domésticas. Una importancia
semejante se desecha aquí y a partir de esta divergencia surgen muchas otras.
Sin embargo, a pesar de estas diferencias significativas, es obvio que la presente
perspectiva hace propios muchos puntos de vista de Terray y está de acuerdo
también, en gran parte, con Meillassoux (1960, 1964), en quien se fundamenta el
trabajo de Terray.

(…)

Las técnicas locales exigen un mayor o menor grado de cooperación, de ahí que
la producción pueda estar organizada de formas sociales diversas y a veces en
niveles más altos que la unidad doméstica. Los miembros de una familia
pueden colaborar de una manera regular y sobre una base individual con
parientes y amigos de otras casas; ciertos proyectos se encaran colectivamente
por parte de grupos, tales como los linajes o las comunidades de vecinos. Pero de
lo que se trata no es de la composición social del trabajo.

Las partidas de trabajo más numerosas no son, en su mayor parte, más que uno
de los muchos modos que la producción doméstica tiene de realizarse. A menudo,
la organización colectiva del trabajo no hace más que dismular tras su masividad
su simplicidad social básica.

Un conjunto de personas o de pequeños grupos actúan hombro con hombro en


tareas paralelas e idénticas, o trabajan juntas para favorecer por turno a cada
participante. Es así que el esfuerzo colectivo comprime a la estructura
segmentaria de la producción sin efectuar en ella ningún cambio permanente o
fundamental.

Lo que es más, la cooperación no instituye una estructura de producción sui


generis y con finalidades propias que difiera en forma o en alcance de la
supervivencia de los distintos grupos domésticos y que predomine en el proceso
de producción de la sociedad. La cooperación sigue siendo, en su mayor parte,
un hecho de naturaleza técnica, sin realización social independiente en el
nivel del control económico.
No compromete en absoluto la autonomía de la unidad doméstica o su objetivo
económico, la organización doméstica de la capacidad laboral o el predominio de
los objetivos domésticos a través de las actividades sociales del trabajo.
Realizados estos planteamientos, paso a la descripción de los aspectos
principales de la modalidad doméstica de la producción (MDP), con la vista puesta
en las implicaciones que ésta tiene para el carácter del desempeño económico.

Esclavitud

La esclavitud, como institución jurídica, es una situación en la cual una persona


(el esclavo) es propiedad de otra (el amo). Así entendida, constituye una forma
particular de relación de producción, propia de un determinado nivel de desarrollo
de las fuerzas productivas en la evolución de la economía.

Registro de un esclavo recién nacido, de nombre Bruno, en Puerto Rico. Año


1868.

La esclavitud se remonta a la Edad Antigua, aunque no de forma equivalente en


todas las civilizaciones. Parece que su origen histórico proviene de la práctica de
aprovechar como mano de obra a los cautivos en las guerras, como alternativa a
otra posibilidad también usual: sacrificarlos. También fue la suerte de algunos
pueblos conquistados. Otra vía para llegar a la condición de esclavo era la
esclavitud por deudas1 o apremio individual. El florecimiento cultural de la Atenas
de Pericles o de la Roma clásica estaba fundamentado en una economía basada
en la fuerza de trabajo esclava. Aristóteles sostuvo que la esclavitud es un
fenómeno natural. Con la transición del esclavismo al feudalismo, a partir de la
crisis del siglo III, la mayor parte de la fuerza de trabajo ya no era esclava. No
obstante, la esclavitud no desapareció, y se mantuvo como una condición social
más o menos marginal, según las zonas, durante toda la Edad Media y toda la
Edad Moderna, renovándose su utilización masiva durante la colonización de
América. El movimiento antiesclavista se desarrolló a partir de finales del siglo
XVIII, culminando con la abolición de la esclavitud en la mayor parte de los países
del mundo, no sin fuertes resistencias (como la Guerra de Secesión en Estados
Unidos).
El Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición se
celebra el 23 de agosto, mientras que el Día Internacional para la Abolición de la
Esclavitud se celebra el 2 de diciembre. Los tratados internacionales
contemporáneos (Convención sobre la Esclavitud, 1926) recogen la prohibición de
la esclavitud, que se considera como un crimen contra la humanidad. No obstante,
sigue existiendo arraigada culturalmente en determinados países (India, Sudán,
Mauritania) y ha reaparecido en otros bajo ciertas condiciones excepcionales,
como es el caso de la mano de obra infantil esclava en el Sudeste asiático o
determinados tipos de prostitución en todo el mundo.

La esclavitud en Brasil, de Jean-Baptiste Debret.

La esclavitud en la Antigüedad

Antiguo Egipto

Los primeros escritos en los que se tiene constancia de la presencia de esclavos


en una gran civilización es en Mesopotamia durante la época sumeria,2 si bien
muy limitada. En el Antiguo Egipto un número de esclavos suficiente como para
tener cierta importancia social se dio solamente en algunos periodos,
especialmente en el Imperio Nuevo. El origen de los esclavos provenía de las
conquistas y no existía una regulación jurídica sobre los mismos. También eran
recogidos por los traficantes de esclavos los niños abandonados, por ejemplo, en
la puerta de las casas o en la columna lactaria, cuando el pater familias no quería
reconocer su paternidad, ya que él poseía el poder del «ius exponendi». Un
hombre libre también podía convertirse en esclavo para tener que pagar una multa
por haber cometido algún delito.
Antigua Grecia

La esclavitud como práctica social y económica fue usual en la antigüedad greco-


romana, y ambas pueden considerarse las primeras sociedades «esclavistas» al
estar sustentada su base económica por este sistema. El estatus social y el papel
de los esclavos era considerado inferior, sin valor o inexistente en relación a una
persona libre. La sociedad de la Antigua Grecia tenía fundamentada
filosóficamente la esclavitud que, para Aristóteles era la garantía indispensable
para que los hombres libres pudieran dedicar su tiempo a la política y buen
gobierno de la ciudad. En la Antigua Roma la práctica de la esclavitud se regula,
en algunas ocasiones al mínimo detalle, estableciéndose la manumisión como
fórmula de liberación de los esclavos, siempre con causa. Del siglo V a. C. al siglo
I es la época de mayor implantación y extensión de la esclavitud. Las guerras de
conquistas emprendidas por la República romana significaron la adquisición de
numerosos esclavos.

Edad Media

Principales rutas musulmanas de tráfico de esclavos en África.

En Europa, durante la Edad Media, persistió en zonas marginales, como


Escandinavia, sobre todo de tipo agrario (al ser una sociedad rural) y doméstico, y
en el Imperio Romano, con el avance del cristianismo, se fue suavizando la
situación de los esclavos, con la subida al poder de Constantino I el Grande, ya se
estaba produciendo una síntesis entre la romanidad cristiana y la germanidad
pagana, lo que introdujo en el Imperio la servidumbre germánica, que fue
legalizada como castigo más benigno que la condena a muerte, por el mismo
Constantino mediante un edicto en el 322. Existe un intenso debate entre
historiadores respecto a la cronología, las causas y las formas en que se produjo
la desaparición de la esclavitud. Las posturas que sitúan la desaparición del
sistema esclavista en fecha más temprana, en la época de las invasiones bárbaras
del siglo V, serían las de los historiadores marxistas, incluido el propio Karl Marx;
por otro lado, autores como Georges Duby o Pierre Bonnassie la sitúan en el siglo
XI, en medio de la llamada revolución feudal. Según este último autor, el auge del
esclavismo se daría en el siglo VII, en plena Alta Edad Media.5

Feudalismo

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Feudalismo es la denominación del sistema político predominante en Europa


Occidental de los siglos centrales de la Edad Media (entre los siglos IX y XV,
aunque no hay acuerdo entre los historiadores sobre su comienzo y su duración, y
esta varía según la región),1 y en la Europa Oriental durante la Edad Moderna,
caracterizado por la descentralización del poder político; al basarse en la difusión
del poder desde la cúspide (donde en teoría se encontraban el emperador o los
reyes) hacia la base donde el poder local se ejercía de forma efectiva con gran
autonomía o independencia por una aristocracia, llamada nobleza, cuyos títulos
derivaban de gobernadores del imperio carolingio (duques, marqueses, condes) o
tenían otro origen (barones, caballeros, etc.).

Este término también se utiliza historiográficamente para denominar las


formaciones sociales históricas caracterizadas por el modo de producción que el
materialismo histórico (la historiografía marxista) denomina feudal.2

Como formación económico-social, el feudalismo se inició en la Antigüedad tardía


con la transición del modo de producción esclavista al feudal, a partir de la crisis
del siglo III y, sobre todo, con la disolución del Imperio romano de Occidente (siglo
V) y la formación de los reinos germánicos y el Imperio carolingio (siglos VIII y IX).

Fundamentado en distintas tradiciones jurídicas (tanto del derecho romano como


del derecho germánico –relaciones de clientela, séquito y vasallaje–), el
feudalismo respondió a la inseguridad e inestabilidad de la época de las
invasiones que se fueron sucediendo durante siglos (pueblos germánicos, eslavos,
magiares, musulmanes, vikingos). Ante la incapacidad de las instituciones
estatales, muy lejanas, la única seguridad provenía de las autoridades locales,
nobles laicos o eclesiásticos, que controlaban castillos o monasterios fortificados
en entornos rurales, convertidos en los nuevos centros de poder ante la
decadencia de las ciudades.

Desde el punto de vista institucionalista, el feudalismo fue el conjunto de


instituciones creadas en torno a una relación muy específica: la que se establecía
entre un hombre libre (el vasallo), que recibía la concesión de un bien (el feudo)
por parte de otro hombre libre (el señor), ante el que se encomendaba en una
ceremonia codificada (el homenaje) que representaba el establecimiento de un
contrato sinalagmático (de obligaciones recíprocas).3 Esta serie de obligaciones
recíprocas, militares y legales, establecidas entre la nobleza guerrera; giraba en
torno a tres conceptos clave: señor, vasallo y feudo. Entre señor y vasallo se
establecían las relaciones de vasallaje, esencialmente políticas. En el feudo,
entendido como unidad socio-económica o de producción, se establecían
relaciones de muy distinta naturaleza, entre el señor y los siervos; que desde la
historiografía marxista se explican como resultado de una coerción
extraeconómica por la que el señor extraía el excedente productivo al campesino.
La forma más evidente de renta feudal era la realización por los siervos de
prestaciones de trabajo (corveas o sernas); con lo que el espacio físico del feudo
se dividía entre la reserva señorial o reserva dominical (donde se concentraba la
producción del excedente) y los mansos (donde se concentraba la producción
imprescindible para la reproducción de la fuerza de trabajo campesina). En otras
formas, los siervos se obligaban a distintos tipos de pago; como una parte de la
cosecha o un pago fijo, que podía realizarse en especie o en moneda (forma poco
usual hasta el final de la Edad Media, dado que en siglos anteriores la circulación
monetaria, y de hecho todo tipo de intercambios, se reducían al mínimo), a los que
se añadían todo tipo de derechos y monopolios señoriales.4

El vasallaje y el feudo

Un vasallo arrodillado realiza la inmixtio manum durante el homenaje a su señor,


sentado. Un escribiente toma nota. Todos están sonrientes.

Dos instituciones eran claves para el feudalismo: por un lado el vasallaje como
relación jurídico-política entre señor y vasallo, un contrato sinalagmático (es decir,
entre iguales, con requisitos por ambas partes) entre señores y vasallos (ambos
hombres libres, ambos guerreros, ambos nobles), consistente en el intercambio de
apoyos y fidelidades mutuas (dotación de cargos, honores y tierras -el feudo- por
el señor al vasallo y compromiso de auxilium et consilium -auxilio o apoyo militar y
consejo o apoyo político-), que si no se cumplía o se rompía por cualquiera de las
dos partes daba lugar a la felonía, y cuya jerarquía se complicaba de forma
piramidal (el vasallo era a su vez señor de vasallos); y por otro lado el feudo como
unidad económica y de relaciones sociales de producción, entre el señor del feudo
y sus siervos, no un contrato igualitario, sino una imposición violenta justificada
ideológicamente como un quid pro quo de protección a cambio de trabajo y
sumisión.

Capitalismo

Maquinaria de una empresa capitalista del siglo XIX.

El capitalismo es un orden o sistema social y económico que se encuentra en


constante movimiento, derivado del usufructo de la propiedad privada sobre el
capital como herramienta de producción, que se encuentra mayormente
constituido por relaciones empresariales vinculadas a las actividades de inversión
y obtención de beneficios, así como de relaciones laborales, tanto autónomas
como asalariadas subordinadas libres, con fines mercantiles.1

En el capitalismo, los individuos y las empresas usualmente representadas por los


mismos, llevan a cabo la producción de bienes y servicios de forma privada e
interdependiente, dependiendo así de un mercado de consumo para la obtención
de recursos.2 El intercambio de los mismos se realiza básicamente mediante
comercio libre y, por tanto, la división del trabajo se desarrolla de forma mercantil y
los agentes económicos dependen de la búsqueda de beneficio. 3 La distribución
se organiza, y las unidades de producción se fusionan o separan, de acuerdo a
una dinámica basada en un sistema de precios para los bienes y servicios.4 A su
vez, los precios se forman mayoritariamente en un mercado que depende de la
interacción entre una oferta y una demanda dadas por las elecciones de
productores y consumidores,5 y estos a su vez, son necesarios para la
coordinación ex-post de una economía basada en el intercambio de mercancías.6

El origen etimológico de la palabra capitalismo proviene de la idea de capital y su


uso para la propiedad privada de los medios de producción,78 sin embargo, se
relaciona mayormente al capitalismo como concepto con el intercambio dentro de
una economía de mercado que es su condición necesaria,910 y a la propiedad
privada absoluta o burguesa11 que es su corolario previo.1213 El origen de la
palabra puede remontarse antes de 1848 pero no es hasta 1860 que llega a ser
una corriente como tal y reconocida como término, según las fuentes escritas de la
época. 14

Se denomina sociedad capitalista a toda aquella sociedad política y jurídica


originada basada en una organización racional del trabajo, el dinero y la utilidad de
los recursos de producción, caracteres propios de aquel sistema económico. 15 En
el orden capitalista, la sociedad está formada por clases socioeconómicas en vez
de estamentos como son propios del feudalismo y otros órdenes pre-modernos.16
Se distingue de aquel y de otras formas sociales por la posibilidad de movilidad
social de los individuos, por una estratificación social de tipo económica,17 y por
una distribución de la renta que depende casi enteramente de la funcionalidad de
las diferentes posiciones sociales adquiridas en la estructura de producción. 18

El nombre de sociedad capitalista se adopta usualmente debido a que el capital


como relación de producción se convierte dentro de esta en un elemento
económicamente predominante.19 La discrepancia sobre las razones de este
predominio divide a las ideologías políticas modernas: el enfoque liberal smithiano
se centra en la utilidad que el capital como relación social provee para la
producción en una sociedad comercial con una amplia división del trabajo,
entendida como causa y consecuencia de la mejora de la oferta de consumo y los
mayores ingresos por vía del salario respecto del trabajo autónomo,20 mientras
que el enfoque socialista marxista considera que el capital como relación social es
precedido (y luego retroalimentado) por una institucionalizada imposibilidad social
de sobrevivir sin relacionarse con los propietarios de un mayor capital físico
mediante el intercambio de trabajo asalariado.21

La clase social conformada por los creadores y/o propietarios que proveen de
capital a la organización económica a cambio de un interés22 se la describe como
"capitalista", a diferencia de las funciones empresariales cuyo éxito se traduce en
forma de ganancia23 y de las gerenciales ejecutadas a cambio de un salario.24
Vulgarmente se describe desde el siglo XVIII como "burguesía" tanto a este
conjunto social como al de los empleadores de trabajo de una moderna sociedad
industrial, pero la burguesía se origina en las ciudades de la sociedad rural
medieval y está constituida por propietarios auto-empleados cuya naturaleza da
origen al capitalismo moderno.25

Existen diferentes apreciaciones sobre la naturaleza del capitalismo según la


perspectiva social e ideológica desde la cual se lo analice.

Tipos de sistemas capitalistas

Como se ha indicado anteriormente, existen distintas variantes del capitalismo que


se diferencian de acuerdo a la relación entre el mercado, el Estado y la sociedad.
Por supuesto, todas comparten características como la producción de bienes y
servicios por beneficio, asignación de recursos basada principalmente en el
mercado, y estructuración en torno a la acumulación de capital. Es importante
destacar que entre los círculos ligados a la Escuela austríaca de economía se
conoce como «capitalismo» a su variante más pura, el laissez faire.39 Otros
defensores del capitalismo han adoptado visiones del capitalismo más moderadas
y más matizadas con respecto a su implementación práctica.

Algunas de las formas de capitalismo históricamente existentes o propuestas son:

 Mercantilismo y proteccionismo

 Laissez faire y capitalismo deregulado

 Capitalismo corporativo

 Economía social de mercado

 Economía mixta

Liberalismo y papel del Estado

La doctrina política que históricamente ha encabezado la defensa e implantación


de este sistema económico y político ha sido el liberalismo económico y clásico del
cual se considera sus padres fundadores a John Locke, Juan de Mariana y Adam
Smith. El pensamiento liberal clásico sostiene en economía que la intervención del
gobierno debe reducirse a su mínima expresión. Solo debe encargarse del
ordenamiento jurídico que garantice el respeto de la propiedad privada, la defensa
de las llamadas libertades negativas: los derechos civiles y políticos, el control de
la seguridad interna y externa (justicia y protección), y eventualmente la
implantación de políticas para garantizar el libre funcionamiento de los mercados,
ya que la presencia del Estado en la economía perturbaría su funcionamiento. Sus
representantes contemporáneos más prominentes son Ludwig von Mises y
Friedrich Hayek por parte de la llamada Escuela austríaca de economía; George
Stigler y Milton Friedman por parte de la llamada Escuela de Chicago, existiendo
profundas diferencias entre ambas.

Existen otras tendencias dentro del pensamiento económico que asignan al


Estado funciones diferentes. Por ejemplo los que se adscriben a lo sostenido por
John Maynard Keynes, según el cual el Estado puede intervenir para incrementar
la demanda efectiva en época de crisis. También se puede mencionar a los
politólogos que dan al Estado y a otras instituciones un papel importante en
controlar las deficiencias del mercado (una línea de pensamiento en este sentido
es el neoinstitucionalismo).

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