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ESTRUCTURA INTERNA DE LA TIERRA

Poco después de que se formara la Tierra, el calor liberado por las colisiones entre
partículas, junto con el calor emitido por la desintegración de los elementos radiactivos,
hizo que parte, o todo, del interior de la Tierra se fundiera. La fusión, a su vez, permitió
que los elementos mas densos, principalmente el hierro y el níquel, se hundieran,
mientras que los componentes mas ligeros flotaron hacia arriba.

Una consecuencia importante de este período de diferenciación química es que permitió


que grandes cantidades de compuestos gaseosos se escaparan del interior de la Tierra,
como ocurre en la actualidad durante las erupciones volcánicas. Gracias a este proceso
fue evolucionando de manera gradual la atmosfera primitiva. Fue en este planeta, con esa
atmósfera, donde apareció la vida como la conocemos.

En general, el interior de la Tierra se caracteriza por un aumento gradual de la


temperatura, la presión y la densidad con la profundidad. Cálculos basados en la
experimentación y en modelos indican que, a 100 kilometres, la temperatura oscila entre
1.200 °C y 1.400 °C, mientras que en el limite núcleo-manto, se calcula una temperatura
de unos 4.500 °C, que puede superar los 6.700 °C en el centro de la Tierra. Por supuesto
el interior de la Tierra permanece "caliente"; sin embargo, la energía fluye lenta, pero
continuamente, hacia la superficie, donde se pierde hacia el espacio exterior.

Si la temperatura fuera el único factor que determinara si un material se va a fundir,


nuestro planeta seria una bola fundida cubierta por un caparazón externo delgado y
sólido. Sin embargo, la presión también aumenta con la profundidad. La fusión, que va
acompañada de un aumento de volumen, se produce a temperaturas mayores en
profundidad debido al efecto de la presión confinante. Este aumento de la presión con la
profundidad produce también el correspondiente aumento de la densidad. Además, la
temperatura y la presión afectan en gran medida al comportamiento mecánico o
resistencia de los materiales terrestres. En particular, cuando un mineral se aproxima a su
temperatura de fusión, sus enlaces químicos se debilitan y su resistencia mecánica
(resistencia a la deformación) se reduce de manera gradual.
Fig N°: Comparación entre el modelo Estático y Dinámico

Capas que componen la Tierra

La segregación del material, que empezó muy pronto en la historia de la Tierra, sigue
ocurriendo todavía, pero a una escala mucho menor. Debido a esta diferenciación quími-
ca, el interior de la Tierra no es homogéneo. Antes bien, consta de tres regiones
principales que tienen composiciones químicas notablemente diferentes (Figura 1.9).

Las divisiones principales de la Tierra son: (1) la corteza, capa externa y


comparativamente fina de la Tierra cuyo grosor oscila entre 3 kilometres, bajo las dorsales
oceánicas, y mas de 70 kilómetros, debajo de algunos cinturones montañosos, como los
Andes y el Himalaya; (2) el manto, capa rocosa y sólida que se extiende hasta una
profundidad de unos 2.885 kilómetros; (3) el núcleo, que puede dividirse a su vez en el
núcleo externo, capa metálica fundida de unos 2.270 kilómetros de grosor y el núcleo
interno, esfera sólida rica en hierro que tiene un radio de 1.216 kilómetros.

Corteza. La corteza (la capa rígida más externa de la Tierra), se divide en corteza
oceánica y corteza continental (Figura 1.9). Normalmente las cadenas montañosas de la
corteza oceánica tienen un grosor que oscila entre 3 y 15 kilómetros y están compuestas
por rocas ígneas oscuras denominadas basaltos. Por el contrario, el nivel superior de la
corteza continental consta de una gran variedad de tipos de rocas, que tienen una
composición media equivalente a una roca granítica denominada granodiorita. Las rocas
de la corteza oceánica son mas jóvenes (180 millones de años o menos) y mas densas
(aproximadamente 3,0 g/cm3)* que las rocas continentales. Las rocas continentales tienen
una densidad media de alrededor de 2,7 g/cm3 y se han descubierto algunas cuya edad
supera los 3.800 millones de años.
*(El agua líquida tiene una densidad de 1 g/cm 3; por consiguiente, la densidad del basalto
es el triple que la del agua).

Manto. Mas del 82% del volumen de la Tierra esta contenido en el manto, una envoltura
de unos 2.900 kilómetros de grosor. El limite entre la corteza y el manto refleja un cambio
de composición. Aunque el manto se comporta como un sólido cuando transmite las
ondas sísmicas, las rocas del manto son capaces de fluir a una velocidad increíblemente
lenta. El manto se divide en manto inferior o mesosfera, que se extiende desde el limite
núcleo-manto, hasta una profundidad de 660 kilómetros; y el manto superior que continua
hasta la base de la corteza.

Núcleo. El núcleo esta compuesto fundamentalmente de hierro, con cantidades menores


de níquel y otros elementos. A la presión extrema del núcleo, este material rico en hierro
tiene una densidad media de alrededor de 11 g/cm 3 y se aproxima a 14 veces la densidad
del agua en el centro de la Tierra. El núcleo interno y el externo son muy similares desde
el punto de vista de su composición; su división se basa sus diferentes estados. El núcleo
externo es liquido capaz de fluir. La circulación dentro del núcleo externo de nuestro
planeta en rotación genera el campo magnético de la Tierra. El núcleo interno, a pesar de
su temperatura mas elevada, se comporta como un sólido.

Capas mecánicas

Sabemos ahora que la capa externa de la Tierra, que comprende la corteza y el manto
superior, forma un nivel relativamente rígido y frío. Este nivel consta de materiales cuyas
composiciones químicas son notablemente diferentes, pero que actúan como una unidad
y se comportan de manera frágil frente a la deformación. A esta unidad rígida y externa se
la denomina litosfera (“ esfera de roca”). Con un grosor medio de unos 100 km , la
litosfera puede alcanzar 250 km, o mas, debajo de las porciones mas antiguas (escudos)
de los continentes (Figura 1.9). Dentro de las cuencas oceánicas, la litosfera tiene un
grosor de tan solo unos pocos kilómetros debajo de las dorsales oceánicas y aumenta
hasta quizá 100 km en regiones dónde hay corteza mas antigua y fría.

Debajo de la litosfera (a una profundidad de unos 660 km) se encuentra una capa blanda,
relativamente plástica, localizada en el manto superior, y que se conoce como
astenosfera ("esfera débil7'). La región que abarca los 150 primeros kilómetros, mas o
menos, de la astenosfera tiene "unas condiciones de temperatura y presión que permiten
la existencia de una pequeña porción de roca fundida {quizá de un 1 a un 5%). Dentro de
esta zona muy dúctil, la litosfera está efectivamente separada de la astenosfera situada
debajo La consecuencia es que la litosfera es capaz de moverse con independencia de la
astenosfera, una cuestión que se considerará en la sección siguiente.
Es importante destacar que la resistencia a la deformación de los diversos materiales de
la Tierra es función, a la vez, de su composición y de la temperatura y la presión a que
estén sometidos. No debería sacarse la idea de que toda la litósfera es quebradiza,
como las rocas encontradas en la superficie. Antes bién, las rocas de la litósfera se
vuelven progresivamente mas dúctiles (mas fáciles de deformar) conforme aumenta la
profundidad. A la profundidad de la astenósfera superior, las rocas están lo
suficientemente cerca de su temperatura de fusión (puede producirse algo de fusión) que
son fáciles de deformar. Por tanto, la. astenosfera es blanda porque está caliente,
exactamente igual a como la cera caliente es mas blanda que la cera fría. Sin embargo,
en el material situado debajo de esta roca blanda, la mayor presión compensa los efectos
de la mayor temperatura. Por consiguiente, estos materiales se van endureciendo de
manera gradual con la profundidad, de forma que el manto inferior es más rígido que el
superior. Pese a ello, los materiales del manto inferior siguen capaces de fluir muy
lentamente.

Los procesos que alteran la superficie terrestre pueden dividirse en dos categorías:
destructivos y constructivos. Los procesos destructivos son los que desgastan la Tierra,
entre ellos la meteorización y la erosión. A diferencia de la Luna, donde la meteorización
y la erosión progresan a velocidades infinitesimalmente lentas, estos procesos están
alterando continuamente el paisaje de la Tierra. De hecho, esas fuerzas destructivas
habrían nivelado hace mucho tiempo los continentes si no hubiera sido por los procesos
constructivos que se oponen a aquéllas. Entre los procesos constructivos se cuentan el
volcanismo y la formación de montañas, que aumentan la elevación media de la Tierra.
Como veremos, esas fuertes dependen del calor interno de la Tierra para obtener su
fuente de energía.

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