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Antonio Moreno, el primer latin lover de Hollywood

Por Leticia Urbina Orduña

Contra la creencia popular, Rodolfo Valentino no fue el primer galán latino en triunfar
en la naciente industria cinematográfica que aparecía en los albores del siglo XX en
California. En realidad hubo un antecesor, nacido en Madrid con el nombre de
Antonio Garrido Monteagudo y Moreno en 1887, cuya carrera tuvo un ascenso
espectacular y un declive imposible de remontar tras la aparición del cine sonoro.

Antonio migró en 1903 a Estados Unidos. Tenía 14 años de edad, era huérfano de
padre y debía enviar dinero a su madre, por lo que estaba dispuesto a laborar de lo
que fuera. Así llegó al teatro, en donde tuvo muchas dificultades por su marcado
acento español, cosa que en el cine entonces mudo no importaba; así llegó a su
primera película en 1912: La promesa de Lola, a la que seguirían otras seis en el
mismo año.

Su galanura y sensualidad llamaron la atención de la compañía Vitagraph, que lo


contrató al año siguiente. Su nombre comenzó a acompañar al de otros actores que
pasaron a la historia, como Mary Pickford, Lilian Gish, Gloria Swanson, Pola Negri,
Gary Cooper y Greta Garbo e incluso fue dirigido en dos cintas por David W. Griffith:
Las dos hijas de Eva, y Tan cerca y tan lejos.

En 1913 Moreno apareció en una de las primeras películas mudas de largometraje,


Judith de Betulia. Apenas un año después obtuvo su primer protagónico. En 1914
filmaría la nada despreciable cantidad de 21 películas y 12 más en 1915. El número
de sus películas se redujo año con año conforme aumentaba el metraje de las
mismas, pero rodaba continuamente. Hasta que llegó 1929.

Casado desde 1923 con una rica heredera llamada Daisy Canfield, la pareja llevaba
una vida de lujos y fiestas que eran conocidas como las mejores de Hollywood. Sin
embargo su estilo de vida se vino abajo cuando apareció el cine sonoro. En 1929
rodó cuatro películas, y nunca más tuvo un rol que no fuera secundario. En 1933 se
divorció.
Con todo, Antonio Moreno no dejó la actuación: primero se dedicó a hacer las dobles
versiones que repetían la película en español, antes de que existiera el doblaje; era
un trabajo pesado pues el original se filmaba en inglés durante el día y con los
mismos decorados y vestuarios se filmaba la versión hispana en las noches. Más
tarde hizo muchos papeles secundarios, como en Encadenados de Alfred Hitchcock
de 1946.

Retornó a su natal España para aparecer en la cinta María de la O, con las famosas
Carmen Amaya y Pastora Imperio, hizo trabajos para el cine mexicano; el más
reconocido de ellos fue dirigir la película Santa con Lupita Tovar, en 1931, pero
difundida hasta 1932. Su intento de convertirse en director no fructificó pese a las
buenas críticas y retornó a la actuación.

Entrevistado en los años de su retiro, ocurrido en 1959, Antonio Moreno diría que
había sido explotado como un sex symbol, sin que él hubiera contribuido a ello. Y
años atrás se quejaría con la revista Motion Picture: “No soy latinoamericano, pero
en la mente norteamericana todo es igual. Ni siquiera distinguen entre nombres
españoles o italianos si terminan con una o, o una a”.

Moreno murió en 1967. En 2015 la realizadora española Mar Díaz realizó un


documental sobre su vida, El bailarín español (en alusión a La bailarina española,
posiblemente la más exitosa de sus cintas mudas) con el fin de rescatar su memoria,
pues la mayoría de los españoles ni siquiera sabían de su existencia.

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