Vous êtes sur la page 1sur 12

Capítulo Criminológico Vol. 25, No.

1, 1997: 39-51
ISSN: 0798-9598

ACERCA DE LAS PRUEBAS PENALES

Jorge Morales Manzur*

* Abogado. Investigador del Instituto de Criminología "Dra. Lolita Aniyar de Castro"


(l.C.L.A.C.) Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Universidad del Zulia.
Maracaibo. Venezuela.
Acerca de las pruebas penales 41

RESUMEN
El presente trabajo pretende dar una visión global de las pruebas
penales en el enjuiciamiento criminal venezolano. El desarrollo
de la investigación aborda un estudio generalizado acerca de la
puesta en práctica de cada una de las pruebas penales y la apre-
ciación que de las mismas se tiene en la praxis tribunalicia.
Igualmente se ofrecen ciertas propuestas para la mejor puesta en
práctica de las mismas, tanto en lo que a su valor probatorio se
refiere como a la posición del juez y las partes frente a estas.
De la misma manera, se hace referencia a la importancia de la
sana crítica como un elemento con el que cuenta eljuezfrente al
sistema tarifado que contempla la normativa adjetiva penal.
Palabras claves: Pruebas penales, Valoración de las pruebas, Proceso
Penal, Debido proceso.

ON FINAL EVIDENCE (PROOFS)

ABSTRACT
The present work is pretenda global vision about the penal evi-
dence in the venezuelan judicial proceeding. The development to
this investigation discuss a generalized study about the practice
of everyone of this penal evidences and the estimation that this
evidences in the judicial routine.
On the other hand, it offer any proposal to the best application
that this evidences about the probatory values, the judge and the
part position across that this process way.
In the same way, it reference the importance of the critica[ heal
as an element to take in consideration by the judge across the ta-
rifed sistem contemplated the penal adjetive rule.
Key words: Penal evidence, Evidence values, Penal proceeding.
'fl'tlt 1 '' 111 fliii'H¡II!!III• 1 ¡ ilfll '! ~· 1 '1 '1 ¡ 11 ¡ ' ¡ .. ,,q. '~''l't~ < "~*•"'·'p'! "'~···,f;o}1!fl!.ff~~·''\ l

Jorge Morales Manzur


42 Capítulo Criminológico VoL 25, No. 1 (1997)

ACERCA DE LAS PRUEBAS PENALES


El proceso penal se inicia con una hipótesis que debe ser debatida du-
rante el desarrollo del mismo, al final, en la sentencia definitiva, ya sea de
condena o de absolución, se exige la comprobación de los hechos, esto es,
los hechos alegados en los autos durante el proceso. En el juicio penal se re-
quiere entonces, de una serie de variadas y muy numerosas investigaciones
para hacer desaparecer esa hipótesis inicial que es incierta, para llegar al co-
nocimiento de los hechos.
El Código de Enjuiciamiento Criminal es muy preciso cuando hace la
enumeración de las pruebas, considerándolas como "únicas fuentes legíti-
mas de los elementos de convicción que debe admitir y apreciar el juez" 1,
entendiéndose el carácter de taxatividad que posee el artículo 244 de dicho
instrumento legal, esto es, al indicar que estas serán las únicas que el juez
deberá tomar en cuenta. La presente investigación pretende dar una visión
general de los distintos medios de prueba en el procedimiento penal venezo-
lano y los rasgos más importantes en la ejecución de los mismos.
Partiendo de la enumeración taxativa que de las pruebas penales hace
el Código de Enjuiciamiento Criminal, encontramos el reconocimiento libre
y voluntario que se hace frente a la autoridad judicial, la confesión. Esta
prueba se encuentra consagrada en el primer aparte del artículo 244 del Có-
digo de Enjuiciamiento Criminal. En cuanto a este medio probatorio, el le-
gislador ha querido dar singulares pautas para otorgar credibilidad a la es-
pontaneidad de lo confesado por el indiciado. En este sentido, debemos
aceptar como una cuestión de índole humana, y más que humana, filosófica,
la consideración del por qué se produce la confesión; la voz de la conciencia
tampoco debe ser olvidada como elemento justificativo de este tipo de prue-
ba. De todas maneras, debe tenerse en cuenta la historia del juicio penal, al
principio era práctica corriente y permitida la tortura como modo de obten-
ción de la confesión (período inquisitorio), el testimonio tenía menos valor
que la confesión, hasta tal punto que el juez no podía dictar sentencia si el
presunto culpable no había confesado. La ley Carolina suavizó este sistema
y sólo se aplicaría la coacción para la obtención de la confesión, si existía al-
gún indicio contra el inculpado, actualmente existen prácticas que revelan
que la fuerza como modo de alcanzar la confesión no ha perdido vigencia, y
Acerca de las pruebas penales 43

también sabemos que órganos del control formal cometen dichos abusos en
"aras" de obtener la confesión, en la práctica, pareciera que el expediente
mejor instruido es aquel que contuviera una confesión, aunque fuera obteni-
da por medios violentos.
Se hace verdaderamente necesario, en la búsqueda de la mejor aprecia-
ción de la prueba de confesión, que el juez practique además todas las dili-
gencias necesarias a fin de adquirir el convencimiento de la verdad de la
confesión y de la real existencia del delito, de esta forma se podrá elevar la
confesión al carácter de plena prueba. Cabe resaltar que al menos en las le-
yes, se observa que la confesión carece del valor probatorio decisivo que an-
tes se le atribuía, esto es, que frente a ella el juez penal no queda exento del
deber de continuar la investigación, hasta el punto que él mismo podría apar-
tarse de la confesión, declarándola deficiente, falsa, etc., en suma, la confe-
sión no exime al magistrado del deber investigar la verdad real.
En la praxis, se ha comprobado que las confesiones pueden no ser cier-
tas, sino que ellas pueden obedecer a las más variadas razones, lucro, desvia-
ción de la investigación para dar tiempo al culpable de ponerse a salvo, el
deseo de liberarse de interrogatorios atormentadores, etc., sin embargo en la
experiencia tribunalicia se observa un gran interés en la obtención de la con-
fesión, principalmente porque, en primer lugar, el juez al tener una confe-
sión por parte del procesado, se siente más seguro de dictar una sentencia
condenatoria; en segundo lugar, el juez según su criterio no estaría realmente
condenando al indiciado, sino que el mismo imputado es el que ha confesa-
do contra sí, por lo tanto él mismo se ha inculpado a través de su propia con-
fesión, y por último, en cuanto a la sociedad y a la opinión pública que se
siente satisfecha ante la condenatoria de un indiciado confeso.
Una de las disposiciones más controversiales referente a la prueba de
la confesión, la encontramos en el artículo 248 del Código de Enjuiciamien-
to Criminal, el cual establece que "la confesión extrajudicial y la rendida
ante las autoridades de policía judicial, no podrá apreciarse sino como un in-
dicio más o menos grave, según el carácter de la persona que la hizo y los
motivos y circunstancias en que se encontraba y que pudo tomar en cuenta",
esta disposición está referida a los efectos probatorios de la confesión extra-
judicial. Obviamente, este tipo de confesión no tendría el mismo valor, sino
que la misma, deberá ser apreciada sólo como un indicio, aunque en la prác-
j • · ·H'l~t l"' , 1 '' W:· ~ 11 ,¡.p¡ fli. 11 •r· ·1 11 1.~ 1 ~ ,!(, l .,, ! 1 t r • !- 'til t' t·t, ··~-"f,,,.~,.~-~·l!>•...¡·ij-~>'-1• ¡,

Jorge Morales Manzur


44 Capítulo Criminológico Vol. 25, No. 1 (1997)

tica forense resulta que en gran cantidad de casos, es esta la guía por la que
se rige el juez para su decisión definitiva, transformándose en un fallo con-
denatorio en perjuicio de aquel que sin estar en la mayoría de los casos bien
asistido, se vio en la necesidad de rendir declaración fuera del recinto del tri-
bunal y de forma forzada, cuando lo correcto es que su valor probatorio de-
penderá de si la misma ha sido otorgada ante un funcionario legalmente ca-
paz de dar fe de ella. Es notable resaltar, que aquí se evidencia un acto noto-
riamente inquisitivo, ya que los funcionarios policiales buscan a toda costa
que el indiciado reconozca su responsabilidad en el hecho delictivo que es
investigado, pareciendo desconocer que esta declaración en principio debe-
ría ser un instrumento que aquel pueda hacer valer en su defensa y no una
confesión que ellos buscan sea hecha siempre en su contra.
"La desnaturalización de la declaración informativa rendida por ante el
Cuerpo Técnico de Policía Judicial, se convierte en un elemento evidente-
mente probatorio con que se pretende demostrar la culpabilidad del acusado
e impedir su defensa material. Esto, es un típico resabio que sobrevive en la
práctica procesal de muchos países latinoamericanos, una típica expresión
del sistema penal subterráneo" 2 . Este hábito además de tener apoyo de los
propios órganos de control, es también justificado por la opinión pública que
en medio del sentimiento de inseguridad ciudadana las aprueba, de esta for-
ma queda justificada para ambas partes "la necesidad de la confesión" del
detenido. Sin embargo, han sido muchas las legislaciones que se han pro-
nunciado sobre lo que son considerados como métodos de interrogación
prohibidos, definiéndolos como los obtenidos menoscabando la libertad de
decisión y asumiéndose a priori la culpabilidad del interrogado, ya que en
ningún momento el interrogatorio tiene por objeto tratar de buscar la defensa
del indiciado, sino que se dirige únicamente hacia los probables motivos que
tuvo para cometer el delito.
Obviamente es desconocido para muchos de los que trabajan en la ad-
ministración de justicia penal, lo contenido en el artículo 8 de la Convención
Americana, el cual expresa que: "la confesión del inculpado solamente es
valida cuando ha sido hecha sin coacción", al respecto Zaffaroni asevera que
"argumentar que no hay razón alguna para presumir que los funcionarios po-
liciales coaccionan al declarante, es una ficción ridícula en cualquier país
del área. En el plano jurídico y conforme a la sana crítica, cabe responder
Acerca de las pruebas penales 45

que es de presumir que ejerzan algún género de coacción de los que son en-
cargados de investigar y esclarecer los delitos y el exceso de celo que pue-
dan poner en su función los inclinaría siempre a ejercer cierta presión en di-
cha obtención" 3 . Todas estas manifestaciones son evidentemente contrarias a
las normas del debido proceso y a los derechos humanos en general, apare-
ciendo una dicotomía entre la defensa de la sociedad, por una parte y la de-
fensa de los derechos del indiciado, que se ven limitados durante la investi-
gación, y más específicamente durante la obtención de la confesión. En
nuestro proceso penal, la declaración informativa tiene fuerza probatoria
mientras no se desmienta en el debate judicial, la confesión extrajudicial y la
rendida ante las autoridades de policía judicial es estimada en la mayoría de
los casos más que como un indicio, como una verdadera confesión, aferrán-
dose los jueces firmemente a ella al momento de tomar su decisión, al res-
pecto opina Zaffaroni que, "estos parecen desconocer que la declaración que
rinde una persona privada de libertad ante una autoridad que no es el juez y
sin asistencia o control de letrado, no tiene ninguna garantía respecto de que
no se haya violado el derecho a no ser obligado a declarar contra si mismo.
Si esta manifestación fue formulada en forma auto-incriminatoria, no puede
tener valor confesorio" 4 .
Otra prueba contemplada en el Código de Enjuiciamiento Criminal es
la prueba de la inspección ocular. Esta conserva íntegro su valor probatorio
de la etapa sumarial a la plenaria, sin necesidad de ser ratificada. Las con-
clusiones de esta prueba, que es acordada de oficio o a petición de parte du-
rante el término probatorio y en cualquier ocasión en que el Juez lo conside-
re conducente, subsisten en todo su vigor mientras una prueba en contrario,
y en especial otra inspección ocular no las haya debilitado o destruido.
A pesar de que es una prueba de carácter eminentemente objetivo, su
apreciación depende en gran medida de la forma en la que esta es analizada
y percibida, es de gran importancia la impresión sensorial del juez, que es la
que en definitiva orienta la prueba y las conclusiones de la misma.
En cuanto a la inspección ocular en la parte sumaria del juicio, la ley la
denomina reconocimientos oculares, que no son otra cosa que los reconoci-
mientos policiales hechos por los órganos de instrucción, a cuyos resultados
los jueces se apegan mucho y que según el mismo código, en el único aparte
del artículo 251 se establece que harán plena prueba en el juicio, sino hubie-
11-·1 ' ' • 1 1' '~ !t JI .,,¡ {~ i! ¡j 1 1 i,, '! ~: '¡
,, •1 j ~ . '1 f ·> '~ 'f'' ~ ., '"'"'

Jorge Morales Manzur


46 Capítulo Criminológico VoL 25, No. 1 (1997)

ren sido debilitados o destruidos por otra inspección ocular promovida de


oficio o a petición de parte, por lo que es conveniente establecer la diferen-
cia entre los reconocimientos oculares y la inspección ocular propiamente
dicha, ya que los realizados por los órganos de control social serán los reco-
nocimientos, mientras que los ejecutados por el juez serían las inspecciones
oculares.
Los documentos públicos y privados constituyen una prueba de gran
importancia dentro del proceso penal, en razón de que el documento aunque
sea indirectamente estará referido a determinados hechos y declaraciones,
cuya reproducción y constatación será necesaria tanto para la consecución
de la verdad, como para el logro efectivo de la defensa del indiciado que ale-
gue éste tipo de prueba. Los documentos deben ser considerados testimonios
escritos, conscientemente rendidos, que tienen por objeto dar fe de la verdad
de los hechos a que ellos se contraen, "ellos son menos sospechables de fal-
sear maliciosamente la verdad, que las declaraciones rendidas en el juicio
pendiente a que el testigo ha sido llamado expresamente" 5 .
En el juicio penal se equiparan en lo que a su fuerza probatoria se re-
fiere, el instrumento público y el auténtico, situación que es lógica, ya que
sumado al carácter del documento, tenemos la confesión del indiciado, lo-
grándose así una plena prueba, salvo que luego sea descalificada; ahora, si lo
contenido en el documento es un indicio más o menos grave referido al he-
cho controvertido, puede prácticamente quedar comprobado, pero el valor
del documento deberá ser acompañado para que logre el carácter de plena
prueba de otro medio probatorio.
El Código de Enjuiciamiento Criminal en su artículo 261 tarifa la prue-
ba de testigos, establece la citada norma que dos testigos presenciales hábi-
les y contestes hacen plena prueba respecto de la materia sobre la que recae
su testimonio. Son varias las posibilidades que pueden darse al respecto, en
primer lugar, la declaración prestada por un testigo único, vale decir que sea
hábil, idóneo y exento de toda tacha que lo haga sospechoso, ya que en su
persona no hay nada que afecte su credibilidad, podrá estimarse como una
presunción grave, pero nunca hará plena prueba por si sola, se necesitaría
que estuviera acompañada de otro tipo de prueba que la refuerce, de lo con-
trario se violarían las normas del debido proceso y el derecho a la defensa;
en segundo lugar cuando las dos presunciones graves que hacen que el testi-
Acerca de las pruebas penales 47

monio de dos testigos hábiles concuerden y se sumen, la prueba será plena;


en tercer lugar, se estimará también como plena, las declaraciones de testi-
gos hábiles no contestes, que en su conjunto demuestran la existencia del he-
cho controvertido en el proceso, lo que es lo mismo decir, que aunque ningu-
na de las afirmaciones de unos, sean ratificadas por los otros, constituyen sin
embargo un conjunto de indicios graves, precisos y concordantes, capaces
de producir una completa certidumbre acerca de los hechos investigados,
que haciendo la sumatoria de todos ellos nos daría el carácter de plena prue-
ba. Es conveniente en el análisis de este tipo de prueba, tomar en cuenta las
nociones referentes a la sana crítica, ya que podrían generarse situaciones
extremas en las que, aún existiendo concordancia de declaraciones, éstas
sean sólo producto de la casualidad.
En el caso del careo de testigos y la imposibilidad de realizar el mis-
mo, el juez debería hacer uso de la sana crítica y apreciar la declaración o
declaraciones que a su juicio fueran dignas de fe, y desechar las que consi-
dere erróneas o no conformes a la verdad, motivando los criterios o razones
de su decisión.
En el supuesto de declaraciones contradictorias del mismo testigo, por
rigor lógico el juez debería desecharlas, sin embargo la Ley en el artículo
268 del ya citado Código, da una presunción de que alguna verdad encierra
siempre toda declaración, permitiendo al juez entonces, a través de la sana
crítica examinarlas cuidadosamente, comparándolas con los demás datos del
proceso, para admitir lo verdadero y desechar lo inexacto y siempre desesti-
mar toda declaración que a su juicio resulte rendida por cohecho, seducción
o interés personal, ya que éste no está obligado por lo demás a admitir parte
alguna de dichos testimonios contradictorios y podrá desecharlos en su tota-
lidad, si a ello indujese su convicción.
En el caso de los que presumen solamente en su declaración, estas de-
berán ser tomadas como indicios levísimos y en casos determinados carece-
rán de todo valor probatorio, pero si es rendido por dos o más peritos confor-
mes, constituirá una presunción más o menos grave, o plena prueba según
las circunstancias.
Consideramos que los indicios y las presunciones son elementos de la
prueba conjetural e indirecta, merced a los cuales por un simple raciocinio,
'•lt't"1 ·~ ,.,¡ ttll!; :!ll 1 j .L j ,, ¡ 1 • -¡ ! '!f '1'J•f', ""~" H«\ . .;l¡c-4H·~~·<"Wl'•r<•i

Jorge Morales Manzur


48 Capítulo Criminológico Vol. 25, No. 1 (1997)

se pasa del conocimiento de un hecho probatorio al de uno desconocido que


es preciso demostrar. De esto se desprende que tantos los unos como los
otros son el resultado de un razonamiento fundado en la experiencia o el
sentido común, esto es, para establecer la existencia de un hecho desconoci-
do a través de otro hecho ya probado.
El juez debe aceptar y darle el valor que le corresponde al indicio, de
lo contrario estaría incurriendo en la violación de una norma legal expresa,
ya que sería igual que negarle el valor a una prueba plena.
En la práctica, muchas veces un solo indicio lleva al juez a la toma de
una decisión definitiva respecto al juicio, y en otras ocasiones dos indicios,
pero indicios al fin y no plenas pruebas, situación esta que viola igualmente
el debido proceso y el derecho a la defensa. En todo caso los jueces no pue-
den obtener elementos de convicción de fuera de los autos, aunque siempre
siguiendo el sistema de la libre apreciación de los indicios.
Dice el artículo 244 que en el enjuiciamiento criminal, las pruebas po-
drán apoyarse en los indicios o presunciones, la única condición que debería
cumplirse es que haya más de uno de ellos, y que cuando estos plurales indi-
cios o presunciones convenzan al juez, harán plena prueba.
En conclusión, debe el juez penal analizar el cúmulo de indicios, la
concordancia entre ellos y la relación que tengan con las otras pruebas del
proceso; el juez tendrá la atribución soberana, siempre que los indicios se
desprendan de los autos, aparte de que es su obligación analizar y comparar
los indicios, además de motivarlos.
En razón de las consideraciones hechas anteriormente con respecto a
los diferentes tipos de prueba, nos permitimos ofrecer las siguientes proposi-
ciones: en cuanto a la prueba de la confesión se sugiere que se le prohíba a
la policía recibir cualquier declaración del acusado, esto es, regular en la ley
la prohibición de consignar en las actuaciones administrativas y policiales
cualquier manifestación autoinculpatoria de la persona presuntamente incur-
sa y considerar que sólo será apreciada como confesión la rendida ante el
juez, el Ministerio Público y su abogado. Otra proposición sería que se le
permita a la policía recibir las declaraciones del detenido, pero sólo hacien-
do constar lo que vaya en pro de la defensa del mismo. Igualmente otra posi-
bilidad sería la de apreciar la prueba de confesión dada ante las autoridades
Acerca de las pruebas penales 49

policiales como meros indicios, esto es, tarifar las declaraciones como indi-
cios solamente a instar a los jueces a aplicar la sana crítica para el análisis de
los mismos. Por otro lado, se propone no tomar en cuenta aquellas declara-
ciones rendidas durante la detención policial debido al poco poder convic-
cional del funcionario, debiendo ser estas declaraciones analizadas igual-
mente bajo el criterio de la sana crítica. De igual modo no debe dársele valor
probatorio a la confesión obtenida por tortura, apremio, amenazas o cual-
quier violación del derecho a la defensa y los derechos humanos. En cuanto
a la valoración se debe dar libertad de convicción al juez y no dejarlo estan-
cado en el sistema tasado de las normas legales.
Respecto a la prueba de testigos, se propone encuadrar dentro de las re-
glas de la sana crítica el caso de la declaración de los testigos que aunque
hábiles no sean contestes, al igual que en los casos del careo judicial.
En relación a los indicios, debe dársele el carácter de plena prueba
cuando provengan de hechos o circunstancias indiscutibles, esto es, que deri-
ven su origen de una premisa mayor y de un hecho directo ya comprobado,
nunca de otro indicio.
Considerar que no debe haber dudas entre los conceptos de presuncio-
nes o indicios, ya que la propia ley los diferencia y les da carácter propio a
cada uno.
Por último, los indicios deben ser analizados lógica y racionalmente
por las reglas de la sana crítica y a la vez darles valor de plena prueba, cuan-
do se desprenda según sea el caso del indicio mismo o cuando así lo esta-
blezca la ley.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
l. BORJAS, Arminio. "Exposición del Código de Enjuiciamiento Criminal" Edi-
torial La Torre. Caracas. Pág. 128.
2. CRUZ, Fernando. "La defensa y la Independencia Judicial en el Estado de De-
recho". Instituto de las Naciones Unidas para la prevención del delito y trata-
miento del delincuente. Unidad modular VI. San José de Costa Rica. 1989. Pág.
71.
11 '1 1 ·•
1 ul ~~~'1 1
1
j¡., 1• ,¡ • ··t \ •t +·~'''"' ,.....-~'!'1'""11'!"~.. '

Jorge Morales Manzur


50 Capítulo Criminológico VoL 25, No. 1 (1997)

3. ZAFFARONI, Eugenio. "Derechos Humanos y Sistemas Penales en América


Latina". Informe final. Ediciones de Palma. Buenos Aires. Argentina. 1984.
Pág. 220.
4. ldem. Pág. 220.
5. BORJAS, Arminio. Ob. Cit. Pág. 153.

BIBLIOGRAFÍA
ALFONZO RODRIGUEZ, Orlando. "El testimonio Penal y sus errores". TE-
MIS. Bogotá.
ANGULO ARIZA, F.S. "Derecho Procesal Penal". Universidad Central de Ve-
nezuela. Instituto de Ciencias Penales y Criminológicas. Caracas, 1983.
ANGULO ARIZA, F.S. "Cátedra de Enjuiciamiento Criminal" Editorial LaTo-
rre.
CARNELUTTI, Francesco. "Lecciones sobre el Proceso· Penal". Volumen l.
Ediciones Jurídicas, Europa, América -Chile 2970. Buenos Aires.
CHIOSSONE, Tulio. "Manual de Derecho Procesal Penal". Quinta Edición.
Universidad Central de Venezuela. Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas.
Caracas, 1991.
DELGADO R., Francisco J. "Inseguridad Ciudadana en Venezuela". Perspecti-
va crítica del control social. (1983-1986) Instituto de Criminología. LUZ. 1988.
ELLERO, Pietro. "De la certidumbre en los juicios criminales o Tratado de la
Prueba en materia Penal". Sexta Edición. Biblioteca Jurídica de Autores Espa-
ñoles y Extranjeros. Reus. Madrid. 1968.
FLORIAN, Eugenio. "De las pruebas penales". Tomo 1, Tercera Edición. Edito-
rial TEMIS. Bogotá, Colombia, 1982.
MITTERMAIER, C.J .A. "Tratado de la Prueba en materia Criminal". Ediciones
Reus (S.A.) Madrid, España.
TINEDO F., Gladys. "Perspectiva Criminológica de la detención preventiva en
Venezuela". Instituto de Criminología. LUZ, 1988.
VISHINSKY, A. "La teoría de la Prueba". Ediciones Pueblos Unidos. Montevi-
deo Uruguay.
Acerca de las pruebas penales 51

Otros
DERECHO PROCESAL PENAL. Libro Homenaje al Dr. Arminio Borjas.
U.C.V. Caracas, 1990.
PROYECTO DEL CODIGO DE PROCEDIMIENTO PENAL. Colegio de Abo-
gados del Estado Zulia. Maracaibo - Venezuela 1984.
Instrumentos Legales
CODIGO DE ENJUICIAMIENTO CRIMINAL. Mobil Libros. Caracas.
CONSTITUCION NACIONAL. Congreso de la República de Venezuela. Dis-
tribuye Hobic Libros.
DERECHOS HUMANOS. Recopilación de Instrumentos Internacionales. Nue-
va York, Naciones Unidas, 1983. Número de venta: S. 83 X IC.l.

Recibido: 10-12-96 · Aceptado: 02-02-97

Vous aimerez peut-être aussi