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Este ciclo desempeña un papel importante en los flujos de carbono entre los diversos depósitos,

a través de los procesos de fotosíntesis y respiración. Mediante la fotosíntesis, las plantas


absorben la energía solar y el CO2 de la atmósfera, produciendo oxígeno e hidratos de carbono
(azúcares como la glucosa), que sirven de base para el crecimiento de las plantas.

A medida que los árboles crecen absorben el dióxido de carbono de la atmósfera y almacenan el
carbono en sus troncos, ramas y raíces. Debido a que los bosques almacenan más carbono del
que liberan, se les conoce como “sumideros” de carbono. Los bosques están entre los sumideros
de carbono más importantes. Almacenan alrededor de 289 millones de toneladas métricas (ton)
de carbono solo en los árboles y las plantas. El carbono total almacenado en los bosques—
incluyendo los árboles, plantas, madera muerta, material en descomposición y el suelo, es más
que todo el carbono en la atmósfera. Los bosques almacenan más carbono que cualquier otro
ecosistema terrestre, y más carbono que todos los depósitos de petróleo del mundo. Al
almacenar el carbono, los bosques disminuyen el porcentaje de dióxido de carbono que se
acumula en la atmósfera. Una forma por la cual las personas deseamos reducir o revertir la
acumulación de CO en la atmósfera terrestre --y el cambio climático global-- es incrementando
la cantidad de carbono almacenada enlos bosques

Un estudio que a su vez tomó como referencia a otros 138 trabajos de investigación en todo el
mundo concluyó en que una vez que un bosque tropical virgen es degradado por la acción
humana, la biodiversidad no logra recuperarse ni en mil años.

Cuando un bosque es dañado y luego se lo deja sin intervención humana se regenera sólo hasta
cierto punto convirtiéndose en un bosque secundario pero nunca podrá recuperar su
biodiversidad, afirma el estudio, publicado en la revista Nature y reproducido por la BBC.

La acción humana provoca la degradación ambiental, la pérdida de flora y fauna de estos


espacios únicos que cada vez se pierden más en todo el planeta.

En Bolivia existen muchos ejemplos de esta acción humana negativa. Uno de ellos es el bosque
seco chiquitano en Santa Cruz que luego de la construcción de un gasoducto que lo partió en
dos, dejó de ser un bosque primario afectando directamente a la biodiversidad y a sus habitantes
ancestrales.

Los conflictos que se suceden en el ámbito nacional impiden refleccionar o tener conocimiento
sobre la cada vez mayor destrucción de nuestro hábitat.

Los llamados chaqueos que no son otra cosa que la quema del bosque para habilitar tierras
destinadas a la agricultura provocan daños irreparables al medio ambiente.

El humo que producen estas quemas que se cuentan por miles, afectan a las ciudades y a sus
habitantes que sufren de trastornos respiratorios, los niños y ancianos son los más afectados.

La atención mediática se centra en la marcha de los indígenas del Territorio Indígena y Parque
Nacional Isiboro-Sécure (Tipnis) que demandan la paralización de obras de una carretera que
dividirá en dos esta región, considerada un santuario de la naturaleza.

El gobierno a la cabeza del presidente Morales que predica el respeto a la Madre Tierra, ya
decidió que la carretera que tiene un costo superior a los 400 millones de dólares se construirá
pese a la movilización de los dueños de ese parque.

Parece que el discurso sobre el respeto al medio ambiente, a la Pachamama, queda sólo en eso,
un discurso ya que en los hechos, la administración Morales camina en reversa.

De continuar esta política pronto los bosques tropicales bolivianos quedarán en el recuerdo o
pasarán a convertirse en bosques secundarios.

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