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PSICOLOGÍA "ELEMENTAL

POR

D . MANUEL POLO Y PEYROLÓN


Catedrático numerario,- por oposición, del Instituto de segunda enseñanza de
Valencia, Doctor en Filosofía y Letras, Licenciado en Derecho civil y canónico,
Correspondiente déla Real Academia de la Historia, Individuo de la Academia romana
Filosótico-médica de Santo Tomás de Aquino, Socio de mérito de la Económica de
Amigos del País de Alicante, Vicepresidente de la Comisión de monumentos históricos
y artísticos de la provincia de Valencia, Comendador de Isabel la Católica, ex
diputado á Cortes, etc., etc., etc.

£í

A.

favorablemente informada por el Consejo de Instrucción pública y premiada con


medalla de plata en la Exposición regio?ia¿ •valenciana de 1883, con medalla de /.
clase en la aragonesa de iS86 y con medalla de oro en la Universal de Barcelona de
188S
a

5.

EDICIÓN

VALENCIA: 1902
TIP. MODERNA, Á CARGO DE MIGUEL GIMENO
AVEJ-LAHAS, II
Es propiedad de su autor, el cual se reserva todos los derechos que le conceden las
leyes y tratados de propiedad intelectual.
DOCUMENTOS

OFICIALES

DICTAMEN L a sección primera del Consejo de Instrucción pública, en sesión de i.°


de Marzo de 1886, se ha servido emitir el siguiente dictamen: «La obra titulada
Elementos y Programa de Psicología, Lógica y Etica, que ha publicado el catedrático
de esta asignatura en el Instituto de Valencia, D. Manuel Polo y Peyrolón, consta
de tres volúmenes en 4. , está escrita con la mayor claridad y excelente método, y
contiene la doctrina filosófica del angélico Doctor y Maestro Santo Tomás de
Aquino, profesada por eminentes sabios en los pasados siglos y en el actual,
mereciendo señalarse expresamente Sanseverino, Prisco, Liberatore y Taparelli entre
los extranjeros, y Balmes, Cuevas y el Cardenal P. Ceferino González entre los
españoles. »Para la mejor inteligencia de los alumnos, el autor ha traducido al
lenguaje moderno eí tecnicismo antiguo de la Escuela, y ha hecho además
0
preceder á cada parte de la Filosofía unos prolegómenos .ó lecciones preliminares,
que facilitan y hacen más sencillo su estudio. »Trata el Si". Polo en esta obra
todas las cuestiones psicológicas, examinando con lamas sana crítica las opiniones
de los defensores de los distintos sistemas que se disputan el campo de la
Filosofía; en la Lógica, al tratar de los signos, dedica varias lecciones al origen
del lenguaje, de la palabra hablada y escrita, y su análisis; por último, en la
Etica, después de ocuparse de la naturaleza moral del hombre, de los principios
constitutivos de la moralidad y del criterio y origen de la moralidad, explica los
deberes del hombre para con Dios, para consigo mismo y para con los demás,
concluyendo con útiles nociones acerca de la sociedad en general y de las
sociedades particulares, dando la fórmula para determinar las relaciones entre la
Iglesia y el Estado. »E1 Programa de Psicología, Lógica y Etica es un índice
completo de los textos de las asignaturas, muy oportuno para que los alumnos
recuerden con facilidad las cien lecciones en que está ' distribuido el mismo
programa. »Recomendables son los opúsculos y discursos filosóficos del Doctor Polo,
en especial el titulado Supuesto parentesco entre el hombre y el mono, en el que
refuta el transformismo ó sistema de Darwin, trabajo que ha merecido elogios de la
prensa extranjera, que ha sido traducido al portugués y
al francés, y del que, en poco tiempo, se han hecho dos ediciones. »E1 Sr. Polo,
que viene consagrándose durante muchos años á trabajos filosóficos y á la
propagación de los conocimientos científicos con una laboriosidad infatigable, ha
publicado también obras literarias, entre las que merecen especial mención sus
Costumbres poptüares de la sierra de Albarraa'n, y la novela original Los Mayos,
precedida de un prólogo escrito por un ilustre profesor y académico, individuo de
este respetable Consejo, que hace el más cumplido elogio del pensamiento, plan y
estilo del autor, y nos excusa de hacer su crítica, dada la indiscutible
competencia del distinguido consejero á quien aludimos. »En consideración á lo
expuesto, procede declarar que la obra elemental de Filosofía del Sr. Polo y
Peyrolón y las demás publicadas, le sirvan para los ascensos en su carrera, con
arreglo al artículo 262 de la Ley de Instrucción pública y demás disposiciones
vigentes. »E1 Presidente, Emilio Arrieta,—El Secretario, Mariano Romero Abascal.—
TLs copia para el interesado.—El Director general de Instrucción pública,
Calleja.-»
6

R E A L ORDEN «Instrucción pública.—Institutos.—Al Director general de Instrucción


pública digo hoy lo que sigue: »Illmo. Sr.:—De conformidad con el dictamen del
Consejo de Instrucción pública, S. M. la Reina (q. D. g.) se ha servido declarar
que la obra Elementos y Programa de Psicología, Lógica y Filosofía moral del
catedrático del Instituto de Valencia, D. Manuel Polo y Peyrolón, sirva de mérito
al interesado para los ascensos en su carrera. De Real orden lo traslado á V. para
su conocimiento. Dios guarde á V. muchos años. Madrid 4 de Mayo de 1886.— Montero
Ríos.—Sr. D. Manuel Polo y Peyrolón, Catedrático del Instituto de Valencia.»

EXPOSICIÓN UNIVERSAL DE BARCELONA


DE

1888

Copia literal de la hoja matriz intitulada Informe de los [Jurados.—«Producto:


Obras didácticas y de amena literatura.—Nombre y residencia del expositor: D.
Manuel Polo y Peyrolón, Catedrático del Instituto provincial de Valencia.—Los abajo
7

firmados, previo detenido examen y cumpliendo lo mandado en su Reglamento,


recomiendan á la Comisión Ejecutiva de la Exposición los productos expresados para
que se premien con MEDALLA D E ORO ( i . clase), por las razones siguientes." Por
contribuir en todas ellas á la cultura y mejora de nuestros semejantes, por la
sencillez con que están escritas y por los profundos conocimientos psicológicos que
en alguna de ellas se revelan, todo lo cual las hace muy dignas de la más alta
recompensa. —Barcelona 5 de Octubre de 1888.—El Jurado ponente: Francisco de Pa7ila
Gatell, Clemente Cortejón, Estanislao Almonacid.»
a

ADVERTENCIA

Cuatro son las ediciones que, hasta la fecha, se han agotado de esta mi obrilla de
texto, publicadas sucesivamente en los años 1879, 1S81, 1889 y 1895, con un
Pronttiario y un Compendio que vieron la luz, aquél en 1885 y éste en 1890. Al.
editarla por quinta vez, ninguna nueva protesta tengo que hacer de amoldarme en
todo á la ortodoxia católica y á los sabios consejos contenidos en la admirable
Encíclica Aeterni Patris del Papa augusto que rige los destinos de la Iglesia,
porque
8

no pienso alterarla en nada importante; pero sí debo advertir á mis lectores en


general, y á los catedráticos que me honran adoptándola, especialmente, que al
refundir estos tratados elementales me atengo en todo, tanto al espíritu como á la
letra de la legislación sobre libros de texto vigente. En virtud de esto, suprimo ó
reduzco á su mínima expresión la parte fisiológica, y en los lugares oportunos
intercalo ó anoto las nociones ontológicas, cosmológicas y biológicas, necesarias
para la fácil inteligencia de este Compendio de Psicología, Lógica y Etica. En los
correspondientes párrafos de cada lección, para evitar el resumen aparte, obligando
indirectamente á los alumnos á que lean todo el texto, con caracteres ó tipos que
resaltan, intercalo también las contestaciones concisas y categóricas á las
diferentes preguntas del Programa que, por lo menos, tiene obligación de dar el
estudiante, de memoria ó de concepto; de memoria, los que por falta de desarrollo
intelectual no estén en condiciones de poder ganar el curso de otra manera, y de
concepto, los que realmente quieran conocer estos rudimentos de Filosofía, á cuyo
fin deben leer y meditar una y varias veces todo el párrafo. Por último, el
Programa de la asignatura se compone únicamente de los epígrafes y sumarios de cada
capítulo y de cada párrafo.
COMPENDIO DE PSICOLOGÍA
Pf*ELiimUN(ñf*ES LECCIÓN I
CONCEPTO DE LA FILOSOFÍA

1. D e f i n i c i ó n n o m i n a l d e l a F i l o s o f í a . — D e f i n i r
nominalmente una cosa es explicar el significado de la palabra con que se

designa la cosa definida. L a palabra Filoso-

fía , traducida literalmente, significa amor


1

á la sabiduría. L a inventó Pitágoras de Sanios, cuando preguntado por León, r e y


de Fliunte, acerca del arte que profesaba, según refiere Cicerón, contestó que él
no sabía arte alguno, pero sí era filósofos, esto es, amante del saber, puesto que
en Grecia los que se dedicaban á los estudios denominábanse entonces sofos, 6
sabios. Pitágoras creyó inmodesto conDel griego philosophta, que á su vez se deriva
de phüos, amante, y sopliía, sabiduría.
1
10

testar que era sotos, y para salir del apuro inventó la palabra filósofos. Sócrates
generalizó después esta denominación, y desde entonces se viene aplicando á los
sabios y razonadores. 2. Definición real de la Filosofía. Definir realmente una
cosa es explicar su naturaleza. Realmente, por lo tanto, Filosofía

es la ciencia que trata de los primeros principios, razones más altas y causas
últimas de las cosas, conocido todo por la luz natural de la razón. E s ciencia y
no
arte, y ciencia primaria y especulativa, porque forma cuerpo sistemático de
doctrina con principios propios, y pertenece al orden racional puro; pero, para la
cabal inteligencia de esta definición, conviene explicar los conceptos de
principio, razón y causa.

3. D e los primeros principios.— Parece que haya algo de redundante en esto de


primeros principios; pero no, pues la palabra principio se puede tomar en
diferentes sentidos.

Principio es todo aquello de que procede algo, con dependencia ó sin ella; y
principiado lo que dimana de un principio. Ejemplos: el Criador es principio de
existencia de las criaturas; la aurora es principio de origen del día; el oxígeno y
el hidrógeno son principios de constitución ó de composición del
II

agua; y no hay efecto sin causa, ó los tres ángulos de un triángulo equivalen á dos
rectos, son principios de conocimiento, al paso que las criaturas, la aurora, el
agua y las verdades que se derivan de los dos principios de conocimiento citados,
son principiados. Vulgarmente, aunque con alguna inexactitud, suele darse el nombre
de cattsas á los principios de existencia, orígenes á los principios de origen,
naturaleza ó elementos componentes á los principios de constitución, y verdades á
los principios de conocimiento. 4. D e l a s r a z o n e s . — R a z o n e s son
los motivos ó explicaciones que damos de las verdades 6 de' las cosas, y cuando las
explican satisfactoriamente se llaman suficientes, y próximas, remotas 6 últimas,
según estén más ó menos cercanas á la verdad explicada. E n términos más
filosóficos: razones son los moti-

vos por los cuales un predicado conviene á SU sujeto. Por ejemplo: son razones
suficientes de la verdad, Dios debe ser amado, que por una parte Dios es el bien
sumo, y por otra es benéfico en sumo grado con las criaturas, las cuales, aunque
sea sólo por agradecimiento natural, deben amarle.

5 . l í e l a s c a u s a s . — C a u s a es aquel principio que tiene energía ó


virtud
bastante para producir algo, distinto ó dependiente del productor: lo producido se
llama efecto. E l calor, v. gr., es la causa
ele la dilatación del mercurio en el tubo termométrico, y la dilatación el efecto.
Esta definición coaviene principalmente á la causa eficiente, que es la causa por
excelencia; pero los filósofos admiten además: causa material, el mármol, por
ejemplo, en cuya materia se ha cincelado la estatua; causa formal, la configuración
- que le dio el escultor; causa final, el propósito que á ello le indujo (fin del
operante) ó el objeto á que se destina la estatua (fin de la obra); y causa
ejemplar, el tipo ó modelo que ideó el artista para esculpir la estatua. Trata,
pues, la Filosofía, no de las causas inmediatas y próximas de los hechos, pues
éstas se explican por las ciencias positivas ó naturales, sino de las causas
últimas, esto es, del origen de los seres, de las leyes por que se rigen, de su
esencia constitutiva, etc. Pero, como no siempre nos es dado averiguar las causas,
el filósofo se contenta con las razones suficientes, es decir, con explicaciones
más ó menos satisfactorias de los hechos que no ha podido conocer en su causa. Y
siempre la Filosofía trata de los primeros principios, esto es, de aquellas
verdades altísimas que sirven para

12

'
13

aclarar otras verdades inferiores, sin que ellas puedan ser explicadas por otras
superiores, ó de los componentes esenciales de las cosas. 6. Objeto m a t e r i a l
, f o r m a l , final, y © r i g e n d e l a Filosofía.—Vulgarmente hablando, se
confunden á veces el objeto y el fin; por eso los filósofos distinguen en las
ciencias, lo mismo que en las potencias, el objeto adecuado ó material, el
proporcionado ó formal y el final ó fin, que lo mismo puede referirse á la obra que
al operante. Objeto material de una ciencia ó potencia es la cosa misma sobre que
la ciencia versa, ó sobre la cual se ejercita la potencia, aunque otras ciencias y
potencias trabajen también sobre ella; objeto proporcionado ó formal es aquel
peculiar aspecto de las cosas que cada ciencia estudia como oficio exclusivo y
característico suyo, ó aquella razón peculiar por donde la cosa se contempla y que
cae bajo la acción de cada potencia; y objeto final, p o r ' último, es aquel que
perseguimos ejecutando al efecto una operación determinada (fin del operante), ó al
cual tiende ó se destina el artefacto (fin de la obra).

do ó material de la Filosofía es todo lo existente, increado y creado, por lo que


Cicerón la llamaba ciencia "de todas las cosas

Con arreglo á lo expuesto, objeto adecua-


proporcionado ó formal de la Filosotía los primeros principios, razones más altas y
causas últimas de todas las cosas; pero
no hay que confundir estos tres conceptos, que explicados quedan en el. punto
anterior, por más que las causas son siempre principios de existencia de sus
efectos, y la razón suficiente se identifica en ciertos casos con la causa. E l
principio implica orden, la causa influencia, y la razón suficiente conexión
lógica. Por último,

divinas y humanas. Componen el objeto

14

el objeto final de la Filosofía, directo é inmediato, es el conocimiento razonado y


profundo de todas las cosas, de su origen, de su esencia ó naturaleza, de sus
relaciones, de sus fines, etc., pues,
como dice Bonatelli, profesor de la Universidad de Padua: «el pensamiento del
filósofo se ejercita en la investigación del fondo último de toda cosa, de la
verdad más verdadera y fundamental. Cuando se penetra hasta el meollo de una cosa,
cuando se llega á aquella verdad, encontrada la cual, la razón y a no tiene que
inquirir otra, entonces está uno de lleno en la Flosofía.» Y el fin mediato é
indirecto de

la Filosofía consiste en el perfeccionamiento intelectual y moral del hombre,

porque esta ciencia lo adiestra en razonar bien,


1 5

lo acostumbra á reflexionar, le enseña las verdades más nobles é importantes, y


mejora su voluntad y sus costumbres. Cuando de orígenes se trata, conviene
distinguir el origen temporal 6 histórico, que se refiere al momento en que comenzó
á existir la cosa, del origen causal 6 filosófico que indica cómo y por qué comenzó
á existir; y haciendo aplicación de esto á la Filosofía, diremos que

tuvo su origen histórico en los pueblos orientales, de quienes la aprendieron los


griegos y romanos; y su origen filosófico en la curiosidad humana ó deseo de saber,
que es universal, instintivo é insaciable.
7. División en especies y tratados «le l a F i l o s o f í a . — S e g ú n refiere
Cicerón en el primero de sus Libros Académicos, Platón dividía ya la Filosofía en
Racional, Natural y Moral, comprendiendo en la primera todas las ciencias relativas
al conocimiento, y especialmente la Lógica; en la segunda todas las ciencias
físicas y naturales, y especialmente la Física, y en la tercera, todas las ciencias
políticas y legales, y especialmente la Etica. Pero desde Galileo en adelante
separáronse del gran árbol filosófico las Matemáticas y las ciencias
físiconaturales, quedando, por consiguiente, reducida
16

]a Filosofía á la Lógica, la Metafísica y la Etica. Posteriormente se añadió á las


partes dichas la Estética, porque, en efecto, el ser puede estudiarse de estas
cuatro maneras: en sí mismo, como ser real que está en las cosas de la naturaleza,
y de aquí la Metafísica; como verdadero, en cuanto es conocido por el
entendimiento, y de aquí la Lógica; como bueno, en cuanto es querido por la
voluntad, y de aquí la Etica, y como bello, esto es, en cu-anto es gozado por la
sensibilidad, y de aquí la Estética.

Muchas otras divisiones se han hecho además de la Filosofía; pero, por sencilla y
clara, preferimos la contenida en el siguiente cuadro: ^Ontología.
Objetiva.
FILOSOFÍA. . . / \Subjetiva..

. . /¡Teodicea.

¡Cosmología. [Psicología. . .sLógica. (Ética.

L a mejor división en partes de toda ciencia, es aquella que se funda en la natural


distribución en miembros de su objeto propio. Las causas y razones últimas de los
seres, objeto
17

propio de la Filosofía, ó se refieren al hombre, que es el sujeto que conoce, ó á


Dios y el universo, que son los objetos que pueden ser conocidos. Verdad es que el
hombre puede tomarse á sí mismo como objeto de conocimiento: no por eso esta
ciencia dejaría de referirse al sujeto. Con los tomistas Sanseverino y González
podemos, por lo tanto, dividir la Filosofía en objetiva?, que comprende todas
aquellas ciencias que tratan preferentemente de las cosas ú objetos cognoscibles, y
subjetiva?, que abarca todas aquellas otras q u e , con predilección, tratan del
hombre, que es el sujeto que conoce. E n rigor, ciencias meramente subjetivas ó
meramente objetivas no existen, pues todo conocimiento supone, por una parte,
sujeto que conozca, y objeto que sea conocido, por otra; y por consiguiente, las
ciencias todas han de referirse á la vez al sujeto y al objeto científico. Nuestra
división se funda sólo en la nota pre1

El Cardenal Fr. Ceferino González en su Filosofía elemental, cap. prel., párr. III,
y Sanseverino en su Philosophia christiana cum antiqua et nova comparata,
Introductio. - Del latín objectum, objeto, como si dijera: lo que se refiere á los
objetos ó cosas pensadas. Del latín subjectum, sujeto, cosa refeiente al sujeto que
piensa.
1 s
i8

dominante. Pero la Filosofía objetiva puede encaminarse directamente al


conocimiento del ser en general, en cuyo caso se llama Ontología , ó de Dios ppr la
razón natural estudiado, y entonces se llama Teodicea*, ó también Teología?
natural, para distinguirla de la revelada, ó de los supremos principios del mundo,
y recibe el nombre de Cosmología^. La Filosofía subjetiva, por otra parte, ó
estudia al hombre en su naturaleza íntima, en cuyo caso se llama Psicología , ó
estudia al entendimiento humano en sus relaciones con la verdad, y entonces recibe
el nombre de Lógica , 6 trata de la voluntad humana en sus relaciones con el bien,
que es lo que compone la Ética ó Filosofía moral . No
1 5 6 1 s 1

°
5

Del griego dntos, ente, ser, y lagos, tratado. Del griego Theós, Dios, y diklou,
decir, ó dike,

justicia. Del griego Theós, Dios, y lagos, tratado. Del griego ko'smos, mundo, y
lagos, tratado. Del griego psyché, mariposa, soplo, aura que refresca, alma, y
lagos, tratado.
4 3

Del griego logíké, que á su vez se deriva de logos,

palabra que además de tratado significa también verbo, discurso, razón, como si
dijéramos: arte de discurrir ó tratado del raciocinio. Del griego ethikós, lo
referente á las costumbres, que á su vez se deriva de ethos, costumbre, es decir:
tratado de las buenas ó malas costumbres. Del latín mos morís, costumbre, palabra
derivada
7 8
falta quien á la Psicología le da el nombre de Antropología)-; pero esta palabra
puede entenderse en sentido lato, como significando la ciencia del hombre en
general, y en sentido extricto para referirse, sólo á aquella parte de la
Psicología que trata de la naturaleza del alma y de sus relaciones con el cuerpo.
S. Relaciones entre la Filosofía y l a s d e m á s c i e n c i a s . — L a
Filosofía está

relacionada con todas las ciencias en general, que toman de ella el método, la
trabazón lógica y la forma verdaderamente científica; y con algunas especialmente,
como la Fisiología'', las Matemáticas , el Derecho , la Física general, etc.,
tanto, que muchas de éstas tienen su Filosofía especial, y así se dice Filosofía
3 1 5

de modus, que quiere decir medida, tasa, y que equivale á lo que nosotros
entendemos por mesura en el obrar ó en las costumbres. Del griego anthropos,
hombre, y lagos, tratado. Del griego physis, naturaleza sensible, y lagos,
tratado,, esto es: tratado de los seres animados ó vivos. Del griego máthema,
enseñanza.
1 2 5

Del latín directus, dirigido, ó de dicerere jus,

pronunciar sentencia, interpretar la ley. Del griego physiqué, ciencia de la


naturaleza, de
5

physis, naturaleza.
del Derecho, de la Historia, de la Literatura, etc. Pero no puede ni debe
confundirse la Filosofía con las ciencias especiales, porque sus objetos propios
son formalmente distintos. Todas las ciencias particulares estudian las razones y
causas inmediatas 6 próximas de aquellos fenómenos que dilucidan: la Filosofía, por
el contrario, estudia las razones últimas, las causas más altas. Todas las ciencias
tienen sus principios fundamentales característicos y propios: la Filosofía, en
cambio, estudia aquellas verdades altísimas ó primeros principios que á todo saber
ó disciplina son aplicables. En las ciencias físico-naturales, por ejemplo, se
estudian los cuerpos y agentes de la naturaleza, averiguando sus elementos
componentes, sus propiedades, las leyes por que inmediatamente se rigen, etc.: todo
esto son causas y razones próximas. Pero en Metafísica se estudian- las razones
supremas y absolutas de los seres, las causas últimas de los cuerpos, su origen,
finalidad, destino, etc. 9. Utilidad c importancia de la

20

F i l o s o f í a . — E s altamente útil é importante, porque presta fundamento


sólido á las demás ciencias y facilita su progreso, satisface cumplidamente la
natural curiosidad ó deseo de saber, vigoriza la
voluntad dándonos á conocer al hombre, regula nuestras costumbres y, en ciertos
casos, hasta presta importantes servicios á la Religión misma.
Pueden ampliarse estas razones de la manera siguiente: a) Dado el enlace interno
que hay entre los principios filosóficos y las verdades y teorías científicas de
toda clase, lo mismo del orden físico-natural que del sociológico-legal, la
Filosofía da solidez á todas las ciencias y facilita su progreso. b) Satisface
cumplidamente la curiosidad ó natural deseo de saber, y perfecciona la
inteligencia, dotándola de la sagacidad, prudencia y acierto necesarios para la
solución de las más abstrusas cuestiones. c) Vigoriza y dirige con acierto la
voluntad, dándonos á conocer al hombre en sí mismo y en sus relaciones con los
demás seres, regulando nuestras costumbres, haciéndonos ver las excelencias de la
virtud y los desórdenes del vicio y formando nuestro carácter. d) Por último,
presta importantísimos servicios á la Religión y á la fe, demostrando esas verdades
que los teólogos llaman preámbulos de la fe, como la existencia de Dios, su
veracidad, providencia, etc., y comunicando á la Teología,

21
22

de la que por otra parte es criada, en expresión de los filósofos escolásticos, su


«naturaleza, hábito é índole de verdadera ciencia, pues es grande alabanza de la
Filosofía ser considerada baluarte de la fe y firme defensa de la Religión .»
1

10.

Tendencia

antiíilosóíica

mo-

d e r n a . — L a tendencia positivista moderna es antifilosófica en sumo grado y


pretende suprimir la Filosofía, fundándose en que no es ciencia especial, sino el
espíritu y resultante de todas las demás; en que estudia al hombre abstracto, que
no existe, y en que las causas primeras son incomprensibles, todo lo cual es falso,
pues su objeto propio es formalmente distinto del de todas las otras ciencias, y la
razón puede llegar á comprender tanto la esencia humana como las causas primeras.
Los progresos indudables de las ciencias que hoy se llaman positivas, esto es, que
se limitan al estudio de los hechos y de las leyes referentes al orden material y
sensible, y la aplicación inmediata que de dichos conocimientos se hace á la
satisfacción de nuestras Carta Encíclica -Eterni Patris de 4 de Agosto de 1879.
1
23

necesidades orgánicas, á la industria, al comercio y á la agricultura, han


producido una fatal reacción antifilosófica, que pone á muchos en el caso de
despreciar la Metafísica , en proporción á lo mucho que progresan y aprecian las
ciencias físico-naturales.
1

Los disparos contra la Filosofía en general, y la Metafísica en especial, parten,


sobre todo, de las escuelas llamadas positivista, crítica é histórica, y sus
objeciones principales pueden reducirse á las siguientes: 1. L a Filosofía, mejor
que ciencia especial, independiente, es como el espíritu y resultante de todas las
demás ciencias. Todas tienen, pollo tanto, su parte filosófica; pero no existe
ciencia alguna que merezca el nombre específico de Filosofía.— Contestación. Verdad
es que la Filosofía, con los datos y conocimientos que le proporcionan las ciencias
naturales, construj^e su edificio sistemático remontándose á superior esfera, y es
como el alma, el pensamiento, y hasta si se quiere la resultante de todas las
ciencias'; pero tiene su jurisdicción propia, y su objeto es formalmente distinto
del de las demás ciencias. E n efecto; las esencias, las causas y
A

Del griego meta ta pkysiká, después de las cosas naturales, locución con que
Aristóteles principia este tratado de su Filosofía.
1
2

razones últimas, los orígenes y destino de los seres, únicamente los estudia y los
puede estudiar la Filosofía; luego la Filosofía es ciencia independiente y distinta
de las demás ciencias. 2. L a Filosofía estudia al hombre abstracto é ideal, que no
existe en parte alguna ni se parece al hombre concreto y viviente.— Contestación.
Cierto que la Filosofía estudia al hombre abstracto y genéricamente considerado por
medio de la Psicología; pero exactamente lo mismo hacen todas las ciencias, que
abstraen y generalizan los hechos individuales para descubrir sus leyes generales,
y aquí está su carácter verdaderamente científico. L a Psicología, además, observa
el hecho individual por medio de la conciencia, y generalizando después y
comprobando sus leyes por medio de la Fisiología y de la Historia, determina la
esencia humana, común á todos los hombres.
a

3. L a Filosofía estudíalas causas primeras que no pueden llegar á ser conocidas


por la experiencia, y sobre las cuales nada puede decirse con certeza.—
Contestación. ¿Acaso la experiencia es la única fuente de conocimientos? Entonces
neguemos la existencia del éter, del á t o m o y de otras mil cosas que admiten los
físicos y naturalistas, porque aunque no caen bajo la inspección de los sentidos,
hay que
a
25

suponerlas para la explicación de multitud de hechos naturales, inexplicables sin


tales hipótesis. L a razón es, pues, algo más que una hipótesis, y la razón humana
proveerá y ha provisto siempre al hombre de esos conceptos universalísimos, sin los
cuales es imposible hasta pensar, y de cuya existencia estamos más seguros que de
las visiones microscópicas, según reza la teoría de A b b e . Los enemigos de la
Filosofía, semejantes á los escépticos que, dudando de todo, afirman su propia
duda, arguyendo contra la Filosofía, filosofan y corroboran su existencia.
26

LECCIÓN II
DE L A PSICOLOGÍA EN GENERAL

11. Definición n o m i n a l d e la P s i c o l o g í a . — Compuso la palabra


Psicología Adolfo Goclenio, catedrático de Filosofía en la Universidad de Marburgo,
quien en 1590 publicó una obra titulada: Psicología, hoc est, de hominis
perfectione, anima, ortu, etc., denominando, por consiguiente, Psicología á la c i
é n G i a del hombre. L a palabra Psicología se compone de las dos raíces griegas
psyché,

mariposa, soplo, aire que refresca, alma, y legos, tratado; de manera que podemos
definir nominalmente la Psicología diciendo que es la ciencia ó tratado del alma.

13. Significación de las palabras a l m a , á n i m a y e s p í r i t u . — A l m a


quie-

re decir todo principio interior de vida


Ó movimiento, por lo que los paganos reconocían la existencia de tantas almas como
clases de vivientes, y aun de operaciones vitales, admitiendo alma vegetativa, alma
sensitiva
• 7
2

y alma racional, no solamente suponiendo la primera en las plantas, la segunda, en


los brutos y la tercera en los hombres, sino también las tres simultáneamente en el
hombre solo, por darse en él operaciones vitales de estas tres especies. E n
sentido moderno se da el nombre de vida al principio interior de-las plantas,
usando preferentemente la palabra alma para designar el de los brutos y el del
hombre.

L a palabra ánima se deriva del griego ánemos, viento; y en este sentido la


emplearon Horacio, Lucrecio y hasta el Génesis cuando la llama spiraculum vitae,
hálito ó soplo de vida, por más que en sentido pagano dicho viento fuese material,
aunque sutilísimo, y en sentido cristiano el hálito divino indique claramente que
se trata de substancia espiritual. Vulgarmente, en castellano, alma y ánima son
palabras sinónimas, aunque se emplean preferentemente la primera para indicar el
espíritu humano vivificando al cuerpo, y la segunda para nombrar á las ánimas del
Purgatorio ó sea las almas separadas de sus respectivos cuerpos. E s propio también
hablar del alma de los animales y de los hombres, pero no del alma de las plantas,
que suele llamarse vida.

Por último, damos el nombre de espíritu á todo ser inmaterial y simplicísimo,


28

inteligente y libre: por ejemplo, los ángeles,


y lo mismo hacemos con nuestras almas separadas del cuerpo; pero, para no
confundirlos, decimos de los primeros que son espíritus puros, y consideramos
siempre al espíritu humano subs* tancialmente unido al cuerpo. De manera que no son
substancias diferentes, como pretenden algunos psicólogos modernos, el espíritu y
el alma del hombre, porque nuestra alma es espiritual, como veremos oportunamente,
aunque la consideremos animando y vivificando todo nuestro organismo; pero sí
podemos tomar dichos vocablos, e l . primero en significación genérica para
referirnos á todo espíritu, y el segundo en significación específica para
referirnos exclusivamente al espíritu humano, pues el alma de los brutos no es
espiritual. 13. Definición real de la Psicol o g í a . — A t e n d i e n d o á su
contenido, podemos definir la Psicología diciendo que es aquella

parte de la Filosofía subjetiva que estudia los actos, funciones, facultades,


potencias, existencia, atributos ó naturaleza, relaciones, origen y duración del
alma racional ó humana.
14t. O b j e t o m a t e r i a l , formal y f i n a l d e l a P s i c o l o g í a .
— S e g ú n la doctri-

na anteriormente expuesta, objeto adecuado


29

ó material de la Psicología es el hombre; objeto proporcionado,ó formal, el hombre


como s'er inteligente y libre, es decir, el alma; y objeto final, el conocimiento
de nuestra naturaleza para el logro de nuestro destino.
15. S u carácter y en q u é se difer e n c i a d e l a s d e m á s c i e n c i a
s . — D e lo

dicho se desprende que la Psicología es ciencia filosófica, antropológica y


biológica , que por su objeto formal claramente se distingue de las demás ciencias
de igual índole. E s filosófica, porque no
1 2

estudia las razones-y causas próximas de las funciones vitales humanas, sino las
últimas; es antropológica, porque del hombre trata en su parte esencial; y es
biológica, porque estudia al hombre, funcionando, como viviente. No puede, por lo
tanto, confundirse a) con la Fisiología, que trata de las funciones vitales, de los
diversos órganos de los vivientes, de su nacimiento, evolución y muerte; b) con la
Anatomía , que estudia la com3

Del griego avthropos, hombre, y lógos, tratado. Del griego bíos, vida, y lógos,
tratado. Del griego anatomf, forma de anatemno, yo corto

posición de los órganos en sus tejidos y partes compactas (fibras, membranas,


músculos); c) con la- Histología , que versa sobre los elementos figurados de que
constan los tejidos y partes compactas; . d) con la . Química orgánica, que trata
de los últimos elementos celulares; e) ni con la Botánica y Zoología , que estudian
la figura propia de cada especie de vivientes, á fin de distinguirlos y
clasificarlos. 16. M é t o d o «|ue d e b e aplicarse á la solución de los
problemas psico1 2 8 4

l ó g i c o s . — E l analítico y sintético' á la vez, que para el estudio del alma


lo mismo se sirve de la observación interna
5 1

que del raciocinio. L a Psicología es una,


porque una y la misma es en todos los hombres la esencia del alma; pero es y a
imposible rechazar sistemáticamente la Psicología experimental, después de los
indudables adelantos realizados
reiteradamente, que á su vez se deriva de ana, con insistencia, y temno, yo divido.
Del griego kistos, tejido, y lo'gos, tratado. - Del griego chymós, zumo. Del griego
botáné, planta. Del griego zoon, animal, y lo'gos, tratado. Del griego analysis,
descomposición. Del griego syntkesis, recomposición.
1 5 4 5 6
3i

en nuestros días por la Fisiología, aplicada sobre todo al estudio de la inervación


, de los movimientos reflejos, de las sensaciones, de las localizaciones
cerebrales, de la sensación, del sonambulismo , del hipnotismo , de la locura,
etcétera, etc. IT. D i v i s i ó n e n p a r t e s y secciones d e l a P s i c o l
o g í a . — P o d e m o s dividirla en dos partes, llamadas Psicología experimental
la primera, y racional la segunda; y subdividimos cada una de estas partes en cinco
secciones, que tratan: en la experimental, de las funciones vegetativas,
sensitivas, intelectivas, apetitivas y locomotivas del hombre; y en la racional, de
la existencia, naturaleza, relaciones con el cuerpo, origen y duración del alma
humana. División y subdivisiones que pueden abarcarse de una mirada en el siguiente
cuadro:
1 2 3

\c. Del latín in, en, dentro, y nervus, nervio, esto es, la manera como los nervios
reciben y transmiten las excitaciones desde sus extremidades á los centros
nerviosos y viceversa. Del latín somnus, sueño, y atribulart, andar... durante el
sueño. Del griego hypnos, sueño.
1 2 5
32

í De las funciones vegetativas. \l)e las funciones sensitivas. Experimental..;De


las funciones intelectivas. I • JDe las funciones apetitivas. [De las funciones
locomotivas. Psicología.' [De la, existencia del alma humana. iDe la naturaleza del
alma, liumana. Racional.. . .(Del alma en sus relaciones con el cuerpo. /Del origen
del alma liumana. [De la duración del alma humana.
1S. gía Relaciones entre la Psicoloy l a s d e m á s c i e n c i a s . — D e la
mis-

ma manera que el hombre no se encuentra aislado en el mundo, sino que vive en


comercio continuo y relaciones íntimas con los demás seres, así también la
Psicología está estrechamente relacionada con casi todas las ciencias metafísicas,
antropológicas y sociales; pero recibe especial auxilio de la Lógica, la Etica, la
Ontología, la Cosmología, la Biología y la Fisiología sobre todo. E n
efecto, la Psicología debe á la Lógica el estudio completo de la potencia
intelectiva, formulando sus leyes y aplicándolas al razonamiento; á la Etica, el
conocimiento de las relaciones exis-
tentes entre la voluntad y el bien; á la Ontología, los conceptos importantísimos
de substancia, accidente, causa, efecto, esencia, existencia, naturaleza,
principio, etc., sin los cuales es imposible comprender ciencia alguna filosófica;
á la Cosmología, lo poco que se sabe acerca de la composición substancial de los
cuerpos, su origen, desarrollo, destino, etc.; á la Biología, la índole, especies é
influencia de los principios vitales; y obvio es que sin todos estos conocimientos,
directa ó indirectamente adquiridos, es imposible formarse idea clara y completa de
nuestra alma. 19. Conexiones armónicas entre la P s i c o l o g í a y la
Fisiología.—Pero

dichas relaciones son aún más estrechas, más íntimas, si cabe, entre la Psicología
y la Fisiología, que se armonizan perfectamente para estudiar al hombre.
Este es el objeto material de ambas; pero el objeto formal de la Psicología es el
hombre sensitivo, inteligente y libre, ó sea el alma; y el objeto formal de la
Fisiología es el hombre organizado, vivo, ó sea las funciones vitales del cuerpo.
Para sus estudios se sirve aquélla de la conciencia ú observación interior, y ésta
de la exterior y de los experimentos. De la

misma manera que el alma y el cuerpo


3
se compenetran y casi se funden para formar al hombre, así también las funciones
fisiológicas y las psicológicas se completan y presuponen de manera, que es
imposible estudiarlas y comprenderlas separadas é independientes. Existe un
punto que pudiéramos llamar de contacto, aunque misterioso, para cuya explicación
ambas observaciones son necesarias, si se quiere comprender á todo el hombre. A s í
lo demuestran la sensación y el movimiento procedente de impulsión interna. Por lo
tanto, sin los suficientes conocimientos fisiológicos referentes á los órganos y
funciones de los sentidos externos-ó corporales, de los sentidos internos, del
sistema nervioso en general y de la masa encefálica en particular, etcétera, es de
todo punto imposible darse cuenta exacta de percepciones, de las ideas, de las
sensaciones externas é internas, de los sentimientos, pasiones y apetitos, del
comercio entre el alma y el cuerpo, de la influencia grande que la parte moral del
hombre ejerce sobre la parte física y viceversa, de las relaciones entre el
pensamiento y el cerebro, de la participación. que tiene el organismo en las
funciones de la imaginación y la memoria, del sonambulismo, locura, hipnotismo^
etc., etc.

34

.
35

Sería, pues, muy conveniente que el estudio de la Fisiología precediese al de la


Psicología, ó que se aprendieran las dos á la vez, suprimiendo de un golpe esa
especie de antagonismo que existe entre fisiólogos y psicólogos, remora fatal de
los estudios antropológicos. 20. Utilidad e importancia de la

P s i c o l o g í a . — E s tan importante y útil como el hombre mismo, pues trata


del , más noble de sus componentes, sirve de fundamento á las ciencias
antropológicas", éticas y sociales, y es la única que puede darnos á conocer
nuestro origen,
naturaleza y destino. L a sana Psicología es
además la mejor refutación del grosero materialismo y positivismo orgulloso, que
tantos estragos causan en las creencias de la juventud, y el único fundamento de la
inmortalidad del alma, la más consoladora y ejemplar de las verdades filosóficas.
PRIMERA PARTE
PSICOLOGÍA EXPEPjmEflTÄlJt

LECCIÓN MI
DE LAS POTENCIAS EN GENERAL

31.

Definición

de

la

Psicología

e x p e r i m e n t a l . — P s i c o l o g í a experimental es aquella primera


parte de la Psicología que trata de las potencias, facultades, operaciones y actos
del alma humana, efectuando preferentemente su estudio por medio de experimentos y
observaciones, tanto internas como e x ternas. Muchos autores dan á esta parte el
nombre de
1

Dinamilogía , que quiere


1

decir

Del griego dynámis, fuerza, potencia, facultad, y lagos, tratado, esto es, tratado
de las potencias del alma.
37

tratado de las fuerzas ó facultades, y la dividen en general y especial. Otros


dividen la Psicología experimental en Estética (tratado de la sensibilidad),
Noología (tratado del entendimiento) y Prasología (tratado de la actividad); pero
como estos nombres no expresan con exactitud nuestro pensamiento, en armonía con lo
y a apuntado y prescindiendo de palabras técnicas, subdividiremos la Psicología
experimental en tantas secciones como indicadas quedan ( i / ) y como son los
géneros de las potencias.
1 2 3

33. P r e n o t a n d o ^ metafísicos acerca de la potencia, de la acción y d e l a


c t o . — P o t e n c i a es la capacidad del

ente para recibir una realidad ó perfección cualquiera, llamándose objetiva la


posibilidad que tiene el ente de existir ó no existir; y subjetiva la posibilidad
de hacer [activa) ó de sufrir (pasiva). E l nogal, por ejemplo, está en potencia
objetiva en la nuez; y el nogal tiene la potencia subjetiva activa de dar ó no dar

Del griego aistháucstai, sentir. - Del griego naos, noción, conocimiento,


entendimiento, y lo'gos, tratado. Del griego prdsseiu, practicar, hacer, y lagos,
tratado.
1 ! 3
fruto, y la potencia subjetiva pasiva de ser ó no destrozado por el leñador. Acto
es toda realidad que completa y perfecciona al ente capaz de recibirla: por
ejemplo, ei nogal está en acto después de haber brotado de la nuez. Ser en potencia
quiere decir aptitud ó capacidad para el acto, y ser an acto, estar y a en posesión
de la perfección propia. A l principio del curso, por ejemplo, todos los
estudiantes tienen el sobresaliente en potencia; pero en acto, únicamente aquellos
que al examinarse lo obtienen. Los modernos distinguen también entre facultad y
ejercicio, cosas que no siempre van juntas y que, en el fondo, entrañan los
conceptos de potencia y acto.

El tránsito del ser en potencia al ser en acto, esto es, de la posibilidad á la


realidad, constituye la acción, operación ó función, que todo viene á ser lo mismo.
El término de la acción se llama
acto, hecho ó fenómeno ,
1
1

aunque esta última

Del griego phaiuomai, aparecer, que á su vez se deriva de phainoo, manifestar,


lucir, brillar; de manera que fenómeno quiere decir lo que aparece y se ve con los
ojos de la cara.
39

palabra significa lo aparente y aquélla lo real. También se contrapone el fenómeno


al noúmeno y entonces aquélla significa lo que v a y viene, lo que pasa y se muda ó
cambia, y ésta lo permanente, lo inmutable, lo que subsiste, en las cosas, lo que
da unidad á la multiplicidad fenomenal.
1

33. División d e los actos y d e las a c c i o n e s . — E l acto puede ser puro ó


irreceptus(no recibido), cuando no se

mezcla con potencia alguna ni en su origen ni en su término; y no piiro ó


receptus*, que es aquel que partiendo de alguna potencia activa es recibido en otra
potencia pasiva. Ejemplo del primero,
Dios; del segundo, la sensación. Acto primero ó forma es el que no

presupone otra realidad determinante:

por ejemplo, el alma racional; y acto segundo ú operación es el determinado ó


informado

Del griego noehí, pensar, conocer, como si dijéramos: lo que tieneque adivinarse ó
conocerse pormedio del entendimiento, puesto que está oculto y no se ve. Del
prefijo latino ir, por in, no, y del verbo reciñere, recibir, esto es, no recibido.
Del latín recipere, de re y capere, volver á tomar, recibir.
1 2 3
40

por el primero: por ejemplo, los actos vitales producidos en el hombre por el alma.

Acción inmanente es aquella que permanece en el sujeto agente perfeccionándole,


porque su término es intrínseco á la misma causa productora: por ejemplo,
1

vivir y pensar.

Acción transeúnte es aquella que pasa del sujeto al objeto, no terminándose en


aquél, sino en éste, que en cierto sentido queda perfeccionado: por ejemplo,
1

escribir. Actuarse una cosa es pasar de la potencia al acto, ó del acto primero ó
forma al segundo ú operación. Concluyen las acciones humanas inmanentes con hechos
internos, llamados también inmateriales, psíquicos ó de conciencia; y las
transeúntes con hechos externos, llamados también materiales, sensibles, físicos y
cosmológicos. Unos y otros son susceptibles de prueba experimental, y tan
convencidos quedamos, por la observación externa, de la existencia del agua que cae
y nos moja en días de lluvia, como por

Del latín ¿n, en, y manere, permanecer. Del latín transiré, pasar de un lugar á
otro.
41

la observación interna, del recuerdo ó pensamiento que nos preocupa. 34. l í e l a


potencia real ó facilitad en general, d e l todo potencial y de l a s p a r t e s p
o t e n c i a l e s . — Los cuerpos todos pueden concebirse como aptos' para hacer
ó sufrir varias cosas. Dicha aptitud, que puede ser doble, se llama potencia; en el
primer caso activa, y pasiva en el segundo. Preferentemente se aplica á la activa
el nombre de potencia, reservando el de capacidad para la pasiva. Santo Tomás
define la potencia activa

diciendo, que es aquel principio del cual procede próxima é inmediatamente la


1

operación . En el alma, por ejemplo, potencia sensitiva es aquel principio próximo


del cual inmediatamente proceden las sensaciones; pero el principio remoto y último
en el cual la potencia radica, es la misma alma. Algunos prefieren el nombre
facultad al de potencia. Uno y otro significan poder, fuerza ó virtud, instrumento
á propósito parahacer algo. E n el hombre las potencias anímicas son principio
inmediato y próximo de las acciones; y el alma, distinta como veremos de sus
potencias, principio mediato y remoto. ^ Poteníia iiih.il áliud est quam proximum
principium opcrationis.-—Summ. The., I. p., q. 78, a. 4.
1
42

Los autores emplean indistintamente Jas palabras potencia y facultad; pero aquélla
es algún tanto más general que ésta, y aunque no lo fuese, como la confusión en las
ideas procede casi siempre de falta de precisión en las palabras, conviene dar á
cada una su acepción única y no emplearlas nunca en otro signiñcado diferente.
Daremos, pues, el nombre de potencias á las virtudes ó fuerzas primordiales del
alma humana, fuente y origen de las. más generales clases de actos psíquicos;
diremos facultades á los diferentes modos ó maneras que tiene de operar cada
potencia, y llamaremos funciones ú operaciones á los actos diversos en que se
resuelven y manifiestan las facultades. E n menos palabras, consideraremos siempre
los nombres potencia, facultad y operación como subordinados, dividiendo las
potencias en facultades, y las facultades en operaciones.

ó potestativo á la virtud, fuerza ó actividad una y completa del agente, y partes


potenciales á las fuerzas ó potencias en que el todo potencial se divide. El alma,
por ejemplo, es un todo potencial, y sus partes potenciales son las potencias
anímicas sensibilidad, entendimiento, etc. 35. Criterio para determinar el

Los antiguos llamaban todo

pote?icial
43

n ú m e r o de las potencias del alma.—

Para determinar el número de 'las potencias del alma, conviene discurrir de la


siguiente manera: allí hay potencias distintas, donde hay actos y operaciones
diferentes, y allí hay operaciones diferentes, ' donde hay objetos formalmente
distintos; ó como decían los antiguos,
potentia specificatur ab achí, actus vero ab pbjecto. En otros términos: todo acto
distinto y todo objeto formalmente diferente, suponen una potencia propia y
distinta de las demás. 36. División de las potencias del a l m a . — A la luz de
estos principios y criterio, nada más sencillo que hacer una clasificación genérica
de las potencias del alma. Como veremos oportunamente, el alma es el único
principio vital existente en el hombre, y del alma proceden, por lo tanto, todas
las operaciones y actos vitales que el hombre ejecuta. Ahora bien; comparando estos
actos vitales unos con otros, advertimos en seguida, con Aristóteles y Santo Tomás
de A q u i n o , que pueden reducirse todos ellos á cinco géneros supremos, con
objetos formalmente distintos,
1 2 1 2

De Anima, II, 2 , 3 . Summ., I p., q. 78.


44

que nadie logrará confundir, á saber: actos v e getativos, sensitivos,


intelectivos, apetitivos y locomotivos. ¿Quién confunde, en efecto, las funciones
vegetativas de la nutrición y reproducción con las sensitivas de ver, oir, etc., ó
con las intelectivas de pensar, discurrir, juzgar, etcétera, ó con las apetitivas
de apetecer, querer, apasionarse, etc., ó con los simples movimientos efectuados
con el solo fin de moverse?

Podemos, por consiguiente, admitir en el alma cinco géneros supremos de potencias,


á saber: potencia vegetativa, sensitiva, intelectiva, apetitiva y locomotiva.
27. Subdivisión en orgánicas ó inorgánicas, cognoscitivas y apetitivas. —-
Contempladas bajo otro aspecto, se

dividen también las potencias anímicas en orgánicas é inorgánicas. Son orgánicas


aquellas que, aunque tengan su asiento en el alma misma, no pueden funcionar sin la
intervención de los órganos, como
la vegetativa, la sensitiva, el apetito sensitivo y la locomotiva, potencias
comunes al hombre y al bruto; é inorgánicas, aquellas que

tienen por sujeto al alma sola, indepen-


dientemente del cuerpo, como el entendimiento y la voluntad ó apetito racional.

45

Por último, los escolásticos dividen también las potencias anímicas en aprehensivas
y expansivas. En- efecto; el hombre unas veces conoce ó aprehende las cosas, y
otras tiende hacia ellas ó las apetece, después de haberlas conocido, para
evitarlas ó apropiárselas. Las primeras se llaman potencias aprehensivas
ó cognoscitivas, y las segundas expansivas
Ó apetitivas. Ahora bien; como el conocimiento puede ser sensitivo 6 intelectivo,
según que se refiera á las cosas sensibles y materiales ó á las inteligibles é
inmateriales, subdivídense las potencias cognoscitivas en sensibilidad, potencia
aprehensiva de lo sensible, y entendimiento, potencia aprehensiva de lo
inteligible. L o mismo sucede con las potencias expansivas ó apetitivas. Por medio
de éstas tiende siempre el alma al bien conocido, y como este conocimiento puede
ser también sensitivo ó racional, según que el objeto que tratamos de evitar ó
apropiarnos sea material ó inmaterial, sigúese de aquí que cada potencia
aprehensiva ó cognoscitiva tiene su correspondiente potencia expansiva ó apetitiva.
Y en efecto, á la potencia aprehensiva sensibilidad, corresponde la expansiva
4

instinto ó apetito sensitivo; y á la potencia aprehensiva entendimiento,


corresponde la expansiva voluntad ó apetito racional. 28. S u multiplicidad no se
opone á l a s i m p l i c i d a d d e l a l m a . — L a s potencias ó facultades
son como fuerzas ó instrumentos de que el alma inmediatamente se sirve para
efectuar sus diversas operaciones. Esta diversidad de operaciones supone facultades
distintas, pues una sola mal podría ser principio próximo de actos diferentes.
Surgen las potencias de la esencia del ahíra, y sin embargo, no son partes
esenciales, sino actividades diversas de la única indeterminada actividad anímica.

Por eso esta diversidad no se opone, á la simplicidad del alma, pues las potencias
no forman parte de la esencia del alma absolutamente considerada; ni en sí misma
existe tal diversidad más que con relación á los múltiples objetos de las
potencias, y , por último, en vez de destruir la simplicidad del alma la
presuponen, pues en tanto una cosa es simple, en cuanto á unidad puede reducirse.
39. Sujeto propio de las potencias a n í m i c a s . - — P u e s t o que, según
Santo Tomás, «todas las potencias se dicen del alma, no como sujeto sino como
principio, porque al compuesto humano le viene del alma el que pueda efec-.
47

tuar tales operaciones ,»


1

para dilucidar este

punto conviene distinguir en el hombre tres géneros de facultades: unas que se


refieren exclusivamente al cuerpo, como
la circulación,
aisladamente

nutrición,

pudieran quizá explicarse por la simple acción de agentes físicoquímicos; otras que
se refieren exclusir vamente al alma, como el entendimiento y la voluntad; y otras,
por último, que se refieren al compuesto humano, como la sensibilidad. Todas son
facultades del alma, como principio que es hasta de las vegetativas; pero las
primeras están como en su sujeto propio sólo en el cuerpo, las segundas sólo en el
alma y las terceras en ambos, es decir, en el
compuesto humano. De aquí que únicamente las del segundo grupo permanecen en acto
en el alma separada del cuerpo, al paso que las del primero y tercero están in
radice ó en potencia?', pues, como demostraremos más adelante, el alma es la raíz y
único principio de todas las operaciones vitales del hombre. 30. N o son meras
abstracciones,

etc., las cuales

1 2

Summ. The., I. p., q. 75, a. 5. Santo Tomás, Summ. The., I. p., q. 77, a. 5.
48

pero sí activas y pasivas á la

vez.—

Las potencias no son meras posibilidades ó abstracciones que carezcan de realidad


objetiva ó existencia propia, sino aptitudes, fuerzas reales y distintas de las que
el alma se sirve como de instrumentos necesarios para efectuar operaciones
diferentes ó sufrir determinados efectos; y son activas y pasivas á la vez, según
la relación ó aspecto bajo el cual se las contemple. L a potencia sensitiva, por
ejemplo, es pasiva respectó á los objetos sensibles que la impresionan y mueven, y
es activa respecto al conocimiento 6 percepción de estos mismos objetos.
Friolera sección de la Psicología experimental
punciones vegetativas

L E C C I Ó N IV
DE LA VIDA EN GENERAL

31. Acepciones de la palabra vida. No es posible conocer al hombre, rey de los


vivientes, sin antes decir algo acerca de la vida en general, y de los diferentes
principios vitales en particular: sólo así pueden comprenderse las funciones
vegetativas, que lo mismo operan en la planta, que en el bruto y el hombre. Desde
luego podemos tomar la palabra vida, en sentido lato ó genérico, para significar el
principio vital de todos los vivientes, lo mismo vegetales que animales y
racionales; y en sentido estricto ó. específico, refiriéndonos exclusivamente a'l
principio vegetativo, puesto que el sensitivo y racional se denominan comunmente
almas.
So

E n segundo lugar, cabe considerar la vida, lo mismo en sentido lato que en sentido
estricto, como una fuerza cuya esencia se investiga, ó como conjunto de funciones y
actos característicos de los vivientes; esto .es, en términos escolásticos, en acto
primera ó en acto segundo. Y en tercer lugar, podemos tratar de la vida desde el
punto de vista filosófico, dando de ella una definición esencial aplicable á los
vivientes todos, ó explicando los diferentes fenómenos Vitales fisiológicamente en
cada operación y en cada clase de viviente, como hacen los naturalistas.

podemos hablar de la vida en sentido lato ó genérico y en sentido estricto ó


específico; en acto primero y en acto segundo, y filosófica y fisiológicamente.
Jin menos palabras, 33. I>c l a v i d a filosófica mente c o n s i d e r a d a . —
Difícil es definir esencialmente la vida, pues para ello necesitaríamos conocer
clarísimamente la naturaleza del principio vital,, pero fijándonos en sus
manifestaciones características y más altas, observaremos que la vida es una fuerza
que se mueve á sí misma (vis sui motriv), un movimiento intrínseco al ser vivo
(inotus ab intrínseco), aquélla perfección que determina en las substancias
5

operaciones inmanentes, etc. Por lo tanto, filosóficamente podemos definir la vida


diciendo

que es aquel principio de actividad intrínseca en virtud del cual los seres se
mueven ó conocen á sí mismos, se perfeccionan, y obran inmanentemente. De
manera, que un ser será viviente cuando en él concurran los tres caracteres dichos.
Para que el movimiento sea vital, no es necesario que sea local ó traslaticio:
basta que la mutación proceda de fuerza intrínseca al ser que se mueve. Movimiento
hay, por ejemplo, lo mismo en la noria que en el mulo que la mueve; pero como el de
aquélla es extrínseco á la noria, pues procede no de ella, sino del mulo, y el de
éste es intrínseco, por proceder de sí mismo, de aquí que no sea vital el
movimiento de la noria y el del mulo sí. De donde se infiere que tres son las notas
que caracterizan al viviente: 1 . , moverse a s í mismo; 2 . , perfeccionarse, y
3 . , obrar inmanentemente.
a a a

33. I>c l a v i d a fisiológicamente c o n s i d e r a d a . —Los fisiólogos no han


sabido ponerse de acuerdo para definir la vida por un carácter exclusivo de los
vivientes; de-aquí que sus definiciones sean todas verdaderas, pero incompletas y
descriptivas, sin que sirvan para
52

principio de acción en virtud del cual el cuerpo organizado se nutre, crece y se


reproducé, ó lo que es lo mismo, permanece y reproduce su forma- á pesar del
continuo cambio de materia.
L a vida es para Spencer «la continua acomodación de las condiciones internas á las
externas;» para Bastián «un nombre abstracto con el que se expresa esa serie de
atributos ó manifestaciones de fuerza de los vivientes;» y para Haeckel «la
evolución en acción.» Nada nos enseñan estas definiciones mecanicistas de la vida;
pero lo mismo sucede con las de. los vitalistas. Bichat la llama «conjunto de
funciones que resisten á la muerte;» Cuvier la considera como «un torbellino
molecular que respeta la forma;» Blainville la define: «doble movimiento interno de
composición y de descomposición general y continuo á la vez,» etc., etc. «En
resumen, podemos decir con Claudio Bernard: no hay medio de definir ó caracterizar
la vida por un rasgo exclusivo. Las tentativas que se han hecho en todo tiempo para
conseguirlo son obscuras, incompletas ó erróneas.»

otra cosa mas que para conocer las manifestaciones de la vida, pero de ninguna
manera su esencia y causa. Podemos, sin embargo, definir fisiológicamente la vida
diciendo, que es aquel
S3

Con razón dice Kuss, que «la vida es todo lo que no pueden explicar ni la Física ni
la Química.» Y casi puede añadirse: ni la Fisiología ni la Filosofía. Nótese, sin
embargo, que como los fisiólogos definen la vida por sus operaciones y causas
inmediatas, en cierto sentido todas sus definiciones son verdaderas, porque
características sorí del viviente todas las funciones que se le atribuyen, y
exactas son también las causas inmediatas todas del orden físico-químico con que se
explican los actos vitales; pero únicamente la Filosofía puede remontarse á
determinar la causa primera y la esencia de la vida, por lo cual nos atenemos á la
definición escolástica apuntada. 34. C a r a c t e r e s «jue diferencian á los
vivientes ú orgánicos de los n o v i v i e n t e s ó inorgánicos.—Sabemos,
efectivamente, que el acto vital está perfectamente caracterizado por el movimiento
espontáneo ó conocimiento propio del viviente, y que, por lo tanto, nunca puede
confundirse con el acto físico ó mecánico. No obstante, los monistas, fundándose en
que los elementos químicos son los mismos en los compuestos orgánicos que en los
inorgánicos, sostienen que no hay diferencia fundamental entre los minerales y los
vivientes. E n cambio, todos los
grandes fisiólogos modernos, con Claudio Bernard á la cabeza, defienden la doctrina
opuesta y prueban que los orgánicos difieren esen-

54

cialmente de los inorgánicos por sus caracteres químicos, anatómicos, morfológicos,


dinámicos y fisiológicos.
a) E n efecto, la composición química de los inorgánicos es tan sencilla, que
difícilmente se encuentra en ellos combinación superior á la ternaria; y tan
complicada la de los orgánicos, que constan hasta de quince cuerpos simples
próximamente y de algunos compuestos, por ejemplo, el agua, en cantidad grande. b)
L a estructura de los inorgánicos es compacta y homogénea, porque todos ellos se
componen de partículas semejantes; y por el contrario, porosa y heterogénea la de
los orgánicos, que se componen de substancias hidrocarbonadas, gelatigíneas y
albuminoideas, y de partes sólidas y líquidas con .distintas propiedades físico-
químicas hasta en los seres monocelulares, que constan siempre de núcleo, con más ó
menos inclusiones ó granulaciones. c) L a mayor parte de los inorgánicos son
amorfos , pueden fraccionarse sin cambiar de
1

Del griego a, privativa, sin, y morphe, forma, sin forma fija.


1
55

naturaleza y cuando cristalizan revisten formas angulares. Los orgánicos, por el


contrario, presentan forma exterior constante y redondeada, cada cual dentro de su
fase y tipo. d) Pueden considerarse los orgánicos como máquinas transformadoras de
moléculas y fuerzas, pues todos convierten las substancias inorgánicas en
orgánicas, y los animales las fuerzas de tensión en fuerzas vivas, como los
vegetales las fuerzas vivas en fuerzas de tensión. En cambio los inorgánicos nada
transforman, ni producen fuerza viva alguna. ,e) Proceden los inorgánicos de
substancias de distinta naturaleza que la suya, las cuales se combinan entre sí,
según su cohesión y afinidades químicas; al paso que los orgánicos traen siempre su
origen de un germen ó de progenitores de la misma especie, pues omne viviim ex vivo
y omnis celhila a cellula, es decir: todo ser vivo viene de otro vivo, y toda
célula de otra célula. Permanecen los inorgánicos en equilibrio estable de reposo
interior, y los orgánicos en instabilidad continua de transformación molecular.
Crecen los inorgánicos por yuxta-posición 6 sea de fuera á dentro; y los orgánicos
por
x

Del latín juxta, cerca, sobre, y positio, posición, asiento.


1
s

intus-suscepción , es -decir, de dentro á fuera. L a duración de los inorgánicos,


es indefinida, y limitada para cada especie la de los orgánicos. Por último,
caracterizados están principalmente los orgánicos por la nutrición y reproducción,
funciones de que por completo carecen los inorgánicos. 3 5 . O r i g e n d e l a v
i d a . — S i n admi1

tir la creación nada se explica; con la creación todo se aclara. L a vida, como el
mundo, tiene, pues, su origen en la creación ex nihilo, es decir, de la nada.

Los científicos sectarios, esos hombres más enemigos de lo sobrenatural que amigos
de la ciencia, ¿qué oponen al dogma de la creación y á las francas confesiones de
sus colegas? Únicamente la hipótesis evolucionista, que partiendo del postulado de
la eternidad de la materia, supone á ésta con virtualidad suficiente, mediante la
sola acción de las fuerzas físico-químicas de la naturaleza, para dar el salto
mortal de lo no viviente á lo viviente, de lo inorgánico á lo organizado, por medio
de la sencilla evolución de la célula primaria, reducida á un frag-

Del latín intus, dentro, interiormente, y snsctptio, la acción de admitir ó recibir


algo.
1
57
mentó de prcitoplasma homogéneo, sin forma determinada, sin núcleo, ni membrana.
Con fundamento se ha dicho que, para comprender algo de lo que nos rodea, hay que
reconocer que tres cosas., cuando menos, han sido creadas, en el sentido riguroso
de la palabra, á saber: el átomo material, ó la materia; el germen vital, ó la
vida, y el alma humana. Los escolásticos reducen las cosas creadas á los dos
principios elementales: materia y forma. Por la revelación sabemos que los
espíritus ó puras formas han. sido también objeto de creación especial. E s lo
cierto que admitiendo el dogma de la creación ex nihilo, todo se explica
perfectamente. Los .mismos sabios materialistas lo confiesan. Tyndall llama
«misterio insoluble» á la manera como «la vida se desprende de los elementos
materiales todo-poderosos.» «La ciencia—dice Lluxley—no tiene medios para formar
opinión sobre los principios de la vida; no puede hacer más que simples conjeturas
sin carácter científico.» Para Bois-Reymond, el origen de la vida es uno de los
siete enigmas que desafían á la ciencia experimental. Virchow escribía á Llaeckel:
«sobre la unión del reino orgánico al inorgánico, debemos sencillamente
1

Del griego protos, primero, y plasma, formación.


58
reconocer que nada sabemos.'* Por último, Darwin, que aunque no era materialista,
fué, sí, testigo de mayor excepción, dice: «que hay una especie de grandeza en
considerar la vida con todas sus propiedades, como un regalo hecho en su origen por
el Criador .» 30. D e la generación espontánea.
1

L a doctrina de la heierogeniar

ó sea de

la producción ó generación de la vida, no por otro viviente de la misma especie que


el engendrado, sino por principios y elementos diversos que, combinándose al azar,
producen espontáneamente un ser vivo, no es nueva ni tiene fundamento alguno, lo
cual se demuestra a posteriori por los delicados, incontrovertibles y concluyentes
experimentos de Pasteur; y a priori, porque ni formal, ni eminente, ni virtualmente
están ni pueden estar contenidos los viicrozoarior\
Tomo estas citas de la Apología científica de la fe cristiana, por el canónigo F.
Duilhé de Saint-Projet, vertida por mí al castellano. Valencia, 1886. Páginas ! 9 2
y :93' Del griego liéceros, otro, distinto, y génesis, generación... de un ser
viviente por otros de diferente especie. D e l griego micros, pequeño, y zodrion,
animalejo, es decir, animalillos microscópicos.
1 3
que son el supuesto efecto, en las substancias fermentecibles, que son la causa
supuesta, y sabido es que no hay efecto sin causa. Podemos, pues, proclamar muy
alto con Harvey, que todo viviente procede de un huevo (omne vivuvi ex ovo) ó con
Virchow, que toda célula procede de otra célula (omnis cellula a cellula).
L a doctrina de la- heterogenia fué profesada por algunos poetas, por Aristóteles,
por Padres de la Iglesia; por los más célebres Doctores escolásticos y hasta por el
mismo Santo Tomás de Aquino, que admite dos clases de generación: la unívoca ú
ordinaria y la eqziívoca ó espontánea, pero limitando esta última á las plantas y
animales imperfectos, los cuales—dice el Doctor Angélico—pueden ser producidos sin
germen por la materia en putrefacción y por la influencia de los astros. Respecto á
la generación unívoca de los animales perfectos, añade: Ad productionem
animalium... requiritur vif fus formativa in semine existens. Para la producción de
los animales se requiere la virtud formal existente en la semilla ó germen. Sin
embargo, contra la hipótesis de la generación espontánea, tanto de los antiguos
escolásticos, que la aplicaban únicamente á ciertas plantas y animales,
imperfectos, como de los

59
6q

heterogenistas modernos, que la utilizan sólo para explicar la producción de los


microzoarios, bacterias, amibos, vibriones, y hasta de la aurora misma de los
organismos, ó sea de la materia orgánica sin órganos todavía, pueden aducirse
razones numerosas; pero limitamos nuestra argumentación á las dos demostraciones
que siguen, aposteriori la primera y a priori la segunda: 1. E n la discusión
experimental han sido completamente derrotados los heterogenistas. L a ciencia
positiva se declara abiertamente én contra de las generaciones espontáneas,
proclamando muy alto con Harvey: omne vivum ev ovo . Ruidosa fué la contienda entre
los distinguidos naturalistas Pouchet, J o l y y Musset, por una parte, que
defendían las generaciones espontáneas, y el celebérrimo Pasteur, por otra, que las
rechazaba. No podemos detallar los experimentos de aquéllos ni de éste; pero el
mundo sabio y la Academia de Ciencias de París han dado la razón al último. «Los
hechos observados por Pasteur y combatidos por Pouchet,
a 1

Como si dijéramos omne vivimi ex vivo, pues el

huevo es ser vivo, aunque con vida llamada latente por Claudio Bernard. Virchow ha
modificado el apotegma

de Harvey, diciendo: Omitís cellula a cellula.


61

Joly y Musset, son de la más completa exactitud,» ha dicho la Academia. Y hasta el


materialista Tyndall, partidario entusiasta al principio de la heterogenia, declara
que «no hay en la ciencia experimental conclusión alguna más cierta » que la
obtenida por Pasteur. Ningún hecho ó demostración a posteriori puede aducirse, por
lo tanto, en favor de la generación espontánea.
1

2. Tampoco es difícil refutar apriori dicha hipótesis, como vamos á ver. E s un


principio evidente, incontestable é incontestaclo, que no hay efecto sin causa; y
la razón de que una causa pueda producir su respectivo efecto, está en que éste se
encuentra contenido de alguna manera en aquélla. De tres modos pueden estar
contenidos los efectos en sus causas, á saber: formalmente, esto es, con todo su
ser y todo su desarrollo, como un trozo de mármol está contenido en la cantera de
donde se corta; eminentemente, esto es, de manera superior y más perfecta como la
autoridad de un Párroco está contenida en la de su Obispo propio; y virtualmente,
esto es, ,en germen, como la encina está contenida en la bellota. Ahora bien; de
ninguna de estas tres maneras están los microzoarios en
a 1

Les microbes organisés.


las substancias fermentecibles que, según los heterogenistas, los producen
espontáneamente. No están contenidos formalmente, pues evidente es que los seres
vivos por primarios que sean, con todo su ser y desarrollo, no están en los
fermentos inorgánicos. Tampoco lo están eminentemente, porque es claro que la
materia inerte no es más perfecta que la organizada y viva. Por último, tampoco lo
están virtualmente ó en germen, porque ésta es precisamente la doctrina de los
vitalistas, que rechazan los heterogenistas. E s así que las causas sólo producen
efectos cuando éstos se encuentran de alguna d é l a s maneras,posibles contenidos
en aquéllas, porque nemo dat quod non habet (nadie da lo que no tiene); luego las
substancias fermentecibles no pueden producir espontáneamente seres vivos de
ninguna clase, y la generación espontánea, antigua y moderna, es absurda. 3T. D e
la inmutabilidad de las e s p e e i e s . — S u e l e n los heterogenistas
completar su teoría de la generación espontánea con la del transformismo
evolucionista, que les hace negar la inmutabilidad de las especies. Y a entre los
griegos, el filósofo de la escuela jónica Anaximandro, y modernamente Giordano
Bruno, Venini y otros negaron la inmutabilidad de
las especies, tanto vegetales como animales, y afirmaron que las especies actuales
son evoluciones de organismos, tan sencillos como antiguos, que la tierra ha
producido por generación espontánea. Darwin y Haekel han perfeccionado aquel
transformismo, convirtiéndolo en el evolucionismo moderno mecanicista, que no
admite diferencia esencial entre los minerales y los vivientes, y en éstos deriva
unos de otros hasta llegar al hombre mismo, que, juntamente con el mono, lo
hacen,descender de cierto animal, antepasado común de ambos, teoría absurda que se
refuta indirectamente probando que

las especies (no las variedades ó razas) son inmutables, como lo demuestran: a) L a
fecundidad ilimitada de los mestizos y la esterilidad de los híbridos. b) L a
paleontología , según la cual, especies incapaces de vivir, dadas las nuevas
condiciones telúricas , se extinguieron pero no se transformaron. c) El hecho de
que, en la primera época geológica*, coexistieron animales
1 2
1

Del griego palaió-s, antiguo, anta, seres, y lagos,

tratado.

" Del latín telltis, tMuris, la tierra.


3

Del griego g/ee, tierra, y lagos, tratado.


64

y plantas de órdenes elevados, de manera que no sejjuede sostener un desarrollo


progresivo de la vida en las épocas geológicas.

• d) L a falta completa de especies intermedias en vías de transformación,


y la perfecta inutilidad de los órganos á medio. desenvolver, como le sucedería á
la mano del mono á medio convertir en pie de hombre, órgano que no serviría ni para
trepar, como hace aquél, ni para andar, como hace éste. e) Por último, el
evolucionismo no explica la existencia de algunos individuos neutros, como sucede
entre las abejas y las hormigas; la aparición en especies superiores de órganos que
ni en germen se encuentran en las inferiores, como las extremidades que vemos en
todos los vertebrados superiores y faltan absolutamente en las serpientes; y la
carencia del hombre pitecoideo entre los fósiles humanos.
1

38. lia vida no k a podido ser producida por las fuerzas físico-quími-

c a s d e l a N a t u r a l e z a . — L a teoría evolucionista para explicar el


origen de la vida es inadmisible, aunque se la estudie dentro del orden
experimental y positivo. Absurdo es suponer que la vida
* Del griego píthékos, mono.
6

tiene su origen en las fuerzas físicoquímicas de la Naturaleza, que por medio de


evoluciones llegan á producir espontáneamente el moco amorfo ó fragmento de
protoplasma homogéneo, sin forma determinada, sin núcleo ni membrana, del cual
proceden á su vez por evoluciones sucesivas todos los vivientes; porque la ciencia
demuestra la no homogeneidad de ninguna célula viva, pues todas constan de
protoplasma, núcleo y membrana primaria, por lo menos; y porque en el protoplasma
se encuentran siempre retículo y enquilema* y propie1
1

Del latín nucleus, contracción de uncu-leus, forma de finada, nuez pequeña,


diminutivo de nux, nucís, nuez. Del latín reticulus, redecilla. Para la
inteligencia de esta materia son indispensables las siguientes nociones sumarísimas
de Biología celular. L o s vivientes todos, lo mismo plantas que animales, se
componen de órganos, tejidos y células. Éstas constituyen los tejidos, los cuales á
su vez determinan los órganos; pero el elemento anatómico primario de todo viviente
es la célula, que puede definirse así: célula es un ser vivo (si se trata de
plantas y animales monocelulares ó sea de una sola célula), ó parte de un ser vivo
(tratándose de vivientes pluricelulares, es decir, de muchas células), que se
compone
1 2 z
66

dades irreducibles á las fuerzas físicoquímicas, tales como la instabilidad',


tendencia á tomar determinada forma, reproducción, irritabilidad y contractilidad.
de protoplasma, membrana y núcleo. L a masa celular está atravesada en todas
direcciones por una red finísima, compuesta de cierta substancia más densa y más
refringente que lo restante del protoplasma, red que recibe el nombre de retículo
plasmático ó celular. L a s mallas circunscritas por las trabécnlas del retículo
presentan, según las células, aspectos muy variados. L a substancia líquida y de
composición compleja que llena las mallas del retículo, se llama enquilema, ó sea
materia de rellenamiento, en la cual se observan también pequeñas granulaciones
(microsómata, del griego micros, pequeño, y soma, cuerpo). El retículo y el
enquilema tienen diversas propiedades físicas y diferente composición química. L a
s mallas del retículo se estrechan y acortan en la periferia (del griego
periplie'reia, de perecen torno, alrededor, y phérein, llevar) de la célula,
condensándose y formando el extracto externo membraniforme, llamado membrana
primaria ó retículo de Mohl. Detrás de ésta se encuentra otra más. sólida, que
recibe el nombre de membrana secundaria. Tanto aquélla como ésta se componen á su
vez de retículo y enquilema, aunque las mallas de la membrana primaria son más
pequeñas que las de la secundaria. E l retículo celular acorta, estrecha y condensa
sus mallas, lo mismo hacia la periferia que hacia el centro de la célula. Esta
condensación del retículo
6 se desviven amorfo inútilmente en busca del

Los partidarios de la hipótesis evolucionista moco ó de la aurora de la vida,


moviendo
1

grande algazara en el mundo científico con sus pretendidos descubrimientos del


Eosoon de los paleontólogos más Canay del dense y de otros eozoones que, según
confesión eminentes estudio profundo de Möbius, son simples accidentes
mineralógicos, susceptibles de produBathybzus
2

cirse en todas las mezclas íntimas de la calcita con la serpentina y el piroxeno, y


del

constituyendo una membrana, circunscribe la parte central de la célula, formando


allí otra celdilla pequeñísima, que se llama micho, el cual se compone también de
membrana, protoplasma nuclear y glomérulo de nucleína, que es lo que le
caracteriza. L a vida celular se manifiesta por movimientos físicos y químicos,
cuyo fin es tanto la nutrición y crecimiento de la célula, como su multiplicación ó
reproducción. Conviene advertir, sin embargo, que el protoplasma es el fundamento y
la parte esencial de la célula, lo cual puede probarse por los métodos histórico,
comparativo y experimental. Para concluir, seres monocelulares son los que constan
de una sola célula y plicricelulares los que se componen de muchas.—Véanse las
obras sobre Biología celular deFlemming, Carnoy, Gilson, Frommann, etc. Del griego
eos, aurora, y zoon, animal, como si dijéramos: la aurora de la vida animal. Del
griego bathy, profundidad, y bidus, viviente,
1 2
68

Haekelii, simples precipitados gelatinosos de sulfato de cal (yeso), que se


encuentran en las profundidades de los Océanos; pero todo en vano: ni han
descubierto la anhelada aurora, ni pueden aducir una sola razón verdaderamente
científica en favor de su teoría. 39. IJÍI p l a n t a d i f i e r e esencialm e n
t e d e l m i n e r a l . — D e todo lo ex-

puesto se infiere que la planta se diferencia esencialmente del mineral, porque


aunque en los vegetales operan las mismas fuerzas físico-químicas que en los
minerales, comunicadas á la planta por el sol,
el aire, el agua y la tierra, fuerzas que tienen el mismo origen y la misma
naturaleza en los minerales , que en las plantas; sin embargo, influyen en su modo
de obrar de diferente manera, pues en los minerales operan por

manera transitiva, y en los vegetales por manera inmanente. L a contractilidad del

protoplasma, por ejemplo, es fuerza mecánica ciertamente, pero operando ab


intrínseco, como la asimilación es fuerza química, pero con efecto inmanente.
Además, en las plantas, dichas fuerzas físico-químicas se coordinan y están como
que se encontró en las profundidades del Océano, fué bautizado por Huxley y
dedicado á Haekel.
6

supeditadas á otra fuerza superior; y nada de esto ocurre en los minerales. Luego
la planta difiere esencialmente del mineral. 10. Clases de vivientes y de vidas.

Son vivientes, en sentido lato, los seres todos que se mueven ó conocen á sí
mismos, es decir, los vegetales, los animales, los racionales, los ángeles y Dios;
pero como nuestro estudio se concreta a! hombre, y las vidas, angélica y divina,
aunque más perfectas, son también intelectivas, dividimos la vida en vegetativa

ó propia de los brutos, é intelectiva ó propia del hombre, únicas que necesitamos
estudiar para comprender la naturaleza humana . Los fisiólogos distinguen además
otras tres, según el mayor ó menor grado de actividad vital, que se llaman:
latente, como la de las semillas; oscilante, como la de los animales invernales, y
constante, como la de los vertebrados superiores.
1

ó propia de las plantas;

sensitiva

Santo Tomás, Snmm. The., I p., q. 78, a. 1 y 2.


7.0

LECCIÓN V
DE L A VIDA V E G E T A T I V A Y SUS FUNCIONES EN PARTICULAR

41.

Clasificación de las funciones

v e g e t a t i v a s . — Para los antiguos eran de tres clases, á saber: funciones


de nutrición, de crecimiento y de reproducción. Los modernos consideran el
crecimiento como efecto necesario de las funciones de nutrición y las reducen á
dos, que son: funciones de nutrición y funciones de reproducción, subdividiéndolas
como indica el siguiente cuadro: absorción, circulación, transpiración,
respiración, secreción, Q [ asimilación, y desasimilación.
fecundación ó concepción, gestación, parturición, y lactancia (en algunos).
floración, fecundación, fructificación, y diseminación.
Como dice el Doctor Angélico, «tres operaciones son necesarias á la vida de las
plantas: Una es necesaria para su producción; otra, para la justa proporción y el
vigor conveniente del cuerpo y a producido; la tercera, para la conservación del
ser y de las proporciones adquiridas en el cuerpo y a producido y desarrollado .»
1

Los botánicos modernos comprenden las dos primeras en un solo género bajo el nombre
de funciones de nutrición, y la tercera en otro llamado funciones de reproducción,
las cuales sé subdividen y clasifican como hemos visto en el anterior cuadro.
Tienden las primeras al bien del individuo y las segundas al bien de la especie.
Entre la clasificación antigua y la moderna, optan algunos por aquélla, fundándose
en que
1

Summ. The., I p., q. 78, &. 2.


72

la facultad del crecimiento tiene fin diferente que la de nutrición y pueden


existir y existen separadas en los animales, que y a no crecen, y sin embargo
continúan nutriéndose; pero estas razones son más especiosas que. sólidas é hijas
de considerar la potencia nutritiva como operación simple, cuando no puede ser más
compleja, componiéndose de las múltiples y variadas funciones apuntadas. En efecto;
en las plantas, lo mismo que en los animales, hemos de reconocer como antitéticas,
aunque simultáneas, dos corrientes de funciones vitales, que llamamos asimilación y
des asimilación. Si el ser vivo asimila más que' desasimila, crece; si asimila
menos, decrece, decae, se encoge; y si asimila tanto como desasimila, permanece
estacionario. E l crecimiento es, pues, 'efecto de las diferentes funciones de
nutrición combinadas y no función distinta de éstas, porque, si así no fuera,
deberíamos reconocer también como facultad aparte el decrecimiento, pues si no tan
visible y marcado como el crecimiento, es indudable que existe en el período de
decadencia de los vivientes. 43. O p i n i o n e s «le l o s filósofos y fisiólogos
acerca de la vida vegetati-

va.— Durante la Edad Media, partiendo de la definición que dio Aristóteles del
alma, los tomistas admitieron en la planta
materia prima (258) y una sola forma substancial (259), principio del ser y de la
vida, y los scotistas dos formas substanciales, principio la primera de la
corporeidad y de la vegetabilidad la segunda. Los filósofos y fisiólogos modernos,
ó son mecanicistas ó vitalistas. Son mecanicistas todos aquellos que para explicar
los diferentes, actos vitales, tanto sensitivos como intelectivos, que se efectúan
lo mismo en el animal que en el hombre, ni admiten la vida ni el alma, sosteniendo
que dichos actos son producto de los simples agentes ó fuerzas físico-químicas de
la Naturaleza; y vitalistas los que suponen en el hombre, además de las fuerzas
físico-químicas y del alma, cierto principio intermedio, al que dan el nombre de
vida. Aquéllos explican las funciones vegetativas por la simple acción de las
fuerzas físico-químicas, y éstos como resultado del principio vital.
Reconocidas indistintamente por todos, tanto filósofos como fisiólogos, las
funciones de nutrición y de reproducción características de las plantas; reinan,
sin embargo, la obscuridad y el desorden más grandes respecto á la índole

73
74'

y alcance de su causa productora. Descartes, afirmando que las plantas y los


animales son simples máquinas, y Leibnitz, con su armonía preestablecida,
sosteniendo que el organismo humano, creado y dirigido por la Inteligencia Suprema,
funciona armónicamente con el alma en virtud del primer impulso recibido del
Criador, prepararon el terreno al mecanicismo evolucionista moderno, eme sostiene
la identidad esencial entre los actos físico-químicos y los vitales de toda
categoría, pues unos y otros están regidos, según ellos, por las mismas leyes, y se
reducen á maneras ó modos de movimientos. E l vitalismo, por el contrario,
reconoce, tanto en los vegetales como en los animales, y hasta en el hombre mismo,
un principio esencialmente distinto de las fuerzas físico-químicas, y sin el cual,
en su opinión, ni se comprenden, ni se explican los actos vitales menos
complicados, los vegetativos, por ejemplo. Dan á e s t e ' principio el nombre de
vida, y en el hombre lo suponen agente intermedio entre el alma y el cuerpo,
considerando al alma como principio productor de los actos sensitivos, intelectivos
y volitivos, y á la vida como principio y causa ele los actos puramente
vegetativos. No se crea, sin embargo, que los vitalistas están de acuerdo respecto
á la naturaleza de la vida.
75
13. Existencia del principio vital

vida no es producto de simples agentes físico-químicos, la existencia de una forma


substancial vegetativa ó principio vital, en las plantas, se prueba: separan á los
vivientes de los no vivientes; b) por la transformación repentina y completa que,
al morir, sufren los seres vivos; c) por la muerte continua de los individuos,
mientras la vida se perpetúa en la especie; d) y porque, aunque cada acto vital,
aislada é individualmente considerado, pueda reducirse á simples movimientos
atómicos, dado el influjo recíproco y dependencia mutua que existen entre las
partes y operaciones todas de la planta, no hay más recurso que admitir un
principio superior á las fuerzas físico-químicas, que coordine y dirija las
funciones vegetativas, reduciendo la multiplicidad á la unidad.
a) por las diferencias esenciales que

e n l a s p l a n t a s . — Recordando que la

Los estoicos en la antigüedad y los cartesianos modernamente, coinciden en


considerar'
76
á las plantas como máquinas más ó menos complicadas; pero al fin máquinas, que
funcionan merced á la influencia de las fuerzas naturales ó, á lo sumo, gracias á
un primer impulso, extrínseco á la planta, recibido de manos del Criador. Los
mecanicistas contemporáneos, los monistas , sobre todo, niegan la existencia de
toda causa absoluta, entidad ó fuerza que no provenga de la materia misma, y
explican las operaciones vitales del vegetal por la sola acción de las fuerzas
físico-químicas de la Naturaleza, prescindiendo por completo de todo principio
vital. Opinan en contrario casi todos los filósofos y muchos fisiólogos, que con
los escolásticos sostienen unos la existencia en las plantas, además de la materia
y sus fuerzas respectivas, de esa substancia incompleta, llamada forma substancial,
que uniéndose á la materia, especifica al viviente, y con los vitalistas defienden
otros la existencia del principio vital, esencialmente distinto de las fuerzas
físico-químicas y de superior naturaleza.
1

Del griego monos, solo, uno, porque los monistas no admiten mas que una sola
especie de substancias y una sola especie de fuerzas, á saber: substancias
materiales y fuerzas físico-químicas, al paso que los dualistas admiten cuerpos y
espíritus, fuerzas físicas y fuerzas morales.
1
77
Las r a z o n e s a p u n t a d a s , d i c e n los m e c a n i c i s tas, n a d a
p r u e b a n , p o r q u e t o d a s las funciones v e g e t a t i v a s del v i v
i e n t e , animal ó p l a n t a , indiv i d u a l y a i s l a d a m e n t e c o n
s i d e r a d a s , es decir, de una en una, se e x p l i c a n p o r s u s c a u s
a s próxim a s , la m a y o r p a r t e d e las cuales se Conocen y a y o t r a s
se d e s c u b r i r á n c o n el t i e m p o , c a u s a s q u e en el fondo
movimientos se r e d u c e n t o d a s á s i m p l e s a t ó m i c o s , físicos y
q u í m i c o s , e x remota;

tensos y m a t e r i a l e s ; l u e g o n o h a y n e c e s i d a d de recurrir á
causa alguna inmaterial y c o m o la f o r m a s u b s t a n c i a l de los e s c o
l á s t i c o s ó el p r i n c i p i o v i t a l de los v i t a l i s t a s , p a r
a e x p l i c a r las funciones v e g e t a t i v a s . A l g o h a y orden
admirables q u e en dichas de esto; y p e r o si a t e n d e m o s á la u n i d a d
, d e s a r r o l l o

operaciones

v i t a l e s se n o t a n á s i m p l e v i s t a ; si c o n s i d e r a m o s en
c o n j u n t o las o p e r a c i o n e s t o d a s de la p l a n t a y las v e g e
t a t i v a s del a n i m a l , y a d v e r t i m o s , p o r último, ya que los
caracteres (38) son del protoplasma á los sin la enumerados irreducibles

fenómenos físico-químicos, no tendremos más r e m e d i o q u e , ó confesar q u e


h a y efectos causa á ellos proporcionada, ó reconocer

e x i s t e n c i a del p r i n c i p i o vital,, ó forma s u b s t a n cial, de v


i r t u d s u p e r i o r á la de las fuerzas físicoquímicas y único que puede
dirigir y coordinar los a c t o s d e é s t a s , p r o d u c i e n d o r e s u l t
a d o s q u e
78

no se lograrían nunca por la acción y en virtud de la propia naturaleza de las


fuerzas dichas. Con razón dice Claudio Bernard: «La fuerza vital dirige los
fenómenos que ella no produce, y los agentes físicos producen los fenómenos que
ellos no dirigen .» De donde se deduce, que el principio vital no es ni puede ser
resultado de la organización, como si dijésemos un efecto de la. materia
organizada, ó la resultante de las funciones orgánicas. E n efecto, la materia
organizada, mediante el empleo de fuerzas físico-químicas, construye el organismo
del viviente, desde que nace hasta que muere, y en la más pequeña partícula de
protoplasma ó de materia organizada descubrimos ya la acción coordinadora y
directriz de la fuerza vital. Luego el principio vital existe, aunque prescindamos
ahora de investigar si este principio es una substancia incompleta ó forma
substancial de la planta, como sostenían los escolásticos, ó es, por el contrario,
una entidad completa, fuerza ó principio de vida, de naturaleza desconocida, pero
de distinto orden que los agentes físico-químicos, como afirman los vitalistas. L a
demostración anterior no es apodíctica, es decir,
1

Phenomens de ¡a vie, t. I, págs. 50-55.


79 por necesidad cohcluyente; pero sí de probabilidad tanta, que hoy por hoy
entraña la solución más científica. L a cuestión es, sin embargo, libre, hasta
entre los católicos. De manera, que aunque negasen éstos la existencia de la forma
substancial ó del principio vital en las plantas, no por eso sufriría el menor
quebranto la verdad revelada. ' 11. Unidad del principio vital

v e g e t a t i v o . — T a n t o en el caso de que, con los mecanicistas,


atribuyamos la producción de los actos vegetativos á simples agentes físico-
químicos, como en el caso de que, con los vitalistas, reconozcamos la existencia
del principio vital en las plantas, es indudable que la causa primera, dentro de-
la planta, de las funciones vegetativas, es imica y no múltiple, por más que sean
muchas y variadas las causas inmediatas, próximas, de cada función vital y aun de
cada acto vegetativo. Efectivamente, la unidad del principio productor de los actos
vegetativos se demuestra por la unidad
anatómica, fisiológica y genética de la

planta y porque la teoría, que considera á los vivientes, sobre todo á las plantas,
como colonias celulares independientes,
8o

está desmentida por las observaciones y descubrimientos últimos.


Amplifiquemos algún tanto estos argu men tos, demostrando la u nidad del principio
pro ductor de los actos vegetativos: a) Por la unidad anatómica de la planta.
Muchos, complicadísimos y variados son los órganos qu e componen u n vegetal; pero
entre todos ellos se notan dependencias y conexiones recíprocas, como si todos
ellos estu viesen u ni dos por u n víncu lo común, qu e hace de formas tan diversas
y tan variadas estru ctu ras, гиг solo ser orgánico. Sabido es qu e la individu
alización perfecta es nota característica de los vivientes. b) Por la unidad
fisiológica de las fu nciones vitales vegetativas. Existe maravillosa armonía entre
las operaciones vitales del vegetal y hasta entre los actos qu e cada órgano
realiza. Cierto que cada u na de las primeras tiene su fin peculiarísimo; pero
todos estos fines especiales están perfecta y claramente s u bordinados á la
conservación del individu o ó propagación de la especie. Cierto también qu e los
segu ndos son diferentes, pero no independientes u nos de otros; antes al
contrario, ningún acto vegetati v o encu entra el término de la operación en sí
mismo, todos se enlazan u nos con otros, apa reciendo como antecedentes y consigu
ientes
8i

recíprocos, como una especie de cadena interminable de causas y efectos, que se


engranan unos con otros para el logro del fin especial de la función respectiva y
del fin total del viviente. c) Por la unidad genética del viviente. Sabido es que
todo viviente, planta ó animal, procede por generación sexual ó asexual de otro
viviente de su misma especie, y que el procedimiento genético es en el fondo el
mismo, así en aquéllos como en éstos, luego no pueden ser varios los principios
vitales engendrados. . •
1

15. D e f i n i c i ó n filosófica y fisiológica d e l a v i d a vegetativa.—


Fisioló-

gicamente podemos definir con Carnoy la vida vegetativa, el conjunto de fenómenos


que tienen por causa y lugar común la irritabilidad del protoplasma; y
filosóficamente, aquella actividad inmanente, en virtud de la que las plantas
nacen, se nutren, crecen y se propagan.
2

16. Naturaleza del principio vital v e g e t a t i v o . — C o n s i d e r a d o el


principio vital

Del griego geneté, engendro, y génesis, genera-

ción.
2

Manuel de Microscopie, págs. 124-138.


6
82

como causa coordinadora de operaciones tan variadas y centro de la unidad de la


planta, es simple é indivisible; pero, teniendo en cuenta que cortando un tallo ó
arrancando una raíz de una planta y plantándolos en la tierra se obtiene una nueva
planta, aunque de la misma especié, independiente de toda otra, puede suponérsele
extenso y divisible, sin que sufra detrimento la unidad del vegetal, para lo cual
basta que estén físicamente unidas todas sus partes formando un ser continuo. Si el
principio vital fuese inextenso, simple é indivisible, como opinan muchos, habría
que suponerle todo él en toda la planta y todo en cada una de las partes de la
planta, vivificándola, como el alma racional anima á todo cuerpo humano; y no hay
el menor indicio de que sea tan excelente la naturaleza del principio vital
vegetativo, ni nadie le da el nombre de alma, ni á nadie se le ha ocurrido sostener
que continúe subsistiendo en sí y por sí después de muerto el vegetal, esperando el
momento de tener que informar á

escolásticos, que el principio vital vegetativo es aquella substancia incompleta


1
1

otra planta. Entendemos,, pues, con los

Para la inteligencia de este punto conviene recordar (534) la doctrina escolástica


sobre la substancia, que es todo aquello que existe en sí mismo, sin
8

ó forma substancial, aunque insubsistente por sí y en sí, que unida á la materia


prima, la actúa y organiza, dando existencia al vegetal y produciendo sus funciones
vitales. Adviértase, sin embargo,
que, como sostiene el eminente filósofo Palmier i , esta teoría únicamente es la
más probable; pero la profesamos con gusto, porque en el actual estado de las
ciencias filosóficas y naturales, es la que mejor explica la composición esencial
de la planta. Por eso rechazamos también todas las definiciones q u e , fundándose
sólo en el elemento material, hacen caso omiso del formal. Ahora, para que no demos
á la vida
1

necesidad de adherirse á otro sujeto para existir. De manera que los caracteres de
la substancia son dos: la subsistencia, y 2 . , ser fuente emanativa de los
accidentes. Hay substancias inextensas y extensas, completas é incompletas.
Inexlensas ó inmateriales son los espíritus; extensas ó materiales, los cuerpos;
Incompletas, las que pueden existir en sí mismas, pero fueron ordenadas por la
naturaleza para formar parte de otra substancia, como el alma humana, una mano, una
hoja; y completas, las que forman por sí solas un todo, porque la naturaleza no las
destinó á ser parte de un compuesto substancial (259), como el.ángel, un árbol, el
agua.
0

Tnstitutiones Philosophicae-, vol. 1 1 , cap. 1, pági-

na 278.
vegetativa más alcance del que tiene, confundiéndola con la sensitiva y la
intelectiva, anticipamos nuestra opinión de que la esencia de la primera está en la
inmanencia, la de la segunda en la sensibilidad y la de la tercera en la
inteligencia, entendiendo que son manifestaciones características de la vida
vegetativa el movimiento automático , de la sensitiva el movimiento espontáneo ó
autonómico^ y de la intelectiva el movimiento voluntario.
1

17.

Definición esencial de la plan-

t a . — E n términos escolásticos podemos definir la planta diciendo que es una


substancia orgánica, cuya materia prima está informada por una forma substancial y
material, principio de vida vegetativa. Decimos substancia orgánica, porque
sus partes no son homogéneas como en los minerales, antes bien son órganos ó
instrumentos distintos de funciones diferentes. Añadimos informada por una forma
substancial y material, porque el principio activo que vivifica la materia de la
planta, esto es, el principio vital, nace y perece con ella,, careciendo de
operaciones independientes. Y concluímos principio de vida
Del griego autos, sí mismo, y mao, promover. Del griego 'autos, sí mismo, y nenio,
gobernar.

-
S5
vegetativa, porque en las plantas encontramos las dos clases de operaciones
inmanentes que componen la acción de vegetar, á saber: operaciones de reproducción
que le dan el ser y de nutrición que la conservan. 48. Semejanzas y diferencias ent
r e a n i m a l e s y p l a n t a s . — S i n el estudio comparativo de vegetales y
animales, no es posible conocer á fondo las vidas vegetativa y sensitiva; y
conviene este paralelo imparciál, porque los monistas contemporáneos se empeñan en
confundir ambos reinos, preparando de esta manera el camino para sostener
oportunamente que entre el bruto y el hombre existen sólo diferencias de grado, mas
no de esencia. Linneo, en su obra titulada Systema Naturae, dividió los cuerpos
naturales en tres reinos: el de las piedras, el de las plantas y el de los
animales, atribuyendo á las primeras el crecimiento (lapides crescunt); á las
segundas el crecimiento y la vida (vegetabilia crescunt et vivunt), y á las
terceras el crecimiento, la vida y la sensibilidad (animalia crescunt, vivunt et
sentiunt). Cuvier, además dé la sensibilidad, atribuyó á los animales composición
química más complicada, respiración, digestión, circulación-y locomoción. Bichat
dividió las funciones vitales en propias de la planta y propias del
86
animal. Y amoldándose á esta doctrina, generalizada en las escuelas, la mayor parte
dé las diferencias apuntadas por naturalistas y fisiólogos, tales como la presencia
de la celulosa y de la clorofila y la elaboración de substancias hidrocarbonadas y
proteicas, que han considerado algunos exclusivas de las plantas; y la respiración,
digestión, circulación, absorción, transpiración, secreción, reproducción,
locomoción, composición química más complicada, estructura especial, producción de
calor, etc., que miran otros como características de los animales, puesto que se
dan por manera análoga en ambos reinos, á lo sumo podrán considerarse como
diferencias secundarias entre las plantas y los animales superiores; de ninguna
manera como diferencias esenciales. Para probarlo sería preciso desnaturalizar esta
asignatura haciendo minucioso estudio de los caracteres químicos, anatómicos y
fisiológicos que diferencian más ó menos á los animales de'las plantas. L o cual no
significa que tenga verdadero fundamento científico el tercer reino viviente,
llamado por Haeckel de los protistos , por B o r y de Saint- Vmcent psicodzario y
por Carus de los
1

'

Del griego f rotos, primero, y ktízein, crear.


8
1

protoorganismos , vivientes neutros sin caracterizar aún, que, aunque gozan de vida
rudimentaria, ni son plantas ni animales. Este supuesto reino se derrumba con sólo
distinguir dos cuestiones, propia de las ciencias físico-naturales la primera, y
filosófica la segunda. Difícil es en la práctica distinguir^ por el solo
movimiento, á un microfito' de un microzoario, porque, como decía Santo Tomás,
ínfima animalia pafum distant a plantis (los animales inferiores poco se
diferencian de las plantas); pero no imposible, si se atiende á la manera como se
alimentan. E l docto micrógrafo P. Antonio Vicent dice á este propósito: «Cuando
los alimentos se introducen en el protoplasma (dei ser unicelular), verificándose
en su seno la digestión y quedando en él el residuo para ser después expulsado, el
ser dudoso es un microzoario; pero si los alimentos pasan disueltos á través de la
superficie del ser unicelular ó pluricelular por medio de la
2 3

Del griego protos, primero, y órgancm, órgano, instrumento, es decir, organismos


primarios, los más sencillos. - Del griego mikrds, pequeño, y phytdn, planta. ' Del
griego mikrds, pequeño, y graphein. describir, descriptor de lo pequeño, que se
dedica al estudio del mundo microscópico.
1 r
88
capilaridad endósmosis"- y permeabilidad de la membrana, entonces es un
microfito .» Cuestión perteneciente a l a s ciencias naturales, que compete al
zoólogo y botánico más bien que al filósofo; pero la verdadera diferencia esen1 3

cial entre animales y plantas, hemos de buscarla en las funciones de relación, y se


encuentra efectivamente en la sensibilidad, tanto afectiva como cognoscitiva y
apetitiva, con su aparato propio el sistema nervioso, órgano indispensable, no sólo
para sentir y apetecer cosas materiales, sino también para moverse
espontáneamente. S e nos dirá tal vez que
los microzoarios carecen de tejido nervioso y muscular; pero una de dos: ó efectúan
movi-

E l contacto de sólidos con líquidos ofrece una serie de fenómenos, llamados


capilares (de capulíes, el cabello), porque se cumplen especialmente en tubos cuyo
diámetro interior es comparable al de un cabello. Del griego éndon, dentro, y
osmós, acción de lanzar, ó sea, doble corriente que se establece entre dos líquidos
de diferente densidad, separados por una especie de pared membranosa.
1 2

Véase el Estudio de los principales estados psicofisiológicos, psico-patológicos y


en especial del hipno5

tismo, publicados en el Boletín-revista de la Juventud


Católica de Valencia, núms. 74 y siguientes, por el P. Antonio Vicent, S. J'.
8

mientos espontáneos ó no son animales. Y si sucede lo primero, algún aparato, tal


vez el retículo, tiene que desempeñar en los animales monocelulares los mismos
oficios que el sistema nervioso en los animales superiores. 40. De la sensibilidad
y del mov i m i e n t o e n l a s plantas.—Empédocles, los maniqueos y algunos
fisiólogos modernos conceden sensibilidad á las plantas y aun movimientos adecuados
á la facultad de sentir, ó sea autonómicos; pero se equivocan, como veremos más
extensamente al tratar de la vida

animal. No ofrecen las plantas el menor indicio de sensibilidad, y la .carencia en


ellas de órganos sensitivos prueba que no sienten. Hasta el sentido común se
sublevaría contra el que afirmase que, al cortarla en pedazos, la planta padece,
siente dolor. Además, la sensibilidad no serviría en la planta mas que para
atormentarla inútilmente, sin finalidad alguna, puesto que no pudiendo trasladarse,
mal podría procurarse el placer- y evitar el dolor. E s así que la Naturaleza nada
hace sin fin ó mira alguna; luego la sensibilidad sería absurda en las plantas.

tampoco podemos conceder á las plantas verdadera facultad motriz, porque carecen de
movimienDe análoga manera
90

tos autonómicos y libres; pero sí movimientos locales inmanentes 6 ab intrínseco,


de origen vegetativo, no sensitivo, como el movimiento de las hojas que se levantan
ó se bajan durante la noche, la circulación de la savia, los movimientos de los
estambres ó pistilos, que se doblan unos hacia otros, los de la Dionaea Muscipula
cuando aprisiona al insecto que sobre ella se detiene, para digerirlo por medio de
un líquido viscoso que la hoja segrega, etc. Todos estos movimientos suponen en la
planta irritabilidad 6 contractibilidad, pero no sensibilidad.
Segunda sección de la Psicología experimental
pttneiones s e n s i t i v a s

L E C C I Ó N VI
NOCIONES GENÉRICAS SOBRE L A SENSIBILIDAD

SO.

Operación

característica

de

la

más remota, filósofos y naturalistas convienen casi unánimes en que la sensibilidad


es la operación característica de la vida animal, operación que se manifiesta por
el movimiento espontáneo y el apetito sensitivo, sin que nada pruebe en contrario
la irritabilidad de ciertas plantas que algunos confunden con la sensibilidad, pues
siempre hay conciencia directa de los fenómenos de la segunda, y nunca sucede esto
con los de la primera. E n el hombre mismo, las funciones vegetativas son
involuntarias é incons-

v i d a a n i m a l . — D e s d e la antigüedad
92

cientes, y eso que no hay en él más que un solo principio vital, y los efectos son
tanto más excelentes cuanto más perfecta es la causa que los produce.
Los más grandes filósofos, como Aristóteles , Santo T o m á s , etc., y los
naturalistas más célebres, como Linnep, C u v i e r , Lamarck , Müller , Robín , L
o n g e t , de Quatrefages , etc., están de acuerdo en reconocer como tal este
carácter distintivo. Milne E d w a r d s condensa el pensamiento de todos en los
siguientes términos: «Los vegetales son cuerpos que se nutren y que pueden
reproducirse; pero ni sienten ni se mueven voluntariamente. Los animales son
cuerpos que se nutren, se reproducen, sienten y se mueven voluntariamente.»
1 2 3 4 5 6 7 8 9

Sin embargo, confundiendo la cuestión filosófica con la fisiológica, no todos los


naturalistas y filósofos admiten esta doctrina; antes De Anima, lib. 1, cap. 2.°
Summ. The., I p., q. i o , a . 2. Règne Animal, intr., pâg. 2 1 . * Philosophie
Zoologique, 1.1, pâg. 385. Manuel de Physiologie, 1.1, pâg. 36. Anatomie et
Physiologie cellulaire, pâg. 167. Traité de Physiologie, t. I, intr. X X V .
L'espèce humaine, pâg. 10. Cours élémentaire d'Histoire naturelle, pâg. 1 1 .
1 2 3 s 6 7 8 ,J
93 bien afirman q u e la sensibilidad, c o n s c i e n t e 6 i n c o n s c i e n t
e , es p r o p i e d a d c a r a c t e r í s t i c a d e l o s v i v i e n t e s t
o d o s , Jo m i s m o a n i m a l e s q u e p l a n t a s . Confunden p a r a d e
f e n d e r e s t e a b s u r d o la sensibilidad matismo, c o n s c i e n t e , p
r o p i a y e x c l u s i v a del a n i contractilidad y autoá las p r i n c i p a
l e s m a n i f e s t a c i o n e s d e la v i d a á los animales y orgánico ó
automático, espontáneo campeones mal, c o n la irritabilidad, vegetativa, comunes
plantas; y el movimiento 6 autonómico,

e x c l u s i v o d e l o s v e g e t a l e s , c o n el Claudio B e r n a r d y s
u s d i s c í p u l o s ,

característico de los animales.

de la s e n s i b i l i d a d v e g e t a l , s e fundan p r i n c i p a l m e n t
e e n la influencia d e c i s i v a q u e e j e r c e n l o s anestésicos
1

(éter, cloroformo, tanto vegetales

etc.) sobre los como animales, vegetativas

organismos,

para s u s p e n d e r así las funciones

c o m o las s e n s i t i v a s , y paralizar l o s m o v i m i e n tos p r o p i o


s d e la p l a n t a y d e l a n i m a l . « S i s e c o l o c a n s e p a r a d a
m e n t e , dice el g r a n
2

fisiólogo

f r a n c é s , b a j o c u a t r o c a m p a n a s d e c r i s t a l , teniendo al
lado u n a esponjita e m p a p a d a e n é t e r ó c l o r o f o r m o , u n a v
e , un r a t ó n , u n a r a n a y u n a s e n s i t i v a (Mimosa
1

púdica),

s e o b s e r v a r á q u e el

Del griego an, privativo, no, y aisthanesthai, sentir. Le<;ons sur les fkenoménes
de la vie común aux animaux et aux vegetaux, pág. 250 y siguientes.
2
94

ave es la primera que siente los vapores del éter, balancéase y cae insensible al
cabo de cuatro ó cinco minutos; lo mismo le sucede al ratón después, y algo más
tarde queda paralizada la rana. Transcurrida media hora, la Mimosa púdica es
anestesiada igualmente, de manera que tocando sus hojitas no se observa en ellas
contracción alguna.» E l experimento nada prueba, pues, de que los anestésicos, que
precisamente se llaman así porque paralizan la sensibilidad de los seres que la
tienen, obren también sobre la planta llamada sensitiva, paralizando su
irritabilidad, no se sigue lógicamente que los vegetales sean sensibles. Una misma
causa puede producir y produce múltiples efectos en objetos diferentes, sobre todo
efectos análogos en armonía con la índole del objeto sobre el cual obra. E l éter,
que tiene virtud bastante para suspenderlos movimientos espontáneos del ratón, ¿por
qué no .ha de tenerla igualmente para adormecer ó matar la irritabilidad, la
contractilidad y el automatismo de la sensitiva? Por otra parte, los actos
sensitivos son conscientes, no con conciencia intelectiva como los actos
inorgánicos, sino con conciencia sensitiva ó animal, es decir, están* presentes al
sensorio común ó sentido interno del sujeto que
siente; y , sin embargo, ¿qué manifestaciones ó indicios de semejante presencia
advertimos en las plantas? Absolutamente ninguno. ¿Padecen, gozan, se. irritan,
odian? Nada lo hace presumir. En el hombre mismo, las funciones vegetativas son
involuntarias é inconscientes, y eso que no hay en él mas que un solo principio
vital, y los efectos son siempre tanto más excelentes cuanto más perfecta es la
causa que los produce. ¿Será acaso inconsciente la sensibilidad de los vegetales?
Esto es absurdo, porque actos sensitivos que no se sienten no son sensitivos. Por
último, no hay tampoco razón bastante para confundir los movimientos automáticos de
ciertas plantas como los zarcillos,' las trepadoras, la Mimosa púdica, la
Valisneria spiralis, la Dionaea muscipula y otras de las llamadas carnívoras, con
los movimientos espontáneos característicos de los animales. E l mismo Darwin
confiesa que aquéllos obedecen siempre á leyes fijas, que se cumplen
indefectiblemente de la misma manera en cada especie, necesitando al efecto ciertas
condiciones determinadas, cuya dirección, carácter y. modificaciones pueden
predecirse de antemano. E n cambio, los movimientos espontáneos de los animales son
siempre independientes de los medios externos, variadísimos, rara vez idénticos á
sí mismos,

95
96
aunque se produzcan en idénticas circunstancias, intermitentes, y cambien de
dirección con frecuencia, sin que se puedan atribuir estas intermitencias y cambios
á causa física alguna. Filosóficamente hablando, podemos por consiguiente sostener
que la sensibilidad con sus manifestaciones propias es la única operación
característica de la vida animal. 51. Definición esencial del ani-

mal. —Genéricamente hablando, podemos definir, según lo expuesto, el animal,


diciendo que es un organismo dotado de sensibilidad; pero si se trata del animal
bruto ó irracional, mejor se explica su esencia diciendo que es un organismo cuya
materia prima está animada por una forma substancial del orden material, que es
principio de vida vegetativa y sensitiva. Con lo que dicho
queda que todo animal entraña potencia vegetativa, como las plantas, y además
potencia, sensitiva, apetito sensitivo y movimientos espontáneos de atracción hacia
los objetos agradables y de repulsión contra los desagradables. Por eso sostenemos
que la sensibilidad es la que distingue esencialmente el reino animal del reino
vegetal, si bien no todos los animales están dotados de todos los sentidos, los
protis-
97 tos, por ejemplo, únicamente tienen tacto, hayanimales ciegos, etc. Por lo que
resulta absurda la naturaleza mixta de los animales-plantas 6 zoófitos imaginada
por Leibnitz; y la opinión de los cartesianos que los suponen simples máquinas,
cuando hasta el sentido común, con el profeta Isaías, nos dicen que el buey conoce
á su amo y el asno su pesebre .
1

53.

Naturaleza del principio sen-

sitivo.— Infiérese de lo expuesto que filosóficamente, vida sensitiva es aquella


actividad inmanente en virtud de la que los animales se nutren, se reproducen y
sienten. En la sensibilidad tiene, pues, su esencia la vida animal y en el
movimiento espontáneo su manifestación propia, sin que nadie pueda ver en el bruto
naturaleza de máquina ni de hombre.
L a vida, que en su grado ínfimo hemos considerado en las plantas, la encontramos
ya más perfecta en los brutos, sin despojarse por eso de las operaciones que
caracterizan el grado inferior. A s í es que los brutos tienen las mismas funciones
de nutrición y de reproducción Cognovit bos possesorem suum, et asinus presepe
domini sui.
1
9

que las plantas, más la facultad de sentir, tanto en el orden cognoscitivo como en
el afectivo y apetitivo, y la de moverse con movimiento autonómico, superior al
meramente orgánico de las plantas. No faltan, sin embargo, filósofos y naturalistas
que desnaturalizan la vida sensitiva, rebajando su excelencia ó dándole un alcance
que no tiene. Quizá con el propósito de ensalzar al hombre para que no se le
confundiese con el bruto,- Descartes, Malebranche y otros filósofos del siglo xvn
negaron que los animales tuviesen alma ó sea principio de vida sensitiva,
considerándolos como simples máquinas; y al contrario, todos los materialistas
modernos, con el fin de degradar al hombre, y la mayor parte de los fisiólogos por
falta de conocimientos filosóficos, atribuyen á los brutos, no solamente
sensibilidad, sino también inteligencia, aunque menos desarrollada que la del
hombre. Unos y otros se equivocan, pues el principio

de la vida sensitiva, aunque esencialmente dependiente del organismo, es una


verdadera alma, que tiene la virtud de vegetar y sentir, y á la cual no puede
negársele por lo tanto el conocimiento y apetito sensitivos, pero sí los
racionales, que pertenecen á más elevado orden.
53.

Clasificación

filosófica

de

99 los

a n i m a l e s . — H a s t a por sentido común distinguimos dos clases de


animales, los racionales ú hombres, y los irracionales ó brutos. E l reinó humano
ha sido también
admitido por muchos naturalistas modernos. Cabe, pues, definir el animal irracional
ó bruto: un organismo compuesto de materia prima y forma substancial de orden
material, que es principio de vida vegetativa y sensitiva. Muchas definiciones se
han dado del animal racional ó del hombre; pero la mejor es la ya dicha de
Aristóteles: animal, género próximo, por su organismo ó su cuerpo, y racional,
diferencia última, por su alma inteligente. Comparándole con los otros vivientes,
podemos decir también que el hombre es una substancia, en la que la materia prima
está animada por una forma substancial de orden espiritual, que es principio de
vida vegetativa, sensitiva é intelectiva. 51. Unidad de la especie h u m a n a .
Pertenecen los brutos ó animales irracionales á diferentes especies, que estudian y
caracterizan los naturalistas; pero en el hombre únicamente se distinguen
variedades ó razas, como la blanca, la amarilla, la roja, la negra, etc., producto,
en sus caracteres accidentales, del
IÓO

clima, del género de vida, de la herencia, etc.;

pero la especie humana es una y la misma siempre en sus caracteres esenciales, que
son la animalidad y la racionalidad, como lo demuestran: a) la posibilidad del
desarrollo intelectual hasta en la raza más degradada,, que es la negra; b) el
lenguaje; c) la sociabilidad; d) la religiosidad; e) y el'sentido moral, caracteres
comunes á los hombres todos, de toda variedad y raza. f) Por último, para demostrar
el monogenismo ó unidad de la especie humana, en otro orden de razones, puede
aducirse también la

fecundidad indefinida de los cruzamientos


entre progenitores de diferentes razas. 55. Definición de la sensibilidad.

Sensibilidad es aquella potencia orgánica por cuyo medio, padeciendo ó gozando á la


vez, conocemos las cosas materiales,, singular y concretamente consideradas
mediante una inmutación ó excitación producida por los objetos sobre nuestra
organismo.
>

Muchas son las significaciones que el v e r b o


101

sentir tiene en castellano, como puede verse en el Diccionario de la lengua; pero


las principales y más filosóficas son dos, pues significa unas veces aprehender,
percibir ó conocer las cosas ó cualidades materiales que impresionan al organismo,
como cuando decimos siento pasos, olor, sabor, ruido, hambre, sed, repulsión, etc.;
y otras, por el contrario, padecer ó gozar simplemente, por ejemplo, siento dolor,
placer, pena, alegría, etc. De acuerdo con esta doble y filosófica acepción,
designamos con el nombre genérico de sensibilidad todas las operaciones específicas
que efectúan los animales siempre que conocen algo, padecen ó gozan. Ahora bien;
como no es posible sentir sin esas facultades llamadas sentidos, y como no hay
sentidos sin órganos, sigúese lógicamente de aquí que la sensibilidad es potencia
orgánica que no puede funcionar ni funciona más que con el auxilio de aquellas
partes del cuerpo que llamamos órganos y aparatos. 56. ¡Sujeto y ofojeto d e l a s
e n s i -

b i l i d a d . — E l sujeto de la potencia sensitiva no es ni puede ser el alma


sola, que carece del indispensable principio simple para sentir; sino el compuesto,
esto es, el animal todo, tanto racional como
irracional. Pero, nótese, los conocimientos
102

del bruto no salen nunca del orden material, corpóreo y sensible, y aun dentro de
este orden, se reducen á conocer siempre lo singular, concreto.y perfectamente
determinado por circunstancias de lugar y tiempo, de manera que para que este
conocimiento se efectúe, el objeto corpóreo ha de impresionar necesariamente al
organismo del sujeto que conoce, produciendo en él cierta representación del objeto
conocido, por una parte, y cierta conmoción agradable ó desagradable, á la vez,
según la conveniencia ó proporción del objeto con el órgano impresionado. De donde
se infiere, que objeto propio de la sensibilidad es, per se lo material ó sensible,
tanto interno como

externo, singular y concretamente considerado; y per accidens la afección


placentera ó dolorosa que á toda sensación acompaña.
57. División de la sensibilidad.

Aunque realmente es una sola potencia, lógicamente podemos dividirla en


sensibilidad cognoscitiva, que es la que nos proporciona alguna percepción ó
conocimiento; sensibilidad afectiva, que es la que nos hace padecer ó gozar;
sensibilidad externa, que nos da á conocer los objetos materiales colocados fuera
de
103

nosotros; y sensibilidad interna, que nos enseña las inmutaciones y


representaciones corpóreas existentes dentro de nosotros mismos.
E n efecto; aunque la mayor parte de los filósofos modernos atribuyen los
conocimientos de toda clase al entendimiento, considerando á la.sensibilidad
únicamente como potencia afectiva, es indudable que por la sensibilidad conoce el
animal, tanto racional como irracional, las cosas materiales, singular y
concretamente consideradas. No es propio de la potencia sensitiva, sino de la
intelectiva, conocer el color, el sonido, la extensión, el volumen, etc., en
abstracto; sino este color, íiquel sonido, tal extensión, cuál volumen,
determinados, singulares y concretos. Ahora, estos conocimientos pueden referirse á
cosas corpóreas, que están fuera de nosotros é inpresionan mediata ó inmediatamente
nuestro organismo; ó á inmutaciones producidas en el interior de nuestro cuerpo por
objetos exteriores, unas veces, ó por excitaciones internas, otras, que tienen su
principio y causa en la misma alma. L o primero es propio de la sensibilidad
cognoscitiva externa, y lo segundo de la interna. V e r , oir, oler, gustar, tocar,
etc., son operaciones de la sensibilidad cognoscitiva externa, porque de. esta
manera
104

conocemos los colores, sonidos, olores, sabores, superficies, etc. Recordar las
cosas materiales, imaginárselas, compararlas mentalmente, soñar en cosas corpóreas,
darse cuenta de dolores ó placeres íntimos, etc., son operaciones de la
sensibilidad cognoscitiva interna, porque de esta ' manera conocemos las
representaciones producidas en nuestra mente por las cosas corpóreas. Cada
operación de las dichas la efectúa uno de los sentidos, de donde resulta su
división en externos é internos; y cada acto, debido á la acción de los sentidos
sobre el alma, recibe el nombre de sensación. Notorias son también las funciones
afectivas de la sensibilidad, porque, como dice el Doctor Angélico, «de necesidad
sigúese al sentido alegría y tristeza, ó sea placer y dolor .» Efectivamente,
impresiono materialmente mi piel, pinchándola con un alfiler, por ejemplo, y sufro
ó experimento dolor; impresiono materialmente mis fosas nasales con los efluvios
olorosos que una rosa despide, y gozo. L a excitación orgánica que ocasiona placer
ó dolor podrá efectuarse, ora en las extremidades periféricas dé los nervios, ora
en su trayecto, ora en sus extremidades interiores ó centros nerviosos; pero
1

Ad sensum enim de necesítate sequilar laetitia et trislitia, sive delectatio et


dolor.—De actu, lib. II, lect. i.
1
i°5

siempre resultará afectado el compuesto humano, que siente cierta conmoción más ó
menos intensa, según el grado de excitación que el nervio sufra, ó de atención que
el sujeto preste á la impresión sentida. De aquí qué, en ciertos casos, parezca que
funcionan independientemente y por separado la sensibilidad cognoscitiva y la
afectiva, aunque en realidad no suceda esto, pues á la percepción de todo objeto
sensible, conveniente ó adecuado al organismo, por necesidad ha de seguirse
bienestar ó complacencia en el sujeto que percibe, y por el contrario, si el objeto
percibido es inadecuado ó perjudicial-al órgano impresionado, la displicencia ó
malestar se presenta irremisiblemente. Podemos dar á dichas conmociones orgánicas,
tanto placenteras como dolorosas, el nombre de excitaciones cuando tienen lugar en
la periferia, y el de emociones 6 sentimientos cuando son súbitos, agitan
fuertemente el ánimo y se efectúan en algún centro nervioso. De unas y otros
hablaremos al tratar de las funciones apetitivas. No se olvide, sin embargo, que la
sensibilidad es potencia única, por mucha que sea la complexidad de sus fenómenos,
entre los cuales no es difícil distinguir, por medio del análisis mental,
sensaciones 6 parte cognoscitiva, y excitaciones ó sentimientos,
¿o6

parte afectiva. Una y otra se localizan en órganos materiales, desconocidos á


veces; son irreflexivas; y su término necesariamente ha de ser siempre material ó
corpóreo. 58. lia sensibilidad es verdadera potencia aprehensiva ó cognoscitiva.

Aunque la mayor parte de los filósofos modernos atribuyen los conocimientos de toda
clase al entendimiento, considerando á la sensibilidad únicamente como potencia
afectiva, es indudable que por la sensibilidad conoce el animal, tanto racional
como irracional, las cosas materiales singular y concretamente consideradas y las
representaciones internas que estos objetos producen en el sujeto que siente, todo
lo cual pertenece ai orden aprehensivo y no simplemente al cognoscitivo. Negarle á
la sensibilidad virtud cognoscitiva, es lo mismo que' incurrir en el absurdo de
conceder á los brutos entendimiento racional.
Muchos autores, no haciendo la verdadera distinción entre el conocimiento sensitivo
y el intelectual y creyendo equivocadamente que el conocer es exclusivo y propio
del entendimiento, definen la sensibilidad diciendo que es la causa de los
fenómenos afectivos, ó también: aquella
107

facultad anímica que produce en nosotros modificaciones agradables ó desagradables.


Estas definiciones de la sensibilidad, son incompletas y peligrosas. Verdad es que
por medio de la sensibilidad (interna) el alma percibe en sí misma la inmutación
que en ella ha producido el objeto externo, y por lo tanto el placer ó dolor
consiguientes; pero ni aun en este caso podemos considerar á la sensibilidad como
meramente afectiva;\as modificaciones internas, el placer ó dolor mismos, son cosas
sensibles, como tales percibidas ó conocidas. Cierto es, igualmente, que al sentir,
unas veces el conocimiento es clarísimo y la afección tan suave que casi no la
sentimos, 6 nos parece que no existe; y otras, por el contrario, la afección es muy
intensa, y el conocimiento casi nulo; pero esto no probará nunca que los fenómenos
dichos se verifiquen por separado y pertenezcan á potencias diferentes, sino que
predomina unas veces en la sensibilidad la parte representativa sobre la afectiva,
y otras ésta sobre aquélla, y que el sujeto senciente se fija más en el fenómeno
predominante, prescindiendo del secundario. Cuando ciertos autores distinguen tan
escrupulosamente la sensación que, según ellos, es fenómeno puramente afectivo, de
la percepción, á la cual dan el nombre de fenómeno intelectivo,
1
io8

incurren en el error crasísimo de confundir el orden sensible con el inteligible, y


la sensibilidad cognoscitiva con el entendimiento. Siempre que la sensibilidad
funciona, aprehende algo material, existente en el exterior 6 interior del hombre,
y esta aprehensión es una verdadera percepción, que podrá llamarse sensitiva, si se
quiere, para no confundirla con las intelectivas, pero que no puede tomarse nunca
por acto meramente afectivo. Miro una rosa, por ejemplo, la aproximo á mi nariz, y
no sólo soy afectado agradablemente, sino que conozco también la existencia
objetiva de la flor, su aroma, color, figura, etc., y estos conocimientos son
propios de los sentidos olfato y vista, y no del entendimiento. Corroboran esta
verdad el mismo sentido común y lenguaje del vulgo, que no atribuye las operaciones
ver, oir, oler, etc., gozar, padecer, saber que se siente, etc., á la inteligencia,
sino á la sensibilidad por medio de sus sentidos, tanto externos como internos. 59.
Prenotandos acerca de los órganos y aparatos de la sensibili-

d a d . — El órgano característico de la sensibilidad recibe el nombre de sistema


nervioso, aparato que sirve al animal para relacionarse con el mundo exterior y
109

que preside las funciones sensitivas y locomotivas, y hasta es motivo ocasional de


las operaciones intelectivas y volitivas, aunque por medio del gran simpático
interviene también en las funciones de nutrición. ,
No es posible conocer á fondo la potencia sensitiva y sus facultades propias sin
ciertas nociones, aunque sean sumarísimas, del sistema nervioso cerebro-espinal.
Este aparato presenta en el hombre el aspecto de un árbol invertido, cuya raíz es
la mas(t encefálica, cuyo tronco es la médula espinal, y cuyas ramas y
ramificaciones- son los innumerables cordones, fibras y filetes nerviosos que,
extendiéndose y cruzándose en forma de red, aprisionan entre sus mallas todo el
cuerpo. E l eje de este sistema se compone del encéfalo ó masa encefálica que llena
todo el cráneo, y de su prolongación la médula espinal, que llena y recorre todo el
arco neural del esqueleto. Los dos están protegidos por las membranas meníngeas,
llamadas duramadre la exterior, piamadre la interior, y aracnoides la intermedia,
entre las cuales forman una especie de vaina ó estuche, dentro del que quedan
encerrados los centros nerviosos dichos. Los pares nerviosos toman el nombre de
I 10

cervicales, 'dorsales, lumbares y sacros, según la región que inervan. Ahora, si la


inervación se verifica mediante las vibraciones de las fibrillas nerviosas, por
medio de algún fluido especial, ó merced á ciertas acciones químicas, no se sabe
con certeza, aunque parece más probable lo último . Debemos, en cambio, á la
Fsiología moderna el importante y difícil descubrimiento de que, en los nervios,
hay fibras sensitivas, llamadas así porque son órganos de la sensibilidad, y fibras
moteras, que reciben este nombre porque presiden los movimientos. Como están
mezcladas en cada nervio, para distinguirlas ha sido necesario recurrir á sus
raíces medulares, y acredita la experiencia que cortando las raíces posteriores
desaparece la sensibilidad y subsiste el movimiento, y á la inversa, cortando las
raíces anteriores cesan los movimientos y continúa la sensibilidad. L a s
sensitivas se llaman también centrípetas' ', porque funcionan desde la
1 2

Malebranche, Bosuet, F r . Luis de Granada y casi todos los filósofos posteriores á


Descartes, explican la inervación admitiendo los espíritus animales, hipótesis hoy
ya olvidada y rechazada por filósofos y fisiólogos. - Del latín centrum, centro, y
petere, dirigirse á, fibras que obran dirigiéndose al centro nervioso.
1
III

periferia al centro; y las motrices centrífugas porque funcionan, al contrario,


desde el centro á la periferia. Dichas fibras conservan sus diferencias radicales,
por más que se cruzan al salude la médula y se mezclan íntimamente para componer el
cordón nervioso. Podemos, pues, considerar á los nervios todos como simples
conductores, procediendo sus-propiedades diferentes del centro nervioso en que
radican.
1

Por último, los principales centros nerviosos son: la médula espinal, que preside
los movimientos reflejos; el bulbo raquídeo, que preside la masticación, deglución,
respiración y movimientos expresivos; y los hemisferios cerebrales, que presiden
las funciones sensitivas, apetitivas y locomotivas, siendo á la vez motivo
ocasional de las intelectivas. L a médula espinal y el bulbo raquídeo desempeñan
además el oficio de simples conductores.

* Del latín cetttrum, centro, y fugere, huir, es decir: fibras que obran huyendo
del centro nervioso.
112

L E C C I Ó N VII
D E L A SENSACIÓN Y DE LOS SENTIDOS EXTERNOS

60.

Naturaleza de la sensación.—

Etimológieamente, sensación es toda acción producida por los sentidos en el sujeto


que siente; y lógicamente, aquel acto de la potencia sensitiva por cuyo medio
conocemos los objetos materiales, singulares y concretos, que nos impresionan, ó
las mismas afecciones del sujeto impresionado.
Como sabemos, sentir es, no sólo padecer ó gozar, emocionarse ó afectarse, sino
conocer las cosas materiales singular y concretamente consideradas. De aquí la
naturaleza compleja de la sensación, que hace difícil su estudio y que. explica,
hasta cierto punto, las variadas y opuestas opiniones de los filósofos acerca de
tan frecuente é importantísimo acto de la potencia sensitiva. A simple vista, sin
embargo, advertimos en muchas sensaciones parte emocional ó afectiva y parte
representativa ó cognoscitiva, pues el que ve, oye, huele, gusta, toca, etc., por
ii3

un lado siente cierta excitación orgánica, más ó menos viva, agradable ó


desagradable, y por otro percibe ó conoce colores, sonidos, olores, sabores,
frialdad, aspereza, etc. De manera que es doble el efecto producido en nosotros por
el acto sensitivo, aunque predomina en unos casos el afectivo sobre el
cognoscitivo; en otros, éste sobre aquél, y en algunos parezca que falta por
completo cualquiera de los dos. Esto nos dice la experiencia individual; pero el
análisis psicológico de las sensaciones ha conducido á los filósofos, no solamente
á distinguir estos dos elementos, sino también á darles nombres diferentes. L a
parte puramente afectiva de la sensibilidad la estudiaban los escolásticos al
tratar de las pasiones, distinguiendo en la cognoscitiva dos momentos: en el
primero, á consecuencia de la impresión material producida por un cuerpo cualquiera
en los órganos de los sentidos, surge en el alma la representación sensible, y á
este fenómeno dan propiamente el nombre de sensación (sensuum actio, esto es,
acción de los sentidos); y en el segundo, el alma aprehende el objeto mismo que nos
ha impresionado, y para este fenómeno reservan' el nombre de percepción, porque
entonces es cuando se percibe ó conoce la cosa material. De aquí que añadiesen que
el objeto de la potencia sensitiva es
8
114

per se la cosa material y per accidens la afección placentera ó dolo rosa que a l
percibirla se experimenta. Los cartesianos, por el contrario, "llaman sensación
exclusivamente al fenómeno afectivo, á la modificación agradable ó desagradable,
interna ó externa, que experimenta nuestro organismo; y percepción al fenómeno
exclusivamente representativo, que según ellos es producido por el entendimiento,
reobrando por medio de los órganos sobre las cosas percibidas. Los fisiólogos
modernos, por último, separándose completamente de Descartes y su escuela, admiten
en el acto sensitivo parte placentera ó dolorosa, excitación ó sentimiento, parte
afectiva, y sensación, parte representativa. Por lo tanto, esta palabra ha
recobrado su antigua y genuina significación, y podemos aplicarla perfectamente á
toda percepción sensitiva, esto es, á los conocimientos todos de cosas materiales,
singulares y concretas. 61. Análisis psico-fisiológico de

l a s e n s a c i ó n . — E n toda sensación descubre el análisis lo siguiente:


excitación orgánica producida por el objeto material en las terminaciones
periféricas de los nervios sensitivos; 2 . , corriente centrípeta, ó transmisión de
la excitación por los nervios dichos, desde la periferia
0
US

al correspondiente centro nervioso; 3 . , sensación; 4.°, conmutación, mediante la


energía anímica, eñ'el centro nervioso, de la excitación recibida; 5 , , corriente
centrífuga ó transmisión de la excitación por los nervios motores desde el centro á
la periferia, y 6 . ° , movimientos correspondientes á la excitación y sensación
experimentadas. Todos estos fenómenos son fisiológicos, menos la sensación, que es
psíquico, y de aquí la necesidad de admitir dos elementos, compueáto el uno y
simple el otro, para comprender y explicar las funciones sensitivas.
0 0

Puesto que la sensación es acto representativo ó de conocimiento, claro está que


para sentir se necesitan objeto sensible, es decir, capaz de ser conocido; sujeto
senciente, que conozca, y cierta comunicación proporcionada entre aquél y éste para
que el objeto pueda representarse en el sujeto de alguna manera. Notorio es que la
comunicación dicha se efectúa por medio del organismo, y á su tiempo veremos que,
sin admitir las especies sensibles de los escolásticos, no hay manera de comprender
la percepción sensitiva. Toda sensación es, por lo tanto, producto de dos actos ó
elementos, á saber: impresión,
116 debida al objeto, y percepción ó conocimiento, rei notique es obra del sujeto.
Por eso decían los antiguos: Ex cognoscente et cognitio paritur cido surge la
noticia de la cosa. L a impresión es la acción del objeto sentido por ejemplo, la
en el sujeto senciente, acción que produce dos efectos: primero, uno material,
imagen invertida que se pinta en la retina, incluso de los que duermen y de los
cadáveres, y otro, inmaterial, que es la representación intencional .
1

tia. Del sujeto cognoscente y del objeto cono-

imagen subjetiva del objeto, llamada por los antiguos especie sensible ó

Fisiológicamente considerada la sensación, advertimos en ella la marcha y elementos


siguientes. L a cosa material (en cuyo número colocamos lo mismo las fuerzas
activas del mundo exterior, luz, calor, sonido movimiento, afinidad química, etc.,
que las propiedades de los cuerpos, que los mismos objetos corpóreos) puesta en
comunicación inmediata ó mediata con los órganos de los sentidos, produce cierta
excitación en las terminaciones periféricas (papilas, corpúsculos, discos,
bastoncitos, conos, botones, etc.) de los nervios. Estas terminaciones tienen sus
excitantes específicos ó propios. L a s terminaciones de los nervios ópticos, en la
retina, únicamente pueden ser excitadas por las ondas luminosas y no por las ondas
sonoras. L a s terminaciones de los nervios acústicos, por el contrario, reciben su
excitación de las ondas
1
H7

©3.

Impresión

y sus

especies. —

Se deriva la palabra impresión del latín premere in, apretar ú oprimir en, porque
efectivamente toda impresión supone presión ó fuerza que hace una cosa en otra. Es,
pues, impresión la alteración ó mudanza producida por un agente cualquiera en el
sujeto impresionado, y se divide en "material y moral.
Comprendidos necesarios para los fenómenos fisiológicos sentir bajo la denominación

sonoras y nunca de las luminosas. L a presión mecánica y el calor, producen su


excitación específica sólo en los nervios sensitivos de los músculos y de la piel,
al paso que ciertas substancias químicas únicamente excitan los nervios del gusto y
del olfato. Los nervios todos se componen de fibras sensitivas y de fibras motoras,
las cuales, aunque en contacto unas con otras y sin aislador alguno, no se
comunican entre sí sus vibraciones respectivas. Probablemente, en virtud de
acciones químicas más ó menos desconocidas, dicha excitación se transforma en onda
nerviosa ó corriente centrípeta, que recorre las fibras sensitivas desde la
periferia al correspondiente centro nervioso. Recibida la excitación en el cerebro,
el sujeto que siente queda afectado agradable ó desagradablemente, y reobrando
sobre el organismo, vuelve la onda nerviosa, aunque en sentido inverso, al punto de
partida y verifícase la percepción sensitiva, aprehendiendo ó conociendo el objeto
material que nos ha impresionado. Hasta aquí
n8 genérica de impresión diarla para no sensitiva. Ya orgánica, conviene
estupercepción dividido; 6 moral, y confundirla con la

la hemos

definido

pero la impresión puede ser material

según que la excitación que el sujeto sufre proceda de agente material ó inmaterial
y la alteración sufrida sea moral ó física. Salgo afectado de una iglesia, y digo:
me ha impresionado el predicador. L a impresión de que aquí se trata, producida por
los pensamientos que el orador

el fenómeno sensitivo; pero como los movimientos son manifestaciones y efectos


naturales de las sensaciones, merced á cierta energía misteriosa que indudablemente
procede del alma, en el respectivo centro nervioso excitado tiene lugar algo
semejante á conmutación de movimientos, que convierte la corriente centrípeta en
centrífuga; se transmite esta corriente por las fibrillas motoras de los nervios
desde el centro á la periferia, y excitadas las placas ó terminaciones periféricas
de las fibrillas nerviosas motoras, tiene lugar el movimiento correspondiente á la
excitación, y cualquiera de estos elementos que falte, la sensación resulta
irrealizable é incomprensible. Yerran, pues, como probaremos oportunamente, los
materialistas, que atribuyen á la sensación la índole de simple movimiento
molecular, exclusivamente orgánico, y pretenden explicarla prescindiendo en
absoluto del alma, y yerran igualmente los cartesianos, que la consideran como
fenómeno puramente espiritual é intentan explicarla prescindiendo en absoluto del
cuerpo.
i ig

sagrado ha suscitado en mi mente, es moral. Tomo un tipo de imprenta y lo prensó


contra el papel, pincho mi epidermis con un alfiler, etc., y estas alteraciones
producidas en los objetos papel y cutis, son impresiones materiales. L a causa
ocasional de las sensaciones es siempre una impresión material ú orgánica, y no
decimos la causa eficiente (5), porque á la producción del acto sensitivo concurren
con el cuerpo inmediatamente la potencia sensitiva y mediatamente el alma.

y l a s e n s a c i ó n . — Normalmente, la excitación orgánica indispensable para


que experimentemos sensaciones exterCuál sea la verdadera naturaleza de la energía

63. sión

Relaciones

entre

la

impre-

nerviosa, antiguamente llamada espíritu vital ó animal,


y comparada modernamente con la electricidad, no lo sabemos á ciencia cierta; pero
entre la electricidad y el agente nervioso se pueden notar las diferencias
siguientes: i . , la velocidad de la electricidad difiere poco de la de la luz, al
paso que el agente nervioso, como ha demostrado Helmholtz, cada segundo recorre
sólo unos 40 metros por las fibras motoras, y según Richet unos 60 al segundo por
las fibras sensitivas; 2 . , las ligaduras de los nervios no impiden el paso de la
fuerza eléctrica, y sí el de la energía nerviosa; y 3. , mientras la fuerza
eléctrica disminuye á medida que se aleja en el hilo, la corriente nerviosa, por el
contrario, se refuerza á medida que avanza.
a A A
120

ñas, se produce en las terminaciones periféricas de los nervios, y la excitación


necesaria para moverse tiene lugar en las terminaciones centrales ó células
nerviosas del cerebro; pero no se olvide que los nervios son excitables, lo mismo
en sus terminaciones que en cualquiera parte de su trayecto, y que experimentos
recientes prueban que todo nervio transmite en ambas direcciones las excitaciones
producidas en cualquiera de sus puntos. De manera que aunque, en ciertos casos,
experimentamos sensacio' nes determinadas, que al parecer no van precedidas de sus
impresiones orgánicas correspondientes, y en otros, por el contrario, sufrimos
impresiones, que al parecer no ocasionan sensación alguna, bien podemos afirmar que
la impresión y la sensación están ligadas tan íntimamente como el instrumento y la
obra. Adviértase, sin embargo, que la impresión es fenómeno físico-químico, extenso
y divisible; y la sensación fenómeno psíquico, inextenso y simple.
Conocemos la marcha, número y calidad de los fenómenos fisiológicos que á la
sensación preceden, y sin los cuales la sensación es impo-
121

sible. Para determinar, pues, las relaciones existentes entre la impresión orgánica
y la sensación, apliquemos la siguiente regla, comprobada por cien experimentos:
toda impresión orgánica ocasiona una sensación, como toda sensación supone
impresión previa. Tanto, que apenas se produce la impresión orgánica, se
experimenta la sensación correspondiente, sin que haya medio de impedirlo, y con
rapidez tal, que ambos hechos parecen simultáneos. Hemos dicho que la impresión y
la sensación están ligadas tan íntimamente como el instrumento y la obra, y sin
embargo, la impresión no debe considerarse como verdadera y única causa eficiente,
sino sólo ocasional ó instrumental de la sensación, pues si suponemos al hombre sin
potencia sensitiva, cadáver, por ejemplo, las impresiones materiales que se
produzcan en su organismo nunca causarán sensaciones. Casos ocurren, no obstante,
en que parece que experimentamos sensaciones determinadas que no van precedidas de
sus impresiones orgánicas correspondientes; y otros, por el contrario, en los
cuales sufrimos impresiones que no ocasionan sensación alguna. Ejemplos: los
miembros amputados duelen á veces mucho tiempo después de no formar ya parte del
organismo; las personas que gastan
122

dentaduras postizas, padecen dolores en dientes que no son suyos; durante los
ensueños, conocemos, gozamos ó sufrimos como si realmente fuesen impresionados
nuestros órganos; y en las alucinaciones y ciertas locuras, el loco y el alucinado
sienten y ven lo que no existe y no ha podido, por lo tanto, impresionarles.
Acontece lo contrario cuando dormimos profundamente ó nuestro espíritu está como
absorto ó concentrado en un punto ó asunto cualquiera, á los cuales atendemos con
todas nuestras fuerzas, y cuando las impresiones orgánicas son suaves y habituales,
como sucede con la excitación que normalmente produce el aire ambiente en nuestra
piel. Los ejemplos anteriores, al parecer, contradicen la regla general; pero no es
así. L a sensación, tanto en su parte emocional ó afectiva, como en su parte
cognoscitiva ó representativa, requiere el concurso simultáneo del cuerpo y del
alma. Normalmente, la excitación orgánica indispensable para que experimentemos
sensaciones externas, se produce en las terminaciones periféricas de los nervios, y
la excitación necesaria para moverse tiene lugar en las terminaciones centrales ó
células nerviosas del cerebro; pero no se olvide que los nervios son excitables, lo
mismo en sus terminaciones que
123

en cualquiera parte de su trayecto, y que si normalmente la excitación producida en


la extremidad periférica se transmite en sentido centrípeto y la producida en la
extremidad central se transmite en sentido centrífugo, expe rimentos recientes
debidos á Kuehne, Vulpian, Bert y otros prueban que todo nervio transmite en ambas
direcciones las excitaciones producidas en cualquiera de sus puntos. Según esto, en
los ejemplos primeros, durante los estados de sonambulismo, locura y alucinación,
la excitación es producida por la actividad anímica que por medio de las imágenes
de las cosas, tanto más vivas cuanto más abstraído está el espíritu del mundo
exterior, excita misteriosamente al cerebro, excitación que recogida por las
extremidades interiores de los nervios se transmite á la periferia y produce,
aunque en sentido inverso, las mismas sensaciones y hasta movimientos que hubiesen
ocasionado las excitaciones periféricas. Si duelen los miembros amputados, es
porque la excitación, mediante influencias climatológicas quizá, se ha efectuado en
una parte cualquiera de los filetes nerviosos que comunicaban en otro tiempo con
músculos que y a no existen, y el sujeto senciente refiere la impresión al punto
que le era habitual.
124

E n los ejemplos segundos no hay sensación: por falta de la indispensable atención


anímica. De esta manera se explica que, distraído ó concentrado el sujeto en cosa
distinta, pase la impresión orgánica inadvertida y no ocasionela sensación
correspondiente. E l agudísimo dolor propio de la enfermedad llamada gota, por
ejemplo, se aminora ó deja de sentirse por completo concentrando la atención en una
partida de ajedrez. Arquímedes, absorto en sus cálculos matemáticos, no ve al
soldado romano dispuesto á herirle que tiene delante de los ojos. Los estudios
metafísicos concentran de tal manera la atención del espíritu, que las impresiones
orgánicas procedentes del mundo exterior que nos rodea pasan inadvertidas, y no
ocasionan á veces sensación alguna; pero es indudable que toda impresión produce
sensación, y toda sensación supone impresión previa. De la doctrina expuesta se
infiere, no solamente que la impresión y la sensación son fenómenos de distinta
índole, sino también que la impresión es un hecho puramente físico-químico,
compuesto y divisible, producido en el organismo por los excitantes
correspondientes, todos los cuales radican en el mundo de lo material y corpóreo, y
la sensación, por el
125

contrario, es un acto psíquico, simple é indivisible, que únicamente puede


ultimarse mediante la actividad senciente de un principio inorgánico como es el
alma. 64. Definición d e l sentido.—Sen-

tido es toda facultad orgánica por cuyo medio conocemos las cosas materiales,
singular y concretamente consideradas, que nos impresionan, ó las inmutaciones que
experimenta el mismo sujeto impresionado.
De donde se infiere que hay sentidos propios de la sensibilidad externa y de la
interna; que los sentidos, como la potencia sensitiva, son facultades orgánicas que
se distinguen unas de otras por sus objetos formalmente distintos, pues no es lo
mismo el color, que el sabor, que la suavidad, que el recuerdo de cosa corpórea,
etcétera; que son facultades aprehensivas ó cognoscitivas, propias de la vida
animal, y que, por lo tanto, son comunes al hombre y al bruto, como lo entiende el
vulgo cuando dice que el perro conoce á su amo y la golondrina recuerda su nido. 6
5 . Clasificación de los sentidos. Para hacer una buena división lógica de los
sentidos, hay que atender á sus órganos respectivos y funciones propias. Si los
órganos .están
126

situados en la periferia del cuerpo, aunque en comunicación directa con el aparato


nervioso cerebro-espinal, los sentidos de los cuales son instrumento reciben el
nombre .de externos 6 corporales; y el de internos, si los órganos están en el
interior del Cuerpo, componiendo los llamados centros nerviosos. Los fisiólogos dan
el nombre de subaparatos á los órganos de los sentidos externos; y como estos
subaparatos son cinco, admitimos cinco sentidos externos, á saber: vista, oído,
olfato, gusto y tacto. Por razón de sus operaciones y objetos formalmente
distintos, más bien que por sus órganos, cuya localización no está aún plenamente
demostrada, admitimos también cuatro sentidos internos, que son: conciencia
sensitiva ó sensorio común, imaginación, memoria sensitiva, y cogitativa natural.
Subdividimos además los sentidos externos en sencillos, que son los .que disponen
de un solo subaparato (tacto y gusto), y dobles, nombre que damos á los que pueden
valerse para sus funciones propias de dos subaparatos (vista, olfato y oído), y en
afectivos, porque predomina en sus sensaciones la parte emocional, modificando
agradable ó desagrada1

Del griego periphéreia;

de per i, en torno, y

phérein, llevar.
127

blemente al sujeto que siente (oído, olfato y gusto), é instructivos, que son
aquellos en que predomina el elemento representativo del objeto sensible (vista y
tacto). División que puede abarcarse de una mirada en el siguiente cuadro:

l Vista Dobles. .]Oído '.. Externos.) fOlfato


J31

_ > | -g í
1

fSencillos
|

5 ^° Tacto
US

8 c3 w

°^ I

/Sensorio común. . umaginación. ! Internos. .) Memoria sensitiva. ICogitativa


natural.
T & 1

66.

Órganos

de los sentidos

ex-

t e r n o s . — D a m o s el nombre de

órganos

de los sentidos á las partes del cuerpo que sirven al animal como de instrumentos
adecuados para la percepción de las cosas materiales, y los dividimos en esenciales
y accesorios, según que sean ó no indispensables para efectuar la función
sensitiva. No hay que confundir el órgano ó instrumento con la facultad ni
1

Del latín cogitare, pensar.


128

con la operación, pues son cosas distintas: por ejemplo, el ojo, que es el
instrumento; la vista, que es el sentido, y ver, que es la operación. Son órganos
propios de la vista, los ojos; del oído, las orejas; del olfatorias fosas nasales;
del gusto, la cavidad bucal; del tacto, la piel; y de todos, los nervios
respectivos que ponen en comunicación los órganos dichos con el cerebro.
Como facultades orgánicas que son, cada sentido tiene sus órganos propios, por más
que el asiento y lazo de unión de dichos órganos es el sistema nervioso cerebro-
espinal; y aunque sería impropio de esta asignatura el descender á detalles
anatómicos y fisiológicos respecto á.los órganos y funciones de los sentidos,
imposible comprender las sensaciones sin describir someramente dicjios órganos. De
la vista son órganos esenciales los ojos y los nervios ópticos, que nacen en el
cerebro y terminan en la retina; y accesorios los músculos oculares (que son seis),
las órbitas, los párpados, las pestañas, las cejas, la conjuntiva y el aparato
lagrimal. Sin descender á otros detalles de anatomía descriptiva, podemos comparar
el globo del ojo á una cámara obscura. Órganos del oído son las orejas y los
nervios
1

129

auditivos. Divídese la oreja en externa ó pabellón, media 6 caja del tímpano, é


interna ó laberinto. Por medio del conducto auditivo comunica la externa con el
tambor ó tímpano, caja contigua ai laberinto, especie de espiral en forma de
caracol, llena de un fluido que lalubrificay que recibe las extremidades del nervio
auditivo. Son órganos del olfato las fosas nasales, revestidas de una membrana
llamada pituitaria, cubierta de pelos, lubrificada por un humor mucoso y viscoso, y
en la que casi están al descubierto los filamentos del nervio olfatorio. Órganos
del gusto son la lengua, el paladar, la parte interior de los carrillos, las encías
y los labios, que lubrificados por la saliva, jugo disolvente, ponen las partículas
sápidas de los cuerpos en contacto con las numerosas papilas de los nervios
gustables. Órgano del tacto es la piel, que reviste interior y exteriormente al
cuerpo; y se compone de la dermis, cutis, cuero 6 córium, de la redecilla vascular,
6 cuerpo reticular ó mucoso, y de la epidermis, sobrecutis 6 cutícula. Para dar
paso á los pelos, está la epidermis sembrada de numerosos orificios, llamados
poros. Las manchas rojizas que se advierten en la dermis son las extremidades ó
corpúsculos de los nervios táctiles.
Q
130

de rechazarse en absoluto dicha posibilidad, pues nuevas cualidades sensibles en


los objetos, determinarían indudablemente un sexto ó séptimo sentido; pero con
relación al hombre, podemos sostener que no existen más que los cinco sentidos
externos, porque únicamente encontramos en él otros cinco subaparatos, con ayuda de
los cuales y de la razón conoce todas las cualidades sensibles.
Mucho han discutido filósofos y fisiólogos acerca de la existencia de más de cinco
sentidos corporales, defendiendo algunos de éstos, sobre todo, los sentidos que
llaman muscular, de la presión, de la temperatura, del equilibrio, etc. Lamennais
admitió la posibilidad de nuevos sentidos, pero creyó que uno más perturbaría el
acuerdo de los existentes. Balmes no negó en absoluto dicha posibilidad; pero sí
que un sexto sentido introdujese el desorden en nuestras percepciones sensitivas.
Por último, Sanseverino, con argumentos de Santo Tomás y de San Agustín, defiende
la imposibilidad en el hombre de más de cinco sentidos externos. Sin embargo, esta
imposibilidad no puede

67. Posibilidad de m á s ó menos d e c i n c o s e n t i d o s e x t e r n o s . —


No pue-
13 £

admitirse en absoluto, pues con razón dice Balmes: «Si el sordo que 40 tiene idea
de los sonidos, el ciego que no sabe lo que son colores, procederían muy mal
negando la posibilidad de las sensaciones de que ellos carecen, no discurriríamos
con más acierto nosotros, afirmando que no es posible un orden de sensaciones
diferentes del que tenemos... Si es posible un orden de sensaciones enteramente
nuevo, no envuelve ninguna contradicción un sexto ó séptimo sentido: la imaginación
no alcanza lo que serían las nuevas sensaciones, pero la razón no ve en ellas
ninguna imposibilidad .»
1

Pasando ahora de la posibilidad á la realidad varios fisiólogos modernos defienden


la existencia en el hombre de los sentidos muscular y de equilibrio, fundándose en
el descubrimiento de ciertas terminaciones nerviosas periféricas características y
exclusivas de los supuestos sentidos dichos; pero, para no admitirlos, adviértase
que no constituyen órgano especial, como los ojos ó las orejas, por ejemplo; que
las sensaciones que por ellos aprehendemos pueden clasificarse entre las generales
del tacto ó de la sensibilidad interna; y por último, que no tienen
1

Filosofía fundamental, vol. II, páginas 1 1 3 - 1 1 4 .

Barcelona, 1846.
132

su objeto sensible propio y externo formalmente distinto del de los otros sentidos.
E n cambio, algunos filósofos han sostenido que los sentidos externos pueden
reducirse todos al sentido del tacto, porque para ver, dicen, necesario es que los
rayos luminosos toquen la retina; para oir, que el aire en vibración toque la
membrana del tímpano; para oler, que las partículas olorosas toquen la pituitaria,
y para gustar, que las partículas sápidas toquen las papilas ó extremidades de los
nervios del gusto. Pero esto nada prueba, pues los rayos luminosos tocan la retina
de ciertos ciegos, el aire en vibración toca el tímpano de algunos sordos, las
partículas olorosas y sápidas tocan la pituitaria y la lengua del que carece de
olfato y gusto; y no obstante, ni los primeros ven, ni los segundos oyen, ni los
últimos huelen, ni gustan. N o es, pues, el contacto lo que esencialmente
constituye el sentido. A d e m á s , objetos formalmente distintos, como los
colores, sonidos, olores, sabores, etc., suponen facultades diferentes. H a y ,
pues, verdadera distinción real entre los cinco sentidos externos, cada uno de los
cuales tiene su sensible propio, característico y diferente. 68. Admirable
colocación de los a p a r a t o s d e l o s s e n t i d o s . — E n nada
133

resplandece tanto la sabiduría del Criador como en la colocación especial de los


órganos de los sentidos externos. Todos están admirablemente situados para
funcionar fácilmente, auxiliarse unos á otros y preservarnos de males físicos. E n
efecto; el órgano del tacto, necesario para discernir lo favorable ó nocivo al
organismo, está extendido por todo el cuerpo y localizado de una manera especial en
las yemas de los dedos, lo que hace de las manos el instrumento humano por
excelencia y el aparato más delicado para las obras de arte y el ejercicio activo
del tacto. Los órganos"del gusto, para advertirnos previamente si los manjares
serán bien ó mal recibidos por el estómago, están colocados al principio del tubo
digestivo. Los órganos del olfato, auxiliar eficacísimo del gusto, están como de
vigía sobre la boca,' para no permitir en ella la entrada de lo que huela mal. Las
orejas, que son los órganos del oído, situadas están en sitio eminente para oir
bien y una en cada lado de la cabeza, á fin de que, cualquiera que sea la postura
adoptada por el cuerpo, tengamos siempre una al descubierto y como de centinela
para advertirnos los males ruidosos que nos amenazan. Por último, los ojos,
rodeados de todo género de precau-
134

ciones para su conservación, situados están en la parte anterior y más alta del
cuerpo, para que podamos ver los objetos á largas distancias y dirigir con
seguridad la locomoción. No es menos admirable la estructura especial de cada uno
de los órganos dichos, sobre todo si se estudia relacionándola con los fines
peculiares para que han sido creados. 69. Superioridad relativa de los

tes son: en orden al conocimiento, la vista y el tacto; en orden á la salud, el


gusto y el olfato, y en orden á la belleza, la vista y el oído.
La vista es el más excelente de los sentidos, tanto con relación á las ciencias por
los muchos conocimientos que por sí solo ó con ayuda del telescopio y del
microscopio nos proporciona este sentido, cuanto con relación á las bellas artes,
cuya existencia casi no se concibe sin la vista, sentido por antonomasia estético.
Viene después el oído, cuya principal excelencia de1 2

s e n t i d o s e x t e r n o s . — L o s más excelen-

Del griego tele, lejos, y skopein, examinar, ver; instrumento para ver desde lejos,
á largas distancias, 1 os astros, por ejemplo. Del griego mikrós, pequeño, y
skopein, examinar; instrumento á propósito para, examinar ó mirar los objetos
pequeñísimos.
1 2
135

pende de que, sin. él, no hay comunicación posible de las ciencias, artes y
pensamientos humanos de toda clase por medio de la palabra, que es el más
importante lazo de unión entre los hombres, y sin la cual la sociedad ni siquiera
se concibe. E l tacto es también importantísimo, porque nos proporciona multitud de
conocimientos referentes á las cosas corpóreas y rectifica en ciertos casos las
equivocaciones de la vista, supliéndola admirablemente en los ciegos de nacimiento.
Por último, el olfato es superior al gusto, porque percibe los olores á distancia,
no necesitando como éste del contacto inmediato con su objeto sensible propio.
136

L E C C I Ó N VIH
DE LAS SENSACIONES EXTERNAS

TO. O b j e t o a d e c u a d o d e l o s s e n t i dos externos, sensible propio y


co-

m ú n . — S o n objeto adecuado de los senti-

dos externos inmediatamente las cualidades sensibles de las cosas materiales


y.mediatamente las mismas cosas que á las cualidades pertenecen. Si la cualidad de
que se trata modifica sólo á un sentido, y por éste únicamente puede ser conocida,
como sucede con el color respecto á la vista, recibe el nombre de sensible propio.
Por el contrario, llámase sensible común aquella cualidad que modifica á la vez á
dos ó más sentidos, los cuales pueden conocerla; por ejemplo, la
el tamaño, el movimiento, etc.,

figura,

cualidades que lo mismo pueden ser conocidas por la vista que por el tacto.
Únicamente los sentidos externos pueden conocer las cualidades sensibles de los
cuerpos, que por esta razón componen su objeto ade-
'37
cuado. Este conocimiento es inmediato, aunque por medio de las cualidades sensibles
los sentidos perciben también los objetos mismos á que pertenecen dichas
cualidades. Son sensibles propios de la vista la luz y los colores, del oído los
sonidos, del olfato los olores, del gusto los sabores; y la resistencia, suavidad,
aspereza, peso, dureza, blandura, calor, frío, etc., del tacto. Por el contrario,
son sensibles comunes la figura, el .tamaño, la distancia, el movimiento, el
número, "etc., cualidades todas que lo mismo pueden ser; conocidas por la vista que
por el tacto. > 71. Cualidades primarias y sec u n d a r i a s d e l o s cuerpos.—
Reales ó primarias son aquellas que existen en los

mismos cuerpos independientemente de toda relación con nuestros sentidos: por


ejemplo, la extensión. Sensibles ó secundarias son aquellas que sólo se conciben
como resultado del mutuo comercio entre el sentido y el cuerpo material, de manera
qué al parecer están en los sentidos que,las aprehenden: por ejemplo,
el color. • • • '. Para distinguirlas por sus notas características, fijémonos en
que: l.° Las primarias están en los cuerpos considerados en sí mismos; las
i3§

secundarias lo están como otras tantas aptitudes que los cuerpos tienen con
relación á nuestros sentidos debidamente expeditos. 2° Las primarias son base y
condición de las secundarias. 3 . Las primarias son inteligibles; las secundarias
meramente sensibles. 4 . Las primarias se conocen claramente en los cuerpos mismos,
mientras que las secundarias las conocemos indistintamente, no en sí mismas, sino
por medio de la sensación que producen.
0 0

72. Subjetividad ú objetividad de las cualidades secundarias.—Las

cualidades secundarias, en acto (22) son meras modificaciones orgánicas del sujeto
que siente, ó lo que es lo mismo, tienen carácter subjetivo; pero en potencia están
en los mismos cuerpos percibidos y tienen, por lo tanto, carácter objetivo.
Mucho se ha disputado acerca de si las cualidades secundarias tienen verdadera
realidad objetiva, ó son únicamente meras modificaciones subjetivas. Opina lo
primero el vulgo, creyendo que el color, olor, sabor, etc., están real y
verdaderamente en los cuerpos. colorados, olorosos, sápidos, etc.; y sostienen lo
segundo ciertos filósofos, afirmando que las cualidades dichas son meras
modificaciones
139

internas que acompañan al acto de la percepción sensitiva. L a cuestión, sin


embargo, se resuelve fácilmente aceptando la distinción escolástica del acto y de
la potencia, porque subjetivamente y en acto son meras modificaciones orgánicas del
sujeto que siente; pero objetivamente y en potencia están en los mismos cuerpos, en
los cuales no podemos menos d ; reconocer la aptitud natural necesaria para
producir en nuestros sentidos, normalmente expeditos, la percepción de dichas
cualidades. T3. Objeto y t é r m i n o d e l a p e r c e p c i ó n s e n s i t i v
a . — L a s cualidades

sensibles de las cosas no son e) objeto único de la sensibilidad, sino que lo es


también y simultáneamente el sujeto material en que las cualidades dichas residen.
De aquí que sean término inmediato de la percepción sensitiva, las cualidades
sensibles; y término mediaío, los mismos cuerpos percibidos por los sentidos.
Los escolásticos han defendido siempre la doctrina de la percepción inmediata de
las cualidades, y mediata de los cuerpos mismos donde las cualidades están. E n
efecto, las cualidades sensibles ni existen ni pueden naturalmente existir
separadas de los cuerpos ó substancias á
140

que pertenecen. Por lo tanto, al percibirlas, como que las cualidades aisladas no
tienen nL pueden naturalmente tener existencia propia, no hay más remedio que
percibir el cuerpc mismo calificado, que las sustenta. Esta percepción podrá ser
más ó menos clara y distinta; pero es lo cierto que se termina, no en la cualidad,
sino en la substancia misma que le sirve de sustentáculo. Pero la sensibilidad
externa, como potencia orgánica, no puede percibir más que lo concreto, corpóreo y
material, siendo por lotanto incapaz de abstraer; luego las cualidades sensibles no
son objeto único de la sensibilidad, sino que lo es también el cuerpo ó substancia
en que residen. Infiérese de lo dicho que, puesto que la percepción sensitiva ha de
tener un término, y éste no puede ser la inmutación orgánica, que es el objeto de
la sensibilidad interna, ni la percepción misma, porque de suponerlo así caeríamos
en un círculo vicioso; este término no puede ser otro que las mismas cosas
materiales inmediatamente percibidas por los sentidos en sus accidentes, y
mediatamente en sus substancias. Olvidada esta antigua verdad y partiendo ciertos
filósofos modernos de que la percepción sensitiva es meramente subjetiva., hubo que
recurrir al famoso puente para pasar del sujeto

:
141

al objeto, cayendo en el sensualismo, escepticismo ó idealismo, de cuyos absurdos


sistemas no hay medio de. librarse sin restablecer en toda su pureza la doctrina de
la percepción inmediata. T4> Explicación del conocimiento

s e n s i t i v o . — E n nuestra opinión, sin admitir las especies, tanto


sensibles como inteligibles, de los escolásticos, el misterioso fenómeno del
conocimiento, lo mismo animal que racional, no tiene explicación satisfactoria;
pero, colocado el objeto sensible al alcance de la facultad sensitiva, se actúa el
conocimiento, retratándose el objeto en el sujeto por medio de la especie sensible.
Para conocer, lo mismo cosas materiales que inmateriales, son indispensables: i . °
, sujeto dotado de facultad cognoscitiva; 2 . ° , objeto capaz de ser conocido, y 3
. , comunicación proporcionada é íntima entre el objeto y el sujeto, de la que
resulte aquél representado en éste. Dicha representación mental es la que
propiamente constituye el conocimiento; pero el sujeto cognoscente, el objeto
cognoscible y la aprehensión del segundo por el primero, son siempre requisitos
necesarios para que haya conocimiento, de la misma manera que no es posible
0
142

ver sin sujeto ú ojo que vea, sin objeto que por estar convenientemente iluminado
sea visible, y sin que el objeto produzca cierta imagen ó representación suya en el
sujeto. No debe chocar esta semejanza, ó identidad mejor dicho, porque ver no es
otra cosa más que conocer las cosas visibles, y nada aclara tanto la percepción, lo
mismo sensitiva que intelectiva, como compararlas con la visión. ¿Pero de qué
manera se efectúa la representación del objeto en el sujeto? Por medio de las
especies sensibles. E n efecto, la impresión orgánica, esto es, la mudanza ó acción
producida por los objetos materiales sobre los órganos de los sentidos, no explica
de qué manera el objeto externo se comunica ó hace presente al sujeto, comunicación
sin la cual no hay conocimiento posible. L o s sentidos son, como sabemos, simples
facultades ó potencias; y para que pasen de la potencia al acto, es preciso que se
presenten en ellos de alguna manera las cosas sensibles exteriores. Ahora bien; la
conciencia acredita, por una parte, que el sujeto del sentido no sale de sí mismo
para comunicar con el objeto; y la experiencia demuestra, por otra, que el objeto
tampoco se une al sujeto con su física substancialidad; luego no queda otro recurso
que admitir algo que haga las veces del objeto y que, sien-
143

do inmaterial, pueda representarle en el sujeto: este algo es la especie sensible


de los escolásticos. 75. líe las especies sensibles.— Estas especies ó retratos no
son imágenes extensas, aunque pequeñísimas, de las cosas materiales, como las que
invertidas se pintan en la retina, por ejemplo, ni tampoco partículas microscópicas
y materiales emanadas de los cuerpos mismos, como suponían Demócrito y Epicuro,
«sino semejanzas que producen de sí propios los objetos externos, las cuales
participan de la naturaleza del alma, y son. por tanto, inmateriales, porque todo
lo que es recibido por algún sujeto es de la naturaleza del recipiente...; pues si
bien dichas especies son efecto de los objetos sentidos que son corpóreos, pero,
como observa Santo T o m á s , cuando algún cuerpo obra sobre el alma, no le
comunica la misma forma que él tiene en sí, sino por efecto de su acción el alma
produce en, sí misma la especie ó imagen del objeto .» Definamos,
1

pues, las especies sensibles, diciendo que son ciertos retratos ó semejanzas de las
cosas materiales que, por modo inmate-.
Psicología (Madrid 1876), págs. 53 y 54, por don Juan Manuel Orti y Lara.
1
144

'

terial, las representan en el sujeto que siente.


E l oficio que desempeña la especie sensible consiste en hacer que las cosas
materiales se hagan presentes de una manera inmaterial ó intencional al sujeto
cognoscente. Recibida por éste la especie sensible, se' aprehende el mismo cuerpo
material, que es en lo que consiste la percepción sensitiva. De manera que la
especie sensible es el principio subjetivo de la sensación ó el medio con que
percibimos las cosas materiales, y éstas el objeto y término del acto sensitivo.
76. Funciones especiales de los

to sensible mediata ó inmediatamente en contacto con el órgano del sentido,


prodúcese en éste una excitación física ó química, que transmitida por el nervio
correspondiente, conduce la onda nerviosa al cerebro; recibida la excitación en el
centro cerebral propio, reobra el sujeto senciente por el mismo conducto, aunque en
sentido inverso, sobre el objeto sensible, la onda nerviosa parece como que vuelve
al punto de partida, se retrata el objeto en el sujeto y queda ultimada la función
del sentido.

s e n t i d o s e x t e r n o s . — C o l o c a d o el obje-
MS

Para el conocimiento completo de las sensaciones dichas, conviene apuntar algunos


detalles respecto á la manera como funcionan los órganos especiales de cada uno de
los sentidos externos. Funcionan los ojos como si fuesen cámaras obscuras, tanto
que las imágenes de los objetos visibles se pintan invertidas en la retina.
Excitados entonces por la luz los conos y bastoncitos de la membrana de Jacob, se
transmite la excitación por los nervios ópticos al cerebro y es recibida en la
substancia gris del lóbulo occipital, en donde Munk y Ferrier colocan el centro
psico-óptico, según experimentos efectuados en aves, perros y monos, y corroborados
por los hechos patológicos en el hombre. Los cuerpos sonoros comunican sus
vibraciones á las capas de aire que los rodean; recogidas estas vibraciones por el
pabellón de la oreja, penetran por el conducto auditivo hasta el tímpano, el cual,
vibrando á su vez, las transmite al oído interno, donde están las ramificaciones de
los nervios acústicos procedentes del bulbo del encéfalo y que terminan con el
llamado órgano de Corti, compuesto de unas sesenta mil fibrillas paralelas,
encargadas de recoger las excitaciones sonoras; dichas excitaciones se! transmiten
por los nervios acústicos al cerebro, sin que la experiencia haya desculo
146

bierto hasta la fecha la región central acústica en el hombre. E l centro acústico


de los animales lo localizan Ferrier y Munk en las partes posteriores del lóbulo
temporal. Esta localización y la del centro psico-óptico están al parecer
plenamente probadas. Disueltas las partículas olorosas en las mucosidades de la
membrana pituitaria, que tapiza interiormente las fosas nasales, mediante acciones
químicas indudablemente, se produce cierta excitación en las terminaciones de los
nervios olfatorios; éstos transmiten la excitación al cerebro, y en la
circunvolución del hipocampo coloca Munk el centro psico-olfatorio, aunque no están
conformes sobre este particular todos los fisiólogos. L a función del gusto se
efectúa por el simple contacto de las partículas sápidas, disueltas en la saliva,
con la mucosa del subaparato, en donde flotan las terminaciones de los nervios
gustativos, que mediante acciones químicas quedan excitadas; la excitación se
transmite por los nervios al cerebro, en cuyo gyrus lincinatus localiza Ferrier el
centro psico-gustativo, aunque tampoco es segura dicha localización. Por último,
para que la función del tacto se efectúe, preciso es que los objetos, mediante la
epidermis, produzcan cierta excitación e n los
J

47

corpúsculos del tacto situados en la dermis, que son las ramificaciones con que
terminan los nervios táctiles; éstos transmiten la excitación al cerebro, y ,
aunque ciertos hechos indican que los centros psico-tactiles están localizados en
los hipocampos 6 porciones temporales de las circunvoluciones del cuerpo calloso,
nada con certeza se sabe respecto á esta localización .
1

sificarlas de la misma manera que los sentidos corporales, dividiéndolas y


subdividiéndolas así.

77. Clasificación y división de las s e n s a c i o n e s e x t e r n a s . — P o d


e m o s cla-

Véase la obra Eléments de Psycologie phisioiogi-

que, por W. Wundt, t. I, pág. 166 y siguientes.


148

[colores..
)v¿suales J

Rojo, naranjado, A m a r i l l o , tordo, azul, añil, violado, blanco, nogro,


Jopaeidad. translucidez, transparencia, lotec'tcra. ^Longitud, latitud, figura,
distancia, folien), perspectiva, moviimonto. ote. ^Su cualidad, intensidad,
volumen, J o ñ o , timbre, melod í a, armon í a, /dirocfiúu y distancia; focos,
gritos, '.etcétera. (Aromáticos, fragantes, ambros í a• '.eos, aliáceos, fétidos,
repugnantes, (nauseabundos, ote. [Dulces,

sionos..

auditivas:

ruidos

2 [olfatorias:

olores.

<
¡25

gustativas:

>rcs.

amargos, ácidos, ardientes, ote.

^Calor, fr í o, dureza, blandura, suavidad, asporoza, \tactiles.. ) №t). volumen,


resistencia, figura, longitud, latitud, (profundidad, oto.
/ ¡

Expliquemos el. cuadro anterior. L a s sensa ciones externas se clasifican, ante


todo, como los sentidos corporales, vas y táctiles.. L a s sensaciones visu ales ó
propias del sen tido de la vista dicen referencia al color ó á la en cinco géneros,
á saber: en visu ales, au ditivas, olfatorias, gu stati
149

extensión de los cuerpos iluminados. Figuran entre las primeras la percepción de


los colores simples, que son siete, á saber: rojo, naranjado, amarillo, verde,
azul, añil y violado; la de los colores mixtos, tales como el blanco y el negro; la
de ciertos efectos de la luz, como su intensidad y si los objetos son opacos,
translúcidos ó transparentes; el contraste sucesivo 6 simultáneo de los colores,
etc. Entre las segundas merecen particular" mención la longitud, latitud, figura,
distancia, relieve, perspectiva y movimiento. Las sensaciones auditivas ó propias
del oído son los ruidos de toda especie y los sonidos. Generalmente damos el nombre
de ruido á los sonidos irregulares, descompuestos y difíciles de medir. L o s oídos
exbertos y delicados perciben también, en los sonidos: l.°, su cualidad, esto es,
si son dulces, ricos, blandos, puros, duros, ásperos, chillones, etc.; 2 . ° , su
intensidad', esto es, si son fuertes ó débiles; 3 . , su volumen, esto es, si son
muchos ó pocos los productores del sonido; 4°, su tono ó altura, esto es, si el
sonido es agudo ó grave, y 5-°, su timbre, que depende de la diferente materia
puesta en v i bración. Las combinaciones musicales de los sonidos nos hacen
percibir además la melodía y la armonía. Por último, entre las percepciones
auditivas debemos hacer mención especial de
0
la voz humana y de los diferentes gritos de los animales. No está averiguado si el
oído por sí solo es suficiente para percibir, en los sonidos, la dirección y la
distancia. Las sensaciones olfatorias ó propias del olfato son los olores. Linneo
los divide en aromáticos (el del clavel y el de las hojas del laurel); fragantes
(el del lirio, azafrán, jazmín); ambrosíacos (el del ámbar y el del almizcle);
aliáceos (el del ajo y el de la asafétida); fétidos (el del cuero y el dé la
valeriana); repugnantes (el del clavel de la India y los solanos), y nauseabundos
(el del pepino y el de las cucurbitáceas). Las sensaciones gustativas ó clel gusto
son los sabores, tan difíciles de clasificar como los olores. Podemos decir, no
obstante, que unos sabores son dulces (el clel azúcar, la leche); otros amargos (el
de la quinina, la genciana); éstos ácidos (el del vinagre); aquéllos ardientes (el
de los licores fuertes); etc. Los catadores de vinos y los químicos suelen tener
muy desarrollado este sentido. Por último, las sensaciones táctiles 6 propias del
sentido del tacto son: calor, frió, dureza, blandura, suavidad^ aspereza, peso,
volumen, resistencia, figura, longitud, latitud, profundidad, etc. •
i5i

78.

Localización de las

sensacio-

n e s e x t e r n a s . — S e g ú n los escolásticos, las sensaciones externas se


producen en los mismos órganos impresionados; según los cartesianos y los
fisiólogos, en el cerebro, y según nuestra humilde opinión, en todo el aparato del
sentido, desde la periferia hasta el centro.
L o s escolásticos, consecuentes con su doctrina de que el alma está toda en todo
el cuerpo y toda en cada una de las partes del cuerpo, localizan las sensaciones en
los mismos órganos impresionados.- Los cartesianos, por el contrario, que sitúan el
alma no solamente en el cerebro, sino algunos hasta en la glándula pineal,
localizan las sensaciones en la masa encefálica, confluencia de todos los nervios.
Opinan de la misma manera todos los fisiólogos materialistas modernos; y , por
último, entendemos nosotros que las sensaciones se efectúan en todo el aparato
sensorial, aunque principalmente en el correspondiente centro psico-sensitivo,
instrumento del cual al parecer se sirve el alma con preferencia para el ejercicio
de sus facultades orgánicas. Defienden su opinión los escolásticos, fundándose en
que «cada uno experimenta en sí mismo que ve con los ojos, oye con los oídos, huele
con las narices, gusta con la lengua, palpa
l

con las manos y siente la impresión de los objetos exteriores en toda la superficie
de su propio cuerpo»; y en que «si el cerebro fuese el único órgano donde se hallan
localizadas las percepciones de los sentidos externos, sería inútil tanta variedad
de órganos para recibir las. impresiones de los.cuerpos y transmitirlas á aquella
viscera .»
1

Nótese, sin embargo, que ninguno de los dos argumentos anteriores es concluyente.
Respecto al primero, entendemos que sería más exacto decir que vemos por los ojos,
oímos por los oídos, olemos por las narices, que no con los ojos, con los oídos,
con las narices, etc., aunque de todas maneras la experiencia, tanto interna como
externa, que invoca el P. Mendive, nada nos dice acerca del particular. Nada la
experiencia interna ó sensorio común, porque esta facultad reúne y compara unas
sansaciones con otras, las presenta como propias de nuestro y o y las distingue
entre sí, sintiendo que sentimos; pero no en dónde sentimos. Si parece lo contrario
en las funciones del olfato, gusto y tacto, experimentos curiosos, debidos á la
experiencia externa, prueban el ningún fundamento de dicha apariencia.
Efectivamente, muerdo un
1

Mendive, Psicología, pág. 6 4 .


iS3

objeto cualquiera con los dientes, cuidando de no ponerle en contacto con parte
alguna orgánica, y experimento en ellos al parecer la sensación táctil, hecho
imposible porque el esmalte carece de sensibilidad. Aplico mi dentadura á la caja
de un piano, mientras otro mueve sus. teclas, y no solamente se refuerzan los
sonidos, aino que me parece además que oigo con los dientes. W e b e r ha empleado
un método muy ingenioso para localizar las sensaciones del tacto en diferentes
regiones poco sensibles de la piel. Aplica las puntas algo romas de un compás al
antebrazo, en sentido de su longitud, distando cuatro centímetros una de otra, y se
experimentan dos sensaciones, localizándolas en los lugares tocados; pero redúzcase
la abertura del compás á menos de tres centímetros, repítase el experimento y las
dos sensaciones se juntan, creyendo el paciente que se le toca en un punto solo,
hasta que la vista le demuestra lo contrario. Crúcense los dedos índice y del
medio, colocando de esta manera un guisante, por ejemplo, entre las yemas de los
dos y parece que se tocan dos guisantes. Todos estos hechos, y otros muchos que
pudiéramos citar, demuestran el ningún fundamento experimental de la opinión de los
escolásticos. L a variedad de aparatos orgánicos para
154

recibir las impresiones, probará, á lo sumo, no que en dichos órganos se verifican


las sensaciones, sino que cada sensación presupone su correspondiente excitación
específica, sin la cual no hay sensación posible. Los cartesianos y casi todos los
fisiólogos' modernos sostienen, por el contrario, que las sensaciones se verifican
en el cerebro, porque los órganos de los sentidos externos están todos ligados
directa ó indirectamente, por medio de la médula espinal, con la masa encefálica;
porque la excitación periférica y la transmisión nerviosa, sin recepción cerebral,
no producen nunca sensación alguna; porque en los fenómenos llamados fosfenas
tenemos sensación sin que los órganos externos hayan sido impresionados: por
ejemplo, si se corta el nervio óptico, se ve un globo de fuego, y si se corta el
nervio acústico, se oye un trueno, etc.; porque ciertas sensaciones experimentadas
durante los estados de sonambulismo y alucinación, se producen sin objeto exterior
que ocasione la correspondiente excitación periférica; porque las enfermedades ó
lesiones de los centros nerviosos ocasionan frecuentemente la insensibilidad ó
parálisis de los correspondientes órganos externos; y porque ha llegado á medirse
aproximadamente la duración de los actos psico-senso-
J-55 ríales , lo cual prueba que no se producen inmediatamente después de la
excitación periférica. Verdaderamente son difíciles de refutar algunas de estas
razones; pero téngase en cuenta que todo el aparato sensorial es necesario para la
producción de la sensación característica. En las fosfenas, por ejemplo, habrá
visión de luz sin ojo; pero de ninguna manera percepción de colores ni de figuras.
L a duración de los actos psico-sensoriales supone, es cierto, que no hay sensación
hasta que la onda nerviosa llega al cerebro; pero ¿quién asegura que dicha onda no
vuelve otra vez, en sentido inverso, al punto de partida, ó sea á las terminaciones
periféricas excitadas, y que la sensación no se ultima hasta después de efectuado
dicho regreso? E l alucinado, por ejemplo, ¿no cree estar tocando con sus manos y
viendo con sus ojos cierto objeto, que sólo existe en su acalorada fantasía? Esto
prueba, pues, que la sensación se verifica en todo el aparato del sentido, desde la
periferia hasta el centro, aunque el Criador haya reservado á éste la función más
importante. De esta misma opinión fué el eximio Suárez cuando
1

Respecto á la duración y medida de los actos psico-sensoriales puede verse La


Psycologie physiologique, por G. Sergi, cap. IV, pág. 272.—París, ,1888.
1
,

I 6
S

escribió: «El principio y raíz de la sensación está en el cerebro, y de allí se


comunica á los sentidos exteriores. Porque, en primer lugar, por la anatomía consta
que en el cerebro tienen su origen aquellos nervios que sirven de instrumento para
comunicar los espíritus animales (el fluido nervioso, como ahora se dice). Además
se sabe que con la lesión del cerebro, el animal queda privado de sentido y
movimiento; porque entonces sufre también lesión la facultad de sentir, lo cual es
signo de que esta facultad tiene su origen en el cerebro .
1

79. Origen de las sensaciones.— Siendo la sensación acto juntamente del cuerpo y
del alma, hay que buscar su origen ó en la actividad de ésta, ó. en los agentes
sensibles y exteriores, ó en ambas cosas á la vez. Nó puede ser lo primero, porque
la experiencia acredita que para sentir es indispensable la previa excitación
orgánica; tampoco lo segundo, porque el sentir es operación vital que presupone un
principio de vida, intrínseco y propio del ser que siente; luego el origen de las
sensacio-

nes está, por un lado, en la presencia de los cuerpos que impresionan al organismo
y excitan la sensibilidad del sujeto;
1

De Anima, lib. 3 , cap. x m , n. 4 .


'57

y por otro, en la virtud sensitiva de éste, determinada por la acción de las cosas
sensibles.
En virtud de lo primero, la percepción sensitiva es pasiva, y activa por razón de
lo segundo.
'58

LECCIÓN IX
DE LA SENSIBILIDAD INTERNA

SO.

Concepto

de

la

sensibilidad

i n t e r n a . — L a sensibilidad se llama interna cuando, por medio de ciertas


excitaciones producidas en los órganos interiores, nos da á conocer las
inmutaciones experimentadas por el sujeto que siente y las representaciones en él
ocasionadas por los objetos exteriores. Cuatro son sus facultades ó sentidos (66),
porque cuatro clases de objetos formalmente distintos aprehendemos por esta
potencia sensitiva.
Hemos dividido la sensibilidad (58), según la especial colocación de los órganos de
que se sirve para efectuar sus funciones propias, en externa é interna. Esparcidos
están los órganos de la primera por la periferia del cuerpo, aunque en comunicación
interior y necesaria con el sistema nervioso cerebro-espinal, y situados los de la
segunda en el interior del organismo. Pero como el sistema nervioso es uno y el
i.S9

mismo para los sentidos todos, tanto internos como externos, de aquí que se
confundan á veces estas dos sensibilidades y sus funciones respectivas. E l
siguiente ejemplo aclarará el asunto: aplico suavemente el-filo de una navaja al
órgano de mi tacto, llamado piel, y experimento inmediatamente las sensaciones
externas táctiles de frialdad, suavidad ó aspereza, presión, etc.; pero oprimo la
navaja hasta cortar la piel y el tejido muscular, é inmediatamente siento dolor,
sensación que y a pertenece al sentido interno y no al externo del tacto. De
análoga manera, las excitaciones todas necesarias para sentir que se siente, para
recordar cosas corpóreas, para imaginarlas y para presentir bienes ó males
sensibles, todas se verifican en órganos interiores, aunque en comunicación con los
exteriores ó periféricos. De donde se infiere que la sensibilidad interna es
verdadera facultad orgánica, lo mismo que la externa, y , por ende, que sus objetos
propios son las inmutaciones sensitivas particulares y concretas, experimentadas en
el interior de nuestro cuerpo, ó las representaciones mismas, producidas en el
sujeto que siente por los sentidos externos. 81. Como se manifiesta e n los a n i m
a l e s s u p e r i o r e s . — L a experiencia
IÓO

individual y la observación de las costumbres y actos de los animales más


perfectos, demuestran que la potencia sensitiva interna lo mismo existe en el
hombre que en el bruto; pero siendo la sensibilidad nota característica de la vida
animal, en éste nos hemos de fijar para el estudio de los sentidos internos.
¿Cuántos son? Y a lo dijimos; serán tantos cuantos sean los objetos formalmente
distintos eme el animal conozca por medio de esta potencia orgánica. Supongamos que
un cordero ve por primera vez á un lobo. Tendremos, en primer lugar, que la imagen
del lobo pintada en la retina, por lo visto, produce otra en el lóbulo occipital
del cordero, pues el cordero siente esta imagen, tiene conciencia de ella, sabe lo
que ve, puesto que lo evita, y esto lo debe al sentido interno llamado conciencia
sensitiva ó sensorio común. Desaparecido el lobo, el cordero puede aún reproducir
en fantasía aquella imagen del lobo, y aquí tenemos el sentido interno llamado
imaginación. E n tercer lugar, la imagen del lobo, grabada en el cerebro del
cordero, produce en éste una especie de juicio instintivo de aversión hacia aquel
su enemigo, y de terror, que le hace huir, y sin embargo, aquella sensación en sí
misma no es dolorosa: este sentido interno en los animales recibe el nombre de
estimativa, y de
IÓI

cogitativa natural en el hombre. Por último, si el lobo se presentase nuevamente


delante del cordero, de seguro que éste lo reconocería como cosa conocida en otro
tiempo, y esto en virtud de estar adornado de la memoria sensitiva. Por lo tanto,
la sensibilidad interna se manifiesta en los animales superiores por medio de los
cuatro sentidos ó facultades de la potencia sensitiva interna ya conocidos, á
saber: la conciencia sensitiva ó sensorio común, la imaginación, la memoria
sensitiva, y la cogitativa ó estimativa natural. S2. Conciencia sensitiva 6 senso-

r i o c o m ú n . — L a conciencia sensitiva ó sentido interno como le llaman los


filósofos modernos, sentido común como le llamaban los escolásticos, ó sensorio
común como le designamos nosotros para no confundirle con la facultad intelectiva ó
criterio modernamente llamado sentido común, es aquella facultad de la interna
potencia sensitiva, por cuyo medio reunimos como en un centro las percepciones
sensitivas externas, las conocemos como propias y las distinguimos entre SÍ.
Algunos le dicen sentido funda-
IÓ2

mental y no puede confundirse con los externos ó corporales, porque así como por la
vista vemos, por el oído oímos, etc.; por el sensorio común sentimos que v e m o
s , sentimos que oímos, etc., comparamos las sensaciones unas con otras, las
discernimos entre sí, y no las atribuímos nunca mas que á nuestro propio y o . E l
sujeto, pues, de esa facultad orgánica no es el alma sola, ni el cuerpo solo, sino
el compuesto ó sea el hombre; su objeto, las internas modificaciones que
experimentamos y que, gracias al sensorio común, resultan conscientes y comparables
entre sí; y su órgano, el sistema nervioso en general y el cerebro en particular. E
l sensorio común por su esencia es uno y su órgano distinto de los órganos de los
sentidos externos; pero virtualmente es múltiple, porque en él se concentran todos
los demás sentidos, razón por la cual se le llama común. Cada sentido externo
ejecuta una operación especial: por ejemplo, por medio de la vista vemos, por medio
del oído oímos, etc.; pero por medio del sensorio común sentimos que sentimos y
conocemos á la vez que vemos, oímos, etc. Se demuestra que es sensitiva esta
facultad, notando que sensible es su objeto propio, á saber, las percepciones
externas por lo mismo
i63

llamadas sensitivas, las cuales, aunque inmateriales en sí mismas, no pueden


considerarse desligadas de la mutación orgánica que las precede, y eme es sensitivo
también el acto de contemplar y reunir interiormente dichas percepciones. Como
facultad sensitiva, no puede funcionar sin el concurso de algún órgano, cuyo oficio
sea poner en comunicación constante á los sentidos externos. E l sistema nervioso
es el único que reúne esta propiedad; luego el sistema nervioso en general y su
centro, el cerebro, en particular, son los órganos del sensorio común. No se conoce
aún la localización precisa y experimentalmente probada de este centro psico-
sensorial. Conviene distinguir el sensorio común del sentido común y de la
coíiciencia- psicológica. Generalmente se da el nombre de sentido común á la
especial virtud intelectiva, por cuyo medio conocemos ciertas verdades que no
acreditan ni la razón ni la experiencia, y que por lo mismo que al parecer las
sienten todos, sin saber cómo ni por qué, se llaman verdades de sentido común. L a
conciencia psicológica, llamada también por algunos sentido intimo, que consiste en
la facultad que el alma tiene de percibir sus propios actos, es también facultad
intelectiva é inorgánica, como el sentido común,
164

y mal pueden, por lo tanto, confundirse con el sensorio común, que, como hemos
dicho, es facultad sensitiva y orgánica por ende. 83. I m a g i n a c i ó n o f a n
t a s í a . —Damos . estos nombres al sentido interno por cuyo medio conservamos y
reproducimos las formas, figuras ó fantasmas de los cuerpos; las combinamos entre
sí para crear tipos ideales que tienen su fundamento en la realidad y que si no
existen pueden existir, ó forjamos, por último, monstruosas concepciones
fantásticas, á las que nada corresponde en el mundo real. L a imaginación es
facultad distinta de los sentidos externos y del sensorio común, porque sus objetos
respectivos son formalmente diferentes. Trabajan aquéllos sobre las percepciones y
afecciones que en el sujeto producen los objetos presentes y la imaginación sobre
las figuras ó representaciones de las cosas ausentes, en otro tiempo sentidas. Y no
son objeto exclusivo de la imaginación, como decía Reid, las representaciones
visuales, sino todo fantasma adquirido por cualquier sentido. No obstante, la
imaginación, lo mismo que el sensorio común, es verdadera facultad orgánica. L o
cual se prueba notando que las formas,ó figuras de las
i6s

cosas sensibles son objeto propio de la imaginación, y sabido es que la


sensibilidad (56), única apta para aprehender la singular materialidad de los
cuerpos, es' potencia orgánica. Dotados están también los brutos de imaginación,
según acredita la atenta observación dé sus ensueños, y es notorio que las
facultades de los brutos, por elevadas que sean, no salen nunca de la esfera de lo
orgánico ó sensible. Por último, la imaginación depende extrínsecamente de los
sentidos externos, sobre todo del de la vista, hasta el punto de que si éstos no le
proporcionan los materiales, no puede funcionar aquélla; y siendo facultades
orgánicas los sentidos corporales, no puede menos de participar de su naturaleza la
fantasía. Cuál sea su órgano propio, no está suficientemente demostrado, pero todo
induce á creer que puede localizarse en la substancia gris dé los hemisferios
cerebrales, pues la experiencia acredita que las alteraciones de' dicha parte
cortical del cerebro producen perturbaciones determinadas, y hasta la locura, en él
'ejercicio de la imaginación. Las especies sensibles son el medio único de que sé
sirve la fantasía para efectuar sus funciones características. '
;

. L a imaginación; no solamente influye en la vida práctica • del hombre, labrando


muchas
1.66 veces su felicidad ó desventura, sino que es de todo punto necesaria para que
florezcan las bellas artes. Las más Hermosas producciones artísticas han sido y
serán siempre producto de fantasías privilegiadas. No se infiera de aquí, como han
sostenido ciertos filósofos, que la imaginación llamada creadora, no solamente
puede reproducir las formas de las cosas sensibles, sino que combina también á su
antojo las representaciones de las cosas inteligibles, los juicios, los
raciocinios, los actos volitivos, etc. Esta opinión es errónea, pues la experiencia
nos dice que el término de las representaciones fantásticas es siempre corpóreo y
material. Verdad es que á veces la imaginación da existencia subjetiva á lo que no
la tiene real ú objetiva en la Naturaleza, como cuando nos imaginamos un monte de
oro; pero los elementos de estas representaciones (monte y oro en el presente caso)
están siempre tomados del mundo real por medio de percepciones previas, y lo único
subjetivo, y hasta cierto punto creado, es el conjunto ó manera de- representarlos
y combinarlos. Los antiguos distinguían perfectamente estas dos funciones de la
facultad que nos ocupa, llamándola fantasía cuando con las especies sensibles de
cosas reales combina un fantasma
i6y

al cual no corresponde realidad alguna en la Naturaleza; é imaginación cuando se


limita á reproducir mentalmente un objeto corpóreo tal y como es en su totalidad ó
conjunto. No por esto la fantasía y la imaginación son dos facultades distintas,
pues su objeto formal es el mismo, sino modos ú operaciones diferentes de una misma
facultad, á la cual damos indistintamente el uno ó el otro nombre. 84. Especies de
imaginación.— Por su manera de obrar, puede dividirse la imaginación en especies,
porque la primera parte de la anterior definición conviene sólo á la imaginación
reproductiva, que se confunde á veces con la memoria sensitiva, y que se limita á
conservar y reproducir las figuras ó imágenes de las cosas aprehendidas en otro
tiempo por los sentidos externos: tal sucede, por ejemplo, cuando nos imaginamos el
retrato de un amigo ausente. Conviene la segunda parte de la definición á la
imaginación artística, que conserva y combina los fantasmas de las cosas
previamente percibidas,.creando los productos propios de las bellas artes, que
aunque no son reproducciones exactas de la realidad, si no han existido nunca,
pueden existir; tal sucede, por ejemplo, con una estatua, un cuadro, un edificio,
e.tc, ideados por el artista. Por último, la tercera
i6S

parte de la. definición conviene á la imaginación fantástica, en virtud de la cual


nos imaginamos extravagancias ó monstruosidades que ni existen ni pueden existir,
como una hidra con siete

tanto, dividir la imaginación en' meramente reproductiva, creadora ó artística, y


fantástica.

cabezas, una sirena, etc. Podemos, por

lo

85. A s o c i a c i ó n de las especies s e n s i b l e s . — L a s especies


sensibles ó fantasmas, producto de la imaginación, después de conservadas en la
mente, se reproducen á impulsos unas veces de' la voluntad, lo cual puede llegar á
ser un verdadero hábito que influye poderosamente en nuestros pensamientos y
apetitos; ó á consecuencia, otras, de la virtud que tienen de evocarse mutuamente
por medio .de relaciones ó asociaciones naturales. L o primero, como todo lo
voluntario y libre, no está sujeto á leyes. Las leyes, que regulan

lo segundo, pueden reducirse á cuatro:


a a a a

1 . , semejanza; 2 . , oposición; 3 . , continuidad de lugar ó tiempo, y 4 . , la


misma palabra, que tiene la virtud de evocar en

nuestra mente el fantasma ó imagen de la cosa que significa. 86. M e m o r i a s e


n s i t i v a . — E s aquel sentido interno que conserva y repro-
169

duce, como en otro tiempo conocidas, las afecciones y percepciones ocasionadas por
cosas materiales, singulares y concretas. No hay que confundirla con la
memoria intelectiva, ni con la imaginación. 'Otro de los sentidos internos, que
se'parece mucho á la imaginación reproductiva, es la memoria sensitiva. Puesto que
es uno de los sentidos internos y'tiene además por objeto exclusivo lo sensible
pasado, esta clase de memoria pertenece de lleno á la sensibilidad y es, por
consiguiente, verdadera facultad orgánica. Sus órganos propios ó centros psico-
mnemónicos están bastante bien determinados por ciertas lesiones ó enfermedades del
cerebro, que ocasionan la pérdida de la memoria en lo relativo á la facultad de
hablar, tanto de palabra como por escrito, estado patológico que recibe él nombre
de afasia? y que fué localizado por Broca en la tercera circunvolución frontal
izquierda. Cuatro son las principales manifesta1 2

• S e dice de Ia memoria que es hábito, porque las cosas que retiene esta facnltad
no siempre- las aprehendemos B7i acto, sino que allí quedan en potencia actuable.
Del latín memini, acordarse. • Del griego a, partícula privativa, y phds/s, dicho,
imposibilidad de decir ó hablar.
1 : 2 3
170

cion.es de la afasia, que se presentan juntas unas veces y separadas otras, á


saber: sordera verbal, que consiste en no poder percibir, esto es, comprender
ciertas palabras ó frases, á pésatele tener los oídos expeditos y en estado normal
para la audición de todos los sonidos y ruidos; ceguera verbal, que consiste en no
poder percibir ó entender ciertas palabras ó frases escritas ó impresas, siendo así
que el enfermo ve perfectamente; afemia ó imposibilidad de articular ciertas
sílabas ó palabras," cuando sin esfuerzo alguno se pronuncian otras, y agrafía 6
imposibilidad de escribir total ó parcialmente, aunque puedan manejarse sin
dificultad la pluma y el pincel. Las dos primeras han recibido también el nombre de
sordera y ceguera subjetivas, porque afectan, más que á los órganos del oído y de
la vista, al sujeto que percibe ó siente. Todas estas dolencias se atribuyen á
lesiones de los centros psico-mnemónicos, que han causado al enfermo el olvido, en
la sordera y ceguera, de las especies sensibles verbales y , en la afemia y
agrafía, de los movimientos necesarios para pronunciar y escribir, aunque
1 2

Del griego a, partícula privativa, y phemi, decir. Del griego a, partícula


privativa, y graphein, escribir.
1 2
171

los órganos correspondientes no padecen parálisis alguna, y todas ellas se


localizan en el hemisferio cerebral izquierdo de la manera siguiente: la sordera
verbal, en la circunvolución temporal; la ceguera verbal, en la parietal, y la
afemia y agrafía, en la frontal. Susceptibles son también de recordación los
conocimientos intelectivos, operación que realiza el mismo entendimiento posible
cuando reconoce lo inteligible pasado, y esta es la diferencia capital existente
entre la memoria sensitiva y la intelectiva. No hay que confundir tampoco la
memoria sensitiva con la imaginación. Ésta reproduce las formas ó figuras de las
cosas materiales, prescindiendo de otras percepciones sensibles y de los afectos, y
no atiende tampoco á si el fantasma que contempla es nuevo ó viejo;- y aquélla
conserva y reproduce las mismas afecciones y percepciones sensitivas. L a
imaginación se limita á reproducir los fantasmas, sin reconocerlos como pasados, y
la memoria reproduce siempre el recuerdo como cosa conocida en otro tiempo. Por
último, las representaciones debidas á los sentidos externos y al sensorio común se
conservan en la imaginación, así como las intenciones que debemos á la estimativa
se retienen en la memoria sensitiva.
172

H?.

Cogitativa ó estimativa natu-

r a l . — E s aquel sentido interno por cuyo medio el animal, tanto racional como
irracional, aprecia lo útil ó inútil, nocivo ó provechoso, de los cuerpos, con
otras. cualidades concretas y sensibles, que no han podido ser aprehendidas por los
sentidos externos. E n el hombre se llama
cogitativa ó razón particular, y estimativa- en el bruto, aunque los filósofos
modernos la designan preferentemente con el- nombre de instinto. Por medio de esta
razón instintiva, por ejemplo, la oveja, la liebre y la paloma presienten, antes de
verlos, la proximidad de sus enemigos el lobo, el galgo y el halcón; el pájaro
recoge como provechosa la hierba ó hilacha con que fabrica su nido, etc.
1

Llamamos á este cuarto sentido interno cogitativa 6 razón particular en el hombre,


para no confundirla con la razón propiamente dicha, facultad intelectiva que conoce
lo general y abstracto. L a estimativa natural es la más elevada de las funciones
cognoscitivas del bruto, pues sin salir del mundo sensible toca'.ya en los

Del latín cogitare, agitar, revolver, pensar. Del latín aestimare, valuar,
apreciar, estimar, formar juicio y concepto de una cosa.' '
1 2
173

primei'os confines dé lo inteligible y puede considerarse, en el hombre, como el


tránsito ó puente entre el conocimiento sensitivo y el racional. Los fisiólogos la
localizan en la substancia gris del lóbulo frontal. 88. Sentido fundamental.—Es el

que sirve como de base y de precedente necesario para.las operaciones de los otros
sentidos. Entre los internos, puede considerarse como fundamental el sensorio
común, y el tacto entre los externos.
Aunque cada sentido, tanto externo como interno, tiene sus funciones, órganos y
objetos característicos y propios, los filósofos dan el nombre de fundamental al
sentido sin cuyas operaciones previas no se comprenden ni se explican las funciones
de los otros sentidos. Tal sucede, entre los externos, con el tacto, porque, como
sabemos (68), contacto mediato ó inmediato ha de producirse entre el excitante y el
órgano excitado para ver, oir, oler y gustar. De análoga manera, sin el sensorio
común, que en el orden sensitivo desempeña el mismo oficio que la conciencia
psicológica en el intelectivo, mal podrían percibirse las imágenes, ni los
recuerdos, ni los presentimientos; y por consiguiente, en esta acepción puede darse
al sensorio común el nombre de sentido funda-
174

mental, entre los internos, como lo es el tacto entre los externos. 89. Comunidad
de sentidos entre

sivos del hombre los sentidos internos; antes al contrario, la observación y la


experiencia acreditan que los sentidos, tanto internos como externos, son comunes
al hombre y á los brutos superiores, 3' que ciertos sentidos están en algunos
animales más desarrollados que en el hombre. A la vista está qué los brutos
superiores tienen los mismos sentidos externos que el hombre; y por lo que á los
internos se refiere, la observación nos dice que en un mismo instante, el perro,
por ejemplo, puede experimentar dos ó más ó quizá todas sus sensaciones, dando
preferencia á unas sobre otras, pues se le v e dejar el manjar que y a huele 6
saborea, por perseguir la caza que ha visto, y esto no podría hacerlo si careciese
de sensorio común. Los ensueños del mismo perro cazador, cuando ladra y se agita
como si, en vez de dormir, estuviese cazando y tuviese la pieza á su alcance, y la
facilidad con que reconoce á su amo, el caballo su cuadra, el pájaro su nido, etc.,
prueban que los brutos tienen también imagi-

e l h o m b r e y e l b r u t o . — N o son exclu-

nación y memoria sensitiva lo mismo que el


175

hombre. Este está dotado además de esa especie de juicio instintivo y singular, por
cuyo medio conoce en cada caso concreto lo provechoso y lo nocivo, al amigo y al
enemigo, y hasta presiente, sin que sepa cómo ni por qué, la felicidad ó desgracia
que le amenazan, en lo cual precisamente consiste la estimativa natural; luego
comunes son al hombre y á los brutos superiores todos los sentidos, tanto internos
como externos.
176

LECCIÓN

X
Y

REFUTACIÓN D E LAS DOCTRINAS MATERIALISTA CARTESIANA SOBRE L A SENSACIÓN

OO.

Doctrina

materialista

sobre

l a s e n s a c i ó n . — L o s materialistas explican la sensación como otro acto


físicoquímico cualquiera, suponiéndola producida por los movimientos atómicos
cerebrales, y negando la existencia de un principio simple que informe al sujeto
senciente.
L a variedad es nota específica del error; de aquí que los materialistas expliquen
de distintas maneras la índole de la sensación. Afirman unos, como Cabanis,
Broussais y Lamettrie, que la sensación, lo mismo que el pensamiento, es una
secreción del cerebro, semejante sin duda á la bilis, secreción del hígado, ó á la
orina, secreción de los ríñones; sostienen otros, como Littré y Moleschott, que es
una propiedad inherente á la substancia cerebral mientras se nutre, como la
contractilidad es propia de los músculos y la elasticidad de los cartílagos y
177

ligamentos amarillos; enseñan éstos, como Tain, que es una rama ckporción suelta y
distinta del todo que llamamos yo; defienden aquéllos, como Buchner, Tyndall,
Haeckel, etc., que lo mismo qué el calórico, la electricidad y la luz, es
movimiento atómico transformado; y todos ellos convienen, por último, en que para
explicar la naturaleza de la sensación, es inútil suponer en el hombre ese
principio simple ó sujeto espiritual llamado alma. 01. Necesidad de u n principio
simple para comprender y explicar la sensación, demostrada por la con-

c i e n c i a . — L a conciencia nos dice que sin admitir, además del elemento


orgánico, otro elemento simple é inorgánico que en su producción tome parte, no es
posible comprender ni explicar la sensación: a) porque los fenómenos sensitivos
tienen caracteres opuestos á los de los fenómenos físico-químicos materiales, pues
aquéllos se presentan siempre ante la conciencia con unidad de simplicidad,
irregulares é inconstantes, al paso que éstos aparecen siempre con variedad de
composición, regulares y constantes: b) y porque, sin concentrar en dicho principio
único las sensaciones, no hay ma-
i 8
7

ñera de reducir á unidad de identidad sensaciones tan variadas, tan opuestas y


hasta contradictorias como las que continuamente experimentamos, simultánea ó
sucesivamente, procediendo de uno ó de muchos objetos.
Desarrollemos materia tan importante. L a doctrina materialista referente á la
sensación puede refutarse con argumentos basados en la experiencia interna ó
conciencia, en la memoria, en la inmanencia y objetividad de las sensaciones, y en
la razón. a) L a conciencia, ese ojo interior .que nos permite contemplar cuanto en
la mente pasa, nos dice que cada sensación es un acto único, inextenso, inmaterial,
indivisible, simplicísimo, en una palabra, que bajo ningún aspecto se parece á las
cosas materiales. Una sensación azul, pesada, voluminosa, circular, impenetrable,
líquida, sólida, gaseosa, etc., ¿no excita la hilaridad hasta de las personas menos
cultas? Para comprender que entre los fenómenos físico-químicos y los sensitivos
media un abismo, no se necesita ser filósofo: basta el simple buen sentido. Los
primeros se reproducen idénticos en idénticas circunstancias; surgen fatal é
ineludiblemente de las fuerzas mismas de la materia y son consecuencia necesaria
del estado del
179

cuerpo en el momento de su realización. Los segundos, por el contrario, aunque


dependen basta cierto punto del organismo, no aparecen siempre que se presenta la
excitación que normalmente los produce; varían en igualdad de circunstancias
orgánicas; con frecuencia las causas meramente psíquicas modifican su producción,
tanto ó más que las causas meramente fisiológicas; se efectúan con más ó menos
rapidez, según la mayor ó menor atención que presta el sujeto senciente; y no
están, por lo tanto, sujetos á desarrollo normal y previsto. En una frase: la
regularidad y constancia son los caracteres distintivos de los fenómenos
materiales; y , por el contrario, la irregularidad é inconstancia son
características de los fenómenos sensitivos. Ahora bien: actos de naturaleza, no
sólo diferente, sino hasta opuesta, suponen principios y causas productoras de
distinta índole, porque el acto no es más que el sujeto operando. Luego, para
comprender las sensaciones, necesitamos reconocer, además del principio material y
orgánico que las ocasiona, otro principio simple é inorgánico que las produzca. b)
Respecto al sujeto agente del acto sensitivo, la conciencia nos dice también que
uno y el mismo es el sujeto con que sentimos las
t8o

partes todas de la cosa extensa, como si estas variadas y distintas percepciones


sensitivas se reuniesen y concentrasen en nuestro interior en uno solo y el mismo
punto inextenso, y que no tenemos diferentes sujetos que sientan y perciban partes
extra partes, cada uno por sí mismo é independientemente de los demás la coi-
respondiente molécula del cuerpo que tocamos ó vemos. ¿Se conciben sensaciones
partidas, fracciones de sensación? Entre sentir y no sentir, ó lo que es igual,
entre ver y no ver, oir y no oir, oler y no oler, etc., no hay medio posible,
aunque ciertamente puede efectuarse la operación mejor ó peor, según el estado del
órgano que funcione. L o mismo sucede con las sensaciones opuestas y sucesivas,
porque el hombre, no solamente tiene conciencia directa de sus sensaciones, sino
que además reflexiona sobre ellas, compara unas con otras y juzga respecto de su
índole, semejanzas, diferencias etcétera. Nada más frecuente que experimentar á la
vez sensaciones distintas, producidas quizá por un solo objeto, y sensaciones
opuestas y hasta contradictorias. Introduzco un manjar en mi boca, y
simultáneamente yo lo huelo, lo toco y lo gusto. Manejo un instrumento musical, y á
la vez yo lo veo, lo toco y lo oigo. Pongo mi mano derecha sobre ün pedazo de
hierro cálieri-
I8I

te y la izquierda sobre un trozo de hielo, y mi yo siente calor y frío, como ahora


mismo mientras escribo yo veo el papel y los rasgos que trazo, oigo el ruidillo que
produce la pluma acerada, toco el portaplumas y el pupitre, percibo olor de agua de
Colonia, saboreo una pastilla de brea, y tengo, por último, la cabeza caliente y
los pies fríos. Este yo mío, que siente tantas, tan variadas y hasta opuestas
sensaciones á la vez, que compara unas con otras, que juzga de su agrado ó
desagrado, de su suavidad ó viveza, que prefiere ésta á aquélla, y escoge la que
tiene por conveniente, ¿puede ser un sujeto extenso, material, corpóreo, orgánico?
De ninguna manera, porque si lo fuese recibiría en distintos puntos las impresiones
diversas que le transmiten por un lado los nervios auditivos, por otro los
olfatorios, y a los visuales, y a los táctiles, etc. ¿Se concentran todas en los
diferentes centros nerviosos, donde los fisiólogos modernos localizan las
sensaciones? ¿Entonces quién las aproxima?, ¿quién las reúne y concentra?, ¿quién
las compara?, ¿por qué cada centro no se guarda lo suyo?, ¿quién comunica al yo las
operaciones de todas estas oficinas, y qué hilos telegráficos se encargan de
transmitir los partes? Preciso es confesarlo: sensaciones que en nada se parecen á
los objetos materiales, tan
182

variadas, tan opuestas y hasta contradictorias, que lo mismo pueden experimentarse


simultánea que sucesivamente, procediendo de uno ó de muchos objetos, no pueden
reducirse á unidad de identidad mas que admitiendo, además del principio extenso y-
orgánico, en el cual se produzcan las impresiones, otro principio simple é
inorgánico, en el cual se verifiquen las percepciones. Luego la doctrina
materialista, que niega la existencia del segundo de estos elementos, es falsa. 93.
A r g u m e n t o tomado de la m e -

m o r i a . — S i n admitir cierto principio ó elemento sensitivo, único en medio


de la multiplicidad, el mismo en medio de la variedad, y simple en medio de la
composición, no hay manera de conciliar la memoria, aunque se trate sólo de la
sensitiva, con la circulación incesante de la materia orgánica.
De la memoria podemos sacar otra prueba incontestable contra la doctrina
materialista y en pro de la tesis que defendemos. Dos clases de memoria existen en
el hombre: la sensitiva y la intelectiva; y sabido es que esta maravillosa facultad
almacena en nuestra mente, no sólo las ideas y pensamientos, sino también las
imágenes y sensaciones; de manera, que muchos
i3

años después de haberlas adquirido por vez primera, podemos reproducir su recuerdo,
y con tal viveza vuelven á presentarse ante nuestro y o , aunque sea sólo en
efigie, que padecemos ó gozamos ante el solo recuerdo de nuestras sensaciones
agradables ó desagradables pasadas, á veces remotísimas, quizá de nuestra niñez. Y
sabido es también que, según los fisiólogos modernos, en virtud de esa corriente
continua de asimilaciones y desasimilaciones que se opera en nuestro organismo, de
cinco en cinco años según unos, ó de siete en siete según otros (Fremi sostiene que
en los jóvenes de mes en mes), renovamos por completo las moléculas de nuestras
células, tejidos y órganos. Ahora bien: aunque admitamos con los escolásticos la
existencia de especies sensibles impresas, que grabadas quedan en el organismo, y
con los fisiólogos modernos, que las moléculas nuevas reemplazan tan perfectamente
á las antiguas que hasta reciben sus mismas impresiones, ¿cómo explicar el recuerdo
de la sensación, que es permanente é idéntico á sí mismo, en medio de estas
variaciones y conmutaciones moleculares incesantes? Verdad es que con los años
estos recuerdos unas veces palicecen y hasta se borran por completo, y otras se
conservan vivos y palpitantes durante la vida
184

entera, tal vez por la participación que tuvo el organismo en la producción de la


sensación; pero el sujeto que recuerda y siente, preséntase siempre á la
consideración de nuestra conciencia uno en medio de la multiplicidad, el mismo en
medio de la variedad, simple, en una palabra, en medio de la composición. Opondrán
tal vez los materialistas á lo expuesto anteriormente, que las sensaciones son
simples movimientos de las moléculas cerebrales, y que cabe, por lo tanto, la
comunicación de dichos movimientos de molécula á molécula, en medio de la
renovación continua de la substancia cerebral. Demostremos, pues, que entre las
sensaciones y dichos movimientos moleculares, forzosamente físicos, no hay
identidad, ni aun semejanza alguna, porque tienen cualidades y caracteres opuestos.
Efectivamente, en todo movimiento físico notamos dirección en éste ó aquel sentido;
velocidad, que puede aumentar ó disminuir; transmisión del movimiento de un móvil á
otro, é imposibilidad de que el movimiento se efectúe á la vez en direcciones
opuestas. Ninguno de estos caracteres, ni aun parecidos, encontramos en las
sensaciones, pues al aprehender las cosas materiales, el sujeto que siente
permanece inmóvil sin operar en ésta ó aquella dirección, concentrando por
i8

el contrario en sí mismo las direcciones opuestas del organismo; tampoco las


sensaciones son más 6 menos veloces, aunque sí más ó menos vivas ó claras; la
conmutación ó transmisión sensorial es imposible, pues no es potestativo en el
sujeto hacer estos cambios; y son, por último, no sólo posibles, sino hasta
frecuentes, las sensaciones opuestas, que impresionan y estimulan al sujeto
senciente simultáneamente en diferentes direcciones. Luego las sensaciones nada
tienen de común con los movimientos físicos ni orgánicos, aunque éstos sean causa
ocasional de aquéllas; ni podemos, por io tanto, concebir los recuerdos sensitivos
como movimientos moleculares del cerebro comunicados ó transmitidos. 93. A r g u m
e n t o tomado de la inmanencia y objetividad de las sen-

s a c i o n e s . — L a inmanencia y objetividad de las sensaciones nos dice que la


sensación nó es ni puede ser simple movimiento molecular, porque aquélla es
inmanente y éste transeúnte, y porque la primera es subjetiva y objetiva á la vez,
y el segundo, cómo movimiento físico ó químico, forzosamente tiene que ser
localizado sólo en el sujeto ó en el objeto.
i86

L a inmanencia y objetividad de las sensaciones se oponen también á la doctrina


materialista.- Como sabemos (74), al sentir, no solamente queda afectado nuestro y
o , sino que la representación subjetiva interna tiene su correspondencia objetiva,
externa y realmente adquirimos conocimiento, á la vez del retrato y del original,
de la modificación subjetiva y del objeto que la produce. Por otra parte, los
movimientos moleculares del cerebro son acciones transeúntes (25); las sensaciones
son inmanentes (24); luego su producción no puede ser exclusivamente causada por el
movimiento molecular. E n efecto, el sujeto que ve, oye, imagina, recuerda, etc.,
no sale fuera de sí para ultimar la sensación, y por medio de estas acciones
vitales, inmanentes, se representa en sí mismo los objetos presentes y ausentes,
próximos y distantes, que son ó dejaron de existir, etcétera, y nada de esto se
comprende ni se explica por medio de movimientos moleculares que áon transeúntes,
que comienzan en esta molécula y terminan en aquélla, que no se efectúan sin que la
primera pierda lo que gana la segunda, y que no obran ni pueden obrar á distancia.
L a inmanencia y objetividad de las sensaciones son, pues, incompatibles con los
supuestos movimientos moleculares.
i8

Oír.

lia sensación no es u n a

fuer-

z a r e s u l t a n t e . — T a m p o c o es fuerza resultante la sensación, porque


tanto los que la suponen resultante de fuerzas atómicas, es decir, de movimientos
moleculares, como los que con Boscowich profesan la doctrina de que la materia se
compone de puntos simples, productores de fuerzas también simples, y afirman que la
sensación es una de tantas, fraccionan la sensación para explicarla, y queriéndola
comprender la hacen incomprensible.
Según los materialistas más avisados, las sensaciones no son simples movimientos
moleculares de la substancia cerebral. Todos los fenómenos nerviosos que á la
sensación preceden, son, sí, movimientos que se transmiten y conmutan; pero la
sensación es como la resultante de los múltiples y armónicos movimientos de muchas
moléculas y muchos átomos que concurren á su producción. Pero nótese que, tanto en
el caso de que consideremos á las sensaciones como movimientos aislados de las
moléculas cerebrales, como en el supuesto de que sean resultantes de procesos de
movimientos ó de movimientos atómicos combinados, según las leyes mecánicas, la
resultante de
188

fuei'zas combinadas tiene exactamente las mismas propiedades que las fuerzas
componentes ó que el movimiento de la masa; y en ningún caso concebimos que la
sensación esté constituida ó por un simple movimiento físico ó polla resultante de
fuerzas físicas también, como la electricidad, la luz, el calor, etc. Para
explicarla hay que suponer que son simples ó psíquicos los elementos que concurre á
la producción de la resultante, simple también, llamada sensación, y tales
elementos no se juntarían por medio de una resultante, mientras no se hagan
realmente uno, ó sean informados, al menos, de un solo principio real. Si así no
sucediese, la acción de cada uno de ellos permanecería en el respectivo sujeto
distinta de las otras acciones. Nada adelantaríamos tampoco refugiándonos en la
teoría de Boscowich y de Ampére, que explican la composición substancial de los
cuerpos, diciendo que constan de puntos simples, inextensos, verdaderos centros
productores de fuerzas atractivas y repulsivas; porque prescindiendo de las
poderosas razones metafísicas que arguyen contra ella y de que - sus inventores no
conceden sensibilidad-ni entendimiento á los puntos simples elementales, no es
difícil demostrar que el principio productor del acto sensitivo no puede componerse
de muchos entes ó
189

puntos simples, cuyas fuerzas respectivas converjan simultáneamente á producir la


sensación. E n efecto, admitamos que todos estos entes obran á la vez, ó las
acciones que efectúan son transeúntes ó inmanentes. ¿Son transeúntes? Pues no hay
sensación posible, porque el acto sensitivo es inmanente. ¿Son inmanentes? Pues
entonces tendremos tantas sensaciones independientes como sean las acciones y entes
que funcionan. Luego la sensación no puede proceder más que de un solo principio ó
ente simple. Se nos replica que una sensación puede proceder de cada uno de los
distintos entes simples simultáneamente unidos y permanecer en todos ellos mientras
dure la unión. Pero estos entes, ó s o n todos y cada uno causas principales del
acto sensitivo, ó uno causa principal y los demás causas instrumentales. E n el
primer caso, si todos son causa principal de la sensación, ó ésta procede toda de
cada uno y en cada uno permanece completa, ó procede parcialmente y permanece cada
parte en su respectivo ente productor. Si ocurre lo primero, tendremos tantas
sensaciones como entes que principalmente causen la sensación, lo cual testifica la
conciencia q u e es absurdo, pues no percibimos mas que una y la misma sensación,
que atribuímos á Uno y el mismo sujeto sen-
¡90

ciente. Si tiene lugar lo segundo, esto es, si la sensación procede parcialmente de


cada ente simple y cada parte permanece en su respectivo principio, tampoco es
posible la sensación, pues el ente que se componga de partes, fuera de partes no
puede sentir. Por consiguiente, ni la resultante de fuerzas atómicas procedentes de
moléculas materiales ó compuestas, ni la teoría de Boscowich que parte de puntos
simples, productores de fuerzas simples también, explican la naturaleza de la
sensación, ni ofrecen refugio alguno a l a teoría materialista. 95. Doctrina
cartesiana sobre la

s e n s a c i ó n . — D e s c a r t e s y sus discípulos no ven en la sensación mas


que un fenómeno intelectivo, como otro cualquiera, y aunque reconocen la necesidad
de condiciones orgánicas precedentes, atribuyen al entendimiento espiritual é
inorgánico la percepción, tanto sensitiva como intelectiva:
Empeñados los materialistas en negar la existencia de substancias simples y
espirituales, se ven imposibilitados de explicar satisfactoriamente la índole de la
sensación; y cosa análoga, aunque en. sentido opuesto, ocurre con los cartesianos,
que consideran la sensación como acto meramente espiritual, producido por una
facultad anímica é inorgánica. «El único principio inmediato y el único sujeto de
la percepción externa—dice Duquesnoy—es un agente inmaterial, que no puede ser otra
cosa mas que el alma pensante .» Tan falsa es esta doctrina como la de los
materialistas.
1

Prescindiendo de si pueden ó no sentir los espíritus puros y las almas separadas de


sus respectivos cuerpos, cuestión que no es de este lugar, bastaría tener presente
que la sensibilidad es potencia orgánica (55) para hundir la teoría cartesiana;
pero como Descartes y sus discípulos sostienen que los órganos corporales son meros
conductores de las impresiones ó simples instrumentos de las sensaciones, y en vez
de admitir la unión substancial existente entre el alma y el cuerpo, consideran á
la primera como encarcelada en el segundo, demostremos que para sentir no basta el
principio anímico ó simple, sino que es necesario además otro principio corpóreo y
extenso, es decir, demostremos que para sentir son indispensables alma y cuerpo
simultáneamente.

Falsa es también la doctrina cartesiana,


Le perception des sens, opération exclusive de l'ame, vol. I, p. 2 3 3 .
1

96.

Refutación

de esta

doctrina.
192

que niega la necesidad de un principio extenso y corpóreo que, con el inextenso y


simple, concurra á producir la sensación.

a) Porque la misma conciencia percibe la sensación táctil, por ejemplo, fraccionada


y extensa en cierto sentido, cuando tocamos un objeto; b) porque entre las
facultades y sus objetos ha de haber cierta proporción, y siendo materiales y
extensos los objetos propios de la sensibilidad, ésta tiene que ser facultad
orgánica; c) porque las facultades meramente espiritualesé inorgánicas son siempre
reflexivas y progresivas, en tanto que las orgánicas ó animales, como la
sensibilidad, son irreflexivas y estacionarias; y d) porque, aunque no todos
admiten las localizaciones cerebrales, existen algunas del orden sensitivo, al
parecer comprobadas por los fisiólogos modernos, lo cual prueba también la
naturaleza orgánica de la sensibilidad.
Esta importantísima doctrina reclama más detenido estudio y el desarrollo
siguiente: a) Mirada la sensación por su lado representativo ó cognoscitivo, la
conciencia nos dice que es una é indivisa, testimonio que invocamos contra los
materialistas; pero mirada por su
193

parte afectiva, la misma conciencia nos dice que es variada y divisible, es decir,
extensa. Pongo la mano sobre una mesa de mármol y siento impresiones de
resistencia, suavidad y frialdad en la extensión toda de la mano y en cada una de
sus pa rtes á la vez; distingo perfectamente la sensación de la palma de la mano de
las sensaciones de los dedos, y aunque sean de ' la misma naturaleza y se
experimenten con igual intensidad, la sensación sentida en el pulpejo del pulgar no
la confundo con la del índice, ni la de éste con la del anular, etc. E n una
palabra, según el testimonio de mi conciencia, la sensación táctil que nos sirve de
ejemplo es evidentemente extensa, y requiere, por lo tanto, para su producción un
principio corpóreo y extenso, que es el organismo. b) Sabido es que entne las
facultades y sus objetos ha de haber cierta proporción, ya que no ecuación
completa, de donde se sigue que la naturaleza de una facultad puede determinarse
por la naturaleza de su objeto. E s así que las facultades sensitivas, la vista, el
oído, el olfato, etcétera, jamás perciben cosas espirituales como Dios, los ángeles
y las almas, ni abstractas como la verdad, la bondad, la belleza, etc., y sí solo
objetos materiales y concretos, como este color, aquel sonido, una figura, un olor
determi-
•94
nado, etc. Luego las facultades sensitivas tienen que participar de la materialidad
y extensión de sus respectivos objetos y ser, por lo tanto, orgánicas y no
meramente espirituales, como sostienen los cartesianos. Y por ende los actos
producidos por facultades orgánicas, esto es, las sensaciones, no se comprenden ni
se explican si prescindimos del elemento corporal y extenso de los órganos. c) No
pueden ser las sensaciones producto exclusivo de facultades espirituales é
inorgánicas, propias de la vida racional, porque dichas facultades son reflexivas,
y la irreflexión es carácter distintivo de las facultades sensitivas, propias de la
vida animal. Efectivamente, en virtud del principio intelectivo que en él impera,
el hombre, no solamente tiene conciencia directa, sino también refleja; de aquí su
perfeccioaamiento progresivo. E l bruto, por el contrario, dotado únicamente de
facultades sensitivas, tiene conciencia directa, pero no refleja, de sus actos, de
donde su estacionamiento é incapacidad para el progreso. Por consiguiente, las
facultades sensitivas, qne naturalmente son irreflexivas, no pueden ser
exclusivamente espirituales, y para explicar la sensación tenemos que admitir,
además del principio simple, otro extenso y orgánico.
'95
d) Por último, si para explicar la sensación admitiésemos con los cartesianos sólo
el principio simple ó anímico, cada sensación pondría en acto á toda la potencia
sensitiva del alma, y tendríamos: i.°, no serían posibles á la vez dos sensaciones
diferentes y menos opuestas, pues simultáneamente no realiza una potencia actos
distintos; 2 . ° , tampoco se podrían discernir dos sensaciones de la misma índole,
que se efectuasen á la vez, y 3 . , dos excitaciones simultáneas en el mismo
órgano, equivaldrían á una sola sensación de doble intensidad. E s así, i . ° , que
simultáneamente experimentamos sensaciones diferentes, como la percepción de un
sonido y de un olor, y aun opuestas, como la de calor en la cabeza y frío en los
pies; 2°, que discernimos perfectamente el uno del otro dos colores, dos sonidos ó
dos olores, percibidos á la vez, y 3 . , que las excitaciones periféricas no
aumentan siempre y en absoluto proporcionalmente la intensidad y viveza de la
sensación correspondiente; luego para sentir, además del principio simple, se
necesita otro elemento extenso en el cual se reciban las impresiones y por el cual,
aunque por caminos diferentes, se transmitan, para reunirse y concentrarse en la
simplicidad anímica. Corroboran esta doctrina los descubrimientos fisiológicos
modernos, que localizan
0 0
196

los sentidos en determinados nervios y sus centros nerviosos correspondientes, sin


cuyas funciones más ó menos misteriosas no se experimentan las sensaciones propias
del sentido localizado. 97. Verdadera naturaleza de la

s e n s a c i ó n . — P u e s t o que la experiencia acredita que la sensación,


tanto interna como externa, no depende sólo de los elementos materiales
fisiológicos, sino también de la atención y actividad del sujeto inmaterial-
psíquico, bien podemos considerarla como acto juntamente del alma y del cuerpo á la
vez, que aunque radica en la primera como en su principio, se realiza mediante el
concurso del segundo, que es condición intrínseca de la actividad senciente.
Digan, pues, lo que se les antoje materialistas y cartesianos, es indudable que,
como dijimos (60), en el acto complejo de la sensación forzosamente hay que
reconocer dos fenómenos de naturaleza distinta, pero que concurren ambos á la
producción del acto sensitivo, á saber: la impresión, fenómeno puramente
fisiológico, orgánico, material, y la percepción, fenómeno puramente psicológico,
inorgánico, inmaterial, ambos necesarios para que lá sensación
197

se realice. Prueba de lo anteriormente dicho es que, en gran número de casos, la


sensación consciente, es decir, la percepción sensitiva, no se realiza, á pesar de
los excitantes físicos que la provocan y de encontrarse el organismo en estado
normal y en situación por lo tanto de producirla. E n efecto, ¿cuántas veces, v.
gr., no percibimos, es decir,'no entendemos las palabras que se pronuncian á
nuestro lado, en torno nuestro, por. personas cuya conversación no nos interesa, y
á la vez oímos perfectamente las pronunciadas á larga distancia, que escuchamos con
avidez? Si se coloca en un estereoscopio , dice el jesuíta P. Carbonelle , á la
derecha la fotografía de un monumento y á la izquierda un papel impreso, por mucha
costumbre que uno tenga de atender á la vez á las excitaciones de ambos ojos, será
imposible ver bien y simultáneamente ambos objetos. Cuando quiere uno leer el
impreso, desaparece el monumento, y viceversa, atendiendo al monumento no se ven
las letras. A pesar de la permanencia de ambas impresiones, una de las dos
percepciones se
1 2 3

Del griego stereo's, sólido, y skbpein, examinar.

'
5

Les conferís de la science et de la pliilosophie,

vol. II, p. 134- • Del griego plws, luz, y graphein, describir, pintar.
198

desvanece, porque le falta la atención necesaria. De donde se deduce que entre la


impresión y la percepción no hay una dependencia absoluta, aunque sí lina
concomitancia constante entre el fenómeno mental (percepción) y el material
(impresión) que le precede; y que, si en condiciones idénticas, éste se desvanece
cuando aquél falta, la producción de la sensación que resulta del maridaje entre
ambos, no depende exclusivamente de los elementos materiales fisiológicos, sino
también de otro principio superior, simple, psicológico, el alma, en una palabra,
que los materialistas niegan y sin cuyo elemento la sensación es incomprensible é
inexplicable. Sin chocar con el acero, el pedernal no produce chispas. Por eso
decían los escolásticos: sensatio est actus conjunti, es decir, la sensación es
acto juntamente del alma y del cuerpo, acto propio del compuesto humano, cuyo
sujeto (29) no es ni el alma sola ni el cuerpo solo, sino los dos íntima y
substancialmente unidos, componiendo la unidad antropológica. E l alma anima ó
vivifica á todo el cuerpo, y los órganos todos del cuerpo, convenientemente
excitados, concurren con el alma á la producción de las sensaciones. Pero ¿cómo?
Necesariamente de una de estas dos maneras: ó el cuerpo y el alma son princi-
199

píos los dos que juntamente producen, cada cual en virtud de su actividad propia,
las sensaciones, es decir, son coprincipios; ó el cuerpo es nada más condición
intrínseca del acto sensitivo. En nuestra opinión sucede lo segundo. E n efecto, el
cuerpo no puede ser con el alma coprincipio de la sensación, porque el acto
sensitivo es inmanente, por lo cual se perfecciona en el mismo principio agente,
allí permanece y se ultima. ¿Concurren el alma y el cuerpo simultáneamente y como
principios á la producción del acto sensitivo? Entonces, ó todo el acto procede de
ambos principios, ó una parte del uno, y otra del otro. L o segundo no puede ser,
porque en este caso la sensación sería realmente divisible, y sabemos que es
simple. Y si acontece lo primero, tendremos que por ser inmanente lá sensación
permanece, por un lado, toda en el alma, y , por otro, toda en el cuerpo; de donde
se infiere que una de las dos sensaciones sobra y con cuya doctrina vendríamos á
parar en el primer caso á la opinión cartesiana y en el segundo á la materialista,
cuya respectiva falsedad hemos probado. Necesario es, pues, que el cuerpo concurra
al acto de la sensación, no como principio, sino como condición intrínseca de la
actividad sensitiva, para que la sensación que radicalmente procede
200

del alma, que es el principio ó elemento simple, se dé por manera extensa en el


cuerpo, que es el principio-ó elemento compuesto. Esta opinión, referente á la
naturaleza de las sensaciones, fué defendida en su tiempo por San Agustín y algunos
doctores escolásticos como Lessio, Maurus y otros, cuyos textos no caben dentro de
los reducidos límites de un tratado elemental. OS. Naturaleza del principio sen-

s i t i v o . — E l . principio sensitivo es substancia incompleta (31) ó forma


substancial insubsistente, que unida á la materia prima ( 7 4 ) la actúa y
organiza, dando existencia al animal y produciendo sus funciones vitales todas,
tanto vegetativas como sensitivas.
Dé toda la doctrina expuesta y defendida en esta segunda sección de la Psicología
experimental, se infiere lógicamente, no sólo que el principio sensitivo existe,
sino también que, como se dijo del vegetativo (46), es una entidad substancial,
distintTde las fuerzas físicas, químicas y , o r g á n i c a s de la Naturaleza,
que son materiales, compuestas y divisibles. ¿El principio sensitivo será, pues,
inmaterial, simple é indivisible? Indudablemente: inmaterial podemos llamarle para
dar á entender que nada
201

encontramos en la materia inorgánica, ni aun en la orgánica, que sé le parezca;


pero pudiéramos decir que es material en el sentido de que se presenta siempre tan
unido á la materia organizada, que de ella depende en absoluto, siendo por sí y en
sí insubsistente. E n términos escolásticos, el principio sensitivo es la forma
substancial del animal, y por ende una de aquellas substancias incompletas (257),
creadas por Dios para que realicen sus operaciones propias en unión con otra
substancia, siendo impotentes para realizarlas por sí solas. Considerado el
principio sensitivo, ó alma animal, como causa coordinadora de operaciones tan
variadas y centro de la unidad del animal, es simple é indivisible; pero teniendo -
en cuenta que hay animales de generación escisípara?-, como las hidras, podemos
decir del principio sensitivo que es extenso y divisible, sin que por esto sufra
detrimento-alguno la unidad del animal, para lo cual basta que estén físicamente
unidas
Tres son las principales maneras de reproducción asexual: la gemmipara (del latín
gemina, yema, botón, y par ere, parir, dar á luz, producir, engendrar), que tiene
lugar formándose una especie de yema ó abultamiento en la superficie del cuerpo del
animal, cuya yema produce el nuevo ser, análogo al productor, y del cual se. separa
á veces para hacer vida independiente;
1
202

todas sus partes, formando un ser continuo. Sin embargo, como los términos material
y espiritual no son contradictorios, aunque sí opuestos, cuando afirmamos del
principio sensitivo ó alma de los brutos que es inmaterial y simple, nada tan
distante de nuestro ánimo como suponerlo espiritual. Para esto sería preciso que el
bruto fuese inteligente y libre, es decir, capaz de conocimientos racionales, no
meramente sensitivos, y de resoluciones voluntarias: no es inteligente, ni libre;
luego tampoco puede ser su alma espiritual. 99. D e l alma de los brutos.— Resulta,
pues,' de lo dicho, que el alma de los animales brutos ó irracionales no es otra
cosa mas que su principio sensitivo, esto es, una substancia incompleta que unida
al organismo compone el animal, una forma substancial, aunque insubsistente en sí y
por sí, que unida á la materia prima la actúa y organiza, dando existencia al
animal y produciendo sus fundóla escisipara (del latín scindere, hendir, partir, y
par ere), que se efectúa separándose del cuerpo del progenitor una parte, que se
transforma en animal idéntico á él; y la reproducción por esporas (del griego
spord, grano), que tiene lugar formándose en el inte>rior del animal una célula
aislada, que separada de él da origen al animal nuevo.
203

nes vitales todas, lo mismo las vegetativas que las sensitivas, pues no hay ni
puede haber en el bruto dos naturalezas, la de planta y la de animal, sino esta
sola. Pero esta alma Ó for-

ma substancial es de orden material, por lo que perece cuando el organismo se


corrompe, aunque se aproxima más á la

espiritualidad que el principio vital de la planta, porque el bruto, teniendo la


facultad de conocer por medio de las sensaciones, recibe en sí las imágenes de las
cosas sensibles, ciertamente según su concreción individual y propia, pero sin la
materia que tienen en sí mismas. Por eso el alma del bruto es incapaz de
conocimientos genéricos, universales y abstractos; pero conoce inmaterialmente lo
material, individual y concreto. En orden al alma de los bru-

tos, tan falsa es, pues, la doctrina mecanicista como la espiritualista, porque el
animal ni es simple máquina, ni ser inteligente-racional.
Tercera sección de la Psicología experimental
p u n c i o n e s intelectivas

LECCIÓN XI
DE LA INTELIGENCIA EN GENERAL

lOO. Significación de las palabras entendimiento, inteligencia, razón, inteligente,


intelección ó inteligib l e . — E s t a s palabras significan: entendi-

miento, aprehensión ó percepción de la mente; inteligencia, facultad de entender;


razón, facultad de raciocinar ó discurrir; inteligente, sujeto que entiende;
intelección, acción de entender, é inteligible, cosa capaz de ser entendida.

L a palabra entendimiento equivale á intellectio mentis, esto es, intelección de la


mente, del ánimo ó del alma; la palabra inteligencia se aplica á la potencia ó
facultad de entender, considerada en abstracto; y por último, la pala-
205

bra razón tiene dos acepciones, una genérica, y entonces equivale á entendimiento,
y otra específica, en cuyo caso significa raciocinar ó discurrir. Por consiguiente,
hablando de la potencia intelectiva en general, emplearemos con más propiedad la
palabra inteligencia, y hablando de la del hombre en particular, las palabras
entendimiento y razón. Las tres se usan, no obstante, como si fueran completamente
sinónimas. E n todo este tecnicismo encontramos las radicales de intellecUis,
palabra latina que. se deriva, según unos, del verbo eligo, elegir ó escoger, y
según Santo Tomás, de levo, leer, é intus, interiormente, quasi intus legens,
significación etimológica profunda, tanto subjetiva como objetivamente.
Subjetivamente, porque al entender, el entendimiento hace suyos los objetos,
dándoles existencia i d é a l o intencional'(como decían los escolásticos) dentro
del alma. Objetivamente, porque oficio privativo del entendimiento es aprehender la
esencia, penetrando, por decirlo así, en el interior de las cosas inteligibles.
101. I>e l a p o t e n c i a i n t e l e c t i v a , g e n é r i c a m e n t e c o
n s i d e r a d a . — Puede

definirse la inteligencia diciendo que es todo principio de intelección, potencia ó


facultad de entender; y decimos princi-
206 .

pió ó potencia, porque en Dios esta virtud nobilísima siempre es principio,, ó sea
acto puro irrecephts (23), nunca potencia.
Todo lo inteligible es objeto genérico de la inteligencia, é inteligibles son
cuantas cosas pueden ser aprehendidas por la inteligencia. L o inteligible dice
siempre relación á un sujeto inteligente, y por lo tanto, Ininteligibilidad tiene
carácter subjetivo-objetivo, según que se refiera á la aptitud que tienen los
objetos de ser entendidos, ó á la virtud de entender que tiene el sujeto
inteligente. 103. C l a s i f i c a c i ó n tle l o s s e r e s i n t e l i g e n t
e s . — R e s p e c t o al número y calidad de estos sujetos, con el auxilio de la
revelación ha llegado á conocer la razón humana que el hombre ocupa el grado ínfimo
entre las substancias inteligentes, que son tres: Dios, el

ángel y el hombre.
103.

De la inteligencia

divina.—

Podemos definir la inteligencia divina diciendo que es aquel principio


infinitamente inteligente é infinitamente inteligible, acto puro, sin mezcla de
potencia alguna, por cuyo medio Dios, al conocerse clarísimamente á sí mismo,
conoce todas las cosas como en su causa y en
su tipo. L a inteligencia divina es intuitiva y se identifica con la esencia de
Dios.
Dios se conoce perfectísimamente á sí mismo, porque es infinitamente inteligente é
infinitamente inteligible. La inteligencia es en el hombre una facultad ó potencia
que no siempre está en acto (22), pues puede entender ó conocer cosas que aun no ha
conocido; pero como Dios es acto puro, sin mezcla de potencia alguna, acto
irreceptus (23) no recibido de ningún otro ser ni de ninguna otra potencia, por
medio de este acto, que es É l mismo, se conoce infinitamente y conoce todas las
demás cosas como en su causa y en su tipo. E l conocimiento que Dios tiene de la
creación, obra de su inteligencia y voluntad á la vez, se llama ciencia divina de
aprobación; el conocimiento que tiene de las cosas eme no son actualmente, pero han
sido ó serán, recibe el nombre de ciencia divina de visión; y se designa, por
último, con el nombre de ciencia divina de simple inteligencia, el conocimiento que
tiene de los seres puramente posibles. ÍOI. I > e lia i n t e l i g e n c i a
Angélica.

207

Inteligencia angélica es aquella potencia de Jos espíritus puros que, por estar
siempre en acto, comprende sin el menor esfuerzo y de una mirada todo
208

• cuanto naturalmente alcanza^. L a esencia y la inteligencia, la naturaleza y la


facultad son, pues, distintas en el ángel, dotado de potencia intelectiva como el
hombre, pero intuitiva como la de Dios.
L a esencia y la inteligencia, que en Dios son una misma cosa, son distintas en el
ángel. No hay que confundir en éste la esencia con la potencia, la naturaleza con
la facultad. Dotado está, pues, el ángel, como el hombre, de poten' cia
intelectiva; pero en aquél dicha facultad está ' siempre en acto, siempre en
ejercicio, al paso que en éste la contemplamos á veces como una capacidad vacía,
que es preciso llenar por medio del trabajo y del estudio. Sin aprehender nada, el
ángel sabe todo cuanto su inteligencia alcanza de una'manera completa, acabada y
sin el menor esfuerzo. IOS. Del entendimiento humano.

Entendimiento humano es aquella potencia inorgánica del alma racional, por cuyo
medio conocemos lo inmaterial, universal y abstracto, y cuanto hay de inmaterial en
las mismas cosas materiales.
Con el estudio de esta potencia, característica de la vida racional, damos comienzo
al tratado de las funciones más elevadas del hom-
209

bre, mediante las cuales puede remontarse al conocimiento de lo espiritual,


universal y abstracto, aprehendiendo también cuanto hay de inmaterial en las mismas
cosas materiales, que es su esencia, abstraída por supuesto de las notas singulares
y concretas, por medio del entendimiento agente ( 1 1 3 ) . Dentro de nuestra
condición actual, únicamente es inteligible para el hombre lo universal, como sólo
es sensible lo singular. Conviene especificar, no obstante, los objetos
inteligibles. 106. Otojeto m a t e r i a l , f o r m a l y f i n a l d e l e n t e
n d i m i e n t o . — S e llama objeto adecuado ó material del entendimiento todo
lo que puede ser conocido por esta potencia, en sí misma ó absolutamente
considerada, esto es, como potencia inorgánica del alma que puede funcionar
independientemente del cuerpo: este objeto es el ser ó ente. Objectum intellectus
est ens, el ser ó ente es el objeto material del entendimiento, como decían los
antiguos. Decimos objeto proporcionado Ó formal del entendimiento á lo que
aprehende esta potencia en su estado actual de unión desalma con el cuerpo: este
objeto es la esen-

cia de las cosas, abstraída-de las condiciones materiales que la individualizan.


Por último, la verdad es el objeto final á
14
2 10

que el entendimiento tiende y én el cual se aquieta y goza.


107. Semejanzas y diferencias entre la s e n s i b i l i d a d y el entendi-

m i e n t o . — Ambas son potencias aprehensivas; pero la sensibilidad es potencia


orgánica, conoce únicamente lo material, singular y concreto, no percibe sus
propios actos, no conoce las esencias y se gasta y embota con el ejercicio: por el
contrario, el entendimiento es potencia inorgánica, conoce las cosas inmateriales,
universales y abstractas, sus propios actos intelectivos y las esencias, y se
perfecciona á fuerza de entender.
Más claro. L a sensibilidad y el entendimiento se asemejan en que ambas son
facultades aprehensivas, perceptivas ó cognoscitivas; en que una y otra pueden
considerarse en potencia y en acto, y en que las dos conocen sólo en el caso de que
lo cognoscible se halle de alguna manera unido á la respectiva facultad
cognoscente. Pero sus principales diferencias son las siguientes: 1. L a
sensibilidad es facultad orgánica, y el entendimiento es facultad inorgánica. 2. La
sensibilidad conoce sólo las cosas materiales como tales; y el entendimiento conoa
a
211

ce las cosas inmateriales, y las materiales de un modo inmaterial. 3. L a


sensibilidad conoce únicamente lo singular y concreto; al paso que el
entendimiento, si bien secundaria é indirectamente, percibe también lo singular,
principal y directamente aprehende sólo lo universal y abstracto.
a

4. La sensibilidad no percibe sus propios actos, ni puede reflexionar acerca de


ellos, sus principios y condiciones subjetivas; mientras que el entendimiento
conoce sus propios actos intelectivos, y los principios y condiciones subjetivas de
dichos actos. 5. L a sensibilidad no alcanza nunca el conocimiento de las esencias,
lo cual le ha sido concedido al entendimiento.
a a

6. L a sensibilidad se gasta y embota en proporción á la intensidad con que se


siente; y el entendimiento, por el contrario, se perfecciona á fuerza de entender y
por la excelencia de la cosa entendida.
a

108. Diferencias entre el conocimiento sensitivo y el intelectivo.—

Difieren en que el conocimiento sensitivo es cuantitativo y concreto, y el


intelectivo cualitativo y abstracto; en que,
aunque representaciones ambos, el conocimien-
212

to intelectual en nada se parece al sensitivo, como se diferencian esencialmente


las cosas sensibles, que se pesan, miden ó cuentan, de las inteligibles, no sujetas
á propiedades de esta especie; en que el conocimiento intelectual no depende, como
el sensitivo, de las mutaciones ó cambios de Iqs órganos, que ninguna influencia
ejercen sobre las representaciones intelectuales, y Ja ejercen extraordinaria sobre
las representaciones sensitivas; en que el conocimiento intelectual no es
ocasionado por movimientos locales, es decir, por cosas que materialmente se
muevan, ni le muevan, y el

sensitivo sí; y por último, en que el conoci-

miento intelectual corrige muchas veces y otras se opone á los conocimientos


sensitivos, que proceden de facultades orgánicas, y á la inversa no.

109. El principio de la vida intelectiva no puede ser una potencia o r g á n i c


a . — A m p l i f i q u e m o s las diferencias anteriores, con lo que quedará
probada esta importantísima conclusión, que en el fondo no es otra cosa más que la
diferencia primera y capital, y a enumerada, entre la sensibilidad y el
entendimiento. a) Sabido es que la sensibilidad opera siempre sobre cosas
materiales y singulares, de
213

donde se sigue que el conocimiento sensitivo tiene que ser siempre cuantitativo y
concreto de alguna manera, sin que pueda representar nunca, por lo tanto, lo
cualitativo, abstracto é independiente de la cantidad. Ahora bien: por medio de mi
entendimiento pienso y o en cosas totalmente abstractas é independientes de la
cantidad, como la esencia del hombre en general, la virtud, la hermosura, la
afirmación, la negación, la causa, el efecto, el bien, el orden, los espíritus,
Dios, etc.; luego estas mis cogniciones son de diferente y contraria índole que las
cogniciones sensitivas, por lo cual, siendo éstas orgánicas, como lo son en efecto,
inorgánicas serán aquéllas, inorgánico mi entendimiento que las elabora, é
inorgánico, por último, el principio de mi vida intelectiva. b) Sujetas están las
facultades orgánicas á tantas modificaciones y variaciones como acaecen en los
objetos sensibles, y ninguna influencia ejercen estos cambios sobre la
representación intelectual de los mismos objetos. Diversas son las impresiones que
sufren el oído y hasta los fantasmas que se forja la imaginación, por ejemplo,
cuando oímos las palabras Dios, Jheová, Eloim, Theos, Deus, Dio, Dieu, Gotty God, y
sin embargo, el concepto intelectual de Dios no cambia, siempre es el mismo, aunque
se
214

El hecho de que las mutaciones orgánicas no alteren la representación intelectual,


es, pues, otra prueba de que nada tiene de orgánico el principio de la vida
intelectiva.
expresa en lenguas diferentes. c) Las potencias orgánicas no adquieren ningún
conocimiento, sin que sean materialmente movidas y con verdadero movimiento local
por aquello que inmediata ó mediatamente conocen: el entendimiento conoce cosas
como la bondad, la belleza y la verdad, que de ningún modo pueden materialmente
moverse ni moverle con verdadero movimiento local; luego el entendimiento no es
facultad orgánica. d) Por último, el entendimiento se opone muchas veces á las
percepciones sensitivas y hasta las corrige, y entre el entendimiento y la
sensibilidad existen las importantes diferencias que enumeradas quedan; la
sensibilidad es facultad orgánica; luego tiene que ser el entendimiento facultad
inorgánica, y del mismo carácter ha de participar necesariamente el principio de la
vida intelectiva .
1

Cornoldi, Instittitioiies Philosophiae Speculativae,

lectio L V I I 1 , conclusio II, pág. 423. Bononiac, 1878.


215

. L E C C I Ó N XII
D E L ENTENDIMIENTO HUMANO E N PARTICULAR

110.

Especies

de entendimiento.
1

Una sola y la misma es en el hombre la potencia intelectiva , pero, por la manera


de funcionar el entendimiento, puede ser intuitivo y discursivo , especulativo y
práctico, agente y posible.
2 3 4

111.

Entendimiento

intuitivo

d i s c u r s i v o . — I n t u i t i v o es el que entiende sin necesidad de


razonamientos ni de premisas, sin el menor esfuerzo, y bastándole, para entender,
contemplar lo
inteligible. A s í es la inteligencia divina, acto intelectual puro, y la
inteligencia angélica, en la
Santo Tomás, Summ. The., I. p., q. 79, a. 1 1 c . - Del latín intueri, considerar
atentamente, mirar,, contemplar.Del latín discurriré, correr de aquí para allá,
discurrir. . Del latín speculari, considerar, observar, contemplar.
1 3 1
2l6

cual están infusas las formas inteligibles. De esta manera de entendimiento


participa también el hombre cuando conoce los primeros principios y proposiciones
evidentes por sí mismas; como dos cosas iguales á una tercera son iguales entre sí,
el todo es mayor que la parte, etc.

Discursivo es el que llega al conocimiento con ayuda del raciocinio, infiriendo


unas verdades de otras. A este
género pertenece el entendimiento del hombre, caracterizado por su condición de
racional. 113. Entendimiento especulativo

y práctico.— Especulativo ó teórico es el que da por terminada su operación propia,


contemplando lo inteligible aprehendido. El fin único de este entendimiento es, por
lo tanto, la aprehensión ó contemplación

de la verdad. Empírico ó práctico es el que conoce para obrar, esto es, que
encamina sus percepciones á la dirección de las operaciones humanas. E l
conocimiento de la
acción es el fin próximo de este entendimiento y su producción el fin remoto. 113.
Entendimiento agente y po-

s i b l e . — L o s escolásticos llaman entendimiento agente á la parte activa del


entendimiento humano, que por medio de la abstracción convierte lo sensible en
217

i n t e l i g i b l e , y d a n el n o m b r e d e p o s i b l e y t a m b i é n
pasivo ó paciente á l a p a r t e p a s i v a d e l e n t e n d i m i e n t o q u e
r e c i b e e n sí m i s m a las i d e a s ó e s p e c i e s i n t e l i g i b l e
s , q u e d a n d o así a c t u a d o el c o n o c i m i e n t o . Para entender es
preciso que el objeto inteligible se haga presente de alguna manera al sujeto
inteligente. L a esencia de las cosas es, como sabemos, el objeto proporcionado ó
formal del entendimiento'(106); pero como dicha esencia se presenta siempre
individualizada por ciertas notas y condiciones, que podemos llamar externas, para
que esta esencia ú objeto proporcionado se haga presente al sujeto inteligente, lo
primero que necesita hacer el entendimiento es separar mentalmente la esencia
inteligible de las notas individuales y materiales que la envuelven, para
aprehender después la esencia misma abstraída y depurada. Realiza lo primero el
entendimiento llamado agente, y es propio lo segundo del entendimiento posible.
Éste recibe en sí mismo las especies inteligibles, por cuyo medio se aprehende la
misma esencia de las cosas, que es en lo que consiste la intelección. Se le llama
pasivo ó paciente, porque predomina en él la parte intelectual .pasiva, y es como
el receptáculo y depósito de las especies inteligibles; y posible, porque es capaz
de cono-
218

cer muchas cosas, aunque actualmente no las conozca. 114. Diferencias entre el e n
t e n d i m i e n t o a g e n t e y e l p o s i b l e . —Dife-

réncianse en que predomina en aquél la parte activa y en éste la pasiva; y en que


la esencia de la cosa es término y efecto del entendimiento agente y principio y
causa del entendimiento posible.
115. A n a l o g í a s e n t r e e l e n t e n d i miento agente de los antignos y
la abstracción de los modernos.—Ad-

antiguos no es, en el fondo, otra cosa mas que la abstracción de los filósofos
modernos, por cuyo medio el hombre separa mentalmente las partes del todo ó las
esencias de sus accidentes.

viértase que el entendimiento

agente

de los

Los filósofos modernos admiten la abstracción como una de las principales funciones
de la inteligencia, y la definen diciendo, que es aquella facultad del
entendimiento por cuyo medio separamos mentalmente una parte del todo, al cual se
halla natural é invenciblemente unida. Esta separación mental la realiza el
entendimiento agente con las esencias, que, J para los efectos de la comparación,
pueliW; considerarse como parte de los todos llamados
1
219

cosas; luego en el fondo no hay diferencias esenciales entre el entendimiento


agente de los antiguos y la abstracción de los modernos. 116. Necesidad de las
especies inteligibles de los escolásticos para e x p l i c a r l a i n t e l e c c
i ó n . — S i n la espe-

cie inteligible no se explica la intelección, pues para entender, preciso es que el


sujeto inteligente comunique con el objeto inteligible, y no saliendo el sujeto de
sí mismo para ir en busca del objeto, ni pudiendo éste penetrar eñ aquél, es
preciso idear una comunicación entre ambos, oficio que desempeña la especie
inteligible.
117. Definición d e l a e s p e c i e i n t e ligible y en que se diferencia de la
s e n s i b l e . — E s p e c i e inteligible es aquella

causa ejemplar (5) ó forma representativa de las esencias de las cosas que pueden
ser entendidas. Se diferencia de la sensible en que aquélla es representación de
cosa inmaterial y ésta de cosa material, y en que la inteligible es el principio
subjetivo del conocimiento intelectual, al paso que la sensible es principia
subjetivo del conocimiento sensitivo, ó sensación.
220

118.

División de la especie inte-

l i g i b l e . — L a especie inteligible puede ser de dos maneras: impresa y


expresa. Se llama impresa, en cuanto es como cuño ó semejanza virtual de la cosa
inteligible, que elabora y graba ó imprime en sí mismo el entendimiento agente; y
expresa, en- cuanto el entendimiento posible pronuncia el verbo mental y adquiere
el signo, retrato ó concepto de la cosa entendida. Determinado á obrar el
entendimiento posible por la especie impresa, forma en sí mismo como cierta
intención de la cosa entendida, produce el verbo, pronuncia la palabra interior,
con la cual dicta ó expresa la naturaleza de lo entendido y queda ultimada la
intelección. Esta intención ó verbo recibe los nombres de especie expresa, verbo
mental, concepto, idea, etc. IIO. D e l verdadero termino de la

i n t e l e c c i ó n . — N o se infiera de lo dicho que el término de la


intelección es la especie inteligible: el verdadero término objetivo del acto
intelectivo es la misma cosa entendida con su naturaleza propia y conocida por
medio de la especie impresa, y el término subjetivo es la idea, especie inteligible
expresa ó representación mental de la cosa conocida.
221

E l acto intelectivo se verifica de la siguiente manera. E l entendimiento,


potencia dispuesta siempre á entender, es por naturaleza indiferente respecto á
esta ó la otra cosa inteligible. Para que entienda, preciso es que en cierto modo
sea determinado por el mismo objeto inteligible, de donde se sigue la necesidad de
que el objeto inteligible se haga presente de alguna manera al sujeto inteligente,
comunicando y uniéndose con él. Pero el acto intelectivo es inmanente (23), puesto
que se verifica y termina en el mismo sujeto inteligente que, para entender, no
sale de sí mismo; la esencia de las cosas, que es el objeto primo inteligible, no
puede unirse al inteligente con su física substancialidad, pues ésta queda siempre
fuera del sujeto, aun en el acto de ser entendida; luego reconozcamos que la
esencia inteligible penetra en el sujeto por medio de algo que la representa y hace
sus-veces. Dicha representación, sin la cual es imposible explicar el acto
intelectivo, es la especie inteligible.
222

L E C C I Ó N XIII
DE LA PERCEPCIÓN INTELECTIVA

130.

Facultades

de

la

potencia

i n t e l e c t i v a . — A u n q u e en el fondo las palabras potencia y facultad


significan lo mismo, para mayor- claridad dividimos las potencias en facultades y
las facultades en operaciones, caracterizando á todas ellas por sus actos
respectivos propios. Tres son las facultades en que se divide la potencia
intelectiva, á saber: la de percibir, la de juzgar y la de raciocinar, por esto
mismo llamadas percepción, juicio
y razón. L a potencia intelectiva tiene sus facultades propias, y en ciertos casos
cada facultad sus operaciones diferentes. Damos el nombre de facultades
intelectuales á las distintas maneras que, para entender, emplea el entendimiento,
y llamamos operaciones de cada facultad á las acciones diversas en que la facultad
se resuelve y termina. Ahora bien: el entendimiento humano se limita, unas veces, á
representarse por medio de las ideas las cosas inteligibles, y esta
223

virtud ó facultad se llama simple aprehensión 6 percepción intelectiva; opera,


otras, sobre las ideas aprehendidas, reuniéndolas ó separándolas, afirmando ó
negando, y la facultad de obrar así se llama juicio; y , por último, infiere un
juicio de otro-juicio, una verdad de otra verdad, y la virtud de proceder de esta
manera se llama razón. Tres son, por consiguiente, las facultades del
entendimiento, á saber: percepción., juicio -y razón. Los actos de esta última se
llaman raciocinios; pero no tenemos nombres especiales para designar los actos de
las otras dos, así es que con la palabra percepción denominamos tanto la facultad
de percibir, como cada uno de los actos ó aprehensiones que la facultad realiza, é
indistintamente también aplicamos el nombre juicio á la facultad de juzgar y á los
actos en que se juzga.

131.

aprehender ó conocer las cosas inteligibles, es decir, lo espiritual, lo universal,


lo abstracto, lo inmaterial, incluso lo que de tal tienen las cosas materiales, que
es su esencia, entendido todo por medio de sus correspondientes ideas, conceptos y
nociones.
Por eso hemos dicho ( 1 1 9 ) que el término objetivo de la intelección está en las
mismas

D e l a percepción.—Percibir

es
224

cosas conocidas y no en sus representaciones mentales ó especies inteligibles, las


cuales, aunque necesarias para el logro de la percepción intelectiva, no pasan
nunca de la categoría de medios; y el término subjetivo en la especie inteligible
expresa de los antiguos, ó idea de los modernos. Se designa también la idea con los
nombres concepto y noción, y hasta se emplean estas tres palabras como si fuesen
sinónimas, motivo que nos pone en el caso 'de precisar su significado. 133.
Operaciones «le l a percep-

c i ó n i n t e l e c t i v a . — E s t a facultad funcio-

na de diferentes maneras, dando origen á las siguientes operaciones: conciencia


psicológica, atención, reflexión, abstracción, comparación, generalización, y
memoria intelectiva. No todas ellas son
percepciones acabadas, pero sí son todas funciones ú operaciones perceptivas, por
cuanto, al menos, contribuyen á que el entendimiento adquiera y forme percepciones
claras y perfectas. L a definición de cada una nos dará á conocer su naturaleza.

e s p e c i e s . —Conciencia
4

133.

Conciencia psicológica y sus


1

psicológica" es

. Del latín cum, y scientia, ciencia ó conocimiento


225

aquella operación intelectual por cuyo medio el alma percibe sus propios actos
internos ó subjetivos y se conoce á sí misma como principio agente y sujeto se
equivocan Kant y Krause, cuando afirman, el primero que la conciencia empírica sólo
conoce los fenómenos psíquicos, y el segundo que la conciencia psicológica conoce
además la íntima naturaleza del alma.
Algunos la llaman percepción interna y sentido intimo, denominando apercepción al
resultado de sus operaciones. No hay que confundirla con la conciencia moral, que
se concreta á calificar de buenas o malas las acciones; ni con la. conciencia
sensitiva ó el sensorio común, que, según dijimos (82), es el centro y como
receptáculo de las percepciones sensitivas. L a conciencia psicológica se divide en
habitual, espontánea 6 directa, que es aquella aptitud que el alma tiene para
conocerse y conocer sus actos en virtud de su propia natural presencia; y en
actual, voluntaria 6 refleja, que
de sí mismo. Conscire, dice Santo Tomás, es quasi simtd scire, es saber que se
sabe, saber lo que hacemos.—Psicología, por Ortí y Lara, 5 . edición, pág. 87.
Madrid 1876.
a

de ellos. Se divide en directa

y refleja;

15

,
226

es la virtud que el alma tiene de conocerse y conocer sus actos volviendo sobre sí
misma, por medio de una reflexión voluntaria. Ejemplos: recuerdo, sin pensar
expresamente en que estoy recordando, y la presencia íntima de lo recordado es
operación de mi conciencia habitual: conozco que recuerdo, y esto y a pertenece á
mi conciencia actual. Por la conciencia psicológica, no solamente conocemos los'
actos anímicos, sino también la existencia del alma misma como principio y sujeto
de dichos actos; pero de ninguna manera su esencia ó naturaleza y propiedades,
cuyo' conocimiento alcanzamos por medio del discurso. Tampoco tiene el alma
conciencia actual, aunque sí habitual, de todos sus actos. Sostienen lo contrario,
Kant que afirma que por medio de la conciencia empírica conocemos únicamente los
fenómenos del y o ó del sujeto que en nosotros piensa, nunca su substancia; y
Krause que sostiene, por el contrario, que por medio de la conciencia psicológica
no solamente conocemos las modificaciones anímicas y el sujeto en que radican, sino
también la esencia ó naturaleza íntima de dicho sujeto. Uno y otro se equivocan,
porque, admitida la opinión de Kant, y a no podemos probar nuestra propia
existencia, ni la identidad de nuestro y o , y el
227

escepticismo es inevitable, y , adoptada la doctrina krausista, la ciencia


psicológica, que en último término se propone sólo el conocimiento de la esencia ó
naturaleza íntima de nuestra alma, resulta completamente inútil. L a misma
conciencia, además, que nos da á conocer las modificaciones y existencia de ese yo
que en nosotros siente, piensa y quiere, nada, absolutamente nada nos dice respecto
á su naturaleza esencial, á cuyo conocimiento llegamos merced al raciocinio.

1 3 4 . A t e n c i ó n . — E s aquella operación intelectual por cuyo medio


clavamos la mirada del espíritu en los objetos inteligibles que intentamos conocer.
Si los objetos son sensibles y ejercitamos los sentidos corporales para conocerlos,
la atención recibe entonces el nombre
de observación externa.

atiende, mejor se conoce.

Cuanto más

se

N o siempre la atención producirá percepciones intelectivas; pero es un auxiliar


poderosísimo para lograrlas. E n la observación externa no hay que confundir las
operaciones ver, oir, oler, gustar y tocar, con sus análogas mirar, escuchar,
olfatear, saborear y palpar. Las primeras son actos espontáneos de los sentidos,
que sólo pueden dar origen á percepciones sensiti-
228

vas; las segundas son actos voluntarios de la atención, de los cuales pueden
originarse percepciones intelectivas.

1 2 5 . R e f l e x i ó n . — E s aquella operación intelectual por cuyo medio el


alma, volviendo sobre sí misma, se contempla y contempla sus actos inmanentes para
conocerlos. Es la misma atención, funcionando hacia dentro, por lo cual algunos la
llaman Í7itroinspección ú observación interna. Cuando la reflexión recae sobre el
acto mismo de la mente, se llama psicológica, y ontológica cuando se contempla el
acto, no en sí mismo, sino refiriéndolo á.su objeto. 1 3 6 . A b s t r a c c i ó
n . —Es aquella operación intelectual por cuyo medio separamos mentalmente una ó
varias partes del todo, ó la esencia de sus cualidades singulares, para conocer
mejor lo aislado ó separado. Pueden ser objeto de esta separación ó las notas
singulares de una cosa para percibir mejor su esencia, que es lo que hace el
entendimiento agente, ó. una ó varias cualidades ó propiedades para percibir mejor
las otras. L a abstracción es función indispensable y previa de la generalización.

137.

C o m p a r a c i ó n . ~ E s aquella ope-
ración intelectual por cuyo medio se contemplan á la vez dos ó más objetos
inteligibles, á fin de percibir mejor sus semejanzas y diferencias.
138.

229

operación intelectual por cuyo medio, coordinando las analogías que existen entre
las diferentes propiedades de los seres, formamos ideas ó tipos comunes á todos los
individuos de una clase. Para generalizar, preciso es haber abstraído y comparado
previamente.
Esta es la más importante de las funciones perceptivas del entendimiento,
importancia que se advierte en seguida notando que por medio de la generalización
la esterilidad de los hechos individuales y concretos se convierte en fecundo
manantial científico, de manera que á la generalización debe el hombre las
ciencias, tanto • experimentales como racionales, y las innumerables ventajas que
le proporcionan; resultado de la generalización son las clasificaciones, auxiliares
los más poderosos del progreso científico, y , por último, necesaria la
generalización para el desarrollo intelectual, es también indispensable al
pensamiento y al lenguaje. Tanto más grande es un talento, cuanto más desarrollada
tienelafacultadgeneralizadora.

Generalización.—Es

aquella
230

139.

Memoria

i n t e l e c t i v a . — Es

aquella operación intelectual por cuyo medio conservamos y reproducimos las ideas,
pensamientos y discursos, esto es, todo lo inteligible pasado. En esto se
diferencia de la memoria sensitiva, que sólo opera con lo material ó sensible. El
recuerdo imperfecto y trabajoso recibe
el nombre de reminiscencia. Por eso decimos que la memoria recuerda lo pasado y la
reminiscencia lo olvidado. Para probar que la memoria intelectiva es facultad
diferente de la sensitiva, basta fijarse en que sus objetos son formalmente
distintos, pues la primera conserva y reproduce ideas, esto es, percepciones
intelectuales, y la segunda conserva y reproduce fantasmas, esto es, percepciones
sensitivas; que aquélla es exclusiva del hombre, y ésta común al hombre y al bruto:
y que la primera es facultad inorgánica, y orgánica la segunda. Los materialistas
modernos, que no admiten distinción esencial, sino solamente de grado, entre las
facultades cognoscitivas del bruto y las del hombre, rechazan estas diferencias
entre las dos memorias dichas y pretenden demostrar que los recuerdos todos, tanto
de sensaciones como de pensamientos, dependen del organismo, según prácticamente
231

se v e en las enfermedades llamadas amnesia , ó pérdida de la memoria, é


hypermnesia^, 6 sobrexcitación de esta facultad, que lo mismo afectan á los
recuerdos sensibles que á los inteligibles. Aunque así sea, esto probará á lo sumo
que el entendimiento para percibir ó conocer lo meramente inteligible, comienza la
operación aprehendiendo lo sensible para transformarlo en seguida, elevándose á la
esfera de lo racional puro; y exactamente lo mismo hace la memoria intelectiva, que
no es facultad distinta del entendimiento, sino una de sus diferentes operaciones.
Teniendo esto en cuenta, podemos considerar estrechamente enlazadas entre sí ambas
memorias y hasta cierto punto dependiente también la intelectiva, aunque
inorgánica, del organismo, por lo cual influyen en ella ciertas dolencias
cerebrales y la vejez.
1

También podemos dividir la memoria en espontánea y voluntaria, aunque todas las


facultades funcionan de estas dos maneras, pues polla conciencia sabemos que el
recuerdo se presenta unas veces en la mente sin el menor esfuerzo y hasta sin
quererlo, y otras, por

Del griego a, partícula privativa, y mnesis, memoria. Del griego hyper, sobre, y
mnesis, memoria.
1 2
232

el contrario, tenemos que tomar resoluciones enérgicas y hacer esfuerzos grandes de


reflexiónpara lograrlo. L a virtud que tienen los recuerdos de evocarse unos á
otros por medio de relaciones naturales 6 arbitrarias entre ellos, previamente
establecidas, se llama asociación; y sabido es que cuanto más se atiende, mejor se
asocia y con tanta mayor facilidad se recuerda.
233

LECCIÓN
DEL

XIV

JUICIO

130.

Naturaleza del

cio es aquella facultad de la potencia intelectiva por cuyo medio combinamos en uno
dos conceptos, ó afirmamos la conveniencia ó disconveniencia entre dos términos.
Tal sucede, por ejemplo, cuando decimos: el alma es inmortal. Los actos de esta
facultad se llaman también juicios, y no hay que confundir estos actos con las
percepciones previas 'que los ocasionan, pues hasta que, no se afirma ó se. niega
lo percibido, no hay juicio. E s una de las más importantes facultades de la.
potencia intelectiva. E l entendimiento humano no se limita á adquirir simples
aprehensiones ó percepciones, sino que además reúne ó separa las ideas, las compone
ó divide, afirmando unas de otras ó negándolas, y esta virtud es la que constituye
la facultad de juzgar. No sin fundamento la llamaban los escolásticos composición y
división. Los actos intelectivos

juicio.—Jui-
234

propios de esta facultad se llaman también juicios, y cada una de las ideas
compuestas ó divididas, términos del juicio. Como acto, el juicio consiste en la
misma afirmación ó negación. Creyendo que la esencia del juicio consiste en la
percepción de la relación de conveniencia ó disconveniencia entre los términos, hay
quien confunde los juicios (actos) con las percepciones; pero éstas son causa y
motivo de aquéllos; luego son distintos. L a percepción de la conveniencia ó
disconveniencia, es sin duda verdadera percepción; pero mientras dicha conveniencia
ó disconveniencia no se afirma ó niega, no hay verdadero juicio. Si la percepción y
el juicio fuesen la misma cosa, no habría juicios temerarios, ni imprudentes, ni
imperados, ni falsos.

El juicio es facultad del' entendimiento y no de la voluntad, porque al juzgar se


busca la verdad y no el bien; se afirma ó se niega simplemente, sin necesidad .de
odiar ó querer lo afirmado ó negado; todas las lenguas, significan cosas
diferentes. Descartes y Malebranche opinan que el
juicio es acto de la voluntad y no del entendimiento, equivocación hija de
confundir el asentimiento, propio de la inteligencia, con el consentimiento, propio
de la voluntad. E l que juzga

y porque los verbos juzgar

y querer,

en
235

asiente, pero no siempre consiente; y el juzgar, por lo tanto, es operación del


entendimiento y no de la voluntad. y 131. Actos q u e preceden al juicio, si h a y
juicios sin comparación

p r e v i a . — A todo juicio preceden, en el orden lógico, los actos siguientes: i


. ° Aprehensión de las ideas, conceptos ó términos que han de ser luego comparados.
2.° Comparación de estos términos para que pueda apreciarse su conveniencia ó
repugnancia. 3 . Percepción de la relación de conveniencia ó disconveniencia que
los une ó los separa. Realizados estos tres actos, viene la afirmación ó negación,
que es lo que constituye el verdadero juicio.
0

E n el siguiente ejemplo, Pedro es aplicado, podemos ver claramente dichos tres


actos. I.° No hemos podido pronunciar este juicio, sin haber aprehendido antes las
ideas Pedro y aplicado. 2° Necesario ha sido después comparar la una con la otra,
Pedro con la aplicación. 3 . Percibimos, por último, la relación de conveniencia
entre la aplicación y Pedro, y la afirmamos ó no. ¿La afirmamos diciendo Pedro es
aplicado? Este es, pues, el verdadero juicio. ¿No la afirmamos? Tenemos todo lo
necesario para
0
236

juzgar, pero falta la sentencia, y no hay aun juicio verdadero. Si bien la


percepción y el juicio son cosas diferentes, para juzgar preciso es haber percibido
antes.

De lo dicho se infiere que no hay juicios sin comparación previa, por más que hayan
pretendido lo contrario. Reid afirmando la existencia de juicios instintivos;
Cousin y sus discípulos sosteniendo que, á excepción de los juicios abstractos,
ninguno es comparativo, y Kant inventando los juicios sintéticos a priori, porque
mal puede afirmarse ni negarse algo sin comparar los términos afirmados ó negados.
E n efecto, el objeto propio inteligible de esta facultad no es la esencia de las
cosas en sí misma, sino la relación de conveniencia ó repugnancia entre dos
esencias ó dos ideas cuando menos. E s así que esta relación no puede afirmarse ni
negarse más que comparando entre sí los términos relacionados; luego la especial
naturaleza del juicio se opone á que haya juicios no comparativos. Cuando la
relación es evidente ó clara, podrá efectuarse la comparación con rapidez suma, sin
darnos cuenta de ello si se quiere; pero juzgar sin comparar los términos juzgados,
es imposible.
237

No puede haber, además, juicios instintivos, porque el ejercicio instintivo del


entendimiento no produce actos completos y perfectos, y los juicios lo son, y
porque, aunque sucediese lo contrario, por medio del juicio instintivo, no juzgaría
el entendimiento de tal ó cual objeto determinado, que es precisamente lo que el
juicio hace, sino sólo del ser en general, objeto adecuado del entendimiento. 133.
E l e m e n t o s lógicos de j u i c i o . — S o n los tres siguientes:, todo
sujeto,

que es aquel término del cual se afirma ó se niega algo; predicado, que es el
término afirmado ó negado del sujeto, y cópula, que es la expresión del lazo que
une entre sí á los dos términos anterio-

res. E n el juicio Dios es misericordioso, por ejemplo, Dios es el sujeto, es la


cópula, y misericordioso el predicado. Puede estar implícito alguno "de estos
elementos, pero los tres son necesarios para la existencia del juicio. 133.
División de los juicios.—

Muchas son las especies de juicios, pero podemos dividirlos principalmente en


analíticos y sintéticos, afirmativos y negativos, universales, particulares y
singulares, hipotéticos y disyuntivos, a priori y a posteriori, mediatos é
inmediatos.
238

134.

Juicios analíticos y sintéti-

cos.— Juicio analítico es aquel cuyo predicado se halla implícitamente contenido en


la esencia del sujeto, ó de ella se deriva: por ejemplo, el hombre es racional; y
sintético aquel cuyo predicado no pertenece á la esencia del sujeto: v . gr., los
estudiantes son sabios. 135. Juicios afirmativos y nega-

t i v o s . — J u i c i o afirmativo es aquel que expresa conveniencia entre el


sujeto y el predicado: por ejemplo, los estudiantes son generosos. Negativo el que
expresa disconveniencia ó repugnancia: por ejemplo, los jóvenes no son avaros. Para
que el juicio sea negativo, es preciso que la negación afecte á la cópula. Las
cosas no materiales son simples, y la ley de Dios manda no jurar en vano; aunque
los dos contienen una negación, son juicios afirmativos, pues en el primero el no
afecta al sujeto y en el segundo al predicado. 136. Juicios universales, partic u l
a r e s y s i n g u l a r e s . — J u i c i o universal

es aquel cuyo sujeto se toma en su extensión máxima, de tal manera que el predicado
se afirma ó niega de los individuos todos componentes del sujeto:
por ejemplo, todo viviente es mortal. Partí-
239

cular es aquel cuyo sujeto se toma en su extensión media, de tal manera que el
predicado se afirma ó niega de cierta porción nada más de los individuos que
componen el sujeto: v. gr., algunos estudiantes son desaplicados. Singular es aquel
cuyo sujeto se toma en su extensión mínima, de tal manera que solamente de un
individuo se afirma ó niega el predicado, como Calderón de la Barca es el príncipe
de nuestros poetas dramáticos. 137. Juicios hipotéticos y disyun-

t i v o s . — J u i c i o hipotético es aquel en el cual la relación que se afirma


ó niega depende de una condición: r ejemplo, si
p 0

dos ó más predicados, incompatibles simultáneamente con .el mismo sujeto:

estudias mucho, obtendrás sobresalientes y premios. Disyuntivo es aquel que consta


de

por ejemplo, el alma es material ó inmaterial. 138. J u i c i o s «á p r i o r i »


y «a p o s -

t e r i o r i » . — J u i c i o a priora es aquel cuya afirmación ó negación se


funda en la claridad con que percibimos la esencia misma de las cosas comparadas:
por ejemplo, el todo es mayor que la parte. A posterio1

Del latín frior, lo anterior, lo que va delante.


240

ri\ aquel cuya afirmación ó "negación procede más bien del estudio experimental de
los términos: por ejemplo, la
nieve es fría. Tanto los juicios aprlori como los a posteriorí pueden ser mediatos
é inmediatos. 139. Juicios inmediatos y me-

d i a t o s . — J u i c i o s inmediatos son aquellos en los cuales, hecha la


comparación de los términos, al momento se percibe su conveniencia ó repugnancia:
por ejemplo, en los cuales dicha conveniencia ó repugnancia se percibe con la ayuda
del
raciocinio: por ejemplo, la suma de los tres ángulos de un triángulo equivale á
dos-rectos. dos cosas iguales á una tercera son iguales entre sí. Mediatos, por
último, son aquellos

Del latín posterior, posterior, lo que va detrás.


'241

L E C C I Ó N XV
D E L A RAZÓN

Podemos definirla diciendo: es aquella facultad del entendimiento por cuyo medio
inferimos una verdad de otra verdad, un juicio de otro juicio. L a razón
y el entendimiento no son potencias' distintas, pues las dos tienen el mismo objeto
formal, que'es lo inteligible; pero sí podemos considerar á la razón como facultad
especial del entendimiento,- porque esta potencia funciona unas veces percibiendo,
otras juzgando, y otras raciocinando ó discurriendo. Muchos son los sentidos de la
palabra razón aplicada al acto así llamado del entendimiento ó discurso. Conocemos
( l o o ) también las dos acepciones de esta palabra considerada como facultad. A q
u í la tomamos en su acepción específica. L a simple percepción ó aprehensión se
atribuye al entendimiento cuando se adquiere sin trabajo y de una manera inmediata;
y cuando es resultado del esfuerzo intelectual necesario
16

140.

Naturaleza

de

la

razón.—
242 •

para pasar de la verdad conocida á la verdad desconocida, se atribuye á la razón;


pero en uno y otro caso la potencia intelectiva es la misma. 141. líe la razón
superior é inferior, de la deductiva e inductiva,

y d e l d i s c u r s o . — E n sentido lato recibe la razón los mismos nombres que


el entendimiento; y en sentido estricto, se llama superior ó inferior, según que
trabaje en el conocimiento de seres más ó menos excelentes que el hombre; inductiva
ó deductiva, según proceda de lo particular á lo general ó viceversa; y disairso,
siempre que combina diferentes operaciones racionales para la exposición ó
demostración de la verdad.
L a razón humana puede ejercitarse sobre todos los seres, entre los cuales hay
unos, como Dios y los ángeles, superiores á la razón misma que los estudia, y otros
inferiores, como los animales, vegetales y minerales. Ahora bien, como en toda
intelección el objeto inteligible en cierto sentido se asimila á la potencia
inteligente, sigúese de aquí que el hombre no puede conocer, ni conoce en toda su
perfección real á los seres superiores á la razón humana; al paso que eleva hasta
ella á los seres inferiores y los
243

concibe más excelentes de lo que son en realidad. Dios y los ángeles evidentemente
son más perfectos en sí mismos que en nuestra razón; y por el contrario, una
piedra, en cuanto aprehendida, es superior á la piedra misma considerada como
realidad material. Podemos, por lo tanto, llamar superior á la razón cuando
aprehende la naturaleza délos espíritus puros ó en conocerlos se ejercita; é
inferior cuando trabaja sobre cosas sensibles y materiales. Las operaciones
racionales necesarias para encontrar la verdad por el intermedio de otras verdades,
que se combinan y comparan al efecto, reciben en Filosofía el nombre de discursó .
Hablaremos de la razón inductiva y deductiva al tratar del raciocinio.
1

143. D e l r a c i o c i n i o . —Raciocinio e s a q u e l l a o p e r a c i ó n q
u e p r a c t i c a el entendimiento cuando encuentra una relación entre dos
verdades ó dos juicios, directamente no relacionados, é i n f i e r e el u n o d e
l o t r o . A primera vista, por ejemplo, no parecen directamente relacionadas
estas dos verdades: «el alma piensa» y «el alma es espiritual»; pero las combinamos
con esta otra, «todo lo que piensa es espiritual», dicienDel latín discursus,
discurso, razonamiento, conversación.
1
244

do: «el alma piensa, todo lo que piensa es espiritual, luego el alma es
espiritual»; y queda formado el raciocinio, sacando la tercera verdad de la
primera. Los actos que al funcionar ejecuta la razón, se llaman raciocinios. 143.
División del raciocinio.—Se d i v i d e e n inductivo y deductivo. E l p r i m e r
o , l l a m a d o t a m b i é n inducción, es aquella o p e r a c i ó n p o r c u y
o m e d i o el e n t e n d i m i e n t o h u m a n o s e e l e v a d e lo p a r t i
c u l a r á l o g e n e r a l , e s t o e s , d e los h e c h o s á s u s l e y e s
, d e l a s p a r t e s al t o d o , d e l o s i n d i v i d u o s á la e s p e c i
e , y d e la e s p e c i e al g é n e r o . R a c i o c i n i o d e d u c t i v o ó
deducción e s , p o r el c o n t r a r i o , a q u e l l a o p e r a c i ó n p o r
c u y o m e d i o el e n t e n d i m i e n t o d e s c i e n d e d e l o g e n e r
a l á lo p a r t i c u l a r , e s t o es, d e los principios á las c o n s e c u e
n c i a s , del t o d o á las p a r t e s , del g é n e r o á la e s p e c i e , y
d e la e s p e c i e á los individuos. Necesariamente ha de empezar todo raciocinio
ó por una verdad inferior ó por una superior. Son, para nosotros, tanto más altas
las verdades cuanto más excelentes, y tanto más excelentes cuanto más generales,
pues toda verdad general contiene implícitamente cierto número de verdades
particulares, que en virtud de una operación racional pueden convertirse
245

en explícitas. Ahora bien: al raciocinar, ó se procede de abajo á arriba, esto es,


de la verdad particular á la verdad general, ó, por el contrario, se procede de
arriba á abajo, esto es, de la verdad general á la verdad particular. No hay ni
puede haber, por lo tanto, mas que dos especies de raciocinios: raciocinio
inductivo y raciocinio deductivo, ó, como los llamaba Platón, procedimiento
dialéctico y procedimiento silogístico. E n efecto, unas veces conocemos
elevándonos de repente sobre el punto de partida y procediendo del hecho á la ley,
del efecto á la causa, de lo compuesto á lo simple, de lo particular á lo
universal, de lo finito á lo infinito, en una palabra. L a razón humana es la que
da esta especie de salto intelectual, puesto que relacionamos entre sí cosas que á
primera vista no parecen relacionadas, y la Operación realizada al efecto es un
raciocinio, en el cual procedemos de abajo á arriba, según la excelencia
intelectual de lo • relacionado. Piemos salido del punto de partida para volver á
una esfera más alta. Por ejemplo, echo y o una mirada por el mundo y conozco que
existen las criaturas, é inmediatamente se presenta como inconcusa á los ojos de mi
alma la existencia del Criador. Pues bien; la operación intelectual realizada
alrelacionar estas dos verdades de tan
246

diferente índole es un raciocinio inductivo, y el procedimiento seguido al


raciocinar de la manera dicha es el dialéctico. Aunque se ha sostenido lo
contrario, Aristóteles admite también este procedimiento y lo define: el tránsito
regular de lo particular á lo universal. Para Platón es el vuelo dialéctico que va
de los fenómenos á las ideas. Otras veces, por el contrario, conocemos sin salir en
realidad del punto de partida, pero procediendo en descenso de la ley al hecho, de
la causa al efecto, de lo simple á lo compuesto, de lo universal á lo particular,
de una proposición mayor, en una palabra, á otra menor implícitamente en aquélla
contenida. L a razón humana es la que, con la ayuda de un término medio, establece
este lazo de unión entre dos proposiciones ó verdades que á primera vista parecían
no relacionadas, y la operación realizada al efecto es un raciocinio, en el cual
procedemos de arriba á abajo, según la excelencia intelectual de lo relacionado.
Por ejemplo, cuando de que «todos los hombres son racionales» en virtud de que
«Pedro es hombre», inferimos que «Pedro es racional», formamos un verdadero
raciocinio deductivo, y el procedimiento seguido, al raciocinar de la manera dicha,
es el silogístico. Corrobora lo anteriormente expuesto la

247

misma significación etimológica de las palabras inducción y deducción, que se


derivan, la primera del verbo latino inducere, que significa introducir, hacer
entrar, y la segunda del verbo deducere, que significa extraer, sacar, inferir. W\.
Analogías y diferencias entre la deducción y la inducción.— A m b a s s o n e s e n
c i a l e s á la r a z ó n h u m a n a ; p e r o c o m p a r a n d o la i n d u c c
i ó n c o n l a deducción, se nota que aquélla principia e n lo p a r t i c u l a r
p a r a t e r m i n a r en lo g e n e r a l , y é s t a á la i n v e r s a ; q u e
el f u n d a - m e n t ó d e a q u é l l a e s la t r a s c e n d e n c i a , y
el_de é s t a la i d e n t i d a d ; q u e p a r a d e d u c i r preciso es haber
inducido antes, y que el r a c i o c i n i o i n d u c t i v o e s el m á s á p r o
p ó s i t o p a r a l a i n v e n c i ó n d e la c i e n c i a , y el d e d u c t i
v o p a r a s u d e m o s t r a c i ó n y enseñanza. Ampliemos esta doctrina.
Comparando ahora el procedimiento silogístico ó deductivo con el dialéctico ó
inductivo, notamos: l . ° , que ambos son esenciales á la razón humana, puesto que
entre los dos la constituyen, y por lo tanto su marcha intelectual es legítima y
sus conclusiones rigurosas y convincentes; 2 . ° , que aunque idénticos en su
racional esencia, son, sin embargo, diferentes en sus accidentes. Estas
248

diferencias pueden reducirse á las siguientes: a) E l punto de partida del


raciocinio dialéctico es lo particular, el del silogístico lo universal; por el
contrario, el término de aquél es lo universal, y lo particular el de éste. b) E l
raciocinio dialéctico procede siempre de lo mismo á lo diferente, en tanto que el
silogístico de lo mismo á lo mismo. c) E l fundamento del raciocinio dialéctico es
la trascendencia, y el del silogístico la identidad. d) E n el orden cronológico
racional, precede aquél á éste, pues para deducir preciso es haber inducido antes.
Comprenderernos esto fácilmente notando que el silogismo es imposible sin una mayor
que le sirva ^ de punto de partida, y las proposiciones' de esta clase son el
término ó resultado del raciocinio dialéctico. e) E l raciocinio dialéctico es el
procedimiento por excelencia para la invención ó descubrimiento de verdades nuevas,
del orden experimental sobre todo. E l raciocinio silogístico es el procedimiento
demostrativo por antonomasia y el más adecuado para la exposición de la ciencia y a
formada. 1 1 5 . L e g i t i m i d a d d e amibos p r o c e d i m i e n t o s r a c
i o n a l e s . — T a n natural y l e g í t i m o e s el u n o c o m o el o t r o ,
a u n -
249

q u e la c o n e x i ó n entre los hechos y sus l e y e s i n d u c i d a s e s


hipotéticamente -neces a r i a , y absolutamente n e c e s a r i a la q u e e x i s
t e e n t r e los principios y sus c o n s e cuencias deducidas. Aunque al
raciocinar, tanto inductiva como deductivamente, el entendimiento pasa de unas,
verdades á otras, el raciocinio en sí mismo es un acto intelectual simplicísimo,
como lo es el juicio y la percepción. Tales actos consisten, al percibir, en
aprehender la idea; al juzgar, en aprehender la conveniencia ó repugnancia entre
dos ideas; y al raciocinar, en aprehender la conveniencia ó repugnancia entre dos
juicios. Estas aprehensiones son naturales al entendimiento cuando funciona de cada
una de las tres maneras dichas, y tan propia y legítima es la una como las otras.
De aquí que el procedimiento inductivo sea tan natural y legítimo como el
procedimiento deductivo. E n uno y otro caso el entendimiento aprehende claramente
la conexión que hay entre los hechos y sus leyes, y los principios y sus
consecuencias, y tan racional y legítimo es afirmar aquéllas como éstas. 146. Uso y
valor científico del r a c i o c i n i o . — D e p e n d e , pues, el uso que debe
hacerse del raciocinio de su valor y fuerza lógica. Y desde este punto de vista, el
r a c i o c i -
250

nio ó c o n d u c e á la ciencia, y e n t o n c e s s e l l a m a a p o d í c t i c
o , ó c o n d u c e á la o p i n i ó n , y e n t o n c e s le l l a m a m o s
dialéctico, ó s e u s a p a r a r e f u t a r el e r r o r , y e n t o n c e s r e
c i b e el n o m b r e d e s o f í s t i c o . E n t r a ñ a , p u e s , el p r i m
e r o , c e r t e z a a b s o l u t a ; el s e g u n d o , p r o b a b i l i d a d
h i p o t é t i c a , y el tercero no tiene mas que valor subjetiv o y lógico. 147.
Principios fundaiiiicntales, tanto de la deducción como de la i n d u c c i ó n . —
A m b a s s e a p o y a n en. el principio llamado de contradicción, que s e f o r
m u l a así: Es imposible pie una cosa sea y 710 sea al mismo tiempo . A h o r a
los p r i n c i p i o s e s p e c i a l e s , q u e s i r v e n d e fundamento á
cada uno, no son más que fórmulas m e n o s generales del mismo p r i n c i p i o d
e c o n t r a d i c c i ó n . Dos cosas iguales á una tercera son iguales entre
sí , e s el p r i n c i p i o f u n d a m e n t a l d e l r a c i o c i n i o d e d
u c t i v o a f i r m a t i v o . Dos cosas, igual la una y desigual la otra á una
tercera, no son iguales entre sí , e s el p r i n c i p i o f u n d a 1 2 3

Imposibile est idem simul esse et non esse. Quae sunt eadem uni tertio sunt idem
inter s e . Quorum unum est idem alicui tertio, et aliud non est idem, ea non sunt
idem inter se.
1 2 5
,

251

mental del raciocinio deductivo negativo. En el orden físico y en igualdad de


circunstancias, las mismas causas producen los mismos efectos, e s el p r i n c i p
i o f u n d a m e n t a l del raciocinio inductivo. C o m o se ve, la i n d u c c i
ó n e s m á s p r o p i a d e l a s c i e n c i a s e x p e r i m e n t a l e s y
la d e d u c c i ó n d e l a s racionales. Estos mismos principios, para mayor
claridad, se formulan también diciendo: «Lo que universal y distributivamente se
afirma de un sujeto, puede afirmarse de los particulares que el sujeto contiene »,
y «lo que universal y distributivamente se niega de un sujeto, puede negarse de los
particulares que el sujeto contiene .» A su vez, el principio fundamental del
raciocinio inductivo se formula así: «Las leyes de la- naturaleza son generales y
constantes.» Generales, quiere decir que se cumplen en todo lugar de la misma
manera; y constantes, que se cumplen igualmente en todo tiempo.
1 2

148.
1

Ciencias

que

se apoyan

en

Quiquid universaliter distributive afirmatur de aliquo subjecto, nequid non


afirmare de particularibus, quae subjecto ilio includuntur. Quidquid universaliter
distributive negatur de alicuo subjecto, nequid non negari de particularibus, quae
subjecto ilio continentur.
2
252

la deducción, y ciencias que se Talen preferentemente de la inducción.—


De su distinta índole se infiere la conveniencia de aplicar estos dos
procedimientos racionales, según los casos. Rara vez se utilizan completamente
separados y con independencia absoluta el uno del otro; pero como más
detalladamente veremos en Lógica, s e a p o y a n p r e f e r e n t e m e n t e e n
el r a c i o c i n i o d e d u c t i v o l a s c i e n c i a s t e o l ó g i c a
s , filosóficas, j u r í d i c a s y s o c i a l e s , porque suelen derivar sus
conclusiones del silogismo, sentando principios generales y descendiendo ó sacando
de ellos verdades particulares; y p o r el c o n t r a r i o , s e a p o y a n p r
e f e r e n t e m e n t e e n la i n d u c c i ó n las c i e n c i a s p o s i t i
v a s f í s i c o - n a t u r a l e s , que proceden de lo particular á lo general,
esto es, de los fenómenos á sus leyes. No hay que confundir, sin embargo, la
inducción completa, llamada también de los matemáticos, porque la usan con
frecuencia en sus teoremas, y en la que se analizan y enumeran todas las partes,
para atribuir al todo lo que se predica de las partes, con la inducción incompleta
de los físicos, consistente en atribuir á toda la especie lo que se encuentra ó
verifica constantemente en muchos individuos de la misma especie.
353 119. Cuadro sinóptico de las f u n c i o n e s i n t e l e c t i v a s . — P o
d e m o s sintetizar todo lo expuesto en el siguiente cuadro:
E species. FACULTADES. O PERACIONES .

Si

Conciencia psicológica, [atención,

Percep - i r e f l e x i ó n ,
7"

..^abstracción, icomparación, [generalización y memoria intelectiva. Analíticos y


sintéticos, afirmativos y negativos, Q universales, particulares \J-uicw.A y
singulares, H hipotéticos y disyuntivos, a priori, a posteriori, y mediatos é
inmediatos. Superior, inferior, inductiva y deductiva.
O H

.5>

\ Razón.

S
254

LECCIÓN

XVI

D E L A S IDEAS

150. Acepciones de las palabras idea, concepto y noción. — Aunque vulgarmente se


usan como sinónimas e s t a s t r e s p a l a b r a s , n o lo s o n . L a p a l a
b r a idea, t o m a d a d e l g r i e g o y l l a m a d a p o r l o s l a t i n o s
especie y forma, etimológicamente significa visión, i m a g e n y semejanza; p e r
o ' e n l e n g u a j e m o d e r n o s e d a el n o m b r e d e concepto á l a i d
e a c l a r a , c o m p l e t a y d i s t i n t a , y el d e noción á la i d e a e
l e mental y primaria. L a palabra idea, procede de la griega idea, visión, que á
su vez se deriva del verbo eidein, idear, representar, ver; la palabra concepto,
del latín concipere, concebir, y la palabra noción, del verbo noscere, conocer. Las
tres, no obstante, se refieren á las representaciones inmateriales que el
entendimiento se forja de las cosas inteligibles, no de las sensibles, pues de la
misma manera que no deben confundirse las especies sensibles con las inteligibles,
ni las percepciones
255

sensitivas con las intelectivas, tampoco se han de identificar las imágenes de


cosas materiales, singulares y concretas con las ideas, que son representaciones
mentales de lo inmaterial, universal y abstracto. E l vocablo idea tradujéronlo los
latinos por las palabras especie y forma, Quam graeci ideam nos recte speciem
dicere possumus , dice Cicerón, y Santo T o m á s : Idea graece, latine forma
dicitur. Por consiguiente, las palabras idea, especie (inteligible) y forma han
significado siempre cierta representación intelectual, semejante al objeto
inteligible representado. Esto no obstante, según unos, lo mismo reciben el nombre
de ideas las representaciones sensibles que las inteligibles; según otros, sólo
estas últimas; algunos entienden por ideas los objetos mismos en cuanto conocidos,
y otros únicamente la representación de dichos.objetos; y por último, éstos opinan
que la idea es distinta del acto del entendimiento, al paso que aquéllos creen que
es el mismo acto intelectivo.
1 2

1 5 1 . C o n c e p t o d e l a i d e a . — P e r o si queremos formar concepto


claro de la idea, notemos: I.°, que llamamos ideas sólo á los Quaestionum
Tusadwiariim, lib. I. Summ. The., I. p., quaest. 15, art. 1.
256

conocimientos intelectuales; 2. , que la idea es algo distinto del objeto


inteligible ó entendido, y 3 . , que tampoco podemos confundir ni. identificar la
idea con el acto intelectual, pues éste es transitorio y la idea hasta cierto punto
permanente. P u e d e , p o r lo t a n t o , d e f i n i r s e l ó g i c a m e n t
e la i d e a d i c i e n d o q u e e s t o d a representación mental d e cosa
inteligib l e , p o r c u y o m e d i o s e a c t ú a el c o n o c i miento
racional.
0 0

153. Analogías entre la idea y la e s p e c i e i n t e l i g i b l e e x p r e s a


. — Común es entre los filósofos modernos llamar ideas lo mismo á las
representaciones sensitivas que á las intelectuales, tanto á la especie inteligible
impresa como á la expresa; pero no debe confundirse la idea con la especie sensible
(75); pues, aunque las dos son representaciones, ésta se refiere al orden material,
individual y concreto, y aquélla al inmaterial, universal y abstracto: por la
primera conocemos la esencia de las cosas, y por la segunda sus cualidades ó notas
particulares. L a especie inteligible de los escolásticos puede ser, según vimos
( 1 1 8 ) , impresa y expresa.- Como sabemos, la especie impresa es producto del
entendimiento agente, el cual, operando sobre las especies ó representaciones
257

sensibles de las cosas, las transforma de manera que pueda aprehenderlas la mente y
hacerlas como suyas, dando con esto origen á la representación inmaterial y
universal de aquellos mismos objetos que la imaginación (83) nos representaba por
medio del fantasma bajo la forma material y singular. L a especie impresa es, pues,
una forma que predispone al entendimiento posible para conocer; es, para aclarar la
idea con un ejemplo material, como el cuño con el cual se ha de grabar la moneda, y
por lo tanto, á dicha especie no conviene el nombre de idea. Pero tiene lugar la
intelección actual, esto es, el entendimiento agente informa al posible por medio
de la especie impresa, y la representación del objeto aparece en la mente, esto es,
queda grabada ó acuñada la moneda, la imagen se presenta en el entendimiento
posible, y esta representación es la especie inteligible expresa, llamada también
por los antiguos ratio rei, notio, conceptio, notitia, conceptus, verbum mentís,
terminits mentalis, etc. Ú n i c a m e n t e á l a especie inteligible expresa debe
aplicars e , p o r l o t a n t o , la m o d e r n a d e n o m i n a c i ó n idea.
153. Subjetividad y objetividad d e l a s i d e a s . — L a idea, como conocim i e
n t o e x i s t e n t e e n el s u j e t o p e n s a n t e ,
17
28 e s subjetiva; p e r o , c o m o r e t r a t o d e l o b j e t o p e n s a d o ,
e s objetiva.
S

Por medio del análisis descubrimos que la idea, según la acabamos de definir, es
por un lado subjetiva y objetiva por otro. Si por medio de la idea se actúa el
conocimiento, y el conocer es operación vital inmanente propia del sujeto que
conoce, el principio que determina el acto cognoscitivo, que es la idea, no puede
menos de pertenecer al sujeto que conoce; por consiguiente, mirada por este lado'la
idea es subjetiva. Pero la idea no es fin y término del conocimiento, puesto que
dicho fin es el mismo objeto que por medio de la idea se aprehende; luego la idea
no puede menos de decir relación al objeto, y por este otro lado la idea es
objetiva. Este doble carácter ha sido desconocido por los filósofos modernos, entre
los cuales unos niegan la objetividad de la idea, y caen en el idealismo; y otros
niegan la subjetividad, é incurren en el ontologismo, sistemas ideológicos falsos
ambos. 1541. S i n g u l a r i d a d y u n i v e r s a l i d a d e n l a s i d e a
s . — E l c a r á c t e r subjetivoobjetivo d e l a s i d e a s e x p l i c a p e r
f e c t a m e n te cómo y por qué una idea puede ser singular y universal á la vez;
singular p o r razón del sujeto inteligente, y uni-
259

versal por razón del objeto entendido. E n efecto, mirada subjetivamente la idea,
se identifica, en cuanto á su entidad, con el acto intelectivo, y es además
inmanente en el sujeto de la intelección; el acto intelectivo no puede menos de ser
singular, como lo es el sujeto que entiende; luego por razón' del sujeto, la idea
tiene que ser singular. Pero la idea es á la vez objetiva, y puesto que el objeto
inteligible puede ser universal, como lo es en efecto la esencia; objeto primario
del entendimiento, de aquí que, por razón del objeto, la idea será universal,
siempre que lo sea también el inteligible. 155. Clasiílcación de las ideas.— P o d
e m o s dividirlas en tres g r u p o s , según l o q u e s e a p u n t a e n el s i
g u i e n t e c u a d r o :
2б0

i . p o r la т а , , , claras y obscu ras, ñ e r a d e re -l , \ ' • (abstractas y


c o n c r e t a s , presentarse. ^ . . ,. . Г , . , iu nt itivas y discu rsivas,
.los objetos, j j r i '/y v e r d a d e r a s y falsas, en
r J y L J , J J

(Si

г "
5

2° p o r la na[ e s e n c i a l e s y a c c i d e n t a turaleza dej les, los o b


j e t o s , j s i m p l e s y c o m p u estas, en (y a b s o l u t a s y r e l a t
i v a s . , , [individu ales, , ' j ' p au rtic lares, mero desús , ' , . ,
/colectivas, y obietos, en. . . ' universales.
, J J 1

x. p o r el nu \

156. División de las ideas según la m a n e r a como el objeto se r e p r e s e n


t a e n e l s u j e t o . — L a i d e a e s clara c u a n d o representa á su
objeto con lu ci d e z s u m a ; y obscura e n el c a s o c o n t r a r i o . Para
el estu diante de Geometría, por ejemplo, es clara la idea de circunferencia y
obscu ra la de infinito. Pero como la claridad pu ede tener diferentes grados y
referirse á distintos aspectos de la cosa, la idea clara se llama distinta c u ando
no confu ndimos su objeto con ningún otro, por mucho .qu e se le parezca; exacta cu
ando repre
2ÓI

senta el objeto con fidelidad; y completa cuando reproduce todas sus propiedades y
accidentes, recibiendo los nombres de confusa, inexacta é incompleta,
respectivamente, en los casos contrarios. L a i d e a s e l l a m a abstracta
cuando representa una propiedad substantivada, esto es, sin inherencia á su
respectivo sujeto: v. gr., verdad, bondad, belleza. Y concreta c u a n d o r e p r
e s e n t a el s e r c o n s u p r o p i a d e t e r m i n a c i ó n , e s t o e
s , la c u a l i d a d u n i d a á s u s u j e t o : por ejemplo, verdadero, bueno,
bello. L a i d e a e s • intuitiva cuando repres e n t a u n o b j e t o q u e p o
r sí m i s m o h a p r o d u c i d o la r e p r e s e n t a c i ó n intelectual:
por ejemplo, la que formamos de una cosa cualquiera que estamos viendo. Y e s
discursiva la q u e i n f e r i m o s d e l o s d a t o s q u e s e n o s p r o p o
r c i o n a n , c u a n d o el o b j e t o n o e s t á p r e s e n t e al s e n t i
d o : tal acontece, verbigracia, con la idea que tenemos de una persona á quien no
hemos visto nunca, pero de la cual hemos oído hablar mucho. Por último, la i d e a
es verdadera cuando la r e p r e s e n t a c i ó n intelectual está conform e c o n
la r e a l i d a d d e la c o s a ; y falsa en e l c a s o c o n t r a r i o .
Verdadera es, por ejem-
2Ó2

pío, la idea que y o tengo de mi alma si me la represento espiritual é inmortal; y


falsa si me la represento como una fuerza 6 secreción orgánicas. 157. División de
las ideas según la naturaleza de sus objetos. — L a i d e a s e l l a m a esencial
c u a n d o e s n e c e s a r i a p a r a el c o n c e p t o d e l a s c o s a s ;
y accidental c u a n d o n o i m p l i c a e s t a n e c e s i d a d . E n el
concepto hombre, por ejemplo, la animalidad y la racionalidad son ideas esenciales;
y la sabiduría y obesidad accidentales. L a i d e a s e l l a m a simple c u a n d
o n o p u e d e d e s c o m p o n e r s e e n o t r a s , como la de ser, y c o m p
u e s t a c u a n d o s e f o r m a d e otras simples, para c u y a explicación se
n e c e s i t a n v a r i a s p a l a b r a s , por ejemplo, la de triángulo. Por
último, l a i d e a s e l l a m a absoluta c u a n d o n o e x c i t a e n la m e n
t e n i n g u n a o t r a , como la de Dios, hombre, espacio; y relativa la q u e n
e c e s a r i a m e n t e s e r e f i e r e á o t r a i d e a ; por ejemplo, las de
criador, padre y alto, que suponen criatura, hijo y bajo. 158. División de las
ideas según e l n ú m e r o d e s u s o b j e t o s . — S e llama individual la
idea q u e r e p r e s e n t a u n a s o l a p e r s o n a ó c o s a , como
Cicerón, la luna

y
2Ó3

etcétera; particular la q u e r e p r e s e n t a v a r i o s d e los i n d i v i d


u o s c o m p o n e n t e s d e u n a e s p e c i e ó g é n e r o , por ejemplo,
algunos árboles, muchos hombres; colectiva la q u e representa un conjunto de
individuos d i g a d o s e n t r e sí p o r c i e r t o s v í n c u l o s , como
ejército, nación, academia; y , por último, universal la q u e r e p r e s e n t a
t o d a la e s e n cia ó t o d o s los individuos c o m p o n e n t e s d e u n a e
s p e c i e ó g é n e r o , y. gr., humanidad, hombre, etc. L a importancia de la
idea universal es tanta, que acerca de su valor objetivo se disputó mucho en la
Edad Media, surgiendo de aquí las teorías de los llamados realistas, nominalistas y
conceptualistas. 159. V e r d a d e r o origen de las i d e a s . — S a b e m o s
que la idea no es otra cosa mas que la especie inteligible expresa, y no hemos
olvidado tampoco que esta especie es siempre una representación abstracta y
universal de la esencia de las cosas. Por lo tanto, el problema sobre el origen de
las ideas se reduce al de los primeros principios abstractos y universales,
problema que sólo el escolasticismo resuelve satisfactoriamente. E l apotegma ó
principio fundamental que sirve de clave para resolver esta importantísima cuestión
dice así: nihíl est in intellectu quin iritis fuerit in sen su, esto
• 264

es: nada hay en el entendimiento que anteriormente no haya estado en el sentido.


Tomando al pie de la letra este aforismo, han calificado algunos de sensualista la
doctrina escolástica; pero los principios hay que entenderlos en el sentido que les
da la escuela que los profesa, y no en otro diferente que adultere el sistema. Para
los escolásticos, y especialmente para Santo Tomás, significaba este apotegma: Que
las ideas dependen en cierto modo de la sensibilidad, porque en el hombre no se
manifiesta ni desarrolla el conocimiento intelectual sin que haya precedido la
percepción, por los sentidos, de algún objeto sensible. 2 . ° Que el conocimiento
singular es anterior al universal, y las representaciones sensibles de las cosas
son las que originariamente excitan la actividad intelectual. 3. Que los sentidos
no son verdadera causa enciente de las ideas y conocimientos intelectuales, sino
causa material (5) ú ocasional á lo sumo: la verdadera causa eficiente de la idea ó
especie impresa es el entendimiento agente, y de la especie expresa el
entendimiento posible.
0

4° Que las ideas propiamente dichas inteligibles, las espirituales y la fundamental


del ser sólo dependen indirecta y remotamente de las
265

representaciones sensibles, que son su causa ocasional ó excitante. Estas ideas


tienen su origen en la innata virtud intelectiva del entendimiento excitada por los
fantasmas. A l medio por el cual el objeto inteligible se hace presente al
entendimiento, colocándose en aptitud de ser aprehendido, le llamaban los
escolásticos luz inteligible por su analogía con la luz visible, que es también el
medio por el cual el objeto visible se manifiesta al sentido de la vista. E n
resumen: el v e r d a d e r o o r i g e n d e las i d e a s , s e g ú n la d o c t
r i n a e s c o l á s t i c a , e s t á e n la i n n a t a v i r t u d i n t e l e
c t i v a d e l e n t e n dimiento, e x c i t a d a por los fantasmas, los cuales á
su vez son o c a s i o n a d o s p o r los sentidos. E n menos palabras: nada hay e
n el e n t e n d i m i e n t o q u e n o h a y a e s t a d o a n t e s e n l o s s
e n t i d o s , e x c e p t o el e n t e n dimiento mismo, como añadió Leibnitz.
Cuarta sección de la Psicología experimental
punciones apetitivas

LECCIÓN

XVII

D E L APETITO E N G E N E R A L

160. Significación de l a s palabras agente y paciente, acción y pasión, a c t i v


i d a d y p a s i v i d a d . — A g e n t e e s el s u j e t o q u e e j e c u t a
la a c c i ó n , el q u e h a c e ú o b r a ; paciente, e l q u e s u f r e ó a q u
e l s o b r e el c u a l r e c a e ; acción, l a o p e r a c i ó n efectuada ó el
tránsito del s e r e n potenc i a al s e r e n a c t o (18); pasión, l a m o d i f
i c a c i ó n s u f r i d a ; actividad,- la v i r t u d ó fac u l t a d d e h a c
e r ú o p e r a r ; y pasividad, la c a p a c i d a d d e sufrir ó d e s e r m o d
i f i c a d o . 161. Etimología de la palabra a p e t i t o . — L a palabra apetito
se deriva d e l v e r b o l a t i n o appetere, e x t e n d e r l a m a n o ,
encaminarse, dirigirse, apetecer, desear; filosóficamente hablando tiene d o s a c
e p c i o n e s : u n a genérica, e n c u y o sentido se aplica á todos los seres,
tanto
267

i n a n i m a d o s c o m o a n i m a d o s ; y o t r a específica, c u a n d o
sólo se refiere á estos últimos. 163. Clasificación de las nes apetitivas APETITO.
funcio-
268

168. Concepto del apetito en gen e r a l . — G e n é r i c a m e n t e hablando,


apet i t o e s la p r o p e n s i ó n ó i n c l i n a c i ó n d e l o s seres todos
á conseguir su bien natural; d e d o n d e s e d e d u c e q u e el b i e n e s el
objeto a d e c u a d o del apetito. E l hombre no se limita á conocer, tanto las
cosas materiales, singulares y concretas, como las inmateriales, universales y
abstractas, sino que, después de haberlas conocido como buenas ó malas, las apetece
ó desea en el primer caso, y las rechaza y odia en el segundo, experimentando por
esta razón ciertos estímulos ó motivos naturales, que con más ó menos fuerza le
impulsan á ejecutar determinadas acciones. De aquí las potencias apetitivas ó
expansivas, á cuyo estudio dedicamos esta sección. Como vimos (30), toda potencia ó
facultad es activa y pasiva á la vez, pero predomina la actividad en las
apetitivas, porque únicamente se aquietan operando, y en los actos encuentran su
natural complemento. 164. D e l a p e t i t o n a t u r a l . — Todo ser tiene
tendencias ó inclinaciones naturales, las cuales, satisfechas, determinan en el ser
cierta quietud y bienestar propios del que ha ultimado su cometido. E n los seres
que carecen de conocimiento, estas inclinaciones quedan deter-
269

minadas por impulsos externos y acciones de otros seres: tal sucede con las
afinidades químicas y la gravitación universal de los cuerpos. Pero los seres
dotados de conocimiento, no solamente pueden ser movidos por agentes y fuerzas
naturales, sino que además se mueven á sí mismos con movimiento intencional hacia
los objetos percibidos. Por esto d i v i d í a n l o s e s c o l á s t i c o s el a
p e t i t o e n innato ó ;z¿zz?&ra/, p r o p i a m e n t e d i c h o , y elícito;
y. defin i m o s el p r i m e r o d i c i e n d o q u e c o n s i s t e e n la p r
o p e n s i ó n é i n c l i n a c i ó n n e c e s a r i a d e las c o s a s h a c i
a s u fin y b i e n p r o p i o s , sin c o n o c e r l o s . 165. O e l a p e t i
t o e l í c i t o . — P o r el contrario, se llama apetito elícito aquel movimiento
interno que espontánea ó l i b r e m e n t e i n c l i n a á los b r u t o s y al h
o m bre á ejecutar ó aprppiarse algo conocido, y q u e es su t é r m i n o , c o m
p l e m e n t o y perfección.
1

166. Subdivisión del apetito elíc i t o . — E l apetito elícito, ó s e a la t e n d


e n c i a al b i e n c o n o c i d o , e s d e d o s c l a s e s , puesto que de
dos maneras pueden ser conocidas las cosas apetecibles: con la sensibilidad,
1

Del latín elicere, atraer, llevar, investigar.


Z

conocimiento propio de los animales, y con el entendimiento racional, conocimiento


exclusivo del hombre; he aquí por qué hemos subdividido el apetito elícito en
sensitivo y racional, se— g ú n q u e al a p e t e c e r s e c o n o z c a s i m p
l e m e n t e la c o s a a p e t e c i d a , ó se c o n o z c a a d e m á s la r a
z ó n ó p o r q u é e s a p e t e c i b l e . Los autores modernos denominan
instinto al apetito sensitivo y voluntad al apetito racional. Estas denominaciones
y divisiones convienen, en el fondo, con la muy generalizada división de la
actividad en espontánea y voluntaria. Para evitar confusiones, nótese que
comprendemos bajo la denominación genérica actividad todas las potencias apetitivas
ó expansivas del hombre, no porque estas potencias sean exclusivamente activas, y
pasivas las demás, no; sino porque la actividad humana se manifiesta sobre todo
cuando estas potencias entran en ejercicio y naturalmente se traducen en actos.
Repetidas veces hemos dicho que son activas y pasivas á la vez todas las potencias,
incluso las apetitivas; pero de éstas nacen principalmente los actos humanos, y no
debe haber inconveniente en considerarlas como las más importantes manifestaciones
de la actividad. Ahora bien; entre las potencias aprehensivas ó cognoscitivas y las
expansivas ó apetitivas hay tan natural de-
271

pendencia, que lo desconocido no se. desea, ni es querido mas que lo previamente


conocido: (ignoti nulla cupido; nihil volitum, quin praecognitum). Preceden, pues,
aquéllas á éstas, y cada potencia aprehensiva tendrá su natural complemento en la
potencia apetitiva correspondiente. E n efecto; á la potencia cognoscitiva
sensibilidad corresponde la expansiva llamada apetito sensitivo ó instinto, y á la
potencia cognoscitiva entendimiento, la expansiva llamada apetito racional 6
voluntad. L a tendencia sensitiva ó instintiva hacia el objeto aprehendido es.
siempre necesaria, y libre la tendencia racional ó voluntaria; luego en el fondo
estos dos apetitos, el instinto y la voluntad, no son otra cosa mas que lo que los
modernos llaman actividad espontánea ó espontaneidad simplemente, y actividad
voluntaria ó voluntad. 1 6 7 . C o n c e p t o d e l fin d e l o s s e r e s .
Conocida la naturaleza del apetito y sus especies, podemos y a comprender lo que
debe entenderse por ñn de los seres. Expresión la más genuina de la naturaleza de
un ser es aquel su primordial impulso, al cual están subordinadas las tendencias
particulares, que le inclina á ejecutar sus operaciones características; mas como
esto es, bajo otro aspecto, l o q u e c o n s t i t u y e el b i e n g e n é r i c
o d e l s e r , d e a q u í
272

q u e el bien s e i d e n t i f i c a y c o n f u n d e c o n el fin general d e l


o s s e r e s . 168. División del lin de los seres. E l fin s e d i v i d e e n
absoluto, al c u a l t i e n d e la n a t u r a l e z a t o d a d e l s e r , y
relativo, al c u a l t i e n d e s ó l o a l g u n a d e sus potencias. E l
relativo se llama próximo, c u a n d o s e o b t i e n e i n m e d i a t a m e n t
e ; remoto, c u a n d o s e l o g r a p o r el i n t e r m e d i o d e u n o ó v a
r i o s fines p r ó x i m o s ; y último, c u a n d o e s p o r sí m i s m o a p e
t e c i d o y p o r él s e a p e t e c e n t o d o s los d e m á s fines
intermedios y próximos. Ahora, para la debida inteligencia de los fines apuntados,
pongamos ejemplos: L a felicidad es fin absoluto para el hombre; y son fines
relativos la verdad, fin del entendimiento; la bondad, fin de la voluntad, etc.
Aunque el fin último es el primero en la intención ó sea el primero que el agente
se propone, en orden á la ejecución siempre es el último. Ejemplo: los estudiantes
asisten á cátedra para aprender la asignatura, contestar bien en el examen y ganar
el curso. Fin intencional y último, ganar el curso; fin próximo, aprender la
asignatura; y fin remoto, contestar bien en el examen. 169. Diferencias entre las
potencias a p e t i t i v a s y l a s cognoscitivas.-—
273

Diferéncianse unas de otras en lo siguiente: i . ° L a s potencias apetitivas se


inclinan al o b j e t o a p e t e c i d o y v a n c o m o e n b u s c a d e él c o
n m o v i m i e n t o q u e p a r t e d e l sujeto: las potencias cognoscitivas, p
o r el c o n t r a r i o , p e r m a n e c e n c o m o e n r e p o s o y a t r a e
n h a c i a sí al o b j e t o c o n o c i d o . P o r e s o s e l l a m a n
aprehensivas éstas, y expansivas a q u é l l a s . 2 . L a s a p e t i t i v a s ,
c o m o saliendo d e ellas m i s m a s , se a c o m o d a n al o b j e t o tal c u
a l l o p r e s e n t a o t r a facultad; mientras q u e las cognoscitivas atrib u
y e n e n sí m i s m a s al o b j e t o c i e r t o n u e v o m o d o de existir. 3
. L o s objetos reciben cierta perfección ó imperfección d e l a s p o t e n c i a
s c o g n o s c i t i v a s , al p a s o q u e las apetitivas s o n p e r f e c c i
o n a d a s ó d e g r a d a d a s p o r los o b j e t o s m i s m o s , b u e nos ó
malos.
0 0

18
274

LECCIÓN

XVIII
CONSIDERADAS

D E L A S SENSACIONES A F E C T I V A M E N T E Y D E L APETITO

SENSITIVO

IT©, © e l a s e n s a c i ó n a f e c t i v a . — Suelen hablar los fisiólogos de


sensibilidad consciente é inconsciente, de impresiones y de emociones 6
sentimientos. Para ellos la sensibilidad es inconsciente cuando la impresión
orgánica no se transmite al respectivo centro nervioso y lá'impresión no es
percibida; pero aquí, por lo menos, hay inexactitud notoria de tecnicismo, porque
sensibilidad que no se siente, será excitación física ó química, pero de ninguna
manera fenómeno sensitivo. Toda sensibilidad es, pues, consciente, argumento
poderoso para negarles sensibilidad á las plantas. Como es cierto igualmente que
las fibras nerviosas sensitivas ó centrípetas son excitables lo mismo en sus
terminaciones externas ó periféricas, que en su trayecto, que en su arranque ó
terminación interna. Y sucede que apenas el organismo humano es excitado por una
causa exterior (la luz, el sonido, etc.), ó interior (como la acumu-
27S

lación de sangre en una parte determinada del cuerpo), esta causa produce cierta
modificación orgánica, á la que hemos dado el nombre de impresión; é inmediatamente
después de esta impresión, cuya naturaleza desconocemos, sé produce en nosotros un
acto de conciencia, del cual tenemos noticia y al que damos el nombre de sensación.
Ahora bien: dicha sensación produce en nosotros dos efectos: l.°, nos agrada ó
desagrada, es decir, produce placer ó dolor; y 2 . ° , nos enseña alguna propiedad
de los objetos que nos han impresionado. De donde los dos aspectos que conviene
distinguir en la sensación: parte afectiva y parte representativa. Los fisiólogos
suelen llamar emoción á la primera y reservan el nombre dé sensación para la
segunda, añadiendo que la sensación es siempre producto de excitaciones periféricas
y las emociones ó sentimientos de excitaciones centrales. Para nosotros es mucho
más sencillo y exacto, prescindiendo del lugar en donde se efectúa la excitación
orgánica, definir la sensación afectivamente considerada diciendo que es: t o d a
alteración placentera ó dolorosa ocasion a d a e n el a l m a p o r u n a i m p r e
s i ó n o r g á n i c a . Y tratamos aquí de la sensación afectiva y de la emoción
ó sentimiento, porque tales manifestaciones del alma tienen relación interna
276

y directa, la primera con el apetito sensitivo, y el segundo con el apetito


racional ó voluntad. 171. E s p e c i e s d e sensaciones afect i v a s . — L a s
hay agradables y desagradables, internas y externas, periódicas y accidentales,
generales y locales, y por último, m e r a m e n t e afectivas é instructivas.
Agradables son las que producen placer, como la que se siente oliendo una rosa;
desagradables, las que producen dolor, como la ocasionada por el amoníaco;
internas, las ocasionadas por excitaciones dentro del cuerpo, como el dolor de
corazón; extemas, las que proceden de excitaciones producidas en- los órganos de
los sentidos corporales ó en la periferia del cuerpo, como la que produce una
melodía musical; periódicas, las que se producen de tiempo en tiempo fijo, como el
hambre, la sed, etc.; accidentales, las que se presentan sin regularidad alguna,
como la ocasionada por un golpe; generales, las que se refieren á todo el cuerpo,
como la dejadez ó sobrexcitación ocasionadas por una enfermedad; locales, las que
afectan á una sola parte del cuerpo, como el dolor de cabeza; meramente afectivas,
las que únicamente modifican placentera ó dolorosamente al cuerpo, sin enseñarle
nada al espíritu; é instructivas,
277

aquellas en que predomina el conocimiento sobre la afección, como la que al


paladear el vino nos da á conocer su graduación y pureza. 173. D e las sensaciones
indifer e n t e s . — S o s t i e n e n a l g u n o s la e x i s t e n cia d e
sensaciones indiferentes; p e r o , si a t e n t a m e n t e s e h a c e n o b s e
r v a c i o n e s r e s p e c t o al a s u n t o , s e v e r á q u e l a s e m o c
i o n e s t o d a s a f e c t a n al h o m b r e a g r a d a b l e ó d e s a g r a
d a b l e m e n t e . Hay, no obstante, algunas tan poco intensas y otras tan
frecuentes, que el hábito apaga sus efectos de modo que nos parecen indiferentes.
Más aun: la poderosa influencia del hábito sobre el organismo convierte en
agradables las sensaciones que comenzaron siendo desagradables. 173. Concepto del
placer y del d o l o r . — E l p l a c e r y el d o l o r n o p u e d e n
definirse, p o r q u e p a r a c o m p r e n d e r l o s preciso es haberlos e x p
e r i m e n t a d o ; pero el p r i m e r o p r o d u c e b i e n e s t a r y e x p
a n s i ó n , y m a l e s t a r é i r r i t a c i ó n el s e g u n d o . C o n v i
e n e d i s t i n g u i r , s i n e m b a r g o , los p l a c e r e s y d o l o r e
s físicos d e los morales, y los positivos d e l o s negativos, pues sabid o e s q
u e u n a s v e c e s el p l a c e r e s r e s u l t a d o d e la i n d o l e n c i
a ó c e s a c i ó n d e l dolor, y en otros casos es p r o d u c i d o p o r
278

la c o n c i e n c i a d e a l g ú n a c t o complace y perfecciona.

que

nos

D e l placer, lo mismo que del dolor, pueden darse definiciones metafóricas, que
poco ó nada aclaran el definido; pero, para comprenderlos, preciso es haberlos
experimentado. Ante todo, conviene distinguir los placeres y dolores sensuales de
los morales, y no se necesita ser filósofo para localizar aquéllos en el organismo
y éstos en el alma mismo; son además producidos los primeros por las sensaciones, y
por los sentimientos los segundos. Su análisis es, sin embargo, dificilísimo. E l
placer sensual ó físico va siempre acompañado de cierta expansión y tranquilidad
orgánica, si nos es permitido hablar así, conveniente por lo común al sujeto que lo
experimenta; y el dolor, por el contrario, produce cierta concentración é
irritación orgánica, perjudicial casi siempre al sujeto dolorido. Dos opiniones
principales han profesado los filósofos respecto á la naturaleza del placer,
sosteniendo unos, como Epicuro entre los antiguos, y Cardan, Verri y Kant entre los
modernos, que es un estado negativo que consiste en la indolencia 6 cesación del
dolor; y afirmando otros, como Aristóteles, Descartes, Leibnitz, Hamilton y
Bouillier, que es un estado positivo que consiste en la conciencia de algún acto
279

perfectivo. Unos y otros tienen razón, pues el ejercicio de la actividad orgánica


produce á veces en nosotros placeres muy vivos, aúneme pasajeros; y la calma,
inacción y equilibrio del organismo ocasionan frecuentemente complacencias menos
intensas, pero más duraderas. Exactamente lo mismo ocurre con el dolor, producido
unas veces por actos positivos, y ocasionado otras por la ausencia del placer, ó
sea por actos negativos. 1 7 1 . F i n a l i d a d d e l o s placen-es y d o l o r
e s . — L o s p l a c e r e s y d o l o r e s físicos, o r d i n a r i a m e n t e
n o s d i c e n lo q u e es útil ó p e r j u d i c i a l á n u e s t r o o r g a n
i s m o , para que busquemos aquéllos y evitemos é s t o s ; p e r o n o s e o l v
i d e n u n c a q u e los p l a c e r e s están s u b o r d i n a d o s á las o p e
r a c i o n e s , d e l a s c u a l e s s o n medios n a t u r a l e s y l e g í t
i m o s : los d e l e i t e s p o r las o p e r a c i o n e s , y n o las o p e r a
c i o n e s p o r los deleites. Por ejemplo: la sensación dolorosa del hambre nos
estimula á comer y nos dice implícitamente que la satisfacción de esta necesidad es
indispensable para la conservación de la vida; y en sentido contrario, la sensación
placentera que experimentamos comiendo, es indicio seguro de que la comida nos es
provechosa. Pero
28o

el placer y dolor no pueden ser nunca Unes de los actos humanos, sino medios 6
estímulos para realizarlos, razón por la cual dice el Ángel de las Escuelas:
delectationes propter operationes, los deleites por causa de las operaciones, y no
á la inversa. Por regla general, pues, se abusa de los placeres y dolores físicos,
siempre que invirtiendo los términos se convierte el medio en fin, y se busca y
prolonga el placer por el placer mismo y no en razón á la necesidad que, al
sentirlo, se satisface. E l bruto, que no conoce como tal fin el de sus
operaciones, no incurre nunca en dicho abuso. 175. D e l apetito sensitivo.—Apetito
s e n s i t i v o e s a q u e l p r i n c i p i o i n t e r n o d e a c c i ó n , e
n c u y a v i r t u d el a n i m a l s e m u e v e atractiva ó repulsivamente en o
r d e n á los objetos q u e p e r c i b e c o m o b u e n o s ó malos p a r a
satisfacer sus necesidades, y resiste cuanto se o p o n e á sus t e n d e n c i a s
. C o m ú n e s , p o r lo t a n t o , e s t e a p e t i t o al h o m b r e y al b
r u t o ; s u t é r m i n o está siempre en cosas sensibles, y se actúa
necesariamente. Cuando por medio del placer ó dolor sensuales advertimos la
presencia de alguna necesidad natural, espontáneamente, es decir, sin que podamos
evitarlo, se producen en nosotros
281

ciertos movimientos atractivos ó repulsivos hacia los objetos materiales


anteriormente aprehendidos, como buenos ó malos, para la satisfacción de nuestras
necesidades. Estas tendencias, comunes al hombre y al bruto, son instintivas y
pertenecen todas ellas al apetito sensitivo. Para comprender bien su naturaleza,
cotejemos la manera que tienen de obrar las plantas, los animales y el hombre.
Obran las plantas por un principio de expansión interna, pero absoluta y
necesariamente determinadas por los objetos externos, esto es, tienen en sí mismas
el principio determinable, pero no el determinante de sus operaciones. Los brutos
tienen también en sí mismos el principio determinable de sus operaciones y en
cierto sentido algo del determinante, porque no son los mismos objetos sensibles
los que los determinan absoluta y necesariamente á obrar, sino las noticias que de
dichos objetos han adquirido mediante la percepción sensitiva. Los racionales, por
último, tienen en sí mismos, no solamente el principio determinable, sino también
el determinante de sus operaciones. E n otros términos: la planta ni conoce el fin
de sus operaciones, ni se lo dicta á sí misma, sino que obra necesariamente sin
saber cómo ni para qué obra; el bruto obra también necesariamente y sin conocer el
fin de
sus operaciones como tal fin, pero obra para un fin, aunque no podamos decir que
obra con un fin; y por último, el hombre conoce el fin de sus operaciones y lo
busca consciente y libremente. L a segunda de estas maneras de obrar es la propia
del instinto ó apetito sensitivo, que por su peculiar y exclusiva naturaleza se
actúa necesariamente hacia las cosas sensibles. No se olvide, sin embargo, que, por
efecto del imperio que ejercen las potencias superiores sobre las inferiores, el
hombre puede refrenar y vencer sus apetitos sensitivos. 176. D e l apetito
sensitivo concup i s c i b l e . — C o m o el bien y el mal sensibles, objeto
propio del apetito sensitivo, pueden presentarse ó simplemente en si mismos bajo la
razón de bien ó mal, ó bajo la razón de bien ó mal difíciles de lograr, de aquí que
los escolásticos subdividiesen el apetito sensitivo en apetito concupiscible y
apetito irascible*. L a primera parte de la definición dada del apetito sensitivo
conviene al concupiscible, la segunda al irascible. Por consiguiente, apetito
concupiscible es aquel simple movimiento atractivo ó repulsivo
1

Del latín concupiscere, desear ardientemente, anhelar. Del latín irasci,


exasperarse, irritarse, montar en cólera.
1 2
28

en orden al objeto material aprehendido como bueno 6 malo. Más claro; c u a n d o


el a p e t i t o sensitivo tiende hacia un objeto que le a t r a e , ó h u y e d e
o t r o q u e lo r e p e l e , e r a llamado p o r los antiguos apetito c o n c u p
i s c i b l e , c o m o si d i j é r a m o s i n s t i n t o d e l placer. 177. D e
l apetito sensitivo irascib l e . — P o r el contrario, cuando el apetito tiende
hacia el bien ó huye del mal indirectamente, atendiendo sobre todo á la dificultad
de lograr el primero ó de evitar el segundo, para lo cual hay que rechazar ó vencer
cuanto nos molesta ó dificulta lo que apetecemos, se llama irascible. E n menos
palabras, el a p e t i t o s e n s i t i v o s e llama irascible siempre que lucha
ó trab a j a p o r v e n c e r los o b s t á c u l o s q u e l e impiden unirse á
su bien ó alejarse d e su mal; p o r lo q u e p u d i e r a l l a m a r s e t a m b
i é n i n s t i n t o d e la l u c h a . E l concupiscible dice relación al bien ó
mal sensibles en si mismos (secundum se), y el irascible á la dificultad de
lograrlo ó evitarlo (sub ratione arduP). 178. Principales apetitos sensitiv o s . —
S o n : el d e c o m e r , el d e b e b e r , el d e r e p o s a r y d o r m i r ,
el d e m o v e r s e , el
Del latín arduus, escabroso, dificultoso.
284

d e p o s e e r , el d e g o z a r y el d e e n g e n d r a r . T i e n d e n l o s
p r i m e r o s á la c o n s e r v a c i ó n d e l i n d i v i d u o y el ú l t i m
o á la c o n s e r v a c i ó n d e la e s p e c i e . Todos los apetitos
sensitivos, tanto concupiscibles cómo irascibles, traen su origen de inclinaciones
naturales ó necesidades orgánicas, cuya satisfacción pide el cuerpo espontánea é
imperiosamente para la conservación del individuo ó de la especie. Podemos, por lo
tanto, admitir el mismo número de apetitos sensitivos que de necesidades corporales
ú orgánicas, todas las cuales pueden satisfacerse atractiva ó repulsivamente, para
hacer nuestro en el primer caso el objeto material que conceptuamos bueno,
agradable y útil; y rechazar en el segundo la cosa que creemos mala, desagradable y
perjudicial. Si el movimiento, atractivo ó repulsivo, se encamina directamente al
objeto bueno ó malo que apetecemos positiva ó negativamente, impulsado ha sido
entonces por el apetito sensitivo concupiscible. Si, por el contrario, el impulso
interior nos arrastra, no hacia el objeto sensible, que no obstante puede ser
término remoto de la operación, sino hacia el,obstáculo que nos proponemos remover,
que es el verdadero término inmediato y próximo de nuestra actividad, el movi-
285

miento corresponde entonces al apetito sensitivo irascible. E l movimiento que el


perro, v. gr., ejecuta para apoderarse del tasajo de carne con que tropieza,
manifestación es de su apetito concupiscible; pero si al hincarle el diente se
presenta otro perro que sobre la carne se arroja para arrebatársela, y el primer
ocupante gruñe y se defiende, estos actos y a son manifestaciones del apetito
irascible. A m b o s apetitos, el concupiscible y el irascible, se originan, pues,
en las mismas necesidades corporales; pero tienden hacia su objeto sensible propio,
directamente el concupiscible é indirectamente el irascible. 179. ¡Sus c a r a c t
e r e s propios.— Caracteres propios de los apetitos sensitivos, según Reid, s o n
los d o s s i g u i e n t e s : t o d o s ellos se h a c e n p r e s e n t e s , p
r o d u c i e n d o e n el o r g a n i s m o s e n s a c i o n e s m á s ó m e n o
s desagradables, s e g ú n la intensid a d d e la p r i v a c i ó n , y p o r el c
o n t r a r i o , o c a s i o n a n al s a t i s f a c e r l o s s e n s a c i o n
e s agradables; y 2 . , s o n periódicos, es decir, se sienten ó experimentan, con
más ó m e n o s regularidad en los intervalos, d e tiempo en tiempo.
0
286

L E C C I Ó N XIX
D E LOS SENTIMIENTOS Y D E L APETITO RACIONAL

18©. Definición del sentimiento. S e n t i m i e n t o es t o d a afección p l a c


e n t e r a ó . d o l o r o s a , p r o d u c i d a e n el a l m a p o r u n a i m
p r e s i ó n m o r a l (62). L a p e n a d e l h i j o p o r la m u e r t e d e s
u p a d r e , la s a t i s f a c c i ó n q u e e x p e r i m e n t a el q u e c u m
p l e c o n s u d e b e r , la a l e g r í a d e l q u e r e s u e l v e un
problema ó descubre una verdad, etcétera, son sentimientos. 181. División de los
sentimientos. T o d o s e l l o s s o n placenteros ó penosos, lo m i s m o q u e
las s e n s a c i o n e s ; p e r o los a u t o r e s l o s d i v i d e n e n
estéticos, intelectuales, morales y complejos, s e g ú n q u e la m o r a l
impresión q u e los ocasiona p r o c e d a d e u n a c t o m e r a m e n t e
afectivo, intelectual, volitivo ó n o p u e d a c o n e x a c t i t u d d e t e r m
i n a r s e . Ejemplos: son estéticos los sentimientos de la gracia, de lo bello y
de lo sublime; intelectuales; el amor á la verdad, á la ciencia,
287

á los descubrimientos, etc.; morales, el amor á la virtud, el odio al vicio, etc.,


y complejos, en fin, el temor, la esperanza, etc.. 183. Diferencias entre las
sensaciones y los sentimientos. — Aunque a c t o s a f e c t i v o s los d o s , n
o h a y q u e c o n fundir las s e n s a c i o n e s c o n los sentimient o s , p o
r q u e d i f i e r e n e n t r e sí e n q u e : a) la c a u s a o c a s i o n a l
d e la s e n s a c i ó n e s u n a i m p r e s i ó n m a t e r i a l ú o r g á n i
c a , y la d e l sentimiento una impresión moral ó acto a n í m i c o ; b) las s e
n s a c i o n e s t i e n e n condic i o n e s o r g á n i c a s p r e v i a s ,
los s e n t i m i e n t o s n o ; c) l o s p l a c e r e s y d o l o r e s d e las
sensaciones se refieren siempre á todo el c u e r p o ó á u n a p a r t e s u y a d
e t e r m i n a d a : l o s s e n t i m i e n t o s a f e c t a n s ó l o al a l m
a , s i n q u e s e n o t e e n t r e e l l o s y el o r g a n i s m o la m e n o r
r e l a c i ó n directa; d) l a s s e n s a c i o n e s s e d e b i l i t a n c o n
el h á b i t o : l o s s e n t i m i e n t o s , p o r el c o n t r a r i o , s e a
r r a i g a n y f o r t a l e c e n ; e) l o s p l a c e r e s y d o l o r e s q u
e el s e n t i m i e n t o o c a s i o n a s o n m á s p u r o s y e l e v a d o s
q u e los p r o d u c i d o s p o r las s e n s a c i o n e s ; f) l a s s e n s a
c i o nes y algunos sentimientos groseros son c o m u n e s al h o m b r e y á los
b r u t o s m á s perfectos; los sentimientos e l e v a d o s s o n
288

e x c l u s i v o s d e l h o m b r e ; g ) las s e n s a c i o n e s a c o m p a ñ
a n á la p e r c e p c i ó n sensitiva; l o s s e n t i m i e n t o s s o n la f u
e n t e d e l a s g r a n d e s a c c i o n e s y d e las bellas artes; h) l a s s
e n s a c i o n e s , p o r ú l t i m o , p e r t e n e cen á la p a r t e
afectiva, del apetito sensitivo, ocasionando placeres ó dolores f í s i c o s ; al
p a s o q u e l o s s e n t i m i e n t o s p r e c e d e n ó subsiguen á los m o v
i m i e n t o s del apetito racional, ocasionando placeres ó dolores morales. 183.
D e cómo el sentimiento se c o n v i e r t e e n p a s i ó n . — L a Flosofía
escolástica coloca estos últimos entre las pasiones; pero como nosotros nos
referimos aquí, no al movimiento apetitivo exaltado y violento, al cual daremos
oportunamente el nombre de pasión, sino á la tranquila afección anímica placentera
ó penosa, i m p o r t a d i s t i n g u i r e n t r e el s e n t i m i e n t o y l
a p a s i ó n , c o n s i d e r a n d o al p r i m e r o c o m o p r i n c i p i o
y c a u s a , cuando menos ocasional, del apetito racional, y c o m o t é r m i n o
y efecto á la segunda. 18-1. D e l apetito racional ó vol u n t a d . — P o d e m o
s definir la v o l u n t a d d i c i e n d o q u e c o n s i s t e e n la f a c u l
t a d d e querer, ó sea aquella facultad e x p a n s i v a
289

p o r c u y o m e d i o el a l m a a p e t e c e el b i e n c o n o c i d o p o r
el e n t e n d i m i e n t o . Cada potencia aprehensiva tiene su potencia
expansiva correspondiente, y sabemos que á la potencia aprehensiva sensibilidad
corresponde la expansiva instinto ó apetito sensitivo. Pues de idéntica manera, la
potencia aprehensiva entendimiento tiene también su potencia expansiva
correspondiente, llamada voluntad 6 apetito racional. L a actividad humana no
siempre obra en virtud de una tendencia sensitiva, ciega é irresistible. Procede
muchas veces impulsada por tendencias intelectuales, con conocimiento del fin para
que obra y con libertad para escoger los medios que mejor conducen á la operación,
y esto se verifica siempre que el entendimiento aprehende una cosa como buena.
Tales movimientos ó tendencias pertenecen, por lo tanto, á orden más elevado que el
sensible, son exclusivos de los seres inteligentes, y reciben por eso el nombre de
apetito racional 6 voluntad. 185. Objeto material, formal y f i n a l d e l a v o l
u n t a d . — D e p e n d i e n t e la voluntad del entendimiento, puesto que nihil
volitum quin praecognitum (nada puede' ser querido más que lo previamente
conocido), el objeto de la voluntad tiene que participar de
'9
290

la naturaleza del objeto del entendimiento. Oportunamente se dijo (106) que objeto
adecuado del entendimiento es el ente ó ser en general, y objeto proporcionado la
esencia de las cosas particulares. De idéntica manera, objeto a d e c u a d o ó
material d e la v o l u n t a d h u m a n a e s el bien universal; objeto p r o p o
r c i o n a d o ó formal, los diferentes bienes particulares, participación y
reflejo d e l b i e n u n i v e r s a l ; y o b j e t o final, l a felicidad p o r
m e d i o d e l a m o r p u r o . 186. Cómo se actúa la voluntad. Ordenada la
voluntad hacia el bien con impulso de naturaleza, s e a c t ú a n e c e s a r i a m
e n t e e n presencia del bien universal, c u y o bien no puede dejar de querer;
pero esta m i s m a facultad o p e r a libremente, esto es, con perfecto derecho de
elección y e x e n t a d e toda necesidad, hacia los b i e n e s p a r t i c u l a
r e s , que, aunque participen del bien universal, no son todo el 'bien, ni tienen
fuerza atractiva bastante para imponerse á la voluntad. 1 8 7 , I m p e r i o d e l
a v o l u n t a d solbrc l a s o t r a s p o t e n c i a s . — I m p e r a sobre t
o d a s las p o t e n c i a s d e l a l m a , i n c l u s o e l e n t e n d i m i e
n t o m i s m o , en lo q u e t i e n e n regulable.
291

Verdad es que la voluntad no se mueve ni entra en acción hasta después de haber


sido ilustrada por el entendimiento, que es el que le propone las cosas bajo la
razón de bien ó mal; pero también es innegable, y así lo acreditan ¡a conciencia
psicológica y la experiencia de consuno, que la voluntad es la que impera en el
hombre, sobreponiéndose bajo este aspecto á todas las potencias del alma, incluso
el entendimiento mismo, al cual encauza y regula. Por esto se afirma con verdad que
todas las potencias anímicas funcionan de dos maneras: espontánea y
voluntariamente, siendo sólo bajo este último respecto regulables. 188. Definición
del acto voluntar i o . — V o l u n t a r i o es todo acto que p r o v i e n e d e
u n p r i n c i p i o i n t r í n s e c o al a g e n t e , q u e lo e j e c u t a c
o n c o n o c i m i e n t o d e l fin p a r a q u e o b r a , ó , c o m o d e c í a
n l o s a n t i g u o s : actio ab interno principio procedens cum cognitione
jínis. Para que el acto sea voluntario no basta que provenga de un principio
intrínseco al agente, ni que éste conozca el objeto hacia el cual tiende,-do cual
se verifica también en los actos espontáneos p r o pios del apetito sensitivo,
sinojque se necesita además el conocimiento del ñn y de la relación que une al
sujeto con el objeto y el fin. Estos
292

conocimientos son reflejos, la sensibilidad est potencia irreflexiva; luego el


conocimiento volitivo tiene que ser intelectual y la voluntad potencia tan
inorgánica como el entendimientomismo. 189. Diferencias entre los apetit o s s e n
s i t i v o y r a c i o n a l . — S e diferencian por su objeto y por su manera, de
obrar. P o r s u o b j e t o , p u e s t o q u e s i e n d o el a p e t i t o
sensitivo facultad orgánica, dependiente d e la potencia sensitiva, su objeto n o p
u e d e s e r o t r o q u e el bien concreto, particular y sensible; al p a s o q u
e , s i e n d o l a v o l u n t a d facultad inorgánica, dependient e d e la p o t
e n c i a i n t e l e c t i v a , s u o b j e t o t i e n e q u e ser el bie?i
abstracto universal e inteligible, esto es, cualquiera cosa que el entendimiento
aprehenda y proponga bajo la forma y calidad de bien. P o r s u m o d o d e o b r a
r , p u e s , el a p e t i t o s e n s i t i v o s e a c t ú a necesariamente y el
a p e t i t o r a c i o n a l Libremente.
293

LECCIÓN

XX

D E L A LIBERTAD

190. Definición de lá libertad.— S a n t o T o m á s la d e f i n e d i c i e n d o


, q u e e s la fuerza electiva d e los m e d i o s c o n d u c e n t e s al fin. E
s , pues, un atributo de la v o luntad en la cual está su sujeto y causa próxima,
aunque la remota radica en el entendimiento. E n efecto, ilustrada la voluntad por
el entendimiento, entra en acción con poder bastante para determinarse en el
sentido que tiene por conveniente, eligiendo entre los diferentes bienes que lá
solicitan ó entre los distintos medios que conducen al fin, y ejecutando cosas v a
riadas y opuestas, sin que al efecto se vea cohibida por necesidad de ninguna
clase. L a libertad es, pues, atributo de la facultad volitiva, y su esencia está
en la fuerza electiva 6 facultad de elegir que tiene la voluntad misma. Por eso
Santo Tomás la define:' vis £lectiva mediorum, servato ordine ñnis . Por
x

'

Summ. The., I. p., quaest. 63, art. 8.


294

consiguiente, la libertad no es hábito ni facultad distinta de la voluntad, sino


atributo de esta nobilísima potencia, en la cual, como en su propio sujeto, tiene
su raíz, y cuya causa hay que buscarla en el entendimiento . E n la libertad
consiste, sobre todo, la excelencia y perfección del hombre y de los seres
inteligentes todos, pues tanto más alta y próxima á Dios está una naturaleza,
cuanto mayores semejanzas con la dignidad divina se encuentran en ella .
1 2

191. División de la libertad.—Se divide en d e coacción y d e necesidad^


subdividiéndose esta ú l t i m a , llamada t a m b i é n libre albedrío, en d e
contradicción, d e contrariedad y de especificación. Consiste la d e coacción en
estar e x e n t o d e t o d a fuerza e x t e r i o r , y la d e necesidad en no
verse sometido á ningún i m p u l s o ni d e t e r m i n a c i ó n interior, la c u
a l t o m a el n o m b r e d e l i b e r t a d d e c o n t r a d i c c i ó n si c o
n s i s t e e n l a f a c u l t a d d e Radix Libertatis est voluntas sicut
subjectum, sed sicut causa est ratio. Santo Tomás, i . , 2 . , quaest. \~¡,
1 a a

art. i .

Quanto aliqua natura est Deo propinquior, tanto expressior in eadivinae digniiatis
similitado invenitur.
2

Santo Tomás, Qq. Disp., quaest. De appetitu boni el

volúntate, art. iv.


295

hacer ó de no hacer; de contrariedad, en h a c e r cosas opuestas; y de


especificación, en h a c e r cosas d e diferente especie. Ampliando esta doctrina,
decimos que la libertad humana pudiera ser coartada extrínseca é intrínsecamente,
esto es, en virtud de una causa externa superior, ó impulsada interiormente por su
misma naturaleza; pero la voluntad obra, por el contrario, exenta de estas dos
fuerzas interior y exterior, que es precisamente lo que constituye su libertad;
luego dividamos esta última en libertad exterior ó de coacción (libertas a
coactione) y libertad interior ó de necesidad (libertas a necesítate naturae). L a
de necesidad suele llamarse también libertad- de indiferencia, libertad de
elección, libre albedrío y simplemente libertad. L a esencia de la libertad de
necesidad está en la indiferencia de la facultad volitiva para determinarse á obrar
ó elegir. Si esta indiferencia se refiere al ejercicio de la facultad,
perfectamente libre para hacer ó no hacer, la libertad se llama entonces de
contradicción; si la indiferencia se refiere á la ejecución de cosas opuestas, como
practicar el bien ó el mal, amar ú odiar, la libertad se llama de contrariedad, y
si la indiferencia se refiere á la ejecución de actos de distinta especie, pero
296

no opuestos, como leer ó escribir, sentarse ó pasear, la libertad se llama de


especificación. 193. Definición del acto libre. — A c t o libre es aquel que
proviene de un p r i n c i p i o i n t r í n s e c o al a g e n t e y s e e j e c u
t a c o n c o n o c i m i e n t o d e l fin, s i n n e c e s i d a d ni c o a c c i
ó n d e n i n g u n a c l a s e . Fácilmente puede diferenciarse del acto
espontáneo y del voluntario. Todo acto que proviene de un principio intrínseco al
agente es espontáneo: á esta clase pertenecen las acciones inmanentes (23). L a
coacción se opone á la espontaneidad. Todo acto que, además de provenir de un
principio intrínseco al agente, se ejecuta con conocimiento del fin (188), es
voluntario: á esta especie pertenecen todos los procedentes del apetito racional,
tanto los necesarios en orden al bien universal, como los no necesarios en orden á
los bienes particulares. Por último, cuando concurren los tres requisitos, es
decir, el principio intrínseco, el conocimiento del fin, y la exención de necesidad
y coacción, el acto es libre. De la precedente doctrina se sigue que todo acto
libre es necesariamente voluntario y espontáneo, y todo acto voluntario es
necesariamente espontáneo; pero no á la inversa, pues hay actos espontáneos que no
son voluntarios ni libres; por ejemplo, todos
297

los realizados por el apetito sensitivo, y actos voluntarios que no son-libres,


como los que practica la voluntad en presencia del bien absoluto. ' • 1 9 3 . E l e
m e n t o s d e t o d o a e t o 11l>re.—Son cuatro, á saber: intención,
deliberación, elección y ejecución, aunq u e s ó l o e n l a e l e c c i ó n e s t
á la l i b e r t a d intrínseca. Aunque la intención del fin sea la última que se
realiza, como consecuencia ó resultado de l a ejecución, es, sin embargo, lo
primero que el entendimiento aprehende y propone á la voluntad para que se
resuelva. No se confunda el ñn •último con el próximo y el remoto ( l 6 8 ) . Si el
fin último del acto libre se presentase al entendimiento bajo la razón de bien
perfectísimo y absoluto, y los medios que pueden emplearse para lograr dicho fin
fuesen igualmente eficaces y al efecto conducentes, no habría consejó ó
deliberación posible; pero como no sucede así, sino que, por el contrario, los
bienes particulares, objeto proporcionado de la voluntad, son más ó menos
convenientes, y los medios que á ellos conducen más ó menos eficaces y adecuados,
de aquí que, antes de que la voluntad elija, el entendimiento consulta y delibera
consigo mismo, lo mira y pesa todo. Esta deliberación
298

será rapidísima en ciertos casos; pero tras la aprehensión del fin último viene
siempre la deliberación relativa, cuando menos, á los medios de alcanzarlo.
Entonces la voluntad escoge lo que mejor le parece y se resuelve á obrar, naciendo
la ejecución de la- aplicación de las facultades humanas á la obra resuelta por la
voluntad. Si bien todos estos elementos componen el acto libre, únicamente en la.
elección está la libertad intrínseca, pues ni la intención del fin último, ni la
deliberación sobre los medios de alcanzarlo, ni la ejecución pueden considerarse de
otra manera mas que como antecedentes y consiguientes necesarios de la misma
libertad de elección. 1941. D i v i s i ó n d e l o s a c t o s l i b r e s . P o d
e m o s d i v i d i r l o s e n elidios, q u e s o n a q u e l l o s q u e s e c o
n s u m a n e n la v o l u n t a d m i s m a ; é imperados, q u e t i e n e n s u t
é r m i n o y c o m p l e m e n t o e n la f a c u l t a d m o t r i z . Por
ejemplo, es acto elícito la resolución de asistir á cátedra; é imperado el hecho
mismo de ir á cátedra, que, aunque resuelto por la voluntad, es ejecutado por la
facultad motriz, sobre la cual impera la voluntad. Contra los actos elícitos no hay
violencia ni coacción posibles, pues el querer no tiene límites; pero sí contra los
actos imperados, porque el poder es
299

limitado y depende de las facultades inferiores encargadas de la ejecución del


acto. 195. Existencia del libre albedrio en el hombre, probada por la m i s m a
naturaleza del acto elícito y d e l a v o l u n t a d . — P o r experiencia sabemos
que los actos voluntarios imperados pueden sufrir violencia externa ó coacción,
siempre que se impide á los miembros que ejecuten lo resuelto por la voluntad; pero
no sucede lo mismo con los actos elicitos, que son perfectamente libres por estar
exentos, tanto de coacción externa como de necesidad interior, y como éstos son los
que componen la libertad de necesidad ó libre albedrío, probados ambos extremos,
quedará demostrado que el hombre es libre. I.° E l acto voluntario elícito proviene
de un principio intrínseco al sujeto que quiere, y en el mismo sujeto se
perfecciona y termina; es así que toda coacción y violencia proceden siempre de
principios exteriores que operan sobre los órganos del cuerpo; luego, por su propia
naturaleza, el acto voluntario elícito está exento de coacción y violencia
externas. 2 . ° Podemos probar ahora que el acto v o luntario elícito está también
exento de toda necesidad interior por medio de consideraciones numerosas que, para
evitar repeticiones y con-
300

fusión, cohviene reducir á cuatro argumentos basados: a) en la naturaleza de la


voluntad; b) en el testimonio de la conciencia; c) en el consentimiento universal;
y d) en los absurdos que se seguirían de no admitir el libre albedrío. Veámoslo.
Sabemos (190) que el origen próximo, inmediato, de la libertad está en la voluntad,
y la raíz ú origen remoto y mediato en el entendimiento, porque primero éste
ilustra, aconseja, y después aquélla se resuelve á querer ó no querer; de manera
que el libre albedrío puede probarse por la naturaleza misma de la voluntad. E n
efecto, los b i e n e s p a r t i c u l a r e s , o b j e t o p r o p o r c i o n a
d o d e la v o l u n t a d (185), r a r a vez se p r e s e n t a n e v i d e n t e
y n e c e s a r i a m e n t e c o n e x o s c o n el o b j e t o a d e c u a d o ,
b i e n u n i v e r s a l y fin ú l t i m o , ú n i c o caso en q u e la v o l u n
t a d o b r a n e cesariamente. E n esta vida se ofrecen siempre como medios más ó
menos cond u c e n t e s al fin ú l t i m o , y c o n d i c i ó n n a t u r a l d e
l m e d i o e s q u e s e a elegible. E s a s í q u e e n la virtud electiva c o n
s i s t e l a e s e n c i a d e la l i b e r t a d , y el h o m b r e e s c o g e y
p u e d e e s c o g e r e n t r e los diferentes m e dios ó bienes inadecuados que
m u e v e n s u v o l u n t a d ; l u e g o el h o m b r e e s l i b r e .
196. Prueba del libre albedrio l»asada e u l a e o n e i e n c i a . — L a
conciencia psicológica atestigua en todos y e n c a d a u n o q u e s o n libres n
u e s t r a s r e soluciones voluntarias, c o n fuerza tanta d e c o n v i c c i ó
n c o m o e m p l e a el s e n s o r i o común para decirnos que padecemos ó g o z
a m o s , q u e t e n e m o s calor ó frío. Por eso antes de decidirnos á escoger,
nos sorprendemos frecuentemente deliberando acerca de lo que sería más 6 menos
conveniente, y nunca empezamos negocio grave sin previa meditación y consulta. De
igual manera, aunque todos los motivos que tenemos para obrar nos arrastren en
determinado sentido hacia una acción, alguna vez, sólo porque queremos, ejecutamos
la contraria. Por último, la inquietud y remordimientos que siente el hombre
después de haber infringido sus deberes y obrado el mal, lo mismo que el bienestar
y satisfacción que experimenta después de haberlos cumplido y practicado el bien,
serían inexplicables sin la convicción íntima de que en uno y otro caso ha
procedido libremente, á no ser que admitamos que el Criador se está burlando de la
criatura racional, lo cual es contradictorio é inconcebible. 197. Pruelba tomada
del consen-
302

t i m i e n t o u n i v e r s a l . — E l consentimiento universal, uniforme y


constante d e t o d o s los h o m b r e s , q u e en t o d o s los l u g a r e s ,
e n t o d o s los t i e m p o s y d e l a misma manera han creído siempre que el h
o m b r e e s l i b r e , e s u n a d e las c o n s i deraciones más poderosas en p
r o d e la e x i s t e n c i a d e l l i b r e a l b e d r í o . L a noción de la
libertad está en todos los entendimientos é informa todos los actos voluntarios,
incluso los de aquellos que niegan su existencia. T o d o el mundo admite
diferencia radical entre las prerrogativas naturales, tanto del cuerpo como del
alma, y las virtudes morales; entre los defectos naturales y los vicios; entre los
actos indeliberados y los deliberados; entre los actos del niño ó loco y los
delitos conscientes; entre las operaciones de los brutos y las del hombre, y esta
diferencia procede exclusivamente de la libertad por todos admitida. Las nociones
de justo é injusto, virtud y vicio, mérito y demérito, derecho y deber,
obligaciones morales y leyes naturales, que existen en todos los hombres, entrañan
el concepto de libertad y prueban también la existencia del libre albedrío. 198.
Absurdos que se seguirían de que el hombre no fuera libre.—
303

S i el h o m b r e n o f u e s e l i b r e , c o n f r e c u e n c i a s e d a r í
a n e f e c t o s s i n c a u s a , pues únicamente la libertad puede explicar la
elección entre, dos bienes iguales, sin motivo alguno para preferir uno cualquiera
de ellos, ó entre un bien menor y otro mayor, escogiendo aquél y rechazando éste. S
i n l i b e r t a d n o l e s s e r í a n i m p u t a b l e s al h o m b r e s u s
a c c i o n e s , y de aquí el dilema: ó se niega la existencia del mal moral ó se
atribuye á Dios, autor de la necesidad de nuestro obrar, lo cual es absurdo y
blasfemo. P o r ú l t i m o , los m i s m o s q u e e n el o r d e n e s p e c u l
a t i v o n i e g a n la l i b e r t a d , a t e m p e r a n á ella sus a c c i o n
e s en el o r d e n p r á c t i c o , exigen á los demás que hagan lo mismo y en
todas ocasiones se manifiestan firmemente persuadidos de que su voluntad es libre.
Todo ló cual sería inconcebible y hasta monstruoso si el dogma del libre albedrío
no estuviese escrito con deslumbradores caracteres en las inteligencias todas y no
lo sintiesen instintivamente todos los corazones. 199. Principales objeciones cont
r a e l l i b r e a l b e d r í o . — D o s son los sistemas filosóficos que
directamente niegan la existencia del libre albedrío en el hombre (aunque dicha
negación se desprende indirectamente de otras muchas opiniones y doctrinas)
3 °4 á saber: el fatalismo y el determinismo*. Sostienen los fatalistas que los
acontecimientos todos están previamente regulados por una fuerza desconocida,
llamada hado, destino ó Dios, hasta el punto de que es inútil contrariarla, y de
cualquier modo que obremos se efectuará siempre lo que estuviese escrito. L o s
deterministas afirman, por su parte, que los fenómenos todos del universo, tanto
físicos como intelectuales y morales, son siempre fijos y producidos por causas
anteriores ineludibles. D e manera que unos y otros niegan el libre albedrío,
aquéllos porque, en su sentir, la fatalidad preside los destinos humanos, y éstos
porque el libre albedrío se opone al principio de causalidad. L a refutación más
práctica y sencilla de opiniones tan, absurdas, se logra apuntando y deshaciendo
las dificultades siguientes:
1 1

a) Refiriéndose á la naturaleza de la voluntad, se aduce contra el libre albedrío y


se contesta: i . ° Que la voluntad no obra ni puede obrar sin ser previamente
determinada por el entendimiento, lo cual, como condición indis-

Del latín fatum, hado ó destino. Del latín determinare, determinar, fijar, señalar
los límites.
1 2
305

pensableát la acción es cierto, porque sólo se puede querer lo que se conoce, pero
no como causa eficiente y raíz inmediata y próxima del. acto, que se encuentra
siempre en las resoluciones de la voluntad misma, hasta el punto de que muchos
consejos del entendimiento jamás se traducen en actos. 2 . ° Que la voluntad es
impulsada y necesariamente movida por sü objeto adecuado, ó sea el bien. A s í , en
efecto, sucede cuando el bien de que se trata es absoluto, universal é infinito;
pero no por sus objetos proporcionados, que son los bienes relativos, particulares
y finitos, los cuales, por presentarse siempre con imperfecciones, es decir,
mezclados con males, solicitan, sí, á la voluntad con más ó menos fuerza, pero
respetan en todo caso su libertad de acción. 3 . Que por inclinación natural, la
voluntad debe elegir necesariamente entre dos bienes desiguales el mayor, y entre
dos iguales ninguno, pues no hay razón suficiente para que en el primer caso se
decida por el menor y en el segundo prefiera el uno al otro. Para estas elecciones
ó resoluciones de la voluntad, no habrá, si se quiere, razones objetivas, pero sí
subjetivas, pues por la experiencia sabemos que, sin más razón á veces que el
capricho, preferimos, ya el bien menor al mayor, ya el mal mayor al menor,
0
Зоб

ora ningu no de ambos, ora cu alqu iera de ellos. b) Contra el testimonio de nu


estra concien cia se objeta: l.°, qu e tenemos conocimiento directo y reflejo de la
existencia de nu estros actos, pero no de la manera como se ejecu tan, es decir, de
si los realizamos libre ó necesaria mente; 2 . ° , qu e la conciencia de la
libertad no es otra cosa, en el fondo, más qu e ignorancia de las cau sas de nu
estras acciones; у 3 . , qu e, aunque al obrar nos parezca qu e somos libres y que,
obedeciendo á impu lsos incontrastables, hacemos lo qu e qu eremos, esto no pasa de
ser una ilu sión, semejante á la qu e en su descenso fatal sentiría la piedra si tu
viese conocimiento de su propia caída. A todo lo cu al se contesta: l.° Qu e el
testimonio de nu estra conciencia no se limita á acreditar la existencia del acto v
o luntario, sino qu e se extiende á su origen ó raíz remota, es decir, á los ju
icios variables ó inde cisos qu e forma nu estro entendimiento acerca de si la cosa
es ó no apetecible, para qu e lu ego la qu eramos ó no libremente. 2 . ° No siempre
ignoramos las cau sas ó móviles de nu estras acciones, conociéndolos á veces tan
perfecta mente qu e, cu ando son malos, los combatimos en su origen y desarrollo; y
cu ando no conocer mos dichos móviles, sobre todo si son incon trastables, tampoco
nos consideramos libres,
0
307

sirviendo dicha ignorancia para excusar nuestra conducta. 3 . Tan seguros estamos
de que no padecemos alucinación alguna contemplando la. libertad de nuestros actos
voluntarios, que el dictamen de la conciencia sobre este punto es anterior,
simultáneo y posterior al acto. Libres nos creemos, antes, para dar comienzo ó no á
la ejecución; libres nos creemos, á la vez, para proseguir ó suspender el acto
comenzado; y libres nos creemos, después de cometido, y responsables, por lo tanto,
de lo hecho. Si la piedra conociese su caída, notando que no podía detenerse ni
cambiar la velocidad y dirección de su marcha, conocería también que obraba, no
libre, sino necesariamente.
0

c) Si es imposible que el apetito meramente natural ó innato se incline al mal,


tendiendo por el contrario siempre á su bien, el apetito elícito, tanto sensitivo
como racional, que es más perfecto, tampoco podrá nunca amar el mal ni odiar el
bien, lo que equivale á decir que la voluntad no es libre. Cierto que la voluntad
humana no puede amar el mal como mal, ni odiar el bien como bien; pero sí puede,
según acredita la experiencia, amar el mal como bien y odiar el bien como mal.
Ejemplos: el que se suicida quiere, busca y logra la muerte como buena para dejar
de padecer, y el injusto odia
3

o8

la justicia como mala para satisfacer su sed de venganza. Si, pues, el hombre puede
practicar y practica á su antojo el bien ó el mal intrínsecos con clara conciencia
de lo que hace, aunque para hacerlo se vea impulsado por razones 6 móviles más ó
menos especiosos, indudablemente el hombre es libre. d) Por último, de la
presciencia divina se ha sacado también un argumento contra el libre albedrío,
diciendo que cuanto Dios tiene previsto infaliblemente, por fuerza ha de suceder. A
q u í se confunden la' infalibilidad de Dios con la necesidad de las acciones
humanas. Dios lo tiene todo previsto y lo sabe todo por estar todo presente ante su
inteligencia infinita; pero prevé y conoce las cosas como son, las libres como
libres y las necesarias como necesarias. De manera, que no ejecutará el hombre
ciertos actos cómo y porque Dios los haya previsto, sino que Dios los prevé cómo y
porque el hombre los ha de ejecutar. Cosa parecida acontece cuando uno mira á otro,
sin que éste lo sospeche. Cuanto ejecuta la persona vigilada, será conocido por la
que vigile; pero las acciones de la primera no dependen ni pueden depender de la
mirada de la segunda. E n resumen, c o n t r a el l i b r e a l b e d r í o s e o b
j e t a : q u e el e n t e n d i m i e n t o n o e s c a u s a
3°9

eficiente, sino condición indispensable d e l a c t o v o l u n t a r i o ; q u e


la v o l u n t a d s ó l o q u i e r e n e c e s a r i a m e n t e el b i e n a b s
o l u t o , p e r o n o los relativos; q u e , a u n q u e n o objetivas, la v o l
u n t a d tiene s i e m p r e razon e s s u b j e t i v a s p a r a p r e f e r i r
el m a l m a y o r a l m e n o r , ó el b i e n m e n o r al m a y o r ; q u e l a
c o n c i e n c i a , n o s ó l o t e s t i f i c a la e x i s tencia del acto
voluntario, sino también su causa y manera de ejecutarse; que, a u n q u e la v o l
u n t a d n o p u e d e a m a r el m a l c o m o m a l y o d i a r el b i e n C o m
o b i e n , p u e d e p e r f e c t a m e n t e a m a r el m a l c o m o b i e n y
o d i a r el b i e n c o m o m a l ; y , p o r ú l t i m o , q u e la p r e s c i e
n c i a d i v i n a n o i m plica n e c e s i d a d , sino infalibilidad solamente.
3io

LECCIÓN

XXI

D E L A S PASIONES

300. Definición nominal de la p a s i ó n . — E l tratado de las funciones


apetitivas no sería completo si omitiésemos el estudio de sus actos, movimientos ó
tendencias, denominadas por los escolásticos pasiones. Pero nada tan difícil como
fijar el significado de esta palabra. Médicos y filósofos, con sus diferentes y
arbitrarias denominaciones, han introducido en la materia la vaguedad y confusión
más grandes: Movimientos del ánimo, móviles, estímulos, impulsos, tendencias,
inclinaciones, instintos, apetitos, deseos, afectos, emociones, afecciones,
sentimientos, perturbaciones y otros muchos nombres que no hay para qué repetir,
aplican unos y otros indistintamente á las pasiones, con lo cual se ha conseguido
que nadie sepa en qué consiste la pasión. Y sin embargo, todos podemos estudiarlas
en nosotros mismos, porque la pasión es un móvil perfectamente humano: lo
importante es, pues, conocerlas para saber dirigirlas.
3ii

L a p a l a b r a pasión s e d e r i v a d e l g r i e g o patitos, q u e s i g n i
f i c a padecimiento físico ó moral, en c u y a acepción se aplicaba a n t i g u a
m e n t e , t a n t o á las e n f e r m e d a d e s d e l a l m a p a r a d e s i g
n a r las p a s i o n e s p r o p i a m e n t e dichas, c o m o á las del c u e r p
o p a r a significar ciertos estados m o r b o s o s : por ejemplo, pasión
hipocondríaca, pasión histérica, etc. 301. Definición esencial de la pas i ó n . —
P o r lo tanto, y genéricamente hablando, t o d a p a s i ó n c o n s i s t e e n c
i e r t a v e h e mente excitación del apetito, tanto sensitivo c o m o racional,
que nos complace ó apena, y nos m u e v e atractivamente hacia los b i e n e s q u
e n o s solicitan y r e p u l s i v a m e n t e r e s p e c t o á los males q u e
nos repelen. 303. División de las pasiones.— Si el padecimiento es físico, esto es,
va acompañado de sensaciones (170) causadas por bienes ó males sensibles, conocidos
anteriormente por la sensibilidad cognoscitiva, la pasión pertenece al apetito
sensitivo. Si el padecimiento es moral, esto es, se nos manifiesta por medio de
sentimientos (180) y es ocasionado por bienes ó males inteligibles, la pasión
pertenece entonces al apetito racional ó voluntad. Unas y otras
312

llevan frecuentemente los mismos nombres: pueden, sin embargo, distinguirse por la
naturaleza respectiva, sensible ó inteligible, del bien 6 mal que, apeteciéndolos,
las ocasionan. P a r a evitar confusiones, p o d e m o s dividir las pasiones en
sensitivas y racionales. A q u é llas s o n c o m u n e s al h o m b r e y al b r u
t o , a u n q u e el l e n g u a j e u s u a l n o l l a m a p a s i o n e s á los
m o v i m i e n t o s apetitivos d e este último: éstas son exclusivas del hombre.
No se crea que á unas y otras están reducidas todas las pasiones humanas. «La
combinación ó concomitancia del conocimiento intelectual y del sensible en el
hombre, por una parte, y por otra, la subordinación de la sensibilidad afectiva á
la inteligencia y la voluntad, determinan ciertas manifestaciones afectivas
(pasiones) de la sensibilidad, peculiares al hombre, cuales son la avaricia, la
vanidad, la ambición, con otras análogas .»
1

303. Subdivisión de las pasiones s e n s i t i v a s ó a n i m a l e s . - — B u s


c a r el bien sensible, evitar el mal y vencer los obstáculos y diñcultades que se
oponen á la realización de estas dos tendencias contrarias, es lo que se
1

Filosofía Elemental, por Fr. Ceferino González,

t. I, pág. 263.
3i3

propone siempre el apetito sensitivo. Para el logro de estos fines, el hombre


marcha, unas veces, valerosa y directamente en busca del bien ó mal mismos, ó se
acobarda y huye otras, resultando de aquí pasiones contrarias y opuestas, que
podemos llamar positivas las primeras y negativas las segundas. Tanto aquéllas como
éstas, ó se proponen en absoluto la consecución de sus fines propios, prescindiendo
de las dificultades que les salen al encuentro, ó intentan remover estos obstáculos
para que la satisfacción apetitiva sea posible. Por pertenecer á los apetitos que
llevan los mismos nombres, en el primer caso las llamaremos pasiones
concupiscibles, é irascibles en el segundo. Por razón de la manera como influyen
sobre el sujeto apasio-' nado, pueden dividirse también las pasiones en exaltantes
y deprimentes, llamadas así porque aquéllas dilatan el ánimo y dan vigor, como la
alegría; y éstas lo abaten y debilitan, como la tristeza. Por último, el bien ó mal
sensibles, objetos del apetito, pueden estar ausentes ó presentes, esto es, ser
actuales 6 futuros, y esta circunstancia determina también pasiones distintas. C o
n a r r e g l o á lo e x p u e s t o , s u b d i v i d i m o s las p a s i o n e s
sensitivas en p r i m a rias y secundarias, positivas ó exaltantes
314

y negativas ó deprimentes, concupiscibles é irascibles. L a s secundarias son


muchas y complejas; pero podemos red u c i r l a s p r i m a r i a s á las s i g u
i e n t e s : a m o r y odio, deseo y aversión, alegría y tristeza, q u e s o n l a
s c o n c u p i s c i b l e s ; y e s p e ranza y d e s e s p e r a c i ó n , a u d
a c i a y -temor, ira y a b a t i m i e n t o , q u e s o n las irascibles. 204.
Cuadro sinóptico de las pasiones sensitivas

Concupiscibles.
Amor. Deseo. Alegría. Esperanza. Audacia. Ira. Odio. Aversión. Tristeza.
Desesperación. Temor. Abatimiento.

- ^>
a"3

i
.«5

5*.

Irascibles.

205. Concepto de cada una de las p a s i o n e s s e n s i t i v a s . —Consisten


estas

p a s i o n e s : el amor, e n el m o v i m i e n t o d e leitoso y atractivo del


sujeto a p a s i o n a d o h a c i a el b i e n ; el odio, e n la r e p u g n a n c
i a

q u e el m a l i n s p i r a ; el deseo, e n la i n c l i n a -

3'S

c i ó n h a c i a u n b i e n n o p o s e í d o ; la aversión, e n l a t e n d e n
c i a á h u i r d e l m a l q u e n o s a m e n a z a ; la alegría y tristeza, en
la complacencia ó displicencia que produc e n el b i e n y el m a l p r e s e n t e
s . S i . l o s obstáculos que nos separan de un bien futuro que anhelamos son
superables, p r o d ú c e s e en n u e s t r o á n i m o la esperanza; y la
desesperación, si s o n i n s u p e r a b l e s . S i l u c h a m o s p a r a e v i
t a r el m a l , s e n t i m o s atídacia; y tetnor, e n p r e s e n c i a d e l m
a l ineludible. P o r último, p a r a d e v o l v e r el mal que se nos ha inferido
nos a c o m e t e l a ira, y el abatimiento cuando no p o d e mos vengarnos.
Dificilísimo es explicar con palabras é imposible definir lógicamente estos
movimientos de la sensibilidad afectiva; pero aclaremos la doctrina anteriormente
expuesta hasta donde sea posible, advirtiendo, no obstante, que quien no los haya
experimentado en sí mismo, no los comprenderá nunca, por mucho que se le describan
y ' a c l a r e n . Consiste el amor en la tendencia del sujeto apasionado á hacer
suyo el objeto de sus complacencias; ó también: en el movimiento deleitoso del
apetito hacia el bien sensible, absolutamente considerado. A la inversa, el odio es
lo contrario del amor, y se
3i6

traduce - por un movimiento de repulsión que inspira el mal sensible, absolutamente


considerado, que nos obliga á concentrarnos para huir de él y. evitarle. Deseó es
el movimiento de la sensibilidad hacia un bien futuro que se anhela poseer, y
aversión el movimiento opuesto para evitar el mal sensible que está por venir. Se
diferencia el deseo del amor, en que éste considera el bien en absoluto,
prescindiendo de si está presente ó ausente, si se posee ó no, mientras que el
deseo dice siempre referencia á un bien ausente, por poseer, pues no se desea lo
que se posee, y en que el amor supone tendencia á la unión con el objeto amado, y
el deseo puede satisfacerse de maneras diferentes. Por último, la alegría, llamada
también gozo, deleite, satisfacción, etc., consiste en la fruición que en el
apetito produce la posesión del bien sensible, al paso que la tristeza es producida
por el mal sensible que actualmente nos agobia. Pertenecen estas seis pasiones al
apetito concu•biscible,'porque directamente tienden al bien ó mal sensibles en sí
mismos, prescindiendo de las dificultades que se oponen á la satisfacción
apetitiva. Estos obstáculos, que nos impiden la posesión de un bien futuro tras el
cual corremos, los concebimos como superables ó como insuperables: lo primero
produce en el ánimo
317

la esperanza (fiducia), y la desesperación lo segundo. Cuando el mal futuro que nos


amenaza, aunque muy grave, lo consideramos evitable y nos disponemos á luchar
contra él, nace en el ánimo la pasión llamada audacia, y cuando, por el contrai'io,
lo consideramos inevitable y renunciamos á la lucha ó combatimos sin entereza,
sobreviene el miedo ó temor. Por último, la presencia del mal sensible que se nos
ha inferido, subleva el ánimo y hace nacer en él el deseo de venganza; pero ésta
puede parecemos posible é imposible: en el primer caso nos acomete la ira y en el
segundo el abatimiento, aunque, en sentir de Santo Tomás, la ira no tiene
contrario. Estas seis últimas pasiones pertenecen al apetito irascible, que toma su
nombre de la pasión más violenta y caracterizada. 206. Definición de la pasión rac
i o n a l ó h u m a n a . — S o n estas pasiones v e h e m e n t e s e x c i t a c
i o n e s d e la v o l u n t a d , que, haciéndonos padecer ó gozar, nos m u e v e
n atractiva ó repulsivamente en o r d e n á los bienes ó males morales. También el
apetito racional tiene sus tendencias ó movimientos atractivos hacia los bienes
inteligibles; y experimenta,,por el contrario, movimientos repulsivos ó de aversión
en orden á los males inmateriales, movimientos
3i8

vehementes y más ó menos desordenados, á los cuales dimos el nombre de pasiones


racionales, por originarse en la voluntad y ser exclusivos del hombre. Dificilísimo
es hacer una clasificación filosófica de estas pasiones, tan variadas, numerosas y
complejas; pero la y a apuntada de las pasiones sensitivas es aplicable á las
pasiones racionales. 307. Diferencias entre las pasion e s s e n s i t i v a s y l
a s r a c i o n a l e s . — Las pasiones sensitivas difieren de las racionales en
lo siguiente: i . ° , c o n s i s t e n a q u é l l a s e n m o vimientos afectivos
instintivos, y éstas en movimientos afectivos racionales; 2.°, e n c u e n t r a n
las p r i m e r a s s u s a t i s f a c c i ó n en las c o s a s materiales, y en
las i n m a t e riales, inteligibles y espirituales las s e g u n d a s , de donde
se sigue que las cosas son objeto propio de las unas, y de las otras las personas,
las entidades morales como la nación, el pueblo, la familia, los entes de razón
como los principios, las creencias y los espíritus, por ejemplo, Dios; y 3 . , así
c o m o d e las p a s i o n e s s e n s i t i v a s s e o r i g i n a n v i c i o s
, verbigracia, la gula, embriaguez, pereza y lujuria, así t a m b i é n d e las r a
c i o n a l e s p r o v i e n e n l a s p e r t u r b a c i o n e s ó m a n í a s
del estudio, de la música, del orden, de las colecciones y los
0
3'9

fanatismos artístico, político y religioso. A u n que á veces llevan el mismo


nombre, fácilmente se distingue la pasión sensitiva de la racional, el amor
sensual, por ejemplo, del amor á la patria. No hay necesidad, por lo tanto, de
exponer otros detalles. 308. Origen y génesis de las pas i o n e s . — C o m o
sabemos, es la sensación fenómeno mixto, subjetivo y objetivo á la vez, acto del
compuesto humano y no del alma sola, ó del cuerpo solo. De manera que á toda
sensación objetiva ó cognoscente acompaña casi siempre la subjetiva ó afección
placentera ó dolorosa del ánimo. Esto es lo que pudiéramos llamar tono 6 colorido
de la sensación, mientras su contenido es el objeto sensible por medio de la
sensación conocido. C o n c e n t r a d a la s e n s a c i ó n e n el s e n s o r i
o c o m ú n , p r o d u c e allí c i e r t o s m o v i m i e n t o s ó emociones a
t r a c t i v o s h a c i a los o b j e t o s a g r a d a b l e s ó ú t i l e s , y
r e p u l s i v o s c o n t r a los o b j e t o s d e s a g r a dables ó nocivos, y
en dichos movimient o s s e o r i g i n a n las p a s i o n e s . E l sujeto de la
pasión no es, pues, el alma sola, sino el cuerpo animado, y efectivamente, la
experiencia demuestra que las pasiones producen siempre verdadera sacudida nerviosa
en los centros cerebrales, _ que podemos llamar
320

afectivos para distinguirlos de los cognoscitivos y motores. Irradia desde allí por
medio de los nervios motores á todo el cuerpo, y principalmente por el
pneumogástrico al corazón, por el facial á los músculos de la cara, y al ojo por
las fibras motoras de los nervios ópticos. De donde que las pasiones se manifiesten
por contracciones del rostro, palpitaciones del corazón, rápidos movimientos de los
ojos; por medio de la risa y del llanto, de los gemidos y sollozos, del anhelo y
del suspiro, y por medio de gesticulaciones violentas, que van unidas siempre á las
palabras del que está fuertemente apasionado. lOO. Cuadro sinóptico de las f u n
ciones apetitivas
innato ó natural, y Do ilo do [concupiscible, do comer, bobor, reposar, aotiridad,
c o l p a e o n c

w \ % |

\ ^sensitivo ó instintivo, y<| \ é irascible 'acto voluntario.

/do posoor, L „ i

1 do engendrar. olícito, ó imperado.

'«lícito,./

raeional ó) voluntad..} , . — í / y acto libro) \ó l ¡ b o r t a d . l . l d o


contradicción, f • <do contrariedad y \ cía. 1 (do ospecilicación.
0 i n d ¡ f o r o l l J
Quinta sección de la Psicología experimental
p a r i c i o n e s locomotivas

L E C C I Ó N XXII
DE L A F A C U L T A D MOTRIZ

210. D i v i s i ó n filosófica d e i o s m o v i m i e n t o s . — T o m a d a la
p a l a b r a m o v i miento en sentido lato, es decir, refiriéndonos á una
mutación cualquiera, y no ú n i c a m e n t e á los m o v i m i e n t o s
traslaticios ó perfectos, p o d e m o s dividirlos en mecánicos , automáticos,
autonómicos y libres.
1

No es posible conocer á fondo la facultad motriz sin darse razón previa y exacta de
las diferentes clases de movimientos. Notemos, ante todo, que no se trata aquí
exclusivamente de los movimientos traslaticios ó perfectos,
Del griego mekanikós, mecánico, movimiento como de máquina ó maquinal.'
322

que suponen cambio de local en el ser que se mueve, sino de cualquiera mutación,
aunque sea de simple contracción ó dilatación de la cosa móvil. 311. Movimientos
mecánicos.— S o n los p r o d u c i d o s p o r las fuerzas ó a g e n t e s g e n e
r a l e s d e la n a t u r a l e z a , s i e m pre en virtud de principios
extrínsecos al o b j e t o q u e s e m u e v e . A este género pertenecen, por
ejemplo, las acciones y reacciones químicas, las atracciones y repulsiones
moleculares, los efectos de la gravedad, los movimientos atómicos producidos por el
calor, la electricidad, el magnetismo, la luz, etc. Llámans'e también físicos ó
químicos. 313. Movimientos automáticos.— M o v i m i e n t o s automáticos,
plásticos ú org á n i c o s s o n los p r o d u c i d o s n e c e s a r i a m e n t
e p o r las fuerzas vegetativas en virtud de algún principio intrínseco a l ' s e r
q u e s e m u e v e : por ejemplo, los movimientos del protoplasma, los
peristálticos del * intestino delgado, los latidos del corazón, etc. Aunque
prácticamente se confundan á veces, teóricamente es fácil distinguir los
movimientos automáticos de los mecánicos, fijándose en que éstos proceden siempre
de fuerzas extrínsecas al objeto que se mueve, y aquéllos de fuerzas
323

intrínsecas. E l movimiento producido en las hojas de un árbol, v. gr., por el


viento que las agita es mecánico, y automático el de la savia ascendente ó
descendente, el crecimiento de las mismas hojas, etc. Los movimientos automáticos
pueden subdividirse en primitivos y derivados. Los automáticos primitivos son
propios de los organismos elementales y de los elementos de los organismos
superiores: al paso que los automáticos derivados empezaron por ser espontáneos ó
voluntarios, y mediante el hábito arraigado ó la herencia se han convertido en
automáticos. Entre los automáticos primitivos merecen particular mención los
celulares y los reflejos, subdividiendo los celulares en amiboideos, ondulatorios y
contráctiles, y los reflejos en simples y coordinados. Los movimientos reflejos
consisten en verdaderas reacciones producidas por excitaciones periféricas sobre
los nervios sensitivos, que por el intermedio de los centros nerviosos se comunican
á los nervios motores. Son susceptibles de movimientos reflejos todos los músculos,
tanto los lisos como los estriados, lo mismo los viscerales que los esqueléticos, y
podemos dividirlos en simples y compuestos ó coordinados. 313. Movimientos
autonómicos. S o n aquellos que, aunque proceden de
un principio interno, inmaterial ó simple, s o n s i e m p r e p r o v o c a d o s
p o r la p e r c e p c i ó n d e a l g ú n o b j e t o c o r p ó r e o al c u a l s
e i n c l i n a el a p e t i t o s e n s i t i v o : por ejemplo, los que ejecutan
los animales para comer, beber, etc. Estos se llaman también espontáneos 6
animales. A este género pertenecen los movimientos instintivos, que Vundt y otros
fisiólogos consideran sin razón como movimientos reflejos modificados.
Efectivamente, siempre el movimiento reflejo, modificado ó sin modificar, es
ocasionado por un excitante externo; mientras que los movimientos instintivos
proceden siempre de impulsión interna. Por eso cuando en el animal vivo se
relacionan los movimientos reflejos con determinadas sensaciones, el movimiento
precede siempre á la sensación, la cual puede considerarse como efecto de aquél.
Primero estornudamos, v. gr., y en seguida sentimos el picor ó frialdad producidos
por el estornudo. Todo lo contrario sucede en los movimientos instintivos, los
cuales son ocasionados por una sensación previa. E l pollo recién salido del
cascarón divisa, por ejemplo, unos granos de trigo entre piedrecitas, y sin
vacilación alguna picotea aquéllos y no éstas. De la misma manera podemos incluir
entre los moví-

34
2
325

mientes autonómicos á los orgánicos, que, aunque dimanen de un acto intelectual, no


son sin embargo mandados por la voluntad, como las contracciones de pasmo que sufre
el rostro del que por primera vez se presenta ante numeroso público; á los
habituales, que aunque empezaran siendo conscientes y voluntarios, se ejecutan y a
por manera inconsciente y casi mecánica; y , por último, á los primeros impulsos
pasionales, llamados por los moralistas movimientos primo primi. 214. Movimientos
libres.—Libres s o n los m o v i m i e n t o s p r o d u c i d o s p o r alguna
determinación consciente y voluntaria, que llevan aparejada responsab i l i d a d p
l e n a p a r a el a g e n t e : por ejemplo, practicar la virtud, cometer un
crimen, leer, escribir, etc. Reciben además el nombre de racionales 6 humanos
propiamente dichos. 215. Movimientos que caracteriz a n l a f a c u l t a d m o t r
i z . — N o caracterizan la facultad motriz los movimientos mecánicos, porque el
ser que se mueve lo hace por virtud completamente ajena y extraña al ser movido;
tampoco los automáticos, porque aunque sean producidos en virtud de un principio
intrínseco al ser que se mueve, estos movimientos son necesarios y dependen más
bien
326

de las fuerzas orgánicas generales que del apetito del ser que se mueve. L o s m o
v i m i e n t o s autonómicos y los libres s o n , por consiguien^ te, l o s ú n i
c o s q u e s u p o n e n f a c u l t a d m o t r i z e n el s e r q u e l o s e j
e c u t a . De donde se sigue que la humana actividad tiene su complemento natural
y término propio en la facultad motriz, ó de ejecutar, porque es la encargada de
realizar las tendencias del apetito, del cual es adecuado instrumento. 216.
Definición de la facultad m o t r i z . — Podemos definirla diciendo que es aquella
potencia o r g á n i c a , natural c o m p l e m e n t o d e las f u n c i o n e s
a p e t i t i v a s , q u e c o n s i s t e e n la v i r t u d d e m o v e r s e ó
d e p o n e r en a c c i ó n los m i e m b r o s del c u e r p o , t r a s l a d á
n d o s e , si n e c e s a r i o fuese, desde un lugar á otro. 217. Sujeto de la
facultad motriz. Para determinar cuál es el sujeto de la facultad motriz, discuten
psicólogos y fisiólogos acerca de si esta facultad pertenece al cuerpo ó al alma.
Según los materialistas, pertenece al cuerpo; pero según Sócrates, Platón,
Aristóteles, Santo Tomás, Jouffroy • y otros muchos, la virtud de moverse, aunque
orgánica, es facultad del alma. Ha concedido el Criador esta facultad á los
animales para que puedan buscar y apro-
327

piarse lo que les aprovecha y huir de lo que les daña; pero lo provechoso y lo
nocivo lo conoce ó aprehende el animal por medio de una interna facultad de su
principio anímico; luego la virtud de moverse es facultad del alma y no del cuerpo.
Además, la raíz y principio de esta facultad tiene que ser el alma misma, tanto
porque moverse á si mismo es operación vital, y oportunamente demostraremos la
unidad del principio vital en el hombre, cuanto porque así lo acredita la
conciencia respecto á los movimientos libres que, como sabemos, provienen siempre
de determinaciones voluntarias de nuestra alma. L a doctrina materialista, que
atribuye la facultad motriz exclusivamente al cuerpo del animal, está desmentida
por la inercia, propiedad de la materia umversalmente reconocida por la ciencia
moderna. Los movimientos inorgánicos todos sujétanse á esta tendencia
incontrastable que la materia tiene de perseverar e n su estado de movimiento ó de
reposo; pero no sucede lo mismo con los animales que, como vemos á todas horas, por
sí mismos pasan continuamente del estado de movimiento al de reposo y viceversa;
luego hay que reconocer en ellos algo más que materia y sus propiedades, es decir,
alguna fuerza ó agente distinto de
3

28

las fuerzas físico-químicas de la naturaleza, el alma sensitiva ó racional, en una


palabra. Por eso decimos que la facultad motriz es anímica. Esto, no obstante, la f
a c u l t a d m o t r i z e s v e r d a d e r a m e n t e o r g á n i c a , p u e s
el a l m a , c o m o inmaterial que es, no ocupa lugar alguno, y de consiguiente no
p u e d e ser p o r sí m i s m a c a u s a d e m o v i m i e n t o s l o c a l e
s . D e d o n d e s e s i g u e q u e el s u j e t o d e la f a c u l t a d m o t r
i z e s el c o m p u e s t o humano. 31S. Órgano de la facultad mot r i z . — S e g
ú n G a l l e s el cerebro, s e g ú n S p u r z h e i n r los nervios. Nosotros
entend e m o s c o n T o n g i o r g i q u e los músculos animados s o n el s u j e
t o m a t e r i a l d o n d e e s t a f a c u l t a d r e s i d e , p e r o n o el
i n m e d i a t o i n s t r u m e n t o d e la f u e r z a m o t r i z a n í m i c
a , o f i c i o q u e d e s e m p e ñ a n l o s nervios centrífugos ó motores, l o
s c u a l e s , p a r t i e n d o del sistema c e r e b r o - e s p i n a l , tal
vez d e los c u e r p o s estriados del encéfalo, co1 3 1

Anatomie etpkis/.ologie du système nerveux, t. IV,' Observations sur la


prhénologie, pâgs. 235, 245 Institutiones Philosophicae, t. III, pâg. 302, editio

pâg. 291. Paris., 1809.


2

y 282. Paris, 1832.


5

bctava.
329 .

m u n i c a n c o n los m ú s c u l o s y los i n e r v a n , d o t á n d o l o s d
e las e n e r g í a s n e c e s a r i a s p a r a que entren en acción y se p o n g
a n en movimiento. 319. Distinción entre la facultad m o t r i z y l a p o t e n c
i a a p e t i t i v a . — N o se infiera de lo dicho que la facultad motriz es la
misma potencia apetitiva, actuándose por medio de movimientos espontáneos, unas
veces, y voluntarios otras. N i el a p e t i t o s e n s i t i v o ni la v o l u n
t a d p u e d e n c o n f u n d i r s e c o n la f a c u l t a d m o t r i z , p o
r q u e s o n f o r m a l m e n t e distintos sus objetos propios y sus o p e r a c
i o n e s r e s p e c t i v a s . En efecto, objeto propio.de la potencia apetitiva
es el bien, sensible ó inteligible, según sea el apetito, y objeto de la facultad
motriz son los movimientos mismos. Las operaciones apetitivas, lo mismo pueden
recaer sobre los miembros del cuerpo, que queremos poner en movimiento, que sobre
los actos del entendimiento, de los sentidos y de la imaginación; al paso que la
facultad motriz opera únicamente sobre los miembros corporales. De aquí, que no
siempre nos movamos por satisfacer una tendencia apetitiva determinada, sino muchas
veces también contra lo que el instinto apetece ó la voluntad quiere, y alguna con
el fin exclusivo de movernos. Por último,
33°
dos facultades son distintas cuando funcionan por separado y la actividad de la una
se ejerce antes y después que la de la otra. Quiere el paralítico moverse y no
puede hacerlo: lo primero es propio de la voluntad; lo segundo sería obra de Ta
facultad motriz. Según Flourens, algunos animales de cría huyen de sus naturales
enemigos y los amenazan con colmillos ó cuernos que aun no les han nacido. Los
niños toman el pecho de su madre cuando todavía no han mamado por primera vez.
Ciertos movimientos locales duran en el hombre adulto aun después de haber cesado
el acto con que la voluntad los mandó y hasta con su mandato expreso. Estos hechos
prueban que la f a c u l tad motriz se ejerce antes y después de q u e la p o t e n
c i a a p e t i t i v a s e p r e s e n t e c o n su actividad propia; luego son
facultades diferentes.
33i

LECCIÓN
D E LOS

XXIII

HÁBITOS

220. Naturaleza del hábito. — P o d e m o s d e f i n i r el h á b i t o d i c i e


n d o q u e es toda cualidad estable que p r e d i s p o n e , i n c l i n a y a y
u d a al s u j e t o , h a b i t u a d o á repetir ú omitir frecuentemente un acto
cualquiera con m a y o r rapidez, destreza y suavidad. E l tratado de las funciones
locomotivas quedaría incompleto si no dijésemos algo de los hábitos, que se
manifiestan siempre por medio de la omisión ó repetición de ciertos movimientos. L
a repetición frecuente de un acto cualquiera produce en el sujeto agente mayor
rapidez, destreza y suavidad en el obrar, por lo que algunos filósofos consideran
el hábito como simple efecto ó resultado de la repetición del acto habitual, que
con el tiempo engendra en el individuo agente cierta propensión y aptitud para
ejecutarlo y repetirlo frecuentemente. Pero la propensión y aptitud dichas serían
imposibles, si no presuponemos en el sujeto habituado al-
guna potencia ó disposición natural que le impulse á operar ó dejarse influir en
aquel sentido; de donde se sigue que el hábito es una cualidad estable, difícil,
por lo tanto, de contrarrestar ó remover. 221. Clasificación de los hábitos. .
Pueden dividirse los hábitos según consta en el cuadro que sigue:

HÁBITOS.

222. I>e l o s h á b i t o s n a t u r a l e s y s o b r e n a t u r a l e s . — A
n t e todo hemos div i d i d o l o s h á b i t o s e n naturales y sobrenaturales,
s e g ú n q u e las c u a l i d a d e s habituadas ó fuerzas p r o d u c t o r a s
del hábito p e r t e n e z c a n á u n o ú o t r o d e los ó r d e n e s
dichos. Ejemplo de ambos géneros nos o f r e c e n las v i r t u d e s c a r d i n
a l e s p r u d e n cia, justicia, fortaleza y templanza, q u e s o n h á b i t o s
n a t u r a l e s ; y las t e o l o g a l e s fe, esperanza y caridad, que son
hábitos s o b r e n a t u r a l e s . Ahora,, los hábitos naturales únicamente
pueden encontrarse en potencias activas, naturalmente indeterminadas para producir
ésta ó aquella especie de actos; y como dicha indeterminación no es propia de las
fuerzas inorgánicas, fatalmente determinadas siempre en un sentido y para un solo
género de acciones, de aquí que los minerales sean incapaces de hábito alguno. 22S.
D e los hábitos vegetativos, s e n s i t i v o s y r a c i o n a l e s . — S e
subdivid e n los hábitos naturales p r i m e r a m e n t e en vegetativos,
sensitivos y racionales, puesto que funciones vitales d e estas tres e s p e c i e
s e n c o n t r a m o s e n el h o m b r e . S o n hábitos vegetativos todas
aquellas tend e n c i a s q u e s e les h a c e a d q u i r i r á las p l a n t a s
p o r m e d i o d e l c u l t i v o y d e la a c l i m a t a c i ó n , y al h o m b
r e á f u e r z a d e r e p e t i r d e d e t e r m i n a d a m a n e r a las func
i o n e s d e e s t a c l a s e . L a mimosa púdica, por ejemplo, encoge sus hojas
de noche y las abre de día; pero si se la mantiene de noche en local

333
334
m u y i l u m i n a d o y de día en o t r o sin luz, p o c o á p o c o a d q u i e
r e el hábito de e n c o g e r l a s d u r a n t e el día y de a b r i r l a s d u
r a n t e la n o c h e . D e la m i s m a m a n e r a y p o c o á p o c o s e a c o
s t u m b r a el h o m b r e á d i g e r i r lo i n d i g e s t o , á usar sin d a
ñ o

los v e n e n o s , e t c . S o n h á b i t o s s e n s i t i v o s l o s v i c i o
s y p a s i o n e s a n i m a l e s , c o m o la g u l a ,
la fiereza, la d o m e s t i c i d a d , el a m o r , e t c . , q u e lo m i s m o
a r r a i g a n en el b r u t o q u e en el h o m b r e .

s o n hábitos r a c i o n a l e s , por último, las

virtudes y pasiones

características

del

h o m b r e , las m a n í a s , los f a n a t i s m o s , e t c . P u e d e n h a b
i t u a r s e t o d a s las p o t e n c i a s h u m a n a s , y cuando los hábitos
son morales y buenos se Jlaman virtudes, y vicios cuando son inmorales y malos.

H e los hábitos infusos y adq u i r i d o s . — E n s e g u n d o lugar los hábitos


naturales pueden subdividirse también, b a j o o t r o a s p e c t o , e n infusos
y adquiridos. H á b i t o s naturales infusos s o n aquellas predisposiciones
ingénitas ó cualidades estables, c u y a adquisición no nos ha c o s t a d o
esfuerzo ni t r a b a j o alguno; p o r
e j e m p l o , la h a b i l i d a d q u e tienen c i e r t o s i g n o r a n tes p
a r a h a c e r c á l c u l o s a r i t m é t i c o s de c a b e z a , para
improvisar versos, adivinar corrientes de

aguas s u b t e r r á n e a s , e t c . Y

hábitos

adquirí-
335
d o s , p o r el c o n t r a r i o , s o n a q u e l l o s q u e p r e s u p o n e
n a l g u n a fatiga y l a r g a p r á c t i c a : por ejemplo, la ejecución grande
de un pianista, la extraordinaria delicadeza de gusto en el catador de vinos, etc.
225. l í e los hábitos activos y pas i v o s . — P o r último, aunque en rigor
filosófico toda pasión supone acción, como toda acción provoca su correspondiente
reacción, p o d e m o s subdividir también los hábitos natur a l e s e n activos y
pasivos, s e g ú n q u e la propensión ó cualidad estable sea puesta e n m o v i m
i e n t o p o r f u e r z a s intrínsecas ó extrínsecas al s u j e t o h a b i t u
a d o . L a repetición de actos origina los primeros, como acontece en casi todos
los hábitos de la inteligencia y de la voluntad, ciencias, artes ó costumbres; y la
continuidad y repetición de las sensaciones engendra los segundos, como el hábito
de no alterarse por las variaciones de temperatura, de sufrir malos olores y
sabores, de estudiar con acompañamiento de ruidos incesantes, etc. 23(5. C a u s a
d e l o s h á b i t o s y s u i n f l u e n c i a e n l a e d u c a c i ó n . — L a
causa d e los hábitos está, p o r u n a parte, en la n a t u r a l d i s p o s i c
i ó n d e la p o t e n c i a h a b i t u a d a y , p o r o t r a , en la r e p e t
i c i ó n d e l o s actos.
336

Prescindiendo de los hábitos sobrenaturales é infusos, que no dependen de nuestra


voluntad, de dos maneras podemos contrarrestar la fuerza del hábito: oponiendo
obstáculos á la natural disposición de la potencia, y no repitiendo durante mucho
tiempo el acto. Una vez adquiridos cuesta, sin embargo, grande esfuerzo
desarraigarlos, y de aquí la importancia suma para la educación de ir poco á poco
adquiriendo buenos hábitos-, á fin de que no haya nunca necesidad de
contrarrestarlos trabajosamente .
1

337. Efectos de los hábitos. Tres s o n l o s p r i n c i p a l e s e f e c t o s q


u e el h á b i t o p r o d u c e : i . ° C o n s t a n c i a d e a c t o s , porque
una vez encarnado el hábito en la potencia, ésta emite sus actos habituales de un
modo estable, aunque no necesario. 2 . ° F a c i l i d a d y p r e s t e z a e n e
l o b r a r , porque con tanta más prontitud y facilidad se hace una cosa cuanta
mayóles la inclinación que sentimos á ejecutarla y con más frecuencia se repite. 3
- ° C o m p l a c e n c i a e n el o p e r a n t e , porque el hábito es una
segunda naturaleza que crea en nosotros nuevas necesidades, en cuya satisfacción no
podemos menos de complacernos.
1

Elementos de Filosofía especulativa,, por Prisco,

t. I, págs. 316-322.
337
3 3 8 . L e y d e l h á b i t o . — L a ley mejor probada que regula los hábitos,
puede formularse así: «el h á b i t o d e b i l i t a la s e n s i b i l i d a d
afectiva y p e r f e c c i o n a la a c t i v i d a d . » A s í se explica, por
ejemplo, que el farmacéutico y el químico sean poco menos que insensibles á los
malos olores en medio de los cuales viven; y , por el contrario, que se llegue á
adquirir habilidad prodigiosa en la ejecución de operaciones manuales difíciles.
339. L i m i t e s d e l h á b i t o . — E l hábito encuentra sus límites, p o r un
lado, en la n a t u r a l l i m i t a c i ó n d e la p o t e n c i a , facultad ú
órgano en que reside; y por o t r o e n los d e m á s h á b i t o s , p u e s s a b
i d o e s q u é los h á b i t o s a r r a i g a d o s s e o p o n e n f u e r t e m
e n t e á la adquisición d e otros hábitos opuestos.

22
SEGUNDA
PSICOLOGÍA.

PARTE
f^ACIOJSlÄIi

Primera sección de la Psicología racional


L E C C I Ó N XXIV
EXISTENCIA DEL ALMA HUMANA

230. Definición de la Psicología r a c i o n a l . — P s i c o l o g í a racional


es a q u e lla p a r t e i m p o r t a n t í s i m a d e la P s i c o l o g í a ,
que, sirviéndose preferentemente del m é t o d o sintético y del raciocinio d e d u
c tivo, trata d e la e x i s t e n c i a , naturaleza, relaciones, origen y
duración del alma humana. Damos á esta parte de la Psicología el calificativo de
racional, porque para el estudio
339

de materias tan trascendentales como las apuntadas, aunque no podemos ni debemos


prescindir de los datos que nos suministre la experiencia, preferiremos el método
sintético al analítico y , siempre que nos sea posible, nos valdremos del
raciocinio deductivo. 331. Subdivisión en secciones de esta segunda parte de la
Psicología. Medítese la definición anterior y se notará que p o d e m o s dividirla
l ó g i c a m e n t e en las cinco secciones siguientes, que tratan: i . , d e la
existencia del alma humana; 2. , d e su naturaleza; 3 . , de sus r e l a c i o n e
s c o n el c u e r p o ; 4 . , d e s u origen; y 5 . , de su duración.
a A a a a

Muchos autores omiten esta segunda parte de la Psicología en los textos elementales
destinados á la segunda enseñanza, reservándola íntegra para la Metafísica; pero
nosotros entendemos que la Psicología racional, además de ser complemento necesario
de la experimental, tiene importancia tan grande que no se puede ni se debe
prescindir de apuntar, por lo menos, sus cuestiones capitales, poniéndolas, hasta
donde nos sea dado, al alcance de los jóvenes alumnos. Recuérdese lo dicho (16 y
17) acerca de la índole, método adecuado y división de la Psicología, y se
advertirá que, conociendo y a
34°
todas las especies de actos humanos y sus facultades productoras respectivas,
estamos en el caso de proceder al estudio de la naturaleza del alma racional,
probando primero su existencia, determinando después sus atributos esenciales,
exponiendo las relaciones que tiene con el cuerpo, y solventando, por último, las
cuestiones relativas á^su origen y duración. 232. P r u e b a s de la existencia
del a l m a i n m a t e r i a l . — Q u e h a y e n el h o m bre alma inmaterial se
prueba por medio d e la c o n c i e n c i a y d e l r a c i o c i n i o , q u e
acreditan la e x i s t e n c i a en n o s o t r o s d e u n sujeto que siente,
piensa y apetece, y de un m u n d o intelectual y moral, o p e r a c i o nes y
mundos que no pueden atribuirse al c u e r p o m a t e r i a l y o r g a n i z a d
o , i n c a p a z de producirlos. A l sujeto dicho damos el n o m b r e d e a l m a
; l u e g o el a l m a e x i s t e . E n la Psicología experimental no hemos hecho
otra cosa mas que estudiar las potencias, facultades, operaciones y actos del alma
racional, suponiendo implícitamente su existencia en virtud del principio de
substancialidad. Sentados aquellos conocimientos, estamos ya en el caso de probar
la existencia del alma humana por las razones que siguen: a) E l hombre siente,
piensa y apetece. No
341

es posible sentir, pensar y apetecer sin que exista un ser que sienta, piense y
apetezca, á cuyo ser damos el nombre de alma humana, prescindiendo por ahora de
cuál sea su naturaleza; luego el alma humana existe. b) No hay que atribuir
aquellas operaciones al cuerpo material, porque la materia por sí es inerte. Y sin
embargo, reconocemos en nosotros mismos un principio interno de espontaneidad y
voluntariedad, concentrado en la unidad más indivisible, que ejerce su imperio
sobre nuestros órganos corporales y por medio de éstos sobre la naturaleza material
toda, que se opone frecuentemente al orden material, que piensa en sí mismo y
dirige su propia actividad, cosas que no puede hacer el cuerpo: damos á dicho
principio el nombre de alma; luego el alma humana existe. c) Ese mundo intelectual
que llevamos en nuestro interior, compuesto de verdades ideales, puras, simples,
inmutables, donde el pensamiento humano encuentra todas sus delicias y por el cual
se explaya con tanta mayor holgura cuanto más se aleja de la materia, sería
incomprensible é inexplicable sin reconocer un principio inmaterial que sea su
sujeto y causa: llamamos alma á dicho principio; luego el alma humana existe.
342

d) E l mismo razonamiento puede hacerse apoyándonos en la existencia del mundo


moral, cuyos componentes las ideas de justicia, bondad, deber, responsabilidad,
mérito, premio, pena, felicidad, etc., mal se compadecen con el mundo material y
sensible. Necesariamente tenemos, por lo tanto, que reconocer en el hombre un
principio anímico, de naturaleza superior á la de su cuerpo organizado y material.
233. Objeción de los ocasión alistas contra la existencia del alma.— S o s t i e n
e n los ocasionalistas q u e las c a u sas s e g u n d a s , esto es, las c r i a t
u r a s , c a r e cen de actividad propia, por c u y a razón la e x i s t e n c i a
d e l a l m a n o p u e d e p r o b a r s e p o r los actos anímicos conscientes.
Los ocasionalistas, tales c o m o A m o l d o Guenlinx y el P. Malebranche, unos
rígidos y otros mitigados, niegan verdadera actividad á las causas segundas,
porque, en su sentir, únicamente pueden considerarse como meras ocasiones de la
actividad de Dios, el cual produce por sí solo todos cuantos efectos acaecen en el
universo mundo. Ahora bien, siendo el alma racional una de estas causas segundas,
la menor de todas entre los espíritus, y habiendo demostrado su existencia
fundándonos en su propia
343
actividad sensitiva, intelectiva y apetitiva, acreditadas por la conciencia, el
ocasionalismo, que niega la actividad de las causas segundas y, del alma por ende,
ataca indirectamente la existencia del alma. Fácilmente se desata la dificultad
ocasionalista, esto es, se demuestra que nuestra alma, aunque causa segunda, está
dotada de actividad efectiva, notando que la a c t i v i d a d del alma humana es
un hecho atestiguad o , n o s ó l o p o r la c o n c i e n c i a d e c a d a u n
o , q u e n o s d i c e q u e h a y e n el i n t e r i o r de nuestro ser un
principio ó causa de o p e r a c i o n e s continuas, y q u e n e g a r la a c t i
v i d a d d e l a l m a e q u i v a l e á n e g a r la libertad y hasta la
vitalidad del h o m b r e , s i n o t a m b i é n p o r el c o n s e n t i m i e n
t o u n i versal y constante del género humano, que en vez de profesar y practicar
el fatalismo, parte de aquella creencia unánime para formalizar sus pactos, hacer
combinaciones y p r o y e c tos, empeñar su palabra honrada, etc. 3íf 1 . S i g n i
f i c a c i ó n d e l a p a l a b r a a l m a s e g ú n el m a t e r i a l i s m
o . — Sostienen los materialistas q u e la p a l a b r a alma e s u n n o m b r e a
b s t r a c t o , i n v e n t a d o p a r a d e s i g n a r c o l e c t i v a m e n
t e los f e n ó menos mentales conscientes; pero que el e s p í r i t u h u m a n o
, c o m o e n t i d a d r e a l é
independiente del cuerpo, no existe, p u e s los f e n ó m e n o s p s í q u i c o
s s o n s i m p l e s movimientos atómicos cerebrales, y no se concibe una laguna
inmaterial entre dos riberas materiales. L a Psicología clásica, añaden, incurre en
el error antiquísimo y generalizado de hablar del espíritu humano como si fuese una
entidad incorpórea, real é independiente, sin ocurrírseles á estos muñidores de
fantasmas que la palabra alma es un nombre ideal y abstracto, al cual no
corresponde cosa alguna real y concreta, nombre inventado para designar por manera
colectiva esos fenómenos ó estados subjetivos de que todos tenemos conciencia; del
mismo modo que se han inventado las palabras vida y magnetismo, por ejemplo, para
designar con la primera los fenómenos vitales, y los magnéticos con la segunda. L a
opinión metafísica, que aun considera al espíritu humano como entidad real é
independiente, añaden, ha sido hábilmente atacada por el profesor Bain : «Esta
doctrina supone desde luego, dice este autor, que tenemos el derecho de hablar del
espíritu, separado del cuerpo, y de afirmar sus facultades y propiedades en este
estado de
1 1

344

L' Esprit et le corps, pág. 1 3 .


345
separación, cuando lo cierto es que no tenemos experiencia alguna directa, ni el
más insignificante conocimiento del espíritu separado del cuerpo...» 335. Objeción
contra la inmaterialidad del alma, basada en la no interrumpida sucesión de fenómen
o s m a t e r i a l e s . — E l mismo Bain añade: «En segundo lugar, creemos con
razón sobrada que todos nuestros procesos mentales van acompañados de sucesión
material no interrumpida. Desde el comienzo de una sensación hasta la acción ó
movimiento correspondiente, la sucesión mental no aparece un momento separada de la
sucesión física... Sería incompatible con todo lo que sabemos de la acción
cerebral, el suponer que la cadena física concluye bruscamente en un espacio vacío,
ocupado por. cierta substancia inmaterial que, después de haber trabajado ella
sola, comunicara los resultados á la orilla opuesta de la laguna física y
determinase así la contestación activa, como si dijésemos: dos riberas materiales y
entre las dos un océano inmaterial.» Fácilmente se refutan razonamientos tan
especiosos y triviales. 336. Lia e x p e r i e n c i a e x t e r n a y directa es
impotente para la deter-
346
mutilación d e n n e n t e i n m a t e r i a l . — A n t e todo, querer probar por
medio de e x p e r i m e n t o s d i r e c t o s la e x i s t e n c i a d e l alma
s e p a r a d a del c u e r p o , es prescindir en absoluto del procedimiento
natural q u e el e n t e n d i m i e n t o h u m a n o p r a c t i c a s i e m p r
e p a r a la d e t e r m i n a c i ó n d e l a s c a u s a s t o d a s , incluso
las d e l o r d e n físico. Conocemos las causas por sus efectos, las substancias
por sus modificaciones, los agentes por sus obras, como se conoce el árbol por sus
frutos; pero nunca á la inversa, y ridicula en grado sumo es la pretensión de que
se inviertan los términos para el conocimiento del alma. A p l i c a r , p o r o t
r a p a r t e , la e x p e r i e n c i a f í s i c a á la d e t e r m i n a c i ó n
d e u n e n t e inmaterial, e q u i v a l e á estudiar los microb i o s , p o r e j
e m p l o , c o n el t e l e s c o p i o .
2 3 7 . ÍJSI e x i s t e n c i a d e l a l m a inmaterial se prueba por la
conciencia. —Efectivamente: si no admitiésemos dicha substancia inmaterial y
simple, el hombre y hasta el bruto serían misterios tan incomprensibles como
inexplicables. L a simplicidad é inmaterialidad, por lo tanto, del principio
sensitivo, quedó plenamente demostrada, y más fácil es aún probar la del principio
intelectivo. Veamos cómo: la conciencia nos dice que exis-
347'
ten en nuestro ánimo multitud de actos simplicísimos, cuya unidad, identidad y
simultaneidad, aun tratándose de los más opuestos y contradictorios, excluyen toda
clase de composición: tal sucede con nuestras ideas y voliciones. -Tenemos
percepción completa y clara de todas ellas, y el mundo entero se reiría del que
aplicase á dichos actos inorgánicos las propiedades de los actos físicos y
orgánicos, diciendo, por ejemplo: media idea, un cuarto de pensamiento, conceptos
voluminosos, recuerdos amarillos, resoluciones redondas, etc., porque les repugna
toda composición física, toda extensión, toda divisibilidad: la materialidad, en
una palabra. E s así que la operación sigue al s e r , es decir, que el a c t o n o
p u e d e s e r d e s u p e r i o r n a t u r a l e z a , m á s e x c e l e n t e q
u e el p r i n c i pio ó s u j e t o q u e lo p r o d u c e ; l u e g o los actos
intelectuales y volitivos, que son i n m a t e r i a l e s y s i m p l e s , s u p
o n e n la e x i s t e n c i a e n el h o m b r e d e u n s u j e t o i n m a t e r
i a l y s i m p l e t a m b i é n , q u e e s el a l m a , y s i n el c u a l el e
n t e n d i m i e n t o y la v o l u n t a d ni s e c o m p r e n d e n ni s e e x
p l i c a n .
1

No otra cosa quieren decir los conocidísimos

aforismos escolásticos: Operatio sequilar esse y Unum-¡ quodque operatur secundum


quod est.
348
238. ü o es el acto psíquico m e r o m o v i m i e n t o atómico cerebral.—Comparar
el espíritu humano con el magnetismo, no es en el fondo otra cosa mas qiie atribuir
á la materia inorgánica ú organizada, para el caso es lo mismo, las facultades de
sentir, pensar yquerer, absurdos que no ha probado aún, ni probará nunca, la
ciencia materialista moderna, y que repugnan además al simple buen sentido de
sabios y de ignorantes. E l espíritu sectario induce á los monistas á considerar
los fenómenos psíquicos conscientes como simple accidente ó efecto sin importancia
de los movimientos físico-químicos cerebrales, sin querer advertir que cuanto más
adelanta la Fisiología cerebral, más patente queda el dualismo y más hondas las
diferencias que existen entre los fenómenos psíquicos y los movimientos cerebrales.
Si alguna paridad existiese entre aquéllos y éstos, forzosamente tendría que
suceder una de estas dos cosas: ó l a c o n c i e n c i a nosdaría á conocer como
simple movimiento c e r e b r a l el f e n ó m e n o p s í q u i c o , ó l o s m o
vimientos físico-químicos cerebrales serían c o n s c i e n t e s . N i n g u n a d
e las d o s cosas o c u r r e ; l u e g o los actos anímicos son de todo punto
irreducibles á movimientos cerebrales.
349
239. Nada prueba tampoeo contra la existencia del alma inmaterial la sucesión no
interrumpida de f e n ó m e n o s m a t e r i a l e s . — P o r último, el hecho de
que todo proceso mental vaya acompañado de sucesión material no interrumpida,
l'ejos de contrariarla, confirma la doctrina escolástica, según la cual n o e s p o
s i b l e p e n s a r ni q u e r e r sin la a y u d a d e l o s f a n t a s m a s ;
y la comparación de las dos riberas materiales ó físicas, con el océano inmaterial
en medio, probará algo contra los cartesianos, que suponen el alma accidentalmente
unida al cuerpo, y encerrada aquélla en su oficina cerebral como un telegrafista en
su estación; pero nada absolutamente contra nosotros los escolásticos, para quienes
el a l m a e s l a f o r m a s u b s t a n c i a l d e l c u e r p o , c o n el c u
a l s e f u n d e y al cual compenetra y anima en sus partes t o d a s , sin l a g
u n a s , ni s a l t o s d e n i n g ú n g é n e r o . Sin pensarlo ni quererlo, la
Fisiología moderna viene diariamente con sus descubrimientos en ayuda de la
Filosofía escolástica.
35°

Segunda sección de la Psicología racional


L E C C I Ó N XXV
NATURALEZA DEL ALMA HUMANA

210. Atributos e s e n c i a l e s del a l m a . — S e entiende por atributo todo


lo que puede predicarse, es decir, afirmarse ó negarse de una substancia. L o s
atributos son accidentales cuando su desaparición no afecta á la existencia de la
cosa, y esenciales cuando con ellos pierde "su ser. Por eso la'íntima naturaleza de
un ser se determina por.sus atributos esenciales. E n rigor, á cuatro p u e d e n
reducirse los del alma humana, y son: substancialidad, simplicidad, espiritualidad
é inmortalidad; pero, c o m o implícitamente están contenidos la u n i d a d en la
substancialidad, la identidad é indivisibilidad en la simplicidad, y la
inmaterialidad y activid a d e n la espiritualidad, d e aquí q u e e n u m e r e m
o s l o s n u e v e seguientes: s u b s -
35'
tancialidad, unidad, simplicidad, indivisibilidad, inmaterialidad, espiritualidad,
i d e n t i d a d , a c t i v i d a d é i n m o r t a l i d a d , reservando el
estudio de este último para la sección oportuna .
1

341. S u l > s t a n c i a l i d a d . — E l alma r a c i o n a l s u b s i s t e e


n sí y p o r s í , p u e s l a conciencia acredita que no depende del c u e r p o ,
s i n o á la i n v e r s a ; l u e g o el a l m a es substancia. Por substancia
entendemos todo lo que está ó subsiste en sí y por sí; el alma, una vez creada,
subsiste en sí y por sí, como lo acredita la conciencia, que nos la presenta
siempre como sujeto, causa y principio de nuestras operaciones inorgánicas; luego
el alma humana es substancia. Por estar substancialmente unida al cuerpo, pudiera
creerse que el alma no subsiste en sí, sino en el organismo, ni por sí, sino que
depende del cuerpo; pero la experiencia acredita, por el contrario, que el cuerpo
es el supeditado al alma, y más adelante veremos que

D. Juan Manuel Orti y L a r a , en su Curso abre-

viado de Psicología, Lógica y ática (Madrid, 1895),


reduce á tres las propiedades esenciales del alma humana, y son: simplicidad,
espiritualidad é inmortalidad. '
352

hasta puede existir ésta sin aquél. Además, únicamente las substancias obran por
sí; el alma obra por sí: siendo principio primero de acción; luego el alma es
substancia. 343. U n i d a d . — S a b e m o s p o r la c o n ciencia que uno solo
y no dos ó más e s el s e r q u e e n n o s o t r o s s i e n t e , u n o el q u e
e n n o s o t r o s p i e n s a , u n o el q u e e n nosotros quiere, y que no
tenemos una alma para sentir, otra p a r a pensar y otra p a r a q u e r e r ; l u
e g o la u n i d a d es atributo del alma. Además, puesto que también lo es la
substancialidad, esta unidad no puede ser nominal ó abstracta, sino real,
substancial. E s doctrina del Doctor Angélico, que muchos individuos no pueden
componer un todo substancial sin algo que los una. Muchas almas no podrían, por lo
tanto, formar un hombre sin algo que las uniese. Este algo ha de ser cuerpo ó alma.
No puede ser cuerpo, porque el cuerpo más bien es unido que une, y la prueba está
en que, separado del alma, se descompone; luego tiene que ser alma. Pero en este
caso tendríamos ün alma más unida á las anteriores, y la dificultad queda sin
resolver, pues no es posible proceder así hasta el infinito. Luego necesario es
convenir en que el alma humana es esencialmente una.
353
343. S i m p l i c i d a d . — S i m p l e es lo q u e c a r e c e d e p a r t e
s ; el alma n o las tiene ni e n o r d e n á la c a n t i d a d , p o r q u e n o c
o n s t a d e p a r t e s integrantes, ni en p a r t e s integrantes p u e d e
resolverse; ni en orden á la e s e n c i a , p o r q u e t a m p o c o c o n s t a
d e varios principios constitutivos, materia y forma, por ejemplo, pues entonces
sería s u b s t a n c i a c o m p l e t a ; l u e g o el a l m a 1 h u m a n a e s
simple . I.° E s simple en cuanto á la cantidad, como se infiere de su triple acto
de percibir, de comparar y de reflexionar: d) porque si fuera extensa no percibiría
los cuerpos, pues una cosa extensa, por medio de sus partes ó elementos, percibiría
los elementos ó partes correspondientes del objeto; pero cada parte del sujeto que
percibe no podría percibir todo, el objeto, percibido, y p o r consiguiente,

No se confunda la simplicidad metafísica, que consiste en la carencia de partes,


con la física ó química, que consiste en que las moléculas componentes del cuerpo
sean todas de la misma naturaleza. El oro, la plata, el oxígeno, el hidrógeno,
etc., son, por ejemplo, cuerpos simples químicamente habla.ndo, pero compuestos en
sentido filosófico, porque son extensos y constan de partes.
1

23
3S4

todo el sujeto que percibe, tampoco tendría noticia de todo el objeto percibido; b)
porque experimenta á la vez muchas y diferentes sensaciones y percepciones,
comparándolas entre sí, lo cual no puede hacer un sujeto extenso, por carecer, al
sentir y percibir, de unidad indivisa; c) y porque el alma vuelve toda sobre sí
misma, contemplando sus afecciones y percepciones, y este poder de reflexión no lo
tienen los cuerpos. 2.° E s también simple en cuanto á la esencia, porque si
constara de varios principios constitutivos, por ejemplo, materia y forma: a) sería
una substancia completa, incapaz por. lo tanto de informar al cuerpo; b) y tendría
verdadera cantidad y extensión contra lo demostrado en el núm. i.° 344. Objeciones
contra la simplic i d a d . — C o n t r a la s i m p l i c i d a d d e l a l m a r
a c i o n a l s e o b j e t a q u e n a d a n o s d i c e la c o n c i e n c i a r
e s p e c t o á la s i m p l i c i d a d d e n u e s t r a a l m a ; q u e , a u n
q u e el a l m a f u e s e e x t e n s a , p o d r í a percibir en su totalidad l o
s o b j e t o s c o r p ó r e o s , s i e m p r e q u e e n el s u j e t o la p a r
t e q u e p e r c i b e c o m u n i c a s e á las d e m á s partes su p r o p i a p
e r c e p c i ó n ; q u e el s e n t i m i e n t o d e la u n i d a d é i d e n -
t i d a d p e r s o n a l e s t á d e s m e n t i d o p o r la e n f e r m e d a d
l l a m a d a neuropatía cerebrocardíaca, q u e h a c e c r e e r al e n f e r m o
q u e su y o se ha partido, convirtiéndose en o t r o ; q u e si s e d i f u n d e
p o r t o d o el c u e r p o , el a l m a e s e x t e n s a ; q u e p a r a m o v e
r l e t i e n e q u e t o c a r l e , y p o r lo t a n t o es m a terial; y p o r
último, que n a d a a r g u y e c o n t r a el m a t e r i a l i s m o l a s i m p
l i c i d a d d e l alma humana, pues también son simples los últimos elementos
materiales, llamad o s átomos. T o d o lo c u a l s e r e f u t a n o t a n d o q u
e , a u n q u e n o i n t u i t i v a , sí t e n e m o s i d e a d i s c u r s i v
a d e la s i m p l i c i d a d a n í m i c a ; q u e la c o m u n i c a c i ó n e n
t r e l a s p a r t e s d e l s u j e t o q u e p e r c i b e n o e x p l i c a la
p e r c e p ción u n a y total del objeto corpóreo;' q u e la n e u r o p a t í a c
e r e b r o - c a r d í a c a c o n f i r m a , e n v e z d e c o n t r a r i a r ,
el s e n t i m i e n t o d e la identidad personal, u n a é i n d i v i s a ; q u e
el a l m a ni o c u p a e s p a c i o ni t o c a al c u e r p o e x t e n s i v a s
i n o v i r t u a l m e n t e ; y q u e la simplicidad, tanto e x t e n sa c o m o
intensa, d e los á t o m o s no p r u e b a q u e l o s c u e r p o s p u e d e n s
e n t i r ni pensar. Estas objeciones son muchas, y únicamente en obras
fundamentales pueden exponerse y

355
35°
refutarse con la debida amplitud. Apuntaremos, no obstante, las de más fuerza y
arriba condensadas, resolviéndolas á continuación: 1. Nada nos dice la conciencia
respecto á la simplicidad de nuestra alma; luego no debemos admitirla.
Efectivamente, no tenemos idea intuitiva de la simplicidad anímica; pero si
discursiva, y la conciencia nos proporciona -los datos necesarios para adquirir
esta última mediante el razonamiento.
a

2. Aunque el alma fuese extensa, podría percibir en su totalidad los objetos


corpóreos, siempre que la parte del sujeto que percibe comunicase á las demás su
propia percepción. Nada se adelanta con la supuesta comunicación, pues entonces
tendríamos tantas percepciones simultáneas del objeto como, partes se admitan en el
sujeto, y porque los actos inmanentes son intransitivos.
a

3 . . Tampoco prueba nada el sentimiento de la identidad personal y de la unidad


indivisa de nuestra alma, pues las personas atacadas de neuropatía cerebro-cardiaca
creen que su y o se ha partido, convirtiéndose en otro. Esta dificultad es
contraproducente, pues si los enfermos de' la dolencia dicha advierten el cambio
operado en su manera de pensar y obrar, es porque su alma permanece una y la misma.
a
357
4L a substancia simple no puede ocupar espacio alguno; el alma se difunde por todo
el cuerpo; luego el alma es extensa. Cierto que las substancias simples no pueden
ocupar espacio alguno circunscriptivamente, es decir, cada parte de la substancia
su correspondiente parte de espacio, pues entonces serían extensas; pero sí operar
sobre determinado objeto, y en este sentido, es decir, como principio de vida, está
el alma en todo el cuerpo.
a

5E l alma toca al cuerpo, puesto que le mueve; es así que el contacto únicamente es
posible entre cosas extensas; luego el alma es extensa. Decimos lo mismo que en el
caso anterior. E l alma no toca al cuerpo por yuxtaposición inmediata de sus
respectivas superficies, como pueden tocarse dos objetos extensos, sino por virtud
ó influencia, para lo cual basta que la primera aplique su fuerza vivificadora y
motriz, enteramente orgánica, al segundo.
a

6. Nada arguye contra el materialismo la simplicidad del alma humana, pues también
son simples los últimos elementos de la materia, por lo mismo llamados átomos. Son
simples químicamente hablando, porque semejantes partículas invisibles tienen que
ser homogéneas; pero físicamente son compuestas, pues aunque no haya medio de
fraccionarlas, concebimos su
a
358

mitad, cuarta parte, etc. Nada se adelanta tampoco refugiándose en la teoría de


Boscowich y de Ampère, que supone á los átomos inextensos, pues tan incomprensibles
resultan la percepción y la sensación de la una como de la otra manera. 245.
Indivisibilidad é inmater i a l i d a d . — P o d e m o s p r o b a r la indivisib
i l i d a d d i c i e n d o : el a l m a e s s i m p l e , c o m o h e m o s p r o
b a d o e n el n ú m e r o a n t e r i o r ; l a simple carece de partes,
filosóficamente hablando, pues en sentido químic o los c u e r p o s simples
constan d e m o l é culas ó p a r t e s h o m o g é n e a s ; lo q u e n o consta
de partes no puede fraccionarse n i d i v i d i r s e ; l u e g o el a l m a e s i
n d i v i s i b l e . L a inmaterialidad es otro de los atributos esenciales del
alma humana, y nótese que no identificamos este atributo con el de la
espiritualidad, del que trataremos á continuación, porque material y espiritual,
aunque opuestos, no son términos exactamente contradictorios, como lo son material
é inmaterial, pues hay entes inmateriales, por ejemplo el alma de los brutos, que
no son espirituales. A s í entendida, la inmaterialidad del alma racional es un
simple corolario de la doctrina precedente. E n efecto, la m a t e r i a es e x t e
n s a , y toda e x t e n s i ó n
359
s u p o n e p a r t e s d i v i s i b l e s ; el a l m a e s s i m p l e é i n d i
v i s i b l e ; l u e g o el a l m a e s i n m a terial. 3 4 6 . E s p i r i t u a
l i d a d . — D e c i m o s que el a l m a e s e s p i r i t u a l , p o r q u e
espíritu e s t o d a substancia intrínsecamente distinta é i n d e p e n d i e n t
e d e la m a t e r i a , i n t e l i g e n t e y l i b r e ; y el a l m a r a c i o
n a l e s s i m p l i c í sima, inmaterial, inteligente, libre, y tanto más
independiente del c u e r p o , cuanto m á s ejercita sus potencias inorgánicas. \
E l alma inextensa, indivisible, simplicísima é inmaterial es enteramente distinta
de la materia; es también intrínsecamente independiente de ella, porque ejercita su
actividad intelectual sobre cosas superiores al orden sensible, como Dios, la
verdad, la bondad, la justicia, etc., y está, por último, dotada de entendimiento y
libertad, puesto que entendemos y queremos libremente; luego el alma es espiritual.
347. Objeciones contra la espiritualidad, basadas en que la materia puede pensar, y
el pensamiento dep e n d e del cerebro.—a) Sin fósforo, decía Moleschot, no hay
pensamiento; y demos-, trado está que el pensar fatiga al cerebro, aumenta su
temperatura y desgasta la substancia cerebral ó masa encefálica. De donde se
36o

sigue que el cerebro piensa, ó por lo menos toma parte en el acto de pensar; luego
el alma no es espiritual. A q u í se comete el sofisma; cum hoc ergo, propter hoc,
es decir: con esto luego por esto. No es verdad que el cerebro participa
intrínsecamente del pensamiento, y a que para explicar los hechos invocados por los
materialistas basta la cooperación extrínseca del cerebro. E n otros términos, n e
c e s a r i o , e s el cerebro para pensar, no c o m o instrum e n t o c o n el c u
a l s e p i e n s a , s i n o p o r q u e , c a r e c i e n d o el e n t e n d i m
i e n t o d e i d e a s i n n a t a s y n o p u d i e n d o s u f r i r el c o n t
a c t o d e las c o s a s e x t e r n a s m a t e r i a l e s , n e c e sita v e r
estas c o s a s en la fantasía ó p o r m e d i o d e la i m a g i n a c i ó n , d e
la c u a l e s órg a n o el c e r e b r o ; d e d o n d e s e s i g u e q u e l a s
i m á g e n e s ó f a n t a s m a s s o n p a r a el e n t e n d i m i e n t o c o
m o los c o l o r e s p a r a la vista .
1

b) Frecuentes son los asombrosos descubrimientos de las ciencias físico-químico-


naturales, gracias á los cuales sabemos, por ejemplo, que las vibraciones del éter
se transforman en luz. ¿No puede suceder de la misma manera que los movimientos
cerebrales se conviertan en
1

Principa di Filosofía, por Giovanni Rossignoli,

t.'I, p. II, c. I, San Benigno Canavesa, 1898.


361

pensamientos y voliciones? Entonces no podría inferirse lógicamente la


espiritualidad del alma racional, fundándose en sus potencias inorgánicas. Si, como
vimos en la lección X , no se explica la sensación por simples movimientos
moleculares del cerebro, menos comprensible es aún esta hipótesis materialista
aplicada al pensamiento y á la volición. N o s ó l o s o n distintas, sino hasta
antitéticas, las p r o p i e d a d e s del pensamiento y del m o v i m i e n t o m
o l e c u l a r ; p e r o , si n o lo f u e s e n , tendríamos conciencia, no del
pensamiento solo, sino también d e los m o v i m i e n t o s q u e lo p r o d u j e
s e n y d e c ó m o los c o n c e n t r a m o s e n un solo sujeto, c u a n d o las
p e r c e p c i o n e s son v a r i a s y simultáneas. c) A p n las mismas
potencias inorgánicas, entendimiento y voluntad, dependen de los sentidos, de la
imaginación y del cerebro, con lo cual se prueba que no son espirituales; es así
que en la espiritualidad de estas potencias nos apoyamos para demostrar la
espiritualidad del alma; luego el alma no es espiritual. L a s p o t e n c i a s i
n o r g á n i c a s n o d e p e n d e n absoluta é intrínsecamente d e las
orgánicas, p u e s p o r sí s o l a s t i e n e n v i r t u d m á s q u e s u f i c
i e n t e p a r a c o n v e r t i r lo m a t e r i a l y
3Ó2

sensible, q u e éstas les ofrecen, en espirit u a l é i n t e l i g i b l e ; p e r


o sí d e p e n d e n rela-

tiva y extrínsecamente, t a n t o q u e p a r a
p e n s a r , al m e n o s d u r a n t e s u u n i ó n c o n el c u e r p o , el a
l m a n e c e s i t a d e i m á g e n e s ó fantasmas. d) Locke se refugia en la
omnipotencia divina y dice: Dios que ha concedido á la materia la propiedad de
vegetar en las plantas y de sentir en los animales, ha podido del mismo modo
concederle la virtud de entender y raciocinar en el hombre. E n esta hipótesis hay
tanta superficialidad como ignorancia. Aunque como causa primera y más alta, Dios
lo gobierna y dirige todo, para el régimen del universo ha querido valerse de las
leyes y causas segundas, obra admirable de su sabiduría infinita; y no es la
materia la que vegeta en la planta, siente en el bruto y piensa en el hombre, sino
las formas substanciales respectivas, que, unidas' á la materia, la ponen en
condiciones de vegetar, sentir ó pensar, según sea la forma informante. Dentro,
pues, del orden natural por Dios establecido, es un absurdo sostener que la materia
cerebral piensa en el hombre; antes bien debe decirse que piensa la forma
^substancial humana, ó sea alma espiritual, utilizando al efecto los fenómenos
cerebrales.
363
31-8. O b j e c i ó n t o m a d a d e q u e h a y fuerzas y agentes naturales simp
l e s . — N o se confunda la espiritualidad con la simplicidad, aunque ambos
atributos están intimamente ligados, pues para que una substancia sea simple, basta
que carezca de partes integrantes, aunque por otro lado dependa de la materia, como
sucede con el principio vital de las plantas y el alma de los brutos; pero, para
que sea espiritual, se necesita que sea simple y además inteligente y libre, es
decir, que no sea material, ni de la materia dependa. Esto precisamente ocurre con
el alma racional, dotada de potencias inorgánicas, que con tanta más perfección
funcionan cuanto más se alejan y prescinden de lo corpóreo y orgánico. Las fuerzas
y agentes naturales, tales como la atracción, la electricidad, la luz, el
magnetismo, etc., son simples; luego de que el alma sea simple no puede lógicamente
deducirse que sea espiritual. E n p r i m e r l u g a r , l a s f u e r z a s y
agentes naturales, como intrínsecamente d e p e n d i e n t e s d e la m a t e r i
a , n o s o n simples, tanto que pueden fraccionarse intensiva, y a que no
extensivamente; y e n s e g u n d o lugar, a u n q u e lo fuesen, n o d a r í a n r
a z ó n b a s t a n t e d e la e s p i r i t u a l i d a d del alma, que, c o m o
hemos visto, no
364
debe confundirse con la simplicidad. 219. Identidad y actividad.—La identidad se
prueba diciendo, que uno y siempre el mismo es el principio que en nosotros piensa,
quiere y siente; uno y siempre el mismo el que informa nuestras operaciones todas,
tanto vegetativas como sensitivas é intelectivas; y una y siempre la misma es
nuestra alma, en medio de las mutaciones y cambios incesantes del cuerpo. S i en
todo tiempo y lugar, c o m o a c r e d i t a n la c o n c i e n c i a y la e x p e
r i e n c i a , el a l m a n o f u e s e l a m i s m a , n o n o s e x p l i c a r
í a m o s la m e m o r i a , n i la i m a g i n a c i ó n ; ni c o n c e b i r í a
m o s l a e x i s t e n c i a d e l a m o r a l i d a d , n i d e l a r e s p o n s
a b i l i d a d , ni a u n d e la s o c i e d a d m i s m a , siendo además
inútiles los consejos, las reflexiones y las leyes, é injustos los castigos y
recompensas; luego la identidad es atributo del alma. L a actividad anímica es de
experiencia individual y hasta de sentido común; y s e p r u e b a q u e el a l m a
h u m a n a e s activa p o r l a c o n c i e n c i a q u e l o d i c t a , la o b s
e r v a c i ó n q u e l o c o m p r u e b a , y p o r q u e e s p í r i t u
inactivo no se concibe.
365

Tercera sección de la Psicología racional


í^elaeiones entre el a l m a y el cuerpo

LECCIÓN

XXVI

D E L A UNIÓN E N T R E E L A L M A Y E L CUERPO

350. Realidad de la unión entre e l a l m a y e l c u e r p o . — L a realidad de


esta unión s e p r u e b a p o r m e d i o d e la observación, del sentido común y
del lenguaje, que nos dicen que en cada pers o n a h a y u n solo y o , el cual n o
s e c o m p o n e e x c l u s i v a m e n t e del alma ni e x c l u s i v a m e n t
e del c u e r p o , sino d e a m b o s y d e los d o s unidos en u n o solo. Que el
alma y el cuerpo están real y no aparentemente unidos, se prueba; a) por la
observación, que dice que nuestra es el alma que piensa y quiere, nuestro también
el cuerpo que está sano ó enfermo, paseando ó sentado; en la
366
duda, nuestras las dos tendencias que nos impelen en direcciones contrarias; en
todo caso que somos un ser casi doble, compuesto de un elemento interior y simple,
y de otro exterior y corpóreo; y que esta dualidad la atribuímos á un solo sujeto,
que obra y sufre á la vez, que se conoce, compuesto sí, pero uno, y que determina
en nosotros una sola persona; b) por el sentido común, que demuestra también esta
unidad, considerando á todo el hombre como causa única ó agente exclusivo de todos
sus actos y como el único responsable de ellos; c) y por el lenguaje que corrobora,
por último, la unidad dicha, atribuyendo al yo indistintamente los actos tanto
corpóreos (por ejemplo, y o salto, y o bebo), como anímicos (por ejemplo, y o
pienso, y o quiero), como los propios del cuerpo y del alma á la vez (por ejemplo,
y o padezco, y o gozo). E n pocas palabras, uno es el yo humano, y este y o no es
ni el alma, ni el cuerpo solos, sino los dos unidos. 251. Caracteres de dicha
unión. E s t a unión es substancial, p o r q u e ent r e el c u e r p o y el a l m
a c o m p o n e n l a s u b s t a n c i a h u m a n a ; n a t u r a l , p o r q u e
d e la unión resulta una sola naturaleza, que es la d e l h o m b r e ; y p e r s o
n a l , p o r q u e e s t a naturaleza es individual y racional.
367
Esta unión es: a) substancial, porque las partes unidas forman un solo ser llamado
hombre, que deja de existir ó muere cuando la. unión se rompe y el alma se separa
del cuerpo, cuya unión no hay que confundir con las uniones accidentales, que
Platón cita, entre el caballo y el jinete, el piloto y la nave, etc.; b) natural,
porque el alma y el cuerpo están de tal modo combinados entre sí, que resulta una
sola naturaleza, aunque doble ó compuesta de partes no confundidas, como doble y
una á la vez es, por ejemplo, el agua químicamente considerada; c) y personal,
porque de la combinación entre el alma y el cuerpo resulta una sola substancia
individualy racional,que es p r e cisamente lo que compone la persona .
1

Esta unión substancial no destruye la distinción esencial existente entre el cuerpo


y el alma, porque de aquí no resulta la unidad propia de las substancias simples y
completas, sino la unidad de las substancias compuestas é incompletas, pues
conviene no olvidar que el compuesto humano se compone de dos de estas últimas, que
son el alma y el cuerpo. Nihil est aliud persona, dice Santo Tomas, quam rationalis
natura, individua substantia.—Summ. The.,
1

III p., quaest. 2, art. 2 .


368
353. Unidad del principio vital h u m a n o , p r o b a d a «a p r i o r i » . — V
e n i mos reconociendo en el hombre operaciones vegetativas, sensitivas é.
intelectivas, y tanto los fisiólogos como los filósofos, todos admiten su
existencia. No coinciden, sin embargo, respecto al número y calidad de los
principios productores de dichas funciones vitales. H a y quien las atribuye todas
ellas, incluso el entender, á las fuerzas generales de la materia organizada, y
reciben el nombre de organicistas. Suponen otros en el hombre un doble principio
vital, distinto de la materia, el alma como principio de las operaciones sensitivas
é intelectivas, y la vida como principio de las operaciones vegetativas, y reciben
el nombre de vitalistas. Por último, con Aristóteles y Santo Tomás, sostienen los
escolásticos que el alma racional es el principio único y el mismo de todas y cada
una de las operaciones vitales humanas, vegetativas, sensitivas é intelectivas,
tesis que puede probarse .a priori y a posteriori. A priori, notando que la
unidad^ubstancial, natural y personal del hombre es incompatible con la pluralidad
de almas ó principios vitales. E n efecto, si a d e m á s d e l a l m a r a c i o
nal admitiésemos otra cualquiera distint a , v e g e t a t i v a ó s e n s i t i v
a , el h o m b r e p e r -
369

dería su unidad natural y personal, d e j a n d o d e s e r una n a t u r a l e z a


e s p e c í f i c a y una p e r s o n a . E s así q u e ni l a r a z ó n ni el s e
n t i d o c o m ú n r e c o n o c e n e n el h o m b r e diferentes naturalezas,
esto es, distintas s u b s t a n c i a s c o m p l e t a s , e s p e c í f i c a
s , independientes (considerándole, por ejemplo, c o m o planta, c o m o animal y c
o m o racional); luego no p u e d e ser mas q u e u n o y el m i s m o el p r i n c
i p i o v i t a l h u mano. 253. E l alma es principio único, no sólo de las
funciones intelectivas, sino también y simultáneam e n t e d e l a s s e n s i t i
v a s . — A posteriori podemos demostrar también que el alma racional es principio
único, tanto de las operaciones intelectivas como de las sensitivas, lo mismo de
las operaciones intelectivas y sensitivas que de las vegetativas. Para probar la
primera parte de esta proposición, utilizamos las consideraciones que siguen: a) L
a u n i d a d d e la c o n c i e n c i a intern a e s l a m e j o r p r u e b a d e
la u n i d a d d e l principio d e las o p e r a c i o n e s intelectivas y
sensitivas, pues claramente nos dice q u e u n o y el m i s m o e s el s u j e t o
q u e e n n o s o t r o s e n t i e n d e y s i e n t e : Ipse ídem homo
a
4
37°
est qui percipit ~se intelligere et sentiré, dice Santo Tomás. b) P r u e b a n
también dicha u n i d a d las muchas y recíprocas conexiones existentes e n t r e
la p o t e n c i a intelectiva y la s e n s i t i v a , pues cuando las operaciones
de los sentidos son muy intensas, impiden el ejercicio de la inteligencia; el
entendimiento busca y encuentra los elementos inteligibles en las cosas sensibles,
y la experiencia de los sentidos y la fantasía facilitan las operaciones
racionales. c) L a m i s m a p u g n a q u e n o t a m o s á v e c e s e n t r e
las p o t e n c i a s i n f e r i o r e s s e n sitivas y las s u p e r i o r e s
intelectivas, p r u e b a t a m b i é n n u e s t r a t e s i s , porque no
batallarían entre sí des sujetos distintos que llevasen rumbos diferentes, pues
cada uno podía satisfacer sus apetitos independientemente del otrO, sino que la
lucha se entabla entre las inclinaciones de un mismo sujeto hacia bienes opuestos,
que nos solicitan en direcciones contrarias. 354. I g u a l m e n t e lo es de las
veg e t a t i v a s . — Q u e no solamente preside y dirige las funciones
intelectivas y sensitivas, sino también y simultáneamente las vegetativas, se
prueba así:
• -

37i

a) L a s funciones vegetativas tienen necesaria conexión de dependencia con las


funciones intelectivas y sensitivas. L a nutrición, por ejemplo, empieza por la
tendencia del apetito sensitivo hacia los alimentos; vienen luego la prehensión,
masticación y deglución, y todos estos actos, espontáneos unas veces y voluntarios
otras, pertenecen á la facultad motriz. Frecuentemente la misma respiración es
voluntaria. b) A f i r m a n los fisiólogos q u e los n e r v i o s mixtos, esto
es, aquellos que contien e n fibras s e n s i t i v a s y m o t r i c e s , i n t e
r v i e n e n e n la r e a l i z a c i ó n d e las f u n c i o n e s v e g e t a t
i v a s ; s o b r e el s i s t e m a n e r v i o s o e j e r c e e l alma
influencia indudable; l u e g o las funciones v e g e t a t i v a s s e e j e r c i
t a n t a m b i é n b a j o la a c c i ó n é influjo d e l alma. c) P r u e b a n
igualmente nuestra tesis las múltiples r e l a c i o n e s d e p e r f e c c i ó
n , duración, subordinación é influencia r e c í p r o c a q u e e x i s t e n
entre la v i d a s e n s i t i v a ó a n i m a l y la v e g e t a t i v a ú o r g á
n i c a . Nadie ignora, v. gr., cuan grande es la influencia de las pasiones, de la
imaginación y de las mismas operaciones intelectuales en las funciones digestivas,
en ciertas secreciones, en
372

la circulación y en los movimientos automáticos de las visceras . d) Que el


principio sensitivo y el vegetativo son uno solo, se demuestra, por último,
observando la admirable conexión armónica que existe entre los órganos vegetativos
y sensitivos, de lo cual resulta un solo, aunque variado, sistema orgánico.
1

355. Objeción basada en q u e las funciones vegetativas son inconsc i e n t e s . —


S e reduce á decir, que mal p u e d e n s e r las funciones o r g á n i c a s o b r
a del alma racional, cuando no tenemos conciencia alguna d e e l l a s , n i el m e
n o r imperio s o b r e s u e j e r c i c i o . " L a d i f i c u l t a d es más
especiosa que verdadera. D e a l g u n o s a c t o s v e g e t a t i v o s , c o m
o la p r e hensión, masticación y deglución de los a l i m e n t o s , l a s p a l
p i t a c i o n e s del c o r a z ó n , el r i t m o r e s p i r a t o r i o , el p
u l s o f r e c u e n t e , las digestiones laboriosas, etc., t e n e m o s
conciencia propia más ó menos complet a y c l a r a , y si d e la m a y o r p a r t
e n a d a s a b e m o s , e s p o r q u e el C r i a d o r p r u d e n temente ha
querido que dichas funciones
1

Institutiones Philosophies, por Tongiorgi,. t. III,.


63-66.

páginas
373
n o nos ocupen y preocupen con perjuicio d e las sensitivas é intelectivas, q u e s
o n m á s i m p o r t a n t e s . Tampoco es exacta la segunda parte de la
objeción, pues los anales médicos registran multitud de casos en contrario*
Feuchsterleben habla de un hombre que podía, á voluntad, hacer salir una
inflamación erisipelatosa en cualquiera parte de su cuerpo; de personas que han
llegado á convertir su corazón en órgano voluntario, y de salvajes que se mueren
sin otra causa que la de proponérselo firmemente. V i r e y refiere que algunos
paralizan, con sólo quererlo, cualquiera de sus miembros, que otros sudan cuando se
les antoja, etc. Notorio es, por último, que algunos han muerto de alegría, como
Diágoras, Sófocles y León X ; otros de risa, como Zeuxis'y Chrysipo, y muchísimos
de pena. Queda, pues, suficientemente probada la unidad del principio vital en el
hombre, doctrina que, con los Santos Padres, profesó siempre la Iglesia Católica y
confirmó Pío I X , de feliz memoria .
1 2 3

*
5

Higiene del alma. Higiene filosófica.

E n su Breve al Obispo Wratislaviense de 30 de Abril de 1860.


374
356. T e o r í a h y l e m o r l i s t a . — Con e s t e n o m b r e s e c o n o c
e la t e o r í a d e la m a t e r i a y d e l a f o r m a , iniciada por Platón,
desenvuelta por Aristóteles y defendida por San Agustín, Santo Tomás y todos los
escolásticos, s e g ú n l a q u e t o d o c u e r p o s e c o m p o n e d e materia
prima, actuada por una forma substancial cualquiera.
1

357. D e la materia prima y seg u n d a . — M a t e r i a prima e s a q u e l l a s


u b s tancia incompleta é insubsistente, pero real, inengendrable, incorruptible,
absolutamente informe é indeterminada, pero determinable, de que como elemento
primordial se c o m p o n e n todos los cuerp o s y q u e s e p r e s e n t a á la
c o n s i d e r a c i ó n d e nuestro espíritu c o m o p u r a potencia subjetiva y
pasiva, dispuesta siempre á dejarse actuar por u n a forma substancial. Esta
concepción escolástica únicamente se comprende comparándola á la materia cósmica
enrarecida hasta el punto de merecer el nombre de caos; pero no es lo mismo,
porque, por informe que nos imaginemos el caos, necesariamente ha de estar actuado
por alguna forma.

Del griego kyle, materia, y morfhe, forma.


375
Materia segunda es la a c t u a d a una forma cualquiera. por

358. D e las formas substancial y a c c i d e n t a l . — F o r m a substancial es


a q u e lla e n t i d a d simple, insubsistente, i n c o m pleta, pero real, aquel
principio determin a n t e en c u y a v i r t u d la m a t e r i a p r i m a p a s
a d e l a p o t e n c i a s u b j e t i v a p a s i v a al a c t o , q u e d a n d
o a s í d e t e r m i n a d a la e s e n cia de una substancia corpórea, complet
a , s u b s i s t e n t e y c o m p u e s t a , c o m o lo e s t o d o c u e r p
o . L a concepción más aproximada á la antigua forma es la moderna fuerza. S i la f
o r m a d e t e r m i n a e n u n s e r e s t a ó aquella naturaleza, se llama
substancial, y si é s t a ó a q u e l l a m o d i f i c a c i ó n , f o r m a
accidental. L a forma substancial no puede ser mas que una en cada ser; pero caben
juntas varias formas accidentales, porque, aunque cada cosa tiene una sola esencia,
puede tener y tiene múltiples cualidades. Algunos escolásticos admitían en los
cuerpos formas subordinadas y hasta forma cadavérica en los organismos muertos; y
todos afirmaban que las formas de los cuerpos, tanto de los minerales como de los
vegetales y animales, educuntur expotentia inateriae, se sacan de la potencia de la
materia, esto es, son pro-
376
ducidas en la materia, que concurre subjetivamente á su producción, según la
potencia natural que tiene de recibirlas. Exceptúase el alma humana, forma
substancial, pero independiente del cuerpo. Los ángeles son puras formas, y Dios la
forma de las formas. 359. £ 1 alma es forma substanc i a l d e l c u e r p o . — S
e prueba diciendo: si el a l m a r a c i o n a l e s p r i n c i p i o p r i m e r
o y ú n i c o d e t o d a s las o p e r a c i o n e s h u m a nas, tanto
intelectivas c o m o sensitivas, apetitivas, vegetativas y locomotivas, y el p r i
m e r principio y fuerza d e t e r m i n a n t e d e las o p e r a c i o n e s d e
un sujeto s e llama forma substancial del mismo, claro e s q u e el a l m a r a c i
o n a l e s la forma substancial d e l c u e r p o h u m a n o . Esta es la
doctrina de Santo T o m á s definida por Clemente V. en el Concilio ecuménico de
Viena ( 1 3 1 1 ) , renovada por León X ( 1 5 1 3 ) e n el Lateranense V ,
confirmada por Pío I X , de feliz memoria, en sus Letras* al Cardenal Arzobispo de
Colonia, condenando los errores de Günther y en
1 2 3

Contr. Gent., lib. II, cap. 57. In Clementina, I. Sesión 8, In Bulla Leonis X. *
Eximiam tuam, 13 de Junio de 1857.
1 5

'
377
otras al Obispo de Breslau contra los de Baltzer y recomendada también por León X I
I I al restaurar la filosofía tomista. Esta proposición es corolario de todo lo
anteriormente dicho, porque si el alma racional es principio único de todas las
operaciones vitales del hombre, según hemos demostrado, necesariamente el alma
tiene que ser forma substancial del cuerpo. Decir que el alma es forma informante
del hombre ó forma substancial del cuerpo, equivale á sostener que, en el hombre,
el alma es el primer principio constitutivo de su vida, de su humanidad, de sus
potencias, de sus facultades y de sus operaciones. Preciso es no olvidar que la
forma substancial hace á la cosa informada una, subsistente, determinada en su ser,
siendo además principio y raíz de sus propiedades y actividad toda. Demostrado
queda que el alma racional es principio único de todas las operaciones vitales
humanas, y por lo tanto raíz y fuente primera, no sólo de sus operaciones propias
como espíritu (que se reducen á entender y querer), sino también del sentir,
vegetar y moverse, operaciones corporales ú orgánicas. Ahora bien, todo lo que es
primer principio y fuente primera de
1 d

Dolore haud mediocri, 31 de Abril de 1 860.


37»
las operaciones de un sujeto es forma substancial del mismo, pues es una verdad
inconcusa que toda operación corresponde á la naturaleza del operante, y la
existencia en acto del sujeto queda determinada por el primer principio dicho.
Luego el alma intelectiva es forma substancial del cuerpo humano.
379

LECCIÓN XXVII
TEORÍAS LA UNIÓN ENTRE EN MODERNAS EL QUE PARA EXPLICAR Y LUGAR

ALMA Y EL CUERPO, EL ALMA RESIDE

360. Teorías ideadas por los filósofos p a r a explicar la u n i ó n e n t r e el a


l m a y e l c u e r p o . — O l v i d a d a la antigua y ortodoxa doctrina acerca
de la unión substancial entre el alma y el cuerpo, dedicáronse los filósofos á
discurrir acerca del puente para pasar de la primera al segundo y establecer el
llamado comercio entre aquellas dos substancias incompletas que, aunque distintas,
no viven separadas, ni componen mas que un solo ser substancial, el hombre. Para
explicar dicho comercio inventaron varias teorías. L a s p r i n c i p a l e s s o
n c i n c o : 1 . , la d e l a s . c a u s a s o c a s i o n a l e s ; 2 . , la d e
l a a r m o n í a p r e e s t a b l e c i d a ; 3 . , l a d e l influjo f í s i c o
; 4. , la del m e d i a d o r plástico, y 5. , la del sentimiento corpóreo
fundament a l . Diremos algo de cada una de ellas. 3 6 1 . C a u s a s ocasionales.
—Descartes
A A a a a
3

8o

que la inventó y Malebranche que la sigue, sostienen que, por carecer de actividad
verdadera las causas naturales ó segundas, ni el alma obra sobre el cuerpo, ni el
cuerpo sobre el alma, sino que con ocasión de las determinaciones de uno y otro,
Dios es quien produce en ellos los actos correspondientes. Esta teoría, a) parte de
un supuesto falso, á saber: que la unión entre el alma y el cuerpo es inconcebible
é inexplicable; b) se funda en una mera hipótesis no comprobada; c) niega la unión
substancial y el vínculo intrínseco y real entre el alma y el cuerpo; d) despoja de
toda verdadera actividad á las substancias creadas, preparando así el camino al
panteísmo; e) anula indirectamente el libre albedrío; f) y pretende explicar por un
milagro continuo los hechos ordinarios de la naturaleza. E n menos palabras:
Descartes y Malebranche niegan act i v i d a d v e r d a d e r a á las c a u s a s
n a t u r a l e s ó segundas, y suponen que Dios, con o c a s i ó n d e las d e t e
r m i n a c i o n e s d e l a l m a , e j e c u t a e n el c u e r p o l o s m o v
i m i e n t o s c o r r e s p o n d i e n t e s . E s t a t e o r í a e s falsa, p
o r q u e se funda en u n a hipótesis n o c o m p r o b a d a , n i e g a la unión
substancial e n t r e el a l m a y el c u e r p o , y a n u l a i n d i r e c t a m
e n t e el libre albedrío.
38i

363. Armonía preestablecida.— Leibnitz, que inventó esta teoría, concede actividad
esencial á las causas segundas, esto es, á las criaturas, y supone que sin que
medie acción recíproca alguna entre el alma y el cuerpo, los cuales operan
independientemente el uno del otro, y por haberlo así establecido el Criador antes
de juntarlos, de tal manera se corresponden sus modificaciones recíprocas, marchan
tan acordes, con tal armonía, que parecen dos relojes distintos, marcando constante
y exactamente la misma hora. Como la anterior, esta teoría, a) parte de un supuesto
falso; b) se funda en una hipótesis no comprobada; c) niega la unión real entre el
alma y el cuerpo, reduciéndola á unión ideal, que no tiene existencia mas que en la
mente del Criador; d) destruye el libre albedrío; é) y conduce á todos los delirios
del idealismo transcendental. E n resumen: p a r a L e i b n i t z , e l a l m a y
el cuerpo operan independientemente, p e r o acordes, en virtud d e u n a armonía p
e r f e c t a , e s t a b l e c i d a d e a n t e m a n o p o r el C r i a d o r .
T a m b i é n esta teoría es falsa, p o r q u e , c o m o la a n t e r i o r , s e
f u n d a e n u n a hipótesis gratuita, niega la unión s u b s t a n c i a l , y d
e s t r u y e el l i b r e a l b e d r í o . 363. I n f l u j o f í s i c o . — I d
e a d a por Eule-
3 »2

ro y sostenida por Locke y secuaces, esta teoría explica la unión entre el alma y
el cuerpo como simple resultado de la acción física 6 influencia recíproca que
ejerce el uno sobre el otro; por cuyo motivo, á ciertas afecciones anímicas
corresponden determinados movimientos corporales, y á la inversa. E l error capital
de esta teoría consiste en reducir á mera unión accidental la que hay entre el alma
y el cuerpo, que, como vimos, es substancial. De donde resulta, que no uniéndose el
alma al cuerpo como forma y por comunicación del propio ser, estos dos principios
permanecen substancialmente distintos é independientes, formando cada uno de ellos
una substancia completa y perfecta, lo cual es absurdo. Sin incurrir, en un
materialismo grosero¡ no se concibe tampoco que el cuerpo, no informado por el
alma, y material como es, pueda influir físicamente sobre el alma, que és
inmaterial. E u l e r o y L o c k e , al s o s t e n e r l a i n fluencia f í s i c
a y r e c í p r o c a e n t r e el a l m a y el c u e r p o , c o n v i e r t e n e
n a c c i d e n t a l l a unión substancial de dichos c o m p o n e n t e s h u m a
n o s y s e i n c l i n a n al m a t e r i a lismo. 2GÍ. M e d i a d o r plástico.—
Aunque nada referente al asunto se encuentra en sus
383
obras, se atribuye á Cudworth la teoría llamada del mediador plástico, substancia
material é inmaterial á la vez, que por la parte material comunica con el cuerpo y
por la inmaterial con el alma. Este mediador plástico, semejante á los espíritus
animales 6 al médium espiritista, ni explica nada ni hay tampoco la más remota
probabilidad de que exista. E n esta teoría, además, ni siquiera se ha sabido
plantear la cuestión, pues no se trata de explicar cómo lo material obra sobre lo
material y lo inmaterial sobre lo inmaterial, sino lo material sobre lo inmaterial
y viceversa, esto es, el cuerpo sobre el alma y el alma sobre el cuerpo. E l
supuesto mediador plástico, atrib u i d o á C u d w o r t h y s e m e j a n t e á
los e s p í r i t u s a n i m a l e s ó al médium d e los e s p i r i t i s t a s ,
ni e x p l i c a n a d a n i p u e d e admitirse, por ser completamente imaginario.
265. Teoría del sentimiento corpóreo fundamental.—Rosmini hace c o n s i s t i r la
u n i ó n e n t r e el a l m a y el c u e r p o en aquella sensación p e r m a n e
n t e q u e la p r i m e r a tiene del s e g u n d o ; p e r o e s t o n a d a e x
p l i c a : a) p o r q u e u n a s e n s a c i ó n e s el e f e c t o d e la u n i
ó n , n o s u c a u s a ; b) porque para que el cuerpo fuese sentido por
384
el alma, debía causar en ella una impresión, y , como dice Santo Tomás, «nada
corpóreo puede imprimirse en cosa incorpórea»; c) porque si la unión del cuerpo con
el alma consistiese en sentirlo, esta unión cesaría en los casos de anestesia, de
sueño profundo, de deliquio, parálisis, etcétera; y d) porque tal unión no podría
darse en aquellas partes del organismo que son insensibles, como las uñas, los
nervios motores, los puntos de la piel que el compás de W e b e r ha reconocido
como insensibles, y la misma masa encefálica, que tampoco es sensible .
1

266. Del lugar donde reside el a l m a . — A u n q u e • por Cicerón sabemos que


los antiguos filósofos griegos trataron también esta materia, completamente
orillada estaba esta ridicula cuestión hasta que la resucitó Descartes como una
consecuencia lógica de la substancial separación que supuso entre el alma y el
cuerpo. Según el iniciador. de la Filosofía moderna, el alma, en su calidad de
simple, es un punto y tiene que ocupar algún órgano del cuerpo. E n su
consecuencia, colocáronla unos en la glándula pineal, otros en la masa encefálica,
éste en las membranas del cerebro, aquél en el fluido magnético, en el nervioso, en
la sangre,
1

Ob. cit. de Rosignoli, v. I, págs. 262-63.


385
en el corazón y hasta en el bajo vientre. Tan peregrinas opiniones provienen todas
de haber negado la unión substancial entre el alma y el cuerpo, olvidando que
aquélla es forma substancial de éste, y por lo tanto, que no puede menos de estar
tota in tote corpore vívente humano, et tota in qualibet efus fiarte, toda en todo
el cuerpo viviente humano y toda en cada una de las partes del cuerpo, como decían
los escolásticos. A n t e todo conviene advertir que el alma, substancia
simplicísima y espiritual, no puede residir en un punto, ni ocupar lugar como los
cuerpos extensos; pero, para que obre, preciso es que esté allí donde se nota su
acción. Ahora bien; puesto que el alma racional es el único principio vital del
hombre, no podríamos llamar vivas mas que á las partes del cuerpo que estén
informadas por el alma. E s así que todos los órganos del cuerpo son vivos, puesto
que todos ellos están animados; luego el alma racional tiene que penetrarlos á
todos necesariamente, y ha de estar, por lo tanto, en todo el cuerpo. E l mismo
razonamiento podemos hacer partiendo de la sensación. E x p e r i mentamos ésta en
todo el cuerpo: es así que un ser no puede sentir en donde él no está, y por otra
parte, que un ser simplicísimo como
2

5
386
lo es el alma no puede hallarse en lugar alguno mas que con la totalidad de un ser;
luego el a l m a n o r e s i d e e n l u g a r a l g u n o d e l c u e r p o á la m
a n e r a d e las cosas e x t e n sas y materiales; p e r o , c o m o d e c í a n
los escolásticos, está t o d a ella en t o d o el c u e r p o v i v i e n t e h u m
a n o , y t o d a ella e n cada una de sus partes. 36T. Refútese la objeción de que
r e s i d e e n e l c e r e b r o . — C o n t r a la afirmación escolástica se
objeta que el alma reside en el cerebro, porque allí advertimos el laboratorio de
la actividad intelectual, allí están también los centros psico-sensoriales, y al
cerebro confluye por conducto de la médula espinal todo el sistema nervioso, de
manera que, interrumpida la comunicación entre el cerebro y los órganos de los
sentidos, no es posible sentir, ni casi p e n s a r . — E l c e r e b r o e s , sin
d i s p u t a , el instrumento ú órgano principal d e que s e s i r v e el a l m a
p a r a o b r a r s o b r e el c u e r p o ; p e r o e s t o n o q u i e r e d e c
i r q u e s e a el único, pues para sentir, p. ej., tan necesarios son los centros
psico-sensoriales, como los nervios sensitivos, como los órganos periféricos. L a
vida, además, no está circunscripta á p a r t e a l g u n a d e l c u e r p o , ni
c o n c e n t r a d a e n d e t e r m i n a d o ó r g a n o , y puesto que el
387
único principio vital existente en el hombre es el alma, claramente se advierte que
el alma está en todas las partes vivas ó animadas, es decir, en todo el cuerpo.
Esto no obsta para que el cerebro sea el laboratorio central de la actividad
anímica, porque no es posible pensar sin fantasmas ó imágenes, y localizada está la
imaginación en los hemisferios cerebrales. 268. Refútese la objeción de q u e por
ser simple, no puede estar á la v e z e n t o d o e l c u e r p o . — S i e n d o
el alma simple, ¿cómo ha de estar toda en todo el cuerpo y toda en cada parte?—Esta
dificultad nace de imaginarnos al alma como substancia corpórea, aunque sutilísima.
Si fuese material, por más que constase de un solo átomo, necesariamente ocuparía
un lugar determinado, y á la vez no podría estar en otra parte; pero la s i m p l i
c i d a d d e l a l m a n o s e o p o n e á q u e e s t é d i f u n d i d a p o r t
o d o el c u e r p o , p u e s no se trata aquí d e difusión formal c o m o la d e
los c u e r p o s , s i n o virtual como l a d e l o s e s p í r i t u s ; es
decir, el alma está y no puede menos 'de estar en todas aquellas partes del cuerpo
en donde advertimos su virtud animadora. E l hecho es indudable, y si claramente no
comprendemos cómo se verifica, menos comprenderíamos aún la acción del alma
388
encarcelándola en determinada célula del cerebro. 369. R e f ú t e s e la objeción
de q u e cada parte del cuerpo resultaría un v e r d a d e r o h o m b r e . — S i
el alma no sólo está toda en todo el cuerpo, sino que está también toda en cada una
de las partes del cuerpo, estas partes, que constan de cuerpo y de alma racional,
son verdaderos compuestos substanciales, y por lo tanto, hombres perfectos. A la
vista salta, que cuando los escolásti-

cos afirman que el alma está toda en cada una de las partes del cuerpo, significan
que allí opera con toda su virtud animadora, dotando á la parte en cuestión

de las energías necesarias para que efectúe sus funciones propias, y que allí está
como en una parte del hombre, no como en un todo separado é independiente de otro
ser, pues lo contrario equivaldría, á suponer que la cabeza, la mano ó el pie del
hombre, por ejemplo, componían por sí solos y cualquiera de ellos todo el hombre.
389

L E C C I Ó N XXVIII
PRINCIPALES ESTADOS PSICO-FISIOLÓGICOS Y PSICO-

PATOLÓGICOS

370. Enumeración de los princip a l e s e s t a d o s d i c h o s . — L o s más imp


o r t a n t e s s o n : el s u e ñ o , el s o n a m b u l i s m o , el h i p n o t
i s m o , la a l u c i n a c i ó n , y l a locura. 371. Del sueno psicológicament e
. —Psicológicamente c o n s i d e r a d o , consiste el s u e ñ o en la anestesia i
n c o m pleta y temporal del sistema nervioso, y e n la s u s p e n s i ó n ó d i s
m i n u c i ó n d e l a a c t i v i d a d i n t e l e c t u a l . Los psicólogos y
fisiólogos modernos poco ó nada han adelantado en sus explicaciones filosóficas del
sueño, con lo que se prueba la excelencia de la filosofía escolástica, cuyos
doctores profundizaron tanto las materias todas, que á pesar de los descubrimientos
modernos, sus opiniones sobre el sueño son aún la última palabra. Sostienen los
escolásticos que el sujeto del sueño es el sentido común, ó conciencia sensitiva, á
la que hemos
39°
dado nosotros el nombre de sensorio común; su causa formal, impeditio et ligatio
sensuus communzs, es decir, la anestesia del sentido interno; su causa eficiente
próxima, ó causa fisiológica, la obstrucción de los nervios por los v a pores ó
humores condensados en el cerebro, y su causa final el descanso del animal y
restauración de su actividad primera. Examinemos la marcha de las facultades
sensitivas é intelectuales mientras se duerme. Respecto á las primeras, nótese que,
como resultado inmediato de la anestesia parcial del sistema nervioso, se embotan
los sentidos, de donde procede que no oigamos los ruidos pequeños, ni percibamos
olores, etc.; pero sin que esto sea obstáculo para que todas las impresiones
exteriores, que no son bastante intensas para hacer cesar el sueño, se transmitan
al cerebro y hagan nacer en el espíritu ilusiones, ensueños incoherentes, imágenes
y escenas que vemos, sin poder rectificarlas ni colocarlas en su puesto por la
intervención razonada de la conciencia y de la voluntad. E s decir, durante el
sueño, el mundo exterior ejerce acción real sobre el alma, las comunicaciones no
están cortadas; pero la impresión orgánica y la vibración cerebral que de ellas
resulta, hacen nacer imágenes, sensaciones y pensamientos que la
39i

voluntad no puede modificar. Respecto á las funciones intelectivas, conviene


advertir que el espíritu puede continuar sus investigaciones durante el sueño;
puede hacer, sin saberlo, cálculos rápidos; puede coordinar ideas anteriores y
poner en juego todas las facultades de la imaginación: por eso demuestra la
experiencia que el alma, mientras dormimos, continúa con aptitud para ejercer las
funciones intelectivas más altas. Dante concibió el plan de su Divina Comedia
estando dormido; Voltaire compuso soñando un canto de la Enriada; Tartini oyó en
sueños su célebre sonata del Diablo, y la escribió al despertar. Estos hechos, y
aun la mayor lucidez de la inteligencia durante el sueño, se explican sin
dificultad. E n estado de vigilia, mil causas exteriores distraen y perturban la
atención, el mundo que nos rodea obra por el intermedio de los sentidos sobre el
cerebro y debilita el poder del espíritu con las diferentes excitaciones que
produce en el sistema nervioso. L o contrario sucede durante el sueño: el espíritu
se encuentra delante de la idea que le ocupa, sin impresiones externas que le
distraigan de su contemplación, en un estado semejante al éxtasis. Con las imágenes
de objetos sensibles acaece lo mismo que con las ideas. Dichas imágenes preséntanse
durante el sueño con tan
392

poderoso relieve, que hasta creemos en la realidad objetiva de lo soñado. 373. D e


l sueño fisiológicamente. F i s i o l ó g i c a m e n t e h a b l a n d o , c o n s
i s t e el s u e ñ o , s e g ú n todas las probabilidades, e n el e f e c t o q u e
l a s b a s e s o r g á n i c a s , l l a m a d a s leucomainas, fabricadas durante
la vigilia, p r o d u c e n en los c e n t r o s n e r viosos. L a causa que
produce el sueño ha preocupado á los sabios de todos los tiempos, y especialmente á
los psicólogos y fisiólogos modernos, los cuales han ideado numerosas hipótesis
para explicar el sueño, no viendo unos en este estado psico-fisiológico mas que una
simple función vegetativa, cuyo órgano es el gran simpático, y explicándoselo otros
por variadas y diferentes causas, tales como la humedad y sequedad del cerebro, la
dilatación de los ventrículos, la disminución del calor animal, la explosión
ocasionada por las combinaciones de las dos electricidades negativa y positiva, el
ataque epiléptico cuotidiano, la congestión periódica de los centros cerebrales, y
por último, la anemia cerebral. Los diversos experimentos de los fisiólogos
modernos no han conseguido resolver la cuestión; sin embargo, los estudios de
Rosenthal, Rancke, Preyer, Binz y Armand
393
Gautier, nos dan alguna luz sobre tan misterioso fenómeno. Especialmente el último
atribuye el sueño al efecto narcotizante producido en los centros nerviosos por las
bases orgánicas, llamadas leucomainas, substancias que ha conseguido extraer de las
carnes de mamíferos sanos. Estas substancias, que el cuerpo fabrica durante la
vigilia, pueden servir de explicación al sueño. Los efectos fisiológicos del sueño
son: la circulación de la sangre gana en profundidad y regularidad lo que pierde en
celeridad, el pecho admite mayor cantidad de aire, la producción de calor animal
disminuye, la nutrición continúa con menos actividad, pero sin que cese ninguna de
sus funciones; así es que durante el sueño la respiración es tranquila, regular,
profunda, el corazón late con menos energía, los músculos se aflojan, los sentidos
se embotan y la vida vegetativa absorbe casi toda la actividad orgánica y repara
las pérdidas de la vida animal, experimentadas durante la vigiha. 273. S o n a m b
u l i s m o . — D a m o s el nombre de sonambulismo á ese estado p s i c o - p a t
o l ó g i c o , d u r a n t e el c u a l el h o m b r e d o r m i d o , m e r c e d
á la virtud d e sus potencias anímicas, vence parcialmente la anestesia d e su
actividad, habla y o b r a c o m o si e s t u v i e s e d i s p i e r t o . S e a t
r i b u y e
á e x c i t a c i o n e s v i v í s i m a s d e la i m a g i n a ción, p e r o se
ignora su v e r d a d e r a causa. E l sonámbulo, aunque dormido, habla, grita, se
mueve, se levanta, camina, se entrega á sus ocupaciones habituales, sin conciencia
de lo que hace, y con olvido total al despertar de las acciones que ejecutó
durmiendo. Este estado se diferencia del sueño, especialmente por la desaparición
de la anestesia del sistema nervioso y aun del motriz. A s í es que el dormido
permanece inmóvil, con los párpados caídos, cerrados los ojos, con los demás
sentidos embotados, no diferenciándose del muerto mas que por la respiración y
circulación; en cambio, el sonámbulo tiene los ojos abiertos, se mueve, camina
salvando los obstáculos con que tropieza en su marcha, contesta cuando se le
pregunta, y no se diferencia del hombre en estado de vigilia mas que por la fijeza
de su mirada y por la excitación particular que se pinta en su rostro, dándole
apariencias de loco. Las causas que producen este estado nos son desconocidas. Se
atribuye á una actividad excesiva de la imaginación que se comunica á los centros
motores y á los nerviosos, excitándose unos á otros por dinamogenia, según dice
Brown-Séquard; pero, con certeza, únicamente sabemos que el sonámbulo, en virtud de
dicha excitación, adquiere

394
39S

un desarrollo anormal en sus facultades Intelectuales; que se convierte en


autómata; que obra sin libertad; no incurriendo, por lo tanto, en responsabilidad,
y que, cuando despierta, su memoria no conserva recuerdo alguno de lo operado. L o
contrario sucede con los ensueños tranquilos, que suelen recordarse sobre todo en
el momento mismo en que el que ha soñado se dispierta. 374. H i p n o t i s m o . —
C o n s i s t e el h i p notismo en u n a especie d e sonambulismo artificial, p r
o v o c a d o m e d i a n t e b r u s c a s e x c i t a c i o n e s d e los
sentidos, m i r a n d o fijamente u n objeto brillante ó sugiriénd o l e al p a c i
e n t e l a i d e a d e q u e v a á dormirse. S u s fenómenos son somáticos ó
físicos, espirituales y m i x t o s , y su uso peligrosísimo, tanto moral c o m o
higiénicamente. Braid, Charcot, Beaunis y otros muchos dan el nombre de hipnotismo,
6 sueño nervioso, al estado psico-patológico que Mesmer llamaba magnetismo. No se
diferencian el uno del otro mas que en los procedimientos empleados para
producirlo, y en que el hipnotismo se reviste de cierto aparato científico,
pretendiendo carta de naturaleza entre los métodos terapéuticos, sobre todo para la
curación de las enfermedades
39&
nerviosas. Según Charcot, el hipnotismo es una neurosis experimental, ó más claro,
el sonambulismo artificial ó producido. Los principales medios empleados por los
diversos operadores para producir este estado, son: excitación brusca de la vista,
por la luz del sol, por la incandescencia súbita de una lámpara de magnesio ó
eléctrica; excitación brusca del oído, por un golpe violento de platillos, de
tamtán chinesco, ó fuerte vibración de un instrumento de cobre; excitación del
tacto, por una ligera presión en ciertas partes del cuerpo, á las que llaman
hipnógenas, tales como la frente, el arranque de los pulgares y junto á las
articulaciones; y obligando al paciente á mirar fijamente, durante algunos
instantes, un objeto brillante, colocado á corta distancia del rostro, entre los
dos ojos sobre el eje visual, ó sugiriéndole la idea de que se va á dormir,
procedimiento sencillísimo y de seguros resultados' cuando el sujeto ha sido y a
hipnotizado varias veces. Los fenómenos hipnóticos pueden dividirse en tres clases,
á saber: fenómenos somáticos 6 físicos que, aunque son estados psico-patológicos,
afectan más al cuerpo que al alma, tales como la letargía, catalepsia, sonambulismo
y contractura neuro-muscular; fenómenos espirituales, porque directamente afectan á
las facultades sensitivas ó intelectivas
397
del alma humana, tales como las representaciones imaginarias, las aberraciones de
los sentidos, las alucinaciones negativas ó positivas y las sugestiones hipnóticas,
á plazo fijo y en estado de vigilia, y fenómenos mixtos, 6 sea aquellos en los que
se ve la influencia del alma sobre el cuerpo, tales como los vejigatorios,
hemorragias y exudaciones sanguíneas por sugestión. 375. D e la sugestión
hipnótica.— E l más importante de los fenómenos hipnóticos es la sugestión. E l
hipnotizado ó artificialmente dormido se encuentra anestesiado ó con insensibilidad
casi completa para cuanto le rodea, menos para el hipnotizante. A l p a r e c e r ,
depende esto de que el h i p n o t i z a d o s e d u e r m e c o n l a i d e a fija
d e h a c e r l o b a j o el influjo i r r e s i s t i b l e d e l h i p n o t i z
a n t e , d e m a n e r a q u e s u figura y p a l a b r a p e r m a n e c e n v i
v í s i m a s e n la f a n t a s í a d e l p a c i e n t e , y s o n las ú n i c a
s c o s a s sensibles p a r a e l h i p n o t i z a d o , q u e l e a l u c i n a n
h a s t a el punto de creer y obedecer ciegamente a l h i p n o t i z a n t e . E n
e s t o c o n s i s t e l a sugestión, q u e p u e d e s e r e x t e r n a , i n t
e r n a , p r e s e n t e y á d i s t a n c i a . Si el hipnotizante le hace creer
al hipnotizado que hace frío ó calor, que un objeto huele bien y otro mal, que el
hipnotizado es buen poeta, gran orador, etc., el
398
paciente convierte en realidades objetivas todas estas sugestiones meramente
subjetivas, y habla y obra como si realmente estuviera en presencia de los objetos
dichos ó sintiese aquellas sensa-^ ciones. Y como estas órdenes pueden darse
mentalmente, en silencio y sólo pensando, y hablando ó accionando, delante y en
presencia del hipnotizado, y á mayor ó menor distancia y en ausencia del paciente;
de aquí que la sugestión sea interna en el primer caso, externa en el segundo,
inmediata en el tercero y á distancia en el cuarto. Las sugestiones mentales 6
internas y á distancia las niegan muchos. ; 276. F e n ó m e n o s iiinóp ticos s u
p e r i o r e s . — A d e m á s de los fenómenos que podemos llamar naturales y que
tienen explicación más ó menos satisfactoria, pues no difieren esencialmente de los
que se observan en los que hablan durante el sueño, en los sonámbulos, epilépticos,
histéricos, locos, etc., h a y e n e l hipnotismo otros fenómenos que p o d e m o s
l l a m a r preternaturalescomo la v i s i ó n d e c o s a s o c u l t a s , la t r
a s p o s i c i ó n d e l o s s e n t i d o s , la l e c t u r a d e l i b r o s c
e r r a d o s , l a telepatía, ó sea la aplicación d e s d e lejos d e medicamentos
ignorados p o r el p a c i e n t e , el h a b l a r u n a l e n g u a d e s c o n o
- , c i d a , y s o b r e t o d o la s u g e s t i ó n m e n t a l á
399
d i s t a n c i a , sin medio de comunicación entre el hipnotizante y el
hipnotizado, etc. etc. H o y por hoy no tienen explicación, ni racional ni
experimental, tales fenómenos preternaturales. Por otra parte, l a I g l e s i a n
a d a h a d i c h o aún a c e r c a del hipnotismo; p e r o sus d e c i s i o n e s
r e f e r e n t e s al m a g n e t i s m o , q u e esencialmente no se diferencia
del hipn o t i s m o , t a n a p l i c a b l e s s o n al p r i m e r o c o m o al
s e g u n d o . P o r o t r a p a r t e , c o m o la eficacia t e r a p é u t i c a
del hipnotismo n o e s t á p r o b a d a , y el h i p n o t i z a d o p i e r d e e
l libre albedrío, fundamento del o r d e n m o r a l , filósofos, fisiólogos y l e
g i s l a d o r e s e m i n e n t e s a f i r m a n q u e el u s o d e l h i p n o
tismo es peligroso, tanto m o r a l c o m o fisiológicamente h a b l a n d o , p o
r lo q u e d e b i e r a p r o h i b i r s e ó, p o r lo m e n o s , regularse.
r

277. A l u c i n a c i ó n . — C o n s i s t e la a l u c i n a c i ó n e n r e p r
o d u c i r las i m á g e n e s c o n i n t e n s i d a d t a n t a , q u e el a l
u c i n a d o l a s considera ocasionadas por objetos e x t e riores, en c u y a
existencia cree, a u n q u e en realidad no existen. Dicho estado se enlaza
naturalmente con los ensueños, que se diferencian de la alucinación únicamente en
que ésta tiene lugar durante
4°o la vigilia y aquéllos mientras se duerme. No satisfacen las diferentes
explicaciones fisiológicas que de la alucinación se han dado, aunque es indudable
que procede de excitaciones extraordinarias de los centros nerviosos, de aquellos
sobre todo en que se localiza la imaginación. Natural es, por lo tanto, que se
presente en las enfermedades que van acompañadas de delirio ó de extravíos
mentales; y su dependencia del organismo es tan grande, que puede producirse á
voluntad mediante el uso de substancias, tales como el opio, el hachisch y todos
los anestésicos. 27H. Locura y sus clases.—Consist e la l o c u r a en la p e r t u
r b a c i ó n d e las facultades inorgánicas, á consecuencia d e c i e r t o s e x
t r a v í o s d e la i m a g i n a c i ó n . E s t e estado psico-patológico es p r
o d u c i d o unas v e c e s por lesiones cerebrales, y por impresiones morales
vivísimas otras. Dos son sus manifestaciones principales: monomanía y manía. Cuando
la imaginación se adhiere tenazmente á determinada especie sensible, y á ella
refiere todas las operaciones intelectuales, se llama monomanía; y cuando la
imaginación está completamente trastornada, hasta el punto de producir cierta
especie de parálisis en las facultades inorgánicas, se llama
4°l

manía ó locura propiamente dicha. L a razón, no obstante, sigue funcionando


lógicamente en el loco con arreglo á sus leyes inmutables, sólo que el demente no
coordina unas operaciones intelectuales con otras,'y parte al discurrir de premisas
falsas. Dentro, sin embargo, de su propia locura, los locos y monomaniacos
discurren lógicamente. L a l o c u r a e s t a b l e s e l l a m a manía; si es
producida por un ataque transitorio, h i j o d e e n f e r m e d a d a g u d a ,
delirio; si s e caracteriza por depresión funcional d e l a f a n t a s í a , q u e
t o r n a al p a c i e n t e m a l h u morado, taciturno, apático, melancólico,
lipemanía; si h a y a t r o f i a c e r e b r a l , idiotez; c u a n d o la atrofia
es congénita, cretinismo, y c u a n d o a d q u i r i d a , demencia. L a manía
puede ser también total y parcial, tomando en el primer caso el nombre de olomania,
y el de monomanía en el segundo. Las monomanías más frecuentes son: la megalomanía
ó de las grandezas; la religiosa, de los escrúpulos y á veces demonomanía; la
persecutoria, ó ilusión permanente de ser perseguido; y la impulsiva 6 del crimen.
Misteriosas son las causas de la locura; pero teniendo en cuenta que el hombre es
un compuesto substancial de alma y cuerpo, la locura
26
402

es ocasionada unas veces por lesiones cerebrales y otras por impresiones morales
intensísimas, como la pérdida total de la fortuna, la muerte de un ser querido,
etc. 379. localizaciones cerebrales.— N o queremos dar por terminado el estudio de
las relaciones existentes entre el alma y el cuerpo, sin decir algo acerca de las
localizaciones cerebrales, y a que los materialistas contemporáneos tienen empeño
decidido en localizar, no sólo las facultades sensitivas, sino también las
intelectivas, partiendo del supuesto de que ' el estudio de las condiciones físico-
químicas de la substancia gris del cerebro ha de aclarar todos los misterios psico-
cerebrales. A l tratar de los sentidos, tanto externos como internos, indicamos
como experimentalmente probables las localizaciones de ciertas facultades
sensitivas; pero importa consignar que ninguna facultad inorgánica ó intelectiva se
ha localizado hasta la fecha. C o n s i s t e n las localizaciones cerebrales en
suponer que toda facultad anímica tiene su residencia ó lugar propio en determinado
centro psico-cerebral, sin c u y o ó r g a n o la f a c u l t a d n o f u n c i o n
a . A u n q u e h a p r o g r e s a d o b a s t a n t e la P s i c o l o g í a
fisiológica, ú n i c a m e n t e s o n a d m i -
403

sibles m u y pocas localizaciones referentes á facultades orgánicas ó sensitivas, c


o m o l a d e la afasia, facultad de hablar, tanto oralmente como por escrito, que
B r o c a l o c a l i z ó e n la 3 . circunvolución f r o n t a l i z q u i e r d a
; p e r o n o las r e f e r e n t e s á las facultades i n o r g á n i c a s ó
intelectivas.
a

Contra todas, sin embargo, pueden aducirse las razones importantísimas que siguen:
1 . , la falta de acuerdo ó de conformidad entre sus partidarios, cada uno de los
cuales, apoyándose en experimentos diferentes, localiza una mismafacultad en
distintas partes del centro nervioso; 2 . , la extraordinaria difusión de la
electricidad, que no sigue la línea recta desde uno á otro reóforo, y de cuyo
agente se sirven los localizadores para sus experiencias sobre cerebros de monos y
perros; 3 . , la circunstancia de que la parte cortical de la masa encefálica, en
donde se localizan las diferentes facultades, se compone, no sólo de células, sino
también de fibras, y tan susceptibles son de excitación éstas como aquéllas; de
manera, que difícilmente puede determinarse el punto preciso que se considera como
órgano único de la facultad, cuya localización se busca; y 4 . , el hecho
acreditado por numerosos experimentos de recobrar la facultad
a a a a
404

perdida cuando con el tiempo se cicatriza la lesión que ocasionó la pérdida, aunque
el centro nervioso, cortado ó herido, no vuelve y a nunca á su integridad primera.
Preciso es, pues, desengañarse: por mucho que progrese la fisiología cerebral,
nunca le será dado saltar el abismo insondable que separa á las facultades
orgánicas de las inorgánicas.
405

Cuarta sección de la Psicología racional


LECCIÓN
DEL ORIGEN DBL

XXIX
ALMA HUMANA

380. © e l o r i g e n c a u s a l . — P o r orig e n d e u n s e r e n t e n d e m
o s el p r i n c i p i o d e q u e p r o c e d e ; pero como al determinarlo nos
podemos referir al modo, manera ó causa que dio existencia al ser, ó también al
momento de la duración en que comenzó á existir, de aquí que l o s o r í g e n e s
d e l o s s e r e s s e d i v i d a n e n m o d a l e s ó causales, y temporales. L
a d e t e r m i n a c i ó n , p o r lo t a n t o , d e l origen modal ó causal del
alma humana, n o s p o n e e n el c a s o d e a v e r i g u a r d e q u é manera
comenzó á existir y de qué causa ó principio procede. 381. B e l origen temporal.—
Aver i g u a d o c ó m o c o m e n z ó á e x i s t i r el a l m a racional,
conviene resolver desde cuándo, es decir, en q u é m o m e n t o v i e n e á la e x
i s t e n c i a , si las almas fueron creadas á la
406

vez que los demás espíritus, 6 por el contrario, cada una de ellas es objeto de
especial creación en el momento de ser concebido el cuerpo, cuando el embrión se
convierte en feto, cuando el hombre nace, etc. 2H2. Principales opiniones acerca
del origen causal del alma h u m a n a . — S o n muchas, pero pueden reducirse á
las cuatro siguientes: la preexistencianista, q u e consiste en c r e e r q u e las
almas tuv i e r o n o t r a e x i s t e n c i a a n t e r i o r á la p r e s e n t
e ; la emanatista, q u e afirma q u e las almas' derívanse de Dios por emanación ó
p o r d e t e r m i n a c i ó n ; la traducianista, q u e s o s t i e n e q u e las
almas d e los hijos p r o c e d e n de sus respectivos padres; y la creacio7iista,
s e g ú n l a c u a l las a l m a s t o d a s son creadas inmediatamente por Dios,
d e la n a d a . Según Platón, las almas humanas existieron todas en los astros
desde el principio del mundo, y en castigo de sus faltas fueron encarceladas en los
cuerpos humanos; Pítágoras y los estoicos decían que el alma humana es una
partícula de la Divinidad; creyeron algunos gentiles que el alma del hombre es
parte ó derivación del alma universal del mundo; imaginó Orígenes que los ángeles y
las almas son de naturaleza semejante,
407

que unos y otras fueron creados igualmente en el principio, y que los primeros, por
haber usado bien de su libre albedrío, volvieron á Dios formando los coros
angélicos, al paso que por su desobediencia fueron condenadas las segundas á
habitar tales ó cuales cuerpos, según la mayor ó menor gravedad de sus faltas;
suponen los panteístas que las almas proceden de la substancia divina por emanación
ó determinación; afirman los generacionistas que en los cuerpos de los padres están
virtual mente contenidas las tres almas, vegetativa, sensitiva é intelectiva, las
cuales unidas se transmiten de padres á hijos por medio de la generación; y
sostienen, por último, los escolásticos, que las almas han sido creadas por Dios,
de la nada. Tan diversos pareceres pueden reducirse á las cuatro teorías
siguientes: 1. Preevistencianismo, en la cual incluímos las opiniones de Platón,
Orígenes y todos aquellos que creen en otras existencias de las almas anteriores á
la vida actual, como los partidarios d é l a metempsícosis, los espiritistas, etc.
a

2. Emanatismo, á la cual pertenecen los panteístas todos, ora consideren al alma


como una partícula ó efluvio emanado de la Divinidad, ora como una determinación
individual de la substancia única é indeterminada, Dios.
a
408

3. Traducianismo, en la cual incluímos las opiniones de todos aquellos que derivan


las almas de los hijos (tanto por educción como por generación, lo mismo por
generación corporal que anímica) de sus respectivos padres; y
a

4. Creacionismo, que consiste en afirmar que el alma humana ha'sido creada


inmediatamente por Dios, de la nada. 383. Falsedad del preexistencian i s m o . — E
s t a teoría antiquísima, resucitada en lo fundamental por los espiritistas
modernos, e s c o m p l e t a m e n t e g r a t u i t a y falsa, p o r q u e e s t
á d e s m e n t i d a p o r la c o n c i e n c i a y p o r la m e m o r i a ; e s i
n c o m p a t i b l e c o n l a u n i ó n s u b s t a n c i a l d e l c u e r p o y
el alma, y determinaría para ésta un e s t a d o antinatural y violentó.
a

384. Falsedad del emanatisnio.— Si el alma procediese de Dios por vía de emanación,
la substancia divina constaría de partes y estaría sujeta á división: si el alma
fuese una partícula de la divinidad, tendríamos que atribuir al alma naturaleza
divina. L a Teodicea y la Psicología racional demuestran lo absurdas que son ambas
conclusiones; luego de ninguna manera el alma procede de Dios, y el panteísmo 'es á
todas luces completamente falso. E n efecto,, si el alma es substancia divina,
tenemos que
409

reconocer, con San Agustín, que Dios yerra, quebranta las leyes, se engaña, es
mudable en sus juicios, resoluciones y afectos, etc., sostener todo lo cual es
absurdo y blasfemo; luego el alma no es substancia divina. Dios es Ens a se,
necesario, inmutable, infinito; el alma es ens ab alio, contingente, mudable,
finito; luego ni por emanación, ni por determinación puede participar el alma de la
substancia divina. E n menos palabras, e s falso el e m a n a t i s m o , p o r q u
e n i p o r e m a n a c i ó n , ni p o r d e t e r m i n a c i ó n p u e d e n
tener n u n c a el a l m a n a t u r a l e z a d i v i n a , ni D i o s n a t u r a
leza anímica. 385. Falsedad del tradueianismo. Tan falso es que el alma de los
hijos proceda de sus respectivos padres por educción como por generación. E n
efecto, si el alma de los hijos procediese del cuerpo de los padres, tendríamos que
un ser material produciría otro espiritual, lo que es absurdo, porque la operación
sigue al ser. Por el contrario, si el alma sola es el ser engendrante, no es menor
el absurdo que se comete sacando de un ser simple é indivisible la substancia de
otras almas distintas, pues esto equivaldría á una verdadera creación de la nada,
para realizar la cual se necesita un poder infinito que no tienen las almas de
4io

los padres. Por último, tampoco puede ser el alma de los hijos producida por el
alma y á la vez el cuerpo de los padres, á la manera como se produce el alma de los
brutos, porque éste depende del organismo, y con él perece; y el alma racional es,
por el contrario, forma substancial del cuerpo, superior á éste y en sus más
elevadas funciones, como son entender y querer, funciona independientemente de los
órganos corporales, á los cuales sobrevive. E n resumen, e s falso el t r a d u c i
a n i s m o , p o r q u e n o s e c o n c i b e q u e el c u e r p o d e l p a d r
e p u e d a p r o d u c i r u n e s p í r i t u e n el h i j o ; ni q u e el a l m
a d e l p a d r e s e f r a c c i o n e e n p a r t e s p a r a d a r e x i s t e n
c i a á la d e l h i j o ; ni, p o r ú l t i m o , q u e el a l m a d e l h i j o s
e a e n g e n d r a d a p o r t o d o el p a d r e , p u e s , c o m o s a b e m o
s , es forma substancial q u e n o d e p e n d e del o r g a n i s m o . 386.
Generacionismo rosminiano. P a r a R o s m i n i el a l m a humana» e s p r o d u c
i d a d e p a d r e s á hijos p o r g e n e r a c i ó n , c o m o en los animales,
a u n q u e sólo c o n n a t u r a l e z a sensitiva, y se convierte en intelectiva
ó r a c i o n a l m e d i a n t e la i n t u i c i ó n ó i d e a d e l ser q u e D
i o s l e i n f u n d e . P e r o esto no es posible, p o r q u e un ser simple es
i n m u t a b l e , y mal p o d r í a c a m -
4H

b i a r d e n a t u r a l e z a el a l m a s e n s i t i v a p a r a c o n v e r t
i r s e e n i n t e l e c t i v a por la simple acción extrínseca de la idea de
ser; y porque si el alma resultase racional en virtud de la luz objetiva del
concepto de ser, su espiritualidad é inmortalidad resultarían accidentales, como la
gracia, y no substanciales, como son. 387. C r e a c i o n i s m o . — N o pudiendo
proceder de Dios el alma racional, ni por erñanación ni por determinación, ni de
los padres por transferencia ni generación, necesariamente tiene que haber sido
creada de la nada (ex nihilo sui et subjectí) por Dios, que es el único que tiene-
poder para tanto. E n efecto, de dos maneras pueden empezar á existir las cosas,
por transformación y por creación. E n el primer caso, el sujeto pasa de la
potencia al acto, y en el segundo, no tenemos sujeto, pero todo el ser que antes no
existía empieza á existir. Para la transformación bastan las causas segundas
encientes, las cuales convierten en acto la potencia del sujeto; pero para la
creación verdadera es necesario el poder infinito del Criador. Las cosas
materiales, compuestas de materia como sujeto y de forma como acto, pueden llegar á
ser por transformación ó mutación; pero el alma, substancia inmaterial y simple, no
está en la materia en potencia, ni puede ser
412

atraída por ella como por su sujeto, de donde se infiere que sólo puede llegar á
ser por creación de la nada. E s así que sólo Dios posee la verdadera virtud
creatriz; luego el alma racional ha sido creada por Dios de la nada. E n resumen, n
o p r o c e d i e n d o el a l m a h u m a n a de D i o s , ni del h o m b r e p o
r transformación de substancia preexistente, n e c e s a r i a m e n t e ha tenido
que com e n z a r á existir p o r c r e a c i ó n ; es decir, necesariamente ha
tenido que ser formad a p o r el C r i a d o r d e l a n a d a . 288. Si la
creación del alma liam a n a e s i n m e d i a t a . — P i t á g o r a s ,
Sócrates, Platón, Orígenes y otros creían que todas las almas racionales fueron
creadas de una vez y para siempre en el principio del mundo, y que por de pronto
habitaron los astros; pero por haber pecado fueron condenadas luego á encarnarse en
los hombres. Esta opinión tiene grandes analogías con la metempsicosis ó
transmigración de las almas, tan generalizada en Oriente y reproducida actualmente
por los espiritistas modernos. C o n t r a t o d a s e s t a s o p i n i o n e s ,
lo m i s m o q u e c o n t r a la doctrina evoluc i o n i s t a a p l i c a d a al
o r i g e n d e l a s a l m a s , m i l i t a n t o d a s las r a z o n e s a d u c
i d a s (283) c o n t r a l o s p r e e x i s t e n c i a n i s t a s t o -
413

d o s ; l u e g o la c r e a c i ó n i n m e d i a t a s e i m p o n e , p o r ser
la más racional y satisfactoria. 389. Origen temporal del alma h u m a n a . — M á
s extendida está la creencia de que el alma racional es creada por Dios cada vez
que ha de ser informado por ella un organismo; pero discrepan los autores respecto
al momento en que esto se verifica, suponiendo unos que en el acto de la
concepción, otros que así que empieza la generación, éste cuando el embrión está y
a formado, y aquél apenas el feto toma figura humana. Santo Tomás entiende que el
embrión no necesita aún mas que alma vegetativa y sensitiva (formas materiales
ambas), que pueden ser producto de las causas segundas, como sucede en los brutos;
pero convertido el embrión en feto y provisto de sus órganos principales, crea Dios
el alma intelectiva y la une como forma substancial al cuerpo. Ni racional ni
experimentalmente sabemos nada con certeza respecto al asunto; pero la opinión
dicha de Santo Tomás, que lo fué también de muchos escolásticos importantes, está
corroborada en parte por el mismo Sagrado T e x t o cuando dice: formó, pues, el
Señor Dios al hombre del barro de la tierra y (después de estar formado) inspiró en
su rostro soplo de
414

vida . Este soplo es el alma, y probablemente el procedimiento seguido con el


primer hombre será el que siga con los demás el Sapientísimo A u t o r de la
naturaleza. E n pocas palabras, m u c h a s s o n t a m b i é n l a s o p i n i o n
e s r e f e r e n t e s al o r i g e n t e m p o r a l del alma h u m a n a ; p e r
o , c o m o ni r a c i o n a l ni e x p e r i m e n t a l m e n t e p u e d e d i l
u c i d a r s e e s t e p u n t o , n o s a t e n e m o s al p a r e c e r d e l D
o c t o r A n g é l i c o , s e g ú n el c u a l D i o s c r e a el a l m a i n t e
l e c t i v a y la u n e c o m o f o r m a s u b s t a n c i a l al c u e r p o , c
a d a v e z y e n el m o m e n t o e n q u e el e m b r i ó n t o m a figura h u m
a n a y s e c o n v i e r t e en feto.
1

Gen., c. II, v. 7.
415

Quinta sección de la Psicología racional


LECCIÓN
INMORTALIDAD DEL

XXX
ALMA HUMANA

290. Cuestiones que entraña la de la inmortalidad del alma h u m a n a . — E s t e


importantísimo dogma religioso y filosófico, término natural y consolador de la
ciencia psicológica, no puede demostrarse sin haber probado antes ciertas
cuestiones, precedentes lógicos de aquella, conclusión, é implícitamente en ella
comprendidas, que son las siguientes: 1 . , el a l m a h u m a n a p u e d e e x i
s t i r s e p a r a d a d e l c u e r p o ; 2 . , el a l m a h u m a na p u e d e
vivir separada del cuerpo; 3. , el a l m a h u m a n a n o p u e d e m o r i r p o
r c o r r u p c i ó n ó d e s c o m p o s i c i ó n , y 4 . , el alma humana
tampoco morirá por aniquilación.
A A a a

291. £ 1 alma puede existir separ a d a d e l c u e r p o . — C o m o s a b e m o s


, el
416

alma es substancia simple, indivisible, i n m a t e r i a l y e s p i r i t u a l ,


y el c u e r p o , p o r el contrario, es s u b s t a n c i a c o m p u e s t a , d
i v i s i b l e y m a t e r i a l ; l u e g o el a l m a e s s u b s t a n c i a i
n t r í n s e c a m e n t e distinta é independiente del c u e r p o , y no p o d e
m o s c o n s i d e r a r n u n c a á la p r i m e r a c o m o a c c i d e n t e d
e l s e g u n d o ; l u e g o el a l m a p u e d e existir s e p a r a d a del c u
e r p o . 292. El alma puede igualmente vivir separada del cuerpo.—• Entend e r y q
u e r e r s o n las o p e r a c i o n e s c a r a c t e r í s t i c a s d e l a v i
d a r a c i o n a l ; e s así q u e el e n t e n d i m i e n t o y la v o l u n t a
d son p o tencias inorgánicas que pueden ejercitarse y se ejercitan
independientemente d e l c u e r p o ; l u e g o el a l m a p u e d e e n t e n der
y querer, esto es, vivir separada del cuerpo. 293. 131 a l m a n o p u e d e m o r
i r p o r d e s c o m p o s i c i ó n . — D e dos maneras pueden perecer los seres:
en virtud de causa destructora intrínseca ó extrínseca, por corrupción 6 por
aniquilación, esto es, per se ó per accidens, como gráficamente decían los
escolásticos. E s así que el alma humana no perecerá de ninguna de las dos maneras
dichas; luego vivirá perpetuamente.
417

N o p e r e c e r á por corrupción, p o r q u e e s s i m p l e , y lo s i m p l e
n o p u e d e c o r r o m p e r se ó descomponerse en partes que no tiene. 394.
Tampoco morirá por aniq u i l a c i ó n . — N o perecerá tampoco por aniquilación,
porque nos consta que ninguna causa ha de destruirla. d) No la destruirán las
criaturas, pues si ninguna de ellas puede cohibir ni coartar la voluntad del alma,
mucho menos podrán destruir su ser. b) Tampoco el Criador, pues si bien es verdad
que en absoluto puede reducirla á la nada, sabemos, no obstante, que no lo hará
pollas razones siguientes: I. Notorio es que en medio de las mudanzas y vicisitudes
continuas de la naturaleza corporal, ni siquiera una partícula de materia es
aniquilada por Dios, en.virtud de lo cual se dice que Dios es conservador y no
destructor de las cosas á las cuales otorgó el ser. No hay, pues, razón para que
proceda de distinta manera con el alma racional; que es una de las más nobles
criaturas que salieron de sus divinas manos.
a

2. E l hombre en su estado mundano y normal posee multitud de aspiraciones y


deseos, tales como sus aspiraciones al bien absoluto, á
a

27
4i8

la verdad suprema y á la belleza soberana, los deseos de felicidad, de gloria, de


poder, de inmortalidad, etc. Ninguno de ellos tiene ni puede tener satisfacción
cumplida en este mundo, donde todo es relativo, imperfecto y caduco;, luego, 6
suponemos que el Criador se está burlando de las criaturas, lo cual es absurdo y
blasfemo, ó admitimos que tiene aparejada para el hombre otra vida, en donde sus
aspiraciones y deseos queden satisfechos. 3. E l común sentir de todos los pueblos,
en todos los países y en todas las épocas, claramente manifestado por medio de
ritos fúnebres, expiaciones, sacrificios por los muertos, apoteosis, sepulcros,
urnas cinerarias; la creencia en los dioses Manes ó infernales y en los lugares de
expiación como el Orco, el A v e r n o , la laguna Estigia, el Infierno, y en los
lugares de felicidad como el Olimpo, los Campos Elíseos, el Cielo; las tradiciones
orales y el testimonio escrito de todos los historiadores, filósofos y poetas,
prueban también de una manera evidente el dogma de la inmortalidad del alma.
a

4. De la sabiduría, bondad, santidad y justicia divinas, se pueden deducir, por


último, varias pruebas indirectas en pro de nuestra tesis.
a
419

a) Dios, infinitamente sabio, hizo todas las •cosas creadas perfectas en su género,
y dentro de esta perfección relativa no cabe que dotase al alma humana de
aspiraciones y deseos ilusorios é irrealizables. b) Dios, infinitamente bueno, no
quiere ni puede querer la burla y el engaño, y no ha podido, por consiguiente,
infundir en el alma racional ese anhelo universal y constante de inmortalidad que
todos sentimos, y para cuyo logro nos afanamos todos, cada cual dentro de su esfera
de acción, si la vida futura no existe. c) Dios, infinitamente santo, no puede v e
r con indiferencia que los hombres practiquen el •bien y el mal, la virtud y el
vicio, sin que esto tenga consecuencias ulteriores. d) Dios, infinitamente justo,
dejaría de serlo si tolerase, como frecuentemente ocurre en el mundo, que el bien y
la virtud quedasen sin su premio correspondiente, y el mal y el vicio sin •su
condigno castigo. Todo esto sucedería si no existiese una vida futura y eterna, en
la cual tengan satisfacción cumplida todos los anhelos del alma y en la cual impere
en absoluto el bien y la justicia. Luego ó negamos los atributos •divinos
enumerados, negación que implica la supresión de la Religión y de la Moral, ó
tenemos que admitir la existencia de la vida eterna
42o

y de la inmortalidad del alma, por lo tanto. A u n á riesgo de repetir algunas


ideas, no queremos terminar esta importantísima materia sin copiar el siguiente
elocuentísimo párrafo del Filósofo de Vich. «...Si el alma muere con el cuerpo,
entonces no hay ninguna explicación plausible: deseamos con vehemencia, y no
podemos llenar los deseos; aunque los moderemos, ajustándolos á razón, tampoco se
cumplen; las privaciones que sufrimos no tienen compensación en ninguna parte;
nuestra vida es una ilusión perma^ nente, nuestra existencia una contradicción. E l
no ser nos horroriza, la inmortalidad nos encanta: deseamos vivir y vivir en todo:
antes de abandonar esta tierra queremos dejar recuerdos de nuestra existencia. E l
poderoso construye grandes palacios, que él no habitará; el labrador planta bosques
que no verá crecidos; el viajero escribe su nombre en una roca solitaria que leerán
las generaciones venideras; el sabio se complace en la inmortalidad de sus obras;
el conquistador en la fama de sus victorias; el fundador de una casa ilustre en la
perpetuidad de su nombre, y hasta el humilde padre de familias se lisonjea con el
pensamiento de que vivirá en sus descendientes y en la memoria de sus vecinos: el
deseo de la inmortalidad se manifiesta en todos de mil maneras, bajo diversas
421

formas, pero no es posible arrancarle del corazón, y este deseo inmenso, que vuela
al través de los siglos, que se dilata por las profundidades de la eternidad, que
nos consuela en el infortunio y nos alienta en el abatimiento; este deseo que
levanta nuestros ojos hacia un nuevo mundo y nos inspira desdén por lo perecedero,
¿sólo se nos habría dado como una bella ilusión, como una mentira cruel, para
dormirnos en brazos de la muerte y no dispertar jamás? N o , esto no es posible;
esto contradice la bondad y sabiduría de Dios; esto conduciría á negar la
Providencia, y de aquí al ateísmo .»
1

E n pocas palabras s e d e m u e s t r a la inmortalidad del alma, notando que n o


p u e d e morir p o r corrupción, p o r q u e es simple; y que tampoco morirá por
aniquilación, porque Dios, conservador y n o d e s t r u c t o r d e los s e r e
s , la h a d o t a d o d e anhelos, d e s e o s y afectos, q u e ni t i e n e n ni
p u e d e n t e n e r s a t i s f a c c i ó n c u m p l i d a en este m u n d o ,
grabando además en la c o n c i e n c i a d e t o d o s los p u e b l o s , en t o
d o s l o s t i e m p o s y l u g a r e s , -el d o g m a d e la v i d a f u t u r
a ; y , p o r ú l t i m o , p o r q u e

Curso de Filosofía elemental, Ética, por Balmes,

4 . edición, pág. 149. Barcelona, 1869.


a
422

la muerte del alma es incompatible con la sabiduría, santidad, bondad y justicia


divinas. 3 9 5 . Dificultades que se aducen contra la inmortalidad del alma h u m a
n a . — S o n varias; pero podemos reducir las principales, contestándolas á la
vez, á lassiguientes: 1. E l hombre nace, v i v e ejecutando las. funciones
vegetativas y sensitivas, y muere de la misma manera que los brutos; el alma de
éstos perece con su cuerpo, sin que se advierta diferencia alguna en el modo de
quedar exánimes los cuerpos de los racionales y los de los irracionales; luego no
hay razón para sostener que nuestra alma sobrevive al cuerpo humano y es inmortal.—
A lo cual se contesta, que siendo el alma racional la forma substancial del cuerpo
humano, lo mismo que el alma sensitiva lo esdel cuerpo del bruto, necesariamente
han de convenir en muchas cosas, tales como empezar á existir cuando la generación
lo exija, dejar exánime á la materia organizada cuando ésta se vuelve inepta para
la vida, depender esencialmente del cuerpo en las funciones orgánicas,, etcétera;
pero prescindiendo de estas semejanzas, importa fijar la atención en diferencias
altísimas, tales como entender y querer, que son
a
423

intrínsecamente independientes del cuerpo, que reclaman una vida futura, y acerca
de cuyas funciones nada nos dicen ni nos pueden decir los sentidos. Las almas de
las plantas y de los brutos no subsisten per se, puesto que dependen
intrínsecamente del organismo, con el cual componen una substancia completa; pero
sí el alma racional que, como hemos demostrado, puede existir y vivir separada del
cuerpo. Si, porque no la vemos con el sentido cuando la separación se efectúa,
negásemos su existencia independiente y su inmortalidad, con lógica análoga
podríamos negar su existencia cuando v i v e unida al cuerpo, y hasta la existencia
de Dios, que tampoco es visto directamente, sino indirectamente conocido en sus
obras. 2. Hemos demostrado que el hombre no puede entender ni querer sin ayuda de
fantasmas ó especies sensibles, que por medio de la abstracción el entendimiento
convierte en inteligibles; estos fantasmas dependen del organismo, y no pueden
existir por lo tanto en el alma separada del cuerpo; luego parece indudable que la
muerte de éste ha de producir la incapacidad de aquélla para las funciones
intelectivas y volitivas, ó, lo que es lo mismo, para que el alma pueda existir y
vivir separada del cuerpo. -—Para la solución de esta dificultad, nótese,
a
424

ante todo, que el enlace entre las imágenes ó especies sensibles y las ideas ó
especies inteligibles, no es interno, sino externo; no es condición absoluta del
pensamiento, sino consecuencia lógica de la unión existente entre el cuerpo y el
alma. E n la vida presente son indispensables para pensar las representaciones-
sensibles; pero esto no prueba que lo sean igualmente en la vida futura, puesto
que, como sostiene el Doctor Angélico, Dios puede determinar inmediatamente al
conocimiento la potencia intelectiva del alma por medio de especies comunicadas y
procedentes de la luz divina. Siendo así, no han de faltarle al alma, en su nueva
condición, objetos adecuados para el ejercicio de su actividad intelectual, porque
puede conocer sus actos propios, las cosas suprasensibles, y aun las mismas cosas
materiales por modo inmaterial. 3. E l hombre experimenta, lo mismo que los
vivientes todos, repugnancia invencible y horror instintivo hacia su corrupción ó
muerte; luego, como acaece con plantas y brutos, la muerte del hombre no puede ser
principio de una vida eterna y feliz.—Dotado como está el hombre de facultades
vegetativas y sensitivas, participa, en efecto, de la naturaleza de las plantas y
de los animales, y tiene que sentir
a
como ellos repugnancia instintiva hacia la muerte; pero este horror radica en la
parte más grosera de nuestro ser. E l alma inmortal, como se ha visto en la muerte
de muchos Santos, suspira por existencia mejor y anhela romper las ligaduras de la
carne para volver á su v e r dadera patria. Condensando, ¿qué dificultades se
aducen contra la inmortalidad del alma humana? Q u e la m u e r t e del h o m b r e
y la del bruto son idénticas; que no pudiendo e n t e n d e r el a l m a r a c i o
n a l m á s q u e c o n ayuda de representaciones sensibles, tampoco podrá vivir
separada del cuerp o ; y q u e el h o r r o r i n s t i n t i v o q u e l a m u e r
t e inspira, a r g u y e c o n t r a la felicidad d e o t r a e x i s t e n c i a .
A lo p r i m e r o d e lo cual se contesta, que no es propio d e los s e n t i d o
s a p r e c i a r la m a n e r a c ó m o el a l m a s e s e p a r a del c u e r p o
; á lo s e g u n d o , q u e nuestra alma p u e d e entender en la v i d a futura p
o r m e d i o d e especies i n m e diatamente c o m u n i c a d a s p o r D i o s ,
y á lo t e r c e r o , q u e a u n q u e la m u e r t e r e p u g n a á la p a r t
e animal del h o m b r e , la p a r t e r a c i o n a l s u s p i r a á v e c e s p
o r la v i d a y bienaventuranza eterna.
426

396. D e la mctempsíeosis ó transm i g r a c i ó n . — C o n s i s t e esta teoría


en suponer que las almas humanas están sujetas á una serie, más ó menos indefinida,
de emigraciones y reencarnaciones, en virtud de lo cual vivieron en los astros ó en
otros cuerpos'antes de animar al hombre, y á la muerte de éste pasan á vivificar
los cuerpos de otros seres animales y hasta vegetales. Profesaron esta creencia, en
la antigüedad, los teósofos orientales,Pitágoras,Empédocles y Platón, y en nuestros
días, Leroux, Michelet, Flammarión, Laurent y otros muchos, entre los cuales
figuran todos los espiritistas. Semejante hipótesis es absurda:
1

a) porque supone que el alma está violentamente encarcelada en el cuerpo, purgando


sus culpas, cuando no puede ser más natural y placentera la unión entre dichas dos
substancias incompletas; ¿>) porque las almas no conservan recuerdo alguno, ni aun
reminiscencia confusa, de sus vidas ó estados precedentes, y el que sufre un
castigo debe tener conciencia, tanto de la culpa como de la pena;
' Del griego metemsychosis, transmigración, ó paso de un cuerpo á otro, que á su
vez se compone de meta, más allá, y empsychoun, animar.
427

c) porque al reencarnarse el alma racional en cuerpo bruto, ó conserva ó pierde sus


facultades inorgánicas; resultando los absurdos, en el primer caso, de que hay
racionalidad en las plantas y animales, y en el segundo, de que potencias que
radican en la esencia del alma se pierden por su unión accidental con un cuerpo
cualquiera; y d) porque si fuese verdadera la transmigración indefinida, jamás
lograría el hombre la felicidad y quietud á que naturalmente aspira. Consiste,
pues, la metempsícosis en s u p o n e r q u e las almas emigran pasando d e unos á
otros cuerpos, en los cuales realizan vidas diferentes, hipótesis desm e n t i d a
p o r la unión natural entre el a l m a y el c u e r p o , p o r la m e m o r i a y
p o r la razón. SS97. D e l a p a l i n g e n e s i a ó r e g e n e r a c i ó n . —
Algunos panteístas alemanes, reducen la inmortalidad del alma á la hipótesis de la
vida única, infinita, universal, divina, en una palabra, de la cual participan los
seres todos, incluso el alma racional, que es como una chispa de esa inmensa
hoguera, de donde
1

Del griego palin, otra vez, nuevamente, y génesis, generación.


1
428

sale para animar al hombre y á donde torna para regenerarse, perdiendo su


personalidad última y hasta la conciencia y recuerdo de su vida pasada. Dos son los
principales errores de esta teoría: l.°, que la vida humana es una partícula de la
vida divina; y 2 . ° , que la inmortalidad del alma consiste en que ésta pierda la
conciencia de sus actos y su personalidad. L o primero es panteísmo grosero, el
cual fácilmente se refuta notando que, dada la hipótesis palingenésica, ó el hombre
participa de la naturaleza divina, lo cual equivale á decir que somos infinitos,
eternos, omniscientes, creadores, omnipotentes, etc., ó Dios participa de la
naturaleza humana, que vale tanto como suponerle finito, contingente, imperfecto,
pecador, falible y miserable: absurdos ambos que prueban la falsedad de la primera
proposición qué refutamos. L a falsedad de la segunda, salta también á la vista. No
hay ni puede haber inmortalidad donde no hay vida, puesto que al volver la chispa
anímica á la hoguera de donde emana, al foco que la engendró, pierde su
personalidad, deja de vivir ó muere, aunque se la suponga formando parte integrante
de la vida del universo ó de Dios. L a inmortalidad palingenésica queda, pues,
reducida, en el fondo, á una negación, tan hipócrita como terminante, de la
429

verdadera inmortalidad del alma racional y á una hipótesis como otra cualquiera,
inventada para ahogar los gritos de la conciencia, que instintivamente cree en una
vida futura de eterna felicidad ó de desventura eterna. Consiste la palingenesia en
s u p o n e r q u e el alma racional es, c o m o todas, u n a c h i s p a ó p a r t
í c u l a d e la v i d a u n i v e r s a l ó d i v i n a , y q u e la i n m o r t a
l i d a d s e r e d u c e á q u e , m u e r t o el h o m b r e , el alma pierde su
personalidad propia y t o r n a al f o c o i n e x t i n g u i b l e d e d o n d e
p r o c e d e : afirmaciones que implícitam e n t e e n t r a ñ a n , la p r i m e
r a , t o d o s l o s errores y absurdos del panteísmo más g r o s e r o , y la
segunda, una negación verg o n z a n t e d e la v i d a futura y d e la v e r d a d
e r a inmortalidad del alma humana. 3 9 8 . Definición esencial del alma r a c i o
n a l . — Resumiendo todo lo dicho en estas páginas, podemos concluir dignamente
este modesto tratado de Psicología, y dar á conocer en pocas palabras la verdadera
naturaleza del alma racional, diciendo que e s u n a substancia simple, espiritual
é inmortal, criada por Dios para ser forma substancial del c u e r p o , y p o r e
n d e principio ú n i c o d e las o p e r a c i o n e s t o d a s del h o m -
430

bre, tanto vegetativas, como y racionales.

sensitivas

De la definición anterior se desprende que la esencia metafísica del alma humana no


consiste en su simplicidad, ni. en su actividad intrínseca, ni en su intelección
potencial, ni en su intelección actual, facultades y atributos comunes á otros
seres, especialmente á los espíritus puros, sino en su espiritualidad imperfecta,
esto es, en que el alma humana es una substancia espiritual incompleta, ordenada de
suyo y por naturaleza á formar con el cuerpo, por ella animado, la substancia
física completa que llamamos hombre.
431

399.

Cuadro sinóptico de la cología Racional


tSo pmoba por la aeti< vidad snbjotiva, into( loctual y moral. Substaucialidad,
unidad, [Simplicidad,

Psi

Sn existencia

Su naturaleza ó atribu- 'indivisibilidad, tos esenciales. . . . .inmaterialidad,


[espiritualidad, identidad y actividad.

< <

unión real, substancial, Inatural y I Terciadora doctrina.. personal. Única forma


Sus relaciouos con el; i substancial del cuerpo. cnorpo \ Causas ocasionales,
larmonía preestablecida,. 1 Falsas teorías. U n j o físico y r plástico.

í Prooxistoncianismo, • ytraducianismo y .. (croacionismo,

causal. . V i a n a t i s m o , .

tomporal. . . Opinión do Santo Tomás.

Su duración... Es inmortal.

P I N
433

O M I S I Ó N
Todas las lecciones constan de diez puntos ó extremos; pero, al terminar la lección
V, se traspapeló el número 50, que es como sigue, y se alteró ya toda la numeración
de la Psicología; por lo que ganamos un punto ó número al comenzar la Lógica. ¿Hay
alguna diferencia esencial entre las funciones vegetativas del lionibre y las de
los otros seres orgán i c o s ? — L a s funciones vegetativas del organismo humano
son esencialmente i d é n t i c a s á las del o r g a n i s m o animal y á las del
v e g e t a l , a u n q u e a c c i d e n t a l m e n t e diferentes, en razón á la
u n i d a d del p r i n cipio vital h u m a n o . Colocado el hombre por el Autor
sapientísimo de la naturaleza al frente de los cuerpos vivos, en .él se condensan y
refunden las operaciones todas de los vivientes inferiores. Oportunamente veremos
que el vitalismo se equivoca cuando reconoce en el hombre dos principios, la vida y
el alma, y demostraremos ía unidad del principio vital humano. Entretanto, notemos
que las funciones vegetativas del organismo humano son esencialmente idénticas á
las
28
434

del organismo animal y á las del vegetal. Claro está que, siendo absurdo suponer en
el hombre tres naturalezas diferentes, informadas por tres distintas almas, las
funciones vegetativas humanas no pueden menos de complicarse por la concomitancia é
influencia que forzosamente han de ejercer sobre ellas, tanto las funciones
sensitivas como las intelectivas. Todas dependen de un solo principio vital, como
demostraremos en el número oportuno, y por más que, generalmente hablando, las
primeras sean inconscientes é involuntarias, y voluntarias y conscientes las
segundas, en la mayor parte de los casos, las relaciones íntimas é influencias
recíprocas entre unas y otras son indudables.
435

E R R A T A S

PÁG. 34 73 73 '
85

LÍNEA 19 I 2 22 2 18 *9 9. II IO 17 27 4 4 9

DICE de percepciones (258) (259) las terceras cambien gustablcs (68) • concurre
significado mismo ó instintivo pero físicamente hoc crgo, $ropter porque éste
ejecutando

LÉASE de las percepciones (257) {258) los terceros cambian gustativos (67)
concurren significado (150). misma ó instinto pero metafísicamente hoc, ergo
¿roftter porque ésta ejercitando

96 129 173 188 224 278 320 3S7 360 410 422
Í N D I C E
Páginas

Documentos oficiales Advertencia COMPENDIO D E PSICOLOGÍA


PRELIMINARES

3 7

Lección I.—Concepto de la Filosofía Lección II.—De la Psicología en general

9 26

PBIMBHA

tP-A-RTE

PSICOLOGÍA

EXPERIMENTAL

Lección III.—De las potencias en g e n e r a l . . . Prifflovít sow.ión do la


Psicología oxporimontal
FUNCIONES VEGETATIVAS

36

Lección IV.—De la vida en general Lección V.—De la vida vegetativa y sus funciones
en particular Sognnda sección do !a Psicología oxporimontal
FUNCIONES SENSITIVAS

4 9 70

Lección VI.—Nociones genéricas sobre la sensibilidad 91 Lección VII.—De la


sensación y de los sentidos externos 112
Lección VIII.— De las sensaciones externas. Lección IX.—De la sensibilidad interna
Lección X.—Refutación de las doctrinas materialista y cartesiana sobre la
sensación. Torcera sección do la Psicología cxporimontal
FUNCIONES INTELECTIVAS

136 158 176

Lección XI.—De la inteligencia en general.. Lección XII.-—Del entendimiento humano


en particular Lección XIII.—De la percepción intelectiva. Lección XIV.—Del juicio
Lección X V . — D e la razón Lección X V I . — D e las ideas Cuarta sección do la
Psicología experimental
FUNCIONES APETITIVAS

204 215 222 233 241 254

Lección XVII.—Del apetito en general Lección XVIII.—De las sensaciones


afectivamente consideradas y del apetito sensitivo Lección X I X . — D e los
sentimientos y del apetito racional Lección X X . — D e la libertad Lección X X I .
— D e las pasiones Quinta sección do la Psicología osnoriiuontiil
FUNCIONES LOCOMOTIVAS

266

274 286 293 310

. Lección X X I I . — D e la facultad motriz Lección XXIII.—De los hábitos

321 331
S

Q T j r ü X T I D A.

PAKTE

P S I C O L O G Í A

B A C I O S A I

Friinora sección d o la Psicología racional Lección X X I V . — Existencia del alma


humana Segunda socción d o la Psicología racional Lección XXV.—Naturaleza del alma
humana. Tortora, sección d o la Psicología racional
RELACIONES ENTRE EL ALMA Y EL CUERPO

338

350

Lección X X V I . — D e la unión entre el alma y el cuerpo Lección X X V I I . —


Teorías modernas para explicar la unión entre el alma y el cuerpo, y lugar en que
el alma reside Lección XXVIII.—Principales estados psicofisiológicos y psico-
patológicos Cuarta sección d o la Psicología racional Lección X X I X . — D e l
origen del alma humana Quintil sección d o la Psicología racional Lección X X X . —
D e la inmortalidad del alma humana
1

365

379 389

405

415
Págs.

SEGUNDA SECCIÓN DE L A

DIALÉCTICA

D E L A S PROPOSICIONES

Lección L V . — D e las proposiciones s i m p l e s . . . Lección L V I . — D e las


proposiciones compuestas. Lección LVII.—Oposición, conversión y equivalencia de las
proposiciones
R C E R A SECCIÓN DE L A
M ; LAS

255 264 271

DIALÉCTICA

ARGUMENTACIONES

Lección LVIII.—De la argumentación silogística Lección LIX.—Silogismos compuestos y


argumentaciones no silogísticas Lección L X . — D e los sofismas

283 305 315


ERRATAS

LÍNEA

DICE

LIÓ A S E

14 20

sin los

ni

tos
V

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