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Artículo 22 de la Decisión 351 de la Comisión del Acuerdo Cartagena.

ARTÍCULO 22:

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o indirectamente fines de lucro;...”.
Capítulo 2

Aspectos éticos y legales en salud pública

Concepto de bioética acerca de los problemas fundamentales que afectan a la sa-


lud de las personas. Por este motivo, a lo largo de este capí-
El término «bioética» (bios-ethos) fue propuesto por pri- tulo revisaremos las corrientes éticas más frecuentes, comen-
mera vez por Potter, en los años cincuenta, con la finalidad tando sus debilidades y fortalezas de fundamentación filosó-
de unir en una nueva disciplina dos mundos separados: el de fica y, sobre todo, tratando de encontrar un nexo común
la ciencia y el de los valores. El autor entendía la bioética entre ellas que pueda servir de paradigma referencial ante
como una ética de la vida en sentido amplio, al abarcar no las cuestiones de la ética y la salud pública.
sólo los actos del hombre sobre la vida humana, sino tam- Algunas corrientes de pensamiento de gran predicamen-
bién la animal y la medioambiental. La bioética tiene por to en el mundo anglosajón, lideradas por Hugo T. Engelhar-
tanto vocación interdisciplinaria, no sólo es territorio de la dt y descritas en Los fundamentos de la bioética, proponen bus-
medicina o las ciencias biosanitarias, sino también del dere- car, por encima de todo, la convivencia pacífica, la tolerancia
cho, la política, la economía, la filosofía, etc. En su defini- y el respeto a la libertad de cada individuo. Esta teoría acep-
ción, el autor manifiesta que la bioética es «el intento de ma- ta como ético hacer aquello en lo que están de acuerdo todos
nejar o incluir los valores en la toma de decisiones sanitarias los implicados en un determinado problema. La ética así
o biológicas, a fin de aumentar su corrección y calidad». concebida, en función del valor de la convivencia pacífica, se
El objeto material de la bioética son las acciones del la conoce como ética del consenso o contractualista. Su ra-
hombre sobre la vida en general; en cambio, su objeto for- zonamiento parece lógico y es atractivo, pero su análisis crí-
mal es ver si estas acciones son buenas y hacen al hombre tico descubre contradicciones que la hacen muy débil en su
mejor, o por el contrario, le producen un daño a él, a la hu- argumentación. Para Engelhardt, el consenso es la única op-
manidad y a las generaciones futuras. Es importante señalar ción que «no se compromete con ninguna visión moral con-
que cuando hablamos de las acciones del hombre sobre la creta de la vida moralmente buena». Sin embargo, el autor
vida nos referimos a la humana, vegetal, animal y hasta las se contradice porque sí tiene una visión y unos valores mora-
acciones sobre el medioambiente en general, es decir, sobre les concretos, claros y determinantes. Para él, los valores
todo aquello que en un futuro puede incidir sobre el desarro- fundamentales son la tolerancia y la convivencia pacífica.
llo de la humanidad. En una sociedad pluralista puede haber personas y grupos
Resulta muy difícil escribir un capítulo sobre bioética y —de hecho los hay— que piensan que es necesario un orden
salud pública que pueda ser aceptado como línea editorial moral conforme a ciertos valores irrenunciables, y prefieren
© Elsevier. Es una publicación MASSON. Fotocopiar sin autorización es un delito.

de este libro. Vivimos en una sociedad plural en la que no la defensa de esos valores a la tolerancia pasiva de ciertas
existe un criterio unánime sobre los valores éticos. Esto ex- injusticias que ellos consideran precisamente «intolerables»;
plica que en nuestra cultura existan controversias sobre te- las aberraciones siguen siendo aberraciones, aunque, como
mas como la investigación en terapia regenerativa, la euta- en el caso de la Alemania nazi, contasen con consenso so-
nasia, el aborto, el empleo de los recursos sanitarios, etc. Es cial. Los defensores de esta tendencia bioética rechazan la
evidente que ninguno de los diversos criterios éticos existen- posibilidad de resolver los dilemas éticos recurriendo a un
tes se puede pretender imponer de forma autoritaria y dog- referente de carácter normativo. Sin embargo, detrás de al-
mática a los demás, como si fuese la opción oficial, la «polí- gunos de sus juicios morales es inevitable una concreta com-
ticamente correcta», la única solución aceptable. Esto equi- prensión de la realidad como criterio determinante y, por lo
valdría a caer en una mentalidad monolítica de pensamiento tanto, normativo. Un ejemplo es la defensa del derecho al
único. No obstante, a pesar de que es patente la dificultad de aborto que se fundamenta en el respeto a la autonomía de la
hallar un denominador común en los principios éticos com- embarazada y en el hecho de no entender al feto como un
partidos por todos, esa dificultad no debe eximir al ámbito ser perteneciente a la especie humana; de modo parecido se
universitario de un pensamiento profundo y riguroso para argumenta que tampoco son personas los retrasados menta-
emprender tal búsqueda. El objetivo es definir cuáles son las les o los que se encuentran en coma. Por ello, aun siendo
orientaciones, basadas en la constitución misma del hombre muy atractivas sus consignas, tienen bastantes opositores
y de la sociedad, que mejor pueden servir como criterios bá- dada la precariedad de su fundamentación ética. La toleran-
sicos para adoptar posiciones sólidas y bien fundamentadas cia no se puede proponer como el paradigma de la conviven-

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16 Introducción

cia democrática, ya que por encima de este valor debe estar posible hacer debe hacerse, siempre que su finalidad sea la
la justicia que convierte en intolerable todo lo que sea injus- de producir un bien. Los actos no son ni buenos ni malos,
to con la dignidad humana, la violación de los derechos hu- los ideales importan poco, lo único que vale son los resulta-
manos, etc. De hecho, quienes más parecen defender la tole- dos. Éstos son los que orientan la eticidad del acto. Los críti-
rancia como valor supremo del universo ético, no la invocan cos con esta postura defienden que el criterio de utilidad no
ante determinados problemas. Baste citar como ejemplo la siempre es el más acertado, y que antes de analizar las con-
violencia de género, para la que unánimemente se reclama secuencias hay que admitir que todos los actos médicos tie-
tolerancia cero en nuestra sociedad. La tolerancia no tiene nen un valor intrínseco, susceptible de un análisis ético obje-
entidad para ser el valor supremo en la búsqueda del bien tivo. Sin embargo, el utilitarismo entiende que los comporta-
ético, pues en su propio concepto se incluye la noción de mientos humanos carecen de bondad o maldad intrínsecas,
soportar pacientemente lo que en sí mismo tiene cierto ca- su bondad o maldad dependen de las consecuencias reales o
rácter de mal. Spaemann ha criticado lúcidamente la impo- probables que deriven de ellas. Una acción es legítima si pro-
sición de la tolerancia «como una dogmatización intolerante duce tanto «bien» como cualquiera otra posible, y es obliga-
del relativismo que convierte al hombre en un ser disponible toria si reporta un «bien mayor» que las demás. En términos
para cualquier tipo de imposición colectiva». prácticos, y en un razonamiento al límite, el utilitarismo de-
fiende que todo lo que técnicamente se puede hacer, no sólo
puede hacerse, sino que debe hacerse.
Antropología y bioética
Modelos personalistas.  Dentro de estos modelos inclui-
Los filósofos clásicos distinguían entre «razón especula- mos todas aquellas corrientes de pensamiento que defienden
tiva» y «razón práctica». Una es la capacidad de comprender la dignidad de la persona como fundamentación filosófica
el ser; la otra es la capacidad racional de conocer el deber común; aunque su estudio detenido nos permite detectar di-
ser, es decir, el bien o mal moral, y por lo tanto, lo que puede ferencias importantes, que terminan por orientar la valora-
guiar la conducta desde la comprensión moral de la reali- ción ética de modos muy distintos. Cualquiera podría decir
dad. Resulta evidente que la ética (el deber ser) debe estar que no existe ningún movimiento ético —incluidos los utili-
condicionada por el concepto del ser (antropología y ontolo- taristas— que no tenga en cuenta la dignidad de la persona.
gía), de modo que no hay duda de que lo que caracteriza la Es cierto, pero desgraciadamente, el consenso sobre la digni-
reflexión ética es su vinculación a la persona humana, ya dad de la persona es exclusivamente terminológico, ya que
que ella es el objeto principal de la biomedicina y el sujeto de responde a un término con fundamentación filosófica muy
la misma cuando se actúa como médico, personal de enfer- variada, que puede originar algunas discrepancias.
mería, investigador, etc. Según el concepto de hombre que se Para Tomás de Aquino, la dignidad de la persona es con-
tenga, se tendrá una ética distinta. Por ejemplo, quien tenga secuencia del ser «Imago Dei», la excelsitud del ser deviene
una perspectiva materialista, tenderá a valorar las acciones de que la persona es un «cierto absoluto»; y según él, el hom-
del hombre teniendo en cuenta los aspectos pragmáticos y bre posee una voluntad libre, por la que puede dirigirse hacia
útiles. En cambio, la fundamentación ontológica de Sgreccia su propia perfección. Kant, en su Metafísica de las costumbres,
o de D’Agostino, con su clara impronta personalista, deduce escribe: «La humanidad misma es una dignidad, porque el
conclusiones bien distintas. hombre no puede ser tratado por ningún hombre (ni por
Con la única idea de facilitar su análisis y simplificar otro, ni siquiera por sí mismo) como un simple instrumento,
la exposición, podemos resumir dos grandes corrientes en la sino siempre, a la vez, como un fin; y en ello estriba su digni-
bioética actual: el utilitarismo y el personalismo. dad». Transformar a alguien en simple instrumento es man-
cillar su grandeza constitutiva. Hay que distinguir entre la
Modelos utilitaristas.  El utilitarismo también se conoce persona (alguien) y las cosas (algo). No se puede tratar a al-
como «ética de la responsabilidad», «consecuencialismo» y guien como algo.
«ética teleológica». Sus representantes más destacados han Por lo tanto, la solución al problema ético necesariamen-
sido Jeremy Bentham y John Stuart Mill. Su tesis fundamen- te ha de pasar por construir una verdadera antropología al
tal sitúa como objetivo supremo la felicidad desbordante, y servicio de la bioética, que permita cumplir el viejo axioma
como meta, conseguirla para todo el mundo. Los criterios ético: el deber ser sigue al ser. Es decir, el deber ser (la ética)
morales son variables y se orientan hacia el camino que lleve está condicionado por el ser (antropología). En definitiva, el
a conseguir mejor y con más facilidad sus promesas. Según criterio de persona que se admita es el que realmente funda-
la teoría utilitarista, «el criterio moral de una acción se mide menta la antropología y de él se derivan otros conceptos ele-
con un parámetro único, el principio de utilidad: buena es la mentales, como el de la dignidad humana, la autonomía, la
acción capaz de maximalizar el bien para un mayor número libertad, etc., que en definitiva es la cuestión de fondo en el
de personas». debate de nuestro tiempo. El hecho de diferir en conceptos
Para la ética utilitarista, la bondad de una acción se mide tan básicos y elementales origina aporías éticas muy diver-
fundamentalmente por sus consecuencias. Todo lo que es sas. Son muchos los autores que afirman la imposibilidad de

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CAPÍTULO 2.  Aspectos éticos y legales en salud pública 17

deducir conclusiones para el deber a partir de premisas que festaciones en el momento actual se está ante una persona.
proceden del ser; esta corriente de opinión apoya la denomi- Parece lógico pensar: si veo un ser que se mueve, comprendo
nada «falacia naturalista», defendida sobre todo por Hume, que está vivo; pero si no lo veo moverse ahora, no puedo
que es contrario a deducir conclusiones prácticas-normativas afirmar que está irremediablemente muerto; tendré que acu-
o valorativas a partir de premisas que contienen sólo infor- dir a otros criterios de juicio y el criterio fundamental se en-
maciones acerca de hechos. Millán Puelles defiende que el cuentra en la naturaleza propia y permanente de ese ser, que
nexo «ser-deber ser» no es en modo alguno falaz; al contra- va más allá de lo observable en un momento de su historia
rio, existe una estrecha relación, que él llama «principio de vital. Cuando un ser pertenece a la especie biológica del pe-
la congruencia del deber con el ser del sujeto respectivo», de rro, se comprende que tiene «naturaleza canina» aunque no
forma que una acción es moralmente mala cuando atenta manifieste todavía, o temporalmente, las potencialidades de
contra la dignidad de la persona, y las conductas éticas co- esa naturaleza. Cuando veo un ser de la especie biológica
rrectas son aquellas que permiten al hombre con sus hechos, del hombre, comprendo que tiene «naturaleza humana». Y a
merced a su libertad, afirmar el ser. En esta línea argumental ese ser que tiene naturaleza humana, naturaleza racional, lo
se encuentra el «personalismo con fundamentación ontoló- llamamos persona. Por consiguiente, es persona en su ser,
gica», que desde los años ochenta se ha desarrollado sobre no en sólo en su obrar, aunque yo lo deduzca por éste. Lo
todo por Elio Sgreccia, y que propone una síntesis entre la debo respetar aunque cesara de manifestarse como tal.
filosofía clásica y algunos elementos de la fenomenología Una aproximación a las discrepancias frontales entre la
contemporánea. En su línea argumental se pueden formular ética deontologista y la utilitarista es la llamada Bioética de
dos principios fundamentales: los Principios de Beauchamp y Childress, propuesta y difun-
dida en su famoso Principles of Biomedical Ethics.
1. El enfermo no es un organismo que funciona incorrec- A pesar de todas las críticas, estos principios que revisa-
tamente; es un yo responsable y libre. Es él, en cuanto remos a continuación son el armazón de muchísimos ma-
persona digna de respeto, y su verdadero bien debe ser nuales de bioética y se presentan como la herramienta analí-
el criterio de nuestra actuación. tica fundamental de los comités de ética para resolver casos
2. Una persona es digna de respeto independientemente clínicos o proponer normas de procedimiento. Renée Fox y
del estado en que se encuentre. Cuando duerme o cuan- Swazey han publicado un análisis crítico de los principios,
do carezca de la capacidad de comunicación, siempre bajo el título Un examen de la bioética norteamericana: sus pro-
es persona como era antes de adquirir parcial o plena- blemas y perspectivas, en el que reprochan a esa corriente bio-
mente esas capacidades. eticista la caída en la autocomplacencia de fiar a los cuatro
principios la condición de panacea, el triunfo aplastante del
Estos principios —como decíamos, ampliamente com- concepto altamente individualista de la autonomía sobre
partidos por el sentido común— se oponen a los preconiza- cualquier otra consideración ética por encima de responsabi-
dos por Engelhardt, quien afirmaba que no todos los seres lidades, obligaciones y deberes.
humanos son siempre personas. Lo recordábamos antes al
analizar su pensamiento; para él persona es aquella realidad Principio de beneficencia.  Es aquel que propone hacer el
que es autoconsciente, racional, capaz de comunicarse con bien, o el de ayudar a los demás en sus necesidades, siempre
los demás: «Lo que distingue a las personas es el hecho de que ellos voluntariamente lo pidan o lo acepten. En las per-
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que pueden ser conscientes, racionales y sensibles al valor de sonas adultas y responsables, este principio nunca permite
un regaño o de una felicitación. Los fetos, los infantes, los hacer el bien o ayudar sin el consentimiento del paciente.
minusválidos mentales graves y los enfermos en estado vege- Cuando el «consentimiento informado» no es posible, hay
tativo persistente son casos de seres que, aunque sean huma- que buscar el mayor bien del paciente, y por tanto se debe
nos, no son personas. Ahora bien, el principio del respeto de prestar toda la ayuda posible. Tradicionalmente, se aceptan
la autonomía y su elaboración en moralidad del respeto recí- algunas excepciones al consentimiento informado del pa-
proco se refiere solamente a los seres autónomos. Se refiere ciente. La más frecuente es la que ocurre en situaciones de
sólo a las personas». Esta corriente ideológica propone la emergencia. En estos casos, el consentimiento se supone im-
relativización de los valores y la subjetividad como clave de plícito y se asume que, en dichas circunstancias, el paciente
las formulaciones éticas; su inspiración recuerda con fre- ha dado su consentimiento. Otra situación menos habitual
cuencia a Nietzsche («no existen los hechos, sólo las inter- es la del paciente mentalmente incapacitado que carece de la
pretaciones»), hasta el punto de que algunos autores como suficiente responsabilidad para hacerlo. En tercer lugar, exis-
Peter Singer han llegado a formular propuestas tan arbitra- te una eximente, que se denomina privilegio terapéutico, y
rias como la de afirmar que «es más valioso un cerdo adulto que corresponde a aquella situación específica en la que se
que un bebé humano». considere que informar al paciente puede ir en menoscabo
La ética personalista defiende lo contrario. Es cierto que de su salud física o psíquica. La delegación en el médico es
se conoce cuándo alguien es una «persona» gracias a sus ma- la cuarta causa de excepción a la obligación del consenti-
nifestaciones, pero no es cierto que sólo si se dan esas mani- miento informado. Muchos pacientes prefieren delegar sus

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18 Introducción

funciones en el médico ya que confían en que tomará las pueblo es más excelente que el bien de un solo hombre. En el
decisiones que más les convengan. En el extremo opuesto a informe Belmont se describe como «imparcialidad en la dis-
la beneficencia está el paternalismo, que debe ser rechazado tribución de los riesgos y los beneficios el axioma de que
por las razones que después veremos. “los iguales” deben ser tratados igualitariamente». El princi-
pio de justicia, aplicado a la relación médico-paciente, co-
Principio de no maleficencia.  Es importante diferenciar rresponde, de una manera muy particular, a un elemento
claramente el principio de «no maleficencia» (primum non «tercero», el cual puede identificarse genéricamente como
nocere, es decir, «lo primero es no causar daño») del principio «administración sanitaria».
de «beneficencia» (en beneficio del enfermo). El primero, Las críticas actuales a los principios son numerosísimas,
como todos los principios éticos negativos, obliga siempre, sobre todo por la falta de fundamentación de todo el siste-
con ámbito universal, y por eso es anterior a cualquier tipo ma sobre la base de una determinada concepción de la reali-
de información o de consentimiento, ya que nunca es lícito dad del hombre. De hecho, Beauchamp y Childress anotan
hacer el mal. Por ejemplo, el precepto de no matar es un al inicio de su libro que la referencia a una teoría ética que
imperativo que no ofrece duda sobre su obligatoriedad uni- justifique los principios bioéticos depende de una determina-
versal. Sin embargo, los preceptos positivos (p. ej., prevenir da comprensión del mundo y de la naturaleza del hombre
la enfermedad o practicar la promoción de la salud) no obli- (lo que ellos llaman «factual beliefs»). Pero se quedan en esa
gan con la misma fuerza siempre y a todos, entre otras cosas, observación, sin sacar sus consecuencias, y sin analizar con
porque sería prácticamente imposible hacerlo de manera es- rigor la fundamentación en la que se basa su teoría ética. De
tricta. ese modo, sus famosos principios se encuentran sin un apo-
yo riguroso sobre el terreno de la realidad, y, sobre todo, no
Principio de autonomía.  En el informe Belmont, la auto- se posee un criterio claro y objetivo para establecer algún
nomía se contempla en un sentido muy concreto: como la tipo de jerarquía entre los diversos principios para resolver
capacidad de actuar con conocimiento de causa y sin coac- los frecuentes y difíciles conflictos que se suelen producir en-
ción externa; por lo tanto, una acción se considera autónoma tre ellos.
cuando el sujeto ha sido debidamente informado de todas las Para jerarquizarlos, Diego Gracia propone, acertada-
ventajas e inconvenientes y está conforme en su realización. mente, hablar de dos niveles. En el primero, estaría la no
Cuando se absolutiza el principio de autonomía, el médico maleficiencia y la justicia, y en el segundo, la autonomía y la
puede verse relegado a ser un mero ejecutor de los deseos del beneficencia. Los del primer nivel obligan con independen-
paciente, sin tener en cuenta los criterios objetivos que deben cia de la opinión y la voluntad de las personas implicadas y,
orientar la práctica médica. En este caso, el paciente acude a por lo tanto, tienen un rango superior a los otros dos. El mis-
su médico para que instaure un procedimiento médico deter- mo autor lo fundamenta en que los del primer nivel se pre-
minado sin tener en cuenta que el médico puede discrepar de sentan como garantes del principio general de que todos los
la opinión del paciente. De todo ello se deduce la importante hombres somos básicamente iguales y merecemos igual con-
tarea educativa que obliga a los sanitarios a informar correc- sideración y respeto, razón por la cual no puede quedar al
tamente dentro de su tarea de educación para la salud, que arbitrio directo de la voluntad de las personas. Nadie debe
debe ser un imperativo ético. El médico debe informar con hacer mal a otra persona, aunque ella lo pida. A la justicia le
calidad, sin prisas, con precisión y con el máximo rigor sobre sucede lo mismo. Cuando se discrimina a los hombres en su
todos y cada uno de los acontecimientos que vayan surgien- vida social, no tratándoles con igual consideración y respe-
do a lo largo de la historia natural de la enfermedad. La edu- to, se comete una injusticia.
cación para la salud es precisamente la ciencia y el arte de Gonzalo Herranz lo explica certeramente: «La práctica
ayudar a la población a decidir en libertad sin coacciones ni médica basada en los principios de justicia, beneficencia y
manipulaciones, de acuerdo con sus creencias y actitudes. El autonomía, está condenada, sin la ayuda del principio de
médico tiene la obligación de explicar y aclarar todas las du- respeto a la debilidad, a convertirse en servidora y mercena-
das del paciente para hacerle más fácil y responsable su deci- ria de sólo los poderosos, de los que retienen la fuerza de la
sión. Cada vez es más frecuente encontrar opiniones en favor autonomía. El principio de autonomía, no contrapesado por
de priorizar la autonomía del paciente sobre cualquier otra el respeto a la fragilidad que ha de ser protegida, favorece
consideración ética; sin embargo, es necesario ser cautos a la una medicina clasista, que tiende a olvidarse de quienes no
hora de su aplicación práctica, para no transformar al médi- tienen voz o dinero para reclamar o imponer sus derechos».
co en un ser sin criterios, que se reduce a mero proveedor de Como alternativa a la corriente anterior, algunos propo-
servicios al antojo del enfermo. nen la llamada «bioética de las virtudes», que pone la aten-
ción no en unos principios externos a la persona, sino en la
Principio de justicia.  Tradicionalmente, la justicia se ha experiencia subjetiva del sujeto moral. Hay sin duda en ello
identificado con la virtud de dar a cada uno lo suyo; lo justo un enriquecimiento real de la reflexión bioética, pero es evi-
se identifica con lo correcto y con lo bueno. La justicia ante- dente que el concepto de virtud presupone una comprensión
pone el bien común al bien particular, por eso el bien del de lo que es bueno, y para saber cuál es ese bien moral, se

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