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Por Javier Velásquez

El siguiente texto fue editado y publicado originalmente en la revista ​Ciencia del Sur​. Agradezco
el espacio que me han concedido.

Cuando era estudiante universitario corregí a una compañera que había asegurado que el guaraní
era un dialecto del español. Su error pudo deberse a que estaba nerviosa ante una clase y un
docente de ambiente horriblemente tenso, y el mío pudo ser entre el ego y el afán porque se
dejara de subestimarnos en esa clase, en la cual paradójicamente el profesor jamás corrigió a esa
estudiante ni me contradijo, demostrando su ignorancia e ineptitud por fomentar la discusión
académica.

También llegué a preguntar a una profesora de inglés elemental por qué aprendíamos esa lengua
germánica y no lenguas nativas, mencioné el quechua y guaraní. No me respondió de manera
impactante.

Debo decir que no juzgo eso, ya que, hoy en día, como profesor de lenguas, también me costaría
contestar, de no ser por superflua información geopolítica, económica e histórica, pero no tendría
argumentos verdaderos para enfrentar las rebeldes dudas de estudiantes que no quieren aprender
otros idiomas.

Ahora, más allá de conocer que el guaraní era una lengua de filogenia diferente al español y
relacionada con la vecina República del Paraguay, nunca supe nada más, y no se nos habló nunca
de otras lenguas nativas en contacto con el español. Nada más allá de superficialidades y
formalidades del español cuando me formé como licenciado.

Mucho tiempo después, poco antes de graduarme, descubrí que la biblioteca universitaria había
ordenado destruir los libros más antiguos y en mal estado (dado que no cuenta con las
herramientas para conservar los textos). Algunos profesores rescataron varios de literatura,
historia, arte y lingüística.

Uno muy allegado me obsequió algunos de semántica y comunicación, mientras a otro le pedí
que me dejara llevarme unos mamotretos de historia, a lo que accedió. Al final encontré que
habían olvidado uno en un rincón, ajeno a toda curiosidad, polvoriento y mohoso en cuya tapa
amarillenta quebradiza se leía ​Sociedad, Historia y Lengua en el Paraguay​ de​ ​Germán de
Granda​​ ​del Instituto Caro y Cuervo.

Supe tiempo después que Germán de Granda ​había sido un memorable lingüista ​de gran peso en
los círculos académicos para entender la compleja situación de las lenguas en Paraguay.

Granda y el guaraní

El académico ya había dedicado varias obras abordando el tema del contacto entre lenguas.
Registraba su travesía emprendida por esta tierra del sur preñada de cultura y lenguas muy poco
conocidas por la mayoría de los latinoamericanos, incluso los mismos paraguayos.

El lingüista español había estado en territorios del Cono Sur como Colombia, y dedicó gran parte
de su producción académica a los aspectos lingüísticos en Hispanoamérica, y no solo el guaraní
en Paraguay sino otras lenguas indígenas en relación con la lengua de Castilla.

Germán de Granda no se estancó ni falló al dedicarse a la patética visión, en la que caen muchos
académicos ​románticos​, de creer que el estudio de la lengua es el regocijo como usuario nativo,
el delirio de superioridad lingüística y el desprecio por la variedad o transgresión de los demás.

Todo lo contrario, este investigador llevó su empresa científica hasta los confines de Paraguay
para encontrarse con el choque sociocultural majestuoso e inconcebible que se materializa en el
contacto lingüístico del español con lenguas aborígenes, especialmente el guaraní, que da como
resultados fenómenos de bilingüismo de permanente estudio.

El libro ​Sociedad, Historia y Lengua en el Paraguay​ de 627 páginas, publicado en 1988, es una
miscelánea de obras cuya sinergia se orienta hacia el ​estudio, descripción y comprensión del
continuum ​(De Granda, 1988, p. 74) ​que se resulta del contacto entre los usuarios del
guaraní y el español​​.

En su introducción el autor aclara la rigurosidad de su obra, pero no se regocija de cientificidad


alguna. Más bien, hace una autocrítica y puntualización metodológica, ya que Granda acude
principalmente al trabajo de campo del que se desprenden sus ensayos, pero también cuenta con
gran cantidad de información bibliográfica, histórica, geográfica, demográfica y sociológica de la
zona de estudio.

Esto brinda mayor veracidad al estudio sociolingüístico que realiza del contacto del
hispanohablante paraguayo con el guaraní y viceversa, aspectos que evidencian una heterogénea
evolución del guaraní y del español en el país del sur.

Por otra parte, los 24 capítulos no deben considerarse, según De Granda (1988): “Una
recopilación invertebrada de ensayos heterogéneos” (p. 2). Tienen en su unidad total objetivos
establecidos por el mismo autor, siendo cuatro para los respectivos capítulos, en la siguiente
sintetización de los objetivos a los que responde ciertos capítulos:

● a)​​ ​Descripción​ d​ e aspectos característicos y resaltables dentro de las variantes


sociolingüísticas, corresponden al capítulo 5, capítulo 6, capítulo 11, capítulo 13.
● b) ​Propuesta ​para el estudio de los fenómenos resultados del contacto entre lenguas se
concreta en el capítulo 1 y capítulo 2.
● c) ​Análisis​ ​de factores, rasgos y aspectos que subyacen en la consolidación de la
variedad paraguaya en cuestión se pueden encontrar en el capítulo 4, capítulo 15,
capítulo 16, capítulo 17 y el capítulo 18.
● d) ​Aportación​ d​ e insumos para el estudio y comprensión para valorar del contacto
interlingüístico es tarea del capítulo 3, capítulo 7, capítulo 8, capítulo 9, capítulo 12 y
el capítulo 14.

En muchos el autor critica a grandes académicos (incluyendo al lingüista que lo influencia: ​Bertil
Mamberg​ ​y la figura clave de ​Coseriu​) y sus estudios sobre el caso sociolingüístico del Paraguay
por fallos terminológicos o metodológicos que trata con dedicación. Granda propone mejores
ideas para proceder en el estudio idóneo de los temas, sobrepasa la simple trivial descripción
fonológica y lingüística tan típica en estos estudios, generando una reflexión que invita a
continuar la sociohistoria de las lenguas.

Todo esto gracias a su rica fundamentación, que va desde registros del uso de hablantes de época
coloniales, dieciochescos y decimonónicos, los casos de relaciones y contacto con lenguas
hermanas como el italiano o el portugués, incluyendo variaciones de influjo afroamericano, usos
especializados en contextos militares y navales.

No menos importante es que el científico social ​demuestra la presión del español sobre el
guaraní cual lengua glotófaga​​, pero también se rompe la idea de lengua fuerte, con el hecho de
que este idioma de familia ​tupí-guaraní​ ​ha plasmado su huella o ​interferencia​ (De Granda, 1988,
p. 84) en la en la morfosintaxis, nivel léxico-semántico o la fonética del español del habitante
paraguayo bilingüe.

Consecutivamente, el académico asturiano ​refuta tajantemente la idea de la existencia de


juicios negativos que manifiestan desprecio hacia el guaraní​​. Defendiendo la convivencia y
valoración del habitante del Cono Sur por esta lengua, asegura que:

“Expresiones de este tipo si fuera emitidos hoy en territorio paraguayo, suscitarían, sin lugar a
dudas, inmediata y violenta reacción colectiva de rechazo y repulsa, tanto pública como privada
sin distinción, prácticamente de niveles o estratos sociales.”​
Y uno de los ejes y puntos fundamentales en dominio de la política lingüística y la gestión del
bienestar de los hablantes, que va más allá de los aspectos lingüísticos cruciales, es el estudio de
la conciencia lingüística en el ideario colectivo del habitante paraguayo al que le presta atención
el autor:

“La comunidad paraguaya actual tiene, en su práctica mayoría, tiene una actitud negativa
frente a las normas colectivas que, en el país, determinan el uso medio tanto del español como
del guaraní (…) en ocasiones, se expresa también sobre todo en ambientes urbanos semicultos,
opiniones ciertamente notables, como por ejemplo, la que manifiesta la creencia de que es el
español de Colombia (…) el que debe ser tomado como modelo de referencia para decidir la
aceptabilidad”​ (De Granda, 1988, pp. 76-78).

Así mismo, de Granda (1988) comenta que no es fehaciente la idea de que se llega a considerar
el manejo de cierta lengua como más prestigiosa que la otra:

“No me parece cierto que sea el español exclusivamente el código lingüístico al que vaya unida
la atribución de lengua prestigiosa (…) la comunidad paraguaya en su conjunto no atribuye
ningún prestigio, evidentemente al conocimiento y posición del guaraní y no del español, pero
tampoco (y quizá aún menos) al dominio del manejo del español y no del guaraní”​ (p. 72)

Todo lo anterior se suma a la propuesta del lingüista que ante la compleja, álgida y polémica
dinámica entre la actitud de los hablantes frente a variedades de modelos a seguir, recomienda
que lo mejor es no caer en la imposición inescrupulosa de los “puristas”.

Porque ​el choque entre usuario y normatividad puede resultar en los peligros ​doble diglosia
interna,​ creando variantes de las mismas lenguas que se fracturan tanto en aspectos político y
socioeconómicos como intralingüísticos (De Granda, 1988, 82).
Por el contrario, se debe pensar y optar por un modelo planificado realista basado en la
aceptación, teniendo en cuenta aspectos problemáticos cruciales, como:

● 1)​​ Una adecuada selección de la normativa


● 2)​​ La determinación que permita la aceptación vía educación y medios de los
hablantes
● 3) ​La codificación de la variedad del país de ambas lenguas
● 4) ​La elaboración de ambas lenguas, sin olvidar incluso la cuestión de la escritura en
el guaraní

Recalcando de manera concluyente el autor asturiano que:

“El desarrollo de estas sugerencias, exigiría empero, para ser convenientemente riguroso, una
serie, evidentemente amplia, de planteamientos concretos, (simultáneamente lingüísticos,
socioculturales, políticos y administrativos) que, por su misma índole, deben ser considerados
en otro nivel de análisis” (​ De Granda, 1988, 83).

Es una obviedad el hecho de que muchas investigaciones, progresos y hallazgos han ocurrido
desde la publicación de la obra en 1988 y la muerte del autor en 2008. Así como ambas lenguas
habrán sufrido gran cantidad cambios, y su ​convergencia estructural h​ a evolucionado y
diversificado en todos los aspectos sociolingüísticos.

Sin embargo, la antigüedad de esta obra no es motivo para que se niegue la importancia de los
estudios, análisis y propuestas que pueden ser útiles a los versados e interesados en las el
contacto de lenguas de tan divergente origen.

Tampoco se puede negar lo indispensable de su utilidad como parte de ​bases epistemológicas a


la hora de implementar algo tan polémico como políticas lingüísticas​​ y proyectos educativos,
culturales, sociales y académicos relacionados a estos diasistemas en un país como Paraguay, y
en muchos otros países de la región con complejos casos similares de pluralidad lingüística.

Gracias a la lectura de Germán de Granda, Paraguay resulta ser, para cualquier curioso,
académico y científico que se acerque al estudio de las lenguas, el bilingüismo o quiera
adentrarse en la nación misma como visitante, un importante laboratorio lenguas y cultura,
desbordado por las ricas manifestaciones socioculturales que de entrada se detectan en la
cotidianidad de sus hablantes.

Incluso invita como modelo a la ejemplar consolidación de una convivencia y tolerancia


sociolingüística de sus comunidades de variedad etnográfica y demográfica.

Pues, así como el biólogo ve la evolución de la vida en directo con los pinzones en las
Galápagos, el lingüista puede encontrar en vivo y en directo la dinámica del contacto de las
lenguas en este país del sur del continente americano.

Aclaración: ​No se interprete como nacionalismo lingüístico o excusa para vanagloriarse de una
variedad cuando se resalta que, según Granda, el comportamiento que manifiesta el hablante
paraguayo frente al español aporteñado (procedente de Argentina), una variedad
geográficamente de fuerte presencia, es negativo y de rechazo como modelo a seguir (De
Granda, 1988, p.69), mientras se establece en ciertos contextos, como anteriormente se citó, una
variedad-modelo bastante lejana y nada familiar como la variedad colombiana.

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