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1. ¿Qué es la metafísica?
Lo que tiene ser puede denominarse con el nombre de ente (como lo que tiene vida se
denomina viviente). La metafísica es la ciencia que estudia el ente en cuanto ente. Las demás
ciencias estudian lo que es, lo que tiene ser, en cuanto que es un determinado tipo de ente.
Si toda ciencia es conocimiento de las causas de lo que se da, la metafísica es un conocimiento
de los principios y de las causas del ente en cuanto ente. Por tanto es ciencia en sentido estricto. Por
esto es que Aristóteles denomina a la metafísica como filosofía primera.
El objeto material de la metafísica es el ente, es decir, la totalidad del ente; el objeto formal es
el ente en cuanto ente.
La metafísica presta al conjunto de las ciencias el servicio de mantener constantemente
disponible la pluralidad de registros de la inteligencia.
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4. Ente, que viene de ser
¿Qué quiere decir ente? Ente es lo que es. Lo primero que advertimos es que las cosas son; ente
es la primera noción, y las primeras nociones ni se definen ni se demuestran. Se muestran.
El ente es lo que tiene ser. Algo es real porque tiene ser. En metafísica se trata, en definitiva, de
fundar el ser del ente.
5. El principio de no-contradicción
De cualquier ente hay algo que se puede decir sin que quepa poner objeción alguna: “es
imposible que esto sea y no sea a la vez, bajo el mismo aspecto y en el mismo sujeto.” Este
principio de no-contradicción aparece apenas el entendimiento advierte un ente; advirtiendo lo que
esto es advierte lo que no es y, con eso, la división entre una cosa y otra.
Este principio es una operación lógica fundada en la realidad. Lógicamente, el principio reviste
esta afirmación: “no puede suceder que afirmaciones y negaciones opuestas se verifiquen a la vez
acerca de lo mismo.
7. Metafísica y teología
La teología sobrenatural es la ciencia que toma como datos para sus análisis las verdades
sobrenaturales reveladas por Dios a los hombres. Son verdades que superan la capacidad de la razón
humana, pero no son irracionales.
Los misterios divinos, por su propia naturaleza, de tal modo sobrepasan el entendimiento
creado que, aun enseñados por la revelación, y aceptados por la fe, siguen encubiertos por el velo de
la misma fe.
La metafísica puede caminar entre las realidades sobrenaturales. Esa metafísica de la realidad
proporciona a la teología análisis verdaderos, con los que profundizar en el contenido de la
revelación. Una filosofía del ser necesita precisar mucho las nociones para que pueda adentrarse en
la teología. Si se enfoca mal la metafísica, se termina desarticulando la teología.
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multiplicidad son apariencias.
- Idealismo: (Espíritu Absoluto) lo múltiple es una instancia que es preciso superar. La
verdad evoluciona dialécticamente en la historia universal.
- Fenomenismo: Nada hay fijo. La verdad es el nombre del devenir.
2. La substancia
Lo que permanece en el cambio se llama substancia. No la podemos definir pero si la podemos
describir.
- Permanencia en los cambios
- Unidad del ser en la multiplicidad
- La subsistencia de un núcleo sobre el cual o en el cual existen los demás.
Existen dos sentidos de substancia. El primero y más fundamental es el de sujeto al cual
sobrevienen los accidentes, como subsistente, en el cual todo lo demás se sujeta. El segundo
sentido, toma la substancia como esencia, como parte formal del sujeto.
Independientemente de esto, encontramos en la substancia la división de
- Substancia Primera: es real, inmediato, este algo concreto. En la realidad existen
solo substancias primeras, los individuos de cualquier género o especie y
- Substancia Segunda: en sentido lógico, es lo universal. Es el producto de una
abstracción de la mente, y esa abstracción es posible porque existen substancias primeras.
Compete a la substancia tener en sí el acto de ser. La substancia realiza plenamente la noción de
ente: lo que tiene el ser en sí y no en otro. Lo específico de la substancia es tener el ser en calidad de
sujeto. La substancia es también per se, por sí, pero ésta no es la nota característica de su definición.
La substancia puede ser algo común, su núcleo no puede estar en el acto de ser, que es algo
propio de cada cosa; su núcleo debe ser una esencia a la que le corresponde ser en sí y no en otro.
3. Los accidentes
La esencia del accidente corresponde ser en otro y no en sí. Los accidentes son determinaciones
del ente y se dan, múltiples, en el sujeto. Son modos secundarios de ser.
Todas las sustancias tienen accidentes, que son formas que la perfeccionan. La sustancia y los
accidentes agotan todos los modos de ser. El ente se divide en predicamentos según los diversos
modos en que se da: sustancia y accidentes. Predicar es sinónimo de decir de; hablamos de
predicamentos para referirnos a los modos de ser (reales) que observamos en la realidad.
Nueve tipos de accidentes:
• Intrínsecamente unidas a la esencia:
o Cantidad: por parte de la materia.
o Cualidad: por parte de la forma.
o Relación: por respecto de otra cosa.
• Extrínsecos a la esencia:
o Tiempo: Quando.
o Espacio: dos tipos: 1) Ubicación, 2)Situación (situado).
o Acción: que realiza el sujeto.
o Pasión: una acción que el sujeto padece.
o Hábito: modo exterior de presentarse.
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accidentes. Los accidentes perfeccionan la substancia.
• Los accidentes son causados por la substancia. La forma substancial es causa de los
accidentes, ya que les da el ser.
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Capítulo III: La composición fundamental en todo ente creado: Potencia y Acto.
3. Acto es perfección
Todo está compuesto de potencia y de acto. Todo acto es limitado cuando no tiene toda la
perfección que le corresponde o no la tiene en todas sus formas posibles, pero el acto, de suyo, no
implica limitación alguna. Acto es afirmación de la realidad.
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6. Prioridad del acto
La realidad acto es indefinible; no se demuestra. Se advierte en la realidad. La potencia, en
cambio, se define por el acto. Por lo tanto, el acto es anterior a la potencia. Lo que está en potencia
no pasa al acto si no es por la acción de un ente en acto.
El acto es primero en perfección.
1. Aclaraciones terminológicas
La esencia recibe diversos nombres. Son sinónimos y se distinguen por el ángulo desde el cual
la inteligencia analiza la esencia.
- Quididad: lo significado por la definición. Cuando preguntamos por la esencia
preguntamos por lo qué es (quid est).
- Naturaleza: es la esencia en cuanto considerada principio de operaciones. “Su
naturaleza le lleva a hacer esto”.
- Lo Universal: es la esencia universal. El universal “la esencia humana”.
2. Esencia y substancia
La substancia es llamada ente principal, por lo que tiene una esencia a la que corresponde ser
en sí y no en otro como al sujeto. Por la esencia, el ente en colocado en un género y en una especie.
La esencia determina el modo de ser. Por eso, el término esencia corresponde únicamente a la
substancia.
La esencia es la estructura formal de la sustancia. Se puede decir que la sustancia es la esencia
específica, solo en el sentido de substancia segunda. La esencia, como estructura formal de la
substancia, no es una tercera cosa entre la especie y el individuo; es el principio formal de la especie
y del individuo.
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la forma se da una distinción real.
La forma no es toda la esencia de la substancia corpórea, sino solo su principio formal. En la
substancia, la materia se comporta como potencia, la forma como acto. La primacía corresponde a
la forma (acto). Por eso se puede afirmar que las esencias de las substancias corpóreas, aunque
compuestas de materia y forma, están determinadas metafísicamente por la forma. El ser es recibido
en la esencia a través de la forma, que es acto en su orden. La forma no depende de la materia. La
forma es acto de la materia, esto hace que forma y materia formen una unidad. El ser y la unidad de
las substancias compuestas les vienen del acto formal.
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individuos de la misma especie, el primer fundamento de esta multiplicación es la dimensión.
La individuación por la materia, determinada a su vez por la cantidad, no es lago previo a
la unión de la materia y forma. Solo la unión de la materia y la forma da origen a la
corporeidad.
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• Abstracción formal: en el interior de un universal que se predica de muchos, se abstrae una
determinada formalidad. Está en el origen de las matemáticas, a quien le interesa la forma de la
cantidad. Esta abstracción formal cuantitativa es posible debido a que los accidentes advienen a la
substancia en un cierto orden, y entre ellos el primero es la cantidad. Captando la cantidad capto
también la substancia, pero no en su materia sensible, sino en lo que Tomas llama materia
inteligible.
El método de la metafísica es la separatio. Está más cerca de la abstracción total que de la
formal, pues esta conserva el concreto más íntegro que aquella. Separa lo que es separable en la
realidad del ser (aunque no sea físicamente separable), y es separable porque la esencia es distinta al
acto de ser, a la vez que es gracias es él. Interesada por el ser mismo de los entes, aquello que los
hace reales, el método metafísico no solo no abstrae, sino que opera en sentido inverso a la
abstracción, estudiando lo concreto en cuanto tal. La metafísica trata del concreto subsistente y de
los principios que entran en su constitución: acto y potencia, materia y forma, esencia y acto de ser.
Santo Tomas no habla nunca de tres grados de abstracción, como si fuesen una secuencia de
dificultad creciente. Explica esos tres modos diversos de entender las cosas según su separación de
la materia.
• La abstracción total: mediante ella, las ciencias naturales estudian lo que depende de la
materia según el ser y según nuestro modo de entender.
• La abstracción formal: con ella las matemáticas estudian lo que depende de la materia según
el ser pero no según nuestro modo de entender.
• La separatio: utilizada por la metafísica estudia lo que no depende de la materia según el
ser, sea o no en la materia. Persigue el conocimiento de las cosas atendiendo a lo más actual,
al acto de ser.
La metafísica actúa mediante la separatio para arribar a todas sus nociones. Así
experimentamos en las cosas una actividad hacia afuera y hacia adentro; las vemos dotados de
propiedades, de actos accidentales, separables de algo sin lo cual, por otra parte, no pueden ser:
la substancia. Se llega así a la substancia como unidad de sustentación y de definición esencial
de cada ente. A su vez, cada ente es gracias a su acto formal, a la forma substancial que en las
substancias corpóreas entra en composición con la materia. El acto de ser llega a los accidentes
y a la materia por la forma. Pero la forma no es el último y definitivo acto, pues está en potencia
de ser. El acto de ser es el acto de todos los actos.
• Hay objetos que aunque no pueden existir sino en la materia, pueden ser entendidos sin ella
porque la materia no entra en su definición. (Podemos abstraer la forma cuantitativa de círculo, sin
necesidad de referirnos a la materia de las sustancias sensibles circulares.) De estos estudia la
Matemática.
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Rafael Gómez Pérez, Introducción a la Metafísica, I. Qué es la Metafísica, Pág. 24-25
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• Hay objetos que no dependen de la materia según el ser porque no son con materia o porque
son independientes de la materia. (Dios, los ángeles) Se prescinde de la corporeidad y se llega a
conceptos inteligibles. Estos estudia la Metafísica.
Abstraer es distinguir lo que en la realidad está unido. El entendimiento humano puede hacer
dos tipos de abstracciones y, según esos dos grandes tipos, se distinguen dos grandes grupos de
ciencias: Las de la naturaleza y las matemáticas:
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Rafael Gómez Pérez, Introducción a la Metafísica, VIII. Metafísica como Sabiduría, Pág. 212-214
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Fernández Marcantoni: Curso de introducción a las disciplinas filosóficas
En todos nuestros razonamientos se parte para llegar a la conclusión de ciertas premisas que se
suponen verdaderas; estas premisas a su vez pueden ser demostradas y así sucesivamente. Pero
como no podemos seguir indefinidamente debemos llegar a juicios que son evidentes por sí
mismos y que no se fundan en otro anterior: son los principios lógicos, verdades sobre las que
deben asentarse todas las demás.
Son evidentes por sí mismos (la inteligencia de todos los hombres en su uso natural los
supone); indemostrables (sería imposible pretender justificarlos por premisas anteriores, no serían
principios), universalmente conocidos y no necesitan se demostrados para ser admitidos (no
pueden ser puestos en duda). Ojo, no son una verdad primera que contiene a todas).
Estos principios lógicos tienen su correlato intencional en los principios ónticos (de los seres),
que son en la realidad la fuente de donde la razón los saca; se fundan en la realidad misma del ser,
de las cosas, porque nuestro mundo lógico es un espejo que refleja la realidad ontológica.
Los principios lógicos se distinguen de los axiomas y de los postulados. Los axiomas son los
principios aplicados a las ciencias particulares (Matemática), son evidentes y se fundan en los
principios lógicos; los postulados son punto de partida de las ciencias particulares, se distinguen de
los axiomas en que a pesar de ser indemostrables no son evidentes y hay que admitirlos, suponeros
(los postulados de la razón práctica en Kant)
Principio de Identidad:
Se expresa: “Todo ser es idéntico consigo mismo” o “lo que es, es”. Se simboliza “A es A” o
“no A es no A”. Todo ser es lo que es, se identifica consigo mismo mientras es. Esta verdad se
desprende de la unidad metafísica del ser: todo ser es uno, está separado de todos los demás. Esta
propiedad lo hace inconfundible con toda otra cosa, aunque sea de la misma especie. Si así no fuera,
dudaría.
De igual modo nuestros pensamientos tienen esta propiedad, son lo que son. Si bien en los seres
del mundo corpóreo puede darse un cambio constante, en nuestros pensamientos, que son
verdaderamente universales, hay una mayor inmutabilidad temporal. El principio es más evidente
tratándose de nuestros pensamientos.
Una cosa es una cosa en medio de muchas que no son ellas, es una ley del ser.
“Lo que no es no es” es una formulación meramente lógica del principio, porque en la realidad
lo que no es, es la nada, y por consiguiente no se identifica consigo mismo porque no tiene ley
alguna. Podemos pensar la nada formando un concepto negativo del cual diremos que se
identifica consigo mismo: el ente lógico “nada” es idéntico a sí mismo.
El principio de identidad tiene primacía sobre los otros, al menos en el aspecto psicológico,
porque lo que primero capta la inteligencia es el ser: qué se opone al no ser, surge inmediatamente
percibida su identidad.
La unidad de conciencia nos demuestra que somos un sujeto que si bien a través del tiempo va
sufriendo muchos cambios, permanece idéntico a sí mismo; nos reconocemos como el mismo a
través de los años.
Principio de contradicción
Enunciado: “una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo y en el mismo sentido”, “A no
puede ser A y no A juntamente”. Es un principio fundamentalmente ontológico. Se desprende
inmediatamente del de identidad: una vez que reconozco la identidad, puedo ver inmediatamente la
imposibilidad de lo opuesto, pero primero la identidad.
En el plano lógico se formula diciendo: “un mismo predicado, no puede ser afirmado y
negado de un mismo sujeto juntamente y en el mismo sentido”. Aquí se expresa la oposición
radical al no ser. El ser excluye absolutamente al no ser: esta flor es tal y no puede ser a la vez no-
flor. Es absurdo para los seres, inconcebible para la inteligencia, que una cosa sea y no sea a la vez.
La razón ve ello como una ley primitiva que se impone. Si dudamos del principio de contradicción,
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debemos dudar de nuestra propia duda, con lo cual caemos en la absoluta negación del ser y del
conocer.
El principio de contradicción es ley absoluta de nuestro pensamiento, principio
primerísimo al cual se reducen los demás; así el de identidad, pues si una cosa no fuera
idéntica consigo misma, sería y no sería a la vez, lo cual se opone al principio de
contradicción.
Se dice juntamente o al mismo tiempo: juntamente abarca las verdades temporales y
contingentes (verdades metafísicas, verdades necesarias, verdades universales); al mismo tiempo ya
que en tiempos distintos una cosa puede pasar del ser al no ser o viceversa.
Se dice en el mismo sentido pues en distintos sentidos algo puede ser y no ser a la vez; un
árbol es alto en relación a un hombre, y “no alto” respecto de la montaña.
Es un principio óntico, la inteligencia lo capta como ley del ser y al mismo tiempo en que capta
el ser ve su contradicción con el no ser.
Principio del tercero excluido
“Entre el ser y el no ser no puede haber término medio”. Está fundado en la evidencia del
principio de contradicción. Una cosa es o no es, excluimos el tercer término (algo intermedio entre
ser y no ser).
Debemos aplicarlo en el caso en que se opongan los predicados contradictorios con respecto a
un mismo sujeto. Por ej. “estos objetos del aula son bancos o no son bancos”. Si en cambio
expresamos: “los bancos del aula son negros o son blancos”, no hay aquí oposición contradictoria
entre los términos del predicad y bien pudiera ocurrir que no fueran ni negros ni blancos.
Principio de Razón suficiente
Se llama también principio de razón de ser. Se expresa: “nada hay sin razón suficiente”. Se
refiere a la razón de ser de todas las cosas. En orden óntico, extramental, todo ente tiene una razón
suficiente. Toda vez que conocemos un ente, sabemos implícitamente en el acto de conocerlo que
tiene su razón de ser en algo que lo explica suficientemente, aunque de hecho ignoremos esa
explicación. Todo lo que cae en la aprehensión intelectual es captado como algo que “por algo es”.
Si tomamos el concepto de causa en su sentido más amplio como “aquello merced de lo cual
se fundamenta algo en el plano real o lógico”, resulta que es lo mismo decir principio de razón
suficiente o principio de causalidad.
Pero si tomamos causa en su sentido metafísico más preciso como “lo que con su acción
produce la existencia de algo”, “aquello que da el ser al efecto”, tenemos que no es lo mismo
decir principio de razón suficiente que principio de causalidad, siendo éste sólo un modo de aquél.
En efecto, la relación causal supone distinción real entre causa y efecto, mientras la razón
suficiente se aplica tanto aquí, como donde no hay distinción real. En más detalle, todo ente es
una composición real de esencia y existencia y como tal lo aprehende nuestra inteligencia:
• En el orden esencial capta:
o La propiedad de un ente (la suma de los ángulos interiores de un triángulo es igual
a dos rectos), y capta que tal propiedad tienen su razón suficiente en la esencia del triángulo.
Aquí no hay relación real entre causa y efecto, porque la esencia del triángulo y sus
propiedades no son cosas distintas sino ante el entendimiento.
o La esencia misma de algo (ej. hombre). La razón suficiente estará aquí en la misma
inteligibilidad y suficiencia de la esencia como tal modo de ser que es, como tal verdad; la
razón suficiente está en la misma esencia, en su mismidad.
En ambos casos, el principio de razón suficiente se funda en el de identidad, y hasta se
confunde con él, pues la razón suficiente de la inteligibilidad de una cosa o sus propiedad es
está en la mismidad del ser; si el ser fuera lo que no es no habría razón suficiente para ser ésto
más bien que aquello.
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• En el orden existencial capta:
o Todo ser al alcance de la razón espontánea es causado por otro; aquí el principio de
razón suficiente se identifica con el de causalidad. Todo lo que existe recibe su existencia de
otro, no se puede dar el ser a sí mismo, es limitado, finito.
o También la finalidad es una causalidad real que todo ser cumple, ya que todo agente
obra por un fin (causa final). El entendimiento también capta esta relación en forma de
principio de finalidad, como un modo del principio de razón suficiente, ya que el fin de un
ser al obrar es la razón de ser de su acción.
El principio de razón suficiente se puede entender como diverso del de causalidad si nos
ubicamos en un plano estrictamente óntico. Se dice así que en todo ser finito hay causa de
su existencia y que esa causa es siempre otro ser; y que en cambio en Dios no hay causa sino
razón suficiente, ya que no es causado por otro sino incausado: hay en Él sólo razón
suficiente que está en su propio ser. Pero esto no se ve espontáneamente, por lo tanto no hay
aplicación del principio.
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José Ramón Pérez
Capítulo V- Del ente y el Ser
La creación es necesariamente afirmada por la razón como única solución posible del
problema del origen radical del ser. Dios guarda su misterio, pero el hecho mismo de su acto
misterioso es una exigencia de la razón tomada en su empleo filosófico. Lo que caracteriza los
acontecimientos de que somos testigos es su carácter mundial, planetario. Ya no existe una historia
exclusivamente nacional. Por razones económicas, industriales, técnicas, se ha establecido de hecho
una solidaridad tal entre los pueblos de la tierra, que sus vicisitudes se integran en una historia
universal de la cual somos momentos particulares.
El Hombre tiene una función central en este mundo, y los desequilibrios del Hombre inciden
en el medio cósmico. La criatura Hombre tiene una realidad inteligible, sólo cuando actúan en él
tres conciencias en armonía: la que el Hacedor tiene de su criatura Hombre, la que el Hombre tiene
de su Hacedor, y la que tiene el Hombre de sí mismo. En el Hombre se produce un desequilibrio si
queda atento solo a la conciencia de sí mismo, perdiendo conciencia de su absoluto hacedor. La
consecuencia obligada es Robot, un fantasma lleno de vistosidades externas.
Todos los fracasos de la Metafísica debieran atribuirse al hecho de que se haya pasado por
alto o se haya abusado del primer principio del conocimiento. Este principio es el ser, y el problema
siempre pendiente es: ¿qué es el ser? Nuestro tiempo es esencialmente a-metafísico. La vieja reina
de las ciencias ha muerto en el abandono en la época de Kant. Pero es el Ser Quien ha llamado al
hombre al constituirlo como real, siendo entonces vocación fundamental del hombre responder a su
propia realidad.
¿Cómo sea posible este llamado divino y la correspondiente vocación humana? Nuestra
respuesta será la formulación de la realidad hecha por un teólogo-filosofo, Santo Tomas de Aquino.
Suponemos que el hombre es un ser que conoce otros seres en cuanto verdaderos, los ama en
cuanto buenos y los goza en cuanto bellos. Estamos señalando al hombre individual y concreto el
cual al relacionarse con la realidad siempre circunstanciada en tiempo y en espacio, como lo está el
hombre mismo, logra conocerla.
El primer principio del conocimiento
Lo que primeramente concibe la inteligencia del modo más evidente y en lo que resuelve
todos sus conocimientos, es el ente: primer principio del conocimiento. Esta formulación inteligible
comienza, necesariamente, con la experiencia sensible de la realidad. Pero esto no implica que todo
que encerrado en la experiencia. Precisamente, la superación de la experiencia es lo que realiza la
inteligencia del hombre al concebir la realidad experimentada por el como ente, es decir, como “lo
que es”.
Dicho el ente, la inteligencia dice los otros principios de todo conocimiento humano: lo que
es es igual a lo que es; lo que es no puede ser y no ser al mismo tiempo y respecto; entre lo que es y
lo que no es no hay término medio y, finalmente, lo que es viene de lo que es, porque de la nada
nada viene. El hombre puede conocer porque de entrada nomas conoce el ente y los primeros
principios de todo conocimiento humano.
Que “lo que es” sea lo primero que el hombre conoce resulta de tal evidencia porque “lo que
no es” no fue, ni es, ni será nunca objeto de la inteligencia humana. Una aclaración: que podamos
conocer porque conocemos evidentemente el ente y los primeros principios ontológicos y lógicos,
no quiere decir en absoluto que los restantes conocimientos los vayamos deduciendo de él de
acuerdo a los primeros principios lógicos. Lo que queremos significar, es que el hombre podrá
recién afirmar sus conocimientos como verdaderos o falsos, por esta recurrencia al ente y a los
principios.
La metafísica, ciencia fundamental.
El sentido último del análisis de todas las ciencias, que evidentemente e lograr el
conocimiento de la realidad, no estará jamás completo hasta tanto no establezcamos y afirmemos la
necesidad de una ciencia que se pregunte por el ente en cuanto tal. Esta ciencia es, desde
Aristóteles, la Metafísica, ciencia fundamental de todas las ciencias. Esto tampoco significa que las
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demás ciencias dese deduzcan de ella, sino que todos los conocimientos, en este caso los científicos,
encuentran su posibilidad de afirmación y de sentido último, simplemente porque habiendo una
ciencia que establece este sentido, posibilita fundamentar, en última instancia, el sentido de todos
los conocimientos científicos. No aceptar esto implica que no existe más conocimiento que el
científico, afirmación más bien filosófica.
Cada vez que el filósofo y el científico se preguntan por tal o cual realidad, no se pregunta
por la realidad en cuanto tal. Cuando no se admite esto explícitamente, es tal parte de la realidad,
con su método propio, lo que se quiere absolutizar. La penosa consecuencia es que no se logra
entender la realidad particular que se investiga ni mucho menos la realidad en cuanto tal.
Análisis metafísico: ¿qué es el ente?
Los filósofos antiguos no sospecharon que hubiese otros entes fuera de los cuerpos
sensibles. Algunos solamente se fijaron en el movimiento accidental. Avanzando algo más, otros
distinguieron entre forma sustancial y materia; y percibieron que la transmutación se realiza en los
cuerpos según sus formas esenciales. La materia es restringida por la forma a una especie
determinada, al modo como la substancia de cualquier especie es restringida a un modo particular
de ser por los accidentes que le advienen. Pero posteriormente otros se animaron a examinar al ente
en cuanto ente, no solo en cuanto que es “esto”, sino porque es ente. Lo que es causa de las cosas en
cuanto que son entes, también debe ser causa de todo aquello que pertenece al ser de ellas. Por lo
que también la materia prima ha sido, en este caso, creada.
¿Qué es, pues, el ente? Gramaticalmente hablando es un participio presente. Un sujeto que
participa de la acción del verbo ser, en el sentido de existir. Cuando se nos habla del ente, todos
entendemos lo que se nos señala con él, porque todos entendemos que ente es “lo que es”. Pero no
podemos tener una representación sensible de lo que entendemos, ya que el ente es inteligible, no
sensible, y no es cualquier inteligible sino el primer inteligible.
Nuestro modo de conocimiento es el de una inteligencia que funciona a través de los
sentidos. Si bien no tenemos imagen sensible del ente, nos imaginamos alguna cuando nuestra
inteligencia dice “algo es”, es una imagen borrosa e indeterminada, pero imagen al fin. No hay
posibilidad de formular al ente sino en y a través de la experiencia. Pero superamos la experiencia
sensible porque la concebimos, y la concebimos como inteligible cuando la decimos y llamamos
como “lo que es”.
La cuestión reside en no creer que se trata de dos departamentos estancos: la inteligencia y el
sentido. Estos no son más que funciones por medio de las cuales es el mismo hombre concreto el
que realmente conoce la realidad concreta. Pero el conocimiento inteligible, si bien no está separado
en el hombre que conoce, es distinto del conocimiento sensible. Si pretendiésemos negar la
posibilidad de concebir lo inteligible, absolutamente todo, incluida nuestra propia negación,
resultaría ininteligible. No hay realidad alguna que no pueda ser conocida por nosotros si no cae
dentro de la noción de ente, y el ente no es adquirido sino a través de la experiencia sensible del
hombre.
El ente es un sujeto que ejerce la acción de existir. Si le quitásemos dicha acción, que lo
constituye como tal, ocurriría que no solo desaparecería la acción de existir, sino también el mismo
sujeto que la ejercía. De allí que la acción de existir es la primera de la realidad, es precisamente
dicha acción, lo que la inteligencia ha aprehendido en su primera incursión por la realidad. Queda
así descartada la posibilidad del que el ente sea una simple ocurrencia o hipótesis creada por el
hombre para explicar lo inexplicable.
Si preguntásemos ¿Qué significa existir?, la pregunta quedaría sin contestación directa
porque está mal formulada. Preguntamos qué (quid) como si el existir fuese una cosa, pero resulta
que no puede ser una cosa, un algo. Es más bien el verbo que expresa la realidad en cuanto que la
realidad es, y no en cuanto que es tal o cual realidad, cosa que expresaría un sustantivo. Cada vez
que la interpretación del ente se realiza por medio de esta reducción de la acción de existir al algo
del ente, resulta imposible entender la creación de la nada y, por consiguiente, la misma posibilidad
de la multiplicidad y, también, su unidad real. La única posibilidad de que la multiplicidad sea real
y, por consiguiente una, es que el ente sea creado de la nada por el Ser. Podemos contestar, ahora sí,
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que el existir es aquello que se opone a la nada. Pero la nada no es sino nada más que nada, no es en
absoluto. La conclusión lógica es que concebimos la realidad porque la concebimos como ente. El
existir es siempre el existir de algo, la acción de ser ejercida por un sujeto. Por consiguiente es en
ese sujeto que es real, en ese ente, que concebimos y formulamos la realidad.
Volvimos al comienzo, al ente, pero ya no estamos en la misma situación. Ahora sabemos
que por más esfuerzo que hagamos por eludirnos de “lo que es”, es siempre “lo que es” lo que sigue
siendo alimento de nuestra inteligencia. Sabemos también que el contenido del conocimiento
humano es real, y que su inteligencia vive siempre dentro de esta realidad. Dando un paso más,
podemos afirmar que si la acción de existir es lo que hace al ente que sea ente, el existir es la
perfección del ente en cuanto tal, es la perfección de todas las perfecciones.
El Ser-Dios concebido como “yo soy el que soy”
Podemos hacer un intento de considerar la acción de existir en sí misma. Eso que la
inteligencia toca como sólo acción de existir, no es un ente. Es más bien un puro ES, fondo de todo
lo real pues no hay un más allá de Él. Todo lo que no es Él, en este caso el ente, en Él se asienta
necesariamente. Este es el Dios concebido por Santo Tomás de Aquino y coincidente con el Dios de
la Biblia según el famoso texto del éxodo “Yo soy el que soy”. No es el Acto Puro aristotélico, una
Forma Pura imposibilitada de crear toda la realidad. El Ser para Santo Tomás es la-mismísima-
acción-de-existir-subsistente y, por consiguiente, es creador de toda la realidad: causa universal de
los entes.
Santo Tomas no es Aristóteles, para él el ente no es la substancia y la causa del ente no
puede ser una forma. La causa de la substancia será la que es causa del ente. Dios es causa de toda
la realidad, porque es causa en cuanto que esta es real, en cuanto que es ente. Pero Dios no es un
ente, no tiene esencia, o dicho de otro modo, su Esencia y su Ser son lo mismo. La exégesis bíblica
contemporánea corre el riesgo de extralimitarse y hacer afirmaciones que la exceden. El exégeta
podrá decir lo que quiera sobre lo que su ciencia entienda por Dios, pero no podrá decir que el Dios
de la Biblia no coincide con el Ser de los metafísicos.
Resulta contradictorio afirmar que la Razón Divina niegue la razón humana, o sea, la
metafísica. Dios no puede nunca ser puesto como garante de nuestra negación de la metafísica. Esto
es lo que supone decir que la razón humana no puede alcanzar la realidad de Dios. Dicha realidad
no sólo es alcanzada por la fe, sino también por la razón humana, y es alcanzada como causa
eficiente creadora del ente.
La única manera de entender la existencia de Dios es entendiendo la creación de la nada. De
acuerdo con lo dicho hasta ahora, tanto Dios como el ente son reales. Pero el ente no es la absoluta
realidad, sino que es una realidad relativa a la Realidad Absoluta, que no es un ente. Está fundado
en Dios, y la única manera del ente de estar fundado en el Ser, es siendo el ente creado de la nada
por el Ser. Que la realidad del ente sea relativa a la de Dios, no significa que no sea real, sino que
para ser real depende de Dios. Este es el significado de la palabra contingencia a nivel metafísico.
Este querer de Dios que el ente sea real es lo que todo medieval entendió siempre cuando habló de
la creación de la nada.
El ente necesariamente es creatura de Dios porque sino no sería, mientras que Dios es
necesariamente el Ser y libremente el creador del ente. Dios creó la creatura porque quiso, es el
Amor la razón por la que Dios, además de ser Él, quiso ser la causa eficiente del ente, creándolo de
la nada. El Ser en esta manera de concebir la realidad es un Ser Personal; es un Principio Personal
coincidente con el Señor de la Biblia. Dios es el Señor y manifiesta su verdadero señorío en la
creación de la nada, en su libertad absoluta, en su Amor.
Volviendo a nuestra pregunta inicial, la vocación humana fundamental es concordar con la
realidad y, consecuentemente, con su Raíz en este encuentro histórico para el hombre con el Ser-
Dios. Dios verdaderamente inventó la realidad movido por su Amor. Será su Amor lo que llevará al
hombre por el camino del encuentro con el Ser.
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