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Integración Regional - Maestría en Estudios Latinoamericanos UBA

Profesor: Alejandro Frenkel


Alumna: Beatriz Hernández Pino

Tiempo de valientes
Frenkel, Alejandro (2017). “Tiempo de Valientes”. Nueva Sociedad, edición web.

Las propuestas Mercosur y la Alianza del Pacífico conviven en el mismo espacio


geográfico e influencia, por lo que, en principio o mejor dicho, a simple vista, la viabilidad de
que existan ambos organismos es complicado cuando su objetivo fundador es opuesto.
Sin embargo, ante el proteccionismo propuesto por el presidente estadounidense Donald
Trump —y los adeptos que apoyan este tipo de medidas también en Europa— cambia la
lectura, interpretación y estrategia de la visión hacia el exterior de los países
latinoamericanos. Para aunar fuerzas, por lo tanto, se reunieron en abril de 2017 en Buenos
Aires los ocho cancilleres miembros de ambas organizaciones y es ahí donde se encuadra la
reflexión de este artículo. ¿Serán ahora las luces del mercado asiático la única salida para
mantener una combinación por la integración regional como forma de participación de los
mercados globales como exportadores de bienes primarios y captando inversiones externas?
¿Dejarán de priorizar los países sudamericanos sus vínculos históricos con Europa y EEUU?
¿Permitirán la reprimarización de sus economías?

“Las políticas exteriores se están definiendo más por un dogmatismo ideológico que por
un pragmatismo utilitarista”, se afirma como idea central de crítica al camino tomado por la
confluencia de estos dos modelos de integración. Para ello se vale de tres premisas para
ilustrar tal sentencia:

— Apertura económica y post-globalización. Según Jose Antonio Sanahuja “el


sistema internacional estaría atravesando un proceso de post-globalización, caracterizado por
una fragmentación de los mercados y las cadenas productivas locales”. Y complementa esta
idea con datos sobre el aumento de las políticas proteccionistas en los países del G20 desde la
crisis del 2008, la caída del modelo de negocio de empresas basadas en la tercerización de

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sus servicios y el regreso a casa de inversiones en el extranjero (uno de los puntos a los que
aludía Trump en su programa electoral). Por lo el proteccionismo en EEUU y Europa no sería
causa en sí mismo sino consecuencia de un proceso anterior. Es decir, aunque todos los países
latinoamericanos —excepto los del eje bolivariano— colocan al libre comercio como un
punto fundamental de sus estrategias en relaciones internacionales —tienen o pretender tener
su vínculo especial con EEUU—, posiblemente nos estemos enfrentando a un proceso de
desglobalización que requiera exactamente lo contrario y el viraje de los esquemas de
producción y comercio deben darse más de forma local y menos global.
— Compatibilidad de los perfiles de los bloques. Por un lado Mercosur se fundó con
los objetivos de integración regional para insertarse competitivamente en el proceso de
globalización. Por otro lado la Alianza del Pacífico se creó como un modelo de regionalismo
abierto con la idea de captar mercados extra regionales —principalmente como exportadores
al resto del mundo de materias primas. Por ello las diferencias entre ellos, básicamente, se
establecen cuando observamos hacia donde lleva cada uno la mirada a largo plazo: uno por su
necesidad de consenso peca de ideologizado y el otro, por su flexibilidad y su agenda pro-
mercado se convierte en una mera plataforma que simplemente facilitaría la exportación de
commodities a los mercados globales. Sin embargo, ante el cambio de panorama, sigue
teniendo fuerza la idea de que unificados el bloque latinoamericano/sudamericano es más
fuerte, ahora lo que tenemos que ver es la forma que le damos a ese bloque y con qué modelo
nos quedamos. La convergencia de ambos, como dice el autor, no es una idea nueva —las
primeras intentonas se remontan al 2014— y no sería imposible, pero habría que modificar la
naturaleza de los organismos y hacer que se miren de cara el uno al otro traicionando sus
principios fundacionales.
— Diferencias en los modelos de desarrollo. La posible fusión de los dos modelos de
integración se vería complicada por el grado de diferenciación de las economías
sudamericanas o latinoamericanas, si incluimos a México —el otro gran industrializado de la
región que quizás el mercado de EEUU con su proteccionismo obligue a mirar con mejores
ojos al mercado de sus vecinos del sur. Por lo que depende la estrategia a seguir como se
insertarían los distintos países: por un lado los medianamente industrializados como
Argentina o Brasil y por otro los especializados exportadores de materias primas como Chile,
Paraguay o Perú.

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