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POR
£í
A.
5.
EDICIÓN
VALENCIA: 1902
TIP. MODERNA, Á CARGO DE MIGUEL GIMENO
AVEJ-LAHAS, II
Es propiedad de su autor, el cual se reserva todos los derechos que le conceden las
leyes y tratados de propiedad intelectual.
DOCUMENTOS
OFICIALES
1888
ADVERTENCIA
Cuatro son las ediciones que, hasta la fecha, se han agotado de esta mi obrilla de
texto, publicadas sucesivamente en los años 1879, 1S81, 1889 y 1895, con un
Pronttiario y un Compendio que vieron la luz, aquél en 1885 y éste en 1890. Al.
editarla por quinta vez, ninguna nueva protesta tengo que hacer de amoldarme en
todo á la ortodoxia católica y á los sabios consejos contenidos en la admirable
Encíclica Aeterni Patris del Papa augusto que rige los destinos de la Iglesia,
porque
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1. D e f i n i c i ó n n o m i n a l d e l a F i l o s o f í a . — D e f i n i r
nominalmente una cosa es explicar el significado de la palabra con que se
testar que era sotos, y para salir del apuro inventó la palabra filósofos. Sócrates
generalizó después esta denominación, y desde entonces se viene aplicando á los
sabios y razonadores. 2. Definición real de la Filosofía. Definir realmente una
cosa es explicar su naturaleza. Realmente, por lo tanto, Filosofía
es la ciencia que trata de los primeros principios, razones más altas y causas
últimas de las cosas, conocido todo por la luz natural de la razón. E s ciencia y
no
arte, y ciencia primaria y especulativa, porque forma cuerpo sistemático de
doctrina con principios propios, y pertenece al orden racional puro; pero, para la
cabal inteligencia de esta definición, conviene explicar los conceptos de
principio, razón y causa.
Principio es todo aquello de que procede algo, con dependencia ó sin ella; y
principiado lo que dimana de un principio. Ejemplos: el Criador es principio de
existencia de las criaturas; la aurora es principio de origen del día; el oxígeno y
el hidrógeno son principios de constitución ó de composición del
II
agua; y no hay efecto sin causa, ó los tres ángulos de un triángulo equivalen á dos
rectos, son principios de conocimiento, al paso que las criaturas, la aurora, el
agua y las verdades que se derivan de los dos principios de conocimiento citados,
son principiados. Vulgarmente, aunque con alguna inexactitud, suele darse el nombre
de cattsas á los principios de existencia, orígenes á los principios de origen,
naturaleza ó elementos componentes á los principios de constitución, y verdades á
los principios de conocimiento. 4. D e l a s r a z o n e s . — R a z o n e s son
los motivos ó explicaciones que damos de las verdades 6 de' las cosas, y cuando las
explican satisfactoriamente se llaman suficientes, y próximas, remotas 6 últimas,
según estén más ó menos cercanas á la verdad explicada. E n términos más
filosóficos: razones son los moti-
vos por los cuales un predicado conviene á SU sujeto. Por ejemplo: son razones
suficientes de la verdad, Dios debe ser amado, que por una parte Dios es el bien
sumo, y por otra es benéfico en sumo grado con las criaturas, las cuales, aunque
sea sólo por agradecimiento natural, deben amarle.
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'
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aclarar otras verdades inferiores, sin que ellas puedan ser explicadas por otras
superiores, ó de los componentes esenciales de las cosas. 6. Objeto m a t e r i a l
, f o r m a l , final, y © r i g e n d e l a Filosofía.—Vulgarmente hablando, se
confunden á veces el objeto y el fin; por eso los filósofos distinguen en las
ciencias, lo mismo que en las potencias, el objeto adecuado ó material, el
proporcionado ó formal y el final ó fin, que lo mismo puede referirse á la obra que
al operante. Objeto material de una ciencia ó potencia es la cosa misma sobre que
la ciencia versa, ó sobre la cual se ejercita la potencia, aunque otras ciencias y
potencias trabajen también sobre ella; objeto proporcionado ó formal es aquel
peculiar aspecto de las cosas que cada ciencia estudia como oficio exclusivo y
característico suyo, ó aquella razón peculiar por donde la cosa se contempla y que
cae bajo la acción de cada potencia; y objeto final, p o r ' último, es aquel que
perseguimos ejecutando al efecto una operación determinada (fin del operante), ó al
cual tiende ó se destina el artefacto (fin de la obra).
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Muchas otras divisiones se han hecho además de la Filosofía; pero, por sencilla y
clara, preferimos la contenida en el siguiente cuadro: ^Ontología.
Objetiva.
FILOSOFÍA. . . / \Subjetiva..
. . /¡Teodicea.
El Cardenal Fr. Ceferino González en su Filosofía elemental, cap. prel., párr. III,
y Sanseverino en su Philosophia christiana cum antiqua et nova comparata,
Introductio. - Del latín objectum, objeto, como si dijera: lo que se refiere á los
objetos ó cosas pensadas. Del latín subjectum, sujeto, cosa refeiente al sujeto que
piensa.
1 s
i8
°
5
Del griego dntos, ente, ser, y lagos, tratado. Del griego Theós, Dios, y diklou,
decir, ó dike,
justicia. Del griego Theós, Dios, y lagos, tratado. Del griego ko'smos, mundo, y
lagos, tratado. Del griego psyché, mariposa, soplo, aura que refresca, alma, y
lagos, tratado.
4 3
palabra que además de tratado significa también verbo, discurso, razón, como si
dijéramos: arte de discurrir ó tratado del raciocinio. Del griego ethikós, lo
referente á las costumbres, que á su vez se deriva de ethos, costumbre, es decir:
tratado de las buenas ó malas costumbres. Del latín mos morís, costumbre, palabra
derivada
7 8
falta quien á la Psicología le da el nombre de Antropología)-; pero esta palabra
puede entenderse en sentido lato, como significando la ciencia del hombre en
general, y en sentido extricto para referirse, sólo á aquella parte de la
Psicología que trata de la naturaleza del alma y de sus relaciones con el cuerpo.
S. Relaciones entre la Filosofía y l a s d e m á s c i e n c i a s . — L a
Filosofía está
relacionada con todas las ciencias en general, que toman de ella el método, la
trabazón lógica y la forma verdaderamente científica; y con algunas especialmente,
como la Fisiología'', las Matemáticas , el Derecho , la Física general, etc.,
tanto, que muchas de éstas tienen su Filosofía especial, y así se dice Filosofía
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de modus, que quiere decir medida, tasa, y que equivale á lo que nosotros
entendemos por mesura en el obrar ó en las costumbres. Del griego anthropos,
hombre, y lagos, tratado. Del griego physis, naturaleza sensible, y lagos,
tratado,, esto es: tratado de los seres animados ó vivos. Del griego máthema,
enseñanza.
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physis, naturaleza.
del Derecho, de la Historia, de la Literatura, etc. Pero no puede ni debe
confundirse la Filosofía con las ciencias especiales, porque sus objetos propios
son formalmente distintos. Todas las ciencias particulares estudian las razones y
causas inmediatas 6 próximas de aquellos fenómenos que dilucidan: la Filosofía, por
el contrario, estudia las razones últimas, las causas más altas. Todas las ciencias
tienen sus principios fundamentales característicos y propios: la Filosofía, en
cambio, estudia aquellas verdades altísimas ó primeros principios que á todo saber
ó disciplina son aplicables. En las ciencias físico-naturales, por ejemplo, se
estudian los cuerpos y agentes de la naturaleza, averiguando sus elementos
componentes, sus propiedades, las leyes por que inmediatamente se rigen, etc.: todo
esto son causas y razones próximas. Pero en Metafísica se estudian- las razones
supremas y absolutas de los seres, las causas últimas de los cuerpos, su origen,
finalidad, destino, etc. 9. Utilidad c importancia de la
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10.
Tendencia
antiíilosóíica
mo-
Del griego meta ta pkysiká, después de las cosas naturales, locución con que
Aristóteles principia este tratado de su Filosofía.
1
2
razones últimas, los orígenes y destino de los seres, únicamente los estudia y los
puede estudiar la Filosofía; luego la Filosofía es ciencia independiente y distinta
de las demás ciencias. 2. L a Filosofía estudia al hombre abstracto é ideal, que no
existe en parte alguna ni se parece al hombre concreto y viviente.— Contestación.
Cierto que la Filosofía estudia al hombre abstracto y genéricamente considerado por
medio de la Psicología; pero exactamente lo mismo hacen todas las ciencias, que
abstraen y generalizan los hechos individuales para descubrir sus leyes generales,
y aquí está su carácter verdaderamente científico. L a Psicología, además, observa
el hecho individual por medio de la conciencia, y generalizando después y
comprobando sus leyes por medio de la Fisiología y de la Historia, determina la
esencia humana, común á todos los hombres.
a
LECCIÓN II
DE L A PSICOLOGÍA EN GENERAL
mariposa, soplo, aire que refresca, alma, y legos, tratado; de manera que podemos
definir nominalmente la Psicología diciendo que es la ciencia ó tratado del alma.
estudia las razones-y causas próximas de las funciones vitales humanas, sino las
últimas; es antropológica, porque del hombre trata en su parte esencial; y es
biológica, porque estudia al hombre, funcionando, como viviente. No puede, por lo
tanto, confundirse a) con la Fisiología, que trata de las funciones vitales, de los
diversos órganos de los vivientes, de su nacimiento, evolución y muerte; b) con la
Anatomía , que estudia la com3
Del griego avthropos, hombre, y lógos, tratado. Del griego bíos, vida, y lógos,
tratado. Del griego anatomf, forma de anatemno, yo corto
3°
\c. Del latín in, en, dentro, y nervus, nervio, esto es, la manera como los nervios
reciben y transmiten las excitaciones desde sus extremidades á los centros
nerviosos y viceversa. Del latín somnus, sueño, y atribulart, andar... durante el
sueño. Del griego hypnos, sueño.
1 2 5
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dichas relaciones son aún más estrechas, más íntimas, si cabe, entre la Psicología
y la Fisiología, que se armonizan perfectamente para estudiar al hombre.
Este es el objeto material de ambas; pero el objeto formal de la Psicología es el
hombre sensitivo, inteligente y libre, ó sea el alma; y el objeto formal de la
Fisiología es el hombre organizado, vivo, ó sea las funciones vitales del cuerpo.
Para sus estudios se sirve aquélla de la conciencia ú observación interior, y ésta
de la exterior y de los experimentos. De la
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.
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LECCIÓN MI
DE LAS POTENCIAS EN GENERAL
31.
Definición
de
la
Psicología
decir
Del griego dynámis, fuerza, potencia, facultad, y lagos, tratado, esto es, tratado
de las potencias del alma.
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Del griego noehí, pensar, conocer, como si dijéramos: lo que tieneque adivinarse ó
conocerse pormedio del entendimiento, puesto que está oculto y no se ve. Del
prefijo latino ir, por in, no, y del verbo reciñere, recibir, esto es, no recibido.
Del latín recipere, de re y capere, volver á tomar, recibir.
1 2 3
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por el primero: por ejemplo, los actos vitales producidos en el hombre por el alma.
vivir y pensar.
escribir. Actuarse una cosa es pasar de la potencia al acto, ó del acto primero ó
forma al segundo ú operación. Concluyen las acciones humanas inmanentes con hechos
internos, llamados también inmateriales, psíquicos ó de conciencia; y las
transeúntes con hechos externos, llamados también materiales, sensibles, físicos y
cosmológicos. Unos y otros son susceptibles de prueba experimental, y tan
convencidos quedamos, por la observación externa, de la existencia del agua que cae
y nos moja en días de lluvia, como por
Del latín ¿n, en, y manere, permanecer. Del latín transiré, pasar de un lugar á
otro.
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Los autores emplean indistintamente Jas palabras potencia y facultad; pero aquélla
es algún tanto más general que ésta, y aunque no lo fuese, como la confusión en las
ideas procede casi siempre de falta de precisión en las palabras, conviene dar á
cada una su acepción única y no emplearlas nunca en otro signiñcado diferente.
Daremos, pues, el nombre de potencias á las virtudes ó fuerzas primordiales del
alma humana, fuente y origen de las. más generales clases de actos psíquicos;
diremos facultades á los diferentes modos ó maneras que tiene de operar cada
potencia, y llamaremos funciones ú operaciones á los actos diversos en que se
resuelven y manifiestan las facultades. E n menos palabras, consideraremos siempre
los nombres potencia, facultad y operación como subordinados, dividiendo las
potencias en facultades, y las facultades en operaciones.
pote?icial
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Por último, los escolásticos dividen también las potencias anímicas en aprehensivas
y expansivas. En- efecto; el hombre unas veces conoce ó aprehende las cosas, y
otras tiende hacia ellas ó las apetece, después de haberlas conocido, para
evitarlas ó apropiárselas. Las primeras se llaman potencias aprehensivas
ó cognoscitivas, y las segundas expansivas
Ó apetitivas. Ahora bien; como el conocimiento puede ser sensitivo 6 intelectivo,
según que se refiera á las cosas sensibles y materiales ó á las inteligibles é
inmateriales, subdivídense las potencias cognoscitivas en sensibilidad, potencia
aprehensiva de lo sensible, y entendimiento, potencia aprehensiva de lo
inteligible. L o mismo sucede con las potencias expansivas ó apetitivas. Por medio
de éstas tiende siempre el alma al bien conocido, y como este conocimiento puede
ser también sensitivo ó racional, según que el objeto que tratamos de evitar ó
apropiarnos sea material ó inmaterial, sigúese de aquí que cada potencia
aprehensiva ó cognoscitiva tiene su correspondiente potencia expansiva ó apetitiva.
Y en efecto, á la potencia aprehensiva sensibilidad, corresponde la expansiva
4
Por eso esta diversidad no se opone, á la simplicidad del alma, pues las potencias
no forman parte de la esencia del alma absolutamente considerada; ni en sí misma
existe tal diversidad más que con relación á los múltiples objetos de las
potencias, y , por último, en vez de destruir la simplicidad del alma la
presuponen, pues en tanto una cosa es simple, en cuanto á unidad puede reducirse.
39. Sujeto propio de las potencias a n í m i c a s . - — P u e s t o que, según
Santo Tomás, «todas las potencias se dicen del alma, no como sujeto sino como
principio, porque al compuesto humano le viene del alma el que pueda efec-.
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nutrición,
pudieran quizá explicarse por la simple acción de agentes físicoquímicos; otras que
se refieren exclusir vamente al alma, como el entendimiento y la voluntad; y otras,
por último, que se refieren al compuesto humano, como la sensibilidad. Todas son
facultades del alma, como principio que es hasta de las vegetativas; pero las
primeras están como en su sujeto propio sólo en el cuerpo, las segundas sólo en el
alma y las terceras en ambos, es decir, en el
compuesto humano. De aquí que únicamente las del segundo grupo permanecen en acto
en el alma separada del cuerpo, al paso que las del primero y tercero están in
radice ó en potencia?', pues, como demostraremos más adelante, el alma es la raíz y
único principio de todas las operaciones vitales del hombre. 30. N o son meras
abstracciones,
1 2
Summ. The., I. p., q. 75, a. 5. Santo Tomás, Summ. The., I. p., q. 77, a. 5.
48
vez.—
L E C C I Ó N IV
DE LA VIDA EN GENERAL
E n segundo lugar, cabe considerar la vida, lo mismo en sentido lato que en sentido
estricto, como una fuerza cuya esencia se investiga, ó como conjunto de funciones y
actos característicos de los vivientes; esto .es, en términos escolásticos, en acto
primera ó en acto segundo. Y en tercer lugar, podemos tratar de la vida desde el
punto de vista filosófico, dando de ella una definición esencial aplicable á los
vivientes todos, ó explicando los diferentes fenómenos Vitales fisiológicamente en
cada operación y en cada clase de viviente, como hacen los naturalistas.
que es aquel principio de actividad intrínseca en virtud del cual los seres se
mueven ó conocen á sí mismos, se perfeccionan, y obran inmanentemente. De
manera, que un ser será viviente cuando en él concurran los tres caracteres dichos.
Para que el movimiento sea vital, no es necesario que sea local ó traslaticio:
basta que la mutación proceda de fuerza intrínseca al ser que se mueve. Movimiento
hay, por ejemplo, lo mismo en la noria que en el mulo que la mueve; pero como el de
aquélla es extrínseco á la noria, pues procede no de ella, sino del mulo, y el de
éste es intrínseco, por proceder de sí mismo, de aquí que no sea vital el
movimiento de la noria y el del mulo sí. De donde se infiere que tres son las notas
que caracterizan al viviente: 1 . , moverse a s í mismo; 2 . , perfeccionarse, y
3 . , obrar inmanentemente.
a a a
otra cosa mas que para conocer las manifestaciones de la vida, pero de ninguna
manera su esencia y causa. Podemos, sin embargo, definir fisiológicamente la vida
diciendo, que es aquel
S3
Con razón dice Kuss, que «la vida es todo lo que no pueden explicar ni la Física ni
la Química.» Y casi puede añadirse: ni la Fisiología ni la Filosofía. Nótese, sin
embargo, que como los fisiólogos definen la vida por sus operaciones y causas
inmediatas, en cierto sentido todas sus definiciones son verdaderas, porque
características sorí del viviente todas las funciones que se le atribuyen, y
exactas son también las causas inmediatas todas del orden físico-químico con que se
explican los actos vitales; pero únicamente la Filosofía puede remontarse á
determinar la causa primera y la esencia de la vida, por lo cual nos atenemos á la
definición escolástica apuntada. 34. C a r a c t e r e s «jue diferencian á los
vivientes ú orgánicos de los n o v i v i e n t e s ó inorgánicos.—Sabemos,
efectivamente, que el acto vital está perfectamente caracterizado por el movimiento
espontáneo ó conocimiento propio del viviente, y que, por lo tanto, nunca puede
confundirse con el acto físico ó mecánico. No obstante, los monistas, fundándose en
que los elementos químicos son los mismos en los compuestos orgánicos que en los
inorgánicos, sostienen que no hay diferencia fundamental entre los minerales y los
vivientes. E n cambio, todos los
grandes fisiólogos modernos, con Claudio Bernard á la cabeza, defienden la doctrina
opuesta y prueban que los orgánicos difieren esen-
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tir la creación nada se explica; con la creación todo se aclara. L a vida, como el
mundo, tiene, pues, su origen en la creación ex nihilo, es decir, de la nada.
Los científicos sectarios, esos hombres más enemigos de lo sobrenatural que amigos
de la ciencia, ¿qué oponen al dogma de la creación y á las francas confesiones de
sus colegas? Únicamente la hipótesis evolucionista, que partiendo del postulado de
la eternidad de la materia, supone á ésta con virtualidad suficiente, mediante la
sola acción de las fuerzas físico-químicas de la naturaleza, para dar el salto
mortal de lo no viviente á lo viviente, de lo inorgánico á lo organizado, por medio
de la sencilla evolución de la célula primaria, reducida á un frag-
L a doctrina de la heierogeniar
ó sea de
59
6q
huevo es ser vivo, aunque con vida llamada latente por Claudio Bernard. Virchow ha
modificado el apotegma
las especies (no las variedades ó razas) son inmutables, como lo demuestran: a) L a
fecundidad ilimitada de los mestizos y la esterilidad de los híbridos. b) L a
paleontología , según la cual, especies incapaces de vivir, dadas las nuevas
condiciones telúricas , se extinguieron pero no se transformaron. c) El hecho de
que, en la primera época geológica*, coexistieron animales
1 2
1
tratado.
38. lia vida no k a podido ser producida por las fuerzas físico-quími-
supeditadas á otra fuerza superior; y nada de esto ocurre en los minerales. Luego
la planta difiere esencialmente del mineral. 10. Clases de vivientes y de vidas.
Son vivientes, en sentido lato, los seres todos que se mueven ó conocen á sí
mismos, es decir, los vegetales, los animales, los racionales, los ángeles y Dios;
pero como nuestro estudio se concreta a! hombre, y las vidas, angélica y divina,
aunque más perfectas, son también intelectivas, dividimos la vida en vegetativa
ó propia de los brutos, é intelectiva ó propia del hombre, únicas que necesitamos
estudiar para comprender la naturaleza humana . Los fisiólogos distinguen además
otras tres, según el mayor ó menor grado de actividad vital, que se llaman:
latente, como la de las semillas; oscilante, como la de los animales invernales, y
constante, como la de los vertebrados superiores.
1
sensitiva
LECCIÓN V
DE L A VIDA V E G E T A T I V A Y SUS FUNCIONES EN PARTICULAR
41.
Los botánicos modernos comprenden las dos primeras en un solo género bajo el nombre
de funciones de nutrición, y la tercera en otro llamado funciones de reproducción,
las cuales sé subdividen y clasifican como hemos visto en el anterior cuadro.
Tienden las primeras al bien del individuo y las segundas al bien de la especie.
Entre la clasificación antigua y la moderna, optan algunos por aquélla, fundándose
en que
1
va.— Durante la Edad Media, partiendo de la definición que dio Aristóteles del
alma, los tomistas admitieron en la planta
materia prima (258) y una sola forma substancial (259), principio del ser y de la
vida, y los scotistas dos formas substanciales, principio la primera de la
corporeidad y de la vegetabilidad la segunda. Los filósofos y fisiólogos modernos,
ó son mecanicistas ó vitalistas. Son mecanicistas todos aquellos que para explicar
los diferentes, actos vitales, tanto sensitivos como intelectivos, que se efectúan
lo mismo en el animal que en el hombre, ni admiten la vida ni el alma, sosteniendo
que dichos actos son producto de los simples agentes ó fuerzas físico-químicas de
la Naturaleza; y vitalistas los que suponen en el hombre, además de las fuerzas
físico-químicas y del alma, cierto principio intermedio, al que dan el nombre de
vida. Aquéllos explican las funciones vegetativas por la simple acción de las
fuerzas físico-químicas, y éstos como resultado del principio vital.
Reconocidas indistintamente por todos, tanto filósofos como fisiólogos, las
funciones de nutrición y de reproducción características de las plantas; reinan,
sin embargo, la obscuridad y el desorden más grandes respecto á la índole
73
74'
e n l a s p l a n t a s . — Recordando que la
Del griego monos, solo, uno, porque los monistas no admiten mas que una sola
especie de substancias y una sola especie de fuerzas, á saber: substancias
materiales y fuerzas físico-químicas, al paso que los dualistas admiten cuerpos y
espíritus, fuerzas físicas y fuerzas morales.
1
77
Las r a z o n e s a p u n t a d a s , d i c e n los m e c a n i c i s tas, n a d a
p r u e b a n , p o r q u e t o d a s las funciones v e g e t a t i v a s del v i v
i e n t e , animal ó p l a n t a , indiv i d u a l y a i s l a d a m e n t e c o n
s i d e r a d a s , es decir, de una en una, se e x p l i c a n p o r s u s c a u s
a s próxim a s , la m a y o r p a r t e d e las cuales se Conocen y a y o t r a s
se d e s c u b r i r á n c o n el t i e m p o , c a u s a s q u e en el fondo
movimientos se r e d u c e n t o d a s á s i m p l e s a t ó m i c o s , físicos y
q u í m i c o s , e x remota;
tensos y m a t e r i a l e s ; l u e g o n o h a y n e c e s i d a d de recurrir á
causa alguna inmaterial y c o m o la f o r m a s u b s t a n c i a l de los e s c o
l á s t i c o s ó el p r i n c i p i o v i t a l de los v i t a l i s t a s , p a r
a e x p l i c a r las funciones v e g e t a t i v a s . A l g o h a y orden
admirables q u e en dichas de esto; y p e r o si a t e n d e m o s á la u n i d a d
, d e s a r r o l l o
operaciones
v i t a l e s se n o t a n á s i m p l e v i s t a ; si c o n s i d e r a m o s en
c o n j u n t o las o p e r a c i o n e s t o d a s de la p l a n t a y las v e g e
t a t i v a s del a n i m a l , y a d v e r t i m o s , p o r último, ya que los
caracteres (38) son del protoplasma á los sin la enumerados irreducibles
planta y porque la teoría, que considera á los vivientes, sobre todo á las plantas,
como colonias celulares independientes,
8o
ción.
2
necesidad de adherirse á otro sujeto para existir. De manera que los caracteres de
la substancia son dos: la subsistencia, y 2 . , ser fuente emanativa de los
accidentes. Hay substancias inextensas y extensas, completas é incompletas.
Inexlensas ó inmateriales son los espíritus; extensas ó materiales, los cuerpos;
Incompletas, las que pueden existir en sí mismas, pero fueron ordenadas por la
naturaleza para formar parte de otra substancia, como el alma humana, una mano, una
hoja; y completas, las que forman por sí solas un todo, porque la naturaleza no las
destinó á ser parte de un compuesto substancial (259), como el.ángel, un árbol, el
agua.
0
na 278.
vegetativa más alcance del que tiene, confundiéndola con la sensitiva y la
intelectiva, anticipamos nuestra opinión de que la esencia de la primera está en la
inmanencia, la de la segunda en la sensibilidad y la de la tercera en la
inteligencia, entendiendo que son manifestaciones características de la vida
vegetativa el movimiento automático , de la sensitiva el movimiento espontáneo ó
autonómico^ y de la intelectiva el movimiento voluntario.
1
17.
-
S5
vegetativa, porque en las plantas encontramos las dos clases de operaciones
inmanentes que componen la acción de vegetar, á saber: operaciones de reproducción
que le dan el ser y de nutrición que la conservan. 48. Semejanzas y diferencias ent
r e a n i m a l e s y p l a n t a s . — S i n el estudio comparativo de vegetales y
animales, no es posible conocer á fondo las vidas vegetativa y sensitiva; y
conviene este paralelo imparciál, porque los monistas contemporáneos se empeñan en
confundir ambos reinos, preparando de esta manera el camino para sostener
oportunamente que entre el bruto y el hombre existen sólo diferencias de grado, mas
no de esencia. Linneo, en su obra titulada Systema Naturae, dividió los cuerpos
naturales en tres reinos: el de las piedras, el de las plantas y el de los
animales, atribuyendo á las primeras el crecimiento (lapides crescunt); á las
segundas el crecimiento y la vida (vegetabilia crescunt et vivunt), y á las
terceras el crecimiento, la vida y la sensibilidad (animalia crescunt, vivunt et
sentiunt). Cuvier, además dé la sensibilidad, atribuyó á los animales composición
química más complicada, respiración, digestión, circulación-y locomoción. Bichat
dividió las funciones vitales en propias de la planta y propias del
86
animal. Y amoldándose á esta doctrina, generalizada en las escuelas, la mayor parte
dé las diferencias apuntadas por naturalistas y fisiólogos, tales como la presencia
de la celulosa y de la clorofila y la elaboración de substancias hidrocarbonadas y
proteicas, que han considerado algunos exclusivas de las plantas; y la respiración,
digestión, circulación, absorción, transpiración, secreción, reproducción,
locomoción, composición química más complicada, estructura especial, producción de
calor, etc., que miran otros como características de los animales, puesto que se
dan por manera análoga en ambos reinos, á lo sumo podrán considerarse como
diferencias secundarias entre las plantas y los animales superiores; de ninguna
manera como diferencias esenciales. Para probarlo sería preciso desnaturalizar esta
asignatura haciendo minucioso estudio de los caracteres químicos, anatómicos y
fisiológicos que diferencian más ó menos á los animales de'las plantas. L o cual no
significa que tenga verdadero fundamento científico el tercer reino viviente,
llamado por Haeckel de los protistos , por B o r y de Saint- Vmcent psicodzario y
por Carus de los
1
'
protoorganismos , vivientes neutros sin caracterizar aún, que, aunque gozan de vida
rudimentaria, ni son plantas ni animales. Este supuesto reino se derrumba con sólo
distinguir dos cuestiones, propia de las ciencias físico-naturales la primera, y
filosófica la segunda. Difícil es en la práctica distinguir^ por el solo
movimiento, á un microfito' de un microzoario, porque, como decía Santo Tomás,
ínfima animalia pafum distant a plantis (los animales inferiores poco se
diferencian de las plantas); pero no imposible, si se atiende á la manera como se
alimentan. E l docto micrógrafo P. Antonio Vicent dice á este propósito: «Cuando
los alimentos se introducen en el protoplasma (dei ser unicelular), verificándose
en su seno la digestión y quedando en él el residuo para ser después expulsado, el
ser dudoso es un microzoario; pero si los alimentos pasan disueltos á través de la
superficie del ser unicelular ó pluricelular por medio de la
2 3
tampoco podemos conceder á las plantas verdadera facultad motriz, porque carecen de
movimienDe análoga manera
90
L E C C I Ó N VI
NOCIONES GENÉRICAS SOBRE L A SENSIBILIDAD
SO.
Operación
característica
de
la
v i d a a n i m a l . — D e s d e la antigüedad
92
cientes, y eso que no hay en él más que un solo principio vital, y los efectos son
tanto más excelentes cuanto más perfecta es la causa que los produce.
Los más grandes filósofos, como Aristóteles , Santo T o m á s , etc., y los
naturalistas más célebres, como Linnep, C u v i e r , Lamarck , Müller , Robín , L
o n g e t , de Quatrefages , etc., están de acuerdo en reconocer como tal este
carácter distintivo. Milne E d w a r d s condensa el pensamiento de todos en los
siguientes términos: «Los vegetales son cuerpos que se nutren y que pueden
reproducirse; pero ni sienten ni se mueven voluntariamente. Los animales son
cuerpos que se nutren, se reproducen, sienten y se mueven voluntariamente.»
1 2 3 4 5 6 7 8 9
e x c l u s i v o d e l o s v e g e t a l e s , c o n el Claudio B e r n a r d y s
u s d i s c í p u l o s ,
de la s e n s i b i l i d a d v e g e t a l , s e fundan p r i n c i p a l m e n t
e e n la influencia d e c i s i v a q u e e j e r c e n l o s anestésicos
1
organismos,
fisiólogo
f r a n c é s , b a j o c u a t r o c a m p a n a s d e c r i s t a l , teniendo al
lado u n a esponjita e m p a p a d a e n é t e r ó c l o r o f o r m o , u n a v
e , un r a t ó n , u n a r a n a y u n a s e n s i t i v a (Mimosa
1
púdica),
s e o b s e r v a r á q u e el
Del griego an, privativo, no, y aisthanesthai, sentir. Le<;ons sur les fkenoménes
de la vie común aux animaux et aux vegetaux, pág. 250 y siguientes.
2
94
ave es la primera que siente los vapores del éter, balancéase y cae insensible al
cabo de cuatro ó cinco minutos; lo mismo le sucede al ratón después, y algo más
tarde queda paralizada la rana. Transcurrida media hora, la Mimosa púdica es
anestesiada igualmente, de manera que tocando sus hojitas no se observa en ellas
contracción alguna.» E l experimento nada prueba, pues, de que los anestésicos, que
precisamente se llaman así porque paralizan la sensibilidad de los seres que la
tienen, obren también sobre la planta llamada sensitiva, paralizando su
irritabilidad, no se sigue lógicamente que los vegetales sean sensibles. Una misma
causa puede producir y produce múltiples efectos en objetos diferentes, sobre todo
efectos análogos en armonía con la índole del objeto sobre el cual obra. E l éter,
que tiene virtud bastante para suspenderlos movimientos espontáneos del ratón, ¿por
qué no .ha de tenerla igualmente para adormecer ó matar la irritabilidad, la
contractilidad y el automatismo de la sensitiva? Por otra parte, los actos
sensitivos son conscientes, no con conciencia intelectiva como los actos
inorgánicos, sino con conciencia sensitiva ó animal, es decir, están* presentes al
sensorio común ó sentido interno del sujeto que
siente; y , sin embargo, ¿qué manifestaciones ó indicios de semejante presencia
advertimos en las plantas? Absolutamente ninguno. ¿Padecen, gozan, se. irritan,
odian? Nada lo hace presumir. En el hombre mismo, las funciones vegetativas son
involuntarias é inconscientes, y eso que no hay en él mas que un solo principio
vital, y los efectos son siempre tanto más excelentes cuanto más perfecta es la
causa que los produce. ¿Será acaso inconsciente la sensibilidad de los vegetales?
Esto es absurdo, porque actos sensitivos que no se sienten no son sensitivos. Por
último, no hay tampoco razón bastante para confundir los movimientos automáticos de
ciertas plantas como los zarcillos,' las trepadoras, la Mimosa púdica, la
Valisneria spiralis, la Dionaea muscipula y otras de las llamadas carnívoras, con
los movimientos espontáneos característicos de los animales. E l mismo Darwin
confiesa que aquéllos obedecen siempre á leyes fijas, que se cumplen
indefectiblemente de la misma manera en cada especie, necesitando al efecto ciertas
condiciones determinadas, cuya dirección, carácter y. modificaciones pueden
predecirse de antemano. E n cambio, los movimientos espontáneos de los animales son
siempre independientes de los medios externos, variadísimos, rara vez idénticos á
sí mismos,
95
96
aunque se produzcan en idénticas circunstancias, intermitentes, y cambien de
dirección con frecuencia, sin que se puedan atribuir estas intermitencias y cambios
á causa física alguna. Filosóficamente hablando, podemos por consiguiente sostener
que la sensibilidad con sus manifestaciones propias es la única operación
característica de la vida animal. 51. Definición esencial del ani-
53.
que las plantas, más la facultad de sentir, tanto en el orden cognoscitivo como en
el afectivo y apetitivo, y la de moverse con movimiento autonómico, superior al
meramente orgánico de las plantas. No faltan, sin embargo, filósofos y naturalistas
que desnaturalizan la vida sensitiva, rebajando su excelencia ó dándole un alcance
que no tiene. Quizá con el propósito de ensalzar al hombre para que no se le
confundiese con el bruto,- Descartes, Malebranche y otros filósofos del siglo xvn
negaron que los animales tuviesen alma ó sea principio de vida sensitiva,
considerándolos como simples máquinas; y al contrario, todos los materialistas
modernos, con el fin de degradar al hombre, y la mayor parte de los fisiólogos por
falta de conocimientos filosóficos, atribuyen á los brutos, no solamente
sensibilidad, sino también inteligencia, aunque menos desarrollada que la del
hombre. Unos y otros se equivocan, pues el principio
Clasificación
filosófica
de
99 los
pero la especie humana es una y la misma siempre en sus caracteres esenciales, que
son la animalidad y la racionalidad, como lo demuestran: a) la posibilidad del
desarrollo intelectual hasta en la raza más degradada,, que es la negra; b) el
lenguaje; c) la sociabilidad; d) la religiosidad; e) y el'sentido moral, caracteres
comunes á los hombres todos, de toda variedad y raza. f) Por último, para demostrar
el monogenismo ó unidad de la especie humana, en otro orden de razones, puede
aducirse también la
del bruto no salen nunca del orden material, corpóreo y sensible, y aun dentro de
este orden, se reducen á conocer siempre lo singular, concreto.y perfectamente
determinado por circunstancias de lugar y tiempo, de manera que para que este
conocimiento se efectúe, el objeto corpóreo ha de impresionar necesariamente al
organismo del sujeto que conoce, produciendo en él cierta representación del objeto
conocido, por una parte, y cierta conmoción agradable ó desagradable, á la vez,
según la conveniencia ó proporción del objeto con el órgano impresionado. De donde
se infiere, que objeto propio de la sensibilidad es, per se lo material ó sensible,
tanto interno como
conocemos los colores, sonidos, olores, sabores, superficies, etc. Recordar las
cosas materiales, imaginárselas, compararlas mentalmente, soñar en cosas corpóreas,
darse cuenta de dolores ó placeres íntimos, etc., son operaciones de la
sensibilidad cognoscitiva interna, porque de esta ' manera conocemos las
representaciones producidas en nuestra mente por las cosas corpóreas. Cada
operación de las dichas la efectúa uno de los sentidos, de donde resulta su
división en externos é internos; y cada acto, debido á la acción de los sentidos
sobre el alma, recibe el nombre de sensación. Notorias son también las funciones
afectivas de la sensibilidad, porque, como dice el Doctor Angélico, «de necesidad
sigúese al sentido alegría y tristeza, ó sea placer y dolor .» Efectivamente,
impresiono materialmente mi piel, pinchándola con un alfiler, por ejemplo, y sufro
ó experimento dolor; impresiono materialmente mis fosas nasales con los efluvios
olorosos que una rosa despide, y gozo. L a excitación orgánica que ocasiona placer
ó dolor podrá efectuarse, ora en las extremidades periféricas dé los nervios, ora
en su trayecto, ora en sus extremidades interiores ó centros nerviosos; pero
1
siempre resultará afectado el compuesto humano, que siente cierta conmoción más ó
menos intensa, según el grado de excitación que el nervio sufra, ó de atención que
el sujeto preste á la impresión sentida. De aquí qué, en ciertos casos, parezca que
funcionan independientemente y por separado la sensibilidad cognoscitiva y la
afectiva, aunque en realidad no suceda esto, pues á la percepción de todo objeto
sensible, conveniente ó adecuado al organismo, por necesidad ha de seguirse
bienestar ó complacencia en el sujeto que percibe, y por el contrario, si el objeto
percibido es inadecuado ó perjudicial-al órgano impresionado, la displicencia ó
malestar se presenta irremisiblemente. Podemos dar á dichas conmociones orgánicas,
tanto placenteras como dolorosas, el nombre de excitaciones cuando tienen lugar en
la periferia, y el de emociones 6 sentimientos cuando son súbitos, agitan
fuertemente el ánimo y se efectúan en algún centro nervioso. De unas y otros
hablaremos al tratar de las funciones apetitivas. No se olvide, sin embargo, que la
sensibilidad es potencia única, por mucha que sea la complexidad de sus fenómenos,
entre los cuales no es difícil distinguir, por medio del análisis mental,
sensaciones 6 parte cognoscitiva, y excitaciones ó sentimientos,
¿o6
Aunque la mayor parte de los filósofos modernos atribuyen los conocimientos de toda
clase al entendimiento, considerando á la sensibilidad únicamente como potencia
afectiva, es indudable que por la sensibilidad conoce el animal, tanto racional
como irracional, las cosas materiales singular y concretamente consideradas y las
representaciones internas que estos objetos producen en el sujeto que siente, todo
lo cual pertenece ai orden aprehensivo y no simplemente al cognoscitivo. Negarle á
la sensibilidad virtud cognoscitiva, es lo mismo que' incurrir en el absurdo de
conceder á los brutos entendimiento racional.
Muchos autores, no haciendo la verdadera distinción entre el conocimiento sensitivo
y el intelectual y creyendo equivocadamente que el conocer es exclusivo y propio
del entendimiento, definen la sensibilidad diciendo que es la causa de los
fenómenos afectivos, ó también: aquella
107
Por último, los principales centros nerviosos son: la médula espinal, que preside
los movimientos reflejos; el bulbo raquídeo, que preside la masticación, deglución,
respiración y movimientos expresivos; y los hemisferios cerebrales, que presiden
las funciones sensitivas, apetitivas y locomotivas, siendo á la vez motivo
ocasional de las intelectivas. L a médula espinal y el bulbo raquídeo desempeñan
además el oficio de simples conductores.
* Del latín cetttrum, centro, y fugere, huir, es decir: fibras que obran huyendo
del centro nervioso.
112
L E C C I Ó N VII
D E L A SENSACIÓN Y DE LOS SENTIDOS EXTERNOS
60.
Naturaleza de la sensación.—
per se la cosa material y per accidens la afección placentera ó dolo rosa que a l
percibirla se experimenta. Los cartesianos, por el contrario, "llaman sensación
exclusivamente al fenómeno afectivo, á la modificación agradable ó desagradable,
interna ó externa, que experimenta nuestro organismo; y percepción al fenómeno
exclusivamente representativo, que según ellos es producido por el entendimiento,
reobrando por medio de los órganos sobre las cosas percibidas. Los fisiólogos
modernos, por último, separándose completamente de Descartes y su escuela, admiten
en el acto sensitivo parte placentera ó dolorosa, excitación ó sentimiento, parte
afectiva, y sensación, parte representativa. Por lo tanto, esta palabra ha
recobrado su antigua y genuina significación, y podemos aplicarla perfectamente á
toda percepción sensitiva, esto es, á los conocimientos todos de cosas materiales,
singulares y concretas. 61. Análisis psico-fisiológico de
imagen subjetiva del objeto, llamada por los antiguos especie sensible ó
©3.
Impresión
y sus
especies. —
Se deriva la palabra impresión del latín premere in, apretar ú oprimir en, porque
efectivamente toda impresión supone presión ó fuerza que hace una cosa en otra. Es,
pues, impresión la alteración ó mudanza producida por un agente cualquiera en el
sujeto impresionado, y se divide en "material y moral.
Comprendidos necesarios para los fenómenos fisiológicos sentir bajo la denominación
la hemos
definido
según que la excitación que el sujeto sufre proceda de agente material ó inmaterial
y la alteración sufrida sea moral ó física. Salgo afectado de una iglesia, y digo:
me ha impresionado el predicador. L a impresión de que aquí se trata, producida por
los pensamientos que el orador
63. sión
Relaciones
entre
la
impre-
sible. Para determinar, pues, las relaciones existentes entre la impresión orgánica
y la sensación, apliquemos la siguiente regla, comprobada por cien experimentos:
toda impresión orgánica ocasiona una sensación, como toda sensación supone
impresión previa. Tanto, que apenas se produce la impresión orgánica, se
experimenta la sensación correspondiente, sin que haya medio de impedirlo, y con
rapidez tal, que ambos hechos parecen simultáneos. Hemos dicho que la impresión y
la sensación están ligadas tan íntimamente como el instrumento y la obra, y sin
embargo, la impresión no debe considerarse como verdadera y única causa eficiente,
sino sólo ocasional ó instrumental de la sensación, pues si suponemos al hombre sin
potencia sensitiva, cadáver, por ejemplo, las impresiones materiales que se
produzcan en su organismo nunca causarán sensaciones. Casos ocurren, no obstante,
en que parece que experimentamos sensaciones determinadas que no van precedidas de
sus impresiones orgánicas correspondientes; y otros, por el contrario, en los
cuales sufrimos impresiones que no ocasionan sensación alguna. Ejemplos: los
miembros amputados duelen á veces mucho tiempo después de no formar ya parte del
organismo; las personas que gastan
122
dentaduras postizas, padecen dolores en dientes que no son suyos; durante los
ensueños, conocemos, gozamos ó sufrimos como si realmente fuesen impresionados
nuestros órganos; y en las alucinaciones y ciertas locuras, el loco y el alucinado
sienten y ven lo que no existe y no ha podido, por lo tanto, impresionarles.
Acontece lo contrario cuando dormimos profundamente ó nuestro espíritu está como
absorto ó concentrado en un punto ó asunto cualquiera, á los cuales atendemos con
todas nuestras fuerzas, y cuando las impresiones orgánicas son suaves y habituales,
como sucede con la excitación que normalmente produce el aire ambiente en nuestra
piel. Los ejemplos anteriores, al parecer, contradicen la regla general; pero no es
así. L a sensación, tanto en su parte emocional ó afectiva, como en su parte
cognoscitiva ó representativa, requiere el concurso simultáneo del cuerpo y del
alma. Normalmente, la excitación orgánica indispensable para que experimentemos
sensaciones externas, se produce en las terminaciones periféricas de los nervios, y
la excitación necesaria para moverse tiene lugar en las terminaciones centrales ó
células nerviosas del cerebro; pero no se olvide que los nervios son excitables, lo
mismo en sus terminaciones que
123
tido es toda facultad orgánica por cuyo medio conocemos las cosas materiales,
singular y concretamente consideradas, que nos impresionan, ó las inmutaciones que
experimenta el mismo sujeto impresionado.
De donde se infiere que hay sentidos propios de la sensibilidad externa y de la
interna; que los sentidos, como la potencia sensitiva, son facultades orgánicas que
se distinguen unas de otras por sus objetos formalmente distintos, pues no es lo
mismo el color, que el sabor, que la suavidad, que el recuerdo de cosa corpórea,
etcétera; que son facultades aprehensivas ó cognoscitivas, propias de la vida
animal, y que, por lo tanto, son comunes al hombre y al bruto, como lo entiende el
vulgo cuando dice que el perro conoce á su amo y la golondrina recuerda su nido. 6
5 . Clasificación de los sentidos. Para hacer una buena división lógica de los
sentidos, hay que atender á sus órganos respectivos y funciones propias. Si los
órganos .están
126
de per i, en torno, y
phérein, llevar.
127
blemente al sujeto que siente (oído, olfato y gusto), é instructivos, que son
aquellos en que predomina el elemento representativo del objeto sensible (vista y
tacto). División que puede abarcarse de una mirada en el siguiente cuadro:
_ > | -g í
1
fSencillos
|
5 ^° Tacto
US
8 c3 w
°^ I
66.
Órganos
de los sentidos
ex-
t e r n o s . — D a m o s el nombre de
órganos
de los sentidos á las partes del cuerpo que sirven al animal como de instrumentos
adecuados para la percepción de las cosas materiales, y los dividimos en esenciales
y accesorios, según que sean ó no indispensables para efectuar la función
sensitiva. No hay que confundir el órgano ó instrumento con la facultad ni
1
con la operación, pues son cosas distintas: por ejemplo, el ojo, que es el
instrumento; la vista, que es el sentido, y ver, que es la operación. Son órganos
propios de la vista, los ojos; del oído, las orejas; del olfatorias fosas nasales;
del gusto, la cavidad bucal; del tacto, la piel; y de todos, los nervios
respectivos que ponen en comunicación los órganos dichos con el cerebro.
Como facultades orgánicas que son, cada sentido tiene sus órganos propios, por más
que el asiento y lazo de unión de dichos órganos es el sistema nervioso cerebro-
espinal; y aunque sería impropio de esta asignatura el descender á detalles
anatómicos y fisiológicos respecto á.los órganos y funciones de los sentidos,
imposible comprender las sensaciones sin describir someramente dicjios órganos. De
la vista son órganos esenciales los ojos y los nervios ópticos, que nacen en el
cerebro y terminan en la retina; y accesorios los músculos oculares (que son seis),
las órbitas, los párpados, las pestañas, las cejas, la conjuntiva y el aparato
lagrimal. Sin descender á otros detalles de anatomía descriptiva, podemos comparar
el globo del ojo á una cámara obscura. Órganos del oído son las orejas y los
nervios
1
129
admitirse en absoluto, pues con razón dice Balmes: «Si el sordo que 40 tiene idea
de los sonidos, el ciego que no sabe lo que son colores, procederían muy mal
negando la posibilidad de las sensaciones de que ellos carecen, no discurriríamos
con más acierto nosotros, afirmando que no es posible un orden de sensaciones
diferentes del que tenemos... Si es posible un orden de sensaciones enteramente
nuevo, no envuelve ninguna contradicción un sexto ó séptimo sentido: la imaginación
no alcanza lo que serían las nuevas sensaciones, pero la razón no ve en ellas
ninguna imposibilidad .»
1
Barcelona, 1846.
132
su objeto sensible propio y externo formalmente distinto del de los otros sentidos.
E n cambio, algunos filósofos han sostenido que los sentidos externos pueden
reducirse todos al sentido del tacto, porque para ver, dicen, necesario es que los
rayos luminosos toquen la retina; para oir, que el aire en vibración toque la
membrana del tímpano; para oler, que las partículas olorosas toquen la pituitaria,
y para gustar, que las partículas sápidas toquen las papilas ó extremidades de los
nervios del gusto. Pero esto nada prueba, pues los rayos luminosos tocan la retina
de ciertos ciegos, el aire en vibración toca el tímpano de algunos sordos, las
partículas olorosas y sápidas tocan la pituitaria y la lengua del que carece de
olfato y gusto; y no obstante, ni los primeros ven, ni los segundos oyen, ni los
últimos huelen, ni gustan. N o es, pues, el contacto lo que esencialmente
constituye el sentido. A d e m á s , objetos formalmente distintos, como los
colores, sonidos, olores, sabores, etc., suponen facultades diferentes. H a y ,
pues, verdadera distinción real entre los cinco sentidos externos, cada uno de los
cuales tiene su sensible propio, característico y diferente. 68. Admirable
colocación de los a p a r a t o s d e l o s s e n t i d o s . — E n nada
133
ciones para su conservación, situados están en la parte anterior y más alta del
cuerpo, para que podamos ver los objetos á largas distancias y dirigir con
seguridad la locomoción. No es menos admirable la estructura especial de cada uno
de los órganos dichos, sobre todo si se estudia relacionándola con los fines
peculiares para que han sido creados. 69. Superioridad relativa de los
s e n t i d o s e x t e r n o s . — L o s más excelen-
Del griego tele, lejos, y skopein, examinar, ver; instrumento para ver desde lejos,
á largas distancias, 1 os astros, por ejemplo. Del griego mikrós, pequeño, y
skopein, examinar; instrumento á propósito para, examinar ó mirar los objetos
pequeñísimos.
1 2
135
pende de que, sin. él, no hay comunicación posible de las ciencias, artes y
pensamientos humanos de toda clase por medio de la palabra, que es el más
importante lazo de unión entre los hombres, y sin la cual la sociedad ni siquiera
se concibe. E l tacto es también importantísimo, porque nos proporciona multitud de
conocimientos referentes á las cosas corpóreas y rectifica en ciertos casos las
equivocaciones de la vista, supliéndola admirablemente en los ciegos de nacimiento.
Por último, el olfato es superior al gusto, porque percibe los olores á distancia,
no necesitando como éste del contacto inmediato con su objeto sensible propio.
136
L E C C I Ó N VIH
DE LAS SENSACIONES EXTERNAS
figura,
cualidades que lo mismo pueden ser conocidas por la vista que por el tacto.
Únicamente los sentidos externos pueden conocer las cualidades sensibles de los
cuerpos, que por esta razón componen su objeto ade-
'37
cuado. Este conocimiento es inmediato, aunque por medio de las cualidades sensibles
los sentidos perciben también los objetos mismos á que pertenecen dichas
cualidades. Son sensibles propios de la vista la luz y los colores, del oído los
sonidos, del olfato los olores, del gusto los sabores; y la resistencia, suavidad,
aspereza, peso, dureza, blandura, calor, frío, etc., del tacto. Por el contrario,
son sensibles comunes la figura, el .tamaño, la distancia, el movimiento, el
número, "etc., cualidades todas que lo mismo pueden ser; conocidas por la vista que
por el tacto. > 71. Cualidades primarias y sec u n d a r i a s d e l o s cuerpos.—
Reales ó primarias son aquellas que existen en los
secundarias lo están como otras tantas aptitudes que los cuerpos tienen con
relación á nuestros sentidos debidamente expeditos. 2° Las primarias son base y
condición de las secundarias. 3 . Las primarias son inteligibles; las secundarias
meramente sensibles. 4 . Las primarias se conocen claramente en los cuerpos mismos,
mientras que las secundarias las conocemos indistintamente, no en sí mismas, sino
por medio de la sensación que producen.
0 0
cualidades secundarias, en acto (22) son meras modificaciones orgánicas del sujeto
que siente, ó lo que es lo mismo, tienen carácter subjetivo; pero en potencia están
en los mismos cuerpos percibidos y tienen, por lo tanto, carácter objetivo.
Mucho se ha disputado acerca de si las cualidades secundarias tienen verdadera
realidad objetiva, ó son únicamente meras modificaciones subjetivas. Opina lo
primero el vulgo, creyendo que el color, olor, sabor, etc., están real y
verdaderamente en los cuerpos. colorados, olorosos, sápidos, etc.; y sostienen lo
segundo ciertos filósofos, afirmando que las cualidades dichas son meras
modificaciones
139
que pertenecen. Por lo tanto, al percibirlas, como que las cualidades aisladas no
tienen nL pueden naturalmente tener existencia propia, no hay más remedio que
percibir el cuerpc mismo calificado, que las sustenta. Esta percepción podrá ser
más ó menos clara y distinta; pero es lo cierto que se termina, no en la cualidad,
sino en la substancia misma que le sirve de sustentáculo. Pero la sensibilidad
externa, como potencia orgánica, no puede percibir más que lo concreto, corpóreo y
material, siendo por lotanto incapaz de abstraer; luego las cualidades sensibles no
son objeto único de la sensibilidad, sino que lo es también el cuerpo ó substancia
en que residen. Infiérese de lo dicho que, puesto que la percepción sensitiva ha de
tener un término, y éste no puede ser la inmutación orgánica, que es el objeto de
la sensibilidad interna, ni la percepción misma, porque de suponerlo así caeríamos
en un círculo vicioso; este término no puede ser otro que las mismas cosas
materiales inmediatamente percibidas por los sentidos en sus accidentes, y
mediatamente en sus substancias. Olvidada esta antigua verdad y partiendo ciertos
filósofos modernos de que la percepción sensitiva es meramente subjetiva., hubo que
recurrir al famoso puente para pasar del sujeto
:
141
ver sin sujeto ú ojo que vea, sin objeto que por estar convenientemente iluminado
sea visible, y sin que el objeto produzca cierta imagen ó representación suya en el
sujeto. No debe chocar esta semejanza, ó identidad mejor dicho, porque ver no es
otra cosa más que conocer las cosas visibles, y nada aclara tanto la percepción, lo
mismo sensitiva que intelectiva, como compararlas con la visión. ¿Pero de qué
manera se efectúa la representación del objeto en el sujeto? Por medio de las
especies sensibles. E n efecto, la impresión orgánica, esto es, la mudanza ó acción
producida por los objetos materiales sobre los órganos de los sentidos, no explica
de qué manera el objeto externo se comunica ó hace presente al sujeto, comunicación
sin la cual no hay conocimiento posible. L o s sentidos son, como sabemos, simples
facultades ó potencias; y para que pasen de la potencia al acto, es preciso que se
presenten en ellos de alguna manera las cosas sensibles exteriores. Ahora bien; la
conciencia acredita, por una parte, que el sujeto del sentido no sale de sí mismo
para comunicar con el objeto; y la experiencia demuestra, por otra, que el objeto
tampoco se une al sujeto con su física substancialidad; luego no queda otro recurso
que admitir algo que haga las veces del objeto y que, sien-
143
pues, las especies sensibles, diciendo que son ciertos retratos ó semejanzas de las
cosas materiales que, por modo inmate-.
Psicología (Madrid 1876), págs. 53 y 54, por don Juan Manuel Orti y Lara.
1
144
'
s e n t i d o s e x t e r n o s . — C o l o c a d o el obje-
MS
47
corpúsculos del tacto situados en la dermis, que son las ramificaciones con que
terminan los nervios táctiles; éstos transmiten la excitación al cerebro, y ,
aunque ciertos hechos indican que los centros psico-tactiles están localizados en
los hipocampos 6 porciones temporales de las circunvoluciones del cuerpo calloso,
nada con certeza se sabe respecto á esta localización .
1
[colores..
)v¿suales J
sionos..
auditivas:
ruidos
2 [olfatorias:
olores.
<
¡25
gustativas:
>rcs.
78.
Localización de las
sensacio-
con las manos y siente la impresión de los objetos exteriores en toda la superficie
de su propio cuerpo»; y en que «si el cerebro fuese el único órgano donde se hallan
localizadas las percepciones de los sentidos externos, sería inútil tanta variedad
de órganos para recibir las. impresiones de los.cuerpos y transmitirlas á aquella
viscera .»
1
Nótese, sin embargo, que ninguno de los dos argumentos anteriores es concluyente.
Respecto al primero, entendemos que sería más exacto decir que vemos por los ojos,
oímos por los oídos, olemos por las narices, que no con los ojos, con los oídos,
con las narices, etc., aunque de todas maneras la experiencia, tanto interna como
externa, que invoca el P. Mendive, nada nos dice acerca del particular. Nada la
experiencia interna ó sensorio común, porque esta facultad reúne y compara unas
sansaciones con otras, las presenta como propias de nuestro y o y las distingue
entre sí, sintiendo que sentimos; pero no en dónde sentimos. Si parece lo contrario
en las funciones del olfato, gusto y tacto, experimentos curiosos, debidos á la
experiencia externa, prueban el ningún fundamento de dicha apariencia.
Efectivamente, muerdo un
1
objeto cualquiera con los dientes, cuidando de no ponerle en contacto con parte
alguna orgánica, y experimento en ellos al parecer la sensación táctil, hecho
imposible porque el esmalte carece de sensibilidad. Aplico mi dentadura á la caja
de un piano, mientras otro mueve sus. teclas, y no solamente se refuerzan los
sonidos, aino que me parece además que oigo con los dientes. W e b e r ha empleado
un método muy ingenioso para localizar las sensaciones del tacto en diferentes
regiones poco sensibles de la piel. Aplica las puntas algo romas de un compás al
antebrazo, en sentido de su longitud, distando cuatro centímetros una de otra, y se
experimentan dos sensaciones, localizándolas en los lugares tocados; pero redúzcase
la abertura del compás á menos de tres centímetros, repítase el experimento y las
dos sensaciones se juntan, creyendo el paciente que se le toca en un punto solo,
hasta que la vista le demuestra lo contrario. Crúcense los dedos índice y del
medio, colocando de esta manera un guisante, por ejemplo, entre las yemas de los
dos y parece que se tocan dos guisantes. Todos estos hechos, y otros muchos que
pudiéramos citar, demuestran el ningún fundamento experimental de la opinión de los
escolásticos. L a variedad de aparatos orgánicos para
154
I 6
S
79. Origen de las sensaciones.— Siendo la sensación acto juntamente del cuerpo y
del alma, hay que buscar su origen ó en la actividad de ésta, ó. en los agentes
sensibles y exteriores, ó en ambas cosas á la vez. Nó puede ser lo primero, porque
la experiencia acredita que para sentir es indispensable la previa excitación
orgánica; tampoco lo segundo, porque el sentir es operación vital que presupone un
principio de vida, intrínseco y propio del ser que siente; luego el origen de las
sensacio-
nes está, por un lado, en la presencia de los cuerpos que impresionan al organismo
y excitan la sensibilidad del sujeto;
1
y por otro, en la virtud sensitiva de éste, determinada por la acción de las cosas
sensibles.
En virtud de lo primero, la percepción sensitiva es pasiva, y activa por razón de
lo segundo.
'58
LECCIÓN IX
DE LA SENSIBILIDAD INTERNA
SO.
Concepto
de
la
sensibilidad
mismo para los sentidos todos, tanto internos como externos, de aquí que se
confundan á veces estas dos sensibilidades y sus funciones respectivas. E l
siguiente ejemplo aclarará el asunto: aplico suavemente el-filo de una navaja al
órgano de mi tacto, llamado piel, y experimento inmediatamente las sensaciones
externas táctiles de frialdad, suavidad ó aspereza, presión, etc.; pero oprimo la
navaja hasta cortar la piel y el tejido muscular, é inmediatamente siento dolor,
sensación que y a pertenece al sentido interno y no al externo del tacto. De
análoga manera, las excitaciones todas necesarias para sentir que se siente, para
recordar cosas corpóreas, para imaginarlas y para presentir bienes ó males
sensibles, todas se verifican en órganos interiores, aunque en comunicación con los
exteriores ó periféricos. De donde se infiere que la sensibilidad interna es
verdadera facultad orgánica, lo mismo que la externa, y , por ende, que sus objetos
propios son las inmutaciones sensitivas particulares y concretas, experimentadas en
el interior de nuestro cuerpo, ó las representaciones mismas, producidas en el
sujeto que siente por los sentidos externos. 81. Como se manifiesta e n los a n i m
a l e s s u p e r i o r e s . — L a experiencia
IÓO
mental y no puede confundirse con los externos ó corporales, porque así como por la
vista vemos, por el oído oímos, etc.; por el sensorio común sentimos que v e m o
s , sentimos que oímos, etc., comparamos las sensaciones unas con otras, las
discernimos entre sí, y no las atribuímos nunca mas que á nuestro propio y o . E l
sujeto, pues, de esa facultad orgánica no es el alma sola, ni el cuerpo solo, sino
el compuesto ó sea el hombre; su objeto, las internas modificaciones que
experimentamos y que, gracias al sensorio común, resultan conscientes y comparables
entre sí; y su órgano, el sistema nervioso en general y el cerebro en particular. E
l sensorio común por su esencia es uno y su órgano distinto de los órganos de los
sentidos externos; pero virtualmente es múltiple, porque en él se concentran todos
los demás sentidos, razón por la cual se le llama común. Cada sentido externo
ejecuta una operación especial: por ejemplo, por medio de la vista vemos, por medio
del oído oímos, etc.; pero por medio del sensorio común sentimos que sentimos y
conocemos á la vez que vemos, oímos, etc. Se demuestra que es sensitiva esta
facultad, notando que sensible es su objeto propio, á saber, las percepciones
externas por lo mismo
i63
y mal pueden, por lo tanto, confundirse con el sensorio común, que, como hemos
dicho, es facultad sensitiva y orgánica por ende. 83. I m a g i n a c i ó n o f a n
t a s í a . —Damos . estos nombres al sentido interno por cuyo medio conservamos y
reproducimos las formas, figuras ó fantasmas de los cuerpos; las combinamos entre
sí para crear tipos ideales que tienen su fundamento en la realidad y que si no
existen pueden existir, ó forjamos, por último, monstruosas concepciones
fantásticas, á las que nada corresponde en el mundo real. L a imaginación es
facultad distinta de los sentidos externos y del sensorio común, porque sus objetos
respectivos son formalmente diferentes. Trabajan aquéllos sobre las percepciones y
afecciones que en el sujeto producen los objetos presentes y la imaginación sobre
las figuras ó representaciones de las cosas ausentes, en otro tiempo sentidas. Y no
son objeto exclusivo de la imaginación, como decía Reid, las representaciones
visuales, sino todo fantasma adquirido por cualquier sentido. No obstante, la
imaginación, lo mismo que el sensorio común, es verdadera facultad orgánica. L o
cual se prueba notando que las formas,ó figuras de las
i6s
lo
duce, como en otro tiempo conocidas, las afecciones y percepciones ocasionadas por
cosas materiales, singulares y concretas. No hay que confundirla con la
memoria intelectiva, ni con la imaginación. 'Otro de los sentidos internos, que
se'parece mucho á la imaginación reproductiva, es la memoria sensitiva. Puesto que
es uno de los sentidos internos y'tiene además por objeto exclusivo lo sensible
pasado, esta clase de memoria pertenece de lleno á la sensibilidad y es, por
consiguiente, verdadera facultad orgánica. Sus órganos propios ó centros psico-
mnemónicos están bastante bien determinados por ciertas lesiones ó enfermedades del
cerebro, que ocasionan la pérdida de la memoria en lo relativo á la facultad de
hablar, tanto de palabra como por escrito, estado patológico que recibe él nombre
de afasia? y que fué localizado por Broca en la tercera circunvolución frontal
izquierda. Cuatro son las principales manifesta1 2
• S e dice de Ia memoria que es hábito, porque las cosas que retiene esta facnltad
no siempre- las aprehendemos B7i acto, sino que allí quedan en potencia actuable.
Del latín memini, acordarse. • Del griego a, partícula privativa, y phds/s, dicho,
imposibilidad de decir ó hablar.
1 : 2 3
170
H?.
r a l . — E s aquel sentido interno por cuyo medio el animal, tanto racional como
irracional, aprecia lo útil ó inútil, nocivo ó provechoso, de los cuerpos, con
otras. cualidades concretas y sensibles, que no han podido ser aprehendidas por los
sentidos externos. E n el hombre se llama
cogitativa ó razón particular, y estimativa- en el bruto, aunque los filósofos
modernos la designan preferentemente con el- nombre de instinto. Por medio de esta
razón instintiva, por ejemplo, la oveja, la liebre y la paloma presienten, antes de
verlos, la proximidad de sus enemigos el lobo, el galgo y el halcón; el pájaro
recoge como provechosa la hierba ó hilacha con que fabrica su nido, etc.
1
Del latín cogitare, agitar, revolver, pensar. Del latín aestimare, valuar,
apreciar, estimar, formar juicio y concepto de una cosa.' '
1 2
173
que sirve como de base y de precedente necesario para.las operaciones de los otros
sentidos. Entre los internos, puede considerarse como fundamental el sensorio
común, y el tacto entre los externos.
Aunque cada sentido, tanto externo como interno, tiene sus funciones, órganos y
objetos característicos y propios, los filósofos dan el nombre de fundamental al
sentido sin cuyas operaciones previas no se comprenden ni se explican las funciones
de los otros sentidos. Tal sucede, entre los externos, con el tacto, porque, como
sabemos (68), contacto mediato ó inmediato ha de producirse entre el excitante y el
órgano excitado para ver, oir, oler y gustar. De análoga manera, sin el sensorio
común, que en el orden sensitivo desempeña el mismo oficio que la conciencia
psicológica en el intelectivo, mal podrían percibirse las imágenes, ni los
recuerdos, ni los presentimientos; y por consiguiente, en esta acepción puede darse
al sensorio común el nombre de sentido funda-
174
mental, entre los internos, como lo es el tacto entre los externos. 89. Comunidad
de sentidos entre
e l h o m b r e y e l b r u t o . — N o son exclu-
hombre. Este está dotado además de esa especie de juicio instintivo y singular, por
cuyo medio conoce en cada caso concreto lo provechoso y lo nocivo, al amigo y al
enemigo, y hasta presiente, sin que sepa cómo ni por qué, la felicidad ó desgracia
que le amenazan, en lo cual precisamente consiste la estimativa natural; luego
comunes son al hombre y á los brutos superiores todos los sentidos, tanto internos
como externos.
176
LECCIÓN
X
Y
OO.
Doctrina
materialista
sobre
ligamentos amarillos; enseñan éstos, como Tain, que es una rama ckporción suelta y
distinta del todo que llamamos yo; defienden aquéllos, como Buchner, Tyndall,
Haeckel, etc., que lo mismo qué el calórico, la electricidad y la luz, es
movimiento atómico transformado; y todos ellos convienen, por último, en que para
explicar la naturaleza de la sensación, es inútil suponer en el hombre ese
principio simple ó sujeto espiritual llamado alma. 01. Necesidad de u n principio
simple para comprender y explicar la sensación, demostrada por la con-
años después de haberlas adquirido por vez primera, podemos reproducir su recuerdo,
y con tal viveza vuelven á presentarse ante nuestro y o , aunque sea sólo en
efigie, que padecemos ó gozamos ante el solo recuerdo de nuestras sensaciones
agradables ó desagradables pasadas, á veces remotísimas, quizá de nuestra niñez. Y
sabido es también que, según los fisiólogos modernos, en virtud de esa corriente
continua de asimilaciones y desasimilaciones que se opera en nuestro organismo, de
cinco en cinco años según unos, ó de siete en siete según otros (Fremi sostiene que
en los jóvenes de mes en mes), renovamos por completo las moléculas de nuestras
células, tejidos y órganos. Ahora bien: aunque admitamos con los escolásticos la
existencia de especies sensibles impresas, que grabadas quedan en el organismo, y
con los fisiólogos modernos, que las moléculas nuevas reemplazan tan perfectamente
á las antiguas que hasta reciben sus mismas impresiones, ¿cómo explicar el recuerdo
de la sensación, que es permanente é idéntico á sí mismo, en medio de estas
variaciones y conmutaciones moleculares incesantes? Verdad es que con los años
estos recuerdos unas veces palicecen y hasta se borran por completo, y otras se
conservan vivos y palpitantes durante la vida
184
Oír.
lia sensación no es u n a
fuer-
fuei'zas combinadas tiene exactamente las mismas propiedades que las fuerzas
componentes ó que el movimiento de la masa; y en ningún caso concebimos que la
sensación esté constituida ó por un simple movimiento físico ó polla resultante de
fuerzas físicas también, como la electricidad, la luz, el calor, etc. Para
explicarla hay que suponer que son simples ó psíquicos los elementos que concurre á
la producción de la resultante, simple también, llamada sensación, y tales
elementos no se juntarían por medio de una resultante, mientras no se hagan
realmente uno, ó sean informados, al menos, de un solo principio real. Si así no
sucediese, la acción de cada uno de ellos permanecería en el respectivo sujeto
distinta de las otras acciones. Nada adelantaríamos tampoco refugiándonos en la
teoría de Boscowich y de Ampére, que explican la composición substancial de los
cuerpos, diciendo que constan de puntos simples, inextensos, verdaderos centros
productores de fuerzas atractivas y repulsivas; porque prescindiendo de las
poderosas razones metafísicas que arguyen contra ella y de que - sus inventores no
conceden sensibilidad-ni entendimiento á los puntos simples elementales, no es
difícil demostrar que el principio productor del acto sensitivo no puede componerse
de muchos entes ó
189
96.
Refutación
de esta
doctrina.
192
parte afectiva, la misma conciencia nos dice que es variada y divisible, es decir,
extensa. Pongo la mano sobre una mesa de mármol y siento impresiones de
resistencia, suavidad y frialdad en la extensión toda de la mano y en cada una de
sus pa rtes á la vez; distingo perfectamente la sensación de la palma de la mano de
las sensaciones de los dedos, y aunque sean de ' la misma naturaleza y se
experimenten con igual intensidad, la sensación sentida en el pulpejo del pulgar no
la confundo con la del índice, ni la de éste con la del anular, etc. E n una
palabra, según el testimonio de mi conciencia, la sensación táctil que nos sirve de
ejemplo es evidentemente extensa, y requiere, por lo tanto, para su producción un
principio corpóreo y extenso, que es el organismo. b) Sabido es que entne las
facultades y sus objetos ha de haber cierta proporción, ya que no ecuación
completa, de donde se sigue que la naturaleza de una facultad puede determinarse
por la naturaleza de su objeto. E s así que las facultades sensitivas, la vista, el
oído, el olfato, etcétera, jamás perciben cosas espirituales como Dios, los ángeles
y las almas, ni abstractas como la verdad, la bondad, la belleza, etc., y sí solo
objetos materiales y concretos, como este color, aquel sonido, una figura, un olor
determi-
•94
nado, etc. Luego las facultades sensitivas tienen que participar de la materialidad
y extensión de sus respectivos objetos y ser, por lo tanto, orgánicas y no
meramente espirituales, como sostienen los cartesianos. Y por ende los actos
producidos por facultades orgánicas, esto es, las sensaciones, no se comprenden ni
se explican si prescindimos del elemento corporal y extenso de los órganos. c) No
pueden ser las sensaciones producto exclusivo de facultades espirituales é
inorgánicas, propias de la vida racional, porque dichas facultades son reflexivas,
y la irreflexión es carácter distintivo de las facultades sensitivas, propias de la
vida animal. Efectivamente, en virtud del principio intelectivo que en él impera,
el hombre, no solamente tiene conciencia directa, sino también refleja; de aquí su
perfeccioaamiento progresivo. E l bruto, por el contrario, dotado únicamente de
facultades sensitivas, tiene conciencia directa, pero no refleja, de sus actos, de
donde su estacionamiento é incapacidad para el progreso. Por consiguiente, las
facultades sensitivas, qne naturalmente son irreflexivas, no pueden ser
exclusivamente espirituales, y para explicar la sensación tenemos que admitir,
además del principio simple, otro extenso y orgánico.
'95
d) Por último, si para explicar la sensación admitiésemos con los cartesianos sólo
el principio simple ó anímico, cada sensación pondría en acto á toda la potencia
sensitiva del alma, y tendríamos: i.°, no serían posibles á la vez dos sensaciones
diferentes y menos opuestas, pues simultáneamente no realiza una potencia actos
distintos; 2 . ° , tampoco se podrían discernir dos sensaciones de la misma índole,
que se efectuasen á la vez, y 3 . , dos excitaciones simultáneas en el mismo
órgano, equivaldrían á una sola sensación de doble intensidad. E s así, i . ° , que
simultáneamente experimentamos sensaciones diferentes, como la percepción de un
sonido y de un olor, y aun opuestas, como la de calor en la cabeza y frío en los
pies; 2°, que discernimos perfectamente el uno del otro dos colores, dos sonidos ó
dos olores, percibidos á la vez, y 3 . , que las excitaciones periféricas no
aumentan siempre y en absoluto proporcionalmente la intensidad y viveza de la
sensación correspondiente; luego para sentir, además del principio simple, se
necesita otro elemento extenso en el cual se reciban las impresiones y por el cual,
aunque por caminos diferentes, se transmitan, para reunirse y concentrarse en la
simplicidad anímica. Corroboran esta doctrina los descubrimientos fisiológicos
modernos, que localizan
0 0
196
'
5
vol. II, p. 134- • Del griego plws, luz, y graphein, describir, pintar.
198
píos los dos que juntamente producen, cada cual en virtud de su actividad propia,
las sensaciones, es decir, son coprincipios; ó el cuerpo es nada más condición
intrínseca del acto sensitivo. En nuestra opinión sucede lo segundo. E n efecto, el
cuerpo no puede ser con el alma coprincipio de la sensación, porque el acto
sensitivo es inmanente, por lo cual se perfecciona en el mismo principio agente,
allí permanece y se ultima. ¿Concurren el alma y el cuerpo simultáneamente y como
principios á la producción del acto sensitivo? Entonces, ó todo el acto procede de
ambos principios, ó una parte del uno, y otra del otro. L o segundo no puede ser,
porque en este caso la sensación sería realmente divisible, y sabemos que es
simple. Y si acontece lo primero, tendremos que por ser inmanente lá sensación
permanece, por un lado, toda en el alma, y , por otro, toda en el cuerpo; de donde
se infiere que una de las dos sensaciones sobra y con cuya doctrina vendríamos á
parar en el primer caso á la opinión cartesiana y en el segundo á la materialista,
cuya respectiva falsedad hemos probado. Necesario es, pues, que el cuerpo concurra
al acto de la sensación, no como principio, sino como condición intrínseca de la
actividad sensitiva, para que la sensación que radicalmente procede
200
todas sus partes, formando un ser continuo. Sin embargo, como los términos material
y espiritual no son contradictorios, aunque sí opuestos, cuando afirmamos del
principio sensitivo ó alma de los brutos que es inmaterial y simple, nada tan
distante de nuestro ánimo como suponerlo espiritual. Para esto sería preciso que el
bruto fuese inteligente y libre, es decir, capaz de conocimientos racionales, no
meramente sensitivos, y de resoluciones voluntarias: no es inteligente, ni libre;
luego tampoco puede ser su alma espiritual. 99. D e l alma de los brutos.— Resulta,
pues,' de lo dicho, que el alma de los animales brutos ó irracionales no es otra
cosa mas que su principio sensitivo, esto es, una substancia incompleta que unida
al organismo compone el animal, una forma substancial, aunque insubsistente en sí y
por sí, que unida á la materia prima la actúa y organiza, dando existencia al
animal y produciendo sus fundóla escisipara (del latín scindere, hendir, partir, y
par ere), que se efectúa separándose del cuerpo del progenitor una parte, que se
transforma en animal idéntico á él; y la reproducción por esporas (del griego
spord, grano), que tiene lugar formándose en el inte>rior del animal una célula
aislada, que separada de él da origen al animal nuevo.
203
nes vitales todas, lo mismo las vegetativas que las sensitivas, pues no hay ni
puede haber en el bruto dos naturalezas, la de planta y la de animal, sino esta
sola. Pero esta alma Ó for-
tos, tan falsa es, pues, la doctrina mecanicista como la espiritualista, porque el
animal ni es simple máquina, ni ser inteligente-racional.
Tercera sección de la Psicología experimental
p u n c i o n e s intelectivas
LECCIÓN XI
DE LA INTELIGENCIA EN GENERAL
bra razón tiene dos acepciones, una genérica, y entonces equivale á entendimiento,
y otra específica, en cuyo caso significa raciocinar ó discurrir. Por consiguiente,
hablando de la potencia intelectiva en general, emplearemos con más propiedad la
palabra inteligencia, y hablando de la del hombre en particular, las palabras
entendimiento y razón. Las tres se usan, no obstante, como si fueran completamente
sinónimas. E n todo este tecnicismo encontramos las radicales de intellecUis,
palabra latina que. se deriva, según unos, del verbo eligo, elegir ó escoger, y
según Santo Tomás, de levo, leer, é intus, interiormente, quasi intus legens,
significación etimológica profunda, tanto subjetiva como objetivamente.
Subjetivamente, porque al entender, el entendimiento hace suyos los objetos,
dándoles existencia i d é a l o intencional'(como decían los escolásticos) dentro
del alma. Objetivamente, porque oficio privativo del entendimiento es aprehender la
esencia, penetrando, por decirlo así, en el interior de las cosas inteligibles.
101. I>e l a p o t e n c i a i n t e l e c t i v a , g e n é r i c a m e n t e c o
n s i d e r a d a . — Puede
pió ó potencia, porque en Dios esta virtud nobilísima siempre es principio,, ó sea
acto puro irrecephts (23), nunca potencia.
Todo lo inteligible es objeto genérico de la inteligencia, é inteligibles son
cuantas cosas pueden ser aprehendidas por la inteligencia. L o inteligible dice
siempre relación á un sujeto inteligente, y por lo tanto, Ininteligibilidad tiene
carácter subjetivo-objetivo, según que se refiera á la aptitud que tienen los
objetos de ser entendidos, ó á la virtud de entender que tiene el sujeto
inteligente. 103. C l a s i f i c a c i ó n tle l o s s e r e s i n t e l i g e n t
e s . — R e s p e c t o al número y calidad de estos sujetos, con el auxilio de la
revelación ha llegado á conocer la razón humana que el hombre ocupa el grado ínfimo
entre las substancias inteligentes, que son tres: Dios, el
ángel y el hombre.
103.
De la inteligencia
divina.—
207
Inteligencia angélica es aquella potencia de Jos espíritus puros que, por estar
siempre en acto, comprende sin el menor esfuerzo y de una mirada todo
208
Entendimiento humano es aquella potencia inorgánica del alma racional, por cuyo
medio conocemos lo inmaterial, universal y abstracto, y cuanto hay de inmaterial en
las mismas cosas materiales.
Con el estudio de esta potencia, característica de la vida racional, damos comienzo
al tratado de las funciones más elevadas del hom-
209
donde se sigue que el conocimiento sensitivo tiene que ser siempre cuantitativo y
concreto de alguna manera, sin que pueda representar nunca, por lo tanto, lo
cualitativo, abstracto é independiente de la cantidad. Ahora bien: por medio de mi
entendimiento pienso y o en cosas totalmente abstractas é independientes de la
cantidad, como la esencia del hombre en general, la virtud, la hermosura, la
afirmación, la negación, la causa, el efecto, el bien, el orden, los espíritus,
Dios, etc.; luego estas mis cogniciones son de diferente y contraria índole que las
cogniciones sensitivas, por lo cual, siendo éstas orgánicas, como lo son en efecto,
inorgánicas serán aquéllas, inorgánico mi entendimiento que las elabora, é
inorgánico, por último, el principio de mi vida intelectiva. b) Sujetas están las
facultades orgánicas á tantas modificaciones y variaciones como acaecen en los
objetos sensibles, y ninguna influencia ejercen estos cambios sobre la
representación intelectual de los mismos objetos. Diversas son las impresiones que
sufren el oído y hasta los fantasmas que se forja la imaginación, por ejemplo,
cuando oímos las palabras Dios, Jheová, Eloim, Theos, Deus, Dio, Dieu, Gotty God, y
sin embargo, el concepto intelectual de Dios no cambia, siempre es el mismo, aunque
se
214
. L E C C I Ó N XII
D E L ENTENDIMIENTO HUMANO E N PARTICULAR
110.
Especies
de entendimiento.
1
111.
Entendimiento
intuitivo
de la verdad. Empírico ó práctico es el que conoce para obrar, esto es, que
encamina sus percepciones á la dirección de las operaciones humanas. E l
conocimiento de la
acción es el fin próximo de este entendimiento y su producción el fin remoto. 113.
Entendimiento agente y po-
i n t e l i g i b l e , y d a n el n o m b r e d e p o s i b l e y t a m b i é n
pasivo ó paciente á l a p a r t e p a s i v a d e l e n t e n d i m i e n t o q u e
r e c i b e e n sí m i s m a las i d e a s ó e s p e c i e s i n t e l i g i b l e
s , q u e d a n d o así a c t u a d o el c o n o c i m i e n t o . Para entender es
preciso que el objeto inteligible se haga presente de alguna manera al sujeto
inteligente. L a esencia de las cosas es, como sabemos, el objeto proporcionado ó
formal del entendimiento'(106); pero como dicha esencia se presenta siempre
individualizada por ciertas notas y condiciones, que podemos llamar externas, para
que esta esencia ú objeto proporcionado se haga presente al sujeto inteligente, lo
primero que necesita hacer el entendimiento es separar mentalmente la esencia
inteligible de las notas individuales y materiales que la envuelven, para
aprehender después la esencia misma abstraída y depurada. Realiza lo primero el
entendimiento llamado agente, y es propio lo segundo del entendimiento posible.
Éste recibe en sí mismo las especies inteligibles, por cuyo medio se aprehende la
misma esencia de las cosas, que es en lo que consiste la intelección. Se le llama
pasivo ó paciente, porque predomina en él la parte intelectual .pasiva, y es como
el receptáculo y depósito de las especies inteligibles; y posible, porque es capaz
de cono-
218
cer muchas cosas, aunque actualmente no las conozca. 114. Diferencias entre el e n
t e n d i m i e n t o a g e n t e y e l p o s i b l e . —Dife-
antiguos no es, en el fondo, otra cosa mas que la abstracción de los filósofos
modernos, por cuyo medio el hombre separa mentalmente las partes del todo ó las
esencias de sus accidentes.
agente
de los
Los filósofos modernos admiten la abstracción como una de las principales funciones
de la inteligencia, y la definen diciendo, que es aquella facultad del
entendimiento por cuyo medio separamos mentalmente una parte del todo, al cual se
halla natural é invenciblemente unida. Esta separación mental la realiza el
entendimiento agente con las esencias, que, J para los efectos de la comparación,
pueliW; considerarse como parte de los todos llamados
1
219
causa ejemplar (5) ó forma representativa de las esencias de las cosas que pueden
ser entendidas. Se diferencia de la sensible en que aquélla es representación de
cosa inmaterial y ésta de cosa material, y en que la inteligible es el principio
subjetivo del conocimiento intelectual, al paso que la sensible es principia
subjetivo del conocimiento sensitivo, ó sensación.
220
118.
L E C C I Ó N XIII
DE LA PERCEPCIÓN INTELECTIVA
130.
Facultades
de
la
potencia
131.
D e l a percepción.—Percibir
es
224
c i ó n i n t e l e c t i v a . — E s t a facultad funcio-
e s p e c i e s . —Conciencia
4
133.
psicológica" es
aquella operación intelectual por cuyo medio el alma percibe sus propios actos
internos ó subjetivos y se conoce á sí misma como principio agente y sujeto se
equivocan Kant y Krause, cuando afirman, el primero que la conciencia empírica sólo
conoce los fenómenos psíquicos, y el segundo que la conciencia psicológica conoce
además la íntima naturaleza del alma.
Algunos la llaman percepción interna y sentido intimo, denominando apercepción al
resultado de sus operaciones. No hay que confundirla con la conciencia moral, que
se concreta á calificar de buenas o malas las acciones; ni con la. conciencia
sensitiva ó el sensorio común, que, según dijimos (82), es el centro y como
receptáculo de las percepciones sensitivas. L a conciencia psicológica se divide en
habitual, espontánea 6 directa, que es aquella aptitud que el alma tiene para
conocerse y conocer sus actos en virtud de su propia natural presencia; y en
actual, voluntaria 6 refleja, que
de sí mismo. Conscire, dice Santo Tomás, es quasi simtd scire, es saber que se
sabe, saber lo que hacemos.—Psicología, por Ortí y Lara, 5 . edición, pág. 87.
Madrid 1876.
a
y refleja;
15
,
226
es la virtud que el alma tiene de conocerse y conocer sus actos volviendo sobre sí
misma, por medio de una reflexión voluntaria. Ejemplos: recuerdo, sin pensar
expresamente en que estoy recordando, y la presencia íntima de lo recordado es
operación de mi conciencia habitual: conozco que recuerdo, y esto y a pertenece á
mi conciencia actual. Por la conciencia psicológica, no solamente conocemos los'
actos anímicos, sino también la existencia del alma misma como principio y sujeto
de dichos actos; pero de ninguna manera su esencia ó naturaleza y propiedades,
cuyo' conocimiento alcanzamos por medio del discurso. Tampoco tiene el alma
conciencia actual, aunque sí habitual, de todos sus actos. Sostienen lo contrario,
Kant que afirma que por medio de la conciencia empírica conocemos únicamente los
fenómenos del y o ó del sujeto que en nosotros piensa, nunca su substancia; y
Krause que sostiene, por el contrario, que por medio de la conciencia psicológica
no solamente conocemos las modificaciones anímicas y el sujeto en que radican, sino
también la esencia ó naturaleza íntima de dicho sujeto. Uno y otro se equivocan,
porque, admitida la opinión de Kant, y a no podemos probar nuestra propia
existencia, ni la identidad de nuestro y o , y el
227
Cuanto más
se
vas; las segundas son actos voluntarios de la atención, de los cuales pueden
originarse percepciones intelectivas.
137.
C o m p a r a c i ó n . ~ E s aquella ope-
ración intelectual por cuyo medio se contemplan á la vez dos ó más objetos
inteligibles, á fin de percibir mejor sus semejanzas y diferencias.
138.
229
operación intelectual por cuyo medio, coordinando las analogías que existen entre
las diferentes propiedades de los seres, formamos ideas ó tipos comunes á todos los
individuos de una clase. Para generalizar, preciso es haber abstraído y comparado
previamente.
Esta es la más importante de las funciones perceptivas del entendimiento,
importancia que se advierte en seguida notando que por medio de la generalización
la esterilidad de los hechos individuales y concretos se convierte en fecundo
manantial científico, de manera que á la generalización debe el hombre las
ciencias, tanto • experimentales como racionales, y las innumerables ventajas que
le proporcionan; resultado de la generalización son las clasificaciones, auxiliares
los más poderosos del progreso científico, y , por último, necesaria la
generalización para el desarrollo intelectual, es también indispensable al
pensamiento y al lenguaje. Tanto más grande es un talento, cuanto más desarrollada
tienelafacultadgeneralizadora.
Generalización.—Es
aquella
230
139.
Memoria
i n t e l e c t i v a . — Es
aquella operación intelectual por cuyo medio conservamos y reproducimos las ideas,
pensamientos y discursos, esto es, todo lo inteligible pasado. En esto se
diferencia de la memoria sensitiva, que sólo opera con lo material ó sensible. El
recuerdo imperfecto y trabajoso recibe
el nombre de reminiscencia. Por eso decimos que la memoria recuerda lo pasado y la
reminiscencia lo olvidado. Para probar que la memoria intelectiva es facultad
diferente de la sensitiva, basta fijarse en que sus objetos son formalmente
distintos, pues la primera conserva y reproduce ideas, esto es, percepciones
intelectuales, y la segunda conserva y reproduce fantasmas, esto es, percepciones
sensitivas; que aquélla es exclusiva del hombre, y ésta común al hombre y al bruto:
y que la primera es facultad inorgánica, y orgánica la segunda. Los materialistas
modernos, que no admiten distinción esencial, sino solamente de grado, entre las
facultades cognoscitivas del bruto y las del hombre, rechazan estas diferencias
entre las dos memorias dichas y pretenden demostrar que los recuerdos todos, tanto
de sensaciones como de pensamientos, dependen del organismo, según prácticamente
231
Del griego a, partícula privativa, y mnesis, memoria. Del griego hyper, sobre, y
mnesis, memoria.
1 2
232
LECCIÓN
DEL
XIV
JUICIO
130.
Naturaleza del
cio es aquella facultad de la potencia intelectiva por cuyo medio combinamos en uno
dos conceptos, ó afirmamos la conveniencia ó disconveniencia entre dos términos.
Tal sucede, por ejemplo, cuando decimos: el alma es inmortal. Los actos de esta
facultad se llaman también juicios, y no hay que confundir estos actos con las
percepciones previas 'que los ocasionan, pues hasta que, no se afirma ó se. niega
lo percibido, no hay juicio. E s una de las más importantes facultades de la.
potencia intelectiva. E l entendimiento humano no se limita á adquirir simples
aprehensiones ó percepciones, sino que además reúne ó separa las ideas, las compone
ó divide, afirmando unas de otras ó negándolas, y esta virtud es la que constituye
la facultad de juzgar. No sin fundamento la llamaban los escolásticos composición y
división. Los actos intelectivos
juicio.—Jui-
234
propios de esta facultad se llaman también juicios, y cada una de las ideas
compuestas ó divididas, términos del juicio. Como acto, el juicio consiste en la
misma afirmación ó negación. Creyendo que la esencia del juicio consiste en la
percepción de la relación de conveniencia ó disconveniencia entre los términos, hay
quien confunde los juicios (actos) con las percepciones; pero éstas son causa y
motivo de aquéllos; luego son distintos. L a percepción de la conveniencia ó
disconveniencia, es sin duda verdadera percepción; pero mientras dicha conveniencia
ó disconveniencia no se afirma ó niega, no hay verdadero juicio. Si la percepción y
el juicio fuesen la misma cosa, no habría juicios temerarios, ni imprudentes, ni
imperados, ni falsos.
y querer,
en
235
De lo dicho se infiere que no hay juicios sin comparación previa, por más que hayan
pretendido lo contrario. Reid afirmando la existencia de juicios instintivos;
Cousin y sus discípulos sosteniendo que, á excepción de los juicios abstractos,
ninguno es comparativo, y Kant inventando los juicios sintéticos a priori, porque
mal puede afirmarse ni negarse algo sin comparar los términos afirmados ó negados.
E n efecto, el objeto propio inteligible de esta facultad no es la esencia de las
cosas en sí misma, sino la relación de conveniencia ó repugnancia entre dos
esencias ó dos ideas cuando menos. E s así que esta relación no puede afirmarse ni
negarse más que comparando entre sí los términos relacionados; luego la especial
naturaleza del juicio se opone á que haya juicios no comparativos. Cuando la
relación es evidente ó clara, podrá efectuarse la comparación con rapidez suma, sin
darnos cuenta de ello si se quiere; pero juzgar sin comparar los términos juzgados,
es imposible.
237
que es aquel término del cual se afirma ó se niega algo; predicado, que es el
término afirmado ó negado del sujeto, y cópula, que es la expresión del lazo que
une entre sí á los dos términos anterio-
134.
es aquel cuyo sujeto se toma en su extensión máxima, de tal manera que el predicado
se afirma ó niega de los individuos todos componentes del sujeto:
por ejemplo, todo viviente es mortal. Partí-
239
cular es aquel cuyo sujeto se toma en su extensión media, de tal manera que el
predicado se afirma ó niega de cierta porción nada más de los individuos que
componen el sujeto: v. gr., algunos estudiantes son desaplicados. Singular es aquel
cuyo sujeto se toma en su extensión mínima, de tal manera que solamente de un
individuo se afirma ó niega el predicado, como Calderón de la Barca es el príncipe
de nuestros poetas dramáticos. 137. Juicios hipotéticos y disyun-
ri\ aquel cuya afirmación ó "negación procede más bien del estudio experimental de
los términos: por ejemplo, la
nieve es fría. Tanto los juicios aprlori como los a posteriorí pueden ser mediatos
é inmediatos. 139. Juicios inmediatos y me-
L E C C I Ó N XV
D E L A RAZÓN
Podemos definirla diciendo: es aquella facultad del entendimiento por cuyo medio
inferimos una verdad de otra verdad, un juicio de otro juicio. L a razón
y el entendimiento no son potencias' distintas, pues las dos tienen el mismo objeto
formal, que'es lo inteligible; pero sí podemos considerar á la razón como facultad
especial del entendimiento,- porque esta potencia funciona unas veces percibiendo,
otras juzgando, y otras raciocinando ó discurriendo. Muchos son los sentidos de la
palabra razón aplicada al acto así llamado del entendimiento ó discurso. Conocemos
( l o o ) también las dos acepciones de esta palabra considerada como facultad. A q
u í la tomamos en su acepción específica. L a simple percepción ó aprehensión se
atribuye al entendimiento cuando se adquiere sin trabajo y de una manera inmediata;
y cuando es resultado del esfuerzo intelectual necesario
16
140.
Naturaleza
de
la
razón.—
242 •
concibe más excelentes de lo que son en realidad. Dios y los ángeles evidentemente
son más perfectos en sí mismos que en nuestra razón; y por el contrario, una
piedra, en cuanto aprehendida, es superior á la piedra misma considerada como
realidad material. Podemos, por lo tanto, llamar superior á la razón cuando
aprehende la naturaleza délos espíritus puros ó en conocerlos se ejercita; é
inferior cuando trabaja sobre cosas sensibles y materiales. Las operaciones
racionales necesarias para encontrar la verdad por el intermedio de otras verdades,
que se combinan y comparan al efecto, reciben en Filosofía el nombre de discursó .
Hablaremos de la razón inductiva y deductiva al tratar del raciocinio.
1
143. D e l r a c i o c i n i o . —Raciocinio e s a q u e l l a o p e r a c i ó n q
u e p r a c t i c a el entendimiento cuando encuentra una relación entre dos
verdades ó dos juicios, directamente no relacionados, é i n f i e r e el u n o d e
l o t r o . A primera vista, por ejemplo, no parecen directamente relacionadas
estas dos verdades: «el alma piensa» y «el alma es espiritual»; pero las combinamos
con esta otra, «todo lo que piensa es espiritual», dicienDel latín discursus,
discurso, razonamiento, conversación.
1
244
do: «el alma piensa, todo lo que piensa es espiritual, luego el alma es
espiritual»; y queda formado el raciocinio, sacando la tercera verdad de la
primera. Los actos que al funcionar ejecuta la razón, se llaman raciocinios. 143.
División del raciocinio.—Se d i v i d e e n inductivo y deductivo. E l p r i m e r
o , l l a m a d o t a m b i é n inducción, es aquella o p e r a c i ó n p o r c u y
o m e d i o el e n t e n d i m i e n t o h u m a n o s e e l e v a d e lo p a r t i
c u l a r á l o g e n e r a l , e s t o e s , d e los h e c h o s á s u s l e y e s
, d e l a s p a r t e s al t o d o , d e l o s i n d i v i d u o s á la e s p e c i
e , y d e la e s p e c i e al g é n e r o . R a c i o c i n i o d e d u c t i v o ó
deducción e s , p o r el c o n t r a r i o , a q u e l l a o p e r a c i ó n p o r
c u y o m e d i o el e n t e n d i m i e n t o d e s c i e n d e d e l o g e n e r
a l á lo p a r t i c u l a r , e s t o es, d e los principios á las c o n s e c u e
n c i a s , del t o d o á las p a r t e s , del g é n e r o á la e s p e c i e , y
d e la e s p e c i e á los individuos. Necesariamente ha de empezar todo raciocinio
ó por una verdad inferior ó por una superior. Son, para nosotros, tanto más altas
las verdades cuanto más excelentes, y tanto más excelentes cuanto más generales,
pues toda verdad general contiene implícitamente cierto número de verdades
particulares, que en virtud de una operación racional pueden convertirse
245
247
nio ó c o n d u c e á la ciencia, y e n t o n c e s s e l l a m a a p o d í c t i c
o , ó c o n d u c e á la o p i n i ó n , y e n t o n c e s le l l a m a m o s
dialéctico, ó s e u s a p a r a r e f u t a r el e r r o r , y e n t o n c e s r e
c i b e el n o m b r e d e s o f í s t i c o . E n t r a ñ a , p u e s , el p r i m
e r o , c e r t e z a a b s o l u t a ; el s e g u n d o , p r o b a b i l i d a d
h i p o t é t i c a , y el tercero no tiene mas que valor subjetiv o y lógico. 147.
Principios fundaiiiicntales, tanto de la deducción como de la i n d u c c i ó n . —
A m b a s s e a p o y a n en. el principio llamado de contradicción, que s e f o r
m u l a así: Es imposible pie una cosa sea y 710 sea al mismo tiempo . A h o r a
los p r i n c i p i o s e s p e c i a l e s , q u e s i r v e n d e fundamento á
cada uno, no son más que fórmulas m e n o s generales del mismo p r i n c i p i o d
e c o n t r a d i c c i ó n . Dos cosas iguales á una tercera son iguales entre
sí , e s el p r i n c i p i o f u n d a m e n t a l d e l r a c i o c i n i o d e d
u c t i v o a f i r m a t i v o . Dos cosas, igual la una y desigual la otra á una
tercera, no son iguales entre sí , e s el p r i n c i p i o f u n d a 1 2 3
Imposibile est idem simul esse et non esse. Quae sunt eadem uni tertio sunt idem
inter s e . Quorum unum est idem alicui tertio, et aliud non est idem, ea non sunt
idem inter se.
1 2 5
,
251
148.
1
Ciencias
que
se apoyan
en
Si
Percep - i r e f l e x i ó n ,
7"
.5>
\ Razón.
S
254
LECCIÓN
XVI
D E L A S IDEAS
sensibles de las cosas, las transforma de manera que pueda aprehenderlas la mente y
hacerlas como suyas, dando con esto origen á la representación inmaterial y
universal de aquellos mismos objetos que la imaginación (83) nos representaba por
medio del fantasma bajo la forma material y singular. L a especie impresa es, pues,
una forma que predispone al entendimiento posible para conocer; es, para aclarar la
idea con un ejemplo material, como el cuño con el cual se ha de grabar la moneda, y
por lo tanto, á dicha especie no conviene el nombre de idea. Pero tiene lugar la
intelección actual, esto es, el entendimiento agente informa al posible por medio
de la especie impresa, y la representación del objeto aparece en la mente, esto es,
queda grabada ó acuñada la moneda, la imagen se presenta en el entendimiento
posible, y esta representación es la especie inteligible expresa, llamada también
por los antiguos ratio rei, notio, conceptio, notitia, conceptus, verbum mentís,
terminits mentalis, etc. Ú n i c a m e n t e á l a especie inteligible expresa debe
aplicars e , p o r l o t a n t o , la m o d e r n a d e n o m i n a c i ó n idea.
153. Subjetividad y objetividad d e l a s i d e a s . — L a idea, como conocim i e
n t o e x i s t e n t e e n el s u j e t o p e n s a n t e ,
17
28 e s subjetiva; p e r o , c o m o r e t r a t o d e l o b j e t o p e n s a d o ,
e s objetiva.
S
Por medio del análisis descubrimos que la idea, según la acabamos de definir, es
por un lado subjetiva y objetiva por otro. Si por medio de la idea se actúa el
conocimiento, y el conocer es operación vital inmanente propia del sujeto que
conoce, el principio que determina el acto cognoscitivo, que es la idea, no puede
menos de pertenecer al sujeto que conoce; por consiguiente, mirada por este lado'la
idea es subjetiva. Pero la idea no es fin y término del conocimiento, puesto que
dicho fin es el mismo objeto que por medio de la idea se aprehende; luego la idea
no puede menos de decir relación al objeto, y por este otro lado la idea es
objetiva. Este doble carácter ha sido desconocido por los filósofos modernos, entre
los cuales unos niegan la objetividad de la idea, y caen en el idealismo; y otros
niegan la subjetividad, é incurren en el ontologismo, sistemas ideológicos falsos
ambos. 1541. S i n g u l a r i d a d y u n i v e r s a l i d a d e n l a s i d e a
s . — E l c a r á c t e r subjetivoobjetivo d e l a s i d e a s e x p l i c a p e r
f e c t a m e n te cómo y por qué una idea puede ser singular y universal á la vez;
singular p o r razón del sujeto inteligente, y uni-
259
versal por razón del objeto entendido. E n efecto, mirada subjetivamente la idea,
se identifica, en cuanto á su entidad, con el acto intelectivo, y es además
inmanente en el sujeto de la intelección; el acto intelectivo no puede menos de ser
singular, como lo es el sujeto que entiende; luego por razón' del sujeto, la idea
tiene que ser singular. Pero la idea es á la vez objetiva, y puesto que el objeto
inteligible puede ser universal, como lo es en efecto la esencia; objeto primario
del entendimiento, de aquí que, por razón del objeto, la idea será universal,
siempre que lo sea también el inteligible. 155. Clasiílcación de las ideas.— P o d
e m o s dividirlas en tres g r u p o s , según l o q u e s e a p u n t a e n el s i
g u i e n t e c u a d r o :
2б0
(Si
г "
5
x. p o r el nu \
senta el objeto con fidelidad; y completa cuando reproduce todas sus propiedades y
accidentes, recibiendo los nombres de confusa, inexacta é incompleta,
respectivamente, en los casos contrarios. L a i d e a s e l l a m a abstracta
cuando representa una propiedad substantivada, esto es, sin inherencia á su
respectivo sujeto: v. gr., verdad, bondad, belleza. Y concreta c u a n d o r e p r
e s e n t a el s e r c o n s u p r o p i a d e t e r m i n a c i ó n , e s t o e
s , la c u a l i d a d u n i d a á s u s u j e t o : por ejemplo, verdadero, bueno,
bello. L a i d e a e s • intuitiva cuando repres e n t a u n o b j e t o q u e p o
r sí m i s m o h a p r o d u c i d o la r e p r e s e n t a c i ó n intelectual:
por ejemplo, la que formamos de una cosa cualquiera que estamos viendo. Y e s
discursiva la q u e i n f e r i m o s d e l o s d a t o s q u e s e n o s p r o p o
r c i o n a n , c u a n d o el o b j e t o n o e s t á p r e s e n t e al s e n t i
d o : tal acontece, verbigracia, con la idea que tenemos de una persona á quien no
hemos visto nunca, pero de la cual hemos oído hablar mucho. Por último, la i d e a
es verdadera cuando la r e p r e s e n t a c i ó n intelectual está conform e c o n
la r e a l i d a d d e la c o s a ; y falsa en e l c a s o c o n t r a r i o .
Verdadera es, por ejem-
2Ó2
y
2Ó3
LECCIÓN
XVII
D E L APETITO E N G E N E R A L
i n a n i m a d o s c o m o a n i m a d o s ; y o t r a específica, c u a n d o
sólo se refiere á estos últimos. 163. Clasificación de las nes apetitivas APETITO.
funcio-
268
minadas por impulsos externos y acciones de otros seres: tal sucede con las
afinidades químicas y la gravitación universal de los cuerpos. Pero los seres
dotados de conocimiento, no solamente pueden ser movidos por agentes y fuerzas
naturales, sino que además se mueven á sí mismos con movimiento intencional hacia
los objetos percibidos. Por esto d i v i d í a n l o s e s c o l á s t i c o s el a
p e t i t o e n innato ó ;z¿zz?&ra/, p r o p i a m e n t e d i c h o , y elícito;
y. defin i m o s el p r i m e r o d i c i e n d o q u e c o n s i s t e e n la p r
o p e n s i ó n é i n c l i n a c i ó n n e c e s a r i a d e las c o s a s h a c i
a s u fin y b i e n p r o p i o s , sin c o n o c e r l o s . 165. O e l a p e t i
t o e l í c i t o . — P o r el contrario, se llama apetito elícito aquel movimiento
interno que espontánea ó l i b r e m e n t e i n c l i n a á los b r u t o s y al h
o m bre á ejecutar ó aprppiarse algo conocido, y q u e es su t é r m i n o , c o m
p l e m e n t o y perfección.
1
7°
18
274
LECCIÓN
XVIII
CONSIDERADAS
D E L A S SENSACIONES A F E C T I V A M E N T E Y D E L APETITO
SENSITIVO
lación de sangre en una parte determinada del cuerpo), esta causa produce cierta
modificación orgánica, á la que hemos dado el nombre de impresión; é inmediatamente
después de esta impresión, cuya naturaleza desconocemos, sé produce en nosotros un
acto de conciencia, del cual tenemos noticia y al que damos el nombre de sensación.
Ahora bien: dicha sensación produce en nosotros dos efectos: l.°, nos agrada ó
desagrada, es decir, produce placer ó dolor; y 2 . ° , nos enseña alguna propiedad
de los objetos que nos han impresionado. De donde los dos aspectos que conviene
distinguir en la sensación: parte afectiva y parte representativa. Los fisiólogos
suelen llamar emoción á la primera y reservan el nombre dé sensación para la
segunda, añadiendo que la sensación es siempre producto de excitaciones periféricas
y las emociones ó sentimientos de excitaciones centrales. Para nosotros es mucho
más sencillo y exacto, prescindiendo del lugar en donde se efectúa la excitación
orgánica, definir la sensación afectivamente considerada diciendo que es: t o d a
alteración placentera ó dolorosa ocasion a d a e n el a l m a p o r u n a i m p r e
s i ó n o r g á n i c a . Y tratamos aquí de la sensación afectiva y de la emoción
ó sentimiento, porque tales manifestaciones del alma tienen relación interna
276
la c o n c i e n c i a d e a l g ú n a c t o complace y perfecciona.
que
nos
D e l placer, lo mismo que del dolor, pueden darse definiciones metafóricas, que
poco ó nada aclaran el definido; pero, para comprenderlos, preciso es haberlos
experimentado. Ante todo, conviene distinguir los placeres y dolores sensuales de
los morales, y no se necesita ser filósofo para localizar aquéllos en el organismo
y éstos en el alma mismo; son además producidos los primeros por las sensaciones, y
por los sentimientos los segundos. Su análisis es, sin embargo, dificilísimo. E l
placer sensual ó físico va siempre acompañado de cierta expansión y tranquilidad
orgánica, si nos es permitido hablar así, conveniente por lo común al sujeto que lo
experimenta; y el dolor, por el contrario, produce cierta concentración é
irritación orgánica, perjudicial casi siempre al sujeto dolorido. Dos opiniones
principales han profesado los filósofos respecto á la naturaleza del placer,
sosteniendo unos, como Epicuro entre los antiguos, y Cardan, Verri y Kant entre los
modernos, que es un estado negativo que consiste en la indolencia 6 cesación del
dolor; y afirmando otros, como Aristóteles, Descartes, Leibnitz, Hamilton y
Bouillier, que es un estado positivo que consiste en la conciencia de algún acto
279
el placer y dolor no pueden ser nunca Unes de los actos humanos, sino medios 6
estímulos para realizarlos, razón por la cual dice el Ángel de las Escuelas:
delectationes propter operationes, los deleites por causa de las operaciones, y no
á la inversa. Por regla general, pues, se abusa de los placeres y dolores físicos,
siempre que invirtiendo los términos se convierte el medio en fin, y se busca y
prolonga el placer por el placer mismo y no en razón á la necesidad que, al
sentirlo, se satisface. E l bruto, que no conoce como tal fin el de sus
operaciones, no incurre nunca en dicho abuso. 175. D e l apetito sensitivo.—Apetito
s e n s i t i v o e s a q u e l p r i n c i p i o i n t e r n o d e a c c i ó n , e
n c u y a v i r t u d el a n i m a l s e m u e v e atractiva ó repulsivamente en o
r d e n á los objetos q u e p e r c i b e c o m o b u e n o s ó malos p a r a
satisfacer sus necesidades, y resiste cuanto se o p o n e á sus t e n d e n c i a s
. C o m ú n e s , p o r lo t a n t o , e s t e a p e t i t o al h o m b r e y al b
r u t o ; s u t é r m i n o está siempre en cosas sensibles, y se actúa
necesariamente. Cuando por medio del placer ó dolor sensuales advertimos la
presencia de alguna necesidad natural, espontáneamente, es decir, sin que podamos
evitarlo, se producen en nosotros
281
d e p o s e e r , el d e g o z a r y el d e e n g e n d r a r . T i e n d e n l o s
p r i m e r o s á la c o n s e r v a c i ó n d e l i n d i v i d u o y el ú l t i m
o á la c o n s e r v a c i ó n d e la e s p e c i e . Todos los apetitos
sensitivos, tanto concupiscibles cómo irascibles, traen su origen de inclinaciones
naturales ó necesidades orgánicas, cuya satisfacción pide el cuerpo espontánea é
imperiosamente para la conservación del individuo ó de la especie. Podemos, por lo
tanto, admitir el mismo número de apetitos sensitivos que de necesidades corporales
ú orgánicas, todas las cuales pueden satisfacerse atractiva ó repulsivamente, para
hacer nuestro en el primer caso el objeto material que conceptuamos bueno,
agradable y útil; y rechazar en el segundo la cosa que creemos mala, desagradable y
perjudicial. Si el movimiento, atractivo ó repulsivo, se encamina directamente al
objeto bueno ó malo que apetecemos positiva ó negativamente, impulsado ha sido
entonces por el apetito sensitivo concupiscible. Si, por el contrario, el impulso
interior nos arrastra, no hacia el objeto sensible, que no obstante puede ser
término remoto de la operación, sino hacia el,obstáculo que nos proponemos remover,
que es el verdadero término inmediato y próximo de nuestra actividad, el movi-
285
L E C C I Ó N XIX
D E LOS SENTIMIENTOS Y D E L APETITO RACIONAL
e x c l u s i v o s d e l h o m b r e ; g ) las s e n s a c i o n e s a c o m p a ñ
a n á la p e r c e p c i ó n sensitiva; l o s s e n t i m i e n t o s s o n la f u
e n t e d e l a s g r a n d e s a c c i o n e s y d e las bellas artes; h) l a s s
e n s a c i o n e s , p o r ú l t i m o , p e r t e n e cen á la p a r t e
afectiva, del apetito sensitivo, ocasionando placeres ó dolores f í s i c o s ; al
p a s o q u e l o s s e n t i m i e n t o s p r e c e d e n ó subsiguen á los m o v
i m i e n t o s del apetito racional, ocasionando placeres ó dolores morales. 183.
D e cómo el sentimiento se c o n v i e r t e e n p a s i ó n . — L a Flosofía
escolástica coloca estos últimos entre las pasiones; pero como nosotros nos
referimos aquí, no al movimiento apetitivo exaltado y violento, al cual daremos
oportunamente el nombre de pasión, sino á la tranquila afección anímica placentera
ó penosa, i m p o r t a d i s t i n g u i r e n t r e el s e n t i m i e n t o y l
a p a s i ó n , c o n s i d e r a n d o al p r i m e r o c o m o p r i n c i p i o
y c a u s a , cuando menos ocasional, del apetito racional, y c o m o t é r m i n o
y efecto á la segunda. 18-1. D e l apetito racional ó vol u n t a d . — P o d e m o
s definir la v o l u n t a d d i c i e n d o q u e c o n s i s t e e n la f a c u l
t a d d e querer, ó sea aquella facultad e x p a n s i v a
289
p o r c u y o m e d i o el a l m a a p e t e c e el b i e n c o n o c i d o p o r
el e n t e n d i m i e n t o . Cada potencia aprehensiva tiene su potencia
expansiva correspondiente, y sabemos que á la potencia aprehensiva sensibilidad
corresponde la expansiva instinto ó apetito sensitivo. Pues de idéntica manera, la
potencia aprehensiva entendimiento tiene también su potencia expansiva
correspondiente, llamada voluntad 6 apetito racional. L a actividad humana no
siempre obra en virtud de una tendencia sensitiva, ciega é irresistible. Procede
muchas veces impulsada por tendencias intelectuales, con conocimiento del fin para
que obra y con libertad para escoger los medios que mejor conducen á la operación,
y esto se verifica siempre que el entendimiento aprehende una cosa como buena.
Tales movimientos ó tendencias pertenecen, por lo tanto, á orden más elevado que el
sensible, son exclusivos de los seres inteligentes, y reciben por eso el nombre de
apetito racional 6 voluntad. 185. Objeto material, formal y f i n a l d e l a v o l
u n t a d . — D e p e n d i e n t e la voluntad del entendimiento, puesto que nihil
volitum quin praecognitum (nada puede' ser querido más que lo previamente
conocido), el objeto de la voluntad tiene que participar de
'9
290
la naturaleza del objeto del entendimiento. Oportunamente se dijo (106) que objeto
adecuado del entendimiento es el ente ó ser en general, y objeto proporcionado la
esencia de las cosas particulares. De idéntica manera, objeto a d e c u a d o ó
material d e la v o l u n t a d h u m a n a e s el bien universal; objeto p r o p o
r c i o n a d o ó formal, los diferentes bienes particulares, participación y
reflejo d e l b i e n u n i v e r s a l ; y o b j e t o final, l a felicidad p o r
m e d i o d e l a m o r p u r o . 186. Cómo se actúa la voluntad. Ordenada la
voluntad hacia el bien con impulso de naturaleza, s e a c t ú a n e c e s a r i a m
e n t e e n presencia del bien universal, c u y o bien no puede dejar de querer;
pero esta m i s m a facultad o p e r a libremente, esto es, con perfecto derecho de
elección y e x e n t a d e toda necesidad, hacia los b i e n e s p a r t i c u l a
r e s , que, aunque participen del bien universal, no son todo el 'bien, ni tienen
fuerza atractiva bastante para imponerse á la voluntad. 1 8 7 , I m p e r i o d e l
a v o l u n t a d solbrc l a s o t r a s p o t e n c i a s . — I m p e r a sobre t
o d a s las p o t e n c i a s d e l a l m a , i n c l u s o e l e n t e n d i m i e
n t o m i s m o , en lo q u e t i e n e n regulable.
291
LECCIÓN
XX
D E L A LIBERTAD
'
art. i .
Quanto aliqua natura est Deo propinquior, tanto expressior in eadivinae digniiatis
similitado invenitur.
2
será rapidísima en ciertos casos; pero tras la aprehensión del fin último viene
siempre la deliberación relativa, cuando menos, á los medios de alcanzarlo.
Entonces la voluntad escoge lo que mejor le parece y se resuelve á obrar, naciendo
la ejecución de la- aplicación de las facultades humanas á la obra resuelta por la
voluntad. Si bien todos estos elementos componen el acto libre, únicamente en la.
elección está la libertad intrínseca, pues ni la intención del fin último, ni la
deliberación sobre los medios de alcanzarlo, ni la ejecución pueden considerarse de
otra manera mas que como antecedentes y consiguientes necesarios de la misma
libertad de elección. 1941. D i v i s i ó n d e l o s a c t o s l i b r e s . P o d
e m o s d i v i d i r l o s e n elidios, q u e s o n a q u e l l o s q u e s e c o
n s u m a n e n la v o l u n t a d m i s m a ; é imperados, q u e t i e n e n s u t
é r m i n o y c o m p l e m e n t o e n la f a c u l t a d m o t r i z . Por
ejemplo, es acto elícito la resolución de asistir á cátedra; é imperado el hecho
mismo de ir á cátedra, que, aunque resuelto por la voluntad, es ejecutado por la
facultad motriz, sobre la cual impera la voluntad. Contra los actos elícitos no hay
violencia ni coacción posibles, pues el querer no tiene límites; pero sí contra los
actos imperados, porque el poder es
299
S i el h o m b r e n o f u e s e l i b r e , c o n f r e c u e n c i a s e d a r í
a n e f e c t o s s i n c a u s a , pues únicamente la libertad puede explicar la
elección entre, dos bienes iguales, sin motivo alguno para preferir uno cualquiera
de ellos, ó entre un bien menor y otro mayor, escogiendo aquél y rechazando éste. S
i n l i b e r t a d n o l e s s e r í a n i m p u t a b l e s al h o m b r e s u s
a c c i o n e s , y de aquí el dilema: ó se niega la existencia del mal moral ó se
atribuye á Dios, autor de la necesidad de nuestro obrar, lo cual es absurdo y
blasfemo. P o r ú l t i m o , los m i s m o s q u e e n el o r d e n e s p e c u l
a t i v o n i e g a n la l i b e r t a d , a t e m p e r a n á ella sus a c c i o n
e s en el o r d e n p r á c t i c o , exigen á los demás que hagan lo mismo y en
todas ocasiones se manifiestan firmemente persuadidos de que su voluntad es libre.
Todo ló cual sería inconcebible y hasta monstruoso si el dogma del libre albedrío
no estuviese escrito con deslumbradores caracteres en las inteligencias todas y no
lo sintiesen instintivamente todos los corazones. 199. Principales objeciones cont
r a e l l i b r e a l b e d r í o . — D o s son los sistemas filosóficos que
directamente niegan la existencia del libre albedrío en el hombre (aunque dicha
negación se desprende indirectamente de otras muchas opiniones y doctrinas)
3 °4 á saber: el fatalismo y el determinismo*. Sostienen los fatalistas que los
acontecimientos todos están previamente regulados por una fuerza desconocida,
llamada hado, destino ó Dios, hasta el punto de que es inútil contrariarla, y de
cualquier modo que obremos se efectuará siempre lo que estuviese escrito. L o s
deterministas afirman, por su parte, que los fenómenos todos del universo, tanto
físicos como intelectuales y morales, son siempre fijos y producidos por causas
anteriores ineludibles. D e manera que unos y otros niegan el libre albedrío,
aquéllos porque, en su sentir, la fatalidad preside los destinos humanos, y éstos
porque el libre albedrío se opone al principio de causalidad. L a refutación más
práctica y sencilla de opiniones tan, absurdas, se logra apuntando y deshaciendo
las dificultades siguientes:
1 1
Del latín fatum, hado ó destino. Del latín determinare, determinar, fijar, señalar
los límites.
1 2
305
pensableát la acción es cierto, porque sólo se puede querer lo que se conoce, pero
no como causa eficiente y raíz inmediata y próxima del. acto, que se encuentra
siempre en las resoluciones de la voluntad misma, hasta el punto de que muchos
consejos del entendimiento jamás se traducen en actos. 2 . ° Que la voluntad es
impulsada y necesariamente movida por sü objeto adecuado, ó sea el bien. A s í , en
efecto, sucede cuando el bien de que se trata es absoluto, universal é infinito;
pero no por sus objetos proporcionados, que son los bienes relativos, particulares
y finitos, los cuales, por presentarse siempre con imperfecciones, es decir,
mezclados con males, solicitan, sí, á la voluntad con más ó menos fuerza, pero
respetan en todo caso su libertad de acción. 3 . Que por inclinación natural, la
voluntad debe elegir necesariamente entre dos bienes desiguales el mayor, y entre
dos iguales ninguno, pues no hay razón suficiente para que en el primer caso se
decida por el menor y en el segundo prefiera el uno al otro. Para estas elecciones
ó resoluciones de la voluntad, no habrá, si se quiere, razones objetivas, pero sí
subjetivas, pues por la experiencia sabemos que, sin más razón á veces que el
capricho, preferimos, ya el bien menor al mayor, ya el mal mayor al menor,
0
Зоб
sirviendo dicha ignorancia para excusar nuestra conducta. 3 . Tan seguros estamos
de que no padecemos alucinación alguna contemplando la. libertad de nuestros actos
voluntarios, que el dictamen de la conciencia sobre este punto es anterior,
simultáneo y posterior al acto. Libres nos creemos, antes, para dar comienzo ó no á
la ejecución; libres nos creemos, á la vez, para proseguir ó suspender el acto
comenzado; y libres nos creemos, después de cometido, y responsables, por lo tanto,
de lo hecho. Si la piedra conociese su caída, notando que no podía detenerse ni
cambiar la velocidad y dirección de su marcha, conocería también que obraba, no
libre, sino necesariamente.
0
o8
la justicia como mala para satisfacer su sed de venganza. Si, pues, el hombre puede
practicar y practica á su antojo el bien ó el mal intrínsecos con clara conciencia
de lo que hace, aunque para hacerlo se vea impulsado por razones 6 móviles más ó
menos especiosos, indudablemente el hombre es libre. d) Por último, de la
presciencia divina se ha sacado también un argumento contra el libre albedrío,
diciendo que cuanto Dios tiene previsto infaliblemente, por fuerza ha de suceder. A
q u í se confunden la' infalibilidad de Dios con la necesidad de las acciones
humanas. Dios lo tiene todo previsto y lo sabe todo por estar todo presente ante su
inteligencia infinita; pero prevé y conoce las cosas como son, las libres como
libres y las necesarias como necesarias. De manera, que no ejecutará el hombre
ciertos actos cómo y porque Dios los haya previsto, sino que Dios los prevé cómo y
porque el hombre los ha de ejecutar. Cosa parecida acontece cuando uno mira á otro,
sin que éste lo sospeche. Cuanto ejecuta la persona vigilada, será conocido por la
que vigile; pero las acciones de la primera no dependen ni pueden depender de la
mirada de la segunda. E n resumen, c o n t r a el l i b r e a l b e d r í o s e o b
j e t a : q u e el e n t e n d i m i e n t o n o e s c a u s a
3°9
LECCIÓN
XXI
D E L A S PASIONES
L a p a l a b r a pasión s e d e r i v a d e l g r i e g o patitos, q u e s i g n i
f i c a padecimiento físico ó moral, en c u y a acepción se aplicaba a n t i g u a
m e n t e , t a n t o á las e n f e r m e d a d e s d e l a l m a p a r a d e s i g
n a r las p a s i o n e s p r o p i a m e n t e dichas, c o m o á las del c u e r p
o p a r a significar ciertos estados m o r b o s o s : por ejemplo, pasión
hipocondríaca, pasión histérica, etc. 301. Definición esencial de la pas i ó n . —
P o r lo tanto, y genéricamente hablando, t o d a p a s i ó n c o n s i s t e e n c
i e r t a v e h e mente excitación del apetito, tanto sensitivo c o m o racional,
que nos complace ó apena, y nos m u e v e atractivamente hacia los b i e n e s q u
e n o s solicitan y r e p u l s i v a m e n t e r e s p e c t o á los males q u e
nos repelen. 303. División de las pasiones.— Si el padecimiento es físico, esto es,
va acompañado de sensaciones (170) causadas por bienes ó males sensibles, conocidos
anteriormente por la sensibilidad cognoscitiva, la pasión pertenece al apetito
sensitivo. Si el padecimiento es moral, esto es, se nos manifiesta por medio de
sentimientos (180) y es ocasionado por bienes ó males inteligibles, la pasión
pertenece entonces al apetito racional ó voluntad. Unas y otras
312
llevan frecuentemente los mismos nombres: pueden, sin embargo, distinguirse por la
naturaleza respectiva, sensible ó inteligible, del bien 6 mal que, apeteciéndolos,
las ocasionan. P a r a evitar confusiones, p o d e m o s dividir las pasiones en
sensitivas y racionales. A q u é llas s o n c o m u n e s al h o m b r e y al b r u
t o , a u n q u e el l e n g u a j e u s u a l n o l l a m a p a s i o n e s á los
m o v i m i e n t o s apetitivos d e este último: éstas son exclusivas del hombre.
No se crea que á unas y otras están reducidas todas las pasiones humanas. «La
combinación ó concomitancia del conocimiento intelectual y del sensible en el
hombre, por una parte, y por otra, la subordinación de la sensibilidad afectiva á
la inteligencia y la voluntad, determinan ciertas manifestaciones afectivas
(pasiones) de la sensibilidad, peculiares al hombre, cuales son la avaricia, la
vanidad, la ambición, con otras análogas .»
1
t. I, pág. 263.
3i3
Concupiscibles.
Amor. Deseo. Alegría. Esperanza. Audacia. Ira. Odio. Aversión. Tristeza.
Desesperación. Temor. Abatimiento.
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a"3
i
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5*.
Irascibles.
q u e el m a l i n s p i r a ; el deseo, e n la i n c l i n a -
•
3'S
c i ó n h a c i a u n b i e n n o p o s e í d o ; la aversión, e n l a t e n d e n
c i a á h u i r d e l m a l q u e n o s a m e n a z a ; la alegría y tristeza, en
la complacencia ó displicencia que produc e n el b i e n y el m a l p r e s e n t e
s . S i . l o s obstáculos que nos separan de un bien futuro que anhelamos son
superables, p r o d ú c e s e en n u e s t r o á n i m o la esperanza; y la
desesperación, si s o n i n s u p e r a b l e s . S i l u c h a m o s p a r a e v i
t a r el m a l , s e n t i m o s atídacia; y tetnor, e n p r e s e n c i a d e l m
a l ineludible. P o r último, p a r a d e v o l v e r el mal que se nos ha inferido
nos a c o m e t e l a ira, y el abatimiento cuando no p o d e mos vengarnos.
Dificilísimo es explicar con palabras é imposible definir lógicamente estos
movimientos de la sensibilidad afectiva; pero aclaremos la doctrina anteriormente
expuesta hasta donde sea posible, advirtiendo, no obstante, que quien no los haya
experimentado en sí mismo, no los comprenderá nunca, por mucho que se le describan
y ' a c l a r e n . Consiste el amor en la tendencia del sujeto apasionado á hacer
suyo el objeto de sus complacencias; ó también: en el movimiento deleitoso del
apetito hacia el bien sensible, absolutamente considerado. A la inversa, el odio es
lo contrario del amor, y se
3i6
afectivos para distinguirlos de los cognoscitivos y motores. Irradia desde allí por
medio de los nervios motores á todo el cuerpo, y principalmente por el
pneumogástrico al corazón, por el facial á los músculos de la cara, y al ojo por
las fibras motoras de los nervios ópticos. De donde que las pasiones se manifiesten
por contracciones del rostro, palpitaciones del corazón, rápidos movimientos de los
ojos; por medio de la risa y del llanto, de los gemidos y sollozos, del anhelo y
del suspiro, y por medio de gesticulaciones violentas, que van unidas siempre á las
palabras del que está fuertemente apasionado. lOO. Cuadro sinóptico de las f u n
ciones apetitivas
innato ó natural, y Do ilo do [concupiscible, do comer, bobor, reposar, aotiridad,
c o l p a e o n c
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/do posoor, L „ i
'«lícito,./
L E C C I Ó N XXII
DE L A F A C U L T A D MOTRIZ
210. D i v i s i ó n filosófica d e i o s m o v i m i e n t o s . — T o m a d a la
p a l a b r a m o v i miento en sentido lato, es decir, refiriéndonos á una
mutación cualquiera, y no ú n i c a m e n t e á los m o v i m i e n t o s
traslaticios ó perfectos, p o d e m o s dividirlos en mecánicos , automáticos,
autonómicos y libres.
1
No es posible conocer á fondo la facultad motriz sin darse razón previa y exacta de
las diferentes clases de movimientos. Notemos, ante todo, que no se trata aquí
exclusivamente de los movimientos traslaticios ó perfectos,
Del griego mekanikós, mecánico, movimiento como de máquina ó maquinal.'
322
que suponen cambio de local en el ser que se mueve, sino de cualquiera mutación,
aunque sea de simple contracción ó dilatación de la cosa móvil. 311. Movimientos
mecánicos.— S o n los p r o d u c i d o s p o r las fuerzas ó a g e n t e s g e n e
r a l e s d e la n a t u r a l e z a , s i e m pre en virtud de principios
extrínsecos al o b j e t o q u e s e m u e v e . A este género pertenecen, por
ejemplo, las acciones y reacciones químicas, las atracciones y repulsiones
moleculares, los efectos de la gravedad, los movimientos atómicos producidos por el
calor, la electricidad, el magnetismo, la luz, etc. Llámans'e también físicos ó
químicos. 313. Movimientos automáticos.— M o v i m i e n t o s automáticos,
plásticos ú org á n i c o s s o n los p r o d u c i d o s n e c e s a r i a m e n t
e p o r las fuerzas vegetativas en virtud de algún principio intrínseco a l ' s e r
q u e s e m u e v e : por ejemplo, los movimientos del protoplasma, los
peristálticos del * intestino delgado, los latidos del corazón, etc. Aunque
prácticamente se confundan á veces, teóricamente es fácil distinguir los
movimientos automáticos de los mecánicos, fijándose en que éstos proceden siempre
de fuerzas extrínsecas al objeto que se mueve, y aquéllos de fuerzas
323
34
2
325
de las fuerzas orgánicas generales que del apetito del ser que se mueve. L o s m o
v i m i e n t o s autonómicos y los libres s o n , por consiguien^ te, l o s ú n i
c o s q u e s u p o n e n f a c u l t a d m o t r i z e n el s e r q u e l o s e j
e c u t a . De donde se sigue que la humana actividad tiene su complemento natural
y término propio en la facultad motriz, ó de ejecutar, porque es la encargada de
realizar las tendencias del apetito, del cual es adecuado instrumento. 216.
Definición de la facultad m o t r i z . — Podemos definirla diciendo que es aquella
potencia o r g á n i c a , natural c o m p l e m e n t o d e las f u n c i o n e s
a p e t i t i v a s , q u e c o n s i s t e e n la v i r t u d d e m o v e r s e ó
d e p o n e r en a c c i ó n los m i e m b r o s del c u e r p o , t r a s l a d á
n d o s e , si n e c e s a r i o fuese, desde un lugar á otro. 217. Sujeto de la
facultad motriz. Para determinar cuál es el sujeto de la facultad motriz, discuten
psicólogos y fisiólogos acerca de si esta facultad pertenece al cuerpo ó al alma.
Según los materialistas, pertenece al cuerpo; pero según Sócrates, Platón,
Aristóteles, Santo Tomás, Jouffroy • y otros muchos, la virtud de moverse, aunque
orgánica, es facultad del alma. Ha concedido el Criador esta facultad á los
animales para que puedan buscar y apro-
327
piarse lo que les aprovecha y huir de lo que les daña; pero lo provechoso y lo
nocivo lo conoce ó aprehende el animal por medio de una interna facultad de su
principio anímico; luego la virtud de moverse es facultad del alma y no del cuerpo.
Además, la raíz y principio de esta facultad tiene que ser el alma misma, tanto
porque moverse á si mismo es operación vital, y oportunamente demostraremos la
unidad del principio vital en el hombre, cuanto porque así lo acredita la
conciencia respecto á los movimientos libres que, como sabemos, provienen siempre
de determinaciones voluntarias de nuestra alma. L a doctrina materialista, que
atribuye la facultad motriz exclusivamente al cuerpo del animal, está desmentida
por la inercia, propiedad de la materia umversalmente reconocida por la ciencia
moderna. Los movimientos inorgánicos todos sujétanse á esta tendencia
incontrastable que la materia tiene de perseverar e n su estado de movimiento ó de
reposo; pero no sucede lo mismo con los animales que, como vemos á todas horas, por
sí mismos pasan continuamente del estado de movimiento al de reposo y viceversa;
luego hay que reconocer en ellos algo más que materia y sus propiedades, es decir,
alguna fuerza ó agente distinto de
3
28
bctava.
329 .
m u n i c a n c o n los m ú s c u l o s y los i n e r v a n , d o t á n d o l o s d
e las e n e r g í a s n e c e s a r i a s p a r a que entren en acción y se p o n g
a n en movimiento. 319. Distinción entre la facultad m o t r i z y l a p o t e n c
i a a p e t i t i v a . — N o se infiera de lo dicho que la facultad motriz es la
misma potencia apetitiva, actuándose por medio de movimientos espontáneos, unas
veces, y voluntarios otras. N i el a p e t i t o s e n s i t i v o ni la v o l u n
t a d p u e d e n c o n f u n d i r s e c o n la f a c u l t a d m o t r i z , p o
r q u e s o n f o r m a l m e n t e distintos sus objetos propios y sus o p e r a c
i o n e s r e s p e c t i v a s . En efecto, objeto propio.de la potencia apetitiva
es el bien, sensible ó inteligible, según sea el apetito, y objeto de la facultad
motriz son los movimientos mismos. Las operaciones apetitivas, lo mismo pueden
recaer sobre los miembros del cuerpo, que queremos poner en movimiento, que sobre
los actos del entendimiento, de los sentidos y de la imaginación; al paso que la
facultad motriz opera únicamente sobre los miembros corporales. De aquí, que no
siempre nos movamos por satisfacer una tendencia apetitiva determinada, sino muchas
veces también contra lo que el instinto apetece ó la voluntad quiere, y alguna con
el fin exclusivo de movernos. Por último,
33°
dos facultades son distintas cuando funcionan por separado y la actividad de la una
se ejerce antes y después que la de la otra. Quiere el paralítico moverse y no
puede hacerlo: lo primero es propio de la voluntad; lo segundo sería obra de Ta
facultad motriz. Según Flourens, algunos animales de cría huyen de sus naturales
enemigos y los amenazan con colmillos ó cuernos que aun no les han nacido. Los
niños toman el pecho de su madre cuando todavía no han mamado por primera vez.
Ciertos movimientos locales duran en el hombre adulto aun después de haber cesado
el acto con que la voluntad los mandó y hasta con su mandato expreso. Estos hechos
prueban que la f a c u l tad motriz se ejerce antes y después de q u e la p o t e n
c i a a p e t i t i v a s e p r e s e n t e c o n su actividad propia; luego son
facultades diferentes.
33i
LECCIÓN
D E LOS
XXIII
HÁBITOS
HÁBITOS.
222. I>e l o s h á b i t o s n a t u r a l e s y s o b r e n a t u r a l e s . — A
n t e todo hemos div i d i d o l o s h á b i t o s e n naturales y sobrenaturales,
s e g ú n q u e las c u a l i d a d e s habituadas ó fuerzas p r o d u c t o r a s
del hábito p e r t e n e z c a n á u n o ú o t r o d e los ó r d e n e s
dichos. Ejemplo de ambos géneros nos o f r e c e n las v i r t u d e s c a r d i n
a l e s p r u d e n cia, justicia, fortaleza y templanza, q u e s o n h á b i t o s
n a t u r a l e s ; y las t e o l o g a l e s fe, esperanza y caridad, que son
hábitos s o b r e n a t u r a l e s . Ahora,, los hábitos naturales únicamente
pueden encontrarse en potencias activas, naturalmente indeterminadas para producir
ésta ó aquella especie de actos; y como dicha indeterminación no es propia de las
fuerzas inorgánicas, fatalmente determinadas siempre en un sentido y para un solo
género de acciones, de aquí que los minerales sean incapaces de hábito alguno. 22S.
D e los hábitos vegetativos, s e n s i t i v o s y r a c i o n a l e s . — S e
subdivid e n los hábitos naturales p r i m e r a m e n t e en vegetativos,
sensitivos y racionales, puesto que funciones vitales d e estas tres e s p e c i e
s e n c o n t r a m o s e n el h o m b r e . S o n hábitos vegetativos todas
aquellas tend e n c i a s q u e s e les h a c e a d q u i r i r á las p l a n t a s
p o r m e d i o d e l c u l t i v o y d e la a c l i m a t a c i ó n , y al h o m b
r e á f u e r z a d e r e p e t i r d e d e t e r m i n a d a m a n e r a las func
i o n e s d e e s t a c l a s e . L a mimosa púdica, por ejemplo, encoge sus hojas
de noche y las abre de día; pero si se la mantiene de noche en local
333
334
m u y i l u m i n a d o y de día en o t r o sin luz, p o c o á p o c o a d q u i e
r e el hábito de e n c o g e r l a s d u r a n t e el día y de a b r i r l a s d u
r a n t e la n o c h e . D e la m i s m a m a n e r a y p o c o á p o c o s e a c o
s t u m b r a el h o m b r e á d i g e r i r lo i n d i g e s t o , á usar sin d a
ñ o
los v e n e n o s , e t c . S o n h á b i t o s s e n s i t i v o s l o s v i c i o
s y p a s i o n e s a n i m a l e s , c o m o la g u l a ,
la fiereza, la d o m e s t i c i d a d , el a m o r , e t c . , q u e lo m i s m o
a r r a i g a n en el b r u t o q u e en el h o m b r e .
virtudes y pasiones
características
del
h o m b r e , las m a n í a s , los f a n a t i s m o s , e t c . P u e d e n h a b
i t u a r s e t o d a s las p o t e n c i a s h u m a n a s , y cuando los hábitos
son morales y buenos se Jlaman virtudes, y vicios cuando son inmorales y malos.
aguas s u b t e r r á n e a s , e t c . Y
hábitos
adquirí-
335
d o s , p o r el c o n t r a r i o , s o n a q u e l l o s q u e p r e s u p o n e
n a l g u n a fatiga y l a r g a p r á c t i c a : por ejemplo, la ejecución grande
de un pianista, la extraordinaria delicadeza de gusto en el catador de vinos, etc.
225. l í e los hábitos activos y pas i v o s . — P o r último, aunque en rigor
filosófico toda pasión supone acción, como toda acción provoca su correspondiente
reacción, p o d e m o s subdividir también los hábitos natur a l e s e n activos y
pasivos, s e g ú n q u e la propensión ó cualidad estable sea puesta e n m o v i m
i e n t o p o r f u e r z a s intrínsecas ó extrínsecas al s u j e t o h a b i t u
a d o . L a repetición de actos origina los primeros, como acontece en casi todos
los hábitos de la inteligencia y de la voluntad, ciencias, artes ó costumbres; y la
continuidad y repetición de las sensaciones engendra los segundos, como el hábito
de no alterarse por las variaciones de temperatura, de sufrir malos olores y
sabores, de estudiar con acompañamiento de ruidos incesantes, etc. 23(5. C a u s a
d e l o s h á b i t o s y s u i n f l u e n c i a e n l a e d u c a c i ó n . — L a
causa d e los hábitos está, p o r u n a parte, en la n a t u r a l d i s p o s i c
i ó n d e la p o t e n c i a h a b i t u a d a y , p o r o t r a , en la r e p e t
i c i ó n d e l o s actos.
336
t. I, págs. 316-322.
337
3 3 8 . L e y d e l h á b i t o . — L a ley mejor probada que regula los hábitos,
puede formularse así: «el h á b i t o d e b i l i t a la s e n s i b i l i d a d
afectiva y p e r f e c c i o n a la a c t i v i d a d . » A s í se explica, por
ejemplo, que el farmacéutico y el químico sean poco menos que insensibles á los
malos olores en medio de los cuales viven; y , por el contrario, que se llegue á
adquirir habilidad prodigiosa en la ejecución de operaciones manuales difíciles.
339. L i m i t e s d e l h á b i t o . — E l hábito encuentra sus límites, p o r un
lado, en la n a t u r a l l i m i t a c i ó n d e la p o t e n c i a , facultad ú
órgano en que reside; y por o t r o e n los d e m á s h á b i t o s , p u e s s a b
i d o e s q u é los h á b i t o s a r r a i g a d o s s e o p o n e n f u e r t e m
e n t e á la adquisición d e otros hábitos opuestos.
22
SEGUNDA
PSICOLOGÍA.
PARTE
f^ACIOJSlÄIi
Muchos autores omiten esta segunda parte de la Psicología en los textos elementales
destinados á la segunda enseñanza, reservándola íntegra para la Metafísica; pero
nosotros entendemos que la Psicología racional, además de ser complemento necesario
de la experimental, tiene importancia tan grande que no se puede ni se debe
prescindir de apuntar, por lo menos, sus cuestiones capitales, poniéndolas, hasta
donde nos sea dado, al alcance de los jóvenes alumnos. Recuérdese lo dicho (16 y
17) acerca de la índole, método adecuado y división de la Psicología, y se
advertirá que, conociendo y a
34°
todas las especies de actos humanos y sus facultades productoras respectivas,
estamos en el caso de proceder al estudio de la naturaleza del alma racional,
probando primero su existencia, determinando después sus atributos esenciales,
exponiendo las relaciones que tiene con el cuerpo, y solventando, por último, las
cuestiones relativas á^su origen y duración. 232. P r u e b a s de la existencia
del a l m a i n m a t e r i a l . — Q u e h a y e n el h o m bre alma inmaterial se
prueba por medio d e la c o n c i e n c i a y d e l r a c i o c i n i o , q u e
acreditan la e x i s t e n c i a en n o s o t r o s d e u n sujeto que siente,
piensa y apetece, y de un m u n d o intelectual y moral, o p e r a c i o nes y
mundos que no pueden atribuirse al c u e r p o m a t e r i a l y o r g a n i z a d
o , i n c a p a z de producirlos. A l sujeto dicho damos el n o m b r e d e a l m a
; l u e g o el a l m a e x i s t e . E n la Psicología experimental no hemos hecho
otra cosa mas que estudiar las potencias, facultades, operaciones y actos del alma
racional, suponiendo implícitamente su existencia en virtud del principio de
substancialidad. Sentados aquellos conocimientos, estamos ya en el caso de probar
la existencia del alma humana por las razones que siguen: a) E l hombre siente,
piensa y apetece. No
341
es posible sentir, pensar y apetecer sin que exista un ser que sienta, piense y
apetezca, á cuyo ser damos el nombre de alma humana, prescindiendo por ahora de
cuál sea su naturaleza; luego el alma humana existe. b) No hay que atribuir
aquellas operaciones al cuerpo material, porque la materia por sí es inerte. Y sin
embargo, reconocemos en nosotros mismos un principio interno de espontaneidad y
voluntariedad, concentrado en la unidad más indivisible, que ejerce su imperio
sobre nuestros órganos corporales y por medio de éstos sobre la naturaleza material
toda, que se opone frecuentemente al orden material, que piensa en sí mismo y
dirige su propia actividad, cosas que no puede hacer el cuerpo: damos á dicho
principio el nombre de alma; luego el alma humana existe. c) Ese mundo intelectual
que llevamos en nuestro interior, compuesto de verdades ideales, puras, simples,
inmutables, donde el pensamiento humano encuentra todas sus delicias y por el cual
se explaya con tanta mayor holgura cuanto más se aleja de la materia, sería
incomprensible é inexplicable sin reconocer un principio inmaterial que sea su
sujeto y causa: llamamos alma á dicho principio; luego el alma humana existe.
342
344
hasta puede existir ésta sin aquél. Además, únicamente las substancias obran por
sí; el alma obra por sí: siendo principio primero de acción; luego el alma es
substancia. 343. U n i d a d . — S a b e m o s p o r la c o n ciencia que uno solo
y no dos ó más e s el s e r q u e e n n o s o t r o s s i e n t e , u n o el q u e
e n n o s o t r o s p i e n s a , u n o el q u e e n nosotros quiere, y que no
tenemos una alma para sentir, otra p a r a pensar y otra p a r a q u e r e r ; l u
e g o la u n i d a d es atributo del alma. Además, puesto que también lo es la
substancialidad, esta unidad no puede ser nominal ó abstracta, sino real,
substancial. E s doctrina del Doctor Angélico, que muchos individuos no pueden
componer un todo substancial sin algo que los una. Muchas almas no podrían, por lo
tanto, formar un hombre sin algo que las uniese. Este algo ha de ser cuerpo ó alma.
No puede ser cuerpo, porque el cuerpo más bien es unido que une, y la prueba está
en que, separado del alma, se descompone; luego tiene que ser alma. Pero en este
caso tendríamos ün alma más unida á las anteriores, y la dificultad queda sin
resolver, pues no es posible proceder así hasta el infinito. Luego necesario es
convenir en que el alma humana es esencialmente una.
353
343. S i m p l i c i d a d . — S i m p l e es lo q u e c a r e c e d e p a r t e
s ; el alma n o las tiene ni e n o r d e n á la c a n t i d a d , p o r q u e n o c
o n s t a d e p a r t e s integrantes, ni en p a r t e s integrantes p u e d e
resolverse; ni en orden á la e s e n c i a , p o r q u e t a m p o c o c o n s t a
d e varios principios constitutivos, materia y forma, por ejemplo, pues entonces
sería s u b s t a n c i a c o m p l e t a ; l u e g o el a l m a 1 h u m a n a e s
simple . I.° E s simple en cuanto á la cantidad, como se infiere de su triple acto
de percibir, de comparar y de reflexionar: d) porque si fuera extensa no percibiría
los cuerpos, pues una cosa extensa, por medio de sus partes ó elementos, percibiría
los elementos ó partes correspondientes del objeto; pero cada parte del sujeto que
percibe no podría percibir todo, el objeto, percibido, y p o r consiguiente,
23
3S4
todo el sujeto que percibe, tampoco tendría noticia de todo el objeto percibido; b)
porque experimenta á la vez muchas y diferentes sensaciones y percepciones,
comparándolas entre sí, lo cual no puede hacer un sujeto extenso, por carecer, al
sentir y percibir, de unidad indivisa; c) y porque el alma vuelve toda sobre sí
misma, contemplando sus afecciones y percepciones, y este poder de reflexión no lo
tienen los cuerpos. 2.° E s también simple en cuanto á la esencia, porque si
constara de varios principios constitutivos, por ejemplo, materia y forma: a) sería
una substancia completa, incapaz por. lo tanto de informar al cuerpo; b) y tendría
verdadera cantidad y extensión contra lo demostrado en el núm. i.° 344. Objeciones
contra la simplic i d a d . — C o n t r a la s i m p l i c i d a d d e l a l m a r
a c i o n a l s e o b j e t a q u e n a d a n o s d i c e la c o n c i e n c i a r
e s p e c t o á la s i m p l i c i d a d d e n u e s t r a a l m a ; q u e , a u n
q u e el a l m a f u e s e e x t e n s a , p o d r í a percibir en su totalidad l o
s o b j e t o s c o r p ó r e o s , s i e m p r e q u e e n el s u j e t o la p a r
t e q u e p e r c i b e c o m u n i c a s e á las d e m á s partes su p r o p i a p
e r c e p c i ó n ; q u e el s e n t i m i e n t o d e la u n i d a d é i d e n -
t i d a d p e r s o n a l e s t á d e s m e n t i d o p o r la e n f e r m e d a d
l l a m a d a neuropatía cerebrocardíaca, q u e h a c e c r e e r al e n f e r m o
q u e su y o se ha partido, convirtiéndose en o t r o ; q u e si s e d i f u n d e
p o r t o d o el c u e r p o , el a l m a e s e x t e n s a ; q u e p a r a m o v e
r l e t i e n e q u e t o c a r l e , y p o r lo t a n t o es m a terial; y p o r
último, que n a d a a r g u y e c o n t r a el m a t e r i a l i s m o l a s i m p
l i c i d a d d e l alma humana, pues también son simples los últimos elementos
materiales, llamad o s átomos. T o d o lo c u a l s e r e f u t a n o t a n d o q u
e , a u n q u e n o i n t u i t i v a , sí t e n e m o s i d e a d i s c u r s i v
a d e la s i m p l i c i d a d a n í m i c a ; q u e la c o m u n i c a c i ó n e n
t r e l a s p a r t e s d e l s u j e t o q u e p e r c i b e n o e x p l i c a la
p e r c e p ción u n a y total del objeto corpóreo;' q u e la n e u r o p a t í a c
e r e b r o - c a r d í a c a c o n f i r m a , e n v e z d e c o n t r a r i a r ,
el s e n t i m i e n t o d e la identidad personal, u n a é i n d i v i s a ; q u e
el a l m a ni o c u p a e s p a c i o ni t o c a al c u e r p o e x t e n s i v a s
i n o v i r t u a l m e n t e ; y q u e la simplicidad, tanto e x t e n sa c o m o
intensa, d e los á t o m o s no p r u e b a q u e l o s c u e r p o s p u e d e n s
e n t i r ni pensar. Estas objeciones son muchas, y únicamente en obras
fundamentales pueden exponerse y
355
35°
refutarse con la debida amplitud. Apuntaremos, no obstante, las de más fuerza y
arriba condensadas, resolviéndolas á continuación: 1. Nada nos dice la conciencia
respecto á la simplicidad de nuestra alma; luego no debemos admitirla.
Efectivamente, no tenemos idea intuitiva de la simplicidad anímica; pero si
discursiva, y la conciencia nos proporciona -los datos necesarios para adquirir
esta última mediante el razonamiento.
a
5E l alma toca al cuerpo, puesto que le mueve; es así que el contacto únicamente es
posible entre cosas extensas; luego el alma es extensa. Decimos lo mismo que en el
caso anterior. E l alma no toca al cuerpo por yuxtaposición inmediata de sus
respectivas superficies, como pueden tocarse dos objetos extensos, sino por virtud
ó influencia, para lo cual basta que la primera aplique su fuerza vivificadora y
motriz, enteramente orgánica, al segundo.
a
6. Nada arguye contra el materialismo la simplicidad del alma humana, pues también
son simples los últimos elementos de la materia, por lo mismo llamados átomos. Son
simples químicamente hablando, porque semejantes partículas invisibles tienen que
ser homogéneas; pero físicamente son compuestas, pues aunque no haya medio de
fraccionarlas, concebimos su
a
358
sigue que el cerebro piensa, ó por lo menos toma parte en el acto de pensar; luego
el alma no es espiritual. A q u í se comete el sofisma; cum hoc ergo, propter hoc,
es decir: con esto luego por esto. No es verdad que el cerebro participa
intrínsecamente del pensamiento, y a que para explicar los hechos invocados por los
materialistas basta la cooperación extrínseca del cerebro. E n otros términos, n e
c e s a r i o , e s el cerebro para pensar, no c o m o instrum e n t o c o n el c u
a l s e p i e n s a , s i n o p o r q u e , c a r e c i e n d o el e n t e n d i m
i e n t o d e i d e a s i n n a t a s y n o p u d i e n d o s u f r i r el c o n t
a c t o d e las c o s a s e x t e r n a s m a t e r i a l e s , n e c e sita v e r
estas c o s a s en la fantasía ó p o r m e d i o d e la i m a g i n a c i ó n , d e
la c u a l e s órg a n o el c e r e b r o ; d e d o n d e s e s i g u e q u e l a s
i m á g e n e s ó f a n t a s m a s s o n p a r a el e n t e n d i m i e n t o c o
m o los c o l o r e s p a r a la vista .
1
tiva y extrínsecamente, t a n t o q u e p a r a
p e n s a r , al m e n o s d u r a n t e s u u n i ó n c o n el c u e r p o , el a
l m a n e c e s i t a d e i m á g e n e s ó fantasmas. d) Locke se refugia en la
omnipotencia divina y dice: Dios que ha concedido á la materia la propiedad de
vegetar en las plantas y de sentir en los animales, ha podido del mismo modo
concederle la virtud de entender y raciocinar en el hombre. E n esta hipótesis hay
tanta superficialidad como ignorancia. Aunque como causa primera y más alta, Dios
lo gobierna y dirige todo, para el régimen del universo ha querido valerse de las
leyes y causas segundas, obra admirable de su sabiduría infinita; y no es la
materia la que vegeta en la planta, siente en el bruto y piensa en el hombre, sino
las formas substanciales respectivas, que, unidas' á la materia, la ponen en
condiciones de vegetar, sentir ó pensar, según sea la forma informante. Dentro,
pues, del orden natural por Dios establecido, es un absurdo sostener que la materia
cerebral piensa en el hombre; antes bien debe decirse que piensa la forma
^substancial humana, ó sea alma espiritual, utilizando al efecto los fenómenos
cerebrales.
363
31-8. O b j e c i ó n t o m a d a d e q u e h a y fuerzas y agentes naturales simp
l e s . — N o se confunda la espiritualidad con la simplicidad, aunque ambos
atributos están intimamente ligados, pues para que una substancia sea simple, basta
que carezca de partes integrantes, aunque por otro lado dependa de la materia, como
sucede con el principio vital de las plantas y el alma de los brutos; pero, para
que sea espiritual, se necesita que sea simple y además inteligente y libre, es
decir, que no sea material, ni de la materia dependa. Esto precisamente ocurre con
el alma racional, dotada de potencias inorgánicas, que con tanta más perfección
funcionan cuanto más se alejan y prescinden de lo corpóreo y orgánico. Las fuerzas
y agentes naturales, tales como la atracción, la electricidad, la luz, el
magnetismo, etc., son simples; luego de que el alma sea simple no puede lógicamente
deducirse que sea espiritual. E n p r i m e r l u g a r , l a s f u e r z a s y
agentes naturales, como intrínsecamente d e p e n d i e n t e s d e la m a t e r i
a , n o s o n simples, tanto que pueden fraccionarse intensiva, y a que no
extensivamente; y e n s e g u n d o lugar, a u n q u e lo fuesen, n o d a r í a n r
a z ó n b a s t a n t e d e la e s p i r i t u a l i d a d del alma, que, c o m o
hemos visto, no
364
debe confundirse con la simplicidad. 219. Identidad y actividad.—La identidad se
prueba diciendo, que uno y siempre el mismo es el principio que en nosotros piensa,
quiere y siente; uno y siempre el mismo el que informa nuestras operaciones todas,
tanto vegetativas como sensitivas é intelectivas; y una y siempre la misma es
nuestra alma, en medio de las mutaciones y cambios incesantes del cuerpo. S i en
todo tiempo y lugar, c o m o a c r e d i t a n la c o n c i e n c i a y la e x p e
r i e n c i a , el a l m a n o f u e s e l a m i s m a , n o n o s e x p l i c a r
í a m o s la m e m o r i a , n i la i m a g i n a c i ó n ; ni c o n c e b i r í a
m o s l a e x i s t e n c i a d e l a m o r a l i d a d , n i d e l a r e s p o n s
a b i l i d a d , ni a u n d e la s o c i e d a d m i s m a , siendo además
inútiles los consejos, las reflexiones y las leyes, é injustos los castigos y
recompensas; luego la identidad es atributo del alma. L a actividad anímica es de
experiencia individual y hasta de sentido común; y s e p r u e b a q u e el a l m a
h u m a n a e s activa p o r l a c o n c i e n c i a q u e l o d i c t a , la o b s
e r v a c i ó n q u e l o c o m p r u e b a , y p o r q u e e s p í r i t u
inactivo no se concibe.
365
LECCIÓN
XXVI
D E L A UNIÓN E N T R E E L A L M A Y E L CUERPO
37i
páginas
373
n o nos ocupen y preocupen con perjuicio d e las sensitivas é intelectivas, q u e s
o n m á s i m p o r t a n t e s . Tampoco es exacta la segunda parte de la
objeción, pues los anales médicos registran multitud de casos en contrario*
Feuchsterleben habla de un hombre que podía, á voluntad, hacer salir una
inflamación erisipelatosa en cualquiera parte de su cuerpo; de personas que han
llegado á convertir su corazón en órgano voluntario, y de salvajes que se mueren
sin otra causa que la de proponérselo firmemente. V i r e y refiere que algunos
paralizan, con sólo quererlo, cualquiera de sus miembros, que otros sudan cuando se
les antoja, etc. Notorio es, por último, que algunos han muerto de alegría, como
Diágoras, Sófocles y León X ; otros de risa, como Zeuxis'y Chrysipo, y muchísimos
de pena. Queda, pues, suficientemente probada la unidad del principio vital en el
hombre, doctrina que, con los Santos Padres, profesó siempre la Iglesia Católica y
confirmó Pío I X , de feliz memoria .
1 2 3
*
5
Contr. Gent., lib. II, cap. 57. In Clementina, I. Sesión 8, In Bulla Leonis X. *
Eximiam tuam, 13 de Junio de 1857.
1 5
'
377
otras al Obispo de Breslau contra los de Baltzer y recomendada también por León X I
I I al restaurar la filosofía tomista. Esta proposición es corolario de todo lo
anteriormente dicho, porque si el alma racional es principio único de todas las
operaciones vitales del hombre, según hemos demostrado, necesariamente el alma
tiene que ser forma substancial del cuerpo. Decir que el alma es forma informante
del hombre ó forma substancial del cuerpo, equivale á sostener que, en el hombre,
el alma es el primer principio constitutivo de su vida, de su humanidad, de sus
potencias, de sus facultades y de sus operaciones. Preciso es no olvidar que la
forma substancial hace á la cosa informada una, subsistente, determinada en su ser,
siendo además principio y raíz de sus propiedades y actividad toda. Demostrado
queda que el alma racional es principio único de todas las operaciones vitales
humanas, y por lo tanto raíz y fuente primera, no sólo de sus operaciones propias
como espíritu (que se reducen á entender y querer), sino también del sentir,
vegetar y moverse, operaciones corporales ú orgánicas. Ahora bien, todo lo que es
primer principio y fuente primera de
1 d
LECCIÓN XXVII
TEORÍAS LA UNIÓN ENTRE EN MODERNAS EL QUE PARA EXPLICAR Y LUGAR
8o
que la inventó y Malebranche que la sigue, sostienen que, por carecer de actividad
verdadera las causas naturales ó segundas, ni el alma obra sobre el cuerpo, ni el
cuerpo sobre el alma, sino que con ocasión de las determinaciones de uno y otro,
Dios es quien produce en ellos los actos correspondientes. Esta teoría, a) parte de
un supuesto falso, á saber: que la unión entre el alma y el cuerpo es inconcebible
é inexplicable; b) se funda en una mera hipótesis no comprobada; c) niega la unión
substancial y el vínculo intrínseco y real entre el alma y el cuerpo; d) despoja de
toda verdadera actividad á las substancias creadas, preparando así el camino al
panteísmo; e) anula indirectamente el libre albedrío; f) y pretende explicar por un
milagro continuo los hechos ordinarios de la naturaleza. E n menos palabras:
Descartes y Malebranche niegan act i v i d a d v e r d a d e r a á las c a u s a s
n a t u r a l e s ó segundas, y suponen que Dios, con o c a s i ó n d e las d e t e
r m i n a c i o n e s d e l a l m a , e j e c u t a e n el c u e r p o l o s m o v
i m i e n t o s c o r r e s p o n d i e n t e s . E s t a t e o r í a e s falsa, p
o r q u e se funda en u n a hipótesis n o c o m p r o b a d a , n i e g a la unión
substancial e n t r e el a l m a y el c u e r p o , y a n u l a i n d i r e c t a m
e n t e el libre albedrío.
38i
363. Armonía preestablecida.— Leibnitz, que inventó esta teoría, concede actividad
esencial á las causas segundas, esto es, á las criaturas, y supone que sin que
medie acción recíproca alguna entre el alma y el cuerpo, los cuales operan
independientemente el uno del otro, y por haberlo así establecido el Criador antes
de juntarlos, de tal manera se corresponden sus modificaciones recíprocas, marchan
tan acordes, con tal armonía, que parecen dos relojes distintos, marcando constante
y exactamente la misma hora. Como la anterior, esta teoría, a) parte de un supuesto
falso; b) se funda en una hipótesis no comprobada; c) niega la unión real entre el
alma y el cuerpo, reduciéndola á unión ideal, que no tiene existencia mas que en la
mente del Criador; d) destruye el libre albedrío; é) y conduce á todos los delirios
del idealismo transcendental. E n resumen: p a r a L e i b n i t z , e l a l m a y
el cuerpo operan independientemente, p e r o acordes, en virtud d e u n a armonía p
e r f e c t a , e s t a b l e c i d a d e a n t e m a n o p o r el C r i a d o r .
T a m b i é n esta teoría es falsa, p o r q u e , c o m o la a n t e r i o r , s e
f u n d a e n u n a hipótesis gratuita, niega la unión s u b s t a n c i a l , y d
e s t r u y e el l i b r e a l b e d r í o . 363. I n f l u j o f í s i c o . — I d
e a d a por Eule-
3 »2
ro y sostenida por Locke y secuaces, esta teoría explica la unión entre el alma y
el cuerpo como simple resultado de la acción física 6 influencia recíproca que
ejerce el uno sobre el otro; por cuyo motivo, á ciertas afecciones anímicas
corresponden determinados movimientos corporales, y á la inversa. E l error capital
de esta teoría consiste en reducir á mera unión accidental la que hay entre el alma
y el cuerpo, que, como vimos, es substancial. De donde resulta, que no uniéndose el
alma al cuerpo como forma y por comunicación del propio ser, estos dos principios
permanecen substancialmente distintos é independientes, formando cada uno de ellos
una substancia completa y perfecta, lo cual es absurdo. Sin incurrir, en un
materialismo grosero¡ no se concibe tampoco que el cuerpo, no informado por el
alma, y material como es, pueda influir físicamente sobre el alma, que és
inmaterial. E u l e r o y L o c k e , al s o s t e n e r l a i n fluencia f í s i c
a y r e c í p r o c a e n t r e el a l m a y el c u e r p o , c o n v i e r t e n e
n a c c i d e n t a l l a unión substancial de dichos c o m p o n e n t e s h u m a
n o s y s e i n c l i n a n al m a t e r i a lismo. 2GÍ. M e d i a d o r plástico.—
Aunque nada referente al asunto se encuentra en sus
383
obras, se atribuye á Cudworth la teoría llamada del mediador plástico, substancia
material é inmaterial á la vez, que por la parte material comunica con el cuerpo y
por la inmaterial con el alma. Este mediador plástico, semejante á los espíritus
animales 6 al médium espiritista, ni explica nada ni hay tampoco la más remota
probabilidad de que exista. E n esta teoría, además, ni siquiera se ha sabido
plantear la cuestión, pues no se trata de explicar cómo lo material obra sobre lo
material y lo inmaterial sobre lo inmaterial, sino lo material sobre lo inmaterial
y viceversa, esto es, el cuerpo sobre el alma y el alma sobre el cuerpo. E l
supuesto mediador plástico, atrib u i d o á C u d w o r t h y s e m e j a n t e á
los e s p í r i t u s a n i m a l e s ó al médium d e los e s p i r i t i s t a s ,
ni e x p l i c a n a d a n i p u e d e admitirse, por ser completamente imaginario.
265. Teoría del sentimiento corpóreo fundamental.—Rosmini hace c o n s i s t i r la
u n i ó n e n t r e el a l m a y el c u e r p o en aquella sensación p e r m a n e
n t e q u e la p r i m e r a tiene del s e g u n d o ; p e r o e s t o n a d a e x
p l i c a : a) p o r q u e u n a s e n s a c i ó n e s el e f e c t o d e la u n i
ó n , n o s u c a u s a ; b) porque para que el cuerpo fuese sentido por
384
el alma, debía causar en ella una impresión, y , como dice Santo Tomás, «nada
corpóreo puede imprimirse en cosa incorpórea»; c) porque si la unión del cuerpo con
el alma consistiese en sentirlo, esta unión cesaría en los casos de anestesia, de
sueño profundo, de deliquio, parálisis, etcétera; y d) porque tal unión no podría
darse en aquellas partes del organismo que son insensibles, como las uñas, los
nervios motores, los puntos de la piel que el compás de W e b e r ha reconocido
como insensibles, y la misma masa encefálica, que tampoco es sensible .
1
5
386
lo es el alma no puede hallarse en lugar alguno mas que con la totalidad de un ser;
luego el a l m a n o r e s i d e e n l u g a r a l g u n o d e l c u e r p o á la m
a n e r a d e las cosas e x t e n sas y materiales; p e r o , c o m o d e c í a n
los escolásticos, está t o d a ella en t o d o el c u e r p o v i v i e n t e h u m
a n o , y t o d a ella e n cada una de sus partes. 36T. Refútese la objeción de que
r e s i d e e n e l c e r e b r o . — C o n t r a la afirmación escolástica se
objeta que el alma reside en el cerebro, porque allí advertimos el laboratorio de
la actividad intelectual, allí están también los centros psico-sensoriales, y al
cerebro confluye por conducto de la médula espinal todo el sistema nervioso, de
manera que, interrumpida la comunicación entre el cerebro y los órganos de los
sentidos, no es posible sentir, ni casi p e n s a r . — E l c e r e b r o e s , sin
d i s p u t a , el instrumento ú órgano principal d e que s e s i r v e el a l m a
p a r a o b r a r s o b r e el c u e r p o ; p e r o e s t o n o q u i e r e d e c
i r q u e s e a el único, pues para sentir, p. ej., tan necesarios son los centros
psico-sensoriales, como los nervios sensitivos, como los órganos periféricos. L a
vida, además, no está circunscripta á p a r t e a l g u n a d e l c u e r p o , ni
c o n c e n t r a d a e n d e t e r m i n a d o ó r g a n o , y puesto que el
387
único principio vital existente en el hombre es el alma, claramente se advierte que
el alma está en todas las partes vivas ó animadas, es decir, en todo el cuerpo.
Esto no obsta para que el cerebro sea el laboratorio central de la actividad
anímica, porque no es posible pensar sin fantasmas ó imágenes, y localizada está la
imaginación en los hemisferios cerebrales. 268. Refútese la objeción de q u e por
ser simple, no puede estar á la v e z e n t o d o e l c u e r p o . — S i e n d o
el alma simple, ¿cómo ha de estar toda en todo el cuerpo y toda en cada parte?—Esta
dificultad nace de imaginarnos al alma como substancia corpórea, aunque sutilísima.
Si fuese material, por más que constase de un solo átomo, necesariamente ocuparía
un lugar determinado, y á la vez no podría estar en otra parte; pero la s i m p l i
c i d a d d e l a l m a n o s e o p o n e á q u e e s t é d i f u n d i d a p o r t
o d o el c u e r p o , p u e s no se trata aquí d e difusión formal c o m o la d e
los c u e r p o s , s i n o virtual como l a d e l o s e s p í r i t u s ; es
decir, el alma está y no puede menos 'de estar en todas aquellas partes del cuerpo
en donde advertimos su virtud animadora. E l hecho es indudable, y si claramente no
comprendemos cómo se verifica, menos comprenderíamos aún la acción del alma
388
encarcelándola en determinada célula del cerebro. 369. R e f ú t e s e la objeción
de q u e cada parte del cuerpo resultaría un v e r d a d e r o h o m b r e . — S i
el alma no sólo está toda en todo el cuerpo, sino que está también toda en cada una
de las partes del cuerpo, estas partes, que constan de cuerpo y de alma racional,
son verdaderos compuestos substanciales, y por lo tanto, hombres perfectos. A la
vista salta, que cuando los escolásti-
cos afirman que el alma está toda en cada una de las partes del cuerpo, significan
que allí opera con toda su virtud animadora, dotando á la parte en cuestión
de las energías necesarias para que efectúe sus funciones propias, y que allí está
como en una parte del hombre, no como en un todo separado é independiente de otro
ser, pues lo contrario equivaldría, á suponer que la cabeza, la mano ó el pie del
hombre, por ejemplo, componían por sí solos y cualquiera de ellos todo el hombre.
389
L E C C I Ó N XXVIII
PRINCIPALES ESTADOS PSICO-FISIOLÓGICOS Y PSICO-
PATOLÓGICOS
394
39S
277. A l u c i n a c i ó n . — C o n s i s t e la a l u c i n a c i ó n e n r e p r
o d u c i r las i m á g e n e s c o n i n t e n s i d a d t a n t a , q u e el a l
u c i n a d o l a s considera ocasionadas por objetos e x t e riores, en c u y a
existencia cree, a u n q u e en realidad no existen. Dicho estado se enlaza
naturalmente con los ensueños, que se diferencian de la alucinación únicamente en
que ésta tiene lugar durante
4°o la vigilia y aquéllos mientras se duerme. No satisfacen las diferentes
explicaciones fisiológicas que de la alucinación se han dado, aunque es indudable
que procede de excitaciones extraordinarias de los centros nerviosos, de aquellos
sobre todo en que se localiza la imaginación. Natural es, por lo tanto, que se
presente en las enfermedades que van acompañadas de delirio ó de extravíos
mentales; y su dependencia del organismo es tan grande, que puede producirse á
voluntad mediante el uso de substancias, tales como el opio, el hachisch y todos
los anestésicos. 27H. Locura y sus clases.—Consist e la l o c u r a en la p e r t u
r b a c i ó n d e las facultades inorgánicas, á consecuencia d e c i e r t o s e x
t r a v í o s d e la i m a g i n a c i ó n . E s t e estado psico-patológico es p r
o d u c i d o unas v e c e s por lesiones cerebrales, y por impresiones morales
vivísimas otras. Dos son sus manifestaciones principales: monomanía y manía. Cuando
la imaginación se adhiere tenazmente á determinada especie sensible, y á ella
refiere todas las operaciones intelectuales, se llama monomanía; y cuando la
imaginación está completamente trastornada, hasta el punto de producir cierta
especie de parálisis en las facultades inorgánicas, se llama
4°l
es ocasionada unas veces por lesiones cerebrales y otras por impresiones morales
intensísimas, como la pérdida total de la fortuna, la muerte de un ser querido,
etc. 379. localizaciones cerebrales.— N o queremos dar por terminado el estudio de
las relaciones existentes entre el alma y el cuerpo, sin decir algo acerca de las
localizaciones cerebrales, y a que los materialistas contemporáneos tienen empeño
decidido en localizar, no sólo las facultades sensitivas, sino también las
intelectivas, partiendo del supuesto de que ' el estudio de las condiciones físico-
químicas de la substancia gris del cerebro ha de aclarar todos los misterios psico-
cerebrales. A l tratar de los sentidos, tanto externos como internos, indicamos
como experimentalmente probables las localizaciones de ciertas facultades
sensitivas; pero importa consignar que ninguna facultad inorgánica ó intelectiva se
ha localizado hasta la fecha. C o n s i s t e n las localizaciones cerebrales en
suponer que toda facultad anímica tiene su residencia ó lugar propio en determinado
centro psico-cerebral, sin c u y o ó r g a n o la f a c u l t a d n o f u n c i o n
a . A u n q u e h a p r o g r e s a d o b a s t a n t e la P s i c o l o g í a
fisiológica, ú n i c a m e n t e s o n a d m i -
403
Contra todas, sin embargo, pueden aducirse las razones importantísimas que siguen:
1 . , la falta de acuerdo ó de conformidad entre sus partidarios, cada uno de los
cuales, apoyándose en experimentos diferentes, localiza una mismafacultad en
distintas partes del centro nervioso; 2 . , la extraordinaria difusión de la
electricidad, que no sigue la línea recta desde uno á otro reóforo, y de cuyo
agente se sirven los localizadores para sus experiencias sobre cerebros de monos y
perros; 3 . , la circunstancia de que la parte cortical de la masa encefálica, en
donde se localizan las diferentes facultades, se compone, no sólo de células, sino
también de fibras, y tan susceptibles son de excitación éstas como aquéllas; de
manera, que difícilmente puede determinarse el punto preciso que se considera como
órgano único de la facultad, cuya localización se busca; y 4 . , el hecho
acreditado por numerosos experimentos de recobrar la facultad
a a a a
404
perdida cuando con el tiempo se cicatriza la lesión que ocasionó la pérdida, aunque
el centro nervioso, cortado ó herido, no vuelve y a nunca á su integridad primera.
Preciso es, pues, desengañarse: por mucho que progrese la fisiología cerebral,
nunca le será dado saltar el abismo insondable que separa á las facultades
orgánicas de las inorgánicas.
405
XXIX
ALMA HUMANA
380. © e l o r i g e n c a u s a l . — P o r orig e n d e u n s e r e n t e n d e m
o s el p r i n c i p i o d e q u e p r o c e d e ; pero como al determinarlo nos
podemos referir al modo, manera ó causa que dio existencia al ser, ó también al
momento de la duración en que comenzó á existir, de aquí que l o s o r í g e n e s
d e l o s s e r e s s e d i v i d a n e n m o d a l e s ó causales, y temporales. L
a d e t e r m i n a c i ó n , p o r lo t a n t o , d e l origen modal ó causal del
alma humana, n o s p o n e e n el c a s o d e a v e r i g u a r d e q u é manera
comenzó á existir y de qué causa ó principio procede. 381. B e l origen temporal.—
Aver i g u a d o c ó m o c o m e n z ó á e x i s t i r el a l m a racional,
conviene resolver desde cuándo, es decir, en q u é m o m e n t o v i e n e á la e x
i s t e n c i a , si las almas fueron creadas á la
406
vez que los demás espíritus, 6 por el contrario, cada una de ellas es objeto de
especial creación en el momento de ser concebido el cuerpo, cuando el embrión se
convierte en feto, cuando el hombre nace, etc. 2H2. Principales opiniones acerca
del origen causal del alma h u m a n a . — S o n muchas, pero pueden reducirse á
las cuatro siguientes: la preexistencianista, q u e consiste en c r e e r q u e las
almas tuv i e r o n o t r a e x i s t e n c i a a n t e r i o r á la p r e s e n t
e ; la emanatista, q u e afirma q u e las almas' derívanse de Dios por emanación ó
p o r d e t e r m i n a c i ó n ; la traducianista, q u e s o s t i e n e q u e las
almas d e los hijos p r o c e d e n de sus respectivos padres; y la creacio7iista,
s e g ú n l a c u a l las a l m a s t o d a s son creadas inmediatamente por Dios,
d e la n a d a . Según Platón, las almas humanas existieron todas en los astros
desde el principio del mundo, y en castigo de sus faltas fueron encarceladas en los
cuerpos humanos; Pítágoras y los estoicos decían que el alma humana es una
partícula de la Divinidad; creyeron algunos gentiles que el alma del hombre es
parte ó derivación del alma universal del mundo; imaginó Orígenes que los ángeles y
las almas son de naturaleza semejante,
407
que unos y otras fueron creados igualmente en el principio, y que los primeros, por
haber usado bien de su libre albedrío, volvieron á Dios formando los coros
angélicos, al paso que por su desobediencia fueron condenadas las segundas á
habitar tales ó cuales cuerpos, según la mayor ó menor gravedad de sus faltas;
suponen los panteístas que las almas proceden de la substancia divina por emanación
ó determinación; afirman los generacionistas que en los cuerpos de los padres están
virtual mente contenidas las tres almas, vegetativa, sensitiva é intelectiva, las
cuales unidas se transmiten de padres á hijos por medio de la generación; y
sostienen, por último, los escolásticos, que las almas han sido creadas por Dios,
de la nada. Tan diversos pareceres pueden reducirse á las cuatro teorías
siguientes: 1. Preevistencianismo, en la cual incluímos las opiniones de Platón,
Orígenes y todos aquellos que creen en otras existencias de las almas anteriores á
la vida actual, como los partidarios d é l a metempsícosis, los espiritistas, etc.
a
384. Falsedad del emanatisnio.— Si el alma procediese de Dios por vía de emanación,
la substancia divina constaría de partes y estaría sujeta á división: si el alma
fuese una partícula de la divinidad, tendríamos que atribuir al alma naturaleza
divina. L a Teodicea y la Psicología racional demuestran lo absurdas que son ambas
conclusiones; luego de ninguna manera el alma procede de Dios, y el panteísmo 'es á
todas luces completamente falso. E n efecto,, si el alma es substancia divina,
tenemos que
409
reconocer, con San Agustín, que Dios yerra, quebranta las leyes, se engaña, es
mudable en sus juicios, resoluciones y afectos, etc., sostener todo lo cual es
absurdo y blasfemo; luego el alma no es substancia divina. Dios es Ens a se,
necesario, inmutable, infinito; el alma es ens ab alio, contingente, mudable,
finito; luego ni por emanación, ni por determinación puede participar el alma de la
substancia divina. E n menos palabras, e s falso el e m a n a t i s m o , p o r q u
e n i p o r e m a n a c i ó n , ni p o r d e t e r m i n a c i ó n p u e d e n
tener n u n c a el a l m a n a t u r a l e z a d i v i n a , ni D i o s n a t u r a
leza anímica. 385. Falsedad del tradueianismo. Tan falso es que el alma de los
hijos proceda de sus respectivos padres por educción como por generación. E n
efecto, si el alma de los hijos procediese del cuerpo de los padres, tendríamos que
un ser material produciría otro espiritual, lo que es absurdo, porque la operación
sigue al ser. Por el contrario, si el alma sola es el ser engendrante, no es menor
el absurdo que se comete sacando de un ser simple é indivisible la substancia de
otras almas distintas, pues esto equivaldría á una verdadera creación de la nada,
para realizar la cual se necesita un poder infinito que no tienen las almas de
4io
los padres. Por último, tampoco puede ser el alma de los hijos producida por el
alma y á la vez el cuerpo de los padres, á la manera como se produce el alma de los
brutos, porque éste depende del organismo, y con él perece; y el alma racional es,
por el contrario, forma substancial del cuerpo, superior á éste y en sus más
elevadas funciones, como son entender y querer, funciona independientemente de los
órganos corporales, á los cuales sobrevive. E n resumen, e s falso el t r a d u c i
a n i s m o , p o r q u e n o s e c o n c i b e q u e el c u e r p o d e l p a d r
e p u e d a p r o d u c i r u n e s p í r i t u e n el h i j o ; ni q u e el a l m
a d e l p a d r e s e f r a c c i o n e e n p a r t e s p a r a d a r e x i s t e n
c i a á la d e l h i j o ; ni, p o r ú l t i m o , q u e el a l m a d e l h i j o s
e a e n g e n d r a d a p o r t o d o el p a d r e , p u e s , c o m o s a b e m o
s , es forma substancial q u e n o d e p e n d e del o r g a n i s m o . 386.
Generacionismo rosminiano. P a r a R o s m i n i el a l m a humana» e s p r o d u c
i d a d e p a d r e s á hijos p o r g e n e r a c i ó n , c o m o en los animales,
a u n q u e sólo c o n n a t u r a l e z a sensitiva, y se convierte en intelectiva
ó r a c i o n a l m e d i a n t e la i n t u i c i ó n ó i d e a d e l ser q u e D
i o s l e i n f u n d e . P e r o esto no es posible, p o r q u e un ser simple es
i n m u t a b l e , y mal p o d r í a c a m -
4H
b i a r d e n a t u r a l e z a el a l m a s e n s i t i v a p a r a c o n v e r t
i r s e e n i n t e l e c t i v a por la simple acción extrínseca de la idea de
ser; y porque si el alma resultase racional en virtud de la luz objetiva del
concepto de ser, su espiritualidad é inmortalidad resultarían accidentales, como la
gracia, y no substanciales, como son. 387. C r e a c i o n i s m o . — N o pudiendo
proceder de Dios el alma racional, ni por erñanación ni por determinación, ni de
los padres por transferencia ni generación, necesariamente tiene que haber sido
creada de la nada (ex nihilo sui et subjectí) por Dios, que es el único que tiene-
poder para tanto. E n efecto, de dos maneras pueden empezar á existir las cosas,
por transformación y por creación. E n el primer caso, el sujeto pasa de la
potencia al acto, y en el segundo, no tenemos sujeto, pero todo el ser que antes no
existía empieza á existir. Para la transformación bastan las causas segundas
encientes, las cuales convierten en acto la potencia del sujeto; pero para la
creación verdadera es necesario el poder infinito del Criador. Las cosas
materiales, compuestas de materia como sujeto y de forma como acto, pueden llegar á
ser por transformación ó mutación; pero el alma, substancia inmaterial y simple, no
está en la materia en potencia, ni puede ser
412
atraída por ella como por su sujeto, de donde se infiere que sólo puede llegar á
ser por creación de la nada. E s así que sólo Dios posee la verdadera virtud
creatriz; luego el alma racional ha sido creada por Dios de la nada. E n resumen, n
o p r o c e d i e n d o el a l m a h u m a n a de D i o s , ni del h o m b r e p o
r transformación de substancia preexistente, n e c e s a r i a m e n t e ha tenido
que com e n z a r á existir p o r c r e a c i ó n ; es decir, necesariamente ha
tenido que ser formad a p o r el C r i a d o r d e l a n a d a . 288. Si la
creación del alma liam a n a e s i n m e d i a t a . — P i t á g o r a s ,
Sócrates, Platón, Orígenes y otros creían que todas las almas racionales fueron
creadas de una vez y para siempre en el principio del mundo, y que por de pronto
habitaron los astros; pero por haber pecado fueron condenadas luego á encarnarse en
los hombres. Esta opinión tiene grandes analogías con la metempsicosis ó
transmigración de las almas, tan generalizada en Oriente y reproducida actualmente
por los espiritistas modernos. C o n t r a t o d a s e s t a s o p i n i o n e s ,
lo m i s m o q u e c o n t r a la doctrina evoluc i o n i s t a a p l i c a d a al
o r i g e n d e l a s a l m a s , m i l i t a n t o d a s las r a z o n e s a d u c
i d a s (283) c o n t r a l o s p r e e x i s t e n c i a n i s t a s t o -
413
d o s ; l u e g o la c r e a c i ó n i n m e d i a t a s e i m p o n e , p o r ser
la más racional y satisfactoria. 389. Origen temporal del alma h u m a n a . — M á
s extendida está la creencia de que el alma racional es creada por Dios cada vez
que ha de ser informado por ella un organismo; pero discrepan los autores respecto
al momento en que esto se verifica, suponiendo unos que en el acto de la
concepción, otros que así que empieza la generación, éste cuando el embrión está y
a formado, y aquél apenas el feto toma figura humana. Santo Tomás entiende que el
embrión no necesita aún mas que alma vegetativa y sensitiva (formas materiales
ambas), que pueden ser producto de las causas segundas, como sucede en los brutos;
pero convertido el embrión en feto y provisto de sus órganos principales, crea Dios
el alma intelectiva y la une como forma substancial al cuerpo. Ni racional ni
experimentalmente sabemos nada con certeza respecto al asunto; pero la opinión
dicha de Santo Tomás, que lo fué también de muchos escolásticos importantes, está
corroborada en parte por el mismo Sagrado T e x t o cuando dice: formó, pues, el
Señor Dios al hombre del barro de la tierra y (después de estar formado) inspiró en
su rostro soplo de
414
Gen., c. II, v. 7.
415
XXX
ALMA HUMANA
N o p e r e c e r á por corrupción, p o r q u e e s s i m p l e , y lo s i m p l e
n o p u e d e c o r r o m p e r se ó descomponerse en partes que no tiene. 394.
Tampoco morirá por aniq u i l a c i ó n . — N o perecerá tampoco por aniquilación,
porque nos consta que ninguna causa ha de destruirla. d) No la destruirán las
criaturas, pues si ninguna de ellas puede cohibir ni coartar la voluntad del alma,
mucho menos podrán destruir su ser. b) Tampoco el Criador, pues si bien es verdad
que en absoluto puede reducirla á la nada, sabemos, no obstante, que no lo hará
pollas razones siguientes: I. Notorio es que en medio de las mudanzas y vicisitudes
continuas de la naturaleza corporal, ni siquiera una partícula de materia es
aniquilada por Dios, en.virtud de lo cual se dice que Dios es conservador y no
destructor de las cosas á las cuales otorgó el ser. No hay, pues, razón para que
proceda de distinta manera con el alma racional; que es una de las más nobles
criaturas que salieron de sus divinas manos.
a
27
4i8
a) Dios, infinitamente sabio, hizo todas las •cosas creadas perfectas en su género,
y dentro de esta perfección relativa no cabe que dotase al alma humana de
aspiraciones y deseos ilusorios é irrealizables. b) Dios, infinitamente bueno, no
quiere ni puede querer la burla y el engaño, y no ha podido, por consiguiente,
infundir en el alma racional ese anhelo universal y constante de inmortalidad que
todos sentimos, y para cuyo logro nos afanamos todos, cada cual dentro de su esfera
de acción, si la vida futura no existe. c) Dios, infinitamente santo, no puede v e
r con indiferencia que los hombres practiquen el •bien y el mal, la virtud y el
vicio, sin que esto tenga consecuencias ulteriores. d) Dios, infinitamente justo,
dejaría de serlo si tolerase, como frecuentemente ocurre en el mundo, que el bien y
la virtud quedasen sin su premio correspondiente, y el mal y el vicio sin •su
condigno castigo. Todo esto sucedería si no existiese una vida futura y eterna, en
la cual tengan satisfacción cumplida todos los anhelos del alma y en la cual impere
en absoluto el bien y la justicia. Luego ó negamos los atributos •divinos
enumerados, negación que implica la supresión de la Religión y de la Moral, ó
tenemos que admitir la existencia de la vida eterna
42o
formas, pero no es posible arrancarle del corazón, y este deseo inmenso, que vuela
al través de los siglos, que se dilata por las profundidades de la eternidad, que
nos consuela en el infortunio y nos alienta en el abatimiento; este deseo que
levanta nuestros ojos hacia un nuevo mundo y nos inspira desdén por lo perecedero,
¿sólo se nos habría dado como una bella ilusión, como una mentira cruel, para
dormirnos en brazos de la muerte y no dispertar jamás? N o , esto no es posible;
esto contradice la bondad y sabiduría de Dios; esto conduciría á negar la
Providencia, y de aquí al ateísmo .»
1
intrínsecamente independientes del cuerpo, que reclaman una vida futura, y acerca
de cuyas funciones nada nos dicen ni nos pueden decir los sentidos. Las almas de
las plantas y de los brutos no subsisten per se, puesto que dependen
intrínsecamente del organismo, con el cual componen una substancia completa; pero
sí el alma racional que, como hemos demostrado, puede existir y vivir separada del
cuerpo. Si, porque no la vemos con el sentido cuando la separación se efectúa,
negásemos su existencia independiente y su inmortalidad, con lógica análoga
podríamos negar su existencia cuando v i v e unida al cuerpo, y hasta la existencia
de Dios, que tampoco es visto directamente, sino indirectamente conocido en sus
obras. 2. Hemos demostrado que el hombre no puede entender ni querer sin ayuda de
fantasmas ó especies sensibles, que por medio de la abstracción el entendimiento
convierte en inteligibles; estos fantasmas dependen del organismo, y no pueden
existir por lo tanto en el alma separada del cuerpo; luego parece indudable que la
muerte de éste ha de producir la incapacidad de aquélla para las funciones
intelectivas y volitivas, ó, lo que es lo mismo, para que el alma pueda existir y
vivir separada del cuerpo. -—Para la solución de esta dificultad, nótese,
a
424
ante todo, que el enlace entre las imágenes ó especies sensibles y las ideas ó
especies inteligibles, no es interno, sino externo; no es condición absoluta del
pensamiento, sino consecuencia lógica de la unión existente entre el cuerpo y el
alma. E n la vida presente son indispensables para pensar las representaciones-
sensibles; pero esto no prueba que lo sean igualmente en la vida futura, puesto
que, como sostiene el Doctor Angélico, Dios puede determinar inmediatamente al
conocimiento la potencia intelectiva del alma por medio de especies comunicadas y
procedentes de la luz divina. Siendo así, no han de faltarle al alma, en su nueva
condición, objetos adecuados para el ejercicio de su actividad intelectual, porque
puede conocer sus actos propios, las cosas suprasensibles, y aun las mismas cosas
materiales por modo inmaterial. 3. E l hombre experimenta, lo mismo que los
vivientes todos, repugnancia invencible y horror instintivo hacia su corrupción ó
muerte; luego, como acaece con plantas y brutos, la muerte del hombre no puede ser
principio de una vida eterna y feliz.—Dotado como está el hombre de facultades
vegetativas y sensitivas, participa, en efecto, de la naturaleza de las plantas y
de los animales, y tiene que sentir
a
como ellos repugnancia instintiva hacia la muerte; pero este horror radica en la
parte más grosera de nuestro ser. E l alma inmortal, como se ha visto en la muerte
de muchos Santos, suspira por existencia mejor y anhela romper las ligaduras de la
carne para volver á su v e r dadera patria. Condensando, ¿qué dificultades se
aducen contra la inmortalidad del alma humana? Q u e la m u e r t e del h o m b r e
y la del bruto son idénticas; que no pudiendo e n t e n d e r el a l m a r a c i o
n a l m á s q u e c o n ayuda de representaciones sensibles, tampoco podrá vivir
separada del cuerp o ; y q u e el h o r r o r i n s t i n t i v o q u e l a m u e r
t e inspira, a r g u y e c o n t r a la felicidad d e o t r a e x i s t e n c i a .
A lo p r i m e r o d e lo cual se contesta, que no es propio d e los s e n t i d o
s a p r e c i a r la m a n e r a c ó m o el a l m a s e s e p a r a del c u e r p o
; á lo s e g u n d o , q u e nuestra alma p u e d e entender en la v i d a futura p
o r m e d i o d e especies i n m e diatamente c o m u n i c a d a s p o r D i o s ,
y á lo t e r c e r o , q u e a u n q u e la m u e r t e r e p u g n a á la p a r t
e animal del h o m b r e , la p a r t e r a c i o n a l s u s p i r a á v e c e s p
o r la v i d a y bienaventuranza eterna.
426
verdadera inmortalidad del alma racional y á una hipótesis como otra cualquiera,
inventada para ahogar los gritos de la conciencia, que instintivamente cree en una
vida futura de eterna felicidad ó de desventura eterna. Consiste la palingenesia en
s u p o n e r q u e el alma racional es, c o m o todas, u n a c h i s p a ó p a r t
í c u l a d e la v i d a u n i v e r s a l ó d i v i n a , y q u e la i n m o r t a
l i d a d s e r e d u c e á q u e , m u e r t o el h o m b r e , el alma pierde su
personalidad propia y t o r n a al f o c o i n e x t i n g u i b l e d e d o n d e
p r o c e d e : afirmaciones que implícitam e n t e e n t r a ñ a n , la p r i m e
r a , t o d o s l o s errores y absurdos del panteísmo más g r o s e r o , y la
segunda, una negación verg o n z a n t e d e la v i d a futura y d e la v e r d a d
e r a inmortalidad del alma humana. 3 9 8 . Definición esencial del alma r a c i o
n a l . — Resumiendo todo lo dicho en estas páginas, podemos concluir dignamente
este modesto tratado de Psicología, y dar á conocer en pocas palabras la verdadera
naturaleza del alma racional, diciendo que e s u n a substancia simple, espiritual
é inmortal, criada por Dios para ser forma substancial del c u e r p o , y p o r e
n d e principio ú n i c o d e las o p e r a c i o n e s t o d a s del h o m -
430
sensitivas
399.
Psi
Sn existencia
< <
causal. . V i a n a t i s m o , .
Su duración... Es inmortal.
P I N
433
O M I S I Ó N
Todas las lecciones constan de diez puntos ó extremos; pero, al terminar la lección
V, se traspapeló el número 50, que es como sigue, y se alteró ya toda la numeración
de la Psicología; por lo que ganamos un punto ó número al comenzar la Lógica. ¿Hay
alguna diferencia esencial entre las funciones vegetativas del lionibre y las de
los otros seres orgán i c o s ? — L a s funciones vegetativas del organismo humano
son esencialmente i d é n t i c a s á las del o r g a n i s m o animal y á las del
v e g e t a l , a u n q u e a c c i d e n t a l m e n t e diferentes, en razón á la
u n i d a d del p r i n cipio vital h u m a n o . Colocado el hombre por el Autor
sapientísimo de la naturaleza al frente de los cuerpos vivos, en .él se condensan y
refunden las operaciones todas de los vivientes inferiores. Oportunamente veremos
que el vitalismo se equivoca cuando reconoce en el hombre dos principios, la vida y
el alma, y demostraremos ía unidad del principio vital humano. Entretanto, notemos
que las funciones vegetativas del organismo humano son esencialmente idénticas á
las
28
434
del organismo animal y á las del vegetal. Claro está que, siendo absurdo suponer en
el hombre tres naturalezas diferentes, informadas por tres distintas almas, las
funciones vegetativas humanas no pueden menos de complicarse por la concomitancia é
influencia que forzosamente han de ejercer sobre ellas, tanto las funciones
sensitivas como las intelectivas. Todas dependen de un solo principio vital, como
demostraremos en el número oportuno, y por más que, generalmente hablando, las
primeras sean inconscientes é involuntarias, y voluntarias y conscientes las
segundas, en la mayor parte de los casos, las relaciones íntimas é influencias
recíprocas entre unas y otras son indudables.
435
E R R A T A S
PÁG. 34 73 73 '
85
LÍNEA 19 I 2 22 2 18 *9 9. II IO 17 27 4 4 9
DICE de percepciones (258) (259) las terceras cambien gustablcs (68) • concurre
significado mismo ó instintivo pero físicamente hoc crgo, $ropter porque éste
ejecutando
LÉASE de las percepciones (257) {258) los terceros cambian gustativos (67)
concurren significado (150). misma ó instinto pero metafísicamente hoc, ergo
¿roftter porque ésta ejercitando
96 129 173 188 224 278 320 3S7 360 410 422
Í N D I C E
Páginas
3 7
9 26
PBIMBHA
tP-A-RTE
PSICOLOGÍA
EXPERIMENTAL
36
Lección IV.—De la vida en general Lección V.—De la vida vegetativa y sus funciones
en particular Sognnda sección do !a Psicología oxporimontal
FUNCIONES SENSITIVAS
4 9 70
266
321 331
S
Q T j r ü X T I D A.
PAKTE
P S I C O L O G Í A
B A C I O S A I
338
350
365
379 389
405
415
Págs.
SEGUNDA SECCIÓN DE L A
DIALÉCTICA
D E L A S PROPOSICIONES
DIALÉCTICA
ARGUMENTACIONES
LÍNEA
DICE
LIÓ A S E
14 20
sin los
ni
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