Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Sobre la actual relevancia de la teoría de Marx sobre Trabajo – Valor, en la crisis del estado plan
keynesiano.
Harry Cleaver
Nota Introductoria
El siguiente artículo fue escrito en la primavera de 1989, para contestar dos ataques
dirigidos contra la relevancia todavía actual de la teoría Trabajo – Valor de Marx. Mi análisis de las
argumentaciones de Offe, queda así validada. Desde entonces no ha sucedido nada, no he visto
escrito alguno que me hiciera cambiar algo de lo que he referido sobre el argumento, respecto al
trabajo de Toni Negri pero, eso no es igualmente valedero. En 1988, no concordaba con la
interpretación negriana de la teoría del valor, pero compartía sus conclusiones sobre la centralidad
de la lucha contra el trabajo. Afirmaba entonces (y continúo afirmando) que se puede llegar a la
misma conclusión a través de la teoría de Marx, que proporciona el mejor instrumento político-
teórico para comprender el trabajo como orden en la sociedad capitalística. Después de 1989,
siguiendo los escritos de Negri propios a estos argumentos, he notado un cambio de posición que
considero muy preocupante.
En la teoría de la fábrica social (la teoría de como el capital ha extendido su mando sobre
cada aspecto de la vida social) existe un peligroso banco de arena sobre el cuál Negri parece
haber encallado. El peligro es que, si focalizamos la atención sobre las acciones que el capital ha
desplegado en áreas de la vida "no-trabajadora" transformándola en áreas de producción y
reproducción de la fuerza de trabajo, puede impedirnos el reconocimiento y el análisis de aquellas
actividades humanas (entre las que se encuentra el trabajo) que huyen a tal subordinación,
actividad que Negri, un tiempo atrás, definía en los términos de autovalorización. En la ausencia
de tal percepción, nos encontramos frente a una visión de la vida cotidiana como "jornada
trabajadora de 24hs sobre 24hs", en la cual desaparecen las distinciones entre el trabajo y el no-
trabajo.
Ha escrito Negri "Es siempre muy difícil distinguir el tiempo de trabajo del tiempo de la
reproducción o del tiempo libre" O también "el tiempo de la vida que ha quedado enteramente
como tiempo de producción". Frente a una interpretación de este género, una posible respuesta,
la cual Negri parece haber privilegiado siempre más, es aquella de regresar hacia un modo de
pensar según el cual el significado de la vida debe buscarse solamente en el trabajo, y el objetivo
de la revolución sea entonces el resolver el control del proceso de trabajo para los propios fines de
los trabajadores. Como ha observado hace mucho tiempo Sergio Bologna en "Obreros y Estado"
(1972), esta era la perspectiva que venía conservada y promovida y no obstante fosilizada, en las
doctrinas del marxismo ortodoxo del 900. Cuando Negri (y Jean Marie Vicent) definen
recientemente al marxismo en términos de su encontrarse sobre el trabajo, y cuando privilegian el
trabajo como única fuente de subjetividad revolucionaria, el tono era muy similar al de los
marxistas ortodoxos. "El hecho de que el marxismo considere al trabajo, el terreno fundamental de
las contradicciones y de las invenciones de nuevas soluciones, lo distingue de otras doctrinas
socialistas (...) Solo partiendo del trabajo, de la crítica al mismo y de su trascendencia, puede
tener inicio cada juego de imaginación libertaria (...) [Futur Anterier, Nº 10, 1992] El trabajo, está
así concebido como el único "fundamento ontológico de la subjetividad". El comunismo se reduce
así a la construcción de una sociedad compuesta de una sola clase trabajadora.
Desde una visión genérica, emergen dos problemas fundamentales.
En primer lugar no es del todo verdad que el capital sea verdaderamente eficaz en la
subordinación total de la vida al trabajo. Las personas aún se ocupan de múltiples actividades
antagonistas respecto a la valorización capitalista, y podemos reconocer tales actividades como
2
fuentes de la crisis capitalista y, en sí, como momentos de autovalorización. En segundo lugar, si
se reducen los conceptos de "autovalorización" y de "constituyente" (el término que Negri
actualmente prefiere) a la autorrealización a través del trabajo, y solo a través del trabajo, nuestra
atención se encuentra desviada por la búsqueda de formas de autovalorización no-trabajadora.
Contra la separación neta operada por André Gorz entre el trabajo (causa perdida) y el
resto de la vida (terreno privilegiado de la liberación), Negri justamente ha insistido, sobre las
conexiones y sobre la continuidad establecidas sea en el interior del desarrollo capitalista como en
el interior de la lucha de clases. La lucha de clases es vivísima por todas partes en la sociedad; la
subjetividad revolucionaria puede desarrollarse por doquier en el tejido social. Pero cuando Negri
y Vicent no solo afirman la hegemonía del trabajo sino que insisten que "la fuerza trabajo emerge
como la esencia común que penetra cada terreno de la vida (...) la esencia humana", nos ofrecen
una formulación totalmente conforme con la tendencia capitalística hacia la subordinación sin fin
de cada actividad al trabajo.
En esta formula notamos la total ausencia en cada concepto de la transformación
revolucionaria del trabajo en la dirección del poner fin a la hegemonía de este último sobre las
otras actividades humanas. Aquella visión, me parece, resulta diametralmente opuesta a la visión
del mismo Marx del proceso revolucionario como proceso que incluye la transformación cualitativa
del trabajo a través de su reducción cuantitativa, colocando así al trabajo a la par de otras
actividades, dentro de una forma humana significativa. La importancia central de las luchas contra
el trabajo, tratada ampliamente en el primer volumen de Das Kapital, está en el empujón de tales
luchas hacia la reducción del trabajo, condición necesaria para la abolición del carácter enajenado
del trabajo. En la más reciente preocupación negriana, respecto a la autoconstitución del sujeto en
el interior del trabajo (sea este material o "inmaterial"), desaparece toda alusión sobre la
autovalorización de la clase obrera que niega el trabajo y sobre como la transformación de las
actividades no-trabajadoras puedan tener efecto sobre la transformación del mismo trabajo.
Además, ha desaparecido cada sentido del significado del concepto de Marx de "tiempo
disponible" como base a una estructura abierta por la diversificación de nuestras nociones de
valor (por ejemplo: "el libre desarrollo de la individualidad (...) el desarrollo artístico, científico, etc.
de los individuos en el tiempo liberado (...)" [Grundrisse]).
¿El análisis de Negri se ha adelantado a tal punto que es susceptible de ser acusado de
"fetichismo de la producción", acusación tan eficazmente dirigida contra el marxismo ortodoxo?
¿No termina siendo una contribución al proyecto ideológico capitalista que ve cada cosa, cada
aspecto de la vida, exclusivamente en términos de trabajo? En un próximo ensayo pretendo
explorar tales problemáticas.
***********
En el último decenio aproximadamente, en una época signada por una profunda y durable
crisis internacional capitalista, la teoría marxiana del trabajo-valor a sido expuesta a severas
críticas sea desde el punto de vista teórico, sea desde el punto de vista histórico. La crítica
teórica más consistente, avanzada por Steedman y otros exponentes de la socialdemocracia,
a reformulado otros ataques contra el carácter definitivamente metafísico de la teoría bajo
estudio, reivindicando en consecuencia, el abandono de una teoría del valor considerada
como privada de significado y no más necesaria. Este ataque, como otros precedentes, ha
sido rechazada por marxistas de todo color y de manera mas o menos convincente. Una serie
de argumentaciones más serias han sostenido que la teoría del valor y del trabajo marxiana,
había sido superada hoy día, por la evolución histórica de la acumulación capitalista. En otras
palabras, una nueva teoría sería necesaria para la comprensión de las nuevas formas de
dominio emergida de las viejas dinámicas de la relación entre las clases, y de la lucha de
estas. Este ensayo representa una tentativa de responder a dos de las formulaciones más
interesantes atenientes a tal perspectiva: las de Claus Offe y las de Toni Negri.
***********
3
Offe y la no centralidad del trabajo
Las posiciones de Offe son similares a muchas otras asociadas a la teoría crítica
contemporánea y sostienen la opinión que la teoría del valor y del trabajo ha sido superada por el
hecho de que, en el capitalismo moderno, el trabajo en sí no es más la forma fundamental de la
organización social 1. En el artículo "Work: the sociological category" Offe afronta el argumento de
manera directa. Las argumentaciones de Offe tratan sobre dos niveles: aquel de la objetiva
centralidad del trabajo en la estructuración de la vida y (necesariamente un punto de dicho nivel
de análisis) y aquel del rol subjetivo del trabajo para aquellos cuyas vidas vienen estructuradas por
él 2.
A nivel del rol objetivo del trabajo en la estructuración del tiempo de vida, Offe afirma, en
primer lugar, que una tendencia verificable y progresiva en el tiempo hacia la diferenciación y
hacia la heterogeneidad del trabajo, sobre todo por cuanto atiende a la sustitución del trabajo
industrial por el de los servicios, hace imposible todo discurso sobre la especificidad del momento
laborable. "No se puede hablar en términos de una racionalidad fundamentalmente unificada" 3 El
trabajo en el sector de los servicios en particular, afirma, es fundamentalmente distinto de las
formas tradicionales del trabajo "productivo", en cuanto "reflexivo" eso "produce y mantiene al
trabajo mismo" 4. En este tipo de trabajo, según él, faltan no solo la homogeneidad, sino también
cada forma de moderación universalizada de productividad o de eficiencia. Este mecanismo de
diferenciación, entonces, repercutiría desviando cada discusión sobre el trabajo en general. En
segundo lugar, afirma que el poder que ejercitaría el trabajo más o menos diferenciado, en el
proceso de estructuración de la sociedad, está en declinación no solo a causa de la reducción del
horario proporcional al tiempo de vida, sino también porque el trabajo tiene un rol menor en la
estructuración del tiempo de no-trabajo 5.
En el plano del significado subjetivo del trabajo, señala la declinación de la centralidad de
la ética del trabajo o de la actividad conectada al trabajo en la percepción de sí en las expectativas
de la gente. La más acentuada heterogeneidad del trabajo, por ejemplo, indicaría que es
improbable que el trabajo en cuanto tal pueda proveer una significación precisa y compartida por
la población trabajadora, o sea que resulta imposible el sentido de pertenencia a un proletariado 6.
Indica, además, muchas señales de apoyo a la idea de que la gente a quedado más conciente de
la inutilidad del trabajo y que tiene desde luego, decidido luchar contra el trabajo y dirigirse a otro
lugar para obtener satisfacciones vitales 7. Offe afirma que, sea sobre el plano objetivo sea sobre
el subjetivo, los cambios por él anunciados han minado la centralidad del trabajo en la
organización de la sociedad y que no han determinado solamente una "crisis de la sociedad del
trabajo" sino también la necesidad de sustituir cada teorización de lo social centrada sobre el
trabajo, entre las cuales se encuentra la de Marx. Concluye, afirmando que, a causa de eso, se
1
Los primeros teóricos de la Escuela de Frankfurt habían extendido el análisis del dominio para comprender
la esfera cultural en general, dando por implícita una visión del despotismo capitalista (con la sola excepción
de Pollock) poniendo en segundo plano la centralidad del trabajo, y proponiendo consecuentemente que
una serie de mecanismos culturales han sustituido al trabajo como principal vehículo del control social. Entre
aquellos que han hecho explícitas tales líneas de pensamiento, además de Offe, encontramos a:
Baudrilleard. The mirror of production, St Louis: Telos press, 1975 (previa edición francesa de 1973) y John
Alt, Beyond Class. The decline of labour and leisure, Telos, nº 28, 1985. pp. 55-80.
2
Claus Offe. Work: the sociological category, en Claus Offe. Disorganized capitalism, Cambridge, The Mit
Press, 1985, pp. 129-150.
3
Íbidem pp. 142. Junto a la creciente escisión de actividad, como de instrucción, vida familiar, y el consumo
en el tiempo libre del trabajo, se incluye también el disminuido poder de la desocupación como instrumento
de coerción al trabajo (resultado del nacimiento del Welfare State. Íbidem pp. 145-146)
6
“social capital”, Telos # 17 otoño 1973 o aún el libro Obreros y capital: Turin. Einaudi, 1966.
14
Entre los estudios sobre este argumento, cfr: Lawrence Cremin, the Transformatson of The School, New
York: Vintage, 1964, Joel Spring. Education and The Rise of the Corporate State, Boston: Beacom
press,1972 Martín Carnoy, Education as Cultural Imperialism., New York, David Mc Kay, 1974, and Samuel
Bowles e Herbert Gintis, Schooling in Capitalist Ameríca New York: Basic, 1976
15
Un artículo fundamental sobre el surgimiento del Estado keynesiano que constituye el cuadro político al
interior del cual se gesta el consumismo cfr: A. Negri Revolution retrieved: selected writing on Marx Keynes,
capitalist crisis & new social subjects, 1967-83, Londra: Red Notes, 1989 pp. 9-42.
7
mayoría de las personas está dedicada al trabajo, no debería sorprender que la mayor parte del
consumo, material o simbólico 16 está dirigido al trabajo. Cuando el trabajo monopolizaba cada
hora de vida activa, este hecho era claro; no había tiempo para otro. Cuando la clase “trabajadora”
estaba consiguiendo darse cuenta de la fuerza propia de la duración de la jornada trabajadora, y
de la semana del año o de la vida, y se iba creando más tiempo a disposición, al menos
potencialmente, para otras actividades, tales afirmaciones no resultaban así evidentes. Si
examinamos una normal jornada de tiempo, de la vida de las personas (día, semana), etc. es claro
que la mayor parte del tiempo considerado, está constituido por el tiempo de trabajo o también por
el que hacer con lo mismo. La “working class” no ha sido constituida por una “shopping class”.
Consideremos ahora el otro lado de las afirmaciones de Offe en cuanto a que en la gente haya
habido cambios por cuanto interesa la actitud “of the work ethic”. En primer lugar, hay pocos
hechos corroborantes de la idea que la “ética del trabajo” (el hecho de que la gente considere al
trabajo la actividad central, la cual confiere valores positivos a sus vidas) jamás haya desarrollado
un rol de primera importancia en la historia del capitalismo sino por grupos restringidos de
artesanos de oficios. La enorme mayoría de los que han sido transformados por el orden social
capitalístico en “trabajadores” eran semiespecializados o sin especialización, para los cuales la
experiencia del trabajo era primariamente una cuestión de coerción de dominio. Sin duda han
habido comunidades de trabajadores especializados, cuyas vidas no trabajadoras habían sido
directamente condicionadas por la profesión 17 pero este modo de plasmar, si bien más difundido y
menos creadores de comunidad, como función de la hegemonía del tiempo de trabajo, no sólo
inviste a cada trabajador, sino que jamás ha sustituido la lucha contra el trabajo por la lucha por el
trabajo. También los artesanos especializados que controlaban los propios instrumentos de trabajo
y los ritmos productivos y que concebían la revolución como la asunción en propio del control de
los medios de producción, luchaban contra la subordinación de la propia vida al trabajo 18. Sus
identificaciones parciales con el propio trabajo podían hacer que, en vez de quemar las fábricas se
reuniesen en consejos de trabajadores durante los momentos de tumultos revolucionario, pero no
existen indicios que nos hagan pensar que aceptaban una “ética del trabajo” entendida como
expresión del deseo de formar la propia vida en torno al trabajo. Mientras sin duda es verdad que
el uso del Taylorismo y del Fordismo ha creado una fuerza trabajo de “obrero-masa” que no
obstante tomar el control de la fábrica querían huir de la misma, ellos no han sido los primeros
trabajadores en descubrir la no-utilidad del trabajo en las luchas contra la acumulación primitiva,
derrotadas por la “legislación sanguinaria” y la violencia colonial, hasta la larga lucha sobre la
duración de la jornada trabajadora que ha traído a la semana trabajadora de cinco días y a la
creación del week end, la historia de la clase trabajadora demuestra con cuanta fuerza, antes de
la llegada del taylorismo y del fordismo, la gente luchaba contra el trabajo y el capital. La hipótesis
avanzada de Offe es que en los años ’70 la clase trabajadora fue sensibilizada por los stress
físicos y psicológicos del trabajo, y los riesgos por la salud y por los riesgos por la des
especialización, aspectos contra los cuales operaba la propia crítica “traiciona la poca familiaridad
de la historia de la lucha de los trabajadores”. Eso que es nuevo y que caracteriza la reciente
historia no es el despojo de la ética del trabajo, si no más bien la existencia de un poder tal de
restituir en concreto, tal despojo.
En los años más recientes precisamente el poder de los trabajadores de resistir a la
subordinación de la vida al trabajo y de elaborar proyectos alternativos y autónomos, da
confirmación a los argumentos de Offe y confiere a los mismos una cierta credibilidad. No es que
el capitalismo haya omitido de imponer el trabajo o que cualquier otro poder social haya nacido de
modo de poder sustituir al capital y a la sociedad basada sobre el trabajo. La cuestión de la
centralidad del trabajo en la sociedad, ha sido aliviada por los intelectuales precisamente porque
tal centralidad ha sido atacada por estratos sociales que han sabido crearse el poder de rehusar al
16
El trabajo desarrollado por Baudrillard sobre el consumo de los símbolos en: Pour une crique de
l'economie politique du signe (1972) subrayó un aspecto importante de las políticas y de las clases de
consumismo pero no proporciona elemento alguno de importancia para el argumento según el cual la mayor
parte del consumo mira todavía a la reproducción social de la jerarquía salarial.
17
Cfr: John Alt, op. cit. Que sintetiza la literatura sobre las "occupation comunities" .
18
cfr: Sergio Bologna, Class composition and the theorie of de Party at the origin of the german work.
Council Movement, Telos # 13, otoño. 1972, pp. 4-27 (reproducido en Operai e stato. Milano, Feltrinelli,
1972)
8
menos parcialmente, la clasificación de trabajador. Es un rechazo que encontramos en la
sociedad. De los así dichos “profesionalistas” calificados de los servicios que Offe junto a los
otros, considera constituyentes de una “nueva clase”, hasta los así dichos (o llamados) cuellos
azules, sean ellos obreros masa o “sociales”, vemos como la difusión del rechazo del trabajo
resulte “tal para hacer que los pocos que trabajan con entusiasmo, tienen definidos en manera
denigratoria; el trabajo dependiente”, considerados por los propios pares casi patológicos y
necesarios de curas terapéuticas. Lo que ofrece Offe define la explosión respecto al poder del
trabajo, en la determinación de la vida social; es en verdad una explosión del poder entre la gente
de substraerse a tal determinación. Offe, y los otros antimarxistas, que quisieran ir más allá de las
categorías marxistas exprimen simplemente la lucha por no ser más trabajadores y para hacer
cualquier otra cosa.
¿Podemos cerrar las categorías marxianas de clase pasada? Todavía no. No sólo queda el
hecho que la vida de la mayor parte de la gente continua siendo dominada por el trabajo, no
obstante las luchas contra tal destino, pero el capital continua siendo el obstáculo más coherente y
potente en las confrontaciones de la fuga del trabajo por la creación de un nuevo orden social.
Mientras el capital queda en grado de imponernos el trabajo no es posible para nosotros vivir una
vida que no sea, al menos en parte definida en términos de clase. Hasta cuando no tenga fin esta
situación, la teoría del valor y del trabajo de Marx continuará proporcionándonos un cuadro teórico
insustituible por la comprensión del tipo de orden social del cual queremos huir y que el capital
pretende mantener. No preservar tal cuadro en un momento de crisis no sería otra cosa que cerrar
los ojos delante del aspecto crucial de los conflictos de hoy: los proyectos y las estrategias del
capital.
Al mismo tiempo la naturaleza de las actuales luchas, y sobre toda aquella parte que podemos
caracterizar en los términos de autovalorización autónoma exigen esfuerzos teóricos en grado de
aferrar las realidades emergentes que constituyen verdaderas alternativas al capital 19. Son pocas
las categorías marxianas que evocan tales alternativas. La mayor parte de los conceptos
marxianos fueron desarrollados para comprender las estrategias y los mecanismos de control del
capital y en aquel ámbito continúan siendo insustituibles. Algunos de estos conceptos van más allá
del capital sobre todo aquellos que contribuyen a nuestra comprensión del implacable
antagonismo de clase media en acto de los trabajadores. Cuando Marx medita sobre el momento
de ruptura revolucionaria y sobre su sucesiva llegada se comporta de manera adecuadamente
vaga, un deseo que caracteriza su rechazo al utopismo. Además de las órdenes sociales basadas
sobre el trabajo el cual constituye la medida del valor, Marx vio abiertas potencialidades. Además
del valor-trabajo, vio el tiempo disponible como medida del valor 20. Pero este “tiempo disponible”
era el tiempo en el cual podía tener lugar una autovalorización abierta la cual podía expandirse en
muchas direcciones. A diferencia del capital que impone el trabajo como fin en sí mismo, como
significado del propio orden social, la sociedad poscapitalita de Marx no es el fin del capitalismo,
de un específico fin del proceso productivo. A esos que buscan inventar nuevos y más adecuados
modos con los cuales crear y discutir sobre los fenómenos, sobre la androgenia y sobre el
biocentrísmo, que entienden concebir como parte de una sociedad poscapitalista, no habrá ningún
modo satisfactorio con lo cual puedan comprender las creaciones con los términos de las viejas
categorías de los cuadros de referencia, y tras éstos los del marxismo. Pero es necesario repetir el
hecho de que no habrá continuidad de elaboración de tales proyectos de autovalorización sin una
clara visión según la cual logramos entender al enemigo mientras constantemente busca de
desviar, trastornar, o embrollar tales proyectos, a los efectos de reducirlos a simples instancias de
sí mismo. La organización que no comprende eso será siempre embaucada o reducida al
reformismo. El marxismo continua siendo la más clara y la más potente regla interpretativa a
nuestra disposición para aferrar el mecanismo de control del cual buscamos huir. Mientras
debemos luchar contra los esfuerzos del capitalismo que busca trampearnos en su mundo del
trabajo, los nuevos léxicos y las nuevas teorías deben tratar la naturaleza de clase de nuestros
19
Sobre el concepto de autovalorización cfr: Marx Ottre Marx, Milan, Feltrinelli, 1979, y sobre todo la
Lección nº 8 sobre el comunismo y la transición: Harry Cleaver, Marxian theory and the inversion og the
cjlass prospectice in its concept: two care studies (manuscritos). 1989.
20
La discusión, clave del concepto se encuentra en el Fragmento sobre las máquinas en K. Marx,
Lineamientos fundamentales de la crítica de la economía política. La Nueva Italia. 1968.
9
esfuerzos. Hoy como ayer, cada lucha es lucha de clase y continuará siéndolo hasta que el
capitalismo no sea destruido. Sólo entonces podremos deshacernos de Marx y de su teoría de la
centralidad del trabajo en la sociedad capitalista.
***********************
Negri y su crisis de la ley del valor
Los argumentos de Negri parten de un punto de vista diametralmente opuesto sobre el rol del
trabajo en el proceso capitalístico, pero llegamos a conclusiones similares por cuanto revé la ley
del valor-trabajo. Negri ve el trabajo como el vehículo de mando y según su formulación teórica, el
desarrollo tiene que entenderse en los términos de una crisis de la ley del valor determinada por
lucha de clase que provoca el acentuarse de la composición orgánica del capital y el traslado del
trabajo al interior del proceso productivo. La crisis del valor del trabajo, afirma, ha cedido a la
tentativa por parte del capital de imponer el trabajo no para producir riqueza pero si como puro
dominio.
Una de las primeras formulaciones de sus tesis sobre la crisis de la ley del valor había
aparecido en una relación sobrepuesta a la discusión en ocasión de la conferencia de 1971 de
Poder obrero, una de las organizaciones más importantes de la izquierda extraparlamentaria en
Italia, “Crisis del estado-plan; comunismo y organización revolucionaria” 21. En esta dirección,
Negri elaboró un análisis de la crisis de las relaciones de clase determinada por el ciclo
internacional de la lucha de clase trabajadora en los años ’60, un ciclo al cual habían contribuido
mucho las luchas de los trabajadores y de los estudiantes en Italia. Afirmó que aquellas luchas no
sólo de los asalariados, sino también de los no asalariados (ej. estudiantes, amas de casa),
habían creado una ruptura respecto a la capacidad del estado Keynesiano de planificar el
desarrollo capitalístico a través del enfrentamiento de las luchas obreras (por ej. lo acordado sobre
el salario y sobre la productividad) de manera de poder transformar tales luchas en motor del
crecimiento capitalístico de la fábrica social. Esta crisis comprendía la derrota de los esfuerzos
Keynesianos de usar el dinero como mediación y medio de gestión de las relaciones entre las
clases, sobre todo la proporcionalidad dinámica entre la renta (social) y la productividad (social).
Mientras en muchos países la relación salario-productividad quedó interrumpida, tal derrota tuvo
su más clara expresión en Italia en la reivindicación de “aumentos saláriales; no ligados a la
productividad” y en la lucha directa contra el trabajo 22. Para Negri, esta ruptura constituía en sí
una crisis de la ley del valor comprendida como ley gobernante de la recomposición social del
trabajo 23. Tomando como punto de referencia teórica, la discusión de los Grundisse sobre la
evolución del trabajo al interior del capitalismo, Negri afirmó que la proyección de la crisis, como
consecuencia del incremento de la composición orgánica del capital (como opuestas a las luchas
de los trabajadores), había sido realizada por medio del estado Keynesiano. El continuo traslado
del trabajo desde la producción, por medio de la sustitución del mismo por el capital fijo, dijo Marx,
habría creado una crisis del rol del trabajo y por lo tanto de la ley del trabajo y por lo tanto, de la
ley del valor. Desde el momento que el trabajo inmediato como tal, deja de ser la base de la
creación de la riqueza, el valor-trabajo cesa de constituir una categoría relativa 24.
En este punto podemos imaginar que el argumento de Negri vaya a converger con una
argumentación como la de Offe el cual entiende decir adiós a la clase de los trabajadores a causa
de la presente y dramática merma de la presencia numérica de trabajadores en los procesos
productivos, pero no es así. No obstante merma la contribución del trabajo al interior del proceso
productivo, Negri afirma que tanto sea el dinero como el trabajo persisten y que entre ambos
21
A. Negri. Crisis of the planner state: communismo and revolutionary organization, en Negri Revolution
retrieved, op. cit. pp. 26-101.
22
Poder Obrero: crisis del estado planificador, comunismo y organización revolucionaria. Suplemento de
Poder Obrero, nº 27, Junio 27 – julio 3, 1970.
23
Ibidem
24
Íbidem.
29
cfr: ad. Es. Bruno Ramirez Working class struggie against the crisis: self Reduction in Italy. Jeronetwork # 1,
dic. 1975, pp. 143-150.
31
Íbidem.
35
Íbidem.
12
necesidad de categorías y de síntesis, adecuadas a nuestras luchas que rompen cada síntesis,
como la autovalorización. Pero la imposición del trabajo hace al fundamento del dominio, y
mientras el capital continúe organizando toda la vida en términos de producción y reproducción,
no podemos hacer menos que entender esta teoría del valor como guía para la comprensión del
capital y de sus estrategias para la subordinación de la vida al trabajo. La teoría de la relación
entre el dinero y el valor (imposición del trabajo) que nos proporciona el acercamiento más útil a la
comprensión política de las actuales crisis internacionales del dinero y de la renta sigue siendo la
de Marx. Y todavía es la teoría del valor de Marx la que explica de la manera más clara las
actuales luchas de clases resguardando las transformaciones tecnológicas al interior de las crisis,
junto a las crecientes dificultades frente a las cuales el capital se encuentra creando más trabajo
para estructurar a escala mundial la vida de la misma humanidad.
Concluyo afirmando que mientras Offe buscó justamente entender las formas emergentes
de lucha y percibir de manera correcta como estas comprenden la lucha contra el trabajo e intentó
refundar los relaciones sociales en torno a los otros puntos focales, no ha creado tales
argumentos de justificar la eliminación ni del trabajo ni de Marx, ni de nuestra visión política del
mundo. Mientras Negri a logrado afirmar de manera más convincente, que ha sido la lucha del
trabajo la que ha conducido al capital a la actual crisis, y que tal lucha continua a ser inseparable
del antagonismo que se desarrolla entre el capitalismo y la autovalorización de la clase de los
trabajadores, también aquí, no se encuentra que sus argumentaciones sean convincentes hasta el
punto de archivar la teoría del valor de Marx como guía útil a la comprensión de las metas y
estrategias de nuestro enemigo de clase.