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TEMA 5 PAU

LA II REPÚBLICA (1931-1936)

1. Gobierno provisional interino (1931)


a. Fuerzas y partidos políticos
b. Constitución de 1931
2. Bienio reformista (1931-1933)
3. Bienio derechista (1933-1936)
4. El gobierno del Frente Popular
5. Fin de la II República

La Segunda República (1931-1936) fue una etapa significativa en la historia de la España del s.XX. Constituyó un
ambicioso intento de modernización política y trató de adecuarse a los cambios sociales y económicos que
habían surgido; pero sin embargo, los problemas que ésta tenia eran equiparables a los del resto de Europa
(régimen soviético, fascismo, dictaduras…) y poco a poco se iría degradando hasta que termine sucumbiendo
ante la derecha autoritaria.

1. GOBIERNO PROVISIONAL INTERINO (1931)


El régimen republicano surgió de las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 en las que los resultados
favorecieron a la Conjunción Republicano-Socialista y provocaron la salida de Alfonso XIII del país y la
proclamación del nuevo régimen el 14 de abril. Esta proclamación apenas encontró resistencia y fue recibida con
un gran entusiasmo.
Inmediatamente se formó un Gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá-Zamora y formado por
republicanos de izquierda y derecha, socialistas y nacionalistas que debía dirigir al país hasta que unas nuevas
Cortes Constituyentes dieran forma al nuevo régimen. Entre los primeros ministros no había representantes de
la derecha monárquica, conservadora ni católica, ni de los sectores obreros anarquistas, ni de los nacionalismos.
Finalmente se convocaron elecciones a Cortes en junio de 1931 y los resultados favorecieron a los partidos de la
coalición gobernante. El papel principal del Gobierno y las Cortes se centraba ahora en elaborar un nuevo texto
constitucional que legitimara el régimen. La Constitución de 1931 configuraba un régimen con soberanía
universal, clara división de poderes, sufragio universal, configuración integral que permitía alguna autonomía,
separación Iglesia-Estado, derechos individuales y sociales…

2. BIENIO REFORMISTA (1931-1933)


Tras aprobarse la Constitución se inició un nuevo periodo con un Gobierno presidido por Manuel Azaña y
formado por republicanos de izquierda y socialistas. En diciembre, Alcalá-Zamora fue nombrado primer
presidente de la II República. En esta etapa el Gobierno experimentó dos importantes cambios que inclinaron su
ideología hacia el centro-izquierda: la aprobación de artículos relativos a la cuestión religiosa que provocó la
dimisión de Alcalá-Zamora y de Maura; y la negativa a seguir colaborando con los socialistas.
Este nuevo Gobierno tuvo que responder desde el principio al ansia general de reformar y adoptó distintas
medidas en una gran amplitud de sectores. Las primeras reformas fueron las promovidas por Largo Caballero
desde el Ministerio de Trabajo y crearon un nuevo marco de relaciones laborales empresario-trabajador que
llevaron muchos beneficios al campo. Algunas de las reformas laborales más destacables son la Ley de Contratos
de Trabajo y la Ley de Jurados Mixtos; pero no se quedaron atrás otras como la Ley de Términos Municipales,
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Ley de Laboreo Forzoso, Ley de Accidentes de Trabajo en el campo y la imposición de la jornada de ocho horas.
También se dieron reformas en la educación, marcada por aquel entonces por la Institución Libre de Enseñanza.
El objetivo del Gobierno en este sector fue crear un sistema educativo unificado, público, laico y gratuito e
implantar la coeducación de sexos. Aunque los recursos presupuestarios resultaban insuficientes el régimen
hizo un gran esfuerzo por formar maestros y construir escuelas públicas para lograr la igualdad de
oportunidades entre sus ciudadanos. Así mismo se les prohibió a las órdenes religiosas ejercer la enseñanza.
También se produjeron reformas en el ámbito militar de mano del propio Azaña (ministro de Guerra) que
buscaban reducir el número de oficiales profesionales, reorganizar el Ejército y someter la jurisdicción militar a
la civil. Otro de los puntos reformistas más llamativos de este Bienio fue la aprobación de diferentes Estatutos
de Autonomía como el de Cataluña y el del País Vasco, que pasarían a ser las dos primeras autonomías de la
historia de España.
Sin embargo la reforma más importante se produjo en el campo. En 1932 se aprobó la Ley de Bases de la
Reforma Agraria con la que se pretendía llevar a cabo una redistribución de la propiedad agraria para satisfacer
a los jornaleros sin tierras. Se aplicó a todo el país de manera simultánea y los asentamientos se tramitaron con
muchísima lentitud y en medio de una gran resistencia por parte de los pequeños y medianos propietarios.
Finalmente el proceso se interrumpió a finales del Bienio pero había creado una gran alarma entre los
terratenientes y unas enormes esperanzas en los jornaleros.
Por otro lado, mientras el Gobierno de Azaña comenzaba su andadura política, la derecha tradicional que había
quedado al margen tras la proclamación de la República comenzó a mostrar su oposición en las JONS y la FE.
También lo hizo la izquierda revolucionaria desde organizaciones como la CNT, el PCE o la FAI. Todo ello junto
con la tensa situación social iba dificultando la conservación de la mayoría parlamentaria de la coalición
socialista para gobernar hasta que, en 1933 unas nuevas elecciones dieron el triunfo electoral a los candidatos
de centro y derecha, comenzando así un nuevo Bienio.

3. BIENIO DERECHISTA (1933-1936)


Las elecciones de Noviembre de 1933 dieron el triunfo electoral a las candidaturas de centro y derecha con un
predominio de la CEDA y el Partido Radical de Lerroux. Los socialistas por su parte se quedaron aislados en este
nuevo gobierno. Comenzó así un nuevo periodo republicano conocido como el Bienio Contrarreformista cuyos
rasgos principales fueron los siguientes.
La dificultad de estabilidad política complicó la formación de los gobiernos y aun con el claro predomino
republicano no quedó otro remedio que incluir a la CEDA, la cual se mostraba ambigua ante el republicanismo,
en la coalición gobernante. Toda esta etapa, en la cual Lerroux ejercía como presidente, se dedicó a frenar o
anular las medidas del Bienio anterior suspendiendo muchas de sus leyes o proyectos como por ejemplo la
Reforma Agraria, la separación Iglesia-Estado y los procesos de autonomía. Todos los avances que había
desarrollado el Gobierno anterior fueron pisoteados por este nuevo Gobierno. Por otra parte, sus intentos de
emprender sus propias reformas fracasaron por la falta de apoyo y por ello los gobiernos de centro-derecha no
supieron o no pudieron ofrecer una alternativa democrática a la política del primer bienio.
Uno de los puntos clave de esta etapa es la entrada de tres ministros de la CEDA en el Gobierno que fue
interpretada por los socialistas como una entrega de la República a sus enemigos. Este hecho fue la señal para el
estallido de una revolución. El movimiento insurreccional contó con el apoyo de la Generalitat, del PCE y de la
CNT y se redujo a una huelga general política. El movimiento fracasó en algunos lugares pero en otros triunfó de
tal manera (Cataluña) que el Ejército se vio obligado a reprimir esta insurrección con carácter independentista.
Lo peor ocurrió en Asturias, donde la huelga triunfo y degeneró en una verdadera revolución cuya persistencia
llevó al Gobierno a optar por la represión y el endurecimiento de su política. La derecha antiliberal percibió estos
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hechos como la confirmación de que el movimiento obrero preparaba una revolución mientras que las posturas
de centro-izquierda aumentaron su fama enormemente.
El ambiente de crisis en el Gobierno era claro y las disensiones eran crecientes, pero la crisis definitiva vino con
el estallido de un escándalo de corrupción que precipitó el fin de la legislatura y la convocatoria a unas nuevas
elecciones a Cortes en febrero de 1936.

4. EL GOBIERNO DEL FRENTE POPULAR


En enero de 1936 Izquierda Republicana, Unión Republicana, PSOE, UGT, PCE, POUM y asociaciones sindicalistas
firmaron el Pacto del Frente Popular. El Frente Popular constituyó una plataforma electoral con un programa
minimo y escasamente revolucionario que pretendía retomar las reformas del Bienio social-azañista. En las
elecciones de 1936 venció la candidatura del Frente Popular y formó el tercer y último gobierno de la II
República española de la mano de Casares Quiroga y con Manuel Azaña como presidente de la Republica.
El nuevo gabinete inició rápidamente una serie de reformas que pretendían restablecer la situación durante los
primeros años de la Republica. Los socialistas no participaron en el gobierno, dados los problemas internos que
su partido tenía y mientras tanto el PCE aumentaba considerablemente su influjo en la vida política dada su fiel
estrategia antifascista. Las decisiones políticas más importantes de esta etapa fueron la concesión de una
amnistía a los represaliados, el restablecimiento del Estatuto de Cataluña y la Generalitat y la reanudación de la
Reforma Agraria que ahora sí tendría mayor efectividad. Esto último se vio respaldado por la ofensiva
encabezada por la CNT y la UGT para recuperar las posiciones perdidas durante el bienio anterior. Destacó
también durante esta etapa la oleada huelguística y los continuos enfrentamientos armados entre afiliados de
ambos sindicatos (CNT, UGT). Se incrementó también el terrorismo y la trama golpista fue acompañada por una
serie de atentados protagonizados por pistoleros falangistas cuya intención era desestabilizar el régimen y crear
un clima de alarma social mediante asesinatos y secuestros. Esta situación llevó a muchos militantes de
izquierda a tomarse la justicia por su mano y responder mediante represalias a los atentados derechistas.
En general, la izquierda obrera adoptó una posición revolucionaria y la derecha por su parte se instaló en
posiciones conspiradoras y provocadoras con intención de acabar con el sistema democrático, que en realidad
no había tenido nada de democracia en ninguno de los Bienios que protagonizó cada extremo político.

5. EL FIN DE LA II REPÚBLICA
El ambiente de violencia e incertidumbre vivido en muchas naciones europeas no significaba que imperara un
clima de guerra civil ni que ésta fuera inevitable. Desde el mes de abril de 1936 se sucedieron distintos
enfrentamientos callejeros entre falangistas y comunistas mientras la conspiración militar contra el Frente
Popular avanzaba. Por un lado había una trama política y por otro crecía el número de militares implicados.
El 12 de julio era asesinado por extremistas de derecha un oficial de la guardia de asalto, el teniente
Castillo. La respuesta llegó a la mañana siguiente con el secuestro y posterior asesinato de José Calvo
Sotelo por parte de un grupo de las fuerzas de seguridad. A su vez se dio una sublevación militar en
Marruecos contra el Gobierno de la Republica ante la que el entonces presidente, Casares Quiroga, no
reaccionó. A los sublevados marroquís se fueron uniendo poco a poco ciudadanos en la península
produciéndose así una sublevación parcial que desembocaría en la Guerra Civil (1936-1939).

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