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Universidad Pedagógica Nacional

Facultad de Humanidades
Licenciatura en Filosofía
Preseminario
Yuly Ramos
Ponencia
Materialismo eliminativo

En el presente escrito se busca situar en el campo de lo que se dio a llamar “Filosofía de


la mente” una de las puestas explicativas: el “Materialismo eliminativo”. Esta corriente
emerge hacia el final de la década de 1970 de la mano de los filósofos Patricia y Paul
Churchland y se buscará comprenderla a la luz del artículo de 1981 “El materialismo
eliminativo y las actitudes proposicionales” (Churchland P. , 1995). En primer lugar se
indagará de forma somera y quizá especulativa quién es Paul Churchland y en qué
contexto es formulada la corriente en cuestión. En segundo lugar se dará cuenta de los
argumentos esgrimidos por el autor para reseñar en el tercer apartado algunos puntos de
quiebre en la formulación y, finalmente en la última parte del escrito se encontrarán
algunas inquietudes y reflexiones a modo de conclusión.

I
Paul Churchland (1942 Canadá) es un filósofo, neurobiólogo y psicólogo ligado al círculo
norteamericano de la Costa oeste, grupo que congrega los investigadores más
relacionados con el campo de la inteligencia artificial y los que han apostado más a
fondo por los programas informáticos (llamados redes neuronales) como modelo del
cerebro (Churchland P. , 2000). El autor crece de la mano de los círculos académicos
norteamericanos cuando el llamado giro lingüístico generaba un amplio escenario de
debate que cruzaba el Atlántico1 y, en el campo de la informática y la neurociencia el
conexionismo (al que él se sumaría) se iba granjeando fama. Ahora, situados en el
conjunto de saberes e inquietudes que fueron concentrados en el término Filosofía de la
mente, desde que fueron “inaugurados” por las formulaciones cartesianas cayeron en
una especie de letargo. Fue sólo hasta mediados del s. XIX que dicha rama de la
Filosofía empezó a recibir una especial atención dados los avances que la psicología, la
biología y la neurología evidenciaban. Así, las sospechas que suscitaban las presuntas
familiaridades metafísicas de aquélla se fueron diluyendo en teorías científicas y el eje
mente-cuerpo planteado por Descartes fue dando paso a la tensión mente-cerebro que,
por momentos parece ceder a las tensiones procesos mentales/fórmulas
proposicionales. Es en este contexto de avances y debates que se sitúa y del que son
productos el filósofo y el texto en cuestión.

II Tesis/Argumentos
El texto que aquí ponemos a consideración es parte de un compilado hecho Eduardo
Rabossi hacia 1995. En tal compilación el filósofo argentino buscar hacer una especie de
estado del arte de la Filosofía de la mente mediante la publicación de artículos y autores

1
A modo de nota auxiliar para el curso Gilbert Ryle publica el texto que revisamos hacia 1949 y J.C.C. Smart formula
su teoría de la identidad junto a otros tres investigadores a inicios de la década de 1960. Pareciera que seguimos una
especie de orden cronológico, aquí nos ubicamos en la década de 1970 en inicio de 1980.
representativos de las diversas corrientes y aparecen organizados de la siguiente
manera: en primer lugar se enfrentan la psicología del sentido común y las teorías
científicas. El debate entre estas da paso a un segundo momento en el que las reyertas
entre las actitudes proposicionales y la tesis sobre el lenguaje del pensamiento tienen
lugar concluyendo con las tensiones que las relaciones entre significado y contenidos
mentales (representación) y la estructura de los modelos computacionales de la mente
suscitan. El texto que aquí será tratado busca desechar como obsoletas las teorías que
la Psicología Folk (PF en adelante) presuntamente formula en torno a la explicación de la
conducta humana y los fenómenos mentales con base en sus generalizaciones sobre las
actitudes proposicionales y la atribución a las mismas de caracteres explicativos,
normativos y predictivos. El procedimiento que Churchland elige es una reducción. Así,
lo primero que hace es enunciar los elementos que hacen que un determinado cúmulo
de conocimientos/comportamientos puedan reivindicarse como teoría. A saber:

1. La red de intercambio que la explicación y la anticipación constituyen


2. La existencia de esta red da cuenta de un nutrido grupo de leyes que posibilitan
los caracteres explicativo y predictivo de la psicología folk (Churchland P. , 1995,
pág. 45)
3. Los juicios/certidumbres introspectivos formulados en actitudes proposicionales se
comportan como expresiones formadores de predicados, es decir, tienen la
pretensión de ser objeto de relaciones legaliformes.

Por ejemplo:
(x ) (f) (m) (((x tiene una masa de m) & (x sufre una fuerza neta de f)) ⊂ (x se
acelera a f/m))
(x ) (p) ((x teme que p) ⊂ (x desea -p))

De esta manera -señala Churchland- “los rasgos estructurales de la PF son


perfectamente paralelos a los de la física matemática; la única diferencia reside en el
dominio de las entidades abstractas que cada una aprovecha: números en el caso de la
física y proposiciones en el caso de la psicología” (Churchland P. , 1995, pág. 48). Es por
tanto una teoría razonable que proporciona una organización simple y unificadora de la
mayoría de los tópicos principales de la filosofía de la mente: incluye la explicación y la
predicción de la conducta, la semántica de los predicados mentales, la teoría de la
acción, el problema de las otras mentes, la intencionalidad de los estados mentales, la
naturaleza de la introspección y el problema mente-cuerpo (Churchland P. , 1995, pág.
44). Concluye el autor que advertir que la PF es una teoría arroja nueva luz sobre el
problema mente-cuerpo pues permite poner sobre la mesa una de las principales fuentes
de confusión.

Situadas ambas formas explicativas en un nivel que posibilita la comparación, procede el


autor a enunciar lo elementos que hacen obsoleta la PF en su pretensión de explicar la
conducta humana y los fenómenos mentales respectivos:

1. La incapacidad que ella evidencia al tratar de explicar los fenómenos mentales


complejos como la naturaleza y la dinámica de la enfermedad mental, la facultad
de la imaginación creadora o el fundamento de las diferencias de inteligencia
entre los individuos (Churchland P. , 1995, pág. 50).
2. Enfrenta ella dificultades especiales al explicar el aprendizaje puesto que su
concepción del mismo como manipulación y almacenamiento de actitudes
proposicionales, fracasa ante el hecho de que formular, manipular y almacenar
una trama de actitudes proposicionales es en sí mismo algo que se aprende, y es
sólo una entre muchas otras habilidades cognitivas adquiridas (Churchland P. ,
1995, pág. 51). Es decir, la PF busca explicar fenómenos dentro de los cuales se
encuentran los supuestos sobre los que basa sus argumentos.
3. La historia de la PF es un largo trasegar de “retraimiento, infertilidad y
decadencia” (Churchland P. , 1995) de modo que lo que la Antigüedad y el
Medioevo explicaban mediante varias formulas de la misma fueron sustituidos por
modelos explicativos científicos integradores y lógicos durante la modernidad.
Hechos como este muestran que no hay nada que impida que las actitudes
proposicionales de la PF que actualmente explican fenómenos mentales no sean
eliminados por completo por el espectacular avance de la neurociencia.

Concluye el apartado de forma optimista con Churchland sosteniendo que:

“Si encaramos al homo sapiens desde la perspectiva de la historia natural y de las


ciencias físicas, podemos ofrecer un relato coherente de su constitución, desarrollo y
capacidades conductual que abarque la física de partículas, la teoría atómica y
molecular, la química orgánica, la teoría de la evolución, la biología, la fisiología y la
neurociencia materialista. Ese relato, aunque todavía radicalmente incompleto, es ya
extremadamente poderoso y superador de la PF en muchos puntos, aun en su propio
dominio. Y es coherente, deliberada y auto conscientemente, con el resto de nuestra
imagen del mundo, en constante desarrollo. Con pocas palabras, la mayor síntesis
teórica en la historia de la raza humana se encuentra ya en nuestras manos, y partes
de ella nos proporcionan descripciones y explicaciones agudas” (Churchland P. ,
1995, pág. 50)

Para la autora de este texto resultaba inevitable no pensar -al leer dicho fragmento- en la
fe en el progreso que los modernos abanderaron y las posteriores decepciones que esa
esperanza casi religiosa dejó. El artículo data de la década de 1980 y ofrece un
horizonte altamente alentador pero, cuando menos han transcurrido ya tres décadas y el
problema sigue a grandes rasgos latente por lo que cabría preguntarse ¿Qué hace de la
PF un sistema aún convincente? ¿Qué suple ella que no ha logrado suplir la sinergia
científica?

III Críticas
En este apartado se pasará revista por algunas de las críticas que se formulan al
materialismo eliminativo. En un primer momento aparecerán las críticas que el autor cita
y combate en su texto, seguidamente se presentarán algunas críticas aquí formuladas.

1. La primera crítica que se formula al Materialismo eliminativo versa sobre el


carácter normativo de la PF. Se señala que ninguna fórmula descriptiva o
materialista podría suplir el cariz normativo de la misma.
2. La segunda crítica se formula desde el funcionalismo. Así, el carácter abstracto de
la PF que caracteriza los estados internos no hace referencia a su naturaleza
intrínseca o a su constitución física. Son caracterizados, en cambio, en términos
de la red de relaciones causales que mantienen entre sí y con las circunstancias
sensoriales y la conducta pública (Churchland P. , 1995, pág. 54)
3. La tercera crítica sostiene la irreductibilidad de la PF. Según esto ella “no puede
ser desplazada por ninguna teoría naturalista de nuestro sustrato físico, puesto
que son los rasgos funcionales abstractos de sus estados internos los que hacen
a una persona, y no la química de su sustrato” (Churchland P. , 1995, pág. 56)

El autor responde que en primer lugar el hecho de que las regularidades adscriptas por
el núcleo intencional de la PF sean predicadas de ciertas relaciones lógicas entre
proposiciones, no da en sí mismo un fundamento para alegar algo esencialmente
normativo respecto de la PF y ofrece como ejemplo el hecho de que las regularidades
adscriptas por la ley clásica de los gases sean predicadas de relaciones aritméticas entre
números, no implica nada esencialmente normativo acerca de la ley clásica de los gases.
(Churchland P. , 1995, pág. 60) En segundo lugar señala que el materialismo eliminativo
es consistente con la alegación de que la esencia de un sistema cognitivo reside en la
organización funcional abstracta de sus estados internos, es decir, el funcionamiento del
sistema puede prescindir de tales formas proposicionales que son sólo uno de los
fenómenos superficiales y tardíos del conjunto de lo aprendido. En tercer lugar, señala
como erróneo argumentar en contra de la posibilidad de un reemplazo materialista, sobre
la base de que tiene que describir cuestiones en un nivel que es diferente. Según él, ello
sería una petición de principio. En conclusión, “cuando se enfrenta la impotencia
explicativa, la historia estancada y el aislamiento sistemático de las locuciones
intencionales de la PF, insistir en que tales locuciones son abstractas, funcionales y de
carácter irreductible, no constituye una respuesta adecuada o interesante” (Churchland
P. , 1995, pág. 59)

Pasando al segundo momento, se señalarán tres elementos que parecen generar


problemas.

1. En primer lugar el autor parece dar por sentado que lo que se agrupa bajo el
término PF es algo diáfano pero ni siquiera para sus interlocutores críticos parece
serlo por tanto las leyes y objetos de la PF resultan ambiguos cuando no oscuros.
2. El planteamiento resulta desde sus inicios inquietante. Así, asumiendo que se
sabe qué es concreto PF se desconoce ella se asume como teoría y no resulta
convincente que se la crítica desde un concepto (teoría) y un carácter (teórico)
impuestos por su crítico.
3. En tercer lugar el carácter predictivo de la apuesta: en últimas todo depende de un
presunto avance científico.

IV Conclusiones

En este último apartado de un modo especulativo se ofrecerán algunas reflexiones e


inquietudes a modo de conclusión. Para iniciar, hay un elemento en torno al lenguaje que
aunque explorado de forma tangencial parece suscitar polémica. Señala el autor que “el
uso del lenguaje es adquirido como una destreza más entre una gran variedad de
destrezas manipulativas aprendidas, y es conducido por un cerebro moldeado por la
evolución para realizar una gran cantidad de funciones, siendo el uso del lenguaje sólo la
más reciente y, quizá, la última de ellas. Contra el trasfondo de estos hechos, el uso del
lenguaje aparece como una actividad extremadamente periférica” (Churchland P. , 1995,
pág. 61) ubicado en el mismo tópico rechaza la tesis de Chomsky de que la mente o el
cerebro humano contiene de modo innato las estructuras abstractas para aprender y
usar los lenguajes naturales específicamente humanos y propone una hipótesis
alternativa: “el cerebro contiene efectivamente estructuras innatas pero que esas
estructuras tienen como función original y aun primordial la organización de la
experiencia perceptual, siendo la administración de categorías lingüísticas una función
adquirida y adicional para la cual la evolución las ha adaptado sólo incidentalmente”
(Churchland P. , 1995, pág. 64). Genera esto inquietud pues parecen existir tensiones
entre lo heredado y lo innato de la organización humana y quizá apueste él por una
herencia de tipo estructural más no de funcionamiento; no se sabe hasta qué punto
pueda echar ello por la borda la tradición inteligente de orden filogénetico en la especie.
Esto a modo de apunte lateral.

En otra línea, se cree que aunque Paul M. Churchland ofrece en su argumentación


elementos que cuando menos inquietan (como ya se vio en el apartado anterior) existen
también elementos que deben considerarse en el plano opuesto. Así, dejando del lado la
ineptitud de la PF expuesta por Churchland -si se abrazan sus planteamientos- se
comprende el peligro que ella representa. Si ella se abroga una misión explicativa,
normativa y prescriptiva, el ser humano y su conducta se ven dirigidos por actitudes
proposicionales que parecen basarse en presupuestos erróneos y que por ende,
construyen y prescriben sistemas erróneos. En otro momento, apela el autor a la
resistencia conservadora que la novedad genera en ausencia de alguna necesidad
práctica para explicar algunas de las críticas que se le formulan por lo que inquieta saber
si no se es objeto de este conservadurismo al observar con escepticismo o reticencia
que pueda llegar el momento en el que “algún segmento de la población, o toda ella,
llegue a familiarizarse íntimamente con el vocabulario requerido para caracterizar
nuestros estados cinemáticos, aprender las leyes que gobiernan sus interacciones y
proyecciones conductuales, adquirir cierta habilidad para adscripciones en primera
persona y desplazar completamente el uso de la PF” (Churchland P. , 1995, pág. 64)

Ahora bien, pese a los problemas –justificados o injustificados- que fueron reseñados en
apartados anteriores, la apuesta de Churchland debe ser puesta en su justa medida. Ella
es formulada a inicios de la década de 1980 cuando la computación o mejor, el internet
empezaban a figurarnos un panorama que se antojaba más que optimista, que se
mostraba como la punta del iceberg de un mecanicismo abrasador, igualmente pone
sobre el patíbulo temas que renuevan el campo de la neurociencia, la informática y la
filosofía. Para terminar, con un optimismo latente, podríamos figurarse el momento en el
que materialismo eliminativo cumpla su propósito y la ciencia física logre eliminar la
psicología folk y explicar coherentemente todos los planos de las conductas humanas
¿Qué quedará? ¿Un mundo absolutamente mecánico reproducible mediante productos
de iguales propiedades? ¿Un mundo sin lenguaje humano con cerebros sumamente
eficientes?

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