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EN EL PARNASO
UNA CONVERSACIÓN
CARL DJERASSI
ILUSTRACIONES DE GABRIELE SEETHALER
C i
CAPITAL INTELECTUAL
Djerassi, Carl
Cuatro judíos en el Parnaso. Una conversación.
1a ed., Buenos Aires, Capital Intelectual, 2010.
216 p., 24x19 cm.
ISBN 978-987-614-217-5
1. Ensayo. I. Título
CDD 814
Wallace Stevens,
El hombre de la guitarra azul
prefacio
Elegí el estilo directo como formato para presentar una visión humaniza-
dora y de fácil comprensión de cuatro extraordinarios intelectuales del siglo XX:
Theodor W. Adorno, Walter Benjamin, Gershom Scholem y Arnold Schönberg.
Desde su juventud estos hombres parecían convencidos de estar destinados al
Parnaso; ninguno de ellos tiró jamás un papel escrito, y si lo hacían, uno de sus
amigos lo levantaba y lo guardaba. Como consecuencia de esto, la literatura
biográfica, crítica, interpretativa o revisionista sobre estos hombres es
enorme. Y dado que vivieron en el tiempo anterior a la computadora y previo
al fax de los escritores de cartas, se conserva mucha de su correspondencia per-
sonal y profesional, y buena parte está publicada en forma de libros. Más aún,
cada uno de ellos es el foco de un activo centro de archivos: el de Adorno está
en Frankfurt, el de Benjamin en Berlín, el de Scholem en Jerusalén y el de Schön-
berg en Viena. Son particularmente voluminosos los textos acerca de su inte-
racción cerebral y personal; también sobre el modo en que Adorno y Scholem
canonizaron a Benjamin en forma póstuma después de su trágico suicidio, y así
precipitaron la formación de toda una subdisciplina de benjaminología.
¿Por qué elegí a este cuarteto en particular? Porque los cuatro pertenecie-
ron a la peculiar subcategoría de judíos burgueses austríacos y alemanes de la
generación previa a la Segunda Guerra Mundial, quienes a menudo eran más
berlineses o vieneses que sus compatriotas no judíos. Ninguno de ellos era
demasiado religioso; algunos fueron en esencia seculares. Yo pertenezco a esta
misma subcategoría social y generacional, y mi experiencia personal, con los
efectos indelebles de haber crecido como un judío secular en la Viena de los
años 30, hizo que quisiera examinar la gama de significados de lo judío a través
de cuatro personas que respondían en forma tan diferente a esa categoría.
Incluso algunos no judíos como Paul Klee –personaje importante aunque mudo
en mi libro– a veces cayeron bajo sospecha y quedaron marcados en una era
de virulento antisemitismo: era suficiente con que su profesión o su produc-
ción creativa se pareciera a la de sus colegas judíos seculares.
Hasta hace poco tiempo mis propios textos biográficos se limitaban a la
autobiografía; en realidad fue una explosión biográfica. En 1990 escribí una
autobiografía dirigida a mis colegas químicos (1), con un denso uso de una pic-
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1. Carl Djerassi, Steroids Made It Possible (Washington, DC: American Chemical Society, 1990).
2. Carl Djerassi, The Pill, Pygmy Chimps, and Dega’s Horse (Nueva York: Basic Books, 1992).
3. Carl Djerassi, This Man’s Pill: Reflections on the Fiftieth Birthday of the Pill (Oxford: Oxford Univer-
sity Press, 2001).
1. cuatro hombres
Par-na-sus (pär-nas’ s) también Par-nas-sós (-nä-sôs’ ): montaña de unos 2.458 metros de altura,
e
en la zona central de Grecia, al norte del golfo de Corinto. En la Antigüedad fue consagrada
a Apolo, a Dionisio y a las musas. Al pie de la montaña se encontraba el Oráculo de Delfos.
Metafóricamente, la idea del “Parnaso” en la literatura se refiere a su distinción como resi-
dencia típica de la poesía, la literatura y el saber.
Se oye el Kol Nidrei (2) de Max Bruch durante un lapso de unos treinta a sesenta segun-
dos, a partir del sonido pleno del cello; Arnold Schönberg y Theodor Adorno escuchan.
schönberg: ¡Alto! (La música se detiene abruptamente.) Hoy es Iom Kipur...
el Día del Perdón, cuando se toca el Kol Nidre. ¿Pero por qué siempre el
de Max Bruch? Al menos acá arriba, en el Parnaso, escuchemos para variar
mi propia versión. Sin el sentimentalismo del cello de Bruch. ¡El Kol Nidre
necesita palabras, no sólo música!
(Se oye el Kol Nidre de Schönberg [Opus 39] (3), la introducción musical y el comienzo
de la voz masculina del cantante: “El Kabalah tenía una leyenda: En el comienzo, Dios
dijo ‘Hágase la luz’ hasta las palabras ‘Bi-ieshivá shel ma’lah uve-ieshivá shel ma’tah’.’’)
adorno: ¡Suficiente! (La música se detiene abruptamente.) Ya expuso su argumento,
pero esta reunión no tiene que ver con la música, dodecafónica o la que sea.
schönberg: ¿Entonces para qué me invitó a venir? Ni siquiera conozco a
los otros dos.
adorno: Pero oyó hablar de ellos.
schönberg: Se oye hablar de todos los que están en el Parnaso... al menos
en algún momento. Eso no significa que uno tenga que conocerlos.
adorno: Estuvo de acuerdo en conocerlos.
schönberg: Como un favor hacia usted. No es que se lo merezca... después
de lo que me hizo con Thomas Mann.
adorno: ¡Maestro! Ahora no. Yo no fui el que lo metió en el Dr. Faustus de
Mann. Fue una decisión de él. Pero imagínese lo que habría sido ese libro
si yo no le explicaba su música.
schönberg: (a regañadientes) Está bien... lo dejo pasar. ¿Pero para qué me que-
ría acá? ¿Qué tengo yo que ver con Benjamin y Scholem?
adorno: Quería cuadrar nuestro triángulo con su presencia.
schönberg: (irónico) ¡Muy inteligente! ¿Pero qué pasaría si resulta un para-
lelogramo?
adorno: Voy a correr ese riesgo... mientras deje de ser un triángulo. Además,
necesitamos a alguien de fuera.
schönberg: ¿Cuál es el tema?
adorno: Benjamin. Walter Benjamin. O si quiere saber el nombre com-
pleto que él nunca usó (lenta y deliberadamente), Walter Bendix Schönflies
Benjamin.
scholem: ¿Pero una clase para quién? Acá estamos solamente nosotros tres...
y dos de nosotros lo conocemos casi mejor de lo que usted mismo se conoce.
Entonces, ¿cuál es el punto esencial de su disertación autorreflexiva?
benjamin: ¡Hechos! Hechos... que me faltan.
scholem: La reflexión sobre uno mismo surge del conocimiento personal.
Los hechos que usted conoce.
benjamin: Pero yo soy diferente.
scholem: Es lo que siempre afirmó.
benjamin: Esta es una diferencia diferente. Los hechos que yo conozco se
detuvieron en 1940. Ahora estoy en el Parnaso, tengo esporádicas visiones
del pasado reciente y, por supuesto, del futuro. ¿Pero antes de llegar al
Parnaso? Hay un agujero enorme en mi conocimiento personal... me fal-
tan casi veinte años a partir de mi deceso.
adorno: ¿Por qué utiliza una palabra tan suave para un suceso tan trágico?
benjamin: Está bien: suicidio. No sé dónde me enterraron, sólo sé lo que me
dijeron ustedes dos... que mi tumba presunta en Port Bou no es mi
tumba. ¿Entonces qué hicieron con mi cadáver... y con mi portafolios... y
por supuesto con su contenido?
scholem: Bueno, eso tiene más sentido. La clave acá es el contenido... no
los huesos o las cenizas. El contenido de ese maletín tiene que ver con la pre-
sencia de Walter Benjamin en el Parnaso; el resto sólo tiene interés turístico.
schönberg (interrumpe): ¡Esperen un momento! ¡Esperen!
benjamin (que no había reparado en Schönberg): ¿Quién es usted?
schönberg: Schönberg. Arnold Schönberg.
benjamin: No sabía que estaba acá.
schönberg: Llegué antes que ustedes.
benjamin: ¿Pero cómo llegó hasta aquí?
schönberg: ¿Al Parnaso? ¡Me imagino que está bromeando!
schönberg: Y pintor...
benjamin: Cierto. ¿También es genealogista?
schönberg: En realidad no. Pero ¿qué pasaría si lo fuera? Usted es un crí-
tico social... un filósofo de la crítica... un historiador de la filosofía...
scholem: Y crítico literario, no se olvide. Muchos de nosotros, Bertolt Brecht
incluido... consideramos a Walter el más grande crítico literario alemán de
su tiempo.
benjamin: ¡Suficiente!
schönberg: Pero también un grafólogo...
benjamin: ¿Algún problema con la grafología? Aporta una forma de com-
prensión...
schönberg: ¿Comprensión de qué? En el mejor de los casos no pasa de
unos vagos supuestos... cuando no es pura conjetura. La genealogía en cam-
bio trabaja con la historia... ¡con hechos indiscutibles!
scholem: Me pregunto si Walter y yo estaremos emparentados.
schönberg: Me fijé en todos ustedes. Benjamin y Schönberg vía Kolisch
son los únicos.
benjamin: Terminemos con eso. ¿A qué vino la interrupción?
schönberg: ¡Las reglas! ¿Cuáles son las reglas de este encuentro “desde la
tumba”? Yo creo en las reglas.
adorno: Claro... de no ser así no habría podido formular un método dode-
cafónico.
schönberg: Las reglas son importantes... Y no solamente en la música.
Tomemos por ejemplo mi ajedrez de coalición.
benjamin: ¿Dijo “ajedrez”? En una época nosotros jugábamos bastante bien
al ajedrez... Scholem y yo... Brecht y yo también... ¿Pero su ajedrez? Nunca
oí hablar de una movida Schönberg, mucho menos de un ajedrez de coa-
lición Schönberg.
schönberg: Se juega de a cuatro... no de a dos. Incluso diseñé las piezas.
benjamin: ¿Ajedrez de coalición a cuatro manos? Siempre pensé que en el
ajedrez se trataba de competir y jaquear. ¡Vivir para ver! Aun desde la tumba.
schönberg: ¿Las tumbas en general... o la suya en particular?
benjamin: Buen punto. Hablemos de mi propia tumba.
schönberg: ¡Un momento! Aquí en el Parnaso hay algunas reglas... que
me resultan inadmisibles... Se tolera la mala conducta... y se confunde el
significado del tiempo. Recuerden, llevo aquí más tiempo que todos uste-
des. Soy el único, de hecho, que alcanzó el Parnaso todavía en vida allá
abajo. Un tipo de traslado que ninguno de ustedes ha experimentado.
benjamin: ¿Reglas acerca del tiempo? Eso sí que me interesa.
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Abajo
scholem: Usted era famoso por la forma en que reescribía sus textos hasta
último momento.
benjamin (insistente): Ustedes dos se la pasan discutiendo por cuestiones de
reconocimiento. A mí me gustaría saber qué hicieron con mis restos.
schönberg: A mí me cremaron en Los Angeles, y veintitrés años más tarde
mudaron mis cenizas a Viena, con una lápida que diseñó nada menos que
Fritz Wotruba. ¿Importa eso? Lo que importa es que estoy acá arriba. (Iró-
nico.) ¿La voz de Walter Benjamin se pregunta por su tumba desde la tumba?
¿No hay ahí una contradicción en los términos?
benjamin: ¿Cómo voy a saberlo? Este es mi primer discurso póstumo.
scholem: Pocos meses después de su muerte, cuando escapaba de Francia,
Hannah Arendt pasó por Port Bou.
benjamin: ¿Y?
scholem: No encontró nada... ningún indicador o cartel. Por lo menos es lo
que me escribió.
schönberg (a Benjamin): ¿Qué hay en realidad detrás de esta preocupación
por la tumba? Me refiero a esta mélange de nostalgia y curiosidad.
benjamin: Durante esos días horribles de 1940 pensaba que un buen epita-
fio para una lápida sería “Es más arduo honrar la memoria de los descono-
cidos que la de los célebres”.
schönberg: ¿Es una cita?
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scholem (en voz baja a Schönberg): No debió hacer esa pregunta. Walter escri-
bió eso hace años... Estaba en las notas de su “Tesis sobre la filosofía de la
Historia”. (Más alto, a Benjamin) Comprendo su preocupación.
benjamin: ¿Por qué dice eso?
scholem: Porque yo también pensé en mi sepultura. No hay razón para ocul-
tar esto ahora... en forma póstuma. A los diecinueve años escribí en mi dia-
rio: “Todo lo que aspiro para mí, lo que querría escribir sobre mi tumba,
podría resumirlo epigramáticamente sin mentir... Él fue Scholem... lo que
su nombre demandó; vivió su nombre en forma total e indivisa.”
adorno: Dice “Él fue Scholem”. ¿Qué significa?
scholem: Shalem en hebreo significa “entero”... no dividido.
benjamin (estupefacto): En los cientos de cartas que intercambiamos nunca
se le ocurrió comentarme esto.
scholem: Nunca lo preguntó.
benjamin: Me gustaría preguntárselo ahora. Sé que Gershom era el hijo de
Moisés y de Tzipora. ¿Pero qué significa?
scholem: En Éxodo 2.22 la palabra significa “expulsión”. Deriva de ger, que
significa “residente temporal”, o alguien que está en un sitio pero en ver-
dad no es originariamente de ahí... un extranjero.
benjamin: ¡Muy apropiado! Ahora comprendo por qué cambió Gerhard por
Gershom. ¿Entonces se grabó eso en su sepultura... lo que pensó a los die-
cinueve años?
CUATRO HOMBRES 27
1.16 Gabriele Seethaler, La cara de Walter scholem: Ah, sí, pero la fama nos convierte en objetos de violación póstuma
Benjamin sobre el monumento del escultor israelí de nuestra intimidad. Es algo que nunca termina.
Dani Karavan en Port Bou, España.
benjamin: ¿A qué clase de intimidad se refiere?
adorno: De todo tipo... especialmente sexual.
benjamin: ¿Se extiende a nuestras esposas?
adorno: Qué pregunta tan ingenua.
FIN DE LA ESCENA 1
1. Un ejemplo temprano de su difícil relación en Viena puede inferirse de dos cartas que Adorno
le escribió a su amigo Siegried Kracauer. En 1925 Adorno escribió que Schönberg “me hablaba
como Napoleón a un joven ayudante recién llegado de un remoto campo de batalla. Por supuesto
Napoleón debía expresar cierto interés, aunque ya había olvidado su relevancia”. Y un año más
tarde, Adorno escribió: “está irritado conmigo porque mantengo una profunda relación con Berg
en lugar de dedicarme por entero a él [Schönberg]. Parece tener un verdadero Complejo Wiesen-
grund, y hasta peleó con Berg por mí”.
2. Hay muchas versiones disponibles en CD, tales como Jewish Cello Masterpieces (Richard Locker,
cellista), de Legiero Records, Nueva York, NY.