Taller de Teorías del Conflicto y su Transformación David Alonso Silva Ojeda Código: 20141124903 1. Galtung al analizar la violencia estructural identifica algunas formas como se manifiesta esta violencia. Relacione estas formas con las violencias de las cuales fueron victimas las mujeres del Cauca VIOLENCIA DIRECTA La violencia directa, en el caso de las mujeres víctimas de violencia sexual en el Cauca, es la más visible pues tiene que ver con los actos de acceso carnal violento y acto sexual en persona puesta en incapacidad de resistir, a las que fueron sometidas las mujeres. En este caso, según Galtung, la violencia directa en contra de estas mujeres se encuentra en la violación a tres necesidades: la necesidad de bienestar, la necesidad de identidad y la necesidad de libertad. En este caso, la necesidad de bienestar se ve violada en la medida que las mujeres son victimas de acoso y abuso sexual, en el que sus cuerpos son el objeto de la violencia, es decir, es la violencia de forma física directamente dirigida hacia sus cuerpos. La necesidad de identidad es violada en el sentido de que por ser violadas son desocializadas, es decir, su valor como mujeres es eliminado por el hecho de haber sido violadas y por ende se acude a la estigmatización y a la culpabilidad de las mismas por el hecho. Por otro lado, la necesidad de libertad, pues la violación incurre en la represión de su voluntad como mujeres, siendo obligadas y doblegadas a hacer de ellas lo que sus abusadores quieren. VIOLENCIA ESTRUCTURAL La violencia estructural refleja el modo en el que la misma formación del Estado determina la desigualdad de acceso de bienes, siendo unos privilegiados y otros relegados del ejercicio de sus derechos humanos. En este caso, se puede ver la violencia estructural ejercida en contra de las mujeres víctimas del Cauca en cuatro perspectivas de la privación de sus necesidades según Galtung: necesidades de supervivencia, necesidades de bienestar, necesidades identitarias y necesidades de libertad. Las necesidades de supervivencia, pues son mujeres que viven en la pobreza material, sin acceso a igualdad de oportunidades laborales reales y dignas, siendo relegado su papel a ser amas de casa o campesinas cuya labor es menos valorada en términos de remuneración. Es decir, el hecho de ser mujeres las relega a realizar labores domésticas no remuneradas y al mismo tiempo la realización de labores que en muchos casos no son bien pagas de acuerdo su labor y en comparación con los pagos que reciben los hombres. Viven escenarios de explotación (y una mayor explotación que un hombre en condiciones de pobreza material similares) por el simple hecho de ser mujeres. Las necesidades de bienestar porque son sometidas a un nivel de explotación mayor en el que por ser mujeres que deben realizar trabajos domésticos, no tienen una formación académica ni intelectual, sometiéndolas a la ignorancia que en primera instancia las invisibiliza como sujetos con potencial intelectual y al mismo tiempo que introduce sobre ellas patrones estereotipados de lo que es ser mujer aceptando su rol como mujer en medio de la miseria. Esos niveles bajos de educación a los que son sometidas repercuten en la reproducción de su rol sin cuestionamiento alguno. Las necesidades de identidad pues son sujetas al adoctrinamiento que las condicionan como mujeres sumisas, que deben estar al servicio de sus esposos y compañeros sentimentales, asumiéndose, así como sujetos inferiores por su condición de género. Asimismo, el hecho que les obliga a salir de sus sitios de residencia por el estigma producido en el cual son consideradas como culpables del hecho que les atañe. Es lo que Galtung denomina el ostracismo, situación en la cual surge una necesidad de aislamiento voluntario o forzoso de la vida pública por parte de las mujeres por su condición de violadas. Por otro lado, las necesidades de libertad pues las mujeres son sometidas a la alienación, es decir, su identidad o su personalidad es construida a base de la sumisión bajo la cual deben servir a sus patrones y a sus esposos sin cuestionamiento alguno. Al mismo tiempo, por su condición de abusadas sexualmente son desintegradas de la sociedad por el acto mismo, siendo consideradas como mujeres impuras y en términos coloquiales “malas mujeres”. Añadido a esto, la violencia estructural dejó huellas sobre el cuerpo de estas mujeres, por cuanto en cualquier tipo de acercamiento hacia el mismo, van a sentir aquel momento en el que su cuerpo fue doblegado e incapacitado de todo tipo de resistencia. También, las repercusiones que tienen sobre su mente y espíritu ya que va a ser un momento que jamás van a olvidar y por el cual van a seguir siendo juzgadas el resto de su vida y que, además, el hecho de volver a tener una relación sentimental con un hombre va a ser costoso por el hecho de se van a seguir sintiendo culpables de su “cuerpo impuro”. Por otro lado, también es importante mencionar la incapacidad y/o negligencia del Estado en la solución de estás problemáticas en términos de juzgar al verdadero culpable y en establecer tratamientos psicológicos que ayuden a las mujeres a superar esa etapa de su vida. Esto impide que las mujeres sientan un respaldo en la institucionalidad y sean reticentes a contar su versión, a denunciar y en muchos casos, a movilizarse en contra de estos actos de violencia. VIOLENCIA CULTURAL La violencia cultural es una forma utilizada por el establecimiento para legitimar la violencia estructural y directa. Su carácter es más simbólico y tiene la capacidad, por ser cultural, de interiorizarse en las personas llegando a naturalizar las formas de violencia a las que son sometidas las comunidades. Una de las formas en la que legitima las violencias es por medio de la inferiorización, subhumanización y subalternización del otro. Uno de los dispositivos usados para dividir en forma binaria la sociedad, ha sido la noción de raza por medio de la cual se va a resaltar al hombre -léase bien, hombre- blanco europeo sobre las otras etnias que habitan los territorios colonizados por occidente y los no occidentales. Es decir, la división binaria entre blancos/no blancos. Asimismo, el patrón de poder patriarcal que da superioridad al hombre bajo preceptos machistas según los cuales son quienes tienen la capacidad intelectual de llevar a cabo las relaciones sociales públicas e inferioriza a las mujeres siendo estas sumidas en la opresión según la cual solo tienen capacidad de asumir las relaciones de la vida privada, es decir, la realización de las labores domésticas. Divide así las sociedades de acuerdo con el género en lo masculino/lo femenino. Las mujeres del Cauca son victimas de esta violencia cultural en ambos sentidos: son mujeres y son campesinas/indígenas y una de ellas es mestiza. Es decir, no cumplen con los dispositivos de poder de raza y género, por lo cual son inferiorizadas. Primero, por ser mujeres tienen un rol diferenciado e inferior al de los hombres y a su vez, no cumplen con las categorías de raza establecidas, por lo cual su inferioridad se profundiza. Son entonces sujetas cosificadas y utilizadas por parte de los grupos armados para ejercer presión y retaliaciones sobre sus enemigos o simplemente sobre sus familias por el simple hecho de dejar que sus mujeres estén solas en la calle luego de determinada hora. Es decir, cuando digo “sus mujeres” lo digo intencionalmente haciendo ver que no son ni siquiera sujetas libres dentro de su entorno familiar, sino que son propiedad de sus esposos y, por ende, sujetas sin capacidad de decisión sobre sus vidas y cuerpos. De este modo, el acto de acceso carnal violento sobre ellas refleja sobre sus propietarios la culpabilidad de ellas por estar donde no debían, haciendo lo que no debían, con quien no debían. Estos patrones culturales de poder -raza y patriarcado- legitiman la forma de violencia estructural y directa a la cual son sometidas las mujeres, creando estigmas de culpabilidad sobre las mismas sin ellas ser culpables del hecho. Más aún, logra legitimar tanto las violencias que hasta ellas mismas se sienten culpables del hecho por lo mencionado arriba, no estaban donde tenían que estar, no estaban haciendo lo que debían estar haciendo o se relacionaron con quien no debían relacionarse. Por otro lado, el hecho de ser indígenas, campesinas y mestizas hace que el Estado no tenga la atención o la intensión suficiente de solucionar estos casos, por lo menos, en la atención psicológica de las mujeres violadas. Es decir, el mismo Estado es diferenciador en términos de raza. 2. Ejemplifique y relacione las colonialidades del ser, saber y de la naturaleza basado en las lecturas propuestas. La colonialidad del poder se refiere al patrón de poder importado desde Europa, bajo el cual se configura un Estado-Nación cuyas características son la distribución de la sociedad según roles y lugares. Se resalta el valor de lo europeo, el hombre blanco, la propiedad privada, la heterosexualidad, el cristianismo, el método científico y la superioridad de lo anterior sobre la naturaleza. Se da pie a la invención del otro que difiere de las características europeas que son objeto de universalización y de lo válido en términos de verdad absoluta. Así, este patrón de poder es no solo importado sino también impuesto sobre sociedades que no respondían a estas características, animando así el interés del Estado latinoamericano por la homogenización. COLONIALIDAD DEL SER La colonialidad del ser puede ser vista desde dos matices: el género y la raza. El género es el dispositivo que divide entre masculino/femenino la relación entre hombres y mujeres, dejando a un lado las disidencias sexuales e imponiendo la heterosexualidad como única forma de orientación sexual. Asimismo, resalta la superioridad del hombre sobre la mujer, determinando efecto de opresión y subordinación de lo masculino sobre lo femenino. La raza, supone ser la distinción entre el blanco europeo/no blanco, que determina así la división entre civilizados y bárbaros, siendo los europeos portadores de la civilización y los bárbaros sujetos a ser civilizados. Se crea una superioridad del blanco europeo sobre todo aquel que difiera de sus características. Esto se puede ejemplificar en lo que Galtung denomina ejemplos de la violencia cultural. Nos referiremos a la religión, a la ideología, y al idioma. Europa y su visión etnocéntrica han definido al judaísmo, cristianismo, catolicismo como la religión relevante portadora de la verdad absoluta. Está esta vinculada a la noción de un dios, cuyo género es masculino y es extraterrenal. Esto refuerza la noción de género que adjudica al masculino la superioridad en términos de existencia frente a lo femenino. A su vez, el hecho de que sea extraterrenal quiere decir que está encima de nosotros, por lo cual, se justifican las jerarquías, asumiendo así que la jerarquización de la sociedad es natural según los designios de dios. Este dios es quien determina lo bueno, es decir, lo que se puede hacer y lo malo, lo que no se puede hacer. La ideología eurocéntrica de la dominación, como ya se mencionó antes, es una forma de consolidación del poder por medio del Estado-Nación. Es el Estado quien, en su interés por homogenizar, determina un ellos como una amenaza y un nosotros como un aspecto que debemos defender de la amenaza. Refuerza la idea del individualismo liberal en donde se relega la acción comunitaria a un segundo plano, evitándola, y se superpone la acción individual despolitizada en donde lo que importa es la autorrealización personal sin importar los otros y los demás. Esto refuerza la idea del nosotros como sociedades acomodadas al patrón de poder que no estamos ni en contra ni a favor, sino que lo que nos interesa es la eliminación del otro que amenaza nuestras libertades formales. Esto es, la deshumanización del otro y la significación del nosotros como la autoridad, dividiendo la sociedad en clases, en géneros, en razas, en culturas, resaltando la propia como portadora de la verdad. El idioma, resalta Galtung, con base latina son idiomas cuya construcción ha sido a base del patriarcado. Idiomas como el español, por su base patriarcal, configuran una forma de inclusión de manera que invisibilizan a la mujer por medio del genérico masculino. Portar al masculino como genérico implica una anulación de la mujer como sujeta que también tiene derecho a una mención. La totalidad no es masculina, sin embargo, los genéricos son masculinos; es así como la mujer es invibisibilizada incluso dentro del idioma de tal forma que hablar de lo masculino es hablar de las mujeres también, pero hablar de las mujeres no es hablar de los hombres en un mismo sentido. COLONIALIDAD DEL SABER La colonialidad del saber hace referencia a la imposición de las formas de saber y conocer por parte de Occidente, estableciendo a una única manera de acceder a la verdad absoluta. Es decir, lo producido por occidente, sus teorías y categorías deben ser o más bien, tienen que ser consideradas como pertinentes y útiles para todo tipo de contexto, accediendo por medio de ellas a la verdad absoluta. De esta forma, anula las formas de conocimiento provenientes de otros lugares y condiciona sus saberes a su no propagación. Es lo que Boaventura de Soussa Santos denomina el epistemicidio. Es la anulación y eliminación de formas de conocimiento y saberes producidos por lugares no occidentales a partir de otros valores como la ancestralidad, la territorialidad, la oralidad entre otros. Una ejemplificación de este proceso es la adopción por parte del sistema de educación colombiano del método científico y de la ciencia empírica, según Galtung, en donde los países del sur -metafóricamente: países oprimidos- sirven de despensa de recursos y el conocimiento aplicado sobre los mismos responde a los intereses de la extracción de recursos y a la formación de mano de obra barata. Así mismo, se le da prioridad las ciencias exactas que son de carácter positivista, ya que tienen la posibilidad de establecer leyes generales aplicables a todo contexto. Lo importante, para este ejercicio, es que incluso las ciencias sociales y humanas en un momento de la historia, incluso en el presente, buscan asumir la postura positivista de proveer leyes generales, desconociendo todo tipo de contexto y situación. COLONIALIDAD DE LA NATURALEZA La colonialidad de la naturaleza corresponde a la visión binaria eurocéntrica por la cual la sociedad y la naturaleza están divididas, desconociendo así su relación armónica, ancestral y espiritual. Esta ultima característica se ve materializada en la cosmología de los indígenas de latinoamerica, por cuando según los seres humanos y la naturaleza tienen una relación armónica basada en la reproducción de la vida humana, animal o vegetal. De esta forma la colonialidad de la naturaleza se ve reflejada en los supuestos eurocéntricos que definen lo normal y lo natural, asumiendo una superioridad de los humanos sobre la naturaleza y convirtiendo esta última en recurso para el desarrollo capitalista de la humanidad. Esto puede ser ejemplificado en la construcción de proyectos hidroeléctricos como El Quimbo, en donde la importancia es generar energía para las industrias mineras multinacionales a costas de la inundación de miles de hectáreas productivas que son el sustento y la vida de los campesinos que habitaban esos territorios inundados. 3. ¿Cómo la violencia cultural es usada para legitimar los hechos violentos sufridos por las mujeres del Cauca? Como ya se mencionó arriba, los dispositivos de violencia cultural utilizados como forma de inferiorización de las personas son la raza y el género. Sin embargo, en el contexto del Departamento del Cauca y su zona rural, en donde difícilmente es posible encontrar hombres blancos, el dispositivo que da forma a la opresión que viven las mujeres entrevistadas es el patriarcado-machismo. De esta forma, son los hombres -de grupos armados o no- quienes determinan el control territorial y las normas de convivencia, sobre todo dirigidas hacia las mujeres. Es la noción de la superioridad del hombre sobre la mujer lo que determina las normas bajo las cuales se rige el comportamiento dentro de los territorios. Sin embargo, la raza no queda relegada, pues se ejerce el poderío y el control sobre poblaciones indígenas y campesinas. En este sentido, los patrones de control sobre la sociedad se dictaminaban sobre el castigo a la infidelidad de la mujer, es decir, la monogamia y la heteronormatividad. Se castiga fuertemente tanto a las mujeres como a las disidencias sexuales. Teniendo en cuenta lo anterior, la violencia cultural es utilizada de forma que legitima los hechos violentos sufridos por estas mujeres, pues ellas mismas y la sociedad asumen la postura inferior de la mujer, siendo mujeres que cumplen funciones delegadas por sus esposos, limitando su labor. Asimismo, las normas impuestas por los grupos armados cuestionan y castigan las situaciones a las que fueron sometidas sin sentido de su voluntad, sin embargo, se asume que ellas fueron las culpables de su situación, siendo catalogadas como infieles e impuras. Es esta violencia cultural patriarcal la que legitima estos actos cometidos por hombres y dirige la culpabilidad a la mujer, simplemente por haber sido el objeto de los hombres que cometieron dicho acceso carnal violento. Es decir, nunca se cuestionó a aquellos quienes impusieron la norma sobre el comportamiento de las mujeres, sino que se cuestiona a ellas mismas por su comportamiento que según ellos trasgrede las normas impuestas al estar solas o en lugares donde no deben estar después de la hora indicada. Se legitima entonces la violencia directa por medio de la concepción ideológica de género que ya se mencionó y es que las mujeres deben cumplir las normas que establecen los hombres. Asimismo, son estas mujeres reproductoras de esta legitimación por cuanto se consideran a ellas mismas como culpables del hecho que les ocurrió, por la violencia que en contra de ellas fue ejercida. Incluso, llegando a desconocer que fueron víctimas de un delito sexual. Se convirtió el hecho de que el hombre por su superioridad puede acceder al cuerpo de la mujer en el momento que quiera, de la forma que quiera y sin resistencia por parte de la mujer en un factor natural, en un aspecto normal de la vida cotidiana. De esta forma, la violencia no solo se permite visible en este punto, sino que, por cuestiones culturales, se sigue reproduciendo con otros victimarios, que ya no lo hacen de manera directa, sino que sostienen un estigma sobre la mujer por haber padecido la violación. Es decir, aún cuando en su momento fue culpable la mujer del hecho, ella se considera también culpable por no haber cumplido las normas impuestas por los hombres, otras personas, mujeres u hombres, en otros contextos, mantienen un estigma