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Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por la cual no tiene costo
alguno.
Es una traducción hecha por fans y para fans.
Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo.
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Supe que algo estaba mal al segundo en que ella atravesó la puerta
esta noche; solo que no podía descifrar lo que era.
Mismo color de cabello.
Mismas piernas.
Mismo rostro.
Excepto… miro más fijamente.
—¿Se supone que sea una ventaja? ¿Este chico con el que estás
saliendo es sexy? —Me meto la lechuga en la boca y mastico. Trago—. Lucy,
no nos parecemos en nada.
—Pero solo hemos salido como, dos veces, no cuento las veces que lo 6
he visto en fiestas de la fraternidad y esas cosas. Sin embargo, es algo
irritante, siempre intentando tener discusiones profundas y significativas.
Mi rostro se retuerce.
—¿Por qué tendrías un problema con eso?
—Luce, odio sonar como una engreída, pero ¿cuán profunda podría
ser una discusión con un tipo llamado Dash?
—¡No voy a ir a esta cita por ti! Fue divertido intercambiar lugares en
la secundaria, pero ahora no es divertido. —Sin mencionar que es inmaduro.
—Solías pensar que era divertido.
—¿Recuerdas la vez que ambas nos presentamos como candidatas
para el consejo estudiantil? Fue agotador y embarazoso, y todo el lío fue
completamente tu culpa.
—Tenemos veintiún años. ¿No crees que somos un poco mayores para
jugar con la gente?
—Mmm, ¿no? Hay una razón por la cual Dios nos dio el mismo rostro.
Eso me hace reír.
—Eres ridícula.
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—Pero me amas, ¿no? —Mueve sus oscuras pestañas—. Vas a
ayudarme, definitivamente, puedo decirlo por la mirada en tu rostro.
No es que yo no sea así. Soy todas esas cosas, pero no soy usuaria de
ellas.
Mi hermana lo es.
No lo hace a propósito; solo… quiere lo que quiere y cuando lo quiere.
Apuesto que es el capitán o algo cliché. Lucy solo sale con los chicos
más lindos y populares en los que pueda poner sus largas garras con
manicura. Hoy en día, esas garras están pintadas de rosa fuerte, y cuando
se impacienta, da golpecitos con ellas sobre la mesa para irritarme, como
está haciendo en estos momentos.
—Déjame adivinar. —Hago una mueca—. Lo llaman Dash porque es
muuuy muy rápido.
Su sonrisa desaparece.
—Eres odiosa, ¿lo sabes? Pero también estás en lo cierto.
—¿En qué más es rápido? —bromeo.
—No lo sé. —Mastica sus vegetales—. Solo nos hemos besado una vez, 10
pero espero averiguarlo pronto. Me está haciendo esperar.
—¿A qué te refieres con que solo se besaron una vez? ¿Es un jugador
de béisbol mojigato? Perdona por sonar confundida o creer en estereotipos,
pero ¿los atletas no están siempre cachondos?
Pensaba que la razón de que saliera con estos chicos, era para que
la vieran con ellos, no para crear lazos emocionales y pasar en realidad
tiempo de calidad.
Pongo los ojos en blanco. Los míos son un poco más oscuros que los
de ella, el izquierdo con una manchita ámbar en la esquina. Nuestros ojos
eran de las pocas cosas que nos diferenciaban, cosa que ella odiaba, y yo
también tenía un hoyuelo en la comisura de mi boca. 11
—Tú haces que me incumba. “Hola, necesito que finjas ser yo y vayas
a una cita con algún extraño”. —Por el cual, siendo franca, estaba
empezando a sentirme mal—. Si te gustara tanto, no estarías…
—Saliendo con alguien al mismo tiempo —decimos al mismo tiempo.
—Ni siquiera sabía que estabas saliendo con alguien, mucho menos
con dos personas. De hecho, nunca he conocido a ninguno de tus novios
desde que estábamos en Iowa.
Cierto, nunca había salido con un deportista, pero los orgasmos que
había tenido con otros chicos habían sido buenos, muchas gracias, incluso
si fueron un poco ordinarios.
—Entonces, ¿lo harás?
—¿Qué? ¡No! —Quizás.
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—Ugh, ¿por qué eres así? —resopla mi gemela, arrojando su servilleta
en la mesa en una mini rabieta—. ¡Ayúdame! Por favor. Eres la dulce… quizás
si sales con él, cambiará de opinión sobre mí.
—¿De eso se trata todo? ¿No tienes dos citas la misma noche?
—¡Sí! Juro que tengo dos citas el próximo viernes por la noche.
—Entonces, ¿qué tal si haces lo correcto y cancelas una de ellas?
Lucy me fulmina con la mirada desde el otro lado de la mesa.
—Eres la peor maldita gemela.
Me rio, antes de tomar un gran bocado de mi hamburguesa.
—¿Qué pasa si terminas teniendo una cita con Hudson para Año
Nuevo y ya te ha visto con el vestido plateado?
Sonrió ante su expresión de espanto.
—Mierda. No había pensado en eso. 13
—Sí, bueno… —Me encojo de hombros ante su ceño fruncido—. Para
eso me tienes.
—¡Ugh! Bien, bien. Estaré en tu casa quince minutos antes de las ocho. 14
—La señalo con un dedo—. Mejor que reces para que no llegue temprano.
Traducido por Ashtoash
Llega temprano.
Quince minutos antes, para ser exacta, caminando por la acera hacia
la casa de mi hermana exactamente al mismo tiempo que yo. Mi casa está
a solo un par de cuadras de distancia, así que caminé hasta aquí, los
tacones resonando en el cemento debajo de mis pies.
Está lo suficientemente cerca para poder verlo mejor; nada más que
fuerza y arrogancia. Una mirada a su rostro y comienzo a tropezar con mis
palabras.
—Mmm, estaba, eh… tenía que… ¡Oh! ¡Ya sé! —Jesús, Amelia, has
visto a un chico guapo antes—. ¿Olvidé que había dejado mi billetera en la
casa de un amigo? Y corrí a buscarla. No quería olvidar mi identificación,
¡no, no quería!
Suelto una risa tan falsa que quiero vomitar.
Inclina la cabeza hacia un lado, estudiándome, todo pómulos altos y
cejas gruesas. Hermosa piel oscura, musculosa… Dios es tan lindo. Mi
hermana no estaba bromeando cuando dijo que era bien parecido. 16
Lo que no mencionó era que Dash Amado es latino.
1Como en la historia original se dicen bastantes frases en español, estas aparecerán en otro
estilo de letra, para referirse a que los protagonistas las dicen en ese idioma.
gimnasio. Aparto mis ojos de la bolsa con su bate en el asiento trasero
cuando Dash acomoda su gran cuerpo en el interior.
—Gracias por estar de acuerdo con esto. —Me echa un vistazo, con
sus grandes manos aferrando el volante—. Cuando me invitaste a salir, esto
fue lo mejor que pude organizar en tan poco tiempo.
—¿Disculpa?
Espera, ¿acaba de decir “cuando me invitaste a salir”?
Me aclaro la garganta y, tan casualmente como puedo, le pregunto:
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—¿Te invité a salir?
Me mira de reojo sobre sus hombros, arqueando sus cejas oscuras.
Se ríe. Es una de esas risas bajas y sexys que ves representadas en las
películas; esas que envían un escalofrío por tu columna vertebral mientras
ves cómo se desarrolla el romance.
—Sí.
1. Veintidós.
Eso es todo, el catálogo completo de las siete cosas que sé sobre él,
y muy probablemente las únicas siete cosas que mi hermana sabrá alguna
vez.
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Traducido por Genevieve
Una vez más, mis ojos recorren el pequeño hoyuelo cerca de su boca,
deteniéndome allí.
No. Eso definitivamente no estaba allí antes.
¿O sí?
Es adorable, definitivamente lo recordaría.
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¿Cierto?
Sin embargo… hay algo en ella esta noche que me hace dudar de mi
primera impresión, algo que no puedo entender.
Esta noche parece distante. Conservadora.
Bonita y educada.
Con clase.
Es raro.
De una buena manera.
Mis labios se curvan en una sonrisa a medida que bajo la mirada hacia
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la corona de su cabeza, la luz golpea su cabello, enfatizando el rico color
marrón chocolate. ¿Era de este color el fin de semana? Debe habérselo
teñido o lo que sea.
—¿Estás segura? —Tomó vino blanco la última vez que salimos, cuatro
copas, para ser exactos, y se emborrachó—. Estoy seguro que tienen vino si
lo quieres.
Su boca se mueve, formando las palabras.
—Mierda, es cierto. Bebo vino, ¿no? —El lugar es ruidoso y hace eco,
pero sus palabras son claras, perfectamente formadas en sus labios. Lucy
hace una pausa indecisa—. Supongo que beberé vino si lo tienen.
Se ve menos emocionada, triste incluso.
—Dime lo que quieres y lo pediré.
—Bebamos vino. —Un gesto breve—. Soy una bebedora de vino que
también ama la cerveza, pero esta noche beberé vino, por favor.
—No, no, ¡vete! Quiero decir, claro, sí, voy a cuidar nuestros lugares —
dice con entusiasmo, prácticamente me empuja hacia la barra, pero sin
tocarme físicamente—. Sí, vete. Esperaré aquí, aquí en este lugar. No iré a
ningún lado.
Me muestra una sonrisa que es demasiado alegre; si no lo supiera
mejor, pensaría que estaba intentando deshacerse de mí.
—Está bien —digo lentamente—. Dame un minuto. Vuelvo enseguida.
Ella duda, mira hacia el bar, que ahora está lleno de gente. Si vuelvo
para pedir otra cerveza, me tomará otra media hora y me perderé toda la 26
actuación de Scotty.
—No te preocupes por eso. Está bien.
Tomo un trago de mi botella ámbar, y se la ofrezco.
—¿Quieres un trago de la mía?
Su mano se levanta, en señal de protesta.
—No, no, está bien, no te preocupes por eso.
—No estoy preocupado por eso, pero si quieres una cerveza, puedo
compartirla. No es como si no hubiéramos intercambiado saliva antes.
La iluminación aquí es una mierda, pero juro por Dios que Lucy se está
sonrojando. Tiene que estarlo por la forma en que su cabeza baja, incapaz
de mirarme a los ojos.
—¿Qué es tan bueno? —Su boca está justo allí, los labios rozan mi
cuello. ¿Qué es tan bueno?, quiere saber.
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Jesús, me está volviendo absolutamente loca: El español, su colonia,
su aliento y el calor de su cuerpo. Incluso el vello en sus brazos me pone la
piel de gallina, los vellos finos hacen cosquillas en la piel de mis antebrazos,
a medida que sus pulgares se clavan suavemente en mis caderas.
—¿Ah? —pregunto aturdida.
—Dijiste tan bueno.
—Mmm, no. No lo creo.
—¿Puedes entenderme?
Mierda.
—Sí. —Aparto mis ojos, avergonzada.
Los suyos son demasiado intensos.
—¿Qué hay del bar? ¿En la parte de atrás de la sala? Nos podremos
escuchar mejor.
—Sí. Seguro —Creo que lo seguiría a cualquier parte.
Masculino.
Lo amo. Me encanta.
Eso no tiene sentido. Lucy es una amante de la moda, ¿por qué estaría
dando clases en México?
—¿Por qué sigues mirándome así?
—Sabes, Luce, estoy muy ocupado con la escuela y el béisbol, así que
no salgo mucho, y este es el motivo: No soporto el drama.
—No quise decirlo así. Solo que… no me siento cómoda teniendo esta
conversación contigo ahora mismo.
—¿Por qué?
—Porque yo… es… —Es reacia a terminar su oración—. Es personal.
—No pasa nada raro. —Sus fosas nasales se dilatan, sus ojos brillan—.
No tengo ni idea de lo que estás hablando.
—Entonces va a ser así, ¿eh?
Se cruza de brazos.
—¿Qué crees que es raro?
—Es más largo… y más oscuro. —Lo suelto todo—. Y te juro que no era
así la última vez que te vi.
—Esto es todo por nuestra parte esta noche, damas y caballeros. Una
última canción lenta antes del gran espectáculo. Disfrútenlo y pasen una
jodida gran noche.
Los lentos acordes de las guitarras siguen a la multitud.
Sin embargo, Lucy no.
Sus labios están curvados con aire de suficiencia.
—¿Ibas a decir que mis tetas parecen más grandes?
—¿Está bien esto? Nada de besos en los labios —le susurro al oído—.
Al igual que en Pretty Woman.
Con el pecho agitado, sus manos se mueven sin prisa arriba y abajo
de la mayor parte de mis bíceps, sus senos presionados contra mi pecho a 41
medida que se mueve más cerca.
La última vez que me despertó a esta hora fue hace dos Navidades
cuando nuestro hermano, Dexter, y ella levantaron sus culos al amanecer
para poder abrir sus regalos.
Mis hermanos, bendigan sus corazones, son madrugadores.
Yo, sin embargo, no lo soy.
—Dudo que tenga que explicar lo atractivo que es, Lucy. Has salido 46
con él dos veces, ¿puedes culparme? —Mierda, eso fue totalmente
inapropiado—. Lo siento, no quise decir eso.
—Uh… si te gusta este tipo, solo dímelo, Amelia.
—¿Ah, sí? ¿Te escribió? Eso está bien. —Me estoy muriendo por dentro,
esforzándome por sonar desinteresada a pesar del frenético latido de mi
corazón.
La línea queda en silencio.
—¿Luce? ¿Qué dijo?
—Lo de siempre.
Me va a hacer trabajar por ello. 47
—Bueno, primero, y por favor jamás repitas esto, Dash nunca antes me
ha escrito. Por lo general soy la que le manda los mensajes, cosa que es muy
molesta. Odio cuando los hombres son así. Odio tener que escribirles
primero. Solo estoy admitiendo esto contigo porque eres mi hermana y te
obligué a salir con él.
Me odio por preguntar, pero:
—Entonces… ¿qué más dijo? —Sobre mí.
Un audible suspiro del otro extremo de la línea.
—¿Qué pensaste que iba a pasar anoche, Lucy? Con un hombre así,
que tiene sentimientos… sí, sentimientos reales. Puede que sea
demencialmente bien parecido, pero fue en verdad fantástico, así que sí, el
español simplemente salió porque apenas tengo la oportunidad de
practicar ya y vas a tener que lidiar con ello.
—Bueno, no voy a verlo pronto y no tengo ánimos para tener otra cita
con él.
¿Por qué no le gusta? ¿Por qué haría esto? Esta joven superficial no es
la hermana que conozco. Son aquellas malditas chicas de hermandad con
las que anda.
Está siendo cruel e insensible, y no me agrada.
Hay una larga pausa, luego el largo suspiro por el que mi hermana es
famosa en nuestra familia.
—¿Honestamente? No, para nada. Si alguien estuviera rompiendo
conmigo, ¿por qué querría ver su cara?
—Porque…
—Pero si esto es tan importante para ti, ¿por qué no rompes tú con él
en mi lugar? Eso me ahorra el problema de hacerlo.
—Ir en una cita con él ya fue bastante malo. Hice un trabajo terrible
fingiendo ser tú, y de ninguna manera seré capaz de mirarlo a los ojos y
romper con él.
Se queda en silencio.
—Espera, alguien me acaba de enviar un mensaje.
—¡Lucy! ¡Estamos en medio de una conversación!
—¡Lucy! —grito, más que exasperada—. ¡No voy a romper con él por
ti!
No puedo decidir: ¿Qué usa una persona para romper con el novio
de su hermana? ¿Una sudadera y vaqueros? ¿Una camiseta coqueta? Algo
más elegante, porque técnicamente esto podría considerarse una reunión
de negocios.
¿Pantalones Caquis?
No, no, y no, más de tres blusas se unen a las otras; por el rabillo del
ojo, veo un elegante jersey de cuello alto negro y lo saco impulsivamente
de su percha.
Lo sostengo en alto, inspeccionándolo.
Remilgado. Correcto.
Negro.
Serio.
La mierda perfecta para usar si fuera a asistir a un funeral.
Lo deslizo sobre mi cuerpo. Es ajustado, abrazando todas mis curvas y,
sin embargo, la metáfora perfecta: Mi asistencia a la muerte de la relación
de mi hermana con Dash Amado.
—Sí, puedes. Puedes hacerlo. Has roto con chicos antes. Diablos, has
roto con los novios de Lucy antes.
Dos veces, en la escuela secundaria.
Me sentí más valiente en ese entonces que ahora.
Lo hecho, hecho está; Lucy iba a salir con Hudson esta noche, y yo
voy de camino a encontrarme con Dash. No hay vuelta atrás.
Solo puedo seguir adelante.
Él llega tarde.
A las siete en punto, veo absorta que una gran figura emerge por la
puerta de Zin. Estoy esperando, conteniendo mi respiración, observando
cuando él menea la cabeza para quitarse el cabello de los ojos.
Lanza una sonrisa amistosa a los camareros cuando pasa por delante
de ellos hacia mí, sus blancos dientes perfectos, un marcado contraste
contra su piel. Oscura. Suave. Hermosa.
No puedo evitar que mis ojos miren hacia abajo. Levanto las cejas,
curiosa. 53
—Entré solo unos minutos antes, así que no. No es gran cosa, los
camareros me estuvieron haciendo compañía. —Algo que Lucy
definitivamente diría, solo que ella agregaría una sonrisa coqueta, tal vez
tocando su manga.
—Hablando de eso, estoy sediento. —Su magro torso se inclina sobre
la barra, su largo brazo arrebata un menú de bebidas antes de hacer una
señal a uno de los camareros. Sus ojos parpadean ante el vaso de agua
frente a mí—. ¿Quieres algo más o vas a seguir decantándote por el agua?
—El agua está bien. —Estoy aquí para hacer un trabajo y necesito la
mente clara. Beber sería una idea horrible, aunque es posible que necesite
un trago al final de la noche, quizás un trago, dos o tres.
—Aunque, te ves bien. Muy bueno. Creo que me gusta más esta
camisa que la que llevabas el viernes por la noche.
—¿En serio? —Pasé una mano por mi cabello liso, que dejé secar al
aire después de la ducha. Apenas llevo maquillaje, solo brillo de labios,
básicamente, mi intento de parecer seria—. Ni siquiera puedes ver mi cuello.
—No puedes ver nada. Esta blusa es una capa protectora entre nosotros; no
quiero sentirme sexy, ni atractiva ni bonita cuando estoy aquí para
completar una tarea.
Y sin embargo… al tonto le gusta.
—Sí.
Me gusta la forma en que me está mirando, evaluándome. Me
encanta la manera en que habla, el sonido de su voz, incluso si en realidad
no está hablándome a mí.
Su pecho como una pared de acero, choco con él sin querer cuando
me pongo de pie, recojo mi bolso y mi abrigo del taburete aprensivamente, 55
los nervios haciendo que mis palmas estén sudorosas.
Estoy a punto de romper con el novio de mi hermana.
—Ya sabes que solo salí contigo porque fuiste tú la que pregunto,
¿cierto? Nunca te hubiera invitado a salir.
—¿Pero?
Pruebo, moviéndome incómodamente en mi asiento.
Ante el uso del nombre de mi gemela, me las arreglé para mostrar una
sonrisa tambaleante.
—Yo también.
—Sí. —Se ríe, mis ojos se mueven a su garganta—. Imaginé que era
mejor mencionarlo antes de que perdamos más de nuestro tiempo.
Lo quiero para mí, ¡eso es lo que está mal conmigo! Puede que no
crea en el amor a primera vista, los cuentos de hadas o en las chispas
volando cuando conoces a alguien por primera vez, pero si lo hiciera, soy lo
suficientemente adulta para admitir que lo estoy sintiendo en este momento.
Esta noche, su cabello largo parece más largo, agitado por el viento
y natural. Desordenado, como si hubiera salido de la cama para venir a
encontrarse conmigo y no hubiera pasado una hora en el baño rizándoselo.
Su perfume, que solía oler a pura caza fortunas, ahora tiene rastros de
cítricos, flores y vainilla, golpeando mi nariz cuando mueve esa masa de
cabello sobre su hombro.
Se ve diferente esta noche, conservadora.
Apenas lleva puesto maquillaje, solo un poco de rímel.
Y, obviamente, todo el asunto del cuello alto es jodidamente confuso.
El color negro contrasta fuertemente contra su piel pálida. Esa es otra
cosa que me desconcierta, las pocas veces que he salido con Lucy, su piel
ha tenido un tono cálido de… bueno, naranja.
Yyyyy ahí está. Lo juro por Dios, si es una de esas chicas que come
como un puto pájaro, ensalada sin aderezo y un acompañamiento de
agua, en serio voy a reconsiderar salir con ella.
—¿Ya comiste?
—No.
—¿Tienes hambre?
Su cabeza se levanta. Nuestros ojos se encuentran.
—En realidad no vine aquí a comer, pero sí, tengo hambre.
Mis labios se curvan.
—Déjame adivinar, vas a pedir una ensalada.
—Bueno, déjame ver. —Levanta el menú y desaparece de la vista
cuando la camarera se acerca y nos mira.
—¿Están listos para ordenar o necesitan algunos minutos más?
Lucy reaparece de encima del gigantesco menú plegado.
—Estoy lista si tú lo estás.
—Las damas primero.
—Me dijiste que eres estudiante de moda, pero nunca dijiste lo que
planeas hacer con tu título. No tuvimos exactamente mucha conversación
en nuestras primeras citas. —Le lanzo una sonrisa perezosa.
—Oh. Cierto. —Una vez más, mete esos largos mechones de cabello
detrás de la oreja, haciendo que sus pendientes brillen en la luz—. Mi
especialidad es, uh, diseño de moda.
Ahora se está repitiendo.
—Ya me dijiste eso.
—Ella, yo, eh, me llamo así por nuestra abuela, mi abuela. —Su cabeza
se sacude—. Lucille. Lucy es la abreviatura de Lucille.
Otra risa.
—Tú. Estás haciendo pucheros porque la ensalada es muy pequeña.
Voy a hacer que esta sea la mejor cita que hayas tenido.
Eso no es bueno, y ahora mis axilas están sudando.
Sabía que sería guapo, pero no me di cuenta que sería serio o intuitivo.
Es directo y abierto, y cuanto más tiempo estamos sentados aquí, más
charlatán se está volviendo.
Me gusta eso.
Me gusta él.
También me siento atraída por él, lo cual es terrible, por Lucy, Lucy y
Lucy.
Porque estoy aquí para romper con él, no hechizarlo para otra cita.
Jesús, soy tan mala en esto.
Tengo miedo de mirarlo a los ojos, así que miro la pared detrás de él.
Las cortinas. La pareja mayor en la mesa detrás de nosotros.
Corto otra pieza, tomo otro bocado.
Es un trabajo duro ignorarlo.
Él es grande, intimidante y sexy.
Las vistas panorámicas son tan amplias que puedes ver el siguiente
estado.
—¿Senderismo?
—Sí. Yo, eh, fui al oeste en las vacaciones de primavera del año
pasado a Idaho y caminamos por un montón de senderos. Realmente a
cualquier lugar con una buena vista. —Me encantó muchísimo. 69
Las apariencias físicas son la forma en que Lucy elige a todos sus
novios. Se pasa horas preparando su cabello y maquillaje para salir los fines
de semana, pasa el tiempo libre en el centro comercial cuando no está en
clase.
—¿Ah, sí?
—Sí.
—¿Algo más? ¿Te gusta leer, ver películas o no sé…? —Pienso por un
momento—. ¿Ir a la feria del condado en el verano?
Su expresión es tan vacía como su tono.
—La feria del condado.
—Paseos, atracciones, algodón de azúcar…
—De hecho —la comisura de su boca se curva—, fui a la feria estatal
este verano.
Mad Dog Jacks solía ser un bar de moteros, pero por alguna razón, los
chicos universitarios en la ciudad han decidido que es el lugar perfecto para
pasar los fines de semana. En parte tugurio, en parte… bueno, el lugar es
una completa mierda sin importar de qué lado lo mires.
Empujo el cabello detrás de mis orejas nerviosamente.
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—Te-tendré que revisar mi agenda.
Dash me mira en silencio, con los ojos sonrientes.
—Haz eso.
Antes de darme cuenta, hemos estado aquí una hora más, mucho
después de que nuestra comida haya sido retirada, tanto que me he
olvidado completamente de lo que se supone que debo hacer aquí,
ignorando todos los textos de mi hermana… que van a hacer explotar mi
bolso. Ha estado vibrando durante los últimos cuarenta y cinco minutos.
Dante paga la cuenta.
El problema es que quiero que lo haga; lo quiero tanto que mis labios
hormiguean.
Todo en mi cuerpo está zumbando.
—Pero probablemente debería irme.
No me tengo que ir. No me quiero ir.
Me debería ir.
Y luego…
75
Allí, a todo color, hay una foto que me tiene viendo doble. Tengo que
mirar dos veces, con los ojos prácticamente saliéndose de mi maldito
cráneo.
Santa. Mierda. Hay dos de ella… son dos.
Gemelas.
Maldición, lo sabía. Sabía que algo estaba mal con ella.
¿La parte más jodida de todo? Puedo decir exactamente con quién
he estado pasando el tiempo últimamente, y es jodidamente seguro que no
fue Lucy Ryan.
Era la chica de la derecha.
Bajo las luces tenues del estacionamiento de Zin, estudio la foto,
haciendo zoom en ese rostro. Su cabello. Sus ojos.
Son idénticas, pero son sus expresiones lo que las delata: Lucy intenta
ser confiada y arrogante mientras que su hermana es hermosa y tranquila,
dejando que su hermana acapare la cámara.
Hago zoom otra vez.
Ahí está ese jodido hoyuelo que me encanta tanto, una de ellas lo
tiene y la otra no. El cabello de Lucy es más claro, cortado en capas
alrededor de su rostro y es obvio que unos cuantos centímetros más corto.
¿Y su pecho? Tenía razón sobre sus tetas.
Su gemela es hermosa. ¿Qué estaba haciendo al pretender ser Lucy?
Soy un planificador, siempre lo he sido, así que una vez que las ruedas
se ponen en marcha, no hay forma de detener este tren.
La oración se apaga, sin terminar. Juro por Dios que está limándose las
uñas y ni siquiera está prestando atención.
—¿Demasiado cobarde para romperla tú misma?
—Dios mío, admítelo, tampoco te gustaba mucho. Ugh, supéralo.
—Tienes razón, no me gustabas mucho. —Pero me gusta tu hermana.
Jadea, sorprendida por mi franqueza.
—¡Oye!
—No estoy intentando ser grosera, pero ¿por qué me estás llamando?
Acabo de terminar contigo y no quiero que me llames para acosarme.
—Técnicamente, tú no rompiste conmigo.
—Por poderes lo hice.
¿Siempre es tan jodidamente agotadora? Jesús.
—Mira, solo dime una cosa: ¿Tu hermana ha dicho algo sobre mí?
Se queda callada unos segundos.
—¿Como qué?
80
Traducido por Knife
Yo: ¿Tienes que hacer que parezca que soy un sicario de la mafia con
un contrato sobre alguien?
Lucy: Sí, porque suena más emocionante de esa manera, ¿verdad?
Ya sabes cómo me atrae la idea de ser una princesa de la mafia.
Yo: La noche fue bien. 81
Lucy: ¿Cómo sabes que no he sido bendecida con un don? Tal vez
soy la gemela dotada por ese súper poder, y finalmente se está volviendo
poderoso ahora que he alcanzado la mayoría de edad.
Yo: Esa es una de las cosas más tontas que te he escuchado decir.
Lucy: Pero es verdad.
Yo: Bien. ¿Cuál es MI súper poder de gemela?
Lucy: No lo sé. ¿Eres buena con los animales pequeños, siendo la falsa
Lucy y la falsa rompiendo con los chicos?
Yo: Ja ja, muy graciosa.
82
Lucy: Entonces, solo respóndeme a esto: Si estás tan segura de haber
botado su culo, ¿por qué me está mensajeando?
Yo: Podrías no decir… botado su culo.
Lucy: ¿Te molesta cuando digo botarlo?
Yo: Un poco.
Lucy: ¿Por qué? No me digas que te sientes mal.
Lucy: ¿Cómo hiciste lo de botarlo?
Yo: ¿No? Espera, ¿por qué importa eso? El trabajo estaba hecho, así
que me alejé en el auto.
Lucy: Tenías un ÚNICO trabajo, Amelia, uno. Quiere volver a salir, así
que… dime qué deberíamos hacer. Él no me gusta.
Yo: DEJA DE GRITARME, y deja de decir NOSOTRAS. Él no es mi novio.
Lucy: ¡Tampoco era el mío! ¿Y por qué estás enloqueciendo?
Lucy: Amelia, dime la verdad, ¿te gusta?
Yo: Dame una noche más para romper con él. Haré un mejor trabajo,
lo prometo, aunque soy POSITIVA, ya lo hice. Incluso dijo las palabras
“rompiendo”. 100%
Lucy: Dardos. Sábado por la noche. 8:00
Yo: Bien. Estaré ahí.
Lucy: Bien, pero ¿puedo decir algo? Los dardos son TAN RAROS.
83
Traducido por Kira, DiaNaZ, Genevieve, Flochi y EstherC
Ya terminé con este tipo una vez antes, en los que fueron los peores
cinco minutos de mi vida.
—No estoy intentando hacerte pensar que estás loca. Solo estoy
preguntando si acaso fuiste tú quien rompió conmigo.
Suspiro. Algunos hombres tienen egos tan frágiles.
¿De verdad? ¿Aún quiere jugar a los dardos? ¿Acaso este tipo es un
demente? ¡Soy su ex novia!
—Uh, bueno.
—Tú lanzas uno, y yo lanzaré otro, entonces podemos irnos.
Mis ojos se entrecierran dubitativamente.
—¿Me trajiste aquí para lanzar un dardo? ¿Es algún tipo de plan para
volver a estar juntos? Porque no va a funcionar.
Miro fijamente hacia la gran mano que extiende, esa palma callosa y
las duras almohadillas de sus dedos. Deslizo mi mano a través de su carne,
temblando cuando nuestras pieles conectan.
Es positivamente eléctrico.
Ambos temblamos.
—¿A menos que estés más cómoda en tu casa? Solo pienso que
adónde sea que vayamos, tenemos que estar solo nosotros dos. —Dante se
mueve sobre sus talones, lanzándome una mirada aguda—. ¿No tienes
mierdas que quieras confesar?
¿Confesar? ¿Por qué lo está diciendo así?
—¿Cuál es tu nombre?
Las manos de Dante salen de sus bolsillos para poder lanzarlas al aire,
la frustración tangible e intensa.
—Cualquiera con medio puto cerebro puede decir que no eres ella,
y me ha estado volviendo jodidamente loco. —Sus manos gesticulan
alrededor de su cabeza como si su cerebro estuviera explotando mientras
continúa su diatriba—. Intentando averiguar qué mierda hacer con esto,
perdona mi francés, porque Jesús, no puedo dejar de pensar en ti. Me está
volviendo loco que ni siquiera me vayas a decir tu nombre. ¿No puedes
entender eso? 91
—¿Cuál es tu nombre?
Mi nombre es Amelia.
—Sabía que algo no estaba bien casi desde el momento en que te vi.
Hubo algunas cosas que sobresalieron que no pude entender, luego
sonreíste y vi esto. —Alza su dedo y toca el lugar debajo de mi labio, el que
quería tocar cuando bailamos en el concierto, solo que esta vez cuando su
dedo presiona en él, puedo disfrutarlo—. Y tu risa es diferente.
92
Es verdad. Mi risa es diferente, más baja y menos astuta, no tan
extravagante o impetuosa como tiende a ser la de Lucy, sobre todo porque
le gusta llamar la atención sobre sí misma.
—No te traje aquí para atraparte por mentir. Te traje aquí porque me
gustas. Le dije a tu hermana por teléfono que yo…
—Espera, ¿hablaste con mi hermana? ¿Ella lo sabe?
—Te dije que iba a hacer que fuera la mejor cita que hubieras tenido
en tu jodida vida, ¿recuerdas?
—Sí. —¿Cómo podía olvidarlo?—. ¿Qué dijo Lucy cuando hablaste
con ella?
—¿Eso es lo que crees que era esto? ¿Un juego? —Estoy intentando
ser coqueta, pero no creo que vaya muy bien; él frunce su nariz.
—Tú eres el que tiene tus manos en mi cara. —Sus manos grandes,
ásperas y perfectas—. ¿Vas a besarme?
Su rostro se acerca más.
—¿Quieres que lo haga?
—Sí —susurro—. He esperado una eternidad para que pongas esas
zarpas gigantes sobre mí.
Estoy tan caliente en este momento, Dios, odio esa palabra, pero es
tan cierto. Quiero arrancarme la ropa para que pueda tocar mi cuerpo, así
yo puedo tocar el suyo. Hemos hecho lo de las tres citas; estoy lista para
llevarlo al siguiente nivel.
—Está bien —digo sin aliento, el entusiasmo vibra en todas mis células
nerviosas—. Si no crees que tus compañeros de habitación me van a juzgar,
entraré.
—En serio creo que es adorable que pienses que serán capaces de
ver la diferencia… de verdad, jodidamente adorable. —Deja otro beso
caliente en mis labios, dejándome aturdida y sintiéndome fría cuando se
retira para abrir la puerta de entrada—. Además, la mayoría de estos tipos
no están con la misma chica dos veces, así que, ¿quién diablos son para
juzgar?
—Lucy dijo que soy tu unicornio. —Se ríe, arrojando su chaqueta sobre
una silla.
Hago una pausa.
—¿Lo hizo?
—Sí. Soy un maldito unicornio.
Nada que ver, nada que observar, ninguna parte adónde ir salvo a la
cama.
Sus dedos hábiles tironean del cabello negro sobre mi cabeza, luego
bajan por mi cuello, aterrizando en mis hombros. De ida y vuelta, las yemas
de sus dedos presionan los músculos allí.
Se siente como el cielo.
—No creo que seas aburrido en absoluto.
99
Alzo mi cabeza.
—¿No?
Mi nariz se abre paso entre sus senos, y se ríe cuando le doy otra
caricia. No puedo esperar para ver sus tetas, no puedo esperar a tenerla
desnuda.
—Y estás tan excitado como yo.
—Sí. —Mis brazos la rodean, las puntas de mis dedos sujetando el
interior de sus muslos por atrás, el pulgar comenzando a masajear
lentamente la zona—. Te encuentro sexy.
—Puedo vivir con eso si tú puedes. —Su voz sexy vacila—. ¿Tú, eh,
tienes, ya sabes… condones?
Me desabrocho los vaqueros, los deslizo hacia abajo más allá de mis
caderas. Los pateo a un lado.
Ella se me adelanta, alcanza con sus manos su espalda, sus labios aún
succionados por los míos, desabrochándose el sostén de un solo
movimiento. Tira de los tirantes hacia abajo por sus brazos, desechando la
delicada tela negra a un lado de la cama. Alcanza mis manos, poniéndolas
en sus tetas.
En realidad nunca he sido un tipo de tetas, pero acabo de
convertirme en uno de ellos. Se sienten llenas, pesadas en mis manos, mis
pulgares rozando sus oscuras areolas al mismo tiempo que Amelia empuja
la cintura de mi bóxer.
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—Eres mío —murmura con voz ronca—. Mío.
—A-A veces lo hago. —Sus ojos están cerrados, sus dientes mordiendo
su labio inferior.
Mi cielo.
Mi paraíso.
Scarlett es siempre la sensata: la
conductora sobria. La planificadora. La
que retiene tu cabello mientras estás
adorando a los dioses del inodoro.
Jock Hard #1
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Moreline
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