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Es plausible que cada individuo defina su propio concepto de Dios, pues, en una
sociedad donde la imposición de ideales y formas de pensar que coartan la
individualidad son parte de la cotidianidad, construir un concepto de Dios
libremente es un acto admirable. Alejarse de la rigidez de la religión y apostarle a
un concepto propio es un gran avance, y es totalmente respetable.
Es muy sabido que Nietzsche es una gran crítico de la religión judeo cristiana.
Para él Dios es la respuesta a varias carencias e inseguridades, la incapacidad de
afrontar las dificultades por sí mismo y la imposibilidad de afrontar las
responsabilidades como propias, quizás el resultado de varios temores. En la
película “el día en que Nietzsche lloró, hay una escena donde se ve al filósofo
dictando una conferencia en la cual el tema principal en el discurso es Dios. En el
diálogo Nietzsche dice: “el deseo de estar en manos de Dios no es una verdad, es
el deseo de un niño de estar siempre pegado al pezón”. En el momento en que
se deseche la idea de Dios, el individuo acogería con mayor contundencia la
madurez, en diferentes aspectos, porque no atribuiría sus falencias a seres
intangibles o infortunios del destino, y asumiría las responsabilidades como
propias, y los resultados y “sus destinos” dependerían inexorablemente de sí
mismo. Esto es un signo de madurez y confianza puesto que el carácter es algo
que se construye reconociendo las virtudes y carencias que se poseen y
aceptando que cada persona puede tener un papel esencial en la sociedad (la
idea de variedad y pluralidad cultural y de pensamiento que es tan difícil de acoger
por parte de las religiones y sus seguidores). En la misma escena Nietzsche hace
una sentencia que es muy conocida: “Se habrán dado cuenta que nosotros hemos
creado a Dios y de que todos juntos lo hemos matado, Dios ha muerto”. Poco
después de que los pocos religiosos y algunas personas de las pocas que
estaban escuchando las disertaciones de Nietzsche, se fueran furiosos y
vociferando quejas, la película muestra el momento en que Nietzsche conoce a
Lou Andreas Salome, quien le hace algunas preguntas: “¿por qué provoca tanto
miedo en la gente, profesor?... ¿Por qué dice que Dios ha muerto y no que jamás
existió?..., pero si Dios ha muerto entonces todo está permitido, no hay moral ni
reglas ¿sin Dios quién organiza nuestra sociedad? ¿Cuál es la alternativa a su
propuesta sin Dios?”