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Trigésimo Octava edición enero-marzo 2019

INTERVENCIÓN
PSICOLÓGICA EN
HOSPITALIZACIÓN INFANTIL
2ª Edición actualizada
JUAN MANUEL ORTIGOSA QUILES
Universidad de Murcia

ANTONIO RIQUELME MARÍN


Universidad de Murcia

FRANCISCO JAVIER MÉNDEZ CARRILLO


Universidad de Murcia

Curso válido para solicitar ser reconocido como miembro acreditado


de la División de Psicología clínica y de la salud, División de
Psicoterapia

ISSN 1989-3906
Contenido

DOCUMENTO BASE ........................................................................................... 3


Intervención psicológica en hospitalización infantil

FICHA 1 ........................................................................................................... 25
Datos sobre la eficacia de los programas de preparación psicológica
a la hospitalización infantil

FICHA 2 ................................................................................................................................. 28
Propuesta de criterios para la selección de las técnicas y métodos de preparación
a la hospitalización infantil
Consejo General de la Psicología de España

Documento base.
Intervención psicológica en hospitalización infantil
1. LA HUMANIZACIÓN DEL CUIDADO DEL NIÑO HOSPITALIZADO
Lejos quedan los tiempos en los que Spitz acuñó el término “hospitalismo” para referirse a las manifestaciones
emocionales y conductuales negativas que mostraban los niños hospitalizados a consecuencia de la separación
temporal de sus madres. Afortunadamente los hos-
pitales modernos han tomado conciencia de la ne- FIGURA 1
RECOPILACIÓN DE LOS PRINCIPIOS DE HUMANIZACIÓN DE LA
cesidad de convertirse en lugares más
ATENCIÓN PEDIÁTRICA (TOMADO DE TRIPOLI ET AL., 2017)
humanizados y acogedores con el fin de cubrir las
necesidades afectivas y educativas de los pacien-
tes, fundamentándose en el respeto a la Carta Eu-
ropea de los Derechos de los Niños y Niñas
Hospitalizados, aprobada por el Parlamento Euro-
peo en el año 1986 (véase Tabla 1).
Hablar de la “humanización” supone atenerse a
una gama de significados y aspectos que están rela-
cionados con la atención del niño hospitalizado. En
general, se refiere a políticas y medidas destinadas
a garantizar el acceso y la igualdad de trato para to-
dos los niños, independientemente de su clase so-
cial, nacionalidad, religión, etc. (Tripoli et al.,
2017) Los modelos existentes comparten caracterís-
ticas como la participación del niño y la familia y
el reconocimiento de los derechos del niño a un
entorno que se adapte a sus necesidades, limitando
el impacto de la enfermedad y sus circunstancias
en la medida de lo posible (véase Figura 1).

TABLA 1
EXTRACTO DEL ARTÍCULO 4º DE LA CARTA DE LOS DERECHOS DEL NIÑO HOSPITALIZADO

4 Derecho del niño a que no se le hospitalice sino en el caso de que no pueda recibir los cuidados necesarios en su casa o en un ambulatorio
4 Derecho del niño a estar acompañado de sus padres, o de la persona que los sustituya, el máximo tiempo posible
4 Derecho del niño a recibir una información adaptada a su edad

4 Derecho del niño a una recepción y seguimiento individuales

4 Derecho del niño a negarse como sujetos de investigación, y a rechazar cualquier cuidado o examen cuyo propósito primordial sea educativo o informativo y no

terapéutico
4 Derecho de los padres, o de la persona que los sustituya, a una recepción adecuada y a su seguimiento psicosocial a cargo de personal con formación especializada

4 Derecho del niño (y medios) de contactar con sus padres o con la persona que los sustituya en momentos de tensión

4 Derecho del niño a ser tratado con tacto, educación y comprensión, y a que se respete su intimidad

4 Derecho del niño a recibir, durante su permanencia en el hospital, los cuidados prodigados por un personal cualificado, que conozca perfectamente las necesidades

de cada grupo de edad, tanto en el plano físico como en el afectivo


4 Derecho del niño a disponer de locales amueblados y equipados, de modo que respondan a sus necesidades en materia de cuidados, de educación y de juegos,

así como a las normas oficiales de seguridad


4 Derecho del niño a proseguir su formación escolar durante su permanencia en el hospital

4 Derecho del niño a disponer durante su permanencia en el hospital de juguetes adecuados a su edad, de libros y medios audiovisuales.

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González (2017) propone tres aspectos generales que deben tenerse en cuenta para humanizar las estancias hospita-
larias: puertas abiertas para los familiares, comunicación efectiva (contacto y empatía), y bienestar del paciente (respe-
to a la dignidad del otro).
Desde hace varias décadas, y dentro de esta cultura de humanización, existe interés en el estudio de la prevención y
manejo de las respuestas psicológicas negativas en niños hospitalizados mediante la aplicación de programas de pre-
paración cuyo objetivo principal es proporcionar una mayor información y competencia personal tanto al niño como
a sus padres para afrontar de forma adaptada esta experiencia. Bajo la denominación general de “intervenciones no
farmacológicas” la psicología incluye procedimientos como la transmisión de información, el modelado filmado, el
entrenamiento en estrategias de afrontamiento, el juego y/o la bibliopreparación, a las que más recientemente se han
unido otras intervenciones procedentes del mundo artístico (musicoterapia, arteterapia, payasos de hospital) como al-
gunos de los procedimientos que, individualmente o en combinación, y bajo condiciones concretas, se están emple-
ando en la actualidad.
En el presente curso se desarrollan los aspectos esenciales de la hospitalización infantil, abordándola como una ex-
periencia estresante que puede repercutir negativamente en el bienestar emocional del niño, lo que fundamentaría un
aspecto más de la labor del psicólogo en el hospital.

2. LA HOSPITALIZACIÓN INFANTIL: UNA EXPERIENCIA ESTRESANTE


Uno de los objetivos de la labor del psicólogo en el hospital es la atención del paciente hospitalizado con el fin de
minimizar los efectos negativos que se asocian a este evento vital como acontecimiento estresor (Palazón, 2003). La
hospitalización, a cualquier edad, supone afrontar un conjunto de estresores extra e intrahospitalarios que influyen en
la respuesta emocional del individuo.
En concreto, la hospitalización es una experiencia que produce en el niño alteraciones cognitivas, emocionales y
conductuales antes, durante y tras la estancia hospitalaria. Descrita como un evento estresante, debe matizarse que no
afecta a todos los niños en igual grado ni por el mismo motivo (Fernández-Castillo y López-Naranjo, 2006; Méndez,
Ortigosa y Pedroche, 1996). La explicación es que la hospitalización no es un fenómeno unitario sino que aúna en un
período de tiempo concreto (estancia hospitalaria) y un espacio delimitado (hospital) situaciones que, dentro o fuera
del ámbito hospitalario, tienen entidad para generar por sí solas respuestas de estrés.
Fundamentado en este planteamiento, en la tabla 2 se muestra un listado de los principales aspecto asociados al es-
trés hospitalario.
Chorney y Kain (2009) cifran en un 42% los niños que muestran alguna conducta de rechazo hacia la intervención
quirúrgica, del que el 17% muestra un malestar significativo. Por su parte, Wollin et al. (2004) indican que el 38% de
los niños de 5 a 12 años identifican elementos que les provocan ansiedad durante la hospitalización.

TABLA 2
CLASIFICACIÓN DE LOS ESTRESORES HOSPITALARIOS
Enfermedad Procedimiento médico Contexto sanitario Relaciones personales

Características de la enfermedad Atemorizantes Estructura Padres


Naturaleza Inyecciones Diseño arquitectónico Separación de los padres
Duración Extracciones de sangre Mobiliario extraño: camillas, sillas Ansiedad paterna
Gravedad Retirada de moldes de escayola de ruedas
Cirugía Decoración fría e impersonal Otros pacientes
Aspectos de la enfermedad Vestimenta de los profesionales: Relación con desconocidos
Síntomas (fiebre, náuseas, etc.) Dolorosos batas blancas, mascarillas Gente con deformidades
Malestar (inapetencia, insomnio, etc.) Aspiracionesde medula ósea Medicación: olor, sabor
Dolor (de cabeza, de estómago, etc.) Punciones lumbares Instrumental: tijeras, bisturíes
Profesionales de la salud
Daño (heridas, lesiones, etc.) Hidroterapia paraquemados Falta de contacto
Cateterismo cardíaco Organización Relación distante y fría
Secuelas de la enfermedad Interrupción de la actividad diaria
Desfiguración (cicatrices, Pérdida de autonomía e intimidad
Situación personal
amputación, etc.) Tiempos de espera
Soledad
Alteraciones físicas (déficit Incertidumbre sobre la conducta
Dependencia
hormonal, etc.) apropiada
Restricciones (dieta, ejercicio, etc.)
Incapacidad
Riesgo de muerte

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2.1. Estresores derivados de la enfermedad


2.1.1. Enfermedad
La enfermedad implica la pérdida de bienestar físico, psicológico y/o social, generando reacciones negativas en el
paciente pediátrico. Las características de la enfermedad (naturaleza, gravedad, duración, etc.) influyen en la percep-
ción y la forma de afrontarla.
En la infancia, el concepto de enfermedad o estar enfermo se transforma a lo largo del desarrollo desde una atribu-
ción exógena y fenomenológica a una endógena y psicofisiológica de la etiología y procesos de la enfermedad (Ba-
rrio, 1990) Así, la comprensión infantil de la enfermedad está más directamente relacionada con el nivel cognitivo y
la edad que con las experiencias que el niño haya tenido con la enfermedad , aunque puede modificarse por un pro-
grama educativo (Williams y Binnie, 2002) (véase tabla 3).
Bibace y Walsh (1981) intentaron demostrar que la evolución conceptual de la enfermedad se ajustaba a la teoría
piagetiana. Así, concluyeron que se podía hablar de tres etapas coincidentes con las expuestas por Piaget: pensamien-
to pre-lógico, pensamiento lógico-concreto y pensamiento lógico-formal.
1. Pensamiento pre-lógico. Se da entre los 2 y 6 años. En esta etapa la explicación evolutivamente más inmadura es la
fenomenológica que atribuye la causa de la enfermedad a un fenómeno externo que puede acontecer paralelamen-
te a la enfermedad. En cambio la explicación más madura es la del contagio donde la causa es localizada en obje-
tos o personas que estén próximos al niño, o aplicadas a dolencias no contagiosas o accidentes (Kister y Patterson,
1980).
2. Pensamiento lógico-concreto. Entre los 7 y 10 años se produce un proceso de internalización, donde la caracterís-
tica fundamental es la diferenciación del sujeto respecto a los demás, distinguiendo entre lo externo y lo interno. En
esta etapa la explicación más inmadura es la que atribuye la causa de la enfermedad a la contaminación: se trataría
de una persona, objeto o acción externa al niño que tiene un aspecto “malo” o “amenazante” para el cuerpo. En
los niños mayores, la enfermedad se localiza en el interior del cuerpo, aunque las descripciones son vagas e ines-
pecíficas.
3. Pensamiento lógico-formal. A partir de los 11 años se produce la diferenciación mayor entre el sujeto y su entorno.
En los más jóvenes la causa y naturaleza de la enfermedad descansa en funciones y estructuras fisiológicas internas.
La causa se describe como una disfunción de procesos y órganos internos. Por su parte, los mayores muestran la
comprensión más madura, con explicaciones psicofisiológicas, siendo conscientes de que los pensamientos y los
sentimientos de la persona pueden afectar el funcionamiento corporal.

TABLA 3
EXPLICACIONES SOBRE LA CAUSA DE LA ENFERMEDAD SEGÚN LAS ETAPAS DE DESARROLLO
DESCRITAS POR PIAGET (BARRIO, 1990)
ETAPA TIPO DE EXPLICACIÓN DEFINICIÓN TIPO DE RESPUESTA

Fenomenismo La enfermedad se explica por un fenómeno externo y concreto que puede El niño se resfría “del sol” “de los
ocurrir junto con aquella, pero que están alejados espacial y/o árboles”
Explicaciones
prelógicas

temporalmente, sin ser capaz de explicar de qué manera ese fenómeno causa
la enfermedad

Contagio La causa se localiza en los objetos o personas próximas al niño, pero no en El niño se constipa porque alguien se
contacto con él. ha “puesto cerca”
lógico-concretas

Contaminación La causa se ve como una persona, objeto o acción externa al niño que entra El niño se constipa porque “el frio
Explicaciones

en contacto con él y que posee algo dañino o malo para el cuerpo. toca la cabeza”

Internalización La causa se localiza en el interior del cuerpo, aunque el origen último Al inhalar, al tragar
(externo) provoca la enfermedad por un proceso de internalización.

Fisiológicas La causa es el mal funcionamiento de un órgano o estructura interna, El virus entra en la sangre, lo que
lógico-formales
Explicaciones

explicado por un proceso que culmina en la enfermedad. ocasiona un descenso de las defensas
y provoca la enfermedad

Psicofisiológicas Se tiene en cuantos aspectos psicológicos en la explicación de la causa de la Puede enfermar de soledad o tristeza
enfermedad. Se incorporan los trastornos mentales.

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2.1.2. Dolor
La percepción de dolor es una de las variables que determina la experiencia de enfermedad, tanto en el niño como
en sus padres. Constituye un factor específico de malestar en patologías como artritis, hemofilia, enfermedad de la cé-
lula falciforme, enfermedad del riñón y cáncer y en procedimientos médicos: punción venosa, caniculación intrave-
nosa o pinchazo lumbar (Malmierca, Pellegrini y Malmierca, 2008).
Sin embargo, parece inapropiado homogeneizar la experiencia del dolor debido a su carácter subjetivo. En este sen-
tido, Olness (1981) considera que es preferible explicarle al niño que para cada persona la experiencia del dolor es
diferente, a decirle que un determinado procedimiento va a causarle dolor.
Las experiencias del dolor se pueden considerar como (Abad y Díaz, 1994):
1. Dolor agudo. Representa un mecanismo de alerta cuya finalidad consiste en advertir de la presencia de un trastor-
no orgánico o lesión. En este tipo está encuadrado el dolor producido por la aplicación de procedimientos médicos
invasivos, en cuyo caso la anticipación del dolor contribuye a la complejidad de este fenómeno.
2. Dolor crónico. Es aquel que se prolonga más allá del período de tiempo que usualmente requieren los procesos de
cicatrización y reparación tisular. Es un dolor sin significado biológico positivo.
3. Dolor recurrente. Son dolores como cefaleas, o dolores episódicos en el abdomen o en las extremidades, en niños,
por lo demás, sanos.

2.1.3. Secuelas
Las secuelas físicas (amputación o infertilidad) y/o psicosociales (ansiedad, depresión, estrés postraumático, rechazo,
aislamiento) puede aparecer en procesos crónicos que requieran de frecuentes hospitalizaciones y en la aplicación de
procedimientos médicos invasivos o dolorosos como el caso de los supervivientes de cáncer infantil (Hernández, Ló-
pez y Durá, 2009).

2.1.4. Riesgo de muerte


El riesgo de muerte está latente durante la hospitalización. El quebranto de la salud y, en su caso, de la vida en un
individuo, que esperamos que por su edad emane salud y vitalidad, impacta de un modo terrible en el entorno inme-
diato.
La evolución del concepto de muerte en el niño se resume en cuatro fases (Palomo, 1995):
1. Hasta los 2 años existe una incomprensión total e indiferencia por el tema.
2. De los 2 a los 6 años adopta un significado de interrupción y desaparición, pero como algo provisional, transitorio
y reversible, como un sueño, un suceso de ida y vuelta. No se logra comprender sus mecanismos causales, y se ve
la vida y la muerte como dos procesos diferentes aunque no opuestos.
3. De los 6 a los 9 años la muerte no se conceptualiza en función de lo que ocurre dentro del cuerpo, sin embargo,
progresivamente se entiende como un suceso natural, definitivo e irreversible al que se le asocian símbolos relacio-
nados con ella: cadáver, cementerio, esqueleto, tumba, etc. En este período se pierde la carga moral de la muerte
como castigo.
4. De los 9 a los 11 años el concepto se aproxima paulatinamente al del adulto. Se accede a una simbolización de la
muerte, al proceso biológico que supone, y al temor a que suceda.
Cuando la vida de un niño está amenazada por su enfermedad transcurre por cinco etapas fundamentadas en las si-
guientes ideas: 1) estoy enfermo, 2) tengo una enfermedad que puede matar a la gente, 3) tengo una enfermedad que
puede matar a niños, 4) nunca voy a mejorar, y 5) voy a morir (Lansdown, 1996).

2.2. Estresores relacionados con los procedimientos médicos


A pesar del progreso en la tecnología y las estrategias de administración de los procedimientos médicos, aún no se
ha logrado eliminar el miedo y el dolor que algunos de estos métodos e instrumentos provocan en el paciente. Los
procedimientos médicos se pueden agrupar en tres categorías:
1. Procedimientos médicos atemorizantes: inyecciones, extracción de sangre.
2. Procedimientos médicos dolorosos: aspiración de la médula ósea, pinchazo lumbar.
3. Procedimientos médicos quirúrgicos: destaca la aplicación de la anestesia.

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2.3. Estresores vinculados con la estructura y organización del hospital


2.3.1. Entorno hospitalario: ambiente inusual
El hospital es un lugar singular para el niño, a pesar de que éste está sometido a un proceso de socialización a través
de libros, películas y/o series de televisión que le permiten tener una noción sobre el mundo hospitalario.
Gessell señala acertadamente que para el niño “el hospital es como un país extranjero a cuyas costumbres, normas y
horarios debe adaptarse”. Según Ortiz y Abad (1990), los hospitales modernos han intentado superar en los últimos
años algunas condiciones que se asociaban al hospital tradicional: aislamiento, despersonalización, pérdida de intimi-
dad, limitación de movimientos, reglamentación de las actividades (horarios de aseo, de comidas, de descanso, etc.),
dependencia forzosa del personal de la institución e información deficiente. La arquitectura, el mobiliario y la decora-
ción de muchos hospitales no están diseñados especialmente para los niños, que se enfrentan a una situación desco-
nocida (Ullán y Hernández, 2005). Ruiz y Casares (1995) explican este fenómeno porque generalmente los hospitales
han ido creciendo a partir de una sencilla estructura original, configurada alrededor de un pequeño número de servi-
cios centrales de diagnóstico y tratamiento, hasta convertirse en un conjunto de grandes edificios con una compleja
multiplicidad de áreas especializadas. Por ello hay que atender al ambiente físico adecuado (temperatura, ventilación,
seguridad, iluminación, infraestructura), comodidad, horario de visitas amplio, número de pacientes por sala, sistemas
de entretenimiento y recreo (Alfaro y Atria, 2009).
Se han descrito tres tipos de espacio en los hospitales (Devi, 2015):
1. Espacios de transición. Aquellos que pertenecen tanto al mundo exterior como al interior y que median entre los
dos entornos: patio, porche, terraza, balcón y galería porticada.
2. Espacios de circulación. Aquellos que facilitan el movimiento para los usuarios en un espacio construido de carác-
ter inmutable: pasillos, vestíbulos y espacios no designados, pero utilizados para el movimiento.
3. Espacios de actividades. Aquellos diseñados bajo requisitos funcionales de actividad y propósito específicos:
espacios zonificados estrechamente relacionados o adyacentes, distantes o aislados para la privacidad u otras
funciones.

2.3.2. Interrupción de la actividad diaria


La hospitalización altera el estilo de vida cotidiano del niño y de su familia: interrupción de la escolaridad, restric-
ción del tiempo libre, aislamiento, etc. Además supone la adaptación a normas y hábitos ajenos, singulares e impues-
tos que limitan la libertad de decisión del paciente al reglamentar las horas de comida, los menús, los períodos de
visita, o la presencia de acompañantes. Algunos hospitales intentan minimizar esta ruptura integrando elementos del
ambiente natural, como visitas de hermanos y amigos, impartición de clases, permiso para traer de casa juguetes y
muñecos, etc. (Somoano y Leivas, 1989).

2.3.3. Pérdida de autonomía e intimidad


La organización hospitalaria promueve la despersonalización del paciente y la dependencia del personal sanitario,
situación especialmente estresante para el adolescente. La hospitalización supone la aceptación de normas (horario
de visitas, presencia de acompañantes, etc.,) y la adaptación a nuevos hábitos (alimentación, sueño, etc.).

2.3.4. Incertidumbre sobre la conducta apropiada


El niño desconoce cuál es el comportamiento adecuado durante la estancia hospitalaria. La mayoría intenta compla-
cer a los adultos ajustando su conducta a las expectativas de los padres y del personal sanitario, que esperan que se
comporte como un “buen paciente”, dócil y obediente a sus requerimientos, y sin presentar conductas disruptivas que
interfieran la labor profesional.
En esta situación confluyen tres posturas:
1. El niño, temeroso, quiere complacer a los adultos (padres y personal sanitario)
2. Los padres esperan del niño un comportamiento acorde con el lugar.
3. El personal sanitario aguarda a un “buen paciente”, dócil y sumiso a sus peticiones, que no presente conductas dis-
ruptivas que dificulten o alteren el buen hacer de su labor.

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2.4. Estresores asociados a las relaciones personales


2.4.1. Separación de los familiares
Los estudios de Spitz sobre el síndrome de hospitalismo, a los que se añadió posteriormente los trabajos de Bowlby y
Robertson en la década de los cincuenta del siglo pasado, probaron el perjuicio ocasionado al niño por la ausencia
de los padres durante la hospitalización, al producir alteraciones emocionales y conductuales, principalmente en los
menores de cinco años (Mendoza y Cobo, 1986).
Para Alonso (2005), la dinámica de la interacción entre el enfermo y su familia durante la hospitalización depende
de los vínculos preexistentes, de modo que la falta de comunicación, estructuras aglutinadas o con roles fijos e inflexi-
bles contribuirán a limitar los efectos beneficiosos que la familia podría tener sobre la recuperación del niño. En con-
tra, familias con relaciones equilibradas y flexibles contribuirán a una mayor red de apoyo y a captar las necesidades
del enfermo (cuándo dejarlo solo, cuándo estar en silencio, cómo tranquilizarlo si sufre).

2.4.2. Alteración emocional de los padres


La hospitalización es un acontecimiento estresante también para los padres, que informan de reacciones negativas
como ansiedad, miedo, indefensión, depresión, confusión, alteración del sueño, pensamientos intrusivos y disminu-
ción del rendimiento (Berenbaum y Hatcher, 1992).
El nivel de ansiedad de los padres, sobre todo de la madres, causa malestar al niño (Kain, Mayes, O’Connor y Ci-
chetti, 1996). Brophy y Erickson (1990) hallaron una relación curvilínea entre ansiedad materna y tasa cardíaca del hi-
jo. Carlson, Council y Gravley (1991) constataron que la ansiedad-rasgo materna y relaciones madre-hijo inadecuadas
(por ejemplo, sobreprotección) predecían un peor ajuste a la hospitalización.

2.4.3. Contacto con desconocidos


La hospitalización implica relacionarse con personas desconocidas: personal sanitario, otros pacientes pediátricos,
etc. Este estresor es especialmente relevante para niños con ansiedad social y/o con hospitalizaciones repetidas.
La capacidad que el niño hospitalizado tiene para relacionarse de forma conveniente con el personal sanitario y con
otros niños le permite el no aislarse, obtener información y expresar sus sentimientos mediante conductas y expresio-
nes acordes con la edad y la situación.

3. FACTORES AMORTIGUADORES
3.1. Factores ambientales
3.1.1. Entorno físico
Un ambiente amable, cálido y adaptado a las necesidades reales del niño hospitalizado y sus familiares favorece la
integración del niño en el hospital. Ullán, Belver, Fernández, Serrano, Delgado y Herrero (2012) proponen atender a
los aspectos del entorno físico como la decoración (color de las paredes, figuras decorativas), arquitectónicos (pasi-
llos, espacios específicos, habitaciones adaptadas, salas de juego, aulas hospitalarias) y estructurales (iluminación, vi-
sión del exterior, control de la privacidad e intimidad, separación de los niños de otros pacientes adultos).

3.1.2. Apoyo social


3.1.2.1. Familiar
Los padres desempeñan una doble función como figuras de apoyo en el proceso hospitalario. Por un lado son los
principales agentes que proporcionan estimulación placentera y reforzamiento positivo, por otro actúan como mode-
los de afrontamiento que el niño observa e imita.
Peterson y Mori (1988) distinguen tres tipos generales de pacientes según el estilo de afrontamiento:
1. Pacientes sensibilizadores, vigilantes o “afrontadores”. Solicitan y buscan información, piensan en el procedimiento
médico y confeccionan planes para afrontarlo.
2. Pacientes represores, negadores o “evitadores”. No desean información y evitan pensar en el procedimiento médico.
3. Pacientes combinatorios, neutrales o “mixtos”. Alternan las dos pautas anteriores. Los autores consideran que para
el personal sanitario este tipo es el más complicado de manejar, debido a que su actitud contradictoria dificulta sa-
ber cuándo quiere información y cuándo la rechaza.

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El afrontamiento paterno adecuado de la hospitalización, incluyendo el apoyo al hijo, minimiza el impacto negativo
de la hospitalización. En esta línea, la situación económica y laboral favorable permite a la familia mayor disponibili-
dad de tiempo y contribuyen a que los cuidados dispensados sean de más calidad. Otros factores, como la lejanía del
hospital y el elevado número de hermanos, limitan el apoyo familiar al niño hospitalizado (Scaife y Campbell, 1988).

3.1.2.2. Sanitario
Las relaciones cálidas y cordiales de los profesionales de la salud con el niño y sus padres ejercen un efecto positivo.
La empatía médica reduce la ansiedad en situaciones estresantes, por lo que hay que superar la relación médico-pa-
ciente que sea:
1. Asimétrica: el médico es la figura de autoridad que prescribe el tratamiento y el papel del enfermo se limita a cumplirlo.
2. Técnica: el médico es el profesional que presta sus servicios y el enfermo es el cliente que los demanda.
3. Impersonal: el contacto con el médico es muy reducido debido a la presión asistencial.

3.2. Personales
3.2.1. Edad
El desarrollo cognitivo, afectivo, motor y social depende de la edad, determinando la capacidad de procesamiento
de información, el lenguaje comprensivo, la expresión verbal de sentimientos y necesidades, el grado de autonomía
personal y el estilo de afrontamiento.
La edad condiciona qué aspectos de la hospitalización atemorizan al paciente pediátrico. Por ejemplo, a menor
edad menor preocupación por el procedimiento médico en sí mismo y mayor inquietud por entablar una continuidad
entre el hospital y el ambiente familiar (Carney y cols., 2003). Así, el niño pequeño ansía mantener los elementos de
seguridad y estabilidad como las figuras de apoyo (padres, muñecos, etc.), su juguete favorito o su comida preferida
que le permiten vincular en gran medida el hospital con su hogar. En cambio, a partir de la pre-adolescencia las prin-
cipales preocupaciones se centran en las relaciones sociales con los iguales, el desarrollo de la individualidad y las
secuelas físicas visibles.

3.2.2. Sexo
Si bien diversos autores consideran que el sexo no influye en las respuestas dadas a la hospitalización, otros obser-
van que las niñas tienden a informar de más temores y ansiedad que los niños debido a razones educativas y cultura-
les. De igual modo, el sexo tampoco influye sobre el locus de control, las conductas de afrontamiento o la percepción
que el niño tiene sobre la eficacia de estas conductas con la hospitalización (Bossert, 1994).

3.2.3. Historia de aprendizaje


Las experiencias pasadas influyen en la forma como el niño afronta la hospitalización. Las relaciones médicas u hos-
pitalarias anteriores afectan de forma diferente en función de su naturaleza. Si fueron breves, intensas y negativas exis-
te una elevada probabilidad de producir sensibilización aumentando la vulnerabilidad infantil, mientras que si
resultaron altamente positivas contribuyen al ajuste del niño a la nueva situación.

3.2.4. Repertorio de estrategias de afrontamiento


Las estrategias de afrontamiento descritas en los niños hospitalizados son variadas:
1. Búsqueda/evitación de la información: La estrategia de búsqueda de información aumenta con la edad y correlacio-
na positivamente con la conducta colaboradora durante la hospitalización.
2. Contramedida/búsqueda de apoyo: La primera se refiere a cualquier acción física y cognitiva para escapar o mitigar
el efecto de la situación estresante (p. ej., ignorar al médico, dormir, evitar pensar en ello, ver la televisión, etc.);
mientras que la segunda consiste en relaciones con otras personas (p. ej., solicitar la presencia de los padres, coger
a alguien de la mano, llamar a los amigos por teléfono, hablar con el compañero de habitación, etc.).
La eficacia de las estrategias de afrontamiento está mediatizada, en parte, por el contexto, de tal modo que la perso-
na utiliza uno u otro recurso en función de la situación específica. Esto es particularmente importante para el personal
de enfermería, en cuanto que determina el momento, contenido y nivel de profundidad con el que se debe transmitir
la información (Oldfield, 2001).

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TABLA 4
CINCO TIPO DE PACIENTES INFANTILES (BEUF, 1989)
1) El niño rebelde: se refiere al niño que protesta e intenta saltarse las normas, siendo una estrategia con la que éste pretende mantener algo de su identidad y poder
dentro de la institución.
2) El huésped gregario: totalmente opuesto al primero, y tradicionalmente conocido como el buen paciente. Este niño evita las protestas, respeta las normas y coopera
sin oposición en la aplicación de los procedimientos médicos..
3) El niño que adopta el papel de enfermo: se describe como aquel que se acoge a las estrategias de estar en cama, se preocupa por la salubridad de la comida, los
resultados de las analíticas, etc. Es el paciente que vive su enfermedad y con ella intenta manipular el ambiente (padres, familiares y personal sanitario).
4) El pequeño estudiante de medicina: se refiere al niño que ha sido hospitalizado con anterioridad y que emplea terminologías propias del personal hospitalario, y
suele conocer las normas y sus derechos como paciente.
5) El niño retraído/deprimido: se aparta de la interacción social, evitando el contacto con sus iguales y con el personal sanitario. Este paciente se convierte en un
niño de difícil accesibilidad en cuanto que oculta sus pensamientos y emociones.

4. CONSECUENCIAS EMOCIONALES DE LA HOSPITALIZACIÓN


La hospitalización repercute negativamente en el niño. De Mula-Fuentes et al. (2017) señalan que los niños hospitalizados
pueden tener consecuencias negativas en lo emocional y lo conductual, más allá del periodo de admisión. (véase Tabla 5).
Las repercusiones negativas de la hospitalización persisten incluso después del alta médica, 1993), encontrándose
que a mayor ansiedad prequirúrgica mayor probabilidad de presentar conductas posthospitalarias negativas (Hatipo-
glu, Gulec, Lafli y Ozcengiz, 2018), de hecho se ha comprobado que un porcentaje significativo de niños continuaba
mostrando ansiedad ante los médicos y los hospitales después de un año del alta (Kain et al. 1996).
El hecho de que la hospitalización sea un acontecimiento estresante no implica necesariamente que afecte de forma negati-
va al niño. Brophy y Erickson (1990) consideran que la mayoría de los niños no muestran reacciones extremas. Del mismo
modo, otros autores tampoco observaron cambios importantes en la conducta infantil dos semanas después de intervenciones
quirúrgicas que requirieron estancias hospitalarias breves (Ortigosa, Méndez y Olivares, 1998). La hospitalización es un acon-
tecimiento estresante que ofrece al mismo tiempo la oportunidad de aprender a superar con éxito situaciones difíciles, poten-
ciando la autoconfianza del niño y mejorando sus habilidades de afrontamiento, incluso en el caso de los pequeños. El
incremento de los efectos positivos es parcialmente atribuible a los recientes cambios en política sanitaria y a la creciente to-
ma de conciencia por parte de los profesionales de la salud de las necesidades psicológicas del niño.

TABLA 5
RESPUESTAS DESCRITAS ANTES, DURANTE Y DESPUÉS DE LA HOSPITALIZACIÓN (LÓPEZ Y ÁLVAREZ-LLANEZ, 1995; VILLAR, 1995)

ANTES DURANTE DESPUÉS

Ansiedad Negación Dependencia Agresividad


Trastorno del sueño Depresión Hospitalismo Retraimiento
Temor a la pérdida de la imagen Ansiedad Trastorno digestivo Falta de concentración
corporal Trastorno del sueño Temblor Rechazo a comer
Hiperactividad Irritabilidad Miedo
Llanto Conductas de etapas anteriores Conductas de etapas anteriores
Hipervigilancia Estrés general
Mutismo Desmayo
Aislamiento

5. EVALUACIÓN
Cuando un niño ingresa en el hospital entra en contacto con un ambiente que le proporciona un gran número de estímu-
los, algunos conocidos y otros no, que provocan reacciones distintas según un paciente u otro. El estudio de los estímulos,
las variables mediadoras y las respuestas está fundamentado en la evaluación del paciente en interacción con un ambiente
natural como el hospitalario. Palomo (1995) enumera los siguientes objetivos de la evaluación psicológica hospitalaria:
1. Conocer cómo un determinado niño percibe diversos acontecimientos que ocurren en la experiencia de la hospita-
lización, se siente afectado y se comporta ante ellos.
2. Conocer cómo los padres o familiares perciben la experiencia de tener un hijo hospitalizado, se sienten afectados y
se comportan ante ella.
3. Saber cómo los padres se relacionan con los hijos antes, durante y después de la citada experiencia.
4. Planificar el programa de preparación en función de los datos obtenidos, el motivo de la hospitalización, las carac-
terísticas individuales y los recursos personales y materiales disponibles. La evaluación en este ámbito no está
exenta de dificultades, algunas propias del entorno hospitalario y otras comunes a la evaluación infanto-juvenil.

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Entre las más importantes destacan (Quiles y Pedroche, 2000):


1. Períodos disponibles para la evaluación. En el medio sanitario existen situaciones en las que se dispone de poco
tiempo para la evaluación, lo que hace necesarios instrumentos que se puedan cumplimentar rápidamente. Un
ejemplo de esta necesidad está presente en la evaluación prequirúrgica (momentos antes de que el niño acceda al
quirófano) o en una situación breve como la aspiración de médula ósea.
2. Enfoque de desarrollo. Al seleccionar los instrumentos de evaluación, es necesario considerar la edad y el nivel de
desarrollo del niño, así como su vocabulario y habilidades de comunicación, que afectarán tanto a la comprensión
de la prueba como a la calificación de una conducta como clínicamente significativa. Asimismo, hay tener cuidado
con la adaptación de instrumentos realizados para adultos, ya que en ocasiones que resulta inadecuada y no es po-
sible comparar métodos y resultados de un grupo de edad con otro.
3. Especificidad de las pruebas de evaluación. Actualmente la evaluación del niño hospitalizado se realiza mediante
instrumentos generales, desarrollados y validados en población no hospitalizada, e instrumentos específicos para
esta población. Entre éstos últimos encontramos un gran número de pruebas de las que se desconocen sus propie-
dades psicométricas, ya que fueron creadas principalmente para detectar cambios tras la aplicación de programas
de preparación psicológica de muestras de pequeño tamaño, pero que se utilizan con mucha frecuencia en la in-
vestigación y práctica hospitalaria. (véase Tabla 6).
4. El remitente no es la persona objeto de la evaluación, sino que los pacientes son referidos al centro sanitario por de-
cisión de un adulto. Por ello, es necesario disponer de instrumentos que sean atractivos, y no conviertan la tarea de
evaluación en una actividad tediosa e incómoda para el niño.
5. Control del medio. La evaluación infantil hace especial hincapié en el estudio de las variables ambientales (p. ej.
Los comportamientos y comentarios de los adultos que se encuentran junto al paciente) que afectan a la respuesta
del pequeño a los estresores hospitalarios. Para dar respuesta a esta necesidad han surgido las escalas de observa-
ción de la interacción entre el niño y los adultos durante los procedimientos médicos.

TABLA 6
INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN PSICOLÓGICA PARA EL ÁMBITO HOSPITALARIO Y QUIRÚRGICO

Autoinformes

Autoinfomes para niños y adolescentes


4 Escala de Apreciación de Miedos al Hospital (Hospital Fears Rating Scale, HFRS) (Melamed y Siegel, 1975).

4 Inventario de Afrontamiento Cognitivo en el Hospital (Hospital Cognitive Coping Inventory, HCCI-C)” (Brophy y Erickson, 1990).

4 Cuestionario de Preocupaciones sobre la Cirugía infantil-Forma adolescentes (11-14 años) (Quiles, Méndez y Ortigosa, 1998).

4 Cuestionario de Preocupaciones sobre la Cirugía infantil-Forma Niños (7-10 años) (Quiles, Ortigosa y Méndez, 1999).

Autoinfomes para padres


4 Escala de Satisfacción de los Padres con los Cuidados Médicos de sus Hijos (Parent Medical Interview Satisfaction Scale, P- MISS) (Lewis, Scott, Pantell y Wolf, 1986;
adapt. Esp. Ochoa, Reparáz y Polaino-Lorente, 1996).
4 Inventario Pediátrico para Padres (Pediatric Inventory for Parents, PIP). (Streisand, Braniecki, Tercyak, y Kazak, 2001).

4 Escala de Satisfacción de los Padres con la Hospitalización de su Hijo (Lewis, Scott, Pantell y Wolf, 1986).

4 Escala de Locus de Control para Padres de Niños Hospitalizados (Devellis, Devellis, Revicki y otros, 1986).

4 Escala de Evaluación del Dolor Postoperatotio (Chembers, Finley, McGrath y Walsh, 2003; adapt. esp. Ullán, Perelló, Jeréz, Gómez, Planes y Serrallonga, 2013).

Escalas analógicas visuales

4 Escala análoga coloreada (Chambers y cols., 2005).


4 Escalas de caras (McGrath y cols., 1990; Wong-Baker, 1988).

Escalas de observación

4 Escala de Evaluación del Comportamiento durante los Procedimientos (The Procedural Behavior Rating Scale, PBRS) (Katz, Kellerman y Siegel, 1980).
4 Escala de Ansiedad Pre-quirúrgica de Yale (The Yale Preoperative Anxiety Scale, YPAS) (Kain, Mayes, Ciccheti, Caramaico, Spieker y cols., 1995; versión abreviada:
Jenkins, Fortier, Kaplan, Mayes y Kain, 2014).
4 Listado de Conductas de Afrontamiento Infantil Durante los Procedimientos Médicos Intrusivos (Children’s Coping Strategies Checklist-Intrusive Procedures) (Ritchie,

Caty, Ellerton y Arklie, 1990).


4 Listado para la Sala de Recuperación (The Recovery Room Cheklist) (Peterson y Toler, 1986).

4 Escala de Interacción Niño-Adulto Durante los Procedimientos Médicos (The Child Adult Medical Procedure Interaction Scale, CAMPIS)” (Blount, Corbin y Wolfer,

1987).
4 Cuestionario de Conductas Post-Hospitalarias (Posthospital Behavior Questionnaire, PHBQ)” (Vernon, Schulman y Foley, 1966; Jenkins, et al., 2017).

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6. INTERVENCIÓN
La preparación psicológica a la hospitalización infantil hace referencia a todo tipo de actuación procedente de esta
disciplina cuyo objetivo es aliviar el estado emocional del niño y los padres como consecuencia del ingreso en el hos-
pital. La intervención se debe realizar en un marco multidisciplinar, planificado y/o estructurado, que atienda a las ne-
cesidades individuales mediante procedimientos eficaces aplicados por personal entrenado en el manejo de las
distintas técnicas y situaciones (Ortigosa y Méndez, 2000).
Desde finales de los años sesenta, y sobre todo a partir de los setenta, se ha desarrollado un interés creciente por es-
tudiar distintas formas de intervención para reducir el estrés causado por la hospitalización. Los programas de prepa-
ración a la hospitalización persiguen cinco objetivos: proporcionar información al niño, alentar la expresión
emocional, establecer una relación de confianza entre el niño y el personal sanitario, informar a los padres, y enseñar
estrategias de afrontamiento al niño y a los padres. (véase Tabla 7).
Peterson y Mori (1988) distinguen tres tipos de preparación a la hospitalización pediátrica:
1. Preparación para potenciales hospitalizaciones futuras. El objetivo de estos programas es preparar a los niños por
anticipado ante la posibilidad de que ingresen por urgencias, por ejemplo un accidente de tráfico, situación en la
que no hay tiempo para llevar a cabo una adecuada acción preparatoria.
2. Preparación de pacientes pediátricos que van a ser sometidos en el hospital a procedimientos médicos no quirúrgi-
cos como inyecciones, extracciones de sangre, retiradas de moldes, catéteres cardíacos, punciones lumbares, aspi-
raciones de médula ósea, hidroterapia para quemados, etc., o que son ingresados para el tratamiento no quirúrgico
de su enfermedad, como crisis asmáticas graves, cuadros de deshidratación, ataques epilépticos, etc.

TABLA 7
INTERVENCIONES NO FARMACOLÓGICAS DE ORIENTACIÓN PSICOLÓGICA
Modificación del ambiente 4 Decoración: acciones artísticas encaminadas a pintar u ornamentar estancias del hospital.
4 Salas de juego: creación de espacios específicos dedicados a la actividad lúdica y de ocio.
4 Arquitectura: adecuación de zonas de tránsito, salas y estancias a las características y necesidades del paciente.

4 Aparataje: simulación de equipo médico con motivos artísticos.

Intervenciones cognitivas 4 Distracción cognitiva: técnicas cognitivas para desviar la atención en el dolor relacionado con el procedimiento o actividades
inversas específicas (p.ej. contar, escuchar música, conversaciones no relacionadas con el procedimiento).
4 Imaginación: técnica cognitiva utilizada para alentar al niño a tolerar el dolor o el malestar relacionado con el procedimiento. La
misma consiste en alentar al niño a visualizar un objeto o experiencia agradable (p.ej., bosque encantado).
4 Hipnosis: disociación de una experiencia dolorosa y malestar mediante inducción hipnótica, sugerencias y fantasía imaginada;
similar a la imaginería aunque más comprometida. Dada la superposición entre la imaginería y la hipnosis, en caso de haber dudas,
se confió en las definiciones del autor para distinguirlas.
4 Preparación/Educación/Información: explica los pasos de los procedimientos o proporciona información sensorial asociada con el
procedimiento o ambas. Esta técnica puede incluir instrucciones acerca de los elementos que necesitará el niño durante el
procedimiento. La intención es proporcionar información para ayudar al niño a conocer los objetivos del procedimiento.
4 Detención de los pensamientos negativos: el niño repite ‘detente’ o una frase similar cuando experimenta dolor o malestar.

4 Sugerencia: Proporción de señales verbales o no verbales al niño que sugieren que la intervención administrada podría reducir el
dolor y/o el malestar.
4 Autoafirmaciones de superación: el niño repite una serie de pensamientos positivos (p. ej., ‘Puedo hacerlo’; ‘Pronto finalizará’).

4 Alteración de la memoria o Modificación de los recuerdos: ayuda al niño a convertir recuerdos negativos del procedimiento en
positivos.

Intervención conductual 4 Distracción conductual: técnicas conductuales para desviar la atención del dolor relacionado con el procedimiento o actividades
inversas específicas (videos, juegos, libros interactivos).
4 Entrenamiento en relajación muscular progresiva (RMP): tensión y relajación progresiva de los grupos musculares, uno por vez.

4 Ejercicios respiratorios: se centra en la respiración profunda o la respiración del diafragma y no el tórax (p.ej., inflar globos, soplar
burbujas de jabón, inflar o desinflar un neumático al inhalar / exhalar).
4 Modelado:  demostración de conductas de superación positivas durante un procedimiento ficticio por otro niño o un adulto (en
general con el uso de modelo filmado).
4 Ensayo: práctica con conductas de superación positivas demostradas durante el modelo.

4 Desensibilización: exposición sistemática gradual a los estímulos temidos. Puede incluir el desarrollo de una jerarquía de tareas
relacionadas con los estímulos temidos y superación exitosa de las tareas fáciles antes de continuar con las más difíciles.
4 Reforzamiento positivo: consiste en ofrecerle al niño afirmaciones positivas o recompensas tangibles, o ambas, después del
procedimiento doloroso (p.ej., calcomanías, juguetes, juegos, trofeos pequeños).
4 Entrenamiento para padres:  consiste en entrenar a los padres (no el niño) para que participen de las estrategias conductuales
mencionadas. El objetivo es reducir el malestar de los padres y el dolor o el malestar del niño o ambos.
4 Realidad virtual:  uso de la tecnología y los equipos de realidad virtual para absorber la atención del niño. En general anteojos y
dispositivos auditivos para proporcionar estímulos auditivos simultáneos. Es más comprometida que la distracción (ver definición
anterior).

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3. Preparación de pacientes pediátricos hospitalizados para una intervención quirúrgica. La mayoría de los programas
de preparación a la hospitalización se aplica en casos de cirugía programada, que permite preparar al niño para
enfrentarse a la operación. Aquí cabe diferenciar si la intervención quirúrgica se acompaña de una hospitalización
de larga estancia, de corta estancia o sin ingreso, pues este hecho mediatiza tanto el tiempo de que se dispone co-
mo del objetivo de la preparación.

6.1. Modificación del ambiente y control estimular


Un primer aspecto a abordar es la modificación del ambiente y el control de estímulos aversivos para el niño. Den-
tro del movimiento activo de humanización de los hospitales pediátricos se encuentran numerosas iniciativas en de-
coración y arquitectura para adaptar los entornos hospitalarios a las necesidades de los niños y sus familias (Ullán &
Belver, 2008).
Acomodar la habitación con elementos y pertenencias que generen un ambiente más reconocible ayudará al niño a
mantener un contacto con su entorno habitual y le proporcionará una atmósfera familiar. Del mismo modo, evitar la
sobreestimulación sensorial (p. ej., luz y ruidos excesivos e innecesarios de algunos equipos) alejará los estímulos es-
tresantes (Angulo y Merono, 2009). Si no fuera posible eliminarlos, sí sería bueno informar al niño sobre la proceden-
cia de esos estímulos, lo cual le ayudará a identificarlos e integrarlos en el contexto.
Otra estrategia que se está aplicado en algunos hospitales es la disimulación de aparataje u otros artefactos mediante
elementos decorativos. Por ejemplo, la decoración de la sala de resonancia magnética como un submarino o una na-
ve espacial (consúltese: https://reddedalo.wordpress.com/2014/09/19/el-hospital-infantil-sant-joan-de-deu-convierte-
las-pruebas-de-diagnostico-en-una-aventura-espacial/) o la inclusión de las bolsas de medicación en mochilas
adornadas con personajes o motivos atractivos para los niños (consúltese: https://www.diarioinformacion.com/vega-
baja/2018/06/29/superheroes-ninos-hospitalizados/2037792.html).
Hay que tener en cuenta que cuando se aborda esta cuestión con adolescentes que son ingresados en plantas pediá-
tricas, los chicos y chicas tienden a rechazar las atmosferas hospitalarias infantiles (Ullán et al., 2012).

6.2. Información
La falta de información, o la información errónea, convierte los eventos en potenciales estresores, por lo que propor-
cionar información precisa y adecuada sobre la hospitalización ayuda a mitigar el estrés.
La trasmisión de información es considerada el procedimiento de preparación más utilizado en los hospitales pediá-
tricos y generales (Ortigosa et al., 1998). Es el medio más accesible para proporcionar información al niño, aunque no
por ello es el más eficaz, pues aunque suponga un incremento de conocimiento, la mera transmisión de información
no asegura su asimilación y posterior manejo. De este modo, la información se considera necesaria, pero insuficiente
para una completa preparación pre-hospitalaria por lo que es aconsejable presentarla en combinación con otras técni-
cas.
Para que la intervención psicológica tenga éxito debe fundamentarse en la transmisión de información coherente pa-
ra el niño. Por tanto, hay que tener en cuenta la edad, el desarrollo cognitivo, las experiencias hospitalarias previas y
el tipo de problema para el que se aplica (Copanitsanou y Valkeapää, 2014).
El formato de presentación de la información es variado. Por un lado, están los que requieren una mayor elabora-
ción como son el audiovisual o los programas multicomponentes que suponen mucho esfuerzo en su aplicación junto
con una mayor preparación y dedicación por parte del personal hospitalario. En cambio, la presentación de informa-
ción en formato oral o escrito supone un menor coste económico en la realización, así como una aplicación más có-
moda y rápida.
Los autores sugieren evitar las explicaciones farragosas y terminología médica de difícil comprensión, especialmente
con niños, y adaptar la información a cada grupo de edad. Por ejemplo McGraw (1994) da algunas orientaciones ge-
nerales para informar a los niños que van a someterse a una intervención quirúrgica (véase tablas 8 y 9). Además se
ha comprobado que es preferible presentar la información por el canal visual y auditivo que solo por este último (Ha-
tipoglu et al., 2018)

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TABLA 8
ORIENTACIONES GENERALES PARA INFORMAR AL NIÑO SOBRE UNA INTERVENCIÓN QUIRÚRGICA
EDAD CARACTERÍSTICAS GENERALES

UNO A TRES AÑOS A través de su pensamiento mágico pueden aceptar cuentos y canciones.

TRES A SEIS AÑOS Pueden mostrar interés por algunas cuestiones. La explicación por sí misma es más importante que la exactitud del contenido de la
información. Dar sensación de dominio y participación (p. ej., coger la mascarilla)

SIETE A DOCE AÑOS Necesidad de obtener más información y más exacta.

ADOLESCENTES Información sobre pérdida de control, despertar prematuro, no despertar, muerte.

TABLA 9
CONTENIDO DE LA INFORMACIÓN QUE SE DEBE TRANSMITIR ANTE UN PROCEDIMIENTO MÉDICO
CONTENIDO DE LA INFORMACIÓN DESCRIPCIÓN

Sobre el proceso Naturaleza de la intervención médica, cómo, cuándo, dónde y quiénes le van a intervenir. Fases o etapas por las que pasará
durante su hospitalización, cuánto tiempo durará, quién estará con él, cuánto tardará en recuperarse, etc.

Sobre sensaciones Percepción de las sensaciones asociadas al tipo de intervención: dolor, rigidez, somnolencia, cansancio, náuseas, picor,
opresión, sonidos, olores, etc.

Sobre la enfermedad Datos sobre la enfermedad: causas, epidemiología, mortalidad, pronóstico, tratamiento y cambios de vida asociados a
dicha enfermedad.

Sobre aparataje e instrumental Aspecto y función del aparato/instrumental. Finalidad de su uso. Modo de empleo.

Sobre la conducta del sujeto Comportamientos para favorecer el bienestar y recuperación del paciente: moverse despacio, mantener determinada
postura en la cama, toser, respirar profundamente, etc.

Dentro de este apartado se incluye la visita/recorrido hospitalario, que, sola o en combinación con otras técnicas,
tiene a la información como componente fundamental. Es un tipo de intervención de bajo costo que consiste en hacer
un recorrido guiado por departamentos del hospital con los que el niño va a tener contacto durante su estancia hospi-
talaria. Durante la visita se permite que el niño obtenga información y aclare sus dudas mediante períodos de discu-
sión. En el caso de la cirugía, los niños observan al personal quirúrgico ataviado con su ropaje característico. También
se les permite tocar y explorar varias piezas del aparataje quirúrgico como la máscara de anestesia, el monitor cardía-
co, el equipo intravenoso y el monitor de presión arterial. Además, los niños visitan la sala de espera donde permane-
cerán sus padres durante la operación, resaltándoles que éstos estarán cerca de ellos.

6.3. Audiovisuales
El uso del audiovisual ha recibió una atención especial a la hora de preparar a los niños a la hospitalización en ge-
neral y/o a procedimientos médicos concretos. No obstante, se trata también del procedimiento de preparación que
más ha cambiado en los últimos años, principalmente por varios motivos: la rápida evolución en el desarrollo de nue-
vos medios audiovisuales, la facilidad e identificación en el manejo por parte del niño, y la mejora en la relación de
su coste-beneficio.
Chow et al (2015) proponen que los audiovisuales implican varios mecanismos potenciales para reducir la ansiedad:
la distracción pasiva/activa y el aprendizaje y/o ensayo (véase Figura 2). En la primera se incluyen los dibujos anima-
dos y los juegos interactivos, mientras que la segunda comprende los programas educativos y el modelado simbólico.

6.3.1. Distracción pasiva/activa


La distracción es una estrategia que pretende alejar el foco de atención de la fuente de estrés (cirugía, inyección,
etc.), dirigiéndolo a una actividad totalmente diferente que atraiga la atención del niño.
Dentro de la distracción pasiva, en la que la atención se realiza sin ningún esfuerzo ya que el objeto nos es grato, se
incluye el uso de los dibujos animados en las salas de espera (Biddiss, Knibbe, y McPherson, 2014). En cambio, la dis-
tracción activa requiere de la participación del niño y mayor concentración en la tarea como en el caso de los video-
juegos (Primack et al., 2012). Por ejemplo, Patel, Schieble, Davidson, Tran, Schoenberg y Delphin (2006) estudiaron

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FIGURA 2
MODELO TEÓRICO PROPUESTO POR CHOW EL AL (2015) PARA EXPLICAR LOS MECANISMOS POTENCIALES POR LOS
QUE EL AUDIOVISUAL REDUCE LA ANSIEDAD PREQUIRÚRGICA

la eficacia de la distracción activa mediante el uso de un videojuego manejado con consola portátil para reducir la
ansiedad preoperatoria en niños de 4 a 12 años. Concluyeron que esta alternativa “puede ofrecerse a la mayoría de
los niños como un método económico, fácil de implementar, portátil y de bajo costo para reducir la ansiedad en el
área prequirúrgica y durante la inducción de la anestesia. La distracción mediante una actividad placentera y familiar
proporciona el alivio de la ansiedad, probablemente a través de la absorción cognitiva y motora” (p. 1).

6.3.2. Aprendizaje y/o ensayo


En el año 1975, Melamed y Siegel publicaron los resultados de proyectar la película “Ethan se opera” (Ethan has an
operation), en la que un niño de siete años afrontaba la hospitalización para operarse de una hernia. Durante el metraje
se representaban quince situaciones que la mayoría de los niños experimentan desde su ingreso hasta su alta: admisión,
información al niño sobre la planta pediátrica, presentación del personal sanitario, exposición de material médico estan-
darizado, realización de un análisis de sangre, separación de la madre, y escenas en el quirófano y en la sala de recupe-
ración. Las explicaciones sobre procedimientos hospitalarios las realizaba el personal médico, mientras que el niño
describía sus sentimientos y preocupaciones en cada fase de la experiencia hospitalaria. La película mostraba al niño
afrontando las situaciones y superando la ansiedad inicial. (véase Tabla 10). Si viene no es ésta la primera experiencia
con un audiovisual en el ámbito quirúrgico, si se la considera, con el paso de los años, la más representativa.

TABLA 10
PRINCIPALES COMPONENTES DEL AUDIOVISUAL BASADO EN EL APRENDIZAJE Y/O ENSAYO
COMPONENTE DESCRIPCIÓN

Información Sobre procesos, sensaciones, enfermedad, aparataje e instrumental, conducta del sujeto.

Modelos Humano y/o no humano. En el primer caso respetar la edad y el género del niño.

Momentos Estará en función del procedimiento médico al que vaya dirigido el DVD. Una propuesta es incluir los 6 puntos de estrés
en cirugía: ingreso en el hospital, preparación, separación de los padres, inyección pre-quirúrgica, traslado al quirófano
e inducción de la anestesia. A ellos se añaden la recuperación y el retorno a la vida cotidiana.

Estrategias de afrontamiento Distracción, respiración profunda, relajación muscular, autoafirmaciones/autoverbalizaciones.

Personal sanitario Presentar al personal sanitario con el que el niño vaya a interactuar explicando sus funciones y la forma de acceder a él.

Narrador Niño/a: Narrar los pensamientos, sentimientos y experiencias del modelo. Adulto: Presentar al personal sanitario, normas
básicas de funcionamiento, y los espacios destinados al paciente infantil.

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En el ámbito de la hospitalización infantil, la informática ofrece posibilidades que comprenden actividades a través
de internet y programas multimedia (Quiles, Ortigosa y Méndez, 2003). En España hay experiencias en el Hospital
Virgen del Rocío de Sevilla y en el Sant Joan de Deu en Barcelona.
En esta línea, una nueva propuesta audiovisual ha surgido en las últimas décadas bajo la denominación de “Inter-
venciones adaptadas basadas en la Web” que se ha mostrado efectiva en áreas como el tabaquismo (Dijkstra y Vries,
1999), el control del cáncer de mama (Rakowski et al., 1998), y las dietas saludables (Brug, Oenema y Campbell,
2003).
Una experiencia en la preparación a la hospitalización y la cirugía nos la ofrece el grupo de Zeen N. Kain mediante
la webTIPS (vendría a traducirse como “Consejos en la web”), como herramienta informática que permite crear pági-
nas web interactivas con múltiples posibilidades para la evaluación emocional del niño y los padres, así como la pre-
paración de cara a la cirugía (Fortie y Kain, 2014; Fortier, Bunzli, Olshansky et al., 2015; Kain, Fortier, Chorney y
Mayes, 2015). Kain et al. (2015) señalan que conceptualmente los programas de preparación psicológica a la cirugía
se pueden dividir en genéricos, personalizados y adaptados. Un ejemplo de las primeras se encontraría en las hojas o
folletos informativos (e. g. Kassai et al., 2016). En cambio las segundas se ejemplificarían en los programas de vida pa-
ra la infancia (Child life programs) que se personalizan según la edad y el sexo del niño, pero sin tener en cuenta otras
características (e. g., Cashin y Witt, 2010). Finalmente las intervenciones adaptadas permiten adecuar la intervención
a las características específicas del niño. Los datos necesarios para la adaptación se pueden obtener de una fuente
preexistente o ser introducidas por alguno de los padres. Esta intervención está accesible en internet para los padres y
los niños, antes, durante y tras la cirugía; y adaptada a las características de ambos. En el programa se pueden encon-
trar animaciones y juegos para que los niños se familiaricen con lo que va a suceder en el hospital (p. ej., un juego les
permite ponerse una máscara de anestesia recortable).
Otro ejemplo de programa en la red es “El recorrido quirúrgico virtual” (“Surgery Virtual Tour”). Consiste en una
visita hospitalaria a través de una página web desarrollada por un centro canadiense. Este Tour virtual muestra la uni-
dad de cirugía diurna, la sala de operaciones y la sala de recuperación (incluidos los diversos equipos utilizados) y ex-
plica (verbalmente y por escrito) los eventos que ocurrirán en estos lugares. Los niños pueden navegar a través de las
habitaciones en un ángulo de 180 grados y encontrar más información sobre el equipo del hospital. Hay una sección
escrita detallada para padres con sugerencias para el contenido de preparación preoperatoria. La duración del recorri-
do varia de 15 a 30 minutos (Tourigny, Clendinneng, Chartrand y Gaboury, 2011).
La realidad virtual se ha empleado en algunas procedimientos médicos como la prueba cardiovascular de presión en
frio en niños de 6 a 10 años mejorando la tolerancia al dolor, pero sin hallar diferencias con los videojuegos interacti-
vos (Dahlquist et al., 2010).

6.4. Habilidades de afrontamiento


Habitualmente, los programas de preparación psicológica basados en el entrenamiento en habilidades de afronta-
miento con niños hospitalizados suelen introducir preferentemente la relajación/respiración profunda, la
distracción/imaginación y las autoinstrucciones/ autoverbalizaciones.
El entrenamiento en relajación muscular y respiración profunda tienen las mismas características de las variantes
utilizadas en contextos clínicos, sólo que adaptando el procedimiento a las peculiaridades de la situación hospitala-
ria, como la exigencia de llevarlos a cabo en un período de tiempo muy corto (Méndez y Ortigosa, 2000).
Las estrategias distractoras y de imaginación utilizan escenas placenteras, a menudo en combinación con la relaja-
ción muscular y la respiración. El procedimiento consiste en solicitar al niño que imagine vívidamente una escena
que sea relajante para él y le haga sentirse tranquilo y feliz. Al principio es necesario que describa dicha escena para
valorar su capacidad de creación y mantenimiento de imágenes mentales. De esta forma se comprueba que focaliza
su atención en imágenes sugerentes, relajantes, de gran fuerza emotiva y que no se centra en estímulos que le produ-
cen ansiedad.
Respecto a las autoinstrucciones/autoverbalizaciones, en los programas de preparación psicológica a la hospitaliza-
ción se emplean autoinstrucciones directoras (p. ej., “mira hacia otro lado”) junto a autoverbalizaciones de apoyo con
el fin de que el niño se aplique a sí mismo frases o mensajes que pretenden infundirle valor (p. ej., “puedo manejar la
situación”), o minimizar el carácter aversivo de la situación (p. ej. “pronto habrá pasado todo”).

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6.5. Humor
En la práctica, la preparación a la cirugía suele realizarla los psicólogos o personal médico o de enfermería, con for-
mación en el manejo de estas técnicas. Pero en los últimos años está emergiendo la figura del payaso en este ámbito y
con él un naciente marco de intervención que tiene por objetivo minimizar el impacto que produce esta experiencia
en el bienestar psicológico del niño. Los denominados “payasos de hospital” tienen uno de sus principales referentes
en las ideas y prácticas implantadas por el Dr. Patch Adams en sus intervenciones con pacientes pediátricos. El hu-
mor, la distracción, la expresión artística y la creatividad son los componentes esenciales de la intervención de los pa-
yasos en contextos sanitarios (Raviv, 2013); todo ello en un ambiente reglado por la necesidad de dejar un margen a
la improvisación para adaptarse a las demandas del niño.
Hay que cuidar que el niño no tenga miedo a los payasos (coulrofobia). En este sentido, el payaso, además de infor-
marse previamente de las circunstancias que rodean al paciente, siempre pide permiso para acceder a la habitación.
Más allá del efecto saludable que la risa tiene sobre nuestro cuerpo, parece claro que el sentido del humor es una
estrategia útil para afrontar situaciones adversas y minimizar los efectos negativos de estos ambientes.
En España, la experiencia de los payasos de hospital se concreta en la labor de asociaciones que implementan su in-
tervención dentro de las rutinas hospitalarias (véase Tabla 11).

6.6. Juego
El juego, además de una técnica en sí misma, es un marco de evaluación, intervención y preparación a la hospitali-
zación, indicado especialmente para los más pequeños.
Los programas de juego de hospital se extienden en un continuum conceptual que va desde aquellos que son pura-
mente de diversión o recreativos a aquellos que son terapéuticos o los que se centran en la totalidad del niño (Alegre,
2007). En un extremo del continuum están los juegos de carácter distractor, mientras en el otro encontramos el juego
cuya finalidad es la de informar, desensibilizar y ofrecer estrategias de afrontamiento a través de la actividad lúdica.
En la práctica hospitalaria, aunque se usan de forma simultánea, se distinguen tres modalidades de actividades lúdi-
cas:
1. Juego recreativo. Sirve como entretenimiento o diversión durante el tiempo de ocio en el hospital.
2. Juego educativo. Facilita el adecuado desarrollo.
3. Juego terapéutico. Se utiliza para la expresión de miedos, ansiedades y preocupaciones sobre la estancia en el hos-
pital.
González y Montoya (2001) entienden que las características que debe reunir el juego terapéutico de cara a integrar-
lo en la hospitalización pediátrica son: 1) disponer de un espacio destinado para el juego, 2) poseer juegos adecuados
para distintas edades, que motiven a los niños y tengan en cuenta sus condiciones físicas y psicológicos, 3) establecer
medios para transportar juegos y juguetes y organizar actividades lúdicas dentro de la propia habitación del niño, 4)
disponer de personal capacitado para utilizar el juego como medio de comunicación con los niños, para ayudarles a
reducir su estrés y ansiedad, 5) integrar a los padres en el juego, y 6) en la medida de lo posible, hacer de la hospitali-
zación una experiencia positiva de aprendizaje y de juego para el niño. A ellos hay que unir algunas condiciones para
crear un ambiente en el cual transcurra un buen juego: 1) crear un clima de buena recepción al niño, 2) flexibilizar y
personalizar el juego de modo que el niño tenga la oportunidad de elegir entre una variedad de materiales y equipa-
miento que tenga un significado personal para él, 3) seleccionar materiales de juego apropiados y creativos que sean
variados y familiares, y 4) el juego se desa-
rrollará bajo el apoyo y la dirección cons-
TABLA 11
tante de un adulto (Poster, 1985). GRUPOS Y ASOCIACIONES DE PAYASOS DE HOSPITAL EN ESPAÑA *

Dentro del juego terapéutico se ubica el


Asociación Ubicación Asociación Ubicación Asociación Ubicación
juego de los médicos como marco lúdico
idóneo para el ensayo de conductas y de las AlgaraKlown Guipúzcoa PayaPupas Cataluña SaniClown Madrid
habilidades aprendidas, que combina una Clowntagiosos Zaragoza Papallasos Barcelona SocialClown Ibiza

variedad de actividades con materiales edu- Clowntigo Oviedo PayasoSalud Madrid Sonrisa Médica Mallorca
IrrikiClown Vizcaya PayaSOSpital Valencia TerapiClown Burgos
cativos para desensibilizar al paciente pe-
Nassos Vermells Caleta PupaClown Murcia XaropClown Gerona
diátrico de las potenciales situaciones
estresantes (Ziegler y Prior, 1994). Éste con- La Fundación Theodora actúa a escala nacional, por lo que sus integrantes realizan su labor en
*

distintos hospitales de España.

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siste en entregarle al niño un “kit hospitalario” que incluya varios materiales de juego de orientación médica: jeringui-
llas, vendas, estetoscopios, una tabla de evaluación, esfigmomanómetro, ropas de médico y enfermera, un surtido de
muñecos y marionetas a los que poder asignar varios papeles dentro del juego.
Otro ejemplo de aplicación del juego a la preparación a la cirugía lo presentan Hilly et al. (2015). En su estudio di-
señaron un taller en grupo de una hora de duración que se aplicaba dos semanas antes de la operación. La tarea con-
sistía en jugar con muñecos de Playmobil® y con una maqueta de las instalaciones de quirófano bajo la supervisión
de una especialista. Durante el taller a los niños se les daba la oportunidad de recibir información y preguntar sobre
sus temores y preocupaciones.
Finalmente, una experiencia reciente es el uso de mini-coches eléctricos que reemplazan a las camillas en el trasla-
do a quirófano. De este modo, los niños conducen hasta el quirófano su pequeño vehículo, con lo que experimenta
un momento de diversión, reemplazando el estrés que anticipa un procedimiento médico (consúltese:
https://www.bebesymas.com/noticias/este-hospital-ninos-entran-al-quirofano-ruedas)

6.7. Biblioterapia
El uso de la literatura en sus distintas formas (cuento, fábulas, aventuras) ayuda a los niños a enfrentarse con las preocupacio-
nes y miedos precipitados por la enfermedad, los procedimientos médicos y la hospitalización. Mediante la narración se acti-
van procesos de humor, distracción y aprendizaje simbólico asociados a eventos médico-hospitalarios estresantes.
La bibliopreparación es un complemento terapéutico que provee el cambio a través de los libros al fomentar la expresión
y apaciguamiento emocional, la distracción, la relajación, la superación y las relaciones interpersonales (Soares, 2011).
Las historias pueden complementar las discusiones explícitas acerca de la enfermedad y la preparación para proce-
dimientos y hospitalización. Las ventajas de este procedimiento son (Serradas, 1999):
1. Posibilita las habilidades de toma de perspectiva, ofreciendo otro punto de vista.
2. Facilita la identificación del lector con alguno de los personajes.
3. Permite la formación y/o modificación de creencias, actitudes y opiniones.
4. Estimula la reflexión y el análisis respecto a la historia y su desarrollo.
A través de la literatura infanto-juvenil se trabajan aspectos como el afrontamiento del miedo, la aceptación de la di-
ferencia, la enfermedad, la hospitalización, los afectos y los sentimientos (Carrasco, 2008), todo ello mediante un pro-
ceso de catarsis emocional que implica la identificación con el personaje principal, la historia narrada y el mensaje.
Rooke (1993) señala cinco pasos para implementar la biblioterapia: 1) evaluación, 2) establecer las metas terapéuti-
cas, 3) seleccionar el libro que mejor se ajuste a las objetivos terapéuticos, 4) leer varias veces el libro al niño, y 5) co-
mentar acerca de la historia durante y después de la lectura.
En la tabla 12 se incluyen algunos ejemplos de cuentos y libros dirigidos a la infancia que son útiles para abordar al-
gunos de los aspectos vinculados a la enfermedad y hospitalización (amplié la información en: https://www.orienta-
cionandujar.es/2013/06/19/cuentos-para-el-hospital/).

TABLA 12
CLASIFICACIÓN Y EJEMPLOS DE LITERATURA INFANTIL APLICADA A NIÑOS CON CÁNCER (MODIFICADO DE CARRASCO, 2008)
TIPO FINALIDAD EJEMPLOS

Quitamiedos Afrontar con ternura, humor y valor el miedo a través de niños Comemiedos Donde viven los monstruos Hansel y Grethel
normales que se enfrentan a situaciones temibles.

Aceptación de la diferencia Enseñar que las diferencias no tienen por qué ser una lacra y Un cuervo diferente Oliver Button es una nena Buscando a
cambiar la percepción sobre ellas. Nemo

Enfermedad/hospitalización Afrontar la ansiedad y el miedo específico que produce la No quiero ir al hospital Berta La gorra
hospitalización y la enfermedad.

Afectos-sentimientos Medio de expresión de los sentimientos. Fernando Furioso La enfermedad de Tino El regalo

Deseo y magia Transmitir al niño que tendrá ayuda en los momentos difíciles. La Cenicienta Toribio y el sombrero mágico Harry Potter y la
piedra filosofal

Humor y sorpresa Distraer del dolor y la ansiedad y aprovechar el poder El globo azul El topo que quería saber quién se había hecho
terapéutico del humor y la risa aquello en su cabeza Papá, por favor consígueme la luna

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7. PRESENCIA DE LOS PADRES


La presencia de los padres durante la estancia hospitalaria del hijo es un derecho, y por ende, una práctica habitual
e incuestionable. Hoy en día, nadie duda de los beneficios de la presencia de los padres durante la hospitalización fa-
voreciendo esta práctica e incluso pudiendo entender como abandono que un adulto no esté presente a lo largo de
este periodo.
Sin embargo, una cuestión controvertida es la presencia de los padres durante la aplicación de los procedimientos
médicos con el fin de reducir la ansiedad del niño y la de ellos mismos. Mientras que el sentido común defiende esta
práctica, los datos empíricos están encontrados. Si bien es probable que se permita la presencia de los padres en de-
partamentos como procedimientos hematológico/oncológicos, endoscopias, cardiología, terapia de radiación, unida-
des de quemados así como unidades de imagen (p. ej., resonancia magnéticas), al hablar de la cirugía la cuestión se
convierte en, por lo menos, debatible. Por ejemplo, una revisión comprensiva concluye que la presencia de los padres
durante la inducción de la anestesia es igual de beneficiosa que la administración del Midazolam o el uso de técnicas
de distracción (Chundamala, Wright y Kemp, 2009). En contra, otros indican que esta práctica no aporta ningún bene-
ficio al niño y su madre (Akıncı, Köse, Öcal, y Aypar, 2008). Se ha argumentado la ansiedad de los padres y un peor
rendimiento del personal como las causas para evitar la presencia de familiares durante la aplicación de procedimien-
tos invasivos (Gamell, Corniero, Parra, Trenchs, y Luaces, 2010).
La decisión queda en manos del profesional que puede seguir los criterios siguientes:
1. Un equipo de profesionales preparado para manejar la situación.
2. Disponibilidad de un área para la inducción cercana al quirófano.
3. Padres cooperativos, tranquilos y que hayan recibido educación preoperatoria.
Otro factor a considerar sobre la conveniencia de la presencia de los padres durante la administración de un proce-
dimiento médico es la presencia de problemas de desarrollo, o de conducta (p. ej., autismo, síndrome de Down) o
edades muy tempranas por debajo de 5 años.

8. CONCLUSIÓN
La hospitalización infantil supone una experiencia estresante para el niño y sus padres. Por ello, una de las tareas del
hospital es atender al impacto emocional del niño hospitalizado. De este modo se puede afirmar que en la actualidad
existe una mayor conciencia por parte del personal sanitario de la importancia de cuidar al niño de un modo integral,
lo que implica trabajar en un contexto multidisciplinar.
Desde hace décadas, la Psicología intenta aportar sus conocimientos con el fin de que el niño afronte la hospitaliza-
ción con el menor impacto posible. En este sentido, se han desarrollado programas de preparación a la hospitaliza-
ción que incluyen técnicas cognitivo-conductuales, que son los que se han abordado en el presente curso. Sin
embargo, no hay que obviar que otro tipo de intervención también contribuyen al bienestar del niño hospitalizado (p.
ej, arteterapia o musicoterapia) o la acción pedagógica en las aulas hospitalarias.
En definitiva, la implementación de la atención psicológica en la rutina hospitalaria es lenta y costosa, pero afortuna-
damente cada vez mayor. La labor de investigación, divulgación y concienciación de los beneficios que supone la
atención psicológica al niño hospitalizado está logrando romper barreras que sólo hace pocas décadas parecían im-
posibles de superar.

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Wollin, S. R., Plummer, J. L., Owen, H., Hawkins, R. M., Materazzo, F., y Morrison, V. (2004) Anxiety in Children Ha-
ving Elective Surgery. Journal of Pediatric Nursing, 19(2), 128-132.
Wong, D. y Baker, C. (1988). Pain in children: comparison of assessment scales. Pediatric Nursing, 14, 9-17.
Wood, D. L., Corey, C., Freeman, H. E. y Shapiro, M. F. (1992). Are poor families satisfied with the medical care their
children receive? Pediatrics, 90, 66-70.
Ziegler, D. B. y Prior, M. M. (1994). Preparation for surgery and adjustment to hospitalization. Pediatric Surgical Nur-
sing, 29(4), 655-669.

RECURSOS DE INTERÉS
A continuación se presentan algunos recursos bibliográficos y de internet por si el alumnado desea profundizar en
las cuestiones tratadas en el presente curso.

LIBROS
Costa, M. (2000). El juego y el juguete en la hospitalización infantil. Nau Llibres: Valencia.
Libro centrado en los resultados de diversas investigaciones realizadas por el Instituto Tecnológico del Juguete (AI-
JU) y la Universidad de Valencia sobre las actividades lúdicas en los hospitales infantiles. Destaca la experiencia
del ludomovil, ludoteca móvil ideada para acercar el juego y el juguete a los niños hospitalizados.
Ortigosa, J.M. y Méndez, F.X. (2000). Hospitalización Infantil. Madrid: Biblioteca Nueva.
Libro que aborda la hospitalización como una experiencia estresante y los diferentes estresores hospitalarios así co-
mo los principales programas de preparación a la hospitalización y la cirugía infantil fundamentados en el modelo
cognitivo-conductual.
Palomo, M.P. (1995). El niño hospitalizado: Características, evaluación y tratamiento. Madrid: Pirámide.
Libro que propone diversas formas de actuación dirigidas a padres, educadores y personal sanitario previo a la hos-
pitalización., antes de una intervención quirúrgica y la atención hospitalaria en la infancia. Aporta cuestionarios de
evaluación y aborda diferentes estrategias para favorecer la adaptación del niño al hospital.
Remor, E., Arranz, P. y Ulla, S. (2003). El psicólogo en el hospital. Desclée de Brouwer: Bilbao.
Libro dedicado a la actuación general del psicólogo en el ámbito hospitalaria, desgranando nuestra labor en distin-
tos servicios hospitalarios, condiciones médicas y patologías. Destacar el capítulo titulado “Intervención en niños
en el contexto hospitalario: un modelo general” de Inmaculada Palazón.
Ullán, A.M. y Hernández, M. (2008). Cuando los pacientes son niños. Madrid: Eneida.
La investigación de los autores para la Fundación Curarte se plasma en este libro que aborda la importancia de la
humanización y la calidad de la atención al niño hospitalizado. Subrayar las aportaciones que realizan acerca de la
intervención en los espacios físicos y la ocupación del tiempo libre en el hospital.
Violant, V., Molina, M.C. y Pastor, C. (2011). Pedagogía hospitalaria: Bases para la atención integral. Barcelona. La-
ertes.
En la actualidad el trabajo multidisciplinar es el fundamento de la intervención integral al niño hospitalizado. En
este sentido, se propone la lectura de este libro que se centra en los aspectos educativos, pero sin obviar la labor de
sanitarios, psicólogos y psicopedagogos.

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FUNDACIONES
La labor del asociacionismo y las fundaciones se ha centrado en la atención a los niños hospitalizados a través del
desarrollo de actividades y acciones dirigidas a humanizar el trato, el ambiente y completar la atención integral ofre-
cido por el personal sanitario.
La lista de fundaciones es extensa por lo que en la tabla 13 encontrará información sobre algunas de las más reseña-
bles.

TABLA 13
FUNDACIONES CON LABOR EN HOSPITALES
NOMBRE FINALIDAD

ALADINA Fundación de asistencia social dedicada al apoyo integral a niños, adolescentes y familiares de enfermos con cáncer. Ofrece
www.aladina.org asistencia psicológica, emocional y material, además de acometer grandes obras en hospitales públicos.

CURARTE Fundación dedicada a mejorar la calidad de vida de los niños hospitalizados, a través de la humanización de los entornos sanitarios,
www.fundacioncurarte.org la promoción del juego, la creatividad y el arte, contribuyendo a mejorar la cultura del cuidado y atención al paciente pediátrico.

FUNDACIÓN ANTENA 3 FAN 3, es un canal para niños hospitalizados, disponible en 30 hospitales de 8 comunidades autónomas. La programación de FAN
www.antena3.com/fundación 3 aúna contenidos de entretenimiento –series, dibujos animados- con piezas educativas creadas ad hoc que promueven hábitos
/antena/proyectos.jsp saludables y que ayudan a los niños a comprender y familiarizarse con el proceso por el que están pasando, de una manera amable
y amena.

JUEGOTERAPIA Fundación dirigida a mejorar la calidad de vida de los niños hospitalizados, a través de la entrega gratuita de cualquier tipo de video
www.juegaterapia.org consolas y favorecer la humanización de los entornos sanitarios a través de intervenciones psicosociales orientadas a promover el
juego, la creatividad y el arte como recurso de bienestar para estos pacientes.

MENUDOS CORAZONES Fundación cuya finalidad es llevar a cabo los programas y actividades necesarios para mejorar la calidad de vida de los niños y
www.menudoscorazones.org jóvenes con cardiopatías congénitas y de sus familias.

OBRA SOCIAL “LA CAIXA” La Obra Social de La Caixa ha patrocinado la denominada ciber@ulas hospitalarias como un espacio de encuentro en el que los
www.obrasocial.lacaixa.es menores hospitalizados pueden realizar, acompañados de sus familiares y con libertad de horarios, actividades de formación,
comunicación y ocio gracias a las posibilidades que brindan las nuevas tecnologías y a la inestimable colaboración de los voluntarios
que dinamizan las actividades de estas aulas.

PEQUEÑO DESEO Fundación que tiene como misión hacer realidad los deseos de niños y niñas con enfermedades crónicas o de mal pronóstico con
www.fpdeseo.org el fin de apoyarles anímicamente y hacer más llevadera su enfermedad.

THEODORA Fundación de ámbito europeo que trabaja en más de veinte hospitales españoles visitando a hospitalizados y sus familias. Cuenta
https://es.theodora.org con Los Doctores Sonrisa (payasos, magos, cuentacuentos, músicos, actores…) que adaptan sus conocimientos artísticos al trabajo
en los hospitales con el objetivo de hacer esta estancia más humana.

Fuente: Páginas on-line de cada fundación

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Ficha 1.
Datos sobre la eficacia de los programas de preparación
psicológica a la hospitalización infantil
Tras describir las técnicas que mayor apoyo empírico y aplicado han tenido a lo largo de este tiempo, es oportuno
referirse a los estudios que han investigado la eficacia de los procedimientos.
La revisión más reciente sobre la eficacia de las intervenciones no farmacológicas para la ansiedad prequirúrgica es
una actualización del trabajo publicado por la biblioteca Cochrane en 2009. En ambos casos se concluye que las in-
tervenciones no farmacológicas fueron tan eficaces como las farmacológicas (Manyande, Cyna, Yip, Chooi y Middle-
ton, 2015; Yip, Middleton, Cyna y Carlyle, 2009). En concreto, encontraron que la intervención dirigida al niño
mediante procedimientos pasivos (visionado de audiovisual) y los interactivos (programa interactivo para ordenador)
son los más eficaces. En cambio la presencia de los padres durante la inducción de la anestesia no es mejor que su
ausencia.
Otro meta-análisis se centra en la eficacia de los audiovisuales destinados a reducir la ansiedad prequirúrgica en ni-
ños. En particular, el video, el programa multicomponente con audiovisual (vídeo más recorrido hospitalario y juego)
y el videojuego interactivo son los programas más eficaces frente a los controles y otros tipos de intervención (Chow
et al., 2015).
En cuanto a la preparación con paquetes informáticos interactivos y de dibujos animados, los autores señalan que la
aplicación de programas interactivos (además de la presencia de los padres) es efectiva para aumentar la cooperación
durante la inducción de la anestesia, comparado con la presencia de los padres solamente (Campbell 2005). Por su
parte, los niños que recibieron preparación con el paquete informático interactivo o con dibujos animados mostraron
niveles similares de cooperación durante la inducción, pero el grupo preparado con el paquete informático manifestó
menos cambios conductuales negativos en el área de recuperación en comparación con el grupo de los dibujos ani-
mados. Por otra parte, los niños del grupo de videojuegos estuvieron significativamente menos ansiosos que los del
grupo control; y también en comparación con los niños que recibieron preanestesico con Midazolam.
En el uso de video para preparar a los padres, se obtuvo una reducción pequeña pero estadísticamente significativa
de la presión arterial media en los padres que habían visto un video de dos minutos que mostraba una inducción con
mascarilla pediátrica además de un folleto educativo (Zuwala 2001). La puntuación conductual post-operatoria en la
sala de recuperación fue significativamente menor en los niños del grupo donde los padres habían visto el video. Sin
embargo, no se observaron diferencias en otros parámetros (frecuencia cardiaca, STAI de los padres, puntuación con-
ductual de los niños durante la inducción). Desafortunadamente, no hubo un grupo control para demostrar si estas
medidas eran superiores a la falta de preparación.
Sridharan y Sivaramakrishnan (2016) centran su atención en la labor de los payasos de hospital. En su estudio meta-
analítico concluyen que los payasos son terapéuticamente útiles para aliviar los síntomas de miedo y ansiedad en los
niños hospitalizados y sus padres con un tamaño del efecto alto y moderado respectivamente, aunque la magnitud de
su eficacia para el control del dolor fue menor.
En el estudio meta-analítico realizado por Ortigosa, Sánchez y Riquelme (2006) sobre programas de preparación a la
cirugía infantil, el tamaño del efecto (TE) global fue 0.516 (TE medio) con una prueba de homogeneidad significativa,
lo que supone que además de las técnicas aplicadas otras variables moderadoras de la preparación influyen en el ren-
dimiento de los programas como puede ser, por ejemplo, la participación de los padres o la antelación con la que se
aplica el programa antes de la operación quirúrgica.
Respecto a las técnicas, cuando éstas se aplican por separado, el juego terapéutico y la información son las de ma-
yor TE, seguidas de las habilidades de afrontamiento y el modelado filmado. Cuando estas técnicas se combinan con

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otras, especialmente con el recorrido por el hospital, se incrementa su eficacia, pero también se observa que la com-
binación del modelado filmado más las habilidades de afrontamiento, y el modelado filmado más la información, no
mejora la eficacia de éstas por separado (véase tabla 14).
En cuanto al momento de la preparación, los resultado señalan que cuando se prepara el mismo día de la operación
el TE es alto (d=0.954), descendiendo cuanto más se aleja la preparación del día de la intervención. Éste es el resulta-
do más interesante y controvertido de todos los obtenidos pues hasta ahora se había afirmado que el mismo día de la
intervención no era conveniente aplicar ningún programa de preparación o en todo caso aplicar técnicas distractoras.
Si bien estos resultados no van en contra de esta afirmación, sí la delimitan, debido a que, revisadas las características
de los estudios que prepararon el mismo día de la intervención, se referiría únicamente a estudios que aplican el mo-
delado filmado (diapositivas o película) una hora antes de la intervención quirúrgica mediante un programa de una
duración de 10-12 minutos y que incluye respiración profunda e imaginación en un caso e información sobre el pro-
cedimiento médico (inducción a la anestesia) en otro.
Vernon y Thompson (1993), realizaron un meta-análisis sobre los efectos de las intervenciones experimentales en la
respuesta conductual de niños después de la hospitalización. Se trata de una aportación limitada debido a que sólo
incluyen estudios que utilizaron para la evaluación el Cuestionario de Conductas Pos-hospitalarias. Los resultados re-
saltan la eficacia del programa de apoyo en los momentos de estrés, en el que la información oral tenía un papel im-
portante. Este programa estaba basado en una combinación de preparación psicológica y apoyo en seis momentos
estresantes para el niño: admisión, poco antes de la extracción de sangre, al final de la tarde del día anterior de la
operación, poco antes de la medicación pre-quirúrgica, el traslado al quirófano, y al regreso de la sala de recupera-
ción. La intervención se centraba tanto sobre el niño como en la madre. Así, en todos los momentos descritos, se in-
tentaba dar una atención individualizada a la madre, explorando y clarificando sus sentimientos y pensamientos,
dando información exacta y tranquilizadora, y explicando cómo podía ayudar a su hijo. Por su parte, los elementos
de preparación del niño incluían información, expectativas sensoriales, identificación de papeles, ensayo, y apoyo.
Finalmente, un trabajo de revisión sobre las intervenciones para reducir la ansiedad de los niños en las salas de espe-
ra resalta la eficacia del visionado de dibujos animados y las salas de juego como los procedimientos indicados frente
a otros menos eficaces como la escucha de música, el ver imágenes positivas de atención sanitaria o de arte digital
(Biddiss, et al., 2014).

REFERENCIAS
Biddiss, E., Knibbe, T. J., y McPherson, A. (2014). The Effectiveness of Interventions Aimed at Reducing Anxiety in He-
alth Care Waiting Spaces: A Systematic Review of Randomized and Nonrandomized Trials. Anesthesia & Analgesia,
119(2), 433-448. doi: 10.1213/ANE.0000000000000294
Campell, C., Hosey, M.T. y McHugh, S. (2005). Facilitating coping behavior in children prior to dental general anest-
hesia: a randomized controlled trial. Pediatric Anesthesia, 15, 831-838.
Chow, C. H., Van Lieshout, R. J., Schmidt, L. A., Dobson, K. G. y Buckley, N. (2015). Systematic Review: Audiovisual
Interventions for Reducing Preoperative Anxiety in Children Undergoing Elective Surgery. Journal of Pediatric Psy-
chology, 41(2),182-203. doi: 10.1093/jpepsy/jsv094.
Manyande A, Cyna AM, Yip P, Chooi C, Middleton P. (2015). Non-pharmacological interventions for assisting the in-
duction of anaesthesia in children. Cochrane Database of Systematic Reviews, 7. Art. No.: CD006447. doi:
10.1002/14651858.CD006447.pub3.

TABLA 14
PRINCIPALES CONCLUSIONES DEL ESTUDIO DE ORTIGOSA, SÁNCHEZ Y RIQUELME

1) La preparación psicológica mediante el uso de técnicas psicológicas utilizadas en combinación o por separado, reduce la ansiedad producida por la cirugía infantil.
2) Según el TE obtenido, las técnicas más eficaces por separado son: juego terapéutico, información, habilidades de afrontamiento, modelado filmado, modelado
simbólico.
3) La eficacia es la siguiente cuando estas técnicas se combinan con otras: modelado simbólico + recorrido por el hospital, modelado filmado + recorrido por el
hospital, modelado filmado + información, modelado filmado + habilidades de afrontamiento.
4) La participación de los padres no influye en la eficacia de los programas dirigidos a niños.
5) Los programas son más eficaces cuanto más próximos se apliquen a la cirugía, aunque esta conclusión requiere de más estudios para su confirmación.

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Ortigosa, J.M., Sánchez, J. y Riquelme, A. (2006, julio). Child surgery preparation: Efficacy of psychological attention
programs.Comunicación presentada a IX European Congress of Psychology. Granada.
Sridharan, K. y Sivaramakrishnan, G. (2016) Therapeutic clowns in pediatrics: a systematic review and meta-analysis
of randomized controlled trials. European Journal of Pediatrics, 175(10), 1353-1360. doi: 10.1007/s00431-016-
2764-0
Vernon, D.T. y Thompson, R.H. (1993). Research on the effect of experimental interventions on children’s behavior af-
ter hospitalization: A review and synthesis. Developmental and Behavioral Pediatrics, 14(1), 36-44.
Yip, P., Middleton, P., Cyna, A.M. y Carlyle, A.V. (2009). Intervenciones no farmacológicas para ayudar a la inducción
de la anestesia en niños (Revisión Cochrane traducida). En: Biblioteca Cochrane Plus 2009 Número 3. Oxford: Up-
date Software Ltd. Disponible en: http://www.updatesoftware.com. (Traducida de The Cochrane Library, 2009 Issue
3 Art no. CD006447. Chichester, UK: John Wiley & Sons, Ltd.).

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Ficha 2.
Propuesta de criterios para la selección de las técnicas y
métodos de preparación a la hospitalización infantil
Como complemento a la ficha 1, se proponen unos criterios orientativos para decidir qué técnicas y/o métodos son
los más apropiados según las variables amortiguadoras del impacto de los estresores hospitalarios sobre el estado
emocional del niño y sus padres (véase tabla 15).
Atendiendo a la variable edad es apropiado diferenciar entre los menores y mayores de siete años. En el primer caso
la preparación se debe basar en técnicas con menor contenido verbal, aproximando la preparación al día de la inter-
vención. En cambio los niños de 7 o más años se pueden beneficiar de una intervención con mayor contenido verbal,
llegando en este caso a prepararse hasta 7 días antes de la operación.

TABLA 15
PROPUESTA DE CRITERIOS PARA LA ELECCIÓN DE LAS TÉCNICAS Y MÉTODOS DE PREPARACIÓN
PREPARACIÓN

VARIABLE VALOR CARACTERÍSTICA PROCEDIMIENTO

EDAD Menor de 7 años Menor contenido verbal. Preparación cercana al día Juego, recorrido hospitalario
de la intervención, pero no el mismo día

7 años o mayor Mayor contenido verbal. La preparación puede Habilidades de afrontamiento, modelado filmado,
realizarse hasta 7 días antes de la operación material impreso, información oral

NÚMERO DE Primer ingreso Preparar directamente Indiferente. Seleccionar en función de otras variables
INGRESO
Más de un ingreso Analizar antes el tipo de experiencia previa Decidir según el tipo de experiencia previa

EXPERIENCIA Positiva Si la experiencia presente es similar, no es necesaria En todo caso, Decidir según el tipo de experiencia
ANTERIOR la preparación previa

Negativa Evitar rememorar experiencias anteriores, Técnicas de reducción de ansiedad como


reestructuración cognitiva y desensibilización desensibilización sistemática. Habilidades de
afrontamiento, información oral o escrita, juego

HABILIDADES DE Posee habilidades Enseñar a aplicar las habilidades en el ambiente Juego


AFRONTAMIENTO hospitalario

No posee habilidades Enseñar habilidades de afrontamiento Habilidades de afrontamiento, juego

ANSIEDAD DE LOS Alta Incluir a los padres en la preparación Habilidades de afrontamiento, modelado filmado,
PADRES información oral o escrita, recorrido hospital

Baja Incluir a los padres como colaboradores Implicar activamente a los padres en la aplicación de
la técnica elegida para la preparación de su hijo

TIPO DECIRUGÍA Con ingreso Preparación estructurada Elegir según características anteriores

Sin ingreso Intervención breve Habilidades de afrontamiento, información oral,


apoyo en momentos críticos

MOMENTO DE LA Mismo día Se desaconseja preparación. En todo caso aplicar Juego o películas no relacionadas con la operación
PREPARACIÓN distracción

De 1 a 7 días antes Valorar todas las variables anteriores Elegir según características anteriores

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La siguiente variable es el número de ingresos previos. Si se trata de la primera vez que el niño va al hospital o se le
aplica un procedimiento médico, es conveniente aplicar preparación si el niño manifiesta miedo o rechazo. Por su
parte, si el niño ya ha estado anteriormente hospitalizado, se debe valorar la calidad de los contactos médicos pre-
vios, actuando en consecuencia.
En cuanto a la experiencia hospitalaria previa, si ésta ha sido positiva, en principio no es necesaria la preparación,
pero si ésta es negativa es preferible utilizar técnicas que ayuden al niño a evitar rememorar experiencias anteriores:
técnicas de reducción de ansiedad como desensibilización sistemática o exposición, entrenamiento en habilidades de
afrontamiento, la información oral o escrita y el juego.
Si en el repertorio conductual del niño existen habilidades de afrontamiento adecuadas para enfrentarse a la hospita-
lización, se aconseja enseñar a aplicarlas en el hospital. En cambio, si se carece de estas habilidades, se deben ense-
ñar específicamente.
Cuando la ansiedad de los padres es alta hay que incluirlos en la preparación con un programa dirigido a ellos que
contenga habilidades de afrontamiento, modelado filmado, información oral o escrita, recorrido hospital. En el caso
contrario, es oportuno contar con ellos como colaboradores dentro de los programas diseñados específicamente para
los niños.
Finalmente, con respeto al momento de la preparación, si es el mismo día de la intervención se aconseja aplicar téc-
nicas distractoras o una intervención breve con habilidades de afrontamiento, información oral, apoyo en momentos
críticos, juego o películas no relacionadas con la operación o la actuación de los payasos de hospital.

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