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38 serie de coloquios sobre ellos, cologuios que promovieron después m onceptos € informé sobre iples actividades si- milares. El rigor en el uso de los conceptos requiere un conocimien- to de su historia para no sucumbir al capricho de la det usin de poder establecer un Lenguaje filos6tico estri busch esta revista apareci6 durante veintitrés afios hasta que iltima- mente la hemos confiado a manos més jévenes. cocupandolo la enseftanza tad mpliamente mis ideas sobre la hermenéutica en el extranjero, sobre todo en América La hermenéutica y la filosofia griega han sido los dos puntos bé- sme exponer brevemente el resorte inter- into no que mueve mi pen: Aparece en primer lugar [a hermenéutica desarrollada en Verdad y método. jué era esta hermenéutica filos6fica? :En qué difiere de la tra éicién romantica que nacié cuando Schleiermacher profundiz6 en de Dilthey y fue considerada cor {Con qué derecho podia lamarse mi ensayo una 6ficav? No es superfluo, desafortunadamente, formular esta pregunta, Porque muchos vieron y siguen viendo en losofia hermenéuti- moda y'a cualquier «interpretacién» se denomina herment agico. Otros muchos, pertenecientes al bando de la critica de la ideo- Jogia, reconocen su verdad, pero slo a medias. Es bueno y hermoso Autopresentacin de Hans-Georg Gadamer (1975) 2B -piensan= que se valore la tradicién en su significacién anticipado- 1a, pero falta lo decisivo: la reflexi6n critica y emancipadora que li bere de ella. Quiza sea esclarecedor exponer la moti miento. Podria rest ‘én real de mi plantea- ar asi que son los fansticos del dela ideologte ‘Cuando empec¢ a elaborar una hermenéutica filos6fica, la propia prohistoria de ésta imponfa tomar las ciencias «comprensivas» como punto de partida. Pero affadf a ellas un complemento que hasta hora NO se ha tenido en cuenta, Me refiero a la experiencia del arte. Por- que ambos elementos, el arte y las ciencias historicas, son modos de experiencia que sropia nocién de la ica del «compren- tud la oftecié Heidegger con su tencial de la comprensién, que él facticidady, Ia autointerpretaci6n ‘Vicon claridad que las formas de conciencia que habiamos hereda- do y adquirido, la conciencia estética y la conciencia histérica, eran lunas figuras degradadas de nuestro verdadero ser bi ian concebirse partiendo de ells. La tranquila distancia en la que la conciencia burguesa gozaba de su cultura ignoraba hasta qué punto todos estamos en el Juego y nos hasamos en 6 Por eso waé de su 30 las ilusiones de la autoconciencia y conciencia. Ei ino que existe para aquel que participa en {uiera como espectador. La inadecuacién de los conceptos de suje- tay objeto, que ya Heidegger habia sefalado en su exposicién de la __fegunta por el ser en Ser y tiempo, se podifa manifestar aqui en con- greto. Lo que més tarde indujo a Heidegger a dar un giro o vuelta a 51 pensamiento, yo intenté describirlo por mi parte como una expe- peer 0 Antolota te de nuestra autocomprensi6n, como la conciencia de la sne mas de ser que de conciencia. Lo que yo no era tanto una tarea para la praxis metodoldgica de me referfa primariamente a la exclusivamente 0 en 6n. {Hasta qué punto alemana muy concreta. Las denominadas ciencias del ritu no babian reunido en ninguna parte tan vigorosamente como en ‘Alemania las funciones cientificas y las funciones , sino cualquier experiencia se realiza cen un constante progreso comunicativo de nuestro conocimiento del ‘mundo. En un sentido mucho mas profundo y general que el expre~ sado en la formula acufiada por August Boeckh para el tema del fi- Jologo, la experiencia es siempre «conocimiento de lo conocido». Vivimos dentro de unas tradiciones, y estas no son una esfera parcial de nuestra experiencia del mundo ni una tradi de textos y monumentos y que transmite un s trafio, siempre que laci6n, se realiza el cial por esta via. Crea que en este punto aparece bien fundamenta- dda la universalidad de Ia hermenéutica que Habermas, entre otros, tanto discute, Habermas nunca ha superado, desde mi punto de vis- in idealista del problema hermenéutico y reduce ‘Ante nuestra tradicién filos6fica nos encontramos con la misma area hermenéutica. El filosofar no empieza desde cero, sino que ha ir pensando y reformuland to sien tambign hoy. como enlaépoce de I antigua stistic, reconducir el lenguaje de la filosofia despojado de su sentido legen- dario hasta capacitarlo para decir lo mentado y expresar los elemen- tos comunes que sustentan nuestro lenguaje real Juridica como punto de ps Auopresentacton de Hans-Georg Gadamer (1975) a8 'Nos hemos vuelto més o menos ciegos para esta tarea por obra de laciencia modema y su generalizacién filoséfica. En cl Fedén plat6- ico, Serates plantea la exigencia de comprender la estructura c6s- yy el devenir natural 1o mismo que comprende por qué esti en la ‘eécel y no ha aceptado la oferta de fuga: porque considers bueno ‘para €1 aceptar incluso una sentencia injusta. Comprender la natura- leza como Sécrates se entiende aguf a sf mismo es una exigencia que Ja fisica aristotélica realiz6 a su manera, Pero esta exigencia no es compatible con lo que es la ciencia desde el siglo XVII y con lo ‘que la ciencia de la naturaleza y del dominio de la naturaleza basada ‘em la‘ciencia ha permitido, Esta ¢s exactamente la razén por la que la hhetmenéutica y sus consecuencias metodolégicas no han podido aprender de la teorfa de la ciencia modema tanto como de otras tra- diciones més antiguas que conviene recotdar. id de la argumentacién retérica, que los «afectos», pero que reivindica fundamentalmen- te los argumentos y trabaja con probabilidades, es y seguird siendo tun factor definitorio de la sociedad mu. lacer- teza de la ciencia. Por eso en Verdad y explicita ala especialmente In tarea de ejercer Ja racionalidad a nivel ico se ha hecho mas urgente atin, Se trata en realidad de un antiguo problema que conocemos des- ‘prictico, social y pol __ de Platén, Sécrates intents convencer a todos los que presumfan de

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